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UN ESTILO DE VIDA: LAS PANDILLAS

Una pandilla es una agrupación de adolescentes y


jóvenes que se enfrentan a problemas comunes y
comparten los mismos intereses. Estos grupos
demuestran violencia, robo, inseguridad ciudadana.
Esta afinidad se puede dividir en varios tipos de
pandillas:
 Las del barrio: son las agrupaciones que actúan en
su barrio sus miembros se dedican exclusivamente
al guerreo con pandillas aledañas a su zona o barrio para sentirse superiores.
 Las de barra brava: aparecen en los clásicos U y alianza o de diferentes equipos, a estas
pandillas se suman gente de todos los conos de nuestra capital a una sola para
identificarse con los colores del equipo que alienta.
 Las manchas escolares: Son agrupaciones conformadas por los alumnos de los principales
colegios que se enfrentan, ocasionalmente, en las principales avenidas de su distrito.
 Las Pandillas Femeninas: La presencia femenina en el pandillaje es cada vez más notoria,
tanto en el interior de la pandilla como en los espacios y actos en que estas actúan. Su
participación es múltiple: "guerrean" junto con los varones; auxilian a los heridos en los
enfrentamientos a modo de "socorristas"; o actúan como "soplonas"; las que llevan y traen
amenazas de mensaje, desafíos o burlas de grupo enfrentados.
En este problema las principales causas son las siguientes:
1. La desintegración familiar: La familia como institución básica de la sociedad está en crisis;
hay un alto porcentaje de separaciones y abandono familiar. Por otro lado, la ausencia de los
padres, empujados por la crisis a dedicar más tiempo a la obtención del ingreso familiar,
genera un vacío en la sustitución de la crianza de los hijos por otros familiares. Las presiones
económicas obligan a ampliar los horarios de trabajo y a eliminar los momentos dedicados a
la integración familiar, la afectividad y la recreación entre padres e hijos, elementos
importantes en su formación.
2. La desocupación y el empleo: Es para el común de los jóvenes difícil conseguir un empleo,
debido a su menor nivel educativo y limitadas capacidades y habilidades, así como por los
prejuicios y desconfianza que generan en sus potenciales empleadores, debido a su
vestimenta y adornos físicos, como son tatuajes, aros, cortes, etc.
3. La violencia Social y Familiar: Los jóvenes recuren a la pandilla porque en el hogar no
encuentran la tranquilidad y calor del hogar, sino al contrario violencia gritos y nada de
comprensión hacia ellos y por eso, es allí donde buscan amigos con los que ellos se sientan
identificados y comprendidos.
4. El trabajo y el estudio: Al llegar a una edad donde tienen que asumir su responsabilidad los
jóvenes ven más urgente satisfacer sus necesidades diarias, y optan por actos indebidos
como el robo u otros.
5. La pérdida de valores y habilidades sociales: Los jóvenes integrantes de pandillas tienen
poca valoración de su persona y expresan sentimientos de destrucción recogidos casi
siempre de su ámbito familiar: no tiene sentido de responsabilidad y generalmente, el error y
descuido caracterizan sus decisiones, pues carecen de espacios de dialogo y comunicación
para discutir sobre sus necesidades o intereses.
Las principales maneras de prevenir que las personas opten por ser pandilleros, empiezan en
los hogares, con la familia, un poco de afecto hacia los hijos, cenar juntos, dialogar y tratar de
entender a los jóvenes es parte esencial para su buen desarrollo emocional. Además, es
importante evitar la violencia en casa, es importante concientizar sobre estos problemas y
ayudar a solucionarlos. Practicar un deporte, estudiar, trabajar, actividades productivas son la
respuesta a los males que aquejan a la sociedad. Hay que hacer saber a los jóvenes que ese
no es el camino correcto, que hay muchas más cosas, que les pueden beneficiar, y hacerlos
mejor persona.
“Barras bravas”: ¿sin solución?
La absurda muerte de la peruana María
Paola Vargas Ortiz ha mostrado,
nuevamente, el grado de violencia e
impunidad con que actúan las “barras
bravas” en Lima.

Pero, ¿qué sabemos de estas


organizaciones?
Según la Dirección de Investigación y
Desarrollo del Estado Mayor de la Policía
Nacional del Perú, en Lima y Callao se han
identificado 410 pandillas juveniles y “barras
bravas” en 2008, de las cuales, el 44,6% de
sus integrantes son menores de 18 años
mientras que el 52,5% tiene entre 18 y 30 años. Además, la mayoría de estos jóvenes viven en
distritos populosos como Comas (Collique) y Ate Vitarte (Huaycán) y no han terminado sus
estudios básicos.
¿Es lo mismo pandillas que “barras bravas”? Para el informe defensorial, la situación de los
adolescentes infractores de la ley penal privados de libertad, pandillas no es sinónimo de “barra
bravas”, pues estas últimas se definen en torno al “hinchaje” por un equipo. Las “barras bravas”
suelen enfrentarse a otras y cometer actos violentos como asesinar a “barristas” de otro equipo
o robar.
Las pandillas, por el contrario, son organizaciones de adolescentes y jóvenes surgidas para
hacer frente a necesidades concretas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que algunas
pandillas pueden formar parte de las “barras bravas”.
Tanto las “barras bravas” como las pandillas juveniles están formadas por adolescentes
que, con el tiempo y sin una orientación adecuada, pueden llegar a convertirse en avezados
delincuentes. Para el sociólogo Aldo Panfichi, “el gran problema de esta violencia es un
sistema político y económico que produce jóvenes excluidos de la posibilidad de incorporarse,
vía educación o trabajo, a la dinámica de reproducción económica”.
Por eso, frente a esta realidad adversa, debería tomarse con pinzas la propuesta
del Presidente Alan García para disparar perdigones a los que, en su opinión, son vándalos
que necesitan probar de su propia medicina.
La forma cómo actúan hoy en día las “barras bravas” no es casual. Hace años que sus
acciones son respaldadas por las dirigencias de los clubes de fútbol, quienes les regalan
cientos de entradas sin ningún tipo de control. Peor aún, los dirigentes saben que muchos de
los “barristas” consumen drogas y alcohol, que son los factores que desatan la violencia con la
que actúan antes y después de un encuentro futbolístico, ¿han hecho algo estos dirigentes por
remediar esta situación? Para Aldo Panfichi, por el contrario, estos dirigentes utilizan a las
“barras bravas” como guardia pretoriana para fortalecer su poder, por eso, en su opinión, no les
interesa resolver el problema.
En estos días, en medio del cargamontón mediático originado tras la muerte de María
Paola, el gobierno ha obligado a los clubes de fútbol a empadronar a sus “barras”. Pero esta es
una medida improvisada pues no se fundamenta en una política nacional para prevenir la
violencia juvenil. A falta de esto, algunos Alcaldes distritales han sugerido que se
debería restablecer el Servicio Militar Obligatorio y responsabilizar a los padres por los delitos
que cometieran sus menores hijos que integran las “barras bravas”. Sin embargo, para el Ex
Ministro del Interior Gino Costa¹, lo que nos hace falta es una política ordenada y organizada
que les otorgue mejores oportunidades a estos jóvenes excluidos, con respuestas concretas.
Por eso, es necesario que el gobierno asuma su responsabilidad para enfrentar la violencia
juvenil y que la prioridad sea aplicar programas de prevención desde la familia y la escuela,
que son, a simple vista, dos de los aspectos más olvidados en lo que va de este mandato.

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