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Ron y Hermione en la distancia, saltando como locos, Ron vitoreando en medio de

una gran hemorragia nasal…


Harry llegó a la cabaña. Se apoyó contra la puerta de madera y miró hacia
Hogwarts, cuyas ventanas despedían un brillo rojizo en la puesta del sol. Gryffindor a
la cabeza. Él lo había hecho, le había demostrado a Snape…
Y hablando de Snape…
Una figura encapuchada bajó sigilosamente los escalones delanteros del castillo.
Era evidente que no quería ser visto dirigiéndose a toda prisa hacia el bosque
prohibido. La victoria se apagó en la mente de Harry mientras observaba. Reconoció a
la figura que se alejaba. Era Snape, escabulléndose en el bosque, mientras todos
estaban en la cena… ¿Qué sucedía?
Harry saltó sobre su Nimbus 2000 y se elevó. Deslizándose silenciosamente sobre
el castillo, vio a Snape entrando en el bosque. Lo siguió.
Los árboles eran tan espesos que no podía ver adónde había ido Snape. Voló en
círculos, cada vez más bajos, rozando las copas de los árboles, hasta que oyó voces.
Se deslizó hacia allí y se detuvo sin ruido, sobre un haya.
Con cuidado se detuvo en una rama, sujetando su escoba y tratando de ver a
través de las hojas.
Abajo, en un espacio despejado y sombrío, vio a Snape. Pero no estaba solo.
Quirrell también estaba allí. Harry no podía verle la cara, pero tartamudeaba como
nunca. Harry se esforzó por oír lo que decían.
—… n-no sé p-por qué querías ver-verme j-justo a-aquí, de entre t-todos los l-
lugares, Severus…
—Oh, pensé que íbamos a mantener esto en privado —dijo Snape con voz gélida
—. Después de todo, los alumnos no deben saber nada sobre la Piedra Filosofal.
Harry se inclinó hacia delante. Quirrell tartamudeaba algo y Snape lo interrumpió.
—¿Ya has averiguado cómo burlar a esa bestia de Hagrid?
—P-p-pero Severus, y-yo…
—Tú no querrás que yo sea tu enemigo, Quirrell —dijo Snape, dando un paso
hacia él.
—Y-yo no s-sé qué…
—Tú sabes perfectamente bien lo que quiero decir.
Una lechuza dejó escapar un grito y Harry casi se cae del árbol. Se enderezó a
tiempo para oír a Snape decir:
—… tu pequeña parte del abracadabra. Estoy esperando.
—P-pero y-yo no…
—Muy bien —lo interrumpió Snape—. Vamos a tener otra pequeña charla muy

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