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Boxaca Lucas Y Lutereau Luciano - Introduccion A La Clinica Psicoanalitica
Boxaca Lucas Y Lutereau Luciano - Introduccion A La Clinica Psicoanalitica
INTRODUCCIÓN
ALA
CLÍNICA PSICOANALÍTICA
Asociación libre | Interpretación
Transferencia ¡ Síntoma | Duelo
Introducción a la clínica psicoanalítica : Asociación libre, Interpretación, Transferencia,
Síntoma, Duelo
ISBN 978-950-649-420-0
1. Psicoanálisis. I. Título
CDD 150.195
Dirección editorial: L e a n d r o Sa l g a d o
G a b r iel L o m b a r d i
INTRODUCCIÓN
1. Esta disquisición puede parecer simplista, no sólo porque una concepción semejante
de una teoría científica no tiene vigencia epistemológica desde hace años, sino porque
tampoco considera los dispositivos de investigación propios del psicoanálisis (como
“¿Q ué es u n a praxis? M e parece dudoso que este tér m in o pueda ser
considerado im propio en lo que al psicoanálisis respecta. Es el térm in o
más am plio para designar la posibilidad de tratar lo real m ediante
lo sim b ólico.”2
el uso del “caso”). Por eso hemos dicho que se trata de una versión “corriente" -que,
por ejemplo, cuestiona que no puedan hacerse predicciones de enunciados observa
bles-, Asimismo, tampoco estamos afirmando que no pueda haber investigación empí
rica en psicoanálisis cuando se diseñan instrumentos específicos para ese fin.
2. Lacan, J. (1964) El seminario 12: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
Buenos Aires, Paidós, 1989, p. 14,
3. Lombardi, G. (2000) “Tres definiciones de lo real en psicoanálisis” en Diván laca-
niano, Vol. 0, Tucumán, pp. 46-48.
4. Desde un punto de vista descriptivo, podríamos decir que “síntoma” y "sujeto” coin
ciden -ya que al psicoanálisis no le interesa el padecimiento como algo “objetivable”,
sino cuando requiere la producción de un efecto de división en el hablante que pueda
testimoniarlo. N o obstante, desde un punto de vista estructural, cabría separar ambas
es lo "analizable”5 en las neurosis, psicosis y perversiones, y ¿qué otra
cosa se analiza sino la división subjetiva, esto es, la posición del sujeto
respecto de su división sintomática?
De modo convergente con este planteo, en el tram o final del seminario
í 1 Lacan proponía titular a su seminario del año siguiente “Las posiciones
subjetiva del ser” .6 Si bien el seminario llevó otro título - “Problemas
cruciales para el psicoanálisis”-, Lacan no dejó de retom ar la cuestión
de la posición subjetiva, ese núcleo de real en la experiencia analítica, al
referirse a la “conjugación” (en la clase del 16 de junio de 1965) de tres
términos: sujeto, saber, sexo, vinculados a través de la división (el im po
sible saber sobre el sexo que divide al sujeto),
Por lo tanto, y de regreso a nuestro pregunta inicial -¿qué es la
clínica?-, cabría advertir u n a conclusión paradójica: los conceptos
del psicoanálisis buscan aprehender un saber sobre lo imposible. No
obstante, esta paradoja es aparente, ya que u n “imposible saber” no es
lo mism o que un “saber imposible”. Asimismo, podría añadirse que es
por este motivo que Lacan mismo, en el seminario 12, sostuvo una posi
ción crítica respecto de la pertinencia de hablar de conceptos en psicoa
nálisis -luego de la experiencia del seminario 11-:
nociones (y, por ejemplo, aclarar que el sujeto dividido por el síntoma tampoco es el
sujeto del inconsciente) y, en todo caso, afirmar que el síntoma testimonia de la divi
sión subjetiva, es una respuesta, sin duda, pero en su raíz no es sujeto, sino la morti
ficación que el significante produce en el viviente. Esta última acepción se encuentra
sostenida por Lacan en su comentario a la intervención de A. Albert sobre la regla
fundamental: “En cierta manera podemos decir que si no existiera lo simbólico, es
decir esta especie de inyección de significantes en lo real con lo cual estamos obli
gados a pactar, no habría síntoma. El síntoma es [...] aquello que nos hace a cada
uno un signo diferente de la relación que tenemos en tanto que hablante-seres con
lo real”. Lacan, J. (1975) "Intervención tras la exposición de André Albert: ‘El placer
y la regla fundamental”', Inédito.
5. Lacan, J. (1958) “La significación del falo” en Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002,
p. 665.
6. Lacan, j. (1964) El seminario l i : Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
op. cit, p. 255.
de algún m odo el sujeto, que es quien aporta esos conceptos, está im p li
cado en su discurso m ism o; que no p u ed o hablar de la apertura o del
cierre del in co n scien te sin estar im plicado, en m i discurso m ism o, por
esta apertura y este cierre...”7
Ahora bien, como suele ocurrir con las afirmaciones de Lacan, escla
recer qué quiere decir "lo que se dice en un psicoanálisis” requiere u n
amplio ejercicio de paráfrasis. Por u n lado, cabe enfatizar que Lacan
afirma que “lo que se dice” es la "base” de la clínica... pero no la clínica
misma; por lo tanto, encuentra aquí aplicación nuestro rodeo anterior
acerca del redoblamiento conceptual de la experiencia. Por otro lado, ¿en
qué términos entender “lo que se dice” ? En prim er lugar, esta indicación
destaca el lugar que la palabra tiene en la experiencia analítica -ya desde
"Función y campo de la palabra y el lenguaje” (1953) Lacan había subra
yado este aspecto-. No obstante, es im portante advertir que “lo que se
dice” no necesariamente remite a lo “dicho”, esto es, a los enunciados
efectivamente proferidos. En todo caso, al analista le im porta menos lo
9. JfaU.p. 38.
A este discernimiento en que consiste la clínica psicoanalítica es que
podríamos llamarlo “formalización”. En psicoanálisis no se teoriza con
el objetivo de delimitar conceptos estrictos -com o, por ejemplo, el de
átomo en Física-, aunque no por eso se trata de una actividad de u n
rigor dispensable: los conceptos del psicoanálisis funcionan como opera
dores de la dirección de la cura, que perm iten escandir los m om entos de
un tratam iento; por eso, una segunda acepción del discernimiento en
cuestión requiere atender a la lógica con que se presenta un caso. Hacer
clínica, entonces, es organizar la experiencia en función de secuencias
que perm itan extraer las coordenadas que se van circunscribiendo para
un padecimiento a lo largo de un tratam iento -y no, meramente, hablar
de pacientes, algo que a veces se aprende en las primeras supervisiones,
a las que el practicante se acerca con innumerables anotaciones y, quizá,
ninguna pregunta sobre su acto-.
Esta últim a desagregación de la densidad conceptual del térm ino lleva
a una últim a definición de clínica en la “Apertura”: la clínica es "lo real
en cuanto que es lo imposible de soportar". Esta acepción remite, por
un lado, a las definiciones de lo real que hemos mencionado, y permite
volver a poner el padecimiento del síntoma en el núcleo de la praxis analí
tica; pero también perm ite aprehender, por otro lado, ese aspecto de la
experiencia en que el analista tiene “horror de su acto" -com o Lacan
sostuviera hacia el final de su vida-, en la m edida en que nunca cuando
piensa su práctica puede ser el mismo que produjo efectos con el dispo
sitivo. También podría decirse que el analista tiene que ser “al menos
dos" -com o Lacan lo hiciera el 10 de diciembre de 1974-, no obstante,
la fórm ula anterior es u n poco más elocuente para dar cuenta de u n
hecho epistemológico crucial, una forma de división que atañe a la clínica
misma: no sólo el sujeto del inconsciente no es el que teoriza el dispo
sitivo -lo cual es algo obvio-, sino que el clínico, incluso cuando recae
sobre sí el papel de enseñante, no es un experto en psicoanálisis, dado
que hay una separación inconmensurable entre la verdad de la praxis y el
saber que busca ilum inar ese acto que, en el mejor de los casos, tam bién
sorprende al analista.
De esta rápida presentación de los elementos que atraviesan la clínica
psicoanalítica pueden desprenderse diversas conclusiones encadenadas:
primero, los conceptos del psicoanálisis no son conceptos en sentido
estricto (o, al menos, en el sentido de que puedan ofrecerse definiciones
que indiquen condiciones necesarias y suficientes de su aplicación);
segundo, la clínica interroga la posición del sujeto respecto del padeci
miento sintomático; tercero, esta noción de sujeto no debe ser enten
dida en términos de individuo o persona (el paciente), sino en función
del “sujeto que se va diciendo en el análisis",10 esto es, el sujeto es lo que
se dice; por último, la clínica se transm ite de un modo que requiere que
el enseñante ponga en acto aquellos conceptos que busca exponer. Por
esto, el psicoanalista no es u n experto en psicoanálisis cuando trans
mite, sino que es alguien que piensa su acto con el propósito de encon
trar coordenadas que perm itan la orientación de un tratam iento.
* * *
10. Lacan, J. (1964) El seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
op. cit., p. 279.
las demás circunstancias, se trata de viñetas clínicas tom adas de nuestra
experiencia, orientadas a ubicar cuestiones que actualm ente nos m oti
varon a pensar. De este modo, podría circunscribirse, con mayor preci
sión, que este libro apuesta a una introducción a la clínica psicoanalítica
a través de problemas que surgieron en la experiencia.
Por otro lado, este libro surge de otra práctica concreta, la enseñanza
universitaria, que llevamos adelante en la Cátedra I de Clínica de Adultos
de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Allí, junto
a los alumnos de cada cuatrimestre, hemos aprendido no sólo que la
transm isión del psicoanálisis en la Universidad es posible y efectiva, sino
que los alumnos no necesariamente son esos “astudé” de los que habla
Lacan en el seminario 17 -siem pre que un docente sepa abstenerse de
hacer consistir el lugar del saber-; muy por el contrario, estos capítulos,
que surgen principalm ente de notas de clases, se h an visto enriquecidos
con las preguntas e inquietudes de aquellos que h an confiado en que
tem am os algo para decirles. Asimismo, primeras versiones de estos capí
tulos h an sido presentadas en Congresos, Jornadas, etc., o publicadas
como artículos en revistas de psicoanálisis. He aquí u n a recensión de su
proveniencia original:
• U n precedente del capítulo “La regla fun dam en tal y el decir anali
zante" se publicó originalm ente en el Vol. X de la R evista Universi
taria de Psicoanálisis (Facultad de Psicología, UBA), co n el título: “La
joven h om osexu al de Freud: ¿un caso de perversión?”.
• U na versión prelim inar de "La interpretación: ‘en tre’ cita y en igm a”
se publicó en el N o. 2 (A ño 17) de Investigaciones en Psicología. Revista
del In stitu to de Investigaciones de la Facultad de Psicología (UBA) con
el título: "La interpretación en psicoanálisis: de lo determ inado ai
eq u ívoco”.
U na elaboración previa de "Transferencia y restos transferenciales”
se publicó en M em orias del II Congreso Internacional de Investigación y
Práctica Profesional en Psicología ~ X V II Jornadas de Investigación Sexto
Encuentro de Investigadores en Psicología del M E R C O SU R co n el título
"Restos transferenciales y elección de la n eu rosis”.
• U na versión anterior de “Los u sos del síntom a" se publicó en el N o.
12 de Desde él jardín de Freud. Revista de Psicoanálisis de la Universidad
Nacional de Colombia co n el títu lo “Los usos del sín tom a. Sus trans
form aciones en la cura analítica”.
U na form a an tecedente de “El acto del duelo, el duelo com o a cto ” se
publicó en el N o . 11 de Desde el jardín de Freud. Revista de Psicoaná
lisis de la U niw rsidad Nacional cíe Colombia co n el título “El acto del
duelo, el duelo co m o acto. U na hipótesis clínica acerca del duelo en
el in icio del an álisis”.
Por último, este libro nace de una práctica no menos interesante que
las anteriores: la de la amistad. La posibilidad de escribir juntos este libro,
cuyos capítulos fueron escritos a cuatro manos, en una suerte de juego de
preguntas y respuestas (y nuevas preguntas), nos permite afirmar que la
transmisión del psicoanálisis comienza en la conversación con los colegas,
junto a quienes se asum e la responsabilidad de dar razones en las cuales
autorizarse. En últim a instancia, rescatamos en el proceso de escritura
de este libro la función del interlocutor, ejemplarmente destacada por
Lacan respecto de su amigo Henry Ey -con quien sabemos que las discu
siones y disentimientos nunca fueron m enores- cuando lo consideraba
“alguien a quien hablar” (Carta del 20 dé Noviembre de 1970).
La regla fundamental
y el decir analizante
“Estas directivas están en una com u n icación inicial planteadas bajo form a
de con sign as de las cuales, por p o co que el analista las com ente, puede
sostenerse que h asta en las in flexion es de su enunciado servirán de v eh í
culo a la doctrina que sobre ellas se ha h ech o el analista en el p u n to a
que h a n llegado para él.”3
4. La otra circunstancia capital es que el consultante decida ceder el capital de goce que
el síntoma aporta para que la satisfacción se despliegue en asociaciones y, por.ende, se
haga accesible ata intervención, tsta decisión, correlativa de la decisión del analista,
es -en sentido estricto- el "inicio del tratamiento". Por ejemplo, una referencia freud
iana para ubicar este pasaje es aquella en que expresa que para los neuróticos obse
sivos su enfermedad tiene las características de una religión privada que ocultan y que
difícilmente están dispuestos a desplegar ante un oyente.
En este punto, podría contraponerse la siguiente inquietud: ¿acaso no
alcanza con que alguien evidencie u n sufrimiento psíquico para que sea
considerado un candidato para analizarse? ¿El pedido de ayuda no podría
ser, a su vez, una condición más imperiosa que la m era atención al prin
cipio de la asociación libre? A esta últim a pregunta podría responderse
con una recensión mencionada p o r Lacan en su conferencia “Psicoaná
lisis y medicina" (1966), la de aquel enfermo que, luego de demandar
con insistencia ser tratado, cuando fuera citado nuevam ente para dos
días después, dejó en m anos de su madre ocuparse de que nada de eso
ocurriese; es decir, es el caso de aquellos que vienen a dem andar que se
los preserve en la enfermedad.5Y, podría decirse, es el caso general de toda
demanda, que pide el reconocimiento de una satisfacción antes de que
se la ponga en cuestión. No obstante, para desarrollar de un modo más
exhaustivo esta consideración, tom aremos u n caso paradigmático de la
bibliografía freudiana: el caso de la llamada -p o r Lacan- “joven homo-
sexuar, que fuera llevada por sus padres a la consulta con Freud,
Una pregunta se desprende desde el comienzo de la lectura del informe
freudiano: ¿por qué Freud la tom a en tra ta m ie n to si, al mismo tiempo,
sostiene que la muchacha no padece de ningún síntom a ni padecimiento,
ni -respecto de su orientación sexuala concibe otro m odo de amar? En
este contexto, Freud formula tres “condiciones ideales" para el inicio de
un tratam iento:
‘‘..io s m otivos gen u inos de la m uchacha, sobre los cuales tal vez podría
apoyarse el tratam iento analítico. [.,.] quería som eterse honradam ente
al ensayo terap éu tico...”7
8. Cf. Freud, S. (1913) “Sobre la iniciación del tratamiento" en Obras completas, Voi,
XII, op. cit., p. 128.
9. Ibid,, p. 136. [Cursiva añadida]
10. Freud, S. (1905) Fragmento de análisis de un caso de histeria en Obras completas, Vol.
VII, op. cit, p. 17.
De este modo, que alguien padezca no es condición.suficiente (sí nece
saria) para invitar a entrar en el dispositivo analítico. Tampoco lo es que
haya u n pedido de ayuda, ya que -com o hemos visto- esa dem anda no
suele ser u n pedido de “desembarazarse" del síntom a -com o sostuviera
Lacan en la Conferencia de Yale (1975)- y, en todo caso, esta últim a coor
denada ya implica la puesta en marcha del dispositivo y se revela como
u n erecto del mismo (es el analista quien incita a tener otra relación
con el síntom a que no sea padecerlo). Por lo tanto, la única coordenada
capital de apertura de u n tratam iento analítico, de acuerdo con la inspi
ración freudiana, es el cumplimiento de la regla analítica. Asimismo, de
este modo consideramos que debe ser entendida la sentencia de Lacan en
“La dirección de la cura...” cuando afirma que la orientación del trata
miento “consiste en prim er lugar en hacer aplicar por el sujeto la regla
analítica".11 Pero, ¿en qué consiste un modo de hablar de acuerdo con
la asociación libre? Para esclarecer este aspecto es que en el apartado
próximo nos detendremos en un análisis pormenorizado de la defini
ción dada por Freud.
“Le aseguro que yo m ism o n o tengo in clin ació n alguna por la crueldad,
por cierto que n o m e gusta martirizarlo, pero que naturalm ente n o puedo
regalarle nada sobre lo cual yo n o posea poder de disposición. Lo m ism o
podía pedirm e que le regalara dos co m eta s.”13
12, Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (El hombre de las ratas) en
Obras completas, Vol. X, Buenos Aires, Amorrortu, 1988, p. 127.
13.Ibid., p. 133.
particular. No obstante, por último, es atractivo el matiz final -casi un
chiste, a partir de llevar la cuestión al absurdo- con que busca sostener el
acto. He aquí u n rasgo de Freud como analista en singular, de su propia
posición y sü saber hacer con el dispositivo.
De este modo, esta breve secuencia del historial del Hombre de las
ratas dem uestra que el cumplimiento de la asociación libre, en lo que al
analista respecta, es un acto fundam ental, que nada tiene que ver con
una recepción pasiva del discurso del analizante, y m ucho menos con un
incentivo a que se diga cualquier cosa o se tenga la pretensión de decirlo
todo, sino -com o bien lo demuestra el acto de Freud- que se diga eso
que preferiría no decirse, y cuyas consecuencias -p o r el mero hecho de
hablar- se quisieran evitar. La regla fundam ental, entonces, denota el
acto del analista de sostener el decir del analizante, un decir que. tenga
estatuto de acto e importe en lo real,
14. Freud, S. (1900) La interpretación de Jos sueños en Obras completas, Vol. V, Buenos
Aires, Amorrortu, 1988, p. 525. [Cursiva añadida]
15. Lacan, J. (1975) "Intervención tras la exposición de André Albert: ‘El placer y la regla
fundamentar”. Inédito.
punto su labor se basa em inentemente en un retorno preciso a la obra
de Freud. Afirma allí que la regla se orienta en oposición al principio
del placer, lo cual no implica llevar al analizante a sufrir más, sino invi
tarlo a adoptar u n a modalidad de decir que se oriente a decir aquello que
intenta sustraerse de la formulación, hacia lo que “displace de ser dicho”.
Estas formulaciones, no únicas en la obra de Lacan, ya habían sido
anticipadas en la “La dirección de la cura...” (1958) donde cuestionaba
la noción de libertad supuesta en la asociación libre -cuestión sufi
cientemente subrayada por Freud-, pero de tal modo que, en el mismo
golpe, enrarece lo que los hábitos mentales suponen como determi-
nismo inconsciente:
16. Lacan, J. (1958) ''La dirección de la cura y ios principios de su poder” en Escritos 2,
op, cit., p. 596.
17. Lacan, J. (1962-63) £/ seminario 10; La angustia, op. cit, p. 139.
Encontramos, entonces, u n a vía que no sostiene la inferencia freu-
diana que mencionam os únicam ente de la constatación de una regula
ridad clínica, sino tam bién de una articulación metapsicológica precisa.
En .otros térm inos, el decir orientado por la regla de decir libremente lleva
a hablar de aquello que displace, es decir, la definición fundam ental de
lo que constituye u n síntoma. De esta manera cobra sentido cierta afir
mación de Lacan que, en un inicio, parece un tanto enigmática
20. Freud, S. (1912) "Sobre la dinámica de la transferencia” en Obras completas, Vol. XII,
op. cit, p. 101
"...al final de la segunda sesión se com portó com o atolondrado y c o n fu n
dido. M e dio repetidas veces el trato de 'señor cap itán'...”21
Por esta vía hemos abierto la puerta a los próximos capítulos: trans
ferencia y síntom a, como conceptos fundam entales articulados. No
obstante, antes de abocamos a su estudio, cabe realizar un rodeo que
recupere, una vez más, el acto del analista a través de la interpretación
-intervención que es subsidiaria del cumplimiento dé la asociación libre
y fundacional del dispositivo analítico-.
21. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (El hombre de las ratas) en
Obras completas, Vol. X, op. cit, p, 135.
La interpretación:
“entre” cita y enigma
“...toda vez que el deseo hace su lecho del corte significante en el que
se efectúa la m etonimia, la diacronía... retorna a la especie de fijeza que
Freud discierne en el anhelo inconsciente. Este soborno [...] proyecta la
topología del sujeto en el in sta n te del fa n ta sm a [...] lo que es por no ser otra
cosa que el deseo del O tro ."2
“La cita [...] es m ás b ien u n enunciado de saber afirm ado, salvo que se
refiere el enunciado a u n nom bre de autor. La cita, al ser referida a u n
n om b re de autor, in trodu ce la d im en sión de la en u n cia ció n , una e n u n
ciación latente que hay que hacer surgir."5
El caso Juana
El sujeto de la interpretación
“Si tie n e n en m ien tes esta estructura inicial, ello les im pedirá entregarse
a tal o cu al aspecto parcial en lo toca n te al in co n scien te -p o r ejemplo,
que el in co n scien te es el sujeto, en ta n to alienado en su historia, donde
la sín cop a del discurso se u n e con su deseo, Verán que, co n m as radica-
lidad, h ay que situar el in con scien te en la d im en sión de u na sincronía -e n
el p lan o de u n ser en el p lano del sujeto de la en u n ciación , en la m edida
en que según sus frases, según los m odos, este se pierde ta n to com o se
vuelve a encontrar y que, en una interjección, en u n im perativo, en una
evocación y aun en u n desfallecim iento, siem pre es él quien le afirma a
u n o su enigm a, y q uien habla- en sum a, en el p lano dond e todo lo que
se explaya en el in co n scien te se difunde, tal el m icelio, co m o dice Freud
a propósito del su eñ o, en to m o a u n p u n to central. Se trata siempre del
sujeto en tan to que in d eterm in ad o.”11
11. Lacan, J. (1964) El seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
Buenos Aires, Paidós, 1989, 34.
Retomando los términos utilizados por Lacan en “La dirección de la
cura....” pensam os que si bien el analista advierte los significantes que
regresan en la dem anda (y en la enunciación) -aquellos en los cuales el
sujeto está "sobornado”, dado que los ha tom ado del campo del O tro - va
en dirección opuesta a avalar el soborno y constituir un saber que coagule
la posición subjetiva. La política del análisis, consideramos, justam ente
empuja al analista a conducir la interpretación en otro sentido. ¿En cuál?
No se trata de la promoción de un sujeto alienado a su historia, determ i
nado plenamente, sino la de u n sujeto indeterm inado y, por ende, capaz
de opción. Lacan lo dice en estos térm inos en el seminario 11:
U .lbid., p. 19.
13. Soler, C. (1989) “Transferencia e interpretación en la neurosis’’ en Finales de análisis,
Buenos Aires, Manantial, 2004, pp. 70-71.
Interpretación y acting out
14, Lacan, J. (1958) "La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2,
op. cit, p. 579.
15. Kris, E. (1951) "La psicología del yo y la interpretación en la terapia psicoanalítica”
en Revista de la Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados, No. 17, Buenos Aires,
1991, p. 141.
ló.Jbíd.,p. 148.
"Una vez asegurada esta pista todo el problema del plagio se presentó bajo
u n a nueva luz. Sucedió que el em inente colega había tomado, en repe
tidas ocasiones, las ideas del paciente../'17
20. Lacan, J. (1953-54) £1 seminario 1: Los escritos técnicos de Freud, Buenos Aires, Paidós,
2005, p. 100.
Transferencia
y restos transferenciales
5. Cf. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (El hombre de las ratas)
en Obras completas, Vol. X, op. cit., p. 152.
6. Freud, S. (1914) “Recordar, repetir, reelaborar” en Obras completas, Vol. XII, op. cit,
p. 151.
7. Cf. Lacan, j (1964) £/ seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoaná
lisis, Buenos Aires, Paidós, 1992, pp. 142-167.
8. Freud, S. (1909) A proposito de un caso de neurosis obsesiva (El hombre de las ratas) en
Obras completas, Vol. X, op. cit, p. 164.
análisis: si respondiera con la satisfacción no podría más que otorgar
un nuevo sustituto a la neurosis; de este modo, la cura se dilapidaría y
perdería su orientación fundam ental, el análisis de la transferencia:
“La cura tien e que ser realizada en la abstinencia. [.,.] Lo que yo quiero
postular este principio: h ay que dejar subsistir en el enferm o necesidad
y añoranza com o unas fuerzas pulsionan tes del trabajo y la alteración, y
guardarse de apaciguarlas m ediante subrogados."9
“La situación así concebida sirve para articular (y sin más artificio que
la reeducación emocional) los principios de una domesticación del yo
llamado débil por parte de u n Yo que gustosamente se considera como
de fuerza para cum plir ese proyecto, porque es fuerte."13
11. Cf. Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder" en Escritos
2, op. cit., p. 566.
12. Lacan, J. (196.0-61) El seminario 8: La transferencia, Buenos Aires, Paidós, 2004, p.
20 .
13. Lacan, J. (1958) "La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2,
op. cit, p. 568.
Por esta vía, el procedimiento del análisis quedaría orientado a reducir
las desviaciones -im putadas a las fantasías transferenciales del paciente-
por parte de un analista que, sostenido de la autoridad (conferida por la
sociedad analítica de la que es miembro a través del "análisis didáctico”),
es el representante de la realidad. En otros términos, el psicoanálisis,
que nace de la renuncia a la hipnosis, deviene u n grosero procedimiento
sugestivo por el hecho de ser concebido como...un encuentro entre dos
sujetos. Lacan, entonces, denuncia una concepción que tiene como
efecto el establecimiento de u n escenario propicio para que se desarro
llen las pasiones del educador que en el mismo acto abandona el discurso
analítico.
Vale enfatizar que, de acuerdo con la concepción del análisis como
relación dual, el analista no tiene más remedio que.invocar desesperada
mente a la "realidad” como u n a entidad tercera que dirima el resultado
de la contienda. ,¿Cuál es la propuesta lacaniana para salir del impase
sugestivo?
En la "Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de
la Escuela”14 Lacan se refiere al primer m om ento de la experiencia, el
punto de empalme que se encuentra al inicio del análisis. Ubica allí el
establecimiento del sujeto supuesto al saber precisado con el algoritmo
de la transferencia, es decir, u n conjunto finito.de pasos ordenados que
permite resumir el m ontaje del soporte de la transferencia. Allí sostiene,
por ejemplo, que "el sujeto supuesto saber es para nosotros el pivote desde
donde se articula todo lo que tiene que ver con la transferencia":15
_ ! ---------- ---------> s ,
• <S„ sr ..s„)
“La estructura así abreviada les perm ite hacerse u n a idea de lo que ocurre
al term in o de la relación de la transferencia, o sea: cu an do por haberse
resuelto el deseo que sostuvo en su operación el psicoanalizante, este ya
n o tien e ganas de confirm ar su o p c ió n , es decir, el resto que com o deter
m in an te de su división, lo hace caer de su fantasm a y lo destituye como
sujeto"™
Restos transferenciales
“En general, puede decirse que los factores orales influirán de u n m odo
favorable en el desarrollo intelectual, cu an do la avidez oral sublim ada en
la p u lsión de saber sea verdaderam ente intensa, pero n o si suscita, co m o
con secu en cia de su sadism o, angustia o sen tim ien tos de culpa.”21
"El tratam iento in icial había producido considerables mejorías, pero los
m ism os problem as aparecían bajo una nueva luz [...]. Recordaba co n
gratitud su análisis prevÍQ que había m ejorado su potencia, dism inuido sus
in h ib icion es sociales, y producido un m arcado cam bio en su vid a.”23
Por otro lado, cabe destacar una suerte de efecto didáctico de ese
prim er análisis:
2. Soler, C. (1988) “Acerca del sueño" en Finales de análisis, Buenos Aires, Manantial,
1988, p. 80.
3. Ibid., p. 81.
“H asta cierto p un to este p en ar de m ás es la única justificación de nuestra
in tervención . [...] Los analistas n os m etem os en el asu nto en la m edida
en que creem os que hay otras vías, m ás cortas, por ejem plo.''4
De la ego-sintonía a la extra-territorialidad
4. Lacan, J. (1964) El seminario: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos
Aires, Paidós, 1987, p. 174.
5. Freud, S. (1926) Inhibición, síntoma y angustia en Obras completas, Vol. XX, op, cit, p.
95.
este alcanza u n a fu n c ió n secundaria y queda como anclado en la vida
anímica.”6
“Decir que hay u n sujeto no es sino decir que hay hipótesis. La única
prueba que tenem os de que el sujeto se confunde y que el individuo que
habla es su soporte, es que el significante se convierte en signo.”12
10. Lacan, J. (1972) “El seminario 21: Los nombres del padre o los no incautos yerran”.
Inédito, clase del 16 de noviembre.
11. Freud, S. (1926) Inhibición, síntoma y angustia en Obras completas, Vol, XX, op. cit, p. 94.
12. Lacan, j. (1972-73) El seminario 20: Aun, Buenos Aires, Paidós, 2005, p. 171.
De este modo, puede notarse que la división subjetiva no necesaria
m ente es un punto de partida en el tratam iento analítico. Que, en todo
caso, se trata de que el analista busque esa instancia en que el padeci
m iento haga signo de una afección por u n saber inconsciente.
Ahora bien, cabe preguntarse si por esta vía ya se ha alcanzado la
formalización de un padecimiento que se ha transformado en un síntom a
pasible de ser interpretado en análisis. Es posible que sean necesarias
varias entrevistas preliminares al tratam iento y, como hemos dicho, la
intervención del analista, para que el síntom a muestre su cara de sufri
m iento y po sea reconocido como parte del yo. Pero, aunque se pueda
pensar aquí en una variación, todavía no se ha transform ado en u n
síntom a propiamente analítico. Para dar cuenta de esta precisión, podría
considerarse la oposición que Lacan establecía respecto del acting out:
“El prim er paso del análisis es que el sín tom a se con stituya en su form a
clásica Para que el sín to m a salga del estado de en ig m a todavía in for-
m ulad o, el paso a dar n o es que se form ule, es que en el sujeto se perfile algo
ta l que le sugiera que h ay una causa para eso."14
13. Lacan, J. (1962-63) £i seminario 10: La angustia, op. cit, p, 139. [Cursiva añadida]
14. Ibid., p. 302. [Cursiva añadida]
Este no es un paso que se da naturalm ente, sino que requiere de una
operación específica del analista. Pero, ¿a qué causa hace referencia el
psicoanálisis? ¿Cómo se perfila esta causa en el sujeto? En la “Confe
rencia en Ginebra", cuyo tem a era el síntoma, Lacan resume este aspecto,
demostrando una vez más hasta qué punto su enseñanza seguía una
orientación freudiana:
"Lean un poco, estoy seguro que esto no les sucede muy a m enudo, la
introducción al psicoanálisis. Hay dos capítulos sobre el síntoma. Uno
se llam a 'Los caminos de form ación de síntoma', es el capítulo 23, y se
percatarán luego de que hay u n capítulo 17 que se llama D er Sinn, el
sentido de los síntomas. Si Freud aportó algo es eso. Que los síntomas
tienen un sentido y que sólo se interpretan correctamente -correctam ente
quiere decir que el sujeto deja caer alguno de sus cabos- en función de
sus primeras experiencias, a saber, en la medida en que encuentre lo que
hoy llam aré la realidad sexual.”15
16. Cf. Lombardi, G. (1992) "La función primaria de la interpretación" en Hojas clínicas,
Buenos Aires, JVE, 2008.
17. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (el “Hombre de las ratas"),
en Obras completas, Vol. X, op. cit, p. 138.
punto, Freud sostiene que “sólo un año y medio después del recuerdo
de su omisión [...] despertó y empezó a martirizarlo horriblemente, a
punto tal de tacharse de criminal”.18 Para ese m om ento, el recurso habi
tual para desculpabilizarse -el sostén narcisista en la compañía de su
mejor amigo- no alcanza para contrarrestar el reproche obsesivo. La
respuesta de Freud, entonces, dista de ser la de u npartenaire imaginario
que ofrezca u n soporte en el reconocimiento yoico, sino que su apuesta
metodológica avanza en la vía de poner en secuencia ese padecimiento
con una causa inconsciente:
24. Freud, S. (1914) “Recordar, repetir, reelaborar” en Obras completas, Vol. XII, op. cit,
p. 153.
u n a plétora de com u n icacion es sobre detalles del h ech o, hasta en tonces
retenidas.”25
Es por esta vía que el análisis se abre paso a los complejos incons
cientes -los significantes fundamentales en juego en el gran tem or obse
sivo-. De este modo, el síntom a se hace accesible a la interpretación a
través de la actualización del síntoma en transferencia.
Antes que interpretar u n deseo de muerte, o de destrucción, Freud
apunta en la dirección de cernir las condiciones del del Hombre
de las ratas, condiciones que en el análisis el síntom a no hace más que
desplegar en diversas formaciones del inconsciente, como el sueño en
que el Hombre de la ratas relata querer dar sus condolencias a Freud
por la muerte de su madre y, de acuerdo con el mecanismo de síntom a
obsesivo en dos tiempos -u n o que anula al otro y lo invierte-, envía una
esquela de felicitación.
La dirección de las intervenciones de Freud puede notarse en una breve
secuencia que aísla la posición del Hombre de las ratas respecto de eso
que desea en sus ocurrencias. La orientación general de estas interpre
taciones es formulada por Freud en los siguientes términos:
25. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (el "Hombre de ías ratas")
en Obras completas, Vol. X, op. cit, p. 164.
26, Ibid., p. 144.
a ceder parte de su capital de goce, por am or al deseo que viene del
analista".27
De este modo, si algo del material del complejo es apropiado para ser
transferido sobre la “persona" del analista, esta transferencia se produce.
Un proceso así se repite innumerables veces en la trayectoria de un
análisis, y ya da cuenta de un nuevo estatuto del síntom a en la cura: el
síntoma analítico, que se constituye en ese punto en que la cura oficia
como lugar de actualización del conflicto fundam ental de la división
del sujeto y en que, por ejemplo, la neurosis se resuelve como neurosis
de transferencia.
27. Lombardi, G, (1992) “La fundón primaria de la interpretación”, op. cit., p. 17.
28. Lacan, J. (1964) £1 seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
Buenos Aires, Paidós, 1987, p. 164.
29. Freud, S. (1912) “Sobre la dinámica de la transferencia" en Obras completas, Vol, XII,
op. cit, p. 101.
¿Del síntom a analítico al síntoma analizado?
"Tanto hay que sudar que uno puede incluso hacerse un nombre, como
se dice, de ese sudor. Es lo que conduce en algunos casos al colmo, a lo
mejor que se puede hacer: una obra de arte."33
32. Lombardi, G. (1993) Síntoma y acto, Buenos Aires, Atuel, 1993, p, 112.
33. Lacan, J. (1975) “Intervención sobre la exposición de André Albert: el placer y la
regla fundamental". Inédito.
34. Mazzuca, M. (2011) Ecos del pase, Buenos Aires, Letra Viva-FARP.
De acuerdo con la referencia anterior de Lombardi, cabe sostener que el
síntoma por esta vía se vuelve m otor pulsional del acto. El síntoma queda
como aquello que, en contra de la homeostasis, sin embargo, continúa
empujando en el sentido de promover un movimiento... Para retom ar
la imagen m etáfora de la sirga, podríamos concluir que, en este nuevo
estatuto, el síntom a es un “sudar” pero que ya no se padece, sino que
permite orientar la división subjetiva en la dirección del acto.
Ego-sintonía Narcisista Yo
2. Agamben, G, (1978) Infancia e historia, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2003, p. 117.
[Cursiva añadida]
3. Lacan, }. (1959) £1 deseo y su interpretación. Inédito.
Teoría del duelo
4. Cf. Mazzuca, M. (2012) La histérica y su síntoma. Una lectura freudiana con los discursos
lacanianos, Buenos Aires, Letra Viva.
5. Cf. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (El hombre de fas ratas)
en Obras completas, Vol. X, Buenos Aires, Araorrortu, 1988, pp. 179-185.
6. Freud, S. (1923) El yo y el ello en Obras completas, Vol. XIX, op. cit., p. 31.
“En aquel m om ento [remite a “Duelo y melancolía], empero, no cono
cíamos toda la significatividad de este proceso [...]. Si un tal objeto
sexual es resignado, porque parece que debe serlo o porque no hay otro
remedio, no es raro que a cambio sobrevenga la alteración del yo que es
preciso describir como erección del objeto en el yo, lo m ism o que en la
melancolía.”7
“...se abre la vía del duelo, de u n duelo asum ido en la relación narcisista
que hay entre el yo y la im agen del otro. [...] Esa relación apasionada de
un sujeto co n u n objeto que está en el fon d o del cuadro (la tum ba)
u n soporte donde este objeto que para él está rechazado a causa de la
con fu sió n , de la mezcla de los objetos, es en la m edida en que algo, de
golpe allí lo engancha, que en ese nivel puede ser reestablecido.”18
"Es pues gracias a lo que el sujeto atribuye de ser (de ser que sea en otra
parte) al analista, com o es posible que una interpretación regrese al lugar
desde donde puede ten er alcance sobre la distribución de las respuestas."25
25. Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2,
Buenos Aires, Siglo XXI, 2002, p, 571.
26, Soler, C. (1987) “Transferencia e interpretación en la neurosis” en Finales de análisis,
op. cit., 70.
OA
M. Little escribe su texto “R: La respuesta total del analista a las nece
sidades de su paciente"27 con el propósito de dar cuenta de la eficacia
de un operador clínico del analista: la contratransferencia. No corres
ponde, en este contexto, elucidar el contenido teórico del concepto, ni
elaborar una explicitación exhaustiva del caso clínico que la autora elige
para hacer intuible ese aspecto de su teoría. Simplemente nos serviremos
de una secuencia que permita esclarecer el problema conceptual al que
estamos abocados en este capítulo: la articulación entre duelo y acto.
Luego de siete años de tratamiento, apreciados por la analista según
“mi falla en lograr que de algún modo la transferencia fuera real para
ella [la paciente: Frida]”,28 aspecto que corrobora en el hecho de la inefi
cacia de sus interpretaciones; cuando decide poner térm ino a la cura,
ocurre un incidente: muere un ser querido de aquélla. En este punto,
Frida se sumerge en u n estado de aguda congoja, que se mantuvo inal
terado por cinco semanas. En el transcurso de este período la analista
declara la ineficacia de sus intervenciones: -interpretó la culpa (asociada
a la rabia y el miedo) por la muerte de la a;niga; -le dijo a la paciente
que ella (Frida) sentía que ella (la analista) le había robado a su amiga,
y se lo reprochaba con su estado de malestar; -intervino diciendo que la
paciente quería que ella (la analista) comprendiese su dolor. Estas tres
intervenciones de la analista podrían parafrasearse del modo siguiente:
a) interpretación del sentimiento inconsciente de culpa; b) interpreta
ción de la transferencia; c) interpretación de la demanda. El resultado
fue siempre el mismo: “Nada de esto la afectó: estaba completamente
fuera de contacto", sostiene la analista.
Al cabo de cinco semanas, cuando la vida de la paciente ya empe
zaba a correr peligro, M. Little intervino diciéndole lo dolorosa que era
su aflicción, no sólo para ella (la paciente) y su familia, sino para ella
misma (la analista). Le dijo que nadie podía acercársele en ese estado
"...me dijo que por prim era vez, desde el com ienzo de su análisis, yo m e
había convertido en u n a persona real y que yo era m u y diferente de su m adre.
Había sentido que yo era su m adre cuando le hacía com entarios sobre
cualquier cosa que hubiera h ech o y que le estaba diciendo, com o ella,
'eres u n a persona h orrible’. Esto yo ya lo sabía y le había dicho que era una
m anifestación transferencial, pero todo el sentido de esta interpretación fue
negado: tam bién significaba únicam ente "eres horrible”. [...] A partir de ese
m om en to, las interpretaciones empezaron a ten er significado para ella.
N o sólo las aceptaba; co n frecuencia decía: "Usted m e había dicho eso antes,
pero no sabía lo que quería decir. Incluso: “Recuerdo que usted dijo m uchas
veces... ahora lo com p ren d o”, em pleando ella [Cursiva añadida]
29. Lacan, J. (1958) "La dirección de la cura y los principios de su poder" en Escritos 2,
op. cit, p. 581.
Por un lado, cabía preguntarse de qué manera dicha “rectificación”
podía ser puesta también a la cuenta del acto del analista; esto es, si el
momento electivo que inicia un análisis no es, asimismo, un modo de
designar la invitación al análisis propuesta por el analista. Una primera
formulación de esta intuición se encuentra explícita en un artículo de
G. Lombardi con las siguientes palabras;
30. Lombardi, G. (2009) "Rectificación y destitución del sujeto" en Aun, No. í, Buenos
Aires, p. 33.
31. Ibid., 40.
32. Freud, S. (1912) “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico” en Obras
Completas, Vol. XII, op, cit., p. 116.
debería contar*'.33 A las condiciones de no omisión y evitación de siste-
maticidad, entonces, se añade una tercera dimensión: la de actualizar
un decir que tenga estatuto de acto, esto es, que importe en lo real. En
el caso de Frida, es la analista quien comprueba que la regla no es un
simple enunciado programático, sino el acto mismo del analista en su
intervención. A partir de ese momento, la paciente comienza a hablar
de su síntoma, a pesar de los siete años que recién entonces pudieron
ser sepultados.
Para concluir, este libro vuelve al comienzo, al retomar una vez más la
cuestión de la regla fundamental y su relación con el síntoma, conceptos
que, a su vez, remiten al carácter fundacional que, respecto de la trans
ferencia, tiene la interpretación. De este modo, la conclusión no pudo
ser otra cosa más que una forma de introducirse, punto en el que una
introducción no deja ser conclusiva.
33. Freud, S, (1905) Fragmento de análisis de un caso de histeria en Obras completas, Vol.
VII, op. cit, p. 17.