7 Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Las enseñarás diligentemente a tus hijos, este es un punto clave donde la mayoría de los cristianos fallan, pero tranquilo, Israel también fallo en este punto. El Señor manda a los padres a enseñar, en las casas, su palabra; ellos tienen la responsabilidad de ser los sacerdotes en su hogar. Esta tarea no es simplemente leer un capítulo de la biblia los domingos, sino que es una tarea de tiempo completo. No es solo leer, sino es enseñar, es dar una interpretación y una aplicación para la vida. No solo los domingos, sino cada día de la semana, a la mañana, a la noche, al almorzando, cuando llevamos a chicos a la escuela, o cuando vamos de viaje. Si tan solo los padres cristianos hicieran esto, cuanto sufrimiento se ahorrarían, cuantos problemas evitarían, no solo eso, sino que harían del mundo un mejor lugar, porque los hijos que se rigen por la palabra de Dios, son los que marcaran una norma de conducta para la sociedad. Hoy donde cada día el mundo ataca a los creyentes y a sus hijos, el cumplir este mandato es lo que los librara del peligro que les asecha, les dará las armas para no caer en las mentiras, que se dicen como verdades absolutas. Pero se ha delegado la tarea de educar y de enseñar la biblia a la iglesia o a la escuela dominical, pero Dios claramente establece como responsabilidad del padre y es a este, que le reclamara cuando se presente delante de él. Hermanos Dios te puso un tesoro y una responsabilidad en tus manos, tus hijos y su palabra.