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I. El papel preeminente que nuestro ría incompleta, por más que haremos
constituyente otorgó a los partidos políti- puntual mención en algunas cuestiones,
cos como instrumento fundamental para ya que no sólo habríamos de citar los in-
la participación política y expresión del numerables artículos publicados tras la
pluralismo político ha sido constante ob- aprobación de nuestro texto constitucio-
jeto de estudio en multitud de trabajos a nal, sino, también, por supuesto, contri-
lo largo de estos años. Se han abordado buciones académicas publicadas con in-
de esta manera las más diferentes cues- mediata anterioridad al amparo de la
tiones: su estructura y funcionamiento, la normativa preconstitucional que preten-
democracia interna de los partidos, la se- día adaptarnos a los nuevos tiempos,
lección de sus dirigentes, sus fuentes de como aquel número publicado allá por
financiación, etc. 1977 en Cuadernos para el Diálogo, Teo-
Sería inviable tratar de hacer ahora ría y Práctica de los partidos políticos —
una relación de esos trabajos. editado por P. de Vega— y que reunió un
Más operativo resulta, sin duda, remi- amplio número de colaboradores de gran
tirnos al número sexto de esta misma re- talla: E. Aja, M. Aragón, C. de Cabo, J.
vista, Teoría y Realidad Constitucional, Corcuera, P. Cruz, A. Garrorena, J. Jimé-
en donde, en un laborioso repertorio co- nez Campo, L. López Guerra, I. Molas, I.
ordinado por J.M. Goig Martínez, se re- De Otto, P. Lucas Verdú, A. Pérez Calvo,
cogió un listado sobre la regulación de F. Rubio Llorente, L. Sánchez Agesta, G.
los partidos políticos en nuestro país; o a Trujillo, etc. Renunciamos por tanto a esa
la relación comentada, más breve lógica- selección que escapa de nuestras manos
mente pues se trataba de un anexo, in- y por otro lado carecería aquí de sentido.
cluida por R. Blanco Valdés en su trabajo En el último lustro, tras la entrada en
Los partidos políticos, 1990. vigor de la Ley Orgánica 6/2002, de 27
Nuestro cometido en esta recensión de junio, de Partidos Políticos, los límites
es más modesto y aquélla si es la finali- de su actuación y la cuestión, nada paci-
dad, por el contrario, de los repertorios fica, de la eventual disolución de los mis-
que periódicamente publicamos en la re- mos ha venido desatando un importante
vista y al que ahora hacemos remisión debate doctrinal que se ha acentuado al
expresa o la propia reseña comentada ya hilo de las diferentes decisiones judicia-
citada. les, la última de ellas la disolución de
Han sido muchos los trabajos y cual- ANV a finales de 2008; entre los más re-
quier selección que hiciéramos ahora se- cientes trabajos que han abordado esta
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trativas pues apenas variaría en un punto trabajo de E. Pajares Montolío, «El Tribu-
porcentual la representación de mujeres nal de Cuentas y los límites del control
en el Congreso de los Diputados (alrede- de la financiación de los partidos políti-
dor de un treinta y seis por ciento), he- cos», J. Pérez Royo, J. Urías Martínez, M.
cho que lleva a señalar a M. I. Serrano Carrasco Durán, Derecho constitucional
Maíllo e I. Martín de Llano (desde una para el siglo XXI, 2006).
perspectiva completamente diversa a la No han faltado cuestiones a abordar
del autor anterior) que la tendencia alcis- por esta legión trabajos sobre nuestra de-
ta desde la III Legislatura hasta la inme- mocracia de partidos, que, recordemos,
diatamente anterior a la aprobación de fue explicada certeramente por García
la reforma de la LOREG «indica que la Pelayo como una adaptación del princi-
tendencia hacia una mayor presencia de pio democrático a las nuevas coyunturas
la mujer en el Congreso y, por tanto, en históricas y concretamente a la masifica-
puestos de representación política, es un ción del ejercicio de los derechos demo-
hecho independiente de la legislación» y cráticos y al hecho de que la sociedad en
«que la tendencia a la igualdad en pues- la tiene que transcurrir el proceso demo-
tos de representación política de miem- crático es una sociedad organizacional
bros de ambos sexos viene marcado por (El Estado de Partidos, 1986; Las trans-
la inercia social», «El principio de igualdad formaciones del Estado contemporáneo,
y la democracia paritaria», S. Sánchez 1982).
González, En torno a la igualdad y a la No obstante esto, más allá de estu-
desigualdad, 2009. dios que han profundizado en aspectos
Más allá de esta cuestión, en esa mis- específicos, lo cierto es que hasta la fecha
ma legislatura, casi a la par de la aproba- contábamos una suerte de vacío doctrinal
ción de aquella ley, resulta preciso hacer en nuestro país en un particular punto, la
mención igualmente a la reforma de la igualdad de oportunidades de los parti-
regulación de la financiación de los parti- dos políticos configurado de forma ge-
dos políticos (Ley Orgánica 8/2007, de 4 nérica, sobre la que si existía abundante
de julio) que vino determinada por no literatura y previsiones normativas o ju-
garantizar ya de manera adecuada la re- risprudenciales en otros ordenamientos,
gulación entonces vigente (recuérdese, el alemán o el norteamericano, por ejem-
Ley Orgánica 3/1987, de 2 de julio) la plo.
suficiencia, regularidad y transparencia Esta laguna se ve suficientemente sol-
de su actividad económica. Cabe destacar ventada por los dos trabajos que ahora
que en el informe correspondiente a las recensionamos de forma conjunta: los de
elecciones municipales de 2007 (conoci- los profesores Yolanda Fernández Vivas y
do al elaborar estas notas, diciembre de Oscar Sánchez Muñoz publicados prácti-
2008) se destaca que la practica totalidad camente a la par en una coincidencia fe-
de los partidos (en mayor o menor medi- liz por el Congreso de los Diputados y el
da) cometieron alguna irregularidad en Centro de Estudios Políticos y Constitu-
sus contabilidades. cionales respectivamente bajo las rúbri-
Dicha Ley asimismo permitió dar cas, Igualdad y partidos (análisis consti-
efectividad a los requerimientos de la Co- tucional y comparado de la igualdad de
misión Mixta para las relaciones con el oportunidades de los partidos políticos) y
Tribunal de Cuentas así como a las conti- La igualdad de oportunidades en las
nuas recomendaciones de los informes competiciones electorales.
anuales de éste órgano (insistiremos en II. Abordan ambos, como decimos,
este punto posteriormente; aunque pre- un mismo objeto de estudio: el concepto,
vio a la Ley recomendamos la lectura del extensión y virtualidad de la igualdad de
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ejemplo, es uno de estos elementos des- No olvidemos que desde 1976 las can-
tacados en ambos trabajos. didaturas presidenciales en ese país han
Se trata de una cuestión sobre la que podido optar a un sistema de financiación
existía ya una importante literatura desde pública, y que desde el año 2000 (cuando
hace tiempo y desde diferentes ópticas: a accedió a la presidencia G. Bush presi-
título de ejemplo, P. del Castillo, La fi- dente tras unas elecciones ciertamente
nanciación de partidos y candidatos en complejas y con un resultado electoral
las democracias occidentales, 1985 o E. muy discutido en un polémico proceso
Pajares Montolío, La financiación de las de recuento de votos) los candidatos sue-
elecciones, 1998, derivados ambos de sen- len renunciar a esa financiación por las li-
das tesis doctorales; más recientemente, y mitaciones que comporta; es interesante
en esta misma revista, M.I. Serrano, «La fi- también apuntar que la declaración de la
nanciación de los partidos políticos en renta de los contribuyentes norteamerica-
España», TRC, 12/13, 2003. nos incluye una casilla para poder destinar
Las regulaciones en el ámbito com- voluntariamente una cantidad de dinero a
parado son ciertamente dispares y res- la campaña presidencial.
ponden a muy diferentes concepciones Ciertamente interesantes fueron los
de la vida política, de la intervención es- planteamientos de las candidaturas de
tatal o la participación privada, aunque Obama y McCain sobre este punto
como apuntó K. Von Beyme «ninguna de- abriendo, cada uno desde sus propios in-
mocracia moderna ha podido evitar del tereses, el debate sobre la financiación
todo que los partidos se convirtieran en de las candidaturas, especialmente a la
pensionistas del Estado», La clase política vista del cambio de opinión del primero
en el Estado de partidos, 1995. por causa de su tremenda capacidad me-
Con ocasión de las últimas elecciones diática a nivel nacional e internacional.
presidenciales en los Estados Unidos asis- Más allá de la anécdota, lo cierto es
tíamos con cierto asombro, incluso ru- que los dos trabajos recensionados disec-
bor, a las cifras manejadas. Se llegó a ha- cionan esta cuestión.
blar en la fase final de la campaña de Y. Fernández Vivas aborda la evolu-
hasta quinientos millones de dólares re- ción histórica del sistema de financiación
caudados por internet por la candidatura de los partidos y las fuentes de financia-
de Barak Obama, y aunque en nivel me- ción pública y privada en los cuatro ca-
nor, hay que recordar también el incre- pítulos referidos a los modelos alemán,
mento de ingresos obtenido por la candi- estadounidense, italiano y, por supuesto,
datura de su rival John McCain tras el español. En el caso de Alemania añade
anuncio de la incorporación, como can- uno adicional referente a la exigencia
didata a la vicepresidencia, de Sarah Palin constitucional de transparencia en la fi-
(como apuntaba S. Sánchez González en nanciación y en el de España y Estados
esta misma revista tiempo atrás, «allí, tenía Unidos otro referente a los mecanismos
que ser allí, donde tanto esfuerzo ha cos- de control (en aquél primero aborda tam-
tado que la condición de elector y de bién los límites de los gastos electorales).
elegible no siguiera vinculada a la condi- En sus conclusiones (centradas en los tres
ción de propietario, donde no se ha im- elementos comunes a los cuatro mode-
pedido que la propiedad privada conti- los) apunta, para evitar en lo posible ca-
nuara actuando a su manera, es decir, sos de financiación fraudulenta a los que
funcionando como el poder dominante estamos ya tan acostumbrados, a los ser-
en la esfera política de la vida humana», vicios públicos de radiotelevisión en or-
«La financiación de los partidos políticos den a garantizar realmente la igualdad de
en los Estados Unidos», TRC, 6, 2000). oportunidades, especialmente en perío-
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Barak Obama de media hora de emisión rillo, «La campaña electoral: los progra-
en las principales televisiones del país de mas electorales, los medios y el desarro-
manera simultánea y en prime time; esta llo de la campaña», VVAA, Las elecciones
candidatura gastó doscientos treinta mi- legislativas del 1 de marzo de 1979,
llones de dólares en publicidad en televi- 1979).
sión y prensa. VII. Temas como la propia jornada de
VI. De igual manera son analizadas reflexión, aparente menores (no en vano
en los dos trabajos recensionados las en- es inexistente en múltiples países —Esta-
cuestas electorales tanto en el tema rela- dos Unidos sería un buen ejemplo de
tivo a la garantía de su objetividad como ello—), también encuentran espacio en
a las eventuales limitaciones o controles los libros comentados para su estudio al
que se les imponen (prohibiciones de amparo de este principio.
publicación en determinados períodos, O. Sánchez Muñoz lo singulariza de
acceso a encuestas de organismos públi- forma específica añadiendo a un estudio
cos..). teórico sobre la jornada de reflexión un
Todo ello para la protección del prin- apunte de lo acontecido en las elecciones
cipio aquí abordado, la igualdad de opor- de marzo de 2004 tras el terrible atentado
tunidades entre los diferentes competi- terrorista del 11 de marzo. Y. Fernández
dores electorales así como para proteger Vivas opta aquí por un planteamiento
al elector frente a determinadas influen- esencialmente teórico, sin entrar a abor-
cias. dar aquellos sucesos, al hilo del estudio
Las nuevas tecnologías, en todo caso, más genérico de la igualdad de oportuni-
en España y en otros países que tienen dades de los partidos en el ámbito de la
algunas de estas limitaciones (pensamos comunicación, eje referencial en su estu-
esencialmente en su publicación en con- dio.
cretos períodos) ha introducido nuevas Sobre esta cuestión, apuntar única-
variables a tener en cuenta, pudiendo ha- mente que, como se puso de manifiesto
blarse quizá de cierta obsolescencia en su en la encuesta postelectoral del CIS, casi
previsión. Cabe recordar por ejemplo que a la cuarta parte de los votantes (21,4 %)
en las últimas elecciones generales, al tér- dicho atentado les influyó mucho o bas-
mino del último Consejo de Ministros tante en su decisión (véase, A. J. Porras
previo a las mismas, la propia Vicepresi- Nadales, «Las elecciones generales de
denta del Gobierno, y a la vista de en- marzo de 2004: aspectos problemáticos
cuestas y sondeos publicados en otros y consecuencias», REP, 126, 2004).
países durante los días de limitación, VIII. El punto de llegada de ambos
apuntó su disposición favorable a la re- trabajos, por diferentes caminos, conver-
forma de la previsión limitadora de la ge en gran medida en un resultado simi-
LOREG en este punto. lar, satisfactorio en ambos casos, con al-
Sin querer entrar en exceso en estas guna diferencia puntual en específicos
cuestiones (nos remitimos al trabajo de L. razonamientos.
Galvez Muñoz, El régimen jurídico de la Se nos presenta en ambos el principio
publicación de las encuestas electorales, de igualdad de oportunidades como un
2002) es interesante recordar que la re- principio esencial en todo Estado demo-
gulación de las mismas fue temprana crático, enmarcado en los modelos de
(Ley 14/1980, de 18 de abril, sobre régi- democracia concurrencial y en donde la
men de encuestas electorales) y aprobada legitimidad del sistema viene en buena
en buena parte por lo acontecido en las medida imbricada con aquel. Las medidas
elecciones generales de 1979 en esta ma- prestacionales en orden a compensar de-
teria; (sobre esta campaña, J. García Mo- terminadas desigualdades tienen aquí un
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