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LA RESTAURACION

Jean Carlos García 1-20-2549

La Guerra de la Restauración (1863-1865), también conocida en España como Guerra


de Santo Domingo, fue una guerra llevada a cabo entre rebeldes dominicanos
separatistas y las autoridades españolas de Santo Domingo.

En 1861, el general Pedro Santana había arrebatado la presidencia a Buenaventura


Báez, quien había quebrado la Tesorería de la Nación con grandes ganancias para sí
mismo. Frente a una crisis económica, así como la posibilidad de un nuevo ataque
de Haití, Santana pidió a España que retomara el control de su antigua posesión bajo
la categoría de provincia, con tan solo 17 años de independencia.

Sin embargo, este acto no fue bien recibido por todos. El 2 de mayo, el general José
Contreras lideró una fallida rebelión, y Francisco del Rosario Sánchez encabezó una
invasión desde Haití (cuyo gobierno aunque oficialmente neutral, le preocupaba que
España afianzase su poder en la zona), pero fue capturado y ejecutado el 4 de julio de
1861.

Jura del gobernador y capitán general de Santo Domingo, don Pedro Santana, pintado
por Wenceslao Cisneros, 1862 (Museo del Prado, Madrid).
Las autoridades españolas comenzaron a alienar a la población en general mediante
el establecimiento de una política conocida como “bagajes”, que requería que los
ciudadanos entregaran cualquier animal de trabajo a los militares españoles sin
ningún tipo de garantía de indemnización. Esto fue especialmente problemático en la
región del Cibao en el norte, donde los agricultores dependían de sus animales para
su sustento. Un segundo factor fue cultural: el nuevo arzobispo de España se horrorizó
al descubrir que un gran número de parejas dominicanas no estaban casadas bajo
la Iglesia Católica. Esta situación se produjo debido al pequeño número de sacerdotes
en el país, así como la pobreza y la falta de caminos y transporte para llegar a una
iglesia para casarse. Con las mejores intenciones, el arzobispo Bienvenido
Monzón quería poner remedio a esta situación en un corto tiempo, pero sus demandas
solo irritaban a la población local que había llegado a aceptar el estado actual de los
nacimientos "ilegítimos" de forma normal. Económicamente, el nuevo gobierno
también impuso aranceles más altos para los productos no españoles y los buques y
trató de establecer un monopolio sobre el tabaco, contrariando a las clases
comerciantes también.
ANEXOS

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