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Panorama

Contemporáneo
de Poesía de Neuquén

Selección de 109 poetas


Convocatoria fen 2021 de Poesía

Colección Poesía
panorama contemporáneo de poesía de neuquén
Panorama
Contemporáneo
de Poesía de Neuquén

109 Voces
Panorama Contemporáneo de Poesía de Neuquén

fen Ley 3164

dirección general: Carina Rita Medina


equipo editor: Carina Rita Medina y Gustavo Lupano
comisión directiva en ejercicio: Carina Rita Medina
y Gustavo Lupano; Diego Rodríguez Reis y Graciela Rendón.

diseño y diagramación: Gustavo Ibarra

Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723

Panorama contemporáneo de poesía de Neuquén :


109 poetas que escriben en Neuquén, mayores
de 25 años / Agostino, Mirta ... [et al.] ; compila­
ción de Carina Rita Medina ; Gustavo Víctor
Lupano. - 1a ed compendiada. - Neuquén : Fondo
Editorial Neuquino, 2023.
652 p. ; 27 × 14 cm. - (Poesía fen / Carina Rita
Medina ; Obras colectivas ; 1)

isbn 978-987-9268-19-3

1. Poesía Argentina. 2. Poesía en Español. 3. Poesía.


I. Agostino, Mirta, II. Carina Rita Medina, comp.
III. Lupano, Gustavo Víctor, comp.
cdd a861

Usted es libre de Compartir, copiar y redistribuir el libro Panorama


de Poesía Contemporánea de Neuquén en cualquier medio o formato.
Bajo los siguientes términos: Reconocimiento, atribución: debe otorgar
el crédito correspondiente a la autoría. Puede hacerlo de cualquier
manera razonable, pero no de ninguna manera que sugiera que el
licenciante lo respalda a usted o su uso. No comercial: no puede utilizar
el material con fines comerciales. Sin obras derivadas: No se puede
remezclar, transformar o generar una obra derivada de esta obra.
No puede distribuir el material modificado.
gobernador de la provincia de neuquén
Omar Gutiérrez

vicegobernador
Marcos Koopman Irizar

ministro de las culturas


Marcelo Colonna

coordinación de políticas culturales


Liliana Amelia Vega

dirección provincial de desarrollo de las artes


Paula Boyé

comisión directiva del fondo editorial neuquino


Directora General: Carina Rita Medina
1º Vocal: Gustavo Lupano
2º Vocal: Graciela Rendón
3º Vocal: Diego Rodríguez Reis

fen ley 3.164


A cada autor y autora participante de este Panorama Contem­
poráneo de Poesía de Neuquén. Por creer que la escritura
es una práctica colectiva, transversal e inclusiva; por la paciencia
y la espera para que esta edición cuidada fuera posible.

A las personas que nos ayudaron, haciendo territorio, para poder


acceder a la poesía de autores y autoras que no disponían de recur­
sos tecnológicos para participar del certamen.

A Graciela Rendón por acercarse a la poesía de Mario Contreras


y al municipio de Las Coloradas por su intervención; a Julieta
Padellaro que nos acercó a la poesía de Humberto Burgos;
al municipio de San Patricio del Chañar por su articulación para
el encuentro con autoras y autores de su localidad. A esa red
que tramó estrategias para la cercanía.

Al todo el equipo administrativo, técnico, legal y ejecutivo del


Ministerio de las Culturas que hizo posible la concreción de este
proyecto.

Al trabajo de diseño de Gustavo Ibarra por todo el esfuerzo,


el profesionalismo y el entusiasmo para volver orgánico un libro
tan heterógeneo en disposiciones estéticas.

A la comunidad mediadora que sabrá ser puente entre estos


textos y quienes lean, escuchen la poesía aquí reunida.
Contenido

palabras preliminares — 13

panorama contemporáneo de poesía de neuquén — 25

epílogo — 501

índice de poetas — 505


palabras preliminares al panorama contemporáneo
de poesía de neuquén

¿La poesía es el termostato que regula el mundo?


Raúl Mansilla en Poetas de Neuquén en La Habana

La pregunta de Raúl Mansilla abre este texto para que el interrogante


sea el modo de introducirnos al porqué de este libro, no al para
qué, esa pregunta que acosa seguido a quienes amamos la literatura
y su máxima expresión, la poesía. Esa es su suerte en un mundo
donde lo que se mide, lo que regula es otra cosa, ¿pero qué cosa,
qué cosas? ¿Las palabras y las cosas? Quizás no sepamos a ciencia
cierta si es que «La poesía actual tiene el tabique roto / arrastra su sangre
por las mesas de lectura buscando crédulos», como dice el poeta en
«La física en el barrio San Lorenzo», poema que elegimos para buscar
también algunas certezas: «Si la poesía salva es por olfato. / La poesía
es limitada/ pero tiene la suerte de la música».
Pero ¿seguimos buscando crédulos? Sí.
Según el mercado editorial y la prensa crítica clásica «la poesía no
se vende». Pero, si leemos las biografías del presente libro y analiza­
mos las decenas de editoriales independientes que publican poesía
y poesía escrita en Neuquén, podemos ver que «la mirada a vuelo
de pájaro es verdad». Entonces, se escribe poesía, se publica poesía,
se vende poesía. Fundamentalmente se busca: escribirla, recitarla,
escucharla y leerla en Neuquén; y, por supuesto, darla de leer.
Es evidente que en Neuquén, como en el resto de la Patagonia, la
poesía es un modo de estar en el mundo, una necesidad, un vínculo
relacional, un puente, una experiencia de «capilaridades mínimas»
como dijo Macky Corbalán. Creemos entonces que regula algo de
nuestro mundo.

13
El Primer Foro Provincial de las Letras propuso que en las activi­
dades fundacionales del Fondo Editorial Neuquino,1 Ley Provincial
nº 3164, tuvieran como eje la publicación de libros colectivos y que,
entre los géneros votados por unanimidad para las convocatorias,
fuera la poesía una protagonista.
Desde la Comisión Directiva se trabajó en esta Convocatoria
abierta para poetas de la toda la provincia, mayores de 25 años.
Y se decidió que este libro no fuera una antología neuquina sino
una selección libre donde todes les poetas que viven en Neuquén,
que llevan adelante su obra desde y situades aquí (aunque residan
momentáneamente fuera de la provincia). Cumpliendo las condi­
ciones que establecen los Artículos 14º y 15º de la Ley.
La selección se transformó entonces en un Panorama Contemporá­
neo de Poesía de Neuquén en el que participan 109 poetas de 17 loca­
lidades y dos ciudades de otras provincias.2
¿Por qué un panorama y no una antología? ... «y la máquina escri­
biendo / lucha por trascender a la pared lechosa / que es cielo y almanaque».
Trascender la pared de la idea de antología, comúnmente rela­
cionada con un recorte de «los mejores», dado su nombre histórica­
mente vinculado con la idea de florilegio (una ramillete compuesto
por las mejores flores en un conjunto) o parnaso (el lugar mítico
de los poetas). Trascender esa pared, que sea cielo para todes, un
panorama es un espacio heterogéneo que sea también una muestra
de lo que se está escribiendo en Neuquén hoy, con el máximo res­
peto por la diversidad estética. Un panorama propone la idea de dar
a ver, dar a leer tal vez «cielo y almanaque».

1 En adelante fen.
2 Dicha convocatoria estuvo vigente durante tres
meses y fue promocionada por todas las redes
del Ministerio de las Culturas y medios periodísti­
cos de la región.

14
Los textos están ubicados en forma aleatoria (por orden alfabé­
tico) donde conviven las texturas consagradas y los textos que,
por sus condiciones de posibilidad, no han ingresado a circuitos
de legitimación. La dispositio, entonces, es un ordenamiento
que explica su heterogeneidad ya que, por un lado, hay obras que
forman parte de la trayectoria publicada de muches poetas y,
por otro, de material inédito de la actividad amateur de muchos
y muchas que confiaron en este espacio cuidado.
En esta yuxtaposición de obras no se logra armar un paisaje único
sino que se exponen cuadros o escenas que pueden verse sucesiva­
mente en el continuo de la escritura situada en una provincia, con
mayor o menor relación entre sí. La figura de este panorama también
puede ser la de un catálogo recuperando lo que se escribe en, y
desde, Neuquén; tratando de sondear las omisiones históricas de
algunas poéticas que siempre existen. Definiéndola también posi­
blemente cerca de lo documental, del testimonio extensivo. Pero
muy lejos de ser una suerte de sumatoria de rara avis neuquina, lejos
de los relevamientos territoriales con la mirada imperial del que
sabe o no. Apartada de la voz autorizada para delimitar territorio
de palabra como se hizo antaño sobre el territorio físico de la región
diezmada por la mirada colonial y silenciada por el poder de turno.
Al respecto Silvia Mellado al momento de recibir el Primer Premio
de Poesía Storni dice:

Me han convidado hoy a esbozar palabras en torno de mí y la poesía.


Y esto no puedo intentarlo sin antes decir de dónde vengo. Desde
la demarcación final de los territorios nacionales, mi tierra se yergue,
dolorosa, sobre la memoria reciente y palpable del genocidio de los
pueblos del wallmapu, del exterminio de miles de habitantes de las
tierras australes que aún cantan en la voz de Lola Kiepja a una cordi­
llera mágica de estrellas en el cielo. Un pequeño y gran mundo en el

15
que nunca se callaron las lenguas milenarias, evidentes en el nombre
de los ríos, los cerros, las plantas. Mientras, se suspenden leyes,
se retardan los relevamientos territoriales, cuando todo ello echaría
un poco de equidad entre tanto y todo los que se les debe. Aun así,
brotan miles de jardines de poesía y las poetas nos han mostrado
senderos y recorridos profundos, desviados, de los caminos esperados.

Vasca / desviada / sigo / por el camino correcto.


Macky Corbalán en La pasajera de arena

Un Panorama desviado, tozudo, seguimos por el camino correcto,


como dice Macky, confiamos, creemos como los crédulos que tras­
cienden esa pared de la que habla Mansilla. Este panorama reúne
109 caligrafías tonales propias que conviven, en paralelo, con cada
uno de los textos manifestando su relación con la tradición, con
su vínculo con lo emergente, con lo vanguardista. Se da cuenta de
diferentes modulaciones, resoluciones sintácticas, influencias, dis­
tintos matices de vocabulario, expresión y ritmo. La heterogeinedad
como norte que permite visualizar la idea de mezcla, de lo diverso
que compone el campo literario en nuestra región y las distintas
funciones estéticas del lenguaje. Asimismo, mostrando la diversidad
lingüística: el castellano rioplatense, el español castizo, el mapuzun­
gun e idiomas extranjeros.
Poemas de distintos alientos, una lengua diseminada, un libro
sin centro (Derrida dice de la teoría de Levi Strauss que el método
del bricolaje no tiene centro). Tantos poetas y poemas de distintos
linajes, «alianzas», como diría Perlongher, distintas formaciones
discursivas. En fin, un descentramiento, una red, una urdimbre,
un desplazamiento como lo piensa Deleuze.

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El presente libro es una constelación. En la voz de Irma Cuña:
«Quien lleve estrellas en sus propias manos / comprenderá las noches
cons­teladas». Lo que une a estos y estas poetas es un estado de
sensibilidad, un estado de espíritu colectivo poético que no marca
ni caracteriza una época, un movimiento, una foto o un clima;
es más bien un mapa sin manifiesto sin pretensiones de plasmar
un proyecto estético único.
Este panorama es geográfico, etario (mayores de 25 años), orde­
nado aleatoriamente por orden alfabético, temporal (son textos
escritos en tiempo presente); con respeto por las distintas ideolo­
gías y poéticas. Es un mapa incompleto, un recorte de presencias
y ausencias. No es cierto que pueda dar cuenta de todos los autores
y autoras y todos los textos, por un lado, por razones estrictamente
materiales.3
Acerca de las ausencias, en primer lugar, una de las más claras es
que el Panorama no incluyó a los y las poetas que han desaparecido
físicamente: Macky Corbalán, Irma Cuña, Alejandro Finzi, Alejandra
Rey, Argentino Munk, Gregorio Álvarez, entre otros. En segundo
lugar, las ausencias vinculadas con las restricciones de la Ley del
fen4 y del estatuto de la Comisión Directiva.

3 Entre otros, el tiempo que duró la convocatoria,


el acceso a los medios de inscripción; los límites
que delinea la ley y el estatuto del Consejo Direc­
tivo; por otro lado las elecciones políticas selectivas.
4 Tanto la Ley como el estatuto no permiten que
autores y autoras que trabajen como funcionarios
con cargos directivos en la administración pública
o provincial participen de las convocatorias del fen,
entre ellos: Raúl Mansilla, Gustavo Santos, Vicente
Godoy, Griselda Martínez, Jorge Martínez Arias,
entre otros. Tampoco podían ser parte los poetas
que son parte de la Comisión directiva del fen:
Gustavo Lupano, Graciela Rendón, Diego Rodríguez
Reis y Carina Rita Medina.

17
Por último, autores y autoras entrañables pero cuyas adscripcio­
nes políticas eligen no ser parte de publicaciones institucionales
o gubernamentales. Respetamos las ausencias de quienes deciden
no acompañar una publicación estatal, porque manifiestan el sos­
tén de una poética propia con valores individuales y colectivos que
tiene un alto grado de presencia en el ejercicio crítico respecto de
la convocatoria. Sus nombres y sus textos están en nuestras lecturas
en los festivales y ferias que organizan, en su producciones indepen­
dientes y académicas, y en el cariño compañero y respeto estético
y autogestivo.
Acerca de las presencias ya se ha dicho en el presente escrito
sobre las condiciones de procedencia y residencia y nos gustaría
ampliar el origen de cada poeta. Al tener dispuestas las biografías
de cada autor y autora antes de los textos que seleccionaron para
enviarnos, nos regala esa disposición un contexto inmediato de
esa constelación. Todos y todas escriben situados en el territorio,
desde él, en situación neuquina (parafraseando a la doctora
Gabriela Luque que esgrime el concepto «en situación patagónica»).
109 poetas que residen en 17 localidades de Neuquén, 1 en Salta,
2 en Cipolletti y una en Holanda la mitad del año; 42 poetas naci­des
en Neuquén (Neuquén Capital, Plaza Huincul, Chos Malal, Anda­
collo, San Patricio del Chañar, Zapala, San Martín de los Andes,
Centenario, El Chocón, Cutral Có y Alicurá). 67 poetas nacides
en distintas provincias de nuestro país (Mendoza, Córdoba, Entre
Ríos, Buenos Aires, caba, Santa Fe, Tucumán, La Pampa, San Luis,
Salta, San Juan y Tierra del Fuego); y dos poetas nacides en Perú
e Italia. Los lugares de residencia son 18: Neuquén Capital, Plottier,
Centena­rio, San Patricio del Chañar, Cutral Có, Plaza Huincul, San
Martín de los Andes, Junín de los Andes, Piedra del Águila, Zapala,
Aluminé, Villa Pehuenia, Villa la Angostura, Chos Malal,
Las Coloradas; Cipolletti, Salta, Holanda.

18
Aparecen entonces giros lingüísticos, ingresan formas de los
modos del habla que dan cuenta de diferentes dicciones y hasta de
la invención del decir. Desnaturaliza la homogeneidad de una única
forma propia de una región, un universal imposible en una provin­
cia que sufrió la transculturación de los pueblos originarios pero que
perviven también en su lengua; una provincia con carácter poblacio­
nal aluvional producto de migraciones internas y externas vinculadas
al mundo del trabajo, al exilio político, a razones económicas y otras.
Lo que desborda no son las hablas sino un vocabulario poético con
caligrafías diversas, tonos poéticos que pertenecen a universos dis­
tintos, una textura que se despliega como un abanico. Una apuesta
a la simultaneidad desjerarquizada y que coexiste. Es un gesto de
intervención en el campo literario que, como todo campo cultural,
es político, un proceso programático de hablar de un presente, de
visibilidad, de un transcurrir paralelo que augura un futuro plurivocal.
Asimismo, se transcribieron poemas de quienes carecían de los
medios tecnológicos para participar y fuimos a sus casas a recabar
el material.

poética
como los escarabajos negros
que vuelan corto entre las amapolas
y luego caen
–redondos y dorados de polen–
sobre los pastos,
así suelen andar los poetas
transmitiendo la vida
–a pesar de todo–
y amapolados.
Irma Cuña

19
La potencia de la circulación de este libro en su formato físico y en
su formato digital; y la potencia de la poesía escrita en Neuquén
que, de alguna manera, critica el sistema de premios y becas que
son también modos de domesticar la poesía.

La poesía propone la utopía de un verdadero espacio compartido


en el que los hombres pueden comunicarse libremente, sin ataduras
económicas y sociales (…) La palabra que elige partir, entonces,
porque nada tiene que hacer entre los discursos racionales,
domésticos o masivos. Con esa palabra construyo mi ficción.
Alejandro Finzi, 2003.

Carina Rita Medina


Directora General
del Fondo Editorial Neuquino

20
Que sea este Panorama Contemporáneo de Poesía de Neuquén
el vuelo de esos escarabajos amapolados y constelados
de Irma Cuña; que regulen el termostato del mundo de
Mansilla; desviados, por el camino correcto, como Macky.

Comisión Directiva del Fondo Editorial Neuquino


Creer en las palabras, en el
latir que las empuja hasta la dicción,
que lo que dicen es cierto,
de alguna manera.
Creer en lo que se ve, en lo que el cuerpo
recibe, agradecido, y que el sudor deja
más que sal piel adentro.

Antes que la religión, el amor


es materia de fe.

Macky Corbalán en Como mil flores


Panorama
Contemporáneo
de Poesía de Neuquén
Mirta Agostino nació en Bariloche en 1955 y
reside en Neuquén Capital. Su formación académica
proviene de las Ciencias Sociales ejerciendo como
trabajadora social especializada en Psiquiatría
Comunitaria y Magíster en Políticas de Recreación.
Es coordinadora de talleres de escritura y mediadora
de lectura. Integró diversos movimientos de poesía
en la ciudad y es parte de la Colectiva de Escritoras
Patagónicas. Publicó los libros: Retrato de un cuarto
que mira al cielo (Narvaja Ediciones); Ana por el rabo
del ojo (Limón); Plaqueta leo nqn, Proyecto Puentes;
Todo un suspiro —Haikus— (la cebolla de vidrio
ediciones); Bocabruja (Ediciones De la Grieta); Juan
sin Aire (Vela al viento, Ediciones Patagónicas).
Esa Señora

La noche te sueña
te escribe
te pausa
cruza dedos sobre tus labios
y juega a ser
la otra cara del día
la noche mía,
un útero para las estrellas
un portal a la poesía
un sinfín de ojos que cierran
un coro de pájaros guardando melodías
un mundo que se incendia
duermevela que desvela
la noche mía.
Mascarada brillante
un tiempo oscuro mientras vos dormías
descuidos, pequeñas pisadas perdidas
caricia o látigo del desamparo
se vuelve fría
y se viene
se viene
(la noche)
una mudez desconocida, sembrada
bajo esta tierra donde hoy
danzas y caminas.

27
Habito partes de mi cuerpo

cuartos vacíos
trastos en lugares cerrados
fotos de una mujer que ya no soy, me miran
en blanco y negro.
Una niña en grupo lejano
no puede nombrar, sonríe,
desplaza un silabeo incierto
movimiento lúdico que
busca la palabra, el aire, una frase dibujada
a mano
por algo más que un yo que acompaña
una espalda dolida, el coro constante, siluetas
en sombras circulares.
Cinco sentidos viven en este cuerpo
el sexto, en el cuarto húmedo
hilvana puntadas con forma propia
su deseo.

Mi danza acotó el espacio concreto, sin embargo


la música se expande la imagen se enciende.
existirá el impulso
sin la noción de una piel como pueblo,
Células bullendo al ritmo de la luz?
Sin este cuerpo hago el amor
escribo
caigo, para sostener la pregunta?

28
La pequeña muerte

Un desparpajo salado
colgado
hamaca paraguaya
en el fondo arbolado del día.
Un bailecito elegido
sostenido
movimiento agreste
acunado gemido
las pestañas viendo a rayas
atmósfera de siesta
el apretón deseado de tu cuerpo
Tan tan dentro
tijera de piernas sin sonido
las cabezas opuestas y tus ojos
en los míos
en ese rozar intenso
de peces, así como en la red en el río
río río
entre el cielo y la tierra
entre la piel otoñal y el estío
sube baja de aromas a
follajes, genitales y libido
acrobacias por llegar a lo íntimo
de esa boca
un gusto, un gozoso jugo
un suspiro
el aire del manzano en la cara
este fruto permitido.

29
Nuncio Virginio Agostino Ninone nació en 1951
en Messina, Italia; emigró junto con su familia
a la Argentina en 1953 y reside en Neuquén Capital.
Escribe poesías y relatos desde la observación y de
hechos tomados de la vida real; es instructor
de ajedrez. Ex secretario de la Sociedad Argentina
de Escritores Filial Neuquén. Ha publicado en forma
autogestiva: De lo que aprendí, algo escribí, No te vayas,
Remembranzas del último partido, e Historia del ajedrez
de Neuquén. Tiene participación en doce libros con
compañeros de las letras. Segundo Premio en la Feria
Patagónica de Escritores, 2010.
Canta Piaf, canta

Cuando ingresé a la pajarería me miró y comenzó a cantar:


me agradó mucho y lo compré.
¡PIAF llamé a mi jilguero!

Todas las mañanas


lo alimentaba,
y lo sacaba al patio,
mientras él aleteaba.

En verano lo ubicaba
bajo la sombra del parral
y en invierno bajo el alero,
y yo le pedía: ¡cantá, Piaf, cantá!

Cuando comenzó la primavera ya casi no cantaba:


se lo notaba deprimido, muy triste,
con la mirada perdida...

Antes del amanecer


de un día luminoso
decidí darle la libertad
y le dejé la puerta abierta.

Al mediodía,
la jaula estaba vacía:
lo imaginé loco de contento
volando a los cuatro vientos…

31
En el verano siguiente,
en un bello atardecer,
estaban posados en el parral
cuatro jilgueros, dos de ellos pichones.

Reconocí a mi amigo
y le pedí: ¡cantá, Piaf, cantá!
Él comenzó a hacerlo,
y cantó como nunca hubo cantado.

Entonces decidí
que nunca más tendría pájaros en jaula,
porque las aves en libertad
son de todos y cantan para todos...

32
Hermano y amigo Néstor

En tiempo de desesperanza
con vientos fríos del sur del mundo
llegaba a la Casa Rosada,
con ideas claras un incansable trabajador.

Marcaba un camino, seguía un rumbo


con promesas hechas realidades
no permitió atarse de las manos
y ponernos de rodillas ante el mundo financiero

En el día del censo nacional


nos sorprendió a todos los argentinos,
a toda América, al mundo entero
cruzando el umbral, a la vida eterna.

Argentina estaba sin consuelo


para las abuelas: perdieron un hijo
para otros un hermano, un amigo
y para los más jóvenes: un líder, un padre.

En su último viaje, hacia su querida Patagonia


por las calles de la ciudad de Buenos Aires
el pueblo despedía a un patriota, a su ex Presidente
mientras el cielo también lloraba.

33
Patagonia, el amado confín

Desde los Andes al Atlántico


de Norte a Sur, crucé grandes ríos,
como el Colorado;
el Río Negro, fusión del Limay y el Neuquén;
el Chubut y el caudaloso Santa Cruz.

Navegué por el estrecho de Magallanes,


sobrevolé la cordillera,
divisé grandes espejos de agua,
y también los ventisqueros,
eternos hielos continentales.

Al recorrer los caminos, conocí Tierra del Fuego


e imaginé todas las Islas del Atlántico Sur.
Estuve en Ushuaia
la ciudad más austral del mundo
y pude intuir la Antártida Argentina
y nuestras Islas Malvinas.

Noté de noche reluciente la Cruz del Sur


y al recibir el alba entre los vientos y las arenas
vi un nuevo sol en el futuro de la Patria…

34
Anabel Aguilar nació en Neuquén Capital en 1993
y reside en la localidad de Centenario. Es docente
en Letras y coordina talleres de escritura. Miembro
de la Asociación de Escritores La mano en la sed y
de la Colectiva de Escrito­ras Patagónicas. Ha publicado:
Volando se fueron mis palabras (la cebolla de vidrio
ediciones) y Latinoamérica canta-dice (Edición Yacha­
yook, Perú, 2018). Realiza autoediciones artesanales
como la plaqueta Cuerpo (2021).
Me convierto en pájaro

vuelo sobre tu cabeza.


repites mi nombre
en un viento que no me
trae.

vuelo sobre una ciudad dormida.


los conozco a todos,
pero todavía
no saben de mi ausencia.

son ecos nocturnos


las lágrimas
que derrochan
sobre mi tumba.

vuelo en papeles
desconocidos
jugando en canciones
no infantiles.

me vuelvo persona
en la foto
que cuelgan en la calle.

y me das identidad
rogando que no me
esfume
en la mente de
todos.

37
vuelo ciudades
que no logré conocer
y enseguida
soy portada
en redes

vuelo por parques habitados


por la sororidad
de las desconocidas

pero me junto con otras


tantas
que siguen vuelo
por ciudades
conocidas
desconocidas

y volamos como
hermanas
conocidas
desconocidas
y seguimos siendo
portadas
de las redes
calles
parques
canciones no infantiles

38
Habito un cuerpo

Habito un cuerpo que ya no es


de cristal
de porcelana china
ya no es nada
sólo es un cuerpo que es de
mimbre
de tela de algodón

Un cuerpo que está hecho de


desechos viejos
de ropa prestada
de zapatillas rotas

Habito un cuerpo que en la


superficie
es de sal
es de tardes de otoño
es de los despojos de los demás

Habito una superficie de metal


metal que suena en un horizonte
que está a punto de ser armado

Habito un otro cuerpo


ya dejó de ser eso para
convertirse en este otro
cuerpo

39
Habito, tal vez, muchos cuerpos
y todos
intentan
convivir
en
él

Un cuerpo que se evaporó


en una tibia mañana primaveral
un cuerpo que se hizo lluvia de verano
un cuerpo que mutó en invierno
Este es un cuerpo
hecho a mi
medida
No
está
hecho
a
tu
medida…

Habito un cuerpo
que guarda el recuerdo de muchos otros
Habité este cuerpo
habité
hábito
habitaré
Un
Cuerpo…

40
Juan Aguilar nació en 1963, en la ciudad de Neuquén
donde actualmente reside. Es poeta y músico. Dicta
talleres de lectura y escritura creativa. Miembro del
colectivo de escritores y escritoras La Mano en la Sed.
Ha publicado, entre otros libros: Poesía en última instan­
cia (Ediciones De la Grieta) y la plaqueta Antología
sin Chapa (Ediciones La Mano en la Sed).
Recreo

Cruzar el día con esta oscuridad


también es un destierro
ponerle fecha al poema supone una crucifixión

Late la noche
dicen
tiene corazón entonces

Son los ojos que no olvidan


imagen
piel
cuerpo
pasión
todo es desarraigo

Un destello aturde
y corta la tarde esta tarde
brillan unos ojos
cada ansiedad un nombre

Hay días que te llaman


Hay gritos que no entienden

Remiendo estas letras


Comienzo de nuevo
Y regreso a caminar el silencio.

43
Cielos

Memoria blanca
Una rama quebrada
mira el cielo
María Cristina Venturini

socavón en la vida
es la espera

voy
recojo pedazos en la distancia
recorro la mancha oscura
de la distancia

y me pregunto si hay cielo


donde detener la marcha

grito que puebla


la voz quebrada
¿es eso la ausencia?

y también esos pies


que descalzos les nombran

mirar el cielo
de tanto en tanto
y no creer en dios
que también olvida

44
Ruidos

Un demonio infinito
merodea por la parte de afuera
de mi patio

Estremece mis ventanas


siento su aliento
a través de las paredes

Ronda mis rondas


No sabe mi nombre
pero mi olor me delata

Elige las noches del miedo


para golpear
esas
en que los parches
se caen del alma
y uno es piel
transparencia
sexo de nadie

Él sabe
que en algún lugar soy débil
espera
tiene tiempo
y aprendió a resucitar

45
Fabiana Esther Aiech nació en 1967, en la locali­
dad de Zapala donde actualmente reside. Es docente
jubilada y coordina talleres de escritura escolares
y comuni­tarios. Ha publicado algunos poemas en
distintas antologías como: Letras Argentinas de Hoy,
2004 (De Los Cuatro Vientos) y Antología Federal
de Poesía. Región Patagónica (Consejo Federal de Inver­
siones). Actualmente, trabaja en un libro de relatos.
humanidad

Y le digo al hombre:
Surges entre los senderos
de silencios bilingües
acopiando tiempos
de días y noches
que no duran.
Pervives inconstante
ante el sentir inerme
y la intemperie cálida
de un páramo volátil
que te absorbe sutil
hacia su espuma
y en esa arena frágil
tan suave y tan superflua
tu acopio de los tiempos
cargados de utopías,
llega hasta la frontera de la vida
y se hace nada.

Sin ruido

Otra vez…
la ausencia de lenguaje
cuando quiero explicar
esa visible admiración
que ya me alcanza,
que se escapa
en el silencio
y que se expande
hasta tocarme…
ambigua memoria,
morosa y sin palabras.
47
Intersección

Una esquina,
la ochava curva,
su sombrero pequeño
intercepta su cráneo,
vigila…
algo espera.
Una calle,
cercana a la esquina,
sus pasos firmes,
sensuales,
observa…
algo busca.
Un espacio,
algunos metros,
los relojes
miran a los ojos,
los pulsos
agitan las arterias,
cuando la calle
se confunde
con la esquina…

48
Eclipse

Estás taciturno, oblicuo...


la sed se raya de silbidos fugaces,
la sien se detiene infame
y vuelve a su lugar inalienable
como una copa de vino
amando a esa sed pertinente...
despojas el alma con tu velo ocular...
el aura se tiñe de colores brillantes,
la lasitud se desploma
y surge estar en mora
como la deuda del cuerpo
soñando esos sueños...
enmudeces significantes y significados...
las neuronas se chocan impactando,
la lengua se retuerce entre palabras
y ya se niega a escupirlas
como la luna debe reprimirse
si prima el sol en el eclipse.

Sinopsis

Me fui despacio
sin que me oyera
después de ver su esperma débil
fingiendo quererme.
Ya no existía.
Alcancé el primer bar
para calmar mi sed
y fue su mano
la que me expendió
el trago.
Nunca lo supe.
49
Natalia Amendolaro nació en Buenos Aires,
en 1990, y reside en la localidad de San Martín de los
Andes. Es periodista cultural y estudiante del profe­
sorado superior en Lengua y Literatura. Desde el año
2020, encabeza los encuentros de lectura para adul­
tos en la Biblioteca Popular La Cascada de San Martín
de los Andes. En 2018, publicó el libro de cuentos
Resultó que éramos libres (Dunken).
I

El problema es anterior a
todo este entretiempo.
Empezó con la casa de muñecas
y ese juego idiota de la familia feliz.

Te pidieron que elijas


madre o hija, no importa.
A las dos les tocaba esperar, lindas,
a que por fin llegara papá.

No te decidiste (no sabías cuál)


era tan pasivo el dúo.
Buscando con la vista la salida,
viste el plato de pepitas
y la cara se te partió de risa.

El problema empezó ese día en


que te afanaste las galletitas y te
las comiste sola,
abajo de la mesa,
mientras los demás luchaban
por encontrar su rol.

51
II

Se ablandan,
hinchadas,
quedan flotando,
olvidadas.
Cada vez más pálidas,
derretidas,
en la taza de leche
diluidas.
Por tu culpa incomibles,
en tus danzas me colgué
y ahora, tan horribles,
a las chocobolitas abandoné.

52
III

Necesito un adulto responsable


que se haga cargo del presente,
que me escriba una nota en el
cuaderno de comunicados,
que diga que hoy no pude
completar las tareas,
que no conseguí las pinturitas,
ni el papel glasé, que
pida disculpas, que será
la próxima, que tal vez.

53
Andra Akaal (seudónimo de Andrea Jemina
Domínguez) nació en 1989 en Capital Federal
y reside, desde pequeña, en la ciudad de Neuquén
Capital. Es escritora, bailarina, docente, traductora
y música. En febrero de 2020, publicó su primer libro
de poesía Oruga en Flor (Ediciones con Doble Zeta).
de mí
del otro lado
cruzo
el cerco
de tus palabras punzantes.

acaricio,
con mis pestañas,
el temor de tu mirada.

voy en fuga
al otro lado de tu dureza.

hago base
en lo blandito
de tu nobleza herida.

en silencio me quedo
a escuchar tus fantasmas
hasta que pierdan la voz.

55
por vos y contra vos
por vos
y contra vos,
soy lo que soy.

«a mi madre,
a destiempo»
decía la dedicatoria del cuento que leí
ese domingo,
en tu casa vacía.

destiempo,
¿puede una, acaso, salirse del tiempo?
esta vida es sólo un trazo de cronos
en el infinito bastidor del cosmos.

tan sólo la proyección


de un anticíclope gigante
de infinitos ojos como bocas.

de modo que no hay destiempo, madre


tantas posibilidades
como ojos,
como bocas,
ojo de pez, de cóndor, de ballena
boca de mona, de cotorra, de serpiente.

56
infinitos tiempos paralelos, madre
a veces reímos
bullimos en furia rojanaranjaamarilla
lloramos
y volvemos a reír.

pero todo eso es dentro del tiempo, madre


ya no existe el destiempo
entre nuestras almas.

57
renacerte

si pudiera
purgar tus pupilas
del espanto
de la fusta amenazando.

si pudiera
reinscribir
las memorias de tu sangre

si pudiera protegerte
de la crueldad
que ensombrecería tu inocencia

a corazón en vuelo
renazco
para renacerte.

58
city

la ciudad ronca
¿tiene pesadillas?

la escucho toser,
balbucear sinsentidos,
¿tiene fiebre?
¿dónde pongo
el paño de agua fría?
la ciudad murmura
balbucea sinsentidos,
delirios
de una pesadilla intermitente.
la ciudad es un monstruo
que juega a la apnea.

59
Antolín (Andrés Olgiatti) nació en 1983, en la Pro­
vincia de Salta; reside en la localidad de Neuquén.
Es ilustrador, poeta, músico, historietista, docente
y gestor cultural. Autor de varios discos y de los libros
de poesía Quisiera destruir algo hermoso (Chapita),
Las personas no me quieren lo suficiente (Belleza y
Felicidad), Amigo de los mutantes (Desde un tacho),
Una oferta de pureza (Iván Rosado), entre otros.
Ciudad de oro

Recién me estoy dando cuenta.


Ciudad de Neuquén, vos sos una ciudad de oro,
la ciudad más linda del planeta,
con su desierto limpio,
con sus zarzas y su modestia.
Y yo soy una lechuza en estado de shock
llegada de la capital.
No recuerda nada.
No sabe dónde está.
No sabe adónde ir.
Perdió el sentido de sí misma
y ahora necesita pruebas de que todavía existe.
Tengo que tragarme el veneno
para después tener inmunidad.
Si no me destruiría.
Se llevaron una parte de mí.
Esa es mi debilidad.

61
Los barrancos desmoronados

Vivo en una ciudad pequeña y austera.


Me gusta mi ciudad.
A su manera es un pueblo reluciente como una joya
entre las dunas de arena.
Todo lo demás es vanidad.

Para escribir poesía naif primero tenés que pasar


por el infierno.

Fracasar y enloquecer
para llegar al otro lado
sucio con el barro de la mediocridad.

Para vivir una vida naif primero tenés que olvidar


las calles y ubicaciones de todas las ciudades.

Caminé como poeta maldito


por el sendero de los runners.
Vi telenovelas viejas
mientras afuera aullaba un viento crudo.
Viví mil vidas.
Ninguna real.
De nada sirve soñar despierto.

62
Directo al Museo del Microbio

Con el viento se voló una olla Essen en la feria.


Una viejita en la costa del río Limay
dándole de comer a las águilas.
Un guante de obrero de CALF con el nombre WALTER escrito,
tirado en el Parque Norte, abandonado.
Una tormenta de polvo patagónico.
Tengo un poco de veneno que me corre por todo el cuerpo.
Tengo el nihilismo a flor de piel.
Estoy atrapado en un mundo perfecto.
Los microbios son fatuos.

63
Marcelo Bardelli nació en 1954 en la Provincia
de Buenos Aires; reside en la localidad de San Martín
de los Andes. Es editor, co-fundador de Ediciones
De la Grieta; publicista y la voz literaria de rsm Radio.
Editó los libros: La pulpería medicinal (Ediciones De
la Grieta) y los libros De Perfiles y Apuntes de Bitácora.
Malabar

Pasmados
lo vimos pasar
frente a las puertas señoras.
Cansados
de ver desfilar
este corso de payasos y leonas.
Malabar

Comparsa colorinche
de uno solo
muy acróbata de efímeras alitas.
Saltimbanqui
de vértigo movido
por estruendos
de tambores invisibles.
Malabar

Por la calle principal


pasó jugando
enredándonos la trama
se fue llevando
las vergüenzas y las risas
pasó tirando
del piolín de las caretas
se fue dejando
grietas verdes en el mundo
y un ansia inexplicable
de bailar.
Malabar

65
Milvagos

Me gusta cuando el viento


levanta chimangos sobre el bosque.
Es un instante.
Salpicando un fondo gris oscuro que se corre
arman su revuelo los milvagos
zambullen sus picos al pinar
que un rato más allá vuelve a expulsarlos.

Es un momento de gozo
en el que diez cien mil alas
empardan los cielos de la tarde
caligrafiando todo el plano
con curvas y espirales
más imposibles que elegantes.

66
Se ríen los chimangos

Es un breve alzamiento
unánime, ordinario,
extendido al bosque entero.
Todos salen.
Todos suben más allá
de las copas sacudidas,
y a todos mezcla el viento.
Es un oleaje furibundo y corto
de plumas oscuras revoleadas
que ondulan un poco
en el aire violento,
y ya se hunden.

Loteo

Miro cañadón abajo y ya no veo


el mentolar ni las nalcas
ni el viejo sauco junto al arroyo.
Ya no escucho el zumbido del bicherío
refrescándose en los barros de la sombra.
No sigo ya los vuelos de pájaro alguno
de ñires a juncales.
Todo lo que era vida
hoy es propiedad.

67
Vilma Barerx (Vilma Noemí Barros Erxilapé) nació
en 1964, en la localidad de Plaza Huincul donde
actualmente reside. Es co-fundadora e integrante
del grupo Alkitara. Ha editado los libros: Cartografía
de Jamil (Ediciones Vela al viento), Descubriendo
Gemas y Muñeca de trapo (Editorial Kurüf); Las páginas
de María (la cebolla de vidrio ediciones), Cae el telón
(Editorial Autores de Argentina), entre otros.
Eva

es así como me decían


pantalones cortos cuando eres niño
cuando jovencito pantalón largo
vestidito floreado eres una nena
pollerita eres una señorita
sólo quería yo vestirme floreado pantalón corto
o polleritas a rayas
también un vestido azul
a veces pantalones largos a cuadros
con el pelo largo desalineado
con el pelo corto colorido
y me cansaba y me pelaba
tenía aros en mi labios en la lengua en el párpado
un día me coloqué uno en el ombligo
allí buscaba mariposas cangrejos y cruces
calaveras en ocasiones colgaban de mi cuello
así anduve buscándome entre mis trapos
la voz aguda y vibrante
mientras alguien me señalaba
yo canté y bailé en la calle
grité mi nombre a orillas del zanjón
lloré en mi cuarto de día y de noche
mientras en la puerta me miraban de soslayo
yo quería seguir riendo corriendo danzando
amarte por siempre delante de mi espejo
hasta que tuve que decir mi nombre
yo soy Eva pero me parezco a Adán.

69
Natalia Ileana Belenguer nació en 1969, en Bahía
Blanca y reside en la localidad de Villa La Angostura.
Es profesora y licenciada en Letras; especialista en
Literatura Hispanoamericana. Trabaja como docente
y colabora en actividades culturales en su localidad.
Ha publicado los siguientes libros: Desafinan los
Huesos, Cuentos breves (Editorial El Baqueano, Villa La
Angostura); Territorios (Ediciones De la Grieta);
La vida en el suelo (Espacio Hudson); El paraíso tembló
(Ediciones De la Grieta).
Flotar

Aprendí
este último tiempo
a flotar en seco
habilidad sin agua flotar
una disposición que implica
partes desconocidas del cuerpo
que estaban
desde hace siglos
pero ahora crecieron
en metamorfosis

no las nombramos
pero flotan con nosotras
en seco

un cuerpo que no exige ni espera nada


un estar
que aunque no alcance
es suficiente.

Cada mañana trazo un plan


para no seguirlo
para saber que aún puedo trazar un plan
y que estoy tan conmigo
que no lo sigo
que puedo revelarme de mí
y volver a trazar otro mañana
que aún sin contacto humano sigo vital
que me reconozco y me enredo

71
y me enojo
y planifico.
Y en ese plan espero
encuentros y voces,
palmadas en la espalda
y en esa partes desconocidas
que nos crecieron en el cuerpo
y nos ayudan cada día
a flotar en seco.

Cangreja

Algún día voy a ser una mujer


sentada en la orilla
esperando la ola,
no una vieja en la orilla
como pensaba hasta hoy

una mujer de edad que teme y añora


la potencia de esas olas
las espera con cuerpo resistente
y no cae,
tambalea
y no cae

72
No hay distancia entre un cangrejo
y la señora que voy a ser
los brazos semi abiertos
el cuerpo fuerte en el centro
las patas tambalean
dando pasos hacia atrás.

Algún día voy a ser cangreja


que camine hacia atrás
en el recuerdo
de los saltos en este mar
de los revuelcos en el agua
y en la arena
que hizo
llorar los ojos
y masticar la sal en risa
acompañada cangreja
más o menos naranja
con las pinzas listas
para salir de este barro
y enfrentar las olas,
las últimas olas.

73
Carlos Blasco nació en 1976 en Plaza Huincul,
donde actualmente reside. Es profesor en Letras
y ocupa la cátedra de Estudios Literarios I en
el ifd N°14. Ha sido jurado de certámenes literarios
y recibido el Premio Concejo Federal de Inversiones,
entre otros. Su obra incluye poesía y narrativa,
objeto de estudio en la Universidad del Comahue.
Ha publicado Microfilm (Vela al Viento ediciones);
Para la dama de la cartera y el caballero del bolsillo
(Libros Celebrios); la plaqueta Bushido (ars) y La luz
de los insectos (Ediciones de la Grieta). Parte de su
obra está publicada en la colección Leer la Argentina
(Ministerio de Educación de la Nación); Antología
Territorio Literario (Educo); Antología Desorbitados
(fna). Traducido al alemán en las antologías Argenti­
nische Literatur (Editorial Wagenbach, Berlín) y Anto­
logía Neues vom fluss (Editorial Ltrétage) con el apoyo
de la Johannes Gutemberg Universitat main, Berlín.
La oscuridad al costado de la ruta

Volviendo a casa
de noche
al costado de la ruta veo un perro
ladrándole a la oscuridad
el perro ladra
gruñe retrocede
y vuelve a avanzar
hay algo ahí
en esa oscuridad
que trafica entre este mundo
y un mundo
más callado
eso
que mira pasar mi auto y calcula
la dureza de la carrocería, el peso
la velocidad…
El perro sabe que es él
la primera línea de defensa
porque guarda en sus genes
más memoria de ese mundo
sin luces
ni gente
que vuelve de trabajar ya tarde
en autos solitarios
El perro ladra y es apenas
una variable mínima en los cálculos del otro
que se agazapa feroz
como un pistón de músculos y hambre y caos
listo para descargarse
y dejar
una mordida de vacío de este lado.

75
H2O

Llueve en la ciudad recalentada


como un remanso de los días
y las noches
llueve y la oscuridad
que todo lo ve
se ha quedado agazapada alrededor
sabiendo algo
Pienso
en esos días que se han ido
después de haber brillado
como una supernova
iluminando incluso un poco
hasta estas sombras de acá ahora
y puede
que la memoria sea eso
mirar los reflejos del sol
en el agua estancada
luz que llega del pasado en astillas
fantasmas
que se estrellan como gotas
en el vidrio de la ventana.

76
Sumi-e

A la espera de noticias
a la espera de cosas
esta mañana llovía
ahora la niebla está rodeando mi casa
y los autos y las personas
aparecen de repente por esa calle
como salidos de un sueño
La espera es sin duda un arte
para pocos
debería templar tu carácter
hacerte un hombre de meditada paciencia
un samurái en seiza frente su espada en reposo
pero he notado que nada de eso me ocurre
estoy estreñido y me peleo con la gente
debajo del arco esperando un penal
que va a emerger de la oscuridad
los nervios de punta
las derrotas de punta
me apoyo en el marco de la ventana
mirando la niebla
esperando noticias
algo va a salir.

77
María Julia Bourguez nació en 1960 en Basavilbaso,
Provincia de Entre Ríos; reside en la localidad de
Las Lajas. Coordina el Taller Literario destinado a ado­
lescentes y niñes en el sector rural de San Demetrio.
Ha participado de distintas antologías y publicó Mari­
po­sa de la noche, Poesía en calidoscopio y Breves Historias
de mujeres Lajeñas 2010 - 2018 (Fundación Atreuco).
Música

Música tenue en el aire


casi hueca, nimia, casi constante.
Brisa cómplice que expande
notas de sonido sin linaje,
en desnudo, sin vergüenza, sin pesarle
seducen mi cuerpo sin alardes.
Música en mañanas informales
me busca, me toca, me articula;
en despliegue de cadencias
cual desliz en mi cintura…
Acordes sueltos en el aire
embriagan mi fláccida cordura.

79
Gajos de piel

Ella desnuda va.


Desgaja su piel
en ruta al poniente.
Sabe a naranja, sabe a miel,
a luz de luna sobre sus pies.
Ella desnuda va,
deshilando sin pesar,
vertiendo en aleteos
solfeos a estrenar…
Ocaso impertinente
reclama propiedad:
ella… en él se
pierde…, no quiere
regresar.

80
Quiero volver…

Quiero volver… al
verde y al celeste
confundida por los aires
en un tono de ave agreste,
o tal vez,
sobre las piedras
siendo agua transparente
como bálsamo de fe en
un vadear permanente.
Quiero volver…
me cueste lo que me cueste
como nudo sobre lengas en
simbiosis de asperezas; o
musgo sobre el pehuén en
el lado que lo prefiera.
Quiero volver…
en camino irregular
de activas hormigas sabias
que conocen adonde van
al son de marcha pactada.
Quiero volver…
al viento que apetece
de los pliegues de mi piel;
de mis locas pequeñeces
cuando escurro bajo el sol
y deliro simplemente.
Quiero volver…
mi cuerpo ya desvanece!

81
Desliz

Que a sus oídos llegue


tu voz sin tanto vuelo,
en una porción de seda
deslizándose hasta el suelo;
a su corazón… tus latidos,
—golpeteos en desconcierto—
por un desliz consentido
en el nombre de algún deseo;
que tus manos llenen
sus pechos huecos de tiempo
y en su vientre le despiertes
el temblor de sus adentros.
Que la razón no halle
entre dos, un juzgamiento;
tan sólo son, entre dos,
un desliz que va cediendo.

82
El paso del tiempo

El paso del tiempo


acordona mañanas
con nudos gastados
en calzados de lana;
arruga las manos
si tejen nostalgias
y suaviza miradas
detrás de las gafas.
El paso del tiempo
matiza con canas
cabellos inciertos
que enredan almohadas;
y sabe de lágrimas
si fluyen recuerdos
de noches cansadas,
entre tantos silencios.
Sí…
El paso del tiempo
acordona mañanas
y entibia las huellas
en calzados de lana.

83
Sebastián Brullo Celso (Sebastián Guerra)
nació en 1971 en la localidad de Neuquén donde
actualmente reside. Es poeta, profesor, militante
político social y activista. Dirigió y participó del
taller Escritores por la libertad. Es autor de los libros:
Introspección, Solo, entre otros. Coautor de los libros:
Del Feminismo Burgués y otras contrarrevoluciones
y Crónicas de la rabia.
Paralelas

Justo donde se unen las paralelas,


encuentro perros blancos,
sacos rotos e inviernos sin cobija.
Ese punto imperceptible, imperfecto,
cuestiona toda tesis y valida toda posibilidad.

Aunque más oportuno sería


encontrarte en el mismo punto
donde te invento, donde te busco,
en esas rectas que al fin y al cabo
parece que no se unen.

Ese amor rectilíneo que expresa


la distancia entre Francia y París,
entre Cortázar y la maga, entre
Borges y Girondo, entre vos y yo,
ese amor que te profeso
preso de mí
tan deseo, tan de vos,
tan Lacán con toca.

Lejos de Leopoldo, de Lugones


incluso de Güiraldes,
tan poema sin poeta, tan
acá va a correr sangre.
Justo ahí donde se unen Las paralelas
te encuentro en tus manías
en mis palabras, en el infinito.

85
El grito sagrado

Oíd el grito de rotas cadenas…


De congresos vallados de acero,
con jubilados gritándole al cielo,
de obreros muriendo muriendo.
Con políticas que avanzan hacia atrás,
con cantores que no quieren cantar
y nos creemos en libertad.
Oíd el grito de rotas cadenas…
Que la muerte en la esquina te espera
con un tetra de reseras esperas,
porque un rati de envidia un tiro te pega,
por el pelo largo, por el corto o la pandemia.
Oíd el grito de rotas cadenas…
De Mujicas muertos por la misma iglesia,
por la misma iglesia murió el indio,
por la misma espada por el mismo libro.
Oíd el grito de rotas cadenas…
De Mitre, Videla o Emilio Massera,
De Agosti, Galtieri y López Rega,
matando a los sabios matando poetas.
Matando a la gente matando la esencia,
matando matando por la resistencia.
De gritos que piden rotas cadenas.

86
La Casa

La casa es húmeda de goteras,


en ella habitan arañas, ratones y fantasmas.

La casa, no era mi casa, pero


lo es. La casa no será mi casa.
Construida de sacrificios, indiferencia
y soledades compartidas a mi casa
le faltan cosas: un perro, una cámara de fotos,
y le sobran otras, recuerdos de casas,
de casas por construir.

En ella, guardo objetos del pasado,


como rémora de un tiempo perdido,
como un espacio sin tiempo,
y sin embargo tiene fecha de caducidad.

Paso en ella los ratos pensando,


enciendo un sahumerio, fuego,
el techo; mi sexo.
Quedo en aparente suspensión
mientras el mundo se mueve sin importarle.
Detenida como un reloj sin tiempo,
como una brújula que no sabe dónde continuar.

En medio de la casa hay una valija,


que me recuerda de dónde vengo,
los lugares donde nunca jamás conoceré,
que cuestiona que la mire y me suplica:
que la lleve a algún lugar, que la llene de casas.

87
Humberto Omar Burgos nació en 1951 en San
Martín de los Andes y reside, desde muy joven,
en Neuquén Capital. Escritor, jardinero; ejerce la
docencia como miembro de la Asociación Amigos
de la Jardinería. Trabajó 40 años en los espacios
verdes de Casa de Gobierno y la Residencia del Señor
Gobernador de la Provincia de Neuquén. Escribe
desde el año 2000, en forma amateur, y ha publi­
cado: Germinando Versos, Décimas desde el alma y Y son
cuestiones nomás (Impresión arte); Mi oficio (educo).
Gran parte de su obra permanece inédita.
1.
Y la noche llegó impía
y la inmensa soledad
derramaba oscuridad
sobre la pampa bravía.
Las estrellas escondidas
negándose aparecer
ya no me dejaban ver
las zampas y cortaderas
ni las nativas vidrieras
por tan denso anochecer.

2.
Cansado de tanto andar
y tantas cosas haciendo
el sueño me fue envolviendo
y pronto me fui acostar
tuve un raro despertar
que cuando suelo acordarme
de emoción puedo llenarme
porque nunca me olvido
de los momentos vividos
que deseo comentarle.

3.
Le comento que desperté
un tanto desorientado.
¿Fue cierto o habré soñado?
Hoy, la verdad, no lo sé.

89
Cierto es que me lavé
y luego prendí el fogón
ensillé mi cimarrón
después de poner la pava
y cuando esta silbaba
de mate sentí el sabor.

4.
Rayando el horizonte
el alba ya se veía
anunciando el nuevo día
sobre el espeso monte
yo despacio, sin apronte
el mate y la pava guardé
después el hacha agarré
pues sacar leña quería
comos tantos otros días
tal tarea realicé.

5.
Hoy al alba me desperté
y le cuento que en verdad
me pareció realidad
que despierto lo soñé
por eso es que me animé
paso a paso contarlo
lo invito a disfrutarlo
creo que le agradará

90
y seguro apreciará
cómo voy a relatarlo.

6.
No sé si estaba dormido
o si despierto soñaba.
La belleza que reinaba
me dejaba embelecido
ya que apreciarla he podido
intenté en mi descripción
contarla en su dimensión
aunque tal vez no consiga
que todo cuanto aquí diga
logre llamar su atención.
(…)

8.
El aroma del jarillal
reinaba en aquel rincón.
Mi excelente ubicación
me permitía disfrutar
ese cuadro natural
anhelo de un buen pintor
cual ideal receptor
para poder enmarcarlo
y en una tela plasmarlo
como su obra mejor.
(…)

91
10.
Los zorros de agua se van
algunos cisnes regresan
ya los chillidos comienzan
con las aves que ya están
otras especies vendrán
algunas con sus pichones
y se verán a montones
garzas, patos, gallaretas
y las gaviotas coquetas
con sus graznidos chillones.
(…)

15.
En aquel rincón mostraba
la natura, su expresión.
Yo asistiendo a tal función
esas estampas guardaba
en mi mente las grababa
y hoy las quiero rescatar
una a una, resaltar
todas aquellas vivencias
que sumaron a mi ciencia
cosas que pude apreciar.

92
16.
En el mallín ribereño
verde, cortito, tupido
al parecer muy mullido
de este rincón sureño
me hace sentir el dueño
al describir el paisaje.
Echaré otro vistaje
en busca de mas tibiezas
impregnadas de bellezas
en tan hermoso paraje.

93
Gerardo Burton nació en 1951, en Buenos Aires
y, desde 1986, reside en Neuquén Capital. Es escritor,
periodista y editor de libros. Trabajó en diarios y
radios de la región patagónica. Ha publicado poesía
y prosa desde el año 1979 hasta la actualidad. Edita
plaquetas y afiches de poesía en forma artesanal
y no comercial con el sello la cebolla de vidrio ediciones
que ya supera los cuarenta títulos. Algunos de
sus libros son: Los juegos ocultos y corazón de aguas
(La lámpara errante); Radiofotos (Último Reino);
Tranvía 4 (Ediciones con Doble Zeta); La piedra y la raíz
(Espacio Hudson); Cantares de junio (Ediciones Del
Dock, 2021), entre otros.
AH, BABILONIA, ME EXTENUÁS Y TE AMO
y tus muros y recodos
cubiertos de basura, y tu piel
bella bajo los reflectores
llevan el número de mis derrotas

ah, babilonia, tus pies en el aire


tus voces, tus canciones
y el embrujo con que me tienes atrapado
las cenizas del fuego que te hará nacer, pura como nunca
ya sin necesidad de colgar versos en el otoño
y ya sin verte, tan lejos estarás

no sabés cómo te amo


ni tus mujeres reconocen mi mirada
ni las cadencias
de esta voz que perdura más allá del alcohol y los relojes

no, babilonia, no me tendrás

mientras los soles se ponen y tus moradores se duelen


no dejás lugar
no dejás sitio
te creés la noche, y sos miserable

nadie en tus lunas podrá beber, maldita


cómo me has arrojado de tus ijares
como me desgarraste las retinas

ah, babilonia, los platos sucios se acumulan


y sos inhóspita como la verdad, como el delirio
y mi pobre territorio, pequeña
ya no existís más que en mi alma,
babilonia querida
querida traidora
95
comunión de santos

a bob killmeate

yo planté esta higuera


cuando era apenas un brote
que me dio mi amigo

él ya murió: había vivido


había sobrevivido
sin perder la alegría
ni esconder el corazón

recuerdo la tarde de invierno


cuando me dio esa rama: quedaba poca luz
entre los álamos sin hojas

hablábamos de amores perdidos o por perder


de la lucha
de la fe
de las persecuciones
de cómo habíamos llegado hasta allí

varias veces estuvimos distanciados


por egoísmos
tonterías de la personalidad

y hoy, muchos veranos después


mientras cosecho higos negros
no sé por qué vuelve así la memoria

96
quizás esté aquí entre las hojas de la higuera
que arden en la piel de los brazos
en la cara

quizás esté con los otros que


también están
en la leve brisa del atardecer, en el
aroma de los higos frescos
o cerca de las uvas
o en las frambuesas

es que todo es aire apenas recortado


y allí se vive

97
mientras leo poetas de la patagonia

es difícil la poesía
nada
asegura una factura feliz
nadie
sabe si esas palabras
no sonarán con mejor música
que el silencio
o si
la luminosidad del sentido
no será opacada
por un aliento feroz, o por esas flores
que, podridas, abran
terribles abismos
allí donde el poeta sólo
puso preguntas

nada es seguro, nadie


ayuda en el vértigo
de estar solo
frente al poema, o dentro
de él
o debajo de las palabras, o arriba
y esa soledad nada
soluciona, nada
responde
salvo que el dolor
no vence, y la muerte parece dulce

98
no es fácil, se sabe, la
poesía; elude
los márgenes, huye como
mariposa blanca entre los tomates de la huerta
permanece
como el perfume de las retamas
en la suave penumbra de la tarde
y sólo al irse, recién entonces es seguro
que estuvo ahí
que estuvo ahí

99
Eric Emmanuel Cabrera nació en 1991, en la loca­
lidad de Zapala y actualmente reside en Neuquén
Capital. Es poeta, músico, compositor e intérprete;
militante político-social. Fue coordinador del taller
literario Escritores por la libertad. Su obra permanece
inédita.
Pan duro

¿Habré pasado suficiente hambre?


Me pregunto a menudo
sin siquiera encontrar la respuesta.
¿Y si algún día he de encontrarla?
¿Será inmenso el sentimiento de paz?
¿Son las respuestas el fin
de una eterna búsqueda?
¿Y si la búsqueda queda en la nada?
Nada me habrá de quitar las armas
si me he preguntado siempre:

¿Habré pasado suficiente hambre?

101
El cajón de los fracasos

En el cajón de mis fracasos suelo hurgar


de vez en cuando alguna
desilusión guardada allí en silencio.
Tomo coraje, es difícil no tropezar
pues un cajón tan inmenso
acumula tanto de vez en cuando
que es preciso revisarlo.
He pensado cerrarlo muchas veces
para no volver jamás.
Pero, es que no existe llave
cualquier imagen, objeto o recuerdo
tiene el poder de abrirlo,
entonces
revuelvo y desordeno.
El otro día vi matar a alguien.
Imagínense el estado de ánimo
desesperación, angustia, derrota y bronca.
De vez en cuando siento inservible
abrir el cajón
si no encuentro las palabras
y tomo como cierto
los Prejuicios que arrastra la gente.
Vería que el muerto
sigo siendo yo.

102
La bruma y el silencio

Tiempo atrás,
inmemorial
y desde entonces ha tronado una historia.
La Vida ha brotado como una flor,
cuando ha reinado la luz.
Y vuelve con el viento a mí.

Si fuera tarde,
se ahogaría en mi memoria
la bruma olvido ha dejado,
como aquello que se pierde.
Y todo eso pesa al igual que el silencio.

103
María Mercedes Calfuqueo nació en 1956 en
Cinco Saltos, Provincia de Río Negro; reside actual­
mente en la localidad de San Patricio del Chañar,
Provincia de Neuquén. Trabaja en la Municipalidad
de su localidad. Ha participado en concursos muni­
cipales y privados; encuentros de escritores de la
Universidad Nacional del Comahue. Su obra perma­
nece inédita.
A los ex combatientes

Jóvenes argentinos marcharon a combatir


sin saber si su destino sería un final feliz
los invadió la nostalgia con un adiós al partir
grabado quedó el recuerdo,
de aquel crudo Dos de Abril.

Aviones caídos y cuerpos sin vida


yacían inertes en la inmensidad
dónde está la ciencia de los que comandan
leyes terrenales, empuñando armas
acribillando cuerpos, en cada batalla.

La patria regada, con sangre inocente


enluta con llanto, tristeza y dolor.
Madres que reclaman sus hijos perdidos
implorando angustia y desesperación.

Hoy a tantos años de sangrienta guerra


jamás en la historia se podrá borrar
de los combatientes que sobrevivieron
a la peor desgracia de la Humanidad.

105
Volver a la juventud

Quiero volver a ser niño para no tener que sufrir


tan sólo el amor materno quiero volver a sentir.
Vagar por campos inmensos, travieso juego infantil
subir por altas montañas, así me siento feliz.

Correr por los verdes prados atrapando mariposas


sentir el calor del sol, en mi frente perezosa.
Que me invadan los silbidos de gorriones y gaviotas
y el perfume natural de la vegetación verdosa.

Que exista un paraíso reinado por Principitos


que solo habite la infancia en ese lugar bendito.
Que nunca llegue a crecer es muy injusto el destino
la vida se pone terca, se convierte en enemiga.

106
Primavera

Mira las blancas palomas que vuelan por la expansión


el perfume que se huele invadiendo la extensión.
Cantan alegres las aves, llega una nueva estación
cambiando va los colores, rejuvenece el amor.

La primavera llega y con ella la floración.


La magia envuelve la esencia de cada pétalo en flor
un capullo adormecido despierta con gran fulgor
matizando los colores en cada vegetación.

Atmósfera y sol diseñan, todo cambia de color


de verde cubre los campos, cual un perfecto pintor.
La madre naturaleza la cobija con amor
descubriendo un pimpollo que en silencio renació.

107
Cristian Fernando Carrasco nació en 1978
en Villa Regina, Provincia de Río Negro; actualmente
reside en la localidad de Neuquén Capital. Profesor
en Letras, escritor. Además de prosa y poesía, escribe
guiones para historieta y colabora con revistas de
difusión cultural. Ha publicado los libros de poesía
Control remoto universal (Espacio Hudson); Culpen
a los aplausos (Ediciones con Doble Zeta) y la novela
Hijos de dios (Vela al viento Ediciones Patagónicas).
En el primer día

Las aguas se dividieron en océanos


permitiendo a la tierra elevarse

las nubes cedieron paso


a la luz que expectante
ansiaba caer sobre el mundo

y el hombre tuvo entonces


un lugar firme e iluminado
donde sufrir

109
Padecimiento

como buscando solución a un desarreglo primario


en pleno padecimiento de acentos faltantes
repeticiones ociosas adjetivos que sobran

levantamos torres de palabras para alcanzar el sentido


pero la realidad nos derriba
(cada vez que digo realidad siento que de una u otra forma
estoy mintiendo)
confunde nuestra lengua única en grupúsculos
escuelas —ismos siameses fantasma

el estado de las cosas es una piedra que patear


cuando el frío amenaza con agarrotarnos las piernas

probamos que no existe la verdad al multiplicar ficciones


al inventar alternativas allí donde nos ofrecen
gacetillas de prensa camufladas en tropos discursivos
folletos que venden tiempos compartidos
en las playas todo-incluido del más allá

y no importa que una vida dedicada a escribir


sea sólo una forma elegante
de alargar la palabra fracaso

110
Monopolio

Los dados caen sobre enormes espacios


deshabitados

en los futuros barrios residenciales


cada recta pertenece de antemano
a una clase social

los terrenos cada vez más caros


los colores cada vez más claros

luz agua transporte


podés tenerlo todo

el capital inicial se ordena en una pila frente a tus ojos


papelito carente de valor real sobre papelito carente de valor real
sin que hayas hecho nada para reunirlo

una vuelta y me rehúso a comprar


otra vuelta y aún me rehúso a comprar
una vuelta más
y debo pagarle alquiler a mi hija

ella me dice que ya basta con el capitalismo


con el bebé persiguiendo el dólar
que esto es sólo un juego

los ojos entrecerrados


media circunferencia me observa
marrón y profundo el arco del iris

111
y pienso que el filo
siempre corta por lo más delgado

mientras me quedo
en un barrio encerrado
inmóvil en mitad de la cuadra
donde se cruzan el Boulevard de los Sueños Rotos
y la Calle Desolación

112
Flavia Carvallo nació en 1990 en la ciudad de
Concordia, Provincia de Entre Ríos; reside en la
localidad de San Martín de los Andes. Es profesora
de Literatura e integrante del Centro Editor de su
localidad y de la Biblioteca Popular Ruca Trabún.
Como integrante activa participó en la publicación
de la antología Nos queda el mundo (algún poema tiene
que haber) de la Colectiva de Escritoras Patagónicas,
Casa San Martín de los Andes.
Tramo final

Apenas soy colores


la luz de un cuerpo negro,
¿cómo sobrevive el silencio?
¿teme?
¿por qué se funde en la garganta
como un camino perdido?
Si corre bajo mi ropa
lo abrigaré en mi pecho
y ya no será pecho,
será cárcel.

115
Sentencia

Te extirpás del alma


una fuerza púrpura
con el corazón cosido a tus manos
con el delito de tus piernas.
Sos una sentencia perdida
perseguida por una sombra
que apenas es suya.

116
Salida

El último espacio del libro


es un alto
una bandera blanca de suicidio,
es mi cara
al filo de la ventana.
Detrás de ella
una cama vacía,
un desecho sólido
de cuando estuve viva.

117
Yamila Cerda nació en 1984, en 25 de Mayo,
Provincia de La Pampa; actualmente, reside en la
localidad de Neuquén Capital. Ha publicado de
manera independiente y autogestiva: Luces en el alma,
Cosechando nuestros valores, Tiempo de arena, Voces
en el silencio, y Las energías del río. Participa de talleres,
lecturas, espacio colectivos de cultura y concursos.
Título del poeta

Soy poeta aunque no tenga estudio.


Hacer poesía me inspira, me transporta
a otro mundo de mariposas.
No puede tener un título
la voz del viento, el ruido del mar,
el abrazo de un niño
ni la sonrisa compartida.

Más que estudio


tiene aprendizaje:
el sonido del silencio,
la luz de la luna
brillando en el cielo.
No tienen título,
ni certificado.

Tiene premios eternos


de amar la noche y disfrutar la vida
con sólo tener el título de apreciarla.

119
Libres

Ser libres
Amar la vida
Desnudar la risa
Cantar la lucha
Derribar miedos
Dar batalla

Y salir en búsqueda de lo que sueño


Dar gracias cuando lo logro
Tener valor

Y que no me rinda

Ni aún en estos tiempos

Porque la fortaleza no se debilita


Si aún tengo esperanzas
Las pruebas difíciles
Siempre hay que superarlas
Con la compañía de la gente que te quiere
Con una mirada o una palabra
Que penetran en el fondo de mi alma

120
Salmos y proverbios de mi vida

Vientos del oeste que me llevas hasta el mar


a conquistar olas que me llevan más allá.
Tormentas que supe aguantar
para esperar el arco iris
después de la oscuridad.

Un sol que me iluminó con


tanta claridad para seguir
adelante
en búsqueda de la felicidad
que me esperaba en la isla de más allá.

Estos vientos fueron mis pensamientos y sentimientos


que escribí con el paso del tiempo.
También fueron proverbios y salmos de mi propia vida
a la que llevo con alegría.
Gracias a eso pude conquistar el corazón
y dejarlo que resuene
volviéndose dueño de su propio andar.

121
Andrea Nelly Cisneros nació en 1959, en la loca­
lidad de Cutral Có, y actualmente reside en Neuquén
Capital. Es profesora en Letras, docente de Lengua
y Literatura jubilada, diplomada en Lectura, Escri­
tura y Educación. Participa en talleres de lectura y
escritura, desde 2020, en el taller «La casa del pan»
dirigido por Marita Molfese. Ha escrito tres novelas
que permanecen inéditas.
Des MeMoria

Hay que caer y no se puede elegir dónde.


Roberto Juarroz

La única memoria de un golpe


(miento, hay otras indeseables)
descansa en la punta de los dedos
reflejo de una red enmarañada
de nervios que arrancan más arriba.
Agujereada, tiraniza el movimiento
y adormece dos acciones demoníacas:
copiar y pegar.

Una cámara lenta da el inicio


a una secuencia que deslía
los objetos, las piernas y las manos
para dar por último en el filo
de otro filo más vital que
ennegrece el circuito en un instante
y que Dios no tan necio
reinicia raudamente.

123
Desde la luna

Al filo y en subida
si la noche ha quedado establecida
irrumpe caprichosa
a dar batalla
contra el día o un universo
de astros encendidos. Y se suspende
sobre Atlas que ignora en sus espaldas
la ingravidez mas grávida,
cuya norma
trazará los ciclos, el destino
las horas, los días, las fracciones
el tiempo de descuento
la ruptura de las olas
y las fuentes derramadas
indicarán, ahora.
Quieta, ahí, no te vayas
no dejes que me mueva
atraviesa esa otra luz de la alborada
des luna menos una,
restando
las calendas.
Desde tu condenada oscuridad
derramarás tu luz
una vez
y otra
más.

124
Donde anides

Anidan aves
pero serpientes anidan
presagiando un dolor o una ausencia.

Anida un huevo sin tiempo exacto,


anida el odio, bajo tu manto.
El mundo cambia y se anuda el nido
¿Qué habrá sido de ese lugar tan
arrasado?
Habrá otro nido nuevo,
habrá una cúpula de barro,
de que otro nido anide
en ese cuerpo misterioso y acabado
que engendra mucho más de lo que ha
dado
y recibe a sus pies
un mundo doblegado,
el del amor, el de la vida y el descaro
de insistir en amar y ser amado.

125
Raquel María Cognini nació en 1960 en Labou­
laye, Provincia de Córdoba, y reside actualmente
en Neuquén Capital. Es profesora de Nivel Inicial,
de Educación Primaria y de Matemáticas. Participa
en los talleres de lectura y escritura coordinados por
las escritoras Adriana Trecco (Decires) y Lilí Muñoz.
Ganadora del Concurso de relatos En primera persona:
Aprendizaje de los grandes en tiempos de pandemia,
con la narración Levedad. Su obra permanece inédita.
Tríada despótica

Destiempo

Insisto al tiempo que transcurra.


Le pido a mi aliento que humedezca la brisa.
Intervengo mi voz para que grite.
Le ruego al dolor que no se esconda.

Mientras, me someto a la carrera indefinida


entre el girar del minutero y las agujas reinas,
que nunca acabará.

Sé que cuando mi existir quiera expirar


pensaré que la vida es un instante.

127
Desamor

El deseo mora agazapado


en el frío de una sombra.
Me duelen las caricias descartadas.
Me duelen los abrazos de estar quietos.
Me duele la mitad desocupada de la cama.

Los labios desertados se ajan.


Se gastan los latidos.

No acierto a pegar las trizas de los sueños


con ternura fermentada.

Y en esa encrucijada inverosímil el


resiliente amor pierde la batalla.

128
Desidia

No le temo a la muerte.

En un oasis de destrucción y de locura


su estridente insanía se percata.

El beso desalmado de su boca


es el artífice del letargo
que desanima y enmudece las ganas.

Me atrinchero en revoltijos de emociones.


Invito a la revolución de lágrimas.
Destapo las fibras existentes
para inyectar afanes de estallar.

Porque la muerte, a veces, de vida se disfraza.

129
Malena Colantonio nació en 1974 en la ciudad
de Neuquén Capital, donde actualmente reside.
Es escritora, promotora editorial y tallerista. Parti­
cipa, desde hace mas de una década, en el Taller
literario coordinado por la escritora María Cristina
Ramos. Forma parte de la Antología Cielo de relám­
pagos de la Editorial Ruedamares. El resto de su
obra aún permanece inédita.
Patito feo y otros cuentos

Cuando fui niña eran cuentos de hadas,


lobos que se comen rojas caperuzas;
brujas con casas de azúcar chocolate;
una joven tan blanca como la nieve,
rescatada por un príncipe valiente.

Yo tenía un papaíto, Papaíto piernas largas;


ese era mi cuento de hadas.

Cuando fui menos niña, si se puede ser menos,


leía novelas de tiempos miserables,
cicateros resueltos y decentes; cuentos de príncipes
que ruegan le saquen los ojos como tributo al otro;
poemas de cuervos sobre el busto de Palas.

Tenía un papaíto escondido entre las sombras,


con piernas largas, con largas piernas proyectadas.

Cuando fui adulta, si capaz algún día llego a serlo,


ya no leía cuentos, ni me contaban.
Descubrí la memoria de lo que se esconde,
comprendí que a veces te devoran, te pierdes,
te rescatan, te olvidan junto a un pájaro muerto.

Nunca tuve un papaíto, Papaíto piernas largas.


Solo era un libro, tal vez, otro cuento de hadas.

131
Mario Oscar Contreras nació en el año 1955 en
la localidad de Las Coloradas, Provincia de Neuquén,
donde actualmente reside. Fue Concejal, Juez de Paz
e Intendente interino de su localidad. Ha sido un
activo participante de lecturas poéticas en encuen­
tros y homenajes a viejos pobladores del lugar.
Activo colaborador de la la Biblioteca Popular Quintu
C’me Rakizuam. Escribe en forma amateur y su obra
literaria permanece inédita.
A mi abuelo Primitivo

Primitivo te llamabas y viniste de boyero


trabajaste en las estancias de unos cuantos estancieros,
tu tarea fue muy dura en esos campos abiertos
donde dejó muchas huellas la conquista del desierto.
Eras muy gaucho y valiente
nada te detenía, siempre mirando al frente.
En los caminos siempre buscabas
el destino que la vida te dejaba.
Un día te detuviste a pensar en soledad
te preguntaste qué hago tan solo
por qué no buscar compañera que hace la vida más linda
y no con tantas tranqueras.
Y conociste a mi abuela
aquella moza tan bella de la cual te enamoraste
y armaron la pareja para siempre en el gauchaje.
Luego llegaron los hijos entre ellos mi madre
de esa rama vengo yo, y siempre quise buscarte
aunque es una historia traumada que llevo en el corazón
que nunca pude conocerlo y ni para decirle adiós.
Tu final fue muy extraño.
Cómo caíste del carro y nadie pudo salvarte
Seguro que te fuiste cumpliendo con el deber
de ese hombre de gauchaje.
Recuerdo aquellos campos donde solías correr
pero eso ya no importa abuelo.
Algún día nos vamos a conocer
y siguiendo mi deseo seguro será en el cielo.

133
La partida de la Horte

Me tuviste en los brazos cuando era apenas un gurí,


vos sabés lo que sufrí en esos tiempos en la estancia
me pusiste un abrigo para que no pasara frío.
Y aguantar el hastío.

De a poco se nos están yendo los ancianos de mi pueblo,


que sembraron con su amor y esperanza
dejándonos su enseñanza, del respeto y la amistad.

Yo no sé cómo expresarte mi cariño y gratitud.


Fuiste madre de muchos grandes
y también de la juventud.

Sentimos tu partida, ya no estás con nosotros


pero seguro andarás junto a alguna estrella
para jugar en el cielo aunque parezca loco.

Tuve la suerte estos días de poderme despedir


y vi en tus ojos ya tristes lo que me querías decir
Ahí no más hablé con tata Dios para que no te haga más sufrir.

Lo que le pido a todo hijo


que cuidemos a nuestros padres
después es demasiado tarde cuando ya se nos van.

Horte, te nos fuiste para siempre


así es que nos invade la tristeza y un dolor profundo.
Pedimos a nuestro padre para que guíe su andar
y recemos todos juntos para que descanse en paz.

134
Semblanzas de mi pueblo, Las Coloradas

Según cuentan los mayores este pueblo era de paso


de gente humilde y de gauchos.
Nacieron domadores y muy buenos para el lazo.
Estas eran sus tareas y sus primeros trabajos
peón de campo y con orgullo, decían los pobladores,
y muchos se destacaban por rápidos esquiladores.
Pueblo de Las Coloradas que naciste junto al río
cobijaste en tu suelo a un puñado de hijos
que vinieron a tu encuentro para juntos ver pasar la tristeza y el olvido.
Cuanto más crecen los pueblos
más grande es el desafío
de ponerle el pecho a todo
aguantar lluvia, viento y tremendos fríos.

Pueblo mío y te quiero


porque me muestras que no tenemos nada para mostrar
siempre hubo mucho cariño que queremos brindar
todo antes se hacía a pulmón
el agua era escasa y de la vivienda ni hablar
la luz era un farol, ese era nuestro alumbrar.
Vivimos muy contentos y con alegría
eso es Las Coloradas por si usted no sabía.
Recuerdo la escuela vieja y me lleno de nostalgia
haber visto tantos niños que por allí caminaron
aprendieron los números y el abecedario
hoy ya todos hombres son, con toda su familia
luchan en el vecindario.

135
Primero fue Jorge Abel el que condujo este pueblo
dándole una mano al vecino
fue creciendo despacito encontrando su destino
Hoy le toca a Milton Díaz de seguir por esa brecha
de hacer feliz a la gente, pero sobre todo a ella.

Hoy cumplís un nuevo año


ya no sos chiquita fuiste creciendo de a poco
Y estás mucho más bonita.
Nos faltan algunas cosas que sabremos pelearlas juntos
dejando de lado desprecios y rencor
si miramos siempre adelante
el futuro será mejor.

136
Mirta Córdoba nació en 1955 en Rosario, Provincia
de Santa Fe, y reside en Neuquén Capital desde 1978.
Es artista visual y escritora. Presidenta de anap
(Asociación Neuquina de Artistas Plásticos). Perte­
nece al grupo de escritores La Mano en la Sed de
Neuquén. Es miembro del jehn (Junta de Estudios
Históricos de Neuquén). Primer premio Certamen
Nacional de Poesía ilustrada y premio compartido
con el libro Voces en la orilla (Mestizoamérica).
Otras publicaciones: Imágenes (Planeta color); Signos
en el camino (Editorial Lo hago como puedo).
Corazón de aldea

Tuve orgullo y un corazón de aldea,


un sinfín de aliados y pájaros,
algunas lunas y otras reflejadas en el agua, otra
mi cara redonda, mis rasgos de plata y
de plata mis aros.
Tuve el respeto de mi pueblo y
de otros pueblos, respeto de mi estirpe aquí apostada… selva.
Por el humo infinito de los volcanes, respiró
mi sangre de valles y montañas,
en el verbo alcanzado por la lengua transmitida,
ancestral y acostumbrada de distancias.
Fui fuego y todas las partes del fuego nombradas… espíritu,
semilla y arcilla que ocupa una vasija cocida de silencio
y esperanza… descanso,
agüita clara que baja del deshielo, para
jugar con las manos y repetirlas por las mañanas.
Fui canto en el eco milenario de los Andes, cielo… vuelo,
silbido del desierto apretado bajo mis pies
descalzos, arena y jarilla, tomillo para la hogaza… viento,
Instrumento de viento, y sonido que se pega en el cuero de los tambores,
en el pecho arrinconada la danza que venía de esos tiempos.
Y tiempo de buena palabra que entraba por el oído
y pronunciaba de alma… sí de alma.
Fui piel cubierta con pieles
y boca en la boca del deseo de un nativo de mi raza.
Fui madre mirando al Este, protegida por él
y cuidada por todos, pariendo cariño y hablando bajito… instruyendo al hijo.
Hasta que aquel extraño que vino de lejos.
¡Hasta que aquel extraño, que digo!!!
«¡Pucha!!… que no lo conozco»… Aquel extraño opacó mis sueños…

139
El río tiene un costado altivo

El río tiene un costado altivo,


no busca orden ni nostalgia,
arrogante, dueño de azul a las trece y treinta.
—Deja que lleve la mirada lejos—
—Deja que encuentre el color exacto—
Rápido de frío,
osado de viento, agosto y septiembre.
Interroga desde hace tiempo.
¿Quién se atreve a nadar de lado a lado?
El río tiene una corriente verde
en un pozo escondido que nadie sabe.
El río lleva a la rastra troncos furtivos y un copo de nieve.
Rozando las bardas, arcilla y jarilla
me traen su aroma sin detenerse.
Riega el suelo sin olvidar su curso. Mientras,
el río tiene un costado altivo,
suena
música
y piedra,
arena
y furor.

140
En la orilla, el que no sabe nada

Ayer, el río clama desde su cauce de piedras,


más allá del verde y sus raíces internas,
las tardes están al tanto de escenas y cisnes.
Las tardes están sabiendo un tiempo del Sur y cómplices silencios.
Batallas,
que se sumergen, por cada año.
cuando un remolino interrumpe las últimas horas.

El que camina en su orilla no sabe nada,


que estuvieron los antiguos, lidiando.
Los caballos cansados, los hombres murmuran: ¡no importa!
desde la otra margen,
arenal.
De órdenes tajantes, acata el subordinado.
La mirada oscura, que trajo de lejos.
El grito en el alma, sacude su culpa.
Ellos dicen: ¡Total no valen! Ni lo carga en su espalda.

El que camina en su orilla no sabe nada.


No sabe del caudal rugiente de aquella época,
ni de las voces que vienen de ese lado.
—Una hoja vacía, un papel en blanco—.
Para el que borra y esparce, escribe de nuevo
y para el que quiere apuntes
de la tarde.

A lo lejos un vapor se pierde en la rivera,


cartas amarillas y un sauce.

141
Otra piedra y el caminante se aleja,
deja en la hierba húmeda, urgente su huella mas fresca
y su ignorancia.
En la orilla casi toda rima de ausencia, destino y clamor.
¡Cortina de álamos!
Los grises brotando
encierran el cielo,
del idioma impuesto, al pueblo quebrado,
a filo agudo, clarín en mano.
La cruz en alto, pienso: ¡Qué pena!…

Indagan al hombre,
que no sabe nada
de siglos,
historia,
sangre
y verano.

142
Ricardo Costa nació en 1958 en Capital Federal,
Provincia de Buenos Aires, y reside en Neuquén
Capital. Es escritor, docente y formador de formado­
res. Premiado en numerosos concursos, tanto
nacionales como internacionales. En el género poesía
ha publicado: Teatro Teorema (Fundación Antorchas,
Libros de Tierra Firme); Danza Curva (Ediciones
Del Dock), Mundo crudo, Patagonia Satori (Premio
Internacional de Poesía Macedonio Palomino,
México, Editorial Limón); Fenómeno natural (Premio
Nacional de Poesía Javier Adúriz, cedic); Crónica
menor. Antología mezquina (Ediciones con Doble Z);
Golpe Manco (El suri porfiado), entre otros. En género
novela: Fauna terca (El suri porfiado) y Todos tus huesos
apuntan al cielo (Premio Internacional de novela
Avilés Fabila, Editorial Ink).
Polvo mudo

En el libro que te regalé van cuatro poemas


escritos para vos.
Quienes lo leyeron no logran dar con las páginas
que te nombran.
Piensan que los engañé, porque no escuchan
lo que se oculta detrás del lenguaje.
Ponen los ojos en la lectura equivocada
y se esfuerzan por aplicar
una gramática inútil.
Creen que evocarte es recurrir a un lenguaje
común, o repetir una escritura arrugada
por el manoseo de las palabras.
Como aquella vez que nos abrazamos
ante al paso de un cortejo fúnebre
y nuestros corazones se estrellaron,
cruzándose entre sí para que sepamos
cuánto duele estar del lado del otro.
Es difícil creer en la palabra de un poeta,
porque sus libros están lejos de ir más allá
de lo que dice.
Quién sabe, a lo mejor un próximo abrazo
haría de nosotros ese polvo mudo
que flota en la luz cuando
el poema se apaga.

145
Taza china

Todavía estoy en esa taza que arrojé al baldío.


Cruzo todos los días por la esquina que la confunde
con basura ajena.
La veo resistir a la intemperie y me doy cuenta
de que aún permanezco en el recuerdo
de ese cuerpo enlozado, como también lo hace
la marca de tu boca sobre el filo de beber.
Ahora llueve sobre el campito y conmueve la forma
en que la taza se ofrece para recibir
el sudor sucio del agua.
Es admirable la manera que tiene de abrirse
a nuevas experiencias, las que conducen
a un progresivo punto de quiebre.
Cuando ocupaba un lugar en la mesa, los chicos decían
que la leche la vestía de novia, y vos destacabas
las virtudes de su generosidad.
Es decir, la falta de orgullo para dejarse acariciar
por nuestras bocas; un deseo antiguo
que brilla en el espíritu de ese cadáver,
el que sostiene toda la mugre del tiempo
en su podredumbre.

146
Bocado sanador

Es lo mismo que no encontrar las llaves de tu casa.


Te das cuenta de que las perdiste una vez que estás ahí,
cuando escuchás que el perro ladra por detrás de la puerta
y que no podés hacer nada para calmarlo, para explicarle que,
seguramente, se te cayeron cuando buscabas unas monedas
para darle a la chica de las estampitas.
Entonces deslizás a San Cayetano y al Sagrado Corazón
por debajo de la puerta, hasta que escuchás los resoplidos
del Simón sobre los santitos, como si estos fueran
un bocado sanador caído del cielo.
Algo así debe ser perder al amor de tu vida,
agacharse y mirar por el ojo de la cerradura
para comprobar que, de ahora en más,
la luz es un mundo que ya
no te corresponde.

147
Fernán Paulo Costantino nació en 1981 en Villa
Alicurá, Provincia del Neuquén, y reside en la locali­
dad de Cipolletti, Provincia de Río Negro. Trabaja
en el área IT de la Biblioteca Central de la Universidad
Nacional del Comahue, región Alto Valle. Participó,
desde 2017, en el taller de lectura e investigación
a cargo del escritor Javier Galarza. Entre las hojas pardo
(Ediciones El mono armado) es su primera publica­
ción en el género poesía.
1.

levanté una casa en el aire


para que sobreviva el viento

y trepado a un árbol
aullé tu nombre

una tarde de tormenta


cuando las ventanas dejaron de golpearse

149
2.

aferrados al relieve rugoso


encarnamos la humedad de la tierra

del árbol
las hojas cayeron y
golpeando el piso, dijiste

/agradece a este cuerpo/


/al vuelo intermitente del pájaro/

no es un sueño
es un regalo

150
3.

dormía a la sombra
y tus primeras palabras
fueron pétalos caídos
/también lo bello puede hacerte daño/

desperté sobre tierra negra


y un cuerpo pudo quitarme el aire
pero cerré los ojos

151
Lilian Raquel Costantino nació en 1968 en la
localidad de Cosquín, Provincia de Córdoba, y reside
actualmente en la localidad de Plaza Huincul,
Provincia de Neuquén. Es profesora en Ciencias Polí­
ticas, poeta, correctora y gestora cultural. Creadora
y coordinadora del Colectivo Cultural Atelier en Matices
de su localidad. Participa activamente en talleres
y encuentros de lectura. El libro En un acto de rebeldía
ha sido presentado en diferentes ferias y su obra
Presagios permanece inédito.
Nguillatun alma en el cerro

Desde el Maripil, el lofco observa su pueblo, sueña


con el juego de sus niños,
mientras la machi sucumbe a sus hechizos.
Trashumancia errante del criancero,
el neneo se transmuta en alimento estival.

En el Rahue, magia ancestral, en festejo;


festejo de tu año nuevo,
veinticuatro de junio a orillas del arroyo,
la oración nos mantiene despiertos entre
cánticos y estrellas,
mate caliente y tortas fritas.

Ritmo cadencioso de melodías antiguas,


dominan la mente,
el alma se escapa.
Ritual ancestral entre los peñascos,
a la orilla del arroyo,
nguillatun.

¡Mari mari peñi!


¡Mari mari peñi!

Los cóndores hacen su vuelo


a orillas de la nube que rodea el cerro,
el lofco orgulloso se inspira en él.
Maripil y Mañke se toman de la mano,
sosteniendo sus estandartes, festejan,
al alba.

153
Amanece alrededor de la fogata,
frío que te llega hasta las entrañas
ritual de estrellas; de los antepasados la sangre reclama.
El Huecú, la bulla de los loros despierta, sobre los álamos,
la sonrisa perpleja al haber olvidado el llanto.
Allí me encuentro…
Mi alma y yo en un solo cuerpo, huinca; con alma de cerro.

¡ieieieieie mari ce weu mari ce weu mari ce weu!

154
Parada de viento

Rojo de mejillas quemadas,


viento que cala en tu mirar.

Parada de viento…
Lágrimas te recorren,
ardiendo en tu piel despojada.

Parada de viento…
Desalineado en tu ropaje,
ojitos que lloran…

Parada de viento…
Pequeña luz, que crece
en tus voces al aire.

Parada de viento…
Remolino de tierra anidada,
en tu cabellera.

Parada de viento…
En manitos cuarteadas,
pasos cortos en la escalera.

Parada de viento…
Paseo por tu sendero
con clamor de deshielo.

155
Pétalos rojos, pétalos blancos

Pétalos rojos,
pétalos blancos cayeron a mis pies, mi pureza se esfumó aquel día,
tu perversidad no tuvo límites,
me laceraron tus garras dejando marcas,
que nadie pudo ver,
solo era yo gritando en el silencio mi niñez perdida.
/Yo la que lloraba al ver mis
pétalos rojos,
pétalos blancos mancillados
y convertidos en lágrimas de sangre que rodaban
/entre mis piernas.
Era yo con mi alma ultrajada en las sombras, ni pétalos rojos,
ni pétalos blancos, solo yo toda rota.
La culpa gobernó mis horas ha pasado tiempo, lo sé.
/Ahora sólo veo cicatrices,
ya no tienes poder sobre mí.
Pero vos… sí, pero vos madre,
vos la que sabías de mi ahogado desgarro, que sabías
/de mis lágrimas silenciosas,
de mi coraje, de mis rebeldías y las huidas de mí misma,
¿Qué hiciste?
¡Nada!
Sólo me ignorabas, temías que yo hablara,
sólo pensabas en tí misma,
en lo que los demás te dirían.
Yo te idolatraba, de tí me sostenía,
quedé como barco a la deriva, sola…
Escapando de los monstruos de la noche, mientras sentía tu mirada
ciega sobre mí, e intentaba justificarte.

156
¿Sabes? Al final descubrí que tus secretos, se parecían
a mis verdades,
y nos volvimos cómplices de lo mismo, Pero tranquila,
/descansa en paz en tu tumba,
ya ni temo, ni lloro,
mis rosas rojas y blancas han florecido,
ya no tiñen la tierra con sus lágrimas escarlatas.
Son guerreras,
son mis escudos de espinas verdes, verdes como la esperanza.

157
Fernanda Agustina Crespo nació 1984,
en Neuquén Capital, y reside actualmente
en la localidad de San Martín de los Andes.
Es docente de Nivel Inicial. Escribe poesía
desde niña. Participa de talleres de escritura
y lectura de poesía. Su trabajo permanece
inédito.
¿Qué voy a querer recordar en diez años de este momento?

Amanezco tibia, enroscada en las sábanas


y un pequeño haz de luz
me perfora un ojo. Encandila.
El primer instinto es cruzarle una almohada a mi cara
para desviarlo
poder dormir un poco más. Pero no quiero…
No quiero más oscuridad, no quiero dormir más.

Apoyo mis pies en el suelo frío, levanto la cortina


y me inundo de luz. Inunda el alma
los instintos y toda la desnudez que me abraza.
Estoy lista para un día más.
Con lagañas en los ojos cerrados todavía, llego
al tanteo a la cocina y pongo agua a calentar.
Voy directo al baño,
sacándome el calzón del culo con una mano y
con la otra tratando de despegar los ojos.
Imposible. Agua fría. Por fin puedo verme.
El espejo refleja una mujer dormida, cansada
y vivida, con el pelo blanco, más blanco que antes
¿Tantos años pasaron?

Con esa pregunta retumbando en mi cabeza


preparo unos mates y mientras chupo el primero
riego las plantas escondidas en el balcón.
Ups! Sigo desnuda. Uno de los privilegios de
ser una vieja solitaria y vintage. Me cebo otro mate.
Me envuelvo en un poncho gastado y
muy mío.

159
Cuarto o quinto mate, ya un poco lavado,
vuelve esa pregunta a retumbar.
¿Diez o quince años pasaron ya?
Desde que era libre, desde que no estaba tan sola.
Desde que sobreviví. Desde que dejé de ser yo
para ser lo que tenía que ser, ante la sociedad, el sistema,
y esta falsa democracia que nos hicieron creer
que era lo que el mundo pos-pandemia necesitaba.
Ahaaaaa!!! Maldito virus.
Maldito covid-19 que marcó un antes y un después
en la vida de los sobrevivientes.
Todavía no tengo nietos para contarles,
pero mejor que las nuevas generaciones duden,
cuestionen y conozcan la historia por
las historias urbanas
que cuentan los del viejo mundo
de cuando las personas todavía amaban con la piel
cuando tenías que salir a buscar lo que deseabas
cuando todavía existía la propiedad privada y
lo natural era legal
y podías decir lo que pensabas libremente
subiendo un video a YouTube
o teniendo un debate intenso en vivo, visto por miles.
Ya nada es tan libre. Muy pocos recuerdan.
Hoy silenciados.

Tapa boca le decían. Tapa opinión.


Tapa ideas. Tapa vida.
Así nos cuidaron, nos adiestraron.

160
Nos implantaron un chip de problemas, que
no eran problemas, pero nos mantenían entretenidos
buscando culpables, de culpas culposas imperdonables.
Creímos. Apostamos por la lucha.
Nos levantamos contra un enemigo imaginario
plantado
para no darnos cuenta de la realidad que nos pisaba la cabeza,
convirtiéndonos en los guardianes de la salud pública
nuestra responsabilidad.

Con la cara mojada tragándome los mocos


con un mate no tan mate
de recordar eso que me oprimía el pecho
mientras era esencial
y todo eso que reprimí para seguir adelante
decido y quiero sólo acordarme de esos
rostros amables, que me acompañaron y
todavía lo hacen, algunos, otros en mis sueños
y los abrazo y los beso como antes.
Como antes, cuando el mundo me parecía más
confortable fuera de estas paredes.
Me visto de gris
me pongo el tapa sonrisa a tono y
con lentes oscuros, pongo llave a mi vida mía.
Me mezclo entre los grises.
Me pierdo en una gran marea gris hasta
que me dejen volver.

161
Noemí Beatriz Cuenya nació en 1956 en la ciudad
de La Plata, Provincia de Buenos Aires, y desde 2004
reside en la localidad de Villa la Angostura. Es activa
participante del grupo literario Alamberse. Publicó:
¿Dónde estaré, entre tanto papel y dinosaurios que
vuelan? (La vida en el bosque); plaqueta número 73
(Ediciones Desmesura).
El pabellón del bosque
late en dos épocas,
puedo verlo en la brillante primavera,
cubierto de flores,
o con la madera patinada
por el largo abandono…
Ahí debía haberse celebrado algo
que no pudo ser.
El lugar lo recuerda y
espera.
Cada día de los tantos años,
—sobre hojas caídas, musgo,
nieve—
en el sendero que llega a él
se tienden cándidos, frescos pétalos.

Esplendor rubí y dorado.


El baile único de cada hoja.

El sol reposa su mejilla,


feliz,
sobre la tierra.

163
Las semillas
vestidas de pluma
cruzan el azul-azul.
El sonido del viento
y lo casi oculto.
Quiero hallar ahí,
alguna verdad.

Dibujados pétalos y pájaros,


Hilos irisados.
La única flor de luz,
y estrellas…
Ya no anhelo.

Despierto en un bote encallado,


que se mece…
Oigo una selva de pájaros.
Los párpados arden,
no los abro
no quiero saber.

El silencio llovizna,
cúbreme su campana
de aire y libertad,
espacio en que
me esfumo…

164
El pañil añoso es
una catedral.
La luz llega a la copa oscura
a través de un vitral.
Pequeños pájaros
salen satisfechos;
otra religión.

El temor revela
mi oscuridad
pero sigo andando
a ciegas, sabiendo ahora
que he de vivir
con el alma completa,
más lúcida,
menos engreída.

De paso, de paso…
Recién arribado y
siempre yéndose…

165
Walter Alejandro Cuevas nació en 1970
en Neuquén Capital, donde actualmente reside.
Es músico, autor e intérprete; docente y escritor.
Participa de encuentros, festivales, eventos artísti­
cos representando a la provincia. Ha publicado,
de forma independiente, los libros: Más allá del
amor, más acá del viento y Ellas. Con sus proyectos
de música popular de raíz folklórica ha recorrido
la región y todo el país.
Samurai

Maté mi propia ilusión


así como hace un samurai
al quitar su propia vida.

Te agradezco el puñal,
el destello de su filo
en la oscuridad de este día.

Te agradezco la oportunidad
de dar honroso final
a este amor de amores,
a esta irrepetible historia,
al jamás de los jamases.

Me voy liviano,
etéreo y luminoso
aunque me duelan las tripas
mientras me desangro.

Al fin y al cabo el dolor


es señal de estar viviendo,
y sigo sintiendo
y creo,
que fue un buen intento
haber entregado todo.

No cargues con culpas


ni temores,
no todos nacen valientes,
ni siquiera cautos.

167
Yo mismo he matado
de ilusiones,
y aquí me tienen los caminos
muriendo en un lento día
para volver a intentarlo.

Soltar

Que tengo que soltar, me dicen.


Que debo dejarte partir,
me recomiendan no esperarte,
ni pensarte,
mucho menos amarte de este modo.
Que te suelte, me dicen,
como si fuese tan fácil soltar
lo que me mantiene vivo.

168
La sed del alma

Hay otra sed,


que reclama silenciosa
que madura con el tiempo.

No es sed de aguas
ni de vinos
ni elixires milagrosos.

No sabe de esperas
ni recompensas
mucho menos de nostalgias.

Se requiebra, descascara,
Se hace polvo en las miradas,
arremete insolente.

Hay otra sed que no descansa,


hay otra sed,
la sed del alma.

169
María del Carmen Dadi Criado nació en 1970
en Capital Federal y reside en la ciudad de Neuquén.
Es arquitecta. Sus inquietudes literarias la llevaron
a participar en el Taller de lectura y escritura a
cargo de la escritora Lilí Muñoz. Su obra permanece
inédita. Esta es su primera participación en una
convocatoria literaria.
Las garzas son aves muy elegantes.
Según de donde vengas las verás en el cielo trayendo un bebé,
o intentando tomar sopa con su largo pico en el plato que el
pícaro zorro le sirvió.
Independencia, paciencia, sabiduría.
Para los chinos, símbolo del Ying y el Yang
garza blanca, garza mora, garza gris.
En la zona de Buenos Aires habitan en comunidades
y es un espectáculo fabuloso verlas levantar vuelo en algún
bañado o laguna.
En el sur suelen verse en parejas. A orillas de ríos o canales.

Soy garza
garza blanca.
Estoy de este lado del río porque me gusta.
mi público está enfrente
lo bastante lejos para que no vean mis detalles
lo bastante cerca para que puedan admirarme.
Despliego mis alas y emprendo el vuelo junto a mi compañera
bajito, así vemos bien qué vamos a comer
también para ahorrar energía
nos quedamos por acá
no volamos lejos
igual que los cisnes de cuello negro.
En este lugar del río, ellos también están en pareja
no nos mostramos juntos
nos cedemos el espacio y el público en silencioso acuerdo
los dos juntos sería un exceso.
Mirá.
¿Dónde?

171
Allá detrás de las cortaderas de la orilla.
¿Es preciosa no?
Sí.
¿Está sola?
Seguro que no
siempre están en pareja
la otra debe estar cuidando el nido.

Cuando llegaron el río los adoptó,


o fue al revés.
En invierno o en verano
al principio en bicicleta
llevando las sillitas al hombro y
armando parrilla con cualquier cosa.

¿Cruzamos?
Un poco caminando
un poco a nado
todo el río de ellos.

¿Vamos río arriba?


Naden juntos
acuérdense que el río siempre los va a llevar a alguna orilla
si tienen algún problema
no se preocupen.

172
¡Papá!
Mirá
¡ahí está tu garza!
No es mía, pero si ahí está es preciosa
su compañera seguro anda por ahí
pero no se deja ver.

Tu público te reclama
son unos cuantos más
¿Cisne vas vos?
No,
hoy es a vos a quien quieren ver.

173
Diana María D’A melio nació en 1953 en Neuquén
Capital donde actualmente reside. Participó de
diversos espacios de lectura y escritura como el Taller
«Decires» coordinado por la escritora Adriana Trecco.
Tercer premio en la Antología 2002 de Poesía y Cuento
Breve de la Provincia de Neuquén. Publicó Tiempos
Desnudos y su último libro Espejos de Cenizas está por
editarse (Ediciones con Doble Zeta).
Verdementas

Ajeno invierno
de sueños frágiles
tupidas escarchas
soles dormidos

Lluvias que bajan


cielos a la tierra
involucrando al viento
y al humo de las chimeneas

La intemperie busca
su destino de primaveras
silbando entre los árboles
vertiginosa
desprendida
inocente
transformadora

175
Jueves

Crisantemos amarillos
sobre las almohadas quietas
repletas de pálidos besos
y murmullos de sueños

Obsequio de este instante


tu espalda desnuda
atentado traidor
que resguarda
la mirada de fuego
sombreando máscaras

Entre las risas cursis


de tanto demonio
renuncia
Desnuda
corre a la calle

176
Mareas

Capturadas por el canto


eterno
las caracolas
hacen que los mares
viajen a lo desconocido
y las espumas
se vuelvan brazos deluna

Arenas que abandonan


los pasos desvanecidos
en el desliz del viento
y pétalos de jacarandás
ennegrecidos por los arrebatos

Las caracolas, esas hembras


marinas
obsequio de un instante
que se vuelve susurros
de todos los océanos

177
Elián Del Mestre nació en 1988 en Paraná,
Provincia de Entre Ríos y reside en la ciudad
de Neuquén Capital. Escritor y editor del proyecto
editorial «Los libros de Elián»; realiza trabajos de
corrección y edición además de coordinar talleres
literarios. Ha publicado: Así conocí una Rom
(Cuaderno de Elefantes); El libro que no fue jueves
y Antes el río (Los libros de Elián).
El Limay es sólo un joven

1.

La tarde se volvió un niño sonriendo


en una piedra en el río
un niño que no era yo que todavía no desconfiaba
de los abismos
un niño que dice que.
A veces importa solo el agua incursionando entre las piedras
con la delicadeza del deshielo.
Todos los ríos son el mismo río me dijo una vez alguien
que se trata de conceptos
como todo. No tengo las certezas y entendí lo que vos
decías del futuro
y del viento.
Claro que te quiero.
Una cosa: el hecho de no poder determinar si
verde o azul
estoy acostumbrado a lo turbio
de los ríos marrones. Pero no,
qué decís. Claro, las contradicciones de la belleza.
Una tarde entera te escucharé decir cosas interesantes
moverás el pie y te acomodarás cerca cantarás para mí
más tarde caminaremos libres frente al río sin mochilas
ni contrapesos
observarás el Limay. Sólo los cuerpos y las risas,
y bueno, la ropa: solo por convención social,
dicen que. Ya sé, ahí tenés lo que decíamos
de los pactos. Voy al sol.

179
Que es uno solo
a veces pienso en eso.
En el aire hay unos algodones voladores de unos árboles de por acá
intenté defenderme de nuevo
se me caen lágrimas.
Vendrás ostentando tus ojos habrás viajado 19 horas
estarás envuelta en tu piel tendrás tus manos querrán
tocarme
ya verás.

2.

Las manos se quedan las manos


se quedan acá como un recuerdo tranquilizan
tersas y suaves las plantas
los materiales del mundo están ahí
y tus manos descubren lentas las texturas
del agua y de los pastos
del rostro amado.
Hacer la música desde el silencio
más absoluto de la quietud de las cosas.
Las manos preparando la comida que nos alimentará
con la energía intrínseca de la tierra
que es la energía que necesitan los cuerpos para moverse y pensar
para lograr que el cerebro emane las órdenes necesarias
para activar los tendones y músculos que moverán las manos
que te acariciarán. La decisión de las venas atravesando:
como los cielos
incursionan. Nótese la ingeniería del universo.

180
Cuando manos y cuerpos: tengo ganas de tocar tus manos
tu cuerpo.
A veces las manos sucias lastimadas y sangre a veces.
Hablemos de la revolución del sueño ese. El símbolo dicen los otros:
las manos como humanidad como rasgo distintivo.
La belleza de tus manos descubriendo el frío
de una lluvia incierta de la lluvia que va a caer siempre:
cómo olvidarnos de eso.

3.

Los pewenes están todos


abiertos y reciben.
Algunos están entregados:
el viento es intenso y mueve las cosas.
Un pewen bailarín clásico
con su pose correcta
de brazos
formando un círculo que no cierra.
Contarte que
los pewenes son los árboles sagrados mapuches.
Me dijo
con la calma ancestral de los lagos
que el pewen
te enseña a ser paciente: tarda
millones de años en crecer y crece
en la piedra:
la semilla abre el
camino
tal como pasa con los ojos.

181
Hay pewenes que están en el filo de la cima de las montañas:
imaginate al atardecer.

4.

Que nada existe ni las manos ni las bocas.


Observarás el tiempo con lágrimas azules
y te recostarás como si el polvo no existiera, como
si no se tratara de una llovizna o de un irse.
Todavía existirán los ríos el néctar ese. Es que
yo pensaba que. Pero resulta que. No sabrás qué hacer
con lo cálido. Sos débil. Es que la ternura.
Hablamos de una persona suave
en los términos de la avena.
El sol será una estafa. Sentirás frío
y no serán sus ojos.
Que el universo y el caos que
ya no más
pero te refugiarás en esa necesidad de que
te reconozcan.

5.

Dice la cosmovisión mapuche


que el primer espíritu del mundo
fue azul y descendió del cielo
y se ubicó en todas las personas
que al morir formarán parte de la tierra

182
de las aguas los lagos los mares
del fuego los árboles las flores de
los peces y de los pájaros. Aquí
estamos.
El azul tiene que ver con la luz
con lo que hay adentro
de los ojos.

183
Javier Díaz de Quintana nació en 1972 en Bahía
Blanca, Provincia de Buenos Aires, y reside en la
localidad de Neuquén Capital. Es profesor de Música
con especialidad en violín. Se dedica a la docencia
y a la Música de Cámara. Fue Rector de la Escuela
Superior de Música desde el año 2007 al 2019.
Es supervisor de Educación Musical del Nivel Secun­
dario. Publicó el libro: Intrincado Silencio, poesías
para mirar junto a la artista plástica Aurelia Neiman.
Infancia VI

Me siento en el borde del sillón,


como si hubiera una premura,
o una alerta,
evito el respaldar
que me demoraría
en alcanzar los rezos
que caen desde las cornisas
como golondrinas heridas.

Infancia VIII

Un puente nuevo hacia los años primeros


que nunca dejan de subsistir.
Cuando los miro de frente se derriten
y vuelven a emerger como una medusa
cuando el sol entibia la superficie.
Desde arriba arrojo un anzuelo.

Infancia IX

Un hilo de saliva
cruza el tórax del niño
en la cuna.
Su cuerpo es un poema
que la madre
escande con los dedos
de su mano.

185
Infancia X

El silencio no existe
en los detalles tristes.
La mudez es un fuego gris
que arde en los segados sarmientos
de la existencia.
Un crepitar ahoga
el balbucir
del niño.

186
Leonardo Máximo Díaz nació en 1953 en Vicente
López, Provincia de Buenos Aires, y reside en
la localidad de Centenario, desde 1987. Es profesor
de Educación Física. Participa y colabora en talleres
literarios; desde hace años es miembro del taller
«Ruedamares» que coordina la escritora María Cris­
tina Ramos. Participa de lecturas públicas y diversos
certámenes. Produce y conduce Parte del aire, un
micro de literatura y música on line. Su obra perma­
nece inédita.
Océano

En el umbral del mar despido mis huellas,


como vertiente silenciosa, cae la tarde.
Busco sueños en tu ausencia.
La marea sabe a soledad, espera.

Las gaviotas enhebran tu partida,


susurran vacías las caracolas,
extrañan tu mirada las jarillas,
el horizonte cobija tu reflejo.

En el pulso del ahora, calmo,


retengo la espuma.
Tú estás, soy yo el ausente.
Penetró en el oleaje,
ya sin tiempo.

189
Caprichos de río

Río que nace en el mar,


entre vaivenes y rompientes;
sale de viaje,
entra dulce en la tarde.

Trepa lento el horizonte;


corre, sin preguntar;
atesora, sin responder.

Habita la estepa
envuelto en su voz,
increpa al silencio.

Explora antiguos cauces,


moja la tierra dormida.
Abrigado por los sauces
prueba el aire
en los brazos del valle.

190
A tiempo

Una oración escrita boca arriba


prefiere la versión de tus labios,
elude la puntuación del viento,
acepta el espacio
sin palabras.

Nos sostiene una décima de aire.


Entre nosotros el diente de león
y un silencio.

Brillan nuestros ojos,


deseos sin retorno
al despedir la inocencia
con un soplo.

191
Cali Duarte (Carlos Duarte) nació en 1975 en
Coronel Pringles, Provincia de Buenos Aires, y reside
en la localidad de Plottier. Es profesor en Letras,
integrante del Centro de Estudios Críticos e Históri­
cos de Literatura Argentina (ecehla). Dicta cursos,
talleres y capacitaciones y ha publicado numerosos
artículos académicos. Sus libros de creación literaria
son: La forma de lo lejos (el suri porfiado); No escribirás
el paisaje(Rangún). Participa de las antologías: Poetas
argentinos, Estación Limay (Cuatro de copas), Al borde
del borde (Vox, Lux).
Nacimientos

mis tías cuentan


que cuando nací
aullé dicen
que no lloré
como un cachorro
aullé
y me prendí a la teta

recuerdan que algo en mí


estuvo fuera de lugar
por fuera
me traen de nuevo al mundo
sus palabras

ese es el nacimiento que escribo:


la herencia de un recuerdo
de palabras
y me siento Lolabelle
de Laurie Anderson

193
VUELVO A PENSAR MI NACIMIENTO: TODO ME SUCEDE
EN LA LENGUA*

Un ladrido es una escena que no podrás entender

¿hacia dónde miraste esa tarde


te acordás?
tendrías ocho años
cuando tu padre
te llevó a dejar la bolsa
al costado de la ruta

¿qué forma le das


a lo que queda detrás?

tenés ocho años y


ese día supiste
que con el tiempo volverías
cada tanto
a ese lugar

no a hablar con los perros


pero sí con el gesto
del padre

* Es decir que en ese órgano muscular alargado con


la superficie superior revestida con una mucosa
de epitelio estratificado con funciones que respon­
den al gusto, al tacto, al dolor y a la disipación
del calor, ahí reposa una vida oblicua. Ahí, en esa
superficie, se puede sentir lo íntimo con la lengua
seca, se puede acceder a lo íntimo con la aspereza
de una lengua rugosa. La lengua oblicua es el grado
animal de la lengua.

194
con un ladrido que hoy te lleva
del collar
a su morada
a la ruta de los dejados
vas

a diferencia de esos perros


entendés lo que no vieron:

sos la presa
que cada tanto volverá
a charlar con su verdugo

195
los perros mueren

los perros mueren de hambre

los perros mueren de sed los perros mueren de sarna

/los perros mueren solos

los perros encerrados mueren

los perros libres mueren

los perros enfermos y locos mueren

en la ruta

los perros mueren

en las ciudades los perros mueren

en las iglesias mueren

torturados en la erre mordidos con la erre mueren

las perras mueren pariendo y sus perros nacen muertos y si viven

condenados mueren

196
los perros mueren de rabia con la erre en la boca

les babea la muerte

los perros mueren

con la lengua hinchada

197
Julieta Espinosa nació en 1977, en la ciudad
de Neuquén donde actualmente reside. Es profesora
y licenciada en Trabajo Social. Como especialista
en Comunicación y Culturas Contemporánea, ha
realizado diversas colaboraciones en diarios y revis­
tas de la zona administra cuentas en redes sociales
de músicos/as. Ha publicado la plaqueta Palabras
del tiempo (La Mano en la Sed).
Otra distancia

si el sentir
viajara hacia
tus orillas más
solo se filtra en
muros
sin accesos

d
e
r
r
u
m
b
a
d
o
s

llegan melodías
del otro lado
la rosa de los
vientos sabe

199
Mientras tanto

vivir sin esperar


tolerar días de
viento desandar
rituales

congelar el movimiento
recordarse en las rutinas
memoria de lo nuestro

extrañar en lo
superfluo testigo del
adentro
aferrar al alma al cuerpo

buscarse con nuevos


intentos consolar
viejos errores
repoblar de vida

los silencios

200
Decisiones

elijo no
morir
salvarnos
vestir al tiempo
callarse
en la
mirada sin
distancia

evitar trenes
que viajan
lento a ningún
sitio por
cicatrices de la
tierra
y mi dolor

sentir el
cuerpo como
umbral del
mundo
en el
acierto de
tu mano al
sol

201
Ángel Luis Fontanazza nació en 1957, en la locali­
dad de Pihue, Provincia de Buenos Aires, y reside
en la localidad de Junín de Los Andes, desde 1975.
Maestro rural en las comunidades Mapuche de la
zona cordillerana. Escritor de poesía, prosa y cuen­
tos para niños. Ha publicado Galopando con Los Peñi
(edición de autor).
Mapuche

Potro de tierra, se escucharon tus cascos


desde el Colorado hasta el Huapi,
la cordillera, columna vertebral
te sostenía y protegía las espaldas.

Collón Curá, vena que traía


fragancia de manzanas,
y lluvia de piñones.
El Limay y el Neuquén
te proyectaron como flecha
a esa gran pampa usurpada.

Hijos de la luna y de la mapu.


Roca, Villegas, Winter y Olascoaga,
sintieron el pánico de tus cascos
sobre sus cabezas.

Raíces humanas agazapadas


en los senderos, resistiendo el
viento del invasor.
Sangre inocente supura
en los ñires del otoño.
Sangre que dividió la patria entera.
Orejas cortadas de mudos rehenes.
Caravanas de despojos, recorrieron
las sendas ocultas del exilio.
Solo el puma con el filo de su ojo
fue testigo.

203
Racimos de gringos, como buitres
se alimentaron de tus restos.
Sin derramar gota se sentaron
en el carro, poniendo el yugo
a vencedores y vencidos.

Holocausto desgarrador el llanto


de la mapu, destetada de sus hijos.
Ecos de cultrunes, llantos de pifilcas
y trutrucas, presagian la partida
y el ocaso.

Retoños, mutantes de tu sangre


alojan a la intemperie de los ancestros,
mirando el rehue.
Esperando que vengas, con el
nuevo sol del Este, con ese andar
brioso, con los crines al viento.
Y el retumbar de cascos
tapando todo.

204
Cecilia Valentina Fresco nació en 1969,
en Capital Federal y reside en la localidad de Villa
La Angostura, desde 2006. Ha recibido becas
de escritura (Beca antorchas, Beca Fondo Nacional
de las Artes) y ha sido seleccionada para numerosas
antologías. Participa del Taller literario Alamberse.
Publicó las novelas Las Huellas (El Camarote Edicio­
nes) y Bonaire (Espacio Hudson); el libro de cuentos
Invierno (Ediciones Patagonia Escrita); y los libros
de poesía: Realidad vs Representación (Ediciones del
Dock) y Super 8 (Ediciones De La Grieta).
Lavando el frasco

En este coagulito dulce va la


mañana en que
con alegría
viste abrirse las flores
—todavía podías subir la escalera y desde
el entrepiso
divisabas apenas esa
puntilla alegre en la
parte más alta—
Acá, en esta fibra
roja que baja se diluye
la tarde en que ataste un cartón
al tronco para que no treparan bichos y en
este grumo pálido
que gira en la pileta
va mi ilusión cosechando
—ya no podías salir pero observabas detrás del
vidrio con una sonrisa veías en mí la herencia
del gesto laborioso y yo orgullosa
no desperdiciaba nada porque cada fruto trabajó
tanto para llegar a ser—
El frasco va quedando limpio
de sol de lluvia de esa diuca compañera que te
asistió en los últimos momentos ya voy le decías
me decías
viene a buscarme
y era una muerte amable
que no tenía urgencia y te esperaba en las
ventanas de abajo
donde pudieras mirarla.

207
Guardo el último dulce
lo administro despacio para
que pase agosto para que
alcance
hasta que vuelvan las flores a
empezar fruta nueva
sé que se va a terminar como
todo se termina y sé que las
ciruelas
no tendrán el favor de tu mirada pero
van a madurar y van a estar rojas y ricas
porque ellas
no sufren tanto la ausencia.

208
Edith Galarza nació en 1966 en la ciudad de
La Plata, Provincia de Buenos Aires, y reside
en la localidad de Neuquén. Es poeta y abogada.
Ha publicado: Ella cree que su casa es pequeña,
Grita y Mis días con Joan (Ediciones con Doble Zeta),
título también editado en versión poesía para niñes,
en braile y tinta (Punto Táctil); Nubes (Ediciones
Arroyo); plaqueta Como las chicas que salen la tele
(Ediciones Desmesura). Participa en diversas
antologías y selecciones regionales y nacionales.
Premio «Lola Mora» otorgado por la Honorable
Legislatura de la Provincia de Neuquén.
ella cree que su casa es pequeña

ella cree que su casa es pequeña


y la habitan cuatro gigantes

ella cree que su casa es pequeña


y caben sueños para todas las noches del universo

¡pequeña!

su casa tiene jardines


y balcones con flores
justo en el borde de su vestido

sin embargo
ella cree que su casa es pequeña
porque la mira con sus ojos grandes

ella cree que su casa es pequeña


porque para entrar
tiene que doblar sus alas.

nada

cuando no te veo
hay un manzano intentando ser
manzano y nada

mi alma se esfuerza en el despegue


toma carrera y nada

nada como aquello de sobrevolar


árboles con las caderas.

211
poema para ángela

los durmientes nevados se suceden infinitos


ella angustia el paso un poco
se detiene en llanto
sigue
a cada paso decidido
nace una nube de su boca
cruza las vías
en su brazos
el niño pesa más que siglos

un viento azul la despeina


y se lleva sus lágrimas frías
árido
descampado
cementino
solo
el desierto destino.

flores

y un día
aunque no volvieron…
les pusimos flores
en el pelo/en los labios
les pusimos flores
en las manos y en el pecho

flores/que crecieron.

212
femenil

si pienso mujer… te pienso Alfonsina

femenil y aleonada
poesía libertaria
escurre en tus piernas
ahora mojadas
…valerosa, adolorida…
que sola estabas
Alfonsina.

ni blanca, ni casta, ni alba


—en la arena escarcha—
quedaban las huellas
donde caminabas

femenil y aleonada
poesía libertaria
escurre en tus piernas
ahora mojadas
…valerosa, adolorida…
que sola estabas
Alfonsina.

213
grita

un día
hecha una loca
una perra una zorra una yegua
ya no soporta
y abre la jaula

grita
¿pueden escucharla?

corre descalza
olvidó los documentos (él los rompió)
—no podemos tomarle la denuncia —dicen en cipolletti

y ahora a dónde va a ir

llora
¿pueden escucharla?

está tan cerca

grita otra vez


¿la escuchan ahora?

¿escuchan el ruido de su grito cuando cae?

¿no ven la fila de cuerpas?


¿la montaña de huesas?
¿la herida que sangra?

214
el río de llanto que atraviesa la ciudad

habrá que volver a nacer


en un jardín
en una marea
solo de mujeres
donde nadie te mate
por ser.

215
Natalia Soledad García nació en 1985
en Neuquén Capital donde actualmente reside.
Es traductora pública de Idioma Inglés y profesora
de Lengua Inglesa. Ha prologado libros de cuentos;
ha participado como jurado en ferias del libro.
En 2009 publicó su primer libro: Tragicomedia.
La impunidad del dormido

De repente estaba solo, en ese lugar


Había verde, había espuma
Yo no veía nada
«La impunidad del dormido» que le dicen

Del dormido que ni siquiera duerme


Que no puede dormir de noche
Que se levanta y busca lo que no tiene
Busca jugo de naranja
(sabe que no hay en la heladera)
Entonces prende la computadora
Y mira un video
Donde la gente toma jugo de naranja
Y eso le alcanza, parece

Está dormido
Tan dormido
Que es impune

Tan dormido
Que no tiene culpa
Que no siente culpa
… Porque no siente nada
Y lo que siente,
Lo transforma en video

Tan dormido que es impune

Tan dormido
Que no se le puede pedir nada
(ni un vaso de agua)

217
Tan dormido
Que cuando no ronca
Se está agradecido,
cuando no mufa…

Cuando no dice,
Pero se queda callado

Tan dormido
Que agradece estar dormido

218
Juan Cruz Geli nació en 1989 en Bahía Blanca,
Provincia de Buenos Aires y, desde hace años, reside
en la localidad de Neuquén. Es Comunicador Social.
Da clases en escuelas secundarias, facilitador
en programas sociales. Participó en los equipos
de redacción y edición de las revistas Estructura
Mental a las Estrellas, Trinchera y Barro. Dictó talleres
de comunicación en comedores populares. Escribe
cuentos, poesías y leyendas. Su obra permanece
inédita.
Tussok

desdobla el tiempo
lo amansa
pastosa
la vena salvaje

surge de un ojo
sin párpados
con
calma

extiende esta
mano la estepa,
del cuero suspiro
lento pocitos en la
tierra

muerde el agua un manantial


callado hocico busca, como los rayos
gesto lábil
para siempre

no es un río
es un tajo en la sombra
como la sangre
no cae, brota

se entromete en la
quijada al galope
caballo cansado
la vena hinchada

221
salvaje, revienta
gruesa tarea, cincha apretá

bendita la siesta
hora en que brillan los dos soles uno, oscuro,
más allá del sueño otro, oscuro,
echado sobre el faldeo
en plena extinción
arde el tussok
está helando

222
Las Plañideras

entre los pastizales de la región


pampeana y las estepas barderas del
comahue
existe un bosque de caldenales

nadie ya los ve
aunque presienten su
olor
los hijos del desierto

sabe a metal entre la


carne asta, palo o rastrillo
amontonando la playa
arrinconándola

por allí anduvo Mansilla


bebiendo la savia viva del árbol sangrado
por allí anduvo Mansilla
trazando líneas, puñal
la isoyeta Mansilla anduvo ahí
junto al alambre
con la arena a las rodillas
meta chaucha, pura chicha anduvo Mansilla
un cuarto de pampa en sombra bajo tus
ramas caldén huichrú
ramoneo nocturno de bicharracos fantásticos

si todo es pampa patagonia, caldén


huichrú más aún antes
Mansilla y después
la vorágine

223
engualichados tus
animales bosque que vio
Mansilla dan vueltas
enrededor
lo espantan
vuelve al norte este Mansilla
sin verte a vos
girando en los caldenes

milimétrica descripción la de
Mansilla sin verte Panguitruz
y el bosque espinal brilla
sobre sus criaturas

aullido del zorro cazador de leones


vuela hacia el sur
donde las plañideras
sonríen y el caldén solitario
espera el mar

224
Mauricio Hernán Giulietti nació en 1981
en Neuquén Capital donde actualmente reside.
Es profesor en Letras, poeta y gestor cultural;
coordina talleres de mediación de lectura junto
a María Cristina Ramos en escuelas de la
Provincia de Buenos Aires, Neuquén y Río Negro.
Publicó su libro de poesía La Espalda de la noche
(Editorial Ruedamares).
I
Algunos días el viento abre
surcos en las nubes.
Estoy mirando el cielo.
Sumerjo mis manos en el barro,
cae, hoja por hoja, el tiempo sobre mi historia.
Mi tiempo junta y guarda,
en las tardes,
minutos de enero.

II
En horas sin luna
viviremos en otras pieles.
Brazos nuevos cobijarán el frío
de la noche,
de la tarde helada a orilla del río.
Dejaremos de buscar en los bolsillos,
los papeles escritos
con nombres de sueños.

III
Dejaremos de dormir
entre estas paredes.
Saldremos al parque,
regaremos los árboles.
Las flores recibirán
la sombra de aquellos sueños.
Dejaremos de comer en esta mesa
y olvidadas quedarán,
las cosas que elegimos

227
como nuestras.
Detrás de la ventana,
no habrá una mirada que explique
el color del cielo.

IV
Si nos asomamos
detrás de los árboles
el viento seca la piel
de la siesta,
la verde luz guía tu mano
a lo más alto de la montaña.
Mirás la orilla, cada vez más lejos.
Mirás el cielo, cada vez más cerca.
No he tenido alas
para volar con tu nombre
abrazado al viento.

V
Como el agua que corre
y después se seca
en la espuma aire.
La casa,
como viento,
vuela sobre la orilla.
Apenas agua
en esta sequía
es huella de lo que fuimos

228
VI
Porque el espanto grita,
despierto en la noche.
Palabras en un rincón de la sed.
Tiempo gris que asoma en la piel.
Porque la noche estrella palabras,
tomo del vaso del cielo,
asomo mi nombre a la ventana
y callo, en escamas, mi voz de niño.

VII
Cerca de octubre,
el viento cabe en su mano.
Cuando camina sobre
la vereda con sol.
Los pájaros miran
el vuelo terrestre
que zigzaguea la noche.
Cerca de octubre
la mujer busca,
por calles y plazas,
aquello que dejó el invierno.

229
Marcelo Gobbo nació en 1966 en caba y reside
en la localidad de San Martín de los Andes. Es
escritor de poesía y narrativa, realizador audiovisual.
Premiado en diversos certámenes regionales,
nacionales e internacionales de cuento, poesía
y microrrelato. Ha publicado: Barbarie y civilización
(Ediciones Del Camarote); El repliegue (el suri
porfiado); Bodega (Ápeiron Ediciones); De la misma
madera (Ediciones de La Grieta); Restos culturales
(cuentos, Editorial Verbum), entre otros libros.
Colabora con prólogos y corrección de obra de otres
escritores y escritoras.
ser una voz impresa en las palabras

llegamos al amor
como a nosotros la luz de las estrellas

y optamos por creer en ese brillo.

donde hay aire


el
lenguaje
erosiona

vivir es mudar de lenguas.

yo solo advierto el mundo


que se desgaja
en instantes de luz
cuando mis hijos lo encienden

luego vuelvo a esta


penumbra pasmosa
donde todo es
enemigo de lo cierto.

231
ketalar*

a veces pasa
la noche y deja un largo
camino de regreso

arriba mis
entrañas mi
vómito
mi sangre

aquí el río
atestado de
compañeros

se
acordará
alguien
de
nosotros
algún día

* Según confesó el capitán Eduardo Francisco Stigliano,


durante la última dictadura militar el «método
ordenado para la ejecución física de los subversivos
prisioneros, los cuales sin ningún tipo de juicio
de defensa se me ordenaba matarlos a través de
los distintos médicos a mis órdenes» era «con inyec­
ciones mortales de la droga Ketalar». Luego los
cuerpos eran envueltos en nylon y preparados para
ser arrojados de los aviones Fiat G 22 o helicópte­
ros al Río de la Plata. Dichas máquinas partían en
horarios nocturnos desde el batallón de aviación
del Ejército 601. Las ejecuciones o asesinatos lleva­
dos a cabo por este método fueron cincuenta y tres,
siendo cuatro de ellos extranjeros.

232
hará alguien
las
preguntas
que debieran hacerse

o esta
agua
marrón
fría ominosa

el agua de esta patria arrebatada

se llevará nuestros
nombres nuestros hijos
nuestros
padres el
coraje
el dolor
el placer
el amor

a donde no hay justicia


se llevará todo
como el verdugo lleva

mis
entrañas mi
vómito mi
sangre

233
a que un colimba los lave
los silencie
los niegue

mientras estos labios


que besaron tus
manos tu boca
tus hombros

esos que
también se
hunden
embolsados
cerca de

se mantienen
sellados cosidos
ahora
por los
golpes por
los cortes por
el nylon

estos labios
negros mudos
ciegos
donde se agolpan los
gritos asordinados
de todos nosotros

234
sin
entrañas
sin vómitos
sin sangre

nuestros gritos y
tumbas silenciados
por el hambre de peces
contra este lecho barroso.

235
Marisa Haydée Godoy nació en 1968 en la locali­
dad de San Martín de Los Andes donde actualmente
reside. Es maestra y profesora de Lengua y Literatura
con numerosos estudios de extensión, posgrados y
diplomaturas. Activa gestora cultural, ha coordinado
talleres de lectura y escritura en escuelas secunda­
rias y terciarias; en el marco de las Feria del Libro de
sma coordinó el Taller «La pequeña voz del mundo»
junto a Marcela Lucero. Publicó el libro Anfibia
(Ediciones De La Grieta). Como integrante de
la Colectiva de Escritoras Patagónicas, Casa sma,
es parte de la Antología Nos queda el mundo (Algún
poema tiene que haber) en formatos físico y digital.
Memoria

Evocamos el gesto
donde la memoria es una piedra levantada
a mitad de camino

Tomamos el pulso de su corazón


La condensación exacta
en que fue una flecha parida en el desierto
e hizo de la sed, un milagro

La sostenemos en la palma de la mano


nos hacemos de la aspereza de su piel
donde cada partícula forja una huella
en la foto
una marca en la tierra
una geometría engarzada
en otros cuerpos

Y la echamos a rodar de un bolsillo a otro


y otro
y otro
más

Naufragamos en su opacidad

Y con una fuerza voraz


la lanzamos
a otra orilla

237
Gota/s

Se desprendió de mi cuerpo
y como mariposa rebelde
quedó grabada en la sábana

I
Dejé mi sangre en Chiloé
En las frutillas silvestres
de la playa

Celebré las gotas entre mis piernas


igual que lo hacían mis ancestras
en el río
que el agua se lleve la sangre y las penitas
—decían—
amor para calentar el piuke
—decían—

Y sus huellas quedaron en la arena


con la fuerza de un ritual
savia y vida
salvia y vida
en el filo de una llama

Cantan sirenas
ante el cuerpo inmenso que es el mar
subrayan —al rescoldo de una hoguera—
las voces de otras voces de otras voces
silenciadas

No suelto sus manos


Bailo con ellas

238
Hebras

Un mechón oculto en el desierto


es el rastro de una humanidad
extraviada

Hay hebras que guardan historias


bajo el ciprés

Son las manos de mi madre haciendo un hueco


en la tierra
La luna hará el resto, dice

Como tablas de arcilla


nuestros cabellos germinan
en la oscuridad

Brotes sutiles
bajo la arena

239
Deseo

Tiene cincuenta y tantos


quiere aprender a leer
sentarse en el patio de su casa con un libro
en la mano

y cuando pase él
—que ya no es su marido—

vea que sí pudo


que nunca es tarde
y que ni un poquito le creyó eso de

inútil

240
Eduardo Antonio Gomez nació en 1970 en
Neuquén Capital donde actualmente reside. Es poeta
y músico. Participa en numerosos eventos musicales
de renombre, en ferias del libro regionales y nacio­
nales con su música y poesía. Publicó su primer libro
Pluma y Pincel, junto a la pintora y compañera Ana
Carolina Alonso de Armiño (Ediciones con Doble Z).
Ha participado en antologías y lleva adelante
su proyecto poético musical: «Pilares».
Distancia

Odio la distancia…
donde un abismo
separa tu deseo y el mío

Odio la distancia entre tus ojos y los míos


donde la luz se curva
y la inmensa gravedad
no enciende mis pupilas

Odio la distancia entre tus labios y los míos


donde un desierto ruega por humedad
donde un océano seco separa mi continente
una barca sin mar, sin ansias, sin viento

Odio la distancia entre tu piel y mis manos


como un sol queriendo tocar la luna
como ave de presa volando en tus planicies
como jaula, como prisión sin barrotes, sin murallas

Odio la distancia sin tu figura


sin tu jazmín, sin tu calor, sin tu dulzura
como lecho de muerte, sin esperanza
como cama «king size», sin buenos días

Odio la distancia
de tus pies princesa, con los míos
cansados de andar sin encontrarte
cansados de tanta letanía

243
Odio la distancia sin sonido
el decir te amo sin retorno
como luz que penetra en el vacío
como estrella que perdió todo su brillo

Odio la distancia del silencio


cuando todo placer, es sin sentido
cuando un beso, un te quiero, un abrazo
no logra atravesar tu cuerpo tibio

Odio la distancia de los años


las costumbres
las escenas sin sabor y repetidas
que adormecen mis ganas, mi cariño
que me queman por dentro
día tras día

Odio la distancia de este amor


con intervalos
con latitudes y meridianos diferentes
con diferencia horaria, con arritmia
que me libera y me condena
a ser tu amor… a la distancia.

244
Sur lejano sur

Sur lejano sur


quiero sentir
tu manto blanco
tu cielo limpio

Sur lejano sur


quiero soñar
tu cordillera
tu alado río

Sur lejano sur


donde el Neuquén
donde el Limay
funden su espíritu

Sur lejano sur


quiero ser lago
quiero ser pez
es mi destino

Sur lejano sur


del cielo al mar
del bosque al río
yo seré pehuén
manzano en flor
cóndor y trino
sur lejano sur
seré volcán
seré neuquino.

245
Frágil

Que frágil la vida


tus manos, tu vientre
que frágil la brisa
que detiene el pulso
y en un sólo instante
te cambia de rumbo
te deja en penumbras
te aplasta, te miente.

Un pequeño paso
un pequeño giro
un pequeño soplo
sobre tu destino
castillo de naipes
que pierde su base
que deja su estado
estoico e inerte.

El tiempo se para
tu sangre, tu mente
se quedan heladas
no fluyen, no sienten
no corren humanas
no trotan salvajes
y un libro se cierra
sin final consciente.

246
Y tu rol se cambia
tu acción se revierte
sos un enfermero
o solo un paciente
que acude o recibe
sin juicios ni leyes
sólo ser humano
sólo ser presente.

Que ayude a esa niña


que calme su pena
que libre de males
su cabeza inquieta
su suave manito
sus lágrimas plenas
su cuerpo esmeralda
su frágil estela.

247
Carlos Horacio «Tata» Herrera nació en 1937
en San Fernando del Valle de Catamarca y residió
en Neuquén Capital hasta el día de su fallecimiento,
17 de marzo de 2023. Fue maestro de escuela, ejerció
la docencia en diversas escuelas del país. Escritor
y compositor de canciones, escribió notas en diarios
y revistas de la Norpatagonia. Muchas de sus obras
en poesía y teatro fueron premiadas: Ojos al viento
(Último Reino), El rostro de las Bardas (educo).
Escribió la famosa cantata Scheypuquíñ, homenaje
a la nombrada tehuelche catrielera y a su esposo,
el sabio, místico y pionero Juan Benigar.
(Mis ángeles)

Pequeños ángeles negros del demonio.


Mis únicos fieles.
Beberán mi sustancia,
abejorros de mi sueños.
Declararán su amor a mis orejas,
festejarán mis misterios.
Dejarán mis duros dientes
para alimento del tiempo.
Desabrocharán mi vientre,
violarán mi ombligo.

249
El bienvenido

Fiel acude impredecible.


¿Qué distancias gastará,
qué senderos hollará?
Pero llega, El Bienvenido.
El que nunca se repite,
y logra siempre el prodigio
de ser él con mil y un rostros,
de ser cauce y de ser río,
de ser paso y ser camino.
Él me visita despierto,
y me visita dormido;
habla con mi propia lengua,
es mi aliento y es mi vino.
Arriba si no lo espero,
se oculta, si no lo busco
con este pulso sereno,
y mi corazón más niño.
Es él un lirio encendido,
y yo, apenas un hombre,
no lamento mi destino,
porque alguna vez, piadoso,
me contagió de su sino.
Nombro esta noche al Poema,
él por siempre bienvenido.

250
Piedras gastadas

Tesoros que mi mano acariciaba, piedritas


consumadas caramelos que en número cinco
disponíamos en tierra para jugar la payana;
érais mi mundo, solar de piedras de Catamarca:
Cimiento y sillería de las casas seculares,
como esclavas humilladas en los añejos umbrales;
entre rizos de viruta, piedra-de-aceite
en el taller de Ricardo Rojas, ebanista,
donde azuelas garlopas y formones rendían
filos crueles como tajos,
me cortaban el aliento como pelo al aire;
en rojo medallón, sangrante piedra-melodraña,
gastado molejón, piedra llorona del Quicho Ramos,
(paisano de estirpe capayana)
bañada en lágrimas isócronas vertidas por un tarro;
piedras que en Capayán el Viento Norte dejaba sin cobijo
para oírlas crujir bajo las llantas;
piedra que Doña Sixta Idoria llevaba sobre el pecho,
secreto amuleto, ceñido escapulario, piedra-guala,
ciega contra un sino de pobrezas y el esmeril de los años;
cristal azabache, piedra-del-Inca, obsidiana
manifiesta en la herida del retobo
de las boleadoras infalibles de aquel indio Roldán
que nos llegó de Los Chacos en mula de espuma
ensangrentada por el fierro azul de unas espuelas,
fierro azul, más puro que diamante,
fierro meteórico apeado de los astros;
robado del pistolón del abuelo,
sílex diminuto que chispeaba como pólvora,
y en chispas se gastó junto a la infancia;
tras creciente del Río de la Plaza descubierta,

251
piedra-de-hacha
de juro tallada a besos, nefrita primorosa,
llegada a casa dormiste sueños de guerra
en la mesa de mi padre entre libros y tabaco;
piedra que mi madre misturaba con lejías de jume,
piedra-jabón,
aun siento unimismado tu perfume con el del «jabón de vaca»;
piedras que el hosco vecino usaba para bruñir las armas,
piedra-de-Samos,
que nosotros llamamos piedra-de-la-desgracia,
cuando el hombre pasó rumbo a la cárcel;
piedra-divina, con que la Juana Guaytima
aplacaba males de la mirada;
piedras sometidas, montañas desgajadas
por la punta y el martillo de aquel Don Pepe Moreta,
picapedrero magno,
que trocaba con su empeño a los acerados pórfidos
en la feble piedra-franca;
bloques de mármol y arcilla -acaso panes gigantes-
venidos desde Baviera, nobles piedras-litográficas

donde Pompeyo Audivert volcara todas sus magias


tomadas como posta de banderas
por Pedro «Macho» Molina, quirquincho amigo y riojano
de cuyas manos surgieron los toros cordilleranos
que suscitan con su aliento los temibles vientos blancos;
fundada en un trallazo del cielo, hija de Illapa,
piedra-rayo,
que Ramoncito Yapura conserva entre viñas de San Fernando;
en juegos de niños collas, allá por Cazadero Grande
fonolita, en cantos te ibas al aire;
piedra de los arrieros chilenos, con sus recuas de burros
por Palo Blanco,
piedra-azul que denuncias la malicia,
madrina de buenos tratos;
rubia en Loncopué, rosada en Las Lajas, piedra-toba
que los pobres trozan como a un árbol,
y llevan sobre los hombros para fundar sus ranchos;
piedra que los serranos guardan en la guayaca,
piedra-limonada, piedra-de-alumbre, que cuajas con tu roce
la sangre de los labios agraviados;
envuelta en hilos de colores, bajada desde El Ambato
te puso en mis manos Pedro Nieva,
lágrima congelada en la entraña de un guanaco, piedra-bozoar,
yacías bajo mi almohada para darme sueños blancos;
piedra fecunda que el maestro molinero
contemplaba entre nubes de harina en San Pablo,
piedra-abertal
que los moros llevaron hasta España,
¿quién diría?, hacerte dos veces a la mar
hasta llegar a tierra capayana,
para girar en los conjuros del agua
en esos años felices en que trigo y pan
se lograban en la casa;
codiciada de mineros, lidianita, brújula del oro en manos
pirquineras,
con más oro en tus cosechas, piedra-de-jaspe,
que la filosofal soñada de alquimistas;
piedras mías de San Pedro, tamañas cual elefantes,
lomo hollado de morteros donde diaguitas majaron
vainas de cebil, algarroba, frutos de molle, máices,
que a la hora de las lluvias fulgen cuenquitos de plata,
bebederos de las aves donde alguna vez gusté un
agua de piedra y rayo;
granitos sansones de San Pedro, mica, cuarzo y feldespato
sobre vuestros mansos lomos, vuestros lomos inmutables,
el día que ya no esté, siembren mis piedras gastadas.-
María Teresa Iturralde nació en 1942 en caba
y reside en la ciudad de Neuquén Capital, desde
hace años. Es maestra, profesora de Historia, trabaja­
dora social, psicóloga social; se dedica a las terapias
alternativas. Participa activamente, desde 1999,
del Taller de Escritura Creativa que coordinadora
la profesora María Amelia Bustos Fernández. Su obra
permanece inédita.
Brotes cardíacos

No nos liberamos de una cosa evitándola


sino atravesándola
María Teresa Andruetto

Sucederá…
cuando el desierto se extienda
hasta una veraz fertilidad
y seamos un brote cardíaco…
apenas un íntimo latido.
Sucederá…
cuando aparezcan las memorias
de tiempos del no tiempo,
del Kairós
que nos sobrevuela.
Sucederá…
cuando Eros se integre con Logos
y la sombra se conecte con la luz,
cuando seamos el todo
y a la vez el punto.
Sucederá…
cuando al descender
a las profundidades
del cuerpo
se develen
esas cicatrices
que hollaron la vida.
Sucederá…
cuando brotemos
del vacío…

255
Andrés Jeromín nació en 1979 en Quilmes,
Provincia de Buenos Aires y reside en la localidad
de San Martín de los Andes. Estudió Dirección
de Cine y trabaja como realizador en publicidad,
videoclips y TV. Motivado por los paisajes cordille­
ranos volvió a darle vida a su literatura, en libros
como: El príncipe del cielo. Sus nouvelles y otros
textos permanecesn inéditos.
Poema viajero

Es mucho lo que he viajado


en sobre cerrado
y con seudónimos extraños.
De joven, me enviaron estampillado,
en fax y certificado.
La comodidad del siglo veintiuno
me habituó a elegir el correo electrónico
como medio único.

Conozco los sellos postales


de veinticinco, de cincuenta
y todas las capitales,
aunque ninguna imprenta.
Me han mutilado
para cumplir con las bases,
quitándome vuelo
y bellas frases.

Pasé por tantas manos


que perdí la blancura.
A pesar de ello, sigo inédito,
conservo mi frescura.
Mi joven rostro
soportó duras críticas, indignado.
Mi reverso, lleno de cicatrices,
fue usado como lista de supermercado.

Inspirado en la tragedia griega,


Shakespeare y Neruda,
con las palabras hago esgrima,
¡más qué difícil conservar la rima
a esta altura!

257
Sin embargo, aquí estoy,
preparado para una nueva batalla.
Poca tinta corre ya en mis venas,
aunque daré lección en perseverancia.
Nadie descubrió aún mi belleza,
salvo mi creador,
quien confió en estas líneas
desde el principio.

Tengo la esperanza
de que usted vote por mí, esta vez,
como lo haría yo,
si fuera juez.

¿No soy de lo más original


con lo que se ha topado hoy?

Míreme a los ojos


Saboree mi lenguaje propio
tan fuera de lo normal.
No busco premios en metal.
Sólo espero encontrar algún día
un honorable jurado,
que reconozca lo bueno que hay en mí
y se anime a dar el paso, el gran «sí».
¡Oh, milagro!
Pasaría de invisible
a ser publicado,
cumpliendo mi sueño
de no ser olvidado.

258
Violeta Araceli Jiménez nació en 1963 en la Pro­
vincia de San Juan y reside en la ciudad de Neuquén
Capital. Es maestra y licenciada en Letras. Docente
en Institutos de Nivel Terciario, investigadora y
expositora en ambientes académicos. Dicta capaci­
taciones y talleres de literatura infanto juvenil.
Ha publicado estudios críticos de obras literarias
en distintas antologías de la Editorial de la Univer­
sidad Nacional del Comahue. Su obra poética
permanece inédita.
Duermevela

Alguien cree que duermo ahora


pero sólo permanezco,
recostada el alma en cada párpado,
a la espera de los vidrios rotos
para cortar en rebanadas el silencio,
para quebrar el miedo
cuando carcome sigilosamente.
Desde acá todavía
colecciono, como en un archivo,
las calles, los mensajes, los gestos,
para la maqueta mundana,
para el ropaje de cordura,
para lavarme los ojos, ya abiertos
sobre las monedas y los documentos,
sobre mi perforada manera
de salir al mundo.

Minuto Liberado

cuando me miras
nace un colibrí dentro
de los tulipanes de mi carne,
me aletea
sobre la frente desnuda
de recuerdos y de barcos,
en una ceremonia diáfana
sutura mis heridas,
despliega el cosmos
y me bebo un mar sin sal
hasta saciar mi sed,
hasta derrotar mi fiebre,
hasta que vuelvas a mirarme.
261
Poemas breves del mes de julio

I
para lavar el aire
de este dolor
necesito otro perfume,
para estas heridas metálicas
no se ha inventado la caricia
todavía.

II
el frío me perfora
cada uña, cada tramo de piel,
escondido tengo
un cielo de sol antiguo
para abrigarme
a solas.

III
¿mis huesos?
derraman un ruido oscuro
ahora que ha pasado el tiempo
necesario,
ese eco pretende
llegar hasta tu oído.

262
Sal

Hay un minúsculo resto de sal


sobre el mantel,
después de cenar
y vaciar las copas,
después de dormir
y regresar
a nuestra mesa,
encuentro las antiguas huellas de la sal
como antes,
cuando la descubría
al borde de nuestro tramo de mar,
suspendida sobre tus hombros,
adherida al paladar
en el escándalo
de nuestro profundo
beso.

Desasosiego

Antes de que te vayas


la tierra nutrida de tus pasos
comenzará a vaciarse
en un adiós imposible,
la luna estará esperando
como si yo fuera capaz
de soltarte.

263
Beatriz Isabel Kreitman nació en 1954 en caba
y reside, desde años, en la ciudad de Neuquén
Capital. Es psicóloga social y jubilada de Educación.
Ha ocupado cargos electos de concejal y diputada
en distintas oportunidades. Ha editado entre otros
libros, las novelas: Hijos de Papel (libro reeditado),
María Gracia Memoria y tiempo, Libre no valiente.
Y, en proceso de edición, el poemario Destellos.
Alquimia

Es viernes y sentí mi cuerpo


caminar por la vida en forma circular
o de cualquier forma
también lineal
Caminar por la vida no tiene precio ni valor que comprenda
Abrazar con ternura con pasión
o de cualquier forma
también con locura
Abrazar un momento un amor una eternidad generosos brazos
/manos alma
Derramar a borbotones pensamientos
o de cualquier forma
también pausada
las palabras identifican mienten dicen verdades
imprescindibles a unos ojos que se miran
¿Será felicidad esta forma de sentir?
Es sábado y tengo que terminar con el abuso
El mal se va entremetiendo con sus ramas flexibles resistentes
capaces de asfixiar hasta la muerte
Golpes, patadas, empujones, pintan el cuerpo pero también el alma
hematomas
que no sólo son recuerdo sino presencia y tiempo
fracaso y dolor recubre lo vivido destroza la ilusión y la esperanza
Tal vez un día o este sábado coraje decisión
harán que corte
las amarras que me unen a la violencia de tu alma
Domingo de apedreo
Como una advertencia vi tu mano alzada
quise tomarla sujetarla detenerla

265
eran miles las manos agitadas No pude
no supe paralizar las piedras
Lunes, no quiero envejecer con este pelo
Rojo, bordó, amarillo, marrón y las raíces blancas
seguirá así
largo, corto, melena y las raíces blancas
Así el paso del tiempo
también se marcará en la cabeza raíces blancas
pelo sano aunque viejo
Martes, elemento que emiten las neuronas cuando las personas
/se hacen mal unas a otras
Me heriste profundamente no debiste decir aquello
/desnudarme con palabras fue imprudente y cruel
lo soporté de pie no emití palabra
rodaron sólo lágrimas
Pero mi imagen no conmovió a nadie al contrario
tu aliento respiración sudor inundaron el ambiente
Aquella sustancia pegajosa y mal oliente se acoplaba a cada
/partícula de oxígeno
se clavaba en mi cuarto, en mi cama, en mis sueños
Miércoles, promesa de adelgazar
Coger atesora beneficios
te libera de las ganas de comer relaja músculos piel y cerebro
hasta que todo queda en calma plenitud de sabor en la victoria
/deleite final
Jueves y el óxido de la poesía
Será que mis corroídas vértebras
¿Te lo deben poesía?
Será que el óxido acumulado
en los intersticios de sus uniones

266
¿Te lo deben poesía?
Será que las manchas imposibles de aquel histórico naranja
se fijaron en el canal que las recorre
¿Y todo se debe a la poesía?

O el óxido la corrosión el jugo de naranja


¿Se lo debemos a los otoños de la vida?
Viernes el día perfecto
El amor como todo lo que es bello no tiene explicación
Si lo que escribo oculta cuerpos
si mis palabras no derraman colores ni formas
¿Entonces por qué lo hago, por qué lo hacemos?
Será acaso que pensar no quiere tener límites
que necesita escapar y rebalsar de las grietas del cerebro
/Y así aliviar la corteza frontal
despegar la locura
¿Será que las mujeres, tal como las conocimos, escriben
/desde lo que aman y desaman?
Y esa finalmente será la síntesis todo quedará confinado al amor
La búsqueda
el amor como primer motor
sin que implique paz y sosiego o autonomía y libertad
Es que el amor no tiene ni tendrá explicación lo bello
/se transforma en luz
ventil en las pasiones y dolores de piel
entrañas y alma
Tengo la teoría que con días de la semana se van acumulando
momentos gratos y de los otros, de los que te agujerean
y construyen un paredón que te cementa, pero mi madre
dice que esa es la alquimia de la vida.

267
Sandra Lambertucci nació en 1975 en la Provincia
de Buenos Aires y, actualmente, reside en la ciudad
de Zapala. Es maestra y profesora en Letras. Coordina
talleres de lectura y escritura en la Municipalidad de
su localidad. Ha participado de distintos encuentros,
seminarios y talleres alrededor de la literatura.
Su obra permanece inédita.
Extrañamiento

Abrazada a la pata de la cama


siento como el frío del piso raja la tierra y en esa sincronicidad
un fuerte crujido me desgarra el alma. No soy yo,
son mis pedazos desparramados por el cuarto que buscan
/la salida del infierno.
Por silencio, por omisión o por mi gran culpa esto que ves
son mis migajas.
Pedacitos de cielo hechos agua. Agua que corroe mi sangre.
Sangre que hierve en mis entrañas y un latido indeciso que aún pide
una tregua para continuar. No soy yo,
es mi sombra, rastro fugaz que me atraviesa y se funde en mi llanto.
Llanto que grita por una vez más… libertad.
Y me suelto y me libero. Me elevo y me miro,
me desconozco y me pido compasión. Grito en silencio,
me escucho en el bullicio
entre lágrimas y penas. Resurjo,
Saboreo el despertar Huelo el silencio.
Percibo el aroma
de los jazmines del jardín
y en el canto de los colibríes, me vuelvo a levantar.

269
Ausencias

Una por una


se apagaron las luces.
La luna celosa oculta en la lluvia
se fundió en el tejado.
La oscuridad se derrumbó
y se coló como la lluvia entre las grietas y agujeros.
Y mientras el agua arrasaba a su paso
rozando paredes y rincones, oxidando
persianas, recordé
las cartas desgarradas
del amor que no fue
del abrazo que faltó
de los besos ausentes.
Cerré mis ojos
me dejé arrastrar
y acompañé en el tumulto
entre jarros, libros y flores
por los escalones
hasta la salida.

270
Derrota

Sangre pura,
sangre ardiente de
cuerpos que crujen
en el ocaso del tiempo.
Sangre viva,
corrientes sutiles
que fluyen,
se desparraman.
Sangre caliente.
Voces que gritan
se estrechan y se rompen.
Cuerpos lejanos
que se encuentran
se funden
se hacen uno
sangre viva en
cicatrices cosidas
con hilos de llanto.
Parches hirientes,
gritos desolados,
se funden en uno
se mueren en el olvido.
Sangre que arde
se pudre
se muere
ya sin gritos
ya sin vida.

271
Hernán Lasque nació en 1977 en Concordia, Pro­
vincia de Entre Ríos, y reside en Neuquén Capital,
desde hace años. Trabaja en Administra­ción de la
Universidad Nacional del Comahue. Escritor de
poesía, cuento y novela. Fue coeditor de la Revista
Cultural Nortensur entre los años 2010 y 2013.
Publicó los libros: Ratón blanco (Colisión Libros),
Lizeta (Colisión Libros); Lamen (Buenos Aires Poetry);
Maratón dromedaria (Leviatán, 2020); los fanzines
tres andariveles y un desconocido etcétera
(Lo hago como puedo), entre otros.
Sobre todo aquello que no es flor…

Sobre todo aquello que no es flor


dejó caer el aire su filo azul grafito

el invierno que anida en la noche


no es animal que pase desapercibido.

Visible la huella porfía infinitos senderos


entre árboles pelechados troncos húmedos musgos renegridos
que parecen esqueletos de aves desplegando atrapadas al descuido

Todo lo que no es flor


será mordido por el hielo.

Tiempo de pájaros que se esconden en el aire


de nadar en las aguas del ojo de un caballo
de aguantar el aire abajo
porque abajo
bien abajo
donde los cascos tallan piedras a su paso
duermen su gestación los próximos años

¿escuchas
caracolear las piedras

rodar en el fondo empujadas por el agua


en la noche del Limay?

pulsión de vida líquida


milagro de humedad

273
bucle tras bucle tras bucle
multiplica la seda de su anillo que de tan azul
claro y profundo
como el vientre de un poema

traduce en armonioso mercurio su nocturno brillo

Escucha
como tensa entre los árboles el enigma de su música el viento
si no fuera por ellos ¿dónde apoyaría sus notas todo ese aire
en movimiento?
Que sea
el próximo parpadeo entre la luna y el sol nuevo
quien cumpla la misión (pida el deseo)
deshaga en brillantinas el diente de león
desove la serpiente paradisíaca en el pedregoso lecho de los ríos
su devenir incierto
elusivo y rompa
el hechizo o el ayuno
al que fuimos conducidos.

274
Ana Clara Leguizamón nació en 1967 en Lobos,
Provincia de Buenos Aires, y reside en Neuquén
Capital, desde 1988. Es poeta, narradora oral y
productora de espectáculos artísticos. Formó parte
de los talleres coordinados por la escritora Ileana
Panelo. Integró el grupo de narración oral Las cuchi­
cheras. Escribe poesía, y prosa poética. Hecha tinta
(ars) es su primer libro.
1.
Su cara se
descuelga de a
partes.
Media luna la ilumina,
media muerte la atrae.
Ella es el nacimiento
y el olvido de un después.
Desdibuja viejos amores,
contornea una luz nueva.
Su pelo chorrea el morado del
jamás, el cálido sacrificio del
ahora.
Ella es la vida después de la
muerte y es la muerte misma,
detrás de su sombra.

2.
Antes de que me tome por completo la melancolía. Me dispuse
a jugar un solitario. Hubiera preferido que salga el 3 de
corazones, pero no, fueron tréboles.
El único aliento que tuve fue que la carta, tenía escrito
en el centro, la palabra «confianza», como un tatuaje.
Recordé los suyos, inevitablemente su olor, su risa, su sexo.
Me imaginaba tocando su piel y hasta sentí sus soles ardidos,
en rojo y amarillos. Recordé también que en la última jugada,
él sacó un comodín y ganó la partida. Entonces, junté las cartas
y miré la frase de Gandhi que está escrita en la pared: «Cuando
hay una tormenta los pajaritos se esconden, pero las águilas
vuelan más alto».

277
3.
Hoy tuve cita con los
pájaros al solcito de la
siesta
entre el silencio y el verde.
¿Ellos saben lo que los humanos deseamos?
Ellos saben estarse en soledad, a dúo, en bandadas. Uno
de ellos bajó junto a mis pies y comió una semilla,
alerta, dudoso, desconfiado.
Y no supo que yo estoy dejándome crecer las alas
que en cualquier momento me sentiré de su
especie, aunque intenté estar inmóvil,
la curiosidad me vendió y en el mínimo movimiento que
hice se sintió inseguro y se fue.
Ellos saben lo que los humanos deseamos.

4.
Lloré, lloré mucho, sin poder calmarme.
Creí que ese era el precio más alto que iba a
pagar. Pero no.
Hubo más.
Incansable más.
Indecible más.
Y más lágrimas de rincón y de
silencio. Y más.
Nunca se sabe hasta dónde, o hasta
cuándo una puede llorar.

Y es un día.
Un día.
Alguno.

278
Cualquiera.
Es hasta ahí.

Yo lo supe.

5.
Las papas caen en el aceite re
caliente. Chirridos
sonantes
arden
y a pesar del ardor se quedan tiesas.
Las miro como quien pudiera estar viendo un barco que se
hunde. Un fuego que toma el horizonte.
Impávida, nula, sin acción.
Y después de unos cuantos tragos de
vino vuelvo a la sartén, a las papas,
las miro, las sacudo, casi despavilándolas, dándoles aviso,
las volteo, las inundo. Me olvido.

Mi corazón y mi cuerpo sufrieron momentos parecidos,


por eso a veces me es inevitable pensar que todo tiene alma.

—Ma, ya están las papas? —dice mi hijo.


—Sí, sí, ya casi —respondo.
¿Están qué?, me pregunto. ¿En qué las
convertí? Me alejo.
Y en medio segundo, están
quemadas.
Así es la cosa.
Cuestión de tiempo.

279
6.

Tengo insomnio
¿O tengo mucha vida?
o es que mis ojos descubren en la madrugada los
aciertos. No sé.
No duermo y no tengo sueños
reveladores. Hace tiempo no entro en
mi piel,
ni en mis cicatrices.
Y es en la noche
que el humo, el alcohol, el incienso y los
deseos, me desarman.

280
Ramiro Eleazar Lorenzo nació en 1948 en la
Provincia de Mendoza y reside en la Ciudad de
Neuquén Capital. Es músico, compositor y cantautor.
Es Profesor de la Universidad Nacional del Comahue,
en el área Estética Expresiva. Ha publicado: Los 7
Portales, 7 Guerreros Oscuros y Jardineros del Espacio
(Editorial Brujas).Próximo a editarse: Las 7 Conciencias
(Editorial Dunken).
Hualcupen

Voy al costado del camino


Subiendo voy con mi majada
Es que la seca no se ha ido
Y no hay más pasto que comer.

Dicen que el hielo ya está blando


Que las cascadas se han abierto
Armaré un rial en Huarenchenque
Para llegar a Loncopué.

Dicen que el año será bueno


Pa’ que me engorden los chivitos
A que los pastos estén tiernos
He de llegar hasta el volcán.

Sólo un apero voy llevando


Y los caballos de mi hermano
Algunos perros bien chiveros
para cruzar a Hualcupén.

Cuando este piño se alimente


Iré a buscar unos piñones
Pa’ que la abuela se consuele
Y nos prepare algún muday.

Es que los años van pasando


Las alambradas van creciendo
Todos los campos tienen dueño
Y hasta los cielos venderán…

Arre piño Arre. Arre


Arre piño, piño Arre.

283
Homo trashumante

Homo trashumante navegando el tiempo


prisa que se acaba, patente de progreso.
Homo trashumante, cabalgando estepa
con la piel curtida, coirón y cortaderas.
No me pidas nada, no te rindas nunca
que el cielo está abierto y la montaña es tuya.

En la veranada, las estrellas juntas


se cuelan de a una en la antigua ruca.
Homo trashumante de la yegua arisca
donde acaba el viento se pierde tu vista,
vista de aguilucho sobre el suelo helado
de los pastos verdes recién engendrados.
El volcán te espera con sus humos grises,
homo trashumante con tus cicatrices.
En los pehuenales el silencio espera
la lenta llegada de la primanera,
Y la tierra se abre con su vientre eterno.
Homo trashumante tu memoria es tiempo,
Homo trashumante tu memoria es tiempo,
tu memoria es tu tiempo.

284
Santiago Loustaunau nació en caba y reside
en la localidad de San Martín de Los Andes, desde
pequeño. Es escritor y docente. Desde 2015 a 2018
coordinó el taller de Filosofía y pensamiento crítico
en el Centro Universitario de Devoto en el marco
del programa uba xxii. Coordina talleres de lectura
y escritura en diversas instituciones para jóvenes
y adultes. Publicó el libro de poesía: Contar la luna
(Ediciones de la Grieta); participó en diversas anto­
logías de narrativa y poesía. Otra parte de su obra
permanece inédita.
Viaje a Queñi (Fragmentos de obra inédita)

Latidos

Seguí escarbando
cauteloso
en las mismas palabras.

Hasta quedarme
sin lenguaje
ser
todo de agua
junco emotivo
acumulandose sobre sí
la espesura del frío.

Yo vi esto,
lo sentí,
la montaña,
el bosque
exhalando
un aire rosado
el mismo secreto
que después
me mostró
la piedra madre
—el corazón del Queñí—
la piedra
madre generosa
gracias
escribí ahí

y me quedé
en un silencio crocante.

287
Pucatrihue

Escurrirse de límites
hasta el mar.

¿Qué habrá del otro lado de mis ojos


cuando miro el atardecer?
¿Un triunfo del silencio? ¿Y más allá?
El sol parado en el vértice del día,
una chispa y su destello,
un pescador que siempre vuelve
al hogar, al amor
con las manos llenas de mar.

Una ofrenda de la noche.

288
Viaje a Queñi

Hay un rincón el río


antes habitado, ahora vacío.
Hay un rincón en el río
donde sólo llega el viento
cuando se vuelve suspiro.

Solo un árbol caído


puede ser cueva, abrigo
solo un árbol caído
puede ser puente.

289
Irene Lozza nació en 1961 en Capital Federal,
y reside en la localidad de San Martín de Los Andes.
Es maestra, escritora, narradora oral de cuentos,
cantautora e investigadora de la tradición literaria
popular, bibliotecaria. Formadora del Grupo
«Cuenteros Comunitarios» de oralidad popular
comunitaria sma con quienes realiza formación
y presentaciones permanentes en escuelas, barrios,
bibliotecas, hospitales, plazas, pueblos, ferias entre
otros. Premio Lola Mora 2017 a la mujer neuquina
(Tradición oral). Dirige el proyecto «La Ballenita
de Tantos Mundos», declarada de Interés Municipal
en su localidad, proyecto con el que lleva editados
más de 40 títulos propios. Su cuento ilustrado,
Ceniciento, publicado por el cedie, se encuentra
en todas las escuelas de Neuquén.
Cotidiana

Aquí vive la lluvia, que no es agua.


Agua es otra cosa que no cae, agua es cuando ya está aquí
y una abre y cierra canillas y tantas cosas más.
Pero la lluvia es un abrazo que se viene de arriba
todo lo que falta y hace falta viniéndose de arriba
sin tener que hacer nada y aparece la lluvia…
Así fue que le dijo, la vieja rara dentro del sueño.
Pero siempre que se aparecía se venía con esas cosas,
cuando no con asuntos fastidiosos.
O acaso no recuerda la vez que le dijo que se dejara
de tantos libros y lapiceras y se pusiera a rezar.
¡Qué rezar! le dijo ella, que ni sé cómo se hace.
A mí me gusta escribir
¿Y si la lluvia no es agua?

Igual estoy aquí, en la escalada aburriente del día.


Sube sube sube
baja baja baja
y la pendiente para atrás.
¿Llevaré una soga atada a lo desgraciado?
¡Ay… la falta de gracia!
Eso nunca se perdona.
Balanceo de fantasma desgraciada con Diosmío
que cadereando bonito le movía la maraca.
Es mucho, es demasiado ese viraje.
Había que calmarse con y sin lluvia.
Cuando se le volvía rojo el lugar del amor, le agradecía
¡con gracia! cada pajarito cada rayo de luz y gota de aire.
Felicidad del verde, de la firmeza de las piedras,
del agua de la manguera, de la ducha y de la sopa.

291
Y lustraba briosa el tesoro de las almas que amaba.
«Me enamora la muchachada que no se tuerce y arriesga
confrontes perdidos desde el comienzo, con tal de que se abra
más el amor»
—decía a veces—.
Es la tensión terrestre, es lo que pasa, no hay que asustarse.
Algoritmo raro que siempre está al acecho.
¿Quién lo dice? Si aquí ninguna duda de la fe
aunque un día se despierte abra la canilla y la magia escasa
se le venga al piso y después hay que limpiar de nuevo,
todo ese trabajo.
Y tampoco hay que asustarse.
Como las piedras que se despachan con toda su tendencia
aplastadora pero una gota de agua las perfora finalmente.
Hay que abrir espacios finos pero entre abeja y pájaro
aunque se aparezcan viejas raras en los sueños.
Llevo la piel mojada, soy carozo y centro de algo.
Irradio un no sé qué mientras espero, a ver si la lluvia…
Algo me trepa la materia, la cabeza, el albedrío
digo que no
que así no era. Que no vale andar metiendo miedo,
y decir que sólo es agua y que ya trapee la magia y la desgracia.
Quiero ver más de cerca.
Aún no canta pero aletea, zumba
siempre ayuda
ya se está viniendo el día en su carro giraluna
hay un temblar de cuerpa de sentimiento noche
calma la tibia escalera saliéndose del sueño.
Un libro, la razón circundante de todas las cosas,
el mate, la lapicera, la caricia del agua, algo de sol

292
Levantar un atributo a ver si pesa, a ver si lo llevo conmigo
en la mochila.
Algo que valga.
Recorto un poco de cielo, tanto es mucho.
Trajo el humo, las abejas, hizo pava apenas vida
tanta miel y ellas ahí
laboreando y laboreando.
Cuando salgas, se dijo, no molestes a los pájaros
Ni a las semillas que están creciendo.
Hay una paz madrugada, necesaria, silencio… no la pises
un ritual de saludos apenas cruces.
Cada quien en su lugar.
Brilla brilla brilla…
Tal vez aparezca ese casi viento hablador que dice ¡perdón!
¡perdón! Lleno de gracia.
Recién nace y ya encandila
¡Shhhhhhinnnnn! me hace la luz entrándome
para que me despierte y vea.
Me deja una estrellita aquí en el entrecejo
Y recuerdo la canilla la acelga la cebolla la escoba el viento
el agua la olla.
Veo pájara viva arriba del árbol temblando
¡Ningún miedo! —le gritó—.
Y aunque sea, el rocío
que no es agua ni lluvia
pero alcanza
Voy a abrirle bien los ojos cara al cielo y desear que una gota
me funda la mirada y otra vez me inaugure.

293
Marcela Lucero nació en 1974 en caba y reside en
la localidad de San Martín de los Andes. Es profesora
de Lengua y Literatura, cuentera y coordinadora
de talleres de poesía como «La pequeña voz del
mundo». Pertenece a Cuenterxs Comunitarixs, grupo
de narradores orales, coordinado por Irene Lozza.
Participó como poeta en la publicación virtual y en
formato físico del libro Nos queda el mundo (algún
poema tiene que haber), Antología de la Colectiva de
escritoras patagónicas, Casa San Martín de los Andes.
Nacimiento

No sólo la muerte
detiene el abrazo
algunas revelaciones también.
Tus últimas palabras fueron
una despedida cruel.
Sobre algunas heridas
no se puede volver a caminar.
Tomé a mi niña y la acomodé
en el baúl de la abuela.
Un ratito nomás –le dije-
hasta que pueda volver a cantar.
Me quité las ropas
unté mi cuerpo de barro
cerré los ojos y me quedé al sol.
Varios días estuve así.
Una costra cubrió mi cuerpo
al abrigo de la noche.
Nadé en mi sangre espesa
caliente y bulliciosa.
Tenía un eco de otras vidas
mi sangre.
Tenía la urgencia del amor
el latido de otro cuerpo en mí.
Galopaba desenfrenada
mi sangre
y fue vertiente en mi cuerpo desnudo.
Agradecí la noche y el sol
el barro y mi propia costra.
Agradecí tus últimas palabras
y la despedida.

295
Agradecí la herida
y la revelación.
Me miré a los ojos
abracé mi sangre
bendije mi nuevo nacimiento
y canté.

Se teje en el horizonte

Desplegar el mapa que somos.


Abrazar el animal de la noche
sentir su latido
cobijar su sed y hacerla nuestra.

Vivir.
Sin escatimar temores ni perfumes
con la voracidad del tigre
con la experiencia grabada en la memoria de la piel
–esa será nuestra fortaleza–.
Con la certeza del presente que nos llama
y la fantasía segura de respirar bajo el agua.
Con una tierra que nos abrace como cauce del río grande.

Arrojados y salvajes.
Como las yeguas en el monte
que tiran coces al alba y dibujan
tormentas en el horizonte.
Despojados y simples.
Como el dibujo de una niña en la arena.

296
Envueltos en la misma constelación
en la música de una sonrisa
en el aleteo del aire.
Sublimes yeguas
que buscan una orilla para abrevar
y transformar el mundo
mientras la tormenta
se teje en el horizonte.
A mis hijes

Invocación

Se acumulan los rostros como las cartas


en las oficinas de correos.
Se reza una plegaria al arcángel Miguel
para que el hijo regrese.
En algún lugar de Europa no cae esta nieve
que insiste en cerrar caminos.
Se limpian las turmalinas negras
para renovar la protección.
Se visitan sueños nuevos en mitad de la noche
se suspenden los viajes se muere lejos de
quien se ama se recorre el cuerpo con el
disparo de un recuerdo.
Se restriegan los párpados y el hambre
los niños sin pan.
Se descascara este mundo que nunca
fue para siempre.
Se respira con dificultad se para

297
el reloj a las 3:03 am.
Se sostiene el tiempo en manos
de otros dioses.
Alguien susurra tu nombre como un mantra
y se da vuelta la página
y quiebra el horizonte
el rayo de un lenguaje nuevo.

298
Gabriela Maestra nació en 1981 en Catriel, Pro­
vincia de Río Negro, y reside en Neuquén Capital.
Ha trabajado como personal administrativo en
El Ministerio de Acción Social, en las Secretarías de
Salud, en la de Gobiernos Locales e Interior; en la
Subsecretaría de Seguridad y en consejo Provincial
de Educación. Es escritora amateur y su obra perma­
nece inédita.
ELLA

Ella, si la conocieran a ella, si tuvieran el privilegio


de compartir algo con ella, de verle los ojitos negros grandes
y saltones que pone cuando algo la entusiasma o la hace feliz.
Si conocieran el corazón inmenso que tiene en su pecho,
ese que, aunque esté partido en dos aún late, y vaya si late
cuando mira los ojos de sus hijos. Late con el logro conseguido
de una amiga, con las alegrías de sus hermanos, de sus papás.
Porque ella es de esas buenas minas que lo dan todo, esas
de entrega, las que son leales aun en la distancia o la enemistad.
Esas que se cortan las manos antes de traicionar, las honestas,
las simples, sí sí porque ella es simple, pero su simpleza es
única, inmejorable, ay si la vieran caminar, si la vieran sonreír…

Si conocieran sus secretos, alguno al menos para entender


cómo aguanta el llanto, cómo resiste los golpes, cómo hace
para levantarse una y otra vez ante cada caída. Y vaya si esta
vida la ha golpeado, si hasta parece que esta ensañada
con ella. Pero ella, sigue ahí firme, renga, golpeada, cansada,
pero erguida, cada vez mas erguida, porque sabe que esto aún
no terminó, que esto recién empieza… porque, por momentos,
para ella todo vuelve a empezar, todo se repite.

Capaz que es el dolor que tiene en el alma, ese que siempre está,
que aunque lo trate de ocultar, con una sonrisa, con un «todo
bien», no se oculta, sigue estando ahí, siempre está ahí. Basta
con mirarle esos grandes ojos oscuros que tiene, para saber que
llora, es que sí, llora, ella es de las que llora de noche cuando
nadie la ve, cuando todos duermen, cuando todos sueñan.
Ella llora porque extraña, porque piensa, porque sueña, desea
y añora un amor que se fue, que no sabe si va a volver. Llora
para aliviar el peso de la soledad, para descargar el alma
y volver a remar… esa esa es ella.

301
Luciano Julián Marconi nació en 1986 en la
Ciudad de Neuquén Capital y reside en la localidad
de Aluminé. Es profesor en Ciencias de la Educación.
Participó de actividades de formación en la escritura:
«El paisaje nos devora» coordinado por Gabriela
Pesclevi; el Taller de escritura y lectura para adultos
coordinado por Beatriz Actis y el coordinado por
Mercedes Romero Russo. Su obra permanece inédita.
ríobabel

El río como columna vertebral


un oasis vertical
en el justo medio de la estepa y la cordillera.

¿El río es el agua que lo recorre?


¿O el lecho que lo cobija y sustenta?
¿Y acaso el paisaje que lo envuelve, no es parte suya también?

En particular la correntada, tan similar al fuego, explotando


en profundos mantras dejando ver su forma cambiante
a un ritmo frenético.
Y es precisamente ahí
en su movimiento estático,
donde se intuye a la identidad
como algo un paso más allá de las cosas que la conforman.

El agua que choca la piedra


forma la ola, se hunde en su margen
y otra corriente opuesta
la arremolina.
Las emociones fluyen a través del cuerpo
tomando la forma de lo que nos habita
y cuando desbordan, como el agua
horadan la piedra, estiran los márgenes
inundan la costa
y transmutan.
Ahora tanto el lecho como la corriente cambiaron
y como nosotres, el río sigue siendo río pero distinto.

303
Matías Damián Maressa nació en 1992 en Cinco
Saltos, Provincia de Río Negro y reside en Neuquén
Capital. Es contador público nacional y escritor
amateur. Su obra permanece inédita.
Soy

Soy paz y guerra,


Soy caos y calma,
Soy intensidad y paja,
Soy miedos y coraje,
Soy risa y llanto,
Soy luz y oscuridad,
Soy apego y desapego,
Soy inseguridad y
confianza,
Soy estabilidad y bardo,
Soy fluir y obstinación,
Soy sensibilidad y
frialdad, Soy paranoia y
pronoia.
Soy vida y muerte,
Soy exterminio y
renacimiento, Soy carne y
espíritu,
Soy misterio y transparencia,
Soy conciencia y desobediencia,
Soy pasión y tibieza,
Soy ciclo y eternidad,
Soy polvo y galaxia,
Soy energía y creencia,
Soy desequilibrio para equilibrar.

305
Tormentos

En el dulce acorde de su voz,


Se trasladaba el sonido,
En una dimensión
de vientos que envolvían el paisaje.
Torbellino de intensidad,
Era esa copla que pegaba en las piedras.
Espíritu libre en la convención,
De la naturaleza suprema.
Psicodélica abstracción sonora,
De risas y acordeones temporales,
Que se condensan en las nubes
Para despojar las tormentas terrenales.

PARTE DE MÍ

Comprendí una tarde soleada,


Que no era poco lo que brindaba,
Que el autoflagelo constante
Estaba incrustado en mi ADN,
Y que como tantas otras cosas,
No era parte de mí.
Comprendí que el amor que brindo,
Me trasciende en cada palabra,
Cada gesto, cada abrazo, cada mirada,
Cada consejo, cada lugar,
En cada parte de mí.
Comprendí que la escucha activa,
Me acerca a los deseos, a los seres,
A la comprensión, saca a personas de su aflicción,

306
ha sido de gran contención,
Que es parte de mí.
Comprendí que en el camino,
Me sentí lastimado, con un dolor que nacía de las entrañas,
Que lastimé por mis carencias y falta de herramientas
para gestionar mis emociones,
Que fueron transformando cada parte de mí.
Comprendí que el encuentro con otras almas es la evolución
golpeando la puerta,
Que podés seguir víctima del loop eternamente o empoderarte
y hacerte cargo de tu existencia,
Que puede durar un instante, prolongarse en el tiempo
o durar eternidades,
Que nunca volverán a ser las mismas esas partes de mí.
Comprendí que cuando soltamos las expectativas,
El universo nos provee de lo que vibra en nuestra sintonía,
Que nos cuesta soltar el control pero es una mochila innecesaria
que nos impide andar livianos,
Que ellas fueron pero ya no son parte de mí.
Esa misma tarde, comprendí que no todo debe ser comprendido,
pero que aún así, las fichas de dominó caen en el momento
y lugar que lo deseen, y se llevan consigo una parte de mí.

Gota de agua

Casa paso,
Cada latido,
Cada
caricia,

307
Cada meta cumplida,
Cada día perdido,
Cada momento
vivido Cada mano
ofrecida,
Cada abrazo compartido,
Cada vez que pusiste a alguien antes que a vos, Todo,
que sea impulsado por la fuerza de tu corazón, que
fluya como cada gota de agua,
Vertida desde el corazón de tu aura.

La única decisión

El amor camina libremente


Por los jardines de tus días,
Resplandeciendo con
sonrisas, Mimos, y caricias,
Los oscuros misterios que
Devela tu historia de
vida.
No conoce de género, color o cultura,
Ni de pasiones, gustos,
o de imposibles cerraduras.
Contamina el aire de
luciérnagas brillantes,
mariposas rozagantes, razas
infinitas, El mismo sentir que se
esparce.

308
Sufrimiento en
silencio, maltratos
constantes, Sociedad
contaminada
Por los prejuicios de antes.
Libertad de elección,
Libertad de expresión,
Voluntad de comprensión,
Amar, la única decisión.

309
Ayelén Martínez (Aye) nació en 1989 en Quilmes,
Provincia de Buenos Aires, y reside en la localidad
de San Martín de los Andes. Es antropóloga, docente,
coordinadora de talleres, poeta y compositora.
Publicó el libro de poesía: Lugar Pájaro en 2015; parti­
cipó de la antología Nos queda el mundo (Algún poema
tiene que haber) como integrante de la Colectiva de
Escritoras Patagónicas, Casa San Martín de los Andes.
i
Bengolea

La vez que sentí a mi abuela más niña que yo fue con sus
hermanas
se reían tanto
la cocina no les alcanzaba y una se iba corriendo a otro cuarto
como si le cosquilleara el alma
y no pudiera quedarse sentada

el pueblo tan detenido


que ellas movían las hojas en las veredas en la estación
cuando el viento venía del este creían que volvía el tren

II
Don Ángel

Toda una vida de leña crepita la lengua

Para dormir, para comer, para entibiar

Uno acaba
por contarle más al fuego que a sus hijos

III
Espuma

a la orilla del sueño hay una espuma que es el cuerpo

querías hablar vos


pero era mi boca la que se movía y el ruido era tanto

311
que tus ojos se aturdían con la arena se hacían polvo
un raro ensayo de despedida y el miedo de estar yéndote

si hubiera sido sólo eso; una escena poco nítida


y nosotros queriendo remendar algún silencio
encontrar en lo invisible

pero me despierto
y ese miedo lo respiro aunque estés lejos porque la cama
se hunde y la garganta raspa

ojalá todo fuera como queremos pero ni en los sueños

—buen viaje, no te asustes —digo como si aliviara

vuelvo al sueño y ahora el mar


es una higuera llena de pájaros

IV

puedo abrir un surco ahora


y sus manos andarán hurgando
a ver qué bicho, qué foto, qué greda

puedo imaginar un fuego


sus músculos andarán soplando en la dirección del viento
para que la brasa hable

312
puedo reunir nuestras risas como si fueran tierra firme
y que la lluvia nos haga de nuevo con la humedad de estos años
y sentir el tacto de los pies descalzos quiero cerrar los ojos
escuchar nuestros pasos acercarse
y que nos abracemos

hay en mis amigas un idioma fresco


de meseta, río, mate cocido bicicleta y trasnoche
que destella

si pudiera crecer
siempre volviendo a mirar
al centro de nuestro mismo pecho

pero también el viento sopla y nos desparrama


nos desordena y no se sabe

cuándo, dónde, cómo

puedo escuchar la música que brotan y bailar con ellas


hasta una hora que no existe

olvidar que el tiempo sabe


y hacerle trampa a esta casa, lejos

313
Teresa Susana Maruenda nació en 1946 en caba
y, desde hace años, reside en Neuquén Capital.
Trabajó como médica del Hospital Regional de
Neuquén hasta su jubilación. Escribe y participó de
los talleres literarios coordinados por Pablo Mon­
tanaro, Héctor Méndez, María Amelia Fernández
Bustos, Alejandro Finzi. Actualmente asiste al Taller
«Romero y Laurel» que dirige Lilí Muñoz. Es parte
de las Antologías: Urdimbre y Algazara en vías
de publicarse (unco); Pluma Cafelaria i y ii del Café
Literario coordinado por Ana Capelletti.
Katmandú

El rugido de la tierra devoró todo lo que encontró a su paso.


En pocos segundos una profunda grieta dejó al descubierto
su intimidad milenaria.
En el aire se fueron mezclando sus componentes que de tan
reducidos en su composición, se desconocían.
La mesa se doblegó mansamente arrastrando con ella botellas
y vasos que se estrellaron contra el piso y se multiplicaron
en partículas transparentes.
El ventanal perdió toda referencia y dejó entrar al cielo
con su sol radiante que acarició todos los cristales esparcidos
transformándolos en arco iris.
El templo se fue dejando envolver.
Las velas enardecidas se resbalaron en sí mismas fusionándose
unas con otras. Tomaron distintos colores y fueron abarcando
con su lengua de fuego los manteles bordados en oro que las
albergaban sobre el atrio.
La aristocrática estatua bajó repentinamente de su pedestal
y perdiendo su otrora solemnidad, sintió lo que era morder
el polvo.
Afuera la calle desolada temblaba atemorizada.
Las sirenas se fueron acallando lentamente.
Los jirones de ropa esparcidos en el piso se fueron elevando
como buscando su identidad perdida. Un zapato que giraba
sobre sí mismo empujado por un remolino hambriento,
rodó hasta quedar encallado en un montículo de cuerpos
informes que despedían aún una especie de humo penetrado
de sombras.

315
Malén Meazza Maté nació en 1989 en Pergamino,
Provincia de Buenos Aires, y reside en la localidad
de Aluminé. Es actriz de Cine y Teatro, docente,
directora de Teatro, vestuarista, diseñadora lumínica,
escritora y productora. Entre sus obras mas reconoci­
das: la dirección, puesta en escena, diseño lumínico
e interpretación de la obra de teatro Benigar,
de Alejandro Finzi. Es fundadora del sello editor
«La Biblio» de la Biblioteca Popular Juan Benigar
de Aluminé. Su obra poética permanece inédita.
Pirita

Soy ese charquito que se hace en la vereda de la entrada de mi


casa de la infancia.
Soy la removida de barro de mis zapatos en el charco que se
hace en la vereda, antes de entrar a la casa de mi mamá.
Soy ese introvertido e inacabado dedo meñique de mi mano
izquierda.
Soy ese doblado dedo pequeño que le cuesta entrar al bolsillo
de un jean ajustado.
Soy ese sillón individual de estructura de madera con tela
floreada, colgando como hamaca.
Soy esa niña jugando con su vecinito a deslizarse por esa
hamaca que parece un sillón individual pero que es un tobogán
de memoria frágil e inventada.

Una noche cualquiera

Estaba estrenando el vestido, rojo pegadisimo brillante.


Se calzó los de 20 cm acharolados y esa noche decidió llevar
la rubia carré. Se pintó la boca y se acercó al espejo del placard.
Se miró de cuerpo entero y se terminó de peinar. Sacó un
revólver de la mesa de luz con lunares negros sobre fondo
amarillo y se aseguró de que estuviera cargada. Lo metió
en su carterita. Volvió sobre el espejo. Se tiró un beso y salió.
Era una noche cálida de verano y no llovería.

317
Destino

El olvido más devastador, todavía, atravesó Mahagonny (…)


Alejandro Finzi

Noté el frío de la helada por la gota que de sus ojos


llegó a mi mejilla, luego del abrazo.
Lo vi alejarse abrumado, diciendo algo.
Su valija era tan grande como su fracaso.
Yo lo hubiera ayudado, pero no me alcanzaba la plata.
Era la tercera vez que él llegaba tarde.
Eso no es sólo un devastador olvido.
Quizás sea, vagar por los aeropuertos,
el destino de Mahagonny.

318
Trilogía con final feliz

Puro estereotipo

Por lo que se ve a simple vista, ganó la superficie.


La llanura, la pampa húmeda. Re húmeda que chorrea.
Las sábanas se mojan. Igual, no hay que cambiarlas
muy seguido, no?
(Mirada al cómplice)
Yo todavía me seco tu abundante sudor, mi contenido flujo.
Todavía saco tus pelos de mis sábanas, de mis tetas.
Puro estereotipo, todo muy trillado.
Nada nuevo, nada valeroso.
Ni una gota de sudor, ni por el calor, por el aire; ni por el laburo,
por lo fácil.
¿Me estás jodiendo?
(Ríe)
Rewind
Es la vista más simple que se ha visto jamás.
Todo muy trillado. De manual, mi amor.
Pura pose. Cuidado, no te vas a acalambrar.
No me lo creo. Es todo tan plano.
(Más risas)
El amor es orgullo destrozado.
Para comprender hay que destruir, reducir el coso hasta los huesos.
Las tripas van a doler y el pecho, pero no por el pucho.
O también, pero el coso pesa más hecho pedazos.
Yo chorreo. De calor por el calor y porque me gusta lo re difícil.
De mis hombros nacen montañas.
De mi monte de venus, un volcán.
Y gano siempre. Perdoname, pero es así.
Re triste para vos, re bueno para mí.

319
Angustia Bye Bye

Que me busques.
Que me aprietes el cuello
Que me tires del pelo
Que te rías de mis chistes
De mi idealismo, sincero y firme como mis nalgas.
De que mi gato me dejó.
Finish.
Eso de pensar.
Eso de bailar.
Tus discos de moda.
Bye bye.
Que entremos a tu casa y no lleguemos a la habitación
Que me chamuyes.
Adiós.
Que me hables de tus vinilos y sólo una vez los escuchamos.
Que te fumes mis flores.
Que te comas mi comida.
Que te bañes en mi casa y nunca conmigo.
Finish.
Hablarte de mis lagos y mis montañas
contarte un cuento con duendes asesinos
o esa vez que vi un ovni.
Chau.
Que te escondas.
Que me chamuyes.
Que te vayas.
Gracias.

320
Pesado, hello

Que nos pasemos todo el día en la cama.


Que postergue todas mis cosas.
Que me expliques el sentido del equilibrio y después
nos bañemos.
Que me sanes y yo te arregle una camisa.
Que me quieras y yo me haga la que estoy ocupada.
Que me regales una flor, aunque después se marchite
y agarre olor a defunción.
Que vayamos de la mano como viejitas y yo me ría un montón.
Que cantemos en pelotas y a los gritos cualquier canción.
Que me llames, aunque sea todos los días y a cualquier hora.
Todos mienten, menos vos.
Ya no tengo que fingir y entonces la luna.
Tus músicas y unas cuantas galaxias.
Unos besos y todo es húmedo.
Aunque extrañe la nieve de mis montañas
hasta un Uvita está increíble con vos.

321
Karen Ayelén Mella nació en 1986 en la Ciudad
de Neuquén Capital donde actualmente reside. Es
licenciada en Letras y estudió Bibliotecología Social.
Escritora, gestora cultural, coordinadora de talleres
en el municipio promoviendo a la lectura y la escri­
tura en zonas vulnerables de la región. Escribe tanto
poesía como narrativa, especialmente para infancias.
Sus textos publicados son: Mounstruos no, Yaco cantor
y Visitas inesperadas, en coautoría con la escritora
Claudia Rivera, en el marco de la Campaña Provincial
¡Contalo, no te calles! Su cuento Perro en monopatín
saldrá en breve editado por el cedie.
Paisaje

Una ventana gris


Paisaje borroso
Palabras confusas

Arena
Viento
Silencio

El otoño templa mis manos lejanas


Secándose al sol a través del vidrio
Viaje de luz

Una ventana gris me pregunta


¿Cuándo volveremos a encontrarnos?

En una palabra silenciosa


Una caricia
Una mirada
Que nos acerque en esta distancia eterna

Océanos de tiempo
Olas que van y no vuelven
Océanos de tiempo
Olas que van y no vuelven

Aquí estoy

Olvido
Muerte

323
Jardín de otoño
Ventana gris
Una trinchera en la que guardo la memoria

¡No olvido!
Transformo el eco de este bosque que no veo
Vuelo de murciélago
Sigo el sonido de tu voz perdiéndose

Arena
Viento
Silencio

Intento descifrar mi nombre en las mañanas


Abonar la tierra
Con una caricia
Una mirada que nos acerque en esta distancia eterna frente al espejo

Miran los ciegos al cielo


Algo que explique la muerte
Algo que impida el olvido

Soy la hoja que el viento mece


Soy el tallo que duerme
En el bosque de la memoria

324
Silvia Mellado nació en 1977 en la localidad de
Zapala y actualmente reside en Neuquén Capital.
Es doctora en Letras, licenciada y profesora en Letras,
investigadora asistente del conicet; integra el
Centro Patagónico de Estudios Latinoamericanos,
Facultad de Humanidades, Universidad Nacional
del Comahue. Ha realizado numerosas publicaciones
científicas. En creación, ha publicado: Celuloide (Edulp),
Acetato (Educo); Moneda nacional (edición artesanal),
Pantano seco (Ediciones con Doble Z); La ficción de
la poesía (Espacio Hudson-Legislatura de Neuquén).
Integra diversas antologías y selec­ciones tanto
nacionales como internacionales. En el año 2021,
Cantos Limayos, recibió el Primer Premio Nacional
de Poesía Storni.
Piba de Zapala

De chica era una guacha,


machona, según las viejas.
Con su cara negra, regordeta y con pecas
era la que más rápido corría,
a la que no le importaba
que se le movieran los pechos
y nunca le daba vergüenza vociferarles
los cuernos de vuestros padres
a ninguno en la cara.
Su boca era la cloaca más temida del barrio
porque era un loudspeaker
de los chismes y calumnias.

El tiempo pasó por ella


como una máquina
de aplanar tierra.
La vi mucho tiempo después
flaca y con los ojos sin chiste
cargando un bebé desnutrido
al que le ponía los soquetes tan chiquitos
que le estrangulaba las piernas.

327
I
como buques encallados
los galpones
en la punta de rieles

los siglos bebieron todas las aguas de este puerto y


están en Ámsterdam donde todos los corsarios se acartonan
en sueños sintéticos y el sabor de las colonias se fuma en souvenir

acá quedó el sonido del mar en las botellas


al margen de las transacciones
si destapás una y caminás por la avenida y a la altura de las vías
ligeramente la inclinás se escuchan
sin caracola sonidos milenarios

II
¿y si para la contemplación tampoco hay llegada ni partida
como en la última estación?

salpicada siempre por las primeras infancias renuncio dejo


de ser útil no cumplo incluso puedo dejar de leer y escribir

todo mi cuerpo va al ojo


y sale por ahí
toca con la palma de las manos
las plumas del cisne imaginario
marrón claro
pedregullo
árboles viejos
los colores de la lactancia
lullidos vientos
sueltos
sin ninguna pared
por pura caja de resonancia el universo
Rafael Nahuel*

han soltado los albatros


en el medio del bosque
donde dice tierra ancestral
leen coto de caza los perdigueros que olisquean
gustosos un pedazo de tu muerte

* Este poema integra el afiche Paz ya. Poemas para


navidad (sel. y ed. Gerardo Burton, la cebolla
de vidrio ediciones, Neuquén, 2017)

329
Ana Carolina Mendes nació en 1975 en la ciudad
de La Plata, Provincia de Buenos Aires, y reside en
Neuquén Capital. Escribe y ha participado en talleres
literarios desde joven: Taller de escritura coordinado
por María Cristina Ramos y por Nicolás Bratosevich,
entre otros. También ha dictado talleres en Neu­
quén y Buenos Aires. Ha participado con sus cuentos
y poesías en distintas antologías: Ajedrecías (fen,
1994); Letras de ensayo (Talentos) y Poesía de los 90
(Narvaja editores), entre otros. Ha recibido premios
y distinciones a lo largo de su trayectoria.
Poesía irregular

El miedo

cae

como un fruto

o una tecla de piano.

El miedo

queda lejos

como un pájaro en el bosque

como los pies de la laguna.

El miedo

tiene la forma

de un volcán

de la roca que desprende

El miedo

a veces

sube

a veces

está cerca

y tiene mi forma.

331
II

Y este cuerpo que

suma ventanas.

Y esta voz que

declina la suerte.

Y esta noche que

no huele a azucenas

y esto que me apena tanto.

332
III

Como una ola

que se encima a la otra

se me encima el deseo

más el deseo

más el deseo.

de que algo termine

no se bien qué

pero hay un deseo de final

de finalizar

de finitud.

Esto. Aquello. Eso.

Nosotros. Lo que sea

que me trae

este mar de invierno

de incertidumbres

y deseos.

333
Nazarena Monsierra nació en 1966 en Despeña­
deros, Provincia de Córdoba, y reside en la localidad
de Centenario. Es profesora de Castellano, Literatura
y Latín. Ha realizado publicaciones académicas,
narraciones de experiencias pedagógicas propias
y en colaboración: La lectura y la escritura en la práctica
docente (eae de OmniScriptum Publishing Group).
Ha sido Jurado en el certamen literario Migrantes
en el Siglo xxi organizado por el cedie.
Falso triunfo

irrumpes en oriente
filius coronavidae

exhibes global
tu corona
triunfal

no trascenderás
en asia

a guanyin ni a chitipati

no ocuparás el centro
del altar de la mano
en áfrica

no separará tu fuerza
los hombres líticos
en oceanía

no confundirá tu máscara
el jade de pakal
en las américas

no es arte de creta
tu vuelta de campana
tu salto de murciélago
cabriola genocida

335
es falsa
y finita tu victoria

rompiste el cántaro de nápoles


no sus puñales erguidos
ni sus flautas
no venciste

supera tus marcas


aferrado a los cuernos del toro
el gimnasta de creta

coaliciones de acróbatas
saltimbanquis
histriones
juglares
afrontan
tus maniobras aéreas
callejeras

mañana
en increíble sincronía
la humanidad
romperá
tu corona

336
Pablo Montanaro nació en 1964 en la Provincia
de Buenos Aires y reside en la ciudad de Neuquén
Capital. Trabaja como periodista y editor en el diario
lm Neuquén y columnista de temas culturales en
varias radios de la región; corresponsal de Neuquén
del canal ip. En el género biografías: Paco Urondo:
Biografía de un poeta armado (Barenhäus), Osvaldo
Soriano: Los años felices en Cipolletti (Ediciones con
Doble Z); Roberto Arlt: El arte de inventar (Ediciones
lea); Construcción de la memoria. Conversaciones
sobre dictadura y genocidio (educo), entre otros.
Poesía: En la luz de la palabra y Resplandor de madres
(Vigilias) y Los nombres del oleaje (Ediciones con
Doble Z).
Respiración

In memoriam José Lezama Lima

1.
Haciendo el tokonoma en la pared/
también en el borde de una taza de café
o en el cielo que cae por nuestro hombro/
José Lezama Lima busca ese pequeño vacío
donde se agrupan/ los recuerdos, las voces,
los rostros de los que esperamos aún sabiendo que no llegarán:
lo que se oculta es lo que nos completa.

2.
En ese tokonoma/ abierto/ en la página-pabellón/
está el destino de lo que rozamos cuando
frente al espejo resistimos ese cansancio, parecido a la muerte.

3.
En el tokonoma/ el resplandor/
fuertemente se alza en medio de todo
y así deseamos conocer las revelaciones
deseamos hacernos invisibles
y luego en el reverso recobrar otra vez
nuestro cuerpo.

(Nota: Según una costumbre japonesa, el tokonoma


es la presencia simbólica del vacío mediante un minúsculo
hueco abierto en la pared).

339
4.
El hueco
la presencia de sensaciones
sometido al lugar
a la visión quebrado
por lo que nos falta

presencia de ese placer que


por las mañanas borra la densa voz

desde los muros


el resplandor se levanta fuerte
contra lo que no puede
permanecer en la revelación.

5.
Una escritura que enciende
nuestro espacio creado
cuando llega la hora del ocaso
en ese hueco se encierran tus ojos fríos.

6.
Como un extraño pasajero
voy extendiéndose al vacío
que necesito para comenzar
con la composición de nuevos sacrificios
ese vacío es el huésped de mi noche.

340
7.
La muerte transforma la conmoción
en un latido de ausencia infinita,
primero la gripe (después una pulmonía)
y el sitio vacío en la mesa

durante años/ digamos siempre/


caminando a tientas
buscando al menos su imagen
atendiendo el juego
de lo visible a lo invisible

¿Dónde la presencia en la casa? ¿Dónde el saco, los zapatos,


los habanos?

8.
Cómo iluminar el tiempo/ recuperar la imagen/
inaugurada herida/ sólo basta cerrar los ojos y reconstruir
los colores, lo indescifrable de algunas voces
la perduración de un silencio
en el umbral mismo del destino
años después, otro instante sin retorno
y en sus oídos un único mandato:
Escribe, José, no dejes de escribir.

341
Juan Manuel Mora nació en 1946 en Neuquén
Capital y reside en la localidad de San Patricio
Del Chañar. Su oficio, desde el año 1973, es injertador
en la zona desde Añelo hasta Campo Grande.
Desde los 20 años, es cantor y poeta, escribe inspi­
rado en tradiciones, costumbres, lugares y su gente;
desde hace un tiempo pone música a sus letras.
Su obra permanece inédita.
A San Patricio

Vengo desde el llano de allá de la planicie


de donde se divisa el sol al rayar
apuro mi zaino por esos piedreros
ya veo los viñedos junto a un chañaral.

Bajo unos faldeos, cruzo unas cañadas


se asoman los vientos, por el jarillal;
el viejo tomillo petiso arrastrado
que taló el guañaco y hoy tampoco está.

Pero me consuela por el nuevo valle


picadas y calles donde hubo un zampal;
y bien a la orilla de aquel barderío
el bendito río canta en su caudal.

El Mari Menuco, junto a los barriales


allá en el portezuelo, le han tirao un pial;
amanzó el neuquén impetuoso y bravo;
su furia indomable ha quedao atrás.

Se hizo inmenso el valle, como él lo soñaba


Roberto Gasparri, aquel peón rural;
venció polvaredas, domó medanales
trazó mil canales y hoy regado está.

Tanto sacrificio y por unos pesos


a su amada tierra, tuvo que abandonar;
limpio de políticas, ni buscó testaferros
y creció san patricio, pa’ los que vendrán.

343
Pero… ya no son suyas esas miles de hectáreas;
una silla de ruedas le bastó para andar;
lo que al él le negaron, hoy fluye a raudales
la tercer etapa financiada está.

Se truncan sus sueños


el ocaso está cerca
el pecho se le aprieta y ya no puede hablar
su vida se apaga y acá en la patagonia
él pasa a la historia…
y la virgen en su gruta… nos bendecirá.

Se fue pa’ otros cielos, quizás otras colonias


otros nuevos campos, seguro va a plantar;
trajo variedades, de pelones, manzanas
que hizo allá en un valle que llaman chañar.

344
Lidia Muñoz (Lilí) nació en 1951 en Victoria, Provin­
cia de Entre Ríos, y reside en Neuquén Capital.
Es escritora, profesora en Letras y especialista en
Literatura Hispanoamericana del Siglo xx. Coordina
talleres de lectura y escritura para jóvenes y adultos.
De su prolífica obra, consignamos: La señora de
la aguada (Ediciones Oblicuas); Mujeres de la Albada
(Tribu Salvaje), en novela; Puro limón y azúcar
(Libros de Tierra Firme); Mi casa también es otra casa
(Edicio­nes lecturas del Fin del mundo), en poesía.
Ha publi­cado ensayos y textos dramáticos; participa
de antologías y nacionales e internacionales.
Cabos sueltos

Nada es igual en la espuma de los mares

… porque robarte fue un modo de tenerte


tu nombre es un tic tac en mi cabeza
el timbre del whatsapp sucumbirá en la nieve
se hundirá en el canal
habrá tiempo en suspenso por las rocas
todo fue un no llegar
un irse
¿dónde la plenitud de nidos?
¿de cuáles ajenidades brotarían?
después
¿qué más será de ella?
zambullen sus palabras
mis palabras

¿Qué giro imperceptible marcó el rumbo?


¿En qué descuido?
¿Con qué señal llegamos
al borde de estas grietas?
en cuáles márgenes
cuántas encrucijadas
mostraron en pedazos nuestros cuerpos

Sin embargo es sencillo


en rumor de palabras ella filtró el invierno
a puro viento
desde jacarandás rocíos
con memorias de sedas
entreabrió aquella puerta

347
exultante partió
en desamparos y risa
no volvió
un poema fugaz desvaneció en el aire
se llevó la caricia sin mis manos
no supo del sabor entre las sombras

nada es igual en la espuma de los mares

amanece
pura niebla en albores
¿qué es lo que queda?
¿inmediatez de escena?
¿alguna voz entre los arcos del silencio?
aún fluyen manzanares por mi boca
aún se yerguen mesetas y pezones
habitan yemas
retozan todavía

348
Gabriela Nemiña nació en 1960 en Quilmes, Pro­
vincia de Buenos Aires, y reside en Neuquén Capital.
Es docente e investigadora educativa; escritora
y narradora oral. Ha publicado textos académicos
como Malestar, deseo, saber: Subjetividad, práctica
docente y organización escolar (noveduc), entre otros.
Cuentos y poesías están incluídos en antologías
y compilaciones nacionales. Su cuento El portafolio
de Alicia ha sido publicado en formato físico y táctil
(cedie). En el género poesía, Gaviota de arena
(la cebolla de vidrio ediciones). Forma parte de la
Colectiva de Escritoras Patagónicas, Casa Alto Valle.
Mis muñecas guardan las cicatrices
del hermano perdido
de la hija que no soy
del palanqueo y el riego
persistentes
en busca de un camino
verde
en el desierto.

Mis muñecas saben de huesos rotos


y capas de metal
se han hecho fuertes
vivas
guardando
las huellas del dolor.
Saben también de bailes
y arabescos
de caricias de mujer
y de madre.

Mis muñecas llevan tatuadas en la médula


toda la historia del clan
la tribu cruzada por muertes y batallas.

Por eso quiebran


delicadamente
sus tendones
al calor de la hoguera
al discurrir del agua entre los dedos,
acarician el aire cuando viajan o bailan

351
se agitan aletean
suaves y firmes
seda y acero
gráciles
curtidas.

Mi cuerpo baila con ellas


al compás
del gozo y los dolores.

352
Ritual

Medias rojas
zapatos de tacón
ritual
de la despedida.

Unas piernas se cruzan


sin cuerpo
—una sobre otra—
solo esas medias rojas
y los zapatos negros
de charol.
Piernas que caminarán
hasta el lugar donde ya
no hay abrazos,
una boca tapada
—rojinegra—
que no quiere callar,
llanto
de niña huérfana
en vestido de viyela
y un sopor de madrugada
que huele a peperina
y alfajores que ya no.

Medias rojas
zapatos de tacón
los pasos
de la ausencia.

353
Jeremías Neumeyer nació en 1990 en la Ciudad de
San Martín de los Andes, donde actualmente reside.
Escritor, estudia el Profesorado de Lengua y Litera­
tura en el isfd n°3. Coordina el espacio Librería sin
nombre. Ha publicado El escritor maldito (primero en
forma autogestiva y, en su reedición, con Ediciones
de la Grieta); Tierra silenciosa y Necromancia, entre
otros libros. Su obra ha sido traducida al inglés para
ser publicada en Europa (T&GPrint). Es co-editor
de la revista Morthond, Literatura y Black Metal
que se publica y se distribuye en España. Participa
de festivales, ferias, recitados y lecturas públicas.
Einleitung
(Iniciación)

I
der Dichtung ist geboren,
mit denen wir den Tisch teilen.*
21 de junio de 1991

Hubiese querido
que nunca fuésemos verso
(¿Por qué nosotros?)
que no tuviésemos que preguntarnos
para qué y quiénes
hemos vivido
y si ha servido de algo
después de todo.

Hubiese querido decirte


que el rostro de la poesía
ha sido la felicidad
(¿Qué tanto se puede trazar acerca de…
¿Hay algo de ella?)
y no el dolor,
ya que veré morir al invierno
como lo hace un abedul
seco en la colina.

* «La poesía nace con quienes compartimos la mesa».


(De niño mi padre lo decía mientras trabajaba.
Mientras escribía. j.n.)

355
Hubiese querido que nunca fuésemos verso
pues el camino al que se nos ha atado
no tiene vuelta atrás.

Quisiera haber descubierto…


Haberme atrevido
a vivir y ser más que esto.

ii
(Lacarsee)
30 de junio de 1991

No fue el invierno
el que me dio estos ojos negros
(si no la mesa y aquellos con quienes la compartí).

Es ahora que el camino


que nos lleva a todos
a la izquierda inicia
y lo hago como lo hacen,
creyendo ser olvidado
a las orillas
junto a las naves en el puerto.
Sin decir,
sin buscar nada a cambio
con poco ánimo de rescate
pensando
si el texto podrá aún frente a la muerte,
vivir

356
sea tropezando
arrepintiéndose
por profanar los secretos que habitan
la mortaja misma;
las puertas que llevan a Hel.

iii
(al este de la laguna)
21 de junio de 2007

¿Es la poesía algo más que completar vacíos?


Escucho que mamá le dice a la almohada que te deje ir.

Pero mi rostro se paraliza


en la voz residual de tus sueños
e intento trazar la materia
para mantenerte
con vida.

Entre el incienso
mi cuello se ha apoyado
en el hombro de tu cadáver.
Puedo ver
que estás parado al Este de la laguna
y preguntas al barquero ¿Qué es el amor?
Mientras el silencio
crece con la muerte.
Llorás aceptando las normas estéticas del inframundo.
Mamá suele decir
a la sombra del ñire
que no basta con ser sólo texto.

357
Viviana Nuñez nació en 1964 en San Miguel
de Tucumán y reside en la localidad de Centenario.
Escritora, docente y licenciada en Gestión cultural.
Directora y creativa en «patagonia gestión
cultural para la paz»; y directora editorial
en revista web «Patagonia Culturas», ganadora del
Premio Nacional cfi Neuquén «Cultura Imaginada
2020». Ha publicado Taller de tango (Ediciones de
la Grieta); Los días del vinagre en versión digital dispo­
nible y Bitácora (ediciones la yunta). También libros
sobre divulgación científica; varios de sus poemas
son parte de distintas antologías del país, regionales
y nacionales.
Los días del vinagre.
Crónica poética de una barbarie anunciada

Una de amor

No se sabe si sirve al mundo


que se unan las mujeres.
No hay estadísticas
ni quién diga
si al mercado le interesa.

Mujeres que hilan su voz


y tejen
con palabras
como mantas.

Mujeres que hermanan dolores


y humedecen de risas
las penas.
Hilanderas de amores
que se tejen
en mil voces de colores.

No se sabe
si conviene al mundo
el amor en rebelión. (14 de febrero de 2019)

359
Afuerados

Sin el adentro que abraza.


Encerrados afuera
en las calles
en las plazas
en bancos con filos de hierros.

No-lugar,
donde se pierde lo humano,
dolor
como dolor que cansa.

Sin las miradas ni las palabras.


Solos de abandono.
Afuerados. (24 de julio de 2018)

360
Milagro

Se juntaron las Moiras, Milagro,


a jugar el ovillo de tu destino.

A hilar,
a trenzar,
enredando los hilos.

Negra Milagro,
mujer Milagro.

Que la Justicia
porte la tijera de Láquesis
que Atropos corte
los hilos del poder.

Milagro pacha,
Milagro mujer. (29 de diciembre de 2018)

361
Meditación

Los pies en tierra


y la pregunta de los pasos
¿dónde, dónde pisar?

Se hace extraño
el barro hermano
y caen los vuelos cortos
con sus alas de plomo.

¿Dónde, dónde la verdad?


¿En el estómago que tiembla,
en el silencio que busco?

¿En la lucha encendida,


la que me enciende,
la que enciendo?
¿Dónde estoy
entre el barro y la luz? (4 de abril de 2019)

362
Nenushckas

¿Cómo será?
¿De qué barro te habrán hecho
que el llanto y la flor pequeña
que aroma apenas,
no te nombran?

¿Qué emplasto formó tu carne,


desanimada porfía,
qué piedra rige
en tu pecho
para que tu pija
o tu fe
crean que son cuna de su antojo
los vientres de las niñas
vasijas rotas,
como nenushckas de arcilla? (23 de enero de 2019)

363
María de los Ángeles Olguín Tufoni nació
en 1972 en la ciudad de Santa Rosa, Provincia
de La Pampa y, actualmente, reside en la localidad
de Plottier. Es profesora de Castellano, Literatura
e Historia; licenciada en Letras y en Comunicación
Social. Ha publicado artículos académicos. Es parte
del proyecto de mediación lectora «Biblioplaza,
Minga literaria musical» en Plottier. Participa de
encuentros y de festivales de escritores. Su obra
narrativa permanece inédita.
Terrenal

Un amor manso
que me olfatee las manos a cada rato
para asegurarse de que existo
Un amor primario
que mueva la cola cuando me vea
que se quede pegadito a mis rodillas mientras tejo poemas
/para el invierno
Un amor inofensivo
que mire con ojos sin trampas
que estire el cuello por encima de mis tristezas para besarme
/los párpados
Que no me pida mucho
Que no me dé casi nada
Un amor perruno
que un día le ladre a la luna
y otro día se pare en dos patas para bailar.
Un amor leal
que haga sonar sus pasos junto a los míos
para caminar certezas, para corretear quimeras
para marchar sin miedo en los pies de otros.
Un amor estoico
que no me tome en serio los berrinches
y que me haga los suyos sin consideraciones
Un amor tropical
Sin mucho tire y afloje
Sin mucho tener razón
Con gusto a fruta y a vodka

365
Un amor sencillo
que tenga cuidado al levantarse de la cama
para no deshacer el hechizo tibio que han conjurado las sábanas.
Un amor así.
Sin más.
Eso.
Para variar.

366
Canción de invierno

Una obviedad el frío


Y sin embargo es el tema del día.
El invierno es así
nos hace brotar algunas quejas
nos deja caer algunas ganas
nos siembra bien adentro las locuras para que germinen después,
en primavera.
Melodía invernal.
Árboles pentagramas que estiran sus silencios
Un pájaro compone trinos.
El cuero busca excusas para una prenda más alrededor del cuello,
sobre los hombros, bajo la camisa gris.
Unas pocas ambiciones nos hermanan con el resto de los bichos:
volver a la cueva, comer y dormir.
Si es con alguien mejor. Si no, no importa, con medias.
Una quietud de siesta dominguera
Nos revela más que nunca las flaquezas de esta humanidad
/entumecida,
la ficción de correr y producir.
El viento desprende las últimas hojas
como quien baja unos globos desinflados después de la fiesta.
La llovizna fría le pone la piel de gallina a las gallinas.
Melodía invernal.
Los dedos en los bolsillos, acarician las pelusas de algún dolor viejo.
¿Ya te vas? Dame un beso antes.
No olvides tu abrigo
Ni el frío de mis pies.

367
Romina Olivero nació en 1979 en Bahía Blanca,
Provincia de Buenos Aires, y reside en Neuquén
Capital. Es profesora en Letras, ejerce la docencia;
trabaja como coordinadora en talleres de mediación
lectora y en su propio taller de lectura y escritura
«Llave rota». Ha participado en varias antologías
dentro y fuera del país, entre otras Estación Limay
(Cuatro de copas) y Camellia, mujeres que toman té
(Tanta Ceniza editora). Publicó: Creer o Reventar,
junto a la poeta Carina Rita Medina, y Acá es Así
(el suri porfiado); Dorado en sus puntas (la cebolla
de vidrio ediciones, en su versión plaqueta/Editorial
de la Grieta, versión extendida); Vaivén del agua
(Tanta Ceniza editora).
cronómetro de piel este horario que nos damos cronómetro
termostato regulable que altera calores irreales

un cuerpo
entender un cuerpo en sus trabajos del día
lo que dice lo que piensa lo que hace lo que deja

tiempo de cuerpo
arrastrarlo en labores diurnas sin dormirlo por la noche porque
no se puede por el agua por la risa por leer
por otro cuerpo que no

inventarlo
un cuerpo inventado
un día brillo y otoño en crujidos frescos
otro tarde de sol que hierve inviernos en telas de fuego
almidones del sonido

maquinaria del sueño


pluma apelmazada de quiebre entre sí frazadas que no
acunan sin vuelo
hemisferio la risa transportador de números borrados
alcanzar una risa
escucharla
que la grites en mi oído descubrirla llanto

todos queremos un cubrecamas blando y plumado que abrigue


el vacío cansancio
el vacío aburrimiento el vacío sillón
y el mundo está lleno de madres cuando la prisa es otra
se extingue el abrazo que el centro ciego aúlla

369
escuchaste bien mi centro ciego
aúlla
surte un plasma blanco que duerme mareas de escarcha
determina medidas espaciales caminos del borde extra límite
plasma tóxico inaugura una coma
de ésas que cierran divide ausencia y pasado
averigua un nombre este plasma averigua el mío el tuyo
no lo logra
contamina tanto artefacto de medida

los vidrios están bien limpios pasó un avión


lo escuché de transparencia
un pasillo del aire esperanza gastada estela plateada crece
crece
fulgor estela soledad estela
disuelta estela te observa esta vena a punto de ser rayada

¿qué nos deja una huella de observación sin apuros noviembre


cuando el calor no acerca sus varas doradas
ni exalta la palpitación de la vida que mueve?
¿cuánto miro un segundo luz antes del vidrio si ver es convocar
aguas en nube vaporosa
moléculas en movimiento madera este techo cartón?

perderse en el orificio de este mundo parece tarea sencilla decir


la palabra que interrumpa el gesto conveniente libertad de ser
estándar
encajar la expresión en el aspecto correcto de un espejo

370
esquirla el ojo su electricidad de circulación extenuada crispa
el iris deseante de calma
empuja ese abrazo insustancial aburrido de la comodidad
algodón

desencajar de ese espejo será certezas


navegar la imagen fragmentada combinará poesía
lenguaje de las voces de mundo que solo pueden caber
en cristal que agrieta pieles
brota sangres
viaja hasta el centro ciego que aún aúlla
escuchaste bien

371
Héctor Ordoñez nació en 1953 en la localidad de
Chos Malal; actualmente reside entre Andacollo
y Chos Malal después de haber vivido el exilio en
Paraguay y Mendoza. Es periodista y poeta. Dirigió
emisoras de radio en Neuquén Capital como Radio
Calf Universidad y programación de lu5. Ha publi­
cado: Siete Poemas, libro que recibió el Premio Miguel
Hernández en 1990; Diario del desierto (Ediciones
último Reino); Tríp Ti Co (Ediciones con Doble Zeta);
La lengua como máscara (Narvaja editor); Aquel que
supo (Ediciones Último Reino); El libro de los sueños
(Espacio Hudson). Escritor destacado en la Primera
Feria de Autores y Autoras de la Patagonia, Neuquén
2019, otorgado por el Ente Patagónico de Cultura.
Si todo hiere

Una felicidad baña montañas y valles


Las cabras pastan su languidez de siglos
En tanto la miseria nutre la utopía
Y riega la tierra de los sueños
¿qué remedio tiene la herida?
Nadamos en el mal con movimientos espontáneos

Niño del desierto

Chato, achaparrado, indócil,


Plano, romo, casi mocho,
Disminuido, avergonzado, móvil,
Reducido a poco escaso
Esencial sujeto a prójimo o zarpazo,
Arisco, indómito, chúcaro y clemente
Crece como una flor silvestre,
Ignora su hermosura, es transparente.

373
Respira breve cigarro gitano

La sorpresa cuelga de un alambre


Como una vocal panza arriba
Ni la revolución ni la inocencia
Ni el sueño acribillado
Se imaginaron esta calma chata,
La rabia es un mate lavado
Donde naufragan tres palos.

¿Qué grano del desierto?

Revela ser parte de las ruinas


Después de que la muerte
Tosió sobre el bigote,
Cada piedra es un coágulo de huesos
Que el tiempo vuelve arena.

374
Un reptil de bajos instintos

Por la nada que carcome los lenguajes


Nuestra época no cree en la belleza
El texto se desarma y vuelve arena
Un intertexto bucea en el aljibe
Como si fuera un intranauta,
Del vapor de los cuerpos
Ha surgido el alma de los hombres
Que suben hasta el cielo.

Vuelve, como regresar lo dice

Esta vez es cara o ceca


Tanto polvo hace una piedra
Cae y revienta sobre ella
Es la misma donde damos todos
Arriesgar sin red debajo, dice
Mientras junta los pedazos.

375
Adriana Cristina Ortiz Bialous nació en 1971
en la ciudad de Zapala donde actualmente reside.
Es profesora para la Enseñanza Primaria y profesora
en Letras. Realiza proyectos de extensión y participa
en la organización de la Feria del libro de su locali­
dad. Algunos de sus textos han sido editados en
distintas antologías: Plumas al viento (Editorial Casa
de las Leyes); Certamen Internacional de cuento Jorge
Luis Borges 2007 (Revista sesam digital). Este es
su primer acercamiento al género.
Agonías del Rey Juan

La jugada

Un par de fichas nos separan,


una docena de líneas,
solo dos colores,
magnitudes inciertas.
Pero… lo cierto…
lo único que logra doler
es la falta de tu avance en el tablero.
La jugada certera en la cual,
lo imprevistamente esperado,
sucederá para ambos.

Nido

Hojas…
Te trasplanto
Mientras tu abrazo me asfixia
Revelada en verde trepa y agoniza

Raíces
El siniestro arrumaco de tu mano,
excesivo amor

Tierra
Fragmentos de tu ser,
metamorfosis.
Te sepulto,
aún me dueles.

377
Matices etarios

Colores escapistas.
(Aunque aún no son, viven)
Puedo verlos: verticales y sinuosos.
De tus manos cansadas de esperar…
¿Qué esperan?,
¿Qué son en vos «manos»?

Entretanto, somos:
Un ocaso malogrado.
Una ventana sin sol.
Un otoño sin crepitar.
Un deseo sin cuerpo.
(Que también espera)

Función

Señales que anuncian un sueño


Aguadas y santos que ya no cantan
Frente a hogares que temen
Gestos del invierno.
Un lugar, el valle, un estampido.
Aciagos silencios y omisiones
Desde cada recodo
se alzan voces.
Omites, distraes, desdeñas, camuflas.
Pero lo perdido
(sitios, sueños, tez, vida…)
expone tu miseria.

378
Estados de agregación

Vaporización
La ropa está húmeda,
mis pensamientos se volcaron sobre ella.
Flota en el aire un aroma a cansancio,
a desconcierto, a soledad,
mientras la plancha recorre el algodón de mi disfraz.
Fusión
El contenido es incierto,
mineral el corazón.
Profuso brote líquido, tibieza olvidada
¿amor, ternura?
Derritió el acero un atisbo de interés.
Solidificación
Sórdido entramado en el tiempo.
Fastidioso transcurso
aquel cuyo día es el mismo.
El beso se hizo hiel
cuando la pulsión piedra.
Condensación
De vapor el aire
inspiración profunda.
Paciencia un, dos, tres.
Demasiado hondo,
conglomera y mata.

379
Gustavo Ferrari Ortiz nació en 1988 en la ciudad
de Zapala donde actualmente reside. Es profesor
y licenciado en Filosofía; como promotor cultural,
entre otras cosas, colabora con la revista «Sinestesia.
Poesía al tacto» (Fisque Menuco). Ha participado
en concursos y algunas publicaciones antológicas
como Plumas al viento (Editorial Casa de la Leyes).
Ha publicado su primer libro Sombra de un bobo
(edición de autor).
Se dará

No sé del ardor.
No cede el arte.
¿No se derrama ríspido, turgente?
No sé de Erasmo.
No sé de Heráclito.
No ceder apacible.
¿No se da harapienta?
¿No se da arañando?
¿No se dará cuenta?
Seda araña.
Sed arándano.
Seda arábiga.
Sed hará.

381
Un cuadro de Mengin

Aprendí tal lo enseñaste Diótima.


Un óleo de Mengin te nombró Safo.
Viví azorado tu amor, Aspasia.
Me dije Crates hícete Hiparquía.
Sufrí en tu nombre sabia Hipatia.
Amé como Abelardo a mi Eloísa.
Y supe que hondo amor vive sin prisa
movido a disfrutar su ser historia,
que todo cultivar de la memoria
no puede decir nunca cuánto amamos.
La vida es para el tiempo un recipiente
que aprende a contener porque se enigma
su vuelco sobre sí es un deslindarse
de todo lo irrisorio y ser sí misma.
Por eso en esta tierra no hay lo vano
creer lo opuesto es no tener ingenio
brindando la existencia al exterminio
de aquellos que por bien o mal son ciegos.
Las letras sólo apresan grandes rasgos
el tacto manipula lo impreciso
la mente y los sentidos nos esconden
pero es con su ocultar que nos expresan
y sabio es quien no pone en entredicho
que el hombre es suficiente para el hombre.

382
¿Cómo aniquilar el día?

Es posible aniquilar el día,


derruirlo de ilusión de cercanías,
no saberlo, ni siquiera apenas,
y es posible deshorarlo a esperas.
El día empieza cuando dos cruzan sus ojos,
antes de eso no es nada.
Se desliza indiferente hasta que dos tejen su trama,
y en un súbito comienzo crece sin despojos.
Es el día un juego ciego del anhelo
que a quien tiene ya qué ver es fatuo fuego.
Son sus horas mecedoras del vacío
desfile de oquedades sirvientes del olvido.
El día empieza cuando dos consiguen darse
antes de eso no existe.
Se genera cuando un tácito querer no dicho embiste
y perdiendo su pasado dos seres son sin antes.

383
Nadia Tamara Padrón Abreu nació en 1980
en Lima, Perú, y reside en la localidad de San Martín
de los Andes. Es profesora en Letras, licenciada
en Lengua y Literatura; se desempeña como docente,
editora, militante, trabajadora de la cultura. Publicó
numerosos artículos acádemicos. Algunos de sus
libros son: Esquina sin ochava (Villa Sahores), Los días
en la Selva (Kütral, Chile); Migraciones, la vida se desliza
con facilidad (Macedonia), Es tiempo de soltar la lengua/
poemas despenalizantes (Las Guachas); Tilda o los
animales saciados (Ediciones de la Grieta), entre otros.
Es parte de la Colectiva de Escritoras Patagónicas
Casa sma.
Casas Enfiladas

Nunca hubo destino sobre este suelo


nunca hubo protección para ninguna
de las dos, lo sé, no fui la única afectada.
Crecimos en un jardín de muñecas sin cabeza
nuestros cuerpos germinados fueron el pilar fundamental
de esta violencia llamada Patria.

¿Te acordás cuando el horror se apoderó de nosotras,


y el silencio era la lengua hablada en casa?
Sabíamos de memoria los poemas de Alfonsina
pero sólo a vos te gustaba recitarlos
Casas enfiladas Casas enfiladas Casas enfiladas.

Mamá abortó por nosotras

La vida que pasa segura sabe que sobrevivimos,


por eso nos sentamos a brillar el río.
Así se pierden las cosas, me decís
un día, de pronto, ya no están.
Dejaste de creer muy joven en el hogar
y no alcanza con renombrar la Patria
cuando una fina cicatriz nos recorre el cuerpo.

Toda una vida obligadas a vivir


con los ojos abiertos a la fuerza.

385
Tilda prefiere no hablar de ciertas cosas

Tilda
ya no toma clonazepan
cuando está inquieta
se mueve más que la hierba
de los campos de Escocia.
Dejó los ansiolíticos
piensa que es mejor
hacer películas
sobre la condición humana
o meterse en una caja de acrílico
y tomar un té frente a ojos sedientos,
de pequeña aprendió que
lo interesante sucede tras un vidrio.
Tilda
conoció a Lady Di en la escuela
aunque hubiera preferido
concurrir al Gondonstoun School
y ser compañera de Luca
pero en el fondo entiende que mejor así
y a fin de cuentas
la gorda Spencer sabía contar historias.
Tilda
se unió al partido comunista en Cambridge
estudiaba literatura y tenía menos de veinte.
Ser del partido en la ciudad de Vladivostok
constituye un acto de justicia poética
capaz de resistir 40 grados bajo cero,
serlo en una universidad del tiempo de Enrique IV
no es otra cosa más que una muestra de humor inglés.

386
[Rou múvi]

Deberíamos ser parte


de una traducción de Anagrama
para que alguien pueda situar
nuestra discusión matutina
en un motel de carretera
camino a Iowa
o en cualquier otro punto
apenas visible de la interestatal.
Desde pequeña quise desayunar
huevos estrellados y café negro
servidos a granel
por una mujer de delantal rosa
que no sepa mi nombre
entonces me diga cariño
y te mire de reojo
porque le recordás demasiado
a cierto patán que no se cansaba
de golpearla.
Ella sabe cuándo volver
a llenar mi taza o la tuya,
sólo ese gesto basta
para recuperar la calma
que no fuimos capaces de tener
por la mañana.
Ahora
nos despedimos en una gasolinera
al límite del condado,
nos alejaremos en millas
nunca podré hacer la conversión
nunca sabré
cuánto nos alejamos en realidad.

387
Otra mala traducción
llena de pollas y coños
nos haría felices de nuevo,
pero no habrá ningún gamberro
dispuesto a colocar estratégicamente
la palabra follar
en mitad de una despedida.

388
Miguel Andrés Parada nació en 1975 en Neuquén
Capital, donde actualmente reside. Es Policía de
la Provincia de Neuquén. Integrante del Grupo
Literario «Mateadas Literarias» que realiza activida­
des en Centros de Ancianos; también del grupo
de lectura y escritura «Plumas Azules», un movi­
miento cultural que recorre la provincia, la única
Policía del país que tiene una agrupación de
esta índole. Su obra literaria permanece inédita.
Metamorfosis

Cómo te duele el alma cuando triste le hablas y le dices que


nunca fuiste feliz con él.
Que cada noche te veías enredada en sus brazos Y que al pasar
el tiempo lo sentías en tu piel.

El viento que pasa trae a tí su perfume


Y se empeña en recordarte la historia junto a él Y sopla cada
noche y se enredaba en tus sueños
Y dice que el pasado tiene sabor a hiel.

Y otro día despiertas en soledad sentida Te miras al espejo y te


preguntas por qué Y llega la respuesta, fría como es tu vida
No has logrado tus sueños porque naciste en él.

Te miras al espejo una vez más y sonríes Te acaricias la piel y


tomas un café Hoy ha llegado aquel tan esperado día
Por fin la despedida de aquel que nunca fue.

Hoy muere para siempre ese disfraz perverso que te cubrió la


piel haciéndote sufrir
Hoy nace la persona, aquella que siempre fuiste Hoy
extiendes tus alas y empiezas a vivir.

Elegante vestido y sutil maquillaje Y te sueltas el pelo y así te


dejas ver Hoy para tí termina esa perversa farsa
Y te enfrentas al mundo con fuerza de mujer.

391
María Cecilia Pérez nació en 1978 en Catriel,
Provincia de Río Negro y reside en Neuquén Capital.
Escritora, profesora en Letras, trabaja en docencia
y en su proyecto editorial y performático «Paqui­
dermo» junto al escritor Sebastián González.
Ha publicado las plaquetas Canto de niña y Poemas
de este amor (la cebolla de vidrio ediciones);
Libro del barro (Ediciones de agua); Réquiem para
piedra tallada (Vela al viento ediciones). Forma
parte de la Colectiva de Escritoras Patagónicas.
I
Los niños duermen
yo limpio y en el silencio de la casa
escucho mis ruidos. Pienso
sé que irán despertando y sabrán que soy yo por los ruidos
pienso en ella limpiando temprano
y en mi cuerpo pequeño oyendo
eso que nos mete lentamente en la vida
nos saca del sueño
por qué insiste, por qué no lo deja y seguimos durmiendo,
nos ahorramos la vida?
sus ruidos matutinos nítidos escuchaba
no el sonido de su pensamiento
quizá decía su voz callada
un amor prohibido
un hambre urgente
una madre cortando a su vez el silencio
la infancia, que nunca calla.

II
Una vez prendió mi mamá una vela a un santo
en la pieza vacía que estaba llena de cosas
y el nimio dios le respondió con un incendio
que si el viento
que si la vela
que si el santo
yo pensaba qué respuesta hubiera dado un dios magnánimo
y temblaba
De su ciega fe quedó la pieza negra y una pared cubierta de hollín
Cuando mi hermano volvió a llenar la pieza
me reveló sus propios dioses con aerosol blanco
Quedó «Morrison» grabado en la retina
La noche que me emborraché y bailé como un chamán
giraba en mi cabeza su nombre de dios satánico.
III
Un germen de escritura. La etimología de la palabra extrañar.
La abeja que digiere las veces necesarias y da lo dulce,
aquello que pudo arrancar de la amargura.
Perder el vientre no es poca cosa.
Un amante es cosa fácil, se come con él, se bebe.
Lo difícil es el tiempo:
alimentar el fuego como se alimenta de notas el in crescendo
de una melodía improvisada.
Nos amábamos y ninguno se alarmaba de escucharse decir:
te quiero comer.
Si no tuvieras la piel, te chuparía los huesos y las venas.
Bebería tu sangre.
No sé qué vamos a comer. No quiero cocinar para vos.
La etimología de la palabra extrañar: echar en falta algo
que formaba parte de nosotros.
No todo lo que comemos llega a formar parte. Mucho de ello sí.
De ahí el sentido de la evisceración.
Las reglas del buen gusto recomiendan
comer el animal eviscerado.

IV
Un axioma desde donde escribir
estamos a 181 kilómetros, uno
del otro.
La cábala dice equilibrio y renovación
pero yo sueño con un niño rubio y frágil
que no puede contener la orina y me pide
que lo ayude.
Leo tu mensaje de que te sentís muy solo
a veces
y a una fotógrafa rusa que cambia
la ciudad
por la absoluta soledad de un monte:
espera fotografiar la irisación de
las nubes.
No estoy sola
unas cinco o seis moscas rondan
sin pausa mi cabeza y realmente
quisiera que se vayan.

V
Las verduras y mi madre que se juntan en un sueño recurrente.
Un instante de perfección en el que una trucha marrón salta
para comer y corta el verde del agua:
Una línea. Dos grises. Se dispersa la quietud y se vuelve
una promesa.
Tirada en el piso recuerdo que los primeros días, con el valor
del amor nuevo pensaba
que podía amar y no morir en el intento
que podía dar todo lo que quería sin pedir nada.
Vivir sólo del instante porque «ir más allá» es una falacia
argumentativa.
La trucha no planea el salto. El hambre y sus músculos están
en perfecta sintonía.
Tirada en el piso recuerdo ejercicios musculares puntuales.
Recuerdo que el equilibrio nace del abdomen.
De la correspondencia entre las ganas y los actos.
Las intenciones son eso que se lee en el aire, esa tensión previa
y tangible que nos dicta la dirección
el sentido y la duración de un gesto.
Hay tensión en el aire.
Tirados en el piso reímos y dejamos que las cosas sigan
su curso.

395
Carla Potenza nació en 1991 en Castelar, Provincia
de Buenos Aires, y reside en la localidad de San Martín
de los Andes. Es escritora, licenciada en Letras y
profesora de Enseñanza Media y Superior en Letras.
Asiste a diferentes talleres de escritura poética coordi­
nados por Natalia Litvinova, Juan Skliar, Fabián Casas,
entre otros espacios de formación. Participó en
distintas antologías como Nos queda el Mundo. (Algún
poema tiene que haber) de la Colectiva de Escritoras
Patagónicas, Casa San Martín de los Andes; y ha sido
parte de ediciones de fanzines en colaboración.
Su libro Los pies están primero fue publicado por el
Centro Editor Municipal de su localidad.
Postales

1.
Jueves.
Los veintitrés son siempre jueves
y cuarenta de térmica.

La resaca del balcón


ya no hace sombra, querido.

Me río
para no llover.

2.
Hace poco los vi
mi papá y mi hermano
regando plantas,
desmalezando el jardín.
Entendí
que sostenemos un ritual
entre la luna y la tierra.
El mismo
con el que mi abuela cuidó la huerta
hasta el día de su muerte.

3.
Teatro de sombras:
prefiero permanecer
en silencio.

Volver
al registro del cuerpo
en movimiento.

Estoy mudando la piel.


María Virginia Putallaz nació en 1976 en Colón,
Provincia de Entre Ríos, y reside actualmente en
la localidad de Cipolletti. Estudió el profesorado
de Castellano, Literatura y Latín, es profesora
en Letras; realiza su trabajo como docente y lleva
adelante su obra artística en Neuquén Capital.
Lleva adelante actividades de mediación como
«Café Literario» y «Visitas de autor» en las institucio­
nes en las que trabaja, priorizando la escritura de
nuestra región. Su obra literaria permanece inédita.
La hora de las viejas

La mañana en el parque
es la hora de las viejas.

Soy su documentalista
más impiadosa.
Veo viejas de compras
viejas con perro
viejas negadoras
y viejas reales,
viejas yoga
viejas libro.
Viejas solas,
viejas en manada.

Me pregunto qué vieja seré


cuando ya no me infiltre
en sus mañanas.
Algo me dice
que seré una vieja paseante
sentada en el mismo banco
a la misma hora,
bajo el mismo sol.

399
Como Sísifo en chancletas

Ya sé que enderezar alfombras


es raro
Igual lo hago.
Ayer conté veinte.
Veinte giros hasta alcanzar
noventa grados.
Ya sé que el teclado torcido funciona igual
yo lo prefiero alineado con el horizonte,
y no, no creo en la tierra plana
pero qué alivio que así se vea.

Ya sé que el orden es mi placebo,


mi forma de arreglar
lo que se puede
como si fuera eso otro
que no se puede.
Ya sé todo eso.
¿Quién no?

400
¿Qué haría Mulder?

Mi hijo dice
que su cabeza dice
que vienen los aliens.
Me pregunto cómo lo sabe
y qué haría Mulder
en mi lugar.
No puedo refutar
lo que dice
su cabeza.
La verdad,
es que me da vergüenza
porque a mí
la cabeza
nunca me habla.

401
Nadia Quant (Quantran) nació en 1987 en la locali­
dad de San Martín de los Andes donde actualmente
reside. Es licenciada en Comunicación Social,
escritora y periodista especializada en perspectiva
de género. Organiza actividades culturales y recibió
un reconocimiento por el «Café Literario» por la
Biblioteca Popular «4 de febrero». Autora de Palabre­
rinto y Memorias de la epidermis (Ediciones de la
Grieta); Ojos abiertos (edulp) y Legados ancestrales
(Niña pez). Participa en numerosas antologías
y publicó diversos artículos periodísticos y produc­
ciones audiovisuales en toda Sudamérica.
LIBERTAD
libertad Quant

403
EL LLAMADO ANCESTRAL
EL LLAMADO ANCESTRAL
Quant

404
EL LAGO MÁS ALTO DEL MUNDO
EL LAGO MÁS ALTO DEL MUNDO

Quant

405
Fernando Nicolás Quatrini nació en 1987 Cipo­
lletti, Provincia de Río Negro. Desarrolla su actividad
literaria desde años en Neuquén participando junto
a grupos independientes y a actividades organizadas
por el Ministerio de las Culturas en La Feria Trashu­
mante, Feria del Libro de Aluminé, lecturas y vigilias.
Como parte de la Asociación de escritores «La mano
en la sed» ha sido parte de actividades, talleres
y en la publicación de dos colecciones de plaquetas:
Prestaciones de una sapiencia cualquiera y Arbolez no
hace arboleda (la cebolla de vidrio); así como también
en múltiples antologías. Con un fuerte interés en
la lectura en público, fue parte del grupo itinerante
de lectura urbana «Poesía Express».
La inocencia
o el derecho a la ignorancia
el calor del sol, fresco en la piel
el cielo en fotos, las manos en barro
niño juega, es decir, niño es

A la vez, ceñido a lo inhóspito, es mortal y mortífero


mucho más grande que el bicho o el pajarito
y se señorea invencible ante el mundo todo suyo
hasta que, un día, aprende su primer miedo

Luego su distancia hasta el piso se alarga


sus pies se agrandan y es más lejos caminar
El bicho ya no existe y se está a la sombra
de las legendarias invenciones, de las estatuas
de quienes ya fueron más que uno

Creerá estar seguro y cambiará de opinión


para ya no saber nada, ni querer saber nada
más que lo que le sirva y le haga bien
Arderán sus ojos y su pecho de amor y odio
y verá que todo el tiempo es perdido
a todas las cosas se las lleva el fuego
hasta el olvido y el álbum de fotos

En algún final, sucumbirá al peso


pues Dios Sol a cambio de su ígneo aliento
manda a que se desplome todo cuerpo
para que bichos y pajaritos coman nuevamente de él

407
Pero,
ingenio infame de la Pacha sabia
subsistirá en una mitad prestada
para re mezclarse con el mundo en niño juego
Quedarán todas sus pequeñas lápidas
para el entrepase de manos
el aprendizaje posible e incierto
de las sesiones de terapia
y la totalidad de su esperanza
su sabiduría trascendente
será insistir en pretender
que alguna vez baste el argumento
que alguna vez las buenas lecciones
les ganen a la poca memoria.

Historia infinita

Se puede decir que es un trayecto


el feliz proyecto de los aún no muertos
o el tortuoso caer de unas piedras
por la ladera/Se ha dicho que hay una roca
que vuela por el espacio
y se inventan miles de historias
sobre lo que pueda haber del otro lado
Se ha dicho que el mundo no es más que una máscara
que merecemos glorias mayores
que si hay un ahora esto ¡Claro!
después entonces tiene que haber algo
o que muy probablemente
deba haber más bien nada

408
Se puede decir que la historia va siempre
en línea recta hacia el mañana
o que nuestras esperanzas justifican cualquier presente
Se puede ser solemne y pregonar el sacrificio
o también desaparecer de un plumazo
de las tintas más infames
Se puede decir de muchas maneras y de cada una sola
o se puede decir que desde ningún costado se ve mejor
que desde el otro y que para el lado que sea que vaya
más bien los que vamos somos nosotros

Yo diría que
se puede andar despistado, llegando tarde a todos lados
y aún así pretender ser justo en sentencias y preceptos
Es nuestro derecho creer que no todo se escribe en vano
Y por lo tanto, yo diría, según dicen
que «al que le quepa el poncho, que se lo ponga»
pero que después no se extrañe de que lo miren raro
se puede querer decir demasiado
y terminar diciendo de sobra.

Ideología de fusil

a quienes luchan hasta el final

Un cóndor insiste con dificultad sus últimos pasos


levanta sus alitas condenadas
buscando el aire que ya no remontará
Lo que lo mata, lo que lo ancla al suelo
es el peso del McCombo agrotóxico vendepatriarcal
nuestro veneno importado de curso legal

409
Yo adhiero a la bronca de tu insomnio
a tu indignación por el cinismo alevoso
Conozco el gusto ácido de la mierda
que supura la garganta
en tu denuncia desbocada de salón
Yo proclamo la justicia de tu fantasía asesina
y entiendo la hipocresía de estos días de sol

¿Cómo se suelta el libro para tomar el arma?


¿Dónde se guarda el miedo que se tiene
al ir a darlo todo por asestar el golpe?
¿Cómo hicieron para no cagarse encima
cuando ponerle la firma a la idea
fue ponerle el pecho a la bala
para romperse las piernas cruzando la montaña
yendo a vérselas cara a cara
con el mismo monstruo que hoy te duele?
¿Cómo hace quien parte a morir como perro
y sin embargo muere héroe?

410
Marta Ester Ramos nació en 1944 en la ciudad
de Neuquén Capital donde actualmente reside.
Es profesora y licenciada en Letras. Participó de la
antología Voces a mano (Ediciones Culturales Neuqui­
nas). Ha publicado ediciones artesanales entre 1999
y 2001; y los libros Desde el silencio (Narvaja editor),
La próxima duda y Memoria de otro cielo (Último Reino);
Desafío (Botella al mar), Derrotero y Sondeos (Edicio­
nes con Doble Z) y las plaquetas Territorios y Miradas
(la cebolla de vidrio ediciones), entre otros.
Permanencia

las palabras se sumergen/


minúsculas
no revelan clamor.

apenas pueden describir


algunos rincones ocultos

sin embargo
siguen sosteniendo mi sangre/
que fluye incesante/ante la indiferencia

refugio de mí misma
para girar en este pequeño mundo.

413
Intenciones

cuando las utopías se alejan/


no se estrechan las manos
no se levantan
los brazos

queda solo un camino

si se restablecen los lazos


si se restituyen los ojos vacíos
el corazón insistirá en
cercar nuevamente
la avenida del dolor

así retornarán quizá


los arrebatados sueños

414
Transcurrir

el reloj mide la
espera
certifica tu ausencia
horada los deseo

sin escrúpulo
señala los pasos del
tiempo

las agujas avanzan


minuciosamente por
el camino señalado

sin conmiseración

415
Aixa Rava nació en 1982 en Río Grande, Provincia
de Tierra del Fuego, y reside, actualmente, en
Neuquén Capital. Es profesora en Letras, docente;
escritora y editora: dirige el sello «Tanta Ceniza
Editora». Con ambas tareas participa de lecturas
públicas, festivales y ferias. Publicó Barda (Buenos
Aires Poetry), La luz no se corta como el papel
(Ediciones con Doble Z), Los sitios de mi cuerpo
(Años Luz Editora), En el patio crece una planta rosario
(Qeja Ediciones, Colección Fanzines). Participa
de diversas antologías: Poetas Argentinas. 1981-2000
(Ediciones del Dock); Camellia, mujeres que toman té
(Tanta Ceniza Editora), Poesía Añosluz (Añosluz
Editora) y Poesía Neuquén (Honorable Legislatura
del Neuquén-cedie).
En el lugar equivocado

Dos gatos miran el jardín por la ventana


no son míos, viven conmigo,
mejor dicho: yo vivo con ellos en esta casa
que tampoco es mía.

El jardín se prolonga debajo de un cantero colgante


que no albergó nunca ninguna planta.
Trozos de escombros
de la construcción de la casa se mezclan
con tallos, hojas y restos de pájaros que alguna vez hicieron
su nido en el lugar equivocado.

¿Cómo se construye un hogar en el lugar equivocado?

Ejemplos sobran.

El jardín que nos reclama varias veces al día


hace unos años fue sectorizado,
cuando esta casa familiar pasó a ser
de media familia.
Se dividió la tierra a lo largo en seis parcelas
más o menos iguales
unas para plantas, otras para cubrir con cemento y piedra.
El césped crece dentro de los límites humanos impuestos
y de otros límites:
los de una cachorra que todos los días
labra un pozo nuevo como queriendo recordar
-nos

417
que no hace bien acostumbrarse
enteramente a la quietud
al orden establecido
al confinamiento
al límite.

A la vida hay que encontrarle un contra-tiempo,


hacer un pozo en la tierra
descubrir lo que hay debajo
sacar (se) la cabeza un rato.

El jardín se ve hermoso desde esta ventana, con su retama generosa


y ondulante, sus prolíficas lavandas
sus malvones, sus rosales. Los gatos solicitan
varias veces al día recorrerlo,
yo lo visito poco
me empecino en permanecer en el lugar equivocado.
Traigo, en cambio, su color moviente con la mirada,
le doy espacio en la casa estática de mi cuerpo
como esperando
que se me madure dentro.

Ahora el viento cierra con fuerza una persiana.


Me acerco para volver a abrirla, los gatos
que hace minutos volvieron de afuera, me miran
sin cambiar su esfíngica postura.
El sol me estalla en los ojos, el aire chispea fuego
la perra levanta el hocico de la tierra y me mueve la cola cuando
/me asomo.
Voy a bajar antes que anochezca
a mí tampoco me hace bien acostumbrarme.

418
De las esferas

Corazón, dejá la piedra


—vestimenta mineral de los últimos días
nada como sentirse a resguardo de los vaivenes
lo sé, pero ahora
sin embargo, nada
como este mareo, corazón,
dejá la piedra
a un costado de tu paso vacilante
y movete inquieto como el fuego
como el aire— que se eleva y no se escapa
que está siempre yéndose y llegando.
Corazón, dejá la piedra
y al pulso inconstante de la pulpa
—¿porque qué hay sino este baile
travieso de las esferas?— corazón,
la piedra dejá y que te humedezca
esta lluvia temporal sobre la tierra

todos somos agua, corazón,


y el agua
con tan solo un soplo
se estremece.

419
Diego Javier Ravenna nació en 1979 en caba y,
actualmente, reside en la localidad de Centenario.
Es librero y fue profesor de literatura ad honorem
en bachilleratos populares. Dirige, junto a sus com­
pañeres, la Librería «Malapalabra, Casa librera»
en la que coordinan presentaciones de libros, talle­
res; también, participaciones en ferias del libro
de la región y de todo el país; y un programa radial
en el que realizan mediación de libros y entrevistas
a autores de la región y nacionales. Ha publicado
Agua en dos ediciones (Viajero Insomne, primera
edición-La mariposa y la iguana, segunda edición).
Escribe reseñas literarias para la revista «Sólo tem­
pestad»; ha prologado el libro Los sitios de mi cuerpo
de Aixa Rava y el resto de su obra poética permanece
inédita.
Cazador

Nunca entendí si el recuerdo


es una variación en la intensidad del olvido
o si es dejar que el deseo se obstine
en lo que ya no puede ser. En todo caso
diré que llevo conmigo tu persistencia
como si fueras una imagen
sin relación alguna con tu cuerpo.
¿Estaré deseando algo que se desborda?
¿Que no puede lo suficiente? ¿Podré por una vez
abandonar lo que no regresa?

Vos decías que nadie


podía darme la verdad «debes tocarla
como agua entre las manos»
pero la única verdad es ese instante
donde algo se conserva y extravía
en un mismo movimiento.
Hoy, me entrego al lento fluir de todo
cuanto intenta asirse al mundo.
La infancia fue una materia dócil
sobre la que el tiempo labró todas las formas
posibles de una pérdida.

De niño tuve miedo


a la oscuridad. Temblaba por algo
que demorado en la materia
hacia la noche en mí. «No estés triste
—decían mis padres—
también el día esconde lo que lo excede».

421
Con la misma
naturalidad con que la tierra absorbe la lluvia
yo hice de mi cuerpo un pequeño sol.
Aprendí entonces que sólo la imaginación
sostiene lo que jamás estuvo.
Ahora sé, en el desierto el agua
puede ser una mentira. Habría que atravesarlo
como quien no espera nada. Lo que hace falta hay
que imaginarlo.

Mi madre había dejado entrar la tristeza


a la casa. Era como si se hubiera olvidado
de nosotros. Toda su atención
se la dio al cuidado de las plantas.
Regaba las flores cada día, eliminaba las parásitas
cada día trasplantaba los brotes fuertes,
preparaba el humus
y los nutrientes. Se había vuelto una experta
en mantener con vida lo que fue lastimado.
Tuve miedo: el amor madre yo pensaba
que era una especie de devoción,
pero lo vi en tus manos y era
un animal herido, una raíz
a fondo, una flor preciosa,
algo que se puede dar o quitar
o simplemente perderse.

422
Mi madre sostiene
la mano de mi padre.
No la suelta, es un anzuelo
que la sujeta
como si fuera parte
o raíz del aire. Es extraño,
no parece haber en ellos pena
ni dolor. La imagen transcurre
sin conciencia y es hermosa,
dura toda la vida.

Me quedo solo. La tarde está rara y silenciosa.


Profundamente quieto estoy solo. Todo lo que amo,
lo que siempre amé está aquí, como si no se hubiera ido: las plantas
creciendo a la luz del sol, animales diminutos en los rincones,
la enredadera que trepa hasta alcanzar la casa del vecino.
Tanto verde hay tanta vida que ya nada se resiste.
Amor, quisieron dejarme sin nada y no pudieron
como una casa abandonada: todo lo frágil nos pertenece.
Cada vez que vuelvo a mi casa de infancia
siento que todo comienza a derrumbarse de nuevo.
Permanece como estaba.

423
Américo Amado Rebolledo nació en 1971 en la
localidad de Chos Malal y, actualmente reside en
Neuquén Capital. Es Suboficial del Cuerpo Peni­
tenciario de la Policía de la Provincia del Neuquén.
Ha participado en diversas antologías: Argentina en
versos y prosa, Antología Plumas Azules 2020 (Policía de
Neuquén) y Antología Colección upcn en las letras
2021, entre otras. Participa de presentaciones litera­
ria y lecturas públicas. Hasta la fecha ha publicado su
novela corta El Contador de Cuentos (Edición de autor).
La Estanciera

En la vasta y virgen Patagonia, solo Mora Soledad.


Soledad Mora, una empresaria citadina
que harta de la rutina adquirió la gran «Estancia Austral».

Así comenzaba el reconocimiento «La Soledad»


del célebre escritor Plesbicio Willians
del movimiento cultural DULDM,
Daneses Unidos por las Letras y Dispersos por el Mundo.

En verdad era sólo una vida por contar,


de alguien que escapó del bullicio de la gran ciudad
y halló felicidad en su campo de tanta sequedad
como cardos amontonados por el viento.

Quiso detener el tiempo, pero como un torbellino


la sorprendió maquillándola de arrugas y unos cuantos
destellos de mal genio.

Se enquistó en el paisaje,
viajó río abajo, con las aguas de deshielos,
se hizo pasto verde, en la ladera húmeda del cerro.
y surcó los cielos, con el cóndor en su vuelo.

Sonreía todo el tiempo,


la cordura se manchó de a poco,
mientras sus fantasmas del silencio
invadían cada espacio sin ningún remordimiento.

425
Se la vio cabalgar desnuda,
así sin monturas, sin aperos,
en madrugadas donde sólo brilla el hielo,
sintiendo la necesidad de la lujuria y el deseo.

Cuentan que un caballero recorrió esos caminos,


para rescatarla y liberarla del destierro,
pero al verla avejentada huyó,
como conejo nuevo al ver los perros.

Su vida de abundancia la alejó de sus afectos


y cuando más necesitó no había nadie de confianza,
para que advirtiera sus constantes desatinos
en el mundo de las finanzas y su manejo.

Y una primavera luego del crudo invierno


se la echó de menos en el pueblo,
donde frecuentaba cada semestre
para provisiones de bebidas y alimentos.

Nunca nadie más la vio.


Y así sin autopsia y sin cuerpo,
en el registro civil se asentó, «FALLECIMIENTO».
Por causas naturales, sin más misterio.

La Señora Soledad cabalga sobre el viento,


como un fantasma más con sonidos de cencerros.
A la luz de las farolas,
alguien juró verla al ladito de su perro.

426
Los años la transformaron en leyenda,
Don Plesbicio con cierto atino tomó su pluma,
y escribió su historia,
esta que hoy mismo con su permiso, yo les cuento.

427
Hernán Riveiro nació en Florida, Provincia de
Buenos Aires, y reside en Neuquén Capital. Estudió
Comunicación Social y trabajó en medios gráficos
y en radio. Participó en varias antologías literarias y
fue uno de los responsables editoriales de la revista
de arte y cultura «NortenSur/arte del fin al mundo».
Participa del colectivo literario «La Mano en la Sed»;
coordina talleres de escritura y es presidente del
Centro Cultural La Conrado. Ha publicado: Desparaíso
(Ediciones con Doble Z), Sumergible (Ediciones
del Genpín), Sobras completas junto a Denise Sánchez
Ippi (edición artesanal); Última luz (Ediciones
de la Grieta) y, su último libro, Sinapsis de una huella
(Por Amor & Rabia).
Criatura

te inclinás
bajás la mirada
tus quinientas cuotas
sin interés
te amenazan
tu cerradura
contra todo riesgo
no funciona hoy

es necesario respirar

la religión y el diccionario
han hecho su trabajo,
la escuela
y la televisión también

un guardia de seguridad
privada
y privado
espanta las moscas
reunidas en torno al cadáver
¡es necesario respirar!
le dirías
pero está tan muerto…

bajás la mirada
te persignás
te resignás
aceptás obedecer
pensás, sirviente-mente,
¿cómo puedo ser feliz en mi jaula?

429
Las cuotas me amenazan
ya sin interés
soy el que ayer te criticó
soy el cínico
me disfrazo
de mendigo incrédulo
tengo atadas las alas
y cacareo sin motivo
¡soy feliz! en el sentido
comercial del término
y esta noche
pagaré mis cuotas
de libertad
en término
esta noche vomitaré
la revolución que tanto ansié…
¡hasta siempre, comandante!
para cargar con la traición
hipócrita y sin término
soy el indulgente
cuatro por cuatro
de cerebro guasapeado
¡tengo petróleo en las venas!
sí, soy el escéptico
que siempre triunfa
el aerosol de tu mural
soy quien tala el bosque
para que imprimas tu librito
con poemas contra el sistema
y quien paga el afiche
de tu fraude electoral

430
seguridad:
cerrame la puerta
hace frío en esta jaula
espantame las moscas
es necesario no pensar

Inercia

a Roberto Arlt

una flor de plata da relieve a tu sombra


como un ángel saltando en los techos
oculto y porfiado
siete espinas clavadas en mi sien
y sigo sin comprender tu adiós
aún no me resigno a no cenar con vos esta noche

quemar la piel del enemigo


quemarte vivo
verte morir o sangrar o sufrir

un reflejo de mi angustia
de este llanto mudo y seco, vil

caras en espiral
rostros sin dolor merodean
témpanos sólo movidos por el azar
sogas que aún no encontraron su cuello-víctima

431
quiero robarte
la flor, la vida, la muerte
ser vos un instante, aunque sea el último
y regocijarme en la humillación de la envidia

pero no soy vos


así que tendrás que matarme
para proteger tu verdad asesina
para claudicar primero, dejarte vencer

yo, en tanto, volveré a la inmortalidad


como un juguete, como un loco

como el hijo desahuciado de la luna


ciego y mudo, tuyo
abnegadamente negado y mentido
y tanto más real cuanto menos huellas deje
tu flor se derrite en la sombra
has ganado

432
Magalí Romea nació en 1991 en Capital Federal
y reside en la localidad de Piedra del Águila. Estudió
Ciencias Naturales y la carrera de Letras. Obtuvo
el 1° Premio en el Concurso de cuento y poesía del
Centro Cultural Roberto Arlt y el 3° Premio en poesía
en el Concurso «Palabras en Libertad». Participó
en el Taller de Escritura Narrativa, Literatura japo­
nesa y Creatividad en la Biblioteca Nacional Mariano
Moreno; y trabajó sus escritos bajo la mentoría
de la escritora Susana Panza. Fue publicada en
las antologías: Otoño, amor, primavera, desamor (Edito­
rial Musa) y en la selección Historias de cuarentena
(La Biblio), entre otras.
Estoy rara

Es todo raro
Los días son raros
El clima está raro
Yo estoy rara

De a ratos me siento deprimida


Los cerros están nevados
Es época de ir hacia adentro

La nieve y el frío te dejan así


Y lloro un poco
(Una o dos lagrimitas
mientras escucho música)

435
Mariana Rosa nació en 1974 en Bahía Blanca,
Provincia de Buenos Aires; y vivió, desde pequeña,
en Neuquén Capital; actualmente vive en Holanda.
Es profesora de lengua y literatura inglesa y fue parte
del grupo fundador de la Casa de la Poesía de Neu­
quén. Participó de los talleres de escritura de María
Cristina Ramos y fue premiada por la Fundación
Antorchas. Realiza toda su obra poética, participa
de actividades y edita en la Patagonia. Su trabajo
ha sido incluido en antologías como: Voces a mano
(Ediciones culturales neuquinas), entre otras.
Ha publicado: Crónica de un Salto (Ediciones del Dock);
las plaquetas Vestal y Un abrigo errante (la cebolla
de vidrio); y Primeros Fríos (Espacio Hudson, 2019).
Yo no quería
andar por el mundo así,
dejando la piel
sobre las piedras

Eras una amazona con los pechos al aire


y un arsenal de flechas para herir la carne
con el acierto de tu ojo y el cuerpo tenso.

Eras una amazona


que atravesaba al galope los páramos de la Patagonia,
henchida sin fronteras ni casa,
lujuriosa al roce del viento.
Un huracán que aprieta los muslos
en un tranco empecinado
y afina la puntería
para volverse cruda y resistente.

Eras una amazona


detrás de la mirada piadosa
y el traje sin mácula.
Oraciones,
suplicas de los oprimidos,
se vierten a tus pies.

437
Caviahue

Amanece y la nieve cubre pueblo y montaña.


Me deslizo en esquíes por las calles, escucho
cada uno de mis pasos sisear. El cuerpo
despierto cuando aún todo duerme.

La huella sube la cuesta.


Detenida en el punto más alto sé:
todo cálculo es estrecho,
y sólo resta entregarse.

Lanzada pendiente abajo


quisiera gritar de alegría y terror,
levantar los brazos,
pero sólo en equilibrio
puedo rasgar la mañana suavemente;

la emoción sostenida en el cuerpo,


como en el paisaje, enciende.
Es lo que en la breve caída
te puede hacer brillar.

La repetición de los álamos al borde de la ruta.


Siempre debe andar este tramo del camino.
Travesía es dejar atrás el suelo natal,
buscar lo propio en el devenir que se imagina.

Cientos de colectivos todavía partiendo


desde la casa primera.
La misma gesta se proyecta en las ventanas cada vez.

438
¿Qué desea la mujer a bordo?
Señaló un derrotero con el dedo desde la ruta 22;
tuvo fe en el movimiento.
Ahora se siente madurar, fruta
furtiva en el asiento.
Los álamos se suceden,
interminables hileras que plantaron sus ancestros,
para protegerse del ir y venir
del viento.

A veces soy una laguna


pantanosa en la Selva Triste.
Puedo sentir las plantas
creciéndome en el fondo,
carnosas, avanzando
lentamente hacia arriba,
confiando encandiladas
en el pequeño rayo de luz.

Veo sobre mí una película finísima


y plateada
que es el fin del agua;
los tallos y las hojas llegarán,
sus cuerpos serán otros
cuando la quiebren.

Quiero estar despierta


porque sucederá otra vez:

sobrevendrá un mundo.

439
Miguel Ángel Sabatini nació en 1944 en la ciudad
de Cutral Có, donde actualmente reside. Es profesor
de Pintura y se destacó como Director del Centro
de Iniciación artística n°5 de Plaza Huincul. Integró
el grupo de poetas «Celebriedades» con el que
recorrió la Patagonia y el Sur de Chile ofreciendo
espectáculos de música, poesía y humor. Publicó
los libros El látigo (el suri porfiado) y ElTercero en
Discordia (Ediciones Hudson) con prólogo de Raúl
Mansilla. Integra el catálogo de dispositivos
de «Autores Puentes». La mayoría de su obra per­
manece inédita.
Ella

Ella dice poemas,


yo quisiera que fueran para mí,
los hombres que aparecen en su despecho,
su amor, su matrimonio, sus amantes…
yo quisiera ser ellos y
quisiera sumergirme dueño
de sus frases, sus adjetivaciones,
ser el causante del dolor de su dolor,
de sus alegrías, ser el comensal que tiene
marcado en su agenda, su diario.
¿Tendrá diario? ¿Escribirá de mí?
Acaso sabrá que yo le podría escribir
algunos cuántos poemas, los cuantos
que me da mi cuero últimamente,
los pocos que ya me da la mujer más poeta
que exista, que me nombra sin nombrarme
en el profundo misterio de su poesía,
yo me alojo en su seno
mientras ella escribe y me reescribe,
yo muerdo su birome, su muñeca,
sus ojos que van y vienen
en el texto poniéndome de pie, de rodillas,
de costado, desnudo, desnudándome
de adentro para afuera,
yo quiero que ella me escriba en ella
aunque a veces no me quiera
y yo quiera ser el que ella quiera
el que exista aunque no exista.

441
Señora de…

El jueves señora, le cubría la sombra


sus facciones, no era así la imagen
que nos creímos, el crear es dolor,
angustia que pesa y solapada

espera en el misterio de lo obscuro.


El jueves señora, estuvo poseída,
nosotros recreamos y creímos,
estuvimos contentos, estuvimos muertos.

El jueves señora, las sombras


describieron facciones desconocidas,
su secreto fue presa de las

miradas entusiastas y nosotros


creamos entre las sombras de
sus ojos, miles de lágrimas.

Rutera

Tu cuerpo rota por la ruta


a mano y contramano al que
viene y que va, las alas
de los sueños se suben a tu espalda.

Te mirás como te parece que


te miren, hay un desafío
en tu cadencia y tus labios
que aprisionan alientos.

442
¿En realidad es tu cabello rojo?
O esperás que los que soñamos
con pelirrojas abdiquemos.

De piel transparente y
de ropa que es una cortina
para el secreto que yo quiero ver.
Vamos a la cama.

Vamos a la cama que hay


que dormir: en una covacha,
en un catre sobre el barro, en
una habitación normal, en un
hotel de varias estrellas o de cuarta
o en el cuarto de pensión o entre
las tuberías del subsuelo o entre
el clásico caño o entrepiernas o entre
cubiertas o entre Corrientes y la
9 de Julio, o morir en un
accidente o copulando enviagrado

o en la calle embriagado o comiendo


tallarines a la putanesca o morirse
durmiendo como mueren muchos.

443
Hugo Mario Sánchez nació en 1968 en Neuquén
Capital y, actualmente, reside en Centenario.
Es profesor de Enseñanza Primaria y de Comunica­
ción Social; periodista permanente de Radio
Municipal Sayhueque de su localidad. Responsable
de la Productora de Contenidos Audiovisuales
«La Fonseca» que pertenece a la Biblioteca Popular
«Jorge Fonseca» de Centenario, enmarcado
en un Proyecto de Comunicación Popular. Publicó
los libros Siestas despeinadas (Decit), coordinado
por la escritora AdrianaTrecco; y Crímenes de la dicta­
dura en Neuquén y Río Negro (Editorial Sindicato
de Prensa de Neuquén).
Verso de nadie

Él en su soledad se sabe nadie


Sólo tiene palabras que ni siquiera le pertenecen
espera largamente el arribo de una idea
pero no viene

Empuña una lapicera


le quita el capuchón
la zamarrea, la amasa,
Le sopla la punta y avanza

Le mira la punta y le hace un gesto odioso


con la otra mano le hace cuernitos
Sabe que no es la culpable
pero la usa como palillo de batería
para repiquetear en el papel

Toca un ritmo de jazz,


una zamba
y la arroja a la mesa
pero el verso está allí, callado
impávido, mirando todo

Después escribe y sale un verso muerto


Que alguien le dará espíritu cuando lo ojee
Que alguien le dará cuerpo cuando lo lea
en voz alta
Pero en cambio será un tipo alto cuando rechine por el megáfono
Sin embargo su máxima expresión de vida será
cuando dos o más personas pronuncien sus palabras al unísono

Entonces ya no podrá morir nunca más Será un verso eterno


Será del pueblo Será de nadie
Será un verso imprescriptible
La pose inadvertida

Estás soñando algo impreciso


con tus ojos de ébano, abiertos
Estás mirando el más, más allá
buscando un punto que no se ve
como sonriendo solo por dentro
Tu rostro dice otra cosa a los demás
nos dice una verdad, tal vez de vos

Estás sentada y cruzada de brazos


acurrucada en un frío de verano
en un vestido de color y aun así, parece gris
Con aritos jugando en tus dedos
que rozan tus yemas y una pulsera
con flores de metal y frutos como gemas

Estás posando esperando un telar, esperando un pincel


Sin saberlo
Estás posando para unas fotos, tal vez
para una nube, para un papel
Estás mirando el mar
que te moja la piel, la piel y la piel
Y un temblor de frío y emoción te hace pestañar

Estás sentada sobre un tronco de madera


con el cuerpo doblado como si posaras para mí
Un cuento mental va transcurriendo
en tus ojos planos que habla de alguien a quien evocás
y no hablan de vos sino de alguien a quién admirás

446
Acomodaste tus piernas cruzadas sobre un silencio
pusiste la mente en blanco pero diciendo tantas cosas
intuyo que estás pensando en mí y si no es así gracias
por esa hermosa pose inadvertida

447
Calles sin final

Es un remanso mi barrio
Nadie se apura.
Nadie

Oteo y no veo
Me cuesta ver

A una cuadra
recién son uno o dos.
Tres

Es ancho el andar
largo al cruzar
Poco para mirar

La voz del vecino es familiar


sabemos tanto del otro…
casi todo lo charlamos
con testigos, más vecinos

No había nadie.
Nadie
Y ahora somos todos

Todos saben lo que hay que saber


y nos entendemos porque queremos

Es un carnaval mi casa
Todos bailan. Todo

448
La veo y me ve
Me cuesta creer

Diez años, tal vez


No. veinte. No, casi cien
Denise Sánchez Ippi nació en 1990 en Neuquén
Capital, donde actualmente reside. Es licenciada
en Psicología. Escribe poesía y prosa, cuento corto
y microrrelato; formó parte de la Asociación de Escri­
tores «La Manos en la Sed» e integra «La Colectiva
de Escritoras Patagónicas». Asistió a talleres literarios
coordinados por Mirta Agostino, Lautaro Gutiérrez,
entre otros. Publicó: Postales Transoceánicas (Edición
de autor) y Sobras Completas, junto a Hernán Riveiro
(Edición de autor); Infansía y algunas corbatas (Edicio­
nes de la Grieta). También tres plaquetas literarias:
Lapsos paralelos, Surcar la luna y Acunar el pulso, poesía
de embarazo (la cebolla de vidrio ediciones).
Entre las dunas de la piel

Desde el hueco más profundo de la herida


supura un torreón de sangre
que no ha sido acariciada.
navega promiscuo
anhelando contacto.

Entre duendes y caracoles


corre y se encharca

peces tornasolados
hunden sus branquias
en el vacío

lo oscuro se condensa
mientras laten escamas.

En la herida se respira,
se hace puerto.

A lo lejos,
un halo de luz se entreteje y ofrece como carnada

pupilas se ajustan a la demanda


colitas repiquetean
el ansia de coser lo roto
ha olvidado
que la memoria es eterna
que lo blanco sólo existe por lo negro.

451
Y van saliendo a flote
en cardumen
un tornasol de ilusiones
buscando el beso
hilando adentro y afuera
como lagartos
surfeando
entre las dunas de la piel.

Tu mirada de agua

Cuando imagino la felicidad


palabras deshabitadas
infierno blanco
vos

tu mirada de agua.

Me sumerjo
vuelvo al origen
mi trazo relumbra
entre tanto líquido

boqueo
sal en las escamas
cristales a chorro.

Hay un puerto en tu ojo izquierdo


el arrecife de tu iris

452
anido unos instantes
cola adentro
afuera un oleaje de vidrio
se empalma con mis latidos.

Cuando imagino la felicidad


un agujero negro
me acaricia
se abre
y me lleva al inagotable paisaje
que te habita.

El día que nazcas

El día que nazcas


florecerá la mamífera
habrá sangre
gritos salvajes

Duelo
dudas-cansancio-miedo
llorar el charco y despedirlo
¿será desierto? ¿será valle?
¿será como esos mares tristes,
hábitat de restos de cangrejo?

El día que nazcas


los ojos se posarán como mariposas
en cada porción de tu sutil corteza.

453
Y pensaré:
yo te hice
fuiste el rey cangrejo de este mar abandonado.
El reino lo hiciste vos
y tu poder de transformar
un charco insulso
en belleza y peces coleteando.

El día que nazcas


sé, mi rey cangrejo, que podrás desplegar tus dotes en otros mares
que harás belleza y crecerás
aún cuando no lo veas
aún cuando no lo sientas.

Mientras tanto
aquí en mi cuerpo
los restos de tu pellejo
serán reliquia
serán museo
lo más lindo del lugar
hasta el fin de mis días.

454
Sergio Sarachu nació en 1962 en Olavarría,
Provincia de Buenos Aires, y reside en Neuquén
Capital desde 1974. Pionero en el campo del
periodismo cultural y político en Patagonia, ejer­ció
activamente la profesión por medios gráficos,
radiales, televisivos y digitales durante treinta años.
Fue Jefe de Redacción de la mítica revista «Coirón»
del Centro de Escritores Patagónicos, espacio desde
el cual contribuyó significativamente al contacto
e intercambio entre escritores y escritoras de toda
la Patagonia. Entre otros libros publicó: en el
género poesía, Puert@s suspensiv@s (educo),
Sara y Puert@ Móvil (Ediciones Del Genpín); y, en el
género novela, Arde la Colmena e Hijo de tres madres
(Ediciones de autor).
Sentidos, viejos sentidos

Aquí queda hasta mañana el sol eviscerado


y una línea en la arena
que sale desde el ojo que menos ve.
¿Qué puede hacer un simple ojo a la intemperie?
¿Cómo se ubican los colores de la memoria
en una foto
tendida entre los matorrales en pleno invierno?
(será lunes o martes o mitad de julio, más o menos)
Una sábana entregada al viento es la lengua
que nombra al sol eviscerado y abre al ojo.
Más allá un cielo de arena, los borcegos de deudas
y el humo —siempre el humo— que te lija el iris.

En el bolsillo del olfato que ya no funciona,


hay que palpar a oscuras el gusto
y la riqueza de tu piel de sábado. Sí, sábado de cordillera
volviendo de Manzano Amargo.
La fugacidad de la nieve bajando conmigo por tu cuello
y los dedos del humo, desde la salamandra,
sacudiendo mandalas.

457
El pierna morsea. Va de un lado a otro del frío.
Con la parsimonia de la escarcha
se desintegra mansa entre las vísceras del sol.
Anilla sus músculos de a uno. Restaura el movimiento.
Al tranco baja por el Limay,
llega a la foto
—tendida entre los matorrales en pleno invierno—
y es un festín la reliquia
de esa línea en la arena.

Una más y basta, le dice el cuerpo.


Apenas abre una ventana que lleva en el pecho
para alzar el aire.
Se eleva en silencio, sin astillas de otoño.
Es una travesura,
una provocación de la lengua
decir que el sol eviscerado abre al ojo.
(el olfato y la pierna y el iris son seres de otro siglo)
Las arrugas de esta hoja
también quedan hasta mañana.

458
Oscar Sarhan nació en 1970 en la localidad de
El Chocón y luego de muchos años de vivir fuera
del país se radicó en Neuquén Capital. Es actor
y profesor de Arte Dramático, licenciado en Artes
del Espectáculo; comunicador y gestor cultural.
Integró el grupo de teatro «Claroscuro», y la Compa­
ñía de Danza Contemporánea «Locas Margaritas».
Recibió becas y premios de la Fundación Antorchas,
Fondo Nacional de las Artes y del Instituto Nacional
del Teatro. Fue director de Gestión Cultural de la
Honorable Legislatura del Neuquén, en el período
2016-2019. Es autor del libro Inventario de Sueños,
que reúne 80 entrevistas a artistas argentinos radi­
cados en París, a partir de 1950; y de Desamurados,
foto-relatos inmediatos (Planeta Color).
Hormiga, tan love

NECESITABA SALIR, ver un poco de verde, oxigenarme.


Este techo puede caerse en cualquier momento,
así y todo creo que sobreviviría.
Lo toco como si fuera tu cuerpo,
tus líneas por donde una y otra vez intento seguirte.
Lo transito todo el día.
Yo a lo mío, con mi antena atenta,
disimulando en su medida este viaje de loca perdida.
Oh cielo, oscilo entre el estigma de ser de Dios y del Diablo,
desearte en el parque, entre escombros de lo que fuimos,
entre sombras de lo que anhelamos.
Esta tarde marché con el tallo de un laurel.
Callada pasé frente a la hierba donde nos miramos,
y recordé esa tapita de cerveza donde nos sentamos,
donde nos besamos.
No tenía ganas de estar encerrada,
diseñando el camino para volver a la carga mañana.
Si te hablo de esto es porque sabes que ya no te va
el traje de hormigón armado,
que pares de darle vuelta a todo en tu escarabajo disecado.
Yo asumo que mis impulsos te desequilibran,
que te hago arañar contradicciones,
que te gustaría irte a Oruga por un tiempo…
No sé. Soy bastante cascaruda también y tenía que decírtelo,
aún cuando piso esta cicatriz convencida que es sólo una teja,
el aire en lo alto, tu piel que no me deja.

461
EL AMARILLO DE LOS ÁLAMOS inventa caminos
con serpentinas, unos andamios crujientes
por donde el otoño, va desarmando su moño.
No hay rincón para esconder la emoción.
He mirados los horarios fugitivos y comprobé que es aquí,
a esta hora, donde frenan los trenes posibles,
con pasillos iluminados y viajantes enamorados.
Quiero.
La vida corre por esta estación con vías de cremallera.
Un instante que pasa y el otro que llega.

462
VERTICAL PARA ESTE REVÉS visceral.
Una barda de viento que sopla gente corriendo.
Un alto en mi ciudad,
un verde desierto,
arterias azules,
balcón de dados sus nubes.
Desde esta vista de continentes derramados,
de pinos no nevados,
mi sangre bajo la tierra,
que habito al reverso,
que le hablo a la inversa,
que la quiero capicúa
y viceversa.

463
Daniela Smeke nació en 1987 en caba y reside en
la localidad de San Martín de los Andes. Es profesora
de Educación Musical, música, sesionista y composi­
tora. Obtuvo el 2º Premio en el x Concurso Literario
de Poesía del Centro Editor Municipal de sma.
Ha participado con sus poesías y microrrelatos
en la Revista «La Grieta» y en s antologías latinoame­
ricanas como: Grito de mujer (República Dominicana),
Cien palabras para la memoria (Colombia) y Palabras
íntimas (Argentina). Su obra individual permanece
inédita.
De día mueren los poetas

De día mueren los poetas:


desvanecidos sobre la tumultuosa avenida,
aplastados bajo pila de tareas en la oficina,
asfixiados por los vencimientos y la renta.

De día agonizan los poetas:


el sol abrasa su inspiración,
la rutina destroza sus metáforas,
el reloj no les deja pensar.

De día mueren los poetas,


pero no del todo:
sueñan despiertos
en ese tren de alta velocidad, llamado semana.

Cada noche renacen los poetas,


en la cálida oscuridad de una vela,
en el silencio habitado por musas
y en el trazo firme de su pluma.

465
Paleta

Si pudiera usar un solo color,


el rojo, sin duda, sería mi elección.
Para estar a tono
con la pasión de los besos,
y las flores de mi jardín,
ser una con el atardecer.

Cuando enfurezca de ira


lo sabrán todos
cediéndome el paso
para no pelear.

Podré así recordar


la manzana más dulce
que he probado jamás,
aquí, en el sur.

A veces dudo,
me invade la inseguridad.
Visto carmín
y vuelvo a confiar.
Cuando el rojo palidece
nace el rosa
y me conecta
con mi niña interna.

Cuando se le quita la luz


es sangre, es vida.
Curiosamente, el bordeaux
majestuoso, ilumina.

Sí, me sienta bien el rojo,


pues soy como el vino:
una especie de embotellada poesía.
Un poco mejor

Una hebra delgada me separa del otro lado.


Mis gritos y la incertidumbre quieren llevarme.
El constante palpitar y el flujo sanguíneo
me indican que casi llegué.
Por momentos, lo juro,
siento salirme del eje,
abandonar mi ser.

En la fría y dura cerámica


pataleo, lloro,
rehúso y suplico,
pues sé
que de allí
no hay retorno.

Desconozco si es adrede,
la carta veintidós del tarot,
un plan macabro,
una mano negra,
el mal de ojo.

Este lado, con todas sus batallas,


injusticias y contradicciones
sigue siendo, estoy segura,
un poco mejor que la locura.

467
Javier Suburbe nació en 1971 en San Antonio de
Padua, Provincia de Buenos Aires, y reside en la
localidad de Plottier. Es psicólogo social, biblioteca­
rio y activo militante de la Desmanicomialización.
Participa del Colectivo Asociación Civil Artepidol.
Tiene dos libros editados por Editorial Kurüf:
Escritos polifacéticos y Miscelánea contrahegemónica
que incluye poesía y otros géneros.
Plegaria de Jacobo Fijman

En pilchas de loquero

Jacobo con su letra subversiva escribe en su


celda de hospicio abandonado
¡Oh cuarto nauseabundo!

¡Cuánta putrefacción hay en mí!

Sólo el cerebro conservó, 1931, locura, muerte y


desolación chaleco de fuerza y
electroshock
Me castigan por surrealista

Rezo como cristiano y sufro como


judío atrapado en la mansión del delirio
barbitúricos e hidrato de cloral
la desidia es ley instituida

Desde el director al guardapolvo blanco


manchado de sangre por tanta tortura.

469
Domingo de encuentros

Vida entre gente querida


Arrullos de amigos
Cantos ajenos
Presentaciones de ternura
Lo más sublime del amor.
Alimentos del alma
Día de pura algarabía
16 años de hospitalidad
No importan las capacidades
Todos tenemos la habilidad de amar
Estamos acompañados
Soledad jamás
Vida, Luz, trabajo mancomunado
Domingo Terciopelo, creación colectiva

470
Canto al extraterrestre

Cantar a los mundos lejanos tantas orbes celestes pobladas


por cuantos espíritus fantasías de seres inteligentes
o seres diminutos encapsulados voces que desean
ir al encuentro
antenas orientadas al espacio humanos ansiosos
por descubrirlos señales en el monitor
versos a descifrar

de sus mensajes incomprensibles dedos en el teclado


oídos en el ordenador ojos en el cielo
que confunden mundos simples mundos dobles, múltiples
donde varios soles
iluminan la noche seres que se regocijan
iluminados por varias fuentes de vida estallan el azul, blanco,
amarillo, rojo combinados como calidoscopios noches serenas
o turbulentas
días claros, oscuros auroras múltiples de color carmesí
cielos rosados o verdes combinaciones de cielos y tierras
por doquier
encanto espectacular de luces y sombras contemplan seres
extasiados de vivir.

471
Mariana Taberniso nació en 1966 en caba y,
actualmente, reside en la localidad de San Martín
de los Andes. Es profesora de Nivel Inicial, psicóloga
social y fotógrafa. Participa de talleres tanto de
diversas artes como de escritura. Asistió a los talleres:
«La pequeña voz del mundo» coordinado por Marcela
Lucero y Marisa Godoy; al taller coordinado por Nelly
Fernández y al facilitado por Santiago Loustauneau.
Su libro Sigo viva es una obra breve editada en el año
2021, en un marco de trabajo colectivo donde se
articulan la poesía, el diseño, el grabado y la música.
Pequeña plomada*

Una mujer desnuda y en lo oscuro


Mario Benedetti

El sol me expulsa
de mi sombra
como la noche esconde a la menguante.

Las geografías obligan


a mi cuerpo,
a saberse otro
mientras mutan.

La ciudad ya no es la ciudad
ni el valle un valle a medida
poco de lo que había queda
es la extranjería a tiempo.

Ya no hay paraísos
se han perdido
en el nuevo desvelo que está suelto.

Nada es la bahía conocida


ni la costa de lago atesorada
ni la cascada tan danzante
ni el bosque tan verde.

* Verso de Poema de Agustina Rodriguez Salim.

473
El rancho es confortable
con su miedo impalpable
su calidez fortuita
una copa de vino casi llena.

Conozco el camino de memoria


pero igual me sorprendo
no sé cuando la gente
consiguió abrir lo que no se olvida.

Un varón desnudo y en lo oscuro


un varón querido o a querer
exorciza por una vez la muerte
de toda atesorada geografía

Todo grito de libertad


infructífero
se hace descalza
dándole una tregua al tiempo.

Encenderlo en su sombra
aunque
entre rejas
las cosas son vacío
sin fruto
sin ley
sin colores
sin nombres,

474
salvo el de Milagro.

Un grito alado
para mis pies desnudos
emulando el disfraz de un silencio
efímero
de alivio.

Todo grito de libertad


se hace bajo el agua
para que nadie oiga
y todos escuchen.

Los ojos de un grito


miran el dolor
palpan el frío
engordan la venganza.

La piel de un grito
atesora la ternura
espera el desatino de la injusticia
para echarse a volar

Todo grito de libertad


es:
Libertad para Milagro.

475
Daniel Alejandro Tórtora nació en 1961 en
Morón, Provincia de Buenos Aires, y reside en
la localidad de San Martín de Los Andes. Coordina
el colectivo editorial De La Grieta, como escritor,
editor y organizador de eventos culturales y sociales.
Parte de la Comisión organizadora de la Feria del
Libro de su localidad y otras; ha participado en las
distintas ediciones de «La Feria del Libro Provincial
Trashumante» organizado por el Gobierno de la
Provincia de Neuquén. Coordina talleres de lectura
y escritura para todo público. Ha editado las novelas:
Luna en los charcos, Más vale nunca y La respuesta
por la cosa rara; el libro de cuentos Variaciones sobre
mi barrio; y el poemario Cuatro de copas (Ediciones
De La Grieta), entre otros.
Años sin ojos

Hace años que este tipo no es más el de la foto feliz


está yéndose del amor, se baja.
Así, yéndose, que es en realidad saltar un alambre.
Sin embargo sigue ahí
inmóvil
oxidado en la foto
aunque va desandando el dolor unos pasos
hasta escapar al camino.
Rompe la foto por enésima vez.
En realidad pasa las púas como un Cristo
y, como Cristo, espera tres días para ser otra vez el de la foto
sueña, finge las sonrisas, fintea al corazón
y nada
llagas, alambre, sed, casi sexo.
Aquel tipo que ahora es este tipo
no resucita
busca señales en el cielo y rasguña al destino
intenta armar otra vez la foto:
cabezas, pies, sonrisas, senos, ojos
brazos en cualquier lado.
Este tipo, cada vez más hundido en el otoño ni siquiera agita los brazos
para pedir ayuda
se deja seducir por las hojas
por la comodidad de la brisa.
Este tipo cruza la vida sin medir el peligro
es un ciego manejando un Fórmula 1 que se estrella una y otra vez en el
musgo amarronado de ojos.
La foto ya es cubista
es un enjambre de cuerpos
pero este tipo ve lo de aquel tipo.

477
A la hora del coñac busca la foto y lo recibe una caricia que se esfuma cada
vez más veloz. Cada vez no hay más viernes por la noche ni martes de
enero
cada vez hay más domingos por la tarde y lluvias de junio.
Hay un tipo en la foto y otro que mira la foto
no son los mismos.
Aquel es feliz
o parece feliz en su sonrisa que a esta altura está debajo de los pies de ella
ella lo mira desde un ojo bajo el brazo derecho
él no encuentra ni su ombligo ni la sonrisa de ella.
Aquel tipo sigue en el camino
no se ha bajado.
Este cruzó todo el campo:
trigo, soja, espinas, piedras, ruta nuevamente.
La foto se quema
arde desde los ojos
arden los pies
arden también las llagas,
los clavos,
todo.
Ahora sí:
lo último es la sonrisa.

478
Cuatro y diez

Las cartas hacen una parábola


casi un arco iris antes de caer cerca del hombre
que las levanta sin mirar
como un deseo
sueña treinta de mano
siete de espadas tres de espadas y un caballo
buena mano
las cartas así
de espaldas
son los ojos de ella
la sonrisa chica que llega de la foto
da vuelta y orejea
el caballo de bastos ya se le dio
es sexo porque sí
faltan el siete y el tres
que son miradas
caricia en su barba
besos en la espalda
suavidad
diez de copas
se seca con el pañuelo la noche anterior
ojea la última con un dolor antiguo
cuatro de copas
no sirve el caballo con dieces y cuatros
sonríe para mentir.

479
Adriana Trecco nació en 1964 en Río Tercero, Pro­
vincia de Córdoba, y reside en la localidad de Cente­
nario. Es especialista en Literatura Hispanoamericana
del siglo xx. Se ha desempeñado como profesora de
Lengua y Literatura. Coordina, desde 2007, el Taller
«Decires, Prácticas Literarias». Colabora en diferentes
instituciones civiles vinculadas con el fomento de
la literatura. Ha publicado: No todo silencio, A un sorbo
de distancia y Las nubes vacías (Ediciones con Doble Z);
La edad del agua y Desandar la lluvia (Ediciones Vigilias).
En colabo­ración, Decires y sus voces. Relato de experien­
cia en talleres de escritura. Estudios, prácticas y
propuestas junto a Eugenia Toledo y Lilí Muñoz (Tribu
Salvaje y Fundación Lecturas del Sur del Mundo).
Ritual

Todavía me quieres blanca


me esperas otra

Con agua de lluvia


me lavas

Con tu mirada me limpias


me quitas el polvo

Con saliva me abres


los ojos pegados

Me enjabonas
hasta en el sueño nácar

Me quieres otra

Sin impurezas dices


y me bañas

Como si acabara de nacer


me bañas

Ingresamos al ritual
traes el agua

me bautizas
me borras

481
Aullidos

Cuando tienen otras hambres


muerden
a tarascones
como muerden el pan

Alguien pare a los malparidos

No hablo
de mujer cuenco
hablo de oscuridad

Cómplice mítica
la noche
tiene vientre de loba

vi

El vacío arde de azul


Este maricielo
me sustantiva
me nombra
Pero no sabré
en esta existencia
quién soy

482
Rebeldía

Su ropaje se desprende
y vuela hacia la rama

Ellos quieren descolgarlo


pero se les ríe en la cara
ese vestido espantapájaros

No inventé la soledad

No inventé la soledad
me fue dada

La desenvolví
hasta dejarla desnuda

Le quité los nombres


las atrocidades

La hice solitariamente
mía

Llena de ahoras
y vacía de mientras y tantos
me niega el después

Me celebra

No inventé esta soledad guardiana


lumbre
de la otra de mí

483
Rafael Urretabizcaya nació en 1963 en Dolores,
Provincia de Buenos Aires, y reside en la localidad
de San Martín de Los Andes. Es maestro, escritor,
músico y titiritero. Ha recibido numerosos premios
en los géneros narrativa, poesía y obras de títeres,
entre ellos: el Gran Premio Nacional de cuentos
Leopoldo Marechal; el Premio Corregidor, ii Con­
curso Nacional de Literatura Infantil; el Premio
«Bertha Koessler», otorgado por el fen, 1997, y des­
tacado por la Fundación Antorchas. Integra diversas
antologías como: Antología federal de Poesía, Región
Patagonia (cfi); Patagonia Literaria vi. Antología
de poesía del sur argentino. Luciana Mellado Compila­
ción, selección y prólogo y Claudia Hammerschmidt
(Inolas Publisher Ltd, Alemania), entre otras. Ha
publicado: Tita y Toto (Nuevo Siglo); Carlito el carni­
cero, Sarita y ese tipo, Ñawpa Guasú, Informe sobre
aves y otras cosas que vuelan (Ediciones De la Grieta,
reimpreso por Proyecto puentes); y Vendrá un centro
(Espacio Hudson), entre otros.
Los que tiran piedras

Una cosa es acercarse a la costa


elegir la piedra adecuada
hacer patitos,
probarle a la distancia
a la altura,
hacer patitos otra vez

lo que hacemos con mis hijos


más se parece a un movimiento de suelo
a la previa para levantar un edificio,
a buscarle el eje al planeta y darle rosca
poder moverlo algunos grados

nosotros arrancamos por algunas


pero a las piedras, las tiramos todas,
a nuestro paso las playas quedan yermas
las hormigas
pancoras,
cangrejos
las almejas,
nos semblantean con asombro,
en un punto nos odian
en otro nos admiran
se trate de lago, mar o río
el agua nos da la bienvenida
sabe que pronto caerán esos azotes
interminables como lluvia de granizo,
desmesurados como aquella vez del meteorito

485
somos como una empresa constructora
como un tsunami de los que pasan lejos de los pueblos
y no salen por tele

llegamos a la costa
le olemos la distancia y ahí nomás;
tiramos piedras,
como bestias salvajes
como atletas olímpicos
así como algún ñato predica religiones
así como el pibe de la bici agarra por vez primera el equilibrio,
no vamos por la copa
no vamos por medallas,
lo hacemos ad honorem

mis hijos, hace ya algunos veranos me superan,


son mejores,
van más alto
más lejos
más piques en el agua,
esto jamás lo admito frente a ellos
me gusta provocarlos
este chiste les hace batir récords muy mundiales

a veces vivimos situaciones riesgosas


con aviones, satélites, cohetes
barcos pequeños y barcos de gran porte,
pero hasta ahora
nos venimos salvando de chuntarles.

486
En estas piedras que lanzamos
nos tiramos nosotros

una vez
otra,
es tan vital ser acariciado
por los dedos de los hijos,
acariciado y despedido
y despedirlos

mientras lanzamos las últimas piedras


a un tiempo y a los gritos cada quien anuncia haber ganado,
como esos patos que graznan todos juntos,
parece que discuten
y en realidad,
se están poniendo en sintonía para seguir el viaje.

Todos ganamos, lo repito


nada que ver con esa calma chicha del empate.

487
María Cristina Venturini nació en 1962 en
Paraná, Provincia de Entre Ríos, y reside en San Mar­
tín de los Andes. Es escritora y editora (dirige la edi­
torial Orcalumis junto a Francisco y Malena Maffeis);
coordina talleres de lectura para infancias. Trabajó
como traductora y profesora de inglés. Asistió a
los talleres literarios de Félix Della Paolera y de la
escritora Graciela Cros. Recibió, entre otros premios:
Fondo Nacional de las Artes, Premio Letras-Poesía,
Concurso Mujer y Cultura; Premio de Poesía Voces
Nuevas, Editorial de Entre Ríos; Primer Premio
de Poesía, Concurso Interamericano de Poesía 2007.
Participa de diversas antologías: Antología federal de
poesía, Región Patagonia (cfi), Leonqn Autores Puentes.
Publicó, entre otros libros: La voz del viento, Trinos
Elementales (Editorial de Entre Ríos); La luz en el nogal
(Fractales, 1° edición; Ediciones de la Grieta, 2° edi­
ción y Orcalumis, 3° edición); Jaguar de abril (Delta
Editora, 2013) y Orcalumis, Zapallo y Poemas anteriores
(Orcalumis).
en el río de las palabras-pétalo

navegar en un mantra
recuperando mundos
caricia en el fluir del universo
trascender más matices
de los que en este camino
se llega a imaginar

hoy la palabra invierno viene a traernos paz


en el campo guardamos algunos granos secos
herramientas
todo por florecer

se escuchan palomas
hay palomas hay nubes hay viento
viento y río trasladan islotes habitados
el vuelo es un pichón desde la rama
cruza el aire dormido
un niño viene siendo al otro lado del mar
ema es el sol
ellos acunan nuevos intersticios
en esta vida que se deja ser

allá sol y mar


acá nubes y río y camalotes y barcos
sentidos necesarios mientras duerme
el amor en otra orilla

489
jazmines y guitarras
sueño de renacer

palabra y vuelo
territorio y sueño
volar como mariposas-pétalo
andar donde el corazón anida
brotar o no en versos
vivir el día como un recién nacido
con los sentidos plenos
jugar a ser esto que somos
viento de paso
sólo viento

hoy la palabra sol


cae como un durazno
carnosa
dulce
nutritiva

490
Hay semillas que vuelan con el viento, caen, echan raíz y se
hacen planta y pimpollo y vuelo de semilla otra vez y así y así.
Lo mismo sucede con los libros, son atados de historias
como las del zapallo, y nunca se sabe a ciencia cierta cuándo
ni dónde vuelven a germinar. Son como gorriones que van
anidando en los corazones pertrechados y de pronto un día
nacen y son flores con historia y semillas y un colorido nuevo.

Siempre se nos parecen las palabras, son la vida y los sueños,


tibieza de regazo, música de fogata, luz de río, susurro
de viento entre las hojas. Son lo humano que nos hace crecer,
aire en el aire, y con nuestros ancestros, son el arrullo que viene
a reafirmarnos en la cuna, caricia en el oído en un amanecer
de tiempos nuevos.

491
Juan Sebastián Villarreal nació en Buenos Aires,
en el Penal de Villa Devoto, donde su mamá estuvo
detenida a disposición del Poder Ejecutivo Nacional,
entre septiembre de 1975 y enero de 1981. Estudió
profesorado en Letras; fue docente en colegios de
enseñanza media de Neuquén Capital y, actualmente,
es periodista y conductor en Radio Universidad Calf.
Poemas y cuentos de su autoría se han publicado
en antologías como: Territorio Literario (Universidad
Nacional del Comahue); Leer la Argentina (Ministerio
de Educación); y Desorbitados (Espacio Hudson).
El resto de su obra permanece inédita.
No importa cuándo leas esto

Ya se quemaron los versos combustibles


Te queda un estallido
Y regulás tranquilo esperando que llegue la ocasión
Si acaso llega
Es una incertidumbre que cuesta sostener
Uno no sabe
Y la incerteza pesa sobre el juicio
¿Por qué te estás guardando? Dice la vocecita
Se te fue al tranco el bondi
Ni había que correrlo
Y lo perdiste.

La necesidad de la contingencia
es la naturaleza de las cosas

¿Cuántas cosas están fuera de duda?

Lo más difícil de mirar


es la obviedad sin un ojo mezquino.

Tiene una espalda en la que carga


Las huellas del ambiente

Amargo desengaño en la ventanilla del Nirvana:


La huella de carbono también es pasivo karmático

493
Los tiempos son
relativamente cambios
que no sea esa
no la hay
y cae la sombra
de cara al firmamento impávido
tachonado de errores evidentes
fallas de interpretación y perspectivas
atroces constelaciones reducen
a la caída de la sombra
el destino del mundo geocéntrico
el centro del universo es donde pisamos
y no hay arbitrariedades
que puedan desalojarnos
de la posición privilegiada para cabecear el meteorito
envuelto en hielo y sombra
que ya viene cayendo
nada bueno
puede esperarse del cielo
más allá de la atmósfera
en el reino de los errores evidentes
funestos corolarios
del pobre entendimiento tratando de comprender
nuestras evoluciones alrededor del sol
porque a la larga
nos fuimos desplazando
y ya nada está donde parece
ni podemos corregir la declinación que se nos impone
que no sea esa
no la hay

494
es el destino del mundo geocéntrico
darse cuenta que no.

El dedo de Dios
no apunta para arriba

Para surfear
en la ola verde
se necesita cultivar
un cierto tipo de equilibrio

Pero decirlo así se presta a confusión:


si alcanza el equilibrio
la ola muere.

Día de la Poesía 2022

¿Para qué poetas en tiempos de miseria?


¿Acaso leer hoy
los libros de mi madre
la traerá aquí de nuevo
con su voz y su risa?

495
Julieta Ayelén Werro nació en 1988, en
la provincia de San Luis, y reside en la localidad
de San Patricio del Chañar. Es profesora y licenciada
en Psicología. Trabaja en escuelas secundarias,
primarias y en clínicas. Su obra permanece inédita.
A veces

A veces existe, tu voz en las sierras


que cubren el cielo de esta ciudad.
Yo suelo sentirla aquí, en estas tierras
que suelo sentir mías de verdad.

A veces diviso, huellas en la tierra


que reconozco tuyas, al caminar.
Tus pies son mi guía y mi noble condena
es seguir tu camino y llegarte a encontrar.

A veces tu aroma, llega con el viento


que en primavera acaricia, sin nunca parar
y entonces despierta o dormida te siento
y vuelvo a abrazarte el alma como al pasar.

Y a veces también, procuro olvidarte


lograr que te marches al amanecer.
Pero imposible resulta, de mí arrancarte
como hacer que el sol salga, sin amanecer.

497
Portate bien

«Hacé caso», un día, de pronto pesquicé


En un parpadear de insecto enorme
Y ahí comenzó él: había una vez
De una historia repetida, que desenredo
Cuando no me ven.

«Portate bien», dijo otro lunes


Y me mudé a los aires.
Bailé con las ramas del árbol más chiquito
que, descubrí, crecía en el hueco del cemento,
de mi vereda floreada.

«¡Que te portes bien!» me sorprendió a las once


Con una voz entrecortada,
Que se caló tan hondo, hasta los huesos.
Yo le inventé una mantita dorada, para arroparle
los pies descalzos que, sentí, le tiritaban.

«¡Que hagas caso, te digo, y no me contestés!»


Que de un ¡PLUM! Me salieron alas
y hacia el cielo me escapé para mezclarme
con el arrebol de tu infancia
que se escondió, allí, también.

Y así entre: hacé caso y portate bien,


Fui desarmando la tierra soñada
Por personas dormidas,
Del miedo, (paralizadas?)
Que el vivir en serio, a veces desata.
Porque entendí, sin entender,

498
sonreí y me porté: haciéndome caso.
Fue, entonces, cuando el ‘BIEN’ llegó al fin
Y me estrechó firme la mano, para quedarse conmigo
Sin marcharse, con vos, en el ocaso.

499
epílogo
acerca del fondo editorial neuquino, ley nº 3164/18

El Fondo Editorial Neuquino fue creado por la Ley Provincial


nº 3164/18 y reglamentado por el Decreto del Poder Ejecutivo Pro­
vincial nº 2614/19. Dicha ley misma reemplaza y modifica a su
antecedente legal, la Ley de Fondo Editorial Neuquino nº 1809/89,
derogada en el cuerpo de la nueva disposición.
La actualización, ampliación y reforma se llevó a cabo a partir
de las expresas necesidades que la comunidad artística manifestó
en diversos encuentros, foros de debate, un foro virtual que llevó
muchos meses de trabajo, desde 2016. Fundamentalmente, desde
la puesta en valor y la escucha atenta de referentes que, desde hacía
casi una década, trabajaban en reclamos y pedidos de refuncio­
nalización de la ley 1809/89; y, en proyectos de leyes alternativas:
Gerardo Burton, Gustavo Santos, Tomás Watkins, Raúl Mansilla,
Lilí Muñoz, Mauricio Bertuzzi, Ricardo Fonseca, Hilda López, Hernán
Riveiro, Alejandro Finzi, entre otros y otras.
Los equipos técnicos, de la entonces Subsecretaría de Cultura,
convocaron para esta tarea a toda la comunidad artística relacionada
con el mundo de las letras para la construcción de una nueva ley,
desde el debate democrático y participativo. Asimismo, para que
este avance en la legislación cultural tuviera las cualidades técnicas
necesarias, se trabajó junto a los equipos técnicos de la Honorable
Legislatura de Neuquén.
Finalmente, se logró un texto que refleja objetivos, medios y fines
pensados en comunidad de lectura, de escritura y que reconoce
la oralidad como textualidad literaria necesaria. Así también,
se ampliaron las modalidades de publicación en distintos for­
matos incluyendo las nuevas tecnologías y se hizo hincapié en la

501
responsabilidad de la circulación y promoción de las mismas.
El filósofo francés, Jean Luc Nancy, dice en su libro La comunidad
Revocada que cada comunidad tiene una ley y un corazón que
deben ir juntos para lograr la cohesión y el equilibrio. Tenemos
la ley y su organismo de aplicación es el Ministerio de las Culturas
que pone a disposición el capital de sus equipos técnicos idóneos
en el área de las Letras, como así también equipos administrativos,
legales y de logística.
Pero, el espíritu y el corazón de esa ley lo regula el Foro de las
Letras donde la comunidad artística propone prioridades, propone
a sus representantes en la Comisión Directiva como contralor de
esos valores y criterios que se enuncian como necesidad y deseo.
Así, la participación activa y comprometida de los representantes
de la comunidad de las letras de la provincia tiene un rol protagó­
nico en la presente ley, estipulado en sus Artículos 4º y 6º.
La Ley nº 3164/18 en su artículo primero manifiesta que el fen
tiene como objetivos: publicar, editar, difundir, promover y fomentar
las letras de nuestra provincia. Y, para honrar el ideal de convertirnos
en una comunidad real y no discursiva, para respetar ese espíritu,
los sujetos responsables de aplicarla deben tener su «corazón» en la
Comisión Directiva elegida, que tiene a cargo llevar adelante accio­
nes programáticas consensuadas a partir de los aportes de cada Foro
Provincial de las Letras (en función de las posibilidades presupuesta­
rias asignadas anualmente al fondo, según consta en su Artículo 3º).
El Primer Foro Provincial de las Letras, presidido por el Ministro
Prof. Marcelo Colonna, fue llevado a cabo en diciembre de 2020,
en modalidad virtual sincrónica y asincrónica, bajo la norma legal
Resolución Ministerial 102/20. En su marco, se debatieron los crite­
rios de esta etapa de refundación de las actividades del fen. En
ese ámbito se puso en consideración la necesidad de reparación
his­tórica de obras no publicadas, en los años en los que el fen
1809/89 estuvo sin funcionamiento, priorizando obras colectivas,

502
publicaciones vinculadas al desarrollo y el fomento federal en toda
la provincia para contar con un panorama contemporáneo colec­
tivo. También se solicitó se le diera un lugar fundamental al género
poesía y a textualidades destinadas a un público específico: las
infancias. Además,
se propuso el imperativo de conformar un banco de datos, un
padrón actualizado de trabajadores y trabajadoras de las Letras.
Nuestro Fondo Editorial Neuquino está compuesto por dos repre­
sentantes del Poder Ejecutivo: directora general del fen, profesora
y escritora Carina Rita Medina; 1º Vocal, director de artistas emergen­
tes, técnico superior en Psicología social y escritor, Gustavo Lupano.
Ambos designados por el Ministro de las Culturas, Prof. Marcelo
Colonna, en su carácter de representante legal y administrativo del
fen. La Comisión se completa con dos escritores elegidos, en un
proceso democrático asincrónico y transparente en los Comicios
fen 2020-2021: 2º Vocal titular, la escritora y profesora Graciela Ren­
dón de San Martín de los Andes; 3º Vocal titular, el escritor y profesor
Diego Rodríguez Reis, de Villa la Angostura.
Nuestra ley es una herramienta de legislación cultural importan­
tísima para el fomento y el desarrollo de las Letras de la Provincia
porque reconoce como parte de su estructura a los y las trabajado­
res y trabajadoras de las letras; y amplía sus deberes y funciones
para ser parte de la comunidad junto a quienes escriben, editan,
diseñan, ilustran, imprimen; quienes median, circulan y promocio­
nan nuestras letras propiciando puentes y facilitando el acceso con
criterios federales e inclusivos, teniendo como eje a la comunidad
leyente en todas su diversidad estética, ideológica y técnica conside­
rando el acceso (visual, auditivo, táctil).

503
índice de poetas

Agostino, Mirta 26
Agostino Ninone, Nuncio Virginio 30
Aguilar, Anabel 36
Aguilar, Juan 42
Aiech, Fabiana Esther 46
Amendolaro, Natalia 50
Andra Akaal 54
Antolín 60
Bardelli, Marcelo 64
Barerx, Vilma 68
Belenguer, Natalia Ileana 70
Blasco, Carlos 74
Bourguez, María Julia 78
Brullo Celso, Sebastián 84
Burgos, Humberto Omar 88
Burton, Gerardo 94
Cabrera, Eric Emmanuel 100
Calfuqueo, María Mercedes 104
Carrasco, Cristian Fernando 108
Carvallo, Flavia 114
Cerda, Yamila 118
Cisneros, Andrea Nelly 122
Cognini, Raquel María 126
Colantonio, Malena 130
Contreras, Mario Oscar 132
Córdoba, Mirta 138
Costa, Ricardo 144
Costantino, Fernán Paulo 148
Costantino, Lilian Raquel 152
Crespo, Fernanda Agustina 158

505
Cuenya, Noemí Beatriz 162
Cuevas, Walter Alejandro 166
Dadi Criado, María del Carmen 170
D’Amelio, Diana María 174
Del Mestre, Elián 178
Díaz de Quintana, Javier 184
Díaz, Leonardo Máximo 188
Duarte, Cali 192
Espinosa, Julieta 198
Fontanazza, Ángel Luis 202
Fresco, Cecilia Valentina 206
Galarza, Edith 210
García, Natalia Soledad 216
Geli, Juan Cruz 220
Giulietti, Mauricio Hernán 226
Gobbo, Marcelo 230
Godoy, Marisa Haydée 236
Gomez, Eduardo Antonio 242
Herrera, Carlos Horacio «Tata» 248
Iturralde, María Teresa 254
Jeromín, Andrés 256
Jiménez, Violeta Araceli 260
Kreitman, Beatriz Isabel 264
Lambertucci, Sandra 268
Lasque, Hernán 272
Leguizamón, Ana Clara 276
Lorenzo, Ramiro Eleazar 282
Loustaunau, Santiago 286
Lozza, Irene 290
Lucero, Marcela 294

506
Maestra, Gabriela 300
Marconi, Luciano Julián 302
Maressa, Matías Damián 304
Martínez, Ayelén 310
Maruenda, Teresa Susana 314
Maté, Malén Meazza 316
Mella, Karen Ayelén 322
Mellado, Silvia 326
Mendes, Ana Carolina 330
Monsierra, Nazarena 334
Montanaro, Pablo 338
Mora, Juan Manuel 342
Muñoz, Lidia 346
Nemiña, Gabriela 350
Neumeyer, Jeremías 354
Nuñez, Viviana 358
Olguín Tufoni, María de los Ángeles 364
Olivero, Romina 368
Ordoñez, Héctor 372
Ortiz Bialous, Adriana Cristina 376
Ortiz, Gustavo Ferrari 380
Padrón Abreu, Nadia Tamara 384
Parada, Miguel Andrés 390
Pérez, María Cecilia 392
Potenza, Carla 396
Putallaz, María Virginia 398
Quant, Nadia 402
Quatrini, Fernando Nicolás 406
Ramos, Marta Ester 412
Rava, Aixa 416

507
Ravenna, Diego Javier 420
Rebolledo, Américo Amado 424
Riveiro, Hernán 428
Romea, Magalí 434
Rosa, Mariana 436
Sabatini, Miguel Ángel 440
Sánchez, Hugo Mario 444
Sánchez Ippi, Denise 450
Sarachu, Sergio 456
Sarhan, Oscar 460
Smeke, Daniela 464
Suburbe, Javier 468
Taberniso, Mariana 472
Tórtora, Daniel Alejandro 476
Trecco, Adriana 480
Urretabizcaya, Rafael 484
Venturini, María Cristina 488
Villarreal, Juan Sebastián 492
Werro, Julieta Ayelén 496

508
Panorama Contemporáneo de Poesía de Neuquén
fue compuesto en tipos Alegreya,
diseñados por el mendocino Juan Pablo del Peral.
Se terminó de imprimir en Gráfica del Sur,
en la ciudad de Córdoba,
durante el mes de noviembre de 2023.

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