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24 Abril 2024
Invitación “El día del Señor está aquí, acerquémonos a Dios con un corazón sincero
y con una fe completamente segura, limpios nuestros corazones de mala conciencia
y lavados nuestros cuerpos con agua pura, mantengámonos firmes sin dudar,
animémonos unos a otros, tengamos más amor y hagamos el bien”.
CORO:
El vino a mi corazón.
El vino a mi corazón.
Soy feliz con la vida que Cristo me dio
Cuando El vino a mi corazón.
Itinerario Día 39
En la oración nos colocamos junto a nuestro enemigo, a su lado. Estamos con él,
cerca de él, a favor de él ante Dios. Jesús no nos promete que el enemigo a quien
amamos, bendecimos y hacemos el bien, no nos maltratará y nos perseguirá. Lo
hará. Pero aun cuando lo haga, no puede hacernos daño ni vencernos si damos este
último paso hacia él en una oración de intercesión. En ese momento asumimos su
necesidad y pobreza, su culpa y desamparo, y nos dirigimos a Dios para interceder
por él. Hacemos por él, representándolo, lo que él no puede hacer. Toda injuria del
enemigo servirá únicamente para unirnos más a Dios y a él. Toda persecución
servirá únicamente para que el enemigo esté más cerca de la reconciliación con
Dios, para que el amor sea más invencible. ¿Cómo se hace invencible el amor?
Cuando no se pregunta nunca por lo que el enemigo le hace, sino únicamente por lo
que ha hecho Jesús. El amor al enemigo conduce al discípulo por el camino de la
cruz y lo introduce en la comunidad con el Crucificado.
TEXTO BÍBLICO
Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan (Mateo 5,44).
¿Por qué debemos en la oración de intercesión hacer por nuestros enemigos lo que
ellos no pueden hacer?
¿De dónde reciben los cristianos la fuerza para amar, bendecir y hacer el bien a los
enemigos, sabiendo que, como respuesta, probablemente serán maltratados y
perseguidos?
¿Por qué afirma Bonhoeffer: «El amor al enemigo conduce al discípulo por el
camino de la cruz y lo introduce en la comunión con el Crucificado?
SALMO
En Dios, cuya palabra alabo, en el Señor, cuya palabra alabo, en Dios confío y ya no
temo, ¿Qué puede hacerme un mortal? Cumpliré, oh Dios, los votos que te hice,
sacrificios te ofreceré de acción de gracias, pues rescataste mi vida de la muerte,
para que marche en la presencia de Dios iluminado por la luz de la vida
(Salmo 56,11-14).
INTERCESIONES
Indica los nombres de tus enemigos, tenlos presentes en tu mente, «colócate junto a
ellos» ante Dios y ora por ellos.
Señor de paz y justicia, que yo no desee tanto la victoria sobre mis enemigos como
la verdadera y mutua reconciliación con ellos.
Canto “Compartir”
Un fuego abrazador
Comienza en una llama
Y pronto su calor
Se extiende hasta el alma
Canción primaveral
Se escucha entre las aves
Arrullo sin igual
Del canto de los mares
Deseo para ti
El gozo que he encontrado
En Dios podrás hallar
El fin que has buscado
Oración Final