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¿Qué significa para usted tomar sobre sí el nombre de Jesucristo por convenio?

Cuando el presidente George Albert Smith era joven, su abuelo, George A. Smith, que había
fallecido, se le apareció en un sueño y le preguntó: “Me gustaría saber qué has hecho con mi
nombre”. El presidente Smith respondió: “No he hecho con tu nombre nada de lo que debas
avergonzarte”.

Así como el presidente George Albert Smith tuvo que rendir cuentas ante su abuelo por lo que
había hecho con su nombre, algún día cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas ante nuestro
Salvador, Jesucristo, por lo que hayamos hecho con Su nombre.

Cuando nos bautizamos hacemos convenio de tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo, y
renovamos ese convenio cuando participamos de la Santa Cena. Cumplimos con este convenio al
poner al Señor en primer lugar en nuestra vida, al esforzarnos por pensar y actuar como Él lo haría
y al “ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar”, o sea nos
convertimos en Cristianos.

La palabra cristiano denota tomar sobre nosotros el nombre de Cristo, voy a leer Mosíah 5 y
relacionaré lo que es ser Cristiano. El rey Benjamín da uno de los mejores discursos de la historia
de la humanidad, y los nefitas allí presentes, que nunca habían visto a Cristo al igual que nosotros
dijeron lo siguiente:

FE

2 Y todos clamaron a una voz, diciendo: Sí,Sí, creemos todas las palabras que nos has hablado; y
además, sabemos de su certeza y verdad por el Espíritu del Señor Omnipotente,

Un cristiano tiene fe en el Señor Jesucristo, en que Él es el Hijo literal de Dios, enviado por Su
Padre para sufrir por nuestros pecados en el acto supremo de amor conocido como la Expiación.
Un cristiano sabe que a través de la historia, los profetas de Dios siempre han testificado de
Jesucristo. Ese mismo Jesús, acompañado del Padre Celestial, se apareció al profeta José Smith en
el año 1820 y restauró el Evangelio y la organización de Su Iglesia original.

CAMBIO y ARREPENTIMIENTO

el cual ha efectuado un potente cambio en nosotros, o sea, en nuestros corazones, por lo que ya
no tenemos más disposición a obrar mal, sino a hacer lo bueno continuamente.

Ese cambio, llamado conversión, es posible sólo mediante el Salvador, recuerden a Alma Hijo, o a
Pablo. Al volvernos nuevos en Cristo, nuestra naturaleza cambia y ya no deseamos volver a lo que
hacíamos antes. Un cristiano cree que mediante la gracia de Dios el Padre y de Su Hijo Jesucristo,
podemos arrepentirnos, perdonar a los demás, guardar los mandamientos y heredar la vida
eterna.

OBEDECER LOS MANDAMIENTOS (CUÁNTO? CUANDO?)

5 Y estamos dispuestos a concertar un convenio con nuestro Dios de hacer su voluntad y


ser obedientes a sus mandamientos en todas las cosas que él nos mande, todo el resto de
nuestros días
CONVENIO

7 Ahora pues, a causa del convenio que habéis hecho, seréis llamados progenie de Cristo, hijos e
hijas de él, porque he aquí, hoy él os ha engendrado espiritualmente; pues decís que
vuestros corazones han cambiado por medio de la fe en su nombre; por tanto, habéis nacido de él
y habéis llegado a ser sus hijos y sus hijas.

SEREMOS SALVOS

8 Y bajo este título sois librados, y no hay otro título por medio del cual podáis ser librados. No
hay otro nombre dado por el cual venga la salvación; por tanto, quisiera que tomaseis
sobre vosotros el nombre de Cristo, todos vosotros que habéis hecho convenio con Dios de ser
obedientes hasta el fin de vuestras vidas.

PROMESA

9 Y sucederá que quien hiciere esto, se hallará a la diestra de Dios, porque sabrá el nombre por el
cual es llamado; pues será llamado por el nombre de Cristo.

10 Y acontecerá que quien no tome sobre sí el nombre de Cristo, tendrá que ser llamado por
algún otro nombre; por tanto, se hallará a la izquierda de Dios.

15 Por tanto, quisiera que fueseis firmes e inmutables, abundando siempre en buenas obras para
que Cristo, el Señor Dios Omnipotente, pueda sellaros como suyos, a fin de que seáis llevados al
cielo, y tengáis salvación sin fin, y vida eterna mediante la sabiduría, y poder, y justicia, y
misericordia de aquel que creó todas las cosas en el cielo y en la tierra, el cual es Dios sobre todo.
Amén.

Con todo esto ¿cabe alguna duda querer ser cristianos? No, por eso la pregunta que debemos
hacernos ahora es: ¿Qué clase de cristianos queremos ser?.

Consideren conmigo la experiencia de dos discípulos cristianos,

caso1: en Marcos 1:

16 “Y andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, que es llamado Pedro, y
a Andrés, su hermano, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores.
17 “Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.
18 “Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron”.

Como cristianos hoy, tenemos la oportunidad de actuar sin demora, de inmediato y con decisión,
tal como lo hicieron Pedro y Andrés. A nosotros también se nos llama a dejar nuestras redes, a
rechazar los hábitos, las costumbres y las tradiciones del mundo y a abandonar nuestros pecados.

Caso 2: Juan 21

Aún así, los cristianos fieles siempre tendrán la bendición de dificultades y desalientos. Cuando
lleguen esos desafíos refinadores, podemos sentirnos tentados a regresar al camino de antes. Tras
la crucifixión del Salvador, Él se apareció a las mujeres y les dijo que los discípulos lo hallarían en
Galilea. Cuando Pedro, el apóstol mayor, regresó a Galilea, también volvió a lo que conocía —a lo
que le era cómodo hacer. “Voy a pescar”, explicó, y se llevó a varios discípulos.

De hecho, Pedro y los demás pescaron toda la noche sin resultados. A la mañana siguiente, Jesús
se apareció y los llamó desde la orilla: “Echad la red a la derecha”. Los discípulos que estaban en el
barco siguieron las instrucciones de Jesús y rápidamente descubrieron que sus redes se llenaron
milagrosamente hasta el borde. Juan reconoció la voz del Salvador, y Pedro al instante se lanzó al
agua y nadó hasta la orilla.

A los cristianos que han regresado a su antiguo camino menos devoto, consideren el ejemplo fiel
de Pedro. No demoren. Vengan, escuchen y reconozcan la voz del Maestro que llama. Después
regresen a Él al instante y reciban de nuevo Sus abundantes bendiciones.

Al regresar a la orilla del mar, los discípulos descubrieron un banquete de pescado y pan. “Venid,
comed”, invitó el Salvador. Al darles de comer, le preguntó a Pedro tres veces: “Simón hijo de
Jonás, ¿me amas?”. Cuando Pedro expresó su amor, el Salvador le imploró: “Apacienta mis
corderos… Apacienta mis ovejas”.

Ése es el llamado de Cristo a todo cristiano hoy: “Apacienta mis corderos… Apacienta mis ovejas”;
debemos compartir el evangelio con todos cuántos podemoas, elevándolos, bendiciéndolos,
consolándolos, animándolos y edificándolos, especialmente a los que no piensen ni crean lo
mismo que nosotros. Apacentamos a Sus corderos en nuestro hogar al vivir el Evangelio: guardar
los mandamientos, orar, estudiar las Escrituras y emular Su amor. Apacentamos a Sus corderos en
la Iglesia al servir en los quórumes del sacerdocio y las organizaciones auxiliares. Y apacentamos
a Sus ovejas por todo el mundo al ser vecinos cristianos, al practicar la religión pura de visitar y
servir a las viudas, los huérfanos, los pobres y a todos los necesitados.

[Contar historia de la visita a los sin hogar]

El amor cristiano. El Salvador valoró a todos. Bondadoso y compasivo con todos, dejó a los
noventa y nueve para hallar a uno, porque “aun los cabellos de [nuestra] cabeza están…
contados” para Él.

Testifico que Jesús es el Cristo. Él realmente murió para que nosotros podamos vivir. Testifico que
por medio de Su infinito amor y gracia, podemos llegar a ser cristianos más cristianos. En el
nombre de Jesucristo. Amén.

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