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EL GOZO DE LA RESURRECCIÓN

¿Qué es el evangelio?
Tal vez dirías que se trata de la buena noticia de que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a morir por nuestros pecados y a
prometernos salvación por medio de nuestra fe en Él. Esto en verdad forma parte del evangelio, y yo también lo
incluiría en mi resumen de las Buenas Noticias.

Pero he notado que, a menudo, eso es básicamente lo único que decimos sobre el evangelio. A veces nos olvidamos
de la resurrección en nuestra presentación. En otro tiempo, yo hubiese sido con facilidad el presidente del “club de
evangélicos que no mencionan la resurrección cuando predican”.

La resurrección forma parte del evangelio


Es muy común que los cristianos a veces dejemos de dar importancia a la resurrección de Cristo.

En 1 Corintios 15, uno de los primeros pasajes de la Biblia en ser escritos sobre la resurrección, se nos muestra que la
iglesia en Corinto había olvidado la importancia de esta verdad. Algunas personas incluso la estaban negando.
¿Puedes imaginar algo así? ¿“cristianos” que no creen que Cristo resucitó?

Por eso el apóstol Pablo le recuerda a la iglesia en qué consiste el evangelio, y presenta su resumen:
“Ahora les hago saber, hermanos, el evangelio que les prediqué, el cual también ustedes recibieron, en el cual
también están firmes, por el cual también son salvos, si retienen la palabra que les prediqué, a no ser que hayan
creído en vano. Porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros
pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1
Corintios 15:1-5)

La resurrección de Cristo al tercer día, según la Palabra de Dios, es parte esencial del evangelio que somos llamados a
creer para salvación y que debemos proclamar.

Por supuesto, la enseñanza sobre la resurrección de Jesús puede generar algunas inquietudes. Lo bueno es que, en
los siguientes versículos, Pablo responde al menos tres de estas cruciales preguntas.

1. ¿En verdad ocurrió la resurrección de Jesús?


Pablo le recuerda a la iglesia en Corinto que Jesús…
“se apareció a Cefas y después a los doce. Luego se apareció a más de 500 hermanos a la vez, la mayoría de los
cuales viven aún, pero algunos ya duermen. Después se apareció a Jacobo, luego a todos los apóstoles. Y al último
de todos, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí. Porque yo soy el más insignificante
de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, pues perseguí a la iglesia de Dios” (1 Corintios 15:5-9).

El hecho de que Pablo tenga que escribirle esto a los corintios es útil para nuestra conversación hoy en día sobre la
resurrección, porque en nuestros tiempos tendemos a ver a las personas de épocas anteriores como más
supersticiosas y fáciles de engañar que nosotros. Este texto nos recuerda que la resurrección no fue algo que todo el
mundo creyó fácilmente en el siglo I.

Hay diversos argumentos a favor de la resurrección de Jesús, pero la calidad de los testigos que menciona Pablo aquí
es uno que vale la pena analizar.

Primero, Pablo menciona a Pedro, un hombre que, para el tiempo en que se escribió esta carta, había padecido ya
bastante por su fe, y que más adelante fue martirizado. Luego, Pablo menciona a los otros apóstoles, que también
fueron martirizados excepto el apóstol Juan; y entonces, Pablo menciona que quinientas personas vieron a Jesús
resucitado, muchas de las cuáles aún vivían en el momento en que fue escrita la carta.

Esto es como si Pablo dijera a los corintios: “¿No me creen que la resurrección es real? Pueden ir a Jerusalén y
preguntarles a los testigos que siguen vivos y han soportado persecución de los judíos por esto. Sería fácil dejarme
en ridículo si estoy equivocado”.
Además de esto, Pablo añade su propio testimonio a la lista. Él fue un testigo de la resurrección de Cristo. Él fue
transformado de perseguidor de la iglesia a apóstol del Señor por la gracia de Dios, llegando incluso a trabajar más
que los doce apóstoles (v. 9-10).

Pablo llegó a soportar toda clase de aflicciones y persecuciones por causa del evangelio (2 Co. 11:23-27). Él mismo
reconoce que sería absurdo soportar todas esas luchas si Jesús no resucitó de entre los muertos: “Si por motivos
humanos luché contra fieras en Efeso, ¿de qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos,
que mañana moriremos” (v. 32). Más adelante, Pablo murió por causa del evangelio.

Los testigos de la resurrección mencionados en 1 Corintios 15 llegaron a cambiar al mundo y fueron capaces de
sobrellevarlo todo por Jesús. ¿No es sensato creer en el testimonio de estos hombres?

2. ¿Cuán importante es la resurrección de Jesús?


Pablo enseña además lo que debería ser obvio para toda persona (sea cristiana o no): sin la resurrección de Jesús, el
cristianismo es una pérdida de tiempo. Es un sin sentido. El cristianismo no tiene ningún sentido, ninguna razón de
ser, si la resurrección no ocurrió en realidad.

“Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos entre ustedes que
no hay resurrección de muertos? Y si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; y
si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también la fe de ustedes. Aún más, somos
hallados testigos falsos de Dios, porque hemos testificado contra Dios que El resucitó a Cristo, a quien no resucitó,
si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, entonces ni siquiera Cristo ha
resucitado; y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es falsa; todavía están en sus pecados. Entonces también
los que han dormido en Cristo están perdidos. Si hemos esperado en Cristo para esta vida solamente, somos, de
todos los hombres, los más dignos de lástima” (1 Corintios 15:12-19).

C. S. Lewis, podemos decía que, “si la resurrección es real, entonces es infinitamente importante; y si no es real,
entonces no tiene importancia. Lo único que la resurrección de Jesús no puede ser, es ser medianamente
importante.”

La resurrección es la base del cristianismo.

Sin la resurrección de Cristo no tenemos por qué creer en la salvación que Él nos ofrece, la predicación del evangelio
es un sin sentido y un engaño, todavía estamos condenados por nuestros pecados (si creemos que existe un Dios
creador y justo contra el cual nos hemos rebelado), y no tenemos ninguna esperanza.

Además, si esta es la única vida que hay, seguir a Cristo es una pésima idea porque demanda demasiado de nosotros
cuando podríamos más bien dedicarnos a otras cosas, a otros placeres, sin importar las consecuencias, porque no
habría consecuencias. Nos serviríamos a nosotros mismos y a nuestra carne. Como dice Pablo “Si los muertos no
resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos.”

Pero la resurrección es real, y esto lo cambia todo. Es real, y no hay forma de demostrar lo contrario.

3. ¿Cómo debemos vivir a la luz de la resurrección de Jesús?


Pablo no solo quiere convencernos de la veracidad e importancia de la resurrección, sino también hacernos ver
cómo debe impactar nuestras vidas.

Si no existe la resurrección, entonces no tiene sentido perseguir la santidad y buscar vivir para el Señor; y si decimos
que creemos en ella, pero no vivimos con sobriedad, entonces nos estamos engañando pensando que tenemos
conocimiento de nuestro Señor:

“Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos. No se dejen engañar: ‘Las malas
compañías corrompen las buenas costumbres.’ Sean sobrios, como conviene, y dejen de pecar; porque algunos no
tienen conocimiento de Dios. Para vergüenza de ustedes lo digo” (1 Corintios 15:32b-34).
Más adelante, luego de hablar de la gloria del cuerpo resucitado que cada creyente tendrá en el futuro gracias a la
obra de Cristo y su gloriosa victoria sobre la muerte (1 Co. 15:35-55), Pablo da gracias al Señor y nos recuerda que,
como resultado de la resurrección, nada de lo bueno que hacemos es inútil:

“El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley; pero a Dios gracias, que nos da la victoria por
medio de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, mis amados hermanos, estén firmes, constantes, abundando
siempre en la obra del Señor, sabiendo que su trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:56-58).

Si Jesús no resucitó, no tenemos esperanza alguna para nuestra vida más allá de la muerte. ¿Por qué esforzarnos
entonces por hacer el bien a los demás? A fin de cuentas, no valdría la pena amarlos ni ser constantes buscando la
justicia en este mundo destinado solo a la muerte. La resurrección de Jesús es nuestra garantía de que hay esperanza
para el hombre.

La tumba vacía de Jesús es un adelanto de que su voluntad justa y misericordiosa será consumada en esta tierra. En
un mundo dañado por el pecado y la maldad, Dios ha triunfado. Esto nos impulsa a ser constantes trabajando en la
obra del Señor, buscando el bien de nuestros hermanos y los no creyentes, sabiendo que esto no será una pérdida
de tiempo. La muerte no podrá arruinar todo lo bueno por lo que luchemos porque Jesús la venció.

EL GOZO DE LA RESURRECCIÓN
Si hubieras estado en la cruz, probablemente habrías vomitado, gritado, tirado de tu cabello, tirado al suelo y
golpeado la tierra, rechinado los dientes y sollozado hasta quedar exhausto. Atravesar con púas los brazos y las
piernas de las personas, y colgarlas en una cruz con todo el peso de su cuerpo desgarrando su carne y aplastando sus
piernas, o clavando una lanza en su costado son cosas insoportables de ver, y mucho menos soportar.

Jesús se ofreció como voluntario para esto. Él lo eligió. No se lo impuso ningún hombre. Él dijo en Juan 10:18: “Nadie
me quita la vida, sino que yo la doy de mi propia voluntad”. “¿Piensas que no puedo apelar a mi Padre, y él me
enviará de una vez más de doce legiones de ángeles?” (Mateo 26:53).

No estoy atrapado, decía. ¿Crees que Herodes y Pilatos y las turbas y los soldados están a cargo aquí? No son más
que actores en este drama. Mi Padre lo escribió. Y él y yo acordamos: Este es mi papel. seré crucificado. Es mi
elección, no la de Pilato.

Hay un nombre para esto. Se llama amor. Romanos 5:8: “Dios muestra su amor por nosotros en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros”. Así que aquí está mi pregunta: el mayor sufrimiento, al servicio del mayor
amor, para el que menos lo merece, ¿cómo se hace eso? ¿Cómo soportó eso Jesús?

Aquí está la respuesta de Hebreos 12:2: “Por el gozo puesto delante de él soportó la cruz”. La humillación de ser
desnudado y ridiculizado. Las laceraciones de la flagelación. Los insoportables relámpagos de dolor de las púas. Hora
tras hora, mientras que en cualquier momento pudo haber llamado a su Padre para que lo rescatara, pero en cambio
eligió el dolor. Todo ello “por el gozo puesto delante de él”.

¿Y qué fue eso? ¿Cuál fue el gozo más allá de los horrores de la crucifixión que hizo posible esta resistencia? ¿Cuál
fue la alegría más allá de este gran acto de amor que hizo posible este amor? Aquí está la respuesta de Jesús:

- Nadie me lo quita. Lo dejo por mi propia voluntad. Tengo autoridad para ponerlo y tengo autoridad para
volverlo a tomar (Juan 10:18).
- Destruid este templo, y en tres días lo levantaré (Juan 2:19).
- El Hijo del Hombre debe sufrir muchas cosas. . . y ser muerto, y después de tres días resucitar (Marcos 8:31).
Él debe, y lo hará.
- Nunca más moriré (Hechos 13:34). Seré sumo sacerdote eterno por el poder de una vida indestructible
(Hebreos 7:16).
- Toda autoridad en el cielo y en la tierra será mía (Mateo 28:18).
- Seré Rey sobre todos los reyes y Señor sobre todos los señores (Apocalipsis 17:14).
- viviré para siempre y tendré las llaves de la muerte y del Hades (Apocalipsis 1:18).
- Me sentaré con mi Padre en su trono (Apocalipsis 3:21).
- Tendré en mi mano el cheque firmado con mi sangre por la compra perfecta, completa e irreversible de mi
Novia (1 Corintios 6:20).
- Estaré rodeado de ángeles y santos que clamarán a gran voz: “¡Digno es el Cordero que fue inmolado de
recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la bendición!” (Apocalipsis 5:12).
- Y desde mi trono edificaré mi iglesia en la tierra, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella
(Mateo 16:18).
- Y cuando se cumpla el tiempo, vendré otra vez con poder y gran gloria, y juntaré a mis escogidos de un
extremo del cielo al otro (Mateo 24:30).
- Y llenaré de mi gloria los cielos nuevos y la tierra nueva (Salmo 72:19).
- Y le diré a mi novia: “Entra en el gozo de tu Señor” (Mateo 25:23).

Cuando Hebreos 12:2 dice que Jesús “por el gozo puesto delante de él soportó la cruz”, este era ese gozo. Esta
resurrección, este futuro, esta esperanza, esta alegría que fluía del futuro al horrible presente era el poder de sufrir y
amar así.

PUEDES TENER EL GOZO DE JESÚS


Si estuviera aquí, y está aquí, esto es lo que te diría. Quiero que recibas esto personalmente del mismo Jesús: “Estas
cosas les he hablado, para que Mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea perfecto” (Juan 15:11).

Dios quiere que el gozo que se puso delante de Jesús y que le dio el poder de soportar el mayor sufrimiento en el
mayor acto de amor por los menos merecedores, Dios quiere que ese gozo sea tu gozo. Esto es lo que significa ser
cristiano: abrazar a Cristo en su totalidad: el Cristo que sufre, el Cristo resucitado, el Cristo que reina, el Cristo que
viene, que dice en todo momento: “He venido para que mi gozo esté en vosotros, y para que vuestro gozo sea
completo.”

La razón por la que la resurrección tiene un poder explosivo en nuestras vidas ahora es la misma razón por la que
tuvo un poder explosivo en la vida de Jesús el Viernes Santo. En su caso, la esperanza de la resurrección fue el gozo
que lo retuvo en la cruz. Y así es con nosotros: por el gozo que se nos presenta en la resurrección, soportamos el
costo del amor, por alto que sea.

Nuestro gozo está en la esperanza de gloria futura. Esa gloria que veremos cuando estemos en la presencia de Dios
por la eternidad.

Soportamos todo en esta vida, sufrimiento, dolor, tentación, persecución, burlas, ataques, todo por la gloria que ha
de venir en la vida eterna.

Cristo resucitó. Él venció a la muerte y al pecado. Y todos lo que hemos puesto nuestra fe en Él podemos gozarnos
en Su resurrección, porque ahora tenemos la victoria que Él consiguió para nosotros en la cruz.
Nos regocijamos en Su muerte y nos regocijamos aún más en Su resurrección. Porque morimos con Él, pero también
resucitamos con Él.

Claro, resucitamos primero espiritualmente, pero cuando Cristo venga a reinar, resucitaremos físicamente, es decir,
recibiremos un cuerpo glorificado, perfecto. Y así, la muerte nunca más tendrá poder sobre nosotros.

Pablo lo explica en 1 Corintios 15: 54-55


Pero cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad,
entonces se cumplirá la palabra que está escrita: «Devorada ha sido la muerte en victoria. 55 ¿Dónde está, oh
muerte, tu victoria? ¿Dónde, oh sepulcro, tu aguijón?».

Esa es nuestra esperanza, la gloria que está por venir. Para eso soportamos todo lo que tenemos que soportar en
esta vida.

Por eso Pablo dice también Romanos 8:18: Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son
dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada.

Y en 2 Corintios 4:17: Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda
comparación

Nada de lo que estés viviendo ahora, nada, absolutamente nada se compara con lo que tendrás en el reino de Dios.
Todo el dolor que sientes ahora, todo el sufrimiento que has vivido y que vivirás, todos los problemas, las
dificultades, los ataques enemigos, todo es nada comparado con la gloria que verás en el reino de Dios cuando
entres a la vida eterna.

Cristo murió, no solo para perdonar tus pecados, sino también para comprar tu adopción como hijo de Dios. Para
que así puedas entrar en la vida eterna, en el reino de Dios puro, santo y sin mancha. Justificado, santificado y
glorificado.

Y para eso también era necesaria la resurrección.

“Por medio de la resurrección el Padre manifestó el hecho de que el sacrificio de Jesús fue aceptado en el cielo
como el sacrificio perfecto, puro y sin mancha, y así se hizo posible eliminar el pecado y el dominio del pecado y de
la muerte en cada uno de aquellos que han puesto su fe en Cristo para la salvación de su alma.”

Entonces, cuando Cristo murió, y nosotros creemos en Él y su evangelio, nosotros, en Él, morimos al pecado. Él fue
sepultado y nosotros con Él por medio del bautismo. Él resucitó y por esa resurrección nosotros podemos andar en
una vida nueva. Eso nos dice Pablo en Romanos 6.

Y como resucitamos con Él, cuando Cristo venga en Su gloria, cuando venga a reinar por siempre, nosotros
estaremos allí con Él. Vamos a gobernar con Él. Como Su esposa glorificada, santificada, purificada por la sangre que
fue derramada en la cruz.

Ese es nuestro gozo, esa es nuestra esperanza.

Y para los que están sin Cristo hoy, esa también puede ser tu esperanza. Ese también puede ser tu gozo. Solamente
necesitas venir a Cristo en arrepentimiento y fe. Pídele perdón por tus pecados, por tu rebelión. Y Él te mostrará
misericordia, y te dará el perdón que tanto necesitas.

Y con ese perdón, vendrá el gozo y la esperanza que tienen todos aquellos que han depositado su fe en el único que
puede perdonar, en el único que puede salvar. En el único que pudo morir en una cruz por pecadores.

Ven a Cristo ahora, y junto con la salvación de tu alma, recibe el gozo que viene con la muerte y la resurrección de
Jesús.

Él murió, él resucitó. Esa es nuestra esperanza.

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