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Ramón Manzano Alonso

¿Es positivo o negativo que una persona se vea obligada a marcharse de su país?

Desde mi perspectiva, la expulsión de una persona de su país natal es, sin duda alguna, una situación
negativa que puede generar múltiples desafíos sin buscarlos.

Es necesario comenzar una nueva vida en un ambiente desconocido, adaptarse a leyes y costumbres
diferentes y buscar un trabajo que puede no ser tan satisfactorio como el anterior. La dificultad está sobre
todo cuando se trata de la familia, ya que la exclusión puede limitar el tiempo de reunión y dependerá del
aspecto económico porque viajar no es del todo barato.

Además, la expulsión puede tener un gran impacto emocional en la persona y muy mala si es de esta
manera forzada, puesto que esta persona puede sentirse como fuera de lugar, sin un lugar al que realmente
pertenecer porque sea todo diferente. Esto genera un sentimiento de nostalgia y tristeza que puede durar
toda la vida.

Sin embargo, es cierto que la expulsión también puede tener algunas consecuencias positivas. La persona
puede conocer una nueva sociedad, cultura, lenguas y modos de pensar que de otro modo no habría tenido
la oportunidad de experimentar. A veces, esto puede generar un enriquecimiento personal y una apertura
mental y personal que de otra forma no habría sido posible en su zona de confort.

No obstante, pienso que, en general, el deseo de volver a su tierra natal y recordar su pasado y más difícil
aún , lo que habría podido ser el futuro, sigue siendo una constante en la mente de la persona expulsada.
La cultura , las costumbres, los amigos y la familia dejan una marca imborrable que se mantiene en la
memoria y el corazón de la persona. Por lo tanto, la expulsión de una persona de su tierra siempre será un
acontecimiento doloroso y traumático que requerirá un gran esfuerzo personal y una gran capacidad de
adaptación y que todo dependerá de que sea más o menos amena el carácter de la persona expulsada.

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