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Historia Argentina del siglo XX

UNIDAD I: transformaciones políticas, económicas y sociales.

Argentina de principios del siglo XX

El movimiento obrero y sus principales tendencias: socialistas, anarquistas y comunistas.


Nacimiento y desarrollo de la Unión Cívica Radical. La instauración del culto patriótico y el
centenario. La reforma electoral de 1912 y la transición a un régimen democrático. Debate
sobre el carácter del radicalismo y los gobiernos radicales. Ciudadanías limitadas: los
territorios nacionales, los extranjeros, las mujeres. Primeras luchas feministas, la condición
de la mujer en los años 20: la reforma del código civil. La reforma universitaria. El impacto
de la Primera Guerra Mundial en el país. La semana trágica y “la Patagonia rebelde”. Fin de
la expansión agropecuaria y la crisis del modelo agroexportador. El impacto de la crisis de
1929 en una “economía abierta”. El retorno de Irigoyen y la puesta en duda de la democracia.
Los debates sobre el petróleo.

El movimiento obrero y sus principales tendencias: socialistas, anarquistas y


comunistas. Nacimiento y desarrollo de la Unión Cívica Radical.

La unión cívica integrada por los opositores al régimen conservador (PAN). Creado en 1890
durante la crisis económica, buscando revertir la situación. Dada la crisis, un grupo de
estudiantes dio inicio a la llamada unión cívica de la Juventud. Recibieron la adhesión de
Mitre, Irigoyen, Vicente Fidel López y Leandro Alem. (Quien participo antes del partido de
Adolfo Alsina y luego del partido republicano). Alem presidio la nueva organización llamada
Unión Cívica.

El objetivo era agilizar la opinión pública contra el gobierno, la cual fue preparada para
derrocar al presidente una revolución, donde se dio origen a la revolución del parque en julio
de 1890, donde fueron sofocados. (Triunfo nacional).

La renuncia de Juárez Celman se convirtió en el triunfo de la unión cívica. Luego de ello


comenzaron a armar comités y convenciones. Establecieron la carta orgánica donde se
establecía la selección de candidatos. En 1892 se celebró un acuerdo con el PAN y la UC, se
presentaban juntas a elecciones presidencias, pero Alem rompió con Mitre y la UC se dividió:
antiacuerdistas: radicales (Alem y Bernardo de Irigoyen); acuerdistas: formaron la unión
cívica nacional.

Los radicales se expresaban a través del diario el argentino, con discursos de rechazo a los
cambios institucionales, políticos, económicos e ideológicos.

Acusaban al gobierno de corromper al país y que era necesaria para derrocar al gobierno. El
termino revolución eran empleado para volver al viejo orden, era para liberarse del gobierno
ilegitimo que se había extralimitado en sus funciones.

El partido radical participo en las elecciones a lo largo de la década del 90, donde se convirtió
en la fuerza rival del PAN y la UCN. Así aumentaron el número de bancas en la cámara de
diputados, mientras que en el senado el único representante era Bernardo de Irigoyen. En la
cámara de diputados introdujeron un total de 45 proyectos, donde apuntaban a restringir los
instrumentos empleados por el gobierno nacional, mejorar el control de las inscripciones en
los padrones electorales.

La abstención electoral elegida por los líderes radicales de la primera década del siglo XX
como arma partidaria. Yrigoyen adopto la abstención electoral como bandera de lucha. La
estrategia fue revocada solo luego de la presidencia de Roque Sáenz Peña. La UCR comenzó
a participar en elecciones a principios de 1912, poco antes de que la reforma electoral fuese
aprobada. El partido se lanzó de lleno a la participación electoral una vez aprobada la ley y
compitiera por las elecciones presidenciales en 1916, donde llevaron a Hipólito Yrigoyen a su
primera presidencia de 1916.

El socialismo los orígenes del Partido socialista están estrechamente relacionados con el
contexto internacional, así como las ideas que inspiraron a sus dirigentes y el tipo de
programas que se propuso.

Integrado por obreros (algunos inmigrantes, provenientes de Europa), comerciantes, pero


mayormente estaba conformado por profesiones de clase media e intelectuales.

Contrarios al anarquismo, defendían la nacionalidad y el patriotismo.

Se fundó en 1896 y su impulsor fue Juan B, Justo, conocedor de Marx.

La misión del Partido socialista tenía múltiples facetas. Primero debía contribuir al
afianzamiento de las instituciones republicanas con el fin de que estas se transformaran en
instrumentos representativos. Segundo la tierra debía ser redistribuida de manera de romper
el dominio de la oligarquía. Tercero fomentar las prácticas culturales y asociaciones
colectivas a fin de sacar de su apatía a los sectores populares que debían convertirse en
agentes históricos.

Entre sus luchas estaban: lograr el sufragio universal de hombres y mujeres, también la
sanción de leyes sociales como la jornada laboral de 8 horas, descanso semanal, etc.

El campo más importante de la lucha colectiva era el campo electoral. Cuando Roque Sáenz
peña fue elegido presidente a fines de 1910 prometió numerosos cambios. El congreso aprobó
un proyecto para establecer el voto libre, secreto y obligatorio para los hombres a comienzos
de 1912. Así los candidatos comenzaron a obtener bancas, al principio con Juan B. Justo y
Alfredo Palacios.

El comunismo Con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, los debates se agudizan y las
posiciones se separan: la mayoría de la dirección y la totalidad de los legisladores se deslizan
hacia un intervencionismo pro / Entente (Gran Bretaña, Francia, Rusia, EE.UU., etc.) como
un modo de sacar provecho electoral de la neutralidad asumida por Irigoyen. En abril de
1917 el Partido Socialista realiza un Congreso Extraordinario e imprevistamente el grupo de
izquierda consigue aprobar un mandato prohibiendo a los legisladores socialistas convalidar
medidas belicistas. En setiembre, con la excusa del ataque por los alemanes de un barco
argentino, los diputados aprueban leyes de tal carácter desatando una crisis de proporciones
en el Partido Socialista. Al advertir la gravedad de la situación, los diputados apelan a una
maniobra oportunista: amenazan renunciar a las bancas si no se les renueva la confianza
cambiando el eje de la discusión del hecho de que ellos han violado las resoluciones
congresales y llevado al Partido a una posición seguidita del imperialismo inglés.
La maniobra se abre paso, chantajeados por la perspectiva de perder la representación
parlamentaria, la mayoría de los militantes del partido se pronuncia por la dirección, y ésta
genera una dinámica para expulsar a los internacionalistas los que, estimulados por el triunfo
de la Revolución Socialista en Rusia en noviembre de 1917 y la euforia revolucionaria que se
expande por todo el mundo, deciden abandonar el Partido Socialista, realizar su propio
Congreso y fundar un nuevo partido: el Partido Socialista Internacionalista, más tarde Partido
Comunista. Era el 6 de enero de 1918.

El anarquismo En 1870 llegaron los primeros inmigrantes que difundieron las ideas
anarquistas y trajeron sus prácticas sindicales. Quería construir una sociedad sin estado ni
patrones ni iglesia. No querían reformar el sistema político, estaban en contra de este por eso
buscaban destruirlo. No les interesaba obtener la nacionalidad ni el sufragio ni la
participación en el gobierno. El anarquismo ha sido vinculado al movimiento obrero, pero por
encima de la acción gremial se desarrolló una inmensa actividad cultural, ideológica y
política desarrollada desde grupos, círculos culturales y centros de estudios.

Había dos tipos de anarquistas:

Los individualistas, no se organizaban en agrupaciones. Realizaban atentados contra


instituciones o personas representativas del régimen.

Los que organizaban los sindicatos, donde su medio de lucha era la huelga general. Sus
principales adherentes eran los gremios obreros urbanos y los sectores más empobrecidos de
la sociedad. Es así que el hecho más importante de este sector fue en 1901 la creación de la
Federación Obrera Argentina (FOA). Sus principales sindicatos eran los de los portuarios y
de los conductores de carro. En 1904 a pesar de las represiones, en el 4to congreso de la FOA
se aprobó el pacto de solidaridad, que determinaba a la organización gremial como paso
previo a la emancipación de los trabajadores y que fortaleció la lucha gremial. Además
lograron agregar el aditamento regional al nombre de la organización, pasó a llamarse
federación obrera regional argentina. Además aprobó la necesidad de propagar el
comunismo anárquico como base de la organización obrera.

En lo político, los anarquistas se opusieron a nuclearse en partidos ya que los consideraban


autoritarios y restrictivos de la libertad y la autonomía de las personas. Postulaban otras
formas de hacer política, como la huelga general.

Combatieron ciertos instrumentos del estado, como la ley, la patria y el ejército. Ya que con
las leyes el estado subordina al individuo y a las relaciones humanas. Con la patria el estado
se auto otorgaba sentido e identidad y construía fronteras nacionales ficticias que desviaban
los intereses de las masas de oprimidos hacia sus iguales de otras naciones. La lucha contra el
ejército se dio con la ley de servicio militar obligatorio en 1901. Uno de sus objetivos era la
concientización de los soldados para que no accedieran a ingresar al Ejército.

Para difundir sus ideas editaron periódicos, como la protesta humana.

La instauración del culto patriótico y el centenario.

El centenario: en 1910, el país era el tercer país exportador de granos en el mundo (solo
Rusia superado por los EE UU y Rusia). Entre el 1905 y el 1909, el comercio externo
argentino casi se había duplicado, aumentando las exportaciones.
Pese a la coyuntura política económica favorable, entre 1902 y 1910, la argentina se encontró
5 veces bajo el estado de sitio. Los cambios sociales producían resquebrajaduras, con el
ingreso de los inmigrantes, los cuales reclamaban mayor protagonismo y participación.

La política seguía en manos de un grupo reducido de notables, a quienes cada vez más les
costaba mantener alejados a la clase media y a sectores del movimiento social, cuyas
expresiones políticas eran la unión cívica radical, el partido socialista. El partido autonomista
nacional se fue disgregando en liderazgos provinciales a lo largo de los gobiernos Manuel
Quintana y José Figueroa Alcorta.

Las celebraciones del centenario: A pesar de la clina de intranquilidad social, el gobierno


no escatimo a la hora de organizar los festejos conmemorativos del centenario de la
Revolución de Mayo, el cual correspondía a las Elites. El gobierno designo a una comisión
especial para el evento, se prepararon recepciones de gala, funciones teatrales, marchas de
civiles, desfiles militares y la inauguración de monumentos.

Entre los invitados oficiales estaba la infanta Isabel de Borbón, hermana del rey de España
Alfonso XIII, como el presidente de chile Pedro Montt, el canciller de Paraguay Adolfo
Riquelme, de Japón Eki Mocki, como también delegados de Francia, Alemania, Holanda,
entre otros.

La trunca transición del régimen oligárquico al régimen democrático: Waldo


Ansaldi

La importancia de la ley Sáenz peña:

En términos sociales, una cuestión clave del periodo de 1912- 1930 es la democratización,
que no puede restringirse al mero plano de la efectiva vigencia de la ciudadanía política
universal masculina y a la sustancial modificación del régimen electoral para permitir la
representación de la primera minoría.

A partir de 1912 se produjo nivel nacional, una transición de la dominación oligárquica a la


democrática, proceso que se interrumpe y trunca no solo por el golpe militar de septiembre de
1930 sino también por los límites que tiene la propia democratización política (por la
exclusión de las mujeres y de los habitantes de los Territorio Nacionales) y el mismo proceso
de transición.

La ley 8.871 establece el nuevo régimen electoral de sufragio universal masculino, secreto y
obligatorio para mayores de 18 años con asignación de dos terceras partes de cargos por
elegir a la lista que obtenga mayor cantidad de votos y el tercio restante a la que le siga
(sistema de voto restringido o limitado). Quedan excluidos del derecho a voto las mujeres y
los extranjeros de ambos sexos, como aquellos varones argentinos comprendidos por razones
de incapacidad, del estado y de condición (eclesiásticos, militares, policías, mendigos, presos)
y de dignidad (como los dueños de prostíbulos). La ley no se aplicaba en los Territorios
Nacionales, cuyos habitantes varones argentinos mayores de 18 años no tienen derecho a voto
en las elecciones nacionales.

La ley impulsada por los sectores transformistas de la burguesía argentina, persigue


descomprimir la presión de los sectores excluidos del sistema de decisión política y en una
dimensión de mayor envergadura, permite la libre competencia electoral entre los partidos
socialmente representativos.

El nuevo sistema se aplicó por primera vez en elecciones para elegir diputados nacionales el
7 de abril de 1912. La unión Cívica Radical triunfó en la provincia de Santa Fe y
ajustadamente lo hizo en Capital Federal, mientras que el oficialismo (los conservadores) lo
hizo en los otros trece distritos electorales o provincias. En las elecciones complementarias de
1913, en la ciudad de Buenos Aires, venció el Partido Socialista, fuerza que consagra un
senador y dos diputados.

En 1914 en las legislativas, el socialismo repitió su triunfo en la ciudad puerto incorporando a


otros cinco diputados y el radicalismo ganaba en Santa Fe y Entre Ríos. Los resultados de
ellas producen una recomposición de la representación del parlamento. De las 63 bancas, el
oficialismo conservador obtenía 33 (21 radicales, 7 socialistas, 2 liguistas del sur) los
conservadores continuaban siendo mayoría.

La muerte de Sáenz Peña en 1914, reemplazado por el vicepresidente Victorino de la Plaza y


los resultados de ese año y del siguiente generaron la ofensiva de los grupos conservadores
antirreformistas (particularmente los liderados por el gobernador de Buenos Aires, Marcelino
Ugarte), promotores de la derogación de la ley. Pero el 2 de abril de 1916, se llegó a las
elecciones presidenciales conforme a los deseos de Sáenz Peña y a las disposiciones de la ley
8.871. Mediante el voto secreto y obligatorio se eligieron al presidente y al vice sobre un total
de 1.189.254 inscriptos en el padrón electoral, votaron 745.875. A la exclusión legal de las
mujeres y de los extranjeros se sumaba una abstención coyuntural relevante de varones en
condiciones de ejercer la ciudadanía política.

En términos de composición, los 300 miembros del colegio electoral se distribuía en cinco
bloques: radicales, conservadores, demoprogresistas, radicales disidentes y socialistas. Para
consagrar presidente y vice eran necesarios los votos de la mitad más uno.

El PDP y el conservadurismo no sólo fracasaron en la unificación de sus fuerzas si no que


estas se realizaban. La democracia política que comienza a constituirse en 1912 era ampliada
y restringida. Así, se plantea una transición del régimen político oligárquico el democrático.
Este es ampliado no solo por incorporar el sistema decisiones políticas “a las clases de
formación reciente (media y obrera)” sino sobre todo por hacer efectivamente posible el
ejercicio del sufragio masculino en un país en el cual a nivel nacional no ha habido formal
restricción a su universalidad.

La ley Sáenz Peña permitió la creación de un sistema de partidos competitivo. En términos de


ejercicio del poder de clase, la ley hizo posible el pasaje de la hegemonía organicista a la
hegemonía pluralista, proceso rápido en el que la nota dominante fue la continuidad del
carácter burgués de la hegemonía. La ampliación de la democracia política resalta la
debilidad del sistema de partidos políticos y parlamento como vehículo de mediación entre la
sociedad civil y la sociedad política. Se produjo un proceso de disidencias y fracturas
partidarias. La recurrencia de la burguesía conservadora- incapaz de afrontar con éxito la
disputa por el gobierno y por el poder mediante los procedimientos democráticos- al golpe
militar, acá se analiza la ampliación de la democracia política como un sistema débil o una
incapacidad de los partidos políticos de llevar adelante la política o mismo la incapacidad del
conservadurismo de crear un partido político nacional unificado.
La cuestión de la mediación entre sociedad civil y Estado: la UCR de la mano de Yrigoyen
tuvo trabas con el poder legislativo ya que obstaculiza las medidas tomadas por el jefe de
gobierno, que requerían el acuerdo parlamentario, el cual resguardaba su posición
oligárquica. Los sectores oligárquicos de la burguesía argentina con fuerte base estructural
rural tenían una sobrerrepresentación que les permitía convertir al parlamento en su principal
trinchera institucional de oposición al reformismo, diluyendo la capacidad y potencialidad
transformadora de este, por lo tanto, el parlamento aparecía como una institución debilitada
para desempeñar con eficacia su función articuladora entre las demandas de la sociedad civil
y la capacidad de decisión estatal.

Yrigoyen en estas instancias con su denominado “obrerismo” contribuyó a consolidar una


forma corporativista de mediación entre la sociedad civil y el Estado, la cual atiende y
defiende intereses particulares bien sectoriales.

La derecha violenta: en 1919 se constituyó la liga patriótica organización para policial


nacionalista autodefinida como asociación de ciudadanos pacíficos armados bajo la consigna
orden y patria con una acción doble: por un lado atacando a obreros y por el otro como agente
de propaganda y organización política e ideológica, bloque surgido de un sector de la
burguesía.

Yrigoyenistas, socialistas y clase obrera:

Aspecto central de la política de Yrigoyen, dirigido a impulsar cambios en materia de


derecho laboral con preferencia de abordar esta por la vía del decreto presidencial, y actuando
como árbitro en favor de los trabajadores en ciertas situaciones conflictivas. El estado
controló los mecanismos de movilidad social de la clase media urbana y empleaba el gasto
público como un medio eficaz para promover o restringir el acceso de sectores de esa clase a
cargos de status elevado, en el periodo del radicalismo hubo un gran incremento del
clientelismo, que a su vez debió enfrentar la tensión entre demandantes de la sociedad en la
cual no pudo procesar o atender de modo conjunto, la democracia política y la democracia
(justicia) social. La clase media reclamaba democracia política y no tenía demasiado interés
en la democracia social: la clase obrera exige la justicia social.

Intervenciones federales y el debilitamiento de la democracia: Yrigoyen procedió a intervenir


las pcias dominadas por conservadores, la intervención puede ser considerada como una
acción para evitar una fractura o disidencia que terminará favoreciendo a la oposición y altera
la distribución de las legislaturas, cuyo control era clave a la hora de elegir senadores
nacionales. Cuando el radicalismo obtuvo la mayoría en el parlamento no dudó en rechazar
diplomas de los legisladores representantes de la oposición.

La ineficacia de los partidos y del parlamento creó un comportamiento muy significativo, el


golpista. La cultura política golpista es un conjunto de prácticas para resolver toda o
cualquier diferencia o conflicto mediante la expulsión, la fractura o la escisión de los
disidentes, sin capacidad de procesar una y otro a través de reglas definidas o acatadas.

Condiciones sociopolíticas de la democracia argentina: hipótesis del capítulo, durante la


hegemonía de múltiples elites o burguesías, coincidentes con el radicalismo se generó
tendencias a trabar la construcción de un orden social y político genuino y sólidamente
democrático.
Las intervenciones federales y el debilitamiento de la democracia: se hace referencia a
acciones de los gobiernos radicales que debilitan la democracia política, donde generaron
efectos negativos entre el poder federal y poderes provinciales; donde Yrigoyen percibió que
el senado era un verdadero garante del pacto de dominación oligárquica. De allí la estrategia
del presidente, el aprovechamiento de la intervención federal a las provincias mediante
decreto presidencial. Yrigoyen procedió a la intervenir las provincias dominadas por la
oligarquía o conservadores con el objetivo de modificar la composición del senado nacional.

Se buscaba legitimar los gobiernos por medio del sufragio.

Con esos criterios el presidente aplicó la intervención federal en 19 ocasiones, donde 10 de


ellas eran gobernadas por conservadores, en el caso de las radicales era para evitar una
fractura o disidencia que terminaría favoreciendo a la oposición y alterará la distribución de
la legislatura cuyo control era clave a la hora de elegir senadores nacionales.

Desde ese año hasta el golpe de 1930, la intervención federal se aplicó en 115 ocasiones.

La práctica excesiva de las intervenciones federales fue un elemento erosionante no solo del
federalismo sino de la propia democracia. El procedimiento de la intervención federal revela
una tensión entre la demanda de expandir la legitimidad de origen de los mandatos electivos
y la de afirmar los procedimientos republicanos y de la democracia que se intentaba construir.

Cuando el radicalismo tuvo el control del Parlamento, el de la cámara de diputados, no vaciló


en aplicar la tiranía del número, para rechazar los diplomas de legisladores representantes de
la oposición e incluso cuando provenían de escisiones del tronco partidario.

La participación de las asociaciones de interés en la función de mediación entre la sociedad


civil y el Estado se reforzó. El papel creciente de las asociaciones de interés coexistió con un
debilitado sistema de partidos políticos/ Parlamento. Así es como se constituyó una red
compleja de instituciones mediadores, que conectaba a gobernadores y gobernados en una
práctica que tiende a definirse mucho más como económico- corporativa que nacional-
estatal o nacional- popular.

Durante los gobiernos radicales, 1916-1930, la hegemonía pluralista de la burguesía tendía a


expresarse a través de varias instituciones mediadoras entre la sociedad civil y el Estado,
particularmente las asociaciones de interés de los grandes grupos burgueses e incluso de las
colectividades de inmigrantes.

Los gobierno radicales: debate institucional y práctica política: Ana Virginia


Persello

El acceso del radicalismo al poder fue posible en la medida que esa intervención se tradujo en
ley. La sanción de la ley electoral incorporó la obligatoriedad y el secreto del voto. El
principio de cada hombre un voto transformó la vida colectiva en distintos niveles. Su
propósito era evitar el fraude, la manipulación del elector, desplazar a los circuitos
enquistados en el gobierno reemplazando el juego de los partidos organizados que rotan o
comparten el poder, eliminando las clientelas del aparato estatal. Provoca el pasaje de un
sistema político que funcionaba de manera excluyente a otro de participación ampliada.
Nuevos sectores se incorporaron a la práctica del sufragio, lo cual modificó la estructura de
los partidos que debieron competir en otros términos, cambiaron la composición y la
dinámica del Parlamento, el radicalismo ocupó por primera vez el gobierno.

El primer periodo de los gobiernos radicales se trató de una coyuntura de cambios, que estuvo
atravesado por un debate sobre el sentido de las transformaciones que se operaban en la vida
política. Es decir la apertura electoral planteó como tarea la reconstrucción de un sistema
político democrático, que pusiese en acto los principios representativos, republicanos y
federal inscriptos en la constitución.

El gobierno representativos: partidos políticos:

La ampliación del sufragio situó a los partidos en el centro de la escena política, la política de
masas requería de organizaciones para reclutar al elector, junto con la demanda por una
participación ampliada, las organizaciones políticas, la prensa y los publicistas demandaban
la organización de partidos permanentes y orgánicos. Es así que la reforma electoral
constituirá a los partidos políticos. Los sectores políticos, la prensa y los publicistas que la
propiciaron apelaban a los grupos notables nucleados en el PAN para que se unifican y se
organizaron y al Partido Radical al que se reconocía como partido nacional, permanente y
orgánico para que definiera un programa. La demanda por una definición programática se
fundaba en la necesidad de superar el estilo político de Yrigoyen; las ideas debían reemplazar
el enorme peso de su liderazgo. Una vez dictada la ley Sáenz Peña fracasó el intento
unificador de las fuerzas conservadoras con eje en el partido demócrata progresista y la
candidatura de Yrigoyen se impuso en la convención de la UCR.

Frente al triunfo radical y la dispersión conservadora la pregunta era si la ley debió ser
corolario y no punto de partida del proceso de democratización. De hecho entre 1916 y 1930
se dio un proceso de dispersión de las fuerzas políticas, donde muchos partidos se redujeron a
una agrupación.

Así la idea de una concentración opositora comenzó a tomar cuerpo, aunque sus inicios se
adujo la falta de tiempo para constituirse en partido. Se especulaba con una posible escisión
en el partido gobernante.

El partido gobernante:

El radicalismo se enfrentaba a su nuevo rol de partido de gobierno. Esta situación lo obligaba


a ocupar escenarios como el parlamento y la burocracia, incorporados conflictos como la
Primer Guerra Mundial.

El radicalismo se había constituido como un partido de oposición. Sus adherentes se


aglutinaron a partir de los cambios que debían producirse para poner en vigencia un régimen
político democrático. Alem defendía el federalismo apoyándose en la historia; donde el punto
de partida era la diversidad y no la unidad. A diferencia de Alem, Yrigoyen pasaba por la
construcción de la Nación como instancia privilegiada de articulación posibilitando la síntesis
y agregación del conjunto social. El radicalismo resultaba así un anhelo colectivo: construir la
Nación.

De este modo el partido iba construyéndose como organización, como fuerza que pretendía
monopolizar la construcción de la Nación. Dentro del radicalismo se derivan conflictos
internos entre personalistas y antipersonalistas. Cuando el radicalismo pasó de ser un partido
opositor a un partido de gobierno, las tensiones adoptaron la forma de divisiones locales y no
cuestionaron el liderazgo yrigoyenistas.

Las elecciones de 1922 produjeron una primera separación con la formación del partido
principista, que convocó al radicalismo a reorganizarse de acuerdo a sus principios
originarios que consideraban traicionados por el yrigoyenismo. Su evaluación del primer
gobierno radical es que era personal y arbitrario.

La presidencia de Alvear: desde el comienzo de su mandato, eligió un gabinete en el que


solo había un ministro yrigoyenista; el resto de las figuras eran radicales. Además, se propuso
mejorar la relación del Poder ejecutivo con el congreso. En este sentido inauguró las sesiones
legislativas y se presentó en ellas cuando se dispuso a hacer las primeras intervenciones
federal, aunque de todas maneras, intento no recurrir a esta medida.

A partir de la asunción de Alvear como presidente, las tensiones se agudizaron en el interior


del partido y el foro privilegiado de la disidencia fue el congreso. Su primera manifestación
fue el conflicto entre el vicepresidente Elpidio González y senadores radicales opositores a
Yrigoyen.

Durante los primeros años de su gobierno se redujo el gasto público, revirtiendo la tendencia
registrada durante el gobierno de Yrigoyen. Despidieron a empleados públicos. Otro de los
puntos de ruptura con la gestión anterior tuvo que ver con la universidad: el presidente avaló
procesos contrarreformistas en las universidades del litoral y de la Plata.

El gobierno de Alvear tuvo buena recepción en las capas conservadoras de la sociedad y en


un sector del partido radical no vieron con buenos ojos la fluida relación entre Yrigoyen y los
trabajadores, ni la expansión del empleo público. Esta facción argumento que mediante la
relación directa con estos sectores de la sociedad Yrigoyen había gestado un culto a su
personalidad, por lo que lo acusaron a él y a sus seguidores “personalistas”. Estas diferencias
desembocaron en la ruptura y en la aparición de la unión cívica radical antipersonalista, la
cual demuestra el rechazo a las prácticas de Yrigoyen.

En las elecciones de 1928, las dos fracciones del partido radical protagonizaron una
competencia.

En los años de los gobiernos radicales los conservadores siguen pensándose como un grupo
de notables, reserva intelectual para cuando el radicalismo dejará el gobierno. En los dos
proyectos presentados en la Cámara de Diputados, subyace la idea de que la selección en los
partidos no surgían los mejores o los más capaces sino aquellos que contaban con el manejo
de las situaciones locales, que ofrecían incentivos materiales bajo la forma de empleos
públicos o de prebendas y que tejían redes clientelares con base en los comités. Por otro lado,
la falta de organicidad y la disciplina y la ausencia de prácticas democráticas en el interior de
los partidos funcionan como argumento fuerte para explicar la ineficacia parlamentaria.

Parlamento:

Cuando Yrigoyen asumió la presidencia, el radicalismo obtuvo 43 bancas en Diputados y


solo 4 en senadores. Hacia final del periodo coincidiendo con el segundo gobierno de
Yrigoyen, los personalistas tenían amplia mayoría y quorum propio.
El parlamento se constituyó en un lugar privilegiado para los pleitos entre los partidos, donde
se dio un enfrentamiento verbal entre radicales y conservadores. Lo que estaba en discusión
era la definición del gobierno representativo, lo que ponía en cuestión el lugar de los partidos
como canales de mediación en el sistema político.

Cuando en 1912 se sancionó la ley 8.871, se estableció la lista completa combinada con el
secreto y la obligatoriedad del sufragio y el mecanismo plurinominal. El sistema de lista
fijaba la representación de la minoría en un tercio. Lo que fijaba la posibilidad del ingreso al
parlamento de nuevos partidos, como el socialismo y el radicalismo. El triunfo del
radicalismo era un resultado no deseado.

El principio republicano: la relación ejecutivo/ legislativo.

Para los radicales, la ineficacia parlamentaria era producto del obstruccionismo de la


oposición que enjuiciaba al gobierno y al partido por provocar dilaciones. Según la oposición
era Yrigoyen quien proporcionaba los motivos para que la cámara se viera obligada a
defender sus fueros, los motivos: el presidente no asistía a las sesiones de apertura del
parlamento. En los 6 años de su gobierno Yrigoyen no lo hizo nunca; tampoco concurrió
durante su segundo gobierno; esto era lo que lo diferenciaba de Alvear. Conservadores,
socialistas y demócratas coincidían en afirmar que implicaba una falta de respeto. El segundo
motivo era el desconocimiento de las facultades de la cámara para llamar a su seno a los
ministros. El tercer motivo es el abuso de la facultad ejecutiva de intervenir a las provincias
en el receso parlamentario. Yrigoyen envió 15 intervenciones por decreto y 2 en el segundo.
En un plano más general se inscribía la discusión sobre los alcances y límites de las
facultades de la cámara para interpelar al Ejecutivo y de este para intervenir en los periodos
de receso del parlamento. De este modo el parlamento consideraba que el ejecutivo la
limitaba, en tanto Yrigoyen sostenía que la cámara abusaba del derecho de interpelación con
móviles políticos. En cuanto a las intervenciones por decreto, los radicales sostenían que la
constitución otorgaba al ejecutivo, la facultad de intervenir sin restricciones en los periodos
de receso parlamentario, aunque muchos consideraban abusivo el accionar del ejecutivo.

La relación nación/provincia: el principio federal:

La doctrina que sustentaba Yrigoyen sobre las intervenciones y sus implicancias políticas fue
una de las cuestiones más retomadas en los análisis del periodo. Si bien es conocida la
expresión “las autonomías son de los pueblos y no de los gobiernos”. Se fundaba la idea de
que el gobierno tenía una misión que cumplir, la reparación. Alcanzada en el orden nacional,
debían imponerse en los estados federales dado que el ejercicio de la soberanía es indivisible,
donde incluía dar a los estados sus gobiernos verdaderos. Desde la perspectiva radical, las
intervenciones iban a las provincias a restaurar las autonomías provinciales, es decir, a
colocar a los pueblos en condiciones a darse sus propios gobernantes.

Para la oposición, esta doctrina sometía el cumplimiento de la constitución a una condición


suspendida. Las leyes regirían y se respetaría la autonomía de los estados federales cuando
las intervenciones hubieran generaron tanto gobiernos radicales como provincias. Mientras el
radicalismo las consideraba justas, la oposición las consideraba un acto de violencia, de
exclusivismo.
Las intervenciones a gobiernos conservadores daban respuesta de ilegitimidad: el argumento
era que sus gobernantes fueron elegidos en elecciones fraudulentas y era necesario devolverle
la soberanía a los pueblos.

Unos de los intentos por modificar la política de intervenciones, propiciado por Alvear, fue
proyecto de reforma parcial de la Constitución, presentado en el senado en 1923. La iniciativa
reducía el mandato de los diputados a tres años, establece la elección directa de los senadores
y la renovación de la cámara total. El proyecto no fue discutido.

Durante el segundo gobierno de Yrigoyen los argumentos de los legisladores personalistas se


extremaron donde el pueblo tiene cada 6 años la libertad absoluta de elegir y el presidente la
de mandar.

Cuando Yrigoyen llegó al gobierno, en 1916, sólo tres provincias tenían gobiernos radicales.
Al final de su mandato, prácticamente todas las provincias tenían mandatarios radicales.

El radicalismo contaba con un enorme apoyo popular que creció durante todo el periodo.

Administración y política:

Previo a la sanción de la ley Sáenz Peña, la burocracia se consideraba una fuente de


prebendas al servicio del círculo en el poder. Un efecto perverso del fraude electoral, un lugar
donde se pagaban votos y lealtades. Moralizar la administración equivalía a sujetarse a reglas,
eliminar la arbitrariedad y las clientelas. Para los impulsores de la ampliación del sufragio,
este terminaría con los favoritismos, la ineficacia y la ineficiencia.

Más tarde instaurado el voto secreto, tal argumento se tomó falaz. En todos los sectores
políticos dominaban la demanda por racionalización del aparato administrativo; cuando los
radicales llegaron al poder había un ejército permanente y las agencias estatales (correos,
ferrocarriles, establecimientos educativos) se desplegaban por todo el territorio. No hubo
innovaciones en ese sentido, los cambios se limitaron a algunas iniciativas aisladas de tal o
cual ministerio o de algunas reparticiones públicas. Lo que sí se renovó fueron los elencos
administrativos.

Una de las cuestiones más subrayadas, es la injerencia de la política en la administración,


política que alude al peso de los comités en la función pública. A partir de lo cual se concluye
que es necesaria la separación de ambas esferas, donde se destaca un patronazgo en la
política.

Gobierno y partido: en el interior del radicalismo la relación entre gobierno y partido estaba
en debate. Enfrentados a las críticas de la oposición sostenían que los empleados del régimen
eran agentes electorales, pero a partir de la vigencia de la ley Sáenz Peña, un empleado
radical era un partidario.
La economía argentina entre 1914 y 1930 Ricardo Falcón

La primera guerra mundial y sus efectos:

Como sucede con otras grandes crisis económicas, la que se origina en la Primera Guerra
Mundial se había anticipado a su estallido. La que se desata en 1914, se superpone con la de
1913, donde el Banco de Inglaterra elevó los tipos de intereses, para corregir el déficit de la
balanza de pagos británicos y para contener la incertidumbre financiera causada por la guerra
de los Balcanes. Esta restricción monetaria en Europa redundo en una salida neta de capitales
de ese origen de Latinoamérica, tanto por la suspensión de la exportación de capitales. Esta
situación afectó a países como la Argentina, que dependía de las inyecciones constantes de
capital externo para mantener equilibrada su balanza de pago. Para empeorar la situación, la
caída de los precios mundiales de los cereales y la carne y la mala cosecha de 1913-1914 en
la argentina hacen descender los ingresos por exportaciones. Estas circunstancias combinadas
generaron un importante drenaje de metálico del país que, dado el patrón oro vigente, se
tradujo en una contratación monetaria y en una aguda crisis de liquidez. El dislocamiento
consiguiente del sistema bancario y crediticio provocó la paralización del comercio, la
quiebra de numerosas empresas, lo que determinó suspender la convertibilidad de divisas. De
tal manera, en Argentina antes del estallido de la guerra, la crisis ya se había desatado,
haciendo caer el producto bruto en un 10%, el comercio exterior en más de un 20% y la
inversión externa en más de un 30%.

Las exportaciones crecen a partir de 1917, gracias a la demanda de guerra, favorecía a las
carnes congeladas y en conserva de los cereales. La guerra submarina impuesta por Alemania
suponía un riesgo para la navegación comercial, haciendo preferir embarques como el de la
carne. Pero por otra parte las importaciones descendieron.

La caída de las importaciones tuvo otros efectos no menos importantes, uno de ellos, era que
la guerra tuvo un efecto proteccionista para la industria en toda Latinoamérica, dada la
protección natural, que significó el aumento de precio de las importaciones provenientes de
Europa; pero sólo pudieron aprovechar estas circunstancias aquellos países que gozaban de
un desarrollo previo de la industria y exhiben una capacidad considerable.

El largo plazo: pero la guerra además de generar problemas agudos propios de una crisis
económica global, tuvo consecuencias indirectas que afectan decididamente el sistema
económico mundial y la inserción de los países latinoamericanos en él. La guerra expresó el
lento proceso de decadencia de Inglaterra y el patrón oro como ejes del orden económico
mundial y su reemplazo por la hegemonía de los EE UU, es así que para 1913 los países
latinoamericanos exportaban más de los Estados Unidos que de Gran Bretaña y las
inversiones de aquel país eran predominantes en sectores estratégicos de sus economías. El
dislocamiento del sistema bancario y crediticio y la crisis de liquidez que generó la guerra,
especialmente en Europa, creaba otro nicho que Estados Unidos supo aprovechar. Como
resultado, en Latinoamérica, la inversión es británicas y enorme crecimiento de las
norteamericanas, se fue consolidando en la década de 1920 en la que Latinoamérica va a
absorber el 44% de las inversiones directas de los EE UU. Este recambio en el centro del
poder financiero e industrial del sistema económico capitalista iba a provocar importantes
transformaciones en la estructura del comercio y de las inversiones en el mundo. En nuestro
país las inversiones de origen norteamericano se destinaron a financiar obras públicas o
producción interna. Esto generaba otro tipo de relación con el país acreedor, que ya no era
mercado para las exportaciones, ya que las deudas no se saldaban con la venta de productos
exportables, el sistema dependía de continuas inyecciones de capital, problema que se
agudizará con la crisis de 1930, lo que lleva a detener casi por completo las exportaciones de
capital, provocando serias dificultades en las cuentas externas de los países latinoamericanos.
Otro de los procesos de largo plazo que venía afectando el orden económico mundial desde
antes de la guerra , era la sobreoferta de productos primarios, que a su vez generaba
inestabilidad estructural en los mercados, lo que respondía tanto a la oferta como a la
demanda de alimentos y materias primas a nivel mundial. El desorden monetario que siguió a
la guerra y las depreciaciones de las diferentes monedas europeas también obstaculizó el
comercio internacional. Pero también existieron prácticas proteccionistas.

Las mujeres. Primeras luchas feministas, la condición de la mujer en los años 20:
la reforma del código civil.

Las mujeres argentinas en los inicios del siglo XX: según el código civil redactado en
1865, las mujeres debían permanecer bajo la tutela de sus padres hasta los 22 años de edad o
hasta que se casaran. Mientras estuvieran casadas no podían involucrarse en asuntos
comerciales o legales sin el consentimiento del marido. Del mismo modo que si querían
buscar empleo, solo podía hacerlo una vez que el marido, o el padre, lo permitieran, donde
debía entregarle a quien la había autorizado lo que ganara.

Con una temprana secularización e incorporación de las mujeres al sistema educacional, la


llegada de migrantes europeas da a la acción femenina argentina particularidades de
radicalidad y compromiso social, en una sociedad que se urbaniza muy tempranamente, con
serios problemas laborales, de servicios básicos y calidad de vida. Sus ámbitos de acción
fueron la educación, la asistencia social, las luchas obreras y feministas. Se conformó
entonces una generación de intelectuales, profesionales y líderes políticas. Sindicales y
feministas que lucharía por mejorar sus condiciones laborales y modificar las leyes que las
discriminaban. Recién en 1926, con las reformas al Código Civil, incrementaron sus derechos
civiles.

Mientras el voto universal masculino fue reconocido en 1912, sólo en 1921 obtuvieron el
voto municipal las mujeres de la provincia de Santa Fe y en 1927 el voto municipal y
provincial las de San Juan. En su conjunto, debieron esperar hasta 1947 para lograr el
derecho a voto en elecciones presidenciales y federales.

Las luchas feministas en Argentina:

Julieta Lantieri: funda el partido feminista argentino. Con su carta de ciudadanía se postula a
la candidatura (las mujeres tenían prohibido votar pero no postularse). Quien además
presento una propuesta autónoma política que incluía derechos políticos y civiles para ambos
sexos, entre otros reclamos.

Las mujeres no estaban capacitadas (argumento del momento) ya que era un espacio privado
para el hombre. Es así que Lantieri simuló una votación en su lucha dentro del movimiento
feminista.

Carolina Muzzilli: denunció sobre el trabajo de mujeres y niños (1913) ya que era inspectora
de trabajo. Hablaba con las trabajadoras sobre las cuestiones del trabajo. En 1912 llamó a
participar, a “ver” los candidatos del partido socialista, a participar de una asamblea donde se
elegían a los candidatos pese que no podían participar de voto. Criticaba a la participación de
las mujeres de elite, sobre la sumisión a una vida mejor.

Es así que cada década, cada coyuntura política va cambiando los movimientos feministas.

En 1926, la Ley de Derechos Civiles de la Mujer significó una nueva ampliación de derechos.
El Código de Vélez Sarsfield estipulaba la incapacidad de hecho para las mujeres casadas
(art. 55, inc. 2) y la subordinación obligatoria a la representación legal del marido (art. 57,
inc. 4). Sin derogar estas cláusulas, la ley de 1926 en general amplió sus derechos sobre los
bienes. Con la reforma del código civil, las mujeres son sujeto de derecho, ya no necesitan
más la autorización del marido para trabajar.

Salvadora Medina Onrubia (La Plata) era esposa de Natalio Botana. Con temática anarquista.

Alfonsina Storni (amiga de Julieta): el feminismo es el ejercicio del pensamiento de la mujer


(crítica hacia el modelo de mujer de clase media, la mujer educada para el matrimonio, otras
que solo se preocupaban por su apariencia).

Eva Duarte: movimiento feminista peronista (1947) movimiento que llegó a todas las clases.
Fue una conquista colectiva: el voto femenino con la ley 13.010 se sancionó el voto
femenino. Donde muchas mujeres no compartían porque eran de otros partidos. (Socialistas y
anarquistas). La concurrencia fue masiva, y tal como había calculado Eva, las mujeres
consagraron el triunfo del peronismo con la enorme mayoría de sus votos.

La reforma universitaria: Alejandro Cattaruzza:

En medio del clima de la primera guerra mundial y de la revolución rusa, tuvo lugar la
reforma universitaria de 1918. No era la primera vez que los universitarios se movilizaban
para tener respuestas a sus reclamos; en 1903, una serie de huelgas estudiantiles habían
tenido lugar en Bs As con el objetivo de conseguir reformas en las ordenanzas relacionadas
con los exámenes y de actualizar los programas de estudio, poco después se sumó la
exigencia de una disminución en los aranceles. Durante los años siguientes, en forma
intermitente, la agitación prosiguió y en 1906 un nuevo movimiento devino en la reforma
parcial de los estatutos de la universidad de Bs As.

El movimiento de 1918 se inició en la universidad de Córdoba donde la presencia católica


entre los profesores era considerable, como en otras, los cargos docentes estaban controlados
por organismos vitalicios, las academias. A fines de 1917, comenzó un reclamo de los
estudiantes referido a cuestiones estrictamente universitarias, como el régimen de asistencia,
entre otras. Meses más tarde, los estudiantes creaban el comité pro reforma, encargado de
asumir esos reclamos, a lo que se agregó la renovación del cuerpo de profesores.

El comité lanzo una huelga en marzo de 1918, días después el consejo superior clausuraba la
universidad, donde el comité solicito la toma de posición del presidente Yrigoyen, quien
designo interventor a José Nicolás Matienzo. El gobierno nacional acogió favorablemente las
demandas estudiantiles, pero el proceso de elección de autoridades, se extendió hasta junio y
el conflicto se intensifico, incluyendo una nueva huelga a la que se sumaron dirigentes de
nivel nacional, como el socialista Alfredo Palacios. Por entonces se habían fundado la
federación universitaria argentina y la federación universitaria de Córdoba.
El proceso culmino con el triunfo de los reformistas que lograron el reconocimiento de la
participación estudiantil en los organismos de gobierno, la docencia libre y la asistencia
voluntaria a los cursos. Los estudiantes dieron a conocer el “manifiesto de la reforma”, el 21
de junio, donde anunciaban que el estudiantado exigía el derecho de participar en el gobierno
universitario.

El movimiento de la reforma universitaria desbordo pronto su marco inicial. En 1918, se


reunió un primer congreso de estudiantes en Córdoba.

Teresa Eger- Brass. En 1918 había tres universidades nacionales (Buenos Aires, Córdoba y
La Plata), y dos provinciales, que entre 1920 y 1922 pasarían a ser nacionales: la de Tucumán
y la del Litoral. A principios de siglo se habían fundado los primeros centros de estudiantes
en la Universidad de Buenos Aires: en Medicina (1900), en Ingeniería (1903) y en Derecho
(1905); la FUA (Federación Universitaria Argentina) se concretó en 1918, nucleando a las
distintas federaciones y organizaciones estudiantiles de las diferentes universidades. El
movimiento estudiantil reformista surgió en Córdoba en junio de 1918, y se expandió a otras
universidades argentinas y latinoamericanas. Comenzó reclamando la participación
estudiantil en la vida universitaria, haciendo del estudiante el centro del acto educativo e
integrándolo en el funcionamiento y gobierno de la universidad. Reivindicó la autonomía
universitaria, el derecho a darse su propio gobierno y a regular su funcionamiento. Su
objetivo fue abrir la enseñanza a las distintas tendencias, aceptando a todos los pensadores
que tuvieran autoridad moral o intelectual para enseñar en sus aulas; propugnaban, por
consiguiente, la libertad de cátedra, la asistencia libre, la docencia libre, la periodicidad de la
cátedra, los concursos para la distribución de cargos, la publicidad de los actos universitarios,
la gratuidad de la enseñanza, los seminarios y formas de enseñanza donde el estudiantado
tuviera posibilidad de intervenir positivamente, y la extensión cultural por fuera de la
estructura universitaria. En suma, la democratización de la enseñanza universitaria
(Lejarraga, Roulet y Keiner, Polémica n° 58). El Congreso de Reforma Universitaria se llevó
a cabo un mes más tarde, en un ambiente convulsionado por la actividad estudiantil,
sancionando las bases del gobierno democrático de las universidades, con la participación de
todos los profesores, estudiantes y graduados. El gobierno radical apoyó a los estudiantes, y
luego implementó estas reformas en las otras universidades nacionales.

El movimiento obrero entre 1916 y 1919 Ricardo Falcón

En el conjunto del periodo es posible distinguir cuatro etapas: la primera ocupa los tres
primeros años del gobierno de Yrigoyen y se caracterizó con una tentativa de conseguir la
adhesión de los trabajadores a través de arbitrajes en los conflictos entre el capital y trabajo,
que en ciertos casos los favorecían y generaban un apoyo indirecto a algunos sectores del
movimiento sindical, que aceptaban esa actitud gubernamental. La segunda etapa, que va
desde enero de 1919 (con la Semana Trágica que actúa como una divisoria) hasta el fin del
primer gobierno de Yrigoyen en 1922 y en la cual la política laboral del gobierno pasó por las
tentativas de sancionar leyes protectoras de trabajo. La tercera se desarrolla entre 1922 y
1928 con el gobierno de Alvear y se caracterizó por una menor conflictividad social. La
cuarta será la más corra y abarca desde la segunda asunción de Yrigoyen en 1928 hasta
septiembre de 1930 con el golpe de Estado.
El movimiento obrero: en abril de 1915, tuvo lugar el noveno congreso de la Federación
Obrera región Argentina (FORA) dirigida por anarquistas y que en su V° congreso adoptó el
eje de los principios del comunismo anárquico. En ese congreso participaron los Sindicalistas
Revolucionarios con el argumento de la necesidad de la unidad. Además declararon a la
FORA como una organización apolítica y puramente obrera, sin definición ideológica
expresa. Es decir, los principios del comunismo anárquico fueron reemplazados por el punto
de vista sindicalista. Pero un sector anarquista no acató las resoluciones y desde entonces
hubo dos FORA la llamada del quinto congreso (FORA V°) anarquista y la del noveno
congreso (FORA IX°) con mayoría sindicalista.

En 1916 con la llegada del radicalismo al gobierno, ofreció puntos de intersección entre los
sindicalistas del FORA IX e Hipólito Yrigoyen, pero las innovaciones solo estaban en el
nivel de la imagen presidencial.

En sus orígenes, en 1906, los sindicalistas revolucionarios adoptaron ideas que procedían de
los sindicalistas franceses. En la segunda década del siglo, se desplegaba una preocupación
antipolicista pero solo parcialmente antiestatista, por la consecución de reformas que
mejoraran las condiciones laborales de sus representados. Esta inclinación a negociar y a
apoyarse en el Estado provenía de su inserción en gremios del sector servicios, estructurados
nacionalmente, vinculados a la economía agroexportadora y enfrentados a poderosas
compañías extranjeras.

La base de los acuerdos tácitos entre la FORA IX y el gobierno, descansaba en un implícito


interés mutuo: los radicales no construían organizaciones gremiales que compitieran con la de
los sindicalistas y estos no intervendrán en los procesos electorales. En consecuencia ambos
tenían un rival en común, el partido Socialista, que disputaba electoralmente con la UCR y al
mismo tiempo compite con sindicalistas y anarquistas por la hegemonía en los sindicatos. Los
socialistas, sin dejar de participar en la FORA IX centran el grueso de su estrategia en la tarea
parlamentaria destinada a la sanción de las leyes protectoras del trabajo.

La política radical fue reformista, pero no al punto de transformar las estructuras sociales del
país. Se intentó mejorar, mediante la intervención del Estado, la situación social de las clases
desprotegidas aunque con reformas parciales: se sancionaron alquileres, leyes de jubilación
para algunos sectores (bancarios, servicios públicos y reforma de la de los ferroviarios, no
todos gozaban de estos beneficios) ley de trabajo a domicilio

Con relación a los gobiernos anteriores, Yrigoyen cambio el trato de los gremios, intentando
el diálogo y el arbitraje. Otros afirman que solo empleo el diálogo donde le convenía ganar
los votos obreros, ya que no hizo lo mismo con los gremios cuya mano de obra era
mayoritariamente extranjera o militante socialista o anarquista. Esto señala que su buena
voluntad fue quebrada por la erupción de numerosos reclamos, en 1916 hubo 80 huelgas y al
año siguiente pasó a 138 y en 1919 a 367. Lo números bajaron drásticamente cuando
comenzó a aplicarse la represión. Esas huelgas fueron la de la Federación Obrera Marítima
(1916) y la de los ferroviarios (1917) donde se aplicó el arbitraje, favoreciendo a los
trabajadores. Cuando, en ramales ferroviarios ingleses, empeoraron las condiciones de los
trabajadores y se lanzaron a la huelga, la patronal creó una Asociación Nacional del trabajo, a
fin de defender sus propios intereses y se contrataron rompehuelgas, comenzando con la
represión sistemática.
La semana trágica: desde el mes de diciembre de 1918 se realizaban una huelga en demanda
de un aumento salarial y reducción de la jornada de trabajo los obreros de los talleres
metalúrgicos Vasena, en la ciudad de Buenos Aires. El 7 de enero del año siguiente se
produjo un grave incidente cuando un grupo de huelguistas, acompañado por mujeres y
niños, interpelaba a los que seguían trabajando para que cesaran sus tareas y al ser desoídos
apedrearon los carros que los transportaban. La respuesta fue dada a los tiros por la custodia
policial, que dejó 4 muertos y una treintena de heridos, alguno de los cuales morirían tiempo
después.

Este episodio fue el detonante de uno de los enfrentamientos sociales más agudos y
sangrientos de la historia Argentina. Los sindicatos anarquistas de la FORA V° llamaron a
una huelga general para el día 9, durante esa jornada se produjeron choques armados con la
policía y la jornada terminó con una agresión a tiros de las fuerzas represivas contra el cortejo
que acompañaba en el cementerio a las víctimas del día 7, provocando muertos y heridos.

Mientras tanto, otra central sindical, la FORA IX se sumaba a la convocatoria de la huelga


general. El conflicto se extendió enlazándose con varias huelgas. La policía parece
desbordada por los trabajadores y mientras tanto tropas militares partían desde Campo de
Mayo hacia la ciudad. Los grupos de lo que sería la Liga Patriótica, así como también los
grupos conservadores, salieron a la calle a colaborar con la policía, asaltando locales y
periódicos sindicales y de izquierda a los que insisten en considerar “maximalistas” (haciendo
alusión a las posiciones de la izquierda más extrema, cuya existencia era muy dudosa) y
suponían envueltos en aquella conspiración. Los empresarios armados, en conjunto con el
ejército atacaron a rusos acusándolos de comunistas y a catalanes por ser anarquistas. Estos
grupos luego se organizaron en la liga patriótica argentina, donde sus integrantes fueron
reclutados entre los sectores medios y la consigna era la defensa del orden, de la propiedad y
de la nacionalidad, entendida esta como un criterio xenófobo y excluyente. Los habitantes del
barrio de Once, con fuerte presencia judía fueron objeto de varios ataques, en una muestra de
antisemitismo.

Yrigoyen intentó mantener abiertos canales de negociación con los sindicatos y también tuvo
una reunión con el propio Vasena, en la cual reclamó que cediera a las exigencias obreras.
Los incidentes duraron aproximadamente una semana, con días de absoluta paralización de
toda actividad en la ciudad y constituyeron uno de los máximos episodios de lucha social.

El movimiento obrero (1918-1922) Alejandro Cattaruzza

Quienes participaban de estos movimientos no eran solo trabajadores movilizados


espontáneamente, las agrupaciones con funciones sindicales ya existían, donde se había
esforzado por crear una organización federativa de nivel nacional. Hacia 1916, cuando el
radicalismo llegó al gobierno, las centrales activas eran varias. Un año antes, la FORA
celebró su IX° congreso los sectores que la componían consiguieron la mayoría y
establecieron que la FORA sería en adelante una organización exclusivamente obrera, sin
definición ideológica. Ciertos grupos anarquistas se manifestaron contra el cambio y la
central se dividió: así existieron la FORA del V° congreso que se proclamaba anarcomunista
y la FORA del IX° congreso, sindicalista revolucionaria. Esta última dio origen en 1922, a la
unión sindical argentina (USA), también sindicalista, si bien algunos socialistas y comunistas
participaron de ella.
En 1926 los ferroviarios de la fraternidad y de la unión ferroviaria, junto a los municipales y
gremios, fundaron la Confederación obrera argentina (COA). En sus puestos directivos
conviven socialistas y sindicalistas y la COA se preocupó por impulsar la organización
sindical por rama industrial. Los militantes comunistas organizaron el Comité de unidad
sindicalista clasista (CUSC) en 1929. En ese año, actuaban en el movimiento obreros
pertenecientes a cada organización donde conretarian en un acuerdo de unidad, dando origen
a la Confederación General del Trabajo (CGT).

Durante la primera década del siglo XX, el anarquismo había sido particularmente el
movimiento obrero, ya que la promoción de la propaganda por la acción directa entre otros
puntos fueron extendidos por el anarquismo, pero en los años 20 la presencia anarquista había
menguado. El socialismo revolucionario, que como se planteó ponía al sindicato y a la huelga
en el centro, y rechazaba a los partidos, era la tendencia dominante cuando comenzó la
agitación que se prolongó hasta 1921 y sus organizaciones fueron participantes activos se ese
movimiento. Los socialistas, por el contrario, asumían plenamente su condición de miembros
del partido, aunque eran habituales las tensiones y las disputas entre dirigentes del ala
sindical y los dirigentes políticos. Los comunistas también participaban de la lucha política.

Por entonces, el movimiento sindical se hallaba todavía en trance de intentar extender y


consolidar la organización de la fuerza obrera pero aun no tenía una estructura sindical firme
y estable. Los sindicatos locales no siempre estaban articulados a escala nacional y en
muchos casos la sindicalización por rama de la producción no estaba desarrollada. Se trataba,
en consecuencias de asociaciones locales por oficios. A fines de la década de 1920, la
implantación de las compañías extranjeras hizo crecer el número de trabajadores sin
calificación, difíciles de encuadrar en estos modelos. Por otra parte, las cuotas que pagaban
los trabajadores, llamadas cotizaciones eran voluntarias y no había mecanismos acordados
con las empresas para su percepción. La legislación no reconocía a los sindicatos. Aunque
había organizaciones más asentadas, resulta significativo que hacia 1920, las cotizaciones a la
FORA de IX congreso, la más grande de las federaciones, fueran de unos 68.000 sobre unos
2.230.000 trabajadores desocupados en todo el país. Lo que se ha calculado que el porcentaje
general de cotizantes no alcanzaba el 5% de la fuerza de trabajo. Estas circunstancias no
impedían que las organizaciones obreras lograrán una alta movilización de trabajadores en
conflictos librados para la obtención de reivindicaciones específicas.

A lo largo de la década de 1920 se produjo un fenómeno de importancia para el movimiento


obrero: el comienzo de un cierto diálogo con el estado, el cual había comenzado con los
primeros años de la presidencia de Yrigoyen, antes de 1919, cuando el radicalismo en el
gobierno intervino en algunos conflictos para apoyar reclamos de los trabajadores, evitar la
represión y establecer contactos sistemáticos con los sectores sindicalistas, en particular con
los ferroviarios y los obreros marítimos. Esto se dio porque por una parte los radicales
competían con los socialistas en ciertas franjas de votantes, sobre todo en la Capital y los
sindicalistas competían a su vez con los socialistas por el encuadramiento obrero y la
conducción de sus organizaciones. Las relaciones entre el radicalismo en el gobierno y los
dirigentes sindicalistas permitían al primero expandir sus bases electorales de origen obrero y
al segundo dificultar el crecimiento gremial socialista.

En tiempos de Alvear, la Unión ferroviaria, un sindicato fuerte de alcance nacional, con una
dirección centralizada, relacionado con una fuerte actividad estratégica para la economía
agroexportadora, obtuvo de las compañías de mayor envergadura mejoras en los salarios y en
las condiciones de trabajo. En las negociaciones, el estado apoyó al sindicato que también era
considerado por las empresas como interlocutor. La unión ferroviaria y La fraternidad, el
sindicato de los maquinistas, establecieron un modo de negociación con las empresas y el
estado resultó exitoso.

A grandes rasgos, durante las presidencias radicales entre 1916-1930, se pasó paulatinamente
de un movimiento obrero con base artesanal y perspectiva anarquista o anarcosindicalistas
que todavía tenían vigencia en algunos grupos, a un movimiento obrero cuya organización
más importante era un sindicato grande, centralizado, capaz de obtener mejoras notorias para
sus trabajadores por la vía de la negociación con la patronal y el estado, pero reacio a hacer
colapsar el sistema de transporte ferroviario con una huelga nacional.

Fuera de las ciudades: hacia 1914, los trabajadores rurales cuya intervención colectiva en
los asuntos públicos y su participación en conflictos sociales fueron fenómenos propios del
periodo donde sumaban unos 800.000, considerando la ganadería y la agricultura. El mundo
del campo incluía peones, braceros, estibadores, conductores y operadores de las máquinas
trilladoras y carreros y los movimientos que se llevaron adelante se produjeron en el corazón
del modelo agroexportador, como en la Patagonia, Tucumán y Chaco.

Los salarios reales de los trabajadores rurales, tal como ocurrió en las ciudades cayeron con
fuerza entre 1915 y 1919 aproximadamente. A ello se agregó la desocupación, que derivo en
peores condiciones de trabajo y en la extensión de la jornada laboral. AL mismo tiempo hay
que tener en cuenta que la situación jurídica de los trabajadores solía ser precaria y su
organización sindical precaria. Estas condiciones se agravaron cuando, por efecto de la
guerra, arribaron nuevo grupo de inmigrantes que aumentaron la disponibilidad de la mano de
obra, mientras tenía lugar un proceso de mecanización, factores que incrementaron las
dificultades para conseguir trabajo. Lo que puso en marcha un parcial desplazamiento de
población hacia las ciudades.

En las zonas dedicadas a la agro exportación, los conflictos sociales de la época tendieron a
enfrentar a los chacareros (se veían como pequeños productores), los peones y los obreros
rurales (con una identidad trabajadora) con los grandes propietarios, contratistas y
arrendatarios. La Federación Argentina Agraria, surgida de los conflictos de 1912 conocido
como el grito de Alcorta, se consolido como un actor de peso en las disputas. Compuestas por
arrendatarios, la Federación intento conseguir la modificación de las reglamentaciones que
regulaban las relaciones entre los dueños de las tierras y los colonos aspecto en el que no
lograron demasiados avances, a pesar de que hacía en 1916-1917 varios paros tuvieron lugar
en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, incluso más allá de la decisión de la Federación
Agraria. Por otra parte, a comienzo de 1919 se iniciaba una huelga de peones rurales que
coincidió con un nuevo movimiento de reclamo de los arrendatarios que sumaron sus propias
exigencias: créditos accesibles y moratorias de las deudas y más adelante, la reforma agraria.

A estos sucesos no falto la violencia, tanto a cargo de las fuerzas represivas (llegó a aplicarse
la ley de defensa social sancionada en 1910) como de los propios huelguistas, fueran
trabajadores o chacareros. Finalmente el gobierno intento poner en marcha un plan de cierta
amplitud, que contemplaba algunos reclamos (creación de organismos para regular las
relaciones laborales en el campo, tres años de contrato como mínimo para los arrendatarios,
apoyo a las cooperativas entre otras medidas) que fue bloqueado casi por completo en el
Congreso por los grupos de oposición conservadora. Entre los arrendatarios la agitación
continuó y en 1921 tuvo lugar una marcha de chacareros a la ciudad de Buenos Aires. Poco
después, fue sancionada una ley que se limitó a regular los arrendamientos y a fijar normas
para la relación entre propietarios y arrendatarios. Con diferentes intensidades, los procesos
de lucha incluían incendios de campos, cortes de alambrados y envenenamiento de animales,
además de la declaración de huelgas, que solían tener lugar al inicio de la cosecha. Las
centrales urbanas, colaboraban con estos movimientos e intentaban aprovechar la oportunidad
para extender la sindicalización mediante el apoyo a las organizaciones ideológicamente
cercanas. Los sectores patronales respondieron acudiendo a los rompehuelgas de la
Asociación Nacional del Trabajo y alentando la acción de la liga patriótica, esos grupos se
sumaban a las fuerzas policiales para reprimir. Entre los reclamos estaban: el aumento de
salarios, las mejoras en las condiciones laborales, la reducción de salarios, las mejoras en las
condiciones laborales, la exigencia de reconocimiento a las organizaciones de trabajadores.

Dos conflictos relevantes: La Forestal y la Patagonia. (Alejandro Cattaruzza)

Este movimiento de conflicto social tuvo en el mundo agrario dos episodios muy importantes.
Uno vinculado la Compañía La forestal, parte de cuyos capitales eran ingleses, que actuaban
en el norte de Santa Fe y en el Chaco. En tiempos de la primera guerra mundial, la compañía
poseía 1.760.000 hectáreas en las zonas dedicadas a la explotación del quebracho colorado en
el monte. Así en torno a las instalaciones de la compañía crecieron los poblados, se crearon
nuevos asentamientos de los trabajadores, se extendió el ferrocarril.

El trabajo en el monte era precario: el trabajador se internaba allí, en ocasiones con su familia
y se alojaba en chozas o en vagones del ferrocarril. La paga solía hacerse con vales, bonos o
fichas de la compañía, lo que obligaba al trabajador a comprar en los propios almacenes de la
empresa los productos que consumía. La empresa, en muchos casos, era la propietaria de las
viviendas donde se alojaban los obreros de la planta, de tal modo un despido significaba no
sólo la pérdida del trabajo sino de la vivienda.

El poder de la empresa era tal que ejercía funciones policiales y judiciales, apañadas por
comisarios y jueces de paz.

Esta situación creo un desafío para el Estado, lo que generó un debate en el poder legislativo
de Santa fe hacia 1915, pero no se tomó ninguna decisión. Debe tenerse en cuenta que el
tema de la Forestal no era el único caso, en las plantaciones yerbateras y en los ingenios
azucareros se daban situaciones similares con el agregado de que la mano de obre indígena
era arrasada por el trabajo.

A pesar de las dificultades no faltaban, activistas obreros del ferrocarril y de los barcos que
recorrían el Paraná contribuyendo al inicio de la acción sindical en La forestal, que se vio
impulsada por la instalación de un local sindicalista cercano a los terrenos de la empresa. A
mediados de 1919, los militantes fundaron un periódico y los trabajadores presentaron sus
reclamos a la compañía y lanzaron la huelga para obtenerlos, exigían aumento de los salarios
y una jornada de 8 horas, agregando el fin de los despidos. El uso de la violencia fue también
frecuente: represión policial, arresto de los dirigentes obreros, despidos, cortes de energía a
los pueblos. La empresa logró el objetivo de disminuir los costos de producción por la vía de
los despidos. En lo que fue un cambio significativo, en enero de 1921 la protesta obrera paso
a centrarse en el derecho a trabajar. El proceso volvió a radicalizarse y se denunciaron
episodios de persecuciones y muertes de obreros, como así también el incendio de los locales
sindicales e incluso algunas viviendas. Hacia abril, el movimiento fue finalmente derrocado.
Para entonces ya había comenzado otro conflicto en el sur. En la actual provincia de Santa
cruz, por entonces territorio nacional, la actividad económica central era la cría de ovejas para
la exportación de lana y carnes, la propiedad estaba concentrada y la producción ganadera era
extensiva. En la costa se realizaba la faena de animales destinados a los frigoríficos, que se
encontraban en Rio gallegos, San Julián y Puerto Santa Cruz.

Hacia septiembre de 1920, en Río Gallegos, la sociedad obrera de oficios varios intento
realizar un acto, que fue prohibido por las autoridades del territorio nacional. Se inició así un
conflicto que en sus primeras acciones incluyó el hostigamiento patronal a cargo de la Liga
Patriótica. El activismo obrero sumo las demandas de los trabajadores urbanos la de los
peones rurales. Estos últimos ya habían planteado un conjunto de reclamos, hacia 1915 que
apuntaba a limitar la jornada de trabajo (que era de 12 hs y a veces hasta 16 hs) a conseguir
mejores condiciones, ya que en donde se alojaban no tenían calefacción y la comodidad era
pésima y a eliminar los pagos en vales o en monedas chilena, ya que debía ser cambiada en la
local. Estos reclamos fueron puestos por escrito en un petitorio, este fue rechazado, lo que
desató el comienzo de la huelga. Los peones, desplazados de los establecimientos por los
estancieros, organizaron campamentos en las zonas cercanas a la cordillera. En diciembre de
1920, comenzó la represión a cargo de la policía local y los grupos de la liga patriótica.

Al inicio de 1921, llegaron a estas zonas las tropas del ejército al mano del teniente coronel
Héctor Varela, enviado por el gobierno nacional. La siguiente etapa fue que el gobernador
atendía los reclamos de los obreros. Este resultado fue visto como una víctima parcial por
parte del activismo sindical, pero con una fuerte tensión en las estancias, el conflicto
continuaba. Los terratenientes en una reunión con Yrigoyen en Buenos Aires, arreciaron tanto
las opiniones que indicaban que el conflicto estaba vinculado las pretensiones chilenas sobre
la Patagonia como las que subrayaban que el radicalismo había sido desbordado por la
protesta social y que se imponía el retorno al orden.

En septiembre de 1921, el conflicto volvió a tomar impulso, se extendió geográficamente y


asumió la forma de una huelga general, con la creación de grupos de huelguistas que
intentaban controlar áreas rurales, donde la represión quedo a cargo de las tropas de Varela, a
quien estableció la ley marcial y fusilo en masas a huelguistas, colaboradores y dirigentes.

En diciembre de 1921 y comienzos de 1922, los huelguistas fueron derrotados y muchos


asesinados. Por entonces se calculaba que había unos 2000 obreros muertos. Todos los
dirigentes salvo, uno que había escapado a Chile, se hallaban entre las víctimas. En enero de
1923, un obrero anarquista asesinó a Varela en un atentado, pero este fue asesinado en la
cárcel por un miembro de la liga patriótica.

Fin de la expansión agropecuaria y crisis del modelo agroexportador. (Alejandro


Cattaruzza)

La historia económica de la Argentina se apoya en las tasas de crecimiento que la economía


del país alcanzó entre las últimas décadas del siglo pasado y 1930. Este crecimiento estuvo
impulsado por las exportaciones de productos agropecuarios al mercado mundial. A partir de
la crisis que se desató en 1929, las características y la orientación de la economía cambiaron
profundamente. Las exportaciones hacia el mercado internacional dejaron de ser el impulsor
del crecimiento, cuyas tasas se redujeron significativamente. El mercado interno y desarrollo
de una industria cuyos productos estaban dirigidos a ese mercado se transformaron en el
nuevo estímulo. La intervención del Estado en la economía se acentuó notablemente, y la
Argentina pasó a tener una economía abierta a los mercados mundiales a una economía
basada en un creciente proyecto autárquico volcado hacia adentro.

Los males Argentinos provenían precisamente de la ruptura con el mercado mundial y de la


innecesaria y perjudicial actividad del estado. Muchas de las características tanto positivas
como negativas que la economía Argentina adquirió durante la depresión y la guerra
provenían del desarrollo de fenómenos ya existentes en el periodo anterior. A partir de 1930,
algunas de esas características se profundizaron y muchas de las transformaciones se
iniciaron con una posterioridad tal a la crisis. La argentina agroexportadora se transformó en
un país en el que efectivamente la industria se convirtió en el principal motor de la economía.

La crisis implicó una disminución del comercio mundial y una retracción de la inversión de
capital fuera de los países que tradicionalmente invertían más allá de sus fronteras. Se
extendió rápidamente a todo el mundo industrializado, con la notoria excepción de la
entonces Unión Soviética, y uno de sus impactos más evidentes fue la fuerte y prolongada
caída de la actividad económica.

Las dificultades que la mayoría de los países encontraron para continuar con sus prácticas
comerciales y financieras habituales impulsaron en los Estados afectados, la adopción de una
serie de políticas específicas. Ellas implicaban una retracción de las economías dentro de las
fronteras nacionales, el fortalecimiento de barreras proteccionistas, el abandono del patrón
oro incluso por parte de los Estados Unidos y Gran Bretaña, y la búsqueda de acuerdos
bilaterales entre países, que habrían de reemplazar el comercio abierto.

El impacto de la crisis se sintió especialmente en la caída de los valores de las exportaciones


de carne y cereales y en las consecuentes dificultades para la obtención de capitales y de las
divisas necesarias para el pago de las importaciones. El financiamiento del estado se enfrentó
con nuevos problemas, debido en gran parte de sus principales fuentes provenían de los
gravámenes al comercio exterior. Para enfrentar la situación, los gobiernos de la década de
1930 llevaron adelante una serie de políticas que abarcan desde la búsqueda de fuentes de
financiamientos que no estuvieran ligadas al comercio exterior. Estas políticas incluyeron la
creación del banco central, la adopción de medidas tendientes a disminuir las importaciones,
los intentos de apoyo y la regulación de la producción agropecuaria y la búsqueda de caminos
que permitir

¿Qué hizo Yrigoyen frente a la crisis? Teresa Eger- Brass

La Caja de Conversión era la institución donde se podían cambiar los “pesos papel” por
“pesos oro”, es decir, cambiar billetes por metálico. Había estado cerrada desde la Primera
Guerra Mundial, pero en el gobierno de M.T. de Alvear se había reabierto. ¿Qué hacían con
eso los capitalistas? Pedían préstamos en nuestros bancos, porque la tasa de interés era baja,
compraban dólares u oro, y lo transferían a cuentas bancarias en el extranjero (por ejemplo en
Nueva York, donde el interés era mucho mayor). El efecto era negativo para el país: se
descapitalizaba. Los norteamericanos, retiraron los capitales invertidos entre 1927 y 1928, y
los volvieron a invertir en Estados Unidos, en el fenómeno de “repatriación de capitales”.
Nuestros burgueses, sin pensar en nuestro país, también hicieron lo mismo. Por eso Yrigoyen
en 1929 cerró nuevamente la Caja de Conversión, a fin de que cesara la evasión especulativa.
Pero Yrigoyen, en un gran escándalo público, fue acusado por sus compatriotas de no saber
nada de economía, y Federico Pinedo –que luego, en 1933 y en 1962, sería ministro de
Economía– protestó por la medida, diciendo que la crisis mundial estaba a punto de ser
superada.

Estas medidas se daban en el contexto de una creciente ilegitimidad política proveniente del
golpe de estado que había derrocado a Yrigoyen en 1930, del posterior fraude electoral a la
gran escala, implantando desde mediados de la década. El golpe había colocado en el poder al
general Uriburu y en 1932, a partir de elecciones en las que el radicalismo se abstuvo de
participar por el veto oficial a sus candidatos, el general Justo se hacía de la presidencia.

Los efectos de la crisis fueron claros, implican el derrumbe de los precios de los principales
productos de exportación de la Argentina - cereales, lino y carnes -. A esta fuerte disminución
de los precios obtenidos por las exportaciones se unía el deterioro de los términos del
intercambio.

El petróleo: En la argentina, diferentes grupos advertían los peligros de un comercio


triangular (el rol de Gran Bretaña no fue reemplazado por completo por los EE UU sino que
se establecía un comercio triangula en el que la argentina continuaba vendiendo las materias
primas a Gran Bretaña pero reemplazaba la manufactura inglesas por las norteamericana),
aunque los intentos de las autoridades radicales por revertirlo fueron escasos y la mayoría de
ellos fracasaron. La iniciativa más importante y exitosa fue reducir los volúmenes de petróleo
comprados a los estados unidos y fomentar el desarrollo de la producción local.

La existencia de los yacimientos petroleros en Comodoro Rivadavia ya se había comprobado


en 1907. Como medida que avanzaba en el siglo XX, el petróleo cobraba cada vez más
relevancia en la economía argentina, Yrigoyen creo en 1922 la empresa estatal yacimiento
petrolíferos fiscales (YPF), el cual el estado se hacía cargo de la explotación, distribución y
producción de petróleo, YPF comenzó a operar durante el gobierno de Alvear.

El factor fundamental de modernización de las comunicaciones, de desarrollo económico y


de cohesión nacional se fortaleció por sus vinculaciones con Yacimientos Petrolíferos
Fiscales, una empresa estatal central en las aspiraciones a la autonomía económica.

En los últimos años de este periodo, la empresa americana Standard oíl comenzó a invertir en
la argentina. El tema genero una fuerte agitación política, cuando Yrigoyen se manifestó a
favor del monopolio estatal de producción petrolera, medida que chocaba con las empresas
extranjeras, especialmente Standars Oil y Royal Dutch Shell. Una vez instalalado Yrigoyen
en el poder, la ley de monopolio fue aprobada en la cámara de diputados, pero el senado se
negó a votarla. La empresa estuvo comprometida con la campaña por la nacionalización del
petróleo, uno de los conflictos agudos del segundo mandato, al punto que el golpe del 6 de
septiembre fue bautizado como “golpe petrolero”. En 1931, la tarea de extensión de la
empresa había encontrado un hito importante en el contrato firmado con la provincia de
Mendoza, que le permitió monopolizar toda la producción petrolera de la región, en 1932 se
aprobó la primera Ley Nacional de Petróleo y en 1934 se limitaron las concesiones privadas y
se convirtió todo el país en reserva fiscal. La participación de YPF en el mercado de
combustible, en expansión por el inicio de la red caminera, aumentó progresivamente entre
1931 y 1934. En este último año, la empresa se lanzó a propagandista su tarea con un fuerte
contenido ideológico.
El petróleo se convertía en un combustible fundamental para las industrias, de modo que
todas las derivaciones de la industria petrolera parecen desembocar naturalmente en la
presentación de YPF como una empresa modernizadora

UNIDAD II: El estado conservador: respuestas ante la crisis económica y política (1930-
1945)

El golpe de Estado. Uriburu y el fracaso del corporativismo. “restauración conservadora” o


“década infame”. El gobierno de Justo durante el abstencionismo radical. La “legitimación”
por las obras públicas. Crisis económica e intervencionismo estatal. Las juntas reguladoras.
La frustrada normalización del período de Roberto Ortiz y la reacción de la etapa de Castillo.
Auge y debacle de la gobernación de fresco. Neutralismo e impacto de la guerra civil
española y la segunda guerra mundial. La participación de los intelectuales como colectivo
frente a la sociedad. El camino hacia la industrialización. El golpe militar de 1943 y la
reacción nacional- católica. Ascenso de Perón, el 17 de octubre de 1945 y los debates sobre
los orígenes.

El golpe de Estado. Uriburu y el fracaso del corporativismo. “restauración


conservadora” o “década infame”.

Este periodo estudiado, según la autora Teresa Eger- Brass (2006) menciona que algunos
autores consideran a este periodo como neoconservadurismo (p, 454). Pero otros suelen
llamarla “la restauración conservadora” o “la restauración oligárquica”.

Fue José Luis Torres quien a este periodo que va desde el 6 de septiembre de 1930 hasta el 4
de junio de 1943, como la “Década infame” (infame: sin honra ni estimación, muy malo en su
especie) (Eger- Brass. 2006, p. 455)

Varios autores utilizados para desarrollar el presente, utilizan los títulos recién mencionados,
como es el caso de Alejandro Cattaruzza y de Teresa Eger- Brass, quienes utilizan el término
“década infame”, o como es el autor Luis Alberto Romero, quien hace mención y uso de la
palabra “restauración conservadora.”

Además de utilizar dichos autores para la elaboración del mismo, el presente se avoca a
desarrollar la década, de acuerdo a la participación, de Uriburu, Justo, Ortiz y Castillos, como
así también la actuación de la Unión Cívica Radical y su abstención durante este periodo.

El golpe de Estado.

El día anterior a las elecciones para renovación de las Cámaras, el general José Feliz Uriburu
destituye por un golpe militar al presidente Hipólito Yrigoyen de la Unión Cívica Radical,
quien había sido elegido democráticamente para ejercer su segundo mandato en 1928. El
golpe de estado, se dio entre otras razones, debido a que en las elecciones se modificaría la
composición de Cámaras, y con una victoria radical, sería posible sancionar la ley del
petróleo, propuesta por Yrigoyen: Está significaba, que solo el Estado Nacional tendría el
derecho de explotar la riqueza petrolera.

El golpe contó con el apoyo de importantes sectores dirigentes. Esos militares que dieron el
golpe (encabezado por Uriburu y Justo), como lo menciona Luis Alberto Romero (2016)

“La indecisión era normal a todos los sectores que habían concurrido a derribar el gobierno
de Yrigoyen y a interrumpir la continuidad institucional. La mayoría también apoyaba la
política de mano dura adoptada con el movimiento social: la intervención en los puertos para
desarmar el control sindical, las deportaciones de dirigentes anarquistas o comunistas,
perseguidos por la nueva sección Especial (…)” (p, 77)

Además aclara Teresa Eger-Brass (2006) que aquellos grupos que dieron el golpe tenían dos
ideologías distintas y un objetivo: derrocar a Yrigoyen. (p 457).

Sin embargo, para legitimar su acción, Uriburu recurrió a la Corte Suprema de Justicia (el
uno de los tres poderes constitucionales que no había sido disuelto). La Suprema Corte de
Justicia trató de legalizar el gobierno de facto aduciendo a “razones de orden público”,
reconociendo a las nuevas autoridades como “gobierno de hecho” y dando validez a sus
actos. (Eger-Brass, 2006, p457). De esta forma, se justificaría las frecuentes interrupciones
del orden constitucional.

La década infame o restauración conservadora.

Uriburu y el fracaso del corporativismo:

Luego del golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930, en un acto Uriburu promulgo la
disolución del Congreso, adoptando el título de presidente provisional e interno en doce
gobiernos provinciales.

A José Félix Uriburu no le interesaba demasiado la Constitución, sino que su intención era
modificar el sistema parlamentario representativo por uno corporativista “quienes estuvieran
en el Congreso debían ser “delegados de las fuerzas vivas de la Nación”(es decir ya no
surgiría su nominación de los partidos políticos, sino que debían ser propuestos por los
grupos de poder que el gobierno considere importante, como ejército, iglesia, sindicato,
empresas)”. (Eger-Brass, 2006, p457). Es decir quería reemplazar el sistema democrático por
uno fascista, pero no tuvo el apoyo suficiente para imponerlo. Había disuelto el congreso
nacional e internado en las provincias, hecho que fue aceptado como situación provisoria.

En torno a la figura de Uriburu se nucleaban los sectores nacionalistas y los sectores


conservadores más de derecha, influidos por el fascismo europeo. En otras palabras querían
reemplazar el sistema democrático por uno fascista, pero no tuvieron el apoyo suficiente para
imponerlo, como menciona Cattaruzza (2016) algunas posiciones de los diferentes sectores,
así como agrupaciones militarizadas, lo aproximaban al fascismo europeo, pero otros lo
alejaban, ya que algunos entendían que la clave para la construcción de la sociedad ordenada
era el ejército. (p.117). Por lo tanto, la instrucción militar, que se había transformado en un
elemento relevante, era la pieza central del proyecto de Uriburu.
Su proyecto planteado como una revolución, proyectaba la necesidad de una revisión
institucional.

La coalición revolucionaria que sólo compartía su oposición al gobierno radical, pronto se


escindió en dos líneas. Una de ellas, liderada por Uriburu. Y la otra liderada por Agustín P.
Justo. Fue así que la oposición fue creciendo. Los radicales antipersonalistas, la mayor parte
de los dirigentes conservadores, se inclinaron hacia el liderazgo de Agustín P. Justo.

Pero pronto fue presionado por el sector liderado por Agustín P. Justo, que prefería la fachada
liberal. Además Justo disponía de un amplio sistema de relaciones con dirigentes políticos, en
particular con sectores del radicalismo. Es así que Uriburu no sólo propiciaba afectar al
partido derrocado, La unión Cívica Radical, sino también a todos los demás. Alejandro
Cattaruzza (2016) agrega que:

(…) “eso fue lo que motivo a que se creara la Federación Nacional Demócrata, donde
formaron el Partido Socialista Independiente, los conservadores de la provincia de Buenos
Aires y otro grupo de conservadores y antipersonalistas, todos ellos favorables al golpe, pero
renuentes a acompañar la salida imaginada por Uriburu” (p. 118)

Con posterioridad al golpe del 6 de septiembre se comienzan a escuchar voces de protestas,


es así que en 1931 se crea la sección “orden político” para reprimir con más métodos. (Eger-
Brass, 2006, p459)

También se sitúa la exigencia de una pronta normalización institucional que, a comienzos de


1931, un importante grupo de oficiales realizó a Uriburu, además actuaron un grupo de
oficiales yrigoyenistas que planteaban un contragolpe. Así, Uriburu debió conceder un
llamado a elecciones en la provincia de Buenos Aires para abril de ese mismo año, ante la
amenaza de que produjera un movimiento militar. (Cattaruzza, 2016, p.118). Convocando a
elecciones para la restauración del congreso y de los gobiernos provinciales, Uriburu pensaba
poner en evidencia el supuesto apoyo popular al proyecto presidencia.

Fue así, que cuando Uriburu pensó que el radicalismo había perdido poder, convocó a
elecciones libres el 5 de abril de 1931. Se equivocó, ganó el radicalismo. Los cálculos
políticos volvieron a cambiar, ya que el Uriburismo quedó sin chance y el radicalismo se
convertía en un factor que debía tener en cuenta, ya que a pesar del derrocamiento, y del
descrédito del gobierno radical, quedaba demostrado que no contaba con el apoyo popular.

Finalmente, Uriburu anuló los comicios porque no había hecho el golpe de Estado para
admitir a los radicales nuevamente en el gobierno, aunque fuera el provincial. El mismo fue
anulado en octubre.

Con el quiebre del Uriburismo, menciona Cattaruzza (2016) los grupos cercanos a Justo
lograron afianzar sus posiciones en la administración. (p. 119). Justo se enfocó en la
construcción de su propia candidatura a presidente, intentando convertirse candidato del
radicalismo. En tanto, volvía al país Marcelo T. de Alvear, con una actitud claramente
opositora, Alvear era un dirigente poderoso en el radicalismo, donde además contaba con la
amistad de Yrigoyen.

En julio de 1931, algunos militares yrigoyenistas intentaron un movimiento armado, que tuvo
como suceso central el levantamiento del coronel Gregorio Pomar en la provincia de
Corrientes, pero el mismo fracaso. La dictadura, como la menciona Cattaruzza (2016)
convocó a elecciones para noviembre y la UCR proclamó la candidatura de Alvear. (p, 119).
Bloqueada así la alternativa radical a su candidatura, Justo se dedicó a buscar apoyo y
presionó para obtener del gobierno el veto a la candidatura de Alvear. Asimismo, Teresa
Eger-Brass (2006) aclara que una vez convocadas las elecciones presidenciales, Uriburu veto
el nombre de Marcelo T. de Alvear y se preocupó de asegurar los resultados por medio del
fraude. (p, 457). Ante esa circunstancia el radicalismo decidió la abstención.

Durante el gobierno de Uriburu, los jueces opositores fueron exonerados. Los militares que
participaron fueron ascendidos y los defensores de la legalidad fueron castigados con prisión
o destitución. El estado de sitio duró un año y medio. Se implantó la ley marcial,
reimplantando la pena de muerte. Como así también, se clausuraron los diarios y se puso en
prisión al director del periódico Crítica (Natalio Botana). A los opositores se los castigó con
la cárcel. Se deportaron ciudadanos. Se intervinieron en doce provincias, caducando los tres
poderes de las mismas. Fueron también intervenidas las universidades, reduciendo su
presupuesto y nombrando profesores por decreto. (Eger-Brass, 2006, p457)

El gobierno permitió y estimuló la formación de una fuerza armada privada llamada legión
cívica, desde 1931. Les garantizaba instrucción militar y armamento y les otorgaba la
facultad de intervenir en defensa del orden público. Los objetivos eran mantener la seguridad
pública y el orden interno. (Eger-Brass, 2006, p458). En la práctica, se dedicaron a la
represión de los conflictos obreros y en la implementación del fraude electoral. Lo podía
formar cualquier dueño de más de mil hectáreas, para evitar cualquier protesta de sus
trabajadores.

Finalmente, en las elecciones de noviembre a la fórmula de Justo, sólo lo enfrentó una


coalición del Partido Socialista y el Demócrata Progresista: Lisandro de la Torre y Nicolás
Repetto (Romero, 2016, p81). En ese mismo mes, la fórmula encabezada por Justo obtuvo el
triunfo.

La presidencia de Agustín P. Justo

Luego de las elecciones de noviembre, asumieron al cargo el 20 de febrero de 1932, el


general golpista Agustín P. Justo siendo el vicepresidente el hijo del ex presidente Julio A.
Roca, que se llamaba igual. Pero este régimen según Romero (2016) fue visto como
ilegítimo, fraudulento, corrupto y ajeno a los intereses nacionales (p, 92).

Durante los primeros años de su gobierno y hasta 1935, menciona Cattaruzza (2016) que la
coyuntura política estuvo caracterizada por la abstención de la UCR y la ocasional apelación
de la protesta armada por parte de algunos grupos (p, 121).

Justo contaba con un firme control en el Senado, mayoritariamente en manos del Partido
Demócrata Nacional y la abstención del radicalismo, que se mantendría hasta 1935. Fue así
que el gobierno recurrió al fraude electoral para continuar manteniendo su posición.

Cabe destacar que otros rasgos de esa coyuntura fue la complicada relación entre los partidos
que componían el oficialismo, cuya alianza parlamentaria comenzó a llamarse Concordancia.
En otras palabras, la Concordancia fue un partido político formado por la unión de diferentes
fuerzas, como los socialistas, comunistas, conservadores y radicales no personalistas. Los
cuales, para las elecciones del ´37 propusieron al hijo de Julio A. Roca, como vicepresidente,
por lo tanto el presidente contaba con el apoyo de este grupo.

Durante los años 1935, los trabajadores de la construcción de Buenos Aires, conducidos por
dirigentes comunistas, iniciaron una huelga que duró más de 90 días y en enero la CGT
realizó una huelga general, donde como saldo importante fue la constitución de la Federación
Obrera Nacional. Romero (2016) resalta: que la reacción del gobierno se dirigió además hacia
el nuevo sindicalismo, donde aplicado la ley de Residencia contra los mismos. (p, 94) Donde,
aquellos huelguistas terminaron deportados.

Los partidos políticos en la década infame

En el momento del golpe de Estado, ni el Partido socialista tradicional ni la Democracia


Progresista lo apoyaron. Si lo hicieron el partido socialista independiente, el partido
conservador o partido demócrata nacional, los radicales antipersonalistas y distintos partidos
provinciales, como el demócrata de córdoba, el Liberal de San Luis, etc. este acuerdo entre
partidos fue denominado concordancia (Eger-Brass, 2006, p461)

El Partido Comunista miro el golpe con indiferencia, considerando a Yrigoyen como


“fascista”.

El Partido radical había participado en las elecciones de 1931, pero al ganar fueron anuladas.
Con el veto de la candidatura de Marcelo T. de Alvear para la presidencia, el partido se
declaró en abstención electoral (es decir, se abstuvo de presentar candidatos para las
elecciones) hasta 1935. Es por ello que hasta esa fecha el principal bloque de oposición fue la
alianza civil (partidos socialistas y demócrata progresista) y luego la Unión Cívica Radical.

La Alianza civil era antiyrigoyenista, pero no quería enfrentarse al radicalismo porque


necesito de sus votos, mientras el radicalismo mantuvo la abstención. Si bien aceptaron el
papel que los conservadores les quisieron (por medio del fraude que les permitían ganar las
elecciones presidenciales, aunque les dejaban tener representantes en el congreso)
funcionaron como voceros de denuncias sobre los negociados y la corrupción en el gobierno.

En 1935 el senador demócrata progresista Lisandro de la Torre estaba investigando sobre los
incalculables beneficios que desde el gobierno se les estaba dando a los frigoríficos ingleses
en la Argentina, y la evasión adicional de impuestos sobre el mínimo imponible que les había
fijado. Para frenarlo, el ministro Duhau atacó a puñetazos al senador y el incidente terminó
con el asesinato que se llevó dentro del senado, tratando de eliminar a Lisandro de la Torre,
pero mataron al compañero de banco Enzo Bordabehere. (Eger-Brass, 2006, p462)

El socialista Alfredo Palacios también tuvo una participación activa. Propuso numerosas
leyes que beneficiaban a los pobladores más desprotegidos (fueron aprobadas entre otras
leyes, de protección al menor, a la maternidad, sobre accidentes de trabajo, creación de
hogares- escuela y se realizó denuncias de negocios como el de las tierras de Palomar)

Además durante los años de la presidencia de Justo, se puede notar un importante cambio de
posición del partido Comunista. Como lo destaca Romero (2016) con la consigna de “luchas
de clases contra clases”, los comunistas habían combatido por igual a los nazis y fascistas y a
los partidos socialdemócratas a quienes estigmatizan como los más peligrosos enemigos del
proletariado. (p.94)
En el campo opositor, el término utilizado por Romero (2016) “soldar el bloque de
solidaridades” (p.94) iba desde el radicalismo hasta el comunismo, pasando por socialistas ,
demócratas progresistas, los estudiantes de la Federación Universitaria, los dirigentes
agrupados en la CGT y un vasto sector que incluía a figuras del liberalismo conservador.

En los últimos años, de la presidencia de Justo, la actividad sindical creció.

El fin de la abstención radical y las elecciones del ´37.

La Unión Cívica Radical había decidido el fin de su abstención electoral en el año 1935.
Pero, anteriormente la UCR había participado de la renovación de la Cámara de Diputados.
Ya que Justo en su presidencia, se preocupó por garantizar la libertad de la elección como
elemento de propaganda ante la opinión pública (Cattaruzza, 2016, p. 124). Fue así que el
radicalismo tucumano se alzó con la victoria.

La dirigencia radical decidió la vuelta al ruedo en 1935, a partir de ese levantamiento el


radicalismo pasó a convertirse en un partido más.

Algunos activistas de los sectores opuestos a esa decisión fundaría luego la FORJA.

Un grupo de radicales yrigoyenistas, crítico ante la conducción alarmista terminaron


independizandose en 1935, formando una asociación a la que titularon FORJA: fuerza de
orientación radical de la joven argentina. Al principio eran solamente radicales: Arturo
Jauretche, Luis Dellpiane, Juan B. Fleitas, Homero Manzi, pero luego aceptaron gente de
otros partidos, como Raúl Scalabrini Ortiz. (Eger-Brass, 2006, p463). Quienes luchaban en
tales oportunidades por salvar la tradición yrigoyenista.

Cuando se forma el movimiento militar de coroneles llamado Gou (grupo Obra unificación o
grupo de oficiales unidos) que promueven el movimiento que culminará con el golpe de
Estado del 4 de junio de 1943, FORJA les dará su apoyo crítico. A los nuevos militares que
están en el gobierno la crítica no les gusta, por lo que los forjistas terminan en la cárcel.
(Eger-Brass, 2006, p464)

Según Cattaruzza (2016) la FORJA se trataba de un antiimperialismo que denunciaba la


dependencia económica y política de Inglaterra. (p. 124)

En otras palabras, la pieza clave del frente opositor al gobierno era la UCR. El levantamiento
de la abstención electoral, en ese año, había sido impulsado por los sectores que rodeaban a
Marcelo T. de Alavear. Pero la vuelta a la lucha también aumentó las posibilidades de
manifestación de los grupos más avanzados del radicalismo, que reivindicaban una tradición
yrigoyenista. (Romero, 2016, p. 98)

La UCR se presentó en 1937 como plataforma electoral para las elecciones presidenciales.

En 1937, el presidente Justo pudo imponer la candidatura presidencial de Roberto M. Ortiz,


pero debió aceptar para la vicepresidencia a un representante de los conservadores más
tradicionales: Ramón S. Castillo. Así la concordancia le ganó a la Alianza Civil.

Con el apoyo de Alvear, Ortiz se propuso a depurar los mecanismos electorales y desplazar a
los dirigentes conservadores. (Romero, 2016, p 99)
Ya en las elecciones presidenciales de 1937, para suceder a Agustín P. Justo, la concordancia
presentó la fórmula integrada por Roberto Ortiz y Ramón Castillo. Que basados en el fraude,
los comicios dieron el triunfo al oficialismo. Es así, que mientras la política quedaba asociada
al fraude, el Estado encaraba la negociación de las cuestiones de gobierno con los distintos
actores de la sociedad, sindicatos, los empresarios, las Fuerzas Armadas, ignorando al
congreso y a los partidos políticos. (Romero, 2016, p 100)

Crisis económica e intervencionismo estatal Luis Alberto Romero

La eficacia del gobierno debía quedar demostrada, ante la sociedad en particular y ante las
clases propietarias en particular, por su capacidad para enfrentar la difícil situación
económica.

La depresión que se venía desatando desde 1929 persistió hasta 1932, golpeando duramente a
lo que era una economía abierta. Ceso el flujo de capitales, los precios internacionales de los
productos agrícolas cayeron y aunque el volumen de las exportaciones no descendió, los
ingresos del sector agrario y de la economía se contrajeron mucho. Como el gobierno opto
por mantener el servicio de la deuda externa debieron reducirse en forma drástica tanto las
importaciones como los gastos del estado, cuyo déficit paso a convertirse en un grave
problema.

El dislocamiento de la economía internacional era cada vez mayor. En la crisis, los países
centrales utilizaron su poder de compra para defender sus mercados, asegurar el pago de la
deuda y proteger sus inversiones. Gran Bretaña se refugió en el proteccionismo comercial y
constituyo un área de la libra, defendida por el control de cambios y por la inconvertibilidad
de la moneda, idénticos caminos tomaron Alemania, Francia y EE UU. La medida adoptada
por Uriburu y por Justo al principio, se limitó a las medidas reactivas clásicas, a mediados de
1933, con la designación de Pinedo como ministro de Hacienda, se avanzó delineándose dos
tendencias: la creciente intervención del estado y el cierre progresivo de la economía.
También otra, pero menos duradera, el reforzamiento de la relación con Gran Bretaña.

A fines de 1931 (poco antes de que Justo sucediera a Uriburu) se estableció el impuesto a los
réditos, el cual fue aceptado sin discusión por los sectores propietarios. Las finanzas públicas
habían dejado de depender de los impuestos a las importaciones o de préstamos externos.
Sumado a la reducción de los gastos, hacia el 1933 el gobierno había logrado equilibrar su
presupuesto.

También en 1931 fue el establecimiento del control de cambios, mediante el cual el gobierno
centralizaba la compra y venta de divisas. En principio fue una medida para enfrentar la
crisis y asegurar el pago de la deuda externa, pero pronto se vio que constituía un poderoso
instrumento de política económica: desde el gobierno podía establecerse prioridades para el
uso de divisas, cuestión que preocupaba a aspirantes externos como Gran Bretaña y Estados
Unidos. En 1933 una reforma estableció dos mercados de cambio, uno regulado por el estado,
administraba las divisas provenientes de las exportaciones agropecuarias tradicionales,
mientras que el otro se compraba y vendía libremente las originadas en préstamos recibidos o
en exportaciones no tradicionales como en las industriales. El estado se hizo de una
importante masa de recursos y sobre todo pudo decidir sobre su uso. Así estableció una serie
de prioridades para vender las divisas que controlaban: el servicio de la deuda externa era la
primera, atender las importaciones esenciales y las remesas de las empresas de servicios
públicos, como las ferroviarias.
Avanzando con el control de las finanzas se creó en 1935, el banco central cuya función
principal era regular las fluctuaciones cíclicas de la masa monetaria, evitando controlar la
actividad de los bancos privados sobre todo en el manejo de sus créditos. También para
atenuar los efectos de las crisis cíclicas y defender a los productores locales, se comenzó a
regular la comercialización de la producción agropecuaria. Utilizando los fondos
provenientes del control de cambios, la junta nacional de granos aseguro un precio mínimo
para los productores rurales, evitándose tener que vender en el peor momento. La junta
nacional de carnes apunto al mismo objetivo, aunque limitada al escaso sector del mercado
que escapaba a los frigoríficos extranjeros. El sistema se extendió también a productos
extrapampeanos, como el algodón y el vino. El propósito de estas juntas era regular el
mercado de bienes. A través de ellas, el estado compraba los productos a un precio más bajo,
asegurando una renta mínima a los productores y luego se encargaba de exportarlo.

Por ese camino, el estado fue asumiendo funciones mayores en la actividad económica, y
paso de la simple regulación de la crisis a la definición de las reglas de juego cada vez más
amplia, según el modelo del economista John Keynes. En otras palabras condujo al cierre de
la económica, los aranceles y la escasez de las divisas crearon ñas condiciones adecuadas
para sustituir los bienes importados por otros producidos localmente, sobre todo si la
producción no exigía una instalación fabril compleja o si ya existía una base industrial que
podía ser utilizada con mayor intensidad, acentuándose su orientación hacia la
industrialización.

Roberto Ortiz y la etapa de Castillo.

Roberto Ortiz, fue el candidato que Justo, sostuvo en las internas. En cambio su
vicepresidente Ramón Castillo fue impuesto por los sectores más conservadores. Cattaruzza
(2016) acentúa que Ortiz provenía del antipersonalismo, que no era el partido electoralmente
más poderoso del oficialismo. (p, 127)

Si bien la política de Ortiz revelo mayor autonomía, su presidencia presentó una serie de
denuncias cuestionaban al gobierno. En 1940, se denunció un negocio con tierras adquiridas
por el Estado en El Palomar. El hecho fue discutido en el Congreso y afectó directamente al
Poder Ejecutivo. El presidente Ortiz envió su renuncia, pero la misma fue rechazada.

A pesar de esas dificultades, el mayor problema lo constituyeron la enfermedad de Ortiz.


Ramón Castillo, quien debió hacerse cargo de la presidencia debido a la enfermedad de Ortiz,
que desde su lecho de enfermo denunció la permisividad de Castillo frente al fraude en las
elecciones provinciales.

En septiembre de 1941, Castillo que reemplaza al presidente, logró organizar su propio


gabinete con una fuerte presencia conservadora. (Cattaruzza, 2012, p. 128) Sumando a las
prácticas fraudulentas, retomó la práctica de las intervenciones provinciales. Estos
mecanismos facilitaban el acceso de los conservadores al poder y obstaculizaron el avance de
los radicales.

Castillo prefería los métodos que aseguraban la continuidad del régimen oligárquico. Es así
que en año de las elecciones, un grupo de oficiales nacionalistas, GOU, lleva adelante un
golpe militar de signo ideológico opuesto al de detentaba el poder. (Eger-Brass, 2006, p458)
Auge y debacle de la gobernación de fresco María dolores Béjar.

En febrero de 1936, luego de unas elecciones en las que el fraude alcanzó su expresión más
evidente, Manuel Fresco se hizo cargo del gobierno bonaerense. Manuel Fresco era una de
los dirigentes de la derecha política más abiertamente decidido a evitar el retorno de los
radícales. Consecuente con dicho objetivo, a lo largo de su gestión las prácticas fraudulentas
fueron la nota dominante en todos los comicios, tanto los destinados a renovar autoridades
provinciales como nacionales. A pesar de sus definiciones críticas respecto a la Ley Sáenz
Peña, de la violencia desplegada bajo su gobierno para doblegar a la oposición, de las
sanciones a los jueces que intentaron aplicar la ley Sáenz Peña, Fresco logro, en los primeros
años de su gobierno, ser reconocido por su capacidad como gobernante y por sus condiciones
como líder político.

Poco tiempo después de asumir como gobernador se lo menciono como posible candidato del
frente nacional a la presidencia de la nación. En ese momento, el sector de la dirigencia
sindical conducia la CGT- independencia, también reconocía en el gobernador un interlocutor
a tener en cuenta la solución de los conflictos gremiales. A fines de1937, en una huelga textil,
los textiles y Fresco reconocían la convivencia de encarar las negociaciones en lugar de
recurrir a la huelga.

Cuando el gobierno se fue debilitando en relación con desafíos que pusieron de relieve la
fragilidad del liderazgo de Fresco y su dificultad para concretar el programa propuesto, el
gobierno nacional invoco el fraude para aprobar su destitución. En marzo de 1940 el
presidente Roberto Ortiz decretó la intervención de la provincia aduciendo que los comicios
gubernativos provinciales del 25 de febrero se habían atentado contra los principios
democráticos a través de la publicidad del voto, la supresión arbitraria del cuarto oscuro.

El gobierno bonaerense intento detener la intervención y con este propósito, posibilito que las
elecciones legislativas nacionales no fueran afectadas por el fraude.

El conservadurismo bonaerense era una de las principales fuerzas de la concordancia. El


gobernador depuesto cuestiono la legalidad de la intervención, donde la califico como un
acto de avasallamiento de la autonomía de la provincia y en consecuencia se negó a presentar
la renuncia aunque acepto abandonar la casa de gobierno para evitar la lucha.

En síntesis, la caída de Fresco se encuentra asociada a las limitaciones del fraude como al de
fracaso del programa encarado por el mismo. Este programaba reconocía problemas y ofrecía
alternativas que afectaban a la moderna sociedad industrial y la definición a favor de un
estado más activo capaz de avanzar en la solución. Los proyectos incluían la construcción de
casa económicas para los obreros mejoras en las condiciones de trabajo, en el nivel salarial, el
cuidado de la salud y la obligatoriedad de la educación.

A partir de 1938, el gobierno bonaerense se encontró frente a desafíos vinculados con el


curso negativo de la economía combinado con los reacomodamientos políticos. A las
dificultades se sumaron las restricciones que impuso el gobierno nacional al uso del crédito
público. Además la debilidad de Fresco no solo se explica a través de las restricciones
económicas, sino que estuvo asociada con el desenvolvimiento negativo de la económica se
combinaron con el creciente protagonismo de los dirigentes del partido y el cambio de rumbo
del gobierno nacional a partir de la decisión de Ortiz de sancionar el fraude. A lo largo del
periodo de auge, las tensiones que generaba este proyecto se manifestaron en distintas
ocasiones. Los dirigentes partidarios evitaron la confrontación frente a iniciativas como la
organización policía. Cuando la posición del gobierno se deterioró, los dirigentes partidarios
reasumieron su papel protagónico poniendo subordinarlos. Así, Fresco desempeño un papel
secundario, ya no contaba ni con las condiciones ni con la capacidad.

En consecuencia, con la intervención decretada por Ortiz concluyo un gobierno que había
dejado de gobernar.

Neutralismo e impacto de la guerra civil española y la segunda guerra mundial.

Impacto de la guerra civil española: Alejandro Cattaruzza.

En 1936, el estallido de la guerra civil española volvió más dramático el debate político. La
existencia de una vasta colonia de inmigrantes españoles. Así como las relaciones
intelectuales contribuyeron a que la guerra tuviera un cierto impacto. Entre quienes adherían
a la república se encontraban tanto los grupos de izquierda como sectores de la UCR y de la
militancia sindical. Campañas de apoyo y de recolección de recursos, organizaciones de
comités de ayuda que extendieron a casi todo el país, movilizaciones recurrentes en las
ciudades y una operación de envíos de voluntarios fueron sostenidas por los partidarios de la
república, entre quienes los comunistas fueron alguno de los más eficaces organizadores. Sus
adversarios, con el apoyo de los recursos nacionalistas y de los católicos.

Luis Alberto Romero:

La guerra civil española sirvió para definir los campos, no solo división la extensísima
colectividad de españoles, sino la sociedad argentina toda, proliferaron colectas, comités de
ayuda, manifestaciones y peleas en cualquier ámbito compartido por partidarios y adversarios
de la república. En las derechas, la guerra civil integró a conservadores autoritarios,
nacionalista, filofascistas y católicos integristas en una común reacción contra el liberalismo
democrático. En el campo contrario, termino de soldar el bloque de solidaridades que iba
desde el radicalismo hasta el comunismo, pasando por socialistas, demoprogresistas, los
estudiantes de la federación universitaria, los dirigentes agrupados en la CGT y un vasto
sector de opinión independiente y progresista, que también incluía figuras del liberalismo
conservador.

José Luis Romero:

El estallido de la guerra civil española en 1936 provoco en el país una polarización de las
opiniones y el apoyo a la causa republicana constituyo una intencionada expansión para
quienes deseaban expresar su repudio al gobierno. Ese clima, acentuado por el creciente
horror que provocaba el régimen de Hitler en Alemania, robusteció la certidumbre de que era
necesario hallar un camino para restaurar la legalidad democrática en el país. Bajo la
influencia de Alvear el radicalismo levanto la abstención electoral y Alvear fue elegido
candidato a presidente. Los sectores conservadores apoyaron la candidatura de Roberto M.
Ortiz. Ortiz fue consagrado presidente quien había demostrado una simpatía por la causa
republicana (pese a la magnitud del fraude) y luego en el repudiado a las agresiones nazis que
condujeron a la guerra mundial en septiembre de 1939.

La guerra y el frente nacional


La guerra segunda guerra mundial se desencadenó en septiembre de 1939, la cual cambió el
panorama político, reacomodando a los distintos grupos internos.

En junio de 1940, como hace mención Romero (2016) se constituyó en Argentina, la Acción
Argentina, dedicada a denunciar las actividades nazis en el país. En ella participaron
radicales, socialistas y varias personas pertenecientes a la oligarquía conservadora. (p, 104).

El gobierno de Castillo no necesitaba simpatizar con los nazis para aferrarse a la neutralidad.
Bastaba con mantener la continuidad de una tradición política del Estado y sumarles alguna
lealtad a los tradicionales socios británicos. (Romero, 2016, p.105)

Romero (2016) descarta que:

“Castillo seguía aquí la tradición de sus antecesores. Justo cultivo a los militares, aumentó los
efectivos bajo bandera, construyó notables edificios como el Ministerio de Guerra. Ortiz
encontró un ministro fiel en el general Márquez quien fue derribado por un escándalo.
Castillo a su vez debió designar ministro de Guerra a otro justista, el general Tonazzi, pero se
dedicó a cultivar a los jefes y a colocar en los mandos a enemigos del ex presidente”. (p. 105)

Un elemento central del nuevo perfil militar que se fue encarando en esta nueva etapa, fue la
conciencia nacionalista (Romero, 2016, p. 106). Se exacerbó un nacionalismo tradicional,
antiliberalista, xenófobo y jerárquico.

La participación de los intelectuales como colectivo frente a la sociedad.


Alejandro Cattaruzza.

Los intelectuales y la política: Durante los años ´20, jóvenes intelectuales animaron la
reforma universitaria. Estos jóvenes militantes creyeron posible la creación de un partido
nacional reformista que les permitiera llevar sus principios a la política nacional y por lo
tanto participaron en varios partidos. En los años ´30 algunos de ellos se incorporaron a la
lucha política plena en las filas del partido socialista y del radicalismo. En este sentido Julio
V. Gonzales que provenía del reformismo universitario se incorporó al PS al igual que Carlos
Sánchez Viamonte. El radicalismo consiguió la adhesión de Ricardo Rojas, quien no
pertenecía a la generación de los ´20, ero tenía relaciones apacibles, en particular con los
reformistas de la Universidad de Buenos Aires, de donde había sido decano. Otro es Julio
Barcos, con actuación en el anarquismo, es autor de ensayos en cuestiones políticas y
educativas en los años ´20 y en los ´30 paso a formar en las filas radicales, tomando parte
incluso en los preparativos de al menos uno de varios levantamientos armados y en algunas
publicaciones destinadas a los intelectuales como la revista Hechos e ideas. A su vez, en
FORJA, Arturo jauretche quien acreditaba una antigua militancia universitaria.

Fuera del radicalismo, pero en el universo forjista, se encontraba Raúl Scalabrini Ortiz. De
joven publicaba con frecuencia en las revistas Martin fierro y pulso, en 1931 publicaba el
hombre que está solo y espera, pero entre los años 1932 y 1933 paso a convertirse en un
intelectual militante en el plano político. En los años siguientes se dedicó a cumplir el papel
de organizador cultural, mientras publicaba ensayos económicos e históricos de denuncia de
la dependencia económica de Inglaterra.

En el partido comunista, se encontraba Aníbal Ponce, quien se hizo cargo de la dirección de


la revista de filosofía. A lo largo de la década dos comunistas dedicados a la investigación de
temas históricos fueron ganando prestigio, se trataba de Rodolfo Puig gros quien presento de
la colonia a la revolución y Eduardo Astesano quien también publico contenido social de la
revolución de mayo. Donde el comunismo había estabilizado una interpretación de la realidad
latinoamericana y argentina, que indicaba que se trataba de países semi coloniales.

Los grupos nacionalistas inclinados a la derecha contaron con Leopoldo Lugones quien había
reclamado gobiernos de orden y expresado la confianza en el ejército como su principal pilar,
además público trabajos que proponían a una “grande argentina” y “una patria fuerte”.

Las revistas y publicaciones periódicas fueron instituciones culturales en torno a las cuales
prospero este encuentro entre intelectuales y organizaciones políticas. Es así que los evocados
hechos e ideas fue una revista creada por la UCR en 1935 y editoriales como boina blanca.
Allí, Arturo Jauretche público su poema gauchesco paso de los libres, que evocaba una de las
insurrecciones radicales en las que había participado, cuyo prologo quedo a cargo de Jorge
Luis Borges. En el radicalismo se cuentes desde luego a FORJA, con sus cuadernos que
escribieron entre otros, Jorge del Rio, Luis Dellepiane, y Gabriel del Mazo. Scalabrini Ortiz,
además de participar en los cuadernos publico el primer volumen de historia de los
ferrocarriles argentinos.

Debates en torno a la función social de los intelectuales: muchos de los intelectuales no


estaban vinculados directamente a habilidades o saberes propiamente políticos, tales como
conseguir votos para las elecciones internas o nacionales, obtener recursos para la apertura de
un local o para organizar un cédula barrial o fabril garantizando su funcionamiento y su
seguridad. Lo que contribuyó a que los grupos intelectuales tuvieran una relación no del todo
apacible con sectores de los partidos a los que adherían. Las tensiones fueron frecuentes y
reproducían un elemento: la búsqueda, por parte de los intelectuales de un papel para cumplir
en la organización política en su condición de hombres de cultura, en algunas oportunidades
fueron guías doctrinarios. Pero tal búsqueda suscito en conflictos con los dirigentes más
dedicados a la tarea política, que no estaban dispuestos a delegar la función que tenía el
partido. En los años ´30, estas disputas se fueron entrelazando con el proceso que sacudía a
los intelectuales desde dentro de sus propias filas. Como es el caso del coronel Atilio
Cattáneo conspirador radical a principios de la década, dudaba de las habilidades que Barcos
demostraba como organizador de rebeliones militares. A su vez, en el ámbito del radicalismo
resulta significativo que los intelectuales que organizaron tanto hechos e ideas como
cuadernos de FORJA, dos esfuerzos destinados a esos mismos sectores, se asignaron así
mismo el papel de encargados de definir los principios doctrinarios auténticos de la UCR así
como las posiciones tácticas ante los desafíos del momento.

El camino hacia la industrialización: Alejandro Catarruza.

Como se ha indicado, las transformaciones que tuvieron lugar en la economía en torno a la


crisis de 1929 fueron muy importantes y terminarían por cambiar el eje de la economía
argentina, que se desplazó de la venta de productos primarios en el mercado internacional a la
producción destinada al mercado interno, con una marcada presencia de la industria. Este
cambio no significo el fin de la exportación de productos agropecuarios.

Por otra parte, ya antes de los años ´30 existían algunos sectores industriales que producían
bienes para abastecer el mercado local, integrados por unas pocas empresas, por lo general de
capital extranjero y por numerosos talleres pequeños. También había un sector industrial
asociado a la agroexportacion, en el que se destacaban los frigoríficos.
A lo largo de los años ´30, la envergadura del proceso de industrialización, alentado por la
sustitución de importaciones. Entre 1929 y 1931, la producción industrial cayó debido a los
efectos de la crisis, pero se observa que hubo un crecimiento del 8% anual entre 1930 y 1934.
Contribuyeron a él tanto la disminución de las exportaciones generadas por las crisis como el
deterioro de los términos del intercambio que volvían más complicada la obtención de las
divisas para aplicar a la importación de productos industriales. También tuvo incidencia el
aumento de los aranceles para la mercancía importada, como las que se negociaron para
varios productos en el marco del tratado Roca- Runciman de 1933, esos aranceles operaron
como un mecanismo proteccionista. El tratado de Londres firmado entre el vicepresidente
Roca y el representante ingles Runciman en 1933 llevo a cabo para beneficiar a un sector
social pero perjudico al resto del país. Gran Bretaña acepto mantener la cuota de carne
argentina en sus importaciones, a cambio, se aseguró la participación privilegiada en el uso
de las escasas divisas que permitiera la remisión de las utilidades de las compañías británicas
en la argentina. Igualmente se le concedió un trato preferencial a esas empresas en especial a
los ferrocarriles y tranvías. Finalmente los británicos consiguieron un arancel preferencial
para una serie de productos que exportaban a la Argentina como los textiles o el carbón. El
estado estableció un fuerte bilateralismo en las relaciones comerciales con Gran Bretaña

En 1935, el senador Lisandro de la Torre vinculado con los productores ganaderos en la


provincia de Santa fe, promovió la investigación sobre los manejos de los frigoríficos
británicos y las subvenciones pagadas a sus proveedores predilectos. De la Torre ataco a los
ministros Pinedo y Duhau. Un episodio trágico (el asesinato del senador Bordabehere,
compañero de De la Torre, en medio del senado) completo el clima de escándalo.

A partir de 1939, la guerra en Europa bloqueo las importaciones e impulso un nuevo


crecimiento de la producción industrial. En 1945, al fin de la segunda guerra mundial, la
industria argentina tenía una participación en el producto bruto interno superior a la del sector
agropecuario y se fabricaban neumáticos, químicos, pinturas, productos eléctricos para el
hogar y textiles, entre otros.

El mercado para esos bienes también se ampliaba. Continuamente el crecimiento de la


población, aunque con tasas más moderadas que en periodos previos, la concentración urbana
contribuía a la ampliación del mercado. La industrialización generaba demanda de productos
que la propia industria suministraba. Algunas de las ramas específicas, como la construcción,
se veían también alentadas por las transformaciones urbanas y la construcción de caminos y
rutas. La presencia extranjera en el sector era alta, asociada a las grandes fábricas y
continuaban siendo abundantes las pequeñas empresas y talleres, que sin embargo había
decaído a lo largo de la década. En 1935, por ejemplo, los trabajadores empleados en fábricas
con más de 100 puestos de trabajo eran 223.500 y en 1941, 366.900, donde el porcentaje
económicamente activa ocupada en el sector industrial creció.

La industrialización: teresa Eger- Brass

Una de las consecuencias positivas de esta política fue la industrialización por sustitución de
importaciones. No fue algo planificado, pero como no había divisas para importar, y los
precios de las manufacturas extranjeras habían aumentado mientras que nuestras materias
primas habían descendido en su rentabilidad, la industria comenzó a ser una inversión
rentable. Las industrias surgieron alrededor de las grandes ciudades, donde comenzaron a
asentarse precariamente pobladores que venían por la crisis del interior a buscar trabajo.
Además de la derivación de capitales nacionales del agro a la industria, vinieron capitales
extranjeros. Éstos dominaron en forma casi monopólica la industrialización del país:
frigoríficos, usinas eléctricas, compañías de gas, cemento, armado de automotores,
elaboración de artículos de caucho, seda artificial, tabaco, petróleo, conductores eléctricos,
radiotelefonía, farmacéutica, galvanización de chapas de hierro,ascensores, etcétera. Federico
Pinedo, ministro de Hacienda, admitió que era abogado o asesor de todas las grandes
empresas del país, defendiendo sus intereses.

De acuerdo al censo de 1935, había unos 38.000 establecimientos industriales, que daban
trabajo a más de medio millón de personas. En diez años, esta cifra se duplicó. La política
económica durante la Década Infame, que privilegiaba los grandes intereses económicos,
favoreció la acumulación de capital mientras que la situación de los trabajadores era
paupérrima. Se había descargado el peso de la crisis sobre los sectores de menores recursos, y
la rentabilidad de los empresarios se había logrado en base a los magros salarios y deficientes
condiciones de trabajo.

El golpe militar de 1943 y la reacción nacional- católica.

Alejandro Catarruza.

En junio de 1943, cuando las fuerzas conservadores confirmaron la candidatura de Proustiano


Patrón Costas para las elecciones presidenciales de ese año, los jefes militares decidieron
impedir su llegada al gobierno. El día 4 de ese mismo mes, el presidente Ramón Castillo fue
depuesto por un golpe de Estado, donde asumen el poder en su conjunto, las Fuerzas
Armadas, en cuyo nombre se estableció un gobierno de facto.

El general Arturo Rawson, quien fue proclamado presidente de facto. Pero el GOU presionó
para que no asumiera y se formase un gobierno mayoritariamente integrado por las Fuerzas
Armadas.

El 7 de junio de 1943, Rawson se vio obligado a renunciar sin haber llegado a prestar
juramento. En su reemplazo, se hizo cargo de la presidencia el general Pablo Ramírez
ministro del último gobierno constitucional, terminaba así el régimen instaurado en la década
anterior y se iniciaba un nuevo periodo. Cabe mencionar que Cattaruzza (2016) aclara que las
disputas entre los militares también acabó pronto con la presidencia de Ramírez, quien a fines
de febrero y comienzos de marzo de 1944, delegó el mando a Edelmiro Farrell y luego
renunció (p.182)

El GOU: En el interior del ejército, el grupo de oficiales unidos (GOU) fue el sector más
eficaz y operativo. Estaban constituida por coroneles, también mayores y capitanes algunos
pocos generales, que no pertenecían al núcleo original. Eran oficiales de rango bajo y medio
y relativamente jóvenes. En el golpe del 4 de junio, el GOU tuvo un papel secundario, pero su
papel en la orientación que asumió el gobierno fue a partir de octubre de 1943, cuando la
relación con los grupos del nacionalismo católico se volvió más estrecha. Allí se formó el
coronel Perón.

La carrera de Perón incluía cargos de profesor en la escuela superior de guerra, cursos de


perfeccionamiento realizados en Italia fascista entre 1939 y 1940. En el centro del GOU
estaba la preocupación por la llamada defensa nacional concebida como una tarea que
competía a toda la nación, no solo a los militares, articulándose a la idea de la “nación en
armas”.

Así se difundió que la opinión de que la autonomía industrial era necesaria para garantizar
aquella defensa; también se entendía que la intervención estatal en la vida económica era una
herramienta útil, además se extendía el criterio de que la atención dedicada a la cuestión
social era un modo evitar el conflicto y la lucha de clases, que estos oficiales veían como un
mal que amenazaba a la unidad nacional. Al mismo tiempo una política social fortalecería
físicamente a los sectores populares que constituían el ejército. Por otra parte, estos eran
argumentos que habían planteado los sectores del nacionalismo desde fines de los años ´30,
dispuestos a disputar con la izquierda la movilización callejera y la inserción en los sectores
populares. También algunos planteos del catolicismo social, más tradicional y moderado, se
aproximaban a las observaciones militares acerca de la política social como manera de evitar
el conflicto.

En los días de junio de 1943, el GOU fue el ámbito donde se decidió el reemplazo de Rawson
por Ramírez, ése fue el auténtico golpe de los coroneles.

Ascenso de Perón, el 17 de octubre de 1945 y los debates sobre los orígenes.

El surgimiento de Perón como figura política (Teresa Eger- Brass): Perón había
participado en el golpe de 1930, pero sólo impulsó el retorno a la legalidad que llevó al
gobierno al Gral. Justo. Bajo su presidencia, Perón fue secretario del Ministro de Guerra y
también fue enviado en misión oficial a Italia, en 1939, bajo el gobierno de Ortiz.

Con la asunción de Ramírez el 7 de junio de 1943, Perón es nombrado jefe de la Secretaría


del Ministerio de Guerra, pero no es el puesto que le sirve para su proyecto político. Por eso
solicita un destino más modesto aun: el Departamento Nacional del Trabajo, del que se hace
cargo en octubre. Por la envergadura que él quiere darle, solicita se eleve el rango a secretaría
y así se hace, creándose la Secretaría de Trabajo y Previsión. Perón, en noviembre, es su
flamante secretario.

Alejandro Cattaruzza: una vez que Perón asumió como secretario, en esos momentos, el
movimiento obrero contaba con dos centrales importantes y estaba inmerso en situaciones de
disputa y conflicto entre las distintas corrientes. Los sindicatos tenían un implante más sólido
en los sectores de transporte y servicios. En la industria, en crecimiento gracias a la
sustitución de importaciones, la presencia sindical era menor, a pesar que en ese sector el
desempeño comunista había sido muy eficaz.

El proyecto de Perón: Teresa Eger- Brass Perón pensaba que era indispensable ocuparse
de las clases bajas. De su paso por Italia Perón adquirió elementos para tratar de organizar la
sociedad argentina de acuerdo a un proyecto propio de alianza de clases, promoviendo el
crecimiento nacional a través de la industria, e integrando la clase obrera a la sociedad
política. La crítica fundamental de las clases medias a sus planes consistía en que era un
modelo tomado de un Estado totalitario, y trasladado a un gobierno militar. Desde la
Secretaría de Trabajo y Previsión Perón se abocó a fortalecer la relación con los sindicatos,
mediante la concesión de medidas muy concretas: hacer que las negociaciones de convenios
colectivos de trabajo tengan implementación real, aumento de los montos de las
indemnizaciones por despidos, inclusión en los contratos de cláusulas sobre vacaciones
pagas, ampliación del sistema jubilatorio para empleados y obreros de industria y comercio,
etcétera.

Alejandro Cattaruzza: al tiempo, los movimientos de Perón eran resultado de una serie de
contactos con dirigentes sindicales de varias tendencias, con la exclusión de aquellos
vinculados al PC.

Los sindicalistas veían con tentación la posibilidad de participar en la redistribución del poder
político. Por primera vez no se los trataba individualmente sino como una fuerza social
necesaria para impulsar un proyecto de país compartido por todos.

Alejandro Cattaruzza: los activistas sindicales fueron reconocidos oficialmente y se les


otorgaba credenciales que habilitaban su entrada a los establecimientos, lo que impulsó una
mayor filiación. Las comisiones gremiales que comenzaron a funcionar en las empresas
también fueron una herramienta de movilización y participación para los trabajadores.
Además se establecieron los tribunales de trabajos, se controló el cumplimiento de las
jornadas laborales, se extendió el régimen jubilatorio, se sancionó el llamado estatuto del
peón, que por primera vez establecía derechos para los trabajadores rurales e intervenían en
las relaciones laborales. En 1945 se fijaron las vacaciones pagas, el aguinaldo.

Propuesta económica: una alianza con la clase obrera y algunos sectores organizados de los
grupos medios, definieron un proyecto político a través del peronismo. En un discurso
pronunciado en noviembre de 1944, Perón expresa los objetivos de su política económica. De
este modo, se pasa de una industrialización espontánea a una industrialización planificada,
que, desde el Estado, redistribuye el ingreso, estimula la producción regional, controla las
importaciones, aumenta el empleo del sector público, consolida la urbanización y llega con
estas y otras medidas a ampliar el mercado interno para los bienes de consumo que la
Argentina ya producía.

La oposición:

Alejandro Cattaruzza: el campo de disputa se organizó en torno a conflictos que tenían


distintos objetivos, los sectores mayoritarios de los grandes partidos se pronunciaron contra el
gobierno militar, con el apoyo de las organizaciones de estudiantes y los patronales. Estas
últimas su opinión era a las medidas laborales que impulsaba el estado a través de
manifiestos, mientras que los sindicatos agrupados en torno a la secretaria de trabajo, pasaron
a asumir el enfrentamiento en clave de clase.

Teresa Eger- Brass: Los sectores industriales estaban disconformes con la política social de
Perón porque no sólo le aumentaba los costos, sino que generaba constantes demandas por
nuevas mejoras. En septiembre de 1945 la oposición organizó una gran manifestación (entre
65.000 y 250.000 personas, según la fuente), llamada “Marcha de la Constitución y la
Libertad”. Concurrieron a la misma desde conservadores hasta comunistas, acusando a Perón
y al gobierno militar de nazis. Consideraban que la victoria aliada en la Segunda Guerra
Mundial significaba el triunfo del liberalismo.
Según Halperín Donghi, pese a que el gobierno militar abandonó progresivamente la política
autoritaria, no se ganó el apoyo de las clases medias; por el contrario, cuanto menos fascista
se mostraba, más lo acusaban de serlo. Con ese tipo de descalificación, no lo reconocerían a
Perón como candidato válido para gobernar en una democracia.

La oposición quería que el Ejército se retirase a los cuarteles y que se entregara el gobierno a
la Suprema Corte de Justicia. Otra manifestación, la del 12 de Octubre en Plaza San Martín,
culminó con violencia; los sindicatos no identificados con Perón y los partidos Socialista y
Comunista instaban a unificarse contra las maniobras del nazifascismo.

Como resultado de las presiones, Perón se vio obligado a renunciar a todos sus cargos. Se
despidió con un discurso a los trabajadores el 10 de octubre, en el que hablaba no ya como
parte del gobierno sino como simple ciudadano. Sin embargo, para quedarse tranquilos
respecto a Perón, prefirieron ponerlo preso en la isla Martín García. Perón pensaba que con
eso comenzaba su muerte política. Buscando el efecto contrario, sus opositores lograron
sacudir la pasividad de los obreros, al hacer ostentación de arbitrariedades. Los patrones se
negaron a pagar doble el jornal a quienes habían trabajado el 12 de octubre (feriado), a
otorgar las vacaciones anuales prometidas con anterioridad.

El 17 de octubre:

En la reunión de la CGT del 16 de octubre se plantearon dos posturas: quienes querían hacer
un paro general para pedir la liberación de Perón, porque ello significaba mantener las
conquistas de los trabajadores; y quienes preferían no demostrar dependencia de una persona,
sino seguir negociando con el gobierno para ver si se cumplían o no los beneficios ya
otorgados. Ganó la primera moción, pero en la redacción de la declaración de huelga general
para el día 18 de octubre no se mencionaba a Perón directamente.

Sin embargo, la gente no esperó al 18 de octubre: comenzó a salir a la calle el 17, y al grito
de “Viva la huelga” y “Viva el coronel” visitó las fábricas en Avellaneda para marchar todos
hacia Plaza de Mayo. Quienes habían planteado la huelga general para el 18 se sumaron a la
movilización espontánea del 17, en la que no había pancartas ni cánticos políticos. Perón, que
había sido trasladado al Hospital Militar por afirmar que el clima de la isla Martín García le
había afectado la salud, fue solicitado por la muchedumbre en la Plaza de Mayo, que no se
iba a mover hasta que él llegara.

Alejandro Cattaruzza: la consigna central era la libertad de Perón. Al anochecer luego de


una serie de discretos, Farrell cedió a las presiones y fue a buscarlo. Juntos se presentaron en
el balcón de la Casa de Gobierno.

Finalizaba de este modo los acontecimientos sobre los cuales el peronismo organizaría su
propio mito de los orígenes, al tiempo que se inauguraba el que sería el ritual identitario más
fuerte en ese movimiento: Perón hablando a sus fieles en Plaza de Mayo.
UNIDAD III: El peronismo: democracia de masas, Estado benefactor y polarización
política (1945-1955)

Conformación de un nuevo espacio político “Braden o Perón”. Análisis de los dos gobiernos
peronistas. Iglesia, Fuerzas Armadas y Movimiento obrero. Normas y particularidades del
populismo peronista. La tercera posición. La educación y la salud. La reforma constitucional.
La formación del sindicalismo peronista. Estatizaciones y nacionalizaciones. Redistribución
económica y política social: primer y segundo plan quinquenal. La figura de Eva Duarte y su
función social. La ruptura con la iglesia. El bombardeo de la plaza de mayo. Perón y el exilio.
El peronismo revisitado: nuevos temas y nuevos enfoques. La nacionalización de la
historiografía sobre el peronismo. Reflexiones en torno a la categoría populismo.

Conformación de un nuevo espacio político “Braden o Perón”

Jorge Abelardo Ramos: Las huelgas generales del 17 de octubre persuadieron a la reacción
«democrática» oligárquica de que las elecciones del 24 de febrero debían ser ganadas a toda
costa. La oligarquía respaldó una campaña preelectoral; inundó las paredes de Buenos Aires
con afiches. Toda la prensa argentina se alineó junto al imperialismo. Esto era inevitable,
pues en los países semicoloniales todos los sistemas de propaganda y los dispositivos de
cultura y difusión pertenecían al control extranjero. Se organizaron comités y entidades para
movilizar a todas las clases, profesionales y grupos contra el peronismo. Este último carecía
de diarios, periódicos y de órganos de propaganda. Por cada diez carteles «democráticos»
sólo había uno peronista.

La oposición oligárquica dirigió su mirada al radicalismo, tradicionalmente el partido con


mayor arrastre electoral. El candidato de la reacción debía surgir del partido fundado por
Yrigoyen. La fórmula que eligió el radicalismo no podía ser más simbólica: Tamborini-
Mosca. Había sido, el primero, Ministro del Interior del Presidente Alvear y uno de los
dirigentes más notorios del «antipersonalismo» contra Yrigoyen. Sería este hombre el
candidato radical, que haría suyo la Unión Democrática en las elecciones del 24 de febrero de
1946. Enrique Mosca, ex gobernador de Santa Fe, también antipersonalista, lo acompañaría
como candidato a vicepresidente. Todas las fuerzas políticas de la oligarquía y sus partidos
tributarios comprendieron que la fórmula Tamborini-Mosca debía ser el eje de la
contrarrevolución. En pocas semanas se formalizó la adhesión de los socialistas, comunistas y
demócratas progresistas. Los conservadores no presentaron candidatos propios, pero
apoyaron con todo su dispositivo económico y social la candidatura oligárquica. El Partido
Comunista fue el campeón de la Unión Democrática. De su premiosa actividad surgió una
lista llamada de la «Unidad y Resistencia», integrada por comunistas, independientes y
demócratas progresistas: Rodolfo Ghioldi, Julio A. Noble, Juan José Díaz Arana, Arnedo
Alvarez, Roberto Giusti, Héctor Agosti, Raúl Monsegur, Alejandro Ceballos, Ernesto
Giúdice y otros eran candidatos a senadores y diputados. La fórmula Tamborini-Mosca era
enjuiciada en estos términos por el periódico comunista:

“Ya tiene fórmula presidencial la ciudadanía argentina. Ahora puede oponerse al nombre
nazista del coronel, la fórmula democrática de la unidad. La comparación es en número y
calidad desalentadora para el naziperonismo. La masa partidaria es la de Tamborini. Perón
es el cinismo que se proclama radical e yrigoyenista; Tamborini-Mosca es el radicalismo
auténtico”

Poco tiempo antes, el Embajador Braden había sido designado Subsecretario en Asuntos
Latinoamericanos en el Departamento de Estado. Abandonó el país profiriendo torpes
amenazas y alentando a la oposición a proseguir su lucha contra el peronismo. Desde Estados
Unidos, toda la prensa seguía los acontecimientos, atacando a diario a la Argentina
«fascista». Además presentaba a Perón como un simpatizante del nazismo.

Alejandro Cattaruzza: la constitución de esta alianza era una novedad para el radicalismo.
Para los cargos legislativos y provinciales, los partidos de la Unión democrática presentaron
diferentes candidatos. Por su parte tanto los diarios nacionales como las entidades patronales
apoyaron a la Unión democrática. Así frente a decisiones tomadas en la secretaria de trabajo
que fijaban aumentos generales de salarios, la ampliación del periodo de vacaciones y el
establecimiento del aguinaldo, los empresarios se negaron a pagar este último, lo cual derivo
en la toma de plantas por parte de los trabajadores en enero de 1946. Días después los
empresarios llevaron adelante un lock out, en forma ofensiva contra el aguinaldo, que
fracasaría. La Unión democrática también se pronunció contra aquellas decisiones oficiales.
Las dimensiones sociales del enfrentamiento terminador de definir la elección.

Juan Carlos Torres: frente a proximidad de las elecciones y cerrada la opción de contar con
el aporte de aparatos partidarios existentes, Perón y quienes lo apoyaban debieron organizar
su coalición electoral. Fortalecidos por la exitosa culminación del 17 de octubre, los
dirigentes sindicales tomaron la iniciativa y crearon un partido político propio, el partido
laborista. El otro componente de la coalición fue la UCR- junta renovadora, una escisión del
radicalismo promovida por Perón con el fin de limitar el sesgo obrerista de su candidatura y
captar segmentos más amplios del electorado. Así se formó un pacto de unidad electoral,
donde se impuso Hortensio Quijano, un veterano dirigente radical de Corrientes, como
compañero de fórmula.
Cabe destacar la intervención del ex embajador norteamericano en Bs as de Spruille Braden,
en la campaña electoral. Desde sus nuevas funciones en el departamento de estado dio a
conocer un informe donde denunciaba las antiguas conexiones de los círculos militares con el
régimen nazi.

Perón supo aprovechar esta intromisión del gobierno estadounidense para presentar su
candidatura como una reafirmación de los intereses nacionales frente a la injerencia
extranjera. En su discurso de cierre de campaña advirtió: “sepan quienes voten el 24 por la
fórmula del contubernio oligárquico- comunista, que con este acto entregan el voto al señor
Braden”. La disyuntiva era Braden o Perón.

La candidatura de Perón fue sostenía por el partido laborista, constituido a pocos días del 17
de octubre sobre la base sindical. Algunos grupos conservadores provinciales también
apoyaron la candidatura peronista. El candidato a vicepresidente Hortensio Quijano, provino
del radicalismo que apoyaba a Perón.

Las elecciones tuvieron lugar el 24 de febrero de 1946, luego de la campaña no faltaron los
incidentes. En los últimos días de marzo, se supo que Perón había conquistado 1.488.000 de
los votos, frente al 1.207.000 de sus adversarios. En cuanto a los gobiernos provinciales, solo
el de Corrientes quedó fuera del control peronista; en el congreso, la nueva formación
contaba con mayoría en ambas cámaras, que en el senado pronto se tornó unanimidad.

Análisis de los dos gobiernos peronistas: Juan Carlos Torre.

Juan Domingo Perón y Hortensio Quijano asumieron a sus cargos el 4 de junio de 1946,
donde concluyó la breve resistencia laborista. Perón nombró a los organizadores del nuevo
partido entre los legisladores recientemente electos. Cuando en enero de 1947 los
organizadores del nuevo partido se dirigieron a Perón para que aprobara llamarlo Partido
Peronista. El personalismo fue una consecuencia de la trayectoria del conglomerado político
formado en corto tiempo.

Doblegadas las resistencias al reagrupamiento político, Perón apunto hacia el último bastión
donde se habían refugiado los sobrevivientes de la experiencia laborista: la CGT. En
noviembre de 1946, Luis gay fue electo secretario de la central obrera, quien pretendió seguir
una línea de colaboración con el gobierno pero desde una posición independiente, lo que lo
llevo a enfrentarse con Perón, pero en 1947 Gay presento la renuncia; la insistencia en la
autonomía corría el riesgo de dejarlos al margen de los beneficios de la argentina peronista.
Desde entonces, la CGT se transformó en un agente de las directivas oficiales en el
movimiento obrero.

Además del Partido Peronista y la CGT otro pilar fundamental del régimen eran las fuerzas
armadas. Donde Perón se esforzó por colocar su relación con ésta sobre bases institucionales,
si bien se mostró una alta participación de los militares en las funciones de gobierno, la
institución como tal no fue involucrada. Perón se fijó como objetivo la neutralidad de los
oficiales y para conseguirlo apeló a la satisfacción de las demandas. Así aumentaron los
cargos en los más altos rangos, duplicándose la cantidad de generales, lo que llevo entre 1946
y 1951 se note una expansión y una modernización de las fuerzas armadas, con un aumento
en el presupuesto, donde el país invirtió en defensa. Asimismo, los militares se identificaban
con los principios del gobierno de Perón: el nacionalismo, la industrialización y el
anticomunismo.

La iglesia contribuyó en el afianzamiento del nuevo régimen. El decreto que implantaba la


enseñanza religiosa en las escuelas fue convertido en ley en 1947. Además contribuyo el
apoyo al régimen, la participación oficial en las ceremonias religiosas, la convocatoria de
cuadros católicos a desempeñar cargos públicos. Más tarde la intervención gubernamental en
el campo de la asistencia social y el uso político en la enseñanza debilitaron el entusiasmo de
los obispos.

Con el respaldo de las fuerzas armadas y la iglesia, y la adhesión de una masa popular
progresiva, el nuevo orden tenía un futuro asegurado. Pero Perón se propuso reforzar el
régimen mediante mecanismos de control burocrático y represivo. La primera víctima fue la
corte suprema, donde el congreso inicio juicios políticos a sus miembros, donde se incluía en
las acusaciones haber reconocido como legítimos los gobiernos de factos, meses más tarde
fueron destituidos.

Otro ámbito de resistencia fue la universidad, donde paso por un proceso de depuración tras
la expulsión de profesores, agrupaciones estudiantiles declaradas fuera de la ley y se suprimió
la reforma de 1918. En el ´47 los periódicos de la oposición fueron clausurados y comenzó el
compa del sistema de radiodifusión, quedando limitada la oposición.

La aplicación de la ley Sáenz Peña, otorgo a los peronistas no solo el control del poder
ejecutivo sino un amplio dominio de la cámara baja, además 13 de los 14 gobiernos
provinciales fueron peronistas y con ello el control del senado.

Luego de su legitimidad, el gobierno busco reaproximarse a los EE UU, donde Perón


solicitaba el reingreso de la Argentina a la comunidad interamericana.

En 1945, los países del continente reunidos en México, acordaron un tratado para prevenir y
reprimir cualquier agresión. El tratado era parte de una operación diplomática, que bajo la
guía de los EE UU, el continente americano se alineaba en la nueva división política del
orden mundial. Así, EE UU en satisfacción con la conducta argentina, levanto el embargo de
armas impuesto en los años previos.

Asimismo, la Argentina se encontró libre de deuda externa, con importantes reservas de


divisas, con demanda y altos precios para sus exportaciones de alimentos y una industria en
crecimiento, donde se destaca que tres fueron los ingredientes del programa implementado: la
expansión del gasto público, otorgando al estado un papel más central en la producción y en
los servicios públicos a través de una política de nacionalizaciones, la distribución del ingreso
nacional y el régimen de incentivos que premió las actividades orientadas al mercado interno,
desestimulando a los mercados internacionales, donde se combinan el intervencionismo
estatal, justicia social y sustitución de importaciones. Además Perón opto por la continuidad
de la industrialización liviana, también se optó por el aumento de los salarios nominales,
convertidos en aumentos de salarios reales lo que condujeron a un rápido incremento del
consumo popular que impulsó la producción industrial.

la política económica del peronismo fue posible, debido a la reserva de fondos acumulados
durante la guerra que permitieron llevar adelante la nacionalización de los ferrocarriles,
teléfonos, gas, marina mercante y las aerolíneas comerciales; lo más importante todavía es la
mejoría de los precios de las exportaciones agrícola lo que facilito el financiamiento en las
divisas de la economía. La creación del IAPI, organismo que tuvo el virtual monopolio del
comercio externo, proveyó al gobierno un acceso directo a los recursos. Para tal fin compraba
los granos a los productores locales a un precio fijado y los vendía en el mercado
internacional a un precio más alto. Así la evolución del mercado internacional, los ingresos
fiscales y la masificación del ahorro institucionalizado, dieron las condiciones para crear el
primer plan quinquenal en 1947, lo que dio comienzo a la experiencia colectiva de movilidad
social. También fue una oportunidad de movilidad para los hijos de familias obreras a los que
sus padres habían conseguido mandar a las escuelas.

En el mundo del trabajo, hubieron nuevos convenios, donde en forma paralela el congreso dio
fuerza de ley a los beneficios otorgados por decreto durante la revolución de junio: el
aguinaldo anual, la generalización de las vacaciones pagas, la inclusión de los asalariados de
la industria y el comercio en el sistema jubilatorio, las indemnizaciones por despidos y
accidentes de trabajo.

con la consigna de la justicia social, el gobierno siguió con los cambios en la vida de la clase
trabajadora mediantes políticas de un estado benefactor: el congelamiento de los alquileres, la
fijación de salarios mínimos, el establecimiento de precios máximos a los artículos de
consumo popular, los créditos y los planes de vivienda, las mejoras en la oferta de la salud
pública, los programas de turismo social, la construcción de escuelas y colegios, la
organización del sistema de seguridad social. Así con el tiempo, las masas que habían entrado
como los descamisados definiéndose a partir de la exclusión, pasaron a identificarse como
trabajadores, resaltando el reconocimiento en una sociedad más igualitaria.

La lealtad a Perón se hizo extensiva a evita, que emergió del segundo plano y fue ganando
responsabilidades. Así Perón se concentró en las actividades del gobierno, Evita tomo la
actividad política del movimiento oficial donde contó tanto con seguidores como con
adversarios. Su intervención se notó en las oficinas del ministerio de trabajo, donde
escuchaba las demandas y se las hacía llegar a Perón cumpliendo un papel de intermediaria
entre el líder y las masas. Además se ocupó de extender la justicia social a los sectores
marginados de la población y a los sectores menos desarrollados. Creo una vasta red de
asistencia social con la fundación de Evita Perón sostenida con donaciones, fondos públicos y
apoyo de los trabajadores. También participo en la campaña al voto de la mujer sancionado
en 1947.

En cuanto a la constitución, en 1949, los partidarios de Perón introdujeron modificaciones. A


él se incorporó una serie de derechos sociales, donde se incluyó el voto directo para el
presidente y vice suprimiendo el colegio electoral y para senadores ; la ampliación del
mandato de los diputados y senadores a 6 años, y la facultad del ejecutivo al veto parcial. La
modificación más significativa fue la prohibición de la reelección presidencial inmediata.

Una vez aprobada la reforma se inició una campaña destinada a la reelección de Perón en el
´51, donde la central sindical proclamo a Evita para el segundo puesto de la fórmula
presidencial, pero aconsejaron a Perón a su rechazo. Esto sirvió como pretexto a los oficiales
opositores quieres realizaron un alzamiento en septiembre de 1951, el cual fue rápidamente
sofocado.

Perón, mediante el estado de guerra interno procedió a depurar a los cuadros oficiales y a
limitar la acción de los partidos de oposición a la campaña electoral. Además, con la iglesia
se había producido un primer roce, cuando el oficialismo tomo distancia de la celebración del
congreso eucarístico de 1950 mientras Perón y evita enviaban una carta de adhesión a un acto
espiritista en el luna par.

Las elecciones de noviembre de 1951 dieron una victoria al peronismo. La fórmula Perón-
Quijano obtuvo unos 4.750.000 de votos, lo que representaba el 62. Los candidatos radicales
fueron con la fórmula de Ricardo Baldini y Arturo Frondizi, donde consiguieron 2.415.00 de
votos.

La segunda presidencia: perón asumió el segundo mandato el 4 de junio de 1952, donde la


situación había cambiado: la etapa económica complicada se había prolongado, se había
producido el primer intento golpista y Evita, figura central del peronismo está enferma de
gravedad y moriría, el 26 de julio de 1952.

En lo referido a la política el gobierno lanzo un plan de estabilización, se buscaba frenar la


inflación, se congelaron los precios, los salarios y tarifas, donde la nueva política resulto
eficaz ya que la inflación en el ´54 descendió. A fines de 1952, Perón presento al congreso el
segundo plan quinquenal, que se lanzó en el ´53 y apuntó a la industrialización pesada y de
sectores básicos: siderúrgica, maquinaria, petroquímica. Se contemplaba el capital extranjero
cuando se firmaron acuerdos petroleros con empresas estadounidenses. Se decidió el avance
del peronismo sobre las instituciones estatales, que tuvo repercusiones sobre los sectores
sociales adversos, angostando su terreno de acción. Además se impulsó la política de difusión
de los principios peronistas en el ejército

La apertura hacia el capital extranjero, junto con la reorientación del IAPI a favor del campo,
atrajeron hacia Perón las simpatías del mundo extranjero. El conflicto se hizo manifiesto con
la iniciativa de una negociación con el standard oíl de california para explotar los yacimientos
de petróleo del sur del país, la justificación estuvo en la creciente demanda de combustible y
en la incapacidad de YPF para afrontar las inversiones necesarias, la oposición radical
impugno el contrato, donde Perón tampoco insistió.

En la segunda presidencia, Perón anunciando el segundo plan quinquenal, incluyo una


campaña para el aumento de la productividad. El objetivo era producir más para que hubiese
más bienes para repartir. Con esta idea, durante el ´53 los empresarios iniciaron una ofensiva
por la revisión de los convenios y la legislación laboral en nombre del mayor rendimiento de
la fuerza de trabajo. A fines de 1954 el gobierno se hizo cargo de los reclamos y promovió
una concentración social reuniendo a la CGT y a la CGE en el congreso nacional de la
productividad. Durante las deliberaciones que se extendieron hasta el ´55, la delegación
sindical rechazo la flexibilidad laboral que reclamaban los empresarios, bajo la presión del
estado, la CGT reafirmo que el conjunto de garantías y protecciones al trabajo formaban parte
integral de la revolución justicialista y no era negociable. En definitiva el congreso dejo
pendiente el compromiso de modificar las clausulas laborales.

Perón en el ´54 se enfrentó con la iglesia ya que dividió su apoyo en las fuerzas armadas y
puso en marcha una conspiración miliar. En noviembre del mismo año e una de sus
intervenciones públicas, Perón acuso a ciertos sacerdotes de actividades antiperonistas. Es así
que el ejercicio absolutista de Perón fue afectando las relaciones con la iglesia, lo que se hizo
visible en el desplazamiento progresivo de la iglesia de los ámbitos tradicionales de acción
entre las mujeres, niños y la juventud. El malestar se hizo más vivo al conocerse el proyecto
de fundar un partido demócrata cristiano. Luego de la intervención de Perón suprimió los
derechos y privilegios otorgados a la iglesia. Se eliminó la enseñanza religiosa en las escuelas
y los subsidios a la enseñanza privada, se aprobó una ley de divorcio, se autorizó la apertura
de prostíbulos, se prohibieron las procesiones religiosas. Las reformas fueron seguidas por
una campaña anticlerical, así en el ´55 se anunció la reforma de la constitución para decidir la
separación entre la iglesia y el estado. En junio desafiando a las prohibiciones se llevó
adelante una procesión de cospes chistu, en la que católicos, radicales, socialistas y
comunistas marcharon. A eso le siguió un atentado contra la vida de Perón, donde un sector
de la marina y la fuerza aérea se alzó en rebeldía y bombardearon la casa de gobierno y
alrededores, lo que llevo a 300 muertos y 600 heridos. Esa noche fueron incendiadas las
iglesias del centro de la ciudad, lo que llevo a Perón a una conciliación.

Pero entre los incidentes, Perón comunico que renunciaba, donde en su discurso comenzó
diciendo que había ofrecido la paz a sus adversarios pero estos no la querían y concluyo
afirmando “a la violencia la hemos de responder con más violencia, cuando uno de los
nuestros caiga caerán cinco de ellos. Hoy comienza para todos nosotros una vigilia en
armas”. Esta declaración de guerra termino de convencer a muchos militares, el 16 se
septiembre se produjo finalmente el alzamiento militar, luego de días, durante las cuales las
fuerzas leales a Perón no mostraron voluntad en luchar, las tropas rebeldes se impusieron.
Perón busco asilo en Paraguay, dando comienzo a un largo exilio.

El 23 de septiembre, mientras la CGT reclamaba a los trabajadores conservar la calma, otra


multitud llenó la plaza de mayo, para reclamar al nuevo presidente, el general Eduardo
Lombardi y celebrar el fin de la década peronista.

Las fuerzas armadas y la era de Perón: Robert A. Potash

Las fuerzas armadas fueron de gran apoyo para las dos candidaturas de Perón. Perón como
ministro de guerra elevo a fuerza independiente a la aeronáutica generándose en este periodo
una relación especial.

El régimen militar 1943-1955: las fricciones internas y el triunfo de Perón: las fuerzas
armadas que tomaron el poder en junio del 43 sin saber la orientación del régimen que se
instauraría, con un lapso de 8 meses en el cual 3 generales ocuparon la presidencia, Rawson
jefe del golpe, Pedro Ramírez que se vio obligado a entregar su cargo a Farrell, que tuvo
como ministro de guerra a Perón, que conservaba su puesto de secretario de trabajo y que
luego asumió como vicepresidente. Debido a su encarcelamiento y la concentración de
obreros el 17 de octubre en reclamo de la liberación del mismo, Farrell llama a elección en la
cual perón gana y las fuerzas armadas debieron volver a su deber profesional. En su gabinete
reunió a militares que organizaran organismos que cubrían áreas de interés estratégico para
las fuerzas armadas: petróleo, transporte y energía.

Los militares y la política inmigratoria: dentro del primer plan quinquenal anunciado en
octubre de 46 se proponía promover la inmigración como instrumentos para alcanzar metas
de desarrollo económico, aunque estaba inmigración debía ser más que nada de europeos
blancos españoles e italianos.

Durante su presidencia hubo esfuerzos por construir una industria armamentística moderna,
para ello se requirió de científicos e ingenieros alemanes, algunos miembros del partido nazi,
con el fin de crear una infraestructura de industrias pesadas que pudieran proporcionar los
elementos básicos a las fábricas de armas. Para satisfacer la demanda de armamento y
equipos para el ejército se solicitó a los EEUU equipamiento militar y personal del ejército
yanqui para que entrenara al ejército argentino.

Durante los primeros años de la presidencia de Perón la relación con las fuerzas armadas fue
de no interferencia mutua, ya que los militares disfrutaban de una considerable autonomía en
el manejo de sus asuntos, sin embargo en 1947 Molina llevo a cabo una purga en el ejército
antiperonistas que genero un sector de conspiración a futuro.

La tendencia hegemónica tomo impulso después de 1950 con el esfuerzo de integrar al


movimiento peronista las instituciones hasta ese entonces no políticas, con la ayuda de
conceptos centrales como justicia social, independencia económica incorporados en la
constitución a la partir de la reforma constitucional, se creó la ideología de doctrina nacional,
con la intención de perennizar a los militares, con aumentos salariales y ascenso de cargos
con menos edad entre otras cosas. En 1951 producto de una futura reelección del presidente
se empezó a conformar un bloque de oposición de oficiales obligados a retirarse (bloque elite
intelectual militar) sumando a la posible candidatura de Eva Perón como vicepresidente. El
grupo conspirativo estaba encabezado por Menéndez, oficial retirado, en conjunto con
oficiales de la armada y la fuerza aérea, en estos sectores también se encontraba Lonardi,
quien espero a juntar una comunidad más extensa de oposición para llevar a cabo el golpe. El
levantamiento abortado de Menéndez tuvo consecuencias de gran alcance, inclusive en las
fuerzas armadas. El 1955 se llevó a cabo la “revolución libertadora” que tuvo dos etapas, la
primera de la mano del oficial Calderón fracaso (junio) y la segunda llevada a cabo por
Lonardi que logro destituir del poder a Perón. En este contexto se llevaban a cabo conflictos
entre la iglesia y el Estado. El golpe de Calderón estuvo acompañado de bombardeos a la
casa de gobierno, aunque el presidente había sido alertado y se encontraba refugiado, el acto
fracaso ex muchos oficiales se dispersaron, y a Calderón se lo condenó a cadena perpetua.
Estas tensiones se llevaron en un Estado de Sitio y persecución a opositores, transcurrido un
lapso se vuelve a la constitucionalidad entre otras medidas con el fin de apaciguar el
escenario político y social, sin embargo, esto no sucedió, porque los bombardeos a locales
peronistas continuaron y la tensión se trasladó a las calles.

El golpe de Lonardi: dentro del ejército había varias unidades conspirativas, (se encontraba
Aramburu) comprometidas con la destitución de Perón, aunque la región más intensa de
conspiración fue en la pcia de Córdoba, y en ella comenzaría la revolución, en la cual,
Lonardi se hizo cargo del movimiento “revolucionario”, que se solicitó que el gobierno se
rindiera. Perón había solicitado que el ejército llegara a un acuerdo (él se encontraba
refugiado en Paraguay) se organizó una junta que ceso el gobierno de Perón. El derrumbe del
gobierno encontró una vez más a los militares en el poder.

El peronismo y la iglesia católica: (Lila Caimari)

El peronismo fue el movimiento político más católico del siglo XX.

Peronismo a imagen católica, iglesia a imagen peronista: en sus primeros tramos perón tuvo
un gran acercamiento con la iglesia, ya el programa de Ramírez en1943 adquirió una
restauración católica- nacionalista. Los católicos periodos anteriores tuvieron proyectos
recristianadores (ejemplo en las universidad pretendían regresar a la metafísica y al tomismo)
Perón en su campaña electoral hizo gestos de religiosidad. La adopción de la doctrina social
de la iglesia como contexto ideológico en el cual Perón su obra atrajo a muchos dentro del
mundo eclesiástico. Perón supo tranquilizar a cierta multitud inquieta que creía que el nuevo
movimiento de los trabajadores desembocara en algún proyecto subversivo. En algunos casos
se les prohibía a los católicos votar por partidos que incluyera la enseñanza laica en su
plataforma, esto muestra un claro apoyo a Perón. Los primeros años de su gobierno, entre
1946 y 1949 el peronismo aparecía como la entidad política que más explícitamente buscaba
asociarse a la iglesia y la tradición católica. Se reclutaron funcionarios de diversos sectores de
la iglesia (Perón legaliza la enseñanza religiosa?) Eva Perón utilizo a la iglesia para legitimar
su campaña del voto femenino (enseñanza religiosa de la educación pública por decreto por el
gob militar de 1943) la educación fue un elemento fundamental para esta relación. El
peronismo había llevado hasta su máximo punto el apoyo material y simbólico del Estado a la
expansión corporativa de la iglesia, así como a su influencia en el aparato estatal. Hubo un
gran despliegue publicitario en el cual los medios oficiales apoyaban a la iglesia.

En 1950 se desarrolló un discurso religioso oficial “el cristianismo peronista” definida como
una entidad independiente del catolicismo.

El cristianismo de iglesia y el cristianismo de estado: este nuevo cristianismo era popular, era
más puramente cristiano que el catolicismo (desinteresado de bienes materiales) y eran los
líderes del peronismo, no los de la iglesia los que definirían al buen cristiano. Perón en
discurso emitido en el congreso dejo en claro, que a través de su líder (el mismo) y mediante
el peronismo ya no se presentaba como continuador de la tradición católica, sino alejarse del
discurso oficial católico y constituir el remedio a los males causados por esta tradición llena
de vicios, mediante el redescubrimiento del esencial mensaje cristiano, el trasfondo de la
cuestión era que para el episcopado se le hacía imposible una preconización como había
ocurrido en otros ámbitos sociales, esto para Perón era tomado como una ingratitud a los
beneficios otorgados por el gobierno en los primeros años. En estas instancias el peronismo
comienza una lenta separación con la Iglesia, y los mensajeros católicos ya no provenían de
la iglesia sino de otros ámbitos. Eva Perón radicalizo los términos políticos de la nueva
religión con comparaciones como los pastores de Belén y los descamisados de Perón en
navidad por ejemplo y en los libros escolares. Cuando Perón decide separarse abiertamente
de la iglesia todo el aparato del partido gobernante fue puesto en movimiento, decenas de
sacerdotes fueron arrestados, eliminados feriados cristianos del calendario, el ministerio de
educación desmonto el dispositivo que garantizaba el espacio del catolicismo en las escuelas
públicas, la reacción de los católicos ante esa situación repartían panfletos y en hacían
publico el conflicto a través de discursos, y disturbios en las calles, e incendios en iglesias.
Hay innumerables incidentes entre 1954 y 1955 pero los historiadores no se ponen de acuerdo
sobre el origen de los conflictos. En dicho enfrentamiento el “cristianismo peronista” ya
maduro y establecido en los medios partidarios mostraba todo su potencial anticlerical, al
igual que los agentes de la iglesia no tardaron en reacción como oposición abierta al
peronismo.

Normas y particularidades del populismo peronista:

El populismo, como movimiento de masas, surgió en el marco de la crisis del modelo


agroexportador, del liberalismo y del proceso de democratización en regiones de América
Latina, alcanzadas por la intensificación del proceso de urbanización y en transformación por
impacto de la industrialización. Sobre todo, fue expresión de la emergencia de las clases
populares en el centro del desenvolvimiento urbano e industrial y de la necesidad de los
nuevos grupos dominantes de la incorporación de las masas al juego político.

En Argentina, para ellos lo que explica el populismo es la importancia del sindicalismo como
factor constituyente más la acumulación de demandas económicas y sociales no satisfechas.

En el estado Peronista (régimen populista vigente entre 1943 y 1955), el liderazgo


carismático de Perón fue clave para la conformación de un movimiento policlasista a partir de
una “alianza de clases” entre la clase obrera urbana y la burguesía industrial, sindicalismos de
izquierda y de derecha y trabajadores, oponiéndose a toda idea de conflicto social interno,
como la lucha de clases, claro ejemplo del movimiento obrero que se trató de un sindicalismo
de negociación, en vez de confrontación; con una estructura institucional que combinó
prácticas democráticas (ampliación de la ciudadanía y derechos sociales) ya que tuvo un
fuerte acento en la justicia social y en la intervención del pueblo en la política, otorgándole
mayor centralidad a la noción de igualdad y modificando el patrón de distribución social,
siendo así un Estado distribucionista. También con sus prácticas semiautoritarias (coacción a
la justicia, partidos políticos y MDC) exigiendo prácticas restrictivas respecto de algunos
aspectos esenciales de la democracia política, como la libertad de opinión. A su vez, adoptó
una orientación política antiliberal y antioligárquica, por sus discursos antiliberales y
antiimperialistas, pero no anticapitalistas y enfatizando una dicotomía divisoria en la sociedad
en dos campos, el “pueblo” y la “oligarquía”. Por otro lado, en su orientación económica
nacionalista e industrialista, porque su modelo de acumulación se basó en la ampliación del
mercado interno y en la redistribución del ingreso.

Lo que lo incluye en un tipo particular de régimen populista es que: en primer lugar, surge a
mediados de la década del 40, situado en el mismo contexto que el populismo; en segundo
lugar, la alianza de clases, el antiimperialismo y antiliberalismo, así como su orientación
nacionalista e industrialista son factores comunes entre los regímenes populistas; En tercer
lugar, la efectivización de los derechos sociales, y lo que caracteriza al caso argentino es que
se destacó no solo por la efectivización, sino también en la creación de nuevos derechos
sociales.

La tercera posición:

A partir de la asunción del gobierno, Perón fue delineando lo que se conocería como
“doctrina nacional” en función de postulados nacionalistas y populares, cuyo centro era el
logro de la justicia social. A partir de entonces, se comenzó a emplear el término
“justicialismo” para definir esta doctrina.

La justicia social era entendida como un reconocimiento de los derechos laborales y


principios de distribución del ingreso. La libertad o independencia económica se basaba en
poder en manos de la nación los recursos básicos para evitar la dependencia exterior. La
soberanía política, en lo externo, se refería a la adopción de una “tercera posición”,
independiente de los bloques occidental y comunista en los que aparecía dividido el mundo
de la “guerra fría”, lo que se traduciría en la neutralidad. Según Luis Alberto Romero, la
concepción de Perón era que el estado además de dirigir la economía y velar por la seguridad,
debía ser el ámbito donde los distintos intereses sociales, previamente organizados,
negociaran y dirimieran sus conflictos.
En lo interno, esta soberanía se interpretaba como la puesta en manos del estado de la
orientación general del país en todos los ámbitos fundamentales.

La educación y la salud: Alejandro Cattaruzza.

En la salud pública se producían novedades. Donde con la creación de reparticiones estatales


dedicadas a esta cuestión, así la dirección nacional de salud pública fue trasformada en
secretaria en 1946 y en ministerio en 1949. Desde estas reparticiones el doctor Ramón
Carrillo impulso campañas para la prevención de enfermedades y para la erradicación de
otras, como el paludismo y la tuberculosis, y se llevaron a cabo masivas acciones de
vacunación, las cuales eran respaldadas con unas tareas de propaganda que también se
aplicaba a la educación sanitaria. Además entre 1946 y 1954 se duplicaron el número de
camas disponibles en hospitales.

Otros de los sectores en lo que la política peronista se relacionó con la extensión social del
bienestar fue la educación. En la enseñanza primaria, la tasa de crecimiento anual de la
matricula se recuperó. En la década peronista ese crecimiento fue mayor, Los avances
significativos tuvieron lugar en el nivel secundario; el crecimiento anual promedio de la
matricula rondo por el 11% en la década peronista. Aumentaba el número de estudiantes que
eran miembros de sectores trabajadores. También creció el número de estudiantes en las
universidades. En 1950, un decreto estableció la gratuidad de la enseñanza universitaria,
hasta entonces arancelaria y hacia 1952 se creó la universidad obrera nacional, que luego del
golpe de estado del 55 se transformó en universidad tecnológica nacional.

Desde 1949, el parea de educación disponía de su propio ministerio.

La reforma constitucional: Teresa Eger- Brass

En septiembre de 1948 Perón se dirigió al pueblo en un discurso donde expresaba que nuestra
Constitución es una de las más antiguas del mundo, porque estaba sin actualizar, ya que no se
adaptaba a los nuevos tiempos sociales, económicos y políticos. Por medio de la reforma
quería legalizar una economía de tipo social, a fin de suprimir el abuso de la gran propiedad.

La reforma se llevó a cabo en 1949. En su artículo 40 expresaba: “La organización de la


riqueza y su explotación tienen por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden económico
conforme a los principios de la justicia social. [...] Los minerales, las caídas de agua, los
yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía, con
excepción de los vegetales, son propiedades de la Nación [...] Los servicios públicos
pertenecen originariamente al Estado, y bajo ningún concepto podrán ser enajenados o
concedidos para su explotación. Los que se hallaren en poder de particulares serán
transferidos al Estado, mediante compra o expropiación con indemnización previa, cuando
una ley nacional lo determine.

Entre los derechos del trabajador, el primero era el Derecho de trabajar; de ahí que el derecho
de trabajar debe ser protegido por la sociedad, considerándolo con la dignidad que merece y
proveyendo ocupación a quien la necesite.
Otros eran, por ejemplo, derecho a una retribución justa, derecho a la capacitación, a
condiciones dignas de trabajo, a la preservación de la salud, al bienestar, a la seguridad
social, a la protección familiar, al mejoramiento económico y a la defensa de los intereses
profesionales. También instauraba los derechos de la familia y de la ancianidad.

La reforma más difundida fue la que permitía la reelección presidencial sin período
intermedio, que posibilitó la postulación de Perón a un nuevo período de seis años. Además
establecía que el voto para presidente debía ser directo.

Alejandro Cattaruzza:

En el periodo caracterizado por las condiciones económicas y sociales, el oficialismo


impulso varias transformaciones de impacto electoral. Por una parte se sancionó la ley que
consagraba el voto femenino, a iniciativa formal del poder ejecutivo, el cual se concretó en
1951. También obtuvieron el derecho a voto los habitantes de varios territorios nacionales
transformados en provincias.

La nueva constitución reconocía además derechos especiales a la ansiedad y fijaba los


“derechos del trabajador” como el derecho a una redistribución justa, a condiciones de trabajo
y viviendas dignas, al esparcimiento, la seguridad social y la salud, lo que había sido eje de la
propaganda de la CGT a favor de la reforma. El derecho a huelga no fue sancionado.

Movimiento obrero: Alejandro Cattaruzza.

Luego del proceso electoral de 1946 e incluso luego de la liquidación del proyecto laborista,
la gran afiliación de trabajadores a los sindicatos continuó. Entre 1946 y 1948, en el contexto
de un fuerte aumento del salario real, el crecimiento del número de afiliados se incrementó.

Esta capacidad de convocatoria se fundó por varias razones. Una de ellas era que la nueva
legislación establecía que el estado reconocería la personería gremial a la organización con
mayor número de afiliados en el sector.

Durante estos 10 años el peronismo no dejo apelar a las movilizaciones de masas. La mayor
parte de las veces se trató de grandes concentraciones convocadas y amparadas por el propio
estado o por la CGT en tanto parte del movimiento. Los sucesivos 17 de octubre se
conmemoraba el día de la lealtad y celebraban lo que suponía que era la gesta inicial del
peronismo. El 1° de mayo, era también un día importante. Pero más allá de estas hubieron
grandes movilizaciones fijas: el cabildo abierto del 22 de agosto de 1951 que la CGT
concibió como una herramienta en su disputa interna con otros sectores para imponer la
candidatura de evita a la vicepresidencia; los actos realizados a fines de 1954 mientras se
desarrollaba el conflicto con la iglesia, o las concentraciones y marchas a medida que las
contiendas se realizaban en 1955.

La relación entre los sindicatos y Perón atravesó tres periodos. El primero de 1946 a 1948, se
caracterizó por grandes movimientos reivindicativos cuyo objetivo era efectivizar las normas
laborales impuestas entre 1944 y 1945, ante la resistencia patronal. Un segundo momento
entre 1949 y 1953 donde se conoció las protestas marcadamente opositoras (como la huelga
de los azucareros en 1949 y la de los ferroviarios en 1951). Para entonces la CGT cumplía un
papel de control sobre las entidades afiliadas y no afiliadas. Pero la reforma de sus estatutos
de 1950, la central obrera se atribuyó la facultad de intervenir los gremios y federaciones
sindicales, poder que empleo para imponer la suspensión de medidas acordadas con el
gobierno.

El último periodo entre 1954 y 1955 estuvo marcado por el deterioro del gobierno y el
aumento de la oposición.

Estatizaciones y nacionalizaciones: Teresa Eger- Brass

Las nacionalizaciones Con Perón (antes de su presidencia pero bajo su influjo) se


nacionaliza el Banco Central, y se ponen sus fondos al servicio de la economía nacional. Se
reorienta al crédito para ponerlo al servicio del país, ya que se considera que la actividad
bancaria es un servicio público, y como tal debía ser controlada y reglamentada por el Estado.

La nacionalización de los ferrocarriles está envuelta de una ardua polémica, porque fue
Inglaterra la que había sugerido, tiempo atrás, su venta al Estado argentino. El gobierno sabía
que el ferrocarril es, en todos los países que se preocupan por su pueblo, una inversión
necesaria para dar un servicio público. Inclusive le servía para orientar la política económica,
instrumentando las tarifas de acuerdo a la promoción que se quisiera hacer de determinadas
regiones, o bajándolas para compensar momentos de crisis, disminuyendo el sacrificio de la
población. Es por todos estos motivos que se compró los ferrocarriles, aprovechando ese
saldo acreedor congelado en Inglaterra.

A éstas siguieron otras nacionalizaciones, como la de los teléfonos, Gas del Estado –a la que
se impulsó construyendo un gasoducto desde Comodoro Rivadavia– distintas compañías de
electricidad, servicios públicos. Las empresas que ya eran nacionales incrementaron su
patrimonio: la Flota Mercante, la incipiente Aerolíneas Argentinas, etcétera.

Miguel Miranda fue el primer presidente del concejo económico del gobierno de Perón. En
1946 organizo a través del decreto 15.350 el instituto argentino para la promoción del
intercambio (IAPI) por medio de este organismo, el estado tuvo el monopolio del comercio
exterior (la nacionalización del comercio exterior). El Estado era el único comprador (a los
productores internos y en el extranjero) y el único vendedor para las exportaciones de
cereales y oleaginosos al precio que fijara. Las ganancias, en lugar de embolsarlas las
multinacionales, las tenía el Estado, que las empleaba para dar préstamos a la industria o para
hacer la política social.

El estado favoreció el desarrollo de las industrias orientadas al mercado intentó mediante


subsidios y políticas crediticias y cambiarias.

Redistribución económica y política social: primer y segundo plan quinquenal.

La promoción industrial: Teresa Eger- Brass

El gobierno planificó la economía y la política a través de los Planes Quinquenales. En 1946


se dio a conocer el primer plan quinquenal para el periodo dec1947-1951. Su principal
objetivo era promover la industrialización, pues a través de ella se preveían, el aumento del
empleo, las mejoras salariales, la estabilidad de los precios.
El plan puso énfasis en la obra pública, donde contemplaba dos objetivos: la modernización
de la infraestructura y la solución de necesidades sociales como vivienda, salud y educación.
En el ámbito institucional, el plan contemplaba reformas en la legislación aduanera y de
obras públicas. Incluía proyectos de promoción a la industria y la construcción de viviendas.

El segundo plan quinquenal con vigencia entre 1953-1957, mostraba cambios con respecto al
primero, contemplaba recurrir al capital privado, nacional y extranjero, para impulsar nuevas
inversiones. También insistía en la necesidad de aumentar el rendimiento del trabajo e
incrementar la productividad agrícola, apuntando a mejorar la balanza de pagos, a fin de
contar con divisas destinadas al desarrollo de la industria pesada y el sector de la energía.

El segundo plan quinquenal estipulaba que los aumentos salariales solo se otorgarían en
función de los incrementos de la productividad, se anunciaban precios favorables para los
productores del agro y la contención del gasto público, pero lo más sobresaliente es que se
buscaba atraer al capital exterior.

La industria que ocupaba obreros aumentó en un 100% entre 1935 y 1954; los pequeños
emprendimientos familiares crecieron más de diez veces. Sin embargo, la crítica que se
realiza al período es que la industria que creció era la liviana (por ejemplo la textil). La
industria básica (que es la que determina si un país es industrial o no) prácticamente no se
desarrolló, porque se necesitaba un fuerte apoyo estatal. Durante los primeros años el
gobierno prefirió llevar adelante una intensa política social, construyendo hospitales,
escuelas, colonias de vacaciones, etcétera. Cuando pensaba hacerlo, sobrevino la crisis y
debió restringir gastos. Pese, entonces, al progreso de la industria, nuestro país siguió siendo
un país agropecuario.

Los logros del segundo plan quinquenal fueron modestos, la industria liviano no supero los
logros obtenidos en el primer plan quinquenal y la agricultura no recupero los niveles que
había tenido en épocas anteriores. El segundo plan quinquenal hizo que el gobierno buscase
mejorar sus condiciones con los EE UU y en particular con los capitales de ese origen.

La figura de Eva Duarte y su función social:

Teresa Eger- Brass

Junto a Juan Domingo Perón, la figura más destacada fue su esposa, María Eva Duarte de
Perón más conocida como “evita”, no solo se dedicó a organizar el partido peronista
femenino y a la ayuda social sino que fue la impulsora de la lealtad de los trabajadores hacia
el líder del movimiento.

El papel político: Eva Duarte que comenzaba como actriz de radioteatros conoció a Perón en
1944 durante una colecta para los damnificados del terremoto de San Juan. Casada con Perón
después del 17 de octubre de 1945, había mantenido un bajo perfil durante la campaña
electoral de 1946.

Ya Perón en el gobierno, Eva comenzó a atender los pedidos de ayuda de todo tipo que
llegaban a la presidencia y a la secretaria de trabajo y previsión. Esta tarea el vínculo con los
dirigentes gremiales, donde serviría de nexo con el presidente Perón. En este rol, cumplió un
papel destacado en la preconización de la dirigencia sindical, que culminó con el
nombramiento de José Espejo como secretario general de la CGT.
A partir de 1947, comenzó su proyección política, donde emprendió una gira por Europa
como representante personal del presidente. A su regreso se puso al frente de la campaña por
el voto femenino cuyo tratamiento estaba en el congreso y fue aprobado por la ley 13.100, su
participación produjo una crisis entre las militantes feministas opositoras al régimen, que
había luchado por esta reivindicación.

En mayo de 1948, Eva comenzó la organización de la rama femenina del movimiento


justicialista que fue concretada en julio de 1949 con la creación del partido peronista
femenino.

La fundación de ayuda social: luego de ser bautizada “Eva Perón”, la fundación de ayuda
social motorizó la política social del régimen. Fue organizada con la ayuda de Ramón Cereijo
ministro de hacienda, Armando Mendez San Martin director de asistencia social, Ricardo
Finochieto y Hernan Benítez. Fue el escenario donde Evita desplego su mayor actividad
social y termino de consolidar sus imagen de nexo entre los sectores más necesitados y el
liderazgo de Perón.

Esta fundación “funcionaba como el eslabón que vinculaba al régimen peronista con los
elementos más débiles y peor estructurados de la sociedad: los pobres, las mujeres, los niños
y jóvenes (y a través de ellos sus familias) y los sub y desempleados, incorporándolos a la
maquinaria del régimen”. Mediante la misma se trataba de ayudar a los marginados, a los que
no contaban con el apoyo de una obra social, no tenían un ingreso estable, o estaban en una
situación de emergencia. Según se alegaba en el discurso peronista, la ofensiva caridad de la
Sociedad de Beneficencia (oligárquica) había sido sustituida por la justicia social, llevada
adelante por el pueblo y enteramente para el pueblo.

Tuvo éxito en atraer a los sectores sociales antes marginados, estableciendo un vínculo
personal entre Eva Perón y los beneficiados por los donativos. Entregaba casas, máquinas de
coser, juguetes, colchones, etcétera, sin preguntar demasiado, y besando personalmente al
solicitante así estuviera enfermo de algo contagioso. Por eso, en las historias Eva Perón
aparece rodeada de un aura semirreligiosa, más cuando no se contagió de ellas.

Las fuerzas armadas: conspiraciones cívicas- militar. Teresa Eger- Brass

La Escuela Superior de Guerra se había convertido, en 1951, en el centro de una conspiración


para destituir a Perón. Pese a que uno de los líderes, el general Eduardo Lonardi, se apartó de
este movimiento tras el renunciamiento de Evita a la candidatura como Vicepresidente de la
Nación, el general Benjamín Menéndez prosiguió. Consideró que el apoyo por parte de
radicales y socialistas más las huelgas que aparentemente debilitaban al gobierno serían
suficientes. El levantamiento del 28 de septiembre de 1951 fue sofocado y, bajo “estado de
guerra interno” (similar al estado de sitio) 111 oficiales del Ejército, de la Marina y de la
Fuerza Aérea fueron a prisión; otros 66 lograron huir y participaron de las sublevaciones de
1955. Tras la victoria para la reelección presidencial en 1951, una nueva conjuración fue
descubierta antes de ponerse en práctica.

La ruptura con la iglesia:


Alejandro Cattaruzza: los partidos antiperonistas tuvieron que encontrar, en algunos casos
con sorpresa no solo de aliada a la iglesia, sino una masa de activistas fervorosos en el
catolicismo. El peronismo había comenzado a circular con más frecuencia los argumentos
que subrayaban que la predica de Jesús tenía un fuerte contenido social y manifestaban su
predilección por una suerte de cristianismo espontaneo.

Teresa Eger- Brass En un principio la Iglesia había dado su visto bueno al gobierno de
Perón. Sin embargo, no toda la jerarquía eclesiástica opinaba lo mismo, y comenzó a estar
molesta porque se identificaron los conceptos “peronismo” y “cristianismo”. Esta aseveración
implicaba que todo antiperonista sería anticristiano. Además se utilizaba el lenguaje católico
para ir creando una especie de religión peronista, mediante la cual se festejaba el día de “San
Perón” y Evita era considerada casi una santa por el pueblo; daba la impresión de que la
“doctrina peronista” fuera más importante que la “doctrina cristiana”. Muchos opositores
utilizaron a la Iglesia para atacar a Perón. La oligarquía que había sufrido expropiaciones se
alió a la jerarquía eclesiástica antiperonista.

Perón decía que esta situación conflictiva era parte de una situación internacional: Estados
Unidos y el Vaticano, unidos en la lucha contra el comunismo, promovían la formación de
partidos demócrata cristianos en todo el mundo. Y en la Argentina este partido no tenía razón
de ser, según Perón, porque el peronismo era democrático y era cristiano. Entonces lo
comenzaron a integrar sus opositores, para luchar contra lo que consideraban una “dictadura”.
Al agudizarse el conflicto decenas de sacerdotes fueron arrestados y se quitaron del
calendario oficial cinco feriados, a lo que se agregan las leyes de divorcio, la equiparación de
los hijos legítimos y extramatrimoniales, la supresión de la enseñanza religiosa en la
educación pública, la eliminación de subsidios a las escuelas confesionales, la legalización de
los prostíbulos, y la nueva reforma de la Constitución donde se establecería la separación de
la Iglesia del Estado.

Alejandro Cattaruzza: en diciembre de 1954, un primer momento movimiento de los


católicos en ocasión del día de la virgen culmino en una precesión masiva, a pesar de la
prohibición del gobierno.

A comienzos de 1955, todas las fuerzas tomaron nota de que este nuevo enfrentamiento
resultaba clave para definir la situación política. El activismo católico se veía ahora
acompañado por los militantes y dirigentes de partidos políticos opositores.

Teresa Eger- Brass: La Iglesia aglutinó la oposición. Al no ser ya feriado el jueves 9 de


junio de 1955, la jerarquía católica decidió trasladar la tradicional procesión de Corpus
Christi para el sábado 11. Pese a no haber sido autorizada por el gobierno, convocó a muchos
más que los católicos militantes: estaba presente la oposición, lo que facilitó la oportunidad
de juntar fuerzas y disponer el golpe. Con el objetivo de descalificar esa manifestación como
antiargentina, “alguien” quemó una bandera argentina en las escalinatas del Congreso, lugar
donde terminó la marcha. Luego de esto, el Ministerio del Interior ordenó que las
celebraciones religiosas se hicieran sólo dentro de los templos; varios obispos fueron
exonerados de sus cargos y debieron irse del país.

Los bombardeos de junio de 1955: Teresa Eger- Brass


Tras los enfrentamientos oficiales con la Iglesia católica, la violencia opositora tomó un
aspecto dramático. El 16 de junio la Marina de Guerra lideró el alzamiento contra el
gobierno. En el ataque destinado a liquidar físicamente a Perón, pilotos de la Marina y de la
Aeronáutica bombardearon y ametrallaron el centro de la ciudad, asesinaron a unas 400
personas e hirieron a casi mil. Los objetivos en principio fueron la Casa de Gobierno, el
Ministerio de Ejército, el Departamento Central de Policía, la CGT, el Ministerio de Obras
Públicas y la Residencia Presidencial ubicada en Agüero y Libertador (ex Palacio Unzué).
Pero la mayoría de las bombas estuvieron dirigidas a sembrar el terror entre la población que
se había concentrado en la Plaza de Mayo en apoyo a su líder. Cuando ya la sublevación
estaba derrotada, antes de huir hacia Uruguay y tras agotar sus proyectiles, un avión arrojó el
tanque de combustible sobre la plaza, explotando como una bomba incendiaria. El golpe
había fracasado quizás por las condiciones climáticas: una densa niebla impidió el despegue
de los aviones, y esto provocó la desarticulación con los Comandos Civiles.

Esa noche, tras la concentración de la CGT, un grupo de peronistas exaltados por la violencia
enemiga, visualizada en la Iglesia Católica, incendió iglesias del centro de la ciudad. La
quema de las iglesias no favoreció al gobierno, porque fue acusado de haberlo provocado.
Días después, Perón acusó a “comunistas” por los desmanes. Por otro lado la oposición,
tratando de borrar la imagen de la masacre en Plaza de Mayo, se dedicó a resaltar el
“barbarismo ancestral” de los peronistas incendiarios. El gobierno se hizo cargo de los
sepelios, pero no se preocupó de hacer una lista completa de las víctimas. Los golpistas
tampoco. El Ejército se alarmó por la intervención de la CGT, porque se dijo que había
distribuido numerosas armas a los obreros para formar milicias defensivas. Por estos motivos,
Perón habló diciendo que las iglesias serían restauradas a cargo del Estado, y removió a los
ministros del Interior y de Educación, que eran los más contrarios a la postura de la Iglesia.
Hizo un llamado a la oposición para la reconciliación, diciendo que habría total libertad de
expresión en los medios de comunicación, e invitó a los jefes de los diferentes partidos a
responder. El Dr. Solano Lima convocó a los demás para terminar con el gobierno de Perón,
y Arturo Frondizi (presidente del radicalismo en ese momento) lo amenazó veladamente con
el golpe.

La ola de violencia continuó, y la policía tomó revancha en Rosario con un dirigente


comunista, que desaparece. A fines de agosto, Perón decide medir sus fuerzas, anunciando en
una carta su decisión de renunciar para evitar que su presencia sea un impedimento para la
pacificación. La CGT responde inmediatamente con una numerosa concentración popular,
para pedirle que continúe en el mando. Perón entonces se retracta y dice que, para luchar en
contra del golpe, a la violencia hay que responder con una violencia mayor (el famoso “cinco
por uno”: matar cinco antiperonistas por cada peronista que muera)

El 16 de septiembre comenzaba el movimiento militar definitivo en contra de Perón.

Alejandro Cattaruzza: La sublevación comenzó en Córdoba y tras pocos días de combate


en algunas zonas del interior, tropas leales al gobierno se dieron por derrotadas. El 23 de
septiembre, el general Eduardo Lonardi asumió la presidencia; la interna militar, sin
embargo, llevo a que el general Pedro E. Aramburu desplazara a Lonardi como presidente de
la nación en noviembre. Las fuerzas armadas estaban en el poder de nuevo.

Perón y el exilio:
Perón, tras ser destituido, inició su largo exilio: primero se refugió en Paraguay, luego pasó a
Venezuela, Santo Domingo, y finalmente decidió establecer su residencia en España. Durante
el período de dieciocho años en que estuvo proscrito, los sectores peronistas actuaron de
diferentes modos. En una primera etapa se vislumbraban tres posturas: la resistencia, el
golpismo y la negociación.

Al poco tiempo del golpe que lo derrocó, resulto evidente que ni la prohibición del partido
peronista ni la intervención a la CGT podían desterrar al peronismo de la sociedad civil, pues
aun desalojado del poder político siguió viviendo en la conciencia popular y sobre todo en la
clase trabajadora.

Reflexiones en torno a la categoría populismo.

Ernesto Laclau: la razón populista.

La ruptura populista ocurre cuando tiene lugar una dicotomizacion del espacio social, que los
actores se vean así mismos como participes de uno u otro de dos campos enfrentados.

El populismo emerge, asociando entre si estas tres dimensiones: la equivalencia entre las
demandas insatisfechas, la cristalización de todas ellas en torno de ciertos símbolos comunes
y la emergencia de un líder cuya palabra encarna este proceso de identificación popular.

El populismo es una cuestión de grado, de la proporción en que las lógicas equivalencias


prevalecen sobre las diferencias. Pero la prevalencia de una u otra nunca puede ser total.
Nunca habrá una lógica popular dicotómica que disuelva en un ciento por ciento el aparato
institucional de la sociedad. Y tampoco habrá un sistema institucional que funcione como un
mecanismo de relojería tan perfecto que no dé lugar a antagonismo y a relaciones
equivalentes entre demandas heterogéneas.

El populismo no tiene ideología, puede ser de derecha o de izquierda. Ejemplo: Perón,


Chávez, Vargas, Hitler, Mussolini.

UNIDAD IV: Represión y radicalización de los inventos de desperonización y


disciplinamiento a la revuelta popular (1955-1973)

La autoproclamada “revolución libertadora”. Las divergencias en el seno del gobierno


golpista. La resistencia peronista y sus vicisitudes. Las democracias débiles: el
integracionismo político y el desarrollismo económico de Arturo Frondizi. La recomposición
interna del peronismo: el caudillo frente a la dirigencia sindical y el neoperonismo. La caída
de Frondizi y la transición de José M. Guido. Las transformaciones en las fuerzas armadas:
los azules y los colorados. La integración de la dirigencia sindical. La presidencia de Arturo
Illia: un gobierno colorado bajo la tutela de los azules. Nuevo golpe de estado: la caída de
Illia. Las organizaciones armadas. El Correntinazo, Rosariazo y Cordobazo.

La autoproclamada “revolución libertadora” Teresa Eger- Brass

El golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional de Perón se autodenominó


“Revolución Libertadora”. El motivo de ese nombre se intenta aclarar en el comunicado del
16 de septiembre de 1955: La Armada, la Aeronáutica y el Ejército de la Patria, abandonan
otra vez sus bases y cuarteles para intervenir en la vida cívica de la Nación. Lo hacemos por
el imperativo del amor a la libertad y al honor de un pueblo sojuzgado, que quiere vivir de
acuerdo a sus tradiciones y que no se resigna a servir indefinidamente los caprichos de un
dictador que abusa de la fuerza del gobierno para humillar a sus conciudadanos. Es decir,
intentaba liberar al pueblo oprimido de los caprichos de un dictador. Sólo faltaba aclarar que
ese dictador era un presidente que había asumido con el beneplácito de nada menos que el
62,5 % de los votos.

La Revolución Libertadora comenzó en Córdoba el 16 de septiembre, pero recién el 23 se


declaró triunfante su jefe, el Gral. Eduardo Lonardi, con un discurso ante una multitud en
Plaza de Mayo. A. No quería destruir la obra nacional y popular de Perón sino eliminar de
ese tipo de gobierno las características negativas, como el personalismo o la corrupción.
Prefería hacer acuerdos con las fuerzas que sostuvieron a Perón, entre ellas los sindicatos. Por
eso aseguró que haría cumplir la consigna “Ni vencedores ni vencidos”

Había jurado como presidente provisional aclarando que no tendría más duración “que la
impuesta por las circunstancias. Respondía a uno de los grupos libertadores, y su política de
conciliación con los sindicatos no estaba de acuerdo con otros sectores de la Revolución
Libertadora, que optaron por un accionar agresivo. Éstos sabían que la consigna “ni
vencedores ni vencidos” no iba a ser efectiva cuando se aplicaran las medidas económicas de
liberalización de la economía, que, al destruir los fundamentos de la economía peronista,
provocarían la reacción de los trabajadores. Los comandos civiles, activistas socialistas o
radicales atacaban y tomaban los locales, a fin de quitarles el control de los gremios a los
peronistas.

El debilitamiento del Estado: la principal característica de la política económica que se


inicia con la Revolución Libertadora es que se deja de considerar al Estado como centro de la
economía, para trasladar ese foco de atención al capital privado. El Estado ya no sería lo
importante, sino simplemente un complemento de la actividad privada.

Las divergencias en el seno del gobierno golpista

Marcos Novaro: el seno de la revolución estaba dividido en dos sectores. Por un lado, los
nacionalistas y católicos que rodeaban al primer jefe revolucionario, el general Eduardo
Lonardi, entendían que los conflictos que habían debilitado al régimen depuesto hasta verlos
insostenible se debían principalmente a los vicios y errores de su líder e inspirador, sobre
todo aquellos que lo habían enfrentado a la iglesia católica hasta el extremo de provocar una
ex comunión. Por otro lado estaban aquellos que, animados por las ideas liberales,
consideraban que el peronismo había dado el origen a un estado autoritario, corporativo y
corrupto que al igual que los aparatos sindicales y clientelares, debía ser eliminado. Este
segundo sector (que tenía más seguidores entre los demás partidos políticos y los
empresarios) logro desplazar a Lonardi de la presidencia de la nación en noviembre, solo dos
meses después del golpe y coloco en su lugar al general Pedro Eugenio Aramburu, prototipo
de lo que Perón llamaba “la contra o gorila”

Los desacuerdos entre estos dos campos impidieron que la revolución libertadora sacara
provecho del consenso inicial con que contó, como el desconcierto y la desorganización en
que se sumieron quienes eran leales a Perón. Esto permitió que el líder desde Paraguay
recuperara su iniciativa.
El periodo de Aramburu significo la ruptura absoluta con el movimiento justicialista, se
propuso desterrar todo el vestigio de la cultura, ideología y simbolismo peronista.

Las medidas: se intervino la CGT, se nombraron supervisores militares para cada uno de los
sindicatos, fueron perseguidos y encarcelados cientos de dirigentes gremiales, propugno la
administración pública y la universidad, quedando cesantes cientos de funcionarios, jueces,
policías y docentes. Se disolvió la fundación Eva Perón y quedo prohibido por decreto
utilizar el nombre de Perón, quien paso a llamarse “tirano prófugo”. El partido justicialista
quedo prohibido por decreto. De esa forma la fuerza mayoritaria quedaba proscripta y no
podía presentarse a las próximas elecciones nacionales. Se conformó la junta consultiva que
contó con la participación de todos los partidos menos el peronismo y el comunismo. La junta
funcionaba como parlamento u órgano asesor de gobierno donde se debatían los principales
problemas del país pero sin tener capacidad resolutiva.

La resistencia peronista y sus vicisitudes.

Teresa Eger- Brass: Caído Perón, e iniciado su exilio en Paraguay, Venezuela, Santo
Domingo y luego España, los peronistas obran de diferentes modos durante el largo período
de 18 años en que su líder está proscrito del panorama electoral. En un principio, se
vislumbran tres posturas:

-La Resistencia, llevada adelante por los obreros organizados en comisiones internas en las
fábricas, o por grupos barriales que agrupaban gente de distintas ocupaciones-

- El Golpismo. Oficiales y suboficiales peronistas del Ejército pensaban que, si se conectaban


con los sindicatos, podían volver a la situación de 1943.

-La Negociación. Políticos y sindicalistas peronistas trataron de negociar con los sectores
legalistas del gobierno y del Ejército para volver a una situación de pleno derecho
constitucional.

Perón en un principio estuvo desconectado de los peronistas que, en forma espontánea y muy
desorganizadamente, mostraron su repudio al golpe militar “libertador”. En enero de 1956
hace llegar sus directivas para todos los peronistas, pidiéndoles que se organicen
secretamente bajo la forma de resistencia.

Perón desde el exilio continúo activamente las relaciones con el movimiento peronista en
Argentina. Su asesor más cercano John William Cooke, un peronista de izquierda
comunicaba las directivas a los dirigentes.

Fin de la Libertadora: asediado por dificultades económicas o políticas, el gobierno de


Aramburu comenzó los preparativos para el cambio de poder. Con este fin, convoco para
junio a una convención, con el fin de legalizar la derogación de la constitución peronista de
1949 y modernizar el texto original de 1853. Pero la convocatoria también incluía el objetivo
de sondear los ánimos de los votantes. Desde el exilio Perón llamo a votar en blanco. Los
resultados fueron: 24,9% votos en blanco, 24% para la UCR el pueblo liderada por Ricardo
Baldin (representaba los sectores más cercanos a los golpistas y estaba conformada por
liberales) y 21% para la UCR intransigente comandada por Arturo Frondizi (que busco el
acercamiento con el peronismo con la idea de conformar un “movimiento nacional y
popular”)
El acuerdo electoral con el peronismo: en poco más de un año el frondicismo se convirtió
en una alternativa de gobierno tanto para los sectores de izquierda como para los peronistas.
Con el fin de ganar votantes justicialistas, Frondizi denuncio la proscripción al peronismo y
exigió la amnistía a los presos políticos, la legalidad sindical y la anulación de la intervención
de la CGT, su compañero Rogelio Frigerio comenzó los contactos con Perón que culminaron
casi un año después en el acuerdo electoral entre Frondizi y Perón; Perón acepto “prestarle
los votos” a la UCRI.

Las elecciones de 1958 y el triunfo de Frondizi: Arturo Frondizi fue vencedor en las
elecciones de febrero de 1958. Los militares tuvieron que dejar el poder a un político que
rompió con el pacto de proscribir al peronismo y en los hechos favoreció a su recuperación.

El integracionismo y el desarrollismo económico de Arturo Frondizi:

El presidente aspiraba a crear una nueva relación entre los trabajadores, los empresarios y el
Estado, que se sintetizaba con una palabra: integración. Desarrollo e integración eran, en el
pensamiento de Frondizi, dos caras de la misma moneda. Juan José real definía la relación
entre desarrollo e integración de la siguiente forma: maquinarias, materias primas, energía, a
las que debían agregarse la tecnología adecuada y una nueva relación entre empleadores y
trabajadores, eran la base adecuada del desarrollo.

Esta idea guardaba cierta continuidad con las políticas ensayadas por Perón, de hecho durante
su mandato Frondizi adopto algunas medidas que procuraban acerca los sindicatos al
gobierno. Las más importantes fue la normalización de la CGT y de los sindicatos de la ley
de asociaciones profesionales, la cual conservaba los aspectos básicos del modelo de
organización sindical del régimen peronista. Sin embargo, el conjunto del proyecto
integracionista chocaba en grandes dificultades. Por un lado las orientaciones de la política
económica que el gobierno adopto con un plan de estabilidad económica bajo la gestión de
Álvaro Alsogaray como ministro de economía, entraban en conflicto con los asalariado y sus
representantes. Este plan estaba condicionado a un acuerdo con el FMI, donde se recomendó
“prepararse para pasar el invierno, donde el ahorro y el ajuste llevarían a la argentina al
lugar que se encontraba la moderna economía de la Alemania federal”. Este plan era
contradictorio con el planteo desarrollista.

Un segundo factor que dificultaba el acercamiento con los dirigentes era la actitud de Perón.
Ya que la política integracionista de Frondizi era un intento de apropiarse de la base social de
Perón, relegando al ex presidente a una situación de irrelevancia en la escena política. Es así
que el éxito de Frondizi implicaba la perdida de la influencia y del poder de Perón, lo que
este y sus dirigentes pasaron a una posición abierta.

En este contexto, durante el año 1959, las medidas de estabilización adoptadas por el
gobierno fueron resistidas por la mayoría de los sindicatos a través de huelgas, donde el punto
del conflicto se produjo cuando el gobierno presento un proyecto de privatización del
frigorífico Lisandro de la Torre. Esta decisión llevo a la desocupación de la planta y una
huelga de 48 hs, la represión del gobierno provoco un endurecimiento de los sindicatos
declarando un paro por tiempo indeterminado. Los principales dirigentes fueron arrestados y
la huelga controlada, con la mitad de los trabajadores detenidos.

El abandono de la política integracionista se vio reflejada en la aplicación del plan conintes


(comisión interna del estado), que les otorgaba a las fuerzas armadas la posibilidad de actuar
ante cualquier disturbio. Esto llevo a una reorientación de su estrategia y a adoptar posiciones
negociadoras. Así Frondizi y los sindicalistas pactaron con la CGT, que implicaba tanto un
avance en el aspecto organizativo del sindicalismo como un respaldo a las posiciones más
negociadas.

El desarrollismo: Teresa Eggers- Brass.

Frondizi asumió con un plan económico desarrollista, que parecía dar continuidad a la
industrialización y modernización tecnológica; sin embargo, a diferencia del Primer Plan
Quinquenal de Perón, recurría a los capitales extranjeros y a la desnacionalización del
petróleo. Es decir que su plan industrial perdía el carácter nacionalista y abandonaba el rol
que tenía el Estado durante el Peronismo. Por eso, Frondizi tuvo que enfrentar las huelgas de
los sindicatos y obreros peronistas.

Durante su mandato se radicaron en el país varias empresas automotrices, y ampliaron sus


plantas industriales General Motors, Fiat (Grandes Motores Diesel) y Renault (en ese
momento IKA), estas últimas en Córdoba, que además estimularon a la industria proveedora
de autopartes. Quiso impulsar el desarrollo de las industrias básicas, el aumento de la
producción petrolera, la química pesada, la siderurgia, y las maquinarias que permitirían
abastecer a la industria liviana y supuestamente ayudarían a romper con la dependencia
externa, al producir dentro del país los insumos claves para su crecimiento industrial. Dentro
de la terminología desarrollista se hablaba de integración nacional para aludir al proceso de
desarrollo de las industrias básicas y la infraestructura económica de un país, es decir, de
aquellas actividades que lo transformarían en una nación industrial moderna.

Pero para impulsar a la industrialización requería de grandes inversiones, en este caso


extranjeras. En este marco, el gobierno de Frondizi firmo una serie de contratos de
explotación de yacimientos petrolíferos fiscales, el objetivo era lograr en poco tiempo el
autoabastecimiento del petróleo, meta que alcanzo en 1962. Además las inversiones llevaron
al crecimiento industrial.

Para obtener el capital necesario existían dos modos: con ahorro forzado y restricción del
consumo, o con financiamiento externo. Se optó por esta última variante, sosteniendo que el
capital extranjero no es ni bueno ni malo, sino que es útil si se invierte en lo que nos interesa.
Pero no se tuvo en cuenta que la radicación de empresas extranjeras sin un estricto control de
nuestro Estado no contribuía a cortar con la dependencia sino a reforzarla... Las empresas
extranjeras venían, evidentemente, a obtener beneficios: aprovechar mano de obra barata,
mercado para vender, facilidades de instalación e impositivas que daba el país para atraer los
capitales, y finalmente, la salida de ganancias al exterior en forma de pago de regalías.

En el sector primario, la creación del instituto nacional de tecnología agropecuaria (INTA)


durante el gobierno de la revolución libertadora, constituyo un importante estímulo para la
modernización del agro.

Educación laica o libre: Teresa Eggers- Brass.

En diciembre de 1955 Aramburu y su ministro de Educación publicaron un decreto que


establecía “la iniciativa privada a crear universidades libres, que estarán capacitadas para
expedir diplomas y títulos habilitantes, siempre que se sometan a las reglamentaciones que se
dictarán oportunamente”. Pero ese artículo (el No 28) no fue reglamentado hasta el gobierno
de Frondizi. Con esta iniciativa nacieron las universidades privadas en Argentina, pero dio
origen a un profundo debate dentro del movimiento académico y estudiantil. Quienes estaban
por la educación “laica” sostenían que el Estado debía ser el único habilitado, a través de las
universidades nacionales, para dar títulos profesionales. Por entonces, el rector de la
Universidad de Buenos Aires (UBA) era Risieri Frondizi, hermano del Presidente, y defendía
el monopolio estatal de la educación superior. La Iglesia Católica era partidaria de la
enseñanza “libre”, que la habilitaría a la enseñanza confesional en la educación superior. En
septiembre de 1958 se hicieron dos multitudinarias manifestaciones, una con alumnos de
escuelas privadas y con feligreses católicos, y otra con centros de estudiantes de todo el país,
profesores y graduados, en defensa de la universidad estatal.

El proyecto de ley resulto aprobado con escaso margen y en adelante florecieron las
universidades privadas con profesionales o laicas al calor de esta nueva modalidad educativa.

La política exterior: teresa Eggers- Brass

Al principio de su presidencia, Frondizi intentó llevar adelante una política internacional


independiente, pero después fue cediendo a las presiones norteamericanas y del Ejército. En
la Conferencia de Punta del Este (1961) Frondizi apoyó la Alianza para el Progreso
impulsada por el gobierno de Estados Unidos, pero se abstuvo en el punto de expulsar a Cuba
de la OEA. Luego lo recibió a Ernesto Guevara extraoficialmente en Olivos, en un intento de
mediación en el conflicto de Estados Unidos con Cuba. Proviniendo del Presidente, esto
provocó el malestar en las Fuerzas Armadas argentinas. El almirante Isaac Rojas afirmó que
estábamos favoreciendo al comunismo, y que se había comprometido el prestigio de nuestra
nación oponiéndonos a la “unidad continental”. Presionado, Frondizi revió su discurso y
rompió relaciones con Cuba. Los que reaccionaron en manifestaciones fueron esta vez los
estudiantes universitarios, solidarios con el pequeño país latinoamericano.

Otro conflicto diplomático fue con el Estado de Israel, cuyos servicios secretos habían
logrado detectar la presencia del criminal de guerra nazi, Adolf Eichmann en la Argentina.
Eichmann vivía bajo un nombre falso (Ricardo Klement) y trabajaba en la fábrica alemana
Mercedes Benz, en González Catán. Había sido el responsable de la política de exterminio de
judío bajo el nazismo. Sin haber obtenido la extradición, el servicio secreto israelí (el
Mossad) secuestró a Eichmann y con el conocimiento de la CIA y la “ignorancia” de las
fuerzas de seguridad argentinas, lo trasladaron en avión a Israel. Luego de un juicio en
Jerusalén fue condenado a la horca en 1962. La indignación de Frondizi por la violación de la
soberanía argentina inició una crisis que recién fue relegada en 1967, por la dictadura de
Onganía.

La recomposición interna del peronismo: el caudillo frente a la dirigencia sindical.

Entre 1958 y 1966, el país tuvo una democracia “a medias “pues, aunque se llevaron a cabo
elecciones, el partido peronista estaba proscripto para participar de ellas y su líder debía
permanecer en el exilio. Pero a fines de los años ´50 era evidente la hegemonía peronista en
la clase obrera, pero por otra parte se había producido la apertura de ciertos espacios de
legalidad política para el peronismo a través de la autorización a partidos “neoperonistas”
para la participación en las elecciones. Estas situaciones llevaron a crear condiciones para el
surgimiento de dirigentes alternativos que si bien carecían del ascendiente de Perón sobre el
electorado, contaban con otros recursos.
La figura que tuvo perfil propio dentro de la dirigencia sindical dentro del peronismo fue el
metalúrgico Augusto Timoteo Vandor. Este quien había participado de la resistencia
peronista en la revolución libertadora, cambio su postura y paso a representar el sector más
negociador y fuerte del sindicalismo. Su capacidad organizativa le permitió transformarse en
el principal dirigente peronista, lo que llevo a plantear “un peronismo sin Perón”

Los partidos neoperonistas eran de alcance provincial y estaban encabezado por algunos
dirigentes políticos del peronismo.

John W. Cooke estaba en contra del neoperonismo, porque pensaba que había que seguir
luchando por el retorno de Perón, y denunciando esta pseudodemocracia. Por eso, en 1961,
rompió, desde Cuba, con el Movimiento Peronista.

Frondizi pensaba en 1962, que era hora de cumplir con lo prometido y levantar las
proscripciones, aunque “no se tolerarán intentos tendientes a restaurar totalitarismos”.
Pensando en acaparar los votos conjuntos del antiperonismo, permitió elecciones aisladas
para medir fuerzas, y obtuvo victorias electorales oficialistas en Formosa, Santa Fe y La
Rioja. En marzo se elegían los restantes gobernadores y la mitad de la Cámara de Diputados.
Las elecciones significaron un duro revés para Frondizi: si bien triunfó en Capital Federal,
Corrientes, Entre Ríos, Santa Cruz, Santiago del Estero y Tierra del Fuego y la UCRP ganó
en Córdoba y Chubut, el peronismo (bajo el nombre de “Unión Popular”) ganó en las
provincias de Buenos Aires, Tucumán, Chaco, La Pampa, Misiones, Neuquén y Río Negro.

Conociendo la posición antiperonista del Ejército, Frondizi se apresuró a intervenir las


provincias donde había triunfado el peronismo, “para garantizar la forma republicana de
gobierno”. Ante esta incongruencia del Presidente, renunciaron todos los ministros y
secretarios de Estado.

La caída de Frondizi y la transición de José M.Guido: Teresa Eggers- Brass

El 28 de marzo de 1962 las fuerzas conjuntas del Ejército, la Marina y la Aeronáutica


decidieron la destitución del jefe de Estado. Frondizi buscó ayuda en Aramburu, que no se la
dio (y declaró a la prensa que la renuncia del presidente no significará la quiebra del orden
constitucional porque en la Constitución están previstas todas las circunstancias de sucesión
del gobierno). Pese a estas presiones, Frondizi respondió “No renuncio ni doy parte de
enfermo ni me voy de viaje. Sigo siendo el presidente”. Por ello, las Fuerzas Armadas
anunciaron el 29 de marzo de 1962 que “el presidente de la República ha sido depuesto por
las Fuerzas Armadas”. Con custodia, lo retiraron de la residencia presidencial de Olivos y se
lo condujo detenido a la isla Martín García. Sin una estrategia clara, se apresuró a jurar como
presidente ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación el presidente del Senado José
María Guido.

Luego de la jura, Guido firmo un acta de acuerdo con los militares donde se comprometió a la
anulación de las elecciones del 18 de marzo y a la modificación de la ley electoral y de la ley
de asociaciones profesionales para garantizar “la plena libertad gremial”

En el plano político además de la anulación de las elecciones, suspendió la actividad del


congreso y prohibió la propaganda peronista. Al mismo tiempo se agudizo la represión con la
aparición de agrupaciones de extrema derecha. En el terreno económico adopto medidas del
liberalismo, lo que favoreció al agro en detrimento de la industria.
El gobierno de Guido era caracterizado de isabelino porque, como la monarquía inglesa,
reinaba sin tener realmente el poder. Éste estaba netamente en manos de los militares, que le
iban señalando que debía hacer. Pero los militares se dividieron en dos sectores: azules y
colorados. Los colorados o gorilas fueron los que dominaron al principio al gobierno de
Guido, y luego les tocó el turno a los azules o pseudo legalistas.

Para eliminar la influencia del voto peronista, se estableció que para las próximas elecciones
se pondría en funcionamiento el sistema de representación proporcional. Éste permite que
mayor cantidad de partidos obtengan bancas en el Congreso, por lo que, al tener los partidos
más chicos posibilidad de acceder a diputaciones, se atomizaría el electorado restándole
posibilidades o fuerzas al peronismo.

Las trasformaciones en las fuerzas: Azules y colorados Los enfrentamientos entre


los dos grupos militares se fueron haciendo cada vez más duros, hasta llegar al choque
directo. El general Juan Carlos Onganía, jefe de Campo de Mayo, identifica a sus propias
fuerzas con el color azul, y a sus enemigos con el colorado. Los azules estaban preocupados
por la indisciplina del Ejército, debido a las divergencias políticas que había en su seno. Los
cuerpos que los apoyaban mayoritariamente eran la Aeronáutica y, dentro del Ejército, la
Caballería. Los colorados (gorilas y golpistas) no querían la salida electoral porque
desconfiaban de la capacidad de los partidos “democráticos” para vencer al peronismo, y
caían en el contrasentido de instalar una dictadura para defender la democracia.

Triunfaron los azules, que elevaron a la opinión pública su famoso Comunicado Nº 150
donde establecían que las Fuerzas Armadas no debían gobernar directamente sino que su
papel era silencioso y fundamental, garantizando el cumplimiento de nuestra Constitución.
Juan Carlos Onganía fue designado, entonces, Comandante en Jefe del Ejército. Se relevaron
numerosos oficiales colorados y se procedió a la detención del principal responsable, Toranzo
Montero.

Elecciones de 1963: Teresa Eggers- Brass

Guido era Presidente provisorio: debía convocar a elecciones en 1963. Ricardo Balbín, líder
de la UCRP, como calculaba que iba a ganar el peronismo, no se presentó y dejó como
candidato a un dirigente cordobés, el Dr. Arturo Humberto Illia. Arturo Frondizi continuaba
preso. El candidato por la UCRI fue Oscar Alende, quien luego formaría el Partido
Intransigente; la UCRI se dividió y se disolvió, y Frondizi más tarde creó el Movimiento de
Integración y Desarrollo (MID). Pedro Eugenio Aramburu, el general “libertador” se postuló
por su propio partido, la Unión del Pueblo Argentino (UDELPA). El peronismo fue proscrito
nuevamente. Guido autorizó a la Unión Popular (neoperonista) a presentar candidatos a
cargos no presidenciales. Perón no aceptó los condicionamientos y ordenó la abstención
electoral. Frente al panorama electoral, algunos peronistas votaron por Illia y otros por
Alende. El grueso votó en blanco, lo que significó un alto acatamiento a la estrategia de
Perón.

La presidencia de Illia: un gobierno colorado bajo la tutela de los azules.

La elección del Presidente de la Nación era indirecta, es decir, se elegía a electores que
votaban al presidente. Si los electores del partido con mayor cantidad de votos tenían la
mayoría absoluta (es decir, la mitad más uno del total de los miembros) no hacía falta la
reunión del Colegio Electoral (o sea, de los electores que votarían al Presidente). Pero Illia
apenas había sacado el 25,15 % del total de los votos, y el hecho se prestaba para que hubiera
acuerdos entre los partidos minoritarios. Con el apoyo de los conservadores, del Partido
Socialista Democrático y de pequeños partidos, fue consagrado Illia como presidente de la
Nación, asumiendo el 12 de octubre de 1963.

Illia no tenía quórum propio en el Congreso, y debía buscar alianzas para poder desarrollar
su acción de gobierno... Illia estaba enfrentado al ala frondizista. Tampoco contaba con la
confianza de los militares. Mucho menos con el aval de los peronistas, que consideraban a su
gobierno como ilegítimo, porque había asumido gracias a la proscripción del Frente Nacional
y Popular. Y pronto se ganó la oposición de las poderosas empresas multinacionales, con las
leyes nacionalistas sobre petróleo y medicamentos.

Frondizi firmó contratos petroleros con empresas multinacionales que trajeron numerosas
pérdidas a YPF y por consiguiente a nuestro país. Los decretos de Illia de noviembre de 1963
anulando los convenios, fueron confirmados por la investigación desarrollada en marzo de
1964 por la Cámara de Diputados. Para revocarlos se argumentó que con los mismos se
habían violado las leyes, contrariando los intereses de la Nación y amenazando seriamente la
seguridad del Estado al facilitar a empresas extranjeras el acceso a estudios que aludían a su
reserva energética.

Illia trató de soslayar en su gobierno los fuertes condicionamientos del FMI. Después de dos
años de fuerte recesión, se dio un crecimiento desacostumbrado del PBI, incrementándose la
producción industrial en un 18,7 % en 1964 y 28,6 % en 1965 además de haber obtenido
buenas cosechas. En realidad no es que la industria hubiera crecido en términos reales, sino
que se estaba recuperando la capacidad ociosa que se había producido por la crisis y los
despidos en los años anteriores; pero en líneas generales fue positiva su política económica.

El ministro de Salud Pública, Oñativia, propuso una ley sobre medicamentos, para recortar el
poder de los laboratorios medicinales, regulando y controlando el aumento de los precios,
tanto en sus etapas de producción como comercialización. No se pudo concretar por la gran
presión de los laboratorios multinacionales, que calificaban al texto legislativo como
monstruoso decreto.

Los empresarios monopolistas, los banqueros y los productores rurales desconfiaban del
gobierno de Illia, y se oponían al mismo. No existía un clima propicio para las inversiones
extranjeras, y el gobierno prefería controlarlas, para no abultar la ya importante deuda
externa. Los hombres de negocios hablaban de “déficit fiscal” y tomaban a las leyes sociales
aprobadas por Illia como si fueran atentados contra la Nación; decían que la Ley de Salario
Mínimo, Vital y Móvil tenía efectos inflacionarios, y que el control de precios al consumidor
era totalitario. Illia otorgó la Ley de salario mínimo, por la cual se elevaban los salarios.
Procedió al control de precios, para que no perdieran validez los aumentos, y prefirió no
reprimir la toma de fábricas con el Ejército sino por medio de acciones judiciales.

Los enfrentamientos en el seno del peronismo: el cuestionamiento de Augusto Vandor.

El peronismo y el programa de Huerta grande El peronismo se había dividido en dos


bandos enfrentados: el vandorismo y la izquierda peronista. El dirigente sindical Augusto
Vandor buscaba capitalizar el apoyo de los peronistas para afirmar el neoperonismo, y dejarle
al líder el papel de simple asesor. Se inclinaba por encontrar un status legal dentro de la
proscripción del peronismo, y negociar con los que tenían el poder. Vislumbraba un posible
lugar del lado del general Onganía. La izquierda peronista tenía una posición anticapitalista y
antiimperialista. Andrés Framini, José Alonso, Avelino Fernández y Amado Olmos
(enfrentados a Vandor) reunieron un plenario de las 62 organizaciones de la CGT en Huerta
grande (Córdoba) en 1962, y redactaron un programa donde expresaban sus objetivos de
retorno a los principios de la primera presidencia de Perón:

Nacionalización de bancos y de sectores claves de la economía como siderurgia, electricidad,


petróleo y frigoríficos.

 Control del comercio estatal.

 Expropiación de la oligarquía terrateniente sin compensaciones.

 Control obrero de la producción, y proteccionismo estatal a la industria.

 Prohibición de toda exportación directa o indirecta de capitales, y anulación de los


contratos hechos a espaldas del pueblo.

Desde Madrid, Perón se dio cuenta de la actitud de Vandor, pero no lo expulsó del peronismo
para no debilitar al movimiento. Por el contrario, trató de reunir las fuerzas, y propuso la
reorganización de las 62 Organizaciones con la integración de vandoristas e izquierdistas en
su Comisión Directiva, avalando ambas tendencias.

Las elecciones de 1965 y 1966: Vandor versus perón

En 1965 se le permitió al partido neoperonista Unión Popular presentarse a elecciones para


diputados. Tuvo un rotundo éxito en esas elecciones, lo que le posibilitó obtener un bloque de
52 diputados frente a 70 de la UCRP, pero el éxito había sido del vandorismo, que había
controlado las listas de candidatos peronistas. Por eso Perón trató de compensar ese peso con
una carta a la Juventud Peronista, enviada a través de su esposa “Isabelita” (en realidad,
María Estela Martínez de Perón), quien tenía la misión de reorganizar el movimiento
peronista. Vandor cuestionó la autoridad de Perón para llevar adelante negociaciones en
nombre del movimiento peronista, por encima de las autoridades partidarias elegidas
localmente. Dijo: “Hay que enfrentar a Perón para salvar a Perón”. Por eso, el dirigente de
Sanidad Amado Olmos publicó en enero de 1966 una solicitada conjunta con otros diecisiete
gremios y también firmada por el secretario general de la CGT, José Alonso, en controversia
con Vandor, rechazando la postura de los traidores a Perón. Todos los firmantes fueron
expulsados de la CGT, por lo que crearon las 62 organizaciones de pie junto a perón. Perón,
consciente de que se hallaba a miles de kilómetros de distancia, no sabía si podía enfrentarse
desde tan lejos a Vandor, que tenía toda la fuerza de su sindicato (la UOM) y de la CGT. Por
eso hizo una prueba: apoyó en Mendoza, en las elecciones de gobernador de 1966, a un
peronista leal (aunque poco conocido), en contra del que tenía el favor del vandorismo. La
división del peronismo hizo que triunfara el candidato conservador, pero el “leal” le ganó al
“vandorista” por mucha diferencia, lo que hizo que Augusto Vandor dejara el enfrentamiento
visible de lado, para no perder más terreno. No le convenía desafiar políticamente al líder
exiliado.

Nuevo golpe de estado: la caída de Illia, las organizaciones armadas.


El frente sindical se convirtió en uno de los mayores problemas del gobierno y contribuyo a
su desgaste. Apoyado en el descontento popular y la proscripción del peronismo, la CGT
lanzo un plan que consistía en la ocupación masiva de fábricas de forma pacífica. Pretendían
demostrar en la práctica que el país no se podía gobernar mientras se mantenía la prohibición
del peronismo.

La represión y el “operativo retorno” Illia invocaba la legalidad y el respeto a los derechos


constitucionales: en la Universidad se vivió un clima de libertad que favoreció la excelencia
científica profesional y su prestigio en todo el mundo. El gobierno no se caracterizó por la
violencia; sin embargo, la policía siguieron reprimiendo todas las manifestaciones populares
–especialmente las concentraciones peronistas–, e incluso en ocasiones la represión produjo
muertos.

Perón quería regresar a la Argentina. Esto implicaba un desafío político para Illia: no le
convenía el retorno porque desestabilizaría su gobierno. A Vandor tampoco, porque le
quitaría su protagonismo dentro del neoperonismo, pero no podía ponerse en contra de Perón
porque esto lo despojaría del apoyo popular. Entre la gente estaba el mito de que Perón
regresaría para volver a un pasado más feliz, en un “avión negro”. La estrategia vandorista
fue difundir ampliamente el regreso de Perón como para que el gobierno tomara medidas en
contra. El 2 de diciembre de 1964, en su primer intento de regresar a la Argentina, Perón
viajó en un avión de la empresa Iberia con un grupo de partidarios, pero fue detenido por el
gobierno militar brasileño –a solicitud del argentino– en su escala en Río de Janeiro y fue
obligado a regresar a Madrid. Con esto se frustró el retorno de Perón hasta el 17 de
noviembre de 1972

La oposición y las fuerzas armadas: el frente militar estaba dividido, los sectores
dominados por los azules, se replegaron a cumplir funciones institucionales dentro de las
fuerzas evitando confrontaciones políticas. Onganía, pretendía transformar a las fuerzas
militares en una corporación, como garante del orden, pretendía que esta nueva doctrina
ocupaba el lugar de la lucha contra el comunismo. Es así que Onganía eligió la academia
norteamericana donde las fuerzas armadas se adherían a la doctrina de seguridad nacional,
como aliada de la lucha contra la subversión, donde especulaban un golpe militar.

Illia no consiguió ganarse la confianza de la totalidad de las fuerzas armadas

El golpe de estado de 1966. A las huelgas generales del plan de lucha de la CGT se sumaron
las complicaciones en el congreso. El gobierno no podía gobernar mientras tuviera una
oposición mayoritariamente peronista. Illia llamo a todos los partidos con exclusión del
comunista, para encauzar la gobernabilidad, pero estaba aislado y los militares ya tenían
planes de despojarlo del poder. Por orden de los jefes de las tres fuerzas, el 28 de junio de
1966 se concretó el golpe militar que sello el mandato radical. De esta manera se ponía fin a
un nuevo intento de constituir una democracia surgida de elecciones donde la fuerza
mayoritaria continuaba en proscripción.

La revolución argentina: el golpe militar que derroco al presidente Illia no se definió como
gobierno provisional ni se fijó plazos. Apoyado por el conjunto de las fuerzas armadas, el
gobierno tenía la ambición de operar cambios de fondo en la sociedad.

La “Revolución Libertadora” pretendió “desperonizar” al país, pero ni su dictadura ni las


democracias condicionadas por la proscripción del peronismo pudieron lograrlo. Después de
1955 los peronistas no tenían todavía la fuerza u organización suficiente como para tomar el
gobierno, pero sí desestabilizaron a los sucesivos gobiernos que intentaron imponer una
fachada democrática. Frente a esta situación, el general Juan Carlos Onganía se presentó
como “la” solución para diferentes sectores: ejercer un gobierno autoritario sin establecer
plazos para una salida democrática, con el objetivo de modernizar y racionalizar la economía.
Esta nueva dictadura militar buscó el apoyo del nacionalismo católico, por lo que se
autotituló revolución argentina.

Los partidos fueron disueltos, se les confiscaron todos los bienes y el poder legislativo quedo
absorbido por el ejecutivo. Los medios de prensa y el episcopado le dieron su cuota de
confianza. Perón, desde España, no se pronunció a favor ni en contra de los acontecimientos
y prefirió esperar para ver cómo se desenvolvían: ordenó “desensillar hasta que aclare”. Lo
mismo hicieron otros dirigentes, como los de la Democracia Cristiana, que expresaron: “El
gobierno se merece un golpe, pero el país no”. En cambio, los políticos antiperonistas que
temían la victoria aplastante del peronismo en 1967, sostenían decididamente la insurrección.
Finalmente, a nivel internacional, Onganía contaba con el visto bueno de Estados Unidos, que
sostenía la dictadura militar brasileña de Castelo Branco y que profundizaba su intervención
en la guerra de Vietnam.

“la noche de los bastones largos” Entre 1955 y 1966, las universidades habían gozado de la
democracia interna prevista por la Reforma de 1918. Hasta la irrupción de Onganía, la
universidad era una “isla democrática”, ya que allí estudiantes y profesores podían expresarse
libremente; había mucha militancia de izquierda, y el peronismo, minoritario en los claustros,
casi no se oía. Esto, visto con los ojos del gobierno militar, constituía un foco opositor de
mentes críticas, de “politización” y agitación estudiantil. El enemigo principal del general
Onganía, de acuerdo a los objetivos, era el marxismo y había que eliminarlo. Por eso, en julio
de 1966, Onganía suprimió la autonomía de las universidades nacionales, que pasaban a
depender del Ministerio del Interior. Profesores y alumnos protestaron por la medida, y se
tomaron varias facultades. En Ciencias Exactas de la UBA la policía forzó las puertas y entró
con gases lacrimógenos; el decano Dr. Rolando García, estudiantes y profesores fueron
expulsados violentamente y apaleados por una doble fila de uniformados con cachiporras y
culatas, en la denominada “noche de los bastones largos”. La opinión pública se conmovió
porque, además de golpear a los estudiantes, se atacó a destacadas autoridades académicas.
En la represión muchos fueron heridos, cientos detenidos, e incluso en la Universidad de
Córdoba hubo un estudiante muerto, Santiago Pampillón.

Este trágico acontecimiento y la falta de libertad determinaron que cientos de profesores e


investigadores que contaban con una excelente formación académica optaran por renunciar y
exiliarse.
La lucha por la liberación: la CGT de los argentinos

En marzo de 1968, la oposición de los trabajadores al gobierno militar tuvo expresión en el


Congreso de la CGT. El gobierno había anunciado que no reconocería la participación de los
gremios intervenidos. Sin embargo, los sindicalistas combativos ganaron el control de la CGT
y se eligió como nuevo Secretario General a raimundo ongaro, del Sindicato Gráfico. Vandor
y sus aliados desconocieron los resultados del congreso, y se instalaron en la sede de la calle
Azopardo. A raíz de esta crisis entre el viejo y nuevo sindicalismo, la CGT quedó dividida en
dos: la CGT azopardo gozaba del reconocimiento del gobierno, por lo que pudo retener el
local y los fondos. La CGT de los argentinos (o CGT “A”, que funcionaba en la sede del
Sindicato Gráfico), dirigida por Ongaro, combativa desde sus inicios pidió por la libertad de
los compañeros detenidos. El 1º de mayo de 1968 expresó sus ideas y convocó a la lucha a
través del Semanario CGT dirigido por el periodista Rodolfo Walsh. En el Semanario se
denunciaba la situación de pérdida de derechos, las persecuciones y torturas, e informaba
sobre las protestas obreras y toda forma de resistencia al régimen militar: estudiantil,
universitaria, villera y de los sacerdotes del Tercer Mundo. En 1969 un decreto de Onganía
ordenó clausurar el Semanario de la CGT y los últimos números debieron editarse
clandestinamente. Los dirigentes sindicales augusto vandor y José Alonso, participacionistas
del gobierno de turno, fueron asesinados después del Cordobazo (en 1969 y 1970
respectivamente), ambos por un desconocido comando, Ejército Nacional Revolucionario
(ENR), que se atribuyó los hechos. Sin Vandor y ya sin Onganía, bajo la nueva figura militar
del presidente de facto Roberto M. Levingston, se realizó en 1970 el Congreso Normalizador
de la CGT, donde las dos CGT se reunificaron y fue elegido secretario general José Ignacio
Rucci.

El Correntinazo, el Rosariazo y el Cordobazo: Teresa Eger- Brass

Las universidades continuaron siendo golpeadas por la dictadura de Onganía. Cuando


aumentaron los precios en los comedores universitarios (fundamentales para todos los
estudiantes del interior) se alzó la protesta en Corrientes. Debido a la represión policial murió
un estudiante. En repudio por estos sucesos, en todas las universidades del país se hicieron
actos de protesta y hubo otra víctima en Rosario. El dolor y la indignación por las muertes
multiplicaron las manifestaciones y se incrementó la violencia gubernamental: otro estudiante
rosarino (un adolescente del secundario) fue asesinado. En el Rosariazo se destacó la
adhesión de un grupo muy importante de sacerdotes hacia los grupos que sufrían miseria y
violencia; por eso tuvieron un serio conflicto con su obispo local. El Ejército declaró a
Rosario “zona de guerra” y estableció Cortes Marciales para juzgar a los civiles. El impacto
en la opinión pública fue tan grande que las dos CGT se unieron declarando un paro general
de 24 horas en contra de la represión y de la política económica, para el 23 de mayo de 1969.

En Córdoba se habían asentado, durante el gobierno de Frondizi, grandes fábricas de


automotores. Para evitar el descontento y tener una mayor productividad, la política de esas
empresas fue de conceder salarios más altos que los de convenio y estimular la formación de
sindicatos por empresa. Es decir que los trabajadores cordobeses no formaban parte de los
grandes sindicatos por rama de actividad (como la UOM, Unión Obrera Metalúrgica). De este
modo, las automotrices extranjeras evitaban en Córdoba el poder sindical. Pese a ello, en la
capital mediterránea se desarrolló una fuerte resistencia obrera y popular contra el régimen de
Onganía. Además, muchos estudiantes trabajaban en las grandes fábricas y surgió una nueva
generación de obreros jóvenes que se iniciaba en la lucha social.

La dictadura de Onganía había permitido a empresarios de determinadas provincias que les


pagasen a los obreros salarios menores a los acordados en las convenciones colectivas de
trabajo; esto se conoció como quitas zonales. El argumento para las quitas era la promoción
industrial, el menor costo de vida en esa región que en Buenos Aires, y el sábado inglés que
regía en varias provincias, por los cuales se pagaba por 48 horas aunque se trabajaran 44.
Pero en mayo de 1969 se abolió por “ley” nacional el sábado inglés, o sea que las provincias
que estaban disconformes con las quitas, pero que tenían una pequeña compensación con el
sábado inglés, quedaban totalmente desfavorecidas. Con lo cual, ese año el gremialismo
cordobés tenía varios motivos para hacer paro el 14 y 15 de mayo: la eliminación de las
quitas zonales, la continuidad del sábado inglés, y el incremento constante de la cantidad que
se debía producir para cobrar el premio de “productividad”. La huelga impulsada por el
sindicato de obreros automotrices (SMATA) y del transporte (UTA) fue violentamente
reprimida por la policía.

El 29 de mayo se convocó una nueva huelga y manifestación en el centro de la ciudad de


Córdoba. Estudiantes y obreros marcharon y la represión policial asesinó al estudiante
Máximo Mena. La noticia se difundió y comenzó la lucha para rechazar a los explosivos
caseros. Se unieron encabezando la protesta los trabajadores del transporte y los de la
Compañía de Electricidad de Córdoba (el sindicato Luz y Fuerza, liderado por Agustín
Tosco), luego llegaron 4000 obreros de la automotriz IKA-Renault, los trabajadores de Fiat y
Grandes Motores Diesel. Al mediodía ya ocupaban 150 manzanas; se situaron francotiradores
que disparaban contra las tropas gubernamentales; se atacaron comisarías, empresas
extranjeras e instituciones que simbolizaran autoritarismo o imperialismo. Por la tarde,
Onganía movilizó al Ejército que ocupó militarmente la ciudad. Por la noche, los trabajadores
del sindicato Luz y Fuerza produjeron “un apagón” para entorpecer el desplazamiento de las
tropas. Recién el día 31 el Ejército pudo dominar la situación, con un saldo de 34 muertos, y
aproximadamente 500 heridos y 300 detenidos.

Esa insurrección popular, conocida como el Cordobazo, tuvo la peculiaridad de que no se


hizo en nombre de Perón. Muchos de los dirigentes sindicales más destacados eran
independientes o “clasistas”, es decir que afirmaban la lucha de clases para la toma del poder;
entre esos dirigentes estaban René salamanca y Agustín tosco.

Si bien el Correntinazo y el Rosariazo fueron muy importantes porque marcaron el comienzo


de la reacción popular masiva contra el gobierno del general Onganía, el Cordobazo marcó el
comienzo del fin de la dictadura de Onganía. Con la resistencia estudiantil, obrera y barrial
unida, se hizo frente al gobierno militar, repudiando su política represiva, económica y
laboral. El equipo económico renunció en pleno, y se debió reemplazar al ministro de
Economía Krieger Vasena por una figura que aparentaba ser más blanda, Dagnino pastore.
Varios dirigentes obreros fueron detenidos, llevados a sedes militares y juzgados por
Consejos de Guerra. Agustín Tosco, uno de los líderes del Cordobazo, fue condenado a ocho
años de prisión; en noviembre, Onganía dictó la amnistía para todos los detenidos en esa
ocasión.

La caída de Onganía El régimen de Onganía entró en crisis después del Cordobazo; sin
embargo, el Presidente de facto no estaba dispuesto a conceder elecciones. Algunos sectores
proponían como figura de reemplazo al general Aramburu, pero éste fue asesinado por los
Montoneros. Finalmente, el general Alejandro Agustín Lanusse –Jefe del Ejército– reemplazó
a Onganía en junio de 1970, mediante un golpe interno, comandado por el general roberto
levingston.

El gobierno de levingston Levingston, de la sección de Inteligencia, estaba más orientado al


nacionalismo que su antecesor. En continuidad con las ideas de la “Revolución Argentina”,
no autorizó a los partidos políticos ni anunció futuras elecciones. Preocupado por fortalecer a
la industria nacional –desprotegida por la política de Onganía– nombró como ministro de
Economía a Aldo Ferrer, un técnico desarrollista. Éste, sin hacer grandes reformas, introdujo
la política del “compre argentino” mediante la cual los organismos estatales cuando adquirían
bienes de uso, debían comprarlos a fábricas argentinas, siempre que se produjesen en el país.
De este modo se protegían las empresas nacionales (públicas o privadas), marcando un
contraste con el excesivo liberalismo anterior. Además se tomaron otras medidas
nacionalistas, como la restricción del crédito local para las empresas extranjeras. Pese a esta
política económica, Levingston no contaba con el apoyo político de los que querían
elecciones libres, ni tampoco con el del sector que siempre le había sido fiel a Onganía: los
medios financieros y las grandes empresas.

El viborazo El descontento popular continuaba, acompañado de acciones guerrilleras cada


vez más osadas. El nuevo gobernador de Córdoba, José C. Uriburu, preocupado por la
posibilidad de otro Cordobazo, auguró en marzo de 1971 que descabezaría a la víbora de la
rebelión. Con sus palabras:

Confundida entre la múltiple masa de valores morales que es Córdoba por definición, anida
una venenosa serpiente, cuya cabeza quizá Dios me depare el honor histórico de cortar de un
solo tajo.

La reacción popular cordobesa no se hizo esperar y fue denominado viborazo en alusión a los
dichos del Gobernador-Interventor. La CGT resolvió un paro activo y una marcha en repudio.
Ese día (12/3/71), la represión mató a un obrero adolescente. Si bien el joven no era militante
del ERP, su familia aceptó que el féretro fuera envuelto en una bandera de esa agrupación,
como símbolo de odio a la dictadura. Las cámaras periodísticas registraron ese fenómeno
inusual de la presencia de organizaciones armadas en un sepelio multitudinario. El Viborazo
no sólo provocó la renuncia del gobernador de Córdoba, sino también la destitución del
general Levingston por la Junta de Comandantes, en marzo de 1971

La hora del pueblo La Hora del Pueblo fue un acuerdo entre los distintos representantes de
los partidos políticos proscriptos, durante el gobierno de Levingston (noviembre de 1970).
Constituyó la primera expresión oficial de reconciliación entre el peronismo y el radicalismo,
después de 25 años de duros enfrentamientos y con el fin de presionar por la salida electoral.
Por supuesto, fue repudiada por los sectores más conservadores y por los militares, ya que
significó el compromiso entre los partidos de eliminar toda maniobra proscriptiva, aceptar la
victoria de las mayorías y respetar a las minorías. También se pusieron de acuerdo en que,
ganara quien ganara, se llevaría adelante una política económica con orientación nacional.
Concurrieron para firmar la alianza el delegado personal de Perón (en ese momento, Jorge D.
Paladino), Ricardo Balbín (UCR), Vicente Solano Lima (Partido Conservador Popular) y
representantes del Partido Demócrata Progresista, Partido Socialista Popular, Bloquismo
Sanjuanino e independientes.

Lanusse presidente de facto: el gran acuerdo nacional El general Alejandro Agustín


lanusse tomó las riendas de la tercera etapa de la “Revolución Argentina” (19711973)
dispuesto a buscar una solución a la crisis política. Su propuesta era el gran acuerdo nacional
o gan, por medio del cual preparaba la transición hacia la vida política del país, intentando
que la retirada del Ejército fuese de la manera más honrosa posible. Trataba de someter a
todos los sectores políticos a las reglas de juego que él mismo impusiera. Por lo pronto,
permitiría por primera vez en quince años, la incorporación del peronismo a las elecciones
generales. Lanusse quería llegar a un acuerdo con Perón para ser, él en persona, el candidato
por el Ejército y por el peronismo. Perón se rehusó a negociar, ya que el régimen en crisis
sentía la presión del acuerdo entre radicales y peronistas en la Hora del Pueblo. Pese a que la
represión seguía y caían presos los dirigentes del sindicalismo combativo (entre ellos
Raimundo Ongaro y Agustín Tosco) la guerrilla continuaba con acciones espectaculares,
como tomas de pueblos (La Calera, Garín, San Jerónimo Norte) y comisarías. El fusilamiento
de los presos políticos que se habían fugado de la cárcel de Trelew el 22 de agosto de 1972
provocó la indignación del pueblo, que los consideró sus mártires; una multitud desafió a la
dictadura con su concurrencia a los entierros.

Fusilamientos de trelew Tosco llegó en 1972 al penal de Rawson, una cárcel de alta
seguridad donde la dictadura de Lanusse reunió a presos políticos vinculados a las
organizaciones guerrilleras peronistas y marxistas, y a sindicalistas combativos. En agosto de
ese año, presos de Montoneros, FAR y ERP organizaron una gran fuga. Con apoyo externo,
planificaron la toma del penal y el secuestro de un avión. Si bien participaron 110 presos
políticos, pudieron fugarse efectivamente 25 y sólo seis dirigentes guerrilleros lograron subir
al avión y desviarlo hacia Chile. Los otros 19 fugitivos no llegaron a tiempo para el vuelo y
coparon el aeropuerto de Trelew. Inmediatamente fueron rodeados por las fuerzas de
seguridad. Antes de entregarse, solicitaron la presencia de abogados, de un médico y de los
medios, para evitar las represalias. Pese a lo convenido, los miembros de ese grupo no fueron
trasladados a la cárcel de Rawson, sino a una base militar, y días después fueron fusilados.
Hubo sólo tres sobrevivientes. El general Lanusse solicitó al gobierno de Chile la devolución
de los seis guerrilleros fugados, pero el presidente Salvador Allende, al tener noticias de los
fusilamientos de Trelew, decidió dejarlos salir hacia Cuba. Esta medida representó un revés
diplomático para la dictadura de Lanusse. “La masacre de Trelew” del 22 de agosto de 1972
puede considerarse como un hecho de terrorismo de Estado. La versión oficial de los hechos
hablaba de un nuevo intento de fuga de la base militar; pero la verdad se supo con los
testimonios de los tres sobrevivientes. Hubo represalias con allanamientos, intimidaciones a
los familiares y represión en el velatorio de las víctimas, donde las tropas de asalto dirigidas
por el comisario Alberto Villar irrumpieron con un tanque. Los guerrilleros que habían
logrado escapar (entre ellos Roberto Quieto, Fernando Vaca Narvaja, Roberto Santucho y
Marcos Osatinsky, dirigentes de la guerrilla peronista y del ERP) se convirtieron en héroes
ante la opinión pública.

Lanusse: negociaciones con perón consideró que para calmar a la guerrilla debía negociar
con Perón y envió a su secretario, Cornicelli, a Madrid. Pretendía que Perón prohibiese la
lucha armada en el peronismo, o que solicitase, si esto era imposible, que los guerrilleros no
invoquen su nombre, a cambio de ofrecimientos como la devolución del cuerpo de Evita (que
había sido sustraído por los militares golpistas de la “Revolución Libertadora”), la restitución
de su grado militar o, incluso, propuestas monetarias. Perón le respondió que él nada podía
hacer a 15.000 kilómetros de distancia y no condenó a las “formaciones especiales” del
peronismo (es decir, a la guerrilla peronista). Pero con estas propuestas quedó en evidencia
que Lanusse sabía dónde se ocultaban los restos mortales de su esposa y le envió a la
residencia de Perón en Madrid (Puerta de Hierro) el cuerpo embalsamado de Evita para
congraciarse con Perón. Perón se había convertido en el gran árbitro de la política argentina.
Después de tantos años de proscripción, se reconocía que el líder del peronismo era la única
garantía de paz en esa Argentina convulsionada. Lo único que obtuvo Lanusse fue que el
peronismo aceptara las elecciones del 11 de marzo de 1973, pese a la proscripción de su líder:
el Presidente de facto había pergeñado una ley electoral con una cláusula de residencia que
impedía ser candidato a quien no estuviera en el país antes del 25 agosto de 1972.

Perón en la argentina Lanusse intentó desprestigiar a Perón y desalentar su retorno a la


Argentina: afirmó que “no le daba el cuero para volver”. Perón lo desafió: dispuso su regreso
para el 17 de noviembre de 1972 con el objeto de organizar la campaña electoral y discutir las
bases de la futura política con los sectores que habían firmado La hora del pueblo. El
gobierno militar puso miles de efectivos militares en el aeropuerto de Ezeiza para evitar las
concentraciones de personas (justificó la medida con el estado de sitio imperante), pero la
movilización fue igualmente masiva, bajo la lluvia. Al día siguiente, en su casa de Vicente
López (en la calle Gaspar Campos), Perón comenzó a recibir numerosos grupos que se
acercaron para discutir distintos aspectos políticos.

UNIDAD V: De la primavera “camporista” al “terrorismo de estado” (1973-1983)

La particularidad de la apertura democrática de 1973. El nuevo proyecto peronista y sus


límites la violencia como condicionante político- social. La muerte de Perón, el gobierno de
Isabel y la agudización de los conflictos sociales. Los enfrentamientos en el seno del
peronismo. Los primeros pasos del terrorismo de Estado: la triple A y el operativo
independencia. El “proceso de reorganización nacional”: los objetivos básicos y su
realización práctica. La represión como instrumento de reorganización socioeconómica. Los
organismos de Derechos Humanos. Los actores socio- políticos: la iglesia católica, los
partidos políticos, los organismos económicos. La guerra de las Malvinas.

La particularidad de la apertura democrática de 1973:

“Cámpora al gobierno, Perón al poder”

Excepto la cláusula proscriptiva diseñada especialmente para excluir a Perón de la


candidatura presidencial, las elecciones se llevaron a cabo el 11 de marzo de 1973. (Eger-
Brass, 2006, p. 597)

Cámpora se impuso en las elecciones con el 49% de los votos, el radicalismo con Bladin, que
ocupó el segundo puesto, renunció a la segunda vuelta. Lo que resultó la derrota absoluta
para Lanusse y las Fuerzas Armadas. El frente de Liberación con que el peronismo concurrió
a las urnas, no había levantado un programa revolucionario.

En la campaña de Cámpora tuvieron un protagonismo central la Juventud Peronista y la


organización de Montoneros, movilizaciones populares que permitieron el retorno del
peronismo luego de diecisiete años de proscripción. (Novara, 2016, p. 120)

En la asunción, la presidencia de Salvador Allende, ratificaría que el peronismo gobernaría


contra el orden constituido. En las elecciones, el peronismo había recuperado la mayoría
electoral. El escrutinio probó que solo Perón podía darle legitimidad electoral al ejercicio del
gobierno.

En el periodo de la breve presidencia de Héctor J. Cámpora, entre el 25 de mayo y el 12 de


julio de 1973, se dio una movilización generalizada de las fuerzas sociales que asociaban el
regreso de Perón con la posibilidad de introducir cambios mayores. Aunque estos sectores no
coincidían en el tipo de cambio que se debía llevar a cabo, todos ellos impugnaron el régimen
político vigente. “Este primer momento coloca en el centro de la escena la imagen de una
sociedad movilizada para el cambio y tiene por actores principales a la juventud, a sectores
del sindicalismo combativo y a intelectuales ligados a la modernización desarrollista”.
(James, 2007, p. 377). Todos reclamaban que era necesario el regreso de Perón para cualquier
transformación social y política. En la época, perón se había convertido en el único líder que
sería capaz de juntar a una gran parte de las fuerzas progresistas y revolucionarias, donde
coincidían posiciones cristianas, nacionalistas y de izquierda.

Lo propio del periodo fue la articulación político- ideológica entre una sociedad movilizada,
sobre todo los sectores juveniles y una agrupación armada. Con la mediación de la Juventud
Peronista, este proceso convertiría a Montoneros, en una de las organizaciones más
poderosas. La época coincidió con la ampliación del compromiso militante y también con el
activismo estudiantil. Sus formas de accionar iban desde las tradicionales manifestaciones
populares hasta la violencia guerrillera. “En suma, la acción política de los militantes
juveniles se forjó al calor de las movilizaciones, en el enfrentamiento con la dictadura, pero,
sobre todo, por contraposición con los "viejos" militantes sindicales, identificados con el
aparato burocrático y las estrategias de negociación y presión vandoristas.” (James, 2007, p.
384).
El corto gobierno de Cámpora es caracterizado el recrudecimiento de la violencia.

En lo que respecta a su presidencia, el gabinete se integró, según Novara (2016) de una


manera equilibrada con un buen número de peronistas, los sindicatos recluidos en el
ministerio de trabajo, López Rega en Bienestar social y la tendencia revolucionaria en
Interior, Cancillería y la UBA. (p. 121). A diferencia de este autor, James (2007) menciona
que:

La composición del gabinete de Cámpora daba cuenta del conglomerado de organizaciones y


tendencias que caracterizaba al movimiento. “Por estatuto, la distribución de los cargos
preveía un 25% para cada rama del partido (la política, la sindical, la femenina y la juvenil).
Sin embargo, la JP, que nunca dejó de vivir con cierta incomodidad y hasta contradicción la
disputa por la distribución del poder, sólo obtuvo el 18%.” (p. 390)

Además para Teresa Eger- Brass (2006) conformó el gabinete José Ber Gelbard, dirigente de
la CGE (Confederación General Económica) y representante de la burguesía monopólica
nacional; quien se hizo cargo del Ministerio de economía. (p. 600). A cargo de la educación
se encontraba Jorge Taiana.

Perón buscó, en principio a través de Cámpora, lanzar iniciativas moderadores: en lo


económico impulsó un pacto social para contener la puja distributiva y estabilizar la
economía, en lo político, sellado con Balbín, implicó un compromiso interpartidario de
defensa de las instituciones que tenía dos destinatarios: los militares y las guerrillas.

Durante la breve presidencia, se sancionaron rápidamente, aclara James (2007)

“leyes anti represivas y determinados hechos como el discursos del ministro de interior,
Esteban Righi, a la Policía Federal, redefinió sus deberes, exclamando que el pueblo ya no es
enemigo sino el gran protagonista del pueblo, esto sería el reflejo de la ideología del pueblo.
(p. 391)

El gran debate que comienza a instalarse que multiplica los conflictos, es la demanda de
institucionalización del movimiento, la propiamente económica, donde jugaban su disputa los
actores corporativos, y se colocaba en el centro de las preocupaciones del gobierno la
posibilidad de aplicación del modelo populista, a través de la figura de la concertación social.
Desde sus orígenes, el modelo nacional-popular implicaba que el Estado fuera el regulador de
los mecanismos de redistribución del ingreso nacional entre, trabajadores representados por
los sindicatos y los sectores empresariales. Apuntaba a una alianza de clases, sólo realizable
dentro del marco de un "pacto social". Según Eger- Brass (2006) el peronismo que siempre
privilegió la alianza de clases en lugar de la marxista lucha de clases, quiso reeditar la política
social y política del gobierno anterior. (p. 601)

Este pacto, para James (2007) suscripto por la CGT, la CGE y el gobierno, establecía el
congelamiento de precios, el reajuste de tarifas públicas y sólo un aumento del 20% en los
salarios (p. 392). Para lograrlo Perón había tenido que ejercer presión e influencia sobre los
sindicatos. El incremento salarial había defraudado las expectativas de la clase trabajadora,
mayoritariamente peronista.

En cuanto al pacto social, aclara Noravo (2016)


“se tradujo en un compromiso firmado entre el ministro de economía José Ber Gelbard, la
CGT y la CGE, que congelaba las paritarias por dos años, postergando la recuperación
salarial y daba prioridad a la lucha contra la inflación, por miedo al congelamiento de precios
y tarifas, para aumentar e impulsar la inversión e impulsar el crecimiento”. (p. 122)

Según aclara Romero (2016)

“El pacto social debía servir para encontrar la manera equitativa y razonable de repartir los
mayores costos, pero las reglamentaciones, que se cumplieron escasamente, no solo revelaron
las dificultades de la persuasión, sino las crecientes falencias del Estado para hacer valer su
autoridad”. (p.283)

Desde el comienzo estaba claro que el principal obstáculo para el éxito de las medidas serían
los conflictos internos del peronismo. Hecho que se pudo constatar en el trámite de algunas
leyes esenciales, como las que se debían proveer recursos para eliminar el déficit: la Ley
Agraria, que establecía cargas, no generó tantas resistencias en las propiedades rurales, pero
sí en las bancadas oficiales que impidieron su aprobación. (Novara, 2016, p. 123)

El regreso de Perón al país, que se concentraría el 20 de junio. Los montoneros se prepararon


para disputar con la CGT el protagonismo en el acto masivo que daría marco al evento, que
se realizó en cercanías al aeropuerto de Ezeiza. No contaban que debían enfrentarse con las
bandas de ultraderecha movilizadas por López Rega, poco después de que aterrizara Perón,
empezaron los disparos entre las bandas. Los hombres de Rega ganaron (Novara, 2016, p.
123)

Con Perón en el país, el tiempo de Cámpora se agotó: el 12 de julio, renunció junto a su


vicepresidente, donde se convocó a nuevas elecciones para el 23 de septiembre. Así se inició
entonces una nueva puja en torno a quien acompañaría a Perón en la fórmula. (Novara, 2016,
p. 125) La tendencia propuso nuevamente a Cámpora, los sindicatos a Rucci y unos pocos al
líder radical Ricardo Balbín. Ya que el miedo giraba en dejar el poder a un “no peronista”.
Como fuera, la fórmula presento varias resistencias entre los peronistas y los radicales, pero
terminó sucediendo lo peor: triunfo López Rega y se optó por María Estela Martínez. Perón
sería electo junto a sus esposa por nada menos que el 62 % de los votos (Novara, 2016, p.
126)

Perón en el poder

La tercera presidencia de Perón.

Esta fase confronta a los diferentes actores con las contradicciones propias del populismo en
el poder. La imagen dominante de este período es la de la guerra interna entre peronistas.

En cuanto al esperado pacto social, no se tradujo en una disminución de la conflictividad


social. Aunque las demandas de aumento salarial decrecieron, todavía quedaban vigentes
otras reivindicaciones sobre las condiciones de trabajo y la democratización sindical.

Perón había anunciado la ejecución de un Plan Trienal y afirmaba haber controlado la


inflación, pero en los primeros meses de 1974 el pacto social sufrió un primer revés cuando
los empresarios renunciaron a absorber el costo de la inflación importada por la crisis
internacional del petróleo. Se sumó también, el reclamo de los sindicatos que exigieron un
aumento salarial en relación con el incremento de los precios y lograron obtener así un
aumento del 13%, pero los empresarios trasladaron el incremento salarial a los precios.
(James, 2007, p. 401)

En el tercer gobierno de Perón el discurso en torno a la necesidad de la "institucionalización"


estaba orientado en gran parte contra el ala rebelde del movimiento, Perón apuntaba a su
exclusión, contradecía abiertamente sus aspiraciones y renegaba de ellos. En otras palabras
Perón exhortó a la Juventud Peronista y a los grupos armados a abandonar la violencia como
recurso política y a aceptar su conducción indiscutida.

Se produjo una purga ideológica que comenzó en el ala político-institucional. Esto ocurriría
durante 1974. Los primeros afectados fueron los diputados peronistas que se vieron obligados
a renunciar a sus bancas, después de manifestar su rechazo a tres medidas que propiciaba la
Cámara de Diputados (también condenadas por la JP), la Ley de Asociaciones Profesionales
la Ley de Prescindibilidad, cuya aplicación la convertiría en un arma de disciplinamiento
político, y la ley de reforma del Código Penal, que denunciaban que diluía la frontera entre el
delito y el accionar de cualquier organización no reconocida legalmente.

Está a la política comenzó a ser desplazada. Otro caso entre otros fue el de la Universidad de
Buenos Aires, considerada un bastión de la izquierda peronista, el ministro de Educación
Jorge Taiana pidió la renuncia del rector Rodolfo Puiggrós, uno de los representantes
históricos del revisionismo populista de izquierda.

Mientras tanto, la agrupación Montoneros, que había logrado integrar otras organizaciones
armadas peronistas, buscaba evitar la confirmación de la ruptura, renovando a través de las
declaraciones su compromiso con el movimiento peronista.

Los montoneros, tuvieron una enorme capacidad para combinar la acción clandestina con el
trabajo de superficie, que realizaron a través de la Juventud Peronista; pero al hacerlo
introdujeron un sesgo en el desarrollo del movimiento popular: lo encuadran, lo sometieron a
una organización rígida, cuya estrategia y tácticas se elaboraban en otras partes, y eliminaron
todo lo que la movilización tiene de espontáneo, de participativo, de plural. (Romero, 2016.
p. 279)

Perón en el gobierno había cambiado drásticamente, se recostaba ahora en los gremios, que
junto a López, lo ayudarán a controlar a los Montoneros, en respuesta a esa actitud, un
comando montonero asesinó a Rucci. Este, menciona Romero (2016) era secretario general
de la CGT y pieza importante en la estrategia de Perón, asesinado, pocos días después de la
elección plebiscitaria de Perón. (p. 290). Contra ellos se constituyó otro terrorismo, con
aparatos parapoliciales, nutridos de matones sindicales, cuadros de los grupos fascistas del
peronismo y empleados a sueldo del Ministerio de Bienestar Social, que operaban con el
rótulo de Acción Anticomunista Argentina, o más bien sencillamente Triple A.(Romero,
2016, p.290)

En los meses posteriores permitió que los recursos estatales y los hombres de las fuerzas de
seguridad y del Ejército nutrieron las bandas de ultraderecha. Es así que los intentos de
desplazamientos de los grupos armados fueron acompañados por las acciones criminales de
un grupo paramilitar denominada como La Alianza Anticomunista Argentina (la triple A),
liderada por José López Rega, asesinaría entre fines de 1973 y comienzos del 1976 a cerca de
un millar de militantes y dirigentes de izquierda. Así Montoneros intensificó sus operaciones
armadas. Con tal atentado, Perón aprovechó para reformar el código penal que castigaba
duramente a las “actividades subversivas”. También fueron prohibidas varias publicaciones
de izquierda. (Novara, 2016, p. 127).

Desde la asunción de Cámpora los militares mantuvieron una marcada distancia respecto del
gobierno peronista; no intervienen directamente en hechos represivos y promovía en los
puestos de jefatura a militares con independencia política. Pero a medida que la crisis
comenzó a interceder, Isabel autorizó el Operativo independencia. Durante la década del ´70,
se llevó en Tucumán, una acción del Ejército contra la guerrilla del ejército revolucionario
del pueblo. (ERP). El llamado Operativo independencia había creado una decena de centros
de detención y torturas, donde cumplieron “turnos” miles de oficiales de las tres fuerzas y
fueron asesinados centenares de persona durante ese año. (Novara, 2016, p. 145).

Pero finalmente, el 11 de marzo, la conducción de Montoneros acusó de traición al gobierno


por la remoción de los gobernadores afines. (James, 2007, p.410)

Dentro de gobierno comenzaron a haber rupturas, funcionarios comenzaron a ser desplazados


de sus puestos, como así también se concentraron en Plaza de mayo el 1° de mayo de 1974,
por el día del trabajador, las banderas de los Montoneros ocuparon un espacio preeminente y
con sus consignas (“¿qué pasa General, que está lleno de gorilas el gobierno popular?”).
Perón respondió con violencia, repudiando el rol de la CGT, además el presidente aceleró la
remoción de funcionarios de ese sector. (Novara, 2016, p.127). Este desencuentro que se
produce entre el líder y las masas marcó la consumación de la ruptura.

Comenzó en el gobierno de Perón un giro hacia la derecha, se otorgó al ministro López Rega,
entonces cabo, el grado máximo de la fuerza, el de comisario general, saltando doce grados
en el escalafón, también se produce el cierre de publicaciones políticas y culturales de
izquierda, censura en los medios de comunicación y la confección de listas negras dentro del
ámbito artístico, una de las características más notorias del gobierno isabelino. Estos
procedimientos que combinaban la acción policial con la parapolicial de los grupos de
extrema derecha estaban ligados al ministro de Bienestar Social.

Otra característica de este periodo fue que a diferencia de sus dos primeros gobiernos,
caracterizados por una política basada en la acentuación de los antagonismos, Perón buscó
apoyo institucional, sobre todo en el líder de la UCR. Esta política se reflejaba en la frase
"para un argentino, no hay nada mejor que otro argentino", que había reemplazado a la frase
"para un peronista no hay nada mejor que otro peronista".

La Muerte de Perón: el gobierno de Isabel, la agudización de los conflictos


sociales

Perón muere el 1° de julio de 1974, el cual ocurrió en las peores condiciones: agravó el vacío
de poder, la pérdida de control sobre la economía y el choque de las fuerzas en pugna.
(Novara, 2016, p. 129). Luego de su muerte resulta notorio el cierre de los canales
institucionales a partir de los cuales se expresaban importantes actores sociales del período.

La gestión de Isabel Perón fue una etapa de agonía y disolución del modelo populista. La
desaparición física del líder y el recrudecimiento de la violencia, terminarían por sellar el
fracaso del pacto populista. La imagen fuerte del período es la crisis, política, social y
económica.
Isabel, su sucesora, carecía de las capacidades para enfrentar estos problemas, aunque tuvo un
cierto respaldo de la dirigencia política y sindical peronista. Montoneros que dio por muerto
al PJ, reinició la lucha armada. Inspirada por López Rega, la presidenta congraciandose con
las Fuerzas Armadas y los grandes empresarios, realizaron una lista de condenados a muerte
por la Triple A, que comenzaron a circular en los medios. Muchas de las amenazas se
cumplieron. (Novara, 2016, p. 130)

Los actores políticos y sociales que cobran centralidad en este contexto son el sindicalismo
peronista tradicional y los sectores de extrema derecha, como la Triple A, organización
clandestina en la cual actuaban elementos policiales y parapoliciales, cuyo objetivo era la
eliminación física de sus adversarios a través del asesinato político, era comandados por el
ministro de Bienestar Social, José López Rega. (James, 2007, p. 414)

Durante 1975, la devaluación fue del 100%, el aumento de tarifas aún mayores y la suba de
los salarios muy inferiores. Las protestas sindicales se desbordaron, lo que la CGT decidió
llamar a una huelga general de 48 horas, donde el gobierno tuvo que reabrir las paritarias.
Luego de las movilizaciones en Plaza de Mayo repleta de obreros, Isabel pidió licencia por 5
semanas. La presidencia provisional fue asumida por Ítalo Lúder, titular del senado y
representante del ala moderada del justicialismo. Las esperanzas de muchos dirigentes
peronistas y radicales se centraron en que Isabel no retomará sus funciones; donde además se
barajó la posibilidad de formar un gobierno cívico- militar de emergencia o adelantar las
elecciones (Novara, 2016, p. 132)

La derecha avanzaba cada vez más y su mayor adversario era el sindicalismo peronista. Se
censuraron los medios de comunicación, la depuración ideológica alcanzó a la Universidad
de Buenos Aires mediante el nombramiento de Alberto Ottalagano como interventor, éste
asumió una cruzada contra el marxismo.

En cuanto a la izquierda política se hallaba sin posibilidad desarrollar sus actividades legales,
se hallaba cada vez más entre la opción del repliegue o el lanzamiento a la lucha armada.

Hacia 1975 la situación económica continuó empeorando. El ministro Gómez Morales


estableció un incremento salarial del 38% para hacer frente a la devaluación y la suba de los
precios. Sin embargo, el aumento no fue convalidado y Gómez Morales terminó siendo
reemplazado por Celestino Rodrigo. Mandato conocido como el Rodrigazo.

En su gestión aplicó medidas de ajuste que implican una devaluación del 100% y un aumento
brutal de las tarifas de los principales servicios públicos. Su plan económico ponía fin a la
política económica nacionalista y reformista, característica del peronismo, para dar paso a
una política de estabilización y ajuste. Esto desató una espiral inflacionaria, que llevo la
inflación total del año al 308,7 %. Los sindicalistas volvieron a exigir paritarias, donde
obtuvieron aumentos de sueldo del 150 % al 200%.

“El giro radical operado en la economía traducía el esfuerzo del círculo lopezreguismo por
concretar una nueva alianza con los poderosos grupos económicos, excluyendo a los grandes
sindicatos de la CGT. A fin de garantizar su respaldo, López Rega y la presidenta se habían
acercado también a las jerarquías militares. ” (James, 2007, p. 420)
En octubre cuando Isabel volvió de su retiro, intentó tomar medidas frente a la inflación, pero
las mismas fueron insuficientes. Todos los protagonistas creían que lo más conveniente era
un golpe.

El gobierno de Isabel quedó totalmente desprestigiado. Donde José López Rega y Celestino
Rodrigo debieron renunciar en julio de 1975. En agosto puso a Antonio Cafiero en el
ministerio, ya cuando era tarde desarrollar una política económica coherente en el proyecto
peronista. (Eger- Brass, 2006, p. 612)

Entre marzo de 1975 y marzo de 1976 la inflación fue del 566.3%. Se esperaba que en
cualquier momento estalle la hiperinflación y se produjera la extinción de la moneda. El
déficit público alcanzó el 12.6 % del PBI. Con las reservas casi agotadas, el país estaba a
punto de dejar de pagar la deuda externa.

Durante este periodo las principales organizaciones armadas, ERP y Montoneros, fueron
subordinado la estrategia política a la lógica militar. Montoneros, una vez que se separó del
gobierno peronista, incrementó sus acciones mediante secuestros extorsivos, eliminación
física de sus enemigos políticos y fue produciendo estructuras de organización con
características de ejército regular (compañías, pelotones).

Las acciones de la guerrilla brindaron la posibilidad que el Ejército buscaba desde hacía un
tiempo de recuperar su papel como salvador de la Patria y aplicar las tácticas de
contrainsurgencia. El golpe de Estado llegaría el 24 de marzo de 1976.

También el uso de la fuerza termino de escapar al control estatal ya que en diciembre de 1975
se contabilizaron 62 muertes violentas por razones políticas, en enero ascendieron a 89 y en
febrero llegaron a 105, la mayoría eran cadáveres que aparecían por las mañanas acribillados
en zonas periféricas en las principales ciudades del país. (Novara, 2016, p. 133) En este
contexto los militares fueron llamados a retomar el poder.

El proceso de reorganización nacional

La junta militar que tomó el poder el 24 marzo de 1976, integrada por José R. Videla
(Ejército), Emilio Massera (Armada) y Ramón Agosti (Fuerza Aérea), dedicó sus dos años de
gobierno a aplicar su plan “antisubversivo” (Novara, 2016, p.143). En otras palabras la
justificación del golpe es la “imposibilidad de la recuperación del proceso por sus vías
naturales”. También acusaban a Isabel de no tener una estrategia global para enfrentar a la
subversión, de la irresponsabilidad de la economía que llevó al agotamiento del aparato
productivo, a la especulación y corrupción generalizada. (Eger- Brass, 2006, p. 630)

Además, uno de los “objetivos básicos” proclamados por la Junta Militar al derrocar a Isabel
Perón fue “la vigencia de la seguridad nacional”, erradicar la subversión y las causas que
favorecen su existencia. (Eger- Brass, 2006, p. 632)

La Junta Militar, integrada por el general Jorge Videla, el almirante Eduardo Massera y el
brigadier Orlando Agosti resolvió, En el Acta para el Proceso de Reorganización Nacional
del 24 de marzo, declarar caducos los mandatos constitucionales del presidente y de los
gobernadores, disolver el Congreso Nacional, las Legislaturas provinciales, remover a los
miembros de la Corte Suprema, suspender la actividad política de los partidos y la actividad
gremial de los trabajadores, empresarios y profesionales.
Como respuesta ante el golpe, en la sociedad no hubo reacciones, esto era explicado por la
mala reputación y el descrédito del gobierno constitucional.

En un primer momento las Fuerzas Armadas se dedicaron a legitimar su intervención en el


escenario político. Aduciendo el golpe al vacío de poder, al caos económico y social y
apeligro de la subversión terrorista, que conducirán a la disolución de la Nación y a la
anarquía.

“La misión originaria era fundar un sistema político "estable", fiscalizado por el poder
militar, capaz de liquidar el ciclo indefinido de gobiernos civiles y militares sobre el cual se
había asentado la alternancia en el poder desde 1930.” (Suriano, 2005, p.40). Pretendían
construir un nuevo sistema político donde el poder militar afirmara una participación
orgánica a nivel de las decisiones políticas.

Con respecto a la economía, pretendían poner en marcha los dos principios básicos del
programa anunciado por el ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, estos eran
la función subsidiaria del Estado y la apertura de la economía. Al mismo tiempo, se organizó
un plan represivo para eliminar las organizaciones guerrilleras y modificar el comportamiento
de los actores políticos y gremiales.

Las atribuciones del gobierno de facto se desprenden de las propias normas jurídicas
sancionadas por la intervención militar, el "Acta" y el "Estatuto" del Proceso de
Reorganización Nacional. Establecía a la Junta Militar, como órgano supremo del Estado, y
un órgano unipersonal, el presidente de la Nación, elegido por la junta por un mandato de tres
años, como ejecutor de las grandes políticas trazadas por el poder supremo. “De tal forma, se
puede calificar a este gobierno militar como una dictadura institucional, impersonal, del
conjunto de las Fuerzas Armadas, que procuró evitar la personalización del poder al estilo de
las clásicas dictaduras personales.” (Suriano, 2005, p.41).

Que además de fines represivos contemplaba metas políticas (reeducar y reorganizar a los
actores sociales y políticos), incluso económicas e internacionales (reordenar el aparato
productivo y ubicar a la Argentina en el mundo occidental, en su lucha contra el comunismo).

Las Fuerzas Armadas tenían como objetivo común de la lucha contra la subversión. En
cambio, en la discusión de las metas a corto y largo plazo vieron agravados sus
antagonismos.

Con la idea de que la “subversión” era la síntesis de los problemas que afectan al país. La
represión se inspiró en experiencias de otros países, en particular de la doctrina de las fuerzas
de ocupación francesa en Argelia. (Novara, 2016, p. 144). Por lo tanto se encadenó el
secuestro de sospechosos de pertenecer a las guerrillas y organizaciones revolucionarias, la
tortura en centros clandestinos de detención para obtener de ellos la mayor cantidad de
información. Los procedimientos de este tipo, ya se venían usando desde la década de 1970.
(Novara, 2016, p. 145)

El plan demostró ser eficaz, según la CONADEP, más de 3500 desaparecidos, al año cerca de
3000 y en 1978 cerca de un millar. (Noravo, 2016, p. 146). El método también había sido
concebido para facilitar objetivos políticos, al ocultar los cruentos crímenes que estaba
cometiendo, al no ser tomado en serio el interés por los Derechos Humanos, porque había que
combatir la amenaza comunista y las técnicas de represión se estaba utilizando para tal fin
(Novaro,2016, p.148)

A mediados de 1976, también fueron asesinados varios sacerdotes y seminaristas; a


comienzos del año siguiente desaparecieron una decena de curas y monjas, donde la
Conferencia Episcopal pidió moderación. El pedido provocó una dura respuesta oficial y no
se repitió. (Novara, 2016, p. 156)

El primer presidente del Proceso de Reorganización Nacional fue el general Jorge Rafael
Videla, comandante en jefe del Ejército e integrante de la Junta Militar, ejerció durante cinco
años. Durante su periodo no dejó de enfatizar en la necesidad de revitalizar las instituciones

del país y reestructurar las organizaciones partidarias pero su discurso no se vio proyectado
en la realidad.

El cambio radical fue en el funcionamiento de la economía se llevó a cabo en los primeros


cuatro años del régimen militar. Con estas transformaciones nuevos grupos de poder se
beneficiaron de un mercado financiero que operaba sin restricciones y abierto al exterior.
Esto produjo en la economía un daño irreparable, en la industria nacional y en otros sectores
productivos. Importantes sectores se vieron perjudicados por una caída en el poder
adquisitivo salarial, la caída global de la demanda, que comprimió al mercado interno. El
resultado fue la quiebra de fábricas como también la irrupción de artículos importados.

En cuanto a la deuda externa, a partir de 1978, en poco más de un año, la deuda se triplicó al
aumentar de 8.500 millones de dólares en diciembre de 1979 a 25.300 millones en marzo de
1981. “El endeudamiento creciente de los argentinos no se debió a los requisitos de desarrollo
del país, sino a la especulación financiera provocada por la instrumentalización del tipo de
cambio y al aumento de los créditos externos.” (Suriano, 2005, p.54)

Sin embargo pocas veces en la historia argentina una política económica logró tanto
descontento y oposición y sin embargo subsistir. Martínez de Hoz logró permanecer cinco
años en el cargo por los respaldos que le prestaron el presidente Videla y el de los círculos
financieros del exterior. El respaldo internacional fue dado sobre todo por el financista
norteamericano David Rockefeller y por los grupos económicos nacionales e internacionales
beneficiarios del nuevo modelo.

El estado terrorista: la represión clandestina

La represión fue, en suma, una acción sistemática realizada desde el Estado. Si bien la junta
militar estableció la pena de muerte, no la aplicó legalmente: todas las ejecuciones fueron
clandestinas, en lo que los responsables del terrorismo de Estado lo calificó como “Guerra
sucia”. (Eger- Brass, 2006, p. 634)

Se trató de una acción terrorista clandestina, dividida en cuatro momentos principales: el


secuestro, la tortura, la detención y la ejecución. El destino primero del secuestrado era la
tortura, sistemática y prolongada. La “picana”, el “submarino” y las violaciones sexuales eran
las formas más comunes; se sumaban otras que combinaban la tecnología con el refinado
sadismo del personal especializado, puesto al servicio de una operación institucional. En
principio la tortura servía para lograr la denuncia de compañeros, lugares, operaciones; pero
más en general tenía el propósito de quebrar resistencia del detenido, anular sus defensas,
destruir su dignidad y personalidad. (Romero, 20016, p.296)

En la mayoría de los casos los cadáveres se ocultaban, enterrados en cementerios como


personas desconocidas. De ese modo, no hubo muertos, sino “desaparecidos”. (Romero,
2016, p.297)

Las desapariciones se produjeron masivamente entre 1976 y 1978, y luego se redujeron a una
expresión mínima. La comisión que las investigó documento alrededor de nueve mil casos,
pero indicó que podía haber muchos otros no denunciados, mientras que las organizaciones
defensoras de los derechos humanos reclamaron por 30 mil desaparecidos.

Las víctimas fueron muchas, pero el verdadero objetivo eran los vivos, el conjunto de la
sociedad que, debía ser controlada y dominada por el terror y la palabra. (Romero,
2016, .299)

La resistencia: Violación organizada de los Derechos Humanos

En el terreno de los medios también existía el terror; pero en un comienzo La opinión,


dirigida por Jacobo Timerman, apoyaba al golpe. Pero en 1977 todo cambió, comenzó a
objetar la represión ilegal. Varios periodistas e incluso Timerman fueron secuestrados, el
diario intervenido y posteriormente convertido en órgano oficioso del Ejército. (Novara,
2016, p. 163)

El nuevo gobierno puso en marcha un sistema represivo, basado en la intimidación, la tortura,


la muerte y la desaparición de personas. Organizó una estructura represiva, paralela y oculta
que controlaba centros clandestinos de detención y grupos operacionales secretos, para
desarrollar su acción antisubversiva.

La respuesta de la sociedad argentina a la represión fue el silencio. Los dirigentes moderados


de la oposición habían aceptado por un tiempo, que suponían no sería muy prolongado, el
silencio y la exclusión política. Con la adopción de esta conducta, los partidos no buscaban el
fracaso del régimen militar, ni siquiera su aislamiento. Una actitud similar fue asumida por la
cúpula de la Iglesia Católica y por la dirigencia sindical tradicional.

No fueron entonces, ni los partidos políticos o los sindicatos, la Iglesia Católica ni los medios
de comunicación los que comenzaron a poner límites a estos abusos del poder, sino que
fueron fundamentalmente los organismos de derechos humanos.

En este contexto nació el movimiento por los derechos humanos. La consigna "aparición con
vida" de las Madres de Plaza de Mayo, junto a otros organismos, creó un espacio político
delimitado por el campo de los derechos humanos. “En adelante, el lugar de los derechos
humanos coincidirá con el espacio público político, el que podrá después (al afirmarse)
sobrevivir al movimiento que lo hizo nacer.” (Suriano, 2005, p.60).

Recién a fines de 1978 se generalizaron los pronunciamientos públicos por parte de los
partidos políticos, cuando el Estado empezó a tener dificultades para contener las
disconformidades crecientes. La oposición comenzaba a disputar el monopolio de la política
y a cuestionar su exclusión.
Entre 1978 y 1981 las coincidencias civiles se estructuraron en torno a puntos como, la
participación política, el restablecimiento del estado de derecho, las libertades políticas, la
vigencia de los derechos humanos y una modificación de la política económica.

A fines de 1979 fueron dados a conocer proyectos como el de la Ley de Asociaciones


Profesionales y las Bases Políticas, con esto el gobierno militar parecía haber salido de una
situación defensiva y del inmovilismo político. El plan de los militares apuntaba a la
institucionalización del régimen actual, aunque la actividad política continuaba prohibida era
tolerada. “Un conjunto de hechos internos, como el aislamiento del régimen, la falta de
legitimación económica, el descontento social, y de presiones internacionales (que
posibilitaron, por ejemplo, la visita de la CIDH) contribuyó al mejoramiento del clima
político.” (Suriano, 2005, p. 63)

La única excepción significativa al debilitamiento de la capacidad de resistencia de la


sociedad, fueron Los organismos de Derechos Humanos, entre ellos se destacaron Las
Madres de Plaza de Mayo. (Novara, 2016, p.164).

El núcleo fundador de las Madres, incluida la presidente Azucena Villaflor de Vicenti y dos
monjas que colaboraron con ella, fueron secuestradas mientras recolectaban dinero para
publicar una solicitada por un grupo de tareas de la Armada. Pero esto no bastó para
detenerlas: lideradas por Renée Epelbaum y Hebe de Bonafini, siguieron sumando activistas.
(Novara, 2016, p. 165)

Además, Novara (2016) agrega que surgieron otros organismo: La comisión de Familiares de
Detenidos y Desaparecidos por razones políticas y las Abuelas de Plaza de mayo, que se
abocaron a la búsqueda de bebes y niños secuestrados junto a sus padres y luego entregados
irregularmente en adopción a otras familias, inclusive a los mismo represores. (p. 165)

Las organizaciones de Derechos Humanos más activas en este periodo, cabe destacar al
Centro de Estudios Legales y Sociales, que reunía a los abogados especializados en presentar
habeas corpus por los desaparecidos y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos,
una entidad que databa de los tiempos de la Triple A. (Novara, 2016, p. 165)

Además cabe destacar los organismo internacionales que se encargaron de reunir información
sobre los desaparecidos, transmitirla al departamento de Estado y presionar para que se
extendieron las sanciones financieras y militares hasta que la junta se aviniera a detener la
maquinaria del terror, como los fue la Amnesty Internacional de partidos y gobierno
socialdemócratas europeos, en particular el sueco. (Novara, 2016, p. 165)

La guerra de Malvinas

Leopoldo Galtieri reemplazo a en 1981 a Viola, teniendo el auspicio de los Estados Unidos.
A pesar de los reclamos por los desaparecidos y la crisis económicos, lo militares tenía una
carta en la manga, como hace mención Marcos Novara (2016),

Es así que para resolver estos problemas los planes eran invadir Malvinas, que se venían
elaborando desde el comienzo del mismo proceso. El operativo se lanzó un poco antes de lo
previsto debido a la protesta sindical y los apuros económicos (p. 184).
Cómo aporta Luis Alberto Romero (2016) la Argentina reclamaba infructuosamente a
Inglaterra esas Islas desde 1833, cuando fueron ocupadas por los británicos. (p, 262)

Así el 2 de abril de 1982, lo argentinos amanecieron con la noticia del desembarco en las islas
Malvinas. Las Fuerzas Armadas ocuparon Malvinas, luego de vencer la débil resistencia de
las escasas tropas británicas (Romero, 2012, p.264)

Al haber preservado el secreto hasta último momento, la ocupación de las islas fue rápida y
pacífica. Novara (2016) destaca que con el apoyo de la opinión pública y la dirigencia civil
fue tan amplio y entusiasta que Galtieri pudo asomarse al balcón de la casa rosada y ver una
plaza colmada. (p. 184). Fue así que dentro de ese ámbito, los sindicatos aceptaron suspender
sus reclamos por salarios, reactivación y apertura en pro de la “causa nacional”, y hasta los
Montoneros ofrecieron su colaboración desde el exilio. (Novara, 2016, p. 185). Así mismo,
aquel desembarco del 2 de abril conmovió al país y unificó a todos los sectores detrás de la
reivindicación histórica. (Suriano, 2005, p. 76). Esa adhesión de la sociedad fue total.
Prosiguiendo Teresa Eger- Brass (2006) aclara que todos los argentinos eran conscientes de
que la ocupación de las Malvinas era un acto de soberanía y que muchos aplaudieron la
medida, pese a no estar conformes en los demás aspectos con el gobierno militar. (p. 540).
Romero hace mención que

“Luego de ese acontecimiento, los dirigentes políticos viajaron a las Islas, junto con los jefes
militares, para asistir a la asunción del nuevo gobernador militar de la Isla, el general Mario
Benjamín Menéndez y a la imposición del nuevo nombre de la capital “Puerto Argentino”,
llamada entonces Puerto Stanley” (p. 264)

Mientras tanto, Inglaterra bajo el gobierno de Margaret Thatcher, convenció a los ingleses de
ir a la guerra, donde contó con el apoyo de la Comunidad Europea y del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas (Eger- Brass, 2006, p. 541). Donde declaró a la Argentina
nación agresora y exigió el retiro de las tropas. (Romero, 2016, p. 265)

Los militares argentinos pensaron que tendrían el apoyo de los Estados Unidos, ya que
estaban incluidos en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca. (Eger- Brass, 2006,
p. 541). También el gobierno intentó presionar a los Estados Unidos a través de la
Organización de Estados Americanos (OEA). Los miembros mantuvieron su respaldo a la
Argentina pero de manera general, lo que no implicó un compromiso militar (Romero, 2016,
p. 266)

Pero, lejos de hacerlo, éstos comenzaron a colaborar militarmente con Margaret Thatcher, al
igual que el país vecino de Chile. Así, Galtieri los sustituyó por otros, en nombre de un
regionalismo ya no anticomunista, sino antiimperialista, busco la solidaridad de los gobiernos
democráticos de Venezuela y de Perú, pero de ellos solo recibió palabras de aliento. (Novara,
2016, p 187). Mientras tanto la batalla militar se acercaba de manera irremediable.

Lejos de respuestas, amenazó a Estados Unidos con “extender el conflicto” pidiendo


colaboración militar a la Unión soviética, ya que dicha colaboración de los Estados Unidos
era un atropello de poder imperial. (Noravo, 2016, p 188).

Los ataques aéreos ingleses tardaron casi un mes en llegar. Los medios de comunicación,
controlados por el sistema represivo del gobierno de facto, mostraban que “íbamos ganando”
y muchos así lo creían. A lo que se sumaba el triunfo argentino en el Campeonato Mundial de
Fútbol. (Romero, 2016, p. 264)

Pero como sea, la guerra ya se había vuelto inevitable, el 1 de mayo comenzaron los ataques
aéreos a las Malvinas y al día siguiente un submarino británico hundió el crucero General
Belgrano, ubicado lejos de la línea de batalla, con lo que la flota argentina optó por alejarse
del frente de la guerra. (Romero, 2016, p. 266)

Finalmente, el 14 de junio y pese a que Galtieri había ordenado “combatir hasta el último
hombre”, se rindieron, 74 días después de iniciado el conflicto, que dejó más de 700 muertos
o desaparecidos y casi 1.300 heridos.

Romero (2016), destaca lo sucedido luego de aquel 14 de junio:

“Los gobernantes convocaron al día siguiente al pueblo a la Plaza de Mayo, solo para
reprimir en forma violenta a aquellos que, convencidos por los medios de difusión que la
victoria estaba cerca, no podían entender ni admitir la rendición. Por entonces exigían la
renuncia de Galtieri.” (p. 267)

Galtieri debió presentar su renuncia el 17 de junio. La junta Militar no se puso de acuerdo en


la nominación de su sucesor, que entonces fue nombrado sólo por el Ejército. El General
Reynaldo Bignone asumió sus funciones como presidente el 1° de julio, al mismo tiempo que
los buques ingleses liberaron a miles de prisioneros argentinos en Puerto Madryn (Eger-
Brass, 2006, p. 541)

El fin del poder militar

Con Malvinas terminó de descomponerse el poder militar. Los oficiales y suboficiales que
habían combatido se consideraban traicionados por los altos mandos. (Novara, 2016, p. 189).
Las Fuerzas Armadas debieron resignarse a dejar el poder en condiciones mucho peores a las
padecidas en 1973.

Asimismo, luego de la renuncia de Galtieri, el general Bignone fue el encargado de liquidar


el régimen, preparando las elecciones.

Al asumir a su cargo el nuevo ministro de economía, José M, Dagnino Pastore, declaró que la
economía se encontraba en una “Estado de destrucción sin precedentes” (Eger- Brass, 2006,
p. 649). Habían aumentado los precios, las quiebras, la desocupación. Con la llegada de una
misión del FMI, aumentaron las tarifas del transporte, gas, electricidad y teléfonos.

La sociedad se empezaba a enterar de los crímenes cometidos durante la dictadura. Las


organizaciones convocaron a una “Marcha por la vida” y tuvieron el eco de amplios sectores
de la sociedad. La “Multipartidaria”, en una masiva concentración para exigir la convocatoria
a elecciones, junto a más de cien mil personas el 16 de diciembre de 1982. (Eger- Brass,
2016, p. 650)

En abril de 1983 las fuerzas armadas redactaron un “acta institucional” donde reconocían la
responsabilidad por las acciones antisubversivas, declarando muertos a todos los detenidos-
desaparecidos que no estaban en la clandestinidad o en el exilio. Consideraban que sólo
estaban “sujetos al juicio de Dios”, porque habían realizado “actos de servicio”.
No querían la revisión de los hechos. Para cubrirse ante las posibles acciones de un gobierno
democrático, sancionaron un decreto- ley de “autoamnistía”, mediante la cual se exima a los
responsables de cualquier acusación. Fue rechazada por movilizaciones con decenas de miles
de personas y cuando llegó la democracia fue revocada por la ley del nuevo congreso.

UNIDAD VI: Del retorno a la democracia con las “herencias” de la dictadura a la crisis
del neoliberalismo. (1983-2001)

La “transición a la democracia”. La reconfiguración política y las políticas de Derechos


Humanos: del juicio a las juntas a las leyes de impunidad. La política económica de Alfonsín,
entre la restauración democrática, el ajuste y el ingreso en la agenda de las “reformas
estructurales”. Apertura democrática y movilización obrera: la CGT como factor de poder
(1983-1989). La cuestión militar. El proceso hiperinflacionario de 1989: interpretación y
consecuencias. Carlos Menem: las reformas neoliberales. El plan de convertibilidad y sus
consecuencias. La reforma laboral. Exclusión, pobreza, desempleo y precarización laboral.
La resistencia popular y las nuevas formas de protesta. Los trabajadores y sindicatos frente al
ajuste y las reformas neoliberales. La profundización de la impunidad: indultos. Crisis
políticas y del sistema de partidos.

La transición hacia la democracia:

El general Bignone fue el encargado de liquidar el régimen, preparando las elecciones. La


situación general era caótica. Al asumir su cargo el nuevo ministro de economía, José M.
Dagnino Pastore, declaró que la economía se hallaba en “un estado de destrucción sin
precedentes”. Habían aumentado los precios, las quiebras, la desocupación. Con la llegada de
una misión del FMI se aumentaron las tarifas de transporte, gas, electricidad y teléfonos. La
sociedad se empezaba a enterar de los crímenes cometidos durante la dictadura. Pese a que
hubo publicaciones que sufrieron secuestros o clausuras por sus expresiones, se empezó a
escribir tibiamente la verdad. Las organizaciones de derechos humanos convocaron a una
“Marcha por la vida” y tuvieron el eco de amplios sectores de la sociedad, pese a la
prohibición oficial. La “Multipartidaria”, en una masiva concentración para exigir la
convocatoria a elecciones, juntó más de cien mil personas el 16 de diciembre de 1982.

La ley de autoamnistia: en abril de 1983 la fuerzas armadas redactaron un acta institucional


donde reconocían la responsabilidad por la acciones antisuversivas, declarando muertos a
todos los detenidos-desaparecidos que no estaban en la clandestinidad o en el exilio. No
querían la revisión de los hechos, ya que ellos estaban sujetos al juicio de Dios, porque lo
suyo habían sido “actos de servicio”. Para cubrirse ante las posibles acciones de un gobierno
democrático, sancionaron un decreto-ley de “autoamnistía”, mediante la cual se eximía a los
responsables de cualquier acusación. Fue rechazada por movilizaciones con decenas de miles
de personas y cuando llegó la democracia fue revocada por ley del nuevo Congreso.

La convocatoria a elecciones.

A fin de preparar las elecciones, el gobierno dictó un nuevo estatuto de los Partidos Políticos,
donde se fijaban las pautas para la reorganización de los partidos. La afiliación de la
ciudadanía fue casi masiva.
En el radicalismo había muerto recientemente Ricardo Balbín y Arturo Illia, por lo que se
innovó con el impulso de Raúl Alfonsín, que en 1972 había creado en Montevideo de
Renovación y cambio. (Eger- Brass, 2016, p. 650)

La derecha, demasiado comprometida con la dictadura que estaba terminando, estaba mal
vista, por lo que Álvaro Alsogaray constituyó así un nuevo partido, la unión de centro
democrático.

La izquierda había perdido mucha gente con la represión y las desapariciones.

Las elecciones se realizaron el 30 de octubre de 1983, había ganado por más del 50% el
candidato radical Raúl Alfonsín.

La reconfiguración de derechos humanos: del juicio a las juntas a las leyes de


impunidad:

A fines de la dictadura y comienzos de la democracia, día a día se descubrían cientos de


cadáveres no identificados (NN, o non nominatus), muchos enterrados en fosas comunes. El
represor Ramón Camps admitió que era responsable por el secuestro y la muerte de 5000
personas.1 La indignación popular iba en aumento. Alfonsín creó por decreto, en diciembre
de 1983, la comisión nacional sobre la desaparición de Personas (conadep). La Conadep,
presidida por el escritor Ernesto Sábato y compuesta por numerosas personalidades tenía
como misión investigar y reunir pruebas sobre los secuestros, la tortura, los asesinatos, el
destino de los detenidosdesaparecidos y las prisiones secretas ilegales. Durante nueve meses
recogió miles de denuncias y testimonios de sobrevivientes de los campos de concentración y
de familiares y amigos de desaparecidos. Los resultados de su investigación se sintetizaron en
el emblemático informe Nunca más.

Los militares comenzaron a ser juzgados por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas,
pero éste se expidió ocho meses después, diciendo que el accionar militar contra la
subversión fue inobjetable. Los casos, más de diez mil, fueron pasados a la Cámara Federal;
el fiscal Julio César Strassera tomó 709 casos paradigmáticos y el tribunal analizó 280, sobre
los cuales dictó sentencia en el juicio a los nueve ex comandantes de la última dictadura
durante el año 1985. Hubo diferentes condenas: cadena perpetua al teniente general Jorge R.
Videla y al almirante Emilio E. Massera; 17 años de prisión al teniente general Roberto E.
Viola, 8 años al almirante Armando Lambruschini, 4 años y 6 meses al brigadier general
Orlando R. Agosti. El tribunal dictaminó las absoluciones para Galtieri, Graffigna, López
Anaya y Lami Dozo.

Las condenas no llegaron a satisfacer a miles de damnificados por el terrorismo de Estado.


Las Madres de Plaza de Mayo estuvieron disconformes ya que no se llegaba a conocer toda la
verdad sobre los crímenes, ni se determinaba quién dio la orden ni quién la cumplió. El fallo
no contempló el delito de “genocidio”, ni de “asociación ilícita”: se juzgó por separado a cada
militar. Las Madres afirmaban que se aceptaba en la práctica la hipótesis militar de la “guerra
sucia”, partiendo de un supuesto estado de beligerancia entre dos demonios: un demonio
estaba constituido por los militares que encarnaban al terrorismo de Estado, y otro, por los
militantes políticos armados o “subversivos”. Sin embargo, el juicio fue importantísimo
porque era la primera vez que los responsables de una cruenta dictadura en América Latina se
sentaban en el banquillo de los acusados y tenían un número de prontuario. La opinión
pública local e internacional estaba conmocionada. La sentencia disponía el enjuiciamiento
de oficiales superiores que ocuparon los comandos de zonas, subzonas y centros clandestinos
de detención. Los procesos judiciales aumentaban día a día en número, y no se limitaron a
militares, sino que también, en 1986, fue extraditado desde Miami (y murió en prisión) José
López rega, acusado de corrupción y de conspiración terrorista por su papel en la triple a.

La política económica del gobierno de Alfonsín…

Todo el mundo reconocía que el estado económico del país era desastroso en el momento de
la asunción de Alfonsín. Dos factores empeoraron nuestra situación. Uno, que en el mundo
redujeron los precios de los productos agrícolas, por lo que obteníamos cada vez menos por
nuestras exportaciones. Otro, que los Estados Unidos aumentaron unilateralmente el tipo de
interés que debíamos pagar por la deuda externa, por lo que se agregaron 600 millones de
dólares a la deuda, suma equivalente a las ganancias anuales esperadas de las exportaciones
de carne. No había, entonces, capitales necesarios para invertir en nuestra industria y a fin de
competir en el mercado mundial de artículos manufacturados, ni podíamos capitalizarnos al
tener que pagar miles de millones de dólares anuales solamente en concepto de intereses por
la deuda externa.

A principios de 1985 el ministro Grinspun no podía seguir conteniendo la inflación, y los


acreedores externos hicieron sentir su disconformidad. Presionado Alfonsín adoptó el Plan
Baker y reemplazó a Grinspun por Juan Sourrouille. Convocó al pueblo a una movilización
de apoyo a su gobierno y aprovechó la ocasión para anunciar la implantación de una
economía de guerra, que indignó a la gente, ya que se sintió usada. Pero con la
implementación del nuevo plan económico, bautizado Plan Austral (porque así se llamaría la
nueva moneda), frenó la inflación instantáneamente y el pueblo le dio nuevamente su
confianza. El gobierno disminuyó su deuda con los proveedores nacionales con la aplicación
de la desindexación: descontó de los montos que debía, el incremento que supuestamente
muchos abastecedores habrían sumado a sus facturas para evitar que se deteriorara su
ganancia por la inflación. La indexación (incremento que se establecía en momentos de
inflación según el índice del aumento del costo de vida, de materiales o de mano de obra)
quedó prohibida, y la administración radical tuvo cierto respiro. Con el apoyo de la gente y la
promesa del gobierno de que pararía la emisión de dinero (que origina inflación), se
congelaron precios, tarifas públicas y salarios.

El plan funcionó bien durante un año, pero en 1987 se encontraba con serias dificultades.
Tras la victoria electoral del radicalismo de 1985 para diputados, los comicios de 1987 para
gobernadores y diputados nuevamente fueron ganados por el peronismo.

Apertura democrática y movilización obrera: la CGT como factor de poder (1983-


1989).

Alfonsín sabía que la mayoría de los gremios eran peronistas y por lo tanto opositores.
También era cierto que estaban enquistados en las jerarquías sindicales los mismos grupos (la
“burocracia sindical”) desde hacía muchos años, y que no habían existido elecciones
gremiales realmente limpias. Trató de restringir su poder por medio de un mayor control de
los recursos económicos, y de desplazar a los viejos sectores convocando a elecciones con
supervisión estatal, pero los sindicatos resistieron la medida. La ley de reforma sindical no
pudo ser sancionada en el Senado, y los sindicatos siguieron bajo el control justicialista. En
oposición a la política económica de Alfonsín, la CGT realizó 13 paros generales. Los
salarios reales después del primer año de gobierno radical habían descendido, y la
disconformidad había aumentado.

La cuestión militar.

Alfonsín redujo el presupuesto militar y pasó a oficiales de alto rango a retiro. Estas medidas
y los juicios provocaron reacciones de ultraderecha, como colocación de bombas,
acusaciones al gobierno de “marxista” y a las asociaciones de derechos humanos de
“terroristas”, mítines contra el gobierno por parte de FF F F F (Familias de los Muertos por la
Subversión), etcétera. Sin embargo, los juicios a los genocidas se seguían multiplicando. Para
frenarlos, en diciembre de 1986 Alfonsín promulgó la Ley de Punto final que imponía un
límite de sesenta días para presentar acciones penales contra integrantes de las Fuerzas
Armadas o de Seguridad, o también contra personas que hubieran cometido delitos
vinculados a la instauración de formas violentas de acción política (“subversivos”) hasta el 10
de diciembre de 1983. Más de 50.000 personas se reunieron en protesta por la Ley, pero
igualmente se implementó, por lo que las víctimas debieron hacer las denuncias antes de que
se venciera el plazo. Pudieron receptarse miles de acusaciones de torturas y masacres
colectivas antes del marzo de 1987. Las Madres de Plaza de Mayo consideraron que era una
amnistía encubierta y lanzaron una campaña nacional con la consigna “Cárcel a los
genocidas”. Los militares siguieron disconformes, porque querían que se reivindique su
accionar, en lugar de ser enjuiciados. El fin de Semana Santa de 1987 hubo un ataque directo
a la democracia: el mayor Ernesto Barreiro se acuarteló en el Regimiento 14 de Córdoba, y,
en Campo de Mayo, bajo el mando de Aldo rico y con la consigna Subordinación y valor, una
centena de militares se embetunaron la cara en señal de guerra y se sublevaron. Querían
reivindicar la “lucha contra la subversión”, pedían amnistía, suspensión de las citaciones
judiciales y cese de la “campaña de hostigamiento a las Fuerzas Armadas en los medios”;
señalaban que no eran golpistas, sino que se consideraban militares del “Ejército que peleó en
Malvinas”. En contra de los carapintadas, cientos de miles de personas fueron a Plaza de
Mayo para dar el apoyo cívico al gobierno de Alfonsín. El Presidente instó a los sublevados a
deponer las armas; luego habló a la multitud deseándoles “Felices Pascuas” y, proclamando
“La casa está en orden. No habrá sangre en Argentina”, invitó a los concurrentes a retirarse.

Aunque Alfonsín negó siempre que hubiera prometido concesiones a los carapintadas, poco
después, en junio de 1987, el Congreso sancionó la Ley de obediencia debida por medio de la
cual se eximía de responsabilidad a los oficiales superiores y sus subordinados por haber
obedecido órdenes ilegales de sus superiores, e incluso cometido “excesos” como la tortura.
(No se incluyeron dentro de la “Obediencia Debida” a los delitos de violación, robo,
secuestro y apropiación de niños.) De este modo, en ese momento sólo la cúpula militar
quedaba bajo condena. A estas Leyes de Punto Final y de Obediencia Debida se las calificó
como “leyes de impunidad”, porque dejaban sin castigo a gran parte de los represores. Esa
medida pretendía apaciguar al ambiente militar, aunque la ciudadanía estaba disconforme.
Algunos jueces dictaminaron la inconstitucionalidad de estas leyes, pero la Corte Suprema de
Justicia, de mayoría alfonsinista, aprobó su constitucionalidad por tres votos contra dos. No
obstante, otras dos rebeliones militares en 1988 pusieron en vilo al país. En enero, el coronel
Aldo rico huyó de su reclusión (una casaquinta en Bella Vista) y se volvió a sublevar, esta
vez en monte caseros (Corrientes), aunque a diferencia de la anterior, Rico fue perseguido por
el Ejército y encarcelado. A fin de año se levantó en Villa Martelli (Gran Buenos Aires) el
coronel carapintada Mohamed alí seineldín, quien reclamaba una amplia amnistía para los
militares procesados y juzgados. También terminó en prisión, pero la represión alcanzó a los
ciudadanos que rodeaban a los cuarteles en repudio a la nueva prepotencia militar. La
movilización popular exigió el castigo de los represores con el cántico: “No hay rebeldes / no
hay leales / los milicos son todos criminales”.

En enero de 1989 un pequeño grupo guerrillero denominado Movimiento Todos por la Patria
–liderado por Enrique Gorriarán Merlo, ex integrante del ERP– intentó copar el cuartel de la
tablada creyendo que estaban salvando al país de un golpe militar planificado por los
carapintadas. El Ejército aprovechó para hacer una demostración de fuerza y señalar cómo
ellos podían aplastar a la subversión marxista que aún estaba viva: un gran combate contra un
exiguo equipo les sirvió para reivindicar su rol. Tras tomar el control del cuartel, las Fuerzas
Armadas fusilaron a varios guerrilleros que capturaron con vida (según imágenes captadas
por la televisión española). Los demás implicados en el movimiento sufrieron condenas
excesivamente duras; el juicio fue acusado de irregular por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos.

El proceso hiperinflacionario de 1989: interpretación y consecuencias.

Cuando fracasó el Plan Austral, el gobierno lanzó el plan “Primavera” (agosto de 1988) para
controlar la inflación, pero no tuvo éxito. Alfonsín tuvo sus opositores no sólo en el
peronismo, sino también en los grandes capitales externos. Con la devaluación del peso en
febrero, –”golpe de mercado” impulsado por la banca extranjera con sede en el país3– la
carrera de los precios fue infernal y la economía se descontroló. Después de largos períodos
de alta inflación, se había llegado a la hiperinflación, donde los precios se remarcaban todos
los días e incluso dos veces por día: sólo el mes de julio registró una inflación de casi el 200
por ciento.

Carlos Menem: las reformas neoliberales

Las elecciones presidenciales del 14 de mayo le dieron el triunfo al peronismo. El gobierno


saliente no podía esperar hasta el 10 de diciembre: era un plazo demasiado largo, y ya se
había afectado la credibilidad del equipo económico. Existieron saqueos de almacenes y
supermercados por parte de gente que estaba al borde del hambre y por otra que aprovechaba
la situación, estimulados por opositores que querían provocar una imagen caótica. El mal
recuerdo de esta situación angustiosa para la sociedad argentina fue usado durante toda la
década siguiente como disciplinamiento social, a fin de que el pueblo aceptara ajustes
impopulares. Raúl Alfonsín debió anticipar la finalización de su período, entregándole la
banda presidencial a Carlos Saúl Menem, el 8 de julio de 1989.

El neoliberalismo: en sus discursos, Menem había prometido reactivar la economía


argentina y con ello terminar con la crisis, lo que significaba generar puestos de trabajo a
través de la apertura de fábricas y conceder importantes aumentos de salarios. Sin embargo,
una vez en la presidencia, tomo el camino contrario profundizando el modelo económico
neoliberal iniciado durante la dictadura militar. En ese sentido adhirió a los lineamientos del
llamado “consenso de Washington”. Así, las bases fundamentales de su modelo fueron la
desregulación y la liberación de la economía, acompañada por una amplia apertura
comercial y financiera, la reforma laboral, centrada en la flexibilización de las condiciones
y relaciones de trabajo, eliminando las normativas que protegían a los trabajadores (tales
como la reducción de las vacaciones pagas, los montos de las indemnizaciones y los pagos
por accidentes de trabajo) y la reestructuración del estado que comprendía, entre otras
cosas su retiro de las funciones de protección y seguridad social, y la privatización de YPF,
OSN (agua) y de servicios como ENTEL (telefonía) YFG (gas) y ferrocarriles. Del mismo
modo, paso a manos privadas la administración de los fondos previsionales para lo cual se
crearon las AFJP. El objetivo era reducir el peso del sector público en el empleo, en la
producción de bienes y en los servicios y en la capacidad de intervención y regulación en la
economía.

Para llevar a cabo este ajuste, el presidente se valió de un conjunto de leyes que fueron
aprobadas casi sin oposición por el congreso nacional. Dos de las más importantes fueron la
ley de reforma del estado, que otorgaba el marco legal para efectuar las privatizaciones y la
ley de emergencias, que profundizaba las disposiciones de la ley anterior y delegaba poderes
en el presidente de la república. Ambas normas fueron fortaleciendo el poder presidencial al
establecer que el poder ejecutivo podía gobernar mediante decretos de necesidad y urgencia,
sin la intervención del parlamento.

Plan de Convertibilidad:

En marzo de 1991 asume la cartera de Economía el ministro Domingo Cavallo, que pone en
marcha el plan de “Convertibilidad”. Fija la paridad peso-dólar (reemplazando al austral y
quitándole cuatro ceros) y se compromete a no emitir billetes sin respaldo.

Cavallo logró poner en práctica sin sobresaltos el plan económico neoliberal que tantos
economistas habían intentado imponer sin éxito desde 1955. La diferencia es que ahora
estaba apoyado por el electorado peronista, que durante el exilio de Perón había sido el gran
opositor a esas medidas; que los dirigentes sindicales y políticos combativos habían
desaparecido en la última dictadura; que las fuerzas gremiales se habían debilitado por tantos
años de represión y por la destrucción de la industria nacional y, finalmente, que la dirigencia
política se había encontrado con las manos atadas por los condicionamientos de una inmensa
deuda externa y un país descapitalizado.

Las medidas tomadas fueron las de la “receta clásica”: se liberaron los precios (incluso los de
los combustibles), se quitaron las trabas aduaneras, se eliminó la promoción industrial, se
paralizaron las obras públicas, se recortaron los presupuestos de salud y educación. Se pudo
llegar adonde las dictaduras no habían podido (por la oposición de algunos sectores militares
nacionalistas): la privatización de las grandes empresas de servicios públicos. De este modo
se vendieron ENTEL (empresa telefónica nacional), SEGBA (electricidad), Aerolíneas
Argentinas (aviación), OSN (agua), ferrocarriles, empresas siderúrgicas o petroquímicas; se
cedieron bajo concesión rutas viales para su mantenimiento y mejoramiento, autorizando el
cobro de un peaje, etc.

Con aumentos en el volumen de las exportaciones, y el incremento en la recaudación de


impuestos, más los fondos aportados por la privatización de las empresas estatales, se
comenzaron a equilibrar las cuentas fiscales, pagando los intereses atrasados de la deuda
externa. Gracias a estas medidas, la inflación bajó increíblemente para la historia económica
argentina, habiendo rubros en los que se registró deflación (es decir, baja de los precios)
debida en realidad a la recesión y a la falta de poder adquisitivo de la población en general.
La reforma laboral. Exclusión, pobreza, desempleo y precarización laboral.

En forma silenciosa, los límites de desempleo comenzaron a subir. El proceso de


privatizaciones cuyo ejemplo fue YPF, se tradujo en despidos masivos de trabajadores
estatales, contribuyo en alto grado a la conformación de esa situación y a la creación de un
mercado inestable y flexibilizado con alta desocupación. En la industria, la intensificación de
la productividad y la inversión tecnológica expulsaron a casi un tercio de los obreros. El
aumento de la competitividad se basó en gran medida en la flexibilidad del trabajo, lo que
permitió fraccionar las vacaciones y aguinaldo y reducir las indemnizaciones. Se
generalizaron los contratos precarios, el subempleo y el trabajo no registrado.

La resistencia popular y las nuevas formas de protesta.

Otro sector que enfrento el ajuste estructural fue el de las y los desocupados cuyas luchas
dieron origen a un nuevo actor social: los movimientos piqueteros.

Su principal herramienta de protesta era el corte de ruta. Mediante las barricadas armadas con
gomas y madera para impedir el paso del vehículo, miles de personas ocupaban las rutas
exigiéndole al gobierno trabajo y asistencia social.

Los trabajadores y sindicatos frente al ajuste y las reformas neoliberales.

Para poder gobernar, Menem logró quitarle poder al secretario general de la CGT, Saúl U
Baldini; para ello contó con la ayuda de los gremialistas Jorge Triaca y Luis Barrionuevo. Si
durante el gobierno de Alfonsín hubo trece paros generales, durante el primer gobierno de
Menem casi no los hubo. Algunos gremios se opusieron a las privatizaciones de empresas del
Estado con grandes movilizaciones, pero el rechazo no fue unánime y muchos aceptaron las
medidas como hechos irreversibles. Pese a las resistencias, también se consintió en la
eliminación del régimen anterior de jubilaciones estatales y su reemplazo por la privatización
de la seguridad social (las AFJP). Los medios de comunicación no se hicieron eco de los
reclamos no escuchados por el gobierno, y las movilizaciones por los despidos masivos en
empresas estatales que cerraban o en la administración pública que reducía sus plantas fueron
aisladas. La sociedad, gracias a la dictadura, se había vuelto individualista y ya no creía en la
lucha colectiva por grandes proyectos que nadie estaba llevando a cabo. Los ajustes
prosiguieron con el objetivo de bajar el costo laboral para los empresarios: en 1991 se
sancionó la Ley nacional de empleo, que facilitó el trabajo temporario por plazos no mayores
de seis meses y creó el seguro de desempleo. La Ley de accidentes de trabajo redujo los
montos por indemnizaciones y se sancionaron sucesivas leyes que flexibilizaron las normas
laborales a favor de los empleadores. El gobierno quiso desregular las obras sociales, hecho
que les quitaría poder a los sindicatos y ampliaría las posibilidades de las empresas privadas
de la salud. El temor a esas leyes hizo que la central obrera se pusiera firme en ese aspecto,
en 1992 y un grupo de sindicatos más combativos (entre ellos ATE –Asociación de
Trabajadores del Estado– y CTERA –Confederación de Trabajadores de la Educación de la
República Argentina–) se escindió de la CGT creando la cta (Congreso de Trabajadores
Argentinos).

La profundización de la impunidad: indultos. Crisis políticas y del sistema de partidos

Menem afirmaba que quería la reconciliación y la pacificación de las fuerzas armadas, y


concedió amplios indultos a los represores procesados y condenados por sus
responsabilidades en la “guerra sucia” contra la “subversión”, a los inculpados por su
actuación en la guerra de Malvinas y a los detenidos por las sublevaciones militares durante
el gobierno de Alfonsín. Los indultos fueron muy criticados por toda la sociedad, que
consideraba que era otra ley más de impunidad, pero dejaron satisfecha a la mayoría de los
militares. Sin embargo, un grupo liderado por Seineldín se lanzó el 3 de diciembre de 1990 a
un nuevo levantamiento militar. Esta vez fue severamente reprimido y Menem cosechó una
mayor popularidad por la medida. Seineldín estuvo preso hasta que el senador a cargo del
Poder Ejecutivo, Eduardo Duhalde, lo indultó mayo de 2003.

La reforma constitucional

La Constitución Nacional necesitaba ser actualizada y Menem tenía interés en ser reelecto.
Por eso propuso la modificación de períodos –tanto de Presidente y Vicepresidente como de
Diputados y Senadores– y la reelección consecutiva. Apuró los tiempos de la reforma para
que la nueva Constitución se aprobara en 1994, a fin de poder presentar su candidatura en
1995. Raúl Alfonsín, consciente de que Menem tenía la mayoría en el Congreso (y también la
tendría en las elecciones para Convencionales Constituyentes), por la cual podría imponer
prácticamente cualquier modificación, y temeroso de que eso sirviera para aumentar el poder
presidencial ilimitadamente, se reunió en la quinta presidencial para acordar varios puntos. El
acuerdo se conoció públicamente como el Pacto de olivos entre Alfonsín y Menem y fue
repudiado por la oposición, que consideró que de este modo el radicalismo se integraba al
oficialismo. La Convención Nacional Constituyente sesionó en las ciudades de Santa Fe y
Paraná, en 1994. Las principales reformas establecidas fueron: la reelegibilidad del presidente
por dos períodos consecutivos; el acortamiento de su período a cuatro años y el de los
senadores a seis; el agregado de un senador más por la oposición por cada distrito electoral; la
posibilidad de la consulta popular vinculante (plebiscito y referéndum); la designación de un
jefe de gabinete de ministros; la inhabilitación a perpetuidad para ocupar cargos públicos para
quienes se subleven contra el orden constitucional; la inclusión de los partidos políticos en la
Constitución; la acción de amparo, Hábeas corpus y Hábeas data como garantía de los
derechos humanos; el derecho de los indígenas; la elección de los magistrados judiciales por
medio de un Consejo de Magistratura; el derecho de los habitantes de Capital Federal a elegir
a su propio intendente, etcétera

UNIDAD VII: De la crisis del modelo neoliberal al Kirchnerismo (2001-2015)

La crisis del modelo. El 19 y el 20 de diciembre del 2001 y sus consecuencias. El panorama


después de la crisis. Los reacomodamientos de los partidos políticos después del “que se
vayan todos”. Alternativas económicas después del default. El Kirchnerismo: nuevas políticas
de memoria y las postconvertibilidad.

En diciembre de 2001, la Argentina estaba sumida en una grave crisis política y económica.
La gente cansada de corear su rechazo a los políticos en el cántico “que se vayan todos, que
no quede ni uno solo” mientras la recesión parecía no tener fin.

Tras la renuncia de De la Rúa, asumió la primera magistratura Ramón Puerta, presidente


provisional del senado. Pero a los pocos días renuncio. El 23 de diciembre de 2001, la
asamblea legislativa designo como presidente a Adolfo Rodríguez Saa, gobernador de la
provincia de San Luis. Al asumir acepto las condiciones impuestas por su propio partido:
convocar a elecciones presidenciales en un lapso no mayor de 90 días y no presentarse como
candidato a ella.
Durante su breve gestión, el estado argentino se declaró en moratoria en el pago de la deuda
externa, aunque no abandonó la convertibilidad, las medidas fueron bien recibidas por la
opinión pública lo que tentó a Rodríguez Saá a querer extender su presidencia más allá del
tiempo estipulado. Esto provocó la reacción de los dirigentes peronistas (con Eduardo
Duhalde a la cabeza) quienes le quitaron el respaldo de su gestión.

Temiendo un final similar al de la Rúa, el 30 de diciembre Rodríguez Saá renuncio a su cargo


y fue reemplazado por Eduardo Camaño, presidente de la cámara de diputados. Finalmente
el 2 de enero de 2002 la asamblea legislativa designo como presidente al senador Eduardo
Duhalde, ex vicepresidente de la nación y gobernador de la provincia de Buenos Aires entre
1995-1999.

Apoyado por la mayoría del peronismo, la UCR y el FREPASO, Duhalde asumió la


presidencia con compromiso a llamar a elecciones a fines del año 2003

El presidente designo a Jorge remes Lenicov como ministro de economía. Sin tener un plan
definido de antemano, anunciaron el fin de la convertibilidad y la ampliación de las
condiciones restrictivas del corralito.

La salida de la paritaria cambiaria no resulto sencilla y las presiones internacionales se


multiplicaron.

En abril de 2002, Remes Linovic, fue remplazado por Roberto Lavagna, quien logro una
importante reactivación de la economía. En primer lugar, alcanzo un rápido entendimiento
con el FMI (que se conformó con el pago de los intereses) y con los gobernadores. Además,
en un contexto internacional favorable, Lavagana reimplanto las retenciones a las
exportaciones para asegurarse la recaudación proveniente de las ventajas de la devaluación,
asimismo, mantuvo la ampliación del impuesto a las ganancias, medida que había sido
tomada por los gobiernos de la Alianza. En cuanto a los salarios públicos y las jubilaciones,
permanecieron congeladas durante todo el 2002. El estado había logrado un superávit fiscal
basado en recursos tributarios; la fuga de capitales se había detenido, la inflación había
descendido, la actividad industrial y agropecuaria mostraba signos de repunte. Las protestas
sociales disminuyeron por la implantación de los planes sociales, pero no logro ser contenida.

El 26 de junio de 2002, Maximiliano Kosteki y Darío Santillan, dos jóvenes militantes


piqueteros, murieron durante la represión contra una movilización que mantenía cortado el
puente Pueyrredón. Ante la posibilidad de que se volviera a repetir tal situación, como en el
2001. Duhalde adelanto las elecciones para el 27 de abril de 2003.

El Kirchnerismo: nuevas políticas de memoria y las postconvertibilidad.

Las elecciones de abril de 2003 Duhalde debió anticipar las elecciones presidenciales, pero
anuló los comicios internos justicialistas por los cuales el ex presidente Menem saldría como
candidato de su partido, según afirmaban las encuestas.12 Duhalde intentó que ganase algún
precandidato que le respondiese, y, con la seguridad de que la mayoría del país votaría a
algún candidato justicialista, hubo tres fórmulas justicialistas con posibilidades reales de
alcanzar la Presidencia En la primera vuelta, quien obtuvo más votos fue Carlos Menem y
segundo quedó Néstor Kirchner; la UCR tuvo su peor elección de la historia. Debían
competir en segunda vuelta, entonces, Menem y Kirchner. Pero las encuestas daban por
ganador a Kirchner por, al menos, un 70 por ciento de los votos, por lo que los gobernadores,
antes menemistas, le quitaron su apoyo, para estar mejor posicionados con el triunfo seguro
de Kirchner. Menem se retiró sin presentarse a los nuevos comicios, y la fórmula Kirchner -
Scioli asumió la Presidencia. El 25 de mayo de 2003, en el acto de asunción del mandato,
Kirchner prometió volver a construir el Estado que se había desmantelado:

Economía y deuda externa Como resultado directo del abandono de la convertibilidad y la


fuerte devaluación realizada por el gobierno de Duhalde, la economía en general inició un
proceso de fuerte recuperación, especialmente en los sectores ligados a la exportación. Las
ganancias producidas por las exportaciones se triplicaron y por primera vez en muchos años
hubo superávit comercial y fiscal. Kirchner no aceptó seguir las pautas del Consenso de
Washington, que requería el estricto control y permanente reducción de los gastos del Estado,
equilibrio fiscal, apertura de la economía, reglas de mercado y privatizaciones. En cambio, el
Presidente planteó la revisión de las privatizaciones y quitó la concesión de algunas empresas
privatizadas con grandes problemas de funcionamiento o por falta de pago de sus
correspondientes cánones. De este modo se reestatizaron el Correo, Aerolíneas Argentinas y
los fondos de jubilaciones y pensiones (AFJP), que sometían los aportes obligatorios de los
trabajadores a especulaciones financieras. El gobierno sostuvo una postura firme con los
organismos internacionales, pagando la deuda generada entre 1976 y 2003. Renegoció con
una importantísima quita, parte de la deuda, que se realizó con canje de bonos externos, y,
para no tener los condicionamientos del FMI, decidió cancelar la totalidad de la deuda con
parte de las reservas acumuladas por el superávit. Con relación a las industrias, las defendió
comercialmente frente al avance de las economías del este asiático, especialmente de China.

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