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Tears of Tess by Pepper Winters - Español
Tears of Tess by Pepper Winters - Español
Ciudad de Libros
Colombia
Dedicatoria
Este libro está dedicado a todos los bloggers, amigos
de Facebook, lectores beta, críticos y increíbles
personas en toda la web. El éxito de Lagrimas de Tess
pertenece a ustedes, gente maravillosa.
Página 2
Índice
Prologo Capítulo 10 Capítulo 20
Capítulo 8 Capítulo 18
Capítulo 9 Capítulo 19
Página 3
Nota
Esta traducción fue hecha sin fines de lucro con el único objetivo
de tener las historias en español de esta asombrosa autora.
¡Disfruta la lectura!
http://ciudaddelibroscolombia.blogspot.com/
Página 4
Prologo
Tres pequeñas palabras.
—Esa.—
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Capítulo uno
*Estornino*
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Brax nunca había sido capaz de guardar un secreto. No sabía
mentir, porque cada vez que mentía, sus ojos azules se movían
hacia arriba y hacia la izquierda, y sus orejas se ponían rojas.
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susurré, bajando los párpados. —Podrías atarme...— En lugar
de abalanzarse y besarme como un loco por ofrecerle la
oportunidad de dominarme, Brax tragó saliva y me miró como
si le hubiese abofeteado con un pescado muerto.
Quería una nueva etiqueta. Una que dijera: novia que haría
cualquier cosa por ser atada, azotada y follada por encima de
ser adoraba.
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Y de pie en sus brazos, en un lugar público, con esa sonrisa
sexy en su boca, y las manos en mi cintura, me estremecí. Este
viaje sería exactamente lo que necesitábamos.
Él rozó sus labios contra los míos, sin lengua, y tuve que
apretar mis piernas para detener las vibraciones que
amenazaban por apoderarse de mí. ¿Hay algo malo
conmigo? Seguramente, no debería ser de esta manera. Tal vez
había una cura, algo para apagar mis deseos.
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el jefe de Brax consiguió un contrato para construir un edificio
en el corazón de la ciudad.
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Brax aterrizaron sobre mis hombros, sosteniéndome. Alguien
aplaudió y dijo. —¡Le estás atacando, chica!—
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Sonreí, ocultando el dolor residual que el ataque me había
inspirado.
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La chica suspiró por encima del mostrador. —¿Es su luna de
miel? Cancún es increíble. Mi novio y yo fuimos hace unos
años. Es muy caluroso y divertido. Y la música es tan sexy, que
no podíamos quitarnos las manos de encima.—
Una idea me pasó por la mente. ¿Este viaje era especial? ¿Brax
iba a pedirme matrimonio? Esperé a que la alegría me llenara
el corazón al pensar en que me iba a convertir en la señora
Cliffingstone, pero una oleada de comodidad me llenó. Diría
que sí.
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Brax cogió la documentación y se colocó la bolsa del portátil en
el hombro. Me cogió la mano y dijo, —Gracias.—
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Capítulo dos
*Arrendajo Azul*
Brax puso sus labios sobre mi cabeza. —La cena está servida,
cariño.—
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—¿Qué quieres?— preguntó Brax, tapándose la boca para
ahogar un gran bostezo.
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Cambiar a Brax sería imposible. Miré a mi comida, moviendo
un trozo de pollo seco. —Estaba pensando en lo mucho que te
quiero, y en cómo no puedo esperar para estar en la cama.
Sola.— Su cara se suavizó, era tan guapo... La poca luz que
había le destacaba la mandíbula suavemente, los ojos azules y
el pelo castaño. Además de sus fuertes brazos. Me encantaba
que fuera tan grande y fuerte, me podía dominar tan
fácilmente... pero nunca lo hizo. Me trataba como si fuera
cristal y me colocaba en un pedestal para que permaneciera
limpia y perfecta.
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por él. ¿Volvería a superar la pérdida de sus padres? Los
médicos dijeron que sus pesadillas nocturnas pararían con el
tiempo, pero habían pasado seis años ya, y él no podía dormir
todavía sin las pastillas.
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Abrí la caja y se me paró el corazón. —Brax, es... precioso.—
—Tess... Yo...—
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—Para siempre,— le susurré y cerré los ojos.
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holgados. Me encantaría verlo con un traje, o por lo menos con
unos pantalones ajustados. No importaba cuántos elogios le
dijera, Brax nunca se lo creía. Chico tonto. No se daba cuenta
en cómo le miraban las mujeres, pero yo sí lo hacía. Mis garras
se descubrían cada vez.
—Perdone, señorita1.—
Giré y miré detrás de mí. Un mexicano muy guapo se quitó una
gorra de béisbol y se inclinó ligeramente. Sus ojos negros me
observaban, y me hizo retorcerme.
1
Señorita, en español en el idioma original
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—No, gracias. Estoy aquí con mi nov...—
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era una locura ahora mismo, ¿cómo demonios sería durante
las horas normales?
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Brax sonrió e insertó la tarjeta de acceso. Una vez que colocó
la tarjeta, se encendió una luz, y avancé en trance. La
habitación estaba decorada con estilo mexicano y también
tenía pinturas brillantes, además la colcha era una fiesta de
color y texturas. Alfombras de colores púrpuras, rojos y
amarillos tejidas a mano cubrían el suelo de madera.
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de su alma y encender un fuego para que coincidiera con las
llamas que yo tenía dentro.
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rozando lo increíble. Incluso había estado en el centro de
belleza y me había depilado dolorosamente en mis partes bajas
especialmente para la ocasión.
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codo. Gimiendo, se pasó una mano por el pelo castaño. —¿Por
qué haces esto?—
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hecho sangrar. Nuestro primer encuentro no se ajustaba
exactamente a la etiqueta de una primera cita. Me reí en voz
baja. —Te dije gilipollas.—
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parecía que estaba muy mal. No quería asustarte, así que te
mentí. Te dije que sólo era un rasguño, cuando en realidad era
un enorme agujero, chorreando sangre y pedazos de corteza
saliendo por todas partes. Te mentí porque no sabía qué
decir.—
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Asentí con la cabeza; él tenía razón. Nunca debí haber sacado
el tema si no tenía las agallas para seguir adelante.
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mereces, te haré mía.—
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Puedes hacer esto. Sé honesta. Todo lo demás... podíamos
trabajarlo juntos. Esto podría ser bueno, el siguiente paso en
nuestra relación.
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en cuanto entré en la habitación. Su boca se abrió de golpe,
mientras me miraba. El deseo explotó en sus ojos, lo que desató
algo muy dentro, anulando el miedo que tenía al rechazo.
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Negué con la cabeza. —No más, diferente.—
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todo, tortura?
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Su dedo siguió bajando, encontrando mi pezón dentro del
sujetador.
No importa. Deja de ser tan tonta. Eso sólo era para las
películas, esto era la vida real.
No podía responder.
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ayudarme. Una vez que se los quité, me arrancó las bragas y
las tiró al suelo.
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acurrucando su cara en mis pechos.
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Capítulo tres
*Petirrojo Europeo*
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su cara. Gracias a Dios.
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local de motocicletas. Brax lo intentó y rápidamente dijo que
no. Yo estaba muy feliz porque conducir sin puertas y sin techo
me asustaba.
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Me quedé allí, sintiéndome como una ridícula piña muy
madura. El casco pesaba una tonelada.
Puse una pierna por encima, puse mis pies en los pequeños
estribos y envolví mis brazos alrededor de su torso como una
pitón.
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a Brax.
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—¡Sujétate!— Brax contuvo sus abdominales y giró el
acelerador. La moto se quejó y derrapó.
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conducción a través de los laberintos de calles, explorando
callejones laterales, bordeando los mercados y vendedores
ambulantes, pero ahora me dolía el cuello, y mis muslos
habían tenido suficientes vibraciones ya.
—¿Estás bien?—
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quité la caja caliente de mi pelo lacio. Brax se rio entre
dientes. —Mal día para el pelo, ¿eh?—
—Si piensas que vas a beber y a conducir en este caos que ellos
llaman tráfico, no estás bien, señor.— Me reí cuando entramos
a la penumbra del pequeño café, si se le podía llamar así,
parecía más como una cueva. Las paredes estaban peladas y
había carteles horteras colgando en lugares al azar, ocultando
el yeso. Fruncí el ceño... simplemente parecía como...
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Demonios, ¿esos eran agujeros de bala?
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parte posterior del cuello con la mano.
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sol.
—Brax...—
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burbujas añadieron más terror a mi estómago. ¿Por qué estaba
reaccionando de esta manera? Cálmate, Tess. Era una reacción
estúpida, estábamos inmersos en un lugar perfectamente
normal en una ciudad súper poblada.
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Date la vuelta. Vuelve.
2
Baño, escrito originalmente en español en el texto en ingles
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terminando ya.
¡Corre!
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Mis chanclas derraparon contra el linóleo cuando salí
corriendo. Los hombres me siguieron, golpeando una mesa
mientras me perseguían. No. No. Por favor, no.
Él gruñó, inmovilizándome.
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—¡Puta!— 3maldijo y me retorcí, tratando de tirar de mi rodilla
entre sus piernas.
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Capítulo cuatro
*Paloma*
¡Brax!
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y yo fuimos tan estúpidos, viajando con la ilusión de que
éramos intocables.
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Oh, Dios. La comprensión de ello me golpeó como un crucero
de diez toneladas. ¡Me secuestraron! Me sentía impotente.
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El vehículo paró, y escuché como abrían las puertas. El
corazón me latía con fuerza en los oídos como unos tambores
pesados.
¡No!
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Brax. Mis inseguridades y la necesidad de amor me
entristecían. Vi mi propia fragilidad.
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chicas se acurrucaron en cada una de las camas. Todas ellas
llevaban un aura de tragedia alrededor, los ojos amoratados.
Todas tenían lesiones y sombras en la piel.
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estaban mirando a los ojos, el resto estaban encorvadas por el
miedo.
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El aire estancado de nuestra prisión se llenó del aroma de los
alimentos, algo salteado con pan. Mi estómago rugió, no había
comido nada desde el desayuno.
Nadie se movió.
Me moví.
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Brax. Mi vida. Mi mundo feliz se había disuelto y ahora estaba
en el infierno. Ya no pertenecía a Brax. Ni siquiera me
pertenecía a mí misma. Pertenecía a un futuro sombrío,
desconocido y lleno de terror.
No iba a llorar.
No esta noche.
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Capítulo cinco
*Paloma Colipava*
Durante dos días, esa pequeña habitación era mi mundo.
Nos daban comida dos veces al día, por lo menos nos daban
algo para romper la monótona espera. El miedo de lo que
pasaría con cada tic-tac del reloj, me dejaba vacía.
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nunca tuve la fuerza para decirle la verdad. Todo eso cambió
en los dos días que había estado aquí pensando. Me quité el
miedo a ser reprendida, y abracé la ferocidad. Conjuré a la ira,
partiendo de ella como una capa impenetrable. Nunca más
volvería a ocultar mis verdaderos sentimientos, o dejar de
perseguir lo que realmente deseaba. Y lo que más deseaba era
la libertad.
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directamente hacia mí.
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mujer lloró y luego se unió a los gritos de la horrible sinfonía.
Mi corazón estaba con ellas. No era solo yo por quién habían
venido.
Mi pulso latía cada vez más rápido con cada metro que el
hombre de la chaqueta de cuero me arrastraba. Pasamos una
puerta cerrada, entonces me empujó hacia adelante y tropecé
con un bloque de duchas. Muchas duchas, con los azulejos
agrietados y blancos, jabones cubrían el suelo, asemejándose
a un gimnasio o a una cárcel.
Oh, Dios.
—Desnúdate.—
Que te jodan. Que se joda todo esto. Nunca había sido valiente,
pero todo había cambiado. Era el momento de abrazar a mi
nuevo yo.
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pegado, pero esta era la tercera vez en varios días.
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Estaba temblando, y junté los brazos alrededor de mi pecho
desnudo. El hombre se rio entre dientes mientras me miraba.
—Tienes buenas tetas. No puedes ocultarlas para siempre.
Métete en la ducha y límpiate.— Me empujó hacia el área llena
de jabón.
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vez que él. Había sido degradada de humana a perra en un solo
acto.
¡No!
Pisé los ladrillos ya que iba descalza. Me dolían los pies y estuve
a punto de asfixiarme cuando se tensó la cuerda. —
¡Muévete!—
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Escuché murmullos sorprendidos detrás de mí. Miré hacia
atrás y me horroricé. Mis compañeras estaban atadas y en fila,
como ovejas que van al matadero.
—¡Basta!— 4
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cuenta de mi ausencia. Y Brax. Mi corazón se aceleró. Por todo
lo que sabía Brax podría estar muerto. Muerto, frío y azul bajo
los urinarios del baño.
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costilla rota, pero seguíamos juntos por el pasillo. Vi que había
mujeres sorprendidas en diferentes habitaciones. ¿Volvería a
verlas?
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envolvió, me arrastró y me llevó a la silla. Juntos, me tiraron
en el cuero chirriante, manchado de sangre y El hombre de la
cicatriz iba detrás, tirando de la cuerda, por lo que me tenía
que acostar o ahogarme.
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La humillación estaba pintada en mis mejillas por haber sido
tan expuesta, tan indefensa. Ni siquiera había peleado.
Mis ojos querían cerrarse, para evitar saber lo que había ahí,
pero no podía apartar la mirada. Miré con enferma fascinación
a una aguja como una pluma y un frasco con líquido negro.
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Quitando la imagen, cogió la pluma con el vial negro, apretó un
botón y escuché una vibración de ruido mecánico.
—¡Para!—
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la mesa de metal me puso la piel de gallina.
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Unos sonidos fuertes llenaron la habitación.
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—Buena chica. Tendrás futuro. Es fácil, ¿no?— Él me acarició
la mejilla, la primera caricia desde que llegué a este infierno.
Después del abuso del hombre de la chaqueta de cuero, quería
que me abrazaran, pero eso nunca sucedería.
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armarios. La ropa te ofrecía protección, aunque las medias
picaban y no eran muy cálidas, al menos no estaba desnuda.
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Capítulo seis
*Búho*
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participar. No quería recordar el pasado, quería centrarme en
un futuro menos sombrío, para tratar de mantener viva la
esperanza en mi corazón, y sofocar la ira y la rabia.
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Cuando una mano encontró mi pecho, cogí aire. Todavía no.
Espera. Hice como que estaba muerta de miedo, haciéndole
pensar que no iba a pelear. Idiota. Mi boca se hacía agua con
pensar que le podía hacer sangrar. El castigo iba a ser muy
bueno.
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encima de mío!— Le dije y le mordí la oreja mientras él se
arrastraba encima de mí.
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y me apuntaron con ametralladoras. Cogí todo el aire que pude,
salté hacia atrás y levanté las manos. Un hilo de sangre corría
por mi sien y seguramente tenía contusiones, pero estaba
satisfecha cuando lo miré.
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rugía mientras desaparecía.
Había una chica asiática muy guapa con el pelo largo y negro,
dejó caer la sábana y aplaudió. —He querido hacer eso desde
que me robaron de la discoteca con mi amiga.— Su voz
temblaba, pero el destello de fuego que vi en sus ojos me
recordó a mí. —Vamos a ser libres de nuevo,— agregó.
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La justicia nos haría libres.
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a seguir con ese terror. Había sacado sangre, sí es que eso
contaba para algo.
Dio un paso atrás, riendo. —Bueno, espero que seas digna del
cliente que te compró. No se hacen reembolsos.— Él le asintió
con la cabeza al hombre de la cicatriz, que se coló por detrás
de mí. —Hazlo.—
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Capítulo siete
*Ruiseñor*
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el pasaporte por algo, así que debería estar en el extranjero.
Me habían vendido.
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Ruido.
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—Pas de problème6. Estoy seguro de que lo hará.—
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terriblemente incómodo.
Era libre.
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En un espacio totalmente abierto.
Podría correr.
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Estaba a punto de descubrirlo.
Volé.
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No te rindas. La próxima vez podrías ganar. La próxima vez
podría funcionar. Mis manos se cerraron. Nunca dejaría de
buscar una salida.
Nunca.
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haciéndome daño, cuando llegamos a la parte inferior de la
pequeña escalera, me dejó en manos de su colega. El vendaje
que había sobre mi tatuaje me proporcionaba muy poca
protección. Estalló el dolor y me picaba. Lo odiaba.
Una vez dentro del cálido abrazo de la casa, se quitó las gafas,
aunque se las colocó encima de la cabeza. Tenía los ojos vivos
y de color verde. Busqué la maldad, la misma que tenían los
hombres que me habían secuestrado en México, pero para mi
sorpresa, eso no fue lo que lo encontré. Sus ojos eran
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compasivos.
—Bonsoir, esclave— 8
8
—Buenas noches, esclava.—
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Él inclinó la cabeza, susurrándome al oído: —Saluda a tu
nuevo amo.—
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Capítulo ocho
*Gorrión*
Amo. Amo.
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su dinero para comprar esclavas sexuales. No era nada
monstruoso. ¿Quién era este hombre?
Tragué saliva.
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Me tropecé, pero recuperé el equilibrio instantáneamente. Mis
puños temblaron, ya que estaba apretándolos con mucha
fuerza. Mis heridas me recordaban que todo esto estaba mal.
En algún sentido deformado, parecía inocente como el dueño
de la casa, simplemente le estaba dando la bienvenida a un
invitado.
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Nos seguimos mirando durante un rato, antes de que el
guardia que estaba detrás de mí se aclaró la garganta. Rompió
el frágil silencio y me condenó a lo que iba a ocurrir a
continuación.
Oh, Dios.
9
Déjanos. Originalmente en francés.
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Aspiré una bocanada de aire. —¿Quién dice que voy a correr?—
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Su mano tocó mi mejilla. Respiré mientras me tocaba la
mandíbula con el pulgar, sus ojos brillaron con asombro como
sorprendido por haberme tocado. Dejó caer su mano, y envolvió
sus dedos largos alrededor de mi codo. —Ven conmigo.—
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El malestar me hizo retorcerme, y me negué a hacer contacto
visual, prefiriendo mirar el fuego. No nos movimos y no quería
romper el pesado silencio. Quería irme a casa.
Como el infierno.
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Me quedé quieta y muda.
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blanco de desinterés no fue todo.
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Mi estómago se enrolló como una víbora. Me habían dado a
alguien que ni siquiera me quería. Al menos, si alguien me
había comprado, se había gastado mucho dinero, me trataría
mejor. Como un preciado caballo de carreras o un gato de raza
cara. Pero esto... Era un regalo no deseado. Al igual que un
jersey tejido a mano en Navidad.
—Eso no es de tu incumbencia.—
No te muevas. No te muevas.
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discreción. —¿No quieres saber a quién perteneces?—
—¿Q?—
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Capítulo nueve
*Mirlo*
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Caminamos en silencio por el pasillo más largo que había visto
en toda mi vida y subimos otra escalera dando vueltas antes
de detenernos ante una puerta blanca.
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Mi corazón se desplomó ante la idea de Brax. Él odiaría la idea
de que viviera aquí. Incluso nuestro pequeño apartamento de
un dormitorio, era de cómodo y tenía un buen diseño. Cada fin
de semana, Brax tenía algún proyecto de bricolaje, siendo el
ultimo un árbol de goma viejo que había convertido en una
cama en forma de trineo. Esta pequeña habitación estaba
dentro de una mansión, cuyo dueño quien no dudaría en
utilizarme, sin embargo, también me quería.
Lloré.
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A la mañana siguiente, me dejaron sola, me duché y me vestí.
Sin saber o sin preocuparme, me puse la ropa que habían
comprado para mí. La rebelión mantenía el fuego ardiente en
muy en mi interior.
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Tenía que admitir que mi extraño propietario tenía gusto.
Gabinetes blancos con manijas plateadas como la nieve fresca,
gracias al sol que fluía desde la gran claraboya. Tres hornos de
acero inoxidable, una enorme estufa y un refrigerador lo
suficientemente grande como para meter una vaca. Había otra
habitación con temperatura calculada y estanterías de madera,
albergaba innumerables botellas de vino. No había duda de que
estábamos cerca de un viñedo, lo más seguro, cerca de Francia.
No creía que pudiera comer con toda esa gente extraña, pero
de todos modos asentí con la cabeza. Tenía que mantener la
fuerza, y no podía recordar la última vez que había comido. No,
espera, me acordaba, la noche que el hombre de la chaqueta
de cuero trató de violarme. Maldito bastardo.
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Manteniendo la cabeza alta y la espalda recta, me volví hacia
la cara del amo.
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—De todos modos, ¿no es eso lo que quieres hacer? ¿Violarme
y arruinarme?—
11
Paloma. Dove como apodo original.
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—¡No!— Le grité con violencia. Ni siquiera parpadeó con mi
arrebato. Deliberadamente, se pasó un dedo por el labio
inferior, mirándome fríamente. Su rostro se ensombreció con
autoridad, y para mi absoluta vergüenza, mis pezones se
endurecieron. Mi cuerpo recordó la forma en la que me besó, le
respondí y no me reconocía. Me hizo sentir como si yo lo
invitara a cumplir mis deseos más retorcidos.
Santo infierno, ¿Yo invitaba a esto por querer que fuera más
severo que Brax? Como tenía una vida demasiado perfecta,
¿quería conceder mis deseos enfermos de la peor manera
posible?
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Abrió los ojos y apretó la mandíbula, pero no hizo nada más.
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GPS del tobillo y encontraría una manera de quitarme el chip
del cuello. Podría haber traído esto sobre mí, pero me sacaría
de esta situación.
—¿Cómo cuál?—
—Háblame de ti.—
—Primero dímelo.—
Golpeó la mesa con las manos a cada lado del plato. —Maldita
sea, chica, te estoy ofreciendo una opción. Pero eso no significa
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que pueda yo pueda retirar la oferta.— Respiró con fuerza y vi
que estaba enfadado.
—Melbourne.—
No había mucho más que decir. —Todavía tengo que hacer los
exámenes finales, pero estudié cómo hacer presupuestos de
construcción, como lidiar con los consejeros locales, permisos,
requisitos comerciales... Soy la primera en la clase de aldeas
eco-sostenibles a medio término.— Mentí, había quedado
segunda, pero si me quería como propiedad, me gustaría ser lo
mejor que pudiera tener.
Página 141
purgado a mí misma la noche anterior a través de un baño de
lágrimas, pero el pánico subió y rugió, borrándolo todo, aparte
de la agonía de ver a Brax sangrando y a los hombres
dejándome inconsciente. Oh, Dios, ¿iba a ser libre algún día?
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Mi pulso se aceleró. Tal vez, si hiciera que me viera como una
mujer y no como una posesión, las cosas serían mejores,
después de todo.
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hacían que me doliera el corazón. ¿Cómo podía ser leal y le
podía gustar este hombre?
—¿Oui, maître?—12
12
—¿Sí, amo?— traducción hecha al contexto
13
—Enciérrala en la biblioteca. Retira el teléfono y el computador portátil.
¿Comprendiste?— traducción hecha al contexto
14
—Si, ¿alguna otra cosa?— traducción hecha al contexto
Página 144
participando en una conversación en silencio, dejándome como
la tercera ruda. Finalmente, Q asintió suspirando, —¿Vous
savez?— ¿Lo sabes?15
Ella hablaba tan rápido, que sólo capté las palabras diferente
y castigo. Mi estómago se apretó cuando Q me miró, vi una
mezcla tortuosa de lujuria y odio en su cara.
15
traducción hecha al contexto
16
—Ella es diferente— traducción hecha al contexto
17
—No la castigues— traducción hecha al contexto
Página 145
Q se quedó, rozando su traje impecable y camisa de plata.
Evitando mi mirada, me dijo, —Suzette tiene sus órdenes.
Tienes que seguirlas. Y, ya que te niegas a decirme tu nombre,
te llamaré 'esclave'18 hasta que lo hagas. Si vas a aprender
francés, esa será tu primera palabra.—
Página 146
podía? Soy un monstruo retorcido y enfermo.
Página 147
deseo desenmascarado. —Eres mía y escogí la opción uno.—
Todo esto estaba mal. Tan, tan mal. Caí de cabeza en el duelo.
Página 148
Q se quedó inmóvil, mirando el rastro de la lágrima que iba
bajando por mi mejilla, haciéndome cosquillas en la piel
caliente. Sus ojos brillaron y por una milésima de segundo vi
algo, compasión, remordimiento; pero luego recuperó el
hambre y se agachó. Su lengua se deslizó sobre mi mejilla con
suave ternura, capturando mi remordimiento salado, luego la
pasó por encima de su labio inferior.
Página 149
Sus ojos centellearon mientras susurraba —Hasta esta noche,
esclave.—
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Capítulo diez
*Golondrina*
Página 152
Quería mirar por la ventana, trazar mi plan de escape, pero la
biblioteca tenía persianas de cedro oscuro que bloqueaban el
sol, protegiendo los libros delicados que había dentro. El aire
brillaba con las motas de polvo y las astillas de luz hacían que
la sala cambiara a una calmante cueva.
Página 153
Las horas las marcaba un reloj de pie que había en la esquina,
marcaba cada quince minutos echando a perder mi vida y
sonaba un gong cada hora marcando mi destino.
Página 154
biblioteca, buscándome, sin duda alguna, y sus dedos
aflojaron la corbata alrededor de su cuello.
Quizá.
Quizá.
Quizá.
Página 156
—Ven,— me ordenó, tendiéndome la mano, esperaba que me
comportara dócilmente.
Página 158
escaleras. Me tiró muy fuerte y tropecé.
Mira, Tess. Pase lo que pase, no es tan malo como podría haber
sido.
Contra toda lógica, tomé fuerza con eso. Todavía tenía ingenio
y conocimiento. Todavía era fundamentalmente yo, aunque
20
Mierda. Traducción de la versión original.
Página 159
estuviera oculta bajo mi personalidad feroz.
Luché.
Página 160
Retorciéndome, traté de quitarme. —¡Déjame ir!—
Página 161
obligó a rendirme y aceptar su deformada amabilidad.
Página 162
No podía controlar mi cuerpo, pero no quería que él pensara
que quería esto. De ninguna manera. —Para. Por favor, no lo
hagas.—
21
¡Carajo! Traducción de la versión original.
Página 163
volver con él después de haber sido utilizada por otro. Me
empezaron a caer las lágrimas, odiando mi debilidad, odiando
mi cuerpo.
—M-mi pezón.—
Página 164
verde manzana en un bosque.
22
Querida. Traducción de la versión original
Página 165
—Respóndeme, esclave.—
—Mi vagina.—
Página 166
pero me la trague. Nunca diría esa palabra
Página 167
Sus dedos empujaron dentro, dibujando más humedad en mi
cuerpo.
¿Cuántas veces había oído eso? Y todas las veces habían sido
verdad. Pero no podía no luchar. Nunca sería capaz de vivir
conmigo misma.
Página 168
Respiré con tanta fuerza que me dolían los pulmones. Busqué
frenéticamente las escaleras. ¿Dónde demonios estaban las
putas escaleras?
23
Practica sexual la cual incluye juego con cuerdas y juego de roles
Amo/esclava o viceversa.
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Por favor, así no.
Página 170
está a punto de desaparecer. Presióname otra vez y no voy a
ser capaz de detenerme.—
Dos opciones. Dos decisiones. Ninguna era fácil. Las dos tenían
consecuencias. Pero, por ahora, escogí la cual protegía mi
virtud por otra noche.
Página 171
Capítulo once
*Alondra*
Al día siguiente, Suzette vino por mí.
Página 172
hizo ponerme húmeda en contra de mis deseos, pero debido a
la parte oscura que quería que él me tomara. Quería eso
condenadamente mucho.
Q era mi maldición.
Mis ojos se abrieron como platos cuando ella fue abriendo poco
a poco la puerta, centímetro a centímetro. Mierda, si una mujer
de su tamaño podía romper mi seguridad, Q podría entrar en
cualquier momento.
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¿No había manera de salir? Había mirado por la pequeña
ventana de tamaño de un sello de correos, en busca de una
salida o algo para escalar hasta el suelo. Pero no había nada
que pudiera utilizar, los árboles crecían demasiado lejos, y
estaba al menos 5 pisos por encima del suelo. Sin mencionar,
que una vez que me las arreglara para bajar, los guardias me
perseguirían y la tobillera GPS le diría a Q mi ubicación.
Página 174
es muchas cosas, pero nunca será tan malo como los demás.—
24
Genial. Super en el idioma original
Página 175
Sus ojos se quedaron mirando mi sucio suéter.
25
Fantástico. Traducido del idioma original
Página 176
susurrando sobre mi piel, atrayendo la atención de Q.
Página 177
haberme duchado después de que Q me hubiera maltratado,
pero la idea de estar desnuda en su casa, con él acechando en
algún lugar... bueno, no pude hacerlo. Prefería apestar, quizás
así le podría repeler.
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No voy a traicionar tu confianza.— La mirada en sus ojos vaciló
con compasión y comprensión.
26
—Suzette, deja de hablar con la esclava y ven a ayudar a hacer la cena
del Maître Mercer. Es domingo y no voy a hacer pato a la naranja yo sola—
. Traducido de la versión original.
Página 179
comida.
Página 180
que me secuestraron. Todo porque a tu enfermo jefe le gusta
adueñarse de mujeres. Todo esto es un error.— Me golpeé el
pecho con angustia. —Brax podría estar muerto. ¿Lo
entiendes? ¡Y todo es mi culpa!—
Página 181
Todavía no sabía por qué hablaba tan bien de Q, pero por lo
menos me estaba tranquilizando. Sin embargo, el recuerdo de
sentarme en el regazo de Brax, en nuestra última noche juntos,
me rompía por dentro. La voz de Brax resonó en mis
pensamientos, —La verdad duele menos que unas mentiras y
unas farsas.—
Página 182
Horas más tarde, la harina estaba espolvoreada sobre mi nariz,
y el olor de los cítricos envolvía la cocina. La cocinera, la señora
Sucre, que era tan redonda como un pastoso donut, sacó un
pato bien asado del horno cuando la puerta principal se cerró
de golpe.
Haciendo caso omiso a Suzette sin pensarlo dos veces, sus ojos
me recorrieron de arriba a abajo con una mirada arrogante. —
¿Qué estás haciendo aquí? Eres una esclava, no una sirvienta.
Vete.— Se inclinó más cerca, rozándome la mejilla con su mano
dura. Cuando me acarició la electricidad recorrió mi cuerpo y
mi núcleo se apretó.
27
—¿Qué carajo está haciendo ella aquí?—
28
—Lo siento, amo—.
Página 184
Otra vez no. ¡Por favor, deja de traicionarme! ¿Cómo iba a
odiarlo cuando mi cuerpo se derretía cada vez que me tocaba?
Página 185
—Sólo ve y vístete.— Ella me empujó hacia las escaleras y salí
corriendo.
Estaba equivocada.
Oh, mierda.
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¿Podrías decirme por qué estás arruinando tres mil euros de
ropa?— Él ronroneó con una lujuria no disimulada, y no había
moderación. Tenía el rostro tenso con indignación, y una
humeante necesidad en los ojos.
Página 189
me besaba más fuerte que nadie. La sangre se mezclaba en mi
boca. Sus dientes me habían hecho daño en la boca, y mis
pensamientos se desintegraron. Yo medio gemía, medio
gritaba, mientras empujaba su erección contra mí, y mis pies
dejaron de tocar el suelo.
Página 190
contra dos cosas contradictorias. Correr. Follar. Correr. Follar.
El trance me puso caliente. Nunca había estado así de caliente
por alguien al que odiaba tanto.
29
Posición sexual donde la mujer queda boca arriba con las piernas
abiertas y el hombre encima de ella dentro de sus piernas.
Página 192
confusión y odio.
Página 193
los fuegos artificiales me despertaron a la vida. Un orgasmo se
apoderó de mis músculos con un éxtasis agudo; eché la cabeza
hacia atrás.
Todo... paró.
Página 195
cascarón vacío, me quedé indiferente.
Lo dejé.
Lo dejé.
Él era un hombre. Yo era una mujer. Eso era todo lo que tenía
que entender.
Página 196
Yo estaba flotando en una nube de indiferencia. No había nada,
ni olor, ni sabor, ni sonido. Era un robot, el juguete perfecto,
mi único propósito era que se viniera.
¿Por qué tenía que pelear? Esto era mucho más fácil, casi como
las drogas, casi como un sueño. Me entraron ganas de echarme
a reír. Había encontrado la libertad en mi mente.
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Oh, tenía que responder. Me había hecho una pregunta. Tenía
que obedecer. —Esclave. Mi nombre es Esclave.—
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—Dame tu sujetador.— Me tendió la mano, esperando. Apretó
la mandíbula cuando me lo desabroché. Lo balanceé entre mi
dedo índice y el pulgar, y se lo pasé. Mis pezones se
endurecieron y me empezaron a doler. Su mirada emocionó mi
cuerpo, calentándome con necesidad.
El brazalete de Brax.
Brax.
México.
Dolor.
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el brazalete. —¿Quién te dio esto?—
¡Brax!
Página 202
No te apagues de nuevo. Te lo prohíbo.—
Silencio.
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Las lágrimas estaban atrapadas en mi garganta. —Te he dicho
lo que quieres oír. Soy tuya. Por favor, devuélvemelo. ¡Soy
tuya!—
30
Morir de hambre. Estar demasiado hambrienta. No comer.
Página 204
Capítulo doce
*Chochín*
Esa noche, soñé.
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acostada en la oscuridad, con el estómago vacío, el corazón
arruinado, encontré la paz.
El tiempo se detuvo.
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No podría describir la dolorosa soledad que sentía en los
huesos. La canción alcanzaba una súplica, me congelé con
confusión.
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El único aspecto positivo era Suzette. Me daba la bienvenida
con los brazos abiertos en la casa de Mercer, y se convirtió en
la roca en el mar turbulento en el que nadaba. Siempre
conversábamos sobre todo y nada, y me daba un sentido de
normalidad. De vez en cuando, la observaba, el ceño fruncido
en su rostro y la curiosidad en su mirada. Ella representaba
algo, pero no sabía qué.
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aleteo de las aves y el deshielo del invierno se burlaban de mí.
Durante semanas no había ido fuera.
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horrorizaba, esos sentimientos nunca me fortalecían.
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reunión de negocios. Necesito saber lo preparada que estás.—
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Ella entrecerró los ojos. —Q te trata mejor que todos los dueños
que he tenido. Tienes mucha suerte.— Su tono se volvió hosco.
—Ni siquiera lo sabes.—
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instante, vi los huesos cansados por la soledad, la sorpresa y
la necesidad de proteger. Me dolía el corazón al ver tanto
anhelo. ¿Qué pasaba si Suzette estaba en lo cierto? Q era más
profundo de lo que yo había pensado. Algo acechaba, oscuro y
vil, pero era un ser humano, tanto como un monstruo, en su
interior.
Página 213
La única prenda que había era de encaje en oro. Larga,
filigrana, sólo tenía un tejido más grueso alrededor de la ingle
y del pecho. El tejido susurró contra el suelo mientras lo
arranqué del armario.
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ponía el vestido sobre la cama y jalaba el jersey por encima de
mi cabeza. Mi piel se erizó, sabiendo que el hombre me estaba
viendo.
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Capítulo trece
*Fringílido*
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arrastrando mis pechos contra su rostro. Me mantuvo
prisionera, me lamió a través de los orificios del vestido,
dejándome un sendero húmedo y abrasador.
Las dos cosas que más quería en el mundo eran: que Q muriera
miserablemente, y que me follara. Que me hubiera
inmovilizado me recordaba todas mis estúpidas fantasías, no
podía detenerlo. La humedad recubría mis muslos internos
cuando Q se acerco.
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—Joder, tu me rends fou.— Joder, me pones caliente. Su voz
vibraba, me dolía, lo anhelaba.
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—Maître, vos invités sont arrivés,—31 dijo Suzette. Los invitados
estaban aquí.
No podía respirar.
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—Mercer, parece que has empezado sin nosotros,— dijo una
voz masculina. Seguida por otra, —Parece como si no pudiera
contenerse. Mira a ese bocado delicioso.—
Quería llorar.
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Cuando llegó a donde estaban los hombres, le estrechó las
manos. Intercambiaron bromas en inglés, sin apartar los ojos
de mí. Me convertí en el centro de atención. El objeto para
mirar desde lejos, pero para no ser reconocida.
Página 225
grupo.
Suzette, junto con las otras dos sirvientas con uniforme blanco
y negro con volantes, entraron en la habitación y colocaron
bandejas de comida para chuparse los dedos en la mesa
lateral. La mayoría era comida para picar, galletas con salmón
y crème fraîche, aceitunas rellenas, gambas envueltas en
jamón, y una fuente de pasta de azúcar con una cascada de
chocolate.
Página 227
cuando la sangre dejó de llegarme a los brazos. Me dolían las
muñecas y el tatuaje me picaba mucho. Traté de inclinar la
cabeza, para pararme mejor para y darle a mis hombros un
descanso, pero no pude conseguirlo. Gemí por la molestia.
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El ruso frunció el ceño. —¿Cómo voy a saber que vas a
mantener tu promesa?—
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el chocolate se derramase en una jarra. Sus ojos estaban
ensombrecidos por los celos y un hambre voraz por el poder.
Página 230
Miré a Q, implorándole que me prestara atención y detuviera
esto, pero su cabeza se inclinó en una profunda conversación
con el hombre del bigote gris.
32
—Hola hermosa—. Traducción de la versión original
Página 231
Q se movió, pero no se dio la vuelta para mirar. Quería gritar,
pero no sabía si eso me iba a dar más problemas. Tal vez por
no mirar, Q le daba permiso al ruso para hacer lo que quisiera.
Oh, mierda.
Página 232
hice con el hombre de 1920. Por lo menos, él había sido amable
y me había reconfortado. Probablemente este hombre haría que
girara, desorientándome, y poniéndome enferma.
Página 233
quería a Q, pero al mismo tiempo, no quería a nadie más. ¿Me
había entrenado tan bien, sin que me hubiera dado cuenta? ¿O
le había dado mi sentido del tacto por propia voluntad? Por
favor, no dejes que también posea eso.
Página 234
Abrí la boca para gritar, para exigir a Q que me reclamara, pero
una mano obscena me tapó la boca. Bloqueando mi nariz y mi
boca, al igual que lo hizo el hombre de la chaqueta de cuero.
Oh, mierda.
Página 235
Mis instintos gritaban. ¡Me va a violar con el mango de un
cuchillo!
Página 236
Luché, me retorcí, pero yo era una mosca en un matamoscas
pegajoso... intrascendente.
—¡Joder!— gritó.
Página 237
Q rabió, tenía la cara blanca de la rabia. —Saca tu mierda,
fuera de mi casa.— Su brazo estaba extendido, con una
pequeña pistola de plata.
33 —Demonios—
Página 238
hacía añicos, una y otra vez.
Página 239
propia familia.
Página 240
Capítulo catorce
*Colibrí*
Me desperté con un terrible dolor en el vientre y una mancha
de sangre entre las piernas. Me lavé suavemente en la ducha,
y obligué a los recuerdos a quedarse dentro de mi mente.
Nunca iba a volver a recordar esa noche. Incluso en mis
pesadillas, estaba totalmente prohibido, la había borrado como
si nunca hubiera sucedido. Podrían decir que eso no era buena
idea, pero me mantenía a salvo y me centré en eso, en lugar de
auto compadecerme y perder mi cordura.
Página 243
Los guardias patrullaban en la planta de arriba,
manteniéndome alejada de entrar en habitaciones prohibidas.
Los matones patrullaban fuera, sus respiraciones producían
columnas de niebla en el aire a finales de invierno.
34
—He ido demasiado lejos, Suzette—. Traducción de la versión original.
Página 244
estorbo.
—No eres como él. No dejes que esto te detenga. Créeme, ella
siente algo más que odio. Una mujer sabe cuando otra quiere
a un hombre.—
Página 245
todos mis deseos.
Página 246
El pueblo significaba gente. Y la gente significaba seguridad.
Nada.
Página 247
importaba lo que hacía su jefe con las mujeres.
Página 248
de sentir otra cosa por Q que no fuera odio. Suzette estaba
equivocada, yo no sentía más que repulsión. Esperaba que, con
el tiempo, mis sentidos me volvieran a pertenecer. Me gustaría
olvidarme de esta pesadilla.
Página 250
¿Puedes ir hacia arriba en la Rue La Belle? No tardaré.—
36
—Hola linda.— Traducción de la versión original.
Página 252
Las chicas con las que había estudiado y con quienes había
esbozado los mejores edificios que podíamos imaginar. Tres
casas. Mansiones bajo el agua. Y, sin embargo, ellas no me
conocían. Nunca les había dicho lo que quería que hiciera
Brax. Aunque compartíamos conversaciones íntimas, nunca
me había abierto con ellas y había admitido que quería ser una
sumisa, sólo por una noche.
Policía.
Página 253
La campanilla tintineó alegremente, recordando que estaba de
camino a casa. No podía detenerme por la amistad de una
persona que apenas conocía.
37
—Buenos días, ¿qué puedo hacer por ti?— Traducción de la versión
original.
Página 254
Capítulo quince
*Garza*
Página 255
Le abrí un corazón a una extraña y lo único que hacía ella era
observarme.
Página 256
¡Gracias!
Beep.
Sorbí las lágrimas, y dije, —Brax, soy yo. Estoy, estoy viva. Me
vendieron a un hombre llamado Q. No estoy herida y voy de
camino a casa. Si recibes este mensaje, estaré en la Embajada
de Australia, espero que resuelvan el problema del pasaporte y
esas cosas.— Respiré profundamente. Quería decirle lo mucho
que había cambiado, lo mucho que había vivido, pero nunca
sería capaz de decirle lo que me había hecho Q. Él sabría que
Q me habría encendido. Quemé ese puente cuando le presenté
a Brax mi vibrador, pidiendo más.
Página 257
Las lágrimas volvieron a caer cuando terminé la llamada, y al
instante marqué otro número. El chef, cubierto de manchas de
salsa y harina, me quitó el teléfono de las manos.
Corrí.
Página 258
Un gruñido y un grito borraron la esperanza y corrí más rápido.
No podía volver. No podía. Q me castigaría y no sabía cuánto
más podría soportar mi mente. Nunca tendría otra oportunidad
para escapar.
—¡Esclave!—
Página 261
haciendo?— Volvió a mirar a la carretera antes de mirarme de
nuevo. —¿Qué es eso?—
Página 262
Observé con una expresión de incredulidad, tratando de
averiguar lo que estaba haciendo. Después de unos momentos
difíciles, sonrió, sacando la mano.
Me dio una media sonrisa, y la luz regresó a sus ojos. Los dedos
se apretaron en el volante. —¿Qué ha pasado?—
Página 263
Me las arreglé para decir tres palabras. —Q Mercer pasó.—
Entonces el cansancio sofocado y la idea de revivirlo eran
demasiado. No podía hablar de ello; jamás estaría lista para
hablar, y eso estaba bien para mí. Se convertiría en un
momento tácito en el tiempo y se desvanecería en el olvido.
38
No hay problema.
Página 264
sentiría segura de nuevo.
¡Sigue corriendo!
Página 266
encontrar ayuda en otra parte. Pero mientras corría, mi fe en
la humanidad tuvo una muerte ardiente. Toda mi vida había
creído en la bondad de la gente. Nunca viendo la oscuridad
dentro de mí. Pero ahora, los odiaba a todos, sospechaba de
todos. Otra parte de mí se rompió: la capacidad de confiar.
Vi una forma borrosa por el rabillo del ojo y grité. Una forma
dura se estrelló contra mí, aplastándome contra el suelo. El
olor de la tierra me agredió y estallé de dolor.
Página 267
miró de reojo cuando la bestia me cogió, y me ayudó a saltar.
El conductor me atrapó, corriendo las manos asquerosamente
sobre mi caja torácica, moviéndolas por los lados de mis
pechos. —Gracias por tratar de correr. Siempre nos gusta una
buena persecución.—
No respondas a eso.
Página 268
El salón de baile de la casa en ruinas se había convertido en
una sádica y divertida habitación. Rosas y ángeles colgaban del
techo, látigos, restricciones y tantos juguetes que podría haber
sido un sex shop. Había unos espejos muy grandes en las
paredes.
Página 269
El conductor habló. —Es hijo de puta de Mercer tiene mucho
por lo que responder, y vamos a tomar eso de ti.— Él se lamió
los labios. —En el momento en que dijiste que habías corrido
de él, ¡no podía creer mi puta suerte! Él nos mintió y ahora eres
tú la que va a pagar por ello.—
Miré hacia arriba. —No soy un objeto para que tomes venganza
conmigo. Si tienes problemas con Q, ¡resuélvelo con él!—
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sinceros. Q era un camaleón, muy inteligente ocultando la
verdad.
Página 272
Cometí el error de mirarlo a los ojos. No había nada más que
lujuria animal y disfrute en mi dolor. ¿Qué les había hecho Q
a estos hombres para que estuvieran felices destruyendo a una
mujer? ¿Por qué debía pagar por sus pecados?
Página 273
cuerpo. Sería lo que finalmente me rompería en pedazos,
irreparables pedazos.
Página 275
ella.—
Página 276
por los tobillos y tenía los brazos sobre la cabeza. Le daban
golpe tras golpe, y me estremecí cuando uno le pateó la
mandíbula fuertemente, su cabeza cayó hacia atrás, y unos
dientes salieron volando.
Página 277
Q se volvió hacia mí con una calma aterradora. —Ah, esclave.—
Se acercó más y guardó el arma. —Esto no tenía que suceder.—
Capítulo dieciséis
*Paloma*
Murmurando en francés, Q me llevó a través de la casa.
Página 278
como si fuera una pluma suave cuando me recogió en sus
brazos, pero sus ojos brillaban con ira ardiente. Su ira
petrificada, pero me dejé acoger, ser cuidada y mantenida a
salvo.
Página 279
apretó fuerte cuando mi temblor hizo que mis dientes
castañearan.
Página 280
sentí una felicidad dichosa dentro por tener finalmente a
alguien que no me dejaría ir. Sus razones eran defectuosas y
erróneas, pero saber que me encontraba en su mente, me daba
la fuerza suficiente para hacer frente a la violación.
Página 281
40
Página 283
atención se centró por completo en mí. Movía las manos
rápidas y seguras, su rostro cerrado y concentrado. Pero sus
ojos brillaban con ferocidad, una ferocidad que enviaba
espasmos de miedo a través de mí.
Página 284
Él contuvo el aliento en un pesado respiro, sacudiendo el
cuerpo. —Dilo otra vez, pero no en español41.—
Página 286
ducha.
Página 288
Cabello rubio enmarañado a mi alrededor, ofreciéndome
protección de su mirada lívida.
43
—Soy un bastardo—. Traducción de la versión original
Página 289
podía responder.
Página 290
como para matar por mí?
Página 291
experimentado. En el suelo de la ducha, era su mascota. Suya.
De la cabeza a los pies.
Asentí infinitesimalmente.
Página 292
estallaron, pero él las besó enviándolas lejos, añadiendo
presión a su agarre, manteniéndome quieta. —Écarte tes
jambes pour moi.— (Ábrete para mí.)
Página 294
relucientes. Nunca mirando lejos, guie sus dedos hacia dentro,
haciendo una reverencia en sus brazos mientras yo presionaba
profundo. Mi carne le dio la bienvenida y me cabalgó con su
mano como siempre quise.
Página 295
caliente, mi corazón latía demasiado rápido, y se sentía como
si fuera mi primera vez. La primera vez que un hombre había
logrado introducir todas mis fantasías en una sola conexión, la
posesión, la lujuria, la pasión.
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Q debió haber visto la respuesta en mi cara mientras asintió
con la cabeza. —No tienes que contestar. Y no tienes que
preocuparte por mí.—
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Dame algo tuyo. Me debes eso.— Dejó caer la restricción, y se
dejó ir dentro de mí maldiciendo en francés, con los ojos
brillando con tantas cosas, y me sentí impresionada por lo que
me dejó ver.
44 —Bésame.—
Página 298
contra mi culo; Me quemaba, ardía, incendiando su demanda.
—Tómame, toma una parte de mi— gruñó.
Página 299
Sus labios temblaron y golpeó un lado de mi culo. —Ah,
esclave, estás en serios problemas. Nunca seré capaz de dejarte
en paz a partir de ahora.—
Página 300
Capítulo diecisiete
*Codorniz*
Página 301
suficiente para él, pero decidida a intentarlo.
Él me tomó esta noche con una mezcla de compasión e ira,
pero quería más. Quería lo que me prometió cuando llegué por
primera vez. El acto de tomarlo de mi, aunque mi cuerpo
estuviera dispuesto a renunciar a todas sus partes.
Sabía que tenía que lidiar con mis problemas, para encontrar
mi fuerza. No podía usar a Q como un vendaje para olvidar,
pero todavía no era lo suficientemente fuerte.
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camiseta. Sus dedos me causaban un remolino de lujuria. Yo
era insaciable.
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deliciosa. Ecos de memorias trataron de aprisionarme, pero las
caricias de Q no me dejarían revivir mis pesadillas. No mientras
descansaba entre mis piernas, acariciándome. Su aroma de
cítricos me mantuvo conectada a la tierra, recordando que
podría tener defectos, pero se preocupaba por sus posesiones.
Él cuidaría de mí todo el tiempo que él quisiera.
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Q enseñó los dientes, deslizando las manos despiadadas por
su rostro. —No me hables de eso. No es tu maldito asunto.
Merde, ne me demande plus ça.— No me preguntes de nuevo.
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eso. Mi nombre pertenecía a mi pasado. Mi pasado le
pertenecía a Brax. Q era algo completamente distinto. Él era
mi nuevo todo.
—Ami,— repetí.
—Mentira.—
—Sophie.—
—Mentira.—
—Crystal.—
—¡Maldita sea, para!— Explotó Q. Una mano arremetió, y me
cogió el pelo con los dedos, estirándome el cuello hacia atrás.
Me perdí en su mirada de color verde. —Comment tu t’appelles?
¿Cómo te llamas?—
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—Esclave.—
Sus ojos cerraron de golpe, impidiéndome ver las emociones
conflictivas como dardos en sus profundidades: la ira,
remordimiento, necesidad tangible.
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—Brax, despierta.— Le agarré el hombro sudoroso,
sacudiéndolo.
Grité.
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No, esto no podía estar sucediendo. —¡Brax!—
Se quedó allí, envuelto en su propia miseria, sin darse cuenta de
la mía. El conductor se rio, arrancándome los pantalones de la
pijama, arrojándolos a un lado.
Sólo se rieron.
Amo.
Q estaba de pie, mirándome con rabia desenfrenada y poder
trascendente. El tiempo se detuvo mientras sacaba una pistola
de plata y disparaba a la bestia, y luego al conductor con
delicadeza afilada. Una lluvia roja me salpicó, pero no me
importaba. Me arrastré hasta el sombrío Q, pasando sobre
cadáveres, centrada sólo en mi dueño.
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como nubes esponjosas, y las plantillas de carruseles me
hacían sentir joven y fantasiosa. No como una esclava que
había sido follada por dos hombres diferentes anoche, después
me había puesto en la cama como una niña traviesa, porque
no le diría a Q mi nombre.
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Entrecerré los ojos, la intuición femenina me dijo por qué no
podía dejar de sonreír. —Sabes lo que pasó anoche, ¿no?— Era
extraño estar tan unidas, pero ella no podía ocultarlo. Ella
había estado esperando este día durante más tiempo de lo que
quería contemplar.
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¿Cómo hizo Q para traerte de vuelta a la vida?—
Miró hacia arriba, con los ojos brillando por las lágrimas y los
recuerdos. —Me dio la libertad. Me dio todo lo que necesitaba
para ponerme bien de nuevo. Durante un año, se inclinó y se
arrastró conmigo, hasta que finalmente logró que me pusiera
de pie. Pero tardé más de un año, para hablar cuando quería,
no sólo cuando me hicieran una pregunta. Lentamente rompió
mi quebrantamiento.—
—Dime, Suzette. Dime por qué está más roto que tú o que yo.—
Ella bajó la cabeza. —No puedo contar esa historia, Ami. Vas a
tener que ganarte su confianza y mostrar que te preocupas por
aprender sobre él.—
Página 313
—Entonces no te lo mereces.—
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que había detrás de los trajes, un hombre con demasiados
pensamientos y nadie con quien hablar.
Maldita sea.
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fuera un pastelito relleno de chocolate, y él necesitara
desesperadamente una dosis de azúcar.
Página 317
tiempo.— Su voz era amenazante, con un tiro de terror en mi
corazón.
Página 319
me ordenó, —Sal de la cama.—
Por un momento, quería desobedecer, para ver lo que iba a
hacer, pero una parte pequeña tenía mucho miedo de él. Me
apresuré a salir del nido cálido. Balanceé mis piernas sobre el
borde y me levanté.
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muñecas con la tanga. El material de encaje en mi piel
quemaba un poco mi piel, pero no era tan malo como estar
encadenada en la otra sala de los gorriones. Al menos tenía los
pies en la alfombra, y los invitados no veían mi sufrimiento.
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pensamientos más perturbadores. Salvar mi cordura,
detenerme de saltar voluntariamente a un reino de esclavitud.
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segura de que él me abrió el pecho, revelando un corazón muy
rápido y todos mis secretos.
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Se rio oscuramente. —No lo entiendes, no es así, esclave. Tu
permiso me apaga. Necesito tomarlo de ti para sentir algo. Si
piensas que no soy como esos hombres que te violaron, te
equivocas. Hay algo roto en mí, y necesito tu dolor para
venirme.— Me retorció un pezón con dedos furiosos. Grité.
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Todo exploto.
Q. Yo. El tiempo.
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Necesitaba tijeras y amenazas para emborracharse con
necesidad.
Página 328
justo a mi boca. Con un toque de sus labios, él forzó un dedo
en mi boca.
Página 329
Arqueando su cuello, cortó la camiseta comenzando desde
arriba hacia el centro de esta, igual que la mía, una vez a la
mitad, se encogió de hombros y su camiseta se unió a mi ropa
en el suelo.
Página 331
aferras a tus amenazas cuando tome tu cuerpo.—
Oh, dios. Mis entrañas estaban líquidas, calientes. La
vergüenza por estar caliente pintó mis mejillas de rojo. No
podía controlar mi reacción. Q era mi amo en todos los
sentidos.
Rodando sus caderas contra las mías, con solo los boxérs,
murmuró, —Dime otra vez que no quieres esto, esclave.—
Página 333
Quiero hacerte daño.
Quiero ser tu dueño.
Quiero devorarte.
Yo ya soy tuya.
Era más alto, así que colocó su pecho contra mi boca. Robé con
avidez la gotita, gemí cuando el sabor metálico empañó todo mi
ser. Una vez que lo limpié, se alejó murmurando, —Los
monstruos se encuentran unos a otros en la oscuridad.—
Página 334
mirándome fijamente a los ojos. Con la otra mano, encontró mi
centro, metiendo un dedo profundamente en mi interior.
Página 335
Q movió la lengua sobre mi mejilla, capturando las lágrimas.
Di un grito ahogado y me retorcí, mordiendo mis labios mientas
nuestros cuerpos desnudos se deslizaban uno contra el otro.
Mis pezones se pusieron duros, brotando por la emoción.
Página 336
Apretó su erección contra mi cadera, manchándome con
pre-semen reluciente. Su erección estaba caliente, dura y
tentadora. Su respiración se igualaba con la mía en rugosidad.
—No me puedes mentir. No ahora. No cuando tu cuerpo
resuena con la verdad.— Movió los dedos, acariciando partes
internas de mí, palpitando con la necesidad de una liberación.
Página 337
—Dámelo, o te convertirás en nada.—
Mis ojos se estrecharon. —Te voy a dar todo lo que me pidas.
No me queda nada por dar.—
No dije nada.
Página 338
a estar muerto, pero yo podría morir por el placer por tenerte.—
No hice caso de la emoción, y permanecí metida en el
personaje. —Bastardo.—
Página 340
todo lo que eres, esclave.—
No estaba preparada para la repentina, impactante y fuerte
invasión de su enorme erección. Lloré mientras se estiraba
ampliamente, sin darme tiempo para adaptarme. Mi estómago
se anudo en un complejo cosmos, reuniéndose para poder
liberarme.
Página 341
El fuerte picor de sus bolas abofeteando mi clítoris mientras él
me follaba con más fuerza. Mis manos agarrando las sábanas.
Página 342
Mi culo me picaba y mi cuerpo estaba tan flojo como una
muñeca de trapo.
Página 344
Luego se fue.
Igual que siempre.
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Capítulo dieciocho
*Cisne*
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momento, cada segundo, cada latido del corazón. Lucho contra
el impulso de lastimar. Mi determinación se está debilitando,
mi culpa disminuyendo, mi necesidad me abruma. No soy
responsable de lo que te pasa, me provocaste, me despertaste,
mi lengua sufre por tu sangre, mi corazón late por el dolor. El
miedo es mi tarjeta de visita y me refiero a ganar tu terror.
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vino.
El invierno se descongeló, y la primavera salpicó el campo con
tulipanes y narcisos.
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Q me golpeaba, me cogía y me había convirtió en una posesión,
sin embargo de alguna manera desbloqueaba un poder dentro
de mí que yo ni siquiera sabía que estaba allí.
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Suzette había comenzado a interesarse mucho en mi vida
amorosa; cada día teníamos la misma conversación. El hecho
de que maldijera un par de veces cuando Q me follaba
significaba que tenía un nuevo apodo para mí: pequeña
blasfema. Odiaba que nos escuchara.
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La Sra. Sucre se dio la vuelta, secándose las manos en el
delantal. —Suzette, no te atrevas. No es tu secreto para
contarlo.—
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sentía que no iba a correr de nuevo. Estaba agradecida de que
mi jaula se hubiera expandido.
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conmovedores y sonetos esperanzadores.
Nadie ve mi situación, cuando lo único que quiero hacer es
luchar conmigo. Me pintas en una luz que nunca puedo ser.
Vengo encadenado a la oscuridad, consumido por la ira y el
fuego. Estoy a punto de romperme, el impulso está temblando,
violento.
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Tenía que saber lo que significaban las aves.
Mi mente se lanzó de nuevo a la pintura del mural y los
gorriones en el pecho de Q. El tatuaje más increíble que jamás
había visto.
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oído le pertenecía a Q. ¿Sabía que la canción me frustraba
como el infierno, necesitándolo, queriéndolo?
Él se rio entre dientes; era baja, ronca. —Toda esta casa tiene
cámaras. Nada sucede sin que yo lo sepa.—
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él nunca aparecía.
Q apareció, emergiendo desde detrás de una palmera. Llevaba
un traje de lino blanco, sin arrugas estropeando su perfección.
La camisa gris se parecía a un día de frío invierno, destacando
sus ojos claros. Él llevaba una carpeta de cuero negro en la
mano, presionándola contra un muslo.
Q tenía migraña.
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Mi corazón se aceleró. Se veía humano. Destrozado. El cruel, y
confuso amo estaba escondido debajo de un exceso de trabajo,
un hombre herido. La ternura surgió; quería cuidar de él,
hacer desaparecer su estrés. No habría un enojado dominando
esta noche pero no me importaba. Ver a Q de esta manera me
dio otra pieza del rompecabezas. Me mostró lo profundo de mis
propios sentimientos. Todas las emociones normales en lo que
concernía a Q se habían ido: el miedo, la conciencia, el dolor...
todo oculto bajo la necesidad de alivio.
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Me di la vuelta, caminando por la puerta. Por mí, estaba bien.
No significaba que tenía que quedarme alrededor y
preocuparme. Si quería que me quedara en mi cajita de ser una
posesión y no quería a una mujer que podría ayudarle. Genial.
Que así sea.
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Cada pensamiento trepó por el espacio, y yo pausadamente
trataba de averiguarlo.
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retorcida en mi vientre.
Apretó mis manos, bordeando el dolor, antes de caer lejos,
concediendo permiso.
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No quería parar; estar sobre él me daba un sentido de
propiedad. Con una última caricia, obedecí y me senté en una
silla.
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dentro.
Fruncí el ceño ante el texto francés garabateado. Podía
entender el francés hablado con facilidad, pero no era muy
buena con la lectura.
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—Propiedades Gorrión—. Hace referencia al tema de los gorriones
recurrente durante el libro y tiene que ver con la personalidad de Q.
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rompiera el hechizo y se callara.
El orgullo llenó su mirada; por primera vez, el aura de ira y
auto desprecio se fue, asfixiada bajo un poder de un CEO que
gobernaba un imperio. —Solía ser llamado Mercer
Conglomerados cuando mi padre era el dueño.— El odio
engrosado en su voz, curvó sus manos. —En el momento que
murió, lo cambie. No sólo el nombre, sino la totalidad de la
estructura de la empresa.—
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Con el corazón acelerado, miré la página, siguiendo el logo de
gorrión con un dedo tembloroso.
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Q se enderezó, retirando la conexión entre nosotros. —Eso no
es de tu incumbencia. Te estoy preguntando sobre esta fusión.
No otra.—
Pero, una vez más, el tejía una mentira. Yo nunca sería capaz
de permanecer aquí permanentemente, mientras que llegaran
más chicas. Más contratos se firmarían. Alguna otra esclava
debería abrir las piernas para Q, para ser golpeada, follada y
controlada.
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Q se sentó, mortalmente quieto, mirándome quebrarme. Se
pellizcó la parte de arriba de la nariz, tratando de encontrar
alivio del dolor de cabeza. —Tienes la idea equivocada, esclave,
y no estoy de humor para ponerte por el verdadero camino.—
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Era un hombre de corazón frío que bromeaba y engatusaba,
mostrándome destellos de la mujer que podía convertirme,
antes de abofetearme hasta la nada.
Yo estaba harta.
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dure mi cautiverio. Nunca la tuve. Nunca la tendría.
Él nunca me vería como Tess. Como una chica. Una mujer que
se negaba a inclinarse ante nadie. Una mujer que era algo más
que un maldito soborno.
—Te odio.—
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Agarrando mi muñeca tatuada, me tiró contra él. Su cuerpo
estaba lleno de calor infernal. —Tu eres mía. Puedo hacer lo
que quiera contigo. Puedo vestirte. Follarte. Enviarte lejos.
Prestarte a otros. Me perteneces. Y por fin te has dado cuenta
de que no es romántico, ni es sexy, o divertido. Es algo que
nadie debería querer o desear. Eres una prisionera.—
Yo no era nada.
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Q me obligó a ponerme de rodillas. —Desabróchame los
pantalones.—
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Él gimió, tirando de mi cabello mientras apretaba su culo. Yo
podría morderlo, pero no quería. Incluso ahora, mi cuerpo me
traicionaba. Yo temblaba con lujuria, tiñendo una vacante de
deseo.
—¡Oh, merde!—
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Los latidos del corazón galopaban fuera de control. Los
instintos gritando dentro y quería bloquear mis oídos. Las
amenazantes palmeras parecían unas pulgadas más cerca,
ramificándose con fatalidad. —No se van a ir, Q. Tienen una
orden.—
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Ella dio dos pasos airados hacia mí, pero Q levantó su brazo,
interponiéndose. —¿Cómo pudiste? Tú, tú...— Se interrumpió,
torciendo la boca con pena. —Todos confiamos en ti.—
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Él asintió con la cabeza. —Que así sea.—
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Capítulo diecinueve
*Jilguero Europeo*
Q y Suzette se fueron.
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Tú has hecho esto. Tú corriste porque sabías que esto no era
correcto. Q no es lo correcto. Traté de convencerme a mí misma,
para abrazar mi libertad, y dejar esta casa donde sucedían
tantas cosas malas, pero no podía reunir la energía.
Mi corazón murió.
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No podía mirarlo a los ojos. Él también estaría implicado. ¿Por
qué la policía no los había rodeado a todos? No había
escuchado ni sirenas ni gritos. Suzette me dijo que sólo una
orden había sido entregada... tal vez... tal vez, ¿ellos no harían
nada?
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los había traicionado a ellos.
Susurré, —Le dejé un mensaje en el contestador a mi novio con
el nombre de Q.— Lo miré a los ojos con dificultad. —Iba a
llamar a la policía, Franco. No dudes de mi desesperación de
correr.— Pero incluso en mi desesperación, estaba en conflicto.
Me acurruqué en una pequeña bola, metiendo la cabeza en mis
brazos.
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Volé.
Las pinturas se volvieron borrosas mientras corría por toda la
casa. No iba a robar el sustento de Q. Mi lugar estaba a su
lado. Lo había aceptado. Tenía que hacer que me perdonara y
encontrar una manera de quedarme. La había cagado, él la
había cagado. Juntos, podríamos arreglar esto.
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entornados. Esperaba a ver odio, una paralizante mirada de
traición, pero no vi nada. Estaba remotamente distante, el
perfecto e ilegible amo.
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Braxton Cliffingstone de su secuestro en México.—
El oficial del bigote fino habló. —Él proporcionó pruebas
detalladas de cómo lo golpearon y cuando volvió en sí, usted se
había ido. Él también nos proporcionó el mensaje que le dejo,
implicando al señor Mercer en su desaparición. Como puede
imaginar, hasta ese punto, el señor Cliffingstone estaba
increíblemente molesto, pensando que estaba muerta.—
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Pero no me importaba. Tenían que ver lo que existía entre Q y
yo. Ellos no podían entenderlo, mierda, yo tampoco lo entendía,
pero vibraba en el espacio.
Quincy.
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Quincy.
Mis ojos fueron hacía Q. Yo sabía su nombre.
Los quería a los dos. Oh, dios, cómo los quería a los dos.
Entonces, hui.
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Capítulo veinte
*Golondrina de mar*
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continuara. Si no fuera así, me aferraría a la pata de la cama y
me negaría a irme. Yo no quería volver a ver a Brax o a unos
padres a quienes no le importaba.
La bestia. El conductor.
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Q se tambaleó hacia atrás. —Merde. No tienes que jodidamente
maldecirme,— dijo Q arrastrando las palabras, frotándose el
pecho, subiendo borracho a la cama.
Dios mío. Q.
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Me lancé hacia delante y lo cogí, apoyándolo en mi hombro. El
olor alcohólico hormigueó en mis sentidos. Juraba que me
estaba drogando con el olor. ¿O era su cuerpo caliente, duro,
pecaminoso, presionado contra el mío? ¿O el olor almizclado de
la profunda esencia de la colonia después de afeitar y el olor a
sándalo?
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Moviéndome más cerca, con vacilación corrí mis dedos a través
de su corto cabello, disfrutando una vez más de ser capaz de
tocarlo. Pensé que no volvería a verlo otra vez, a estar a solas
con él de nuevo. El hecho de que él no recordara visitarme en
la mañana no importaba. Él estaba aquí. Ahora. En este
espacio de tiempo, antes de que saliera el sol, era todo mío.
Me quedé helada. Hablaba sin tapujos. Con voz más clara, pero
todavía perdido en el alcohol. —¿Por qué te gusta el invierno?—
le susurré, con tanto miedo de que él pudiera caer en coma
antes de contestar.
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Los latidos de mi corazón se aceleraron. De alguna manera,
sabía que Q estaba a punto de abrirse. Él había bajado la
guardia, lo que me permitía vislumbrar en su interior. Me lancé
a modo de interrogación. Tratando de no lucir demasiado
interesada, uní mis dedos con los suyos, acariciándolos muy
suavemente. —¿Cincuenta y siete qué, amo?
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Caminé de regreso y lo golpeé. —Tenía razón al llamar a la
policía. Eres un hijo de puta.—
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sentido, pero todo, saltó a una híper-conciencia. Quería arañar
sus ojos para sacar más ira de él por alguna absurda razón
absurda.
El tiempo se congeló.
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—Tu no puedes ser mía. Pero yo me convierto en tuyo.—
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lágrima que tenía la audacia de fugarse.
Q rodó, apoyándose en el codo. Un dedo trazó mi pezón a través
de la delgada camiseta. Su profundo acento francés retumbó,
—Esclave... no puedo... No lo haré...— dijo arrastrando las
palabras.
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mi labio inferior. —Te estoy dando una opción.—
La conexión entre nosotros se fortaleció, alargándose. Al darme
la elección, mostraba que le importaba tanto como el deseo de
destruir.
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esclave.— Él me levanto en posición vertical cogiéndome por el
cabello. Mi cuero cabelludo gritó, y me estremecí, sosteniendo
sus manos.
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golpe, y bloquearla con la misma clave.
Mis ojos se abrieron mientras miraba la habitación cilíndrica.
Podría haber sido una torre, si las ampliaciones de la mansión
no hubieran evolucionado en los últimos años y la hubieran
escondido de la vista. Apestaba a masculinidad, a matiz oscuro
enviando caliente necesidad a través de mis venas.
Los aposentos de Q.
La decoración gritaba ‘cazador’; una apreciación de su
voluntad, deseos de devastación y ruina. La enorme habitación
anunciaba lo mucho que amaba controlar y dominar. Él me
trajo aquí para hacer todo lo que quisiera. ¿Cuántas otras
chicas habían estado en su espacio?
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habitación.— El olor del alcohol me advirtió que las
inhibiciones de Q habían desaparecido por completo. Tal vez
no debería haber estado de acuerdo hasta que estuviera sobrio.
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en el ruso y su cuchillo.
Sacudiendo la cabeza, gemí, —Voy a hacer lo que sea menos
esto.—
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unir tu nombre a esto? Pero luchaste con tanta fuerza para
esconderlo de mí.—
—Sí.—
—Después de esta noche, cada vez que diga tu nombre te
mojarás para mí. No sólo poseo tu cuerpo sino que también tu
identidad. ¿Lo niegas?—
Pero también era una pregunta que rogaba por una mentira.
No podía decirle que desde que había alcanzado la pubertad
había anhelado algo que no conocía. Me había producido
orgasmos con pensamientos de dominación y miedo. Presioné
los labios, sin responder.
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Mi columna gritó y la humedad entre mis piernas aumentó.
—Respóndeme, Tess. ¿Por cuánto tiempo? Necesito saberlo.—
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nalgadas, y bondage. Él sabía lo que me gustaba, él lo sabía.
Pero yo no sabía lo que a él gustaba. Cerré mis manos
atadas. —Todo lo que me haces es una fantasía. Quiero saber
las tuyas. ¿Qué tan oscuro es lo que quieres? ¿Irías mucho más
lejos?—
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No podía pensar con claridad; murmuré, —No me ha gustado,
pero me gustó darte lo que necesitas. Me pone húmeda saber
que lo has disfrutado.—
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Q agarró mi pecho con una mano y algo afilado pellizco mi
pezón, deseaba poder ver lo que era. Ahuecando mi otro pecho,
el peso de lo que él sujetaba colgaba con una sensación
incómoda.
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cuerpo gritaba por correr. La palabra de seguridad bailó en mi
lengua. Soy más fuerte que esto. Lo invité a esto. No voy a
decirla... no todavía.
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vergüenza ante la idea de tenerle tan cerca de mi coño,
extendido y expuesto. Yo estaba tan mojada que el liquido
corría por mi muslo. Negué con mi cabeza, incapaz de ser tan
vulnerable.
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rápidamente mientras como yo me balanceaba desde techo,
temblando. Mi cabeza cayó, y mis ojos eran demasiado pesados
para mantenerlos abiertos. Quería cortar mis piernas para
encontrar algo de alivio de esta tortura. Q me convirtió de una
mujer racional a una ansiosa adicta que necesita una
reparación. Necesitaba su polla. Necesitaba a mi amo.
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Respiré con fuerza, jadeando mientras él se arrancaba la
chaqueta, dejándola caer en el suelo.
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acarició su gruesa erección mientras me miraba. Sus ojos
estaban concentrados en las grapas en los pezones de mis
pechos. —Tu carne esta tan hinchada, Tessie.—
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alrededor de la gruesa circunferencia, acariciándola con
fuerza. —¿Te gusta cuando te llamo así? ¿Mía? Toda
malditamente mía.—
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Él gruñó y empujó una vez.
Dos veces.
—Mírame,— Q jadeó/gruñó.
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Q se tensó con poder, empujando mientras sus ojos se
encendían y tenía los labios entreabiertos. —Te voy a dar lo que
quieres.— Su cuerpo convulsionó y un bajo y enojado gemido
salió de su garganta. Un pulso caliente de semen me lleno y
eso era todo lo que necesitaba.
Exploté.
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acunándome en su duro cuerpo.
Su corazón golpeaba contra mi espalda, marcando un ritmo
errático con el mío.
En los brazos de Q.
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Capítulo veintiuno
*Faisán*
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abrazó con más fuerza, un musculoso brazo estaba alrededor
de mi estómago. Increíblemente, él seguía estando dentro de
mí, flácido pero aún lo suficientemente grande como para ser
consciente de la intrusión.
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—Nunca pensé que disfrutaría del vainilla,— murmuró en mi
cabello.
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Poniéndose su camisa sin botones, Q se dio la vuelta. Me pasó
una manta de piel de la cama. —Vas a tener que vestirte con
esto hasta que llegues a tu habitación, ya que he quemado tu
ropa.—
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Mi corazón se cerró. Esclave. No Tess. Me desconoció tan
simplemente.
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haber tenido cincuenta y siete mujeres antes... ¿tan poco me
importaba?
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Me hice daño cuando me encorvé. No tenía derecho a sentirme
ignorada. Lo que había pasado con la policía era mi culpa.
Ella frunció los labios y entrecerró los ojos. —¿Qué crees que
pasó? La policía vino y acusó a Q de haberte secuestrado.—
Ella paró de cortar. —¿Y crees que eso lo hace mejor?— Cerró
los ojos, visiblemente alejando su humor negro. Cuando los
volvió a abrir, sus ojos color avellana brillaban, pero ya no
estaba furiosa. —Se que estabas aterrorizada cuando llegaste
por primera vez. Sé que sufriste en México. Sé que perdiste a
tu novio. No te puedo odiar por ser una luchadora, por correr,
por ser valiente. Sólo desearía que nos hubieras dado más
tiempo antes de juzgarnos y tomar una mala decisión.— Cogió
el cuchillo y siguió cortando.
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Los escalofríos me recorrieron la espalda. Había hablado en
pasado...
Ella negó con la cabeza. —No. Se fue hace media hora, más o
menos. Dudo que regresé a casa por un tiempo.—
Suzette me miraba con los ojos muy abiertos, la ira daba paso
a la tristeza. Abrió la boca para hablar, pero un barítono
masculino vino detrás de mí.
No.
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Todo se había terminado.
Franco sonrió, pero la sonrisa no llegó a sus ojos. Se detuvo
frente a mí. La señora Sucre colocó sus manos sobre mis
hombres, ofreciéndome apoyo cuando Franco se agachó sobre
su rodilla y me cortó el rastreador GPS con un cuchillo. Se cayó
de mi tobillo, retumbando en las baldosas.
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esto detrás de ti.—
Me lancé a Suzette, capturando sus manos. Sus ojos se
reflejaron los míos; su compasión hizo que me sangrara el
corazón. —No me quiero ir, Suzette. Huir fue un gran error.
Explícaselo a Q y me dejara que me quede, ¿lo harás? Tú sigues
diciendo que soy buena para él. Es el mejor hombre que
conozco. Quiero ser digna, Suzette. Quiero quedarme y
escuchar su historia.—
Ella dejó de retener mis dedos, dando un paso atrás. —Lo sé,
Tess, pero es demasiado tarde. Q llegó a un acuerdo con la
policía. No se presentarán cargos contra él si te envía a casa.
Esa es la única forma.—
Me dolía el corazón por lo mucho que me dolía respirar. Así fue
como logro que la policía se mantuviera alejada.
Abandonándome para salvar su propio culo.
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la puerta para que te inclinaras ante tu nuevo amo.— Se rio
antes de añadir, —Nunca había tenido que echar a una esclava
antes.—
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lo monté por primera vez en avión. El mismo horror y el dolor
de esa noche llenaron mis pulmones. Estoy loca. ¡Me voy a
casa! Debería estar emocionada.
Mis manos se cerraron. Una cosa era segura, si Q era tan cruel
para hacer esto, no me merecía. Miré a Franco mientras se
acercaba.
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zumbido de los elegantes motores, galopábamos por la avenida
principal, elevándonos en el aire con una ráfaga de
turbulencias y viento.
Yo estaba rota.
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Franco de que esto era un gran error. Mi cerebro se había
entregado al vuelo y yo estaba drenada. Nada tenía sentido
cuando ya no le importaba a Q.
Que te jodan, Q.
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aspiré una bocanada. Los aromas de Melbourne me hicieron
recordar y descendió una pequeña ola de comodidad.
Casa.
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cincuenta y ocho. Eso significa que ha tenido cincuenta y siete
antes. Eso lo que hace un traficante de mujeres.— No podía
soportarlo. El pensamiento de que Q había tenido tantas
mujeres me daba ganas de patear, golpear y gritar. Ahora que
me había ido, habría más. Sin lugar a dudas. —Pero sé que lo
ha hecho por las razones correctas. Él las ayudó... ¿no es
así?— Quería odiarlo, pero no podía, no por eso.
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Me suavicé, aceptando el porqué Q me había echado. Tenía que
proteger a más mujeres en el futuro. No podía tenerme
arruinando su vida porque él iba a dedicar su tiempo a salvar
a otras. Odiaba entenderlo. Yo habría hecho lo mismo.
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La sangre se precipitó en mis oídos. Las canciones sobre la
necesidad de luchar y reclamar. Quería pegarme a mí misma
por no haberlo visto. Q necesitaba a alguien que igualara su
oscuridad, que librara la misma guerra entre el placer y el
dolor.
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apellido. Echaba de menos la palabra 'esclave'. Echaba de
menos lo que significaba la palabra: pertenecer. No sólo por Q,
sino a una existencia completamente diferente.
Me iba a casa.
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Capítulo veintidós
*Pájaro campana*
Estaba en casa. El lugar en el que había sido feliz, pero sin idea
de quién era yo. Caminar a través de la puerta significaba
mucho más que solo regresar. Al hacer esto, dejaba ganar a Q.
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Lo dejaba que me negará.
Me encorvé, sosteniendo mi estómago, tratando de reunir
fuerzas. Mis ojos se posaron sobre las botas con punta de acero
de Brax en la alfombra de la puerta, y mi corazón colgaba
pesadamente en mi pecho.
No puedes dejar que Brax te vea así, Tess... Tessie. Este dolor
es privado.
Blizzard ladró.
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La nueva Tess libraba diez Guerras Mundiales en su corazón.
Q todavía me mantenía prisionera, a pesar de que había
intentado hacer caso omiso de su condicionamiento. Q no
considero lo angustiada y solitaria que estaría. Él había
demostrado que no era un buen amo. Todo el mundo lo sabía,
que después del cautiverio, una mascota no sobrevive en lo
salvaje. Él debería ser castigado.
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cabeza. —Hueles tan bien. Tan jodidamente bien. Como la
lluvia... no, no, como helada. Aguda y fresca y helada y fría y...
y dolorosa.— Él cerro sus ojos, la voz de saliendo en un susurro.
—Amas causaran dolor.—
Dolor.
Me rompí.
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Abrí la boca, esperando una lengua violenta, tan condicionada
al salvajismo, pero Brax me besó con dulzura, delicadeza, tan
diferente a Q. Tan diferente a lo que yo necesitaba.
Brax frunció el ceño cuando se dio cuenta del sobre que había
en mis manos. Todavía no había tenido la fuerza suficiente
para abrirlo.
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Me detuve de golpe. ¿Por qué, por qué, por qué?
El simbolismo romántico francés me apuñaló una y otra vez,
no podía soportarlo. Caminé hacia delante, agarré el borde, y
lo arrojé a la esquina de la habitación. No podía dormir debajo
de un símbolo del país donde mi ex-amo vivía. Tenía la
esperanza de que él sufriera tanto como yo. Maldita sea, quería
que su corazón frío fuera arrancado, tal como estaba el mío. Es
mejor que estés aullando de agonía, bastardo.
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—Esclave, ¿qué crees que estás haciendo?—
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—Vas a tomar todo lo que doy. No serás capaz de caminar. ¿Te
gusta el sonido de esto?— Su brutal mano me golpeó de nuevo
y gemí.
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cabeza, buscando el aroma de cítricos y sándalo. Mis sentidos
estaban solitarios, privados de todo acerca Q. Ya no me
pertenecía, odiaba la forma en que no lo podía ocultar. Mi
cuerpo me delataba, y Brax estaba perdido y herido.
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nariz por mi garganta, suspirando. —He soñado que vienes a
casa tantas veces, no confío de que esto sea real.—
Me odio.
Odio Q.
Odiaba que no pudiera ser la mujer que pensaba Brax que era.
Odiaba a Brax por quejarse de sus problemas en lugar de
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preguntarme qué me había sucedido.
Me revolvía con pensamientos negros, pero suspiré con alivio
cuando Brax llegó, estremeciéndose y empujando duro.
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Brax se puso de pie, paseándose desnudo. —Dime qué te pasó.
¿Por qué demonios te estás riendo?—
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la horrible experiencia en México. No podía contarle acerca de
la violación cuando me escape. No podía decirle cuánto
significaba Q para mí. Cuánto lo ansiaba, incluso ahora. Me
gustaría llevármelo a la tumba.
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Brax besó la parte superior de mi cabeza, murmurando, —Todo
va a estar mejor ahora. Estás en casa. Nunca te voy a perder
de vista de nuevo.—
Página 465
Capítulo veintitrés
*Pájaro carpintero*
No volví a llamarlos.
Página 466
Me convertí en una adicta a las canciones que escuchaba Q.
Las letras compartían mi dolor, liberando las emociones que
me infectaban por dentro.
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funcionaba.
La intensidad y la abrazadora vida que el me había dado se
convirtió en un lejano y oscuro paraíso. La realidad se hizo
cargo. Hice mis exámenes finales de la universidad. Me dejaron
hacerlos en retraso, debido a las circunstancias, y pasé con
muy buenas notas. Brax me llevó a cenar para celebrarlo, pero
hurgue durante la noche, consciente de que había otra ancla
que me mantenía aquí. Tenía una educación ahora. Lo único
que me inmovilizaba era Brax. Y día tras día demostraba que
no era suficiente.
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el rostro en el pelaje de Blizzard y una mirada de adoración en
sus ojos.
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Nada.
Brax se rio de algo que ella dijo, acariciando la cabeza de
Blizzard. Una sonrisa floreció lentamente en mis labios.
Felicidad. Libertad.
Brax no me necesitaba.
¡Soy libre!
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La noche siguiente le dije adiós a Brax.
Mientras él iba a tirar la basura y a coquetear con la vecina,
saqué una vieja mochila de debajo de la cama e hice la maleta.
Encendí la radio, moviéndome con la música pop, dándole la
bienvenida a un nuevo comienzo.
Él rugió en mi cabeza.
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placer.—
Aleje el recuerdo sacudiendo mi cabeza, ignorando la tensión
entre mis piernas. Dios, lo echaba de menos. Echaba de menos
su frialdad egoísta, su violencia súper caliente.
quieres capturarme
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Yo quiero ser tu víctima,
quieres arruinarme,
me muestras tu oscuridad,
y yo te daré mi luz
Nunca lo olvidé.
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Aterrizo en mi regazo y solo pude mirarlo boquiabierta. Q me
había devuelto mi brazalete.
Esclave,
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Tess,
Esto es por tu libertad.
Je suis à toi.
Q.
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salvajismo despiadado.
—Como quieras, esclave. Cada vez que te llame Tess, recuerda
que puedo hacer lo que quería contigo. Me perteneces, maldita
sea.—
—Sí.—
Brax,
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Otra persona te necesita más de lo que yo nunca te necesitaré,
y quiero que seas feliz.
—¿Cómo se llama?—
Se estremeció. —Bianca.—
Me quedé helada.
—He visto lo diferente que eres, Tess. Duermo al lado tuyo. Veo
cómo te levantas caliente, mojada y sexy como el infierno. Algo
pasó allí, y te cambió. Lo entiendo. Lo que pasó en México nos
cambió a ambos.—
Luché con la vergüenza y el temor. Brax veía más de lo que yo
creía. La vergüenza me hizo sonrojar. Estaba en lo cierto. Yo
había cambiado y no podía deshacerlo. No podía cambiar el
hecho de que él estaba a mi lado mientras yo soñaba con los
azotes y las folladas de Q. Él sufría en silencio mientras yo
lloraba con necesidad.
Página 479
amiga.—
Su aceptación dejó que mi corazón volara libre; le di otro
abrazo. —Estaremos en contacto.—
Sin pertenencias.
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Capítulo veinticuatro
*Martín pescador*
Página 481
Me dirigí a Le Coq y me acerqué a la misma mujer. Los gallos
en las paredes ya no querían picotearme los ojos. Lucias gordos
y contentos.
Página 483
—Nous sommes arrivés— Ya estamos aquí. Me hizo un gesto
para que saliera.
Dudaba que alguna esclava hubiera vuelto una vez que fuera
puesta en libertad. Pero de nuevo, fui liberada por la fuerza.
Rompí la tradición al ser impredecible. Nuestros ojos se
encontraron y le transmití todo lo que sentía. ¿Ves cómo quiero
ser digna? Volví por él. Volví por ti. Por esta vida. Por todo en lo
que me hizo convertirme.
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criada de color blanco y negro. Sus ojos color avellana
brillaban. —¿Ami? Qué... No entiendo.— Dio un paso vacilante.
Cerré la distancia entre nosotras.
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tiempo que yo.
Mi respeto por ella era grandísimo.
Envolviendo sus dedos con los míos, me tiró hacia la casa. Puse
un pie delante del otro, centrándome en la respiración para no
desmayarme. Mi corazón no había parado de zumbar desde
que me subí al avión. Estaba segura de que estaba cerca a la
fecha de expiración.
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Una sonrisa apareció en su cara. —No es un día entre
semana.—
Cincuenta y nueve.
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tocado a otras esclavas. Yo fui la primera. Su última. Su única
para follar si encontraba el camino.
¿Es así como llegaban todas? Fue por eso que Q lucia tan
sorprendido, tan intrigado por mí? Me negué a inclinarme. Lo
maldecí. Le gruñí.
Mi respiración se detuvo.
—Sephena. Levántate.—
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Q se quedó a mitad de camino por la escalera, sus pálidos ojos
de color jade ardían con una mezcla de asombro, lujuria e ira.
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Todo el tiempo que viví con Brax, no había tenido ningún
interés en el sexo. Ahora, me iba a morir si no lo tenía. Las
piernas me temblaban, el cuerpo me ardía, y la humedad me
fundía sin vergüenza. Q hizo estallar todo mi anhelo en una
bola de fuego, incinerando mis entrañas.
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Enseñó los dientes. —Nosotros no tenemos que hacer nada. Te
envié de vuelta. ¿Qué carajo estás haciendo aquí?—
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Mi corazón latía como un tambor, rugiendo en mis oídos.
Dio un paso más cerca.
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lo que había empezado.
Me giré hacía Q. Él también tendría que ayudar. Le debía una
disculpa, una explicación. Él me debía su corazón.
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con necesidad.
Me acerque de puntillas, murmurando, —Ardía por tu
dominación. Latía por ti para que me follaras. Te extrañaba.
Echaba de menos al hombre que había conocido, pero que
nunca volvería a ver.— Levanté mi muñeca.
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muñeca, tirándome más cerca. —No soy algo que se pueda
domesticar. No soy un hombre que recita poemas y te trata
bien. No. Soy. Ese. Humano.—
Le di una bofetada.
Mi palma lo golpeó satisfactoriamente contra su barba de cinco
días. Se echó hacia atrás en estado de shock, y se agachó como
un cazador, asesino, monstruo. —Vas demasiado lejos. Vete
antes de que lo lamentes.—
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Mi cuerpo pasó de fuerte y desafiante a delicado. —Necesito
que te preocupes por mi. Prométeme que compartirás tu vida y
que no me echarás. Quiero saber quién es Quincy. Quiero
pertenecerle a Q. Quiero que seas sincero contigo mismo y
aceptes que significo algo para ti también. ¿Te parece bien, Q?
¿Cuidar de mí por completo para que pueda darte lo que
necesitas?—
Esclave.
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no un titulo.
Sus ojos brillaron, sacudiendo la cabeza.
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Rodando sus hombros, rompiendo mi agarre. Se alzo sobre mí,
recopilando las sombras de la habitación, crepitando con
energía. —Sí, malditamente dolió. No he dormido bien en
semanas. No puedo ir a mi habitación porque me pongo tan
duro. Me he corrido dos veces al día recordando cómo te
retorcías bajo el látigo. Cómo se sonrojaba tu piel y se ponía
roja.— Se detuvo, respirando fuerte. Su cuerpo le suplicaba al
mío y yo luchaba por mantenerme congelada.
—Basta, Tess.—
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en una sombra rota de mí misma. Tu ferocidad me alimenta.—
Me agaché para morder su pezón, mordiendo fuerte para
extraer la sangre. —Lo que sea que me des, Puedo tomarlo...
siempre y cuando sepa cómo te sientes.—
Q apretó los dientes, los ojos cada vez más pesados con lujuria.
Se quedó inmóvil, sin decir una palabra. Su poder, su rabia,
llenó la biblioteca, amenazante.
—La policía sabe lo que hago. Una vez que las chicas están...
mejor... ellos encuentran a sus seres queridos y las
devuelven.— Sus ojos se cerraron mientras él empujaba de
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nuevo, el cuerpo temblando de deseo. Rio oscuramente,
inclinándose sobre mí. —Han estado entrometiéndose en mi
vida amorosa desde que tenía dieciséis años. Ellos pensaban
que tú eras diferente. Dando a entender que yo te había tocado,
más que ayudado.— Sus ojos me quemaban con jade caliente.
—Me asustó como la mierda. Vieron la verdad y sabía que tenía
que deshacerme de ti antes de que yo te matara, o peor... que
te convirtieras en lo que otros amos enfermos hacen a sus
esclavas.—
Finalmente.
Mi hombre.
Mío.
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de un pequeño pulso de sus caderas, apenas detectable. Me
sacudí, gimiendo mientras la unión de su bragueta hacia
burlas a través mi vestido.
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—¿Me necesitas? ¿O me deseas?— gruñó, frunciendo la boca
mientras empujaba duro.
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Nunca rompiendo el contacto visual, recorrió los dedos
alrededor de mi ave tatuada en la muñeca, bloqueándome en
su dominio. Su toque rezumaba con destreza sexual, doblando
mi voluntad con nada más que la presión.
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Me deslicé hacia arriba, empujando mi vestido para cubrirme.
Mi cuerpo vibraba por su toque, pero vi lo importante que era
para él. Me dolía el pecho. Q iba a aceptar conservarme. Iba a
permitirme compartir su mundo. Esperé con gruesa
anticipación. Haría cualquier cosa para darle a su mente un
descanso.
Asentí. —Exactamente.—
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completamente diferente a tu ferocidad.—
Inclinó la cabeza, mirando lo que tenía en la mano.
Determinación y aceptación asentadas en su mirada. —Nunca
debes dejarme que te rompa completamente. Necesito tu fuego,
tu temperamento, tu voluntad inquebrantable.—
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que me acosara y espiara. ¡Por supuesto que sí!, estaba
extasiadamente feliz.
—¿Y lo otro?—
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Q asintió. —Suena como un trato justo.—
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—Tú eres el único, Q Mercer. Siempre fuiste el único.—
Q se sonrojó. La primera vez que había visto la timidez de un
hombre tan fuerte y audaz. Un color rosa tintó sus pómulos
perfectamente esculpidos, derritiéndome en un charco. ¿Me
acostumbraré alguna vez a lo mucho que él significa para mí?
¿Alguna vez quiero hacerlo? Quería vivir mi vida en el séptimo
cielo. Constantemente con asombro. Constantemente
necesitada.
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—Prometo luchar contra ti cada hora de cada día— Sus labios
se curvaron en una sonrisa cruel.
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Epilogo
*Q Mercer*
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Mis padres me perdieron durante dos días una vez, y nunca
deje la casa. Desaparecí dentro de la enorme mansión a la que
llamábamos hogar, a la deriva de habitación en habitación.
Robaba comida de la cocina y acampaba en el interior de las
gigantes chimeneas, que nunca se usaban.
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Bebida alcohólica fuerte de origen alemán.
48
Bebida alcohólica reconocida como crema de whiskey
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Todo lo que ella hacía era llorar y encogerse en una bola. Sin
embargo, mi padre la golpeaba con puños y látigos.
Disfrutando de sus gritos, con su cara era de placer.
Nunca amé a mi padre, pero día a día, crecía mi odio hacia él.
Odiaba que me hubiera creado. No quería tener nada que ver
con él. Quería que se fuera.
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Inmediatamente, las chicas se pusieron rígidas, cayendo de
rodillas. Las doce se inclinaron, con el cabello largo, de colores
diferentes, besando el suelo.
—Paren.—
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conexiones. Los criminales estaban alrededor de los ricos como
las moscas a la carne podrida, y me aproveché.
49 Tipo de vino
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de juego de mi padre. Sabía dónde encontrarlo.
Me moví en silencio, con los dedos apretados alrededor de mi
nueva adquisición.
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horribles, comenzaron a llorar. Algunas con sus cuellos atados
a sus tobillos. Otras colgando del techo boca abajo. Las
lágrimas fluyeron, pero la luz brillaba en sus ojos lentamente.
El hambre, la venganza, la libertad, cada una como un
incendio. Grilletes de quebrantamiento.
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y en vez de cestas de regalo, recibía esclavas.
Comenzó lentamente, una al año. Luego dos. Hasta que,
finalmente, me convertí en el rey en aceptar mujeres traficadas
como un acuerdo de negocios. Me costó una fortuna aceptarlas
y no tocar a ninguna de ellas.
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Cuando le pregunté si estaba lista para irse a casa, se negaba.
Se arrojaba a mis pies, rogando quedarse. No tenía nadie a
quien volver y profesaba amor por mí. Ella quería que la amara.
Pero no podía. Nunca podría. No podía recurrir a usar a
mujeres rotas. Nunca podría encontrarme a mí mismo después
de que sucediera.
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Ella no estaba rota.
Por primera vez, una esclava venía a mí escupiendo y viva. La
inteligencia ardía en sus ojos y me puse duro, no podía
controlarme. Sabía que no sería capaz de parar, y la odiaba
casi tanto como me odiaba a mí mismo.
*Presente*
Ella negó con la cabeza, mirando a mi alma negra con esos ojos
gris paloma. —Nous sommes les uns des autres.— Somos el
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uno del otro.
Dos emociones luchaban por el espacio de mi pecho. La bestia
se tambaleaba hacia delante, dispuesto a degradarla y herirla,
mientras que la otra quería reunir cada centavo de la suavidad
que yo tenía.
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—No puedo creer que hayas vuelto,— murmuré con el corazón
galopando, aún sin poder creer el juramento de sangre que
habíamos hecho. Unté el carmesí residual sobre su garganta,
pasando los dedos a través de su clavícula.
Tess Snow.
Tess esclave.
Mía.
Toda mía.
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Dios que ella estuviera en lo cierto porque había acabado de
luchar.
Yo estaba hecho para ella y ella era mía, en todos los sentidos.
Apreté los dientes. Joder, sí, ella era mía. De nadie más. Tenía
suerte de que no era ni un cuarto del chico estúpido con el que
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fue a casa. Idiota. Dormir a su lado cada noche, tocándola. ¿No
podía ver el tesoro único que tenía? Mi pecho se hinchó de
orgullo. Tess lo dejó por mí. Ella era demasiado para un chico.
Necesitaba un hombre con un demonio dentro.
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mojada que estabas? Incluso entonces, tu cuerpo sabía que me
pertenecía.—
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tan estúpidamente valiente. —Ya me dejaste cicatrices.
Simplemente no puedes verlas.—
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No podía dejar de mirarla. Ella se arqueó, presionando sus
labios suaves y frágiles contra los míos. —Maître, castígame.
Merezco ser castigada por follarme a otro hombre mientras
estaba lejos de ti.—
¿Qué. Demonios?
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Envolví mis dedos alrededor de la base de su cráneo, colocando
su mejilla contra la encimera de granito frío.
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Instantáneamente, su carne blanca se puso roja con la marca
de mi mano. Gemí, acariciándola, queriendo más, siempre
anhelando más.
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mi necesidad de correrme tomo todo el control de mis manos.
Ella quería ver lo lejos que podía llegar. Nos esperaba un futuro
lleno de pecado y libertinaje. Le enseñaría el significado de la
oscuridad, la iniciaría en mi mundo.
Con los ojos llenos de lujuria, Tess me miró por encima del
hombro. Sus labios se separaron e hizo una mueca detrás de
la mordaza, con las mejillas rojas por la pasión.
Golpeé.
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El cinturón silbó a través del aire, la conexión con su piel
bañada de champán húmedo con un ruidoso golpe.
Y lo hice.
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corriente subterránea de necesidad sexual. Su humedad
seguía corriendo por su muslo, más gruesa, más cremosa que
el champán. Podría odiarlo, pero a ella le encantaba.
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de menos. He echado de menos el dolor.—
—Cállate y tómalo, esclave.— Empujé, torciéndole el pezón y
mordiéndole el cuello. Me temblaba la mandíbula con la
necesidad de extraer la sangre de nuevo. Me volvía salvaje por
su sangre. Era la mejor droga. El elixir de la bestia en mi
interior.
—Tómame, Tess.—
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Acerca de Pepper
Pepper Winters es considerada un éxito de múltiples ventas
internacionales del New York Times, Wall Street Journal y USA
Today. Ama el romance, los amores cruzados, y todo lo que
tiene que ver con la conexión del personaje. Se esfuerza por
escribir historias que hacen al lector anhelar lo que no
deberían y entrega cuentos con tramas complejas y personajes
inolvidables.
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fama extranjera y actualmente han sido traducidos en
numerosos idiomas. Estarán disponibles in librerías alrededor
del mundo.
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Playlist
Demons by Imagine Dragons
Bring Me Back To Life by Evanescence
Arms by Christina Perri
Dark Paradise by Lana Del Ray
Undisclosed Desires by Muse
Animal by Disturbed
ET by Katy Perry
Halo by Depeche Mode
Higher Level by Beseech
My Immortal by Evanescence
Tainted Love
Familiar Taste of Poison by Halestorm
Gravity by Sara Barielles
Closer by Nine Inch Nails
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Quintessentially Q
—Toda mi vida he luchado con el
conocimiento de que estaba jodido
porque quería algo tan
deliciosamente oscuro, malo en
muchos niveles. Pero, entonces, la
esclava cincuenta y ocho entró en mi
mundo. Silbando, luchando, con un
núcleo de hierro, me mostró una
existencia en la que dos errores
hacen un acierto.—
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Su pasado no la rompió, sin importar lo mucho que Q lo
intentó, y en un giro del destino, ella lo rompió a él. Juntos, se
arreglaron el uno al otro.
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