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BENDICIÓN DE UNA CASA NUEVA

Ritos iniciales
Reunidos en el lugar adecuado los miembros de 1a
familia con sus parientes y amigos, el que dirige la
celebración dice:En el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo.R. Amén.

El ministro, si es sacerdote o diácono, saluda a los


presentes, diciendo:La paz del Señor a esta casa y a
todos los aquí presentes.R. Y con tu espíritu.O de otro
modo adecuado

.Si el ministro es laico, saluda a los presentes,


diciendo: Que Dios, al que unánimemente alabamos,
nos conceda, por su Espíritu, estar de acuerdo entre
nosotros según Jesucristo. Amén

Luego dispone a los presentes para la celebración, con


estas palabras u otras semejantes: Queridos
hermanos, dirijamos nuestra oración a Cristo, que
quiso nacer de la Virgen María y habitó entre nosotros,
para que se digne entrar en esta casa y bendecirla con
su presencia. Cristo, el Señor, esté aquí, en medio de
nosotros, fomente nuestra caridad como hermanos,
participe en vuestras alegrías, nos consuele en las
tristezas. Y nosotros, guiados por las enseñanzas y
ejemplos de Cristo, procuremos, ante todo, que esta
nueva casa sea hogar de caridad, desde donde se
difunda ampliamente la fragancia de Cristo.

Lectura de la Palabra de Dios


Luego uno de los presentes o el mismo ministro, lee un
texto de la Sagrada Escritura.
(Lc 10, 5-9): Paz a esta casa Escuchen ahora,
hermanos, las palabras del Santo Evangelio según san
Lucas.
Dijo el Señor a sus discípulos: Cuando entren en una
casa, digan primero: "Paz en esta casa". Y si allí hay
gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si
no, volverá a ustedes. Quédense en la misma casa,
coman y beban de lo que tengan, porque el obrero
merece su salario. No anden cambiando de casa en
casa.
Si entran en un pueblo y los reciben bien, comam lo
que les pongan, curen a los enfermos que haya, y
digan: "Está cerca de ustedes el reino de Dios”.Palabra
del Señor.
R. Gloria a ti, Señor Jesús.

El que dirige la celebración, según las circunstancias,


exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la
lectura bíblica, para que perciban por la fe el
significado de la celebración.

Preces.- Con ánimo agradecido y gozoso invoquemos


al Hijo de Dios, Señor de cielo y tierra, que, hecho
hombre, habitó entre nosotros, y digamos:
R. Quédate con nosotros,
Señor. Señor Jesucristo, que con María y José
santificaste la vida doméstica, dígnate convivir con
nosotros en esta casa, para que te reconozcamos
como huésped y te honremos como cabeza.
R. Quédate con nosotros
Tú, por quien todo el edificio queda ensamblado, y se
va levantando hasta formar un templo consagrado, haz
que los habitantes de esta casa se vayan integrando en
la construcción, para ser morada de Dios, por el
Espíritu.
R. Quédate con nosotros
Tú que enseñaste a tus fieles a edificar su casa sobre
piedra firme, haz que la vida de esta familia se apoye
firmemente en tu palabra y, evitando toda división, te
sirva con generosidad y de todo corazón.
R. Quédate con nosotros
Tú que, careciendo de morada propia, aceptaste con el
gozo de la pobreza la hospitalidad de los amigos, haz
que todos los que buscan vivienda encuentren, con
nuestra ayuda, una casa digna de este nombre.
R. Quédate con nosotros

Oración de bendición
Asiste, Señor, a estos servidores tuyos que, al
inaugurar (hoy) esta vivienda, imploran humildemente
tu bendición, para que, cuando vivan en ella, sientan tu
presencia protectora, cuando salgan, gocen de tu
compañía, cuando regresen, experimenten la alegría de
tenerte como huésped, hasta que lleguen felizmente a
la estancia preparada para ellos en la casa de tu Padre.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos
R. Amén.
Después de la oración de bendición, el ministro rocía
con agua bendita a los presentes y la casa, diciendo,
según las circunstancias:

Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en


Cristo, que nos redimió con su muerte y resurrección.
R. Amén.
CONCLUSIÓN DEL RITO
El ministro concluye el rito, diciendo: Que la paz de
Cristo actúe de árbitro en nuestro corazón, la palabra
de Cristo habite entre nosotros en toda su riqueza, para
que todo lo que de palabra o de obra realicemos, sea
todo en Nombre del Señor.
R. Amén.
Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.

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