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Las Estrategias de La Reproducción Social
Las Estrategias de La Reproducción Social
pierre bourdieu
las estrategias de la
reproducción social
^ ^ 1 siglo veintiuno
S % S Í editores
Selección de los textos y traducción: Alicia B eatriz G utiérrez
C om pilación a u to riz ad a p o rJéró m e B ourdieu
pierre bourdieu
las estrategias
de la reproducción
social
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grupo editorial
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siqlo xxí editores, s. a. de siglo xxi editores, s. a.
CERPO o a AGUA 249, ROMERO rEPfiEROi, Guatemala 4A 2J 3 1425 Su p .
0 4 3 1 0 . AÉXíCO, U : rMfcl'.CS A(Rfc3. •'•RGfcNlIlA
Bourdieu, Pierre
Las estrategias de la reproducción social. - Ia ed. - Buenos Aires :
Siglo Veintiuno Editores, 2011 ,
224 p. ; 16x 23 cm. - (Biblioteca clásica de Siglo Veintiuno)
Una versión de está .obrafue publicada en 2006 por el sello Ferreyra Editen;
con el título Campo del poder y reproducción social. Elementos para
un análisis de la dinámica de las clases.
P A R T E L R E P R O D U C C I Ó N V D O M IN A C IÓ N
1. Estrategias de reproducción
y modos de dominación 31
P A R T E II. CLASES Y C L A S IF I C A C IO N E S
D A R T E III. ELEMENTOS DE D E F I N I C IÓ N
DE L A S FORM AS DE C A P I T A L
9. El capital social 22 1
N otas provisorias 22 1
CLASE s o c ia l : c la se c o n s t r u id a , c l a s e p r o b a b l e
4 Pierre Bourdieu, La distinción. Crítica y bases sociales del gusto [1979], M adrid,
Taurus, 1988, p. 100.
5 “Condición de clase y posición de clase” [ 1966], en F. Barbano et al., Estr-uctu-
raíismc y sociología, Buenos Aires, Nueva Visión, 1969, pp. 72-100.
6 Ibíd .p. 73.
12 L*AS E S T R A T E G I A S DE LA R E P R O D U C C I Ó N S O C I A L
7 Ibíd., p. 84.
8 Aquí Bourdieu retoma algunos elementos de Max Weber. En efecto, este
autor distingue la situación de dase (que define clases) en términos eco
nómicos, como “el conjunto de las probabilidades típicas de provisión de
bienes, de posición externa, de destino personal, que derivan, dentro de un
determinado orden económico, de la magnitud y naturaleza del poder de
disposición (o de carencia de él) sobre bienes y servicios y de las maneras
de su aplicabilidad para la obtención de rentas o ingresos" (Max Weber,
Economía y sociedad [1922], México, Fondo de Cultura Económica, 1974, p.
242). La situación estamental (que define grupos de estatus) se refiere a
“una pretensión, típicamente efectiva, de privilegios positivos o negativos en
la consideración social, fundada en el modo de vida y, en consecuencia, en
maneras formales de educación [...] en un prestigio hereditario o profesio
nal". Los grupos de estatus serían, entonces, conjuntos de hombres definidos
por cierta posición en la jerarquía del honor y del prestigio. Cf. Max Weber,
ob. cit., p. 245. Esto equivale a decir que clases y grupos de estatus son dos
maneras de diferenciar grupos sociales. Bourdieu propone, en cambio, tra
tarlos no como unidades reales sino como unidades nominales, “que pueden
restituir más o menos completamente la realidad según e! tipo de sociedad.
C L A S E S , E S P A C IO SOCIAL. V E S T R A T E G I A S : UNA I N T R O D U C C I O N , . . 13
medios de producción (división social del trabajo) y apropiación real del tra
bajo, ligada a una división técnica entre quienes dirigen y controlan la tarea y
quienes la ejecutan. Si esto es así, esta segunda relación, una relación de au
toridad, constituiría también un principio de definición de clases sociales Cf.
Etienne Balibar, “Acerca de los conceptos fundamentales del materialismo
histórico”, en Louis Aithusser y É. Balibar, Para leer El Capital [1967], México,
Siglo XXI, 1985. También Torcuato Di Telia señala, citando textos de Marx,
ese principio de definición de clases: el de la división jerárquica del trabajo,
y llega a señalar que para Marx este constituye un principio más importante
que el de la propiedad/no propiedad de los medios de producción. Cf. su
Sociología de los procesos políticos, Buenos Aires, Eudeba, 1986. Por ende, Marx
no ha dado una respuesta taxativa respecto de este tema. En el texto relativo
a las clases sociales, publicado en forma postuma, señala como factor decisivo
la “identidad de los ingresos y de la fuente de ingresos", para luego rescatar
la posibilidad de que exista variedad de fuentes de ingresos, de posiciones
y de intereses. Después se interrumpe el manuscrito (Karl Marx, Sociología y
filosofía social, Barcelona, Península, 1978).
11 Pierre Bourdieu, La distinción, ob. cit,, p. 104.
C L A S E S , ESPACÍO S O C I A L V E S T R A T E G I A S : UN A I N T R O D U C C I O N... 15
12 Ibíd.,p. 112.
13 Denis Baranger, Epistemología y metodología en la obra de Pierre Hourdieit, Buenos
Aires, Prometeo, 2004,
14 En efecto, según señala Baranger en Sociología de Argelia, “sólo en las d o s pági
nas finales se refiere Bourdieu a la existencia de una estructura de clases ori
ginal, que deviene de la coexistencia de un desarrollo capitalista con m odos
de producción más antiguos". A continuación sostiene que, sin em bargo, en
Trabajo y trabajadores en Argelia, ya desarrolla un "esbozo para una descripción
de las clases sociales”: “Los criterios más pertinentes para la definición d e las
clases sociales en la sociedad argelina son: a) el sector económico (tradicio
nal o moderno), b) la estabilidad profesional, c) el tipo de actividad (m anual
o no manual), y d) el grado de calificación o nivel de instrucción. En b^ise a
estos cuatro criterios, no siempre igualmente pertinentes, Bourdieu llega a
i6 LAS E S T R A T E G I A S DE LA RE P R O D U C C I Ó N S O C I A L
24 IbícL, p. 146.
25 Ambas dimensiones permiten analizar dos formas de desplazamiento en el
espacio: vertical (en el mismo campo, como cuando se pasa de maestro a
profesor) y transversal (de un campo a otro), dentro del mismo plano (hijo
de maestro, pequeño comerciante) o en planos diferentes (hijo de maestro,
patrón de industria). Cf. Pierre Bourdieu, La distinción, ob. cit., passim.
CL ASES, E S P A C IO S O C I A L Y E S T R A T E G I A S : U N A I N T R O D U C C I Ó N . . . ig
26 Pierre Bourdieu, La Noblesse d'État, París, Minuit, 1989, p. 13. [La nobleza de
Estado, Buenos Aires, Siglo XXI, en prensa.]
27 Cf., por ejemplo, Pierre Bourdieu, La distinción, ob. cit.
28 Pierre Bourdieu, Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción [1994], Barcelona,
Anagrama, 1997.
20 LAS E S T R A T E G I A S DE LA R E P R O D U C C I Ó N S O C I A L
29 Ibíd., p. 49.
30 Aunque ambos se relacionan y, en buena medida, el espacio geográfico
indica diferencias en el espacio social, y las posibilidades de apropiación del
espacio geográfico dependen de las posibilidades sociales.
31 Fierre Bourdieu, “Espacio social y génesis de las ‘clases ", ob. cit., passim.
CL AS E S , E S P A C I O S O C I A L Y E S T R A T E G I A S : U N A I N T R O D U C C I O N .. . 21
Esta cita me perm ite volver sobre otro aspecto q u e querría destacar: para
B ourdieu, una ciencia social total debe, en p rim e r térm ino, considerar
las estructuras objetivas q u e organizan el m u n d o social, pero tam bién
d eb e ten er en cu en ta las percepciones, rep resentaciones y puntos de vis
ta propios de los ag entes de ese m undo, p o r las cuales tam bién luchan.
De alguna m anera, los sistem as simbólicos contribuyen a constituir el
41 Baranger (ob. cit., p. 120) sostiene que los temas esenciales de La distinción
se encuentran anticipados en este texto: ilEn la idea de una topología social,
y de un espacio compuesto por una yuxtaposición de campos, ya se encuen
tra en germen el uso no meramente metafórico de la noción de espacio,
que será fundamental para el programa de investigación de Bourdieu. Ya
no se trata de la mera posición de individuos o grupos en un único espacio
homogéneo, sino que este espacio mismo aparece ahora concebido como
una estructura de estructuras, como una estructura compuesta”.
26 LAS E S TR ATE G IAS DE LA R E P R O D U C C I Ó N S O C I A L
t
Una de las p reg u n tas fundam entales re sp ecto del m u n d o so
cial es la de saber por qué y cóm o ese m u n d o d u ra , persevera en el ser,
cóm o se p erpetúa el o rd e n social, vale decir, el c o n ju n to de re la cio n es
de o rd e n que lo constituyen. Para d a r una re sp u esta veraz a e sta p re
g u n ta, hay que rechazar tan to la visión “estru c tu ra lista ”, según la cual
las estructuras, portadoras d el principio de su p ro p ia p e rp e tu a c ió n , se
re p ro d u c e n con la colaboración obligada de ag e n te s som etidos a sus
constricciones, cuanto la visión interaccionista o e tn o m e to d o ló g ic a (o,
en térm in o s más amplios, m arginalista), según la cual el m u n d o social es
p ro d u c to de los actos de co n strucción que en ca d a m o m e n to re alizan los
agentes, en una suerte de “creación c o n tin u a ”. P ara ex p resarlo d e o tro
m odo: hay que recusar la cu estió n de saber si las señales d e su m isió n que
los subordinados acu erdan p e rm a n e n te m e n te a sus su p erio res c o n s titu
yen y reconstituyen sin cesar la relación de d o m in a c ió n o si, a la inversa,
la relació n objetiva de d o m in ació n im pone los signos de su m isió n . De
h ech o , el m undo social está d o tad o de un conatus, c o m o decían lo s filó
sofos clásico s-d e una te n d e n c ia a perseverar en el ser, d e un d in a m ism o
in te rn o , inscrito, a la vez, en las estructuras objetivas y e n las e stru c tu ra s
“subjetivas”, las disposiciones d e los agentes-, y e stá c o n tin u a m e n te m an
ten id o y sostenido por acciones de construcción y d e re c o n stru c c ió n de
las estru ctu ras que en prin cip io d e p e n d e n de la p o sició n o cu p a d a e n las
estru ctu ras por quienes las llevan a cabo. Toda so cied a d reposa s o b re la
relació n en tre esos dos principios dinám icos, q u e varían e n im p o rta n c ia
seg ú n las sociedades y están inscritos, uno en las estru c tu ras objetivas, y
m ás precisam ente en la estru c tu ra de d istribución d el capital y en lo s m e
canism os que tienden a g aran tizar su re p ro d u cc ió n ; el o tro , en las d is p o
siciones (a la reproducción). En la relación e n tre estos dos p rin c ip io s se
d e fin e n los diferentes m odos d e reproducción, en especial las estra te g ias
d e rep ro d u cció n que los caracterizan.
32 LAS E S T R A T E G I A S DE I A R E P R O D U C C I Ó N S O C I A L
1 Cf. J. Yver, Égalité entre héritiers et exclusión des enfants dotes. Essai de géographie
coutumiére, París, Sirey, 1966; E. Le Roy Ladurie, “Structures familiales et cou-
tumes d'héritage en France au XVTsiécle: systéme de la coutume", Anuales
ESC, n° 4-5, 1972, pp. 825-846, reproducido en Le tenitoire de ¿'historien, Parts,
Gallimard, pp. 222-251.
2 Cf P. Bourdieu, “Célibat etcondition paysanne", Eludes rurales, nQ5-6,
1962, pp. 32-136 [“Celibato y condición campesina”, e n £ / baile de los solteros,
Barcelona, Anagrama, 2004, pp. 17-127]. Respecto de este trabajo y su con
tinuación y perfeccionamiento en la tradición etnológica, véase el número
especial de la revista Eludes Rurales: La Ierre, succession et hérilage, 1988, pp.
110-113.
34 LAS e s t r a t e g i a s DE LA R E P R O D U C C I O N s o c i a l
13 Cf. P. Bourdieu, Esquisse.. oh. cit., pp. 82-83, 133-137, y Christiane Klapish-
Zuber, La Maison d le Nom, ob. cit.
E S TR AT EGIA S DE R E P R O D U C C I O N Y M O D O S DE D O M I N A C I O N 43
zan el valor social de los títulos y de los puestos y la d istrib u ció n de esos
atributos sociales entre los individuos biológicos .10
El d e re c h o no hace otra cosa q u e consagrar sim bólicam ente, por me
dio de u n registro que eterniza y unlversaliza, el estado de la relación de
fuerzas e n tre los grupos y tas clases q u e produce y garantiza prácticam en
te el fu n cio n am ien to de esos m ecanism os. Por ejem plo, reg istra y legiti
m a la distin ció n entre la función y la persona, entre el p o d e r y quien lo
ejerce, al m ism o tiem po que la relación que se establecí e n u n m om ento
d ado del tiem p o entre los títulos y los puestos (en función d el bargaining
power de los vendedores y co m p ra d o res d e fuerza de trabajo calificada, es
decir, escolarm ente garantizada) y q u e se materializa en u n a distribución
d e te rm in a d a de los beneficios m ateriales y simbólicos atrib u id o s a los
poseedores (o no-poseedores) de títulos. Así, aporta su fuerza propia, es
decir, estrictam ente simbólica, a la acción del conjunto d e m ecanism os
q ue p erm iten econom izar la reafirm ación continua de las relaciones de
fuerza gracias al uso declarado de la fuerza.
20 En economías donde los bienes son más escasos que el tiempo, la eficacia
transformadora se asocia por sobre todo al derroche de bienes y de dinero;
en formaciones sociales (o clases sociales) donde los bienes tienden a vol
verse menos escasos que el tiempo, que no puede ser acumulado (aunque uno
pueda apropiarse el tiempo ajeno), el derroche de tiempo posee la mayor
eficacia (ese es el fundamento del prestigio ligado a los consumos culturales
que suponen un gasto de tiempo para el consumo mismo y para la adquisi
ción de las condiciones de acceso al consumo).
LOS M O D O S D E D O M I N A C f Ó N 67
22 Los morabitos están en una situación diferente, pues disponen de una delega
ción institucional en tanto miembros de un cuerpo respetado de “funcionarios
del culto” y porque se mantienen en un estatus aparte -en especial por obra
de una endogamia bastante rigurosa y de todo un conjunto de tradiciones pro
pias, como la reclusión de sus mujeres-. Sin embargo, aquellos de quienes se
dice que “tal como el torrente, engordan en época de tormentas”, no pueden,
como el refrán sugiere, sacar ventaja de su función casi institucionalizada de
mediadores, a menos que encuentren en el conocimiento de las tradiciones y de
las personas el medio de ejercer una autoridad simbólica que no existe sino
por delegación directa del grupo: la mayoría de las veces, los morabitos apenas
son la coartada objetiva, la “puerta”, como dicen los Rabilas, que permite a los
grupos en conflicto ponerse de acuerdo sin perder prestigio.
23 A la inversa, mientras la delegación institucionalizada, que va acompañada
por una definición explícita de las responsabilidades, tiende a limitar las
consecuencias de las carencias individuales, la delegación difusa, correlativa
a la pertenencia, asegura sin distinción a todos los miembros del grupo la
caución del capital poseído en forma colectiva, sin ponerlos al reparo ante
el descrédito que puede acarrear la conducta de tal o cual de ellos, lo que
LOS M O D O S D E DO M IN AC IÓ N 6 9
25 “Oh, mi Dios, dame para que yo pueda dar" (sólo el santo puede dar sin
tener cosa alguna). La riqueza es un don que Dios otorga al hombre para
permitirle aliviar la miseria de los otros. “El generoso es amigo de Alá." Los
dos mundos le pertenecen. Quien desee conservar la riqueza debe mostrarse
digno de ello, mostrándose generoso; si no, se le quitará.
26 Hay que evitar oponer excesivamente la simetría del intercambio de dones
y la asimetría de la redistribución ostentadora que reside en la base de la
constitución de la autoridad política. Se pasa gradualmente de una a la otra:
a medida que uno se aleja de la reciprocidad perfecta, la porción de las
contraprestaciones constituida por ofrendas, respeto, obligaciones y deudas
morales no deja de incrementarse. Quienes, como Polanyi y Sahlins, han
percibido bien la función determinante de la redistribución en la constitu
ción de una autoridad política y en el funcionamiento de la economía tribal
(el circuito acumulación-redistribución cumple funciones análogas a las del
Estado y las finanzas públicas) no han analizado esta operación en tanto
técnica privilegiada de reconversión del capital económico, capaz de produ
cir relaciones durables de dependencia que, económicamente fundadas, se
disimulan bajo el velo de las relaciones morales.
LO S M O D O S DE D O M I N A C I O N Jl
Clases y clasificaciones
3- Porvenir de clase
y causalidad de lo probable
i
La teo ría de la práctica q u e las ciencias del h o m b re p o n en en
fu n cio n am ien to (la mayoría de las veces en estado im plícito) cuando
deben ex p licar la economía de las prácticas, es decir, la lógica in m an en te a
las acciones y al sentido objetivo de las obras y de las instituciones, oscila,
más allá d e las divergencias e n tre las tradiciones teóricas, e n tre el meca
nicismo y u n a versión g en e ralm en te intelectualista de fm alism o. Al no
po d er re c o n o c e r otra cosa que d iferen tes variantes de la acción racional
o de la reacción mecánica a una d eterm in a ció n tal como la constricción del
precio m ecánicam ente form ado p o r el m ercado, nos vem os im posibili
tados de co m p re n d e r la lógica específica de todas las acciones que son
razonables sin ser producto de u n designio razonado o, con tan ta mayor
razón, de u n cálculo racional; acciones habitadas por u n a su erte de fina
lidad objetiva, sin estar conscien tem en te organizadas co n relación a un
fin ex p lícitam en te constituido; inteligibles y coherentes sin h a b e r surgi
do de u n a in ten ció n inteligente y de u n a decisión deliberada; ajustadas
al fu tu ro sin ser producto de u n proyecto o un p la n .1 La fuerza de la
alternativa es tal que quienes p re te n d e n reaccionar c o n tra el mecanicis
mo d e cierta tradición de la ec o n o m ía sin caer en el intelectualism o del*
6 Cf. M. Weber, Essais sur la théorie de la science, trad. J. Freund, París Pión
1965, p. 348.
7 Heidegger liga explícitamente el concepto de “uno” al de “promedio" en
una página sociológicamente ejemplar por lo evidente que resulta en ella
el aristocratismo primario que se presenta oculto bajo las apariencias de la
metafísica (cf. M. Heidegger, VEtre ei le Temps, trad. fr. de R. Boem y A. De
VVaelhens, París, Gal limard, 1954, pp. 158-169 [El ser y el tiempo, México FCE
1974j).
8 M. Weber, ob. cit., pp. 335-336.
9 M. Weber, Économie et Société, París, Pión, 1967, t. I, p. 6. [Economía y Sociedad,
México, FCE, 1947J.
10 En la literatura psicológica se encuentran algunos ejemplos de intentos por
verificar directamente este axioma que la teoría económica acepta la mayoría
de las veces de manera implícita (cf. E. Brunswik, “Systematic and Represen-
tative Design of Psychological Experiments", enj. Neymen (ed.), Proceedings
of the Berkeley Symposium on Mathematical Statistics and Probability, Berkeley,
Universityof California Press, 1949, pp. 143-202; M. G. Preston y P. Baratía,
P O R V E N I R DE CLASE V C A U S A L I D A D DE LO P R O B A B L E 83
15 Así, como se sabe, la propensión a abandonar los estudios es tanto más fuer
te, suponiendo que todos los demás elementos de la situación sean iguales
(y en particular el éxito escolar), cuanto más débiles son, para la clase de per
tenencia, las posibilidades objetivas de acceder a los niveles más elevados del
sistema de enseñanza. Los efectos de esta “causalidad de lo probable" se ob
servan más allá de las prácticas y hasta en las representaciones subjetivas del
porvenir Unto como en la expresión declarada de las esperanzas. .Así, incluso
en un nivel elevado de estudios y pese a los efectos de la sobreselección, se
observa que los estudiantes son unto más modestos en sus ambiciones esco
lares (como por otra parte en la evaluación de sus resultados) y unto más li
mitados en sus proyectos de carrera, cuanto más débiles son las posibilidades
escolares de las categorías a que pertenecen. De igual modo, pese a la irreali
dad y a la irresponsabilidad asociadas al simple anhelo verbal y pese al efecto
de imposición de legitimidad que de por sí ejerce el examen, el segmento de
los padres que juzgan “normal” el ingreso de sus hijos a la Universidad pasa
del 13% entre los obreros al 22% entre los empleados y los cuadros medios
y al 69% entre los cuadros superiores y miembros de profesiones liberales
(IFOP, Enquéte auprés des meres de familk de la región pañsienne, septiembre de
1968). El segmento de los padres que dicen desear que sus hijos (ya inscritos
en sixiémeo en cinquiérne) continúen sus estudios más allá del examen de
bachillerato pasa del 15% entre los obreros y del 16% entre los agriculto
res, al 31% entre los artesanos y pequeños comerciantes, el 33% entre los
empleados, cuadros medios, 67% entre los cuadros superiores, miembros de
profesiones liberales, industriales y grandes comerciantes. También, de igual
modo, el segmento de los padres que declaran desear que sus hijos (todavía
en la primaria) cursen su stxiéme en un liceo (y no en un Colegio de Ense
ñanza General -CEO- o en un Colegio de Enseñanza Secundaria -CES- pasa
del 18% entre los agricultores, al 54% entre los cuadros superiores; por otra
parte, un 11% de los obreros (17% de los agricultores) que tienen un hijo en
sixiéme o en cinquiérne dicen desear que entre en quatriéme classique, contra un
41% de los cuadros superiores (SOFRES, Les Frangís et problémes de léducation
nationale,junio-agosto de 1973; véase Apéndice). Según esa misma lógica, al
término de un estudio sobre la representación del porvenir entre adolescen
tes de enseñanza técnica, que deja en evidencia que “el lugar esperado en
la jerarquía profesional, desde el primer empleo, suele estar en función de
la índole de la formación recibida” (ligada, por su parte, al origen social) y
que la “índole de los estudios proyectados refleja fielmente la de los estudios
actualmente seguidos", Antoine Léon escribe. “Es impactante el realismo de
las respuestas proporcionadas por los alumnos a propósito, por ejemplo, de
los salarios esperados o del deseo de continuar sus estudios cuando egresen
del establecimiento escolar" (A. Léon, “Relation pédagogique et répresenta-
tion de l’avenir chez des adolescents de I enseignement technique", Bulletin
de Psychologie, 27 (17-19), 1969-1970, pp. 1069-1081).
PORV ENIR DE C L A S E Y C A U S A L I D A D DE LO P R O B A B L E 87
16 El análisis de las condiciones específicas que deben cumplirse para que sea
posible el conocimiento erudito, es decir, sin más, la economía teórica y la
economía profesional, también habría llevado sin duda, por otras vías, a con
denar esta forma paradigmática del error objetivista, que consiste en otorgar
el valor de una descripción antropológica del principio generador de las
prácticas al modelo teórico construido por el científico para explicarlas.
P O RV E N IR DE C L A S E V CA US AL ID AD DE L O P R O B A B L E 8 9
el desfase entre las aspiraciones que tienden a regularse a partir del beneficio
máximo y los logros reales tiene todas las posibilidades de ser mayor; 2) la
rareza de los títulos escolares en el mercado del trabajo (donde necesaria
mente están ubicados mucho tiempo después) ha disminuido más con relación
a la existente en ese mismo mercado cuando los portadores de esos títulos
comenzaban sus estudios (o recibían sus títulos) o, más exactamente, con
relación a la representación que los inversores -i. e.: los individuos escolari-
zados y sus familias- se formaban de la escasez de los títulos esperados y de
los beneficios correlativos, en función de las disposiciones inculcadas por un
estadio anterior del mercado; 3) los inversores son menos ricos en cualquier
tipo de capital distinto al cultural, y por lo tanto, se ven forzados a esperarlo
todo de las inversiones escolares (aunque su capital cultural sea relativa
mente endeble) y cuentan con pocas armas para sacar el mejor rendimiento
económico y simbólico de sus títulos escolares (e. g: fracciones asalariadas de
las clases medias).
20 La sociología de la experiencia temporal, es decir, el análisis de las condicio
nes económicas y sociales que posibilitan las diferentes formas de expe
riencia temporal, desde la imprevisión forzada del subproletariado hasta la
previsión generalizada del empresario, constituye una de las dimensiones
fundamentales de la sociología económica. las estructuras temporales y, en
P O R V E N I R DE C L A S E Y C A U S A L I D A D DE LO P R O B A B L E 95
solam ente la eco nóm ica, es un conjunto d e derechos preferencia íes sobre el
futuro, sobre las posiciones sociales pasibles d e ser ocupadas y, p o r ello,
sobre las m aneras posibles de ser hom bre. De a c u e rd o a ello d e b e leerse
el m odo como se distribuyen entre las clases las o p o rtu n id ad es d e ac c e
so a los diferentes ó rd e n e s del sistema de en señ an za, proyección de los
poderes diferenciales sobre ese sistema y, p o r ello, sobre los b e n e fic io s
materiales y sim bólicos procurados p o r los títulos que expide; e n sum a,
sobre los diferentes privilegios que transm ite, co n la colaboración im p e r
ceptiblem ente arra n c a d a a las clases desposeídas, qup tienden a d o s ific a r
sus inversiones escolares según los beneficios p ro m etid o s, por lo ta n to , a
tom ar la delantera resp ecto de los veredictos d el sistem a/'1 Los d e r e c h o s
LA PENDIENTE Y LA INCLINACIÓN
la estructura “h echa h o m b re ”. Sin em bargo, hay casos eri que los efectos
de este ethos siem pre en acción se dejan p ercib ir de m odo directo, p o r
que el capital efectivam ente poseído en el instante tomado en considemción
-o el porvenir objetivo que este asegura- no basta para explicar p le n a
mente las prácticas o, lo que viene a ser lo m ism o, las disposiciones que
necesariam ente en g e n d ra, en su condición de balance de lo ad q u irid o
anteriorm ente que incluye en potencia su p o rv en ir y, p o r ello, la p ro p e n
sión a hacerlo ad v en ir
Así, las prácticas d e la fracción ascen d en te de la pequeña burguesía
(y, en térm inos más generales, de las clases ascendentes y de los in d i
viduos en ascenso) no se dejan co m p re n d er p o r entero a partir del co
nocim iento de las posibilidades sincrónicam en te medidas, o (expresado
de otro m odo) se diferencian sistem áticam ente de lo que en teoría ellas
deberían ser si sólo d ep en d ieran del capital económ ico y /o del capital
cultural.
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^Em pleados d e c o m e rc io
P e q u e ñ o s c o m e rc ia n te s
O b re ro s esp ec ializa d o s
G ra n d e s c o m e rc ia n te s
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C u a d ro s su p e rio re s
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A g ric u lto re s
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M a estro s
T écn ico s
Peones
Posibilidades
de acceso
1,8 2,3 2,9 3,7 4,3 9,6 10,6 10,9 12,0 1 5,6 19.2 20.4 32,5 35.0 35.6 38,7 4 2 ,0 5 2 , 7 56
a las clases
superiores*
Tasa de - ...
3.00 2.77 2 ,8 3 2,42 2,10 1,94 1,97 1,68 1,71 1,67 1.68 2,09 2 ,0 0 2.00
fe c u n d id a d ’*
equivalente al fin, ele econom ía, la más m oral de las ciencias m orales .
Si en ese caso y en un m om en to dado del tiem p o las disposiciones no
están totalm ente defin id as p o r la relación e n tre el capital que se posee
y el estado del m ercad o , es decir, por las posibilidades objetivam ente
asociadas a la posesión d e determ inado capital; si, en otros térm inos,
ciertas categorías d e ag en tes pueden sobreestim ar sus posibilidades y de
ese m odo in crem en tarlas realm ente, es p o rq u e las disposiciones tien d en
a reproducir, no la posición de la cual son p ro d u c to , tom ada en un m o
m en to dado del tiem p o , sino la pendiente-pava, el p u n to tom ado en co n
sid e ra c ió n - de la trayectoria individual y colectiva. Más precisam ente, las
disposiciones con re sp ecto al porvenir, y p o r co n sig u ien te las estrategias
r d e rep ro ducción, d e p e n d e n no sólo de la posición sincrónicam ente defi
n id a de la clase y del individuo en esa clase, sino d e la p en d ien te de la tra
t:
yectoria colectiva d el g ru p o del cual form a p arte el individuo o el g ru p o
(e. g,: fracción de clase, linaje) y, en form a secu n d aria, de la p e n d ien te
é d e la trayectoria específica de un individuo o de un grupo englobado
r
Jí! co n relación a la trayectoria del grupo eng lo b an te.
28 Lo que aquí se describe es una forma, entre otras, de evolución de las dispo
siciones políticas, la que lleva a los empleados y a los cuadros medios a ad o p
tar, mientras su edad avanza, posiciones regresivas y represivas, más cercanas
a las de los pequeños comerciantes y, en especial, a la de los pequeños artesa
nos en declinación, antes que a las de los integrantes más jóvenes de su p r o
pia clase, más bien rigoristas que represivos. Evidentemente, hay que te n e r
cuidado de no establecer una relación transhistórica entre el envejecim iento
biológico y la evolución hacia el conservadurismo. Los cambios de disposi
ción y posición políticas no mantienen una relación evidente con la ed ad si
no es por intermedio de los cambios de posición social que se consuman con
el paso del tiempo; hay tantas formas de evolución de las opiniones políticas
como formas de envejecimiento social, es decir, de trayectorias sociales. L a
ideología conservadora que considera una ley antropológica la relación
104 LAS E S T R A T E G I A S d e l a r e p r o d u c c i ó n s o c i a l
Esta evocación d e las vanantes sistemáticas del estilo de vida ascético que
caracteriza cab alm en te a las clases m edias basta para d em o strar q u e las
estrategias objetivam ente orientadas hacia la preservación o m ejo ra de
la posición o c u p a d a en la estructura social constituyen un sistem a que
sólo p u ed e ser ap reh en d id o y co m p re n d id o en cuanto tal si u n o se re
m onta a su p rin c ip io generador y unificador, el ethos de clase, p o r cuyo
in term edio to d a la visión del m u ndo económ ico y social, toda la relación
con los d em ás y con el cuerpo p ro p io - e n resum en, todo aq u e llo que
configura el estilo propio del g ru p o - se afirm a en cada u n a de sus prác
ticas, siq u iera la más natural en ap arien cia, la menos c o n tro la d a p o r la
conciencia, p o r la razón o, incluso, p o r la m oral. En efecto, las estrategias
de fe cu n d id ad d e los pequeños burgueses en ascenso, al igual q u e sus
estrategias escolares, sólo revelan su sen tid o y su función si se las vuelve a
situar en el sistem a de estrategias de rep ro d u cció n características de una
clase q ue no p u e d e tener éxito en su em p resa de formación de capital eco
nóm ico y cu ltu ra l, a menos que restrinja su consum o y c o n c e n tre todos
sus recursos en u n a cantidad p eq u e ñ a de descendientes, en c arg a d o s de
pro lo n gar la trayectoria ascendente del grupo. Los pequeños burgueses
que tras lo g rar apartarse del p ro leta riad o -su pasado- p re te n d e n acce
d er a la b u rg u e sía -su futuro- d eben, para realizar la acu m ulación inicial
necesaria p a ra este ascenso, tom ar de algún sitio los recursos in d isp en
sables para su p lir la ausencia de capital, esa energía de la vida social.
Su habitus es la pendiente de su trayectoria social, individual o colecti
va, que se h a vuelto inclinación, p o r lo cual esta trayectoria asc en d en te
tiende a p ro lo n g arse y a consum arse: su erte de nisus perseverandi d o n d e
el trayecto p asa d o se conserva bajo la form a de una disposición co n res
pecto al porvenir, d onde lo no más se p ro lo n g a en un todavía no, delim ita
35 Hay que tener cuidado de rio tratar a la manera de los semiólogos y otros
etnometodólogos, es decir, como sistema reificado de relaciones lógicas de
oposición y de complementariedad, esta taxonomía que tiene por vehículo la
lengua cotidiana. Destinada a funcionar en la práctica, al servicio de funcio
nes prácticas, obedece a una lógica práctica. Así, el “pueblo” que los “burgue
ses ’ (es decir, más bien las fracciones dominantes de la dase dominante)
construyen cuando lo piensan en oposición a la pequeña burguesía, no es
el “pueblo" que producen cuando lo piensan en oposición al obrero de las
ciudades; tampoco al “pueblo” que engendra la imaginación populista (más
extendido en las fracciones dominadas de la clase dominante), en contrapo
sición con el “burgués” y a la vez con el “pequeño burgués", es decir, el buen
y cabal proletario , robusto, simple, franco, firme y generoso, apenas sepa
rado, por obra de algunas inversiones de signo, del buen obrero modesto y
torpe de la imaginación conservadora.
P O R V E N IR DE C L A S E V C A U S A L I D A D DE LO P R O B A B L E l 1l
( b u r g u é s ): (peq u eñ o b u r g u é s ): (p u e b l o ):
“d is tin g u id o ” “p r e te n c io s o ’1 “m o d e s to "
generoso, n o b le , rico, p e q u e ñ o , m e z q u in o , “e n to r p e c id o ”, p o b r e ,
ESTRUCTURAS PATRIMONIALES
Y ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN
Así, p o r fuera del caso excepcional en que se ven cum plidas las co n d i
c io n e s (económ icas y d em ás) necesarias para q u e sea posible la acción
ra cio n al en la que el a g e n te se determ ina en fu n ció n de un cálculo de
los beneficios que los d ife re n te s mercados están en condiciones de ase
g u ra r, las prácticas de c ie rta clase de agentes d e p e n d e no sólo de la es
tru c tu ra de las p o sib ilid ad es teóricas p rom edio de beneficios, sino de
las posibilidades esp e cíficam e n te asociadas a esa m ism a clase; es decir,
d e la relación, en un m o m e n to dado del tiem po, e n tre esta estru ctu ra
o b jetiv a (cien tíficam en te calculable) y la e stru c tu ra de la distribución
PORVENIR DE C L A S E Y C A U S A L ID A D DE LO P R O B A B L E 1 13
36 En esc caso, las anticipaciones del habitus son más realistas cuanto más com
pletamente la trayectoria pasada que expresan, es decir, la historia del agente
y de su grupo, se prolonga en su trayectoria futura: cuando el porvenir se
encuentra como factor implicado en el pasado -p o r ejemplo, en el caso del
hijo del maestro de escuela, a su vez hijo de campesino, que será profesor—,
las disposiciones producidas por la posición pasada, ella misma en transfor
mación, acompañan, precediéndolo, el devenir de la posición.
37 La propensión a invertir en el sistema de enseñanza depende también, por
una parte, de la forma de la distribución del capital cultural entre las clases:
el efecto de demostración y la acción de entrenam iento (competencia) que
ejercen las prácticas dominantes (las prácticas de escolarización de la clase
dominante) no pueden ejercerse en el caso en que la distribución de las
probabilidades objetivas de acceso es brutalmente asimétrica; los efectos
“desmoralizantes” de una débil probabilidad de acceso son entonces reforza
dos por el efecto de exclusión que ejerce el cuasi monopolio, que ocasiona
que los excluidos consideren la apropiación del bien o de la práctica tomada
en consideración como una propiedad inherente al out-group.
PO R V E N IR D E C L A S E Y C A U S A L I D A D D E L O P R O B A B L E 1 15
44 Visto que se aplican a puntos diferentes del ciclo de vida, entendido como
proceso irreversible, las diferentes estrategias de reproducción están también
cronológicamente articuladas, cada una de ellas debe, en cada ocasión, tener en
cuenta los resultados alcanzados por las precedentes o las que tienen mayor
estrechez de miras en cuanto a lo temporal. Así, por ejemplo, en la tradición
bearnesa, las estrategias matrimoniales dependían en forma muy directa de
las estrategias de fecundidad de la familia (por intermedio de la cantidad
de aspirantes al patrimonio y de su sexo, es decir, del número de hijos que
dotar de una herencia o de una compensación); de las estrategias educa
tivas, cuyo éxito era la condición de la puesta en práctica de las estrategias
que apuntan a apartar de la herencia a las hijas mujeres y a los segundones
(unas mediante el matrimonio apropiado y los otros mediante el celibato o la
P O R V E N I R DE C L A S E Y C A U S A L I D A D DE LO P R O B A B L E l 2 1
cer las suplencias funcionales, como dicen los biólogos. Toda tentativa p o r
dejar en evidencia el sistem a com pleto de relaciones entre las estrategias
que cada u na de las clases de cierta form ación social pone en fu n cio n a
m iento en diferentes cam pos de prácticas choca no sólo con la ausencia
de estadísticas sistem áticam ente construidas, sino tam bién con el h ech o
de que la sum atoria estadística tiende a c o n fu n d ir las relaciones q u e se
establecen, en la existencia de cada ag e n te singular o de cada u n id ad
social elem ental, e n tre todas las prácticas sucesivas, ya que cada nueva
estrategia en c u en tra su punto de partida y sus límites en el p ro d u cto de
las estrategias a n te rio re s.45 Sin em bargo, se p uede, com o cuando distin
tos proyectores echan sucesivamente sus haces de luz, esclarecer po co a
poco diferentes sectores de la red de relaciones que otorgan a la práctica
de una clase co h eren cia y adaptación a las condiciones de existencia que
le son propias.
I"
Hif De ello se deriva q u e cualquier cam bio en la relación e n tre el p a tri
te m onio (p o n d e ra d o en su volum en y en su estructura) y el sistem a de
in stru m en to s de rep ro d u cc ió n , con la correlativa tran sfo rm ació n del
&
»J!1 sistem a de p o sib ilid ad e s de beneficio, tie n d e a acarrear u n a reestruc
turación del sistem a de las estrategias de inversión. Los p o see d o res d e
M'h capital no p u e d e n m a n te n e r su posición en la estructura social (o en
j'f i
ͻJ.
A p é n d ic e . C o r r e s p o n d e n c i a d e p o s i b i l i d a d e s y aspiraciones
e sco la re s
b a s ta n te d ifícil
a la al el liceo
P o sib le p e r o
:
P o sib le p e ro
enseñanza lic eo en
m uy difícil
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s u p e rio r qu a tn ém e sxxiéme1 s?
(6 5 -6 6 )' (6 7 -6 8 )12
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A g ric u lto re s:
A s a la ria d o s
2,7 6,8 13
a g ríc o la s
E x p lo ta d o re s
8,0 7,7 15
a g ríc o la s
O b re ro s 3,4 9,5 15 13 20 26 15 h
P a tro n e s d e la
in d u s tria y el 23,2 19,9 33 44 32 9 3 ¡
c o m e rc io
E m p le a d o s 16,2 2 3,7 34
22 34 20 7
C u a d ro s m e d io s 3 5 ,4 34 55
C u a d ro s s u p e rio re s ,
58,7 43,9 75 69 22 9 1
p r o fe s io n e s lib e ra le s
'^ ^ £ ¡ta h le c im ie n to
deseado S e c c ió n d esead a
N ivel deseado '
(en el in g reso a (e n el in g reso a 6o) 5
uxiéme)5
c o n c e rtific a d o
B a c h ille ra to
D ip lo m a d e
a p re n d iz a je
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31 35 11 23 22 21 33 15
14 " 5 T 21 28
17 36 27 20 13 15 33 31
14 32 34 20
10 49 18 23 9 12 31 33
8 31 40 21
2 46 41 11 2 6 11 67
9 30 54 14
4- Enclasamiento, desclasamiento,
reenclasamiento
>
Las estrategias de rep roducción, y e n especial las e stra te g ia s d e
reconversión p o r cuyo interm edio los in d iv id u o s o las familias a p u n t a n
a preservar o a m ejo rar su posición en el espacio social, p re s e rv a n d o o
aum entando su capital al precio de re c o n v e rtir u n a form a de c a p ita l e n
otra más rentable y /o más legítim a (p o r ejem p lo , el capital e c o n ó m i
co en capital cu ltu ral), d ep en d en de las posibilidades objetivas d e g a
nancia ofrecidas a sus inversiones en c ie rto estad o de los in s tru m e n to s
institucionalizados d e rep roducción (la c o stu m b re y la ley su c e so ria , el
mercado del trabajo, el sistema escolar, etc.) y del capital que h a n d e
reproducir. Las transform aciones re c ie n te s.d e la relación en tre las d i f e
rentes clases sociales y el sistema de en se ñ an za , co n el consiguiente boom
escolar y todos los cam bios vinculados a d ic h o sistem a, adem ás d e to d a s
las transform aciones de la estructura social q u e se derivan al m e n o s e n
parte de la transform ación de las relaciones establecidas en tre títu lo s y
puestos, son el co rrelato de la intensificación d e la com petencia p o r los
títulos, a la cual m u ch o ha contribuido, sin d u d a , el hecho de q u e las
fracciones más ricas e n capital eco nóm ico d e la d ase d o m in a n te (los
patronos de la in d u stria y del com ercio) y d e las clases m edias (a rte s a n o s
y com erciantes) d eb iero n , para asegurar su re p ro d u cc ió n , in c r e m e n ta r
en gran m edida la utilización que hacían del sistem a de enseñanza.
ESTRATEGIAS DE REPRODUCCIÓN
Y TRANSFORMACIONES MORFOLÓGICAS
Las estrategias a las cuales los individuos y las familias han re c u rrid o para
salvaguardar o m ejorar su posición en el espacio social se re tra d u c e n en
transform aciones que afectan, inseparablem ente, el volumen d e las dife
rentes fracciones de clase y su estructura patrimonial.
ín d ic e d e e v o l u c i ó n ^ '''
(B ase 100 en 1954)
"'"■'■I
C o n ju n to 20-34 años
H om bres
V o lu n te n
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' ^ de diplom ados
In g re so
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h o g a r(e n
fra n co s) __________ L____ _______
R e n ta s in d u stria le s
V alores in m u e b le s
In g re so s p re d io s
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G ra n d e É cole
G ra n d e É co le
D ipl. U niv. 0
S ala rio s y
D ipl. Univ.
BACH.
BEPC
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1975
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C u a d r o 2 b is . E v o lu c ió n m o r f o l ó g ic a y e s t r u c t u r a p a t r i m o n i a l
d e las d i f e r e n t e s c la s e s y f r a c c io n e s d e c l a s e ( 1 9 5 4 -1 9 6 8 ) j
índice de
V
evolución de o Capital escolar
Volumen de la categoría o
la categoría Tasa de diplomados
(1968) oSi
(Base 100 en (hombres) en \%%
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1954) V)
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Conjunto total1
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pH
Asalariados agrícolas 588 200 527 200 51 54 67 1,0 0,4 0,2 '
E xplotadores
2 459 840 l 527 780 62 65 72 1,6 0,7 0,4
agrícolas
O breros 7 698 600 6 128 840 119 123 116 2,3 0,4 oT'
Em pleados 3 029 900 1 118 300 146 121 133 14,0 3,7 1,5 "
C uadros medios 2 014 000 ^ 1 197 360 177 168 151 19,0 16,5 7,7 '
A rtesanos 622 800 532 340 85 88 109 4,1 1,5 1,0
P equeños
l 028 160 515 440 81 85 107 6,7 2,8 1,4
com erciantes
G randes comerciantes 213 500 143 840 116 110 148 12,1 8,0 5,2
Industriales 79 160 68 940 93 93 98 10,8 6,1 7,5
Patronos de la
i
industria v del 1 943 620 l 360 560 86 96 110 6,4 3.0 1,9
com ercio
Profesiones liberales 142 520 114 920 119 112 122 5,1 6,3 76.S
C uadros superiores 840 280 691 680 196 183 144 12,6 13,3 45,0 i
Fuentes:
1 INSEE, Recense,ments.
- H. Roze, '‘Prestadoras sociales, impót direct et échelle des revenues", Econo-
mte et Statistique, febrero de 1971.
1 P- E’Hardy, “(.es disparitcs du patrimoine", Économte et Slatistique, febrero de
1973.
ENC L A S A M I E N T O , D E S C L A S A M I E N T O , REEN C L A S A M I E N T O I 49
Predios rurales u rb an a4
u
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valores m uebles4
Valores muebles'1
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Ingresos em presa2
Ingresos trabajo2
Ingresos capital2
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Transferencias2
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M 859 10,2 5,3 59,5 29,8 9,2 1,5 96,7 95,9 1,4 1,8
23 854 27,6 13,3 6,9 10,9 78,5 3,7 23,8 23,5 16,4 9,9
14811 35 000 4,8 3,8 3,2 39 66,7 27,9 4,6 0,8 98,0 97,5 0,8 0,8
16 149 46 000 11,8 7,6 6,6 40,8 69,6 23,2 5,4 1.8 95,9 95,9 2,6 2,1
"26887 92 000 14,0 10,4 8,5 50,3 73,1 18,5 6,8 1,8 91,6 94,4 4,9 2,1
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C u ad ro 3. Cam bios m orfológicos en el seno de la clase d o m in an te
150
Tasa anual de
E structura (%) variación P orcentaje de m ujeres
(%)
1954 1962 1968
1954 1962 1968 1975 1954 1962 1968 1975
_______ 1 1962 1968 1975
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44,7 i 47,0
literarias y científicas
LAS E S T R A T E G I A S DE LA R E P R O D U C C I Ó N S O C I A L
152 LAS E S T R A T E G I A S DE LA R E P R O D U C C I Ó N S O C I A L
TIEMPO DE COMPRENDER
casos resulta difícil) y a a d m itir que hay una devaluación de los títulos
con los cuales están fu e rte m e n te identificados en el p lan o objetivo (son
en g ran p aite constitutivos d e su identidad social) y a la vez subjetivamen
te. A un así, la preocupación p o r salvar la autoestim a, que los inclina a
aferrarse al valor nominal de los títulos y de los puestos, no alcanzaría para
so sten er e im poner que pasaran por alto esta devaluación si no contara
con la com plicidad de m ecanism os objetivos: e n tre los más im portantes
de ellos está la histéresis d e los habitus, que en el nuevo estado del mer
cad o d e títulos lleva a aplicar categorías de p ercep c ió n y de apreciación
q u e co rresponden a un estad o previo de las posibilidades objetivas de
evaluación, y la existencia d e m ercados relativam ente autónom os en que
la m e n g u a del valor de los títulos escolares se p ro d u c e a un ritmo m enos
veloz.
El efecto de histéresis es tan to más m arcado c u a n to mayor es la dis
tan cia con el sistema escolar y más débil o ab stracta es la inform ación
resp ecto del m ercado de los títulos escolares. E n tre las inform aciones
constitutivas del capital cu ltu ral heredado, una de las más preciadas es
el conocim iento práctico o ex p e rto de las fluctuaciones del m ercado de
los títulos escolares, el sentido de la colocación que perrrute obtener el m e
j o r ren d im ien to del capital cu ltu ral heredado en el m ercado escolar o
del capital escolar en el m erc ad o de trabajo, si se sabe, por ejem plo,
d ejar a tiem po los cursos o las carreras más devaluados para orientarse
h acia otros con futuro, en lu g ar de aferrarse a los valores escolares que
p ro c u ra b a n los mayores beneficios en un estadio previo del mercado. Al
co n tra rio , la histéresis de las categorías de p e rcep c ió n y de apreciación
h ace q u e en cierto m odo los poseedores de títulos devaluados se vuel
van cóm plices de su p ro p ia m istificación ya que, p o i un efecto típico
d e allodoxia, otorgan a los títulos devaluados que les son concedidos un
valor q u e objetivamente n o se les reconoce: así se explica que los más
d esp o seíd o s de inform ación so b re el m ercado de títulos educativos, que
d esd e hace mucho tiem po saben reconocer el d eb ilitam ien to del salado
real p o r detrás del m an ten im ien to del salario n o m in al, puedan seguir
a c e p ta n d o y buscando las asignaciones escolares q u e reciben en pago de
sus años de estudio (a u n q u e, a falta de capital social, sean los prim eros
afectad o s por la devaluación d e los títulos).
El ap eg o a una rep resen tació n antigua del valor d el título que favorece
la histéresis de los habitus contribuye sin duda a la existencia de m eica-
dos d o n d e los títulos p u e d e n elu d ir (al m enos ap a re n te m e n te ) la deva
luación; en efecto, el valor objetiva y subjetivam ente asociado a un título
escolar n o se define más q u e en la totalidad de sus usos sociales. Así, la
‘54 las estrategias de la reproducc
CfON SO CIAL
:r^ ;rrafaaosam
ilusorio va
e,ue- efec- de
« co n o c im ie n to individual y colectivo nada tie n e n de
to cotí el d escen so a la m ina), casi siem pre com o algo ev id en te, com o
algo q ue se d a p o r descontado, el d estin o social. El m alestar q u e sienten
en el trab ajo y expresan de m an era particularm ente vivida las victimas
más evid en tes del descasam iento, com o esos bachilleres c o n d e n a d o s a
un rol de o b re ro s especializados o d e transportistas o cartero s, es, en
cierto m o d o , co m ú n a una g en e rac ió n entera; y si se expresa en formas
de lucha, d e reivindicación o de evasión insólitas, fre c u e n te m e n te mal
co m p re n d id a s p o r las organizaciones tradicionales de lu ch a sindical o
política, es p o rq u e en él está en juego algo más que el p u esto laboral, su
%
*1 “plaza”, co m o se decía antaño. P ro fu n d a m e n te im pugnados e n su id en
lili
tidad social, e n su im agen de sí m ism os, p o r un sistema escolar y un sis
'f tem a social q u e p o r toda certeza les d ie ro n prom esas vanas, no p u ed e n
restau rar su in teg rid ad personal y social si no es o p o n ie n d o a esos vere
dictos u n rechazo global. Todo o c u rre com o si ellos p ercibiesen q u é está
56
1*1 e n ju e g o : b ajo n in g ú n aspecto es ya -c o m o en otras é p o c a s- un fracaso
‘!!f
.¡W
l individual, vivido -c o n los acicates del sistem a escolar- com o im putable
j|Ült
a los lím ites d e la persona, sino la lógica m isma de la in stitu ció n escolar.
"f La descalificación estructural q u e afecta al conjunto de in teg ra n te s de
la g e n e ra c ió n , condenados a o b te n e r de sus títulos m enos q u e lo que
ú*
1* habría o b te n id o la generación an terio r, radica en el origen d e u n a suerte
t
de desilu sión colectiva que hace q u e esta generación e n g a ñ a d a y desen
1
1 g añada se to rn e proclive a ex te n d e r a todas las instituciones la rebelión
m ezclada c o n resentim iento que el sistem a escolar le inspira. Esta suerte
de h u m o r an tiinstitucional (que se alim en ta de crítica id eo ló g ica y cien
tífica) lleva, e n el caso límite, a u n a su erte de denuncia de los p resu p u es
tos tác ita m e n te asum idos del o rd e n social, a la suspensión p rá ctica de la
adhesión d ó x ica a las apuestas q u e p ro p o n e , a los valores q u e profesa y
un rech azo a las inversiones que son la condición de su fu n c io n a m ie n to .
P uede co m p re n d e rse que el conflicto entre generaciones, q u e se ex
presa n o so la m e n te en el seno de las familias sino tam bién e n la institu
ción escolar, en las organizaciones políticas o sindicales y, quizá sobre
todo, en el m ed io laboral, siem pre q u e se en cu en tran ju n to s los au to
didactas a la antigua, egresados tre in ta años atrás con un certificado de
estudios elem e n ta le s o un diplom a y u n a inm ensa bu en a v o lu n tad cultu
ral, y jó v en es bachilleres o licenciados o autodidactas de nuevo c u ñ o que
llevan a la in stitu ció n su hum or antiinstitucional, suele a d o p ta r la form a
de un co n flicto últim o sobre los fu n d am en to s mismos del o rd e n social:
más radical y tam bién más incierto en sus propios fu n d a m e n to s que la
p rotesta p o lítica en su forma usual, esta suerte de h u m o r d e se n can tad o
que evoca el d e la prim era g en eració n rom ántica la e m p re n d e c o n tra los
E N C L A S A M IE N T O , DESC LAS A M I E N T O , R E E N C L A S A M IE N T O I57
LOS D E S E N C A N T A D O S
“Prim ero hice encuestas. Había visto q u e un amigo de L. las
hacía. Tenía las listas de todas las cuevas de encuestadores de
París. Hablé p o r teléfono, busqué d u ra n te dos meses, y al final
di con algo. D espués pasaron varios m eses, y no me dieron ni
u na señal: ya no h ab ía más encuestas. T enía derecho al seguro
de desem pleo (1000 francos p o r m es), viví así siete meses, y
después coseché uvas durante dos meses. D espués volví a hacer
encuestas casi siete meses más, estaba in terin a, dejé el sucucho
ese: no había m ás q u e lesbianas ah í d e n tro , que daban el tra
bajo a las que se les ocurría, así que re n u n cié. De todos m odos,
u n o trabaja u n po co cada vez que le toca. P ara mí, en un tipo
de sociedad co m o esta, lo fundam ental no es trabajar. Si fuese
com o allá, en C hina, quizás yo p o d ría trab ajar diez horas p o r
d ía” (F., 24 años, casada, bachillerato y algunos meses de Facul
tad de Letras, p a d re rentista).
ni al puesto teórico, es decir, a la actividad tal como pueden describirla los re
glamentos, las circulares, los organigramas, ni al puesto real tal como puede
describirlo la observación de la actividad real de quien lo ocupa, y tampoco a
la relación entre ambos. De hecho, los puestos, tanto en su definición teórica
como en su realidad práctica, son objeto de luchas permanentes que pueden
oponer a los ocupantes del puesto con sus superiores, o con sus subordina
dos, o bien con los ocupantes de puestos vecinos y en competencia o incluso
entre ellos (por ejemplo, los antiguos y los recién llegados, los diplomados y
los no-diplomados, etcétera). Los aspirantes a un puesto o quienes lo poseen
pueden tener interés en redefmirlo, de hecho y/o de derecho, de modo tal
que no puedan ocuparlo otros que los poseedores de propiedades idénticas a
las suyas (cf. la lucha en el seno de laclase dominante, entre egresados de la
ENA [Escuela Nacional de Administración] y de la X [Escuela politécnica]).
ENC L A S A M I E N T O , D E S C L A S A M I E N T O , REENC L A S A M I E N T O 16 1
Aun así, el lugar p o r excelencia de esta form a d e cam bio debe buscarse
en el conjunto de profesiones que tienen en co m ú n asegurar el re n d i
m ien to máximo de ese aspecto del capital cu ltu ra l que, d irec tam en te
transm itido por la fam ilia, no dep en d e de la inculcación y la consagra
ción escolares, ya se trate de los buenos m odales o del buen gusto, o
incluso de la co m p o stu ra y del encanto físico. S on producto de la in
teriorización de las n o rm as corporales vigentes en la clase d o m in an te,
E N C L A S A M I E N T O , D E S C L A S A M I E N T O , R E E N C L A S A M 1E N T O 163
>v;-,
cío nos objetivas e n tre las clases (aquellas que registran las distribuciones
estadísticas de p ro p ied a d es) - se ven com pensadas (luego, ordinalmente
an u lad a s) por las reacciones, orientadas hacia idénticos objetivos, de las
o tia s clases, la resultante d e esas acciones opuestas, q u e se anulan en el
m o vim iento mismo q u e suscitan, es una traslación global d e la estructura
d e d istiib u ció n, e n tre las clases o las fracciones de clases, de los bienes
q u e son objeto de la co m p ete n cia (es el caso de las posibilidades de acce
so a la enseñanza superior; véanse Cuadro 5 v G ráfico 1).
les se m antienen iguales, es decir, siem pre q u e los intentos de los «run
inicialm ente más desposeídos por a p r o p i a n d e los b.enes o los ¿ T
hasta entonces poseídos p o r los grupos situados inm ediatam ente 1 ?
cuna de ellos en la je ra rq u ía social o in m ed iatam en te antes que e lid e n T
carrera son cas, com pensados, en todos los niveles, por los esfuerzos " u!
lacen os grupos m ejor ubicados para m a n te n e r la rareza y la distinción
d e sus bienes y de sus títulos. Basta pensar en la lucha que la venta 2
tiu i os no diarios suscito, d u ran te la segunda m itad del siglo XVI en el
d e ÍO n C a n° j tZa lllS*esa’ desencadenando un proceso autosustentado
m ación y devaluación de esos títulos: los títulos más bajos, com o Es
quue o Arms fueron los prim eros en acusar el golpe, luego llegó el turno
e titulo de Krught: se devaluó tan ráp id am en te q u e los titulares más an
tiguos debieron p re sio n a r para obtener la creació n de un nuevo título,
Ia70n€ty PCr° eSte’ q u e venía a colinar un vacio entre el Knight v el
p a r del rem o, pareció u n a am enaza para los p o rta d o re s del título supe
rior, cuyo valor estaba ligado a cierta distancia? No es necesario invocar
em an acio n es psicológicas, com o el odio d el in ferio r o los celos del
superior, como hace Law rence Stone, para ex p licar luchas que tienen
p o r principio el in cre m en to o la defensa de la distinción relativa de una
9 ppS« n70.“The InnatÍOn ° f H° nOUrS' ,558- '541 "■ Paít 14. 1958,
)
EN CLASAM IEN TO , D ESC LA S AM IEN TO , REENC LAS A M I E N T O I75
10 Habría que analizar todas las consecuencias sociales del retraso colectivo e
individual: el acceso tardío (por oposición a precoz) no tiene como ú nico
efecto reducir el tiempo de utilización; implica una relación menos familiar,
menos “cómoda’’ con la práctica o el bien tomado en consideración (lo que
puede tener consecuencias técnicas -si se trata de un automóvil- o sim bóli
cas -si se trata de un bien cultural-); puede además representar el equivalen
te disimulado de la pura y simple privación cuando el valor del bien o de la
176 LAS E S T R A T E G I A S DE LA R E P R O D U C C I Ó N S O C I A L
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8 LAS E S T R A T E G I A S DE LA R E P R O D U C C I Ó N S O C I A L
podría citarse Antonio Gramsci, (Euvres choisies, París, Éditions Sociales, 1959,
pp. 155-155.
3 C f A. Q uerrien, Généalogie des équipements collectifs, leséquipements de n&rmalisa-
tion, l'Ecole primaire, París, CERFI, 1975. Q uienes consideren ese “resum en"
com o sum ario (o “primario"...) podrán remitirse a las páginas 111-135 en
procura del retrato del maestro de escuela como cagatintas em brutecido de
tanto asentar registros o como pequeño burgués onanista o sadomasoquista;
y a las páginas 140-145 en procura de la lección de savoir-vivre burgués a los
maestros pequeñoburgueses y a sus sueños de poder.
4 La intención misma de recobrar las razones de ser, además de estar excluida
por el desprecio de clase, supone algo muy distinto a la consulta de ciertos
textos pintorescos encontrados al azar de los catálogos de la Biblioteca
Nacional. Basta con saber a costa de cuántos esfuerzos los historiadores (cf.
J. Ozouf, i\rous les maitres d'écoles, París, Gallimard Juiliard, 1967, y F. Furet yj.
Ozouf, Lire el éctire, 2 vols., París, Minuit, 1978) han podido dar respuesta a
dicha cuestión, zanjada de paso (p. 151), para convencerse de que, com o en
Jean-Baptiste de la Salle y Freinet, según Anne Querrien, la innovación es,
en Anne Q uerrien y en todos los autores de la misma veta, “producto de la
voluntad de no fatigarse” (p. 145).
1C)0 L A S ESTR ATE GIAS DE LA R E P R O D U C C I Ó N S O C IA L
7 R. WiUiams, The Country and the City, Londres, Chatto and W indus, 1973 [El
campo y la ciudad, Buenos Aires, PaidósJ.
8 E. Panofsky, La perspective comme forme vymbolique, trad. fr, París, M inuit, 1075
[La perspectiva comoforma simbólica, Barcelona, Tusquetsj.
192 L A S E S T R A T E G I A S DE L A R E P R O D U C C I Ó N S O C I A L
ria, o la del cam pesino heideggeriano que p ien sa ecológicam ente, que
sabe tom arse su tiem p o y cultivar el silencio y, p o r su profunda sensatez,
surgida de vaya a saberse d ó nde, asom bra a los residentes estacionales,
o incluso la del cam p esin o encam pesinado q u e , no sin cierto recelo de
iro n ía y de m enosprecio, asum e el rol de “sim p le ”, “p ueblerino”, b u en
salvaje, e incluso el de cazador furtivo, a veces un poco brujo, que im
p resiona a los citadinos tan to por su h abilidad para descubrir hongos
silvestres o arm ar tram pas con lazos, com o p o r sus talentos de c u ran d ero
o sus creencias de tiem pos idos.
La constitución de la identidad colectiva p lan tea a los cam pesinos (>> a
La ciencia socialj p ro b lem as que no son más sim ples que los de la id en ti
d ad individual. Se sabe la historia ejem plar de esos campesinos del Boca-
ge [al Sur del Loira) que, portadores de las reivindicaciones más radica
les de 1789, p ro p o rc io n a ro n algunos años más tard e sus partisanos más
encarnizados a la C ontrarrevolución de la Vendée.-' Obligados a consti
tuirse contra -e n p rim e r lugar, contra el clero y sus propiedades, luego
co n tra la burguesía u rb a n a, gran acaparadora de tierras y de revolucio
n es-, los cam pesinos (a quienes hay que sum ar las fracciones del m u n d o
rural q u e en cierto m o d o representan su lím ite, com o los trabajadores
d e los bosques, antítesis absoluta de los hab itan tes del burgo) parecen
destinados a esos co m bates de retaguardia c o n tra las revoluciones a las
cuales ciertas veces h an prestado servicio, p o rq u e la form a específica de
dom inación que su fren hace que tam bién estén desposeídos de los m e
dios p ara apropiarse del sentido y de los beneficios de su rebelión: sin
pretensiones de ver en ello invariantes de una co n d ició n cam pesina cuya
inm ensa diversidad sólo la ceguera citadina ig n o ra, eso no obsta para
q u e la estrechez del cam p o de las relaciones sociales, favoreciendo la
falsa contextualización, suela orientar e rra d a m e n te la rebelión. La oclu
sión del horizonte cu ltu ral, la ignorancia de todas las formas de o rg a n i
zación y de disciplina colectiva, y las necesidades de la lucha individual
co n tra la naturaleza y d e la contienda por la posesión del suelo y tantos
otros rasgos de sus condiciones de existencia p re d isp o n e n a los cam p e
sinos a esta suerte d e individualismo anarquista q u e les prohíbe pensarse
a sí mismos com o m iem bros de una clase capaz de movilizarse en pos
de una transform ación sistem ática de las relaciones sociales. Por esto,
incluso cuando cu m p len su rol de fuerza de revolución, como en tantas
Elementos de definición
de las formas de capital
7* Capital simbólico y clases sociales
ra, de ese marginalismo social: “Each individual is responsible for the dernea-
nour image of himself and deference image of oihers, so that for a com ple te
man to be expressed, individuáis musí hold hands in a chain of ceremony,
each giving deferentialiy with proper dem eanour to the one on the right
what will be received deferentialiy from the one on the left" (E. Goffman,
“The nature of deference and dem eanour”, American Anihropologist, 58, j u n io
de 1956, pp. 473-502).
-°4 L AS E S T R A T E G I A S Df, l a r e p r o d u c c i ó n s o c i a l
G u erm an tes- n o dep ende solam ente de los desdenes o de los rechazos,
de las frialdades o de las com placencias, de las señales de reconocim ien-
| to y de los testim onios de descrédito, de las marcas de resp eto o de des
precio, en su m a, de todo el ju eg o d e juicios cruzados. Es la form a exalta-
I da que revisten realidades tan b an a lm e n te objetivas com o las q u e asienta
; en sus registros la física social (castillos o tierras, títulos d e propiedad,
j de nobleza o universitarios), cu a n d o están transfiguradas p o r la percep
ción en c a n ta d a , mistificada y cóm plice, definitoria en sen tid o estricto
' del esnobism o (o, en otro nivel, de la p re te n sió n p eq u eñ o b u rg u esa). Las
operaciones d e clasificación se re fiere n no solam ente a los indicadores
del juicio colectivo sino tam bién a las posiciones en las distribuciones
que ese ju ic io colectivo ya tom a en cu e n ta . Las clasificaciones tien d en a
adaptarse a las distribuciones, y co n trib u y en por ello a rep ro d u cirlas. El
valor social -c ré d ito o descrédito, re p u ta ció n o prestigio, respetabilidad
u h o n o ra b ilid a d - n o es producto de las representaciones q u e b rin d a n o
foijan los ag en tes, y el ser social no es un ser percibido.
Los g ru p o s sociales, y especialm ente las clases sociales, existen, de al
guna m an era, d o s veces, y ello incluso an tes de cualquier in terv e n ció n de
¡ la m irada e ru d ita : existen en la objetividad del prim er o rd e n , aquella que
| las distrib u cio n es de propiedades m ateriales registran; existen e n la obje-
! tividad del seg u n d o orden, la de las clasificaciones y las representaciones
| contrastadas q u e los agentes p ro d u c e n sobre la base de un co nocim iento
j práctico d e las distribuciones tales com o se manifiestan e n los estilos de
vida. Estos dos m odos de existencia no son independientes, a u n q u e las
rep resen tacio n es disponen de u n a cierta autonom ía con relación a las
distribuciones: la representación q u e los agentes se foijan d e su posición
en el espacio social (así com o la re p resen ta ció n -e n el sen tid o d el teatro,
com o en G o ffm a n - que por otra p a rte proporcionan de ella) es produc
to de un sistem a d e esquemas de p ercep c ió n y de apreciación (habitus),
a su vez p ro d u c to incorporado de u n a condición definida p o r u n a po
sición d e te rm in a d a en las distribuciones de las propiedades m ateriales
(objetividad 1) y del capital sim bólico (objetividad 2), y q u e tom a en
cuenta no so lam en te las representaciones (en observancia a esas mismas
leyes) q ue los d em ás acuñan a pro p ó sito de esta posición y cuya sumato-
ria define el cap ital simbólico (que usualm ente recibe la designación de
prestigio, a u to rid a d , etc.), sino tam b ién la posición en las distribuciones
retraducidas sim bólicam ente en estilo de vida.
Sin p re sta r acu erd o a la aserción de que las diferencias sólo existen
porque los ag e n te s creen o h acen c re e r que existen, d e b e adm itirse
que las d iferen cias objetivas, inscritas e n las propiedades m ateriales y
20Ó las e s t r a t e g ia s d e la r e p r o d u c c ió n so c ia l
4 En un muy buen libro {Symbolic Crusade, Status Politics and the American Tempe-
ranee Movement, Urbane y Londres, University of Illinois Press, 1966), Joseph
Gusfield demuestra cómo la abstinencia, que durante el siglo XIX era en
los Estados Unidos el símbolo por excelencia de pertenencia a la burguesía,
se ha visto poco a poco repudiada, en esos mismos medios, en beneficio del
consumo moderado de alcohol que se ha vuelto un elemento de un nuevo
estilo de vida, más “desacartonado".
C A P I T A L SIMBÓLICO V C L A S E S S O C IA L E S 207
1 P Bois, Paysans de l'Ouest. Des structures économiques et sociales aux opinions politi-
ques depuis Vépoque réuohUionnaire, París - La Haya, Mouton, 1960,
214 L A S E S T R A T E G I A S DE L A R E P R O D U C C I Ó N SO CIAL
El capital cu ltu ral puede existir bajo tres formas: en estado incorporado,,
es decir, co m o disposiciones d u rab les del organismo; en estado objetiva
do, com o bien es culturales, cuadros, libros, diccionarios, instrum entos,
m áquinas, q u e son la huella o la realización de teorías o de críticas de
esas teorías, de problem áticas, etc.; y p o r último en estado institucionaliza
do, fo rm a d e objetivación que d eb e considerarse p o r sep a rad o porque,
según p u e d e notarse a propósito del título escolar, confiere propiedades
to talm en te originales al capital cu ltu ral que garantiza.
LOS T R E S E S T A D O S D E L C A P I T A L C U L T U R A L 2 15
EL ESTADO INCORPORADO
o tra p arte , sabemos que la acum ulación inicial del capital cultural, requi
sito d e la acum ulación rápida y fácil de todo tipo de capital cultural útil,
sólo co m ien za desde el ongen, sin atraso, sin pérdida de tiem po, para los
m iem b ro s de las familias m unidas de un sólido capital cultural, ya que
en ese caso el tiempo de acum ulación engloba la totalidad d el tiem po de
socialización. De ello resulta q u e la transmisión del capital cultural sea
sin d u d a la forma m ejor disim ulada de transmisión h e re d ita ria de capital
v se le o to rg u e una incidencia m ayor en el sistema de las estrategias de
re p ro d u c c ió n en la m edida en que las formas direptas y visibles de trans
m isión tien d en a estar más fu e rtem en te censuradas y controladas.
N otam os de inm ediato que el lazo entre el capital eco n ó m ico y el capi
tal cu ltu ral se establece p o r interm ediación del tiem p o necesario para la
adquisición. De hecho, las diferencias en el capital c u ltu ra l poseído por
la fam ilia implican diferencias: prim ero, en la p reco cid ad del comienzo
de la em p resa de transm isión y de acum ulación, q u e tien e por límite
la p len a utilización de la to talid a d del tiem po biológicam ente disponi
ble, p u es el tiem po libre m áxim o quedó al servicio del capital cultural
m áxim o; luego, en la capacidad así definida de satisfacer las exigencias
estrictam en te culturales de u n a em presa de adquisición prolongada. Por
lo d em ás, y correlativam ente, el tiem po durante el cual cierto individuó
p u ed e p ro lo n g ar su em presa de adquisición d e p e n d e d el tiem po duran
te el cual su familia puede asegurarle tiem po libre, es decir, liberado
de la necesidad económ ica, q u e es la condición de acum ulación inicial
(tiem p o que puede ser evaluado com o lucro cesante).
EL ESTADO OBJETIVADO
EL ESTADO INSTITUCIONALIZADO
NOTAS PROVISORIAS
tes con los cuales está vinculado (com o b ien puede verse en el caso del
advenedizo)- el capital social nunca es com pletam ente in d e p e n d ie n te
del hecho de q ue los intercam bios que instituyen el in terreco n o cim ien to
suponen el reco n o cim iento de un m ín im o d e hom ogeneidad “objetiva”
y ejercen un efecto m ultiplicador sobre el capital poseído en p ro p ied a d .
Los beneficios q ue p rocura la p e rte n e n c ia a un grupo son cim ien to de
la solidaridad q ue los vuelve posibles. Esto n o significa que co n sc ie n te
m ente se los persiga com o tales, aun en el caso de los grupos que, co m o
los clubes exclusivos, están expresam ente dispuestos a concentrar el capital
social y de esta m an era obtener el beneficio pleno del efecto m u ltip lica
d o r im plicado en la concentración y ase g u rar los beneficios p ro c u rad o s
p o r la p ertenencia, beneficios m ateriales, com o todas las variedades de
“servicios’1asegurados p o r relaciones útiles, y beneficios simbólicos, tales
com o los asociados a la participación en un grupo selecto y prestigioso.
La existencia de u n a red de vínculos no es u n dato natural, ni siq u iera
un “dato social” , co n stituido de una vez y p a ra siem pre por un acto social
de institución (rep resen tad o , en el caso d el grupo familiar, por la d e fin i
ción genealógica de las relaciones de p aren tesco que es característica d e
u n a form ación social), sino producto del trabajo de instauración y d e
m antenim iento necesario para producir y re p ro d u cir vínculos d u ra b le s
y útiles, adecuados p ara procurar beneficios m ateriales o simbólicos. En
otros térm inos, la red d e vínculos es p ro d u c to de estrategias de inversión
social consciente o inconscientem ente o rien tad as hacia la institución o
la reproducción de relaciones sociales de utilidad directa, a co rto o a
largo plazo; es decir, hacia la transform ación de relaciones co n tin g en tes,
com o las relaciones e n tre vecinos, laborales o incluso de parentesco, en
relaciones sim u ltán eam ente necesarias y electivas, que im plican obliga
ciones durables subjetivam ente percibidas (sentim ientos de gratitud, d e
respeto, de am istad, etc.) como com unicación que supone y p ro d u c e
el conocim iento y el reconocim iento m utuos. El intercam bio tran sfo r
m a las cosas intercam biadas en signos de reconocim iento y, p o r m ed io
del reconocim iento m u tuo y del reco n o cim ien to de la p erte n en cia al
g ru p o que aquel im plica, produce el grupo y d eterm ina a la vez los lím i
tes del grupo, es decir, los límites más allá d e los cuales el in tercam b io
constitutivo -e n el com ercio, entre com ensales, en el m atrin io n io - no
puede producirse. Así, cada m iem bro del g ru p o se ve instituido com o
guardián de los lím ites del grupo: y dad o q u e la definición de los cri
terios de ingreso está e n ju e g o en cada nuevo ingreso, puede p ro d u c ir
cambios en el g ru p o al m odificar los lím ites del intercam bio legítim o
m ediante cualquier fo rm a de unión no conveniente. Eso motiva q u e la
EL C A P IT A L S O C IA L 2 2 9,
ISBN 9 7 8 - 9 8 7 - 6 2 9 - 187-3
siglo veintiuno
editores 9"789876 291873