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UNIDAD

6 Protección e irrigación
arterial del sistema
nervioso central

Introducción

La presente unidad abarca dos temas: el primero describe las


diferentes formas por las que el SNC es protegido contra agresio-
nes físicas o químicas. El SNC por su importancia para la vida, al
igual que otros sistemas del cuerpo, cuenta con algunos dispositivos
de defensa: huesos (cráneo y columna vertebral), meninges, líquido
cefalorraquídeo (LCR) y la barrera hematoencefálica o barrera san-
gre-cerebro (BHE). El segundo tema habla de cómo llega la sangre a
través de las arterias desde el corazón hasta el SNC. Esto incluye el co-
nocimiento de la organización de la red arterial dentro del encéfalo,
así como las áreas o territorios morfo-funcionales que esta red irriga.

6.1. Barreras defensivas

1. Huesos
Por su consistencia sólida y por su resistencia, los huesos for-
man la primera barrera defensiva del encéfalo y de la médula espinal.
En general, son una protección contra los posibles daños físicos que
pueda sufrir el SNC.
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a. Protección del encéfalo


Para proteger y contener al encéfalo se dispone de una serie de
ocho huesos planos que en conjunto configuran el cráneo, una verda-
dera caja ósea. Estos huesos están articulados por sinartrosis, que son
articulaciones que no permiten movimiento. La caja craneal presenta
dos regiones: la bóveda craneana, que es la región superior y lateral
del cráneo y la base del cráneo, que es la región inferior.
Figura 67
Estructura del hueso plano

Tomado y adaptado de Latarjet y Ruiz Liard, 1983, p. 6.

Como todos los huesos, por su cara externa están tapizados


por una membrana delgada llamada periostio cuya función es nu-
trir al hueso y hacer que este aumente su grosor, también contiene
nervios que le proporcionan sensibilidad. Los huesos planos están
formados por dos láminas de tejido óseo compacto: la tabla externa
o exocraneal y la interna o endocraneal. Entre ellas se encuentra una
capa de tejido esponjoso de espesor variable: el diploe. A través del
diploe atraviesan vasos sanguíneos muy delgados (venas diploicas)
que salen desde las zonas más periféricas del cerebro (Latarjet & Ruiz
Liard, 1983). Por su cara interna están en contacto con la capa más
externa de las meninges: la duramadre.
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Figura 68
Esqueleto de la cabeza

Vista lateral del cráneo. Tomado y adaptado de de Ferrón y Ferrón, 2009, p. 167.

Tabla 55
Descripción de los huesos del cráneo (Latarjet & Ruiz Liard, 1983)
Hueso Nº Ubicación Descripción elemental

Participa en la formación de las cavidades


Ocupa la parte anterior del
nasales y orbitales. En su parte central in-
cráneo cerrando la bóveda
ferior presenta una perforación alargada:
Frontal 1 craneal. Está por delante de
la escotadura etmoidal, sitio donde se
los parietales y el esfenoides
articula con la apófisis crista galli del et-
y encima del etmoides.
moides.
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Hueso Nº Ubicación Descripción elemental

Ocupa la porción superior


Hueso par de forma cuadrilátera. Su cara
y lateral de la bóveda cra-
interna o endocraneal forma la fosa pa-
neana. Se sitúa por detrás
Parietal 2 rietal y en su borde superior se puede ob-
del frontal, por encima del
servar el agujero parietal por donde pasa
temporal y el esfenoides y
la vena emisaria de Santorini.
por delante del occipital.

Presenta tres porciones: el peñasco, la


escama y el hueso timpanal. En la parte
Se ubica en la parte lateral
anterior e inferior del hueso timpanal,
media e inferior del cráneo.
se encuentra el conducto carotideo que
Temporal 2 permite el paso de la arteria carótida in-
Está bajo el parietal, detrás
terna. Dispone, además, de tres apófisis
del esfenoides y por delante
importantes: cigomática, mastoides y esti-
del occipital.
loides. Contiene el aparato de la audición
y la estática (equilibrio).

Presenta el agujero occipital o foramen


magno por el cual la cavidad craneana
se comunica con el conducto vertebral o
raquídeo. Por dicho agujero transcurren
Se localiza en la parte poste- el bulbo raquídeo, los nervios espinales
ro-inferior del cráneo. y las arterias vertebrales. En los bordes
antero-laterales del foramen magno se
Occipital 1 Por delante limita con los encuentran dos facetas articulares en
parietales. Por abajo y de- forma de huella de zapato, son los cón-
lante tiene a los temporales dilos occipitales, cuya función es servir
y al esfenoides. de punto de articulación con la primera
vértebra cervical (el atlas). Finalmente,
este hueso presenta una apófisis gruesa
y cuadrilátera con dirección anterior, es
la apófisis basilar.

Contribuye a formar la órbita ocular y


Está situado como una
cavidades nasales. En su cara superior
cuña en la base del cráneo.
Esfenoides 1 presenta una formación conocida como
Se halla rodeado por todos
la silla turca, lugar donde se asienta la
los huesos del cráneo.
importante glándula hipófisis o pituitaria.

Se sitúa por delante del Contribuye a formar las cavidades nasa-


esfenoides y por detrás de les y orbitarias. Se articula con el hueso
Etmoides 1
la escotadura etmoidal del frontal a nivel de su escotadura, por
hueso frontal. medio de la apófisis crista galli.

Elaborado por el autor


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Figura 69
Base del cráneo

Vista en su interior desde arriba (se ha retirado la bóveda craneana).


Tomado y adaptado de Latarjet y Ruiz Liard, 1983, p. 107.

Figura 70
Hueso frontal visto por su cara anterior

Tomado y adaptado de Latarjet y Ruiz Liard, 1983, p. 73.


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Figura 71
Hueso parietal visto por su cara interna

Tomado y adaptado de Latarjet y Ruiz Liard, 1983, p. 76.

Figura 72
Hueso temporal por su cara externa

Tomado y adaptado de Latarjet y Ruiz Liard, 1983, p. 81.


Psicofisiología general / 155

Figura 73
Hueso occipital visto por su cara inferior exocraneana

Tomado y adaptado de Latarjet y Ruiz Liard, 1983, p. 77.

Figura 74
Hueso esfenoides por su cara superior (arriba) e inferior (abajo)

Tomado y adaptado de Latarjet y Ruiz Liard, 1983, p. 86.


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Figura 75
Hueso etmoidal por su cara anterior

Tomado y adaptado de Latarjet y Ruiz Liard, 1983, p. 91.

b. Protección de la médula espinal

Para proteger a la médula espinal se cuenta con otra serie de


huesos que son las vértebras, consideradas como huesos cortos. La
superposición de las vértebras forma en conjunto la columna ver-
tebral, formada de 33 a 34 vértebras. La columna vertebral o raquis
comprende cinco porciones que de arriba abajo son: cervical (siete
vértebras libres), dorsal (12 vértebras libres), lumbar (cinco vértebras
libres), sacra (cinco vértebras soldadas) y coccígea (cuatro ó cinci
vértebras soldadas).
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Figura 76
Vista anterior y lateral de la columna vertebral

Tomado y adaptado de López Antúnez y Amendolla, 1970, p.145.

Las vértebras están constituidas por un cuerpo, masa ósea que


forma su parte anterior y un macizo apofisario radiado, situado de-
trás del cuerpo. Entre estas dos porciones se halla el agujero vertebral.
La superposición de los agujeros vertebrales forma el conducto ra-
quídeo que aloja a la médula espinal y las raíces raquídeas que salen
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de ella. La primera vértebra cervical se denomina atlas y se articula


con el cráneo a través de los cóndilos del occipital. La segunda vérte-
bra cervical se llama axis y es el eje de rotación de la cabeza.
Entre las vértebras, a nivel del cuerpo vertebral se ubican los
discos intervertebrales que actúan como almohadillas amortiguado-
ras del los movimientos que pueden desgastar las vértebras. La razón
de que las vértebras no estén soldadas todas entre sí, es la posibilidad
de poder mover el tronco.
Figura 77
Estructura básica de una vértebra (vista superior y lateral)

Tomado y adaptado de Ferrón y Ferrón 2009, p. 193.


Psicofisiología general / 159

Figura 78
De izquierda a derecha axis vista posterior; atlas vista superior

Tomado y adaptado de Latarjet y Ruiz Liard, 1983, p. 39, 40.

Figura 79
Cóccix, caras anterior (a la izquierda) y posterior

Tomado y adaptado de Latarjet y Ruiz Liard, 1983, p. 45.

Figura 80
Hueso sacro por su cara posterior

Tomado y adaptado de Latarjet y Ruiz Liard, 1983, p. 43.


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2. Meninges
El encéfalo y la médula espinal están separados de las pare-
des óseas de la caja craneana y la columna vertebral por un sistema
de envolturas de tejido conectivo: las meninges. Se distinguen desde
el exterior: duramadre (externa) aracnoides (intermedia) y piama-
dre (interna). De la cara interna de la duramadre se origina cierto
número de prolongaciones intracraneales que forman tabiques que
dividen a la cavidad craneana en varias celdas. Estos tabiques son: la
tienda del cerebelo, la hoz del cerebro, la hoz del cerebelo y la tienda
de la hipófisis. Por otro lado, la aracnoides está constituida por me-
ningoblastos y se adhiere a la cara interna de la duramadre. La pia-
madre es la más profunda de estas envolturas y contiene a las arterias
y venas del encéfalo.
Las meninges, además, limitan tres espacios:
a. El espacio epidural que se sitúa entre el hueso y la duramadre;
b. El espacio subdural que se halla entre la duramadre y la arac-
noides; y
c. El espacio subaracnoideo que se halla bajo la aracnoides y
sobre la piamadre.
Las funciones de estas capas de tejido conectivo son:
a. Protección biológica del sistema nervioso central: actúan
como un filtro que impide la entrada de sustancias y/o mi-
croorganismos perjudiciales.
b. Protección mecánica: amortigua los golpes y lubrica y nutre
los haces de mielina.
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Figura 81
Corte esquemático de las meninges

Tomado y adaptado de enciclopedia “Salvat del estudiante”, 1980, p. 24.

3. Líquido cefalorraquídeo (LCR)


Es un líquido claro contenido en los ventrículos encefálicos y
en los espacios subaracnoideos, craneanos y medulares. Se origina
por un proceso de filtración a través de las membranas llamadas
plexos coroides que recubren los ventrículos (lateral derecho, lateral
izquierdo, tercero y cuarto). El LCR se compone de agua, proteínas,
glucosa y electrolitos (sales). El LCR circula a través de canales llama-
dos acueductos. Sus funciones son:
a. Constituye una protección alrededor del neuro-eje durante los
movimientos de la cabeza y el tronco.
b. Protege la sustancia nerviosa actuando como amortiguador en
el interior de la caja osteo-dural.
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c. Recoge la sangre vertida por los desgarros vasculares produci-


dos por hematomas o hemorragias.
d. Contribuye a la eliminación de productos de evacuación celular.

4. Barrera hematoencefálica (BHE)


Hace más de 100 años, Paúl Ehlrich descubrió que si inyectaba
un tinte azul en el torrente sanguíneo de un animal, todos los tejidos,
excepto el cerebro y la médula espinal, se teñían de azul. Sin embargo,
si el mismo tinte era inyectado en los ventrículos cerebrales, el color
azul se dispersaba por todo el SNC.
Este experimento demuestra que existe una barrera entre la
sangre y el líquido encefálico: la barrera hematoencefálica. Para en-
tender esto hay que observar la estructura de las paredes de los vasos
sanguíneos. Esta pared está compuesta por una capa de células lla-
madas endoteliales. Dicha capa tiene unos pequeños conductos que
conectan el interior del vaso con el exterior. A través de estos con-
ductos pueden pasar agua, oxígeno y otras sustancias que transporta
la sangre y que son de utilidad a los diferentes órganos del cuerpo.
Figura 82
Retrato de Paul Ehlrich (1854-1915)

Tomado de www.biografíasyvidas.com.

En el cerebro, y el SNC en general, esta capa se halla rodeada de


una membrana llamada “basal” formada por los pies de los astrocitos
(véase la figura 42), mismos que obturan los poros haciéndolos más
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pequeños aún, de manera que solo pueden pasar moléculas muy pe-
queñas. A esto es lo que se denomina barrera hemato-encefálica (BHE).
Entre las características más notables de la BHE están:
a. La BHE es selectivamente permeable, o sea, algunas sustan-
cias pueden pasar y otras no. En general es muy permeable
al agua, al CO2, al oxígeno, sustancias liposolubles (como el
alcohol, vitaminas A, D, K y E y la mayoría de anestésicos), es
ligeramente permeable al sodio, cloro y potasio, y casi absolu-
tamente impermeable a sustancias no liposolubles.
b. La BHE no es uniforme en todo el sistema nervioso. En algu-
nos lugares es más permeable como en el hipotálamo, zonas
bulbares como el área postrema y en la glándula pineal, esto
debido a que estas zonas disponen de importantes receptores
sensitivos que responden a alteraciones de los líquidos corpo-
rales (como presencia excesiva de glucosa, sustancias tóxicas,
hormonas, etc.). Por ejemplo, el área postrema es una parte del
bulbo raquídeo que controla el vómito, la BHE es mucho más
permisiva en esta área, permitiendo que las neuronas en esta
región detecten la presencia de sustancias tóxicas en la sangre.
Un veneno que entre al sistema circulatorio desde el estómago
puede, por lo tanto, estimular esta área para iniciar el vómito.
Por otro lado, si la BHE no fuera permisiva alrededor del hi-
potálamo, este al ser un centro de control del nivel de agua
sangre, no podría detectar dichos niveles.

6.2. Vascularización arterial del encéfalo

1. Características generales
A pesar de que el cerebro representa un 2% del cuerpo recibe
casi el 17% del flujo cardíaco y consume el 20% del oxígeno utilizado
por todo el organismo. En estado de gran actividad cerebral, como
por ejemplo en los estados de concentración, puede llegar a consumir
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hasta un 50% del oxígeno que llega al cuerpo. Las células nerviosas
solo pueden vivir unos ocho segundos sin oxígeno. Existen impor-
tantes diferencias cuantitativas en el aporte de sangre a las diversas
regiones del encéfalo. Así, la concentración de vasos sanguíneos es
mucho mayor en la sustancia gris que en la blanca. El aporte más
abundante corresponde a la corteza cerebral y cerebelosa. El encéfalo
y el cerebro reciben su aporte sanguíneo por medio de cuatro arte-
rias: las dos carótidas internas y las dos vertebrales.

2. Origen de las vías arteriales del encéfalo:


La irrigación del SNC se origina en dos sistemas arteriales: el
sistema carotídeo y el sistema vertebro-basilar, que parten de un punto
común: el cayado de la arteria aorta. Dichos sistemas tienen dos vías
cada uno: las vías izquierdas y derechas (Latarjet & Ruiz Liard, 1983).
Figura 83
Origen de las vías arteriales encefálicas

Tomado y adaptado de de Ferrón y Ferrón, 2009, p. 295.


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a. Vía derecha del sistema carotideo: se origina en la porción


derecha del cayado de la aorta y más próxima al corazón. En
el cayado aórtico nace el tronco braquiocefálico que luego de
un corto recorrido oblicuo hacia la derecha y hacia arriba, se
bifurca dando lugar a la arteria subclavia y a la arteria carótida
primitiva derechas. La carótida primitiva va hacia arriba por
la parte anterior del cuello y se bifurca a la altura de la cuarta
vértebra cervical (C-4) dando origen a su vez a la carótida in-
terna y la carótida externa. La carótida interna continua su
camino hacia el cerebro al que llega ingresando al cráneo por
el conducto carotídeo del hueso temporal. La carótida externa
en cambio se dirige a la cara para encargarse de su irrigación.
b. Vía derecha del sistema vertebro-basilar: de la arteria sub-
clavia se desprende la arteria vertebral derecha que va hacia la
columna vertebral para irrigar la médula espinal. Recorre por
la parte posterior del cuello y luego se introduce al cráneo por
la región posterior del foramen magno.
c. Vía izquierda del sistema carotideo: está formada por la ca-
rótida primitiva izquierda que nace directamente del cayado
de la aorta y al lado izquierdo del tronco braquiocefálico. Se
bifurca a nivel de C-4, formando la carótida externa e interna.
La carótida interna entra al cráneo de la misma manera que su
homóloga del lado derecho.
d. Vía izquierda del sistema vertebro-basilar: se origina en la ar-
teria subclavia izquierda que nace de forma directa del cayado
de la aorta y a la izquierda de la carótida primitiva izquierda.
Realiza el mismo recorrido que su homóloga del lado derecho.
Junto a la arteria vertebral del lado opuesto y ya dentro del
cráneo, a nivel de la protuberancia, forman una gran arteria
conocida como tronco basilar.
Mientras las carótidas llegan al interior del cráneo por separado,
una a cada lado, las arterias vertebrales se reúnen a nivel del bulbo para
formar el tronco basilar. Estas cuatro vías de aporte sanguíneo están
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conectadas entre sí en la base del encéfalo, formando un circuito anas-


tomótico conocido como el polígono anastomótico de Willis.

3. Sistema vertebro-basilar
Las principales arterias de este sistema son las vertebrales y la
basilar (tronco basilar). Las arterias vertebrales derivan de las arterias
subclavias e irrigan principalmente el cuello y la médula espinal. Al
entrar al cráneo emiten, en primer lugar, algunas ramas colaterales:
• Las arterias bulbares que irrigan al bulbo raquídeo y partes
profundas del tronco cerebral;
• Las arterias cerebelosas inferiores que nutren la parte posterior
e inferior del cerebelo y cara lateral del bulbo.
Al llegar al surco bulbo-protuberancial, las dos vertebrales se
anastomosan y forman el tronco basilar. Del tronco basilar, desde
abajo hacia arriba, derivan las siguientes arterias:
• Las arterias cerebelosas medias que irrigan la zona antero-in-
ferior del cerebelo;
• Las arterias pontinas que irrigan a la protuberancia;
• Al nivel en que los pedúnculos cerebrales penetran en los he-
misferios, deja dos arterias, son las cerebelosas superiores que
nutren la cara superior del cerebelo.
• El tronco basilar acaba bifurcándose en dos ramas terminales
formando a las arterias cerebrales posteriores, mismas que pasan
por la parte posterior del cuerpo calloso y se introducen en la ci-
sura calcarina, irrigando tanto la cara interna del lóbulo occipital,
como la cara inferior del lóbulo occipital y del lóbulo temporal.
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Tabla 56
Síntesis de regiones de irrigación del sistema vertebro-basilar
Arterias
Derivadas Irrigan Áreas funcionales
principales

Bulbo y partes profundas del Control de funciones


Vertebrales Bulbares
tallo cerebral vitales
(irrigan cuello
y médula espinal) Cerebelosas Cara inferior y posterior del ce- Control automático de
inferiores rebelo y cara lateral del bulbo movimientos y equilibrio
Cerebelosas Zona antero-inferior del ce-
Tronco basilar medias rebelo Control automático de
(irriga tallo Cerebelosas movimientos y equilibrio
Cara superior del cerebelo
cerebral superiores
y cerebelo) Control de funciones
Pontinas Protuberancia
vitales
Cara interna de lóbulo occipital Área de la visión
Cerebrales
posteriores Cara inferior del lóbulo occipi- Reconocimiento
tal y temporal de rostros

Elaborado por el autor

Figura 84
Arterias del sistema vertebro-basilar

Tomado y adaptado de de Ferrón y Ferrón, 2009, p. 303.


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4. Sistema carotideo
Las principales arterias que originan este sistema son las caró-
tidas internas. Estas arterias se encargan de la irrigación de la mayor
parte del interior del cráneo. Al entrar al cráneo cada una de ellas se
bifurca y originan dos ramas arteriales:
• Una grande y gruesa: arteria cerebral media o silviana. Recorre
por la cisura de Silvio y abastece de sangre a casi toda la cara
externa de los hemisferios.
• Una pequeña y delgada: la arteria cerebral anterior. Las cere-
brales anteriores de ambos lados se acercan entre sí y van hacia
delante hasta la parte anterior del cuerpo calloso. Abastecen de
sangre a la mayor parte de las caras internas de los hemisferios
cerebrales y algunas zonas de las caras externas.
Tabla 57
Síntesis de regiones de irrigación del sistema carotideo
Arterias principales Irrigan Áreas funcionales

Lóbulo de la ínsula Áreas receptores de la gustación


Área de Broca
Área de movimientos voluntarios
Cara externa del lóbulo frontal
de los ojos
Cerebrales medias Área de rotación de la cabeza
o silvianas
Áreas somato-sensoriales para todo
Cara externa del lóbulo parietal
el cuerpo, excepto piernas

Área de Wernicke (comprensión


Cara externa del lóbulo temporal
del lenguaje hablado)

Cara interna de ambos hemisfe-


Áreas motoras y somato-sensoriales
rios cerebrales
Área motora suplementaria
Cerebrales anterio- Zonas de la cara externa del ló- Área de la escritura
res bulo frontal Área de movimiento voluntario de
las piernas

Zonas de la cara externa del ló-


Área de la sensibilidad de las piernas
bulo parietal

Elaborado por el autor


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5. Polígono de Willis
En la base del cerebro, el nacimiento de la arteria cerebral media
está unido a la arteria cerebral posterior de cada lado, por medio de
la arteria comunicante posterior; las dos arterias cerebrales anteriores
están unidas por las arterias comunicantes anteriores. Así queda for-
mado un anillo anastomótico que rodea al quiasma óptico; es el po-
lígono de Willis, que resulta de la unión de las seis arterias cerebrales.
Todas estas vías anastomóticas están capacitadas para asumir la circula-
ción en caso de que alguna arteria se ocluya o rompa, siendo entonces,
el polígono de Willis un factor de seguridad para la irrigación cerebral.
Figura 85
Los sistemas de irrigación encefálica en conjunto

Tomado y adaptado de de Ferrón y Ferrón, 2009, p. 298.


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Figura 86
Territorios de irrigación del cerebro de las arterias cerebrales

Tomado y adaptado de Latarjet & Ruiz Liard, 1983, p. 255.

Figura 87
Polígono de Willis visto desde abajo

Tomado y adaptado de Latarjet & Ruiz Liard, 1983, p. 240.

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