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Aequitas et ius

La figura del abogado en el Imperio romano

Publicado el 17 May, 202019 julio, 2020 por aequitas et ius


Por José E. Salazar Montalvo.

Abogado, «advocatus».

La palabra abogado, proviene del aforismo latino “Advocatus”, similar a “advocatum” y de “advocare”.
Siendo, su traducción directa abogar, en el primer término hace referencia aquella persona que ayuda en
auxilio y en proximidad, es decir, una persona preparada la cual defenderá a otra en una situación
conflictiva. Por eso, el término “ad” hace referencia a lo próximo y “vocatus” significa llamada de
auxilio. Entonces, el término abogado significa: aquella la cual te auxilia estando cerca de ti.

Surgimiento legal de la abogacía en Roma

En el periodo republicano, el emperador Claudio emite una ley que permite el desarrollo de la abogacía,
haciendo que estos puedan cobrar un ingreso por los servicios que presten. Asimismo, en la República
Romana se permitía la participación de un abogado para cada caso específico, pero esto fue cambiando
con el tiempo pudiendo intervenir hasta 4 abogados para ambas partes. Sin embargo, este número se
disparó hasta 12 abogados por persona, siendo esto algo desmedido. Por tal motivo, tiempo después la
ley Julia, restringe a las personas a sólo tener 3 abogados.

El ejercicio de la abogacía en Roma.

El abogado de oficio en la antigua Roma debía siempre preceder la justicia en sus labores. Defendiendo
lo justo con una sólida enseñanza tanto práctica como teórica, siendo supervisada por el Estado y varios
Colegios provinciales. Se encargaba de resolver conflictos judiciales y extrajudiciales, podía ocupar
funciones públicas, podía participar en la magistratura y estudiar el Derecho. Este era uno de los pocos
miembros los cuales estaba correctamente preparado para tratar todo tipo de temas jurídicos dentro del
imperio.

Además, brinda asesoramientos, sabía redactar contratos, sabía resolver los conflictos sociales y buscaba
la solución de estos por vía judicial, llegando a un consenso entre las partes, si esto era factible. Siempre,
en los casos rendía cuentas ante un gran tribunal, siendo asistido por un procurador, garantizando este
la libre defensa entre ambas partes.

Principios de la abogacía Romana.


La base del desarrollo de la abogacía en Roma se centraba en una serie de principios fundamentales. Los
dos primeros, son los más resaltantes, siendo los principios de libertad e independencia del abogado
para ejercer la carrera. Posteriormente, se basan en los principios de confianza y de buena fe, presentes
en la relación entre abogado y cliente. Asimismo, otro principio es el de la responsabilidad social, se
relaciona con el actuar crítico y equilibrado al servicio de la paz social, resolviendo los conflictos que se
presenten, respetando los procesos judiciales.

Por José E. Salazar Montalvo.



2 respuestas a “La figura del abogado en el
Imperio romano”

1. Iván A. Estrada Arellano dice: 19 julio, 2020 a las 3:29 pm


Podria añadir que una aptitud primordial del romano, era la de saber a qué atenerse a cada instante.
Por ello, el romano mete a presión su juicio para captar la esencia de lo vital con sus variantes y
alternativas. Asi mismo, no especula, no mira desde lo alto. Por ello, razona con los pies en la tierra, a
ras del suelo. Nunca fuerza a la realidad para hablar en el caprichoso juego de la imaginación.
Además, el romano antepone a lo que opina lo que siente, pues nada importa como el ser de las
cosas.

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2. Karina Cielo Leon dice: 25 julio, 2020 a las 5:07 am
Un dato importante también es que para los romanos la oratoria era un importante instrumento de
poder. Y si una persona convencía a otros porque hablaba bien era muy probable que se constituya
como abogado. E incluso si la persona dominaba el arte de la retórica podía llegar a ser miembro del
senado. Alrededor del año 524 d.C. los abogados de agrupaban en colegios profesionales. E incluso
tenían sus propios normas, una de ellas fue que si un abogado cometía alguna infracción podría ser
expulsado hasta 3 años y en algunos casos definitivamente.

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