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“EL GRAN REENCUENTRO” con Su Palabra Pr.

Roy Peter

“EL GRAN REENCUENTRO” con Su Palabra


Tema: La importancia de la Biblia.
Objetivo: Que el cristiano valore tener la Palabra de Dios y siempre un encuentro con Jesús a
través de ella.
INTRODUCCIÓN
El siglo XIV vio como las tinieblas comenzaron a disiparse sobre Europa. John Wycliffe, profesor de
teología, de la Universidad de Oxford, colocó en las manos del pueblo inglés la Palabra de Dios que
hasta ese momento estaba sólo en latín o griego. Fueron años de arduo trabajo y gran oposición de la
iglesia e incluso con momentos donde su vida peligró por este cometido.
En cierta ocasión, luego de ser abordado y atacado por varios obispos, Wycliffe respondió: “¿Con
quién creen que están tratando? ¿Con un pobre viejo al borde de la muerte? ¡No! ¡Luchan contra la
verdad, la verdad es mucho más poderosa que ustedes!”
Varios siglos han pasado desde el primer momento en que la Biblia fue depositada en las manos del
pueblo, de que todas las personas pudieran tener acceso a la Palabra de Dios, y hoy día,
prácticamente todo el mundo tiene uno o varios ejemplares del Santo Libro en sus hogares. Y
aquellos que no lo tienen, tienen acceso a él a través de sus celulares.
Pero ¿Qué es la Palabra de Dios? ¿Es tan importante para nosotros hoy día como lo fue para el
pueblo europeo en el siglo XIV?
DESARROLLO
1. LA BIBLIA COMO RESPUESTA A LA ETERNIDAD
Juan presenta un momento crítico en el ministerio de Cristo. Luego de unos días ajetreados, de
alimentar a miles de personas y luego cruzar el lago de Genesaret, Jesús junto a sus discípulos queda
en Capernaum, y allí comienza a predicar. Esta no es una predicación normal y sencilla, sus palabras
son duras para los oídos de sus oyentes. Frente a este mensaje el público queda anonadado. Juan,
describe la reacción de ellos de la siguiente manera: “Al oírlas (las palabras de Cristo), muchos de sus
discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” (Jn 6:60) luego de lo cual muchos de
los presentes optaron por abandonar a Cristo: “desde ese momento muchos de sus discípulos
volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Jn 6:66).
Sin embargo, en ese momento difícil del ministerio de Jesús aparece uno de los diálogos más
importantes de todo el Nuevo Testamento. Ahora Cristo se dirige a los doce y les pregunta: “¿Acaso
se quieren ir también ustedes? A lo cual Simón Pedro respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes
palabras de vida eterna” (Jn 6:67-68).
Los discípulos, en palabras de Pedro, le dejan en claro a Cristo que no hay otra opción. Él es para ellos
la única opción posible a seguir. ¿Por qué? Porque sus palabras son para vida eterna. Los discípulos
dejan en claro que seguirán al lado de su Maestro porque su palabra es la fuente de eternidad.
Hoy día no tenemos a Cristo físicamente a nuestro lado, pero si tenemos su Palabra. Jesús dijo:
“Ustedes estudian las Escrituras con mucho cuidado porque piensan que las Escrituras les darán vida
eterna, pues esas mismas Escrituras son las que dan testimonio de mí” (Jn 5:39, PDT)

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“EL GRAN REENCUENTRO” con Su Palabra Pr. Roy Peter

Jesús claramente relaciones las Escrituras con él mismo. Pedro quiso mantenerse con Cristo porque
se dio cuenta que él era el único que podía suplir en su vida lo que él necesitaba. Hoy, al no tenerlo
físicamente podemos hacerlo a través de su Palabra. Si bien Dios ser revela a través de la naturaleza y
los Testimonios, la Palabra de Dios es el medio que él nos provee para que podamos conocer su
carácter y prepararnos para la eternidad.
Cierta señora de una familia de tradición protestante, pero poco piadosa, se ocupaba en limpiar el
polvo de los libros de la Biblioteca, cuando su hijita tomó un ejemplar de la Santa Biblia.
-Déjalo -le ordenó la madre-, es el libro de Dios; no es un libro para niños.
Al día siguiente, no encontrando a la pequeña por ninguna parte de la casa, la halló al fin sentada
sobre la alfombra de la biblioteca, con el libro sobre sus rodillas.
- ¿Otra vez? -le gritó la madre-. ¿No te dije que no es para ti?, que ese es el libro de Dios.
La niña la miró fijamente y al fin contestó:
-Pues..., mamita..., si es suyo y no lo leemos..., ¿por qué no se lo devolvemos?
Tener la Sagradas Escrituras en nuestra biblioteca no basta para un encuentro con Cristo. Mirarla,
limpiarla, cuidarla, no es suficiente, será una demostración de respeto, pero nada más. Debemos
hacer como Pedro y decirle al Señor que deseamos seguirlo y escucharlo a él cada día a través de su
Palabra.
Para eso necesitamos percibir que tenemos al alcance un tesoro único.
2. LA BIBLIA, MÁS QUE UN TESORO
Hablando acerca del reino de los cielos Jesús dijo: “El reino de los cielos es semejante a un tesoro
escondido en el campo, que, al encontrarlo un hombre, {lo vuelve} a esconder, y de alegría por ello,
va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo” (Mt 13:44)
En la medida que entendamos que este libro es un tesoro en el cual se esconden las verdades mas
grandes y asombrosas de la historia, que es el libro donde están guardadas las gemas de la eternidad,
en la medida que podamos vivenciar el carácter de Cristo en sus páginas, podremos entonces
disfrutar de un encuentro especial con el Salvador.
Elena de White escribió: “Cada día deben aprender algo nuevo de las Escrituras. Estúdienlas como si
buscaran tesoros ocultos, porque contienen las palabras de vida eterna. Oren por sabiduría y
entendimiento para comprender estos escritos sagrados. Si lo hacen, hallarán nuevas glorias en la
Palabra de Dios; sentirán que habrán recibido luz nueva y preciosa sobre asuntos relacionados con la
verdad...” (White, MSV, 46.1)
Hace varios años atrás salió una noticia que a cualquiera de nosotros le hubiera gustado poder vivirla
en primera persona. El titular decía de la siguiente manera: “Una pareja encontró monedas de oro
valuadas en u$s 10 M en el patio de su casa”. Y la noticia contaba lo siguiente:
“Una pareja en California, EEUU, encontró en su jardín un tesoro de monedas de oro cuyo valor
podría ascender a u$s 10 millones en una subasta, informó el diario "San Francisco Chronicle”.
La pareja, encontró las monedas estadounidenses del siglo XIX mientras paseaba a su perro por su
propiedad el año pasado, de acuerdo con el informe. Se cree que se trata del mayor hallazgo de
monedas de oro en la historia de Estados Unidos.
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Ellos notaron el borde de una lata sobresaliendo de la tierra. La desenterraron y la llevaron a su casa.
Cuando se dieron cuenta de lo que había dentro, volvieron al lugar y siguieron escarbando donde
encontraron otras siete latas. En total, había 1.427 monedas guardadas en ocho latas.
Las monedas, del periodo de 1847 a 1894, estaban en su mayoría en perfectas condiciones, ya que
nunca habían estado en circulación. Se cree que podrían recaudar más de 10 millones de dólares
cuando sean subastadas en mayo, indica el diario citando a un experto en numismática.
(https://www.ambito.com/mundo/una-pareja-encontro-monedas-oro-valuadas-us-10-m-el-patio-su-
casa-n3830167).
CONCLUSIÓN
Parece una historia sacada de un libro de ciencia ficción, pero es real. Esta familia vivió por años con
10 millones de dólares enterrados en su patio, pero sin saberlo, ¡Que locura! Y lo increíble del relato
es que nosotros podemos estar haciendo lo mismo, viviendo con un tesoro que nos acerca a la
eternidad, pero sin tomarlo en cuenta, sin acercarnos a él, sin abrir sus páginas.
El profeta Jeremías expresó: “Cuando descubrí tus palabras las devoré; son mi gozo y la delicia de mi
corazón”. “En la Palabra de Dios hay tal poder de sanidad que los así llamados sabios y entendidos no
pueden experimentar, pero dicho poder ha sido revelado a los humildes. ‘La exposición de tus
palabras alumbra; hace entender a los simples’ (Sal 119:130). Si se guarda la Palabra en el corazón
como si fuera una reliquia, la mente se transformará en la casa del tesoro… Entonces ya no nos
producirá placer el pensar en los asuntos comunes de la vida, sino que diremos: ‘Lámpara es a mis
pies tu palabra, y lumbrera a mi camino’” (White, RP, 118.4)
Hace muchos años atrás, cierto colportor entró a ofrecer la Biblia a una casa cuya dueña se preciaba
de ser gran cristiana, la cual exclamó:
- ¿Cree usted, por ventura, que somos paganos para tratar de evangelizarnos? Sepa usted que hace
muchos años que poseemos la Biblia en esta casa.
-¿Y la leen?, preguntó el colportor.
- Ya lo creo, replicó la dama, y para disipar la duda que había traslucido en la pregunta de éste,
mandó a la criada:
- Trae, chica, la Biblia, para que este señor se convenza de que no somos paganos. La muchacha
obedeció y al abrirla la señora, exclamó gozosa:
- Ohh, los anteojos que hace dos años perdí y que tantas veces había buscado en vano.
LLAMADO
Quiera Dios que podamos apreciar la Palabra de Dios como el tesoro que es y de esa manera poder
encontrarnos y reencontrarnos con nuestro amado Salvador cada día.
¿Te gustaría hacer un pacto con el Señor y que te dé las fuerzas para escarbar cada día en los tesoros
eternos de la Santa Biblia?

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