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P arroquia Divina Providencia -Grupo de Lectores

VIACRUCIS MEDITADO

INICIO

LECTOR: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

INTENCION: Señor Jesús, ofrecemos este viacrucis por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman, por las
intenciones del Papa y nuestro obispo y por las intenciones particulares de los que estamos hoy presentes. (1 m silencio)

ACTO DE CONTRICIÓN: Jesucristo, mi Dios y mi Salvador, yo me arrepiento de corazón por los pecados que he cometido,
porque con ellos ofendí a un dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar. Confió en que perdonaras mis
culpas y me llevaras a la vida eterna, porque eres bueno. Amén.

ALMA DE CRISTO

TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

PRIMERA ESTACION
JESUS ES CONDENADO A MUERTE

Pilato mandó a sacar a Jesús, y dijo a los judíos: “Aquí tenéis a vuestro Rey”, pero ellos gritaban:”¡Fuera, fuera,
crucifícalo!” Pilato les dice: “Pero ¡Cómo he de crucificar a vuestro Rey?” Respondieron los primeros sacerdotes:
“Nosotros no tenemos más rey que al César”. Entonces se los entregó para que fuera crucificado” (Juan 19,13-16).

LECTOR: Jesús acepta la sentencia de muerte, hoy cristo es nuevamente condenado a muerte y crucificado en cada uno
de nosotros cada vez que pensamos mal, que hablamos precitadamente, cuando enjuiciamos y condenamos sin justicia
o nos movemos en el mundo obrando sin amor. Recordemos las palabras del Evangelio: “Sed misericordiosos como
vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6,36).

Señor, que al recordar la condena injusta que Tú sufriste, nos cuidemos de no condenar a los demás…

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Señor Jesús, no permitas que seamos contados entre los injustos. No permitas que los poderosos y fuertes se
complazcan en el mal y en la injusticia. No permitas que la injusticia lleve a los inocentes a la desesperación y a la
muerte. Confírmales en la esperanza e ilumina la conciencia de aquellos que tienen autoridad en este mundo, de modo
que gobiernen con justicia. Ayúdanos a obrar con amor antes de pensar o actuar mal sobre el prójimo, y es que Señor es
tan fácil pensar que la justicia siempre la conocemos, cuando el único justo eres tu nuestro Dios, que siempre nos
brindas tu amor sin reparo, a veces no tenemos que ver con un enfoque pequeño, tenemos que verlo ampliamente con
el amor de todas las acciones que permites que pasen en nuestras vidas.

LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

SEGUNDA ESTACION
JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS

TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

LECTOR: Los judíos tomaron a Jesús y cargándole la cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario (Juan 19,17)
La cruz es colocada sobre los hombros de Cristo y Él debe llevarla hasta el Calvario. A pesar de su extrema
debilidad, Jesús la recibe. Es fácil decirlo, pero difícil ejecutarlo, tomar esa pesada cruz, señor mío, tú que
venias ya agotado de haber recibido los latigazos hasta que se cansaron los soldados de pegarte, aun así,
Señor, no dudaste y tomaste esa pesada Cruz, la apoyaste sobre tu débil y cansada espalda, cuanto dolor
físico, pero también cuanto dolor de todos los pecados que estabas cargando. ¿Por qué si recordamos todo el
dolor que pasaste Señor seguimos pecando?
Es que nosotros recibimos todos los días una cruz que debemos llevar, y a veces no nos percatamos, y nuestra
cruz no está formada de madera, sino de pequeñas cosas que forman nuestro día: trabajo, sufrimientos,
enfermedades, tristeza, incomprensiones, cansancio, nerviosismos…tantas cosas que sacan nuestra fragilidad.
Recordemos las palabras del Evangelio: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz de cada día y sígame” (Lucas 9, 23).
Señor, concédenos, para hacernos dignos de ti, saber aceptar nuestras cruces de cada día, con amor.
LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

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TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

LECTOR: He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba y me
llenaban de salivazos… (Isaías 50,6)
Jesús cae, él cae. Y ver como encuentra la fortaleza y voluntad de su espíritu para levantarse nuevamente y
levantar esa pesada cruz, Nuestro Señor Cristo ha caído para que tú sepas cómo se levanta uno de la tierra y
cómo se vuelve a coger la cruz, y puede que a su alrededor hay muchos brazos que se extienden hacia él, pero
ninguno para ayudarlo, son manos de hierro, manos duras, prontas a golpear, lastimar, herir… manos que no
lo quieren ayudar. Muchas veces a lo largo de nuestro camino nos encontramos con personas que sufren, que
están desalentadas; abatidas por la pobreza, sufrimientos y problemas. ¿Qué haremos nosotros para levantar
al Cristo caído en las personas de aquellos que sufren o se encuentran solos?
Señor, todo el que camina, cae. Danos fuerza para levantarnos y también así poder ayudar a los demás a
seguir caminando.
LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

LECTOR: Una espada atravesará tu corazón ( Lucas 2,35).

Jesús encuentra a su Santísima Madre en el camino al Calvario. Él sangra y ella tiene el corazón traspasado por el dolor al
ver a su hijo sufrir este camino lleno de dolor. Es un encuentro de corazones unidos en la misma causa, ella sabe que su
hijo tenía que pasar por este camino, ella sabe que su hijo se tiene que encargar de las cosas de su Padre Celestial, ella
sabe que nadie más puede cumplir esta misión, ella sabe desde que se lo dijo Simeón que él llevara al resurgimiento del
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pueblo de Israel, nadie más puede realizar esta labor, ella acepta ese pasar ese dolor y acompaña a Jesús de la manera
que una madre lo hace, porque es su hijo, porque lo ama.

El hombre constantemente se interroga sobre el sentido del dolor, ¿Cuál es el valor del dolor en la vida humana? El
dolor es una condición esencial de vida, nos lleva a un crecimiento de la persona, a encontrar una fuerza y una
enseñanza que es indispensable en el Ser Humano para vivir, porque es una consecuencia latente del Amor. Ponte a
pensar todos los dolores que has pasado y sigues pasando… ¿Sabes reconocer los dolores en otras personas?

Señor, ayúdanos a enfrentar y superar nuestros dolores y que seamos alivio y paz para quienes nos rodean…

LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

LECTOR: Cuando llevaban a Jesús al Calvario, detuvieron a un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo
cargaron con la cruz para llevarla, detrás de Jesús (Lucas 23,26).

Simón tomó sobre sus hombros esa cruz para ayudar a nuestro Salvador en la obra de a Redención, pero, ¿Por qué
quisiste, Jesús, tener necesidad de Simón? Tú has querido tener necesidad de los hombres hasta para llevar la Cruz, para
hacernos redentores contigo, para decirnos que nuestras cruces son redentoras, son una prolongación de tu misma
Cruz. Para decirnos que los hombres debemos ayudarnos unos a otros a llevar nuestras cruces, aunque a veces no
queramos, aunque vengamos cansado del trabajo del campo, de la escuela, del hogar o simplemente de un largo día,
porque en el camino de la vida, a mi lado, marchan muchos seres humanos que a veces no pueden llevar su Cruz. Los
has puesto tú allí para que los vea y les eche una mano… Cuando prestamos ayuda al prójimo en sus penas y apuros, es a
Jesús a quien ayudamos a llevar su cruz. En nuestra familia, en nuestra comunidad… ¿Somos capaces de dar un poco de
nuestro tiempo y de nuestro amor? Pensemos en lo que nos dice Jesús: “Tratad a los hombres como queréis que ellos os
traten a vosotros. Si amáis a los que os aman ¿qué méritos tendréis?” (Lucas 6,27).

Señor que sepamos donar un poco de nuestro tiempo y de nuestro amor a aquellos que lo necesitan.

LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

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TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

LECTOR: Muchos se horrorizaban al verlo, tan desfigurado estaba su semblante que no tenia ya aspecto de hombre
(Isaías 52,14)

Jesús sangra por todas partes, la sangre escurre por su rostro ensangrentado, fracturado, herido, ya no podía ver bien, la
sangre no lo dejaba y de repente una mujer valiente de entre el pueblo sale, atraviesa la muchedumbre, se arrodilla, se
quita su manto para poder limpiar sutilmente su rostro, tratando de no abrir más esas heridas que ya tiene. Ella es una
mujer valiente que afronta la situación cueste lo que cueste, no le importa si la golpean, si la pisan, si la maltratan, ella
tiene claro en mente realizar ese acto de bondad desinteresado ante el sufrimiento de nuestro Señor Jesús.

Hoy el hombre no quiere sencillamente comprometerse con los valores más comunes de la vida humana, no quiere ser
valiente y realizar algún acto que no convenga, algo en lo que no gane, algo en donde no exista rendimiento, no quieren
demostrar su bondad, porque piensan que es reflejo de debilidad, y es así como permitimos que el mal prospere y que la
injusticia triunfe. Los actos de amor no pasan. Cualquier gesto de bondad, de comprensión y de servicio deja en el
corazón del hombre una señal indeleble, que lo asemeja un poco más a Aquél que «se despojó de sí mismo tomando
condición de siervo» (Filipenses 2,7). Así se forma la identidad, el verdadero nombre del ser humano.

Señor, ayúdanos a ser también como la Verónica; cristianos valerosos, para solidarizarnos con los que lloran y sufren.

LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

LECTOR: Eran nuestros sufrimientos los que llevaba, nuestros dolores lo que le pesaban… Ha sido traspasado por
nuestros pecados, deshecho por nuestras iniquidades… (Isaías 53,4).

Jesús cayó nuevamente. Tan solo hace unos días él había pasado por esas mismas calles triunfalmente aclamado como
el Mesías, ahora estas calles esta llenas de miradas de odio, de miradas frías que no dan segundas oportunidades, ellos
se olvidan que todos los que caminamos, podemos caer, y no solo una vez. Nosotros también caemos por causa de

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nuestra debilidad, por nuestra fragilidad, por no saber resistir. Pero, después de alguna falla, si alguien nos da una mano,
podemos volver a levantarnos. ¿Tenemos esa actitud de bondad y de amor frente al que he fallado o se encuentra
desesperado por su situación? ¿Sacamos el valor para dar esa segunda oportunidad? Señor, tú que tuviste la fortaleza
para levantarte nuevamente, ilumina nuestras conciencias para que reconozcamos que, a pesar de las divergencias
humanas, un destello de verdad y bondad ilumina a todos los hombres llamados a caminar juntos.

Señor, que no nos desalentemos frente a los fracasos o debilidades, sino que sepamos levantarnos y sigamos
caminando.

LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

LECTOR: Seguían a Jesús una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraba por él. Pero
Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: “¡Hijas de Jerusalén!, no lloréis por Mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros
hijos” (Lucas 23,27-28).

Jesús no pide compasión por él. De nada sirve lamentarse por los sufrimientos de los demás si no hacemos por ellos algo
concreto. Cristo no se sometió a los sufrimientos para aparentar o pedir compasión. Cristo acepto el dolor y lo amo para
enseñarnos que por la cruz y el dolor se llega a la resurrección. Frente al dolor, lo importante es asumirlo y ayudar a los
demás a superar los malos momentos, para que la alegría y el consuelo vuelvan a quienes lo necesitan. Cristo, frente a la
viuda de Naím, no se limitó solo a decirle: “No llores”, sino que hizo algo muy concreto por ella, devolviéndole la vida a
su hijo.

Señor que nosotros sepamos asumir una actitud de fe, amor y esperanza frente a nuestro dolor y al sufrimiento de los
demás.

LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

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TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

LECTOR: Venid a mi todos lo que estáis cansados y oprimidos y yo os aliviaré. Cargad mi yugo sobre vosotros, y aprended
de mí que soy manso y humilde de corazón y encontréis descanso para vuestras almas (Mateo 11,28-29).

Pensando en Cristo maltratado…nosotros nos escandalizamos, nos angustiamos y pensamos, ¡cómo es que nadie lo
ayudaba!, si los que estaban presentes ya lo habían visto caer dos veces atrás, aún faltaba camino para llegar y las
miradas seguían siendo frías y sin compasión, pensamos seguramente, “si yo hubiera estado ahí, lo hubiera ayudado”,
pero, escenas semejantes ocurren todos los días. Cuantas veces permanecemos indiferentes frente al sufrimiento de
otros que están a nuestro lado, y nos escondemos o escabullimos por temor a comprometernos y tenderles una mano…
Y ¿Cuántas otras veces no habremos sido nosotros mismo causa de caída de otras personas? Recordemos que lo que
hacemos al hermano lo estamos haciendo a Dios, al mismo Dios que pensamos que lo hubiéramos ayudado si
hubiéramos estado ahí… no hay necesidad de volver en el tiempo, el necesitado vive hoy en día.

Señor, que no seamos causa de tropiezo para los demás sino una mano amiga que alivia y levanta, que podamos ver a
cristo maltratado en el hermano que está sufriendo.

LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

LECTOR: Legados al lugar llamado Gólgota le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel, pero él, habiéndolo
probado, no quiso beber. Los que lo crucificaron se repartieron sus vestidos a suertes (Mateo 27,33).

Jesús termina de recorrer el camino que lo conduce hasta el lugar de su martirio final. Al llegar, es despojado de sus
vestiduras ante la mirada angustiada e impotente de su madre. Jesús calla. No se queja ni se altera. Ha aceptado todo
esto por amor. Nosotros en cambio, a veces aceptamos el dolor con los labios y cuando llega nos asustamos y nos
volvemos atrás, nos quejamos, nos alteramos y ponemos el grito en el cielo; queremos salir corriendo y evadir la
realidad, tomamos algún placebo que calme esa angustia, porque en nuestra mente el orgullo no nos deja ser débiles,

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vulnerables, tristes, no queremos perder nada, ni las vestiduras como las dio nuestro Señor. Por eso hay que recordar
que Jesús nos dice: “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos”.

Señor, cuando el dolor que nos toque sea tan grande y nos despoje hasta de nuestro egoísmo y orgullo, que sepamos,
llenarnos de tu amor. Recordando siempre que tu diste todo, tu sangre, tu vida y hasta las vestiduras que levabas
puestas.

LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

LECTOR: Cuando llegaron al lugar llamado calvario, crucificaron ahí a Jesús y a dos malhechores uno a la derecha y otro a
la izquierda (Lucas 23, 34)

Ha llegado el momento más doloroso de cristo ser clavado en la cruz.

A pesar de todo el odio y el desprecio, Jesús encuentra palabras de perdón para los responsables de su muerte: “Padre
perdónalos porque no saben lo que hacen” Y para hacer más palpable su perdón y amor, nos regala a su madre, para
que ella nos guie hacia Dios. “he ahí a tu madre”. Una herencia de perdón y de amor. Cristo perdona, disculpa y dona lo
mejor que tiene: su santa madre. No hay otro camino. El que ama de verdad, sabe perdonar, sabe disculpar… Cristo
perdono porque nos amó. Así debe ser nuestra vida llena de amor y perdón, si nos consideramos hijos de Dios, unos
cristianos.

LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

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LECTOR: Hacia la hora sexta, las tinieblas cubrieron la tierra hasta la hora nona. El sol se eclipso y el velo del templo se
rasgó por en medio. Y Jesús, con fuerte voz dijo: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” y al decir esto expiró.
(Lucas 23, 44-46)

Jesús finaliza su misión. Muere para salvarnos, para quitar de nosotros la muerte eterna merecida por el pecado. El dolor
de Cristo nos redime, nos hace más humanos y nos lleva a comprender mejor el misterio de Dios, porque sabemos que
no permanecerá muerto, la muerte es solo un paso, una herramienta para que Dios manifieste en su hijo su poder sobre
todas las cosas, incluso la muerte. Recordemos que Jesús siendo Dios, no retuvo ávidamente su dignidad, sino que se
hizo hombre. Y hecho hombre, se humilló a sí mismo, tomando condición de esclavo, obedeciendo hasta la muerte. ¡Y
qué muerte! muerte de pecador, muerte de malhechor, ¡muerte de cruz!

Ahora señor sabiendo y creyendo que la muerte de tu hijo fue para un fin magnifico, la nueva alianza, la muerte y el
dolor se hacen llevaderos y cobran sentido porque Cristo los venció. Gracias a él sabemos que después de la cruz llega la
gloria.

Señor ayúdanos a comprender que la muerte no es el final, sino el inicio de la vida eterna.

LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

LECTOR: Un hombre llamado José, el cual era del consejo, hombre bueno y justo, de Arimatea, Ciudad judía, quien
esperaba también el reino de Dios, que no había estado en la resolución de ellos, en sus actos, fue a ver a Pilato y le
pidió el cuerpo de Jesús. Después lo bajo lo amortajo en unas sábanas. (Lucas 23, 50-53)

Jesús es descolgado de la cruz. María lo recibe en sus brazos, esos brazos llenos de amor y ternura que lo cargaron desde
niño. El hijo inocente muere para dar la vida y salvar al hijo que estaba perdido, Cristo nos salva muriendo y derramando
su sangre por nosotros. María acepta el dolor de recibir muerto a su hijo y lo abraza; sabe que ha cumplido la misión que
le encargo el Padre, ahora nosotros podemos renacer, para vivir con él.

Señor, que el dolor por quienes amamos nos lleve a comprender y a amar a aquellos que están lejos de nosotros.

LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…

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TODOS: Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo. Y a mí pecador. Amén.

LECTOR: José tomo el cuerpo de Jesús lo envolvió en una sábana limpia y lo deposito en su propio sepulcro nuevo, que
había hecho cavar en la roca. Hizo rodar una piedra y se retiró. (Mateo 27, 59-60)

Jesús no tuvo ni siquiera un sepulcro donde descansar. Necesito de sus amigos para que le prestaran una tumba. Allí fue
enterrado esperando la gloriosa resurrección, el final de todo camino doloroso.

Pero Jesús como lo había prometido, no se queda en el sepulcro frío. Resucito glorioso dando así un sentido de
esperanza a toda muerte. Como Jesús, no estamos condenados a permanecer muertos en un sepulcro, sino a vivir para
siempre, porque Cristo resucito y nosotros también resucitaremos con él. Somos herederos del reino eterno por obra y
gracia de Jesucristo señor nuestro

Señor que no tengamos miedo a morir ni ver morir a alguien cercano por que la muerte es un paso a la vida eterna que
eres tú.

LECTOR: Reafirmo con fuerza: “Dios mío, yo creo, adoro, espero y amo”

RESPUESTA: Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

Padre nuestro, Ave María, Gloria al Padre…


Oración final

Señor hemos llegado al final de este camino doloroso que tu recorriste, gracias por recordarnos que todo dolor tiene
sentido, que no es en vano. No sabemos Señor si admirar más tus dolores, tu tesón, tu firmeza o el grande amor que
manifestaste con nosotros los hombres. Tú nos conoces. Sabes cómo somos, tú conoces el camino que llevamos
recorrido. Tú vez nuestros esfuerzos por querer hacer el bien a pesar de nuestras debilidades. Solo queremos decirte
una cosa: ¡En nuestro viacrucis necesitamos contar contigo! Queremos ser fieles a la voluntad de Dios sobre cada uno de
nosotros. Aceptamos las alegrías y las cruces que nos ofreces, pero bien sabes que solos nada podemos. Señor,
queremos que tu cuentes con nosotros. Pero sobre todas las cosas queremos contar contigo, Señor. Y queremos
recordar las palabras del evangelio. “No busquéis entre los muertos al que está vivo”. No busquemos en el pasado lo
que debemos construir para el futuro. Te lo pedimos por los dolores Madre la virgen María. Amen.

10 | P á g i n a

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