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EL SENTIDO RAZONES PARA VIVIR

La vida es un gran sentido ya que con ella podemos aprender a ver qué tan hermosa es la vida y que debemos
aprovechar cada momento y cada instante

En lo personal a mí me ayudó mucho encontrarle y darme razones para seguir día a día y no rendirme Me siento
agradecida por haber conseguido sacar de mis peores momentos las mejores enseñanzas. Porque a todos nos
asustan un poco los cambios, o más bien, lo que nos asusta es la incertidumbre de si podremos hacerles frente y
adaptarnos a ellos.

Yo he aprendido que cada cambio es un nuevo comienzo, cada despedida un nuevo viaje y cada caída una nueva
oportunidad para empezar a subir.

Leo y releo las líneas que voy escribiendo y cualquiera diría que ha sido fácil, que llegar a estas conclusiones
viene dado. Y aunque muchas veces me lo parezca sé que no fue así.

Por eso me siento, también, agradecida de mis recuerdos, de poder cerrar los ojos y trasladarme a momentos
que ya han pasado, incluso con tanta fuerza que puedo volver a sentirlos, a darles vida de nuevo en mi cabeza.

Me gustan los recuerdos. Los alegres y los tristes. Me dan fuerza y me ayudan a saber que nunca he dejado de
caminar y de ser consciente del camino. Que no siempre vamos en línea recta, y que no por eso vamos mal, que
muchas veces nos perdemos y que eso no quiere decir que no vayamos a llegar. Porque esa es otra de las cosas
por las que me siento agradecida, porque mi vida, mi camino, siempre será mío y la dirección y el sentido
siempre estará en mi mano.

Siempre me ha gustado pensar que quien tiene un recuerdo tiene un tesoro. Un pedacito de la vida almacenado
en nuestra cabeza, guardado ahí para recordarnos, de vez en cuando, todo lo que hemos pasado. Las personas
que estuvieron, las que se quedaron y las que se fueron. Los momentos que ponen nombre a nuestras cicatrices,
y que son demostración viva y en esencia de que todo lo que llega también pasa.

Nos enseñan que nosotros también nos fuimos, también dejamos atrás personas y lugares y que por duro que
pareciera en ese momento aquí estamos, de pie, caminando y en busca de todo lo que está por llegar.

Por eso, también me siento agradecida de todas las personas que me hicieron daño, las que se fueron cuando
todo iba mal y las que se alegraron de mis caídas.

El doble filo o doble cara que pueden llegar a ser, la que nadie cuenta, o la que nadie quiere escuchar.

Me ayudaron a comprender que hasta lo imprescindible puede llegar a sobrar, y lo inolvidable puede ser
olvidado, o por lo menos, superado.

Me enseñaron a quererme, a mí en primera persona y, en primer lugar, a valorarme y a ver que mi felicidad es
mía y nunca tuvo que depender de nadie más.

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