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6 Protección e irrigación
arterial del sistema
nervioso central
Introducción
1. Huesos
Por su consistencia sólida y por su resistencia, los huesos for-
man la primera barrera defensiva del encéfalo y de la médula espinal.
En general, son una protección contra los posibles daños físicos que
pueda sufrir el SNC.
150 / FERNANDO PALADINES
Figura 68
Esqueleto de la cabeza
Vista lateral del cráneo. Tomado y adaptado de de Ferrón y Ferrón, 2009, p. 167.
Tabla 55
Descripción de los huesos del cráneo (Latarjet & Ruiz Liard, 1983)
Hueso Nº Ubicación Descripción elemental
Figura 69
Base del cráneo
Figura 70
Hueso frontal visto por su cara anterior
Figura 71
Hueso parietal visto por su cara interna
Figura 72
Hueso temporal por su cara externa
Figura 73
Hueso occipital visto por su cara inferior exocraneana
Figura 74
Hueso esfenoides por su cara superior (arriba) e inferior (abajo)
Figura 75
Hueso etmoidal por su cara anterior
Figura 76
Vista anterior y lateral de la columna vertebral
Figura 78
De izquierda a derecha axis vista posterior; atlas vista superior
Figura 79
Cóccix, caras anterior (a la izquierda) y posterior
Figura 80
Hueso sacro por su cara posterior
2. Meninges
El encéfalo y la médula espinal están separados de las pare-
des óseas de la caja craneana y la columna vertebral por un sistema
de envolturas de tejido conectivo: las meninges. Se distinguen desde
el exterior: duramadre (externa) aracnoides (intermedia) y piama-
dre (interna). De la cara interna de la duramadre se origina cierto
número de prolongaciones intracraneales que forman tabiques que
dividen a la cavidad craneana en varias celdas. Estos tabiques son: la
tienda del cerebelo, la hoz del cerebro, la hoz del cerebelo y la tienda
de la hipófisis. Por otro lado, la aracnoides está constituida por me-
ningoblastos y se adhiere a la cara interna de la duramadre. La pia-
madre es la más profunda de estas envolturas y contiene a las arterias
y venas del encéfalo.
Las meninges, además, limitan tres espacios:
a. El espacio epidural que se sitúa entre el hueso y la duramadre;
b. El espacio subdural que se halla entre la duramadre y la arac-
noides; y
c. El espacio subaracnoideo que se halla bajo la aracnoides y
sobre la piamadre.
Las funciones de estas capas de tejido conectivo son:
a. Protección biológica del sistema nervioso central: actúan
como un filtro que impide la entrada de sustancias y/o mi-
croorganismos perjudiciales.
b. Protección mecánica: amortigua los golpes y lubrica y nutre
los haces de mielina.
Psicofisiología general / 161
Figura 81
Corte esquemático de las meninges
Tomado de www.biografíasyvidas.com.
pequeños aún, de manera que solo pueden pasar moléculas muy pe-
queñas. A esto es lo que se denomina barrera hemato-encefálica (BHE).
Entre las características más notables de la BHE están:
a. La BHE es selectivamente permeable, o sea, algunas sustan-
cias pueden pasar y otras no. En general es muy permeable
al agua, al CO2, al oxígeno, sustancias liposolubles (como el
alcohol, vitaminas A, D, K y E y la mayoría de anestésicos), es
ligeramente permeable al sodio, cloro y potasio, y casi absolu-
tamente impermeable a sustancias no liposolubles.
b. La BHE no es uniforme en todo el sistema nervioso. En algu-
nos lugares es más permeable como en el hipotálamo, zonas
bulbares como el área postrema y en la glándula pineal, esto
debido a que estas zonas disponen de importantes receptores
sensitivos que responden a alteraciones de los líquidos corpo-
rales (como presencia excesiva de glucosa, sustancias tóxicas,
hormonas, etc.). Por ejemplo, el área postrema es una parte del
bulbo raquídeo que controla el vómito, la BHE es mucho más
permisiva en esta área, permitiendo que las neuronas en esta
región detecten la presencia de sustancias tóxicas en la sangre.
Un veneno que entre al sistema circulatorio desde el estómago
puede, por lo tanto, estimular esta área para iniciar el vómito.
Por otro lado, si la BHE no fuera permisiva alrededor del hi-
potálamo, este al ser un centro de control del nivel de agua
sangre, no podría detectar dichos niveles.
1. Características generales
A pesar de que el cerebro representa un 2% del cuerpo recibe
casi el 17% del flujo cardíaco y consume el 20% del oxígeno utilizado
por todo el organismo. En estado de gran actividad cerebral, como
por ejemplo en los estados de concentración, puede llegar a consumir
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hasta un 50% del oxígeno que llega al cuerpo. Las células nerviosas
solo pueden vivir unos ocho segundos sin oxígeno. Existen impor-
tantes diferencias cuantitativas en el aporte de sangre a las diversas
regiones del encéfalo. Así, la concentración de vasos sanguíneos es
mucho mayor en la sustancia gris que en la blanca. El aporte más
abundante corresponde a la corteza cerebral y cerebelosa. El encéfalo
y el cerebro reciben su aporte sanguíneo por medio de cuatro arte-
rias: las dos carótidas internas y las dos vertebrales.
3. Sistema vertebro-basilar
Las principales arterias de este sistema son las vertebrales y la
basilar (tronco basilar). Las arterias vertebrales derivan de las arterias
subclavias e irrigan principalmente el cuello y la médula espinal. Al
entrar al cráneo emiten, en primer lugar, algunas ramas colaterales:
• Las arterias bulbares que irrigan al bulbo raquídeo y partes
profundas del tronco cerebral;
• Las arterias cerebelosas inferiores que nutren la parte posterior
e inferior del cerebelo y cara lateral del bulbo.
Al llegar al surco bulbo-protuberancial, las dos vertebrales se
anastomosan y forman el tronco basilar. Del tronco basilar, desde
abajo hacia arriba, derivan las siguientes arterias:
• Las arterias cerebelosas medias que irrigan la zona antero-in-
ferior del cerebelo;
• Las arterias pontinas que irrigan a la protuberancia;
• Al nivel en que los pedúnculos cerebrales penetran en los he-
misferios, deja dos arterias, son las cerebelosas superiores que
nutren la cara superior del cerebelo.
• El tronco basilar acaba bifurcándose en dos ramas terminales
formando a las arterias cerebrales posteriores, mismas que pasan
por la parte posterior del cuerpo calloso y se introducen en la ci-
sura calcarina, irrigando tanto la cara interna del lóbulo occipital,
como la cara inferior del lóbulo occipital y del lóbulo temporal.
Psicofisiología general / 167
Tabla 56
Síntesis de regiones de irrigación del sistema vertebro-basilar
Arterias
Derivadas Irrigan Áreas funcionales
principales
Figura 84
Arterias del sistema vertebro-basilar
4. Sistema carotideo
Las principales arterias que originan este sistema son las caró-
tidas internas. Estas arterias se encargan de la irrigación de la mayor
parte del interior del cráneo. Al entrar al cráneo cada una de ellas se
bifurca y originan dos ramas arteriales:
• Una grande y gruesa: arteria cerebral media o silviana. Recorre
por la cisura de Silvio y abastece de sangre a casi toda la cara
externa de los hemisferios.
• Una pequeña y delgada: la arteria cerebral anterior. Las cere-
brales anteriores de ambos lados se acercan entre sí y van hacia
delante hasta la parte anterior del cuerpo calloso. Abastecen de
sangre a la mayor parte de las caras internas de los hemisferios
cerebrales y algunas zonas de las caras externas.
Tabla 57
Síntesis de regiones de irrigación del sistema carotideo
Arterias principales Irrigan Áreas funcionales
5. Polígono de Willis
En la base del cerebro, el nacimiento de la arteria cerebral media
está unido a la arteria cerebral posterior de cada lado, por medio de
la arteria comunicante posterior; las dos arterias cerebrales anteriores
están unidas por las arterias comunicantes anteriores. Así queda for-
mado un anillo anastomótico que rodea al quiasma óptico; es el po-
lígono de Willis, que resulta de la unión de las seis arterias cerebrales.
Todas estas vías anastomóticas están capacitadas para asumir la circula-
ción en caso de que alguna arteria se ocluya o rompa, siendo entonces,
el polígono de Willis un factor de seguridad para la irrigación cerebral.
Figura 85
Los sistemas de irrigación encefálica en conjunto
Figura 86
Territorios de irrigación del cerebro de las arterias cerebrales
Figura 87
Polígono de Willis visto desde abajo