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Durante su ministerio de tres días entre los descendientes de Lehi, el Salvador resucitado
enseñó muchos principios, prácticas y verdades maravillosos (véase 3 Nefi 11 al 26).
Durante su segundo día de enseñanzas Él explicó la forma en que el Padre Celestial
cumpliría su promesa de recoger, restaurar y redimir a Su pueblo del convenio. Al hacerlo,
citó extensamente de las profecías de Isaías, y declaró: “y en verdad, en verdad os digo que
cuando se cumplan [las palabras de Isaías], entonces será el cumplimiento del convenio que
el Padre ha hecho con su pueblo, oh casa de Israel. Y entonces los restos, que estarán
dispersados sobre la faz de la tierra, serán recogidos del este y del oeste, y del sur y del
norte; y serán llevados al conocimiento del Señor su Dios, que los ha redimido” (3 Nefi 20:
12-13).
Cuando terminó de citar a Isaías, Cristo le mandó además al pueblo “escudriñar” los escritos
del profeta “diligentemente” y les aseguró “Y todas las cosas que habló se han cumplido, y
se cumplirán, de conformidad con las palabras que habló” (3 Nefi 23: 1, 3). ¡Qué maravilloso
respaldo para Isaías! Y como lo ha dicho el hermano Robert J. Matthews: “Es muy
agradable poder citar las palabras del Salvador, pero es más agradable que el Él te cite a
tí.”
Así que Cristo enseñó a los descendientes de Lehi que quienes escudriñen y mediten
cuidadosamente las palabras de Isaías, entenderán mejor los planes de Dios para cumplir
Su convenio de restaurar a Su pueblo. Mediante el estudio diligente, los estudiosos de
Isaías en los últimos días podrán cosechar las mismas bendiciones, porque Isaías contestó
muchas preguntas importantes concernientes a la restauración de Israel entre las que se
incluyen las siguientes: ¿Por qué se necesitará una restauración? ¿Cuándo ocurrirá la
restauración? ¿Quiénes participarán en la restauración? ¿Cómo ocurrirá la restauración? y
¿Cuáles serán los resultados de la restauración?
¿Por Qué se Necesitará la Restauración de Israel?
Cuando Moisés estaba por terminar su ministerio terrenal entre los hijos de Israel, les
recordó del convenio de rectitud que estaba asociado a la tierra prometida a la que estaban
por entrar. Recibirían muchas bendiciones “si escuchas diligentemente la voz de” el Señor,
“para observar y poner por obra todos sus mandamientos” (Deuteronomio 28: 1; veánse los
versos 1 al 14). Por el contrario, el profeta les advirtió que “si noescuchas la voz de Jehová
tu Dios” serían maldecidos con severidad y que al final Dios “te esparcirá . . . desde un
extremo de la tierra hasta el otro extremo de ella” si es que eran inicuos. (Deuteronomio 28:
15, 64; véanse los versos 15 al 65).
Isaías supo que el Señor sería fiel a Su palabra y que castigaría y esparciría al pueblo
apóstata. Les advirtió que su tierra sería desolada, quemada con fuego, y devorada por los
extranjeros (véase Isaías 1:7-8).2 Él profetizó acerca de la deportación de los influyentes de
su sociedad — los valientes, los jueces, los profetas, los artífices, los consejeros — y de los
soldados. Describió la anarquía que seguiría como si los niños fueran sus gobernantes y los
del pueblo se oprimirían y violentarían el uno contra el otro mientras que los pobres y los
ignorantes seguirían buscando desesperadamente un guía (véase Isaías 3: 1-8).3 Isaías
profetizó que el ejército conquistador que los “arrebatará” y se los llevará con “seguridad” los
invadiría rápida y poderosamente, no dando la oportunidad de escapar (véase Isaías 5: 29).
Sin una restaruración, sin un recogimiento del pueblo del convenio de regreso a su tierra y a
su fe, Israel estaría perdido para siempre, y fracasaría el convenio de Dios con ellos. Pero
Dios no fallará; por medio de Isaías les aseguró:
Como es natural, para ser congregado y restaurado, primero el pueblo tendría que ser
esparcido y estar perdido. Isaías indicó que tal sería el caso, puesto que en la restauración,
la gente sería congregada de todas partes del mundo. El Señor aseguró por conducto de
Isaías: “No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu descendencia y del
occidente te recogeré. Diré al norte: Da acá, y al sur: No los retengas, trae desde lejos a mis
hijos, y a mis hijas desde los confines de la tierra” (Isaías 43: 5 - 6; véase también Isaías 49:
12). Muchos de los que serán recogidos no van a ser reconocidos, y ni siquiera sabrán que
son parte de la familia del convenio, sino hasta que sean restaurados a la fe.
Isaías habla de la consternación que experimentarán los de la familia del convenio pues
pensarán que Dios los ha abandonado cuando comprendan que que hay muchos miembros
de su familia que están perdidos para ellos. Cuando vean que estos hijos perdidos y
esparcidos sean recogidos y restaurados, dirán en su corazón: “¿Quién me engendró a
estos? Porque yo había perdido a mis hijos y soy estéril; estoy cautiva y ando errante.
¿Quién, pues, crió a estos? He aquí, yo fui dejada sola; ¿dónde estaban estos?” (Isaías
49: 21).
Así que sabemos que la restauración ha de ocurrir en una época en que el pueblo esté
esparcido y muchos ya no sean reconocidos como parte de la familia del convenio. En la
época de Isaías, Israel y Judá mantenían su identidad, pero Isaías sabía que en algún
tiempo, futuro dicha identidad se perdería para una gran parte de la casa de Israel. Parece
ser que el que la casa de Israel perdiera dicha identidad sería más bien un proceso largo y
no un acontecimiento, pero un proceso que fructificaría mucho antes de la restauración.
Isaías también indica que Dios empezaría la “obra maravillosa y un prodigio” (Isaías 29: 14)
de la restauración en una época en que los hombres estarían en un sueño espiritual, sin
dirección profética. Hablando de ese día Isaías exclamó: “Deteneos y maravillaos; cegaos y
quedad ciegos; embriagaos, pero no de vino; tambaleaos, pero no de bebida fuerte.
Porque Jehová derramó sobre vosotros espíritu de profundo sueño, y cerró vuestros ojos;
cubrió a los profetas, y a vuestros gobernantes y a los videntes” (Isaías 29: 9 - 10). Por lo
que, la respuesta de Isaías a la pregunta de cuando se efectuará la restauración es que, ésta
comenzará en un día en que Israel haya sido esparcido y muchos hayan perdido su identidad
y en un día cuando muchos se tambaleen y estén adormecidos por la muerte de la guía
profética. Tal descripción llena muy bien las condiciones de la época cuando el Señor se
apareció al profeta José Smith.
Aunque se entiende que Israel ha de ser congregado y restaurado, Isaías habla de un gran
grupo a quien él identifica como los gentiles. Él supo que muchos de los “gentiles” de los
últimos días buscarían o serían llevados hacia la luz del evangelio restaurado. El profeta
exhortó: “¡LEVÁNTATE, resplandece! porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha
nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra y obscuridad los pueblos; mas
sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y
los reyes al resplandor de tu amanecer” (Isaías 60: 1- 3; véase también 42: 5 - 7; 55:5; 65: 1)
Isaías aclaró que los gentiles que acepten el evangelio y trabajen para cumplir su parte en la
restauración tendrán acceso a todos los convenios y bendiciones de Dios, incluyendo las del
templo. Para los “extranjeros,” un término usado aquí para referirse a los gentiles, que estén
dispuestos a aceptar el evangelio, el Señor promete: “yo les daré lugar en mi casa y dentro
de mis muros, y un nombre mejor que el de hijos e hijas; les daré un nombre eterno que
nunca será quitado” y además “los llenaré de gozo en mi casa de oración; sus holocaustos y
sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar, porque mi casa será llamada casa de
oración para todos los pueblos” (Isaías 56: 3 - 7; véase también Isaías 2: 2).6 El Libro de
Mormón explica que, al final, estos gentiles fieles serán contados entre la casa de Israel
(véase 1 Nefi 14: 1 - 3; 2 Nefi 10: 18; 30: 2; 3 Nefi 16: 13; 21: 1 - 7, 22 - 25; 28: 27, 32; 30: 1-
2). De hecho, entre esos gentiles están los hijos perdidos sobre los que Isaías profetizó que
llegarían a ser reconocidos como parte de la familia del convenio (véase Isaías 49: 18 -23).
Ellos son los “hijos de la desolada” (Isaías 54: 1), quienes, cuando sean reunidos a la familia
del convenio, serán tan numerosos que pedirán más espacio, exclamando: “Estrecho es
para mí este lugar; apártate, para que yo more en él” (Isaías 49: 20). Esas súplicas harán
que el Señor les diga a su pueblo: “Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus
habitaciones sean extendidas; no escatimes; alarga tus cuerdas y fortalece tus estacas.
Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda” (Isaías 54: 2 - 3).
Los Santos de los Últimos Días se pueden identificar a si mismos con estos hijos fieles que
serán contados entre la casa de Israel, aunque ahora son “identificados con los gentiles”
(DyC 109: 60; véase también DyC 86: 8- 10; 103: 16-18). Aunque los Santos sean
considerados gentiles en la perspectiva de “judíos o gentiles” tanto de Isaías como del Libro
de Mormón , de hecho, muchos son una parte del Israel disperso que ha perdido su
identidad. Como lo explicó el élder Bruce R. McConkie: “José Smith, de la tribu de Efraín, la
principal tribu de Israel, fue el gentil por cuya mano salió a luz el Libro de Mormón, y los
miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que tienen el
evangelio y que son de la tribu de Israel por su linaje de sangre, son los gentiles que llevan la
salvación a los lamanitas y a los judíos.”7
Los profetas del Libro de Mormón compartían con Isaías que la restauración del Israel
disperso empezaría con la restauración a la fe. Hablando del Israel disperso Jacob dijo: “El
Señor será misericordioso con ellos, para que cuando lleguen al conocimiento de su
Redentor, sean reunidos de nuevo en las tierras de su herencia” (2 Nefi 6: 11; véase también
2 Nefi 10: 7 - 9; 25: 16 - 17; 30: 7 - 8).
Isaías sabía que este recogimiento del Israel disperso “ uno por uno” incluiría un trabajo para
los gentiles justos, entre quienes primero sería restaurado el evangelio. El profeta declaró:
Y acontecerá en aquel día que la raíz de Isaí, la cual estará puesta como
estandarte a los pueblos, será buscada por las naciones; y el lugar de su
descanso será glorioso.
Asimismo, acontecerá en aquel día que el Señor pondrá otra vez su mano para
recobrar el remanente de su pueblo que haya quedado de Asiria, y de Egipto, y
de Patros, y de Etiopía, y de Elam, y de Sinar, y de Hamat y de las islas del
mar.
Y levantará estandarte a las naciones, [gentiles] y juntará a los desterrados de
Israel y reunirá a los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra.
(Isaías 11: 10 - 12).
En la Doctrina y Convenios, el Señor nos ayuda a entender que el “estandarte” (una palabra
que significa “bandera,” “enseña,” “pendón”) que se habría de levantar y el cual buscarán los
gentiles, o las naciones, es el evangelio restaurado de Jesucristo.9 En una revelación a José
Smith el Señor declaró: “he enviado al mundo mi convenio sempiterno, a fin de que sea una
luz al mundo y un estandarte a mi pueblo, y para que lo busquen los gentiles, y sea un
mensajero delante de mi faz, preparando el camino delante de mí” (DyC 45: 9).10 El Señor
identifica “la raíz de Isaí” mencionada en Isaías 11: 10 como “un descendiente de Isaí, así
como de José, a quien por derecho pertenecen el sacerdocio y las llaves del reino, y será por
pendón y para el recogimiento de mi pueblo en los postreros días” (DyC 113: 6). Típicamente,
los Santos de los Últimos Días entienden que José Smith satisface esa descripción.11
Isaías sabía que la obra del Señor de “recobrar el remanente de su pueblo” empezaría con la
Restauración del evangelio de Jesucristo por medio de José Smith el profeta de los últimos
días.
Sabía además que a medida que los gentiles de los últimos días fueran llevados hacia el
estandarte, o la luz del evangelio restaurado, ellos mismos ayudarían a recoger al Israel
disperso. Isaías prometió que los gentiles “traerán en brazos a tus hijos, [de Israel] y tus hijas
serán llevadas en hombros” (Isaías 49: 22-23; véase también Isaías 66: 19-20).
De hecho, Isaías entendió — al igual que los profetas Nefi, Mormón y Moroni— que el mismo
Libro de Mormón tendría un papel importante en los esfuerzos de los gentiles justos para
restaurar al pueblo del convenio a la verdadera fe. Él supo que este “libro sellado” saldría a
luz para “hablar desde la tierra” en una era de apostasía y confusión (Isaías 29: 4, 9-16). Él
vio que el libro sería oído por los sordos y visto por los ciegos y que cambiaría los valores de
los hombres, de manera que los bosques del Líbano, un símbolo de orgullo y apostasía,
serían transformados en un campo fértil, o sea un símbolo de un pueblo del convenio
productivo (véase Isaías 29: 17- 19). Él testificó que el libro pondría al descubierto a los
inicuos que “encubren en las profundidades sus designios” para que el Señor no los vea, y
que les enseñaría la doctrina verdadera a aquellos “que erraron en espíritu” (Isaías 29: 4 -24;
ver también 2 Nefi 27: 3; 3 Nefi 26: 6 - 8; Mormón 5: 12 - 15; Eter 3: 27 -28).13
Cuando los gentiles trabajen para restaurar física y espiritualmente al pueblo del convenio,
serán como sus “ayos y nodrizas”: “Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo alzaré mi mano
a las naciones, y a los pueblos levantaré mi estandarte; y traerán en brazos a tus hijos, y tus
hijas serán llevadas en hombros. Y reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas; con el
rostro inclinado a tierra se postrarán ante ti y lamerán el polvo de tus pies; y sabrás que yo
soy Jehová, porque no serán avergonzados los que esperan en mí” (Isaías 49: 22 - 23; y
también Isaías 60: 16).15
Nefi, el profeta del Libro de Mormón aclaró las imágenes de Isaías en este pasaje:
Juntos, los “extranjeros” o gentiles, y los de la casa de Israel, servirán al Señor en las tierras
de promisión. “Porque el Señor tendrá piedad de Jacob, y todavía escogerá a Israel, y lo
establecerá en su propia tierra; y extranjeros se juntarán con ellos y se unirán a la casa de
Jacob. Y los pueblos los tomarán y los llevarán a su lugar; sí, desde lejos hasta los extremos
de la tierra; y retornarán a sus tierras de promisión. Y la casa de Israel los poseerá, y la tierra
del Señor será para siervos y siervas” ( 2 Nefi 24: 1 - 2; véase también Isaías 14: 1- 2 ).16
El saber que los gentiles de los últimos días jugarán un papel tan significativo en la
restauración, nos ayuda a entender los comentarios del Señor cuando aprobó los escritos de
Isaías: “Pues él ciertamente habló en lo que respecta a todas las cosas concernientes a mi
pueblo que es de la casa de Israel; por tanto, es menester que él hable también a los
gentiles” (3 Nefi 23: 2).
¿Cuáles Serán los Resultados de la Restauración de Israel?
La restauración física y espiritual del pueblo del convenio en los últimos días, no solamente
cumplirá la promesa y los convenios de Dios con Abraham, sino que también preparará la
tierra para la venida del Mesías milenario. Isaías usa un vocabulario hermoso y de lo más
estimulante de todas las escrituras, para describir la paz y la felicidad milenarias que gozarán
los restaurados y redimidos. Su mensaje ofrece esperanza y perspectivas a quienes
participen en la restauración durante esos tiempos peligrosos. He reunido las enseñanzas
de Isaías concernientes a ese tema en un solo pasaje continuo:
El profeta Isaías promete que en ese día el Señor nos dará “gloria en lugar de ceniza” y
“aceite de gozo en lugar de luto” (Isaías 61: 3). Y en ese día cuando lo veamos,
confesaremos: “He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado y nos salvará; este es
Jehová; le hemos esperado” (Isaías 25: 9). Nuestro anhelo de ser parte de los que así
testifiquen, debe darnos el ánimo de seguir la amonestación del Salvador de escudriñar
diligentemente los escritos de este gran profeta. Por ese medio podremos conocer mejor el
por qué, el cuando, el cómo, y el qué de la restauración de Israel.
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Notas
1. Las siguientes son ejemplos de las enseñanzas de Isaías con respecto a las
transgresiones del pueblo. Ser orgullosos, ambiciosos y deshonestos: Isaías 1: 22-
24; 2: 7, 9-11; 5: 8, 20-23; 9: 9-10; 28: 1-4, 17; 48: 4; 59: 3-5. Por rechazar a los
profetas y confiar en los hombres más que en Dios: Isaías 2: 6; 8: 6-10, 19; 30: 1-12;
31: 1-3; 48: 3-8. Por ser idólatras y adúlteros: Isaías 2: 8-9; 31:7-8; 41: 22-23, 29; 44:
12-20; 46 1-8; 48: 5; 57: 3-9. Por no tener caridad y oprimirse el uno al otro: Isaías 3:
5, 15; 10: 1-4; 27: 7. Por ayunar indebidamente y no guardar el Día de Reposo: Isaías
58: 1-14. Por amar la violencia: Isaías 59: 3-8.
2. Isaías compara el estado final de Israel (Biblia, versión Reina Valera 2009 ) en Isaías 1: 8
a una “enramada en viña” o como “choza en melonar” refiriéndose muy probablemente
a las chozas para las cosechas que se encuentran en los campos y que típicamente
están vacías, ignoradas y dilapidadas todo el tiempo, menos en el de cosecha.
4. Esta profecía fue dirigida a un hombre llamado Sebna que en esa época era un “tesorero”
en la corte real. (Véase Isaías 22: 15). Sebna era un ejemplo del pueblo mundano y
apóstata de ese tiempo. Es de interés saber que posteriormente, Sebna se arrepintió
cuando sirvió bajo el fiel rey Ezequías, y la conquista asiria predicha en esta profecía
no se efectuó. Esto fue porque Ezequías confió en el Señor y Dios los salvó de los
asirios cuando éstos los atacaron (véase Isaías 36 y 37). Tristemente, después de que
murió Ezequías, los reyes de Judá regresaron a las costumbres inicuas, y en
consecuencia, un poco más de un siglo después, Judá fue conquistado y llevado
cautivo por los babilonios. Algunos regresaron a la tierra prometida durante el período
persa, solamente para ser esparcidos nuevamente durante el período romano.
5. La versión de Isaías 49: 1 que se encuentra en el Libro de Mormón, aclara que la palabra
“islas” es usada por Isaías al referirse al Israel esparcido. El Libro de Mormón dice:
“¡Oídme, oh casa de Israel, todos vosotros los que habéis sido separados y echados
fuera por causa de la iniquidad de los pastores de mi pueblo; sí, todos vosotros que
habéis sido separados y esparcidos, quienes sois de mi pueblo, oh casa de Israel!
¡Oídme, islas del mar. . . ! (1 Nefi 21: 1; véase también Isaías 49: 1).
6. Las palabras “lugar” y “nombre” en este pasaje se pueden traducir más exactamente
como “mano y un nombre.” Los traductores de la versión Reina Valera usaron la
palabra extranjero para traducir varios términos hebreos, todos ellos refiriéndose a
extraños; en cada caso significa alguien que no es de la casa de Israel, y por ende,
los hacen gentiles.
7. Bruce R. McConkie, The Millenial Mesiah [El Mesías Milenario] (Salt Lake City: Deseret
Book, 1982), página 233. Véase también DyC 109: 60; 1 Nefi 13: 38 - 40; 15: 13-14;
22: 7 - 12. En 1 Nefi 22 leemos: “parece que la casa de Israel será dispersada, tarde
o temprano, sobre toda la superficie de la tierra, y también entre todas las naciones. Y
he aquí, hay muchos de quienes ningún conocimiento tienen ya los que están en
Jerusalén; sí, la mayor parte de todas las tribus han sido llevadas; y se encuentran
esparcidas acá y allá sobre las islas del mar” (versículos 3 y 4). Como se comentó en
la nota 5, en 1 Nefi 21: 1 sugiere que el término “islas” significaba para Nefi cualquier
lugar al cual Israel hubiera sido dispersado. Joseph Fielding Smith agregó a nuestra
comprensión de lo que pasó con esas tribus, cuando comentó acerca de los
propósitos del esparcimiento de Efraín. Entre otras cosas él declaró: “Al esparcir a
Efraín. . . tenía por objeto bendecir a las gentes de otras naciones con la sangre de
Israel, entre las cuales Efraín se “mezcló”. El esparcimiento de otros israelitas fue para
el mismo propósito.” (Joseph Fielding Smith, Doctrina de Salvación, compilado por
Bruce R. McConkie [Salt Lake City: Bookcraft, 1954-1956], vol. 3 página 237).
Entonces, aparentemente, después de haber sido llevadas cautivas lejos de la Tierra
Santa, todas o al menos una parte de las diez tribus se repartieron por sí mismas entre
las naciones y fueron asimiladas por ellas o se mezclaron con ellas. Para más
comentarios acerca de este tema, véase mi escrito “Isaías y los Gentiles” publicado en
Covenants, Prophecies, and Hymns of the Old Testament: The 30th Annual Sidney
B. Sperry Symposium [Los Convenios, Las Profecías, y los Himnos del Antiguo
Testamento: El Trigésimo Simposio Anual Sidney B, Sperry] (Salt Lake City: Deseret
Book, 2001), páginas 181-184.
8. La palabra traducida como “convertidos” es otra vez una forma del verbo hebreo šub.
10. Donald W. Parry, Jay A. Parry y Tina M. Peterson Understanding Isaiah [Entendiendo a
Isaías] (Salt Lake City: Deseret Book, 1998), página 123.
11. Victor L. Ludlow, Isaiah: Prophet, Seer, and Poet [Isaías: Profeta, Vidente y Poeta] (Salt
Lake City: Deseret Book, 1982),páginas 170-174; y Parry, Parry, y Peterson,
Understanding Isaiah páginas 120-121.
13. Por lo general, los eruditos entienden que la primera parte del capítulo 29 de Isaías es
una profecía acerca del sitio y destrucción de Jerusalén (Ariel) y que la última parte del
capítulo es una profecía de restauración, pero con frecuencia batallan para identificar
“el libro sellado.” Una explicación sugestiva (que hace reflexionar) es que el libro es
como lo que se comenta en Jeremías 32: 9 - 15, en donde el profeta compró un
terreno e hizo que los documentos de compra se hicieran en duplicado. Una copia fue
sellada y la otra se dejó abierta, aparentemente con la idea de que si la copia abierta
fuera alterada o se pusiera en duda, entonces se podría consultar la copia sellada
para establecer o validar los términos de la transacción. Esa explicación les queda
bien a la Biblia y al Libro de Mormón — siendo la Biblia el libro “abierto” y siendo el
Libro de Mormón “el libro sellado”— que se ha de consultar en los últimos días para
aclarar y establecer la verdad del libro abierto (véase también 1 Nefi 14: 38 - 42).
14. Para el uso de la palabra “extranjeros” en este contexto, véase más arriba la nota 6.
15. Comentando acerca de esta profecía, Jacob el profeta del Libro de Mormón, aclaró que
los gentiles que “lamerán el polvo de sus [de Israel] pies” no son los que estén
ayudando a nutrirlos sino más bien son “los que luchen contra Sión y contra el pueblo
del convenio del Señor” (2 Nefi 6: 13).
16. El texto de Isaías citado en 2 Nefi 24: 1- 2 contiene información adicional y redacción
que clarifica que los gentiles se unirán con Israel como siervos del Señor en las tierras
de promisión, en lugar de solo indicar que son siervos de Israel. El texto del Libro de
Mormón usa la frase “tierras de promisión” porque sus autores entendieron que había
tierras prometidas para el pueblo del convenio tanto en el Viejo como en el Nuevo
mundo.