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Fundamentos de la fe para el
Discipulado y la Preparación para el
Bautismo
A mi Señor y Rey
A mi Pastor José Inciarte quién me enseñó el amor por la
Palabra
A mis Padre Antonio Cordero quién me enseñó integridad
A mi Madre Marta de Cordero que me enseñó disciplina
A mi Esposa Gianela de Cordero quien se mantiene a mi lado
A mi hijo Gabriel quien me motiva a seguir luchando
A mis discípulos, para quienes escribí este libro
Contenido
Contenido
Introducción a las Clases Preparatorias para el Bautismo
El Discipulado
La Iglesia Universal y la Iglesia Local
¿Quiénes son los evangélicos y porqué hay tantos tipos
diferentes de ellos?
Fundamentos de la Salvación
El Concepto de Pecado
Las Leyes de Dios
Los Diez Mandamientos
La Condición Humana Caída
Consecuencias de la Caída
El Plan de Salvación
El Plan de Salvación ejecutado
Introducción a las Clases Preparatorias
para el Bautismo
Comprender las Buenas Nuevas de Salvación constituye lo
fundamental del mensaje evangélico, por lo tanto creemos que
debe ser el inicio del discipulado y de la preparación para el
Bautismo, sin embargo, existen algunas interrogantes comunes,
inherentes a las propias clases, que es imprescindible tratar de
forma preliminar; a continuación mencionamos tres de las más
importantes:
1. ¿Cuál es la razón por la que tomamos las clases de
bautismo? La respuesta está íntimamente relacionada con la
necesidad de cumplir con el discipulado ordenado en la Gran
Comisión.
2. ¿Por qué tenemos que ser miembros de una iglesia local
si ya somos salvos? Acá debemos aprender a diferenciar entre
Iglesia Local e Iglesia Universal y entender que debemos ser
miembros de ambas.
3. ¿Qué es la Iglesia Evangélica y por qué se divide en
tantas denominaciones? Para responder a esto revisamos
sucintamente un poco de historia eclesiástica y privilegiamos el
contenido de la fe por encima del título o la adscripción nominal.
Empecemos...
El Discipulado
La Biblia no ordena tomar clases para ser bautizado, sin
embargo creemos que la Gran Comisión (Mateo 28:19) nos
ordena explícitamente: “Haced discípulos”, luego dice:
“Bautizándolos, en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo”. Por ello, el discipulado es el propósito
fundamental de la gran comisión, no la evangelización. Lograr
que alguien confiese a Cristo como Salvador es solo el primer
paso. Pero el Señor nos ordenó hacer discípulos no
confesiones. Veamos las implicaciones del Discipulado a partir
de varios pasajes que describen la postura del Mesías acerca
este tema:
1. Mateo 10:25 “Bástale al discípulo ser como su
maestro, y al siervo como su señor.” Lucas 6:40 “El
discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que
fuere perfeccionado, será como su maestro.”
Los dos pasajes anteriores denotan la importancia de vivir la
enseñanza como responsabilidad del maestro, quien por medio
de su ejemplo y palabra consigue discípulos que lo imiten y se
hagan semejantes a Jesús (1 Corintios 11:1)
2. Mateo 11:1 “Cuando Jesús terminó de dar
instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a
enseñar y a predicar en las ciudades de ellos.”
En este pasaje Jesús ofrece enseñanza práctica y didáctica,
paso a paso de qué cosas debían hacer, luego muestra un
interés especial no solo por ellos sino por su circunstancia. Fue a
sus ciudades, porque allí requerían la atención del Salvador en
sus problemas familiares, sociales, laborales, etc. El discipulado
busca ministrar a la vida del nuevo creyente de manera integral
no solo individual, como garantía de un testimonio al mundo de lo
que verdaderamente somos, cosa que debe ser constatada por
el maestro (2 Corintios 3:2 “Nuestras cartas sois vosotros,
escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por
todos los hombres.”)
3. Mateo 21:6 “Y los discípulos fueron, e hicieron como
Jesús les mandó”
Aprobar como discípulo requiere obediencia, esta revisión la
realiza el maestro en todo lo concerniente a lo que ya se les ha
enseñado (Tito 1:13 “Este testimonio es verdadero; por
tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la
fe”), involucrando una evaluación amorosa pero firme de la
sinceridad de los discípulos.
4. Marcos 4:34 “aunque a sus discípulos en particular
les declaraba todo.”
El maestro enseña todo lo que sabe, todo lo que ha recibido
de Dios. No esconde nada de la vista de sus discípulos,
procurando dar respuesta bíblica y honesta a todas sus
interrogantes, y aplicando las enseñanzas a su cotidianidad para
garantizar la pertinencia y significancia de lo aprendido en
términos de su aplicabilidad a cada realidad personal.
En resumen, en estos pasajes podemos notar que el propósito
del discipulado es desarrollar personas cuyo carácter refleje al
de su discipulador. Jesús le declaraba todo a sus discípulos
como refiere Isaías 8:16 “Ata el testimonio, sella la ley entre
mis discípulos.” Es decir, el fin del discipulado es transmitir todo
lo fundamental que hemos recibido de Dios, formando un
cristiano capaz de imitar la conducta de Cristo a través de la
enseñanza de un maestro transmisor de las realidades
espirituales.
En conclusión, si bien reconocemos que el discipulado no
termina con unas clases preparatorias para el bautismo;
creemos que dichas clases permiten al alumno iniciar un camino
de fe claro y fundamentado tras su nuevo nacimiento. Por otro
lado, es cierto que existen ejemplos de creyentes judíos de la
iglesia primitiva que recibían el bautismo con celeridad. Sin
embargo, esta práctica obedece a que los judíos, gracias al
arduo trabajo de los fariseos y a la construcción de sinagogas en
todos las comunidades donde había creyentes de religión de
Israel, ya habían recibido en su mayoría un importante
discipulado desde la niñez, en consecuencia conocían las
escrituras y las promesas sobre el Mesías.
Prácticamente, lo único que restaba enseñar era la identidad
del Mesías como la persona de Jesús y su ministerio terrenal, lo
cual podía reducir notablemente el tiempo en que se podía
garantizar el arrepentimiento y la conversión de un nuevo
creyente. Los gentiles en contraste, provenientes de tradiciones
paganas, suelen no tener conocimiento suficiente como para
comprender como es debido, la decisión que toman al aceptar a
Cristo y hacerse miembros de una iglesia, en cuyo caso sin la
instrucción pertinente no podemos decir que hemos cumplido con
la Gran Comisión.
En consecuencia de lo dicho, consideramos sabio enseñar lo
fundamental de la fe a todo aquel que aspira ser bautizado para
formar parte de una iglesia local, aunque creemos que habiendo
sido sincero en su profesión de fe, en el espíritu ya es miembro
de la Iglesia universal de Cristo.
La Iglesia Universal y la Iglesia Local
2 Corintios 8:24 “Mostrad, pues, para con ellos ante las
iglesias la prueba de vuestro amor, y de nuestro gloriarnos
respecto de vosotros.”
En el Nuevo Testamento abundan las referencias acerca de
“las iglesias” en plural, en contraste con “la Iglesia” en singular.
Esta última, muchas veces se refiere a la Iglesia Universal, como
la unidad de todos los nacidos de nuevo por la fe en la obra del
Salvador. En contraste, al decir “las iglesias” siempre se señala
cada congregación ubicada en un sitio específico, y ambos
casos no deben confundirse. Otra manera como bíblicamente se
señala una iglesia local es mencionándola en singular pero
especificando su ubicación geográfica por el nombre de la ciudad
o región.
En tal sentido, consideramos prudente aplicar un orden en el
proceso de la membresía del creyente dentro de la iglesia local,
basado en la preponderancia del Discipulado como elemento
fundamental de la Gran Comisión. Es decir, para los fines
descritos debemos diferenciar la inclusión en la Iglesia Universal
como cuerpo de Cristo, pues tiene lugar inmediatamente tras una
conversión operada exclusivamente por el Espíritu Santo
(Efesios 1:13), eso no es obra del presbiterio eclesiástico sino
de Dios.
Lo que sí es obra del liderazgo de la Iglesia Local, definida
como ese cuerpo que representa a la Iglesia Universal en un
espacio físico/geográfico especificado, es el Discipulado. La
membresía en la Iglesia Universal no incluye de forma automática
el formar parte de la Iglesia Local, son dos hechos diferentes,
ambos necesarios. El primero implica poder recibir el Nuevo
Nacimiento y acceder a los beneficios de la Cruz, y el segundo
sirve para cuidar la Salvación y crecer en la gracia y el
conocimiento de Dios (Colosenses 2:1-3). El primero es
esfuerzo exclusivo del Señor, el segundo requiere la participación
de otros creyentes maduros en la fe.
1 Pedro 5:1-2 “Ruego a los ancianos que están entre
vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los
padecimientos de Cristo, que soy también participante de
la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que
está entre vosotros”
Como se ha dicho, es posible ser parte de la Iglesia Universal
sin ser miembro de una Iglesia Local solo por el hecho de haber
nacido de nuevo, pero la salvación en dichas condiciones corre
un riesgo enorme, pues el creyente carece del cuidado, la
orientación y el ejemplo adecuados para mantener una vida
espiritual saludable. Todo nuevo creyente requiere de un Pastor
terrenal y visible que le apaciente, de quien pueda aprender y de
maestros humanos que le discipulen y le ayuden concretamente
a servir al Señor en equipos ministeriales. Por ello, se nos
ordena someternos en obediencia a los mismos (Hebreos
13:17).
BENDICIONES…
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