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esta obra es de contenido homoerótico, es decir tiene escenas
sexuales explicitas hombre/hombre, si te molesta este tema no lo
leas, además que su contenido no es apto para cardíacos.
Cazadores Depredadores

Libro 1 – Alpha cariñoso


RESUMEN

1
Yosemita, Valle en la zona este de California Estados Unidos, con un parque nacional y cascadas.
Capítulo 1

Tres.

A Sari no le gustaba ese número. Para él, tres no era


suficiente. Treinta podría haber sido mejor. Por lo menos con
treinta, Sari se habría sentido mejor protegido.

Tres pésimos policías.

Iba a morir, seguro.

Mientras se movía desde el asiento trasero del carro que


lo había transportado, Sari observó la entrada del hotel. ¿No
debería estar alojado en un ruinoso edificio de
departamentos? No era un experto en protección de testigos,
pero para él, un hotel de lujo parecía un poco... visible.

El calor de la mañana golpeó a Sari mientras estaba allí.


Ese era otro hermoso día en Orlando —otro hermoso día que
él no iba a ser capaz de disfrutar. Sari iba a estar atrapado en
un cuarto, a la espera de declarar en contra de un capo de
la droga que probablemente pondría una bala en su cabeza
antes de que tuviera la oportunidad de subir al estrado.

Mientras esperaba a que los hombres salieran del carro,


Sari se dio cuenta de que los huéspedes del hotel estaban
viéndolo mientras cruzaban las puertas de cristal de la
entrada. Estaban dándole un buen vistazo a su cara. Quizás
sólo estaba siendo paranoico, pero sentía como si todo el
mundo supiera por qué estaba allí y estaban dándole un
buen vistazo a un hombre muerto caminando. ¿Qué si uno de
estos turistas no era realmente un turista, sino uno de los
hombres de Rupert? Melvin Rupert tenía hombres en todas

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partes. Sari había oído rumores de que el capo de la droga,
incluso tenía altos funcionarios en su nómina. ¿Qué si estos
policías trabajaban para Rupert? ¿Y si estaban planeando
matarlo tan pronto como entraran en la habitación
alquilada? Ellos podrían contar cualquier historia que
quisieran.

¿Quién lo sabría?

«No debería haber dicho nada. Debería haber mantenido mi gran


boca cerrada».

El policía que había transportado a Sari desde la estación


de policía al carro agarró el brazo de Sari y lo movió hacia
adelante como si tuviera miedo de que Sari saliera corriendo.
Sari lo había considerado.

Los otros dos que se unieron al primer policía en el


estacionamiento de la estación, se colocaron a cada lado
del primero. Los tres se movieron en un círculo cerrado
alrededor de Sari, y lo escoltaron a través de las puertas de
cristal del hotel al lujoso vestíbulo.

Sari se sintió expuesto mientras sus ojos saltaban por todos


lados, buscando a cualquier persona que fuera a sacar una
pistola o pareciera estar dándole demasiada atención. Vio a
una ruidosa familia de cuatro junto a él, el padre le gritaba al
niño pequeño que fuera más despacio. El niño se detuvo en
seco, se giró y le sonrió a Sari, saludándolo con un movimiento
de su pequeña mano.

Sari le sonrió al niño.

El padre tomó al niño en sus brazos y lo levantó a sus


hombros. El otro niño de la familia gritó que los esperaría
arriba. Al parecer, el niño —de alrededor de los cinco años—
se había detenido a ver un cómic que tenía en su mano.

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Los cuatro parecían ser los vacacionistas clásicos.

En el otro extremo del vestíbulo había una zona de estar


con mesas altas y sillas con cojines de tela azul. Había unos
cuantos hombres de negocios sentados allí charlando, ajenos
a Sari y los tres policías. Parecían estar en una especie de
viaje de negocios, los maletines estaban en el suelo junto a
sus pies.

Sari se dio cuenta de que uno de ellos lo observaba de


cerca. Los ojos verde-ámbar del hombre se abrieron un poco.
¿Era uno de los hombres de Rupert, o sabía que Sari estaba
allí para testificar en contra de un capo de la droga?
cualquiera que fuera el caso, el tipo era una belleza clásica.

«¿Quieres detenerte? No estás aquí para tener una cita, idiota».

Aun así, Sari le dio al hombre una pequeña sonrisa.

Los policías no dejaban de moverse, su mirada fija al


frente mientras los cuatro se movían hacia los tres elevadores
que estaban en un pasillo más allá de la recepción. Nadie se
detuvo a saludar. Ninguno de los trabajadores del hotel se
cruzó en su camino. Oyó a los empleados saludar a otros
huéspedes, mostrando una sonrisa en sus rostros, pero no le
sonrieron a él.

Era como si Sari y los policías fueran invisibles una vez que
entraron en el hotel —excepto por la breve interacción con el
pequeño niño y el lindo hombre. Pero claro, los policías no
estaban vestidos como policías. No llevaban uniformes, y no
tenían a Sari esposado. Los cuatro hombres se veían como
hombres comunes.

A excepción de las pistolas metidas en fundas bajo las


delgadas chaquetas de los policías. Pero Sari estaba
acostumbrado a ser invisible. No tenía a nadie que
considerara amigo y no tenía familia. Bueno, él tenía a su

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padre, pero era como si no tuviera familia porque su padre ni
siquiera reconocía la existencia de Sari.

Empujando a un lado esos pensamientos, Sari notó un


mostrador de carros de renta Hertz junto a los elevadores que
no había visto hasta que llegaron al final del corredor. Dos
hombres estaban sentados detrás del mostrador, ambos
vistiendo chaquetas azules y hablando con los huéspedes. El
hombre que estaba sentado más cerca de Sari tenía una
etiqueta con su nombre que decía: ‘Ted’.

Ted se veía feliz. Pero Sari sabía que era parte del trabajo
de Ted. Al hombre se le pagaba por sonreír y ser amable con
las personas que trataban de alquilar un automóvil. El tipo
probablemente odiaba su trabajo. La sonrisa no llegaba a los
ojos azules de Ted.

Sari y los tres policías se detuvieron en los elevadores, uno


de ellos pulsó el botón. No se había tomado el tiempo para
conocer el nombre de ninguno de ellos. ¿Importaba? No era
como si fueran a volverse los mejores amigos cuando esto
haya terminado. Él no debería estar aquí en absoluto. Si no
hubiera salido por su necesidad de aire fresco del Club
Mazone, nunca habría sido testigo del asesinato.

Nunca nadie se había presentado antes, listo para


delatar a Rupert. Había una muy buena razón para ello. Los
testigos generalmente aparecían muertos. De pura suerte Sari
se había salvado esa noche. No era lo bastante estúpido
para pensar que se había escapado de Melvin Rupert.

Y ahora aquí estaba, esperando a que una puerta de


ascensor se abriera y sellara su destino.

«Como si aún no estuviera sellado. Sabes que Rupert no va a dejarte


vivir. Disfruta de este hotel mientras puedas. Demonios, pide servicio a la
habitación. No es como si fueras a estar por aquí para así escuchar quejas
acerca del costo».

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Cierto.

Sari no quería pensar en su muerte. No quería pensar en


lo que le esperaba en su habitación, o más tarde esta noche,
o quizás incluso en el maldito elevador. Tratando de hacer
frente a la situación, Sari comenzó a fingir que estaba aquí
con estos tres hombres de vacaciones, listo para subir y pasar
un buen rato.

Los policías no tenían mal aspecto. Los tres eran


terriblemente guapos. Sin embargo Sari no estaba en el sexo
en grupo. El pensamiento no le apetecía. Pero la fantasía era
mucho mejor que la realidad de esta situación. Si él no
jugaba con la idea de realmente estar aquí de vacaciones,
la triste situación de que su vida estaba a punto de terminar lo
haría gritar.

Las puertas del elevador del extremo de la derecha se


abrieron. El policía al lado de Sari se movió al pequeño
espacio primero, después, Sari, seguido por los otros dos
hombres. Uno de ellos golpeó el botón del cuarto piso, y
luego las puertas se sellaron.

Mientras el elevador subía, Sari comenzó a cuestionarse,


qué estaba haciendo aquí. Todo lo que él había querido era
hacer lo correcto. Ni siquiera estaba seguro de si el hombre
asesinado había sido agradable, un tipo que solo estaba allí o
que merecía la bala en la frente. Pero a los ojos de Sari,
ningún hombre debería morir de esa forma. Todo hombre
merece ser juzgado por sus iguales. Todo el mundo tenía
derecho a un juicio justo.

Justicia, al estilo americano.

«Mentira.

Deberías haber mantenido la boca cerrada.

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Ahora es demasiado tarde.

Jodida conciencia».

Sari se movía de un pie al otro, mirando al policía más


cercano a él.

¿Cómo su vida se había vuelto tan loca? Debería estar


en el trabajo en estos momentos. El invernadero no era nada
espectacular, pero Sari amaba cuidar y regar las plantas. No
debería estar en un elevador, esperando morir.

¿Por qué había salido de fiesta anoche? Si se hubiera


quedado en casa...

Las puertas del elevador se abrieron y dos mujeres


estaban de pie allí en el vestíbulo. Una tenía una pequeña
manta sobre los hombros, el cabello desordenado. Tenía un
paquete de cigarrillos en la mano. Ella debió haber salido a
fumar. La otra estaba hablando, con una sonrisa en su rostro
mientras las dos se hacían a un lado, para permitir que Sari y
su personal de custodia salieran del elevador. Lo que no daría
por unirse a las dos mujeres por un cigarrillo en lugar de
caminar a su habitación.

Los cuatro bordearon el carro de limpieza de una


recamarera y siguieron por el pasillo antes de que el policía
sacara una tarjeta llave del hotel. Ellos entraran en la
habitación y Sari se sintió como si acabara de entrar a un
universo paralelo.

Si sólo hubiera mantenido su boca cerrada.

Sari se movió de nuevo en la cama y miró el reloj en la


mesita de noche. Era bien pasada la medianoche. Había

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estado saliendo y entrando del sueño debido a los ligeros
ruidos a su alrededor. Las últimas dos veces que se había
despertado fue a causa de la televisión en su cuarto. Por qué
alguien quería escuchar la maldita cosa tan fuerte estaba
más allá Sari.

Pero ahora no era la televisión, había una lámpara a un


lado sobre el escritorio. Dos de los policías estaban durmiendo
en la cama junto a Sari. El tercer policía estaba sentado en
una silla junto a la ventana, las cortinas lo cubrían ligeramente
mientras miraba hacia afuera.

—¿Ves algo interesante? —Sari preguntó mientras se


estiraba y bostezaba. No era una sorpresa que pudiera dormir
bajo todo este estrés —además de la ruidosa maldita
televisión. Sari podría dormir durante una explosión nuclear sin
ningún problema. El estrés no afectaba su sueño, sólo sus
hábitos alimenticios. No había comido desde antes del
asesinato y aún no tenía hambre.

—Sólo una piscina y una cabaña —respondió el hombre


con una poca entusiasmada voz. Sari retiró la sábana a un
lado y se dirigió a la ventana, mirando entre la cortina. Había
una gran piscina en el centro del hotel con una cascada y un
montón de sillas para tomar el sol. Podía ver un bar bien
iluminado a un lado con un par de personas mirando un
juego deportivo en la televisión que estaba montada en la
pared trasera.

Lo que no daría por un trago en este momento. Pero


sabía que no se le permitiría salir de su habitación de hotel
hasta el juicio. Nadie le había dado una fecha definitiva de
cuándo eso iba a suceder. Los tres hombres con Sari le
habían dicho que sería pronto. Eso era todo lo que Sari sabía.
‘Pronto’ podría significar la semana próxima o dentro de tres
meses.

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Sus pobres plantas en el invernadero iban a marchitarse y
morir. En realidad no. Sari no era el único empleado, pero
nadie se hacía cargo de esas plantas como él.

Ya aburrido, Sari se sentó ante la mesa y observó a los


hombres dormidos a través del espejo que estaba en la
pared. Uno roncaba tan alto como para tumbar la casa.
Ambos estaban aun completamente vestidos y el hombre
que no roncaba tenía la mano en la culata de su pistola.

Sari tenía la sensación de que ese tipo se despertaba con


su arma en mano y un gruñido amenazador en su rostro. De
los tres policías, el hombre que no roncaba era el más
callado, observaba todo sin decir una palabra. Él intimidaba
a Sari, aunque Sari no había mostrado su miedo.

—¿No se sabe nada aún? —Sari le preguntó al policía


sentado junto a la ventana.

El hombre negó con la cabeza mientras dejaba caer la


cortina en su lugar. Se quedó allí sentado mirando fijamente
la televisión en blanco, su rostro ilegible. Sari suspiró. Esto era
aburrido. No es que ser llevado a un hotel por ser testigo de
un crimen fuera una fiesta, pero los hombres podría aligerar el
ambiente.

Quizás Sari podría darle al policía en la ventana una


mamada. Esa sería una forma de pasar el tiempo. Pero tenía
la sensación de que el policía ni siquiera sudaría. El tipo
probablemente se quedaría ahí sentado, mirándolo. ¿Dónde
estaba la diversión en eso?

Decidiendo que necesitaba moverse, Sari se levantó y


caminó hacia el cuarto de baño. Pasó a través de una
pequeña alcoba donde estaba el lavabo y un armario con
puertas de espejo antes de abrir la puerta del cuarto de baño

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y cerrarla detrás de él. No había nada en esta habitación,
solo un inodoro y una ducha. No había ventanas.

Tomando asiento en la tapa cerrada del inodoro, Sari


apoyó la barbilla en sus manos. No podía quedarse sentado
en este hotel por un mes. Incluso semanas le parecían tristes.
¿Y si les dijera a los tres policías que se había equivocado y
quería irse a casa? ¿Se le permitiría simplemente salir de aquí?

«Incluso si lo hiciera, Rupert aún iba a querer matarlo».

Sari se sentía atrapado. Quería salir de allí, huir para salvar


su vida, y nunca mirar hacia atrás. Quizás podría comenzar
una nueva vida en algún lugar como Alaska. Esa idea era
mejor que testificar.

El problema era que Sari no sería capaz de salir de esta


habitación sin que los policías lo supieran. Cada movimiento
que hacía sería vigilado hasta que llegaran al juicio.

O que uno de los hombres de Rupert lo matara.

Aun así no le caía bien estar escondido en un hotel.


Quien fuera el que estuviera llevando esta operación
necesitaba que le examinaran la cabeza. Sari lentamente
levantó la cabeza al oír un ruido. Sabía que los dos policías
estaban dormidos y uno estaba sentado como una estatua
en una silla. Uno de los dos policías podría haber despertado,
pero su estómago estaba hecho nudos.

Abriendo la puerta del baño silenciosamente, Sari miró


hacia el espejo sobre el lavabo. Pudo ver las cortinas y la
parte posterior de la cabeza de un extraño en el reflejo. El
desconocido no era una de las niñeras de Sari. Se agachó
cuando la cabeza del desconocido comenzó a girar.

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El siguiente ruido fue mucho más fuerte. Alguien dijo algo
en español y luego Sari oyó unos gruñidos. A los gruñidos les
siguió el sonido de un arma que se disparaba con silenciador.

El corazón de Sari empezó a latir tan fuerte que temía


que el extraño lo escuchara. Sabía en ese instante que Rupert
había enviado a un asesino a sueldo para matarlo y a los tres
policías que lo custodiaban.

«Voy a morir.

Voy a morir.

Voy. A. Morir».

Dejándose caer sobre sus manos y rodillas, Sari se arrastró


fuera del cuarto de baño y sobre la alfombra. Hizo una pausa
frente al espejo del armario. Dos tiros más con silenciador, era
evidente que el desconocido se encargaba de los otros dos
policías antes de ir tras Sari. Tenía preciosos segundos para
salir de la habitación antes de que el extraño se diera cuenta
que Sari estaba en sus manos y rodillas por la puerta en vez
de en el cuarto de baño.

Tomando una respiración profunda, Sari extendió la mano


y agarró el mango. En un movimiento fluido, se apresuró a
ponerse en pie, abrió la puerta y corrió por el pasillo. Notó el
hueco de la escalera, pero sabía que sería la primera
elección del hombre armado. La única otra opción de Sari
era el elevador hacia el vestíbulo.

Se apresuró a pasar a un grupo de personas que


hablaban ruidosamente y olían a alcohol. Era obvio que
estaban borrachos, a juzgar por la forma en que arrastraban
las palabras. Pasó por delante de ellos y corrió hacia el
elevador, patinando al detenerse.

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Allí de pie estaba un hombre que se veía tan letal como
los policías que habían escoltado a Sari a este hotel. Era el
hombre que había visto antes en el vestíbulo. El que pensó
que tenía una belleza clásica.

El hombre tenía una mirada que decía que mataría sin


dudar. Sus ojos verde-ámbar perforaban a Sari mientras daba
un paso hacia adelante. Sari comenzó a caminar hacia atrás,
pero el desconocido frente a los elevadores extendió la mano
y lo agarró antes de que pudiera escapar.

Sari abrió la boca para gritar.

—Ven conmigo.

La fuerza en el agarre del hombre le dijo a Sari que no


tenía ninguna opción en el asunto. Pero no sabía en quien
podía confiar. No sólo era que este tipo fuera un
desconocido, sino que Sari tenía problemas de confianza.
Rupert tenía un gran alcance y este hombre podía ser otro
matón contratado para matar a Sari. —¿Cómo sé que no
quieres matarme?

—Porque si eso quisiera ya no estarías respirando en estos


momentos. —El hombre jaló a Sari del brazo y lo arrastró hacia
el hueco de la escalera. El apuesto hombre gritaba poder
masculino. El aura que envolvía al tipo era como una muy
querida manta.

—¡Yo no vi nada! —Sari estaba desesperado. No quería


morir acribillado—. Te juro que no voy a decir una palabra.
Deja que me vaya y me iré de la ciudad. El señor Rupert
nunca va a saber de mí de nuevo.

—Solo sigue moviéndote. —El hombre empujó a Sari al


hueco de la escalera y luego cerró la puerta detrás de
ambos. En vez de ir hacia abajo por las escaleras, se dirigieron
hacia arriba. El hotel tenía cinco pisos. ¿Cómo iban a

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escapar? Sari estaba muy seguro de que más hombres
estaban esperando abajo. Incluso si fueran a la quinta planta
y utilizaran los elevadores, seguro que alguien estaría
esperándolo.

Sari se agarraba del barandal mientras el desconocido lo


jalaba por las escaleras. El tipo ni siquiera sudaba cuando
pasaron la puerta del quinto piso y siguió caminando.

¿El techo? ¿Hacia dónde infiernos irían desde allí? Sari


comenzó a luchar, haciendo todo lo posible para liberarse. Si
este hombre conseguía llevarlo al techo, podría dispararle a
Sari, y el cuerpo de Sari no sería descubierto durante días. —
¡Déjame ir!

El hombre giró sobre las escaleras soltó la mano de Sari y


le cubrió la boca. Sari dejó de luchar cuando escuchó pasos
en la escalera. El hombre de Rupert lo seguía. Sari asintió
antes de que el desconocido quitara la mano y empezara a
subir las escaleras de nuevo. Sari no tuvo más remedio que
subir las escaleras.

«Jodidamente voy a morir».

El desconocido abrió la puerta que daba a la azotea y


Sari sintió un chorro de aire caliente. El aire acondicionado en
el que había estado desde esta mañana rápidamente salió
de su piel mientras los dos corrieron a través de la azotea
asfaltada.

—¿Y ahora qué? —Sari preguntó al llegar a la orilla.

El desconocido señaló la azotea a tres metros de


distancia de un edificio más pequeño que estaba al frente. —
Saltamos.

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Sari miró hacia abajo al pavimento y dio un paso atrás,
con el estómago revuelto mientras su cabeza le daba vueltas.
—Tengo miedo a las alturas.

—Entonces no mires hacia abajo. —El desconocido volvió


a jalar a Sari.

—Demasiado tarde para eso. —Sari miró sobre su hombro


a la puerta que conducía al hotel y sabía que el matón
saldría pronto de ahí. Se quedaba en el techo y era baleado,
o saltaba.

Ambas opciones tenían a sus rodillas débiles. Sari no


estaba hecho para este tipo de excitación. Esto era como
una de las películas de James Bond. Sólo que Sari no era
actor, y si le disparaban, definitivamente moriría.

Era alérgico a la muerte.

—Vamos tenemos que empezar a correr —dijo el


desconocido. Jaló a Sari de nuevo hacia la puerta y luego
entrelazó sus manos. La mano del hombre era más grande y
mucho más fuerte que la de Sari—. Voy a saltar contigo.

Eso no era reconfortante en lo más mínimo. El


desconocido apretó la mano de Sari. Con la boca seca y el
corazón palpitante, Sari echó a correr. El desconocido era
mucho más alto y construido como un elegante corredor. Sus
pasos eran suaves, como si hubiera hecho esto miles de
veces antes.

Sari no. Comenzó a apartarse en el último segundo, pero


el desconocido mantuvo un férreo control sobre su mano.
Saltaron desde el borde y Sari podía oírse a sí mismo gritar
antes de aterrizar en la siguiente azotea. El desconocido soltó
la mano de Sari y rodó con facilidad. Sari aterrizó sobre su
costado, el aire salió silbante de sus pulmones mientras todo
su lado derecho estalló en dolor.

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—Lo siento, debí haberte dicho que rodaras. —El
desconocido se inclinó y agarró a Sari bajo el brazo y lo
levantó.

—Espera. —Sari siseó de dolor—. Tengo que recuperar el


aliento. —«Y lamer mis malditas heridas». Tenía un dolor punzante
en su brazo derecho.

—No hay tiempo. —El desconocido abrió la puerta de la


azotea y empujó a Sari al interior. El hombre no dudó mientras
jalaba a Sari por el hueco de la escalera. Sentía las piernas
como si fueran a ceder en cualquier momento por el puro
terror que sentía.

Llegando a la planta baja, Sari miró alrededor para ver


que estaban en una bodega. No tenía ni idea de dónde
estaba. Sari no había recorrido los edificios que los rodeaban,
a su llegada ayer por la mañana. Había cajas, botellas de
jugo, leche, refrescos, y aperitivos. Ellos tenían que estar en la
parte posterior de una especie de pequeña tienda. Sari había
notado una ayer. Este podría ser uno de los lugares a lo largo
de la acera.

—¿Y ahora qué? —Sari le preguntó al desconocido que


se movía hacia la puerta en la parte posterior y la abría. El
tipo se asomó afuera y luego asintió con la cabeza.

—Nos pondremos en marcha.

«Ah, claro». Eso sonó como un pedazo de pastel


considerando que tenían a un asesino a sueldo tras ellos.
Infiernos, ¿por qué no sugería que corrieran hacía su siguiente
escondite? —¿Qué si hay hombres esperando afuera? —Sari
preguntó—. Realmente estoy tratando de evitar todo el
asunto de morir.

El desconocido giró sus misteriosos ojos verde-ámbar


hacia Sari y pudo ver la determinación grabada en el rostro

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del hombre. Sus ojos cayeron al cuello de Sari antes de decir:
—No voy a dejar que te maten.

Era bueno saberlo. —¿Quién infiernos eres? —preguntó


Sari—. ¿James Bond?

Con eso obtuvo una pequeña risa del hombre. —No lo


creo. —Sin embargo, Sari juraba que escuchó al hombre
murmurar las palabras ‘soy mejor’. Por otra parte, oír algún
pequeño sonido era casi imposible por la forma en que su
sangre bombeaba en sus oídos con un fuerte rugido.

—Listo para moverte. —El desconocido abrió la puerta un


poco más y luego se deslizó fuera, Sari le pisaba los talones. A
pesar de que era mucho después de la medianoche, había
gente yendo y viniendo desde el estacionamiento. El frente
del hotel estaba bien iluminado y había una fuente al frente
que tenía un gran farol iluminando el agua de la cascada.

Por suerte estaban lo suficientemente lejos y el


estacionamiento no estaba bien iluminado. Los dos se
deslizaron entre los carros, encorvándose un par de veces, y
moviéndose hasta que estuvieron del otro lado del paseo
marítimo. En opinión de Sari, estaban haciendo más trabajo
del necesario. El carro del tipo no debería de estar tan lejos
de la tienda de la que habían salido, pero habían tomado el
camino largo para llegar.

Sari se dio cuenta de lo suave y natural que el hombre se


movía, como si fuera líquido en lugar de un hombre sólido.
¿Quién se movía de esa manera?

El desconocido se acercó y abrió la puerta trasera de un


brillante sedán negro y señaló con la cabeza para que Sari se
deslizara dentro. Él lo hizo. Cerró la puerta y el extraño se
movió al asiento del conductor, encendió el carro, y
lentamente se movió por el estacionamiento.

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Sari rezó desde el asiento trasero para no estar siguiendo
a una serpiente a la cueva de las víboras.

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Capítulo 2

Maxwell Consenza no podía creer que había encontrado


a este hombre. Unos minutos más y Max habría perdido al
hombre escondido bajo su asiento trasero. No tenía la menor
idea de por qué estaba huyendo, pero cada instinto de Max
le decía que protegiera al humano.

Parecía como si alguien estuviera empeñado en matarlo.


Por suerte Max estaba aún más decidido a mantenerlo vivo.
Tenía que hacerlo, por primera vez en cientos de años, un
Chekota Criador había sido encontrado, y estaba agachado
en el asiento trasero de Max.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Max mientras


esperaba que el brazo electrónico se elevara y le permitiera
salir del estacionamiento.

—Sari —respondió el hombre—. Sari Thorne.

—Mantén la cabeza abajo, Sari, hasta que te diga lo


contrario. —Max activó el intermitente y movió el carro a la
derecha como si tuviera todo el tiempo del mundo. No quería
atraer ninguna sospecha de quien estuviera vigilando el
estacionamiento, aunque no había visto a nadie vigilando el
estacionamiento.

Entrando en el tráfico, Max tomó la salida hacia la I-4. Se


dirigiría directamente a Yosemite. Podría haber conseguido
dos boletos en un vuelo nocturno, pero Max no quería llamar
atención no deseada de esa manera. Por otra parte, podría
haber usado su telequinesis para teletransportar a Sari al

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territorio de Max, pero eso estaba fuera de cuestión, ya que
no quería asustar al humano y causarle un ataque al corazón.

Nadie podía saber que él tenía a Sari. Si alguien


descubría que Max tenía a un Chekota Criador, todo el
infierno se desataría. Y Max había tropezado con el chico por
pura suerte. No quería que ningún otro shifter lo descubriera.

—¿Puedo levantarme ahora? —Sari preguntó desde el


asiento trasero del carro de Max mientras pasaba un tráiler de
dieciocho ruedas—. Mi cuello está empezando a sufrir
calambres.

Max miró por el espejo retrovisor, pero no vio a nadie que


los siguiera. —Adelante.

Sari se deslizó al asiento y entonces miró por la ventana


trasera. Max podía ver la luna llena y gruesas nubes flotando.
En noches como ésta le encantaba tumbarse en su porche y
bañarse en la luz de la luna. Su pantera negra maulló de
acuerdo.

En cambio, estaba conduciendo por la carretera al otro


lado de América con un humano que podría tener el
potencial de salvar la raza de Max.

—¿A dónde me llevas? —Sari preguntó mientras curvaba


sus dedos en el respaldo del asiento de Max, mirando por el
parabrisas antes de que sus ojos color avellana se deslizaran
hacia Max—. ¿Por qué me rescatas? ¿Nos conocemos?

—Confía en mí —dijo Max cambiando de carril—. Si me


conocieras, no estarías haciendo esa pregunta.

Sari carraspeó. —Gran ego.

Max admitía que tenía un sentido bien desarrollado de sí


mismo. Tenía que hacerlo. Él era el Alpha de los RiverWalker.

ALPHA CARIÑOSO| 22
La confianza era una gran parte de lo que era. —Algo como
eso.

—Ego o no, aún quiero saber por qué me estas salvando.


—Sus miradas se fijaron en el espejo retrovisor. Max pudo ver
que Sari estaba trabajando las cosas en su cabeza. Sus labios
estaban curvados hacia arriba y sus ojos eran impresionantes.
Max apartó la mirada. Encontrar a Sari había sido como
ganarse la lotería. Fue una oportunidad en un millón. Aún no
podía creer que tenía al magnífico hombre en su asiento
trasero.

Aunque Sari era una especie rara, Max no iba a decirle


eso. Los humanos eran conscientes de los shifters, pero no
tenían ni idea del complejo funcionamiento del mundo de los
shifters. La mayoría de los humanos consideraban a los shifter
panteras y lobos como fenómenos de la naturaleza cuya
inteligencia apenas llegaba al nivel inferior del coeficiente
intelectual.

Los shifters permitían que los humanos siguieran con su


ignorancia. Eso lograba controlar su curiosidad e impedía que
investigaran más el mundo de los shifters. Les daba la ventaja
a los shifters. Su ignorancia también evitaba que los humanos
se enteraran sobre los Chekota. Decirle a Sari que había
nacido para continuar la raza de las panteras sería una
píldora difícil de tragar. El chico no tenía ni idea de que tenía
un preciado don.

Está bien, Sari nació para llevar el embarazo de la raza de


lobos o panteras, pero de nuevo, Max tenía un gran ego.
Creía en asegurarse de que su raza no sólo sobreviviera, sino
que prosperara. Ninguna pantera o lobo con dones había
nacido en cientos de años —siendo Max una de las pocas
excepciones. Había shifters ordinarios y luego estaban los
Chekotas. Estos últimos estaban dotados de poderes
especiales —poderes como el don de curar con sólo un

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toque, ver el futuro, y cualquier número de otros talentos. Pero
los Chekota eran una especie en extinción y los shifters habían
comenzado a perder la esperanza.

Hasta ahora.

—Tengo que hacer pis —dijo Sari mientras empezaba a


moverse en el asiento trasero—. ¿Puedes encontrar una
gasolinera?

—¿No puedes aguantar? —preguntó Max. Hacer


cualquier tipo de parada en estos momentos no sería lo
mejor. No sabía si quien estuviera tras Sari estaba siguiéndolo,
o si algún otro enemigo sabía que Max tenía a un criador con
él. Había una gran cantidad de humanos que creían que los
shifter deberían ser metidos en un agujero y matarlos. Max no
quería detenerse hasta estar en territorio de las panteras.

—¿Por cuánto tiempo?

—Aproximadamente treinta y nueve horas.

Sari hizo un sonido que parecía que se tragaba la lengua.


—¿Y quieres que aguante tanto tiempo? —casi gritó las
palabras.

Apretando los dientes, Max tomó la siguiente salida. Divisó


una gasolinera, justo adelante. —Hazlo rápido.

Llevó el carro rentado hacia una de las bombas. Podría


poner combustible mientras estaban aquí. Saliendo del
asiento delantero, Max miró el pueblo y sus alrededores antes
de abrir la puerta de atrás.

—Ya regreso —dijo Sari y se apresuró a entrar en la


estación de la gasolinera y entonces salió y corrió por un lado
del edificio. Max utilizó su tarjeta de crédito y pagó en la
bomba. Se apoyó en el carro, cruzando los brazos sobre el
pecho, siempre vigilante.

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Cuando la bomba se detuvo, Max echó un vistazo hacia
el lado del edificio, pero Sari aún no había regresado. Cerró el
tapón de la gasolina y luego fue a ver qué le estaba
tomando tanto tiempo.

Cuando Max rodeó el edificio, vio a Sari correr a través


del campo detrás de la estación. Con un gruñido irritado, Max
cambió y corrió tras Sari.

Para ser un humano, el chico era rápido. Pero Max era


más rápido. Le tomó solo unos segundos alcanzarlo y saltar
sobre él. Sari gritó mientras era impulsado hacia adelante.
Max cambió de nuevo para atrapar al humano antes de que
cayera de cara en la tierra.

—¡Oh Dios mío! —Sari luchaba por liberarse de los brazos


de Max. Siseaba y gruñía, pateando por liberarse—. ¡Eres un
shifter!

Por el tono de temor de Sari, Max supuso que el chico no


era demasiado aficionado a las razas peludas. —¿Por qué
infiernos huiste?

Sari empujó a Max en vano. —Por Dios, no te conozco.


¿Qué si me estás engañando? Podrías ser uno de los hombres
de Rupert.

—Ya te dije que no lo soy. —Max sujetó los brazos de Sari


a sus costados. El chico se retorcía demasiado y temía que
Sari se lastimara.

—¿Se supone que confíe ciegamente en ti? ¿Tengo


‘estúpido’ tatuado en la frente? —Las palabras de Sari se
cortaron—, podrías estar mintiéndome. Siempre existe esa
posibilidad.

Mientras Max sostenía a Sari, el olor del humano llenó sus


pulmones. El aroma era acogedor e hizo que el pene de Max

ALPHA CARIÑOSO| 25
se endureciera. Gruñó ante la forma en que su cuerpo estaba
reaccionando en el momento más inoportuno. Max levantó a
Sari y arrojó al pequeño humano por encima del hombro.
Trató de no pensar en lo bien que Sari se sentía en sus brazos,
y lo dulce que el hombre olía, o lo mucho que quería joder al
chico aquí mismo, detrás de la gasolinera. Max normalmente
tenía más control sobre su cuerpo que esto, pero Sari estaba
excitándolo y eso perturbaba a Max.

Sari golpeaba la espalda de Max, jaló la cintura de los


jeans de Max, y trataba de patearlo moviendo sus piernas
hacia arriba y hacia abajo, casi logrando golpear a Max en
la cara con su talón.

Max levantó la mano y palmeó el trasero de Sari. —


Compórtate.

—¿Acabas de azotarme? —Sari preguntó con


indignación en la voz.

«Sí, y maldición si eso no me excita».

—Y voy a hacerlo de nuevo si intentas huir. —Max se


ganó algunas curiosas miradas de los demás en la estación,
pero los ignoró mientras colocaba a Sari sobre sus pies y luego
abrió la puerta de atrás—. Entra o te meteré yo mismo.

Sari le dio a Max una mirada desafiante, con las manos


en puños, levantando la cara hacia él. —Esto se llama
secuestro.

—Pruébame. —Max agarró a Sari por el cuello de su


camisa, dispuesto a empujar al chico al asiento trasero. Pero
Sari levantó las manos en un gesto de rendición.

—Puedo entrar yo solo.

ALPHA CARIÑOSO| 26
Max no estaba seguro de si había salvado a Sari o se
había condenado él mismo. El hombre le estaba afectando
de maneras que Max nunca había experimentado antes.

Este iba a ser un largo viaje.

Sari inhaló lentamente, tratando de dar sentido a la


situación. Estaba enloqueciendo por estar en el mismo carro
que un shifter, pero también estaba tratando de controlar su
excitación. No debería sentirse atraído por su captor. Eso no
tenía ningún sentido en absoluto.

El tipo entró de nuevo en la carretera sin decir nada más.


Sari se sentó en el asiento de atrás, tratando de ver al
hombre. Dios el tipo era sexy como el infierno.

«¡Detén eso! Lo que necesitas es averiguar por qué la pantera quiere


a un don nadie como tú».

Nada tenía sentido para Sari.

Como nunca se había topado con alguien de esa


especie antes, Sari no sabía qué debía hacer. Había un
montón de rumores sobre los esquivos shifters que dominaban
la costa oeste, pero las panteras no permitían la presencia de
extraños en su territorio.

Dado el tiempo que el tipo le había dado a Sari, se


dirigían directamente a la tierra de los shifters.

¿Por qué?

Estaba tentado a preguntarle, pero ahora que sabía lo


que era su secuestrador, Sari tenía miedo de hacer algún
ruido. Sólo veía la parte posterior del cabello en punta del

ALPHA CARIÑOSO| 27
hombre, esperando que no tuviera horribles planes. Ser
atrapado por uno de los hombres de Rupert estaba
empezando a sonar un infierno mejor que ser rehén de una
pantera.

«¿Cómo es que me meto en estas situaciones?»

Sari se mordió el labio inferior, sus ojos regresaron a ver el


perfil del tipo. Su captor no estaba lleno de músculos, pero
tampoco era un enclenque. Llevaba un traje que le quedaba
a la perfección, acentuando su bien definido cuerpo.

Sari se detuvo de babear.

Apenas.

—¿Cómo te llamas? —preguntó Sari, haciendo todo lo


posible para romper el silencio. La pantera no podía enojarse
por eso. Lo peor que esta persona podía hacer era ponerle fin
a la vida de Sari. Lo que podría ser una bendición,
dependiendo de qué misteriosos planes tuviera el tipo.

—Max.

¿Por qué Sari estaba esperando algo como Aragon o


Lucius? Max no parecía tan mal nombre. Al crecer, Sari había
tenido un perro llamado Max. Era la abreviatura de Maxine.
Había sido el mejor labrador negro en el mundo.

Pero decidió no compartir esa pequeña información. Max


no parecía del tipo que le gustara bromear. Probablemente
no encontraría ningún humor en la similitud —o que había
compartido su nombre con un perro.

Metiendo las manos entre las rodillas, Sari hizo todo lo


posible para lograr descansar un poco. Iba a necesitar toda
su fuerza cuando llegaran a su destino. Pero eso no
significaba que Sari no fuera a tratar de escapar de nuevo.

ALPHA CARIÑOSO| 28
—¿Cuánto tiempo más ahora?

Max miró el reloj. —Cuarenta minutos menos que la última


vez que preguntaste.

Hundiéndose en su asiento, Sari cerró los ojos.

Se despertó con una sacudida, sentándose mientras


miraba alrededor. La luz del sol era brillante, haciendo que
Sari entrecerrara los ojos para acostumbrarse. Bajó el vidrio de
la ventana, y para su consternación, sólo bajó a la mitad del
camino antes de detenerse. Pero fue suficiente para tener
aire fresco. El viento estaba caliente y húmedo.
Afortunadamente Max había encendido el aire
acondicionado en el carro, pero Sari quería sentir la brisa en
el rostro.

Observando un letrero en el camino, Sari se dio cuenta


que estaban en Louisiana. —¿Cuánto tiempo dormí?

—Cerca de diez horas.

Maldición, debió haber estado muy cansado. Sari se


acordó de su sueño interrumpido en el hotel y la forma en
que realmente no había conseguido dormir mucho la noche
antes de eso. Ahora que él no estaba agotado, pensó en lo
ocurrido en la gasolinera.

Max se había convertido en una pantera. Si Sari no lo


hubiera visto con sus propios ojos, no lo habría creído. Pero
una pantera negra lo había perseguido y lo había derribado.

Sari se acercó a la parte trasera del asiento de Max. —


¿Por qué me rescataste? —Max nunca había respondido a
esa pregunta. Su pregunta no incitó ningún cambio visible en
la expresión de Max. El hombre ni siquiera parpadeó.
Frustrado, Sari regresó a su asiento.

ALPHA CARIÑOSO| 29
Después de conducir cerca de un día y medio, Max
estaba exhausto. No había dormido, y aparte de para llenar
el tanque, no se había detenido. Pero ahora que estaban
entrando en territorio shifter, estaba en alerta máxima.

Las panteras tenían propiedades en Arizona, California y


Utah, mientras que los Lobos en Oregón, Idaho y Washington.
A pesar de que estaba en el territorio de las panteras, no
estaba en Yosemite. Eso significaba que tendría que tratar
con otras panteras. Y algunos de los Alphas en esta región no
eran demasiado amables —incluso con su propia especie.

Sacando su teléfono celular del bolsillo, Max marcó el


número de su Centinela en jefe.

—¿El encuentro terminó? —preguntó Domingo.

—Estoy entrando al Valle del Norte. —El hecho de que


estuviera en esta región lo decía todo. El Alpha de esta área
era un malhumorado hijo de puta que sabría que Max estaba
aquí en el instante en que cruzara la frontera.

—Voy a enviar refuerzos para respaldarte.

—No hay necesidad —dijo Max—. No quiero darle a Regis


alguna razón para iniciar una guerra. Entre menos RiverWalker
implicados, mejor. Ya nuestra coexistencia con el clan Regis
es inestable.

La mayoría podría pensar que las panteras tenían un


problema con los Lobos. Los humanos no sabían que las
panteras luchaban entre ellas. Pero mantenían sus disputas en
privado, ocultas del mundo exterior.

—Tengo a un Chekota Criador conmigo.

ALPHA CARIÑOSO| 30
Domingo permaneció en silencio antes de que su voz
saliera en un tono bajo y ronco. —¿Hablas en serio?

Max lo miró por el espejo retrovisor para ver la mano de


Sari pegada a la ventana, con la nariz tocando el cristal
mientras observaba el paisaje.

Una vez más, su pene se sacudió ante la vista. —Muy en


serio.

—Vamos a estar observándote. —Domingo colgó.

Max deslizó su teléfono celular en el bolsillo.

—¿Acabas de decir que estamos en territorio enemigo?


—Sari frunció el ceño mientras contemplaba a Max—. ¿Me
trajiste hasta aquí para hacer qué, que me maten? Podría
haberme quedado en Orlando para eso.

—Nadie te va a matar —Max respondió mientras


conducía por el maltratado camino—. Pero mantendría mi
cabeza abajo, si yo fuera tú. —Claro, Max estaba
bromeando, un poco—. Las panteras no son conocidos por su
hospitalidad.

Max estaba tratando de cambiar eso. Creía que si los


shifter no se unían, los humanos recuperarían el territorio de la
Costa Oeste, una vez que los diferentes clanes pantera se
mataran unos a otros. Pero Regis creía en las viejas formas. El
tipo no se movía cuando se trataba de la tradición.

La tradición iba a lograr que todos ellos estuvieran


extintos. Lo que funcionó hace cientos de años ya no se
aplicaba ahora. Había un infierno de más humanos en el
planeta y un menor número de shifters. Si no aprendían a
trabajar juntos, su especie estaba condenada.

ALPHA CARIÑOSO| 31
—Si ustedes no pueden llevarse bien con los demás, ¿por
qué infiernos metes a un humano en la mezcla? —preguntó
Sari—. Sólo digo.

A Max le gustaba el seco sentido del humor de Sari. El


hombre había sido entretenido durante el viaje hasta aquí.
Había tratado de escapar dos veces más mientras que Max
estaba cargando gasolina. Las dos veces —como con la
primera—, Max había atrapado a Sari. Y en cada ocasión Sari
se puso histérico. Había sabido que Sari iba a tratar de huir.
Max lo dejó hacerlo.

El chico necesitaba estirar las piernas.

Pero ahora estaban en territorio de las panteras, Max no


podía permitir que Sari saliera del carro hasta que estuvieran
en lo profundo de las tierras RiverWalker. Incluso entonces
sería peligroso porque nadie sabía quién era Sari.

Max giró hacia el camino que conducía a Yosemite


cuando vio un carro estacionado en medio del camino.
Cada instinto en Max le decía que esto era un montaje. No
había un conductor en el carro.

—¿Alguien necesita ayuda? —Sari preguntó mientras se


inclinaba hacia adelante, apoyando los brazos en la parte
posterior del asiento del pasajero—. Esto me parece muy
sospechoso.

—Mis pensamientos exactamente —dijo Max, inhalando


el olor de Sari y lamentando el movimiento. Su sangre
comenzó a correr por sus venas cuando Sari se inclinó aún
más cerca.

—Creo que deberíamos salir de aquí —Sari susurró


mientras giraba la cabeza y miraba la selva a cada lado de
ellos—. La palabra emboscada está gritando en mi cabeza.

ALPHA CARIÑOSO| 32
Max sacó la pistola de la guantera y la puso sobre su
regazo mientras movía su carro alrededor del carro
abandonado.

Atrapó el movimiento por el rabillo del ojo justo antes de


presionar el pedal del acelerador hasta el fondo.

ALPHA CARIÑOSO| 33
Capítulo 3

Max maniobró el carro rentado mientras las balas


resonaban por todas partes, golpeando los costados del
carro. Cuando la ventana trasera fue destrozada, Sari
comenzó a gritar.

—¡Quédate abajo! —Max gritó mientras el carro se


sacudía de lado a lado.

—Me siento saltando como una palomita de maíz. Si no


dejas de girar tanto voy a vomitar.

Max frenó de golpe y luego movió el carro hacia


adelante.

—¡Ya no quiero seguir con esto! —Sari gritó. Max sacudía


el carro a la derecha—. Déjame salir de este loco viaje de
carnaval. Encontraré la manera de volver a casa por mi
propia cuenta.

A juzgar por el miedo en el tono de Sari, el hombre no


estaba bromeando.

—Mantén la cabeza abajo y estaremos fuera de esto


pronto. —Esta no era la manera en que Regis y sus hombres
atacaban. El hombre por lo general se mostraba y exigía
saber por qué alguien de los Riverwalker estaba en su
territorio. Max bajó la velocidad del carro hasta una segura
antes de que tomar de nuevo su celular.

—Aún no te veo —dijo Domingo.

ALPHA CARIÑOSO| 34
—¿Por qué Regis me ataca con una emboscada y
disparos?

El otro extremo cayó en un silencio sepulcral. Max podía


oír la respiración de Domingo pero nada más. Finalmente, el
hombre habló. —¿Está alguien lastimado?

—No.

El tono de Domingo era frío como el hielo. —Ese hijo de


puta va a pagar por esto.

Max estaba pensando lo mismo, pero sabía que tenía


que averiguar por qué Regis estaba agrediéndolo de esa
forma. —Dile a Trey que entre en el cable y averigüe qué es lo
que está pasando.

—Estoy en eso —respondió Domingo—. Pero aún voy a


colgar a Regis de sus bolas por esto.

Max sonrió ligeramente. —Es por eso que eres mi


Centinela en jefe.

Dejó escapar un suspiro de alivio cuando entró en


territorio Riverwalker un momento más tarde. Los Centinelas
de Max estaban junto a los árboles, ocultos a la vista mientras
veían el carro entrar en sus tierras. Era el trabajo de los
Centinelas, vigilar y proteger las fronteras de las tierras
RiverWalker.

Cuando Max se detuvo frente a su casa, miró hacia el


asiento trasero encontrando a Sari aún en cuclillas en el suelo.
—Puedes salir ahora —dijo.

—De ninguna manera —respondió Sari, con las manos


cubriendo su cabeza—. No quiero recibir un disparo. —Max
esperó un momento más, pero Sari no se movió.

ALPHA CARIÑOSO| 35
Suspirando, Max salió del carro y abrió la puerta de atrás,
jalando a Sari del suelo. Dejó al humano de pie. —Nadie va a
dispararte aquí.

Sari entrecerró sus ojos color avellana. —¿Y dónde es


exactamente aquí?

Max hizo un gesto con la mano hacia su cabaña de


madera de dos pisos. —La casa de los Riverwalker.

El lugar era impresionante y hermoso, con paneles solares


y electrodomésticos de bajo consumo. Max la había
construido unos años atrás, después de que los ingresos de su
empresa habían superado sus expectativas más salvajes. En
su opinión, Max no podría vender estas casas de bajo
consumo de buena fe sino fuese el dueño de la empresa.

Trey siempre bromeaba con Max de que no sólo era el


presidente de Cosenza Corporación, sino también su cliente.
Los shifters habían estado luchando durante años para lograr
que los humanos fueran más ecológicos. Ellos avanzaban tan
lentamente que Max sabía que ningún progreso real se
habría hecho. Así que los shifters tendrían que asegurarse de
que el planeta no se fuera al infierno debido a la
contaminación y los basureros tóxicos.

Pero era una batalla cuesta arriba. Los humanos eran


perezosos y egoístas. Para ser justos, no todos los humanos
eran de esa manera. Max estaba de acuerdo en que había
muchos que eran conscientes del medio ambiente y el
calentamiento global. Simplemente no había suficientes
humanos que se preocuparan lo suficiente por el medio
ambiente para hacer un cambio.

—Sigues evitando la pregunta —Sari dijo mientras veía la


casa de Max.

ALPHA CARIÑOSO| 36
—¿Qué pregunta? —Max jugó al inocente. Era algo que
normalmente no hacía, pero Max no estaba listo para decirle
a Sari que el humano le pertenecía y que había embarazos
en el futuro del hombre.

Los humanos tendían a enloquecer por cosas como esas.


Max quería que Sari se adaptara a su nuevo entorno antes de
darle la noticia. Max había mantenido su deseo bajo control,
mientras estaban de camino, pero ahora que estaba viendo
a Sari, podía ver la verdadera belleza del hombre.

—Deja de hacerte el tonto —Sari bufó—. Estoy cansado,


hambriento, y necesito una ducha. Simplemente dime por
qué me rescataste. ¿Para quién trabajas?

—Todo a su tiempo. —Max colocó su mano sobre la


espalda baja de Sari y comenzó a conducir al hombre hacia
el porche delantero—. Tengo comida, una cama, y una
ducha caliente esperando adentro.

—Ahora no tengo más remedio que confiar en ti —


declaró Sari con un borde de irritación en su tono—. Pero voy
a estar vigilándote. —Sari hizo una V con los dedos y señaló
de sus ojos a Max—. Un movimiento en falso y yo… —El
hombre hizo una pausa, como si estuviera pensando en una
buena amenaza—, le diré a Rupert donde estoy.

Max gruñó. —Entra antes de que palmee de nuevo tu


trasero. —Sari había encontrado una buena amenaza. Pensar
en alguien viniendo tras Sari erizaba el vello de su cuello. A
pesar de que Sari estaba emitiendo una amenaza contra su
propia vida, un Chekota Criador muerto no era bueno para la
raza de las panteras.

Sari sonrió. —Ten mi amenaza en mente. —Subió al


porche moviendo las caderas y entró en la casa de Max.

El humano iba a volver loco a Max. Podía verlo.

ALPHA CARIÑOSO| 37
Max olió a Domingo antes de que el hombre apareciera
por un lado de la cabaña. Una de las cejas de Domingo
estaba levantada. —¿Supongo que no le has dicho por qué
lo trajiste aquí?

—¿Has averiguado por qué Regis armó una emboscada?


—A propósito ignoró la pregunta de Domingo. Max se
ocuparía de Sari a su manera. El humano necesitaba ser
acariciado y cuidado antes de que Max le dejara caer la
bomba.

Domingo negó con la cabeza. —Trey dice que no ha


oído nada que causara que Regis actuara de esa manera.

Max se frotó la barbilla. Iba a tener que llamarle y


preguntarle a Regis directamente. Max no estaba esperando
hacer esa llamada telefónica. El Alpha del Valle del Norte no
se detendría para decirle a Max en donde podía meterse sus
opiniones. Aun así, esta era una muy inusual circunstancia y
Max tenía que llegar al fondo de las cosas.

—Yo me encargo desde aquí —dijo Max mientras


caminaba hacía el porche—. No quiero a todos rondando a
Sari. No sirve de nada asustar al humano a muerte.

Como si eso no hubiera pasado ya un centenar de veces.

Domingo se rió. —Oh, vamos. No soy tan intimidante.

—Si no lo fueras, entonces no ocuparías ese puesto. —


Max dejó a Domingo en el patio delantero, mientras
caminaba al interior de la cabaña. Aunque sus hombres eran
excesivamente leales, Max sabía que mantener a los hombres
alejados sería un esfuerzo inútil —sobre todo porque todos
vivían bajo un mismo techo. Su curiosidad era comprensible.
Muchos no habían visto un humano en persona.

ALPHA CARIÑOSO| 38
Max sólo esperaba que Sari no tratara de huir de nuevo.
Eso no sería bueno para el humano.

Sari se olvidó momentáneamente de sus problemas


mientras veía la casa de Max. Era el lugar más cómodo que
hubiera visto en su vida. Los muebles no sólo eran grandes
sino que también tenían cómodos sofás y grandes
almohadas. Había claraboyas en el techo y decorativas
alfombras en el piso de madera. A Sari le gustó el patrón de la
alfombra de remolinos azul y crema. Los colores le daban
vitalidad a la habitación.

Se aventuró a ir más adentro y Sari se quedó sin aliento


cuando vio un solárium. Tenía una cascada de aspecto
natural en la pared del fondo y tantas plantas que se sentía
como si estuviera afuera. El techo era prácticamente
inexistente. El vidrio era tan claro que a primera vista, no
parecía haber ninguno en absoluto.

El departamento de Sari y de algunos de los vecinos


podría caber en esta habitación. Era enorme. La casa hasta
ahora era reconfortante y atractiva. Para ser una prisión, no
estaba nada mal. Sari caminó por las veredas a través del
follaje y se encontró con un estanque de peces en medio de
una área sin vegetación.

Empezó a preguntarse una vez más por qué estaba aquí.


Si Max no trabajaba para Rupert, entonces ¿por qué había
rescatado a Sari? Los buenos samaritanos no pasaban por
todos estos problemas. Y Sari seriamente dudaba de que el
tipo lo hubiera traído al territorio shifter por un capricho.

ALPHA CARIÑOSO| 39
Las panteras no eran conocidos por su hospitalidad. ¿No
había dicho eso Max? Con lo impresionante que era este
lugar, Sari sabía que tenía que conseguir salir de aquí. Él había
cambiado una prisión por otra, y eso no era aceptable en su
libro.

Max era caliente como el infierno y hacía que el cuerpo


de Sari reaccionara de maneras que lo dejaban
desconcertado, pero un carcelero era un carcelero. Dios,
Max era tan malditamente atractivo.

«Ya basta.

Esos ojos verde-ámbar son francamente sexis.

Él es tu carcelero».

Sari sabía que su voz interior estaba en lo cierto, pero


deseaba que lo dejara durante cinco segundos mientras
fantaseaba con el atractivo hombre que aceleraba su
corazón cada vez que lo veía. Merecía perderse en la lujuria
durante cinco segundos antes de tener que volver a la
realidad.

Saliendo del solárium, Sari se aventuró por un pasillo. Entró


en una cocina que contrastaba con el resto de la casa. Era
artística, brillante, y no se veía ni un poco como si la
naturaleza se hubiera hecho cargo.

—Hay comida en el refrigerador.

Sari se giró para ver a Max de pie en la puerta, con los


brazos cruzados sobre su pecho. Sus ojos color verde-ámbar
estaban vivos con inteligencia mientras Max lo observaba. Y si
Sari no se equivocaba, también estaban llenos de calor.

Sari se aclaró la garganta y se dirigió al refrigerador. A


pesar de su afirmación anterior, Sari no tenía hambre. Su
apetito estaba afectado con el estrés de su vida en este

ALPHA CARIÑOSO| 40
momento. La comida era la última cosa en su mente. Aun así,
Sari abrió el refrigerador para encontrar estantes con frutas y
sobras. Tomó un recipiente en donde había chuletas de
cerdo y lo destapó. El olor le hizo agua la boca.

—¿Puedo calentarlo? —Sari preguntó mientras veía


alrededor buscando un microondas.

—No soy ni la mitad de malo —admitió Max mientras


señalaba a un cromado microondas empotrado en la pared.
No era como nada que Sari hubiera visto en su vida. Había
tantos malditos botones que no estaba seguro de ser capaz
de hacer funcionar esa cosa.

Podía ver la leve sonrisa en los labios de Max cuando el


hombre cruzó la habitación y tomó el recipiente de Sari,
mostrándole sin palabras cómo calentar algo. Max se movió
al refrigerador y sacó un plato de fruta fresca y quesos que
estaba envuelto en plástico transparente. Lo dejó en el
impecable mostrador.

Una vez que las chuletas de cerdo se calentaron, el


apetito de Sari regresó con venganza. Podría haber sido el
aroma de la deliciosa comida, pero no estaba seguro, Sari se
sentía hambriento. Se sentó en una de las sillas de respaldo
alto en la isla y comenzó a comer como si se hubiera negado
alimentos por una semana. Mientras comía, Max tomó un
vaso del gabinete y sirvió una especie de líquido con un tinte
de color naranja.

—Jugo de mango —declaró Max sin que le preguntara.

—Para ser un carcelero —Sari dijo mientras mordía las


rodajas de naranja con el mejor sabor que había comido—.
Sabes cómo alimentar a un chico. —Los ojos de Sari rodaron
a la parte posterior de su cabeza cuando mordió la chuleta
de cerdo. ¿Alguna vez había probado algo mejor? Si lo

ALPHA CARIÑOSO| 41
hubiera hecho, no lo recordaba. Sari lamió el jugo de sus
dedos antes de preguntar—: Entonces, ¿qué planes tienes
para mí?

Pensó que había colado furtivamente la pregunta.

—Asegurarme de que tengas un montón de comida y


descanses —contestó Max sin perder el ritmo. El hombre era
demasiado inteligente como para contestar la pregunta que
Sari dejó deslizar. Pero valía la pena intentarlo.

Sari dejó la conversación y se dedicó a comer la comida


frente a él. Cuando terminó, se sintió como un pavo relleno.
Su estómago ligeramente distendido y soltó un eructo. Sari
rápidamente se cubrió la boca mientras miraba a Max.

El hombre se echó a reír. —Me lo tomaré como un


cumplido. —Max limpió los platos antes de señalar hacia la
puerta—. Ven, te llevaré a tu habitación.

Sari no confiaba en este hombre. Nadie podía ser tan


agradable con alguien que habían secuestrado. En un primer
momento se había ido con Max, porque uno de los hombres
de Rupert habían estado persiguiéndolo con una pistola. Pero
Sari había intentado escapar varias veces, y cada vez Max lo
había atrapado y empujado de nuevo al carro.

Eso era un claro caso de secuestro.

Sari lo aceptaría por ahora. No tenía otra opción. Pero a


la primera oportunidad que tuviera para escapar, la tomaría.
Max llevó a Sari a un dormitorio por el pasillo. Había una
enorme cama en el centro de la habitación que se veía muy
tentadora. Había también muchas almohadas de gran
tamaño en una esquina.

¿Qué tenía este chico por las almohadas? Quizás a su


pantera le gustaba dormir en ellas. La habitación estaba

ALPHA CARIÑOSO| 42
decorada con colores oro y verde. Los colores gritaban
masculinidad. Un armario de aspecto antiguo ocupaba el
espacio al lado de las almohadas, y de nuevo, los techos
tenían claraboyas. Lo que llamó la atención de Sari eran las
grandes puertas francesas que llevaban a una terraza trasera.

¿Sería tan fácil huir? Sari sintió su corazón acelerarse ante


la posibilidad de salir de aquí.

—Ni siquiera pienses en eso —dijo Max mientras le daba


una toalla suave a Sari y le señalaba una puerta al otro lado
de la habitación—. Mis hombres están vigilando los bosques
de los alrededores y no llegarías muy lejos antes de ser visto.

—Tus hombres —preguntó Sari, confundido.

Max sonrió. —Soy Maxwell Consenza el Alpha de


RiverWalker.

Sari casi dejó caer su toalla. Max era un Alpha. Incluso


con su experiencia limitada sobre los shifters, Sari sabía lo que
eso significaba.

Él estaba en serios problemas.

Después de que Sari se había duchado y se había


acostado en la cama, Max salió a la suave brisa. Tenía que
salir de la casa y respirar un poco de aire fresco. El aroma de
Sari estaba volviendo loco al gato de Max. Era cada vez más
difícil que Max evitara frotar su olor por todas partes del
humano.

—Puedes salir de tu escondite —dijo Max en el suave


viento. Sabía que una pantera estaba cerca por el chasquido

ALPHA CARIÑOSO| 43
de las ramas, alertando a Max de su presencia. También vio el
carro híbrido verde de Trey estacionado al lado de la casa.

—Sólo quería hablar de unos contratos que están por


vencerse —afirmó Trey mientras se movía a la línea de visión
de Max, pero los ojos de color marrón oscuro de la pantera
seguían viendo hacia la cabaña. Trey Koehler no sólo era la
mano derecha de Max y manejaba todo el papeleo de
Consenza Corporación, sino que era el residente friki en el
clan Riverwalker y conocía íntimamente las computadoras.
Tenían un edificio de oficinas en las afueras de Yosemite, pero
Trey a menudo traía el trabajo a casa.

Evitaba que Max tuviera que ir a la oficina todos los días.


y con Sari aquí, era una comodidad que apreciaba. Max no
quería dejar al humano solo hasta saber que no intentaría
huir.

Max bajó los tres escalones para llegar a la ruta de


acceso y se acercó a Trey. —¿Y tu repentina urgencia no
tiene nada que ver con que traje a casa a un Chekota
Criador?

Los hombros de Trey se levantaron cuando se encogió de


hombros. —Quizás.

Max se rió y lanzó un brazo sobre los hombros de Trey. —A


su debido tiempo, Trey. Deja que se acostumbre a nuestra
casa antes de irrumpir allí. Él no confía en mí en este
momento y no quiero asustarlo con nuevas caras.

Max mantuvo su tono amable cuando habló con Trey. El


chico era el mejor cuando se trataba de contratos y
computadoras, pero un poco tímido —incluso para una
pantera. Max no se sentiría bien levantándole la voz al
hombre. —¿Qué necesitas que firme?

ALPHA CARIÑOSO| 44
Max llevó a Trey al porche donde se sentó y tomó la
carpeta de Trey. Vio por encima los documentos antes de
garabatear su firma en la parte inferior. Todo el tiempo, Trey
veía hacia la puerta principal.

—Sin faltarte al respeto, Alpha —Trey se giró hacia Max—,


pero ¿él sabe que es un Chekota Criador? ¿Sabe que está
aquí para embarazarse y continuar el linaje Chekota?

Cuando la puerta de tela malla se abrió, Max levantó la


vista para ver a Sari ahí parado con asesinato en sus ojos
color avellana.

Regis Caldwell se paseaba por su estudio, la frustración


marcando cada uno de sus pasos. La emboscada que había
creado no había salido bien. Max había sobrevivido. Sin
embargo Regis había dado instrucciones explícitas para que
sus hombres no le dispararan al Chekota Criador, Regis quería
al hombre para sí mismo, independientemente de lo que
Rupert hubiera ordenado. Una vez que Regis le robara el
premio a Max, sería fácil entrar y acabar con los RiverWalker.

ALPHA CARIÑOSO| 45
Capítulo 4

—¡Todos ustedes son un grupo de locos! —Sari gritó


cuando llegó junto a Max—. Quiero salir de este manicomio.

No era así como Max tenía la intención de que Sari se


enterara, pero el gato ya estaba fuera de la bolsa —por así
decirlo. Lo único que Max podía hacer ahora era controlar los
daños. —Cálmate, Sari.

—¿Cálmate? ¿Cálmate? ¿Estás loco? —El hombre se veía


al borde de una crisis nerviosa—. Me arrastraste a través de la
nación ¿para qué, embarazarme? —Sari arrojó sus brazos en
el aire como si estuviera tratando de asustar a un perro
rabioso—. ¡Necesitas que te examinen la cabeza!

Max hizo algo que nunca había hecho antes. Se retiró.

Dejando a Sari despotricar, Max volvería a salir. Una vez


que Sari se calmara, entonces hablarían. Sari no iba a
escuchar a Max mientras se encontrara en shock.

—Lo siento —dijo Trey cuando Max se unió a la pantera—.


Llegó justo en ese momento a la puerta. —Sacudió la
cabeza—. Debió haber sido sigiloso porque ni siquiera olí que
se acercaba.

Max tampoco. —Encárgate de archivar ese papeleo. Yo


me encargo de Sari.

Trey no estaba muy convencido, pero se fue. Max podía


oler a otras panteras en la zona y sabía que mantenerlos
alejados era una batalla perdida. Ninguno se opondría a la

ALPHA CARIÑOSO| 46
orden de Max, pero su curiosidad era demasiado grande
como para ignorar totalmente al huésped de Max.

La puerta de malla se abrió de golpe, y Sari salió


caminando penosamente los escalones.

La ceja de Max se levantó. —¿A dónde vas?

Sari levantó el brazo y se despidió con el dedo de Max


mientras seguía caminando. Un gruñido salió de su garganta
y Max usó su telequinesis para teletransportar a Sari a la silla a
su lado.

Sari jadeó y palideció. Miró hacia donde había estaba


parado y luego hacia abajo entre las piernas antes de
levantar la cabeza y ver a Max.

—¿Qué jodidos está pasando aquí?

Max podía oír una risita cerca y sabía que una de las
panteras estaba muy entretenido.

—No te puedes ir —dijo Max con fingida indiferencia,


aunque sentía demasiadas emociones para nombrarlas. La
idea de que Sari cruzara el duro desierto era francamente
aterradora. Por alguna razón Regis estaba en pie de guerra, y
Max no podía arriesgarse a que Sari fuera capturado por uno
de los hombres de Regis.

Además, se estaba encariñando del humano. El gato de


Max ronroneó con ese pensamiento. Bueno, él estaba más
que encariñado, pero tener a Sari en su cama para calmar al
hombre no iba a funcionar, a juzgar por el terror en los ojos de
Sari.

—Sólo me moviste desde allí. —Sari señaló hacia el


camino que se alejaba de la casa—. Hasta aquí. —Señaló a
su silla—. ¿Cómo?

ALPHA CARIÑOSO| 47
—Telequinesis. —Max se echó hacia atrás, esperando que
desatara su ira. Si Sari había enloquecido al saber que estaba
destinado a ser un criador, iba a reventársele un vaso
sanguíneo por haber sido movido por la mente de Max.

La frente de Sari se arrugó, una pequeña mueca se formó


en sus rasgos. —¿Has tenido este poder todo el tiempo?

Max no estaba seguro de a dónde iba Sari con su


pregunta. —Sí.

Sari se puso de pie. —¿Entonces por qué diablos no nos


teletransportaste desde ese maldito hotel? —El hombre gritó
sus palabras con su rostro de un precioso tono rojo. Max no
había esperado esto.

—Porque no puedo mostrar ante los humanos lo que soy


capaz de hacer.

Los ojos de Sari ardían y su rostro se hizo más rojo. —


¿Entonces por qué hicimos ese viaje tan largo?

—Tenía que devolver el carro de alquiler.

—Está bien, entonces ¿por qué no nos teletransportaste


fuera de esa emboscada? —Ahora, Sari se veía como si
quisiera arrancarle la cabeza a Max. Sus dedos se
enroscaban y se desenroscaban, sus dientes apretados
juntos. Max pudo escuchar el sutil sonido, mientras se
mantenía en calma. Para un tipo bajito, Sari tenía sus
momentos de belicosidad.

—Una vez más, tenía que devolver el carro de alquiler.

—¿Aunque jodidamente nos dispararan? —preguntó Sari.

—Estábamos seguros —aseguró Max—. Si hubiera


pensado que realmente estábamos en peligro, te hubiera
sacado de allí.

ALPHA CARIÑOSO| 48
Sari se dejó caer en su asiento, con la mirada al frente. —
Tengo que estar soñando todo esto. Sí, eso es. Estoy soñando.
En cualquier momento voy a despertar y estaré en mi jodido
apartamento. Ni siquiera la parte del asesino de Rupert será
real.

Max esperó.

Sari giró la cabeza y miró a Max. Aquellos ojos


ligeramente hacia arriba parecían ensancharse. —Aún estás
aquí.

—Eso es porque esto no es un sueño —dijo Max mientras


hacía todo lo posible para contener su risa—. De verdad estás
en territorio de las panteras y estas destinado a continuar la
línea mágica de la sangre de los Panteras Chekota.

Sari palideció incluso hasta más allá de la manzana de


Adán que se balanceaba en su cuello a un ritmo vertiginoso.
—No, no es así —refutó rápidamente.

—¿No estarías aquí o no llevaras la línea de sangre? —


Max preguntó. Se habría reído como lo haría una caricatura
por la manera en la que Sari habló si no creyera que el chico
enfurecería.

Así que, Max se mantuvo en control mientras permitía a


Sari procesar la información. Pero la tentación de tocarlo y
acariciarlo era fuerte. Quería calmar las preocupaciones de
Sari, asegurarle al humano que estaba a salvo y que esta
nueva vida era algo para abrazar, no para temer.

El humano comenzó a morder su labio inferior mientras sus


ojos color avellana parpadeaban hacia todo el inmenso
bosque. Lo más probable era que el cerebro de Sari estuviera
tratando de convencerlo de que esto no era real. Pero Max
sabía que Sari era inteligente. Sólo necesitaba tiempo para

ALPHA CARIÑOSO| 49
entender todo esto. El hombre llegaría a una conclusión
racional.

—Estoy muerto, ¿verdad? —Sari finalmente habló—.


Rupert consiguió matarme y ahora estoy en una especie de
campo elíseos2. No me considero a mí mismo un héroe de
algún tipo, pero eso tiene que ser la única explicación lógica.

Eso no era una conclusión racional. —Tú no estás muerto.

—Maldición. —Sari se desplomó en su silla—. Entonces


finalmente me quebré bajo la presión. Aún estoy en esa
habitación de hotel, ¿verdad? Estoy envuelto
apretadamente en una camisa de fuerza y alucinando todo
esto.

Max negó con la cabeza. Sari se cubrió la cara con las


manos y luego a través de sus dedos se asomó para ver a
Max. —Aún estás aquí.

Eso hizo reír a Max. No se estaba burlando de Sari, pero la


forma en que Sari estaba manejando esto era cómica. Su
mente racional no funcionaba y las conclusiones a las que
llegaba eran humorísticas. —Te ajustaras a esto. Sólo que es
una gran revelación para ti.

Sari se quedó sentado allí por un largo tiempo en silencio.


Max se levantó y tomó un vaso de agua de la cocina y lo
dejó en la mesa, entre ellos antes de tomar asiento una vez
más.

—Yo… —Sari parecía estar luchando con sus palabras—.


¿Voy a quedar embarazado? —Tomó el vaso con una mano
temblorosa y bebió toda el agua.

2
Los Campos Elíseos en la mitología griega era el lugar sagrado donde las sombras de los hombres
virtuosos y los guerreros heroicos llevaban una dichosa y feliz, en medio de paisajes verdes y floridos, es
el paralelismo del cielo cristiano.

ALPHA CARIÑOSO| 50
—Para ser honesto —dijo Max—. No estoy seguro de
cómo un humano llegó a ser un Chekota Criador, pero llevas
la marca.

Los ojos de Sari fijos en Max mientras bajaba el vaso. —


¿Qué marca?

Max se inclinó y pasó el dedo por la marca fresa en su


piel que se parecía a una pantera. Estaba en el cuello de Sari,
justo detrás de su oreja. Max se había dado cuenta por
primera vez de la marca cuando Sari llegó al hotel con sus
escoltas. Max estaba ahí para unas reuniones de las que tuvo
que hacer una salida precipitada con improvisadas excusas.

Después de las reuniones, había subido para ducharse y


cazar a Sari, sólo para encontrar al hombre corriendo hacia
los ascensores con claro miedo en sus ojos color avellana.

Los sentidos de Max se declararon en alerta total. Sólo un


hombre que corría por su vida se vería como si hubiera visto al
diablo. Para ser honesto, Max no tenía idea de quién era
Rupert. Pero por la forma en que Sari hablaba del tipo —y el
hecho de que él hubiera enviado a un asesino a sueldo tras
Sari— Max podría inferir que Rupert no era un buen hombre.

Pero Max tenía la intención de averiguar quién era Rupert


y por qué estaba tras Sari.

Aunque no ahora. En este momento Max estaba tratando


con Sari. Max había traído a Sari aquí con la intención de
poner al hombre bajo su protección hasta que una de las
panteras mostrara interés por el humano y tomara a Sari
como suyo. Pero lo que Max estaba sintiendo hacia Sari y los
celos que se apoderaban de él ante la idea de que alguien
se acercara al hombre sólo le decía que Sari era suyo.

Su gato había reclamado al humano como suyo.

ALPHA CARIÑOSO| 51
Max haría lo que fuera necesario para asegurarse de que
Sari tuviera lo que necesitara, incluyendo el cuidado de la
salud de Sari. Después de todo, si el destino había cambiado
el rumbo y convertido a humanos en Chekota Criadores,
entonces, Sari podría quedar embarazado. Él llevaría al hijo
de Max.

El pensamiento hizo que un escalofrío de miedo y una


chispa de emoción recorriera a Max. —Naciste con esa
marca —Max finalmente le respondido a Sari—. El parche
color fresa se asemeja a una pantera.

Sari se estiró y recorrió con la punta de los dedos su


marca de nacimiento cuando Max se apartó. —Mi marca de
nacimiento dice que soy... ¿Cómo llamas a eso?

—Chekota Criador —respondió Max—. Es el nombre que


se le da a una persona que nace para dar a luz a las
panteras con capacidades especiales.

—¿Cómo puede un hombre quedar embarazado?

Max se pasó la mano por la mandíbula. —Tu cuerpo


pasará a través de un cambio que te permitirá llevar un niño.

Sari puso las manos en el regazo, curvando los dedos


mientras contemplaba a Max con ojos de reproche. —
Entonces qué ¿voy a ser entregado a todos tus compañeros
hasta que pegué?

Max gruñó en voz tan alta que Sari saltó en su asiento. —


No vas a ser entregado a nadie. —El aire crepitaba alrededor
de Max, sus poderes chispeaban mientras su ira lo recorría—.
Si alguien te toca, lo mataré.

ALPHA CARIÑOSO| 52
Unas horas más tarde, Sari estaba en el solárium, tratando
de darle sentido a su situación. Se sentó en una piedra
grande que estaba junto al estanque viendo a los peces koi
nadar alrededor. ¿Qué tan extraño era que una pantera
tuviera un estanque?

—Ustedes tienen una vida tan fácil —les dijo a los peces
que eran de varios colores: blancos, negros, rojos y amarillo, y
azul y crema. Eran verdaderamente hermosos. Podía ver por
qué Max los había añadido a este lugar, eran impresionantes.

Sari empujó sus piernas hasta el pecho cuando una


pantera bajó por el camino. Estaba casi seguro de que era
Max por la forma y fuerza que emanaba de cada poro del
cuerpo del gato. Se dio cuenta de que los ojos de Max
seguían siendo del mismo color verde-ámbar brillante aun
cuando estaba en su forma de gato. Su pelaje negro era liso
y brillante.

Sari quería extender la mano y acariciar al gato, pero el


miedo le impedía hacer algo tan estúpido. Max en su forma
de pantera evidentemente era diferente a su forma humana,
pero Sari no podía dejar de ver fijamente la belleza de gato.

La pantera dio un profundo aullido que envió un


escalofrío por la columna vertebral de Sari. Por extraño que
pareciera, Sari sabía que el sonido no fue para asustarlo, sino
para tranquilizar a Sari de que estaba a salvo.

La pantera se dejó caer en el suelo y se estiró, tomando el


sol bajo la gran cúpula de cristal. Sari se sentó allí mirándolo,
con miedo para hacer un movimiento. Max bostezó y Sari vio
los gruesos y largos caninos de la pantera. Apoyó la cabeza
hacia abajo, haciendo caso omiso de Sari.

ALPHA CARIÑOSO| 53
Este probablemente era el momento más extraño en la
vida de Sari, y era decir algo después de lo que acababa de
pasar. El momento era tranquilo y aterrador al mismo tiempo.

Sólo esperaba que Max no quisiera ser acariciado. Sari no


se acercaría a ningún lugar cerca del gran gato negro.

El sol comenzaba a ponerse por encima de las copas de


los árboles, proyectando largas sombras por toda la
habitación. Max no se había movido. Si Sari no se
equivocaba, Max se había quedado dormido.

Levantándose de la piedra, Sari bordeó su camino


alrededor de la pantera y entró en la casa de Max hasta que
estuvo de vuelta en el dormitorio. El agotamiento finalmente
le golpeó y la cama parecía tan acogedora que Sari se metió
bajo el edredón suave y cerró los ojos.

Se tensó cuando sintió que la cama se hundía. Giró la


cabeza y vio a Max —aún en su forma de gato— estirado a
su lado. —Si deseas mantener una vigilancia constante sobre
mí, porque tienes miedo de que huya, no tiene que
preocuparte. —Un bostezo se escapó de Sari—. Estoy
demasiado cansado en este momento.

El gato embistió suavemente la cabeza en un costado de


Sari, antes de dejarla descansar en una de las almohadas.

—No puedo creer que vaya a compartir la cama con


una pantera —Sari refunfuñó antes de darle la espalda y
acomodarse. El aire de la casa tenía una temperatura
agradable, pero a Sari le gustaba dormir con una manta.
incluso en su apartamento mantenía el aire acondicionado
encendido sólo para que estuviera agradable y frío. Era difícil
dormir cuando hacía demasiado calor.

Y Max exudaba mucho calor.

ALPHA CARIÑOSO| 54
—¿Te importa? —Sari preguntó mientras jalaba las
mantas. Max se inclinó y lamió la mejilla de Sari.

—Eso es totalmente asqueroso. —Se apartó, dándole al


gato la espalda, cerrando los ojos y rezando para que
cuando despertara, todo hubiera sido un mal sueño.

Domingo se apoyó en un árbol, mirando hacia la cabaña


mientras la cola se movía de ida y vuelta. No podía creer que
Max hubiera traído a un humano a su territorio. Desde que
tenía memoria, ningún humano había puesto un pie en la
costa oeste.

Por supuesto, muchos shifters habían viajado al este. Ellos


fácilmente podían cambiar de forma y caminar entre los
humanos sin ser detectados. Durante años, Domingo había
observado la peculiar raza, y eran muchas cosas lo que no
entendía acerca de ellos.

Como el que ellos aún usaran carros llenos de gasolina


cuando los híbridos se encontraban en alta demanda entre
los shifters. La tecnología había avanzado en los últimos cien
años, sacando de los teléfonos celulares las baterías de litio
por teléfonos con energía solar. A los humanos no parecía
importarles que las capas de hielo fueran casi inexistentes y
que el clima hubiera cambiado tan drásticamente que la
agricultura fuera obsoleta. Nadie había cultivado en casi
ochenta años.

Al menos no los humanos. Los shifters aún dependían de


la tierra para su alimento.

Domingo cayó del árbol y cambió cuando vio a Devyn y


Kyle acercarse a través del bosque, Domingo les cerró el paso

ALPHA CARIÑOSO| 55
a Kyle. —Max no quiere que lo molesten —les dijo a los
hombres que se acercaban.

—¿Es cierto? —Kyle preguntó mientras sus ojos se dirigían


hacia la casa—. ¿Max trajo a un humano aquí?

Domingo se apoyó contra un árbol, con los ojos siempre


vigilantes en la zona alrededor de la casa. Aunque estaban
profundamente dentro del territorio Riverwalker, una vez que
se difundiera la noticia acerca de Sari, mierda iba a golpear
el ventilador. —Trey dijo que tiene la marca en su cuello.

—Interesante —respondió Kyle. Kyle era el centinela más


joven, sólo estaba en su etapa juvenil. Él tenía mucho que
aprender, pero tenía un gran potencial. En ocasiones se
exaltaba y no siempre pensaba antes de actuar, pero era un
buen luchador para cuidar tu espalda—. ¿Max reclamó al
hombre para él?

Domingo asintió.

—¿Tiene el Chekota Criador un hermano? —La sonrisa de


Kyle era contagiosa, Devyn se echó a reír. Kyle frunció el
ceño—. Lo digo en serio.

Las panteras no se preocupaban por el género. El sexo


era el sexo y el amor era el amor. Sin importarles a ninguno de
ellos lo que colgaba entre las piernas. Si Max reclamaba a un
hombre, a nadie le importaría. La única cosa que les
importaba era que el linaje Chekota continuara.

—Trey me dijo que Sari es guapo —Kyle continuó,


obviamente, haciendo caso omiso de las sonrisas divertidas
en la cara de todos—. ¿Lo has visto, Domingo?

—Aún no —respondió Domingo—. Max está siendo un


poco posesivo en estos momentos. —Todos los gatos lo eran a
la hora de aparearse. Aunque nadie se había acoplado en el

ALPHA CARIÑOSO| 56
clan Riverwalker. Los Centinelas eran todos solteros, aunque
los hombres tenían amantes, pero ninguna pantera se había
establecido. Domingo tenía esperanzas de encontrar a su
propio Chekota Criador. Sabía que las probabilidades
estaban en su contra, pero si Max había encontrado uno,
entonces había esperanza.

—Vinimos por él —dijo Devyn—, porque queríamos


conocer al compañero de Max. —Devyn miraba hacia la
cabaña—. Aunque no estoy seguro de que Max esté
dispuesto a mostrar al hombre ahora mismo.

Kyle se rió. —Probablemente ya esté tratando de tomar a


Sari.

Gideon palmeó la parte de atrás de la cabeza con


cabello corto y castaño de Kyle. —Ten un poco de respeto.

A juzgar por la mueca en la cara de Kyle, le molestó que


Gideon lo hubiera castigado frente a los demás. Las panteras
tenían un montón de orgullo.

Gideon abrazó a Kyle alrededor del cuello, jalándolo en


un abrazo para calmar el ego dolido del hombre. Kyle dejó
de fruncir el ceño y le sonrió de nuevo.

Domingo se limpió la garganta por lo fácil que el joven


pantera se calmó. —Si van a entrar, traten de mantenerse
alejados de Sari en estos momentos, estoy bastante seguro de
que Max va a gruñirle a quien se acerque al chico.

Una vez más, Kyle se rió, pero esta vez mantuvo sus
comentarios para sí mismo. Una vez que los tres regresaron a
patrullar, Domingo se movió y volvió a subir al árbol donde
tenía una vista aérea perfecta.

Sólo esperaba que nadie fuera tan estúpido como para


entrar en la tierra Riverwalker. Max estaba cortejando a Sari,

ALPHA CARIÑOSO| 57
lo que significaba que iba a matar a cualquier persona que
se acercara al chico.

ALPHA CARIÑOSO| 58
Capítulo 5

Max se estiró y bostezó antes de sentir algo cálido y


tentador presionando su pecho. Abrió los ojos para ver a Sari
dormido, acurrucado en los brazos de Max.

Ahora, esa era una muy buena manera de despertar.


Max acarició el cuello de Sari, inhalando el olor del humano
mientras acariciaba la espalda del hombre. Max estaba duro,
y listo mientras presionaba su erección en el abdomen de
Sari. No estaba seguro de lo acogedor que el hombre fuera,
pero Max podía quedarse aquí y disfrutar de la sensación del
cuerpo de Sari hasta que el hombre se despertara y se
asustara.

El hombre se agitó, moviéndose más abajo del cuerpo de


Max. Max no estaba seguro de si Sari estaba soñando o si su
subconsciente estaba actuando, pero el humano se arqueó
ante la mano de Max que estaba acariciando lentamente la
espalda del chico. Sari lanzó la pierna sobre el muslo de Max
mientras sacaba su culo.

Esa respuesta sólo hizo que el pene de Max se


endureciera más.

Los párpados de Sari se abrieron y le tomó sólo un


segundo alejarse. —¿Qué estás haciendo?

—Acariciándote —dijo Max con un ronroneo bajo—. Ven


acá y te mostraré lo que sigue.

Ahora que Max había decidido mentalmente mantener a


Sari como propio, una necesidad primaria para procrear,
para plantar su semilla en el interior del hombre lo abrumaba.

ALPHA CARIÑOSO| 59
Él quería joder a Sari hasta que el chico no pudiera caminar –
o caminara con una pronunciada cojera.

El cuerpo de Sari era como un faro, jalando a Max hacia


el hombre con un hambre animal.

—No lo creo —dijo Sari mientras rodaba fuera de la cama


y se ponía de pie—. No estoy seguro de creer que pueda
llegar a estar embarazado, pero no estoy dispuesto a correr
ese riesgo.

Max se puso a cuatro patas y se paseó por la cama, con


los ojos puestos en Sari. —Ven aquí, gatito.

Sari tomó una almohada de la cama y la sostuvo frente a


su cuerpo. —No te acerques más.

Max se derrumbó de nuevo sobre la cama y se echó a


reír. —¿Honestamente crees que una almohada se
interpondrá en mi camino? —Se dio la vuelta para alcanzar a
Sari, pero el humano dio un paso rápido hacia atrás.

—¡No significa no! —dijo Sari como si Max fuera tonto.

Max levantó la nariz. —¿Crees que te obligaría a tener


sexo conmigo?

—Duh, no te conozco —respondió Sari.

Max estaba muy ofendido. Se dio la vuelta sobre su


estómago antes de salir de la cama. —Nunca he tomado a
una pareja no dispuesta en mi vida.

Pero podía ver el brillo de curiosidad en los ojos de Sari. El


hombre podría estar diciendo que no, pero sus ojos estaban
gritando que sí. Sin embargo, Max no iba a hacer un
movimiento hasta que Sari estuviera totalmente de acuerdo.

ALPHA CARIÑOSO| 60
Eso no significaba que a Max no le molestara. Se dirigió
hacia la puerta antes de mirarlo por encima del hombro. —
Ven al solárium. Quiero mostrarte algo.

Sari parpadeó y luego frunció el ceño. —Yo no quiero ver


tu pene.

Max se rió. —Conclusión interesante ante mi invitación,


pero eso no es lo que quiero mostrarte... aún.

Sari vaciló y luego se apresuró hacia la puerta,


bordeando a Max con la almohada aún pegada a su frente.
Max sacudió la cabeza mientras seguía a Sari. Una vez que
entraron en el solárium, Max le quitó la mullida almohada al
humano y lo condujo a la cascada.

Los ojos de Sari se agrandaron. —Tienes una piscina.

La cascada era alimentada desde lo alto. La cabaña


estaba enclavada cerca de un acantilado y el agua que
alimentaba la piscina se recirculaba y filtraba de impurezas.
La ducha en la habitación de Max estaba construida con el
mismo concepto, sólo que el agua se calentaba antes de
que se utilizara.

Toda la costa oeste usaba molinos de viento como fuente


de energía eléctrica. si sólo el Medio Oeste y la Costa Este
hicieran lo mismo. Ellos aún se sustentaban con torres de alta
tensión que se había demostrado que causaban cáncer, sin
embargo, los humanos se negaron a cambiar a energía
limpia.

—¿Quieres nadar? —Max preguntó mientras empezaba a


despojarse de su ropa. Sari al instante giró la cabeza, las
mejillas se colorearon de rosa a rojo. Cuando Max estuvo
desnudo, se zambulló en la piscina y salió a la superficie para
ver a Sari observándolo—. Mantén tu ropa interior, si lo
prefieres.

ALPHA CARIÑOSO| 61
Sari se quitó la camisa y los pantalones prestados. Se
quedó allí en boxers antes de entrar en el agua. Max había
agregado la piscina el año pasado y se alegraba de haberlo
hecho. En la parte menos profunda, estaban los escalones
para entrar en la piscina que incluso al pequeño hombre el
agua le llegaba al pecho. A la derecha de la piscina había
una tina de hidromasaje que Max planeaba usar con Sari en
algún momento en el futuro próximo.

—Está caliente —comentó Sari mientras permanecía de


pie en las escaleras, moviendo los dedos de los pies en el
agua.

Max señaló hacia el techo de cristal. —El sol calienta el


agua.

Sari se movió hacia la piscina. Max mantuvo su distancia.


Esperaría hasta que Sari se relajara antes de acercarse al
hombre. Había más en su relación que sexo. Max quería
conocer a Sari. Pero hasta que pudiera reclamar a Sari se
calmaría, no podía pensar en nada más que hundir su pene
profundamente en el cuerpo del hombre.

—¿Le tienes miedo al agua? —Max preguntó cuándo Sari


al fin entró un poco más.

—No sé nadar —Sari admitió.

—Entonces te voy a enseñar. —Max se acercó y tomó la


mano de Sari.

Sari comenzó a apartarse, pero Max lo movió


rápidamente hacia el centro de la piscina. El hombre se pegó
a Max, aferrándose a su cuerpo.

Max se echó a reír. —No te puedo enseñar a nadar


cuando estás actuando como un pulpo con sus tentáculos
envolviéndose a mi alrededor.

ALPHA CARIÑOSO| 62
Aunque a Max le gustó la cercanía. Sus dedos le picaban
por acunar el trasero de Sari y jalar al chico incluso más
cerca, pero se comportaba.

—Me voy a ahogar si te dejo.

—El agua solo tiene un metro ochenta de profundidad —


señaló Max.

—Eso es más alto que yo —declaró Sari mientras sus


dedos se clavaban en los hombros de Max—. Lo siento, pero
no voy a correr ningún riesgo.

Decidiendo dejar que Sari se acostumbrara al agua, Max


nadó hacia atrás con Sari aún aferrado a él. Extendía sus
brazos mientras con los pies pateaba llevando al chico a la
parte profunda de la piscina, donde Sari no tendría más
remedio que confiar en Max para que lo mantuviera a flote.

Las piernas de Sari eran como una tenaza en torno a la


cintura de Max. Max se dio cuenta que su erección se
acomodaba contra el bien redondeado culo de Sari. Aunque
no estaba seguro de si Sari lo notó. El hombre estaba
demasiado ocupado viéndose como si se fuera a ahogar a
cualquier segundo.

—Juegas sucio —Sari dijo mientras estrechaba sus ojos—.


Ahora llévame de nuevo a la parte menos profunda.

—Nada hacia la parte menos profunda.

Sari gruñó y Max estaba impresionado. —Te dije que no sé


nadar.

—Entonces suéltame para que pueda enseñarte. —Max


envolvió sus brazos alrededor de Sari, con la intención de
ayudar al hombre a soltarlo. Pero lo que comenzó como una
buena intención terminó con Sari sonrojándose y Max
dolorido con una más profunda hambre de lo que podía

ALPHA CARIÑOSO| 63
haber imaginado posible. El hambre no era sólo por el sexo —
aunque ese fue su primer pensamiento— sino por una familia,
una pareja que estaría al lado de Max, y tener a alguien con
quien compartir su vida.

Max ansiaba esas cosas, pero nunca había pensado que


alguna vez estuvieran a su alcance. Podía ver la posibilidad
en los hermosos ojos de Sari.

—¿Listo para nadar? —Max carraspeó cuando sus


palabras salieron roncas y ásperas.

Sari asintió mientras aflojaba la presión, pero sus ojos


nunca se apartaron de Max. Sostuvo los costados de Sari,
manteniéndolo cerca mientras el hombre comenzó a agitar
sus brazos en el agua. —Es un poco difícil concentrarse
cuando estás desnudo —dijo Sari antes de que rápidamente
desviara la mirada.

Max materializó un traje de baño en su cuerpo. —¿Mejor?

Sari arrugó el ceño mientras sacudía la cabeza. —Aún no


sé cómo haces eso.

Max instruyó a Sari sobre cómo nadar durante las


siguientes dos horas. Sari no sólo tomó las lecciones como un
profesional, sino que también a propósito salpicó a Max un
par de veces. Max detuvo las lecciones de Sari cuando vio
que el hombre se estaba convirtiendo en una ciruela pasa y
estaba temblando ligeramente. El sol se había puesto y la
luna estaba alta en el cielo, lanzando sombras sobre el agua
resplandeciente.

Para su sorpresa, Sari nadó hasta la parte menos


profunda y sin ninguna ayuda. —¿Estás seguro de que no
sabías nadar? —preguntó Max mientras salía de la piscina y
materializaba dos toallas, entregando una a Sari.

ALPHA CARIÑOSO| 64
—Te lo juro. —Sari se rió mientras se secaba—. Nunca he
nadado, ni un día en mi vida.

Max pudo ver que Sari comenzaba a relajarse. No estaba


tan tenso como había estado antes, y nada hacía más feliz a
Max que ver a Sari sonreír.

A la mañana siguiente Sari abrió los ojos para encontrarse


aún en la casa de Max. Sólo que Max no estaba en la cama.
No podía creer que ayer —o el día anterior— no había sido un
sueño. Sari realmente estaba en el territorio de las panteras.

Echando a un lado la sabana, Sari se levantó de la cama


y abrió las puertas francesas. Se quedó sin aliento cuando vio
un gran jardín en la parte trasera, lleno de árboles frutales y
verduras frescas. Había incluso un corral con cabras y otro
con gallinas.

Sari sintió un hormigueo de emoción recorrerlo mientras


salía y veía el jardín. Había de todo, fresas, tomates, y hasta
col y pepinos. estos shifters realmente llevaban una vida sana.

—¿Encuentras todo bien? —Max preguntó a su espalda.

—Tienes cabras. —Sari señaló lo obvio. Quería golpearse


la frente.

Max se acercó aún más en el jardín, arrancando algunas


uvas y arrojándolos a la boca. —Y gallinas.

Sari miró el cuello de Max y como los músculos de la


garganta trabajaban al tragar, luego desvió la mirada. Él
podía sentir sus mejillas calentándose y buscó algo inteligente
que decir.

ALPHA CARIÑOSO| 65
—He estado buscando a alguien para hacerse cargo de
este jardín. —Max arrancó unas cuantas uvas de la vid—. Trey
generalmente lo atiende, pero ha estado inundado de
trabajo.

Sari podía sentir la emoción dentro de él. —Soy bastante


bueno con la vegetación, solía trabajar en un vivero. Tengo
un pulgar verde —se jactó con una sonrisa. Aunque Sari
quería escapar de este lugar y salir corriendo por las colinas,
tener algo para ocupar su tiempo no lastimaba.

—¿Quieres encargarte del solárium? —Max le preguntó


mientras le sonreía, y Sari tuvo que contenerse para no inhalar
bruscamente. ¿Sabría Max lo realmente guapo que era? El
aire pareció espesarse alrededor mientras Sari veía los ojos
verde ámbar de Max.

—¿Sari?

Sari parpadeó y sintió su piel cada vez más caliente cada


segundo que pasaba. Le resultaba difícil manejar un
pensamiento inteligente cuando Max estaba tan cerca. El
hombre podría ser un loco, pero tenía el poder de hipnotizar
a Sari. —¿Sí?

Dios, era un tonto.

—¿Quieres encargarte del solárium? —El tono de Max era


de diversión. El tipo sabía que Sari estaba mentalmente
babeando como un idiota. Sabía que probablemente
alimentaba el enorme ego del hombre.

La niebla de lujuria se disipó y Sari fue capaz de pensar


de nuevo. —Voy a necesitar botas de hule, guantes,
herramientas de jardinería, y un sombrero para el sol. Mi piel
tiende a quemarse con facilidad.

ALPHA CARIÑOSO| 66
La sonrisa de Max era de ensueño. —Puedo conseguirte
todo eso.

—Gracias. —Sari se apresuró a entrar antes de


avergonzarse aún más. Cuando entró en el solárium, vio los
elementos que había pedido, en una pequeña mesa. Había
incluso un radio junto a los guantes. No estaba seguro de
cómo Max hizo su pequeño truco, pero Sari estaba
agradecido de poder comenzar de inmediato.

Mientras el sonido de jazz llenó el solárium, Sari pasó el


resto del día podando un montón de plantas. También las
roció con una mezcla de vitaminas que él había creado,
cuando trabajaba en el invernadero, una vez hecho esto,
tomó asiento junto al estanque. Sari abrió un contenedor de
comida para peces y lanzó un poco al agua. El pescado azul
comió con avidez, parecía comer más que los otros.

—Ahora, Gismo —dijo Sari, decidiendo que no podía


lastimar ponerle nombre al pez—. Deja que los demás coman.
—Sari vio que el pez crema era más pequeño que los demás
y lo nombró Hammer. Darles a los peces un nombre
totalmente masculino podría aumentar su ego.

Sari apagó el radio y vagó en el exterior para contemplar


el corral. Él no sabía nada sobre el cuidado de los animales.

—Hola.

Sari se giró para ver a un hombre delgado detrás de él,


con ojos color chocolate y corto cabello marrón. —Soy Trey.

Sari se mordió el labio inferior mientras miraba hacia las


puertas francesas. Aunque Trey era mucho más pequeño que
Max, Sari sabía que el hombre era una pantera. Eso le
intimidaba.

ALPHA CARIÑOSO| 67
—Soy el asistente personal de Max —dijo Trey, en tono
suave—. Y no soy una amenaza para ti, Sari. Lo prometo.

Recordaba al chico. Trey fue el que había dicho que Sari


era un Chekota Criador. El hombre estaba tan loco como
Max. Pero tenía ojos amables. —¿Sabes algo sobre el cuidado
de las cabras y las gallinas?

Trey soltó una suave risa. —He estado cuidando de ellos


durante mucho tiempo. Pero mi trabajo se está volviendo
demasiado. —Trey señaló a las cabras—. Hay que ordeñar la
cabra. A nosotros las panteras nos encanta la leche de cabra
caliente. También tienes que recoger los huevos cuando las
gallinas los ponen.

Eso sonaba bastante fácil. Sari nunca se había imaginado


a sí mismo como un granjero, pero era mejor que quedarse
sentado haciendo girar los pulgares. él notó cómo Trey
estaba mirando sus botas de hule. —¿Está algo mal?

—Tus botas son... eh... purpura.

—Max las eligió —dijo Sari a la defensiva. Él siempre había


amado el color extraño en la ropa —aunque Sari no estaba
seguro de cómo Max lo había sabido. La gente siempre se
había metido con Sari por su forma de vestir, y él no iba a
estar aquí y dejar que Trey se burlara de él.

—No. —Trey agitó las manos hacia atrás y adelante—. No


me entiendes. Me gustan.

Sari miraba al hombre con desconfianza, sin saber si Trey


se estaba burlando de él o no. —No te ves cómo una pantera
—le señaló.

Trey miró hacia la casa. —No todos nosotros nacemos


depredadores.

ALPHA CARIÑOSO| 68
Sari podía oír el tono triste y lamentó señalarle ese hecho
a Trey. Quería cambiar de tema y borrar la triste expresión en
los ojos del hombre. —¿No te importa que me haga cargo de
la jardinería?

—Date el gusto —respondió Trey—. Pero ten cuidado con


Domingo y Kyle. Les encanta robar fruta de la huerta. No sería
un problema, pero Domingo come lo suficiente para tres
hombres. —Trey se dirigió hacia la casa y luego se dio la
vuelta—. No dejes que ellos abusen, Sari. Nuestro clan es
bueno, pero algunos de los hombres podrían tratar de ver
hasta dónde pueden presionar.

Sari sonrió con picardía. —Voy a presionarles en


respuesta.

—Bien. —Trey una vez más se dio la vuelta y se dirigió


hacia el interior. Sari tenía la sensación de que él y Trey iban a
ser amigos.

«No, no seas, idiota. No vas a quedarte aquí. Solo estas ocupando tu


tiempo hasta que puedas escapar».

¿Por qué ese pensamiento molestó a Sari?

ALPHA CARIÑOSO| 69
Capítulo 6

Max concluyó la última de sus reuniones antes de entrar


en su oficina y luego se teletransportó a casa. Encontró a
Domingo descansando en la sala. Kyle estaba en la cocina
preparando la cena.

¿Dónde estaba Sari?

Caminó hacia el solárium y encontró al humano sentado


junto al estanque, hablando con un pez.

—Ya te lo advertí, Gismo. Si no tratas a Hammer con


respeto, voy a tener que separarlos.

Max se quedó hipnotizado. Nunca antes había visto a


nadie hablar con los peces. Sari aún llevaba las botas que
Max le había conseguido. No sabía por qué, pero Max había
querido ver a Sari en esas botas purpura. El color combinaba
con la pálida piel de Sari. También llevaba su sombrero para
el sol, a pesar de que el hombre estaba adentro. Sari era toda
una visión y esa imagen hacía que Max sonriera.

—Los otros están jugando bien. —Sari continuó


hablando—. Si no dejas de ser un abusivo, te convertirás en
un paria. Confía en mí, no quieres eso. Sé lo que se siente.

El corazón de Max se encogió ante las palabras de Sari.


No tenía idea como había sido la vida del humano antes de
conocerse esa noche en el hotel y ni siquiera lo había
considerado. Pero por el tono desolado en la voz de Sari, su
vida no había sido fácil.

ALPHA CARIÑOSO| 70
—La cena está casi lista —dijo Max, haciéndole notar su
presencia mientras se acercaba a donde estaba Sari,
tomando asiento junto al chico—. ¿Cómo ha estado tu día?

Mataba a Max pasar tiempo lejos de Sari, pero su


empresa no iba a funcionar sola. Eso hacía el cortejo más
difícil, pero Max sabía que había dejado a Sari en buenas
manos. Ninguna de las panteras tocaría a Sari, ni lo asustarían
estando aquí.

Sabían que Max les cortaría las bolas si lo hicieron.

—Coseché verduras frescas para la cena y alimenté a los


animales —dijo Sari—. Incluso podé las plantas de aquí.

Max miró a su alrededor y se dio cuenta de lo mucho más


saludable que se veía todo. Él frunció el ceño. Un día de
cuidar las plantas no debería hacer que se vieran tan
vibrantes. —Te mantuviste ocupado.

—Sí, pero ahora necesito una ducha si la cena estará


muy pronto. —Sari sacudió su trasero antes de alejarse. Max lo
siguió. El pequeño humano le fascinaba. Era como si hubiera
una cuerda invisible jalándolo tras de Sari, manteniéndolos
unidos.

Mientras Sari se duchaba, Max teletransportó algo de


ropa de una tienda de ropa de su propiedad. La holgada
túnica dejaría la piel de Sari respirar y era amplia para
cuando Sari quedara embarazado. La prenda era de Seda
egipcia y los colores eran brillantes. Él le había dado a Sari
también pantalones de algodón. Pero en lugar de zapatos,
Max había teletransportado unas zapatillas cómodas.

Cambiándose a un par de pantalones de descanso y


una camiseta, Max esperó a que Sari saliera del baño. No
había pensado en nada más que en Sari en todo el día. Eso
hizo mucho más difícil trabajar. Cuando Sari salió del baño

ALPHA CARIÑOSO| 71
con nada más que una toalla envuelta alrededor de su
cintura, Max casi se tragó la lengua.

—Tengo algo de ropa para ti. —Max señaló la túnica y los


pantalones en la cama. No podía separar sus ojos del
delgado físico de Sari. Cruzando la habitación, Max jaló la
toalla y la dejó caer al piso mientras veía el pene medio duro
entre las piernas de Sari—. Eres hermoso.

Sari dio un paso atrás, viendo la ropa en la cama. A


juzgar por la expresión de Sari, el hombre se sentía atrapado.
—Yo no quiero llegar a ser… —el aliento de Sari salió
jadeante.

—Ahora no —dijo Max—. No voy a tomarte ahora, Sari.


Pero podemos encontrar otras maneras agradables para

estar juntos.

Sari se estremeció con el timbre profundo y ronco en la


voz de Max. Recordó lo paciente que Max había sido cuando
le enseñaba a nadar, cómo el hombre se había reído cuando
Sari le había salpicado deliberadamente. La risa del hombre
había sido profunda, cálida y rica. Sari había estado
cautivado por el sonido. La mirada que Max le estaba dando
a Sari debería hacerle desconfiar, estar nervioso. Eso hubiera
sucedido hace dos días. Ahora sólo hacía que el cuerpo de
Sari reaccionara de maneras que lo dejaban sin aliento.

—De eso se trata —respondió Sari—. Me temo que lo que


hagamos no será suficiente y me convencerás de tener sexo
contigo.

—¿Tan fácilmente te dejas llevar? —Max bajó la cabeza y


pasó la lengua por debajo de la oreja de Sari, haciendo que
Sari se estremeciera. El olor a almizcle y esencia masculina de

ALPHA CARIÑOSO| 72
Max llenaron los pulmones de Sari y lo dejaron jadeando por
más.

—Sí, lo soy.

La risa de Max tuvo éxito en relajar más a Sari. —Voy a ser


lo suficientemente fuerte por ambos. Lo prometo. —Max
movió la mano de Sari a su ingle, mientras le besaba el cuello.
Max estaba totalmente erecto, su pene palpitando a través
del suave material.

Incapaz de detenerse, Sari palmeó la caliente carne en


la mano.

—Quiero joder tu boca —dijo Max mientras acariciaba el


cuello de Sari—. Quiero ver esos lindos labios abiertos, ver mi
pene hundirse en tu boca.

Lujuria recorrió a Sari mientras caía de rodillas. Sari


desabrochó los pantalones de Max, jaló la tela a un lado, y
luego se tragó la cabeza de la erección de Max. Lamió la
parte inferior, lo chupó, y gimió al saborear el presemen que
se había derramado desde la pequeña ranura en la punta.

—Dios, sí —dijo Max con un siseo de brutal placer—. Más


profundo, gatito.

Sari tomó a Max más profundo, pasando su lengua por el


pene y deslizándolo a la parte posterior de la boca y luego
llevó la carne caliente a su garganta.

Sari lamió con avidez la erección mientras movía su


cabeza hacia atrás y dejaba que el eje de Max se deslizara
por su garganta. Él palmeó las bolas de Max antes de mover
la cabeza hacia adelante.

Las piernas de Max temblaban ligeramente mientras Sari


veía el fuego en los ojos del hombre, la lujuria que los llenaba
mientras Sari luchaba por complacer al hombre que

ALPHA CARIÑOSO| 73
rápidamente se estaba convirtiendo en lo más importante
para él.

«No, no lo es. Deja de pensar de esa manera».

Max colocó sus manos sobre la cabeza de Sari,


sujetándolo antes de mover sus caderas hacia atrás y hacia
adelante. Sari rodó las bolas de Max en su mano mientras
Max comenzaba a moverse más duro.

Sari tuvo un segundo para tomar el aliento antes de que


Max apretara la mandíbula, y chorros de esperma llenaran la
garganta de Sari. Incluso antes de que hubiera terminado de
lamer a Max y limpiarlo, el hombre levantó a Sari y lo acostó
sobre su espalda y entonces Max se tragó el pene de Sari.

Sari gritó una palabrota mientras giraba sus caderas,


retorciéndose bajo el potente toque de Max. Max sostuvo las
caderas de Sari en su lugar mientras llevaba el pene de Sari a
su garganta.

Aguantar más tiempo no era opción. No cuando Max


insertó un dedo en el culo de Sari. El grueso dígito se movió
hasta que Max tocó el punto caliente de Sari y Sari gritó
mientras se corría, sacudiéndose y estremeciéndose mientras
Max lo bebía, lamiendo un camino por el pene hasta que se
ablandó, antes de apartarse.

La mayoría de los hombres con los que Sari había estado


habrían encontrado una razón para irse una vez que la
diversión había terminado. Sari temía que Max hiciera lo
mismo, dejándole una sensación de frío y soledad. Max no
hizo eso. Levantó a Sari y lo envolvió en sus brazos.

Sari estaba aturdido. Estuvo a punto de pedirle a Max


que lo jodiera hasta que una imagen de un vientre hinchado
invadió su mente. La imagen mató las palabras antes de que
tuvieran la oportunidad de formarse.

ALPHA CARIÑOSO| 74
Sari miró la túnica y los pantalones que Max le había
ofrecido. —Por favor, no me digas que los robaste. —Sari dijo
mientras metía la cara en el fuerte pecho de Max, inhalando
el olor del hombre.

—Son de mi tienda de ropa —Max admitió—. Voy a dejar


que Trey lo sepa para que pueda retirarlos del inventario.

Sari se apartó. —¿Cuántas empresas tienes?

—Las suficientes para no tener que preocuparme por ir a


la quiebra pronto.

Sari tomó la ropa y la examinó. La camisa estaba hecha


de la tela más suave que Sari hubiera tocado. Era tan suave
que Sari creería que estaba hecha de aire si Max no le
hubiera dicho que no era así. Se dio cuenta de que la tela no
era barata.

Al parecer, Max no era dueño de Walmart3. Las etiquetas


de los precios no eran nada despreciables. Incluso había un
par de zapatillas a los pies de la cama. —Gracias.

Max tomó la mandíbula de Sari, colocando un suave


beso en los labios. —De nada.

Tomando los artículos que Max le había dado, Sari se


dirigió al cuarto de baño. Se detuvo cuando vio una sombra
que se movía más allá de la ventana.

Max estaba en marcha en cuestión de segundos. ¿Cómo


infiernos había alguien logrado superar a sus Centinelas? Su

3
Walmart, cadena de supermercados populares.

ALPHA CARIÑOSO| 75
pregunta fue respondida cuando vio a Kyle tendido en el
suelo, inmóvil.

—Cuida de Kyle y de Sari con tu vida —Max le gritó a


Domingo mientras cambiaba a su forma de pantera y fue tras
el ligero aroma. El que había llegado tan cerca de su casa
era una pantera. Le enfureció a Max saber que alguien había
entrado en su territorio. Iba a enfrentar al intruso de una
manera que haría que cualquier persona lo pensara dos
veces antes de acercarse al territorio Riverwalker.

Max corrió por el bosque, siguiendo el olor dejado por el


intruso. Cuando Max se acercó a la sinuosa carretera que
conducía a su casa, vio un carro azul en la distancia.
Mentalmente maldijo antes de cambiar y regresar a casa.

Kyle seguía inconsciente, y Domingo levantó un dardo. —


Quien fuera, tranquilizó a Kyle.

Ya era hora de que Max tuviera una charla con Regis. —


Voy a llamar a Devyn para que vigile a Kyle —dijo Max,
sabiendo que el sanador del clan estaba en la ciudad,
surtiéndose de sus suministros médicos—. Mientras tanto,
llévalo adentro y acomódalo en el sofá.

Mientras Domingo hacía lo que se le ordenó, Max llamó al


sanador del clan, le explicó a Devyn lo que había pasado y
luego colgó. Max entonces le marcó a Regis.

—¿A qué debo esta molestia? —Regis preguntó mientras


contestó su teléfono. Max apretó los dientes y contó hasta
diez. él no iba a entrar en una pelea a gritos con el imbécil.

—Quiero saber por qué estás atacándome y a mi clan. —


Max miró hacia la sala para ver que Kyle aún no se había
movido, si algo le pasaba al joven Centinela, Max iba a
arrancarle las bolas a Regis a través de la boca.

ALPHA CARIÑOSO| 76
—Por mucho que amaría tomar el crédito por cualquier
cosa mala que te pase, no he hecho nada... últimamente.

Max sabía muy bien que Regis quería el territorio de los


Riverwalker. La mayoría de las panteras hacían todo lo
posible para evitar a los otros clanes. Todos los Alphas habían
acordado mantener su propio terreno. Pero había unos
cuantos —como Regis— que querían ser dueños de toda la
costa oeste.

«Bastardo codicioso».

—Fui atacado y acribillado de camino a mi casa, Regis.


¿Estás diciéndome que no tuviste nada que ver con eso? —
Max no podía creer que Regis no supiera lo que sucedía en su
propio territorio. Eso era una estupidez. Ningún Alpha que se
precie de serlo permitiría que sucedieran ataques sin su
conocimiento.

—¡Tuvo mucho que ver con eso! —Sari gritó desde atrás
de Max. Fue lo suficientemente alto para que Regis lo oyera.
Max ni siquiera sabía que Sari estaba en la habitación. El
hombre tenía los hombros tensos y miró a Max—. ¿A quién le
estamos hablando? —susurró Sari.

—Veo que tienes público —respondió Regis


burlonamente—. ¿No eres lo suficientemente hombre para
manejar tus propios líos?

—Soy lo suficientemente hombre. —Max gruñó las


palabras.

—¡Limpiará el suelo contigo! —Sari gritó una vez más


desde detrás de Max.

Max se giró y envolvió su brazo alrededor de los hombros


de Sari y colocó su mano sobre la boca del chico. Este no era
el momento para que el humano se hiciera valer.

ALPHA CARIÑOSO| 77
—¿Es una amenaza? —Regis gruñó.

Sari luchó para liberarse, pero Max lo sostuvo con firmeza.


—Eso no es un amenaza, Regis. Vi a uno de tus hombres
acercarse a mi cabaña. Si no dejas de hacer eso, nos
obligaras a ir a la guerra.

Sari levantó la pierna y pisoteó el pie de Max. Max maldijo


mientras mantenía su brazo alrededor de Sari. La pequeña
mierda era fuerte cuando quería. No estaba seguro de por
qué el hombre lo estaba defendiendo de esa manera tan
vehemente, pero no era el momento para que el chico se
enfureciera.

—Cuando envíe a mis hombres, Maxwell, lo sabrás. Hasta


entonces, déjame en paz. —Regis colgó.

Max lanzó el teléfono sobre el mostrador antes de


envolver a Sari entre sus brazos. —¿Qué fue todo eso?

Sari sacó la barbilla con una mirada de desafío. —El otro


tipo estaba hablando golpeado.

Max podía oír una risita proveniente de la sala y sabía


que Domingo encontraba la conversación entretenida. Max
le dio a Domingo una mirada fija y el Centinela se arrodilló
junto a Kyle, examinando al hombre.

—Yo no necesito tu ayuda. —Max estaba furioso. Aunque


se alegraba de que Sari estuviera comenzando a ser parte
del clan, el hombre iba por el camino equivocado. Tuvo que
contar hasta diez, o habría puesto a Sari sobre sus rodillas.

—Parecía que la necesitabas —Sari murmuró antes de


alejarse. Max miró a Sari con la boca abierta. ¿Hablaba en
serio el chico? ¿Durante qué parte de su llamada telefónica a
Regis, Max parecía que no tenía el control de la situación?
Dando un gruñido bajo, Max fue tras de Sari.

ALPHA CARIÑOSO| 78
Lo encontró en la parte trasera del jardín, con una
expresión desolada en su rostro. Era la misma expresión que
Sari tenía mientras hablaba con los peces. Max ni siquiera se
había dado cuenta de que Sari llevaba la túnica y los
pantalones. La ropa se veía impresionante en el delgado
hombre.

—Lo siento —dijo Sari sin girarse—. No sé lo que se me


metió.

Max se acercó al hombre que sería su pareja y envolvió


sus brazos alrededor de Sari. Apretó la espalda de Sari contra
su pecho, con la mirada perdida en el bosque. —Regis es una
mala persona. No quiero que sepa que estás aquí.

—Eres la primera persona en la que he confiado en


mucho tiempo —Sari confesó mientras sus dedos se cerraban
alrededor de los brazos de Max. Max bajó la vista y vio como
el viento alborotaba el cabello de Sari, moviendo las hebras
suavemente. Se sentía mal por haberle gritado al hombre,
pero sabía que Sari tenía que aprender a no interferir en las
llamadas telefónicas de Max.

Aun así, Max no pudo resistir besar a Sari en la sien


mientras le decía con suave voz. —No soy tu enemigo, Sari.

—Las cosas están muy confusas en estos momentos. —


Max notó la amargura en la voz de Sari, y una extraña oleada
de proteccionismo lo recorrió.

Abrazó a Sari fuerte. —Vamos, o nos vamos a perder la


cena.

—¿Qué pasa con Kyle? —preguntó Sari—. ¿Va a estar


bien?

Max llevó a Sari por la puerta trasera, el olor a pescado


era fuerte en el aire. La boca de Max se hizo agua cuando

ALPHA CARIÑOSO| 79
Jordan apagó la estufa. Había seis solteros que vivían en esta
casa y todos se turnaban para cocinar. Sin preguntar, Sari
comenzó a ayudar en la cocina. Jordan le dio a Max una
mirada especulativa, pero Max solo se encogió de hombros.

—Los platos están aquí si quieres ayudar —le dijo Jordan a


Sari mientras sacaba una pila de platos y se los entregaba.
Max pudo ver que Sari estaba un poco nervioso alrededor del
otro hombre, pero trató de ocultarlo mientras ponía la mesa.
Jordan seguía mirando a Sari, con una expresión de
curiosidad.

Los otros hombres comenzaron a entrar en la cocina,


todos menos Kyle.

—Sólo tiene que dormir la mona —Devyn dijo mientras


tomaba asiento—. Va a estar bien, pero aun así mantendré
un ojo en él por si acaso.

—¿Has averiguado quién era la persona afuera de la


ventana? —Jordan preguntó mientras tomaba asiento,
haciendo una pausa cuando vio a Sari sentarse junto a Max.
Ese era por lo general el lugar de Jordan, pero el hombre no
dijo una palabra mientras se sentaba en otro lugar.

—Atrape el aroma de una pantera, pero él se escapó. —


A Max no le gustaba ser derrotado y estaba decidido a
averiguar qué infiernos estaba sucediendo en su territorio.
Nada tenía sentido. Regis negó cualquier participación, pero
a Max no se le ocurría ninguna otra explicación.

—¿Dónde infiernos estabas, Domingo, cuando todo esto


estaba pasando? —Jordan preguntó mientras llenaba su
plato.

—Teniendo sexo con tu madre, cabrón maleducado —


Domingo respondió. Ambos hombres se gruñían el uno al otro,

ALPHA CARIÑOSO| 80
pero Max sabía que no llegarían a las manos. Ellos eran los
mejores amigos y siempre actuaban de esta manera.

Pero la expresión de Sari le decía que él pensaba que los


dos hombres estaban a punto de destrozar la cocina. El
hombre estaba allí con la boca abierta viendo a los dos.

—Ya te acostumbrarás a ellos —le dijo Trey a Sari—. Son


como la mala medicina. Sólo tienes que hacer una mueca y
tratar con eso.

Domingo gruñó, pero tomó su comida en vez de


comentar el insulto de Trey. Sari tenía una peculiar expresión
antes de disculparse y levantarse de la mesa.

—No creo que estuviéramos tan mal —dijo Domingo.

Max tampoco. Pero se levantó para revisar a Sari y


encontró al hombre inclinado en el baño, con sudor
cubriendo su cara. Max se acercó a tocar la frente de Sari
justo cuando el hombre se desmayó y empezó a caer al
suelo.

ALPHA CARIÑOSO| 81
Capítulo 7

—Sari está ardiendo.

Devyn siguió a Max a la habitación donde había


acomodado a Sari. Max sabía que Devyn era un maldito
buen médico, pero él era un doctor pantera. Sólo esperaba
que el hombre supiera qué hacer por Sari.

Llegando con Sari, Devyn sacó una linterna de bolsillo y


apuntó cada uno de los ojos del humano. Comprobó el pulso
de Sari, y luego su temperatura. A Max no le gustó cuando
Devyn gruñó. Devyn deslizó la linterna lapicera en el bolsillo
antes de girarse hacia Max con una mirada pensativa.

—Bueno —preguntó Max. No era de juegos ni tenía


paciencia. Sabía que Devyn no estaba deteniéndose
intencionalmente, pero Max quería saber qué demonios le
pasaba a Sari.

—¿Han tenido sexo ustedes dos?

Cualquier otra persona que hubiera hecho esa pregunta,


estaría recogiendo sus dientes del suelo. Pero Devyn era
médico así que la pregunta tenía que tener cierta relevancia.
—No penetración. —Incluso a Max, su respuesta le sonó
demasiado malditamente clínica. Definitivamente no iba a
entrar en detalles—. Oral.

Devyn asintió. —No voy a pedir que des los detalles. —El
tipo arrugó la nariz como si no quisiera la imagen en su
cabeza. Devyn podría ser su médico, pero Max y Devyn
también eran buenos amigos—. Pero voy a asumir que tu
semen está dentro de él.

ALPHA CARIÑOSO| 82
Max se apartó, curvando el labio por la forma en que
Devyn había expresado su suposición. —Esto es…

—Extraño —Devyn terminó por él—. Lo sé, pero si el


humano… —Devyn hizo girar su mano, dejando que Max
supiera que no quería repetirse— entonces su cuerpo está
pasando por el cambio.

Está bien, Max estaba totalmente perdido. —¿Puedes ser


un poco más específico?

Devyn se apoyó en la cómoda, con una expresión


pensativa.

—Aunque nunca he oído hablar de un humano siendo un


Chekota Criador, eso no significa que no vaya a pasar por el
mismo proceso que cualquier otro Chekota Criador. Su
cuerpo se está preparando para ser embarazado.

Max se pasó la mano por la boca mientras daba un paso


hacia la cama, y se dejó caer sobre el colchón. —¿Qué
puedo hacer?

—Mantenlo hidratado —dijo Devyn—. Los síntomas deben


desaparecer una vez que el proceso se haya completado.

—¿Quieres decir una vez que quede embarazado? —


preguntó Max.

Devyn se rió, sus ojos de obsidiana llenos de alegría. —No,


quiero decir que una vez que su cuerpo termine el cambio.

Era cierto que Max había querido una familia, quería a


alguien que llamara suyo. Pero nunca había soñado con que
el proceso fuera tan complicado. Al ser de la raza pantera, el
sexo nunca fue un problema cuando se trataba de sexo. Pero
Max había pensado que si alguna vez tuviera hijos, vendrían
de una mujer.

ALPHA CARIÑOSO| 83
Parecía que el destino tenía otros planes. Sí, sabía que
Sari era un criador, pero los detalles de la forma en que iba a
suceder, no habían entrado en su mente. Su cerebro había
estado demasiado preocupado por conseguir llevar a Sari a
la cama.

—Sólo mantenlo cómodo. —Devyn le dio al brazo de Max


una palmadita antes de girarse para irse. Max tomó un paño
y lo humedeció con agua fría, colocándolo sobre la frente de
Sari.

Hubo un fuerte tirón en el corazón de Max y sabía que


estaba empezando a importarle Sari —realmente a
importarle. Por primera vez en su vida, Max se estaba
enamorando. Sus emociones estaban por todo el lugar, por lo
que Max se sentía como que no sabía si iba o venía. Colocó
su mano sobre el pecho de Sari, sintiendo el fuerte latido. La
necesidad de estar cerca del humano ardía dentro de Max.
Era una llama constante que quemaba sus entrañas con una
fiebre posesiva.

Sari se agitó. Sus párpados se abrieron lentamente antes


de que sus ojos avellana se posaran en Max. —Oh, hombre.
Pensé que lo había soñado todo.

Max dio la vuelta al paño sobre la cabeza de Sari. —Lo


siento, estás atrapado en mi lio.

Sari extendió la mano y tomó el paño de la cabeza,


colocándolo junto a él cuando trató de incorporarse.

—Wow. —Max colocó sus manos sobre los hombros de


Sari, alentándolo a acostarse—. El doctor dijo que debes
descansar.

Levantando la mirada hacia el techo, Sari preguntó: —


¿Qué me pasa?

ALPHA CARIÑOSO| 84
Max vaciló. No estaba seguro de cuanto enloquecería
Sari cuando se enterara que su cuerpo estaba pasando por
un cambio que haría que pudiera quedar embarazado. No
todos los días se le decía a un hombre que podría concebir.
—Hablaremos más tarde.

Sari entrecerró los ojos. —Eso significa que no quieres


decirme. —Sari señaló con su dedo la cara de Max—. Ya te
conozco.

Eso agradó a Max más allá de las palabras. Le gustaba


que Sari lo conociera. Pero ahora no era el momento para
sonreír. Sari lo podría tomar de la manera equivocada.
Sabiendo que el tipo no lo dejaría hasta que Max le dijera, se
sentó en la cama y le explicó lo que había dicho Devyn.

La mano de Sari revoloteó hasta su estómago. —Tienes


que estar bromeando.

—Me temo que no. —Max reajustó el paño sobre la


cabeza de Sari—. Voy a buscar algo para que bebas. Devyn
dice que necesitas mantenerte hidratado.

Sin decir nada más, Max dejó a Sari para ir por algo con
electrolitos. Cuando regresó, se encontró con el hombre
saliendo de la cama. —¿Qué estás haciendo?

Sari le dirigió una mirada que debería haber congelado a


Max en el sitio. —Salir de aquí. Todos ustedes son una pandilla
de lunáticos. Los hombres no se embarazan. No puedo creer
que casi me convences de todas estas tonterías.

La ira tensó todos los músculos en el cuerpo de Max.


Sabía que tenía que tener cuidado con Sari, pero iba a hacer
lo que fuera necesario para asegurarse de que el hombre no
se fuera. —Uno, es demasiado peligroso que salgas de aquí
solo.

ALPHA CARIÑOSO| 85
—Entonces llévame —dijo Sari con un toque acerado en
su tono.

Max ignoró la petición del hombre. —Dos, eres un


Chekota Criador. No puedo dejar que te vayas.

Sari se llevó el dedo al lado de su cuello, donde su marca


de nacimiento yacía. —Esto no prueba nada. —Los hombros
del humano cayeron—. Por favor, sólo llévame a casa. No soy
una fábrica de bebés, Max. Me gustas. En serio. Pero lo que
estás diciendo no es ni remotamente posible y tengo que salir
de aquí antes de que me arrastres en el abismo de la locura.

La desesperación que llenaba los ojos de Sari, hizo un


nudo el corazón de Max. La mente de Sari estaba teniendo
dificultades para enfrentar que era posible que concibiera. El
chico estaba mentalmente luchando en contra de la idea.
Max no culpaba al hombre. Sari no lo conocía. Si se
encontrara en sus zapatos, Max sabía que para él sería una
píldora difícil de tragar.

—Entonces olvídate de todo lo que te dije. —Esas fueron


las palabras más duras que Max hubiera dicho—. Quédate
hasta que estés mejor, Sari. Y entonces, si sientes la necesidad
de irte, te llevaré a casa.

Max no iba a obligar a Sari a nada en esta vida. Quería


que Sari quisiera estar aquí. Él era muchas cosas, pero
secuestrar y forzar creencias sobre otra persona no era su
estilo. —Aunque tengo que averiguar quién está detrás de ti
antes de dejarte en libertad.

El corazón de Max se estaba rompiendo.

—No regresaré a Orlando, así que los hombres de Rupert


no me van a encontrar —dijo Sari.

—¿Quién es Rupert? —preguntó Max.

ALPHA CARIÑOSO| 86
Un visible escalofrío recorrió a Sari. —¿De verdad no lo
sabes?

Max negó con la cabeza.

Sari dejó escapar un largo suspiro antes de sentarse en la


cama. —Yo estaba en ese club cuando decidí salir a tomar
un poco de aire. Había tres hombres en el callejón y un chico
de rodillas, rogando por su vida. Yo estaba demasiado
aterrorizado para volver a entrar, porque no quería hacer
ruido y llamar la atención de nadie. —Sari deslizó las manos
por sus muslos y Max podía verlas temblando ligeramente.

—Uno de los tres hombres dijo algo que no pude oír antes
de que le disparara al chico que estaba de rodillas. Esperé
hasta que los tres hombres se fueran antes de acercarme al
chico. —Sari tragó—. Estaba muerto. Salí corriendo y fui
directamente al departamento de policía.

—¿Supongo que sabes quién era el tirador? —preguntó


Max.

Sari asintió. —Es un señor de la droga. Vi su foto una vez


en el periódico y lo reconocí. Melvin Rupert.

Max se quedó inmóvil. ¿Por qué ese nombre le sonaba


tan familiar? Pero por más duro que Max se devanaba los
sesos, no podía recordar. Haría que Trey lo investigara. —
Entonces déjame arreglar la situación de tu seguridad antes
de que te vayas.

Sari levantó la cabeza. —No puedes arreglarla, Max.


Rupert no es un hombre con quien se juegue. Él te matara
antes de que te enteres que va tras de ti.

—Recuerda —dijo Max con un gruñido—. Tengo un gran


ego. Sólo dame unos días para resolver esto.

ALPHA CARIÑOSO| 87
—Unos días —Sari estuvo de acuerdo—. Entonces, ¿me
llevaras a casa?

Con el corazón encogido, Max asintió.

—¿Cómo está Sari? —Trey le preguntó a Devyn una vez


que volvió a entrar en la cocina.

Devyn había notado cómo Trey y Sari habían empezado


a hablar y estaba feliz de que Trey tuviera a alguien con
quien pudiera relacionarse. El asistente personal de Max era
una persona tímida, y conectar con alguien podría hacerle
bien al hombre. —Su cuerpo se está preparando para la
concepción.

—La fábrica de bebés se está abriendo —dijo Jordan


mientras llevaba el tenedor lleno de brócoli a la boca. Para
un hombre que se ganaba la vida con el don de la palabra,
a veces Jordan podría ser de mal gusto.

—Eres un imbécil —dijo Devyn.

Jordan se encogió de hombros. —Me gano la vida con


discursos estructurados y palabras cuidadas. ¿Por qué tengo
que pretender en casa?

«Buen punto». Aun así no excusaba su falta de cuidado.


Pero esa no era una batalla que Devyn estuviera dispuesto a
librar.

ALPHA CARIÑOSO| 88
A la mañana siguiente Sari se sentía mejor. Decidió que
ordeñaría a la cabra y cuidaría el jardín. Necesitaba algo
para ocupar su mente. La idea de que podía quedar
embarazado era ridícula, y no iba a jugar con la idea de que
su cuerpo estaba listo para concebir. Sólo la idea de llevar un
bebé hacía que Sari sintiera escalofríos.

Max le había dicho que la cabra chico era billy y la


cabra chica era nanny. Sari tomó un taburete y un cubo,
poniéndolos al lado de la cabra. —Hola, nanny.

La cabra miró a Sari con una expresión en blanco.

—Voy a tomar un poco de leche, si no te importa. —Sari


se sentía incómodo tocando el bajo vientre de la cabra, pero
sabía que era un proceso natural. Sólo esperaba hacerlo
correctamente.

Vio que Domingo y Kyle lo observaban, y Sari maldijo su


suerte. ¿Por qué no podrían esos dos ir a buscar algo que
hacer?

—¿Qué estás haciendo? —Max preguntó mientras


caminaba detrás de Sari.

—Ordeñando la cabra. —Duh, ¿no era obvio?

Domingo y Kyle ululaban de risa y Sari no podía entender


por qué. ¿Qué era tan malditamente gracioso en lo que
estaba haciendo?

—Uh, Sari. —Max se acercó más y se colocó en cuclillas


antes de señalar a la cabra—. Ese es el macho cabrío.

Sari se quedó inmóvil, sintiendo su estómago revuelto. —


Estoy ordeñando su…

—Sí, lo haces.

ALPHA CARIÑOSO| 89
Sari salió disparado de su asiento tan rápido que el banco
se cayó. Lanzaba sus manos al frente mientras corría hacia las
puertas francesas. Asqueroso. Asqueroso. Asqueroso. Él y Billy
iban a necesitar terapia después de esto.

Después de entrar al baño, Sari tomó un cepillo de


dientes del soporte. Se quitó los guantes y empezó a frotar su
piel con fuerza. Max entró en el cuarto de baño. —Hey, ¡ese
es mi cepillo de dientes!

Sari ignoró al hombre mientras intentaba arrancarse la


piel de los dedos.

Había tocado el… de Billy. Se frotó aún más duro.

Domingo y Kyle sabían que Sari estaba ordeñando la


cabra equivocada y no habían hecho nada para detenerlo.
Ambos incluso se habían reído de Sari. Las lágrimas brotaron
de sus ojos y Sari quería irse a casa. Él no encajaba aquí. No
encajaba tampoco en Orlando.

Sari no encajaba en ninguna parte.

Max agarró las manos de Sari. —Detente antes de que no


te dejes nada de piel.

Sari se giró, lanzándole el cepillo de dientes al Max. —¡No


me gusta estar aquí! La ganadería es una estupidez. La
jardinería es estúpida. ¡Las panteras son estúpidas!

—Hey, hey, hey. —Max limpió las lágrimas de Sari con los
pulgares—. ¿Por qué infiernos lloras?

Sari intentó apartar a Max, pero el hombre no lo dejó salir


del cuarto de baño. —He sido el blanco de bromas y tratado
como menos que humano muchas veces. No tenía amigos
en Orlando. Todo lo que tenía era mi trabajo. Pensé que a lo
mejor… —Sari se secó los ojos, maldiciendo el hecho de estar
llorando. Odiaba cuando sus emociones se mostraban—.

ALPHA CARIÑOSO| 90
Pensé que por fin encajaba en alguna parte, pero... —Sari ni
siquiera podía terminar ese pensamiento.

Max se inclinó y besó a Sari en su frente. —Quédate aquí,


gatito.

Curioso, Sari siguió a Max a las puertas francesas. Observó


a Max caminar hacia Domingo. Max señaló con su dedo a
Domingo y luego hacia la casa. Sari se quedó sin aliento
cuando Max lanzó un golpe a Domingo que lo hizo caer de
culo. Sari corrió hacia el cuarto de baño cuando Max se giró
y se dirigió hacia las puertas.

¡Santo infierno!4 Max había derribado a Domingo quien


cayó sobre su plano trasero. Ahora Sari sintió pena por
Domingo. No había querido causarle problemas al hombre.
Max entró por las puertas. —Kyle quiere mostrarte la forma
correcta de ordeñar una cabra.

4
¡Holy cheese on a cracker! Literalmente santo queso en una galleta, pero es una expresión coloquial de
asombro, se tradujo como Santo infierno.

ALPHA CARIÑOSO| 91
Capítulo 8

Sari estaba ocupado en el solárium mientras Max se


dirigía a su oficina, llamó a Trey y le pidió que investigara a
Melvin Rupert. Habían pasado dos semanas desde que hizo su
promesa y no iba a retractarse de la palabra que le dio a Sari,
pero iba a luchar para que el humano se quedara. Haría lo
que fuera necesario para persuadir a Sari de quedarse. Max
sólo necesitaba averiguar cómo lograr que Sari saliera de su
mala racha depresiva.

Trey estaba hoy en Consenza Corporación. No pasó


mucho tiempo para que su asistente regresara. Max se sentó
en su escritorio mientras escuchaba.

—Tomó un poco de investigación —dijo Trey. Max podía


oír las teclas siendo golpeadas al otro extremo—. En realidad,
tuve que revisar nuestros archivos para encontrar a la
persona.

Max frunció el ceño. Si Trey tuvo que revisar los archivos


shifter, eso sólo significaba una cosa. Melvin Rupert no era
humano.

—¿Recuerdas los viejos cuentos de Yosemite?

—Eran historias que mi abuelo solía contarme cuando era


jovencito —respondió Max—. Sobre un tipo que había
sacrificado a la mitad de los Chekota.

—Ese tipo no era un mito —dijo Trey—. No, de acuerdo a


nuestros registros. Por supuesto, cuando nos cambiamos a las
computadoras, algunos de esos registros se perdieron. No
tengo ni idea de por qué. Mi papá me dijo que el tenedor de

ALPHA CARIÑOSO| 92
libros era muy meticuloso. De todos modos, el hombre que
trató de acabar con nuestras panteras Chekota ha pasado
por muchos nombres para ocultar el hecho de que él era
inmortal. Uno de esos nombres era Melvin Rupert. Parece que
es muy aficionado a ese nombre porque lo está usando de
nuevo.

Un frío que podría rivalizar con la brisa ártica recorrió la


columna de Max.

—¿Cómo sabes que el señor de la droga de Orlando y la


persona de esas historias son el mismo? Según mi abuelo, el
asesino de los Chekota vivió hace 800 años. —No eran más
que cuentos de hadas para asustar a Max. No les había
prestado atención, porque nadie era inmortal. A su abuelo le
gustaba asustar a Max. Por supuesto, Max tenía diecisiete
años en ese momento. Así que su abuelo pensó que era
buena idea. Él siempre supo que el viejo estaba un poco
loco.

—Buena pregunta —dijo Trey—. Sin embargo, la


descripción de los archivos y la descripción en el periódico de
Rupert son casi idénticas. Rupert se quemó la mano en un
incendio hace 800 años, y se dice que tiene una cicatriz
queloide que cubre la mano derecha.

—Te llamaré. Tengo que ir a preguntarle a Sari si vio esa


cicatriz. —Max colgó, rezando para que Sari dijera que el
señor de la droga tenía las manos perfectas. Si no lo hacía,
Max no estaba seguro de lo que iba a hacer. Eso significaría
que Rupert estaba tratando de acabar con más que la raza
de los Panteras —empezando por Sari. Si Sari no podía
continuar con la línea Chekota, la raza especial pronto se
extinguiría.

Max encontró a Sari en la piscina. Se quedó atrás por las


plantas de maleza, viendo como Sari intentaba repetir las

ALPHA CARIÑOSO| 93
lecciones que Max le había dado. Sari estaba en la parte
menos profunda, farfullando mientras trataba de nadar de un
extremo al otro. No estaba haciéndolo tan mal, pero olvidó
usar sus piernas. Parecían troncos muertos detrás de él,
mientras chapoteaba con los brazos. El sol se filtraba a través
de las copas de los árboles justo por encima de la cúpula de
cristal, haciendo que el agua pareciera miles de diminutas
gemas. Las gotas sobre la piel de Sari brillaban, haciendo
gemir a Max por una oportunidad de lamer la piel del
hombre.

Con sigilo rápidamente Max se desnudó y se metió por la


parte más profunda, nadando silenciosamente hacia Sari. El
humano no vio a Max hasta que estaba justo detrás de Sari.
—Olvidaste usar tus piernas.

Sari gritó y se giró, salpicando hacia atrás. Max agarró al


hombre antes de que se hundiera. Sari se secó el agua de sus
ojos y luego golpeó el pecho de Max. —¡No me asustes de
esa manera!

Max rodeó con sus brazos la cintura de Sari, jalando a Sari


más cerca. —Necesitas más lecciones. —Teniendo a Sari tan
cerca y viendo sus ojos avellana oscurecerse sólo solidificó la
resolución de Max para mantener al humano con él. Bajando
su cabeza, Max tomó ligeramente los labios de Sari.

—Max —susurró Sari, dudando antes de que Max


colocara la palma de su mano en la espalda del hombre,
sosteniéndolo en su lugar mientras instaba a Sari a abrirse
para él. El aliento de Sari era cálido en los labios de Max,
haciendo que su pene se engrosara y se alargara.

Sari comenzó a respirar con un ritmo rápido antes de


separar sus labios, permitiendo a Max deslizar la lengua
dentro. La otra mano de Max se movió hacia abajo hasta
presionar la palma en la erección de Sari. el humano empujó

ALPHA CARIÑOSO| 94
su duro pene profundamente en la mano de Max. Tomando
la oportunidad, Max pasó los dedos por la longitud de Sari
antes de meter la mano en el interior de la ropa interior de
Sari.

Sari siseó, inclinando la cabeza hacia atrás tensando los


músculos del cuello. Max permitió al humano flotar sobre su
espalda mientras deslizaba su mano más abajo, con un solo
dedo masajeó el pliegue que aún estaba atrapado debajo
de la tela mojada.

Max besaba a Sari en el cuello mientras acariciaba el


pene de Sari. Sari era como una sirena en el agua, su cuerpo
ágil y compacto. El hombre se adaptaba perfectamente en
los brazos de Max. Empujó el culo de Sari hasta que Sari
envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Max y no tenía
ninguna duda de que Sari podía sentir lo duro que estaba.

Mientras Max comenzó a besar y mordisquear el pecho


de Sari, comenzó a bajar la ropa interior del hombre, y deslizó
sus dedos por la apretada entrada de Sari masajeando la piel
entre las bolas y el agujero.

—Veo lo que estás haciendo —dijo Sari mientras seguía


jadeando pesadamente. Pero el hombre no hizo ningún
intento por detener a Max.

Max lamió un largo camino desde el centro del estómago


de Sari a su pezón derecho, tomándolo, provocando la punta
con la lengua y los dientes. —¿Y qué estoy haciendo? —Le
preguntó antes de morderlo suavemente. Pasó su pulgar por
encima de la cabeza del pene de Sari, presionando su uña
dentro de la pequeña rendija.

Sari gimió y se arqueó aún más en Max. Tomándose su


tiempo, Max exploró a Sari con las manos y la boca. Quería
que el hombre le rogara que lo tomara. Sari quitó sus piernas

ALPHA CARIÑOSO| 95
de alrededor de Max el tiempo suficiente para dejar que su
traje de baño se deslizara.

Piel contra piel. Max cerró los ojos por un momento,


absorbiendo la sensación de Sari. El hombre era un parque
maravilloso que Max tenía la intención de explorar a
profundidad. Quería conocer cada centímetro de Sari,
íntimamente.

—¿Crees que puedes dejarme embarazado? —dijo Sari


mientras envolvía sus brazos alrededor del cuello de Max, sus
ojos color avellana ardiendo de deseo—. ¿Crees que si me
embarazo, me quedaré?

—¿Mi ego es grande? —Max bromeó antes de pasar sus


labios por la manzana de Adán, lamiendo la carne salada.

—Oh, sí —Sari respondió con una pequeña risa—. Tu uh...


ego... es enorme.

Max usó ambas manos para masajear las nalgas de Sari,


las separó, y entonces deslizó un dedo por el pliegue. Sari se
sacudió cuando Max con la punta de un dedo rodeó el
pulsante agujero. La urgencia en el interior de Max para
tomar a Sari era abrumadora. Max se movió al banco bajo el
agua y se sentó, Sari en su regazo.

—No hay una agenda oculta aquí —Max confesó


mientras movía su erección entre las nalgas de Sari—. Sólo tú
y yo y el solárium.

Max no creía que Sari estuviera escuchando. El hombre


se inclinó ligeramente hacia atrás, sus caderas meciéndose
contra el pene de Max. Sari parecía estar en el cielo y Max
era quien lo llevaba allí. La siguiente vez que Sari se empujó
hacia arriba, Max colocó la cabeza de su pene en la entrada
de Sari.

ALPHA CARIÑOSO| 96
—Tómame en tu cuerpo, Sari. —Max acarició el cuello del
hombre—. Jode mi pene, gatito. —Chupó la carne sensible
de la oreja de Sari, provocándolo con sus dientes mientras Sari
se hundía lentamente en el eje de Max.

Los dedos de Sari se cerraron en los hombros de Max, sus


uñas arañándolo hasta que tocó fondo.

Max y Sari gimieron al unísono.

—Móntame, Sari. —Max agarró las caderas de Sari y


empezó a mover al hombre de arriba abajo. El agua se
arremolinaba a su alrededor mientras Sari plantaba sus rodillas
en el banco y comenzaba a rebotar—. Jódeme —dijo Max
con un silbido mientras veía el pene de Sari moverse en el
agua. Max echó la cabeza hacia atrás, disfrutando de la
sensación del agujero de Sari apretándolo. El placer recorría
sus venas, mientras bajaba la cabeza para besar los suaves
labios de Sari.

Las rodillas de Sari se apretaron alrededor de las caderas


de Max mientras sus lenguas se batían en duelo. Max abrió
más las piernas y dejó que sus manos se deslizaran hacia el
trasero de Sari, sosteniendo al humano en su lugar mientras
movía sus caderas hacia arriba, llevando su pene
profundamente y llegando más y más cerca del borde del
orgasmo.

Max besó el centro del pecho de Sari y luego levantó la


vista para ver a Sari observándolo. Max sintió un puente que
se formaba entre ellos, que los conectaba de formas que no
se romperían a menos que uno de ellos muriera. Había oído
hablar de la unión cuando una pantera decidía tomar una
pareja, pero la experiencia superaba con creces los cuentos.
Era como si estuvieran uno dentro del otro.

ALPHA CARIÑOSO| 97
Sari se quedó sin aliento. —¿Qué… —parpadeó y luego
cerró los ojos cuando Max se empujó con más fuerza. Max se
giró, colocando la espalda de Sari contra el borde de la
piscina antes de que tomara las piernas del hombre y las
envolviera alrededor de él. Agarrando las caderas de Sari,
Max se empujó dentro del hombre, ronroneando su placer
cuando Sari gritó y chorros de semen golpearon el pecho del
hombre.

El agujero de Sari se tensó como una tenaza alrededor


del pene de Max. Por un momento no pudo moverse.
Cuando el cuerpo de Sari se relajó, Max tomó sus caderas
empujándose en repetidas ocasiones, persiguiendo la
liberación que Sari acababa de experimentar. Se corrió con
un grito, su pene explotando dentro Sari.

Max agarró el borde de la piscina con una mano,


sosteniendo a Sari con la otra. Pasó la lengua por el cuello de
Sari antes de besar al hombre con suavidad. Paso sus labios
ligeramente por los de Sari mientras sostenía al humano que
se aferraba a él. A juzgar por la expresión de Sari, el hombre
estaba exhausto.

Max los teletransportó a la cama, donde se acurrucó


detrás de Sari, abrazándolo con fuerza antes de cerrar los
ojos, susurrando: —¿Cómo se ve Rupert?

Sari bostezó y le dio una descripción que podría haber


encajado con la mitad de los hombres en el mundo. Max se
sorprendió con el alivio de que Trey estuviera equivocado
cuando Sari dijo: —Tiene la mano derecha en mal estado. La
piel era brillante, como si se hubiera quemado.

Max cerró los ojos, maldiciendo el hecho de que Trey


tuviera razón. Rupert estaba de regreso y él no iba tras Sari,
porque el humano hubiera sido testigo de un asesinato. Si lo

ALPHA CARIÑOSO| 98
que su abuelo le había dicho era cierto, Rupert mataría a
cualquier criador que encontrara.

Empezando por Sari.

Dos semanas después de tener sexo en la piscina con


Max, Sari se encontró corriendo al baño, donde donó su
desayuno en el inodoro. «Esto por lo que no está sucediendo». Sari
se negó a creer que estaba embarazado.

En su lugar, pensó que quizás simplemente su sistema no


podía manejar una vida sana. Una vez que vomitó, cayó al
suelo donde tomó pequeñas respiraciones. ¿Incluso si no
estaba acostumbrado a una vida sana, vomitaría cinco
mañanas seguidas? Max no estaba aquí para preguntarle.
Había ido a su compañía para una reunión importante.

Max había estado actuando un poco extraño la última


semana, asegurándose de que Sari estuviera cómodo y bien
alimentado. Estaba empezando a poner nervioso a Sari.
Cuando Sari preguntaba sobre Rupert, Max cambiaba
rápidamente el tema.

Levantándose del suelo, Sari se cepilló los dientes y


decidió que tomar un poco de aire fresco le haría bien.
Después de ponerse las botas de hule y su sombrero para el
sol, recorrió el jardín donde atrapó a Domingo robando un
poco de fruta.

—Parece que va a llover —dijo Domingo mientras trataba


de ocultar la fruta detrás de la espalda—. Quizás deberías
permanecer adentro.

ALPHA CARIÑOSO| 99
Sari cruzó los brazos sobre su pecho, tamborileando un
ritmo con su pie. Ya no estaba enojado con Domingo y Kyle
por reírse de él. Sari había seguido el consejo de Trey y
presionar igual. Pero él no tuvo que presionar mucho dado
que Domingo había estado comportándose muy bien
después de que Max lo había golpeado derribando al tipo de
culo.

—¿Qué estás haciendo en mi jardín? —Sari había dejado


muy claro que él no quería que nadie tomara una maldita
cosa sin su conocimiento. Todos en la casa estaban de
acuerdo en que Sari era un genio cuando se trataba de
cosas que crecen. Aun así...

—No sé lo que estás hablando —dijo Domingo cuando la


verdura que había robado comenzó a caer sobre la hierba.
Le mostró las manos a Sari para que viera que estaban
vacías.

¿El individuo creía que Sari era tan estúpido? —La verdura
está en el suelo, Domingo —Sari la señaló.

Con la punta de su bota, Domingo trató de deslizar los


tomates detrás de su otra pierna. Sari no podía evitarlo. Se
echó a reír ante lo ridículo de la situación. ¿Cómo podía estar
enojado cuando Domingo estaba intentando tan duro
esconder la verdura robada? —Sólo pregunta la próxima vez
—dijo Sari—. No me importa que comas algo.

Levantando los tomates de la tierra, Domingo se quejó —


Trey nunca me dijo que le preguntara.

—Eso es porque él estaba demasiado ocupado siendo el


asistente personal de Max. Si esta comida es para durar,
entonces tengo que asegurarme de que no acabes con todo
de una sola vez.

ALPHA CARIÑOSO| 100


Domingo se llevó un tomate a la boca y luego sus ojos
rodaron un poco, justo antes de que un trueno retumbara en
el cielo. Sari lo miró con los ojos más abiertos cuando una
mancha roja comenzó a florecer justo en el pecho de
Domingo antes de que el hombre se derrumbara.

Con su corazón acelerado, Sari corrió hacia el Centinela.


cuando oyó otro trueno, Sari se agachó. Eso no era un trueno,
sino que alguien estaba disparando un rifle. Echó un vistazo a
la cabaña, Sari sabía que no llegaría. No cuando estaría
arrastrando un gorila. Así de grande era Domingo, y Sari no
iba a dejar atrás al hombre.

Agarrando ambos brazos de Domingo, Sari clavó los pies


en el suelo, pero no podía mover al hombre. ¿Cuánto pesa
este tipo? Sari tenía que pensar y no era fácil cuando oyó
otra explosión y su corazón retumbaba en sus oídos.

Sari podía ver la sangre que seguía extendiéndose por el


pecho de Domingo. Una de las panteras saltó de un árbol
cercano, pero el gato rápidamente se alejó cuando se
escucharon los disparos de nuevo. Sari se levantó, listo para ir
a encontrar ayuda cuando una mano se envolvió alrededor
de su cintura y lo levantó.

Sari pateaba y luchaba, pero el que lo tenía arrastraba a


Sari hacía el bosque. Él dudaba que fuera Max. Sari conocía
el olor y el tacto de Max. Esta persona estaba manejando a
Sari más rudo, el brazo apretando fuertemente el vientre de
Sari.

Sari estaba congelado por el miedo cuando su


secuestrador subió por el acantilado. Alto. Sari odiaba las
alturas. Su cabeza le daba vueltas cuando el jardín se volvía
más y más pequeño. Si el hombre lo soltaba, Sari caería a su
muerte.

ALPHA CARIÑOSO| 101


Ni siquiera estaba seguro de cómo el hombre arrastraba
a Sari por un lado del acantilado usando un solo brazo. Lo
único que podía hacer Sari era sostenerse de ese brazo para
salvar su vida.

Otro trueno retumbó y Sari sabía que había dos personas


en este acantilado. Después de lo que pareció una
eternidad, Sari fue tirado sobre su culo. Miró alrededor para
ver a un hombre de pie sobre él, otro con un rifle sobre el
vientre.

—Voy a tener que matar a la cría cuando nazca —dijo el


hombre que estaba de pie sobre Sari—. Maxwell ya logró
embarazar al Chekota Criador.

Instintivamente, Sari envolvió su mano alrededor de su


abdomen. Había ignorado el hecho de que su abdomen se
había vuelto ligeramente más distendido, negándose a creer
que estaba embarazado. Sari había pensado que Max
estaba loco cuando la pantera le había hablado sobre los
Chekota Criadores. Pero ahora no estaba tan seguro de que
Max estuviera tan loco como Sari había creído en un
principio.

—Tengo a uno de ellos —dijo el tirador—. Pero los otros


dos han demostrado ser muy difíciles de derrotar.

—Mantenlos ocupados mientras salgo de aquí —el


hombre de pie sobre Sari dijo antes de agacharse y agarrar a
Sari por su cabello, levantándolo—. No necesito a Maxwell
persiguiéndome de nuevo.

Sari le dio una patada al hombre, girándose para


escapar, pero el agarre del hombre era fuerte. Sacudidas
dolorosas se dispararon sobre su cuero cabelludo cuando el
tipo cerró los dedos con más fuerza. Sari pensó en Domingo y
rezó porque el hombre estuviera bien. Había habido tanta

ALPHA CARIÑOSO| 102


sangre. Sari podía sentir las lágrimas ardiendo en sus ojos,
esperando que Devyn pudiera salvar al Centinela.

—Lucha contra mí y no tendré ningún problema en


matarte —dijo el hombre con una mueca maliciosa.

Si el tipo quisiera a Sari muerto, no estaría pasando por


todos estos problemas. Pero Sari no estaba dispuesto a probar
esa teoría. Queriéndolo o no, siguió al hombre al otro lado del
acantilado. él quería saber a dónde lo llevaba el extraño.
Desafortunadamente, Sari tenía miedo de preguntar.

ALPHA CARIÑOSO| 103


Capítulo 9

—Yo me encargo de él —dijo Devyn por encima del


hombro mientras trabajaba para salvar la vida de Domingo—.
Ve por Sari.

La sangre le latía en los oídos por su acelerado corazón.


Su mente se nubló con una visión en túnel. Alguien se había
llevado a Sari.

Max había regresado a casa para encontrar el lugar en


caos, Sari no estaba en ninguna parte a la vista. Quienquiera
que se hubiera llevado a la pareja de Max iba a morir con
una muerte lenta y dolorosa. Max quería sostener en sus
manos el corazón del hijo de perra.

Max, Jordan, Kyle recorrían el bosque circundante,


encontrando dos aromas distintivos. Max también reconoció
el aroma de Sari. El pecho de Max se tensó ante la idea de
que alguien lastimara a Sari. Sabía que su pareja estaba
embarazado, se había dado cuenta de que el vientre de Sari
lentamente estaba creciendo.

Por la noche, mientras Sari dormía, Max pasaba la mano


por el abdomen de Sari, hablándole en voz baja a su hijo por
nacer. Sari no estaba listo para enfrentar el hecho de que
estaba embarazado, así que Max no había dicho una
palabra, a la espera de que Sari finalmente creyera lo que
Max le había estado diciendo todo el tiempo.

Y ahora Sari estaba ahí fuera en alguna parte, sólo Dios


sabía lo que hacían con él. Max colocó una tapa en ese

ALPHA CARIÑOSO| 104


pensamiento. Necesitaba su concentración total para esa
tarea.

Jordan se arrodilló, recogiendo un casquillo. —Tengo al


tirador —el Centinela dijo mientras olía el casquillo—. Collin
Rostand.

Max gruñó. Collin era la mano derecha de Regis. Max


sabía que Regis era tramposo, maldito bastardo. Pero no
creía que... sí, él lo hizo. Regis haría lo que fuera por ganar
más territorio.

Pero se había cruzado con Max por última vez. Max


conocía a Collin, y no había manera de que el hombre
hubiera orquestado un ataque como este sin el permiso de
Regis.

Los tres cambiaron a su forma de pantera y salieron hacia


el Valle del Norte. Sabía que acercarse a Regis no iba a ser
fácil. El Alpha mantenía cerca a sus Centinelas.

Probablemente porque el hombre siempre fue un bueno


para nada.

Cuando entraron en el territorio del Valle del Norte, las


panteras utilizaban los árboles en lugar de la tierra,
moviéndose sigilosamente hacia la casa de Regis. Planeaba
encontrar en donde tenían cautivo a Sari, llegar a él y
teletransportar a su pareja fuera de allí. Regis no tenía ni idea
del don especial de Max. No era como si Max estuviera
comentándolo por ahí. Aparte de sus padres y abuelo, sólo el
clan de Max sabía sobre su capacidad.

Kyle utilizó los árboles para acercarse a la derecha,


llegando muy cerca a la Casa de Regis. Max y Jordan se
movieron a la izquierda, donde Max tenía una perfecta vista
de la puerta principal.

ALPHA CARIÑOSO| 105


Miró sobre la casa, tratando de encontrar en qué
habitación Sari era retenido. Había dos Centinelas que
custodiaban la parte delantera de la casa. Max también vio
uno en la sala, viendo televisión.

En el segundo piso, Max vio a Regis. Se detuvo de soltar


un fuerte aullido. Por primera vez desde que podía recordar,
Max estaba en peligro de perder el control. Su pareja
embarazado estaba dentro, y si Regis le había lastimado un
cabello de la cabeza a Sari...

Los dos Centinelas fuera de la casa estaban hablando


entre ellos, relajando la guardia. Max utilizó la distracción para
subir más alto en el árbol y saltar a la azotea. Jordan aterrizó
junto a él. Kyle había desaparecido de la vista, pero Max
sabía que la pantera estaba moviéndose hacia la parte
posterior de la casa.

Max cambió a su forma humana y bajó por uno de los


tragaluces abiertos se asomó por la gran ventana antes de
deslizarse en el interior, cayendo silenciosamente en pie.
Jordan se dejó caer a su lado. Había visto la habitación de
Regis donde él se encontraba, Max quería evitar esa
habitación hasta que hubiera revisado las otras habitaciones.

Max hizo su camino a través de las salas iluminadas con la


luz de las velas mientras revisaba cada habitación en el
segundo piso. Su instinto le había dicho que Sari no estaba en
ninguna de ellas, pero tenía que comprobar sólo para estar
seguro. Cuando llegó a la habitación de Regis, Max miró a
Jordan, que seguía aún en su forma de pantera, antes de
abrir la puerta y entrar.

No sólo estaba Regis en la habitación, sino que Sari


estaba atado en la cama con los miembros extendidos. Los
ojos color avellana de Sari estaban muy abiertos mientras veía
a Max con desesperación. El bastardo incluso había

ALPHA CARIÑOSO| 106


amordazado la boca de Sari con un paño. Max levantó la
cabeza, sus colmillos alargándose mientras avanzaba,
dispuesto a arrancarle la cabeza a Regis, hasta que el Alpha
levantó una botella transparente.

Estaba vacía.

—Le he dado al Chekota criador un suero especial. —


Regis envolvió con sus dedos la botella, con una mirada de
triunfo en su rostro—. Si no le doy el antídoto pronto, morirá.

Max no estaba seguro de si el hombre estaba mintiendo


o no. Si no lo hacía y Max lo mataba, entonces nunca sabría
cómo salvar a Sari. No estaba dispuesto a correr ese riesgo. —
¿Qué quieres de mí?

La mirada de suficiencia de Regis lo decía todo. —Tu


territorio. Todas las setecientas mil hectáreas.

California ya no era un estado superpoblado. Las


panteras habían tomado la tierra cuando la guerra había
terminado en el 2065. Toda la Costa Oeste ahora estaba
cubierta de bosques, desde San Diego hasta las costas de
Washington.

Max era propietario de una gran parte de la tierra de


California. Abrió la boca para estar de acuerdo, pero algo lo
detuvo. él haría cualquier cosa, sacrificaría todo, para
mantener a Sari y su aún no nacido hijo a salvo, pero había
algo más en esta situación de lo que se veía. Max vio la
delgada línea de sudor que cubría la frente de Regis y sabía
que algo más estaba pasando.

¿Pero qué?

Incluso si transportaba a Sari fuera de aquí, eso no


quitaría la droga del sistema de su pareja. ¿Pero por qué
Regis estaba mirando hacia la ventana? Max miró por

ALPHA CARIÑOSO| 107


encima del hombro a Sari para ver al humano negando con
la cabeza, con los ojos tan abiertos que dominaban su rostro.

Max realmente deseaba saber lo que Regis estaba


tramando.

—Estás desperdiciando mi tiempo.

—Bueno, caramba, que mal. —Max cerró la boca en el


momento en que las palabras salieron, Regis entrecerró los
ojos. Realmente necesitaba mantener el control de su
temperamento si esperaba conseguir el antídoto de Regis—.
Sería feliz de irme tan pronto como me des el antídoto.

—¿De verdad crees que voy a dejar que salgas de aquí


con mi Chekota Criador?

Ni siquiera un rayo desde el cielo hubiera evitado que los


labios de Max se curvaran hacia atrás mientras un
amenazante gruñido salió de su garganta. —Sari es mío.

La mirada de Regis de nuevo fue hacia la ventana. —No


por mucho tiempo.

El corazón de Max golpeó en su pecho cuando miró


hacia la ventana que Regis estaba viendo y vio una
procesión de carros subiendo por el camino de entrada. Sólo
tenía segundos para llegar hasta su pareja y escapar.

Max gruñó mientras saltaba hacia Regis, sostuvo la mano


en la que el hombre sostenía la botella. Oyó movimiento
detrás de él y rezó para que fuera Jordan y no otro miembro
del clan de Regis. Si se trataba de uno de la gente de Regis,
estaba jodido.

Max gruñó cuando con un golpe de suerte de Regis lo


golpeó, abriéndole el labio. Max gruñó mientras balanceaba
el brazo para golpear al hombre. Mientras su puño

ALPHA CARIÑOSO| 108


conectaba la mandíbula de Regis, los dedos de Max se
cerraron alrededor de la botella en la mano del hombre.

Max aumentó la presión sobre la pequeña botella y


empujó a Regis hacia la ventana lo más fuerte que pudo.
Oyó el vidrio hacerse añicos y Regis caer por la ventana y
aterrizar en el techo del porche.

Ni siquiera esperó a ver si Regis rodó fuera de la azotea o


regresaba por la ventana. Max se lanzó a la cama,
envolviendo su brazo libre alrededor de Sari. —¡Ahora,
Jordan!

Jordan se aferró al otro lado de Sari mientras Max los


transportaba de nuevo a su territorio. La puntería de Max
estaba un poco perdida. Cuando cayó en la piscina, buscó
aterrorizado a Sari. El agua al lado de él se movió y la cara de
Sari apareció, el agua goteaba de su cabello, Max se sintió
desmayar.

—Sari, ¿estás… ¡Joder! ¿Por qué has hecho eso? —


preguntó mientras acunaba su dolorida mandíbula. ¿Quién
sabía que su pequeño y adorable pareja podría empacar un
golpe así? Max casi se sentía orgulloso.

—¡Me embarazaste!

Max sonrió. —Sí, lo hice.

Sari rodó sus ojos cuando se dio la vuelta y caminó hacia


los escalones de la piscina. Jordan salió del agua a su lado,
murmurando que alguien era un imbécil. Max ignoró al
Centinela mientras veía hacia la forma húmeda de Sari.

—Vamos, Sari. Sabías que esto podría suceder. Te lo


expliqué.

ALPHA CARIÑOSO| 109


—Muérdeme5, Max. —Sari se detuvo de repente en el
borde de la piscina—. No, no importa. Es probable que lo
harías. —Los ojos de Sari se estrecharon a pequeñas rendijas
de ira. Señaló con el dedo la ingle de Max—. Acerca a mí esa
cosa de nuevo y voy a cortarla.

—¿Por qué? —Max estaba tan contento que


prácticamente flotaba. Podía ver que lo de Sari eran solo
bravatas—. Ya estás embarazado. Podemos tener tanto sexo
como quieras. No puedes embarazarte si ya lo estás.

—¡Eres un idiota! —Sari gruñó y pisoteó el pie antes de


girarse y salir furioso del solárium.

Max se apresuró a salir del agua y corrió tras Sari, levantó


al hombre en sus brazos justo cuando llegaron al dormitorio.
Una vez dentro, cerró la puerta y bajó lentamente a Sari.

Tan suavemente como pudo, Max deslizó la mano por la


leve distensión en el abdomen de Sari. —Este es nuestro hijo,
Sari, tuyo y mío. —Toda la risa había desaparecido de su voz,
sustituida por una seriedad que era necesaria que Sari
oyera—. Él o ella es una bendición, un regalo para ser
valorado igual que tú.

Las lágrimas se aferraban a las pestañas de Sari cuando


levantó la vista. —Tengo miedo, Max.

—Lo sé, pero no estás solo en esto. No voy a dejar que


trates con esto solo. —La respiración de Max quedó
enganchada cuando todo lo que había soñado estaba
reunido en este pequeño y delicado humano en su brazos—.
Nunca te dejaré.

—¿Cómo puedes decir eso? —Susurró Sari—. Apenas me


conoces.

5
Bite me aunque literalmente es muérdeme, coloquialmente es lárgate. Se deja literal porque si no se
pierde el sentido.

ALPHA CARIÑOSO| 110


Max pasó los nudillos por la mejilla de Sari. —Quiero
conocerte, lo que piensas, lo que sientes, lo que quieres.

Sari tragó. —Quiero saber cómo infiernos un hombre


puede quedar embarazado.

Max sonrió mientras caminaba con Sari hacia la cama. —


Déjame que te muestre.

Max lo jaló hacia la cama y empezó a chupar


eróticamente su cuello. La sola sensación hizo que el pene de
Sari estuviera más duro y más palpitante, por debajo del
material que llevaba. Unas manos suaves se deslizaron por los
costados de Sari hasta que llegaron a la cintura de sus
pantalones sueltos.

ALPHA CARIÑOSO| 111


Capítulo 10

Sari contuvo el aliento mientras Max comenzó a bajar


lentamente los pantalones de Sari hasta que estuvieron fuera.
Se detuvo un momento para quitarle las zapatillas a Sari, y
luego Sari estaba desnudo de la cintura para abajo.

«Dios, Max es tan malditamente sexy». El pensamiento lo excitó.


Pero Sari no podía quedarse sentado allí. Jaló la camisa de
Max hasta que el hombre levantó sus brazos y permitió que
Sari la deslizara sobre la cabeza de su pareja, arrojándola a
un lado.

—Eres tan impresionante y hermoso, Sari —dijo Max.

Sari se giró y levantó la mirada hacia Max. El hombre le


dio una mirada que le decía a Sari que no se apresuraría. Max
bajó la cabeza, susurrando en la oreja de Sari. —Te amo.

Sari se estremeció ante esas dos palabras. Nadie le había


dicho eso a Sari desde que su madre estaba viva. Max no
tenía ni idea de lo mucho que Sari atesoraba escucharlas. —
También te amo, Max.

Sari estaba allí sosteniendo a Max, su respiración


superficial. El calor de Max comenzó a filtrarse lentamente en
Sari, su pene presionándose suavemente contra el abdomen
de Sari.

Extendiendo los dedos, Sari pasó la mano por el pecho


de Max. Cuando su mano bajó al abdomen de Max, sintió la
cabeza del pene de su pareja.

ALPHA CARIÑOSO| 112


Max estaba duro como roca. Sari rozó sus dedos sobre la
cabeza del pene de Max y luego jugó con el presemen del
hombre. Sari deslizó el líquido claro sobre sus dedos,
disfrutando de lo que sentía. El aliento de Max estaba
saliendo en cortos jadeos.

Max se movió detrás de Sari, sus labios recorrieron los


expuestos hombros de Sari, enviando pequeñas chispas de
electricidad a lo largo de su carne. Presionó sus labios en la
nuca de Sari y deslizó la lengua por la suave piel, los dedos de
Max se curvaron alrededor del culo Sari antes de utilizar una
mano para acariciar el pene de Sari. Sari no estaba seguro de
si debía empujarse hacia atrás, hacia el pene que se
encontraba en el pliegue de su culo, o impulsar su pene a la
cálida mano de Max.

Ambas opciones le llenaban de deseo y una necesidad


que hacía girar su cabeza.

—Tu cuerpo es un maravilloso parque de juegos para mí


—le susurró Max en el oído a Sari—. Quiero quedarme dentro
de ti para siempre.

Sari se rió. —Eso hará las cosas raras cuando sea el


momento de dar a luz.

—Malcriado —dijo Max con una sonrisa antes de


mordisquear la oreja de Sari.

—¿Lo dice un hombre que piensa que voy a romperme si


no estoy bajo su vigilante ojo? —le dijo Sari.

—Te gusta la atención que te doy —Max se defendió.

—Sí, me gusta —dijo Sari con un poco de risa en su tono.

—Entonces deja que te enseñe cómo puedo darte


atención. —Max bajó la cabeza y mordió el hombro de Sari.

ALPHA CARIÑOSO| 113


Sari gritó y luego sintió que se ruborizaba de vergüenza al
oír a Max reír. Aunque Sari se sonrojó por su arrebato, la risa
del hombre golpeó profundamente dentro de él donde nadie
había alcanzado en un tiempo muy largo. El sentir el deleite
de Max hizo que Sari cayera más profundamente enamorado
del hombre.

Max le dio un gruñido gutural, que sólo hizo que el pene


de Sari palpitara. El ruido era demasiado sexy. —Me encanta
cuando te sonrojas.

—Deja de burlarte. —Sari apretó su culo más duro contra


la ingle de Max, diciéndole al hombre sin palabras que dejara
de hablar y comenzara a joderlo.

—Nunca me reiría de ti. —Max besó a Sari lo largo de su


hombro antes de girar a Sari a su espalda y tragar el pene de
Sari hasta la empuñadura.

—¡Oh Dios mío! —Sari gritó mientras sus manos se


cerraban de golpe en la cabeza de Max.

Sari observó con fascinación como Max trabajó su pene


con conocimiento. Max estaba usando sus labios, lengua y
dientes, mientras Sari se arqueaba, su respiración era
jadeante.

Los ojos de Sari fijos en los de Max mientras el hombre


seguía volviendo salvaje a Sari con su malvada boca. Había
un brillo en los ojos de Max, pero Sari sabía que sin duda este
hombre era un depredador por dentro y por fuera.

Max hacía que Sari sintiera cosas crudas, salvajes, que


amenazaban con desmoronarlo.

Llevando la mano entre las piernas de Sari, Max pasó la


punta de los dedos sobre el tembloroso agujero de Sari. Él se

ALPHA CARIÑOSO| 114


retiró del pene de Sari y dijo: —Voy a meter mi pene aquí —
presionó la punta en la entrada.

—¡Dios mío, sí! —Sari era un desastre retorciéndose, listo


para ser tomado de cualquier forma que Max quisiera hacer
con él.

Max soltó el pene de Sari y se movió más arriba de la


cama, los ojos sensuales y oscuros. Sari olvidó cómo respirar.

Esa era una invitación que con mucho gusto dejaría que
tomara el hombre que tenía encima.

—Adelante —dijo Sari con un guiño antes de rodar sobre


su estómago. Levantó su culo en el aire, cándidamente
mostrando a Max lo que quería.

Y maldición si Max no parecía estar listo para dárselo.

Max miró a Sari, dejándole ver la gran necesidad de Max


por primera vez. Max apartó un mechón de cabello de Sari
de su sien antes de besarlo allí. Deslizó sus labios a lo largo de
la nuca de Sari, después, a sus labios, abriéndose camino a
través de la piel de Sari.

El profundo gemido de Max era música para los oídos de


Sari. Max sonrió mientras acariciaba el cuello de Sari antes de
besar un camino por la curva de La espalda de Sari.

Las bolas de Sari comenzaron a doler cuando el temblor


por la excitación se volvió abrumador. Su cuerpo se
estremecía por la necesidad de correrse.

Sari dejó escapar un alto y estrangulado grito, cuando


Max se inclinó y recorrió con su lengua el agujero fruncido de
Sari. Max le dio a la apertura una larga lamida. Empujó su
lengua justo en el interior, junto con su dedo índice. Max lo
metió una y otra vez, la suma de un segundo dedo hizo que
Sari estuviera malditamente a punto de correrse.

ALPHA CARIÑOSO| 115


Max jodió con su lengua a Sari una y otra vez, entonces
alternó con un dedo y, finalmente con dos. Max movió sus
dedos a un ritmo constante, golpeando la glándula de Sari
tan a menudo cómo podía, hasta que Sari apenas podía
mantenerse en el borde.

Dios, Sari no iba a sobrevivir a esto. No cuando Max lo


estaba volviendo loco de placer.

Max se apartó y untó su erección con lubricante antes de


colocarse atrás de Sari. Posicionó la cabeza de su pene en la
entrada de Sari, y lentamente se empujó adentro, estirando a
Sari, haciendo que el cuerpo de Sari temblara incluso antes
de que Max consiguiera estar totalmente adentro.

—Dios, gatito, te sientes tan jodidamente bien.

—Me alegro... —Un pequeño estremecimiento recorrió el


cuerpo de Sari—. Me alegro de que lo apruebas.

Sari comenzó a moverse, tan lentamente como su cuerpo


le permitía, empujando las caderas hacia adelante y luego
hacia atrás hasta que sólo la cabeza del pene de Max seguía
en el culo de Sari. Lentamente el cuerpo de Sari comenzó a
chupar el pene de Max a su interior, Sari comenzó a moverse
más rápido.

Sari jadeó cuando su anillo de músculo se apretó ante la


invasión. Casi no podía respirar por el placer que lo recorría
mientras Max lo estiraba. Se empujó para tomar más
profundo el pene de Max.

Sari amaba la sensación de la rígida longitud de Max


enterrada en su cuerpo.

—Prometo amarte para siempre —Max susurró en el oído


de Sari.

ALPHA CARIÑOSO| 116


Sari sintió un nudo en la garganta ante la promesa de
Max. Sabía que Max quería decir cada palabra por la
sinceridad en su tono. Sari había caído enamorado, a pesar
de lo difícil que había luchado contra los avances de Max y
se alegró de haberle dado su corazón a su feroz shifter
pantera. Sari sabía que Max nunca lo rompería.

Sari gimió mientras el largo y grueso pene que parecía


llenarlo perfectamente rosaba su próstata con cada golpe
de caderas de Max. Gimió cuando Max alteró el ángulo y
golpeaba su punto dulce una y otra vez.

Max empujó su pene cada vez más duro en Sari,


moviendo la cama con la fuerza de sus embestidas. Max siseó
y luego sostuvo los hombros de Sari abajo y comenzó a subir y
bajar de él, empalando a Sari mientras aumentaba la
intensidad. Sari era plenamente consciente de la dureza de
los muslos Max en contra de la parte trasera de sus piernas
mientras el hombre se empujaba. Sari fue aún más consciente
de los caninos que rozaron su hombro.

Sari gritó cuando fuego líquido explotó a través de todo


su cuerpo cuando los caninos de Max perforaron su piel. El
placer era tan exquisito que manchas oscuras danzaban
delante de los ojos de Sari mientras se corría.

El profundo rugido gutural que retumbó en el pecho de


Max fue la única advertencia que Sari consiguió antes de que
el pene del hombre explotara dentro de él y líquido caliente
inundara su culo, quemando a Sari en una sensual onda que
hizo que todo su cuerpo temblara.

Sari se estremeció mientras cerraba los ojos, respirando


pesadamente contra la almohada. Max se acomodó en
cucharita detrás de Sari, besándolo en su hombro antes de
acariciar la nuca de Sari.

ALPHA CARIÑOSO| 117


—Y esa, gatito, es la forma en que quedaste
embarazado.

Sari se quedó mirando el bulto justo debajo de su ombligo


con asombro, incredulidad y desconcierto. No estaba muy
seguro de con que emoción seguir. Los hombres no se
embarazan. Eso era físicamente imposible.

Lo que significaba que se había tragado una calabaza.

Rápidamente dejó caer su camisa y tomó su botella de


jugo, con indiferencia apoyó la espalda en la encimera de la
cocina mientras los sonidos de pasos se dirigían hacia él.
Sabía de quién se trataba, sin siquiera buscarlo, Max siempre
lo encontraba en el momento en que llegaba a casa del
trabajo.

Sari sabía que su reciente secuestro había asustado a


Max, posiblemente tanto como el estar embarazado había
asustado a Sari. Sari estaba bajo vigilancia las veinticuatro
horas, las órdenes del hombre —que entraba en la cocina.

—¿Cómo está mi pequeño sexy bebé panadero?

Sari lanzó su botella de jugo a Max. Gruñó cuando el


hombre la tomó en el aire y la puso sobre el mostrador sin una
gota derramada. Max había estado haciendo a su manera
que Sari se sintiera más cómodo acerca de estar
embarazado. Había elegido usar el humor.

Sari no se reía.

Bueno, el tipo era divertido. Max había llegado con


algunos nombres bastante únicos. Y no eran como los
nombres eróticos con que Max le llamaba en medio de la

ALPHA CARIÑOSO| 118


noche. Esos eran sólo para los oídos de Sari, y quizás esa era
la única razón por la que Sari dejaba que el hombre se saliera
con la suya con los cariñosos nombres que usaba durante el
día.

—¿Cómo te sientes? —Max preguntó mientras se frotaba


la mejilla contra el lado de la cabeza de Sari. Sari había
descubierto hace unas dos semanas que Max estaba
frotando su olor por todo su cuerpo cada vez que hacía eso,
y aquí él que creía que era un gesto de ternura, no uno
posesivo.

«Idiota».

—Estoy bien —dijo Sari cuando se giró y buscó en el


refrigerador otra botella de jugo—. La berenjena está
durmiendo.

—Mi hijo no es una berenjena —dijo Max con un gruñido,


haciendo que Sari presionara los labios para no reírse. Dos
podían jugar el juego de los nombres.

—Si tú lo dices. —Sari abrió la botella de jugo y tomó un


trago largo. Realmente le gustaba el jugo pero parecía estar
bebiendo una tonelada últimamente—. Devyn llamó, quería
que lo llamaras cuando tuvieras un segundo.

—¿Dijo por qué?

—Algo acerca de un examen. —Sari se estremeció—. No


estoy seguro de cómo se hará, pero si él me pincha en el
lugar equivocado, voy a lanzarle una botella de jugo. —
Devyn había probado la solución que Regis le había
inyectado a Sari. Había sido solo solución salina. Pero desde
entonces, Max había insistido en que Devyn revisara la sangre
de Sari casi regularmente.

Sari estaba empezando a sentirse como un alfiletero.

ALPHA CARIÑOSO| 119


—También tengo curiosidad de saber cómo Devyn te
examinará. —Max tenía un brillo de malicia en sus ojos. El tipo
estaba disfrutando demasiado esto.

—¿A quién le toca cocinar? —Jordan preguntó mientras


entraba en la cocina, tomando una manzana de la cesta en
el mostrador—. Estoy hambriento.

—A ti —Max le respondió a Jordan—. Deja de tratar de


salirte de tu turno de la cocina.

Jordan sonrió antes de caminar hacia el fregadero y


lavarse las manos. Max sacó a Sari de la cocina y acomodó a
su pareja en las grandes almohadas en la sala. Se estiró junto
a Sari, colocando la palma de su mano sobre el vientre de
Sari. —En dos meses más vamos a tener otro Chekota entre
nosotros.

—¿Estás seguro de que nuestro hijo va a estar dotado? —


preguntó Sari mientras se acomodaba en los brazos de Max
donde su pareja ronroneaba en su oído. Sari amaba que Max
hiciera eso. El sonido siempre enviaba un escalofrío por su
columna vertebral y le recordaba que era amado y
apreciado por un shifter pantera.

—Positivamente —respondió Max—. La pregunta es, ¿qué


poder o poderes serán?

Sari estaba más preocupado por dar a luz. Devyn había


prometido repasar los detalles con él cuando Sari estuviera
más cerca de su fecha. El pensamiento hacía que su corazón
golpeara en su pecho, pero con Max a su lado, Sari sabía que
podía salir de esto.

Max acariciaba el vientre de Sari mientras los dos yacían


allí hablando de nombres de bebé y disfrutaban de su tiempo
de silencio juntos. La vida de Sari había dado un cambio

ALPHA CARIÑOSO| 120


drástico desde que vivía en Orlando. Ahora, el único lugar en
el que quería estar era en los brazos de Max.

Fin

ALPHA CARIÑOSO| 121


Acerca de la Autora

Lynn Hagen ama escribir acerca de algo imperfecto, pero


adorable. También ama los héroes que pueden pasar por todo
para al fin encontrar el diamante de un hermoso corazón.

Puedes encontrarla cualquier día frente a su laptop con


una taza de caliente té de Java, trabajando en lo que dirán los
personajes de su siguiente historia

WWW.LYNNHAGEN.COM

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HTTP://GROUPS.YAHOO.COM/GROUP
LYNNHAGEN@YAHOO.COM

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Traducción:
Esther

Corrección:
Zamorita

Cover:
Hermes

Formato:
Gaby

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