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La música norteña de redova, guitarra, bajo y acordeón podría considerarse como

el género típico de la región del Norte de México que abarca los estados de Nuevo
León, Coahuila, Chihuahua, Sonora y Sinaloa. La música “norteña” es una mezcla
de estilos elementos de diferente procedencia que podrías rastrear sea través de
la propia historia de México durante el siglo XIX.
La gran extensión del territorio mexicano fue uno de los factores decisivos en los
sucesos histórico-políticos del siglo pasado. En 1821 fue facultado Moisés Austin
para colonizar una parte de Texas con trescientas familias en su mayoría
provenientes de Estados Unidos, aunque también había europeos, principalmente
polacos y alemanes. En 1836, los colonos tejanos lograron su independencia
después de vencer al ejército del general Santa Anna. Lo demás es historia de
sobra conocida; en 1848, a raíz del triunfo intervencionista de Estados Unidos,
México se vio obligado a ceder nuevo México California Norte y Texas. En 1853
Santa Anna vendió La Mesilla y en 1860 la guerra de secesión estadounidense
provocó la emigración de un gran número de gentes de diversas nacionalidades.

Todos estos movimientos de población podrían explicar porque en el norte de


México se cultiva género musical que utiliza acordeón y tiene cierta similitud con
el estilo sureño de los Estados Unidos, junto con ciertos rasgos heredados de
estilos europeos, alemanes o suizos. Polkas y redovas fueron géneros también
ampliamente practicados en ambos lados de la nueva frontera. No habrá que
perder de vista que la influencia existió en ambas direcciones y el influjo de las
costumbres y gustos mexicanos prevaleció durante mucho tiempo en los estados
sureños recién anexados.

Durante la Revolución, nuevamente fue el norte de la República el escenario del ir y


venir de tropas y pobladores. El porfirismo recibió sus primeras derrotas en el
norte (Chihuahua, Casas Grandes, Ciudad Guerrero). Los sucesos revolucionarios
se cantaron por toda la república en forma de corrido y de esa manera, en la
segunda década del siglo XX, el corrido fue el género musical que el pueblo
antepuso a los estilos de origen europeo ya que se practicaban en los estados
norteños, integrándose también al repertorio de esas regiones.

A partir de los años treinta, el asentamiento de la música campesina y tradicional


en el recién creado género ranchero, fue otra influencia definitiva la música
norteña. En la actualidad un nuevo movimiento de influencia mexicana se ha
iniciado hacia Estados Unidos, al tomarse la música de características norteñas
como una bandera del movimiento chicano.

Este estilo un tanto híbrido que surge del choque de tres géneros de música
popular: la tradicional música norteña, la música ranchera y el rock de Estados
Unidos, se han convertido en un importante vehículo de expresión de la población
chicana.

Dotación instrumental
La instrumentación del grupo típico norteño —al igual que la chamarra de cuero y
el sombrero de la lancha—, es muy similar a la que estamos en el suroeste de
Estados Unidos en Texas principalmente: acordeón, bajo sexto, guitarra y voz. El
contrabajo europeo, transformado en un instrumento más pequeño y encordado
en nylon, recibe el nombre de tololoche. Como instrumento de percusión, además
del indispensable taconeo o zapateo, se utiliza la redova, cuya función rítmica
tiene una cerca una similitud con el Washboard (tabla de lavar) utilizada
antiguamente en el blues. Su origen se remonta a China, de donde fue llevada a la
zona fronteriza del norte durante las inmensas y constantes migraciones chinas
de fines del siglo XIX y principios del XX. Es un instrumento de madera hueca que
se percute con baqueta y se cuelga de la cintura, y el arte de quien lo toca
consisten bailar simultáneamente con el típico zapateado norteño de punta y talón
o “taconazo”.
Grupos como los Alegres de Terán, el dueto Los Relámpagos, el “Piporro”,Llas
Potranquitas del Norte, Los Broncos de Reynosa o Los Tigres del Norte, han
difundido comercialmente la música norteña en toda la República.

Fuente: Moreno Rivas, Yolanda. Historia de la música popular mexicana, Alianza


Editorial Mexicana, 1979.

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