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GLOBALIZACION Y CONFLICTOS

SOCIOAMBIENTALES

Aproximación comparativa en torno a


actores, estrategias y escenarios

Pablo Ortiz -T.


La presente es una publicación que cuenta con el auspicio de:

• Programa Bosques, Arboles y Comunidades Rurales de la Organización


de las naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO-FTPP)
y su componente Redes y Comunicación América Latina, con el respaldo
del Sistema de Información y Comunicación en manejo participativo de
Recursos naturales

SIFOCOM Ecuador
Av. 12 de octubre 1430 y Wilson
A.P. 17-12-833, Quito-Ecuador
e-mail: sifocom@upsq.edu.ec
Telefax: 593-02-506267

• Corporación para el Manejo Alternativo de Recursos, Ambiente y


Conflictos

Manarac Corp.
e-mail: manarac@upsq.edu.ec
Telefax: 593-2-440616

• Centro Cultural Abya-Yala


Av. 12 de Octubre 1430 y Wilson
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Revisión de textos y edición: Víctor López

Diseño: Marco Campaña

Impresión: Abya-Yala

© DDA
- Pablo Ortiz-T., Globalización y Conflictos Socioambientales: aproxi-
mación comparativa en torno a actores, estrategias y escenarios,
FTPP/Manarac-Abya/Yala, Quito, Octubre de 1997.
Cuando cualquier problema ambiental es examinado a fon-
do, en su origen, revela una verdad de la que no se puede esca-
par: que la raíz real se va a encontrar en cómo los hombres se
interrelacionan unos con otros; que la deuda con la naturale-
za...no puede ser pagada persona a persona, en botellas reci-
cladas o en hábitos ecológicos, sino en la antigua clave de la
justicia social”

(Barry Commoner)
Como un modesto tributo a la admirable lucha y sabiduría de
las comunidades aglutinadas en la Organización de Pueblos
Indígenas de Pastaza (OPIP) en la Amazonía del Ecuador y en
el Narmada Bachao Andolán (la gente del ecosistema) en el
centro oeste de la India.

Mi afecto y estímulo para los ciudadanos globales del siglo


XXI, en especial para Alicia Margarita, Ricardo Sebastián, Da-
niela Elisa y Daniel Andrés.
INDICE

Introducción …………………………………………………………… 7

I. Elementos conceptuales y contexto ……………………………… 15


Los conflictos sociales

Los conflictos socioambientales …………………………………… 18


Globalización y dimensión actual de los conflictos
socioambientales ……………………………………………………… 20
Flexibilidad de la Economía Política y Conflictos
Globales ………………………………………………………………… 25
La llamada Interdependencia Económica Global (IEG) ………… 28
La crisis del sistema Estado-Nación ………………………………… 31

Notas …………………………………………………………………… 33

II. Los estudios de caso en una aproximación comparativa …… 35

Caso I. Conflicto Arco vs. Quichuas de Pastaza


en la Amazonía del Ecuador ………………………………………… 37
El contexto
Los antecedentes ……………………………………………………… 39
Figura 1 ………………………………………………………………… 40
El escenario global y el origen del conflicto ……………………… 42
Primeras negociaciones ……………………………………………… 45
La nueva etapa de negociaciones en el escenario global ………… 50
Caso II. Conflicto Gobierno Hindú/Banco Mundial vs.
Movimiento de Campesinos Narmada Bachao,
Andolan, India ………………………………………………………… 53
El contexto
Los antecdentes ………………………………………………………… 57
El escenario global y origen del Conflicto ………………………… 58
Figura 2 ………………………………………………………………… 59
Lo dinámico del Conflicto en su fase intensa ……………………… 63
Estrategias y escenarios presentes en los estudios de caso ……… 66

Notas …………………………………………………………………… 74

III. Teorías de relaciones Internacionales, Globalización


y Conflictos Socioambientales ……………………………………… 85
Realismo y Conflictos Socioambientales …………………………… 91
Idealismo y Conflictos Socioambientales ………………………… 94
Teoría de régimen y Conflictos Socioambientales ………………… 97
Teoría crítica y Conflictos Socioambientales ……………………… 106

Notas …………………………………………………………………… 110

Algunas Conclusiones ………………………………………………… 113

Bibliografía …………………………………………………………… 119


GLOBALIZACION Y CONFLICTOS
SOCIOAMBIENTALES

INTRODUCCION

Los cambios producidos en el orden internacional en la úl-


tima década, particularmente a partir del derrumbe de los “socia-
lismos reales”, han alterado los términos en los cuales se plantea
el tema de las relaciones internacionales. El fin del orden de la
postguerra ha planteado la reestructuración de los supuestos y
problemas fundamentales en torno a los cuales se había pensado
y articulado la agenda de las relaciones Norte-Sur, así como en re-
lación a los conflictos políticos, económicos y socioambientales.
En América Latina por ejemplo, desapareció o se redujo drásti-
camente el papel catalizador que para los Estados Unidos y muchos
otros actores regionales tenía la cuestión de la defensa hemisférica en
contra de una virtual agresión soviética (directa o indirecta). En ese
marco, surge la pregunta sobre cuáles son -a fines del presente siglo-
los conflictos que hacen posible hablar de los nuevos escenarios y ac-
tores con sus respectivos intereses y posiciones?
8 Pablo Ortiz
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Desde la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio


Ambiente Humano, realizada en Estocolmo en 1972, pasando por
la Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Río de Ja-
neiro en 1992, hasta la actualidad, la problemática ambiental ha
ido adquiriendo una relevancia y dimensión cada vez mayor, sea
por la acumulación de situaciones que amenazan a la biósfera
(efecto invernadero, debilitamiento de la capa de ozono, envene-
namiento del agua, aire y suelo, entre otros); sea por la mayor to-
ma de conciencia frente a los peligros de la contaminación y des-
trucción de la naturaleza; o por la emergencia de lo ambiental en
el ámbito político, particularmente la relevancia de conflictos so-
cioambientales con sus respectivos escenarios, actores, intereses
y estrategias (Guimaraes, 1986; Hurrell, 1992).
Este hecho no podía pasar desapercibido para la disciplina
de las Relaciones Internacionales, como lo demuestran los espa-
cios cada vez más amplios que se le asignan en el debate acadé-
mico a los procesos de conflictos socioambientales en el ámbito
regional y global, y a su relación con las cuestiones de seguridad y
política. La situación de crisis indica, en ese sentido, no solo la
agudización de muchos problemas ambientales y sus conflictos
derivados, sino la globalización de los mismos. (Conca, 1993; Rus-
sell, 1990).
En ese contexto, de emergencia de nuevos actores y de re-
definición de escenarios, los Estados han suscrito muchos conve-
nios y acuerdos internacionales sobre medio ambiente y desarro-
llo o derechos humanos y poblaciones indígenas. Sin embargo,
más allá del carácter formal de estos convenios, está el interés de
estos Estados por hacer frente a los nuevos temas de la agenda
pública de fin de siglo, estableciendo para ello un marco norma-
tivo que atenúe los conflictos, los prevenga, los desactive o sim-
plemente los controle.
Esto plantea una interrogante en torno al alcance de tales
acuerdos y al impacto en la dinámica de las relaciones de poder
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establecidas en torno al manejo de los recursos naturales. Un


ejemplo de aquello, es lo ocurrido con tratados como el de Coo-
peración Amazónica (TCA) en América del Sur, que para unos, no
ha pasado de ser una declaración de buenas intenciones, sin una
especificación de propósitos ni mecanismos de implementación
(Samaniego, 1988), a pesar de haberse convertido, para otros, en
un organismo que ha relevado a las autoridades de los países
miembros, de la responsabilidad de gestionar recursos y asumir el
desarrollo de la Cuenca Amazónica. (Bustamante, 1993; Landázu-
ri, 1987).
Parecería entonces que los Estados están abocados a una si-
tuación inédita: escenarios y actores emergentes que desafían su
competencia y su capacidad para procesar los conflictos sociales.
Actores y conflictos que dejan en evidencia una brecha y contra-
dicción entre la retórica y la ejecución de políticas. Entre el dis-
curso que plantea promover políticas de desarrollo sustentable de
largo alcance y el interés por preservar el control sobre los recur-
sos como fundamento de su poder y soberanía.
¿En qué momento se plantea esta tensión y crisis en la cual
los conflictos socioambientales locales o sub-nacionales devie-
nen en políticos e internacionales? Al finalizar el presente siglo, en
todo el mundo regiones enteras de bosques maduros, montañas,
cuencas hidrográficas, océanos y sistemas lacustres, entre otros
muchos espacios naturales, ocupan lugares preferenciales en las
preocupaciones de la opinión pública y de los escenarios políti-
cos globales, a propósito de los debates sobre medio ambiente y
desarrollo.
Algunos Estados, partidos políticos, medios de comunica-
ción, movimientos sociales de diverso género y corrientes acadé-
micas o artísticas, no han podido ser indiferentes a ello e incluso
se ha vuelto un lugar común a fines del presente siglo, saber que
vivimos en ecosistemas locales que se interrelacionan con ecosis-
temas mayores, más amplios, regionales, que se integran a su vez
en un ecosistema planetario.
10 Pablo Ortiz
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Lo que se ha dado en llamar la “Interdependencia Ecológica


Global” (Conca, etl.al, 1993), no es sino el hecho de que los daños
al medio ambiente no se restringen ya al lugar donde se inician,
sino que se producen efectos en cadena que, a su vez, exigen so-
luciones en un ámbito mayor, muchas veces mundial o global.
Son situaciones como las de los bosques en toda la franja
ecuatorial que atraviesa América Latina, Africa, Asia o el Pacífico
Sur: regiones y sub-regiones enteras que se ven impactadas por
las políticas impulsadas por los Estados; por los procesos de
cooptación por parte del mercado mundial de extensos territo-
rios, en tanto son incorporados como reservas de capital, a través
de proyectos que tienen como protagonistas centrales a entida-
des transnacionales.
Esta creciente ampliación de las fronteras del mercado, a las
áreas ecológicamente más vulnerables, a los territorios periféri-
cos donde habitan comunidades rurales, especialmente etnías
dominadas, son las que han suscitado respuestas opuestas a estos
procesos, posibilitado la constitución de actores y el despliegue
de sus acciones en escenarios de conflictos antes reservados a los
Estados.
Estos fenómenos de conflictos socioambiental, en el marco
de la globalización aparentemente novedosos, probablemente
tornan irrelevante la persistencia de viejas estructuras de relacio-
nes que el capitalismo fundó desde el siglo XVI, cuando expandió
sus fronteras más allá de los lugares geográficos donde se engen-
dró (Stavengahen, 1989).
Estructuras que tienen que ver con lo que la teoría cepalina
de los años 60 y 70 calificó para América Latina como intercambio
desigual y relaciones centro-periferia, que vistos a la luz de los
conflictos socio-ambientales se traducirían como la existencia de
un tipo de uso y explotación de la naturaleza (a beneficio de un
grupo de países con poder y capital) y la imposición (en la perife-
ria) de sus correspondientes formas de organización económica,
política y cultural.
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De alguna manera estas tesis, desarrolladas más tarde por


los dependendistas, con una excesiva carga estructuralista, po-
dían haber mostrado las dimensiones políticas de las relaciones
sociales-Estado, poder y estructura de clases, relaciones de traba-
jo y otros problemas (Kay, 1989). Lamentablemente se trató de en-
tender toda la realidad de estos países y sus dinámicas de conflic-
to, exclusivamente a partir de la comprensión de sus relaciones
externas o sus factores exógenos. O dicho de otro modo, según es-
tas tesis, el uso de los recursos naturales y las formas de organiza-
ción social derivadas de ello, exclusivamente debían entenderse
por el tipo de inserción -subordinada y dependendiente- al co-
mercio monopolista. Inserción en la cual, las metrópolis o países
ricos destruían o transformaban totalmente los sistemas anterio-
res económica y socialmente viables, para incorporar a estas so-
ciedades al sistema capitalista mundial, dominado por estas me-
trópolis (Deudney, 1993; Evans, 1988; Kay, 1989).
Sin desconocer el invalorable paso dado por los trabajos de
F. Cardoso y E. Falleto, T. Dos Santos, M. Marini o Aníbal Quijano
al desarrollo de las Ciencias Sociales, es importante enfatizar que
en el marco de los actuales procesos del capitalismo y del orden
mundial en su conjunto, el paradigma de la teoría de la depen-
dencia predominante hasta hace 20 años, pocas respuestas pue-
de ofrecer a la situaciones de conflicto que enfrenta la región.
La creciente complejidad de América Latina, plantea nue-
vos desafíos para la comprensión de las nociones mismas de “re-
gión”, “América Latina” o “conflictos regionales” como tal. La
enorme heterogeneidad de los procesos de conflicto culturales,
económicos, sociales, políticos y ambientales, ya no puede ser ig-
norada si se pretenden aprehender los rasgos específicos de los
procesos de conflicto en marcha. Ya no es posible, como se lo hi-
zo anteriormente, tomar como “representativo” de la “muestra”
únicamente las experiencias de dos o tres países del Cono Sur o
México para hablar de toda la región.
12 Pablo Ortiz
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En la actualidad, difícilmente podemos entender la riqueza


y complejidad de los procesos de conflicto que se suceden a par-
tir de una generalización del “caso tipo”. El aumento de las dife-
rencias, plantea un reto a las mismas Ciencias Sociales sobre la
factibilidad de aceptar a-críticamente el mismo concepto de
América Latina. Estas características desafían los análisis y obser-
vaciones para examinar qué puede y qué no puede ser entendido
como América Latina.
Esta heterogeneidad y complejidad de los procesos de con-
flicto es internamente desigual, dependiendo de qué países, su-
bregiones o áreas específicas subnacionales se esté hablando. Y la
creciente internacionalización de los procesos económicos y so-
ciales, ha afectado la polarización y fragmentación de esas formas
heterogéneas en términos de otros puntos de referencia. En ese
contexto es que ahora podríamos plantear la interrogante acerca
de ¿qué posibilitó que actores sociales o políticos en conflicto, ori-
ginados en espacios subnacionales, hayan emergido a los llama-
dos escenarios globales?
Las respuestas que se pueden formular al respecto, deben
considerar al menos tres grandes problemas claves para entender
el contexto global en el que se ubican estas regiones: uno, la eta-
pa de globalización y flexibilidad que vive la economía política ca-
pitalista; dos, la crisis ecológica global; y tres, la crisis de los Esta-
dos-Nación en el proceso de globalización. Cada uno de estos
problemas los describiremos más adelante.
Ese es precisamente el objetivo del presente trabajo. Abor-
dar por un lado, el carácter de los nuevos escenarios de los con-
flictos socioambientales generados por la presencia del Estado (o
sus agencias de desarrollo) y/o de corporaciones transnacionales
en el uso y explotación de los recursos naturales, y por otro, las
posiciones e intereses de los otros actores involucrados en estos
conflictos, específicamente las comunidades rurales y las redes
informales transnacionales del movimiento ecologista.
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Para ilustrar aquello he tomado dos casos de conflicto en


torno a recursos naturales, que involucran a este tipo de actores:
el primero en la provincia de Pastaza (en la Alta Amazonía del
Ecuador) entre los indígenas Quichua-Canelos y el consorcio Agip
Petroleum Ltd. y Arco Oriente Inc. (AOI), una subsidiaria de Arco
International Oil and Gas Co. y Atlantic Richfield Company (Arco)
de Estados Unidos. Y el segundo, el conflicto que involucra a los
campesinos de Manibeli, como parte del movimiento campesino
en el valle del Narmada en la región centro-occidental de la India,
que representa una significativa proporción de aquellas poblacio-
nes afectadas por el Proyecto de Represa Sardar Sarovar [SSP] (Ra-
makrishna, 1990; Kothari, 1993).
¿Por qué ambos casos? ¿Por qué es posible establecer un
análisis comparado de los conflictos que han involucrado a dos
pequeñas y remotas regiones rurales distantes entre sí aproxima-
damente 6.800 millas en línea recta, la una en América del Sur y la
otra en el Sur del Asia? Una primera respuesta nos lleva a consi-
derar que las diferentes trayectorias, tanto de la Amazonía del
Pastaza en Ecuador como del Valle del Narmada en la India, en el
contexto de sus respectivos Estados-Nación, son problemáticas
compatibles en cuanto a los patrones de organización del espacio
territorial -periféricos en ambos casos en relación a los ejes eco-
nómicos, políticos y culturales de sus naciones-, de explotación
de los recursos naturales y de exclusión de los grupos sociales que
habitan en ellos.
El problema es que ambas temáticas y casos, son compara-
bles no por su proximidad física o geográfica sino por el tipo de
procesos de conflictos que en torno al manejo o explotación de
los recursos naturales se generan, a partir de una determinada in-
serción y relaciones en las que se ven involucrados estos espacios
sub-nacionales en el contexto global del capitalismo en su etapa
de acumulación flexible.
14 Pablo Ortiz
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Estos procesos constituyen así un desafío a los marcos in-


terpretativos y paradigmas presentes en las Ciencias Políticas y
particularmente las Teorías de las Relaciones Internacionales. Lo
cierto es que desaparecidas la importancia del tema bipolar, cues-
tiones como el narcotráfico, el medio ambiente, la migración y los
conflictos inter-étnicos, que antes se intentaban vincular, aunque
de maneras a veces polémicas a la cuestión Este-Oeste, y a las que
se buscaba dotar de sentido a través de este eje de significaciones
centrales, quedan, por así decirlo, huérfanas o “flotando” y caren-
tes de una armazón que las organice a todas.
¿Por qué razones en el caso de la cuestión ambiental, en un
determinado momento rebasa el ámbito de la Biología y la Ecolo-
gía, para entrar a formar parte de las preocupaciones políticas
propiamente dichas? ¿Por qué igualmente los conflictos en torno
a ciertos recursos naturales, tradicionalmente entendidos dentro
de los escenarios locales o sub-nacionales y domésticos, se inter-
nacionalizan? ¿Hasta qué punto se tratan de simples interioriza-
ciones de las preocupaciones globales en el ámbito local?
Son estas interrogantes las que nos llevan a plantear el pro-
blema central que orienta la discusión del presente trabajo: ¿Có-
mo las Teorías de las Relaciones Internacionales proveen de he-
rramientas conceptuales para responder a la peculariedad de es-
tos conflictos socioambientales en el contexto de la globaliza-
ción?
I

ELEMENTOS CONCEPTUALES Y CONTEXTO

LOS CONFLICTOS SOCIALES

A menos que los fenómenos que denota el término “conflic-


to” (del latín conflictus: chocar contra, lucha, colisión, turbar,
combate, confrontación) sean delimitados y diferenciados, el
concepto resulta demasiado amplio. En general es pertinente co-
menzar especificando qué no se considera conflicto. Si se revisa la
bibliografía sobre el tema, se observan ciertas distinciones sobre
las que evidentemente hay coincidencia.
La competencia no se considera conflicto o una forma de
conflicto, aunque puede ser una fuente importante de éste. La
competencia involucra una disputa por bienes o recursos escasos
según reglas establecidas que limitan estrictamente lo que los
competidores pueden hacerse durante el curso de la disputa. El
objetivo principal es el bien escaso, no herir o destruir al oponen-
te per se.
Los siguientes términos y palabras, aunque pertenecen al
ámbito del concepto conflicto también se consideran diferentes:
intereses antagónicos, malentendidos, agresividad, sentimientos
hostiles, rupturas sociales, rivalidad, disputas, pleitos, problemas,
etc. Las actitudes, comportamientos y estados de cosas denota-
dos por estos términos pueden hallarse entre las fuentes subya-
centes de conflicto, o pueden acompañar o intensificar el conflic-
16 Pablo Ortiz
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to. Pero parece haber un consenso respecto a que ninguno de


esos términos es en verdad sinónimo de conflicto y que esos fac-
tores, solos o combinados, tampoco constituyen requisitos sufi-
cientes del conflicto social.
El conflicto social, para que exista como tal requiere por lo
menos, dos partes o dos unidades o entidades analíticamente dis-
tintas (es decir, actor, organismos, grupo o colectividad). Según
Peter Wallensteen, “es una situación social en la cual un mínimo
de dos partes pugnan al mismo tiempo por obtener el mismo
conjunto de recursos escasos” (Wallensteen, p.56).
Sin duda queda claro que el conflicto implica relaciones que
involucran intentos por ganar control de recursos escasos y posi-
ciones escasas, o para influir en el comportamiento en cierta di-
rección; por consiguiente, una relación de conflicto siempre invo-
lucra el intento de adquirir o ejercer poder, o la adquisición o ejer-
cicio del poder.
Y en ese sentido, los conflictos reflejan luchas por el poder
(es decir, la necesidad o deseo de lograr o cambiar el control), y las
acciones opuestas se dirigen al cambio o la preservación de las re-
laciones de poder existentes (es decir, el control sobre objetos y
comportamientos).
Como lo señala Boulding, “el conflicto es una forma de con-
ducta competitiva entre personas o grupos. Ocurre cuando dos o
más personas compiten sobre objetivos o recursos limitados per-
cibidos como incompatibles o realmente incompatibles” (Boul-
ding, p.34).
Por eso se puede afirmar que desde el momento en que
existe incompatibilidad de intereses o percepciones, el conflicto
está en un estado embrionario, latente o potencial. O como lo
afirma Fisas Armengol, “es una situación en la que un actor (una
persona, una comunidad, una empresa, un estado, etc.) se en-
cuentra en oposición consciente con otro actor (del mismo o de
diferente rango), a partir del momento en que persiguen objetivos
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. . . . . . . . socioambientales
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incompatibles (o éstos son percibidos como tales), lo que los con-


duce a una oposición, enfrentamiento o lucha” (Vincenc Fisas,
1987, p.16).
Estas definiciones ilustran en síntesis lo siguiente:
a) El conflicto Social incluye intereses opuestos entre grupos o
colectivos humanos en una situación de suma cero.
b) Estos intereses opuestos deben ser reconocidos para que
exista el conflicto.
c) El conflicto involucra la creencia, por cada parte, de que la
otra obstaculizará (o ya ha obstaculizado) sus intereses.
d) El conflicto es un proceso, surge de relaciones existentes en-
tre individuos o grupos y refleja sus interacciones anteriores
y el contexto en que se dieron.
e) El conflicto implica acciones de una o ambas partes, que de
hecho obstaculizan los objetivos de la otra.
Todos los conflictos en ese marco son relaciones sociales,
aunque no todas éstas en sí mismas sean conflictivas. En ese sen-
tido -con conflicto o no- implican siempre alguna forma de co-
municación, y sin ésta no se pueden establecer expectativas co-
munes o interacciones que permitan la relación, ergo, todo con-
flicto supone también comunicación. Esta permite la afirmación
de creencias y la proyección de actitudes relacionadas con la vo-
luntad de defender, matizar, negociar o renunciar a las creencias.
En los conflictos sociales, la comunicación permite el inter-
cambio de mensajes reivindicatorios respecto a los intereses en
disputa y hacer explícitos los procedimientos que las partes de-
terminan, bien unilateralmente cada parte o de mutuo acuerdo,
para resolverlo.
18 Pablo Ortiz
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Los Conflictos Socioambientales


El concepto de conflicto socioambiental alude básicamente
a que ciertas prácticas de uso y explotación de los recursos de la
naturaleza, al degradadar los ecosistemas, pueden conducir a
movimientos, modificaciones, cambios y/o desarticulación en la
estructura de las relaciones entre diversos actores al interior de las
sociedades (Conca, 1993; Sachs, 1993; Pendzich, 1994).
Dicho en otras palabras, el manejo abusivo o desigual de los
recursos naturales ha sido una rasgo penetrante de las tendencias
degenerativas de los ecosistemas y del medio ambiente en gene-
ral. Dentro de ese contexto, el potencial para generar conflictos
por los recursos naturales no renovables especialmente, ha sido
inmenso. Thomas Homer-Dixon describe estos conflictos, agru-
pándolos en tres categorías centrales: Conflictos por simple esca-
sez, que surgen del uso del agua de los ríos, lagos o vertientes, de
los bosques, de los peces y tierras agrícolas productivas; Conflic-
tos por identidad de grupo, que pueden surgir del movimiento a
gran escala de poblaciones, efectos del cambio medioambiental;
y, Conflictos por deprivación relatia, por los cuales, las sociedades
en desarrollo producen menos riqueza, debido a los problemas
medioambientales, y como resultado, aumenta el descontento en
los ciudadanos por la creciente brecha entre el actual nivel del lo-
gro económico y el nivel que ellos creen que merecen (Homer-Di-
xon, 1991, p.213).
Si se hiciera una lectura ecológica de la historia de muchas
regiones o espacios sub-nacionales como las del Narmada o de la
Amazonía, se encontraría que la implantación de ciertos patrones
de producción desde las colonias en adelante, implicó a más de la
imposición de ciertas instituciones, leyes y poderes, una altera-
ción de los ecosistemas de dichas regiones: se introdujeron espe-
cies de árboles, frutos, pastos, aves, peces, mamíferos, etc. que vi-
nieron a desplazar y alterar las antiguas relaciones existentes en
los ecosistemas nativos (Crosby, 1986, p.67) y entre éstos y los
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pueblos aborígenes. El frágil sistema ecológico de Asia, por ejem-


plo, ha sido siempre la raíz del conflicto inter-comunal (cross-
communal conflict). En 1983, los Tamils de Sri Lanka se estable-
cieron en la India, y particularmente en el Estado de Tamil Nadu.
Aunque ellos en un inicio fueron políticamente bien recibidos, la
población local pobre les mostró un gran resentimiento, cuando
el gobierno les asignó concesiones (Stewart, 1990, p.29).
En el caso amazónico, Barclay y Santos (1991) demuestran
cómo los Estados en sus procesos de ocupación e incorporación
de estos territorios a sus respectivos controles, alteraron brusca-
mente la manera de manejar, entender, conocer y representar la
naturaleza por parte de las etnias asentadas en esta región.
Sin duda estos hechos han sido el telón de fondo de anti-
guos conflictos socioambientales en ambas regiones, resueltos fi-
nalmente, a favor de quienes han controlado el poder económico
y político, generalmente el propio Estado o las empresas que con-
trolan la explotación de recursos. ¿En qué momento, estos con-
flictos que aparecían como meros apéndices de aquellos expresa-
mente económicos, sociales o étnicos se tradujeran en políticos?
Pocos podían pensar que en la segunda mitad de este siglo,
una ciencia natural como la Ecología podría tener la capacidad de
proyectarse hacia las esferas de la política. En ese sentido esta for-
ma de saber ha recorrido un largo trecho desde los laboratorios
biológicos hasta los espacios públicos y políticos (Deleage, 1993).
¿Y por qué la Ecología? Según R. Margalef (1992) “entende-
mos por Ecología la ciencia general de las relaciones de los orga-
nismos vivos respecto al ambiente que los rodea que, en el senti-
do más amplio, deben ser consideradas todas las formas de exis-
tencia” , o como la “disciplina que estudia las relaciones de inter-
cambio y de transformación de la energía entre los seres vivien-
tes” (p.23).
20 Pablo Ortiz
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Según estas definiciones entonces, la Ecología no es una


ciencia natural general igual a la Biología o la Zoología o la Botá-
nica, sino que es fundamentalmente articuladora o implicativa,
es decir que se define en el marco de los contextos que ella articu-
la. O dicho en otras palabras, la Ecología ha llegado a constituir
como su objeto de estudio no tanto los objetos implicados, sino
las implicaciones entre éstos (Mires, 1990, p.22). De este modo, la
Ecología pasó desde ser una subrama menor de la Biología hasta
llegar a constituirse en una “Economía de la naturaleza” , “Ecolo-
gía Humana” o “Ecología Política” (Deleage, 1993).
¿Pero en qué contexto esta “Economía de la naturaleza”,
“Ecología Humana” o “Ecología Política”, se expande hasta llegar a
la esfera propiamente de lo político?1
Esta expansión es sin dudas reciente, (Deleage, p,160 y ss;
Mires, 1990, p.28) y quizás lo ha sido, porque eran otras formas de
saber -como las Ciencias Naturales, la Economía y el Derecho- las
predominantes, y particularmente aquellas en sus vertientes liga-
das al positivismo. Es decir no pudo emerger en el contexto en el
que aquellos saberes, paradigmas y discursos que se constituye-
ron en el soporte ideológico de la modernidad y el progreso capi-
talista eran hegemónicos. O para decirlo en otros términos, la
Ecología se politiza solo cuando dicha concepción del mundo ha
perdido su carácter hegemónico (Cox, 1992)2

Globalización y dimensión actual de los


Conflictos Socioambientales
Para explorar la naturaleza de los nuevos escenarios de es-
tos conflictos en torno a los recursos naturales, es necesario alu-
dir brevemente a tres grandes hechos, ya mencionados, que se
constituyen en la base del actual orden mundial: la flexibilidad de
la economía política y las relaciones globales, la crisis ecológica
global y la crisis del sistema de Estados-nación en el proceso de
globalización.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .21
..

Estos tres hechos devienen en sumamente relevantes para


informar y desarrollar un ejercicio de lectura de lo que he deno-
minado “los conflictos socioambientales”. En ese marco, en mu-
chos casos, éstos pueden ser entendidos de manera separada res-
pecto a otros conflictos superpuestos como los económicos, étni-
cos y políticos, los que a su vez no dependen exclusivamente del
manejo de recursos naturales, sino que además requieren de un
tratamiento específico.
En el caso de los conflictos étnicos, por ejemplo, el punto de
partida es la realidad observable de que la mayoria de los países
del mundo son multiétnicos, es decir, que en el marco de las es-
tructuras estatales existentes la población está dividida en grupos
heterogéneos, caracterizados por determinados atributos étnicos.
Si bien la existencia de grupos étnicos heterogéneos (tam-
bién llamados pueblos o etnias) es muy anterior a la constitución
de los estados contemporáneos, sólo en el marco de éstos surge la
llamada cuestión étnica. Esto quiere decir que las relaciones entre
las distintas etnias, así como su definición y caracterización en la
época contemporánea no puede hacerse más que en referencia
directa o indirecta a las estructuras estatales.
Para los propósitos de este texto, distingo la cuestión étnica
del concepto de etnicidad, término que recubre un género amplio
de fenómenos diversos, semejante a los de “clase”, “sociedad” y
otros conceptos de las ciencias sociales sobre los cuales no existe
consenso.3
¿Cómo estas cuestiones globales han producido cambios en
el carácter de dichos conflictos socioambientales?
La hipótesis que sustentamos es la siguiente: los múltiples
problemas medioambientales que emergieron desde el movi-
miento popular, incluyendo los bosques y la crisis del agua, los
peligros tóxicos y nucleares, y así sucesivamente, han sido margi-
nalizados y/o cooptados por otros temas de la agenda pública,
22 Pablo Ortiz
....................................................................

considerados prioritarios desde el interés y percepción de los Es-


tados más poderosos. Así, el Fondo Medioambiental Global [Glo-
bal Environmental Facility] (GEF) establecida por el Banco Mun-
dial, señala solamente 4 problemas medio ambientales globales:
1) la reducción en las emisiones de gas, del efecto inver-
nadero;
2) la protección de la biodiversidad;
3) una reducción en la polución de las aguas internacio-
nales;
4) una reducción en el agotamiento de la capa de ozono.
La exclusión de otros problemas de la agenda global refleja
la correlación de fuerzas políticas que lo hicieron posible. Es es-
púrea para muchos, dado que por ejemplo, las industrias quími-
cas y nucleares operan globalmente, y los problemas que éstas ge-
neran en cada situación local, están relacionados con sus alcan-
ces globales.
Dicho en otras palabras, estos “problemas medioambienta-
les globales” han sido construidos para encubrir el hecho de que
la globalización de lo local, es la responsable de la destrucción del
medio ambiente, la cual es soportada en la casi totalidad de los
casos, por sectores subordinados en el escenario de las relaciones
de poder global, Estados enteros y especialmente comunidades
locales que viven de esos recursos y, particularmente etnias su-
bordinadas o subyugadas al interior de los Estados-Nación.
Esto demuestra que la construcción de los problemas y con-
flictos globales medio-ambientales se convierte en un objetivo y
en un medio de la lucha política, no solamente para liberar de to-
da responsabilidad a los actores sociales o políticos dominantes
que operan en todo el mundo, sino también para depositar la res-
ponsabilidad de toda destrucción y sobrexplotación de los recur-
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .23
..

sos naturales en las comunidades locales, especialmente mino-


rías étnicas, cuyo posición subalterna, excluída y periférica nor-
malmente les impide trascender a nivel global.
A pesar de aquello, la conjunción y características de los tres
macro procesos (económico, ambiental y político), devienen en
factores básicos que posibilitan la emergencia de conflictos so-
cioambientales -originados en ámbitos locales y sub-nacionales-
a la escena pública y global, y les permite formar parte actual-
mente de la agenda del debate político: el cambio del patrón de
acumulación capitalista a nivel mundial; la crisis ecológica mun-
dial; y la crisis del sistema de Estados-Nación fundado en el mar-
co del desarrollo del capitalismo del siglo XIX, articulados entre sí,
crean el escenario en el cual hoy nos enfrentamos con una situa-
ción impar donde los problemas regionales y nacionales cada vez
más tienden a una articulación global.
La búsqueda de una solución a la crisis del patrón de acu-
mulación fordista está llevando a una reducción del bienestar en
los países ricos. Pero, en función de la globalización, es justamen-
te sobre las regiones periféricas de los países más pobres que está
recayendo los costos de recuperación de los “grandes”.
El concepto de “globalización”, pese a la popularidad y amplio
uso del término, ofrece múltiples y variadas definiciones. Comprende,
en sus elementos básicos, los procesos de creciente interacción e in-
terdependencia -que incluyen la redefinición del espacio geográfico y
de los ámbitos de acción- que se generan entre las distintas unidades
constitutivas del sistema global. Adquiere dimensión multidimensio-
nal, abarcando, entre otros, las actividades y sus efectos, de países, re-
giones, empresas transnacionales, organismos internacionales, orga-
nizaciones públicas y privadas y grupos y movimientos sociales.
El proceso de globalización obliga a modificar el paradigma
de las relaciones internacionales previamente vigente: éste pasa
ahora a constituir sólo una parte de un sistema mayor: el global.
24 Pablo Ortiz
....................................................................

Las implicaciones metodológicas del fenómeno de la globa-


lización en la investigación comparativa intra-regional están lejos
de conocerse.
Lo cierto es que estos procesos desestructuran y caotizan la
vida en regiones enteras como la Amazonía, el Africa Sub-Saha-
riana, o las regiones subtropicales y tropicales del Sur de Asia. En
el caso de esta regiones, lo que se ha visto es que las políticas de
desarrollo, cuyos financiamientos muchas veces han provenido
de entes financieros globales como el Banco Mundial, en lugar de
producir una mejoría en el orden social, han diseminado el caos,
la desorganización, la pobreza y la degradación de los ecosiste-
mas, visibles tanto en los centenares de pueblos y centros urba-
nos deteriorados al extremo, como en la vida y en la producción
de las zonas rurales -sea en los bosques y en las tierras donde vi-
ven estos campesinos, como en aquellas zonas donde sobreviven
las minorías étnicas o las comunidades indígenas-.
En este sentido se puede afirmar que la globalización cons-
tituye un fenómeno de doble vía, de ida y de vuelta en el que al-
gunos problemas y temas locales, subnacionales o regionales son
internacionalizados, y a su vez, muchos problemas transnaciona-
les son internalizados a nivel local o sub-nacional. O en otros tér-
minos, al interior de cada Estado-nación, se puede producir un
gran desface entre aquellos procesos articulados a los globales y
otros que son incapaces a dicha integración, aunque estén afecta-
dos por los crecientes cambios globales y la creciente diferencia-
ción.
Por eso, las tendencias a la globalización están muy lejos de
significar procesos de homogeneización. Se trata más bien de in-
terconexiones muy desiguales o diferenciadas como lo ilustran
los enlaces transnacionales informales entre comunidades rura-
les locales y las redes no gubernamentales transnacionales que
escapan a los canales tradicionales estado-céntricos, como lo
ilustran los casos que expondremos posteriormente.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25
..

Flexibilidad de la Economía Política y Conflictos Globales


En la historia del capitalismo han existido dos regímenes de
acumulación: el primero ampliado o extensivo, basado en la am-
pliación de las unidades de producción, y al que se articuló un
modo de regulación de libre competencia; y el segundo intensi vo
o fordista, basado en cambios en las relaciones de trabajo e incre-
mentos en la productividad, manteniendo la misma escala en las
unidades productivas, al que le correspondió un modo de regula-
ción monopolista.
El primer modelo de acumulación fue hegemónico hasta
inicios del siglo XX, basado en la expansión de los espacios pro-
ductivos. El segundo desde las primeras décadas del presente si-
glo, hasta la década de los 70. El proceso de transición del capita-
lismo que actualmente se vive, se caracteriza por una transición
que implicaría el aparecimiento de un nuevo tipo de régimen de
acumulación, llamado postfordista o flexible, que se caracteriza
por una combinación de elementos propios de los modelos de
acumulación extensiva e intensiva.
Esto significa el predominio de nuevas formas de división
del trabajo, para las que ya no importa ubicar economías de esca-
la, en las que mientras más masivamente se produce menores son
los costos unitarios. Al modelo flexible le basta con producir en
pequeña escala y de manera diversa. Esto implica una mayor he-
terogeneidad de los procesos de trabajo, junto con el apareci-
miento de nuevas modalidades de empleo (eventuales, informa-
les, familiares, etc.), los que obligan a los miembros de las distin-
tas sociedades a desempeñar múltiples roles, ligados a una varie-
dad de intereses que luego resultan en conflicto.
Por otro lado, esta etapa de transición del fordismo a un mo-
delo de acumulación flexible, ha puesto en evidencia la crisis de
la noción tradicional de desarrollo propia del anterior modelo de
acumulación (Schuldt, 1995; Gereffi, 1994, p.79 y ss). Hasta hoy
26 Pablo Ortiz
....................................................................

dicha noción ha sido predominantemente pensado a partir de


conceptos de progreso y crecimiento, restringidos al campo de las
relaciones económicas, tanto en sus versiones neoliberales, key-
nesianas como desarrollistas.
En ese marco, la noción actualmente emergente, de equili-
brio entre el sistema humano -cultural- y el natural, estuvo ausen-
te como concepto econónico y/o político del ámbito de las preo-
cupaciones de estas corrientes desarrollistas (PNUD, 1992 y
1993). Las sociedades ahora están afectadas por el cambio y la cri-
sis de los referentes a partir de los cuales se piensan. Estos cam-
bian rápidamente y plantean la necesidad de re-pensar el propio
conocimiento bajo otros patrones y racionalidades que den ma-
yor cabida a la incertidumbre, a lo imprevisible, a la discontinui-
dad. En ese marco, hay una evidente crisis de racionalidad en las
ciencias sociales que está en la base de estas rupturas epistemo-
lógicas.
En la búsqueda de nuevas lecturas sobre el desarrollo en
una perspectiva holística, se podría justamente mostrar que las
relaciones entre el equilibrio ecológico de la tierra y las socieda-
des nacionales, dependen de la capacidad de gastos y manuten-
ción de fuerzas energéticas.4
La tendencia verificada ha sido la de externalizar los costos
sociales para los países más pobres y que en el mercado mundial
la externalización ha significado lo mismo que la globalización de
los costos sociales (Martínez-Allier, 1994, p.55 y ss.). Sin duda, las
transformaciones de materia y de energía en grandes cantidades
han afectado más allá de los límites locales, a las regiones y a los
territorios nacionales. Los costos sociales de la economía privada
descritos por William Kapp (Martínez Allier y Schlüpmann, 1993,
p.266 y ss.) como consecuencia de la globalización y de la jerar-
quización del modo capitalista de producción se transforman en
los costos globales de la sociedad industrial (fordista).
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .27
..

A pesar de las dificultades de esquemas más generales de


explicación, urge continuar la investigación sobre las desigualda-
des en una óptica global. Es en esa perspectiva que es absoluta-
mente necesario perseguir las líneas del análisis comparativo pa-
ra poder comprender las peculiaridades de estos procesos, su
complejidad y heterogeneidad.
Frente a estas tendencias de la economía mundial, algunas
cuestiones continúan intrigantes. ¿Es posible el mantenimiento y
al mismo tiempo, la creación de estrategias de crecimiento en las
economías de países como los nuestros, que funcionen externa-
mente y/o complementariamente al nuevo patrón de acumula-
cuón flexible?
A partir de fines de los 60, con el inicio de la actual crisis del
capitalismo, se comenzó a esbozar las primeras experiencias que
buscaban una nueva forma de organización del trabajo y de la
gestión de las relaciones de mercado. En los años 80 y 90 se reve-
la la intensificación de la competitividad, posibilitada por las nue-
vas tecnologías derivadas del desarrollo de la micro-electrónica,
la robótica y la informática (Kennedy, 1994, p.109-158) .5
Sin embargo, este avance de la economía mundial ha sido
posible en base a la sobre-explotación de recursos naturales pre-
sentes en los bosques, la biodiversidad, el subsuelo, ha promovi-
do la búsqueda incesante de nuevas tecnologías para la apropia-
ción de la naturaleza. Continunado un patrón de relación con la
naturaleza, fundado en el modelo industrial de desarrollo, cada
momento del desarrollo del capitalismo presenta el predominio
de cierto patrón tecnológico que, combinado a las formas de or-
ganización del trabajo, responden por el desarrollo histórico del
capitalismo. El proceso de acumulación y valorización fue conti-
nuamente alimentado por el descubrimiento de nuevos territo-
rios incorporados como fronteras de recursos, y el modelo de acu-
mulación flexible no es la excepción, como lo demuestran los
controles por parte de algunas compañías transnacionales sobre
los procesos de aprovechamiento de recursos como la biodiversidad.
28 Pablo Ortiz
....................................................................

La llamada Interdependencia Ecológica Global (IEG)


El fin de la Guerra Fría posibilitó así que temas como el ma-
nejo de recursos naturales y los conflictos derivados de los mis-
mos, pasaran a un plano de mayor relevancia en el debate públi-
co y político. La proliferación de acuerdos internacionales sobre
el medio ambiente entre las naciones, la importancia de los mo-
vimientos ambientalistas y la emergencia de disciplinas como la
Ecología Política o la Economía Ecológica, son algunos síntomas
de este proceso.
Mientras por un lado, los acuerdos acuerdos internaciona-
les buscan conseguir el compromiso de entidades oficiales estata-
les o para-estatales, para conservar grandes áreas de tierra para la
fauna silvestre y para la conservación/preservación de ecosiste-
mas, reduciendo la contaminación atmosférica y apoyando for-
mas aparentemente sustentables de desarrollo, por otro lado las
agencias de cooperación internacional y las redes de ambientalis-
tas han jugado un rol central tanto en la definición de qué temas
y perspectivas son las que deben considerarse a nivel global en el
establecimiento de dichas políticas, como en el aumento de las
capacidades financieras y físicas de algunas agencias estatales de
los países pobres para proteger los recursos que tienen en sí un
valor global.
Este rol jugado por algunos organismos internacionales y
redes de ambientalistas, además se ha dirigido en muchos casos,
como en Kenia, Tanzania, Costa Rica o Brasil, a legitimar las ac-
ciones de dichos Estados -comprometidos en la conservación de
recursos silvestres- independientemente de los impactos que ge-
neren y de los resultados alcanzados, especialmente por los con-
flictos con consecuencias negativas para muchas comunidades
rurales, especialmente indígenas. Legitimación en la que además
juegan un papel central los medios masivos de comunicación,
quienes se han encargado de difundir ampliamente un discurso
que forma parte de una ideología de manejo sano de los recursos
globales, preconizada entre muchos conservacionistas occidentales.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .29
..

Todos estas redes transnacionales y organismos internacio-


nales o no gubernamentales, desde la perspectiva de los países in-
dustrializados occidentales, han supuesto que cada Estado, inclu-
yendo aquellos que han surgido recientemente del colonialismo
como los africanos orientales u occidentales, tienen la capacidad,
la legitimidad interna y la voluntad para manejar todos los recur-
sos dentro de sus fronteras territoriales. Y que tienen la capacidad
de procesar y resolver los conflictos en torno a los mismos. Estos
supuestos implican que el Estado debería poder controlar el com-
portamiento de todos los usuarios de los recursos ubicados den-
tro de la jurisdicciones declaradas de la nación, cualquiera que
sea el origen de esa declaración de la nación, cualquiera que sea
la competencia que exista para esos recursos y cualquiera que sea
la naturaleza o los orígenes de una resistencia al control de los re-
cursos por parte del Estado.
Si bien estas estrategias asumidas a nivel internacional han ins-
pirado un compromiso formal por parte de muchos actores estatales
y sus decidores, esto no ha significado más que un simple beneficio a
la posición de tales actores en el marco de los conflictos en torno a los
recursos naturales. Así, algunos Estados o agencias estatales y no gu-
bernamentales, simplemente han adoptado las preocupaciones con-
servacionistas de los grupos internacionales del medio ambiente co-
mo un medio para conseguir apoyo para su propio manejo, control o
explotación sobre los recursos naturales productivos. De hecho, algu-
nos Estados de los países pobres han utilizado esta ideología de la
conservación para legitimar su propio poder y presencia frente al con-
junto de la sociedad, a menudo utilizando la violencia represiva, co-
mo ha sucedido en Brasil, Kenia o Tanzania.
Lógica que no ha estado ausente de otros procesos como los
sucedidos en la región amazónica del Ecuador o en las regiones
del Gujarat o Narmada en la India, donde los mandatos de dichos
Estados para defender los recursos amenazados y su monopoliza-
ción de la violencia legítima se juntan para facilitar la construc-
ción del aparato burocrático del Estado y su control sobre aspec-
30 Pablo Ortiz
....................................................................

tos sociales de cada país. La violencia legítima para controlar los


recursos naturales sin duda les ha permitido también controlar a
la población, sobre todo algunos grupos étnicos subyugados, gru-
pos regionales renuentes o grupos marginales y minoritarios
quienes desafían la autoridad del Estado (Lee Peluso, 1993, p.214;
Trujillo, 1993, p.135 y ss.).
En ese sentido, ciertas corrientes presentes en las redes am-
bientalistas, tal vez sin que hayan tenido esa intención, han justi-
ficado acciones represivas, coercitivas y proteccionistas en base a
criterios éticos que son difíciles de rebatir, tales como la preserva-
ción del patrimonio biológico del mundo o la seguridad común,
lo cual ha agudizado y promovido muchos conflictos o ha busca-
do su desactivación en favor de aquellos actores -que según su
perspectiva- ofrecen un manejo sustentable de los recursos natu-
rales bajo criterios de eficiencia y técnica.
Es en ese marco, que el manejo o resolución de los conflic-
tos en torno a los recursos naturales se ha limitado en muchas co-
rrientes dominantes en ese campo, a la búsqueda de la desactiva-
ción de los conflictos, sin cuestionar en ningún momento las con-
diciones impuestas por los Estados o por el mercado para el con-
trol o explotación de recursos naturales. Tampoco han considera-
do, en dicho contexto, las historias políticas, culturales y ecológi-
cas de los patrones contemporáneos de utilización de los recursos
ni del manejo de los territorios por parte de esas poblaciones ru-
rales y en particular cuando éstas son minorías étnicas y/o pue-
blos indígenas que han vivido en esos territorios.
En resumen, los que reclaman asistencia externa (incluyen-
do el Estado mismo), algunas agencias privadas y no guberna-
mentales, frecuentemente redefinen los medios por los cuales
esos recursos serán conservados o cosechados así como la distri-
bución de los beneficios que provienen de su protección. Frente a
los conflictos por el uso y explotación de los recursos naturales,
tales redefiniciones a menudo han pasado por alto o ignorado las
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .31
..

formas locales de las poblaciones rurales en la explotación y ma-


nejo de dichos espacios de vida. Cuando existe un desface entre
los mecanismos externos y locales de legitimidad dentro del área
del medio ambiente, el resultado es un conflicto social y político,
lo que provoca un deterioro ambiental y social, y eventualmente
lleva al fracaso de los intentos de asegurar las metas de los intere-
ses internacionales de conservación.

La crisis del sistema de Estado-Nación


¿Qué significan la globalización, la transición a un modelo
de acumulación flexible y la interdependencia ecológica global
para el futuro del sistema de los Estado-Nación, que ha sido has-
ta ahora la unidad organizadora hacia la que la gente suele volver-
se cuando debe enfrentarse a algo nuevo? Para muchos, la idea de
que los Estados-Nación se estén volviendo anacrónicos es de lo
más perturbadora. Es cierto que los Estados-Nación, tal como los
conocemos, son creaciones relativamente recientes.
En el nuevo contexto entonces, los Estados-Nación son de-
masiado lentos e ineficaces para enfrentar los conflictos en torno
a los recursos naturales, e implementar estrategias eficientes de
negociación particularmente lo que tiene que ver con los intere-
ses de las corporaciones transnacionales y organismos financie-
ros internacionales. Este hecho sin duda cuestiona la propia no-
ción y soberanía de los Estados que se ven minimizados en su rol
de actores centrales como efecto de la nueva división internacio-
nal de la producción y trabajo, así como por la crisis e interdepen-
dencia ecológica. Ya la lógica del mercado global no presta aten-
ción al lugar en el que se hace un producto, aunque los planifica-
dores de la defensa sí lo hagan. Es decir, estos cambios globales
ponen en cuestión la utilidad del Estado-Nación.
Al parecer, el actor autónomo clave en los conflictos políti-
cos e internacionales durante los últimos siglos, parece estar no
32 Pablo Ortiz
....................................................................

solo perdiendo control e integridad, sino relevancia como actor


central frente a muchos de los conflictos que ocurren en su inte-
rior y en su entorno. La redistribución del poder hacia abajo que
se produce en ese marco, trae consigo también el riesgo de la de-
sintegración nacional, al menos en sociedades donde las rivalida-
des étnicas y las discusiones fronterizas alimentan las diferencias
regionales. Si es que el propio Estado y/o Nación han sufrido
cambios, es obvio que también las nociones de seguridad y sobe-
ranía se hayan transformado. Los nuevos enfoques y las nuevas
realidades de la globalización y/o la interdependencia han de-
mostrado que los problemas y riesgos de la seguridad están cada
vez más vinculados a temas de naturaleza no castrense, como los
conflictos económicos, políticos, sociales, étnicos y socioambien-
tales.
NOTAS

1 Sobre el concepto de política, la entiendo en su connotación tradicional,


y de forma aproximada, como el arte de aunar en una comunidad la mul-
tiplicidad de tendencias e intereses humanos. Según sea el punto de vis-
ta como se la conciba cabe interpretarla como lucha por el poder (man-
tenimiento del orden social o su transformación). Y a la Ciencia Política -
en general- la que estudia los fenómenos relacionados con el fundamen-
to, organización, ejercicio, objetivos y dinámica del poder en la sociedad.
Para ampliar, se puede confrontar con Vasquez, John, “The Power of Po-
wer Politics. A Critique”, Rutgers University Press, New Brunswich, New
Jersey, 1983.

2 A partir de ese momento se abren grietas a través de los cuales penetran


esos “saberes reprimidos”, o simplemente mantenidos al margen de los
centros de poder decisional.

3 Para ampliar Cf. Donald L.Horowitz, “Ethnic Groups in Conflict”, Berkeley,


University of California Press, 1985; Jerry Boucher, Dan Landis y Karnen
Arnold Clark, “Ethnic conflict. International Perspectives”, Londres, Sage
Publications, 1987.

4 Los economistas neoclásicos, en general, se despreocuparon totalmente


del marco biofísico en el que necesariamente se inscribe la economía hu-
mana. Al contrario la economía ecológica estudió (desde un enfoque re-
productivo) las condiciones (sociales o de distribución de los patrimo-
nios e ingresos, temporales, espaciales) para que la economía (que chupa
recursos y excreta residuos) encaje en los ecosistemas, y (desde un enfo-
que asignativo) la economía ecológica estudia también la valoración de
los servicios prestados por el ecosistema al subsistema económico. Cf.
34 Pablo Ortiz
....................................................................

Joan Martínez Allier y Klaus Schlüpmann, “La Ecología y la Economía”,


Fondo de Cultura Económica, México, 1993; y J.Martínez-Allier, “Ecologi-
cal Economics and Environmental Policies: a southern European view”,
mimemo (inédito), París, Conference on Models of Sustainable Develop-
ment, marzo de 1994.

5 En ese sentido, impulsadas por el carácter actual de la competencia -cre-


cimiento intenso y globalizante que ha exigido una redefinición en las es-
trategias empresariales de mercado- las empresas procuran re-estructu-
rarse buscando reducir sus costos como estrategias que objetivamente
aumenten la productividad del trabajo y del capital. Se procuran así for-
mas flexibles de producción y una orientación en dirección a la demanda
futura y a las incertidumbres y riesgos del mercado (Cf. Portes, A., y Cas-
tells, M., 1989, p.75).
II

LOS ESTUDIOS DE CASO EN UNA APROXIMACION


COMPARATIVA

El aprehender la peculiaridad de los conflictos en torno a los


recursos naturales en el marco de los procesos de transición a un
modelo de acumulación flexible, de interdependencia ecológica o
de crisis del sistema de Estados-nación, exige una definición me-
todológica. No se trata de optar por un gran número de casos de
conflictos descritos empírica y cronológicamente, sino de visuali-
zar en ellos la relación que se da entre algunos elementos propios
de todo conflicto tales como: actores e intereses; actores y estra-
tegias; y actores y escenarios. La peculiaridad de cada caso, justa-
mente es posible determinarla en contraste al otro.
No se trata de ninguna manera de plantear generalizaciones
a partir de estos casos. Tampoco son casos-tipo o “muestras” de lo
más representativo de los conflictos socioambientales que se su-
ceden en sus respectivos ámbitos continentales o nacionales. Al
ser casos específicos, originados en espacios sub-nacionales, jus-
tamente se trata de visualizar la enorme heterogeneidad de pro-
cesos que se suceden en las distintas regiones. Se trata más bien
de establecer los enlaces que ciertos procesos de conflicto so-
cioambiental que operan a nivel local y comunal tienen más allá
del comportamiento de sus respectivos marcos nacionales.
Muchas conexiones internacionales, ya no tienen al Esta-
do-Nación como su protagonista central, sino más bien a redes
interlocales que interconectadas saltan y se desvían de las fronte-
36 Pablo Ortiz
....................................................................

ras estatales (Chilcote, p.44; Bustamante y Menéndez-Carrión


(1990, p.23).
Una de las principales características de las relaciones inter-
nacionales a fines del presente siglo justamente se da por el cre-
ciente proceso que articula a actores disímiles, no solo a través de
los antiguos escenarios y canales, sino a través de nuevos escena-
rios, crecientes redes entre segmentos sociales y grupos de pobla-
ción localizados en diferentes Estados-Nación, lo cual ha origina-
do, como lo definen Bustamante y Menéndez-Carrión (p.21) un
“espacio ambiguo que ha sido clasificado por algunos como per-
teneciente a una nueva realidad de las relaciones inter-domésti-
cas”.
A partir de esta noción de lo inter-doméstico pues, es posi-
ble visualizar interacciones que frecuentemente estaban obstruí-
das por la lectura de las relaciones asimétricas tradicionales (por
ejemplo, presentes de manera muy fuerte en los teóricos de la de-
pendencia).
Los dos casos de conflictos escogidos, el uno en la provincia
de Pastaza, al suroriente de la Amazonía del Ecuador, en Sudamé-
rica; y el otro en la región central del valle del Narmada, al centro-
oeste de la India, en el Sur de Asia, nos muestran precisamente
que los conflictos socioambientales en el marco de la globaliza-
ción, constituyen un complejo juego que tiene lugar sucesiva o si-
multáneamente en varios niveles, escenarios e involucra a una
gran diversidad de actores, lugares en suma variables y situacio-
nes de conflictos en las cuales el rasgo es una conducta indeter-
minada e impredescible.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .37
..

Caso 1: Conflicto Arco vs. Quichuas de Pastaza en la


Amazonía del Ecuador

El Contexto
La Amazonía es una región compleja y heterogénea y, en
consecuencia, los enfoques simplistas son muy peligrosos. Es
muy difícil la delimitación de la región para fines de desarrollo y
análisis, porque existen muchas amazonías. La forma más clara
de delimitarla es como una Cuenca (TCA, 1994).
Hay defensores a ultranza de la intangibilidad de la Amazo-
nia que han introducido el mito del “pulmón de la Tierra” insi-
nuando que la tala de los bosques amazónicos contribuye enor-
memente a mermar la capacidad de fijación de CO2 y al efecto de
invernadero o calentamiento de la atmósfera.1
Los promotores de este mito han olvidado que las funciones
ambientales más importantes de la región son su contribución al
balance hídrico global, por generar cerca del 50% del agua que
precipita sobre la misma y por la biodiversidad que contiene.2
También, en la segunda mitad del presente siglo se insinúa
la idea de la internacionalización de la Amazonia, que ha suscita-
do acaloradas discusiones a nivel nacional e internacional. Este
planteamiento, que nunca fue propuesto oficialmente, es, en par-
te, la consecuencia de la exageración de los servicios ambientales
globales que se supone prestaría la región para toda la humani-
dad (producción de oxígeno, balance hídrico global, sumidero de
CO2, etc.), y, en consecuencia, su protección es una responsabili-
dad global o de interés de toda la humanidad.3
En ese contexto general, la Región Amazónica Ecuatoriana
(RAE) ocupa el 1.7 por ciento de la superficie total de la Cuenca.
Está conformada por cinco provincias: Sucumbíos, Napo, Pasta-
za, Morona Santiago y Zamora Chinchipe. Su superficie es de
aproximadamente 131.000 Km2, lo que equivale al 48.5 por cien-
38 Pablo Ortiz
....................................................................

to de la superficie total del Ecuador. La población de la RAE se es-


tima en unos 380 mil habitantes, de los cuales cerca de la mitad
vive en la provincia de Napo.
La política del Estado ecuatoriano hacia la región ha estado
enmarcada en los procesos geográficos e históricos ocurridos
desde el fin del período colonial. Y en las últimas cuatro décadas
se ha constituído en un foco de atención donde se han propuesto
una variedad de proyectos estimulados por la combinación de de-
sarrollo de infraestructura, extracción de recursos y programas de
colonización. Es decir, se ha profundizado un irreversible proceso
de expansión del territorio nacional a expensas de los territorios
étnicos.4
Allí, los indígenas han dependido directamente del medio
ambiente, del bosque húmedo tropical, tanto para sus actividades
de subsistencia como para su producción para el mercado. Son y
serán, junto con los campesinos-colonos, las poblaciones más di-
rectamente afectadas por los impactos ambientales derivados de
la extracción y sobre-explotación de recursos del suelo y del bos-
que húmedo.
A ello hay que añadir el hecho de que los medios naturales en
que habitan los indígenas también están siendo afectados como con-
secuencia de los cambios ocurridos al interior de las propias socieda-
des amazónicas. Estos cambios, a su vez, están influidos y condicio-
nados por las relaciones que estas sociedades establecen con el mer-
cado nacional y el orden global en su conjunto.
¿Cómo han impactado los procesos globales aludidos anterior-
mente en la RAE? Sin lugar a dudas estos procesos, iniciados a media-
dos de los años 20, han convertido a la región en territorio cooptado
por el mercado mundial a través del Estado nacional, controlado por
grupos políticos y/o militares que han constituido la vanguardia de la
modernización y el progreso de la región.
La colonización de los “interiores” ha sido complementada
en este caso con un “colonialismo externo”, uno de cuyos objeti-
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .39
..

vos ha sido imponer la lógica de la ganancia y de la acumulación


a los consumidores inmediatos de la naturaleza.

Los Antecedentes
En los años 90, el Ecuador vive un nuevo momento de tran-
sición en la extracción de hidrocarburos, hacia un modelo inter-
nacionalizado y privatizado de la industria petrolera, resultado,
por una parte de la adopción de las tesis neoliberales por parte del
Estado y de algunos grupos de poder, y por otra, del interés de las
transnacionales e inversionistas asociados a capitalistas ecuato-
rianos, de controlar para su beneficio la extracción y mercadeo de
dichos recursos.
En un momento anterior al actual, el amplio desarrollo pe-
trolero que tuvo lugar en las décadas de los 70 y 80 en el nor-
oriente de la Amazonia del Ecuador dio como resultado una alta
conflictividad social a nivel regional, derivada de la destrucción
de los ecosistemas, el desplazamiento de población indígena, el
auge del tráfico de tierras y la colonización.
Los pueblos indígenas y sus culturas fueron seriamente
afectados por la destrucción de los ecosistemas vitales para su vi-
da.
En el nuevo contexto global en el que se inserta la actual ex-
tracción de hidrocarburos de la RAE, al existir una mayor con-
ciencia global dentro de la comunidad mundial y un aumento de
la sofisticación política dentro de las comunidades indígenas, el
conflicto socioambiental ha adquirido una nueva dimensión, co-
mo sucede en los territorios Quichuas y Shiwiar de la provincia de
Pastaza, y concretamente en el llamado Bloque 105, donde opera
la compañía Arco Oriente Inc (AOI), subsidiaria de Atlantic Rich-
field Company (Arco) de Texas, Estados Unidos (ver Figura 1).
Figura 1
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .41
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Las actividades de exploración de petróleo y gas en esta región,


fueron conducidas primero en 1923 por la Leonard Exploration Com-
pany. Los estudios de la Leonard se referían a la presencia de los pue-
blos indígenas. En 1937 la Royal Dutch Shell había recibido una con-
cesión de 100.000 km2 que fue abandonada más tarde. Durante el pe-
ríodo de 1945 a 1949, Royal Dutch Shell trabajó en Arajuno, Villano,
Curaray y Montalvo. En 1950, esta compañía terminó el pozo Villano
1 cerca de la pista aérea y al río Villano.
La presencia de estas actividades de exploración petrolera espe-
cialmente entre 1945 y 1950, generaron un proceso colonizador, cuyo
eje dinamizador fue la presencia de la compañía Royal Dutch Shell,
cuyas inversiones en infraestructura (tanto carreteras como aero-
puertos y campamentos) posibilitaron la penetración de lo que des-
pués constituyeron los primeros asentamientos colonizadores en la
zona. El aparente fracaso6 de las actividades de exploración de la Ro-
yal Dutch Shell y en general la poca intensidad de las operaciones, hi-
zo que el proceso de colonización en dicha región no alcance dimen-
siones apreciables. A pesar de ello, se produjo el poblamiento de Ba-
ños-Puyo y las zonas aledañas al campamento de operaciones de la
compañía en Arajuno.
Fue en ese contexto que se produjeron enfrentamientos con
el pueblo Huaorani, en cuyo territorio se desarrollaron las activi-
dades de exploración petrolera (Cabodevilla, 1994, pgs.283 y ss.).
Esta fue probablemente la primera ocasión en que el Estado
ecuatoriano se planteó la necesidad de liquidar o desplazar a un
pueblo indígena en la Amazonía.
Habiéndose descartado finalmente la intervención armada
del Estado, quedó planteada la posibilidad de ejercer control so-
bre los pueblos indígenas a través de las misiones religiosas (Tru-
jillo, 1981; Labaca, 1988; Ortiz de V., 1991; Cabodevilla, 1995).
Pocos años más tarde a fines de los 60, cuando se iniciaban
las actividades de exploración y explotación de petróleo por par-
te de la compañía Texaco, se mostrará el impacto de las activida-
42 Pablo Ortiz
....................................................................

des de estas misiones religiosas en el proceso de pacificación y re-


localización de los pueblos indígenas amazónicos.
Lo ocurrido en este período, constituye así la implantación
de un modelo de intervención en la Amazonía ecuatoriana: la
búsqueda de materias primas articula un aparataje productivo
que vincula a un sector apreciable de trabajadores migrantes y de
población flotante, los que desarrollan formas de ocupación de
tierras de acuerdo con las disponibilidades de obras de infraes-
tructura que posibilitan su ocupación. No será sino hasta fines de
los 60, que se intensificarán las actividades de exploración petro-
lera, especialmente en la región Nor-Oriental.
Los eventuales enfrentamientos con la población indígena
se producen en la medida en que la extracción de los recursos su-
pone el montaje de un sistema de incursiones hacia los territorios
donde se encuentran los yacimientos más importantes. En cierto
sentido, entonces, no existe una ocupación espacial que exija co-
mo requisito el desplazamiento físico de los pueblos allí asenta-
dos.
Los cambios observables en los sistemas tradicionales de
distribución poblacional son provocados por la estructuración de
formas de utilización de la fuerza de trabajo indígena para las ta-
reas exploratorias, o bien por razones de “seguridad”, que han si-
do aducidas por parte de las empresas petroleras, como en el ca-
so de la defensa ante los reiterados ataques protagonizados por
los guerreros Huaorani desde los 60 hasta fines de los años 80 (La-
baca, 1988; Cabodevilla, 1995; Reeve, 1988, p.53 y ss.).

El escenario local y el origen del conflicto


En el área de concesión del Bloque 10 se encuentran ubica-
das históricamente decenas de comunidades que pertenecen a
dos pueblos distintos: Quichua y Huaorani. De hecho, gran parte
del área comprometida para la exploración petrolera constituye la
frontera establecida entre estos dos pueblos.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
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. . . . . . . . socioambientales
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..

En efecto, desde el año de 1969 fue delimitado el territorio


del “Protectorado” Huaorani que no fue legalizado sino en el año
1983 por el Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Coloniza-
ción, IERAC. De acuerdo a los límites del Protectorado, este se ex-
tiende hacia el sur hasta el río Manduru Yacu, que a su vez, cons-
tituye el límite de las comunidades del pueblo Quichua, ubicadas
en el río Villano (Cabodevilla, 1995, p.411 y ss.)
Desde otro punto de vista, es posible establecer tres áreas de
asentamiento de los Quichuas, de acuerdo con los sistemas flu-
viales que se encuentran comprometidos por la concesión petro-
lera: en primer lugar, los asentamientos de las cabeceras del río
Curaray y que corresponden tanto a las comunidades Huaorani
como Quichua; en segundo lugar, los de las cabeceras del río Co-
nambo que son comunidades Quichuas; y en tercer lugar, los
asentamientos del pueblo Quichua del sistema del río Bobonaza
y sus tributarios, Jatun Rutunu Yacu y el río Jandia Yacu (Reeve,
1988, p.11 y 12).
Tanto las comunidades de los pueblos Quichua como del
Huaorani presentan en los últimos años, un régimen de asenta-
mientos locales debido, en gran parte, a la influencia de las misio-
nes religiosas (Rival, 1992, p.61). Desde el siglo pasado, las misio-
nes Jesuitas y Dominicanas, habían forzado la adopción del régi-
men por parte de asentamientos locales comunitarios en la cuen-
ca del Bobonaza, hasta llegar, progresivamente a otras áreas. En el
caso del pueblo Huaorani, esta adopción se dio por la presión de
los misioneros del Instituto Lingüístico de Verano (ILV) (Trujillo,
1981; Robinson, 1983).
La exploración sísmica en el proyecto del Bloque 10 se llevó
a cabo desde el 10 de noviembre de 1988 hasta julio de 1989. Se-
gún Arco (1992), el programa de adquisición de datos sísmicos es-
tuvo acompañado de acciones para asegurar que todos los habi-
tantes de la localidad fueran informados sobre la naturaleza de las
operaciones sísmica. Estas acciones eran básicamente asistencia-
44 Pablo Ortiz
....................................................................

listas, como dotación de víveres, ropa, y construcción de aulas es-


colares, que involucraban a los líderes de las comunidades loca-
les. El trabajo de dicha compañía fue suspendido en las líneas 33
y 35, así como segmentos de la 16 y 18 que atravesaban el territo-
rio de la comunidad de Sarayacu (McCreary, Kondolf, et.al, 1992,
p.15).
En las tierras de esta comunidad quichua compuesta por 5
centros (650 familias en total) se produjo una primera paraliza-
ción en el período comprendido del 3 al 12 de mayo de 1989 y lue-
go una segunda en junio, concluyendo en julio de ese mismo año.
De acuerdo con la información de la Arco, en la exploración sís-
mica se abrieron 1.207, 7 km. de trocha de 3 metros de ancho, re-
partidos en 36 líneas sísmicas. De éstas, 12 líneas atraviesan el
bloque en sentido NE-SW, 16 perpendiculares a las anteriores en
un sentido NW-SE, 6 se concentran en la zona de Villano, atrave-
sados por una perpendicular. Finalmente, una línea ubicada en el
extremo superior derecho del bloque sale de éste, en sentido E-W,
desde las proximidades de la comunidad Huaorani de Quihuaro
en dirección al río Curaray. Los helipuertos se ubicaron por lo ge-
neral a cada kilómetro a lo largo de las líneas. Y se abrieron cerca
de 1.500 helipuertos hasta inicios de 1990 (Ortiz, 1992).
Las acciones de sísmica al interior del territorio Quichua,
especialmente en las comunidades de la Asociación de Sarayacu,
provocó la reacción de éstos. Los indígenas incluso intervinieron
en abril de 1989, paralizando las actividades sísimicas que Arco
realizaba en la cuenca del río Rutunu 7.
Entre el 28 de abril y el 10 de mayo de 1989, en un incidente
separado, el jefe de operaciones de Arco en el bloque 10, llegó en
un helicóptero a la comunidad de Sarayacu con 2 millones de su-
cres en efectivo (U$1.000, oo) para comprar el consentimiento de
la comunidad. Pero la comunidad rechaza la oferta del funciona-
rio8.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
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Según la versión oficial del gobierno, los líderes indígenas


determinaron que no se les permitiría salir de Sarayacu a los re-
presentantes del gobierno y de ARCO a menos que firmaran cier-
tos acuerdos indicando que se suspenderían las actividades sís-
micas en los territorios de las comunidades de la Asociación de
Sarayacu y en la cuenca del Bobonaza hasta que las tierras recla-
madas sean adjudicadas por el gobierno9.
Según Andrés Malaver, dirigente de la OPIP, “las autoridades
han tergiversaro totalmente los hechos. Que fueron secuestrados
es una gran mentira. Si incluso esos días pasaron bailando, y con-
versando de los temas del documento que se firmó”.

Primeras negociaciones
El documento firmado y llamado “Acuerdos de Sarayacu”,
de 9 páginas, contiene un total de 50 puntos divididos en 8 capí-
tulos10.
Según Leonardo Viteri, dirigente de la OPIP, “para obtener el
permiso de los pobladores para las actividades de la ARCO, el IE-
RAC adjudicó a las familias de otras comunidades (Jatun Molino
y Moretecocha) 26 mil hectáreas de tierras, provocando un en-
frentamiento entre ellas. A esto se añadió la labor de las misiones
evangélicas en esas comunidades, que abrió el camino a la pre-
sencia de la compañía” (entrevista personal, noviembre de 1993).
Uno de los compromisos adquiridos por el Gobierno, nu-
meral 7 de los indicados, señala la “indemnización por los daños
ecológicos y socio-culturales causados por las actividades petro-
leras al interior de los territorios indígenas”. Para determinar la
magnitud de los daños ambientales, se nombró una Comisión
Evaluadora conformada por expertos de CEPE, la Dirección Na-
cional de Hidrocarburos, OPIP, la Asociación de Sarayacu y la
Confeniae para que realice un análisis del impacto ambiental de
las actividades de Arco y sus subcontratistas.
46 Pablo Ortiz
....................................................................

Estos hechos sucedían mientras en Manaos, Brasil, se cele-


braba una reunión de los presidentes de los países miembros del
Tratado de Cooperación Amazónica, a la cual asistió el presiden-
te Rodrigo Borja, y tuvo como objetivo básico, “fortalecer la posi-
ción conjunta de estos paises para administrar libremente los re-
cursos y programas de conservación ambiental sin imposiciones
externas” (Cordovez, 1992, p.166).
Más tarde en el conflicto, la Comisión Evaluadora presentó
a un borrador del informe sobre los impactos ambientales deno-
minado “Análisis sobre el impacto de exploración sísmica en el
bloque 10 ejecutado por la Cía. Arco Internacional Oil and Gas
Company, con la subcontratista francesa CGG” (1989).
Este estudio interdisciplinario, que fue pionero en CEPE y el
país, se interrumpió con la ruptura del diálogo Conaie-Gobierno
en agosto de 1990. El documento se archivó y se detuvo el proce-
so de evaluación ambiental.
Las principales conclusiones del estudio destacaban un
profundo deterioro por pérdida de vegetación, deforestación;
presencia de desechos tóxicos descargados directamente sobre
suelos y aguas; contaminación de aguas por manejo inadecuado
de desechos en los campamentos; altos niveles de ruido causados
por perforación, plantas eléctricas, explosiones, entre otros im-
pactos ambientales.
También recogía testimonios de miembros de las comuni-
dades indígenas quichuas sobre la escasez en caza y pesca causa-
da por la actividad exploratoria; introducción de enfermedades
estomacales y de la piel; malas condiciones de trabajo para los
obreros de la compañía, entre otros impactos directos.
A partir del conflicto que se desató por la demanda de deli-
mitación de los territorios quichuas de Pastaza y que involucró,
en esta fase al gobierno central, a las Fuerzas Armadas, a algunos
gremios empresariales y a los medios de prensa, las organizacio-
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
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nes indígenas al ver cerradas las posibilidades de maniobra en el


escenario político nacional, comienzan a transitar y movilizarse
en otro escenario, desconocido e incierto para muchos grupos
nacionales, pero fundamental en la estrategia asumida frente a un
actor transnacional.
En California, Estados Unidos, por ejemplo, Pam Wellner,
coordinador del Rainforest Action Network (RAN), de la campaña
de defensa de los bosques húmedo-tropicales, encabezó una
marcha de activistas ambientales en esa ciudad, en la que exigían
a Lodwrick Cook, presidente del directorio de la Atlantic Richfield
Company (Arco) International Oil and Gas Company (AIOGC),
abstenerse de proseguir sus actividades exploratorias, iniciadas
en el territorio Quichua de la Región de Pastaza en la Amazonía
Ecuatoriana. Adicionalmente RAN publicó los resultados del es-
tudio de la comisión evaluadora y las denuncias presentadas por
la OPIP11.
A estos hechos se sumaron las acciones que organizaciones
indígenas de segundo y tercer grado desarrollaron en junio del 90,
en lo que se denominó el “levantamiento indígena”, en el cual el
movimiento indígena presentó un “Mandato por la Defensa de la
Vida y los Derechos de las Nacionalidades Indígenas”, que consta
de 16 puntos12.
Antes de la ruptura del diálogo en agosto del 90, y que se ini-
ció al final de la movilización indígena en junio, el 5 de mayo, la
Cancillería ecuatoriana asumió la sede de la Secretaría pro-tém-
pore del Tratado de Cooperación Amazónica(TCA). El involucra-
miento del Ecuador en el TCA y, fundamentalmente en el apoyo a
la Secretaría pro-témpore implicó varios aspectos, particular-
mente ligados a la suscripción de acuerdos y programas orienta-
dos a la zonificación ecológica y económica de la región; a la eva-
luación de los recursos naturales; al aprovechamiento sustentable
de la biodiversidad; al manejo de los recursos hidrobiológicos y
forestales; a la planificación y manejo de las áreas protegidas y
uso de los suelos; al desarrollo de cultivos de las áreas protegidas
48 Pablo Ortiz
....................................................................

y uso de los suelos; al fortalecimiento de las instituciones; entre


otros aspectos.
Pero fueron las posiciones irreconciliables del gobierno
central, de las Fuerzas Armadas y de las organizaciones indígenas,
las que se pusieron en evidencia en agosto de 1990, a raíz de que
la OPIP presentó al Gobierno del Presidente Borja, un “Acuerdo
sobre el Derecho Territorial de los Pueblos Quichua, Shiwiar y
Achuar de la Provincia de Pastaza a Suscribirse con el Estado
Ecuatoriano”13. Ante semejante planteamiento, el Gobierno reac-
cionó de manera inmediata: en 40 minutos de intervención, el
presidente Borja dijo básicamente: “objeto con entera claridad y
franqueza el título del documento, porque en el Estado ecuatoria-
no no cabe un tratado o un acuerdo entre una organización so-
cial, que forma parte del pueblo y el Estado ecuatoriano. Ustedes
no son un Estado dentro de otro Estado, porque ustedes están so-
metidos, como todos los demás ecuatorianos, sin privilegio algu-
no, a las mismas leyes, a la misma Constitución y a las mismas au-
toridades estatales” (Ortiz, 1990).
Estas posiciones gubernamentales, definitivamente lleva-
ron a las comunidades locales, representadas a través de la OPIP
a operar en un escenario global, a través de la Campaña Tunguy
donde se involucraron otros actores, a través de alianzas explíci-
tas o no, tales como las redes ambientalistas y de organismos no
gubernamentales.
En la sede del Parlamento Europeo, en Estrasburgo, movi-
mientos verdes y gobiernos de varios países con los cuales la OPIP
mantenía convenios de cooperación técnica, promovieron una
resolución que finalmente sería tomada el 14 de diciembre, en la
sesión plenaria del Parlamento Europeo, donde intervino Luis
Vargas, entonces presidente de la Confederación de Nacionalida-
des Indígenas de la Amazonía del Ecuador (Confeniae), para de-
clarar a los parlamentarios europeos,”la constante lucha que lle-
vamos los pueblos indígenas de la Amazonía en defensa de nues-
tros territorios, nuestros recursos naturales y nuestra cultura, ha
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desatado una campaña del gobierno del Ecuador contra las orga-
nizaciones. Se han militarizado nuestras propias tierras, nos acu-
san de terroristas y nos amenazan. Esas son las respuestas que el
Estado ecuatoriano da a nuestras demandas. Y por eso hemos ve-
nido aquí, a la casa de Ustedes, los dueños de las compañias pe-
troleras”. Luego de rechazar la presencia de las compañias British
Gas y Arco, británica y norteamericana, respectivamente, los indí-
genas solicitaron a Gran Bretaña, Francia y Dinamarca paralizar la
implicación de sus gobiernos en la extracción de recursos de sus
territorios. La Comunidad Económica Europea debe exigir y for-
mular, basándose en una Comisión de investigación, compuesta
por líderes indígenas y científicos, exigencias ambientales preci-
sas y severas a las compañías petroleras europeas y otras compa-
ñías explotadoras de los recursos que operan en la Amazonía. Es-
tas exigencias ambientales podrían hacerse a los gobiernos de
Ecuador y Sudamérica como condición para la remisión parcial
de la deuda externa que ya ha sido discutida en todo el mundo.
Las comunidades locales indígenas de la Amazonía, podríamos
tener el estatuto de centros de las Naciones Unidas, con el dere-
cho de denunciar violaciones ambientales ante la Corte Interna-
cional de Justicia de la ONU”. Estas iniciativas de la OPIP, la CON-
FENIAE y de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la
Cuenca Amazónica (COICA), revelan la alianza producida y la
presencia destacada de otros actores como la redes de ambienta-
listas europeos, tales como The Danish Association for Internatio-
nal Sustainable Development (DAISD), Friends of the Earth
(FOE), Labour Movement International Forum Denmark
(LMIFD), Survival International [for Tribal Peoples], así como de
varias agencias de gobierno que influyeron en la decisión del Par-
lamento, y Cultural Survival International [for Tribal Peoples] de
la Universidad de Harvard14.
En esta misma dirección, y con un escenario global ya esta-
blecido, el conflicto llega a la Sede de la Comisión de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas en Nueva York, seis meses más
tarde, el 17 de julio de 1991, en su 43º período de sesiones, cuan-
do estaba reunida la Subcomisión de Prevención de Discrimina-
50 Pablo Ortiz
....................................................................

ciones y Protección a las Minorías, tratando el tema 15 de su pro-


grama provisional. Ya desde 1989, el Grupo de Trabajo sobre Po-
blaciones Indígenas recomendó que el Centro de las Naciones
Unidas sobre las Empresas Transnacionales (CNUETN) ayudase
al Grupo de Trabajo “a preparar una base de datos sobre las inver-
siones y operaciones transnacionales en tierras y territorios de los
pueblos indígenas y, en particular, las tierras que en la actualidad
son objeto de controversia”15.
Y tras celebrar consultas técnicas con el Centro de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas (CNUETN) propuso una meto-
dología para establecer una base de datos y para los futuros infor-
mes anuales al Grupo de Trabajo, incluído un proyecto de cuestio-
nario, donde se destacan los conflictos presentados entre empre-
sas transnacionales y comunidades locales de la Amazonía del
Ecuador.
Estos comisionados se mostraron preocupados por el hecho
de que estas actividades de extracción de recursos, y específica-
mente la explotación petrolera lleva siempre consigo el riesgo de
accidentes catastróficos. Los ha habido en el Ecuador como en
Alaska que han afectado gravemente la economía de subsistencia
y los ingresos de los pueblos indígenas sin que éstos hayan recibi-
do indemnización alguna como ocurrió con las operaciones y ad-
ministración de la compañía Texaco, en el nororiente amazónico
ecuatorianao, donde se produjeron no menos de 30 derrames de
importancia hasta alcanzar un nivel de 16.8 millones de galones
de petróleo en alrededor de 20 años.

La nueva etapa de negociaciones en el escenario global


El debate acerca de las actividades exploratorias de ARCO
Oriente, había llegado a un punto polarizado y conflictivo en los
círculos petroleros y ambientalistas de Estados Unidos, al punto
que ARCO pidió a Rainforest Action Network (RAN) una reunión
para discutir sus acusaciones de haber destruído las tierras y bos-
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ques de los indígenas quichuas de Pastaza, y que fueron publica-


das por RAN.
Para esa reunión, Arco preparó una carta en base a sus pro-
pios estudios ambientales (Chamberlain, 1991), que señala en la
parte pertinente: “como parte de nuestro procedimiento operati-
vo normal hemos conducido numerosos estudios incluyendo es-
tudios del suelo, clima, botánica, pesca, arqueología, calidad del
agua y revegetación. Estos estudios, además de nuestras conver-
saciones con los aldeanos locales, señalan que nuestras activida-
des no causaron, como alegó RAN, ninguna destrucción de los si-
tios sagrados ni de las purinas, ni contaminación de los arroyos,
etc”. Más tarde se conocería que ARCO realizó estudios única-
mente sobre el área de los pozos exploratorios, pero no sobre los
impactos de las trochas.
En abril de 1992, Arco Oriente anuncia el descubrimiento de
importantes reservas de crudo liviano en el Bloque 10. Según el
informe verbal de funcionarios de Petroecuador, los descubri-
mientos sumarían 700 millones de barriles. Considerando que las
reservas anteriormente conocidas son de 1.5 millones, el descu-
brimiento de Arco es de importancia. (Villamil, 1994, p.16).
Teniendo presente las alianzas establecidas y su presencia
en el escenario global, ese mismo mes y después de 15 años de
movilización continua, la OPIP organiza una marcha con más de
2.000 indígenas a lo largo de 400 kilómetros desde la Región Ama-
zónica hasta Quito denominada “Allpamanda, Causaimanda, Ja-
tarishum! (Por la tierra, por la vida, levantémonos), tras la cual lo-
gró la legalización de 1’115.574 hectáreas correspondientes a gran
parte de los territorios tradicionales de las comunidades indíge-
nas de Pastaza (Veilleux, 1992, p.36).
Este cambio de posición del Estado ecuatoriano posibilitó el
inicio de una nueva etapa de relaciones en torno al conflicto, en
tanto se atendía una demanda y satisfacía -aunque sea parcial-
mente- un interés central de las organizaciones indígenas. A pe-
52 Pablo Ortiz
....................................................................

sar de ello, Arco parecía no modificar su posición inicial, lo cual


agudizó el conflicto en el escenario local. A inicios de 1993 la com-
pañía petrolera había retomado sus estrategias de división, utili-
zando todos los medios16.
El 7 de septiembre de 1993, la OPIP planteó a Arco la reini-
ciación de los diálogos directos. Así, en noviembre, la OPIP con-
juntamente con representantes de la comunidad de Santa Cecilia,
de la zona de Villano, deciden convocar a las 11 Asociaciones In-
dígenas de Base para una concentración en la comunidad de Vi-
llano, centro principal de operaciones de Arco17.
A nivel global mientras tanto, la campaña internacional im-
plementada por las redes y grupos ambientalistas internacionales
se intensificó al punto que incluyó las tomas de oficinas en varios
países del mundo donde opera Arco, reportajes de prensa, cartas
personales de diputados europeos a los ejecutivos de la sede en
Texas, así como presiones desde el Banco Mundial y el Senado
norteamericano. Todas estas acciones llevaron a la compañía Ar-
co a reveer sus posiciones y estrategias, en tanto su imagen den-
tro del mercado petrolero y de los accionistas se habría puesto en
riesgo. Estas serían una de las razones que llevaron a decidir a los
ejecutivos de la matriz de Texas, la reapertura del diálogo directo
con la OPIP, manteniendo como lugar de encuentro las oficinas
centrales de la compañía en Plano, Texas.
Estas sesiones de trabajo involucraron varias consultas y
reuniones de las comisiones nombradas para el efecto. El gobier-
no del Ecuador se mantuvo al márgen de todo este proceso, hasta
cuando en una reunión con la Asesora de Asuntos Ambientales
del presidente Clinton, en Washington, en marzo y diciembre,
culminó con el envío de una carta al presidente de Arco, deman-
dándole atención a las propuestas indígenas. Arco exigía la pre-
sencia de delegados del gobierno del Ecuador.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
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. . . . . . . . socioambientales
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Una de las últimas reuniones en ese proceso de negociacio-


nes, desarrollada en Plano, Texas, culminó en marzo de 1994, con
la firma de un acuerdo que incluye: que la compañía se compro-
mete a realizar una evaluación ambiental del período de explora-
ción en el Bloque 10, independientemente de la declaratoria de
comercialidad de ARCO/AGIP, así como a asegurar la participa-
ción de los indígenas en el desarrollo de un Plan de Manejo Am-
biental para los territorios indígenas de Pastaza, y la creación de
un Fondo de Desarrollo Social, Control Ambiental y Conservación
de la bio-diversidad en los territorios indígenas de Pastaza. Tam-
bién se acordó la creación de una Comisión Técnica Ambiental
con 3 representantes del Estado, 3 de Arco y 3 del Frente Indígena
(OPIP, AIEPRA y ASODIRA), cuyo funcionamiento hasta fines de
1995 ha permitido que temas como la construcción del oleoduc-
to, la apertura de vías, la movilización de equipos de trabajo, la
realización de estudios de impacto ambiental en dichas zonas de
operación y el financiamiento de los planes de desarrollo presen-
tados por los indígenas sean discutidos con resultados variables.

Caso 2: Conflicto Gobierno Hindú/Banco Mundial vs.


Movimiento de Campesinos Narmada Bachao
Andolan, India.

El Contexto
La India enfrenta hoy un desafío extraordinario. Su pobla-
ción sobrepasa los 882 millones de habitantes, cerca del 40 por
ciento vive en la fértil planicie del Ganges. Para fin de siglo será
aproximadamente de 1.000 millones de personas. En cada millón
de hectáreas de tierra de la India, actualmente viven alrededor de
2.5 millones de personas, y para fin de siglo esa cifra alcanzará los
3 millones.
54 Pablo Ortiz
....................................................................

Dichas tendencias operan en el marco de una gran plurali-


dad cultural propia del complejo mosaico de la civilización hindú.
Este mosaico va desde las regiones montañosas templadas y sub-
templadas de los Himalayas hasta los valles tropicales del Aravalli
al Occidente hasta los Ghats Orientales y Occidentales; desde los
fríos desiertos de Ladakh a los sofocantes desiertos de Gujarat y
Rajasthan; desde las altas áreas lluviosas del Nor-Este hasta las
áreas alimentadas por los grandes ríos como el Narmada y el Gan-
ges, los cuales han nutrido las consideradas tierras más fértiles del
mundo; desde las regiones encerradas de la India central a las mi-
les de islas del mar de Arabia y el Océano Indico18.
Esta diversidad de ecosistemas ha creado un marco igual-
mente complejo, para el desarrollo de múltiples y variados siste-
mas culturales, cada cual con su respectiva manera de interactuar
con la naturaleza, llegando a constituir un importante cuadro de
prácticas, tradiciones y conocimientos socio-ecológicos19.
Los meros hechos físicos del deterioro ambiental de la India
son conocidos. Más de 100 millones de hectáreas, es decir, una
tercera parte de toda el área de la India están clasificadas como
zonas improductivas, desertificadas, que alguna vez fueron tierra
forestal o de pastos, y el resto fue tierra agrícola estropeada por la
erosión y la salinización. Estudios elaborados en los años 80 (FAO,
1993) mostraron que la mayoría de la población sobrevive de una
economía de subsistencia basada en la biomasa20.
Durante los próximos años la India demandará alimentos,
leña, materiales de costrucción como madera y paja, materias
primas industriales, y varios de estos productos crecerán a pasos
agigantados. Además, la explotación descontrolada del agua sub-
terránea para el riego ha llevado a un alarmante descenso de la
capa freática, de más de cinco metros en algunos lugares, y hay
también una escasez de agua de calidad adecuada para las nece-
sidades domésticas y para beber (Banco Mundial, 1992; Kennedy,
1994, p.211 y ss.)
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
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El ecologista hindú Jayanta Bandyopadhyay ha señalado


que el agua, más que el petróleo, será el líquido cuya disponibili-
dad o escasez marcará el futuro económico de este país (Ecología
Política Nº8, 1994).
Hasta la primera década del siglo XXI, la producción de ce-
reales debe incrementarse de aproximadamente 170 a 240 millo-
nes de toneladas. En forma similar la producción de leche, algo-
dón, caucho, pescado y varios otros recursos alimenticios y mate-
rias primas industriales deben crecer rápidamente.
Cerca de la mitad de la producción industrial proviene de la
industria basada en la biomasa, lo cual plantea serias interrogan-
tes alrededor del potencial desequilibrio que podría producirse
entre la capacidad de generación de recursos de la biomasa y el
ritmo y proporción del crecimiento productivo de la economía.
Las consecuencias humanas de esta situación son serias.
Las formas de organización social y cultural que dependían cru-
cialmente de los frutos de la naturaleza -como la caza, la pesca, el
pastoreo o la cestería- son abandonadas, y quienes subsistían me-
diante estas ocupaciones se unen ahora a la marcha de los “refu-
giados ecológicos” hacia las ciudades en busca de empleo21.
Las tradiciones ecológicas y culturales de la India fueron altera-
das por regímenes de explotación de recursos tales como el Imperio
Británico desde fines del siglo XVIII hasta la Independencia de 1947 .
El sistema británico intensivo en extracción de recursos no solo obli-
gaba a los granjeros hindúes a reorientar la producción hacia las prio-
ridades del Imperio, sino que también proclamaba un sector urbano-
industrial (desde comienzos del siglo XIX en adelante) el cual aceleró
las demandas de recursos agrarios y rurales . Las tierras agrícolas y las
propiedades comunales fueron privadas a la fuerza en función de las
necesidades del Estado o del mercado internacional, tal como lo en-
tendía en ese entonces el Imperio Británico (Molnar, 1990, pgs.134 y
ss)22.
56 Pablo Ortiz
....................................................................

Estos procesos se intensificaron paradójicamente después


de 1947. El Estado desarrollista hindú de la post-independencia
exacerbó la presión en los sistemas naturales. Mientras que los
británicos cuando dominaron la India podían al mismo tiempo
colonizar otras partes del mundo, el Estado de la India actual no
ha tenido otra opción que sobre-explotar internamente su propio
territorio y sus recursos naturales23.
No es de extrañarse en ese marco que los conflictos sociales
sobre la naturaleza y los recursos naturales hayan permanecido
en silencio durante las dos primeras décadas de la independencia
de la India, antes de erupcionar en todo el país desde mediados
de la década de los 70. Una razón del ascenso de dichos conflictos
en torno a recursos naturales a la escena pública es sin duda el
impacto acumulado del deterioro ambiental, pero otro factor
igualmente importante es el cambio en la percepción popular del
Estado en la India (Shepperd, 1986, p.23; Stewart, 1990, p.28).
En los años 50 y 60, el Partido del Congreso (en el poder en
la India desde 1947, excepto cinco años), era visto como el here-
dero auténtico de un movimiento nacional con una base social de
masas, y el Estado fue visto, no ya como el instrumento del poder
colonial que imponía la dominación política y extraía el exceden-
te económico, sino como un vehículo para conseguir el desarrollo
económico y social (Kothari, 1993, p.225).
Pero a lo largo de los últimos años, el Estado ha perdido en
este país mucha de su legitimidad, y la percepción creciente
apunta a describirlo como cautivo de los intereses de los “omní-
voros”: los políticos y funcionarios corruptos, industriales ricos y
agricultores (Agarwal, 1993, p.244).
Entre otros aspectos relevantes para entender la dinámica
política hindú, no debemos olvidar que en este país tuvo lugar
una división entre el poder secular y el religioso desde épocas
muy tempranas (Weber, 1987). Sin embargo, las ideas no siempre
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. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .57
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se traducen en realidades. Los nandas y maurians que unieron la


India bajo una sola cobertura imperial atacaron la pretensión de
los brahmanes de hablar en representación del orden social24.
En la cultura política hindú, la afinidad electiva entre el bu-
dismo y el imperio nunca se consolidó lo suficiente como para
crear un sistema imperial estable.
Sin embargo, ¿por qué no se logró crear en algún momento
posterior un imperio universal, respaldado por el budismo? Qui-
zás el budismo no fue adecuado al gobierno de emperadores y re-
yes. Se concentró más en los aspectos trascendentes y espiritua-
les, volviendo la espalda al aspecto social, durkheimiano de la re-
ligión. En los tiempos actuales, incluso, no ha ofrecido una guía
alguna para una necesidad social como la regulación del matri-
monio (Parajuli, 1993, p.233).
Por contraste, el mayor logro del brahmanismo y del neo-
brahmanismo ha residido en su capacidad para organizar las re-
laciones sociales. Desde las leyes del Manu se muestra cómo los
brahmanes proporcionaron leyes para organizar todos los aspec-
tos de la vida social. El orden social dominado por los brahmanes
ha actuado como un imperio no en la conquista de nuevos terri-
torios, sino fijando las normas y pautas de la acción de los actores
sociales. Un orden social en el que la sociedad es entendida como
una comunidad basada en la división más que en la posibilidad
de una experiencia compartida, lo que ha tenido grandes efectos
en la interacción social y económica25 .
Es importante observar todo esto para apuntar que la orga-
nización brahmánica de la vida social hindú por medio de las cas-
tas ha creado gobiernos inestables. Cuando los Estados han cam-
biado de manos, de alguna manera esto también ha repercutido
en la tenencia y control de tierras y recursos naturales y los dere-
chos a arrendar los impuestos.
58 Pablo Ortiz
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Los Antecedentes
Dentro de la India misma, distintas periferias se crearon pa-
ra facilitar el suministro regular de recursos naturales. En las últi-
mas 3 décadas se han buscado los recursos naturales a nombre de
la “construcción de la nación”, similar a lo acontecido con los Es-
tados de la Cuenca Amazónica. Los mayores en Jharkhand, toda-
vía narran cómo Pandit Nehru, el ex primer ministro de la India
vendría a remover los últimos rincones de Jharkhand e invocar los
sentimientos de nacionalismo para sacrificar su tierra, bosques y
ríos. Estas áreas fueron llamadas “retrasadas” y a la gente local se
la caracterizó como “incultas” y “subutilizadas”, prestas a conver-
tirse simplemente en “recursos humanos” (Stewart, 1990, p.30).
Los subsidios estatales fueron sumunistrados para desarro-
llar estas áreas. Establecimientos industriales como la Tata Iron &
Steel Company, o establecimientos industriales mayores como el
Danodar Valley Corporation en la región Jharkhand fueron cons-
truidos bajo esa inspiración. Otras formas de organización políti-
ca más democráticas, pluralistas en lo etno-ecológico y ambien-
tal, han sido afirmados por los movimientos etno-ecológicos en la
actualidad, los cuales fueron subordinados dentro de un modelo
de desarrollo fundado en las nociones clásicas occidentales del
progreso que fundó la modernidad europea del siglo XVIII y XIX.
En ese marco, el sistema democrático actual de la India, ha
excluído a las poblaciones pobres y a los “refugiados ecológicos”,
dándoles apenas un pequeño espacio para la protesta social. Es
decir, el “ecologismo de los pobres” ha sido interpretado como la
resistencia ofrecida por la “gente de captura de recursos por los
“omnívoros” (Guha, 1994, p.138). Estas resistencias se expresan a
través de movimientos sociales contra las grandes represas por
grupos tribales que van a ser desplazados por ellas, o en luchas
campesinas contra el uso industrial de zonas de bosque o de pas-
toreo como sucede también en Nepal (Ramachandra, 1994; Shiva,
1990, p.158-168; Sheperd, 1986, p.25; Arnold, 1991, p.43-46)26.
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. . . . . . . . socioambientales
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El Escenario local y Origen del Conflicto


En años recientes, uno de los conflictos socioambientales
locales más relevantes ha sido el que ha involucrado a muchas co-
munidades rurales asentadas en el velle del río Narmada, agluti-
nadas en el movimiento Narmada Bachao Andolan, que represen-
ta a la “gente del ecosistema” que se enfrenta a su forzado despla-
zamiento por la inundación de sus tierras por la gran represa del
río Narmada en la India central (Omvedt, 1994, p.99 y ss). Entre las
comunidades que forman parte del movimiento, se destacan las
de Manibeli, una de las más activas y afectadas en este conflicto.
El Narmada es uno de los ríos más grandes y sagrados de la
India. No hay que olvidar que las grandes cuencas hidrográficas
en este país, constituyen los centros fundamentales de la activi-
dad económica, cultural y religiosa (Ver Figura 2).
El río Narmada se origina en Amarkantak en la extensión
Maikal y pasa a través de varios distritos en los 3 estados de
Madhya Pradesh, Maharashtra y Gujarat. La Cuenca del río Nar-
mada ha posibilitado de manera notable la formación de una
gran diversidad ecológica y cultural en esta parte de la India. Cu-
bre un área de aproximadamente 10 mil kilómteros cuadrados
con una población total de 21.78 millones de habitantes (Amte,
1990, Paranjype, 1991).
El proyecto en el valle del río Narmada se enmarca en la lla-
mada propuesta del Proyecto “Sardar Sarovar” (PSS) como el eje
del Proyecto del valle de Narmada, que consta de 30 represas
grandes, 130 medianas y 3.000 pequeñas. Si alguna vez se comple-
ta, la totalidad del proyecto desalojaría a cerca de 2 millones de
personas, además de amenazar los complejos procesos culturales
y religiosos en el Valle del Narmada. Las comunidades de Manibe-
li serían una de las principales afectadas, y solo el reservorio de
PSS en esa área, cubriría la estrecha franja de territorio de aproxi-
madamente 250 kilómetros de largo y sumergirá a 254 aldeas ba-
jo el agua. El PSS ha estado apoyado por el gobierno central y por
Figura 2
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .61
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el Banco Mundial (a través de un préstamo de 450 millones de dó-


lares) (Molnar, 1990, p.140)27.
“Sardar Sarovar” o “Narmada Sagar” son nombres que aluden al
“agua abundante que da vida”. El agua es el punto nodal de toda la es-
trategia global que ha adopado el Estado alrededor del Proyecto del
valle de Narmada, constituyéndose en un tema sensible en la agenda
pública, en un país con mucha sequía, lo cual le ha granjeado el apo-
yo de otros sectores, particularmente inversionistas y agroindustriales
(Amte, 1990, p.75).
Según la lectura de los tecnócratas gubernamentales y del Ban-
co Mundial, en dicha región existe abundante agua que es necesario
aprovecharla para almacenarla y distribuirla, para lo cual es necesario
darle prioridad al modelo de la gran represa, pues según esa tesis,
“cualquier otra alternativa como “pequeñas represas” representa un
uso irracional del recurso agua” (Amte, 1990; Molnar, 1990, p.138-
139)28.
Tesis que contrasta con la percepción del uso y manejo del re-
curso presente en las comunidad rurales de la zona. “La cuestión no
es solo calibrar la validez de tales argumentos sino notar además sus
imágenes: abundancia de agua, desperdicio del agua, agua para aca-
bar con el hambre. Quienes se oponen al proyecto tienen otro discur-
so, un discurso humanitario que difiende las vidas o los modos de vi-
da destruídos o amenazados por ese proyecto gigantesco, pero tam-
bién ellos están atrapados en las imágenes del agua” (Omvedt,
1993, p.100).
Según las críticas establecidas por los líderes del Movimien-
to narmada y las comunidades rurales, el objetivo del proyecto
gubernamental apoyado por el Banco Mundial, no es solo abaste-
cer de agua para que la gente beba y para que los cultivos crezcan,
sino proporcionar energía para un tipo de sistema de producción
particular, que ya está muy asentado en muchas partes del estado
de Gujarat, que tiene una demanda insaciable por aumentar los
inputs de energía y que a muchos gustaría extender e implantar
62 Pablo Ortiz
....................................................................

más profundamente. La energía es proporcionada en forma de


electricidad principalmente para la industria, y el agua se destina
a los campos de Gujarat, para promover un modelo de desarrollo
agrario, similar a la de la “revolución verde” (Parajuli, 1991, p.228;
Arnold, 1991, p.44).
Este es el marco referencial en el que se fundamenta la defi-
nición de los intereses de los grupos de poder involucrados en el
conflicto del Narmada. Las posiciones en ese sentido han sido pa-
radójicas entre el Estado, las empresas y el Banco Mundial en el
caso de los proyectos de irrigación del valle del Narmada. Por una
parte, estos actores hacen hincapié en la eficiencia y en la mini-
mización de los subsidios, a pesar de que la provisión barata de
energía por represas como las de Narmada son un gran subsidio,
y los fertilizantes químicos cuyo uso es imprescindible en ese sis-
tema agrícola también están subsidiados. Los decidores de este
grupo de actores hegemónicos, partidarios del mercado libre, han
intentado limitar el uso de divisas, sin embargo la construcción
de represas absorve divisas y además ese sistema agro-industrial
es un consumidor voraz de importaciones (Amte, 1990, p.78)29.
Por otra parte, a pesar de que los modelos keynesianos de
participación e intervención del Estado están en crisis en el mun-
do entero -y también en la India-, la construcción de represas co-
mo la del valle Narmada representan una continuidad del mode-
lo de intervención estatal en los marcos del desarrollismo indus-
trialista.
En esa línea, el método convencional de producción de
energía, que se considera una norma en el proyecto del Narmada,
es que la energía almacenada en las represas de agua como ener-
gía potencial se usará como hidroelectricidad (cuando el proyec-
to burocrático se enfrenta con propuestas para reducir la altura
de las represas del Narmada, el principal temor parece ser el per-
der la producción de energía eléctrica). Así, de los 9 millones de
acres-pie adjudicados al estado de Gujarat, dos se almacenarán
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. . . . . . . . socioambientales
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en represas, dos irán a los campos durante el monzón, y las cinco


restantes serán almacenado en el embalse de Sardar Sarovar para
ser fuente de energía. Es la cantidad que sería afectada si la altura
de la represa fuera inferior (Amte, 1990; Paranjype, 1991).
En todo esto se produce un desfase entre la producción de
hidroelectricidad y el uso del agua para el regadío. El proyecto así
está concebido para satisfacer intereses de algunos grupos de po-
der que buscan fomentar una “revolución verde” en la agricultura
y el uso despilfarrador del agua unido a altos niveles de fertilizan-
tes químicos y pesticidas para conseguir aumentos en la produc-
ción. Esto excluye por completo las demandas e intereses de las
comunidades locales, como sucede con la situación de aquellas
ubicadas en Manibeli, cuyos reclamos, hasta la presente, no han
sido escuchados30.
El resultado de dicha posición del Estado y del Banco Mun-
dial, implica inundar tierras y bosques, y expulsar tribus y otros
campesinos del valle del Narmada (Omvedt, 1993)31.

La Dinámica del Conflicto en su fase intensa


En muchos aspectos, el movimiento del valle del Narmada,
que representa una significativa proporción de aquellas comuni-
dades afectadas por el Proyecto “Sardar Sarovar” (PSS), ha surgido
como una de las luchas populares más inusuales en el período de
la post-independencia de la India.
Es un ejemplo ilustrativo de la constitución de un actor
afectado por la imposición de un tipo de racionalidad en la explo-
tación y uso de los recursos naturales. Mientras hasta 1976 se ha-
bían presentado protestas esporádicas y focalizadas a nivel local
solamente, a partir de 1986 surge una gran movilización popular
opuesta al PSS así como a otras represas del río. La emergencia del
movimiento les posibilitó trascender a otros escenarios naciona-
les y globales, como por ejemplo en Europa, a través del estable-
64 Pablo Ortiz
....................................................................

cimiento de una campaña de apoyo a las comunidades del valle


del Narmada impulsada por más de 2,000 organizaciones no gu-
bernamentales de 44 países32.
Un análisis de costo-beneficio del PSS revela claramente
quien se beneficiará de las aguas del río Narmada. Los campesi-
nos sin tierra, marginales, las tribus y los jornaleros están siendo
desplazados. El discurso del Estado, basado en muchas de las pre-
misas y conclusiones del Banco Mundial, no ha cesado de insistir
en que “alguien tendrá que soportar el costo del desarrollo”. Para-
fraseando a Nehru se dice que “las represas después de todo son
los templos de la India moderna”. Son vistos como monumentos
del progreso, como elementos esenciales que el desarrollismo de-
finió para alcanzar la tan soñada “autonomía” y garantizar la de-
nominada “seguridad nacional”.
El conjunto de actores opuestos a los proyectos del valle
Narmada, con sus percepciones diferentes, han sido así califica-
dos por los actores hegemónicos, como enemigos del desarrollo y
del progreso y también como enemigos de la “nación”. Tesis de la
cual la prensa fuerte de la India se ha encargado de fijarla en la
opinión pública nacional.
Las preguntas de estos actores subalternos, aglutinados en
el movimiento Narmada, han girado en torno a la defensa de las
formas tradicionales de vida y la identidad cultural. Varios líderes
del movimiento como B.D. Sharma han planteado interrogantes
tales como: “¿acaso la identidad cultural de estos pueblos es ne-
gociable en este conflicto? ¿Acaso pueden las comunidades triba-
les ser forzadas a basarse en otros principios y pautas de organi-
zación sabiendo que la organización de sus comunidades, la des-
titución de sus miembros y la pérdida de sus tierras es el destino?
¿Puede haber un trueque entre las necesidades de sobrevivencia
de una mayoría pobre y más facilidades, control y beneficios solo
para algunos?”(Kothari, 1993, p.231 y ss.)
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
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. . . . . . . . socioambientales
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El eje del conflicto, al estar ligado a percepciones diametral-


mente opuestas, entonces no encuentra una salida sino de suma
cero, es decir lo que el Estado, los inversionistas privados, los
agroindustriales y el Banco Mundial logran es a costa de la pérdi-
da de las tierras y de los recursos hídricos de muchas comunida-
des rurales asentadas en esa región.
Políticamente el movimiento del Narmada comparte, en
parte, las percepciones, estrategias y discurso de las primeras re-
beliones contra los británicos, particularmente a nivel de las co-
munidades de base (en las áreas tribales), ligadas a las protestas
contra el control centralizado del Estado tanto sobre las econo-
mías locales como los procesos administrativos y políticos.
En ese sentido, este movimiento articula más aguda y caús-
ticamente, el pensamiento crítico de Mahatma Gandhi33, del mo-
vimiento Chipko y Appiko, (Shiva, 1991, p.158 y ss), es decir de
aquellos que desafían tanto la creciente centralización y autorita-
rismo del Estado y el carácter dominantemente extractivo del
proceso económico -un proceso que no solo erosiona y destruye
las economías de subsistencia de estas áreas, sino y sobre todo,
desarticula y debilita a los actores sociales y comunales con sus
organizaciones con los respectivos impactos en su identidad cul-
tural y étnica.
El movimiento Narmada pues desde 1989, ha actuado si-
multáneamente en diferentes escenarios: a nivel local, las protes-
tas y reacciones frente a las actividades de construcción de las re-
presas, sea contra las empresas encargadas de la ejecución, como
contra las agencias estatales vinculadas al PSS; a otro nivel, más
nacional y global, cuando se establecen alianzas con grupos y re-
des amplias de ambientalistas, quienes impulsan fuertes campa-
ñas como las emprendidas por el frente de 44 países que exigieron
al Banco Mundial la suspensión de préstamos al gobierno de la
India.
66 Pablo Ortiz
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Si las represas de Narmada Sagar y Sardar Sarovar son fina-


lizadas las tierras de cultivo y las selvas comunitarias de casi 500
aldeas -más de 130.000 ha. de tierra- serán sumergidas de mane-
ra semejante a lo ocurrido con las tierras de los campesinos de
Manibeli.
Ante las protestas que incluyeron marchas y huelgas de
hambre en la capital Nueva Delhi, así como cartas de organismos
internacionales y líderes de más de 40 países contra el gobierno
hindú, éste en 1994 exigió la cancelación de los 170 millones de
dólares restantes del préstamo de 450 millones del Banco Mun-
dial para el proyecto Narmada. A pesar de estas presiones sin em-
bargo, las autoridades decidieron completar la construcción de
los proyectos por sí solas, generando lo ya mencionado en Mani-
beli.
Frente a ello, en sucesivas ocasiones los integrantes del Mo-
vimiento Narmada han demandado ante los tribunales de justicia
indemnizaciones por las decisiones del gobierno.
Medha Patkar, la líder del Narmada Bachao Andolan, dijo en
diciembre de 1994, “nunca debemos permitir que el Banco Mun-
dial olvide sus responsabilidades por los desastres ambientales y
sociales que ha ayudado a crear en el valle del Narmada. ¿Qué
puede indemnizar los golpes, la violación, arresto de los dirigen-
tes y todo el sufrimiento que la gente del valle ha sufrido desde
que el Banco Mundial comenzó a apoyar estos proyectos? Una
forma de compensar sería admitir sus responsabilidades, y acep-
tar la demanda planteada por más de 2.000 ONGs que nos han
apoyado” (Comunicación, E-Mail, enero 21 de 1995).
El conflicto en esta región de la India, muestra a un movi-
miento que expresa de manera bastante representativa las cre-
cientes afirmaciones de las poblaciones marginales -económica,
cultura y políticamente- que abogan por un mayor control y espa-
cio económico y participación en la toma de decisiones políticas
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
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. . . . . . . . socioambientales
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sobre el uso de los recursos de los cuales dependen, en el nuevo


orden global.

Estrategias y escenarios presentes en los estudios de caso


Las características de ambos casos, que originándose en un
escenario local escalan a niveles globales, reflejan un cambio fun-
damental en la naturaleza de los conflictos en torno a los recursos
naturales, y un giro paradigmático en las relaciones internaciona-
les. Crecientemente, se observa en ambos casos, que una parte
importante de la comunidad internacional es arrastrada a involu-
crarse en conflictos que -en otro contexto- más bien tenían un al-
cance doméstico, regional o local. Conceptos como “prevención
de conflictos”, “resolución de conflictos” y “construcción de la
paz” se han convertido en términos comunes en los círculos di-
plomáticos profesionales, y todavía quedan interrogantes en tor-
no a si la comunidad internacional, y específicamente los orga-
nismos llamados a mediar en los conflictos internacionales, real-
mente entienden las implicaciones de las clases o tipos de con-
flictos que han emergido en estos tiempos.
Los principios que los informan, sus metodologías de ac-
ción, sin duda responden a un esquema en el que los Estados-Na-
ción son los actores centrales -y hasta cierto punto únicos- del es-
cenario internacional. Sin embargo, en el momento en que emer-
gen comunidades locales, aliadas a extensas redes informales de
ambientalistas que los apoyan, ¿qué capacidad y propuestas efec-
tivas pueden plantear estos organismos? Creemos que ninguno y
que el sistema centrado en el Estado, ha fracasado en la búsque-
da de políticas apropiadas de resolución o manejo de conflictos,
compatibles con las necesidades del actual escenario globalizado.
En este sentido, si se observan las estrategias de acción presen-
tes en ambos casos de conflicto, vemos que ninguno de los dos Esta-
dos tiene la capacidad -por sí mismos- de manejar y/o fijar un orden
68 Pablo Ortiz
....................................................................

único de relaciones en torno al manejo de los recursos naturales. En


ambos casos, se trata de una limitación que debe enfrentar intereses
locales transnacionalizados e intereses transnacionalizados interiori-
zados a nivel local. Y actores que se ubican en segmentos que tras-
cienden el escenario nacional.
En caso del conflicto Arco-OPIP muestra la apertura de va-
rios frentes de acción en las distintas etapas del conflicto, tanto a
nivel local, regional, nacional y global, según las necesidades que
la coyuntura le plantea dentro de la correlación de fuerzas con su
contraparte. A nivel local, por ejemplo, cuenta con la necesidad
de fortalecer la cohesión interna en las comunidades impactadas
por las actividades de Arco, y fijar una agenda que permita agluti-
nar a otros grupos que se encuentran propensos a la cooptación
por parte de la compañía. La realización de un sinnúmero de
Asambleas, reuniones y movilizaciones locales hará posible con-
seguir esos objetivos. La ampliación de las organizaciones de ca-
rácter étnico y el surgimiento de unidades federativas a nivel re-
gional y nacional les ha posibilitado reclamar el derecho de ejer-
cicio de su cultura (Trujillo, 1992, p.82). El discurso de la OPIP di-
rigido a las bases es un llamado permanente a encontrar en el pa-
sado la memoria capaz de permitir el afianzamiento de la identi-
dad étnica; y al mismo tiempo, una convocatoria a un accionar
presente para romper la dependencia civilizada, respecto del Es-
tado, las misiones religiosas y la sociedad civilizada (Trujillo, op-
.cit., p.83).
Solo ese primer paso, le permitirá construir una demanda
coherente y viable, que le posibilita establecer un cuadro comple-
jo de alianzas directas o indirectas con agencias no gubernamen-
tales y gubernamentales, especialmente europeas.
A nivel del escenario nacional, se busca una estrategia combi-
nada de acciones que tiendan a romper la posición de las Fuerzas Ar-
madas y de buena parte de la prensa, en torno al tema de la delimita-
ción territorial, y la posición del propio gobierno en torno a las activi-
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .69
..

dades exploratorias en el Bloque 10. El contacto con ONGs naciona-


les y otros grupos indígenas y de derechos humanos les permitió aglu-
tinar un respaldo, que a su vez se tradujo en una toma de posición
frente a demandas que constituían el eje de la incompatibilidad con
el gobierno del Ecuador: el principio del ordenamiento territorial y del
monopolio en las decisiones en torno a la explotación de recursos na-
turales en la región Amazónica.
La realización de tomas de pozos, como el de Villano, den-
tro del Bloque 10, hasta la marcha de 400 Km. desde Pastaza has-
ta Quito, constituyeron parte de la campaña de solidaridad Tun-
guy, que a nivel global posibilitó el involucramiento de otros acto-
res, gubernamentales y no gubernamentales, importantes en el
contexto del mercado mundial del cual dependen las exportacio-
nes ecuatorianas. Tunguy activó alianzas y apoyos sin los cuales,
las decisiones de Arco jamás se habrían producido, en torno al es-
tablecimiento de un diálogo en Texas.
Y por último, la preparación de la agenda para las negocia-
ciones con Arco en Plano, Texas, posibilitó que los dirigentes qui-
chuas fortalecieran sus posiciones frente a los negociadores de la
compañía. “Si ellos tienen sus expertos, nosotros también tene-
mos investigadores y técnicos con mucha experiencia que nos
ayudan, bajo nuestras condiciones. Pero más importante que
cualquier apoyo académico, está ante todo nuestro conocimiento
milenario y nuestra propia vida en la selva. Eso es lo que nos asis-
te y respalda para saber exactamente lo que conviene a los pue-
blos indígenas al momento de negociar con compañías como Ar-
co” (L.Viteri, entrevista, diciembre de 1994).
En el caso del conflicto en India, en el movimiento Narma-
da Bachao Andolan se pueden distinguir en cambio cuatro for-
mas que asumen las estrategias de acción:
Primera, la demostración colectiva de poder, evidenciada
en las manifestaciones (pradarshan en idioma hindi) organizadas
70 Pablo Ortiz
....................................................................

en las ciudades. La protesta moviliza una gran cantidad de indivi-


duos que gritan slogans, cantando, serpenteando en procesión
hasta el lugar del mitín público final. El objetivo es la aserción de
una presencia en la ciudad, que son los lugares del poder local,
provincial o nacional. Los manifestantes llevan un mensaje que a
la vez amenaza e implora, diciendo “no nos olviden, a nosotros los
desposeídos del campo. Podemos causar conflictos, pero no lo
haremos si nos hacen justicia”.
Segunda, el entorpecimiento de la vida económica a través
de actos de protesta más militantes. Así, la táctica del hartal o
bandh consiste en obligar a las tiendas y talleres a cerrar sus pos-
tigos, o sacar los autobuses a las calles y carreteras, parando la vi-
da normal. Una variante consiste en el bloqueo de carreteras, ras-
ta roko, mediante una gran sentada, a veces durante varios días.
Esas técnicas han sido muy coactivas y persuasivas, haciendo car-
gar con los costos económicos al Estado o a otras secciones de la
población.
Tercera, una forma de protesta que tiene un objetivo indivi-
dual: la dharna o sentada puede usarse para impedir el trabajo en
una represa o en una mina en particular; otras veces, el objetivo
es una autoridad personal y no un lugar de producción, y los cam-
pesinos que protestan rodean (gherao) a un alto funcioanrio, y só-
lo permiten que recobre su libertad de movimientos después que
haya oído sus reinvindicaciones y que prometa alguna actuación
al respecto.
Cuarta, la que tiene por objetivo el poner presión moral so-
bre el Estado en su conjunto, y no meramente sobre los funciona-
rios. La más preminente es el bhook hartal, la huelga de hambre
indefinida de un líder carismático de un movimiento popular. Esa
táctica fue usada con éxito por Sunderlal Bahuguna del movi-
miento Chipko; y en los años 90 fue usada en varias ocasiones por
Medha Patkar, la líder del Narmada Bachao Andolan.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .71
..

En el bhook hartal, el coraje y el sacrificio individual se con-


trapone directamente a la demanda de legitimidad del Estado. El
ayuno usualmente se lleva a cabo en un espacio público, y los me-
dios de comunicación le dan atención. A medida que pasan los
días y que la salud de la (o del) huelguista empeora peligrosamen-
te, el Estado se ve forzado a un gesto de sumisión, aunque sea so-
lo la formación de una nueva comisión para revisar el caso en
conflicto.
El bhook hartal normalmente es llevado a cabo por una per-
sona. Otra técnica parecida, cuyo objetivo también es “avergonzar
al Estado”, se llama jail bharo andolan (movimiento para llenar las
cárceles), y es de naturaleza colectiva. Quienes protestan, violan
la ley pacífica y deliberadamente, esperando ser arrestados y que
el Estado quede avergonzado al encarcelar a masas enteras de sus
propios ciudadanos34. Y lo más dramático, el Narmada Bachao
Andolan, ha amenazado en varias ocasiones con un jan samadhi
(un entierro en el agua), afirmando que sus activistas no se move-
rían de sus pueblos y aldeas destinados a ser inundados al cerrar
las compuertas de la represa y subir el agua hasta ellos.
Estas técnicas de acción directa tienen algunos anteceden-
tes. Fueron fraguadas por primera vez en la larga lucha de la India
para independizarse del gobierno británico por Mohandas Kar-
machand “Mahatma” Gandhi. Al desarrollar y refinar su vocabu-
lario de protesta, Gandhi usó las teorías occidentales de desobe-
diencia civil y las tradiciones de resistencia de los campesinos de
la India35.
Desde el movimiento Chipko hasta el Narmada Bachao An-
dolan, los activistas han usado las técnicas gandhianas de acción
directa y han recurrido frecuentemente a la polémica de Gandhi
contra la industrialización pesada. Frecuentemente Medha Pat-
kar y Baba Amte del movimiento Narmada Bachao, han subraya-
do su propia deuda intelectual y política con la figura de Gandhi
(Comunicación E-mail, 1994).
72 Pablo Ortiz
....................................................................

Los ambientalistas hindúes de hoy insisten en que, desde


1947 se ha intentado hacer de la India una nueva Inglaterra o Nor-
teamérica. Pero sin el acceso a los recursos y mercados de los que
disfrutaban esos países cuando iniciaron sus procesos de indus-
trialización. En contraste la India ha tenido que apoyarse en la ex-
plotación de su propios habitantes y recursos. Los recursos natu-
rales del campo se han canalizado cada vez más para cubrir las
demandas de las ciudades y las fábricas. Este usufructo y extrac-
ción de recursos ha acelerado los procesos de degradación am-
biental y ha deteriorado o desposeído a las comunidades rurales
de sus derechos tradicionales de acceso y uso de la tierra y sus re-
cursos.
Una proclama que se hizo famosa en el movimiento Narma-
da Bachao era la calificación del modelo de desarrollo impuesto
como “destructivo”.
La respuesta de los intelectuales y de las élites de la India ha
estado marcada por otras expectativas e intereses. La razón bási-
ca podría ser porque el Movimiento del Narmada plantea un de-
safío al modelo de desarrollo económico y social que todavía con-
tinúa informando y formando a dichas élites y grupos de poder.
Estos sectores parecen estar atemorizados del hecho de que en su
misma esencia, el movimiento del Narmada ha entrado a dispu-
tar la incorporación de los excluídos, de su cultura, de sus siste-
mas de conocimiento y prácticas como alternativas a las ideas he-
gemónicas de modernización y progreso.
¿Cuáles son las características de estas estrategias asumidas
por comunidades locales frente a los conflictos?
Las estrategias nos muestran, en ambos casos, la importan-
cia de las acciones, por parte de los actores subalternos, en los es-
pacios formalmente establecidos dentro de los propios Estados,
pues, más allá de sus resultados, que son muy pobres, evidencian
sus límites, lo cual subraya la importancia de las alianzas y de las
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .73
..

acciones en otros escenarios, que precisamente ponen en eviden-


cia la crisis del sistema de Estados-Nación en su conjunto para
procesar conflictos o satisfacer determinado tipo de demandas.
Esto significa que en buena medida, el Estado está abocado a una
redefinición total de sus relaciones con la sociedad civil, y con el
entorno en el cual se halla inserto.
Tanto en el movimiento del Narmada como en el movi-
miento indígena Quichua-Amazónico es posible encontrar una
redefinición no solo de los escenarios, sino de las percepciones y
posiciones de las contrapartes. Iniciativas que explícitas o no, de-
mandasn la construcción o ampliación de los espacios públicos -
estatales o no-, la constitución de ciudadanos y una mayor parti-
cipación en la toma de decisiones en torno al uso, control y ma-
nejo de los recursos naturales.
Todo esto significa un cambio en relación a los conflictos
socioambientales, desde el superar aquel criterio que señala a la
pobreza como el más grande contaminante, hasta el logro de la
justicia social como el pre-requisito para el sostenimiento ecoló-
gico.
Aparte de esto, la principal área focal de la praxis política y
de tratamiento de conflictos, ha cambiado en estos casos desde el
Estado hacia las comunidades locales, sean campesinas o indíge-
nas, lo cual lleva a pensar que el concepto o noción de democra-
cia tiene que ser radicalmente de y re-construido para adaptarlo
a las necesidades e intereses de las comunidades más pobres por
sobrevivir, mantener su identidad y conservar el espacio ecológi-
co del que dependen sus vidas. Es decir, a través de otras nocio-
nes como justicia ecológica o desarrollo humano integral, es po-
sible re-definir la política económica convencional en términos
ecológicos y ecología en términos económico-políticos. Y estos
elementos serían centrales en el diseño de propuestas de manejo
alternativo de conflictos socioambientales acordes a los nuevos
contextos globales.
74 Pablo Ortiz
....................................................................

Queda claro que los intereses y demandas de estos actores


que ubicándose en espacios periféricos de sus respectivos Esta-
dos-Nación, se tornan visibles y relevantes, al momento en que
ascienden a un escenario público global que interpela los límites
del escenario local y nacional.
Estos hechos sin duda, revelan la complejidad y coexisten-
cia contradictoria de niveles múltiples que vuelven al sistema ac-
tual de Estados-Nación, inherentemente inestable en tanto que se
encuentra atrapado en la tensión entre dos principios contradic-
torios de orden: interdependencia y territorialidad.
La interdependencia tiende a fortalecer los vínculos políti-
cos-militares de los Estados, y a externalizar los procesos de toma
de decisión en esas áreas, minando la soberanía territorial de los
Estados (Cox, 1992; 1994, p.213 y ss.).
Lo territorial, por su parte sigue constituyendo la base de
conflictos de poder y dominación. Esa dinámica contradictoria se
puede seguir en los múltiples conflictos interétnicos al interior de
ciertos Estados-nación y en los conflictos socioambientales, que
involucran a muchas comunidades rurales.
Esas tensiones e inestabilidad pueden llevarnos a pensar
que el Nuevo Orden Mundial de reestructuración global es débil
en su cúspide y que los años venideros probablemente harán de
esta debilidad algo más claro y manifiesto.
NOTAS

1 Además de desconocer la inmensa superficie e importancia de los mares en


la fijación de CO2 y en la generación de O2, y se desconoce la realidad que un
bosque maduro mantiene un equilibrio casi total entre el CO2 fijado y el O2
producido. Para fijar CO2 excedente en la atmósfera es más interesante refo-
restar las zonas deforestadas, porque un bosque en crecimiento es “un sumi-
dero de CO2”. Es, por otra parte, cierta la preocupación por la tala y quema de
los bosques amazónicos, ya que estos mantienen cautivo un promedio de 160
TM de CO2 por hectárea, que es liberado a la atmósfera al quemar la bioma-
sa.

2 La Amazonia tiene un importante rol en el balance hídrico mundial al conte-


ner entre el 15% y 20% del agua dulce líquida del planeta. En efecto, devuelve
a los mares más de 6 billones de m3 de agua dulce cada año. Además, la eva-
poración de su gran masa forestal tropical integra a la atmósfera ingentes can-
tidades de agua, que circulan por el planeta y precipitan en otras regiones.

3 Como reacción a esto, los países amazónicos, especialmente Brasil, tomaron


una serie de medidas, que se tradujeron en la ocupación acelerada del espa-
cio amazónico, y, en parte, llevó a la firma del Tratado de Cooperación Ama-
zónica, en 1978, entre los ocho países de la región (Bolivia, Brasil, Colombia,
Ecuador, Guyana, Perú, Suriname y Venezuela).

4 La tendencia siempre ha sido, aunque cada vez menos, la de considerar estos


territorios étnicos como una anomalía o un rezago producto del subdesarro-
llo que debe ser solucionado. Esto se hace más conflictivo cuando la geogra-
fía del capital necesita de los territorios étnicos para su expansión; en esas cir-
cunstancias, las contradicciones y conflictos se tornan muy claros y el Estado
nación las resuelve casi siempre a favor del capital, puesto que la ley, escrita o
no, ha sido hecha por y para la “cultura nacional”.

5 El llamado Bloque 10, comprende una extensión de 200.000 hectáreas y está


localizado en la parte central de la provincia de Pastaza, entre el río Curaray
al Norte y el río Bobonaza al Sur.
76 Pablo Ortiz
....................................................................

6 En abril de 1948, luego de no encontrar evidencias de la existencia de re-


servas hidrocarburíferas durante 11 años, la Royal Dutch Shell extraña-
mente solicita al gobierno ecuatoriano una prórroga para sus activida-
des, pese a que la concesión había caducado desde 1945, conforme la
Shell no había iniciado la exploración, conforme lo exigía el contrato al
cabo de los 8 años de exploraciones que inicialmente se le concediera. En
agosto de 1948, la Shell revierte formalmente las áreas de concesión al Es-
tado ecuatoriano (4 millones 197 mil hectáreas), sin embargo de lo cual
continuó operando hasta 1950.

7 Las cuadrillas de trabajadores de sísmica habían violado áreas considera-


das sagradas por el pueblo Quichua, y al decir de los indígenas, causaron
impactos ambientales en las Purinas (asentamientos dispersos tradicio-
nales), las chacras (lotes agrícolas de policultivos), el purun (bosque se-
cundario manejado), y en las áreas de caza y pesca. Las comunidades de
Sarayacu no habían sido consultadas sobre la actividad sísmica que Arco
llevaría a cabo en su territorio.

8 Unos días más tarde, un grupo de funcionarios de alto nivel de la Presi-


dencia, encabezados por Alfonso Calderón, asesor en Asuntos Indígenas,
Manuel Navarro, del Dpto.de Medio Ambiente de CEPE (hoy Petroecua-
dor), y otros de la Dirección Nacional de Hidrocarburos, el IERAC y repre-
sentantes de ARCO. Allí se instala una Asamblea en la cual también par-
ticipan dirigentes de la Comunidad Alama Sarayacu (CAS), de la Organi-
zación de Pueblos Indígenas de Pastaza (OPIP), Confeniae (Confedera-
ción de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana) y de la
Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador), y
otras de la región como la FCUNAE y FOIN (ambas de la provincia de Na-
po).

9 Para el entonces presidente Rodrigo Borja, “esos acuerdos fueron firma-


dos mientras los representantes estuvieron secuestrados, así que fueron
firmados por la fuerza, y carecen de un vicio de consentimiento. Pero lo
importante más allá de ese aspecto formal, es lo de fondo: y es que mi go-
bierno ha trabajado a favor de los campeinos, en beneficio de las comu-
nidades”
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .77
..

10 En síntesis éstos se reducen a los siguientes: 1) Legalización de Territorios


de las Nacionalidades Indígenas de la Amazonía y Costa Ecuatoriana; 2)
Aplicación de una real Reforma Agraria en la Sierra, para la solución de
los problemas de tierras del pueblo Quichua; 3) la paralización de los pro-
gramas de colonización en la Región Amazónica y la Costa ecuatoriana,
dentro de territorios indígenas; 4) reformas a la Constitución política del
Estado ecuatoriano; 5) Discusión y aprobación de la ley de Nacionalida-
des indígenas del Ecuador; 6) Paralización de las actividades petroleras
dentro de los territorios indígenas hasta la legalización de las mismas; 7)
Indemnización por los daños ecológicos y socio-culturales causados por
las actividades petroleras al interior de los Territorios indígenas de la
Amazonía Ecuatoriana; 8) Suspensión de nuevas concesiones petroleras
dentro de los Territorios Indígenas; 9) Suspensión de actividades turísti-
cas dentro de los territorios y comunidades indígenas; 10) Presupuesto
económico para el fortalecimiento del Programa de Educación Inter-cul-
tural bilingüe de las nacionalidades indígenas del país; 11) Participación
de las rentas petroleras para el desarrollo de las nacionalidades indígenas
del Ecuador; 12) Atención con infraestructura social a los Pueblos Indíge-
nas.

11 Un número de “World Rainforest Report (RAN), en un artículo titulado


“Blood for Oil: A Global War”, presenta una descripción cruda de los im-
pactos ambientales de las exploraciones petroleras en el Bloque 10, lo
cual desató una polémica con la compañía petrolera, que a su vez repli-
có publicando los resultados de una auditoría ambiental.

12 Entre los principales se encuentran: la entrega, solución y legalización en


forma gratuita de la tierra y los territorios para las nacionalidades indíge-
nas; el no pago del predio rústico; cumplimiento de los acuerdos de Sara-
yacu; condonación de las deudas por parte del IERAC, FODERUMA, IE-
RAC, FEPP, Banco de Fomento y otros; expulsión del Instituto Lingüístico
de Verano; legalización y apoyo del Estado a la práctica de la medicina in-
dígena; creación de partidas presupuestarias para las direcciones provin-
ciales y nacionales y entrega de recursos económicos permanentes del
convenio Ministerio de Educación-Conaie.
78 Pablo Ortiz
....................................................................

13 El documento de 16 páginas, dos anexos de 15 págincas y 5 mapas, firma-


do por 26 dirigentes indígenas de Pastaza (11 quichuas, 5 shiwiar, 2
achuar y 8 de la OPIP, se divide en 4 secciones: 1) revisa algunos antece-
dentes históricos; 2) conceptualiza el territorio desde la perspectiva de
las organizaciones indígenas: plantea al Estado un Acuerdo de Territoria-
lidad y describe los límites que tendrían los llamados territorios indíge-
nas; 3) Solicita que se dicten leyes y demás normas legales para que se
cumplan en el Ecuador varios de los acuerdos internacionales. Pide la de-
rogatoria de la Ley de Colonización, la suspensión de la explotación de
recursos y la acción de los militares en territorios indígenas, la autodeter-
minación, autonomía y autogobierno de los pueblos indios en sus terri-
torios; y 4) un exordio de respeto al Estado nacional si se suscribe el
acuerdo.

14 Presididos por Yves Galland, el Parlamento Europeo, como consecuencia


de un debate celebrado con arreglo al procedimiento de urgencia previs-
to en el artículo 64 de su Reglamento, aprobó un documento denomina-
do “Resolución sobre el desastre humano y ecológico en la región de Pas-
taza, en la Amazonía del Ecuador”, Estrasburgo, diciembre 14 de 1990.

15 (E/CN.4/Sub 2/1989/36, anexo I)/ La Subcomisión de Prevención de Dis-


criminaciones y Protección a las Minorías hizo suya esta recomendación
en su resolución 1989/35, del 1º de septiembre de 1989.

16 Un grupo de familias son sobornadas por la compañía, para que tomen


el control de 7 comunidades: Centro Elena, Santa Cecilia, Chuyayacu, Vi-
llano, Pandanuque, Pitacocha, Nuevo Kurintza. Bajo el asesoramiento de
Chris Houlder, jefe de campamento de Arco en Villano, formaron la Di-
rectiva Intercomunitaria Independiente (DICIP), como desmembración
de la OPIP.

17 A inicios de Octubre, Arco reinicia la perforación del último pozo, llama-


do “Villano 3”, que se prevé culminar en enero de 1994, para inmediata-
mente empezar la construcción de la carretera y el oleoducto.

18 Del 15 al 18 de diciembre se reunen en una nueva Asamblea extraordina-


ria los representantes de 133 comunidades y ratifican la “Declaración de
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .79
..

Villano” en la que reiteran sus demandas al Estado y a la compañía Arco,


a quien le dieron 24 horas para que se retire de Villano y amenazaron con
la toma del pozo de Villano, que fue custodiado por más de 100 militares.
En dicha Asamblea se propuso 4 puntos: 1) establecer mecanismos de
coordinación a fin de que garanticen el proceso de diálogo para prevenir
conflictos sociales en el Bloque 10; 2) realizar una auditoría ambiental; 3)
elaboración conjunta entre Arco, el Estado y la OPIP, de un Plan de Mane-
jo Ambiental; y 4) la asignación por parte de Arco, de un fondo perma-
nente de desarrollo de los pueblos indígenas. Arco respondió que solo po-
dría dar el 40 por ciento y el Estado el 60 por ciento.

19 Siete de cada diez hindúes viven en aldeas; la agricultura mantiene casi a


dos tercios de los trabajadores. La tierra es fértil, aunque distribuída de-
sigualmente. Muchos solo poseen unas pocas hectáreas y miles, absolu-
tamente nada. Aparte de ello, muy pocos pueden costear fertilizantes,
buena semilla o maquinaria y confían en las lluvias monzónicas anuales
para regar sus cosechas.

20 Pastores arios del Asia Central llegaron alrededor del año 1.500 a.C. Su re-
ligión se mezcló con las prácticas locales para formar el hinduismo, se-
guido actualmente por más del 80 por ciento de los hindúes. El hinduis-
mo legitima la organización de la sociedad en castas, como un sistema de
nula movilidad, a pesar de que jurídicamente está prohibida la discrimi-
nación.

21 Esto es en productos obtenidos de las plantas y animales.

22 Hay que recordar que la mitad de la población en la India es muy pobre.


En las ciudades sobrepobladas, miserables chozas surgen para albergar a
los migrantes del campo. Más de 12 millones de habitantes atestan Bom-
bay, la ciudad más grande. Calcuta le sigue de cerca. La industria es im-
portante en las ciudades. Los textiles de algodón son su principal rubro
de exportación, especialmente en Bombay. Las fábricas de hierro y acero
de Jamshedpur están entre las mayores de Asia.

23 Karl Marx comentaba que tanto el sistema zemindari como el ryotwari


significaron revoluciones agrarias, llevadas a cabo mediante ucases in-
80 Pablo Ortiz
....................................................................

gleses y opuestas la una a la otra. Sin embargo, ambas resultaron perni-


ciosas, pues combinaron el carácter más contradictorio: no fueron he-
chas para el pueblo, que cultivaba la tierra, ni para el propietario que las
poseía, sino para el gobierno que decidía los impuestos. Cf. Marx, “El Ca-
pital” Volumen III (1981).

24 En su artículo “Los resultados a futuro del régimen inglés en la India”,


Marx observa que Inglaterra tuvo un doble papel en la India: uno des-
tructivo y otro regenerador; el primero, aniquilar la vieja sociedad asiáti-
ca; el segundo, asentar las bases materiales para crear en Asia una socie-
dad occidental. La primera condición de esta regeneración fue la unidad
política de la India, más consolidada y extendida de lo que jamás suce-
diera bajo los Grandes Mongoles. Esa unidad, impuesta por la espada in-
glesa, se verá fortalecida y perpetuada por el uso del telégrafo, la libertad
de imprenta, la navegación a vapor y el tendido de la línea férrea. El ten-
dido de estas vías férreas serviría fácilmente a los intereses de la agricul-
tura, pues se formaron reservas de tierra para los terraplenes y se llevó
agua a lo largo de las distintas líneas. De esta manera la irrigación, sine
qua non del cultivo de la tierra en el Este, se amplió, mitigando en parte
las hambrunas periódicas que ocurren por falta de agua.

25 Marx comprendió perfectamente los motivos que tenía la burguesía in-


glesa para difundir el ferrocarril y los sistemas de irrigación por toda la
India. Al ampliar la irrigación buscaban no solo disminuir las hambru-
nas, sino procurarse materias primas para las fábricas de Inglaterra. El fe-
rrocarrill también significó la asimilación de nuevas técnicas industriales
para la población, la disolución parcial de la división hereditaria del tra-
bajo y las separaciones de casta.

26 Max Weber menciona las características que distinguen al capitalismo


occidental del hindú: racionalización de la fuerza de trabajo, eliminación
de las barreras entre economía externa e interna, así como la naturaleza
del Estado. Entre los factores que obstaculizaron en la India el desarrollo
de un capitalismo moderno, Weber mencionó muchos, varios de los cua-
les son muy importantes. Entre ellos incluyó la falta de una ley racional;
la ausencia de ciudades y de ciudadanía de un tipo específico; lo cerrado
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .81
..

del sistema de castas y la ausencia de comunas; la falta de fuerza militar


y política en la burguesía y la falta de un espíritu racional. Para ampliar
Cf. Weber (1987).

27 Según Weber, las castas estaban divididas en cinco grupos principales,


ordenados jerárquicamente: los brahmanes, luego las castas nacidas dos
veces, los kshatriyas y los vaishas. En el tercer grupo los shudras, quienes
a su vez estaban divididos en dos grupos: los satshudras y lo shudras or-
dinarios. En el rango inferior las “castas impuras” para las que estaban ce-
rrados todos los templos y a las que ningún brahmán o barbero podía
servir. La modernidad occidental que introdujo Inglaterra, si bien sacu-
dió las raíces del sistema de castas, no logró desarticularlas.

28 Se hicieron esfuerzos interesantes para producir una ética adecuada al


imperio como un todo. El emperador Asoka introdujo y generalizó las
ideas del dharma, que acentuaban, como el confucionismo, la responsa-
bilidad social y el servicio al Estado. El imperio trató de fomentar la leal-
tad al emperador más que al orden social. Era necesario reconciliar el po-
der y la jerarquía, y el emperador como fuente de la ley, tenía que conver-
tirse en líder de la comunidad. Se estableció una afinidad electiva entre
esta amenaza política y la amenaza religiosa al control brahmánico, re-
presentada por el budismo. Asoka se hizo budista. Parece probable que
confiara en que el universalismo de una ética soterológica se combinaría
con el orden político universal del imperio (Weber, 1987).

29 Max Weber resumió con mucha erudición las características del sistema
social hindú. En el pasado los hindúes cultivaron la ciencia racional y
crearon numerosas escuelas filosóficas y sectas religiosas de casi todos
los tipos sociológicos posibles. Por siglos el desarrollo urbano de la India
fue paralelo al de Occidente en muchos aspectos. La justicia india creó
formas numerosas que pudieron haber servido a los intereses del capita-
lismo. Se desarrollaron en grado sumo las especializaciones en las artesa-
nías y en los oficios. A pesar de todos esos logros, dice Weber, en la India
el capitalismo fracasó debido a la peculiar religión allí surgida, en forma
de un sistema de castas, como grupos cerrados, de acuerdo a posiciones
jerárquicas. Cf. Weber, Max, “Economía y Sociedad”, FCE, México, 1992,
pgs.344, 375-376 y ss.
82 Pablo Ortiz
....................................................................

30 El movimiento ecologista de la India es en realidad un término que abar-


ca una multitud de conflictos e iniciativas locales. Sus orígenes pueden fi-
jarse en el Chipko Andolan (movimiento de abrazar los árboles) que em-
pezó en el Garhwal Himlaya en abril de 1973. Entre 1973 y 1980 hubo más
de una docena de casos en los que, mediante nuevas estrategias de pro-
testa, grupos de campesinos iletrados -hombres, mujeres y niños- ame-
nazaron con abrazarse a los árboles antes de permitir que fueran corta-
dos para exportarlos fuera de sus territorios. Hay que anotar que esos
campesinos no estaban interesados en salvar los árboles por sí mismas,
sino en usar sus productos para las necesidades de la agricultura y de sus
hogares.

31 El conflicto de la Cuenca Narmada, junto con otros como el de la represa


de Chandil, el proyecto minero de Piparwar, forma parte de los impactos
que han generado las acciones del Estado hindú con el apoyo de capital
transnacional.

32 Durante los 50 años de historia del Banco Mundial, este organismo ha in-
vertido cerca de 54 billones de dólares para 527 proyectos hidroeléctricos
en todo el mundo. Más de 1 tercio de las mayores represas construidas en
el mundo son financiadas por el Banco Mundial, y en más de 100 casos,
los préstamos del Banco han sido (en el tiempo de aprobación) genero-
sos para cualquier propósito de los gobiernos de países como la India. El
apoyo al proyecto Narmada es un ejemplo del fracaso de dicha política
del Banco, al no estar apoyadas sus gestiones de préstamo, de adecuados
balances y estudios de los impactos ambientales y sociales que sus pro-
yectos generan. Cf.World Bank, “Small Farmers in South Asia: Their Cha-
racteristics, Productivity and Efficiency”, Inderjit Singh, Working Papers
Nº31, 1989, Washington; o Yoon-Je Cho, “Lessons of Financial Liberaliza-
tion in Asia: A Comparative Study”, Working Paper Nº50, 1990; Pidding-
ton, Kenneth, “The Role of the World Bank”, en Hurrell, et.al.,1992, pp.212
y ss.

33 A pesar de que en términos financieros nunca hubo un adecuado balan-


ce de lo realizado en Narmada. Solo el 70 por ciento de lo financiado por
el Banco para proyectos de irrigación es revisado por el Departamento de
Evaluación de Operaciones, según un informe publicado en 1989.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .83
..

34 Hay que señalar en el caso del Banco Mundial la brecha entre su discur-
so y sus políticas: mientras el mandato del organismo enfatiza que uno
de sus objetivos es ayudar a aliviar la pobreza, los proyectos de grandes
represas han obligado en diversas partes del mundo, al desplazamiento
forzado de un estimado de 10 millones de personas.

35 El resultado en dicha región ha sido la pérdida de miles de kilómetros


cuadrados de áreas de cultivo, de bosques, hábitat y estuarios, todo lo
cual formaba parte del espacio vital de los campesinos de Manibeli. A pe-
sar del nuevo mandato del Banco Mundial de 1991, que obliga a realizar
rigurosos estudios de impacto ambiental y planes de manejo, lo sucedi-
do en Narmada demuestra que las medidas de mitigación giraron alrede-
dor de la viabilidad técnica y económica del proyecto hidroeléctrico an-
tes que en sus impactos irreversibles a nivel ambiental y social.

36 Según Medha Patkar, líder del Movimiento Narmada Bachao, “esta vía de
desarrollo significa que la economía será cada vez más dependiente de
las importaciones de petróleo. Puede llevar a crisis internas, al estar la so-
ciedad cada vez más dividida por conflictos sociales, y al destruirse cada
vez más la tierra y otros recursos sociales por los estragos del desarrollo
basado en la extracción de energía. En una situación en la que la izquier-
da se ha desacreditado por su fracaso al ser incapaz de elaborar una al-
ternativa al capitalismo de Estado, los únicos beneficiarios serán la dere-
cha fundamentalista hindú, semifascista”. Cf.Omvedt, 1993.

37 En octubre 3 de 1994, este grupo de ambientalistas, firmaron la llamada


“Declaración de Manibeli” que exigía una moratoria a los fondos del Ban-
co Mundial destinados a la construcción de grandes represas. Lo hicieron
en un momento en que el proyecto Narmada impactaba de tal forma so-
bre estas comunidades hindúes, que desaparecieron inundadas por más
de 30 metros del agua represada en el proyecto.

38 “Estaría dispuesto a fomentar el uso de las máquinas más perfeccionadas


si, de esa forma, se pudiera acabar con el pauperismo de la India y con el
desempleo que de allí resulta. Sugiero que se recurra a la rueca porque
veo en ella el único medio de conjurar la penuria, asegurando un mínimo
de trabajo y de recursos. (...) A mi juicio, si mueren las aldeas, morirá al
84 Pablo Ortiz
....................................................................

mismo tiempo la India. La India dejará de ser India. Habrá acabado su


misión en el mundo. La renovación de las aldeas será posible el día en
que no se explote a sus habitantes”, Cf. Gandhi (1984).

39 La ley más frecuentemente violada es la sección 144 del Código de Proce-


dimiento Penal, que prohibe reuniones de más de 5 personas en momen-
tos de tensión social.

40 En la India actual estas formas de acción social “gandhianas” no son em-


pleadas exclusivamente por los “ecologistas”. Están presentes en múlti-
ples actores sociales, desde los agricultores, los trabajadores y las etnias.
III

Teorías de Relaciones Internacionales,


Globalización y Conflictos
Socioambientales

Los analistas de las Relaciones Internacionales han comen-


zado a enfrentar los temas de la nueva agenda de manera parcial.
Pocos han asignado más espacio a la problemática ambiental y a
su relación con las cuestiones de seguridad, así como a los con-
flictos interétnicos y socioambientales. Estos últimos, en 1990 lle-
gaban a 111 enfrentamientos en todo el mundo, de los cuales 63
eran internos a los países y en 36 casos se trataba de “guerras pa-
ra la formación de estados”, es decir, conflictos que implicaban a
un gobierno o un grupo de oposición que exigía autonomía o se-
cesión para una etnia o una región en particular (Wallensteen,
1990).
En el mismo sentido, ya en 1989, Foreign Policy (Nº74) seña-
laba que el enfoque convencional en materia de seguridad inter-
nacional refleja una percepción estrecha, tanto de los problemas
como de las respuestas disponibles, para preguntarse seguida-
mente si “no estará llegando el tiempo en que una seguridad du-
radera podrá ser adquirida tanto mediante árboles como tan-
ques”.
86 Pablo Ortiz
....................................................................

Los conflictos socioambientales y su resolución han consti-


tuido uno de los primeros aspectos donde es posible experimen-
tar en forma novedosa el reemplazo de los paradigmas e hipótesis
presentes en las teorías dominantes de las relaciones internacio-
nales. De hecho, en años recientes, el número de guerras clásicas
entre Estados ha decrecido y el de conflictos internos, especial-
mente en los países llamados subdesarrollados, se ha incremen-
tado.
Otro estudio (Harff y Gurr, 1992, pps.113 y ss.) informa que
“las masacres auspiciadas por el Estado de miembros de grupos
étnicos o políticos son responsables de más pérdidas de vidas que
todas las otras formas de conflictos mortales combinados (...) En
promedio, entre 1.6 y 3.9 millones de civiles desarmados han
muerto a manos del Estado, por década, desde que terminó la Se-
gunda Guerra Mundial”.
A pesar de esas evidencias, a lo largo de los años, los espe-
cialistas en relaciones internacionales han prestado poca aten-
ción a las luchas étnicas y a los conflictos socio-ambientales, y el
vacío bibliográfico sobre hechos como los expuestos en la Amazo-
nía o la India, es notable. Se han prestado más atención a las con-
frontaciones tradicionales entre Estados.
En ese marco, la dinámica de los nuevos conflictos, así co-
mo la emergencia de nuevos actores y escenarios, constituyen
uno de los desafíos centrales en las Ciencias Sociales, de cara al
nuevo siglo. Sin embargo, a pesar de este escaso desarrollo inves-
tigativo académico, la preocupación ha ido cambiando, especial-
mente en los ámbitos de los procesos de tomas de decisión y
constitución de las agendas públicas.
El ex subsecretario general de Naciones Unidas, Brian Urqu-
hart, destacaba en un artículo de International Affairs (1989) que
“el mismo concepto de seguridad debe ser ahora extendido para
incluir la seguridad ambiental del planeta” (p.52). En términos se-
mejantes, The Economist (julio 15, 1989), luego de calificar en su
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .87
..

nota de tapa a la reunión del Grupo de los 7 de París de “Primera


Cumbre Verde”, afirma que “lo que la defensa ha sido para los lí-
deres del mundo en los últimos cuarenta años, el medio ambien-
te lo será en los próximos cuarenta: un ejercicio intratable, donde
las ganacias dependen menos de lo que los países individualmen-
te hagan, que de si muchos países confian entre sí y trabajan jun-
tos” (p.38).
Según se aprecia, los riesgos emergentes del deterioro am-
biental tienden a desplazar de su lugar de privilegio a la amenaza
nuclear, dado que, “asumiendo que el peor de los escenarios, el
holocausto nuclear, no se realice nunca, ninguna de las cuestio-
nes de la agenda diplomática hasta ahora ha amenazado, como
los problemas del medio ambiente, la supervivencia planetaria-
”(Birme, 1993, p.78).
Ahora bien, y al igual que en otras cuestiones centrales de la
agenda global, como los conflictos socioambientales, el logro de
acuerdos multilaterales en estos temas resulta un objetivo a un
tiempo complejo y difícil, debido a una conjunción de elementos
tales como:
a) las distintas percepciones de estos problemas, los diversos
intereses en juego y en consecuencia, las diferentes líneas
de acción promovidas;
b) la multiplicidad de actores y factores en disputa;
c) la existencia de nuevos escenarios como aquellos definidos
por las “relaciones inter-domésticas”;
d) las acentuadas asimetrías en las cargas de las culpas y las
desconfianzas existentes sobre la equidad en la distribución
de los costos y beneficios;
e) las incertidumbres científicas y el predominio de prejuicios
y mitos que rodean a muchas cuestiones ambientales y ét-
nicas; y,
88 Pablo Ortiz
....................................................................

f) la contraposición de racionalidades y de tiempos entre la


economía y la política por un lado y los enfoques ecológicos
y culturales de las comunidades rurales locales, por el otro.
En cuanto a las diferencias de percepciones, intereses y lí-
neas de acción promovidas, hay que recordar los desacuerdos
presentes entre los presidentes del Grupo de los 7 (G7), en la reu-
nión de Houston en 1990, donde las cuestiones ambientales fue-
ron calificadas por los propios participantes como una de las más
conflictivas de la agenda. En los países pobres, en cambio, ha per-
sistido el temor, ya presente en los años 60, de que se les impon-
ga un “orden ecológico” contrario, o que no responda, a sus inte-
reses. Por ejemplo, “atando” préstamos, estableciendo jurisdic-
ciones internacionales en la materia, intercambiando algunas
“zanahorias” por “desechos” o desviando la temática del subdesa-
rrollo de sus problemas centrales (Susskind y Ozana, 1993, pp.145
y ss).
En ambos niveles, la relación del medio ambiente con la cues-
tión étnica y cultural, ha sido virtualmente ignorada, a pesar de que
las comunidades rurales y particularmente indígenas han sufrido
cuantiosos daños causados por proyectos de desarrollo económico
(extracción de recursos naturales, construcción de presas hidroelécti-
cas y otros programas de desarrollo regional). Y es que estas regiones
aisladas y marginadas con frecuencia ocupadas por las comunidades
rurales, constituyen las últimas grandes reservas de recursos natura-
les aún inexplotadas, particularmente bosques. Los planificadores es-
tatales, las empresas transnacionales y las agencias internacionales de
desarrollo han llevado a cabo todos ellos, estrategias para incorporar
estas áreas a la economía nacional e internacional.
En este proceso, las comunidades rurales locales han sido ex-
cluidas de las tomas de decisión sea para la planificación o la ejecu-
ción de proyectos. Esta exclusión ha sido una fuente constante en la
generación, desarrollo y/o intensificación de los distintos conflictos.
Cuando estas poblaciones excluídas, logran aglutinarse, definir de-
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .89
..

mandas, adoptar posiciones y diseñar estrategias, sin duda se han


creado las condiciones propicias para la detonación de conflictos, que
según sean las relaciones de fuerza establecidas, pueden escalar a dis-
tintos escenarios e incorporar a múltiples actores.
Un ejemplo de aquello son los procesos competitivos entre
múltiples actores que presionan sobre los recursos del bosque,
del subsuelo y del agua. Generalmente las grandes represas de
usos múltiples, o los complejos petroleos o agroindustriales en los
bosques húmedo tropicales, que enorgullecen tanto a los Estados
en los países subdesarrollados, no están diseñadas para benefi-
ciar a la población local. Son modelos de enclave, extractivos que
a lo mucho benefician a grupos reducidos de las élites locales de
las regiones donde se implementan estos proyectos.
Frente a los actores subordinados, especialmente comuni-
dades rurales (de campesinos, colonos o indígenas), se pretende
que éstas deban ser relocalizadas o al menos cooptadas para per-
mitir el progreso, tal como éste es entendido desde la perspectiva
estatal y del mercado.
Todos estos elementos evidencian las consecuencias y limi-
taciones del grado de preocupación de un orden internacional
dominado y constituído por los Estados-Nación como actores
centrales (Vásquez, 1983, p.65).
A los obstáculos interpuestos por las diferencias de percep-
ciones, intereses y estrategias, se suma un aspecto clave relativo a
la naturaleza misma de los conflictos socioambientales: la diver-
sidad y multiplicidad de los actores, motivaciones y escenarios
que intervienen e influyen en ellos.
En algunos casos, temas de la agenda medioambiental glo-
bal, como por ejemplo, la eliminación de los clorofluorocarburos
(CFC), se ha logrado alcanzar importantes acuerdos, entre los de-
cidores estatales y empresariales, dado que este factor de conta-
minación es producido por un número relativamente pequeño de
90 Pablo Ortiz
....................................................................

empresas en todo el mundo y tiene, por otra parte, un número li-


mitado de usuarios.
Así, la naturaleza de esta cuestión específica facilitó la con-
vergencia entre los gobiernos y las empresas. Además, las ganan-
cias en cooperar eran mucho más grandes que las de no hacerlo.
A diferencia de este tema de los CFC, por el contrario, el problema
del calentamiento de la tierra, para dar un ejemplo contundente,
hace casi imposible esa convergencia, en razón de que los pro-
ductores y usuarios de elementos contaminantes, tal como suce-
de con los combustibles fósiles, a través de las grandes quemas en
la Amazonía brasileña, se cuentan por millones en todo el mundo
(List et.al, 1992, p.189).
Tanto el conflicto en torno a las cargas de responsabilidades
como el de la distribución de los costos, están atravesados por las
diferencias de percepciones de horizonte temporal y de raciona-
lidades entre los actores centrales de la economía convencional,
sustentada en la lógica del mercado y del corto plazo, y los acto-
res centrales inscritos en la economía ecológica, que enfatizan la
necesidad de asegurar la sustentabilidad de largo plazo del desa-
rrollo (List et.al, 1992; Achterhuis, 1993; Martínez-Allier, 1994,
p.225 y ss).
Además el problema no solo se limita a la eventual adop-
ción de criterios ambientales en el sistema productivo de cada
país (la internalización de externalidades en la gestión ambien-
tal). También operan en contra de la reconversión productiva los
temores de que algunos actores estatales o empresariales actuén
como free riders frente a la puesta en marcha de medidas que
afectarán, seguramente, la competitividad de quienes asuman los
costos del cambio. En consecuencia, así como nadie se desarma a
menos que también lo hagan sus enemigos o adversarios, ningún
gobierno o empresa parece estar dispuesto a ajustar su produc-
ción económica a los requerimientos de un manejo coherente
con las necesidades de los sectores sociales más pobres y de los
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .91
..

ecosistemas, a menos que se aseguren que los sacrificios y bene-


ficios serán relativamente parejos (List et.al., 1992; Lipschutz y
Conca, 1993, p.34).
Como se mencionó anteriormente, para el sistema interna-
cional ha sido más difícil adoptar resoluciones y políticas firmes
en relación a los conflictos socio-ambientales, interétnicos y et-
no-ecológicos que en su gran mayoría se dan en sistemas jerar-
quizados o estratificados de relaciones en los que no solo inter-
vienen diferentes actores clasificados en una escala de poder,
prestigio y riqueza, generalmente colocados en una posición de
superioridad/inferioridad en relación con los demás.
Es frecuente en estos sistemas jerarquizados o estratificados
que un grupo sea idéntico a una clase social o tienda a trsladarse
con alguna en el caso de las etnias. Consideremos, por ejemplo,
los “trabajadores huéspedes”, étnicamente diferentes de los paí-
ses subdesarrollados (africanos o latinoamericanos) en Europa o
en Estados Unidos; los indígenas en Latinoamérica, los negros en
Sudáfrica, etc. No obstante, en esos casos, la estratificación étnica
es también un fenómeno que se sostiene a sí mismo, indepen-
dientemente de la afiliación de clase de los miembros de un gru-
po étnico. En sistemas estratificados, los conflictos sociales y po-
líticos pueden manifestarse como conflictos étnicos, y general-
mente involucran el poder del Estado, lo cual a su vez amenaza al
modelo institucional en el que se basa este poder.
De la misma forma el control, uso y manejo de los recursos
naturales se superpone a esas dinámicas. Por eso en el diseño de
propuestas de negociación, no solo deben centrarse en el tema de
las motivaciones de los actores sino también estos otros frentes,
que muchas veces están asociados a las percepciones o a la cons-
titución misma de los actores y la fijación de sus estrategias.
¿Hasta qué punto los paradigmas de las Teorías de las Rela-
ciones Internacionales han dado cuenta de estos procesos?
92 Pablo Ortiz
....................................................................

A continuación esbozaremos una síntesis de la lectura que


las principales corrientes teóricas de esta disciplina, ofrecen en
en relación a los conflictos socioambientales.

Realismo y Conflictos Socioambientales


Un primer acercamiento al problema del medio ambiente y
los conflictos socioambientales en la argumentación contempo-
ránea -de la fuente hobbesiana-, busca despojar de los elementos
puramente valorativos y/o morales a las decisiones y a las normas
jurídicas, y se fundamenta en varios supuestos alternativos.
La política, al igual que la sociedad y sus conflictos inheren-
tes, es gobernada por leyes objetivas. Hay una distinción entre las
opiniones y los razonamientos fundamentados en hechos. Si bien
hay una tensión entre la significación moral y la ejecución de un
acto político, no hay valores morales universales que informen
por igual la conducta de los Estados, ni hay tampoco un Estado
particular que los represente.
El interés del actor estatal se define, entonces, como poder y se
construye en un código de valores, percepciones y creencias domi-
nantes. Simplemente en discurso legitimador. Las relaciones de po-
der y los conflictos en ese sentido, abarcarían prácticamente todo el
universo de las interacciones entre los hombres e implicarían el con-
trol de las acciones de unos hombres o actores por otros (Morgent-
hau). Así las relaciones conflictivas que se establecen entre los Estados
que pugnan por el control de los recursos naturales y las comunida-
des rurales y/o etnias subordinadas políticamente.
El realismo considerado como un paradigma se fundamenta en
tres premisas: a) Los Estados-Nación o sus decisores políticos son los
actores más importantes en el sistema internacional; b) hay una clara
distinción entre política doméstica y política exterior; c) las relaciones
internacionales se definen en la lucha por la paz y por la guerra (Vás-
quez, 1983, p.35).
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .93
..

Si se lo considera como el conjunto de supuestos de un progra-


ma de investigación científica como lo plantea Lakatos (1975) es Esta-
do-céntrico; los Estados son racionales y unitarios; los Estados tienen
como objetivo la búsqueda del poder (Keohane, 1989, p.75).
El ambiente internacional así entendido imagina una situa-
ción anárquica, similar a la visión de ‘Estado de naturaleza’ pre-
sente en Hobbes (1985), donde problemas como el medio am-
biente están subordinados y articulados únicamente a la capaci-
dad de uso y control de los recursos naturales y territorios como
elementos de los cuales depende la seguridad del Estado (Vas-
quez, 1983, p.56).
En este tipo de razonamiento entonces, los Estados-nación
se ven reducidos a sus propias capacidades, a la “auto-ayuda” o
auto-suficiencia para conseguir sus fines, y el primero de ellos es
la auto-preservación. Y como se observa en los casos de la Ama-
zonía del Ecuador y del Narmada en la India, el control de los te-
rritorios y los recursos de esas regiones, por parte de los Estados
centrales, está enmarcado en ese hecho.
En tal virtud, los Estados no son iguales entre sí, y puesto
que son los usos del poder los que determinan la normatividad,
de ello se desprende que la paz dependerá de la estabilidad que se
logre a partir de la producción de hegemonías (Tucker, 1977,
p.43).
La funcionalidad del Estado es la de proveer seguridad a sus
ciudadanos para el realismo (Mann, 1984;p.23), pero esa seguri-
dad implica, como en la versión original del contrato hobbesiano,
no solo la cesión de varias dimensiones de la libertad individual,
sino también la admisión por parte de la colectividad de las imá-
genes que legitiman o construyen el consenso sobre el que se eri-
gen las reglas estatales, la normatividad pública, los sistemas je-
rarquizados o estratificados (Waltz, 1988, p.65).
94 Pablo Ortiz
....................................................................

Una de las razones de estas divisiones yace en el modelo ca-


si universal del Estado-Nación, inspirado en el nacionalismo eu-
ropeo de los siglos XVIII y XIX, y que ha servido de paradigma pa-
ra la construcción de estados en todo el mundo, especialmente
como un legado del sistema colonial.
En los estudios de caso que hemos tomado para ilustrar la
problemática en torno a la globalización y los conflictos socioam-
bientales, se evidencia el predominio de los llamados “intereses
estratégicos”, es decir, que son los Estados (ecuatoriano e hindú)
los que deben controlar y regular el uso y la explotación de los re-
cursos naturales en dichas regiones, así como el manejo del espa-
cio en función de la soberanía territorial y las prioridades geo-po-
líticas y económicas.
En ese sentido, los conflictos socioambientales están conce-
bidos en relación con las contradicciones que suponen, no sola-
mente los conflictos inter-estatales, sino los nuevos actores e in-
tereses, presentes en los procesos de globalización. Así lo mues-
tran los conflictos relacionados a las actividades ligadas a la inver-
sión nacional y transnacional hechas en regiones sensibles ecoló-
gica o culturalmente.
Las dinámicas internas de cada uno de estos países no alte-
ran las condiciones en las que existen esos conflictos, pues algu-
nos grupos sociales subordinadoss a pesar de presentar deman-
das en torno al control de recursos naturales, territorios y tener
poder de convocatoria en las propias sociedades nacionales y
cuestionar la presencia estatal nacional, no llegan a desligitimar
ese orden establecido.

Idealismo y Conflictos Socioambientales


Los realistas señalaron que el desarrollo de estrategias utó-
picas para acabar con la guerra no podía tener esperanzas de lo-
gro, por cuanto ignoraban las leyes básicas de la naturaleza del
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
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. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .95
..

comportamiento humano. La crítica realista implicaba que, para


eliminar la guerra primero es necesario descubrir las leyes que
gobiernan el comportamiento humano, y los idealistas no se da-
ban cuenta de que esas leyes existían, o bien tenían conceptos
equivocados sobre las mismas (Forde, 1993, p.16). Análogamente
se podría aplicar esta diferenciación frente al problema de la des-
trucción de los recursos naturales y los conflictos derivados de ese
hecho.
Es decir, los realistas intentaron mover el campo de estudio
desde el análisis puramente normativo, hasta otro más empírico.
Lo lograron desplazando al idealismo y suministrando un para-
digma que especificaba de manera clara una imagen de la políti-
ca internacional y un conjunto de tópicos de investigación que, si
se encaraban de forma adecuada, podrían llegar a delinear las le-
yes de comportamiento internacional. La lista más completa de
esas leyes apareció en la ‘teoría’ de Morgenthau sobre políticas de
poder (Vasquez, 1983, p.35; Forde, 1993, p.18).
La revuelta conductista desafió no la imagen del mundo que
los realistas habían dado, sino la concepción realista de lo que
constituye la teoría científica adecuada, y de los procedimientos
utilizados para ‘verificar’ esa teoría. Ellos afirmaron que las expli-
caciones deberían hacerse en forma tal que fueran falsificables y
además comprobables, y que las pruebas deberían ser reunidas
sistemáticamente para poder hacer las comprobaciones.
Tal vez, tratándose de estas contradicciones, el problema radica
en el hecho de que se ha considerado a los Estados como actores ex-
clusivos de política internacional. Las redes establecidas entre grupos
ambientalistas, las guerrillas, los movimientos de resistencia de los
pobladores amazónicos de Pastaza o del valle del Narmada, empresas
transnacionales como Arco y multinacionales, los fondos financieros
internacionales como los del Banco Mundial, las redes electrónicas de
comunicación, etc. plantean la existencia de otro conjunto de actores
no estatales, que existen en tanto definen intereses, estrategias y ope-
ran en sus respectivos escenarios.
96 Pablo Ortiz
....................................................................

A ello se suman los fenómenos ya mencionados de la globaliza-


ción de la economía, la crisis de los Estados-nación, y la interdepen-
dencia de los ecosistemas a nivel planetario que cuestionan al menos
dos conceptos tradicionales: la realización autárquica de los Estados
ya no es posible en el presente o en el futuro. Las perspectivas de un
futuro “qué hace”, el cómo, el dónde, y el para quién, son algunas pre-
guntas claves (Pearce, 1990, p.87).
En las discusiones internacionales sobre el futuro del uso,
manejo y explotación de los recursos naturales, se ha llegado en
los últimos años cada vez más a un consenso acerca de que el ace-
lerado proceso de destrucción de los ecosistemas, representa un
desafío global que sobrepasa las fronteras nacionales y la capaci-
dad de los Estados-nación para resolverlos (Hurrell, 1992, p.26;
Lipschutz et.al, 1993, p.76; Deudney, 1993, p.86). Allí radica el
punto en común de algunos conflictos socioambientales presen-
tes en principio en escenarios locales o subnacionales como los
de Pastaza o Narmada.
Mientras tanto, en la medida en que los actores estatales, y
particularmente los decidores de sus políticas inician debates
acerca de las modalidades concretas de su protección, sus líneas
de argumentación tienden a ser determinadas, vía regla, por la
condición socio-económica específica de cada uno (List, 1992;
Deudney, 1993, p.85).
Cabe recordar aquí la paradoja: es en los escenarios de los
países industrializados, como los compartimentos mejor equipa-
dos de la nave, donde muchos actores -estatales o no- han cons-
truído un discurso ecologista, a partir de los efectos destructivos
de la cultura del desperdicio y del consumo, generada por el mo-
delo de desarrollo económico. Estos nuevos actores, particular-
mente los movimientos sociales ambientalistas encontrarían ini-
cialmente, en las clases medias mejor abastecidas, su base de sus-
tentación, chocando con los sindicatos y los partidos de origen
obrero en lo que hace referencia a la cuestión de los costos socia-
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
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. . . . . . . . socioambientales
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..

les que una reestructuración del orden ambiental de las socieda-


des altamente industrializadas implica para los sectores sociales
menos favorecidos (Sachs, 1993, p.29).
En ese marco, han sido los impactos de problemas ambien-
tales sobre la economía y los conflictos internacionales, tales co-
mo la lluvia ácida, la destrucción extensiva de los bosques, el de-
terioro de la capa de ozono, el cambio climático, la contamina-
ción de los mares y lagos, el mal manejo de la energía nuclear y la
explotación de recursos naturales (minerales y de biodiversidad)
en territorios de comunidades rurales subordinadas entre otros,
los que han situado a la preservación ambiental en las primeras lí-
neas de la agenda política de algunos actores como Estados, Or-
ganismos Internacionales y Organizaciones No Gubernamentales
(ONGs), medios de comunicación. Ello incluso ha repercutido en
la opinión pública, alterando los marcos de referencia para es-
tructuras la agenda, diseñar estrategias de acción y promover ne-
gociaciones.
La brecha entre los discursos económicos -centrados en
conceptos de rentabilidad de capital, crecimiento, tasas de inver-
sión, pleno empleo- y los discursos ambientalistas y holísticos,
evidencia la crisis y los límites del orden industrial fordista y post-
fordista, y las incertidumbres del actual modelo de acumulación
flexible. Crisis que sin duda se constituye en el telón de fondo del
gran escenario de los conflictos socioambientales locales a nivel
global (Young, 1990, p.186). De estos conflictos locales que se glo-
balizan y de estas preocupaciones globales que se focalizan en es-
pacios periféricos de los Estados-nación.

Teoría de Régimen y Conflictos Socioambientales


El impacto de conflictos socioambientales como los exis-
tentes en Asia, Africa o América Latina, sobre las relaciones inter-
nacionales ha sido profundo y problemático. La razón básica ha
radicado en la dicotomía existente entre la telaraña de la interde-
98 Pablo Ortiz
....................................................................

pendencia ecológica, por un lado y la fragmentación del sistema


político internacional, por otro (Hurrell, 1992, p.31).
Es decir, hay que manejar un ecosistema único, complejo y
altamente integrado, dentro de las limitaciones de un sistema po-
lítico conformado por más de 170 Estados que exigen, cada uno,
una autoridad soberana dentro de su territorio. Además, es un sis-
tema político que históricamente ha estado predispuesto a los
conflictos violentos y en el cual la cooperación y los acuerdos ha
sido difícil de lograr.
Aunque los conflictos socioambientales le han otorgado un
gran valor a la cooperación internacional, está lejos de ser claro el
hecho de que los Estados individualmente puedan lograr su ma-
nejo (Haas, 1990, p.57; Brown, 1990, p.91).
Quienes adoptan una visión realista para explicar las rela-
ciones internacionales insisten en que nada esencial ha cambia-
do en el mundo como para pensar en alternativas realmente sig-
nificativos frente a estos conflictos: sean cuales fueren los cam-
bios registrados en su capacidad de gobernar, los Estados siguen
siendo importantes, (y los poderosos aún más), así como también
siguen constatando que la sociedad internacional es todavia
esencialmente anárquica, es decir, los Estados se hallan motiva-
dos por lo que creen son sus intereses y el comportamiento y los
resultados vienen determinados por la distribución del poder en-
tre los Estados (Waltz, 1988, p.163). Y en ese marco, las agendas de
negociación estarán estructuradas dentro de un estrecho límites
de percepciones e intereses frente a los conflictos en torno a los
recursos naturales.
Igualmente, los trabajos desde las teorías de los regímenes
internacionales editada por Stephen Krasner (1983) y Robert Keo-
hane (1984), a pesar de haber incorporado elementos de la teoría
de juegos, siguen reproduciendo los fundamentos de la teoría
realista, lo que en otros términos significa, insistir en el argumen-
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .99
..

to de los Estados como actores centrales, ante la ausencia de un


gobierno central, de intereses armónicos o de valores comunes,
sin poder con el Leviatán de Hobbes, la mano invisible de Adam
Smith o la conciencia colectiva de Emile Durkheim. Así, entran en
una competencia difusa, que la teoría de los regimenes trata de
resolver.1
Sin embargo, no llega muy lejos en este propósito, pues, el
“institucionalismo neoliberal” (1989), al cual se asocia Keohane,
incorpora las hipótesis y los problemas del realismo. ¿De qué ma-
nera la Teoría de Régimen incorpora estos rasgos del realismo?
Básicamente hay que tomar en consideración cuatro ele-
mentos explicativos: 1)Insiste excesivamente en la nación-Estado
como actor primordial de la politica mundial; 2) Se centran bási-
camente en la interacción de los actores más poderosos, como los
Estados Unidos y los regímenes internacionales que ayudó a esta-
blecer; 3) Utilizan una metodología racionalista que les da una
orientación muy conservadora; 4) Parten de la hipótesis de que la
fuerza y la coerción es la “razón última” de las relaciones entre los
Estados, y por lo tanto deja a los regímenes suspendidos entre la
política de poder de los Estados. El caso de las relaciones entre el
Estado hindú, el Banco Mundial y las comunidades rurales en el
conflicto del valle del Narmada confirmarían este argumento.
El hecho de basarse en la teoría de la estabilidad hegemóni-
ca para explicar la creación de los regímenes reduce enormemen-
te la utilidad de los análisis. En este perspectiva, los regímenes
más que transformar la política mundial, son transformados por
ésta (Ruggie, 1986, p.14). Ni siquiera sus partidarios impugnan el
argumento de que el institucionalismo neoliberal se basa en mu-
chos de los principios del realismo (Grieco, 1993, p.23). De hecho,
muchos de los llamados teóricos del régimen y Keohane en parti-
cular, optan expresamente por emplear hipótesis realistas para
hacer más convincentes sus argumentos.
100 Pablo Ortiz
....................................................................

Se esfuerzan por demostrar que, incluso cuando aplican los


primeros principios del realismo, pueden de todas maneras de-
mostrar que los Estados erigirían y apoyarían racionalmente regí-
menes internacionales, con lo cual esperan socavar los argumen-
tos del realismo acerca de la falta de pertinencia de los regímenes
en la realidad. El caso del orden ambiental internacional es un
claro ejemplo al respecto. Priman los intereses “soberanos” de los
Estados por encima de aquellos que encarnan comunidades loca-
les devenidas en actores. La retórica estatal sobre medio ambien-
te y “desarrollo sustentable”, es una muestra clara de aquellos lí-
mites.
Resulta, en ese sentido, muy irónico que, al tratar de demos-
trar a los realistas la utilidad de los regímenes, hayan hecho sutil-
mente que los no realistas crean menos en éstos.
Quizás los problemas se originan en el concepto mismo de
régimen, definido por Keohane.2
Susan Strange, una de las más notables críticas de esta teoría,
sostiene que el concepto de Keohane tiene una orientación excesiva-
mente valorativa y aduce que “la utilización de la palabra régimen no
solo distorsiona la realidad al dar a entender un grado excesivo de pre-
visibilidad y orden en el sistema [internacional] que existe, sino que
también resulta demasiado valorativo en el sentido de que da por su-
puesto que lo que cada uno quiere son más y mejores regímenes y
que el objetivo colectivo debe ser un mayor orden y una interdepen-
dencia dirigida” (Strange, 1982, p.345).3
Otro problema, según Strange, consiste en que parte impor-
tante de esta teoría se dedica a investigar los vínculos entre los re-
gímenes y la hegemonía de las grandes potencias, lo que sin duda
es interesante pero no significa una innovación respecto de los
trabajos relativos a la sociologia de las normas y las instituciones.
Y esto se presenta de manera muy clara al momento de analizar
conflictos socioambientales que operan en escenarios globales.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .101
...

Quizás la teoría de los regímenes, habría hecho una mayor


aportación al estudio de las relaciones internacionales, si hubiera
profundizado en el análisis politológico de la realidad institucio-
nal que contribuyen a actualizar (Ashley, 1986, p.44 y ss). En este
sentido, debían haber culminado en la renovación del estudio de
los mecanismos político-administrativos e intergubernamentales
necesarios para la cooperación internacional, tanto para el im-
pulso de políticas ambientales como para manejar o resolver con-
flictos como los socioambientales (Grieco, 1993, p.37).
Es decir, se trata de una visión incompleta o simplificada co-
mo para comprender y manejar los conflictos socio-ambientales,
fundada en una concepción tecnocrática de las relaciones políti-
cas y sociales, que culmina en explicaciones abstractas de la ra-
cionalidad subyacente de la cooperación entre los Estados. Abs-
tracciones que suelen tomarse de la teoría de los juegos.
Y de hecho se apoyan en dos conceptos, importados de la
economía del costo-transacción: el fracaso del mercado político y
los costos de transacción.4
Al conceptualizar así el problema, la teoría del régimen, re-
toma la tercera imagen del realismo: el sistema internacional es
anárquico y carece de las instituciones necesarias para producir
compromisos vinculares.
Según lo plantea Andrew Hurrell (1992), “existen muchos
problemas de acción colectiva en los que los Estados claramente
tendrían mucho que ganar de la cooperación pero no están en ca-
pacidad o tienen motivos para no hacerlo ¿Por qué? Básicamente,
debido a la debilidad o ausencia de instituciones capaces de esta-
bilizar las expectativas, prevenir deserciones y la libre actuación e
impulsar y canalizar presiones internas hacia la cooperación in-
ternacional” (p.46).
Sin embargo, al “abrir” la exploración de diferentes estruc-
turas de incentivación, la teoría del régimen se aparta de esta
102 Pablo Ortiz
....................................................................

orientación del realismo. En pocas palabras, el fracaso del merca-


do político se refiere al fracaso en conseguir o suscitar acuerdos
basados en beneficios mutuos por causa de deficiencias políticas
[y concretamente institucionales] (Keohane, 1984, p.63).
Si los actores involucrados en conflictos pudieran llevar a
cabo las transacciones sin costos (o si los costos de organizar ope-
raciones cooperativas fueran bajos), sus problemas podrían resol-
verse con negociaciones bilaterales privadas (Keohane, 1989,
p.98).
La capacidad de manejar estos conflictos socioambientales
y otros estrechamente ligados de un modo más eficaz dentro de
las instituciones (especialmente las multilaterales) hace pensar
que las estrategias de manejo institucional de los conflictos redu-
cen los costos y los riesgos. “Aunque la cooperación internacional
es necesaria tanto para manejar problemas ambientales a nivel
mundial como para ayudar a manejar en forma eficaz muchos
conflictos socioambientales internos, los Estados nacionales indi-
viduales no participarán en dichos esfuerzos cooperativos, a me-
nos que exista alguna garantía de que no estarán afectados sus in-
tereses ni en desventaja política o competitiva” (Hurrell, 1992,
p.38 y 39). 5
Por otra parte, las presiones competitivas tanto del sistema
politico internacional como de la economía mundial refuerzan la
preocupación de los Estados por las pérdidas y ganancias relati-
vas al momento de enfrentar los conflictos. Algunos Estados, co-
mo se ilustran en los casos ecuatoriano e hindú, cuidan sus posi-
ciones e intereses en estos conflictos, pues no están dispuestos a
arriesgar su propia legitimidad en las relaciones políticas inter-
nas, donde muchos grupos de presión son fundamentales en la
toma de posición y decisión estatal.
Los Estados, representados por los gobiernos, en este senti-
do, no están interesados únicamente en la maximización de su
bienestar absoluto, sino también en su propia posición relativa
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .103
...

dentro de los sistemas económicos y politicos internacionales.


Ello evidencia que en el nuevo contexto internacional estén aten-
tos al tratamiento de cierto tipo de conflictos. La utilidad que ob-
servan es entonces, en ese sentido, interdependiente. Son actores
“posicionales” más que “atomísticos”, y es poco probable que
acepten esquemas para el manejo de conflictos socio-ambienta-
les que puedan tener serias implicaciones en la posición compe-
titiva de sus economías, que puedan socavar sus posiciones de
poder a largo plazo o que incrementen su vulnerabilidad externa
(List, 1992, p.89). Y un claro ejemplo de ello constituyen las posi-
ciones de los Estados, tanto en la Cuenca Amazónica como en el
valle del Narmada, al momento de decidir la explotación de hi-
drocarburos, madera o la construcción de represas con impactos
ambientales severos en áreas sensibles tanto ecológica como so-
cialmente.
Es decir, es posible que con las organizaciones multilatera-
les se obtengan economías políticas de escala, lo cual determina
la naturaleza de los nuevos escenarios. Este argumento daría
prioridad a la creación de instituciones multilaterales en lugar de
bilaterales o regionales.
Con respecto a los conflictos socioambientales entonces, la
Teoría del Régimen le ha dado menor importancia a la cuestión
del poder y recalca demasiado los aspectos cooperativos de las or-
ganizaciones internacionales, pues incluso en las organizaciones
voluntarias el poder está constantemente en juego. Ignorar el po-
der, como lo hace esta teoría, es deformar la política del compor-
tamiento organizacional, pasar por alto el planteamiento de “ven-
cedores y vencidos” en favor de una visión idílica de la coopera-
ción en beneficio de todos y de la propuesta del consenso como
un fin en si mismo en la resolución de conflictos.
Recuérdese que la teoría del régimen tiene dos nociones bá-
sicas respecto al poder: la primera la presenta como un medio ha-
bilitador, cooperativo y de comunicación, mientras que la segun-
da ofrece una imagen conflictiva y antagonística.
104 Pablo Ortiz
....................................................................

Con respecto a la primera se habla de “poder para” (es decir


para la realización colectiva), y en la segunda se habla de “poder
sobre”. La teoría del poder cooperativo tiene relación con lo que
plantea Hannah Arendt (1993), y en términos económicos guarda
relación con la teoría del fracaso del mercado, los bienes públicos
y la acción colectiva. Krasner (1983, p.197) reconoció esta forma
de poder al servicio del ‘bien común’. El manejo global de los con-
flictos socioambientales, por ejemplo, demanda la cooperación y
coordinación de políticas sin precedentes. Las formas de coope-
ración que surgieron históricamente entre los Estados estaban re-
lacionadas, en gran medida, con la elaboración de reglas mínimas
de coexistencia, creadas alrededor del reconocimiento mutuo de
la soberanía y consecuentemente con la norma de la no interven-
ción.
El segundo concepto de poder es más clásicamente político.
El “poder sobre” implica la coerción, las sanciones y la existencia
de vencedores y vencidos. Krasner, si bien se referió al “poder al
servicio de intereses particulares (1983, p.98-200), no hizo de ese
tema un elemento central de su trabajo.
Los dos elementos del “poder para” y el “poder sobre” pue-
den considerarse cualitativamente distintos sin ninguna cone-
xión entre ellos. Krasner contribuye a tender el puente teórico en-
tre esos dos conceptos. El mundo del economista, el de las ganan-
cias absolutas, y el mundo del realista, el de las ganancias relati-
vas se convierten en dos momentos de un proceso más amplio.
En ese sentido, la administración ambiental colectiva y el
manejo de los conflictos socioambientales a escala global, plan-
tea un desafío severo, y por lo tanto políticamente sensible, por-
que implica -en el marco de esta corriente- la creación de reglas e
instituciones que incorporen nociones de responsabilidades y de-
beres compartidos, los cuales chocan fuertemente con las estruc-
turas y las organizaciones internas y los intereses de los Estados y
de otros actores hegemónicos. Estas, además, confieren derechos
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .105
...

y deberes a individuos y otros actores dentro de los Estados y bus-


can introducir alguna noción de bien común para el planeta en su
totalidad.
Así, la creación de instituciones para obtener ganancias co-
lectivas coinciden con los esfuerzos por mejorar su propia situa-
ción a expensas de otros. La cooperación y el conflicto se expre-
san dentro de un mismo marco.
En ese sentido, la interdependencia ecológica global crea nue-
vos elementos de inestabilidad debido a la incrementada susceptibi-
lidad de las políticas internas a los choques externos. Conduce a nue-
vas fuentes de conflicto porque los costos y beneficios del manejo de
la interdependencia tienen que distribuirse entre los Estados y abre
paso a nuevas fuentes de poder y de ventaja porque expone a los Es-
tados a la vulnerabilidad externa, la cual es poca veces simétrica, e in-
troduce nuevos puntos de contacto entre las políticas internacionales
e internas. Es ese contexto del proceso el que posibilita también la
emergencia de conflictos que espacialmente están focalizados a nivel
local, pero que políticamente corresponden a escenarios globales.
En síntesis, se trata de una teoría donde los Estados son actores
independientes que tratan de maximizar su utilidad en el medio anár-
quico de la política internacional y, en esta perspectiva, las institucio-
nes son los instrumentos que utilizan los gobiernos para facilitar su
interacción, obtener mayor información y minimizar el costo y la in-
certidumbre politicos en sus intercambios y conflictos internos.
Esta perspectiva es predominantemente conservadora porque
sienta la hipótesis de que lo real es racional y que todo arreglo y nego-
ciación de conflictos, por precario que sea, puede ser definido como
un régimen, esto es, como un conjunto de principios, normas, reglas
y procedimientos de adopción de decisiones (Ashley, 1986, p.93;
Strange, 1982, p.35).
Así, las relaciones entre los países hegemónicos se convier-
ten en un ‘regimen de seguridad’. Como al final no estalló una
guerra en el centro, las crisis fueron superadas y la carrera de ar-
106 Pablo Ortiz
....................................................................

mamentos ha cobrado formas reconocibles, resulta fácil ver a


posteriori en este fenómeno la expresión de un régimen.
El argumento es poco refutable porque toda forma de rela-
ciones internacionales que manifiesten un embrión de compe-
tencia refleja la existencia de actores con un mínimo de raciona-
lidad común y que, por lo tanto, comparten principios y prácticas
institucionales comunes.
Y si por ventura se transforman la naturaleza y la forma de
las relaciones, siempre se puede definir la ruptura de este equili-
brio como un cambio de régimen.6
En esa línea, un tema central de los discursos convenciona-
les, en especial desde la perspectiva neorrealista es aquel referido
al “diálogo” y al “consenso” como eje central de las configuracio-
nes de poder y del tratamiento de conflictos a nivel internacional.
Este pretendido diálogo se define, como lo ha señalado Jor-
ge Nef (1993), dentro de una concepción interdependentista, co-
mo un proceso negociador, caracterizado por compatibilidad,
consenso y “mutualidad” de intereses alrededor del manejo de re-
cursos naturales.
En otras palabras, la idea de diálogo apunta teleológica-
mente a la creación y consolidación de regímenes de interdepen-
dencia ecológica compleja, en los cuales las élites del poder se in-
tegrarían y transnacionalizarían alrededor del manejo y adminis-
tración de los recursos naturales.

Teoría Crítica y Conflictos Socioambientales


Algunas importantes contribuciones neomarxistas de prin-
cipios de los años 80, tras señalar la finalización del orden hege-
mónico de posguerra, destacaron la internacionalización del Es-
tado, de los mercados y de la producción como los rasgos sobre-
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
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. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .107
...

salientes del orden en formación (Rupert, 1993, p.29). Desde esta


perspectiva, cualquier especulación en torno de posibles futuros
debería concentrarse en los nuevos actores sociales generados
por los cambios en los procesos de producción y en los heterogé-
neos escenarios e intereses en juego en relación a los conflictos
socioambientales.
Una de las mayores novedades actuales radica en la crisis
ambiental, que cuantitativa y cualitativamente nunca antes había
involucrado a toda la humanidad. La dimensión del conflicto y
del problema que lo suscita es de tal naturaleza, que lo que se ha-
lla en peligro es el sistema en su conjunto y no solo las diversas
partes.
En los países pobres, los principales problemas se ubican al-
rededor de la destrucción de los ríos, mares, bosques tropicales,
atmósfera (a los cuales están ligados los problemas de la capa de
ozono, el efecto invernadero y el problema del calentamiento glo-
bal). “Por supuesto, todo este daño medioambiental producido en
los países en vías de desarrollo se vio precedido durante mucho
tiempo por medidas igualmente insensatas por parte de los paí-
ses desarrollados” (Kennedy, 1993, p.241 y ss.).
En ese marco, cabe preguntarse si ¿acaso “lo Global” de hoy en
día no refleja para muchos una versión moderna del alcance univer-
sal que adquirieron desde el siglo XVI los puñados de aventureros
mercantiles europeos que invadieron y saquearon grandes áreas te-
rritoriales del mundo como la India o la Amazonía? ¿Acaso durante
muchas décadas de colonialismo, dondequiera que esa hegemonía
global fue amenazada por las resistencias, el lenguaje de la oposición
no fue cooptado, redefinido y usado para legitimar el control futuro?
¿Acaso los órdenes post-coloniales y de las post-guerras, aparte de dar
origen a los Estados independientes no significaron el aparecimiento
de órdenes establecidos y dominados por instituciones globales con-
troladas por los países más poderosos? ¿Caben solamente entes hete-
rogéneos, fraccionados y atomizados como los únicos relevantes en
los actuales procesos?
108 Pablo Ortiz
....................................................................

Las respuestas a estas interrogantes, desde las Teorías Críti-


cas de las Relaciones Internacionales (postmodernistas, postposi-
tivistas, postestructuralistas y postmarxistas) proponen por un la-
do, “deconstruir” las categorías epistemológicas tradicionales a
fin de replantear el papel de la razón y la historia en el análisis de
los acontecimientos internacionales, adoptando una perspectiva
que procure reconocer que lo cambiante, lo marginal y lo emer-
gente es parte integral de la realidad bajo estudio y expandir la
agenda que guía el análisis de la misma (George y Campbell, 1990,
p.112). Y por otro, al examinar el sistema internacional en el cual
las naciones de América Latina, Africa o Asia se insertan, indicar
que este es complejo y heterogéneo y no interdependiente, como
lo han señalado los neorrealistas.
Ha sido y es, según estos enfoques, primordialmente carac-
terizado por una extrema asimetría y dependencia. El “Norte” no
es aquí solo un conglomerado algo abstracto y multipolar de na-
ciones industriales y de otros poderosos actores transnacionales
regidos por una lógica económica de acumulación ampliada o fle-
xible, sino también la presencia concreta de una potencia: los Es-
tados Unidos (Smith, et.al, 1994, p.42).
Para Robert Cox (1989), las relaciones internacionales cons-
tituyen un área de estudio vinculada con las interrelaciones entre
Estados en una época en la que los Estados, y mucho más común-
mente las naciones-Estados, son los principales agregados del po-
der político. Esto se relaciona con los resultados de la guerra y la
paz y tiene, obviamente importancia práctica.7
Hay que tomar en cuenta que una antigua convención inte-
lectual que contribuyó a la definición de las relaciones internacio-
nales, es la distinción entre Estado y sociedad civil.8
En ese sentido Cox critica el que la teoría tradicional de las
relaciones internacionales (realismo y neorealismo) haya mante-
nido esa distinción de las dos esferas, con la política exterior co-
mo pura expresión de los intereses del Estado (Cox, 1986, p.27).
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
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. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .109
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Afirma que hoy, Estado y sociedad civil se compenetran de tal mo-


do que los conceptos se han convertido casi en puramente analí-
ticos (en referencia a la dificultad de definir aspectos de una rea-
lidad compleja) y son solamente muy vagos e imprecisos para in-
dicar las distintas esferas de actividad social o política.
Añade en esa línea que hubo pocos intentos, dentro de los
fundamentos de la teoría de las relaciones internacionales, de
considerar al complejo Estado/sociedad como la entidad básica
de las relaciones internacionales. Como consecuencia, la pers-
pectiva de que exista una pluralidad de formas de Estado, que ex-
presan diferentes configuraciones de los complejos Estado/socie-
dad, aún permanece muy inexplorada, al menos en conexión con
el estudio de las relaciones internacionales (Cox, 1989, p.48).
En ese marco, pudo haberse esperado que el renovado inte-
rés marxista en el Estado contribuyera a superar esa brecha am-
pliando y diversificando la noción de Estado, y en particular, am-
plificando sus dimensiones sociales.9
Estas observaciones constituyen una advertencia sobre el
intento de diseñar un método para comprender las relaciones
globales de poder: hay que observar el problema del orden mun-
dial en su globalidad, pero evitando reducirlo a un sistema mun-
dial.
Orden en las tesis de Cox (1989, p.169), es utilizado en el
sentido en que las cosas habitualmente suceden (no la ausencia o
turbulencia). Desorden es incluido en el concepto de orden. En
ese sentido, un sistema interestatal es una forma histórica del or-
den mundial. El término es utilizado en plural cuando se quiere
indicar que los rasgos particulares de las relaciones de poder que
han sido establecidas en el tiempo pueden ser contrastadas en
términos de sus principales características como órdenes mun-
diales diferentes.
NOTAS

1 A pesar de aquello, dentro de las teorías de las Relaciones Internaciona-


les, los planteamientos de la Teoría de Régimen, hechos por Robert Keo-
hane, (1984, 1989) están claramente centrados en el Estado, en el propio
interés y en el individualismo metodológico. Trata de explicar los resulta-
dos, incluidos los institucionales como productos de cálculos basados en
el propio interés, así, el manejo de los recursos naturales y el control/in-
tegración o eliminación de grupos opuestos a dicho modelo de progreso
o desarrollo. Es decir, pretende sentar una base para las instituciones in-
ternacionales, sobre la base de los Estados-nación como actores centra-
les.

2 El concepto de régimen internacional es complejo porque está definido


sobre la base de cuatro componentes separados: principios, institucio-
nes, normas y/o reglas y procedimientos de adopción de decisiones. Ha-
bida cuenta de que las instituciones, las reglas, las normas y los principios
están tan estrechamente relacionadas entre sí, la evaluación de si un
cambio en las normas constituye un cambio de régimen o simplemente
un cambio dentro del régimen contiene necesariamente elementos de
arbitrariedad (1984, p.59)

3 Habida cuenta de que el concepto de régimen es impreciso, los autores


que lo emplean tratan de demostrar que su ámbito de estudio concreto se
ajusta a la definición habitual del concepto para limitarse luego a descri-
bir sus características esenciales (Ashley, 1986). Estas últimas son por lo
general bien conocidas y el concepto de régimen no sirve para aclararlas
más.

4 Por fracaso del mercado político entienden la situación en que los acto-
res comparten intereses, pero no pueden actuar conjuntamente para de-
fenderlos. Esta imposibilidad no se debe a escasez de recursos o de tec-
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
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...

nología. En estas situaciones, que la teoría de los juegos describe más de-
talladamente, el fracaso de los intentos de cooperar con fines comunes,
puede reflejar deficiencias institucionales del sistema internacional, más
que confrontación de los propósitos de los actores. Los costos de transac-
ción en cambio, son todos los costos relacionados con el intercambio
(económico y político). Entre ellos figuran los costos de información, la
negociación, la vigilancia y el cumplimiento de los acuerdos. Incluso en
sus propios términos, la economía neoclásica considera sólo la mitad del
problema al centrarse únicamente en los costos de producción.

5 Este problema de falta de confianza se acentúa aún más por las presiones
sobre los Estados para que le den prioridad a sus intereses inmediatos a
corto plazo y a las pérdidas y ganancias relativas, por el gran número de
conflictos históricos profundamente arraigados entre los Estados y por la
heterogeneidad cultural, política y económica del sistema internacional.

6 En realidad, estos conceptos abstractos reflejan una vez más la tenden-


cia de las Ciencias Políticas, especialmente en ciertas corrientes de
EE.UU. a tomar fenómenos aislados como objetos sui géneris y a evitar la
reflexión sobre las estructuras que determinan su aparición y modifica-
ción. Es sintomático en este sentido constatar que las reflexiones sobre
las causas de los regímenes se hayan limitado al análisis de las hipótesis
formuladas por algunos autores respecto de la hegemonía estadouniden-
se.

7 Esta práctica, sin embargo, según Cox , ha generado confusión sobre la


naturaleza de los actores que intervienen. Que son diferentes clases de
Estados y entidades no estatales, con sus respectiva gama de intereses
(tanto la baja como la alta política) y diversidad de metas buscadas. Todo
lo cual ha producido una enorme complejidad en los modos de interac-
ción y en las instituciones en las cuales la acción tiene lugar (Cox, 1989,
1987, p.65 y ss.).

8 Según Cox, esta distinción tuvo sentido práctico en los siglos XVIII y co-
mienzos del XIX, cuando correspondía a dos esferas más o menos distin-
112 Pablo Ortiz
....................................................................

guibles de la actividad o práctica humana: por un lado, una sociedad


emergente de individuos, basada en relaciones contractuales y de merca-
do, que reemplazaba a una sociedad basada en el Estado; y por otro lado,
un Estado con funciones limitadas a mantener la paz interna, la defensa
externa y las condiciones requeridas por los mercados.

9 Algunos de los productos más notables de esa renovación, sin embargo, o


bien tuvieron un carácter totalmente abstracto, definiendo al Estado co-
mo una ‘región’ de un modo capitalista de producción, singularmente
concebido por Althusser (1981) o Poulantzas (1980), o bien cambiaron la
atención del Estado y el conflicto de clase hacia una crisis motivacional y
la ideología como lo ha sostenido Jürgen Habermas (Cox, 1989; George
et.al., 1990).
ALGUNAS CONCLUSIONES

1) Las características de los conflictos socioambientales ac-


tuales reflejan un giro paradigmático en las relaciones in-
ternacionales. Es evidente que hasta la presente fecha, el
sistema centrado en el Estado ha fracasado en la búsque-
da de políticas apropiadas para el tratamiento o manejo
de conflictos, compatibles con las necesidades de la actual
arena de conflictos.
2) Dentro de un conflicto socioambiental con implicaciones glo-
bales, cuando la hegemonía incompleta del Estado obstaculi-
za su control/dominio sobre otros actores en su jurisdicción
(como sucede en el caso ecuatoriano con la Amazonía, el Es-
tado puede implementar estrategias en base a argumentos
tanto económicos como de conservación, que le permitan
ejercer una exclusión coercitiva de otros actores que están
compitiendo por el control de recursos naturales claves.
3) Tanto la coerción y el control sobre los recursos naturales
no buscan sino aumentar los poderes del Estado para
afianzar su control social; a su vez, esos permiten que el
Estado extraiga más ingresos de las zonas de conservación
o de extracción. Y si se realizan esfuerzos de desarrollo
(sustentable o sostenible, como prefiera llamárselo fre-
cuentemente se lo hace como una simple manera de apa-
ciguar a los usuarios de los recursos que compiten con el
Estado (en ese sentido los Estados hindú y ecuatoriano ba-
jo similares racionalidades políticas.
4) Si esos esfuerzos fracasan en su intento de establecer el
control estatal y asegurar la conservación, es inminente el
114 Pablo Ortiz
....................................................................

conflicto, frente al cual el bloque o frente de actores hege-


mónicos consideran a las estrategias coercitivas como una
oportunidad final para desactivar conflictos, con el justifi-
cativo de preservar el medio ambiente y negociar en torno
al cambio de posiciones, más no a la cesión de intereses.
5) Cuando el resultado de un manejo estatal coercitivo del
conflicto en torno a los recursos naturales coincide con las
metas de grupos externos de conservación, esas facciones
del Estado que producen los resultados pueden aprove-
char o fortalecer el apoyo financiero e ideológico de éste
último. En ese sentido entonces, la agenda de conserva-
ción, que es generalmente vista como en favor del interés
común de la comunidad global entera, se utiliza como una
justificación para una intervención externa en el conflicto,
en lo que anteriormente solo era asunto exclusivo de los
Estados.
6) El enfrentamiento que se produce con los movimientos
subalternos (la alianza entre actores o redes transnaciona-
lizadas de acción y actores comunitarios u organizaciones
locales>, se da en múltiples escenarios de manera simultá-
nea o sucesiva, según el caso. El rol que cumplen otros ac-
tores como los medios de comunicación, tribunales de
justicia internacionales y organismos como la Unión Eu-
ropea o las Naciones Unidas, son claves al momento de in-
cidir en la toma de decisión por parte de los principales
actores involucrados.
7) El efecto simbólico-político de muchas demandas de las
comunidades locales en torno al manejo de los recursos
naturales, es importante al momento de consolidar alian-
zas y promover adhesiones de otros actores. Esto adquiere
relevancia en contextos de ampliación de las fronteras del
mercado que generan una mayor presión sobre los recur-
sos naturales.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .115
...

8) Desde una perspectiva de los actores estatales, se conside-


ra en este tipo de conflictos, que tanto los actores locales,
los grupos ecologistas y sobre todo las redes informales
transnacionales de apoyo a las comunidades rurales, son
intrusos y competidores ilegítimos dentro del conflicto,
por decidir el manejo de los recursos naturales de ciertas
regiones.
9) Generalmente, existen dos patrones mediante los cuales
los actores no locales (sean estatales o no intentan estruc-
turar y definir los controles sobre los recursos naturales lo-
cales. El primero involucra la reorganización del statu quo
local: eliminar las élites establecidas y reemplazarlas con
élites con un enfoque ambiental “correcto” o élites que
sean fáciles de manejar políticamente, que sean grupos
externos o internos compitiendo entre ellos. En esta línea
está definida básicamente la estrategia del manejo de con-
flictos frente a los proyectos que apoya el Banco Mundial.
La segunda estrategia, que es más común, busca fortalecer
a las élites existentes, y eso puede implicar la cooptación
de líderes locales y nacionales, a cambio -por las vías
clienterales- de la lealtad de las comunidades locales hacia
el Estado (o dicho en otros términos la generación y ex-
pansión de percepciones ambivalentes necesarias para le-
gitimar dicha estrategia).
10) Ambas estrategias implican en el manejo o tratamiento de
conflictos cambios sociales, tan extensivos en el proceso
de imponer un nuevo orden de cosas, que requieren alian-
zas directas o indirectas con las fuerzas militares para su-
pervisar las negociaciones y el cumplimiento de los acuer-
dos.
11) De estos conflictos, normalmente cuando se han logrado
preservar intereses y satisfacer parcialmente demandas, el
Estado sale fortalecido, junto con la imagen de los actores
116 Pablo Ortiz
....................................................................

más fuertes, que logran legitimar sus posiciones. El Estado


-y eventualmente algunos organismos privados- logran
acumular herramientas de poder, como bienes, informa-
ción e influencia, aunque sea a veces sin saberlo. Las co-
munidades logran establecer un punto de referencia -y de
medida- de su propio desarrollo organizativo, aunque ha-
ya perdido la batalla por defender sus intereses.
12) En los dos casos descritos de Pastaza en la Amazonía y del
valle del Narmada, la intervención o el apoyo internacio-
nal, sin embargo, no han garantizado el logro de las metas
ambientales o la legitimidad de los Estados. El pretender
reemplazar o fortalecer a los actores hegemónicos para
controlar los recursos ha alentado más bien la resistencia
local y ha fomentado una rebeldía contra el Estado y con-
tra los controles internacionales sobre estos recursos.
13) El interés del Estado en los valores económicos del recur-
so agua o petróleo, ha influenciado para que los grupos de
conservación utilicen razones económicas para justificar
sus estrategias de protección y preservación, tal como lo
hace el Banco Mundial en ambos casos.
14) Independientemente de que el conflicto socioambiental
se haya generado por producción intensiva, por propósi-
tos de preservación o por estrategias de valoración para te-
rritorios con recursos, todas éstas frecuentemente impli-
can el retiro de las comunidades locales, que ya tienen una
tradición de uso local de los recursos y que podrían de-
sempeñar papeles importantes, aunque sea sin el debido
reconocimiento, en la creación de hábitats y ecológica-
mente sostenibles y económicamente eficientes.
15) Estos conflictos permiten además pensar en los límites
que presentan los nuevos escenarios de la llamada “globa-
lización” y de los “problemas ambientales globales”, cuan-
do involucran a comunidades abismalmente menos fuer-
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Globalización
. . . . . . . . . . . . .y.conflictos
. . . . . . . . socioambientales
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .117
...

tes frente a las empresas transnacionales u organismos fi-


nancieros globales.
16) Aunque los convenios y la cooperación internacional son
necesarios como marcos de referencia para manejar los
recursos naturales y sus conflictos, a nivel mundial como
para proveer de herramientas metodológicas o analíticas
que posibilitan una aprehensión de los intereses de las co-
munidades rurales pobres. Los Estados nacionales indivi-
duales no participan en dichas iniciativas de negociación
ni en ningún otro esfuerzo cooperativo, a menos que exis-
ta alguna garantía de que otros Estados harán lo mismo o
que tengan la seguridad de que no estarán en desventaja
política o competitiva. Y si hay Estados cuyos intereses
prioritarios dependen del control y explotación de ciertos
recursos naturales, difícilmente podrán asumir una posi-
ción favorable a atender las demandas e intereses de las
comunidades locales como ilustran los casos de Pastaza y
Narmada.
17) Es evidente así que los Estados, representados por los go-
biernos, no están interesados únicamente en la maximiza-
ción de su bienestar absoluto, sino también en su propia
posición relativa dentro de los sistemas económicos y po-
líticos internacionales. Su utilidad es entonces, en este
sentido, interdependiente. Son actores “posicionales” más
que “atomísticos” y es poco probable que acepten esque-
mas para el manejo ambiental que puedan tener serias
implicaciones en la posición competitiva de sus econo-
mías, que puedan socavar sus posiciones de poder a largo
plazo o que incrementen su vulnerabilidad a la presión ex-
terna.
18) En ese sentido, si bien no se trata de reducir la cuestión a
tesis maximalistas de manejo de conflictos, es evidente
que cualquier propuesta que apunte a darle legitimidad y
eficiencia en el largo plazo, necesariamente deberá apun-
118 Pablo Ortiz
....................................................................

tar no solo a superar las incompatibilidad sino a remover


las causas y satisfacer intereses, particularmente de aque-
llos que tienen una posición de desventaja y vulnerabili-
dad por el deterioro o privación de los recursos: las pobla-
ciones y comunidades pobres.
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