PARA EL RESTO DE LAS PERSONAS ESTABAMOS MUERTOS, PERO SEGUÍAMOS
VIVOS, DONDE TODOS ÉRAMOS RESPONSABLES LOS UNOS DE LOS OTROS
Un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya trasladaba a un equipo de rugby de Montevideo que se dirigía hacia Santiago de Chile cuando sufrió un trágico accidente que no solo paso a la historia de la aviación, sino que más allá, más allá de las montañas donde algunos lo llaman tragedia, otros hablan de un milagro, pero, que sucedió en realidad, que pasa cuando el mundo te abandona, cuando no tienes ropa y el frío te recorre los huesos, cuando no tienes comida y el hambre te consume, en octubre de 1972 en montevideo Uruguay se jugaba un partido de rugby en el que mi compañero Roberto Canessa decide no hacer caso a las recomendaciones del entrenador y mostrando su individualismo ante el público, en una jugada en el que él creía poder solo, sin soltar el balón hacia nosotros, termina derribado y llevándonos a los camerinos, en los camerinos todos reprendimos a Canessa y entre la frustración llega el capitán a calmar las cosas, recordándonos que tenemos que juntar dinero para nuestro próximo partido en Santiago de Chile y con ayuda de aficionados, familiares entre entrenadores y de más, logramos con el objetivo del vuelo, el convencerme para viajar claro que fue complicado, mis amigos llegaron a ofrecerme el número de algunas chicas, pero instintí en no viajar, entonces mi amigo pancho menciona que quiere que sea el último viaje de despedida antes de que la VIDA ADULTA los separe, al llegar a mi casa me puse a platicarle la situación a mi amigable bruce, mi perro, pensándolo y pensándolo decidí que debía viajar para apoyar al equipo y es así como el 13 de octubre de 1972, el día de la partida llegué al aeropuerto y me reuní con mis compañeros, familiares y aficionados, cuando llegó la hora de despegar, me despedí de mis padres y subí el avión junto a mis compañeros y algunos aficionados, pero antes todos nos reunimos para que Susana sacara una foto. El vuelo sale con 40 pasajeros y cinco tripulantes llenos de risas e incluso cuando el vuelo atraviesa la cordillera de los Andes, se topan con turbulencias pero nadie se inquieta demasiado, el Sargento Carlos Roque indica que los vuelos de dirigen al sur para eludir los vientos que se generan entre el calor del campo argentino y el frío montañoso que generan un efecto de succión, entonces despreocupados continuamos el viaje con entusiasmo, sin embargo a la aproximarse el aterrizaje una ola de turbulencia sacude el avión, el avión desciende bruscamente, alargando a los pasajeros y más aún cuando Roque es lanzado contra el techo, las turbulencias aumentan y en un intento desesperado por evitar una montaña que emerge de las nubes, el piloto trata de elevar el morro del avión sin embargo, ES TARDE, el avión impacta con una montaña, lo que causa la rotura del fuselaje en dos partes, expulsando a los pasajeros de atrás incluido mi amigo Gastón, dejándonos con el fuselaje separados en dos a cientos de metros del otro. A 3500 metros cuando el avión ya se había parado, pero sin antes dejar a los pasajeros de adelante aplastados por los asientos causando fracturas y la misma muerte, al salir, lo primero en pesar fue buscar algún radio de comunicación y entrar en contacto con la torre para pedir ayuda, fuimos hacia la cabina en la que aún estaba el piloto, delirando y lo único que nos dijo fue “Que el señor los proteja” junto al fracaso en tratar de contactar con alguna ayuda cercana. Despierto entre gritos de angustia y socorro, logro liberarme y ayudo a Canessa, Marcelo y Eduardo quienes milagrosamente están ilesos, Canessa es estudiante de medicina y toma la iniciativa tratando de ayudar a los pasajeros reponiendo una pierna dislocada en medio de la connotación, marcando el inicio de nuestra pesadilla el 13 de Octubre de 1972. El frio se hacía más y más helado, acomodamos las maletas para tratar de guardar algo de calor dentro del fuselaje,durante la primera noche nos apilamos como podemos, vivos y muertos mezclados, en un intento desesperado por mantenernos calientes mientras el frío quiebra hasta las botellas, Marcelo urge en decir a los sobrevivientes que no se duerman pero a pesar de sus esfuerzos algunos no sobreviven la noche, fallecieron 17 personas a causa de las graves heridas y el intenso frio de la región y por la falta de comida. Tenía frio, dolor por las heridas, veía como mis amigos se dormían y ya no levantaban, no sabíamos que hacer, ni en cuanto tiempo llegaría la ayuda. Tuvimos que organizarnos y sacarle el mayor provecho a las cosas que pudimos salvar, entre ellos algunas barras de chocolate, colinos, etc. En la tarde del 29 de octubre, poco más de dos semanas del accidente, mientras estábamos descansando dentro del avión ya que habíamos hecho un refugio improvisado con la tela de los asientos, una cascada de nieve se precipitó hacia el fuselaje y quedamos sepultados, ese día fallecieron 8 personas más. Fue entonces cuando nos empezamos a quedar sin comida, y mi compañero al decimos día, sugirió que la única manera de sobrevivir era que nos comiéramos a los cadáveres, ya que tenían proteínas que nos ayudarían a sobrevivir, pero sin forzar a nadie de que lo haga. Y entonces asi fue, aun con dilemas morales y religiosos, hicimos un pacto y empezamos a alimentarnos de los restos de las otras víctimas. Pasaron las semanas y un grupo optó por ir en misión de rescate, ellos eran Canessa, Nando Parrado y Antonio Vizintin, los tres tenían que escalar la montaña y encontrar ayuda al otro lado, pasaron semanas preparándose. El 12 de diciembre el trio inicio su viaje en busca de ayuda, a los tres días de la expedición Vizintin regreso al campamento para que Canessa y Parrado tuvieran más posibilidades de éxito con sus limitadas raciones, nos contó que al otro lado de la montaña solo había mas montañas, pero Canessa y Parrado no se iban a dar por vencidos y siguieron su camino, el 20 de diciembre Canessa y Parrado mientras tomaban agua de un pequeño riachuelo al otro lado vieron a un ser humano, se pusieron felices y empezaron a llorar de la emoción de haber encontrado a alguien por fin, después de que los ayudaran, estos dos condujeron a las autoridades hasta nosotros, quienes de los 40 abordo solamente quedábamos 14 sobrevivientes. El 20 de diciembre tras 72 días perdidos en los Andes por fin fuimos rescatados. Durante toda la historia narrada, vimos distintos actos de sacrificio personal en favor del grupo, es una historia de supervivencia colectiva, y así es como cada persona fallecida permitió a los vivos seguir adelante.