Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Esta realidad parece ser incluso peor en los países del tercer mundo, en los que la urgencia
por resolver dilemas sociales, económicos y políticos relegan el tema de la contaminación al
final de la lista de asuntos pendientes. Así, los crímenes cometidos contra el medioambiente
se reprueban con escándalo en las redes sociales y con gestos indignados de cada quien en
sus casas, pero no con justicia real, o al menos no con la misma que aplica a quien atenta
contra la propiedad privada o contra el orden político y económico del país.
Los ejemplos, por desgracia, sobran y se encuentran en ambos márgenes del espectro
ideológico. Tan indignante resulta el uso de agrotóxicos en la industria privada agropecuaria
argentina, que envenena impunemente las aguas del subsuelo y destruye el balance químico
del mar; la quema salvaje del Amazonas para expandir la superficie cultivable en Brasil,
Paraguay y Bolivia; o los trágicos derrames petroleros de la industria estatal venezolana,
cuya aparición en cualquier medio de comunicación local resulta, además, imposible. Ese
tesoro ancestral que es la vegetación y la biodiversidad en América Latina parece no tener
un lugar real en nuestros planes para el desarrollo económico.
Cabe hacerse la pregunta de cuándo entenderemos que los delitos medioambientales son
en realidad delitos cometidos contra las generaciones futuras, pues es suyo el mundo que se
está arruinando y haciendo inhabitable.
Personalmente, soy pesimista al respecto. Pienso que un día las toneladas de plástico
vertidas al océano sofocarán el lugar en que se originó la vida en el planeta; y la atmósfera,
inundada de sustancias tóxicas, se tornará irrespirable. Puede que entonces entendamos las
consecuencias trágicas de un modelo de existencia insostenible. Pero, como suele ocurrirles
a quienes viven sin pensar en el futuro, nos arrepentiremos cuando sea demasiado tarde.
Grupo 02
El problema de la obtención de energía
Nos tapamos los ojos frente a la industria alimenticia, cuyos animales son
criados en condiciones crueles e insalubres, y después atestados
de antibióticos para combatir las infecciones que su propio modelo de vida
les genera. Nos tapamos los ojos frente a los laboratorios de testeo de
maquillaje, donde animales son obligados a sufrir producto tras producto
para que usted o yo podamos usar un champú con enjuague sin correr el
riesgo de alguna reacción alérgica, pues ya un centenar de animales las
tuvieron en nuestro lugar.
¿Qué dice esto de nosotros, en los términos de Gandhi? ¿Qué dice sobre
nuestra moralidad, nuestra empatía, nuestra visión de la vida más allá de
nuestra especie?
Grupo 05
Como lo sabe cualquiera que tenga una consola en casa, los juegos
contemporáneos son formas complejas de narración, diseñados para introducir de
manera paulatina al jugador en un mundo simulado y en una historia que allí tiene
lugar: desde emocionantes thrillers espaciales dignos de Hollywood, hasta
nostálgicas aventuras introspectivas en un futuro postapocalíptico, o consignas
militares que reviven las grandes batallas de antaño. Prácticamente lo mismo que
ofrece el cine en nuestros días.
Y sin embargo, rara vez se reconoce el lugar que tienen los videojuegos como una
fuente de relatos para las generaciones modernas. Basta echar un ojo al
crecimiento de la comunidad gamer y su creciente importancia dentro de la cultura
de masas, o bien fijarse en los rangos promedio de edad de los jugadores actuales
(cómodamente instalados en la adultez) para darse cuenta de que algunos
paradigmas culturales han ido cambiando.
Los videojuegos son una fuente continua de relatos para una generación menos
propensa a leer en papel, adicta a las pantallas y a la interactividad del mundo 2.0
que internet trajo consigo. Sería de una torpeza imperdonable que quienes se
dedican a estudiar los relatos, a pensar el modo en que nos imaginamos y los
contenidos que estamos compartiendo unos con otros no prestaran a los
videojuegos su debida atención y se dejaran llevar por prejuicios del siglo XX que
revelan, más que una supuesta seriedad y tradicionalismo, una profunda e
innecesaria ignorancia.