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ANÁLISIS SENTENCIA C-030 DE 2023
ANÁLISIS SENTENCIA C-030 DE 2023
FACULTAD DE DERECHO
2024-1
¿Cuál fue la posición mayoritaria de la corte constitucional para declarar la
exequibilidad de la norma demanda? Si la declararon, ¿En qué sentido?
Para empezar, es importante tener en cuenta que con relación al cargo primero en el
que demandaban el artículo 1, inciso 2 de la Ley 2094 de 2021, al contrastarla al
artículo 116 de la Constitución, La Corte señala que declarará la INEXEQUIBILIDAD de
las expresiones “jurisdiccionales” y “jurisdiccional de los artículos 1, 54, 73 y 74 de la
citada Ley en tanto que vulneraba el inciso tercero del artículo 116 de la Carta Magna
ya que no implicó un traslado de una competencia originalmente asignada a los
jueces, si no que varió la naturaleza de la misma entidad, y segundo porque se violó el
principio de excepcionalidad al haber operado una asignación en bloque y
omnicomprensiva. Por otro lado, declararon la EXEQUIBILIDAD CONDICIONADA de los
artículos 12, 16 y 17 de la ley citada en tanto que la PGN aún conservará sus funciones
disciplinarias administrativas, bajo el entendido de que la decisión definitiva en tanto
a las sanciones que se puedan atribuir a un funcionario de elección popular debe estar
supeditadas a lo que establezca definitivamente un juez de lo Contencioso
Administrativo.
En tercer lugar, la Corte estudia el cargo tercero, el cual concierne al debido proceso y
las garantías judiciales sobre los procesos disciplinarios que se adelantan contra
servidores de elección popular. Para ello, estudia la expresión “ejecutoriadas” del
artículo 54 que adicionó el artículo 238ª de la Ley 1952 de 2019, en el que las
decisiones de la Procuraduría debían tener esta condición de ejecutoriaría para poder
interponer el recurso extraordinario de revisión, no obstante la Corte advierte en este
pronunciamiento judicial que tal expresión debe declararse INEXEQUIBLE ya que si
muy bien la PGN puede adelantar las investigaciones correspondientes disciplinarias
contra funcionarios de elección popular, es cierto de igual forma que, con base al
respeto del debido proceso Constitucional (Artículo 29 Superior), debe primar la figura
del juez natural, el cual tiene establecida una competencia en virtud de una reserva
judicial, para dejar en firme tales decisiones de destitución o inhabilidad de tales
servidores públicos.
Por todo lo anterior, y bajo los términos explicados, es que la Corte decide que haya,
en general, una sentencia integradora de exequibilidad condicionada, para que en
virtud del principio de in dubio pro legislatore, se le puedan dar unos alcances
normativos distintos a los que se pretendían demandar con esta acción pública de
inconstitucionalidad, pues entiende que si declara la inconstitucionalidad de tales
normas, se podrían atentar otros principios fundamentales del Estado Social de
Derecho, a saber: moralidad y transparencia administrativa.
¿Cuáles fueron los criterios dados en esta sentencia para determinar la naturaleza
de las sanciones disciplinarias?
Para empezar, es importante tener en cuenta que, desde la misma creación de la Carta
Magna de 1991, la naturaleza que revestía la acción disciplinaria era meramente
administrativa, y estaba a cargo de la Procuraduría General de la Nación. No obstante
de lo anterior, por casos particulares como el de Gustavo Petro Urrego, se da una re
interpretación de la potestad disciplinaria, en la que los funcionarios elegidos por
votación popular debían someterse a un juez para su destitución, suspensión o
inhabilidad, en el entendido de que la naturaleza de su cargo se debe justamente a la
voluntad del pueblo, por lo que el ordenamiento jurídico reconoce que en ocasiones,
la naturaleza de la acción disciplinaria va es a depender de la calidad del sujeto
investigado, de lo contenido en la ley, de la misma acción, y lo contenido en la
Constitución.
Por otro lado, otro criterio usado por la Corte para justificar la naturaleza de la sanción
disciplinaria es aquella que guarda estrecha relación con la función pública, en el que
tales funcionarios tienen un llamado a guardar un actuar de buena fe, pues ellos son
responsables de infringir las normas por acción u omisión (Artículos 6 y 123
Superiores), por lo que la competencia de la PGN se justifica en el sentido de que se
deben cuidar los principios de pesos y contrapesos ya que cada rama del poder público
tiene delimitada unas funciones constitucionales, con el fin de que el poder no se
concentre en un solo lado.
En adición a esto, se tiene la función sancionadora del que tiene derecho el Estado,
siendo esta la potestad de aplicar el Ius Puniendi en la sociedad. Esta función nace
para asegurar el cumplimiento de los deberes consagrados en la Constitución y la
vigencia de un orden justo, basado en el principio de responsabilidad que debe
permear las actuaciones de los funcionarios públicos, que a su vez va de la mano con
el principio del debido proceso, el cual habilita a las autoridades a imponer tales
sanciones, mientras que se cumplan las garantías mínimas que deben existir en
cualquier actuación en la que medie el derecho sancionador.
En este sentido, la Corte ha precisado los tres alcances que tiene los actos
administrativos de carácter disciplinarios, los cuales son: Como se mencionó
previamente, el debido proceso con lo que eso implica, la procedibilidad de la acción
de tutela, y un control pleno e integral, los cuales se fundan en la celeridad,
imparcialidad, economía procesal, moralidad, publicidad, descentralización,
desconcentración y delegación de funciones.
No obstante, hay que tener en cuenta que, por el traslado de estas competencias a
órganos de control, se debe recalcar necesariamente una imparcialidad, la cual sólo
se logra mediante una división de su etapa de investigación y juzgamiento, en el las
autoridades que lleven cada una de estas, han de ser diferentes con el fin de que no
exista un prejuzgamiento.
Para el caso en concreto, por más que deba existir un principio armónico en la
administración de justicia, en el cual de forma excepcional, se puedan trasladar
funciones jurisdiccionales a otros órganos distintos a la rama judicial, como es en el
caso de la PGN, sólo puede tener legitimación en tanto que estas funciones no
desborden sus cometidos principales, es decir, funciones administrativas; que para el
presente caso se la Corte Constitucional expone que no se cumplía ese carácter de
excepcional, por lo que no se puede pretender cambiar lo que históricamente ha sido
el papel y las funciones generalmente administrativas del Ministerio Público, a la
postre de que esto sólo se puede concretar mediante lo que establezca un juez de la
Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, concluyendo por ello, que las sanciones
que imponga la PGN tendrán su naturaleza sancionatoria de índole administrativa, más
no judicial.
COMENTARIO GRUPAL
La discusión presentada en la Sentencia C-030 de 2023 revela una profunda
discrepancia sobre la interpretación de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (CADH), el papel de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte
IDH) y la competencia de la Procuraduría General de la Nación en los procesos
disciplinarios contra funcionarios de elección popular. A continuación, ofreceré
nuestra opinión al respecto.
Por otro lado, la discrepancia en cuanto al diálogo con la Corte IDH y la aplicación de
sus precedentes también es significativa. Mientras que los magistrados disidentes
sostienen que la sentencia no promueve adecuadamente este diálogo y contradice la
jurisprudencia constitucional en materia de tutela, la aclaración de voto del
magistrado Linares Cantillo argumenta que la sentencia aplicó adecuadamente el
derecho internacional de los derechos humanos al ordenamiento jurídico interno y
promovió el diálogo con la Corte IDH. Aquí, la discrepancia parece residir en cómo se
interpretan y aplican los precedentes internacionales en el contexto nacional, así
como en el peso relativo que se otorga a estos en comparación con la jurisprudencia
constitucional interna.