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1.

Oración inicial

«Padre, cuán fácil me resulta prestar atención a las necesidades físicas,


pero cuán difícil es darme cuenta de las espirituales. ¿Qué sería de mí si no
tuviera tu Santo Espíritu? Pues es Él quien me guía a la verdad y me
enseña cuán importante es prestarle atención a mi parte espiritual, En el
nombre de Jesús. Amén.»

2. Lee la palabra de Dios

“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh
Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;” Salmos 42:1-
2a

No hay peor sensación que el tener sed y no hallar algo para saciarla, hace
2 días me pasó, tenía mucha fiebre y era como si escuchara a mi cuerpo
gritar que quería un poco de agua, lo peor de todo es que en el sector
donde vivo no había porque estaban haciendo mantenimiento a las redes
del acueducto, ¡qué desesperación comencé a sentir!, pero en ese instante
el Espíritu Santo me llevó a recordar las palabras del Salmista: “Como el
ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el
alma mía.” (Salmos 42:1), y era como si Él me dijera a través de este
versículo: “si tan solo así mismo buscaras al Señor, con esa necesidad que
tienes en éste momento”, quedé en shock porque dije: es cierto, entonces
pensé: Cuán fácil es identificar las necesidades físicas, pero cuán difícil
resulta darnos cuenta de las espirituales, pues si tenemos una necesidad
física, salimos corriendo a solventarla, pero quizás con la espiritual no pasa
igual, pues al parecer “no es tan urgente o importante”, ¡cuán errados
estamos! pues las espirituales sí que son vitales. Ésto mismo se lo dió a
entender Jesús a una mujer, cuyo enfoque estaba en satisfacer una
necesidad física como la mía, manifestándole que si ella encontrara un
pozo en el cual pudiera sacar agua y beber, ciertamente al hacerlo volvería
a tener sed, por lo cual la invitación que el Señor le hacía era a que echara
mano de la fuente de agua viva, que estaba frente a ella, para que no
volviera a tener sed jamás (Juan 4:5-42).

Al meditar en estas palabras el Espíritu Santo me confrontó, pues era claro


que necesitaba agua física para combatir la fiebre, pero a mi alcance
estaba la fuente de agua viva capaz de darme una llenura integral: en mi
cuerpo, alma y espíritu. Al entender ésto pude comprender lo dicho por el
Salmista pues la sed que yo tenía no era de agua física, sino de Dios, del
Dios vivo (Salmos 42:2a)

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