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Entre las ideas que más daño han hecho a la humanidad una de las más
destructivas es la que afirma que la especie humana está dividida en razas y que
algunas de ellas son por naturaleza superiores a otras. Y nunca han faltado
argumentos para sustentar esta idea, desde los mitos elementales de los
antiguos pueblos hasta las explicaciones seudocientíficas de nuestro tiempo.
Cualesquiera que sean los criterios para definir o tipificar una raza, en cuanto a su
validez social o cultural, es preciso tener siempre en cuenta que los conceptos
científicos sólo tienen que ver con la forma física, sin que deba suponerse
ninguna relación directa con la inteligencia ni las formas de comportamiento.
Ni con la potencialidad cultural, puesto que en todas las razas se presenta en
forma completa la gama de valores intelectuales, espirituales o morales que
califiquen las culturas, ya que cualquier grupo, con sus propias dotes puede
alcanzar cualquier nivel cultural. Tampoco tiene relación directa con el idioma ni,
por cierto, con la nacionalidad. El concepto de raza alude simplemente a
grandes agrupaciones humanas, cuyos miembros presentan entre sí notable
semejanza en sus rasgos físicos. Cualquier clasificación es puramente biológica
y se refiere sólo a individuos emparentados por transmisión hereditaria.
En 1952, la UNESCO convocó a los más destacados especialistas del mundo para
analizar y definir la posición antropológica sobre la cuestión racial y el significado
de las diferencias que implica el concepto de raza. Todos llegaron al acuerdo, y
así lo explican en una importante declaración, que nada justifica la idea de que las
diferencias genéticas hereditarias sea un factor que deba considerarse en el
desarrollo de la cultura y en el progreso de los pueblos.
Tampoco hay razón alguna para creer que los diversos grupos humanos difieren
en su capacidad innata para el desarrollo intelectual y emocional y que se han
producido grandes cambios sociales que no tienen relación alguna con los
cambios de tipo racial. Que no existe, por otra parte, prueba alguna de la
existencia de las llamadas “razas puras” y los únicos caracteres sobre los cuales
los antropólogos han podido basar las clasificaciones raciales son únicamente
anatómicos y fisiológicos.
Raza, lengua y cultura son tres grandes componentes de lo que se llama una etnia
o un grupo étnico.
2.1.- Las relaciones interétnicas.
Son fundamentales para comprender las entidades étnicas. Hoy en día las
diferencias culturales se muestran en todo su potencial, enriqueciendo nuestras
sociedades, sus intercambios y los proyectos de futuro que estas albergan. Se
combate el racismo, se promueve el enfoque intercultural, se revaloran las
lenguas, se protegen los derechos colectivos y se visibiliza lo que antes fue poco
valorado.
Aparte de estas dos conductas extremistas, también son adversas las prácticas de
aculturación, mediante el neologismo (préstamo de otras lenguas), que indica la
influencia, el proceso de asimilación de una cultura por otra, resultando a una
nueva entidad cultural (alienada). Ejemplos: en las fiestas y celebraciones (el
Halloween), en las comidas y, en las formas de hablar (hola brother, oh my
goodness, ok).
Las políticas interculturales son las actitudes de las personas en las relaciones
interculturales. La política intercultural tiene en cuenta y asume:
Décadas atrás fue poco valorado y que hoy desde el Estado, se promueve el
enfoque intercultural tanto en los colegios como en las universidades.