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PROYECTO: FERIA DE CIENCIAS 2024 EP N°12

ALUMNOS 5° A
Docente: Natalia Ferreyra
“EL PAPEL DE LA MUJER Y SU EVOLOCIÓN HACIA LA IGUALDAD DE DERECHOS”

El género constituyó el hilo fundamental que dividió y ordenó la urdimbre sostenida por las relaciones de
casta/clase y el entrelazamiento en redes jerarquizadas que conformaron la trama principal del tejido social de la
colonia. El reconocimiento de los derechos civiles y políticos de la mujer en nuestro país fue el resultado de un
largo proceso de lucha. En la actualidad, si bien se registran grandes avances respecto al pasado, la situación de
la mujer respecto al hombre continúa siendo en algunos ámbitos despareja

HIPOTESIS
TANTO HOMBRES COMO MUJERES TIENEN IGUALDAD DE DERECHOS Y OPORTUNIDADES

PREGUNTAS PROBLEMATIZADORAS
¿Cómo vivía la mujer en la época colonial?
¿Ahora vivimos de la misma manera?
¿Cuándo les parece que es/fue mejor? ¿Por qué?

PRODUCTO FINAL
Informe de investigación (cuadernillo)

Ciencias Sociales:
Comprensión de la historia social como fundamento para la construcción de la temporalidad: pasado, presente
y futuro; antes, ahora y después; relaciones causales, cambios y continuidades. Reconocimiento y valoración de
las costumbres en la vida cotidiana actual y pasada como bienes culturales materiales o inmateriales (vestidos,
fotos, utensilios, celebraciones, eventos). Valoración del diálogo y la escucha como prácticas necesarias para el
afianzamiento del respeto por las diversas opiniones y por las normas que organizan la vida en sociedad.
Exploración, observación, búsqueda, registro, interpretación y comunicación de información acerca de la
realidad histórica y actual.
Educación Artística: Interpretación de lo observado y construcción de significados personales (lo que la imagen
muestra y evoca). #Sujeto a modificación
Prácticas del lenguaje:
Intercambio en torno a gustos/disgustos, preferencias, estados de ánimo, opiniones, acuerdos y desacuerdos, a
través de expresiones cada vez más complejas. Producción de descripciones aludiendo a costumbres y
actividades, ocupación, virtudes, defectos (personas Participación activa y reflexiva en situaciones cotidianas de
planificación de tareas en las que sea necesario intercambiar propuestas y establecer acuerdos. Producción de
textos de manera individual o colectiva, considerando el tipo de texto, el propósito comunicativo y los
destinatarios. (Cuadro informativo, carta, informe)

ESI: Las mujeres en la historia rio platense


Bibliografía:

 https://www.lifeder.com/caracteristicas-sociedad-colonial/
 https://www.cultura.gob.ar/mariquita-sanchez-de-thompson-patriota-y-feminista_6763/
 BARRANCOS DORA. Mujeres argentinas: de espectadoras a protagonistas

https://www.sophiaonline.com.ar/mujeres-argentinas-de-espectadoras-a-protagonistas/

 MARIQUITA SÁNCHEZ DE THOMPSON. (2000) Colección Grandes protagonistas de la historia


argentina, (dirigida por Félix Luna). Buenos Aires: Planeta.
 SÁENZ QUESADA, M. (1995). «Recuerdos del Buenos Aires virreinal». Mariquita Sánchez. Vida política y
sentimental. Buenos Aires: Sudamericana.
 SOCOLOW, S. (1991). Los mercaderes del Buenos Aires virreinal: familia y comercio. Buenos Aires:
Ediciones de la Flor.

MATERIAL ANEXO
PROYECTO: EL PAPEL DE LA MUJER Y SU EVOLOCIÓN HACIA LA IGUALDAD DE DERECHOS

La vida social de las mujeres en la época colonial

Poca información es la que nos brindan los textos escolares acerca de las mujeres que vivieron durante la
época del Virreinato. Las imágenes más comunes las muestran entreteniendo unas fiestas características de
su grupo social, las tertulias, o bien organizando el trabajo de una numerosa servidumbre, en las grandes
casonas coloniales. Y eran tareas y actividades propias de las mujeres de este sector social.
Pero, ¿qué otras cosas hacían? ¿Cómo era el vínculo con sus padres y sus maridos? ¿Cuál era el modelo de
mujer aceptado por su grupo social? ¿Qué educación recibían? ¿Con quiénes se casaban? ¿Podían elegir a
sus maridos? ¿Podían recorrer caminos distintos de los pautados socialmente?

La costumbre de reunirse para comer, hablar mal o bien de los demás, discutir, bailar o escuchar música está
presente en el Río de la Plata desde la época de la colonia. A la noche, la gente salía a la vereda para tomar
fresco y se mezclaban todas las clases sociales. Pero las mujeres tenían restricciones: no podían salir solas a
la calle ni entrar en las pulperías o los cafés. Tampoco iban al mercado, aunque sí tenían permiso para
asomarse en el alféizar de la ventana. Con estas limitaciones, las solteras debían desplegar sus encantos
para encontrar un candidato porque no había nada más deplorable que una soltera en la familia.

Entonces, el convento, el matrimonio, hogar familiar, el servicio doméstico, o el trabajo inhumano eran los
únicos espacios permitidos para las mujeres blancas, criollas, negras y mulatas durante la Colonia.
UNA VIDA CON ESCASAS OPCIONES

Aunque la mujer tenía derechos legales limitados (como el derecho a heredar), ninguna mujer podía tener una
profesión, porque se pensaba que era incapaz de cualquier tipo de vida fuera de su hogar. Para las mujeres
de Buenos Aires sólo había tres opciones: el matrimonio, la soltería o la entrada en un convento de clausura.
Por los informes de los viajeros que visitaron Buenos Aires sabemos que las mujeres que elegían el
matrimonio o la soltería debían llevar una vida tranquila y cortés centrada en el hogar y en la iglesia. En sus
hogares, y en las reuniones sociales, las mujeres no debían desplegar inteligencia, sino más bien brindar el
toque amable a los invitados, ser capaces de una charla agradable y vivaz, de bailar danzas españolas y
francesas, tocar la guitarra y cantar. Otra cosa que podían hacer las mujeres era tocar el arpa. Siempre iban
bien acompañadas cuando salían de sus casas, y “las bien” educadas no se mezclaban con la gente "vulgar".

Aunque las invitaban a bailes, fiestas y tertulias, quedaban excluidas de muchas de las reuniones que
abundaban en la vida social de los hombres.

Las mujeres casadas y solteras se volcaban a la vida religiosa porque también era una forma de socializar. La
asistencia a misa era un ritual cotidiano; las mujeres iban de negro, con la cabeza y los hombros cubiertos, y
las que no cumplían con este requisito eran víctimas de comentarios feroces.

Las mujeres solteras eran “un problema”, y si la familia no veía un camino seguro al casamiento, el destino era
el convento. Pero, además, las familias poderosas llevaban a sus hijas al convento para no tener que
fragmentar su fortuna ante un casamiento. Las jóvenes también optaban por los hábitos para escapar de
matrimonios no deseados. Para ingresar a la vida religiosa había que pagar una dote y de acuerdo con lo que
pagaban, las religiosas ocupaban distintos lugares en el convento. Las llamadas “religiosas de velo negro”
tenían más jerarquía y se dedicaban a los rezos. Las de velo blanco hacían tareas domésticas y más
pesadas.

LA EDUCACIÓN DE LAS MUJERES DE LA ÉLITE

A fines del siglo XVIII fue creada una escuela para niñas sin recursos, con el propósito de inculcarles
“máximas de virtud, principios de honradez y luces de una sólida erudición”. A comienzos del siglo XIX
funcionaban en Buenos Aires varias escuelas para la enseñanza femenina que deben considerarse
numerosas si tenemos en cuenta la población de aquella época. En el año 1802, doña Josefa Carballo publicó
un aviso en el periódico Telégrafo Mercantil para comunicar la apertura de una escuela de niñas, las cuales se
educarían en religión, primeras letras y gimnasia. El ingreso exigía ciertos requisitos, entre ellos saber leer y
una edad mínima de ocho años.

Otra “escuela” para las niñas de la élite era la que dirigía doña Francisca López en su casa. A la entrada
había una mesita con un nicho de la Virgen donde se decía “el bendito” a la entrada y a la salida; este era
todo el adorno de la sala principal y en un rincón la cama de la maestra. Concurrían varones y mujeres. Las
niñas desde cinco años y niños varones hasta quince, separados en dos salas. Cada uno llevaba de su casa
una silla de paja; todo el amueblamiento era el tintero, un pocillo, y una mesa muy tosca donde escribían los
varones primero y después las niñas. Si no traían las sillas desde su casa, muchas niñas se sentaban en el
suelo sobre una estera.

El único libro era el Catecismo, entonces, para leer de corrido y algo que no sea religioso, cada niña o niño
traía de su casa un cuaderno que les escribían sus padres, y doña Francisca les enseñaba a leer y escribir, y
también las cuatro primeras reglas de la aritmética. Además, a las niñas les enseñaba a coser y bordar.

No todos los padres querían que las niñas supieran escribir, porque temían que les “escribieran a los
hombres.”

También había algunos pardos que enseñaban a las niñas de la élite música y piano, no como educación sino
como diversión.
LAS ACTIVIDADES DE LAS NIÑAS

Las niñas de las familias “decentes” del Buenos Aires virreinal solían pasar la mayor parte de su tiempo en
sus grandes casas de la ciudad, entre costuras, bordados, zurcidos y asistencia a misas. Sus padres les
enseñaban las primeras letras, para que pudieran colaborar en las empresas familiares.

Las niñas participaban de las tertulias, esos ámbitos de sociabilidad tan típicos de la elite colonial. Los fines de
semana, dejaban la casa de la ciudad, para ir con sus padres a las quintas y estancias que éstos poseían en
la campiña cercana. Por lo general, crecían mimadas por la servidumbre de la casa. El cariño no era lo más
característico en las relaciones familiares. El trato de los padres hacia sus hijos se caracterizaba por la
severidad y la distancia.

MATRIMONIOS POR CONVENIENCIA

En los hogares de la gente decente era habitual que los padres eligieron maridos para sus hijas. En las
sociedades del periodo colonial claramente patriarcales y donde los principios masculinos preponderaban
sobre el resto, la mujer distaba mucho, en teoría, de tener un puesto en situación de igualdad con respecto al
hombre. La mujer tenía el “privilegio” de servir como valor seguro a la hora de propiciar acuerdos comerciales
o familiares que fueron configurando diversas redes de parentesco y clientelares y como vehículo para la
reproducción social. Los principios de “honradez” y “decencia”, fundamentalmente en cuanto a lo relacionado
con la sexualidad eran valores añadidos en las mujeres. La base fundamental a la hora de constituir una
familia era el matrimonio católico.

Los matrimonios así pautados no tenían en cuenta los sentimientos de las jóvenes, sino los intereses de
familia. A través de un buen matrimonio se buscaba mantener o incrementar el patrimonio familiar. Los ricos
comerciantes, por ejemplo, se preocupaban por pactar matrimonios con hombres que a través del ahorro y la
buena administración dieran continuidad a sus empresas mercantiles. En este sentido, los españoles
contaban con ciertas ventajas sobre los criollos. Las familias decentes los consideraban más trabajadores y
ahorrativos que los nativos. El dicho “Vino, marido y bretaña (encaje), de España”, que estaba muy extendido
en la época expresaba muy bien esta preferencia.

La historiadora Susan Socolow sostiene que el casamiento de la mujer criolla socialmente establecida con el
recién llegado de España no era solo una norma aceptada en Buenos Aires, sino que estaba extendida por la
mayor parte de Hispanoamérica.

NEGRAS Y MULATAS ESCLAVAS

Con la colonización llegarían al Río de la Plata las mujeres negras, primeras esclavas destinadas a tareas
domésticas y artesanales. Las esclavas negras no solo se unieron en matrimonio, siguiendo los ritos católicos,
sino que también estaban a disposición de sus amos y de los hijos y parientes de sus amos, dando así origen
a una numerosa población “mulata” (que se despreciaba más que a los negros). La palabra mulato viene de
“mula” considerada un híbrido.
El término mulato era usado como insulto. El mulato era doblemente sancionado por la sociedad colonial por
ser producto de una mezcla y por su bastardía ya que rara vez era reconocido por su padre.

La posesión de un esclavo en el Río de la Plata era considerada una muestra de prosperidad y riqueza,
porque su precio era altísimo. A pesar de esto, las mujeres esclavas que estaban embarazadas se vendían a
menor valor, esto sorprende porque el propietario de la madre también lo sería del fruto de su vientre, pero el
riesgo de muerte por parto era tan alto que la preñez era considerada un problema y no un beneficio.

Estas mujeres tuvieron que soportar de todo. Tenían límites y prohibiciones variadas, por ejemplo, usaban
harapos o ropas viejas de sus amos, (no podían usar sedas ni joyas), les estaba vedado el entierro en
ataúdes, no tenían lugares para el entierro de sus muertos, comían lo que podían, no podían ingresar en las
iglesias, solo acompañaban a sus amas hasta la puerta de la iglesia y les llevaban las alfombras para que las
damas se sentaran a rezar.

La mayoría de las lavanderas de la ciudad eran negras, mujeres fuertes que soportaban las peores
inclemencias del invierno, con solo unos mates calientes que preparaban encendiendo fuego en los espacios
verdes de la ribera, llevaban a sus hijos recién nacidos y los dejaban sobre cueros, mientras ellas realizaban
sus tareas. Los bebés morían a menudo del llamado “mal de los siete días”, que es el tétanos del recién
nacido, una infección del cordón umbilical de los bebés.

Entre otros, el destino más cruel estaba reservado para las nenas, las rapaban y solo le dejaban un mechón
de cabello largo, las negritas debían acompañar a las señoritas todo el tiempo, cebarles mate (a veces de
rodillas) y atender cuanta orden y capricho se les ocurriera, debían permanecer siempre cerca, a fin de estar
disponibles para recibir pellizcos o “el coscorrón”, tironeaban del cabello a las pequeñas para descargar sus
nervios y frustraciones.

EL AMOR EN LUCHA CONTRA LA CONVENIENCIA: SURGIMIENTO DE UNA NUEVA SENSIBILIDAD

Hacia 1803 Mariquita Sánchez tenía


14 años. Pertenecía a una distinguida familia porteña. A pesar de su juventud, Mariquita decidió cuestionar las
rígidas costumbres de su época en torno al matrimonio. No aceptó casarse con el hombre elegido por sus
padres, el español Diego del Arco. Amaba a un joven, llamado Martín Thompson y, animada por tales
sentimientos y por una personalidad que comenzaba a definirse como muy libre y transgresora, resistió las
imposiciones paternas. Ante la intransigencia de sus padres, ella y Martín decidieron llevar el enfrentamiento a
la esfera pública. Presentaron un juicio de disenso ante las autoridades virreinales y, finalmente, fue el virrey
Sobremonte el que solucionó el conflicto, fallando en favor de los enamorados.

La historiadora María Sáenz Quesada considera que Mariquita fue expresión de una nueva sensibilidad social,
“en esta lucha de carácter personal los novios no estuvieron solos. En efecto, la cuestión del casamiento con
el elegido del corazón era uno de los grandes temas de la vida privada que debatía la sociedad finisecular. Si
en Francia acababan de abolirse los privilegios que venían del Medioevo, si el espíritu del siglo tendía a
acabar con las herencias gravosas, si los pensadores, literatos y poetas elogiaban el individualismo y la
religión del corazón por encima de las frías normas, ¿podrían escapar los súbditos americanos de la Corona
española al influjo de tales cuestiones?”. La firmeza de Mariquita al sostener contra viento y marea sus
derechos, de los 14 a los 17 años, da cuenta además de una decisión que era fruto de su notable fortaleza, el
punto de partida de una nueva sensibilidad social ante el matrimonio: la revalorización del amor de la pareja
por encima de los intereses del grupo de familia.

Invitamos a ver el siguiente video sobre la vida de Mariquita Sánchez de


Thompson: https://www.youtube.com/watch?v=WGsLOuo_U2Y

¿Revolución en la condición de la mujer?


La Revolución no modificó la condición de las mujeres de la elite heredada de la colonia, ni siquiera
en lo relacionado a la libre elección de pareja. La tradicional costumbre de los padres de elegir
maridos para sus hijas continuó imperando. Hasta un hombre con ideas políticas tan radicalizadas
como Juan José Castelli siguió en este aspecto apegado al pasado. Hacia 1811-1812 se convirtió
en protagonista de un escándalo público al negarle a su hija la posibilidad de casarse con un oficial
que militaba en las filas de Saavedra.

Por entonces, Mariquita Sánchez de Thompson, desde las hojas y periódicos más radicales,
incorporó al debate público el tema de la educación de las mujeres y cuestionó el rol subordinado y
dependiente que se le asignaba a la mujer en el proceso revolucionario.
MI MATERIAL (NATY)
Actividades sugeridas para el aula
La información brindada por los textos elegidos presenta diferentes posibilidades para desarrollar
actividades en el aula. A continuación, le presentamos algunos ejemplos.

Actividad 1

Elabore un relato adaptado a las posibilidades de comprensión de los alumnos de primer ciclo que
tenga como protagonista a Mariquita Sánchez o a otra mujer de la elite, y que incluya los aspectos
desarrollados:

 ¿Cómo era la educación de las niñas?


 ¿Qué expectativas tenían los padres con respecto a su futuro?
 ¿Cuál era el modo habitual de concertar matrimonios entre los miembros de este sector
social?
 ¿Qué posibilidades había de tomar decisiones alternativas e introducir cambios en la sociedad
del momento?

Otra opción es adaptar al lenguaje de los chicos la información presentada y confeccionar fichas
temáticas para que ellos mismos las lean.
Luego podrá proponer actividades como las que siguen.

Actividad 2

Si hubieran sido mujeres como las del relato...

¿Qué trabajo podrían haber desempeñado? Tachen lo que no corresponda:

 médica
 abogada
 monja
 actriz
 comerciante
 ama de casa

Con respecto al matrimonio, cuenten o escriban:

 ¿Dónde habrían podido conocer a su futuro marido?


 ¿Quién les habría elegido marido? ¿Por qué?

Con respecto a la educación, cuenten o escriban:

 ¿Cómo se imaginan que habría sido un día de clase en aquella época? ¿Cómo se imaginan la
escena?
 Represéntenla mediante un dibujo.

Actividad 3
Seleccione imágenes de libros de texto de nivel primario que muestren a mujeres de la elite en
situaciones como las que refiere la anterior selección bibliográfica. En cada caso, podrá guiar el
análisis de las ilustraciones para que los chicos vinculen la información brindada (en el relato o en las
fichas) con lo que reflejan las imágenes.
Una guía de preguntas también servirá como andamiaje para orientar la lectura. Por ejemplo, puede
presentar reproducciones de las pinturas Tertulia en lo de Escalada, Cantando el himno en lo de
Mariquita o Damas mendocinas bordando la bandera de Los Andes, y acompañar su exposición con
preguntas del tipo:

 ¿Qué actividades están realizando las mujeres en los cuadros?


 ¿Con qué situaciones planteadas (en las fichas o en el relato) se relacionan?

Actividad 4

Planifique otras actividades para conocer la situación de la mujer en la actualidad respecto de


problemáticas similares. Con este propósito, le sugerimos:

 realizar encuestas a mujeres de diferentes edades (de más de 70 y de menos de 40 años)


para obtener datos sobre la educación, la inserción laboral y la elección de pareja en
diferentes épocas y para conocer qué cambios se produjeron y cuáles no;
 buscar información sobre mujeres que desempeñen un rol activo en la defensa de los
derechos de la mujer en la actualidad, para conocer acerca de los organismos que se ocupan
de estas temáticas y qué actividades desempeñan;
 buscar imágenes de revistas que reflejen a la mujer actual en diferentes situaciones (trabajo,
educación, defensa de sus derechos). Puede disponer esas imágenes de tal modo que
propicien una comparación con la situación de la mujer, que ha sido reflejada en los cuadros
ya trabajados.

Secuencia didáctica creada por el Programa Nacional de Innovaciones Educativas, Ministerio de


Educación.

El avance de los derechos de la mujer en Argentina


A lo largo de la historia de la humanidad encontramos muchas sociedades donde las mujeres fueron consideradas
inferiores respecto de los hombres. En gran parte de las sociedades tradicionales, su educación se limitaba a
aprender habilidades domésticas y se encontraban subordinadas a la autoridad de sus padres, primero, y de sus
maridos, después. Si bien existieron en la historia civilizaciones que otorgaron a la mujer un papel de privilegio (las
reinas egipcias, por ejemplo), en la mayoría de las sociedades occidentales las tareas asignadas a la mujer se
limitaban al cuidado del hogar y de la familia. De este modo, la mujer quedaba relegada al ámbito privado,
quedando la participación pública exclusivamente en manos de los varones.

Pero, poco a poco, esta situación comenzó a cambiar, sobre todo a partir del siglo XIX. Así, los principales
momentos de este recorrido fueron:

-A mediados del siglo XVIII, con la Revolución Industrial, muchas mujeres se vieron obligadas a abandonar su lugar
en sus hogares y comenzaron a trabajar en las fábricas. A esta situación se sumó a una idea que rondaba en el
mundo de la época que proponían los filósofos de la Ilustración: igualdad entre varones y mujeres. A pesar de ello,
todavía eran voces aisladas y el trabajo femenino era equiparable al trabajo de los niños y sus salarios eran
controlados por sus padres o maridos.

-Durante el siglo XIX, el 8 de marzo de 1857, en una fábrica de Nueva York un grupo de obreras organizaron una
propuesta para mejorar sus condiciones de trabajo y fueron brutalmente reprimidas.
-Ya en el siglo XX, en marzo de 1908, en la misma ciudad 15 mil trabajadoras iniciaron un movimiento de huelga
para pedir mejores condiciones de vida y aumento salarial.

-A pesar de que en este recorrido histórico vemos cómo poco a poco la situación de la mujer fue avanzando,
todavía queda mucho por recorrer. Por ejemplo, un estudio del Instituto de Desarrollo Social de nuestro país
informó que los sueldos de las mujeres son un 30% inferiores a los de los varones. Al mismo tiempo, el acceso a
altos cargos públicos también es desigual.

A esta situación de la mujer en el siglo XXI –la negación de oportunidades y de derechos-, la denominamos
discriminación por género. Se discrimina a la mujer cuando damos por hecho que le corresponden determinados
papeles y no otros, cuando se las reduce a determinados ámbitos o actividades “femeninos”, cuando frente a un
mismo trabajo reciben un salario menor que los varones y cuando son marginadas de las jerarquías más altas y de
los puestos de dirección. Existen en nuestra sociedad actual muchos prejuicios relacionados con el sexo, por
ejemplo, que las mujeres conducen peor que los hombres. Por suerte, las estadísticas de accidentes
automovilísticos desmienten esta afirmación.

-En 1910 se realizó en Copenhagüe la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, donde se
propuso que se estableciera el día 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer en homenaje a las primeras
mujeres que se organizaron buscando mejorar su situación luchando por sus derechos.

- En la década de 1960, los cambios en el mundo dieron impulso a los nuevos movimientos feministas. Se
propusieron demostrar los prejuicios que existían en el mundo sobre tareas “naturalmente” femeninas o
masculinas”. La labor de estos grupos permitió superar la discriminación política, económica y social que sufrían las
mujeres.

-En 1975 la Organización de Naciones Unidas (ONU) estableció el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer,
y en 1979 la ONU aprobó la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer,
que en la actualidad forma parte de nuestra Constitución Nacional.

EVOLUCIÓN DE LOS DERECHOS POLÍTICOS DE LA MUJER EN NUESTRA CONSTITUCIÓN NACIONAL

A principios de siglo XX, la mujer no era considerada ciudadana –es decir poseedora de derechos políticos- en
casi ningún país del mundo. La Constitución Nacional, sancionada en 1853, otorgaba el derecho a la participación
política –al voto- únicamente a los ciudadanos varones.

Las dificultades para garantizar estos derechos, llevó a las clases populares a luchar por una nueva ley electoral.
En 1912 la Ley Sáenz Peña estableció el voto universal, secreto y obligatorio. Sin embargo, más allá de la
importancia que tuvo por haber ampliado el sufragio, continuaba excluyendo a la mujer del acto político de elegir a
sus representantes.

En 1927 en la provincia de San Juan, una ley provincial aprobada por iniciativa del socialismo permitió el sufragio
femenino. Aunque no existían fundamentos legales para que la mujer fuese excluida del voto, quienes debían
aprobar una ley que las integrara eran los hombres que formaban el Congreso.

Recién en septiembre de 1947, durante la presidencia de Juan Domingo Perón y por iniciativa y lucha de Eva
Duarte de Perón, se dictó la ley 13.010 que concedía a la mujer derechos políticos, convirtiéndolas en sujetos
capaces de ser electoras y elegidas.

Con esta ley la mujer consiguió la igualdad de derechos políticos respecto del hombre.

El 11 de noviembre de 1951, tras la incorporación del derecho de sufragio femenino en la reforma constitucional de
1949, en una elección histórica las mujeres argentinas votaron por primera vez y resultaron elegidas 24 diputadas y
9 senadoras.

A pesar de haber logrado el sufragio femenino, las mujeres fueron excluidas de la política durante mucho tiempo.
Esta situación llevó a que en 1991 el Congreso sancionara la Ley de Cupos, conocida también como “ley del treinta
por ciento”, que establece que “Las listas que se presenten deberán tener mujeres en un mínimo de treinta por
ciento de los candidatos a los cargos a elegir y en proporciones con posibilidad de resultar electas”.

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