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3.5 Sinner Like Me Avril Ashton
3.5 Sinner Like Me Avril Ashton
Syren Rua finalmente tiene lo que siempre quiso. Se instaló en una vida con su
marshal y la hija que crían como pareja. Todo por lo que ha pasado, todo el
dolor y los recuerdos oscuros, llevaron a Syren hasta aquí, y está en un espacio
maravilloso. Feliz y amado Por eso nunca ve el peligro inminente hasta que es
demasiado tarde.
Kane conoce a su amante lo suficientemente bien como para saber que algo
anda mal. No está preparado para las respuestas a sus preguntas, pero nada
le impedirá luchar junto a Syren mientras se unen para proteger a su familia.
Capítulo uno
Miró las botellas que cubrían la pared detrás del voluminoso cantinero. En
tiempos como estos, deseaba ser un amante del alcohol. Estaría ahogando sus
penas en algo oscuro y costoso garantizado para arder y hacerle olvidar. Al
menos por unos pocos.
No podía recordar la última vez que había sido golpeado. Tal vez esta noche
emitió el ambiente enojado y desesperado. Fue su propia culpa
realmente. Sabía en lo que se estaba metiendo al enamorarse de alguien que
trabajaba tan duro, que lo daba todo al trabajo.
Se congeló ante la voz baja y ronca y luego lanzó una mirada a su derecha. Un
hombre estaba a su lado. Inclinado, más como. Se apoyó contra la barra, su
mirada pesada. El hombre misterioso de antes. No había visto la cara del
hombre, pero de alguna manera lo sabía.
Él rodó los ojos. –No estoy interesado en hacer amigos. Vete. Se llevó la
botella de agua a los labios y tragó. La mirada del hombre misterioso cayó a
su garganta y no se movió.
Qué grosero.
–¿Qué es para ti?– ¿Y por qué estaba entablando conversación con este
extraño grosero?
–Te ves perdido–, dijo Mystery Man, –pero me encanta la forma en que ese
traje te queda–.
Mystery Man se acercó, hasta que el calor de su cuerpo fue ... inconfundible.
–¿Soy grosero?– Se giró y miró a los ojos risueños de Mystery Man. –Que te
den por culo.–
Bueno. No. Saltó del taburete, se alejó y Mystery Man bloqueó su camino. –
Tienes dos segundos para alejarte de mí. No preguntaré por segunda vez.
Los lados de la boca del extraño se arquearon. –Te ves enojado. ¿Necesitas
desahogarse? Si es así, soy tu hombre. Él le guiñó un ojo.
Él se burló. –No estoy interesado–. Dio un paso alrededor del hombre que
agarró sus muñecas. Bajó la mirada y miró los dedos ásperos que lo
rodeaban. Oh hombre. Un poco de toque. Su corazón se aceleró, como si
estuviera sin aliento. –No me toques–. Pero ni siquiera trató de sacudirse al
hombre. O alejarse. Y sonaba sin aliento. ¿Qué? Mystery Man simplemente lo
miró, su mirada penetrante, haciéndolo retorcerse. Se aferró a su expresión
estoica con esfuerzo, haciendo todo lo posible para no revelar cuánto le
afectaba ese toque.
Pues joder. Tomó un respiro profundo. Esta noche estaba resultando ser muy
interesante, ¿no?
–No me digas que no estás afectado–, dijo Mystery Man. –Puedo verlo en tus
ojos, la forma en que tiemblas cuando yo ...– Cerró la corta distancia entre
ellos y besó al hombre. Para callarlo. Si. Pero muy pronto estaba gimiendo
cuando Mystery Man lo sostuvo fuertemente contra su pecho y hundió su
lengua en su boca. Oh hombre. Sí. Ahora podía enfrentarse al temblor. Y la
polla dura entre sus piernas. Y amando la forma en que el hombre que lo
besaba olía, decadente y ardiente.
Jesús. No podía creer que estaba haciendo esto. Sintió los ojos en él y miró a
su alrededor.
Los ojos del hombre misterioso brillaron. Caliente. Hmm –Tengo una
habitación arriba–.
Solo apuesto a que lo haces. No se permitía pensar más allá ahora, lamentar el
movimiento que estaba a punto de hacer. Simplemente se dio permiso para
dejarse arrastrar por el momento, en el calor y el sabor de un completo
desconocido. –Llévame allí.–
–Mierda.–
El hombre se congeló.
Mystery Man tiró del encaje negro hacia abajo, pero no del todo. Los dejó
agrupados alrededor de sus bolas doloridas y lo giró hasta que su polla se
balanceó en la cara del extraño.
–Mierda–. Agarró la cabeza del hombre y se ancló. Luego se fue a trabajar, las
caderas se adelantaron, hundiéndose en la convulsa garganta del hombre con
temblorosos gemidos. –Dios. Dios. Esta mierda ... La boca del hombre era
mágica y le encantaba. A su compañero le encantaba chupar la polla, los
gemidos entusiastas lo delataron. Así que le dio lo que quería, se jodió la
boca, se jodió la garganta hasta que el otro hombre se atragantó, hasta que
los dedos se clavaron en las caderas lo suficientemente profundo como para
dejar marcas más tarde.
Los dedos levantaron sus bolas, las giraron y sus piernas se doblaron. Las
puntas húmedas de sus dedos trazaron su grieta, rodearon su agujero y sus
piernas colapsaron. Mierda. Iba a venir, se iba a perder a sí mismo.
El extraño se quitó la polla y lo levantó sin decir una palabra. Envolvió sus
piernas alrededor de la cintura del hombre y tomó su boca, chupando la
lengua apuñalando su garganta. Él tarareó la polla allí, burlándose de su
trasero. Jesús. Ni siquiera sabía cuándo se habían quitado los pantalones y las
bragas, pero se habían ido, y la longitud de la polla caliente en su culo lo puso
en un frenesí.
Él rebotó.
–Manos y rodillas–.
Tembló ante las gruñidas palabras e hizo lo que se le ordenó. Sobre sus
manos y rodillas, enterró su rostro en las almohadas, tirando de su erección
cuando dos dedos lo empujaron, resbaladizo, frío, y se centró en su nudo en
un abrir y cerrar de ojos. El fuego lo atravesó a la velocidad del rayo. Él onduló
y volvió a golpear esos dígitos. Dos se convirtieron en tres y él gimió ante la
presión, mordiendo las almohadas, balanceándose hacia atrás, con las rodillas
separadas, el culo en el aire mientras lo tomaba.
La palma del hombre misterioso cayó sobre su trasero en un golpe abrasador.
–No puedo apartar mis ojos de ese trasero–. El hombre misterioso se lamió la
oreja y se mordió el lóbulo. –Me encanta la forma en que rebota para mí–.
Para él. Si. Todo para él. No había nadie más, no entonces, no cuando estaba
rodeado de todo caliente, sexy y correcto.
–Dime cuando.–
Mystery Man lo jodió a un ritmo punzante, con una mano en el pelo y la otra
con las caderas en la mano, manteniéndolo abierto para poder soportarlo
todo. Lo tomó, tomó esa polla mientras lo sacaba, lo rompió en pedazos. No
había forma de experimentar el placer sin el dolor, no había forma de
encender el fuego sin la quemadura. Él sudaba a través de él, cada empuje
enviaba su rostro golpeando la cabecera acolchada. Su pene estaba duro más
allá de lo creíble, goteaba pre-cum por todo el colchón, y se frotó por todo el
punto húmedo y pegajoso.
V- Va a vendrá.
–Entonces hazlo–. Mystery Man giró su muñeca y lo sacudió. –Ven por mí–. Le
besó el cuello y lo mordió.
Lo soltó y lanzó hacia adelante, yendo y viniendo con un grito. Mystery Man lo
jodió a través del orgasmo, siguió empujando, y siguió viniendo, empapando
las sábanas con su semilla.
–Sintiendo que vienes.– La voz del hombre misterioso sonó tensa. –Esa es la
mierda–.
Él se contrajo ante esas palabras y eso fue todo lo que ella escribió.
Hmm Él sonrió y giró la cabeza, besando esos labios. También amaba esos
labios. –De vuelta a ti, marshal–.
La risa suave provocó su oído. –Te metiste totalmente en ese papel, ¿no?–
Syren se echó a reír. –Demonios, sí–. Mordió el hombro de Kane. –No hago
nada a medias, ya lo sabes–.
–Cambié de idea. Hacía más calor así. Deslizó una mano por la espalda de
Kane y ahuecó su trasero. –Eras un extraño, así que me refería a ti como
Mystery Man en mi cabeza–.
Kane se meció en él, suavizando la polla aún dentro de Syren. –Joder, lo fue–.
Raspó las uñas sobre el flanco de Syren. –Deberíamos hacer esto más
seguido.–
Syren suspiró y rodó, el eje de Kane se deslizó de él. Fue difícil dejar ir como lo
hicieron con una hija pequeña en la casa. Había sentido la frustración de Kane,
por eso había sugerido que hicieran esta cosa de fantasía en primer lugar.
–Ah–. Kane se volvió hacia el teléfono. –Càtia, haz que la tía Nina te ayude a
buscar a Amy, ¿de acuerdo?–
–Sí papi.–
Ella no hablo.
–¿Sí, papá?–
–También te amo.–
–Hm? ¿Qué?–
–¿Qué?–
–Quise decir las palabras que pronuncié en nuestros votos, ya sabes–. Ahuecó
la cara de Syren y juntó sus frentes. –Quiero tener hijos contigo.–
–No. Yo ... Syren se lamió los labios y sacudió la cabeza lentamente. –Estoy un
poco sorprendido–.
¿Por qué estaría él? –¿Por qué estás conmocionado?–, Preguntó Kane. –Sabes
que quiero más hijos–.
–Sí, pero yo ...– Syren se apartó de él y rodó fuera de la cama. Se paseó por el
suelo, su polla impresionante incluso en su estado flácido. –Pensé que
teníamos más tiempo–.
Kane lo miró en silencio. Hoy marcó su primer aniversario como una pareja
casada.
–¿Tú lo haces?–
Syren asintió, sus ojos brillaban. –Porque en mis sueños no estás aquí, en mis
sueños sigues siendo el inalcanzable Kane Ashby–.
Kane fue hacia él, atrapando la cara de Syren con ambas manos. –Pero estoy
aquí contigo. Porque te amo.–
–¿Por qué?– Syren susurró. –¿Por qué estás aquí? ¿Por qué me amas?–
No era una pregunta egoísta. Kane conocía muy bien a su esposo. Algo estaba
pasando con él. Sus viejas dudas habían regresado y era el trabajo de Kane
deshacerse de ellas. Tomó a Syren en sus brazos, sosteniendo la suya contra
él, la piel desnuda sobre la cálida y suave piel desnuda. Inhaló el aroma de
Syren, y con una mano en la nuca de Syren y otra ahuecando su mandíbula,
Kane habló.
–Estoy aquí porque aquí es donde estás–, dijo en voz baja. –Estoy aquí porque
aquí es donde quiero estar. Donde quiera que vayas, estaré a tu lado, porque
eres mío. Besó la nariz de Syren.
–Lo hiciste, tenías un corazón. Tenías a Càtia, Henri e Isa. Kane pasó el pulgar
sobre el labio inferior tembloroso de Syren. –Yo era el que no vivía, solo
existía, y tú llegaste a mi vida y destrozaste todo. Tú con tu jodida actitud de
lucha y tus hermosos ojos tristes y tus bragas sexys.
Syren sonrió cuando una lágrima rodó por su mejilla. Kane se lo limpió.
–Y ahora estamos juntos–. Kane tiró del cabello de Syren hasta que sus ojos se
encontraron. –No dejes que los sueños te alejen de la realidad, porque lo
prometo–, raspó las uñas sobre el cuero cabelludo de Syren, observó cómo se
dilataban sus pupilas, –la realidad es mucho mejor–.
–¿Matrimonio e hijos?–
–¿Estabas allí?– Kane no recordaba haber visto a Syren allí. Habría recordado a
alguien que se parecía a Syren. Y la boda fue un asunto muy pequeño, muy
íntimo y breve en Boston.
La sonrisa de Syren fue autocrítica cuando dijo: –No creo que estuviera listo
para estar cara a cara contigo–.
Kane envolvió sus brazos alrededor del cuerpo más pequeño de Syren y solo
lo sostuvo, la cara de Syren presionada contra su cuello, sus manos enterradas
en el cabello de Syren. Las palabras no siempre fueron necesarias. No cuando
tenían esto. Sostuvo a Syren y se meció lentamente, de lado a lado, bailando
sin mover los pies. Un sonido salió de la garganta de Syren y reverberó en el
pecho de Kane, mientras su esposo se movía con él.
Syren sonrió. –¿Crees que puedes tratar con otro niño en la casa, además de
OG?–
–Por supuesto.–
–Y te das cuenta de que esto significa que nuestra vida sexual será jodida, y no
en el buen sentido, ¿verdad?–
¿Él hizo? –No. Sé cuánto te encanta ser padre–. Syren era una persona
completamente diferente cuando estaba con Càtia.
–Así que tendrás a tu hijo–. Syren lo miró a través de sus pestañas. –Dos es
suficiente, ¿verdad? Porque tengo que decirte que no vamos a tener un jodido
equipo de fútbol –.
Kane se rio. –Dos es bueno. Un niño y una niña, perfectos para nosotros.
–Sí–. Kane apretó el pelo de Syren y echó la cabeza hacia atrás. –¿Sabes
cuánto te amo? ¿Cuánto moriría por ti? La mirada de Syren estaba fija en su
rostro, sus ojos brillantes. –Sí, porque siento lo mismo–.
–En efecto.–
Capítulo tres
–¿Cuándo volverás, papi?– Càtia miró a Kane con ojos tristes desde el otro
lado de la mesa del desayuno, jarabe de las galletas en la barbilla.
Syren sabía cómo se sentía ella, pero a diferencia de Càtia, él guardaba las
palabras para sí mismo. Kane había sido llamado a testificar en un tribunal de
Brooklyn sobre un caso que había trabajado antes de retirarse. En lugar de
hacer el viaje de regreso a Connecticut y volver a Nueva York todos los días
hasta que terminara de testificar, había optado por conseguir un hotel en
Brooklyn. Se iría por un par de días al menos, y Càtia estaba triste.
Syren también lo estaba. Esta sería la primera vez que pasarían una noche
separados desde ese día que Kane vino a él a Costa Rica.
–Regresaré en unos días, pequeña–. Kane le dio a su hija una amplia y brillante
sonrisa. –Mientras tanto, tú y papá pueden llamarme o enviar mensajes de
texto, incluso podemos chatear por video. ¿Te gustaría eso? Ella asintió
lentamente. –Si.–
–Bien–. Kane lamió su pulgar y se inclinó sobre la mesa para limpiar el jarabe
en la barbilla de Càtia. Se la chupó con ruidos fuertes. –Mm. Sabes muy dulce,
niña. Como el jarabe.
Nina los había seguido para vivir en Connecticut para ser su niñera. Syren
nunca la dejaría sola, y Kane no tuvo problemas cuando Syren mencionó
comprarle a Nina un condominio cerca de su casa. Ella no estaba con ellos
veinticuatro siete. Solo en los días en que Syren y Kane tenían asuntos que
atender, como hoy. Normalmente, Syren sería la que llevaría a Càtia los veinte
minutos en coche hacia y desde la escuela privada a la que asistía.
Sin embargo, Billy hizo la mayor parte del trabajo pesado. Syren era solo la
cara enviada para atraer clientes potenciales. No le importaba. Lo mantenía
trabajando desde casa donde podía estar con Càtia y Kane. Su marido era un
hombre de ocio por el momento y un inversor silencioso en el negocio de
Syren. Durante el día, Kane trabajó en su patio trasero. Algo que Syren pensó
en silencio que Kane debería dejar que manejara un profesional, pero bueno,
su hombre quería hacer las cosas por sí mismo. Entonces, incluso cuando Kane
se equivocó y rompió las tuberías debajo del suelo en el patio trasero
destinado a la nueva piscina, o cuando cortó accidentalmente los árboles que
pretendían usar para construir una casa en el árbol para Càtia, Syren lo animó.
Ninguno de los dos necesitaba trabajar. Dios sabía que tenían más dinero que
el que tenía las nalgas rojas, pero Kane quería mantenerse ocupado y Syren,
bueno, él nunca era uno para mentir comiendo bombones y viendo jabones.
Él vistió a Càtia y le cepilló el cabello castaño oscuro con algo parecido a una
cola de caballo cuando Nina entró con la llave que Kane le había
hecho. Armada con su mochila Hello Kitty y su bolsa de almuerzo a juego,
vestida con su uniforme, Càtia se paró en la puerta y miró a Kane mientras él
se arrodillaba frente a ella y le tomaba la barbilla.
–No estés triste, ¿de acuerdo?– Él besó su nariz. –Seguro que te llamaré antes
de acostarte, y puedes enviarme un mensaje de texto cuando llegues a casa
de la escuela–.
Sus grandes ojos marrones se llenaron de lágrimas y su pequeña barbilla
tembló, pero asintió. Syren se tragó el nudo en la garganta y se inclinó,
besando la parte superior de su cabeza.
–Papá estará en casa antes de que te des cuenta–, prometió. –Y estaré aquí
cuando vengas a casa de la escuela–. Esperó hasta que Kane la abrazó y luego
hizo lo mismo. –Vamos, Nina está esperando–.
Ella fue, caminando lentamente de la mano con Nina. Kane y Syren se pararon
uno al lado del otro en la puerta, saludando a Càtia, que miró por encima del
hombro e hizo lo mismo. Cuando se marcharon, Kane maldijo.
Syren sonrió con tristeza. –Lo sé. Lo hice durante siete años. Cerró la puerta y
se quedó allí.
–No creo que ella esté acostumbrada, yo estoy aquí todo el tiempo. Todavía
espera que nos hayamos ido cuando se despierte por las mañanas. Le dolía
saber que era su culpa. Sabiendo que él era la razón por la que su hija tenía
tanto miedo de despedirse, pero esperaba que se fuera en cualquier
momento. –La jodí de por vida, ¿no?–
–Hey, vamos–. Kane sacudió la cabeza. –Hiciste lo que tenías que hacer.–
–No.– Los labios de Syren se torcieron. –Hice lo que quería hacer, y mi hija
pagó el precio–.
Se dio la vuelta, entró en la cocina y se quedó mirando los platos que todavía
estaban sobre la mesa. Brazos cálidos lo rodearon por detrás. Kane besó su
nuca y Syren se recostó contra ese sólido pecho, suspirando. –Me arrepiento
mucho–, confesó suavemente. –Y todos los días me acuerdo de cuánto y hasta
qué punto las consecuencias de mis acciones repercutieron–.
–Ella estará bien. Càtia estará bien. Kane lo giró y ahuecó la mandíbula, con los
ojos azules serios mirando fijamente el alma de Syren. –Ella estará bien porque
nos tiene ahora. Y nunca nos vamos. Nunca. Cuando tenga la edad suficiente
para entender, le diremos por qué sus primeros años fueron como eran. Las
comisuras de sus labios se levantaron. –Ella es tu hija, así que sé que
entenderá por qué tenías que hacer algo–.
–Lo sé.–
Permitió que Kane lo abrazara durante unos segundos más antes de tomar
aliento, guardar sus emociones temperamentales y retroceder. –
Bueno. Suficiente mano, marshal. Tienes una cita con un juez, y tengo un
cliente con quien charlar.
Kane lo arrastró hacia atrás con un movimiento de cejas. –Si ayudo a cargar
los platos en el lavavajillas que nos deberían dar, ¿qué? ¿Cinco minutos extra?
–¿Para qué?– Syren colocó ambas manos sobre el hombro de Kane y frunció
el ceño. –¿Tienes que hacer una parada?–
–UH Huh. Al dormitorio. Dejó ir a Syren y se dio una palmada en el culo. –Vas
a salir de esta túnica–, agarró la túnica corta de seda púrpura de Syren, –y
entrarás a la ducha, donde me reuniré contigo después de poner los platos en
orden–.
Bien. –No has dicho nada más que una palabra, marshal–. Syren se alejó de la
ardiente lectura de Kane y corrió hacia las escaleras. –Nada más que una
palabra–.
–Llego tarde–. Kane gimió cuando Syren se detuvo cerca del juzgado.
–Oh, mira, es hora de que me vaya–. Kane se inclinó y lo miró por la ventana
abierta del lado del conductor. –Te llamaré cuando pueda–.
–¿Quieres decir que olvidaste besarme adiós justo ahora?– Syren levantó una
ceja, riéndose para sí mismo cuando Kane se quejó y se arrojó dentro del auto,
con la mitad de su cuerpo acostado sobre Syren. Cogió a Kane por el cuello y
lo abrazó con fuerza mientras su esposo se follaba la boca a las 10:03 am en
una concurrida calle de Brooklyn.
–Hm, me tengo que ir–. Pero Kane no se movió de donde estaba, con los
labios presionados contra los de Syren.
Syren sonrió. –Deberías irte, marshal–. Pasó los dedos por el cabello corto de
Kane, revolviéndolo. Se echó hacia atrás, atrapando la cara de Kane con
ambas manos. –Te ves realmente jodido en ese traje, ¿te dije eso?–
–Aw hombre–. Syren hizo un puchero. –¿A qué mierda te refieres con ser
bueno?–
–Lo digo en serio–. Kane se levantó y movió un dedo hacia él. –Sé
bueno. Toda esa mierda mala me pertenece. Él hizo un saludo y se volvió,
cruzando la calle corriendo, tejiendo y esquivando los cuatro carriles de
tráfico.
Syren lo miró irse, comiéndose el culo cubierto con Hugo Boss, y se retorció
en su asiento. Maldición. Y era todo suyo.
–Hola, Faro–.
Conmoción no era la palabra para el frío que lo asaltaba, pero miró a la mujer
y se encogió de hombros.
–Mónica–. Él la miró y reconoció. –No pareces un Alberta Clemente–.
Había algo en sus ojos, una mirada feroz y oscura, no muy diferente a la de su
hijo.
Thiago Había un nombre que deseaba poder olvidar. –¿Por qué no pudiste?–,
Preguntó con calma, a pesar de que su corazón latía fuera de control. A pesar
del sudor frío que humedecía su cabello.
–Mi dinero–. Ella dejó el vaso y lo miró a los ojos. –El dinero que desapareció
al mismo tiempo que tú. Al mismo tiempo que mi esposo murió y mi hijo se
volvió loco–.
–¿Qué dinero?–, Preguntó Syren. –Me parece que lo estás haciendo bien. ¿Te
conseguiste un nuevo papito azucarero?
Sus ojos provocaron fuego, pero su voz era fría y controlada cuando habló. –
Se me acercó para retomar donde lo dejó mi esposo en su negocio–.
No. No. Syren dejó caer las manos sobre su regazo y agarró los costados de
su silla hasta que le dolieron los nudillos.
–Sus asociados hicieron una oferta muy convincente. No podía negarme. Sus
labios se torcieron cuando su mirada se alzó hacia los hombres que
flanqueaban a Syren y luego se dejó caer sobre él. –Esperaba que estuvieras
entre los primeros en estar allí, pidiéndome que tome el manto. ¿Dónde
estabas, me pregunto?
–Me gusta especialmente esta–. Mónica empujó una foto hacia adelante. –
Puedo ver cuánto los amas–.
Miró hacia abajo y tragó el jadeo. Él, Kane y Càtia en un parque cerca de su
casa. Kane la estaba empujando en los columpios, y Syren estaba delante,
fingiendo atraparla. Mónica la había estado mirando. Habían estado bajo
vigilancia y él no había notado nada. Nada.
–No sabes nada de mí, pero sabía quién eras mucho antes de que supieras mi
nombre, Elizabeta Silva–.
Ella parpadeó cuando él usó su nombre real. Syren no sonrió, todavía no.
–No sorprende a nadie que una rata callejera que creció prostituyéndose en
las favelas estaría una vez más aquí, rogando por dinero–. Se inclinó. –No
quieres hacerme tu enemigo, Elizabeta–. Sonriendo, él dijo: –Tu familia, los
monstruos que pretendes preocuparte, es tu debilidad. Mi familia es mi
fortaleza. Se puso de pie de un salto y dio unos pasos antes de mirar hacia
atrás. –Fóllame y te humillaré, como la perra rabiosa y usada que eres–.
Capítulo cuatro
Su testimonio duró la mejor parte del día y tenía hambre y sus ojos estaban
arenosos.
–¿Hola?–
–Hola papá.–
–Uh. Está bien. No se había dado cuenta de que Càtia había salido
temprano. –¿Entonces que estás haciendo ahora?–
–Viendo películas. Papá dice que puedo hacer palomitas de maíz si termino
toda mi tarea –.
–¿Qué pasa?–
Kane entrecerró los ojos a pesar de que Syren no podía ver. –Has estado
explotando mi teléfono. ¿Por qué?–
–Solo quería asegurarme de que estás bien–. Syren sonaba ... raro. Más que de
costumbre.
–Estoy bien. ¿Por qué no lo estaría? Kane miró a su alrededor y luego bajó la
voz. –¿Por qué suenas tan extraño?–
–No lo hagas–. Kane se pasó una mano por la cara. –No te desvíes. Te hice
una pregunta. Espero una respuesta. ¿Qué pasa?
–No por teléfono–, dijo Syren suavemente. –Podemos hablar cuando llegues a
casa. Y te espero en casa, marshal. Siempre. ¿Lo entiendes?' Kane asintió con
la cabeza. –Sí–. No sabía qué demonios estaba pasando, pero seguramente lo
descubriría.
–Está bien–. Syren olisqueó y luego dijo: –Tengo que irme, tu hija está
quemando las palomitas de maíz–.
Isa bufó. –Es demasiado tarde para el soborno, Kane. Soy tu única cuñada.
–Sí, pero sigues siendo mi favorito–. Él se rió entre dientes cuando ella resopló,
muy poco femenina por su parte. –Necesito tu ayuda. Estoy en Nueva York y
necesito saber dónde comprar Syren algunas golosinas. Delicias de encaje.
–¿Te equivocaste?–
Ella se rio. –Cosas importantes. Debes saber esto si planeas untarlo con
golosinas de encaje.
Ella tenía razón, por supuesto. No solía comprar las bragas de Syren. Solía
dejar que Isa hiciera eso. Ella le dio el tamaño de Syren, y luego Kane le
preguntó: –¿Has hablado con él? ¿Sabes por qué está actuando tan raro?
–No–, dijo lentamente. –No hemos hablado hoy. Llamé, pero él no respondió.
Kane volvió a sentarse y le indicó a Vince que se uniera a él. –Me siento bien,
hombre. ¿Cómo están las cosas en el trabajo? ¿Todos bien? Vince asintió. –
Son lo mismo. Sin embargo, te extrañamos allí. Miró hacia otro lado y luego
volvió a mirar a Kane, la manzana de Adam se movía. –Te echo de menos.–
–También los extraño, chicos, no puedo mentir sobre eso–. Dio una palmada a
Vince en la espalda. –¿Cómo has estado?– Sabía que lastimaba a Vince, lo cual
nunca fue su intención, pero habían sido amigos y socios durante años. No
quería perder esa amistad. Vince era un gran tipo. Y se veía bien, aunque un
poco más pequeño.
–He estado ocupado–, dijo Vince. –El trabajo es agitado, pero me he tomado
un tiempo libre–. Se pasó una mano por la cabeza. –Realmente necesito algo
de tiempo de inactividad–.
Parecía harapiento, ahora que Kane miraba más de cerca. Nuevas líneas
entrecerraron los ojos y la boca de Vince. –¿Qué harás?–
–Escuché que te casaste–. Vince pronunció las palabras tan bajo que Kane
tuvo que acercarse para comprenderlas completamente.
Vince se sentó con las palmas de las manos sobre los muslos, las rodillas
separadas, mirando a todos lados menos a Kane cuando le preguntó: –¿Eres
feliz?–
–Vince, mírame–. Kane esperó hasta que Vince encontró su mirada antes de
decir: –Siento haberte hecho daño. No debería haber comenzado algo contigo
sabiendo que nunca funcionaría. No debería haberte apoyado en ti, haberte
hecho pensar que éramos más de lo que éramos. Lo siento por eso.–
Mierda. Kane se sintió tan mal por el otro hombre. Tocó el brazo de Vince. –
Nunca debería ser así. Nunca debería tener que conformarse con menos de lo
que quiere y mereces–.
–¿No crees que sé eso?– Vince sacudió la cabeza –No estoy orgulloso de eso,
pero te quería y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa ...– Eso fue todo tipo
de jodido, ¿no? Vince, escúchame. Te mereces a alguien que pueda sentir por
ti lo que sientes por él–, dijo con dureza. –No te vendas en corto. No te
conformes, por favor. No lo hagas. Apretó el brazo de Vince. –Si lo quieres
todo, entonces eso es lo que deberías tener y si algún hombre no puede darte
eso, sigues adelante–.
–¿Tienes un niño?–
–Vince–.
Vice se puso de pie. Con las manos metidas en los bolsillos, paseó por el
pequeño espacio frente a Kane. De ida y vuelta. De ida y vuelta. Hasta que se
detuvo y miró a Kane a los ojos.
–Vince–. No sabía qué decir. ¿Cómo respondió él sin lastimar a Vince aún
más?
–Lo sé. Necesito superarlo y lo haré. Vince apretó los puños. –Lo haré–. Él le
sonrió a Kane, con el corazón roto en cada ángulo de la cara. –Tu marido, es el
hombre más afortunado–.
Se dio la vuelta y le dio la espalda a Kane. Luego giró de nuevo. –Si te rompe
el corazón ...– Kane se levantó y lo abrazó. –Sé feliz, Vince–.
La defensa descansó su caso esa noche sin llamarlo al estrado, así que hizo
algunas compras y tomó el tren lleno de horas pico de regreso a
Connecticut. Llegó a casa a tiempo para ayudar a Càtia en el baño y le leyó un
cuento antes de que se durmiera. Estaba completamente exhausto,
pero cuando entró en su habitación después de la ducha y vio a Syren de pie
en medio de la habitación, estaba completamente despierto. Y energizado.
Llevaba su bata morada con una barra de kimono que a Kane realmente le
gustaba. Y él solo se quedó allí, con el pelo revuelto alrededor de la cabeza y
los ojos encapuchados. La bolsa de compras que Kane había traído con él
estaba en el piso al lado de los pies de Syren, de lado, vacía.
–Maldita mierda–.
–Ugh–. Kane se resistió, su polla rozando los dientes de Syren. –Joder, bebé–.
Syren tarareó y Kane gruñó una maldición. –Esa maldita boca. Quiero
quedarme así –.
–Me encanta verte así–, susurró. Las pestañas de Syren se agitaron y Kane
continuó. –Me encanta tu boca, me encanta saber que nadie ha jodido esa
garganta más que yo–. Él agarró el cabello de Syren, lo sostuvo quieto y entró
y salió lentamente. –Me encantan esos sonidos que haces cuando mi polla
está cavando tu garganta–.
–Mierda–. Ya le dolía la pelota. –Te voy a usar, bebé. Lo haré duro, porque te
gusta, ¿no? Quieres que te abra camino por la garganta hasta que tengas
náuseas, hasta que duela tan jodidamente bien. Él embistió sin esperar una
respuesta, hasta el final.
Kane lo quitó. Syren jadeó por aire y luego regresó a Kane, llevándolo a su
boca nuevamente, succionándolo profundamente otra vez. Como si estuviera
muerto de hambre por eso, como si lo necesitara para vivir. Kane se lo
dio. Syren fue áspera la segunda vez y muy pronto, las rodillas de Kane eran
fideos, que se doblaron bajo el intenso placer. Syren no parecía querer
liberarlo y Kane tuvo que arrancarlo.
Gritó Syren.
Como alguna vez pudo. Kane tarareó y metió los dedos resbaladizos de saliva
en Syren, se hundió profundamente.
Syren tembló debajo de él, con el cuerpo balanceándose. Kane torció los
dedos, gruñendo cuando los músculos de Syren se contrajeron a su alrededor.
Syren lo hizo, tirando de sus bolas, levantando la lengua rígida de Kane. Kane
lo mantuvo firme, con una mejilla en cada mano y lo bajó con fuerza. Syren
tenía un puño en la boca y la polla en la otra, apretando la cara de Kane
mientras su polla goteaba pre-cum en la frente y la nariz de Kane. Kane podría
venir solo de esto solo, pero quería prolongarlo, quería esperar.
Agarró a Syren por el cabello, tiró de él hacia abajo y tomó su boca mientras
empujaba hacia arriba.
Se despertó con una habitación oscura y una cama vacía. Kane comprobó la
hora en su teléfono. 1:41 am Se levantó de la cama y se puso un par de
calzoncillos antes de ir a buscar a Syren. Lo encontró en la habitación de Càtia,
sentado con las piernas cruzadas en el sillón mullido del rincón, mirando a su
hija dormida.
Syren no habló por un momento y luego susurró: –¿Sabes que ella hace esto
donde se ríe mientras duerme?– Él sonrió. –La risa profunda del vientre–. Se
frotó el pecho. –Creo que es mi nuevo sonido favorito–.
Kane levantó a Syren en sus brazos. –Vamos a dejarla dormir–. Trajo a Syren a
su habitación. Colocó a Syren en la cama y se sentó a su lado. –¿Quieres
decirme qué pasa contigo?–
Con los ojos tristes, Syren dijo: –Mi vida anterior. No va a desaparecer, ¿sabes?
–¿Qué pasa si llega el momento en que tengo que volver a ser Faro?–,
Preguntó Syren. –¿Cómo te sentirías al respecto?–
–¿Qué quieres decir? Siempre eres faro. Siempre eres Marcos Siempre eres tú.
Él ahuecó la barbilla de Syren. –Esos hombres son ustedes, y ustedes son esos
hombres. Siempre.–
–Me estás ocultando algo–. 'No era una pregunta, pero Syren asintió.
–Si.–
–¿Qué es?–
–No quiero decírtelo. No quiero que esto cambie. No quiero perdernos. La voz
de Syren se quebró. –Te lo diré pronto, lo prometo–.
Kane quería obligar a Syren a confiar en él, pero no pudo. Syren tuvo que
abrirse a él solo. Mientras tanto. –Bueno. Quería hablar contigo sobre algo, de
todos modos.
–Bueno.–
–¿Por qué cambiar las cosas?–, Preguntó Syren. –Me gustan las cosas como
son–.
–Bueno, yo no–.
–Te quiero–, dijo Kane suavemente. –Quiero sentirte, quiero que compartamos
eso. Nunca he hecho eso con nadie, y quiero darte eso –.
–Pero yo ...– Syren solo lo miró con miedo y renuencia en los ojos. –¿Por qué
no dijiste algo?–
–No debería tener que decirte que te quiero–, dijo Kane. –No debería tener
que rogarle a mi esposo que me reclame. No debería tener que esperar para
ver si me amas a todos, como yo a ti.
–Quiero darte algo que nunca he compartido con nadie más–. La voz de Kane
se volvió ronca. –Quiero que tengamos eso–.
Syren se lamió los labios. –Lo siento. No puedo Yo ... Su rostro se puso en
blanco y su voz se endureció. –No estoy interesado, y no quiero volver a
discutirlo–.
Kane no tenía palabras. Él simplemente se sentó allí, con la boca abierta. Esa
reacción no fue nada de lo que había anticipado. En absoluto. La vehemencia
en la voz de Syren cuando cerró la puerta con un gesto que Kane acababa de
hacer no era lo que esperaba.
Syren tomó una almohada de la cama y caminó hacia la puerta. –Estaré abajo–
.
–No tartamudeé–. Kane lo fulminó con la mirada. –¿Crees que puedes dejar
caer mi jodido gesto y luego escabullirte como si fueras el agraviado?– Señaló
la cama. –Métete en la cama.
–Kane–.
–Ninguno de nosotros duerme bien a menos que el otro esté allí, así que no–,
dijo Kane bruscamente. –Te quedarás en la cama. Conmigo. Se quedó de pie
con los brazos cruzados cuando Syren resopló y regresó a la cama. Kane
apagó las luces y subió detrás de él, acercó a Syren y enterró la cara en la
nuca de su marido.
Capítulo cinco
Una puerta que se cerró de golpe despertó a Syren. Al menos lo despertó del
sueño profundo que había estado disfrutando. Los pasos en el dormitorio le
hicieron levantar las pestañas. Una luz cegadora asaltó sus ojos y gimió y rodó
sobre su estómago, enterrando su rostro en una almohada que olía a Kane.
–No.– Kane golpeó su trasero cubierto de mantas. –Lo que necesitas es venir a
comer antes de que OG te quite el tocino del plato–.
Kane se rió de él, de pie allí, en pijama, con el pecho completamente desnudo
y glorioso.
Ignoró las risas de Kane y se lavó los dientes y se lavó la cara. Iba a contarle a
Kane todo sobre Mónica. Necesitaba saberlo y tenían que idear algún tipo de
plan para mantener a Càtia segura mientras Syren descubría la mejor y más
rápida forma de deshacerse de esa odiosa perra. Amenazar a su familia era un
comportamiento inaceptable, y Mónica tenía que saber eso. Syren trataría con
ella, pero primero tenía que decírselo a Kane. Había estado tan asustado
después de reunirse con Mónica que había regresado directamente a
Connecticut y sacó a Càtia de la escuela.
Qué bueno que fue el fin de semana. Tenían un par de días para pensar
algo. Pero Càtia tenía que ser protegida. Ella era prioridad.
Se peinó con el dedo lejos de su cara. Había querido contarle todo a Kane
anoche, pero las palabras se le quedaron en la garganta. No quería recordarle
a Kane quién solía ser.
El esperó.
Después de ponerse una de las camisetas de Kane que le llegaba casi hasta las
rodillas, bajó las escaleras y frunció el ceño ante la tranquilidad. En la sala pisó
una de las muñecas de Càtia y casi perdió el equilibrio.
–Càtia, por favor, recoge tus juguetes–. Entró en la sala y miró a su alrededor.
Kane se sentó a la mesa, pero no Càtia. ¿Dónde está Càtia? Dejó su muñeca en
el suelo de la sala de estar.
Kane lo agarró del brazo. –Ella está con Nina. ¿Cuál es el problema?–
–¡No! Llama a Nina. Syren agarró el hombro de Kane. –Llama a Nina. Dile que
traiga a Càtia de vuelta ahora. Se dio la vuelta, resbalando y deslizándose
sobre el suelo resbaladizo mientras salía corriendo de la habitación.
Sus dedos temblaban tanto que no podía hacer que deslizara la pantalla. Su
visión se volvió borrosa. Càtia y Nina estaban afuera, sin
protección. Finalmente consiguió que el teléfono funcionara, marcó, pero
siguió sonando y sonando y sonando.
–Quién es— Sí. Estoy escuchando. La voz de Kane era un tono monótono. Se
quitó el teléfono de la oreja y lo puso en el altavoz. –Ambos estamos
escuchando–.
–Por favor–. Syren juntó las manos. –No les hagas daño. No les hagas daño –.
–¿Dónde están nuestra hija y Nina, perra?– El rugido de Kane puso la piel de
gallina en la piel de Syren.
–Tsk. Tsk. Mire lo que me dice, señor Ashby —dijo Mónica. –De lo contrario,
tendré que decirle a tu esposo que ayer estabas en los brazos de otro hombre,
besándolo, tocándolo–.
–Tu hija está bien y seguirá así, siempre que obtenga mi dinero–. Hizo una
pausa.
–La niñera está un poco golpeada, pero vivirá. Por ahora. Terminó la llamada.
–¿Esto es lo que no querías decirme?– Kane se paró sobre Syren, con los
puños cerrados. –¿Esto, es por eso que has estado actuando extraño?–
–Sí–. Syren se puso de pie. Extendió la mano hacia Kane, pero su esposo se
apartó de él.
Syren solo se quedó allí, con los tés corriendo por su cara, y asintió. –Si.–
–¿Por qué?– Kane lo miró con los ojos rojos. –¿Por qué no me dijiste
esto? ¿Por qué no me dijiste que nuestra familia estaba siendo amenazada?
–Kane, por favor–. Syren lo alcanzó una y otra vez Kane se alejó de su toque.
–No quería que ella se acercara a ti. Sabía que querrías protegerme y no
puedo permitir que eso suceda–, susurró.
–Mi elección.– Kane golpeó su pecho. –No tienes voz en si te protejo o no.
Ya sea que ponga mi vida por ti o por Càtia. Es mi elección–, gritó. –No es
tuyo. ¡Necesitaba saberlo!
–Yo-– Syren se atragantó. –Lo siento–. Se cubrió el rostro con ambas manos. –
Lo siento.–
–Ni siquiera puedo ... no puedo mirarte–. Kane se dio la vuelta y Syren lo
agarró del brazo y lo sostuvo.
–No te vayas. Por favor. Se dejó caer de rodillas y envolvió sus brazos
alrededor de la cintura de Kane. Debería haberte dicho. Pensé que podía tratar
con ella solo, pero estaba equivocado.
Por favor. Marshal, no te vayas.
–Estoy tan enojado contigo–. Kane lo miró fijamente. –Estoy tan enojado
contigo y no puedo, me siento tan impotente–.
Syren conocía ese sentimiento, y también sabía que, si cedía al miedo, tal vez
nunca se recuperaría. Entonces abrazó la ira, eso fue un motivador
garantizado. Mónica sería tratada de manera adecuada, pero tenía que
asegurarse de que su relación resistiría la tormenta que se avecinaba.
Tendré que decirle a tu esposo que ayer estabas en los brazos de otro hombre
...
Estás jugando un juego peligroso, Monica. Uno que está garantizado que
perderás.
Ella se rio en su oído. –No sé sobre ti, pero mi equipo se ve muy bien.
Muy bien. Ella recitó una dirección. Estaré allí mañana por la tarde a las seis
con mi dinero. No tengo que decirte cómo irán las cosas si te desvías de los
planes que he establecido. Sé que tu esposo es un agente de la ley retirado,
pero estoy seguro de que sabes que los policías nunca deberían estar
involucrados.
–Quiero hablar con Nina. Ahora. Oyó algunos gritos y un grito ahogado, luego
la voz de Nina llegó a la línea, temblando.
–¿Syren?–
–Nina, oh Dios–. Le dolía la garganta. –Lo siento mucho. ¿Cómo estás, cómo
está Càtia?
–Está bien, no sabe lo que está pasando–. Nina hizo una pausa. –Le dije que
íbamos a una aventura con uno de los amigos de papá–.
Syren apretó sus manos. Esa perra Mónica estaba muerta. –Va a estar bien–,
prometió Syren. –Lo prometo. Los llevaré a casa a dos a salvo.
–El tiempo seguirá perdiéndose a menos que hablemos con nuestra hija–, dijo
Kane.
–¿Papi?–
–Hola, niña–. Kane mantuvo su voz suave y baja, pero sus palabras temblaron.
–¿Cómo estás?–
–Estoy bien, tía Nina y yo estamos en una aventura con el amigo de papá–.
Hizo una pausa. –Su cabello es realmente grande–.
–Eso suena bien–. La voz de Kane se quebró y se aclaró la garganta. –Papá
quiere saludar–.
–¡Hola papá!–
Syren tragó saliva. Parecía tan despreocupada, tan ruidosa y alegre. Entonces
Càtia. –Hola bebé.–
Solo así su hija se había ido. Su cuerpo quedó flácido y si no fuera por Kane,
se habría caído al suelo. Syren se aferró a él, se aferró con fuerza a través del
sonido de su corazón desgarrado.
Kane soltó a Syren y se puso de pie. –¡Hijo de puta!– Pateó la mesita de noche,
enviando la lámpara al suelo.
Besos
–Sé quién necesitas ser, haz lo que sea necesario. Estaré allí contigo. No
importa qué.–
–Tengo que hacer algunas llamadas–. Cuando Kane se giró para salir de la
habitación, Syren le agarró la mano. –Gracias por perdonarme–.
Kane sacudió la cabeza y salió del agarre de Syren. Haré cualquier cosa para
recuperar a Càtia y Nina, pero no te he perdonado. Todo lo demás queda en
segundo plano ante toda esta mierda, pero confía en mí, nuestra relación será
lo primero que debatiremos una vez que recuperemos a Càtia y Nina –.
Syren pasó horas al teléfono, pidiendo favores y chantajeando a cualquiera
que dudara. No tuvo tiempo para la delicadeza. Ahora tenía que hacer una
última llamada telefónica.
–Mierda–.
–Sí, nos llamó por teléfono de Kane y necesito saber desde dónde llamó.
–Guarda eso, lo siento por Monica, esa perra está en una misión
suicida. Trabaja en el teléfono de Kane. Avísame en el momento en que
obtengas algo, y no tengo que decirte que mantengas esta convo entre tú y
yo, ¿verdad?
Tuvo que sonreír cuando Mateo Oliveros entró en la casa, su esposo Tommy
justo detrás de él. La gorra yanqui encaramada sobre su cabeza, las sombras
oscuras cubrían sus ojos, Mateo estaba vestido de negro, camiseta y chaqueta
de cuero, jeans con cinturón todavía hundidos, los dobladillos de sus jeans
atascados en Timberland tostado.
–Teo–.
Mateo rodeó a Kane y miró a Syren. –Amigo, te ves como una mierda–.
Mierda, sabes que haríamos cualquier cosa por la señorita Càtia. ¿Quién más
me va a llamar tío Matty? Mateo miró a Kane de arriba abajo. –Alimentados.–
–Eso es Mateo para ti, Fed–. Mateo abrazó a Kane, le dio una palmada en la
espalda y luego se alejó.
–Lo sé–. Era como si OG pudiera decir que la mierda no estaba bien. Que
estaban locos por el dolor y la preocupación y ... No quería contemplar qué
haría esa chica Mónica con Nina y Càtia. Sabía que, si un cabello en su cabeza
estuviera fuera de lugar, él mismo estaría cortando a esa perra.
Kane se hundió en uno de los bancos de hierro forjado que habían colocado
alrededor del gran patio trasero.
Debería haberle dicho. No podía entender esa mierda. Necesitaba saber de
inmediato. Y junto con la angustia de que le robaran a su hijo, tuvo que lidiar
con el hecho de que Mónica había tenido un encuentro inocente con Vince y
lo había convertido en algo que Syren nunca podría superar.
Càtia incluso los había llamado tío Matty, que Mateo odiaba, y tío Tommy.
–¿Qué quieres decir con lo que pasa?– Kane lo miró incrédulo. –Mi hija se fue,
hombre. Ido. Nina se fue y yo estoy aquí, indefenso.
–Usted lo culpa–.
–¿Qué?–
–Tu hombre nos contó todo–. Mateo miró hacia la casa. –Tengo que decir
que, si Tommy hiciera lo mismo, si él me ocultara algo así, estaría allí con la ira
y la culpa–. Se volvió hacia Kane. –Pero este no es el momento para eso. Tu
hombre está allí, apenas sosteniéndose, y tú estás aquí y apenas puedes
pararte. Quiero saber por qué estás aquí y él está allí. ¿Por qué no estás allí
sosteniéndolo para que pueda hacer lo mismo por ti?
El dolor hizo que las entrañas de Kane se apretaran. –No puedo—– Sacudió la
cabeza. –Joder, hombre. Yo solo-–
Mateo se encogió de hombros. –Él cree que te ha perdido, que es algo por lo
que nunca podrás perdonarlo–. Mateo respiró hondo. –Está bien, escucha. No
sé una mierda sobre las relaciones, excepto lo que funciona para mí, ¿sí? Ese
hombre con el que te casaste es realmente sorprendente para arreglar las
cosas, hacer las cosas, pero no es tan bueno para dejarse cuidar. ¿Estoy en lo
cierto?– Clavado en uno. Kane asintió con la cabeza. –Sí.–
–No es bueno para sentarse y hacer que alguien más lo haga por él, es un tipo
de hombre que se hace cargo–.
Excepto en el dormitorio, pero ese era otro tema que tenía que pasar a un
segundo plano.
–No puedes estar enojado con él por hacer lo que siempre ha hecho–, dijo
Mateo suavemente. –Él siempre ha sido el único en lidiar con sus
problemas. No puedes estar enojado con él por eso. Es a lo que está
acostumbrado.
–Puedo y estaré enojado–. Miró a Mateo. –No soy solo un polvo al azar. Soy
su esposo, soy el padre de su hija.
Mateo sonrió y levantó la mano con la palma entregada. –Aight, pero puedes
estar enojado y aún estar ahí para él, deja que él esté allí para ti, ¿sí?–
Su sonrisa se desvaneció. –Realmente cree que te ha llevado demasiado lejos
y lo está matando, hombre–.
Kane se puso de pie. –Me encanta. El hecho de que esté enojado no significa
que me vaya a alejar de mi familia –.
Mateo se encogió de hombros. –No me digas, tonto. Dile. Cuida esa mierda
para que podamos ir a trabajar. La promesa de violencia tiene mi polla en 'H'.–
Se retorció en el banco con un guiño.
–Todavía no, pero lo estaré–. Dentro de la puerta miró por encima del hombro
a tiempo para ver a Tommy deslizarse sobre el regazo de Mateo. Mateo
abrazó a su esposo con los brazos alrededor de la cintura, mientras Tommy se
recostaba en su pecho.
Kane se quedó allí con los brazos cruzados y lo recogió. Se había vestido antes
de que Mateo y Tommy vinieran. Una camisa blanca metida en la cintura de
los pantalones oscuros, con las mangas enrolladas hasta los codos. Sin
embargo, sus pies estaban desnudos, y Kane sonrió ante el esmalte de uñas
púrpura que él y Càtia habían puesto en los dedos de los pies de Syren días
antes. El cabello de Syren era un desastre, pero a Kane le gustaba.
Se aclaró la garganta y Syren se dio la vuelta, con los ojos muy abiertos, su
rostro tan pálido que era casi translúcido.
–El tiempo suficiente–. Kane se acercó. –Siéntate, parece que te vas a caer en
cualquier momento–. Señaló la silla de Bailey. Syren había insistido en que lo
mantuvieran donde estaba. –Siéntate–, insistió cuando Syren dudó.
–Fui yo, haciéndote el amor–. Frotó sus palmas sobre los muslos de Syren. –Te
amaba tanto, no pude encontrar las palabras para describirlo
adecuadamente–. Ahuecó la cara de Syren. –Era una cosa ardiente y feroz
dentro de mí, que me devoraba, me consumía. Llevarte aquí, en esta silla, fue
la primera vez que te dije que te amaba. Solo que no usé palabras.
Aunque Syren no podía verlo, Kane sacudió la cabeza con una sonrisa. –Antes
de que me perdonaras por acusarte del peor tipo de traición. Antes de caer de
rodillas en esa playa con un anillo.
Los ojos de Syren se abrieron, húmedos y conmocionados.
La cara de Syren se arrugó, poco a poco. Se atrapó el labio inferior con los
dientes y miró a Kane, su cuerpo temblando. –Marshal.–
–Pensé que estaba enamorado de ti antes–, dijo Kane, –Pero ahora, cada día,
te amo más. Cada vez que Càtia me llama papi, te quiero más. Cada vez que
te beso y haces esos jodidos gemidos, te quiero más –.
Syren rodeó su cuello, lo atrajo hacia sí y Kane fue a los brazos de su esposo,
besando el cuello de Syren.
–Estoy enamorado de ti–, continuó contra el cuello de Syren. –Más ahora que
nunca. Puedes enojarme, pero nunca puedes lograr que te deje, que deje a
esta familia. Mi corazón está aquí, contigo y Càtia, así que donde sea que
estés, ahí es donde estaré.
–No quise lastimarte–, respondió Syren. –Solo quiero que estés a salvo. Sólo te
quiero aquí.–
–Estás acostumbrado a hacer las cosas solo–. Kane se echó hacia atrás y se
encontró con los ojos de Syren. –Pero ahora eres un hombre casado. Ese anillo
en tu dedo significa que nunca más volverás a estar solo. Y si compartes cosas
conmigo, si eres abierto conmigo, nunca me lastimarás–.
–No tengo miedo de quién solías ser, bebé. Eres bueno en esa mierda, y me
casé contigo sabiendo todo eso. Nunca estaré enojado contigo si tus
enemigos atacan a nuestra familia, siempre que yo sepa al respecto. Mientras
estemos preparados para lidiar con eso. Juntos.–
–Por supuesto que es. Te lo mereces y quiero dártelo. Todo el tiempo. Kane lo
besó. Un rápido besito luego regresó por más, más lento esta vez, la lengua se
deslizó cuando Syren abrió para él. Un baile familiar, pero besar a
Syren nunca fue lo mismo todo el tiempo. Siempre había algo nuevo que
aprender, descubrir sobre el hombre en sus brazos.
–Mierda. ¿Dónde más estaríamos? Gabe miró a Syren de arriba abajo. –¿Estás
colgando allí, Tiny?–
–Trajimos dos armas más a la fiesta–. Rafe sacudió la cabeza hacia la puerta.
Todos se tensaron.
–Es Billy–. Syren respondió por el altavoz. –Billy, estás en el altavoz. Ir.–
–Dámelo a mí–.
–¿Cómo sabía quién era yo?– Syren miró a su alrededor. –Solo ustedes saben
que soy Syren, todos me conocen como Faro. Ella conocía nuestro negocio, mi
familia, nuestra dirección, dónde va Catia a la escuela, donde vive Nina. Se
dejó caer en el sofá. –Ella sabe cada jodida cosa.
¿Como es eso?–
Syren asintió, su cabello cayó sobre sus ojos. –Y supongo que ella no es la
mente maestra–.
Syren se echó a reír, pero no era un sonido divertido. –Los enemigos de Faro
son numerosos. Demasiados para nombrar.
Entrar en el hotel fue bastante fácil. Todos entraron como se suponía que
debían estar allí. Su objetivo estaba en el piso doce, pero necesitaban tarjetas
para que las puertas del ascensor funcionaran. Tampoco podían usar las
escaleras ya que todas las puertas se abrieron solo con esas malditas tarjetas
de acceso. Al final, Syren reservó una habitación mientras los hombres se
desplegaban, manteniendo los ojos bien abiertos.
Todos entraron al elevador una vez que Syren usó la tarjeta llave, nadie
habló. Syren agarró la mano de Kane nuevamente, y Kane lo apretó. Muy
pronto llegaron a su destino.
Mateo llamó a la puerta. –Limpieza interna. Tengo algunas toallas limpias para
el baño.
Kane simplemente se balanceó sobre las puntas de sus pies y esperó. Pasos
arrastrados por dentro.
–Oye, me dijeron que lo fuera, así que lo traje–, dijo Mateo. –¿Lo quieres o
no?–
–Creo que es mejor que empiecen a hablar–, dijo Rafe. –Solo empeorará si no
lo haces–.
–Es mi teléfono–.
Kane nunca lo había visto con esta luz antes y maldita sea, le gustaba.
Dinos de dónde sacaste el teléfono. Castillo golpeó al tipo que sostenía contra
la pared.
–No. No lo hagas, Rico. El hombre en el suelo a los pies de Kane se retorció,
agarrando su rodilla sangrante. –No les digas nada, hombre–.
–M-Monica nos lo dio–. Los ojos oscuros de Rico estaban muy abiertos por el
miedo, su rostro iba de rojo a púrpura mientras luchaba por respirar contra el
agarre de Castillo.
–¿Y dónde está Mónica?–, Preguntó Kane. ¿Sabes dónde tiene a nuestra hija?
–Sí, nuestra hija–. Kane hizo un gesto entre él y Syren. –Estamos casados.–
Syren sonrió abiertamente. –Soy. Cuál debería haber sido tu primera pista para
no joder con lo que es mío. ¿Dónde está Mónica?
–Mónica dijo que le robaste a ella, a Delatorre–, le dijo a Syren. –Por eso
ayudamos–.
–Y es por eso que mueres–. Kane no lo pensó dos veces antes de apretar el
gatillo. La cabeza de Rico se inclinó hacia un lado, un punto rojo en el centro
de su frente. Castillo lo soltó y el cuerpo de Rico cayó al suelo.
–Vamos a buscar a mi sobrina–, dijo Rafe. Bajó la mirada hacia el hombre que
aún sostenía a punta de cuchillo, una mano sobre su boca. –Oh, mi mal–. Un
movimiento rápido de la hoja y el hombre se lanzó hacia adelante, con la
garganta cortada de oreja a oreja.
Sonó el teléfono de Syren. –Dutch. Sí. Duodécimo piso, sala 12C. Necesitarás
bolsas para tres.
El pauso. –No. Mi chico está cuidando las cámaras. Adiós. Colgó y luego se
volvió hacia Kane y el resto. –La tripulación de Dutch está en camino para
limpiar–. Le tendió una mano a Kane.
Sacar ese tipo de furia no fue tan difícil como debería haber sido con su
esposo allí mismo, observando cada uno de sus movimientos. Kane lo
sorprendió, matando a ese tipo Rico. Y Syren vio lo que había estado tratando
de evitar, haciendo que Kane siguiera ese camino. Syren no tuvo problemas
para hacer lo que había que hacer, ensangrentarse las manos, pero no quería
lo mismo para Kane. Sin embargo, era divertido, había estado tan jodidamente
excitado cuando Kane apretó el gatillo. Fue todo lo que pudo hacer para no
atacar al hombre allí mismo, no caer de rodillas y golpearlo mientras Kane
tiraba de su cabello.
Atención. Atención.
Todavía estaban esperando a Billy, que estaba trabajando para descubrir quién
le dio a Monica la información que tenía sobre Syren. No creía que el culpable
fuera alguien que él conociera. Su círculo interno era pequeño y apretado por
alguna razón. Las personas con las que se rodeaba eran demasiado leales para
eso.
Nunca pensó que se volverían contra él. Su dinero estaba en alguien del
pasado de Faro. Alguien con quien había hecho negocios, tal vez.
Esa lista sería muy larga para revisar, y mientras tanto tenía que sentarse sobre
sus pulgares y esperar. Esperar nunca fue una palabra en su repertorio.
Jesús.
Se frotó la frente. Podría ser fuerte, tenía que serlo. Simplemente ... fue
difícil. Lo más difícil por lo que había pasado, y había pasado por algo de
mierda.
Sonó el teléfono de la casa. Tommy miró a Syren y luego a él, ya que estaba a
su lado.
–Sí, este es el número correcto. Espera. Puso una mano sobre el receptor y
luego miró a su alrededor.
–¿Quién es?–
Kane miró a Tommy. –Dile a Vince que estoy ocupado–. Se acercó a Syren y se
sentó a su lado. –Ese beso no se parecía en nada a lo que estás pensando–.
–Whoa–. Gabe se paró sobre ellos, con furia en los ojos. Furia dirigida a su
hermano. ¿Besaste a alguien más? ¿Besaste a Vince?–. Las palabras eran
fuertes bombas lanzadas al silencio y todos se volvieron y las miraron.
–¿Qué quieres decir? ¿Cómo besas a otro hombre cuando estás casado? Gabe
se quedó allí con las manos en las caderas, mirando a Kane.
–Gabe, vamos.– Rafe tiró de su brazo, trató de alejar a Gabe, pero no lo estaba
teniendo.
–¿Como pudiste?–
–Gabe—– Kane se puso de pie, le tendió una mano a su hermano, pero Gabe
la apartó.
–Maldición.–
–Gabe, no es asunto tuyo–. Rafe tiró del brazo de su esposo. Gabe se encogió
de hombros y avanzó hacia Kane.
–No, quiero saber–, dijo Gabe. –¿Cómo haces eso? Besa a alguien más cuando
tengas a Syren, cuando tengas una familia.
Todos callaron.
–Muy bien, maldita sea. Ven aquí. Abrió el brazo y OG saltó, lamiéndose la
cara. –Ugh–. Cerró los ojos. –¿Has oído hablar de mentas para el aliento,
chico?– Abrazó a OG cerca, rindiéndose al deslizamiento húmedo y áspero de
la lengua de OG sobre su nariz. –Maldita sea, perro. No hagas esa mierda.
Pero él lo permitió de todos modos.
–Sal de la cama, OG– Kane entró en la habitación. –Se supone que no debe
estar en la cama–.
–No se supone que sucedan muchas cosas–, dijo Syren con calma. –No
significa que no lo hagan de todos modos–. Aun así, sacó a OG de la cama y
salió de la habitación. Kane cerró la puerta del dormitorio con un suspiro y se
metió en la cama con él. –Ven aquí–. Tiró de Syren sobre su pecho. –No
estaba besando a Vince. Me picoteó los labios, un beso de despedida.
Nos conocimos allí en el juzgado, y me disculpé por usarlo cuando supe que
estaba enamorado de ti. Le dije que merecía que alguien lo amara por
completo y que no debía conformarse con menos–.
Syren sacudió la cabeza. –No pensé que lo estabas besando o teniendo una
aventura o lo que sea con él, pero ¿por qué no lo supe?–
El corazón de Vince estaba en sus ojos, tan claro como el maldito día. –Él
todavía está enamorado de usted, marshal–, susurró Syren.
Kane se sentó a su lado. –Lo sé y lo siento. No hice nada para guiarlo, para
hacerle pensar que había una posibilidad. Lo juro.–
Syren se encogió de hombros. –Fuiste amable con él. Porque eres un buen
tipo y no querías herir sus sentimientos. Kane lo miró con curiosidad y Syren
sonrió. –Te conozco, esposo–.
Y así como así, Syren estaba bien, porque su esposo cumplió sus promesas.
Syren golpeó su hombro con el suyo. –De ninguna manera–. Miró a Kane a
través de sus pestañas.
–¿Crees?–
–Me tienes duro. La forma en que apretaste ese gatillo. Quería devorarte
jodidamente allí mismo. Él jadeó. Recordando.
Kane lo miró con expresión incrédula. Párpados bajos. Apretó el pelo de Syren
y los acercó, nariz con nariz. –Cuando le disparaste a ese tipo en la garganta,
casi vine.
–Bueno. Creo que tenemos un ganador. Billy parecía cansado, agotado. Syren
tendría que compensar por monopolizar su tiempo. Tal vez una semana en el
Caribe para Billy y su esposo cuando todo esto hubiera terminado.
–Mónica ha recibido muchas visitas y visitas desde que murió su esposo, pero
solo una la ha estado visitando constantemente, y solo esa persona la hizo
quedarse con él en su villa en Suiza–.
Oh joder
–Casimir Zaretsky–.
Dulce hijo de puta Jesús. Syren se desplomó contra Kane. Malo. Esto estuvo
mal.
Y no debía ser jodido. Como Faro, Syren había tenido que tratar con él, pero
tuvo un costo. Siempre a un costo. Jesús. Todo comenzaba a juntarse,
pintando un cuadro que Syren quería apagar con gasolina y fuego ligero.
–Gracias, Billy–. Terminó la llamada cuando Kane lo agarró de la barbilla. Sus
miradas se encontraron.
Syren se lamió los labios. –Él es quien Billy dijo que es, y más. Mucho más.–
Syren enterró su rostro en la camisa de Kane. –No sabía quién era él. Él era el
único que no pude identificar. Era tan joven entonces, todavía tan asustado,
que no estaba prestando atención a los nombres y marcadores para
identificarlos. Luego empecé a trabajar con Delatorre. Empujó a Kane y se
recostó. –Él era el rival, pero no lo supe hasta que me ordenaron que me
reuniera con él para negociar una especie de trato–. Respiró. –Había algo en
sus ojos, no podía entender por qué me daba escalofríos. Pero luego habló. El
recuerdo recordado inundó e hipo.
–Su voz. Lo recordaba claramente. No podía hacer nada sin revelar quién era
yo, y luego se me acercó –.
Llegó a ser la frase más suave para lo que Casimir había hecho. Había
abordado a Syren una y otra vez, lo atrapó en una habitación de hotel e
intentó meterse en sus pantalones. Había follado a alguien sobre su escritorio
mientras Syren estaba sentada al otro lado, tratando de hacer negocios. Su
intento de demostrar que podía hacer cualquier cosa, que era intocable y que
podía tener a Syren en cualquier momento.
Él suspiró. –Quería lo que nunca daría. Intenté seducirme más de una vez. Y la
última vez que me ensangrentó la cara y trató de llevarme sin mi
consentimiento, le corté la cara. Era un buen recuerdo, la sorpresa en la cara
de Casimir. Su expresión como sangre corría por su mejilla. Syren lo había
pillado desprevenido, había dejado su marca. –Me gustaría pensar que no se
trata solo de meterme en la cama o hacerme pagar por rechazarlo, sino que
es de ese tipo–.
¿Estás seguro de que él no sabe que eres ese chico? Tal vez esa es la razón
por la que ha estado persiguiéndote tanto.
Syren asintió con la cabeza. Tendría que tratar con Casimir. Tendría que seguir
ese camino cuando juró que nunca lo volvería a hacer. Tendría que hacerlo
todo para proteger a su familia.
Syren levantó la vista y miró por la ventana. Si. Estaba oscuro afuera. Kane se
levantó de la cama y tomó su mano.
–¿Estás listo?–
Oh sí. Estaba tan listo. –Lo estoy–. Kane lo abrazó, lo besó y salieron de la
habitación. Juntos.
Mateo se quedó cerca del SUV, en realidad estaba encima del SUV, acostado
boca abajo, con su rifle todo listo y listo para funcionar. Había una luz
encendida en una habitación del primer piso y otra en el segundo.
–Dos en el segundo piso–, susurró Rafe. –Están viendo la televisión–. Hizo una
pausa y luego dijo: –La chica Mónica está aquí, arriba con las chicas–.
Corrieron hacia la casa. Kane tenía su arma. Syren tenía su arma. Y su corazón
en la garganta.
–Ir.–
–Arriba seguro–.
Mateo
Syren no esperó a que el cuerpo cayera al suelo, corrió escaleras arriba con
Kane pisándole los talones.
Unos ruidos de pelea lo llevaron a la habitación con la puerta abierta y entró.
–Oh Dios.–
–¡Papá! ¡Papi! Càtia corrió hacia ellos y Syren cayó de rodillas. Kane también
estaba allí, los tres abrazándose y él tratando de no llorar, sino Dios. Nunca
había tenido tantas ganas de derrumbarse. Enterró su rostro en el cabello de
Càtia.
Todavía olía a champú de coco con el que le lavó el pelo. Todavía se sentía tan
cálida, pequeña e impotente en sus brazos. Todavía se sentía como su hija y él
la tenía de vuelta. Él levantó la cabeza y se la entregó a Kane.
Los ojos de su marido estaban húmedos y rojos, y abrazó a Càtia con tanta
fuerza que Syren no creía que pudiera respirar. Alisó su cabello y tocó la cara
de Kane, luego se volvió hacia la habitación.
Nina estaba sentada con las piernas cruzadas en el suelo, con la cara negra y
azul, los labios hinchados y cortados.
–Chicos, por favor bajen a Càtia abajo. Nina también. Él asintió cuando Rafe
levantó una ceja.
–Papá, no me gustó mucho esta aventura–, dijo Càtia detrás de él. –No hice
nada excepto sentarme y mirar televisión–. Ella hizo un mohín. –Lo siento.–
Syren sonrió. –No te arrepientas. Tendrás una aventura aún mejor pronto, lo
prometo. Él le tomó la mano y se la dio a Rafe. –Ve con el tío Angel. El tío
Matty está abajo.
Càtia tiró de la mano de Rafe. –Vamos, tío Angel. Tengo que contarle al tío
Matty sobre mi aventura. Él sabe todo sobre aventuras. Rafe puso los ojos en
blanco, pero siguió adelante. Syren ayudó a Nina a ponerse de pie y observó
cómo se apoyaba pesadamente en Pablo cuando salían de la habitación.
Cuando solo quedaron él y Kane, Syren se volvió hacia una Mónica aún
sentada. Se sentó a su lado mientras Kane la rodeaba y se paraba a su
espalda.
Ella no habló, todo ese desafío en sus ojos. No estaba vestida como había
estado cuando se conocieron en Nueva York. Hoy vestía jeans y una blusa
blanca, su cabello recogido en una coleta. Todavía muy hermosa. La fachada
sigue siendo tan perfecta.
–Apuesto a que pensaste que ibas a obtener todo lo que prometió–. Se rió
entre dientes. Su teléfono sonó y respondió cuando vio el nombre de Dutch
en el identificador de llamadas. –Holandés–, respondió el orador.
–¡Mataste a mi hijo! ¡Mataste a mi hijo! Ella se lanzó hacia él, pero Syren
estaba preparado. La agarró por el cuello y la mantuvo al margen.
–Sí, maté a tu hijo. Incluso lo cortó en pedazos pequeños y lo arrojó al Océano
Pacífico. Ladeó la cabeza hacia un lado. –¿Dónde crees que dejaré caer las
partes de tu cuerpo?–
–Casimir te está esperando–, escupió. –Él tiene planes, grandes planes para ti–.
Él le apretó el cuello, observó cómo le miraban los ojos y se deleitó. –¿Sí? ¿Los
mismos planes que tenía para ti? ¿Compartirlo con sus diez socios más
cercanos, humillarlo y hacerle sentir menos que una mierda?
Sus ojos brillaron. Ella no tuvo que decir una palabra. Sabía cómo operaba
Casimir.
–Deberías haberlo sabido mejor, Monica, pero ni siquiera sé por qué espero
más de alguien como tú–. Él la miró de arriba abajo con desdén. –Casimir
nunca podría tenerme, así que te demandó para que me encontraras, y aquí
estás, pensando que alguna vez podrías joderme–.
–Vas a morir esta noche, Mónica–, le susurró al oído, –y morirás sabiendo que
aniquilé a toda tu familia–.
–No tenía carne contigo, hasta que la trajiste a mi puerta–. Envolvió los
extremos de la cuerda alrededor de su mano y tiró. Su cabeza cayó hacia
atrás. Los sonidos que hizo, jadeando, ahogándose. Se bajó en eso. –
Permíteme terminar lo que empezaste–.
Kane se levantó lentamente, quitando las manos del cuello de Mónica, y Syren
pateó la silla hacia adelante con ella mientras tiraba de la cuerda hacia
atrás. Una grieta baja y ella había terminado.
Miró a Kane, no vio más que amor y aceptación y asintió. Estaban todos
hechos. –Vamos–. Uno menos. Uno más para ir.
Capítulo ocho
OG saltó hacia ellos, moviendo la cola. –Ponlo afuera–, le dijo Syren a Kane. –
Voy a ducharme–. Arriba, se frotó de la cabeza a los pies bajo el relajante
chorro de agua. Maldición, pero necesitaba eso. Y ahora que su ritmo se había
ralentizado, la energía zumbó por sus venas.
La fatiga se desvaneció como nunca antes. Eso estuvo bien, porque tenía
planes.
Mateo le arrojó el pájaro, pero no paró lo que estaba haciendo. Syren sonrió y
dejó a los dos solos. En la cocina encontró a Angel y Gabe. Angel tenía a Gabe
presionada contra la isla, de espaldas al frente de Angel. Las manos de Gabe
estaban alrededor del cuello de Angel, los dedos enterrados en su cabello
mientras se besaban y se mecían.
A Syren siempre le había gustado ver a esos dos hacer el amor. Realmente no
parecía importarles mucho ser observados. Se quedó allí, con el labio inferior
atrapado entre los dientes cuando la mano de Angel desapareció por la parte
delantera de los jeans de Gabe.
Tenían calor como se movían juntos. Los ojos de Gabe estaban cerrados, pero
los de Angel no, sus pestañas bajas, la cabeza doblada mientras mordía el
cuello de Gabe.
–Estoy seguro de que no tengo que decirles a los niños que limpien cuando
terminen–. No esperaba una respuesta, pero Angel gruñó en su dirección, así
que la tomó, lamiéndose los labios mientras se alejaba. Abrió la puerta trasera
esperando ver a Kane y OG en el patio trasero, pero en cambio vio a Pablo y
Shane.
Ahora esa fue una sorpresa. Juan Pablo estaba en el regazo de Shane mientras
se sentaban en uno de los bancos de hierro forjado, con el pecho desnudo y
los jeans apilados en el suelo. Los jeans de Shane estaban alrededor de sus
tobillos y Pablo lo estaba montando, golpeando arriba y abajo la polla de
Shane.
–Dios. Joder, T. Jódeme más fuerte. La voz de Mateo era baja, pero
definitivamente no lo suficientemente baja.
–Me gusta.–
Syren dejó caer los párpados y miró a Kane a través de sus pestañas. –
¿Sí? ¿Crees que sí? Deslizó su mano por el pecho de Kane, sobre esos
abdominales donde los músculos se contrajeron para él y ahuecó la erección
de Kane. –Quiero esto dentro de mí de la peor manera. Quiero sentirte
desenterrándome, separándome.
Kane rasgó la camisa que llevaba Syren, con los botones cayendo a sus pies. Él
aplastó sus bocas juntas, la lengua apuñaló por dentro. Syren se rindió a él
con un gemido, una pierna que se enganchaba alrededor de la cintura de
Kane. Kane presionó su medio juntos, frotándose contra él con un fuerte
empuje de sus caderas. Syren se aferró a su hombro, su cintura. Quería tocarlo
por todas partes.
Dedos callosos atraparon sus pezones, los pellizcaron cuando una mano se
deslizó por su entrepierna y lo palmeó a través de sus bragas. Él gimió y
gimió, golpeando la cabeza contra la puerta.
El toque de Kane en su piel era como la gasolina en una hoguera. Sin rima ni
razón, pero era bueno, demasiado bueno para dejarlo pasar, para perder.
–Ven acá.–
Syren salió del Vickie rosa y se los entregó cuando Kane extendió una mano.
Kane los agarró y se los llevó a la nariz. Inhaló lo suficientemente fuerte para
que Syren lo oyera, para que su cuerpo se apretara.
–Rodillas–.
Syren se arrodilló, echó la cabeza hacia atrás para mirar a Kane. El otro
hombre dejó caer las bragas sobre la cama, se quitó la camiseta y se quitó los
jeans, manteniendo sus calzoncillos azul oscuro.
Como una maldita droga, cómo ese olor se disparó directamente a su cerebro
y lo llevó a su lugar feliz. Chupó a Kane a través del algodón de su ropa
interior, usó sus dientes, pero a Kane le encantaba eso, unos pellizcos cortos y
afilados que tenían a Kane empujando sus caderas hacia adelante, con los
dedos hundiéndose y apretándose el cabello de Syren.
Syren abrió. Como si hiciera algo más. Kane empujó, sin delicadeza, sin una
mierda suave, una embestida en la garganta de Syren que inmediatamente
jodió con su reflejo nauseoso. Su cabeza se echó hacia atrás cuando Kane
entró y salió, rápido y duro. Usándolo, rodeándolo. Sostuvo la mirada de Kane,
ahuecó las mejillas y dejó que su marido fuera a la ciudad.
Él gruñó su frustración.
–Tan codicioso–. Kane deslizó un pulgar sobre el labio inferior de Syren. Metió
dos dedos en su boca, empujándolos dentro y fuera si eran su polla. Syren se
prendió, chupándolos con fuertes sonidos húmedos, gimiendo a su alrededor
mientras Kane se sacudía. Syren extendió la mano entre sus piernas para
acariciar sus bolas.
–No te toques a ti mismo–. Kane movió los dedos y Syren lo agarró por la
muñeca, lo sostuvo firme y balanceó los tres dedos en su boca, babeando
sobre ellos. Su saliva goteó en la palma de Kane. Kane le sonrió, todos dientes
blancos, expresión depredadora. –Te amo así. Las inhibiciones se hacen a un
lado, sucias como quieres ser. Él sacó a Syren de sus dedos. –Sube a la cama–.
–De espaldas–. Kane se acarició, su polla de color rojo púrpura, brillante con
pre-cum y la saliva de Syren. –Quiero mirar tus ojos. Quiero perderme en tus
hermosos ojos –.
Syren lamió sus labios volteados sobre su espalda, caminando con cangrejo
hasta que estuvo en el medio de su cama, su cabeza sobre las almohadas.
–Te amo–, susurró Kane. Su mirada estaba embrujada mientras miraba desde
Syren a los dedos en su trasero y hacia atrás. –Me encanta la mierda de tu
trasero–.
–Me encantan tus asperezas, todas las cicatrices, todas las cosas que te hacen
a ti–. Kane se movió entre sus piernas, sacó los dedos de Syren y selló sus
labios sobre el agujero de Syren.
Él gritó. Honesto con Dios, se dio cuenta cuando sus caderas se levantaron de
la cama. Kane mantuvo las rodillas separadas, con la lengua rodeándolo,
empujando hacia adentro y hacia adentro.
Kane se alejó y Syren miró hacia abajo. Su esposo respiraba con dificultad, su
pecho subía y bajaba, su rostro rojo y húmedo, sus ojos salvajes. Levantó la
pierna izquierda de Syren, la enganchó alrededor de su cintura y se dirigió a
su casa.
Syren lo miraba, quería hacerlo, tenía que hacerlo, pero con cada pulgada que
Kane lo alimentaba, su cabeza caía un poco más. Y cuando las bolas de Kane
golpearon su espalda, Syren estaba mirando hacia el techo, con los ojos
húmedos por la quemadura, sin aliento.
–¡Joder!– Syren saltó verticalmente y luego retrocedió. –Si. Fóllame más fuerte.
Puso ambas piernas sobre el hombro de Kane, levantó el culo y recibió los
golpes cuando Kane comenzó a golpearlo con fuerza.
–¿Vas a gritar por mí, bebé?– Los dedos se clavaron en las caderas de Syren
mientras Kane lo sostenía y lo montaba como un jodido campeón jinete. Cada
empuje sacudió a Syren hasta su núcleo.
–Más profundo–. Tiró de Kane hacia abajo, lo agarró por el culo y lo empujó
más profundo. –Oh Dios, Marshal, necesito sentirte. En mi jodida
garganta. Más adentro.–
Syren lo hizo de nuevo. –Te amo–. Enterró los dedos en el cabello de Kane. –
Desde la punta de los dedos de los pies hasta la parte superior de mi cabeza,
y todo lo demás–, jadeó. –Te amo.–
–Será mejor que lo hagas. Me has preparado para ti. Los dientes de Kane
brillaron. –Me hizo matar por ti–. Giró las caderas, arrastrando la cabeza de
gallo sobre la próstata de Syren.
La polla de Kane se sacudió dentro de él. –Joder sí–, gruñó. –Lo hice–. Besó a
Syren, con el aliento caliente. Lo besó con movimientos descuidados y
apresurados de la lengua. –Eres una mala influencia. Voy a tener que sacarte
eso de encima.
Los gemidos de Kane se hicieron más fuertes, los dedos en las caderas de
Syren se volvieron dolorosos. –Maldición.–
–Sí. Sí. Mordió el hombro de Kane, lo mordió con fuerza. Hasta que su hombre
gritó. Hasta que sus embestidas se volvieron desesperadas. –Así. Justo como ...
¡joder! Ungh. Sus palabras se convirtieron en una estúpida charla sin sentido. –
Sentirte. Te siento, abriéndome. Oh Dios.–
Rompió el beso para pasar un dedo por el semen que sabía que todavía
estaba en su frente y pasarlo por los labios de Kane. Kane se lamió. Syren lo
hizo de nuevo. Y otra vez.
–Porque es desagradable–. Kane se puso seria. –Eres increíble, ¿lo sabes? Estoy
muy orgulloso de llamarte mío. Mi esposo. Mi compañero.–
Los ojos de Syren se empañaron. –Alguien está buscando una ronda dos–.
Kane solo le sonrió y Syren acunó su rostro. Somos dos hijos de puta muy
afortunados, marshal. Te amo, me amas, y eso es todo lo que necesitamos –.
–Junto con nuestra hija–. Kane sonrió, su barbilla en el pecho de Syren, con la
mirada bailando. –Y los hombres follando como conejos por toda nuestra
casa–.
Una vez que Kane se durmió, Syren bajó las escaleras para tomar una bebida
fría. Se detuvo en la sala de estar. Mateo y Tommy estaban acurrucados el uno
con el otro, con la cabeza de Mateo sobre el pecho de Tommy mientras el
hombre más joven sostenía a su esposo con fuerza.
–Ya veo eso–. Syren le guiñó un ojo. Tommy se sonrojó y Syren se alejó
riendo. No vio a Angel y Gabe, pero entró en la cocina y encontró a Pablo
parado frente a la nevera abierta, vestido solo con jeans y botas, jeans que no
hicieron nada para ocultar la grieta de su trasero.
Syren se tomó un momento para admirar todas las buenas cosas que el físico
de Pablo tenía para ofrecer, antes de aclararse la garganta. Pablo se dio la
vuelta, con una botella de agua en la mano.
Sacudió la cabeza mientras sus ojos se reían. –Aprenda algo nuevo cada día.–
El calor inundó su rostro, pero Syren se mantuvo firme y disparó hacia atrás. –
No te pegué como un fondo–.
–¿Qué?–
–¿Qué demonios?–
–Tu marido dejó a un lil algo más y más atrás–. La mirada de Pablo se dirigió a
la frente de Syren, sus labios curvados. –Ustedes son solo dos monstruos
extraños a puerta cerrada, ¿no es así?– Extendió la mano para limpiar la frente
de Syren de nuevo, pero Syren lo rechazó.
Déjalo. Quería el semen de Kane sobre él. Lo había rogado. Le rogó a Kane
que lo marcara. Un reclamo tangible. Solo cuando Kane había pedido lo
mismo, Syren lo había cerrado. Se apoyó contra el mostrador y se encontró
con la mirada de Pablo. –¿Puedo preguntarte algo y hacer que se quede entre
nosotros dos?–
Syren se echó a reír. –No, no eso–. Se puso serio rápidamente. –¿Siempre has
sido un interruptor?–
–Sí, pero no deberías estar asumiendo una mierda–. Pablo tomó el agua de
Syren y tragó un bocado. –Realmente no había tomado la posición de captura,
no hasta Shane. Hasta entonces lo había hecho una vez, pero no era nada
sobre lo que escribir poemas–.
–¿Y esta vez?– Syren se cruzó de brazos y esperó, pero la suave mirada en el
rostro de Pablo lo dijo todo.
Reclamame. –¿Y?–
–Y lo hizo–. Pablo se inclinó hacia delante, buscando con la mirada. –¿Por qué
todas las preguntas?–
Syren miró hacia abajo. –Dije que no. Le dije que no estaba interesado.
Silencio saludó sus palabras y levantó la vista. Pablo seguía mirando. –¿Qué?–
Mierda. Realmente no había examinado las palabras o las razones por las
cuales había negado la solicitud de Kane. Pero tendría que hacerlo ahora,
especialmente ahora con Casimir de vuelta en su vida. –No sé si es la
verdad. Solo sé que no estaba preparado para esa solicitud y lo apagué.
–Tus ojos.–
–Hacer el amor con mi esposo, hacer que sea recíproco, no hay nada mejor
que eso–, dijo Pablo. –Me encanta la conexión y la intimidad, y para mí, creo
que, si la hubiéramos mantenido unilateral, sentiríamos que faltaba algo. Para
mí. Puedo atacar a Shane y reclamarlo, lo cual hago, pero no hay nada como
que me maneje. Me guiñó un ojo. –Me encanta que me manipulen–. Él
palmeó el hombro de Syren. –Sé honesto, con Kane y contigo mismo–.
Pablo sonrió. –He estado trabajando en eso. No puedo ser todo solemne y
cerrado cuando soy padre.
Syren solo lo miró con una sonrisa. Recordó la primera vez que conoció a Juan
Pablo Castillo, recordó todas las cosas por las que el otro hombre había
pasado. Lo recordaba todo y al ver dónde estaba Pablo ahora, el lugar donde
había terminado, Syren no podía creerlo.
–Estás mirando–.
–Estoy feliz por ti y Shane–, dijo Syren suavemente. –Feliz de que estés
obteniendo lo que quieres. Feliz de verte feliz y contento. Es lo que quiero
para todos mis amigos. Para mi familia.–
Pablo asintió con la cabeza. –Algunos de nosotros lo tenemos más fácil que
otros–.
–Oye.–
–¿Vienes a la cama?–
–Shane–.
–Nunca lo dije y debería haberlo dicho–, dijo Syren. –Lo siento. Para
entonces. Por ser estúpido e insensible, y por hacerte dudar de mí incluso
ahora. No miró a Pablo, pero sintió la sorpresa del hombre. –Eres lo mejor que
le pudo haber pasado, y estoy agradecido de llamarlos a ambos familia–.
Ella jadeó. –¡No! ¿En serio? Ella chilló y se lanzó hacia Kane. –Es bonito–.
Pellizcó la mejilla de Kane y su marido se puso tan rojo como un tomate. –
Ooh–. Ella le pellizcó el antebrazo.
Tranquilo.–
Ella miró hacia el espacio. –Le gusta Paulo–, dijo en voz baja. –Tiene veinte
años, pero parece un bebé–.
El tipo de Casimir.
–Paulo no quiere tener nada que ver con él, pero está asustado y no puedo
permitirme ir contra Casimir. Se dice que se hará cargo de los negocios de
Delatorre.
Maritza asintió con la cabeza. –Bueno. Vamos. Besó a Syren en los labios. –Por
suerte, ¿eh?– Ella le dio unas palmaditas en la mejilla y salió. Tommy la siguió
hasta que Mateo lo llamó.
–T.–
Tommy lo hizo.
Todos, excepto él, se pusieron los pasamontañas. Con las armas listas,
archivaron la limusina y Syren separó el trozo de madera contrachapada de
unos siete pies de altura que sirvió para bloquear el trozo de pared que había
desaparecido durante años. Dios bendiga a Maritza por nunca arreglarlo.
En lo alto de las escaleras, Pablo, que estaba delante, se detuvo. Luego les
hizo señas para que avanzaran. Syren vio a los hombres de Casimir, o al
hombre. Solo uno estaba afuera de la puerta, haciendo guardia. ¿Dónde
estaba el otro?
Gabe abrió una puerta cercana y asomó la cabeza. –Aquí–. Los dos arrastraron
el cuerpo dentro de la habitación vacía y lo metieron en el pequeño armario.
–¿Qué?–
Se congeló ante la voz. Mierda. Alguien lo tocó y él sacudió la oscura manta
de recuerdos que lo cubría. No hay tiempo para eso. No iba a volver
allí. Siempre. Dio un paso atrás, Mateo pateó la puerta y entraron.
Casimir y alguien que parecía ser su otro guardia estaba haciendo doble
equipo con un niño delgado en la cama. Esa no era una mueca de placer en la
cara del joven, no con dos pollas metidas en su culo y el estrangulador que
Casimir tenía sobre él.
–Sal de aquí–, le dijo al joven suavemente. –Ve a Maritza, ella cuidará de ti–.
–Paulo, confía en mí. Está fuera de tu vida–, dijo con firmeza. –A partir de
ahora, estás libre de él.
Ahora vete. Paulo se fue corriendo por la puerta. Se volvió hacia Casimir. –
Levántate.–
Kane hizo un sonido, pero Syren sacudió la cabeza. Tengo esto. Con el arma
apuntando a él, guió a Casimir a la mesa equipada con dos sillas en la esquina
de la pequeña habitación caliente. Empujó a Casimir con el arma hasta que se
sentó y luego Syren hizo lo mismo frente a él.
–Yo. Era lo que no podías señalar. Syren se inclinó hacia adelante, con el codo
sobre la mesa polvorienta. –No podías tocarme, mi cuerpo, así que fuiste por
mi corazón. ¿No es así?
Casimir juntó los dedos, los ojos marrones calmados mientras miraba a
Syren. –Si. No fue difícil encontrarte, no con mi mejor investigador del caso. Y
mi dinero me da conexiones dentro del FBI –.
Esas palabras fueron una sorpresa, una que Syren no permitió mostrar en su
rostro. Dutch tendría que hacer un poco de limpieza lo antes posible.
Syren se echó a reír. Los hombres a su alrededor se rieron entre dientes. –Oh,
¿enterré el plomo aquí?–
Sacó dos fotos de su bolsillo lateral izquierdo, las extendió sobre la mesa y las
empujó hacia Casimir. –Mónica Delatorre. Se dice que ella misma se ahorcó. Él
sacudió la cabeza tristemente.
–Creo que debe ser demasiado, la idea de estar sin hogar. Sin dinero. Cosas
tristes.
–El problema con un jodido como tú, Cas, es que nunca haces el trabajo sucio
tú mismo.
Igual que Delatorre. No hay fortaleza para la sangre y las tripas. ¿Quieres que
describa lo que se siente al ahogar la vida de Mónica?
–No hay pelotas–. Levantó la mano. Tomó la mano de Kane. –¿Te han
presentado a mi esposo?–
Casimir ignoró a Syren y miró a Kane. –No eres lo suficientemente bueno para
él. Necesita un hombre de verdad.
–Él debería ser mío–. Casimir se tambaleó hacia adelante y Kane le dio un
puñetazo en la cara. Hueso crujió. La sangre goteó desde la nariz de Casimir
hasta su boca y goteó de su barbilla.
–Sigue hablando–, dijo Kane con calma, –y seguiré golpeando. Funciona para
mí.–
Syren tocó el brazo de Kane. –Te vas a quitar la vida–. Los ojos de Casimir se
abrieron y Syren se rió entre dientes. –¿Crees que lo haré, te lo pondré fácil?–
Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta, el lado derecho y sacó las fotos. –
Tú haces tú tarea, y yo hago la mía.
Le tengo. –Estás bien, pero estoy mejor–, dijo Syren. –Desearía poder pasar
tiempo contigo, hacer que duela como amas, pero mi hija me está
esperando. Si no aprietas el gatillo, te haré mirar mientras mato a cada una de
estas personas. Él asintió. –Todos. Hacerte mirar y sentir un centelleo de lo que
sentí cuando me quitaron a mi hija. Eliminaré tu jodido linaje y cuando
termine, haré que mi marido te corte el cuello y me folle encima de tu cuerpo
moribundo.
Casimir se atragantó.
–Podría tomar esta arma–, dijo Casimir, –y dispararte. Podría morir, pero me
llevaré al menos uno de ustedes conmigo.
Casimir le sonrió, la delgada cicatriz que Syren le había dado estirando hacía
mucho tiempo. –Eres aún más sexy de lo que imaginaba. Me gusta esto. Si
hubiera visto este lado tuyo antes, habría luchado contra el mismo diablo por
ti.
Los dientes de Casimir brillaron. –Nos vemos en el otro lado, Marcos Ignacio
de Melo–. El arma se disparó cuando Syren jadeó. Líquido tibio salpicó su
mejilla y salpicó su traje oscuro.
Se le doblaron las rodillas y los brazos fuertes lo agarraron. –Él sabía. Sabía
quién era yo. Se dio la vuelta, enterrando la cara en el pecho de Kane. Kane se
frotó la espalda.
Kane hizo todo lo posible para asegurarse de que Syren estuviera allí en caso
de que necesitara hablar. Su esposo pasó la mayor parte del vuelo por
teléfono con Dutch, haciéndole saber sobre el topo que tenía dentro de su
organización. A pesar de todo, Kane estaba allí. Estaba listo para un tiempo de
inactividad, listo para el tiempo en familia.
–Es Vince, sí–. Kane no podía pensar en nada de lo que había dicho o hecho
para hacerle pensar que tenía alguna esperanza. Había tratado de asegurarse
de que Vince supiera que estaba enamorado y amaba a su esposo, pero Vince
estaba ignorando el mensaje a propósito. Después de la mierda por la que
habían pasado, Kane no estaba dispuesta a lidiar con esta basura. –¿Quieres
que me ocupe de esto cuando aterricemos?–
Por la mañana se iban a casa, buscaban ropa y otras cosas y luego recogían a
los muchachos antes de irse a Costa Rica.
Ahora, veía pasar los pisos mientras subían en el ascensor hasta la habitación
de Vince. Había llamado a su antiguo compañero una vez que habían
aterrizado. Eran casi las diez de la noche, pero Vince había estado
entusiasmado, alentando a Kane a venir.
La puerta se abrió de golpe y él parpadeó. Vince estaba sin camisa, con la piel
húmeda como si acabara de salir de la ducha. Llevaba jeans, pero a pesar de
que tenían cremallera, no estaban abotonados. Kane tragó saliva.
Vince jadeó, horror y vergüenza en sus ojos mientras miraba de Kane a Syren
y viceversa.
Kane lo siguió.
Syren se giró para enfrentarlos, una ceja levantada dirigida a Vince. –Alguien
se sentía afortunado–.
La boca de Vince se abrió y cerró. Estaba pálido y Kane quería sentir lástima
por él.
El realmente lo hizo.
–¿Lo trajiste?– Vince cerró la puerta de un puntapié y se volvió hacia Kane, con
la ira en guerra con vergüenza en su rostro. –Pensé-–
Algo apareció y Kane miró por encima del hombro. Syren había abierto la
botella de champán y miraba lentamente por la habitación. –Estoy seguro de
que Kane te dijo que no bebo alcohol, así que esto debe ser para ti y para él–.
Sus labios se torcieron. –¿Dónde están las gafas? ¿O se suponía que debía
beberlo de tu pecho?
Digamos que no había traído a Syren conmigo, Vince. Digamos que vendría
aquí solo.
¿Qué crees que habría caído? Él ladeó la cabeza. ¿Crees que habría sucumbido
a tu bien planificada seducción? ¿Crees que habría puesto en peligro a mi
familia por ti?
La cara de Vince se puso más roja. Miró a Syren y luego a Kane, con una
expresión tan herida. –Yo solo ... solo necesitábamos algo de tiempo juntos–.
Las palabras estaban teñidas de desesperación, cosas como las que Kane
nunca había escuchado de Vince.
No sabes nada de nosotros si crees que alguna vez dejaría los brazos de mi
marido.
–¿Crees que estoy bien vestido?–, Preguntó Syren. –Gracias. Eso significa
mucho–. Las palabras no eran amenazantes, pero el tono decía de manera
diferente.
–No soy tu jodido premio para ganar–, le dijo Kane a Vince. –E incluso si lo
fuera, hubieras perdido. Y continuarás perdiendo, una y otra vez. No te quiero,
Vince. Nunca lo hice. Te usé para tratar de olvidar a Syren. Te usé porque él no
estaba allí. Te usé, ¿no puedes ver eso?
Vince se quedó allí, desafiante en la mandíbula y en los ojos. No estaba
escuchando nada de lo que Kane decía. No estaba recibiendo el mensaje. La
frustración hirvió en las entrañas de Kane.
–Hay una razón por la que nunca me acosté contigo, Vince. No te quería de
esa manera. Hay una razón por la que estoy donde estoy, con mi familia. Es
donde quiero estar, donde está mi corazón. No estoy dispuesto a dejar que
nadie, especialmente alguien a quien nunca me haya interesado remotamente,
joder con mi felicidad, amenace a mi familia. Él cerró los puños. –Te dejaré
donde estés parado–.
Kane sonrió. Sabía que esta no sería la ruta que Syren tomaría para tratar con
Vince.
La violencia no estaba fuera de la mesa, pero Kane tenía dudas sobre eso. Se
dejó caer en una silla y observó a Vince. Ya no reconocía al hombre. ¿Cómo
pasó Vince de estar en el armario a esto, intentando descarrilar la relación de
Kane?
–¿Y ese beso te dio permiso para hacer todo esto?– Kane agitó la mano hacia
la habitación. –Hace mucho tiempo, pero sí, nos besamos. Eso fue todo. Nada
más. Seguí adelante, Vince, y confía en mí cuando te digo que hago más que
besar a mi esposo. No lo ves actuando como tú.
–Para ser justos, actuaría mucho peor–. Kane le lanzó una mirada y Syren se
encogió de hombros. –Revelación completa, marshal–.
Maldición.
–Syren–.
–Syren–. Maldición, esta era la batalla de Kane para luchar, pero Vince estaba
empeñado en ignorar cualquier cosa que dijera. –Guarda el cuchillo, bebé–.
–No eres el adecuado para él–. Vince se detuvo mientras se dirigía a Syren. –Él
no es tu igual. Tienes suerte de que te tenga a ti.
Syren farfulló. –Tengo suerte, amigo, ¿me has visto? Mi marshal ganó el
maldito premio gordo conmigo.
Kane tuvo que sonreír. –Soy un bastardo con suerte. Tengo un esposo
maravilloso, Vince, uno que nunca, nunca dejaré. Tengo una hija que mataré
para proteger. Tengo una familia que desafiaría a cualquiera a tratar de
separarse. Empujó a Vince y se puso de pie. Vince permaneció de rodillas. –
Pensé que podría mantener nuestra amistad, nunca quise que te fueras
completamente de mi vida. Has decidido que no tienes lugar cerca de mí. No
se puede confiar en ti y no tienes idea de lo difícil que es para mí no hacer que
mi esposo haga lo que quiera contigo–.
–Me gustaría que algunos de mis muchachos te hicieran una visita–, dijo
Syren. –Darte una buena paliza–.
Un brillo apareció en sus ojos. –No te habrían tocado la cara, porque a pesar
de que necesitas una estadística de chaqueta recta, eres bonito–. Su tono bajó
unas octavas mientras miraba a Vince. Me refiero a los ojos y los labios ...
agradable. Puede que tengan que romperte las rodillas, porque estoy
pensando que sería un crimen estropear esa losa de ladrillo que tienes por un
pecho. Hm , hm. Un jodido crimen.
–Oh. Ejem. Sí. Vencer. Piernas rotas. Buenos tiempos. Syren se aclaró la
garganta. –Kane nunca quiso lastimarte, Vince. No puedo decir lo mismo, y si
incluso nos buscas en la guía telefónica, tendré que terminar contigo. Él
sacudió la cabeza. –No será bonito–.
–Solo quiero ser feliz otra vez–. Vince bajó la cabeza. –Lo perdí y tú–, levantó
la cabeza, –me hiciste sentir. Lo trajiste de vuelta. Sus ojos estaban llenos de
tristeza.
–No estoy donde encuentras la felicidad–, dijo Kane suavemente. Algo estaba
mal con Vince, lo vio ahora. Algo estaba mal en su cabeza y el corazón de
Kane le dolía. –Toma esas vacaciones de las que me estabas
hablando. Descansar un poco. Relajarse.–
Vince presionó la palma de su mano contra sus ojos. –Estoy tan cansado–,
susurró. –De pelear.
De esconderse. De mentir.
Kane frunció el ceño. –¿Sobre qué mientes?–
–Estar cerca de ti lo hizo mejor–. Los ojos de Vince le suplicaron. –Por favor.–
–Whoa–. Kane puso una mano sobre el pecho de Vince, deteniendo sus
movimientos. –Ni siquiera lo pienses–.
–He sido tan bueno y te lo pierdo–, Vince se enfureció con Syren. –Tú con tus
jodidos trajes y esos ojos raros. Eres como todos los demás delincuentes
comunes, y con todos tus pecados, ¿puedes tenerlo y yo no?
Kane sacudió la cabeza. Vince necesitaba más de lo que podían dar. Las
palabras no estaban funcionando.
Syren miró a Vince. –Vince, confía en mí, nunca has conocido a un pecador
como yo. Nunca lo harás. Él le guiñó un ojo. –Único en su clase–. Tiró de su
traje. –Ahora, mi esposo y yo tenemos un desfase horario, así que nos iremos–
. Su tono se suavizó. –Espero que obtengas ayuda, porque creo que realmente
la necesitas. Pero no te confundas, nunca olvidaré lo que intentaste hacer aquí
esta noche. Y si fuera tú, dormiría con un ojo abierto.
Le dio la espalda a las lágrimas que caían de los ojos de Vince y salió de la
habitación del hotel, de la mano de su esposo.
Capítulo once
–¿Cansado?–, Preguntó.
–¿Estás diciendo que no estás seguro?– Kane levantó una ceja con fingida
sorpresa.
Se acerca un baño. No te duermas sobre mí. Pasó los dedos por el cabello de
Syren, las uñas raspando su cuero cabelludo.
–¿Vas a mirarme o bañarme?– Los ojos de Syren estaban cerrados, pero una
sonrisa secreta jugó en sus labios de todos modos.
–Eres sexy como la mierda, ¿lo sabes?– Kane olfateó la nuca de Syren,
inhalando el calor de su piel, sonriendo cuando Syren lo empujó hacia atrás,
empujando su trasero contra la dura polla de Kane.
–Muévete–, dijo Kane con voz ronca. –Muévete conmigo. Haz lo que quieras.–
Syren gimió. Su cabeza cayó sobre el hombro de Kane. –Me amas–. Sonaba
jodidamente sin aliento.
–Te amo.–
Hasta que le dolieron las manos a Kane. Luego se detuvo y se puso las bragas,
dándole a Syren una cuña. El material suave se alojó entre las mejillas de
Syren, y Kane tiró, asegurándose de que raspara su agujero.
–Marshal. Maldición.–
–Mierda–. Él entrecerró la mirada hacia Kane. –Eso no fue algo muy agradable
de hacer–. Extendió la mano hacia Kane, quien se adelantó.
–No sabía que eras fanático de lo agradable–. Kane se quitó los jeans, sin
perderse la forma en que Syren se lamió los labios mientras su mirada bajaba
a la entrepierna de Kane. –Solo voy a darte un baño–.
Syren se apartó bruscamente. –Si me tocas de otra forma que no sea follarme,
te prenderé fuego. Con gasolina Y un partido. Tenía esa mirada determinada
en sus ojos.
Kane dejó caer el trapo y levantó ambas manos en señal de rendición. –Eres
violento en este momento. Violento.–
–¿En serio?– Kane levantó una ceja mientras metía una mano en el agua y
deslizaba la palma de la mano sobre el muslo de Syren. –Suave, ¿eh?– Se
quitó las bragas y las arrojó a un lado.
–¿Tu niño Vince está flotando boca arriba en un charco de su propia sangre,
una bala entre los ojos y las manos cortadas en los codos? No. Syren sacudió
la cabeza. –Como dije, suave–.
–He soñado con eso una o cinco veces–. Syren se encogió de hombros.
–Vince. Por esta noche. Por no ver que necesitaba ayuda antes de ahora.
–Oh, marshal–. Syren dejó caer la cabeza hacia el borde de la bañera, una
rodilla se levantó del agua cuando dobló la pierna. –No puedo culparlo por
amarte. Eres fácil de amar. Él suspiró. –Desearía que se hubiera quedado
donde sea que estuvo durante el año pasado y algo más. Desearía no tener
que recordar ese momento en nuestras vidas –.
Kane entendió eso. Él deseaba lo mismo. –Es por mi culpa que todo esto
sucedió y lo siento mucho–. Tocó la mejilla de Syren con un dedo mojado. –
Desearía poder recuperarlo todo. Esos meses perdidos que pasamos
separados –.
Syren tragó saliva, Kane observó cómo su manzana de Adán se sacudía, pero
no habló.
–Bebé–. Cuando Syren aún no hablaba, Kane dijo: –Nunca quiero que nos
preguntes. Nunca quiero que dudes de mi amor. Porque te quiero mucho.
Encontró la mano de Syren bajo el agua y unió sus dedos. Te he visto
la semana pasada. Te he observado y solo ... hay mucho para ti. Siempre hay
algo nuevo por descubrir. Tu fuerza y tu impulso, tu feroz protección de los
que amas –.
Syren cerró los ojos, pero sus dedos se apretaron alrededor de los de Kane. –
Yo protejo lo que es mío. Es tan simple como eso –. Hizo una pausa y luego
dijo:– Nunca descarté tener que matar una vez que comencé en el camino que
elegí, pero en el pasado siempre lo he mantenido simple. Dinero. Eso y el
chantaje siempre fueron más suaves que la idea de quitarse la vida. Pero mi
familia no había sido amenazada antes.
Nunca lo daría por sentado. Nunca. Sostuvo a Syren cerca a pesar de que sus
cuerpos estaban resbaladizos con el agua jabonosa.
–Durante mucho tiempo solo tuve Càtia y eso fue suficiente–, dijo Syren. Frotó
su palma sobre el dorso de la mano de Kane. –Claro, tuve a Isa y Henri, pero
también fue un amor más familiar. Eran familia. No pensé que mereciera ser
amado de ninguna otra manera. Tampoco pensé que me faltaba nada. Nunca
lo tuve, así que no sabía lo que realmente significaba. Hasta que te vi. Él se
retorció ligeramente hasta que sus miradas se encontraron. –Entonces te vi,
marshal, y supe que nadie me amaría más que tú. No estaba destinado a ser
amado por nadie más. Entonces me dejo preguntar. Él sonrió, una sonrisa
triste. –La primera vez que me permití soñar con más. Soñar contigo. Si no me
amaras, nadie más lo haría. Él se encogió de hombros. –Era como lo quería,
porque no quería a nadie más que a ti–.
Syren se apartó lentamente, permitiendo que sus labios se unieran entre sí. –
Me tomó un tiempo creer que podía tenerlo. Que podía amar y ser amado,
pero las primeras semillas de esperanza se plantaron con nuestro primer beso
–. Su aliento calentó la cara de Kane cuando susurró:– Fue una experiencia
fuera del cuerpo, Marshal, saboreando mi futuro en tus labios –.
–Nunca te dije por qué dije que no–, dijo Syren de repente.
–Esa solicitud que hiciste–. La voz de Syren era tan baja que Kane tuvo que
acercarse. –Haciendo el amor contigo.–
Kane se congeló. Con todo lo que estaba pasando, había permitido que eso se
desenfocara. Ahora, recordó el despido inusualmente duro de Syren. –¿Estás
en tu papel?–, Preguntó lentamente. –¿Es así? ¿Prefieres que esté a cargo todo
el tiempo?–
Syren se apartó de sus brazos y se giró hasta que se enfrentaron. Sus ojos
estaban tristes, expresión seria, mientras las puntas de su cabello goteaban. –
No sé con certeza si estoy en mi rol. Yo solo ... Él sacudió la cabeza. –Estoy
asustado.–
–¿Qué?– Kane agarró su mano con el ceño fruncido. –¿Por qué miedo?–
–No quiero decepcionarte. ¿Qué pasa si chupo?– Sus dientes aparecieron. –De
una manera realmente mala, quiero decir–.
Kane se encogió de hombros. –No lo he hecho antes desde ese extremo, así
que no lo sabría, pero dudo que lo hagas–.
–¿Por qué no lo has hecho antes? Tú y Bailey estuvieron juntos durante siglos.
–Bailey era un fondo, y lo sabía antes de que incluso dormimos juntos esa
primera vez–.
Kane suspiró. –No lo necesitaba ni nada, porque ya reconocí que estaba fuera
de la mesa–.
Los ojos de Syren se entrecerraron. –¿Por qué no crees que está fuera de la
mesa con nosotros?–
–Marshal–. Cerró los ojos brevemente y luego los abrió. –La segunda persona
que me compró fue una mujer–.
–Ella me compró para su esposo. Quería ser superado por alguien como yo. Y
ella quería mirar. Syren miró hacia otro lado y luego volvió a mirar a Kane. Sus
labios se torcieron. –Sabes, no me jode la cabeza tanto como solía hacerlo,
los recuerdos. Es como mirar fotos mentales de la vida de otra persona. Se
tocó el pecho. –No duele tanto como solía hacerlo. Es un dolor, pero aburrido.
–Me alegro–. Kane lo arrastró cerca y besó su nariz, el agua chapoteando a los
lados de la bañera con el movimiento. –Estoy tan feliz.–
–De todos modos, volviendo a la razón por la que te niego–. Syren respiró
profundamente. –Me compraron para superar al marido. Quiero decir que era
un jodido niño y de ninguna manera podría hacer algo sustancial, pero a ellos
no parecía importarles. Estaba ... no bien. No podría tocarlo sin temblar,
vomitar, gritar. Él se rió sin humor. –Recibí muchas palizas, pasé muchos días
sin comida, antes de que finalmente me vendieran. Estuvieron seis meses allí,
pero me prometí a mí mismo que nunca haría eso. No pude ver el jodido
atractivo.
Los ojos de Syren se iluminaron. –Cuando llegué a tratar con ellos, el esposo
había muerto de cáncer de pulmón. Una muerte dolorosa y prolongada me
dijeron. La esposa, fue divertido ver el miedo en sus ojos cuando me presenté
en el hogar de ancianos donde la habían llevado cuando murió su esposo. Le
di una opción y ella eligió la puerta número dos, saltando del techo del hogar
de ancianos –.
–No pensé que sería un problema. No me pareces del tipo que quiere
renunciar a un control así, y estoy seguro de que no estaba dispuesto a
sugerirlo.
–Sé cuánto me amas–. Syren sacudió la cabeza. –No necesito tu trasero para
saber eso–.
–Pero lo necesito. Lo quiero. Para darte algo que nunca le he dado a nadie
más. Su cuerpo se endureció mientras hablaba y se frotó contra la pierna de
Syren bajo el agua. –Quiero que sepas cómo se siente, perderte dentro del
hombre que amas, verlo perder la razón por ti. Verlo desmoronarse bajo tu
toque. Quiero tu semen dentro de mí, inundándome.
Había visto la ferviente necesidad en los ojos de su esposo. Kane quería lo que
había pedido. No le desanimó la historia que Syren compartió. Su estómago
todavía se revolvió con nervios mientras se sentaba en el borde de la
cama. Quería darle a Kane lo que necesitaba, pero no podía tratarse de que lo
hiciera solo por Kane.
Respiró cuando la puerta del baño se abrió y luego se cerró detrás de Kane
cuando entró completamente en la habitación. Solo miró a Kane cuando su
esposo se paró directamente frente a él, lo suficientemente cerca como para
tocarlo, pero todavía le daba espacio a Syren si quería. Kane usaba solo un par
de calzoncillos negros, sus muslos tonificados en exhibición, al igual que el
cofre que a Syren le encantaba acariciar, todo bronceado y musculoso con
solo un mechón de cabello. Amaba el cuerpo de Kane, amaba su piel.
Levantó su mirada más alto, encontrando la mirada de Kane. Kane solo lo miró
con expresión abierta, sin expectativas. Sus manos colgaban sin apretar a sus
costados y solo se miraban. Syren se puso de pie y dio un paso que los llevó
pecho a pecho.
Él dio un paso atrás. Kane tenía los puños a los costados y los nudillos
blancos. Su polla estaba perfilada contra el negro de su ropa interior, tan
fuerte que Syren juró que vio las gruesas venas mientras pulsaban para él. Él
respondió a eso, su cuerpo, como un faro. Sus bragas se sentían apretadas
mientras su polla estiraba el material. Se lamió los labios.
–Sube a la cama–, dijo en voz baja. Tuvo que aclararse la garganta, aclarar las
telarañas antes de continuar, –boca abajo–. Se sintió extraño hacerse
cargo. Sí. Extraño. Pero la jodida felicidad en la cara de Kane, la forma en que
dio un salto y aterrizó en el colchón, con la cara enterrada en las almohadas.
Se volvió hacia la cama. Kane seguía acostado boca abajo, pero su pierna
derecha se frotaba inquieta contra las sábanas. Las mismas sábanas las
mantenía apretadas con ambos puños. No hizo nada excepto esperar
pacientemente a que Syren hiciera su movimiento.
Syren gimió. Contacto. Bendita, sexy, jodidamente contacto con la piel. Kane
gimió, levantando el culo, empujando hacia atrás en la ingle de Syren. Besó a
Kane en la nuca y luego hacia abajo, lamiendo su columna vertebral, sin
romper la línea recta que conducía a las muescas gemelas sobre el trasero de
Kane. Sabía a piel limpia y salada, inhalando el aroma que podría identificar en
medio de un basurero apestoso, con los ojos vendados. El almizcle natural de
su esposo.
–Culo arriba–. Él se deslizó hacia atrás cuando Kane lo hizo, sus rodillas se
abrieron cuando su espalda se arqueó y su trasero se elevó más alto. –
Hm. Maldición, marshal. Él se estremeció. –Ni siquiera sabes lo que me haces,
lo que me estás haciendo en este momento–. Alisó una mano sobre el
costado de Kane.
–Podría tener una idea–. Kane sonaba amortiguado por las almohadas.
–¡Joder!– El cuerpo de Kane tembló bajo las manos de Syren. –Oh hombre.–
Syren lo lamió de nuevo. Y otra vez. Y con cada golpe de su lengua, Kane se
hizo más fuerte, sus gemidos se hicieron más profundos mientras empujaba a
Syren, buscando más. Syren le dio más, enterrando su rostro en el culo de
Kane. Lo besó allí, probándolo, mojándolo. Se burló de ese agujero sin piedad
hasta que se aflojó para él, hasta que se relajó lo suficiente como para poder
meter la lengua.
Hizo una pausa, pero Kane hizo un sonido. –Hazlo–, dijo con dureza. –Solo
hazlo–.
–Más–. Kane levantó su cadera más alto, una mano bajo su cuerpo para tirar
de su eje. –Quiero más.–
Syren lo jodió con el labio inferior atrapado entre los dientes, golpeando el
colchón mientras el calor le quemaba la columna. No sabía cómo logró
aferrarse a su control, yendo lentamente cuando ansiaba simplemente hundir
su polla en Kane y llevarlo al día siguiente. Él podría querer eso, Kane podría
quererlo, pero las cosas debían mantenerse a un ritmo lento. Esta era la
primera vez de Kane y Syren quería asegurarse de que todo fuera perfecto.
Insertó otro dedo y agregó más lubricante. Tres dedos que solía estirar a Kane,
retorciéndolos, entrando y saliendo cuando los músculos cedieron por él. Con
cada apretón del culo de Kane alrededor de sus dedos, Syren se acercaba
cada vez más a perder la cabeza y volverse loco. Golpeó la próstata de Kane
con la punta de un dedo.
–¿Te gustó eso?– Syren sonrió. –¿Qué tal ahora?– Lo hizo de nuevo. Más
fuerte.
–Me tienes.–
–No dentro de mí, no lo hago–.
Algo oscuro y peligroso brilló en los ojos de Kane. –Tres segundos–, gruñó, –
de lo contrario, voy a tomarlo–.
Syren sacó los dedos, empujó las bragas hacia abajo hasta que el elástico se
enganchó debajo de las bolas y le lubricaba la polla. –Oh, vas a hacerlo bien–.
Guiñó un ojo cuando Kane volvió a gruñir. –De espaldas, marshal–. Él acarició
su polla sin prisa, el eje saltó cuando Kane bajó la mirada y se lamió los
labios. –Te quiero en tu espalda–.
Kane se volvió en un abrir y cerrar de ojos, con los brazos y las piernas
abiertos como si fuera un ángel de nieve. Syren sacudió la cabeza.
Syren lo tocó, tocó su agujero, empujó un dedo lubricado y giró, luego lo sacó
y se alineó. Se quedó allí, frotándose sobre el agujero de Kane, su cabeza
flameada brillante con lubricante y pre-cum, deslizándose hacia arriba y hacia
abajo por la grieta de Kane.
Kane se meció, con una rodilla doblada, agarrando las sábanas. –Syren–.
–Marshal.–
Syren lo hizo, empujando con fuerza. La erecta polla de Kane se dejó caer de
un lado a otro sobre su duro estómago mientras se sacudía y rebotaba,
jodiéndose de nuevo. Cada movimiento envolvía el eje de Syren en deliciosas
ondas, subiendo por la parte posterior de su pierna y columna vertebral. Se
movió, entrando y saliendo, perdiéndose en todo ese calor acogedor.
–Ung. Esa es la mierda. Kane se arqueó. –Háblame–, dijo. –Dame tus palabras–
.
Kane correspondió con una risa dolorida. –Dime algo que no sé–.
–No puedo describir cómo te sientes–, le susurró Syren al oído. –No puedo
describir la forma en que me haces doler–.
–Me haces doler–. Kane mordisqueó la oreja. –Tú–. Deslizó ambas manos
hacia abajo para tomar el culo cubierto de bragas de Syren, amasándolo,
apretando con fuerza. Luego empujó a Syren hacia él, lo sostuvo allí y se
sumergió de arriba a abajo sobre su polla.
Syren echó la cabeza hacia atrás y gritó, clavando las uñas en el hombro de
Kane. –Si. Si.–
Se presionó más cerca, frotando contra la polla de Kane atrapada entre sus
vientres. –Dios, marshal–.
Kane bajó la cabeza con una mano en el pelo de Syren. Sus labios se
encontraron en algún lugar en el medio, golpes de dientes, lenguas
azotándose entre sí. Kane tiró de su cabello, le dio ese dulce dolor que amaba
y Syren se estrelló contra él.
Joder estaba en lo cierto. Estuvo bien. Rompió el beso. –Está bien–, jadeó
contra los labios de Kane. –Tan bueno.–
–Justo allí–. Kane se arqueó debajo de él, su pre-cum los unió. –Gah ... sí, allí
mismo–. Sus dedos tiraron del cabello de Syren. –Difícil.–
Las uñas de Kane le rasparon la espalda. –No lo hagas. Mierda. No puedo ...
–Puedes–. Syren pasó una mano sobre su pecho, atrapó uno de los pezones
de Kane y lo raspó con una uña. –Quiero verlo, mirarte fragmentarte por mí–.
Giró las caderas.
Kane hizo un sonido, mitad risa, mitad sollozo. –Mierda. Hablas demasiado.–
–Amas cuando hablo–. Syren susurró: –Ven por mí. Déjame verte. Él se apartó
un poco cuando el interior de Kane comenzó a temblar. Se sumergió en un
ángulo calculado para clavar su próstata. Lo hizo porque los ojos de Kane se
abrieron increíblemente y su cabeza cayó hacia atrás mientras saltaba de la
cama.
–Hijo de puta–. Kane agarró las sábanas como corridas, cremosas y gruesas,
tres chorros en el pecho y el torso. Su culo se contrajo, doloroso. Una maldita
prensa de terciopelo, calentada por el placer de Syren, garantizada para
despojarlo de sus sentidos.
Lo soltó, cayendo tras Kane, el orgasmo le arrancó los dedos de los
pies. Escuchó sus gritos desde muy lejos, sin darse cuenta de nada más que el
chasquido de sus caderas mientras enterraba su polla dentro de su esposo,
vaciando sus bolas, llenándolo.
Kane lo agarró, siempre con el agarre, ese, y lo besó. Syren gimió por él,
devolviéndole el beso con lentos giros de lengua. Kane jadeó cuando se
separaron. Presionó su frente contra la de Syren, con la mano en la barbilla, y
se inspiraron mutuamente. El aroma de su sexo golpeó el aire y Syren inhaló
profundamente, llevándolo a sus pulmones.
–Desearía tener palabras bonitas en este momento–, dijo Kane con voz ronca.
–¿No?– Kane levantó una ceja. Me encantó la mirada en tus ojos cuando
entraste en mí. Fuiste jodidamente posesivo y a cargo, y jodiste la forma en
que matas ... mercurial. ¿Cómo es eso de palabras bonitas?
–¿Asesinato?–
Kane disfrutó cada minuto. Y sí, volvería por más. Eso sería un elemento básico
en el menú de su habitación a partir de ahora. Muchas cosas que esperar.
Definitivamente había algo que estaba pasando con Isa y Nina. Syren se lo
había señalado, pero lo había descartado. Ahora, veía la forma en que se
miraban, la lectura de Isa audaz y oscura. Nina es mucho más tenue,
vacilante. Tímido incluso. Pero Kane sonrió. Amaba a las dos mujeres por
muchas razones diferentes. Cada uno había pasado por sus propias versiones
del infierno. Verlos encontrarse el uno al otro fue genial.
Miró a su hermano mientras Gabe estaba de pie junto a él, mirando la puesta
de sol. –¿Qué pasa?–
–¿Ya arreglaste lo que sea que hayas hecho para lastimar a tu esposo?– La
mandíbula de Gabe se contrajo, pero no miró a Kane.
Kane suspiró. –Syren y yo estamos bien. Las cosas no eran lo que parecían ser.
–¿Quiere decir qué?– Gabe lo enfrentó esta vez, y Kane vio la decepción en los
ojos de su hermano. Kane frunció el ceño.
–Gabe, ¿en serio crees que engañaría a Syren? Que había puesto a mi familia
en ¿peligro?–
–No fue su pelea. Eso fue mío, y lo solucioné. Él sacudió la cabeza. –Todavía
no puedo creer esa mierda. Lo ha perdido por completo –.
–Obviamente hay algo más en juego aquí–. Gabe le dio una palmada en la
espalda. Me alegra que te hayas ocupado de él. No hubiera querido ver cómo
lo habría manejado Syren. Aunque, –gruñó,– si alguien se tomara ese tipo de
libertad con Angel, las cosas no habrían ido tan bien –.
Kane se rio entre dientes. –Has estado con Angel demasiado tiempo–.
Gabe se encogió de hombros. Cruzó su brazo sobre su pecho. –Un año
después–, dijo con aire de suficiencia.
Gabe sonrió, sus ojos grises brillaron. –No pensé que tuvieras ninguno. Eres
bueno para él, y tú, él es bueno para ti. Veo que, de nuevo, no el hombre lleno
de dolor y culpa.– Él apartó la mirada. –Es realmente bueno tener a todo mi
hermano de regreso–.
Kane dio un paso adelante y abrazó a su hermano pequeño. –Es bueno estar
de regreso–. Dio unas palmaditas en la espalda de Gabe, con los ojos
apretados. –Muy bien–. Presionó un beso en la sien de Gabe y luego
retrocedió. Sosteniendo la parte posterior de la cabeza de Gabe, miró a los
ojos enrojecidos de su hermano.
–¿Cómo estás?–
Gabe asintió con la cabeza. Su rostro era inexpresivo, pero sus ojos. Joder,
mataron a Kane. –Yo también–. Su barbilla tembló. –Yo también lo siento.–
–Sucederá–. No sabía qué demonios iba a hacer, pero tenía que hacerlo
realidad. –Gabe, mírame–. Cuando su molestia encontró su mirada, con los
ojos llenos de tristeza, Kane escuchó su propio corazón romperse. –Pasará. Lo
prometo.–
–Y no sé si el dolor desaparecerá–.
Dios. Todo lo que Kane pudo hacer fue reunirlo en sus brazos nuevamente.
Gabe tembló contra él, y Kane simplemente lo abrazó. –Lo siento–. No sabía
qué más hacer, qué más decir para quitarle la angustia a los ojos de su
hermano. En su voz. –No hay explicaciones–, murmuró Gabe contra su
cuello. –Hemos sido probados un millón de veces. Todos han sido
probados. No pasa nada y, sin embargo, todas las jodidas cosas están mal –.
–No digas eso–. Nunca había visto a Gabe así y no le gustó. –¿Qué dice
Angel?–
–No dice mucho de nada. Cuando aborda el tema, es con culpa. Él piensa que
todo es culpa suya. Se da una paliza y yo ... Gabe se volvió para mirar la playa
con un suspiro, pasándose los dedos impacientes por el pelo. –Llegar a él en
esos momentos es imposible–.
Gabe guardó silencio durante tanto tiempo que Kane comenzó a entrar en
pánico.
–Oye.–
Syren sonrió. –No queríamos interrumpir–. Sus ojos decían que habían
escuchado la conversación.
Ella se mordió el labio. Kane frunció el ceño ante los nervios en su postura y en
su expresión.
–Yo ... um. Te escuché a ti y a Kane hablar y quería decir ... Ella respiró
hondo. –Me gustaría darte algo. Si estuvieras de acuerdo. Me gustaría ser tu
sustituto.
Nina se retorció las manos. –Me gustaría darte un bebé. Si usted y su esposo
están de acuerdo.
Gabe se preparó con una mano contra la pared. Parecía desconcertado y más
que un poco perdido. Sacudió la cabeza y Nina palideció.
Gabe hizo un sonido. Demonios, parecía que estaba sufriendo. Kane fue hacia
él.
–Gabe, háblame–.
Pero Gabe solo sacudió la cabeza, los ojos cerrados, los labios moviéndose sin
sonido.
–¿Que está pasando?' Angel salió a la terraza, Syren pisándole los talones.
–Gabe?–
–¿Qué pasa?–
–Nina-– Gabe miró a Angel y Kane tuvo que apartar la vista de la emoción
desnuda en los ojos de su hermano. –Nina tiene algo que quiere
preguntarnos–.
Angel frunció el ceño mientras miraba de Gabe a una Nina muy nerviosa. –
¿Nina?–
–Escuché a Gabe hablar de que perdiste otro embarazo–, dijo. –Me ofrecí a ser
tu sustituto–.
–Gabe–. Angel miró a Gabe con tanto amor en sus ojos, esa mierda era
cegadora. –Nuestro matrimonio es mucho más importante–. Ahuecó la cara
de Gabe. Te lo juro, policía.
Es mucho más importante que cualquier otra cosa. Nos tenemos a nosotros–,
dijo ferozmente. –Te tengo.–
–Tú eliges–, susurró Angel, pero Kane estaba lo suficientemente cerca como
para escuchar. –Lo que decidas, estaré detrás de ti cien por ciento. Lo
prometo. No hay respuestas incorrectas. Ve con tu corazón. Él se agachó y
unió sus dedos. –Elige por nosotros–.
Cogida. Kane dejó escapar un suspiro, parpadeando sus ojos húmedos. Syren
se inclinó hacia él. Nina estaba radiante. Y Gabe, Gabe estaba en los brazos de
su esposo, los dedos enterrados en el cabello de Angel, besando a su hombre.
Capítulo Catorce
Ser anfitrión de un grupo de hombres ruidosos no fue tan difícil como debería
haber sido. Syren simplemente retrocedió y les dio a todos la libertad de la
casa. Eso funcionó mejor. Vio a Angel, Gabe y Nina desaparecer en su
habitación para hacer una llamada de Skype con su médico especialista en
fertilidad.
Mantendría los dedos cruzados de que ese era su milagro, pero en caso de
que tuviera el nombre y la información de contacto de una agencia de
adopción rumana. Podría ayudarlos a adoptar con seguridad, pero sabía que
querían un hijo biológico más que nada.
Càtia había convencido a su papá para que la llevara a caminar por la playa,
por lo que esos dos desaparecieron en acción. Pablo e Isa habían preparado
una fiesta para un ejército y todos estaban descansando después de comer
hasta saciarse. Habían pospuesto hablar con Isa, él y Kane. Había mencionado
su intención por teléfono antes, pero tenían que encontrar el tiempo para
sentarse y discutir completamente lo que necesitaban de ella.
–Ella se ofreció, pero por supuesto todavía hay muchas cosas por hacer antes
de que lleguen a ese punto–. Levantó una ceja. –¿Por qué? ¿Pensando en
incubar algunos pequeños Mateos?
–Cuida tu boca, más pequeño, no quieres que atrape un cuerpo aquí–. Abrazó
a Tommy con fuerza. –T y yo no estamos listos para los niños–.
–Soo ...– Syren miró de un lado a otro entre ellos. –¿Sin niños? ¿Siempre?–
–Sin embargo, nos gusta ser tíos, así que puedes seguir adelante con los
planes para un hijo–. Mateo se rió entre dientes cuando Syren parpadeó. –
Kane nos dijo que le estás dando un hijo–. Su mirada se deslizó por el cuerpo
de Syren, con una sonrisa en sus labios. –No me pareces noqueado–.
Tommy hizo un sonido de vergüenza cuando Mateo miró a Syren. –Estás tan
cerca de mí pateándote el trasero, el más pequeño–, gruñó.
Tommy parecía querer derretirse en el piso y Mateo, bueno, ese tenía un brillo
muy salvaje en los ojos y una sonrisa de satisfacción en su rostro.
–Uh-huh–. Syren miró a Tommy. El hombre más joven tenía el labio inferior
entre los dientes, la mirada recorría toda la habitación. ¿Algo que quieras
compartir, Tommy?
–No tenía que hacerlo, pero quería hacerlo. Estaba feliz de hacerlo. Metió un
mechón de pelo errante detrás de la oreja de Tommy. –Tomé la decisión
cuando está aquí–, señaló con el pulgar hacia Mateo, –cayó de rodillas con esa
enorme roca. Me honra que hayamos podido compartirlo, todo –.
Syren se rio entre dientes. Había conocido a la madre de Mateo solo una vez,
pero al igual que su hijo, había causado una gran impresión. Pablo llamó a
Mateo desde el otro lado de la habitación, y después de asentir en dirección a
Syren, los dos hombres se alejaron, tomados del brazo. Los vio irse, con una
sonrisa nostálgica en su rostro hasta que percibió movimiento en el rabillo del
ojo. Echó un vistazo para ver a Shane salir, con las manos metidas en los
bolsillos.
–Oye.–
Shane miró por encima del hombro y volvió a mirar al cielo. –Hey–. No parecía
desanimado o vacilante, pero tampoco era acogedor.
–Están bien–. Los hombros de Shane se alzaron. –Tiene los pies hinchados y
las papilas gustativas jodidas, pero están bien–.
Pero no lo sonó. Syren solo miró a su espalda, sin decir nada hasta que Shane
lanzó un suspiro y finalmente se volvió para mirarlo.
–Estoy feliz, pero también estoy asustado y preguntándome qué coño –. Se
pasó los dedos por el pelo, un acto agresivo. –¿Qué pasa si nos
equivocamos?–
Syren sonrió.
–No creo haberte visto tan agotado antes–. Bajó las pestañas. –Un poco sexy
para ti–.
Syren se echó a reír. –Tú deseas. ¿Le contaste a tu hombre todo esto, lo que
sientes?
Los hombros de Shane cayeron. Él gruñó. –No puedo. Está tan jodidamente
feliz que es increíble. Volvió a mirar al cielo. –No quiero humedecer esto para
él–.
–No creo que puedas humedecerlo, pero sí creo que debes decirle qué es lo
que estás sintiendo–. Dio un paso adelante y tocó el brazo de
Shane. Hm. Músculo duro bajo las yemas de sus dedos.
Ese chico fue construido, ¿no? –Deberían estar juntos en esto. Lo que sientes
es lo que sientes, pero creo que compartirlo con tu esposo puede ayudar a
eliminar la culpa. Él se rió secamente.
–Él te ama.–
–Es por eso que estamos aquí–, dijo Shane suavemente. No sonaba enojado o
triste. Su tono fue controlado. Incluso. –Es por eso que siempre estaremos
aquí cuando nos necesites. Porque él te ama.
–YO-–
–Pareces indefenso, con esa hermosa cara. Eres todo pequeño y como una
muñeca.
–Tus ojos revelan tu fuerza, pero para que alguien vea esa fuerza necesitan
acercarse lo suficiente a ti–. Shane se rió entre dientes. –Ese es el problema, sin
embargo. Porque no dejas que las personas se acerquen, y si alguna vez lo
haces, no viven lo suficiente como para ver lo que está oculto en las
profundidades de tus ojos muy bonitos –.
–Sé que tuve que trabajar para obtener tu confianza después de lo que hice
...–
Shane resopló. –No eres tan complicado. Eres un hombre de familia, eres un
marido y tienes un poco de sangre sedienta. Él se encogió de hombros. –Pero
entonces también lo estamos todos nosotros, de verdad–.
–Resulta que amo a JP cuando él es todo JP– Los dientes de Shane brillaron. –
Nada más sexy–.
Capítulo quince
Càtia bebió agua de coco de la fuente con una pajita, saludando a Isa y Syren
cuando se acercaban. –¡Papá! Atrapamos un cangrejo.– Su rostro cayó a pesar
de la emoción en su voz.
La playa ya estaba vacía y tranquila, salvo por el suave barrido de las tranquilas
olas hacia la orilla y la brisa de la brisa que atravesaba el árbol. Ya era de
noche, el sol se había puesto hace un rato, pero las luces de arriba y las de la
tienda de surf iluminaban la pequeña área donde estaban.
–¿Un cangrejo?– Isa siempre parecía unida e impecable, ya sea que usara un
vestido de alta costura o jeans, una camiseta ajustada y Keds, el cabello en una
cola de caballo desordenada, como ahora. Ella levantó una ceja hacia él.
Kane se encogió de hombros. –No me mires. Esas cosas me dan miedo, pero
ella no tiene ese problema–. Càtia era una niña aventurera, cariñosa y valiente,
muy parecida a su papá. Kane miró a Syren, empujándolo con un hombro. –
¿Estás bien?–
Syren le concedió una sonrisa irónica. –Sí. Supuse que esta sería la única vez
que podríamos hablar con Isa desde que volvamos a casa mañana –.
Kane unió los dedos con Syren y luego se volvió hacia Isa. –¿Qué
piensas? ¿Listo para ser nuestra bebé mamá?
Ella sonrió. –He estado listo, solo esperando que ustedes dos decidan el
horario–. Ella agarró su mano. –Serán increíbles, los dos, y estoy muy contento
de ser parte de eso–.
Eso no era cierto, había sido más que generosa en la boda, pero Kane no la
llamó por eso.
–Estará bien–, dijo Isa. –Vamos a intentar una relación, sí. Pero le dije por
adelantado lo que había planeado hacer, y ella está haciendo lo mismo,
dándole a Gabe y a Angel el mismo regalo. Su mirada se suavizó. –Queremos
ser tías, no mamás. Entonces, estaremos bien–.
–Sí, señora–. Soltó la mano de Syren y le tocó la cara. –Serás una tonta, sexy y
la mejor tía vestida de la historia–.
Ella rió. –Mucho mejor–. Se puso de pie, sacudiéndose los jeans. Hablaremos
de las cosas pesadas más tarde. Vendré con ustedes a Estados Unidos
mañana, así que lo tomaremos desde allí. Ella miró a Kane y Syren. –¿Bueno?–
–Mejor que bien, Isa–. Syren parecía querer llorar, así que Kane lo abrazó con
fuerza.
Isa sonrió. –Bueno. Regresaré a la casa.– Ella les saludó con la mano y Càtia
aún sentada a un lado y se alejó.
–¿Estás bien?– Kane inclinó la barbilla de Syren hasta que sus miradas se
encontraron. –Te ves triste.–
–Oh, cariño–. Kane rozó sus labios sobre los de Syren. –Yo también. Muy feliz.
Los labios de Syren se separaron para él y se hundió lentamente,
profundizando el beso con un gemido, saboreando el gemido que surgió de
la garganta de Syren.
Kane miró a Syren que luego miró a Càtia. –¿Qué quieres decir con un bebé?–
Pues mierda. –¿Quién te dijo que íbamos a tener un bebé?–, Preguntó Kane. Él
y Syren habían acordado que no le dirían nada hasta que Isa estuviera
realmente embarazada y lo suficientemente lejos. Miró a su esposo que se
encogió de hombros.
Càtia se mordió el labio. –Escuché al tío Matty hablar con el tío Tommy al
respecto–. Sus ojos se llenaron de lágrimas. –Ya no seré tu bebé–. Lágrimas
gordas rodaron por sus mejillas mientras sollozaba.
Syren le frotó la espalda y le besó la cabeza. –Está bien, Càtia. Escucha a papi.
–Pero no soy un bebé–, dijo con esa inclinación desafiante de la barbilla. –Soy
una chica grande–.
–Sí–. Syren asintió. –Pero eres nuestro bebé. No importa la edad que tengas o
la altura que tengas. Su sonrisa tembló. –Serás nuestro bebé para siempre–.
Ella olisqueó, los ojos marrones brillando con lágrimas. –¿Incluso cuando
tengo diez años?–
Kane supone que para un niño de ocho años, diez debe parecer antiguo.
Ella miró a Kane. –¿Lo prometes, papi? ¿Seré tu bebé incluso cuando tenga
diez años?
Hizo una pausa, pareciendo considerar sus palabras. –¿Por qué necesitas otro
bebé?–
Syren respondió antes de que Kane pudiera. –Porque tenemos mucho amor
en nuestros corazones, en nuestra familia, para dar. Queremos amar a otro
niño tal como te amamos a ti–.
Kane recordaba vagamente a Karina como uno de los niños de su clase. –Los
hermanos hacen eso–.
–No ahora, pero cuando éramos más jóvenes lo hicimos–. La colocó entre él y
Syren.
Kane levantó una ceja a Syren, quien se rió entre dientes. –Si.–
¿Y un cachorro?
–Está bien–. Càtia envolvió sus brazos alrededor del cuello de Kane. –Vamos a
casa.–
Kane sabía que no debía mirar a los ojos a su marido cuando dijo: –Le dije a
Càtia que podía tener un cachorro–. Miró las piernas de Syren, encogiéndose
internamente mientras esperaba la explosión.
–¿Hiciste qué?–
Suspiró y finalmente miró a los ojos entrecerrados de Syren. –Me estaba
mirando con esos grandes ojos marrones, y sabes que no puedo decirle que
no cuando me mira con tristeza–.
Syren se recostó contra la cabecera, con los brazos cruzados sobre lo que
parecía una de las camisas de Kane. –¿Dejas que tu hija te engañe para que
consigas otro cachorro?–
–Oh, hija mía, ¿verdad?– Kane se sentó a horcajadas sobre las piernas de
Syren, con las palmas de las manos sobre los muslos expuestos de Syren. –
Sabes que ella obtiene esa racha tortuosa de ti–.
Syren puso los ojos en blanco, pero su expresión se suavizó. Algo. –No
intentes esas malditas palabras bonitas conmigo–.
–¿Por qué no?' Deslizó una mano debajo de la camisa que llevaba Syren y
tocó el encaje. –Te encantan esas palabras bonitas–. Pasó una uña por el
hueso de la cadera de Syren, observando cómo se dilataban las fosas nasales
de su marido.
–Dijimos que hablaríamos más sobre el tema de los cachorros, Kane–. Syren lo
intentó en serio, Kane se dio cuenta, pero no consiguió un buen trabajo. No
por la forma en que se lamió los labios y el leve temblor en su voz.
–Lo sé y lo siento–. Intentó una cara triste. –Estaba tan triste por el nuevo
bebé, solo quería verla sonreír de nuevo–.
Syren lo miró fijamente durante tanto tiempo que Kane comenzó a pensar que
realmente había intervenido.
–¿Qué mirada?– Pero él sabía cuál era y lo volvió a hacer, miró a Syren con las
pestañas bajadas. –¿Esta mirada?– Él hizo un puchero.
–Maldita sea–. Syren lo golpeó en la cara con una almohada. –Si, ese. No me
mires así –.
Kane sonrió. –¿Por qué no?–
Syren dejó de moverse debajo de él, mirada seria. –Sabes por qué–, dijo en
voz baja.
Los ojos de Syren eran somnolientos, rosados, y sus labios se separaron. Los
extremos de la camisa se subieron lo suficiente como para exponer sus bragas
negras.
–Bajando.–
–Mi esposo.–
–Marshal.–
Kane lamió el área que había mordido, sintiendo las muescas de sus dientes
en esa piel suave.
–Porque te amo.–
–Te dije que te tenía grabado–. Kane sonrió. –Si no me equivoco, eres tú,
esposo, gritando mientras te follo–.
–¿Lo estoy?– Kane dejó caer su teléfono sobre la cama y besó a Syren, con
fuerza, empujando su lengua profundamente antes de que Syren pudiera
reaccionar. Cuando se orientó, Syren lo agarró del cuello y le devolvió el beso
con fuertes gemidos. Syren lo cubrió con sus jeans y Kane rodó las caderas
con un gruñido y un estremecimiento.
–Eliminar la cinta–.
–¿No?– Ahora Syren era la que sonreía. –Eres difícil para mí. También mojado
para mí, apuesto.
Su tono era jodido con el control de Kane. Esa voz baja y ronca se arrastró
sobre su piel, bajando por su columna vertebral e hizo que sus bolas se
apretaran. –Elimina la cinta y podrás follarme–.
Kane agarró el teléfono y presionó borrar. Por ahora. Siempre podía grabar a
Syren de nuevo.
De todos modos, se pondría las bragas de Syren, pero Kane lo hizo de todos
modos. Besó a Syren, largo y profundo. Se chupó la lengua, deteniéndose
brevemente para tragar aire. –Buen trato que hiciste allí, esposo.–
Syren sonrió contra su boca, los dedos yendo hacia la cremallera de Kane. –
Soy un hombre de negocios y soy tu debilidad–. –Ambos ganamos–.
Fin