Está en la página 1de 233

JOSÉ MARÍA CASTILLO

SÍMBOLOS
DE LIBERTAD
TEOLOGÍA DE LOS SACRAMENTOS

VERDAD
E
IMAGEN
VERDAD E IMAGEN JOSÉ MARÍA CASTILLO
63

SÍMBOLOS
DE LIBERTAD
Teología de los sacramentos

EDICIONES SIGÚEME-SALAMANCA, 1981


A Margot, Nani, Joaquín, Seke y Sinfo,
mis colaboradores más directos
en Teología Popular CONTENIDO

Introducción 9
1. La crisis de la práctica religiosa 11
2. Jesús y la práctica religiosa establecida 31
3. La iglesia primitiva y la práctica religiosa 81
4. El culto cristiano: mensaje y celebración 113
5. Rito, magia y sacramento 141
6. Los símbolos de la fe 165
7. Símbolos de libertad 221
8. La doctrina del magisterio sobre los sacramentos 315
9. Reflexión sistemática 407
Conclusión 457
Siglas y abreviaturas 463
© Ediciones Sigúeme, 1981
Apartado 332 - Salamanca (España)
ISBN: 84-301-0823-8
Depósito legal: S. 591-1980
Printed in Spain
Fotocomposición e impresión: Gráficas Ortega, S.A.
Polígono «El Montalvo» - Salamanca 1981
INTRODUCCIÓN

Este libro pretende responder a tres preguntas elementales: ¿qué es


un sacramento? ¿por qué hay sacramentos? ¿para qué son los sacramen-
tos?
A primera vista, se trata de cuestiones sin importancia. Porque se
refieren a cosas muy sabidas. Cosas de las que un niño de primera
comunión puede dar una buena respuesta. Pero el problema está en
saber si esa «buena respuesta» es realmente la respuesta acertada. Y
conste que al decir esto, no pretendo poner en duda lo que enseñan los
catecismos acerca de los sacramentos. El problema, creo yo, está en
otra cosa.
Para empezar a entendernos, haré mención de lo que ha pasado en
los últimos años. Todo el mundo sabe que a raíz del concilio Vaticano II,
las prácticas religiosas de los católicos sufrieron una violenta sacudida.
Muchas de esas prácticas se vieron modificadas y algunas de ellas
fueron sencillamente abandonadas. Por otra parte, parece que la gente
se volvió menos religiosa: el clero se enrareció, las vocaciones sacerdota-
les y religiosas descendieron de manera alarmante, los jóvenes se
apartaron de la iglesia y no querían saber nada de lo religioso. Además,
los grupos más inquietos orientaron su preocupaciones en la línea de lo
social y político. Y así cundió el desconcierto. Unos decían que la culpa
de todo estaba en el concilio y en los clérigos progresistas, mientras que
otros aseguraban que los males de la iglesia y de la religión estaban
causados por el conservadurismo de la institución clerical y sus adeptos.
Pero el hecho es que ese estado de cosas no parece que vaya a durar
por mucho tiempo. Por lo menos, es seguro que ya hay signos más que
sobrados de un retorno a posiciones anteriores, que algunos imaginaron
10 Introducción
1
definitivamente liquidadas. Ya nadie se atrevería a escribir ni dos
palabras seguidas sobre la «muerte de Dios» o sobre la «era post- La crisis de la práctica religiosa
cristiana». Porque van pasando los años y el hecho es que la religión no
decae. Es más, hay señales evidentes de que últimamente lo religioso
está cobrando nueva fuerza: las iglesias se llenan de gente, muchos
jóvenes se acercan nuevamente a los sacramentos, parece que el clero se
muestra más firme a la hora de exigir lo que siempre se exigió a los
fieles.
Naturalmente, en este ir y venir de ideas y experiencias contrapues-
tas, los sacramentos han jugado —y siguen jugando— un papel impor-
tante, quizás decisivo. Entre otras cosas, porque quienes pensaban, hace
unos años, que las cosas iban mal, se fijaban muy especialmente en el
abandono más o menos masivo de las prácticas sacramentales, mientras
que ahora, los que creen que ya empieza a ir todo mejor, se fijan sobre
todo en que la gente llena los templos y los sacramentos se ven más
frecuentados.
Por supuesto, este libro no pretende analizar la objetividad de las
apreciaciones globales que acabo de apuntar. Y menos aún se trata aquí 1. El hecho
de hacer un estudio en profundidad de los fenómenos que he indicado
sumariamente. Si he hecho alusión a esas cosas, es porque me parece Es un hecho de sobra conocido que la práctica religiosa se ve
que este ir y venir de ideas y de experiencias contrapuestas nos muestra, sometida, en la actualidad, a un proceso crítico. En muchos ambien-
hasta la evidencia, que nuestras ideas y criterios acerca de los sacramen- tes se reza menos que antes, han disminuido sensiblemente las prácti-
tos son demasiado inconsistentes y seguramente fallan por algún sitio. cas tradicionales de piedad y, en bastantes casos, se minusvalora o
Porque, en realidad, ¿se puede asegurar que la situación era tan negati- incluso se rechaza la participación en los sacramentos: se pone en
va y desastrosa hace unos años? O por el contrario, ¿se puede decir sin cuestión el bautismo de los niños; ha disminuido bastante la recepción
más que las cosas empiezan a ir ya mucho mejor en este momento? ¿qué del sacramento de la penitencia; muchos jóvenes se niegan a casarse
teología de los sacramentos se oculta debajo de esos juicios y apreciacio- por la iglesia y abunda la gente que no le ve sentido a la misa.
nes? ¿qué idea de lo que es un sacramento y del papel que los sacramen- Este estado de cosas se ha acentuado en los últimos años, sobre
tos tienen que desempeñar en la vida de los fieles, en la iglesia y en la todo en tres sectores de la población: entre los jóvenes, en el mundo
sociedad? ¿se puede afirmar que la iglesia es más fiel al evangelio por el intelectual, y entre los obreros del sector industrial. Por el contrario,
solo hecho de que la gente asiste más masivamente a los templos? Pero parece que persiste de manera más constante la práctica religiosa
entonces, ¿sabemos apreciar exactamente lo que significa celebrar un entre la burguesía, en las llamadas clases medias, y entre la gente de
sacramento? ambientes rurales no afectados por la emigración.
He dicho antes que en este libro se trata de responder a tres Es verdad que sobre estas apreciaciones de carácter global será
preguntas elementales, las preguntas que se refieren a lo que es un necesario hacer algunas matizaciones importantes. Pero, en todo
sacramento, por qué hay sacramentos en la iglesia, para qué son los caso, parece bastante claro que las cosas están así. Ahora bien, esta
sacramentos. Es muy posible que, además de las respuestas a esas situación resulta preocupante. Y es origen de numerosos conflictos y
cuestiones, el lector encuentre aquí nuevas preguntas, que quizás podrán tensiones. Hasta el punto de que la iglesia se ve amenazada de
estimularle a proseguir su estudio, su reflexión y su búsqueda. También escindirse en grupos contrapuestos y enfrentados entre sí: desde los
eso está expresamente pretendido. Porque es función de la teología, no que quieren mantener la liturgia en latín (el obispo Lefébvre) hasta los
sólo el dar las respuestas adecuadas, sino además plantear las cuestiones grupos más progresistas que ven los sacramentos como ritos alienan-
pertinentes, que nos puedan impulsar a todos en la búsqueda incesante tes porque para ellos lo importante es el compromiso y el testimonio
de la verdad total. que se expresa en la vida. Esta tensión comporta dos maneras,
12 La crisis de la práctica religiosa Significación fundamental de los sacramentos 13

fundamentalmente diversas, de entender y de vivir la fe. Y mucha puede existir sin alguna idea de lo divino, de la misma manera que
gente se pregunta: ¿cuál de las dos es la correcta? Por supuesto, los una religión no puede practicarse sin un mínimo de expresión cul-
modelos extremos no suelen abundar. Pero sí proliferan por todas tual» 1 . Por eso, E. Durkheim ha definido el hecho religioso como «el
partes los modelos intermedios que se orientan decididamente hacia conjunto de creencias y de ritos correspondientes que constituyen una
un extremo o el otro. Por eso, es frecuente que muchos padres y religión»2. Así pues, queda claro que la religión se compone de
educadores se angustien ante la indiferencia —o incluso la resisten- doctrinas y de prácticas. Y que ambos elementos son igualmente
cia— de los jóvenes ante cualquier tipo de práctica sacramental. Por indispensables y esenciales.
eso, es frecuente también que muchos sacerdotes no sepan lo que De lo dicho se sigue que si se quiere renovar en profundidad la
deben hacer cuando ven todos los días que la administración de religión, no basta con renovar las doctrinas religiosas. Tan importan-
sacramentos es, para mucha gente, una práctica rutinaria con la que te como eso es renovar también las prácticas religiosas. Es más, si se
se cumple por motivaciones dudosamente cristianas. Lo cual influye, tiene en cuenta cómo se desarrolla en concreto el hecho religioso,
quizás decisivamente, en no pocas crisis sacerdotales. Y por eso, parece que es más importante renovar las prácticas religiosas que las
finalmente, resulta poco frecuente encontrar diócesis o parroquias en doctrinas. Por una razón que se comprende fácilmente: la gran masa
las que se haya llegado a trazar una programación pastoral que de la población religiosa practicante no suele entender mucho de las
parezca coherente a todos los miembros de la comunidad cristiana. doctrinas o teorías religiosas, mientras que la práctica religiosa es lo
De esta manera, la iglesia se ve abocada a situaciones permanen- que la gente vive y experimenta cada día, porque es lo que se mete por
tes de conñictividad, que a veces resultan sencillamente insoportables. los ojos, lo que se siente y se palpa. De las doctrinas y teorías se
Por otra parte, parece bastante claro que esta conflictividad no se va a ocupan los estudiosos y especialistas: filósofos, sociólogos, antropó-
resolver haciendo llamamientos a la buena voluntad de las personas. logos, teólogos, etc. Por eso puede ocurrir —y de hecho ocurre— que,
La solución se puede empezar a encontrar sólo en la medida en que en una religión determinada, las doctrinas teológicas evolucionan o se
comprendamos cuál es la significación fundamental de los sacramen- renuevan con rapidez y en profundidad, mientras que seguramente las
tos; y en la medida también en que sepamos resituar el problema de prácticas religiosas siguen más o menos ancladas en lo que siempre
fondo que aquí se nos plantea. fueron.
Esto es lo que viene ocurriendo en la iglesia católica: la teología ha
evolucionado profundamente en los últimos años, sobre todo a partir
2. Significación fundamental de los sacramentos del Vaticano II. Concretamente en algunos tratados teológicos, esta
evolución ha sido muy importante, por ejemplo en cristología. Pero
Los sacramentos son las prácticas religiosas fundamentales del ocurre que, mientras la teología se ha renovado profundamente, la
cristiano. Aunque el pueblo creyente da más importancia, a veces, a práctica religiosa sigue siendo, en muchos casos, lo que siempre fue.
otras prácticas no sacramentales, por ejemplo a una procesión o a Es verdad que se han introducido algunos cambios en la liturgia, pero
determinados actos de piedad, sin embargo, tanto en la enseñanza sin duda alguna en la misma liturgia han cambiado más las teorías
oficial de la iglesia como en los acontecimientos fundamentales de la litúrgicas que la praxis litúrgica. Por eso se explica el hecho de que en
vida (el nacimiento, el matrimonio, etc.) los ritos sacramentales son la actualidad hay sectores de la iglesia con una teología muy avanzada
en concreto las prácticas religiosas que tienen el lugar prioritario en la y progresista, pero con una práctica religiosa que en el fondo sigue
religión cristiana. siendo lo que fue siempre.
Ahora bien, la expresión religiosa se compone de dos elementos La conclusión que se sigue de lo dicho es que la renovación del
fundamentales: la doctrina y la práctica. Los especialistas en fenome- cristianismo y de la iglesia depende esencialmente de la renovación en
nología y sociología de la religión se preguntan cuál de estos dos profundidad de la práctica sacramental. Desde este punto de vista se
elementos es prioritario con respecto al otro. La respuesta más puede afirmar que la significación fundamental de los sacramentos
aceptable es la que considera la teoría y la práctica como dos realida- está en que son expresiones primordiales de la vida cristiana. Lo que
des que están inseparablemente entrelazadas, de tal manera que no
es posible ni separarlas ni aun siquiera dar la prioridad a la una sobre 1. J. Wach, Sociologie de la religión, Paris 1955, 22.
la otra. Como se ha dicho acertadamente, «ningún acto de piedad 2. E. Durkheim, Les formes élémentaires de la vie religieuse, Paris ^1968, 56.
14 La crisis de la práctica religiosa La persistencia de lo religiosa 15

quiere decir que la vida cristiana —y por tanto la iglesia— se renovará mejor cuando hablemos de la estructura y de la función propia de los
en la medida en que se renueven los sacramentos, es decir la práctica símbolos. Pero era necesario decirlo ya desde ahora. Porque es
sacramental del pueblo cristiano. necesario comprender, desde el primer momento, que quienes le
echan la culpa a la formación doctrinal de los fieles, en realidad lo que
hacen es buscar una escapatoria (un chivo expiatorio) para no afron-
3. El problema de fondo tar el problema de fondo que aquí se plantea.
Ese problema de fondo está en que la práctica sacramental es
En todo este asunto es decisivo comprender que la práctica vivida por la gente como práctica religiosa. Ahora bien, en la medida
sacramental no se renueva, ni siquiera se cambia, por el solo hecho de en que la práctica religiosa es hoy una cuestión problemática, en esa
renovar o cambiar la forma externa de celebrar los sacramentos. misma medida los sacramentos son un problema sin resolver. Por la
Cuando aquí hablamos de forma externa nos referimos al ritual. De sencilla razón de que la práctica religiosa plantea hoy una serie de
hecho, la experiencia nos enseña que recientemente se han modificado cuestiones que es necesario abordar con toda honestidad y lucidez.
los rituales de todos los sacramentos, pero no por eso se ha renovado Se trata, por tanto, de comprender que la práctica religiosa no se
la vida cristiana de los fieles, ni siquiera se puede decir que la gente renueva cambiando los rituales solamente, ni sólo instruyendo a los
comprende y vive ahora mejor lo que son y representan los sacramen- fieles con teologías y catequesis más eficaces. La práctica religiosa, y
tos. En este sentido es elocuente lo que está ocurriendo con el más en concreto la práctica sacramental, se renueva únicamente
bautismo, la penitencia o el matrimonio: se han renovado los rituales cuando se afrontan honestamente los problemas de fondo que plan-
de esos sacramentos, pero los católicos practicantes siguen, en su gran tea.
mayoría, sin comprender ni vivir lo que representan esos sacramen-
tos. El bautismo de los niños sigue siendo un problema, la crisis de la
penitencia no se resuelve, y una cantidad abrumadora de matrimo- 4. La persistencia de lo religioso
nios se continúan celebrando de manera muy preocupante. Y, sin
duda, algo parecido se podría decir del sacramento de la confirmación Hace algunos años, concretamente en la década de los 60, se habló
o de la unción de los enfermos. y se escribió mucho sobre la crisis de lo religioso. Las teologías de la
Cuando se habla de este problema, es frecuente oír a personas secularización y de la muerte de Dios pusieron de moda esta temática.
bienintencionadas que se quejan de la poca atención que los sacerdo- Se pensaba que habíamos entrado en una era nueva: la era secular y
tes y educadores prestan a la catequesis. Y se dice muchas veces que la postcristiana, en la que lo religioso había perdido definitivamente
gente no comprende ni vive debidamente los sacramentos porque la toda relevancia. Apenas han pasado diez años y ya se tiene la
formación cataquética de los fieles está muy descuidada o incluso impresión de que aquella moda teológica ha perdido casi toda su
quizás abandonada. Por supuesto, los que dicen estas cosas tienen actualidad. En este sentido, es interesante recordar lo que reciente-
razón, al menos en muchos casos. Porque es evidente que si los mente ha escrito A. M. Greeley:
cristianos tuvieran una formación teológica más completa, compren-
derían mejor los sacramentos. Pero aquí es de suma importancia caer Como sociólogo, siempre he tenido la impresión de que gran parte de la
en la cuenta de que quienes le echan la culpa a la falta de formación literatura teológica referente al fenómeno de la llamada secularización
doctrinal, en realidad lo que hacen es poner al descubierto la grave- dejaba mucho que desear. Creo que muchos teólogos se han dado
demasiada prisa al proclamar la existencia del hombre irreligioso,
dad del problema. Porque cuando un símbolo necesita muchas expli- aunque no abundan los datos sociológicos que confirmen esta realidad.
caciones y de muchas teorías para ser comprendido y vivido, eso No hay inconveniente en que los teólogos utilicen la sociología como
quiere decir que ha dejado de ser un verdadero símbolo y se ha uno de los ingredientes de su quehacer específico, pero es comprensible
que el sociólogo desee que los teólogos afinen más al abordar las
convertido en rito y en ideología. Los ritos y las ideologías necesitan complicaciones y ambigüedades que pone de manifiesto la3 investiga-
de muchas explicaciones, de muchas aclaraciones y justificaciones ción sociológica, especialmente la sociología de la religión .
para ser asimiladas y aceptadas por la gente. Por el contrario, todo
verdadero símbolo brota de la experiencia de las personas y es el
vehículo connatural de lo que la gente vive. Todo esto se comprenderá 3. A. M. Greeley, Concilium 81 (1973) 5.
16 La crisis de la práctica religiosa La ambigüedad de lo religioso 17

El hecho es que las creencias religiosas y la práctica religiosa, en su las prácticas de piedad en sus diversas formas8. Esto explica el que las
sentido más global, no parecen haber disminuido tanto como algunos personas que experimentan una determinada sensación de desarraigo
afirman. Es más, en algunos países de alto nivel industrial y tecnocrá- (caso, por ejemplo, de los emigrantes), acudan a los cultos dominica-
tíco parece que más bien ocurre lo contrario. Tal es el caso de los les con asiduidad porque en ello encuentran un factor de integración
Estados Unidos de América4. Por lo demás, sabemos que la gran en el grupo humano que les resulta protector.
masa de los católicos suele seguir bautizando a sus hijos recién Por otra parte, hay que tener en cuenta una motivación de tipo
nacidos, hasta el punto de que el verdadero problema que viven antropológico, que es quizás la más decisiva en el mantenimiento de
muchos párrocos es el no poder discriminar a quién se le debe la religiosidad. Se trata de que en la condición humana se encuentra
administrar el bautismo y a quién no. Y lo mismo ocurre con los profundamente anclada una tendencia a crear un esquema absoluto
demás sacramentos. Es decir, la gente sigue acudiendo masivamente a de significaciones y a sacralizarlo9. De ahí la persistencia del hecho
la práctica sacramental. religioso, en todos los tiempos y en todas las culturas, desde los
Por otra parte, como advierte el mismo Greeley, «si se nos dice pueblos más primitivos de los que tenemos noticia, hasta nuestros
que al menos entre las minorías avanzadas de la sociedad predomina días. Otra cuestión muy distinta es la explicación que se quiera dar de
el hombre secular, tecnológico e irreligioso, únicamente repondere- este hecho, tan curiosamente persistente, no obstante el cúmulo de
mos que precisamente la progenie de esas minorías parece estar hoy cambios históricos, culturales, sociales y de todo tipo a que ha estado
muy interesada en recrear las dimenciones tribales en su mundo de las sometido el hombre en su ya larga historia. E. E. Evans Pritchard, que
comunas psicodélicas y neosacrales»5. En este sentido, ha sido alta- ha analizado las diversas teorías sobre el origen de la religión,
mente iluminador el giro espectacular que en pocos años ha dado un concluye su estudio con la consideración de que si se piensa que las
autor tan leído como H. Cox, que en cuestión de muy poco tiempo ha almas, los espíritus y los dioses de la religión carecen de realidad y son
hecho su peregrinación desde la «ciudad secular» hasta su «fiesta de completas ilusiones, parece inevitable buscar una teoría biológica,
los locos», que es la exaltación de lo religioso, lo místico y lo psicológica o sociológica de cómo en todo tiempo y lugar han sido las
contemplativo6. No parece, por tanto, que, ni siquiera entre las gentes tan estúpidas como para creer en esos dioses. Pero aquel que
minorías que se consideran más «secularizadas», se haya impuesto admite la realidad del ser espiritual no requiere por igual estas
definitivamente el rechazo, sin más, de lo religioso. Y aquí se debe explicaciones, pues, a su juicio, por inadecuadas que sean las concep-
recordar la seducción que hoy ejerce en amplios sectores de la pobla- ciones de Dios y del alma que tienen los pueblos primitivos, no se
ción «la exaltación del interés hacia lo oculto, la meditación de estilo trata de meras ilusiones10. Y es que, como decía W. Schmidt en su
oriental y, finalmente, como dato más significativo, el descubrimiento refutación contra las teorías de Renán, «existe demasiado peligro de
de la dimensión religiosa del humanismo histórico»7. que el no creyente hable de la religión como hablaría un ciego de los
Por consiguiente, desde el punto de vista de los datos empíricos, colores o un sordo completo de una bella composición musical»11.
no hay razones para pensar que la religiosidad en general, y la
práctica religiosa en concreto, estén en vías de desaparición, sino más
bien de todo lo contrario. 5. La ambigüedad de lo religioso
Estas razones de carácter empírico se ven reforzadas por las
motivaciones de tipo social y antropológico que determinan la prácti- Cuando hablamos de religión, religiosidad o práctica religiosa,
ca de lo religioso. Más adelante volveremos sobre este asunto. Pero, debemos comprender, ante todo, que estamos utilizando expresiones
ya desde ahora, se puede afirmar que la religiosidad tienen un poder sumamente ambiguas. Y para convencernos de ello, podemos hacer-
de integración de los individuos en los grupos humanos que hace que nos una pregunta muy sencilla: ¿fue Jesús de Nazaret un hombre
esos individuos se sientan, con frecuencia, fuertemente atraídos hacia religioso? A primera vista, parece que esta pregunta carece de sentido.

4. Cf. A. M. Greeley, Religión in the year 2000, New York 1969, 31-73. 8. Cf. sobre este punto, J. Wach, o. c, 39-43.
5. A. M. Greeley, El hombre no secular, Madrid 1974, 49. 9. Cf. A. M. Greeley, El hombre no secular, 268.
6. H. Cox, Las fiestas de locos, Madrid 1972. 10. E. E. Evans Pritchard, Las teorías de la religión primitiva, Madrid 1973, 192.
7. G. Baum, La persistencia de lo sagrado: Concilium 9 (1973) 12. 11. W. Schmidt, The origin and growth of religión, 1931, 6.
18 La crisis de la práctica religiosa La ambigüedad de lo religioso 19
Porque, ¿qué duda cabe que Jesús fue un hombre profundamente Pero conviene precisar más esta distinción entre el término y las
religioso? Y sin embargo, tiene sentido el hacerse esa pregunta por- mediaciones. Porque, en realidad, las mismas creencias religiosas o
que, como sabemos muy bien, Jesús fue rechazado y condenado por los dogmas son también mediaciones creaturales entre Dios en sí, por
las personas más religiosas de su tiempo. Y fue rechazado y condena- una parte, y el hombre, por otra. En este sentido, es sumamente
do precisamente porque la gente más religiosa de entonces consideró iluminadora la profunda afirmación de santo Tomás: Assensus fidei
que era un blasfemo y un impostor, es decir, el enemigo más radical de non terminatur ad enuntiahile, sedadrem14. El acto de fe no se termina
la religión (cf. Mt 9, 3; Me 2, 7; Mt 26, 65; 27, 39; Me 15, 29; Le 22,65; en la fórmula dogmática, sino en la realidad última a la que esa
Jn 10, 36). Evidentemente, esto quiere decir, por lo pronto, que un fórmula se refiere. Lo que quiere decir que cualquier fórmula dogmá-
mismo comportamiento puede ser considerado como religioso o tica y cualquier creencia no es Dios, ni abarca o expresa adecuada-
exactamente todo lo contrario. Y eso está indicando, por sí solo, mente a Dios, sino que siempre el dogma, la creencia o incluso la más
hasta qué punto la religión y la religiosidad es un hecho o una alta y sublime afirmación bíblica son realidades creaturales que se
experiencia cargada de una inevitable ambigüedad. sitúan en el nivel de las mediaciones humanas a través de las cuales el
Para comprender en qué consiste esta ambigüedad, empezare- hombre intenta acceder a Dios y relacionarse con él. Por esto, sin
mos por analizar, al menos de una manera elemental, eso que llama- duda, se comprende que la experiencia propiamente religiosa no se
mos religión. En el uso de la lengua castellana, la religión es el sitúa al nivel de lo «racional», sino al nivel de lo«numinoso», es decir,
«conjunto de creencias sobre Dios y lo que espera al hombre después al nivel más profundo de la experiencia humana, de donde emergen
de la muerte, y de los cultos y prácticas relacionadas con esas las experiencias preconceptuales y atemáticas15. Ello explica el que la
creencias» n. Por su parte, el Diccionario de la real academia de la religión, en su sentido más propio, fue comprendida por la cultura
lengua española nos presenta un significado más detallado: clásica como experiencia de temor, de la que brotan las prácticas y
observancias religiosas: Religio proprie est metus divini numinis, ex quo
Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos eius cultus, reverentia et observado sequitur, pietas, sanctitas16.
de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta Si ahora damos un paso más y consideramos más de cerca esta
individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el distinción entre término de la religión y sus necesarias mediaciones,
sacrificio para darle culto13.
comprenderemos fácilmente dónde radica el verdadero problema de
la ambigüedad que siempre implica lo religioso. Este problema con-
Como se ve por estas explicaciones, de lo que es la religión, ésta siste en que el término de la religión (Dios), al acceder al hombre y
comporta dos componentes: un término último, que es Dios o la entrar por eso en el campo inmanente de la conciencia humana, tiende
divinidad, y a eso se refieren las creencias o los dogmas; y unos a convertirse en objeto, ya sea un objeto de nuestro conocimiento, ya
medios de acceder a ese término o para relacionarse con él, y a eso se sea un objeto de nuestra práctica cultual. Es decir, cuando el absolu-
refieren los cultos y las prácticas relacionadas con las creencias. Por lo tamente-otro, que está más allá del horizonte último de la existencia
demás, esta distinción entre el término (Dios) y los medios (prácticas humana, accede a nuestras posibilidades de relación y es aprehendido
religiosas) tiene su razón de ser en el hecho de que Dios, por su misma por nosotros más acá de ese horizonte, tiende a «objetivarse», a
definición, es el ser transcendente, el que está más allá del horizonte convertirse y degenerar en «cosa» pensada (dogma) o realizada (cul-
último de la existencia humana, lo que quiere decir que el hombre no to). De donde resulta que cuando el hombre piensa que se relaciona
tiene acceso directo e inmediato a Dios, al menos mientras el hombre con Dios, bien puede suceder que, en realidad, con lo que se relaciona
existe en la presente condición terrena. Ahora bien, eso quiere decir es con las objetivaciones de Dios que el mismo hombre construye. En
que el hombre no puede relacionarse con Dios nada más que a través tal caso, el hombre no accede al término de la religión, sino que se
de un orden de mediaciones humanas. De ahí que cuando hablamos queda apresado ilusoriamente en las mediaciones.
de la religión, podemos referirnos o al término, Dios en sí mismo, o a
las mediaciones con las que el hombre intenta relacionarse con Dios.
14. De veritate q. 14, a. 8, ad. 5; ST II-II, q.l, a. 2, ad. 2.
12. M. Moliner, Diccionario del uso del español II, Madrid 1975, 989 15. Cf. R. Otto, Lo santo, Madrid 21965, 16-18.
13. Ed. 1970, 1127. 16. A. Forcellini, Totius latinitatis lexicón V, Prati 1871, 153.
La ambivalencia de lo religioso 21
20 La crisis de la práctica religiosa
practican asiduamente la religión, pero por el conjunto de su existen-
A la vista de lo dicho, hay que tener siempre muy presente que, cia se tiene la impresión de que, en realidad, no se encuentra con Dios,
por una parte, el hombre no puede prescindir de las mediaciones; el Dios vivo, sino con las objetivaciones de Dios que se producen en
pero, por otra parte, tales mediaciones pueden convertirse en un virtud del proceso de «conversión diabólica» del que antes hemos
auténtico peligro, el peligro más grave, para la autenticidad de la hablado. La fidelidad o incluso el fanatismo religioso, y por supuesto
religión, en cuanto que si el hombre queda atrapado en las mediacio- la exactitud en cumplir las prácticas, pueden ser entonces la expresión
nes, en realidad lo que viene a hacer es que diviniza a una creatura, es más clara del fanatismo del hombre por sí mismo.
decir, cae en la idolatría. Por lo que hemos indicado, la ambigüedad de lo religioso consiste,
En consecuencia, se puede decir, con todo derecho, que el proceso en definitiva, en que un mismo acto o práctica de la religión puede ser
de objetivación del transcendente constituye la raíz profunda de la o un símbolo del horizonte último que me lleva a Dios; o puede ser
inevitable ambigüedad que implica lo religioso. En este proceso de también un objeto en el que el ídolo de la ilusión se autosatisface
objetivación, ha escrito Paul Ricoeur: engañosamente. A lo largo de nuestro trabajo iremos analizando las
consecuencias prácticas y concretas que entraña este planteamiento.
Nacen a la vez la metafísica y la religión; la metafísica que hace de Dios
una nueva esfera de objetos e instituciones, de poderes que en lo
sucesivo se inscribirán en el mundo de la inmanencia, del espíritu
objetivo al lado de los objetos, las instituciones y poderes de la esfera 6. La ambivalencia de lo religioso
económica, la esfera política y la esfera cultural. Diremos que una
cuarta esfera de objetos nace en el interior de la esfera humana del
espíritu. Habrá en adelante objetos sagrados y no sólo signos de lo Desde el punto de vista psicoanalítico, es importante advertir el
sagrado; objetos sagrados aparte del mundo de la cultura17. sorprendente paralelismo que existe entre ciertas prácticas religiosas y
los ceremoniales que comportan las «neurosis obsesivas».
Se produce de esta manera lo que el mismo Ricoeur ha denomina- El ceremonial neurótico u obsesivo, advierte Freud, «consiste en
do la «conversión diabólica» que hace de la religión la «reificación y pequeños manejos, adiciones, restricciones y arreglos puestos en
la enajenación de la fe»18. Porque entonces, los símbolos del absolu- práctica, siempre en la misma forma o con modificaciones regulares,
tamente-otro dejan de cumplir su función de «centinelas del horizon- en la ejecución de determinados actos de la vida cotidiana»20. Y el
te» último de la conciencia y de la experiencia humana, de tal manera mismo Freud se encarga de poner un ejemplo sencillo:
que, en vez de remitirnos al más allá del transcendente, en realidad lo
que hacen es «objetivar» a Dios en una realidad humana, puramente Veamos, por ejemplo, un ceremonial concomitante con el acto de
humana, que queda a nuestra disposición. El hombre entonces no se acostarse: el sujeto ha de colocar la silla en una posición determinada al
somete a Dios, sino que somete a Dios a sí mismo. He aquí la lado de la cama y ha de poner encima de ella sus vestidos, doblados de
perversión radical de lo religioso. Por eso se comprende que «la fe es determinada forma y según cierto orden, tiene que remeter la colcha
aquella región de la simbólica donde la función de horizonte degenera por la parte de los pies y estirar perfectamente las sábanas; luego ha de
continuamente en función de objeto, dando origen a los ídolos, colocar las almohadas en determinada posición y adoptar él mismo, al
echarse, 21
una cierta postura; sólo entonces podrá disponerse a conciliar
figuras religiosas de la misma ilusión que, en metafísica, engendra los el sueño .
conceptos de ente supremo, de sustancia primera y del pensamiento
absoluto. El ídolo es la reificación del horizonte en cosa, la caída del La experiencia nos enseña, por lo demás, que estos ceremoniales
signo al nivel de objeto sobrenatural y supracultural»19. son bastante frecuentes en la vida de las personas, incluso de aquellas
Aquí es importante tener en cuenta que, por más que estas personas que no son consideradas como anormales.
reflexiones tienen todos los visos de ser una abstracción alejada de la El paralelismo o la analogía entre este tipo de ceremoniales y
vida, en realidad operan a diario en la conciencia y en la experiencia determinadas prácticas religiosas es bastante claro. Tal analogía
profunda de todo hombre religioso. De ahí que muchas personas consiste, a un nivel superficial, en tres cosas: 1) en el temor que

17. P. Ricoeur, Freud: una interpretación de la cultura, México 1970, 463-464. 20. S. Freud, Los actos obsesivos y las prácticas religiosas, en Obras completas II,
18. lbid. Madrid 1968, 1049.
19. lbid. 21. lbid.
22 La crisis de la práctica religiosa La ambivalencia de lo religioso 23

surge en la conciencia en caso de omisión; 2) en la exclusión total de A la conciencia de culpabilidad de los neuróticos obsesivos correspon-
toda otra actividad (prohibición de perturbación); 3) en la concien- de la convicción de los hombres piadosos de ser, no obstante la
zuda minuciosidad de la ejecución22. Efectivamente, estos tres rasgos piedad, grandes pecadores; y las prácticas devotas (rezos, jaculatorias,
etc.) con las que inician sus actividades contidianas, y especialmente
se dan, con frecuencia, en la ejecución de no pocas prácticas religio- toda empresa inhabitual, parecen entrañar el valor de medidas de
sas. Pensemos, por ejemplo, en los escrúpulos que acosan a algunas protección y defensa27.
personas piadosas si no ejecutan con toda exactitud las rúbricas del
ritual. Los ejemplos se podrían multiplicar a este respecto. Pero no hace
Pero Freud advierte también que entre el ceremonial obsesivo y la falta. Porque la experiencia nos enseña hasta qué punto estas cosas
práctica religiosa existe una diferencia fundamental: «los detalles del ocurren en la vida diaria de no pocas personas.
ceremonial religioso tienen un sentido y una significación simbólica», Una segunda coincidencia, que es más de fondo, consiste, según
mientras que los detalles del ceremonial obsesivo o neurótico «pare- Freud, en la represión de un impulso instintivo. En efecto, el mecanis-
cen insensatos y absurdos». Y es que «la neurosis obsesiva representa mo de la neurosis obsesiva conlleva siempre «la represión de un
en este punto una caricatura, a medias cómica y triste a medias, de impulso instintivo»28. De donde nace la angustia que se apodera del
una religión privada»23. porvenir bajo la forma de angustia expectante29. De manera bastante
Sin embargo, no obstante esta diferencia fundamental, existe una parecida, en la conciencia religiosa de algunas personas, se observa
coincidencia más profunda entre estos dos tipos de actividad humana. fácilmente «la conciencia de culpabilidad consecutiva a una tentación
Porque, como afirma Freud, «los actos obsesivos entrañan en sí y en inextinguible y la angustia expectante bajo la forma de temor al
todos sus detalles un sentido, se hallan al servicio de importantes castigo divino»30. Porque, efectivamente, para algunas personas, la
intereses de la personalidad y dan expresión a vivencias cuyo efecto práctica religiosa brota del temor incesante ante el castigo que amena-
perdura en la misma y a pensamientos cargados de afectos»24. Ahora za si no se ejecuta puntualmente y con toda exactitud el ritual
bien, a partir de este sentido y de estos intereses de la personalidad, tal establecido.
como actúan en el ceremonial obsesivo, se descubren las profundas De esta conciencia de miedo, finalmente, surgen las prohibiciones,
coincidencias que existen entre tal ceremonial y la práctica religiosa. que dan más seguridad al sujeto. En el caso del neurótico obsesivo,
La primera coincidencia consiste en que, en ambos casos, actúa un este proceso es patente. Porque «pronto los actos protectores no
sentimiento de protección contra la angustia, el castigo y la culpa. En parecen ya suficientes contra la tentación, y entonces surgen las
este sentido, indica Freud, «puede decirse que el sujeto que padece prohibiciones, encaminadas a alejar la situación en que la tentación se
obsesiones y prohibiciones se conduce como si se hallara bajo la produce»31. Por su parte, en algunas experiencias de práctica religio-
soberanía de una conciencia de culpabilidad, de la cual no sabe, desde sa, se observa exactamente el mismo proceso: al miedo sucede la
luego, lo más mínimo»25. Se trata de una «expectación angustiosa progresiva estrechez de la conciencia, que mediante prohibiciones y
que acecha de continuo, una expectación de acontecimientos desgra- austeridades intenta asegurar su situación ante la divinidad.
ciados, enlazada, por el concepto de castigo, a la percepción interior Evidentemente, todo esto no quiere decir que todo acto religioso
de la tentación»26. De donde resulta que el ceremonial obsesivo se esté necesariamente implicado en esta ambivalencia. Sin duda alguna,
inicia como un acto de defensa o como una medida de protección. Freud llegó más allá de lo objetivo y de lo justo al atribuir a cualquier
Ahora bien, si del ceremonial obsesivo pasamos a determinadas práctica religiosa esta ambivalencia, mezcla de ritual obsesivo y de
formas o experiencias de práctica religiosa, se advierte enseguida el intento de relación con Dios. Además, no parece que se pueda
paralelismo: demostrar que la naturaleza propia del acto religioso sea solamente la
puesta en práctica de un simple ritual obsesivo. Sabemos, en efecto,

22. lbid., 1050. 27. Ibid.


23. Ibid. 28. Ibid., 1052.
24. lbid. 29. Ibid.
25. Ibid., 1051. 30. Ibid.
26. Ibid. 31. Ibid.
24 La crisis de la práctica religiosa La violencia de lo religioso 25

que el acto religioso es increíblemente más complejo. Como sabemos Y más reciente aún, tenemos los casos de guerra de el Líbano,
igualmente que hay muchas personas que no padecen obsesiones y, Irlanda del Norte, Irán en los que el hecho religioso, profundamente
sin embargo, se trata de personas que practican la religiosidad con complicado con lo político, ha sido causa de violencias sangrientas.
normalidad. Estos hechos nos indican que entre lo religioso y la violencia existe
De todas maneras, parece que se puede afirmar, sin lugar a duda, un profundo parentesco, una cierta relación, que resulta innegable,
que en no pocos casos de gente que practica la religión con asiduidad por más que se pueda discutir sobre la naturaleza de este extraño
se da la ambivalencia que hemos descrito sumariamente, como lo parentesco.
demuestran las coincidencias que el mismo Freud señala, coinciden- Si miramos este fenómeno más de cerca, descubrimos fácilmente
cias que, como hemos visto, parecen incuestionables. que la primera y la más fundamental violencia que desencadena el
hecho religioso es la violencia que actúa sobre la conciencia del
hombre. En efecto, el hombre religioso se comporta como tal, en
7. La violencia de lo religioso bastantes casos, porque en su intimidad experimenta, de una manera
o de otra, la terrible experiencia del miedo. Se trata del temor y terror
Es un hecho que lo religioso ha estado históricamente relacionado que suscita el poder fascinante e inherente a toda experiencia religio-
con la violencia. El acto supremo de la religión es el sacrificio. Y el sa. El escalofrío físico, el terror a los fantasmas, el temor, el horror
sacrificio consiste en la muerte ritual de la víctima. El sacrificio es, por súbito, el respeto, la humildad, son sentimientos típicos de la expe-
tanto, un acto de violencia. Y sabemos que en algunas religiones tal riencia religiosa34. Es el miedo al castigo divino por el mal que hace el
violencia se ejerce sobre seres humanos, que son sacrificados como hombre. De ahí sus castigos subsiguientes mediante observancias y
víctimas. rituales, con los que intenta alejar el miedo o alcanzar aquello que
En otros casos, la violencia de lo religioso se ejerce sobre los que teme perder si no cumple tales observancias y rituales.
son considerados como enemigos de la religión. Las guerras de Ahora bien, a partir de esta experiencia del miedo religioso, se
religión y las sangrientas matanzas de herejes y paganos son la prueba plantea el hecho de la magia. La historia de las religiones nos enseña
más clara de lo que venimos diciendo. Desde este punto de vista, es que la mentalidad mágica aparece, antes que ninguna otra, en los
doloroso tener que admitir que una de las causas que históricamente grupos humanos. También la psicología profunda nos dice que puede
han provocado la violencia sangrienta en el mundo ha sido la religión, denominarse así la primera fase de la vida psíquica del niño, goberna-
incluida por supuesto la religión cristiana32. La inquisición, las cruza- da de una manera primordial por el miedo. En todo caso, los ritos
das, y en general las matanzas de herejes, judíos y paganos son una mágicos intentan apaciguar a las fuerzas superiores que el hombre
secuencia de hechos tristes y sombríos en extremo a este respecto. En religioso experimenta como amenazantes o quizás como hostiles. Lo
tiempos muy recientes, sabemos que la guerra civil española de 1936 que pretende el hombre mediante esta maniobra es escapar a la
fue interpretada como una cruzada religiosa, en la que los hombres se angustia y poner ante lo amenazante-desconocido una barrera de
perseguían unos a otros y se mataban unos a otros por la causa de protecciones altamente simbólicas35.
Dios. Un sacerdote español escribía en aquel tiempo: La magia está estrechamente relacionada con los ritos: hay magia
en un rito cuando a la ceremonia ritual se la atribuye un eficacia
Aquí, en España, en este trágico juego de la guerra, no jugamos automática. Esta eficacia automática depende de la perfecta y cabal
simplemente a democracias o a fascismos, a capitalismos o a proletaria- ejecución del rito en todos sus detalles, sobre todo mediante la
dos. Jugamos a muchas cosas. Pero jugamos especialmente con un
juego definitivo, a religión o a irreligión, a Dios o a no Dios 3 3 . recitación exacta de ciertas fórmulas a las que se atribuye el efecto
saludable que se busca36. Es característico de la magia el que la
experiencia personal de los participantes en el rito quede fuera del
ámbito de lo que se requiere para que el efecto apetecido se produzca.
32. Cf. para este punto, el estudio de J. Kahl, Das Elend des Christentums oder
Pladoyer für eine Humanitat ohne Gott, Namburg 1969. 34. G. van der Leeuw, Fenomenología de la religión, México 1964, 38.
33. A. de Castro Albarrán, Guerra santa. El sentido católico de la guerra española, 35. Cf. M. Oraison, El cristiano y la angustia, Bilbao 1974, 53-54.
Burgos 1938, 26. 36. Cf. S. G. F. Brandon, Diccionario de religiones comparadas, Madrid 1975, 959.
26 La crisis de la práctica religiosa La manipulación de lo religioso 27
Lo que interesa escrupulosamente es que el rito y las palabras que lo vinculación se inicia a partir del siglo IV y alcanza sus expresiones
acompañan se ejecuten minuciosamente, de tal manera que, según se más fuertes en la alta edad media. De este tiempo se ha escrito con
piensa, el rito mismo causa el efecto, por más que aquello resulte una toda razón:
cosa extraña a la vida y a las experiencias fundamentales de la vida37.
A partir de lo que se acaba de indicar, no cabe duda que la Se daban, pues, conjuntamente, la tendencia a la sacralización de la
doctrina del ex opere operato en los sacramentos ha sido interpretada política y la tendencia a la politización de la imagen religiosa, o dicho
de manera que, en la práctica, lo que muchas veces se ha dado ha sido de otro modo, había reciprocidad en cuanto a las formas simbólicas
utilizadas para esclarecer las respectivas realidades. Así, para poner un
más la magia que el simbolismo sacramental rectamente interpretado par de ejemplos, el cielo era imaginado como una especie de estado con
y vivido. Los sacerdotes y los fieles se han preocupado, con frecuen- su curia celestial en la que cada ángel, apóstol, pertenecía a un ordo y
cia, de que el rito se cumpliese con toda exactitud, porque de esa realizaba una función, y Cristo era representado por el arte románico
exactitud se esperaba la comunicación de la gracia. Y así hemos llevando una corona imperial o real; mas por otro lado el rey terreno
era concebido como «imagen de Cristo» y su paz y su justicia como
llegado a la situación asombrosa de gente que se angustia más por aproximación a las que existían en el cielo38.
comulgar en la mano (y eso que se trata de un rito ya permitido) que
por vivir la experiencia de comunión y de amor que la eucaristía Y no se piense que esto ocurría sólo en los lejanos tiempos de la
comporta esencialmente. Eso denota, evidentemente, una mentalidad edad media. Refiriéndose al siglo XIX español, el canónigo de Sevilla
mágica. Y ese tipo de mentalidad es, por desgracia, demasiado Blanco White escribía en aquel tiempo que «Dios y el rey están tan
frecuente entre amplios sectores de la población creyente y practi- unidos en la lengua del país que a los dos se les aplica el mismo título
cante. de majestad»39. Y todavía más cerca de nosotros, sabemos hasta qué
Aquí también conviene indicar que, evidentemente, no toda per- punto se llegó en no pocas afirmaciones acerca de la sacralización del
sona que se acerca a recibir los sacramentos se acerca a ellos necesa- poder en los primeros años del gobierno autoritario del general
riamente impulsada por sentimientos de tipo mágico. Pero, al mismo Franco, al que se le designaba como «mano cristiana», que «supo
tiempo, hay que reconocer que la experiencia de lo mágico ha invadi- hacer milicia de la religión y la religión milicia», «capitán de una
do la práctica sacramental mucho más de lo que sospechamos. Como cruzada», «misionero de la fe», «signo de predestinación, jamás
lo demuestra el hecho patente de tantos fieles practicantes que se aplicable a caso alguno»...40.
inquietan y hasta se irritan si un sacerdote no cumple minuciosamente Esta vinculación entre religión y política ha traido, entre otras,
el ritual establecido, mientras que no parecen tener la misma preocu- una consecuencia importante: históricamente, la religión ha sido
pación de que la iglesia y la sociedad sean de hecho más coherentes utilizada como instrumento de poder en favor de los grupos dominan-
con los planteamientos más elementales del mensaje de Jesús. Los que tes de la sociedad. Ello se explica porque los dirigentes religiosos han
piensas y viven de esa manera, dan muestras evidentes de sufrir más la estado, con frecuencia, asociados, de alguna menera, a los dirigentes
violencia de lo religioso que la exigencia de lo cristiano. He aquí una políticos. Y bien sabemos que de esta asociación todos salían ganan-
de las desviaciones más fundamentales de la práctica sacramental. do: los políticos, porque así obtenían una «legitimación» religiosa de
su poder; y los religiosos, porque así obtenían no pocos privilegios
para su situación y sus intereses.
8. La manipulación de lo religioso Por lo dicho se comprende que, por ejemplo, durante el siglo
XVIII, en la predicación eclesiástica, la posición privilegiada de las
Hoy está de sobra demostrado que, a lo largo de la historia, la clases dominantes fue presentada como algo querido por Dios y
religión ha estado íntimamente vinculada a las esferas del poder, establecido por Dios, de manera que los desgraciados de este mundo
concretamente del poder político, y, consiguientemente, también del
poder económico. En el caso de la religión cristiana, esta vinculación
ha sido más fuerte de lo que muchas personas se imaginan. Tal 38. M. García Pelayo, El reino de Dios, arquetipo político, Madrid 1959, 1.
39. J. Blanco White, Cartas de España, Madrid 1972, 41; un excelente estudio de
todo este asunto, en la tesis doctoral de J. A. Portero, Pulpito e ideología en la España del
37. Para una información más amplia sobre este asunto, cf. G. Mensching, Die siglo XIX, Zaragoza 1978, 75-109.
Religión, Berlin 1959, 133-139; G. Widengren, Religionsphanomenologie, Berlin 1969,4-8. 40. Cf. el informe presentado por la revista Guadiana, 81 (1976) 21.
28 La crisis de la práctica religiosa Conclusión 29

debían aceptar su triste suerte con resignación y con la esperanza que ha sido palpado por no pocos párrocos cuando, por ejemplo, se
puesta en el premio que Dios les otorgaría en la otra vida por sus ha llevado la comunión procesionalmente a los enfermos: van las
sufrimientos41. autoridades, la guardia civil, la gente bien (que pertenece a la cofradía
No debe extrañar, en consecuencia, que las clases sociales privile- del Santísimo), y todos invaden materialmente la casa de un pobre en
gidas hayan sido tradicionalmente más «practicantes» de la religión extrema miseria. Cuando más tarde a ese desgraciado se le han
que las gentes menos favorecidas por la fortuna. Y de ahí que abierto los ojos, es muy posible que haya rechazado todo tipo de
tampoco nos debe extrañar que las clases dominantes hayan pretendi- celebración religiosa, por el hecho de que veía el sacramento asociado
do mantener la religión y fomentarla, porque, entre otras cosas, veían más al poder que al amor que comparte el sufrimiento, no sólo
que la religiosidad actuaba como un factor decisivo en el manteni- cuando se lleva la comunión a los impedidos, sino en todo momento.
miento del orden social establecido. Como decía Necker en un opús- Por lo demás, al hablar de manipulación de lo religioso, no hay
culo titulado De la importancia de las opiniones religiosas, «cuando la que entender necesariamente una manipulación consciente e intencio-
extensión de los impuestos mantiene al pueblo más en el abatimiento nada. En muchos casos, tal manipulación se ha hecho con la mejor
y en la miseria, es más indispensable darle una educación religiosa»42. voluntad del mundo. Pero el hecho es que, en la práctica, lo religioso
La consecuencia que se ha seguido de todo lo dicho es que, en la era manipulado para el logro de intereses extrarreligiosos o incluso
práctica, la religión ha sido manipulada por el poder para el logro de sencillamente anticristianos. Y las consecuencias que de ello se han
sus intereses, por más que en muchos casos las intenciones conscientes seguido han sido funestas, ante todo para la misma práctica religiosa,
de determinados gobernantes fueran todo lo legítimas que uno se de la que se han alejado grandes masas. Y además consecuencias
pueda imaginar. funestas para las masas que, también desde este concreto capítulo,
Pero hay en todo este asunto algo más sutil y desisivo en la han sido muchas veces manipuladas.
práctica. Se trata del hecho, sobradamente conocido, de que los
sacramentos son ritos de integración social, en un doble sentido: por
una parte, los sacramentos son celebraciones de acontecimientos 9. Conclusión
personales con repercusión social, como por ejemplo el bautismo
(nacimiento), la fiesta del niño (primera comunión), la boda (matri- En nuestro tiempo asistimos, a pesar de todo lo que se diga en
monio), la muerte (funeral); por otra parte, los sacramentos tienen un contra, a una persistencia de lo religioso. Pero resulta que tal persis-
carácter de integración social, apuntándose en los diversos registros tencia pone de manifiesto, al mismo tiempo, las raíces de la crisis
sociales existentes (libros parroquiales, aceptación en la sociedad, religiosa que viven grandes sectores de la población.
requisitos que van a hacer falta después). Así el sujeto integrado en la Esta crisis está marcada por la sospecha. Una sospecha que a
sociedad ya es como todo el mundo: no es moro por estar bautizado, veces es consciente y manifiesta. Y otras veces actúa de manera
no vive como los animales, no es enterrado como un perro. inconsciente, pero con una eficacia asombrosa.
En este conjunto de hechos sociales, destaca fuertemente el aspec- Se trata, en primer lugar, de la sospecha que se refiere a la
to de pasividad en los que reciben los sacramentos, al menos en ambigüedad de lo religioso: en realidad, la práctica religiosa, ¿es un
muchos casos. Por la sencilla razón de que los sujetos son, con conjunto de «mediaciones» que nos llevan a Dios o es un conjunto de
frecuencia, llevados materialmente a los sacramentos: el niño peque- «objetivaciones» en las que intentamos inconscientemente poner a
ño es llevado a bautizar sin darse cuenta; los novios son llevados por Dios a nuestra disposición?
los padrinos al altar; los niños por sus padres y maestros a la primera Se trata, en segundo lugar, de la sospecha que se refiere a la
comunión; etc. ambivalencia de lo religioso: ¿no es la práctica religiosa, en muchos
Está claro que, en tales condiciones, se ejerce defacto un determi- casos, la realización sacralizada de obsesiones neuróticas mediante las
nado dominio político y social mediante los sacramentos. Esto es algo cuales el enfermo intenta liberarse del miedo?
41. Esta es la tesis que ha demostrado ampliamente el excelente estudio de B. Se trata, en tercer lugar, de la sospecha que se refiere a la violencia
Groethuysen, La formación de la conciencia burguesa en Francia durante el siglo XVIII, de lo religioso: ¿no será la práctica religiosa la puesta en práctica de
México 1943. mecanismos de magia mediante los cuales se intenta obtener efectos
42. Cf. R. Pernoud, Histoire de la bourgoisie en Frunce, Paris 1962, 112. automáticos tranquilizantes o gratificantes?
30 La crisis de la práctica religiosa

Se trata, por fin, de la sospecha que se refiere a la manipulación de


2
lo religioso: ¿no es la práctica religiosa un instrumento de integración
social, mediante el cual determinados grupos de poder manipulan de
Jesús y la práctica religiosa establecida
facto (sean cuales sean sus intenciones conscientes) a la masa de los
crédulos.
Estos interrogantes no están planteados caprichosamente o por
una manía morbosa de problematizar. Se trata de cuestiones reales
que operan en la intimidad de muchas más personas de lo que
seguramente nos podemos imaginar.

En la práctica religiosa establecida en la iglesia, los sacramentos se


celebran como ritos religiosos. Ello quiere decir que se trata de ritos
vinculados a la experiencia de «lo sagrado»: al espacio sagrado, al
tiempo sagrado y a las personas sagradas.
Ahora bien, cuando se trata de la experiencia de «lo sagrado», es
de suma importancia dejar muy claro dos cosas: 1) delimitar lo que
se entiende por «sagrado»; 2) comprender las experiencias que eso
suscita en las personas que lo viven.

1. Delimitación de lo sagrado

Decimos que los sacramentos se celebran como ritos religiosos,


vinculados a la experiencia de lo sagrado. Pero esta afirmación
necesita algunas aclaraciones importantes.
Es verdad que un sacramento se puede celebrar en un espacio no
considerado oficialmente como sagrado, por ejemplo un bautismo,
que se puede administrar en una clínica donde ha nacido el niño, o
una eucaristía que se puede celebrar en el campo o en una casa
particular. También es cierto que los sacramentos no están necesaria-
mente vinculados a determinados tiempos o días que se consideren
sagrados. Como igualmente es cierto que una persona no-sagrada (un
seglar) puede administrar un bautismo, y en el caso del matrimonio
son los contrayentes el ministro del sacramento.
Todo esto es cierto. Pero lo importante está aquí en comprender lo
que se debe entender por «sagrado». En principio, la sacralidad es la
32 Jesús y la práctica religiosa establecida Delimitación de lo sagrado 33

cualidad que separa y pone aparte a un espacio (el templo), a un Si aplicamos ahora esta descripción general al caso de los sacra-
tiempo (la fiesta religiosa), a un objeto (un vaso sagrado) o a una mentos, es claro que cuando un grupo de personas se reúnen en un
persona (el sacerdote). En este sentido, se comprende la noción de «lo local para celebrar una eucaristía, desde el momento en que la
sagrado» que nos suministran los especialistas en fenomenología de la celebración empieza, allí se establecen simbólicamente unos límites
religión. Por ejemplo, Mircea Eliade afirma: «El hombre entra en que sacralizan el espacio y el tiempo: la habitación es el espacio
conocimiento de lo sagrado porque se manifiesta, porque se muestra sagrado (aunque nadie lo piense), separado del resto de las habitacio-
como algo diferente por completo de lo profano» l . Se trata siempre, nes de la casa. Y mientras dura la eucaristía, se vive por los partici-
como dice el mismo Eliade, de la manifestación de algo «completa- pantes un tiempo especial, distinto, tiempo sagrado. En ese espacio y
mente diferente», de una realidad que no pertenece a nuestro durante ese tiempo, los participantes se sitúan simbólicamente en un
mundo 2 . ámbito distinto a todo el resto del espacio y del tiempo (espacio o
Pero con decir eso no tocamos el fondo del problema que plantea tiempo de trabajo, de convivencia, de diversión, o de descanso). Ese
«lo sagrado». En efecto, «lo sagrado», en cuanto que es «lo separado» espacio y ese tiempo merecen un respeto, una reverencia, un silencio,
y puesto aparte, lo contrapuesto y contradistinto de «lo profano», se un lenguaje, unos comportamientos que no son los habituales. Y todo
establece como tal en virtud de unos límites que el hombre traza o eso es así porque se han establecido simbólicamente unos límites que
delinea simbólicamente. Es decir, lo sagrado no es sagrado por separan el espacio, el tiempo, las cosas y las personas.
naturaleza, sino porque el hombre lo separa de lo que considera Dando un paso más, estos límites se establecen mediante un ritual
profano en virtud de un límite que el propio hombre establece. El determinado, que puede ser el ritual oficialmente establecido por la
espacio es continuo, lo mismo que el tiempo; las cosas y las personas autoridad religiosa; o que puede ser también el ritual convencional en
no tienen, por naturaleza, diferencias cualitativas que las contradis- el que se ponen de acuerdo los participantes. Porque en esto ocurre lo
tingan a unas de otras. Pero sabemos que el hombre tiene la capaci- mismo que en lo del tiempo, el espacio y las personas. De la misma
dad de establecer, mediante representaciones simbólicas, diferencias manera que el tiempo, el espacio y las personas tienen una continui-
fundamentales entre un espacio y otro espacio, un tiempo y otro dad que las iguala por naturaleza, igualmente se puede decir que los
tiempo, una persona y otra persona. gestos y las acciones humanas son iguales por naturaleza. Es decir, no
De acuerdo con lo que se acaba de indicar, se comprende perfecta- hay gestos, posturas o acciones que sean por naturaleza rituales,
mente lo que acertadamente ha escrito E. Leach: mientras que los demás no lo son. Lo que ocurre es que los hombres
tenemos la capacidad simbólica de atribuir una significación especial
Cuando empleamos símbolos (verbales o no verbales) para distinguir a ciertos gestos o acciones, que por eso se convierten en el ritual que
una clase de cosas o acciones de otras, estamos erando límites artificia- establece los límites entre lo sagrado y lo profano.
les en un campo que es «por naturaleza» continuo. Esta noción de Un ejemplo sencillo puede resultar esclarecedor: cuando las perso-
límite exige reflexión. En principio, un límite no tiene dimensión. Mi
jardín limita directamente con el de mi vecino; la frontera de Francia nas que se reúnen en la habitación de una casa para celebrar una
colinda directamente con la de Suiza, etc. Pero si el límite se ha de eucaristía, empiezan la celebración, siempre hay ciertos gestos o
señalar en el terreno, el mismo marcador ocupará un espacio. Los acciones que indican a los participantes que desde ese momento se
jardines vecinos tienden a separarse con vallas y zanjas; las fronteras inicia el rito. Es posible que allí no haya misal, ni velas, ni altar, ni
nacionales, con franjas de «tierra de nadie». La naturaleza de tales
marcadores de límites es que son ambiguos en su implicación y consti- ornamentos litúrgicos. Pero hay un momento en el que quien preside
tuyen una fuente de conflictos y ansiedad. El principio de que todos los impone silencio, quizás se santigua o inicia una consideración piadosa
límites son interrupciones artificiales de lo que es continuo por natura- o una breve plegaria. Ha comenzado el ritual. Y los participantes
leza, y de que la ambigüedad, que está implícita en el límite como tal,3 es componen su postura, adoptan un gesto más serio, bajan la voz o
una fuente de ansiedad, se aplica tanto al tiempo como al espacio .
ponen cara de circunstancias. Se ha establecido el espacio sagrado, el
tiempo sagrado. El ritual convencional los sumerge a todos en una
atmósfera diferente, contrapuesta al resto de la vida.
1. M. Eliade, Lo sagrado y lo profano, Madrid 1973, 18. Todo esto quiere decir que cuando se trata del espacio sagrado,
' 2. Ibid., 19.
3. E. Leach, Cultura y comunicación. La lógica de la comunicación de los símbolos, del tiempo sagrado o de las personas sagradas, lo que menos importa
Madrid 1978, 46. es saber si se trata de espacios, tiempos o personas que se consideran
34 Jesús y la práctica religiosa establecida Las experiencias que suscita «lo sagrado 35

«oficialmente» como realidades sagradas. Lo que de verdad interesa Pero al mismo tiempo, «lo sagrado» (y por eso, «lo ritual»)
es ver si, efectivamente, los participantes «sacralizan» su entorno desencadena, con frecuencia, una profunda experiencia de autoenga-
mediante un determinado ritual que delimita, separa y contrapone lo ño. Porque al tranquilizar la conciencia, hace que el centro de aten-
que se establece como sagrado, a diferencia de todo lo demás que ya ción del sujeto se desvíe de lo esencial hacia lo accesorio. Sabemos, en
queda como profano. efecto, de personas que se tranquilizan en su conciencia porque
En consecuencia, podemos decir que «lo sagrado» es lo delimitado participan en ceremonias sagradas, y eso les desvía la atención para
por un ritual religioso. Es posible que el ritual responda a la experien- no darse cuenta de que, por ejemplo, no aman sinceramente a sus
cia que viven los participantes. Pero también puede ocurrir que no semejantes. Es evidente que si tales personas se quedaran un buen día
responda a esa experiencia, sino que sea vivido como algo puramente sin lo sagrado, seguramente se darían cuenta de su engaño. Desde este
convencional o incluso artificial. En tal caso, el ritual es fuente de punto de vista, parece bastante claro que «lo religioso», en cuanto
conflictos y tensiones, que cada persona vive en su intimidad quizás puesta en práctica de «lo sagrado» resulta con frecuencia alienante, es
secretamente. Por eso, muchas personas sienten alergia o dificultad decir, resulta ser origen y fuente de falsa conciencia5. Aquí encaja
ante cualquier tipo de celebración sacramental, no sólo la que se exactamente la acusación de Jesús contra los dirigentes judíos, que
celebra en los ámbitos «oficialmente» sagrados, sino también la que por aferrarse a sus tradiciones religiosas y sacrales, no atendían al
tiene lugar en los ámbitos «convencionalmente» sacralizados por los mandamiento fundamental de Dios, que es el mandamiento del amor
participantes, aun cuando tal sacralización se efectúe de manera (Me 7, 5-13).
inconsciente. Entre estas dos experiencias fundamentales existe un profundo
Todo esto nos viene a decir que la categoría de «lo sagrado» parentesco e incluso una relación de causa y efecto. Precisamente
plantea inevitablemente problemas —y a veces problemas muy se- porque la experiencia de lo sagrado ejerce su poder de fascinación
rios— a la celebración sacramental, incluso a la que se considera más sobre el sujeto, por eso es una experiencia capaz de alienarlo, creando
«secularizada». Por eso, nos preguntamos en este capítulo acerca de en él una falsa conciencia. Se ha dicho, con toda razón, que la religión
la actitud de Jesús sobre la práctica religiosa establecida, en cuanto «tiene por objeto elevar al hombre por encima de él mismo y hacerle
práctica vinculada a lo sagrado. vivir una vida superior a la que llevaría si obedeciera únicamente a sus
expontaneidades individuales: las creencias expresan esta vida en
términos de representaciones; los ritos la organizan y reglamentan su
2. Las experiencias que suscita «lo sagrado» funcionamiento»6. La experiencia de «lo sagrado», por consiguiente,
La experiencia de «lo sagrado» es compleja y multiforme. Aquí no suscita en el hombre un sentimiento de fascinación que le lleva a
se trata de describir o analizar exhaustivamente tal experiencia. Para sentirse situado en una especie de vida superior. Pero esta vida está
lo que interesa a nuestro estudio, baste con recordar que lo sagrado ligada a los rituales religiosos que son característicos de «lo sagrado».
suscita dos experiencias fundamentales. De ahí que cuando el hombre ejecuta con exactitud tales rituales se ve
En primer lugar, está fuera de duda que «lo sagrado» ejerce un inevitablemente amenazado de pensar y llegar al convencimiento que
cierto poder fascinante, que se traduce en experiencias de veneración, su vida alcanza el punto más alto de realización que se puede
respeto, adoración, sumisión, alabanza. Ello es así porque equivale imaginar. Y a partir del momento en que el hombre se sumerge en tal
(lo sagrado) a la experiencia de sentirse ante el misterio, ante el experiencia, resulta perfectamente comprensible que las relaciones
absoluto. En este sentido, R. Otto ha dicho con razón: «El contenido cotidianas (en las que se realiza o destruye el amor) pasen a un
cualitativo de lo numinoso... está constituido de una parte por ese segundo término y lleguen a perder su verdadera significación. La
elemento antes descrito, que hemos llamado tremendum, que detiene y experiencia de lo fascinante engendra, con frecuencia, la falsa con-
distancia con su majestad. Pero, de otra parte, es claramente algo que ciencia de lo alienado y alienante. He aquí por qué no es raro
al mismo tiempo atrae, capta, embarga, fascina. Ambos elementos,
atrayente y retrayente, vienen a formar entre sí una extraña armonía 5. Para un estudio elemental de concepto de alienación, cf. C. Gurmendez, El secreto
de contraste»4. de la alienación, Madrid 1967; E. Ritz, Entfremdung, en Historisches Worterbuch der
Philosophie II, Basel 1972, 509-512.
4. R. Otto, Lo santo, 53. 6. E. Durkheim, Les formes élémentaires de la vie religieuse, Paris 1968, 592.
36 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y el espacio sagrado 37

encontrar personas que son fanáticamente religiosas, pero al mismo ble, sino que se puede afirmar con toda seguridad que él fue el hombre
tiempo son tan egoístas e insolidarias como el pagano o el ateo para más radicalmente religioso que haya existido. Su religiosidad, en este
quienes el Dios vivo no tiene relevancia. sentido, manifiesta el misterio supremo de su misión: dar a conocer el
verdadero significado de Dios para el hombre, «porque Dios se le
había dado a conocer como Padre» (Mt 11,27 y par) 9 .
3. Jesús y «lo sagrado»: el problema Pero, por lo que vamos a ver enseguida, es un hecho que esta
profunda religiosidad de Jesús, no sólo no encajó en el modelo de la
Vamos a empezar planteando una pregunta que quizás para religión establecida, sino que además resultó desconcertante y escan-
algunas personas puede resultar extraña o desconcertante: ¿fue Jesús dalosa. Hasta el punto de llegar al enfrentamiento mortal. Ahora
de Nazaret un hombre verdaderamente religioso, profundamente bien, este hecho nos viene a plantear el problema que aquí debemos
religioso? afrontar. Se trata del problema de la religiosidad y de la práctica
Esta pregunta no es caprichosa y tiene su razón de ser. Jesús fue religiosa, en cuanto relación del hombre con «lo sagrado». ¿Qué hay
acusado de blasfemo por los dirigentes más cualificados de la religión de aceptable en tal relación? ¿Qué es lo que en esa relación se debe
judía (Mt 9, 3; Me 2, 7; Le 5, 21; Jn 10, 33.36). Es más, Jesús fue rechazar? He aquí la cuestión básica que ahora vamos a estudiar.
condenado a muerte y rechazado por la suprema autoridad religiosa Lo sagrado se realiza y es vivido en tres categorías fundamentales:
precisamente a causa de lo que fue considerado como una blasfemia el espacio sagrado (el templo), el tiempo sagrado (para los judíos, el
intolerable (Mt 26, 65; Me 14, 64). De hecho, sabemos que la actividad sábado) y la persona sagrada (el sacerdote). ¿Cuál fue la actitud de
y el ministerio de Jesús desencadenaron el enfrentamiento constante Jesús en relación a estas tres categorías fundamentales?
de las autoridades religiosas contra su persona y su obra. Este hecho
global nos debe hacer pensar. Porque los dirigentes judíos eran
hombres profundamente religiosos. Y vieron en Jesús una amenaza 4. Jesús y el espacio sagrado (el templo)
tan decisiva para la religión que consideraron absolutamente necesa-
rio acabar con él, liquidarlo y quitarlo de enmedio. Entonces, ¿es que a) El templo de Jerusalén en tiempos de Jesús
Jesús no era un hombre religioso?, ¿o es que Jesús entendía la
religiosidad de manera tan original y distinta que, en la práctica, Para comprender lo que en realidad representó la actitud de Jesús
resultaba incompatible con la religiosidad establecida? con respecto al templo, hay que tener muy en cuenta lo que significa-
Como respuesta a estas cuestiones, hay que decir, ante todo, que ba el templo para los contemporáneos de Jesús.
Jesús fué un hombre que mantuvo constantemente una relación tan El templo de Jerusalén desempeñaba, de hecho, dos funciones a
íntima con Dios que en ocasiones llega hasta lo asombroso. En efecto, cual más importante: era el centro de la religiosidad judía y la fuente
los cuatro evangelios nos muestran a Jesús, no sólo dirigiéndose a capital de la vida económica de la ciudad.
Dios y hablando de él con inusitada frecuencia, sino sobre todo Ante todo, se debe tener presente que toda la religiosidad judía
sabemos que los distintos estratos de la tradición evangélica concuer- giraba en torno al templo. Esto es cierto hasta tal punto que, como se
dan en que Jesús se dirigia a Dios llamándole «Padre mío» 7 . Ahora ha dicho muy bien, «el transcurso del año de la población cananea de
bien, esta invocación era completamente inusitada en todo el antiguo Palestina, regido por procesos de la naturaleza con festividades basa-
testamento. Y más aún, si cabe, cuando se trata de la invocación Abba das en ella, fué transformado por Israel en el año del templo»10.
(Me 14, 36), que pertenecía al lenguaje infantil (palabra balbuciente de Además, Jerusalén (la ciudad santa y santificada por la presencia del
los niños a sus padres), que sin duda fue utilizada frecuentemente por templo) era el centro de todo el judaismo. En sus oraciones diarias,
Jesús, y que en aquel tiempo resultaba impensable para un judío el todos los judíos se ponían en dirección a Jerusalén11. Por otra parte,
dirigirse a Dios con semejante expresión8. Desde este punto de vista,
por consiguiente, la religiosidad de Jesús es, no sólo algo incuestiona- 9. Ibid., 87.
10. W. Grundmann, Los judíos de Palestina entre el levantamiento de los Mácateos y
el fin de la guerra judia, en J. Leipold-W. Grundmann, El mundo del nuevo testamento I,
7. J. Jeremías, Teología del nuevo testamento, Salamanca 1974, 80. Madrid 1973, 211.
8. Ibicl., 83-86. 11. Ibid.iU.
38 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y el espacio sagrado 39

la importancia del templo para los judíos lo manifiestan, no sólo las preocupante, escandaloso o sencillamente irritante. Al menos, esto se
abundantísimas alabanzas a la magnificencia y santidad del templo en puede decir con toda seguridad de las personas más profundamente
la literatura contemporánea, sino mucho más aún la enorme indigna- religiosas y de las numerosas gentes que estaban interesadas económi-
ción que produjo en todo el mundo la orden del emperador Calígula camente en el asunto. Enseguida vamos a ver por qué.
de colocar su estatua en el templo, hasta el punto de que sólo el
asesinato del emperador libró entonces al pueblo judío de una lucha a
vida o muerte 12 . b) Terminología sobre el espacio sagrado
Para el culto del templo se exigía la mejor calidad de madera, vino,
aceite, trigo e incienso. Hasta de la India se hacían venir telas para las En el nuevo testamento se utilizan fundamentalmente tres térmi-
vestiduras del sumo sacerdote en el día de la expiación; las doce joyas nos para hablar del espacio sagrado: ierón, lugar sagrado, que aparece
de su pectoral eran las piedras más preciosas del mundo. Pero, sobre 71 veces; naos, templo, santuario, ante todo la parte más sagrada, que
todo, resultaba impresionante la cantidad de víctimas (toros, terne- aparece 45 veces; oíkos, casa, en el sentido de la casa de Dios (con este
ros, ovejas, cabras, palomas) que se requerían para el culto 13 . En significado se utiliza 32 veces). A estos tres términos hay que añadir:
ocasiones especiales se ofrecían verdaderas hecatombes. Herodes, Jerusalén, la ciudad santa o el monte santo, como afirmaciones del
cuando terminó el templo, hizo sacrificar trescientos bueyes. Y en las espacio sagrado (por ejemplo en Jn 4, 20-21). Como se ve por esta
fiestas de la pascua se sacrificaban decenas de miles de animales14. simple enumeración, la terminología sobre el espacio sagrado es
Por otra parte, el templo era la fuente capital de la vida económica abundante en el nuevo testamento. Señal inequívoca de que se trata
de la ciudad. Es indudable que Jerusalén debía su prosperidad econó- de un asunto que interesó a la iglesia primitiva. Ahora se trata de ver
mica a la importancia religiosa que tenía15. Y sabemos que esta en qué sentido la iglesia se interesó por el tema.
importancia reJigiosa residía en el hecho de que en elia estaba el
templo. La fuente más importante de ingresos era el pago de los
impuestos. Todos los judíos del mundo tenían que pagar dos diezmos, c) El comportamiento de Jesús
uno que entregaban directamente a los ministros del culto; y otro que
debía ser gastado en Jerusalén. Estaba prohibido gastar este segundo Jamás los evangelios dicen que Jesús o sus discípulos acudieran al
diezmo fuera de la ciudad 16. Además, el templo recibía donativos espacio sagrado, al templo, bien sea para orar, bien sea para tomar
(Me 7, 11) y grandes limosnas, sobre todo de la gente rica (Me 12,41). parte en las ceremonias sagradas. Jesús aparece con frecuencia en el
A lo que había que añadir el comercio organizado de animales para templo. Pero sus idas al templo tienen un sentido completamente
los sacrificios y el cambio de moneda que debían hacer los judíos que distinto del habitual entre los judíos. En efecto, Jesús iba para enseñar
venían del extranjero (Me 11,15). En consecuencia, el culto constituía su mensaje, que resultaba asombroso para los oyentes por lo distinto
la mayor fuente de ingresos para la ciudad. Del culto vivía la nobleza que era al que ofrecían los teólogos del tiempo (cf. Mac 1, 22);
sacerdotal, el clero y los numerosos empleados del templo. Y del y se comprende que él acudiera al templo para hablar a la gente
templo se beneficiaban los comerciantes y artesanos de la capital y sus (Mt 21, 23; 26, 55; Me 12, 35; Le 19, 47; 20, 1; 21, 37; Jn 7, 28;
alrededores17. Se puede decir, por consiguiente, que el templo era una 8, 20; 18, 20), ya que el templo era un lugar en donde se concentraba
empresa financiera de proporciones muy considerables. mucho público; por la misma razón Jesús iba, a veces, a las sinagogas
A la vista de estos hechos, se comprende fácilmente que la actitud (Me 1,21 par; Le 4,16; Jn 6,59). Más en concreto, Jesús se hace
de Jesús con respecto al templo tuvo que resultar, para los habitantes presente en el templo para desenmascarar la situación y hacer refle-
de Jerusalén y para todos los judíos que tuvieron noticia de ello, algo xionar a su comunidad sobre las motivaciones de los ricos y de los
pobres (Me 12, 41-44). Cuando Jesús cura al paralítico de la piscina
12. Ibid., 315. (Jn 5, 1-15), Juan indica un detalle, quizás significativo, con respecto
13. J. Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid 1977, 73. al templo: Jesús encuentra al hombre curado precisamente en el
14. Ibid., 73-74. templo; y allí le dice que no vuelva a pecar (Jn 5, 14). No parece que
15. Ibid., 157.
16. Ibid., 153.
estas palabras de Jesús tengan el sentido que la opinión popular daba
17. Ibid., 157. a la enfermedad como efecto del pecado, ya que el mismo Jesús
40 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y el espacio sagrado 41

rechaza expresamente tal interpretación (Jn 9, 3; cf. 11, 4) 18 . Por eso (los ángeles, Simeón...) hacen de Jesús; a partir del bautismo es
quizás no sea avanturado pensar que Jesús asocia la idea del pecado cuando Jesús habla de sí. Pero aquí se adelanta el proceso, cosa que
con la presencia del hombre aquel en el templo. De ser así, Juan no encaja con el hecho de que el bautismo de Jesús señala el punto de
establecería una determinada conexión entre el pecado y la presencia partida de la revelación que Jesús hace de sí mismo22. Más aún,
en el templo. sabemos que en la literatura religiosa de la antigüedad es un lugar
Pero mucho más importante que todo lo dicho es el hecho de la común el presentar hechos que exaltan al niño que luego va a ser un
expulsión de los comerciantes del templo (Mt 21, 12-13; Me 11, 15-16- personaje excepcional, por ejemplo ése es el caso de Buda, Osiris, Ciro
Le 19, 45; Jn 2, 14-15), gesto que fue la desautorización del lugar el Grande, Alejandro Magno, Augusto 23 . Finalmente, hay que recor-
santo, su anulación y la afirmación de que era una cueva de bandidos. dar que este relato no concuerda con la actitud general de Jesús en
Sobre este hecho, se ha destacado, con razón, el significado que tuvo, todo el evangelio por lo que se refiere a los que aquí se llaman
para la comunidad primitiva, de verdadera anulación del templo. Tal «maestros», mientras que en el resto del evangelio se les llama
es el sentido que da a este episodio el evangelio de Juan cuando refiere «escribas» y «letrados», que son los personajes que siempre aparecen
el templo a la persona de Jesús 19 . en relación a la actitud de enfrentamiento de Jesús con respecto al
Por otra parte, resulta significativo el hecho de que Jesús se templo 24 .
retiraba a orar, es decir, para comunicarse con Dios, a la montaña
(Mt 14, 23; Le 9, 28-29) o se iba al campo (Me 1, 35; Le 5, 16; 9, 18),
cosa que tenía por costumbre (Le 22, 39). d) La enseñanza de Jesús
Por consiguiente, Jesús no utiliza el templo como lugar del en-
cuentro con Dios. Y no sólo eso, sino que, sobre todo, desprestigia al El tema del templo —se trata evidentemente del templo de Jerusa-
lugar santo, lo desenmascara y lo anula. Este comportamiento reviste lén— aparece con relativa frecuencia en la enseñanza de Jesús. Y por
una importancia decisiva y hasta trágica, porque está fuera de duda cierto siempre con un sentido de enfrentamiento y hasta de rechazo.
que cuando Jesús se decidió a expulsar violentamente a los comer- Así, Jesús afirma que él es más que el templo (Mt 12, 5-7). Para
ciantes del templo, debió saber claramente que estaba arriesgando su comprender el verdadero significado de este texto hay que tener
propia vida; en efecto, esta acción de Jesús fue el motivo para presente que todo el capítulo doce de Mateo está dominado por la
proceder oficialmente contra él, de una manera definitiva20. Por lo idea del rechazo de Jesús, es decir, se trata de sus enfrentamientos con
demás, acabamos de ver que Jesús se relaciona con Dios en el espacio los dirigentes religiosos, para terminar con la escena en la que Jesús
profano. declara cuál es su verdadera familia: la nueva comunidad de discípu-
Un solo pasaje se podría aducir en donde Jesús otorga especial los (Mt 12, 46-50)25. Además, Jesús cita el texto de Os 6, 6: «corazón
consideración al espacio sagrado. Se trata del episodio del niño Jesús quiero y no sacrificios», lo que significa que Dios prefiere la bondad
perdido y hallado en el templo (Le 2,41-52). Pero acerca de este relato hacia los demás, que en el contexto queda indudablemente asociada a
hay que tener en cuenta, ante todo, que, según parece, no es un relato las prácticas cultuales que se realizaban en el templo.
original, en cuanto que el final de los relatos de la infancia se debe
situar en Le 2, 40. Este pasaje debió ser añadido en una ulterior Jesús enseña también que las ofrendas que se hacían en el templo
redacción. Tal es la conclusión a que se ha llegado en los estudios más (korbán) eran una hipocresía y una desobediencia a Dios (Me 7, 11-
recientes y documentados sobre este punto 21 . Además, parece bastan- 13). Aquí se trata otra vez del enfrentamiento de Jesús con los
te claro que se trata de una historia de origen apócrifo, que incluso no dirigentes religiosos, a nivel de las autoridades centrales, venidas de la
encaja con el resto de los relatos de la infancia: en esos relatos, Jesús capital (Me 7, 1). A tales personajes, Jesús les dice que sus observan-
no habla nunca, porque en ellos se presenta la revelación que otros cias religiosas conducían a anteponer la tradición humana al manda-

18. Cf. H. van denBusschc, Jean,cornentaire de l'evangile spirituel, Bruges 1967, 222. 22. Ibid., 481.
19. Cf. O. Cullmann, Les sacrements dans l'evangüejohannique, Neuchátel 1951, 18. 23. Cf. R. Laurentin, Jésus au temple. Mystére de paques etfoi de Marte en Luc 2, 48-
20. J. Jeremías, Teología del nuevo testamento, 324. 50, París 1966, 147-158.
21. Cf. R. E. Brown, The birth of the Messiah, London 1977, 479. 24. Cf. R. E. Brown, o. c, 488.
25. Cf. P. Bonnard, L'evangile selon saint Matthieu, Neuchátel 1963, 171.
42 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y el espacio sagrado 43
miento y a la voluntad de Dios; y hasta llegaban de esa manera a sentido que la exégesis quiera dar a la afirmación referente al culto
invalidar (ákuroüntes) (Me 7,13) lo que Dios mandaba. Como ejem- «con espíritu y verdad» (Jn 4, 23), una cosa por lo menos es cierta: que
plo, Jesús les echa en cara la práctica, impuesta por los rabinos, según se trata de un culto no limitado a un lugar (topos) (Jn 4, 20), es decir,
la cual un hijo podía dejar desamparados a sus padres en el caso que no circunscrito a un espacio determinado, al espacio sagrado. Jesús
ofreciera sus bienes como donativos para el templo. Así, el egoísmo rechaza manifiestamente tal concepción del culto y, por consiguiente,
del clero anteponía sus ganancias por el culto a la observancia de los toda forma de relación con Dios que pretenda ser configurada y
deberes familiares26. Y es claro que en ese negocio sucio estaba delimitada en ese sentido.
directamente complicado el templo y lo que allí se maquinaba para
aprovecharse de) pueblo sencillo y crédulo.
Otra enseñanza de Jesús se refiere a que lo importante no es jurar e) Las enseñanzas de los evangelistas
por el espacio sagrado (templo), sino por aquél que habita en el
santuario, es decir por Dios (Mt 23,16-22). También aquí el contexto Aparte de la enseñanza del mismo Jesús, hay que tener en cuenta
es de enfrentamiento radical con los dirigentes religiosos. Y Jesús otras referencias que nos suministran los evangelistas y que induda-
afirma que lo importante no es la mediación de lo transcendente, sino blemente resultan de interés. En este sentido, el templo es lugar de
el término de esa mediación, que es Dios en sí mismo. Además, resulta tentación para Jesús (Mt 4, 5; Le 4, 9). Quizás esta referencia sea
significativo que, en ese mismo discurso, Jesús alude otra vez al meramente circunstancial y no sea lícito, por lo tanto, querer deducir
templo como lugar de asesinato: allí se dio muerte a un tal Zacarías, de eso una conclusión terminante. En cualquier caso, se puede decir
«al que matasteis entre el santuario y el altar» (Mt 23, 35), o sea, en lo con seguridad que de la misma manera que el desierto es el lugar de la
más sagrado del espacio sagrado. Finalmente, el capítulo 23 de Mateo prueba y la tentación satánica (Mt 4,1), como consta por el sentido de
se termina con la tremenda lamentación y el dolorido reproche contra tierra seca y tenebrosa, oscura y llena de inseguridad, que tenía en la
la ciudad santa, Jerusalén, la ciudad santificada por el templo (Mt 23, tradición de Israel (cf. Ez 19, 13; Os 13, 5; Is 35, 1.6; 41,18-19; 43, 19-
37-39). Los participios de presente (ápokteínousa y lizoboloüsa) ex- 20; Jer 2, 6.31; Sal 55, 8) 30 , igualmente el templo es, para Jesús, lugar
presan una acción constante y actual (Mt 23, 37) y quieren decir que de tentación y de amenaza.
las violencias de Jerusalén contra los enviados de Dios no son ni Otro dato significativo es el anuncio, hecho por un ángel, al
recientes, ni accidentales; esta idea de una resistencia criminal y sacerdote Zacarías (Le 1, 9-22). El anuncio tiene lugar en el templo
secular de Israel domina todo el capítulo 23 21 . mientras se celebra el ceremonial sagrado (Le 1, 8-9). Pues bien, como
Pero, sin duda alguna, más importancia que todo lo anterior tiene es sabido, en la intención de Lucas, se trata de contraponer el anuncio
la profecía de Jesús acerca de la destrucción del templo y la ruina de la del ángel a Zacarías al otro anuncio angélico que se hace a María, en
ciudad santa (Mt 24, 1-2). Las palabras de Jesús no significan, en este un pueblo perdido de Galilea (Le 1,26-38). Según esta contraposición,
caso, un vaticinio ex eventu, sino una afirmación profética de carác- el templo es el lugar de la incredulidad, mientras que el espacio
ter apocalíptico28 que se refiere a la desaparición del templo. En profano es el lugar de la fe, en donde la revelación de Dios es acogida
adelante, el verdadero templo será Cristo mismo; el viejo mundo con fe(cf. Le 1,45).
desaparece y una nueva era se inicia en la relación del hombre con Finalmente, en este apartado cabe destacar el hecho de que el
Dios2». comienzo de la «buena noticia» (Me 1, 1) no se realizó ni en el templo
Por último, según el evangelio de Juan, Jesús anuncia que el ni en Jerusalén, sino en el desierto (Me 1, 4; cf. Mt 3, 1; Le 3, 2-4). El
veradero culto que Dios quiere, no es el culto que se le tributa en el mensaje de Dios arranca del espacio profano.
templo, sino el culto con espíritu y verdad (Jn 4,20-24). Sea cual sea el
f) La iglesia primitiva
26. Cf. J. A. Fitzmeyer, The aramaic Quorban inscription from Jebel Hallet Et-Turi Ante todo, por lo que nos informa Lucas en el libro de los Hechos,
an Mk 7, 11: Journal of Biblical Literature (1955) 60-65.
27. P. Bonnard, o. c, 343. sabemos que en la primera comunidad de Jerusalén hubo una tenden-
28. Cf. W. Grundmann, Das Evangelium nach Matháus, Berlín 1968, 501.
29. Cf. Th. Preiss, La vie en Chrtst, 1951, 98. 30. Cf. R. Reifenberg, The struggle between the desert and the sown, Jerusalén 1955.
44 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y el espacio sagrado 45

cia que orientaba a los creyentes hacia la fidelidad al templo: alaba- g) El templo de los cristianos
ban continuamente a Dios en el templo (Le 24, 53), lo frecuentaban
asiduamente (Hech 2, 46), iban al templo a la oración (Hech 3, 1; cf. En el texto de Hech 7,48, hemos visto que Esteban afirma que «el
22, 17). Se trata de la tendencia de los cristianos de origen judío, Altísimo no habita en edificios construidos por hombres». De manera
residentes en Jerusalén, dirigidos por Santiago, que permanecieron más terminante, Pablo les dice a los atenienses: «el Dios que hizo el
«fanáticos de la ley» (Hech 21, 20). Esta tendencia terminó por ser mundo y todo lo que contiene, ese que es Señor de cielo y tierra, no
una facción dentro del cristianismo primitivo, facción dominada por habita en templos (naos) construidos por hombres» (Hech 17, 24).
el empeño en conciliar la fe en Jesucristo con la religión del judaismo Parece, por lo tanto, que cuando la iglesia primitiva renuncia a tener
de aquel tiempo. templos o lugares sagrados para el culto, eso no se debió simplemente
Pero, frente a la facción judaizante, pronto aparece la otra gran a razones prácticas33, sino a una nueva comprensión de la relación
tendencia que se dio en la iglesia primitiva, la de los cristianos de del hombre con Dios. Esta nueva comprensión se descubre en el
origen griego, cuyo representante más cualificado es Esteban31. La sentido que tiene el término jeiropoietos (ajeiropoietos), que aparece
postura de este grupo aparece, en su expresión más tajante, en el en Hech 17, 24, y que caracteriza lo que es una simple construcción
discurso de Esteban: el Altísimo no habita en edificios construidos por humana: a Jesús se le acusa en la pasión de que iba a destruir el
hombres (Hech 7, 48). Esta afirmación constituye el rechazo más templo «hecho por manos» de hombres y que iba a edificar otro no
terminante del judaismo del tiempo y su concepción religiosa. Y es hecho por manos humanas (Me 14, 58). Además este término caracte-
importante tener en cuenta que se trata del punto culminante del riza la idolotría de los israelitas en el desierto (Hech 7, 41) y eso es
discurso de Esteban y, en ese sentido, de la teología que Lucas quiere
justamente lo que Esteban rechaza en su discurso ante los dirigentes
transmitir32. Por otra parte, este rechazo del templo, y la consiguiente
judíos (Hech 7,48) y lo confirma con la referencia a Is 66, 2 (Hech 7,
muerte de Esteban, es —en la teología del libro de los Hechos— el
comienzo de la expansión de la iglesia, primero en Palestina (Hech 8, 50). Más claramente, en el discurso del platero Demetrio, en Efeso, el
4) y luego fuera de Palestina (Hech 11, 19). El rechazo de la religiosi- mismo término indica específicamente a los ídolos (Hech 19,26). Por
dad vinculada al templo y a la ley es el punto de partida de la el contrario, el cielo, la morada propia de Dios, no está construida
expansión misionera de la iglesia. por manos de hombres (ajeiropoietos) (2 Cor 5, 1). Pero es, sobre
todo, en la Carta a los hebreos, en su sección central, donde se afirma
Sin duda alguna, la tendencia de los cristianos de origen griego es que el templo «no hecho por manos de hombres» se instaura a partir
la que termina por imponerse en la iglesia primitiva. En este sentido, de Cristo (Heb 9, 11). Este templo es Cristo mismo 34 . Por consiguien-
sabemos que los creyentes no tuvieron templos, sino que celebraban te, queda bien claro que en las ideas de la iglesia primitiva, tanto en la
sus reuniones en las casas (Hech 2, 2.46; 5, 42; 8, 3; 19, 7-8; Rom 16, 5; tradición de los evangelios, como en los Hechos, como en la Carta a
1 Cor 16, 19; Col 4, 15; Flm 2). Lo mismo que las casas eran el lugar los hebreos, se rechaza expresamente que el templo edificado por el
habitual de oración. Por eso, sin duda alguna, la comunidad creyente hombre sea el espacio en el que el creyente se encuentra con Dios. Tal
recuerda el consejo de Jesús de retirarse para orar a la soledad de la templo, que es una construcción humana, es lo que caracteriza a la
habitación privada (Mt 6, 6). Por eso también, la comunidad ora en la idolatría. Se trata, por tanto, del rechazo del espacio sagrado.
casa (Hech 1, 13-14; cf. 4, 31), como lo hacen también los individuos
(Hech 9, 11-12; 10, 9; cf. 11, 5. En otras ocasiones, la comunidad ora Por lo demás, la cuestión no está en que el espacio sacralizado sea
fuera de la casa, en un lugar cualquiera (cf. Hech 20, 36). por sí mismo y necesariamente una idolatría, ya que Dios mandó a los
En resumen, se puede decir que, fuera del caso concreto de la israelitas edificar el templo de Jerusalén (1 Re 6, 37-38; Esdr 3,2-6; 4,
facción judaizante de Jerusalén, la iglesia primitiva no se sintió 24; 5, 2; Zac 4, 7-10), sino en que a partir de Cristo, la única
vinculada a un espacio determinado, un lugar santo o templo, en el mediación entre el hombre y Dios es el mismo Cristo (1 Tim 2, 5-6), de
que considerase que el creyente debe establecer su relación con Dios. donde resulta que la mediación sacralizada del espacio viene a ser, por

31. Cf. para todo este asunto E. Haenchen, Die Apostolgeschichte, Góttingen 1959,
225; J. Dupont, Le discours de Milet, París 1962,163; W. Schmithals, Paulus undjakobus, 33. No estamos, por eso, de acuerdo con H. Schlier, Eclesiología del nuevo testamen-
Góttingen 1963, 10. to, en Mysterium Salutis IV/1, 137.
32. Cf. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte, 241. 34. Cf. A. Vanhoye, La structure littéraire de tEpttre aux hébreux, Lyon 1962, 147-
159; Id., De Epístola ad hebraeos, sectio centralis (cap. 8-9), Roma 1966, 127-141.
46 Jesús y la práctica religiosa establecida
Jesús y el espacio sagrado 47
eso mismo, una aberración idolátrica. Por eso se puede hablar, con
razón, del rechazo del espacio sagrado. cinco veces. Es decir, el nuevo testamento no reconoce, para los
Entonces, ¿cuál es el templo de los cristianos? ¿cuál es, por cristianos, otra acepción ni otra aplicación del templo. Estas cinco
consiguiente, el espacio en el que se encuentra el creyente con su veces son: 1 Cor 3, 16.17; 6, 19; 2 Cor 6, 16; Ef 2, 21. Según estos
textos, el templo de los cristianos es la comunidad (1 Cor 3,16-17; Ef 2,
verdadero Dios? La primera respuesta a esta pregunta se encuentra ya
21) o cada cristiano en particular (1 Cor 6, 19; 2 Cor 6, 16). Por
insinuada en Jn 2, 19-21, en donde se indica que la comunidad
consiguiente, para los cristianos no hay más templo que la comunidad
cristiana, después de la resurrección de Jesús, comprendió que el misma o cada creyente en concreto. Es decir, el lugar del encuentro
templo es Jesús mismo, su persona resucitada. La importancia de este con Dios no es un espacio geográfico, sino un espacio humano; no es
texto está en que Jesús habla de tal manera que el santuario, el espacio ya el espacio sagrado, sino el espacio del encuentro entre las personas.
sagrado, no es ya el templo material, sino su persona.
Esta misma comprensión fundamental se expresa con el verbo
Esta idea, según la cual Jesús es el nuevo templo, estaba clara en la oikeo (habitar). Así, el Espíritu de Dios habita en la comunidad (Rom
conciencia de la iglesia primitiva. Pedro lo expresa así cuando afirma 8, 9.11; 1 Cor 3,16; 2 Cor 6,16; Ef 2, 19-22; 2 Tim 14) y Cristo habita
que Jesús es la piedra (lizos) que fue rechazada por los constructores en el corazón de cada creyente (Ef 3, 17). La misma idea se expresa
(Hech 4, 11). Se trata de una referencia directa al Sal 118, 22, cuyo con el substantivo oikos (casa). Por eso, la iglesia, es decir, la comuni-
texto es aducido por el mismo Jesús en la parábola de los viñadores dad, es la casa de Dios (1 Tim 3, 15) y los cristianos, como piedras
homicidas (Mt 21, 42; Me 12, 10; Le 20, 17). Ahora bien, esta vivas, son la casa espiritual en la que se ofrece el nuevo culto (1 Pet
parábola fue pronunciada por Jesús inmediatamente después de la 2,5).
expulsión de los comerciantes del templo. Al colocar los tres sinópti- Estrechamente relacionado con oikos está el verbo oikodomeo,
cos esta parábola, con esa referencia al Sal 118, 22, precisamente edificar o construir. En la tradición de la iglesia primitiva, este verbo
después del gesto simbólico del templo, está indicando que el rechazo se aplica inequívocamente al templo y precisamente en relación con
y el asesinato del hijo (Jesús) es el rechazo de la piedra angular del Jesús mismo, en las acusaciones que se hacen contra él en la pasión
edificio. Y es justamente esta idea la que recoge Pedro, en Hech 4, 11, (Mt 26, 61; 27,40; Me 14, 58; 15, 29), textos que dicen relación a la
cuando les dice a los dirigentes judíos que al asesinar a Jesús han fórmula de Jn 2,20 (cf. también Mt 24,1; Me 13,1-2). La comunidad
rechazado la piedra angular del nuevo templo en el que Dios se quiere primitiva comprendió que a Jesús se le sentenció a muerte y se le
encontrar con el hombre. asesinó porque representó un atentado directo para el templo y se
En un texto magistral de la Carta a los efesios, se repite exacta- erigió en el nuevo templo. Y es impresionante recordar que de todas
mente la misma idea: las acusaciones que había contra Jesús, los evangelios sólo han
conservado ésta del templo. Lo cual quiere decir dos cosas. Primero,
Por lo tanto, ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos que el judaismo (la religión establecida) vio en eso la amenaza
de los consagrados y familia de Dios, pues fuisteis edificados sobre el suprema. Segundo, que la comunidad cristiana vio ahí la significación
cimiento de los apóstoles y profetas, con el Mesías Jesús como piedra más destacada de la muerte de Jesús. Es decir, la muerte de Jesús
angular. Por obra suya la construcción se va levantando compacta,
para formar un templo consagrado por el Señor; y también por obra representa la liquidación de un sistema de relación con Dios. Un
suya vais entrando vosotros con los demás en esa construcción, para sistema basado en el espacio sagrado y en el edificio material. La
formar por el Espíritu una morada para Dios (Ef 2, 19-22). muerte de Jesús implica, por tanto, la liquidación de todo lo que
representa el templo, que es la religión como conjunto de prácticas
Aquí es fundamental tener en cuenta que a Cristo se le designa con separadas del resto de la vida, la religión como ritual y ceremonial. En
la palabra akrogoniaios (akros, agudo o extremo; y gonía, ángulo), sustitución de todo eso, Jesús —y precisamente Jesús en su muerte—
que indica la piedra angular, es decir la piedra última, que cierra la es el nuevo templo, lo que quiere decir que la relación con Dios ya no
bóveda, sobre la que descansa la solidez del edificio. Por consiguiente, consiste ni se realiza en la relación con un espacio, un edificio, un
Cristo es la piedra fundamental del nuevo templo, del nuevo lugar de ritual, sino en relación con una persona, una vida, un destino, que es
encuentro con Dios, que es la comunidad cristiana. el destino de Jesús, el destino de la muerte por los demás.
El templo, en su sentido más propio (naos), se aplica a la De lo dicho se sigue que la mediación entre el hombre y Dios no es
comunidad cristiana en el nuevo testamento cinco veces y sólo estas ya la mediación sacral y ritual, sino la mediación existencial. Es decir,
48 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y el espacio sagrado 49
no se trata de una mediación limitada y necesariamente circunscrita a tanto, de dos hechos que están concatenados indisociablemente entre
un ceremonial sagrado y a un ritual, sino que: 1) abarca a la sí. Esa cortina era la que separaba el sancta sancionan, que era el
existencia entera del hombre y brota de la existencia humana (aunque espacio oscuro, vacío y silencioso en el que el hombre entraba en
en tal relación, como veremos más adelante, interviene también contacto con la presencia de Dios. El privilegio más importante que
decisivamente la acción de Dios); 2) la fuerza y el valor de esa disfrutaba el sumo sacerdote es que un día al año él era el único
mediación no proviene de «lo sagrado» sino de «lo existencial», es mortal que podía atravesar aquella cortina y tener acceso directo a la
decir, no proviene de un ceremonial o un ritual, sino de la energía que divinidad35. Pues bien, al morir Jesús esta cortina se rasga y se abre.
es propia de la existencia cristiana, de la vida vivida en la fe y por la Es decir, el acceso a la presencia de Dios queda patente y deja de ser
fuerza de la fe en Jesucristo, que se hace presente en la existencia del algo reservado a un espacio y a un ritual determinado. Se han roto las
hombre y en las experiencias más fundamentales de la vida humana. mediaciones. Desaparecen todas las separaciones: 1) la separación
Más adelante estudiaremos detenidamente las consecuencias que entre el culto y la vida, porque lo que el sacerdote definitivo, Cristo,
se siguen de lo que acabamos de indicar. De momento, lo que interesa ha ofrecido, no ha sido un culto ritual en el templo, sino su propia
sumamente es destacar que cuando se plantea el tema del templo (el angustia, sus sufrimientos, su muerte y su fidelidad a Dios (Heb 5,
espacio sagrado, con todo lo que implica de ceremoniales y rituales 7-8); 2) la separación entre sacerdote y víctima, porque Cristo no ha
sagrados) no se plantea una mera cuestión funcional, una cuestión ofrecido la sangre de unos toros o machos cabríos, sino que se ha
práctica, un asunto que se refiere a un local, a un problema de estética ofrecido «a sí mismo» (Heb 7, 27; 9, 14); 3) la separación entre el
o de arte religioso o de costumbres culturales. El tema del templo es sacerdote y el pueblo, porque el sacrificio de Cristo fue su asimilación
una de esas cuestiones que tocan fondo en la comprensión del y cercanía total a los demás (Heb 2, 17), es decir, su solidaridad sin
cristianismo y en la interpretación de la vida de los creyentes en Jesús. límites. La intuición de fondo que hay en todo esto es que, al rasgarse
Y esto por tres razones: 1) porque el tema del templo se refiere la carne de Jesús, queda patente la divinidad y se rompen todas las
directamente y de lleno al problema de la mediación o de las media- distancias. En otras palabras, cuando una vida se entrega, se rompen
ciones entre Dios y el hombre; 2) porque el templo es, de hecho, una y se suprimen todas las sepraciones, y la primera de todas la separa-
representación simbólica fundamental de Dios, de lo divino en gene- ción del hombre con Dios. He aquí la condición cristiana, la condi-
ral, ya que en el templo el hombre encuentra a Dios y se hace una idea ción existencial, coextensiva con la vida entera, de tal manera que es
de cómo es Dios y dónde se encuentra a Dios; 3) porque el templo de esa vida, así entregada, de donde brota el único culto que agrada a
fue históricamente un centro económico y una fuente financiera que Dios. Por eso, Jesús es el único templo y la comunidad también. Por
hacía de la práctica religiosa un negocio de proporciones muy consi- eso, Jesús dice que donde dos o tres se reúnen en su nombre allí está él
derables. Ahora bien, precisamente a partir de estas tres razones se (Mt 18, 20). Por eso, lo ritual ya no es la mediación del encuentro con
comprende la importancia que el tema del templo tiene en todo el Dios 36 . El tema del templo pone en cuestión de manera radical
nuevo testamento y la verdadera significación de este tema para la nuestra comprensión de lo sacramental en la iglesia. Más adelante
recta inteligencia del cristianismo en general y de la praxis de la vida veremos las consecuencias que de aquí se derivan.
cristiana en particular. Por lo que se refiere a la segunda razón —el templo en cuanto
En efecto, por lo que se refiere a la primera razón —el problema representación simbólica fundamental de Dios—, hay que tener en
de las mediaciones entre Dios y el hombre—, la Carta a los hebreos cuenta, ante todo, que el templo evoca espontáneamente y de manera
toca la cuestión de fondo. Allí se dice que los cristianos «tenemos casi inevitable por una parte, la idea de instalación: Dios se instala en
libertad para entrar en el santuario llevando la sangre de Jesús, y tal lugar determinado y queda allí fijado y consolidado; por otra
tenemos un acceso nuevo y viviente que él nos ha abierto a través de la parte, el templo evoca también la idea de grandeza y majestad, de
cortina, que es su carne» (Heb 10, 19-20). Los tres evangelios sinópti- poder y de fuerza. Esta idea, o mejor esta experiencia, es lo que
cos dicen que al morir Jesús, la cortina del templo se rasgó (Mt 27, 51; evocaba ciertamente la magnificencia del templo de Jerusalén en
Me 15, 38; Le 23, 45). Estos dos hechos (la muerte y la ruptura de la
cortina) se relacionan de manera tan íntima que, mientras Mateo y
35. Cf. J. Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús, 169.
Marcos dicen lo de la cortina inmediatamente después de decir que 36. Cf. E. Schillebeeckx, Jesús. Die Geschichte einem Lebenden, Basel 1974, 217; cf
Jesús ha muerto, Lucas lo dice inmediatamente antes. Se trata, por H. Frankemólle, Jahwebund und Kirche Christi, Münster 1973, 27-36.
50 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y el espacio sagrado 51

tiempos de Jesús (cf. Mt 24,1; Le 21, 5); y es la misma experiencia que «hace presentar a Jesús y a sus discípulos con magnificencia y digni-
suscitan nuestras grandes catedrales o incluso la iglesia sencilla de un dad, casi como romanos elegantes, como lugartenientes imperiales e
pueblo que, a fin de cuentas, se alza sobre los demás edificios no sin influyentes senadores»40.
cierta majestuosidad. Ahora bien, precisamente estas dos idea apare- En cuanto a la tercera razón —el templo como centro de poder
cen seriamente contestadas y puestas en cuestión por la revelación económico—, se sabe que el templo de Jerusalen era, en tiempo de
bíblica. En efecto, cuando David quiere construir por primera vez el Jesús, una empresa comercial de proporciones asombrosas: las limos-
templo (2 Sam 7, 2-3), el profeta Natán le responde en nombre de nas, los impuestos, el comercio de animales para las víctimas de los
Dios: «¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en sacrificios, el pago de votos y promesas, todo eso hacía que el templo
ella? Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta hoy no fuera el centro que daba vida a la ciudad entera de Jerusalen, hasta el
he habitado en una casa, sino que he viajado de acá para allá en una punto de que la prosperidad de aquella importante capital provenía
tienda que me servía de santuario» (2 Sam 7, 5-6). Dios se hizo del templo4!. Por otra parte, el alto clero era la auténtica aristocracia
nómada con su pueblo peregrinante y nómada por el desierto. Frente en el pueblo judío; la nobleza sacerdotal pertenecía a las familias más
a los dioses estáticos y sedentarios de los pueblos de la cultura agraria, ricas y además percibía los mayores ingresos del templo, ya que los
el Dios de Israel es el Dios de la peregrinación y de la promesa. Como cargos más lucrativos se repartían entre los sacerdotes de este rango.
ha recordado muy bien Victor Maag, la religión de los nómadas es Por ejemplo, se cuenta del sacerdote Eleazar ben Jarsom que heredó
religión de la promesa, de tal manera que el nómada no vive inserto de su padre mil aldeas y mil naves, y tenía tantos esclavos que éstos no
en el ciclo de la siembra y la cosecha, sino en el mundo de la conocían a su verdadero dueño 42 . Por consiguiente, el enfrentamien-
migración. Por eso, el Dios de los nómadas no se instala nunca, está to de Jesús y su comunidad al templo es el enfrentamiento a la
siempre en camino y así está siempre abierto al futuro y a la historia, desviación fundamental de lo religioso: la desviación que idolatra las
en la que progresivamente se revela y se comunica37. Por otra parte, el «mediaciones» religiosas; y las idolatra porque en ello se da el logro
texto más fuerte y más radical que hay en todo el nuevo testamento en de poderosos intereses económicos y el mantenimiento de una situa-
contra del templo es la afirmación de Esteban según la cual Dios no ción social privilegiada.
habita en edificios construidos por hombres (Hech 7, 48). Pero esa Para concluir, hagamos una advertencia importante: como se ha
afirmación es confirmada por una referencia a Is 66, 1-2, que es la podido ver, el tema del templo es central en el nuevo testamento. No
expresión más fuerte contra la grandeza que evoca el templo y todo el sólo por la abundancia de textos que hablan de este tema, sino sobre
culto asociado a él: «Así dice el Señor: el cielo es mi trono y la tierra, el todo por la importancia de tales textos. En consecuencia, es un error
estrado de mis pies; ¿qué templo podréis construirme o qué lugar para pensar que Jesús atacó al templo porque sus sacerdotes estaban
mi descanso?... En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que corrompidos. Es verdad que hay pasajes evangélicos que apuntan a
se estremece ante mis palabras». Aquí se trata, por supuesto, de la eso (por ejemplo, Me 7, 11-13; 12, 41-44; Mt 21, 12-13). Pero en la
crítica profética contra las vanas prácticas cultuales, frente a las que enseñanza de Jesús hay algo más radical, como se ha podido ver; y lo
Yahvé prefiere la misericordia social (Is 58, 1 s) 38 . Pero no solamente mismo hay que decir acerca de la iglesia primitiva en general. No se
eso. Dios no quiere la instalación en un templo grandioso, sino que trata solamente del rechazo de aquel templo con todo lo que represen-
pone sus ojos en el humilde y el abatido. Y, efectivamente, todos taba, sino que se trata del rechazo del templo en general como sistema
sabemos que la instalación y la magnificencia de las grandes construc- de mediación ante lo transcendente, como medio de representación de
ciones no remite a la idea o a la experiencia de la desinstalación y la lo divino, y como instrumento de manipulación de lo religioso.
sencillez evangélica39. Por lo demás, sabemos que cuando aparecen Porque el Mesías suprimió, de una vez por todas, cualquier templo
los templos cristianos, cuando la iglesia se vuelve poderosa y rica, «hecho por hombres» (Heb 9, 11.24) y consiguió de esa manera «una
liberación irrevocable» (Heb 9, 12).
37. Cf. J. Moltmann, Teología de la esperanza, Salamanca 1972, 125-126.
38. Cf. G. von Rad, Teología del antiguo testamento II, Salamanca 1972, 351.
39. Cf. para el problema del templo en el antiguo testamento, R. E. Clements, God 40. A. Hauser, Historia social de la literatura y el arte I, Madrid 1969, 173.
and temple, Oxford 1965; V. W. Rabe, Israelite opposition to the temple: CBQ 29 (1967) 41. Cf. J. Jeremías, Jerusalen en tiempos de Jesús, 44-46.
228-233. 42. Ibid.. 116-117.
52 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y el tiempo sagrado 53

5. Jesús y el tiempo sagrado (el sábado) centra principalmente en la violación y el quebrantamiento delibera-
do del sábado y en su anulación. En los cuatro evangelios aparece la
a) El sábado en tiempo de Jesús intención expresa de Jesús de realizar las curaciones de enfermos en
sábado (Mt 12, 10-12; Me 3, 2-4; Le 6, 7-9; 13,14-16; 14, 1-5; Jn 5, 16;
El sentido fundamental que tenía este día para la religiosidad 7, 23; 9, 16). Lo cual comportaba un escándalo para la gente religiosa
israelita se ve claramente en la oración que servía como fórmula de y observante, que llegaba a ponerse furiosa (Le 6, 11); era además un
separación entre un tiempo y otro tiempo. Esta oración se recitaba en motivo de rechazo de lo que Jesús decía y de su propia persona (Jn 9,
la cena del día anterior y decía así: «Alabado seas tú, que separas lo 16); y era, sobre todo, una amenaza directa para su propia vida (Me 3,
santo de lo profano, el séptimo día de los seis días de trabajo»43. Se 6). Pero no obstante todo eso, Jesús quebrantó una y otra vez la
trataba, por tanto, de un tiempo sagrado, separado del tiempo legislación religiosa sobre el sábado. Además, permitió que su comu-
profano, en el que se imponía el descanso total en recuerdo del nidad de discípulos quebrantara también aquella ley (Me 2, 23-24) y
descanso de Dios tras la obra de la creación. La fundamentación él los defendió cuando fueron acusados (Me 2, 25); y encima de todo
doctrinal del sábado provenía de la teología sacerdotal (cf. Dt 5, 12- eso, ordenó a otros que hicieran lo que estaba expresamente prohibi-
15). En el Libro de los jubileos se presenta el sábado como la primera do (Jn 5, 9). Por consiguiente, Jesús debió ver en esto de la violación y
ley recibida por los nombres y, por consiguiente, como el punto la anulación del tiempo sagrado algo tan importante y decisivo que
central de toda la Ley44. Es más, había un proverbio rabínico según el pasó por todo, incluso con riesgo de su propia vida, con tal de dar la
cual el sábado equivalía a todos los demás mandamientos45. enseñanza fundamental que aparece en Me 2, 27 y que, como veremos
La transgresión del descanso sabático estaba castigada con la enseguida, viene a decir que el centro de la actitud religiosa no es el
pena de muerte mediante la lapidación, lo que se llevaba a efecto sábado, sino el hombre. Y para dar esa enseñanza, Jesús no se limitó a
cuando el íransgresor era reincidente y antes había sido advertido en decirlo, sino que empezó por quebrantar lo establecido en la ley
público46. Por otra parte, la casuística sobre los trabajos permitidos religiosa, aun con todos los riesgos que eso comportaba.
llegó a tales extremos que, por ejemplo, se discutía si era lícito Esta actitud global de Jesús revela algo fundamental: si para los
comerse un huevo puesto en sábado, ya que también estaba precep- judíos de aquel tiempo el sábado era el punto central de la ley e
tuado el descanso para el ganado en este día 47 . También el culto era incluso equivalía a todos los demás mandamientos (cosas que, sin
más solemne en sábado: a los servicios diarios se añadían otros 28 duda, sabía Jesús), al anteponer al hombre y el bien del hombre por
servicios más 48 . encima del sábado, Jesús revoluciona radicalmente la religiosidad,
transtorna su orden y su esquema fundamental: el centro de la
religiosidad no es el ritual fielmente observado, ni la sacralidad como
b) Actitud global de Jesús con respecto al sábado categoría básica. El centro es la persona y la experiencia humana. Lo
que quiere decir que el centro de la verdadera religiosidad es el bien
La palabra sabbaton aparece 56 veces en los evangelios. Y menos del hombre. Jesús, en efecto, no quebrantó el precepto del sábado por
en los contados textos en que su alusión es puramente circunstancial, capricho, sino por hacer el bien a la gente que sufría, a los enfermos o
en los relatos de la pasión y la resurrección (Mt 28, 1; Me 15,42; 16, 1; a los oprimidos por las fuerzas del mal, como consta por la simple
Le 23, 54.56; Jn 19, 31) o en el texto de Mt 24, 20, siempre se habla del lectura de los textos antes citados.
sábado en relación a la actividad salvífica de Jesús. Ahora bien, esta
actividad —por lo que respecta al asunto que estamos tratando— se
c) El hombre está antes que lo sagrado
43. Cf. W. Grundmann, Los judíos de Palestina..., 221.
AA. Ibid., 225. Casi desde el mismo comienzo de su evangelio, Marcos presenta el
45. H. L. Strack-P. Biilerbeck, Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und enfrentamiento de Jesús con la religión oficial de su tiempo. Este
Midrasch I, 905. enfrentamiento se produce a través de cinco conflictos: el perdón de
46. Ibid., 618.
47. Cf. W. Grundmann, o. c , 226.
los pecados (Me 2, 1-12), la comida con los pecadores (Me 2, 13-17),
48. Cf. J. Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús, 220. el ayuno (Me 2, 18-22), las espigas arrancadas en sábado (Me 2, 23-
54 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y el tiempo sagrado 55

28) y la curación de un enfermo en día de sábado (Me 3, 1-6). Toda haber quebrantado aquella ley tan fundamental, Jesús afirma que
esta sección termina con la decisión que toman los representantes más eran inocentes (Mt 12, 7). Entonces, ¿cómo se explica que violando la
cualificados de la ley —los fariseos— para acabar con Jesús, es decir, ley no tuvieran culpa? Marcos da la respuesta con una fórmula
para matarlo (Me 3, 6). La intención de Marcos, por tanto, es clara: magistral: el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el
desde el comienzo de su evangelio, Jesús se declara en contra de la sábado (Me 2, 27). Es decir, el hombre no se hizo para lo sagrado y
religiosidad establecida y, más concretamente, en contra del tiempo para la ley, sino que lo sagrado y la ley se hicieron para el hombre. O
sagrado o más exactamente en contra de la sacralización del tiempo. sea, lo decisivo y fundamental no es lo sagrado, sino el hombre. Por
En efecto, de los cinco enfrentamientos antes enumerado, los más consiguiente, lo que Jesús responde a los fariseos es que lo que cuenta
serios fueron los dos últimos, puesto que llevaron a los representantes para él es el hombre, no la ley que impone sacralidad. Porque el
del sistema religioso a tomar la decisión de matar a Jesús (Me 3, 6). hombre es señor también del sábado (Me 2, 28 y par).
Esos dos episodios se refieren precisamente a la violación del sábado, Pero la dificultad más seria que presenta el texto de Me 2, 28 es su
lo que quiere decir claramente que el tiempo sagrado no cuenta para traducción. Porque en él no se habla simplemente del hombre, sino
Jesús y su comunidad de discípulos. del hijo del hombre (ó uiós toü anzrópou). Aquí adoptamos la
Un sábado, los discípulos de Jesús «se pusieron a arrancar espi- traducción de J. Mateos 50 . Esta traducción supone que la expresión
gas». Y los fariseos se quejaron escandalizados: «¡Oye!, ¿cómo hacen «hijo del hombre» no es una expresión consagrada con un matiz
en sábado lo que no está permitido?» (Me 2,23-24). Tal como Marcos particular —que designaría un título mesiánico—, sino que es un
cuenta este episodio, los discípulos quebrantaron el tiempo sagrado simple semitismo para designar al hombre, sin más. Es como cuando
sin motivo y sin justificación alguna. Mateo suaviza la escena dicien- en castellano decimos «un hijo de vecino», que no designa a nadie en
do que arrancaban las espigas porque «sintieron hambre» (Mt 12, 1), concreto, sino a un hombre cualquiera. Como es sabido, la expresión
cosa que queda también sugerida en Lucas (Le 6, 1). Pero Marcos es hijo del hombre proviene de Dan 7, 13. Pero la figura humana que
más radical: se quebranta el tiempo sagrado sin más explicaciones aparece en ese texto indica que a los imperios bestiales que proceden
atenuantes. Ante este hecho, la respuesta que Jesús da a los fariseos es del mar (caos) (Dan 7, 1-8), va a suceder, por obra de Dios, un
absolutamente clara en un punto: él no intenta en modo alguno imperio regido por el hombre, no por la bestia51. En una línea de
atenuar el caso diciendo, de una manera o de otra, que los discípulos pensamiento coincidente con lo dicho, se ha probado abundantemen-
no habían quebrantado la ley del tiempo sagrado. Por el contrario, te que la expresión «hijo del hombre» no tiene en los evangelios el
Jesús reconoce y acepta que, efectivamente, sus seguidores habían sentido apocalíptico que se le ha dado tradicionalmente52. Por lo
quebrantado aquella ley. Porque ni la alusión a lo que hizo David demás, parece evidente que en el texto de Me 2, 27-28 se trata del
cuando entró en el templo y comió con sus hombres los panes que hombre sin más. Porque si en el versículo 27 se dice que el sábado ha
sólo los sacerdotes podían comer (Mt 12, 3-4 y par.; cf. 1 Sam 21,1-6), sido hecho para el hombre, en el siguiente parece lo más lógico que se
ni la referencia a que los sacerdotes podían trabajar en sábado cuando haga referencia igualmente al hombre también, al hombre en general,
estaban de servicio en el templo (Mt 12, 5; cf. Lev 24, 8-9; Núm 28, 9- y no solamente al Mesías, designado como el hijo del hombre. Es
10) eran atenuantes o excusas de lo que habían hecho los disccípulos decir, lo que Marcos afirma no es solamente la superioridad del
al arrancar las espigas. En el caso de David, se trataba de lo que los Mesías sobre el sábado, sino la primacía del hombre sobre la ley, en
moralistas consideran como epiqueya. Y en el caso de los sacerdotes este caso concreto sobre la legislación acerca de la sacralidad del
se trataba de una excepción que la misma ley admitía. Pero en lo que
hicieron los discípulos no había motivo ni para la epiqueya, ni para la
excepción. Al menos, tal como Marcos relata el hecho, está claro que 50. J. Mateos-L. Alonso Schókel, Nueva Biblia española, Madrid 1975, 1556.
los seguidores de Jesús quebrantaron la ley del tiempo sagrado lisa y 51. Cf. J. Mateos, o. c, 1966.
llanamente, sin motivo o justificación. Pero resulta que, no obstante 52. Cf. R. Leivestad, Exit to apocalyptic Son ofman: NTS 18 (1971-1972) 243-267;
Id., Der apokalyptische Menschensohn ein Theologisches Phantom: Annual of the Sweisk
Theological Institute 6 (1968) 49-105. Recientemente se ha puesto en cuestión la interpr e '
49. Sobre este punto, cf. la crítica de V. Taylor, The gospel according to St. Mark, tación de R. Leivestad, pero no parece que sus argumentos hayan sido refutados d6
London 1966,218, que rechaza justamente la idea de que se trataría de una «Western non- manera convincente. Cf. B. Lindars, Re-enter the apocalyptic Son ofman: NTS 22 (1975)
interpolation», según B. H. Branscomb, The gospel of Mark, London 1937, 58. 52-72.
Jesús y el tiempo sagrado 57
56 Jesús y la práctica religiosa establecida
tomaron ya la decisión de matarlo (Me 3, 6; Mt 12, 14). Aquí se debe
tiempo. En este sentido se han pronunciado algunos exegetas de recordar que en el derecho judío contemporáneo, un crimen capital
reconocida competencia53.
no llegaba a ser objeto de juicio sino después que el autor había sido
El evangelio de Mateo añade, en el episodio que venimos comen-
tando, una cita del profeta Oseas: corazón quiero y no sacrificios (Mt advertido notoriamente ante testigos, y así quedaba asegurado que el
12, 7; Os 6, 6). Con ello se refuerza el argumento principal: lo que presunto delincuente obraba deliberadamente. Ahora bien, en Me 2,
Dios quiere es el amor al hombre, por encima de las observancias 24 Jesús es advertido sobre la ilicitud de su comportamiento en
legales, concretamente por encima de la fidelidad al tiempo sagrado. sábado (cf. Jn 5, 10); y en Me 2, 25-28 el propio Jesús afirma que lo
Si además tenemos en cuenta que los «sacrificios» son las más hace por propia convicción. Por tanto, el siguiente quebrantamiento
importantes de las prácticas sacramentales de toda religión, compren- del sábado pondría en peligro su vida, especialmente si tenemos en
deremos la fuerza del texto: Jesús permite que sus discípulos quebran- cuenta que le acechaban con tal intención (Me 3,2). Así se comprende
ten la ley que sanciona la observancia de lo sagrado. Y además afirma la decisión que tomaron los fariseos de acabar con Jesús56. Y es
que son inocentes al hacer lo que estaba estrictamente prohibido. importante observar que, según el relato de Marcos, esto sucedía casi
Porque, en definitiva, lo que cuenta para Jesús, no es la ley religiosa o al comienzo de la vida pública de Jesús. Una vez más, Jesús antepone
la práctica sacral, sino el amor al hombre, que es, junto con el amor a el bien del hombre a cualquier otra cosa, por santa e importante que
Dios, la regla de oro, la síntesis y el resumente de cuanto Dios quiere y sea, por más que se trate de la ley religiosa, del tiempo sagrado o
espera (Mt 22, 40; cf. 9, 13; 23, 23)54. Desde este punto de vista, se incluso de su propia seguridad personal.
puede y se debe afirmar, con todo derecho, que el hombre está antes Pero no es esto sólo. El evangelio de Lucas nos cuenta otros dos
que lo sagrado. incidentes entre Jesús y las autoridades judías a propósito de la
violación del tiempo sagrado (el sábado). Se trata de dos curaciones:
la de la mujer encorvada (Le 13,10-17) y la del hidrópico (Le 14,1-6).
d) El bien del hombre es lo decisivo En ambos casos, Jesús quebranta la ley religiosa sobre el tiempo
sagrado tal y como entendían aquella ley los juristas y fariseos (Le 14,
A renglón seguido del pasaje que acabamos de comentar, Marcos 3). Eso se ve claramente por la reacción del jefe de la sinagoga, que
presenta de nuevo a Jesús quebrantando el sábado (Me 3,1-6; Mt 12, interpreta la curación como un trabajo (ergáseszai) prohibido por la
9-14; Le 6, 6-11). En este caso se trata de la curación de un hombre ley (Le 13, 14). Por lo demás, en el contexto general del evangelio de
que tenía un brazo atrofiado. En la legislación religiosa del tiempo de Lucas, estas actuaciones de Jesús se deben entender como la puesta en
Jesús, se permitía curar en sábado solamente cuando estaba en práctica de la declaración programática que un sábado hizo el mismo
peligro la vida del enfermo55. Esta circunstancia no se daba en este Jesús en la sinagoga de Nazaret: él ha venido para liberar a los
caso, porque se trataba de una enfermedad crónica que no implicaba oprimidos (Le 4, 16-30)57. Y es claro que aquellas gentes estaban
peligro de muerte. Por eso, la pregunta que hace Jesús a los que le doblemente oprimidas: por la enfermedad y por las observancias
acechaban para acusarlo (Me 3, 2) no se refiere solamente a si estaba sagradas. En este sentido, la alusión que hace Jesús resulta transpa-
o no permitido en sábado salvar una vida, sino al hecho más general rente cuando afirma que si es lícito desatar al burro o al buey en día
de si se podía o no se podía hacer simplemente el bien (ágazón de sábado, con más razón habrá que soltar de su cadena a una hija de
poiésai) (Me 3, 4). Evidentemente, Jesús quebrantó la ley de lo Abrahán (Le 13, 15-16).
sagrado al curar al enfermo (Me 3, 5), porque solamente eso explica la
reacción final de sus enemigos, que a partir de aquel momento Finalmente, en el evangelio de Juan se cuentan dos violaciones
importantes del sábado: la curación del paralítico en la piscina (Jn 5,
1-18) y el milagro del ciego de nacimiento (Jn 9, 1-39). Ambos
53. E. Kásemann, Exegetische Versuche und Besinnungen I, 1965, 207; H. Braum, episodios son motivo de enfrentamientos muy graves entre los diri-
Spat jüdisch-haretischer und früchristlicher Radikalismus II, 1969, 70; cf. W. Rordford,
Sabbat et dimanche dans l'Eglise ancienne, Neuchátel 1972, 7, nota 1. gentes judíos y Jesús, hasta el punto de que aquellos, por ese motivo,
54. Cf. H. Frankemólle, Jahwebund und Kirche Christi, 302-304; A. Dihle, Die querían matarlo (Jn 5, 18). Y la verdad es que, siendo consecuentes
goldene Regel. Eine Einführung in die Geschichte der antiken undfrüchristlichen Vulgaret-
hik, Góttingen 1962, 8-10; 109-127.
55. Cf. V. Taylor, The gospel according to St. Mark, 221. 56. Cf. J. Jeremías, Teología del nuevo testamento 1, 323-324.
57. Cf. E. Loshe, en TWNT VII, 26.
58 Jesús y la práctica religiosa establecida
Jesús y la persona sagrada 59
con su mentalidad religiosa, tenían motivos para eso, porque, como
el hombre: la salud del hombre, su libertad, su luz y su vida. Sin duda,
advierte el mismo Juan, «no sólo abolía el sábado, sino además
para hacernos comprender eso, Jesús consideró que era necesario
diciendo que Dios era Padre suyo, se hacía igual a Dios» (Jn 5, 18).
violar lo sagrado. ¿Es que no se puede hacer todo el bien del mundo y
Aquí es decisivo tener presente que se trata, no ya solamente de que
al mismo tiempo respetar lo sagrado? En principio y en teoría, por
Jesús quebranta el precepto del sábado, sino —lo que es más grave—
supuesto que se pueden hacer las dos cosas. Pero, en la práctica diaria
de que suprime la ley de las observancias sagradas referentes a ese día
de la vida, sabemos de hecho que la fascinación de lo sagrado
inviolable. Tal es, en efecto, el sentido que aquí tiene el verbo lúein,
engendra la falsa conciencia que termina en posturas de insolidaridad
como lo ha probado la reciente exégesis mejor documentada58.
con los que sufren. La experiencia así nos lo enseña. Y el comporta-
A causa de estos hechos, Jesús resultó ser un individuo extremada- miento de Jesús es la prueba más evidente de ello.
mente peligroso, un proscrito y un pecador (Jn 9, 24), hasta el
extremo de que era comprometido ponerse de su parte (cf. Jn 9,22-23)
y la posible complicidad con él causaba miedo (Jn 9, 22). Pero Jesús 6. Jesús y la persona sagrada (el sacerdote)
pasó por encima de todo eso, aun a costa de su fama y de su seguridad
personal. Porque consideró que el bien del hombre es lo decisivo: la a) El sacerdocio judío en tiempos de Jesús
salud del que sufre (Me 3, 1-6), la liberación del oprimido y el
encadenado (Le 13, 15-16), la plenitud de la vida en el que está Cuando Jesús aparece en la historia de Israel, el sacerdocio
paralizado e impedido (Jn 5, 25-26; cf. 5, 3-5), la luz de los que no ven ocupaba el puesto central en la religiosidad establecida. En efecto, a
(Jn 9, 5.39). Lo decisivo para Jesús no es la ley que sanciona lo partir del exilio el sacerdocio había ido acaparando cada vez más la
sagrado, sino el hombre, el bien integral y pleno de la persona. atención en la conciencia religiosa. Esto se advierte comparando los
libros de las Crónicas con los de Samuel y los Reyes. Estos libros
cuentan los mismos hechos, pero los de las Crónicas, que son poste-
e) Conclusión riores al exilio, insisten mucho más sobre el culto y el sacerdocio (por
ejemplo, en 1 Crón 23-26). Lo mismo se advierte en la redacción final
Reflexionando sobre estos hechos, hay algo que resulta llamativo: del Pentateuco, concretamente en el libro del Éxodo, en el que el
Jesús no se contentó con hacer el bien a los que sufrían, respetando al documento sacerdotal muestra la preponderancia del sacerdocio en la
mismo tiempo la legislación religiosa sobre el tiempo sagrado. En época de su redacción, que es posterior al exilio59.
principio, pudo hacerlo así, porque la verdad es que no parece que En los siglos posteriores, esa importancia del sacerdocio se acen-
haya incompatibilidad entre una cosa y la otra. Jesús, en efecto, pudo túa, en el sentido de que el poder religioso de los sacerdotes se asoció
perfectamente curar a los enfermos en cualquier otro día de la con el poder político, sobre todo en el tiempo de los Macabeos. Por
semana. En ese sentido, no le faltaba razón al jefe de la sinagoga ejemplo, en 1 Mac 13, 41-42 se llama al sumo sacerdote «grande,
cuando decía a la gente: «Hay seis días de trabajo; venid esos días a general y caudillo de los judíos» (megalou kai stratégou kai hégoume-
que os curen, y no los sábados» (Le 13, 14). Eso parece indicar que nou ton judaión) (cf. también 1 Mac 14, 35.39.42.47)60. Incluso se
eran precisamente los sábados los días en que Jesús solía curar a los sabe que, ya en tiempos de Jesús, bajo el dominio de los procuradores
enfermos, puesto que la gente acudía precisamente entonces a ser romanos, el sumo sacerdote se presentaba como la autoridad más alta
curada. Evidentemente, Jesús lo hizo así con toda intención. Porque de la nación: él presidía el sanedrín, que era reconocido por los
el hecho es que él curó y liberó a los que sufrían precisamente romanos como el poder local. Eso explica que, tanto en los evangelios
atropellando y hasta anulando la legislación religiosa sobre lo sagra- como en el libro de los Hechos, los sumos sacerdotes aparezca
do. ¿Qué intención se ocultaba en semejante comportamiento? La detentando el poder junto al aspecto propiamente religioso61.
respuesta no puede ser otra que el hacer comprender, de una vez por
todas, que lo único verdaderamente sagrado e inviolable para Jesús es
59. Cf. J. Cazelles, La Torah o Pentateuco, en A. Robert-A. Feuillet, Introducción a
la Biblia I, Barcelona 1967, 355.
58. Cf. R. Schnackenburg, Das Johannesevangelium, en Herders theologischer Kom- 60. Cf. A. Vanhoye, Testi del nuovo testamento sul sacerdozio, Roma 1976, 24.
mentar zum Neuen Testament IV/2, Freiburg 1971, 128. 61. Ibid.
60 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y la persona sagrada 61

Por otra parte, sabemos que en el siglo primero de nuestra era IX 10-11). En este texto, el «ungido de Aarón» se refiere, sin duda, al
había dos grupos de familias sacerdotales, las que eran legítimas y las pontífice escatológico que debería llevar la institución sacerdotal a su
que no lo eran. Pero resulta que las legítimas estaban desplazadas de plenitud66, que sería el mesías sacerdotal y al que estaría subordina-
Jerusalén y del templo, mientras que las ilegítimas eran las que se do el Mesías de Israel67. Es decir, había grupos en los que incluso se
habían instalado, desde el año 37 antes de Cristo, en la ciudad y en el daba más importancia al sacerdote esperado que al mismo Mesías de
lugar santo 62 . Además, estas familas ilegítimas, que acaparaban el Israel. Esta expectación se advierte también en los Testamentos de los
poder sacerdotal, eran sólo cuatro 63 . Y su poderío se basaba en la doce patriarcas (apócrifo de origen judío), por ejemplo en Test. Rubén
fuerza brutal y en la intriga. De estas familias de sumos sacerdotes VI, 7-12; Test. Simeón VII, 1; Test. Levi VIII, 14; Test. Juda XXIV6».
dice un testigo de la época: «Son sumos sacerdotes, sus hijos tesore- Ahora bien, ¿cómo respondió Jesús a estas expectativas del pueblo
ros, sus yernos guardianes del templo y sus criados golpean al pueblo o, al menos, de determinados grupos?
con bastones»64. Aquellos sacerdotes del más alto rango eran, por Ante todo, un hecho significativo: Jesús suscitó toda una serie de
consiguiente, una fuerza de dominación y de opresión sobre la gran cuestiones entre la gente en torno a su persona. Por ejemplo, se
masa de la población. discutía si él era Juan Bautista, Elias, Jeremías o alguno de los
Desde el punto de vista de sus ideas, las grandes familias sacerdo- profetas (Mt 16, 14), la gente se preguntaba si era o no era el Mesías
tales pertenecían al partido saduceo. Los saduceos eran liberales en lo (Jn 7, 26-27). Pero jamás en los evangelios se pregunta nadie si Jesús
tocante a la aceptación de las formas de vida de origen pagano- era el gran sacerdote que muchos esperaban y que, en la opinión de
helenista; y eran conservadores en lo que se refería al mantenimiento determinados círculos, tenía que venir. Esto ya es elocuente. Porque
del estatuto religioso del estado palestino del templo fundado en la da a entender hasta qué punto la vida y la actividad de Jesús
ley65. estuvieron del todo ausentes y distantes de lo cultual, lo sacerdotal y,
en ese sentido, de lo religioso, en cuanto práctica sacral. Por esto, se
comprende que Jesús fue reconocido como profeta (Le 7, 16.39; Mt
b) La expectación de los judíos y la respuesta de Jesús 21, 11.46; Jn 4, 19; 9, 17) o más exactamente como «el profeta» (Jn 6,
14; 7; 40), cosa que después confirma Pedro en su predicación (Hech
Se suele decir que en tiempos de Jesús, los judíos esperaban un 3, 22; cf. Dt 18, 15-19), pero jamás fue reconocido ni mencionado
Mesías libertador de carácter marcadamente político. Eso es verdad. como sacerdote. Este punto está completamente ausente en toda la
Pero, junto a eso, en el pueblo existía también una expectación tradición evangélica.
sacerdotal. Es decir, no sólo se esperaba un Mesías, sino también un Es más, aquí es importante recordar la actividad anti-cultual que
gran sacerdote, que vendría a purificar el sacerdocio y el templo. En desarrolló Jesús: contra la pureza ritual (Mt 9, 10-13; 15, 1-20 par),
este sentido, hay que recordar las profecías que se referían al futuro contra el templo y el sábado, como hemos visto antes, y más concreta-
explendor del sacerdocio, por ejemplo los oráculos de Isaías y Mi- mente la afirmación lapidaria de Os 6, 6 que el evangelio de Mateo
queas sobre la exaltación futura del templo (Is 2, 1-5; Miq 4, 1-3), la recoge por dos veces (Mt 9, 13; 12, 7): misericordia quiero y no
profecía de Jeremías que promete la estabilidad del sacerdocio levítico sacrificios. Al recordar estas palabras proféticas, Jesús viene a decir
(Jer 33, 18) y las exigencias estimulantes que expone ampliamente que entre dos modos de relacionarse con Dios, uno con ritos, el otro
Ezequiel casi al final de su libro (Ez 44,10-31). Es lógico que el pueblo mediante las relaciones humanas, Dios mismo prefiere el segundo,
esperase el cumplimiento de tales profecías. Esta expectación se porque por encima de los ritos él quiere la bondad para con los
acentuaba en determinados grupos, cosa que sabemos con toda demás. Evidentemente, todo esto se sitúa en el contexto más anti-
seguridad en el caso de la comunidad de Qumran, que esperaba la
venida de un gran profeta y del «ungido de Aarón y de Israel» (1 QS 66. Cf. A. S. van der Woude, La secte de Qumram et les origines du christianisme,
Bruges 1959, 121-134.
67. Cf. L. Sabourin, Priesthood. A comparative study, Leiden 1973, que sigue en este
62. Cf. J. Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús, 209. punto el estudio de K. G. Kuhn, The two messiah of Aaron and Israel, en K. Stendahl
63. Ibid., 211-212. (ed.), The scrolls and the new testament, New York 1957, 57.
64. Ibid., 213. 68. Cf. A. Vanhoye, Epistolae adhebraeos, textus de sacerdotio Christi, Roma 1969,
65. Cf. W. Grundmann, Los judíos de Palestina..., 281. 13-14.
Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y la persona sagrada 63
62
sacerdotal que cualquier hombre religioso de aquel tiempo podría pública, la muerte de Jesús acentúa más aún el abismo de separación
imaginarse. entre Jesús y el sacerdocio70.
Pero hay algo que resulta quizás más decisivo en todo este asunto: A la misma conclusión se puede llegar si tomamos en considera-
se trata de la muerte de Jesús. Esto es importante, porque estamos ción algunas fórmulas del nuevo testamento sobre la muerte de Jesús.
acostumbrados a pensar y hablar de esa muerte como de un sacrificio Por ejemplo, Pablo dice que «murió por nosotros» (1 Tes 5, 10).
o como la expresión suprema del culto a Dios. Y, efectivamente, en el Ahora bien, morir por alguien no es un sacrificio en el sentido ritual.
nuevo testamento hay algunos textos que hablan en ese sentido. Como ha observado A. Vanhoye, los soldados que mueren en la
Enseguida vamos a ver el sentido que hay que dar a esos textos, guerra, mueren por el pueblo, no son ofrecidos en sacrificio ritual 71 .
especialmente a los de la Carta a los hebreos. Pero, antes que ninguna En conclusión, se puede asegurar que la vida y la muerte de Jesús
otra consideración, hay que tener en cuenta que, de hecho, tal como fue el rechazo más claro de todo lo que pudiera decir relación con los
ocurrió la muerte de Jesús, aquel hecho fue precisamente la negación ritos sagrados que practicaban los sacerdotes. Y por eso, su persona,
más radical de lo que un «hombre religioso» de entonces y de ahora su vida y su muerte nada tuvieron que ver con el sacerdocio estableci-
podía y puede imaginarse como la realización de un acto religioso. En do.
efecto, según la concepción religiosa establecida, el sacrificio no
consistía simplemente en la muerte de la víctima, y menos aún en los
sufrimientos del ser que muere. En la mentalidad religiosa es esencial c) Vocabulario sacerdotal del nuevo testamento
que la víctima muera según un determinado ritual, en el ámbito
sagrado del templo y sobre el altar. Si un animal era matado en el La palabra sacerdote es la traducción del griego iereüs. El sufijo
ámbito de lo profano y sin ritos, entonces no se realizaba un verdade- eus indica la persona adscrita a una función, por ejemplo: íppos,
ro sacrificio. Así estaba prescrito en la legislación religiosa de Israel caballo, nos da el término ippeus, que significa caballero. De la misma
(Dt 12, 13-16; cf. Lev 1, 3-5; 2, 8; 3, 2.16; 4, 4; etc.). Y así consta por la manera, ieros, sagrado, nos da el sustantivo iereüs, que significa
noción misma de sacrificio en cualquier religión69. Pues bien, Jesús sacerdote y que, en consecuencia, es la persona adscrita a lo sagrado.
no fue matado en el lugar sagrado, sino fuera de la ciudad santa (Heb Y ya dentro de la esfera de lo sagrado, arjiereüs designa literalmente
13, 12). Su muerte no fue acompañada de ritos religiosos, sino que al primer sacerdote, es decir al sumo sacerdote.
fue, ni más ni menos, que la ejecución de una condena a muerte, por
Si se compara el vocabulario sacerdotal del nuevo testamento con
blasfemo (Mt 26, 65-66), por ser un individuo que representaba una
amenaza y era visto como un serio peligro para el «lugar santo» y el del antiguo (según la versión de los LXX), encontramos diferencias
para «la nación» religiosa (Jn 11, 48), porque fue juzgado como muy significativas, Así, mientras que iereüs aparece en el nuevo
malhechor (Jn 18, 30) y porque la ley sagrada exigía su ejecución (Jn testamento solamente 31 veces, en los LXX se encuentra cerca de 800
19, 7). Por eso, fue asesinado entre bandidos (Mt 27, 44 par), veces. Por el contrario, cuando se trata del término compuesto
despreciado hasta por los mismos bandidos (Mt 27, 44 par) y por los arjiereüs, resulta que en el nuevo testamento se repite hasta 122 veces,
más altos dirigentes religiosos de la nación (Mt 27, 41-43 par). De ahí mientras que en los LXX sólo aparece en unos 40 textos72.
que, mientras en la mentalidad religiosa del tiempo, la víctima sacrifi- Esta simple enumeración estadística es reveladora. Porque nos
cada adquiría la máxima glorificación y santidad al acceder a la esfera viene a decir que existe una desigualdal muy acusada entre los
de lo divino, en el caso de la muerte de Jesús la gente debió pensar planteamientos del antiguo testamento y del nuevo en lo referente al
todo lo contrario, puesto que aquello fue un acto estrictamente sacerdocio: en el antiguo, el «sacerdote» tiene una importancia funda-
infamante; no un acto de santificación, sino de execración; no un acto mental, mientras que en el nuevo su importancia parece ser relativa. Y
que unía a Dios, sino que separaba de Dios (cf. Núm 15, 30); no algo
que atraía la bendición, sino la maldición (Dt 21, 22-23). En conse-
cuencia, se puede decir que, según ocurrieron las cosas ante la opinión 70. Cf. A. Vanhoye, Tesli del nuovo testamento sul sacerdozio, Roma 1976, 30.
71. Ibid.
72. Así, según las estadísticas de R. Morgenthaler, Statistik des neutestamentlichen
Wortshatzes, Zürich 1958 y la de W. Jacques, Index des mots apparentés dans le nouveau
69. Cf. G. Widengren, Fenomenología de la religión, Madrid 1976, 257. testamento, Roma 1969; Id., Index des mots apparentés dans la Septante; citados por A.
Vanhoye, Testi del nuovo testamento sul sacerdozio, 1-2.
64 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y la persona sagrada 65
exactamente lo contrario ocurre cuando se trata del «sumo sacerdo- libre frente a la ley de lo sagrado, sino que incluso anula esa misma
te». Enseguida vamos a ver la razón. ley, puesto que deja de producir el efecto que, de acuerdo con lo
Otra observación interesante es que, ya dentro del nuevo testa- establecido, tenía que producir, hasta el punto de que el quebranta-
mento, existen también diferencias muy acusadas. Por ejemplo, mien- miento de la norma establecida produce el efecto contrario. Lo
tras que el vocabulario estrictamente sacerdotal (iereús y arjiereús) importante para Jesús no es el cumplimiento de la ley, sino el amor
aparece 31 veces en un solo documento, la Carta a los hebreos, no se (Me 1, 41), que libera al oprimido por la enfermedad y lo reintegra a
encuentra ni una sola vez en todas las cartas de Pablo. la sociedad y a la convivencia. En este sentido, es fundamental tener
presente que todo leproso tenía que vivir fuera de la comunidad de
Israel, separado de la convivencia ciudadana (Lev 13,45-46); por otra
d) Jesús y los sacerdotes judíos parte, el rito de reintegración era la presentación a los sacerdotes (Lev
13, 49; 14, 2 s). Pero, en este caso, quien realiza la verdadera
Ante todo, una observación fundamental: la palabra iereús desig- purificación es Jesús. Lo cual demuestra dos cosas: primero, que Jesús
na siempre en los evangelios a los sacerdotes judíos. Jamás se aplica ni está por encima de los sacerdotes; segundo, que mientras lo propio de
a Jesús, ni a sus discípulos. Jesús es el amor misericordioso que acoge al marginado social, lo que
En los tres evangelios sinópticos se cuenta la curación de un caracteriza a los sacerdotes es el mero trámite ritual. Al enviar Jesús al
leproso. Y el relato concluye en los tres con la orden que impone Jesús hombre curado a que se presente al sacerdote, lo único que pretende
al hombre que ha sido curado, para que vaya a presentarse al es que el marginado quede oficialmente reintegrado en la convivencia
sacerdote (Mt 8, 4; Me 1, 44; Le 5, 14). A primera vista, parece que social. La misma significación fundamental se debe dar al relato de
aquí Jesús respeta y reconoce la función propia de los sacerdotes Lucas, cuando Jesús manda a los diez leprosos a presentarse a los
judíos. Sin embargo, si se considera el relato más de cerca, se descubre sacerdotes (Le 17, 14).
fácilmente la intención de los evangelios. En efecto, la clave para También los tres evangelios sinópticos aducen el ejemplo de
entender el sentido de este episodio está en la purificación del leproso. David, el cual en caso de necesidad comió los panes dedicados, «que
Esto se ve con toda claridad en el relato de Marcos, que repite por tres nada más que a los sacerdotes les está permitido comer» (Me 2,26; Le
veces el verbo kazaríso (Me 1, 40.41.42). Ahora bien, la purificación 6, 4; cf. Mt 12, 4). Aquí Jesús indica claramente que las prohibiciones
de que aquí se trata no consiste sólo en el hecho de quedar limpio de la rituales no tienen valor absoluto, ya que por encima de ellas está el
lepra en cuanto enfermedad física, sino sobre todo en cuanto impure- bien del hombre. Pero, al mismo tiempo, Jesús indica también que los
za legal, puesto que a eso se refiere expresamente el sustantivo privilegios de los sacerdotes no son inviolables74. En este mismo
kazarismos (Me 1, 44), y ése es el sentido técnico que tienen los contexto, Mateo añade otras palabras de Jesús que son reveladoras:
términos que utiliza Marcos para hablar de la purificación 73. Por otra «¿no habéis leído en la Ley que los sacerdotes pueden violar el sábado
parte, lo más significativo de este relato está en que Jesús purificó al en el templo sin incurrir en culpa?» (Mt 12, 5). En este texto encontra-
leproso extendiendo la mano y tocándole (Me 1,41; Mt 8, 3; Le 5,13). mos reunidas las tres categorías fundamentales de «lo sagrado»: las
Pero, como se sabe, esto estaba expresamente prohibido en la ley de personas sagradas, los sacerdotes; el tiempo sagrado, el sábado; y el
Moisés (Lev 5, 3; 13, 45-46). Jesús, evidentemente, conocía esta espacio sagrado, el templo. Y Jesús afirma que tales personas, en tal
legislación. Pero no se somete a ella. Con lo que demuestra su sitio, «pueden violar» lo sagrado, y además sin que en ello cometan
soberana libertad frente a la ley religiosa que sancionaba lo sagrado y culpa. En el texto se contraponen dos términos que son entre sí
lo impuro. Pero no se trata sólo de eso. Porque, según la legislación radicalmente distintos: de una parte, ieros (sagrado); de otra parte,
judía, el contacto con una persona impura producía impureza (Lev 5, bebeloüsin (profanan), ya que bébelos (de baíno) significa «lo que es
3). Pero en este caso ocurre exactamente todo lo contrario: precisa- accesible a todos» y por eso, lo que es profano 75 . De esta manera,
mente al tocar al impuro se produce la purificación. La conclusión Jesús relativiza el valor de «lo sagrado». Es más, él llega, de hecho, a
que se desprende es bien clara: Jesús no sólo se muestra enteramente negar el concepto tradicional de «lo sagrado», puesto que sagrado es

73. Cf. Me 7,19; Mt 23,25-26; Le 2,22; 11,39; Jn 2, 6; 3,25. Cf. R. Meyer, en TWNT 74. Cf. A. Vanhoye, Testi del nuovo testamento sut sacerdocio, 4.
111,421-427. 75. M. Zerwick, Analysis philologica novi testamenti graeci, Roma 1960, 28.
66 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y la persona sagrada 67
aquello que se acepta y se vive como absolutamente inviolable76. Una duda que eso determinó su comportamiento. Ellos, en efecto, cono-
vez más, Jesús pone en cuestión, de una manera bastante radical, el cían muy bien las prescripciones del Levítico, en las que se ordenaba
concepto y el hecho de «lo sagrado», en este caso con una referencia que quien tocase un cadáver o un enfermo afeado con ciertas heridas,
directa a los sacerdotes. tenía que purificarse en el templo, para poder acercarse al altar (cf.
En el evangelio de Lucas se cuentan dos episodios en los que el Lev 22, 4-7). Lo cual era molesto, porque consistía en someterse a una
sacerdote es, de hecho, criticado desde dos opciones esencialmente buena ducha en condiciones higiénicas que distaban mucho de las
cristianas, a saber: la fe y la solidaridad. El primero de esos episodios nuestras. En la mentalidad de aquellos hombres resultaba perfecta-
es la visión que tuvo el sacerdote Zacarías en el santuario (naos) (Le mente correcto dejar al desgraciado, con tal de que la práctica
1, 22). Dios envía un ángel al sacerdote en el lugar sagrado y en el sagrada quedara estrictamente a salvo. Con eso se sentían justificados
momento también sagrado, cuando se realizaba la ofrenda, junto al ante Dios 78 . Y para colmo, Jesús presenta como modelo a un «sama-
altar (Le 1, 8-11). El ángel anuncia al sacerdote que va a tener un hijo ritano», mestizo y aborrecido enemigo de todo judío piadoso y
(Le 1, 13). Pero la respuesta del sacerdote es la incredulidad, no observante, algo impresionante de veras para todo judío que se
acepta la palabra que Dios le dirige (Le 1, 8-20) y por eso se queda preciara de serlo79. Otra vez nos encontramos con el hecho de la
mudo (Le 1,20). En contraste con este episodio, el evangelio de Lucas piedad vinculada a lo sagrado, ahora en la persona del sacerdote, que
cuenta a continuación otro anuncio angélico de parte de Dios: esta se muestra carente de solidaridad y por eso es el modelo de la falta de
vez no se trata de un sacerdote, sino de una pobre muchacha del amor. Podemos repetirlo: la fascinación de lo sagrado engendra la
pueblo; y el anuncio no se hace en el lugar sagrado, sino en un pueblo alienación de los comportamientos más simplemente humanitarios.
perdido de la región de los pobres, Galilea77. Sabemos que en este El ejemplo que puso Jesús no fue, en este sentido, meramente arbitra-
caso la respuesta de la joven, María, fue la aceptación incondicional rio o casual.
de la palabra de Dios (Le 1, 38) y por eso es elogiada precisamente a Por último, en los relatos evangélicos se hace otra mención de los
causa de su fe (Le 1, 45). También en contraste con la incapacidad del sacerdotes y funcionarios del culto del templo. Se trata de los emisa-
sacerdote para hablar, María habla y pronuncia su himno de alaban- rios de las autoridades centrales de Jerusalén, que van a hacer un
za al Señor (Le 1,46 s). La conclusión obvia que se desprende de esta interrogatorio oficial a Juan Bautista (Jn 1, 19). Juan niega la triple
secuencia de hechos es patente: el sacerdote, en su ámbito de lo expectativa de las autoridades sacerdotales, que incluía el sacerdote
sagrado, responde a Dios con la incredulidad, mientras que la sencilla escatológico80. Pero más significativo es el hecho de que Juan, que era
mujer del pueblo acepta la palabra de Dios con fe. Sea cual sea la de familia sacerdotal por parte de padre (Le 1, 5 ss) y por parte de
intención que cada cual quiera descubir en Lucas al contar estos madre (Isabel, «de las hijas de Aarón», Le 1, 5), no aparece ni como
hechos, es incuestionable el contraste entre la incredulidad del sacer- sacerdote (que era lo suyo), ni vinculado al templo, sino como profeta
dote y la fe de María. La relación entre el cielo y la tierra se desplaza (Mt 11, 9-10), «que grita desde el desierto» (Jn 1,23; cf. Is 40, 3). El es
del ámbito de lo sagrado al mundo de lo profano. Por este camino, quien «prepara el camino al Señor», y no los sacerdotes, que en Jn 1,
desconcertante y nuevo, Jesús se hace presente entre los hombres. 19-23 no pasan de ser un mero control en materia religiosa. De ellos,
El otro episodio que nos ofrece Lucas es la parábola del buen el evangelio de Juan no tiene más que decir.
samaritano. El hecho, verdaderamente polémico, que Jesús presenta Todo esto —y nada más que esto— es lo que los evangelios nos
en esta parábola es que quienes pasan de largo y dejan abandonado al dicen acerca de los sacerdotes judíos. En el conjunto de los textos se
desgraciado que se desangra en la cuneta, son precisamente un advierte claramente una actitud de distanciamiento y hasta de recha-
sacerdote y un levita (Le 10, 31-32). El evangelio no dice explícita- zo hacia los sacerdotes. Ese rechazo, ¿es porque eran judíos o porque
mente por qué se comportaron con tal grado de insolidaridad. Pero, eran sacerdotes? En otras palabras, lo que el evangelio pone en
al tratarse de los funcionarios oficiales del culto sagrado, no cabe cuestión, ¿es el sacerdocio judío? ¿o es el sacerdocio, sin más? De los

76. A. Vanhoye, o. c, 4. 78. Cf. J. M. Castillo, La alternativa cristiana. Salamanca 51980, 309.
77. Cf. Strack-Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Mi- 79. J. Jeremías, Teología del nuevo testamento I, 249.
drasch I, 156; en contraste con los habitantes de Judea, los galileos tenían más honor que 80. Cf. A. S. van der Woude, Le maitre dejustiee et les deux messies de la communaité
dinero. de Qumran, en La secte de Qumrán et les origines du christianisme, Bruges 1959, 121-134.
68 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y la persona sagrada 69

textos evangélicos no se puede obtener una respuesta terminante y contexto. Los sumos sacerdotes fueron los aliados del tirano en
clara. Esa respuesta se encuentra claramente formulada en la Carta a aquella ocasión.
los hebreos. De ello hablaremos enseguida. Durante el ministerio público de Jesús, los más altos funcionarios
del templo hacen su aparición por primera vez en un texto muy
significativo: el primer anuncio de la pasión y muerte de Jesús (Mt 16,
e) Jesús y los sumos sacerdotes 21; Me 8, 31; Le 9, 22). Aquí aparecen los sumos sacerdotes como
agentes de sufrimiento, y por cierto de un gran sufrimiento (polla
Como acabamos de ver, de los simples sacerdotes se habla poco en pazéin), de rechazo hacia Jesús (Me 8, 31; Le 9, 22) y, sobre todo, de
los evangelios. En contraste con eso, de los sumos sacerdotes se habla muerte. A partir de este momento, su presencia se repite intensamente
122 veces en los evangelios y en el libro de los Hechos. Se trata, por en los relatos evangélicos y siempre en contextos de oposición y
tanto, de un tema importante. enfrentamiento: cuando Jesús anuncia de nuevo su muerte (Mt 20,18;
Esta importancia reside, ante todo, en el hecho de que el sumo Me 10, 33) y, sobre todo, desde que Jesús expulsó a los comerciantes
sacerdote era «el miembro más noble de los sacerdotes y, por consi- del templo, buscaban cómo acabar con él (Me 11, 18); luego vienen
guiente, de todo el pueblo»81. Por otra parte, sabemos que esta los enfrentamientos constantes (Mt 21, 23.45; Me 11, 27; Le 20, 19) y
posición privilegiada del sumo sacerdote «se debía al carácter cultual al final su intervención decisiva en el arresto, la condena y la ejecución
de su cargo, a la "eterna santidad" que le confería su función y le de Jesús (Mt 26, 3.14.47.51, 57-59, 62-65 par). Según Mt 26, 14 y Me
capacitaba para realizar la expiación por la comunidad en calidad de 14, 10, Judas va a los sumos sacerdotes para entregar a Jesús. Al no
representante de Dios»82. Pero cuando el nuevo testamento habla de mencionarse entonces a las otras autoridades, queda claro que la
«sumos sacerdotes», se refiere, además del sumo sacerdote, a los responsabilidad exclusiva de la muerte de Jesús corresponde a los
sacerdotes de la nobleza, que constituían «el clero superior del templo sacerdotes de más alto rango. En el mismo sentido, según Me 15, 11
de Jerusalén»83. Es lógico que a tales personajes se les otorgue una son solamente los sumos sacerdotes los que persuaden a la gente para
atención especial en los evangelios, dado el papel que desenpeñaban. que pida la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. Es más, por el
relato de Mateo, sabemos que cuando Judas devolvió el dinero de su
Pero la verdadera importancia que los evangelios conceden a los
traición, no arrojó las monedas en el templo (ieron) simplemente,
sumos sacerdotes está en otra cosa. Si exceptuamos el solo texto de Le
sino en el santuario (naos) o lugar más estrictamente sagrado (Mt 27,
3,2, en donde se hace mención de los sumos sacerdotes Anas y Caifas
6), a donde sólo tenían acceso los sacerdotes. De ahí que, en este texto
como simple referencia cronológica, en todos los demás pasajes de los
se hace mención solamente de los sumos sacerdotes y no de los
evangelios se hable de los más altos dignatarios de la religión judía
letrados y senadores del pueblo. Esta conexión entre los sumos
desde un doble punto de vista: el poder autoritario y el enfrentamien-
sacerdotes y el santuario sugiere que la oposición mortal entre el
to directo y mortal contra Jesús. Es decir, los representantes más
sacerdocio y Jesús implica a todo el culto antiguo 84 .
cualificados del sacerdocio judío no aparecen nunca en los evangelios
en su función cultual, en su papel de nombres religiosos y dotados de En el evangelio de Juan, el enfrentamiento entre los sumos sacer-
«eterna santidad», relacionándose con Dios, como era su obligación y dotes y Jesús es aún más acusado. Ya en el capítulo siete, los sumos
su razón de ser. Todo lo contrario, su actitud constante es autoritaria, sacerdotes y los fariseos mandan a la guardia del templo para prender
despótica, de maquinación persecutoria contra Jesús, hasta que aca- a Jesús (Jn 7, 32.45). Ellos igualmente convocan el gran consejo y
ban con él de la peor manera. organizan el complot para matar a Jesús (Jn 11, 47) y dan las ordenas
En efecto, ya en Mt 2, 4 los sumos sacerdotes aparecen asociados oportunas para arrestarlo (Jn 11, 57). Sólo los sumos sacerdotes (sin
al poder tiránico del déspota Herodes en sus maquinaciones para mención de los fariseos) deciden asesinar también a Lázaro, para
matar a Jesús niño. La matanza de los inocentes (Mt 2, 16-23) y el evitar que la gente crea en Jesús (Jn 12, 10-11). Pero, sobre todo, en el
exilio de Jesús y su familia en Egipto (Mt 2, 13-15) encajan en ese proceso ante el gobernador romano, son los sumos sacerdotes quienes
intervienen de la forma más insistente y decisiva (Jn 18, 35; 19,
6.15.21): ellos gritan pidiendo la crucifixión (Jn 19, 6); ellos afirman
81. J. Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús, 168.
82. Ibid.
83. Ibid. 84. Cf. A. Vanhoye, Testi del nuovo testamento sul sacerdozio, 7.
70 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y la persona sagrada 71

solemnemente que no tienen más rey que al César (Jn 19, 15); y ellos Evidentemente, aquí no se trata de analizar detenidamente el
son los que piden que se rectifique el título de la cruz (Jn 19, 21). complejo problema del sacerdocio en la Carta a los hebreos, puesto
En el libro de los Hechos de los apóstoles se repite la misma que eso rebasa con mucho los límites de nuestro estudio 85 L a
situación, ahora contra la comunidad tristiana, es decir, contra los cuestión que nos interesa es la que hemos formulado en la segunda
creyentes en Jesús: Pedro y Juan reciben insultos y amenazas de parte pregunta de antes, es decir, ¿en qué sentido y hasta qué punto se
de los sumos sacerdotes (Hech 4, 6); luego es el sumo sacerdote el que, puede hablar de Cristo como de una «persona sagrada»?
lleno de coraje, manda encarcelar a los apóstoles (Hech 5, 17) y más La Carta a los hebreos afirma y repite que los cristianos tenemos
tarde los somete a interrogatorio (Hech 5, 27), cosa que se repite con un sacerdote, es más, un sumo sacerdote (arjiereus) (8, 1; cf. 4, 15) o
Esteban (Hech 7,1); por su parte, Saulo recibe los debidos poderes del un gran sacerdote (iereus niegan) (10, 19.21), que es un «sumo
sumo sacerdote para llevar a efecto sus planes cuando «respiraba sacerdote grande» (ejontes oun arjieréa mégan) (4, 14), que es Jesús, el
amenazas de muerte contra los discípulos del Señor» (Hech 9, Hijo de Dios (4, 14), el Cristo como sumo sacerdote de los bienes
1.14.21). futuros (9,11). Ahora bien, ¿en qué sentido se le aplican a Cristo estos
Como conclusión se puede decir que los diversos bloques de títulos que se refieren directamente a la sacralidad de la persona?
tradición de la iglesia primitiva que se refieren al Jesús histórico y a la La tesis fundamental de la Carta a los hebreos en este sentido es
primitiva comunidad (sinópticos, Hechos, Juan), coinciden en presen- que el sacerdocio de Cristo no es ritual, sino existencial. Esto quiere
tar a los sacerdotes de más alta dignidad con un poder asesino, que no decir sustancialmente tres cosas: 1) que la condición que Cristo tuvo
sólo se enfrenta directamente a Jesús y su comunidad de creyentes, que cumplir para llegar a ser sacerdote no se debe entender en la línea
sino que, sobre todo, ellos son por excelencia la fuerza que se opone al de la segregación y separación de lo profano (para entrar así en el
mensaje cristiano. La fe en Jesús y el sacerdocio judío son dos ámbito de lo sacro), sino exactamente al revés: Cristo tuvo que
realidades irreconciliables. Y aquí vuelve la pregunta de antes: esta acercarse a los demás, hacerse semejante a los que sufren, igualarse a
oposición, ¿se debe a la maldad de aquellos sacerdotes? ¿o es que todos; 2) que el acceso de Cristo al sacerdocio no se realizó median-
existe una auténtica incompatibilidad entre el hecho cristiano y el te unos determinados ritos o ceremonias sagradas, sino en virtud de
sacerdocio? De nuevo aquí hay que reconocer que los textos evangéli- sus propios sufrimientos y a través de su existencia destrozada; 3)
cos no nos dan una respuesta al respecto. En otros escritos del nuevo que la realización de su sacerdocio no consistió en la puesta en
testamento se aplica el concepto de sacerdocio (ierateuma) a todo el práctica de una serie de ritos sagrados, sino en su existencia entera
pueblo de Dios (1 Pet 2, 5.9) o se designa como sacerdote (iereus) a entregada a los demás y, sobre todo, en su muerte por fidelidad a
todos los creyentes (Ap 1, 6; 5, 10; 20, 6). Evidentemente, esto quiere Dios y para el bien del hombre.
decir dos cosas: 1) que no existe esa incompatibilidad en su sentido Pero antes de explicar cada uno de estos puntos, conviene tener
más absoluto, ya que a los cristianos se les llama «sacerdotes»; 2) presente que el autor de la Carta a los hebreos hace una crítica
que el concepto de sacerdocio ha sido modificado de manera muy implacable del culto antiguo, es decir del culto basado en los ritos
fundamental, puesto que ya no se trata de personas que se distinguen sagrados. Este aspecto es extremadamente importante. Porque aquí
específicamente del resto de los creyentes. Pero entonces, ¿cómo se ya no se trata de criticar la religiosidad de Israel a causa del mal
debe entender el sacerdocio en la comunidad cristiana? El autor de la comportamiento de sus dirigentes, sino porque ese sistema de relación
Carta a los hebreros nos da la respuesta. con Dios es desautorizado y es juzgado como una cosa insuficiente y
estéril. En ese sentido, A. Vanhoye ha escrito algo que nos debe hacer
pensar:
f) El sacerdocio de Cristo según la Carta a los hebreos

La Carta a los hebreos es el único escrito del nuevo testamento


que se plantea expresamente la cuestión que aquí nos interesa más
directamente: ¿en qué sentido se puede aplicar a Cristo el concepto de 85. Cf. el excelente trabajo de A. Vanhoye, La structure littéraire de l'Epitre aus
sacerdocio? Es decir, ¿en qué sentido se puede hablar de Cristo como hébreux, Bruges 1962; Id., Epistolae adhebraeos, textus de sacerdotio Christi, Roma 1969;
de una «persona sagrada»? Testi del nuovo testamento sul sacerdozio, Roma 1976, con bibliografía abundante.
72 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y la persona sagrada 73

La tendencia natural de la religiosidad va en el sentido del culto ritual y incapacidad (cf. Heb 9, 9: me dunamenai). Y eso por tres veces:
lleva a la gente a vivir la religión a ese nivel. La observancia de los ritos «nunca puede» (oudépote dúnatai) (Heb 10, 1); «es imposible» (adú-
es considerada como la cosa esencial. Esta observancia procura un
sentido de seguridad en las relaciones con el mundo divino y satisface natongar) (Heb 10, 7); «nunca pueden» (oudépote dúnantai) (Heb 10,
también un cierto misticismo. Sin embargo, eso constituye una evasión ll) 8 8 . Los ritos sagrados eran ineficaces, porque se trataba de cere-
de la existencia concreta. Muchos cristianos se quedan en esta conside- monias externas al hombre mismo (10, 4), y por eso era necesario
ración de la religión. Y mucho más, los no cristianos, piensan que la repetirlos constantemente (10, 1.11), pero en realidad no agradaban a
vida cristiana consiste en eso; rechazan la concepción ritual de la
religión, pensando rechazar el cristianismo mismo. Por eso es tanto Dios (10, 5.6.8). En consecuencia, el culto ritual, basado en ceremo-
más útil ver lo que piensa el autor de Hebreos sobre este asunto 8 6 . nias externas a la persona, es radicalmente incapaz de establecer la
verdadera reíación entre el hombre y Dios.
Pues bien, la crítica del culto ritual está formulada, con toda Entonces, ¿en qué consistió el verdadero sacerdocio, que es el
radicalidad, en la sección central de la carta, concretamente en 8, 3- sacerdocio de Cristo? Para responder a esta pregunta, analizaremos
9,10. En este contexto, el autor de Hebreos afirma que el culto ritual sumariamente los tres puntos antes indicados.
prescrito por la ley «es un esbozo y sombra de lo celeste» (Heb 8, 5). 1) La condición que Cristo tuvo que cumplir para llegar a ser
En este texto, se utilizan dos términos significativos: upodeígma, que sacerdote fue hacerse en todo semejante a los que sufren. Este es el
no significa imitación, sino «figura esquemática» o «falsilla» y en ese sentido del primer gran texto sacerdotal que hay en la carta: «El tuvo
sentido es un simple «esbozo»; skiá, que quiere decir lo que no pasa de que hacerse en todo semejante a sus hermanos, para llegar a sumo
ser una simple «sombra». Esto quiere decir que la crítica que aquí se sacerdote... pues por haber pasado él por la prueba del dolor, puede
hace del culto ritual es fortísima, porque tiende a asemejar el culto auxiliar a los que ahora lo están pasando» (Heb 2, 17-18). La
israelítico a una idolatría, es decir, se ejecuta el culto de lo que es una condición determinante para llegar al sacerdocio en el antiguo testa-
simple «figura», en vez del culto del verdadero Dios (cf. Dt 5, 8-9). mento era la separación: los levitas fueron separados del resto del
Pero el autor es aún más radical al final de todo este contexto, pues pueblo, y la familia de Aarón del resto de los levitas; a nadie le era
ahí llega a afirmar que el Espíritu santo nos enseña «que mientras esté lícito acceder al sacerdocio y más aún ejercer el sumo pontificado si
en pie el primer tabernáculo, el camino que lleva al santuario no está no era de la familia de Aarón y, más en concreto, de la estirpe de
patente» (Heb 9, 8). Y en seguida añade que todo aquel ritual «no Sadoq (cf. Ex 29, 29-30; 40, 15). Sin embargo, en el caso de Cristo, la
puede transformar en sus conciencia al que practica el culto, pues se condición determinante para llegar al sacerdocio fue todo lo contra-
relaciona sólo con alimentos, bebidas, abluciones diversas, observan- rio: hacerse en todo semejante a sus hermanos. Al decir el autor que se
cias exteriores impuestas hasta que llegara el momento de poner las tuvo que hacer semejante «en todo» (kata panta) (2, 17), afirma que
cosas en su sitio» (Heb 9, 9-10). La idea del autor es que el culto Cristo tuvo que asumir la condición humana totalmente y con todas
basado en ritos es inútil, porque de un lugar sagrado y separado, el sus consecuencias, especialmente en lo que se refiere al sufrimiento y a
tabernáculo, se pasaba a otro más separado y más sagrado, el la muerte (cf. 2,9.10.14). Lo cual quiere decir que Cristo no accedió al
santuario, a donde sólo podía entrar el sumo sacerdote una vez al sacerdocio mediante las separaciones rituales que se practicaban a
año. Pero el resultado de todo eso es que quien entraba allí no se través de una serie de ritos santificantes y abluciones purificantes (Ex
encontraba con Dios, sino con un espacio vacío y ciego, porque todo 29; Lev 8-9), sino mediante su vida totalmente similar a la de sus
el culto se realizaba en un santuario terreno (cf. Heb 8, 4), que era hermanos los hombres; similar concretamente en todo lo que la
solamente una figura, es decir no-auténtico87. Este rechazo del culto condición humana tiene de debilidad, de sufrimiento y de muerte. Y
antiguo, basado en los ritos sagrados, se repite en el capítulo diez de la de esta manera, Cristo se capacitó para «auxiliar a los que ahora lo
carta. El autor contrapone la ineficacia de la institución antigua a la están pasando» (el dolor) (2, 18). El significado profundo de este
eficacia perfecta del sacrificio de Cristo. La ineficacia es presentada, planteamiento está en que sólo se puede ayudar a los que sufren
no como un simple hecho (cf. Heb 7, 19), sino como una radical cuando uno comparte con ellos el sufrimiento. Por eso, Cristo ha sido
capaz de ayudar de verdad a los hombres.
86. A. Vanhoye, Testi del nuovo testamento sul sacerdozio, 98.
87. Ibid., 101-102; una exposición más detallada de todo este asunto en A. Cody,
Heavenly sanctuary in the Epistlv to the hebrews, St. Meirand 1960. 88. Cf. A. Vanhoye, Lectiones in Hebr. 10, 1-39, Roma 1972, 31-87.
74 Jesús y la práctica religiosa establecida Jesús y la persona sagrada 75

2) El acceso de Cristo al sacerdocio se realizó mediante su Dios; y a continuación explica cómo y cuando sucedió esto. Fue «en
existencia entera, especialmente su muerte. El planteamiento que hace los días de su vida mortal» (5, 7), expresión que se refiere directamen-
a este respecto el autor de la Carta a los hebreos resulta impresionan- te a la pasión y, más en general, a su existencia entera. La vida de
te. Este planteamiento se encuentra en el conocido texto de Heb 5, 1- Jesús es presentada como una existencia dramática, marcada por el
10, que se divide claramente en dos partes: 1) la definición del miedo a la muerte, y en la que el propio Jesús, «a gritos y con
sacerdocio (5, 1-4); 2) la aplicación de esa definición al caso concre- lágrimas», es decir abrumado por un sufrimiento hasta el límite de sus
to de Cristo (5, 5-10). Aquí es importante, ante todo, caer en la cuenta fuerzas, «ofreció oraciones y súplicas» (5, 7). El verbo prosférein
de que para comprender cómo llegó Cristo a ser sacerdote no basta la (prosenégkas, participio de aoristo) tiene en la Carta a los hebreos el
primera parte, en la que se da la definición genérica del sacerdocio: sentido preciso de «ofrecer la oblación sacrificial» por parte del
«todo sacerdote» (pas iereus) (5, 1). Por tanto, con esa sola definición sacerdote (5, 1.3.7; 7, 27; 8, 3.4; 9, 7.9.14.25.28; 10, 1.2.8.11.12; 11,
no sabemos aún en qué consiste exactamente el sacerdocio de Cristo; 4.17; 12, 7). Y quiere decir que la oblación de Cristo, por la que fué
lo decisivo de este pasaje está en la segunda parte. También es constituido y proclamado (5, 10) sacerdote, fue su existencia entera,
importante advertir que en la definición genérica del sacerdocio (5, 1- en cuanto esa vida fue presentada a Dios en la oración, aludiendo sin
4), no se habla del aspecto de autoridad, sino de la compasión: el duda a la oración de Jesús en Getsemaní (cf. Me 14, 36) y en otros
sujeto de la frase (pas iereus) se une directamente, por aposición, con momentos de su vida (cf. Jn 12, 27). La conclusión que se desprende
aúnamenos («capaz») (5, 2) y quiere decir que lo propio de todo de todo lo dicho es que Cristo no llegó a ser sacerdote en virtud de un
sacerdote es ser capaz de «una afección adaptada para con los ritual que se practicó y se celebró con él y ante él, sino por medio de su
ignorantes y los que andan descarriados, porque él mismo está existencia entera, ofrecida a Dios en la oración. En consecuencia, se
rodeado de debilidad» (5, 2). No se presenta al sacerdocio, por lo puede afirmar que el sacerdocio de Cristo no es ritual, sino existen-
tanto, como una institución de poder, sino como una tarea de cia^.
compartir con los débiles, porque el mismo sacerdote sufre en sí la 3) La realización del sacerdocio de Cristo consistió en su existen-
debilidad (aszéneia, carencia de fuerza, vigor, fortaleza). Ahora bien, cia entera, ofrecida en la muerte, por fidelidad a Dios y para bien del
a partir de este planteamiento, tan profundamente humano, de lo que hombre. Las ideas fundamentales del autor de la carta, dada la
entiende el autor de la carta que es todo sacerdote, viene la aplicación estructura cuidadosamente estudiada que tiene este escrito, están
al caso de Cristo 89 . El texto es de una fuerza sorprendente: formuladas perfectamente en el centro mismo de la carta 91 . Se trata,
por tanto, del núcleo esencial de todo el documento. La realización
De la misma manera, tampoco el Mesías se adjudicó los honores a sí del sacerdocio de Cristo consistió en el acto sacrificial de su muerte (9,
mismo haciéndose sacerdote, sino el que le habló diciendo: Mi hijo eres 11-28). En este párrafo encontramos, ante todo, dos modos de expre-
tú... El, en los días de su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, a
gritos y con lágrimas, al que podía salvarlo de la muerte; y Dios lo sar el acto sacrificial de su muerte, el primero con un vocabulario de
escuchó, pero después de aquella angustia, Hijo y todo como era. espacio y de movimiento (9, 11-12), el segundo con un vocabulario de
Sufriendo aprendió a obedecer y, así consumado, se convirtió en causa ofrecimiento y de transformación personal (9,14). Pero ambos tienen
de salvación eterna para todos los que le obedecen a él, pues Dios lo una cosa muy fundamental en común: la mención de la sangre (9,
proclamó sumo sacerdote en la línea de Melquisedec (5, 5-10).
12.14). Ahora bien, lo decisivo aquí está en comprender que no se
El texto marca, ante todo, el origen divino del sacerdocio de trata de la sangre de animales que se ofrecen como víctimas, sino que
Cristo. Y lo confirma con dos citas del antiguo testamento (Sal 2, 7; se trata de la propia sangre de Cristo: «suya propia» (9, 12), «sangre
110, 4) (5, 5). Lo interesante de este primer versículo es que trata del del Mesías» (9, 14). La segunda frase de este párrafo describe el acto
acceso de Cristo al sacerdocio, es decir, de cómo y cuando llegó a ser de Cristo como un ofrecimiento personal (9, 13-14) y la idea que
sacerdote. Tal es, en efecto, el sentido del verbo genezénai, que expresa es que, si a un ritual externo se le reconoce una cierta eficacia
expresa que Cristo no se hizo a sí mismo sacerdote, sino que lo hizo
Cf. un estudio más detallado en T. Lescow, Jesús in Gethsemane bei Lukas und im Heb:
89. Cf. para este punto J. Jeremias, Hb 5, 7-10: ZNW 44 (1952-1953) 107-111; L- ZNW 58 (1967) 215-239; J. M. Castillo, Sacerdocio de Cristo y ministerio sacerdotal,-
Cerfaux, Le sacre du grandprétre (selon Heb 5, 5-10): Bible et vie chrétienne 21 (1958) 54- Proyección 18 (1971) 239-248.
58; Th. Boman, Der Gebetskampf Jesu: NTS 10 (1963-1964) 261-273. 91. Cf. A. Vanhoye, La structwe littéraire de l'Epitre aux hébreux, 138-161.
76 Jesús y la práctica religiosa establecida
Conclusión 77
para un culto igualmente externo, el ofrecimiento de Cristo, que no
consistió en un ritual sino en un acto personal, debe tener una eficacia olvidéis de la solidaridad y de hacer el bien, que tales sacrificios son
profunda y así debe hacer posible el culto auténtico. El planteamiento los que agradan a Dios (Heb 13, 16)93.
de fondo que aquí se hace es asombrosamente nuevo, no sólo para los La desacralización es total. Y también es total la exigencia de
lectores de entonces, sino incluso para el lector medio de hoy. Porque compromiso. Porque la verdad es que, a partir de todo este plantea-
viene a decir fundamentalmente dos cosas: 1) la deficiencia básica miento, al creyente no le queda la fácil escapatoria de una práctica
que implica el culto ritual —el culto que se practicaba en el antiguo religiosa y ritual en la que refugiarse, para disimular o para no tomar
testamento— consiste en la distancia que necesariamente se da entre conciencia de su falta de amor. A veces ocurre que la gente que
el sacerdote oferente y las víctimas ofrecidas; en ese caso, el sacerdote practica los ritos eclesiásticos, si es que los practica con asiduidad y
no se ofrece a sí mismo, sino que ofrece «dones y sacrificios», con perfección, se refugia en eso —quizás inconscientemente— y así
expresión que se repite en 8, 3 y 9, 9 y que define al sacerdocio no se da cuenta de su posible falta de humanismo, de su testarudez y
antiguo; por el contrario, en el sacrificio de Cristo, se suprime toda su amor propio, de su rigidez y su frialdad en cuanto se refiere a la
distancia: Cristo «se ofreció a sí mismo» (9, 14.25; cf. 9, 28); 2) de convivencia. Todos sabemos que hay personas profundamente reli-
ahí se sigue que en la cruz de Cristo se suprimen todas las distancias y giosas pero que, al mismo tiempo, son profundamente insolidarias.
todas las separaciones: en primer lugar, se suprime la separación entre La culpa de la insolidaridad no está en la religiosidad. Lo que pasa es
el culto y la existencia real, ya que Cristo entró en el santuario «por su que la religión actúa entonces como una especie de venda que tapa los
propia sangre» (9, 12), lo que quiere decir que su sacrificio y la ojos y que le impide al sujeto ver claramente dónde está situado en la
realización de su sacerdocio no fue otra cosa que el drama de su vida.
propio sufrimiento, su pasión y su muerte (cf. 5, 7-8; 9, 15.26)92. Por Por último, en el planteamiento de la Carta a los hebreos, la
otra parte, este acto de Cristo es absolutamente irrepetible y sucedió solución que presenta el autor, no es sólo asertiva, sino además
de una vez por todas y para siempre (9, 12), de donde resulta que la exclusiva. La carta, en efecto, no demuestra solamente que la muerte
muerte de Cristo suprimió por completo la necesidad de ofrecer otros de Cristo es un sacrificio, sino además que es el único sacrificio
sacrificios (7, 27; 9, 25; 10, 18). verdadero. Todo lo demás han sido y son intentos ineficaces que no
llevan a Dios. Por eso mismo, Cristo es no sólo un verdadero
La conclusión que se deduce lógicamente de todo este plantea-
sacerdote, sino el único sacerdote verdadero. A partir de este plantea-
miento es que, a partir de la muerte de Cristo, el sistema de relación
miento es como únicamente se puede abordar el estudio de lo que los
del hombre con Dios ha quedado modificado radicalmente. Ese
sacramentos son en la iglesia. Y lo que deben representar en la vida de
sistema ya no consiste en la ejecución de unos determinados ritos, que
los creyentes.
son a fin de cuentas cosas y ceremonias distintas de la persona, sino
que consiste en la entrega de la persona misma. Cristo no ofreció la
sangre de toros y machos cabríos, sino que ofreció su propia sangre,
es decir, no ofreció cosas distintas a él, sino que se ofreció a sí mismo. 7. Conclusión
Queda, por tanto, suprimida, de una vez por todas, la distinción entre
En la iglesia nos encontramos hoy con un sistema religioso,
culto y existencia. El culto auténtico no es ya otra cosa que la entrega sólidamente estructurado y organizado, que supone y exige la puesta
de la propia vida, la generosa donación de la existencia entera. En en práctica de unos determinados rituales. Estos rituales, de acuerdo
otras palabras, Dios ha suprimido lo sagrado, como realidad separa- con lo establecido oficialmente, se realizan en los templos, con fre-
da de la existencia profana, es decir, de la existencia cotidiana del cuencia vinculados a días y festividades que se consideran días sagra-
hombre a todo lo largo y ancho de su vida y su actividad. En dos, y todo ello organizado, controlado, dirigido y realizado por
consecuencia, el hombre se acerca a Dios sólo en la medida en que él sacerdotes. A eso hay que añadir los objetos sagrados que se utilizan
mismo se entrega a Dios en todo el ámbito de su existencia. El culto en cada ritual: vestimentas y ornamentos, vasos sagrados, libros y
cristiano consiste en la vida cristiana misma: en la confesión de la fe y utensilios para el culto, altares y demás cosas que las leyes eclesiásti-
de la esperanza (Heb 13,15), en la vida entregada a los demás: « N o os cas suelen prescribir con más o menos minuciosidad. Sin olvidar las
92. Cf. A. Vanhoye, Epistolae ad hebraeos, textus de sacerdotio Christi, 127-129. 93. Cf. J. M. Castillo, La alternativa cristiana, 259.
78 Jesús y la práctica religiosa establecida Conclusión 79
palabras y los gestos que tanto el sacerdote como losfielesdeben decir que un hombre, que violaba la ley, fuera un hombre enviado por Dios
y observar en cada ceremonia. y que contaba con la autoridad de Dios (Jn 9, 16); que un hombre,
Esto quiere decir que se ha vuelto a establecer, en sus elementos que anunciaba la desaparición del templo, tuviera a Dios de su parte
estructurales fundamentales, el sistema religioso que se enfrentó a (Mt 27,40); que un hombre, que representaba una seria amenaza para
Jesús y con el que se enfrentó Jesús. Es verdad que los contenidos todo el sistema a partir del lugar santo (Jn 11,48; cf. 4, 20-24), pudiera
doctrinales son muy diversos en aquel sistema y en este. Es verdad y debiera seguir existiendo. Los dirigentes judíos comprendieron
también que los ritos y las ceremonias son cosas completamente perfectamente que, al afirmar Jesús que él era el Mesías enviado por
distintas en un caso y en otro. Pero, lo que no se puede poner en duda Dios, en realidad lo que estaba afirmando era la desaparición de todo
es que, en la práctica, lo mismo en nuestro sistema religioso que en el aquel sistema de religiosidad, basado en la experiencia de «lo sagra-
de los judíos, los actos específicos de la religión se realizan a base de do», con los rituales y ceremonias que a ello corresponden.
rituales sagrados estrechamente vinculados a la experiencia de lo Por lo que acabamos de indicar, se comprende que Jesús, durante
sagrado. Por eso, los cristianos tenemos hoy nuestros templos, nues- su ministerio público, no se limitó a anunciar la «buena noticia» del
tros días sagrado, nuestros sacerdotes y nuestros objetos sagrados. Y reinado de Dios, con las exigencias éticas y sociales que eso conlleva,
se considera que todo eso es no sólo conveniente, sino incluso sino que, además de eso, se puso deliberadamente a quebrantar las
indispensable para que la religión cristiana cumpla su misión y su leyes y las tradiciones de la institución y, en no pocos casos, se
tarea en el mundo. enfrentó directamente a la institución y a sus dirigentes. Y por eso se
Al estar las cosas así establecidas y aceptadas en la iglesia, el hecho comprende que si la institución religiosa mató a Jesús es porque
capital del enfrentamiento entre Jesús y la institución religiosa de aquella institución vio en Jesús una amenaza decisiva para su propia
su tiempo ha sido interpretado por los cristianos en clave anti-semita. pervivencia. A nadie se le mata simplemente por ser bueno y por
Es decir, se ha pensado que Jesús se enfrentó a la institución religiosa hacer el bien a los que sufren. Si a Jesús lo mató la institución es
de su tiempo porque los dirigentes de aquella institución, especial- porque la institución se sintió amenazada de muerte por Jesús.
mente los sacerdotes, estaban corrompidos y no querían aceptar el Por otra parte, cuando Jesús se dedicó a quebrantar las institucio-
mensaje de Dios que Jesús les anunciaba. Lo cual, por supuesto, es nes sagradas del judaismo del tiempo, no afirmó paralelamente que su
verdad. Pero, al presentar las cosas de esa manera, no se toca el fondo comunidad tenía «otras» instituciones similares, pero distintas. Jesús
del tema. Porque la cuestión está en saber si el conflicto entre Jesús y destruye aquella sacralidad, pero no reconstruye «otra». Jesús destru-
la institución religiosa de su tiempo se sitúa a un nivel simplemente ye aquel sistema, para poner en su lugar la fe y el seguimiento, que se
ético; o si, además de eso, se debe situar también a nivel estrictamente traducen en el amor. Más adelante veremos las consecuencias que de
teológico. eso se deducen a la hora de interpretar y poner en práctica los
Por supuesto —ya lo hemos dicho— lo que allí se planteó fue un sacramentos cristianos.
problema, no sólo de carácter ético, sino además propiamente teoló- Y conste que lo que decimos de Jesús, se puede decir, mutatis
gico. Pero con decir esto no basta. Porque sabemos, efectivamente, mutandis, de la doctrina de la Carta a los hebreos. En efecto, el autor
que a Jesús lo condenó la institución religiosa por haber pretendido y de este escrito habría podido decir a los cristianos: «no os lamentéis
haber dicho que él era el Mesías, el Hijo de Dios (Mt 23, 63-66 par). por la desaparición del culto antiguo y sus explendores; nosotros
Pero no debemos olvidar que cuando Jesús hace esa afirmación, él también tenemos nuestros ritos y nuestras ceremonias sagradas».
aparecía ante los sumos sacerdotes como el hombre que había profa- Pero no. El autor no dice nada de eso. Sino que va directamente al
nado el templo y había anunciado su destrucción, como el individuo fondo de la cuestión. Y por eso, les dice a los cristianos que la nueva
desobediente a la ley, que había quebrantado repetidas veces el liturgia, que se instaura a partir de Cristo, no consiste en unas
sábado, y como el sujeto intrigante que había desprestigiado al ceremonias, sino en un acontecimiento real, la muerte de Cristo, su
sacerdocio. Ahora bien, al decir Jesús que él era el Hijo de Dios, en existencia entera entregada por los demás, cosa que cambia completa-
realidad lo que estaba afirmando es que él tenía de su parte a Dios, es mente la situación religiosa de los hombres, porque transforma al
decir que Dios le daba la razón a él y, por consiguiente, se la quitaba a hombre y lo introduce en la intimidad con Dios. De ahí que los
aquella institución religiosa. Y eso es justamente lo que los responsa- cristianos estamos llamados a cambiar nuestra mentalidad en relación
bles de aquel sistema religioso no podían ni comprender ni aceptar: al culto y al sacerdocio. Nuestra vocación cristiana nos empuja a
80 Jesús y la práctica religiosa establecida
3
ligarnos, no a ritos externos, sino a la persona de Cristo, a su
sacrificio existencial, por medio de la fe y de los símbolos sacramenta-
les. Lo cual quiere decir que nuestros sacramentos no son ritos La iglesia primitiva
externos, sino otra cosa, de la que hablaremos en su momento 94 .
Por consiguiente, después de todo lo dicho en este capítulo, se y la práctica religiosa
puede decir, con toda seguridad, que la práctica sacramental cristiana
no se puede plantear ni organizar como práctica religiosa vinculada a
la experiencia de «lo sagrado». Es más, la praxis de Jesús y de la
iglesia primitiva desautoriza toda forma de práctica religiosa que se
oriente en ese sentido o que apunte en esa dirección. Y no sólo eso
—lo que es más importante— sabemos hasta qué punto Jesús combatió
ese tipo de religiosidad: hasta el extremo de jugarse la vida y de
aparecer como un maldito y un malhechor. Esto quiere decir que
Jesús y las primeras comunidades cristianas vieron en esa forma de
religiosidad algo extremadamente peligroso para la vida de la fe y el
seguimiento evangélico. Algo, por lo tanto, a lo que había que
combatir sin reparar en esfuerzo alguno.

1. ¿Qué entendemos por «práctica religiosa»?

Lo mismo que ocurre con la palabra «religión», la expresión


«práctica religiosa» es ambigua. Porque se puede referir a la relación
del hombre con Dios, sin especificar más en qué consiste esa relación; o
también puede referirse al conjunto de mediaciones con las que se lleva
a cabo esa relación. Aquí hablamos de la «práctica religiosa» en el
segundo sentido. Y eso, más concretamente, en cuanto conjunto de
mediaciones vinculadas a la esfera de «lo sagrado»: espacio, tiempo,
objetos, personas y, en general, rituales que se contradistinguen de
todo lo que se considera y se vive como profano, puesto que «lo
sagrado» es lo separado y puesto aparte de «lo profano».
Por tanto, se trata aquí de ver en qué sentido y hasta qué punto la
iglesia primitiva aceptó la práctica de ritos religiosos vinculados a lo
sagrado. En este sentido, el presente capítulo no es sino una prolonga-
ción del anterior. La actitud de Jesús con respecto a la práctica
religiosa establecida, ¿fue asumida por la iglesia primitiva? ¿fue modi-
ficada? Y si así es, ¿cuándo y cómo ocurrió eso?

2. La iglesia primitiva y la «religión»

Por más que resulte extraño, es un hecho que los autores del nuevo
94. Cf. para todo este punto, A. Vanhoye, Testi del nuovo testamento sul sacerdozio, testamento no prestan atención a «lo religioso» en general, en el
118-119. sentido que acabamos de indicar. Y cuando hablan de eso, es para
82 La iglesia primitiva y la práctica religiosa La iglesia primitiva y la «religión» 83

desautorizarlo o presentarlo de manera enteramente desacostum- Otro término característico del vocabulario religioso es el sustan-
brada i. tivo deisidaimonía, junto con el adjetivo deisidaimon. Estos términos
Para comprobar lo que acabamos de indicar, vamos a analizar provienen del verbo deido (temer) y expresan la religión en cuanto
cómo aparecen en el nuevo testamento los términos que se refieren a temor a la divinidad, y a veces en cuanto superstición 4. El sustantivo
la religión y a la práctica religiosa. aparece una sola vez en el nuevo testamento, pero en boca de un
Ante todo, el término mismo zreskeía, que se refiere ciertamente a pagano, para referirse a las controversias de los judíos con Pablo
la «religión de observancias», es decir, el culto religioso, principalmen- (Hech 25, 19). El adjetivo, también sólo una vez, referido a la
te externo, que se expresa mediante ceremonias2. Pues bien, este religiosidad de los paganos (Hech 17, 22), que era, según Pablo, el
término, que lógicamente es central en el vocabulario de cualquier temor de los daimones, los poderes superiores en los que creía el
organización religiosa, aparece solamente tres veces en todo el nuevo paganismo, pero que no son el Dios vivo 5 . Queda claro, por tanto,
testamento (Hech 26, 5; Col 2, 18; Sant 1, 26). Esto ya indica que se que la religión en cuanto temor o miedo a las fuerzas superiores es,
trata de un asunto que apenas interesó a la iglesia primitiva, puesto según el nuevo testamento, algo propio de los paganos, que nada
que casi no se echa mano ni de la palabra misma. Pero hay algo más tiene que ver con el cristianismo.
significativo: en Hech 26, 5, el término zreskeía se refiere a la religión La religión, en el sentido de piedad interior (eusebeía) es también
judía. En Col 2, 18 se habla de la «religión» para desautorizarla, descartada como fuerza de salvación o comunicación del favor de
porque practicar la «religión de los ángeles» (zreskeía ton aggélon) es Dios (Hech 3, 12). Y el adjetivo ensebes (piadoso) se aplica a las
engreírse «tontamente con las ideas del amor propio». Y añade el personas de religión pagana (Hech 10, 2.7). Estos términos ya no
autor de Colosenses: «ése se desprende de la cabeza, que por las vuelven a aparecer en el nuevo testamento, salvo en documentos más
junturas y tendones da al cuerpo entero alimento y cohesión, hacién- tardíos, concretamente en las cartas pastorales (1 Tim 2, 2; 3, 16; 4,
dolo crecer como Dios quiere» (Col 2, 19). En este caso, por lo tanto, 7.8; 6, 3.5.6.11; 2 Tim 3, 5.12; Tit 1, 1; 2, 12) y en la segunda carta de
se rechaza drásticamente la zreskeía. Pero más importante que todo lo Pedro (1, 3.6; 2, 9; 3, 11). Pero si se analizan los textos de las cartas
dicho es el texto de la carta de Santiago: «Religión (zreskeía) pura y pastorales, no se ve que de ellos se pueda deducir que la eusebeía se
sin tacha a los ojos de Dios Padre es ésta: mirar por los huérfanos y refiere a prácticas rituales, como ha defendido algún que otro autor 6 ,
las viudas en sus apuros y no dejarse contaminar por el mundo» (Sant porque ese término expresa la piedad como actitud interior y no dice
1, 27). Aquí se entiende la «religión» en un sentido completamente relación a prácticas externas7. Y además porque en las mismas cartas
distinto del que era habitual en aquel tiempo. Porque lo que se viene a pastorales se refiere a veces a la piedad familiar (1 Tim 5, 4); cuando
decir es que la única religión aceptable para un cristiano es la práctica se trata de la relación directa con Dios, se utiliza la fórmula compues-
del amor a los débiles, sin dejarse contaminar por el «orden presente» ta zeo-sebeía (1 Tim 2, 10). Tampoco, pues, desde este punto de vista,
(kósmos). La «religión», por lo tanto, o es cosa que nada tiene que la iglesia primitiva se entendió a sí misma como una institución
ver con los cristianos; o si es que tiene algún sentido para el creyente, dedicada a las prácticas rituales.
no es como conjunto de prácticas rituales, sino como puesta en Pero hay más. Los términos típicamente cultuales se utilizan en el
práctica del amor a los demás, en concreto a los desamparados de la nuevo testamento para referirse, no a ritos, ceremonias o prácticas
sociedad, pues a eso se refiere el autor de la carta cuando habla de los sagradas, sino al ministerio apostólico o a las relaciones humanas, el
huérfanos y las viudas3. En eso, por tanto, consiste la verdadera amor, la bondad, la paciencia y la limosna. Estos términos son
religiosidad del cristiano. fundamentalmente tres: latreía (culto) (Rom 9; 12, 1; Hech 24,14; Flp
3, 3; 2 Tim 1, 3; Heb 12,28); leitourgía (el servicio) (Rom 15,27; 2 Cor
9,12; Flp 2,30); zusía (sacrificio) (Flp 2,30; 4,18; Heb 13,15; 1 Pe 2,5).
1. Cf. para este tema en general, el excelente estudio de A. Schweizer, Oemeinde und
Gemeindeordung im Neuen Testament, Basel-Zurich 1962; un buen resumen de este
estudio, en F. Hahn, Der urchristliche Gottesdienst: Jahrbuch für Liturgik und Hymnolo-
gie 12 (1967) 14 s. 4. Cf. H. G. Lidell-R. Scott, A greek-english Lexicón I, Oxford 1951, 375; M. A.
2. Según la formulación del clásico léxico de Wilke-Grimm: cultus religiosas, potissi- Bailly, Dictionnaire gre-francais, Paris 1929, 441.
mun externus, qui caeremonüs continetur. Cf. K. L. Schmidt, en TWNT III, 157. 5. Cf. A. Wikenhauser, Los Hechos de los apóstoles, Barcelona 1967, 292.
3. Cf. para el sentido de esta sentencia, B. Zielinski, Epistulae Catholicae lacobi et 6. Por ejemplo C. Spicq, Les épitres pastorales I, Paris 1969, 483.
ludae, Roma 1964, 37-38. 7. Cf. W. Foester, en TWNT VII, 175-178.
84 La iglesia primitiva y la práctica religiosa La iglesia primitiva y la «religión» 85

En todos estos textos, el culto de los cristianos no se refiere para ancianos y las familias que tienen muchos hijos son considerados
nada a lo ritual en el ámbito sagrado, sino a la existencia apostólica y como el altar de Dios 13 . Por consiguiente, si en el siglo III se tenía esta
cristiana en su totalidad. Especialmente significativo, a este respecto, concepción del «altar», no es imaginable que ya a los pocos años de la
es el texto de Rom 12, 1, donde Pablo viene a afirmar: éste es el culto muerte de Jesús se hable de un altar de ritos sagrados en la iglesia. Por
que Dios quiere de vosotros; y a continuación habla del amor que lo tanto, parece que lo único que se puede deducir de Mt 5,23-24 es la
debe existir entre los cristianos8. Solamente en Hech 13,2 la leitourgía subordinación del culto a la caridad expresada como perdón y miseri-
parece referirse a una celebración comunitaria de los cristianos de cordia 14.
Antioquía. Por otra parte, en una ocasión, Pablo se presenta a sí Y todavía, una observación importante: en el tema anterior hemos
mismo como «ministro» (leiíourgon) de Cristo entre los paganos, que visto cómo Jesús rechazó el templo, el sábado y el sacerdocio. Sabe-
ejerce el sagrado oficio del evangelio, pero está demostrado que el mos también que las comunidades de las que nos habla el nuevo
verbo ierourgein, que aparece en este texto (Rom 15, 16), no se refiere testamento no tenían templos, sino que celebraban sus reuniones en
necesariamente a un oficio sagrado, sino que se aplica también a los las casas. Tampoco aquellas comunidades tenían sacerdotes, hasta el
fieles en general9. punto de que todos los autores del nuevo testamento evitan cuidado-
Hay un texto en el evangelio de Mateo (5, 23-24) que podría ser samente aplicar el término iereus (sacerdote) a los dirigentes o líderes
interpretado en el sentido de que los cristianos, al menos la comuni- de cada iglesia. Es decir, no se trata simplemente de un argumento «de
dad a la que se dirige el autor del primer evangelio, utilizaban ya silencio», como si a los autores del nuevo testamento se les hubiera
entonces el altar (zusiastérion), lo cual vendría a decir que los pasado inadvertido el designar como «sacerdotes» a los responsables
cristianos practicaron, desde el primer momento, determinados ritos de las comunidades, sino que se trata de que expresamente no
sagrados. Pero está demostrado que ese texto no nos enseña nada quisieron dar ese título a los ministros de la iglesia. Este punto ha sido
respecto al ritual eclesial, por la sencilla razón de que, en ese tiempo, abundantemente demostrado por la exégesis15. Lo cual es significati-
no se utilizaban altares entre los cristianos para la celebración de la vo. Porque, como se ha dicho acertadamente, mientras que todos los
eucaristía. En efecto, la única referencia que tenemos en el nuevo grupos religiosos de la antigüedad tenían sus cuadros de mando, con
testamento a este repecto nos habla de la «mesa» (trapéza) (1 Cor 10, una nomenclatura acuñada al respecto, la iglesia primitiva no utilizó
21), no del «altar». Y en Heb 13, 10, la palabra zusiastérion no se esa nomenclatura para sus ministros, sino que aplicó a sus dirigentes
refiere para nada a un rito sagrado. Es más, sabemos que los cristia- títulos profanos, tomados de las organizaciones públicas y civiles del
nos no tuvieron «altares» hasta tiempos mucho más tardíos, de tiempo: presbyteroi, episkopoi, proistamenoi, egoúmenoi, douloi, dia-
manera que ni siquiera el texto de Ignacio de Antioquía en Filad 4 konoi. Este punto es de sobra conocido y ha sido estudiado abundan-
(que habla del altar , en relación a la eucaristía) se puede aducir para temente16.
probar la utilización de ritos sagrados ya a comienzos del siglo Por último, sabemos también que, en las comunidades primitivas,
segundo, porque se ha demostrado que ese texto fue interpolado en se tuvo buen cuidado de no admitir ni tolerar la celebración de
las cartas de Ignacio mucho más tarde, seguramente un siglo des- determinados días religiosos o, en general, tiempos sagrados, con sus
pués 10 . Incluso en la Didaskalia siria (a comienzos del siglo III), el ritos y ceremoniales correspondientes. Así, en Col 2, 16 se advierte a
«altar» de la iglesia son las viudas y los huérfanos n , texto que se los cristianos: «Por eso nadie tiene que dar juicio sobre lo que coméis
vuelve a recoger en las Constituciones apostólicas (ai te jérai kai
orfanoi eis tupon tou zusastérou lelogíazosan umin)12 y más adelante 13. Altare is enim Dei deputatus est, dice la versión latina de la Didaskalia: IV, 3, 3,
se vuelve a insistir en que los huérfanos, los pobres, los enfermos, los Funk, 220.
14. Cf. S. Legasse, El evangelio según Mateo, en la obra en colaboración, El
ministerio y los ministerios según el nuevo testamento, Madrid 1975, 182.
8. Cf. J. M. Castillo, La alternativa cristiana, Salamanca 51980, 242. 15. Cf. J. Colson, Ministre de Jésus-Chrisl ou le sacerdoce de Tevangile, Paris 1966,
9. Cf. C. Wiener, Ceux qui assurent le service sacre de Tevangile (Rom 15, 16), en la 177-207; B. Sesboue, Ministerio y sacerdocio, en El ministerio y los ministerios según el
obra en colaboración, Les prélres, formation, ministére et vie, Paris 1968, 257-259. nuevo testamento, 439.
10. Cf. J. Rius-Camps, La interpolación en las cartas de Ignacio: Revista catalana de 16. Cf. A. Lemaire, Les ministéres aux origines de l'église, Paris 1971, con amplia
Teología II/2 (1977) 309-311. bibliografía en 219-236; una obra de divulgación sobre este punto, el libro de J. A.
11. Didask. II, 26, 8, ed. Funk 104. Mohler, Origen y evolución del sacerdocio, Santander 1970; y los apuntes de J. M. Castillo,
12. Ibid., 105. El sacerdocio ministerial, Madrid 1971.
86 La iglesia primitiva y la práctica religiosa El rechazo de lo «sagrado» 87

o bebéis, ni en cuestión de fiestas, lunas nuevas o sábados; eso era por los pecados, como consta, no sólo por las tradiciones del antiguo
sombra de lo que tenía que venir, la realidad es el Mesías». Evidente- testamento (cf. Lev 16 y Ez 45), sino además por la práctica estableci-
mente, aquí se rechaza el tiempo sagrado, lo mismo que las prescrip- da en otras religiones18.
ciones rituales acerca de los alimentos. Todo eso es una mera aparien- Desde otro punto de vista, sabemos que la doctrina cristológica
cia, algo que no sirve ni tiene valor. Más adelante dirá, en el mismo fue presentada, en algunos casos, mediante categorías religioso-ritua-
contexto: «Eso tiene fama de sabiduría por sus voluntarias devocio- les. Así, Pablo designa a Cristo como cordero pascual que fue
nes, humildades y severidad con el cuerpo; no tiene valor ninguno, inmolado (pásja émón étúze) (1 Cor 5,7). Y en la Carta a los romanos
sirve para cebar el amor propio» (Col 2, 23). Y en la Carta a los afirma que Dios nos ha puesto delante al Mesías Jesús «como lugar
gálatas, dice Pablo: «Respetáis ciertos días, meses, estaciones y años; donde, por medio de la fe, se expían los pecados con su propia
me hacéis temer que mis fatigas por vosotros hayan sido inútiles» sangre» (Rom 3, 25). En este texto, el término ilastérion es claramente
(Gal 4, 10-11). Aquí se utiliza el verbo parateréo, que significa sacrificial y designa el instrumento de expiación o propiciación (cf.
exactamente «observar con fidelidad», «celebrar»17. En el contexto, Heb 9, 5). Más clara aún es la fórmula de Ef 5, 2: «el Mesías os amó y
se trata del rechazo de las observancias religiosas como expresiones se entregó por vosotros, ofreciéndose a Dios como sacrificio fragan-
fundamentales de idolatría. Tal es, en efecto, el sentido de Gal 4, 8-11. te». Aquí los términos prosforá (oblación) y zusía (hostia, víctima)
A la vista de los resultados que nos ofrece el análisis de la pertenecen inequívocamente al vocabulario cultual. También en la
terminología del nuevo testamento sobre «lo religioso» y «lo sagra- primera carta de Pedro se designa a Cristo como el «cordero inmola-
do», se puede afirmar que la iglesia primitiva no se vio a sí misma do», que es sacrificado y con cuya sangre se obtiene la redención (1 Pe
como una «religión», es decir, como una organización religiosa, con 1,19). Finalmente, se debe recordar también el texto de Le 24, 50-51,
sus templos, sus sacerdotes, sus fiestas, y los ritos ceremoniales en el que Cristo resucitado se muestra bendiciendo a los discípulos,
correspondientes. Tampoco se habla en el nuevo testamento de «reli- gesto que lo compara implícitamente al sumo sacerdote que después
gión», «observancias cultuales», «sacrificios» o «servicios religiosos», del sacrificio bendecía al pueblo alzando las manos al cielo (Lev 9, 22 s;
porque las palabras que se refieren a todo eso se utilizan en un sentido Eclo50, 22)19.
completamente distinto del que habitualmente suelen tener en las Se trata, por consiguiente, sólo de algunas fórmulas, pocas en
organizaciones religiosas. total. Pero, en todo caso, esto indica que las primeras comunidades
cristianas interpretaron su relación con Dios en categorías rituales, en
determinados casos. Y aunque es verdad que estos casos son poco
3. Los indicios de una interpretación «sagrada» frecuentes en todo el conjunto de documentos del nuevo testamento,
en el nuevo testamento no podemos ocultar que los indicios que aquí acabamos de recoger
nos plantean una cuestión importante, que analizamos a continua-
No son muy numerosos. De todas maneras, algunos datos se ción.
encuentran en el nuevo testamento, sin duda como influjo del anti-
guo.
En los relatos de la institución de la eucaristía, la sangre de Jesús 4. El rechazo de «lo sagrado»
se designa como «sangre de la alianza» (aimá tés diazékes) (1 Cor 11,
25; Mt 26, 28 par). Esta ex'presión parece aludir claramente al sacrifi- Según acabamos de ver, en el nuevo testamento se encuentran
cio de la alianza (cf. Ex 24, 8; Jer 31, 31; Zac 9, 11). Por otra parte, las algunas fórmulas, términos y expresiones que dicen relación a «lo
palabras «que se derrama por todos para el perdón de los pecados» sagrado». Además, hay que tener presente que los cristianos pusieron
(Mt 26, 28 par) tienen un estrecho parentesco con la afirmación de en práctica, desde el primer momento de su existencia como iglesia,
Pablo según la cual, Cristo murió por nuestros pecados (1 Cor 15, 3; determinados gestos simbólicos, que venían siendo utilizados en otras
Rom 4,25; 5,6.8). Ahora bien, en este lenguaje se alude claramente al religiones: el bautismo, como celebración de iniciación para ingresar
aspecto sacrificial, puesto que el sacrificio de la expiación se ofrecía
18. Cf. G. Widengren, Fenomenología de la religión, Madrid 1976, 273.
17. M. Zerwick, Analysis philologica N.T. graeci, Roma 1953, 422. 19. Cf. A. Vanhoye, Epistolae ad hebraeos, textus de sacerdotio Christi, 17.
88 La iglesia primitiva y la práctica religiosa El rechazo de lo «sagrado» 89
o ser incorporados a cada comunidad; la cena o «fracción del pan», Tiana 22 . Y algo más tarde, sabemos por Orígenes que Celso acusaba
como comida específica de la comunidad creyente; ciertos gestos de de blasfemo al cristianismo por situar a otro ser a la altura del Dios
bendición o «imposición de manos»; la confesión de los pecados supremo 23 . Pero, sobre todo, cuando este ser era un hombre muerto y
como gesto penitencial. De todo esto hablaremos ampliamente más además crucificado, entonces resultaba sencillamente impensable que
adelante. quienes veneraban a semejante ser fueran considerados en aquel
Por otra parte, como vamos a ver enseguida, con el paso del tiempo como gente religiosa. Todo lo contrario: venerar a un crucifi-
tiempo se fueron introduciendo en la iglesia, no sólo fórmulas y cado era la negación de la sacralidad, es decir, algo que nada tenía que
expresiones sacrales, sino que además se llegó a la construcción de ver con la religión. Por eso, los primeros cristianos tuvieron que
templos, la institución de días festivos en sentido religioso, y la defenderse frecuentemente de la acusación de irreligiosidad y de
organización de un clero con diversos rangos o categorías de sacerdo- sacrilegio. Y, lo que es peor, se tuvieron que ver complicados en la
tes como personas sagradas. drástica acusación de ser considerados como ateos. Por eso, los
A la vista de estos hechos, hay que hacerse una pregunta que autores cristianos de los siglos II y III tuvieron que responder con
parece enteramente central en todo este asunto: ¿dejó el nuevo testa- frecuencia a esa acusación. Así, Justino 24 , Atenágoras2s, el Mari-
mento la puerta abierta para que se produjera esta evolución? Pero, Policarpi26, Clemente de Alejandría27, Lactancio28, Arnobio 29 . Pero
llegando más al fondo de la cuestión, ¿no sería necesario demostrar aquí es muy importante tener en cuenta que el problema que procupa-
que la dejó cerrada para que esa evolución no se produjera?20. ba a los ciudadanos del imperio en aquel tiempo no era el problema
Se ha dicho que, «dada la mentalidad primitiva de la iglesia, del «ateísmo teórico», sino el hecho de no dar culto a la divinidad: déos
parece evidente que la puerta quedó abierta» 21 . Sin embargo, aquí es non colerei0. Por eso, se comprende que, por ejemplo, en el Marty-
de la mayor importancia comprender que, para resolver este proble- rium Symphoriani se diga: «Symphorianus publici criminis reus, qui
ma, no basta echar mano de ciertas fórmulas aisladas o determinadas diis noslris sacrificare detrectans maistatis sacrilegium perpetravit,
expresiones del vocabulario sacral, que ciertamente se encuentran en sacris etiam altaribus irrogavit iniurias, gladio ultoris feriatur»'*1. Y
algunos escritos del nuevo testamento y en los autores de los siglos en las Acta Cypriani: «diu sacrilega mente vixisti... et inimicum te diis
siguientes, como vamos a ver enseguida. El punto central y decisivo, romanis et religionibus sacris constituisti»32. En estos testimonios, lo
en este asunto, está en comprender, de una vez por todas, tres hechos que se consideraba intolerable era el que no se respetasen «los
del máximo interés que aparecen expresamente destacados en el sagrados altares» o «las religiones sagradas». En una sociedad en la
nuevo testamento: por una parte, el enfrentamiento mortal entre que había dioses para todos los gustos y en la que una divinidad más
Jesús y la institución religiosa del tiempo; por otra parte, la total no hubiera sido problema para nadie (cf. Hech 17, 22-23), lo que
realmente resultaba intolerable era una secta que no daba muestras de
ausencia de templos, rituales y sacerdocio en las comunidades cristia-
rendir un culto sagrado a ningún dios. Es decir, lo que estaba enjuego
nas más primitivas; finalmente, el hecho de que los cristianos coloca-
no era el problema del ateísmo teórico, sino el hecho concreto y
ron en el centro de sus creencias a un hombre muerto, y por cierto
muerto en una cruz. Este último punto merece especial atención.
Porque, en las tradiciones populares del tiempo, un dios se diferencia-
22. Filostrato, Vita Ápollonii 4, 31; 5, 24; 7, 11; cf. E. R. Dodds, Paganos y cristianos
ba de un hombre ante todo por el hecho de estar exento de la muerte y en una época de angustia, Madrid 1975, 105.
por los poderes sobrenaturales que ello le confería. De ahí, la frase, 23. Contra Celsum 8.12, 14; cf. E. R. Dodds, o. c, 154.
tantas veces repetida, de que «el hombre es un dios mortal, y un dios 24. Apol. I, 6, 13; 13, 1.
es un hombre inmortal»; de ahí también la posibilidad de tomar 25. Suppl. 3; cf. 4.13.30.
erróneamente por dios a un hombre, con tal de que éste hiciera alguna 26. C. 3.9.
27. Strom. VII, 1, 1: 1,4.
demostración de poderes sobrenaturales, como les ocurrió a Pablo y 28. Epit. 63 (68).
Bernabé en Listra (Hech 14, 18 s) y en ocasiones a Apolonio de 29. III, 28; VI, 27. Cf. para la enumeración y análisis de estos textos, A. Harnack,
Der Vorwurf des Atheismus in den drei ersten Jahrhunderten, en TU XIII, Leipzig 1905, 8-
16.
30. Cf. A. Harnack, o. c., 10.
20. Cf. J. Colson, Ministre de Jésus-Christ ou le sacerdoce de l'évangile, 206. 31. C. 6, edit. Ruinart, Ratisbona 1859, 127.
21. Ibid., 343. 32. Cf. A. Harnack, o. c., 9, n. 1.
90 La iglesia primitiva y la práctica religiosa La oposición al culto «ritual» 91
práctico de una asociación que no tenía templos, ni altares, ni culto (Kultgeschichtliche Methode), como H. Gunkel, S. Mowinckel,
sacerdotes, ni ritos sagrados. Y para colmo, se trataba de una asocia- S. H. Hooke y A. Haldar, que defienden la existencia de una buena
ción que afirmaba su fe en un «dios crucificado», cosa que' no podía cantidad de profetas cultuales en Israel36. Pero, sea cual sea la
ser sino considerada como sacrilega y blasfema en aquella sociedad postura que adopten los especialistas sobre este asunto, hoy es indu-
tan profundamente religiosa33. dable que en el antiguo testamento existe toda una corriente anticul-
La consecuencia que se desprende de lo dicho es que el aconteci- tual, al menos en el sentido de que Dios no quiere el culto que va
miento de la muerte de Cristo, como acontecimiento esencialmente asociado a la injusticia entre los hombres 37 .
profano, prohibe a la iglesia regresar hacia atrás, hacia lo que había Ahora bien, supuesto que en el antiguo testamento existía esta
antes de la muerte de Jesús. Porque la cruz representa la abolición de amplia documentación de textos anticultuales, resulta de singular
todas las «mediaciones sagradas». La cruz enseña a los hombres que interés saber que en la iglesia primitiva estos textos bíblicos fueron
el acercamiento a Dios no se consigue alejándose de la vida ordinaria, ampliamente utilizados y difundidos, es decir, la iglesia de los tres
sino asumiendo esa vida y comprometiéndose con ella hasta el extre- primeros siglos aceptó y se aplicó a sí misma la crítica anti-cultual —o
mo de ser considerado —si es necesario— como un rebelde, como un más exactamente, anti-ritual— de los autores del antiguo testamento.
maldito y como un sujeto al que hay que eliminar34. Por consiguiente, Esta aceptación se encuentra de manera insistente en los autores
se puede asegurar que el nuevo testamento dejó la puerta cerrada para cristianos del siglo II e incluso en algunos del siglo III.
que, en el futuro, no se diera la evolución que de hecho se vino a En efecto, entre las primeras generaciones cristianas circulaban
imponer más tarde hacia la sacralidad y los rituales sagrados como colecciones de textos del antiguo testamento, en los que se advierte
mediaciones entre Dios y el hombre. una intención determinada: poner de manifiesto que Dios no tiene
necesidad de sacrificios ni de ritos sagrados. Es decir, las citas anti-
cultuales del antiguo testamento fueron, no sólo ampliamente utiliza-
5. La oposición al culto «ritual» das, sino incluso coleccionadas en extractos o florilegios que recibie-
ron, según parece, el nombre de Testimonia y que seguramente eran
Como es bien sabido, a lo largo de la historia de Israel existió una «fruto de notas personales de lectura»38. Lo cual quiere decir que esta
corriente de pensamiento, de inspiración profética, que se opuso y mentalidad anti-cultual y anti-ritual estaba ampliamente difundida
hasta se enfrentó seriamente al culto ritual establecido. La documen- entre los creyentes en el siglo II e incluso durante buena parte del
tación de textos del antiguo testamento en este sentido se encuentra siglo III.
en tres series de fuentes: 1) en los profetas, sobre todo en los La existencia de estos florilegios o colecciones anti-cultuales de
anteriores al exilio: Amos (2, 7 s; 4, 4 s; 5, 4 s; 5, 21 s), Isaías (1, 11 s; Testimonia ha dado pie a una larga controversia entre los especialis-
29, 13), Oseas (2, 13-15; 4, 11-19; 6, 6; 8, 5 s; 10,8; 13, 2), Miqueas (6, tas, desde el estudio que, en 1938, publicó K. A. Credner3g, hasta los
6-8), Jeremías (6, 20; 7; 26, que no es sino una segunda recensión del trabajos de C. H. Dodd 4 " y A. C. Sundberg41y más recientemente el
capítulo 7); y también en los profetas posteriores al exilio: Isaías (58, excelente libro de P. Prigent42, que ha presentado ampliamente el
6-7; 66, 1-3); 2) en los sapienciales: Proverbios (15, 8; 21, 3.27) y desarrollo de esta controversia a lo largo de más de un siglo de
sobre todo en el capítulo 34 del Eclesiástico; 3) en los salmos (40, 7- importantes trabajos que se han sucedido sobre el tema 43 . Como
8; 50, 8-15; 51, 18-19).
Esta documentación de textos, tan variados y abundantes, ha sido 36. Ibid., 1127.
enjuiciada muy diversamente, desde quienes, como J. Wellhausen y P. 37. Cf. para este punto, J. M. Castillo, La alternativa cristiana, 301-308, con
Volz, han llegado a afirmar que el Dios del antiguo testamento odia el abundante bibliografía en p. 303-304; cf. además el interesante estudio de J. L. Crenshaw,
Prophetic conflict. Its effect upon israelite religión, Berlin 1971, especialmente 23-38.
culto porque es impío en su fundamento mismo 35 , hasta los que han 38. J. P. Audet, Vhypotése des Testimonia: RB 70 (1963) 381-405.
defendido los métodos de aproximación cultual y revalorización del 39. Beitráge zur Einleitung in die biblischen Schriften II,Halle 1838, 318 s.
40. According to the Scripture, London 1953.
41. On testimonies: Novum Testamentum 3 (1959) 268-281.
33. Cf. J. Moltmann, El Dios crucificado, Salamanca 1975, 53. 42. Les Testimonia dans le christianisme primitif. Vepitre de Barnabé I-XVI et ses
34. Cf. J. M. Castillo, La alternativa cristiana, 260. sources, Paris 1961.
35. Cf. L. Ramlot, en DBSup VIII, 1123, con bibliografía abundante. 43. O. c, 16-28.
La oposición al culto «.ritual» 93
92 La iglesia primitiva y la práctica religiosa

resultado de estos trabajos, hoy se puede afirmar que, si bien no lías en obras literariamente independientes, tenemos en ello la prueba
podemos estar seguros de que existieran colecciones de Testimonia clara de que tales obras dependen de una fuente común, a saber, las
anteriores al cristianismo (y que habrían influido en los escritos del colecciones de florilegios o Testimonia (aun cuando en aquel tiempo
nuevo testamento), es un hecho que los cristianos de los siglo II y III no recibieran ese nombre, cosa que por lo demás importa poco) 56 .
utilizaron determinados florilegios de textos bíblicos. De estos florile- Por ejemplo, en la Epístola de Bernabé (2, 10) se encuentra una cita
gios, alguno ha llegado íntegramente hasta nosotros, el Ad Quirinum compuesta del Salmo 50, 19 y de un apócrifo, el Apocalipsis de Adán.
de Cipriano 44 , que aunque fue más tarde cuando recibió el título de Pero resulta que esa misma cita, así compuesta, se encuentra igual-
Testimoniorum libri tres 45, es incuestionable que, de hecho, represen- mente en Ireneo 57 , que no parece haber conocido la Epístola de
ta una amplia colección de textos del antiguo y del nuevo testamento, Bernabé. Es, por tanto, razonable admitir que Ireneo tenía ante sí la
con citas frecuentes de los pasajes anticultuales46. Por consiguiente, misma fuente que el apócrifo atribuido a Bernabé59. Los ejemplos en
incluso a mediados del siglo III se seguían utilizando entre los este sentido se pueden amontonar sin demasiada dificultad, cosa que
cristianos estas recopilaciones de textos proféticos del antiguo testa- ha sido demostrada ampliamente en el caso de la Epístola de Berna-
mento, en los que se critica seriamente el culto ritual por ser practica- bé-9 y tiene también sus sólidos fundamentos en lo que se refiere a
do sin prestar atención a las obligaciones que impone la justicia para Ireneo 60 . En cuando a Justino, aunque en muchos casos no parece
con los indigentes. depender de colecciones de Testimonia, sin embargo es seguro que
Los autores en los que se encuentran vestigios claros de estas depende de una fuente anterior a la Apología y al Diálogo^1.
colecciones son numerosos. Ya se advierte una insinuación en este En consecuencia, nos encontramos con dos hechos suficientemen-
sentido en la Didajé (XIV) al citar el texto de Mal 1,11-1447. También te probados: por una parte, la corriente profética del antiguo testa-
en Clemente Romano 48 . Indudablemente se encuentran referencias mento, que se opone al culto ritual cuando la práctica religiosa no va
de Jos Testimonia anti-rituaíes en Ja Epístola de Bernabé49, en ía acompañada de la justicia y el amor a los demás; por otra parte, esta
Epístola a Diogneto50, en Justino 51 , en Teófilo de Antioquía52, en corriente de pensamiento es asumida por la iglesia antigua, especial-
Ireneo 53 , en la Altercatio Simonis et Theophili (7, 28), en Clemente de mente durante el siglo II, hasta el punto de que los autores cristianos
Alejandría54, en Tertuliano55. de ese tiempo, no sólo citan con frecuencia los textos proféticos de
La prueba de que las citas anti-rituales, que aparecen en estos oposición al culto, sino que además se llega a confeccionar colecciones
textos, provienen de colecciones de Testimonia se basa en un doble de textos en ese sentido. Es verdad que en todo este asunto se muestra
hecho: 1) la presencia de citas compuestas, es decir, pertenecientes a claramente el distanciamiento y hasta el rechazo que los cristianos
dos autores distintos; 2) las falsas atribuciones, por ejemplo un sentían hacia el judaismo. Pero no es menos cierto que, en realidad, lo
texto de Jeremías atribuido a Isaías. Cuando se dan estas dos anoma- que ocurrió es que la iglesia acogió plenamente la protesta anti-ritual
de los profetas del antiguo testamento62. Por consiguiente, está fuera
de duda que, a lo largo del siglo II e incluso entrado el siglo III, existió
44. Ed. G. Hartel, CSEL3/1. en la iglesia una conciencia clara de oposición al culto religioso, tal
45. Seguramente fue Agustín quien le dio ese título como parece constar en Contra
duas epístolas pelagianorum IV, 10, 27-28; CSEL 60, 554-559; cf. C. H. Turner, Prolego- como ese culto había sido criticado y hasta rechazado por los profetas
mena to the «Testimonia» and «Ad Fortunatumo: JTS 31 (1930) 228.
46. Testim. I, 16; CSEL 3/1, 49-50; I, 24.59; II, 4.66; II, 10.75; III, 1.108; III, 1.110;
111,20.134; III, 20.137; III, 111.181. 56. Cf. P. Prigent, o. c, 28.
47. Cf. M. Jourjon, Textes eucharistiques des peres anténicéens, en la obra en 57. Adv. Haer. IV, 29, 1. ed. Harvey II, 194.
colaboración, Veucharistie, le sens des sacrements, Lyon 1971, 105-107. 58. Cf. A. Benoit, Saint trénée. Introduction á Tetude de sa théologie, Paris 1960,
48. Epist. 52, 3-4. Cf. M. Jourjon, o. c., 96. 97-98.
49. 2, 4; 2, 7-8; 2, 10; 3, 1-3; 3, 5; 9, 1-3; 9, 5; 11, 2-3; 14, 1-3; 15, 1-2; 16, 1-2; 16, 3. 59. Cf. P. Prigent, o. c, 217-220.
50. 3, 4. 60. Cf. A. Benoit, o. c, 89-102.
51. Apol. I, 37, 5-9; 44, 2-4; 61, 7-8; Dial. 15, 1-6; 22, 2-10; 41, 2-3; 117, 1. 61. Cf. P. Prigent, Justin et rancien testament, Paris 1964, 10.
52. Los tres libros de Aulólico III, 12. 62. Este punto ha sido analizado repetidas veces y desde diversos aspectos. Cf. O.
53. Adv. Haer. IV, 17, 1-4; cf. IV, 20, 1-8. Schmitz, Die Opferauschauung des spaieren Judentums und die Opferaussage des NTs,
54. Paedag. 3, 12, 89 s; 90, 4; Strom. 2, 18; 79, 1. Tübingen 1910; H. Wenschkewitz, Die Spiritualisierung der Kultusbegriffe Tempe!, Pries-
55. Adv. lud. 5; De oral. 28; De ieiun. adv. psych. 13; Adv. Marc. II, 18.19.22; IV, ter und Opfer im NT, Leipzig 1932; E. Lohmeyer, Kultus und Evangelium, Góttingen 1942;
1.14; V, 4. H. J. Scoeps, Théologie und Geschichte des Judenchristentums, Tübingen 1949, 219 s.
94 La iglesia primitiva y la práctica religiosa El rechazo del culto «ritual» 95

de Israel. Esto, evidentemente, tiene su importancia para la teología el incienso (aspecto ritual), y conservando sólo dos ideas: que el
de los sacramentos. Pero, antes de abordar ese problema, interesa sacrificio de los cristianos se ofrece en todo tiempo y lugar; y que se
saber si esta oposición al culto comportaba un auténtico rechazo del trata de un sacrificio puro, porque los participantes viven con una
mismo. Y si así es, nos preguntamos: ¿en qué sentido se rechazaba, en conciencia limpia y están unidos entre sí. No se hace mención alguna
aquel tiempo, el culto basado en ritos y ceremonias sagradas? a la ejecución exacta de un determinado ritual, mientras que todo el
acento se pone en las actitudes personales de los participantes, porque
de esas actitudes es de lo que depende la autenticidad del sacrificio. Se
6. El rechazo del culto «ritual» trata, por tanto, de un texto claramente anti-ritual. El culto agradable
a Dios no es una ofrenda legal ni de pureza ritual, sino la coincidencia
Los autores cristianos del siglo II citan los textos anticultuales del de los corazones65.
antiguo testamento con una intención determinada: probar que Dios En la epístola de Clemente Romano a la comunidad cristiana de
no tiene necesidad de sacrificios, ni fiestas, ni observancias, ni ritos Corinto,se advierte a primera vista una mentalidad claramente cul-
sagrados. Es decir, basándose en la autoridad de los textos anti- tual, en el sentido de la religiosidad del antiguo testamento. En este
cultuales, estos autores trataban de probar que los cristianos no sentido, es significativa su insistencia en la presentación de «ofren-
practicaban rituales sagrados porque Dios no necesita tales rituales, das» (prosforás) (40, 1-2.4.5)66. Pero con decir eso no basta para
ni por consiguiente los acepta. comprender la mentalidad de Clemente Romano acerca del culto
Esta argumentación es ampliamente utilizada por Justino. Pero cristiano. Porque cuando habla del sacrificio, directamente practica-
no sólo por él. En el mismo sentido hablan los otros apologistas del do por los cristianos, su vocabulario cambia. En efecto, en el capítulo
siglo II y también Ireneo. Pero antes que en estos autores, las ideas 52 de la carta, habla de este asunto. Y entonces cita dos salmos, el 49 y
anti-rituales aparecen ya en la Didajé, en Clemente Romano y en el 50, que como se sabe son dos de los salmos anti-cultuales. Pero lo
Ignacio de Antioquía. curioso es que de esos dos salmos, Clemente cita solamente los pasajes
La Didajé (14,1-3), precisamente al referirse a la celebración de la anti-cultuales o anti-sacrificiales. Parece lo más seguro que Clemente
eucaristía (dkásete arton kai eujaristésate, 14, l) 6 3 , expresa una se inspira aquí en los florilegios o Testimonia anti-rituales67. La cita
concepción bastante original sobre el «sacrificio» (zusía). Indudable- del salmo 49,14 se refiere al «sacrificio de alabanza» y muestra
mente, se trata de un «sacrificio espiritual», porque las condiciones claramente que, para Clemente, este sacrificio es, no un rito cualquie-
que se requieren, para realizar tal sacrificio, no se refieren a la ra, sino la alabanza. Es decir, que para los cristianos no hay sacrificio
ejecución exacta de un rito, sino que lo que se exige es la pureza de la propiamente tal. En este sentido, se puede afirmar que el sacrificio
conciencia (14, 1) y la unidad de los participantes (14, 2). Y todo eso que Dios quiere, según Clemente, es la vida moral, el comportamiento
se requiere, «para que el sacrificio sea puro» (14, 1) y «para que ético. La cita del salmo 50 es más elocuente, porque ya lo ha citado
vuestro sacrificio no se manche» (14, 2). El texto pasa, de la confesión antes (18, 16-17) y aquí lo vuelve a citar (52, 3), pero en lo que se fija
de las faltas, en el sentido de las confesiones que se encuentran en los es en el «sacrificio de alabanza» (zusía ainéseos) y viene a decir que
salmos y en la liturgia sinagogal64, a la experiencia de la conciencia ese sacrificio es la pureza del corazón: «Porque el sacrificio para Dios
limpia y la comunión fraterna. Ese es el sacrificio que agrada a es un espíritu contrito» (52, 3-4). Como observa el mismo M. Jourjon,
Dios. Y sólo entonces tal sacrificio es puro y santo. Evidentemen- «lo que es leído en la Biblia, gracias a la expresión zusía ainéseos, es
te, se trata, no de un ritual, sino de unas actitudes personales. De que los cristianos tienen razón al no practicar sacrificios»68.
tal manera que la ofrenda es pura porque es limpia la actitud de Pero, sin duda alguna, entre los autores cristianos más primitivos,
los participantes. Y para que no quede duda a este respecto, se cita a el que más destaca la espiritualización del culto cristiano es Ignacio de
continuación la profecía de Mal 1, 11 (14, 3), pero de tal menera que
la Didajé mutila el texto bíblico, suprimiendo lo que en él se dice sobre
65. Cf. M. Jourjon, o. c, 107.
66. Cf. J. de Watteville, Le sacrifice dans les textes eucharistiques des premieres
63. Cf. J. P. Audet, La Didaché. Instruction des apotres, París 1958, 461. siécles, Neuchátel 1966, 42.
64. Por ejemplo, Salm 106; Esdr 9, 6-15; Dan 9, 3-19; cf. W.O.E. Oesterley, The 67. Cf. M. Jourjon, o. c., 96.
jewish background of the christian liturgy, Oxford 1925, 76-79. 68. Ibid., 97.
96 La iglesia primitiva y la práctica religiosa El rechazo del culto «ritual» 97

Antioquía69. Esto se advierte, sobre todo, en la Carta a los romanos, Por otra parte, lo que sin duda resulta más revelador en las cartas
en la que el «altar» se entiende como la puesta en práctica de la de Ignacio no es tanto lo que dice, sino lo que no dice. En otras
«caridad»: «Mientras que hay todavía un altar, preparado, a fin de palabras, Ignacio jamás habla de la eucaristía o del culto cristiano en
que formando un coro por la caridad» (Rom 2, 2). Además, la propia el sentido de ritos o celebraciones «sagradas». Todo lo contrario:
muerte de Ignacio es el «sacrificio»: «Suplicad a Cristo por mí, para cuando habla de la eucaristía, Ignacio se refiere enseguida a las
que por esos instrumentos (los dientes de las fieras) logre ser sacrificio actitudes personales que comporta la vida cristiana: «convertios en
de Dios» (Zeou zusía) (Rom 4, 2). En el pensamiento de Ignacio, el nuevas criaturas por la fe, que es la carne del Señor, y por la caridad,
culto de los cristianos es la existencia en el amor, la donación y la que es la sangre de Jesucristo» (Tral 8, 1). Y en la Carta a los
unidad. Así consta expresamente por Mag 7, 2; Tral 7, 2; Filad 4, 1; 9, 1. romanos: «El pan de Dios quiero, que es la carne de Jesucristo..., su
En todos estos textos, el «altar» y el «sacrificio» son la unidad de la sangre quiero por bebida, que es amor incorruptible» (Rom 7, 3).
comunidad: «Todo esto dirigido a la unidad de Dios» (Filad 9, 1). De Esta idea, según la cual la eucaristía es el ágape, el amor cristiano, se
nuevo nos encontramos aquí con el mismo planteamiento que ya repite en Esm 7, 1. El pensamiento de Ignacio a este respecto es claro
hemos observado en la Didajé y en Clemente Romano: el culto y uniforme: el culto que tienen que ofrecer los cristianos es su propia
sacramental de los cristianos, concretamente la celebración de la vida, especialmente la unidad en el amor. Ese culto comporta, por
eucaristía, no consiste en la ejecución exacta de un ritual, por la supuesto, la celebración de la eucaristía. Pero la eucaristía es para
sencilla razón de que el culto, el sacrificio, el altar de los cristianos no Ignacio, no tanto un ritual, sino el símbolo de la unidad (cf. Filad 4,
tienen nada que ver con lo ritual o con lo sagrado, sino que son 1), hasta el punto de que en Esm 8, 1 coloca en la misma línea estas
expresiones que se refieren a las actitudes personales específicas de la cuatro cosas: «eucaristía, comunidad, bautismo y amor».
existencia cristiana: el amor y la unidad entre los hombres. Por lo La idea de que el culto cristiano no es ritual, sino existencial, se
demás, recientemente se ha escrito un documentado estudio, en el que radicaliza en la Carta de Bernabé. Ante todo, en ella se rechazan
el profesor Rius-Camps analiza las interpolaciones que hay, según expresamente los términos sacrales y tradicionales y lo que esos
parece, en las cartas de Ignacio70. Según estos estudios, algunos de los términos comportan, porque Dios no tiene necesidad de nada de eso:
textos indicados, por ejemplo Tral 7, 2, tendrían alementos interpola- «El Señor, por medio de sus profetas, nos ha manifestado que no
dos por un autor desconocido del siglo III 71 . Pero es importante tener tiene necesidad de sacrificios (zusíón) ni de holocaustos (ólokausto-
presente que tales interpolaciones afectarían al aspecto de legitima- máton) ni de ofrendas» (prosforón)li. Por consiguiente, Dios no
ción y defensa de la autoridad del obispo, ya que, según parece, eso es quiere nada de lo que hace referencia a prácticas rituales o sagradas.
lo que pretendió el anónimo interpolador: «consagrar definitivamente Y para probar esta tesis, el autor de la Carta de Bernabé cita algunos
la organización vertical de la iglesia» (obispo, presbítero y diáconos- de los textos anticultuales de los profetas74. Pero hay más. Porque no
comunidad), amparándose en la autoridad del mártir Ignacio»72. se tra sólo de que Dios rechaza ese tipo de culto, sino que lo más
Pero, sea cual sea la solución que los especialistas den a este proble- importante es que Dios sólo acepta el culto que brota del corazón:
ma, queda en pie que en la concepción de Ignacio, el culto de los
cristianos no consiste en la puesta en práctica de unos determinados Debemos, por tanto, comprender, no cayendo en la insensatez, la
rituales, sino en el «sacrificio» que es el amor y la unidad de la sentencia de la bondad de nuestro Padre, porque con nosotros habla,
comunidad de fe. no queriendo que nosotros andemos extraviados al modo de aquellos;
nos dice de esta manera: sacrificio por Dios un corazón contrito; olor
de suavidad al Señor, un corazón que glorifica al que lo ha plasmado
(Sal 50, 19) 75 .
69. Cf. S. M. Gibbard, The eucharist in the ignatian epistles, TU 93, Berlin 1966,214-
218; J. A. Woodhalla, The eucharistic theology oflgnatius ofAntioch: Communio 5 (1972)
La postura que aquí se adopta es terminante: Dios no quiere de
5-21. nosotros nada más que el culto que consiste en la rectitud y bondad
70. J. Rius-Camps, La interpolación en las cartas de Ignacio: Revista Catalana de del corazón. Cuando más adelante, la Carta de Bernabé describe «los
Teología II/2 (1977) 285-370; cf. Id., Las cartas auténticas de Ignacio, obispo de Siria:
Revista Catalana de Teología II/l (1977) 31-149. 73. 2, 4; (ed. Ruiz Bueno, Madrid 1967, 773).
71. Cf. La interpolación en las cartas de Ignacio, 368-369. 74. 2, 5 (773).
72. lbid. 75. 2, 9-10 (774).
98 La iglesia primitiva y la práctica religiosa El rechazo del culto «ritual» 99

dos caminos», el de la luz y el de las tinieblas, que al igual que la necesitados»81. Evidentemente, en este texto se rechazan directamen-
Didajé describe cómo tiene que ser la vida moral de los cristianos76, te los sacrificios paganos. Pero lo que llama la atención es que, en
ya no se hace ni la más ligera alusión a prácticas rituales, sino sólo a lugar de esos ritos, Justino no habla de otros ritos paralelos, que
las exigencias éticas, insistiendo en la práctica del amor a los demás: habrían venido a sustituir a los de la religión pagana. Semejante
«Comunicarás en todas las cosas con tu prójimo, y no dirás que las afirmación no aparece jamás en Justino. Es más, su idea es que los
cosas son tuyas propias, pues si en lo imperecedero sois partícipes en ritos sagrados de la religión, tanto pagana como judía, fueron im-
común, ¡cuánto más en lo perecedero!»77. puestos por causa de la dureza del corazón humano 82 . Porque, como
Sin duda alguna, entre los apologistas cristianos del siglo II, es dice Justino, «por los pecados de vuestro pueblo y por sus idolatrías,
Justino el autor que más insiste en la contraposición entre dos formas no porque él tenga necesidad de semejantes ofrendas, os ordenó
fundamentales de comprender la relación del hombre con Dios: de igualmente lo referente a los sacrificios»83. Por eso, Justino no duda
una parte, mediante las «ofrendas materiales» (úlikésprosforás) que en afirmar que después de la muerte de Jesucristo «terminarían en
caracterizan el culto ritual; de otra parte, mediante la existencia en la absoluto todas las ofrendas»84. De ahí que Justino concluye:
justicia, la templanza y el amor a los hombres. Ahora bien, Justino
repite una y otra vez que Dios no tiene necesidad alguna de nuestros En conclusión, como la circuncisión empezó en Abrahán, y el sábado,
ritos y ceremonias sacrales: lo que él quiere es la vida santa de los sacrificios y ofrendas y fiestas en Moisés, y ya quedó demostrado que
todo eso se os mandó por la dureza de corazón de vuestro pueblo; así,
cristianos: por designio del Padre, tenía todo que terminar en Jesucristo, Hijo de
Dios»5.
Pero, además, nosotros hemos aprendido que Dios no tiene necesidad
de ofrenda material alguna por parte de los hombres, pues vemos ser él Es verdad que los cristianos ofrecen a Dios, en lugar de los
quien todo nos lo procura; en cambio, sí nos ha enseñado, y de ello sacrificios judíos, el sacrificio de ía eucaristía «que celebran los
estamos persuadidos y así lo creemos, que sólo aquellos que le son a él
gratos, tratan de imitar los bienes que le son propios: la templanza, la cristianos en todo lugar de la tierra» 86 . Pero eso no quiere decir que,
justicia, el amor a los hombres y cuanto conviene a un Dios que por en lugar de unos ritos, Dios haya establecido otros, que serían por
ningún nombre impuesto puede ser nombrado 78 . supuesto diversos, pero a fin de cuentas no expresarían sino la misma
forma fundamental de relacionarse con Dios, mediante unos rituales
En este texto, las «ofrendas» (prosforás) expresan claramente el sagrados estrictamente observados. Este punto es central en la teolo-
culto ritual, que se contrapone al comportamiento en el amor y la gía de Justino. Por supuesto, para él la eucaristía es un sacrificio87 y,
justicia. en ese sentido, es el culto de la comunidad cristiana88. Pero lo
A partir de este planteamiento básico, las afirmaciones de Justino, importante es comprender lo que significa ese culto para Justino.
cuando utiliza el vocabulario propiamente «sacral», llegan a hacerse Porque cuando él habla de la eucaristía no se refiere a un ritual
extremadamente tajantes. Así, los «sacrificios y el culto» (zúmata kai exactamente detallado y fijado a unos condicionamientos de sacrali-
zerapeías) son cosas que sugieren los demonios a quienes «viven dad (templo, ceremoniales y sacerdotes), sino que se trata de una
irracionalmente»79; lo mismo que es también cosa de los demonios celebración de la.comunidad creyente, en la que participan los «que se
enseñar a los hombres «a sacrificar y a ofrecerles inciensos» (zúmaton han adherido a nosotros» y los «que se llaman hermanos»89 y en la
kai zumiamáton)80. Por el contrario, Justino insiste machaconamente
en que Dios no tiene necesidad «ni de sangre, ni de libaciones, ni de
inciensos»... «Porque el solo honor digno de él que hemos aprendido 81 Apol. I, 13, 1 (193-194).
es no el consumir por el fuego lo que por él fue creado para nuestro 82 Dial. 18, 2 (331).
alimento, sino ofrecerlo (prosférein) para nosotros mismos y para los 83 Dial. 22, 1 (340).
84 Dial. 40, 2 (368).
85 Dial. 43, 1 (372).
76. Cf. J. Quasten, Patrología I, Madrid 1968, 95. 86 Dial. 117, 1 (505).
77. 19, 8 (807). 87 Cf. J. de Watteville, o. c, 65-84.
78. Apol. I, 10, 1 (ed. Ruiz Bueno, Madrid 1954, 190). 88 Cf. J. Betz, Die Eucharistie in der Zeit der griechischen Váter, Freiburg 1955
79. Apol. I, 12, 5 (192). 269-272.
80. Apol. II, 4, 4 (265-266). 89 Apol. I, 65, 1 (256).
700 La iglesia primitiva y la práctica religiosa El rechazo del culto «ritual» 101

que, además, se exige como condición, no sólo la fe y la regeneración la afirmación de que para Dios es «el máximo sacrificio» el reconoci-
que produce el bautismo, sino también el «vivir conforme a lo que miento que hacemos de él en las obras de su creación101.
Cristo nos enseñó»90. Es decir, la celebración cristiana comporta una La Epístola a Diogneto es más terminante aún. Porque, por una
experiencia de fraternidad y de adhesión a la forma de vida que trazó parte, se extiende en la repetida afirmación de que Dios no necesita de
Jesucristo. Por otra parte, en las descripciones que Justino hace de la la religión de observancias (zreskeía), porque eso es «estar en el
eucaristía91, no se hace alusión a un ritual establecido, sino a la error» y además en eso «hay extravagancia y no piedad»102. Por otra
oración en común 92 , la participación en la misma comida, que es «la parte, «los cristianos, se ve que están en el mundo, pero el culto
carne y la sangre de aquel mismo Jesús encarnado»93, y el recuerdo o (zeosebeía) que tributan a Dios permanece invisible»103. Lo que
«memorial» de la muerte de Cristo 94 , que lleva a los participantes a la llama la atención en estos textos es que en ellos se rechaza de piano la
puesta en común de lo que cada uno tiene: «y los que tenemos, religiosidad de observancias y ritos (zreskeía), que se pone en el
socorremos a los necesitados todos y nos asistimos siempre unos a mimo plano de igualdad tanto en el caso de los paganos como cuando
otros» 95 . Como se ve, la eucaristía no es la puesta en práctica de un se trata de los judíos 104 . Solamente se admite la zeosebeía, pero de tal
ritual fijado, sino la expresión de las experiencias fundamentales de la manera, que, en ese caso, se trata de un culto invisible. Este culto
comunidad creyente. invisible es la vida santa que llevan los cristianos, de la que habla en
Nos encontramos, por tanto, con un doble hecho: 1) Justino todo el capítulo sexto: detestan los placeres impuros 105 , aman a los
rechaza los ritos religiosos, tanto paganos, como judíos; 2) describe que les persiguen106, sufren por el hambre y la sed107. Todo esto tiene
una celebración de la comunidad en la que no se destaca un determi- tanta más importancia, por lo que se refiere al rechazo del culto ritual,
nado ritual, sino la expresión de unas experiencias: la adhesión a cuanto que desde el comienzo mismo de la carta la pregunta que se ha
Cristo, la fraternidad comunitaria y la puesta en común entre los hecho el autor es: «¿Qué culto le tributan?» (los cristianos a Dios) (pos
participantes. zreskeúontes aútón)108. Supuesta esta pregunta inicial, era de esperar
Lo mismo que Justino, Arístides insiste en que Dios no tiene alguna descripción —al menos, alguna alusión como por ejemplo en
necesidad de «sacrificio (zusía), ni de libación, ni de nada cuanto las descripciones de Justino—, pero resulta que nada de eso se
aparece»96. Más adelante excluye no sólo los sacrificios y el culto de encuentra en la Epístola a Diogneto. Lo que el autor de este docu-
cuanto se ve 97 , sino además los templos98. Y lo que más llama la mento describe es el culto invisible, que consiste en sostener el mundo
atención en este autor es que, al explicar lo que es la vida cristiana, con la vida santa que llevan los creyentes.
por una parte rechaza tajantemente los ritos religiosos; por otra parte, El documento más importante que poseemos, de los comienzos de
lo que hace es describir la vida santa que llevaban los creyentes, sin la literatura gnóstica, es la Carta a Flora de Ptolomeo109. El autor
hacer la menor alusión a rituales o prácticas sagradas. El acento de su trata expresamente el tema del culto religioso, concretamente el del
apología recae sobre la vida de amor y servicio que llevaban los antiguo testamento. Y afirma que aquellos sacrificios y prácticas no
cristianos99. eran sino «imágenes y símbolos» (eikónes kai súmbola) y «tienen una
El mismo planteamiento se encuentra en Atenágoras: ante todo, el significación diferente después de la revelación de la verdad. En
rechazo de los ritos y sacrificios de la religión pagana 100 y junto a eso, cuanto a su forma exterior y en cuanto a su aplicación literal han sido
abolidos, pero, en su sentido espiritual, su significación se ha hecho

90. Apol. I, 66, 1 (257).


91. Apol. I, 65, 1-5; 66, 1-4; 67, 1-7; cf. Dial. 41, 1; 70, 4; 117, 1-3.
92. Apol. I, 65, 4 (256). 101. Legación 13 (665).
93. Apol. I, 66, 2 (257). 102. III, 1-3 (ed. H. I. Marrou: SC 33, 56-59).
94. Apol. I, 66, 3 (257); 67, 1 (258). 103. VI, 1 (65).
95. Apol. I, 67, 1 (258). 104. Cf. H. I. Marrou: SC 33, 112-113.
96. Apol. I, 2 {Ul). 105. VI, 5 (65).
97. Apol. I, 5 (134). 106. VI, 6 (67).
98. Apol. XII, 3 (143). 107. VI, 9 (67).
99. Apol. I, 5 (134); XV, 7 (145). 108. I, 1 (52-53).
100. Legación 1 (647); 13 (664); 18 (671). 109. Cf. J. Quasten, Patrología I, 259.
102 La iglesia primitiva y la práctica religiosa El rechazo del culto «ritual» 103

más profunda, porque los antiguos términos han recibido un sentido camino de nuestra glorificación, que está en Dios 114 . Por eso, insiste
nuevo»110. Y a continuación viene la gran afirmación: Ireneo en que la construcción del templo, la elección de los levitas, los
sacrificios y las oblaciones y, en general, toda la ley, no eran cosas que
Así el Salvador nos ha ordenado hacer sacrificios (prosforás), no por Dios necesitara115. De ahí que las observancias de la ley no fueron
medio de bestias privadas de razón o por medio de ofrendas de establecidas por Dios por su propio interés o necesidad, sino precisa-
perfume, sino por medio de alabanzas, de glorificaciones, de acciones mente para bien del hombre H6. El principio, por tanto, es clave: la
de gracias (eujaristías) espirituales (pneumatikon) por la caridad y la intención divina, al instituir el culto antiguo, no era su propio bien,
beneficencia hacia el prójimo 1 1 1 .
sino el bien del hombre 117 .
Exactamente en el mismo sentido, dirá Tertuliano: «Namque En lógica consecuencia con su planteamiento, Ireneo deduce de lo
quod non terrenis sacrificiis sed spiritualibus Deo litandum sit, ita anterior que cuando Dios veía que los judíos se apartaban de la
legimus: cor tribulatum humiliatum hostia Deo est»112. No debemos práctica de la justicia y se aferraban a sus prácticas religiosas, enton-
de dar a Dios un culto con sacrificios terrenos, sino espirituales, como ces y precisamente por eso les echaba en cara su infidelidad y la
nos consta por el salmo que dice: el sacrificio para Dios es el corazón esterilidad del culto. Por eso, Ireneo cita ampliamente los textos
quebrandado y humillado. proféticos del antiguo testamento que atacan el culto cuando no va
En esta larga enumeración de textos, se repite, como hemos acompañado de la práctica de lajusticia hacia el prójimo118. Las citas
podido advertir, una idea que sin duda era enteramente familiar a los son abundantes, tomadas de los salmos y de los profetas, y en ellas se
autores —y por tanto, también en las comunidades cristianas— del ha podido advertir el influjo de los Testimonia anti-rituales119.
siglo II: Dios no quiere los ritos externos de las religiones estableci- Planteadas así las cosas, Ireneo da el paso decisivo y aborda
das, bien fuera la religión pagana, bien la religión judía. Evidentemen- directamente el sentido del culto cristiano. Los judíos tenían sus
te, tales ritos se rechazaban porque eran expresión de idolatría. Pero sacrificios y su culto; también los tienen los cristianos. Entonces, ¿en
no se trata solamente de eso. En los autores que hemos analizado, se qué está la diferencia? Esa diferencia está en que, mientras el culto de
repite una y otra vez la idea de que, frente a los cultos religiosos del los judíos era un culto de esclavos, la práctica religiosa de los
paganismo y del judaismo, los cristianos tienen un culto diferente, que cristianos consiste en el culto de los hombres libres120. De ahí que lo
es esencialmente el culto espiritual, el culto invisible, que consiste que marca la diferencia entre el culto judío y el cristianio es lo que
esencialmente en la vida santa, el comportamiento ético, especialmen- Ireneo llama «la marca distintiva de la libertad» (tekmérion tes
te en lo que se refiere al amor al prójimo. Ahora bien, sin duda alguna eleuzerías)121. Por consiguiente, lo que diferencia esencialmente el
el autor en que se descubre esta mentalidad, con unas formulaciones culto de la iglesia es que se trata de un culto realizado por hombres
más claras y terminantes, es Ireneo de Lyon, el teólogo más importan- libres.
te del siglo segundo113. Pero, ¿en qué consiste esta libertad? Ireneo lo indica a renglón
En efecto, en el libro IV del Adversus haereses, Ireneo establece el seguido: los que han recibido el don de la libertad, ponen a disposi-
principio fundamental que va a orientar su pensamiento en lo referen-
te al culto: Dios no tiene necesidad de nada de cuanto nosotros los 114. Non quasi indigens Deus hominis, plasmavit Adam, sed ut haberet in quem
hombres podemos ofrecerle; Dios no tiene necesidad ni de nuestros collocaret sua beneficia... Sic et servitus erga Deum, Deo quidem nihilpraesiat, nec opus est
sacrificios, ni de nuestras observancias. Si él ha ordenado a los Deo humano obsequio; ipse autem sequentibus et servientibus ei, vitam et incorruptelam et
hombres que hagan sacrificios y que practiquen observancias religio- gloriam aeternam tribuit: Adv. Haer. IV, 25, 1 (Harvey II, 184).
115. Ipse quidem nullius horum est indigens. Adv. Haer. IV, 25, 3 (Harvey II, 185).
sas, no es porque él lo necesite, sino para nuestro bien, para que 116. Adv. Haer. IV, 29, 1 (Harvey II, 193).
nosotros, amándole a él y practicando la justicia, encontremos el 117. Non indigens Deus servitute eorum, sedpropteripsos quasdam observantias in lege
praeceperit: Adv. Haer. IV, 29, 1 (Harvey II, 193).
118. Adv. Haer. IV, 29, 1-5 (Harvey II, 193-200).
119. Cf. A. Benoit, Saint Irénée. Introduction á l'etude de sa théologie, 89-102.
110. 5, 9 (ed. G. Quispel: SC 24, 61). 120. Et non genus oblationum reprobatum est: oblationes enim illie, oblationes autem
111. 5,10(61). et hic, sacrificia in populo, sacrificio et in Ecclesia; sed species immulata est tanlum, quippe
112. Adv. Iudaeos 5, CSEL 70, 268. cumjam non a servís, sed a liberis offeratur: Adv. Haer. IV, 31, 1 (Harvey II, 201).
113. J. Quasten, Patrología I, 287. 121. Cf. A. Rousseau: SC 100, 598.
104 La iglesia primitiva y la práctica religiosa La regresión hacia la sacralidad superada 105

ción del Señor todo lo que tienen122. No se trata, pues, de la libertad concepciones de la divinidad que ya no son compartidas por la iglesia,
en sentido meramente antropológico123, como facultad física del sino además porque el culto cristiano arranca de la experiencia de
individuo (autexousía), sino que es la libertad del hombre espiritual, vida santa que es propia de los hombres de fe, los hombres libres de
que no está sometido a servidumbre (eleuzería). La libertad del los que habla Ireneo. Se rechaza, por consiguiente, el culto meramen-
cristiano consiste en la liberación de toda esclavitud, y en la consi- te ritual. Y se acepta únicamente el culto que brota de la vida y es
guiente actitud, que no por obligación, sino por amor, lo entrega todo expresión de la vida de fe. Más adelante veremos las consecuencias
con alegría y con libertad (hilariter et libere dantes) I24, como la pobre importantes que comporta esta conclusión para comprender recta-
viuda del evangelio, que entregó todo lo que tenía125. mente lo que son los sacramentos cristianos.
De lo dicho se siguen dos consecuencias fundamentales. En pri-
mer lugar, que el culto de los cristianos está esencialmente determina-
do por una experiencia interior: la experiencia de la libertad; es decir, 7. La regresión hacia la sacralidad superada
no consiste en el mero sometimiento a unos determinados rituales o
preceptos, sino en la expresión de esa experiencia. En segundo lugar, Se suele decir que a partir de Constantino, durante el siglo IV, la
no se trata de un culto que es santo por sí mismo, sino que es iglesia experimenta un giro decisivo, el llamado «giro constantinia-
precisamente la santidad del creyente la que santifica el culto; en otras no», en virtud del cual la iglesia se vino a convertir en la «religión
palabras, no es santo el creyente porque practica el culto, sino que el oficial» del imperio128. Esto es indudablemente cierto. Y por eso se
culto es santo porque es practicado por el hombre de fe: «Por lo tanto, comprende que a partir de ese tiempo, la iglesia es considerada como
no son los sacrificios los que santifican al hombre; pues Dios no la nueva «religión», que había suplantado a las «religiones» antiguas.
necesita de sacrificio: sino que es la conciencia del que ofrece la que De ahí que, mientras en el nuevo testamento, como ya hemos visto, el
santifica al sacrificio»126. Y la razón última de que esto sea así reside hecho cristiano no es considerado como «religión» (zreskeía), a
en el hecho de que se trata de una relación de amistad entre el hombre partir de Constantino se habla de la iglesia y del cristianismo como
y Dios12"?. religio, y fundamentalmente se entiende el hecho cristiano en ese
En la doctrina de Ireneo, el cambio es radical: la diferencia entre el sentido, hasta el punto de que se llega a constituir en la «religión del
culto judío y el cristiano está esencialmente en que no se trata de un estado» 129 . La iglesia, en consecuencia, se vino a organizar como
culto que consite en la sola ejecución de unos determinados rituales, toda «religión»: con sus templos, sus sacerdotes, sus ritos sagrados y
que santifican por sí mismos, sino que consiste en la expresión de una sus fiestas. Este hecho es de sobra conocido y no hace falta insistir
vida santa, vida de hombres libres, que precisamente por eso celebran en él.
un culto que es aceptado por Dios como la expresión de un encuentro Pero aquí interesa caer en la cuenta de que este proceso de
de amistad. transformación tan profunda no se inicia con Constantino, sino que
Al final de este largo recorrido por los autores del siglo II, tiene sus raíces en tiempos anteriores. Es verdad que por lo que res-
podemos concluir que, según la enseñanza de aquellos testigos de la pecta al domingo, como día de fiesta obligatoria para los cristia-
fe, el culto de la iglesia consiste fundamentalmente en la vida santa de nos, se sabe que «fue solamente cuando el emperador Constantino el
los creyentes. Por eso, se rechaza el culto meramente ritual, tanto del Grande elevó el domingo a la dignidad de día preceptivo de descanso
paganismo como del pueblo judío. Es decir, aquellas formas de culto en el imperio romano, los cristianos procuraron dar un fundamento
son rechazadas, no sólo porque se trata de cultos falsos y tributados a teológico al descanso dominical, exigido por el estado: con tal motivo
retornaron al mandamiento sabático» 13 °. Pero, por lo que se refiere a
los templos y a los sacerdotes, el cambio se produjo antes.
122. Qui autem perceprunt libertatem omnia quae sunt ipsorum ad dominicos decer-
nunt usus: Adv. Haer. IV, 31, 1 (Harvey II, 201).
123. Cf. A. Orbe, Antropología de san Ireneo, Madrid 1969, 165-195.
124. Adv. Haer. IV, 31, 1 (Harvey II, 201).
125. Ibid. 128. Cf. H. Fries, en Mysterium salutis IV/1, 244-259.
126. Jgitur non sacrificio sanctificant hominem; non enim indigest sacrificio Deus: sed 129. Cf. Ch. Norris Cochrane, Cristianismo y cultura clásica, México 1949, 314-350.
conscientia eius qui offert sanctificat sacrificium: Adv. Haer. IV, 31, 2 (Harvey II, 203). 130. W. Rodorf, El Domingo. Historia del día de descanso y de culto en los primeros
127. Et praestat aceptare Deum quasi ab amico. Ibid. siglos de la iglesia cristiana, Madrid 1971, 295.
106 La iglesia primitiva y la práctica religiosa La regresión hacia la sacralidad superada 107

En efecto, en cuanto al origen de los templos cristianos, sabemos textos 138 . En oriente, la Didaskalía habla del obispo como iereus
que, cuando hacia el año 270, Porfirio publicó su alegato Contra los (sacerdos) 14 veces139. Es decir, tanto en las iglesias de oriente como
cristianos, estos ya poseían importantes riquezas y por eso construían en las de occidente, parece que a comienzos del siglo III se empieza a
edificios religiosos por todas partes 131 . Pero ya antes, a finales del designar a los ministros de la iglesia como «sacerdotes», lo que
siglo II, Minucio Félix utiliza por primera ver el término sacraria para supone una comprensión claramente sacralizada de las personas que
aludir a un lugar sagrado en el que se tenían las reuniones de los presiden el culto de la comunidad cristiana. Algunos años más tarde,
cristianos132, aunque no se trata de un templo en el sentido que más Cipriano designa al obispo como sacerdos en 147 textos 140 y al
tarde aparecerá133. Pocos años más tarde, las Recognitiones Clemen- presbítero claramente en un texto 141 . Pero lo más importante que hay
tiae (10, 71) hablan de un tal Teófilo, que consagró, en nombre de la en Cipriano a este respecto no es la frecuencia con que aparece la
iglesia, su casa para que sirviera de lugar de culto. En el siglo III hay palabra sacerdos para designar a los ministros de la iglesia. Más
testimonios de la existencia de lo que se llamó la domus eclesiae (la significativo que eso, es la mentalidad que demuestra el famoso
casa de la comunidad o casa del pueblo de Dios), que era una casa obispo de Cartago cuando se trata de los «sacerdotes». Para él, en
particular, posesión de la comunidad, en la que se dedicaba una
estancia especial a las celebraciones del culto cristiano134. Por otra
parte, seguramente a finales del siglo III ya existían en oriente 138. DeBapt. 17, 1.CC291, 13-14; De leiun. 16,8,CC1275, 15; De Pud. 20, 11, CC
verdaderos templos, aunque los datos que se poseen al respecto no 1325, 60-61; 21, 17, CC 1328, 79; De exhorta!, cast. 7, 5, CC 1025, 29; 7, 5, CC 1025, 30;
son del todo seguros135. En todo caso, sabemos que desde finales del II, 2, CC 1031, 11; 7,2, CC 1024, 15.
139. II, 3,1 (Funk 34,12); II, 6, 5 (40, 3); II, 25, 7 (94,27); II, 25, 7 (96,1-2); II, 25, 14
siglo II o quizás comienzos del III se inicia un lento proceso de (98, 8); II, 26, 3 (102,15); II, 26,4 (104, 1); II, 27, 1 (106, 2); II, 27, 2 (1/6, 5); II, 27, 3 (106,
«sacralización» del espacio, que va a culminar, a finales del siglo, con 6); II, 27, 4 (106, 11); II, 28, 2 (108, 4); II, 28, 7 (110, 4); II, 35, 3 (120, 8).
la construcción de verdaderos templos. A partir de Constantino, este 141. Dehabilu virg. 1, CSEL 188,1; De cath. Eccl. unit. 13, 222, 3; 17, 226,2; 17, 226,
tipo de construcciones se multiplican. Pero conviene hacer una obser- 7; 18, 226, 13; 18, 226, 24; 21, 229,14; De laps. 6, 240,16; 14, 247, 16; 16, 248, 22; 18, 250,
16; 22,253,4; 25, 255, 23; 26,256, 9; 28, 257, 22; 29,258,19; 36, 263,27; De oral. 4, 269, 2;
vación importante: desde el punto de vista teológico, seguramente el 31, 289, 14; De mort. 19, 309, 14; De zelo et liv. 6,423,13; Epist. I, 2,466,20; I, 2, 466, 21;
cambio más fundamental se produce cuando se pasa de la domus 1,2,466, 22; I, 2,467, 4; 1,2,467, 5; II, 1,469, 19; III, 1, 470,2; III, 1, 470, 9; III, 1,470, 9;
ecclesiae (casa de la comunidad) a la domus Dei (casa de Dios), hecho III, 2, 471, 14; III, 3, 471, 22; III, 3, 472, 12; IV, 4, 476, 13; IV, 5, 477, 15; XV, 1, 514, 3;
que se produce a finales del siglo III, si bien esta segunda expresión XVI, 3, 519, 12; XIX, 1, 525, 10; XXXVI, 3, 575, 13; XXXVIII, 2, 581, 12; XLIII, 3, 592,
18; XLIII, 3, 592,18; XLIII, 4, 593, 7; XLIII, 7,596.16; XLV, 1,599,12; XLV, 2, 600,23;
continúa designando, con frecuencia, a la comunidad de los fieles XLV, 2, 601, 8; XLVIII, 4, 608, 8; LII, 2, 617, 23; LII, 3, 619, 14; LV, 8, 629, 24; LV, 9,
incluso en tiempo de Agustín136. 630, 12; LV, 9, 630,16; LV, 9, 630, 19; LV, 9, 631, 3; LV, 13, 632, 25; LV, 19, 638, 4; LV,
Por último, en cuanto se refiere al título de sacerdotes, sabemos 24, 643, 11; LV, 29, 647, 10; LVI, 3, 650, 2; LVII, 3, 652, 23; LVIIII, 4, 670, 16; LVIIII, 4,
que tanto en el nuevo testamento como durante el siglo II, los 670,17; LVIIII, 5, 671, 21; LVIIII, 5, 672, 2; LVIIII, 5, 672, 3; LVIIII, 5, 672, 5; LVIIII, 5,
672, 11; LVIIII, 5, 672, 16; LVIIII, 6, 673, 20; LVIIII, 7, 674, 5; LVIIII, 12, 679, 15;
ministros de la iglesia no fueron designados con tal palabra. Se ha LVIIII, 13, 680, 13: LVIIII, 13, 681, 3; LVIIII, 13, 682, 7; LVIII, 14, 684, 4; LVIIII, 17,
dicho que en Tertuliano tampoco se encuentra137. Sin embargo, la 687, 3; LVIIII, 17, 687, 13; LVIIII, 18, 687, 21; LVIIII, 18, 688, 1; LVIIII, 18, 688, 10;
verdad es que en la obra de Tertuliano, el término sacerdote aparece LVIIII, 18, 688, 23; LVIIII, 18, 689, 2; LX, 1, 691, 12; LX, 2, 692,14; LX, 3, 694, 6; LXI,
97 veces, y concretamente aplicado al obispo se encuentra en 8 1, 695,14; LXI, 4, 697, 19; LXII, 5 (error de Hartel; debe ser 4), 701, 3; LXIII, 14,713, 13;
LXIII, 18, 716, 8; LXIV, 1, 717, 19; LXV, 2, 723, 3; LXV, 2, 723, 7; LXV, 3, 724, 16;
LXVI, 1, 726, 17; LXVI, 1, 727, 6; LXVI, 1, 727, 8; LXVI, 3, 728, 7; LXVI, 4, 729, 11;
LXVI, 4, 729, 12; LXVI, 8, 730, 12; LXVI, 7, 731, 9; LXVI, 7, 731, 17; LXVI, 8, 733, 7;
131. Adv. Christ. 13, 80, 76.27; cf. Eusebio, Hist. Eccl. 8, 1.5; citado por E. R. LXVI, 8, 733, 10; LXVI, 9, 733, 12; LXVI, 9, 733, 15; LXVI, 10, 734, 7; LXVI, 10, 734, 9;
Dodds, Paganos y cristianos en una época de angustia, 145. LXVI, 10, 734, 10; LXVII, 2, 736,21; LXVII, 3, 737, 6; LXVII, 3, 737,12; LXV1I, 3, 737,
132. Ottavio 9, 1. 22; LXVII, 3, 738, 2; LXVII, 4, 738, 4; LXVII, 4, 738, 11; LXVII, 4, 738, 20; LXVII, 6,
133. Cf. Ottavio 10, 2. 741, 6; LXVII, 8, 741, 20; LXVII, 8, 742, 17; LXVII, 9, 743, 20; LXVIII, 2, 745, 8;
134. Cf. P. Testini, Archeologia christiana, Roma 1958, 551-555. LXVIII, 2, 745, 13; LXVIII, 2, 745, 17; LXVIII, 3, 746, 4; LXVIII, 4, 748, 9; LXVIII, 4,
135. Ibid., 555-556. 749, 10; LXVIIII, 8, 757, 16; LXVIIII, 9, 758, 12; LXVIIII, 10, 758, 21; LXX, 767, 14;
136. Cf. Ch. Mohrmann, Les denominations de CEglise en tant qut'dijice en grec et en LXX, 2, 769, 1; LXX, 2, 769, 12; LXXI, 3, 774, 8; LXXII, 1, 775, 5; LXXII, 2, 777, 1;
latín au cours des premieres siécles chrétiens: Rev. Se. Reí. 36 (1962) 155-174. LXXIII, 8,784, 6; LXXII1,23, 796,20; LXXIV, 8, 805,23; LXXIV, 8, 806,1; LXXIV, 10,
137. P. M. Gy, Remarques sur le vocabulaire antique du sacerdoce chrétien, en la obra 808, 13; LXXVI, 3, 830, 15.
en colaboración, Etudes sur le sacrament de l'ordre, Paris 1957, 142. 141. Epist. XL, 1 (CSEL 589, 9); cf. Epist. LXI, 3, 697, 1.
108 La iglesia primitiva y la práctica religiosa
La regresión hacia la sacralidad superada 109
efecto, los que «han sido dignificados con el divino sacerdocio»I42 no
se deben dedicar nada más que al servicio del altar y de los sacrificios iglesia se configura cada vez más y más como «religión», es decir,
y a pronunciar las preces y oraciones143. Según esta formulación de como institución que fomenta y defiende, no sólo la relación de los
Cipriano, lo que caracteriza el ministerio cristiano no es ya el servicio hombres con Dios, sino además como organización que pone en
del evangelio o el ministerio de la palabra de Dios, sino el servicio práctica un conjunto de ritos sagrados, con sus templos y sus sacerdo-
sagrado del altar y de los sacrificios. La mentalidad cristiana, que fue tes, como las demás religiones del tiempo, por más que sus creencias
exactamente formulada por Pablo en 1 Cor 9, 13-14, y según la cual distasen mucho de las del paganismo.
«los que anuncian el evangelio» se contraponen a los «que sirven el Pero el cambio que hemos indicado empezó muchos antes de
altar» (oi tó zusiasterío paredreúontes), aparece en Cipriano exacta- Constantino. ¿Qué pudo influir en ello? Sabemos que del año 203, en
mente puesto al revés: aquí ya se trata sólo de servir al altar y a los que el joven Orígenes comenzó su labor docente en Alejandría, hasta
sacrificios (non nisi altar i et sacrificiis deserviré). Cipriano ha dado el el 248 aproximadamente, cuando siendo ya anciano, publicó su
giro decisivo: se ha apartado de la mentalidad del nuevo testamento; y Contra Celsum, los pueblos del imperio vivieron una época de insegu-
se ha situado en perfecta continuidad con la idea del sacerdocio que ridad y miseria crecientes; las instituciones civiles se habían deteriora-
existía en la cultura pagana del imperio, el sacerdote como el hombre do de manera alarmante y las gentes experimentaban un auténtico
dedicado exclusivamente a lo divino, el ministro de las cosas sagradas tiempo de angustia146. Por el contrario, toda la primera mitad del
siglo III fue para la iglesia «una etapa de libertad relativa, sin
(sacerdos proprie est, qui Deo dicatus est ad rem divinam faciendam,
persecuciones, de intenso crecimiento numérico»147. Y es importante
minister sacrorum)144. La «sacralización» del ministerio cristiano se
notar que este crecimiento se debió al hecho de que las gentes
impone desde entonces de manera cada vez más progresiva. angustiadas encontraban en las comunidades cristianas la seguridad y
Tenemos, por consiguiente, que durante el siglo III se van recupe- el amparo que la sociedad no les ofrecía. Precisamente sobre este
rando en la iglesia los términos y las prácticas que se refieren a la particular, el profesor E. R. Dodds ha escrito:
«sacralidad» y que habían sido claramente rechazadas por Jesús y por
la iglesia primitiva. Es decir, la iglesia vuelve a los templos, a los
sacerdotes y a la observancia de días reglamentados como días de Debieron de ser muchos los que experimentaron ese desamparo: los
bárbaros urbanizados, los campesinos llegados a las ciudades en busca
culto religioso. Y con eso, lógicamente, se impone paulatinamente la de trabajo, los soldados licenciados, los rentistas arruinados por la
práctica religiosa entendida como conjunto de ritos que se practican inflación y los esclavos manumitidos. Para todas estas gentes, el entrar
en el templo, por los sacerdotes competentes y en sus tiempos deter- a formar parte de la comunidad cristiana debía de ser el único medio de
minados. Más adelante tendremos ocasión de volver sobre este asun- conservar el respeto hacia sí mismos y dar a la propia vida algún
sentido. Dentro de la comunidad se experimentaba el calor humano y
to y analizaremos la influencia que ello tuvo en la manera de com- se tenía la prueba de que alguien se interesa por nosotros, en este
prender y practicar los sacramentos. mundo y en el otro. No es, pues, extraño que los primeros y más
Pero antes de concluir este capítulo, interesa responder a una llamativos progresos del cristianismo se realizaran en las grandes
ciudades: Antioquía, Roma y Alejandría 148 .
cuestión: ¿qué había pasado para que se produjera este cambio en las
ideas y en las prácticas eclesiásticas? La respuesta a esta cuestión no
ofrece dificultad por lo que se refiere al tiempo posterior a Constanti- Por supuesto, para un creyente de nuestros días, resulta agradable
saber que las comunidades cristianas tuvieran tal fuerza de atracción
no. Sabemos, en efecto, que el edicto de Milán tuvo un fin específico;
ante las gentes que no tenían fe en Jesucristo. Pero este proceso
su objeto fue asegurar a la cristiandad los privilegios de un «culto
resultó, a la larga, como una espada de dos filos. Porque si es cierto
permitido» (religio licita)145. Por eso, a partir de Constantino, la que la iglesia aumentó prodigiosamente en número, no es menos
verdad que se deterioró en calidad. Por la sencilla razón de que, en
142. Divino sacerdotio honorati. Epist. I, 1 (CSEL 465, 10-11). tales circunstancias, debieron de ser muchos los ciudadanos que
143. Non nisi altari el sacrificiis deserviré et precibus adque oralionibus vacare
debeant. Epist. I, 1 (CSEL 465, 11-13).
144. A. Forcellini, Totius latinitatis lexicón V, 287; cf. P. Riewald, Sacerdotes, en
Pauly-Wissowa, Realencyclopadie der Classischen Altertumswissenschaft A 1-2, Stuttgart 146. Cf. E. R. Dodds, Paganos y cristianos en una época de angustia, 141; en general,
1920, 1631-1653. esta obra ha analizado profundamente este asunto.
145. Ch. Norris Cochrane, Cristianismo y cultura clásica, 180. 147. Ibid.
148. Ibid., 179.
110 La iglesia primitiva y la práctica religiosa
La regresión hacia la sacralidad superada 111
entraron en la iglesia, no por el hecho de haberse convertido sincera-
mente a la fe en Cristo y a los valores del evangelio, sino porque en la circunstancias, la experiencia de la conversión fue para Cipriano el
comunidad cristiana encontraban una seguridad y un apoyo que no logro de la seguridad157 en la tranquilidad y en la firmeza que libera
encontraban en otros sitios. Cipriano de Cartago escribió el año 251 de toda inquietud158; y junto a eso, el ideal de las virtudes159. Pero,
su tratado De lapsis; y en él hace una descripción sombría de lo que como es bien sabido, este ideal fundado en la seguridad y en la
llegó a ser la vida de la iglesia a mediados del siglo III: la codicia del práctica de la virtud, no era ni más ni menos que el ideal estoico. La
dinero, la vanidad increíble, la falta de misericordia, el orgullo y la paz y la tranquilidad que no encontraba en la sociedad ambiente, fue
sensualidad se apoderaron de las costumbres de los cristianos149. el hallazgo que hizo Cipriano en la experiencia bautismal160. Y si tal
Pero no sólo entre los simples fieles, sino incluso entre los dirigentes fue la conversión de quien fue considerado en su tiempo como el
eclesiásticos se llegaron a cometer atropellos que hoy nos parecerían «papa de África»161, ya nos podemos imaginar la dosis de calidad
increíbles: auténticamente cristiana que habría en tantas conversiones masivas
como en aquel tiempo se produjeron. No es aventurado pensar que
Muchos obispos... despreciando su sagrado ministerio se empleaban en muchos, quizás demasiados, cristianos no llegaron a entender lo que
el manejo de bienes mundanos, y abandonando su cátedra y su ciudad en realidad comportaba la fe y el seguimiento de Jesús. Sobre todo,
recorrían por las provincias extranjeras los mercados a caza de nego- parece que muchos no se enteraron de que el cristianismo no era una
cios lucrativos, buscando amontonar dinero en abundancia, mientras religión como las demás, con los ritos, templos y sacerdotes que
pasaban necesidad los hermanos de la iglesia; se apoderaban con
ardides y fraudes de herencias ajenas, cargaban el interés con desmesu- caracterizaban a las religiones del tiempo.
rada usura 1 5 0 .

Por lo demás, no nos debe sorprender este estado de cosas,


cuando sabemos que el mismo Cipriano se convirtió y fue bautizado
en condiciones que inevitablemente parecen dudosas. Por una razón
que se comprende fácilmente: al poco tiempo de su conversión y su
bautismo, Cipriano escribió el breve tratado Ad Donatum, en el que
cuenta lo que supuso para él la experiencia de aquella conversión y de
aquel bautismo. Pues bien, lo sorprendente es que, en un tratado
dedicado expresamente a eso, no aparece ni una sola vez la palabra
Jesús, ni la palabra Cristo, ni la palabra evangelio, ni iglesia, ni
comunidad cristiana, ni reino de Dios. Es decir, en la conversión de
este hombre no tuvo sitio alguno, al menos por lo que él mismo dice ni
Jesús ni su evangelio. Entonces, ¿a qué o a quién se convirtió este
hombre? Por lo que él mismo cuenta en el tratado Ad Donatum, antes
de su conversión se hallaba sumido en la oscuridad151 y en una noche
oscura152, en la ceguera153, en la incertidumbre154 y sobre todo en la
inseguridad155, de tal manera que la desesperación llegó a constituirse
en él como una especie de segunda naturaleza 156 . Ahora bien, en tales

149. De laps. 6 (CSEL 240).


150. Ibid. 157. 4, 7, 1; 13, 14, 13.
151. Ad. Don. 3 (CSEL 3, 5, 1; 12, 14, 2). 158. Una igitur placida et firma tranquilinas, una solida et firma securitas. 14, 14
152. 3, 5, 1. 24-26.
153. 3, 5, 1; 5, 8, 3; 12, 14, 1. 159. Vita virtutum. 6, 4, 12-13.
154. 3, 5, 2-3. 160. Cf. H. Koch, Cyprianische Untersuchungen, Bonn 1926, 286-313; G. Barbero
155. 3, 5, 19-20; 4, 6, 7; 13, 14, 18-20. Séneca e la conversione di san Cipriano: Rivista di Studi Classici 10 (1962) 16-23.
156. 4,6,1-3. 161. Epist. XXIII (CSEL 3, 536); XXX, 3, 549; XXXI, 3, 557; XXXVI, 3,572; cf. Ch
Saumagne, Saint Cyprien evéque de Carthage «pape» cTAfinque, París 1975.
4
El culto cristiano:
mensaje y celebración

1. No somos una organización de servicios sociales

Hoy hay cristianos que se imaginan a Cristo como un agitador


social, un revolucionario, que habría venido al mundo para subvertir
el orden establecido, liberar a los hombres de la opresión social y
política, y para conseguir de esa manera que la vida sea más humana y
que la gente viva mejor. Por eso, piensan algunos, Jesús se enfrentó a
los poderes constituidos de su tiempo, rechazó la religión oficial,
desenmascaró a los dirigentes judíos, desautorizó las instituciones de
aquella sociedad y finalmente fue crucificado. Los que piensan de esa
manera, hablan lógicamente de la iglesia como de una especie de
organización de servicios sociales, cuya tarea fundamental —si no
exclusiva— consistiría en mejorar las condiciones de vida en este
mundo.
Evidentemente, cuando las cosas se ven de esa manera, la oración,
el culto y la relación con Dios no tienen sitio en la iglesia. Y entonces
es lógico e inevitable no ver qué sentido puede tener el culto cristiano.
De ahí que, para los que se sitúan en esa postura, los sacramentos no
tienen significación práctica y concreta para un cristiano. O si tienen
alguna significación, se trata de gestos mediante los cuales la comuni-
dad cristiana pretende cambiar las cosas en su entorno social.
Los cristianos que piensan así, tienen razón cuando dicen que la
iglesia no puede quedarse con los brazos cruzados, es decir, no puede
permanecer ausente de las situaciones de sufrimiento que vive tanta
gente en nuestra sociedad. Esos cristianos tienen toda la razón del
mundo cuando se quejan y hasta se indignan ante el hecho de que en
114 El culto cristiano: mensaje y celebración Las tareas de la iglesia primitiva l¡¡

la iglesia se ponga tanto empeño en celebrar los ritos religiosos, vez formadas aquellas comunidades, ¿qué hacían para transmitir su fe
mientras que la sociedad sigue adelante con' sus atropellos y sus a los que no eran creyentes?
injusticias. Porque de sobra sabemos que la iglesia ha sido más fiel en Sin discusión posible, la tarea que aparece más afirmada y desta-
observar y cumplir sus ceremonias sagradas que en defender a los cada en las primeras comunidades, con notable diferencia sobre
oprimidos de la tierra. Por eso protestaron los profetas de Israel. Y cualquier otra actividad, es la predicación de la palabra de Dios. La
por eso también en nuestros tiempos, hay muchos cristianos que documentación del nuevo testamento es elocuente por sí misma en
critican y atacan las celebraciones cultuales, a las que suelen tener este sentido i.
acceso los explotadores, los arrogantes y los dominadores, mientras el Esta tarea fue llevada a cabo principalmente por los dirigentes o
pueblo sencillo sufre las consecuencias de la explotación y la domina- responsables de las comunidades, apóstoles, profetas, evangelizado-
ción. res 2 . Pero no hay que olvidar que el anuncio de la palabra de Dios
Todo esto es perfectamente comprensible. Pero al mismo tiempo aparece también, en el nuevo testamento, como tarea de todos los
que reconocemos todo eso, es urgente reconocer también —hay que creyentes. Así, en el libro de los Hechos, cuando se habla, por
afirmarlo sin titubeos— que la iglesia no es una simple organización segunda vez, de una venida del Espíritu sobre la comunidad, el autor
de servicios sociales. La relación con Dios, la oración y la celebración del libro indica que «los llenó a todos el Espíritu santo y anunciaban
de los sacramentos ocupan el centro mismo de la vida de la iglesia. Y la palabra con audacia» (Hech 4, 31). Aquí es interesante observar la
ocupan ese puesto tan central precisamente porque Dios es la garan- relación directa que se establece entre la presencia del Espíritu en
tía suprema del hombre. Lo que quiere decir que la iglesia es fiel al todos y la tarea que también todos asumen de anunciar el mensaje: la
hombre en la medida en que es fiel a Dios. El problema, por consi- presencia del Espíritu empuja a los creyentes a proclamar la palabra
guiente, está en comprender, de una vez por todas, que la iglesia será de Dios. Más adelante, cuando las autoridades judías ejecutan a
fiel, no sólo a Dios sino también al hombre, el día que celebre Esteban, dice Lucas que «se desató una violenta persecución conta la
correctamente el culto cristiano. O mejor dicho, la iglesia ha sido fiel a iglesia de Jerusalén» (Hech 8, 1). Y añade el dato curioso de que
Dios y al hombre siempre que ha celebrado correctamente el culto «todos, menos los apóstoles, se dispensaron por Judea y Samaría»
sacramental. Es decir, precisamente porque la iglesia tiene el deber de (Hech 8, 1). Ahora bien, en seguida nos informa el mismo Lucas de
ser fiel a la tarea de liberar a los hombres de todas las opresiones, por que «al ir de un lugar para otro, los prófugos iban anunciando el
eso ella no puede dejar de celebrar el culto sacramental. Lo cual mensaje» (Hech 8, 4). Por este dato, sabemos que la expansión de la
quiere decir que si hay gente que no ve el culto como la tarea más iglesia, fuera de Jerusalén, no se debió a los apóstoles, sino a los
eminente y más eficaz que la iglesia puede realizar para humanizar cristianos en general. Y esta expansión continuó más allá de los
nuestra sociedad y para conseguir que en este mundo haya menos límites de Palestina, hasta Fenicia, Chipre y Antioquía; y no sólo llegó
sufrimientos, en eso tenemos la prueba más clara de que el culto así el mensaje a los judíos, sino también a los griegos «anunciándoles
cristiano no se celebra como Dios quiere y como Dios manda. En al Señor Jesús» (Hech 11, 19-20). De esta manera, la intención
otras palabras, precisamente porque queremos ser más radicales y fundamental de Lucas al escribir los Hechos, que fue mostrar cómo la
más eficaces en el servicio liberador a la humanidad, por eso debemos salvación se extendió al mundo pagano rebasando los límites del
ser más exigentes en la fidelidad al culto cristiano. judaismo3, fue llevada a cabo por los creyentes, es decir, la comunidad
El problema está en comprender cómo puede ser esto así. Y por dispersada a causa de la persecución. Por su parte, Pablo afirma que
qué tiene que ser así. La estructura del culto cristiano, en sus compo- la comunidad de Tesalónica hizo resonar la palabra del Señor, no sólo
nentes fundamentales, nos dará la respuesta.
1. Hech 8, 4.40; 9, 15.20-21; 10,42; 11, 19; 12,24; 13, 1-5.32.46-49; 14,7.21; 15,35-
36; 16, 6.14.32; 17, 11.13.18; 5.11; 19, 10.20; 20, 2.20; 28,23.31; Rom 1, 5.9; 1 Cor 1,17; 9,
2. Las tareas de la iglesia primitiva 13.18; 15, 1.11; 2 Cor 2, 12.17; 4,1-2.5; 5,10; 11, 4.7; Gal 1, 8.16.23; 2, 2; Ef 3, 8; 6, 19-20;
Fil 1,14-18; 2,16; Col 1,5-7; 23,25-27; 1 Tes 2,1-11.13; 1 Tim 4, 5-6.12-14; 5,17; 2 Tim 1,
1; 2, 1;4, 1-5; Tit 1, 1-3.9; Heb 13, 17.
¿Cómo se formaron, de hecho, las primeras comunidades cristia- 2. Cf. sobre el cometido de estos ministerios en las comunidades, G. Hasenhüttl,
nas? ¿qué ocurrió allí, qué se hizo, para que aquellos primeros grupos Charisma Ordnungsprinzip der Kirche, Freiburg 1969, 162-214.
de personas, que creían en Jesús, se reunieran en comunidades? Y una 3. Cf. L. Cerfaux, Etudes sur les Actes des apotres, Paris 1967, 419.
116 El culto cristiano: mensaje y celebración Celebración: palabra y sacramento 117

en Macedonia y en Acaya, sino en todos los rincones (1 Tes 1, 8). Es sería posible gramaticalmente8. También por la Didajé9 nos consta
más, Pablo llega a asociar casi necesariamente la fe del creyente con el que la celebración eucarística solía ir precedida de una confesión de
anuncio de la palabra: «poseyendo el mismo espíritu de fe que se los pecados, práctica que parece era habitual en algunas comunidades
expresa en aquel texto de la Escritura: Creo, por eso hablo (Sal 116, primitivas (cf. Sant 5, 16). Por último, también entre los primeros
10), también creemos nosotros y por eso hablamos» (2 Cor 4, 13). La cristianos se practicaba el signo de imposición de manos (Hech 6, 6; 8,
fe se expresa y se comunica. De tal manera que pertenece al mismo ser 17.18.19; 9, 12.17; 13, 3; 19, 6; 28, 8; 1 Tim 4,14; 5,22; 2 Tim 1,6; Heb
de la fe cristiana esta cualidad de expresión y comunicación. O sea, 6, 2), si bien al menos por lo que se refiere a las cartas pastorales, no
donde hay fe, hay anuncio del mensaje. parece que de esos textos se pueda concluir que ya en aquel tiempo
Tenemos, por consiguiente, que la primera tarea que realiza la existía un sacramento de ordenación presbiteral; se trata, más bien, de
iglesia, desde el primer momento de su existencia, es el anuncio de la que Timoteo tenía el poder oficial de enseñar la doctrina cristiana10.
palabra de Dios. Y esto, no como tarea de los dirigentes exclusiva- Por consiguiente, a las preguntas que hacíamos antes acerca de
mente, sino de todos los creyentes4. Enseguida indicaremos, más en cómo se formaron las primeras comunidades cristianas y cómo trans-
concreto, lo que esto significa. mitieron su fe a los no creyentes, la respuesta es clara: según el nuevo
Pero junto al anuncio de la palabra, es decir, junto a la predicación testamento, las comunidades se formaron y transmitieron su fue por
del mensaje cristiano, las comunidades cristianas se dedicaron tam- medio de la predicación de la palabra de Dios y por la celebración de
bién a una segunda tarea: la celebración de los sacramentos. La los signos sacramentales. El anuncio de la palabra y la celebración de
documentación del nuevo testamento es también abundante en este los sacramentos fueron las dos tareas a las que se dedicó por entero la
sentido. Ante todo, por lo que se refiere al bautismo, que es, sin duda iglesia primitiva. De esta manera la iglesia expresó su fidelidad a Dios
alguna, el sacramento del que más información poseemos5. y su solidaridad con los hombres.
Pero, además del bautismo, los cristianos celebraban también la
eucaristía (Hech 2, 42-46; 27, 35; 1 Cor 10, 17; 11, 17-31), tenían
reuniones litúrgicas en las que oraban juntos (Hech 13, 2-3) o asam- 3. Elementos indispensables de la celebración:
bleas en las que se ponía de manifiesto la intervención del Espíritu de palabra y sacramento
Dios en la comunidad (1 Cor 14, 23.26; cf. 1 Cor 11, 17.20.33.34). En
estos textos, el verbo sunérjeszai indica la reunión o convocación de la Hace algún tiempo, los historiadores de la iglesia primitiva solían
comunidad, reunión en la que se hablaba por inspiración del Espíritu distinguir dos clases de asambleas o formas de celebración: unas que
(1 Cor 14, 24), se cantaba, se tenía una instrucción y se hablaba en estarían dedicadas a la predicación de la palabra; y otras que estarían
lenguas extrañas (1 Cor 14,26), intervenían los profetas (1 Cor 14,29) organizadas con vista a la celebración de los sacramentos. Los auto-
y todos predicaban inspirados con tal fuerza que los no creyentes res que pensaban de esta manera, veían en eso un paralelismo estre-
reconocían la presencia de Dios en la comunidad (1 Cor 14, 39). cho con la religiosidad judía que celebraba, por una parte, el culto de
Además por la Didajé y 1 Cor 16,22, sabemos que en las comunidades la sinagoga (centrado sobre la palabra); por otra parte, las celebracio-
se pronunciaba la invocación: «¡Ven Señor!», seguramente durante la nes sagradas del templo en las que se ejecutaban puntualmente los
celebración eucarística. Esta invocación es la oración litúrgica más ritos sacrificiales. De ser así las cosas, en la iglesia primitiva habrían
antigua de la iglesia7, que según Ap 22, 20 se debe entender como existido dos tipos de asambleas esencialmente diferentes: asambleas
invocación y no como mera afirmación (el Señor viene), cosa que

4. Cf. el excelente estudio de C. Floristan, La evangelización, tarea del cristiano, 8. Cf. K. G. Kuhn, en TWNT III, 500.
Madrid 1978. 9. 14, 1; cf. 9, 5.
5. Mt28, 19; Hech 1,5.22; 2, 38.41; 8,12.13.16.36.38; 9, 18; 10, 37.47.48; 11, 16; 13, 10. Cf. A. Lemaire, Les ministéres aux origines de Feglise, París 1971, 130; este autor
24; 16, 15.33; 18, 8.25; 19, 3.4.5; 22, 16; Rom 6, 3.4; 1 Cor 1, 13.14.15.16.17; 10,2; 12,13; remite a los estudios de J. Jeremías, Zur datierung der Pastoralbriefe: ZNW (1961) 101-
15, 29; Gal 3, 27; Ef 4, 5; Col 2, 12; Heb 6, 2; 1 Pe 3, 21; cf. Me 10, 38; Le 12, 50. 104; Die Briefe an Timotheus und Titus, Tübingen 1963, 30; C. K. Barret, The pastoral
6. 10, 6. epistles, Oxford 1963, 72; J. N. D. Kelly, A commentary on thepastoral epislles, London
7. O. Cullmann, Le cuite dans feglise primitive, Neuchátel 1948, 12. 1963, 108.
118 El culto cristiano: mensaje y celebración Celebración: palabra y sacramento 119

de la palabra, a imitación del culto sinagogal judío; y asambleas sobre lo que tenían que hacer, el mismo Pedro contestó a la gente:
sacramentales, en paralelismo con el culto del templo11. «arrepentios, bautizaos cada uno» (Hech 2, 38). Y enseguida añade el
Esta distinción, como advierte Cullmann, es uno de esos dogmas relato: «Los que aceptaron sus palabras se bautizaron» (Hech 2, 41).
seudocientíficos, que no resisten al examen de los textos12. En efecto, La iglesia, pues, comienza su vida y su actividad mediante el anuncio
por los datos que nos aporta el nuevo testamento, se ve la estrecha de la palabra y la recepción del sacramento. Y a renglón seguido de
conexión que, de hecho, existió entre el anuncio de la palabra y la esta afirmación, Lucas concluye su relato del acontecimiento de
celebración de los sacramentos. Esto se advierte, ante todo, en el Pentecostés con el sumario de lo que era la vida de la primera
mandato misionero de Cristo resucitado: comunidad cristiana: «Eran constantes en escuchar la enseñanza de
los apóstoles y en la comunión de vida, en el partir el pan y en las
Se me ha dado plena autoridad en el cielo y en la tierra. Id y haced oraciones» (Hech 2, 42). La enseñanza de los apóstoles y la fracción
discípulos de todas las naciones, bautizadlos para consagrarlos al del pan aparecen así como elementos constitutivos y fundamentales
Padre y al Hijo y al Espíritu santo, y enseñadles a guardar todo lo que
os he mandado; mirad que yo estoy con vosotros cada día, hasta el fin de la vida de la comunidad y, más concretamente, de la vida litúrgica,
del mundo (Mt 28, 18-20). como ha sido ya indicado repetidas veces14.
A partir de este primer cuadro de conjunto de lo que era la vida de
Este texto presenta el mandado fundamental de Cristo a su iglesia, la primitiva comunidad cristiana, todo el relato de los Hechos insiste,
en orden a la misión que ella tiene que cumplir en el mundo. Ahora una y otra vez, en que así es como se fueron formando las demás
bien, este mandado se reduce a dos cosas: enseñar y bautizar, palabra iglesias y así es como vivían: los doce no abandonan el ministerio de la
y sacramento. En efecto, los dos verbos, en participio de presente palabra (Hech 6, 2); la palabra de Dios iba cundiendo y el número de
(baptizontes y didaskontes) «designan las dos acciones o medios por los discípulos aumentaba (Hech 6, 7); los creyentes van de ciudad en
los cuales los discípulos harán discípulos» a otros hombres 13 . Cristo ciudad anunciando el mensaje de la «buena noticia» (Hech 8, 4), pero
no manda ni más ni menos que eso: palabra y sacramento constituyen siempre teniendo en cuenta que la respuesta a ese mensaje es la
lo que la iglesia tiene que hacer hasta el fin del mundo. Teniendo en recepción del bautismo. Así, Felipe anuncia la buena noticia de Jesús-
cuenta que en el texto de Mateo hay un matiz, que es decisivo para lo ai eunuco y éste se hace bautizar (Hech 8, 35-38); Pedro anuncia la
que aquí venimos explicando: Cristo apela a la autoridad suprema palabra en casa de Cornelio y allí se bautizan los primeros paganos
que se le ha dado (pasa exousía) (Mt 28, 18); ahora bien, esa (Hech 10, 44-48); Pablo anuncia la palabra en Filipos y una mujer,
autoridad se pone en relación directa con las dos acciones, enseñar y Lidia, acoge la predicación y es bautizada ella y todos los suyos (Hech
bautizar, que ordena hacer a sus discípulos; tal es el sentido de la 16,14-15); lo mismo ocurre con el carcelero de la ciudad (Hech 16, 32-
partícula oün, que equivale a vincular el poder de Cristo con la 34). Pero no se trata solamente del bautismo, porque en Tróade Pablo
predicación de la palabra y con la celebración del sacramento. El predicó largamente ante la comunidad reunida y todos celebraron la
sentido, por lo tanto, es claro: la autoridad suprema de Cristo se va a «fracción del pan», expresión que indica claramente la celebración de
hacer presente entre los hombres hasta el fin del mundo; pero esa la eucaristía15.
autoridad está vinculada a dos acciones concretas: la palabra y el En las cartas de Pablo se repite el mismo tema de maneras
sacramento. diferentes. Para él, en efecto, la fe se engendra por la predicación del
La lectura del libro de los Hechos de los apóstoles hace compren- mensaje (Rom 10, 14-15); por medio del bautismo, los creyentes son
der enseguida que la iglesia primitiva entendió efectivamente el man- incorporados a Cristo (Rom 6, 3-7); y en la celebración de la eucaris-
dato misional de Cristo en el sentido indicado. Así, en el relato de tía se constituyen como «cuerpo de Cristo», es decir como iglesia (1
Pentecostés, al terminar el discurso de Pedro, dice Lucas que «estas Cor 10, 17). Para Pablo, por consiguiente, los elementos indispensa-
palabras les traspasaron el corazón» (Hech 2, 37); y a la pregunta

11. Cf. cobre este asunto C. Weizsácker, Das apostolische Zeitalter, 1892, 548 s; R. 14. Cf. J. Jeremías, Jesús ais Weltvollender, Güttersloh 1930, 78; Die Abendmahls-
Knopf, Das nachapostolische Zeitalter, 1905, 227 s; H. Lietzmann, Geschichte, der alten worte Jesu, Góttingen 1949, 65; B. Reicke, Diakonie, Festfreude und Zelos in verbindung
Kirche I, 1932, 153 s; II, 1936, 121; cf. O. Cullmann, Le cuite dans Peglise primitive 27 mit der altchristlichen Agapenfeier, Upsala 1951, 25-26; Glaube undLeben der Urgemeinde.
12. O. c, 27. Bemerkungen zu Apg. 1-7, Zurich 1957, 57-58.
13. P. Bonnard, L'évangile selon saint Matthieu, Neuchátel 1963, 419. 15. Cf. J. Jeremías, Die Abendmahlsworte Jesu, 113.
120 El culto cristiano: mensaje y celebración Celebración: palabra y sacramento 121
bles de la celebración cristiana son la palabra y el sacramento. Lo cual (eújaristía) y la «palabra» que instruye (katejéso) a los participantes.
es cierto hasta tal punto que, en el único pasaje en que habla más Por lo demás, la palabra que los creyentes pronuncian en la celebra-
extensamente de la eucaristía (1 Cor 11, 17-34), llega a vincular tan ción debe tener tal fuerza de persuasión, que ha de llegar hasta lo más
estrechamente la palabra y el sacramento que, en realidad, vienen a íntimo de cada uno, hasta hacerle reconocer que Dios está realmente
ser una misma cosa: «Y de hecho, cada vez que coméis de ese pan y en la comunidad: «si todos hablan inspirados y entra un no creyente o
bebéis de esa copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él un simpatizante, lo que dicen unos y otros le demuestra sus fallos, lo
vuelva» (1 Cor 11, 26). El interés de este texto reside en que el verbo escruta, formula lo que lleva secreto en el corazón; entonces se
que utiliza Pablo al decir que los cristianos «proclaman» la muerte del postrará y rendirá homenaje a Dios, reconociendo que Dios está
Señor (kattaggéllein), es exactamente el término técnico más usado realmente con vosotros» (1 Cor 14, 24-25). Se trata del discurso
por el nuevo testamento para hablar de la proclamación de la palabra profético, que forma parte de la asamblea cultual, y que tiene la
de Dios o del anuncio del evangelio16. Lo cual quiere decir que Pablo fuerza de persuadir a los no creyentes, hasta hacerles reconocer que
considera la eucaristía como una auténtica proclamación del conteni- Dios está con los cristianos.
do fundamental del mensaje cristiano: el recuerdo de Cristo (anamne- Por otra parte, en las cartas del nuevo testamento, hay ocho textos
sis) se constituye en proclamación pública y solemne de su muerte y en los que se une, de manera bastante clara, la/e con el sacramento
su resurrección ante la sociedad, no sólo por el hecho de decir eso con (Rom 6, 3-8; Gal 3,26-27; Ef 1,13; 4,5; Col 2,12; Tit 3,8; Heb 6,1-5;
palabras, sino sobre todo por la fuerza que en sí tiene la celebración 10, 22) 18. Ahora bien, si tenemos en cuenta que, en la doctrina de
de la cena del Señor: la presencia de Cristo en el mundo se convierte Pablo, la fe se engendra por la audición de la palabra de Dios (Rom
así en un acontecimiento manifiesto, porque la celebración eucarística 10, 14), tenemos la constatación más clara de que existe una concate-
es para Pablo el evangelio de la muerte y la resurrección de Jesu- nación necesaria entre la palabra que se predica y el sacramento que
cristo17. se celebra. Esta concatenación aparece muy bien formulada en la
La conexión íntima entre palabra y celebración es destacada primera carta de Pedro: «Si alguno habla, que sea como con palabras
también por Pablo en sus exhortaciones a la comunidad de Corinto, de Dios; si alguno asegura el servicio, que sea como por un mandato
precisamente cuando les explica cómo debe proceder todo en la recibido de Dios» (1 Pe 4, 11). La «palabra» y el «servicio litúrgico»
asamblea cultual: «Supongamos que pronuncias la bendición llevado aparecen, una vez más, asociados lo uno a lo otro.
del Espíritu; ese que ocupa un puesto de simpatizante, ¿cómo va a En el siglo II, el testimonio más importante que poseemos sobre la
responder «amén» a tu «acción de gracias» (eújaristía), si no sabe lo forma en que se celebra el culto es el testimonio de Justino. Su
que dices? Tu acción de gracias (eújaristetn) estará muy bien, pero al descripción no admite lugar a dudas: «El día que se llama del sol se
otro no le ayuda» (1 Cor 14, 16-17). Aun cuando no se pueda afirmar celebra una reunión de todos los que viven en las ciudades o en los
con seguridad que aquí Pablo se refiere a la eucaristía en su sentido campos, y allí se leen, en cuanto el tiempo lo permite, los Recuerdos de
técnico, no cabe duda que se trata de una celebración cultual. Ahora los apóstoles o los escritos de los profetas. Luego, cuando el lector
bien, lo que Pablo quiere destacar es que tal celebración se debe termina, el presidente, de palabra, hace una exhortación e invitación a
realizar de tal manera que resulte inteligible, es decir, que sea una que imitemos estos bellos ejemplos. Seguidamente nos levantamos
palabra expresiva para los asistentes. Por eso, el mismo Pablo añade todos a una y elevamos nuestras oraciones y, éstas terminadas, como
enseguida: «en la asamblea prefiero pronunciar media docena de ya dijimos, se ofrece pan, y vino, y agua» 19. Según esta descripción, la
palabras inteligibles, para instruir también a los demás» (1 Cor 14, estructura de la celebración cristiana estaba ya fijada en la segunda
19). Está claro, por consiguiente, que en la celebración cultual de la mitad del siglo II. Esta estructura se compone de dos elementos, el
comunidad entran dos componentes esenciales: la «acción de gracias» anuncio y la explicación de la palabra, y a continuación la ofrenda
propiamente eucarística. Por lo demás, el testimonio de Justino no es
simplemente la idea de un autor particular, sino que sabemos nos
16. Hech 4, 2; 13, 5.38; 15, 36; 16, 17; 17, 3. 23; 1 Cor 2, 1; 9, 14; Flp 1, 17-18; Col 1,
28; este verbo se utiliza más incluso que kerússein: Hech 9, 20; 19, 13; Flp 1, 15.18; y
también más que euaggeliseszai: Hech 5, 42; 8, 35; Gal 1, 16; cf. J. Schniewind: TWNT 18. L. Gutiérrez Vega, El bautismo, sacramento de la fe, en la obra en colaboración
1,69-71. Bautizar en la fe de la iglesia, Madrid 1968, 75.
17. Cf. H. Schlier, Le temps de reglise, París 1961, 253-254. 19. Apol.'l, 67, 3-5 (Ruiz Bueno, 258-259).
122 El culto cristiano: mensaje y celebración Celebración: palabra y sacramento 123

transmite lo que era la praxis establecida en las iglesias de Palestina, sacramentalmente los pecados, por más que el sacerdote no predique
Asia Menor y Roma, en la segunda mitad del siglo II 20 . A partir de la palabra 24 . Por supuesto, el concilio de Trento consideró el ministe-
este tiempo, la conexión entre el sacramento y la palabra se llega a rio de la predicación como ministerio propio del sacerdote25. Pero el
hacer tan estrecha que el bautismo es comprendido como una «ilumi- hecho es que, al destacar en el canon definitorio solamente el aspecto
nación» por la palabra que engendra la fe21. Y por lo que se refiere a sacramental, se dio pie para que en lo sucesivo el ministerio de la
la eucaristía, nos consta que en los autores de la Escuela de Alejan- palabra se viera desplazado, con demasiada frecuencia, del contexto
dría, sobre todo en Orígenes, el cristiano perfecto, el gnóstico, comul- de la celebración cristiana. Por otra parte, aunque Trento no prohibió
ga de la manera más eminente cuando se apropia e integra en sí la la lectura de la Biblia (¡hasta ahí podríamos llegar!), sin embargo sus
divina palabra del Logos 22 . Hasta este punto llegó a vincularse la decisiones sobre la traducción, interpretación y edición de los libros
palabra y el sacramento en la tradición y en la experiencia de la iglesia sagrados motivó las exageraciones que más tarde vinieron26. Por
antigua. ejemplo, el papa Clemente XI, en 1713, condenó una propuesta de
Evidentemente, en la praxis de la iglesia de todos los tiempos se Quesnel en la que se decía que es útil y necesario estudiar y conocer el
han mantenido siempre estas dos formas o elementos fundamentales espíritu, la piedad y los misterios de la Escritura27; o también otra
de la celebración cristiana. No vamos a hacer aquí la historia de este propuesta en la que el mismo autor defendía que la lectura de la Biblia
asunto. Pero sí será de interés notar los cambios más importantes que es para todo el mundo 28 . Y es importante tener presente que estas
se han dado con el paso del tiempo. doctrinas fueron condenadas por el papa como «escandalosas, perni-
Ante todo, como podremos ver más adelante, a lo largo de la edad ciosas, temerarias, injuriosas para la iglesia, sospechosas de herejía y
media, los sacramentos se fueron convirtiendo, cada vez más y más, erróneas»29. Las advertencias sobre los peligros (¡?) que puede llevar
en ritos comúnmente aceptados y obligatorios de la «religión oficial». consigo la lectura de la Biblia se han repetido en tiempos más
Por otra parte, la separación de la predicación homilética del contexto recientes, por ejemplo en la carta Magno acerbo, firmada por Pío VII
de la celebración eucarística se fue acentuando progresivamente. De en 181630.
ahí, la mundanización de la proclamación de la palabra de Dios, que Por último, es importante recordar que, durante nuestro siglo, el
se fue desplazando al campo de la retórica en la forma del sermón, movimiento litúrgico y los estudios bíblicos han hecho posible un
cosa que se puso de manifiesto y dejó su huella en la misma arquitec- retorno a la inspiración original de la iglesia. El concilio Vaticano II
tura de los templos con la aparición del pulpito, separado ya del altar en diversos documentos, ha insistido de manera elocuente sobre la
eucarístico y elevado como cátedra sobre la cabeza de los fieles23. vinculación que siempre debe tener, en la celebración cristiana, la
Otro paso importante, y por desgracia también para mal, se da predicación de la palabra y la recepción del sacramento31. También
con motivo de la reforma protestante. Los protestantes, en efecto, en este punto, el reciente concilio ha venido a entroncar con la más
destacaron de tal manera el ministerio de la palabra, que de manera pura tradición de la iglesia. Y también aquí nos volvemos a encontrar
casi inevitable se provocó la reacción contraria entre los católicos. Por con el dato fundamental para la comprensión del culto cristiano: los
eso, el canon primero de la sesión XXIII de Trento define el sacerdo- elementos esenciales de la celebración son la palabra y el sacramento.
cio como potestad de ofrecer el sacrificio eucarístico y de perdonar

20. Cf. J. Quasten, Patrología I, Madrid 1968, 196-197.


21. Clemente de Alejandría, Pedag. I, 6, 26; CGS 1, 2, 105, 20-23; Tertuliano, De
bapt. 13, CSEL 20, 212, 28-29; Cipriano, Epist. LXIII, 9, CSEL 3, 707, 22; Metodio,
Symp. VIII, 9, CGS 91, 12-15; Oráculos Sibilinos VIH, 272 s, CGS 158-159; cf. el excelente 24. Vel eos qui non praedicanl prorsus non esse sacerdotes: anathema sit: DS 1771.
estudio de K. Delahaye, Ecclesia mater chez les peres des trois premieres siécles, Paris 25. Cf. E. Royon, Sacerdocio: ¿culto o ministerio? Una interpretación del concilio de
1964,246-251. Trento, Madrid 1976, 414.
22. Clemente de Alejandría, Strom. V, 10, 66, CGS 2, 370, 20; Orígenes, In Mat. 85, 26. Cf. DS 1506, 1507, 1508.
CGS 40, 196, 19-197, 6; In Joan. X, 102, CGS 10, 188; De oral. XXVII, 5, CGS 3, 366, 1- 27. Utile et necessarium est omni tempore, omni loco et omni personarum generi,
15; Hom. in Gen. 1,17, CGS 30,22; Hom. in Ex. VII, 5, CGS 30, 212; Hom. in Lev. IV, 10, studere et cognoscere spiñtum, pietatem et mysteria sacrae Scripturare: DS 2479.
CGS 30, 331, 7-9; In Cant. II, CGS 33, 167, 28-29; Hom. in Is. III, 3, CGS 33, 256, 28-30; 28. Lectio sacrae Spiricturae est pro ómnibus: DS 2480.
Hom. in Ez. XIV, CGS 33, 453, 13-15. 29. DS 2502.
23. Cf. J. A. Jungmann, El sacrificio de la misa, Madrid 1953, 582. 30. DS 2710-2711.
31. Cf. LG 26; DV 21; SC 6.48; PO 2; AG 5.15.
124 El culto cristiano: mensaje y celebración
Palabra y mensaje 125
4. Palabra y mensaje
De ahí que en hebreo, el término dabar significa «palabra» o «lo
Si los elementos esenciales de la celebración son la palabra y el expresado por la palabra»: la cosa. La razón de ser de esta manera de
sacramento, eso quiere decir que la celebración cristiana tiene una entender la función de la palabra, que a nosotros nos resulta tan
estructura dialogal: Dios habla, se comunica y se dirige al hombre, desacostumbrada y tan extraña, está en que el hombre situado en el
interpela a la comunidad; y como respuesta, el creyente, la comunidad grado mítico de los pueblos primitivos percibía en el mundo que le
reunida, celebra el sacramento. Es decir, el sacramento presupone la rodeaba como una totalidad. No separaba lo espiritual y lo material;
interpelación de la palabra y es respuesta a esa palabra. El sacramen- para él, lo uno está dentro de lo otro, y, por consiguiente, no puede
to, por consiguiente, no es un rito autónomo, una especie de gesto tampoco distinguir con propiedad entre palabra y cosa, entre lo
mímico, que sería siempre el mismo, siempre idéntico, sea cual sea la representado y lo real. Lo característico es, por tanto, esa peculiar
palabra que le preceda. Si así fuera, estaríamos ante la acción insensa- falta de diferenciación entre lo ideal y lo real, o entre palabra y cosa,
ta del individuo que siempre responde lo mismo, sea cual sea la como si se concentraran en un solo plano del ser34.
palabra que se le dirige. Por lo tanto, el sacramento está esencialmen- De lo dicho se sigue que, en el lenguaje bíblico, hablar de la
te condicionado por la palabra, determinado por ella, orientado palabra es hablar de un contenido, es decir, es hablar de un mensaje,
siempre como respuesta al contenido de esa palabra. De lo cual se el mensaje que contiene la palabra. Este aspecto es decisivo para
sigue una consecuencia fundamental para toda la teología de los comprender lo que representa la palabra de Dios. Porque el hecho es
sacramentos, a saber: no podemos comprender, ni vivir, ni practicar que, en la enseñanza de los autores bíblicos, la palabra de Dios tiene
un sacramento si previamente no comprendemos e integramos en una fuerza incontenible, para arrancar y derribar, construir y plantar
nosotros lo que nos dice la palabra de Dios y lo que esa palabra nos (Jer 1, 9 s; 5, 14; 23, 29); por eso, la palabra del profeta es como un
exige. fuego, como un martillo que destroza las rocas. Mientras Ezequiel
Ahora bien, cuando los autores del nuevo testamento nos dicen dirigía sus palabras inspiradas contra Peletías, éste cayó muerto (Ez
que los apóstoles predicaban la palabra o que la iglesia se dedicaba a 11, 13)35. Precisamente a causa de este poder de la palabra, los
la tarea de la palabra, en realidad, ¿qué es lo que nos quieren decir? ¿A profetas eran temidos y hasta odiados. Porque la palabra de Dios no
qué se refiere eso y qué consecuencias se derivan de ello? queda incumplida (cf. Is 44, 26), y es palabra que mata (cf. Os 6, 5),
En las lenguas modernas, al menos en las de occidente, la «pala- como una espada (cf. Is 49, 2), una palabra que no vuelve vacía
bra», en cuanto conjunto de sonidos, tiene una función casi exclusiva porque siempre produce su fruto (cf. Is 55, 10-11). En el libro de la
de portadora de significado32. Decir una palabra es expresar una Sabiduría se presenta la descripción poética más bella de la fuerza que
idea. Eso, y nada más que eso, es lo que representa la «palabra» para posee la palabra de Dios, aquí ya personificada, con lo que se prepara
nosotros hoy. Ahora bien, esta manera de entender la palabra en la profunda revelación de lo que es la palabra en el nuevo testamento:
nuestro ámbito cultural es, sin duda alguna, el mayor impedimento
que hoy tenemos nosotros para hacernos una idea cabal de lo que es Mientras el silencio profundo abrazaba todas las cosas, y la noche
en verdad la palabra de Dios. había llegado a la mitad de su carrera, tu omnipotente palabra bajó
desde el cielo, desde el trono real, como guerrero valiente en la tierra
En las antiguas culturas, concretamente en los pueblos de oriente, consagrada a la devastación, llevando como espada aguda tu inmuta-
la palabra tema una significación y una función muy diferentes. ble mandato, se detuvo, y llenó todo con la muerte; estaba en contacto
Concretamente, la palabra, tanto entre los antiguos pueblos orienta- con el cielo mientras andaba sobre la tierra (Sab 18, 14-16).
les como entre los primitivos, no es sólo la expresión de un pensa-
miento o de un deseo, sino un objeto concreto, que existe realmente, A partir de este planteamiento fundamental de la palabra, se
es eficaz y está cargado de la fuerza del alma que le ha pronunciado. comprende su fuerza y su valor en la revelación del nuevo testamento:
En las lenguas semíticas, pensar y hablar se designan con idéntico «La palabra de Dios es viva, eficaz y más tajante que una espada de
término ('amar)33. dos filos» (Heb 4, 12; cf. Ef 6, 17). De ahí que en el nuevo testamento
se presenta con frecuencia la palabra dotada de una energía, como
32. Cf. G. von Rad, Teología del antiguo testamento II, Salamanca 1972, 109.
33. H. Haag, Diccionario de la Biblia, Barcelona 1970, 1406-1407. 34. G. von Rad, Teología del antiguo testamento II, 110.
35. Ibid., 122.
126 El culto cristiano: mensaje y celebración
Mensaje y conversión 127
una fuerza y una gracia en sí misma: es una palabra, de vida, de
gracia, de reconciliación; es semilla que tiene vida y virtualidad en sí riquezas (Mt 13, 22), palabra que configura al grupo o comunidad de
misma (cf. Flp 2, 16; Hech 20, 32; 2 Cor 5, 19; Le 8, 11). Por esto se los seguidores de Jesús (Le 8, 21; 11, 28), que es la buena noticia para
comprende que la teología de la palabra ha sido objeto de amplios los pobres (Mt 11, 5; Le 4,18) y noticia también de liberación para los
estudios, durante las últimas décadas, tanto entre los teólogos protes- oprimidos (Le 4, 18). Precisamente por eso, porque es un mensaje de
tantes como por parte de los católicos36. alegría y de liberación para los pobres, los cautivos y los que sufren
Pero, llegados a este punto, hay que hacerse una pregunta funda- (cf. Mt 11, 2-5), por eso exactamente la palabra de la «buena noticia»
mental: ¿por qué la palabra tiene, según el nuevo testamento, esta suscita el escándalo (Mt 11, 6), es decir, se trata de una palabra
fuerza y estas virtualidades? Evidentemente no se puede tratar de una escandalosa para determinadas personas; y es por eso también por lo
especie de fuerza mágica, como si la palabra tuviera una determinada que acarrea persecución, amenazas, cárceles y muerte para los que la
energía por sí misma, independientemente de su contenido y sea cual proclaman (Mt 10, 16-36 par). Pablo afirma que la palabra que él
sea el mensaje que transmite. Esto se ve claramente en la severa predica es «la palabra (el mensaje) de la cruz» (o lagos o toü stauroü),
advertencia que Pablo hace a los cristianos de Galacia: que resulta una locura y un escándalo (1 Cor 1, 18; cf. 1, 23-24).
Por consiguiente, cuando decimos que la celebración cristiana
Pues mirad, incluso si nosotros mismos o un ángel bajado del cielo os comporta, como elemento esencial, el anuncio de la palabra, no
anunciara una buena noticia distinta de la que os hemos anunciado, afirmamos simplemente que antes de administrar un sacramento se
¡fuera con él! Lo que os tenía dicho os lo repito ahora: si alguien os debe pronunciar un discurso sobre la religión o sobre la Biblia. Lo
anuncia una buena noticia distinta de la que recibisteis, ¡fuera con él!
(Gal 1, 8-9). que afirmamos es mucho más que eso: se trata de comunicar un
mensaje, que es buena noticia para unos, y motivo de escándalo y
hasta de persecución y odio para otros. Sólo esa palabra es elemento
El «evangelio» no es una palabra dotada de fuerza y verdad por sí esencialmente constitutivo de la celebración cristiana. Lo cual quiere
misma, independientemente de su contenido. La autenticidad del decir que la celebración cristiana se realiza correctamente, sólo cuan-
«evangelio» se mide por la autenticidad de su contenido. Es decir, lo do los participantes se sienten interpelados de tal manera, que en unos
decisivo no es la palabra por sí misma, sino el contenido que transmi- se produce la alegría del que recibe una buena noticia, mientras que
te esa palabra. Dicho de otra manera, la palabra puede ser falsificada. quizá en otros se suscita la extrañeza y el escándalo del que escucha
Lo determinante en ella es el mensaje que comunica, porque como ya algo que le resulta insoportable. Una celebración, por lo tanto, en la
hemos indicado, la palabra y su contenido se concentran en el mismo que no se provoca ni alegría ni escándalo, sino el aburrimiento
plano del ser. consabido del que escucha el sermón rutinario de siempre, es una
Según esto, ¿en qué está la fuerza de la palabra que anuncian los celebración inauténtica, porque en ella no se comunica el mensaje.
apóstoles del nuevo testamento? Los textos que hablan de la «pala- Dicho de otra manera, no basta que la palabra del celebrante sea una
bra» en el nuevo testamento establecen una conexión directa entre esa palabra ortodoxa y verdadera; lo decisivo es que sea una palabra
palabra y la buena noticia: la palabra que se anuncia y se proclama es significativa, que suscita reacciones seguramente contrapuestas, por-
la buena noticia que se refiere a Jesús (Hech 8, 4.12-14.25; 10, 36; 11, que los participantes se sienten concernidos, interpelados, como el
19-20; 13,5; 15,7.25-36; 17, 13; 2 Cor 4, 2-3; Efl, 13; 6, 15-19; Flp 1, que se siente tocado por una espada de dos filos (Hech 4,12; cf. Ef 6,
12-16; Col 1, 5.23-25; 2, 8-9). Por la tradición sinóptica sabemos que 17), que penetra hasta las fibras más íntimas del ser.
se trata de la buena noticia del reinado de Dios (Me 1, 15; Mt 13, 19;
Le 4, 43). Es la palabra que acarrea la persecución (Mt 13, 21),
tribulación (Me 4, 17), que es incompatible con la seducción de las 5. Mensaje y conversión
Por lo que acabamos de decir, se comprende que los oyentes de la
36. Cf. el excelente boletín sobre este asunto elaborado por Z. Alszeghy-M. Flick, // palabra, es decir, los que escuchan el mensaje, no se pueden quedar
problema teológico della predicazione: Gregorianum 40 (1959) 672 s; cf. también los indiferentes ante semejante interpelación. Por eso, según aparece
volúmenes en colaboración: Parole de Dieu et liturgie, Paris 1958; La parole de Dieu en repetidas veces en el nuevo testamento, entre la palabra y el sacramen-
Jésus-Christ, Paris 1961; y también C. Davis, The theology of preaching: The Clergy
Review 45 (1960) 524-545. to hay un eslabón fundamental: la conversión. Así, ya en la predica-
ción de Juan Bautista, el llamamiento a la conversión.ocupa un
128 El culto cristiano: mensaje y celebración
Mensaje y conversión 129
puesto central, precisamente en relación con el bautismo que adminis-
traba (Mt 3, 2.8.11; Me 1, 4; Le 3, 3.8). También el mensaje de Jesús cf. 3, 26; Heb 6, 1; Ap 2, 22; 9, 20; 16, 11) para volverse hacia Dios
no cesa de llamar a los hombres a la conversión (Mt 4, 14; 11, 20-21; (Hech 20,21; 26,20; Ap 16,9; cf. 1 Pe 2, 25)38. Pero no es sólo eso. La
12, 41; Me 1, 15; 6, 12; Le 5, 32; 10, 13; 11, 32; 13, 3.5; 15, 7.10; 16, 30; conversión no consiste en la aceptación de un sistema abstracto de
17, 3-4; 24,47). Pero concretamente es en el libro de los Hechos de los verdades; ni es simplemente un cambio de conducta. El creyente se
convierte esencialmente hacia una persona: la conversión consiste en
apóstoles donde se ve con toda claridad esta relación entre la palabra
orientar o dirigir la vida entera hacia el Señor Jesús39. Se trata, por
y el sacramento mediante la conversión. Así, Pedro establece expresa-
consiguiente, de un cambio objetivo de conducta; y de un cambio
mente esta relación al final de su discurso en el día de pentecostés subjetivo que afecta no sólo a la mentalidad, sino a toda la interiori-
(Hech 2, 38). Lo mismo aparece en el discurso con motivo de la dad de la persona, que lleva consigo un cambio radical en la concep-
curación del paralítico: Pedro exhorta a la conversión (Hech 3, 19) y ción de la vida40. Convertirse es volverse, la persona entera, «hacia el
más adelante se dice que la comunidad de los creyentes llegó a unos Señor» (Hech 9, 35.42). Es, por lo tanto, establecer una nueva y
cinco mil (Hech 4, 4), lo que supone evidentemente que recibieron el decisiva relación personal en la vida, que transforma a toda la
bautismo. El mismo Pedro vuelve a insistir en la conversión cuando persona: una visión de la vida, nuevos valores, una orientación y un
habla ante el consejo de los sumos sacerdotes, uniendo el tema de la destino que llevan en la línea de lo que fue la orientación y el destino
conversión con la donación del Espíritu santo (Hech 5, 31-32), lo que de Jesús.
parece aludir también al bautismo (cf. Hech 1, 5). La relación entre
conversión y bautismo se pone también de manifiesto cuando Pedro Pero hay algo más. La conversión no es asunto de un instante, un
informa a la comunidad sobre la admisión de los primeros paganos en acto aislado que pasa y se termina; la conversión equivale a tomar
la iglesia, es decir, cuando informa de por qué ha bautizado a una orientación nueva en la vida, un camino distinto, abandonando el
Cornelio: «¡Así que también a los paganos les ha concedido Dios la propio camino (cf. Hech 14, 16) e iniciando así un largo itinerario de
esperanza que requiere la perseverancia (Hech 11, 23). El hombre
conversión que lleva a la vida!» (Hech 11, 18). También en la
convertido se integra así en la comunidad de la iglesia y ha de ajustar
predicación de Pablo, el llamamiento a la conversión es central en su
su forma de vida al estilo y las costumbres de la comunidad41.
mensaje (Hech 17, 30; 20, 21; 26, 20); y aunque es verdad que en estos
textos no se habla del bautismo, queda bien claro que la respuesta al En resumen, podemos decir, que si los elementos esenciales de la
mensaje es la conversión (cf. Rom 2, 4-5). Por último, es importante celebración cristiana son el anuncio del mensaje y la puesta en
destacar también cómo en Heb 6, 1-2 se relacionan íntimamente la práctica del sacramento, el eslabón que une ambos elementos es la
conversión y el bautismo, precisamente como puntos fundamentales conversión. Y aquí es de la mayor importancia destacar que este
eslabón no se ha de dar solamente una vez en la vida, cuando el sujeto
de la vida cristiana.
se convierte por primera vez (lo que acontecería sólo en el caso del
En todos los textos citados se utiliza el verbo metanoéo o el bautismo de un adulto). Cada vez que se acoge la palabra que
sustantivo metánoia. Pero la conversión se expresa también mediante presenta el mensaje, el creyente ha de responder con una actitud
el verbo epistréfein, que significa propiamente «convertirse» y que es renovada de conversión, es decir, de orientación nueva y renovada
utilizado sobre todo por Lucas (Mt 13, 15; Me 4, 12; Le 1, 16; 22, 32; hacia el Señor.
Hech 3, 19; 9, 35; 11, 21; 14, 15; 15, 19; 26, 18.20; 28, 27). En las
Todo esto nos viene a indicar que la celebración cristiana no es la
epístolas, este verbo aparece tres veces (1 Tes 1, 9; Gal 4, 9; 1 Pe 2,
ejecución exacta de un ritual en el que se observan puntualmente las
25). Por esta enumeración de textos, se ve claramente que el tema de normas establecidas. Lo esencial y determinante de la celebración
la conversión es uno de los artículos fundamentales de la catequesis cristiana es la experiencia que vive el creyente y la comunidad de los
del primitivo cristianismo37. La respuesta, por consiguiente, del hom- creyentes. La experiencia que consiste en la aceptación del mensaje y
bre ante la interpelación del mensaje cristiano, es la conversión. Y en la conversión que ello comporta.
sólo a partir de la conversión, se puede tener acceso al sacramento.
Pero, ¿en qué consiste esta conversión? Se trata, por supuesto, de
un cambio radical de vida, que implica abandonar el mal (Hech 8, 22; 38. Ibid., 999.
39. Cf. L. Cerfaux, Etudes sur les Actes des apotres, Paris 1967, 457.
37. J. Behm, en TWNT IV, 998. 40. Ibid., 432.
41. Ibid., 457.
130 El culto cristiano: mensaje y celebración
Conversión y audacia 131
6. Conversión y audacia
se trata de decir sin ambigüedades, sin titubeos, con toda claridad, lo
Pero aún falta por tocar una cuestión que es decisiva en todo este que se tiene que decir; de tal manera que los demás lo entienden y
asunto. Hemos dicho que la palabra proclama el mensaje; el mensaje resulta algo transparente para todo el mundo. Y hasta con el matiz
llama a la conversión; y de la conversión se pasa a la puesta en particular de decir eso en condiciones adversas, cuando la seguridad
práctica del sacramento. Pero no entenderíamos lo que todo esto personal y hasta la vida se ven amenazadas.
significa, si no tomamos muy en consideración que la proclamación Así fue en el caso de Jesús. Y así comienza enseguida a ser en el
del mensaje comporta una actitud básica: la audacia. ejercicio del ministerio apostólico, en cuanto el evangelio empieza a
En efecto, cuando los autores del nuevo testamento hablan del extenderse y a ser anunciado. A este respecto es curioso observar que
anuncio de la palabra de Dios, insisten en que esa tarea exigía audacia en los evangelios nunca se aplica la parresía a los discípulos; es actitud
(Hech 2,29; 4,13.29. 31; 9,27-28; 13,46; 14, 3; 18,26; 19, 8; 26,26; 28, exclusiva de Jesús. De la gente se dice que «nadie se expresaba
31; 2 Cor 3, 12; 7, 4; Ef 3, 12; 6, 19-20; 1 Tes 2, 2). En todos estos abiertamente acerca de Jesús por miedo a los judíos» (Jn 7, 13). La
textos se utiliza el término parresía. Esta palabra (viene aspan y rema: parresía aparece en este caso como la victoria sobre el miedo, cuando
decir todo) pertenecía al lenguaje político dentro de la cultura griega. uno se ve amenazado ante la causa de Jesús; por el contrario, la
Y venía a significar tres cosas: 1) tener el derecho de decir todo lo ausencia de parresía aparece como la derrota del miedo.
que había que decir ante el soberano o ante el consejo de la ciu- Esto supuesto, resulta de lo más aleccionador ver hasta qué punto,
dad; 2) afirmar la verdad y, por tanto, hablar con claridad y sin en el libro de los Hechos de los apóstoles, esta audacia (con los
esconder nada; 3) pero como eso suponía, muchas veces, enfrentar- matices de libertad, seguridad y atrevimiento) se repite como nota
se a los que detentaban el poder, de ahí que la parresía implicaba a distintiva de la predicación y de la actividad apostólica, tanto de la
menudo una verdadera audacia, una valentía y hasta una osadía en el comunidad en general, como sobre todo de los ministros del evange-
hablar 42 . Por lo dicho, se comprende que, a veces, esta palabra se lio. Así, Pedro, en su primer discurso el día de Pentecostés, lo afirma
traduce por «confianza» o «seguridad»; pero, habida cuenta de su raíz sin titubeos: «Hermanos, séame permitido decíroslo con toda liber-
original y de las implicaciones que de hecho tuvo en la vida de los tad» (Hech 2, 29). Y poco después añade Lucas que «considerando la
primeros cristianos, hay que decir que cuando el nuevo testamento audacia de Pedro y de Juan, y que eran gentes sin instrucción ni
nos habla de la parresía, se trata de una verdadera audacia, un cultura, los hombres del sanedrín estaban asombrados» (Hech 4, 13),
atrevimiento, una osadía43. es decir, la parresía de los discípulos de Jesús causa asombro a sus
En efecto, el uso más frecuente del término parresía es el de mismos adversarios. Más adelante, la oración de la comunidad cris-
libertad y hasta audacia en el anuncio de la «buena noticia». Si tiana resulta especialmente sugerente para ver el significado de esta
contamos el verbo (parresiásomai) y el sustantivo en todo el conjunto postura en la experiencia de los creyentes: «Ahora, Señor, considera
del nuevo testamento, tenemos hasta 28 textos en los que, de una las amenazas, y, a fin de permitir a tus servidores anunciar tu palabra
manera u otra, aparece con este significado. Así, se dice de Jesús que con plena audacia, extiende la mano para operar curaciones, signos y
«hablaba con parresía», es decir, abiertamente, sin miedo y sin callar prodigios por el nombre de tu santo servidor Jesús» (Hech 4, 29). Al
nada (Me 8, 32; Jn 7, 26). Y téngase en cuenta que el matiz del terminar esta oración, el Espíritu santo desciende de nuevo sobre la
término remite claramente a lo que se dice con franqueza y hasta con comunidad: «Mientras que hacían oración, la habitación donde se
fuerza: «Si tú eres el Mesías, dínoslo abiertamente» (Jn 10, 24); «los encontraban reunidos tembló; todos fueron invadidos por el Espíritu
discípulos le dijeron: por fin hablas claramente» (Jn 16, 29); y en la santo y se pusieron a anunciar la palabra de Dios con audacia» (Hech
pasión Jesús declara ante el tribunal: «Yo he hablado abiertamente al 4, 31). El efecto inmediato que produce la presencia del Espíritu en su
mundo» (Jn 18, 20). En todos estos casos, el original griego utiliza la iglesia, aquello que merece la pena destacar, es precisamente la
palabra parresía, lo cual nos da el sentido y los matices de ese término: audacia y la seguridad que acompaña a la predicación de la palabra
de Dios: la comunidad dice lo que tiene que decir con claridad y
transparencia.
42. Cf. H. Schlier, en TWNT V, 870-871.
43. Cf. P. Joüon, Divers sens de parresía dans le nouveau testament: Rech. Se. Reí. 30
Los primeros pasos del ministerio apostólico de Pablo van acom-
(1940)239-241. pañados por el mismo fenómeno y la misma experiencia:
132 El culto cristiano: mensaje y celebración El único culto aceptable 133

Entonces Bernabé lo tomó (a Saulo), lo llevó a los apóstoles y les contó La consecuencia que se sigue de esta larga enumeración de textos
cómo, en el camino, Saulo había visto al Señor, que le había hablado, y es bien clara: la predicación del mensaje cristiano supone un peligro y
con qué audacia había predicado en Damasco en nombre de Jesús. una amenaza para el que anuncia la «buena noticia». Es decir, la
Desde entonces él iba y venía con ellos en Jerusalén, predicando con proclamación del evangelio es una cosa que no queda impune. Por eso
audacia en nombre del Señor (Hech 9, 27-28).
precisamente se insiste tantas veces en que el ministerio apostólico va
Llama la atención que lo primero que hay que decir de Pablo es acompañado de libertad, seguridad y audacia. Y, por eso, la parresía
que enseguida, apenas convertido a la fe, se pone a predicar con es la actitud más característica de los ministros de la palabra de Dios.
parresía, es decir, con la audacia santa que acompaña siempre a la Lo cual quiere decir que cuando la predicación del mensaje no supone
palabra de Dios. Por eso se comprende que, desde entonces, esta peligro alguno, hay que preguntarse seriamente si lo que se anuncia es
seguridad será la nota que caracteriza la predicación de Pablo, incluso el evangelio o es otra cosa. Porque anunciar el mensaje evangélico es
a costa de persecuciones y sufrimientos indecibles. Los textos se decir, en concreto y en cada situación, que los pobres y los desgracia-
repiten insistentemente en este sentido: «Entonces Pablo y Bernabé dos tienen que dejar de serlo, que los últimos tienen que ser los
declararon con audacia: a vosotros había que anunciar ante todo la primeros, que los perseguidos tienen que dejar de verse maltratados,
palabra de Dios... nos dirigimos a los paganos» (Hech 13,46). Lo cual que las relaciones humanas, a todos los niveles, tienen que cambiar
les acarreó una persecución y la consiguiente expulsión (Hech 13, 50). radicalmente. Ahora bien, eso no se puede hacer inmpúnemente en la
«Pablo y Bernabé prolongaron su estancia (en Iconio) llenos de sociedad en que vivimos. Jesús dijo a sus discípulos, que al anunciar la
audacia en el Señor, que daba testimonio a la predicación...» (Hech «buena noticia» del reinado de Dios, iban a ser perseguidos y se
14, 3). Lo mismo se dice de Apolo: «se puso a hablar con audacia en la verían acosados por la tentación del miedo (Mt 10,26-32 par). De ahí
sinagoga» (Hech 18, 26). E igualmente de nuevo de Pablo: «se dirigió que la audacia tenga que ser siempre característica indispensable de
a la sinagoga (en Efeso) y durante tres meses habló allí con audacia toda predicación evangélica que pretenda ser auténtica.
(Hech 19, 8). Y conste que esta seguridad, esta libertad y esta audacia
se ponen de manifiesto, no sólo ante las autoridades religiosas, sino
también frente a las autoridades civiles. Así, Pablo le habló al rey 7. El único culto aceptable
Agripa «con toda audacia» (Hech 26, 26). Por último, el libro de los
Hechos se cierra con estas palabras: «Pablo permaneció dos años (en Después de lo dicho hasta este momento, se puede deducir, con
Roma)...; recibía a cuantos venían a hablarle, proclamando el reinado todo derecho, una consecuencia fundamental: el único culto que se
de Dios y enseñando lo que concierne al Señor Jesucristo con plena puede considerar aceptable en la iglesia es aquél que respeta debida-
libertad y sin obstáculo» (Hech 28, 30-31). mente los dos elementos indispensables de la celebración, la palabra y
Pero no se trata sólo de las afirmaciones de Lucas en el libro de los el sacramento. Pero con tal de que esos dos elementos se respeten en
Hechos. También Pablo, en sus cartas, insiste en la misma actitud de su verdadera significación. Lo cual quiere decir que, en la celebración
libertad y audacia como característica de la predicación apostólica (2 cristiana, los participantes se tienen que sentir interpelados y concer-
Cor 3, 12; 7, 4; Ef 6, 19-20; 1 Tes 2, 2). Sin duda alguna, el texto más nidos por el mensaje de la «buena noticia», que resulta gozosa para
significativo es el de 2 Cor 3, 1-12 en donde Pablo formula con unos y con frecuencia escandalosa e insoportable para otros. Quiere
claridad el verdadero fundamento de la audacia que acompaña a la decir, además, que de esa manera los participantes se sienten llamados
predicación de la palabra. En efecto, el texto se refiere primero a la a la conversión cristiana. Y quiere decir, por último, que todo eso se
seguridad o confianza ante Dios (2 Cor 3, 4); y de ahí pasa a la hace de tal manera que la comunidad, y especialmente los ministros
afirmación de la audacia en la predicación: «Teniendo, pues, esta de esa comunidad, tienen que echarle parresía al asunto, es decir,
esperanza, hablamos con toda audacia...» (2 Cor 3, 12). La libertad y tienen que hablar con libertad, con claridad y, sobre todo, con
la audacia en el anuncio del evangelio brota de la seguridad que el verdadera audacia.
predicador tiene en su experiencia personal ante Dios, porque en Ahora bien, esto significa que el único culto aceptable en la iglesia
definitiva el hombre que se siente seguro en Dios, no teme hablar con es aquél en el que se producen y se viven unas determinadas experien-
claridad, libertad y audacia ante los demás hombres. cias: la experiencia de Dios que llama a un encuentro verdaderamente
personal con Jesús; la experiencia de la alegría y el gozo ante la
134 El culto cristiano: mensaje y celebración El único culto coherente 135

«buena noticia» del reino; la experiencia de la conversión cristiana; y 8. El único culto coherente
la experiencia de la libertad y la audacia que son inherentes a la
proclamación del mensaje de Jesús. Sólo cuando estas experiencias El culto cristiano es coherente sólo cuando está plenamente de
son vividas, al menos de alguna manera, podemos asegurar que se acuerdo con lo que, de hecho, fue el acontecimiento de Jesús Mesías.
celebra en la iglesia el culto que Dios quiere y como Dios quiere. Ahora bien, el acontecimiento de Jesús Mesías comporta una interpe-
Es verdad que, al leer estas cosas, se puede tener la impresión de lación de Dios a los hombres; y una respuesta de los hombres a Dios.
que le estamos pidiendo demasiado al culto cristiano, es decir, estamos En efecto, el acontecimiento de Cristo empieza por la misión del Hijo,
exigiendo algo que normalmente no se da. Porque si todo eso se tiene enviado por el Padre al mundo y a nuestra historia, para la salvación
que producir cuando celebramos el culto, ¿no estamos pidiendo algo y la liberación integral de los hombres. En este primer momento o
realmente imposible? Si todo eso tiene que ser de esa manera, ¿cuándo movimiento de descenso, Jesús el Mesías es la palabra de Dios, el
vamos a poder celebrar el verdadero culto cristiano? Estas preguntas, proyecto de Dios, que viene a los hombres, para interpelarlos y para
no cabe duda, tienen su razón de ser. Pero también tiene su razón de decir a cada hijo de esta tierra lo que Dios quiere que sea nuestra
ser lo que nos dice el nuevo testamento. Y por el análisis que hemos sociedad y nuestro destino. Pero a este movimiento de descenso, que
hecho, parece bastante claro que, efectivamente, según los autores del pone en comunicación el proyecto de Dios con el mundo, responde,
nuevo testamento la celebración del sacramento presupone el anuncio en el sacrificio, en la pasión y en la muerte, un segundo movimiento, el
de la palabra. Pero ese anuncio, como hemos podido ver ampliamen-
movimiento de retorno, en el que el mismo Cristo lleva hasta el Padre
te, comporta la proclamación del mensaje, el llamamiento a la conver-
de todos los hombres la respuesta de la humanidad a Dios. En la
sión, la experiencia de tal conversión y la consiguiente audacia en la
comunidad y en los ministros del evangelio. encarnación, el Hijo es la palabra de Dios dirigida a los hombres; en el
sacrificio, Jesús es la respuesta de los hombres a Dios. Por consiguien-
Esto supuesto, lo que será necesario plantearse, con toda honesti- te, el acontecimiento de la salvación y la liberación se realiza en un
dad, es si no hemos desembocado en la iglesia en una situación de diálogo, cuya primera fase está constituida por el descenso mediador
rutina y ritualismo, en la que se defiende a toda costa la exactitud de del Hijo como palabra del Padre dirigida a los hombres; y cuya
los ritos, pero se descuida de manera asombrosa e intolerable la segunda fase está constituida por el retorno de Jesús Mesías, en su
coherencia de las experiencias auténticamente cristianas que no pue- muerte, hacia el Padre.
den faltar en el culto de la comunidad creyente. Es indudable que de
esta manera tendríamos que renunciar a muchas de nuestras liturgias. Por otra parte, la teología contemporánea, sobre todo a partir del
Es indudable también que, de acuerdo con lo dicho, el culto cristiano concilio Vaticano II, nos ha enseñado que la iglesia es el sacramento
tendría que ser para menos gente de la que actualmente participa en fundamental que hace presente, a lo largo de la historia, este aconteci-
nuestras funciones religiosas masivas y a veces multitudinarias. Pero, miento salvador y liberador de Jesús Mesías44. Ahora bien, esto
siendo sinceros, ¿dónde está dicho por Dios que el culto cristiano quiere decir, entre otras cosas, que el único culto coherente que la
tenga que ser para todo el mundo? ¿dónde está revelado que nuestras iglesia puede celebrar en el mundo es aquél que consiste en la puesta
celebraciones deban ser servicios religiosos abiertos a todo el que en acto del diálogo que acabamos de ver, es decir, según el esquema de
llega? ¿con qué derecho la iglesia se permite la libertad de organizar interpelación y respuesta que se dio en el acontecimiento de Jesús
servicios religiosos en los que apenas hay un mínimo de experiencia Mesías. Celebrar el culto cristiano, por consiguiente, no es practicar
auténticamente cristiana o incluso muchas veces tal experiencia brilla ritos y ceremonias sagradas que por sí mismos y de una manera casi
por su ausencia? automática santifican a la gente. Celebrar el culto cristiano es hacer
Es indudable que mientras la iglesia no responda adecuadamente actual y presente, en cada situación concreta, el diálogo de Dios con
a estas cuestiones, el culto seguirá siendo asunto de mucha gente, pero los hombres: el diálogo que interpela a los hombres en Jesús y que
se tratará, sin duda, de un culto del que habrá que preguntarse si es el encuentra su respuesta en lo que fue la vida y la muerte del mismo
culto que Dios acepta. Es más, podemos estar seguros de que un culto
así, no es el culto que Dios quiere.

44. Cf. para este punto, O. Semmelroth, La iglesia como sacramento de salvación, en
Mysterium Salutis IV/1, 321-370, con bibliografía selecta en 370.
136 El culto cristiano: mensaje y celebración El fracaso de la iglesia 137

Jesús 45 . Porque, en última instancia, celebrar el culto cristiano no es De esta manera se ha venido a desembocar en la asituación
ni más ni menos que hacer presente y actual el acontecimiento de siguiente: por una parte, se predica el mensaje cristiano, para que los
Cristo liberador de los hombres: Cristo en cuanto palabra decisiva fieles comprendan y acepten las exigencias de la fe, porque se parte del
que interpela; y Cristo en cuanto que él es también la única respuesta supuesto de que no todos los hombres han comprendido y han
que la humanidad puede dar para encontrar salida y solución. aceptado esas exigencias; pero, por otra parte, se administran los
Ahora bien, después de lo que acabamos de indicar, podemos ya sacramentos a toda clase de personas, como si todos vivieran en la
deducir una consecuencia de gran envergadura, a saber: el culto perfecta comprensión y aceptación del evangelio. O sea, que vivimos
cristiano sólo es coherente cuando en él se respeta la perfecta coheren- en una contradicción patente: la contradicción entre las exigencias
cia entre la palabra que se predica y el sacramento que se administra. que presenta la predicación y la carencia de exigencias que ofrece la
Y esto es así porque, en definitiva, tanto en la palabra como en el celebración sacramental. De donde resulta una incoherencia sorpren-
sacramento, se trata del mismo Cristo que se hace presente y actúa en dente entre la predicación de la palabra, por un lado, y la celebración
la comunidad. Por lo tanto, tenemos que meternos en la cabeza, de del sacramento, por otro. Porque mientras que la predicación se ha
una vez por todas, que la iglesia no tiene derecho a celebrar el culto de orientado en el sentido de una responsabilidad creciente ante las
tal manera que, en la práctica, ese culto no resulte coherente en el exigencias de la fe en el mundo, la celebración sacramental permanece
sentido explicado. prácticamente anclada en lo que siempre ha sido, un rito religioso
Esto es lo que debería suceder en la iglesia. Pero, en realidad, ¿qué puesto a disposición del público, para que lo reciba el primero que lo
es lo que se hace? Todos sabemos de sobra que, con demasiada pida, sin apenas exigirle otra cosa que su presunta buena voluntad y
frecuencia, la celebración de los sacramentos consiste en una serie de aun cuando nos conste que en su manera de vivir está contradiciendo
servicios religiosos que la iglesia pone a disposición del público lo que acabamos de decir en nuestra predicación o nuestra explicación
practicante en materia religiosa. Es decir, los sacramentos son, de del evangelio. Sencillamente, la predicación va por un camino y el
hecho, servicios religiosos a los que tienen acceso los ciudadanos, sea sacramento por otro. La predicación va por el camino de la exigencia
cual sea su actitud frente al mensaje de Jesús, estén o no estén de evangélica, social y política, mientras que el sacramento va por el
acuerdo en su vida con ese mensaje y con sus exigencias. Es más, no camino de la tolerancia, la connivencia y hasta la «legitimación» de
sólo se trata de ceremonias abiertas a todos, sino incluso obligatorias quienes con su vida niegan y reniegan lo que la palabra evangélica
para todos y a las que gran parte de la población se siente obligada, está diciendo a todas horas. Por eso hay predicaciones comprometi-
bien sea por motivaciones religiosas, bien sea por la fuerza de la das con el mensaje liberador de Jesús. Pero, ¿dónde se administra o se
costumbre, el convencionalismo social o simplemente el interés a celebra un sacramento comprometido con ese mensaje? ¿tiene incluso
causa de otros motivos. Piénsese en los bautizos, en las primeras sentido hablar de un bautizo comprometido, una boda comprometida
comuniones o en las bodas. Pero, en la práctica, ¿qué es lo que resulta o una primera comunión que es verdadero compromiso con el evan-
de este estado de cosas? Pues muy sencillo: que el sacramento no es, en gelio? ¿no resulta todo este lenguaje verdaderamente ridículo o inclu-
una cantidad abrumadora de casos, la respuesta de los hombres a las so irrisorio?
exigencias de la fe cristiana y a la interpelación del mensaje de Jesús; el
sacramento, en demasiadas ocasiones, es otra cosa, que bien puede ser
un acto impuesto por la costumbre, una reunión de carácter social o 9. El fracaso de la iglesia
un rito más o menos inexpresivo. Es verdad que los sacerdotes
aseguran que en el sacramento actúa la virtualidad intrínseca del rito ex Son muchos los sacerdotes que experimentan un verdadero tor-
opere operato. Pero lapura verdad es que la gente suele vivir esas cere- mento cuando se trata de la administración de los sacramentos.
monias, al menos en muchos casos, como actos sociales, como meras Porque ellos se dan cuenta, mejor que nadie, que es casi incontable el
costumbres o como rituales extraños que no acaba de comprender. número de personas que reciben esos sacramentos sin apenas com-
prender lo que reciben y sin que eso signifique compromiso alguno
45, Cf. O. Semmelroth, Le sens des sacrements, Paris 1963, 32-40; J. M. Castillo, para sus vidas. Por otra parte, apenas hay diócesis o parroquias en
Necesidad de una pastoral de sacramentos que no obstaculice a la evangelización: Sal Terrae donde no se hayan preguntado, el obispo y los sacerdotes, una y mil
64 (1974) 712-723. veces, qué es lo que habría que hacer para revitalizar la actividad
138 El culto cristiano: mensaje y celebración El fracaso de la iglesia 139

pastoral de la iglesia. Se organizan cursillos, conferencias, reuniones. otro, la gente termina por no tomar en serio lo que se dice. Ahora
En algunos casos incluso se dan consignas y hasta se hacen proclama- bien, esto es lo que desgraciadamente está ocurriendo: por una parte,
ciones pastorales de toda índole. Pero, a la corta o a la larga, se decimos y no nos cansamos de repetir que hay que vivir de acuerdo
desemboca en una cierta sensación de fracaso y frustración. Porque, a con el evangelio, pero, por otra parte y al mismo tiempo, admitimos a
fin de cuentas, los bautismos se siguen administrando como siempre; la celebración sacramental a quienes viven de espaldas al evangelio;
y otro tanto pasa con las bodas, las primeras comuniones, las confir- por una parte, pronunciamos palabras comprometidas con el mensaje
maciones, etc., etc. Y mientras tanto, grandes sectores de la población de Jesús y adoptamos incluso posturas muy comprometidas con ese
se alejan cada vez más de la iglesia; y los que acuden a ella, lo que mensaje (en el mejor de los casos), pero, a renglón seguido de esas
suelen pedir muchas veces es que no moleste demasiado con su palabras, celebramos los sacramentos de manera que ni tiene sentido
predicación y que siga administrando los sacramentos como toda la hablar de un sacramento comprometido. Decididamente, lo que se
vida se hizo. evangeliza con la palabra se desautoriza con el sacramento. De donde
Así las cosas, la pregunta que habría que hacerse es la siguiente: resulta, en demasiados casos, que la gente no toma en serio lo que el
¿puede la iglesia anunciar eficazmente el evangelio en estas condicio- clero dice en sus predicaciones.
nes? Dicho más claramente, ¿puede la iglesia evangelizar a la gente En tercer lugar, existe en todo este problema una razón de orden
cuando, en la práctica, pone la evangelización sólo en la predicación sociológico que es de la mayor importancia. Esta razón se refiere al
de la palabra, sin tener debidamente en cuenta la manera concreta y hecho de que en nuestra sociedad —por más que se empeñen en decir
práctica de celebrar los sacramentos? ¿puede, por lo tanto, evangeli- lo contrario los aficionados a la «secularización»— la gente sigue
zar cuando la predicación de la palabra va por un camino, mientras siendo religiosa, seguramente más religiosa de lo que algunos se
que la administración del sacramento va por otro? imaginan. Y la prueba está en el aprecio que tantas personas siguen
No nos engañemos. La iglesia no puede evangelizar a los hombres haciendo de bodas, bautizos, entierros y procesiones. Por supuesto
como Dios manda mientras las cosas sigan como están. Y ello por tres que todo eso tiene que ver mucho con lo mágico. Pero el hecho está
razones que se comprenden sin demasiado esfuerzo. ahí. Ahora bien, si el hecho religioso sigue jugando un papel tan
En primer lugar, por la razón teológica fundamental que ya se ha importante en la vida del pueblo, es evidente que ese hecho juega una
indicado, a saber: la necesaria unión y coherencia que tiene que darse carta decisiva en el proceso de la evangelización. Para bien o para
entre la palabra que se predica y el sacramento que se celebra. Porque mal. Pero la pura verdad es que ese hecho está ahí, desempeñando su
«palabra» y «sacramento» son los dos momentos fundamentales del papel decisivo.
único acontecimiento de Jesús Mesías salvador y liberador de los Pero, ¿qué pasa en la práctica y en la generalidad de los casos?
hombres. Ahora bien, los hombres no podemos dividir a Cristo. Pero Pues muy sencillo: que a la religiosidad popular se le ha dejado crecer
el hecho trágico es que la iglesia lo está dividiendo en su manera por sí sola, a merced del capricho popular y a merced también de los
concreta de actuar en la actividad pastoral. Lo está dividiendo en intereses de los poderosos. No se trata aquí, desde luego, de dar un
cuanto que la palabra de la predicación apunta a unas exigencias que juicio sobre el complejo problema de lo que llamamos «religiosidad
luego el sacramento ignora. Lo que es tanto como decir que de esa popular» 46 . Se trata sólo de caer en la cuenta que la práctica religiosa
manera el acontecimiento de Cristo no se actualiza debidamente ante ha quedado a merced del capricho popular, porque no se ha exigido
los hombres. en cada momento y en cada circunstancia que esa práctica sea
En segundo lugar, porque en este estado de cosas la iglesia se coherente con el evangelio y responda a las demandas de la predica-
contradice. Por una razón muy sencilla: lo que la iglesia dice con la ción de Jesús. Por otra parte, la práctica religiosa ha quedado también
palabra predicada lo contradice con el sacramento celebrado. De a merced de los intereses de los poderosos, porque los que detentan el
donde resulta que mientras por un lado está intentando formar la
conciencia de la gente (mediante la predicación y la instrucción 46. Cf. para una información bibliográfica completa sobre este asunto, R. Briones-
religiosa), por otro lado está deformando la experiencia religiosa de P. Castón, Repertorio bibliográfico para un estudio del tema de la religiosidad popular;
esa misma gente (mediante la práctica religiosa establecida). En la Communio 10 (1977) 1-38; cf. también el excelente informe Iglesia y religiosidad popular
vida son importantes las palabras; pero son más importantes los en América latina: Medellín 3 (1977) 269-297; sobre los documentos del magisterio acerc^
de este punto, cf. M. Arias, La religión del pueblo. Documentos del magisterio: Medellín 3
hechos. Si lo que se dice va por un lado y lo que se experimenta va por (1977) 328-350.
140 El culto cristiano: mensaje y celebración

poder y el prestigio en la sociedad han comprendido muy bien que 5


necesitan de la «religión establecida» como principio de «legitima-
ción» ante el pueblo, pero con tal que sea una religión en la que la Rito, magia y sacramento
práctica religiosa no resulta exigente. Apurando las cosas, se puede
incluso decir que los poderosos están dispuestos a tolerar que en la
sociedad haya.palabras eclesiásticas, medianamente exigentes; de la
práctica religiosa no resulte exigente. Apurando las cosas, se puede
ees sonaría la hora de la verdad y no habría más remedio que
decantarse y definirse.
Lo verdaderamente lamentable es que la iglesia, siguiendo con
una tradición de siglos de cristiandad, ha entrado en el juego; y se ha
dedicado a publicar documentos magisteriales y a predicar homilías y
sermones más o menos coherentes con el santo evangelio, pero ha
dejado la práctica religiosa a merced de lo que ha ido saliendo. A lo
sumo, se han negado los sacramentos a ciertos pecadores públicos en
muy contados casos, por ejemplo se ha negado la comunión a un
amancebado o la sepultura eclesiástica a uno que se ahorcó, si es que
eso no comprometía demasiado al párroco en cuestión. Pero no se ha
sido consecuente y se ha llegado hasta el final en otros casos que de 1. El rito es lo que manda
verdad ponían a la institución eclesiástica en aprietos, por ejemplo en
los casos de enormes pecados en materia social y política. Efectivamente, así es. En la iglesia católica se han organizado las
La consecuencia que se sigue de todo lo dicho es que la iglesia cosas de tal manera que, en la práctica religiosa establecida, lo que
saldrá de sus fracasos actuales el día que esté dispuesta a organizarse más se urge y se exige es la ejecución cabal y exacta de los rituales
como conjunto de comunidades sanas, en las que se proclama el oficialmente establecidos y prescritos por la autoridad competente.
mensaje de Jesús con audacia, se acoge en una verdadera experiencia Por supuesto, es frecuente que en la predicación eclesiástica se hagan
de conversión y se celebra en unos sacramentos que son auténtica exhortaciones a vivir cristianamente. Pero cuando se trata de admi-
respuesta a las exigencias del evangelio. El día que la iglesia se decida nistrar un sacramento, lo que se exige y lo que preocupa es la exacta
a hacer eso —por más que eso suponga una auténtica revolución ejecución del rito.
religiosa— la gente comprenderá que lo que se dice en la predicación Este comportamiento eclesiástico tiene su razón de ser, ante todo,
va en serio y que con el evangelio no se juega. Lo cual, por lo demás, en la doctrina que, desde la edad media, vienen enseñando los
no sería optar por una iglesia de «puros» y «cataros» (eterna tenta- teólogos acerca de lo que es un sacramento. En efecto, según la
ción de neofariseísmo a la usanza del tiempo), sino que sería optar por enseñanza tradicional de la teología, lo verdaderamente decisivo,
una iglesia que busca la justicia, el amor y la libertad, por más que no cuando se trata de administrar un sacramento, es que ese sacramento
alcance plenamente esa justicia, ese amor y esa libertad mientras sea válido, porque sólo entonces se puede aceptar como verdadero
peregrina por este mundo. Hace poco, Casiano Floristán ha escrito sacramento y signo eficaz de la gracia *. Por otra parte, para que en el
acertadamente lo que puede ser nuestra última conclusión: sacramento se dé esa validez, se requiere la potestad debida y la
debida intención en la persona que lo administra; y además se
No es fácil revelar la identidad del sacramento como tampoco es fácil requiere también que el sacramento se administre con la debida
descifrar la identidad cristiana. Lo que sí parece fuera de duda es que
no es posible creer sin celebrar adecuadamente47la fe, ni celebrar los «materia» (que en la eucaristía, el pan sea verdadero pan; en el
sacramentos de la fe sin creer al mismo tiempo . bautismo, el agua sea verdadera agua, etc.) y con la debida «forma»
(que se digan exactamente las palabras que hay que pronunciar para
47. C. Floristán, La evangelización, tarea del cristiano, Madrid 1978, 109; cf. la que el rito valga). «Si falta alguna de estas condiciones esenciales, el
bibliografía que presenta este autor en 109-110.
1. Cf. M. Nicolau, Teología del signo sacramental, Madrid 1969, 223.
142 Rito, magia y sacramento
El rilo es lo que manda 143
2
sacramento es inválido . Es más, ha sido también doctrina tradicio-
nal entre los teólogos que la esencia del sacramento consiste en la comunión durante el tiempo de la menstruación, pero ya M. Zalba,
materia y la forma que lo constituyen como tal sacramento3. Es decir, muy poco antes del concilio Vaticano II, pensaba que «parece» que
el rito o gesto sacramental y las palabras que acompañan a ese rito eso ya no era obligatorio10. Los ejemplos en este sentido se podría^
son las partes intrínsecamente constitutivas del signo sacramental4. amontonar indifinidamente. Pero no hace falta. Bastaría echar un
Por consiguiente, según esta doctrina tradicional en teología, hay vistazo a los manuales de teología moral que han estado en vigor
verdadero sacramento si el rito se ejecuta, en sus constitutivos esen- hasta hace muy poco tiempo y que incluso aún son consultados por
ciales (materia y forma), exactamente y como está determinado por la bastantes sacerdotes. Hasta estos límites se ha llegado en la minuciosa
autoridad eclesiástica competente. Y no hay sacramento si el rito no dad del ritualismo que había que observar en la administración de los
se ejecuta con esa exactitud. Por eso, el Catecismo romano del concilio sacramentos.
de Trento afirma que esos son los constitutivos, que pertenecen a la Evidentemente, al insistir de tal manera en la minuciosa observan-
naturaleza y a la sustancia de los sacramentos, y de los cuales cada cia de los ritos sacramentales y al fijar tan escrupulosamente las
sacramento se compone necesariamente5. condiciones para la participación en ellos, los moralistas actuaban
Por otra parte, el sacramento, aparte de sus constitutivos esencia- movidos por consideraciones de diversa índole. Por ejemplo, no cabe
les (materia y forma), se debe administrar según un determinado duda que al aconsejar a las mujeres que no se acercasen a la comunión
ceremonial de ritos taxativamente determinados y detallados. Tales eucarística durante la menstruación o también cuando aconsejaban a
ritos son estrictamente obligatorios, de tal manera, que, según el los esposos que no comulgasen al día siguiente de haber tenido el
concilio de Trento, no se pueden omitir ni se pueden cambiar; y si se coito 11 , en eso los teólogos denotaban una concepción de la sexuali-
omiten se comete un pecado 6 . A partir de este planteamiento, los dad que hoy nos parece, con toda razón, sencillamente inadmisible.
moralistas se han encargado de precisar y delimitar, hasta el último Pero no cabe duda que, además de esas ideas extrañas acerca de la
detalle, cuándo y cómo se cometía pecado, si se omitía o se cambiaba sexualidad, lo que había en el fondo de aquellas teologías era una
alguna ceremonia del ritual. Por ejemplo, los autores han enseñado, mentalidad acentuadamente mágica en la valoración e interpretación
durante mucho tiempo, que en la celebración de la eucaristía, el de los ritos eclesiásticos. Lo que interesaba, ante todo, era que el rito
sacerdote estaba obligado bajo pecado mortal a echar una gota de se observase con exactitud en todos sus detalles, procurando evitar
agua en el cáliz antes de la consagración del vino; y no debían ser más todo lo que pudiese mancillarlo. Más adelante, estudiaremos el origen
de ocho o diez gotas 7 . También se consideraba pecado mortal el decir histórico y las raíces psicológicas de esta manera de pensar. Por el
las palabras de la consagración en voz tan baja que el sacerdote no momento, será interesante advertir dos cosas. En primer lugar, que
pudiera oírse a sí mismo8 o el administrar la comunión sin roquete y esta mentalidad mágica no es asunto reciente en la iglesia; su historia
estola9. Es más, los moralistas discutían si la mujer podía recibir la es larga y, por lo demás, pintoresca, por ejemplo durante la edad
media se llegó a pensar que quienes veían alzar la sagrada hostia, en
2. Ibid, 224. ese día no perderían la vista o no se morirían de repente; en las
3. Cf. J. Puig de la Bellacasa, De sacramentis, Barcelona 1948, 14-20; Ch. Pesch, ciudades se dio el caso de que la gente corría de iglesia en iglesia para
Compendium theologiae dogmaticae IV, Freiburg 1922, 3-12; J. A. de Aldama, Theoria ver el mayor número de veces posible alzar la hostia, y los excomulga-
generalis sacramentorum, en Sacrae theologiae summa IV, Madrid 1956, 32-38. dos, que tenían prohibido ver la elevación, se dedicaron a hacer
4. «Res et verba sunt partes intrinseee constituentes signum sacraméntale, sicut mate-
ria el forma»: i. A. de Aldama, o. c, 37, que cita a Suárez, In 3, q. 60, disp. 2 s 1 s. agujeros en los muros de los templos, para no verse privados de los
5. «Haec igitur sunt partes, quae adnaturam et substantiam Sacramentorum pertinent, efectos maravillosos que producía la sola contemplación de ese rito12-
et ex quibus unumquodque Sacramentum necessario constituitur». Cat. Rom. II, 17, ed. P. La segunda advertencia que aquí interesa hacer —y esto es más
Martín Hernández, Madrid, 326.
6. «Si quis dixerit receptos et approbatos Ecclesiae catholicae ritus in sollemni sacra-
mentorum administratione adhiberi consuetos aut contemni, aut sine peccato a ministris pro 10. «Vacare iam videntur consilia abstinendi ab Eucharistia tempore menstruationis»:
libito omitti, aut in novos alios per quemcumque ecclesiarum pastorem mutari posse: anal, Ibid., 195.
sit»: Ses. VII, can. 13, DS 1613. 11. Cf. M. Zalba, o. c, 195.
7. Cf. H. Noldin-A. Schmith, Summa theologiae moralis III, Barcelona 1945, 115. 12. Cf. J. A. Jungmann, El sacrificio de la misa, Madrid 1953, 171; E. Dumoutet, le
8. Ibid, 224. désir de voir thostie, Paris 1926, 67-69; P. Browe, Die Verehrung der Eucharistie í"*
9. Cf. M. Zalba, Theologiae moralis summa III, Madrid 1958, 203. Mittelalter, München 1933, 56-61; A. Franz, Die Messe im deutschen Mittelalter. Beitrdge
zur Geschichte der Liturgie und des religiosen Volkslebens, Freiburg 1902, 103.
144 Rito, magia y sacramento Rito y magia 145

importante— es que esta mentalidad mágica no ha pasado, sino que de la gente: 1) el conservadurismo del rito: el sentido de la acción
por el contrario pervive en muchas personas seguramente más de lo sagrada puede cambiar, la acción en cambio sigue siendo la misma 16 .
que nos imaginamos. Evidentemente, las manifestaciones externas de De ahí que un rito puede cambiar de una religión a otra sin cambiar
esa mentalidad varían con el paso del tiempo. Pero el hecho es que la de forma. Porque la forma o expresión ritual tiende a petrificarse
mentalidad persiste. Por ejemplo, cuando se trata de celebrar la hasta cristalizar en una acción fija, que no cambia, que siempre se
eucaristía, hay personas que concentran su mayor atención e interés repite y que siempre es la misma y, por consiguiente, se ejecuta de la
en la exacta observancia del ritual y por eso se angustian si el misma manera; 2) la estrecha relación que existe entre el rito y la
sacerdote omite una oración o una rúbrica, mientras que parece no magia: es verdad que, cuando se trata de una acción externa, resulta
importarles demasiado si los asistentes a la misa no viven la experien- difícil decir con seguridad hasta qué punto la acción en cuanto tal
cia de comunión y de amor que es fundamental en ese sacramento. Y tiene un contenido puramente mágico o es más bien simbólico-
no digamos nada de las devociones populares, por ejemplo cuando la ilustrativo17. Pero, en todo caso, está fuera de duda que existe una
gente piensa que debe pasar físicamente la mano por la peana de una conexión profunda entre los ritos y la experiencia mágica. Esto se
imagen milagrosa para conseguir el efecto saludable de su oración. advierte, sobre todo, en los ritos defensivos, los llamados ritos apo-
Pero prescindiendo de estas auténticas extravagancias, el hecho es tropeicos, con los cuales uno intenta apartar de sí o rechazar un
que, según la práctica establecida en la actualidad, los sacerdotes y los elemento o ser maligno o peligroso18.
fieles siguen pensando que, cuando se trata de administrar un sacra- Para comprender la conexión tan íntima que existe entre el rito y
mento, lo decisivo es asegurar la validez. Y el sacramento es válido si la magia, lo más ilustrativo será pensar por un momento en lo que
se realiza ajustándose exactamente al ritual, al menos en sus elemen- constituye la esencia misma de la magia. Hasta hace algunos años, se
tos esencialmente constitutivos, es decir, si se aplica la materia que pensaba que la magia era una especie de pseudociencia, una ciencia
hay que aplicar, y si se pronuncian las palabras que en ese momento primitiva, propia de los pueblos y de las culturas más atrasadas. Esta
se deben pronunciar. Dicho de otra manera, lo que sigue imperando, interpretación de la magia, que ha sido ampliamente defendida por J.
en las celebraciones sacramentales de la iglesia, es el rito. Porque se G. Frazer, explica la esencia de la magia como una serie de conclusio-
tiene el convencimiento de que el rito, exactamente practicado, comu- nes basadas en premisas falsas. Cuando el hombre primitivo descubre
nica por sí mismo la gracia salvadora. por caminos empíricos que el sistema mágico no conduce necesaria-
mente a los objetivos deseados, se ve forzado a admitir la existencia de
poderes superiores que regulan el acontecer y de los que el hombre
2. Rito y magia depende por completo. Entonces, pero sólo entonces, es cuando surge
la religión, que es así posterior a la magia 19 .
Un rito es una acción sagrada a la que acompaña un mito. Por su Actualmente, las ideas de Frazer están prácticamente superadas
parte, un mito, en su acepción más elemental, es la palabra sagrada entre los especialistas en la materia. Porque se ha demostrado que lo
que acompaña al ritual y lo explica13. Pero aquí se debe advertir que característico de las acciones mágicas es sobre todo que están guiadas
la conexión entre el rito y el mito es tan fuerte que, en realidad, el mito por el sentimiento, no por la deducción de premisas racionales. Como
es una parte del ritual y el ritual una parte del mito 14 . De todas se ha dicho muy bien, la acción mágica representa una reacción
maneras, y no obstante esta concatenación entre el rito y el mito, sentimental, que es tan fuerte que el hombre sometido a ella quiere
sabemos que históricamente se ha dado la tendencia, en no pocas hacer resaltar los límites de la acción que le vienen impuestos por el
religiones, a dar mayor relieve al rito, a costa de la importancia de la espacio y el tiempo 20 . Esto explica el que incluso en personas de una
significatividad del mito 15 .
En los ritos se dan dos características que son de suma importan- 16. Ibid., 190.
cia a la hora de intentar comprender su influencia en la vida religiosa 17. Ibid., 192.
18. Ibid., 195; F. Heiller, Erscheinungsformen und Wesen der Religión, Stuttgart
1961, 177-181.
13. Cf. G. Widengren, Fenomenología de la religión, 135. 19. Cf. G. Widengren, o. c., 4-5; cf. J. G. Frazer, The golden bough I, London 1955,
14. Cf. S. H. Hooke (ed.), The Ufe giving myth, London-New York 1935, 276. 218 s.
15. G. Widengren, Fenomenología de la religión, 189. 20. G. Widengren, o. c., 5-6.
146 Rito, magia y sacramento La estructura de la magia 147
cultura altamente racionalizada se den sentimientos y experiencias de naturales, por eso pone en práctica determinados rituales a los que
tipo estrictamente mágico, como por ejemplo cuando se cree ciega- atribuye un efecto saludable.
mente en los efectos que pueden producir los hechizos y los conju- Aquí es importante advertir que, cuando se trata de los comporta-
ros 21 . Y esto es así porque, según parece, el origen de la magia está en mientos mágicos en relación con los comportamientos religiosos, se
el hecho de que el hombre imita lo que desea profundamente22. puede dar, en la experiencia total del hombre, una disociación muy
Ahora bien, a partir de esta nueva comprensión de la magia, se profunda. Porque el origen de la magia no está en la razón, sino en el
deducen dos consecuencias: 1) que la religión no es un estadio sentimiento. Lo cual quiere decir que una persona puede pensar con
posterior a la magia, sino que ambas subsisten conjuntamente y, con su razón que practica tales ritos porque en ellos actúa la gracia de
frecuencia, se ven mezcladas en la misma persona, hasta el punto que Dios que se comunica mediante el rito (ex opere opéralo), mientras
muchas veces resulta extremadamente difícil el constatar si la actitud que, al nivel del sentimiento, lo que de hecho funciona en esa persona
de una persona es mágica o religiosa; 2) que religión y magia es una determinada experiencia mágica. En tal caso, la religión y la
subsisten una al lado de la otra como dos reacciones psíquicas magia se vienen a encontrar e incluso a confundir en la experiencia
diametralmente opuestas: en la religión el hombre percibe su depen- total del individuo. Es más, a veces puede ocurrir que el discurso
dencia del poder superior o sobrenatural, mientras que en la magia el racional de ese individuo no sea sino una forma de «ideología» que
hombre piensa que él mismo es ese poder o que al menos puede sirve para ocultar la auténtica experiencia mágica, que es la que
controlarlo 23 . Por lo demás, esta segunda consecuencia no se opone determina los comportamientos «religiosos» de la persona en cues-
en absoluto a la primera, porque de sobra sabemos hasta qué punto el tión.
hombre es capaz de alimentar en sí mismo experiencias contrapuestas, Pero entonces, ¿cómo y cuándo se puede decir que existe un
por ejemplo experiencias de dependencia y dominación a un mismo comportamiento mágico propiamente tal? Para responder a esta
tiempo. pregunta, lo decisivo es tener en cuenta la estrecha relación que existe
De cuanto acabamos de decir se desprende una conclusión funda- entre los ritos y la magia. En efecto, como se ha dicho muy bien, «los
mental, a saber: que existe una conexión muy profunda, no sólo entre ritos y la magia están estrechamente unidos, y en ello va implícito el
la magia y la religión, sino más concretamente entre la magia y los principio del ex opere opéralo, es decir, que la eficacia de la acción
ritos. Lo cual es perfectamente comprensible. Por la sencilla razón de depende de que se ejecute conforme al ritual prescrito, que frecuente-
que la religión se expresa mediante determinados rituales; y, por otra mente exige la recitación de determinadas fórmulas»24. Más adelante
parte, es característico de la magia el hecho de que se lleva a la tendremos ocasión de estudiar lo que teológicamente significa la
práctica mediante ciertos ceremoniales o ritos. Pero esto necesita una expresión ex opere opéralo; y entonces veremos cómo esa fórmula, en
explicación más detallada. su significación original, no da pie a una interpretación mágica. Pero,
de momento, lo que nos interesa es comprender que hay magia en un
rito cuando a la ceremonia ritual se le atribuye una eficacia automáti-
3. La estructura de la magia ca, en orden a conseguir el efecto hacia el que empuja el deseo25. Es
decir, hay magia en un determinado comportamiento religioso cuan-
El origen de la magia, ya lo hemos dicho, no radica en la razón,
do el individuo está persuadido de que si ejecuta exactamente el rito y
sino en el sentimiento. Pero, ¿de qué tipo de sentimiento se trata? El
si recita al datalle las fórmulas que deben acompañar a ese rito,
denominador común en las acciones mágicas es el sentimiento de
entonces y sólo entonces, se consigue automáticamente el efecto que
deseo: se desea obtener algo que no se tiene; o escapar a un peligro
se desea obtener.
que amenaza. Pero como el hombre presiente que hay fuerzas supe-
riores que llegan a donde él no puede llegar mediante las causas físicas El comportamiento mágico está esencialmente determinado por
una experiencia clave, a saber: la experiencia del miedo y, a partir del
21. Cf. para todo este asunto, G. Widengren, Evolutionism and the problem of the
origin of religión, Ethnos 1945, 77 s; Religionens ursprung, Stockholm 1963, 31 s. 24. S. G. F. Brandon, o. c, 959.
22. S. G. F. Brandon, Diccionario de religiones comparadas II, Madrid 1975, 959. 25. Cf. J. M. Castillo, La alternativa cristiana, 228-229; cf. también G. Mensching,
23. Cf. G. Widengren, Fenomenología de la religión, 6-7; R. H. Lowie, Primitive Die religión, Berlin 1959, 133-139; R. Allier, Magie et religión, Paris 1935; A. Bertholet,
religión, London 1936, 147. Das Wesen der Magie, Berlin 1927.
La estructura de la magia 149
148 Rito, magia y sacramento

miedo, el deseo de seguridad. Estas experiencias tienen su origen en por lo demás, que no es sino algo imaginariamente pensado por el
los primeros estadios de la evolución de la persona. En efecto, hoy se sujeto neurotizado.
sabe que la vida del niño está marcada por experiencias muy profun- Por todo lo que acabamos de ver, se comprende perfectamente
das de inseguridad, por ejemplo la inseguridad que vive el bebé que, con frecuencia, las personas profundamente religiosas se ven
cuando deja de ser amamantado por la madre. Y es importante tener amenazadas de vivir este tipo de experiencias. Por eso, en casi todas
en cuenta que se trata de experiencias que marcan muy hondamente las religiones, existen abundantes manifestaciones de ritos mágicos,
la vida psíquica de la persona. De ahí la tendencia, latente o manifies- que son verdaderamente tales, por más que las ideas de los adeptos
ta, a refugiarse, en no pocas ocasiones, en las normas y ritos de una interpreten tales ritos como medios eficaces de santificación expresa-
religión altamente racionalizada, que libera de la angustia y del miedo mente instituidos por la divinidad. Por ejemplo, se sabe que la oración
radical en los momentos críticos de la vida. En este caso, no se trata se convierte, a veces, en un conjuro. En el fondo, la diferencia entre ,
ya del miedo o la angustia elemental que experimenta el hombre estas dos cosas es muy clara: la oración es dirigirse a la divinidad en
primitivo ante la amenaza de las «potencias» que actúan en la cuanto determinante del destino; el conjuro es una fórmula mágica en
naturaleza; se trata, más bien, del deseo de protegerse frente a la que el hombre da expresión a su propio deseo de ser él mismo señor
divinidad, para hacerla propicia y para escapar a los castigos de lo del destino31. Y otro tanto se puede decir de no pocas formas de
alto que pueden amenazar tanto en esta vida como en la otra 26 . celebración litúrgica, por ejemplo si una persona asiste a tal celebra-
ción impulsada para ello por el deseo de poner a la divinidad a su
Por lo que acabamos de indicar, se comprende que existe un
disposición mediante la exacta ejecución del ritual establecido. En
profundo parentesco entre los rituales mágicos y las experiencias
todos estos casos, siempre nos encontramos con la misma estructura
fundamentales de las que se ocupa el psicoanálisis. Freud habla a este
fundamental: la experiencia del miedo se traduce en un deseo, intensa-
respecto de lo que él llama la «omnipotencia de las ideas»27. Se trata
mente vivido, que se alia con el narcisismo de la persona neurotizada;
del proceso según el cual el hombre atribuye una eficacia incuestiona-
entonces, la persona en cuestión proyecta su deseo en forma de
ble a lo intensamente pensado y representado afectivamente. En el
comprensión engañosa que, a partir de la creencia en la omnipotencia
fondo, el hombre que vive este tipo de experiencia se halla muy
de sus propias ideas, le hace estar convencida que así puede transfor-
próximo al individuo más primitivo, «que cree poder transformar el
mar la realidad mediante la exacta ejecución del ritual. No cabe duda
mundo exterior sólo con sus ideas»28. Evidentemente, en todo este
de que entonces ese ritual es justamente un acto mágico.
asunto, lo que en realidad se oculta es un proceso auténticamente
neurótico, ya que, como advierte el mismo Freud, la «omnipoten- Y todavía, una advertencia importante: la magia, por su misma
cia de las ideas» no es sino una forma de neurosis obsesiva29. Está estructura fundamental, no dice relación ni con el comportamiento
claro que esta forma de neurosis termina por precipitar al sujeto ha- ético de la persona, ni con las experiencias que deciden el destino de
cia formas de autoengaño, que consisten en que el sujeto vive como un hombre, el sentido de la vida, o, en general, su existencia en la
real lo que no es sino una proyección de sus propias ideas, de su sociedad y en la convivencia humana. Un individuo, por ejemplo,
imaginación y, en definitiva, de su narcisismo infantil. Es decir, el puede tener un comportamiento reprobable o vivir arrastrado por
sujeto se llega a autoestimar hasta tal punto que, no sólo se persuade experiencias de egoísmo o incluso de odio. Nada de eso, al menos en
de que sus ideas son omnipotentes, sino que incluso se concede la principio, será impedimento para que el ritual cabalmente ejecutado
posibilidad de dominar el mundo 30 . Lo que está enjuego, en estos produzca los efectos mágicos que se le atribuyen. Dicho de otra
casos, no es el valor del acto sacramental o de la oración cristiana, manera: es característico de la magia el que las experiencias funda-
sino la eficacia automática de un determinado ritual. Una eficacia, mentales que vive la persona no entran como componentes o deter-
minantes de la eficacia que se le atribuye al ritual mágico. Esto es de-
cisivo para valorar hasta qué punto un creyente, por ejemplo, vive
las celebraciones litúrgicas como celebraciones propiamente cristia-
26. Cf. M. Oraison, El cristiano y la angustia, Bilbao 1974, 53-54; J. L. Segundo,
Teología abierta para el laico adulto IV, Buenos Aires 1971, 42-45. nas o más bien como rituales mágicos.
27. S. Freud, Tótem y tabú, en Obras completas V, Madrid 1972, 1801-1804.
28. Ibid., 1802.
29. Ibid. 31. G. Widengren, Fenomenología de la religión, 1.
30. Ibid., 1804.
150 Rito, magia y sacramento Jesús no fue un mago 151

4. Jesús no fue un mago tiempo. Pero, cuando se trata del fenómeno de la magia y de sus
relaciones con la práctica religiosa, lo más significativo que nos dice el
Si ahora queremos poner en relación todo lo que acabamos de ver nuevo testamento es lo que se refiere a la conducta del mismo Jesús.
con lo que, de hecho, es la vida sacramental cristiana, lo primero que En efecto, el evangelio de Marcos nos da cuenta de un episodio
hay que decir es que el nuevo testamento rechaza por completo, no que resulta de lo más significativo: Jesús va a Nazaret, llega a la
sólo la magia propiamente tal, sino sobre todo las desviaciones de la sinagoga un sábado, y la gente hace el siguiente comentario: «¿Qué
práctica religiosa que desembocan en prácticas de carácter mágico. saber le han enseñado a éste para que tales milagros le salgan de las
Empezando por lo más elemental, en el libro de los Hechos de los manos?» (Me 6, 2). Por eso comenta el mismo Marcos que a la gente
apóstoles, se cuenta que en Samaría había un tal Simón que practica- «aquello les resultaba escandaloso» (Me 6, 3). Esta incomprensión y
ba la magia y que tenía a la gente pasmada por los hechos prodigiosos este escándalo contrastan con la reacción normal que las masas
que realizaba (Hech 8, 9-11), de tal manera que todos pensaban que experimentan ante los hechos prodigiosos de Jesús, según el evangelio
en él actuaba la potencia de Dios (Hech 8, 10). Este individuo quiso de Marcos (Me 2, 12; 5, 15.20.42)34. Porque, mientras que la gente
obtener el poder de comunicar el Espíritu santo (Hech 8, 18-19). normalmente se entusiasma ante los milagros de Jesús, en este caso se
Evidentemente, este tal Simón se equivocó al querer comprar con escandaliza. ¿Por qué? La alusión a los «milagros que le salen de las
dinero el poder sobre el Espíritu. Pero parece que su error era más manos» es la prueba inequívoca de que los ciudadanos de Nazaret
profundo, ya que pensaba que se puede ejercer sobre el Espíritu un consideran que Jesús se dedicaba a prácticas de tipo mágico. Este
poder susceptible de ser transmitido por los que lo detentan. No cabe reproche se le hace otras veces a Jesús (Mt 12, 24 par). Lo que no
duda que en eso se detectan los caracteres de una práctica mágica, a la podía resultar sino escandaloso, hasta el punto de que eso constituía
que Simón por lo demás estaba habituado 32 . un delito castigado con la pena de muerte 35 . Ahora bien, teniendo
Otro episodio relacionado con la magia es el de los exorcismos estos datos en cuenta, lo más revelador de este episodio es que Marcos
judíos de Efeso: aquellos individuos quisieron servirse del nombre de termina el relato con la indicación de que «no pudo hacer allí ningún
Jesús para comunicar la gracia liberadora, pero su pretensión se vio milagro» (Me 6, 5). Y la razón última de eso está en que aquella gente
frustrada y la fórmula resultó ineficaz (19, 13-17). Sin lugar a dudas, no tenía fe (Me 6,6a). La intención de Marcos parece clara: frente a la
en este suceso lo que estaba en juego era una práctica mágica, como idea que tenían los habitantes de Nazaret, según la cual Jesús curaba
consta por el dato de que los que practicaban la magia quemaron los aplicando las manos a los enfermos y de esa manera lo que en realidad
libros que tenían acerca de tales prácticas (Hech 19, 19). Es más, hacía era practicar la magia, el evangelista quiere dejar bien claro que
parece que la alusión a Pablo en Act 19,15 quiere sugerir la contrapo- en los hechos prodigiosos de Jesús no había nada de prácticas
sición entre la verdadera iglesia, de una parte, y los círculos que se mágicas, es decir, de prácticas eficaces automáticamente por sí mis-
dedicaban a la puesta en práctica de rituales mágicos, por otra 33 . mas. Y la prueba está en que allí no pudo curar a los enfermos,
Por lo demás, los fenómenos de hechicería (farmaceía) son obras precisamente porque no tenían fe.
de los bajos instintos (Gal 5,20), pertenecen a la mala conducta de los Aquí será importante advertir que los evangelios insisten, una y
hombres (Ap 9, 21; 21, 8; 22, 15) o se consideran simplemente como otra vez, en que los hechos prodigiosos que practicaba Jesús, no se
abusos de la gran prostituta, Babilonia (Ap 18, 23). Igualmente, las debían a una especie de mecanismo automático, sino a la fe de las
prácticas de encantamiento (bascaind) son también reprobadas por personas que se beneficiaban de la presencia o del contacto de
Pablo (Gal 3, 1). Jesús 36 . Lo cual quiere decir que Jesús no comunicaba su gracia
En todos estos casos se ve que la iglesia primitiva no quiso tener curativa y liberadora por el simple hecho de ejecutar un determinado
parte alguna, ni la más mínima relación, con las numerosas prácticas ritual, la imposición de manos. En consecuencia, debe quedar claro,
de carácter mágico que proliferaban en el mundo del paganismo del
34. Cf. G. Minette de Tillesse, Le secret messianique dans Cevangile de Marc, Paris
1968, 265.
32. Cf. J. Dupont, Les ministéres de Péglise naissante dapres les Actes des apotres, en 35. Cf. J. Jeremías, Teología del nuevo testamento I, Salamanca 1974, 323.
la obra en colaboración Ministéres et célebration de í'eucharistie, Roma 1973, 97; cf. 36. Mt 8, 10-13; 9, 2.22.28-29; 13, 58; 15, 28; 17, 20; 21, 21-22; Me 2, 5; 5, 34.36; 6, 6;
también O. Bauernfeind, Die Apostelgeschichte, Leipzig 1939, 126-127. 9, 23-24; 10, 52; 11, 22-24; Le 5,20; 7,9.50; 8, 48.50; 17, 5-6.19; 18,42; Jn 4, 50; 11,40; cf.
33. Cf. E. Haenchen, Die Apostelgeschichte, Gottingen 1968, 500. Hech 3, 16; 14,9.
152 Rito, magia y sacramento La verdadera religiosidad 153

de una vez por todas, que la gracia de Dios se comunica al hombre en en todo lo que se refería al contacto físico con los enfermos (Lev 13-
tanto en cuanto en él hay fe, es decir, en la medida en que el sujeto 15; 2 Re 7, 3) y con cadáveres (Núm 19, 11-14; 2 Re 23, 11 s). Es
vive una determinada experiencia, que es la experiencia de la fe en verdad que algunos de los enfermos que curó Jesús mediante el
Jesús, la confianza ilimitada en él y la adhesión a su persona como el contacto no aparecen en las prohibiciones de la ley de Moisés, pero no
Mesías que habían anunciado los profetas37. Es más, se puede decir cabe duda de que en otros casos se trata de transgresiones manifiestas
que esta afirmación insistente de los evangelios, según la cual lo que de lo que estaba legislado, como es el caso del leproso (Lev 5, 3; 13,
cura a los enfermos es la fe que ellos tienen en Jesús, viene a ser el 45-46), el de la mujer que padecía hemorragias (Lev 15, 25-30) y el de
rechazo más tajante de lo que se ha llamado la magia contagiosa, que los muertos resucitados. Y en los casos en los que no sabemos de qué
consiste en la pretensión de ejercer un determinado influjo en una enfermedades se trataba, por lo menos queda claro que Jesús no
persona mediante el contacto físico, ya sea de otra persona, ya sea de muestra el menor reparo en que toda clase de enfermos le toquen a él
ciertos objetos que han tocado a la persona poseedora de las poten- o en tocar él mismo a los enfermos, fuera cual fuera su enfermedad.
cias mágicas38. Es evidente que Jesús, desde este punto de vista, no En consecuencia, el hecho de que Jesús devuelva la salud tocando a
fue un mago, ni se dedicó a prácticas de magia contagiosa. toda clase de enfermos y dé la vida tocando a los cadáveres nos viene
Pero aquí conviene aclarar un punto que puede plantear dificulta- a decir dos cosas: primero, que Jesús quebranta la ley religiosa
des: se trata del hecho de que Jesús curaba a los enfermos o incluso establecida; segundo, que además anula la ley, porque las mismas
resucitaba a los muertos mediante el contacto físico. En este sentido, cosas que según la legislación religiosa establecida producían impure-
resulta significativo el uso del verbo «tocar» (áptomaí). Así, en la za (y en ese sentido desgracia), en el comportamiento de Jesús
curación del leproso (Me 1, 41; Mt 8, 3; Le 5, 13); lo mismo ocurre al producen salud, vida y bendición. Por supuesto, sería exagerado
curar a la suegra de Pedro (Mt 8, 15), cuando los enfermos en masa se deducir de los pasajes citados —en los que Jesús sana tocando— que
acercan para tocarle porque así quedaban curados (Mt 14, 36; Me 3, toda la ley mosaica queda anulada. Pero es evidente que, según la
20; 6, 56; Le 6, 19), al dar vista a los ciegos (Mt 20, 34; Me 8, 22) y tradición de los evangelios sinópticos, las leyes que se refieren a la
cuando sana al sordomudo (Me 7, 33). Pero quizás el relato más impureza ritual, en lo que respecta a enfermos y cadáveres, quedan
expresivo a este respecto es el de la curación de la mujer que padecía anuladas por la conducta de Jesús y por los efectos que se siguen de
hemorragias: hasta cinco veces aparece en el breve pasaje el verbo esa conducta.
tocar (Me 5, 27.28.30.31; Le 8, 47), lo que evidentemente constituye En conclusión, se puede afirmar con toda seguridad que, en la
un dato fundamental para la interpretación del relato. Y algo pareci- conducta salvadora y liberadora de Jesús, no es el rito lo que manda,
do habría que decir de los casos en los que Jesús resucita a un muerto sino la fe. No son los rituales mágicos los que curan y liberan, sino la
(Le 7,14; Me 5,41). Ahora bien, ¿qué nos vienen a decir estos hechos? adhesión que las personas prestan a Jesús. Y cuando Jesús parece que
Ya hemos indicado que estas curaciones «por contacto» no se pueden ejecuta un ritual al tocar a los enfermos, en realidad lo que hace es
interpretar en sentido mágico, puesto que no eran gestos o ritos desautorizar y anular las leyes rituales de la religiosidad judía. Decidi-
eficaces automáticamente y por sí mismos. Y la prueba está en que damente, Jesús no fue un mago, sino exactamente al revés, el rechazo
cuando las personas no tenían fe, no podían ser curadas por Jesús. Es y la anulación de todo lo que diga relación a rituales emparentados
decir, lo que curaba no era el rito del contacto por sí mismo, sino la fe con la magia religiosa.
de las personas, como le dice expresamente Jesús a la mujer que
padecía hemorragias: «Hija, tu fe te ha salvado» (Me 5, 34). Pero
entonces, si eso es así, ¿que significa ese hecho repetido del contacto 5. La verdadera religiosidad
físico con los enfermos y con los muertos? Sabemos que las leyes
religiosas del judaismo sobre la pureza ritual eran sumamente severas Hay un pasaje, extensamente relatado por el evangelio de Marcos,
que nos muestra, quizás con más claridad que ningún otro, la postura
de Jesús en lo que se refiere a la religiosidad basada en ritos y
37. Cf. J. Alfaro, Fides in terminología bíblica: Gregorianum 42 (1961) 479; P.
Benoit, Lafoi dans les Synoptiques: Lum. et Vie (1954) 469-488. ceremonias a los que se atribuye un efecto incuestionable. Se trata del
38. Cf. G. Widengren, Fenomenología de la religión, 4; ha tratado más ampliamente enfrentamiento de Jesús con las autoridades religiosas judías por
este punto J. G. Frazer, The golden bough I, 52-60. causa de los ritos acerca de las comidas y las purificaciones sagradas
154 Rito, magia y sacramento La verdadera religiosidad 155

(Me 7, 1-23; Mt 15, 1-20). En este caso se habla de fariseos y letrados 13; 6, 7; 8, 1; 10, 42; 12, 43). Se trata, por tanto, de un asunto
venidos de Jerusalén (Me 7, 1). El conflicto se plantea ya a nivel de las importante. Es decir, lo que a continuación afirma Jesús es una
autoridades centrales, lo que parece indicar que la situación se ha cuestión del máximo interés para sus oyentes y para la comunidad de
agravado sensiblemente. El motivo que provocó este conflicto fue, discípulos.
una vez más, el comportamiento de la comunidad de Jesús al no La tesis que entonces plantea Jesús marca un contraste radical:
observar los ritos establecidos para asegurar la pureza sagrada antes «nada que entra de fuera puede manchar al hombre; lo que sale de
de las comidas (Me 7, 2; Mt 15,2; cf. Mt 7,4; Le 11,38; Heb 9,10). En dentro es lo que mancha al hombre» (Me 7, 15; Mt 15, 11). Jesús
la ley de Moisés se prescribían ciertos lavatorios rituales (Ex 30, 18- quiere decir: todo lo que es exterior a la persona no puede modificar
21; Dt 21, 6; cf. Sal 26, 6), que obligaban a los funcionarios del culto. la verdadera situación de la persona ante Dios y, por eso, no puede ser
Pero, con el paso del tiempo, estos ritos y abluciones sagradas se origen de impureza moral. Ahora bien, un ritual religioso es exterior a
hicieron obligatorias para todos los judíos antes y después de las la persona. Por consiguiente, aunque el ritual no se observe, la
comidas, de tal manera que sobre todo en tiempo de Jesús la piedad persona en su verdadero ser y en su verdadera relación con Dios
farisaica había ampliado todo aquello de manera muy considerable39. permanece intacta. En otras palabras: el ritual no cumplido no puede
Por eso, Marcos indica expresamente que se trataba de obligaciones ser origen de impureza moral.
que cumplían los fariseos y los judíos en general (Me 7, 3). Aquí, pues, Evidentemente, una afirmación de esta envergadura resultaba
tenemos un caso típico de ceremonias rituales que no estaban impues- difícil de comprender para la mentalidad de aquella gente aferrada al
tas por la ley divina, sino por la tradición humana (Me 7, 8) o como legalismo y al ritualismo de los ceremoniales sagrados. Por eso los
dice el mismo Jesús, con un matiz claramente peyorativo, se trataba discípulos no entendieron lo que Jesús quería decir (Me 7, 17-18; Mt
de «vuestra tradición» (Me 7, 9.13; Mt 15, 3.6). 15, 15-16) y, por supuesto, los fariseos se escandalizaron de aquella
Pues bien, planteado el conflicto en estos términos, la respuesta de doctrina (Mt 15, 12). Porque, efectivamente, Jesús estaba planteando
Jesús a sus adversarios afirma fundamentalmente tres cosas: 1) que una doctrina auténticamente revolucionaria al afirmar que «nada que
todos aquellos ritos y observancias sagradas no eran sino un culto entra de fuera puede manchar al hombre» (Me 7, 19); Marcos
inútil y vacío (Me 7, 6-7; Mt 15, 7-8); en este sentido, Marcos y Mateo puntualiza que con eso «declaraba puros todos los alimentos». Ahora
citan a Is 29, 13, texto en el que Dios reprocha al pueblo por el culto bien, esto significaba exactamente anular la ley religiosa de las obser-
que se le ofrece, un culto en el que el corazón de los hombres vancias rituales. Por consiguiente, lo que Jesús plantea en el fondo es
permanece lejos del Señor, hasta el punto de que tal culto no es nada el problema de la religiosidad basada en ritos y ceremoniales. Y
más que «precepto humano y rutina» 4(>; 2) que además todas aque- afirma, frente a la acusación que se hacía contra los discípulos de que
llas observancias rituales conducían a anteponer la tradición humana no cumplían con los ritos sagrados, que ese incumplimiento no
al mandamiento de Dios y, lo que es peor, llegaban incluso a invalidar representaba distanciamiento alguno de Dios. Porque lo que determi-
(ákuroüntes) (Me 7, 13) lo que Dios mandaba (Me 7, 8-13; Mt 15, 3- na la situación moral de la persona es lo que brota del corazón. Los
6); 3) que la verdadera impureza, es decir la verdadera situación de ritos, por una parte, y las decisiones que brotan de lo profundo de la
cercanía o lejanía ante Dios, solamente proviene de las decisiones que persona, por otra, son dos realidades contrapuestas. Y Jesús declara
brotan del corazón, de lo más profundo de la persona (Me 7, 15-23; solemnemente que lo que importa no es el ceremonial y los ritos, sino
Mt 15, 10-20). las opciones más profundamente personales. Esta interpretación que-
De estas tres afirmaciones, la más importante es la última, cosa da garantizada por el dato significativo de que la lista de vicios que
que hace notar Marcos al poner un énfasis y una solemnidad particu- presenta Jesús (Me 7, 21-23; Mt 15, 19-20) no es en modo alguno una
lar en las palabras de Jesús: «Entonces llamó de nuevo a la gente y les lista de preceptos legales, es decir, no se trata de una legislación
dijo: escuchadme todos y atended esto» (Me 7, 14). En el vocabulario religiosa-ritual que vendría a sustituir a la ley que Jesús anula 42 .
de Marcos, esta convocación (proskalesámenos) indica el ejercicio de
la autoridad de Jesús y el reconocimiento de esa autoridad (cf. Me 3, 41. Cf. R. Pesch, Das Markusevangelium, en Herders theologischer Kommentar zum
N.T. II/l, Freiburg 1976, 379; P. S. Minear, Audience criticism andMarkan ecclesiohgy,
en Neuen Testament undGeschite, Tübingen 1972, 79-89.
39. Cf. F. Hauck, en TWNT IV, 945-947. 42. Cf. S. Lyonnet, Peché, en Dict. Bibl. Suppl. VII, 488 y 496-498, con bibliografía
40. Cf. Q. Quesnell, The mind ofMark, Roma 1969, 97. selecta.
156 Rito, magia y sacramento
La libertad del Espíritu 157

En resumen: tomando pie de un incidente secundario —la trans-


gresión de las tradiciones judías sobre las purificaciones rituales- que el sacerdote es la persona que, por virtud del sacramento del
Jesús va más lejos del caso planteado y llega a afirmar solemnemente orden, puede celebrar esos sacramentos; además, se nos ha dicho
que la observancia o inobservancia de los rituales no es lo que también que cada sacramento se compone de una «materia» (el agua
determina la verdadera situación del hombre ante Dios. La situación para el bautismo, el pan y el vino para la eucaristía, etc.) y de una
moral de la persona depende exclusivamente de sus opciones más «forma» (las palabras concretas y determinadas que se deben pronun-
fundamentales, es decir, lo que brota del corazón y se traduce en daño ciar al administrar el sacramento), y que eso es lo que esencialmente
y en mal para los demás. Jesús declara, por consiguiente, que la se requiere para que el sacramento sea «válido», con tal que el que
religiosidad que se basa en ritos no sirve. La verdadera religiosidad es administra el sacramento tenga intención «de hacer lo que hace la
la que brota del corazón del hombre, de sus experiencias más funda- iglesia» y con tal que quien recibe el sacramento no ponga «óbice», es
mentales y de sus decisiones a favor o en contra de los demás. decir, impedimento; y a todo esto se añade que los sacramentos deben
ser administrados de acuerdo con un ritual exactamente determinado
por la autoridad eclesiástica, ritual al que hay que ajustarse con todo
6. La libertad del Espíritu esmero y exactitud, pues de lo contrario se comete un pecado y se
escandaliza a los fieles. Todas estas cosas son los grandes principios
La práctica del culto, y más concretamente del culto sacramental, que constituyen el cuerpo de la dogmática sacramental. Y de ahí que
en la iglesia primitiva plantea un problema importante y significativo, la preocupación constante de los obispos y de los sacerdotes está en
a saber: siendo el culto algo tan importante para la iglesia, sin que los fieles comprendan estos principios, que los vivan, que se los
embargo los datos que sobre él nos han quedado escritos son suma- asimilen hastan el fondo y que los practiquen con el mayor esmero.
mente fragmentarios y pobres. Un reconocido especialista en los Porque se tiene el convencimiento de que si todo eso se comprende y
orígenes del cristianismo, M. Goguel, ha escrito: se lleva a la práctica por la mayor cantidad posible de gente, entonces
la vida de la iglesia será floreciente y fecunda y así se llevará a cabo la
El contraste es vivo entre la importancia que el culto ha tenido para el obra de Jesucristo en el mundo.
cristianismo primitivo y la escasez y el carácter esporádico de las Pues bien, planteadas así las cosas, hay que decir con toda
informaciones que poseemos a este respecto. El inventario de la docu- seguridad —por más que resulte extraño o desconcertante— que
mentación desde los orígenes hasta Justino Mártir se hace rápidamen-
te. Lo que se conoce del culto sacramental parece menos sumario que lo nada de eso aparece en el nuevo testamento. Lo cual quiere decir que
que se refiere al culto de la palabra. Sin embargo, eso no es nada más ninguna de esas cosas constituye lo más importante y esencial que la
que una apariencia. Si poseemos algunas informaciones es acerca de la iglesia tiene que saber y practicar cuando se trata del culto cristiano,
significación religiosa y teológica de los sacramentos, no sobre la concretamente cuando se trata del culto sacramental.
manera como el bautismo era administrado y la eucaristía celebrada.
Para encontrar algunas indicaciones a este respecto hay que descender Efectivamente, por lo que se refiere al número de los sacramentos,
hasta la Didajé, y lo que en ella se encuentra muestra que la liturgia, lo hay que esperar hasta el siglo XII para que en la iglesia quede claro
mismo bautismo que eucaristía, era todavía muy fluctuante. Es sólo que son siete. Durante los mil primeros años del cristianismo, las
con Justino Mártir con quien las cosas se nos presentan con una mayor opiniones de los teólogos son tan diversas a este respecto que mientras
precisión43.
unos decían que los sacramentos son tres, otros llegaban a afirmar
Pero, con ser tan importante, no es nada más que una primera que son treinta (más adelante hablaremos de este asunto). En el nuevo
aproximación a un problema de mayor envergadura. En efecto, testamento no se dice nada sobre el matrimonio como sacramento. Y
cuando hablamos de los sacramentos, estamos acostumbrados a decir tampoco parece que se pueda probar con seguridad la existencia de la
que son siete, que esos siete sacramentos fueron instituidos por unción de los enfermos, ya que el único texto que se puede aducir en
Cristo, que tres de esos sacramentos imprimen «carácter» (el bautis- ese sentido, el de la carta de Santiago (5,13-15), puede referirse a una
mo, la confirmación y el orden), que la eucaristía y la penitencia forma de curación carismática, es decir, no se puede demostrar que ahí
pueden ser administrados sólo por los sacerdotes y, por consiguiente, se hable de un sacramento instituido por Cristo. Y tampoco sabemos
nada acerca de la confirmación como sacramento distinto del bautis-
43. M. Goguel, L'eglise primitive, Paris 1947, 266-267.
mo, puesto que los textos que se suelen aducir en ese sentido (Hech 8,
4-20; 19,1-7; Heb 6,1-6) no demuestran nada seguro al respecto: en el
158 Rito, magia y sacramento La libertad del Espiritu 159

nuevo testamento, lo que especifica al bautismo cristiano es la dona- mandato: «tomad, comed» (Mt 26,26; Me 14, 22). Ahora bien, si este
ción del Espíritu (Hech 1, 5; Mt 3, 11; Me 1, 8; Le 3, 16) y, por otra mandato es para todos, no se ve por qué el otro haya de quedar
parte, en el libro de los Hechos, tal donación no está necesariamente restringido solamente a los dirigentes de la comunidad. Desde el
vinculada al gesto de la imposición de manos, ya que hay casos en los punto de vista exegético, los textos no dan más de sí. Y en el resto de
que el Espiritu desciende incluso antes del mismo bautismo, como la documentación del nuevo testamento sobre la eucaristía no hay un
ocurre en casa de Cornelio (Hech 10, 44 s; 11, 15-16); además, hay solo pasaje del que se pueda deducir que la celebración tenía que estar
autores que piensan que la intención de Lucas en el libro de los presidida por un obispo o un presbítero. No tenemos datos de que ese
Hechos no es demostrar que el Espíritu es otorgado mediante un rito asunto preocupara a la Iglesia primitiva. Por eso, la Conferencia
sacramental, sino que concretamente en 8, 4-20 se refiere al problema episcopal alemana ha dicho recientemente que «la existencia de una
de la unidad de la iglesia, es decir los apóstoles van integrando en la relación entre el ministerio presbiteral y la presidencia de la eucaristía
comunión con la iglesia madre de Jerusalén a los grupos nuevos de no está documentada en el nuevo testamento»47. Es más, en el siglo
creyentes que van surgiendo 44. Y en cuanto al sacramento del orden, III, tenemos testimonios por los que sabemos que la eucaristía era
resulta extremadamente problemático que el gesto de la imposición de celebrada por los seglares. Las afirmaciones más claras en este sentido
manos, del que se habla en las cartas pastorales, signifique necesaria- son de Tertuliano 48 y hay algunos indicios en Clemente de Alejan-
mente un rito de ordenación sacramental para acceder al presbiterado dría 49 , Orígenes50 y más tarde en Teodoreto 51 ; el concilio de Arles,
(cf. 1 Tim 4,14; 2 Tim 1, 6), puesto que parece que en esos textos no se en el año 314, tuvo que prohibir que los diáconos siguieran ofreciendo
trata de una ordenación, sino simplemente de un gesto de bendición y la eucaristía52. Todo esto indica obviamente que el poder de celebrar
aprobación mediante el cual se quería indicar que un sujeto tenía el la eucaristía no quedó exclusivamente reservado a los obispos y
poder de enseñar oficialmente la doctrina cristiana45. Mucho más presbíteros hasta bastante tarde. Es decir, eso fue una cuestión que
tarde, en el siglo 111, la Tradición apostólica de Hipólito nos informa originalmente no constituyó problema para la iglesia. Y en cuanto a
de la praxis que había en algunas iglesias según la cual si un cristiano la potestad para perdonar los pecados, está explícitamente documen-
sufría persecución y cárceles por su fe, era automáticamente conside- tada en el nuevo testamento como un don que Cristo hizo a sus
rado como.presbítero sin necesidad de que se le impusieran las manos discípulos (Jn 20, 22-23), pero por Mt 18,18 sabemos que el poder de
por parte del obispo46. Por consiguiente, de los datos que nos aporta «atar y desatar» fue también dado por Jesús a cualquier miembro de
el nuevo testamento, sólo podemos saber que en la iglesia primitiva se la comunidad cuando se reconcilia con su hermano; y por Sant 5,16
practicaban tres sacramentos: el bautismo, la eucaristía y la peniten- sabemos que en la iglesia primitiva existía la práctica de confesar los
cia. Sobre los demás, todo son conjeturas, hipótesis no confirmadas y pecados con cualquier cristiano. Es más, se sabe que durante los siglos
argumentos que en definitiva no demuestran nada en concreto. IV y V se propagó notablemente la práctica de acudir a confesarse
De lo dicho se desprende lógicamente que menos aún se puede con monjes que no eran sacerdotes53.
demostrar, con el nuevo testamento en la mano, que los siete sacra- Tampoco sabemos nada en concreto acerca de si en la iglesia
mentos fueran instituidos por Cristo. primitiva existían unos determinados rituales para la celebración de
Tampoco se puede probar que los ministros de las comunidades los sacramentos. De ese asunto el nuevo testamento no se ocupa ni le
fueran los únicos que podían administrar los sacramentos, ni siquiera
cuando se trata de la eucaristía o de la penitencia. En cuanto a la 46. Trad. Apost. c. 34, ed. copta W. Tiel-J. Leipoldt: TU 58, 5-7; ed. árabe J. A.
eucaristía, no se demuestra nada con el texto de los relatos de la Perier, Les 127 canons des apotres, PO VIII, c. 24; ed. etiope H. Duensing, Der aethiopis-
institución: «haced esto en memoria mía» (Le 22, 19; 1 Cor 11, 24). che Text der Kirchenordnung des Hippolyt, Góttingen 1946, 37-39; análisis de estos textos
en C. Vogel, Le ministre charismatique de l'eucharistie, en Ministéres et celebration de
Porque esas palabras de Jesús tienen un paralelo perfecto en el otro reucharistie, Roma 1973, 191-195.
47. Conferencia Episcopal Alemana, El ministerio sacerdotal, Salamanca 1970, 55.
48. De exhort. cast. VII, 2-6; De monog. XII, 1-2; cf. C. Vogel, o c 198-204
44. Cf. A. Hamman, Baptéme et confirmation, Paris 1966, 194. 49. Strom. VI, 12; CGS II, 485.
45. A. Lemaire, Les ministéres aux origines de feglise, Paris 1971, 130; J. Jeremías, 50. In Mat. 12; CGS XII, 3, 23.
Die Briefe an Timotheus und Titus, Tübingen 1963, 30; C. K. Barret, The pastoral epist/es, 51. Hist. eccl. I, 23, 5; CGS I, 73.
London 1963, 72; J. N. D. Kelly, A commentary on the pastoral epistles, London 1963, 52. Ed. Munier, CC 148, 12.
108. 53. Cf. J. Ramos Regidor, El sacramento de la penitencia, Salamanca 1975, 200-204.
160 Rito, magia y sacramento La libertad del Espíritu 161

presta atención. Así, cuando se habla del bautismo, en contextos el mandamiento nuevo del amor (cf. Le 22, 20; 1 Cor 11, 25; Me 14,
narrativos, se dice simplemente que se administró el bautismo, o que 24) 59 ; 4) que además no nos consta que los relatos de la institución
tales personas fueron bautizadas, pero nunca se nos informa acerca fueran utilizados, como expresión litúrgica, en las formas de celebra-
del ceremonial que en esos casos se aplicaba (Hech 2, 41; 8, ción que nos han quedado reflejadas en la Didajé60 y mucho más
12.13.16.38; 9, 18; 10, 48; 16, 15.33; 18, 8; 1 Cor 1, 13-17). Y menos tarde en los escritos de Justino 61 ; por lo menos, se puede garantizar
aún se encuentran trazas de un ritual fijo en los textos doctrinales que en esos relatos no se retiene, como elemento esencialmente
sobre el bautismo (Rom 6, 3-4; 1 Cor 10, 2; 12, 13; Gal 3, 27; Ef 4, 5; constitutivo de la eucaristía, el pretendido ceremonial de la institución
Col 2, 12; 1 Pet 3, 21). Más aún, de los textos bautismales del nuevo que, según algunos, aparece ya casi fijado en los relatos de los
testamento no se puede deducir que la «forma» del sacramento fuera evangelios sinópticos y en la primera Carta a los corintios.
el bautizar «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo», De lo dicho puede deducirse, con suficiente claridad, que en los
ya que el texto de Mt 28, 19 no se puede interpretar como una dos sacramentos que mejor conocemos por la tradición primitiva de
fórmula litúrgica54, cosa que, por otra parte, resulta evidente si la iglesia, el bautismo y la eucaristía, no existía un ceremonial litúrgi-
tenemos en cuenta que también se usa el bautismo en «nombre de co o un ritual fijo al que cada celebración tuviera que ajustarse. Y ésa
Jesús» (Hech 2, 38; 8, 16; 19, 5)55. E s t o quiere decir evidentemente es la razón por la que ha resultado sencillamente imposible establecer
que el nuevo testamento no nos dice nada seguro acerca de las un lazo de conexión entre las liturgias más antiguas que se conocen y
palabras rituales o litúrgicas que debían acompañar la administración lo que en realidad se celebraba en las comunidades cristianas durante
del bautismo. Y prácticamente nada más sabemos acerca de la los dos primeros siglos 62
liturgia bautismal en las comunidades primitivas 56. En resumen: el culto de las comunidades primitivas no estaba
Por lo que se refiere a la celebración de la eucaristía, se han configurado o determinado por unos rituales concretos, por unas
buscado minuciosamente los indicios de un posible ritual litúrgico en ceremonias fijas y por una legislación exacta en ese sentido. Lo que
los textos de la institución (Mt 26, 26-29; Me 14,22-25; Le 22, 15-20; 1 esencialmente configura el culto de la iglesia antigua es la presencia y
Cor 11, 23-26)57, p e r o sobre este asunto deben quedar claras varias la acción del Espíritu. A eso aluden expresamente los textos del nuevo
cosas: 1) que no se trata nada más que de meros indicios, de los que, testamento que establecen una relación directa entre el bautismo
por consiguiente, no podemos deducir nada seguro; 2) que entre los cristiano y la donación del Espíritu al creyente y a la comunidad
cuatro relatos de la institución existen marcadas diferencias y los cristiana (Mt 3,11; Me 1, 8; Le 3, 16; Jn 1, 33; Hech 1, 5; 1 Cor 12, 13).
especialistas en la materia no se han puesto de acuerdo ni siquiera Es el culto que se celebra por la virtud de los dones y carismas que el
acerca de cuál de esos relatos es el más original 58; 3) que el evange- Espíritu distribuye en la comunidad (1 Cor 12,4-6). Y es el Espíritu el
lio de Juan, después de haber hablado extensamente sobre la eucaris- que capacita a sus ministros «para el servicio de una alianza nueva, no
tía (Jn 6, 41-59), cuando llega el relato de la última cena, omite de código, sino de Espíritu; porque el código da muerte, mientras el
sorprendentemente el hecho de la institución y justamente en el sitio Espíritu da vida» (2 Cor 3, 6). Ahora bien, donde hay Espíritu del
en que Mateo y Marcos colocan las palabras sobre la eucaristía (entre Señor, hay libertad (2 Cor 3,17). Y es a partir de este Espíritu y de esta
la traición de Judas y el anuncio de la negación de Pedro), Juan ha libertad, que no se deja encadenar a ritos ni fórmulas, desde donde se
situado el mandato del amor fraterno (Jn 13, 34-35), lo que por lo debe entender la manera concreta de celebrar cristianamente los
menos hace pensar seriamente en que para el cuarto evangelio lo sacramentos de la iglesia.
fundamental de la eucaristía no es el ceremonial concreto, sino la
experiencia y la vida de amor que debe caracterizar a la comunidad
cristiana: la sangre de la nueva alianza se relaciona estrechamente con

59. Cf. R. E. Brown, The gospel according to John, New York 1970, 612.
54. Cf. J. Schmid, Das Evangelium nach Matthaus, Regensburg 1948, 273. 60. 9, 1-4.
55. Cf. A. Stenzel, Cyprian unddie Taufe «in Ñamen Jesu»: Schol. 30 (1955) 372-387.
61. Dial. 41, 1.3; 70, 4.
56. Cf. B. Neuenheuser, Baptéme et confirmation, París 1966, 29. 62. Cf. M. Goguel, L'église primitive, París 1947, 346, que se refiere al intento
57. Cf. J. Betz, La eucaristía, misterio central, en Mysterium Salutis IV/2, 187-188. fracasado de la importante obra de H. Lietzmann, Messe und Ábendmahl. Eine Studie zur
58. Cf. A. Gerken, Theologie der Eucharistie, München 1973, 17-60. Geschichte der Liturgie, Bonn 1926.
162 Rito, magia y sacramento Conclusión 163

1. Conclusión sacramentos cristianos no pueden ser interpretados como ritos sagra-


dos. Y por tanto no pueden ser puestos en práctica como tales ritos.
Se ha dicho con razón que el culto de la iglesia primitiva, al no Queda, sin embargo, una dificultad seria por aclarar: el bautismo,
tener ningún pasado, no estaba ligado por ninguna tradición y, por la eucaristía, las imposiciones de manos, son gestos que la iglesia
eso, no estaba encerrado en ningún cuadro rígido, ni tenía ninguna primitiva asumió de la religión judía. Se sabe, en efecto, que el
forma fijada o cristalizada; el culto entonces era pura espontaneidad. judaismo practicaba el bautismo con los «prosélitos», es decir, con los
Una liturgia fija no se establece nada más que cuando la inspiración individuos no judíos que se convertían a su religión. El ritual de la
falta y hay que suplirla63. iniciación que se practicaba entonces comportaba la circuncisión, el
Estamos de acuerdo con esta conclusión. Pero después de todo lo bautismo y el sacrificio64. Esa práctica del judaismo influyó sin duda
que se ha dicho en las páginas anteriores, parece que se puede y se en el bautismo que, desde el primer momento, empezó a practicar la
debe ir más lejos. Si el nuevo testamento no dice nada concreto y iglesia. Algo parecido hay que decir por lo que respecta a la eucaristía,
concluyente acerca de las cuestiones que más seriamente preocupan porque se ha demostrado que la institución eucarística implica una
hoy a muchos obispos y sacerdotes cuando se trata de la celebración referencia bastante directa a la celebración de la pascua judía 65 . Y en
de los sacramentos, eso quiere decir que la forma de interpretar esos cuanto a las imposiciones de manos, sabemos también que se trataba
sacramentos y la manera concreta de llevarlos a la práctica ha sufrido de un gesto utilizado por el judaismo con una determinada significa-
un cambio muy profundo, en el sentido de que hoy se pone el acento y ción religiosa66. Tenemos, por consiguiente, que los sacramentos
el interés en cosas que no parecen haber interesado a los autores del cristianos no fueron gestos inventados por la iglesia, sino signos o
nuevo testamento. Concretamente, aquellos autores —que debían ritos religiosos asumidos del judaismo. Entonces, ¿cómo se puede
saber lo que es un sacramento, lo que es el bautismo y la eucaristía— decir que los sacramentos no son ritos o que no se deben interpretar
no se preocuparon para nada en fijar ritos y ceremonias, en exigir que como gestos rituales? Efectivamente, el nuevo testamento no nos
tales ritos se ejecutaran cabalmente, en precisar hasta el detalle quién habla de rituales fijos para la celebración de los sacramentos. Pero,
puede administrar un sacramento, qué palabras tiene que decir cuan- ¿es que hacía falta hablar de tales rituales? ¿No estaba eso ya indicado
do lo administra, cómo se tiene que vestir en ese momento, qué gestos por la sola mención al bautismo o a la cena eucarística?
debe realizar, etc. Si todo eso no salió a la luz en aquellas primeras Evidentemente, no se pueden soslayar estas preguntas. Ni siquiera
comunidades de creyentes, si todo eso es asunto que ni se menciona, quitarles importancia. Porque en ellas seguramente está el nudo de lo
es porque todo eso no debe ser lo esencial y lo más importante cuando que vamos a seguir tratando de aquí en adelante. De todas maneras,
hay que celebrar el culto cristiano. Por el contrario, sabemos perfecta- sí parece importante hacer una observación: si el nuevo testamento no
mente que las comunidades primitivas se opusieron a los ritos como hace mención de rituales fijos y concretos y si se limita solamente a
gestos que automáticamente producen efectos de salvación y más en hacer mención del hecho del bautismo o de la celebración de la
concreto se opusieron a todo lo que pudiera tener apariencia de eucaristía, eso está indicando que el aspecto puramente ritual no
magia. revistió importancia determinante para las primeras comunidades.
Digamos, pues, como conclusión, que el rito, en cuanto acción Porque no basta decir que se bautizaron tales o tantas personas.
sagrada a la que acompaña automáticamente un efecto salvífico en ¿Cómo se celebraba ese rito? Nada seguro sabemos al respecto. ¿Y
todo aquel que no le pone un «óbice» o impedimento, no es lo que cómo se celebraba la eucaristía? Tampoco sabemos casi nada en
esencialmente constituye a un sacramento. Es más, se puede también concreto sobre este asunto. Los gestos, las palabras, los detalles del
asegurar que esa manera de entender los sacramentos desemboca en posible ritual, no interesaron a las primeras comunidades, al menos
formas más o menos camufladas de magia. Lo cual quiere decir que no interesaron como gestos fijos y concretos que era necesario relatar,
esa manera de entender y practicar los sacramentos queda desautori-
zada por la revelación original del nuevo testamento. En la medida en 64. Cf. Strack-Billerbeck, Kommentar zum N.T. aus Talmud und Midrasch 1, 102-
que el rito y la magia terminan por asociarse íntimamente en la 112; J. Coppens, Baptéme, en Dict. de la Bibl. Súppl. I, 892; J. Jeremías, Die Kinderlaufe in
der ersten vier Jahrhunderten, Góttingen 1958, 28-47.
experiencia de los adeptos a la religión, en esa misma medida los 65. Cf. J. Jeremías, Die Abendmahlsworte Jesu, Góttingen 1967, 35-82.
66. Cf. D. Daube, Thenew testament and rabbinic judaism, London 1956, 244; 208;
63. Cf. M. Goguel, o. c, 268. E. Lohse, Die Ordination im Spatjudentum und im Neuen Testament, Góttingen 1951, 81 s.
164 Rito, magia y sacramento
6
detallar, concretar, fijar de una vez para siempre. Ahora bien, esto
precisamente es lo que nos da pie para hacernos la pregunta más Los símbolos de la fe
importante que se debe plantear cuando se trata de estudiar los
sacramentos de la iglesia: tales sacramentos, ¿fueron vividos como
meros ritos o fueron practicados y celebrados como símbolos de la fe
que los cristianos aceptaban y con la que se comprometían? Dicho
más brevemente: los sacramentos, ¿son ritos religiosos o símbolos de
la fe? He aquí la cuestión decisiva que puede y debe determinar todo
el resto de nuestro estudio.

1. Signos que no «significan»

Tradicionalmente se han definido los sacramentos como signos


eficaces de la gracia. Esto quiere decir que, según las ideas teológicas
comúnmente admitidas, los sacramentos son esencialmente signos.
Ahora bien, lo característico de todo signo es «significar», es decir, el
«signo» es tal precisamente porque tiene una determinada «significa-
ción», no sólo para el que lo emite, sino además, y sobre todo, para el
que lo recibe. Un signo que pierde su fuerza de significación y que,
por eso, resulta «insignificante» (en el sentido más propio y literal de
esta palabra), deja por eso mismo de ser signo.
Pues bien, esto exactamente es lo que ocurre con los sacramentos
en una cantidad verdaderamente abrumadora de casos y de situacio-
nes. Estamos cansados de oír a tantas y tantas personas que se quejan
de que no entienden lo que los sacerdotes hacen en el altar cuando
celebran las funciones religiosas. Para esas personas, los sacramentos
son ritos y ceremoniales sagrados, a los que hay que asistir, bien sea
por la fuerza de la costumbre, bien sea por un cierto temor religioso,
bien por otras motivaciones más o menos confusas. ¿Qué significa-
ción tiene para mucha gente un bautizo, una boda o los últimos
sacramentos que se le administran a un moribundo? Los párrocos que
tienen que administrar cada día estos sacramentos y que ven cómo la
gente asiste rutinariamente a ellos, convencionalmente y a veces casi a
la fuerza, saben muy bien lo «insignificantes» que son y resultan estas
ceremonias. La gente se cansa en ellas, no las entiende, no las vive y,
sobre todo, se trata de ceremoniales que apenas tienen una «significa-
ción» verdaderamente cristiana o quizás tienen una significación muy
166 Los símbolos de la fe Signos que no «significan» 167

distinta de la que debieran tener, por ejemplo aquello que representa Cuando se habla de estas cosas, hay quienes dicen que la crisis de
un acto social o el presagio de un desenlace funesto y desagradable, los sacramentos se debe, entre otras razones, a la falta de formación
como ocurre con la unción de enfermos. Y lo que decimos de estos religiosa que se da en grandes sectores de la población. Con eso se
sacramentos, se puede decir igualmente, en buena medida, de la misa quiere decir que los signos sagrados de la iglesia no significan porque
o de la confesión, que para muchos fieles no pasan de ser obligaciones necesitan de una serie de explicaciones, algunas bastante complica-
pesadas, a las que hay que someterse para no estar en pecado mortal. das, para poder ser comprendidos y vividos como tales signos. Y para
Evidentemente, todo esto quiere decir que los sacramentos han apoyar ese criterio, se argumenta diciendo que la iglesia tiene sus
perdido, para grandes sectores de la población bautizada, su fuerza y signos propios, que no son signos connaturalmente claros y transpa-
su capacidad de significación. No significan casi nada. O significan rentes para todo el mundo y que por eso necesitan de una buena dosis
una cosa muy distinta de lo que en realidad tendrían que significar. O de teología para ser comprendidos como tales signos. O sea, que son
sea, que para una cantidad abrumadora de gente, los sacramentos no signos significativos sólo para el reducido grupo de los entendidos, de
son de hecho signos. Y entonces, ¿qué queda? Pues meros ritos o los que saben teología sólida y seria. Con lo cual se viene a reconocer
ceremoniales sagrados, de los que el clero afirma que tienen por sí que los signos de la iglesia no son para la masa de la gente que suele
mismos (ex opere operato) una misteriosa capacidad de santificar a ser bastante ignorante en cuestiones teológicas. De ahí que el clero no
las personas, cosa que, por otra parte, resulta difícil de ver, porque la se canse de insistir en que lo más urgente en esta materia es enseñar
pura verdad es que muchas personas que reciben asiduamente los teología a la gente, para que entienda lo que por sí solo no se entiende
sacramentos no se suelen distinguir por su comportamiento estricta- y lo que por sí mismo no pasa de ser un ceremonial más o menos
mente cristiano. Sabemos, por ejemplo, que las clases acomodadas y extraño a la vida.
en general la burguesía ha sido más sacramentalizada que el proleta- No cabe duda que todo esto denota una ideología curiosa. Una
riado industrial y urbano; pero sabemos igualmente las gravísimas ideología que interpreta el signo de una manera bastante peculiar.
acusaciones que, con razón, existen contra la burguesía adinerada e Porque un signo que necesita de tantas explicaciones, a las que tienen
instalada. Cuando se han amasado fortunas increíbles, a base de acceso solamente los entendidos, tiene visos de ser un ritual «ideologi-
salarios bajísimos, y eso en el caso de personas que han ido a misa zado» y no ya un signo que por sí mismo tiene una capacidad de
diariamente, que han comulgado también a diario, que se han confe- significación para aquellos a los que va destinado. Además, todo eso
sado cada semana y que han sido hasta escrupulosas en todo lo que se nos viene a decir que los signos de la iglesia no pueden ser comprendi-
refiere a la práctica sacramental, uno tiene derecho a poner en duda la dos y vividos por los sencillos y los ignorantes, sino solamente por la
capacidad automática de santificación que los teólogos atribuyen a gente entendida en el saber eclesiástico. Pero, sobre todo, esta manera
los sacramentos. de pensar nos viene a decir que en la teología sacramental oficialmen-
Por otra parte, estos hechos —que están a la vista de todo el te establecida hay un fallo muy de fondo. El fallo que consiste en
mundo— han servido para acentuar más aún la crisis de los sacra- confundir indebidamente los conceptos de signo, símbolo y rito. Los
mentos y los han hecho más «insignificantes» ante grandes sectores de sacramentos se practican como ritos sagrados. Y eso es lo que ve la
la población. ¿Qué significación pueden tener unos ritos y unas gente. Pero luego el teólogo de turno afirma que esos ritos son signos
ceremonias de las que se dice que sirven para tranquilizar la concien- expresivos para el creyente, aunque hay muchísimos creyentes que no
cia de los económicamente fuertes, de los poderosos y de los instala- ven la expresividad por ninguna parte. Y además, el teólogo asegura
dos en la sociedad? ¿no puede llegar todo eso a significar un rasgo de también que esos ritos son símbolos, con lo cual la cosa se complica
pertenencia a las clases acomodadas que tradicionalmente han sido mucho más, porque si ya es dificultoso entender lo del signo, más
más religiosas que los proletarios? Sabemos de sobra que en la complicado aún resulta enterarse de cómo y en qué sentido tales ritos
conciencia de muchas personas es así, es decir, efectivamente son son símbolos. ¿Que quiere decir eso?, ¿a qué se refiere en concreto?
muchas las gentes que tienen la idea de que las prácticas sacramenta- Los entendidos en la materia discuten de estas cuestiones; y escriben
les son signos propios de gente instalada o de personas de mentalidad artículos eruditos y libros sesudos, con los que van engrosando el
tradicional. En cualquier caso, parece que «lo sacramental» reviste caudal científico de las bibliotecas. Pero el hecho es que la gente
una «significación» sumamente dudosa o incluso contradictoria para sencilla, que suponemos tiene alguna fe, no suele entender de esas
determinados sectores de la población bautizada.
168 Los símbolos de la fe ¿Qué es un signo? 169

cosas, ni parece interesarse demasiado por ellas. He aquí la verdad de que para saber con precisión lo que es un símbolo, es preciso diferen-
la situación que estamos viviendo a este respecto. ciarlo adecuadamente de lo que se entiende por metáfora, con lo que
Por eso, parece que lo más necesario será, antes de seguir adelante un nuevo concepto, tomado de la lingüística, viene a introducirse en
en nuestro estudio, aclarar —en la medida de lo posible— lo que la compleja problemática que ahora nos ocupa.
queremos decir cuando hablamos de signos, de símbolos y de ritos. A Todo esto explica que la bibliografía existente sobre este asunto es
partir de ahí, será posible precisar qué es un sacramento y cómo se enorme, hasta el punto de que resulta prácticamente imposible ofrecer
debe celebrar, para que cumpla precisamente la función que le es una relación que pretenda ser exhaustiva acerca de los libros y
propia. artículos de revistas que tratan este problema desde los diversos
puntos de vista que entran en juego en su tratamiento. Baste, por eso,
con remitir a algunos libros en los que se puede encontrar una
2. El problema de la terminología información bibliográfica elemental3.
Habida cuenta de este estado de cosas, es de suma importancia
Cuando se trata de explicar lo que es un signo o un símbolo, indicar que, en las nociones que vamos a desarrollar a continuación,
tropezamos con una dificultad inicial, que conviene tener muy en asumimos una determinada noción de signo y de símbolo, la que nos
cuenta desde el primer momento. Esta dificultad consiste en que los parece más apropiada y coherente. Pero con ello no pretendemos ni
términos signo y símbolo son utilizados de manera muy distinta por siquiera sugerir que tal noción sea universalmente válida, ni aún
los diversos autores, hasta el punto de que pueden remitirnos a siquiera aceptada. En todo caso, lo importante no son las palabras,
contenidos casi diametralmente opuestos. Hace años, K. Rahner sino los contenidos que se encierran bajo esas palabras. Y lo que aquí
decía con razón: «La palabra símbolo no tiene en general un sentido pretendemos es dejar en claro los contenidos que queremos expresar
inequívocamente claro siempre para todos los que la emplean» l . cuando hablamos de signos, símbolos y metáforas. A la luz de estos
Esta dificultad proviene de un hecho que, por lo demás, es obvio: contenidos, se comprenderá también con más precisión lo que quere-
la comunicación humana, a todos los niveles y desde todos sus puntos mos decir cuando hablamos de ritos y rituales.
de vista, se realiza por medio de signos y símbolos. Es decir, una
persona se comunica con otra precisamente porque emite unos deter-
minados signos o símbolos, que son captados por el otro o por los 3. ¿Qué es un signo?
otros, que actúan como receptores del mensaje que transmite el En su acepción más común, un signo es la unión de un significante
emisor. La comunicación humana se establece en la medida —y sólo y un significado. Así, cuando yo pronuncio la palabra «león», estoy
en la medida— en que el signo o el símbolo actúan como puente de poniendo un signo. En este signo, el significante^) es el sonido o
unión entre las personas. fonema que pronuncio; el significado (S) es el concepto que ese
Ahora bien, la comunicación humana afecta a disciplinas muy fonema o sonido evoca. La unión del fonema (s) y el concepto (S) es
diversas dentro del complejo mundo de las llamadas ciencias del el signo. En este caso tendríamos el esquema siguiente:
hombre: la lingüística, la antropología, la psicología, la sociología y,
por tanto, la historia y la filosofía en general, son campos del saber
humano con los que directamente se relaciona cuanto podemos saber significante (s) fonema: león
y decir acerca del signo y del símbolo. Por eso, se comprende que la signo
mayoría de nosotros no distinguimos en absoluto con precisión estas Significado (S) concepto: león
palabras comunes, e incluso quienes lo hacen pueden usarlas de
manera muy diferente2. Y la cosa se complica si tenemos en cuenta 3. Cf. J. Splett, Símbolo, en Sacramentum Mundi VI, Barcelona 1976, 359; E. Leach,
o. c, 133-137; D. Sperber, Le symbolisme en general, Paris 1974, 161-163; F. Manresa, El
concepto de símbolo en la teología de Paul Tillich, San Cugat 1977, 235-258; K. Rahner,
1. K. Rahner, Para una teología del símbolo, en Escritos de Teología IV, Madrid Para una teología del símbolo, 285-287; W. Heinen, Büd-Wort-Symbol in der Theologie,
1962, 283. Würzburg 1968; también se encuentran buenos elementos de información en el importan-
2. Cf. E. Leach, Cultura y comunicación. La lógica de la conexión de los símbolos, te estudio de F. Schupp, Glaube-Kultur-Symbol. Versuch einer kritischen Theorie sakra-
Madrid 1978, 14. mentaler Praxis, Dusseldorf 1974.
170 Los símbolos de la fe ¿Qué es un símbolo? 171

El signo no es sólo una figura lingüística, sino que es, en un «realistas». Por eso, en la lingüística moderna, se suele distinguir entre
sentido más amplio, «toda cosa que nos lleva al conocimiento de otra el significante (al que se le llama «forma»), el significado y el referen-
cosa», por ejemplo, el escudo de un club, el emblema de una organiza- te: el significante (la voz o el fonema, «forma») nos remite a un
ción, la bandera de un país, el uniforme de un militar, la mitra de un significado (el concepto) y a través del significado se establece una
obispo, etc. En todos esos casos se trata de significantes (s) que nos relación de referencia con el referente (que es la cosa). O sea, según el
remiten a un significado concreto (5). ejemplo anterior, el fonema «león» (significante) nos remite al con-
El signo se puede entender a un doble nivel: donatativo y connota- cepto de «león» (significado) y a través de ese significado nos remite al
tivo. El nivel denotativo del signo nos remite a la cosa significada, sin animal «león» (referente). Por lo tanto, la relación entre el significante
ninguna otra referencia. Así, en el ejemplo anterior, tendríamos un y el referente es siempre indirecta, puesto que está mediatizada por el
signo a nivel donatativo si aquello a que nos remite el fonema o significado o concepto5. En última instancia, todo esto nos viene a
sonido (león) es simplemente el animal león o quizás tal león en decir que para que exista una determinada «significación» es condi-
concreto. El nivel connatativo del signo se refiere, no a la cosa en sí sin ción indispensable que se establezca una determinada «relación»,
más, sino a aquello a que nos puede remitir la cosa. Así, en el ejemplo porque un sólo «término-objeto» no comporta significación alguna.
anterior, tendríamos un signo a nivel connotativo si aquello a que nos En la semántica estructural, se concibe como «estructura» (en su
remite el fonema o sonido (león) es algo (otra cosa) que puede ser acepción primera y más elemental) la presencia de dos términos y la
sugerido por el fonema «león», por ejemplo la fuerza, el dominio, el relación entre ellos6. Todo signo y toda significación, por lo tanto, se
poder, etc. En el primer caso nos vemos remitidos al concepto del integran en una determinada estructura. Lo cual quiere decir que para
animal león; en el segundo caso nos vemos remitidos al concepto de la leer y descifrar un determinado signo es absolutamente indispensable
fuerza, el dominio, el poder, etc. De ahí que, en este segundo caso, situarlo en la estructura que lo constituye, lo genera y lo hace
podemos establecer el siguiente esquema: inteligible. Un signo fuera de su estructura no es signo de nada.

nivel denotativo = significante significado


4. ¿Qué es un símbolo?
nivel connotativo significante significado
Según la terminología que aquí hemos adoptado, un signo es
«toda cosa que nos lleva al conocimiento de otra» o, dicho con una
Es decir, el significante y el significado propios del nivel denotativo fórmula más técnica, la unión de un significante y un significado.
constituyen connotativamente un nuevo significante, el cual se une a Según esta concepción del signo, éste hace referencia a un determina-
un nuevo significado; en nuestro caso, y siguiendo el ejemplo anterior, do campo semántico, es decir, todo signo es traducible en una
ya no es el animal león, sino la fuerza, el dominio, el poder, etc. 4 . fórmula lingüística y se sitúa, por lo tanto, en el nivel del discurso
Por lo tanto, vamos a evitar intencionadamente el plantear y lingüístico.
discutir el problema que se refiere a las relaciones que se deben Pero todos sabemos perfectamente que en la vida hay experiencias
establecer entre las palabras y las cosas a las que cada palabra hace humanas que resultan extremadamente difíciles de expresar a nivel
referencia. Este problema es muy antiguo y viene ocupando a los lingüístico y, a veces, se llega a hacer sencillamente imposible expresar
estudiosos de la lingüística desde los tiempos de Sócrates y Platón. La adecuadamente tales experiencias utilizando para ello palabras o
cuestión está en que todo «significante» implica inevitablemente un frases. Por ejemplo, las experiencias que a veces se suscitan en las
posible equívoco, porque nos puede remitir al «concepto» de una cosa relaciones interpersonales, las experiencias que estudia el psicoanáli-
o a la «cosa» misma. Por esta razón, se suscitó entre los gramáticos y sis, las experiencias que desencadena lo estético (la poesía, el arte...) y
filósofos medievales un considerable desacuerdo acerca del tipo de también, por supuesto, las experiencias que intenta analizar la histo-
relación que se establece entre los «conceptos» y las «cosas». Tal fue,
en su grado más alto, el desacuerdo entre los «nominalistas» y los
5. Cf. para todo este asunto, J. Lyons, Introducción en la lingüística teórica, Barcelo-
na 31975, 417-418.
4. Cf. para todo este asunto, G. Mounin, Ferdinand de Saussure, Paris 1968, 48 s. 6. Cf. A. J. Greimas, Sémantique structurale, Paris 1966, 19.
172 Los símbolos de la fe
¿Qué es un símbolo? 173
ria comparada de las religiones. Estas experiencias adentran sus raíces
en el inconsciente, es decir se trata de experiencias que son vividas por nivel consciente de lo que puede ser formulado adecuadamente me-
la persona a un nivel que es previo a toda conceptualización. Por eso, diante el discurso8, es decir, mediante el utillaje que nos proporciona
tales experiencias son intraducibies e inexpresables a nivel del signo, el lenguaje o, en general, la semántica.
puesto que, como hemos dicho, el signo consiste en la unión de un Dando un paso más, podemos avanzar en nuestra descripción de
significante y un significado; pero el significado es siempre un concep- lo que es el símbolo diciendo que su función propia consiste en: 1)
to. Ahora bien, en la medida en que todos tenemos y vivimos asumir las experiencias más fundamentales o más profundas de la
experiencias que son y permanecen como experiencias pre-conceptua- existencia humana; 2) traducir y disciplinar tales experiencias al
les, en esa misma medida los signos resultan inadecuados e insuficien- nivel de la conciencia; 3) expresar o comunicar tales experiencias.
tes precisamente para cumplir su función de signos que signifiquen o Por ejemplo, cuando en el lenguaje amoroso una persona le dice a
mejor refieran lo que se trata de expresar. C. G. Jung ha formulado otra que es un cielo o cuando simplemente le dirige una mirada
este planteamiento con toda claridad: especialmente profunda, ahí se da un elemento de experiencia que no
se puede comunicar mediante una doctrina o una teoría y que sólo se
Como hay innumerables cosas más allá del alcance del entendimiento puede expresar mediante la mirada o utilizando la expresión simbóli-
humano, usamos constantemente términos simbólicos para representar ca de lo que suponemos es el cielo. En este caso, la mirada o la
conceptos que no podemos definir o comprender del todo. Esta es una expresión simbólica del cielo (enmarcada en un contexto vital deter-
de las razones por las cuales todas las religiones emplean lenguaje minado) tienen la triple función de asumir la experiencia más honda
simbólico o imágenes7. que vive la persona, traducir y disciplinar esa experiencia al nivel de lo
consciente y, por último, expresar o comunicar tal experiencia. Te-
Por lo que acabamos de indicar, se puede decir que el símbolo, en
niendo en cuenta que este tipo de experiencias no pueden ser ni
su acepción más elemental, es la expresión de una experiencia. Este
asumidas, ni comunicadas, de otra manera. Por eso, el mensaje que
concepto de símbolo es, por supuesto, muy insuficiente. Pero nos
emite una mirada es indeciblemente más total y más expresivo que
sirve, por lo pronto, como una primera aproximación al sentido que
todo un discurso sobre el amor, por más que tal discurso sea una
tiene el símbolo y a la función que desempeña en el complejo mundo
verdadera pieza oratoria o un alarde de erudición y penetración
de la comunicación humana. Y es una primera aproximación entera-
filosófica. Aquí es importante recordar que un buen discurso sobre el
mente válida porque en toda experiencia humana hay una parte que
amor comunica, sin duda alguna, más ideas acerca de ese asunto que
pertenece al ámbito de lo no-tematizado ni quizás tematizable, es
una mirada. Pero es casi seguro que las ideas más brillantes y más
decir, algo que vivimos, pero que resulta estrictamente inefable.
exactas sobre el amor no tienen la capacidad de hacer que quien
Ahora bien, si tomamos muy en cuenta lo que acabamos de escucha el discurso tenga la experiencia de sentirse querido, mientras
indicar, se comprende sin dificultad que es característico del símbolo que la mirada suscita fácilmente tal experiencia. Evidentemente, esto
el poner en relación dos dimensiones, dos niveles, dos universos del quiere decir que la mirada no se sitúa al nivel del signo o del conjunto
discurso, uno de orden lingüístico y el otro de orden no lingüístico. El de signos que componen el discurso; la mirada es un símbolo, que se
carácter lingüístico del símbolo es evidente, puesto que es posible sitúa a un doble nivel: el nivel de lo lingüístico, puesto que puede ser
elaborar una teoría que da cuenta de su estructura y, por tanto, de su analizada mediante el instrumental que nos ofrece el lenguaje; y al
sentido o de su significación. Pero, al mismo tiempo, la dimensión no nivel de lo no lingüístico, puesto que se trata de una experiencia que
lingüística del símbolo resulta también evidente, puesto que en el adentra sus raíces en lo pre-conceptual y atemático, es decir, en
psicoanálisis, en las relaciones humanas, en el complejo mundo de lo aquello que escapa a las posibilidades del discurso lingüístico y que
estético y en la historia comparada de las religiones se advierte la sólo-puede ser asumido y expresado mediante el símbolo que asume la
presencia de experiencias fundamentales que no son traducibles al experiencia.

7. C. G. Jung, Acercamiento al inconsciente, en la obra dirigida por el mismo Jung, El


hombre y sus símbolos, Madrid 1974, 21; un buen estudio del pensamiento de Jung sobre
este punto, en J. Jacobi, Komplex, Archetypus, Symbol in der Psychologie C. G. Jungs,
Zürich-Stuttgart 1957. 8. Cf. P. Ricoeur, Parole et symbole, en la obra editada por J. E. Menard, Le
symbole, Strasbourg 1975, 143.
174 Los símbolos de la fe
Símbolo y metáfora 175
5. Símbolo y metáfora 11
pertenece a otra cosa . Esto quiere decir que, en la concepción
clásica de la retórica, la metáfora se refiere a la palabra y se localiza en
Para comprender más de cerca lo que es el símbolo, interesa la palabra, no en el discurso23. Y consiste en la desviación del sentido
diferenciarlo de la metáfora. Por dos razones que se comprenden literal de la palabra. La razón de esta desviación es la semejanza. Esta
fácilmente. En primer lugar, porque en el uso diario que hacemos de semejanza tiene como función el fundar la sustitución del sentido
no pocos símbolos, éstos pueden confundirse fácilmente con las literal de la palabra por un sentido figurado. De ahí que, en esta
figuras lingüísticas que denominamos «metáforas», hasta el punto de concepción clásica que venimos describiendo, la metáfora no com-
que muchas veces no se sabrá a ciencia cierta si lo que una persona porta ninguna innovación semántica, es decir, la metáfora consiste
está utilizando es un símbolo o una metáfora. En segundo lugar, lisa y llanamente en la sustitución de una palabra por otra. De donde
porque la metáfora es la figura lingüística que más se parece al resulta que la metáfora no suministra ninguna información sobre la
símbolo, lo cual quiere decir que podemos llegar a captar mejor el realidad y, por consiguiente, su papel es meramente decorativo en el
símbolo precisamente a partir de la metáfora9. conjunto del lenguaje y del discurso humanos 13 .
Por otra parte, la metáfora es una figura de orden lingüístico. Pero Ahora bien, esta concepción de la metáfora ha sido puesta en
cuando se trata del símbolo, hemos dicho que se sitúa a dos niveles, cuestión modernamente. Ante todo, por la obra fundamental de I. A.
uno de orden lingüístico y otro de orden no lingüístico, lo que viene a Richards y más tarde por los trabajos de Max Black, M. Beardsley, C.
indicarnos que la metáfora es el límite a partir del cual entramos en el M. Turbayne y Ph. Wheelwrighti4. Prescindiendo de una serie de
campo específico de lo simbólico. La metáfora es el punto de sutura cuestiones, que no es éste el lugar de analizar, el punto fundamental
entre lo lingüístico y lo no lingüístico, entre el signo y el símbolo. Por en la nueva concepción de la metáfora está en que ella no consiste en
consiguiente, es prácticamente imposible comprender adecuadamente la simple sustitución de una palabra por otra, sino en la creación de
lo que es un símbolo si antes no precisamos, hasta donde sea posible, un nuevo sentido a nivel de la frase entera. De ahí que la metáfora
lo que es una metáfora. Lo cual, por otra parte, representa una supone una creación instantánea, una innovación semántica. Ahora
ventaja metodológica de considerable importancia. Porque se ha bien, este planteamiento comporta dos conclusiones importantes: 1)
dicho muchas veces que el símbolo no puede ser captado y compren- las verdaderas metáforas son intraducibies; y son intraducibies por-
dido por el lenguaje conceptual; y se ha dicho también que hay más en que crean un nuevo sentido en el discurso humano; 2) la metáfora
el símbolo que en su equivalente a nivel conceptual. Este punto ha no es un mero adorno del lenguaje, sino que comporta una informa-
sido fuertemente destacado por los enemigos del pensamiento con- ción nueva sobre la realidad de la que se habla 15 .
ceptual. Para ellos es necesario escoger: o el símbolo o el concepto.
Una vez que hemos visto cuáles son los trazos esenciales de la
Ahora bien, la teoría de la metáfora nos conduce a otro planteamien-
metáfora, pasamos a determinar lo que el símbolo añade a ella; es
to: no se trata de hacer la elección entre el símbolo y el concepto, sino
decir, se trata de precisar qué es lo que hay en el símbolo que no se da
de mostrar la conexión que existe entre lo conceptual y lo no concep-
en la metáfora. Ante todo, es importante advertir que en el símbolo
tual. Y no sólo eso, sino sobre todo se trata de ver los límites que
hay algo que es común con la metáfora: se trata de la semejanza.
implica lo puramente conceptual, puesto que en la realidad de la vida
Tanto en la metáfora como en el símbolo existe una determinada
existe de hecho «un exceso de sentido», que no puede ser ni captado ni
semejanza entre la frase en su sentido literal y la frase según el sentido
expresado por el concepto. Pero teniendo en cuenta, al mismo tiempo,
nuevo que adquiere en virtud de la creación o la innovación semántica
que sólo a partir del concepto se puede acceder a lo que en realidad
que, como hemos dicho, caracteriza a la metáfora. Pero en el símbolo
representa ese «exceso de sentido»10.
Una vez que hemos hecho estas advertencias previas, venimos ya
directamente a lo que aquí nos interesa. ¿Qué es una metáfora? Ya en 11. Cf. un excelente estudio sobre este punto, en P. Ricoeur, La métaphore vive, Paris
1975, 13-61.
la Poética de Aristóteles se dice que la metáfora es la transposición de 12. Ibid., 23.
un nombre extraño (allotrios), es decir, que designa otra cosa o que 13. Cf. P. Ricoeur, Parole et symbole, 145.
14. I. A. Richards, The philosophy ofrethoric, Oxford 1936; M. Black, Models and
metaphors, Ithaca 1962; M. C. Beardsley, Aesthetics, New York 1958; C. M. Turbayne,
9. Cf. P. Ricoeur, o. c, 143.
The myth ofmetaphor, Yale 1962; Ph. Wheelwright, Metaphor andreality, Indiana 1962.
10. Cf. sobre este planteamiento, Ibid., 151.
15. Cf. P. Ricoeur, Parole el symbole, 147-148; Id., La métaphore vive, 143-155.
176 Los símbolos de la fe Las características del símbolo 177

hay algo que no se da en la metáfora. ¿Qué es eso? Paul Ricoeur ha siempre un «concepto». Ahora bien, en el símbolo se da precisamente,
hablado acertadamente de lo que él llama «el momento no semántico como constitutivo específico, un componente no-conceptualizable,
del símbolo»16, es decir, hay algo en el símbolo que no «pasa» en la puesto que la experiencia adentra sus raíces en el inconsciente de la
metáfora. Ese «algo» es la experiencia pre-conceptual en sus raíces persona. Por eso también, en el símbolo se da lo que hemos llamado
más hondas. Tal experiencia se sitúa al nivel de las pulsaciones un «momento no semántico», en cuanto que en la comunicación
inconscientes, al nivel del «deseo», al nivel del bios y no del logos. Por simbólica se emite un mensaje que no es abarcable por ninguna
eso, la metáfora es una invención libre del discurso, mientras que el fórmula lingüística y, en general, por ningún signo, ni siquiera por la
símbolo implica una correspondencia que es, de hecho, vinculante. Es simple metáfora. Por eso, una mirada expresa y comunica lo que no
decir, en el símbolo se da una correspondencia que liga y vincula la puede expresar ni comunicar el mejor discurso. Por eso también, en el
expresión a nivel semántico y consciente con las experiencias funda- mundo de la sexualidad, el abrazo, el beso o la caricia comunican más
mentales de la existencia. Por eso, las metáforas se pueden inventar, que todo un tratado sobre el asunto. Es más, sabemos perfectamente
los símbolos se enraizan en las experiencias vinculantes del cosmos. que la experiencia del amor no se puede comunicar, en profundidad,
En consecuencia, se puede decir que la metáfora se estructura a partir nada más que mediante expresiones simbólicas.
de la semejanza, mientras que el símbolo se construye no sólo a partir 3. El símbolo tiene una potencia intrínseca. Y tiene tal potencia
de la semejanza, sino específicamente en virtud de la corresponden- intrínseca porque, como hemos dicho antes, se construye específica-
cia 17 . mente en virtud de la correspondencia que se da entre las pulsaciones
inconscientes y su expresión externa, entre el bios y el logos, entre la
experiencia pre-conceptual y su formulación a nivel de la conciencia.
6. Las características del símbolo Aquí radica la diferencia esencial entre el signo y el símbolo. Todo
símbolo es signo, pero no a la inversa. Porque el signo es intercambia-
Después de lo que hasta aquí hemos dicho acerca del símbolo y su ble a voluntad, mientras que el símbolo es constitutivo de la existencia
relación con la metáfora, podemos ya describir cuáles son las caracte- humana. Por ejemplo, la vida afectiva de cada persona se configura
rísticas que configuran al símbolo. Y así podremos comprender en en virtud de los símbolos que vive cada cultura y mediante los que
qué consiste la diferencia fundamental entre el símbolo y el signo. expresa las experiencias fundamentales de la vida. Y por esta misma
1. El símbolo es, en su constitución más elemental, la expresión razón existe también una diferencia esencial entre el símbolo y la
de una experiencia. Esto quiere decir que para que haya símbolo es metáfora. Porque, como se ha dicho, las metáforas se pueden inven-
absolutamente necesario que haya experiencia humana. Donde no tar, mientras que los símbolos se enraizan en las experiencias vincu-
hay una experiencia humana, vivida desde la profundidad de lo lantes del cosmos.
inconsciente, no hay símbolo. Ni puede haberlo. Porque entonces no 4. El símbolo no significa en sentido propio, sino figurado. Esto
hay nada que asumir, ni nada que comunicar. Precisamente en el quiere decir, que, cuando se trata de un símbolo, tanto el que lo pone
mundo de la comunicación humana hay símbolos —y no sólo signos como el que lo recibe, no se orientan hacia el símbolo mismo, sino
y metáforas— porque todos los hombres vivimos experiencias funda- hacia lo que se simboliza mediante el símbolo, es decir, hacia la
mentales, que adentran sus raíces en el inconsciente; y que, precisa- experiencia humana que está en juego y que se expresa mediante el
mente por eso, no pueden ser asumidas y expresadas nada más que símbolo. Este punto es importante en la práctica. Porque sabemos de
mediante las expresiones de comunicación que llamamos símbolos. sobra que, con frecuencia, los símbolos pueden degenerar en meros
2. La experiencia, de la que se trata en el símbolo, comporta una rituales que se ponen rutinariamente. En tal caso, tanto el emisor
dimensión no racionalizable, no tematizable a nivel de las estructuras como el receptor se orientan exclusivamente hacia el gesto externo
puramente racionales o lingüísticas. Por eso, en el símbolo se da algo pero no ya hacia la experiencia que, en principio, se trataría de
que no existe en el signo. Porque el signo, como ya se dijo, consiste en expresar. Por ejemplo, es frecuente que algunos símbolos fundamen-
la unión de un «significante» y un «significado»; pero el significado es tales de comunicación humana, como el beso o el abrazo, se lleguen a
ritualizar y se queden en meros gestos convencionales, que no expre-
16. Parole et symbole, 151. san ni amor, ni amistad. Si dos políticos se saludan ante las escaleri-
17. Ibid., 155. llas de un avión dándose un abrazo y un beso, eso no quiere decir que
775 Los símbolos de la fe Naturaleza y cultura 179

entre ellos exista un afecto o amistad entrañables. El símbolo original aceptada socialmente; sino que, por el contrario, una cosa es símbolo
ha sido utilizado para otra cosa. Y entonces, los dos personajes porque es socialmente aceptada y vivida en una cultura como tal
ejecutan correctamente el gesto ritualizado, pero eso no les remite símbolo. En este sentido, ha escrito acertadamente Paul Tillich:
hacia la experiencia que el abrazo o el beso expresan en nuestra
cultura. Entonces, el «símbolo» no sirve ya para expresar, sino para El acto que crea el símbolo es un acto social, incluso cuando el símbolo
surge primero de un individuo. El individuo puede inventar signos para
ocultar: detrás del abrazo y el beso se ocultan las intenciones reales de sus necesidades particulares, no puede fabricar símbolos; si una cosa se
cada personaje, que bien pueden ser intenciones marcadas por el más constituye en símbolo para él, es siempre en función de la comunidad,
refinado interés a todos los niveles. que puede a su vez reconocerse en ese símbolo. Esto se pone de
5. El símbolo puede ser contemplado. Esto quiere decir que manifiesto de manera particularmente explícita en los símbolos confe-
sionales que, ante todo, no son sino los signos por los que los miembros
algo, que es esencialmente invisible, puede ser ofrecido a la contem- del grupo se reconocen unos a otros. La «simbólica» es la ciencia de los
plación en el símbolo. En otras palabras, el símbolo remite siempre e signos de reconocimiento de las confesiones, es la ciencia de las confe-
un «más allá» de sí mismo. Por eso, lo inefable, lo misterioso, lo que
por sí mismo es esencialmente invisible, puede ser ofrecido a la
contemplación en el símbolo. Y sólo mediante el símbolo. Porque se 7. Naturaleza y cultura
trata de realidades que nos remiten a una totalidad de sentido en la
experiencia humana. Ahora bien, una experiencia de totalidad no Queda una cuestión por aclarar: ¿qué relación existe entre «lo
puede ser abarcada, ni siquiera a nivel descriptivo, por ninguna natural» y «lo cultural» cuando se trata de los símbolos? Esta pregun-
fórmula lingüística, por ningún signo convencional, por ninguna ta es importante. Porque, en definitiva, se trata de saber si todo
metáfora. La totalidad de sentido, que resulta inevitablemente inefa- símbolo es necesariamente cultural o si se puede hablar de símbolos
ble e invisible, se nos muestra y se nos ofrece mediante el gesto transculturales. Es decir, la cuestión está en saber si todos los símbo-
externo, el gesto simbólico, que nos remite «más allá» de sí mismo. los son necesariamente producto de la cultura; o si hay también
Entre el gesto externo y la totalidad de sentido existe una correspon- símbolos que rebasan los límites de cada cultura, en cuyo caso
dencia; y es esa correspondencia la que configura al símbolo, la que le tendríamos símbolos universales, que serían como símbolos arquetí-
confiere su fuerza interna, la que lo sitúa al nivel del bios y no picos o primordiales.
simplemente en la línea más superficial del logos. Como es sabido, C. G. Jung ha defendido insistentemente la
6. El símbolo presupone siempre un código socialmente admiti- existencia de símbolos universales a los que llama arquetipos. Para
do de comunicación. Es decir, la expresión externa y simbólica, que ello se basa en el análisis de los sueños. Tales arquetipos se distinguen,
asume y comunica la experiencia profunda, tiene que estar socialmen- según Jung, de los instintos. Su pensamiento en este sentido es claro:
te admitida por la cultura en la que el símbolo se pone. Y tiene que
estar admitida culturalmente como expresión de tal experiencia. Por Aquí debo aclarar las relaciones entre los instintos y los arquetipos: lo
que propiamente llamamos instintos son necesidades fisiológicas y son
ejemplo, en nuestra cultura el amor se expresa besando y no se percibidos por los sentidos. Pero al mismo tiempo también se manifies-
expresa haciendo profundas reverencias. Seguramente en otras cultu- tan en fantasías y con frecuencia revelan su presencia sólo por medio de
ras se ha expresado o se puede expresar de otras maneras. Pero, desde imágenes simbólicas. Estas manifestaciones son las que yo llamo arque-
este punto de vista, resulta evidente que el hombre no hace los tipos. No tienen origen conocido; y se producen en cualquier tiempo o
en cualquier parte del mundo, aun cuando haya que rechazar la
símbolos, sino que son los símbolos los que configuran al hombre. transmisión por descendencia directa o «fertilización cruzada» median-
Por lo demás, de momento prescindimos de la cuestión que consiste te migración19.
en determinar si los símbolos son siempre culturales o si existen
símbolos trans-culturales, es decir si todos los símbolos son producto 18. P. Tillich, Das religióse Symbol, en Die Frage nach dem Unbedingten. nbed
de la cultura; o si existen símbolos arquetípicos y universales que Gesammelte Werke V, Stuttgart 1964, 197-198; cf. del mismo autor, Wesen und Wand
estarían enraizados, no ya en una cultura determinada, sino en la des Glaubens, Berlin 1961, 53-60. Un estudio sobre el símbolo en Paul Tillich, en F.
naturaleza misma. Sobre este asunto hablaremos enseguida. Pero, en Manresa, El concepto de símbolo en la teología de Paull Tillich, San Cugat 1977; para
todo caso, está fuera de duda que una cosa no es primero símbolo y presentación más elemental del tema cf. C. J. Armbruster, El pensamiento de Paul Tillich,
Santander 1968, 148-152.
luego, mediante explicaciones, teorías y doctrinas se consigue que sea 19. C. G. Jung, Acercamiento al inconsciente, en El hombre y sus símbolos, 69.
180 Los símbolos de la fe Símbolo y realidad 181
Desde otro punto de vista, la existencia de símbolos universales o en el homo sapiens, los dos cerebros histológicamente y fisiológica-
arquetípicos ha sido defendida por determinados especialistas en mente diferenciados: el del mamífero (rinoencéfalo) y el del vertebra-
historia comparada de las religiones, como Mircea Eliade, o por do (neoencéfalo) mediante el cual la agresividad y la emotividad son
algunos psicológicos, como L. Beirnaert. Estos autores encuentran interpretadas, es decir, «dobladas» a través de efectos reflexivos,
«una relación entre las representaciones dogmáticas, las simbolizacio- representaciones, fantasías e ideas. De ahí que, como lo ha visto
nes de la religión cristiana y los arquetipos activados por símbolos perfectamente Ernst Cassirer, toda la actividad humana, todo el genio
naturales» 20. Según esta teoría, el simbolismo del agua sería un caso humano no es nada más que un conjunto de «formas simbólicas»
típico de símbolo arquetípico vigente en todos los tiempos y en todas diferenciadas22. Pero el problema está en que no sabemos hasta
las culturas. Por eso, los sacramentos cristianos son, según estos dónde llega el instinto y dónde actúa ya la «interpelación» y el
autores, universalmente válidos y sirven para todos los hombres de «doblaje» del instinto en formas simbólicas que necesariamente son
todos los tiempos. Por la sencilla razón de que tienen su fundamento asimiladas por el individuo en su entorno cultural, en su ambiente
en los arquetipos universales y transculturales que laten en el incons- concreto, en sus formas de relación. Teniendo siempre muy en cuenta
ciente colectivo de la humanidad y que se manifiestan de manera que el medio cultural actúa sobre el individuo desde el primer mo-
bastante uniforme en todos los hombres. mento de su existencia. Lo cual nos obliga a pensar, según parece, que
Sin embargo, esta teoría está muy lejos de ser universalmente toda expresión simbólica, esta necesariamente marcada por la cultu-
aceptada hoy por todos los especialistas en la materia. Y la razón ra. Es decir, parece que se puede afirmar con bastante seguridad que
fundamental por la que los autores no están de acuerdo con la teoría todo símbolo es cultural, o sea que no existen arquetipos simbólicos
de Jung radica en que no sabemos, ni podemos saber, a ciencia cierta que sean universalmente válidos para todas las culturas. Y, desde
dónde finaliza el «instinto» y dónde comienza la «cultura». Por luego, lo que sí es absolutamente cierto es que los especialistas en
ejemplo, llorar o reír forman parte, de un modo universal, del inven- estas materias consideran la teoría de los «símbolos arquetípicos y
tario de la cultura infantil; besar parece ser una variante de mamar. universales» como una simple teoría, una entre otras, pero que no es
También se puede decir que la cólera, el miedo, la vergüenza son como un hecho incuestionable. Por lo menos esta conclusión es
descripciones de «emociones», que son reflejo psicológico de reaccio- indudablemente segura.
nes físicas que es probable que sean comunes a todas las especies. De
ahí que, en circunstancias adecuadas, casi todas estas reacciones
automáticas pueden emplearse para transmitir mensajes reconocidos 8. Símbolo y realidad
por la cultura; por ejemplo, según las convenciones de nuestra cultura
occidental, llorar «significa» tristeza, reír «significa» alegría, el beso Según el uso corriente y vulgar, la palabra símbolo se aplica a una
«significa» amor. Pero como se ha dicho muy bien, estas asociaciones cosa que representa convencionalmente a otra: la azucena es el
conscientes no son universales humanos y, a veces, el significado símbolo de la pureza; el olivo es el símbolo de la paz23. Esta utiliza-
como símbolo/signo de una acción se puede separar completamente ción de la palabra símbolo nos viene a decir que, en la mentalidad de
de la respuesta a la señal a la que se refiere21. mucha gente, lo simbólico es lo que se contrapone a lo real. Porque
El problema no parece que pueda ser resuelto fácilmente. Porque, evidentemente la azucena no es la pureza, sino su representación
sea cual sea la teoría que se pueda tener sobre el símbolo, es un hecho convencional, de la misma manera que una rama de olivo tampoco es
que lo que distingue el comportamiento del homo sapiens del de los la paz, sino aquello con lo que los hombres representan convencional-
otros animales, está en que toda su actividad psíquica (salvo raras mente el hecho de vivir en paz. Por eso, en el lenguaje corriente, dar
excepciones) es indirecta o reflexiva, es decir, que no tiene ni la simbólicamente una cosa no es dar realmente esa cosa, sino algo que
inmediatez, ni la seguridad, ni la univocidad del instinto. Y la marca de alguna manera la representa.
anatómica-fisiológica de eso está en que un «tercer cerebro» asume, Lógicamente, esta manera de entender el símbolo representa una
dificultad muy seria para poder comprender lo que es un sacramento.
20. L. Beirnaert, La dimensión mythique dans le sacramentalisme chrétien: Éranos
Jahrbuch 17 (1949) 276; cf. M. Eliade, Images et symboles, París 1952, 199-235. 22. Cf. G. Durand, L'univers du symbole: Rev. Se. Rél. 49 (1975) 12.
21. E. Leach, Cultura y comunicación, 63.
23. Cf. M. Moliner, Diccionario del uso del español II, Madrid 1975, 1168.
182 Los símbolos de la fe Cuando los símbolos degeneran en ritos 183

Porque si decimos, por ejemplo, que la eucaristía es un sacramento y, hoy la gente necesita cariño, como lo ha necesitado siempre; y si hoy
en consecuencia, afirmamos que es un símbolo, entonces parece que la gente necesita expresar su sentido de la vida, como lo ha necesitado
estamos defendiendo que en ella no se contiene realmente el cuerpo y siempre, al igual que las demás experiencias fundamentales que cada
la sangre de Cristo, puesto que lo simbólico es —según piensa mucha uno vive, entonces está claro que los símbolos tienen y seguirán
gente— lo que se contrapone a lo real. teniendo la pervivencia y la razón de ser que siempre tuvieron.
Ahora bien, por lo que hemos explicado acerca de la naturaleza Desde este punto de vista, parece enteramente acertado lo que
del símbolo, se comprende perfectamente que esa dificultad no tiene recientemente ha escrito Leonardo Boff:
razón de ser. Por la sencilla razón de que el símbolo, no sólo no se
contrapone a lo real, sino que por el contrario es la expresión y la No creemos que el hombre moderno haya perdido el sentido de lo
comunicación más profunda y más seria de las realidades más densas simbólico y de lo sacramental. También él es como otros de otras
de la existencia humana. Por ejemplo, cuando decimos que una etapas culturales, y en consecuencia es también productor de símbolos
expresivos de su interioridad y capaz de descifrar el sentido simbólico
persona se entrega de verdad a otra, estamos afirmando algo que es del mundo. Quizás se haya quedado ciego y sordo a un tipo de símbolos
profundamente real. Pero está claro que esa entrega no consiste en y ritos sacramentales que se han esclerotizado o vuelto anacrónicos. La
que una persona le da a otra sus manos, sus pies o su cabeza. Cuando culpa, en ese caso, es de los ritos y no del hombre moderno. No
decimos que una persona se entrega de verdad a otra, estamos podemos ocultar el hecho de que, en el universo sacramental cristiano,
se ha operado un proceso de momificación ritual. Los ritos actuales
afirmando que le entrega su amor, que se compromete con ella, que hablan poco de sí mismos y por sí mismos. Necesitan ser explicados. Y
vincula su destino al de la otra persona, porque hay una donación real una señal que tiene que ser explicada no es señal. Lo que precisa la
y verdadera de las aspiraciones más profundas, que en ambas perso- explicación no es la señal, sino el misterio contenido en la señal. A
nas vienen a juntarse y coincidir en un único proyecto. Ahora bien, causa de esta momificación ritual, el hombre moderno, secularizado,
sospecha del universo sacramental cristiano. Puede verse tentado a
¿cómo se asumen, se expresan y se entregan esas realidades tan cortar toda relación con lo simbólico religioso. Pero al hacer eso no
profundas? Para eso no hay más medio de comunicación que los sólo corta con una riqueza importante de la religión; cierra simultánea-
símbolos, como ya hemos explicado antes. Porque cuando se trata de mente las ventanas a su propia alma, porque lo simbólico y lo sacra-
realidades humanas, lo más importante y lo verdaderamente específi- mental constituyen dimensiones profundas de la realidad humana24.
co de tales realidades no es lo puramente físico, lo material y lo
tangible, sino la realidad que se asume y se comunica a nivel simbóli-
co y sólo a nivel simbólico. Decir entonces que eso no es real, sería lo
mismo que afirmar que el amor y el odio, la libertad y el sometimien- 9. Cuando los símbolos degeneran en ritos
to, el sentido de la vida y el sinsentido de la existencia son cosas
puramente imaginarias y ficticias. En otras palabras, por ese camino En el texto que acabamos de leer se habla de símbolos y de ritos. Y
caeríamos en el más craso materialismo y llegaríamos a negar lo que se dice que en los sacramentos, tal como son practicados en la
propiamente constituye al hombre en su realidad específica. actualidad, se ha producido una «momificación ritual», es decir, el
símbolo ha degenerado en una especie de «momia», algo muerto y
Es más, a la vista de lo que acabamos de decir acerca del símbolo, petrificado, que ha perdido su vitalidad y, por tanto, su fuerza
se puede y se debe afirmar que lo simbólico es esencialmente constitu- expresiva. Por eso, dice Leonardo Boff, el hombre moderno sospecha
tivo de la existencia humana. Y por eso, se puede y se debe decir del universo sacramental cristiano.
también que los símbolos no pueden desaparecer, ni siquiera decaer Esto es verdad. Pero necesita algunas aclaraciones para ser com-
en cualquier momento de la cultura o de la historia, por más que tal prendido adecuadamente. Concretamente nos interesa saber: 1)
momento sea rabiosamente «materialista», como a veces se dice con ¿qué es el rito?; 2) ¿por qué y cómo el símbolo degenera en rito?
más atrevimiento y superficialidad que con un conocimiento real de la Cuando se trata de saber con cierta precisión lo que es el rito
existencia humana tal como de hecho es. Por eso resulta por lo menos conviene tener presente lo que acertadamente ha escrito G. Van der
ingenuo el afirmar que hoy la gente ha perdido el sentido de lo Leeuw:
simbólico, debido al impacto de la sociedad tecnocrática en la que
vivimos. Cuando se dicen esas cosas, lo único que se da a entender es
que quien habla de esa manera no sabe lo que está diciendo. Porque 24. L. Boff, Los sacramentos de la vida, Santander 1977, 10-11.
184 Cuando los símbolos degeneran en ritos 185
Los símbolos de la fe

El hombre que se comporta de acuerdo con lo sagrado y que lo comporta una cierta mecanización de la religión y asegura a las
perpetra, actúa oficialmente. No sólo hace algo, sino que realiza lo que personas «practicantes» una sensación de tranquilidad, que les libera
tenía que realizar, tá drómena. En cierta forma, se pone en pose. de las exigencias inherentes al compromiso de la vida entera.
Maneja lo sagrado. Repite los hechos del poder. Todo culto es repeti- Ahora bien, a la vista de estas dos características fundamentales
ción 2S.
del rito, se comprende fácilmente por qué, con relativa frecuencia, los
símbolos pueden degenerar en meros ritos. El símbolo, tal como ha
Estas palabras de Van der Leeuw nos ponen en la pista de lo que sido descrito antes, es la expresión de una experiencia. En él, el signo
es un comportamiento ritual y, en ese sentido, nos abren el acceso a la externo tiene la función de asumir la experiencia más honda de la
comprensión de lo que es el rito. persona y expresarla. Lo cual quiere decir obviamente que hay
S.G.F. Brandon en su Diccionario de religiones comparadas, des- símbolo en la medida en que hay experiencia. El gesto externo por sí
cribe así lo que es un rito: el término griego que expresa la idea de solo, es decir vaciado de experiencia, no es símbolo de nada. De
«rito» es drómenon, «lo hecho». El rito tuvo probablemente un origen donde resulta lógicamente que, a veces, pueden existir gestos externos
mágico, y consistiría en imitar aquello que se deseaba obtener. Tal de carácter simbólico, pero que no corresponden a ninguna experien-
acción solemnemente ejecutada se suponía eficaz sobre la base del cia interna de la persona. En ese caso, el gesto externo por sí solo es un
principio de ex opere operato, es decir por el hecho mismo de su mero ritual, si se ejecuta de acuerdo con una cierta reglamentación
realización. La acción ritual iría acompañada casi siempre de las (impuesta o convencionalmente admitida) y si además se atribuye un
palabras adecuadas, cuya finalidad sería a la vez invocar a una efecto más o menos automático al gesto fielmente realizado. En ese
potencia superior y explicar el significado de la acción. El conservadu- caso, el símbolo ha degenerado en rito; se ha producido la «momifica-
rismo innato del espíritu humano ha asegurado la exacta repetición ción ritual» de lo simbólico.
de tales acciones, confiriéndoles la categoria de tradiciones sagra-
das 26. Por otra parte, es perfectamente comprensible que esto suceda con
frecuencia. Porque todos sabemos que hay experiencias muy funda-
Según esta descripción, el rito es una acción sagrada que se ejecuta mentales en la persona que comportan un riesgo y que por eso exigen
con exactitud y con una cierta solemnidad. Tal acción va acompaña- una audacia considerable cuando se trata de asumir y expresar tales
da de determinadas palabras que, de alguna manera, explican el experiencias. Por ejemplo, la experiencia del amor, que es sin duda la
significado de la acción. En esas palabras se contiene el mito que experiencia más gratificante, es también la experiencia más arriesga-
acompaña al rito. Además, al rito se le atribuye una eficacia práctica- da, porque exige entrega y fidelidad, liberación del propio interés,
mente automática, es decir, el rito produce su efecto por el hecho aceptación incondicional de la libertad del otro y, en definitiva,
mismo de ser ejecutado con fidelidad.
desencadena unos dinamismos que nadie sabe hasta dónde le pueden
Dos características fundamentales del rito son: en primer lugar, llevar. Ahora bien, todo esto quiere decir que la experiencia del amor
que se trata de una acción socialmente estereoripada y sometida a una pone en serio peligro el instinto de seguridad y más aún el instinto que
reglamentación fija27; en segundo lugar, que produce su efecto por el
tiene toda persona a replegarse sobre sí misma. El miedo a la libertad,
solo hecho de ser ejecutado con exactitud. Estas dos características
constituyen las convicciones más arraigadas en la conciencia de las por una parte, y el deseo de seguridad, por otra, pueden hacer que la
personas que se aferran a la práctica de rituales religiosos. Por eso, la persona ejecute cabalmente ciertos gestos de carácter ritual que no
práctica de los ritos ofrece seguridad al que los ejecuta. Primero, corresponden a la verdadera experiencia que se trataría de expresar.
porque el rito es una acción fija y reglamentada; segundo, porque La ausencia de amor puede quedar enmascarada bajo las apariencias
quien lo pone en práctica tiene el convencimiento de que produce de un ritual perfectamente ejecutado. Y entonces, el ritual no sirve ya
automáticamente su efecto, es decir, el fruto que se pretende obtener para expresar, sino para ocultar la verdadera experiencia que vive el
mediante la práctica ritual. Desde este punto de vista, el ritual individuo: no se expresa el amor, sino que se oculta el miedo a la
libertad.
Cuando se trata de símbolos estrictamente religiosos, el peligro de
25. G. van der Leeuw, Fenomenología de la religión, México 1964, 329. «momificación ritual» es más frecuente y más intenso. Porque lo que
26. S. G. F. Brandon, Diccionario de religiones comparadas II, Madrid 1975, 1241.
21. Cf. W. E. Münlmann, Ritus, en RGV, 1127-1128. entonces está enjuego es la relación con el trascendente. Y por eso, se
trata en ese caso de la experiencia más decisiva, la experiencia de
186 Los símbolos de la fe Los símbolos de la fe 187

totalidad más englobante y, sobre todo, la experiencia que exige la hasta el último detalle; en eso encuentran seguridad, paz e incluso
mayor entrega y el mayor abandono de sí mismo. Ahora bien, ante devoción. Pero resulta chocante que, con relativa frecuencia, tales
semejante experiencia el hombre puede adoptar o bien la actitud de personas denotan una cierta autosuficiencia, una cierta dificultad
vaciarse ante lo trascendente o bien el intento de adueñarse de ese cuando se trata de arriesgarse para amar incondicionalmente, una
mismo ser trascendente. En el primer caso, el hombre se expresará por insensibilidad ante los problemas sociales, y, en definitiva, una mal
medio de símbolos, que le remiten a un «más allá» de sí mismo y de disimulada crispación cuando se ve cuestionada su tajante y ciega
todo lo que no trasciende los límites del espíritu objetivo, es decir los fidelidad a los ritos y normas religiosas establecidas. En virtud de este
límites de la existencia humana. En el segundo caso, por el contrario, complejo mecanismo, a veces se ha preferido perseguir, torturar y
el hombre ejecutará determinados ritos, que son el intento de objeti- matar personas, antes que tolerar un atentado contra los rituales
var al trascendente, es decir, el intento de convertir en un objeto de religiosos. Y por ese mismo mecanismo, los cristianos han sido
nuestra cultura al ser que está por encima de toda posible objetiva-
muchas veces más sensibles ante la profanación de un rito que ante el
ción.
atropello de los débiles o ante el hecho brutal de la dominación del
En este caso se produce lo que Paul Ricoeur ha llamado acertada- hombre por el hombre.
mente el proceso de «conversión diabólica», en virtud del cual el Para concluir este apartado, debemos hacer una advertencia que
trascendente degenera en «cosa», en un objeto a nuestra disposición.
parece importante: existe una diferencia estructural entre el símbolo y
Nace así la «ilusión» de lo religioso, la falsa conciencia, que es el
el rito. La dinámica inherente al símbolo brota de la vida, de la
origen de la metafísica y de la religión: la metafísica que hace de Dios
un ente supremo y la religión que trata de lo sagrado como una nueva experiencia vivida. Por el contrario, la dinámica propia del rito brota
esfera de objetos e instituciones, de poderes que en lo sucesivo se del gesto ritual mismo. Por eso, en el símbolo es fundamental la
inscribirán en el mundo de la inmanencia, del espíritu objetivo al lado experiencia que vive la persona, mientras que en el rito lo fundamen-
de los objetos, las instituciones y poderes de la esfera económica, la tal es la ejecución de los gestos y la pronunciación cabal de las
esfera política y la esfera cultural. Y añade el mismo Ricoeur: palabras que acompañan a esos gestos. Desde este punto de vista, se
puede afirmar que la dinámica estructurante del símbolo es de direc-
Diremos que una cuarta esfera de objetos nace en el interior de la esfera
ción centrífuga, mientras que la dinámica estructurante del rito es de
humana del espíritu. Habrá en adelante objetos sagrados y no sólo dirección centrípeta. En el símbolo es la vida lo que se expresa, en el
signos de lo sagrado; objetos sagrados aparte del mundo de la cul- rito es el gesto lo que causa casi automáticamente un determinado
tura 2 8 . efecto. Por eso, los ritos han estado históricamente asociados a la
magia, como prueba la historia comparada de las religiones. Y por
De esta manera, los símbolos dejan de cumplir su función de eso también, los símbolos están esencialmente vinculados a la vida,
«centinelas del horizonte», que nos llevan a un «más allá» de sí concretamente a la correspondencia entre el signo externo y la expe-
mismos, porque hacen posible el encuentro con el Dios vivo. Y al riencia que vive la persona.
dejar de cumplir esta función, degeneran en rituales vacíos de expe-
riencia. La «conversión diabólica» ha cumplido entonces su papel Más adelante veremos cómo este planteamiento no significa nin-
engañoso y destructor. La religión es, en ese caso, «la reificación y gún atentado contra la doctrina teológica según la cual los sacramen-
alienación de la fe»29. tos son actos, no sólo del hombre, sino también de Dios, acciones de
Todos sabemos por experiencia hasta qué punto es verdad lo que Cristo salvador y liberador de los hombres. El problema está en saber
sumariamente acabamos de describir. Es, en efecto, demasiado fre- si Dios actúa mecánicamente por medio de unos ritos o interviene en
cuente el caso de personas que son profundamente «religiosas», pero nuestra vida encarnando su acción liberadora en nuestras experien-
cuyas experiencias reales y cuyos comportamientos están muy lejos de cias más hondas y más fundamentales. Pero de este asunto trataremos
las exigencias más elementales de la fe cristiana. Se trata de personas en otro capítulo.
que se aferran ciegamente a la fiel observancia de los ritos religiosos
10. Los símbolos de la fe
28 P. Ricoeur, Freud: una interpretación de la cultura, México 1970, 464.
29. Ibid. La fe cristiana comporta esencialmente la entrega y la obediencia
(Rom 16,26; Rom 1, 5; 2 Cor 10, 5-6) «por la que el hombre se confía
188 Los símbolos de la fe El bautismo, experiencia del Espíritu 189

libre y totalmente a Dios» 3<>. Esta obediencia consiste concretamente expresar simbólicamente lo que se vive. De ahí que si la fe comporta
en la entrega incondicional a Jesucristo. De ahí la relación fundamen- una forma de vivir, comporta igualmente unos símbolos, que expre-
tal que en el nuevo testamento se establece entre la fe y la persona de san lo que el creyente vive. Por esto se comprende que las comunida-
Jesús31. Pero esta relación del creyente con Jesús tiene un sentido des primitivas expresaron su fe en la forma que tomaron de vivir. Pero
concreto: se trata de una decisión radical que orienta la vida entera y la expresaron también en sus formas de celebrar lo que creían. He
que asocia y vincula la propia existencia al destino que de hecho tuvo aquí la razón de ser de los sacramentos. Por eso, cabe decir con todo
Jesús de Nazaret. A partir de este sentido original, «la fe se realiza en derecho que los sacramentos son los símbolos de la fe.
su profundidad definitiva sólo mediante una orientación total a él Pero con decir eso, no tocamos el verdadero problema que aquí
(Jesús), mediante una vinculación de la propia vida a la de él, nos interesa. Porque ya hemos indicado antes cómo los sacramentos
acometiendo la tarea de seguirle»32. cristianos no fueron gestos inventados por los cristianos. Sabemos, en
Por lo tanto, es hombre de fe el que asume una vida y un destino efecto, que el bautismo en cuanto rito de iniciación practicado por
que van en la línea de lo que fue la vida y el destino de Jesús. Esto medio de agua se utilizaba desde antiguo en no pocas religiones33.
quiere decir que la característica esencial del creyente no es el conven- Como sabemos igualmente que los ritos sacrificiales de comunión,
cimiento de unas verdades sobre Dios y sobre Cristo; ni tampoco la utilizando concretamente el pan y el vino, eran muy anteriores al
práctica de unos ritos religiosos. La característica esencial del creyen- cristianismo34. Ahora bien, si tal era la situación en los orígenes de la
te es el seguimiento de Jesús, asumiendo la vida y el destino de Jesús, iglesia, se plantea lógicamente la cuestión de saber si los sacramentos
su postura ante los hombres, ante las distintas situaciones que presen- eran considerados como ritos o como símbolos. Es verdad que, al
ta la vida y ante las instituciones que funcionan en la sociedad. Y menos en principio, ambas cosas no son incompatibles, puesto que en
sobre todo, asumiendo la postura de obediencia radical de Jesús a la un ritual religioso pueden practicarse determinados símbolos, que
voluntad del Padre de todos los hombres, para realizar en el mundo el sean vividos como tales símbolos por los participantes. Pero la
proyecto de Dios, el reinado de Dios, que es el reinado de la justicia, verdadera cuestión que aquí debemos afrontar es si los sacramentos
la igualdad, la fraternidad, la libertad y el amor. fueron vividos e interpretados como ritos o como símbolos, es decir si
La fe, por consiguiente, comporta una experiencia fundamental. lo esencial del sacramento es el rito que produce un efecto o es el
La experiencia más fuerte y más decisiva que un hombre puede tener símbolo que expresa una experiencia. En el primer caso, lo esencial
en este mundo. La experiencia del amor del hombre y la experiencia sería el rito y su efecto; en el segundo caso, lo esencial sería la
del amor al hombre. La experiencia de la libertad y de la autorrealiza- experiencia que viven los que celebran el sacramento. ¿Qué nos dicen
ción. La esperiencia, en definitiva, que da sentido a toda la vida y que sobre esta cuestión los textos sacramentales del nuevo testamento?
orienta la existencia para siempre.
Ahora bien, esto quiere decir que la fe se realiza en el compromiso
con Jesús, el Mesías, y con los hombres, sobre todo con los nombres 11. El bautismo, experiencia del Espíritu
con los que se comprometió Jesús, los pobres y los débiles, los Según los relatos del nuevo testamento, lo primero y lo más
despreciados y el desecho de la sociedad. Pero la fe no comporta sólo elemental que caracteriza al bautismo cristiano es que, a diferencia del
el compromiso. Si la fe es esencialmente una experiencia, y si es la bautismo de Juan, es un bautismo no sólo de agua sino de Espíritu
experiencia más fuerte de la vida, eso quiere decir que la fe se tiene que (Mt 3, 11; Me 1, 8; Le 3, 16; Jn 1, 33; Hech 1, 5; 11, 16; 19, 3-5). La
expresar también simbólicamente, de acuerdo con lo que hemos dicho relación entre el bautismo cristiano y la presencia del Espírtu queda
acerca del símbolo y su función en la vida humana. Creer, por lo además atestiguada en Hech 10, 47; 11, 15-17; 1 Cor 12, 13; Jn 3, 5.
tanto, es comprometerse. Pero creer es también y al mismo tiempo Todo esto quiere decir que es característica esencial y específica del
bautismo cristiano la presencia del Espíritu en el bautizado.
30. Dei Verbum, 5: «qua homo se totum libere Deo committit».
31. Cf. para una orientación bibliográfica sobre este asunto, que ha sido ampliamen-
te estudiado por la exégesis y por la teología, J. Alfaro, Fides in terminología bíblica: 33. Cf. para una información bien documentada sobre los ritos de iniciación, la obra
Gregorianum 42 (1961) 463-505. editada por C. J. Bleeker, Inítiation, en Studies in the history ofreligions X, Leiden 1965.
32. W. Trilling, Christusgeimnis-Glaubensgeheimnis, Mayence 1957, 50; citado por J. 34. Cf. J. Pedersen, Israel III-1V, Copenhague 1934, 254-259; citado por G. Widen-
Pfammatter, La fe según la sagrada Escritura, en Mysterium Salutis 1/2, 892. gren, Fenomenología de la religión, 279.
190 Los símbolos de la fe El bautismo, experiencia del Espíritu 191

Ahora bien, está fuera de duda que, según el nuevo testamento, el cuando el cristianismo primitivo nos habla del Espíritu, en realidad de
Espíritu fue para la comunidad primitiva, antes que un objeto de lo que nos habla, antes que nada, es de una experiencia fundamental y
enseñanza, un dato de experiencia. Hasta el punto de que tal experien- decisiva: la experiencia de la intervención salvadora y liberadora de
cia es lo que explica la diferencia y la unidad, al mismo tiempo, de las Dios por medio de Cristo en la historia humana.
diversas fórmulas que utilizan los autores del nuevo testamento para Tenemos, por consiguiente, que: hablar del Espíritu es hablar,
hablar del Espíritu. Esta experiencia es presentada por los diversos ante todo y sobre todo, de una experiencia característica de fe. Ahora
autores del nuevo teatamento de diferentes maneras y con diferentes bien, si lo que caracteriza al bautismo cristiano es la donación y la
fórmulas. Así, el Espíritu equivale a la experiencia del que habla, no presencia del Espíritu, como hemos visto al comienzo de este aparta-
por propia iniciativa, sino por efecto de la acción de Dios (Me 13, 11; do, entonces se puede y se debe decir que lo específico del bautismo
Mt 10, 20; Le 12, 12). El Espíritu es también la experiencia de una cristiano es una experiencia: la experiencia del Espíritu, con lo que
fuerza que impulsa y lleva a los hombres (Le 2,27; 4, 1.14; Hech 13,4; supone de fuerza, de alegría, de amor y de libertad, según hemos
16, 6.7; 20, 23); es una experiencia de gozo y alegría (Le 10, 21; Hech podido comprobar en los textos del nuevo testamento que antes se
9, 31; 13, 52; Rom 14, 17; 1 Tes 1, 6), una experiencia de amor (Rom han aducido.
5, 5; 15, 30; 2 Cor 13, 13) y de libertad (2 Cor 3, 17). Pero, sobre todo, Pero hay algo más importante en todo este asunto. Ya hemos
es importante observar que se trata de una experiencia que se presenta citado antes los pasajes del nuevo testamento en los que se contrapo-
como una fuerza (dúnamis) que invade al hombre, se apodera de él y ne el bautismo cristiano al bautismo de Juan. En esos pasajes se dice
le impulsa en la vida. En este sentido, la conexión entre pneuma claramente que la diferencia esencial entre ambos bautismos está en
(espíritu) y dúnamis (fuerza) es sorprendente en los escritos del nuevo que el bautismo de Juan era un bautismo de agua, mientras que el
testamento (Le 1,17; 4,14.36; Hech 10, 38; Rom 15, 13.19; 1 Cor 2,4; bautismo cristiano es un bautismo en Espíritu. Esto quiere decir
Ef 8, 16; 2 Tim 1, 7). Se trata, además, de un impulso que llena en obviamente que lo propio y peculiar del bautismo cristiano no es el
plenitud al hombre, es decir, se trata de una experiencia abundante y rito, sino la experiencia. Si por otra parte recordamos que jamás en el
fuerte. Este aspecto ha sido destacado por Lucas: el Espíritu llenó a nuevo testamento se explica el rito bautismal, jamás se dice cómo se
todos el día de pentecostés (Act 2, 4), como lo había hecho con Jesús realizaba, jamás se habla de las oraciones o palabras que lo acompa-
después del bautismo (Le 4, 1) y con Juan Bautista desde el seno ñaban 39 , entonces se confirma plenamente el hecho de que para la
materno (Le 1, 15), con Isabel y Zacarías (Le 1, 41.67), con Pedro iglesia primitiva lo esencial y determinante del bautismo cristiano no
(Hech 4, 8), Pablo (Hech 9, 17; 13, 9), Esteban (Hech 6, 5; 7, 55), era el ritual, sino la experiencia que vivían los creyentes.
Bernabé (Hech 11, 24), los apóstoles (Hech 4, 31) y los discípulos de Esta última conclusión se pone de manifiesto singularmente en el
Antioquía de Psidia (Hech 13, 52)3(5. Por su parte, Pablo afirma que el libro de los Hechos de los apóstoles. En efecto, según Hech 1, 5 y 11,
Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu, para dar al hombre la 16, el bautismo cristiano y la experiencia del Espíritu son dos realida-
seguridad de que es hijo de Dios (Rom 8, 16). des vinculadas la una a la otra. Esto aparece expresamente destacado
A la vista de estos datos, se puede afirmar con toda seguridad que en el pasaje de Hech 1, 5, ya que las palabras «dentro de pocos días
los autores del nuevo testamento no insisten tanto en la idea del seréis bautizados con Espíritu santo», aluden inequívocamente al
Espíritu santo como persona, sino más bien en que el Espíritu es una acontecimiento de pentecostés. Pero lo sorprendente es que en ese
fuerza, una experiencia que invade y penetra al creyente y actúa en acontecimiento los discípulos recibieron el Espíritu sin que allí media-
él 37 . Es más, sabemos que en la vida y en la historia de la iglesia ra rito alguno bautismal (Act 2, 1-4). Y, lo que es más curioso, según
primitiva, la fe en el Espíritu no se refería primariamente a la fe en la Hech 10, 44, el Espíritu descendió sobre Cornelio y los de su casa
tercera persona de la trinidad, sino antes que eso a la fe en la presencia antes de recibir el bautismo, es decir, primero se produce la experien-
de la intervención de Dios en la comunidad creyente38. Es decir, cia del Espíritu; y sólo después de eso es cuando se administra el rito
bautismal. De tal manera que precisamente porque primero se ha
35. Cf. E. Schweizer, en TWNT VI, 397. dado la experiencia del Espíritu, por eso Pedro se atreve a administrar
36. Cf. J. Dupont, Eludes sur les Actes des apotres, París 1967, 488. el rito a los primeros paganos que entran en la iglesia. Las palabras de
37. Cf. I. Hermann, Kyrios und Pneuma, en Studienz. Alten undNeuen Testament II,
München 1961, 13.
38. Cf. J. Ratzinger, Introducción al cristianismo, Salamanca 1970, 291-297. 39. De este asunto ya hemos hablado en el cap. 5.
192 Los símbolos de la fe
El bautismo, experiencia de la muerte 193

Pedro son elocuentes en este sentido: «¿Se puede negar el agua del Pablo pregunta como sorprendido: «¿Habéis olvidado que a todos
bautismo a éstos, que han recibido el Espíritu igual que nosotros?» nosotros, al bautizarnos vinculándonos al Mesías Jesús, nos bautiza-
(Hech 10, 47). Y es interesante notar que cuando Pedro repite este ron vinculándonos a su muerte?» (Rom 6, 3). Hay que tener en cuenta
mismo argumento al informar a la comunidad de Jerusalén, en vez de que cuando Pablo escribía estas palabras, él no conocía personalmen-
la expresión kolüsai tó údor (prohibir el agua) (Hech 10,47), utiliza la te a la comunidad de Roma. Es decir, la relación entre el bautismo y la
expresión kolüsai ton zeón (prohibir a Dios) (Hech 11, 17). Lo cual muerte no es una idea específicamente de Pablo, sino que se supone
confirma, una vez más, que para el autor del libro de los Hechos, lo como algo conocido por una comunidad que él no había fundado.
esencial y determinante del bautismo cristiano no es el rito del agua, Por otra parte, la pregunta no significa que se trata de algo que los
sino la experiencia que vive el creyente40. lectores habían ignorado, sino lo que podrían haber olvidado; Pablo
Esta experiencia, por lo demás, no es una experiencia intimista de se limita a recordar a aquellos cristianos lo que ya sabían, lo mismo
devoción y afecto, como una especie de sentimiento que repliega al que hace en Rom 7, l 43 . Además la ecuación ser bautizado = ser
sujeto sobre sí mismo. Todo lo contrario: el Espíritu es una fuerza que crucificado había sido formulada ya antes, concretamente en 1 Cor 1,
empuja a los creyentes a dar testimonio de Jesús hasta los confines del 13: «¿Acaso lo crucificaron a Pablo por vosotros? o ¿es que os
mundo (Hech 1, 8), una fuerza que impulsa a la comunidad cristiana bautizaron para vincularos a Pablo?». En este texto, las expresiones
para que anuncie con audacia y libertad (parresía) el mensaje de Dios ser bautizado y ser crucificado son sinónimos, puesto que se utilizan
(Hech 4, 31). en el mismo sentido. En Col 2, 11-13 se afirma, con más vigor si cabe,
esta relación y hasta la identificación entre el bautismo y la muerte, ya
que en ese texto, la fórmula ser bautizado equivale a ser sepultado.
12. El bautismo, experiencia de la muerte Por su parte, el autor de la Carta a los hebreos viene a decir
prácticamente lo mismo, puesto que el bautismo no se puede repetir,
El verbo griego baptiszénai traduce al verbo arameo tebal, que es porque Cristo no puede morir nada más que una vez (Heb 6, 4).
activo intransitivo, y que no significa «ser bautizado», sino «tomar un Pero, en realidad, ¿qué sentido tiene esta relación y esta identifica-
baño de inmersión» o «sumergirse»41. Esto quiere decir que el símbo- ción entre el bautismo cristiano y la muerte? ¿qué quiere decir eso y a
lo bautismal del agua fue utilizado por la iglesia primitiva en el qué se refiere en concreto? Para responder a estas preguntas hay que
sentido de amenaza contra la vida. Las aguas son, por supuesto, recordar, ante todo, lo que fue la experiencia del bautismo para el
fuente de vida; pero son también agentes de muerte y de destrucción. mismo Jesús. Los evangelios relatan este episodio de la vida de Jesús
Y sabemos por la historia comparada de las religiones que el simbolis- dándole especial relevancia (Me 1,9-11; Mt3,13-17; Le 3,21-22; Jn 1,
mo de la muerte es quizás el más destacado cuando se trata de 32-34), ya que se inscribe dentro del ciclo de Juan Bautista y es como
símbolos acuáticos42. Por otra parte, en el antiguo testamento apare- el centro de la actividad del precursor de Jesús. Por otra parte, la
cen las aguas como agentes de muerte precisamente en momentos tradición primitiva de la iglesia concedió a este hecho una importan-
especialmente significativos de la historia salvífica, concretamente en cia singular, como lo prueban las abundantes referencias que se nos
el diluvio y en el paso de los israelitas por el Mar Rojo. Ahora bien, han conservado en ese sentido 44. Todo esto nos viene a decir que las
estos dos acontecimientos son utilizados por los autores del nuevo primeras comunidades cristianas vieron en el acontecimiento del
testamento para explicar la significación del bautismo cristiano: el bautismo que recibió Jesús un hecho especialmente significativo para
diluvio en 1 Pe 3, 20-21; el paso del Mar Rojo en 1 Cor 10, 2. la vida de cada comunidad. ¿En qué sentido?
La relación entre el bautismo y la muerte era un tema familiar en
las primeras comunidades cristianas. En la Carta a los romanos,
43. Cf. F. J. Leenhardt, L'epitre de saint Paul aux romains, Neuchátel 1957, 88.
40. Cf. E. Schwiezer, en TWNT VI, 411.
44. Cf. para este punto, Lundberg, La typologie baptismale dans Vancienne eglise,
41. Cf. J. Wellhausen, Das Evangelium Marci, Berlín 1909,4; H. Sahlin, Studien zum
Upsala 1942, 229-232; se pueden dar citas abundantes: Epifanio, Haer. 30, 13, 7-8; CGS
dritten Kapitel des Lukasevangeliums, Upsala 1949, 130-133; citados por J. Jeremías,
25, 350-351; Justino, Dial. 88, 3, 8; Clemente Alej., Paedag. I, 6,23; Jerónimo, Com. in Is,
Teología del nuevo testamento I, 69.
11, 2; cf. E. Klostermann, Apocrypha II, Berlín 1929, 6; Ambrosio, Serm. 38, 2, PL 17,
42. Cf. M. Eliade, Images et symboles, Paris 1952, 199-211; J. E. Cirlot, Diccionario
679; Test. Levi 18, 6 s; Test. Juda 24, 2 s; cf. J. Jeremías, Teología del nuevo testamento I,
de símbolos, Barcelona 1978, 54-55.
67-68.
194 Los símbolos de la fe El bautismo, experiencia de la muerte 195

Los evangelios sinópticos cuentan que cuando Jesús fue bautizado que, según la enseñanza y la experiencia del propio Jesús, asumir el
por Juan, descendió el Espíritu de Dios sobre Jesús y se escuchó una bautismo equivale a asumir esta orientación fundamental de la vida y
voz del cielo: «Este es mi Hijo, a quien yo quiero, mi predilecto» (Mt este destino: el rechazo de todo lo que sea dominación, opresión y
3, 17; Me 1, 11; Le 3, 22). Estas palabras se refieren ciertamente a Is mando sobre los demás; y en vez de eso, el servicio hasta la muerte.
42, 145, Ahora bien, en ese famoso pasaje del profetas Isaías, Dios Por lo demás, esta vinculación entre el bautismo de Jesús y su muerte
presenta a su siervo predilecto, que será el salvador y libertador del no es exclusiva de los evangelios sinópticos. En la primera carta de
pueblo, porque va a implantar el derecho en la tierra (Is 42, 4) y la Juan se dice: «El que vino con agua y sangre fue él, Jesús el Mesías; no
justicia entre los hombres (Is 42, 6), porque va a abrir los ojos de los vino sólo con agua, sino con el agua y la sangre» (1 Jn 5, 6). Según la
ciegos y va a sacar a los cautivos de las cárceles y de la mazmorra a los interpretación más probable, estas palabras enigmáticas se refieren al
que habitan las tinieblas (Is 42, 7). Se trata del nuevo éxodo, el nuevo bautismo de Jesús y a su muerte; y quieren decir que entre el bautismo
camino de la liberación, que «apunta a una realidad superior, supre- y la muerte existe una conexión fundamental47. También desde este
ma, que será la liberación auténtica»46. El hecho de que Jesús punto de vista, la experiencia de Jesús en su bautismo fue la experien-
recibiera el Espíritu en su bautismo y de que escuchara estas palabras cia de un destino hacia la muerte.
significa que, en ese momento, él experimentó su vocación y tomó Pero, sin duda alguna, el testimonio más claro de todo el nuevo
conciencia de su destino. Pero, ¿en qué consistió de hecho este destino testamento acerca de la conexión que existe entre el bautismo cristia-
del siervo predilecto del Padre? En el llamado cuarto cántico del no y la muerte es el texto de Rom 6, 3-5:
siervo, el profeta Isaías II describe este destino como un itinerario de
sufrimiento y de muerte, para salvar y liberar al pueblo de todos sus ¿Habéis olvidado que a todos nosotros, al bautizarnos vinculándonos
pecados, maldades y esclavitudes (Is 52, 13-53, 12). Y es de este al Mesías Jesús, nos bautizaron vinculándonos a su muerte? Luego
destino del que tomó conciencia Jesús con ocasión cíe su bautismo y a agüella inmersión que nos vinculaba a su muerte nos sepultó con él,
para que, así como Cristo fue resucitado de la muerte por el poder del
causa de la voz del cielo que le proclamaba como ese siervo destinado Padre, también nosotros empezáramos una vida nueva. Además, si
a cumplir tal misión. hemos quedado incorporados a él por una muerte semejante a la suya,
Por consiguiente, Jesús recibió en su bautismo la misión que le ciertamente también lo estaremos por una resurrección semejante.
encomendaba el Padre; él tomó plena conciencia de esa misión. Y
sabemos que tal misión no era otra sino la entrega incondicional para Para comprender lo que Pablo quiere decir en este texto, hay que
salvar y liberar a los hombres. Y eso hasta la muerte. El bautismo, por tener presente, antes que nada, que aquí no se trata de lo que
lo tanto, comportó para Jesús una experiencia fundamental y decisi- podríamos llamar una «mística cultual cristiana»48, es decir no se
va: la experiencia de una misión y un destino de compromiso en favor trata de que, en virtud del rito del bautismo, el bautizado queda
del pueblo, hasta morir por él. Por eso se comprende que las dos veces místicamente identificado con Cristo, pero de manera que en la
que Jesús utilizó el verbo baptiszénai (Me 10, 38; Le 12, 50), fue para práctica puede proceder a su capricho. Precisamente eso es lo que
referirse a su propia muerte. De donde resulta que, según la experien- Pablo quiere evitar, para quitar la razón a los falsos cristianos que le
cia del propio Jesús, ser bautizado significa ser crucificado, es decir, acusaban de que su teología sobre la liberación de la ley, en realidad a
significa: sufrir y morir por el pueblo. Por lo demás, aquí es de suma lo que llevaba era al libertinaje. Pablo rechaza esa acusación que, sin
importancia advertir que el texto de Me 10, 38 está situado a conti- duda, algunos le echaban en cara (Rom 2, 1-5; 3, 5-8)49. Y aquí,
nuación del tercer anuncio de la pasión (Me 10, 32-34) y significa el precisamente para demostrar lo falsa que era esa teoría, echa mano de
rechazo tajante que hace Jesús ante las pretensiones de Santiago y lo que era la praxis del bautismo en la comunidad, o mejor dicho, en
Juan, que querían ocupar los primeros puestos, instalándose así en el las comunidades cristianas de aquel tiempo.
poder y la gloria sobre los demás (Me 10, 41-45). De donde resulta
47. Cf. M. Kohler, Le coeur et les mains. Commentaire de la premiére epitre de Jean,
45. No se trata, por tanto, de una cita compuesta del Sal 2,7 y de Is 42,1, como lo ha Neuchátel 1962, 174-179.
demostrado con claridad J. Jeremías, Teología del nuevo testamento I, 71-72; Id., Abba. 48. Cf. E. Kásemann, An die Romer, en Handbuch zum Neuen Testament, Tübingen
Studien zur neutestamentlichen Theologie und Zeitgeschichte, Góttingen 1966, 192-198. 1973, 152.
46. L. Alonso Schókel, en Nueva Biblia española, Madrid 1975, 841. 49. Cf. A. Viard, Saint Paul. Epitre aux romains, Paris 1975, 142.
196 Los símbolos de la fe El bautismo, experiencia de la libertad 197

El razonamiento de Pablo se basa en un hecho: el bautismo lleva en Col 2, 12: ser bautizado equivale a ser sepultado con Jesús, para
consigo un cambio tal en la persona que en realidad empieza a resucitar con él. La unidad de destino con el Mesías llega hasta sus
caminar por la vida de una manera completamente nueva (én kainóte- últimas consecuencias.
ti soés peripatésomen) (Rom 6, 4). Aquí es importante tener presente En resumen: lo mismo en el caso del bautismo que recibió Jesús
el uso que se hace en la Biblia del verbo peripatéo, en cuanto que sirve que en el bautismo que recibe el cristiano, se trata de una misma
para expresar la vida ético-religiosa del hombre 5o, es decir, su com- experiencia fundamental, la experiencia de un destino de muerte, que
portamiento moral. En el lenguaje de Pablo es constante la utilización abre el acceso a una existencia nueva. Esa experiencia se asume y se
de este verbo en el sentido de conducta ética51, de tal manera que no expresa simbólicamente por medio agua. El bautismo es, por tanto, el
hay ni un solo caso en que no tenga este sentido. Por lo tanto, cuando símbolo por medio del cual el cristiano expresa la experiencia más
Pablo habla aquí de lo que en realidad comporta el bautismo cristiano fuerte y decisiva de su vida, la experiencia que cambia su suerte y su
para el creyente, no se refiere a una determinada mística cultual sin destino; y que le hace aparecer ante los demás como quien ha tomado
incidencias en la vida, sino que quiere indicar la novedad de vida y de en serio que la vida y la muerte de Jesús siguen teniendo, ahora
comportamiento que brota del hecho bautismal. también, la significación más importante para la vida y son, de hecho,
Evidentemente, esto quiere decir que el bautismo comporta una la solución de la vida.
experiencia decisiva en la vida del creyente. Y es una experiencia
decisiva porque precisamente a partir del bautismo, en la vida de un
cristiano ya no se puede hablar más de pecado y de todo lo que el 13. El bautismo, experiencia de la libertad
pecado lleva consigo (Rom 6, 11.12.14). Es decir, se trata de una
experiencia tan fuerte y tan vinculante que cambia radicalmente la El paso del mar Rojo fue para los israelitas el paso de la esclavitud
vida de una persona. a la libertad. Por eso, el bautismo que vinculó el destino de aquellos
Pero hay más. Esta experiencia tiene un sentido concreto o, si se hombres al destino de Moisés (1 Cor 10, 2) fue el bautismo de la
quiere, una orientación determinada. En Rom 6, 3 Pablo utiliza la liberación. Pero, como acabamos de ver, el bautismo que vinculó a los
expresión ebaptíszemen eis Xristón Iesoün. Ahora bien, esta expresión israelitas a Moisés tiene un paralelismo, formulado literalmente me-
es estrictamente paralela con la que usa el mismo Pablo en 1 Cor 10, diante la misma frase, con el bautismo que vincula a los creyentes con
2: ebaptíszesan eis ton Moüsén. La persona y la obra de Moisés pone el Mesías Jesús (Rom 6, 3). Por consiguiente, ya desde este punto de
de manifiesto y explica lo que es la obra de Cristo. Los israelitas vista el bautismo cristiano comporta una experiencia de liberación. Es
fueron bautizados al atravesar el Mar Rojo; y fueron bautizados decir, de la misma manera que el paso del mar Rojo fue para los
vinculándose a Moisés, es decir, uniéndose a él. De hecho, los que le israelitas-la experiencia fundamental de su liberación, así también el
siguieron, los que se fiaron de él y con él entraron en el agua, los que paso por el agua bautismal comporta para los cristianos la experien-
de esa manera vincularon su suerte y su destino a Moisés, encontra- cia de su propia libertad.
ron la salvación y la liberación, precisamente a través del agua. Lo Pero libertad, ¿de qué y para qué? Pablo explica este punto de
mismo ocurre en el caso de los cristianos con respecto a Cristo: el manera admirable. Precisamente en el texto de Rom 6, 3-5, se trata,
símbolo del agua sella la unión de destino y de suerte con el Mesías como ya hemos visto, de responder a la acusación que algunos hacían
Jesús. Al ser bautizado, el creyente expresa su vinculación a lo que fue contra Pablo de que, al predicar la liberación de la ley, de esa manera
la vida y el destino de Jesús: la muerte. Pero no para quedar en la lo que en realidad fomentaba era la inmoralidad y el libertinaje (cf.
destrucción que lleva consigo la muerte, sino para pasar de esa Rom 6, 1). Ante semejante acusación, Pablo aduce el hecho del
manera a una vida completamente nueva 52 . La misma idea se repite bautismo con la experiencia que comporta, para concluir con una
afirmación sencillamente lapidaria: «El pecado no tendrá dominio
sobre vosotros, porque ya no estáis en régimen de ley, sino en régimen
50. Cf. G. Bertram, en TWNT V, 942. de gracia» (Rom 6, 14). El hombre que ha vivido la experiencia del
51. Rom 8, 4; 13, 13; 14, 15; 1 Cor 3, 3; 7, 17; 2 Cor 4, 2; 5, 7; 10,2. 3; 12, 18; Gal 5, bautismo, ha vivido por eso mismo la experiencia de una liberación.
16; Ef 2, 2.10; 4, 1.17; 5,2.8.15; Flp 3, 17.18; Col 1, 10; 2,6; 3, 7; 4, 5; 1 Tes 2, 21; 4,1.12; 2
Tes 3, 6.11.
Se trata de la liberación del pecado, que ya no tiene dominio (ku-
52. Cf. F. J. Leenhardt, L'epitre de saint Paul aux romains, 89.
198 Los símbolos de la fe El bautismo, experiencia de la libertad 199

rieúein) sobre los cristianos53. Pero lo sorprendente es la razón que da alusión a la ley promulgada en el Sinaí es manifiesta, como consta
Pablo de por qué los cristianos ya no están sometidos al señorío del expresamente por el v. 24 que habla de la alianza establecida por Dios
pecado: «porque ya no estáis en régimen de ley, sino en régimen de con Moisés.
gracia». Es decir, los creyentes están liberados del pecado porque, en Es verdad que el término nomos (ley) se refiere, en el vocabulario
el fondo, de lo que están liberados es de la ley. La experiencia del de Pablo, a veces a la Escritura en general (Rom 3, 19; 1 Cor 14, 21) o
bautismo es la experiencia de la libertad más radical. Porque es la más concretamente al Pentateuco (Rom 3, 21; 1 Cor 9, 8; 14, 34; Gal
liberación de la ley en su sentido más fuerte, es decir, la ley en cuanto 3, 10; 4, 21). Pero es indudable que, excepto en los casos en los que
voluntad impositiva y codificada que se impone al hombre desde tiene uno de estos sentidos particulares, se puede afirmar con seguri-
fuera. En efecto, Pablo explica lo que entiende por ley en la misma dad lo que acertadamente ha dicho H. Schlier:
Carta a los romanos. Su pensamiento en este sentido es terminante:
El punto de partida de la problemática paulina sobre la ley es el hecho
A nadie le quedéis debiendo nada, fuera del amor mutuo, pues el que de que nomos contiene el requerimiento de Dios. Esto significa en
ama al otro tiene cumplida la ley. De hecho, el no cometerás adulterio, primer término que el hombre tiene que cumplir la voluntad de Dios
no matarás, no robarás, no envidiarás y cualquier otro mandamiento manifestada en la ley por amor a su vida. La ley es en todos los sentidos
que haya se resume en esta frase: Amarás a tu prójimo como a ti la ley de vida de los hombres que Dios ha promulgado55.
mismo. El amor no causa daño al prójimo y, por tanto, el cumplimien-
to de la ley es el amor (Rom 13, 8-10).
Ahora bien, la experiencia fundamental del bautismo lleva consi-
go la experiencia de la libertad en cuanto libertad de la ley. ¿Qué
Cuando Pablo habla de la ley, se refiere al decálogo, es decir, a la
quiere decir eso? Sencillamente que la ley del creyente es el amor. A
voluntad impositiva fundamental de Dios codificada en los diez
eso se refiere Pablo en Rom 13, 8-10 y en Gal 5, 14. Lo que quiere
mandamientos (Ex 20, 13-17; Dt 5, 17-21; Lev 18, 19). Lo mismo
aparece en Rom 2, 17-23, en donde nomos (ley) es sinónimo de los decir que la experiencia fundamental del creyente en el bautismo es la
mandamientos de la ley de Dios. Y otro tanto hay que decir de Rom experiencia del amor. Y por cierto, no sólo del amor a Dios, sino
7, 7, que alude inequívocamente a una de las prohibiciones del además del amor al hombre, ya que a eso se refieren expresamente los
decálogo (Ex 20, 17; Dt 5, 21). Lo mismo en Gal 3, 10 la referencia a textos de Romanos y Gálatas que acabamos de citar: el que ama al
la ley mosaica es indiscutible, ya que Pablo cita a Dt 27, 26, en donde prójimo cumple la ley plenamente hasta sus últimas consecuencias56.
se trata de las maldiciones que sobrevendrían a los que quebrantasen Pero hay-más. Porque Pablo lleva este planteamiento hasta aus
la ley dada por Dios al pueblo elegido. Más claramente aún, en Gal 3, últimas consecuencias. En la Carta a los gálatas, efectivamente,
17 se advierte que Pablo se está refiriendo a la ley dada por Dios en el afirma que los creyentes ya no están sometidos a la ley (Gal 3, 23-24),
Sinaí, porque al decir que la ley fue dada cuatrocientos treinta años es decir son hombres libres, en el sentido más profundo que puede
más tarde que la promesa hecha a Abrahán, está aludiendo induda- revestir la libertad para el hombre, porque ya no viven ni como
blemente a Ex 12, 40-41, en donde se afirma que la estancia de los menores de edad ni como esclavos (Gal 4,1-3). Pero, en realidad, ¿qué
israelitas en Egipto duró ese tiempo, al cabo del cual Dios se manifes- quiere decir eso? ¿se trata de un mero derecho? ¿o se trata, más bien,
tó en el Sinaí promulgando el decálogo54. También en Gal 3, 19 se de un hecho real y concreto? La respuesta es clara y terminante: se
trata de la ley del Sinaí, porque al hablar de la ley que fue «promulga- trata de un hecho. El verdadero creyente es un hombre verdadera-
da por ángeles, por boca de un mediador», Pablo se refiere a las ideas mente libre. ¿Por qué? Porque vive la experiencia de sentirse hijo de
de la apocalíptica judía y de los rabinos, que defendían la idea de que Dios. En efecto, en Gal 3, 25-26, Pablo afirma que ya no estamos
los fenómenos extraordinarios que acompañaron a la promulgación sometidos a la ley «porque por la adhesión al Mesías Jesús todos sois
de la ley (Ex 19, 9.16 s; 24, 15 s; Dt 4, 11; 5, 22 s) se habían llevado a hijos de Dios». Pero lo importante aquí está en que esa condición de
cabo mediante la intervención de los ángeles (cf. Hech 7,38.53; Heb 2, hijos de Dios no consiste en un mero título jurídico o en un concepto
2) y un mediador que fue Moisés. Finalmente en Gal 4, 21-22, la
55. H. Schlier, La carta a los gálatas, Salamanca 1975, 207.
53. Cf. A van Dülmen, Die Theologie des Gesetzes bei Paulus, Stuttgart 1968, 99. 56. Cf. H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus, Góttingen 1978, 76-77; E. Kásemann, An
54. Cf. J. M. González Ruiz, Espistola de san Pablo a los gálatas, Madrid 1971,167. die Romer, 345; H. Ulonska, Die Funktion der alttestamentlichen Zitate und Anspielungen
in den paulinschen Briefen, Münster 1963, 200.
200 Los símbolos de la fe La autonomía del corazón del hombre 201

que se sabe por la fe, sino que consiste sobre todo en una experiencia: separaciones de condición humana y cultural (varón y hembra).
la experiencia del Espíritu que, en nuestra intimidad, grita «¡Abba! Porque los creyentes se han hecho todos uno, mediante el Mesías
¡Padre! (Gal 4, 6-7). El creyente no sólo sabe que es hijo de Dios, sino Jesús (Gal 3, 28). El mismo pensamiento exactamente se repite en
sobre todo experimenta que lo es, en el sentido más entrañable, por la 1 Cor 12, 13 (cf. Col 3,9-11).
fuerza del amor sentido y vivido en su intimidad. Ahora bien, el amor Al llegar a este punto, uno puede preguntarse obviamente si todo
libera de la norma y engendra libertad. Porque cuando dos personas esto no será una utopía, un bello ideal inalcanzable. Por supuesto que
se quieren a fondo, lo menos que se les puede ocurrir es redactar un lo es. Pero sólo para los que no viven las experiencias esenciales que
reglamento para fijar y precisar cómo tienen que agradarse. El que aquí hemos intentado apuntar. No olvidemos que estas experiencias
ama y se siente querido, se siente por eso mismo plenamente libre. Y tan hondas son un don, un regalo que Dios otorga al hombre de fe.
es a esto, sin duda alguna, a lo que alude Pablo. Porque su pensamien- No son fruto del esfuerzo humano, sino de la experiencia primordial
to no se expresa en categorías jurídicas solamente, sino sobre todo en del Espíritu. Y sabemos por la fe que donde hay Espíritu del Señor,
categorías de experiencia. Pablo, por consiguiente, viene a decir: hay libertad (2 Cor 3, 17).
donde hay amor, hay libertad. He aquí el centro de su pensamiento.
Pero lo más importante no es eso. Lo verdaderamente decisivo es
14. La autonomía del corazón del hombre
que esa liberación es experimentada por el creyente en su bautismo:
los creyentes son hijos de Dios «porque todos, al bautizaros vinculán- El nuevo testamento, ya lo hemos visto, nos informa ampliamente
doos al Mesías, os revestísteis del Mesías (Gal 3, 27). La expresión de las grandes experiencias que comporta el sacramento del bautismo.
«revestirse del Mesías» no se puede limitar aquí a lo que se ha llamado Se trata, sin duda alguna, del sacramento sobre el que la iglesia
un «vínculo ontológico»57, sino que se refiere primordialmente a un primitiva nos dejó una información más detallada. Pero las primeras
comportamiento ético. Y la razón está en que el verbo que utiliza comunidades cristianas, junto a las experiencias bautismales, vivieron
Pablo, éndúeszai, expresa una forma determinada de comportamien- también otra gran experiencia: la experiencia de la eucaristía.
to (Rom 13, 12.14; 2 Cor 5, 3; cf. 5, 6-10; Ef 4, 24; 6, 11.14; Col 3, Como es sabido, la institución de la eucaristía ha quedado consig-
10.12; 1 Tes 5, 8). Por consiguiente, el bautismo es para el creyente el nada en los tres evangelios sinópticos y en la primera Carta a los
punto de partida de una vida que actúa y va en la dirección de lo que corintios (Mt 26, 26-29; Me 14, 22-25; Le 22, 15-20; 1 Cor 11, 23-26).
fue la existencia de Jesús: la existencia del hombre radicalmente libre, Los cuatro relatos, al referirse a las palabras que Jesús pronunció
que engendra libertad. Y por eso se comprende y tiene pleno sentido sobre el cáliz, hablan de la «alianza» (diazéke) (Mt 26, 28; Me 14, 24;
lo que el mismo Pablo afirma a continuación: «Ya no hay más judío Le 22, 20; 1 Cor 11, 25). Al introducir esta palabra, los relatos
ni griego, esclavo ni libre, varón ni hembra, pues vosotros hacéis otorgan a la eucaristía una importancia singular y decisiva. Porque la
todos uno, mediante el Mesías Jesús» (Gal 3, 28). El mismo pensa- «alianza», como es de sobra conocido, fue históricamente el pacto
miento exactamente se repite en 1 Cor 12, 13 (cf. Col 3, 9-11). fundamental que Dios estableció con su pueblo elegido en el antiguo
Hemos dicho antes que Pablo lleva el planteamiento de la libertad testamento; un pacto que implicaba derechos y deberes mutuos entre
hasta sus últimas consecuencias. Y así es en efecto. Porque el bautis- Dios y el pueblo; y un pacto además en el que Dios se constituía
garante y contrayente al mismo tiempo 58 . Era, por tanto, el aconteci-
mo comporta la experiencia fundamental de la libertad, por eso ya no
miento supremo, que marcaba la relación y el compromiso funda-
hay ni puede haber entre los creyentes nada que suponga división o
mental que debía configurar en adelante las relaciones entre Dios y
diferencia. La experiencia del bautismo es tan fuerte y tan intensa que
los hombres. Esta idea adquiere un nuevo matiz en la versión de los
suprime todas las barreras y todas las separaciones, porque es la Setenta: diazéke oscila entre el significado de pacto y el de disposición,
experiencia esencial de la libertad de los hijos de Dios. Donde hay lo que quiere decir que la «alianza» es comprendida entonces con el
divisiones y diferencias, hay limitaciones a la libertad. Por eso la matiz importante de anuncio de la voluntad de Dios que se manifiesta
experiencia bautismal suprime todos los obstáculos para que el hom- en la historia59. Dios no sólo establece un pacto, sino que además
bre viva en libertad: las diferencias de condición religiosa (judíos y
griegos), las divisiones de condición social (esclavos y libres) y las
58. G. Quell, en TWNT II, 120.
59. J. Behm, en TWNT II, 130.
H. Schlier, La carta a los gálatas, 200.
202 Los símbolos de la fe La autonomía del corazón del hombre 203

anuncia sus designios y su voluntad acerca de lo que debe ser su radicalmente distinta62. La alianza antigua estaba basada en la ley
pueblo. Por consiguiente, cuando los relatos de la última cena nos escrita, exterior al hombre. Por el contrario, lo distintivo de la alianza
dicen que el cáliz eucarístico contiene la sangre de la alianza (diazé- nueva es que cada persona la lleva inscrita en su propio corazón, es
ke), nos están diciendo que Dios, por medio de Jesús, establece un decir, en lo más íntimo del hombre, allí donde se auna y se anuda su
nuevo compromiso y anuncia una disposición nueva, que en adelante actividad intelectual, volitiva, afectiva, según la conocida significa-
va a configurar y determinar las relaciones del hombre con su Dios. El ción bíblica de la palabra corazón61. Esto quiere decir que la nueva
momento es, pues, solemne y decisivo. Desde entonces, el hombre se relación con Dios se basa en una experiencia profunda, directa e
tendrá que entender con Dios según lo que estipula este pacto y esta inmediata que vive el creyente en su intimidad. De donde resulta que
disposición. el creyente no necesitará, en esta nueva situación, de ningún magiste-
Pero hay un aspecto que es clave en este asunto. Los relatos del rio ni profético ni doctoral: «ya no tendrán que enseñarse unos a
evangelio de Lucas y de la primera Carta a los corintios no hablan otros, mutuamente... porque todos, grandes y pequeños, me conoce-
simplemente de la «alianza», sino de la «nueva alianza» (é kainé rán» (Jer 31, 34). Al no existir ya una ley exterior, al basarse la
diazéke) (Le 22, 20; 1 Cor 11, 25). No se trata, por tanto, de que se relación del hombre con su Dios en la interioridad vivida y experi-
reafirme la alianza de antes, sino que se instaura una alianza distinta. mentada (la ley que Dios mete en el pecho y escribe en el corazón), la
¿En qué consiste esta nueva alianza? O dicho más claramente, ¿qué es novedad sorprendente de esta situación se especifica y se define por la
lo que determina su novedad? autonomía del corazón. Frente a la heteronomía que caracterizaba a
El autor de la Carta a los hebreos, precisamente en la parte central la situación antigua, Dios dispone que los hombres se entiendan con
del documento, afirma solemnemente que el acontecimiento de la él a partir de la experiencia profunda de su propia autonomía, de su
muerte de Cristo representó la anulación de la alianza que Dios había propia experiencia interior, que no será una experiencia caprichosa y
establecido en el antiguo testamento, de tal manera que en su lugar arbitraria, sino la experiencia del que se siente perdonado y querido,
Dios establece una nueva alianza (Heb 8, 13)60. Este es el «punto puesto que, en definitiva, todo depende de que Dios perdona las
capital» o la «cuestión esencial» que el autor quiere enseñar61. Y para culpas y olvida los pecados (Jer 31, 34) 64 . El texto profético es audaz,
explicar en qué consiste esta novedad esencial o capital, cita textual- incluso se podría decir que es revolucionario: la situación antigua
mente (según la versión de los Setenta) un famoso pasaje de Jeremías, queda suprimida, ya no vale; y en su lugar Dios establece una nueva
en el que Dios anuncia una nueva alianza (Heb 8, 8-12). El texto economía que se basa, nada más y nada menos, que en la autonomía
profético, en su versión directa, dice así: del hombre, que se siente querido profundamente por su Dios y que,
en consecuencia, actuará guiado por el instinto y la orientación que
Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que haré una alianza marca el verdadero amor en el corazón humano.
nueva con Israel y con Judá: no será como la alianza que hice con sus Ahora bien, como ha dicho acertadamente Westermann, cuando
padres cuando los agarré de la mano para sacarlos de Egipto; la alianza
que ellos quebrantaron y yo mantuve —oráculo del Señor—; así será la Jesús, al instituir la Cena (1 Cor 11, 25; Le 22, 20), se funda
alianza que haré con Israel en aquel tiempo futuro —oráculo del directamente en las palabras proféticas de Jeremías, la corresponden-
Señor—: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en su corazón, yo seré cia con el sentido original de las mismas es total: esas palabras
su Dios y ellos serán mi pueblo; ya no tendrán que enseñarse unos a anuncian el comienzo de una época de la historia divina, totalmente
otros, mutuamente, diciendo: «Tienes que conocer al Señor», porque
todos, grandes y pequeños, me conocerán —oráculo del Señor—, pues nueva y distinta, que representa al final de la alianza del Sinaí. Así
yo perdono sus culpas y olvido sus pecados (Jer 31, 31-34). entendió Cristo y así entendió la comunidad de Cristo su misión. Y,
de acuerdo con estas palabras, fundó la nueva época sobre el per-
Como se ha dicho muy bien, los años de la alianza sellada en el dón 65 . Esto quiere decir que la eucaristía representa para los cristia-
Sinaí han concluido. La relación con Dios seguirá siendo básica: «Yo
seré su Dios y ellos serán mi pueblo». Pero su realización es ya
62. C. Westermann, Comentario al profeta Jeremías, Madrid 1972, 142.
63. Cf. H. Haag, Diccionario de la Biblia, Barcelona 1966, 374-476, con bibliografía
60. Cf. A. Vanhoye, De epístola ad hebraeos. Sectio centralis (cap, 8-9), Roma 1966, selecta.
70-73. 64. Cf. A. Vanhoye, De epístola ad hebraeos, Sectio centralis..., 82-83.
61. Cf. J. Hering, L'epitre aux hébreux, Neuchátel 1954, 75. 65. C. Westermann, o. c., 143.
204 Los símbolos de la fe
La vida compartida 205
nos una experiencia enteramente nueva: ya no existe la dependencia
hacia una ley externa, con todo lo que la ley antigua comportaba de tante la reflexión que el mismo Pablo hace en 1 Cor 10,14-22, puesto
rituales y ceremonias que había que observar con fidelidad; en lugar que en ella indica cómo la eucaristía edifica a la iglesia como «cuerpo
de eso, la eucaristía es el gesto que expresa la experiencia profunda del de Cristo».
hombre de fe, la experiencia del corazón penetrado e invadido por el Del conjunto de estos textos cabe deducir dos conclusiones, pues
amor fiel de Dios que perdona y olvida todo lo que en el hombre hay todos ellos coinciden en dos cosas: 1) la eucaristía es un hecho
de debilidad y limitación (cf. Jer 31, 34); la experiencia por tanto de la comunitario, es decir no hay ni un solo texto en el que la eucaristía
autonomía del corazón humano. aparezca como un gesto individual, realizado por un individuo y para
En consecuencia, si la eucaristía es esencialmente la celebración de un individuo, sino siempre se trata de algo que es un hecho comparti-
la nueva alianza, eso significa que la eucaristía no es esencialmente un do por un grupo; 2) la eucaristía es una comida y, por cierto, una
ceremonial legislado o un ritual prescrito que se debe observar fiel- comida compartida; lo que significa que no es una «cosa» santa y
mente y al que el hombre se tiene que someter. Si hay eucaristía donde sagrada, sino una «acción» que lógicamente comporta un determina-
hay alianza nueva, eso quiere decir que hay eucaristía donde hay do simbolismo.
experiencia de amor, de autonomía y de libertad. Inequívocamente, Aquí interesa sumamente considerar más de cerca estas dos con-
las palabras de Jesús, al definir la eucaristía como la nueva alianza, se clusiones. Y ante todo, está claro que la eucaristía es esencialmente
refieren a esa experiencia66. una comida. Así, en relación directa con la eucaristía, el verbo comer
(eszió) se repite más de treinta veces68, y el verbo beber (pino) más de
diez veces69. También resulta elocuente la utilización de las palabras
15. La vida compartida pan (artos)10 y copa (potérion)11. No cabe duda que esta insistencia
sobre la acción de comer y beber no es ocasional o accidental cuando
La documentación de textos que el nuevo testamento nos ofrece se trata de intentar comprender lo que la eucaristía representa para
sobre la eucaristía no es tan abundante como la que nos proporciona los cristianos. Se puede, por tanto, afirmar con toda seguridad que la
acerca del bautismo. Pero tiene la ventaja de ser lo suficientemente eucaristía es esencialmente una comida.
variada y rica como para poder hacernos una idea bastante clara de lo Por otra parte, esta comida tiene una particularidad importante:
que representó la eucaristía para la iglesia primitiva. se trata de una comida compartida, porque en ella los comensales
Los textos eucarísticos del nuevo testamento se pueden distribuir comen del mismo pan, que se parte y se reparte entre todos (Mt 26,
en cinco apartados: 1) en primer lugar, podemos recordar los textos 26; Me 14, 22; Le 22, 10; 1 Cor 11, 24); y todos beben de la misma
sobre la institución: Mt 26, 26-29; Me 15, 22-25; Le 22, 15-20; 1 Cor copa, que pasa de boca en boca desde el primero hasta el último (Mt
11, 23-26; 2) en segundo lugar, hay que recordar el discurso de la 26, 27; Me 14, 23; cf. Le 22, 20; 1 Cor 11, 25). Además, este gesto de
promesa: Jn 6,41-59, al que precede la multiplicación de los panes (Jn compartir el mismo pan queda repetidamente afirmado cuando se
6, 1-21 par) y las palabras de Jesús sobre el «pan del cielo» o el «pan habla de la eucaristía como «fracción del pan»; en este sentido, resulta
de la vida» (Jn 6, 22-40), que en la tradición rabínica representaba la iluminador el uso del verbo kláo (partir), que siempre aparece en el
Tora (ley)67; 3) en tercer lugar, los textos que se refieren a la nuevo testamento en contextos que dicen relación a la eucaristía (Mt
realización de la eucaristía o su puesta en práctica: Hech 2, 42-47; 20, 14,19; 15, 36; 26, 26; Me 8, 6.19; 14,22; Le 22,19; 24, 30; Hech 2, 46;
7-12; cf. 27, 35; 4) en cuarto lugar, es fundamental el pasaje de 1 Cor 20, 7.11; 27, 35; 1 Cor 10, 16; 11, 24). El hecho de partir el pan con
11, 17-34, en donde Pablo plantea y explica cómo una comunidad otras personas aparece, pues, como un constitutivo de lo que en
puede llegar a la anulación de la eucaristía; 5) finalmente, es impor-

66. Aparte de la bibliografía citada, la referencia del texto de Jer 31, 31-34 a los 68. Mt 26, 17.21.26; Me 14, 12.14.18.22; Le 22, 8.11.15.16; Jn 6, 5.23.26.31.49.
textos eucarísticos, está confirmada sobradamente por la exégesis. Cf. W. Rudolph, 50.51.52.53.58; Hech 27, 35; 1 Cor 11, 20.21.22.26.27.28.29.33.34.
Jeremía, en Handbuch zum Alten Testament XII, Tübingen 1947, 171. 69. Mt 26, 27.29; Me 23, 25; Le 22, 18, 30; Jn 6, 53.54.55.56; 1 Cor 10, 16.21; 11,
67. Strack-Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch 25.26.27.28.29.
II, 482-484; cf. J. Bonsirven, Textes rabbininiques des deux premiers siécles chrétiens, 70. Mt 2, 26; Me 14, 22; Le 22, 19; 24, 30; Jn 6, 5.7.9.11.13.13.26.31.32.
Roma 1955, 25, 27-28, 229-230. 33.34.35.41.48.50.51.58; Hech 2, 46; 20, 7.11; 27, 35; 1 Cor 10, 16, 17; 11, 23.26.27.28.
71. Mt 26, 27; Me 14, 23; Le 22, 17.20; 1 Cor 10, 16.21; 11, 25.27.29.
206 Los símbolos de la fe La vida compartida 207
realidad fue la experiencia de la eucaristía para las primeras comuni- banquete (Le 14,21 par). El verdadero sentido teológico de la comida
dades cristianas. compartida, según la enseñanza evangélica, está en que se trata de
Pero hay algo más importante en todo este asunto. El hecho de compartir la vida y solidarizarse con los pobres y desamparados de
que Jesús instituyera la eucaristía en una comida (la cena de despedi- este mundo. Ahora bien, este hecho guarda una relación directa con el
da), nos remite a una práctica de Jesús y de su comunidad que es algo sentido que debe tener la eucaristía para los creyentes. Por una razón
sumamente significativo: los evangelios nos informan abundantemen- que se comprende enseguida: hoy está fuera de duda que el relato de
te de las comidas de Jesús y su grupo de discípulos72. Y nos informan la institución de la eucaristía está construido con una referencia
de esas comidas en contextos que son casi polémicos: unas veces expresa muy marcada al acontecimiento de la pascua judía 74 . Pero,
porque Jesús y sus discípulos no se ajustaban a las normas rituales y por otra parte, sabemos que en la tradición judía de la cena pascual se
religiosas que todo judío observante debía observar (Me 7, 2-5 y par; destacaba la idea de la solidaridad con los pobres y desgraciados,
Mt 12, 1 par; cf. Jn 18, 28); otras veces porque Jesús y su grupo hasta el punto de que se le llamaba el «pan de los pobres» o el «pan de
compartían la mesa con descreídos, pecadores y gente indeseable (Me la miseria». Y eso es lo que se compartía en aquella cena 75 .
2, 16 par; Le 15, 2); en otros casos porque la comunidad de Jesús no
Por lo tanto, si tenemos en cuenta, de una parte, que la cena
ayunaba precisamente en los días que eso estaba prescrito (Me 2, 17-
eucaristica se inscribe en el contexto más general de las comidas de
18 par); y a veces también porque los enemigos de Jesús le acusaban
Jesús y sus discípulos; y si, de otra parte, tomamos en consideración el
de ser un comilón y un bebedor (Mt 11, 18-19 par). Obviamente, esto
quiere decir que el hecho de comer no era una cosa intranscendente, sentido que de hecho tenía la cena pascual para los judíos de aquel
desde el punto de vista religioso, para la sociedad en que vivía Jesús. tiempo, podemos lógicamente concluir que la cena eucaristica implica
La comida revestía un cierto carácter teológico. Y está claro que Jesús esencialmente un simbolismo concreto: el simbolismo de la vida
y su comunidad rompen con la teología establecida por aquel sistema compartida. Porque, en efecto, en eso consiste el símbolo de la
religioso. Porque no le dan a la comida el carácter ritual que le comida que se comparte. La comida es fuente de vida, es lo que
otorgaban los judíos piadosos del tiempo. Y porque además Jesús mantiene y fortalece nuestra vida. Por consiguiente, compartir la
practica sus comidas de tal manera que revisten un sentido verdadera- misma comida es compartir la misma vida. Por eso, la comida y la
mente revolucionario. ¿Por qué? Muy sencillo: en la mentalidad judía, bebida son consideradas como realidades «sacramentales» en no
compartir la mesa significaba solidarizarse con los comensales73. Por pocas religiones: la bebida desencadena una cierta corriente amorosa;
consiguiente, cuando Jesús come con los pecadores y descreídos, es la comida en común liga a los participantes76. Pero, al margen de
decir con la gente que el sistema religioso rechaza radicalmente, está estas significaciones propiamente sacrales, la experiencia cotidiana
indicando que él también rechaza aquel sistema. Para Jesús lo impor- nos enseña que el hecho de sentarse a la misma mesa es vivido en casi
tante no es la observancia de los rituales religiosos, sino la solidaridad todas las culturas como un gesto de participación amistosa e incluso
con los despreciados precisamente por la religión. amorosa. Sólo la profanación de este simbolismo original, en las
Pero la conducta de Jesús en esta materia va más lejos. El modernas «cenas políticas» o en los llamados «almuerzos de trabajo»,
evangelio de Lucas nos ha conservado una palabra, que atribuye al ha venido a vaciar de su contenido propiamente simbólico el hecho
propio Jesús, y que indica lo que la comunidad primitiva pensaba a elemental de compartir la misma comida.
este respecto: «Cuando des un banquete invita a los pobres, lisiados, Pero con decir todo esto no basta. Porque la cuestión está en saber
cojos y ciegos; y dichoso tú entonces porque no pueden pagarte, te si, efectivamente, la iglesia primitiva comprendió y vivió así la euca-
pagarán cuando resuciten los justos» (Le 14, 13-14). Esta misma ristía. Es decir, se trata de saber si en realidad las primeras comunida-
enseñanza se viene a repetir poco después, en la parábola del gran des cristianas comprendieron y vivieron la eucaristía más bien como
un ritual religioso; o principalmente como un gesto simbólico de la
72. Mt9, 11; 11, 18-19; 12, 1; 14, 16-21; 15, 2.32-37; 26, 17.21.26; Me 2, 16; 3, 20; 6,
31.36-44; 7, 2-5; 8, 1-8; 14, 12.14.18.22; Le 5, 30.33; 6, 1; 7, 33-34.36; 9, 13-17; 10, 7-8; 12,
22.29; 13, 26; 14, 1; 15, 2; 22, 8.11.15.16.30; 24, 43; cf. Hech 10, 41; Jn 4, 31-33; 6,
5.23.26.31.49.50.51.52.53.58;21, 5. 74. Esto ha sido ampliamente demostrado por J. Jeremías,' Die Abendmahlsworte
73. Cf. J. Jeremías, Jesús ais Weltvollender, Güttersloh 1930, 74-79; O. Hofius, Jesús Jesu, Góttingen 1967, 35-82.
Tischgemeinschaft mit dem Sündern, Stuttgart 1967, l i s . 75. Cf. J. Jeremías, Die Abendmahlsworte Jesu, 52; más ampliamente en la obra de
H. Schurmann, Der Abendmahlsbericht Lk 22, 7-38, Leipzig 1960.
76. Cf. G. van der Leeuw, Fenomenología de la religión, México 1964, 347-348.
208 Los símbolos de la fe La vida compartida 209

vida que se comparte, tanto con Jesús que se hace presente en la mente. Pero para comprender la fuerza de lo que ahí quiere decir el
comida eucarística, como con los hermanos que participan del mismo libro de los Hechos, se debe tener presente que Lucas, el autor de los
pan y de la misma copa. Hechos, era hombre culto y que conocía bien la cultura griega. Ahora
Como primera respuesta a este planteamiento, tenemos el resu- bien, entre los griegos existía toda una corriente de pensamiento que
men que hace Lucas, al final del capítulo segundo del libro de los veía en la comunicación de bienes el ideal supremo de la convivencia
Hechos, de lo que era la vida de la iglesia primitiva (Hech 2,42-47). El humana. Para Pitágoras (según las leyendas que corrían sobre él), la
pasaje es bien conocido y no hace falta repetirlo. Aquí se trata de condición original de los hombres, en la que no existía la propiedad
hacer caer en la cuenta del punto esencial que interesa a nuestro privada y todo era común, constituía el ideal de la vida en sociedad79.
estudio. Ante todo, el texto citado es el resumen de lo que era la vida Más claramente, Platón (que recibió la influencia del Timeo pitagóri-
de la comunidad cristiana77. Por otra parte, todo el capítulo segundo co) pensaba que la propiedad privada era la fuente de todos los males,
de los Hechos está construido de tal manera que se orienta la porque llevaba inevitablemente el apetito de ganancia, el egoísmo y a
narración hacia el final (42-47), es decir hacia el resumen de la vida la consiguiente perturbación del espíritu comunitario. Estas ideas
comunitaria de la primitiva iglesia de Jerusalén78. La venida del llegaron a radicalizarse de tal manera en Platón que no dudó en
Espíritu sobre la iglesia configura a ésta como la comunidad eucarísti- afirmar que las dos clases superiores del estado, los policías y los
ca, que comparte no sólo en la celebración, sino en la vida entera. He militares, deberían renunciar a la propiedad privada e incluso debe-
ahí el fruto concreto y esencial de la venida del Espíritu sobre la rían tener en común hasta las mujeres y los hijos, porque así estarían
iglesia. más libres de toda atadura y servirían mejor a la comunidad del
Ahora bien, a partir de este planteamiento básico, interesa desta- estado 80 . Es verdad que en Aristóteles se acentúa más bien la tenden-
car dos aspectos del pasaje. En primer lugar, el texto nos dice que los cia hacia la individualidad y hacia la propiedad privada81. Pero, en
miembros de la comunidad «a diario frecuentaban el templo en todo caso, es sabido que los ideales comunitarios pervivieron, bajo
grupo; partían el pan en las casas y comían juntos alabando a Dios diversas formas, en las escuelas cínicas, estoicas y neopitagóricas82.
con alegría y de todo corazón, siendo bien vistos de todo el pueblo» Así las cosas, no cabe duda que estas ideas influyeron en el helenista
(Hech 2,46-47). El texto distingue, por una parte, el templo; por otra, Lucas. Es importante tener en cuenta que la fórmula que aparece en
las casas. Es decir, se distingue netamente el espacio sagrado del Hech 2, 44 y 4, 32 no aparece en ningún otro autor del nuevo
espacio profano. Pues bien, lo significativo aquí está en que la testamento. Se trata de una expresión forjada por el autor de los
celebración específicamente cristiana, la eucaristía («fracción del Hechos. Para indicar que el ideal de vida en comunidad, que había
pan») no está vinculada al espacio sagrado y a los rituales que sido irrealizable para los griegos, se logró plenamente en la primitiva
caracterizan a ese espacio, sino al espacio profano. Desde este punto comunidad cristiana. Pero con una diferencia: para Lucas no se trata
de vista, por lo tanto, la celebración eucarística no es un ritual de que la comunidad viviera propiamente un «comunismo», sino más
«religioso», sino un símbolo comunitario. bien de que lo que cada uno tenía no lo consideraba como suyo, sino
La fuerza y las consecuencias que tenía en la vida este símbolo han que lo ponía enteramente a disposición de los demás. Los creyentes
quedado sólidamente afirmadas por Lucas en el relato de los Hechos: sacaron las consecuencias de lo que representaba el símbolo eucarísti-
«los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común» (Hech co: la experiencia de comunión que les llevó a poner en común lo que
2, 44); «en el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo cada uno poseía83.
mismo, lo poseían todo en común y nadie consideraba suyo nada de
lo que tenía» (Hech 4,32). El término que se utiliza en estos dos textos
es koinós, que tiene dos significados: lo que es común (compartido por
un grupo) y lo que es profano (accesible o permitido a todos). En los 79. Cf. F. Hauck, en TWNT III, 793, que ofrece abundante documentación sobre
pasajes que acabamos de citar, se trata del primer significado obvia- este punto.
80. Cf. Ibid., con abundante información sobre el tema; cf. E. Salin, Platón und die
griechische Utopie, Berlín 1921, 14 s.
77. Cf. D. Minguez, Pentecostés. Ensayo de semiótica narrativa en Hech 2, Roma 81. F. Hauck, o. c, 793.
1976, 60. 82. Ibid.. 795.
78. Ibid., 178. 83. Cf. J. Dupont, Eludes sur les Actes des apotres, 503-518.
210 Los símbolos de la fe La vida compartida 211

Desde otro punto de vista, nos lleva a la misma conclusión el texto quiere decir que la celebración eucarística consiste esencialmente en la
más antiguo que poseemos sobre la eucaristía. En la primera Carta a puesta en práctica del amor mutuo, en el servicio y la disponibilidad
los corintios dice Pablo: ante los demás. En el texto de 1 Cor 10, 16-17, Pablo contrapone la
celebración eucarística a los ritos religiosos propios del paganismo. Y
Esa copa de bendición que bendecimos, ¿no significa solidaridad con la viene a decir que mientras el ritual religioso vincula al que lo practica
sangre del Mesías? Ese pan que partimos, ¿no significa solidaridad con con las fuerzas demoníacas, la celebración eucarística vincula a los
el cuerpo del Mesías? Como hay un solo pan, aun siendo muchos creyentes unos con otros en un mismo cuerpo, es decir en una
formamos un solo cuerpo, pues todos y cada uno participamos de ese
único pan (1 Cor 10, 16-17). comunidad que se caracteriza por el servicio y el amor mutuo. De
donde se desprende obviamente que la celebración de la eucaristía
Pablo afirma lisa y llanamente que el «pan que compartimos» es comporta necesariamente una experiencia profunda y decisiva: la
participar y estar en el «cuerpo de Cristo» (koinonía toü sómatos toü experiencia de la comunión entre los hombres. Y entonces, comer el
Xristoü éstin) (v. 16). La eucaristía, por consiguiente, comporta mismo pan y beber la misma copa no son sino el símbolo de esa
esencialmente el hecho y la consiguiente experiencia de lo que en experiencia, la expresión simbólica de esa común unión, ante todo
concreto es el «cuerpo de Cristo». Ahora bien, la metáfora del cuerpo con el mismo Cristo presente en la comunidad; y además con todos y
tiene en Pablo un sentido concreto: no se refiere propiamente a la cada uno de los miembros del grupo cristiano.
relación entre el creyente y Cristo, ni a la unión individual del hombre Por último, es capital en todo este asunto recordar el conocido
con Cristo, ni a la piedad personal con respecto a Cristo 84 , sino a la pasaje de 1 Cor 11,17-34. Como es bien sabido, se trata de las severas
relación entre los miembros de la comunidad. Es decir, la idea de advertencias que hace Pablo a la comunidad de Corinto a causa de la
Pablo es que los creyentes deben adoptar, en el seno de la comunidad, mala organización que allí se observaba cuando los cristianos se
el mismo comportamiento que los miembros en el cuerpo humano: reunían para celebrar la eucaristía. Esta mala organización no consis-
todos son distintos, cada uno ocupa su puesto y tiene su función tía en que allí no se cumplieran determinadas normas litúrgicas o
propia, pero todos están al servicio de todos. Aquí es importante ceremoniales prescritos, sino en que los cristianos estaban divididos
recordar que cuando Pablo aduce la metáfora del cuerpo para hablar entre sí, de tal manera que los ricos comían y bebían hasta emborra-
de la comunidad, lo hace en textos parenéticos, es decir, en contextos charse, mientras que los pobres pasaban hambre (1 Cor 11,21). En la
de exhortación, en los que se trata de orientar y estimular a los fieles comunidad de Corinto, por lo tanto, había ricos y pobres, gente que
para que eviten toda rivalidad entre ellos, para que se ayuden mutua- tenía de sobra y gente que no tenía ni lo indispensable. Y lo peor del
mente y, en definitiva, para que, no obstante las diferencias, ninguno caso es que luego todos se reunían para celebrar la eucaristía. Ahora
se considere superior a los otros, sino que todos y cada uno estén al bien, Pablo les dice a aquellos cristianos que en esas circunstancias la
servicio de los demás. Por esta razón, como se ha dicho muy bien, las eucaristía se hace sencillamente imposible (1 Cor 11, 20) o por lo
reflexiones de tipo cosmológico, cuando se trata del «cuerpo de menos eso ya no es celebrar «la cena del Señor» (oúk éstin kuriakón
Cristo», o faltan por completo (Rom 12, 4-5; 1 Cor 12, 12-27) o se deípnon fagein) (v. 20). Esta afirmación, tan dura y tajante, es una
deben interpretar a partir de este principio (cf. Ef 1, 22 s; 3, 6; 4, revelación sorprendente cuando se trata de entender correctamente el
4.12.16; 5, 23.29; Col 1, 18.24; 2, 19; 3, 15)85. En todos esos pasajes, lo significado de la celebración eucarística. Porque el hecho es que en
mismo que en Rom 7, 4 y en Flp 3, 21, se trata inequívocamente de aquella comunidad no se reunían simplemente para cenar juntos, en
palabras de exhortación que se refieren a la organización de los cuyo caso la falta estaría en que los ricos se llevaban su propia cena y
miembros de la comunidad con vistas al servicio mutuo, a la fidelidad se adelantaban para comérsela, mientras que los pobres se quedaban
y, en definitiva, al amor (cf. Flp 4, l) 8 6 . con hambre (cf. v. 21). Ciertamente no se trataba de eso simplemente,
En consecuencia, la comunidad cristiana se construye como cuer- sino de que querían compaginar esa forma de proceder con el hecho
po de Cristo precisamente en la celebración de la eucaristía. Y eso de comer el pan y beber la copa del Señor (v. 27-28). Por consiguiente,
allí se celebraba lo que, según el lenguaje actualmente establecido, se
84. Cf. R. Schnackenburg, Die Kirche im Neuen Testament, Freiburg 1961, 149.
llama rito eucarístico. Y es en ese supuesto en el que afirma Pablo
85. Cf. G. Hasenhüttl, Charisma Ordnungsprinzip der Kirche, Freiburg 1969, 95. tajantemente que ese «rito» no es «la cena del Señor», es decir, eso no
86. Cf. E. Schweizer, en TWNT VII, 1068. es la eucaristía. Por lo tanto, Pablo enseña sin lugar a duda que la
212 Los símbolos de la fe
Los sacramentos son símbolos 213

eucaristía no consiste esencialmente en lo que ahora llamamos el rito observar; 2) que los autores del nuevo testamento, al referirse a esos
eucarístico, puesto que eso se celebraba en la comunidad de Corinto, dos sacramentos, en lo que insisten es en las experiencias de fe que
y sin embargo Pablo les dice a aquellos cristianos que eso no era vivían los cristianos y las comunidades cuando celebraban tanto el
celebrar la eucaristía. Y no era celebrar la eucaristía por la sola razón bautismo como la aucaristía: la experiencia del Espíritu, la experien-
de que allí había divisiones, bandos y partidos (v. 18-19). Lo cual es cia de la libertad cristiana, la experiencia del seguimiento de Jesús y,
afirmar que la unidad efectiva entre los miembros de la comunidad es sobre todo, la experiencia del amor a Dios y a los demás.
constitutivo esencial de la celebración eucarística. Pero hay algo en todo este asunto que interesa sumamente dejar
La consecuencia final que el mismo Pablo deduce de cuanto ha bien claro. Como ya se dijo antes, alguien puede objetar que, de las
expuesto acerca de la eucaristía es sumamente reveladora: «Así que, dos conclusiones que se acaban de indicar, la primera no está tan
hermanos míos, cuando os reunís para comer, esperaos unos a otros; clara. Porque, a fin de cuentas, cuando el nuevo testamento nos habla
si uno está hambriento, que coma en su casa, para que vuestras tanto del bautismo como de la eucaristía, en realidad se refiere a dos
reuniones no acaben en sanción» (1 Cor 11, 33-34). Pablo habla de ritos religiosos, porque el bautismo era un rito religioso de iniciación
estas reuniones utilizando un término que, en su vocabulario, es y la eucaristía era una comida sagrada. ¿Qué se puede decir sobre este
específicamente litúrgico (sunerjómenoi) (cf. 1 Cor 11, 17.18.20; 14, punto?
23.26; cf. también Jn 18,20). Y afirma, sin más, que lo verdaderamen- Sin duda alguna, existían ritos religiosos de iniciación que utiliza-
te importante —se trata de su conclusión final— era que todos ban el agua, como también había comidas sagradas. Esto ya se daba
comieran juntos. Es decir, que todos compartieran la misma comida. desde antiguo en diversas religiones y más concretamente en el
Evidentemente, no se trataba de comer para alimentarse y satisfacer judaismo. Pero cuando se habla de esta cuestión, es de la máxima
una necesidad biológica, ya que para eso cada uno tenía su propia importancia tener en cuenta que los términos que utiliza el nuevo
casa (1 Cor 11, 22). De lo que se trataba es del significado simbólico testamento para hablar del bautismo y de la eucaristía no son necesa-
de la comida que se comparte. Y eso, según hemos visto, es absoluta- riamente términos rituales. Así, el verbo baptíso significa sumergir,
mente esencial para que se pueda celebrar de verdad «la cena del hundir en agua; y no tiene necesariamente un sentido sacral o ritual 87 .
Señor». O sea, dicho en otras palabras, Pablo estaba firmemente Y en cuanto a la eucaristía, el verbo eújaristéin significa genéricamen-
persuadido de que donde no hay experiencia compartida de la vida te dar gracias, ser agradecido; y las otras expresiones, «partir el pan»
que se expresa en el gesto de comer juntos, no hay eucaristía. Por lo (Hech 2, 42.46; 20, 7.11) y «la cena del Señor» (1 Cor 11, 20) no son
demás, hoy sabemos que lo importante en todo esto no es la materiali- términos rituales, como hemos podido ver ampliamente en lo expues-
dad de comer juntos, sino la experiencia que eso simboliza. Lo que to hasta aquí. Es verdad que el bautismo cristiano tenía alguna
supone, claro está, que la eucaristía es el símbolo de la vida comparti- relación con el bautismo que administraba Juan Bautista, y por eso
da: la vida que se comparte con Jesús, realmente presente, y con los hemos visto que los evangelios y el libro de los Hechos establecen
demás también, en el mismo proyecto y en el mismo destino, en la claramente la diferencia entre uno y otro. Como también se ha
misma escala de valores, en la misma esperanza, y en la misma tarea señalado antes la relación que existió entre la eucaristía y la cena
por conseguir ese ideal de convivencia humana que es propio de la fe pascual de los judíos. Pero la cuestión esencial está en ver si las
en el evangelio. primeras comunidades cristianas comprendieron y realizaron estos
sacramentos como ritos religiosos y ceremonias sagradas; o más bien
los vivieron como la forma de expresar sus experiencias cristianas más
16. Los sacramentos son símbolos fundamentales.
Ahora bien, lo que constantemente aparece en los escritos del
Los dos sacramentos de los que nos informa abundantemente el nuevo testamento es que allí no se habla para nada de rituales
nuevo testamento son el bautismo y la eucaristía. Ahora bien, si algo sagrados, porque no se habla ni de «sacerdotes» que los ejecutaran, ni
ha quedado claro, a lo largo de todo lo que hasta aquí hemos dicho, de «templos» en los que se practicasen, ni de normas fijas a las que
es: 1) que los autores del nuevo testamento, cuando hablan de esos
dos sacramentos, no insisten para nada en determinados ceremoniales
87. Cf. H. G. Liddell-R. Scott, A Greek-English Lexicón I, Oxford 1951, 305-306: H.
o rituales que estuvieran prescritos y que los cristianos tuvieran que Stephanus, Thesaurus Graece Linguae III, Graz 1954, 108-110.
214 Los símbolos de la fe Conclusiones 215

hubiera que atenerse, ni de tiempos fijos en los que había que poner 1) Si los sacramentos son esencialmente símbolos, eso quiere
en práctica tales ceremoniales. Nada de eso se dice en el nuevo decir que hay sacramentos cristianos donde hay experiencia cristiana.
testamento. Y, por el contrario, en lo que los diversos autores de Porque el símbolo —ya lo hemos dicho repetidas veces— es la
aquel tiempo insisten es en las experiencias de fe que vivían los expresión de una experiencia. Por consiguiente, donde no hay expe-
creyentes, experiencias que se expresaban mediante el hecho de ser riencia cristiana no hay ni puede haber sacramento. Esto quiere decir
bautizados o en la celebración de la eucaristía. que los sacramentos no son ritos sagrados que comunican automáti-
La conclusión que se desprende obviamente de todo esto es que camente la gracia. Y menos aún se puede decir que los sacramentos
los sacramentos cristianos no son ritos religiosos, sino símbolos que son ritos religiosos que «causan» la gracia. Es verdad que el concilio
expresan las experiencias fundamentales que comporta la fe en Jesús. de Trento afirmó que los sacramentos comunican la gracia ex opere
Es decir, las primeras comunidades cristianas asumieron gestos sim- operato89. Más adelante tendremos ocasión de analizar el sentido de
bólicos: sumergir en agua a una persona, partir el pan y beber de una esa definición del magisterio eclesiástico. Pero ya desde ahora hay que
copa entre comensales, seguramente también ungir con aceite medici- decir, con toda seguridad, que esa definición no se puede interpretar
nal (cf. Sant 5, 14-15), la imposición de manos sobre los ministros de de tal manera que los sacramentos se lleguen a interpretar y a
algunas comunidades (1 Tim 1, 18; 4, 14; 2 Tim 1, 6), aunque no practicar como ritos sagrados que causan o comunican la gracia de
resulta claro el sentido que podía tener exactamente este gesto 88 y, Dios en la medida en que son ejecutados con exactitud y de acuerdo
por lo menos, no se puede demostrar que fuera inequívocamente un con un ceremonial prescrito y detallado. Desgraciadamente, eso es lo
rito de ordenación (cf. Hech 13, 3). También el perdón de los pecados que ocurre, con demasiada frecuencia, en la práctica sacramental de
(Jn 20, 23), el perdón mutuo de las ofensas (Mt 18, 15-18) y la la iglesia: los sacerdotes y los fieles ponen su mayor interés y preocu-
confesión con los miembros de la comunidad (Sant 5, 16). Como es pación en que el rito se observe con toda fidelidad, porque se
bien sabido, gestos simbólicos de esta índole existían en otras religio- considera que eso es lo esencial del sacramento. Y mientras tanto, a
nes. Pero de ahí no podemos deducir que el cristianismo fuera una casi nadie le preocupa especialmente que los participantes (o los
religión, sin más. En los capítulos segundo y tercero hemos demostra- asistentes) estén lejísimos de las experiencias fundamentales de fe que
do hasta la saciedad que eso no se puede defender, si nos atenemos comporta esencialmente el sacramento que se está celebrando.
rigurosamente a los datos históricos que nos suministra el nuevo 2) De lo que acabamos de decir se deduce lógicamente que los
testamento y la tradición de la iglesia primitiva. Y a eso hay que sacramentos no pueden consistir, de hecho, en servicios religiosos
añadir el dato decisivo de la ausencia de indicaciones rituales siempre puestos a disposición del público. Porque cuando los sacramentos se
que se habla de los sacramentos cristianos en los documentos origina- practican de esa manera, inevitablemente se convierten en simples
les del cristianismo. Por consiguiente, podemos y debemos decir que ceremonias sagradas a las que mucha gente acude por cumplir con un
las comunidades primitivas asumieron gestos de carácter simbólico, precepto legal, por razón de la costumbre o por otras motivaciones,
para expresar su fe. Tales gestos eran sencillamente símbolos tomados tales como el miedo al castigo divino o la necesidad de acallar la
de la cultura del tiempo, es decir, símbolos transparentes y comprensi- conciencia «religiosa». Si en una eucaristía, por ejemplo, pueden estar
bles para las gentes de aquella cultura, lo cual está en perfecta todos los que llegan al templo a una hora determinada, ¿cómo
coherencia con lo que hemos dicho antes acerca de lo que es un podemos saber que allí se está participando en el símbolo de la vida
símbolo. compartida, tal como lo hemos analizado en este mismo capítulo? Si
al bautismo tienen acceso todos los habitantes de un país o de una
región, ¿cómo podemos estar seguros de que en el bautismo los
17. Conclusiones creyentes viven la experiencia del Espíritu y la experiencia de la
muerte y resurrección de Jesús? ¿Qué queda entonces del sacramento?
Si ahora recogemos, en una reflexión sintética, cuanto se ha dicho Pues sencillamente lo que todos sabemos: un ceremonial religioso, un
en este capítulo, podemos llegar a las siguientes conclusiones: rito sagrado, al que se le atribuye una misteriosa eficacia santificante,
pero que en demasiadas ocasiones no expresa ninguna experiencia
88. Cf. G. Bonrkamm, en TWNT VI, 92; E. Loshe, en TWNT IX, 423; J. Delorme,
Diversidad y unidad de los ministerios según el nuevo testamento, en El ministerio y los
ministerios según el nuevo testamento, Madrid 1975, 314-315. 89. Ses. VII, can. 8: DS 1608.
216 Los símbolos de la fe Conclusiones 217

cristiana y que, por lo tanto, no es símbolo de la fe en Jesús. En tal vegetal...) y cuando se pronuncian exactamente las palabras que
caso, se practica un rito religioso, pero no se celebra un sacramento constituyen la forma del sacramento; si es que todo eso es realizado
cristiano. por el ministro competente, con la intención de «hacer lo que hace la
3) Otra consecuencia importante, que tiene estrecha relación con iglesia». Si se dan esos requisitos, el sacramento es válido. Y si,
la anterior, es que los símbolos de la fe tienen que ser celebrados por además, se cumplen las normas litúrgicas y canónicas, entonces el
una comunidad de fe, para que sean tales símbolos. Una comunidad sacramento no sólo es válido, sino también es lícito. Pero, según lo
de fe es un grupo de personas que comparten la experiencia del que hemos explicado en este capítulo, bien puede ocurrir que todo eso
seguimiento de Jesús. Es un grupo de personas, por lo tanto, que se cumpla con exactitud, pero de tal manera que la experiencia que
comparten la experiencia de la conversión a los valores fundamenta- viven los participantes no tenga mucho que ver con la experiencia que
les del evangelio, la experiencia del Espíritu, la experiencia de la comporta esencialmente el símbolo cristiano que se celebra. Entonces,
libertad cristiana y del amor cristiano. Cuando tales experiencias no el rito religioso que se practica (con validez y licitud) sirve más para
son vividas y compartidas por un grupo, no hay ni puede haber ocultar la falta de verdadera fe que para revelar el auténtico compro-
símbolos cristianos, es decir, no hay ni puede haber sacramentos. Por miso cristiano. A veces, el florecimiento de las prácticas rituales y
otra parte, es evidente que cualquier persona que haya leído el nuevo religiosas es un auténtico ocultamiento de la falta de fe en Jesús.
testamento con objetividad y sin prejuicios, estará persuadida de que 5) En la iglesia hay sacramentos porque la fe cristiana comporta
las experiencias a que acabamos de aludir son inherentes a la fe experiencias muy hondas y muy fundamentales en la vida de una
cristiana. Lo que significa obviamente que una comunidad de fe no es persona. De tal manera que esas experiencias no se pueden ni asumir,
simplemente una masa indiferenciada de personas religiosas que ni expresar adecuadamente, nada más que a nivel simbólico. Es decir,
acuden al templo con más o menos asiduidad. Porque la experiencia la fe cristiana no se expresa adecuadamente sólo mediante ideas; ni
nos enseña que hay muchas personas practicantes y religiosas que no sólo mediante un determinado comportamiento moral. De la misma
se distinguen en la sociedad precisamente por haber asumido los manera que el amor necesita de símbolos para expresarse y comuni-
valores fundamentales del evangelio con todas sus consecuencias. carse, así también la fe cristiana necesita de sus propios símbolos. Por
Sabemos, en efecto, que hay gente que va a misa y luego es gente eso, resulta inaceptable, e incluso ridicula, la postura de aquellas
intolerante, orgullosa, dominante, apegada al dinero y al poder, hasta personas o grupos que rechazan, sin más, la celebración sacramental
el punto de atropellar los derechos de los más débiles, si es preciso. o simplemente la experiencia de la oración. Una comunidad que no
¿Qué símbolos de la fe en Jesús pueden celebrar tales personas? Es celebra su fe en los sacramentos o que no es capaz de orar con pausa y
como si dos individuos que ni se quieren ni se conocen, se pusieran a con tiempo, es una comunidad que ha «ideologizado» su fe, que ha
abrazarse y hasta besarse con la mayor efusividad del mundo. ¿Qué desnaturalizado su relación con Jesús y con los demás. Se trata, en
sentido tendrían esos abrazos y esos besos? Evidentemente, eso no definitiva, de una comunidad que prácticamente no es una comuni-
sería símbolo de nada, sino un mero ceremonial social o una especie dad de fe.
de ritualismo más o menos convencional. Exactamente lo que ocurre 6) De ahí la falsedad que implican las numerosas teorías, que
cada día en muchas de nuestras iglesias: la gente se da la paz, se desde hace algunos años se han puesto en circulación, para distinguir
llaman «hermanos» los unos a los otros, comen del mismo pan cuidadosamente entre evangelización y sacramentalización. Porque,
eucarístico, pero luego casi todos se comportan como extraños los en el fondo, esa distinción equivale a decir que primero hay que lograr
unos ante los otros e incluso, a veces, como enemigos descarados. Se que la gente tenga fe, y eso es la evangelización; para que luego se pase
ha practicado un ritual religioso, pero no se ha celebrado un sacra- a celebrar la fe maduramente asumida, y eso es la sacramentalización.
mento cristiano. No cabe duda que quienes hablan de esta manera, denotan una
4) Por lo que hemos dicho hasta aquí, se comprende perfecta- incomprensión bastante acentuada de lo que es la fe, por una parte, y
mente que las teorías sobre la validez dogmática de los sacramentos y de lo que es el sacramento cristiano, por otra. Porque desde el
sobre la licitud canónica o litúrgica de los mismos, son teorías momento en que una persona tiene fe en Jesús, vive experiencias muy
enteramente insuficientes cuando se trata de saber si la celebración de hondas y muy decisivas. Lo cual quiere decir que una persona que
un sacramento es auténtica o no lo es. Un sacramento es válido tiene fe, realiza y expresa esa fe, no sólo en su comportamiento y en su
cuando se utiliza la materia prescrita (agua, pan de trigo, aceite compromiso cristiano, sino además mediante los símbolos en los que
218 Los símbolos de la fe Conclusiones 219

se asume y se comunica la experiencia. Como ha dicho acertadamente media, a partir de Pedro Lombardo. Pero de este asunto hablaremos
Casiano Floristán: más adelante, en el capítulo octavo. El espíritu de Dios actúa en el
corazón del hombre (Rom 2, 29; 5, 5; 2 Cor 1, 22), en la intimidad del
No es fácil revelar la identidad del sacramento como tampoco es fácil espíritu humano (Rom 8,16), hasta el punto de que con frecuencia la
descifrar la identidad cristiana. Lo que sí parece fuera de duda es que palabra pneuma (espíritu) resulta difícil de traducir, porque no se sabe
no es posible creer sin celebrar adecuadamente90la fe, ni celebrar los
sacramentos de la fe sin creer al mismo tiempo . a ciencia cierta si se refiere al Espíritu de Dios o al espíritu del
hombre 92 . Por otra parte, no hay ni un solo texto del nuevo testamen-
Por otra parte, esta conclusión es de suma importancia desde el to en virtud del cual se pueda argumentar y demostrar que la acción
punto de vista pastoral. Pues según lo que acabamos de indicar, no del Espíritu está necesariamente vinculada a la puesta en práctica de
resulta aceptable ni la práctica de aquellas parroquias en las que la un determinado ritual religioso. Téngase en cuenta que el texto de Jn
atención se centra en administrar correctamente los ritos sacramenta- 3, 5 («nacer del agua y del espíritu»), se ha de interpretar según el
les, ni tampoco el talante de aquellos cristianos que ponen todo su sentido simbólico que el agua tiene en el evangelio de Juan (cf. Jn 19,
interés en los compromisos y comportamientos, pero para quienes la 34), es decir no se trata de un agente material que causa la presencia y
celebración sacramental no reviste una importancia decisiva. la inrervención del Espíritu, sino el símbolo del amor fiel y leal de
7) Los sacramentos no son simplemente actos humanos. Por Dios al hombre (cf. Jn 1, 14). Y cuando en Tit 3, 5 se habla del baño
supuesto que los sacramentos se basan en experiencias humanas y son de la regeneración y la renovación, se hace referencia expresa al
la expresión simbólica de esas experiencias. Pero al mismo tiempo hay Espíritu, que es el que llena al creyente, «por medio de nuestro
que decir que los sacramentos son esencialmente una creación del Salvador, Jesús el Mesías». No se trata, pues, de un rito que opera
Espíritu de Dios 91 . Porque la comunidad cristiana es tal comunidad y automáticamente un efecto santificante, sino de un símbolo que
se expresa como comunidad de fe precisamente por la acción del expresa la plenitud que Jesús otorga al hombre por medio del Espíri-
Espíritu (2 Cor 3,2-3), hasta el punto que nadie puede ni aun siquiera tu. Y en cualquier caso —digámoslo una vez más— la cuestión clave
decir «¡Jesús es Señor!», si no es impulsado por el Espíritu santo (1 está en comprender que sólo hay un sacramento cristiano donde hay
Cor 12, 3). Este planteamiento es de sobra conocido en la teología experiencia del Espíritu, que es la experiencia del amor y la libertad de
católica y no hace falta insistir más en ello. Pero sí es importante los hijos de Dios. En resumen: Dios actúa en el sacramento, pero no
precisar una cuestión: la acción de Dios se hace presente en la por la mediación instrumental del rito (tal planteamiento no pasa de
experiencia humana del creyente; y es esa experiencia, suscitada y ser un teologúmeno de origen tardío), sino por la experiencia que vive
animada por el Espíritu, la que se expresa simbólicamente en el el creyente y mediante esa experiencia. Y es esa experiencia interior la
sacramento. Por lo tanto, cuando planteamos la estructura y la que se expresa simbólicamente en la celebración sacramental.
esencia del sacramento tal como aquí lo acabamos de hacer, eso no 8) La distinción entre símbolo y rito entraña otra consecuencia
significa en modo alguno que neguemos la acción de Dios en la vida importante: los ritos se pueden imponer por decreto, los símbolos no.
de fe y, más concretamente, en la vida sacramental. Lo que ocurre es Es decir, un ritual puede ser determinado y legislado por una autori-
que el nuevo testamento no da pie para hablar de los sacramentos dad competente en la materia; por eso, los rituales suelen estar
como ritos que «causan» la gracia. Ni siquiera para hablar de unos minuciosamente detallados, tanto en las palabras que se deben pro-
determinados ritos que serían como instrumentos por medio de los nunciar, como en los gestos que se tienen que ejecutar. Porque en el
cuales Dios comunica su gracia, sea cual sea la experiencia que viva ritual, aunque haya elementos simbólicos, lo determinante y decisivo
quien recibe el sacramento. Semejante planteamiento no tiene justifi- es el gesto en sí mismo y la palabra o palabras exactas que lo
cación desde el punto de vista de la documentación que nos ofrece el acompañan. Los símbolos, por el contrario, son tales símbolos, no en
nuevo testamento sobre las celebraciones sacramentales de la iglesia virtud del decreto que los impone, sino por su fuerza o virtualidad
primitiva. Esas teorías sobre la «causalidad» de los sacramentos se intrínseca. Esta virtualidad radica en la correspondencia que existe
introducen en la teología mucho más tarde, concretamente en la edad entre la experiencia profunda, por una parte, y su expresión externa,

90. C. Floristán, La evangelizarían, tarea del cristiano, Madrid 1978, 109. 92. Cf. Traduction Oecumenique de la Bible, Epttre aux romains, Paris 1967, 33-34;
91. Cf. O. Cullmann, Le cuite dans íéglise primitive, Neuchátel 1948, 36. cf. E. Kásemann, An die Romer, 218.
220 Los símbolos de la fe 7
por otra. De ahí que, como ya se ha dicho, los símbolos tienen que ser
y estar socialmente aceptados en una determinada cultura. Porque
Símbolos de libertad
cada cultura expresa sus experiencias fundamentales de una manera
determinada. Un ritual se puede imponer universalmente; cuando se
trata de los símbolos, eso no tiene sentido. Por lo tanto, la práctica
establecida en la iglesia, según la cual los sacramentos son minuciosa-
mente detallados y están legislados hasta el último detalle, tiene su
justificación en el hecho de que las celebraciones sacramentales son
comprendidas esencialmente como ritos, pero no son vividas como
símbolos de la fe por cada comunidad cristiana. Por eso, sin duda, los
sacramentos se ven sometidos hoy a un proceso de crisis muy profun-
da: mucha gente no ve sentido a los ritos impuestos por la autoridad
religiosa. Y entonces, o los abandonan sin más; o se someten a ellos
por sentimientos de miedo, de costumbre o de presión social, es decir,
por cosas que tienen muy poco que ver con la experiencia de fe que
debe caracterizar al creyente. Por lo demás, el símbolo no se inventa 1. Los símbolos perdidos
no se improvisa en cada momento. El símbolo es siempre una expre-
sión socialmente compartida y aceptada en una cultura. De ahí que, Tal como de hecho se celebran en la iglesia, los sacramentos son
en cada cultura, los símbolos sacramentales han de tener una cierta ceremonias religiosas reglamentadas. Una legislación minuciosa fija
estructura común y coincidente. A partir de estos criterios, se debe taxativamente cómo se tiene que celebrar cada sacramento, quién está
programar una pastoral de los sacramentos que respete las caracterís- obligado a ello, cuándo y de qué manera lo tiene que realizar, las
ticas del símbolo que en cada celebración se expresa. palabras, los gestos que se tienen que observar, los días y los sitios en
Por lo demás, lo que se acaba de indicar no significa que en la que se puede realizar la ceremonia. Todo, absolutamente todo, está
celebración sacramental no tenga que darse una cierta dimensión previsto y legislado. Y es importante tener en cuenta que en este
ritual, ya que, al tratarse de una celebración comunitaria o comparti- asunto la autoridad eclesiástica suele ser exigente, porque el Código
da por un grupo, debe existir un acuerdo común que unifique las de derecho canónico es terminante al respecto:
formas de expresión simbólica. De ello hablaremos en el capítulo final
de este libro. En la confección, administración y recepción de los sacramentos se han
de observar cuidadosamente los ritos y las ceremonias que se prescriben
en los libros rituales aprobados por la iglesia (canon 733, 1).

De ahí resulta que los fieles están educados según esta mentalidad.
Por eso, la gente sabe que los sacramentos son un conjunto de
obligaciones con las que el creyente tiene que cumplir, si es que quiere
estar bien con Dios; y si es que quiere ser una persona respetable, por
lo menos en ciertos ambientes de nuestra sociedad. Y eso es así por la
sencilla razón de que detrás de cada sacramento hay unas determina-
das leyes que obligan estrictamente en conciencia, tanto al que lo ha
de administrar como a quienes lo tienen que recibir.
Ahora bien, estando así las cosas, es evidente que cuando los
creyentes se acercan a recibir los sacramentos, tienen la experiencia de
haber cumplido con una obligación. Es decir, sean cuales sean las
teorías que los teólogos tengan acerca de lo que es cada sacramento, el
222 Símbolos de libertad El miedo a la libertad 223
hecho es que la experiencia inmediata y concreta de los fieles, cuando sabemos que con los cambios y los ensayos se consiguen unos efectos
se trata de los sacramentos, es que éstos constituyen un conjunto de positivos que, a la hora de la verdad, resultan más bien limitados. Los
obligaciones y deberes que con frecuencia resultan bastante pesados. nuevos rituales del bautismo, de la penitencia o del matrimonio, por
Y la consecuencia obvia que de ello se sigue es que el cristiano medio ejemplo, no han resuelto los problemas de fondo que existen en esos
vive los sacramentos, no como experiencias de libertad, sino como sacramentos. Y es que el verdadero problema está en que, cotti 0
experiencias de obligación. La gente sabe, en efecto, que un buen acabamos de indicar, los sacramentos han venido a ser símbolos
cristiano tiene que bautizar a sus hijos, tiene que ir a misa cada perdidos, es decir, símbolos que no expresan lo que tienen que
domingo, tiene que confesarse cuando la iglesia lo manda, tiene que expresar. Y por eso, mientras las cosas sigan así, por más imaginación
casarse por la iglesia. Y así sucesivamente, hasta la última de las que le echemos al asunto y por más teorías que inventemos sobre
obligaciones que hay establecidas en los libros de liturgia, de derecho todos y cada uno de los sacramentos, podemos estar seguros de que la
canónico y de teología moral. crisis sacramental no se soluciona.
Consecuencia: los sacramentos se pueden considerar, con todo
derecho, como símbolos perdidos. Porque, en realidad, se trata de
eso: de símbolos que han perdido sus posibilidades de asumir y de 2. El miedo a la libertad
expresar la experiencia cristiana esencial, que es la experiencia de la
libertad. Y en lugar de eso, lo que el común de los fieles experimenta Pero, en realidad, ¿es tan importante y tan esencial el problema de
cuando se habla o se piensa en los sacramentos es sencillamente lo que la libertad? ¿es eso una cosa tan fundamental como para decir que
está mandado, lo obligatorio, lo impuesto por la norma establecida. constituye la cuestión clave de todo el tratado sobre los sacramentos?
A la vista de lo que acabamos de indicar, se puede decir que en Es lógico que nos hagamos estas preguntas. Porque la experiencia
este capítulo vamos a tocar la cuestión esencial de todo el tratado nos enseña que, en la predicación eclesiástica, no ha sido presentada
sobre los sacramentos. Y ello por dos razones, la una de orden la libertad como algo tan esencial en la vida cristiana. Más bien, si
estrictamente doctrinal, la otra de tipo más bien práctico o pastoral. acaso, se puede decir todo lo contrario. Como bien sabemos, la
En cuanto a la razón de orden doctrinal, la pregunta que hay que predicación que normalmente se ha hecho en la iglesia ha presentado
hacerse es clara: ¿cuál es la experiencia cristiana más fundamental? O a la libertad como el origen del mal en el mundo, ya que, según se ha
dicho de otra manera, ¿en qué consiste la experiencia más esencial y dicho, el pecado vino al mundo porque el hombre fue libre para optar
decisiva de la fe en Jesucristo? La cuestión es capital, porque si hemos por Dios o contra Dios. De ahí que la libertad ha sido vista principal-
dicho que los sacramentos son símbolos, y que los símbolos son la mente como fuente del mal, es más, como el origen de todo mal. D e
expresión de nuestras experiencias más hondas y decisivas, entonces donde se ha sacado la conclusión: lo mejor que podemos hacer con 1*
es lógico preguntarse qué es lo que tienen que simbolizar los sacra- libertad es limitarla y recortarla, para que no siga produciendo
mentos cristianos. He aquí la cuestión de fondo que vamos a tratar en extragos en la humanidad. La libertad, por consiguiente, se ha consi'
este capítulo. derado como un peligro que debe ser vigilado, controlado y, en 1*
Pero hay otra razón, que es también importante. Se trata del medida de lo posible, sometido y domesticado. A partir de est^
problema pastoral. La crisis de los sacramentos no tendrá solución planteamiento y con vistas a ese control de la libertad, se ha organiza'
mientras las cosas sigan como están. Porque el problema no está en el do la educación, la formación humana y religiosa, la organizador1
ritual que se emplea, sino en el símbolo que las personas viven y cívica, el funcionamiento de las instituciones y, en general, la vid^
experimentan. Dicho de otra manera, el problema no está en que las familiar, social y política en su conjunto. Y es evidente que la religión'
palabras o los gestos, que constituyen el ceremonial, sean más o con sus normas, leyes y prácticas sacramentales, ha influido decisiva'
menos adecuadas para nuestra generación o para la generación que mente en toda esta comprensión global de la vida y del hombre en &
nos vaya a suceder. El problema, por tanto, no se resuelve cambiando sociedad.
los ritos, las oraciones o los cantos. Todo eso ayuda hasta cierto El miedo a la libertad ha estado bien organizado, documentad^
punto. Pero sólo eso, hasta cierto punto. Y la prueba está en que, con doctrinas del más alto valor trascendente, codificado en leyes cfte
desde hace algunos años, se vienen haciendo cambios y más cambios, por ser sagradas se han considerado absolutamente intocables f
ensayos y más ensayos, en las liturgias sacramentales, pero de sobre^ indiscutibles, sancionado con castigos de este mundo y del otro. ^
224 Símbolos de libertad El miedo a la libertad 225

miedo a la libertad ha sido uno de los pilares de nuestra cultura, lucha entre el deseo de libertad, por una parte, y el miedo a la libertad,
soporte decisivo de nuestras instituciones, fundamento de la convi- por otra parte. Porque la libertad es, a un tiempo, la aspiración
vencia humana tal como de hecho ha sido organizada. Sin el miedo a suprema y la carga más pesada que tenemos que soportar los morta-
la libertad, nuestra sociedad no sería lo que es. Por eso hoy, cuando la les. En este sentido, el mismo Fromm se pregunta:
gente parece que va perdiendo el miedo a la libertad, a todos nos entra
más miedo. Porque tenemos la impresión de que nuestra cultura se ¿Puede la libertad volverse una carga demasiado pesada para el hom-
derrumba y de que hasta nuestra seguridad personal se ve seriamente bre, al punto que trate de eludirla? ¿cómo ocurre entonces que la
amenazada. libertad resulta para muchos una meta ansiada, mientras que para
otros no es más que una amenaza? ¿no existirá tal vez, junto a un deseo
Por eso se comprende que en la actualidad se hayan aliado innato de libertad, un anhelo instintivo de sumisión? 5 .
misteriosamente y hasta sorprendentemente el miedo a la libertad con
el deseo y el ansia por ser libres. Y es que, en la cultura moderna, La respuesta a estas cuestiones es que, efectivamente, la gente le
cuando más se habla de libertad, estamos asistiendo a un impresio- teme a la libertad, porque le teme a la soledad, al aislamiento y a la
nante proceso de domesticación y sometimiento a todos los niveles. inseguridad. Ahora bien, la cultura moderna fomenta estos senti-
En un libro bien conocido1, Erich Fromm hace notar cómo la mientos de maneras muy diversas y con mecanismos que resultan
estructura de la sociedad moderna afecta simultáneamente al hombre extremadamente eficaces. La gente se siente hoy más insegura que
de dos maneras: por un lado, lo hace más independiente y más crítico, antes y muchas veces más solitaria y más desamparada que nunca. La
otorgándole una mayor confianza en sí mismo, y por otro lado, más política, la economía, la familia, la religión, las instituciones en
solo, aislado y atemorizado2. De donde resulta que «si bien el hombre general, parecen resquebrajarse por todas partes y con frecuencia
se ha liberado de los antiguos enemigos de la libertad, han surgido tenemos la impresión de que el terreno se nos mueve debajo de los
otros de distinta naturaleza: un tipo de enemigo que no consiste pies. No se trata de hacer aquí un análisis de los factores determinan-
necesariamente en alguna forma de restricción exterior, sino que está tes de esta situación. Todos, de una manera o de otra, la conocemos
constituido por factores internos que obstruyen la realización plena por propia experiencia y la sufrimos con todas sus consecuencias. Y
de la personalidad»3. De ahí que: eso es lo que explica, entre otras cosas, la existencia de movimientos
políticos de tipo dictatorial y totalitario que en nuestro siglo han
Nos sentimos orgullosos de que el hombre, en el desarrollo de su vida, contado, y siguen contando, con numerosos adeptos a veces bastante
se haya liberado de las trabas de las autoridades externas que le fanatizados. El ejemplo de la Alemania nazi en los pasados años
indicaban lo que debía hacer o dejar de hacer, olvidando de ese modo la treinta es elocuente en este sentido: millones de personas, en Alema-
importancia de autoridades anónimas, como la opinión pública y el
«sentido común», tan poderosas a causa de nuestra profunda disposi- nia, estaban tan ansiosas de entregar su libertad como sus padres lo
ción a ajustamos a los requerimientos de todo el mundo, y de nuestro estuvieron en combatir por ella; en lugar de desear la libertad,
no menos profundo terror de parecer distintos de los demás4. buscaban caminos para rehuirla, mientras otros millones de indivi-
duos permanecían indiferentes y no creían que valiera la pena luchar
En el fondo, se trata del enfrentamiento y la lucha que experimen- o morir en su defensa6. Se podrían poner otros ejemplos en este
ta todo hombre en su intimidad más profunda. Enfrentamiento y mismo sentido. Pero no hace falta, porque son de sobra conocidos.
Ahora bien, a la vista de estos hechos, lo importante aquí está en
1. E. Fromm, El miedo a la libertad, Buenos Aires 1977. Este mismo autor cita como caer en la cuenta del influjo que tienen estos mecanismos anti-
obras importantes sobre el tema, ante todo, la colección de trabajos editados y dirigidos
por R. N. Anshen, Freedom. Its meaning, New York 1940; y también K. Steuemann, Der
liberadores en la vida de los cristianos y, más concretamente, en la
Mensch aufder Flucht, Berlín 1932. También se pueden encontrar interesantes elementos existencia de la iglesia. También el creyente, como tal creyente, se
de juicio en el artículo de J. Gabel, Totalitarismo y huidafrentea la libertad, en Sociología siente amenazado y solo muchas veces. También el creyente, por lo
de la alienación, Buenos Aires 1973, 91-97. Será útil también consultar el interesante tanto, experimenta el deseo supremo de la libertad mezclado inevita-
escrito de K. Rahner, Freiheit und Manipulation in Gesellschaft und Kirche, München
1970.
blemente con el miedo a la libertad. ¿Por qué la teología de la
2. E. Fromm, o. c., 173.
3. Ibid, 137-138. 5. Ibid, 31.
4. Ibid, 138. 6. Ibid., 29.
226 Símbolos de libertad La estrategia de la institución 227

liberación ha suscitado tantas esperanzas y, al mismo tiempo, tantos a empezar hablando de la estrategia institucional, es decir del meca-
enfrentamientos? Es verdad que en ese asunto se han visto complica- nismo y de los procedimientos en virtud de los cuales se recorta, se
dos otros motivos de carácter ideológico, político o social. Pero no limita y hasta se llega a anular la libertad.
cabe duda que, en el fondo, nos encontramos siempre con el eterno Desde este punto de vista, la pregunta que surge espontáneamente
miedo a la libertad. Por eso, en nuestros días, una iglesia que dicta es clara y sencilla: ¿Cómo se controla la libertad en la práctica
normas y leyes es una cosa bien recibida y deseada por determinados concreta de la vida? Como bien sabe todo el mundo, la libertad se
sectores de la población. Porque una iglesia así, libera a la gente del control mediante el poder. Y el poder ejerce su control mediante la
fardo pesado de la libertad, da seguridad y tranquiliza, no sólo ley. Naturalmente, aquí no vamos a discutir si la ley es buena o mala,
religiosamente, sino incluso social y políticamente a aquellas personas si en la sociedad debe haber o no debe haber leyes. Aquí no estamos
que, por la razón que sea, se sienten a gusto con los regímenes tratando un problema de organización social o política; y menos aún
autoritarios que mantienen un determinado orden de cosas, aunque un problema que pertenece a la filosofía del derecho. La cuestión que
eso sea a costa de recortar o incluso anular determinados derechos o aquí nos interesa es una cuestión estrictamente religiosa y, más
libertades de las personas. concretamente, una cuestión estrictamente cristiana. Y bien, desde ese
Desde este punto de vista, se comprende que la carga pesada de punto de vista, ¿en qué consiste la estrategia de la institución para
obligaciones que son de hecho las prácticas sacramentales, es una controlar la libertad de los creyentes?
carga que mucha gente quiere seguir soportando. Y la soportan con Al tratar precisamente de los sacramentos, el Código de derecho
gusto. Porque eso les libera de la libertad. Es decir, eso les libera de canónico dice:
una responsabilidad que seguramente no están dispuestos a asumir.
La iglesia, que después del concilio Vaticano II ha sido más libre y Puesto que todos los sacramentos, instituidos por nuestro Señor Jesu-
cristo, son los principales medios de salvación y de santificación, se ha
liberadora, ha provocado un desconcierto alarmante ante muchas de tener la más grande diligencia y reverencia en administrarlos y
personas. Esas personas añoran la iglesia de antes. Y suspiran por un recibirlos oportuna y rectamente (canon 731, 1).
papa, unos obispos y un clero que impongan normas claras, que
dicten verdades concretas, que castiguen a quienes se tomen determi- La lógica del canon es perfectamente comprensible: los sacramen-
nadas libertades. Siempre nos encontramos con el mismo problema: tos son los medios más importantes que Jesucristo ha puesto a
el eterno problema de la libertad como promesa y de la libertad como disposición del hombre, para que éste obtenga su salvación y su
amenaza; la promesa más grande y la amenaza más seria. La promesa santificación. Por lo tanto, el hombre ha de administrarlos y recibirlos
y la amenaza que en el ámbito de lo religioso se hacen sentir con con la más grande fidelidad y exactitud. De ahí las normas y leyes que
particular fuerza, sin duda con más fuerza que en ningún otro espacio tienden precisamente a eso, a que el hombre ponga en práctica lo más
de la existencia humana. exactamente posible esos medios privilegiados, que son los que lo
salvan y lo santifican.
Según esta manera de pensar, los sacramentos son mediaciones
3. La estrategia de la institución establecidas por Jesucristo. Mediaciones entre Dios y el hombre y por
las que el hombre tiene que pasar, si es que quiere llegar a Dios. Lo
Pero, en definitiva, ¿es que el miedo a la libertad no es una cosa cual quiere decir que los sacramentos son cosas obligatorias; obliga-
seria y respetable, que debemos tener siempre en cuenta precisamente ciones a las que el cristiano tiene que someterse, porque en ellas se
para nuestro bien? ¿es que el miedo a la libertad es necesariamente expresa y se comunica la gracia de Dios y, en definitiva, el amor de
algo malo y detestable? ¿no es, por el contrario, una manifestación Dios.
más del instinto de conservación que nos es innato? ¿se puede decir, Ahora bien, esto significa dos cosas. En primer lugar, que los
sin más, que la libertad es siempre buena y se puede, por consiguiente, sacramentos simbolizan para el hombre lo obligatorio, lo que se
erigir en valor absoluto? impone a la conciencia en virtud de una ley sagrada y suprema. En
A lo largo de este capítulo —así lo esperamos— el lector encontra- segundo lugar, que los sacramentos simbolizan lo obligatorio en
rá una respuesta satisfactoria a estas preguntas. Y es precisamente cuanto que a través de la obligación cumplida se transmite la gracia
para eso, para encontrar esa respuesta satisfactoria, por lo que vamos de Dios y, en definitiva, el amor de Dios. Es decir, el amor pasa por la
228 Símbolos de libertad Los profetas fracasados 229

ley. Y por lo tanto, la ley es la mediación más importante del amor. El seguridad, más tranquilidad y más paz. Por este procedimiento, y por
sacramento, hecho ley exigente y obligante, es el medio, el canal y el él solo, la censura llega a ser auténticamente efectiva y, por lo tanto,
conducto del amor. He aquí la lógica del discurso canónico y eclesiás- apta para manipular a los sujetos, hasta hacerles amar el sometimien-
tico. He aquí, por tanto, la estrategia de la institución. La estrategia to, como el verdadero sustituto del deseo o, en otras palabras, como el
que se traduce en el entramado minucioso y detallado de las normas verdadero sustituto de las aspiraciones más profundas de la persona9.
litúrgicas, canónicas y morales que tiene que cumplir todo católico Por lo demás, todo este planteamiento no significa que la vida
que pretenda obtener la salvación y la santificación, es decir la cristiana se tenga que realizar fuera de toda institucionalización; la
amistad con Dios. vida cristiana es esencialmente vida comunitaria y sabemos que la
Esta lógica del discurso institucional entraña una secuencia, una vida de una comunidad comporta una cierta organización institucio-
verdadera concatenación de experiencias. Ante todo, la experiencia nal. Pero de este asunto hablaremos más adelante.
de lo que está dispuesto y ordenado, lo que está mandado, es decir lo
que está legislado y, por tanto, lo obligatorio. A partir de esa primera
experiencia, el fiel católico accede a la experiencia principal, la expe- 4. Los profetas fracasados
riencia de sentirse aceptado y querido por Dios; y la experiencia De lo dicho resulta que la ley, concretamente la ley religiosa,
también de que él quiere a Dios. De ahí, la paz en la conciencia ante el ocupa el lugar privilegiado, el puesto central, en la relación del
deber cumplido. El cristiano que observa exactamente las ceremonias hombre con Dios. Porque, a partir de lo que hemos dicho en el
eclesiásticas, experimenta lógicamente el desagrado de quien tiene que número anterior, la conciencia del común de los fieles está conforma-
cumplir con una obligación pesada; pero al mismo tiempo experimen- da de tal manera que, de hecho, la medida de la relación con Dios es la
ta también la satisfacción de quien siente cercano y casi tangible el ley. Es decir, se tiene el convencimiento de que una persona está tanto
amor de Dios y el amor a Dios. más cerca de Dios cuanto más fielmente observa la ley. La ley es, por
Esta doble experiencia, la experiencia del amor y la experiencia de tanto, la mediación necesaria entre Dios y el hombre.
lo obligatorio (porque es lo legislado), nos descubre hasta la evidencia
Como es bien sabido, esta forma de conciencia —la conciencia
en qué consiste la estrategia de la institución, en un sentido concreto,
que pone a la ley en el centro de la vida religiosa— no ha sido un
a saber: la obra maestra del poder consiste en hacerse amar, de tal
invento de la iglesia. El modelo ejemplar de esta forma de conciencia
manera que así se propaga la sumisión, que llega a convertirse y
es la mentalidad farisaica. Esta mentalidad es central en la problemá-
mistificarse, entre grandes sectores de la población, en verdadero
tica que nos presenta el nuevo testamento: aparece fuertemente desta-
deseo de sumisión7. Y es lógico que así suceda, habida cuenta de las
cada en los enfrentamientos de Jesús con sus adversarios; y en las
premisas que hemos explicado, ya que, en la lógica de la institución
polémicas de Pablo con los judíos. Por eso, antes de seguir adelante,
tal como está organizada, la experiencia del amor pasa necesariamen-
conviene decir algo sobre el movimiento fariseo.
te por la ley, por el sometimiento a la ley, de tal manera y hasta tal
punto que amar viene a ser igual a someterse. De donde resulta que la Los fariseos fueron un movimiento de seglares piadosos, cuyo
ley viene a erigirse en una especie de ídolo, hacia el que los adeptos origen se remonta al siglo segundo antes de Cristo. Este movimiento
orientan y dirigen un amor sin fin. Por eso, la divinización práctica tuvo sus antecesores en los jasideos, del tiempo de los macabeos.
(no necesariamente teórica) del poder resulta esencialmente constitu- Como grupo organizado, aparecen bajo Juan Hircano II (135-104 a.
tiva de la burocracia institucional. Y es mediante esa divinización C). En su origen fueron un movimiento de oposición a los príncipes
cómo los sujetos disfrutan de la tranquilidad y de la seguridad que les sacerdotes asmoneos, por la mundanización política de éstos, ya que
proporcionan los jefes, es decir, los representantes de la ley8. Mucha los fariseos querían una religiosidad pura. De ahí el nombre de
gente se convence así de que el poder es absolutamente bueno, por la «separados» (periss'ayya)10.
sencilla razón de que cuanta más sumisión haya, hay más amor, más Pero el origen remoto del movimiento fariseo hay que buscarlo
más atrás. De hecho, se remonta a los tiempos del exilio (siglo VI a.
C.) y más concretamente a la figura de Esdras (siglo V a. C). Esdras
7. Cf. P. Legendre, L'amour du censeur, Paris 1974, 5; Sobre este asunto, cf. C.
Domínguez, Mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa: Proyección 26 (1979) 119-133. 9. Cf. P. Legendre, L'amour du censeur, 107.
8. Cf. P. Legendre, Jouir dupouvoir. Traite de la bureaucratiepatrióle, Paris 1976,13. 10. Cf. M. J. Lagrange, Le judaisme avant J. Christ, Paris 1931, 268-301.
230 Símbolos de libertad El precio de la ley 231

es un personaje de singular importancia para comprender la evolu- En adelante, pues, será la ley la que fijará los rasgos característicos
ción de las ideas religiosas, concretamente en lo que se refiere a la del judío como individuo y como pueblo 14 .
importancia y al significado de la ley en el judaismo. Porque es A partir de este planteamiento, conviene quitarse de la cabeza la
precisamente a partir de Esdras cuando se acentúa progresivamente la idea, corrientemente admitida, según la cual los fariseos fueron una
tendencia a supervalorar la ley en Israel, colocándola en el centro de gente depravada. Todo lo contrario. Ellos fueron hombres de una
la vida religiosa del pueblo. religiosidad eminente y de una generosidad ejemplar en su empeño
No vamos a analizar aquí las causas de tipo histórico que determi- religioso. Entonces, ¿en qué estuvo el fallo de estos hombres? Sencilla-
naron la importancia que adquirió la figura de Esdras y el influjo que mente, en que para ellos la revelación de Dios es la ley y la ley es la
tuvo este personaje en la mentalidad religiosa de Israel 11 . Más impor- revelación de Dios. Ahora bien, al identificar de tal manera la
tante que eso será destacar un punto que es, sin duda, esencial en todo revelación con la ley, la consecuencia lógica que dedujeron es que lo
este asunto: en el judaismo se fue imponiedo la idea, a partir del exilio, más grande que puede hacer el hombre es observar y cumplir la ley.
de que la acción y la denuncia de los profetas había sido un fracaso. Por consiguiente, la Tora se sitúa en el centro mismo de la relación del
Porque aquellas denuncias proféticas sobre la necesidad de practicar hombre con su Dios. Pero, como por otra parte, la Tora no puede
el bien y aborrecer el mal no habían sido capaces de levantar al pueblo prever todos los casos y situaciones posibles que se le presentan al
de su postración para llevarlo a la prosperidad, sino que, por el hombre en su vida, entonces se hacía enteramente necesaria la aplica-
contrario, toda aquella palabrería profética había desembocado en la ción de la ley a cada caso y a cada situación. Esa aplicación, sin
ruina y en el destierro. De ahí parece que se llegó al convencimiento embargo, no se podía dejar al arbitrio del sujeto, sino que tenía que
de que era necesario concretar las antiguas exigencias proféticas, de estar también fijada en una legislación. Así surgió la halachach, que
carácter demasiado general, en una forma codificada y legal que fijara era la aplicación de la norma de la Tora a cada caso, y que tenía el
las obligaciones de los ciudadanos ante Dios. Como se ha dicho muy mismo valor que la Tora. Precisamente, la función de los rabinos
bien: (maestros de la ley) consistía en hacer la interpretación auténtica de la
Tora a cada situación concreta y a cada caso singular. Y esto se hacía
Al plantearse el problema de cómo hacer la voluntad de Dios, los de tal manera —insistamos una vez más en ello— que cada prescrip-
fariseos hubieron de enfrentarse con el fracaso de los grandes profetas, ción de la halachach se consideraba que tenía exactamente el mismo
con su impotencia para convertir al pueblo y con el hecho de la
deportación, que, según la creencia general, fue el castigo de Dios por valor que la Tora. Un rabino decía: «Todo lo que un discípulo
los pecados de Israel. A la vista de esto, se propusieron realizar la ética inteligente pueda enseñar en adelante, en presencia de su rabino, fue
de los profetas reduciéndola a una ética de pormenor, detallista12. revelado ya a Moisés en el Sinaí»15.
Así pues, a partir del siglo quinto antes de Cristo, se impone
progresivamente en Israel la idea según la cual lo que esencialmente 5. El precio de la ley
distingue a este pueblo de los demás pueblos es que posee la ley de
Yarrvé. En adelante, Israel es el pueblo de la ley. Todo lo que hemos dicho hasta aquí sobre la ley tiene un funda-
mento último: la conciencia religiosa es esencialmente heterónoma.
Por este camino, la ley entera pasó a ser criterio del judaismo. Si la Es decir, la conciencia es tanto más perfecta cuanto más niega y
mirada sacerdotal retrospectiva hacia el pasado había exaltado la
figura de Aarón, el patriarca de los sacerdotes, también Moisés, que reniega de su autonomía. En consecuencia, toda decisión humana
nunca había sido olvidado, alcanzó ahora toda su excepcional impor- tiene que estar determinada y prescrita, no por la autodeterminación
tancia y, desde luego, no el Moisés liberador y salvador, ni el Moisés del sujeto, sino por la prescripción de una norma escrita y fijada en
profeta, sino el Moisés legislador 13. una determinada codificación legal. El hombre no puede, en ningún
momento, guiarse por la autodecisión que brota de él mismo, sino por
11. Un buen estudio sobre este punto en M. Noth, Historia de Israel, Barcelona la heterodecisión que ha sido fijada por Dios mismo en una normati-
1966,289-291.
12. Cf. P. Ricoeur, Finitud y culpabilidad, Madrid 1969, 369.
13. D. Arenhoevel, El período postexílico, en J. Schreiner (ed.) Palabra y mensaje del 14. Cf. P. Ricoeur, o. c, 393.
antiguo testamento, Barcelona 1972, 339-340. 15. Cf. Tr. Herford, The pharisees, New York 1924, 85.
232 Símbolos de libertad El precio de la ley 233

va; o por quien tiene autoridad divina para aplicar esa norma a cada da hacia el acrecentamiento personal del propio mérito. O dicho de
caso y a cada situación. De ahí que lo mejor es que toda la vida esté otra manera, la actividad de la conciencia está orientada hacia el
dominada por la ley. Y de ahí que lo mejor que puede hacer el hombre propio sujeto, no hacia lo que es gratificante y beneficioso para los
es observar la ley, cumplirla hasta el último detalle. Cuanto más ley y demás. En el fondo, se trata de una forma de conciencia que fomenta
cuanto más observancia legal haya, tanto mejor, porque así el hombre el egoísmo más raimado.
depende más de Dios y de esa manera se hace tanto más perfecto. 3) La tercera consecuencia es que cuando la conciencia está
En principio, este planteamiento parece enteramente correcto. esencialmente determinada por la ley, esa conciencia termina por dar
Porque si Dios es Dios y el hombre es el hombre, lo mejor que puede y la misma importancia a lo grande que a lo pequeño. En teoría, por
debe hacer el hombre es someterse a Dios, obedecer a Dios. Y parece supuesto, nadie dirá que las cosas deben ser así. Pero, en la práctica,
lo más obvio que el mejor camino y el más seguro para obedecer y resulta inevitable que la conciencia, cuyo criterio esencial es la ley, no
someterse es cumplir la ley de Dios. He ahí lo más noble y lo más termine por mezclar lo grande y lo pequeño, dando prácticamente la
seguro que puede hacer el hombre. Así, y sólo así, parece que Dios misma importancia a unas cosas que a otras. De hecho, sabemos que
queda en su lugar; y el hombre en el suyo. Por eso, cuando se trata de el fariseísmo daba la misma importancia a los preceptos de la Tora
las prácticas religiosas, lo mejor y lo más seguro que puede hacer el que a las normas de la halachach. Para el fariseo puro y auténtico, lo
creyente es observar con la mayor exactitud posible las normas mismo era, en la práctica, quebrantar un mandamiento del decálogo
rituales y las leyes litúrgicas establecidas. Sólo de esa manera los que dejar de cumplir una de las muchas minucias que habían fijado
sacramentos se celebran como Dios manda. Y como el hombre los rabinos, por ejemplo dar más pasos que los debidos en sábado u
necesita. otras cosas por el estilo.
En principio, no cabe duda que este planteamiento parece el único 4) La cuarta consecuencia es más grave, sin duda la más grave de
razonable y sensato. Sin embargo, por poco que se piense en todo este todas. Se trata de que la conciencia que está esencialmente orientada
asunto, enseguida descubre uno las consecuencias verdaderamente por la ley, cuando llega la hora de la verdad y en la práctica concreta
graves que se deducen inevitablemente de esa manera de pensar y, de la vida, termina por dar más importancia a lo secundario que a lo
sobre todo, de proceder. En efecto, una vez que se ha establecido la principal. Es decir, una conciencia centrada en el cumplimiento de la
ley como la mediación absolutamente imprescindible entre Dios y el ley da más importancia a lo pequeño que a lo grande. Y eso por una
hombre, es decir, una vez que se ha aceptado el criterio según el cual el razón que se comprende fácilmente: el amor, que es lo verdaderamen-
único camino para agradar a Dios es la observancia de la ley, de ahí se te grande y lo principal, no es codificable en una normativa legal. Así
siguen cuatro consecuencias: nos lo dice la experiencia. Y así resulta de la misma naturaleza del
1) En primer lugar, desde el momento en que se acepta que la ley amor, ya que amar a alguien es lo mismo que vivir una experiencia
tiene ese papel en la vida religiosa del hombre, todo el problema de la original, que no es tematizable en ideas, normas y preceptos, sino que
conciencia se centra inevitablemente en la idea de transgresión: lo que es esencialmente una experiencia espontánea de carácter intuitivo. De
la conciencia tiene que hacer es evitar la transgresión de la ley. A eso ahí resulta que, al no ser codificable el amor, y al ser perfectamente
se reduce esencialmente su función específica. Y de ahí se sigue que reglamentable todo lo demás, el amor pasa a segundo término,
todo el ser y el quehacer de la conciencia queda orientado a que el mientras que lo demás ocupa el primer puesto en las preocupaciones
hombre deje de ser malvado y sea justo, es decir, observante de la ley. de la conciencia. Por otra parte, lo decisivo en la experiencia del amor
Según eso, «la polaridad del justo y del malvado» es la característica no es evitar la transgresión, sino el riesgo de la entrega sin límites ni
esencial de la conciencia16. reservas. De ahí que cuando la conciencia está polarizada por la idea
2) La segunda consecuencia es que la conciencia se orienta de la transgresión, la persona llega a incapacitarse para amar, porque
primordialmente y casi necesariamente hacia la idea de mérito. «El toda la obsesión se centra en cumplir normas y en evitar transgresio-
mérito es el sello del acto justo, como una cualidad de la voluntad nes, mientras que lo verdaderamente grande de la vida, que es la
buena» i?. Por consiguiente, la actividad de la conciencia está oriénta- entrega al otro (con todos los riesgos que eso comporta), pasa
totalmente inadvertido; o incluso todo eso del amor y la entrega llega
lo. P. Ricoeur, o. c , 403.
a ser visto como una cosa sospechosa, ya que en no pocas ocasiones lo
17. Ibid., 405. que exige el amor puede entrar en conflicto o en concurrencia con lo
234 Símbolos de libertad El precio de la ley 235

que está legislado. Las exigencias que brotan espontáneamente de la veces muy gravemente, de amar a los demás. Se repite entonces la
experiencia afectiva son absolutamente imprevisibles y no sabemos perversión de los fariseos: lo secundario pasa a ser lo que más agobia
hasta dónde nos pueden llevar, mientras que la ley es clara y termi- y preocupa a la conciencia, mientras que lo fundamental queda
nante, fija exactamente los límites de lo que hay que hacer y lo que prácticamente marginado o incluso es atropellado seriamente. Es el
hay que evitar. De ahí que el amor es esencialmente arriesgado, caso de personas que experimentan una especie de irritación instintiva
mientras que la ley es segura. Por eso se comprende que muchas cuando se quebrantan determinadas normas litúrgicas, mientras que
personas se aferren a la ley y se desentiendan prácticamente de lo que en realidad no sienten la misma irritación ante el sufrimiento y la
exige el amor con todas sus consecuencias. desgracia de muchos ciudadanos.
Ahora bien, si tomamos muy en serio estas cuatro consecuencias, La ley, no cabe duda, da seguridad a la conciencia, libera de
se comprende fácilmente que la conciencia legal, es decir, la concien- muchos miedos y de no pocos riesgos, ofrece siempre la impresión de
cia que está orientada esencialmente por la observancia de la ley, es estar en lo cierto, en el recto camino, con la certeza de que al cumplir
una conciencia en la que se dan estas tres características: 1) ante la ley se está haciendo lo mejor que se puede hacer. Todo esto
todo, es inevitablemente una conciencia atormentada, ya que todo su obviamente resulta gratificante. Pero, después de lo que hemos visto
foco de atención está orientado hacia la transgresión: lo que interesa y acerca de lo que entraña la conciencia legal, es evidente que el precio
lo que preocupa es evitar a toda costa la transgresión. Pero como las que se cobra la ley, a cambio de la seguridad que da, es demasiado
posibles transgresiones son infinitas, resulta prácticamente inevitable alto. Porque no se trata solamente de que, al propagarse la conciencia
que la conciencia termine por vivir atormentada; o por el contrario, lo legal, se propaga inevitablemente la infelicidad y hasta el tormento de
que bien puede ocurrir es que la conciencia acabe entregándose al muchas personas. Se trata de algo más grave aún: con la conciencia
laxismo y a la indiferencia, cuando ve que la carga de las obligaciones legal se propaga el más refinado y sutil egoísmo, el repliegue de cada
le resulta demasiado intolerable. La experiencia nos enseña que estos conciencia sobre sí misma, se propaga el distanciamiento de las
dos peligros son el pan de cada día en la vida moral y religiosa de personas y la consiguiente soledad, se propaga, sobre todo, la aten-
mucha gente; 2) en segundo lugar, se trata de una conciencia egoís- ción y el interés por cosas que no responden a las exigencias profun-
ta, porque, como hemos dicho, es una conciencia que está fundamen- das de cada corazón humano en cada situación concreta, mientras
talmente orientada hacia la consecución del mérito: lo que centra la que lo verdaderamente importante, que es el amor y la libertad de los
atención es la autorrealización personal, el progreso de lo meritorio. hijos de Dios, queda insensiblemente marginado o incluso práctica-
Por otra parte, como lo codificado en la ley es algo objetivamente fijo mente atropellado.
y concreto, ese egoísmo se manifiesta en forma de búsqueda de Para terminar será conveniente indicar —nada más indicar— las
seguridad. De ahí que esta forma de conciencia es propia de personas consecuencias que la conciencia legal acarrea cuando se enseñorea de
inseguras y a veces neurotizadas, cuya expresión suprema es el escrú- la vida sacramental. Los sacramentos, entonces, se celebran con la
pulo religioso; 3) finalmente, esta forma de conciencia es una con- más exacta fidelidad al ritual establecido, se cumplen las normas, se
ciencia pervertida, ya que a veces se le da la misma importancia a lo observan los detalles, el conjunto de la ceremonia ofrece la impresión
principal y a lo secundario; y con frecuencia, lo secundario pasa a de que se está haciendo lo que se tiene que hacer y como se tiene que
ocupar el primer puesto, mientras que el amor y la justicia se margi- hacer. Pero, en definitiva, ¿en qué para todo eso? La experiencia nos
nan, se olvidan en la práctica o incluso se consideran como cosas enseña que la atención y el interés del celebrante y de los participantes
peligrosas. En este sentido, los evangelios nos cuentan cómo Jesús se suele quedar acaparada por el ritual y por el cumplimiento de las
tuvo que enfrentar, con frecuencia, a los fariseos precisamente a causa normas, mientras que la experiencia profunda de las personas y los
de esta perversión: las exigencias del amor eran prácticamente olvida- símbolos que pueden expresar esa experiencia quedan prácticamente
das o incluso menospreciadas, mientras que lo accesorio ocupaba el al margen. Hasta el punto de que cuando se habla de este asunto,
centro de las atenciones (cf. Mt 23,23-24; Me 7, 8-13; Le 10,25-37; cf. resulta una doctrina novedosa e inadmisible. De ahí que, con relativa
también Mt 15, 1-20; Le 11, 37-44). Y la experiencia nos enseña cómo frecuencia, se celebran eucaristías, que son litúrgicamente perfectas,
es frecuente que la gente «religiosa» y observante de la ley se aferré a pero en las que nadie se quiere de verdad. He ahí, seguramente, el
cosas más o menos pequeñas, como son rezos, ayunos, observancias precio más caro que tiene que pagar la iglesia por su vida litúrgica y
rituales y tradiciones, mientras que se desentienden prácticamente, y a sacramental, tal como de hecho está organizada.
236 Símbolos de libertad La experiencia cristiana esencial 237

6. La experiencia cristiana esencial de que sólo cumpliendo esas obligaciones minuciosas es cómo tienen
que realizar en su vida el amor cristiano. Tal es el caso de muchas
Se ha dicho una y mil veces que la experiencia cristiana esencial es gentes de buena voluntad, que ponen un afán desmedido en observar
la experiencia del amor. La experiencia del amor de Dios al hombre y al detalle las normas rituales u otras cosas por el estilo, pero de tal
la experiencia del amor del hombre a Dios y a los demás hombres. Lo manera que al mismo tiempo abrigan sentimientos o adoptan formas
cual es absolutamente cierto. La Biblia y la tradición cristiana lo de conducta que distan mucho de lo que es amar sinceramente a otra
afirman de tal manera e insisten en este punto con tal constancia y persona.
coherencia que no puede quedar duda alguna sobre esta cuestión. Y Cuando esto sucede, el problema no está en que esas personas
no vamos a insistir en ello porque es un asunto de sobra conocido18. observen las normas establecidas hasta el último detalle, porque eso
Pero con decir eso, no tocamos el fondo de la cuestión. Porque en sí es bueno y parece ser una de las cosas más razonables y
cuando aquí hablamos de experiencia, entendemos esta expresión en excelentes que puede hacer una persona religiosa. Sin embargo, eso
su sentido más global, en cuanto estado y actividad humana que entraña un inconveniente muy serio: en la práctica diaria de la vida,
implica no sólo presenciar, conocer o sentir una cosa por sí mismo y quienes se comportan de esa manera suelen sentirse muy tranquilos en
en sí mismo, como cuando decimos «sé por experiencia lo que es su conciencia por el hecho de obedecer a lo que está mandado en la
eso»19, sino además todo el conjunto de vivencias que acompañan al legislación, por más que en el conjunto de su vida no sean personas
conocimiento de una cosa o de las cosas y personas en general, por entregadas por entero al amor de los demás compartiendo con los
contraposición a lo que es una ciencia puramente abstracta o discursi- más desgraciados lo que cada uno es y lo que cada uno tiene. La
va20. Ahora bien, desde este punto de vista, decir que la experiencia experiencia en este sentido es elocuente. Por poner un ejemplo: si las
cristiana esencial es la experiencia del amor, resulta una afirmación autoridades eclesiásticas se enteran de que en tal parroquia no se
inevitablemente ambigua. Por una razón que se comprende fácilmen- observan cuidadosamente las normas litúrgicas en la administración
te: como hemos visto antes, la «estrategia de la institución» consiste de los sacramentos, lo más seguro es que más tarde o más temprano se
en vincular la experiencia del amor a la experiencia de la ley obedeci- produce la alarma y al párroco se le llama la atención o quizás hasta
da y cumplida, lo que supone que, en la conciencia de la mayor parte se le impone una sanción adecuada; sin embargo, suele ser relativa-
de los fieles, la experiencia del amor no está asociada y vinculada a la mente frecuente que esas mismas autoridades religiosas no se alarmen
experiencia de la libertad, sino exactamente a algo que es todo lo en el mismo grado y con los mismos efectos si saben que en esa misma
contrario: la experiencia de lo obligatorio. De donde resulta que, para parroquia hay cantidad de gentes desgraciadas a quienes el párroco o
mucha gente, la experiencia cristiana esencial es, en la práctica, la los feligreses no les prestan especial atención. La cosa está clara: en la
experiencia de la obligación cumplida, de tal manera que en el mentalidad y en el estilo eclesiástico, preocupa más la observancia de
cumplimiento de lo obligatorio se pone la realización y la experiencia la ley que la puesta en práctica del amor.
del amor. ¿Por qué ocurre esto? Por la sencilla razón de que, según la
La consecuencia que se sigue de eso es que hay muchísimas mentalidad eclesiástica más generalizada, la experiencia cristiana
personas que saben perfectamente que lo más importante para un esencial no es la experiencia del amor que se engendra en la libertad
cristiano es el amor, pero en realidad lo que practican es un conjunto cristiana y desemboca siempre en la libertad cristiana, sino que, por el
de obligaciones más o menos minuciosas, que quizás tienen muy poco contrario, la experiencia esencial del cristiano consiste en el amor que
que ver con el amor efectivo a los demás. Y lo más curioso de todo se engendra en el sometimiento a las obligaciones legales y desemboca
este asunto es que tales personas suelen tener la conciencia clarísima en la más minuciosa observancia de las obligaciones que impone la
ley. Por supuesto, en el plano de las ideas, lo que se dice y se repite
hasta la saciedad es que lo más importante en la vida cristiana es el
18. La bibliografía sobre este punto es inmensa. Las ideas fundamentales y una
selección bibliográfica se pueden ver en V. Warnach: LTK I, 178-180; para la historia de amor, pero en el terreno de las prácticas y de los comportamientos, lo
la teología y de la tradición cristiana, cf. J. Ratzinger: LTK VI, 1032-1036. que se urge y se exige —hasta con censuras y castigos, si es preciso—
19. Tal es la primera acepción que tiene la palabra experiencia en el uso de la lengua es el cumplimiento obediente de lo que está legislado.
española. Cf. M. Moliner, Diccionario del uso del español I, Madrid 1975, 1257. Sin duda alguna, ésta fue la situación y el atolladero en que se vio
20. Para este punto, cf. F. Gregoire, Vinstuition selon Bergson. Etude critique,
Louvain 1947, 122-125, citado por A. Leonard, Dict. de Spir. IV, 2005. metido el fariseísmo del tiempo de Jesús. Y algo muy parecido es lo
238 Símbolos de libertad La ley contra la gracia 239

que ahora ocurre con muchísimos cristianos. Porque por más que en fondo, viene a decir lo siguiente: optar por la libertad de la ley es
los libros y en las predicaciones eclesiásticas se digan cosas maravillo- optar por la cruz; apartarse de esa libertad es apartarse de la cruz.
sas sobre el amor y la caridad, el hecho es que la conciencia de la gente He aquí por qué se puede decir con todo derecho que la experien-
se conforma y configura con lo que se practica en las iglesias. cia cristiana esencial es la experiencia del amor, pero en la medida —y
Los autores del nuevo testamento se dieron cuenta de este proble- sólo en la medida— en que ese amor brota de la libertad cristiana y
ma con una clarividencia sorprendente. Ya hemos visto, en el capítulo desemboca en la libertad que es propia del hombre de fe.
segundo, cómo Jesús no se conformó ni se limitó a decir que lo más ¿Qué quiere decir esto en definitiva? El análisis de la doctrina de
importante en la vida es el amor. Junto con eso e incluso antes que Pablo sobre la libertad de la ley nos dará la respuesta.
eso, Jesús quebrantó intencionadamente las leyes religiosas estableci-
das y rompió con la práctica religiosa de su pueblo y de su tiempo,
hasta resultar un individuo sospechoso y escandaloso, al que las 7. La ley contra la gracia
autoridades religiosas consideraron que era necesario eliminar. Por su
parte, Pablo defendió tan apasionadamente la libertad que por ello Se ha dicho con frecuencia que la libertad cristiana en lo que se
fue acusado como inmoral (cf. Rom 3, 8; 6, 1). Por este asunto refiere a normas y leyes (morales, litúrgicas, etc.) no significa la
soportó persecuciones y palizas (cf. 2 Cor 11, 23-26) y hasta tuvo abolición o supresión de tales normas y leyes, sino simplemente un
enfrentamientos muy serios con sus comunidades y con el mismo cambio del espíritu con que se deben cumplir. Según esta manera de
Pedro (Gal 2, 11-21). Lo cual indica inequívocamente hasta qué pensar, lo que Cristo vino a suprimir no es la ley, sino lo molesto de la
punto Pablo comprendió que en este asunto la iglesia se jugaba algo ley. Es decir, la liberación de la ley, que predica el nuevo testamento,
muy decisivo, quizás lo más decisivo en la existencia cristiana. no consiste en que la ley ya no obliga a los cristianos, sino en que los
Y así es, en efecto. ¿Por qué? Para responder a este pregunta, será cristianos cumplen las leyes religiosas (divinas y humanas) con tanto
necesario recordar que, según la manera de pensar de muchas perso- amor que, en realidad, esas leyes ya no resultan molestas ni pesadas,
nas, hablar de la libertad es lo mismo que hablar de lo más cómodo, lo sino todo lo contrario. O sea, lo que Cristo ha cambiado no es la ley,
más fácil, lo que lleva en definitiva a la inmoralidad. Sin embargo, el sino la actitud del creyente para cumplir la ley. Es verdad que Cristo
pensamiento de Pablo va exactamente en la dirección opuesta: lo que suprimió ciertas observancias legales y rituales del antiguo testamento
él vio, con toda claridad, es la estrecha relación que existe entre la (circuncisión, ayunos, normas sobre el sábado, los alimentos prohibi-
libertad cristiana y la cruz de Cristo. Así lo dice en la posdata de la dos y algo más). Pero no es menos cierto que la iglesia —que ha
Carta a los gálatas: sustituido a la sinagoga— ha impuesto otras leyes (sobre el domingo,
el ayuno y la abstinencia, la organización eclesiástica, la administra-
Esos que intentan forzaros a la circuncisión son, ni más ni menos, los ción de los sacramentos, etc.). Esto, poco más o menos, es lo que
que desean quedar bien en lo exterior; su única preocupación es que no piensan muchos cristianos e incluso no pocos teólogos. De ahí que
los persigan por causa de la cruz del Mesías, porque la ley no la para mucha gente la fidelidad y la obediencia a Dios se mide por la
observan ni los mismos circuncisos; pretenden que os circuncidéis para fidelidad y la obediencia a la ley. De donde resulta que, en la
gloriarse de que os habéis sometido a ese rito (Gal 6, 12-13).
conciencia de muchos fieles, la mediación y la medida del amor
cristiano es la ley religiosa.
La circuncisión era el rito que vinculaba al hombre con la religión
de la ley y, por eso, lo sometía a la ley. Según esto, Pablo quiere decir: ¿Es acertada y correcta esta manera de pensar? ¿qué nos dice el
los que optan por la ley se apartan de la cruz de Jesús, es decir se nuevo testamento a este respecto?
apartan del seguimiento y del destino de Jesús. Porque, en el fondo, Para ir derechamente al centro mismo del problema, lo primero
aceptar la libertad cristiana es lo mismo que cargar con la persecución que hay que decir es que, en la enseñanza de Pablo, Cristo vino a
por causa del Mesías crucificado. Pablo resume y recapitula21 el abolir la ley, de tal manera que los cristianos ya no estamos en
contenido de la Carta a los gálatas con este pensamiento que, en el régimen de ley, sino en régimen de gracia. La afirmación de Pablo en
este sentido es tajante: «el pecado no tendrá dominio sobre vosotros,
porque ya no estáis en régimen de ley, sino en régimen de gracia»
21. Cf. A. van Dülmen, Die Theologie des Gesetzes bei Paulus, Stuttgart 1968, 68. (Rom 6, 14). El texto es terminante: el pecado no tiene ya dominio,
240 Símbolos de libertad La ley contra la gracia 241
22
como dueño y señor absoluto (kurieúein), sobre los creyentes . Y la Por el contrario, lo que caracteriza a la nueva situación, que se
razón está en que la ley, como régimen de salvación, ha sido abolida; instaura para los hombres a partir de Cristo, no es la ley sino la
en su lugar, Cristo ha instituido un régimen nuevo, el régimen de la gracia, de tal manera que existe una auténtica oposición entre el
gracia23. Pablo establece de esta manera una antítesis, que no es una régimen de la ley y el régimen de la gracia: «porque ya no estáis en
afirmación puramente retórica, sino que se refiere directamente a una régimen de ley, sino en régimen de gracia» (Rom 6,14; cf. 5,2.15.21).
realidad: la libertad que caracteriza al hombre de fe24. Esto, evidente- Lo que es cierto hasta tal punto que quienes buscan agradar a Dios y
mente, quiere decir que la ley y la gracia de Dios son dos realidades pretenden santificarse28 por medio de la obediencia y la observancia
contrapuestas. Y son dos realidades contrapuestas porque la ley es de la ley, rompen con el Mesías y caen en desgracia (Gal 5, 4) 29 . Por
característica de la situación del hombre en pecado y de todo lo que consiguiente, entre la ley y la gracia de Dios no hay términos medios,
lleva consigo esa situación, mientras que por el contrario la gracia es ni se admiten fórmulas de compromiso, porque la oposición es
la marca distintiva del régimen que se instaura con Cristo 25 . tajante: pretender agradar a Dios mediante el cumplimiento de la ley
Precisamente porque existe esta contraposición tan tajante entre es poner, de hecho, el centro de la vida cristiana en el propio esfuerzo
la ley y la gracia, por eso las afirmaciones de Pablo a este respecto y en las obras que cada uno realiza (cf. Rom 9,30-32; 10,2-3)30; por el
llegan a adquirir una fuerza sorprendente: «la función de la ley es dar contrario, pretender agradar a Dios mediante la gracia es centrar la
conciencia del pecado» (Rom 3, 20); «la ley se metió por medio para vida cristiana en el favor, la generosidad y el don de Dios (cf. Rom 3,
que proliferase el delito» (Rom 5, 20); «el pecado no tendrá dominio 24; Tit 3, 7)31.
sobre vosotros, porque ya no estáis en régimen de ley, sino en régimen Pero hay más. Porque, llevando todo este razonamiento hasta sus
de gracia» (Rom 6, 14), lo que viene a indicar que «estar bajo el últimas consecuencias, hay que decir que no sólo existe una incompa-
pecado» y «estar bajo la ley» son dos afirmaciones que se refieren a la tibilidad entre la ley y la gracia, sino sobre todo entre la ley y Cristo.
misma cosa 26 , por más que la coincidencia de estas dos situaciones no
signifique necesariamente la identidad de la ley con el pecado (cf.
Rom 7, 7) 27 . Pero hay más, porque Pablo llega a decir que «las 28. Pablo utiliza aquí el presente pasivo dikaioüsze, que expresa la idea de «querer
ser justificados o rehabilitados por la ley». Cf. M. Zerwick, Analysis philologica novi
pasiones pecaminosas que atiza la ley activaban en nuestro cuerpo testamenti graeci, Roma 1953, 423. La «rehabilitación» (dikaioüsze) es, en la teología de
una fecundidad de muerte» (Rom 7, 5). Por otra parte, lo que hace la Pablo, la noción clave para indicar el acercamiento del hombre a Dios. Más en concreto,
ley es descubrir el pecado, porque «si descubrí el pecado, fue sólo por indica la acción salvadora de Dios con el hombre (Rom 1, 16); en ella Dios actúa, no
la ley» (Rom 7, 7); más aún, la ley hace recobrar vida al pecado, como juez que da a cada uno su merecido, sino como soberano que concede una amnistía
(Rom 1, 7; 3, 21-22). El resultado de esta amnistía es un cambio interior que hace al
porque «al llegar el mandamiento, recobró vida el pecado y morí» hombre agradable a Dios (Rom 5, 1-2) y que es la salvación incoada (Rom 1,16-17; 4,13;
(Rom 7, 9). Por eso se comprende que de la misma manera que hay 5, 9.17.21; 8, 10; 10, 10; Gal 3,6-9).
una estrecha conexión entre «ley» y «pecado», igualmente existe una 29. El texto es durísimo. Pero conviene tener en cuenta que la traducción no admite
vinculación profunda entre «ley» y «maldición»: «los que se apoyan dudas. Cantera-Iglesias, Sagrada Biblia, Madrid 1975, 1333, traduce: «Nada tenéis que
ver con Cristo los que buscáis la justificación por la ley; os desgajáis de la gracia». El
en la observancia de la ley llevan encima una maldición» (Gal 3, 10); aoristo pasivo de katargéo significa literalmente «hacer á-ergon, ineficaz»; de ahí la idea
además, la ley «se añadió para denunciar los delitos» (Gal 3,19). Esta de «romper con Cristo»; o también la idea de «no tener nada que ver con Cristo». El
visión, tan profundamente pesimista de la ley, alcanza una densidad mismo sentido, en H. Schlier, La Carta a los gálatas, Salamanca 1975, 264; y en J. M.
particular en la frase lapidaria del mismo Pablo: «la fuerza del pecado González Ruiz, Epístola de san Pablo a los gálatas, Madrid 1971, 230.
30. Cf. G. Siegwalt, La loi, chemin du salut, Neuchátel 1971, 203-204.
es la ley» (1 Cor 15, 56). 31. La gracia es, en la teología de Pablo, el don de Dios que resume y condensa los
demás dones. Por eso, en los saludos de sus cartas, es el don y el favor que desea, ante
22. Ibid., 99. todo, para sus destinatarios (2 Cor 1, 2; 1 Tes 5, 28). En el fondo, es el don hecho por
23. Se podría también traducir: «porque vosotros no estáis ya bajo el imperio de la Cristo (2 Cor 8, 9; 12, 9). Expresa la gratuidad de la rehabilitación que Dios otorga (Rom
ley, sino de la gracia», Cf. A. Viard, Saint Paul épltre aux romains, Paris 1975, 148. 4, 4-5; 5, 15-17) y por eso explica el endurecimiento de los judíos (Rom 11, 5-6). Nuestra
24. Cf. E. Kásemann, An die Rbmer, en Handbuch zum neuen testament 8 a, resurrección y nuestra glorificación testimonian la infinita riqueza de su gracia (Ef 1, 6-7;
Tübingen 1947, 170-171. 2, 7). Los sentidos fundamentales en que Pablo utiliza el término gracia son: primero, la
25. F. Leenhardt, Uépitre de Saint Paul aux romains, Neuchátel 1957, 97-98. gracia es gratuita; segundo, es el favor de Dios y de Cristo, misericordioso y liberador, que
26. H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus. Ein Beitrag zum Werden der paulinischen perdona los pecados y hace que desbordemos de beneficios divinos. Cf. R. W. Gleason,
Theologie, Góttingen 1978, 114. La gracia, Barcelona 1964,73. Cf. también J. Morson, The gift of santifying grace in the N.
27. Ibid.,115. T., London 1952.
242 Símbolos de libertad El más sutil de todos los pecados 243

Por eso exactamente Pablo llega a afirmar: «los que buscáis la (Rom 7,4; Gal 2,19). De donde resulta que, lógicamente, vivir para la
rehabilitación por la ley (en nomo dikaioüsze), habéis roto con el ley es lo mismo que vivir para el pecado 32 .
Mesías» (Gal 5, 4). Más adelante volveremos sobre este texto capital Evidentemente, esta conclusión resulta increíble y escandalosa.
en la teología del nuevo testamento. De momento, baste con decir que Porque, dada la formación religiosa que han recibido los más amplios
buscar la salvación y la santificación a partir de lo que nos puede sectores de la población católica, casi todos estamos acostumbrados a
aportar el sometimiento a la ley, es oponerse al plan de Dios tal como pensar justamente lo contrario, es decir que vivir para Dios implica
nos ha sido revelado en Jesús el Mesías. vivir para la ley, mientras que vivir sin ley es lo mismo que vivir en el
pecado. Pues bien, el pensamiento de Pablo es exactamente al revés: el
que quiera morir al pecado tiene que morir a la ley. ¿Por qué? Porque
8. El más sutil de todos los pecados vivir para cumplir la ley y observarla hasta el último detalle lleva
consigo el más peligroso y el más sutil de todos los pecados: el orgullo
La liberación de la ley es afirmada por Pablo, de manera más (kaüjesis).
terminante, en Rom 7, 1-4: En efecto, la actitud de orgullo, precisamente basada en el cumpli-
miento de la ley religiosa, es lo que caracterizaba a los judíos (Rom 2,
23), hasta el punto de que pretendían someter a los cristianos a la ley
¿Acaso ignoráis, hermanos (y hablo a gente entendida en leyes), que la solamente para gloriarse de que los creyentes se habían sometido a los ^
ley obliga al individuo sólo mientras vive? Así, una mujer casada está
legalmente vinculada al marido mientras él está vivo, pero, si el marido ritos legales (Gal 6, 13). El orgullo religioso era el móvil de las
muere queda exenta de las leyes del matrimonio. Consecuencia: que si pretensiones legalistas y rituales de los judíos. Y es que, en el fondo, el
se va con otro mientras vive el marido, se la declara adúltera; en hombre que centra su vida religiosa en el cumplimiento de la ley, lo
cambio, muerto el marido, está exenta de las leyes del matrimonio y, si que hace, en definitiva, es centrarse en sí mismo, en su propia
se va con otro, no es adúltera. Pues bueno, hermanos míos, en el cuerpo
del Mesías os hicieron morir a la ley; así pudisteis ser de otro, del que conducta, en su propia perfección. Se trata, en última instancia, de la
resucitó de la muerte, y empezar a ser fecundos para Dios. aberración más sutil y más profunda en que puede caer el hombre
religioso. Porque, bajo la apariencia de una intensa búsqueda de
La intención de Pablo es clara: afirmar, con toda firmeza, que el Dios, en realidad a quien se busca es a sí mismo. Por eso, Pablo
cristiano está exento de la ley, es decir, que la ley no cuenta para él. afirma que el orgullo tiene que quedar eliminado, no por las propias
Precisamente para llegar a esta conclusión, Pablo toma como punto obras —las obras que proceden del cumplimiento de la ley— sino por
de partida un principio que es en sí mismo evidente: la ley se la fe: «Porque ésta es nuestra tesis: que el hombre se rehabilita por la
enseñorea sobre el hombre, le domina y le obliga (kyrieúei) solamen- fe, independientemente de la observancia de la ley» (Rom 3, 28).
te mientras dura el tiempo de su vida (éfoson jrónon) (7, 1). Por Precisamente por esto, Dios escogió lo débil del mundo, lo plebeyo y
consiguiente, desde que el hombre está muerto ya no hay ley para él. lo despreciado, «para que ningún mortal pueda enorgullecerse ante
Ahora bien, eso exactamente es lo que ocurre con el creyente: él ha Dios» (1 Cor 1, 29)«.
muerto para la ley. El dativo de relación (nomo), que acompaña al
aoristo pasivo del verbo zanatóo indica que el cristiano ya no existe 32. La relación que Pablo establece entre el texto de Rom 7, 1-4 y el texto bautismal
para la ley (7, 4). O más exactamente, la ley no existe para él. de Rom 6, 2 s, ha sido acertadamente observada por E. Kásemann: ambos textos
La muerte del cristiano se produce en el bautismo: en el momento empiezan por la pregunta «¿Acaso ignoráis...?» (é ágnoette) (Rom 7, 1 y 6, 3). En
realidad, Rom 6, 11, al hablar de la muerte bautismal de los creyentes, establece la nueva
en que es bautizado, el creyente es crucificado y muerto con el Mesías existencia de estos, cuyas consecuencias de deducen en Rom 7,4. Cf. E. Kásemann, An die
(Rom 6, 2-8), de tal manera que Pablo llega a afirmar que «si uno ha Rómer, 179-180.
muerto por todos, entonces todos han muerto» (2 Cor 5, 14). De esta 33. El orgullo o propia glorificación (kaujáomai, kaújema, kaújesis) no aparece ni en
manera, llegamos a comprender el sorprendente paralelismo que los sinópticos, ni en Juan, ni en los Hechos, como tampoco en las cartas de Pedro. Fuera
de Pablo, es utilizado por Hebreos (3,6) y por Santiago (1, 9; 2, 13; 3,14; 4,16). En Pablo
existe entre «morir al pecado» (Rom 6, 2.7) y «morir para la ley» es frecuente, ya que aparece más de 60 veces. El orgullo que se basa en la propia conducta,
en la fidelidad religiosa y legal, es una actitud radicalmente incompatible con la fe (Rom
3, 27; 1 Cor 1, 29.31; 4, 7; Ef 2, 9); es la actitud típica de los judíos (Rom 2, 17), de los
observantes de la ley (Rom 2, 23) y de los que quieren someter a los demás a las
244 Símbolos de libertad
La ley da frutos de muerte 245
El más sutil de todos los pecados es el orgullo religioso. Este
pecado es característico de gente piadosa, pecado de personas obser- consecuencia que se sigue del estricto paralelismo de estas dos frases
vantes y practicantes. Es el pecado que consiste en sentirse seguros y es obvia: lo mismo que la mujer viuda queda radicalmente liberada de
autosatisfechos, porque observamos las leyes religiosas con exactitud las obligaciones matrimoniales en cuanto su marido ha fallecido, de la
y fidelidad. Y se trata de un pecado tanto más sutil cuanto que quien misma manera el cristiano queda liberado de la ley, «al morir a lo que
lo comete, difícilmente cae en la cuenta de su verdadera situación. En nos tenía cogidos» (ápozanóntes én ó kateijómeza) (Rom 7, 6). Por
eso consiste su extremada peligrosidad. consiguiente, la ley ya no existe, ni puede existir, para el hombre de fe.
Y debe quedar claro que aquí no cabe admitir términos medios o
fórmulas de compromiso: si no hay términos medios entre la vida y la
muerte, tampoco los hay entre el sometimiento a la ley y la liberación
9. La ley da frutos de muerte
de ella. Dicho de otra manera, se trata de una liberación total y sin
El pensamiento de Pablo va aún más lejos. Porque precisamente posibles restricciones34.
en el contexto general del capítulo siete de la Carta a los romanos, Pero hay más. En Rom 7, 5 dice Pablo que «las pasiones pecami-
llega a afirmar que el cristiano está radicalmente exento de la ley nosas que atiza la ley activaban en nuestro cuerpo una fecundidad de
religiosa. Y lo explica así: muerte». Con estas palabras, Pablo afirma y establece una contrapo-
sición que resulta asombrosa. De una parte, está la fecundidad que
Cuando estabais sujetos a los bajos instintos, las pasiones pecaminosas caracteriza al hombre liberado de la ley; de otra parte, la fecundidad
que atiza la ley activaban en nuestro cuerpo una fecundidad de muerte; que es propia del que está sometido a la ley: el que está liberado de la
ahora, en cambio, al morir a lo que nos tenía cogidos, quedamos ley produce frutos para Dios (karpoforésomen tb zeó) (Rom 7,4); por
exentos de la ley; así podemos servir en virtud de un espíritu nuevo, no el contrario, el que vive sometido a la ley produce frutos para la
de un código anticuado (Rom 7, 5-6). muerte (karpoforésai to zanáto) (Rom 7, 5). Estas dos afirmaciones,
paralelas y contrapuestas, desembocan lógicamente en una conclu-
Por lo que se refiere al tema que venimos estudiando, hay dos
sión que es enteramente básica para comprender cómo debe plantear-
cuestiones en este texto que nos interesan sumamente: 1) la fuerza
se y realizarse la vida cristiana: si el hombre quiere fructificar para
con que Pablo afirma la liberación de la ley; 2) los frutos que
Dios —hacer algo que valga la pena ante Dios— tiene que ser a base
produce la observancia legal.
de vivir liberado de la ley. De lo contrario, es decir, si no vive liberado
En cuanto a lo primero, no cabe duda de que la frase que utiliza de la ley, los frutos que produzca no le llevarán sino a la muerte 35 .
aquí Pablo es fuerte. En efecto, la expresión «quedamos exentos de la
ley» (katergézemen ápó toü nómou) es estrictamente paralela de la Como se ve, en la teología de Pablo, el tema de la muerte está
otra expresión que ha utilizado antes para decir que la mujer queda estrechamente ligado con el tema de la ley. Y por cierto en dos
exenta de las obligaciones matrimoniales una vez que el marido ha sentidos que son diametralmente opuestos entre sí: de una parte, está
muerto (katérgetai ápó toü nómou toü ándrós) (Rom 7, 6 y 7, 2). La la muerte que se produce en el hombre de fe cuando es bautizado, que
es la vinculación a la muerte de Jesús el Mesías y que lleva consigo la

observancias rituales y legales (Gal 6, 13). Pablo reconoce un orgullo santo, que se
fundamenta en Dios por Jesús el Mesías (Rom 5, 11) y en la esperanza (Rom 5, 2) o 34. En este sentido de liberación total entiende este pasaje F. Pastor, La libertad en la
simplemente en Jesús Mesías (Rom 15, 31). No se trata, por tanto, de la complacencia de Carta a los galotas, Madrid 1977, 218. Aquí conviene insistir, una vez más, en que esta
la propia conducta, sino que, por el contrario, consiste en la actitud desconcertante del muerte del creyente se produce precisamente en el bautismo, lo que quiere decir que el
que se gloría de sus propias tribulaciones y sufrimientos (Rom 5, 3), especialmente el bautismo es el punto de partida de la liberación total de la ley. Cf. E. Kásemann, An die
orgullo incomprensible que se basa en las propias debilidades (2 Cor 11, 30; 12, 5-6.9). Rbmer, 181; A. van Dülmen, o. c, 105-106; W. Thüsing, Per Christum in Dum. Studien
Porque para un creyente no hay más motivo de orgullo que la cruz de Cristo (Gal 6, 14), zum Verháltnis von Christozentrik und Theozentrik in den paulinischen Hauplbriefen,
para que «el que se enorgullece, que se enorgullezca en el Señor» (2 Cor 10, 17). Por todo Münster 1968, 96-98. <*
esto se comprende que el orgullo que se atribuye Pablo (2 Cor 1, 12; 7, 4.14; 8, 24; 10, 8; 35. El verbo karpoforéo aparece ocho veces en el nuevo testamento y tiene siempre
11, 18) se fundamenta en el don y la gracia de Dios (2 Cor 1, 12). Por lo demás, jamás un sentido religioso. Se refiere a la reacción de! hombre ante la palabra de Dios o más
aparece en Pablo una expresión de orgullo o complacencia en su propia conducta exactamente ante su mensaje (Mt 13, 23; Me 4, 20.28; Le 8, 15). Más en concreto, es el
religiosa; y mucho menos en su fidelidad a la ley. Tales motivaciones no deben existir para elogio que merecen los creyentes por su reacción favorable y su acogida ante el evangelio,
un cristiano. Cf. R. Bultmann: TWNT III, 646-654. lo que se traduce en toda clase de buenas obras (Col 1, 6.10). En Rom 7, 4-5 expresa el
destino fundamental del hombre o hacia Dios o hacia la muerte.
El Mesías es el fin de la ley 247
246 Símbolos de libertad

muerte al pecado, la muerte al propio orgullo, al egoísmo humano y, tiende tal persona, tal cosa o tal situación)37. Según este doble
por eso, la muerte a la ley en cuyo cumplimiento encuentra el hombre significado, el texto de Pablo puede afirmar o bien que con la venida
religioso la fuente inagotable del más sutil de todos los pecados, el de Cristo la ley desaparece; o bien que la persona de Cristo es el
pecado de la autosuficiencia y la autosatisfacción, el orgullo más culmen y la plenitud hacia la que tiende toda la ley. ¿En qué sentido se
lefmado y el más peligroso. De otra parte, está la muerte en que ha de entender este texto?
desemboca el hombre que se empeña en realizar su vida religiosa por Los autores que explican a san Pablo se dividen en sus respuestas
el camino de la observancia de la ley; en este caso, la muerte es el fruto a esta cuestión38. Sin embargo, se puede decir que lo que Pablo
destructor que produce la falta de libertad con respecto a la ley. afirma en Rom 10, 4 es que Cristo es el término de la ley. Es decir, la
Dos consecuencias se siguen de lo dicho. La primera es que la venida del Mesías representa y lleva consigo el final y la consiguiente
liberación total de la ley es, para el cristiano, cuestión de vida o desaparición del régimen legal39. En efecto, el «fin de la ley» (télos
muerte: o el hombre se libera de su propio egoísmo y muere así al nómou) se pone en relación y se explica por la «rehabilitación» (eís
orgullo religioso y a la ley; o se entrega a su propia autorrealización dikaiosynen) que Dios concede al creyente. Ahora bien, en el contexto
mediante el sometimiento a la ley y entonces desemboca en la muerte, de esta frase, Pablo dice con toda claridad que la rehabilitación que
porque la ley termina por producir destrucción y aniquilamiento en Dios concede no viene por la ley, sino por la fe40, de tal manera que
sus esclavos, en los que se someten a ella. La segunda consecuencia es precisamente en eso estuvo la gran equivocación de los judíos en su
que, como ya hemos dicho, la muerte a la ley y la consiguiente innegable fervor religioso, porque «olvidándose de la rehabilitación
liberación ante ella se produce en el bautismo. Lo cual quiere decir que Dios da y porfiando por mantenerla a su modo, no se sometieron
que el sacramento es comprendido por Pablo, ante todo y sobre todo, a la rehabilitación de Dios» (Rom 10, 3). Los judíos se equivocaron
como sacramento de liberación: a partir del bautismo, el hombre de fe porque pusieron todo el problema de la relación con Dios en el
no está sometido a la ley, es decir, el creyente está radicalmente cumplimiento de la ley. Por el contrario, según la predicación de
liberado en el sentido más hondo de esta afirmación. Más adelante Pablo, el problema de nuestra relación con Dios no tiene más solu-
volveremos sobre este punto capital, para puntualizar su significado y ción que el camino de la fe. Y es que, en el fondo, la ley y la fe son
sus efectos. caminos incompatibles, hasta el punto de que se excluyen mutuamen-
te, como afirma repetidas veces el mismo Pablo (Rom 3, 21-22; 9, 31-
32; Flp 3, 9)41.
10. El Mesías es el fin de la ley
37. Este segundo sentido no excluye necesariamente el primero, sino que con
frecuencia lo incluye. Así en Jn 13, 1; Rom 6, 21.22; Flp 3, 19; 1 Pe 1, 9. Otras veces se
Por lo que hemos visto hasta aquí, se advierte claramente que, en refiere simplemente a la idea de cumplimiento: 2 Cor 1, 13; 11, 15; 1 Tim 1, 5; 1 Pe4, 17.
la enseñanza de la Carta a los romanos, la ley no existe para el 38. Expone las diversas sentencias E. Kásemann, An die Rómer, 273.
hombre de fe. Ahora bien, esta conclusión nos ayuda a comprender el 39. Hay autores que traducen en el sentido de «culminación». Así, por ejemplo, F.
Cantera-M. Iglesias, Sagrada Biblia, 1288. Otros prefieren la inclusión de ambos sentidos.
sentido exacto de uno de los textos más importantes de Pablo sobre Así, por ejemplo, M. Zerwíck, Analysisphilologica N. T-, 352; A. E. Harvey, Companion
este asunto: «Porque el fin de la ley es el mesías, y con eso se rehabilita lo the new testament, Oxford 1970, 528; A. Viard, o. c, 224; F. J. Leenhardt, o. c, 151;
a todo el que cree» (Rom 10, 4). también se puede citar en este sentido a P. Bláser, Das Gesetz bei Paulus, Münster 1941,
El fin (télos) expresa, ante todo, la idea de término (el final y la 200. Por su parte, H. Hübner, o. c, 119, parafrasea en el sentido de que el Mesías es el
final del abuso de la ley. F. Pastor, o. c, 244 piensa que «parece bastante claro que si la
consiguiente desaparición de una cosa o de una situación)36. Pero salvación viene por Cristo (cf. Rom 10, 9-11), esta mención de la ley indica la superación
puede expresar también la idea de culminación (aquello hacia lo que de ella por obra del Señor, que ha liberado de su observancia». Y cita en este sentido a O.
Michel, Der Brief an die Rómer, 224; W. Sanday-A. C. Headlam, The epistle to the
romans, Edinburg 1908, 284-285.
36. Es el primer sentido que tiene la palabra. Cf. H. G. Liddell-R. Scott, A greek-
40. En efecto, Pablo contrapone, en los v. 5-6, la rehabilitación que viene por la ley a
eglish lexicón II, Oxford 1951, 1772-1773. Lo mismo en el nuevo testamento. Cf. W.
la rehabilitación que viene por la fe. Pero no se trata solamente de una simple contraposi-
Bauer, Wórterbuch tum N. T., Berlin 1958, 1608. Efectivamente, en los escritos neotesta-
ción. Además, Pablo opta decididamente por la rehabilitación que proviene de la sola fe,
mentarios es éste el significado quemas se repite: Mt 10, 22; 24, 6.13.14; 26, 58; Me 3, 26;
cosa que afirma expresamente en el v. 10.
13, 7.13; Le 1,33; 18,5; 21,9; 22, 37; 1 Cor 1, 8; 10,11; 15, 24; 2 Cor 3,13; 1 Tes 2,16; Heb
41. A los textos citados hay que añadir los numerosos pasajes en los que Pablo
3, 6.14; 6, 8.11; 7, 3; Sant 5, 11; 1 Pe 3, 8; 4, 7; Ap 2, 26; 21, 6; 22, 13. En este sentido hay
afirma que la rehabilitación no puede ser concedida al hombre por la observancia de la
que incluir, como veremos enseguida, Rom 10, 4.
248 Símbolos de libertad Vivir para Dios es morir a la ley 249
Por consiguiente, cuando en Rom 10,4 se dice que «el fin de la ley 2, ll) 4 4 , de tal manera que no procedía rectamente (orthopodoüsin)
es el Mesías», de tal manera que eso se pone en relación con la según la verdad del evangelio (Gal 2, 14). Por eso, Pablo tuvo que
rehabilitación que Dios concede al creyente, en realidad a lo que encararse con él y reprenderlo en público. La argumentación de Pablo
Pablo está apuntando es a que la ley ya no existe para el hombre de fe es tajante: «ningún hombre es rehabilitado por observar la ley, sino
como camino de rehabilitación ante Dios. O sea, el hombre no puede por la fe en Jesús Mesías» (Gal 2, 16). O sea, el hombre no vive en
pretender acercarse a Dios mediante el cumplimiento de la ley, amistad con Dios y se salva45 por observar la ley, sino solamente por
porque con la venida de Cristo la ley ha dejado de existir como medio la fe en Cristo. A partir de este planteamiento, Pablo contrapone el
de rehabilitación ante Dios 42 . Por lo demás, sólo este planteamiento comportamiento culpable (parabates) (Gal 2, 18) de los que, como
resulta coherente con toda la enseñanza de la Carta a los romanos Pedro, vuelven a la observancia de la ley, al comportamiento verdade-
acerca de la rehabilitación del hombre por la fe en Jesús Mesías. Y ro y correcto de los que, como Pablo, no se someten a la observancia
coherente también con la enseñanza general de Pablo sobre este de la ley46. Todo esto quiere decir que los versículos 19-21 no
asunto 43. pretenden directamente presentar una teoría sobre la fe y la vida
cristiana, sino más bien en qué debe consistir en concreto la vida del
creyente. Frente a la conducta inconsecuente de Pedro, he aquí la
11. Vivir para Dios es morir a la ley conducta del hombre que pretende ser consecuente con el evangelio:

En la Carta a los gálatas se plantea el mismo problema: la Porque yo por la ley he muerto para la ley, con elfinde vivir para Dios.
liberación del cristiano frente a la ley. Pero se plantea con más Con el Mesías quedé crucificado. Ya no vivo yo, vive en mí Cristo; y mi
insistencia y con más fuerza, si cabe, que en la Carta a los romanos. vivir humano de ahora es un vivir de la fe en el Hijo de Dios, que me
amó y se entregó por mí. Yo no inutilizo el favor de Dios; y si la
El primer texto en este sentido aparece en el pasaje donde Pablo rehabilitación se consiguiera por la ley, entonces en balde murió el
cuenta su enfrentamiento con Pedro (Gal 2, 11-21). Este enfrenta- Mesías (Gal 2, 19-21).
miento, como es sabido, estuvo motivado por la conducta inaceptable
de Pedro cuando éste, por miedo a los partidarios de la circuncisión Evidentemente, la intención de Pablo es mostrar, por contraposi-
(Gal 2,12), volvió a someterse a las observancias de la ley religiosa. El ción al comportamiento de Pedro, que la ley ya no existe para el
problema que entonces se vino a plantear era fundamentalmente de hombre de fe: el creyente «ha muerto para la ley» (2, 19). Esta
orden ético: Pedro «se había hecho culpable» (kategnosménos) (Gal afirmación es paralela de Rom 7, 6, en donde, como hemos visto,
Pablo afirma de manera terminante que los cristianos hemos quedado
«exentos de la ley»47: morir para la ley es quedar en libertad con
ley: Rom 3, 20.28; Gal 2, 16.21; 3, 11.21-22; 5, 4. Cf. S. Lyonnet, Exegesis Epistulae ad
romanos, cap. I ad IV, Roma 1963, 182. En estos textos, Pablo no hace más que insistir en
su dilema: el judeocristianismo, que vivía en estado de ley, en pleno sistema legal, tuvo 44. La expresión indica claramente la idea de juzgar a alguien reo de un delito o
que morir a la ley para vivir en Cristo. O sea: tuvo que salir de la jurisdicción de la ley, culpable de una falta. Tal es el sentido inequívoco de este verbo en 1 Jn 3, 20-21. En este
para pasar íntegramente a la jusrisdicción de la gracia de Cristo. Cf. J. M. González Ruiz, sentido, observa atinadamente H. Schlier: «kategnosménos no significa reprehensibilis o
Epístola de san Pablo a los gálatas, 127. reprehendendus, tampoco reprehensus o accusatus, sino condenado en el sentido de que su
42. Para esta interpretación de Rom 10, 4, cf. A. van Dulmen, o. c, 126-127; G. propia conducta lo había condenado». H. Schlier, La Carta a los gálatas, 99-100.
Siegwalt, o. c, 213-214; F. Zorell, Lexicón Graecum N. T., París 1961, 1311-1312; G. 45. La salvación es el fruto consumado de la rehabilitación: Rom 1, 16-17; 4, 13; 5,
Delling: TWNT VIII, 57; H. Hellbardt, Christus das Telos des Gesetzes: Ev.Th. 3 (1936) 9.17.21; 8, 10; 10, 10; Gal 3, 6-9; Ef 2, 8-9.
331-346; R. Bultmann, Christus das Gesetzes Ende, en Glaube und Verstehen II, Tübingen 46. Hay que tener en cuenta que los v. 18 y 19 están en primera persona. Ahora bien,
1952, 32-58, especialmente 48; P. Stuhlmacher, Das Ende des Gesetzes: Zeitschrift fiir puesto que expresan cosas exactamente contrapuestas, está claro que no pueden referirse
Theologie und Kirche, Tübingen 1970, 14-39; E. Kásemann, An die Rbmer, 272-273. a la experiencia personal del mismo Pablo. El égó es literario. Y sirve claramente para
43. Aparte de lo ya dicho en la nota 41, hay que tener en cuenta lo siguiente: por la fe contraponer dos modos de comportamiento: el comportamiento cristiano frente al
se concede, no sólo la rehabilitación, sino también el Espíritu (Gal 3, 4; Ef 1, 13); ahora comportamiento judaizante. Cf. P. Bonnard, Vepitre de saint Paul aux galates, Neuchátel
bien, existe una incompatibilidad radical no sólo entre la ley y la fe, sino también entre la 1953, 55; A. Van Dulmen, o. c, 24, nota 40.
ley y el Espíritu: tal es el sentido de Gal 5,16-18. Por tanto, se puede afirmar, una vez más, 47. Ya en Rom 7, 4, Pablo afirma: «en el cuerpo del Mesías os hicieron morir a la
que existe una incompatibilidad absoluta entre la rehabilitación y la ley. Para el concepto ley». Y más claramente en el v. 6: «ahora, al morir a lo que nos tenía cogidos, quedamos
de rehabilitación en Pablo, cf. S. Lyonnet, o. c, 80-108, con bibliografía abundante en exentos de la ley». Y es importante observar el curioso paralelismo según el cual «morir
pág. 80; también 192-204. para la ley» (ápoznéskein tó nomo) es sinónimo de «morir al pecado» (ápoznéskein té
250 Símbolos de libertad
La ley es una maldición 251
respecto a la ley. Y esto es tan serio que sólo a partir de esa liberación,
el cristiano puede vivir para Dios (2,19). Lisa y llanamente, el hombre aparece en el antiguo testamento, tiene que morir a la ley. En
que pretenda vivir para Dios tiene que liberarse de la ley48. Muerte y definitiva, se trata del mismo argumento que el propio Pablo va a
vida son dos realidades enfrentadas y contrapuestas. De la misma utilizar en Gal 4, 21: «si queréis someteros a la ley, ¿por qué no
manera, la ley y Dios son absolutamente incompatibles en la vida del escucháis lo que dice la ley?». Comprender la ley, no era simplemente
cristiano. observar tal o cual prescripción particular, sino, a la luz de las
Por lo demás, esta liberación de la ley no es una simple teoría Escrituras, discernir el papel negativo y solamente preparatorio que la
inventada por Pablo, sino que es una exigencia de la misma ley. En ley tenía con relación a Jesucristo 51 .0 sea, a partir de una compren-
efecto, la expresión diá nómou (2, 19) es siempre en Pablo un genitivo sión profunda de la ley, se tenía que llegar a la conclusión de que el
de causa 49 . La traducción, por tanto, es: «por la ley he muerto a la creyente debe vivir liberado de la ley. Y la razón es la siguiente: la ley,
ley»- ¿Qué quiere decir esto? En la Carta a los romanos se dice entendida como «Escritura» (Gal 4, 22), afirma que los cristianos no
textualmente: «Ahora, en cambio, independientemente de toda ley, somos hijos de esclavitud, sino hijos de libertad (Gal 4, 31). De lo cual
está proclamada una amnistía que Dios concede, avalada por la ley y se deduce lógicamente: «para que seamos libres nos liberó el Mesías;
los profetas, amnistía que Dios otorga por la fe en Jesús Mesías a conque manteneos firmes y no os dejéis atar de nuevo al yugo de la
todos los que tienen esa fe» (Rom 3, 21-22). Y mas adelante: «Enton- esclavitud» (Gal 5, l) 5 2 . De esta manera, el creyente vive crucificado
ces, con la fe, ¿derogamos la ley? Nada de eso; al revés, la ley la con Cristo (Gal 2, 19). Porque ya no vive para autoabastecer su
convalidamos» (Rom 3, 31). Pablo quiere decir que la ley antigua, en propio orgullo y su autosuficiencia, sino que vive de la fe en el Hijo de
su verdadero y profundo sentido, testimonia en favor de la liberación Dios, que amó al hombre y se entregó por él (Gal 2, 20).
de la misma ley, puesto que afirma la intención divina de justificar a
circuncisos e incircuncisos a partir de la fe y sobre la sola base de la
fe50. En este sentido, la amnistía de Dios está «avalada por la ley y los 12. La ley es una maldición
profetas»; y por eso también la Carta a los romanos afirma que no
derogamos la economía antigua, sino que la convalidamos. Más tajante, si cabe, que en el pasaje anterior, Pablo vuelve a
Por consiguiente, el sentido de Gal 2, 19 es que el creyente, afirmar la liberación de la ley en Gal 3, 13-14:
precisamente por fidelidad a la ley y al proyecto de Dios tal como
El Mesías nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose por
nosotros un maldito, pues dice la Escritura: maldito todo el que cuelga
de un palo; y esto para que por medio de Jesús el Mesías la bendición de
amartía) (Rom 6, 2 y 10). Gramaticalmente se trata de dos afirmaciones estrictamente Abrahán alcanzase a los paganos y por la fe recibiéramos el Espíritu
paralelas y equivalentes. Cf. A van Dülmen, o. c, 25, n. 42. Según Pablo, por consiguien- prometido.
te, la liberación del pecado y la liberación de la ley son dos realidades paralelas. Si Cristo
nos ha liberado del pecado, también nos ha liberado de la ley. Por consiguiente, si el
creyente es el hombre que debe vivir libre del pecado, igualmente debe vivir libre de la ley. 51. Cf. P. Bonnard, L'épitre de saint Paul aux galates, 95. Por lo demás, aquí
48. El texto dice: ¡na Zed seso. La conjunción final ína expresa claramente la conviene notar lo siguiente: es verdad que Pablo contrapone netamente el antiguo
orientación del pensamiento: el que quiera vivir para Dios, tiene que morir a la ley. Como testamento al nuevo en 2 Cor 3, 7-18; pero también es cierto que en Gal 4, 24-31 afirma el
se ha dicho muy bien: «Es el haber muerto y ahora estar muerto a la ley, de modo que la dinamismo inherente al antiguo testamento que lógicamente debe llevar a la comprensión
ley tiene en mí únicamente a un muerto. Para la ley no soy más que un muerto que ya no de la libertad instaurada por Cristo en el nuevo. Sobre este punto, cf. G. Siegwalt, La loi,
cuenta para su actividad». H. Schlier, La Carta a los gálatas, 117; cf. H. Hübner, Das chemin du salut, 75-77. Por otra parte, hay que preguntarse si realmente en los escritos
Gesetz bei Paulus, 90. Es verdad que la Carta a los gálatas insiste más sobre la libertad de posexílicos del antiguo testamento se operó una verdadera desviación que favoreció la
la ley como situación (2,19; 3, 13; 4, 5; 5,1) que sobre la libertad del pecado (cf. Gal 1,4); radicalización del legalismo en Israel. Tal es la tesis de M. Noth, Die Gesetze im
pero ambas cosas están íntimamente relacionadas y vinculadas la una a la otra. Cf. F. Pentateuch. Ihre Voraussetzungen und ihr Sinn, en Gesammelte Studien zum Alten Testa-
Pastor, La libertad en la Carta a los gálatas, 243. ment, München 1957, 132 s. Pero esta tesis está aún lejos de lo que podríamos llamar una
49. Cf. Rom 2, 12; 3, 20.27; 4, 13; 7, 5.7; Gal 2, 21. La expresión es paralela de diá conclusión cierta y segura. Cf. W. Zimmerli, La ley y los profetas, Salamanca 1980.
písteos, que es también siempre genitivo de causa: Rom 3, 22; 4, 14 Gal 2, 16; 3, 14. Cf. en 52. Como se ha dicho muy bien, todo el punto del argumento es demostrar con la
este sentido W. Bauer, Worterbuch zum N. T., 358; más exactamente, A. Oepke en TWNT misma ley que los creyentes están libres. Uniendo esa intención inicial de Pablo y sus
II, 65, lo considera instrumental. Cf. también la Traduction oecuménique de la Bible, París afirmaciones finales (Gal 4, 31-5, 1), la conclusión fluye: libres de la misma ley. Si no fuera
1972, 554. así toda la perícopa no tendría sentido. Cf. F. Pastor, La libertad en la Carta a los gálatas,
50. Cf. F. J. Leenhardt, L'épitre de Saint Paul aux romains. 66. 127. Sencillamente se puede afirmar que quien es un esclavo de la ley, no es en modo
alguno cristiano. Cf. H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus, 116.
252 Símbolos de libertad Ya no estamos sometidos a la ley 253

En este texto se utiliza el verbo éxagoráso, que significa redimir o, fondo son personas profundamente desgraciadas. Sin tener que llegar
más exactamente, liberar mediante el pago de una cantidad 53 . Se al caso patológico de las personas escrupulosas, sabemos de sobra las
trata literalmente del mismo verbo que Pablo utiliza en Gal 4, 5 para dosis de infelicidad, de malestar profundo y de angustias de concien-
afirmar la liberación de la ley que Cristo vino a realizar. En nuestro cia que tienen que soportar los que toman tan en serio la observancia
texto (3,13), el objeto directo de la liberación es la maldición que lleva de la ley, que quieren llevar ese principio hasta sus últimas consecuen-
consigo la ley. cias. El resultado, entonces, es una vida abrumada por el peso de una
¿De qué maldición se trata? Y por tanto, ¿a qué se refiere esa especie de maldición. He ahí el significado más elemental de la
liberación? En Gal 3, 10 se dice: «los que se apoyan en la observancia tremenda afirmación de Pablo: «los que se apoyan en la observancia
de la ley llevan encima una maldición, porque dice la Escritura: de la ley llevan encima una maldición».
maldito el que no se atiene a todo lo escrito en el libro de la ley y lo
cumple» (cf. Dt 27, 26). La idea que aquí se expresa es la siguiente: el
hombre, con sus propios recursos, no puede realizar el programa que 13. Ya no estamos sometidos a la ley
el mismo Dios le presenta; por eso incurre en la maldición54. De
donde resulta lógicamente que el hombre es liberado de la maldición Pero, sin duda alguna, el texto más claro de Pablo sobre la
en la medida en que es liberado de la ley. Por lo tanto, al decir Pa- liberación de la ley es el de Gal 3, 23-26:
blo que el Mesías nos liberó de la maldición de la ley, en el fondo lo
que afirma es que estamos liberados de la misma ley. Porque si no Antes que llegara la fe estábamos custodiados por la ley, encerrados
hubiera liberación de la ley, no podríamos escapar de la maldición esperando a que la fe se revelase. Así la ley fue nuestra niñera, hasta que
que lleva aparejada la ley. llegase el Mesías y fuésemos rehabilitados por la fe. En cambio, una vez
Concretando más el sentido del texto, hay que decir que la llegada la fe, ya no estamos sometidos a la niñera, pues por la adhesión
al Mesías Jesús sois todos hijos de Dios.
liberación de la ley tiene una finalidad concreta: mediante esa libera-
ción, los paganos pueden alcanzar la bendición de Abrahán y los Pablo establece en este texto una contraposición neta entre la fe y
creyentes pueden recibir el Espíritu prometido (Gal 3, 14). Es decir, la la ley: mientras no vino la fe en Cristo Jesús, los hombres estaban
bendición divina y el Espíritu se dan a los hombres precisamente sometidos a la ley; en cambio, «una vez llegada la fe», ya no estamos
porque éstos son liberados de la ley. De lo contrario, sólo podemos sometidos a la ley.
esperar la maldición que recae inevitablemente sobre los que se Para llegar a esta conclusión, Pablo utiliza la imagen del pedago-
apoyan en la observancia de la ley religiosa55. go, personaje de la sociedad griega que era bien conocido por los
Más adelante, cuando estudiemos el sentido concreto que la ley destinatarios de la Carta a los gálatas. Pero aquí es de suma impor-
tiene en la enseñanza de Pablo, podremos comprender el alcance de tancia para el lector moderno entender lo que era la figura del
esa maldición que pesa sobre los que se apoyan en la observancia de la pedagogo en la sociedad de aquel tiempo. Porque para nosotros hoy,
ley religiosa. Pero ya desde ahora se puede entender, de alguna un «pedagogo» es un «educador», es decir, se trata de una persona
manera al menos, lo que representa esa maldición. Basta echar mano que prepara y capacita al niño y al joven para la adultez y la madurez
de la propia experiencia; o de la experiencia que nos suministran los de la vida. Según esta manera de pensar, que nos es hoy enteramente
demás. El hecho es que quienes centran su vida espiritual en la connatural, la ley tuvo la función de educar y preparar a los hombres
observancia exacta de la legislación, la normativa, el reglamento, en el para que, en su día, llegaran a la adultez y a la madurez de la fe
cristiana. Y desde este punto de vista, se justifica en nuestros días el
53. Cf. por ejemplo, M. Zerwick, Analysis philologica N. T., 420. hecho de imponer leyes severas en materia de formación cristiana,
54. Cf. J. M. González Ruiz, Epístola de san Pablo a los galotas, 152. para que de esa manera la gente llegue a la madurez de la fe en
55. Sobre la relación de este pasaje con la práctica griega de liberación sacral de Jesucristo. Por eso, las reglamentaciones y normas minuciosas se
esclavos, Cf. A. Deissmann, Licht von Oslen, Tübingen 1923, 270-280; H. Schlier, La
Carta a los galotas, 159-160. Esta interpretación es puesta en duda por S. Lyonnet, en el
suelen considerar como la mejor formación para educar en la fe
sentido de que se trataría, más bien, de la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud adulta y coherente. Los colegios, noviciados y seminarios se han
de Egipto. S. Lyonnet, De peccato el redemptione II, Roma 1960, 49-66; A. van Dülmen, basado ampliamente en esta argumentación. Como también es relati-
o. c., 35-36, n. 66. vamente frecuente oír este tipo de razonamientos para explicar por
254 Símbolos de libertad
La misión liberadora de Cristo 255
qué se imponen normas y rúbricas minuciosas en las celebraciones
sacramentales. no era educativa —eso estaba encomendado a otras personas— sino
Por supuesto, aquí no vamos a discutir el problema propiamente solamente represiva o de dominio, hasta que llegase la edad de la
pedagógico, en sentido moderno, de si efectivamente lo mejor para la libertad propia del adulto 57 .
educación es imponer normas y leyes o dejar, más bien, a los educan- Por consiguiente, Pablo no pretende en este texto presentar a la
dos vivir en un ambiente fundamentalmente permisivo. Obviamente, ley como una realidad positiva y benéfica cuya misión es preparar y
ese asunto no entra en las intenciones y en la problemática de este educar para la libertad de la fe. La intención de Pablo es muy distinta:
libro. Pero si aquí se ha hecho referencia a esa cuestión, es simplemen- él sólo quiere contraponer el régimen de la esclavitud y sometimiento
te porque parece importante dejar claro de una vez que este texto de propio de la ley (el «pedagogo», la niñera más bien, habría que decir
Pablo (Gal 3,23-26) no tiene nada que ver con el problema pedagógi- con nuestras categorías de hoy) al régimen de la libertad que es lo que
co moderno, ni se refiere a eso en absoluto. Es más —y aquí está lo caracteriza a la fe. En consecuencia: todas las interpretaciones que, de
más serio del asunto— lo que Pablo quiere decir es justamente lo una manera u otra, tienden a hacer el elogio de la ley como algo
contrario, a saber: que la ley no fue una preparación para la fe, sino positivo y válido y cuya función es servir de preparación para que el
que existe una contraposición radical entre la ley y la fe. ¿Por qué cristiano llegue así a la adultez de la libertad, son interpretaciones que
decimos esto? no tienen fundamento en la enseñanza de san Pablo. Por tanto, los
La función del pedagogo, en las costumbres y en la cultura de métodos de formación espiritual que se basan en un nuevo legalismo,
aquel tiempo, consistía en lo siguiente: 1) se trataba de una función bajo pretexto de que así se educa para la libertad cristiana, podrán
limitada en cuanto al tiempo, ya que duraba solamente mientras el justificarse por otros argumentos, pero desde luego en la doctrina de
niño no llegaba a la adultez: 2) se trataba también de una función Pablo no encuentran apoyo alguno 58 .
limitada en cuanto a su contenido y al papel que ejercía el llamado
«pedagogo», porque la misión de éste no consistía en educar al niño,
sino solamente en llevarlo a los educadores, que eran propiamente los 14. La misión liberadora de Cristo
encargados de preparar al pequeño para la mayoría de edad; 3) se
trataba finalmente de una función toda ella orientada hacia otro Pero Pablo va más lejos. Porque no se trata solamente de que los
estado, el de la edad adulta, en el que el pedagogo ya no tenía nada cristianos estamos liberados de la ley. Se trata, además, de que la
que hacer56. Por lo tanto, si Pablo dice que la ley era el «pedagogo», misión propia y específica de Jesús el Mesías consistió exactamente en
en realidad lo que quiere decir es lo siguiente: 1) que la función de la llevar a cabo esa liberación:
ley estaba limitada en el tiempo: sólo tenía validez hasta que llegara la
fe, pero una vez llegada la fe (y tal es la situación de los hombres desde Mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un
la venida de Jesús el Mesías), la ley ya no tiene nada que hacer, o sea, esclavo, pues, aunque es dueño de todo, lo tienen bajo tutores y
estamos totalmente liberados de la ley; 2) existe, por consiguiente, administradores, hasta la fecha fijada por el padre. Igual nosotros,
cuando éramos menores estábamos esclavizados por lo elemental del
una incompatibilidad radical entre la ley y la fe: ambas no pueden mundo. Pero cuando se cumplió el plazo envió Dios a su Hijo, nacido
coexistir en la misma persona, es decir si vivimos ya en un régimen de de mujer, sometido a la ley, para que recibiéramos la condición de hijos
fe, eso significa que la ley ya no tiene, ni puede tener, papel alguno en (Gal 4, 1-5).
nuestra vida de creyentes; 3) la función de la ley no consistía, ni
puede consistir, en educar para la fe, porque la misión del pedagogo 57. Para una información más detallada de la función del «pedagogo», cf. E.
Schuppe, en Pauly-Wissowa, Realencyclopadie der classischen Altertumswissenschaft
XVIII/2, 2375-2385. Por todo lo dicho, se comprende perfectamente el dicho de A.
56. Cf. P. Bonnard, Vépitre de saint Paul aux galatas, 76; A. Oepke, Der Briefdes Schlatter: en ningún sentido es la ley «la callada preparación para la revelación de la fe».
Paulus an die Galater, Berlin 1957, 88-89; G. Bertram, en TWNT V, 596-624. En las Citado por H. Schlier, La Carta a los galatas, 196.
familas griegas y romanas, el paidagogós era un esclavo cuya tarea concreta consistía en 58. Pablo no presenta la ley como «pedagogo que encamina a Cristo», según la
vigilar a los muchachos de seis a diez años; y se sabe que su oficio era tan de poca expresión desafortunada de Duncan. Y no se debe entender en ese sentido ni positivamen-
importancia que era elegido entre los esclavos que no servían para otra cosa; además te (en cuanto que gradualmente eduque al hombre para el bien), ni negativamente (en
castigaba duramente a los muchachos. Cf. H. Schlier, La Carta a los galatas, 194-195, que cuanto que nos daría a conocer nuestros pecados). Al menos, por lo que respecta al
ofrece información documental en este sentido. pensamiento de Pablo, es seguro que tales ideas son enteramente ajenas a su doctrina. Cf.
H. Schlier, La Carta a los galatas, 195-196.
256 Símbolos de libertad
Libertad total 257
Lo mismo que en Gal 3, 23-26, Pablo contrapone aquí dos
situaciones: de una parte, la situación del hombre bajo la ley (4, 1-3); de esclavitudes legales. Y Pablo añade la demostración última de que
de otra parte, la situación del creyente a partir de la venida de Cristo eso tiene que ser así: «la prueba de que sois hijos es que Dios envió a
(4, 4-5). La primera situación se caracterizaba porque era un estado vuestro interior el Espíritu de su Hijo, que grita ¡Abba! ¡Padre!» (4,
de esclavitud (doúlou) (4,1), (dedouloménoi) (4, 3); la segunda, por el 6) 62 . En el fondo, este texto se refiere a una experiencia profundamen-
contrario, sé define como un estado de libertad con relación a la ley, te humana: la relación «señor-esclavo» se organiza mediante una
porque precisamente el verbo éxagoraso que utiliza Pablo (4, 5) normativa legal; por el contrario, la relación «padre-hijo», por ser
significa liberar, redimir y rescatar a un esclavo59. Ahora bien, en eso relación de amor, funciona mediante los dinamismos que comporta
justamente consistió la misión del Hijo de Dios en el mundo: él vino toda relación afectiva. Porque la experiencia nos enseña que cuando
para liberar a los hombres de la esclavitud de la ley. Y, mediante eso, dos personas se quieren intensamente, lo que menos se les ocurre es
para que así recibiéramos la condición de hijos de Dios (4, 5). establecer un reglamento para precisar legalmente cómo se tienen que
Pero aquí conviene notar algo que es de singular importancia: la agradar. Los cristianos son los hijos de Dios. Por eso, su relación con
liberación de la ley actúa como mediación entre el estado de esclavi- Dios no se basa en la esclavitud de la ley, sino en la libertad del amor.
tud y el estado de filiación60. Pablo quiere decir: los hombres llegan a En definitiva, Pablo viene a decir: donde hay ley, hay esclavitud;
ser hijos de Dios precisamente porque son liberados de la ley. Por eso por el contrario, donde hay fe hay amor. Y por eso, libertad.
se comprende exactamente la contraposición que el mismo Pablo
establece en 4, 7: «de modo que ya no eres esclavo, sino hijo». Por
consiguiente, lo que define y especifica a los hijos de Dios es que son 15. Libertad total
los hombres que ya no están sometidos a la ley, porque han sido
liberados de esa esclavitud61. Vivir como hijos de Dios es vivir libres La libertad que Jesús el Mesías ha traído a los hombres es total. Es
decir, no tolera ninguna clase de esclavitud religiosa. Ni la esclavitud
que comportaba la religiosidad pagana (Gal 4, 8-11), ni la esclavitud
59. Cf. M. Zerwick, Analysis philologica N. T., 421; H. G. Liddell-R. Scott, A greek-
english lexicón I, Oxford 1951, 850; M. A. Bailly, Dictionnaire grec-francais, Paris 1929, que imponía la ley judía (Gal 4, 21-31). De tal manera que Pablo llega
692. a afirmar esta libertad con una frase curiosamente reiterativa: «Para
60. La frase está construida con dos proposiciones finales, marcadas por la conjun- que seamos libres nos liberó el Mesías; conque manteneos firmes y no
ción ína, de tal manera que la primera proposición, «para rescatar a los que estaban os dejéis atar de nuevo al yugo de la esclavitud» (Gal 5, 1). Para
sometidos a la ley», es el paso previo para la última proposición: «para que recibiéramos
la condición de hijos». comprender el sentido y el alcance de este texto, hay que tener en
61. En 4, 3 se refiere la esclavitud a «lo elemental del mundo» o más exactamente a cuenta dos cosas. Ante todo, Pablo se refiere aquí a la libertad con
«los elementos del mundo» (stoijeia toú kósmou). Se han dado diversas interpretaciones relación a la ley, porque de eso es de lo que se trata, tanto en el
de estos «elementos del mundo»: 1) «elementos» en su sentido más general: principios contexto anterior (4, 21-31), como en el contexto siguiente (5, 2-4). En
elementales, conocimientos pueriles o principios religiosos imperfectos; 2) el sentido que el conjunto del pasaje, Pablo se refiere a la ley en cuanto instrumento
los elementos tenían en la filosofía estoica, como elementos constitutivos del universo: el
agua, la tierra, el fuego y el mar; 3) los «elementos» serían los astros o los espíritus que de esclavitud (4, 24.25.31) y en cuanto elemento negativo que lleva
rigen la marcha del mundo. En todo caso, es claro que las especulaciones que se pueden inevitablemente a romper con el Mesías y a caer en desgracia (5, 4).
hacer para identificar a estos «elementos» son casi interminables. De todas maneras, una Por lo tanto, cuando en 5, 1 se contrapone la esclavitud a la libertad,
cosa hay clara: el sometimiento a «los elementos del mundo» comportaba la observancia lo que en el fondo se contrapone es la ley a la fe (cf. 5, 5-6). Pablo,
de leyes y reglas que para nada sirven en orden a la relación del hombre con Dios. En este
sentido, es decisivo el texto de Col 2,20-23: «Si moristeis con el Mesías a los elementos del pues, viene a decir: lo mismo que son incompatibles la esclavitud y la
mundo, ¿por qué os sometéis a reglas como si aún vivierais sujetos al mundo? "No libertad, igualmente lo son la ley y la fe. Como se ha dicho muy
pruebes, no tomes, no toques", de cosas que son todas para el uso y consumo, según las
consabidas prescripciones y enseñanzas humanas. Eso tiene fama de sabiduría por sus
voluntarias devociones, humildades y severidad con el cuerpo; no tiene valor ninguno,
sirve para cebar el amor propio». Para las diversas interpretaciones de «los elementos del 62. Este texto se ha de interpretar en el sentido de que los fieles han recibido el
mundo», cf. A. Oepke, Der Briefdes Paulus an die Galater, 93-96; H. Schlier, La Carta a Espíritu porque son hijos, no en el sentido contrario: son hijos porque han recibido el
los gálatas, 221-223, con amplia bibliografía; A. J. Bandstra, The law and the elements of Espíritu. Pablo habla primero de la adopción filial y, a partir de eso, menciona el envío del
the worid. An exegetical study in aspects ofPaul's teaching, Kampen 1964; A. W. Cramer, Espíritu. Cf. P. Bonnard, L'épitre de saint Paul aux galates, 87. Sobre el sentido de la
Stoicheia lou Kosmou, Niewskoop 1961. invocación «Abba» para dirigirse a Dios, son bien conocidos los estudios de J. Jeremías,
Teología del nuevo testamento I, Salamanca 1974, 80-87.
258 Símbolos de libertad La ley contra el Espíritu 259

acertadamente a propósito de este texto, «el que es esclavo, no es Proceded guiados por el Espíritu y nunca cederéis a deseos rastreros.
Mirad, los objetivos de los bajos instintos son opuestos a los del
cristiano en modo alguno»63. Espíritu y los del Espíritu a los de los bajos instintos, porque los dos
Pero hay una segunda cuestión, que interesa más directamente a están en conflicto. Resultado: que no podéis hacer lo que quisierais. En
nuestro estudio, si cabe. Se trata de la importancia y la amplitud que cambio, si os dejais llevar por el Espíritu, n o estáis sometidos a la ley
implica esta afirmación de la Carta a los gálatas. Más de un autor ha (Gal 5, 16-18).
indicado que estas palabras constituyen el resumen de toda la carta 64 ,
lo cual es cierto, ya que el tema central de todo este escrito de Pablo es Este texto presenta lo que debe ser la vida moral del cristiano. A
precisamente la libertad del cristiano con respecto a la ley y, por otra eso se refiere siempre, en los escritos de Pablo, el verbo peripatéin (5,
parte, la afirmación que se hace en 5, 1 expresa la situación central 16)70. Ahora bien, esta vida moral del cristiano se define como una
cristiana65. Esto supuesto, lo que Pablo afirma es que el Mesías «nos vida guiada por el Espíritu71, cuyos frutos son enumerados a conti-
liberó para la libertad». El dativo té éleuzería intensifica la fuerza del nuación (5, 22-24). Lo radicalmente opuesto a esa vida, es decir, a la
verbo «liberar»66. Lo que quiere decir que se trata de una liberación conducta ética del cristiano, es el proceder según los deseos rastreros
en su sentido más universal y absoluto 67 . Concretamente, la frase o los bajos instintos72, en definitiva las acciones que proceden del
alude a la liberación de un esclavo68, de tal manera que a lo que egoísmo humano (5, 19-20). Pablo quiere decir: donde hay apertura y
apunta es a la liberación definitiva: no es cuestión de salir de una disponibilidad hacia Dios y hacia el prójimo, ahí está el Espíritu de
esclavitud para caer en otra, sino de acceder al estado de la más plena Dios; por el contrario, donde hay egoísmo (con las acciones que de él
libertad^. proceden), ahí está la más radical oposición al Espíritu de Dios.
Pues bien, supuesto lo que se acaba de indicar, en el versículo 18
presenta Pablo la afirmación más fuerte y decisiva: «si os dejais llevar
16. La ley contra el Espíritu por el Espíritu, no estáis sometidos a la ley». Esto quiere decir tres
cosas: 1) de la misma manera que hay un antagonismo radical entre
Pero hay más. Porque no sólo son incompatibles la ley y la fe, sino el Espíritu y los bajos instintos, igualmente hay un antagonismo
que, más en el fondo, existe una incompatibilidad radical entre la ley y
el Espíritu. La afirmación de Pablo en este sentido es tajante:

70. Rom 6,4; 8,4; 13, 13; 14, 15; 1 Cor 3, 3; 7, 17; 2 Cor 4,2; 5, 7; 10,2.3; 12,18; Gal
5,16; Ef 2, 2.10; 4,1.17; 5,2.8.15; Flp3,17.18; Col 1, 10; 2,6; 3, 7; 4, 5; 1 Tes 2, 12; 4,1.12;
63. H. Hübner, Das Gesetz bei Paulus, 116. 2 Tes 3, 6.11. No hay ni un solo texto de Pablo en el que este verbo tenga el significado de
64. F. Pastor, La libertad en la Carta a los gálatas, 140; P. Bonnard, L'épitre de saint marchar en sentido físico. Siempre se refiere al sentido figurado: el comportamiento en
Paulauxgalates, 101; cf. también E. Burton, The epistle to the galatians, Edinburgh 1921, sentó ético.
270. 71. Se trata del Espíritu de Dios, al que con frecuencia se refiere Pablo en esta carta:
65. F. Pastor, o. c, 140. 3, 2.5.14; 4, 6; 5, 5. Esta última cita es particularmente esclarecedora, pues está en el
66. Cf. M. Zerwick, Analysisphilologica N. T., 423. Además, el stékete de 5,1 indica contexto de nuestro texto. Cf. en este sentido A. Oepke, Der Briefan die Galater, 134. Por
la firmeza con la que han de permanecer en tal libertad, lo mismo que en 2 Tes 2,15. Cf. F. otra parte, en Rom 8, 9-17 se establece la contraposición entre el Espíritu y los bajos
Pastor, o. c., 141. instintos; ahora bien, en ese pasaje se trata ciertamente del Espíritu de Dios. Cf. Rom 8,
67. Como observa acertadamente P. Bonnard, o. c., 101-102, Pablo emplea aquí el 9.11.14.16.
verbo liberar en sentido absoluto; él no dice ni cómo ni limita esa liberación. 72. En la teología de Pablo, el término sárx designa con frecuencia lo débil, lo
68. Una inscripción griega usa los mismos términos para describir la liberación de transitorio, lo propio del hombre con sus limitaciones (Rom 6, 19; 7, 5.18.25; 13, 14;
un esclavo por la divinidad. Cf. A. Deissmann, Licht von Osten, 275 s. especialmente en el capítulo 8, 4-9.12-13; 1 Cor 5, 5; 2 Cor 7, 1; Gal 5,13.24; 6, 8.13; Ef 2,
69. Se ha demostrado que la Mischna preveía dos formas del rescate de esclavos: o 3; Col 2, 18.23), concretamente la debilidad moral (Rom 7, 5. 25; 8, 7-8) de donde brotan
bien para una nueva esclavitud ó bien para la libertad definitiva. Pablo apunta sin duda a inmoralidades y divisiones entre los hombres (1 Cor 3, 3; Gal 5, 19-21) y, en definitiva, el
este segundo caso. Cf. K. H. Rengstorf, Zu Galater 5,1: Theologische Literaturzeitung 76 amor propio (Col 2,18-23). Por otra parte, el deseo (epizumia) designa en Pablo la pasión
(1951) 659-662. Por lo demás, Pablo no entiende la libertad como la facultad psíquica de o instinto pecaminoso: Rom 1, 24; 6,12; 7, 7.8; 13,9.14; 1 Cor 10, 6; Gal 5,16.17.24; Ef 2,
escoger entre dos contrarios, ni menos aún como la apertura hacia una autarquía jurídica 3; 4, 22; Col 3, 5; 1 Tes 4, 5. La única excepción que se puede citar es Flp 1, 23 y 1 Tes 2,
o moral. Para él la libertad es el estado de los «hijos de Dios» (Gal 3, 6), con el cual 17. De todo esto resulta que la expresión epizumia sarkós designa inequívocamente los
quedan intrínsecamente habilitados para superar sus grandes alienaciones: el pecado y la deseos reastreros a los bajos instintos (Rom 13,14; Gal 5,16.24; Ef 2, 3). Cf. E. Schweizer,
muerte. Cf. J. M. González Ruiz, Epístola de san Pablo a los gálatas, 232. en TWNT V, 425-430.
260 Símbolos de libertad Libertad por el evangelio 261
73
irreconciliable entre el Espíritu y la ley ; 2) «ceder a deseos rastre- Ahora bien, está claro que, después de lo que hemos visto antes
ros» y «estar sometidos a la ley» son realidades paralelas y, en ese acerca del pensamiento de Pablo sobre este asunto, hay que afirmar
sentido, equivalentes74; 3) si el cristiano se define como el hombre con toda claridad que entre la ley y el Espíritu no caben soluciones a
que no cede a los bajos instintos, en la misma medida se define medias, ni fórmulas de compromiso. Porque se trata de dos realidades
también como el hombre que no está sometido a la ley75. antagónicas y contrapuestas. No se puede, pues, dosificar en nuestra
El pensamiento de Pablo no puede ser ni más claro ni más vida cristiana la ley y el Espíritu, como si se tratara de dos componen-
terminante: hablar de un cristiano es hablar de un hombre que vive tes que hay que conjugar y armonizar a toda costa. El problema, por
enteramente liberado de la ley religiosa, lo mismo que tiene que vivir el contrario, está en optar o por la ley o por el Espíritu, a sabiendas de
absolutamente liberado y alejado de las acciones que producen los que la opción por uno de estos dos elementos excluye inevitablemente
bajos instintos. Porque, en definitiva, ambas cosas son antagónicas al otro. Si es que queremos ser fieles al planteamiento de Pablo, no
con el Espíritu de Dios. hay más remedio que llegar a esta conclusión.
Lo que acabamos de indicar es de la máxima importancia cuando
se trata de organizar el comportamiento cristiano y, en general, lo que
solemos llamar la «formación espiritual» de los fieles. Por una razón 17. Libertad por el evangelio
que se comprende enseguida: cuando se habla de vida cristiana y de
cómo debe regirse la conducta de un creyente, es frecuente oír decir La enseñanza de Pablo sobre la libertad de la ley no aparece
que en eso debe jugar un papel importante el Espíritu santo y su solamente en las cartas a los romanos y a los gálatas. También en la
acción en la intimidad de la conciencia. Pero, al mismo tiempo, se primera Carta a los corintios, Pablo se refiere a su libertad personal
insiste también en que la ley es un elemento absolutamente indispen- con respecto a la ley. Y lo hace de tal manera que, en este caso, la
sable para proceder como Dios manda. Evidentemente, desde el libertad del creyente se nos presenta con una dimensión más profun-
momento en que las cosas se plantean de esa manera, el problema que da:
se le presenta a cualquier persona es ver cómo se tienen que armonizar
y conjugar la acción del Espíritu, por una parte, y los imperativos de Soy libre, cierto, nadie es mi amo; sin embargo, me he puesto al servicio
la ley, por otra. Se dice que ambas cosas son importantes. E incluso, de todos, para ganar a los más posibles. Con los judíos me porté como
los más avanzados, llegan a afirmar que la primacía la tiene el judío para ganar judíos; con los sujetos a la ley, me sujeté a la ley,
aunque personalmente no esté sujeto, para ganar a los sujetos a la ley.
Espíritu. Pero resulta que cuando venimos a lo inmediato, a lo Con los que no tienen ley, me porté como libre de la ley, para ganr a los
concreto de la vida y de las situaciones, la función del Espíritu que no tienen ley; no es que yo esté sin ley de Dios, no, mi ley es el
consiste (según dicen algunos) en ayudar a los cristianos para que Mesías; con los inseguros me porté como inseguro, para ganar a los
cumplan con más fidelidad y con más facilidad las leyes religiosas y inseguros. Con los que sea me hago a lo que sea, para ganar a algunos
como sea. Y todo lo hago por el evangelio, para que la buena noticia
las normas eclesiásticas establecidad. Es decir, lo que en la práctica se me aproveche también a mí (1 Cor 9, 19-23).
viene a afirmar es que lo primero y principal es la ley. Y entonces, la
función del Espíritu consiste, de hecho, en ser un auxiliar de la ley, El principio que Pablo establece aquí es el principio de la libertad
una ayuda y un estímulo, para que la ley quede mejor y más exacta- más radical: él se siente y se comporta, no sólo como libre de la ley,
mente cumplida. Dicho de otra manera, el Espíritu queda sometido a sino incluso como libre con relación a la misma libertad de la ley, de
la ley como un complemento de la misma. tal manera que, si llega el caso, él no tiene inconveniente en someterse
a la ley, «para ganar a los sujetos a la ley» (v. 20); lo mismo que con
los inseguros se porta como inseguro, «para ganr a los inseguros» (v.
73. Aquí es importante notar el paralelismo entrepneúmati ágesze (5,18) y pneúmati 22). Lo único que interesa, en definitiva, es que el evangelio, es decir la
peripatette (5, 16). Este paralelismo indica claramente que el mismo antagonismo que «buena noticia» y el don de Dios, alcance a todos y llegue a todos (cf.
existe entre el Espíritu y los bajos instintos es el que existe entre el Espíritu y la ley. Cf. A. v. 23). Esto es lo único absoluto. Lo demás, todo es relativo. Incluso
van Dülmen, Die Theologie des Gesetzes bei Paulus, 63.
74. Cf. el paralelismo indicado en la nota anterior. el ejercicio y la puesta en práctica de la libertad con relación a la ley.
75. Téngase en cuenta que la expresión upo nómon designa en Pablo el estado de Pero aquí conviene dejar en claro que, al plantear las cosas de esta
sometimiento o esclavitud bajo la ley: Rom 6, 14.15; 1 Cor 9, 20; Gal 3, 23; 4, 4.5.21. manera, Pablo no pretende en modo alguno poner en duda la libertad
262 Símbolos de libertad La ley como fuente de hostilidad y de división 263

del creyente con respecto a la ley. Ni siquiera reducir o limitar, de entre aquellos cristianos había quienes interpretaban la libertad con
alguna manera, esa libertad. La afirmación inicial de Pablo es tajante criterios sencillamente inadmisibles (cf. 1 Cor 6, 12; 10, 23) 78 . Pero
en ese sentido: «Soy libre de todo» (eleúzeros ék pántori) (v. 19). aquí es interesante recordar dos cosas: en primer lugar, que, incluso
Como se ha dicho muy bien, en este «todo» va incluida la ley76. Y en esas circunstancias, Pablo vuelve a recordar el criterio de la
para que no quede duda sobre este punto tan fundamental, Pablo libertad que tiene el creyente con respecto a las observancias legales (1
insiste lo mismo en la frase que va a continuación, afirmando sin Cor 8, 4-6; 10, 23-27.29); en segundo lugar, que Dios clasifica de
ambigüedades que él no está sometido a la ley (me 6n autos upó débiles (ászenés) a los cristianos que sienten escrúpulos o dudas de
nómon) (v. 20). conciencia por cuestiones de sometimiento a la ley (1 Cor 8, 7.9; cf.
Una vez afirmada esta libertad sin limitaciones, el mismo Pablo Rom 15, 1). Pablo es coherente con su pensamiento fundamental: la
reconoce y afirma que, en determinadas circunstancias, pueden pre- rehabilitación del hombre entre Dios no proviene de la observancia o
sentarse ocasiones en las que precisamente por fidelidad al evangelio, no observancia de la ley, sino de la fe en Jesús el Mesías79.
lo mejor sea comportarse sin hacer problemas de las cuestiones Finalmente, es importante advertir que todo este planteamiento
relacionadas con la ley. Porque lo que importa de verdad es ser libres, no significa que el creyente viva en la anarquía moral y en el
incluso de esa misma libertad, si es que las exigencias evangélicas así libertinaje. La libertad del cristiano es una libertad responsable (1 Cor
lo aconsejan en determinados momentos. Dicho de otra manera, 8, 1-13; 10, 23-33). Porque para el hombre de fe la ley es el Mesías (1
Pablo vive tan absolutamente libre, que puede comportarse de la Cor 9, 21 ) 80 . Más adelante explicaremos lo que esto quiere decir.
forma más conveniente e cada situación, sin sentirse atado a nada ni a
nadie, porque su única ley es Jesús el Mesías (v. 21).
No se trata, pues, de una limitación de la libertad, sino que es 18. La ley como fuente de hostilidad y de división
exactamente todo lo contrario. Porque, en último término, lo que
Pablo viene a decir es que nunca debemos hacer problema de las Por último, en esta larga enumeración de textos sobre la libertad
cuestiones que se refieren a la ley: lo único verdadero y sensato que se de la ley, es importante recordar un pasaje fundamental de la Carta a
puede decir al respecto es que, partiendo del principio intocable de la los efesios. El autor 81 se refiere a los cristianos convertidos del
libertad total (ék pánton), en cada caso se debe hacer lo que aconse- paganismo: ellos, antes de su conversión, no tenían un Mesías,
jen las circunstancias, mirando únicamente al servicio de los demás (v. estaban excluidos de la ciudadanía de Israel, el pueblo elegido y
19) y a la causa del evangelio (v. 23). predilecto de Dios, y por eso no entraban en la alianza con el Señor,
Por eso, sabemos que, en más de una ocasión, Pablo se comportó
de esa manera (cf. Act 16, 3; 21, 20-26). Porque él sabía muy bien que
el anuncio de Jesús como el Mesías, que estaba prometido en las 78. Cf. F. Pastor, La libertad en la Carta a los gálatas, 223.
Escrituras, no sería aceptable para los judíos, si estos sabían a priori 79. Cf. H. Conzelmann, Der erste Briefan die Koriniher, Góttingen 1969, 190.
que los seguidores de Jesús abandonaban la ley de Dios; en tal caso, la 80. Pablo no pretende sugerir que el cristiano tenga una nueva ley, que sustituya a la
antigua. Se trata, más bien, de que para el creyente la normativa legal queda sustituida
comunidad de Jesús, con su mensaje, habría sido rechazada de por la fidelidad a la persona de Jesús el Mesías. Cf. H. Conzelmann, o. c.. 190. Para un
antemano y sin más averiguaciones77. De ahí que Pablo no duda en estudio más detallado de esta fórmula paulina, cf. C. H. Dodd, Ennomos xpistoy: Studia
someterse a determinadas observancias legales, cuando ese comporta- Paulina (1953) 96 s.
miento era lo más aconsejable para que los judíos pudiesen aceptar, al 81. Aunque la carta se presenta como escrita por Pablo (3, 1;4, 1; 6,20), hoy existen
razones de peso para poner en duda el que Pablo fuera realmente quien la escribió. Entre
menos en principio, el mensaje cristiano. esas tazones, la más importante es el estilo literario de la carta, que no coincide con el de
Por lo demás, resulta perfectamente comprensible que Pablo no los otros escritos de Pablo. Pero, aun en el caso de que el autor fuera otro, está fuera de
sea, en este caso, tan tajante como en la Carta a los gálatas. La razón duda que la carta presenta un cuerpo de ideas básicas, que coinciden con la teología
es clara: en la comunidad de Corinto, el peligro no era precisamente el paulina. Para todo este asunto, cf. J. Ernst, Die Briefe an die Philipper, an die Philemon, an
die Kolosser, an die Epheser, en Regensburger Neues Testament, Regensburg 1974, 253-
legalismo, sino más bien lo contrario, ya que, como es bien sabido, 263; K. Aland, Das Problem der Anonymatat und Pseudonymitat in der christlichen
Literatur der ersten beiden Jahrhunderte, en Studien zur Uberlieferung des N. T. und seines
76. F. Pastor, La libertad en la Carla a los gálatas, 222. Textes, Berlín 1967,24-34; J. Gnilka, Der Epheserbrief, en Herders lheologischer Kommen-
tar zum Neuen Testament X/2, Freiburg 1971, 13-21.
77. Cf. W. Gutbrod, en TWNT IV, 1059.
264 Símbolos de libertad Un balance negativo 265

viviendo sin esperanza y sin Dios en el mundo (Ef 2, 11-12). Esto efecto fundamental de la muerte de Cristo fue la abolición de la ley84;
supuesto, el autor prosigue: en segundo lugar, que la ley religiosa es un muro de separación y una
fuente de hostilidad entre los hombres creyentes y los no creyentes, de
Ahora, en cambio, gracias al Mesías Jesús, vosotros los que antes tal manera que precisamente por eso, el Mesías tuvo que suprimir la
estabais alejados estáis cerca por la sangre del Mesías, porque él es ley de los preceptos con sus reglamentos85, porque de no suprimirla,
nuestra paz: él, que de los dos pueblos hizo uno y derribó la barrera
divisoria, la hostilidad, aboliendo en su vida mortal la ley de los los no creyentes hubieran persistido en su enemistad hacia los creyen-
preceptos con sus reglamentos; así, con los dos, creó en sí mismo una tes y, en definitiva, hubiera sido imposible la reconciliación de todos
humanidad nueva, estableciendo la paz, y a ambos, hechos un solo con Dios. Dicho en pocas palabras: donde hay ley religiosa, hay
cuerpo, los reconcilió con Dios por medio de la cruz, matando en sí división; y donde hay división es imposible el acercamiento a Dios.
mismo la hostilidad (Ef 2, 13-16).
Difícilmente se puede afirmar con más vigor y con más claridad,
La idea que el autor quiere expresar es clara en el fondo: los no sólo el hecho de la supresión de la ley, sino además la razón
paganos estaban alejados lo mismo de Israel que de Dios (v. 12); por profunda de por qué la ley religiosa tuvo que ser suprimida.
tanto, acercarse a Dios suponía acercarse igualmente a Israel, puesto
que éste era el pueblo que poseía la alianza, la amistad y la fe en el 19. Un balance negativo
verdadero Dios. Pero, de hecho existía una dificultad, humanamente
insuperable, para que se produjera este acercamiento de los gentiles Se trata ahora de hacer un balance de los materiales analizados,
con Israel. Esa dificultad era un auténtico muro de separación, una hasta este momento, en el presente capítulo. La conclusión básica que
barrera divisioria, que se levantaba entre los pueblos paganos y el de esos materiales se sigue es bien clara: en las cartas de Pablo
pueblo judío, y que provocaba la hostilidad entre unos y otros (v. 14). (incluyendo la de los efesios), se encuentran hasta doce textos en los
Ese muro de hostilidad y de división era la ley religiosa de los judíos, que de manera inequívoca y terminante se afirma que los creyentes
que, de una parte, impedía a Israel confundirse con el mundo y, de han sido liberados de la ley, es decir que la ley religiosa ya no existe
otra parte, prohibía a los gentiles el acceso al pueblo de Dios 82 . Por para el hombre de fe. He aquí la afirmación más clara de todo cuanto
eso, se comprende que para hacer de los dos pueblos un solo pueblo dice Pablo acerca de la ley. Esta afirmación representa la anulación
(v. 14), y para lograr, por consiguiente, el acercamiento de todos a más radical del principio básico del judaismo rabínico, según el cual
Dios, Cristo tuvo que abolir la ley (v. 15), porque ella era el obstáculo, la relación del hombre con Dios se define por la relación del hombre
humanamente insuperable, que hacía imposible la reconciliación de
judíos y gentiles entre sí; y, a partir de eso, la reconciliación de los 84. Evidentemente, lo que Cristo realizó, mediante su muerte en la cruz, fue la
reconciliación de los hombres con Dios (v. 16). Pero, según la estructura del texto, tal
gentiles con Dios. reconciliación se logró precisamente porque «mediante la sangre del Mesías» (v. 13) fue
Ahora bien, al abolir la ley, Cristo ofreció a todos, judíos y suprimido el muro de separación. Ahora bien, ese muro era precisamente la ley. O sea, el
gentiles, la salvación por pura gracia. De lo cual se siguió la desapari- efecto fundamental de la muerte de Cristo fue la abolición de la ley y, mediante eso, la
reconciliación con Dios. Para expresar esta abolición de la ley, el autor utiliza el participio
ción de la mutua hostilidad: unos y otros ya no tenían nada que aoristo del verbo katargéo, que significa exactamente «hacer ineficaz, destruir, abolir».
reprocharse, porque ante la cruz de Cristo los unos y los otros no son W. Bauer, Wórterbuch zum N. T., 825.
sino pobres pecadores, «salvados gracias a esa generosidad por la fe» 85. El v. 15 no se limita a afirmar que Cristo abolió la ley, sino que dice más: el
(V. 8)83. sustantivo nomos va acompañado por un complemento, formado por otros dos sustanti-
Por consiguiente, el autor de la Carta a los efesios afirma en este vos: ton éntolón én dógmasin. La idea que el autor quiere expresar está clara: Cristo abolió
la ley que consiste en toda una serie de preceptos y que se expresa en determinadas
texto (2, 13-16) dos cosas en relación a la ley: en primer lugar, que el ordenanzas o reglamentos. La traducción, por tanto, que parece más coherente es: «la ley
de los preceptos con sus reglamentos». ¿Por qué precisa el autor, en este caso, el concepto
82. Cf. Ch. Masson, L'epitre de saint Paul aux ephésiens, Neuchátel 1953, 164-165. de ley de esa manera? El sustantivo dógmata aparece otra vez en las llamadas «cartas de la
Cf. las importantes citas que aduce este autor, en las que se ve claramente cómo para el cautividad», en Col 2, 14; y el verbo dogmatiso, en Col 2, 20. En ambos casos, concreta-
judaismo la ley constituía una auténtica barrera de separación, que provocaba la mente en 2, 20, se refiere inequívocamente a los minuciosos reglamentos de la tradición
hostilidad. Cf. en este sentido H. L. Strack-P. Billerbeck, Kommenlar zum N. T. aus judía referentes a los alimentos y a la pureza ritual. Ahora bien, precisamente estos
Talmud und Midrasch III, 587. reglamentos minuciosos eran los que constituían el verdadero muro de separación entre
83. Cf. Ch. Masson, L'epitre de saint Paul aux ephésiens, 165-166; J. Ernst, Die judíos y gentiles, puesto que a partir de tales reglamentos se prohibía todo contacto entre
Briefe an die Philipper, an die Philemon, an die Kolosser, an die Epheser, 316-317. unos y otros. Cf. Ch. Masson, o. c., 166.
266 Símbolos de libertad ¿Afirma Pablo la pervivencia de la ley? 267

con la ley86. Este principio venía a decir que según sea la fidalidad del los que se someten a ella y los que no se someten; pero donde hay
hombre a la ley y, en general, a las normas establecidas, así será la división, no hay posible acercamiento a Dios. Por eso, sabemos que
fidelidad del hombre hacia Dios. Pablo, por el contrario, establece el Cristo murió en la cruz para liberar a los hombres de la ley y,
principio fundamental de la liberación total frente a la ley. Este mediante eso, liberarlos también de la hostilidad entre ellos mismos.
principio quiere decir lo siguiente: Las guerras de religión y las sangrientas persecuciones de judíos,
1. El creyente ha muerto para la ley (Gal 2, 19), o sea: la ley no herejes y paganos, que han ensuciado tantas páginas de la historia,
existe para el hombre de fe. Porque el Mesías es el término de la ley son la prueba más clara de que, efectivamente, la ley religiosa es una
(Rom 10, 4), de tal manera que existe un paralelismo exacto entre fuente inagotable de divisiones y enfrentamientos entre los hombres.
«morir al pecado» (Rom 6, 2.7) y «morir a la ley» (Rom 7, 4; Gal 2, Teniendo en cuenta que, en todo este desagradable asunto, no se trata
19). sólo de un problema a nivel humano, sino además de una cuestión
2. Todo eso es así porque a partir de Cristo, el único camino que trascendente, en el sentido más estricto de la palabra. Porque sólo a
lleva a Dios es la fe (Rom 3, 28.30; 4,13.24; 5,1; Ef 2, 8). Ahora bien, partir de la reconciliación entre los hombres es posible vivir en paz
la fe y la ley son caminos incompatibles, de tal manera que se excluyen con Dios (Ef 2, 13-16).
mutuamente (Rom 3, 21-22; 9, 31-33; Fil 3, 9) o sea: donde hay fe no 7. Por último, la libertad del creyente llega hasta tal punto de
puede haber ley, porque existe una incompatibilidad radical entre exigencias que el hombre de fe debe vivir liberado de la misma
ambas (Gal 3, 23-26), lo mismo que son incompatibles la libertad y la libertad con relación a la ley (1 Cor 9, 19-23). Esto quiere decir, en
esclavitud (Gal 5, 1). definitiva, que lo único verdaderamente intocable para el cristiano es
3. La razón profunda de esta incompatibilidad está en que la el evangelio. Lo que ocurre es que precisamente si queremos ser fieles
rehabilitación, que Dios concede al hombre, no procede de la ley, es a la fe evangélica, de esa fe lo que se sigue es la liberación de la ley
decir no proviene del esfuerzo humano por hacer la voluntad de Dios, religiosa. Pero, si en algún caso, en atención a los que todavía son
sino que proviene solamente de la fe, que es el don de Dios (Rom 3, débiles en la fe, se ve que es mejor no hacer problema de tal o cual
20.21-22.28; 4, 13; 10, 5-6; Gal 2, 16.21; 3, 11.21-22; 5, 4). precripción legal concreta, entonces el evangelio nos pide que salve-
4. Por eso se comprende que, de la misma manera que son mos la fe del «débil», sin hacer más problemas del asunto. Las cosas
incompatibles la fe y la ley, igualmente lo son el Espíritu y la ley (Gal claras y en su sitio: lo único absoluto es el evangelio (1 Cor 9, 23).
5, 16-18) de tal manera que la bendición y el Espíritu se dan a los El balance, pues, es negativo en relación a la ley. Pero también es
hombres en la medida en que son liberados de la ley. De lo contrario, cierto —y eso es lo que importa— que en la medida que es negativo
sólo podemos esperar la maldición que recae sobre los que se apoyan para le ley, lo es positivo para la fe. Porque se da una incompatibili-
en la observancia de la ley (Gal 3, 13-14). dad radical entre la vida de fe y la vida que, bajo el pretexto que sea, se
5. De lo dicho se sigue que la ley y la gracia son dos realidades somete a la ley.
contrapuestas (Rom 6, 14), es decir, los que buscan agradar a Dios
por medio del cumplimiento de la ley rompen con Cristo y caen en
desgracia (Gal 5, 4); o dicho de otra manera, el hombre que quiere 20. ¿Afirma Pablo la pervivencia de la ley?
vivir para Dios tiene que vivir liberado de la ley (Gal 2, 19). Es más, Al plantear esta pregunta, no se trata de poner en duda lo que
los hombres llegan a ser hijos de Dios precisamente porque son hemos visto hasta este momento, sino de resolver una duda importan-
liberados de la ley (Gal 4, 4-5). te, a saber: ¿no hay textos en los que Pablo parece admitir la validez y
6. Las consecuencias éticas de todo este planteamiento son pa- la pervivencia de la ley? ¿se puede afirmar, sin más, que la ley ya no
tentes: el que está liberado de la ley fructifica para Dios (Rom 7, 4), existe para el creyente?
por el contrario, el que vive sometido a la ley fructifica para la muerte Para responder a estas preguntas, se debe recordar, ante todo, que
(Rom 7, 5). Porque, en definitiva, «ceder a deseos rastreros» y «estar en las cartas de Pablo hay dos series de textos sobre la ley: en unos —
sometidos a la ley» son cosas equivalentes (Gal 5, 16-18). Por otra los más claros y los más abundantes— afirma, con todo vigor y sin
parte, la ley religiosa desencadena inevitablemente la división entre lugar a duda, que la ley ha sido abolida por Cristo; en otros, parece
admitir la pervivencia de la ley. A la primera serie pertenecen los doce
86. Cf. W. Gutbrod, en TWNT IV, 1047. textos que hemos analizado hasta este momento en el presente capítu-
268 Símbolos de libertad ¿Afirma Pablo la pervivencia de la ley? 269
lo; a la segunda serie corresponden algunos textos que, al menos en Rom 7, 22.25; 8, 7. Por eso, la ley es «espiritual» (Rom 7, 14) y
principio, parecen ofrecer una seria dificultad, en cuanto que, de «santa» (Rom 7, 12); y por eso también el madamiento (éntolé) es
alguna manera, admiten la validez de la ley. Esta segunda serie de «santo, justo y bueno» (Rom 7, 12)88. Estos adjetivos, con los que
textos se encuentra concretamente en la Carta a los romanos: 3, 31; 7, Pablo califica a la ley, vienen a indicar simplemente que la ley de la
12.14-16.21-25; 8,1-4.7)87. ¿Qué se puede decir como respuesta a esta que habla y a la que se refiere constantemente es la ley dada por Dios,
aparente contradicción? la ley en su sentido religioso más estricto. Por tanto, de esos textos no
Ante todo, parece enteramente obvio recordar que Pablo no se va se puede deducir que la ley siga teniendo validez, ya que sabemos por
a contradecir a si mismo. Es más, en un asunto que entrañaba otros pasajes que la ley ha sido abolida. Lo único que podemos
consecuencias tan graves para toda la comprensión del cristianismo y concluir, a partir de esos textos, es que la ley anulada y abolida por
de la vida de los creyentes, Pablo debió pensar muy bien lo que decía. Cristo es la ley de Dios.
Por eso, parece sencillamente inverosímil la idea de que Pablo se Pero hay dos pasajes en la Carta a los romanos, que resultan más
expresó con tanta ambigüedad sobre esta cuestión que, en definitiva, difíciles de interpretar. En el primero de esos textos, Pablo afirma:
nada seguro podemos saber al respecto. Esto, lógicamente, quiere «Entonces, con la fe, ¿derogamos la ley? Nada de eso; al revés, la ley
decir que si en una serie abundante de textos se afirma claramente que la convalidamos» (Rom 3, 31).
los cristianos han sido liberados de la ley, esa afirmación responde a Este pasaje, como es lógico, se ha de entender según el contexto en
un dato muy fundamental para la comunidad cristiana, para la iglesia el que está situado. Ahora bien, en los v. 29-30, Pablo dice que Dios
en general, y para cada uno de los creyentes. no es solamente Dios de los judíos, sino que lo es de todos los pueblos.
Por otra parte, es un principio hermenéutico elemental que cuan- En ese sentido, la Escritura se había pronunciado explícitamente (cf.
do en un autor se dan frases o afirmaciones aparentemente contradic- por ejemplo Sal 24, l) 8 9 . Por otra parte, en los versículos que siguen
torias —y más cuando esas afirmaciones se encuentran en un mismo inmediatamente a nuestro texto, Pablo inicia la argumentación (que
documento— lo más oscuro debe ser interpretado a partir de lo más se va a prolongar por todo el capítulo cuarto) según la cual la
claro y no al revés. Ahora bien, lo más claro en la enseñanza de Pablo, Escritura afirma que Abrahán fue rehabilitado por Dios en virtud de
según hemos visto ampliamente, es que la ley ha sido abolida por la fe (Rom 4, 3.9.13-14.16.22; cf. Gen 15, 6), no en virtud de la
Cristo, es decir, que la ley religiosa ya no existe para los creyentes. Por observancia de la ley (cf. Rom 3, 28). Por consiguiente, según el
consiguiente, a partir de este planteamiento se han de interpretar y contexto en el que está situado Rom 3, 31, podemos y debemos
comprender los otros textos en los que, de alguna manera al menos, concluir que en ese pasaje la palabra «ley» no se refiere a lo que Dios
parece admitirse la pervivencia de la ley. Dicho más claramente: o manda, sino en general a la enseñanza del antiguo testamento, según
admitimos que en Pablo se dan manifiestas contradicciones, o no la cual Dios tenía el designio de rehabilitar a los hombres por la
tenemos más remedio que afirmar que esos textos, en los que parece fuerza de la fe en Cristo, no por el sometimiento a la observancia de la
admitirse la validez de la ley, tienen otro sentido, es decir, se refieren a ley 90.
algo que no contradice la enseñanza fundamental de Pablo acerca de En consecuencia, cuando Pablo afirma que no derogamos la ley,
la liberación de la ley. sino que la convalidamos, lo que en realidad dice es que no prescindi-
Y así es, efectivamente. Porque, en primer lugar, la ley es para mos de la enseñanza del antiguo testamento, sino que procedemos
Pablo «ley de Dios». En este sentido se han de entender los textos de plenamente de acuerdo con tal enseñanza91. Dicho más claramente,
lo que Pablo viene a afirmar en este texto es que el antiguo testamento
enseña que el hombre es rehabilitado por la fe; o para decirlo con más
87. A esta enumeración de textos hay que añadir el de 1 Tim 1, 8-11: «Sabemos que
la ley es cosa buena siempre que se la toma como ley, sabiendo esto: que no ha sido
instituida para la gente honrada; está para los criminales e insubordinados...». La gente 88. Cf. C. E. B. Cranfield, St. Paul and the law, en R. Batey (ed.), New testament
honrada, para quienes no ha sido instituida la ley (los justos), son sin duda los que han issues, London 1970, 149.
sido rehabilitados por Cristo, los que viven por la fe y no según la ley (Gal 3,11; Rom 1, 89. Acerca de este punto, cf. A. Viard, Saint Paul, épitre aux Romains, 106.
17; 5, 19; Col 2, 20-22); éstos no tienen necesidad de normas legales, porque en ellos la fe 90. Cf. F. J. Leenhardt, L'épitre de saint Paul aux romains, 115.
actúa por medio de la caridad (Gal 5, 6.14; Rom 13, 8). Cf. C. Spicq, Les épitrespastorales 91. La utilización del término «ley» (nomos), para referirse al conjunto del antiguo
I, Paris 1969, 332. Por consiguiente, este texto es una confirmación más de que la ley no testamento, no es extraña en Pablo. Se puede citar, en ese sentido, Rom 3, 19. En 1 Cor
existe para el creyente. 14, 21 se refiere, con la palabra «ley», a un pasaje profético (Is 28, 11-12); otras veces,
270 Símbolos de libertad ¿Afirma Pablo la pervivencia de la ley? 271
propiedad: el antiguo testamento ofrece una argumentación válida en «santa» (Rom 7,12), porque era en realidad la «ley de Dios» (Rom 7,
pro de la tesis que defiende Pablo, según la cual el hombre es 22.25; 8, 7). Todo esto, por tanto, nos viene a decir que la «ley del
rehabilitado ante Dios por la fe, independientemente de la observan- Espíritu» no se puede entender como la «normativa legal y codificada
cia de la ley. Por lo tanto, la ley —en el sentido de antiguo testamen- que procede del Espíritu» o quizás la «normativa que lleva al Espíri-
to— testimonia en favor de la tesis fundamental de Pablo: a partir de tu», por la sencilla razón de que, dado el paralelismo antes apuntado,
la venida de Jesús el Mesías, la ley ya no tiene valor. tendríamos que aceptar que la ley del antiguo testamento era pecami-
El otro texto que debemos analizar aquí, ya que ofrece también nosa y mala, cosa que resulta enteramente inadmisible como aecha-
cierta dificultad en cuanto al problema de la supresión de la ley, se mos de indicar.
encuentra en el capítulo octavo de la Carta a los romanos: Entonces, ¿qué nos viene a decir este pasaje de Pablo? El texto dice
que la «ley del Espíritu» nos ha liberado de la «ley del pecado» (v. 2).
En consecuencia, ahora no pesa condena alguna sobre los del Mesías Y eso significa que «lo que le resultaba imposible a la ley, reducida a
Jesús, pues, mediante el Mesías Jesús, la ley del Espíritu de la vida te ha
liberado de la ley del pecado y de la muerte. Es decir, lo que le resultaba la impotencia por los bajos instintos, lo ha hecho Dios» (v. 3). En
imposible a la ley, reducida a la impotencia por los bajos instintos, lo ha consecuencia, lo que Pablo quiere decir es que el régimen del Espíritu
hecho Dios: envió a su propio Hijo en una condición como la nuestra y de la vida sucede al régimen del pecado y de la muerte 92 . Desde este
pecadora, para el asunto del pecado, y en su carne mortal sentenció punto de vista, el texto es claro y coherente con toda la teología de
contra el pecado. Así, la exigencia contenida en la ley puede realizarse
en nosotros, que ya no procedemos dirigidos por los bajos instintos, Pablo sobre la liberación de la ley: se trata de dos situaciones
sino por el Espíritu (Rom 8, 1-4). contrapuestas; frente a la condición del hombre bajo la ley, está la
condición del cristiano, guiado y animado por el Espíritu. Esta nueva
La dificultad que aquí se plantea es clara: a primera vista, parece condición está determinada por una auténtica liberación (éleuzéro-
que la ley antigua (que sería la ley del pecado y de la muerte) ha sido sen): liberación del régimen legal, que conduce a la muerte (v. 2), para
suprimida, pero al mismo tiempo ha sido también sustituida por la ley vivir en el régimen del Espíritu que da la vida.
del Espíritu de la vida (que sería la ley religiosa actualmente en vigor De ahí resulta que todo lo que manda la ley es realizado por el
para los creyentes). Si, efectivamente, es ése el sentido de estas creyente, no en virtud de la fuerza que da la ley, sino por la fuerza que
palabras de Pablo, ahí tendríamos el argumento más claro para proviene del Espíritu: «Así, la exigencia contenida en la ley puede
demostrar que la ley no ha sido suprimida, sino más bien sustituida realizarse en nosotros, que ya no procedemos dirigidos por los bajos
por la actual legislación religiosa, a la que estarían obligados los instintos, sino por el Espíritu» (v. 4). No se trata, por tanto, de que la
creyentes. ¿Es ésa la interpretación correcta? ley siga teniendo vigor y validez, sino de que las exigencias de carácter
Para responder a esta cuestión, hay que tener en cuenta que Pablo ético, que imponía la ley antes de la venida de Cristo, son realizadas
contrapone la «ley del Espíritu» a la «ley del pecado» (v. 2). Entre por los creyentes en virtud de un dinamismo nuevo, la fuerza que
ambas expresiones existe un paralelismo perfecto. Lo cual quiere proviene del Espíritu. Dicho de otra manera, el cristiano es fiel a Dios
decir que, en este caso, la palabra «ley» (nomos) no se puede entender y a su propia conciencia, no porque se somete a la ley, sino porque es
en el sentido de «una normativa codificada que obliga al hombre», animado y dirigido por el Espíritu93.
porque entonces Pablo vendría a decir que la ley del antiguo testa- Por consiguiente, la «ley del Espíritu» no se refiere a una nueva
mento era sencillamente mala y pecaminosa, en cuanto «ley de normativa legal codificada, sino a la nueva situación, al nuevo régi-
pecado», normativa que o bien procedía del pecado o bien era una ley
que llevaba al pecado o quizás que codificaba y legalizaba el pecado.
Ahora bien, todo eso, aparte de lo insensato que resulta por sí mismo, 92. Cf. F. J. Leenhardt, Vépitre de saint Paul aux romains, 115.
93. Dada la explicación del texto que acabamos de proponer, no parece aceptable la
está expresamente en contra de los elogios que hace el mismo Pablo afirmación según la cual «para Pablo la ley no ha sido abolida en modo alguno». S.
de la ley antigua cuando la califica de «espiritual» (Rom 7, 14) Lyonnet, La liberté chrétienne. L'étre et Vagir du chrétien, Roma 1976,19. Tal afirmación
contradice la tesis más fundamental y más repetida por Pablo, según hemos visto
ampliamente en este capítulo. Por lo demás, el mismo Lyonnet viene a afirmar que la ley
asocia a un pasaje de la Tora un texto profético (Rom 9, 12 s; 10,6 s. 13.19 s; 11, 8 s; 15,10 es cumplida por el cristiano porque éste vive en el amor, según Gal 5,14 y Rom 13,8-9 (o.
s; 2 Cor 6, 16 s; Gal 4, 27.30). Cf. W. Gutbrod, en TWNT IV, 1062; Cf. también, para el c, 19-20), lo cual es venir a confirmar lo que enseguida vamos a ver acerca del significado
sentido de este texto, A. van Dülmen, Die Theologie des Gesetzes bei Paulus, 88. profundo de la libertad del creyente.
272 Símbolos de libertad ¿De qué ley se trata? 273

men creado por Cristo94. Se trata, en definitiva, de la ley que mete el Pero, ¿basta con eso para dar cuenta fielmente del pensamiento de
Señor en el pecho de los creyentes, la ley que escribe en el corazón Pablo acerca de la liberación de la ley? O dicho más claramente:
mismo del hombre (cf. Jer 31, 33; Ez 36, 25-27), una ley que no cuando Pablo afirma que Cristo abolió la ley, ¿se refiere solamente a
requiere ya enseñanza externa de ninguna clase (cf. Jer 31, 34), porque las observancias legales que se han mencionado hace un momento?
su fundamento y su razón de ser no es ya la alianza y el pacto que Sin duda alguna, cuando Pablo dice que Jesús el Mesías abolió la
Dios estableció con su pueblo cuando lo sacó de Egipto (Jer 31, 32), es ley no se refiere solamente a las observancias legales mencionadas,
decir no tiene su fundamento y su razón de ser en la legislación, sino además de eso, y sobre todo, a la ley en su sentido más general, es
externa al hombre, que Dios estableció en el Sinaí, sino que, por el decir, se refiere a la ley en cuanto manifestación de la voluntad
contrario, se trata de la nueva orientación y el nuevo dinamismo que preceptiva de Dios. Más concretamente, Pablo se refiere a la ley que
brotan del pecho del creyente, del corazón del hombre 95 . La nueva fue revelada por Dios a Moisés en el Sinaí y, por tanto, se refiere a los
situación, por lo tanto, no está determinada y configurada por las diez mandamientos.
leyes y normas, que son exteriores a la persona, sino por la presencia y En efecto, tanto en la Carta a los romanos como en la Carta a los
la acción del Espíritu en lo más hondo de cada hombre. gálatas abundan los datos por los que podemos saber, con toda
En conclusión: queda en pie la tesis fundamental de Pablo, según certeza, que cuando Pablo habla de la ley, se está refiriendo al
la cual el creyente ha sido radicalmente liberado del régimen legal. decálogo. Así, en Rom 2, 17-23 (texto en el que aparece cinco veces la
Para el hombre de fe no existe la ley religiosa, porque Jesús el Mesías palabra nomos), se trata indudablemente de los mandamientos del
la ha abolido mediante su muerte. decálogo, como consta expresamente por los v. 22-23: «Predicando
que no se robe, ¿robas tú? Diciendo que no se cometa adulterio,
¿adulteras tú? Teniendo horror a los ídolos, ¿te aprovechas de sus
21. ¿De qué ley se trata? templos? Mientras te glorías de la ley, ¿afrentas a Dios violando la
ley?». Está claro que aquí Pablo entiende la ley como sinónimo de los
Evidentemente, esta pregunta ha tenido que asaltar al lector, a mandamientos de la ley de Dios 96 . Lo mismo hay que decir del pasaje
cada instante, mientras avanzaba por las páginas de este capítulo. de Rom 7, 7: «Yo realmente no sabía lo que era el deseo hasta que la
Cuando Pablo afirma que el creyente está liberado de la ley, cuando ley no dijo no desearás». Se trata, en este caso, de la prohibición
dice que el hombre de fe no está sometido a ella y que la ley ya no fundamental del decálogo (Ex 20, 17; Dt 5, 21). La prohibición del
existe para él, ¿a qué ley se refiere? «deseo» constituye la esencia de la ley, porque el deseo es el movi-
Por supuesto, cualquier cristiano está persuadido de que a él no le miento que sitúa al hombre bajo el imperio de las cosas, a las que
obligan las observancias legales de la religión judía referentes a la constituye como si fueran sus dioses97. Aquí de nuevo la ley es
circuncisión, al sábade, a los alimentos prohibidos y a las purificacio- equivalente a un mandamiento del decálogo. Más aún, se trata del
nes rituales. En ese sentido, los cristianos están bien informados. mandamiento fundamental. Pero, sin duda alguna, el pasaje más
Porque los sacerdotes y los teólogos han enseñado siempre que las claro de toda la Carta a los romanos para ver hasta qué punto Pablo
observancias legales del judaismo dejaron de tener validez a partir de identifica la ley con el decálogo está en el capítulo trece: «A nadie le
la muerte de Cristo. Desde ese punto de vista, nadie tendrá dificultad quedéis debiendo nada, fuera del amor mutuo, pues el que ama al
en admitir que, efectivamente, Jesucristo abolió la ley, entendiendo otro tiene cumplida la ley. De hecho el no cometerás adulterio, no
por «ley» el conjunto de observancias legales y de ceremonias rituales matarás, no robarás, no envidiarás y cualquier otro mandamiento
que practicaban los judíos, de acuerdo con la religión del antiguo que haya se resumen en esta frase: amarás a tu prójimo como a ti
testamento. En eso estamos todos de acuerdo. mismo. El amor no causa daño al prójimo y, por tanto, el cumpli-

94. Cf. F. Pastor, La libertad en la Carta a los gálatas, 218. 96. Cf. W. Gutbrod, en TWNT IV, 1062.
95. Acertadamente ha establecido esta relación entre la «ley del Espíritu» y la ley de 97. Se trata de la épizumía, el deseo en su sentido más profundo y radical de
la que habla Jer 31, 33, S. Lyonnet, Exegesis epistulae ad romanos cap. V ad VIII, Roma orientación total de la persona, que arrebata a Dios sus derechos sobre el hombre, para
1966,151-158. Para esta conexión de Rom 8,1-4 con Jer 31, 33-34 y Ez 36,25-27, véase H. transferirlos a las cosas constituidas en ídolos. F. J. Leenhardt, L'épitre de saint Paul aux
Hübner, Das Gesetz bei Paulus, 128, que remite al trabajo de F. F. Bruce, Paul and the law romains, 107. En este sentido, el pasaje de Rom 7, 7 viene a constituir como la esencia
ofMose: BJRL 57 (1976) 275-276. misma de la ley mosaica. Cf. A. van Dülmen, Die Theologie des Gesetzes bei Paulus, 108.
274 Símbolos de libertad ¿De qué ley se trata? 275
103
miento de la ley es el amor» (Rom 13, 8-10). Pablo cita aquí expresa- «mediador», que fue Moisés . Finalmente, en Gal 4, 21-22, la
mente los mandamientos del decálogo (Ex 20, 13-17; Dt 5, 17-21)98, alusión a la ley promulgada en el Sinaí es manifiesta, como consta
es decir entiende la ley como equivalente a los diez mandamientos. expresamente por el v. 24, en el que se habla de la alianza que
En la Carta a los gálatas, vuelve a aparecer una serie de textos en estableció Dios con Moisés.
los que la ley se refiere inequívocamente al decálogo. Así, en Gal 5,14 En conclusión: en las Cartas a los romanos y a los gálatas
se repite la misma exhortación que en Rom 13, 8-10: el cumplimiento aparecen hasta ocho textos en los que, con toda seguridad, Pablo
de la ley es el amor (cf. Lev 19, 18). Lo que viene a indicar que entiende la ley en el sentido de la ley promulgada por Dios al
también en este pasaje, Pablo entiende la ley lo mismo que en Rom 13, establecer la alianza con el pueblo elegido. Y sabemos que esa ley
8-10, es decir, en el sentido de los mandamientos del decálogo". incluía el decálogo, al que se hace referencia expresamente en tres
También es Gal 3,10 la referencia a la ley de Moisés es indiscutible, ya pasajes de la Carta a los romanos (2, 17-23; 7, 7; 13, 8-10).
que Pablo cita a Dt 27, 26; pero sabemos que en Dt 27, 15-26 se trata En otros textos, la alusión a la ley mosaica es implícita, pero se
de las maldiciones que sobrevendrán a los que quebranten la ley dada advierte sin especial dificultal. Así, en Rom 5, 13-14, se trata de la ley
por Dios al pueblo elegido100. En este caso, por tanto, la ley es dada a Moisés, como consta por la referencia expresa que se hace en
también la ley fundamental dada por Dios, a la que se refiere ese sentido: «a pesar de eso la muerte reinó desde Adán hasta Moisés»
ciertamente Dt 27, 2.8. Más claramente aún en Gal 3, 17 se ve que (Rom 5, 14)104. En Rom 9, 4, aunque no se utiliza la palabra «ley»
Pablo está hablando de la ley del Sinaí, porque al decir que la ley fue (nomos), sino «legislación» (nomozesía), hay sin embargo una alu-
dada cuatrocientos treinta años más tarde que la promesa hecha a sión clara a la ley promulgada por Dios precisamente en el momento
Abrahán, está aludiendo indudablemente a Ex 12, 40-41, en donde se solemne en que estableció la alianza y el culto que el pueblo le debía
afirma que la estancia de los istaelitas en Egipto duró ese tiempo, al tributar 105 . En Rom 10, 5, también se alude expresamente a la
cabo del cual Dios se manifestó en el Sinaí promulgando el dacálo- legislación mosaica; en ese sentido, Pablo cita a Lev 18, 5, texto que se
go 101 . Y otro tanto hay que decir de Gal 3, 19, en donde se afirma que encuentra en la exhortación introductoria al código legal que sigue
la ley «fue promulgada por ángeles, por boca de un mediador»; ahora inmediatamente (Lev 18,6-23). Por último, en esta serie de textos, hay
bien, las tradiciones judías y los rabinos defendían que los fenómenos que citar también 1 Cor 9, 9, en donde se hace referencia expresa a la
extraordinarios que acompañaron a la promulgación de la ley (Ex 19, ley mosaica Dt 25,4). La utilización alegórica del antiguo testamento
9.16 s; 24, 15 s; Dt 4, 11; 5, 22 s) se habían realizado mediante la que hace Pablo en este pasaje106 no quita fuerza en modo alguno al
intervención de ángeles (cf Hech 7, 38.53; Heb 2, 2) 102 y de un hecho de que, una vez más, la ley es para él la ley a Moisés.
Por tanto, nos encontramos con toda una serie abundante de
textos en los que Pablo, al hablar de la ley, se refiere con toda
98. En Rom 13, 8 se dice textualmente: ton éteron nómon. Esta «otra» ley es la ley de seguridad a la ley divina, la ley dada por Dios, que incluye ante todo
Moisés, o más concretamente el decálogo, al que se refiere en el versículo siguiente. De
esta manera, Pablo quiere decir que el amor al prójimo es el cumplimiento, no sólo de la el decálogo. Se trata, por consiguiente, de la ley religiosa en su sentido
ley divina, sino también de la ley civil, de la que ha hablado ampliamente antes (13, 1-7).
Cf. W. Marxsen, Der éíeros nomos Rom 13, 8: ThZ (1955) 230-237. 103. En el judaismo helenístico, Moisés era presentado frecuentemente como media-
99. Con toda razón se ha podido afirmar que Rom 13, 8-10 desarrolla con más dor. Cf. P. Bonnard, Vépitre de saint Paul aux galates, Ti.
amplitud el texto de Gal 5, 14. C. Spicq, Théologie moróle du nouveau testament II, Paris 104. Al decir que «la muerte reinó desde Adán a Moisés», se está refiriendo
1965, 503, n. 2. claramente a que la ley, de la que ha hablado en el v. 13 es ciertamente la ley dada a
100. La maldición de Dt 27, 26 se puede entender de dos maneras: a) son malditos Moisés. Por lo demás, la perspectiva de Pablo aquí no es tanto cronológica, sino más bien
los que cumplen todos los mandamientos, sobreentendiendo que nadie los cumple (cf. en de orden lógico, en cuanto que se refiere a situaciones diversas, no propiamente a
este sentido A. Oepke, Der Briefdes Paulus an die Galaler, 72); b) son malditos todos los situaciones sucesivas. Cf. F. J. Leenhardt, Vépitre de saint Paul aux romains, 85, n. 2.
que se colocan bajo los mandamientos, los que en eso buscan su salvación. Parece que este 105. En la estructura de los capítulos 19 y 20 del libro del Éxodo, se presenta primero
segundo sentido es el que mejor corresponde a la intención de Pablo en este caso. Cf. P. la oferta de la alianza (Ex 19, 1-9), seguida de la teofanía (19, 10-25); después viene la
Bonnard, Vépitre de saint Paul aux galates, 67. promulgación del decálogo (20, 1-21) y finalmente la primera ley sobre el culto, concreta-
101. Cf. J. M. González Ruiz, Epístola de san Pablo a los gálatas, 167. mente sobre el altar (20, 22-26). Se advierte exactamente el mismo orden que pone Pablo
102. Referencias abundantes en H. Schlier, La Carta a los gálatas, 181-184. Este en Rom 9, 4. Por lo demás, se han hecho curiosas conjeturas de organización d^ los seis
autor indica que probablemente la tradición de la promulgación de la ley por ángeles elementos que cita Pablo en este texto, por ejmplo en O. Michel, Der Briefan die Rómer,
contenía para Pablo un indicio de que esta ley —limitada temporal y objetivamente— es Góttingen 1963, 227, n. 2.
una ley divina sólo de modo mediato y por eso corrompida, o. c., 183. 106. Para este punto, cf. H. Conzelmann, Der erste Brief an die Korinther, 183.
276 Símbolos de libertad ¿De qué ley se trata? 277

más fuerte: la voluntad preceptiva impuesta por Dios a los hombres y 7, 10-11). Entendida la ley de esta manera, se comprende perfecta-
expresada en un código legal, cuya formulación fundamental consiste mente su relación con el pecado: mientras el hombre no sabe que una
en los diez mandamientos. cosa está prohibida o que está mandada, el hombre no peca si hace
Ahora bien, precisamente porque ése es el sentido fundamental de esa cosa. Pero desde el momento en que algo es sancionado mediante
la ley en la teología de Pablo, por eso se comprende la relación que él una ley y esa ley llega al conocimiento del hombre, no cabe duda que
establece entre la ley y el pecado. Ante todo, la ley hace que el pecado el hombre está más expuesto a pecar y seguramente peca más que
se manifieste como pecado, es decir, como desobediencia a Dios. antes. Por poner un ejemplo muy sencillo y que nos resulta familiar: si
Según Rom 5, 13-14, los hombres eran pecadores ya antes de ser un día determinado se establece por la ley eclesiástica como día de
promulgada la ley. Pero, una vez promulgada, lo que hizo la ley fue precepto y, por consiguiente, la gente tiene conciencia de que ese día
manifestar el pecado, hacerlo visible y constatable, como se dice debe ir a misa, es seguro que ese día —hablando desde el punto de
expresamente en Rom 3, 20. Es más, la ley vino para aumentar el vista de la moral más ortodoxa— se cometen muchos pecados que no
pecado: «se metió por medio para que proliferase el delito» (ína se habrían cometido de no existir el precepto. En este caso se cumple,
pleonáse id paraptoma) (Rom 5, 20; cf. también Gal 3, 19)107. Pero no al pie de la letra, lo que dice Pablo que ocurrió cuando vino la ley: «se
sólo eso. En realidad, lo que pasa es que la ley hace que el hombre metió por medio para que proliferase el delito» (Rom 5, 20); o como
peque más (Rom 7,11 conferido con Gen 3, 13), hasta el punto de que dice en otro pasaje, «¿Para qué la ley? Se añadió para denunciar los
Pablo llega a afirmar que «la fuerza del pecado es la ley» (1 Cor 15, delitos» (Gal 3, 19). La ley denuncia el pecado; y hasta hace que el
56). En ausencia de la ley, el pecado está como muerto (Rom 7, 8), hombre peque más, como hemos dicho antes. Porque es evidente que
pero cuando viene la ley, el pecado acelera su actividad: «al llegar el cuanto más leyes haya, habrá inevitablemente más pecados. Porque el
mandamiento, recobró vida el pecado y morí» (Rom 7, 9) 108 . fondo de la cuestión está en que la ley dice lo que es pecado, pero no
La pregunta que lógicamente hay que hacerse aquí es por qué da fuerzas para no cometerlo, no hace por sí misma que el hombre sea
Pablo tiene esta visión tan pesimista y tan sombría de la relación que más virtuoso. Justamente en ese punto de vista es dónde se sitúa
existe entre la ley y el pecado. La explicación es sencilla y coherente Pablo. Por eso puede decir, por una parte, que la ley es buena y santa,
con lo que se ha dicho hasta aquí. Cuando Pablo habla de la ley se porque en definitiva es la ley de Dios, que expresa la voluntad santa y
refiere a la ley en su sentido más fuerte: la voluntad impositiva de buena de Dios; pero, por otra parte, el mismo Pablo afirma la
Dios sobre aquellas cosas que constituyen los pecados más perjudi- relación tan sombría y negativa que existe entre la ley y el pecado,
ciales para el hombre, hasta el extremo de causarle la muerte (Rom entre la ley y la muerte, porque precisamente al dictarle al hombre lo
que tiene que hacer sin darle fuerzas para hacerlo, en realidad lo que
provoca es que el hombre se sienta metido hasta el fondo en el pecado
107. Según Gal 3, 19, la ley se añadió para denunciar los delitos, en un sentido que acarrea la muerte y la destrucción. La tendencia al pecado no está
concreto: para que los pecados, aumentados y constituidos en pecados «formales»,
manifestaran la necesidad de la redención. Cf. M. Zerwick, Analysis phüologica N. T., en la ley, sino en el hombre. Pero el hecho es que el hombre peca
421. Esta frase ha sido entendida en tres sentidos: 1) para hacer conocer a los hombres cuando, por causa de la ley, se entera de que tal acción concreta es
sus desobediencias (Agustín, Calvino, Burton); 2) para contener el pecado hasta la pecado.
venida de Jesucristo (Crisóstomo, Baur, Reuss, etc.); 3) para hacer abundar el pecado,
para excitarlo y darle la potencia de muerte que no tiene sin la ley; por la ley sola el pecado
Por último, aparte del sentido fundamental que acabamos de
se hace verdaderamente transgresión mortal de la voluntad de Dios. Este es el sentido que analizar, hay en Pablo otros textos en los que la ley tiene un sentido
cuadra indudablemente con la intención de Pablo en este pasaje. En este sentido se puede más matizado. En primer lugar, hay pasajes es lo que la «ley»
citar, no sólo 1 Cor 15, 56, sino además: Rom 5, 20; 7, 7 s; 8,2-3. Cf. P. Bonnard, L'épitre (nomos) designa el Pentateuco en general, sin hacer referencia directa
de saint Paul aux romains, 72-73. O como dice H. Schlier, La Carta a los gálatas, 177, la
¡ey ha sacado a la luz las transgresiones como tales, en cuanto que el pecado se concretó
al carácter impositivo de éste, como por ejemplo en Gal 4, 21, donde
en las transgresiones. aparece dos veces la palabra «ley», pero de tal manera que la segunda
108. Sobre este asunto, cf. C. E. B. Cranfield, St. Paul and the law. 149-150. Por lo se refiere claramente a un pasaje del Génesis (cf. Gen 16, 1-4; 21, 1-3).
demás, aquí no se trata de que Pablo tenga una visión pesimista del hombre. Se trata, más Es más, en algunos casos se alude a la Escritura en general (Rom 3,
bien, de que el hombre, confrontado con la voluntad de Dios claramente conocida, se 19) o a algún texto profético (1 Cor 14, 21; cf. Is 28, 11-12)«>9. En
descubre a sí mismo como hostil a esa voluntad divina. Pablo no hace aquí una
antropología abstracta, sino una constatación de hecho, resultado de la experiencia. Cf.
F. J. Leenhardt, L'épitre de saint Paul aux romains, 108. 109. Cf. W. Gutbrod, en TWNT IV, 1062.
¿Cuestión doctrinal o problema práctico? 279
275 Símbolos de libertad

segundo lugar, hay textos en los que «ley» (nomos) se especifica y Porque para él se trata de una unidad. No es una suma de preceptos
determina mediante un genitivo. Así, en Rom 3, 27 se habla de la «ley aislados, sino una totalidad absolutamente indivisible114.
de la fe» (nomos písteos), en contraposición a la «ley de las obras» Por consiguiente, debemos decir como conclusión: cuando afir-
(nomos érgon). Aquí la ley es comprendida en el sentido más general mamos que la ley fue abolida y suprimida por Jesús el Mesías,
de ordenación divina o «régimen»110. En Rom 7, 25, la «ley del queremos decir que, según la enseñanza de Pablo, la ley religiosa
pecado» es sencillamente la ley que hace que el hombre peque, de fundamental, codificada en el Pentateuco y que incluye esencialmente
acuerdo con lo que hemos explicado antes sobre la relación entre la el decálogo, fue suprimida por el Mesías, de tal manera que esa ley ya
ley y el pecado. Por último, hay dos textos en los que Pablo habla de no existe para los cristianos. El creyente, por lo tanto, no debe
la «ley del Espíritu» (Rom 8, 2) y de la «ley del Mesías» (Gal 6, 2), en orientar su comportamiento a partir del sometimiento a la ley, sino en
los que se trata de la novedad radical que caracteriza a la existencia función de otro principio. Pero de eso hablaremos más adelante.
cristiana, la vida de los creyentes, por contraposición a la esclavitud
del régimen legal que existió hasta la venida de Jesús el Mesías111. 22. ¿Cuestión doctrinal o problema práctico?
Como resultado, pues, de todo lo dicho acerca del sentido que
tiene la ley en los escritos de Pablo, llegamos a la siguente conclusión: En la Carta a los gálatas, Pablo no se enfrenta a un problema
menos en aquellos casos en los que la ley viene especificada por un solamente doctrinal, sino sobre todo a un asunto de orden práctico, a
genitivo que la determina según un significado preciso, y excluidos nivel del comportamiento moral. Porque, en realidad, lo que estaba
también aquellos textos en los que la ley se refiere claramente al en juego era si los cristianos tenían que organizar su conducta según
Pentateuco o a la Escritura en general, el término «ley» (nomos) es la legislación del antiguo testamento; o si, por el contrario, aquella
utilizado por Pablo con un sentido uniforme: en el sentido de la legislación ya no les obligaba a ellos. Este punto es capital para
voluntad impositiva de Dios, manifestada en un código legal y cuya comprender lo que Pablo quiere decir cuando se enfrenta tan dura-
expresión esencial y culminante es el decálogo. Desde este punto de mente al problema de la ley. Es verdad que la cuestión inmediata que
vista, es importante recordar que aun cuando la ley, en el Pentateuco, alllí se planteaba era si los cristianos debían o no someterse al rito de
no constituye una unidad (tanto por su forma literaria, como por su la circuncisión. Pero hay que tener muy presente que, en el pensa-
datación y contenido)112, sin embargo se puede hablar, con toda miento de Pablo, no se trataba meramente de aquel rito o, si se quiere,
razón, de una ley en cuanto que toda la legislación mosaica tiene su de aquella ley concreta, sino que, al hablar de la circuncisión, en
fundamento y su razón de ser en la alianza de Dios con su pueblo realidad de lo que está hablando es de la ley en su totalidad. En efecto,
escogidol 13. Por lo demás, Pablo habla siempre de la ley en singular. Pablo entiende la circuncisión como el rito de acceso al pueblo de la
ley, a la religiosidad de la observancia legal. Así lo afirma expresa-
mente: «a todo el que se circuncida le declaro de nuevo que está
110. Sin embargo, hay quienes piensan que la «ley de las obras» se ha de entender obligado a observar la ley entera» (Gal 5, 3). Y en la Carta a los
siempre como ley mosaica o, en general, la ley del antiguo testamento. Cf. A. van romanos llega a decir que la circuncisión tiene sentido en tanto en
Dülmen, Die Theologie des Gesetzes bei Paulus, 87; G. Friedrich, Das Gesetz des Glaubens cuanto, a partir de ella, el hombre se somete enteramente a la ley: «La
Rom 3, 27: ThLZ 79 (1954) 401-417, concretamente 414.
111. W. Gutbrod, en TWNT IV, 1063.
circuncisión sirve ciertamente para algo si practicas la ley, pero si la
112. Para este punto, véase la importante obra de M. Noth, Die Gesetze im violas, tu circuncisión es como si no existiera» (Rom 2, 25). Por más
Pentateuch. Ihre Voraussetzungen und ihr Sinn, en Gesammelle Sludien zum Alten Testa- que este planteamiento no fuera aceptado, sin más, por los judíos 115 ,
ment, München 1957, 9-141. el hecho es que Pablo le concede una importancia singular, hasta el
113. Cf. G. Siegwalt, La loi, chemin du salut, 10. Desde este punto de vista, no parece extremo de ver en ello el peligro más grave para la comunidad de los
que se puede seccionar y desarticular el pensamiento de Pablo acerca del concepto de
«ley», dispersándolo en una multiplicidad de conceptos, hasta el punto de afirmar que en
la Carta a los gálatas tiene seis sentidos diferentes; y en la Carta a los romanos hasta once
114. Así expresamente, por ejemplo, A. van Dülmen, Dei Theologie des Gesetzes bei
significados diversos. A partir del análisis de textos que hemos presentado hasta este
Paulus, 130.
momento, nos parece más coherente el sentido homogéneo y más unitario que hemos
115. Parece, en efecto, que este punto no estaba puesto en primer plano por los
indicado. Un punto de vista diferente, en la línea indicada, puede verse en F. Marin,
adversarios cristiano-judíos de Pablo, quizás incluso hasta era una cuestión descuidada
Matices del término «ley» en las cartas de san Pablo: EtEc 49 (1974) 19-46, concreta-
por ellos. Cf. H. Schlier, La Carta a los gálatas, 268.
mente 24-25.
280 Símbolos de libertad Sentido de la libertad cristiana 281

creyentes: optar por la circuncisión —y en consecuencia, por el sino que va más lejos y llega a afirmar —como hemos visto— que el
sometimiento a la ley— era lo mismo que romper con Cristo y caer en cristiano ya no está sometido a la ley religiosa, como el hombre adulto
la mayor desgracia (cf. Gal 5, 4). no está sometido al «pedagogo» (Gal 3, 23-26) o como la mujer viuda
Pues bien, planteado el problema en estos términos, Pablo respon- ya no está obligada a las leyes matrimoniales (Rom 7, 1-4).
de lógicamente utilizando una argumentación doctrinal, pero de tal Una palabra final: en todo este asunto, se trata de una cuestión de
manera que esa argumentación está toda ella orientada a desembocar coherencia. He aquí la palabra clave en todo este problema. Por una
en una conclusión de orden ético. Y esa conclusión, como hemos razón que se comprende enseguida: los que se limitan a decir que
probado ampliamente en este capítulo, es que la ley ya no existe para Pablo no predica la liberación real y efectiva de la ley, sino solamente
el hombre de fe. Con lo cual Pablo quiere decir que la ley no existe que la rehabilitación o la justificación ante Dios no proviene de la ley,
para el creyente, ni como principio de rehabilitación ante Dios, ni ¿en virtud de qué principio dicen que hay leyes del antiguo testamento
como principio de acción a la hora de organizar la conducta. que ya no nos obligan a los cristianos, mientras que otras nos siguen
Para decirlo más claramente: Pablo no escribe la Carta a los obligando? ¿por qué no enseñan que tenemos que seguir cumpliendo
gálatas para decir a los cristianos que podían y debían seguir practi- todo lo que obligaba a los judíos? ¿por qué unas cosas sí y otras no?
cando la circuncisión (y en consecuencia, las demás leyes del antiguo Seamos coherentes: Pablo no hace jamás distingos, en el sentido de
testamento), pero con tal que hicieran eso con un espíritu nuevo y con que unas leyes sí y otras no. Si mantenemos el principio de que la ley
una mentalidad distinta, es decir, con su fe puesta en Jesús el Mesías. sigue obligando a los cristianos, vayamos hasta las últimas conse-
En ningún momento sugiere Pablo semejante idea. Por el contrario, cuencias. Y si pensamos que eso es sencillamente inaceptable, enton-
su pensamiento es tajante, hasta el punto de afirmar, sin distingos ni ces mantengamos el principio de la coherencia en la interpretación de
cortapisas, que quien se somete a la circuncisión (con todo lo que eso un pensamiento, como el de Pablo, que no parece admitir fisuras ni
significaba) rompe con Cristo y cae en desgracia (Gal 5, 4). En otras soluciones a medias.
palabras, Pablo no enseña que los cristianos han sido liberados del
espíritu servil y de la mentalidad con que los judíos se sometían a la
ley, sino que afirma, sin más, que los creyentes en Jesús hemos sido 23. Sentido de la libertad cristiana
liberados del sometimiento a la ley y de su consiguiente observancia.
Se trata, pues, de una cuestión no sólo doctrinal, sino sobre todo Pero entonces, ¿es que el cristiano es un hombre sin ley? Y por lo
eminentemente práctica. Una última aclaración, en este sentido, tanto, ¿es que el cristiano puede robar y matar, mentir y fornicar,
ayudará al lector: cuando Pablo dice que los cristianos estamos hacer y deshacer a sus anchas todo lo que está prohibido en el
liberados de la ley, esa afirmación se puede entender de tres maneras decálogo? A primera vista, parece que ésta sería la conclusión que
o, si se quiere, en tres sentidos: 1) hay que cumplir la ley, pero con la habría que sacar de todo lo dicho hasta ahora.
ayuda de Cristo, no con la fuerza que proviene de la misma ley; 2) Sin embargo, nada más lejos del pensamiento de Pablo. El, en
no hay que buscar la rehabilitación ante Dios por medio de la ley, efecto, no fué un maestro de libertinaje. Ni en momento alguno
sino por el mérito de Cristo y por la gracia que proviene del Espíri- pretendió que los cristianos sacaran semejantes conclusiones de su
tu; 3) el cristiano no debe organizar su comportamiento a partir de enseñanza sobre la libertad. Todo lo contrario: si él predicó con tanta
lo que dice la ley, sino desde otro planteamiento (el discernimiento energía la libertad de la ley, es porque vio en eso el camino más
cristiano, como veremos enseguida). Ahora bien, la primera manera directo para que el hombre viva el seguimiento de Jesús el Mesías, en
de entender la liberación de la ley es precisamente lo que niega el despojo de todo egoísmo y de acuerdo con las exigencias más
formalmente Pablo, porque él no dice jamás que la libertad de la ley hondas y más fuertes de la cruz (Gal 6, 12; cf 5,11). Pero, ¿por qué es
consista simplemente en que el creyente cumpla lo que manda la ley eso así? ¿y qué quiere decir todo eso en el fondo?
con la ayuda de Cristo, sino que, por el contrario, la tesis fundamental Los cristianos no son hombres sin ley. Cuando el profeta Jeremías
de Pablo es que el cristiano está exento de la ley. Por otra parte, la anuncia la nueva alianza, recurre precisamente al concepto de ley
segunda manera de entender la liberación es coherente con la ense- para describir lo que será la nueva situación en que van a vivir los
ñanza de Pablo, pero con eso sólo no basta, porque él no se limita a hombres a partir de la venida del Mesías. Esta nueva alianza no es ya
decir que la rehabilitación del hombre proviene de la fe (no de la ley), como la antigua, como la que Dios hizo con los israelitas cuando los
282 Símbolos de libertad Sentido de la libertad cristiana 283
sacó de Egipto (Jer 31, 32), sino que se trata de una realidad entera- muerte». Ahora bien, en este caso, el término nomos no puede ser
mente nueva y distinta. Ahora bien, la novedad consiste en lo siguien- traducido por ley, en el sentido de un código legal dictado por Dios, o
te: «meteré mi ley en su pecho, la escribiré en su corazón, yo seré su sea «ley de Dios», porque la ley de Dios no puede ser principio de
Dios y ellos serán mi pueblo» (Jer 31, 33). La nueva situación, que se pecado y de muerte, sino que, por el contrario, es «espiritual» (Rom 7,
instaura a partir de la venida de Jesús el Mesías, se define por el hecho 14), «santa» (Rom 7, 12), justa y buena (Rom 7, 12)119. Por tanto,
de que la ley ya no es algo exterior al hombre, sino algo que el mismo nomos no se ha de entender en el sentido estricto de ley, sino en el
hombre lleva impreso en su corazón, es decir, en lo más profundo de sentido más general de régimen o situación en la que se encuentra el
su ser116. Por consiguiente, no se trata de que los hombres van a vivir hombre 120 . En consecuencia, el texto de Rom 8, 2 quiere decir que el
sin ley, sino de que la ley es ya otra cosa, distinta de la ley antigua. Y cristiano ha sido liberado del régimen o situación del pecado y de la
la diferencia está en esto: por contraposición a la ley del antiguo muerte, de tal manera que se encuentra en un régimen nuevo, en una
testamento, que era una ley exterior al hombre, escrita en un código situación distinta, que es el régimen del Espíritu que da la vida.
de obligaciones y preceptos, la ley nueva está impresa en lo más A este nuevo régimen lo llama Pablo ley, porque viene a sustituir
hondo del ser de cada persona, connatural con ella misma, y es la al régimen antiguo, en el que el pecado, tomando pie de la ley,
expresión, no de un mandato que viene desde fuera, sino de una provocaba la muerte (Rom 7, 9-11). En el nuevo régimen, por el
exigencia que brota desde dentro 117 . contrario, el Espíritu comunica la vida. Por consiguiente, no se trata
Para expresar esta exigencia, Pablo utiliza la palabra ley (nomos). de que Pablo contraponga una ley a otra ley, sino que, más bien, lo
Y así, él habla de la «ley del Espíritu» (Rom 8, 2) o de la «ley del que afirma es la contraposición radical de una situación frente a otra:
Mesías» (Gal 6, 2). ¿Cómo se ha de entender esta ley? a la antigua alianza se contrapone la nueva; la antigua, basada en un
Por supuesto, no se trata de que los cristianos van a cumplir la ley código escrito (grámma), llevaba a la muerte, mientras que la nueva,
antigua, la ley dada por Dios a Moisés (incluido del decálogo), basada en el Espíritu, comunica la vida (2 Cor 3, 6-9). Pablo plantea,
animados y estimulados por el Espíritu de Dios. Por la sencilla razón por tanto, una alternativa: el cristiano ya no vive en el régimen de la
de que aquella ley fue abolida y suprimida por Cristo. Tampoco se ley, sino en la nueva situación que se define como el régimen del
trata de una ley nueva, más exigente que la antigua, pero a fin de Espíritu que da la vida.
cuentas una ley, en el sentido de un código de normas y prohibiciones Esta nueva situación, en la que ya la ley no cuenta porque ha sido
exteriores al hombre. Porque en tal caso, el creyente no habría sido suprimida, comporta una exigencia fundamental: el amor a los demás
liberado de la ley, sino que, por el contrario, habría sido sometido a (Gal 6,2). En este texto, Pablo vuelve a utilizar el término ley. Se trata
otra ley, más exigente y más tajante, lo que sería igual a estar aquí de la «ley del Mesías» (nomos toú Xristoü). Pero aquí también
sometido a una nueva esclavitud, más oprimente y más dura que la hay que decir que nomos no se refiere a una ley, una normativa legal.
antigua. Pablo no dice nunca que hemos sido liberados de una ley, Porque la ley de que aquí se trata consiste, ni más ni menos, en la
para estar sometidos a otra, sino que afirma, sin más, que hemos sido puesta en práctica del amor hacia los demás: «Arrimad todos el
liberados de la ley. Pero, entonces, ¿por qué habla de la «ley del hombro a las cargas de los otros, que con eso cumpliréis la ley del
Espíritu» y de la «ley del Mesías»? Mesías» (Gal 6, 2). Este texto es paralelo de Gal 5, 13-14: «que el
Ante todo, hay que tener presente que en Rom 8, 2, la «ley del amor os tenga al servicio de los demás, porque la ley entera queda
Espíritu de vida» 118 se contrapone a la «ley del pecado y de la cumplida con un solo mandamiento, el de amarás a tu prójimo como
a ti mismo». Ahora bien, el amor no es una ley. Ni se puede
116. Cf. F. Baumgártel, en TWNT III, 609-611.
117. En este sentido, cf. Ez 36, 27: el cumplimiento de la voluntad de Dios será el
resultado de la acción del Espíritu de Yahvé en lo profundo del ser del hombre, no es 119. Pablo no dice que la ley sea principio de muerte. Lo que produce la muerte es el
mero cumplimiento de un código exterior a la persona. Para todo este asunto, cf. S. pecado, que se sirve de la ley para provocar la muerte, como afirma expresamente en Rom
Lyonnet, La liberté chrétienne, L'étre et íagir du chrétien, Roma 1976, 16-18. 7, 11-13.
118. La frase se puede entender o bien del Espíritu que da la vida; o bien del Espíritu 120. Cf. en este sentido, E. Kásemann, An die Romer, 205-206; O. Michel, Der Brief
que posee la vida. El primer sentido es el más coherente con nuestro texto, porque se an die Romer, 189; F. J. Leenhardt, o. c, 115. En el fondo, se trata de una nueva época,
contrapone al régimen que produce la muerte. Por lo demás, lo propio del Espíritu es una nueva situación en la historia de la salvación, que viene marcada precisamente por el
comunicar la vida (Rom 8, 10-11; 1 Cor 15, 45). Cf. F. J. Leenhardt, o. c, 115-116; A. fin y la anulación de la ley. Cf. H. Conzelmann, Grundriss der Theologie des Neuen
Viard, o. c, 170. Testaments, München 1968, 247.
284 Símbolos de libertad Sentido de la libertad cristiana 285
considerar, en modo alguno, como una normativa escrita, con sus Pablo no dice en este texto que el amor es una ley, es decir, otra ley
prohibiciones y preceptos. El amor es una fuerza, que orienta la vida que los creyentes tendrían que cumplir en sustitución de la antigua.
en un sentido determinado. Por eso, en Gal 6, 2, la ley significa la Lo que Pablo afirma es que el amor es el cumplimiento total y
orientación fundamental de la vida 121 . Por consiguiente, Pablo viene perfecto (pléroma) de todo lo que la ley puede imponer y exigir a los
a decir esto: en la alianza antigua, el principio orientador de la vida hombres. En efecto, el sustantivo pléroma indica no sólo la idea de
era la ley; en la nueva situación, a partir de la muerte del Mesías, el llenar o completar, sino más en concreto «llevar hasta la plenitud» y,
principio que tiene que orientar la existencia es el amor a los de- por tanto, cumplir plenamente124. El que ama, llega lo más lejos que
más 122 . se puede llegar en la realización de lo que Dios quiere. Por eso, el que
Esta conclusión se ve más claramente en Gal 5, 13-14. En este ama a los demás no necesita ley, es decir, no necesita unas normas o
texto, Pablo afirma que la totalidad de la ley (pás nomos) se realiza una expresión codificada de la voluntad de Dios, porque con el solo
plenamente (peplérotai) con una sola cosa: el amor al prójimo. No se hecho de amar, ya está cumpliendo plenamente todo lo que Dios le
trata, por tanto, de que las exigencias profundas de la ley hayan exige y le puede exigir. Por el contrario, hay que decir, con toda
dejado de tener valor y sentido para los hombres. Se trata, más bien, lógica, que donde falta el amor no se da el «cumplimiento de la ley»,
de que esas exigencias quedan plenamente cumplidas por el que ama es decir, donde falta el amor no se hace lo que Dios quiere, por más
de verdad a los demás. Porque el verbo que utiliza Pablo en este texto normas y leyes que se cumplan. Porque, según la teología de Pablo,
(pierdo) no quiere decir solamente que la voluntad de Dios se resume donde no hay amor, lo demás no sirve para nada, aunque el hombre
en la idea de amor, ni que la ley antigua culmina en el precepto del llegue en su fidelidad y en su generosidad hasta los límites de lo
amor, sino que indica sencillamente que quien ama ha cumplido ya, inconcebible (cf. 1 Cor 13, 1-7)125.
por eso solo, toda la voluntad preceptiva de Dios hacia los hom- Este amor no consiste en un simple sentimiento natural y espontá-
bres 123. La consecuencia que se desprende lógicamente de lo dicho es
neo. El amor es, ante todo, un don que el Espíritu de Dios concede al
clara: para el cristiano, que ha sido liberado de la ley, toda la vida
hombre (1 Cor 12, 31; Gal 5, 22; Rom 5, 5) y que se traduce en un
moral se resume, se realiza y se expresa en el amor a los demás. No es
que la ley haya sido sustituida por otra cosa, el amor; se trata, más modo concreto de comportamiento. Por eso, Pablo dice que los
bien, de que el amor es el cumplimiento perfecto de todo lo que Dios mandamientos del decálogo y cualquier otro precepto se resume, o
quiere de los hombres. sea tiene su síntesis (únakefalaioütai) en el hecho de amar a los demás
como uno se quiere a sí mismo 126 .
Pero, sin duda alguna, donde Pablo ha formulado con más fuerza Pero el texto de Rom 13, 8-10 va más lejos. Porque no se trata
este principio es en Rom 13, 8-10: solamente de que el amor es el cumplimiento perfecto de todo lo que
puede exigir la ley religiosa. Se trata, además, de que el amor es
A nadie le quedéis debiendo nada, fuera del amor mutuo, pues el que
ama al otro tiene cumplida la ley. De hecho, el no cometerás adulterio, también la plenitud de la ley civil. En efecto, en Rom 13, 8 no se dice
no matarás, no robarás y cualquier otro mandamiento que haya se simplemente que quien ama al otro tiene cumplida la ley, sino que se
resume en esta frase: amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no afirma, más concretamente, que así se cumple «la otra ley» (ton
causa daño al prójimo y, por tanto, el cumplimiento de la ley es el éteron nómon). Esta «otra» ley es el decálogo, como consta expresa-
amor.
mente por Rom 13, 9. Pero es claro que al hablar de «otra», se está
refiriendo implícitamente también a la ley civil, de la que ha tratado

121. Cf. A. van Dülmen, Die Theologie des Gesetzes bei Paulus, 67; P. Bláser, Das
Gesetz bei Paulus, Münster 1941, 241. 124. Cf. F. Zorell, Lexicón graecum N. T., París 1961, 1078-1079; W. Bauer,
122. Por lo demás, no se trata de que aquí Pablo viene a hacer una concesión a los Worterbuch zum N. T„ Berlin 1958, 1333-1334.
gálatas: puesto que queréis ley, ahí tenéis la de Cristo. Ciertamente no es ésa la intención 125. Sobre esta relación entre nuestro texto y 1 Cor 13, 1-7, cf. E. Kásemann, An die
de Pablo en este contexto. Cf. P. Bonnard, Vépitre de saint Paul aux galates, 118. Romer, 345.
Evidentemente, la «ley de Cristo» es algo mucho más serio que la simple «satisfacción» 124. Cf. F. Zorell, Lexicón graecum N.T., París 1961, 1078-1079; W. Bauer, Worter-
que vendría como a contentar a los desorientados destinatarios de la carta. Sobre este buch zum N. T., Berlín 1958, 133-1334.
punto, cf. A. van Dülmen, o. c, 149. 125. Sobre esta relación entre nuestro texto y 1 Cor 13, 1-7, cf. E. Kásemann, An die
123. Cf. P. Bonnard, o. c, 109. Romer, 345.
126. Cf. H. Schlier, en TWNT III, 681.
286 Símbolos de libertad Sentido de la libertad cristiana 287

inmediatamente antes (Rom 13, 1-7). El amor cristiano, por consi- de la ley más sagrada y más importante, lo está, por eso mismo, de
guiente, es la síntesis que recapitula y que lleva hasta su cumplimiento cualquier otro sistema legal.
toda ley, toda ordenación jurídica y todo sistema organizativo, tanto Pero entonces, ¿no equivale esto a predicar el libertinaje y el
en el plano de las relaciones del hombre con Dios, como en el dominio desorden? ¿qué sería de la sociedad y de la iglesia si las leyes dejan de
de las relaciones sociales y cívicas, tanto públicas como privadas 127 . tener valor obligatorio en conciencia? Por lo tanto, ¿se puede tomar
Dos consecuencias se deducen lógicamente de todo este plantea- realmente en serio toda esta doctrina sobre la libertad total respecto a
miento. En primer lugar, está claro que, según la doctrina de Pablo, el la ley?
amor a los demás lleva hasta su pleno cumplimiento y hasta sus Desgraciadamente estamos tan poco acostumbrados a imaginar
últimas consecuencias todas las obligaciones y todos los deberes del un grupo humano en el que el amor se tome realmente en serio, que
hombre: sus relaciones con Dios, sus relaciones con sus semejantes, y nos resulta inconcebible eso de que los hombres vivan efectivamente
sus relaciones con la sociedad en todo orden de cosas. Por el contra- liberados de la ley. No nos cabe en la cabeza. Hasta el punto de que
rio, donde falta el amor, no hay ley ni organización —divina o no vemos más camino que la ley. Y por eso, todo lo que sea atentar
humana— que pueda suplir la exigencia fundamental que se le contra la firmeza y la estabilidad de la ley nos parece un atentado
impone al hombre' amar a los demás. En segundo lugar, si el amor es directo —el más peligroso y el más radical— contra la vida moral y,
el cumplimiento y la síntesis de toda ley, eso quiere decir que la en ese sentido, contra la religión y contra la sociedad.
doctrina de Pablo sobre la abolición del régimen legal no se refiere Sin embargo, por más extraño y más desconcertante que nos
solamente a la ley religiosa del antiguo testamento, sino que abarca a parezca, una vez más hay que afirmar que, en el pensamiento de
todas las leyes, tanto divinas como humanas. El cristiano está libera- Pablo, apartarse de la libertad cristiana es apartarse de la cruz de
do de toda ley, sea cual sea su origen y su contenido. Esta conclusión, Jesús el Mesías, mientras que, por el contrario, aceptar la libertad de
por lo demás, resulta enteramente lógica si tenemos en cuenta que la la ley es aceptar la cruz del Señor con todas sus consecuencias (Gal 6,
afirmación central de Pablo es que los creyentes han sido liberados del 12-13). ¿Por qué? Por tres razones:
decálogo. Ahora bien, si su enseñanza llega hasta ese extremo, a 1. Ante todo, la experiencia nos enseña que la fidelidad a la ley
cualquiera se le ocurre pensar que luego no va a hacer concesiones desemboca inevitablemente en el «legalismo». Y desemboca en eso
ante cualquier otra legislación de rango inferior. El que está liberado tanto más cuanto con más tenacidad se acomete el cumplimiento
exacto de la ley. Porque la ley ey es para el hombre una auténtica
127. En Rom 13,1-7, Pablo explica cuál debe ser el comportamiento de los cristianos tentación, que lo arrastra a utilizar la norma legal como un derecho o
en su relación con las autoridades civiles. No se trata de un sometimiento servil e exigencia ante Dios. Es decir, la observancia de la ley es la defensa que
incondicional. El verbo que utiliza Pablo (úpotassészo) en Rom 13, 1 es el mismo que el hombre puede esgrimir frente a Dios. Lo que quiere decir que el que
expresa la relación mutua que debe darse entre los creyentes (1 Cor 16,16), en el temor del
Mesías (Ef 5, 21), como la iglesia se somete a Cristo y la esposa al esposo (Ef 5, 24). En
se aferra al cumplimiento de la ley, en el fondo es un sujeto centrado
todos estos casos, el amor juega el papel decisivo. Se trata, pues, de una sumisión «como en sí mismo, que utiliza su observancia como una medida de indepen-
conviene en el Señor» (cf. Col 3, 18). Por otra parte, la autoridad está puesta «para ayudar dencia frente a Dios, imaginando que él puede poner a Dios como
a lo bueno» (eís tó ágazón) (Rom 13, 4). Pablo concibe la autoridad como un servicio una obligación hacia sí mismo (cf. Rom 3, 20; Flp 3, 6) 128 . Por eso, el
para el bien de los ciudadanos y de la convivencia social. Cuando la autoridad no sirve
para eso, no hay que someterse a ella. Porque está claro que Pablo no va a pedir el
legalismo lleva a la autosuficiencia y a la autoafirmación de sí mismo,
sometimiento incluso cuando la autoridad se sirve de su poder para hacer el mal. Pero lo frente a Dios y frente a los demás. El hombre que se centra en la
que no dice Pablo es quién tiene que determinar cuándo la autoridad abusa de su poder. observancia de la ley desemboca, de la manera más sutil y solapada,
Ciertamente eso no lo va a determinar la autoridad, sino la conciencia del propio en el orgullo (Rom 3, 23) 129 . Un orgullo que se puede y se suele
creyente, porque la decisión se ha de tomar en la presencia del Espíritu (Rom 9, 1) y ante
Dios (2 Cor 4, 2). Sobre todo este tema, cf. H. Conzelmann, Grundriss der Theologie des presentar acompañado de toda clase de humildades y mortificaciones.
N. T., 245-246; E. Kásemann, Romer 13, 1-7 in unserer Generation: ZTK 56, (1959) 316- Pero, a fin de cuentas, un orgullo que constituye a la ley en una
376; A. Strobel, Zum Verstándnis von Rom 13: Zeitschrift für die neutest. Wissenschaft especie de ídolo, que da seguridad, tranquilidad y complacencia en sí
und die Kunde der alteren Kirche 47 (1956) 67-93. Sobre el problema de la autoridad en mismo. He ahí el peligro más serio que entraña el legalismo. A un
Rom 13, cf. J. Kallas, Romans 13,1-7: An Interpolation: NTS 11 (1964/65) 365-374. Para
una información sobre el estado de la cuestión acerca de este punto, cf. E. Kásemann, An
die Romer, 336. Para la relación entre los v. 1-7 y 8-10, 344-345; también en F. J. 128. Cf. C. E. B. Cranfield, Sí. Paul and the law, 151.
Leenhardt, o. c, 189-190. 129. Cf. supra, n. 33.
288 Símbolos de libertad La normativa eclesiástica 289

hombre que se sitúa así frente a Dios y frente a los demás, se le hace límites. Y eso, en el fondo, es lo que nos da miedo. Y lo que nos hace
sencillamente imposible el seguimiento de Jesús, que desemboca en la insoportable la idea de una vida cristiana en la que todo depende, no
cruz. Un hombre así, será profundamente religioso, pero será también de la observancia de unas leyes (con sus límites y sus casuísticas), sino
un incrédulo frente a Jesús. únicamente del grado y la dosis de amor sincero, de bondad sin
2. En segundo lugar, abrazar la libertad cristiana es abrazar la ficciones que uno tenga ante los demás con los que le ha tocado
cruz. Es decir, abrazar la libertad cristiana es aceptar que a uno lo van convivir. Por esta razón se puede decir a boca llena que la religión de
a mirar como un sujeto extraño y peligroso, como un insensato o un la ley es un engaño. Porque en una religión así, se suele encontrar
indeseable, un individuo al que hay que quitar de enmedio. Abrazar la mucha observancia, pero poco servicio: la gente religiosa se afana por
libertad cristiana es abrazar el enfrentamiento y la persecución. Pablo cumplir hasta el último detalle de la ley, pero con frecuencia se
sabía esto por propia experiencia (Hech 21, 27-36). Como lo han desentiende de los intereses reales de los demás. Y entonces, lo que
sabido, a lo largo de la historia, cuantos han intentado andar por el pasa es que la observancia legal tranquiliza las conciencias, mientras
camino de la libertad de los hijos de Dios. Pero aquí conviene hacer que lo único verdaderamente necesario se deja de cumplir. En muchos
una advertencia: el que se comporta de acuerdo con la libertad conventos y en no pocas iglesias es relativamente frecuente encontrar
cristiana no es perseguido simplemente por el hecho de que su bastante observancia, pero al mismo tiempo también es frecuente
conducta resulte extraña o incluso peligrosa para el sistema estableci- encontrar bastante aislamiento de las personas, bastante soledad,
do. Además de eso, a un cristiano, que se comporta de acuerdo con bastante infelicidad y a veces tragedias increíbles de sufrimiento, por
esta libertad, se le persigue porque quienes viven centrados en la las que nadie se interesa, por la sencilla razón de que eso no está
observancia de la ley no permiten ni toleran que haya otros hombres programado ni previsto en las normas.
que, con su vida y sus palabras, proclamen la libertad cristiana frente Y para terminar este apartado, una observación importante: al
a la ley. El legalismo es necesariamente intransigente con todos los presentar su doctrina sobre la libertad de la ley, Pablo no pretendió
que no se someten a él. Por eso, el legalismo se traduce en persecución dar una enseñanza acerca de la organización de la sociedad. El no era
de todos los que viven y proclaman la libertad. Pablo lo dice expresa- tan ingenuo como para eso. Por supuesto, que en la sociedad son
mente en Gal 6,12-13: la única preocupación de los legalistas «es que necesarias las leyes que organicen la convivencia. Como en la ciudad
no los persigan por causa de la cruz del Mesías». Sus verdaderas es necesario que el tráfico esté debidamente ordenado o la recogida de
intenciones no son limpias, porque predicando el sometimiento a basuras sensatamente organizada. Pero de esas cosas no habla Pablo.
Dios, en realidad lo que menos les importa es Dios; lo que buscan es Lo único que él quiso afirmar es cómo debe ser el comportamiento de
«quedar bien en lo exterior» y, en definitiva, gloriarse de que los los creyentes en la comunidad de la fe y, desde la comunidad de la fe,
demás se someten a lo que ellos hacen 130 . en el conjunto de la sociedad. Esto supuesto, es indudable que unos
3. Pero hay algo que va más al fondo del problema. Como hombres que toman en serio el amor a los demás como orientación
hemos visto, la libertad cristiana es lo más opuesto al libertinaje. fundamental de la vida, serán por eso mismo ciudadanos intachables
Porque vivir la libertad que exige la fe es vivir el amor con todas sus y —lo que es más importante— los primeros constructores de una
consecuencias. Ahora bien, el amor cristiano es una auténtica esclavi- sociedad más humana y más coherente en todos los órdenes. Y lo que
tud: «que el amor os tenga al servicio de los demás» (diá tés ágapes vale para la sociedad en general, con más razón ha de valer para la
douleúete állélois) (Gal 5, 13). Las exigencias de la ley son siempre organización concreta que es la iglesia.
limitadas y concretas. Las exigencias del amor, por el contrario, no
tienen límites. El único límite del amor es la disponibilidad y el
servicio incondicional a los demás. O sea, que en el amor no hay 24. La normativa eclesiástica
130. En el v. 12 aparece el verbo eúprosopetn que indica la idea de jugar un buen Cuando se plantea el problema de la ley y se afirma que los
papel, hacer buena figura y, de ahí, quedar bien en lo exterior. La intención oculta de los cristianos han sido liberados de ella, se suele refutar esa conclusión
judaizantes era de orden puramente humano, por más que en apariencia quisieran hacer
la impresión de gente profundamente fiel a Dios. Pero más allá de esto, el motivo con el hecho de la normativa que, sin duda alguna, existió en la iglesia
fundamental de su tenacidad por la ley era simplemente el orgullo, como se dice primitiva. Los apóstoles —Pablo el primero— tomaron decisiones y
expresamente en el v. 13. Cf. P. Bonnard, Vépttre de saint Pauel aux galates, 129. dieron órdenes a las comunidades. Incluso parece que se puede hablar
Símbolos de libertad La normativa eclesiástica 291
290
de un cierto derecho, más o menos codificado, ya en las comunidades disponer algo en un momento concreto— no es dictar o promulgar
cristianas de las que nos habla el nuevo testamento 131 . Ahora bien, si una ley, ni siquiera una norma. Esto se ve claramente en el uso que
esto es así, ¿hasta qué punto se puede asegurar que los cristianos han hace Pablo de este verbo. El texto de 1 Cor 7, 17 es significativo a este
sido liberados de la ley en el sentido explicado? respecto: la decisión que Pablo comunica a las comunidades es que no
Para responder a esta pregunta, hay que tener en cuenta, ante hagan un problema en todo lo referente a la circuncisión. Porque
todo, que una cosa es la ley y otra cosa es la exhortación132. En «estar circuncidado o no estarlo no significa nada, lo que importa es
ningún sitio del nuevo testamento se dice que los apóstoles dictaran cumplir lo que Dios manda» (1 Cor 7, 19). Se trata, por consiguiente,
leyes para las comunidades cristianas. Es más, ni siquiera se utiliza el de que los cristianos no hagan un problema del sometimiento o no
verbo jurídico éntélleszai (dar órdenes) 133 o el verbo keleúein (man- sometimiento a la ley. Es decir, la ley ya no interesa. Lo que interesa
dar) 134 . Cuando Pablo tiene que disponer algo, para bien de la es hacer lo que Dios quiere. Ahora bien, si Pablo utiliza el verbo
comunidad, utiliza el verbo paraggéllein que significa textualmente diatásso en ese contexto precisamente, eso quiere decir obviamente
«hacer pasar un mensaje»135, indicando de esta manera que él no es que ese verbo no tienen para él el sentido de imponer o establecer una
sino intermediario que transmite la palabra del Señor136. Pero, so- ley. Porque a cualquiera se le ocurre que no va a pretender liberar de
bre todo, tanto Pablo como los demás apóstoles, en su relación con la ley imponiendo otra ley. Por otra parte, se debe tener presente en
las comunidades, a lo que recurren constantemente es a la paráklesis todo este asunto la doctrina general de Pablo sobre la ley. Es claro
(parakaléo), que tiene el doble sentido de exhortación137 y de conso- que si él ha luchado tan decididamente por defender la liberación de
lación138. Se trata, por tanto, de algo completamente distinto de lo la ley, como algo esencial para vivir la fe cristiana, resulta impensable
que nosotros entendemos cuando hablamos de leyes o de normas. que por su cuenta se dedique a dictar leyes a las comunidades. Parece,
Pero antes de seguir adelante conviene aclarar una cuestión. Es pues, que Pablo comunica decisiones o hace indicaciones a las comu-
verdad que Pablo utiliza en tres ocasiones el verbo diatásso (1 Cor 7, nidades en determinados momentos. Pero más de eso no se puede
17; 11, 34; 16, 1), que significa ordenar, disponer, expresar una decir, con toda seguridad.
voluntad. Pero aquí se deben hacer algunas observaciones. En primer Por otra parte, sabemos que los «pastores» de la iglesia no deben
lugar, está claro que el solo hecho de expresar una decisión — comportarse como dominadores que somenten a la comunidad me-
diante normativas legales, sino como «modelos del rebaño» (1 Pe 5,
3) 139 . De tal manera que Pablo asegura no pretender en modo alguno
131. Sobre este punto, E. Kásemann, Sátze heiligen Rechtes im Neuen Testament, en
Exgetische Versuche und Besinnungen II, Góttingen 1970, 69-82.
dominar (kurieúomen) sobre la fe de los creyente, sino solamente
132. Cf. sobre este asunto, E. Schlink, Gesetz und Paraklese, en Antwort. Festschrift colaborar con ellos y compartir su alegría (2 Cor 1, 24). Por eso, la
zum 70 Geburstag Kart Barths, Zurich 1956. autoridad de Pablo no se ejercita al margen de la comunidad, y menos
133. El verbo aparece en el nuevo testamento, pero nunca referido a la acción aún sometiendo a la comunidad, sino en la colaboración y correspon-
pastoral de los ministerios de las comunidades: Mt 4, 6; 17, 9; 19, 7: 28, 20; Me 3, 10; 13,
34; Le 4, 10; Jn 14, 31; 15, 14.17; Hech 1, 2; 13, 47; Heb 9, 20; 11, 22.
sabilidad de todos. En este sentido es iluminador el caso del incestuo-
134. Este verbo aparece en boca de Jesús o de las autoridades civiles, que mandan so de Corinto (1 Cor 5, 1-5): ante aquel escándalo público, Pablo —
con poder sobre sus subditos: Mt 8, 18; 14,9.19.28; 18, 25; 27, 58.64; Le 18,40; Act 4, 15; que está ausente de la comunidad— toma una decisión; pero la puesta
5, 34; 8, 38; 12, 19; 16, 22; 21, 33.34; 22, 24. 30; 23, 3; 25, 6.17.21.23; 27, 43. en práctica de lo decidido se realizará de tal manera que en la
135. 1 Cor 7,10; 11, 17; 1 Tes 4, 2.11; 2 Tes 3, 4.6.10.12. Cf. 1 Tim 1, 3.5.18; 4, 11; 5, ejecución se deben dar dos circunstancias: primero, la sintonía de
7; 6, 13.17.
136. Cf. C. Spicq, Théo/ogie mora/e du nouveau testament, II, París 1965, 575; A. Pablo con la comunidad («reunidos vosotros y yo en espíritu, en
Pelletier, Le vocabulaire du commandemeni dans le Pentateuque des LXXet dans le nouveau
testament: RechScRel (1953), 519-524.
137. Así en Le 3, 18; Hech 2, 40; 11,23; 13, 15; 14,22; 15,31.32; 16, 40; 20, 1.2; 27, 139. El título de «pastor» (Ef 4, 11) tiene que ser interpretado en su función a partir
33.34; Rom 12, 1.8; 15, 30; 16,17; 1 Cor 1,10; 4,16; 14, 3.31; 16, 15; 2 Cor 2, 8; 5, 20; 6, 1; de la imagen del «pastor bueno» (Jn 10, 11) que es Jesús. Ahora bien, lo que especifica al
10,1; Ef 4,1; Flp 2, 1; 4,2; 1 Tes 2, 3.12; 4, 1.10; 5,14; 2 Tes 3,12; 1 Tim 2,1; 4, 13; 5,1; 6, pastor bueno es el existir para los demás. Nada de imposición, sino exactamente todo lo
2; 2 Tim 4, 2; Tit 1, 9; 2, 6.15; Heb 3, 13; 6, 18; 10, 25; 12, 5; 13,19.22; 1 Pe 2, 11; 5, 1.12; contrario: es el hombre que pone en riesgo su vida por el bien de los demás; el ser del
Jud3. «pastor» en la iglesia es ser para los otros. Cf G. Hasenhüttl, Charisma, Ordnungsprinzip
138. Así en Mt 2,18; 5,4; Le 2,25; 6,24; 16,25; Hech 4,36; 9,31; 20,12; 28,14; Rom der Kirche, Freiburg 1969, 217-218. Como se ha dicho muy bien, «no es Jesús un pastor
1,12; 15,4.5; 1 Cor 4,13; 2 Cor 1, 3.4.5,6.7; 2, 7; 7,4.6.7.13; 13,11; Ef 6,22; Col 2,2; 4, 8; más, sino el modelo, el verdadero, y la característica del pastor es dar la vida por los
1 Tes 3, 2.7; 4, 18; 5, 11; 2 Tes 2, 16.17; Flm 7. suyos». J. Mateos-J. Barreto, El evangelio de Juan, Madrid 1979, 468.
292 Símbolos de libertad ¿Hay contradicción entre Jesús y Pablo? 293

nombre de nuestro Señor Jesús»); segundo, todo se llevará a efecto quedar claro que no se trata de un proceso en el sentido del derecho
«con el poder de nuestro Señor Jesús» (1 Cor 5, 4). Lo que está en actual. Porque lo que está enjuego no es la aplicación de una ley, sino
juego no es el poder de Pablo, sino el poder del Señor que interviene el hecho de que a través de la acción conjugada de Pablo y de la
precisamente en —y por medio de— la sintonía, es decir la comunión comunidad, es el Espíritu de Dios quien actúa, como consta expresa-
en el Espíritu, tanto por parte de Pablo como por parte de la mente por lo que se dice en el v. 4. En otros pasajes (1 Cor 14,
comunidad toda entera 140 . Porque el único Señor es el Mesías; y la 13.28.30.35.37) se advierte claramente un determinado orden institui-
única acción decisiva es la intervención del Espíritu, ya que solamente do por Pablo en las comunidades. Sin embargo, una vez más, las
se puede experimentar al Señor en la fuerza del Espíritu que se revela decisiones que toma el apóstol se sitúan bajo la tutela del derecho de
a los creyentes141. Dios mismo (1 Cor 14, 38). Por consiguiente, es Dios —o más bien
Pero, ¿no existió en las comunidades del nuevo testamento un Cristo como revelador— quien dirige a la comunidad. Este derecho
determinado «derecho sagrado», es decir, un cierto ordenamiento no es una realidad intramundana, sino que está radicalmente orienta-
jurídico en el que se expresaría la voluntad de Dios? Efectivamente, se do hacia el último día, hacia el más allá, cuando el Señor ejecutará el
han podido encontrar algunos indicios en ese sentido (1 Cor 3, 17; 14, juicio definitivo145. Solamente en este sentido se puede hablar de un
38; 16, 22; Gal 1, 9) 142 . Pero conviene tener presente que en estos derecho sagrado en la iglesia primitiva.
casos no se trata de una ley que va a ser ejecutada por los hombres,
sino que es la decisión de Dios que se cumplirá en el último día 143 .
25. ¿Hay contradicción entre Jesús y Pablo?
Dicho de otra manera, no se trata de una disposición legal, en el
sentido que nosotros damos a esa expresión, sino de una decisión Esta pregunta debe ser afrontada con toda seriedad. Porque,
divina que tendrá su cumplimiento más allá del tiempo presente, en la como es sabido, hay quienes dicen que la doctrina sobre la libertad de
consumación final. la ley fue introducida en el cristianismo por Pablo, desde el momento
Por lo demás, sabemos que la cristiandad primitiva no poseía en que la fe cristiana se extendió por Europa. Una de las característi-
ninguna regla de derecho concerniente a la asociación, la administra- cas de la civilización europea es la concepción «liberal» de la vida. Por
ción o la disciplina144. Es verdad que en 1 Cor 5, 1-5 se habla eso se comprende que una de las tareas del paulinismo y de otras
claramente de un proceso que Pablo instituye y anticipa. Pero debe corrientes dentro del cristianismo primitivo fue justificar el sistema
ideológico que les permitiese vivir «libres de la ley»146. Esta innova-
140. Cf. G. Hasenhüttl, o. c, 77-78; H. D. Wenland, Die Briefe an die Korinther, ción tan importante, intoducida por Pablo al «europeizar» la fe y sus
Góttingen 1954, 39. exigencias, contrasta (así piensan algunos) con la postura de Jesús. En
141. Cf. por ejemplo: Rom 5, 5; 8,15; Gal 3, 5; 1 Tes4, 5; 1 Cor 2,12; 6,19; 2 Cor 12, este sentido, D. Flusser ha escrito: «El Jesús de los sinópticos, aunque
4; Tit 3, 6. Cf. G. Hasenhüttl, o. c, 88.
142. Cf. E. Kásemann, Satze heiligen Rechtes im Neuen Testament, 69-72. pocos se den cuanta de esto, no se enfrenta nunca contra la praxis de
143. Ibid., 70-71. la ley corriente en la época»147. Todo lo contrario, sigue diciendo este
144. Ibid., 74. Aunque es ciero que el verbo diatásso (1 Cor 7, 17; 11, 34; 16, 1) tiene autor, «los evangelios sinópticos, leídos en la óptica de su tiempo,
el sentido de ordenar o disponer (W. Bauer, Worterbuch zum N. T. [1958] 376; H. G. conservan todavía de Jesús la imagen de un judío fiel a la ley»148. En
Liddell-R. Scott, A greek-english lexicón [1951] 414), también es verdad que en el uso de
Pablo admite ciertamente el sentido de mera recomendación, sin carácter impositivo, consecuencia, si todo esto es así, no habría más remedio que concluir
como acertadamente observa F. Zorell, Lexicón graecum N. T., 305-306; cf. también en que Pablo se inventó la doctrina sobre la libertad de la ley. Y que se la
este sentido, S. Lyonnet, Annotationes in priorem epistulam adcorinthios, Roma 1966,125. inventó precisamente en contradicción patente con lo que había
Refiriéndose concretamente a la primera Carta a los corintios, G. Delling, en TWNT vivido y enseñado Jesús.
VIII, 35 y 37, indica que se trata de indicaciones que Pablo propone como orientación o
consejo. Por lo que respecta a 1 Cor 7, 17, hay que reconocer que Pablo, al insistir en que
los cristianos no deben andar angustiados por el sometimiento a la ley, al mismo tiempo 145. E. Kásemann, o. c, 81. Por lo demás, como observa este mismo autor, las
no quiere en modo alguno fomentar el «antinomismo», es decir, el libertinaje. Cf. H. D. decisiones de Dios son santas y no pueden ser puestas en cuestión. Pero solamente el amor
Wendland, Die Briefe an die Korinther, 54. Quizás por eso se comprende la utilización de que las comprende, las puede cumplir realmente. El amor no es, pues, un sustitutivo del
este verbo que indica, por una parte, una decisión, pero al mismo tiempo sin que tenga derecho, sino su radicalización, o. c, 235.
que ser necesariamente una orden o mandato legal. Por lo demás, Pablo indica, en otros 146. Cf. D. Flusser, Jesús en sus palabras y en su tiempo, Madrid 1975, 56.
pasajes, que lo que él dice no es una orden o mandato (1 Cor 7, 6; 2 Cor 8, 8) o que 147. Ibid., 57.
renuncia a mandar y prefiere emplear la forma de un simple ruego (Flm 8-9). 148. Ibid.
294 Símbolos de libertad ¿Hay contradicción entre Jesús y Pablo? 295

A la vista de este planteamiento, resulta inevitable decir algo parte, estaba la hallachach, que era la interpretación oral que los
acerca de la actitud de Jesús con respecto a la ley. Y ante todo, aquí se letrados (escribas o teólogos de aquel tiempo) daban de la Tora. La
debe recordar cuanto se ha dicho en el capítulo segundo sobre las hallachach consistía de hecho en una casuística minuciosa y complica-
enseñanzas y el comportamiento de Jesús en relación al sábado y al da, puesto que no era sino la aplicación de la Tora a cada caso
templo. Por lo que ya se ha dicho a ese respecto, queda bien claro que concreto. En principio, es evidente que estas dos formas de ley no
Jesús quebrantó las leyes religiosas de su tiempo en lo que se refería al podían tener la misma autoridad, porque una (la Tora) había sido
tiempo sagrado y al espacio sagrado. Pero no se trata solamente de dada por Dios, mientras que la otra (la hallachach) provenía de los
eso. Hay otros hechos en los evangelios, que demuestran hasta qué hombres. Pero con el tiempo llegó a imponerse la idea de que ambas
punto Jesús se comportó con un absoluta libertad frente a la ley habían sido entregadas a Moisés en el Sinaí, con la sola diferencia de
religiosa. Estos hechos se pueden agrupar en cuatro capítulos: que una se había conservado por escrito, en tanto que la otra se había
1. Jesús quebrantó la ley religiosa de su pueblo repetidas veces: ido transmitiendo oralmente de generación en generación149. Todo
al tocar al leproso (Me 1, 41 par), al curar intencionadamente en esto supuesto, se comprende ahora mejor el sentido de la pregunta
sábado, como ya se explicó en el capítulo segundo (cf. Me 3, 1-5 par; que antes hemos planteado: ¿cuál de estas dos formas de ley quebran-
Le 13, 10-17; 14, 1-6), al tocar los cadáveres (Me 5, 41 par; Le 7, 14). tó Jesús? ¿contra cuál de ellas se pronunció? ¿se puede asegurar que
2. Jesús permitió que su comunidad quebrantara la ley religiosa Jesús violó y anuló no sólo la interpretación humana de la ley, sino
y defendió a sus discípulos cuando se comportaban de esa manera: al incluso la misma ley dada por Dios?
comer con pecadores y descreídos (Me 2, 15 par), al no practicar el No cabe duda que Jesús quebrantó, en más de una ocasión, la
ayuno en los días fijados por la ley (Me 2, 18 par), al hacer lo que hallachach, por ejemplo cuando curó a los enfermos en sábado o
estaba expresamente prohibido en sábado (Me 2, 23 par), al no cuando no impuso a sus discípulos los ayunos que practicaban los
observar las leyes sobre la pureza ritual (Me 7, 1-23 par). fariseos. Es más, en alguna ocasión, Jesús echó en cara a sus contem-
3. Jesús anuló la ley religiosa, es decir, la dejó sin efecto y, lo que poráneos el que se aferrasen a las tradiciones humanas, llegando así a
es más importante, hizo que la violación de la ley produjera el efecto quebrantar el mandato de Dios (Me 7, 1-8 par). Está claro que en
contrario, por ejemplo al tocar a los enfermos, leprosos y cadáveres; estos casos, lo que hace Jesús es situarse al margen de la casuística de
porque, como es sabido, en todos esos casos, en lugar de producirse la los teólogos de su tiempo; a él no le interesa aquella maraña de
impureza que preveía la ley, lo que sucede es que el contacto con Jesús interpretaciones humanas. Más aún, Jesús se muestra provocativa-
produce salud, vida y salvación. mente en contra de todo aquel sistema, al que califica de inútil (Me 7,
4. Jesús corrigió la ley e incluso se pronunció expresamente 7; Mt 15, 9) y de burda hipocresía (Me 7, 6; Mt 15, 7), que atenta
contra ella en más de una ocasión: al declarar puros todos los contra los derechos de las personas y contra la voluntad misma de
alimentos (Me 7, 19) y cuando anuló de manera terminante la Dios (Me 7, 9; Mt 15, 3), hasta el punto de que en determinados
legislación de Moisés sobre el privilegio que tenía el varón para momentos la ira y el dolor (Me 3, 5) invadieron a Jesús ante el
separarse de la mujer (Me 10, 9 par). lamentable espectáculo de aquella religiosidad legalista que oprimía
Ahora bien, a la vista de este conjunto de datos, hay que hacerse al pueblo sencillo (cf Mt 23,4) iso y q Ue con frecuencia degeneraba en
dos preguntas: 1) ¿qué alcance tiene esta actitud de Jesús con el descuido de las cosas más graves que imponía la voluntad de Dios:
respecto a la ley?; 2) ¿qué significa este comportamiento de Jesús «la justicia, el buen corazón y la lealtad» (Mt 23, 23).
para nuestra fe y nuestra vida cristiana?
La primera pregunta quiere decir lo siguiente: ¿se puede afirmar 149. Para este punto, véase J. Jeremías, Teología del nuevo testamento I, Salamanca
1974, 240. Una información más amplia sobre estas cuestiones, especialmente por lo que
con toda seguridad que Jesús se situó al margen de la ley que Dios respecta a las concepciones básicas sobre la ley en el judaismo, cf. R. Banks, Jesús and the
había impuesto a su pueblo e incluso que, en repetidas ocasiones, se law in the synoptic tradition, Cambridge 1975, 39-64, con abundante bibliografía.
comportó y se pronunció en contra de aquella ley? Esta pregunta 150. Los «fardos pesados que cargan en las espaldas de los demás» (los fariseos y
tiene su razón de ser en un hecho sobre el que ahora se hacen no pocas letrados) se refieren ciertamente a las colecciones de prescripciones rabínicas, «el yugo de
la Tora», que hacía alusión a las incontables observancias legales que los dirigentes
especulaciones. En la religión judía del tiempo de Jesús había dos imponían al pueblo. Cf. P. Bonnard, Vevangile selon saint Matthieu, Neuchátel 1951,335.
clases de ley: por una parte, estaba la Tora, que era la ley escrita, es Por el contrario, en la tradición cristiana se afirma que la voluntad de Dios no es una
decir, la ley que propiamente había sido dada por Dios; por otra carga pesada (cf. 1 Jn 5, 4). Cf. G. Schrenk, en TWNT I, 554-556.
296 Símbolos de libertad ¿Hay contradicción entre Jesús y Pablo? 297
Pero la actitud de Jesús ante la ley no se paró en esas cosas. Es Lógicamente, esta pregunta supone otra cuestión, que es más elemen-
decir, Jesús no sólo quebrantó la hallachach, sino además —y princi- tal: ¿sigue en vigor la ley del antiguo testamento para los creyentes en
palmente^— la misma Tora, o sea no sólo precindió de las interpreta- Jesús? Y si es que ya la ley del antiguo testamento no tiene valor para
ciones humanas de la ley, sino que llegó hasta violar la misma ley nosotros los creyentes, entonces ¿qué exigencias impone Jesús a sus
divina, permitiendo además que sus discípulos la violasen también y discípulos?
enseñando, en algunas ocasiones, cosas que iban directamente contra Los tres evangelios sinópticos cuentan el pasaje del joven rico que
la ley dada por Dios. Cuando Jesús toca al leproso, se opone directa- se acercó a Jesús para preguntarle lo que tema que hacer «para
mente a lo mandado por Dios en la ley de Moisés (Lev 5, 3; 13,45-46); conseguir la vida eterna» (Mt 19, 16-22; Me 10, 17-22; Le 18, 18-23).
cuando permite que sus discípulos arranquen espigas en sábado y En esta ocasión, como sabemos, Jesús afirmó la necesidad de cumplir
justifica esta conducta, se opone igualmente a la ley mosaica (Ex 31, lo más esencial de la ley del antiguo testamento, es decir,
12-17; 34,21; 35, 2); lo mismo hay que decir cuando vemos que toca a afirmó la necesidad de cumplir el decálogo, por lo menos en lo que se
los enfermos (contra Lev 13-15) y sobre todo a los cadáveres (contra refiere a las relaciones con el prójimo (Ex 20, 13-16; Dt 5, 17-20; Ex
Núm 19, 11-14); más claramente aún cuando declara puros todos los 20,12; Dt 5, 16). ¿Quiere esto decir que la ley del antiguo testamento,
alimentos (contra Lev 11, 25-47; Dt 14, 1-21) y expresamente contra- al menos en su contenido más esencial, es una exigencia que Jesús
dice a Moisés cuando anula la legislación sobre el divorcio (Dt 24, 1). impone a sus discípulos?
No es, por tanto, aceptable la teoría de quienes distinguen entre el Ante todo, hay que tener en cuenta que, según el texto de Marcos
comportamiento de Jesús con relación a la hallachach, por una parte, (10, 19) y Lucas (18, 20), el joven que se acerca a Jesús es un judío que
y su comportamiento con respecto a la Tora, por otra. Los que hacen conoce la ley, porque la expresión tas éntolás oídas quiere decir: tú te
esa distinción, afirman que Jesús rechazó la ley oral (las tradiciones sabes muy bien y conoces perfectamente los mandamientos153. Por
humanas), pero se sometió a la ley escrita151. Eso es falso, como otra parte, la pregunta que este judío, conocedor de la ley, plantea a
acabamos de ver. Por lo demás, conviene tener presente que en el Jesús no se refiere a lo que es necesario para ingresar en el grupo o
judísmo del tiempo de Cristo, la distinción entre la Tora y la halla- comunidad de los que creen en el Maestro, sino simplemente a lo que
chach no era una cosa tan clara como nosotros ahora creemos. Por el es necesario para conseguir la vida eterna (Mt 19, 16 par) 154 . A esta
contrario, abundan los datos que indican que la Tora comprendía no pregunta, Jesús responde lógicamente: «si quieres entrar en la vida
sólo el conjunto de la ley mosaica (especialmente el Pentateuco), sino guarda los mandamientos» (Mt 19, 17). Es decir, puesto que tu
además la doctrina vigente en general152. religión es la religión del antiguo testamento, si quieres lograr la vida
Por consiguiente, cuando nos preguntamos qué alcance tiene la eterna, cumple fielmente lo que tu religión te exige y así conseguirás
actitud de Jesús con relación a la ley, hay que responder: Jesús no sólo esa vida por la que me preguntas. Hasta aquí Jesús afirma la necesi-
se situó al margen de la ley en repetidas ocasiones, sino que además se
opuso a la ley, enseñó cosas contrarias a ella, la anuló en algunos 153. Se trata de un verbo que expresa la idea de un conocimiento perfecto y pleno,
casos y defendió a su comunidad de discípulos cuando estos no que capta el sentido de las cosas. Cf. F. Zorell, Lexicón graecum N. T., 897. Este matiz del
hicieron caso de las observancias legales. Teniendo en cuenta que verbo se advierte especialmente en los escritos de Juan. Cf. I. de la Potterie, Oída et
todo esto se refiere, no sólo a las tradicciones humanas que enseñaban ginósko. Les deux modes de la connaissance dans le quatriéme évangile: Bíblica 40 (1959)
709-725. Por lo demás, el hecho de que el joven reconozca que ha observado fielmente los
los fariseos y los teólogos de aquel tiempo, sino incluso —en algunos mandamientos de la ley desde su juventud (Me 10,20 par), indica claramente que se trata
casos— a la misma ley divina del antiguo testamento. de un judío piadoso.
A la vista de esta conclusión, se plantea con toda su fuerza la 154. En la tradición sinóptica, la expresión «vida eterna» designa la vida del más allá
segunda pregunta que antes hemos formulado: ¿qué significa este en el reino futuro. Así claramente en Mt 25,46 y también en Mt 19,29. Por eso, no parece
aceptable la interpretación de P. Bonnard, según el cual la vida eterna designa «la vida
comportamiento de Jesús para nuestra fe y nuestra vida de cristianos? aprobada por Dios y a la que, en consecuencia, está prometido el acceso al reino futuro»:
L'évangile selon saint Matlhieu, 287. En cuanto al sentido de la «vida eterna» en el cuarto
evangelio, está fuera de duda que incluye también la referencia al más allá. Cf. F.
151. En este sentido, J. Jeremías, Teología del nuevo testamento, I, 240-248. Si bien es Mussner, Zoé. Die Anschuung vom Leben im vierten Evangelium unter Berücksichtigung
verdad que este mismo autor advierte que Jesús radicaliza, critica e incluso supera las der Johannesbriefe, München 1952, 146-147. Un excelente resumen de la teología de la
palabras de la Tora. O. c, 242. vida definitiva, en el evangelio de Juan, puede verse en J. Mateos-J. Barreto, El evangelio
152. Cf. W. Gutbrod, en TWNT IV, 1047. de Juan, 1087-1091.
298 Símbolos de libertad ¿Hay contradicción entre Jesús y Pablo? 299
dad de cumplir la ley. Pero téngase en cuenta que hasta este momento 2. Para responder a esta nueva relación que Jesús establece con
no se ha planteado para nada ni la cuestión de la fe ni el seguimiento el joven, a éste «le falta una cosa» (Me 10, 21 par). Aquí hay un matiz
de Jesús. O sea, hasta este momento estamos todavía en el plano de la importante, que se debe destacar. La expresión én se ústerei se ha
religión judía, no en el plano del cristianismo155. Ahora bien, sólo a traducido siempre por «una cosa te falta». Esta traducción es fiel, en
partir de este momento es cuando se plantea la cuestión decisiva: líneas generales, al sentido del verbo ústeréo. Pero no destaca el matiz
cuando el hombre asegura que toda su vida ha sido un judío obser- específico que tiene la frase en su contexto. Porque no se trata de que
vante de la ley (Me 10, 20), entonces es cuando Jesús le dice lo que se a todo lo anterior (la vida de judío observante y piadoso) el joven
necesita para ser cristiano. Y aquí es donde los evangelios establecen tiene que añadir una cosa más: el seguimiento de Jesús. Se trata, más
la diferencia entre lo específicamente cristiano y lo puramente religio- bien, de que para ser cristiano hace falta o se necesita una sola cosa:
so. Pero, ¿en qué consiste esa diferencia? renunciar a la servidumbre del dinero y seguir a Jesús. El verbo
Marcos indica que «Jesús se le quedó mirando, le tomó cariño y le ústeréo tiene ciertamente este sentido 157 . Y ése es el significado que
dijo: una cosa te falta, vete a vender lo que tienes y dáselo a los aquí se debe aplicar, porque solamente así se marca la novedad de la
pobres, que Dios sera tu riqueza; y, anda, sigúeme a mí» (Me 10, 21). nueva vida que Jesús le propone al joven. Es decir, así como lo propio
Para comprender el sentido de estas palabras de Jesús, hay que notar del judío es el cumplimiento de la ley, lo propio y específico del
varias cosas: cristiano es el seguimiento de Jesús 58 . Ser cristiano no consiste
1. El hecho de que Jesús se quedara mirando al joven y le tomara solamente en añadir algo más al hecho de ser un hombre religioso (en
cariño, indica que entre el Señor y aquel hombre se establece una aquel caso un judío). Ser cristiano implica entrar en una situación
nueva relación. Es decir, a partir de aquel momento sucede algo absolutamente nueva y distinta, que ya no está determinada por el
nuevo, que consiste esencialmente en que el hombre es visto y consi- cumplimiento de la Tora, sino por la fe con sus exigencias.
derado por Jesús dentro del ámbito específicamente cristiano. En
efecto, ése es el sentido exacto que tiene siempre el verbo agapáo en
157. Es decir, se refiere no sólo a lo que falta (lo que viene después de lo que ya se
los evangelios sinópticos156. tiene), sino también a lo que hace falta, lo que se necesita. Cf. H. G. Liddell-R. Scott, A
greek-english lexicón, 1905; F. Zorell, Lexicón graecum N. T,, 1383. En este texto se suele
hacer referencia al salmo 23, 1, en la versión de los LXX. Así, F. Zorell, o. c; W. Bauer,
155. Dos advertencias conviene hacer aquí. Ante todo, estamos plenamente de Wórterbuch zum N. T., 1679; V. Taylor, The gospel according to St. Mark, London 1966,
acuerdo en que Jesús afirma la necesidad de cumplir la ley. Cf. en este sentido, A. Suhl, 429; C. E. B. Cranfield, The gospel according to St. Mark, Cambridge 1966, 330. En ese
Die Funktion der altlestamentlichen Zitate und Anspielungen im Markus evangelium, caso se trata de que nada hace falta, nada se necesita, porque Dios es el pastor que cuida
Gütersloh 1965, 78. Pero quedarse sólo en ese es lo mismo que no entender el sentido del de todo.
texto de Marcos en su totalidad. La segunda advertencia se refiere a que, según la exégesis 158. Entre la religiosidad judía y la fe cristiana no hay meramente una relación
actual, es enteramente inadmisible la idea —admitida por mucho tiempo— de que aquí se cuantitativa (la fe cristiana sería entonces la religiosidad judía más el seguimiento de
trataría de dos formas de vida que Jesús presenta a los cristianos: la una sería la vida Cristo), sino que entre ambas existe una diferencia cualitativa. Y eso precisamente es lo
seglar (regida por los mandamientos), la otra seria la vida perfecta, es decir la vida de los que viene a marcar nuestro texto. Porque lo que Jesús le presenta al joven no es un
religiosos, que estaría determinada por los consejos evangélicos. Todo esto carece de programa de reforma del judaismo (perfeccionar aquella religión añadiéndole algo más),
fundamento en el texto evangélico. Para este asunto, cf. S. Legasse, L'appeldu riche, Paris sino un proyecto del alternativa, es decir, algo enteramente nuevo. A eso se refiere la
1966, especialmente 257-258, por lo que se refiere al texto de Mt 19, 21. Tampoco es llamada al «seguimiento», que el joven comprende, no como un ir más allá en la línea de
admisible la identificación de las frases «si quieres entrar en la vida» (Mt 19, 17) y «si lo que ya hacía, sino como algo radicalmente nuevo, algo que le sorprende, y a lo que
quieres ser perfecto» (Mt 19, 21), como ha defendido K. V. Truhlar, Laics el conseils, en ciertamente no está dispuesto. En la tradición sinóptica, esta novedad aparece fuertemen-
Laics et vie chrétienneparfaite, Roma 1963, 171-172, apoyándose en R. Schnackenburg, te destacada: según Marcos, la gente se dio cuenta de esta novedad apenas empezada la
Die Vollkommenheit des Christen nach den Evangelien: GL 32 (1959) 428-433. El hecho de predicación de Jesús (Me 1, 27) y a eso se refiere inequívocamente la parábola del vino
que las dos frases empiecen por la expresión «si quieres...», no prueba nada en ese sentido. nuevo y del paño nuevo (Me 2, 21-22 par.). La iglesia primitiva tuvo conciencia de esta
Porque, como vamos a ver, se refieren a cosas muy distintas. novedad original, precisamente en relación a la ley que se consideró superada: Gal 6, 15;
156. Aplicado a Jesús, este verbo sólo aparece (según la tradición sinóptica) en Ef 2,15. Porque se trata de una alianza nueva, que deja superada a la antigua: Le 22,20; 1
nuestro texto (Me 10, 21). Pero aplicado al hombre, se refiere siempre al amor que debe Cor 11, 25; 2 Cor 3, 6; Heb 8, 8.13; 9,15; un nuevo cielo y una nueva tierra (Ap 21, 1), la
caracterizar al cristiano: Mt 5, 43.44.46; 19, 19; Le 6, 27. 32.35; cf. también Mt 22, 37.39; nueva Jerusalén (Ap 21, 2). Por lo demás, en lo que Jesús pone su exigencia, al llamar al
Me 12, 30.31.33; Le 10,27. Es verdad que en estos textos se hace referencia directa a Dt 6, joven, no es en el cumplimiento de la ley, sino en la renuncia al egoísmo y en el
5. Pero no cabe duda de que, en la predicación cristiana, esas citas se refieren al amor que seguimiento. Por eso, la interpelación crucial de Jesús no está en la exigencia de cumplir la
es la exigencia fundamental de la comunidad. Para este punto, cf. R. Banks, Jesús and the ley, sino en la llamada al seguimiento. Cf. S. Schulz, Die Stunde der Botschaft, Hamburg
law in the synoptic tradition, 164-173, con bibliografía selecta en 164. 1967, 193.
300 Símbolos de libertad
¿Hay contradicción entre Jesús y Pablo? 301
3. Esta nueva situación se define por dos cosas: la renuncia al
dinero y el seguimiento de Jesús. La primera es sencillamente la Jesús, sino más bien el radicalismo y la novedad que define lo que es
puesta en práctica de lo que el mismo Jesús había dicho en el sermón un cristiano162.
del monte: «no podéis servir a dos señores» (Mt 6, 24), es decir, para Pero no se trata sólo de que Jesús no impone la ley a su comuni-
amar a Dios tenéis que renunciar al dinero 159. La segunda expresa, dad de discípulos. El evangelio va más lejos. Y así, en el relato de
mediante el verbo ákolouzéo, la relación decisiva que el creyente tiene Lucas encontramos una frase programática:
que establecer con Jesús 160 . Así se comprende la diferencia clara que La ley y los profetas llegaron hasta Juan; a partir de entonces (ápd
Jesús establece entre el hecho religioso (judío) y el acontecimiento tote) se anuncia el reinado de Dios (Le 16, 16).
cristiano: mientras que la religión de Israel se define por el cumpli-
miento de la ley, la vida del creyente se especifica por la superación de Este texto marca claramente un contraste, que define dos situacio-
todo egoísmo (renuncia a lo que se posee) y el abandono incondicio- nes distintas: la primera se caracteriza por la ley, la segunda por la
nal de sí mismo en el seguimiento de Jesús. Y entonces todo se «buena noticia» (eúaggelísetai) del reinado de Dios. Sabemos, en
comprende: una persona que toma esta decisión radical en su vida, no efecto, que Juan es el personaje que traza la línea divisoria entre los
necesita ya de la ley, porque sus exigencias y su comportamiento van que pertenecen al reino de Dios y los que no pertenecen a él (Mt 11,
mucho más allá de todo lo que pueda imponer la ley más exigente. 11). Por consiguiente, lo que Jesús quiere decir es que hasta Juan
Por eso, aquel piadoso israelita, que había cumplido la ley hasta el Bautista lo que reinaba y definía la relación de los hombres con Dios
último detalle, cuando escuchó el nuevo programa que Jesús le era la ley; a partir de Juan se instaura un orden nuevo de cosas, un
presentaba, se echó atrás (Me 10,22 par), por la sencilla razón de que régimen nuevo en la relación con Dios. Y este régimen nuevo no viene
la ley le resultaba más fácil que la fe. ya determinado por la ley, sino por el evangelio del reino. Ahora ya
4. El evangelio de Mateo introduce una variante en el diálogo de no reina la ley, sino Dios mismo a través de la buena noticia que es el
Jesús con el joven. La propuesta que hace Jesús al muchacho dice así: evangelio163. Esta distinción bien delimitada entre dos situaciones
«si quieres ser perfecto, vete a vender lo que tienes...» (Mt 19, 21). El fundamentales en la historia de la salvación (hasta Juan-a partir de
adjetivo téleios refuerza la interpretación que hemos visto en la Juan) es enteramente básica para comprender el mensaje que nos
redacción de Marcos. Porque indica, según toda la tradición del quiere transmitir Lucas 164 . Ahora bien, lo decisivo aquí es caer en la
nuevo testamento, lo que es propio y específico de la existencia cuenta de que mientras la primera situación se define por la vigencia
cristiana adulta 161 . Se trata, también en este caso, de marcar la de la ley, la segunda se especifica por el mensaje del reinado de
diferencia que existe entre la religiosidad judía y la vida del creyente: Dios 1 ^.
lo propio de la religión es la observancia de la ley; lo propio de la vida También el evangelio de Mateo recuerda esas palabras de Jesús.
cristiana es la madurez adulta que comporta el seguimiento de Jesús. Pero introduce en ellas dos modificaciones con respecto a Lucas: en
Por consiguiente, como conclusión de todo lo dicho acerca de este
162. En Le 10, 25-37 aparece una frase que tiene un estrecho paralelismo con el
pasaje, podemos afirmar que, en el episodio del joven rico, el evange- episodio del joven rico: la misma pregunta (Le 10, 25). Y la misma respuesta de Jesús (Le
lio no pretende destacar la necesidad y la pervivencia de la ley para 10, 26 y 28). Aquí también se trata de un judío que pretende conseguir la vida eterna. Las
quienes se deciden a formar partes de la comunidad de seguidores de palabras de Jesús sobre la ley no van, aquí tampoco, dirigidas a la comunidad de
discípulos, sino a un piadoso israelita.
163. Cf K. H. Rengstorf, Das Evangelium nach Lukas, Góttingen 1969, 192.
164. Esta distinción ha sido puesta de manifiesto especialmente por H. Conzelmann,
Die Mitte der Zeit. Studien zur Theologie des Lukas, Tübingen 1954, 9. Este autor
159. Esta renuncia al dinero no se ha de interpretar como un proyecto de pobreza distingue en el esquema de Lucas, tres etapas: el tiempo de Israel, el tiempo de Jesús, y el
ascética, sino como un proyecto de compartir lo que se tiene con los demás. Para este tiempo de la iglesia (o. c, 140). Esta distinción tripartita ha sido puesta en cuestión por
punto, cf. J. M. Castillo, La alternativa cristiana, Salamanca 1979, 37-41. algunos autores. Pero se debe tener en cuenta que estos mismos autores admiten, como
160. Para el sentido de este verbo, cf., G. Kittel, en TWNT I, 210-216; G. Wingren, categoría básica en el relato de Lucas, la distinción clara entre el tiempo de Israel, que
Was bedeutet die Forderung der Nachfolge Christi in evangelischer Ethik?: TLZ (1950) 385, dura hasta Juan Bautista, y el tiempo que se inaugura con Jesús. En este sentido se cita
citado por P. Bonnard, L'evangile selon saint Matthieu, 288, n. 2, donde el lector especialmente Le 16, 16. Cf. R. Schnackenburg, Neutestamentliche Theologie, München
encontrará indicaciones sumamente sugestivas. 1963, 76-78; H. Schürmann, Das Lukasevangeliwn, Freiburg 1969, 147-148; 187-188.
161. Cf. Mt 5, 48; 19,21; 1 Cor 2,6; 13,10; 14,20; Ef 4, 13; Flp 3,12.15; Col 1, 28; 4 t¡. 165. Obsérvese que en Le 16,16 no se marca tanto la proximidad del reino, sino más
12; Heb 5, 14; Sant 1, 4. bien la diferencia de dos tiempos, el de Israel y el de Jesús. Cf. H. Conzelmann, o. c., 103
302 Símbolos de libertad ¿Hay contradicción entre Jesús y Pablo? 303

primer lugar, no dice «la ley y los profetas» (como Lucas), sino «los Mateo utiliza en este texto el verbo katalúo, que significa echar
profetas todos y la ley» (Mt 11, 13); en segundo lugar, no dice que la abajo, demoler o derribar un edificio (cf. Mt 24, 2; 26, 61; 27, 40). En
ley y los profetas «llegaron hasta Juan» (méxri loánnou), sino que el nuevo testamento, este verbo carece de sentido legal. Por otra parte,
«eran profecía» (éproféteusan). Esto no quiere decir que entre Lucas al hablar no sólo de la ley sino además de los profetas, el texto excluye
y Mateo exista una oposición en cuanto se refiere a este texto 166 . Se el sentido exclusivo de «derogar», porque no se trata sólo de precep-
trata, más bien, de que cada evangelista considera esas palabras de tos legales168. Por lo tanto, se trata de que Jesús no ha venido a hacer
Jesús desde un punto de vista distinto: Lucas se fija en el contenido tabla rasa o a anular el contenido y la significación del antiguo
imperativo de «la ley y los profetas» y afirma que eso estuvo en vigor testamento. Por el contrario, Jesús ha venido a dar el cumplimiento
sólo en la primera etapa de la historia de la salvación, o sea hasta Juan pleno y total (plerósai) a todo lo que le había precedido a él, es decir,
Bautista; Mateo atiende, más bien, al aspecto de promesa y viene a a todo lo antiguo. Pero, ¿en qué consiste ese cumplimiento? Es
decir que los profetas y la ley anunciaron la venida del reinado de importante indicar otra vez que Jesús no habla sólo de la ley, sino de
Dios, de tal manera que hasta la llegada de Jesús eran sólo un anuncio la ley y los profetas. Ahora bien, el binomio «ley y profetas» es una
prometedor. Ahora bien, si la profecía desemboca en el cumplimien- fórmula acuñada, que se utiliza repetidas veces en los escritos del
to 167 , eso quiere decir que para el evangelio de Mateo el aconteci- nuevo testamento 169 y se refiere al antiguo en su contenido imperati-
miento del reino —que se hace presente en la persona y el mensaje de vo o en su aspecto de promesa (cf. Mt 7, 12; 11, 13; 22, 40; Le 16, 16;
Jesús— constituye el comienzo de una situación nueva, tan distinta de 24,44). En el evangelio de Mateo, el binomio «la ley y los profetas» se
la anterior que el más pequeño en el reino de Dios es más grande que refiere, ante todo, a lo que era profecía y promesa hasta que vino Juan
Juan Bautista (Mt 11, 11). Por consiguiente, también para Mateo la Bautista (Mt 11, 13). Y en segundo lugar, esa expresión dice relación
ley y los profetas no eran la plenitud; ni tampoco lo definitivo. La ley directa al mandamiento fundamental del amor a Dios y el amor al
y los profetas eran algo provisional, que tenían que desembocar en prójimo (Mt 22, 40), porque «la ley y los profetas» tienen su funda-
otra cosa; y eran algo incompleto, que tendría que llegar en su día mento y su consistencia (krématai) en el amor (Mt 22, 37-39). Y más
al cumplimiento pleno y definitivo. aún —he aquí lo verdaderamente decisivo— «la ley y los profetas»
¿En qué consiste este cumplimiento pleno y definitivo? En el tienen su realización y su complimiento en el amor a los demás, como
sermón del monte, según el relato de Mateo, encontramos unas dice expresamente Jesús, según el mismo evangelio de Mateo: «En
palabras de Jesús que responden exactamente a esta pregunta: resumen, todo lo que querríais que hicieran los demás por vosotros,
hacedlo vosotros por ellos, porque eso significan la ley y los profetas»
No penséis que he venido a echar abajo la ley ni los profetas. No he (Mt 7, 12). Por consiguiente, cuando Jesús dice que no ha venido a
venido a echar abajo, sino a dar cumplimiento (Mt 5, 17). echar abajo la ley y los profetas, sino a llevarlos hasta su cumplimien-
to, no quiere decir que él ha venido para que la ley y los profetas sigan
166. Cf. en este sentido G. Barth, Das Gesetzesverstandnis des Evangelisten Matt- teniendo el valor y la vigencia que tenían antes, sino que ha venido
haus, en G. Bornkamm..., Überlieferung und Auslegung im Matthausevangelium, Neukir- para que todos nos enteremos que la ley y los profetas significan el
chen 1961, 58-70. G. Barth defiende que una de las preocupaciones de Mateo es conservar amor a los demás y tienen su realización y su cumplimiento en la
toda la ley, frente a los que propugnan sólo una parte; y también el ver a la ley como una
realidad vigente tras Jesús. Pero este planteamiento, como se verá enseguida, no responde puesta en práctica de una bondad semejante a la que cada uno desea
al planteamiento de Mateo. para sí.
167. Y por cierto, se trata de un cumplimiento que constituye «la irrupción de algo Este significado del texto se ve confirmado por la misma estructu-
absolutamente nuevo». G. von Rad, Teología del antiguo testamento II, Salamanca 1972, ra de la frase: «No he venido a echar abajo, sino a dar cumplimiento».
423. Esta idea de que las profecías desembocan en el cumplimiento, y que este cumpli-
miento se realiza en Jesús, es la idea subyacente que aparece constantemente en las
referencias que especialmente Mateo hace a los profetas: 2,23; 5,12; 13,17; 16,14; 23, 35; 168. Cf. L. Alonso Schókel-J. Mateos, Primera lectura de la Biblia, Madrid 1977,
26, 56. Y de manera especial a Isaías: Mt 1,22; 3, 3; 4, 14; 8, 17; 12,17; 13,14; 15, 7; 21,4. 315.
Este cumplimiento implica una perspectiva de «continuidad» y «discontinuidad» en la 169. No se trata de que la fórmula fuera acuñada por los autores del nuevo
comprensión de la historia de la salvación. Cf. H. Frankemólle, Jahwebund und Kirche testamento, porque esa fórmula existía ya en el judaismo. Cf H. L. Strack-P. Billerbeck,
Christi, Münster 1973, 398-399. Hay continuidad en cuanto que la profecía se cumple; Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch I, 240. Más bibliografía en
pero hay discontinuidad en cuanto que se cumple de una manera enteramente nueva e W. Trilling, El verdadero Israel, Madrid 1974, 247, n. 27. Un estudio más completo sobre
inesperada. este punto, en W. Zimmerli, La ley y los profetas, Salamanca 1980.
304 Símbolos de libertad ¿Hay contradicción entre Jesús y Pablo? 305

Aquí nos encontramos con una negación y una afirmación. Se trata cambio, el que los cumpla y enseñe, será llamado grande en el reino de
Dios; porque os digo que si la fidelidad vuestra no se sitúa muy por
de un tipo de construcción que se repite otras veces en el evangelio de encima de la de los letrados y fariseos, no entráis en el reino de Dios
Mateo, utilizando siempre el verbo érjomai (venir), que indica la (Mt 5, 19-20).
llegada del Mesías al mundo, para realizar la salvación y liberación de
los hombres 170 . Concretamente, los textos del evangelio de Mateo, en La cuestión que lógicamente se plantea aquí es saber qué «manda-
los que se emplea esta manera de hablar, son cuatro: «no he venido a mientos mínimos» son esos de los que habla Jesús en este pasaje. Y
echar abajo la ley ni los profetas..., sino a dar cumplimiento» (Mt 5, ante todo, está claro que no se trata de los preceptos de la ley. Porque
17); «no he venido a invitar a los justos, sino a los pecadores» (Mt 9, los letrados y fariseos, si es que por algo se caracterizaban, era
13); «no he venido a sembrar paz..., sino espadas» (Mt 10, 34); «este precisamente por su empeño en observar los preceptos más pequeños
hombre no ha venido a que le sirvan, sino a servir» (Mt 20,28). Por la de la ley, hasta el punto de que no les importaba descuidar lo
estructura y el contenido de estas frases, aparece una cosa clara: el verdaderamente importante que había en la ley. Así se lo echa en cara
acento y la fuerza de cada una de esas sentencias recae, no en la el mismo Jesús:
negación, sino en la afirmación. Es decir, lo que Jesús quiere dejar
¡Ay de vosotros, letrados y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de
bien claro es aquello para lo que él ha venido al mundo. Esto se la hierbabuena, del anís y del comino y descuidáis lo más grave de la
advierte claramente en cada uno de los textos: en 9, 13, Jesús ha ley: la justicia, el buen corazón y la lealtad! (Mt 23, 23) 1 7 4 .
venido a invitar a los pecadores; en 10, 34-35, la venida del Mesías
provoca inevitablemente la división; en 20, 28, el destino de Jesús es Por lo tanto, no tiene sentido que aquí se insista en la necesidad de
dar su vida para la liberación de los demás. Por consiguiente, en cada observar los preceptos mínimos de la ley. Eso ya lo hacían los letrado
uno de esos textos no se trata propiamente de una contraposición (no y fariseos. Pero Jesús afirma que la fidelidad de sus discípulos tiene
esto sino lo otro), sino de una superación (he venido a esto, por que ser mayor que la de aquellos judíos. En otras palabras, si lo que
encima de esto otro). Por lo tanto, en Mt 5, 17 lo que Jesús afirma es Jesús pretende es que la fidelidad de sus seguidores supere a la
esto: he venido a llevar a su cumplimiento la ley y los profetas; y lejos fidelidad de los letrados y fariseos, no tiene sentido que recomiende la
de mí quererlos echar por tierra 171 . Pero teniendo en cuenta que no se estricta observancia de lo que constituía precisamente el fallo más
trata de un mantenimiento, sino de un cumplimiento, ya que a eso grave del fariseísmo, según indica el mismo Jesús en el texto de Mt 23,
alude expresamente el verbo que utiliza Mateo (pierdo)172 Concreta- 23 175. Por lo tanto, los «mandamientos mínimos» que indica Mt 5, 19
mente, en el lenguaje de Mateo, ese verbo indica la plenitud y se tienen que referir, no a la ley, sino a otra cosa.
perfección con que Jesús cumple las promesas del antiguo testamen- El texto no habla de leyes, sino de «mandamientos» (éntolc).
to 173. Por consiguiente, cuando Jesús afirma que él ha venido para Ahora bien, ese término indica, en el evangelio de Mateo, la voluntad
llevar la ley y los profetas a su cumplimiento, quiere decir que la ley preceptiva de Dios 176 y, más en concreto, hace alusión a todo lo que
era una promesa, o sea, algo provisional y transitorio, que tenía que Cristo ha mandado (éneteilúmen) a su comunidad (Mt 28, 19). Por
desembocar en otra cosa. Y esa otra cosa, ya lo hemos dicho, es otra parte, Jesús no habla de mandamientos en general, sino que se
sencillamente la puesta en práctica del amor y la bondad sin límites,
cuya medida es la medida que cada uno quisiera para sí. 174. Para ver hasta donde llegaba la minuciosidad de las observancias judías a este
Pero Jesús no se limita a la afirmación de esa necesidad de amar a respecto, cf. Strack-Billerbeck, Kommentar I, 932-933.
los demás. Su pensamiento apunta a algo más concreto. Por eso, 175. Los fariseos eran víctimas no sólo de negligencia o de inconsecuencia, sino de
una auténtica perversión religiosa, que les hacía tomar lo secundario por lo esencial. Cf.
añade a continuación: P. Bonnard, Vevangile selon saint Matthieu, 340.
176. En 15, 3 se advierte claramente que el «mandamiento» es la voluntad preceptiva
Por lo tanto, el que se exima de uno de esos mandamiento mínimos y lo de Dios, que queda incumplida por los fariseos y letrados, precisamente porque antepo-
enseñe así a la gente, será llamado mínimo en el reino de Dios; en nen sus tradiciones legalistas. En 19, 7 se trata igualmente de una situación en la que los
fariseos no comprenden cuál es la verdadera voluntad de Dios, de tal manera que Jesús se
170. Cf. J. Schneider, en TWNT II, 664-668, especialmente en los escritos de Juan. ve en la obligación de corregir el mandato de Moisés, para que se imponga lo que Dios
171. W. Trilling, El verdadero Israel, 255. quiere. En 19, 17 y 22, 36 lo que está enjuego es la voluntad de Dios. Especialmente en 22,
172. Cf. G. Delling, en TWNT VI, 285-287. 40 se afirma que todo lo que Dios quiere del hombre es el cumplimiento del doble
173. Mt 1, 22; 2, 15.17.23; 4, 14; 5, 17; 8, 17; 12, 17; 13, 14.35; 21, 4; 26, 54.56; 27, 9. mandamiento del amor.
306 Símbolos de libertad ¿Hay contradicción entre Jesús y Pablo? 307

refiere a los mandamientos «esos» (éntolón toúton). Sin duda alguna, mente en ese sentido afirma Jesús que si la fidelidad de sus discípulos
si Mateo ha redactado la frase de esa manera, es porque se está no sobrepasa a la de los letrados y fariseos, no entrarán en el reino de
refiriendo a algo que ha precedido, en donde se expresa la voluntad de Dios.
Dios sobre la comunidad de discípulos. Ahora bien, lo que ha 2. La observancia —incluso la más estricta— de la ley no basta.
precedido en el discurso —y en lo que se expresa la voluntad de Dios Porque el tiempo de la ley era promesa y profecía, que ha llegado a su
sobre la comunidad— es el programa de las bienaventuranzas. En plenitud y ha desembocado en la nueva etapa del cumplimiento con la
ellas, efectivamente, Jesús presenta lo que debe ser la vida de los venida del Mesías. Desde entonces, Dios establece un nuevo pacto, se
discípulos, lo que Dios quiere de ellos, concretamente la justicia o instaura una nueva situación, que se caracteriza por una nueva forma
fidelidad por la que ellos tienen que estar dispuestos a ser perseguidos de relación de los hombres con su Dios.
(Mt 5, 10), que es sin duda la misma justicia o fidelidad de la que 3. Esta situación nueva consiste en que, a partir de Jesús, ha
habla en el versículo 20 177 . Existe, por tanto, un curioso paralelismo llegado el tiempo del cumplimiento de las promesas. La ley y los
entre el programa de las bienaventuranzas (Mt 5, 1-10), por una profetas, que hasta Juan Bautista habían sido sólo promesa y profecía
parte, y el pasaje en el que corrige la ley (Mt 5, 17-20), por otra. (Mt 11, 13), ahora son una realidad cumplida en toda su plenitud.
Ambos bloques concluyen con el llamamiento a la fidelidad. Se trata 4. Esta plenitud y este cumplimiento no se debe interpretar en el
de la actitud fundamental de los discípulos de Jesús 178 . La actitud sentido de que a partir de Jesús los hombres van a cumplir lo que
básica ante Dios, que ya no va a estar determinada por la ley (en eso hasta entonces les resultaba imposible, es decir, la plenitud y el
consistía la fidelidad de los letrados y fariseos), sino por algo que es cumplimiento no consisten en que por fin los hombres van a observar
mucho más importante: el don de Dios que es el Evangelio179 y la la ley hasta el último detalle. Tampoco consisten la plenitud y el
consiguiente exigencia que ese don desencadena en el creyente, exi- cumplimiento en que, a partir de la venida de Cristo, la ley va a ser
gencia que consiste esencialmente en el programa de las bienaventu- más estricta y más severa, es decir más exigente y más perfecta. Por el
ranzas. Estas bienaventuranzas no son leyes, no son normas. Son el contrario, la plenitud y el cumplimiento significan que desde que vino
proyecto de la nueva justicia, lo que Dios quiere que vivan los Cristo al mundo, lajusticia o fidelidad de los hombres ante Dios se va
creyentes para hacer presente en el mundo el reinado de Dios. a medir con otro criterio, porque ya no va a ser la ley, sino otra cosa,
Por consiguiente, después de todo lo dicho acerca del texto de Mt lo que determine y defina la fidalidad de los creyentes hacia su Señor.
5, 17-20, podemos deducir las siguientes conclusiones: 5. Esta otra cosa, que es lo que define la fidelidad del hombre
1. La comunidad de Jesús no puede poner su fidelidad a Dios en ante Dios, es el principio fundamental que Jesús establece en Mt 7,12:
lo que la ponían los letrados y fariseos, es decir, la comunidad de «todo lo que querríais que hicieran los demás por vosotros, hacedlo
Jesús no puede poner su fidelidad a Dios en la observancia de la ley, vosotros por ellos, porque eso significa la ley y los profetas». A partir
por más estricta y severa que esa observancia pretenda ser. Precisa- de ese principio general, la fidelidad de los discípulos se tiene que
expresar en la obediencia a los «mandamientos mínimos» que son las
vienaventuranzas, el programa de vida y de acción para la comunidad
177. Para un estudio detallado de Mt 5,20, véase J. Dupont, Les beatitudes III, Paris de los creyentes.
1973, 246-272. Esta «justicia» consiste, en definitiva, en la aceptación incondicional de la
voluntad de Dios. Por lo demás, como observa el mismo Dupont, las intenciones ¿Se puede decir que hay contradicción entre Jesús y Pablo en lo
profundas de la voluntad de Dios no han encontrado en la ley antigua nada más que una referente a la valoración y la obligatoriedad de la ley? Después de lo
expresión inadecuada. De ahí que existe una conexión profunda entre Mt 5, 20 y 6, 1, en que acabamos de ver acerca de los evangelios sinópticos, se puede
donde Jesús advierte a los discípulos que no deben practicar su fidelidad (expresada en las concluir lo siguiente: está fuera de duda que el enfrentamiento de
prácticas de piedad) para ser alabados por los hombres. Realmente, eso no estaba
mandado en la ley; pero la fidelidad de los discípulos debe ir mucho más allá de toda ley, Jesús con la ley es uno de los puntos más claros y, por supuesto, más
o. c, 260-266 y 271. decisivos en la historia de Jesús 18 °. El motivo de este enfrentamiento
178. Frente a los pocos autores que han defendido que la «justicia» es para Mateo la no fue el simple legalismo, ni los preceptos cúlticos, en cuanto
«justicia de Dios», es decir, un atributo divino, la gran mayoría de los exegetas están de distintos de otros preceptos morales, ni la ley sólo en cuanto ley judía.
acuerdo en que lajusticia de que aquí se trata es la postura fundamental de los discípulos
de Jesús. Cf. J. Dupont, o. c, 246-272. Jesús fue mucho más lejos de todo eso. Porque anuló la ley en cuanto
179. Este punto ha sido muy bien analizado por J. Jeremías, Palabras de Jesús,
Madrid 1968, 99-100. 180. J. I. González Faus, La humanidad nueva I, Madrid 1974, 60.
308 Símbolos de libertad El discernimiento cristiano 309
181
a su autoridad, su contenido y su presunto carácter salvador . El discernimiento, al que se refieren estos textos, no es el resultado
Dicho más claramente, Jesús afirmó, con su comportamiento y con de una deducción puramente teórica; y menos aún, la consecuencia de
sus palabras, que la ley no es ya el criterio y la norma que debe regir la aplicar nuestras ideas personales o nuestros proyectos a una situación
vida de sus discípulos. Esta ley que Jesús anula es la ley en su sentido determinada, para resolverla de acuerdo con nuestra manera de
más fuerte. Es decir, la ley en cuanto manifestación de la voluntad pensar. El discernimiento es el fruto de una experiencia intensa y
preceptiva de Dios y codificada en unas normas. Por otra parte, al creciente: la experiencia del amor cristiano hacia los demás. Este
hacer eso, Jesús no pretende fomentar el libertinaje y la inmoralidad. amor, que invade la vida afectiva del creyente, se traduce en conoci-
Lo que Jesús pretende es ir más allá de toda ética. Porque el amor miento profundo y práctico; y en una sensibilidad o tacto afinado,
cristiano no es la puesta en práctica de un deber simplemente, sino la que descubre, con una cierta connaturalidad y espontaneidad, lo que
exigencia más honda que brota de nuestro mismo ser182. agrada al Señor, lo mejor y lo más acertado, en cada situación y en
cada circunstancia concreta (cf. Flp 1, 9-10)184.
26. El discernimiento cristiano Por otra parte, el hombre puede engañarse al hacer el discerni-
miento. Y puede tomar por voluntad de Dios lo que en realidad no es
Pero entonces, si la ley ha sido anulada por Cristo, ¿cómo debe el sino voluntad propia. Entonces, ¿con qué criterios cuenta el creyente
cristiano organizar su conducta? ¿de qué criterio debe servirse para para saber que en su elección acierta y no se engaña? El cristiano no
ello? cuenta nada más que con el criterio que le suministran los «frutos del
Ante todo, una observación fundamental: el nuevo testamento no Espíritu». Donde se produzcan esos frutos, el discernimiento es
dice jamás que el cristiano deba encontrar lo que agrada a Dios acertado. Donde no se produzcan esos frutos, el discernimiento es
formando su conciencia a partir de una normativa, de una ley escrita. falso, por más que existan otras cosas, como por ejemplo: la piedad,
Y es lógico que no diga nada de eso, porque la supresión de la ley es la devoción, la fidelidad a unas normas, la eficacia, etc. Todo eso es
una de las afirmaciones mayores de todo el nuevo testamento. bueno, ¡qué duda cabe! Pero nada de eso basta. Y hasta puede que
Según la acertada formulación de Pablo, el cristiano encuentra lo esas cosas resulten engañosas. Porque el hombre puede autosatisfa-
que agrada a Dios mediante el discernimiento que el propio creyente cerse en su conciencia si tiene algo de eso y, precisamente a partir de
hace desde su fe (Rom 12, 2). Las afirmaciones del nuevo testamento eso, puede no darse cuenta de lo lejos que anda de Dios. Sólo la
en este sentido son fuertes: la vida de fe de los creyentes y su culto presencia del «fruto» del Espíritu puede garantizar la rectitud de
razonable a Dios se concreta y se expresa en el discernimiento (Rom nuestras decisiones. Ahora bien, el «fruto» del Espíritu se reduce a
12, 2); el caminar como hijos de la luz, por contraposición a los hijos una sola cosa: el amor fraterno en sus diversas manifestaciones. Estas
de las tinieblas, lleva consigo la puesta en práctica del discernimiento manifestaciones son: amor, alegría, paz, tolerancia, agrado, generosi-
para ver lo que agrada al Señor (Ef 5, 8-10); la madurez en la vida dad, lealtad, sencillez, dominio de sí (Gal 5, 22), bondad, honradez,
cristiana y la perfección de nuestra vida espiritual comporta necesa- sinceridad (Ef 5, 9), rectitud (Flp 1, 11; cf. Heb 12, 11; Sant 3, 18) y
riamente la capacitación para discernir lo bueno de lo malo (Heb 5, libertad cristiana (2 Cor 3, 17). Aquí es importante advertir que
14); el deseo y la oración de Pablo en favor de sus cristianos se cuando el nuevo testamento habla de los frutos del Espíritu, no
concreta en que ellos se capaciten, por medio del amor, para tener el menciona nunca las relaciones del hombre con Dios, sino solamente
tacto afinado que les lleve a discernir cuál es la voluntad de Dios (Flp las relaciones del hombre con los demás hombres. Esto no quiere
1,9-10); la solución ante el engaño, y frente a las posibles desviaciones decir que la relación del hombre con Dios no sea fundamental. Ella es
en nuestro caminar hacia Dios, no es otra que el discernimiento que el fundamento. Porque el amor cristiano procede de Dios (Rom 5,5; 1
hacemos desde la fe (1 Jn 4, l) 1 8 3 . Cor 12, 31; 1 Jn 4, 7). Lo que aquí quiere decirse es que la relación
vertical hacia Dios no es presentada nunca como fruto del Espíritu, es
181. Ibid., 61. decir no es presentada nunca como criterio para saber si el hombre
182. Ibid., 68-69. acierta o se equivoca al intentar descubrir lo que quiere el Señor. Sólo
183. Cf. J. M. Castillo, El discernimiento cristiano según san Pablo, Granada 1975, los frutos que se producen en nuestra convivencia social pueden
15-28. Es fundamental el estudio de G. Therrien, Le discernement dans les écrits pauli-
niens, Paris 1973; cf. también W. Grundmann, en TWNT II, 258-264; H. Haarbeck: TBL
I, 115-117. 184. J. M. Castillo, El discernimiento cristiano según san Pablo, 45-59.
Símbolos de libertad 311
310 Símbolos de libertad
garantizar la rectitud de nuestras decisiones. Por consiguiente, donde Por lo demás, conviene advertir que todo lo dicho no se opone en
se produce división, resentimiento, intolerancia, tacañería, descon- absoluto a la necesidad que tiene toda sociedad humana de que
fianza, autosuficiencia, insinceridad, distanciamiento de los demás — existan unas normas que regulen las relaciones entre los ciudadanos.
sobre todo si son los más pobres— y, especialmente, donde hay En este sentido, tanto en la sociedad civil como en la iglesia tendrá
opresión, es enteramente imposible que en esas cosas, por más que se que existir una determinada normativa. Pero haciendo dos salvedades
produzcan por motivos altísimos, se encuentre lo que Dios quiere185. fundamentales: 1) cualquier normativa humana es válida y admisi-
ble sólo en la medida en que sirve para expresar y realizar el amor y el
En consecuencia, el cristiano debe organizar su conducta, no a
servicio a los demás; 2) cualquier normativa humana no puede ser
partir de la ley, sino a partir de los frutos del Espíritu. La diferencia
aceptada por un cristiano como «ley», es decir, como principio
entre la «ley» y el «fruto» del Espíritu está en que la ley es un principio
obligante en conciencia independientemente del propio discernimien-
obligatorio antecedente a la decisión moral, mientras que el fruto del
to, que el creyente hace desde su fe. Estas dos salvedades tienen su
Espíritu es el resultado consecuente que acompaña a esa decisión.
razón de ser en todo lo que se ha dicho acerca de la libertad cristiana
Ahora bien, en la teología de Pablo y de los evangelios el único
ante la ley. Porque es evidente que si no hacemos tales salvedades,
principio antecedente, que tiene que determinar la opción del cristia-
anulamos inevitablemente la revelación de Dios en Cristo sobre la
no, es el amor a Dios y al prójimo. Eso supuesto, los frutos del
libertad que el Señor ha otorgado a los hijos de Dios. Y no hay
Espíritu actúan como criterios que le sirven al creyente para saber si
autoridad humana, por alta o importante que sea, que pueda actuar
su amor es coherente con la voluntad de Dios; o si, por el contrario, su
de tal manera que, en la práctica, venga a suplantar la revelación de
amor es un angaño que enmascara al propio egoismo y a los bajos
Dios a los hombres. Ni hay autoridad humana que pueda arrebatar a
instintos. Por lo demás, sabemos que Pablo ofrece a los cristianos,
los hombres el derecho que Cristo les ha otorgado: el derecho de ser
con frecuencia, determinados criterios de elección para orientar su
libres, que es el derecho de organizar su conducta a partir del amor,
comportamiento, tales como los frutos del Espíritu (de los que ya
no a partir de la ley.
hemos hablado) y las listas de vicios y virtudes (1 Cor 5, 10-11; 6, 9-
10; 2 Cor 12, 20-21; Gal 5, 19-21; Rom 1, 29-31; 13, 13; Col 3, 5-8; Ef Entonces, ¿qué valor tiene cualquier normativa humana a la hora
4, 31; 5, 3-5; cf. 1 Tim 1, 9-10; Tit 3, 3; 2 Tim 2, 5), que obviamente de determinar la decisión moral del creyente? Las normas humanas
deben servir a los miembros de la comunidad cristiana como «límite» no tienen más valor que el de actuar como criterios que el cristiano ha
que nunca se debe quebrantar. Pero es claro que tales listas no son un de tener en cuenta a la hora de hacer su discernimiento. Si esas
código de leyes propiamente tales, sino ejemplificaciones de lo que es normas son expresiones concretas del amor en una situación dada,
en la práctica el amor vulnerado y traicionado o lo que exige la puesta está claro que el hombre de fe no puede, sin más, desatenderlas. Pero
en práctica de ese mismo amor 186 . quedando siempre en pie que el último determinante de la decisión
Otra cuestión muy distinta es si se puede y se debe admitir la exis- moral es la conciencia iluminada y guiada por el discernimiento.
tencia de normas humanas, que tengan una dimensión absoluta, en
cuanto que corresponden a la humanidad del hombre, porque en tales
normas el hombre se expresa y se realiza. Aquí ya no nos situamos al 27. Símbolos de libertad
nivel de la reflexión estrictamente cristiana, sino en el plano del com-
portamiento ético general. Ahora bien, desde este punto de vista, Tal como, de hecho, está organizada la práctica sacramental en la
los moralistas (al menos los católicos) están generalmente de acuerdo iglesia, los sacramentos han dejado de ser símbolos de amor y de
en que, efectivamente, se debe reconocer la existencia de tales normas, libertad. Y en lugar de eso, aparecen por lo general ante los fieles
que serían la expresión de lo que es humanamente recto y justo 187 . como símbolos de obligación, de sometimiento y de dominación. La
gran mayoría de la gente acude a las ceremonias sacramentales
185. Ibid., 71-89.
porque hay obligación de acudir a esas cosas: hay obligación de ir a
186. Cf. S. Lyonnet, Le peché, en DBSup VII, 497-498. misa los domingos, hay obligación de confesarse en determinadas
187. Para este punto, cf. J. Fuchs, Der Absolutheitscharakter sittlicher Handlungs- circunstancias o en ciertas ocasiones, hay obligaciones que brotan del
normen, en H. Wolter (ed.), Testimonium Veritati, Frankfurt 1971, 213 s, especialmente bautismo, las obligaciones que son propias de los que están casados
223-225. El fundamento último de tales normas seria lo humano como recta razón, por la iglesia, las obligaciones que tiene el que está ordenado de
prescindiendo de las discusiones sobre la llamada «ley natural».
312 Símbolos de libertad Símbolos de libertad 313

sacerdote, etc, etc. Cada sacramento es una obligación y, a su vez, una Por otra parte, los fieles que se han sentido agusto en su piel de
fuente de obligaciones. Por supuesto, que ni los libros de religión ni católicos practicantes, han aceptado gustosos el sistema que se les
un buen número de predicaciones eclesiásticas hablan de esta manera imponía. Y no sólo lo han aceptado gustosos, sino que además han
cuando presentan a los sacramentos ante los fieles. Es más, sabemos considerado que en el sometimiento incondicional al sistema estaba
muy bien que en ciertos libros de teología se dicen cosas preciosas su salvación, su santificación y el eje de su vida cristiana.
acerca de la celebración sacramental como celebración de la fe y del Pero, en definitiva, ¿qué es lo que todo esto nos viene a indicar?
amor. Pero una cosa es lo que dicen los libros o los clérigos en sus Por lo menos, una cosa que parece bastante clara: el sistema eclesiásti-
sermones; y otra cosa es lo que la gente siente y vive cuando se trata co está persuadido de que con la fe no basta, sino que, además de la
de los sacramentos eclesiásticos. Ahora bien, lo que la mayoría de la fe, hace falta la ley. De eso parece que está profundamente persuadida
gente siente y vive sobre este asunto es que los sacramentos son la autoridad eclesiástica. Y de eso parece que también están bastante
obligaciones religiosas con las que el fiel cristiano tiene que cumplir y persuadidos muchos fieles católicos. El resultado es que la iglesia ha
a las que tiene que someterse, si es que quiere estar bien con Dios y en organizado su funcionamiento a base de que la ley juegue un papel
paz con su conciencia. Y la prueba más clara de que esto es así la decisivo en la marcha del sistema. De donde resulta que la generali-
tenemos en el hecho de que la autoridad eclesiástica no quiere, por dad de los fieles viven su cristianismo de tal manera que, en las
nada del mundo, dejar la participación en los sacramentos como relaciones de cada uno con Dios, desempeña un papel clave, no sólo
asunto de conciencia que cada uno debe resolver con plena libertad y la fe, sino además la ley. Y las cosas se han puesto de tal manera que
sin que medie ley alguna al respecto. La autoridad eclesiástica tiene, eso se considera intocable. ¿Por qué? Desde luego, del nuevo testa-
sin duda, sus razones para seguir imponiendo leyes obligantes en mento no se puede deducir una argumentación que avale y apoye esa
conciencia sobre todos y cada uno de los sacramentos. Porque existe manera de proceder. Es más, del nuevo testamento sólo se puede
el convencimiento de que si un buen día se dijera que no es obligatorio deducir una argumentación exactamente en sentido contrario. Enton-
ir a misa los domingos, el número de gente que acude a las iglesias ces, ¿por qué se le da a la ley una importancia tal en la iglesia? Sin
bajaría de manera alarmante. Y lo que decimos de la misa dominical, duda alguna, las autoridades eclesiásticas están sinceramente conven-
se puede decir igualmente de los demás sacramentos. He aquí el cidas de que la ley es absolutamente necesaria para que la fe no
reconocimiento más claro de que los sacramentos no son símbolos de decaiga, para que la fe se vea protegida y fomentada. Ahora bien,
libertad, sino de sometimiento. ¿que quiere decir eso en el fondo? Seguramente, eso quiere decir que a
Pero no se trata sólo de que los sacramentos son símbolos de la autoridad eclesiástica no le basta con la fe para relacionarse con los
sometimiento. Seguramente, el problema más serio que representa la fieles. O sea, la autoridad parece estar persuadida de que las relacio-
práctica sacramental establecida está en que los sacramentos son nes entre pastores y fieles, en la iglesia, no pueden ser sólo relaciones
utilizados, de hecho, como instrumentos de dominación. La palabra de fe, sino que además es necesario que sean relaciones determinadas
«dominación» es fuerte. Pero es, sin duda, la palabra adecuada. por la ley, es decir, relaciones de obligación y de sometimiento.
Piénsese, por ejemplo, en lo que ha representado la confesión sacra- Porque eso es lo que puede añadir la ley a la fe.
mental: aunque ni el confesor ni el penitente pensasen en semejante En efecto, la fe actúa por el amor y engendra unidad y comunión.
cosa, la pura verdad es que no ha existido un instrumento de domina- La ley actúa por lo que genera de obligación y de sometimiento. He
ción más sutil y más profundo que ése. Piénsese, por poner otro ahí dos dinamismo, que tienen que ver muy poco el uno con el otro.
ejemplo, en que las iglesias cristianas (católida, ortodoxa y protestan- Pero en la iglesia se han querido compaginar ambas cosas, se han
tes) no han consentido renunciar a la práctica de bautizar a los niños querido dosificar convenientemente y se quieren mantener a toda
recién nacidos, lo cual se ha justificado con toda serie de argumentos costa. Y el resultado es que, en la vida cristiana de los fieles, actúan
teológicos, pero parece que, en la práctica, eso ha sido el instrumento lógicamente dos principios o si se quiere dos dinamismos de signo
decisivo que han tenido las diversas iglesias para seguir ejerciendo su muy distinto: el dinamismo de la fe y el dinamismo de la ley. La
influjo y su dominio en los países y áreas geográficas en que cada una consecuencia, entonces, es la confusión. Confusión que opera en los
de ellas estaba instalada. Hay razones, pues, para pensar que los niveles más íntimos de la conciencia, de tal manera que al cristiano
sacramentos son los medios más poderosos con que cuenta la institu- medio le resulta extremadamente difícil saber si lo que le empuja a
ción elclesiástica para influir mandar y dominar. participar en los sacramentos es la experiencia de la fe y del segui-
314 Símbolos de libertad
8
miento de Jesús o más bien el miedo ante la ley o la norma quebranta-
da.
Estando así las cosas, ¿cómo recuperar los símbolos perdidos,
para que sean efectivamente símbolos de libertad? Es evidente que esa
La doctrina del magisterio
recuparación no se va a conseguir sólo mediante teorías y doctrinas.
Porque el problema no está en las teorías, sino en las experiencias que
sobre los sacramentos
viven los fieles. Por consiguiente, sólo cuando los cristianos se acer-
quen a los sacramentos con absoluta libertad, sin ser forzados a ello
por ninguna ley, podremos decir que los sacramentos son realmente
capaces de expresar simbólicamente la experiencia fundamental de
nuestra fe en Jesucristo. Desde este punto de vista, es de desear que la
autoridad de la iglesia afronte con toda urgencia el problema real que
representa el hecho de que los creyentes tengan que acercarse a los
sacramentos empujados y obligados por una legislación que con
frecuencia les resulta pesada e incluso oprimente. Y en todo caso,
afronte o no afronte la autoridad este problema, lo más urgente es 1. Los «dogmas de fe» sobre los sacramentos
que todos en la iglesia tomemos conciencia de lo que representa el
mensaje cristiano en cuanto mensaje de libertad frente a toda ley. Sólo En los manuales de teología dogmática, se suelen proponer una
a partir de este planteamiento, nuestras celebraciones sacramentales serie de afirmaciones acerca de los sacramentos «en general», que son
podrán recuperar su verdadera significación. consideradas como dogma de fe, de tal manera que quien niegue o
ponga en duda tales dogmas es tenido por hereje. Al hablar aquí de
«dogmas», entendemos esa palabra en el sentido más restringido que
ha adquirido, en los ambientes eclesiásticos, a partir del siglo XIX: lo
que de hecho se suele entender por dogma, desde entonces, son las
definiciones solemnes del magisterio de los concilios o de los papas 1 .
Por otra parte, cuando utilizamos el término «hereje», lo entendemos
en el sentido en que el código de derecho canónico define y delimita el
concepto: es hereje todo bautizado que manteniendo el nombre de
cristiano, niega o pone en duda con pertinacia alguna de las verdades
que han de ser creídas con fe divina y católica2.

1. Prescindimos aquí, por tanto, no sólo de la diversidad de sentidos que ha tenido la


palabra «dogma» a lo largo de la historia de la iglesia, sino incluso de la amplitud de
significado que puede tener en la actualidad, ya que, según la definición del concilio
Vaticano I, se pueden entender también como dogmas las verdades reveladas que el
magisterio ordinario y universal propone para que sean creídas como tales por los fieles
(DS 3011). Sobre el concepto de «dogma», Cf. E. Barón, Consideraciones en torno al
concepto de dogma: Proyección 21 (1974) 195-205. Para la historia y la problemática de
ese concepto, cf. A. Deneffe, Dogma. Wort und Begriff: Scholastik 6 (1931) 381-400; 505-
538; M. Elze, Der Begriff der Dogma in der Alten Kirche: ZTK 61 (1964) 421-438; W.
Kasper, Dogma y palabra de Dios, Madrid 1968; Y. Congar, La fe y la teología, Barcelona
1970, 70-106; K. Rahner-K. Lehmann, Kerigma y dogma, en Mystehum Salutis I, Madrid
1969, 704-791.
2. Post receptum baptismtm si quis nomen retinens christianum, pertinaciter aliquam
ex veritatibus fide divina et catholica credendis denegat aut de ea dubitat haereticus est:
Canon 1325, 2.
316 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Los «dogmas de fe» sobre los sacramentos 317

Las verdades fundamentales o dogmas de fe sobre los sacramen- Trento, han afirmado que esa doctrina es de fe divina y católica 9; 5)
tos, tal como son presentadas en los manuales de teología, son las que esa gracia es comunicada por los sacramentos ex opere opéralo,
siguientes: 1) que los sacramentos son siete y por cierto exactamente según la afirmación textual del canon 8 10 . Más adelante habrá
siete, ni más ni menos, como se dice textualmente en el canon primero ocasión de explicar qué es lo que quiere decir la fórmula ex opere
de la sesión VII del concilio de Trento 3 ; 2) que estos siete sacramen- opéralo. De momento, baste recordar que, a partir de la definición
tos fueron instituidos por Cristo, como consta igualmente por el tridentina, los manuales de teología han considerado esa doctrina
mismo canon de Trento 4 ; 3) que los sacramentos son esencialmente como de fe divina y católica11; 6) que hay tres sacramentos, el
un «signo» de gracia divina5; 4) que los sacramentos confieren la bautismo, la confirmación y el orden, que imprimen «carácter», según
gracia, es decir, comunican a quien los recibe la gracia y el favor de afirma el canon 9 de la misma sesión VII de Trento 12 , aunque ya
Dios, con tal de que el receptor no ponga obstáculo (óbice) para ello, antes había referencia a este asunto, primero en Inocencio III (año
cosa que se dice en los cánones 6 y 7 de la citada sesión de Trento 6 y 1201) n y en las Decretales de Gregorio IX (entre los años 1230-
más tarde lo han enseñado León XIII (año 1896)7 y Pío XII (año 1234)14 y de manera más explícita en el Decreto pro Armenis del
1947)8. Por su parte, los teólogos, basándose en los cánones de concilio de Florencia15. También en este caso y de acuerdo con la
enseñanza de Trento, los teólogos han afirmado que se trata de una
3. DS 1601. La enumeración de los siete sacramentos se encuentra ya en la Profesión
verdad de fe divina y católica16; 7) que el ministro de los sacramen-
de fe prescrita a los valdenses (año 1208) (DS 794), en la profesión de fe de Miguel tos debe tener, al administrarlos, la intención de «hacer lo que hace la
Paleólogo, en el concilio II de Lyon (año 1274) (DS 860) y más tarde en el Decreto pro iglesia», que es la fórmula que utiliza el canon 11 de la misma sesión
armenis del concilio de Florencia (año 1439) (DS 1310). En los manuales de teología se de Trento 17 , pero aparece ya antes en el concilio de Constanza 18 y de
considera esta afirmación como de fe divina y católica. Cf. M. Nicolau, Teología del signo
sacramental, Madris 1969, 175; J. A. de Aldama, Theoria generalis sacramentorum, en ello se habla también en el citado Decreto pro Armenis del concilio de
Sacrae Theologiae Summa IV, Madrid 1956, 16; J. Puig de la Bellacasa, De sacramentis, Florencia19. Por todo ello y de acuerdo concretamente con la doctri-
Barcelona 1948, 8 (lo considera sólo defide divina); A. de Smet, De sacramentis in genere, na de Trento, también esta tesis es considerada como de fe divina y
Bruges 1925, 76, (pertinens ad fidei depositum); Ch. Pesch, Compendium theologiae católica definida20; 8) que la validez de un sacramento es válido
dogmaticae IV, Freiburg 1920, 4 (dice simplemente de fide). Se podrían citar otros
muchos autores que, con ligeras variantes en cuanto a la formulación, en el fondo vienen aunque el que lo administra esté en pecado mortal, con tal de que
a decir lo mismo. Por ejemplo, considera esta tesis como dogma, sin más precisiones, M. haga lo que se necesita para administrarlo, según se expresa en el
Schmaus, El credo de ¡a iglesia católica II, Madrid 1970, 267. canon 12 de Trento 21 , pero ya antes se había dicho eso en la profesión
4. DS 1601, y también en la profesión de fe prescrita a los maronitas (año 1743) (DS de fe impuesta a los valdenses22. Por lo demás, esta cuestión había
2536) J. A. de Aldama, o. c, 106, afirma que se trata aquí de una definición defide divina
et catholica, mientras que M. Nicolau, o. c, 271, piensa que es una verdad de fe definida.
Para M. Schmaus, o. c, 262, es una cuestión que pertenece a la fe de la iglesia católica; J.
Puig de Bellacasa, o. c, 22, dice que es de fide divina; Ch. Pesch, o. c, 30, se limita a 9. Por ejemplo, J. A. de Aldema, o. c, 41; M. Nicolau, o. c, 231; pero hay quienes
afirmar que es de fide. Por lo demás los teólogos han discutido si esta institución por dicen que es, sin más precisiones, una verdad de fe, como por ejemplo, L. Ott, o. c, 496.
Cristo se ha de considerar como una institución inmediata o mediata; y califican 10. DS 1608.
diversamente cada una de estas tesis. Por ejemplo, L. Ott, Manual de teología dogmática, 11. Así, por ejemplo, J. A. de Aldama, o. c.,58; J. Puig de la Bellacasa, o. c, 56, dice
Barcelona 1964, 501-502, piensa que la institución «directa y personalmente» es sólo una que es defide definita in Tridentino; Ch. Pesch, o. c, 12, piensa que es sencillamente de
sentencia cierta. fide.
5. Esta tesis no aparece tan directamente formulada en los documentos del magiste- 12. DS 1609.
rio como las dos anteriores. Sin embargo, basándose en el canon 6 de la citada sesión de 13. DS781.
Trento (DS 1606), J. A. de Aldama, o.c, 24, dice que se trata de una verdad defide divina 14. Corpus Iuris Canonici, 3, X, 1, 11. (ed. Friedberg, 2, 124).
et catholica. Otros autores hablan, más bien, del signo externo «que se compone de dos 15. DS 1313.
elementos esenciales: la cosa y la palabra (res et verbum)» y afirman que eso es sentencia 16. Por ejemplo, J. A. de Aldama, o. c, 49, aunque algunos la califican simplemente
próxima a la fe. Asi, por ejemplo, L. Ott, o. c, 489. Mientras que otros teólogos explican de fe, por ejemplo L. Ott, o. c, 498; o defide definita in Tridentino, como dice J. Puig de la
la naturaleza del sacramento refiriéndose a la teoría aristotélica, ampliamente utilizada Bellacasa, o. c, 107.
por la teología medieval, sobre la «materia» y la «forma». Esta teoría es considerada 17. DS 1611.
como doctrina católica, por M. Nicolau, o.c, 187. Otros la juzgan como cierta y común, 18. DS 1262.
así J. Puig de la Bellacasa, o. c, 16. 19. DS 1312.
6. DS 1606, 1607. 20. J. A. de Aldama, o. c, 83; para M. Nicolau, o. c, 199 es de fe definida.
7. DS 3315. 21. DS 1612.
8. DS 3858. 22. DS 793.
318 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Los «dogmas de fe» sobre los sacramentos 319

sido muy debatida desde el tiempo de los padres de la iglesia, por lo des afirmaciones dogmáticas de la teología sacramental están definiti-
que abundan los documentos en este sentido, tanto entre los autores vamente formuladas y definidas. Desde este punto de vista, se ha
antiguos como en el magisterio23. También esta doctrina es presenta- podido decir que el concilio tridentino es, no sólo la refutación de los
da por los manuales de teología como verdad de fe divina y católi- errores acerca de los sacramentos27, sino además el «compendio de la
ca 24 ; 9) que por lo menos en lo que se refiere al bautismo, la validez doctrina de la iglesia, decisiva hasta hoy» sobre esta cuestión2».
del sacramento tampoco depende de si el que lo administra tiene o no Por otra parte —y esto es de alguna manera más importante— los
tiene fe, es decir, que el sacramento es válido aun cuando lo adminis- teólogos católicos, no sólo se han basado generalmente para decir que
tre un hereje o un cismático25. las afirmaciones de Trento sobre los sacramentos son dogmas defini-
A estas afirmaciones fundamentales del magisterio eclesiástico, dos que vinculan a los creyentes en su conciencia y en su fe, sino que
recogidas por lo general en los manuales de teología, hay que añadir además han deducido, a partir de esas afirmaciones, una teoría sobre
también las enseñanzas de Trento según la cual no todo los fieles lo que es la esencia o la naturaleza de los sacramentos. Es decir, los
cristianos tienen potestad para administrar los sacramentos26. Es teólogos católicos, por lo general, no sólo han repetido y aclarado las
decir, se trata de la doctrina, tradicionalmente aceptada en la iglesia, formulaciones de Trento, sino que a partir de tales formulaciones,
han pensado que se podía conocer y precisar en qué consiste la esencia
que afirma la necesidad de un ministro determinado para cada
misma, el ser y la naturaleeza de los sacramentos. De ahí que, en los
sacramento, menos en el caso del bautismo que, como es sabido,
tratados dogmáticos de teología sacramental, es frecuente encontrar
puede ser administrado por cualquier persona, en caso de necesidad. un apartado importante dedicado precisamente a definir y explicar
Ahora bien, a la vista de estas afirmaciones fundamentales sobre cuál es la esencia de un sacramento29.
los sacramentos, conviene subrayar dos cuestiones concretas que son
de especial importancia, por lo que vamos a decir enseguida. Ante En resumen: los manuales de teología dogmática, con bastante
todo, algo que salta a la vista, después de lo dicho, y que además está frecuencia, apoyándose en la doctrina que expone el concilio de
en el ánimo de todo el que ha estudiado con cierta detención la Trento en su sesión séptima, sobre los sacramentos en general, han
teología sacramental de la iglesia católica, a saber: si los teólogos deducido y enseñado: 1) que las afirmaciones fundamentales de
aquel concilio son verdades de fe o, dicho de otra manera, son
presentan ese conjunto de afirmaciones como verdades de fe y como
dogmas definidos por la iglesia; 2) que, a partir de esos dogmas, se
dogmas definidos por el magisterio, en último término eso se debe a
puede determinar cuál es la naturaleza o la esencia de los sacramen-
que el concilio de Trento definió solemnemente esos dogmas. Porque, tos. Por lo demás, todos sabemos perfectamente que, a partir de estas
aunque es verdad que sobre algunas de esas afirmaciones ya se había dos conclusiones, se ha organizado la enseñanza de la teología sacra-
pronunciado el magisterio de la iglesia antes de Trento, lo cierto es mental en los seminarios y facultades eclesiásticas, se ha formulado la
que la recopilación más completa, más solemne y más clara sobre esas doctrina de los catecismos y, en general, se ha educado al pueblo
verdades fue precisamente en Trento donde se llevó a cabo y donde se cristiano de acuerdo con tales principios. Si no en todos los casos, por
propuso de una manera más terminante y decisiva. Es, por consi- lo menos en muchas ocasiones, así es como han ido las cosas en la
guiente, en el concilio de Trento donde se basan principalmente y iglesia en lo referente a la teología de los sacramentos.
hasta esencialmente los teólogos católicos para afirmar que las gran-

23. Una información sobre este asunto puede verse en M. Nicolau, o. c, 158-162.
24. Así, J. A. de Aldama, o. c, 93; M. Nicolau, o. c, 162.
25. Así, por ejemplo, piensa J. A. de Aldama, o. c, 98, basándose en el canon 4 sobre
el bautismo de la sesión VII de Trento (DS 1617) y en el magisterio ordinario de la iglesia; 27. Cf. J. Finkenzeller: LTK IX, 224.
también en el mismo sentido, E. Doronzo, De sacramentis in genere, Milwaukee 1946, 28. R. Schulte, en Sacramentum mundi VI, 167.
478; G. van Roo, De sacramentis in genere, Roma 1957, 185, entre otros que se podrían 29. H. Lennerz, De sacramentis novae legis in genere, Roma 1950, 86 s; L. Lercher,
citar igualmente. En cuanto a los demás sacramentos, no creen los teólogos que se trate de Institutionum Theologiae Dogmaticae IV/2, Tractatus de sacramentis in genere, Oeniponte
una verdad de fe definida su validez, cuando son administrados por herejes. Pero, como se 1948, 5-11; Ch. Pesch. o. c, 3-12; J. Puig de la Bellacasa, o. c, 14-20; E. Doronzo, o. c, 33-
ha dicho acertadamente, es práctica universal de la iglesia reconocer válidos todos los 114; L. Ott, o. c, 486-490; G. van Roo, o. c, 70-94; J. A. de Aldama, o. c, 22-38; M.
sacramentos conferidos por herejes. Cf. A. Palenzuela, Los sacramentos de la iglesia, Schmaus, o. c, 262. Los testimonios en este sentido se podrían multiplicar sin especial
Madrid 1965, 433. dificultad. Hemos citado sólo algunos, a título de ejemplo.
26. Ses. VII, canon 10. DS 1610.
320 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos ¿Qué pretendió el concilio de Trento? 321

2. ¿Qué pretendió el concilio de Trento? Al hablar de esta manera, Rahner se refería a la definición del
concilio de Calcedonia sobre el misterio de Cristo. Pero es claro que el
Es importante hacerse esta pregunta. Por una razón que se com- mismo criterio se puede y se debe aplicar a la doctrina de cualquier
prende enseguida. Con frecuencia, se suele decir que la doctrina otro concilio. Porque, en definitiva, el problema es siempre el mismo:
católica sobre los sacramentos quedó definitivamente afirmada y la imposibilidad que de hecho existe de abarcar la plenitud inagotable
definida en Trento. Ahora bien, cuando se dice eso, ¿qué es lo que se de la verdad en la formulación concreta y limitada de una verdad. Por
quiere afirmar? ¿se trata de decir que el concilio de Trento dijo la
consiguiente, está fuera de duda que la doctrina de Trento sobre los
última y definitiva palabra acerca de lo que la iglesia debe saber y
sacramentos no puede ser comprendida o interpretada como la última
practicar en lo referente a los sacramentos? ¿se trata, además, de
afirmar que Trento dijo todo lo que esencialmente hay que decir sobre y definitiva palabra que la iglesia ha de tener en cuenta acerca del
la teología sacramental, de tal manera que todo lo que pudiera venir asunto que aquí nos ocupa. Lo cual quiere decir, entre otras cosas,
después no podría pasar de ser sino añadiduras complementarias y, que no es posible elaborar una teología acabada y completa sobre los
por tanto, cuestiones secundarias y de segundo orden? ¿pretendió sacramentos, partiendo de las enseñanzas de Trento.
aquel concilio decir todo eso? Pero no se trata sólo de eso. Porque lo que acabamos de indicar
Ante todo, debe quedar bien claro que ningún concilio, por vale lo mismo para el concilio de Trento que para cualquier otro
importante que sea, puede en ningún caso decir la última y definitiva concilio o para cualquier definición del magisterio de la iglesia. Pero,
palabra sobre una determinada verdad referente a Dios o, en general, en el caso concreto del concilio de Trento, sabemos además que la
a la revelación divina. Es decir, nunca las afirmaciones del magisterio intención de aquel concilio, al definir la doctrina sobre los sacramen-
eclesiástico pueden ser el punto omega en el esfuerzo de la mente tos, fue delimitada y concreta. El concilio, en efecto, no pretendió
humana por comprender y formular las verdades que se refieren a nada más que una cosa en los cánones dogmáticos de la sesión
Dios o a los asuntos relacionados con lo trascendente. Más bien hay séptima: condenar los errores de la reforma protestante acerca de los
que decir que toda la formulación magisterial es siempre el punto alfa, sacramentos en general y también los errores sobre el bautismo y la
punto de partida, desde el que la iglesia, todos y cada uno de los confirmación. Así se dice expresamente en el Proemio de dicha sesión:
creyentes, tienen el derecho y el deber de seguir avanzando y profun- «para eliminar los errores y extirpar las herejías que se han suscitado
dizando hasta llegar a una comprensión más profunda y más comple- en nuestro tiempo acerca de los santísimos sacramentos»32. Por
ta de la verdad. En este sentido, hace más de veinte años escribía K. consiguiente, sabemos que el mismo concilio declaró, de manera
Rahner: oficial, que su intención era muy concreta: refutar y condenar los
errores de los reformadores protestantes acerca de los sacramentos.
La formulación más clara y más precisa, la expresión más sagrada, la Por eso, se comprende perfectamente que desde el día 17 de enero
condensación más clásica del trabajo secular de la iglesia orante,
pensante y militante, en torno a los misterios de Dios, tiene su razón de de 1547, cuando se empezó a tratar el tema de los sacramentos en el
vida justamente en ser comienzo y no fin, medio y no término: una las concilio, lo que se presentó al estudio y discusión de los teólogos fue
que nos libera para llegar a la verdad siempre más alta 30. un catálogo de errores tomados de las obras de los reformadores,
especialmente del tratado De captivitate babylonica ecclesiae praelu-
L a r a z ó n p r o f u n d a p o r la q u e se p u e d e afirmar lo q u e a c a b a m o s dium de Lutero 33 . Como se dijo en el mismo concilio, se trataba de
d e leer en este t e x t o d e R a h n e r es la siguiente:
De la esencia del conocimiento humano de la verdad y de la naturaleza 32. Ad errores eliminandos, et exirpandas haereses, quae circa ipsa santissima sacra-
de la verdad divina resulta que una verdad particular, sobre todo si se menta hac riostra tempestale... suscitatae. DS 1600.
refiere a Dios, es siempre un primer paso, un punto de partida, nunca 33. Martin Luthers Werke VI (ed. Weimar) 497-573. Una buena exposición, aunque
una conclusión, un final 31. bastante resumida de la doctrina de Lutero sobre los sacramentos, en R. Hotz, Soleramen-
te irn Wechselspiel zwischen Ost und West, Zürich-K61n 1979, 87-94; cf. también, J. Lortz,
Sakramentales Denken beimjunger Luther, en Luther-Hahrbuch 1969, 9-41; importantes
30. K. Rahner, Problemas actuales de cristología, en Escritos de teología I. Madrid
elementos de juicio en O. H. Pesch, Die Theologie der Rechtfertigung bei Luther und
1961, 169. Rhancr habló por primera vez de este asunto en su trabajo Chalkedon-Ende
Thomas von Aquin, Mainz 1967, 334 s; F. Schupp, Glaube, Kultur, Symbol. Versuch einer
oder Anfang? en la obra dirigida por A. Grillmeier y H. Bacht, Das Konzil vori Chalkedon
kritischen Theorie sakramentaler Praxis, Dusseldorf 1974, 183-192; E. Roth, Sakrament
III, Würzburg 1954, 3-49.
nach Luther, Berlin 1952; E. Bizer, Die Enldeckung des Sakraments durch Luther: EvTh 17
31. K. Rahner, Problemas actuales de cristología, 169. (1957) 65-87.
322 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos ¿Qué pretendió el concilio de Trento? 323

una lista de errores «coleccionados de los libros de los modernos Ahora bien, eso quiere decir que el concilio no pretendió en ningún
herejes acerca de los sacramentos en general»34. Y en el mismo momento presentar y definir una doctrina completa y exhaustiva
sentido hay que entender la advertencia que se les hizo a los teólogos sobre la naturaleza de los sacramentos. Como tampoco pretendió en
de que dejaran aparte las cuestiones que eran opinables entre los ningún momento definir el significado pleno y las implicaciones que
autores católicos, es decir, todo aquello que, con tal de quedar a salvo tienen los sacramentos para la iglesia y para los creyentes. Dicho de
la fe, se podía discutir en un sentido o en otro 35 . Ahora bien, otra manera, nadie tiene derecho a apoyarse en la doctrina de Trento
precisamente porque la intención del concilio era ésa y no otra, para afirmar, a partir de esa doctrina, qué es un sacramento, cuál es
cuando los teólogos encontraban alguna cuestión que era discutida o su naturaleza íntima, cuáles son sus exigencias y sus efectos en la vida
discutible entre los católicos, sencillamente la desechaban como asun- de los fieles.
to que no tenía por qué entrar en lo que se estaba tratando. Así, por A primera vista, estas afirmaciones pueden parecer extrañas o
ejemplo, el teólogo español Bartolomé Miranda indicó en el concilio incluso inadmisibles, al menos para algunas personas. Sin embargo,
que el artículo sexto de los que se habían presentado a debate, no por más que resulte sorprendente, es así. Ante todo, porque, como ya
debía ser condenado, porque sobre ello no existía una opinión unáni- se ha dicho, la intención del concilio no fue definir nada de eso, sino
me entre los teólogos católicos36. Y por la misma razón, cuando se simplemente —hay que repetirlo una vez más— condenar los errores
llegó a la redacción definitiva del canon 9, que trata del «carácter» de la reforma protestante. Pero hay algo en todo este asunto que
que imprimen el bautismo, la confirmación y el orden, se evitó resulta más significativo, a saber: el concilio no dio jamás una
cuidadosamente redactar el canon de tal manera que no se rozara definición de lo que entendía por «sacramento». Lo cual es cierto
alguna de las diversas interpretaciones que discutían los católicos hasta tal punto que, ya casi al final de la larga discusión sobre los
acerca de la naturaleza del «carácter sacramental»37. Finalmente, y sacramentos, el superior general de los ermitaños de san Agustín,
por la misma idea, que siempre movió a los teólogos y a los padres del Jerónimo Seripando, pidió a los padres conciliares que en el decreto
concilio al tratar de los sacramentos, en la sesión XXIII, cuando se se introdujera la definición de sacramento que había dado, en el siglo
planteó el tema del sacramento del orden, el obispo de Gerona XII, el maestro de las sentencias, Pedro Lombardo 39 , precisamente
advirtió que lo que estaba en juego y lo que, por tanto, interesaba era para evitar la equivocidad y la confusión que había sobre ese punto
solamente «arrancar y destruir los falsos dogmas de los herejes»38. tan esencial40, pues como indicó el mismo Seripando, el término
La intención, por tanto, del concilio fue muy clara. Y también sacramentum no tenía un significado preciso y unívoco, sino que, por
muy delimitada y concreta: condenar unos errores determinados. el contrario, había muchas opiniones sobre el particular41, como
consta por los autores de la época42. Pues bien, ni siquiera después de
34. Collectos ex libris modernorum haereticorum circa sacramenta in genere: CT 5, esta petición expresa del eminente teólogo, el concilio formuló su
835, 11-12.
35. ha tamen, ut quaestiones, quae adrem nonfaciunt et de quibus salvafideutranque
definición de lo que entendía por «sacramento». Lo cual indica
partem disceptaripotesl, atque etiam omnem verborum perplexitatem devitetis: CT 5, 844, inequívocamente que no se quiso expresamente entrar en la cuestión.
38-41. Sin duda alguna, los padres conciliares tenían una idea suficiente-
36. Sextus non est damnandus simpliciter, cum sint super eo disputationes in utramque mente clara de lo que querían decir cuando hablaban de los sacramen-
partem: CT 5, 848, 13-14.
37. Así, por ejemplo, uno de los teólogos advirtió que la existencia del«carácter» la tos. Se referían, claro está, a los sacramentos que administraba la
afirmaban todos, pero que no había unanimidad sobre lo que es el «carácter» y en qué iglesia y de los que la teología se había ocupado ampliamente, sobre
consiste: Omnes theologi characterem confitentur, sed discordant quid sit et in quo sit ideo
neutra pars est damnanda: CT 5, 858,26-27. Y en el mismo sentido se pronunció uno de los 39. CT 5, 962, 4-5.
obispos: De charactere debet distinguí, et damnari quod non sit character: sed quid, non 40. Ad evitandam aequivocitatem: CT 5, 962, 6.
damnandum, cum variae sint opiniones: CT 5, 903, 43-45. Esta situación de hecho, fue 41. Multis enim modis hoc nomen sumilur: CT 5, 962, 6.
reconocida y testificada por el famoso historiador del concilio S. Pallavicíno: «In tali 42. Por ejemplo, puede verse esta imprecisión de sentido en Erasmo, Dilucida etpia
materia adunque il, se é, appartiene á certezza di fede: il che é, ad esercizio dingenio». S. explanatio symboli, en Opera omnia V, Lugduni 1704, 1175, donde reconoce como
Pallavicíno, Istoria del concilio di Trento III, 9, 5,2, Faenza 1793,27; cf. sobre este asunto, sacramentum lo que equivale al mysterium, quod religiosum arcanum possis dicere. Y añade
J. Galot, La nature du caractére sacramentel, Bruxelles 1956, 234; J. M. Castillo, El a continuación: Quamquam hodie multa fiunt palam, veluti quum consecratur aqua baptis-
ministerio sacerdotal en el magisterio, en R. Rincón (ed.), Al servicio del pueblo de Dios, mi. Es decir, incluso ese simple rito de bendecir el agua era considerado, al menos en
Madrid 1974, 197-198. algunos autores, como sacramentum. Y es indudable que al menos Erasmo conocía muy
38. Ad haereticorum falsa dogmata evellenda et destruenda:CT 9, 86, 10-11. bien la literatura teológica del tiempo y las prácticas eclesiásticas.
324 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos ¿Qué pretendió el concilio de Trento? 325

todo a partir de Pedro Lombardo. Pero al mismo tiempo que decimos eclesiología o, al menos, dio pie para ella46. Es verdad también que
eso, es importante recordar que el concilio no quiso expresamente aquí y allá, de manera dispersa, se encuentran en los decretos del
aventurarse a dar una definición de sacramento. Y no quiso dar tal concilio alusiones a temas eclesiológicos47. Pero está fuera de duda
definición porque sobre ese asunto había diversas interpretaciones que el concilio no quiso abordar el tema de la iglesia, ni en su doctrina
entre los teólogos católicos. Ahora bien, ¿cómo se puede presentar hay elementos de juicio suficientes para decir que, efectivamente, el
una teología completa de una realidad que incluso se rehusa el concilio de Trento elaboró una eclesiología48. Dicho más claramente,
definirla? en ningún momento ni en ninguna ocasión el concilio se planteó el
Pero hay más. Porque no se trata solamente de que el concilio de tema de la iglesia, ni por tanto, dio una respuesta a ese respecto.
Trento no pretendió elaborar una doctrina completa y acabada sobre Quizás la explicación de este hecho haya que buscarla en que el
los sacramentos, sino, sobre todo, lo decisivo está en comprender que papado temía demasiado a las corrientes conciliaristas, que habían
aquel concilio no pudo elaborar tal doctrina. Y eso por una razón agitado fuertemente a la iglesia durante el siglo XV y cuyos residuos
muy sencilla: sabemos que históricamente es en los siglos XII y XIII resultaban aún preocupantes. Por eso, sin duda, se temió poner en el
cuando se organiza sistemáticamente la teología; en el tiempo de los orden del día la cuestión de la iglesia49. Pero sea cual sea la explica-
padres de la iglesia no existe la teología como ciencia, es decir, no se ción que se de sobre el asunto, el hecho es que nos encontramos, una
sistematizó en un cuerpo organizado el saber cristiano; incluso el vez más en la historia de la teología, con una doctrina sobre los
mismo concepto de ciencia aplicado a la teología se ponía en cues- sacramentos que no está encuadrada en la doctrina, más global y
tión 43 . Ahora bien, en esta sistematización de la teología que nace en previa, sobre la iglesia. Ahora bien, hablar de los sacramentos sin
la edad media, se elaboró, entre otros, el tratado sobre los sacramen- hablar sobre el misterio y las estructuras más profundas de la iglesia
tos, pero sorprendentemente no aparece entonces el tratado dogmáti- es lo mismo que presentar una doctrina que, por más verdadera que
co sobre la iglesia. Es decir, ninguno de los grandes teólogos de aquel sea, no es ni puede ser una doctrina completa y acabada sobre los
tiempo escribió un tratado de eclesiología. En la historia de la sacramentos.
teología, la eclesiología nace muy tarde; nace, propiamente y en Por consiguiente, debe quedar claro, de una vez por todas, que a
sentido estricto, en el siglo XIX. En la edad media, las referencias que partir de las enseñanzas de Trento no se puede elaborar una teología
los teólogos nos dan sobre la iglesia aparecen ocasionalmente insertas completa acerca de la naturaleza de los sacramentos y su significación
al hablar de Cristo, de la gracia, de los sacramentos. Ni Pedro para la iglesia y para la vida de los creyentes. Y menos aún cabe decir
Lombardo, ni Tomás de Aquino, ni Buenaventura, etc., escribieron que Trento pronunció la última y definitiva palabra sobre todo este
un tratado De ecclesia. Prescindimos aquí de las razones que se asunto. Porque su intención no fue esa. Y ni aun siquiera pudo
pueden aducir para explicar este hecho tan extraño en la historia de la decirlo. La doctrina de Trento es, desde luego, válida y representa un
teología44. Lo que aquí interesa es comprender que una doctrina dato fundamental para la fe de la iglesia. Pero a esa doctrina no se le
sobre los sacramentos, que no estaba debidamente encuadrada dentro puede hacer decir más de lo que pretendió decir y de lo que, en
de una correcta comprensión de lo que es la iglesia, tenía el peligro de realidad, pudo decir50.
convertirse en una doctrina sobre cosas santas y sagradas, considera-
das en sí mismas, pero desligadas de su dimensión eclesial y comunita- 46. Cf. por ejemplo, P. Sarpi, Istoria del concilio Tridentino I, Bari 1935, 4; cf. B.
ria « . Ulianich, Considerazioni e documenti per una ecclesiologia di Paolo Sarpi, en la obra
Pero no se trata sólo de eso. Hay algo que interesa más directa- Festgabe Joseph Lortz II, Baden-Baden 1958, 363-444.
47. Por ejemplo: la iglesia fundada por Cristo, su cuerpo, su esposa: ses. XXII, c. 1;
mente a lo que venimos explicando. Se trata del hecho sorprendente Madre de los creyentes: ses. XVIII; primado romano: ses. XIV, c. 7; cf. Y. Congar,
de un concilio que debía responder a los ataques de la reforma y que, Veglise de saint Auguslin á Cépoque moderne, Paris 1970, 364.
sin embargo, no trató directamente el problema eclesiológico. Es 48. Para este punto, cf. el trabajo de G. Alberigo, Die Ekklesiologie des Konzils von
verdad que se ha discutido si el concilio de Trento elaboró una Trient, en la obra en colaboración Concilium Tridentinum, Darmstadt 1979, 295.
49. Cf. Y. Congar, Véglise de saint Augustin a l'époque moderne, 309-338; 364-365.
43. Cf. sobre este punto, G. Sóhngen, en Mysterium salutis 1/2, 1053-1057, que cita 50. Para la doctrina de Trento sobre los sacramentos, puede verse L. Kruse, Der
en este sentido a Agustín, Epist. 120; De Trinit. 1. XII-XIII. Sakramentsbegriff des Konzils von Trient und die heutige Sakramentstheologie: ThGl 45
44. Cf. para este punto, U. Valeske, Votum ecclesiae, München 1962, 9-10. (1955) 401-412; A. Palenzuela, Los sacramentos de la iglesia, 323-355; R. Hotz, Sakramen-
45. Cf. J. M. Castillo, El ministerio sacerdotal en el magisterio, 176. te im Wechselspiel zwischen Osl und West, 94-107.
326 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos ¿Errores o herejías? 327
3. ¿Errores o herejías? obligar con ninguna otra pena, para que lleven una vida cristiana,
nada más que con la privación de la eucaristía y de los demás
Una vez que hemos delimitado la intención de Trento al formular sacramentos, que sea anatematizado54. Obviamente, se trata de una
su doctrina sobre los sacramentos en la sesión séptima, debemos custíón meramente disciplinar, que, como es lógico, no se puede
afrontar la cuestión más importante que se nos plantea sobre este considerar como un artículo de fe.
asunto: ¿qué valor teológico tienen los anatemas de dicha sesión? Es Ahora bien, si entre los anatemas o condenaciones que formuló el
decir, las doctrinas de los reformadores protestantes, que el concilio concilio hay algunos que no parecen referirse a una doctrina de fe,
condena en esa sesión, fueron condenados como herejías? ¿quiere sino simplemente a determinados usos o prácticas eclesiásticas, la
decir eso, por tanto, que las afirmaciones que Trento presenta en la cuestión que se plantea lógicamente está en saber el valor doctrinal
sesión séptima constituyen una doctrina de fe? que el mismo concilio quiso dar a los anatemas, concretamente a los
Para responder a estas preguntas, hay que tener en cuenta, ante de la sesión séptima, la que trata sobre los sacramentos en general.
todo, que los anatemas del concilio de Trento no significan siempre y En los manuales de teología dogmática, se ha enseñado, durante
necesariamente que la doctrina o el asunto que se condena sea, por bastante tiempo, que los anatemas tridentinos son indicios casi segu-
eso sólo, una herejía, ya que a veces lo que se condena mediante la ros de una proposición de fe divina, definida solemnemente por la
fórmula anathema sit, no es propiamente una doctrina o una teoría, iglesia. ¿Se puede aceptar, sin más, esta manera de pensar? Hace más
sino simplemente una determinada práctica. Por ejemplo, el canon de de veinticinco años, el profesor P. F. Fransen advertía acertadamente
la sesión XIII dice textualmente: «Si alguien dijese que no le está que tal manera de pensar era una simplificación escolar55. Y hacía tal
permitido al sacerdote cuando celebra (la misa) darse a sí mismo la advertencia porque, a su juicio, la idea que los teólogos y los padres
comunión, sea anatema»51. Evidentemente, en este caso, no se puede de Trento tenían de lo que es la fe o, más concretamente, de lo que
tratar de una herejía, de tal manera que lo contrario sea una doctrina hoy podríamos llamar un «artículo de fe» era algo muy distinto de lo
de fe, porque nadie va a decir que el concilio de Trento pretendió que hoy piensan los teólogos sobre ese asunto. La «fe» entonces era
afirmar que es una herejía defender que no es lícito para el sacerdote todo lo que se relaciona con la salvación, todo lo que se contiene en la
que se dé a sí mismo la comunión cuando celebra la misa52. Igual- Escritura y es propuesto universalmente por la iglesia. De ahí que,
mente, en el canon 9 de la sesión XXII dice el concilio que «sea con frecuencia, se consideraban como datos de la fe, no sólo los
anatema» quien afirme que no se ha de mezclar agua con el vino que artículos de la fe y el símbolo de la fe («el credo»), sino además todo lo
se ofrece en la misa53. Está claro, también en este caso, que no se que se relaciona con los sacramentos, determinados puntos de la
puede considerar como una doctrina de fe, de tal manera que lo cristología contenidos en los concilios antiguos, finalmente todo lo
contrario sea una herejía, la práctica de mezclar unas gotas de agua que la iglesia propone en sus «santos cánones» para nuestra
con el vino de la misa, aun cuando eso se defienda como contrario a la salvación56. Evidentemente, de ser esto así, el concepto de «verdad de
institución eucarística. No es imaginable que ningún teólogo serio
llegue a defender que ese anatema define una verdad de fe revelada.
Y, por último, en el mismo sentido, en la sesión VII, concretamente en 54. Si quis dixerit, huismodi párvulos baptízalos, cutn adoleverint, interrogandos esse,
el último de los cánones dedicados al bautismo, se dice que si alguien an ralum habere velint, quodpatrini eorum nomine, dum baptizarentur, polliciti sunt, et ubi
se nolle responderint, suo esse arbitrio reliquendos nec alia interim poena ad christianam
afirma que los niños bautizados, al llegar a la adolescencia, deben ser vitam cogendos, nisi ab eucharistia aliorumque sacramentorum perceptione arceantur,
interrogados para ver si ratifican lo prometido por sus padrinos, y si doñee, resipiscanl, anathema sit. Canon 14. DS 1627.
no están de acuerdo, se les ha de dejar a su arbitrio y no se les ha de 55. P. F. Fransen, Réflexionssur íanathémeau concile de Trente: ETL 29 (1953) 658;
cf. del mismo autor, para este asunto, Die Formel «si quis dixerit ecclesiam errare» aufder
24 Sitzung des Trienter Konziis: Scholastik 25 (1950) 492-517; 26 (1951) 191-221; y
51. Si quis dixerit, non licere sacerdote celebranti se ipsum communicare: anathema también Ehescheidung in Falle von Ehebruch: Scholastik 27 (1952) 544, 549-550, 552-553 y
sit: DS 1660. 556: así como el artículo más reciente en el que ha confirmado el resultado de sus
52. Para una interpretación de la doctrina de Trento, en su sesión XIII, cf. J. M. investigaciones sobre Trento, Wording en strekking van de canon over het merkteken de
Rovira Belloso, Trento, una interpretación teológica, Barcelona 1979, 306-334. Aunque el Trente: Bijdragen, Tijdschrift Philosophie en Theologie 32 (1971) 2-34, especialmente 33.
autor no trata esta punto concreto. Ya antes, había puesto en duda la valoración teológica del primer anatema de Trento el
53. Si quis dixerit... aut aquam non miscendam esse vino in cálice ofjerendo, eo quodsit profesor P. H. Lennerz, Notulae tridentinae: Greg 27 (1946) 136-142.
contra Christi institutionem, anathema sit: DS 1759. 56. P. F. Fransen, Vanathéme au concile de Trente, 659.
328 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos ¿Errores o herejías? 329

fe» tenía, en tiempo del concilio de Trento, un significado mucho más mismo porque en las intervenciones de los teólogos y de los obispos
amplio que ahora. Lo cual nos vendría a decir que en Trento pudieron aparece constantemente el cuidado y la preocupación por distinguir y
muy bien ser presentadas como verdades de fe determinadas cuestio- matizar si tal artículo en concreto debía ser condenado como herético
nes que quizas ahora se podrían enjuiciar o calificar de otra manera. o como erróneo. Y es que, efectivamente, tanto los teólogos como los
¿Qué se puede decir sobre este asunto? Por supuesto, no se trata de obispos comprendieron perfectamente que la primera pregunta, que
estudiar aquí este problema en toda su amplitud, es decir, no se trata había hecho la presidencia, implicaba el precisar si las doctrinas, que
de estudiar aquí este problema en todo el concilio, en todas y cada se trataban de condenar, eran herejías o errores.
una de sus sesiones. Semejante trabajo rebase con mucho los límites Ahora bien, supuesto este planteamiento del problema, una de las
de lo que aquí nos interesa directamente, que es el sentido y el alcance cosas que resultan más reveladoras, en todo este asunto, es que ni los
de los cánones de la sesión séptima, en la que se abordó el tema de los teólogos ni los obispos llegaron a ponerse de acuerdo sobre la
sacramentos en general. respuesta que debían dar a la primera pregunta que se les había
Pues bien, delimitado así el campo de nuestra investigación, la hecho. Es decir, no hubo unanimidad a la hora de pronunciarse sobre
primera pregunta que se nos plantea es muy clara: en realidad, los artículos que debían ser condenados como erróneos. Los ejemplos
¿pretendió el concilio de Trento, en los cánones de la sesión séptima, abundan en este sentido. Ya, al pronunciarse los teólogos sobre el
definir su doctrina sobre los sacramentos como una doctrina de fe, de primero de los artículos protestantes, aparecieron discrepancias. El
tal manera que quien defienda lo contrario a lo que se dice en esos artículo decía sencillamente: «Los sacramentos de la iglesia no son
cánones incurre en herejía? siete, sino más o menos, que pueden ser llamados verdaderos sacra-
Es importante, ante todo, advertir que esta pregunta no es capri- mentos»58. Pues bien, ante este enunciado, a primera vista tan claro,
chosa. Ni se debe a una especie de manía por buscar y encontrar la casi totalidad de los teólogos afirmó que era herético59 y expresa-
problemas en todo. Por el contrario, se trata de una cuestión obliga- mente lo calificaron así también algunos obispos60. Pero no faltó
da. Por una razón muy sencilla: cuando el día 20 de enero de 1547 se algún teólogo que afirmó que ese artículo era simplemente falso61. Y
propusieron a los teólogos los artículos de los reformadores protes- entre los obispos uno lo calificó como herético, erróneo o escandalo-
tantes, que se iban a discutir, sobre los sacramentos, la presidencia so 62 , mientras que un buen número de padres conciliares, exacta-
planteó tres preguntas. Ahora bien, la primera de esas preguntas mente trece, se limitó a decir que fuera condenado simplemente63. En
decía así: «Si todos y cada uno (de estos artículos) son heréticos o realidad, ¿qué querían decir estos obispos con esa expresión tan
erróneos y por tanto si parece que deben ser condenados por el ambigua? Probablemente se referían a que el artículo en cuestión
concilio»57. La pregunta, como se ve, está formulada de tal manera fuera condenado sin hacer más distinciones y tal como estaba redac-
que en realidad lo que se quiere saber son dos cosas: por una parte y tado 64 . Pero, sea lo que sea de este punto concreto, lo que indudable-
ante todo, si aquellos artículos protestantes debían ser condenados mente aparece en las actas del concilio es que no hubo unanimidad
por el concilio; pero, además de eso, se pregunta también a los total en cuanto a la calificación teológica que se le debía dar a la
teólogos si consideraban que aquellas doctrinas eran heréticas o condena, es decir, si se trataba de una herejía, de un error o de una
erróneas. Por supuesto, en ambos casos tales doctrinas serían conde- cosa que debía ser condenada sin precisar más sobre el particular.
nadas. Pero evidentemente no es lo mismo lo uno que lo otro, es decir,
no es lo mismo que fueran condenadas como herejías o que lo fueran
58. Sacramenta ecclesiae non esse septem, sed vel pluta vel pauciora, quae vi''1'
como errores. sacramenta dici possunl, CT 5, 835, 14-15.
¿Qué se entendió entonces bajo el concepto de herejía y qué 59. CT 5, 845, 3; 846, 8; 848, 8; 849,4-5; 850, 20-21; 850, 31-32; 851, 7-8; 851 28-2" •
significaba el término error? No resulta fácil responder a esta pregun- 852, 35-36; 853,19; 854,6-7; 855, 1; 855,26; 856, 13; 856, 30; 857, 3; 857 21 • 858 4-5' «?"•
ta. Más adelante nos ocuparemos de ello, concretamente por lo que se 13; 860, 4; 861, 3; 861, 20-21; 861, 40; 862, 6.
60. CT 5, 907, 11; 907, 23; 907, 39; 929, 43-44.
refiere a la idea de herejía. Pero, sea lo que sea de esa cuestión, una 61. CT 5, 860, 31-32.
cosa está clara: no era lo mismo la herejía que el error. Y no era lo 62. CT 5, 896, 17-18.
63. Simpliciter: CT 5,908,23; 922,21-22; 922, 37; 923, 32-33; 924,19- 924 44- 925. '
926, 45; 927, 46; 931, 2; 933, 9; 935, 31; 967, 18. ' '
57. Primum, an haec omnia et úngula vel haeretica vel errónea sint ac propterea a 64. Téngase en cuenta que, al resumir las sentencias de los teólogos, este iiilí' "'''
sánela synodo damnanda videantur, CT 5, 844, 31-32. había sido incluido entre los que necesitaban alguna aclaración. CT 5, 865, ?1 \l
330 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos ¿Errores o herejías? 331
Esta imprecisión se ve mucho más claramente en el tratamiento era una doctrina simplemente falsa73; alguno la enjuició como erró-
que se le dio al artículo segundo. Este artículo decía que los sacramen- nea74, y otros se expresaron de manera que llegaron a decir las cosas
tos no son necesarios y que, sin ellos, o al menos el deseo de recibirlos, más opuestas entre sí. Por ejemplo, hubo quien dijo que eso «en algún
los hombre obtienen de Dios la gracia únicamente por medio de la caso no sería erróneo»75; otros pensaban que se debía condenar, pero
fe65. Ante esta afirmación de la teología protestante, los teólogos se no como herejía76; alguien afirmó que se trataba de una doctrina ya
dividieron, es decir, se pronunciaron de maneras muy diversas, pues condenada, pero no como doctrina de fe77, y hasta no faltó algún
mientras algunos pensaban que tal proposición debía ser condenada teólogo que dijo que el hecho de negar la existencia del «carácter
como herética66, otros decían que era una herejía en parte sí y en sacramental» no se debía condenar 78 o que la sentencia contraria era
parte no, puesto que hay sacramentos que no son necesarios para que simplemente una opinión más probable 79 . En definitiva, se ve clara-
el hombre viva en gracia y en amistad con Dios 67 . Pero no faltó quien mente que cuando se planteó el problema del «carácter» que impri-
consideró que esa afirmación no era herética, sino errónea 68 . Otros, men determinados sacramentos, los teólogos del concilio no llegaron
finalmente, la calificaron sencillamente de falsa69. En este caso, por tampoco a ponerse de acuerdo acerca de la censura o calificación
tanto, la diversidad de puntos de vista fue mucho más acusada. teológica que se le debía dar a la doctrina de los reformadores.
Pero si en los artículos antes citados, los teólogos no se ponían En consecuencia, ¿se trataba de errores o de herejías? La respuesta
unánimemente de acuerdo sobre si debían ser condenados como es que no hubo acuerdo unánime, ni entre los teólogos, ni entre los
heréticos o no, menos aún se pusieron de acuerdo en otros puntos obispos, a la hora de dar su parecer sobre esa pregunta tan fundamen-
concretos que se sometieron a debate. Por ejemplo, cuando se trató tal 80 . Y no hubo unanimidad, ni en los tres ejemplos que hemos
del tema del «carácter» que imprimen determinados sacramentos analizado, ni en la mayoría de los artículos de la teología sacramental
(bautismo, confirmación y orden). Sobre este asunto, el artículo reformada que se sometieron a examen. En efecto, entre los padres
noveno que se presentó a la discusión de los teólogos decía que «en conciliares había tal confusión sobre este asunto, que casi al final de
ninguno de los sacramentos se imprime carácter, sino que eso es una las largas sesiones de trabajo que se dedicaron a los sacramentos, el
cosa ficticia»70. Obviamente, y tal como ahora piensa la generalidad procurador del cardenal Augustani, Claudio Jayo, dijo que «en
de los teólogos sobre este punto, una afirmación, redactada en esos cuanto al modo de proceder, se remitía a la decisión de los legados
términos, parece que debía haber sido condenada inmediatamente papales»81. Al hablar del «modo de proceder», se refería a la grave-
como herética y sin la menor duda, ya que la teología católica venía dad o calificación teológica que se debía dar a las condenaciones que
afirmando, desde hacía siglos, la existencia del «carácter sacramen- el concilio iba a formular en su sesión séptima. Enseguida vamos a
tal», por más que hubiera diversas interpretaciones acerca de su ver, por otras intervenciones, que esa expresión se refería precisamen-
naturaleza71. Sin embargo, resulta sorprendente ver en las actas del te a eso. Pero lo interesante de esta intervención de Claudio Jayo está
concilio la dispersión de juicios y censuras que se advierte en las en que eso indica hasta qué punto no resultaba claro el sentido y el
intervenciones de los teólogos conciliares cuando se trató esta cues- alcance que se les iba a dar a las condenaciones de los artículos
tión. Porque, mientras algunos pensaban que negar la existencia del
«carácter sacramental» era una herejía72, otros consideraban que eso 73. CT 5, 852, 15; 855, 7; 859, 16; 861, 40.
74. CT 5, 848, 15-16.
75. In aliquo casu non esset erroneus. CT 5, 849, 9.
65. Sacramenta non esse necessaria, et sine eis ac eorum voto per solamfidem nomines 76. Damnandus, sed non ut haereticus. CT 5, 851, 32-33.
a Deo gratiam adipisci. CT 5, 835, 21-22. 77. Damnatus, sed non tamquam de fide. CT 5, 849, 28.
66. CT 5, 845, 3; 855, 26; 856, 17-18; 857, 7; 857, 26; 859, 13; 860, 5; 861, 39-40; 78. Non est damnandus. CT 5, 861, 24-25.
862, 6. 79. Sed amplectenda contraria opinio ut probabilior. CT 5, 851, 32-33.
67. CT 5, 846, 9-13; 847, 2-3; 853, 21-22; 854, 16-17; 855, 3-4; 856, 31-33; 860, 33-34. 80. Es verdad que, a juicio del cardenal Marcelo Cervino, presidente en la sesión
68. CT5, 850, 21. VII, los artículos: 4, 5, 7, 8,10,11,12, 14 habían sido considerados por los teólogos como
69. CT 5, 851, 21; 852, 27; 858, 9; 861, 6; 861, 21. heréticos. CT 5, 896, 10-11. Pero la verdad es que, incluso sobre esos artículos, hubo
70. In nullo sacramentorum imprimí characterem, sed rem fictitiam esse. CT 5, 836, obispos que hicieron sus matizaciones, por ejemplo, el obispo Senogalliensis, al referirse al
23. artículo 7: CT 5, 903, 10-12; también Chironensis. sobre el artículo 10: CT 5, 907, 31-32;
71. Sobre este punto, cf. el estudio de J. Galot, La nature du caractére sacramentel, puso también sus reparos sobre el artículo 7 el obispo Pisauriensis: CT 5, 925, 1-2; y en el
Bruxelles 1956. mismo sentido se pronunció Siracusanus: CT 5, 927, 25-26.
72. CT 5, 846, 19; 855, 26; 858, 26; 859, 25-26; 860, 7; 862, 8-9. 81. CT5, 935, 34.
332 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos
El concepto de «herejía» 333
protestantes. Precisamente por eso, el obispo de Calahorra dijo general. Tampoco se dijo nada acerca de este asunto cuando los
textualmente: «No parece bien el modo de proceder, es decir, que se cánones fueron presentados, ya redactados de nuevo y corregidos, en
condenen los artículos así en confuso, no sea que alguien con mala la congregación general del 26 de febrero de 154787. Como tampoco
intención pueda siempre excusarse, en el sentido de que lo que dice no se tocó este punto cuando se resumieron las censuras de los padres 88 .
es herético, sino escandaloso o erróneo» 82 . Evidentemente, en la Y lo mismo ocurrió cuando examinaron esas censuras los prelados
intención de este obispo estaba el propósito de que los artículos de la teólogos89. Finalmente, cuando el día 3 de marzo de 1547 se celebró
teología protestante fueran condenados como heréticos. Pero, al la sesión séptima del concilio, en el Proemio del decreto aprobado, se
mismo tiempo, se ve claramente que, tal como se había desarrollado dice que los cánones sobre los sacramentos se establecen y se decretan
el proceso de los debates, no resultaba fácil de comprender si ias para «eliminar los errores y para extirpar las herejías» 90 ¿Qué quiere
condenaciones que se iban a pronunciar calificaban aquellos artículos decir esa frase en el Proemio del decreto? Si volvemos ahora a la
de herejías, de errores o de afirmaciones escandalosas. Y para que no primera cuestión que se le planteó a los teólogos, se comprende
quede duda de que así estaban las cosas, basta con copiar literalmente perfectamente la significación y el alcance de esas palabras: al iniciar-
lo que dijo el obispo Felipe Archintus, vicario del papa en Roma: «No se los debates sobre el tema de los sacramentos en general, se pregun-
parece bien el modo de proceder propuesto por el cardenal de la Santa tó a los peritos del concilio si las doctrinas protestantes, que se trataba
Cruz, porque nunca se va a poder saber qué (artículos) son escandalo- de condenar, iban a ser condenadas como herejías o como errores.
sos, cuáles heréticos, cuáles erróneos»83. El cardenal de la Santa Cruz Pues bien, el análisis de todas y cada una de las intervenciones de
era Marcelo Cervino, quien, en su calidad de presidente, había teólogos y obispos, sobre la cuestión planteada, nos lleva a una
clasificado los artículos protestantes en tres grupos, de tal manera que conclusión: no se pusieron de acuerdo sobre este asunto. Es decir, ni
mientras unos le parecían claramente heréticos, los otros no se podía los teólogos ni los obispos llegaron a precisar, de tal manera que no
precisar exactamente bajo qué concepto iban a ser rechazados o quedase lugar a duda, si todos y cada uno de aquellos artículos
condenados 84 , puesto que precisaban ulteriores declaraciones de los podían y debían ser condenados como heréticos o simplemente como
padres y teólogos del concilio85. erróneos. Por eso, sin duda, se comprende que en el Proemio se
Estando así las cosas, la pregunta que hay que hacerse es si en los utilizara una frase pretendidamente ambigua: «para eliminar los
trabajos siguientes de los teólogos y padres conciliares se aclaró esta errores y para extirpar las herejías».
cuestión tan fundamental, antes de llegar a la última y definitiva En resumen: por lo menos hay una cosa completamente segura, y
sesión, la que fue propiamente la sesión séptima del concilio. ¿Qué se es que no podemos saber con seguridad si lo que el concilio de Trento
puede decir sobre esta cuestión? condena, en su sesión séptima sobre los sacramentos en general, es
Por lo que aparece en las actas del concilio, se puede afirmar, sin una serie de afirmaciones a las que califica de heréticas o simplemente
lugar a dudas, que este asunto no quedó resuelto. Efectivamente, de erróneas. Por consiguiente, ¿se trata de errores o de herejías? Esta
cuando en las actas se resumen las «censuras» de los padres sobre los cuestión no quedó resuelta en el concilio. Lo que es lo mismo que
sacramentos «in genere», no se dice ni una palabra acerca de la decir: nadie tiene derecho a interpretar los cánones de la sesión
calificación teológica con que los artículos de los reformadores iban a séptima de Trento como afirmaciones de una doctrina de fe definida.
ser condenados 86 . Por tanto, al menos hasta ese momento, el concilio
no se pronunció sobre la importancia de la cuestión de cómo quería
condenar las afirmaciones protestantes sobre los sacramentos en 4. El concepto de «.herejía»

82. Circa modum procedendi non placet, quod damnentur articuli ita in confuso, ne
Ya hemos dicho que, en el vigente código de derecho canónico, se
quilibet malus excusare semper se possit, quod id, quod dicit, non sit haereticum, sed considera como hereje a todo bautizado que, manteniendo el nombre
scandalosum vel erroneum, CT 5, 931, 16-18. de cristiano, niega o pone en duda con pertinacia alguna de las
83. Non placet modus procedendi propositus a Card. S. Crucis cum numquam sciri
possit, qui scandalosi, qui haeretici, qui erronei sint, CT 5, 925, 12-13.
84. Cf. CT 5, 896, 10-11; cf. 863, 4-38. 87. CT 5, 984-986.
85. CT 5, 896, 11-16. 88. CT 5, 991.
86. CT 5, 971-972. 89. CT 5, 992.
90. Ad errores eliminandos, et extirpandas haereses, CT 5, 994, 11-12. DS 1600.
334 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos El concepto de «herejía» 335

verdades que han de ser creídas con fe divina y católica91. La dad del papa 97 , así como también el pecado de «simonía» era en
expresión fe divina y católica se refiere a la afirmación del concilio aquellos tiempos un pecado de herejía98. Es verdad que Tomás de
Vaticano I, según la cual «se han de creer con fe divina y católica Aquino intenta precisar, más en concreto, el concepto de herejía, pero
aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o lo cierto es que sus ideas a este respecto resultan bastante genéricas e
transmitida y que además son propuestas por la iglesia para que sean imprecisas. Para él, en efecto, es hereje el que sigue una interpretación
creídas cómo reveladas por Dios, ya sea mediante un juicio solemne, propia y elegida a su arbitrio, no aquello que ha sido enseñado por
ya sea en su magisterio ordinario y universal»92. Por consiguiente, Cristo".
para que una persona sea considerada como hereje, según el concepto ¿Se matizó más y se llegó a fijar el concepto de «herejía» en los
actual de herejía, no basta con que niegue o ponga en duda alguna siglos siguientes, antes de llegar al concilio de Trento? ¿Se tenía por
afirmación bíblica, por ejemplo, sino que se requiere además que lo tanto, en el concilio una noción precisa y, al menos, aproximada a la
que esa persona niega o pone en duda sea una verdad propuesta por el que existe actualmente en la iglesia? Es importante hacerse estas
magisterio de la iglesia para ser creída como revelada por Dios. Se preguntas. Porque, a fin de cuentas, hemos visto que en el Proemio de
trata, pues, de un concepto de «herejía» bastante delimitado, en el que la sesión VII se habla de «extirpar herejías». En consecuencia, parece
entran los siguientes elementos: 1) que el sujeto en cuestión sea un de sumo interés tener muy en cuenta lo que los teólogos tridentinos
bautizado, que además se sigue considerando como cristiano; 2) que entendían por herejía, ya que a los reformadores protestantes se les
lo que niega o pone en duda sea una verdad de fe divina y católica, en consideraba como «herejes» y, a fin de cuentas, las doctrinas que se
el sentido explicado; 3) que mantenga su negación o su duda «con condenan en la citada sesión VII eran precisamente las teorías que
pertinacia», es decir, obstinadamente, lo que supone que ya ha sido defendían los reformadores. Y la cuestión es tanto más importante
advertido o avisado de alguna manera por quien tiene autoridad en la cuanto que se tenía la idea de que las afirmaciones del concilio sobre
iglesia para ello93. los sacramentos eran indudablemente afirmaciones de fe 100 . ¿Qué se
Este concepto de «herejía» no ha existido así siempre en la puede decir sobre este punto, indudablemente esencial?
iglesia94. En los primeros siglos, el concepto era aún bastante impreci- Por supuesto, no se trata de analizar el concepto de «herejía» que
so y, en general, se juzgaba herético lo que la iglesia sentía que se barajó en todas y cada una de las sesiones del concilio. Y menos
traicionaba en alguna medida su instinto profundo, su cohesión aún, de precisar el valor dogmático de todas y cada una de las
íntima95. Más tarde, concretamente a partir del siglo III, abundan los definiciones conciliares. Nos limitamos intencionadamente a lo que es
testimonios en los que se considera como «herejía» lo que era visto en el objeto preciso de nuestro estudio: la sesión VII, sobre los sacramen-
la iglesia como una «novedad»96. Desde los siglos XI y XII, aunque el tos. Pues bien, si nos atenemos a las intervenciones de teólogos y
concepto de herejía sigue siendo impreciso, se entiende bajo ese obispos en sus debates sobre los sacramentos, podemos decir con
término, al menos con bastante frecuencia, todo lo que era desobe- toda seguridad que el concepto de herejía seguía fluctuando, en
diencia a la autoridad eclesiástica y, más concretamente, a la autori- tiempos del concilio, en la misma imprecisión que había tenido en los
siglos anteriores. Así, había teólogos que consideraban como herético

97. Por ejemplo, se repetía con frecuencia una frase falsamente atribuida a Ambro-
sio: Haereticum esse qui se a romanae ecclesiae in aliquo subtraxerit diccione, Regest.VII,
91. Canon 1325,2. 24 (ed. Caspar) 504. O como se dice en los Dictatus de Avranches, c. 2: Qui decretis sedis
92. DS3011. apostolicae non consenserit haereticus habendus est. Cf. Y. Congar, o. c, 442.
93. Para este punto, cf. A. Michel: DTC VI/2, 2223; J. Madoz, La pertinacia, rasgo 98. J. Leclercq, Simoniaca haeresis, en Sludii Gregoriani, I, Roma 1947, 523-530; P.
característico de la herejía en los primeros siglos de la iglesia: EtEc 12 (1933) 503-514. de Voogth, La «Simoniaca haeresis» selon les auteurs scholastiques: ETL 30 (1954) 65-80.
94. Una buena información bibliográfica sobre este asunto, en Y. Congar: Myste- 99. Intendit quidem Christo assentire, sed déficit in eligendo ea quibus Christo assen-
rium salutis IV/1, 441, n. 56; buen estudio de conjunto en A. Michel: DTC VI/2, 2208- tiat, quia non eligit ea quae sunt veré a Christo tradita, sedea quae sibipropia mens suggerit.
2257; también J. Brosch, Das Wesen der Haresie, Bonn 1936; Y. Congar, Vhérésie, Sm. Th. II-II, q. 11, a. 1.
déchirement de tunité, en L'eglise est une, Paris 1939, 255-259; C. Pozo, La noción de 100. En este sentido, el conocido historiador del concilio S. Pallavicino, dice textual
«herejía» en el derecho canónico medieval: EtEc 35 (1960) 235-251. mente: Dopo lunghe osservazioni ed emendazioni adunque.furono apparechiati per la futura
95. Y. Congar: Mysterium Salutis IV/1, 441. sessione trenta canoni difede»: S. Pallavicino, Istoria del concilio di Trento III, 1. 9, c. 7,2,
96. Información a este respecto en Y. Congar, o. c, 441-442, n. 58. 34.
336 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos El concepto de «herejía» 337

lo que se oponía sencillamente a los ritos eclesiásticos. Por ejemplo, cuenta que, a veces, se calificaba como herética una doctrina por el
Sebastián de Castello, hablando de los artículos protestantes sobre el solo hecho de estar en contra de los usos o costumbres de la iglesia
bautismo, dice: «El decimotercero es también herético según el rito romana. Por ejemplo, el obispo Minoriensi dijo textualmente: «Todos
del bautismo»101. En el mismo sentido, Francisco Vita dice de uno de los artículos propuestos se han de condenar como heréticos, porque,
los artículos que es herético «puesto que la iglesia nunca cambió estando en contra del uso de la iglesia romana, son por lo tanto
aquellos ritos» 102 . Para otros teólogos, era herético lo que estaba en heréticos»109. Exactamente con las mismas palabras se pronunció el
contra de las enseñanzas de los antiguos autores cristianos, sobre teólogo Jerónimo Lombardellus: «Y todos estos artículos son erró-
todo si se trataba de alguna doctrina que había sido rechazada neos y heréticos, porque están en contra del uso de la iglesia roma-
expresamente por algún santo padre. En este sentido, el teólogo na» 110 . Es verdad que este teólogo aduce a renglón seguido un dato
Francisco de Salazar dijo, en su intervención sobre los sacramentos in tomado del concilio de Constanza en el que se diría (en opinión de
genere, que el segundo de los artículos protestantes era herético y dio Jerónimo Lombardellus) que si alguien piensa sobre los sacramentos
como razón: «por Agustín en el libro 3 de trinitate, capítulo 4» 103 . de manera distinta a como piensa la iglesia romana, es hereje111.
Igualmente, Gregorio Patavino, al dar su sentencia sobre los artículos Pero, en primer lugar, esa afirmación no se encuentra entre los errores
que se referían al bautismo, afirmó que «el primero es herético, pues condenados por el concilio de Constanza 112 , sino en la bula ínter
Agustín, al oponerse al donatista Fulgencio, disputa contra este cunetas de Martín V, en la que además no se dice lo que afirmó el
artículo»104. Exactamente en el mismo sentido, Juan Consilii, refi- teólogo tridentino, sino que se trata de una condenación global de los
riéndose a ese mismo artículo, dijo: «es herético, contra Jerónimo errores de Wicleff y Huss Ui, entre los que había afirmaciones que, en
(cuando escribe) contra los luciferinos»105. También Aurelio de Roc- ningún caso pueden ser consideradas como herejías, como por ejem-
ca, para quien el primer artículo sobre los sacramentos es herético, plo que el papa Silvestre y el emperador Constantino se equivocaron
pero de tal manera que aduce como prueba de su sentencia únicamen- al dotar con riquezas a la iglesia114 o que las cartas decretales que se
te a Agustín 106 . Y lo mismo dijo Alfonso Salmerón cuando afirmó atribuían a los papas eran apócrifas115, lo cual es una verdad incues-
que el artículo sexto era una herejía, ya que se basaba simplemente en tionable, al menos por lo que se refiere a las Falsas decretales que se
que eso estaba en contra de Agustín108. Es decir, en todas estas confeccionaron abundantemente en el siglo IX l16. Por lo demás, en la
intervenciones de los teólogos tridentinos, tal como quedaron recogi- opinión del teólogo Lombardellus, lo importante es que se debe
das en las actas del concilio, aparece con toda claridad que para ellos considerar como herético lo que está en contra de los usos de la iglesia
se tenía por herejía cualquier doctrina que estuviera formalmente romana, por más que esa afirmación la hiciera en base a un presunto
rechazada por los más prestigiosos autores cristianos de la antigüe-
dad. De no ser así, resulta incomprensible que, al emitir su juicio en
un momento tan serio y sobre cuestiones tan graves, se limitaran a 109. Omnes articuli damnandi sunt ut haeretici, guia cum sint contra usum romanae
ecclesiae, ergo haeretici, CT 5, 933, 17-18.
decir que tal afirmación de la teología luterana era herética por el solo 110. Omnesque isti articuli erronei et haeretici sunt, cum sint contra romanae ecclesiae
hecho de que estaba en contra de Agustín, Jerónimo o Hugo de San usum, CT 5, 860,40-41.
Víctor. 111. Nam concilium Constantiense sess. 8 dicit: si quis aliter senserit de sacramentis,
quam Ro,. ecclesia sentiat, haereticus est, CT 5, 860, 41-42.
Pero no se trata sólo de eso. El concepto de herejía, que se 112. Cf. DS 1151-1195.
barajaba en el concilio, resulta aún más impreciso, si se tiene en 113. El texto es largo, pero en lo que se refiere a nuestro asunto, dice: Vel reliquis
ecclesiasticis sacramentis seu Jidei articulis aliter sentiré aut docere, quam sacrosancta
romana ecclesia et universalis docet, praedicat et observat, aut artículos et libros et doctrinas
101. Decimus tertius haereticus etiam est ex ritu baptismi, CT 5, 847, 29-30. praefatorum haeresiarcharum loannis Wicleff et loannis Huss et Hieronymi... tamquam
102. Haereticus est, cum ecclesia nunquam mutaverit ritus illos, CT 5, 859, 26-27. haereticos iudicetis...; BR 4, 666 b-667 a.
103. Haereticus est, ab Agustino lib. 3 de Trinil., cap. 4, CT 5, 862, 6. 114. DS 1183.
104. 1. Haereticus est, Augustinus enim contra Fulgentium donatistam contra /¡une 115. DS 1188.
articulum disputat, CT 5, 852, 11-12. 116. El texto de las Pseudodecretales se encuentra en PL 130. Un buen estudio sobre
105. Haereticus, contra Hiereonimum adversus iuciferanos, CT 5, 853, 29. este asunto, en P. Fournier, Etudes sur lesfauses decrétales: R H E 7 (1906) 33-51; 301-316;
106. CT 5, 851, 8. 543-564,761-784; y 8 (1907) 19 s. Un excelentejuicio de conjunto, en Y. Congar, L'eglise
107. CT 5, 850, 10. de saint Augustins á l'époque moderne, 62-63; también se encuentran buenos elementos de
108. CT 5, 849, 43-44. juicio en J. Haller, Nikolaus I und Pseudo-Isidor, Stuttgart 1936.
338 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos El concepto de «herejía» 339
texto de un concilio. Finalmente, en el mismo sentido de las dos escolásticos, una determinada verdad podía pertenecer a la fe, o estar
intervenciones anteriores, se pronunció el teólogo Juan Bautista en conexión con ella, de dos maneras: o bien directamente o también
Urbevetanus, que dijo algo verdaderamente curioso al referirse al indirectamente122. En el primer caso, se incluían las verdades que han
primer artículo sobre el bautismo: «Es herético, porque si la iglesia sido principalmente reveladas, como por ejemplo que Dios es uno y
romana es católica, y en la iglesia católica hay bautismo, por consi- trino, que el Hijo de Dios se ha encarnado, etc. 123 ; en el segundo,
guiente en la iglesia romana existe el bautismo»117. Sin duda alguna, aquellas cosas de las que se sigue algo que es contrario a la fe; en este
en la base de este juicio, por lo demás curioso, está la idea de que es caso, si alguien niega una de esas cosas, en principio no sería hereje,
herejía todo lo que está en contra de lo establecido en la iglesia pero, una vez que la iglesia se ha pronunciado sobre el asunto,
romana. Por eso, se comprende perfectamente que, a veces, los entonces eso pertenece ya a la fe de tal manera que el rechazo o la
teólogos o los obispos enjuiciasen como heréticas determinadas afir- negación comportaría una verdadera herejía124. Aquí es importante
maciones por el solo hecho de que habían sido censuradas o estaban tener en cuenta que no se determina cómo tiene que pronunciarse la
en contra de cualquier concilio, aun cuando se tratase de concilios iglesia, para que una determinada afirmación sea considerada como
locales o particulares. Por ejemplo, el arzobispo Aquensis considera- perteneciente a la fe, aunque sea indirectamente. Por tanto, no se
ba como herejía una afirmación que estaba contra un concilio roma- determina cómo tiene que pronunciarse la iglesia para que una
no que se celebró en tiempos del papa Cornelio118, o el teólogo persona sea considerada como hereje. Es más, en absoluto, no se
Bartolomé Miranda decía que era herético algo que estaba en contra necesitaría —a juicio de los teólogos de aquel tiempo— ni siquiera
de los concilios Milevitano y Triburiense119, lo mismo que Alfonso que mediase una intervención de la iglesia, sino que podría bastar el
Salmerón adujo, en ese mismo sentido, a un concilio de Laodicea120. solo hecho de que se pusiera de manifiesto que de tal afirmación
En conclusión, ¿qué se puede deducir después de los abundantes concreta se sigue un peligro para la fe, aunque sea indirectamente. El
testimonios que acabamos de citar? Ante todo, es evidente que el texto de Tomás, que acabamos de indicar, es muy claro en este
concepto de herejía, tal como queda reflejado en las intervenciones de sentido: «Pero después que se ha puesto de manifiesto, principalmente
obispos y teólogos en la sesión VII del concilio de Trento, no coincide
con el concepto actual oficialmente definido por el vigente código de 122. En este sentido, las formulaciones de Tomás de Aquino son inequívocas: directe
derecho canónico, en el canon 1325 párrafo 2. La diferencia sustan- adfidem pertinent; indirecle adfidem pertinent: Sm. Th. I, q. 38, a, 4; ISeni. d. 33, q. 1.5.
cial está en que, según la definición actual, para que alguien sea hereje 5; directe et principaliter; indirecte adfidempertinent: Sm. Th. I, q. 38, a. 4;/ Sent. d. 33, q.
1, a. 5; directe et principaliter adfidem pertinent; indirecte et secundario adfidem pertinent:
se necesita que niegue o ponga en duda una verdad de fe divina y Sm. Th. II-II, 1. 2, a. 5; sub fide cadunt per se directe quasi ordinata ad ista secundum
católica, mientras, que según la idea que tenían los teólogos y obispos aliquem modum: Sm. Th. II-II, q. 8, a. 2; obiectum fidei per se proprie; per accidens, aut
tridentinos, podía ser considerado como hereje el que se oponía a secundario, consequenter: Sm. Th. II-II, q. 2, a. 5; credibilia, de quibus fides est secundum
determinados usos o tradiciones de la iglesia romana. Lógicamente, si se; non secundum se, sed solum in ordine ad alia: Sm. Th. II-II, q. 1, a. 6 ad 1; en esta
distinción fundamental coincide exactamente el mejor de los comentaristas de Tomás, el
eso se consideraba como herejía, la razón tenía que estar en que una cardenal Cayetano: dúplex ponit genus pertinentium ad fidem: scilicet directe, et indirecte:
afirmación de ese tipo se veía como algo opuesto a la fe cristiana, ya Comm. in Sm. Th. I, q. 32, a. 4, (ed. León) IV, Roma 1888, 357; y más tarde, por poner
que, al menos desde Tomás de Aquino, se tenía como herético lo que otro ejemplo, D. Báñez: Directe adfidempertinet; indirecte vero pertinere dicatur ad fidem:
corrompía la fe: «Hablamos de la herejía en cuanto que comporta una In II-II, q. 11, a. 2; incluso en algún autor tomista de calidad, como Melchor Cano, esta
distinción se complica, ya que distingue hasta tres maneras de pertenencia de una verdad
corrupción de la fe cristiana»121. Ahora bien, según la doctrina de los a la fe: 1) veritates fidei que inmediate ad fidem pertinent; 2) veritates fidei que
medíate adfidempertinent; 3) appendicesfideique quodammodo, non simpliciter adfidem
117. Haereticus est, quia si romana ecclesia est catholica, et in catholica ecclesia esí pertinent: De locis theologicis, 1. XII, c. 5. III, 40-41.
baptismus: ergo in romana ecclesia est baptismus, CT 5, 861, 23-24. 123. Uno modo, directe; sicut ea quae nobis sunt principaliter divinitus tradita, ut
118. CT 5, 930, 4-5. Deum esse trinum et unum, Filium Dei esse incarnatum, et huiusmodi: Sm. Th. I, q. 32, a. 4.
119. CT 5, 848, 28-30. 124. Indirecte vero ad fidem pertinent ea ex quibus consequitur aliquid contrarium
120. CT 5, 849, 43-44. fidei; sicut si quis diceret Samuelem non fuisse filium Elcanae; ex hoc enim sequitur
121. De haeresi nunc loquimur secundum quod importa! corruptione fidei christianae: Scripturam divinam esse falsam. Circa huiusmodi ergo absque periculo haeresis aliquis
Sm. Th. II-II, q. 11, a. 2. Cf. el excelente trabajo de A. Lang, Die Gliederung und die falsum potest opinari, antequam consideretur, vel determinatum sit, quod ex hoc sequitur
Reichweite des Glaubens nach Thomas von Aquin und den Thomisten. Ein Beitrag zur aliquid contrarium fidei... Sed postquam manifestum est, et praecipue si sit per Ecclesiam
Klarung der Scholastischen Begriffe: fides, haeresis und conclusio theologica: Div. Thom. determinatum, quod ex hoc sequitur aliquid contrariumfidei,in hoc errare non esset absque
(Freiburg) 20 (1942) 207-236; 335-346; 21 (1943), 79-97. haeresi: Sm. Th. I, q. 32, a. 4.
340 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos La profesión de fe tridentina 341

si ha sido determinado por la iglesia, que de ahí se sigue algo de lo que ahora se entiende bajo esos conceptos. Al menos por lo que
contrario a la fe, en eso no se puede incurrir en error sin caer en se refiere a la sesión VII, esto es completamente seguro. Por lo tanto,
herejía»125. De ahí que el cardenal Cayetano, con toda lógica, deduce se puede afirmar con toda certeza que la doctrina que se definió en
que es herejía un error (que pone en peligro la fe) una vez que ha sido dicha sesión sobre los sacramentos no es una doctrina de fe en el
puesto de manifiesto o cuando ha sido determinado por la iglesia126. conjunto de verdades de fe divina y católica. Ni, en consecuencia, la
Por supuesto, santo Tomás admite que hay cosas que nunca pueden negación o la puesta en duda de esas verdades comporta el incurrir en
ser herejía, por la sencilla razón de que no pertenecen en modo alguno herejía. Es más, si tomamos muy en cuenta el análisis precedente,
a la fe, como por ejemplo la geometría127. Pero debe quedar muy podemos llegar, en sana lógica, a la conclusión de que esas verdades
claro que, fuera de esas cosas que de ninguna manera pueden pertene- sobre los sacramentos, en realidad a lo que se refieren es a un
cer a la fe, todo lo demás puede ser motivo de incurrir en herejía, con conjunto de usos y costumbres eclesiassticas, de las que el concilio
tal que se haya puesto de manifiesto —de alguna manera, sobre todo consideró que, en aquel momento, debían ser defendidas y manteni-
si ha sido por decisión eclesiástica— el peligro que entraña el asunto das contra los ataques de la reforma protestante. Pero, como se ha
para que la fe se vea corrompida. dicho muy bien, «los padres se dieron perfectamente cuenta de que
Evidentemente, estando así las cosas en la teología del tiempo, se aquella costumbre eclesiástica, que ellos querían sancionar bajo el
comprende perfectamente que, en las intervenciones de obispos y anatema, podría ser cambiada ulteriormente»129. En otras palabras,
teólogos durante el concilio, se considerasen como herejías cosas que se puede afirmar, en la más estricta fidelidad a las enseñanzas de
habían sido refutadas por cualquier santo padre, por algún concilio Trento, que su doctrina sobre los sacramentos (tal como quedó
local, por algún autor cristiano de cierta importancia o, más simple- formulada en la sesión VII) no constituye un dogma de fe para la
mente, que estaban en contra de los usos, ritos y costumbres oficial- iglesia.
mente establecidos en la iglesia romana. En todos estos casos, se
trataba de verdades o cuestiones que, al menos indirectamente, po-
dían corromper la fe. Sobre todo, si en esos asuntos se tomaba una 5. La profesión de fe tridentina
decisión con poder y autoridad, porque en ese caso la condenación, y
por cierto la condenación con calificativo de herejía, no ofrecía lugar No faltan teólogos que, para defender y afirmar los «dogmas de
a duda. Sin duda, por esta razón se entiende que, en su intervención fe» sobre los sacramentos, echan mano de la Professio fidei tridentina,
ante el concilio, el obispo Materanus dijera algo que resulta suma- es decir, lo que podríamos llamar el «credo» del concilio de Trento, en
mente ilustrativo: «Lo que se ha de decidir no requiere tanto la clave el que se incluye un apartado importante sobre los sacramentos: su
del saber sino del poder» 128 . Bastaba, pues, que la iglesia, es decir, la institución por Cristo, su necesidad para obtener la salvación, su
autoridad eclesiástica, tomara una decisión sobre algún asunto que se eficiencia en orden a comunicar la gracia, el número de siete, la no
consideraba relacionado con la fe, para que por eso se pudiera repetibilidad del bautismo, la confirmación y el orden, la aceptación
censurar de herética una determinada proposición o afirmación. de los ritos que utiliza la iglesia en la administración de los mis-
Por consiguiente, está fuera de duda que el concepto de lo que mos 130 . Obviamente, si todo eso está incluido en una «profesión de
pertenece a la fe, y consiguientemente también al concepto de herejía, fe», parece incuestionable que la doctrina contenida en tal profesión
que utilizaron los teólogos y obispos de Trento era algo muy distinto es una doctrina de fe en el sentido más propio de la palabra. Por
consiguiente, si es que este razonamiento es válido, aun cuando del
mismo concilio de Trento no se pudiera deducir que la doctrina sobre
125. Sed postquam manifestum est, el praeeipue si sií per ecclesiam determinatum, los sacramentos es una doctrina de fe, al menos a partir de la Professio
quod ex hoc sequitur aliquid contrarium fidei, in hoc errare non esset absque haeresi: l. c.
126. Quod error huiusmodi post manifestationem, aut ecclesiae determinationem, est
haeresis: Comm. in Sm. Th. I, q. 32, a. 4 (ed. León) IV, 357.
127. Non autem ad corruptionem fidei christianae pertinet si aliquis habeat falsam 129. P. F. Fransen, Réflexions sur Tanathéme au concite de Trente, 670; coincide
opinionem in his quae non sunt fidei, puta in geometricalibus vel alus huiusmodi, quae esencialmente con este punto de vista el importante estudio de A. Lang, Der Bedeulungs-
omnino ad fidem pertinere non possunt: Sm. Th. II-II, q. 11, a. 2. wandel der Begriffe «fides» und «haeresis» und die dogmatische Wertung der Konzilsents-
128. Id, quod determinandum est, non requirit tantum clavem scieniiae, sedpotestatis: cheidungen von Vienne und Trient: MTZ 4 (1953) 133-146.
CT 5, 896, 33-34. 130. DS 1864.
342 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos La «recepción» del concilio y ¡a fe de la iglesia 343

fidei tridentina, y precisamente en virtud de ella, deberíamos concluir «creo»138, la segunda cambia el tono de los verbos que utiliza:
que la doctrina sacramental del concilio es un verdadero «dogma de «admito», «abrazo», «interpreto», «profeso», «recibo», etc. 139 . Y en
fe». Doctrina, por tanto, inmutable y que no se puede negar sin realidad, así tenía que ser, puesto que, como hemos visto, no se
incurrir en herejía. trataba sino de recoger, en un compendio, las principales decisiones
Este planteamiento, sin embargo, por más que a primera vista de Trento.
pueda parecer enteramente correcto, no resulta tan evidente. Es más, Es verdad que, en el último párrafo de la fórmula, se dice textual-
se puede decir con seguridad que todo eso, de hecho, no añade nada a mente: «profeso y mantengo verdaderamente esta verdadera fe católi-
lo que dijo el concilio de Trento. Por una razón que se comprende ca» 140. Pero, una vez más se debe recordar que el concepto de lo que
enseguida: la llamada Professio fidei tridentina no fue ni confecciona- pertenecía a la fe era, en aquel tiempo, algo muy distinto de lo que
da ni promulgada por el concilio de Trento, sino por el papa Pío IV, ahora se entiende a ese respecto. Lo que se ha dicho antes en este
en la constitución apostólica In sacrosancta beati Petri y en la bula sentido, vale igualmente —y como es lógico— para un documento
Iniunctum nobis, del 13 de noviembre de 1564' 31 . En esta bula dice Pío que fué promulgado a continuación del concilio.
IV que promulga esa profesión de fe, siguiendo lo que se había
dispuesto en el concilio de Trento 132 . Ahora bien, en realidad lo que
el concilio había determinado, en sus decretos de reforma, era que 6. La «recepción» del concilio y la fe de la iglesia
todas las personas que tenían cargos de responsabilidad en la iglesia
«reciban públicamente todas y cada una de las cosas que han sido Acerca del concilio de Trento y su doctrina sobre los sacramentos,
definidas y establecidas por este santo sínodo»133 y que en las queda aún por tratar una cuestión importante. La iglesia católica ha
universidades «sean aceptados los decretos de este santo concilio»134. «recibido» la doctrina sacramental del concilio como una doctrina de
Por consiguiente, la llamada «profesión de fe tridentina» no añadió, fe. Y cuando aquí hablamos de la iglesia nos referimos lógicamente al
ni tuvo la intención de añadir, nada nuevo a lo que había sido conjunto de todos los creyentes, sean clérigos o seglares. Esto quiere
enseñado y decidido en el concilio. Es decir, esa «profesión de fe» no decir que la totalidad de los fieles ha aceptado y asumido la doctrina
tiene más valor o más autoridad que las definiciones o decretos del tridentina sobre los sacramentos como un dato fundamental de la fe
concilio. Por lo tanto, si en lo que se refiere a la doctrina sobre los cristiana. Ahora bien, esta totalidad de los fieles es infalible en sus
sacramentos135, hemos visto que no se trata de un dogma de fe, con el creencias, como lo ha dicho literalmente el concilio Vaticano II: «La
mismo derecho y por la misma razón podemos afirmar que las universalidad de los fieles que tiene la unción del Espíritu santo 141 , no
enseñanzas de la Professio fidei tridentina tampoco constituyen un puede equivocarse en su fe»142. Lo cual quiere decir que, si durante
dogma de fe. varios siglos la iglesia católica ha aceptado y creído, como doctrina
Por lo demás, el mismo documento de Pío IV, tal como está revelada, lo que enseñó el concilio de Trento sobre los sacramentos,
redactado, sugiere claramente lo que se acaba de indicar. En efecto, la esa doctrina pertenece inequívocamente al conjunto de verdades que
fórmula que el papa impuso tiene dos partes: la primera es simple- los creyentes deben aceptar como verdades de fe.
mente el símbolo tradicional de la fe136; y la segunda es donde se Este argumento equivale a lo que la teología reciente ha llamado
recogen las enseñanzas y decisiones del concilio137. Pues bien, mien- «recepción» y que consiste en el proceso por el que un cuerpo
tras que la primera parte empieza con la afirmación específica de la fe, (eclesial) hace suya una determinación que él mismo no ha creado,
reconociendo, en la medida promulgada, una regla que conviene para
131. Texto íntegro en BR 7, 323-329.
132. Iusta concilii Tridentini dispositionem: BR 7, 327 a.
133. Ea omnia et singula, quae ab hac sancta synodo deffinita et statuta sunt, palam
recipiant: Ses. XXV, c. 2; CT 9, 1086, 26-27.
134. Ut ab eisdem universitatibus cañones et decreta huius sanctae synodi integre 138. Credo.
recipiantur: Ses. XXV, c. 2; CT 9, 1086, 39-40. 139. Admitto, amplector, interpretabor: DS 1863; profiteor, recipio: DS 1864.
135. Tal como quedó formulada en la sesión VII. 140. Hanc veram catholicamfidem...profiteor et veraciter teneo: DS 1870.
136. DS 1862. 141. Cf. 1 Jn 2, 20 y 27.
137. DS 1963-1870. 142. In credendo falli nequit: LG 12, 1.
344 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos La «recepción» del concilio y la fe de la iglesia 345

su vida 143 . Por supuesto, este razonamiento se aplica, no sólo a las comporta, como se acaba de indicar. La cosa, sin embargo, no resulta
verdades dogmáticas, sino igualmente a las disposiciones disciplinares tan clara cuando se la mira más de cerca. Y eso por varias razones.
que promulga la autoridad eclesiástica. Pero cuando se trata de En primer lugar, no es tan absolutamente indiscutible que el
verdades de fe, la «recepción» significa que si las enseñanzas de un concilio de Trento obtuvo una «recepción» tan rápida y tan universal
concilio ecuménico son «recibidas» por los fieles como doctrina como a veces se piensa. Más bien, se puede decir lo contrario.
revelada por Dios y presentada como tal por la iglesia, entonces tales Sabemos, en efecto, que las resistencias que se tuvieron que superar
enseñanzas pertenecen, sin duda alguna, al cuerpo de doctrina que fueron bastante serias, al menos por lo que se refiere a los decretos
por fe deben aceptar y profesar los creyentes. Porque el Espíritu santo disciplinares De reformatione. Así, en Francia, el concilio no fue
actúa en la iglesia, no sólo a través de clérigos y teólogos (iglesia formalmente aceptado y «recibido» hasta la asamblea general del
«docente»), sino además por medio del «sentido de la fe» que tienen clero francés, reunido en París durante la primavera y el verano de
todos los fieles (iglesia «discente»). Se trata, pues, de una realidad 1615145, es decir, medio siglo después de la terminación del concilio.
eminentemente activa y no meramente pasiva. Es decir, la «recep- También en España se hubieron de superar no pocas dificultades,
ción» no es lo mismo que la «obediencia», en el sentido que los sobre todo por la actitud de Felipe II, amparado por el arzobispo de
teólogos escolásticos daban a este término, ya que la obediencia, en Toledo, Gaspar Quiroga146, lo mismo que en los Países Bajos donde
ese sentido, era simplemente el acto por el que un subordinado regula la situación llegó a ser extremadamente tensa, sobre todo a partir de
su voluntad y su conducta a partir del precepto legítimo de un los decretos romanos contra Jansenio, hasta desembocar en la conde-
superior, mientras que la «recepción» comporta una toma de posi- nación por Roma del arzobispo de Malinas y del obispo de Gante 147 ,
ción, que puede ser de aceptación o quizás también, en determinados sin olvidar el anti-romanismo alemán, que llevará más tarde a los
casos, de enjuiciamiento y de discernimiento, de tal manera que en esa conflictos con Roma en el siglo XVIII 148 . Es verdad que en estos
toma de posición se expresa la vida de todo el cuerpo de la iglesia. Y conflictos y tensiones influyeron no sólo ideas propiamente teológicas
como bien sabemos, esa vida está siempre iluminada y dirigida por el (como es el caso del galicanismo en Francia), sino además y sobre
Espíritu de Dios 144 . todo planteamientos estrictamente políticos (por ejemplo, en los
Evidentemente, si toda esta argumentación es exactamente aplica- incidentes entre la corona de España y el papado). Pero, en todo caso,
ble al caso concreto de la doctrina sacramental del concilio de Trento, está fuera de duda que la «recepción» de Trento no fue ni tan
en ello tenemos la prueba más clara que se puede dar de que esa inmediata ni tan en bloque como a veces se piensa o se dice.
doctrina pertenece al conjunto de verdades que por fe deben aceptar y Pero hay algo que es mucho más importante. Desde que terminó
profesar los creyentes. ¿Es eso así? el concilio, Roma no dejó de presionar, con todos los medios a su
A primera vista, parece que la cuestión no ofrece lugar a dudas: alcance, para que las decisiones conciliares fuesen aceptadas incondi-
Trento se pronunció y la iglesia católica en bloque lo «recibió». He cionalmente por los católicos. En este sentido, el día 2 de agosto de
aquí, pues, un caso inequívoco de «recepción», con todo lo que eso 1564, el papa Pío IV promulgó el motu proprio Alias nos, por el que
dispuso la organización de una comisión formada por siete cardena-
les, encargados de urgir la aceptación y observancia de todo lo que
143. Cf. Y. Congar, Los postconcilios. Con ocasión del décimo aniversario del conci- había decidido el concilio de Trento. Era de la competencia de esta
lio: Pastoral Misionera 12 (1976) 14. El estudio más importante de Congar sobre este
asunto es La «recepíion» comme réalité ecclésiologique: RvScPhTh 56 (1972) 369-403; Id.,
Quod omnes tangit ab ómnibus tractari et appropbari debet: RevHistDroitFranc 36 (1958)
210-259. Importante también el estudio de A. Grillmeier, Konzil und Reception. Methodis- 145. Cf. L. Willaert, Aprés le concite de Trente, en A. Fliche-V. Martin, Histoire de
che Bemerkungen zu einem Thema der bkumenischen Diskussion: ThPh 45 (1970) 321-352; teglise XVIII Tournai 1960, 393-394; Mansi 36, 41-42.
cf. también P. Fransen, Vautorité des conciles, en la obra en colaboración Problémes de 146. Cf. para este punto, P. B. Gams, Die Kirchengeschichte von Spanien, Graz 1956,
Vautorité, en la obra en colaboración Problémes de tautorité, Paris 1962, 59-100; E. W. III/2, 186-191; L. de Echeverría, Controversias juridiccionales entre Gregorio XIIIy Felipe
Kemp, Counsil and consent. Aspects of the government ofthe church as exemplified in the II: RevEspañ de Der Canon. II (1956) 373-377; M. Boyd, Cardinal Quiroga, inquisidor
history ofthe english provincial synods, London 1961; para el punto de vista jurídico, cf. H. general of Spain, Dubuque 1954.
Dombois, Das Recht der Gnade, Witten 1961, 825-836; el problema ecuménico ha sido 147. Cf. L. Willaert, o. c, 422.
estudiado en la revista The Ecumenical Review 12 (1970) y también en Councils and the 148. Para este punto, cf. F. Vigener, Gallikanismus und episkopalistische Stromungen
ecumenical movement, Genéve 1968. im deutschen Katholizismus zwischen Tridentinum und Vaticanum: Hist. Zeitsch. XV
144. Cf. Y. Congar, La «reception» comme reálité ecclésiologique, 370. (1913) 513; citado por L. Willaert, o. c, 424.
346 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos La «recepción» del concilio y la fe de la iglesia 347

comisión obligar a todos los jueces y oficiales de las curias y tribuna- ortodoxa, sino además «la obediencia a la iglesia romana» 156 . Pero
les eclesiásticos, para que ellos a su vez «hicieran observar firmemen- las cosas no pararon ahí. Porque años más tarde, en 1587, Sixto V, al
te» 149 los decretos tridentinos. Pero la citada comisión debía ejecutar reorganizar las diversas congregaciones de la curia romana, decretó
esto de tal manera que quienes no obedecieran sarían excomulgados que una de aquellas congregaciones, la octava, estuviera expresamen-
con excomunicón latae sententiae y además serían privados de su te consagrada a la ejecución e interpretación del concilio de Tren-
cargo y multados con una cantidad que no se especifica150. Y para to 157 , pero de tal manera que cuando se trataba de asuntos de fe, ni
que la observancia de todo lo dispuesto resultase más eficaz y expediti- siquiera la citada congregación tenía derecho o competencia en esos
va, el papa amenazaba con entregar a los desobedientes, si fuera asuntos, ya que eso quedaba reservado a la persona del papa 158 . Por
necesario, al brazo secular151. El papa justifica esta severidad porque, lo demás, desde 1598 hasta 1648 se fueron sucediento una serie de
al menos por lo que se refería a la ciudad de Roma, había algunos resoluciones del Santo Oficio encaminadas a reprimir todo contacto
prefectos y oficiales eclesiásticos que eran poco diligentes en el cum- entre católicos y protestantes. Así, en 1599 se prohibe a los católicos
plimiento de estas obligaciones152. Lo cual indica, por una parte, las escribir cartar a los herejes159, en 1616 se ordena a los católicos que
resistencias que indudablemente existieron en cuanto a la aceptación nieguen a los herejes el permiso de residir donde residen ellos160, en
incondicional del concilio; y, por otra parte, la severidad que desplegó 1609 se prohibe a los católicos visitar las iglesias de los herejes o
el papado para que el concilio fuese «recibido» de la manera más escuchar sus predicaciones161, lo mismo que se mandó desenterrar los
incondicional posible. En este sentido, las medidas que Roma fue huesos de los herejes de las iglesias católicas162, se les negó sepultura
adoptando resultaron ser cada vez más estrictas. Ya en el mismo año eclesiástica163, se permitió actuar contra la memoria de los difuntos
de 1564, Pío IV promulgó la Professio fidei tridentina, que tenían que en caso de herejía formal164, etc.
aceptar y jurar, ante los santos evangelios, todos los profesores, ya Por otra parte, la organización eclesiástica tenía en sus manos un
fueran clérigos o laicos, en todo el mundo católico, lo mismo si arma poderosísima para obligar a los católicos a cumplir taxativa-
enseñaban teología que si se dedicaban a la enseñanza de la medicina, mente todo lo que había determinado el concilio y las decisiones
la filosofía, la gramática o cualquiera de las demás artes liberales153, posteriores de la autoridad romana: la inquisición, que fue reorgani-
tanto en la enseñanza universitaria como en los demás centros docen- zada y ampliada al «universo orbe de la tierra, donde esté en vigor la
tes 154 . Evidentemente, una decisión de este tipo estaba claramente religión cristiana»165, por la bula Inmensa aeterni de Sixto V, en la
encaminada a asegurar la endoctrinación del pueblo fiel en la más que además se disponía la creación de una congregación especial, en
estricta obediencia a las decisiones de Trento. Además, al mismo la curia de Roma, cuyo cometido era cuidar por la eficacia del santo
juramento estaban también obligados todos los rectores de iglesias y tribunal 166 . Así las cosas, y debido además a las implicaciones políti-
cuantos gozaban de beneficios eclesiásticos con cura de almas 155 . cas que entraban en juego, se comprende perfectamente la auténtica
Con lo que se trataba de custodiar, no sólo la profesión de la fe ola de terror que se impuso en el mundo católico, especialmente en
algunos reinos como fue el caso de España y su enorme imperio

149. Firmiter observan faciant: BR 7, 300.


150. Sub excomunicationis latae sententiae, ac privationis officiorum et alus cardina- 156. Publicam orthodoxae fidei professionem faceré seque in Romanae Ecclesiae
libnusbenevisis, etiam pecuniarum, eo ipso incurrendis poenis, firmiter ovservari faciant, et obedientia permansuros spondere et iurare teneantur: BR 7, 327.
cum affectu: BR 7, 300. 157. Quae ad fidei dogmata pertinent, interpretalionem nobis ipsis reservamus: BR 8,
152. Invócalo etiam ad hoc, si opusfuerit, auxilio brachii saecularis: BR 7, 301. 991.
152. Quae tamen (ut intelleximus) ab eorumdem officiorum et tribunalium praefectis 159. C. Mirbt, Quellen zur Geschichte des Papsttums und des Rbmischen Katholizis-
ac officialibus minus diligenter observantur: BR 7, 300. mus, Tübingen 1924, 364.
153. Quod deinceps nullus doctor, magister, regens vel alius cuiuscumque artis et 160. Ibid.
facuhatis profesor, sive clericus sive laicus ac saecularis... seu alias theologiam, canonicam 161. Ibid.
vel civilem censuram, medicinam, philosophiam, grammaticam vel alias liberales artes, in 162. Ibid.
quibuscumque civitatibus, terris, oppidis et locis: BR 7, 323-324. 163. Ibid.
154. In quibusvis Studiorum generalium Universitatibus aut gymnasiis publicis: BR 7, 164. Ibid.
323. 165. In universo terrarum orbe, ubi chirstiana viget religio: BR 8, 987.
155. BR 7, 327. 166. BR 8, 986-990.
348 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos La «recepción» del concilio y la fe de la iglesia 349

colonial. La consecuencia lógica que se siguió de esta situación fue el no solamente el Santo Oficio castigaba a los herejes, sino también a
miedo. El profesor Ignacio Tellechea ha escrito a este respecto: los fautores y que estorbaban a los del Santo Oficio171.
Pero no hace falta continuar aduciendo testimonios de aquel
Prevaleció el método riguroso, que en definitiva intentaba, sobre todo, tiempo. Sobre la inquisición y sus procedimientos sabemos ya lo
garantizar una absoluta impermeabilidad, un neto contraste, aunque suficiente como para tener la completa seguridad de que cualquier
en el fondo fuese menos científico y empobreciese el ámbito de expre- persona podía ser llevada ante los tribunales, no ya por poner en duda
sión teológica. Esta mentalidad influiría eficazmente en el campo
teológico y, sobre todo, en el espiritual. El protestantismo sobrevivió en las definiciones de Trento, sino por cosas de mucha menos monta.
España después de 1559 en forma de miedo y prevención. Esto exigía Ahora bien, en tales circunstancias, ¿hasta qué punto y en qué sentido
renunciar a ciertos temas y expresiones presentes en la tradición católi- era realmente posible una verdadera «recepción» del concilio? Es
ca anterior al protestantismo, y cerraría la puerta a cualquier diálogo.
A este respecto sería interesante hacer un inventario, no ya de los libros importante hacerse esta pregunta. Porque, como ya se ha indicado, el
prohibidos, sino de las frases tachadas en obras de teólogos católicos hecho eclesial de la «recepción» tiene sentido y valor teológico en la
por la censura inquisitorial. Este miedo ha perdurado durante siglos, medida en que es una ampliación y una prolongación del proceso
creando una incomprensión167. conciliar172. Por lo tanto, la «recepción» es admisible en teología, en
la medida en que comporta una participación y una comunión de los
Por lo demás, para hacerse una idea de cómo llegaron a ponerse fieles en las decisiones adoptadas. Pero, para que se pueda hablar de
las cosas, baste recordar que el gran campeón de la contrarreforma y comunión y de participación, en el sentido profundamente cristiano
de la lucha contra la herejía, Roberto Belarmino (hoy doctor de la que estas palabras pueden tener, es absolutamente indispensable que
iglesia), terminó en el índice de libros prohibidos, junto con el se trata de una comunión y una participación que brotan de la fe, no
eminente teólogo Francisco de Vitoria, por haber defendido ambos de la imposición y del miedo que genera la imposición. Por consi-
que el papa no tiene potestad en el mundo entero en lo que se refiere a guiente, cuando la comunión y la participación no surgen de la
asuntos temporales168; y eso aun cuando el cardenal defendía en sus libertad, esa participación y esa comunión, podemos decir con toda
escritos la potestad papal para deponer a los reyes y emperadores seguridad que no hacen «recepción». Porque entonces, lo que se
cristianos169. Otro ejemplo elocuente, entre los mil que se podrían impone no es el asentimiento y el consentimiento que caracterizan a la
citar, es el del proceso inquisitorial del Jerónimo fray José de Sigüen- fe cristiana, sino más simplemente el instinto de conservación que
za, quien fué acusado ante la inquisición, entre otras cosas, por haber lleva a todo ser humano a huir del peligro que le amenaza.
aconsejado a algunos frailes que leyesen los evangelios, en vez de
Sin duda alguna, después del concilio de Trento hubo muchas
libros de devoción170.
personas que «recibieron» las definiciones conciliares, en el sentido
Lógicamente, en una situación en la que resultaban normales estas teológico que tiene la expresión, según se acaba de indicar. Pero
cosas y en la que una persona, por causa de semejantes acusaciones, también es cierto que debió haber muchas gentes que se callaron y
podía perder su libertad, su fama y hasta su vida, se comprende aceptaron, porque en realidad no se podía hacer otra cosa, si es que
perfectamente que las gentes se sintieran presas del pánico, no ya sólo uno quería seguir viviendo; o por lo menos, viviendo con dignidad y
por el hecho de poder ser consierados como herejes, sino además ante con libertad. Ahora bien, estando así las cosas, ¿se puede hablar de
cualquier posible connivencia que hiciera sospechar a los inquisido- una verdadera «recepción» del concilio? Parece bastante claro que
res. Precisamente, en este sentido, sabemos que el inquisidor Valdés le hay razones históricas muy serias para dudar —al menos, dudar— a
dijo a fray Juan de la Peña, en el proceso del arzobispo Carranza, que la hora de dar una respuesta. En otras palabras: dada la situación de
miedo, de coacción violenta y de falta de libertad a todos los niveles,
167. I. Tellechea Idígoras, Tiempos recios, inquisición y heterodoxias, Salamanca
que hubo en la iglesia en los tiempos que siguieron al concilio de
1977, 32. Trento, por lo menos se puede decir con toda objetividad que no
168. Cf. Y. Congar, L'eglise de saint Augustin á tépoque moderne, París 1970, 376- tenemos datos suficientes para afirmar, sin más, que aquel concilio
377, con bibliografía abundante en nota 19.
169. Ibid., 375.
170. Cf. G. de Andrés, Proceso inquisitorial del padre Sigüenza, Madrid 1975, 80; en
las páginas 79-80 se reproducen textualmente las doce acusaciones que se presentaron en 171. I. Tellechea Idígoras, o. c, 43.
el proceso. 172. Cf. Y. Congar, La réception comme réalité eccléssiologuique, 396.
350 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos La «recepción» del concilio y la fe de la iglesia 351

fue recibido en la iglesia con las garantías y las condiciones que exige Evidentemente, esto quiere decir que la suprema autoridad eclesiásti-
la verdadera «recepción». ca estaba profundamente persuadida de que el movimiento del sol en
Por otra parte, en todo este asunto no basta con decir que la torno a la tierra era una cuestión que tocaba a la fe de los cristianos,
iglesia entera ha creído, durante siglos, que los sacramentos son siete; porque se trataba de una verdad que se creía revelada por Dios en la
y que todos ellos fueron instituidos por Cristo; y que además comuni- Biblia. Así se había creído siempre. Y así lo siguió defendiendo la
can la gracia ex opere opéralo, etc., etc. El solo hecho de que una cosa jerarquía de la iglesia durante más de un siglo todavía, exactamente
ha sido creída en la iglesia durante siglos, no avala necesariamente la hasta 1757, ya que es en ese año cuando se quita del índice de libros
verdad y la objetividad de esa cosa, aun cuando se la haya creído prohibidos la cláusula según la cual no se permitían leer los libros que
como una verdad revelada por Dios. La iglesia entera creyó, durante « enseñan la movilidad de la tierra y la inmovilidad del sol»17^; y
siglos, que el sol daba vueltas en torno a la tierra. Y creyó en eso como aunque es verdad que esa cláusula no se tenía que interpretar necesa-
una verdad revelada por Dios en la Escritura. Y lo creyó hasta el riamente en el sentido de que lo prohibido en ella fuera contrario a la
punto de que un buen día se sintió en la obligación de condenar las fe, sin embargo el origen de esa prohibición (los casos de Copérnico y
teorías de Copérnico y más tarde a Galileo. Es verdad que la doctrina Galileo) induce a pensar que se prohibían los libros científicos sobre
de Copérnico no había sido rechazada por la jerarquía eclesiástica ese asunto, sencillamente porque se seguía en el convencimiento de
durante el siglo XVI y que incluso el mismo Copérnico había podido que la Biblia había revelado de parte de Dios que el sol se mueve
dedicar su libro De revolutionibus al papa Paulo III 173 . Pero no es alrededor de la tierra.
menos cierto que ese libro no causó especial inquietud en los medios El caso Galileo es uno entre muchos, seguramente el más conoci-
eclesiásticos, gracias al prudente prefacio que le puso Osiander, en el do, pero no ciertamente el único. Se podría hacer una buena lista de
que se decía que las teorías copernicanas no expresaban la realidad de verdades científicas o históricas que, en un primer momento y quizás
las cosas, sino solamente las apariencias, y no pretendían ser más que durante bastante tiempo, fueron consideradas por los teólogos y por.
hipótesis de investigación174. Además, sabemos que las posturas las autoridades eclesiásticas como afirmaciones peligrosas para la fe e
eclesiásticas se fueron endureciendo durante los años de la contrarre- incluso como auténticas herejías. Lo cual demuestra, hasta la eviden-
forma, hasta el punto de que en 1600, Giordano Bruno fue quemado cia, lo que ya hemos indicado antes, a saber: que el solo hecho de que
en la hoguera por haber pretendido que todos los astros eran homo- una cosa haya sido creída en la iglesia durante siglos, no avala
géneos. Pero, sobre todo, es decisivo, en todo este asunto, tener necesariamente la verdad y la objetividad de esa cosa, aun cuando se
presente que la obra de Copérnico fue condenada por la congregación la haya creído como una verdad revelada por Dios.
del índice y mandada retirar «para que tal opinión no se siga difun- El concilio Vaticano II ha dicho, con toda razón, que el conjunto
diendo con daño de la verdad católica»175; y, lo que es más grave, en de los fieles cristianos «no puede equivocarse en su fe»179. Eso quiere
1633 la doctrina de Galileo fue condenada por el Santo Oficio como decir que el conjunto de los fieles cristianos no puede fallar en su
una teoría «absurda y falsa en filosofía y formalmente herética, adhesión a Dios por Cristo y en Cristo. Tal adhesión comporta
porque es expresamente contraria a la sagrada Escritura»176. Por eso, obviamente una serie de afirmaciones doctrinales que, en su conteni-
Galileo fue considerado por el supremo tribunal eclesiástico como do fundamental, han sido recogidas por la tradición de la iglesia y
«vehemente sospechoso de herejía, esto es, porque creía y mantenía expresadas en los «símbolos de la fe», es decir, en determinadas
una doctrina falsa y contraria a las sagradas y divinas Escrituras»177. fórmulas que son un compendio o resumen de la fe de la iglesia.
Sabemos, además, que cuando la iglesia, mediante su magisterio
infalible, define una verdad como revelada por Dios, para que sea
173. Cf. L. Pastor, Historia de los papas, XXVIII, Barcelona 1948, 301. consiguientemente aceptada por los fieles, en eso tampoco puede
174. Cf. F. Russo, El caso Galileo, en la obra en colaboración 200 años de Cristianis-
mo VI, Madrid 1979, 146.
175. Ideo ne ulterius huiusmodi opinio in perniciem catholicae veritatis serpat: C.
Mirbt, o. c, 367.
176. Absurda etfalsa inphilosophia etformaliter haeretica, guia est expresse contraria
sacrae scripturae: Ibid., 373. 178. Libri omnes docentes mobilitaten terrae et inmobilitatem solis. Cf. H. Reusch,
177. Vehementer suspectum de haeresi, hoc est, quod credideris et tenueris doctrinam Der Index der Verbotenen Biicher, II, Bonn 1885, 395.
falsam et contrariam sacris et divinis scripturis: lbid. 179. LG 12, 1.
352 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos El concilio de Florencia 353

equivocarse la misma iglesia180. Pero de ahí no se sigue que tengan tarde el concilio de Trento 183 ; luego expone la doctrina tomista sobre
que ser objetivamente verdaderas todas aquellas cosas que han sido la materia y la forma como constitutivos del sacramento184, explican-
creídas por los fieles, aun cuando se tratase de cosas que se presenta- do a continuación los componentes, efectos y agentes de cada sacra-
ban y se defendían como dichas por Dios en la Biblia. La cuestión, mento 185 .
entonces, está en saber si una verdad determinada ha sido presentada Eso supuesto, la cuestión más importante que se plantea aquí es si
por el magisterio eclesiástico como verdad definida infaliblemente, en la doctrina que se contiene en ese documento es o no es doctrina de
el sentido técnico que hoy se le da a esa expresión181. Pero, como ya fe. Dicho de otra manera, ¿se trata de un documento dogmático o
hemos podido ver ampliamente, la doctrina del concilio de Trento, en meramente disciplinar? Hoy está fuera de duda que se trata de un
su sesión VII, sobre los sacramentos, no entra en el conjunto de documento no dogmático; es decir, está fuera de duda que en la bula
verdades definidas en ese sentido. Exultate Deo no se contiene una definición dogmática sobre los
Por consiguiente, ni de la supuesta «recepción» del concilio, ni de sacramentos. Lo que es lo mismo que decir que su doctrina no es una
la llamada «fe de la iglesia» se puede deducir un argumento, en virtud doctrina de fe, aun cuando de ahí no se pueda deducir que se trata
del cual sea posible llegar a la conclusión de que la doctrina sobre los simplemente de un documento disciplinar sin más. Parece, más bien,
sacramentos pertenece a esa fe de la iglesia en la que el conjunto de los que es un documento doctrinal, al menos en algunas de sus partes,
fieles no puede equivocarse, porque es constitutivo esencial y necesa- pero desde luego no se puede interpretar como una definición dogmá-
rio de su adhesión a Dios en Cristo. tica 18<\
Del concilio de Trento, pues, no se puede deducir una doctrina de Es verdad que la bula pontificia afirma que en ella se exponen,
fe sobre los sacramentos. ¿Es posible deducir esa doctrina de los entre otras cosas, la doctrina sobre «los siete sacramentos de la iglesia
concilios anteriores a Trento? Es lo que vamos a ver a continuación. y otras cuestiones que pertenecen a la fe ortodoxa y a los ritos de la
iglesia universal»187. Estas palabras, a primera vista, perecen indicar
con toda claridad que se trata de una doctrina de fe. Sin embargo, eso
7. El concilio de Florencia no resulta tan claro. Por una razón que se comprende fácilmente: el
documento íntegro que se les presentó a los armenios para que lo
En la bula Exultate Deo de Eugenio IV, del 22 de noviembre de aceptasen, con vistas a su unión con Roma, consta de ocho aparta-
1439, se expone la doctrina que les fue impuesta a los armenios, en el dos: el primero es sencillamente el símbolo constantinopolitano188; el
concilio de Florencia, con vistas a la unión con la iglesia romana. En
esa bula se contiene una amplia exposición de la doctrina sacramen-
tal. En realidad, se trata de una recopilación tomada casi enteramente 183. DS 1310.
de Tomás de Aquino en su opúsculo De articulis ftdei et ecclesiae 184. DS 1312.
sacramentis1^2. 185. DS 1314-1327.
La bula de Eugenio IV dice que los sacramentos son siete y los 186. Los teólogos habían discutido sobre este asunto principalmente a causa de la
doctrina de la bula de Eugenio IV sobre la «materia» del sacramento del orden, que sería,
enumera, pero asertivamente, no exclusivamente como lo hizo más según este papa, la entrega de los instrumentos: el cáliz y la patena, etc: DS 1326. Pero se
sabe que esa doctrina está en contra de la tradición unánime de la iglesia hasta el siglo IX,
180. Para todo este asunto, cf. J. Collantes, La iglesia de ¡apalabra II, Madrid 1972, tanto en oriente como en occidente. Pío XII, en la constitución Sacramentum ordinis, de
116-143; también la obra en colaboración La infalibilidad de la iglesia, Barcelona 1964; G. 30 de noviembre de 1947, estableció definitivamente que la sola imposición de manos es la
Thils, L'injaillibilité du peuple chrétien «in credendo». Notes de théologie postridentine, materia del sacramento del orden; DS 3857-3861. Para una información más detallada
Paris-Louvain 1963; por lo demás, como es bien sabido, H. Küng, Unfehlbar? Eine sobre todo este asunto, cf. M. Quera, El decreto de Eugenio IVpara los armenios y el
Anfrage, Einsiedeln 1970, prefiere hablar de «indefectibilidad» de la iglesia, en vez de sacramento del orden: EstEcl 4 (1925) 138-153; 237-250; G. M. Perrella, // decreto di
«infalibilidad»; este planteamiento ha provocado una apasionada disputa entre los Eugenio IV pro armenis relativo al sacramento del ordine: Divus Thomas 39 (1936) 448-
teólogos y reacciones de fuerte protesta por parte del magisterio eclesiástico; pero 483; P. Galtier: DTC VII/2, 1411-1425; A. Michel: DTC XI/2, 1315-1333; A. Tynczakt,
lógicamente no entramos aquí en esta cuestión, dada la temática de este libro. Quaestiones disputatae de ordine, Premisliae 1936, 144-157.
181. Cf. para un análisis de la definición del concilio Vaticano I, G. Thils, La 187. Et septem ecclesiae sacramenta et alia ad fidem orthodoxam el ritus universalis
infalibilidad pontificia, Santander 1972, 193-279. ecclesiaepertinentia: G. Hoffmann, Epistolaepontifitiae ad concilium Florentinum spectan-
182. Ed. P. Mandonnet, Sancti Thomae Aquinatis Opúsculo omnia III, Paris 1927, tes II, Roma 1944, 125.
11-18. 188. Ibid.
354 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos El concilio de Florencia 355

segundo es la definición del concilio de Calcedonia189; el tercero, la Orden197. Pero sobre todo Pío XII, en la constitución Sacramentum
definición del tercer concilio de Constantinopla sobre las dos volunta- ordinis198, estableció que la materia del sacramento del orden consiste
des de Cristo 190 ; el cuarto se refiere a la autoridad del concilio de solamente en la imposición de manos del obispo. Por consiguiente,
Calcedonia191; el quinto contiene la doctrina de Tomás sobre los está fuera de duda que la doctrina del decreto Pro armenis del concilio
sacramentos192; el sexto reproduce el llamado símbolo de san Atana- de Florencia no puede ser una definición dogmática, ya que en ese
sio 193 ; el séptimo repite textualmente el decreto que el mismo concilio caso el papa Pío XII se hubiera pronunciado contra la fe de la iglesia.
de Florencia había dado para los griegos194; y finalmente, el último Por otra parte, el mismo documento, al iniciar su quinto aparta-
apartado se refiere a las fechas en que se debían celebrar, en la iglesia do, utiliza términos y expresiones que no hablan para nada de que allí
universal, las fiestas de la anunciación, el nacimiento de Juan Bautis- se trate de una cuestión de fe o de una definición dogmática, sino
ta, la navidad, la circuncisión, la presentación de María y Jesús en el simplemente de una doctrina que tenía por finalidad facilitar el
templo y la purificación de la virgen María 195 . Esto supuesto, está conocimiento que los armenios debían tener de la teología sacramen-
fuera de duda que, por ejemplo, los tres primeros apartados contienen tal. En este sentido, se dice textualmente: «Quinto, hemos redactado
doctrinas que pertenecen a la fe de la iglesia, no porque las dijera en en una fórmula muy breve la verdad de los sacramentos de la iglesia a
esta bula el papa Eugenio IV, sino porque reproducen textualmente modo de una doctrina más fácil para los armenios, tanto actuales
otras tantas definiciones de los primeros concilios ecuménicos de la como futuros»199. Estas palabras no hacen alusión alguna a que la
iglesia. Pero, al mismo tiempo que reconocemos eso, es preciso decir doctrina que se expone a continuación sea una definición o un dogma
también que el último apartado no se puede referir a una cuestión de de fe. Lo cual vuelve a ponerse de manifiesto cuando, después de leído
fe, puesto que se trata claramente de un asunto meramente disciplinar el documento en armenio, el traductor lo resumió en latín. Allí se dice,
o, si se quiere, del calendario litúrgico. Por consiguiente, no todo lo entre otras cosas, que en el sacrificio del altar se debe mezclar un poco
que se contiene en la bula para los armenios es doctrina de fe. de agua con el vino 200 . Pero está claro que eso no puede constituir
Pero, ¿y el apartado quinto de esta bula, el que trata de los una doctrina de fe, sino una simple norma litúrgica o disciplinar.
sacramentos?, ¿se debe considerar como una doctrina de fe o simple- Pero hay más. En la bula Cántate Domino del mismo Eugenio IV,
mente como una exposición de la teología más comúnmente admitida que es la bula de unión de los coptos, el papa repite el decreto Pro
en la iglesia católica en aquel tiempo? La respuesta no admite lugar a armenis, pero al final añade dos puntos que no habían sido aclarados
dudas: no se trata de una doctrina de fe, sino de la doctrina común- en aquel decreto. Esos puntos son: primero, las palabras de la consa-
mente admitida entonces. Y la prueba más clara de ello está en que, al gración de la misa 201 y segundo, la aclaración de que el pan para la
hablar del sacramento del orden, dice que la materia de este sacra- eucaristía puede ser pan del día o estar cocido ya de antes 202 .
mento es la entrega de los instrumentos para la celebración eucarísti- Evidentemente, esto no puede ser una cuestión de fe. Ni en el ánimo
ca, concretamente el cáliz con vino y la patena con pan 196 . Ahora del papa o del concilio podía entrar el definir, como verdad revelada,
bien, sobre este punto concretamente ha habido manifestaciones semejante cosa.
expresas del magisterio pontificio en sentido contrario, al menos por
lo que se refiere a las iglesias orientales, que siempre han tenido
solamente la imposición de manos como materia del sacramento del 197. Clemente VIII, Instr. Presbyteri graeci, del 31 de agosto de 1595: BR 10, 213;
Urbano VIII, Breve universlis ecclesiae, del 23 de noviembre de 1642: Magnum bullarium
romanum, Luxemburgi 1727, 4, 127 A; Benedicto XIV, Const. Etsi pastoralis, de 26 de
mayo de 1742: Magnum bullarium romanum 16, 99 A s; León XIII, Bula orientalium
189. Ibid. dignitas, del 30 de noviembre de 1894: ASS 27 (1894) 257.
190. Ibid., 126-127. 198. Fechada el 30 de noviembre de 1947: AAS 40 (1948) 5-7. DS 3857-3861.
191. Ibid. 199. Quinto ecclesiasticorum sacramentorum veritatem pro ipsorum armenorum tam
192. Ibid, 128-131. praesentium quam futurorum faciliori doctrina sub hac brevissima redigimus formula: G.
193. Ibid, 131. Hoffmann, Epistolae pontifitiae ad concilium Florentinum spectantes II, 128, 1-2.
194. Ibid, 132-133. 200. Quodque in sacrificio allaris, dum calix offertur, vino paulum aquae admisceri
195. Ibid., 133-134. debef. Ibid., 135, 4-5. '
196. Sextum est sacramentum ordinis, cuius materia est illud, per cuius traditionem 201. G. Hoffmann, o. c, III, 62, 25-28.
confertur ordo. Sicut presbyteralus traditur per calicis cum vino et patena cum pane 202. Pañis vero triticeus, in quo sacramentum conficitur, an eo die an antea decoclus
porrectionem. Ibid., 130. DS 1326. sit, nihil omnino referí: Ibid., 62, 29-30.
356 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos El concilio II de Lyon 357

En el mismo sentido se puede citar la bula Benedictus sit Deus, que a) ¿Concilio ecuménico?
es la bula de unión de los caldeos y maronitas de Chipre, en la que se
hace profesar, junto a la aceptación de los siete sacramentos, el hecho Esta pregunta es importante. Porque, como es bien sabido, sola-
extraño de que nunca se pondrá aceite con la eucaristía203. Otro mente los concilios ecuménicos tienen autoridad para imponer a la
ejemplo evidente de una cuestión que no puede ser entendida en el iglesia universal una doctrina como doctrina de fe. De ahí que sea
sentido de una definición o fórmula de fe. decisivo, en este asunto, determinar si, efectivamente, el concilio II de
Como conclusión, pues, se puede decir que la doctrina del concilio Lyon fue o no fue un concilio ecuménico.
de Florencia sobre los sacramentos no es una definición dogmática. Para hacerse cargo del problema que aquí se plantea, hay que
Por lo tanto, tampoco en este concilio se presentó, de manera definiti- tener presente, ante todo, que hasta este momento no existe una lista
va e irreformable, lo que es la fe de la iglesia acerca de los sacramentos oficial y autorizada de los concilios ecuménicos que ha celebrado la
en general. iglesia católica205. Y no existe tal lista oficial porque, entre otras
cosas, no existe un concepto, oficialmente sancionado por el magiste-
rio eclesiástico, de lo que debe ser entendido por concilio ecuméni-
8. El concilio II de Lyon co 206 . Ahora bien, estando así las cosas, no hay que sorprenderse de
que existan ediciones de concilios en las que el II de Lyon aparece
Otro documento del magisterio eclesiástico, que se suele aducir como ecuménico y otras en las que no aparece. En realidad, esta
cuando se trata de la doctrina de la iglesia sobre los sacramentos, es la discrepancia en las ediciones de concilios no afecta sólo al II de Lyon,
Profesión de fe que el concilio II de Lyon propuso al emperador sino en general a todos los concilios medievales celebrados entre el IV
Miguel Paleólogo. Este concilio se celebró el año 1274, bajo el concilio de Constantinopla (año 870) y el concilio de Florencia (año
pontificado de Gregorio X. Y, según se dice corrientemente, en 1439), es decir, se refiere a los concilios de la iglesia latina que, debido
aquella Profesión de fe, se define que los sacramentos de la iglesia son al cisma de oriente, no se pudieron celebrar con la debida participa-
siete; y además se enumeran uno por uno esos siete sacramentos204. ción de los orientales. Estos concilios, como es sabido, son los cuatro
Por otra parte, al ser el concilio de Lyon un concilio ecuménico, primeros de Letrán, los dos de Lyon, el de Viena y el de Costanza.
parece quedar fuera de duda que la profesión de fe propuesta por este ¿Son estos ocho concilios verdaderamente ecuménicos, como lo
concilio expresa inequívocamente la fe misma de la iglesia. Lo cual son el de Nicea, el de Efeso o el de Calcedonia? Desde que en 1586
quiere decir —si es que todo este discurso es correcto— que al menos Roberto Belarmino publicó la primera edición de sus Controver-
la doctrina de los siete sacramentos, tal como en esta profesión de fe siae201, esos ocho concilios han sido considerados, entre los autores
se enumeran, es una doctrina de fe, irreformable en el futuro y católicos, como concilios ecuménicos, en perfecta igualdad con los
obligatoria para todos los creyentes. demás concilios ecuménicos de la iglesia antigua, y al igual también
Esta conclusión, sin embargo, no resulta tan evidente como a que el concilio de Trento y, más recientemente, los dos concilios
primera vista puede parecer. Porque, como enseguida vamos a ver, Vaticanos. Belarmino, en efecto, en el tomo II de sus Controversiae,
existen razones muy serias para pensar que ni el concilio II de Lyon que trata De conciliis et ecclesia, cuenta hasta dieciocho concilios
fue un concilio ecuménico, ni la afirmación sobre los siete sacramen-
tos entra propiamente en la llamada Profesión de fe que el concilio
propuso a Miguel Paleólogo. Por eso, interesa sumamente responder
a estas dos preguntas: 1) ¿fue el concilio II de Lyon un concilio 205. Cf. Y. Congar, La primante des quatre premiéis conciles oecuméniques, en la
ecuménico? 2) ¿se puede decir sin más, que la doctrina sobre los siete obra en colaboración, Le concite et les conciles. Contribution á l'histoire conciliaire de
sacramentos forma parte de la profesión de fe que presentó el conci- reglise, París 1960, 109.
206. Como ha dicho muy bien el profesor H. Jedin, «la apelación de ecuménico
lio? proviene más de la costumbre que de una verdadera declaración del magisterio»: Apella-
tionem illam magis consuetudine quam vera ecclesiae magisterii declaratione notam esse.
Conciliorum oecumenicorum decreta, ed. J. Alberigo-P. P. Joannou-C. Leonardi-P. Prodi,
cons. H. Jedin, Basileae-Barcinonae-Friburgi-Romae-Vindo bonae, 1962, Praef. Vil.
203. Ítem, quodde cetero nunquam in sacra eucharistia oleum apponam. Ibid., 107, 5. 207. Disputationes Roberti Bellarmini... de controversiis christianae fidei adversus
204. DS 860. huius temporis haereticos tribus tomis comprehensae, Ingolstadii, 1586.
358 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos El concilio II de Lyon 359

generales o ecuménicos208. Según esta enumeración, el concilio II de todas las iglesias214. Si además tenemos en cuenta que Vallaresso fue
Lyon es el decimocuarto en la lista de concilios ecuménicos; y el de legado pontificio en el concilio de Florencia, parece enteramente
Florencia ocupa el puesto decimosexto209. La misma enumeración correcto concluir que esta postura representaba la interpretación
sigue literalmente la edición de los concilios generales, publicada muy oficiosa de la iglesia romana en lo que respecta al número de los
poco después por Severino Bini, en la que al concilio de Florencia se le concilios ecuménicos reconocidos como tales 215 .
da también el puesto decimosexto210. Recientemente se ha demostra- Por consiguiente, a la vista de estos datos, nos encontramos con
do, con toda riqueza y pormenor de datos, que tanto la edición de un hecho sorprendente, a saber: el concilio de Florencia fue tenido
Bini como las ediciones posteriores de los concilios ecuménicos, como el octavo concilio ecuménico, incluso por parte de los papas y
dependen siempre de la lista de concilios presentada por Belarmino en sus más directos representantes, hasta bien entrado el siglo XVI. Pero,
sus Coníroversiae2n. Por otra parte —y esto es más importante— en cuestión de pocos años, concretamente a finales de ese mismo
antes de la publicación de la obra fundamental de Belarmino, cuando siglo, sin saber exactamente por qué (al menos a primera vista), ese
se trataba de enumerar los concilios ecuménicos, la lista se presentaba concilio pasó de ser el octavo a ser el decimosexto, en las listas de los
de otra manera. Porque el hecho es que el concilio de Florencia (de concilios ecuménicos que, a partir de entonces, se vienen publicando.
cuya ecumenicidad nadie duda) no era considerado el decimosexto, Lo cual quiere decir lógicamente que, de pronto, se introdujeron ocho
en la lista de concilios ecuménicos, sino el octavo. Así, en un permiso concilios en la lista de los ecuménicos. Teniendo presente que esos
de traducción de las actas del concilio de Florencia, firmado por el ocho concilios no habían sido considerados como ecuménicos hasta
papa Clemente VII el 22 de abril de 1526, se dice textualmente que el entonces. Se trata, como ya se ha dicho, de los cuatro primeros de
concilio florentino era el octavo de los ecuménicos212. Esto quiere Letrán, los dos de Lyon, el de Viena y el de Constanza. Es verdad que
decir obviamente que, por lo menos hasta 1526, el concilio de Floren- en la edición de concilios de Francisco Jover, publicada en París en
cia era tenido incluso por los papas como el octavo concilio ecuméni- 1555 216, se tienen por universales el tercero y el cuarto de Letrán, el de
co de la iglesia. Y asi parece explícitamente en la obra de Fantino Constanza, el de Basilea, el de Florencia, el quinto de Letrán y el de
Vallaresso, que tomó parte activa en el mismo concilio de Florencia y Trento 217 . Pero hay que tener en cuenta que, en aquel tiempo,
que escribió sobre este asunto 213 . Es más, el mismo Vallaresso afirma resultaba prácticamente imposible hacer una lista uniforme de conci-
que en todo el tiempo que transcurre desde el cisma de Fozio hasta el lios ecuménicos, por la sencilla razón de que no existía un criterio,
concilio de Florencia no se pudieron celebrar concilios ecuménicos; comúnmente aceptado, de lo que constituía la ecumenidad de un
porque al estar separada de Roma la iglesia oriental, no se podían concilio. Generalmente se admitía el principio establecido por el
convocar tales concilios, ya que para eso se requería la aprobación de decreto de Graciano, que reconocía como ecuménicos los ocho prime-
ros concilios, hasta el cuarto de Constantinopla218. De ahí que no
existiera una lista oficial, ni aun siquiera oficiosa, de los concilios que
obligaban a la iglesia universal. Por lo demás, está fuera de duda que
el concilio segundo de Lyon no fue tenido como cuménico hasta que,
208. Concilla generalia approbala numerantur hucusque decem et octo. Disputationes por obra y gracia de Roberto Belarmino, adquirió esa calificación en
Roberti Bellarmini... de conlroversiis chrisüanae fidei adversus huius íemporis haereticos II,
De concilüs et ecclesia, Venetiis 1599, 1. I, c. 5, col. 4.
209. Ibid., 4-9.
210. Concilium jlorentinum oecumenkum decimun sextum probatum. Concilla genera- 214. Durante dirisione et schismate supradicto, non potuit ycumenica synodud congre-
lia provincialia quaecumque reperiri potuerunt... studio et industria Severini Bini IV, gari, quia orientalis ecclesia non oboediebat romano pontifici, sine cuius auctoritate huius-
Coloniae Agrippinae 1606, 411. modi concilia secundum sacros cañones congregari non possunt: F. Vallaresso, o. e., 1 8.
211. V. Peri, // numero dei concili ecumenici nella tradizione cattolica moderna: 215. Cf. V. Peri, o. c., 475-476; cf. también B. Schultze, Das letzte ókumenische
Aevum 37 (1963) 430-500, especialmente 484-485, que en este punto corrige la opinión de Einigungskonzil theologisch gesehen: Orientalia Christiana Periódica 25 (1959) 288-309.
I•'. Dvornik, The photian schism, history and legend, Cambridge 1948, 365. 216. Sanctiones ecclesiasticae tam synodicae quam pontificiae, in tres classes distinc-
212. Quod acta generalis octavi concilii Florentiae, citado por V. Peri, o. c, 472. tae, quarum prima universales synodos... complectitur... per Franciscum Joverium, Parisiis
213. Este autor afirma que hasta el concilio florentino se habían celebrado sólo 1555.
:U'.'-(.• concilios ecuménicos en la iglesia: Novem concilio ycumenica sive unversalia, 217. Cf. V. Peri, o. c, 438.
"/'¡inihimlo moderno concilio Florentino... congregata comperio: F. Vallaresso, Libellus de 218. Sancta octo universalia concilia... servare... profiteor. Decretum, dist. XVI, c. 8.
,>ijnu vcnertilium conciliorum et unione Florentina, ed. B. Schultze, Romae 1944, 6. Corpus Iuris Canonici (ed. A. Friedberg) Lipsiae 1879, col. 45.
360 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos El concilio II de Lyon 361

las listas que se empezaron a elaborar desde la publicación de sus documento que manejó la comisión encargada de preparar la edición
Controversiae. de los concilios: se debía colocar el concilio de Florencia en el puesto
¿Cómo y por qué se llegó a esta decisión? Es decir, ¿cómo y por decimosexto, porque quienes lo consideraban como el octavo, en
qué se llegó a tomar la determinación de incluir en la lista de concilios realidad lo que hacían era rechazar todos los otros concilios223. Y fue
ecuménicos nada menos que a ocho concilios, que desde entonces son precisamente para evitar ese rechazo de los concilios latinos, posterio-
considerados como tales, pero que hasta entonces no se habían tenido res al cisma de Oriente, por lo que se tomó la decisión, no oficial sino
generalmente como concilios universales de la iglesia? Entre los años oficiosa, de considerar en adelante dichos concilios como si hubieran
1608 y 1612 se publican los cuatro grandes volúmenes que componen sido ecuménicos.
la edición romana de los concilios ecuménicos219. En esta edición
aparece ya la lista tal como había sido confeccionada por Belarmino
en sus Controversiae. Por otra parte, no se trata de una edición oficial, b) ¿Profesión de fe?
sino oficiosa, ya que no fue el resultado de un acto o de una decisión
del supremo magisterio de la iglesia. Sin embargo, se sabe que esta Pero, a fin de cuentas, fuera o no fuera ecuménico el II concilio de
decisión fue cuidadosamente preparada por una comisión, que había Lyon, una cosa está clara: que en el concilio y ante la presencia del
sido nombrada por mandato de Gregorio XIII y que se denominaba papa Gregorio X, que asistió y presidió personalmente las sesio-
Congregatio super editione conciliorum generalium220. Pues bien, entre nes 224 , fue leída la profesión de fe que debía aceptar el emperador
los documentos de esta comisión que han llegado hasta nosotros, se Miguel Paleólogo. Ahora bien, en dicha profesión o confesión de fe se
ha encontrado un escrito, fechado el 15 de octubre de 1595, que fue encuentra la afirmación explícita de los siete sacramentos225. Parece,
uno de los papeles de trabajo que se utilizaron en la comisión. En ese pues, indudable que esa afirmación, al menos, pertenece a la fe de la
documento se dispone que se le suprima al concilio de Florencia el iglesia.
título de octavo, entre los concilios ecuménicos, y que pase a ser el Efectivamente, la fórmula que fue leída en el concilio y ante el
decimosexto221. Por aquellos días era presidente de la comisión el papa es una profesión de fe, que no fue redactada ni por el concilio ni
cardenal de Toledo. El papa era Clemente VIII, que además presidió por Gregorio X, sino por Clemente IV, quien en 1267 la había im-
la reunión en que se tomó este acuerdo, como se dice expresamente en puesto al mismo emperador226. Pero esta fórmula consta clara-
el citado documento 222 . De esta manera, y en virtud de un procedi- mente de dos partes muy distintas: la primera es la repetición,
miento tan asombrosamente anticientífico, se introdujeron, de golpe casi literal, de una profesión de fe, enviada por el papa León IX
y porrazo, ocho concilios en el catálogo de los concilios universales o en 1503 a Pedro, patriarca de Antioquía, y se refiere a los dog-
ecuménicos de la Iglesia. Entre esos concilios está el II Lyon, que de mas trinitarios y cristológicos227; la segunda recoge las cuestiones
pronto se vio ascendido de categoría, según acabamos de indicar. que estaban sobre el tapete en las disputas entre griegos y latinos: la
¿Por qué se hizo eso? Sencillamente, porque así se aseguraba que escatología, la teología sacramental y el primado de Roma 228 . Ahora
el concilio de Trento y los demás concilios celebrados en la iglesia bien, lo importante aquí es tener en cuenta que, si nos atenemos al
latina, después de la separación de las iglesias orientales, fueran texto tal como está redactado, la profesión de fe propiamente tal es
considerados en el mismo rango y con la misma autoridad que los solamente la primera parte, mientras que la segunda no es una
primeros ocho concilios universales, celebrados desde el concilio de
Nicea hasta el IV de Constantinopla. Así se dice expresamente en un
223. Qui harte synodum octavam vocant omnes alias synodos reiiciunt. Cod. Barber.
lat. 860, f. 226r; cf. V. Peri, o. c, 496, cf. 493.
219. Concilio generalis ecclesiae catholicae, Romae 1608-1612. 224. Cf. C. J. Hefele-H. Leclercq, Histoire des concites VI/1, Paris 1914, 168-169; A.
220. Así consta en un manuscrito del archivo vaticano, como consta por el códice Fliche-V. Martin, Histoire de teglise X, Paris 1950, 494.
Vatic.lat. 6418, p. I, f. 50 v; cf. V. Peri, o. c. 455, n. 75. 225. DS 860.
221. DeConsc. Florentino sub Eugenio IVquodest Octavum Latinum Concil. genérale 226. Epist. Magnítudinis tuae litteras, ed. E. Martene-U. Durand, Veterum scripto-
et XVI in ordine generalium... Ut titulus editus, Octava synodus, supprimatur, et substitua- rum et monumento... collectio VII, Parisiis 1733, 204-206.
tur eius loco haec inscriptio: Universatis Florentina Synodus. Cod. Vatic. lat. 6418,1, ff. 6r- 227. DS 851-854; cf. 680-686; cf. H. Wolter-H. Holstein, Lyon I et Lyon II, en G.
7r; cf. V. Peri, o. c, 499-500. Dumeige, Histoire des concites oecumeniques VII, Paris 1965, 163.
222. Cod. Vatic. lat. 6418, I, f. 6r; cf. V. Peri, o. c, 500. 228. Cf. H. Wolter-H. Holstein, o. c, 166.
362 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos El concilio II de Lyon 363

afirmación de la fe de la iglesia, sino solamente un conjunto de ácimo 236 . Evidentemente, esas palabras no son un artículo de la fe
proposiciones que debía aceptar el emperador. cristiana, sino simplemente la constatación de un hecho histórico. Se
En efecto, la primera parte comienza lógicamente con la afirma- comprende, por lo demás, que en este documento se hiciera referencia
ción explícita de la fe, en todas y cada una de sus proposiciones: a una de las cuestiones prácticas que eran motivo de dificultades entre
Credimus, creemos229. Y termina con la solemne advertencia de que Roma y Bizancio237.
«ésta es la verdadera fe católica, y es la que mantiene y predica la Por lo demás, en todo este asunto conviene distinguir cuidadosa-
sacrosanta iglesia romana en los artículos antes mencionados»230. Y mente entre lo que en aquel tiempo se entendía como «profesión de
para que no quede duda de que ahí es donde termina la profesión de fe» y lo que hoy entendemos cuando hablamos de esa cuestión. Parece
fe, en la fórmula paralela que profesó el patriarca Becos, al llegar a bastante claro que cuando el emperador Miguel Paleólogo suscribió
este punto termina con el «amén» y con la añadidura: «Y por cierto su profesión de fe, él entendía todo el contenido del documento como
hasta aquí solamente»231. Sin embargo, en las afirmaciones de la una verdadera profesión de la fe cristiana. Eso está claramente
segunda parte, concretamente en las que se refieren a los sacramentos, afirmado al final del escrito238. Sin embargo, no obstante esa formu-
no se dice nada de fe o de creencia, sino la fórmula más moderada de lación tan terminante y tan clara, hay razones muy serias que hacen
que «la santa romana iglesia mantiene y enseña»232. dudar de que, efectivamente el texto que suscribió aquel emperador
Pero hay algo que es más significativo en todo este asunto. La fuera una exposición objetiva de la fe que vincula a la iglesia para
segunda parte del documento que venimos comentando está redacta- siempre. En efecto, el último tema que toca la «profesión de fe» es el
da de tal manera que en ella se contienen afirmaciones que de ninguna del primado del romano pontífice239. Y ahí se dice, entre otras cosas,
manera pueden ser materia de fe para la iglesia universal y para los que el sucesor de Pedro no sólo tiene la «plenitud240 de potestad»
creyentes de todos los tiempos. En este sentido, hay que recordar, sobre toda la iglesia, sino además que él es quien debe decidir y definir
ante todo, la afirmación de que las almas del purgatorio son purifica- en las cuestiones que se planteen acerca de la fe241. Sea cual sea la
das con penas, tal como lo explicó el hermano Juan 233 . Este «herma- inspiración y el sentido último que se le daba, en aquel momento, a
no Juan» era un fraile franciscano, Juan Parastrón, que intervino de esta formulación242 que más tarde, concretamente con ocasión del
mediador entre Roma y Bizancio234. Nadie duda de la buena volun- cisma de occidente, la iglesia se vio en la necesidad de recurrir a un
tad que desplegó este buen religioso en su gestión235. Pero de lo que sí concilio, y no al papa, para que definiera, en última instancia, lo que
se puede dudar seriamente es que la iglesia haya querido definir como se debía hacer y creer. Tal fue el sentido del concilio de Constanza,
verdad de fe que hay que entender lo del purgatorio según las cuya declaración es terminante:
explicaciones que le diera Juan Parastrón a Migual Paleólogo. A
nadie le cabe en la cabeza que eso pueda ser una afirmación funda- Este santo concilio de Constanza... declara, en primer lugar, que,
mental de la fe de la iglesia. Pero si eso no parece ser una afirmación reunido legítimamente en el Espíritu santo, siendo un concilio general y
representando a la iglesia católica militante, tiene su poder inmediata-
de fe, ¿con qué derecho se defiende que lo que viene a continuación
sobre los sacramentos sí es un dato incuestionable de la fe cristiana?
Otro ejemplo, en este mismo sentido, es la afirmación de que la 236. Sacramentum Eucharistiae ex azymo conficit eadem romana ecclesia: DS 860.
237. Cf. H. Wolter-H. Holstein, o. c, 19.
iglesia romana consagra el sacramento de la eucaristía con pan 238. Las palabras que siguen a la «profesión de fe» son muy claras en este sentido:
Suprascriptamfldeiveritatem prout leda estfideliter expósita veram sanctam catholicam et
orthodoxam fidem esse cognoscimus et eam corde et ore profitemur. Cf. B. Roberg, Die
229. DS 851, 852, 853, 854. Union zwischen der griechischen und der lateinischen Kirche auf dem II Konzil von Lyon
230. Haec est vera fides catholica, et hanc in supradictis aríiculis tenet et praedicat (1274), Bonn 1964, 242.
sacrosancta romana ecclesia: DS 855. 239. DS 861.
231. Amen. Et hoc quidem usque in tantum. Epístola ad Joannempapem: MG 141,947 240. Plenitudo potestatis.
B; cf. Mansi 24, 188 A. 241. Sic et si quae defide subortae fuerint quaestiones, suo deben indicio definiri: DS
232. Tenet etiam et docet eadem sancta romana ecclesia: DS 860. 861.
233. Eorum animas poenis purgatoriis seu cathaerteriis, sicut nobis frater Johannes 242. En este último apartado, la profesión de fe de Miguel Paleólogo parece estar
explanavit, post mortem purgari: DS856. claramente influenciada por el opúsculo Contra errores grecorum, que S. Tomás compuso
234. Cf. H. Wolter-H. Holstein, o. c, 167. a petición de Urbano IV, en el que se dice que es el papa el que debe determinar lo que
235. Ibid. debe creer todo cristiano: determinare quae sunifidei: cf. H. Wolter-H. Holstein, o. c, 170.
364 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos El concilio II de Lyon 365

mente de Cristo, (poder) al que toda persona de cualquier estado o verdad de fe el hecho del purgatorio según las explicaciones que le
condición que sea, incluso aunque se trate del papa, está obligado a diera fray Juan Parastrón al emperador, cosa que resulta sencillamen-
obedecer en lo que se refiere a la fe y a la extirpación de dicho cisma 2 4 3 . te inconcebible. Como nos veríamos igualmente obligados a tener que
resolver un problema que prácticamente no tiene solución, ya que se
Ahora bien, a la vista de estos datos y teniendo en cuenta el sentido trata de conciliar dos afirmaciones que en realidad son contradicto-
más elemental de esta declaración, nos encontramos con la situación rias: por una parte, lo que se dice sobre la «plenitud de potestad» del
siguiente: por una parte, en una «profesión de fe» se dice que el papa papa en la profesión de fe de Miguel Paleólogo; por otra parte, lo que
tiene la plenitud de potestad sobre toda la iglesia, es decir, toda la se afirma sobre la suprema potestad y autoridad del concilio en la
iglesia se tiene que someter al papa; pero, por otra parte, la declara- declaración solemne de Constanza.
ción solemne de un concilio, años más tarde, afirma que incluso el
Por último, para quitar acero a todo este asunto y poner las cosas
papa tiene que someterse y obedecer al concilio. Es más, en la citada
en su sitio, es de suma importancia recordar un hecho histórico de
«profesión de fe» se dice también que el papa es quien debe definir y
verdadero interés: la profesión de fe de Miguel Paleólogo no fue una
decidir en las cuestiones de fe, pero luego resulta que el concilio
decisión adoptada por el segundo concilio de Lyon, sino simplemente
afirma que el papa se tiene que someter precisamente «en aquellas
la parte más extensa de una carta, enviada por el emperador y leída en
cosas que se refieren a la fe»: in his quaepertinent adfidem. Evidente-
el concilio ante la presencia del papa 247 . Esto quiere decir que esa
mente, estos dos tipos de afirmaciones implican una contradicción
«profesión de fe» no fue ni redactada por el concilio, ni discutida en
manifiesta. Cosa que resulta más desagradable si tenemos en cuenta
él, ni definida en aquella asamblea. Por eso se comprende que en las
que el concilio de Constanza ha figurado durante siglos en las listas de
ediciones de los decretos de aquel concilio ni siquiera aparece este
concilios ecuménicos y así ha sido considerado hasta nuestros días 244 .
documento 248 . Y es que, propiamente hablando, no fue ni un decreto
Por otra parte, los historiadores se ven en la necesidad de hacer
ni un acto o decisión conciliar249. De ahí el engaño a que son
numerosas matizaciones cuando se trata de determinar si, efectiva-
inducidos los estudiantes de teología cuando, quizás por ignorancia,
mente, el concilio obtuvo la aprobación ulterior de los papas 245 . Pero,
se les hace pensar que esa «profesión de fe» fue el acto más importante
como advierte acertadamente Congar, «según su propia doctrina, el
del concilio II de Lyon 25 °. Cuando en realidad los mismos obispos y
concilio de Constanza no tenía necesidad de tal aprobación, y no ha
teólogos que intervinieron allí se hubieran sentido profundamente
buscado ninguna»246.
sorprendidos si se les hubiera dicho que las cosas que decía el
En definitiva, sea cual sea la última solución que se dé a estas emperador, en su carta al papa, iban a ser presentadas como decisio-
cuestiones históricas, parece que lo más acertado es reconocer que la nes que ellos tomaban. Como se ha dicho acertadamente, los contem-
llamada «profesión de fe» de Miguel Paleólogo no pasó de ser un poráneos no se sintieron concernidos por este texto, que los manuales
documento históricamente condicionado por las circunstancias, que modernos presentan equivocadamente como el acto mayor del conci-
pudo ser la expresión de fe de aquel emperador en aquel momento, lio II de Lyon, siendo así que aquello no pasó de ser una cosa
pero que no se puede tomar como una fórmula de fe, definitivamente
válida para la iglesia de todos los tiempos. De no admitir esta
conclusión, nos veríamos obligados a tener que aceptar como una 247. C. J. Hefele-H. Leclercq, Histoire des concites VI/1, 174-175; B. Roberg, o. c,
138-139; H. Wolter-H. Holstein, o. c, 168-169; D. J. Geanakoplos, Michael VIIIPaleolo-
gus and the unión of Lyons: Harvard Theological Review 46 (1953) 79-89; M. Viller, La
243. Haec sancta synodus Constantiensis... et primo declarat quod ipsa in Spiritu question de lunion des églises entre grecs et latins depuis le concile de Lyon jusqu'á celui de
soneto legitime congregata, genérale concilium faciens, et ecclesiam catholicam militantem Florence (1274-1438): Revue d'Histoire Ecclesiastique 17 (1921) 260-305; 515-532; 18
repraesentans, potestatem a Christo immediate habet, cuiquilibet cuiuscumque status vel (1922) 20-60.
dignitatis, etiam si papaus existat, obedire tenetur in his quae pertinet adfidem et exstirpa- 248. Por ejemplo, en la reciente edición, Conciliorum oecumenicorum decreta, dirigi-
tionem dicti schismatis: Mansi 27, 590 F; Conciliorum Oecumenicorum Decreta, ed. J. da por J. Alberigo y otros, Bologna 1973, 309-331, ni se hace referencia de esa «profesión
Alberigo y otros, 1962, 385. de fe»; C. J. Hefele-H. Leclercq, o. c, 175-176, la pone en nota a pie de página.
244. En el Enchiridion de Denzinger-Schónmetzer figura como el XVI de los ecumé- 249. Cf. H. Wolter-H. Holstein, o. c, 175-176.
nicos: DS, 315. 250. Seguramente influye en este error la forma de presentar la citada «profesión de
245. Cf. para este punto la excelente información que ofrece Y. Congar, L'eglise de fe», tal como aparece en el Enchiridion symbolorum de Denzinger (DS 851-861), ya que
saint Augustin a Tépoque moderne, Paris 1970, 324-327. sólo de forma muy velada el alumno puede colegir que este documento no fue una
'246. Ibid. decisión conciliar; cf. lo que se dice en la introducción al concilio, 274.
366 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Inocencio III 367

periférica, ya que consistió solamente en una condición a priori, los misterios cristianos, es decir, aquellas realidades divinas que son
puesta por el papa Clemente IV y aceptada por el emperador deseoso objeto fundamental de la fe255. También hay textos conciliares en los
de llegar a un acuerdo con los latinos 251 . que se llama «sacramentos» a las ofrendas de los fieles, a los funerales
En conclusión, pues, después de todo lo dicho sobre el II concilio y a la piadosa memoria que se debe tener por los penitentes que han
de Lyon y su mal llamada profesión de fe, se puede decir que ni aquel muerto repentinamente256; o el crisma que los clérigos debían recibir
concilio fue ecuménico, ni aquella «profesión de fe» es una formula- del obispo cuando se acercaban las fiestas de pascua 258 . En todos
ción dogmática vinculante para la conciencia y para la fe de los estos casos, como se ve, eran «sacramentos», para el magisterio de la
cristianos de todos los tiempos. El análisis histórico de los hechos nos iglesia antigua, cosas que ahora no lo son en absoluto. De todas
ha llevado, con toda seguridad, a esta conclusión. maneras, es frecuente encontrar en aquellos concilios la palabra
sacramentum para designar a la eucaristía259 o al bautismo260. Es
evidente, por tanto, que el magisterio eclesiástico, habla de los sacra-
9. Inocencio III mentos, en aquellos primeros siglos, de manera muy distinta a cómo
Este pontífice tiene una importancia singular en la historia de la lo hace en la actualidad. Jamás hablan los concilios de aquel tiempo
teología sacramental. Porque durante su pontificado nos encontra- sobre los siete sacramentos; jamás hablan de su naturaleza, su efica-
mos con el primer documento del magisterio eclesiástico que habla cia, las condiciones para su validez y de otras cuestiones similares que
expresamente de los siete sacramentos: bautismo, confirmación, euca- han interesado a la teología en tiempos mucho más recientes.
ristía, penitencia, unción de enfermos, matrimonio y orden. Se trata de ¿Cuándo, cómo y por qué se empezó a hablar de los siete sacra-
la llamada profesión de fe que el papa impuso a los valdenses en el mentos que la iglesia reconoce como tales en la actualidad?
año 1208 252. Es seguro que hasta entonces ningún concilio y ningún Ya se ha dicho que la Profesión deje que Inocencio III impuso a
papa se habían ocupado de este asunto. Es decir, durante más de diez los valdenses en 1208 es el primer documento del magisterio solemne
siglos, desde sus orígenes hasta muy avanzada la edad media, el que enumera los siete sacramentos. Pero, ¿significa eso que a partir de
magisterio eclesiástico solemne no se había preocupado por determi- entonces la teología de los siete sacramentos quedó definitivamente
nar cuántos son los sacramentos de la iglesia ni cuáles son esos incorporada al magisterio de la iglesia como una verdad de fe?
sacramentos. Sin duda, estas cuestiones no interesaron a la iglesia Ante todo, conviene hacer una advertencia importante: el extenso
durante todo el primer milenio e incluso después, hasta el siglo XIII. documento que el papa hizo jurar a Durando de Huesca y sus
Es más, como vamos a ver enseguida, el problema no quedó oficial- compañeros contiene claramente afirmaciones que pertenecen a la fe
mente resuelto ni siquiera en ese tiempo. de la iglesia y que son, por tanto, una verdadera profesión de fe. De
En los concilios particulares de la iglesia antigua no existe un ahí, el sentido inequívoco de las palabras iniciales de ese documento:
concepto preciso de lo que se debía entender por «sacramento». «lo creemos con el corazón, lo entendemos con la fe, lo confesamos
Según el uso frecuente que tenía la palabra sacramentum en la con la boca» 261 . Se trata de las afirmaciones que se refieren a la fe en
literatura clásica253, no es raro encontrar que ese término se emplea,
255. Cf. redempionis sacramenta. Epist. Domino veré sancto, I, de los obispos de las
en aquellos concilios, como sinónimo de juramento o compromiso Galias al papa León: CC 148, 107 y 108; también cuando se habla de Trinitatis dominicae
solemne oficial254. En otros casos, el término sacramentum se refiere a sacramenta. Conc. de Turín (año 567), Epistula episcoporum ad Redegundam: CC 148 A,
195,16-18. Esta significación se advierte también en la legislación del tiempo, por ejemplo
251. Cf. H. Wolter-H. Holstein, o. c, 168-169. en el Codex Theod. XVI, 5, 44, ed. Mommsem 1/2, 870.
252. DS 790-797. El documento enumera los sacramentos en el orden indicado. A la 256. Así concretamente en el conc. de Vaison-la-Romaine (año 442), c. 2 CC 148,96.
eucaristía le llama sacrifkium (DS 794); a la penitencia no le da nombre específico, pero 257. Breviarium Hipponense, c. 3 CC 149, 33.
habla de ella (DS 794); al matrimonio lo llama coniugia carnalia (DS 794); al orden lo 258. Conc. de Vaison-la-Romaine, c. 3. CC 148, 97.
designa como ordines ecclesiasticos (DS 796). 259. Conc. II de Arles (año 442), c. 39, CC 148, 122; conc. de Orange (año 441), c.
253. Cf. el sentido de sacramentum como juramento. A. Forcellini, Totius latinitatis 13. CC 148, 82; conc. I de Toledo (año 397-400), c. 18. CV 24; Breviarum Hipponense año
lexicón V, Prati 1871, 290. 397), c. 23. CC 149, 39.40; c. 28 CC 149, 41; conc. II de Braga (año 572), c. 81. CV 105;
254. Por ejemplo, en el conc. de Orlcáns (año 511), c. 1, CC 148 A, 5, 20-21.23-24; c. conc. de Macón (año 585), c. 6, CC 148 A, 241-242.
3. CC 148 A, 5, 38-41; 6, 46; conc. de Orleáns (año 549), c. 22. CC 148 A, 156, 215-216; 260. Conc. de Orange (año 529), definido ftdei. CC 148 A, 63, 216-217; conc. de
221, 222.230-231; Gregorio de Turín en su Historia francorum, IX, 32, conc. del año 589. Orleáns (año 541), c. 8. CC 148 A, 134; c. 15. CC 148 A, 136.
CC 148 A, 252, 11-12; conc. de Sevilla (año 590), c. 3. CV 153. 261. Corde credimus, fide intelligimus. ore confitemur: DS 790.
368 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Inocencio III 369

Dios, en la trinidad, en la encarnación262. Pero a continuación el los que procedían de la herejía valdense renunciaban a los plantea-
mismo documento afirma otras cosas que no pueden tener el mismo mientos de la secta, para vivir bajo el magisterio y la obediencia del
valor de fe que las anteriores, porque están redactadas de manera papa. Así se dice expresamente en la conclusión del documento, tal
distinta. En este sentido, al hablar, de los sacramentos, se dice como ha sido conservado en una carta del propio Inocencio III 269 .
textualmente: «en modo alguno, rechazamos los sacramentos que se Así pues, del análisis de la llamada «profesión de fe» de los
celebran en la iglesia... aunque sean administrados por un sacerdote valdenses, se desprende, con toda claridad, que aquel texto no contie-
pecador» 263 . Aquí, propiamente hablando, no se expresa una afirma- ne, en todos y cada uno de sus puntos, una afirmación de la fe
ción de fe, sino simplemente un propósito o un compromiso. Lo que cristiana, ya que en él hay cosas que de ningún modo pueden ser
se ve con más claridad si tenemos en cuenta lo que el documento dice interpretadas como dogmas de fe.
a renglón seguido: «ni vamos a difamar los oficios eclesiásticos y las Pero entonces surge la pregunta: lo que el documento de Inocen-
bendiciones celebradas por él» (el sacerdote pecador) 264 . Evidente- cio III dice sobre los siete sacramentos, ¿era en aquel tiempo conside-
mente, no tiene sentido hacer una profesión de fe en que no se van a rado como una verdad de fe? ¿qué decía el magisterio eclesiástico de
rechazar las bendiciones y ceremonias eclesiásticas, sino que se van a aquel tiempo sobre este asunto?
abrazar con ánimo benévolo, como dice el mismo documento 265 . Siete años después de la llamada «profesión de fe» de los valden-
Pero hay más. El mismo texto dice que hay que dar los diezmos, ses, es decir en 1215, el mismo Inocencio III preside el IV concilio de
las primicias y las ofrendas al clero. Y lo dice con palabras que, a Letrán. En ese concilio, se trataba, entre otras cosas, de «eliminar las
primera vista, parecen expresar un acto de fe: «Creemos que se han de herejías y fortificar la fe»270, como se dice en la encíclica con la que el
pagar los diezmos... según el precepto del Señor»266. Ahora bien, ¿es papa convocó el concilio. Ahora bien, como es bien sabido, la herejías
imaginable que sea doctrina de fe en la iglesia eso de pagar la décima a que se refería Inocencio III eran los movimientos antieclesiás-
parte de los ingresos al clero? ¿es imaginable, además, que eso sea ticos que agitaron a la iglesia durante los siglos XII y XIII: cataros,
presentado por la iglesia como un mandato del Señor? Es evidente valdenses, pobres de Lyon, etc. 271 . Pero estos movimientos sec-
que ningún teólogo va a defender que esas cosas son dogmas de fe. tarios negaban, entre otras cosas, los sacramentos de la iglesia. Así,
Pero si estas afirmaciones últimas no son dogma de fe, ¿con qué los cataros rechazaban, sobre todo, el bautismo y la eucaristía; pero
derecho se dice que las palabras sobre los sacramentos sí constituyen no sólo esos dos sacramentos, ya que atacaban duramente el matri-
una verdad de fe? monio y tenían ritos paralelos a la penitencia, la confirmación y la
El mismo documento, además, sigue diciendo que quienes lo extrema unción 272 . El testimonio de Ermengaud de Bézieres, que
suscribieron y confesaron no se preocuparían del día de mañana, ni escribe entre 1190 y 1200, es elocuente en este sentido:
aceptarían oro o plata, sino solamente la comida y el vestido de cada
día 267 . Y más aún, a continuación añade que se aceptan los consejos Los herejes tienen por nada la iglesia construida por la mano del hombre
evangélicos como si fueran preceptos268. Ahora bien, ¿qué sentido y los altares que hay en ella, los sacramentos que allí se celebran por los
ministros de Dios y todos los ornamentos eclesiásticos273.
tiene el decir que estas cosas son verdaderas afirmaciones de la fe, ya
que están incluidas en una «profesión de fe»? Evidentemente, todo
269. Consistentes sub magisterio et regimine unius et veri magistri Domini Nostri Jesu
esto no puede tener otro sentido que el de un juramento según el cual Christi ac piissimi vicarii eius pape Inocentii et successorum eius, semper permanentes tam
compore quam spiritu in communione santae ac universalis Ecclesiae: Epist. XIII, 94. ML
216, 291 A.
262. DS 790-791. 270. In quo ad... eliminandas haereses, et roborandam fidem: Epist. XVI, 30. ML 216,
263. Sacramenta quoque, quae in ea celebrantur... licet a peccatore sacerdote minis- 824 B.
trentur... in nullo reprobamus: DS 793. 271. Una información breve, pero excelente, con bibliografía abundante, sobre estos
264. Nec ecclesiasticis officüs vel benedictionibus ab eo celebratis detrahimus: DS 793. movimientos populares y contestatarios, en Y. Congar, L'eglise de saint Augustin á
265. DS 793. Pépoque moderne, 198-209.
266. Decimas, primitias et oblationes ex praecepto Domini credimus clericis persolven- 272. Cf. A. Borst, Die Katharer, MGH 12, Stuttgart 1953, 116-118; uno de los
das: DS 797. rituales cataros ha sido editado por Ch. Thouzellier, Rituel cathare, SC 236, Paris 1977.
267. Ita ut de crastino solliciti esse non curamus, nec aurum nec argentum vel atiquid 273. Sed quoniam omnes haeretici eccleiam manufactam, et altaría quae in ea sunt, et
tale praeter victum et vestitum quotidianum a quoquam accepturi sumus: DS 797. sacramenta quae in eis a ministris Deifiunt, et omnia ornamenta ecclesiastica ad nihilum
268. Consilia quoque evangélica velut praecepta servare proposuimus: DS 797. deputant: Contra Haereticos, c. IX. ML 204, 1249 B.
370 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Inocencio III 371

Y de manera más explícita y detallada, Alano de Insulis explica acabamos de exponer»289. Ahora bien, la fe a la que se refiere es la
cómo los cataros defendían que el bautismo no tiene eficacia alguna «definición» contra los cataros y los albigenses, en donde, como
ni en los niños ni en los adultos 274 ; rechazaban la penitencia275; hemos visto, solamente se mencionan el bautismo, la eucaristía, la
negaban la transubstanciación276; condenaban el matrimonio 277 ; penitencia y el orden (indirectamente). Por consiguiente, está fuera de
decían que la confirmación no tiene eficacia alguna278; afirmaban que duda que el concilio IV de Letrán consideró solamente esos cuatro
el orden no es sacramento279; y negaban también los sacramentos de sacramentos como verdades que, en aquel momentos, se tenían como
la extrema unción280. Indicaciones parecidas, aunque no tan extensas datos indispensables de la fe católica y ortodoxa. Por lo tanto, es falso
se encuentran en otros autores del tiempo, por ejemplo en Bonacur- lo que con frecuencia han dicho lo manuales de teología sacramental,
sus 281 , en Santiago de Capellis282, en Moneta de Cremona 283 . Y es a saber: que a partir de Pedro Lombardo se impone en la iglesia la fe
que el rechazo de los sacramentos eclesiásticos era uno de los postula- en los siete sacramentos. Se sabe, en efecto, que el Maestro de las
dos fundamentales de la contestación eclesiástica que propugnaban Sentencias compone el cuarto libro de su obra entre 1150 y 1152290.
las sectas de aquel tiempo 284 . Pero resulta que en 1215, o sea, sesenta y tres años más tarde, un
Pues bien, estando así las cosas, era de esperar que un concilio concilio general, expresamente convocado por Inocencio III para
convocado precisamente para condenar a estos herejes, hiciera una condenar, entre otras cosas, a quienes rechazaban los siete sacramen-
profesión de fe en los siete sacramentos, si es que eso se consideraba tos, afirma en su definición de la creencia de la iglesia sólo en cuatro
una verdad de fe, en la iglesia de aquel tiempo. Pero lo curioso y de esos sacramentos. Y este hecho es tanto más sorprendente cuanto
sorprendente es que el concilio IV de Letrán, precisamente en su que este concilio, a diferencia de los anteriores concilios de Letrán, se
«definición» contra los cataros y los albigenses, afirma la fe en la abre con una solemne afirmación o definición de la fe católica,
eucaristía como sacramento285 y también en el bautismo y en ese verdadera constitución dogmática, que venía a completar lo que
mismo sentido286, habla además de la penitencia, aunque no dice faltaba en los antiguos símbolos de la fe, concretamente en los de
expresamente que sea sacramento287, e indirectamente menciona el Nicea y Constantinopla 291 . Lo cual pone aún más de manifiesto hasta
orden, al hablar del sacerdote y su relación con la eucaristía288. Pero qué punto en aquellos años, ya bien entrado el siglo XIII, no pertene-
no se dice nada de los demás sacramentos. Es más, al comienzo del cap. cía a la fe de la iglesia ni el hecho de que los sacramentos son siete, ni
III, dice textualmente el concilio: «Excomulgamos y anatematizamos cuáles son en concreto todos y cada uno de esos sacramentos. Y es
a toda herejía que se levanta contra esta santa y ortodoxa fe que evidente que si esas cuestiones tan fundamentales no pertenecían
entonces a la fe de la iglesia, menos aún iban a ser materia de fe en
aquel tiempo otros puntos que hoy interesan vivamente a los teólo-
gos, como por ejemplo la naturaleza o esencia del sacramento, su
274. Defide cath. contra haeret. I, 39, en ML 210, 345. eficacia o las condiciones que se requieren para su validez.
275. Ibid., 352-353.
276. Ibid., 359-360. Es muy posible que todo esto resulte sorprendente o desconcer-
277. Ibid., 365-366. tante para quien no conoce de cerca la doctrina del magisterio
278. Ibid., 369. eclesiástico en aquellos tiempos (finales del siglo XII y comienzos del
279. Ibid., 369-370.
280. Ibid., 370-371; pero se ha de tener en cuenta que el texto que ofrece, en este caso, XIII) y también las ideas teológicas que circulaban en aquel tiempo.
la edición de Migne está adulterado e interpolado, en la referencia que hace al concilio de Sin embargo, cuando estas cosas se conocen, al menos con cierta
Trento (731 A), cosa obviamente anacrónica, pero tal interpolación no invalida el valor aproximación, nada de lo que hemos dicho puede resultar extraño.
del texto, cf. M. T. D'Alverny, Alain de Lille, Paris 1965, 156, n. 1.
281. Manifestatio haeresis catharorum, adversus arnaldistas: ML 204, 792 C.
282. Summa contra haereticos, ed. D. Bazzochi, L'eresia catara, II, Bologna 1920, 289. Excommunicamus et anathematizamus omnem haeresim extollentem se adversas
CXXXVII-CXXXIX. hanc sanctam, orthodoxam, catholicamfldem, quam superius exposuimus: Mansi 22,986 I
283. Adversus catharos et valdenses (ed. TH-A. Ricchini), Roma 1743, 278. 290. Cf. J. de Ghellinck, Un chapitre dans l'histoire de la définition des sacrements, en
284. Cf. Y. Congar, L'église de saint Augustin a l'époque moderne, 200-202. Mélanges Mandonnet II, Paris 1930, 96; Id., Pierre Lombarde: DTC 12, 1987-1988; II
285. DS 802. WeisWeiler, La «Summa Sententiarum», source de Pierre Lombarde: Rech de Theol. une
286. Ibid. et. med. 6 (1934), 143-183.
287. Ibid. 291. Cf. R. Foreville, Letrán I, II, III et Letrán IV, en Histoire des concilesV], Paris
288. Ibid. 1965, 275-283.
372 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Inocencio III 373

En efecto, el mismo concilio IV de Letrán, en su canon 66 dice ción 295 . Y antes de estos concilios, ya el Decreto de Graciano había
textualmente: puesto la sepultura, junto al bautismo, la eucaristía y el orden, como
sacramento por el que los clérigos no debían exigir dinero 296 . Por
Se ha informado frecuentemente a este tribunal apostólico que algunos consiguiente, no cabe duda que cuando el canon 66 del concilio IV de
clérigos exigen dinero por las exequias de los muertos, por las bendicio- Letrán habla de las exequias de los muertos y la bendición de los
nes de los que se casan y por otras cosas semejantes... Por lo cual, contrayentes, como sacramentos por los que el clero no debía exigir
prohibimos que se lleven a cabo esas malvadas exigencias... establecien- una retribución económica, se está refiriendo a lo que en la literatura
do que se confieran libremente los sacramentos eclesiásticos 292 .
canónica del tiempo era habitual, es decir, la sepultura o el enterra-
miento, que según la definición y los cánones del concilio IV de
Según este texto conciliar, se reconoce como sacramento las Letrán, se mencionan como sacramentos de la iglesia: el bautismo, la
exequias de los muertos. ¿Qué quiso decir el concilio al hablar de las eucaristía, la sepultura y las bendiciones de los nuevos esposos; y
exequiae mortuorum? ¿se refería a la eucaristía que seguramente se también, aunque no se les dé expresamente el nombre de sacramentos,
celebraba por los difuntos? ¿o se refería, más bien, a la ceremonia del la penitencia y el orden.
enterramiento? Pero hay más en todo este asunto. Tanto en el Decreto de
Es importante responder a estas preguntas, porque en los concilios Graciano como en los cánones de los concilios, no se habla sólo de la
provinciales de aquel tiempo se habla con frecuencia de este asunto; es sepultura como sacramento. Además de eso, se mencionan también
decir, se prohibe a los clérigos exigir dinero por la administración de como sacramentos la dedicación de los templos297, el ingreso en la
los sacramentos, ya que eso se consideraba pecado de simonía293. vida religiosa298, la dedicación de basílicas299, la consagración de
Ahora bien, en las prohibiciones canónicas de estos concilios, lo que altares y la bendición de abadesas, como consta por una carta de
se menciona frecuentemente es la sepultura294, que en los cánones Inocencio III 30 °. Y es importante tener en cuenta que esta carta está
aparece junto al bautismo, la eucaristía, la penitencia y la extremaun- fechada en mayo de 1212, es decir, cuatro años después del juramento
impuesto a los valdenses, lo que significa que aquel juramento o
«profesión de fe» no es el primer documento de la iglesia, que definió
de una vez por todas, que los sacramentos de la iglesia son siete y que
292. Ad apostolicam audientiam frequenti relatione pervenil, quod quídam clerici pro
exequiis mortuorum, et benedictionibus nubenlium, et similibus, pecunias exigunt et extor-
son precisamente los siete que más tarde se han impuesto en la
quent... Quapropter et pravas exactiones super hisfieri prohibemus... statuentes, ut libere enseñanza teológica. Incluso bastantes años más tarde, exactamente
conferantur ecclesiastica sacramenta: Mansi 22, 1054 C-D; Conciliorum oecumenicorum en 1268, el concilio de Clermont, prohibe a los sacerdotes vender los
decreta, ed. J. Alberigo y otros, 265. sacramentos de la iglesia, la confesión, la eucaristía, la bendición
293. Conc. de Westminster (año 1173), c. 9: Mansi 22, 143; conc. de Londres (año
1200), c. 8: Mansi 22, 717; Constitutiones del cardenal Gallo, de París (año 1208), c. 2:
nupcial y la sepultura301. Es decir, en la segunda mitad del siglo
Mansi 22, 763; conc. de París (año 1212), I, c. 11; Mansi 22, 822; conc. de Rouen (año
1214) I, c. 13: Mansi 22, 902; conc. celebrado en España después de 1215, c. 7: Mansi 22,
1091 C; Constitutiones de Ricardo obispo de Charmans (año 1217) c. 15: Mansi 22, 1111 295. Conc. de Westminster (año 1173), c. 9: Mansi 22, 143; conc. de Londres (año
C-D; conc. deOsford(año 1222), c. 29: Mansi 22, 1160B; Praecepta Antigua de la diócesis 1175), c. 7: Mansi 22, 150; Constitutiones del obispo Ricardo de Charmans (año 1217), c.
de Rouen (año 1235), c. 80: Mansi 23, 386 D; conc. de Wigornium (año 1240), c. 28: 15: Mansi 22, 1111 C-D; conc. de Osford (año 1222), c. 29: Mansi 22, 1160 B.
Mansi 23, 536 A; la misma prohibición se encuentra también en el epistolario de 296. Deere., II, q. I, c. 105, ed. Friedberg I, 399-400.
Inocencio III. Epist. XIV, 46: ML 216, 414 B; también en las directrices que emanaban de 297. Conc. de Londres (año 1175) c. 7: Mansi 22, 150.
los obispos, por ejemplo el archidiácono Giraldus, de Brecknock, en 1175: cf. A. W. 298. Conc. de Rouen (año 1214), II, c. 8: Mansi 22, 907; conc. de Montpelier (año
Haddan-W. Stubbs, Councils and ecclesiastica/ documents I, Oxford 1964, 378-379; más 1214), c. 30: Mansi 22 946.
detenidamente en Graciano, Decretum, II, q. I, c. 105-106, ed. Friedberg I, 399-400. 299. Decretum de Graciano, II, q. I, c. 106, ed. Friedberg, I, 400.
294. Conc. de Westminster (año 1173), c. 9: Mansi 22, 143; conc. de Londres (año 300. Auctoritatepraesenlium inhibemus nepro consequenda benedictione vel installa-
1175), c. 7: Mansi 22, 150; conc. de Londres (año 1200), c. 8: Mansi 22, 717; Constitutiones tione abbatissae monasterii vestri, quae benedicenda pro tempore fuerit, consecrationibus
del cardenal Gallo, de París (año 1208), c. 2: Mansi 22, 753; conc. de París (año 1212), c. 7: altarium vel ecclesiarum, sive pro ole soneto, vel quolibet alio ecclesiastico sacramento
Mansi 22, 827; conc. de Rouen (año 1214), II, c. 8: Mansi 22, 907; conc. de Montpelier diocesanus episcopus... quidquam exigere vel extorquere praesumant: Epist. XIV, 46, ML
(año 1214), c. 30: Mansi 22, 946; Constitutiones del obispo Ricardo de Charmans (año 216, 414 B.
1217), c. 15: Mansi 22, 1111 C-D; conc. de Oxford (año 1222), c. 29: Mansi 22, 1160 B. 301. Quídam presbyteri ecclesiae sacramenta venderé videantur, confessionem, eucha
conc. de Wigornium (año 1240), c. 28: Mansi 23, 536 A. ristiam, benedictionem nuptialem, sepulturam. c. 11: Mansi 23, 1202 A.
374 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Los orígenes del tratado De sacramentis 375

XIII encontramos documentos del magisterio eclesiástico en los que preciso y bien delimitado de lo que es un sacramento en sentido
se reconocen como sacramentos cosas que ahora no se consideran estricto, ni cuántos son los sacramentos de la iglesia, ni cuáles son
como tales. Un siglo después de Pedro Lombardo y sesenta años esos sacramentos. Sin duda alguna, estas cuestiones no pertenecían
después de la «profesión de fe» de los valdenses, el magisterio no todavía, en aquel tiempo, a la doctrina comúnmente aceptada en la
parece haber asumido definitivamente la doctrina según la cual los iglesia. Y menos aún se puede decir lógicamente que estas cuestiones
sacramentos de la iglesia son siete y menos aún que sean los siete que constituyeran, ya desde entonces, una doctrina de fe para los creyentes.
hoy conocemos.
La pregunta que aquí obviamente se plantea es si todos esos
sacramentos se consideraban como tales en el mismo sentido. Es 10. Los orígenes del tratado De sacramentis
decir, ¿se pensaba que la sepultura o la bendición de un abad eran
sacramentos de la misma manera y en el mismo sentido que el La doctrina del magisterio eclesiástico, en los últimos años del
bautismo o la eucaristía? No cabe duda que si el papa Inocencio III, siglo XII y primera mitad del siglo XIII, sólo es comprensible si se
en el documento que impuso a los valdenses, exigió que estos acepta- tiene en cuenta cómo y cuándo se elabora el tratado teológico sobre
ran los siete sacramentos, es porque esos siete ritos eclesiásticos los sacramentos. Las doctrinas teológicas del tiempo condicionaron
gozaban de una dignidad o reconocimiento especial. Además, ya en la lógicamente las afirmaciones del magisterio de la iglesia y también las
primera mitad del siglo XIII hay concilios locales en los que se vacilaciones o, si se quiere, las imprecisiones que se advierten en los
enumeran separadamente los siete sacramentos actuales302, señal cánones de no pocos concilios particulares.
inequívoca de que a esos siete sacramentos se les daba una importan- No se trata, claro está, de hacer una historia detallada de la teología
cia especial. Por eso sin duda, el concilio de Londres, de 1237, dice sacramental de aquel tiempo, porque eso rebasa con mucho los lími-
que estos siete sacramentos son los principales303. Lo cual, por lo tes de este estudio. Lo que aquí se pretende es más reducido y más mo-
demás, indica que también había otros ritos eclesiásticos a los que se desto: aportar algunos datos fundamentales, que ayuden a compren-
consideraba como sacramentos, por más que no fueran los principa- der mejor el sentido de las enseñanzas magisteriales de aquel tiempo.
les. Por otra parte, ya en los concilios de este tiempo se habla de la Hay, ante todo, una cuestión que va a centrar nuestro interés:
distinción entre sacramento y sacramentales304, aunque en esos casos ¿cuándo, cómo y por qué llegan los teólogos a la conclusión de que los
no se especifica qué ritos se tenían por sacramentos y cuáles eran los sacramentos son siete y que son precisamente los siete que conoce-
sacramentales. De todas maneras, y no obstante las observaciones mos? Esta cuestión es importante porque, como enseguida veremos,
que acabamos de hacer, es importante tener presente que, como ya se al responder a esa pregunta, estamos tocando los problemas más
ha dicho, los concilios locales de finales del siglo XII y primera mitad fundamentales del tratado De sacramentis.
del XIII (e incluso hasta más tarde) tienen por sacramentos a la Los primeros autores que afirmaron que los sacramentos son siete
sepultura y a otras ceremonias eclesiásticas, a las que enumeran se encuentran, por una parte, entre los canonistas que comentaron
indistintamente junto al bautismo, la ecucaristía, la penitencia o la el Decretum de Graciano, por otra, entre los teólogos que redacta-
unción de enfermos. Lo cual quiere decir que el magisterio eclesiástico ron, a mediados del siglo XII, las Sententiae o Tractatus sobre los
de aquel tiempo no había llegado a elaborar todavía ni un concepto sacramentos. Entre los primeros, hay que citar a Esteban de Tour-
nai 305 , la Summa coloniensisi06, la Summa per decretum o Summa
302. Constitutiones del obispo Ricardo de Charmans (año 1217), c. 13: Mansi 22,
1110 C; conc. de Oxford (año 1222): Mansi 22, 1173-1178; conc. de Escocia (año 1225), c. 305. Cf. F. Gillmann, Die Siebenzahl der Sátiramente bei den Glossatoren des
55-65: Mansi 22, 1237-1242; conc. de Londres (año 1237), c. 2: Mansi 23,448 D; conc. de Gratianischen Dekrets: Der Katholik 89 (1909) IT, 182-214; F. Heyer, Ein frühkanonistis-
Wigornium (año 1240): Mansi 23, 525-532. ches Zeugniss für die Siebenzahl der Soleramente: TheolRevue 11 (1912) 189-191; E.
303. Sacramenta vero principalia, quae sint, et quot, propter simpliciores diximus Dhanis, Quelques anciennes formules septénaires des sacrements: RevHistEccl 26 (1930)
exprimenda. Sunt enim baptismus, conflrmalio, poenitentia, eucharistia, extrema unctio, 574-608; 916-950; 27 (1931) 5-26; H. Weisweiler, Maitre Simón et son groupe de sacramen-
matrimonium, atque ordo. c. 2: Mansi 23, 448 D. tis, Louvain 1937, con el apéndice R. M. Martín, Pierre le Mangeur, de sacramentis; J. de
304. Sub eadem districtione prohibemus ne sacramenta ecclesiastica vel sacramentalia Ghellinck, Le mouvement théologuique du XII siécle, Bruges 1948, 505-506; J. F. von
ullo modo vendantur. Conc. de Paris (año 1212) I, c. 11: Mansi 22, 822; en el mismo Schulte, Die Summa des Stephanus Tornacensis über das Decretum Gratiani, Giessen 1891.
sentido: conc. de Rouen (año 1214) I, c. 13: Mansi 22,902; Constitutiones de Edmundo de 306. Se encuentra en el manuscrito de Bamberg, D. II, 17, fol. 52, citado por J. de
Canterbury (año 1236) c. 23: Mansi 23, 423 A. Ghellinck, o. c, 506, n. 1.
376 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Los orígenes del tratado De sacramentis 377

lipsiensisi01, la Summa decreti de Juan de Faenza 308 , la Summa para hablar sobre esas cosas. Sin duda alguna, la autoridad de los
coloniensisi09 y Sicard de Cremona 310 . Por lo que se refiere a los grandes teólogos del siglo XIII fue decisiva en este sentido, ya que
teólogos, es bien sabido que los primeros escritos que hablan del ellos fijaron la definición y el número de los sacramentos y, además,
número septenario, ya antes de Pedro Lombardo, son las Sententiae precisaron la distinción entre sacramentos y sacramentales. La apor-
divinitatis^ y el Tractatus de sacramentis del maestro Simón312. tación que hicieron a este respecto Alejandro de Hales, Alberto
Estos autores y sobre todo Pedro Lombardo 313 ejercieron un influjo Magno y Tomás de Aquino es cosa suficientemente conocida315.
considerable en su tiempo y en la teología posterior. Esto, sin embar- Ahora bien, si hasta mediados del siglo XII no se plantea la idea
go, no quiere decir que desde entonces se impusiera y fuera aceptado de que los sacramentos son los siete que hoy conocemos y si una vez
por todo el mundo la idea de que los sacramentos son siete y que son planteada esa idea, se tardó más de un siglo hasta que fue comúnmen-
concretamente los siete que ahora consideramos como tales. te aceptada en la iglesia, es evidente que se trata de una cuestión que,
Esta última afirmación merece especial interés. Porque en los al menos en principio, no debió resultar clara, sino por el contrario
manuales de teología sobre los sacramentos se ha dicho, con frecuen- mezclada de dudas y vacilaciones. Lo cual es perfectamente compren-
cia, que desde Pedro Lombardo se impone en la iglesia el criterio de sible. Del nuevo testamento no se puede deducir una argumentación
que los sacramentos son los siete que hoy reconocemos314. Y es en virtud de la cual se demuestre que los sacramentos son siete y que
verdad que con el paso del tiempo este criterio llegó a hacerse común tienen que ser los siete conocidos. Tampoco se puede obtener esa
entre los teólogos. Pero también es verdad que la unanimidad no llegó argumentación ni de los santos padres, ni de los demás autores
a producirse hasta la segunda mitad del siglo XIII, es decir, después antiguos, ni del magisterio de la iglesia hasta los últimos años del siglo
de más de un siglo de tanteos y vacilaciones en el vocabulario que se XIII (Ya hemos visto el valor y la significación que se debe conceder
empleaba al hablar sobre los sacramentos y en los criterios que se al concilio II de Lyon y al concilio de Florencia en este sentido). Por
manejaban al tratar sobre ese asunto. Ya hemos visto cómo en 1268 eso, no debe extrañar que cuando Pedro Lombardo afirma que los
hay todavía documentos del magisterio eclesiástico que hablan de la sacramentos son los siete que hoy aceptamos como tales, la verdad es
sepultura como sacramento, lo que indica obviamente que en ese que no da ni una sola razón de por qué afirma eso 316 . Por otra parte,
tiempo aún no se había precisado oficialmente la distinción entre autores importantes de aquel mismo tiempo tenían ideas muy distin-
sacramentos y sacramentales ni se tenía una nomenclatura acuñada tas sobre esa cuestión. Por ejemplo, Bernardo, a quien el Maestro de
las Sentencias conoció personalmente317, asegura que los sacramen-
307. En el ms. de la biblioteca de la universidad de Leipzig, 986, fol. 90 r, citado por tos son tantos que en una hora no se puede dar cuenta de ellos318; y de
J. de Ghellinck, o. c., 506, n. 2. ahí que, en su sermón sobre la cena del Señor, prefiere hablar
308. En el ms. de la biblioteca de München, lat. 3873, fol. 131 v-132 r, citado por J. solamente de tres: la eucaristía, el lavatorio de los pies y el bautis-
de Ghellinck, o. c, 539.
309. En el ms. de Bamberg, D. II, 17, fol. 52, citado por J. de Ghellinck, o. c, 506, n. mo 319 . Evidentemente, aquí entiende Bernardo que el lavatorio de los
3. pies es un sacramento lo mismo que lo es la eucaristía o el bautismo.
310. En el ms. de la Biblioteca Vaticana, Palat. lat. 362; texto reproducido por J. de Esta idea, por lo demás, no es exclusiva de Bernardo; también
Ghellink, o. c, 504, n. 2. Arnaldo, contemporáneo y amigo suyo 320 , afirma que el lavatorio de
311. B. Geyer, Die Sententiae Divinitatis, ein Sentenzenbuch der Gilbertischen Schule,
en Beitráge zur Geschichte der Philosophie des Mittelalters, Münster 1909, 108-109.
312. H. Weisweiler, Maitre Simón el son groupe de sacramentis, 2. Desde la obra de J.
Hahn, Die Lehre von den Sakramenten in ihrer geschichtlichen Entwickelung, Breslau 1864, 315. Cf. A. Michel: DTC 14/1, 470, con bibliografía en col. 481-482.
107, se había dicho que Pedro Lombardo fue el primer autor que dijo que los sacramentos 316. El texto es escueto: Iam ad sacramenta novae legis accedamus, quae sunt:
son siete; sin embargo hoy está fuera de duda que las Sententiae divinitatis y el Maestro baptismus, confirmatio, pañis benedictionis, id esl eucharistia, poenitentia, unctio extrema,
Simón son anteriores al Maestro de las Sentencias. Cf. J. de Ghellinck, Du nombre ordo, coniugium: Sent. IV, dist. II, c. 1, ed. Quaracchi, 1916, 751. Y no dice ni una palabra
septénaire des sacraments: RchScRél 1 (1910) 494. más para probar que son esos los verdaderos sacramentos.
313. Sent. IV, dist. II, c. 1, ed. Quaracchi, 1916, 751. 317. Cf. J. de Ghellinck, Le mouvement théologique du siécle XII, 215.
314. Cf. por ejemplo M. Nicolau, Teología del signo sacramental, 173; la misma idea 318. Multa quidem sunt sacramenta, et scrutandis ómnibus hora non sufflcit. Fortassis
se sugiere en J. A. de Aldama, Theoria generalis sacramentorum, 17; H. Lennerz, De etiam aliqui vestrum imbecilles sunt ad tanta simul capienda: Sermo in Cena Domini, I.
sacramentis novae legis in genere, Romae 1950, 71-75; G. van Roo, De sacramentis in Sancti Bernardi Opera V, ed. Cister., Roma 1968, 68, 7-8.
genere, 352; E. Doronzo, De sacramentis in genere, 517; se podrían citar más ejemplos en 319. De tribus itaque sacramentis, quae satis congrua sunt.
este sentido. 320. Cf. L. Ott: LTK 1, 892.
378 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Los orígenes del tratado De sacramentis 379
los pies es un sacramento, como lo es el bautismo321. Más sorpren- sacramento 337 y del orden ni siquiera habla 338 . Y algo parecido
dente, a este respecto, la obra de Hugo de San Víctor, contemporáneo ocurre con la Ysagoge in theologiam, escrito anónimo de la misma
también de Pedro Lombardo 322 , que reconoce como sacramentos, no escuela, que enumera sólo seis sacramentos y desconoce el orden 339 .
sólo el bautismo 323 , la confirmación324 y la eucaristía325, sino ade- Y para terminar de complicar las cosas, baste citar a Algero de Lieja,
más otros muchos gestos, cosas y palabras 326 , que por su variedad y que escribe algunos años antes de los autores citados, para quien los
multiplicidad no se pueden enumerar327. Por eso, para Hugo de San sacramentos son la eucaristía, el bautismo y el aceite consagrado 34 °;
Víctor, son sacramentos el agua bendita, la imposición de la ceniza, la además implícitamente reconoce también como sacramentos el or-
bendición de los ramos y de los cirios 328 , el toque de las campanas den 341 y la penitencia342. Pero su idea sobre lo que es un sacramento
para llamar a los fieles329 y las cortinas que en el templo separan al parece, sin duda, más amplia, porque cuando habla del pecado de
clero de los fieles330. Sería demasiado fatigoso enumerar todos los simonía, que consiste en comprar sacramentos343, hace referencia
sacramentos que describe Hugo de San Víctor, ya que su larguísima expresa, no sólo al hecho de comprar con dinero el episcopado, sino
relación llega hasta tal punto que incluso los bienes y posesiones de la también el cargo de abad de un monasterio 344 .
iglesia, aunque no son propiamente sacramentos, sin embargo pueden Así pues, a mediados del siglo XII, nos encontramos con esta
considerarse algo semejante, cosas sagradas, que se parecen a los situación: mientras que hay autores de primera calidad que hablan de
sacramentos en que tienen santidad y confieren la santificación331. más de treinta sacramentos (Hugo de San Víctor), otros se refieren
Pero hay algo que llama aún más la atención en todo este asunto. Si solamente a cinco ritos sacramentales (escuela de Abelardo)345.
por una parte, Bernardo y Hugo de San Víctor llegan a admitir Ahora bien, estando asi las cosas, de pronto aparecen algunos cano-
cantidades insospechadas de sacramentos, en el extremo opuesto los nistas, dos escritos de poco relieve y un teólogo de verdadera calidad,
autores de la escuela de Abelardo resultan más bien austeros a este Pedro Lombardo, que aseguran que los sacramentos de la iglesia son
respecto. Así, el Magister Hermanus habla solamente de cinco sacra- siete, concretamente siete, y además dan los nombres de esos sacra-
mentos: bautismo 332, confirmación333, eucaristía334, unción de en- mentos, los que todos conocemos. Por otra parte, estos autores no
fermos335 y matrimonio 336 . A la penitencia no la designa como dan razones de por qué los sacramentos son siete y solamente siete. Al
menos, a primera vista, esas razones no se perciben. Y por si fuera
poco, la doctrina de estos autores, que en algún caso adquiere una
321. Propter hoc, benignissime Domine, pedes lavas discipulis, quia post baptismum
quem sui reventia non patitur iterari, aliud lavacrum procurasti, quod nunquam debeat difusión rapidísima, como es el caso de Pedro Lombardo 346 , no es
intermitti: De cardinalibus operibus Christi VII, en ML 189, 1651 B. Y es importante tener aceptada, sin más, por sus contemporáneos, como hemos visto en el
presente que, en todo el contexto, está tratando sobre los sacramentos, ML 189, 1650 A. caso de la escuela de Abelardo, y como se puede decir también con
322. Para la teología sacramental de este autor, cf. H. Weisweiler, Die Wirksamkeit
der Sakramente nach Hugo von St Viktor, Freiburg 1912; J. de Ghellinck, Le mouvement
théologique du XII siécle, 193-197.
323. De sacramentis christianae fidei II, 6, 1. ML 176, 441 D. 337. Ibid., 1756-1757.
324. Ibid., 461 B. 338. Para la sacramentología de la escuela de Abelardo, cf. R. E. Weingart, Peter
325. Ibid., 461 D. Abetards contribution to medieval sacramentology: RThAM 34 (1967) 159-178; R. Pep-
326. Para Hugo de San Víctor, todo sacramento consiste en una de esas tres permüller: TRE 1, 13; R. Hermans, Petri Abelardi eiusque primae scholae doctrina de
realidades. De sacramentis I, 9, 6, en ML 176, 326 BC. sacramentis, Mechliniae 1965.
327. Haec licet in praesenti omnia enumeran nonpossint: De sacramentis II, 9, 1: ML 339. Sunt autem sacramenta, de quibus dicturi sumus, numero sex: baptismus, confir-
176, 471 D. matio, coniugium, unctio inflrmorum, sacramentum altaris, sacramentum poenitentiae, en
328. Ibid. A. Landgraf, Ecrits thélologiques de recolé d'Abetard, Louvain 1934, 181.
329. Ibid., 474 B. 340. Eso se deduce de lo que dice cuando habla de la eucaristía y su diferencia con
330. Ibid., 474 CD. los demás sacramentos; De sacramentis I, 8: ML 180, 761 A.
331. Et illis cohaerent quae et sanctitatem habent, et conferunt sanctificationem: De 341. De misericordia et juslitia I, 69: ML 180, 887 A; III 45: ML 180, 952 C.
Sacramentis II, 9, 10, en ML 176, 476-477. 342. Ibid., I, 65: ML 180, 886 B.
322. Epitome theologiae christianae, 28: ML 178, 1738 D. 343. Quod moderni simoniaci satagunt Spiritum Sanctum emere in sacramentis sicut
333. Ibid., 1740 B. Simón in miraculis: Ibid., III, 39: ML 180, 949 B.
334. Ibid., 1740 D. 344. Ibid., III, 39: ML 180, 949 CD.
335. Ibid., 1744 B. 345. Cf. R. Peppermüller: TRE 1, 13.
336. Ibid., 1745 B. 346. Cf. J. de Ghellinck, Le mouvement théologique du XII siécle, 221.
380 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Los orígenes del tratado De sacramentis 381
i55
seguridad de los discípulos de Gilberto Porretano 347 , cuya tradición Summa Abel en la que defiende también que los sacramentos son
doctrinal ejerció un influjo importante en el siglo XII 348 . En el mismo siete356. Igualmente Pedro de Poitiers, profesor en París hacia 1170,
sentido se puede citar el caso de Pedro el Glotón (Petrus Comestor), habla de los siete sacramentos357, como también lo hacen Roberto
que fue profesor en París entre 1160 y 1170, es decir, muy pocos años Paululo 358 , Alano de Insulis359 y Guido de Orchellis, cuyo tratado
después de aparecer las Sentencias de Pedro Lombardo, pero que en sobre los sacramentos presenta un cuerpo de doctrina más elabora-
su tratado De sacramentis habla solamente de cuatro sacramentos, da 360 , sin duda porque escribe algunos años más tarde, entre 1217 y
bautismo 349 , confirmación350, eucaristía351 y penitencia352. No es 1223, siendo profesor en la universidad de París. A partir de entonces,
verdad, por tanto, lo que han dicho los manuales de teología cuando la unanimidad es cada vez mayor, hasta desembocar en los grandes
afirmaban que desde Pedro Lombardo se impone en la iglesia el tratados de los mejores escolásticos del siglo XIII 361 .
criterio según el cual los sacramentos son los siete que hoy reconoce- Ahora bien, a la vista de estos datos, se plantea lógicamente una
mos como tales. Y no se impuso ese criterio por la sencilla razón de pregunta: ¿por qué terminó por imponerse la teoría de los siete
que la teoría de los siete sacramentos era, en aquel momento (media- sacramentos? Ya se ha dicho que Pedro Lombardo y los canonistas
dos del siglo XII), una más entre las diversas teorías teológicas que que iniciaron esta teoría no dan razones, al menos a primera vista, de
circulaban sobre eses asunto. A fin de cuentas, de la misma manera por qué prefieren que los sacramentos sean siete y no más o menos.
que Hugo de San Víctor no aportaba una razón definitiva para demos- Incluso bastantes años más tarde, Guido de Orchellis, por poner un
trar que los sacramentos tienen que ser tantos como él decía, igual- ejemplo, explica los siete sacramentos, pero en ningún momento dice
mente Pedro Lombardo tampoco daba una razón o unos argumentos por qué los sacramentos son esos siete y no otros. Y lo mismo hay que
para probar que los sacramentos tienen que ser siete. Unos y otros decir de Roberto Paululo, Pedro el Cantor o Pedro de Poitiers. Sin
afirmaban a ese respecto lo que mejor les parecía, pero nadie daba duda, estos autores daban eso por supuesto o quizás no tenían a
una demostración satisfactoria de por qué fijaba en cinco, en siete o mano unas razones que resultaran convincentes. Así las cosas, es
en treinta el número de los sacramentos. lógico insistir en la pregunta: ¿por qué se aceptó, sin más, la teoría del
Sin embargo, es un hecho que poco a poco se fue imponiendo la siete, y se desecharon las demás teorías?
idea de Pedro Lombardo y de los canonistas que por aquel tiempo
defendieron el número septenario. Así, la Summa de sacramentis
«Totus homo», anónimo compuesto entre los años 1170 y 1190, a) Una solución que no convence
afirma con toda precisión el número y los nombres de los siete
sacramentos353. Entre 1191 y 1197, Pedro el Cantor 354 escribe la Algunos historiadores de la teología católica han buscado una
explicación en las reacciones que se produjeron, entre los teólogos del
347. En el escrito anónimo, de mediados del siglo XII, Sententiae magistri Gisleberti siglo XII, como consecuencia de la controversia con Berengario de
Pictavensis, aparecen como sacramentos solamente, el bautismo (VII, 1, ed. N. M. Tours, para quien el pan y el vino consagrados están sobre el altar
Háring, Die sententiae magistri Gisleberti Pictavensis Episcopi: AHMA 45 [1978] 146), la
confirmación (VIII, ed. N. M. Háring, 153), la unción de enfermos (IX, 1, ed. N. M. sólo en figura o imagen y no son el verdadero cuerpo y sangre de
Háring, 155). Este escrito recoge la doctrina de la escuela de Gilberto Porretano, como ha
probado N. M. Háring, 83-106.
348. Asi lo ha probado ampliamente A. Landgraf, Unters. zu dem Eigeniehren 355. Cf. D. van den Eynde, Précisions chronologiques...: Ant 26 (1951) 234-239.
Gilberts: ZTK 54 (1930) 180-213; Id., Mitteilungen zur Schule Gilberts: Collectanea 356. Sacramenta principalia sunt septem, Ms. 234 de la biblioteca de Bruges, citado
Franciscana 3 (1933) 182-208; Id., Neue Funde zur Porretanerschule: collectanea Francis- por J. de Ghellinck, Du nombre septenaire des sacrements, 496.
cana 6 (1936) 353-365; Id., Der Porretanismus der Homilien des Radulphus Ardens: ZTK 357. Sententiarum, V, 3: ML 211, 1229 C.
64 (1940) 132-148; Id., Zur Lehre des Gilbert Porreta: ZTK 77 (1955) 331-337. 358. De caeremoniis, sacramentis, officiis et observationibus ecclesiasticis. I, 12: ME
349. Ed. R. M. Martín, Pierre le Mangeur, de sacramentis, Louvain 1937, 12. 177, 388 BC.
350. Ibid., 31. 359. Defide catholica contra haerelicos, I, 41: ML 210, 347 A.
352. Ibid., 58. 360. Tractatus de sacramentis, III, 1, ed. D. O. van den Eyn de, Louvain 1953, 22;
353. Sciendum ergo est septemfore sacramenta: quinqué generaba et dúo particularia. IV, 1, 50; V, 1, 56; VI, 1, 102; VII, prol., 166; VIII, div„ 172; IX, 1, 194.
Quinqué generalia ut baptismus, confirmatio, poenitenlia, eucharístia, extrema olei unctio. 361. Atinadas observaciones sobre este período en R. Hotz, Sakramente im Wech-
Dúo particularia, ut ordo et coniugium. Summa de Sacramentis «Totus homo», prol. 2 ed. selspiel zwischen Dsl und West, 80-86; también en K. Rahner, Einleitende Bemerkungen
H. Betti, Roma 1955, 4. zur allgemeinen Sakramenteniehre bel Thomas von Aquin, en Schriften zui Theologie X,
354. Petrus Cantor. Zürich 1972, 392-404.
382 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Los orígenes del tratado De sacramentis 383

Jesucristo 362. Eso comportaba, en la mentalidad de Berengario, que relación que debería existir entre la definición propuesta y el número
la eucaristía era solamente un sacramento, pero no el verdadero establecido.
cuerpo de Cristo 363. Es decir, Berengario oponía sacramentum a Por otra parte —y esto es más importante—, hay teólogos de
verdad o realidad. Y eso justamente es lo que quisieron refutar y aquel tiempo que hablan del sacramento como «causa» de la gracia,
superar los teólogos del siglo XII. De ahí que no bastaba decir que el pero no por eso dicen que los sacramentos sean siete y que sean los
sacramento es un «signo», sino que era necesario llegar más lejos y siete que tenemos actualmente. Seguramente el ejemplo más claro en
darle más densidad y contenido. Era necesario, pues, decir que el este sentido es la Summa sententiarum, escrito anónimo de mediados
sacramento es, además de «signo», también «causa» de la gracia. Y del siglo XII, que pone lo propio y específico del sacramento en la
eso es precisamente lo que hace Pedro Lombardo 364. p o r e s o rechaza efectividad, por contraposición al mero signo, pero sin embargo
el concepto más amplio e impreciso de sacramento, el que se queda en habla solamente de seis sacramentos, ya que desconoce el orden. En
la sola significatividad y no llega hasta la eficacia santificante 365 efecto, el autor de la Summa sententiarum se plantea expresamente la
Ahora bien, a partir de esta concepción, se explica que Pedro Lom- dificultad que tuvieron que resolver los teólogos de aquel tiempo: la
bardo, y los que le siguieron, llegasen a determinar que únicamente en definición de sacramento como signo o señal de una cosa sagrada 367
los siete sacramentos que hoy tenemos como tales se verificase aquel no es suficiente, porque eso se puede aplicar a otras cosas que no son
concepto de lo que es un sacramento 366. sacramentos 368, por ejemplo el agua sin más, que significa la purifica-
Esta solución es sin duda acertada al decir que los teólogos del ción del alma, aunque no la realice 369. p 0 r eso, es necesario llegar a
siglo XII reaccionaron contra el concepto de sacramento, como signo una definición que solamente se pueda aplicar a los sacramentos y que
o figura que se contrapone a realidad, tal como se detecta en Berenga- expresamente afirmen lo que éstos realizan, a saber, la santificación en
rio. Pero, a poco que se piense en este asunto, enseguida se comprende el hombre. De ahí la definición que propone este autor: el sacramento
que se trata de una solución que no resuelve lo que tenía que resolver. es la forma visible de una gracia invisible que se comunica por el
Es decir, ¿por qué precisamente los siete sacramentos, que se han mismo sacramento 370. De donde llega a la conclusión más importan-
aceptado en la iglesia son los únicos ritos eclesiásticos que cumplen la te: «porque no es solamente la señal de una cosa sagrada, sino que es
definición de sacramento que establecieron los autores del siglo XII? también eficacia»371. Ahora bien, a partir de este planteamiento, de
¿Es que, por ejemplo, el rito del lavatorio de los pies o la profesión ser cierta la solución que han propuesto algunos historiadores de los
religiosa no pueden ser también, al menos en principio, «causas» de la dogmas, lo lógico sería qye el autor de la Summa sententiarum
transmisión de la gracia? A esta cuestión no respondieron los escolás- hubiera dicho que esa definición solamente se cumple en los siete
ticos del siglo XII. Es verdad que ellos establecieron una definición de sacramentos que actualmente tenemos, ya que, según la teología
sacramento no sólo en términos de «significatividad», sino además en actual, solamente en esos siete signos sagrados es donde se da la
categorías de «efectividad». Como también es cierto que algunos de eficacia santificante. Y por cierto, se da sólo en esos siete y en todos
ellos afirmaron el número septenario de los sacramentos. Pero lo que ellos. Pero resulta que el autor anónimo del siglo XII, cuando
no hicieron —seguramente no lo pudieron hacer— es precisar la compuso la Summa sententiarum, vio que la definición propuesta en
su obra se aplicaba únicamente a seis sacramentos: todos los que
ahora tenemos menos el orden 372. Por lo tanto, al menos en el caso de
362. Cf. E. J. R. Geiselmann, Die Eucharistielehre der Vorscholastik, Paderborn este autor desconocido, no se cumple el principio de solución que
1926, 290; L. Hódl, Die Confessio Berengarii von 1059: Scholastik 37 (1962) 370-394; A.
Gerken, Theologie der Eucharistie, München 1973, 111-116.
363. Solummodo sacramentum, et non verum corpus et sanguinem Domini Nostri Iesu
Christi: DS 690. 367. Sacramentum est sacrae reí signum: Sum. Sent. IV, 1: ML 176, 117 A.
364. Sent. IV, d. I, c. 1. ed. Quaracchi II, 746. 369. Quia, sicut aqua auferuntur sordes corporis, ita per gratiam sardes animae: lbid
365. Non igitur significandi tantum gratia sacramenta instituía sunt, sed etiam sancti- 370. Sacramentum est visibilis forma invisibilis gratiae in eo coilatae, quain scilicet
ficandi: Sent. IV, d. I, c. 1, ed. Quaracchi II, 746. conferí ipsum sacramentum: lbid.
366. Cf. B. Geyer, Die Siebenzahl der Soleramente in ihrer historischen Entwicklung: 371. Non enim est solummodo sacrae rei signum, sed etiam efficatia: lbid.
TG 10 (1918) 325-348; H. Weisweiler, Maitre Simón et son groupe de sacramentis, 372. Bautismo, Sum. Sent. V, 2: ML 176, 128 A; confirmación, lbid. VI, 1: ML 176
LXXVI-LXXVII; también el trabajo, ya citado, de F. Gillmann, Die Siebenzahl der 137 C; eucaristía, lbid. VI, 2: ML 176, 139 A; penitencia, lbid. VI, 9: ML 176, 146 C;
Soleramente bei den Glossatoren des Gratianischen Dekrets; y el artículo de J. de Ghellinck, unción de enfermos, lbid. VI, 15: ML 176, 153 B; matrimonio, lbid. Vil, 4: ML 176, 157
Du nombre septénaire des sacrements. B. Del orden no habla.
384 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos
Los orígenes del tratado De sacramentis 385
algunos han propuesto, para dar cuenta de cómo y por qué los
teólogos del siglo XII llegaron a la conclusión de que los sacramentos escueta del sacramento como cosa sagrada 378 o como realidad sagra-
son siete, exactamente los siete que hoy reconocemos como tales. da y secreta379. De ahí que, para este autor, el sacramento no confiere
o comunica la gracia, sino que la representa380. Por consiguiente, en
La misma consecuencia se deduce si tomamos en consideración el
este autor tenemos un caso muy claro en el que se defiende el número
análisis que hace Hugo de San Víctor de lo que es un sacramento. Ya septenario y sin embargo no se habla de la eficacia o de la causalidad
se ha dicho que este autor es generoso a la hora de admitir sacramen- del sacramento. Y algo parecido ocurre con otros autores del tiempo.
tos en la iglesia, hasta el punto de que por poco llega a decir que Por ejemplo, en el escrito, también anónimo, Tractatus de sacramento
incluso las riquezas eclesiásticas son un sacramento. Pues bien, lo eucharistiae, se encuentra la misma definición que en la Summa de
verdaderamente notable es que tiene exactamente el mismo concepto sacramentis «Totus Aowo»381. Sabemos, además, que esta definición
de sacramento que el autor de la Summa sententiarum. Es verdad que se pone de moda entre los teólogos y se hace bastante común entre
no lo dice con las mismas palabras, pero la realidad es la misma. ellos a partir de 1140382. Sin embargo, en este tratado ni siquiera se
Porque también Hugo de San Víctor se plantea la dificultad que implica habla del número de los sacramentos. Y otros autores ya hemos dicho
el definir el sacramento como «signo de una cosa sagrada» 373 . Por que afirman el número septenario, mientras que otros por el contrario
eso, propone una definición que, a su juicio, conviene o se aplica a no llegan a él. Incluso entre los que distinguen claramente entre el
todo sacramento y solamente a los sacramentos374. Ahora bien, la «signo» y la «realidad» 383producida por el sacramento, tampoco se
definición que propone incluye precisamente la efectividad o eficacia puede decir que unánimemente afirmen que los sacramentos son
del sacramento. En este sentido, dice Hugo de San Víctor, «el sacra- siete384.
mento es un elemento corporal o material propuesto de una manera
externa y sensible, que representa por su semejanza, que tiene una En resumen, pues, se puede decir con toda seguridad que el hecho
significación, porque así ha sido instituido, y que santifica porque de haber introducido en la noción de sacramento el principio de la
contiene alguna gracia visible o espiritual»375. Y de ahí concluye que eficacia sacramental no fue lo que determinó a los autores del siglo
el sacramento no es un mero signo externo, sino que además comuni- XII a defender que los sacramentos son siete y que son los siete que
ca la gracia porque es eficaz376. En todo esto, como se ve, coincide hoy consideramos como tales.
exactamente con la idea de sacramento que presenta el autor de la
Summa sententiarum. Pero curiosamente, mientras que este autor
deduce de ahí que los sacramentos son seis, Hugo de San Víctor habla b) El simbolismo de los números
de treinta sacramentos o quizás más. Señal inequívoca de que por el
hecho de destacar la eficacia del sacramento, no se llega necesaria- Para cualquier persona de nuestro tiempo, hablar de números es
mente a concluir que los sacramentos son siete, ni siquiera más o hablar de una cuestión que obviamente dice relación a la aritmética.
menos de siete. Para el hombre antiguo, y también para el hombre de la edad media,
Pero hay más. El autor de la Summa de sacramentis «Totus homo»,
378. sacramentum est sacrae rei signum; De baptismo, 3; ed. H. Betti, 6.
como ya hemos visto, afirma que los sacramentos son los siete 379. Rursus sacramentum dicitur sacrum secretum, Ibid., definición que toma de
conocidos377. Sin embargo, este autor se limita a dar la definición Isidro de Sevilla, Etymol. VI, 19, 40, 42: ML 82, 255 CD.
380. ítem sacramentum dicitur tum id quod non apparet tum id quod raepresentat...
quia quod nobis latet repraesentat. Summa de sacr. «totus homo», De baptismo, 3; ed. H.
373. Sed, quia non omne signum rei sacrae sacramentum eiusdem convenienter dici Betti, 6.
potest...: De sacramentis I, 9, 2: ML 176, 317 C. 381. Sacramentum dicitur sacrum secretum vel sacrae rei signum. Nam si sacrum est et
374. Haec deffinitio ita propria ac perfecta agnoscitur, ut omni sacramento solique non est secretum, non est sacramentum et e contra: Tractatus de Sacr. Euch. I, 1, ed. P. C.
comenire inveniatur. Ibid. I, 9, 2: ML 176, 317-318. Boeren, Un traite eucharistique inédit du XII siécle: AHMA 45 (1978) 194.
375. Sacramentum est corporale vel materiale elementum foris sensibiliter propositum 382. Cf. D. van den Eynde, Les définitions des sacrementspendant lapremiérepériode
ex similitudine repraesentans, et ex institutione significans, et ex sanctificarione continens de la théologie scholastique 1050-1240, Louvain-Roma 1950, 22 s.
aiiquam invisibilem et spiritualem gratiam: Ibid. ML 176, 317 D. 383. Res sacramenti.
376. Postremo santificationem per quam illam contineat, et efficax sit ad eamdem 384. Por ejemplo, Lanfranc de Canterbury, que habla de esta distinción, pero no dice
sanctificationem conferendam: ML 318 B. nada acerca de cuántos son los sacramentos. De corpore et sanguine Domini, 14: ML l50s
377. Ibid, 2; ed. H. Betti, 4. 424-425; Algero de Lieja, De Sacramentis corporis el sanguinis Domini I, 4: ML 180, 752
A; Magister Hermanus, Epitome Theol. Christ., 28: ML 178, 1739 BC.
386 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos
Los orígenes del tratado De sacramentis 387
las cosas no eran así. Porque en aquellos tiempos se cultivaba asidua- mente sagrado, como dice expresamente Agustín390, hasta el punto
mente, no sólo la aritmética, sino además, y sobre todo, una especie de que, como advierte Isidoro, los números encierran una doctrina
de «ciencia sagrada» de los números, que bien se podría denominar sapiencial y muchos misterios secretos391. Es más, según la opinión de
meta-aritmética o quizás, utilizando una expresión ya acuñada, arit- Boecio, ampliamente difundida durante la edad media, todas las
mología385, de tal manera que la aritmética no era la ciencia funda- cosas que tienen su origen en la naturaleza, han sido conformadas y
mental de las cantidades y los números, sino un simple conocimiento configuradas por los números 392 . Por otra parte, se sabe perfecta-
auxiliar de la sabiduría simbólica que en ellos se expresaba. La mente que este simbolismo, o si se quiere esta mística de los números,
aritmética era así una verdadera ancilla arithmologiae386. De donde pasa a la edad media cristiana, dejando su huella en filósofos, teólo-
resulta que, para el hombre medieval, hablar de números era, con gos y poetas, como es el caso de la aritmología de Dante 393 . Por eso se
frecuencia, hablar de misterios ocultos y de símbolos altísimos, antes puede decir con toda objetividad que la teología medieval, concreta-
que hablar de un lenguaje matemático o científico. mente la del siglo XII, resulta en gran medida incomprensible si no se
No se trata aquí, claro está, de hacer la historia de la aritmología o tiene presente el sentido simbólico que los autores de aquel tiempo
ciencia simbólica de los números. Baste con recordar que su origen es otorgaban a los números. Un buen conocedor de aquella teología, M.
antiquísimo y casi universal en las culturas más importantes que han D. Chenu, ha hecho notar cómo los procedimientos simbólicos, lo
marcado la tradición greco-latina. De hecho, sabemos que no sólo mismo en la investigación de los fenómenos naturales que en la
entre los griegos, sino además en las culturas de Babilonia, Egipto, lectura de los textos sagrados y en la interpretación de los ritos, no
Persia, China, India y los pueblos germánicos se desarrolló amplia- son históricamente inteligibles nada más que en el ambiente de las
mente el saber simbólico de los números387.. Pero, para lo que aquí se obras poéticas y figurativas del siglo XII 394 . De ahí que, para aque-
trata de analizar —la significación del número siete—, interesa más llos autores, los números son como pensamientos de Dios. Sacramén-
directamente tener en cuenta las fuentes de inspiración propiamente tanos y comentarios bíblicos combinan las cifras con tanta sutileza
cristiana que, sin duda, influyeron en el hecho de que los autores como complacencia. Todos saben que explotan ahí un filón de los
medievales afirmasen que los sacramentos son siete. filósofos, es decir de los paganos; pero ellos sobrecargan las especula-
Ante todo, el influjo de la patrística. Se sabe, en efecto, que el ciones pitagóricas de cálculos bíblicos y sacralizan las conjeturas
simbolismo místico de las culturas antiguas penetra, a través del cósmicas con los misterios cristianos395. De ahí que para interpretar
judaismo alejandrino, en la escuela de Alejandría388. Más concreta- los textos teológicos del siglo XII, es indispensable tener siempre
mente, y en relación más directa con los escolásticos medievales, hay presente el sistema de comprensión que condiciona aquellos autores,
que destacar la importancia que Agustín y más tarde Isidoro de sistema que incluía como pieza clave el simbolismo de los números.
Sevilla conceden al simbolismo de los números. Isidoro, en efecto,
afirma que no se debe despreciar la razón de ser de los números
«porque en muchos pasajes de las sagradas Escrituras se pone de 390. Neseio utrum possint cuneta ad litteram convenire praecipue in numeris, quos in
scripturis esse sacratissimos et mysteriorum plenissimos, ex quibusdam, quos inde nosse
manifiesto el misterio tan profundo que contienen» 389. Esta razón potuimus, dignissime credimus: Quaest. in Hept. I, 152: Csel 28, 2, 79, 21.
misteriosa y profunda de los números les confiere un rango auténtica- 391. Habent enim (numeri) quamdam scientiae doctrinam, plurimaque mystica sacra-
menta: Líber Numerorum 1, 1: ML 83, 179 B; cf. J. Fontaine, o. c, 373.
392. Omnia quaecumque a primaeva natura constructa sunt, numerorum videntur
ratione formato: De Arthm., I, 2: ML 63, 1083 B.
385. Cf. J. Fontaine, Isidore de Seville et la culture classique dans l'Espagne wisigothi- 393. Cf. V. F. Hopper, Medieval number symbolism, its sources, meaning and influen-
que, París 1959, 370. ce on Thougth and Expression, New-York 1938; y la tesis de U. Grossmann, Studien zur
386. Ibid. Zahlensymbolik des Frühmittelalters, Freiburg 1948.
387. Cf. O. Zóckler, Siebenzahl: RPTK 18, 310 s; A. Schimmel: RGG 6, 1861-1862; 394. M. D. Chenu, La théologie du douziéme siécle, Paris 1957, 160.
D. Forstner, Die Welt der Symbole, Insbruk 1967, 54 s; R. Hotz, Soleramente im 395. M. D. Chenu cita un texto indicativo y sugerente de Ruperto de Deutz, que es
Wechselspiel zwischen Ost und West, 266; F. Schupp, Glaube, Kultur, Symbol, 161. un buen ejemplo de lo que venimos diciendo: Ternarius numerus, qui apud saeculares
388. Cf. el estudio sobre este punto de K. Staehle, Die Zahlenmystik bei Philon von quoque philosophos insignis habetur, pro eo quod imparium, et eorum qui praeter unitatem
Alexandreia, Leipzig 1931. nullam aliam recipunt sectionem, primus est numerorum, apud nos longe amplius praeclaris
389. Ratio numerorum contemnenda non est. In multis enim sacrarum scripturarum nominis, imo primae ac divinae est auctoritatis, tam propter ipsam essentiam sanctae et
loéis quantum mysterium habent elucet. Etymol. 3, 4, 1: ML 82, 155 C; texto tomado de individuae Trinitatis, quam pro eo quod Salvator noster tertia die resurrexit a mortuis: De
Agustín, De Civit. 11, 30: CSEL 40, I, 558, 24. divinis Off. VII, 14: ML 170, 194; M. D. Chenu, o. c, 163.
Los orígenes del tratado De sacramentis 389
388 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos
ponde al siete porque está formado por dos números perfectos, el tres
Pero hay algo en todo este asunto que nos interesa más directa- y el cuatro 404 . El cuatro que representa al cosmos, constituido por los
mente. Se sabe que el número siete ocupaba un puesto clave en las cuatro elementos, y el tres que simboliza el espíritu, lo transcendente.
representaciones del cosmos tal como las imaginaba el simbolismo del De ahí que la suma del tres y el cuatro es el número perfecto, que
siglo XII 396; de acuerdo con el sistema platónico, interpretado por los expresa, según la mentalidad de aquel tiempo, la totalidad, la perfec-
padres griegos y su fiel discípulo del siglo IX, Juan Escoto 397. Uno de ción suma. Por eso, para el hombre, el siete es una cifra fundamental.
los testigos más cualificados de esta corriente de pensamiento, Hono- No sólo por lo que ya hemos dicho acerca de su constitución anatómi-
ríus Augustodunensis, en su Clavis physicae, indica que todo cuanto ca 405 , sino además porque así el hombre está misteriosamente vincu-
existe tiene su consistencia y se sitúa en la clasificación septenaria 398, lado con la naturaleza de la manera más profunda. Isidoro de Sevilla
clasificación que, por otra parte, está ligada a la constitución del establece, a este propósito, la relación que existe entre las siete partes
mundo: a los siete tonos de la armonía celeste corresponden los siete del cuerpo y las siete estrellas de la osa 406 . Microcosmos y macrocos-
sonidos de la música y los siete «modos que componen el microcos- mos entrañan una mutua y profunda correspondencia407.
mos humano, es decir, los cuatro elementos y las tres facultades del Por todo esto se comprende que, para los autores del siglo XII, el
hombre 3 ". Por eso, no sólo la cosmología, sino además la medicina número siete tuviera una dignidad y una significación teológica
estaba esencialmente organizada de acuerdo con este tipo de repre- fundamental. Es el tiempo en que se multiplican los septenarios:
sentaciones. Isidoro de Sevilla indica a este respecto la importancia dones del Espíritu santo, virtudes, pecados capitales, sacramentos,
del número siete: el desarrollo del feto queda acabado al séptimo mes, realidades todas que expresan una vinculación misteriosa con la
la dentición aparece al séptimo mes de la vida, las siete semanas de totalidad del universo, los planetas, los períodos celestes, los tonos de
años que dura el hombre desde el nacimiento hasta la vejez, el la música. En todo ello, como se ha dicho muy bien, encontramos la
carácter crítico que tiene el séptimo día de las enfermedades400. marca de] pervirgo septenariusm. Número que, por lo tanto, se
Además, la anatomía humana era también vista desde la comprensión constituye en clave de interpretación siempre que en un texto de aquel
fundamental del siete: los siete orificios de la cabeza, las siete partes tiempo encontramos el número siete. No tener en cuenta este dato
del cuerpo y las siete visceras401. sería lo mismo que cerrarse el camino que únicamente puede llevar a
A la vista de estos datos, resulta fácil comprender la significación la inteligencia de los autores del siglo XII, en los que, como es bien
más profunda o fundamental que la tradición teológica de la edad sabido, el sentido analógico es fundamental cuando se trata de
media, siguiendo a Agustín y a Isidoro de Sevilla, concedió al número interpretar sus textos 409 . Es el sentido que hace ver, en las realidades
siete. Para Agustín, es el número de la totalidad, la plenitud acabada y visibles y terrestres, algo que está por encima de ellas, concretamente
perfecta402 o como afirma Tomás de Aquino, «el número siete lo invisible y lo celestial, lo que es objeto de esperanza para el
significa la universalidad»403. Esta categoría privilegiada le corres- creyente410. Teniendo en cuenta, además, que es un sentido présenle
en los autores de aquel tiempo, incluso en aquellos que, como Mugo
396. Cf. M. Th. D'Alverny, Le cosmos symbolique du XII siécle: AHMA 28 (1953) de San Víctor, parecen orientarse hacia una exégesis de tipo más
31-81. científico411.
397. Ibid.
398. Omnia etenim quae sunt, septem gradibus consistunt, texto inédito, contenido en
el ras, 850 de Melk., f. 65, citado por J. A. Endres, Honorius Augustodunensis, Kempem-
München 1906, 43; 54. 404. Ambrosio había dicho sobre estos dos números que son aptos puní UHION lo •
399. De imagine mundi, c. 82: ML 172, 140; cf. M. Th. D'Alverny, o. c, 54-55. demás: Trias et tetras, ómnibus numeris aptae: De Abrahan, I, 2, c. 9, 65: MI. 14, 4K7 II
400. Líber numerorum, 8, 45-46: ML 83, 188 C; en estos planteamientos subyace la 405. Cf. Isidoso, Líber numerorum, 8, 45-46: ML 83, 188 C; Ambrosio, Eplst., I, <1-l
influencia del tratado seudo-hipocrático Sobre las semanas. Cf. W. H. Roscher, Die 12: ML 16, 1140 B.
Hebdomadenlehre der griechischen Philosophen und Aerzte. Ein Beitrag zur Geschichte der 406. Líber numerorum, 8, 47: ML 83, 188 D.
griechischen Philosophie und Medizin. Abh. der kbniglichen sachsischen Gesselschaft der 407. Cf. J. Fontaine, o. c, 378.
Wissenschaft, philologisch-historische Klasse XXIV/6, 1906, 45 s. Cf. J. Fontaine, o. c. 408. Cf. M. D. Chenu, o. c, 164.
377, n. 3. 409. Cf. para este punto, H. de Lubac, Eségése médiévaie. Les quiitrif si'lls il<
401. Isidoro, Líber numerorum, 8, 46: ML 83, 188. lEcriture I, Paris 1959, 621-633.
402. Universitatis significatio: Epist. 55, 5 9: ML 33, 209. 410. Ibid., 623.
403. Septenarius numerus universitatem significat: Sum. Theol. H-II, q. 102, a. 5 ad 5. 411. Ibid. Wl, Paris 1961, 329-330.
Cf. R. Hotz, Sakramente im Wechselspiel zwischen Ost und West, 267.
390 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Los orígenes del tratado De sacramentis 391

Ahora bien, si efectivamente los números tenían esta importancia dad podemos afirmar que el número siete es para Pedro Lombardo la
y esta significación para los autores del siglo XII; y si, más concreta- alegoría que expresa la plenitud y la perfección: plenitud del hombre y
mente, el número siete representaba en aquel tiempo la plenitud o la de la vida del hombre; plenitud de la acción de Dios y de los dones del
totalidad, parece enteramente lógico preguntarse hasta qué punto Espíritu al creyente. Ahora bien, ¿tuvo en cuenta Pedro Lombardo
estas ideas pudieron influir —o de hecho influyeron— en los teólogos esta significación alegórica del siete cuando estableció que los sacra-
de entonces cuando empezaron a decir que los sacramentos son siete. mentos son los siete que hoy reconocemos como tales? Ya se ha dicho
En su comentario a los salmos, dice Pedro Lombardo: que cuando este autor enumera los sacramentos, no da ninguna razón
de por qué designa solamente a esos siete. Pero, por otra parte, no es
El número diez significa la vida eterna. Porque se compone del tres y el imaginable que hiciera eso sin motivo alguno. Por lo tanto, al menos
siete. El tres se refiere a la santa trinidad. El siete se refiere a la doble en principio, se puede decir que si se inclinó por el número siete, debió
naturaleza del hombre, que consta de alma y cuerpo, puesto que (el hacerlo movido por la significación que ese número tenía entonces
siete) se compone del tres y el cuatro. Al alma pertenece el tres, por las
tres potencias; el cuatro pertenece al cuerpo, por razón de los cuatro para los teólogos y autores espirituales. Y, sobre todo, debió hacerlo
elementos. Por lo tanto, la bienaventuranza eterna llegará a su perfec- movido por el sentido alegórico que el siete tiene, como hemos visto,
ción en nosotros, cuando enriquecidos con la plenitud del sábado en en la obra del propio Pedro Lombardo 416 . Más aún, existe un dato
nuestra doble naturaleza, alcancemos la unión con la trinidad increa-
da^. más concreto, que nos lleva a la misma conclusión: al empezar a
hablar de los sacramentos, Pedro Lombardo recuerda al buen samari-
El número siete es, pues, para Pedro Lombardo, un número tano de la parábola evangélica; y dice que lo curó mediante los
simbólico o si se quiere alegórico que tan abundantemente se da en los sacramentos, que son el remedio que Dios ha instituido contra el
autores del siglo XII. Pero el Maestro de las Sentencias no se limita a pecado 417 . Ahora bien, cuando en el libro II de las Sentencias explica
ese solo simbolismo del número siete. En otro pasaje del mismo cómo el pecado corrompe al hombre, Pedro Lombardo vuelve a
comentario indica que ese número representa el Espíritu septifor- recordar el mismo texto de la parábola del buen samaritano, para
me 413 . Es decir, el numero siete es el signo alegórico que expresa la decir que el pecado despoja al hombre de las virtudes y lo lesiona
plenitud del Espíritu de Dios. Y no sólo la plenitud del Espíritu, sino incluso en sus cualidades naturales 418 . Pero, por otra parte, ya hemos
además la plenitud de las virtudes y de la santidad en los fieles414. E visto cómo para el Maestro de las Sentencias las virtudes y los dones
incluso, según una nueva significación, el siete indica también la son precisamente siete419, como igualmente la integridad natural del
plenitud o totalidad de la vida 415 . Por consiguiente, con toda seguri- hombre viene expresada alegóricamente por el número siete 42o. Por
consiguiente, cuando presenta a los sacramentos como el remedio
contra los destrozos que produce el pecado, es lógico que hable
412. Denarius vero vitam aetarnam significat. Constal enim ex tribus et septem. precisamente de siete signos sacramentales, ya que el siete indica los
Ternarius ad sanctam Trinitatem refertur. Septenarius vero qui constat ex tribus et quatuor
ad duplicem hominis naturam, qui constat ex anima et corpore. Ad animan perinet ternarius pecados, las virtudes, los dones de Dios, las cualidades naturales del
propter triplicem vim animae; qualernarius pertinet ad corpus propter quatuor elementa. hombre y también, lógicamente, los remedios que Dios ha instituido
Tune igitur aeternitatis beatitudo in nobis perficietur, cum utriusque naturae nostrae para sanar las heridas del mal.
sabbatisimo potiti Trinitati incratae conjungemur: Commentarium in psalmos, 150, 5: ML
191, 1295 A.
413. Per septenarium vero septiformis Spiritus figuratur... qui Spiritus septenario 416. Cf. además de los textos antes citados, Sent., II, dist. 15,10 (ed. Quaracchi) 378-
numero praecipue in Scripturis commendatur: Commentarium in p salmos, 150, 5: ML 191, 379, donde el siete expresa el nuevo estado de santificación: quasi quídam novus status
1294 C. sanctiflealionis operum.
414. Hic expresse traditum est, septem dona et virtudes esse sanctificationesque 417. Samaritanus enim, vulnéralo appropians, curationi eius sacramentorum alliga-
fidelium mentium, et in futuro non desitura, cum sint et in Angelis: Sent. III, dist. 34, 2, ed. menta adhibuit, quia contra originalis peccati et actualis vulnera, sacramentorum remedia
Quaracchi, 700. Deus instituit: Sent., IV, dist. 1,1. (ed. Quaracchi) 745.
415. Sed completo septenario huius vitae plene liberi erimus, utroque homine gloriosi. 418. Si autem quaritur in quo possit corrumpi anima, in parábola illius qui incidit in
Commentarium inp salmos, 64,1: ML 191, 582 C; cf. también: ut si quis eam servet in vita latrones, qui eum spoliaverunt et vulneraverunt, clarescit... et tune per peccatum expoliatur
septem dierum.perveniat adoctavam resurrectionis: o. c, 118, tit.: ML 191,1044 C; pero en gratuitis bonis, id est virlutibus, et in naturalibus bonis vulneratur, quae sunt ratio et
otros textos entiende la plenitud del siete como expresión del tiempo que llega a su intellectus, memoria et ingenium et huiusmodi...; Sent., II, 35, 4 (ed. Quaracchi) 497.
plenitud con la venida de Cristo, de ahí que el número septenario es la expresión alegórica 419. Sent., III, dist. 34, 3 (ed. Quaracchi) 700.
del antiguo testamento, o. c, 119, tit.: ML 191, 1133 A. 420. Commentarium in psalmos, 150, 5: ML 191, 1295 A.
392 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Los orígenes del tratado De sacramentis 393

Por lo demás, Pedro Lombardo no es una excepción al argumen- por eso mismo a las consideraciones alegóricas, sino de un canonista
tar de esta manera, tanto por lo que se refiere a la acción de Dios en el que comenta el Decreto de Graciano 413 . Este autor advirtió clara-
hombre, como por lo que respecta al sentido de los sacramentos. Por mente la conexión que los teólogos de su tiempo establecían entre los
el contrario, se trata de ideas bastante generalizadas y familiares a los siete sacramentos y los siete dones del Espíritu: en ambos casos se
teólogos de aquel tiempo. Así, Roberto Paululo, que habla expresa- expresaba la plenitud o a la totalidad de la acción de Dios en el
mente de los siete sacramentos como remedios contra el pecado 421 , se hombre. Justamente lo que advirtió Alano de Insulis en uno de sus
refiere al número siete como categoría que significa la plenitud del sermones: el siete indica que el Espíritu santo se comunida con
Espíritu santo en el creyente422. Es la misma argumentación que plenitud a los fieles432. Y es muy de tener en cuenta que la utilización
presenta Pedro el Cantor, para quien el número siete es sagrado 423 , lo de la alegoría es fundamental en el sistema, no sólo poético, sino
que no excluye la influencia del simbolismo septenario424, sino más también teológico de Alano. Un sistema, además, profundamente
bien lo contrario, ya que desde Agustín se pensaba que los números marcado por la significación alegórica del siete433. Por lo demás, ya
encierran misterios profundos precisamente porque son sacratísi- hemos visto cómo este autor afirma con toda claridad el número
mos 425 . Por eso, Pedro el Cantor considera que son siete las causas septenario de los sacramentos434. Finalmente, en esta enumeración
por las que se debe urgir la penitencia contra el pecado 426 , como siete de testimonios que hablan del significado alegórico del número septe-
eran los días que Moisés exigía para la purificación de la lepra, nario es importante recordar un texto del primer papa que habló de
simbolismo del mal en el hombre 427 , como siete son las bienaventu- los siete sacramentos, Inocencio III: para él, el siete es el número de la
ranzas, número de solidez y perfección al igual que el cuatro 428 . No es plenitud; y lo utiliza para hablar de la universalidad de los peca-
pues de extrañar que este autor, al igual que los anteriores, afirme que dos 435 .
los sacramentos son también siete429. Y en esta misma línea de Así las cosas, se comprende sin dificultad que los grandes autores
pensamiento, Sicard de Cremona dice textualmente: «Otros ponen del siglo XIII, cuando tratan de explicar por qué los sacramentos son
siete sacramentos, de la misma manera que se habla de los siete siete, echen mano, entre otras razones, del argumento que les propor-
dones»430. Teniendo en cuenta que esta afirmación de Sicard es tanto ciona el significado alegórico del número siete. Alberto Magno es un
más elocuente cuanto que se trata, no de un autor espiritual propenso buen ejemplo en este sentido. Precisamente al dar cuenta de por qué
los sacramentos son siete y no seis, dice:
421. De caeremoniis, sacramentis, officiis et observationibus ecclesiasticis, I, 12: ML
177, 388 BC. Y eso es lo que se dice, que descansó el Señor el día séptimo; lo que se
422. Inde circuit altare septem vicibus et aspergir. Quo numero signiflcatur plenitudo debe explicar según san Agustín por el concepto de causa, es decir, hizo
Spiritus sancti, idest spiritus sapientiae et intellectus... (Is 11). Huic enim spiritui septiformi descansar a la criatura racional, no en las obras, sino en Dios; por eso,
cedit quidquid contra Deum se erigit. Sicut enim in circuitu séptimo muri Jerico corruisse santificó el día séptimo y situó las obras santas en el número septenario;
leguntur. o. c, I, 7: ML 177, 386 CD. de ahí que son siete las virtudes, siete los dones, siete las bienaventuran-
423. Septenarius numerus sacratus est: Summa Abel, ms 234, cuad. XVI, f. 10, citado zas, siete los sacramentos436.
por J. de Ghellinck, Du nombre septénaire des sacrements, 496.
424. Tal es el punto de vista de J. de Ghellinck, o. c.
425. Convenirepraecipue in numeris, quos in scripturis esse sacratissimos et mysterio- 431. Cf. J. de Ghellinck, Le mouvement ihéologique du XII siécle, 539.
rum plenissimos... dignissime credimus: Quaest. in Hepl. I, 152: CSEL 28, 2, 79, 21. 432. Per hoc enim quod post septem septimanas Spiritus Sanctus datus est apostolis
426. Verbum abbreviatum, c. 149: ML 205, 355 C. significatur quod post revolutionem septem spiritualium septimanarum, mentí fidelium
427. Ibid., 343 A. plenarie Spiritus sanctus illabitur: Sermones octo VIII: ML 210, 218 C.
428. Sicut septenarius septem beatitudinum est numerus, et quindenarius quidecim 433. Cf. M. T. D'Alverny, Alain de Li/le et la théologie, en L'homme devant Dieu.
graduum, sic quaternatius perfectus et solidus quatuor cardinalim virtutum est numerus: Mélanges offerts aupére Henri de Lubac II, Paris 1964, 111-128; Id., La sagesse et ses sept
Ibid., 305 A. filies. Recherches sur les allegories de la philosophie et des sept arts libéraux du IX au XII
429. Sacramenta principalia sunt septem: Summa Abel, ms. 234 de la biblioteca de siécle, en Mélanges Félix Grat I, Paris 1946, 245-278.
Bruges, citado por J. de Ghellinck, Du nombre septénaire des sacrements, 496. 434. Defide catholica contra haereticos I, 41: ML 210, 347 A.
430. Alli ad instar septem donorum, septemponunt maneries sacramentorum, según un 435. Quia prefecto septenarius universitatis est numerus, eo quod omne tempus septe-
ms. de la Biblioteca Vaticana, Palat. let. 362, citado por J. de Ghellinck, Le mouvement nario dierum numero noscíiur comprehendi. Septenarius ergo numerus in se ipsum multipli-
théologuique du XII siécle, 504; el mismo texto es presentado por F. Gillmann, Die catus, in hoc loco significat universorum universa peccata: Epist. II, 209: ML 214, 760 C.
Siebenzahl der Soleramente bei den Glossatoren des Gratianischen Dekrets, 20-21, que se 436. Et hoc est quod dicitur, quod quievit dominus die séptimo, et debet exponi
refiere a los mss. de Bamberg, can. 38, D, II, 20, 231-232 y de München, lat. 4555, f. 72 v. secundum Augustinumper causam, idest fecit creaturam rationalem non in opere, sed in deo
394 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Los orígenes del tratado D e sacramentis 395

La relación entre los distintos septenarios, que había explícita- número siete tenía más un valor simbólico que cuantitativo. De ahí
mente afirmado la teología del siglo XII 437 , queda fuertemente desta- las vacilaciones y tanteos que se advierten en los teólogos de todo el
cada. Es la razón que encuentra Buenaventura para decir que los siglo XII cuando hablan de este asunto. De ahí también las aparentes
sacramentos deben ser siete y no más de siete: porque son medicina contradicciones que se notan entre las distintas escuelas o autores, ya
para los pecados, ayuda para las virtudes y arma contra las enferme- que, como hemos podido ver, mientras unos hablan de siete sacra-
dades; ahora bien, tanto los pecados como las virtudes y las enferme- mentos, hay quienes al mismo tiempo afirman que los sacramentos
dades son precisamente siete y no más de siete438. La misma argu- son más o menos siete. Y algo parecido se puede decir de los concilios
mentación se encuentra en Tomás de Aquino cuando reconoce que de aquel tiempo: ¿cómo es imaginable que siete años después de la
hay teólogos que defienden el número septenario precisamente por- «profesión de fe» que Inocencio III impuso a los valdenses, en la que
que es el que se adapta tanto a las virtudes como a los pecados439. se afirma que los sacramentos son siete, la «definición» de la fe
Finalmente, Escoto da como argumento la relación que existe entre el católica que presenta el IV concilio de Letrán hable solamente de
número siete y la perfección que corresponde a la ley evangélica440. cuatro sacramentos? Si nos empeñamos en explicar estos números
Sin duda alguna, el significado alegórico de los números, que tan desde el punto de vista científico o aritmético, nos metemos inevita-
fuertemente marcó la teología de los siglos XII y XIII, se hizo sentir blemente en un callejón sin salida. ¿Cómo es pensable que el mismo
de manera decisiva cuando los autores de aquel tiempo afirmaron que papa que antes hablaba de siete sacramentos, muy poco después se
los sacramentos son siete y nada más que siete ¿Qué querían decir con contentase con cuatro nada más? ¿y cómo es explicable que los
eso? De acuerdo con el sentido alegórico de ese número, ellos querían concilios particulares del siglo XII, incluso bastantes años después del
expresar un convencimiento básico: de la misma manera que los siete IV concilio de Letrán, hablaran en sus cánones, unas veces de más de
pecados indican la plenitud del mal y que las siete virtudes hablan de siete sacramentos y otras veces de menos? Parece, pues, bastante claro
la plenitud del bien, los siete dones del Espíritu nos dicen que Dios que, en aquellos tiempos, lo que menos interesaba era el número en
concede la plenitud de sus gracias al hombre y los siete sacramentos cuanto tal; y lo que de verdad centraba la atención y el interés era la
constituyen la plenitud de los medios de gracia que el Señor ha significación alegórica del número, en el sentido que ya se ha dicho.
colocado en su iglesia. Por consiguiente, al interpretar el número de Más adelante tendremos ocasión de deducir las consecuencias prácti-
los sacramentos, es un error conceder a ese número un valor pura- cas que se derivan de este planteamiento.
mente aritmético, porque los autores que forjaron el tratado teológico
De sacramentis pensaban antes en categorías aritmológicas que en
categorías simplemente aritméticas, es decir, para aquellos autores el c) Contra la contestación eclesiástica

Cuando los teólogos empezaron a decir que los sacramentos eran


requiescere, quae est perfectio eius in sanctitate, et ideo diem septimun sanclificavit, et opera
santitatis in septenario posuit; seplem enim sunt virtutes, septem dona, septem beatitudines, siete, las iglesias vivía tiempos difíciles. Los movimientos contestata-
septem sacramenta. De sacramentis, i, q. 4 ad 12. ed. Opera Omnia, Westfal. 1958, 26, 11. rios, que se enfrentaban a la institución eclesiástica, pululaban por
437. Cf. M. D. Chenu, La théologie au douziéme siécle, 164. todas partes: es el tiempo de los cataros y los valdenses, Arnaldo de
438. Sed septem sunt et non plura, quia sunt ad medicandum, quia medicina respicit Brescia y los humillados441. El denominador común de estos movi-
vulnera, quae sanat; et sanando vulnera adiuvat virtutes; et adiuvando virtutes munit et
armat contra infirmitates... Et sic palet, quod tantum sunt septem, sive considerentur ut
mientos era la denuncia y el rechazo de la institución eclesiástica, a
medicamento, sive ut adiumenta, sive ut arma: In quatuor Libros Sentent., Iv, d. 2, q. 3 c.
(ed. Quaracchi 1889) IV, 53; para la significación alegórica de los números en Buenaven- 441. Excelente trabajo de síntesis sobre estos movimientos contestatarios, en J. A-
tura, cf. Ibid. IV, d. 1. q. 3 c. (ed. Quararacchi) 35-36; y concretamente del número siete, Estrada, Un caso histórico de movimientos por una iglesia popular: los movimientos
29-30. populares de los siglos XI y XII: EstEcl 54 (1979) 171-200; bibliografía abundante en Y-
439. Quídam autem accipiunt numerum sacramentorum secundum adaptationem ad Congar, L'église de saint Augustin á tépoque moderne, 198-209; son clásicos sobre esta
virtutes... Quídam vero adaptan! diversis generibus culparum et poenarum: Comm, in IV cuestión los trabajos de H. Grundann, Religiose Bewegungen in Mittelalter, Darmstad
Sent., d. 2, q. 1, a. 2. (ed. Vives) París 1873, X, 49. 1970 y el estudio de A. Borst, Die Katharer, en MGH 12, Stuttgart 1953; desde un»
440. Sic ergo congruum fuit septem adjutoria conferri observatoribus legis Evangeli- perspectiva sociológica de tendencia marxista han estudiado estos movimientos, £'
cae, in quibus esset perfectio, non tantum intensiva, sed etiam extensiva, et sufficiens ad Werner, Pauperes Christi. Studien zu sozialreligiosen Bewegungen in Zeitalter des Refortr1'
omnia necessaria pro observantia hujus legis: Quaest. in IV librum Sent., d. 2, q. 1, schol. papsttuns, Leipzig 1956; y también E. Heer, Aufgang Europas, Wien 1949; cf. J. A-
(ed. Vives) Paris 1894, XVI, 240. Estrada, o. c, 175, nota 1.
396 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos
Los orígenes del tratado De sacramentis 397
causa de la mundanización, la instalación y las riquezas del clero;
todos ellos propugnaban, junto a un gran ascetismo, el retorno al seguía lógicamente el rechazo también de los ritos religiosos que el
espíritu y a la letra del evangelio, cosas de las que obispos, sacerdotes clero celebraba.
y monjes se habían apartado notablemente442. Pero no se limitaron a Ahora bien, estando así las cosas, parece lógico y casi obligado
eso, ya que, movidos por el impulso de su espíritu contestatario, preguntarse: ¿influyó esta situación en los teólogos de aquel tiempo
llegaron a defender dos cosas verdaderamente graves: 1) que no se para que estos sé orientasen, cada vez más y más, hacia la fijación y
debía obedecer a los obispos y sacerdotes, porque estaban corrompi- determinación de los sacramentos en un número concreto y preciso?
dos y eran malos ministros; 2) que los sacramentos que celebraban Es natural que nos hagamos esta pregunta. Porque históricamente
tales ministros no valían ni servían para nada. Los autores de aquel sucedió que por los mismos años en que estos movimientos contesta-
tiempo que escribieron contra estos movimientos nos han dejado tarios rechazaron al clero y sus ritos sacramentales, los teólogos por
información abundante sobre estos puntos 443 . Ahora bien, a partir de su parte se decidieron a afirmar que los sacramentos son los que de
estos planteamientos, se situaban lógicamente en una postura de hecho hoy conocemos. ¿Fue casual la coincidencia cronológica de
desprecio hacia el clero y de preferencia y estima de los seglares444. ambos hechos?
Pero aquí es de suma importancia tener presente que, al rechazar a los Evidentemente, no fue casual que esas dos cosas se produjeran al
sacerdotes, rechazaban igualmente los ritos sacramentales. De donde mismo tiempo en la iglesia. Es decir, no fue una pura coincidencia
venía a resultar que una cuestión de disciplina se convertía en un que, en los mismos años en que la contestación anti-eclesiástica cobró
asunto de ortodoxia. Bernardo lo dice con toda claridad: rechazaban más fuerza, los teólogos y el magisterio se inclinasen decididamente
a la iglesia, rechazaban también a los obispos y sacerdotes pecadores; hacia la afirmación del número concreto de los sacramentos. Ya
y por eso, rechazaban también los sacramentos de la iglesia445. Y hemos visto cómo el primer documento oficial del magisterio eclesiás-
aquí es donde estaba lo más delicado del asunto, lo más grave de la tico, en el que se dice que los sacramentos son siete, fue precisamente
situación que vinieron a plantear estos movimientos contestatarios: un documento que tuvieron que aceptar un grupo de contestatarios
tocar al clero en su autoridad, en sus derechos, en sus poderes y en sus valdenses cuando quisieron volver a la obediencia de la iglesia448.
privilegios, era tocar a la iglesia; rechazar al clero era rechazar a la Precisamente en ese documento, lo primero que se dice, acerca de los
iglesia. La lógica de aquellas gentes sencillas era de lo más simple: ser sacramentos, es que no se rechazarán tales ritos aunque sean celebra-
obispo y ser pecador, he ahí dos cosas que no se pueden casar 446 . La dos por sacerdotes malos y pecadores, sino que se aceptarán de buen
lógica de la institución eclesiástica era, también por su parte, simple y ánimo, cómo si fueran administrados por un hombre santísimo449. Y
terminante: no obedecer a lo mandado es no reconocer a la iglesia447. la razón que da el documento es que la malicia del obispo o del
Y del rechazo de la iglesia, tal como funcionaba en aquel tiempo, se presbítero no afecta a los sacramentos450. Se ve, por tanto, que el
ataque directo y frontal de los contestatarios era contra la institución
clerical e indirectamente contra los sacramentos. De ahí que, para
442. Cf. por ejemplo, la carta de Ebroin de Steinfeld a Bernardo: ML 182, 677-678;
Y. Congar, L'église de saint Augustin á l'époque moderne, 204-205. reafirmar la autoridad y los poderes del clero, se vio la necesidad de
443. Por ejemplo, Alano de Insulis, Deflde catholica contra haereticos II, 2: ML 210, concretar y precisar esos poderes precisamente en cuanto que se
380-381; I, 67: ML 210, 369-370; II, 4; ML 210, 382-383; Eckbert de Schónau, Sermones expresan y se verifican en la celebración de los ritos sacramentales.
contra catharos X, 1: ML 195, 70; X, 6: ML 195, 73; Bonaeursus, Vita haereticorum, adv. Por eso se comprende la preocupación de Inocencio III por mantener
arnald.: ML 204, 1249; c. 14: ML 204, 1263; Bernardo de Fontcaud, Adversus valdensium
seclam I, 1: ML 204, 795; I, 2: ML 204, 795-796; II, 1-9: ML 204, 798-800; Raynier la estrecha vinculación entre la obediencia que había que prestar a los
Sacconi, Summa de catharis, ed. A. Dondaine, Un traite néo-manicheen du XIII siécle, obispos y la aceptación incondicional de los sacramentos. Así consta
Paris 1939, 64-78; más documentación en Y. Congar, o. c, 205-206, n. 29.
444. Cf. J. A. Estrada, o. c, 181; 184-185.
445. lam vero qui Ecclesiam non agnoscunt, non est mirum si ordinibus Ecclesiae 448. DS 790-797; Inocencio III, Epist. XI, 196: ML 215, 1510-1513; XIII, 94: ML
detrahunt, si instituía non recipiunt, si sacramenta contemnunt, si mandatis non oboediunt: 216,290-291.
Sermones super Cántica Canticorum, 66, 5. (ed. Cisterc) 1958, II, 185, 20-23. 449. Sacramenta quoque, quae in ea celebrantur, inaestimabili atque invisibili virtute
446. Numquam dúo ista convenient, episcopum esse et peccatorem: San Bernardo, Spiritus Sancti cooperante, Hcet a pecctore sacerdote ministrentur, dum Ecclesia eum
Sermones super Cántica Canticorum, 66, 5 (ed. Cisterc.) 1958, II, 185, 24. recipit, in nullo reprobamus, nec ecclesiasticis officiis vel benedictionibus ab eo celebratis
447. Qui Ecclesiam non agnoscunt... si mandatis non oboediunt. S. Bernardo, o. c, detrahimus, sed benévolo animo tamquam a iustissimo amplectimus: DS 793.
185, 20. 450. Quia non nocet militia episcopi vel presbyteri ñeque ad baptismun infantis ñeque
ad Eucharistiam consecrandam nec caetera ecclesiastica officia subditis celebrando: DS 793
398 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Los orígenes del tratado De sacramentis 399
en el juramento que el papa imponía a quienes pretendían luchar Es verdad que de estos razonamientos no se tenía que deducir que
contra los herejes del tiempo 451 . los sacramentos necesariamente eran siete y que eran los siete que
Por otra parte, desde mediados del siglo XII se impone progresi- conocemos. Pero, si tenemos en cuenta, además de estos razonamien-
vamente la idea de que la razón de ser del sacramento del orden es tos, lo que se ha dicho antes acerca del simbolismo de los números, se
justamente asegurar la administración correcta de los sacramentos y comprenden fácilmente los motivos que indujeron a teólogos, obispos
la comunicación de la gracia a los fieles. En este sentido, Pedro y papas para decir que los sacramentos propiamente tales son los siete
Lombardo dice que se ha de elegir a los clérigos de tal manera que que se han aceptado en la iglesia y que han llegado hasta nosotros. En
puedan tratar dignamente los sacramentos 452. Y añade que los minis- definitiva, esos son los siete ritos eclesiásticos que administra el clero
tros de Cristo deben estar adornados de la gracia septiforme del y merced a los cuales queda sólidamente afianzada su autoridad y sus
Espíritu, para poderla comunicar a los demás 453 . Es la misma idea poderes en la iglesia. Como diría años más tarde un concilio de
que, bajo diversas formas, repiten los autores que en aquel tiempo Londres, «el orden sagrado se ha de administrar tanto más dignamen-
escribieron contra los movimientos contestatarios454. Hasta el punto te cuanto que los demás sacramentos se realizan por los ordena-
de que hay quien dice que por entonces el poder de bautizar lo tienen dos»45».
solamente los que han sido ordenados, porque el Señor concedió ese La necesidad de afianzar al clero en sus poderes y en su autoridad
poder solamente a los apóstoles y a sus sucesores455. influyó decisivamente para que la teología y el magisterio de la iglesia
En el fondo el planteamiento que hacen estos teólogos es tan llegasen a la determinación de que los sacramentos son los siete que,
simple como eficaz: la mediación necesaria de la salvación está en los desde el siglo XIII, se han reconocido unánimemente como tales.
sacramentos, en tales sacramentos determinados; y la mediación de Frente a la contestación anticlerical, que en nombre de la autenticidad
los sacramentos está en el clero 456 . Lo cual venía a indicar que incluso evangélica se oponía a un clero excesivamente mundanizado, la
la estabilidad de la fe en la iglesia y en los fieles dependía del clero, institución eclesiástica afirmó y concretó los ritos sacramentales co-
puesto que él es quien administra todos y cada uno de los siete mo los medios privilegiados que el cristiano necesita para estar bien
sacramentos457. con Dios. Pero sin olvidar que, en el discurso teológico de aquel
tiempo, el sometimiento a Dios pasaba necesariamente por el someti-
miento al clero y, en definitiva, el sometimiento a la iglesia de Roma.
451. Ecclesiastica sacramenta suscipiemus ab episcopis el sacerdotibus in quorum
dioecesibus et parochiis commorabimur, et eis oboedientiam debitam et reverentiam exhibe- Como dice expresivamente Eckbert de Schónau, «hemos recibido el
bimus: Epist., XV, 137: ML 216, 649 B; cf. XV, 82; M L 216, 602 B. orden de la iglesia de Roma; la iglesia romana del apóstol Pedro;
452. Tales autem ad ministerium spirituale eligendi sunt clerici, qui digne possint Pedro de Cristo; y Cristo de Dios Padre» 459 .
dominica Sacramenta tractare: Sent., IV, dist. 24, c. 3 (ed. Quaracchi) 892.
453. Tales enim decet esse ministros Christi, qui septiformi gratia Spiritus sancti sint
decori, et quorum doctrina et conversationis forma eadem gratia in alus transfundatur: Ibid.,
892.893. d) Sacramentos y sacramentales
454. Alano de Insulis, De fide catholica contra haereticos, I, 67: ML 210, 370 BC;
Eckbert de Schónau, Sermones conira catharos X, 6: ML 195, 73 A; Ermengaud de
Bezieres, Contra haeret., c, 8: M L 204, 1249 B; Bonacursus, Vita haereticorum, adv.
Se ha querido ver la diferencia entre unos y otros en las clasifica-
Arnald: M L 204, 791-792; Bernardo de Fontcaud, Adversus valdensium sectam I, 2: ML ciones que, ya en el siglo XII, establecían los canonistas que comenta-
204, 795-796. ron el Decreto de Graciano. Se sabe, en efecto, que Rufino, Esteban
455. Sed post resurrectionem potestatem baptismi, et manus imponendi in nomini de Tournai y la Summa super decretum o Summa lipsiensis, establecen
Domini tantum apostolis ordinatis dedil et concessit, ut qui ab eis ordinati fuerint, eamdem
potestatem baptizandi el manus imponendi habebant: Ermengaud de Bezieres, Contra
una división de los sacramentos en cuatro categorías: sacramentos de
haeret., c. 14: M L 204, 1263 AB.
456. Asi, Ermengaud de Bezieres: in qua Christi sacramenta a ministris ordinatis ad
salutem fidelium christianorum perficiuntur: Contra haeret, c. 8: ML 204, 1249 B.
457. Propter fidei stabilitatatem dico, quía indubitanter ipsa in negligentiam et defec- 458. Sacer ordo eo esl digno dignius conferendus, quo ab ordinato sacramenta cetera
tum iam devenisset, si evacuatum esset officium praedicandi, baptizandi, confirmandi, conferuntur: Conc. de Londres (año 1237) c. 6: Mansi 23, 450.
ligandi atque solvendi, offerendi sacrifficium salutare... ac caetera huiusmodi exsequendi, 459. Sacerdotalem ordinem nos accepimus a romana ecclesia. Romana autem ecclesia
quae ad episcopos et sacerdotes pertinent: Eckbert de Schónau, Sermones contra catharos ab apostólo Petro; Petrus a Christo; Christus a Deo Paire: Sermones contra catharos X, 1:
X, 6: ML 195, 73-74. ML 195, 70 A.
400 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Conclusión 401

salvación, de administración, de veneración y de preparación460. Los les y particulares467; o entre sacramentos necesarios y voluntarios468.
sacramentos propiamente dichos o sacramentos en sentido propio Parece, pues, que estas clasificaciones de los sacramentos eran bastan-
serían solamente los del primer grupo, quedando los demás relegados te comunes en aquel tiempo. Pero no hay trazas de que tales califica-
a la categoría secundaria de sacramentales461. Por otra parte, si ya en ciones afectasen a diferencias esenciales entre unos sacramentos y
aquel tiempo se pensaba en una diferenciación tan clara entre sacra- otros, sino simplemente a la manera más o menos ingeniosa de
mentos y sacramentales, no parece que represente problema alguno el clasificar los ritos eclesiásticos que adoptaba cada autor.
hecho de que tanto los teólogos como los concilios de aquellos Por lo demás, ya se hizo notar en su momento que cuando los
tiempos hablasen de más de siete sacramentos. En realidad, sería concilios u otros documentos del tiempo hablan de la sepultura o de
nada más que una manera de hablar, puesto que ya entonces se sabía la bendición de un abad como de verdaderos sacramentos, lo más
muy bien que una cosa son los sacramentos y otra muy distinta los significativo está en el hecho de que los enumeran junto al bautismo,
sacramentales. ¿Qué se puede decir sobre este asunto? la penitencia o la eucaristía. No parece, por tanto, que ya en aquel
La verdad es que esa distinción tan clara entre sacramentos y tiempo se tuviera elaborada la diferencia clara y precisa entre sacra-
sacramentales está perfectamente trazada en nuestro tiempo y en los mentos y sacramentales. Esa distinción no se impondría hasta mucho
manuales de teología de ahora. Lo que no se puede probar es que esa más tarde, seguramente un siglo después, a partir de los grandes
distinción resultase tan clara en el siglo XII. En efecto, los autores que autores del siglo XIII.
establecieron aquella clasificación de cuatro categorías de sacramen-
tos, parece que se inspiraron en Hugo de San Víctor 462. Ahora bien,
este autor pone el sacramento del orden, no entre los que serían los 11. Conclusión
sacramentos propiamente dichos, sino entre los llamados «sacramen-
tos de preparación»463. De ahí que, por ío general, eí sacramento del No hemos pretendido, en este capítulo, hacer un análisis de todos
orden o la pertenencia al clero aparece, en estas clasificaciones, entre los documentos del magisterio de la iglesia que hablan de los sacra-
los ritos que ahora llamamos sacramentales464. Por otra parte, en mentos en general. Por eso, algunas cuestiones han quedado margina-
aquel tiempo se manejaban otras clasificaciones de los sacramentos. das, como por ejemplo la doctrina que se refiere a la eficacia de los
Por ejemplo el autor de las Sententiae divinitatis distingue entre sacramentos. De este asunto, y de otros relacionados con la teoría
sacramentos comunes y no comunes: estos son el matrimonio y el general de los sacramentos, hablaremos en el capítulo siguiente.
orden, mientras que los comunes son los demás 465 . Por su parte, los También en ese capítulo tendremos ocasión de indicar cuáles han sido
autores de la escuela de Gilberto Porretano establecían la distinción las aportaciones más importantes del concilio Vaticano II a la teolo-
entre sacramentos que pierden su esencia y los que no la pierden: gía de los sacramentos.
entre estos está el agua, el aceite, el crisma, etc., siendo los otros el pan En este capítulo hemos querido ver hasta qué punto los documen-
y el vino 466 , mientras que otros distinguían entre sacramentos genera- tos solemnes del magisterio eclesiástico, que han tratado sobre los
sacramentos en general, constituyen una verdadera doctrina de fe. Es
decir, hemos querido analizar si esos documentos son otras tantas
460. Por ejemplo, Rufino: Alia enim sunt saluíaria, alia ministratoria, alia venerato-
ria, alia prepataloria: Die Summa Decretorum, Paderborn 1902, 537-538; citado por J. de
definiciones del magisterio solemne de la iglesia. Ahora bien, después
Ghellinck, Le mouvement théologique du XII siécle, 538. del análisis que hemos realizado, podemos decir con seguridad que
461. Cí. J. de Ghellinck, o. c, 537; A. Michel: D T C 14, 769-700. ninguno de los documentos solemnes del magisterio eclesiástico, que
462. Cf. J. de Ghellinck, o. c, 543-547. han tratado sobre los sacramentos en general, constituye una defini-
463. Sacramenta preparatoria o sacramenta ad preparationem: De Sacramentis IX, 7: ción dogmática propiamente tal. Por consiguiente, las afirmaciones
ML 176, 327 B.
464. Por ejemplo, Rufino: Preparatoria, quae ómnibus prefatis sacramentis celebran- de la teología sacramental, que se refieren a la institución, al número,
dis preparantur, ut clericorum, ecclesiarum, eclesiasticorum vasorum et omnium ecclesiae a la eficacia o a los constitutivos del sacramento, no quedan garanti-
utensilium...: Die Summa Decretorum (ed. Singer) 537-538; citado por J. de Ghellinck, o. zadas como afirmaciones de fe por el solo argumento de los documen-
c, 538.
465. Sententiae Divinitatis, Prooem. (ed. B. Geyer), Die Sententiae Divinitatis, ein
Sentenzenbuch der Gilbertischen Schule, 108-109. 467. Por ejemplo, la Summa de sacramentis «Totus homo», prol. 2.
466. Sententiae magistri Gisleberti Pictavensis IV, 3 (ed. N. M. Háring) 133. 468. Por ejemplo, Pedro de Poitiers, Sententiarum, V, 3. ML 211, 1229 C.
402 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Conclusión 403

tos del magisterio que se suelen aducir para probar que todas y cada claro que el solo hecho de que una cosa haya sido creída por los fieles
una de esas afirmaciones son verdades de fe. durante mucho tiempo, no avala necesariamente la verdad de esa
Como indicábamos al comienzo de este capítulo, los manuales de cosa, ni garantiza que esa cosa sea necesariamente una verdad de fe.
teología han venido diciendo que es de fe que los sacramentos de la Porque la historia nos enseña que en la iglesia ha habido muchas
iglesia son siete y solamente siete; que también es de fe que esos siete cosas, que durante siglos se han considerado como verdades de fe,
sacramentos fueron instituidos por Cristo; y que los siete comunican pero de las que los cristianos se han enterado un buen día que no eran
la gracia por sí mismos (ex opere operato); y que hay tres (bautismo, como ellos se pensaban y como ellos creían. Por ejemplo, durante
confirmación y orden) que imprimen una señal imborrable a la que se muchos siglos se ha creído, como verdad de fe, que Dios creó a Adán
denomina «carácter»; y que además es también de fe que el ministro y Eva tal y como lo cuenta el libro del Génesis en sus primeros
de los sacramentos debe tener, al administrarlos, la intención de capítulos. También durante muchos siglos se ha creído, como verdad
«hacer lo que hace la iglesia», aunque no se requiere para la validez de fe, que el sol daba vueltas alrededor de la tierra. Y así sucesivamen-
del sacramento que quien lo administra esté en gracia y, en el caso del te podríamos ir poniendo ejemplos, bastante claros y significativos,
bautismo, ni siquiera se requiere que tenga fe. Por otra parte, los en ese sentido. Ahora bien, por el hecho de que los creyentes tuvieran
mismos manuales de teología, al explicar por qué estas afirmaciones esas cosas como verdades de fe, no se ha seguido que necesariamente
son verdades de fe, suelen citar una serie de documentos del magiste- tuvieran que ser como la gente se las creía. Y ni siquiera era verdad lo
rio eclesiástico que van, desde la profesión de fe que Inocencio III que la gente se creía y los teólogos enseñaban. Por consiguiente,
impuso a los valdenses, hasta los cánones de la sesión séptima del tampoco desde este punto de vista se puede decir que las afirmaciones
concilio de Trento. Ahora bien, el estudio que hemos hecho sobre fundamentales de la teoría general de los sacramentos sean otras
esos documentos nos indica que ninguno de ellos incluye todas y cada tantas verdades de fe.
una de las condiciones que se requieren para que un documento Pero con eso no se ha dicho todo lo que hay que decir sobre este
magisterial sea considerado como una definición dogmática o como asunto. Porque en el caso de las afirmaciones fundamentales sobre los
expresión de la fe de la iglesia. En efecto, la llamada profesión de fe de sacramentos en general (las que hemos enumerado antes, al referirnos
los valdenses contiene elementos que de ninguna manera pueden ser a los manuales de teología), nos encontramos con dos elementos de
considerados como materia de fe para los creyentes, aparte de que juicio de primera importancia: por una parte, el hecho de que el
hay argumentos más que sobrados para pensar que la fe de la iglesia magisterio eclesiástico, en diversos momentos y de manera significati-
no incluía en aquel momento la afirmación de que los sacramentos va, se ha pronunciado sobre esas cuestiones; por otra parte, el hecho
son los siete que hoy conocemos. La profesión de fe de Miguel de que el magisterio ordinario y universal de los obispos viene
Paleólogo, leída en el II concilio de Lyon, no consta con seguridad enseñando, en su actividad pastoral, que los sacramentos de la iglesia
que, en lo referente a los sacramentos, sea una verdadera profesión de son los siete que reconocemos como tales, lo mismo que viene
fe; aparte de que no es un documento del concilio ni, además, aquel enseñando también las demás afirmaciones fundamentales a que
concilio fue ecuménico. En cuanto al decreto para los armenios del antes nos hemos referido. A partir de estos dos elementos de juicio, se
concilio de Florencia, sabemos que no es un decreto estrictamente puede decir, con toda seguridad, que esas afirmaciones fundamenta-
dogmático. Y, finalmente, por lo que se refiere a los cánones de la les sobre los sacramentos pertenecen a la doctrina católica que es
sesión séptima de Trento, no tenemos los datos necesarios para presentada por los obispos y, en general, por la teología, para que los
afirmar con seguridad que la doctrina que en ellos se expresa fue fieles la acepten y la vivan.
presentada por el concilio como doctrina de fe, en el sentido que hoy Pero, dando un paso más, ¿se puede decir que esas afirmaciones
damos a esa expresión. Es más, por el análisis de las actas del concilio, fundamentales sobre los sacramentos son también verdades de fe?
nos consta que los padres y teólogos de Trento no tuvieron la Según la definición del concilio Vaticano I, se han de creer con fe
intención de dar a sus afirmaciones el valor que hoy damos nosotros a divina y católica aquellas verdades que se contienen en la Escritura o
un dogma de fe. en la tradición y que además son propuestas por la iglesia, bien sea
¿Quiere esto decir que las afirmaciones tradicionales más impor- mediante un juicio solemne, bien sea por medio del magisterio ordina-
tantes de la teología sobre los sacramentos en general no son verdades
de fe? Aquí es necesario matizar la respuesta. Ante todo, debe quedar
404 La doctrina del magisterio sobre los sacramentos Conclusión 405
469
rio y universal, como verdades reveladas por Dios . Ahora bien, ¿es tiva siguen siendo siempre verdaderas; su interés permanente depende
este el caso de las afirmaciones fundamentales sobre los sacramentos de la actualidad durable de las cuestiones de que se trata» 470 . Ahora
a que venimos aludiendo? Ya hemos visto que esas afirmaciones no bien, si aplicamos este planteamiento al caso concreto de la teología
entran en el capítulo de verdades propuestas por el magisterio de la sobre los sacramentos, el problema está en saber si las cuestiones que
iglesia «mediante un juicio solemne», es decir, mediante una defini- hoy nos planteamos nosotros sobre los sacramentos son las mismas
ción de fe propuesta por un concilio ecuménico o por un papa cuando cuestiones que se planteaban los teólogos medievales o los obispos
habla ex cathedra. Ni una cosa ni la otra ha sucedido en cuanto se que formularon los cánones de Trento. Este problema resulta perfec-
refiere a la doctrina general sobre los sacramentos. Pero, ¿no se puede tamente comprensible. Porque en la actualidad tenemos que barajar
decir que esa doctrina es propuesta por el magisterio ordinario de los datos que en aquellos tiempos no existían. Concretamente, en nuestros
obispos en su enseñanza magisterial al pueblo fiel? Para responder días tenemos que, por una parte, la iglesia ha elaborado una teología
adecuadamente a esta pregunta, parece necesario plantearse previa- sobre su propia dimensión sacramental (la sacramentalidad de la
mente otras cuaestiones: en realidad, si es que el magisterio ordinario iglesia) que no existía en el siglo XVI; por otra parte, hoy tenemos un
de los obispos hace eso, ¿en qué argumentos se basa para hacerlo? ¿se conocimiento de la realidad simbólica y de la función de los símbolos
basa en las presuntas definiciones magisteriales tanto de Trento como en la existencia humana, que tampoco existía en tiempos pasados. Es
de los concilios anteriores a Trento? Y si es así, ¿es que un magisterio claro, por lo tanto, que la pregunta o las preguntas que hoy se pueden
infalible puede tener como base y fundamento una argumentación de plantear —y de hecho se plantean— sobre los sacramentos no son ya
la que, por lo menos, se puede decir que no es suficientemente segura? las mismas que hace varios siglos. Desde este punto de vista, parece
Y si se demuestra que las presuntas bases sobre las que descansa una bastante claro que las formulaciones clásicas de la teología sacramen-
afirmación del magisterio ordinario no son indudablemente seguras tal pueden y deben ser replanteadas desde una nueva perspectiva. Y
para hacer una afirmación de fe, cuando en realidad no existe una por lo tatito, pueden y deben ser expresadas desde esa nueva perspec-
argumentación segura para ello, ¿basta la apelación genérica a la fe tiva.
de la iglesia? Pero entonces, ¿cómo, cuándo y por qué se ha producido
o provocado esa fe de la iglesia? ¿en qué razones o sobre qué
argumentos se ha cimentado? ¿tenemos realmente derecho a echar
mano de la fe de la iglesia cuando no tenemos otros argumentos para
demostrar que una determinada verdad ha sido revelada por Dios?
Es evidente que estas cuestiones exigen estudio, reflexión y madu-
ración. Está claro, además, que nadie está autorizado, por su cuenta y
riesgo, para decir que tiene la respuesta adecuada y correcta. Sabemos
también que cuando en la iglesia se plantean cuestiones que tocan a la
fe de los fieles, el magisterio eclesiástico, ayudado por la reflexión
teológica, tiene una misión y un papel de responsabilidad que no
puede declinar. Y es a partir de este planteamiento, desde donde la
iglesia puede y debe buscar la respuesta adecuada a las cuestiones
planteadas.
Precisamente en orden a aportar elementos de juicio para la
búsqueda de esa respuesta, parece conveniente hacer una última
observación. Según una respuesta dada por la Comisión teológica
internacional, el 11 de octubre de 1972, al tratar sobre la unidad de la
fe y el pluralismo teológico, «las fórmulas dogmáticas tienen que ser
consideradas como respuestas a cuestiones precisas, y en esa perspec- 470 Cf. R. Franco, Unidad y continuidad de la fe en un mundo histórico y pluralista:
EtEc 48 (1973) 471.
469. DS3011.
9
Reflexión sistemática

1. Religión y revelación.

La primera cuestión que debe afrontar una teología de los sacra-


mentos, si es que tal teología pretende ser coherente y responsable, es
la cuestión que se refiere a las relaciones entre religión y revelación.
Porque todos sabemos de sobra que en esta vida hay muchas personas
que son profundamente religiosas, pero que, al mismo tiempo, produ-
cen la impresión de no haber asimilado, hasta el fondo y de verdad, el
mensaje revelado de Jesús. De ahí que sea relativamente frecuente
encontrar, en los ambientes eclesiásticos y en los círculos influencia-
dos por el clero, gentes que demuestran tener una gran sensibilidad
religiosa, pero que igualmente dan muestras sobradas de tener muy
poca sensibilidad cristiana. Es el caso de los que acuden con toda
puntualidad y exactitud a las funciones de iglesia, pero luego resulta
que son personas notablemente egoístas o incluso peligrosas para
todo el que no coincide con su manera de ver y de interpretar la vida.
Por eso ocurre, no pocas veces, que las ceremonias eclesiásticas y
concretamente las prácticas sacramentales son vividas y realizadas
como actos religiosos, pero no como expresión de experiencias cristia-
nas. Y la prueba más clara de que eso es así la tenemos en el hecho de
tantos clérigos y seglares que acuden al templo, ejecutan con devoción
y fidelidad el ritual prescrito, pero no por eso se humanizan en sus
costumbres y en sus relaciones mutuas. Es más, sabemos que, a veces,
los ambientes más profundamente marcados por la religión no son,
por desgracia, los más humanizados, acogedores y entrañables.
En realidad, todo esto no son nada más que síntomas de algo
mucho más importante. Porque el problema no está fundamental-
mente en la mejor o peor voluntad de las personas, sino en la esencia
misma de la religión y en las ideas que cada uno de nosotros tiene
408 Reflexión sistemática Religión y revelación 409

sobre ese asunto. De ahí que la cuestión está en saber si nuestros práctica sacramental de nuestros fieles está primordialmente determi-
sacramentos son actos religiosos, nada más que eso, o si son la puesta nada y dirigida por el hecho religioso o más bien por el acontecimien-
en práctica de nuestra fidelidad a la revelación que se nos hizo en to cristiano. ¿Es esa práctica expresión de un sentimiento religioso
Jesús de Nazaret. universal o es manifestación de la fe en la revelación que aconteció en
A primera vista, el solo planteamiento de esta cuestión puede Jesucristo? Al plantear esta cuestión, no estamos formulando una
parecer una cosa sin sentido. Porque, a fin de cuentas, la fidelidad a la pregunta meramente curiosa o alambicada. Se trata, por el contrario,
revelación que se nos ha hecho en Jesús, ¿no se tiene que expresar de una pregunta fundamental para la teología y para el creyente.
mediante actos religiosos? Porque, como ha dicho acertadamente K. Barth, el problema está en
Para responder a esta cuestión, será necesario recordar que, al saber si la religión debe servir de criterio para enjuiciar a la revelación
menos en principio, religión y revelación no son la misma cosa. Es o, al contrario, debemos interpretar la religión —lo mismo la religión
más, de alguna manera se puede decir que religión y revelación son cristiana que las demás religiones— a partir de la revelación3.
cosas, no sólo distintas, sino incluso contrapuestas. En efecto, la Planteado así el problema, Barth advierte que las iglesias reforma-
religión es el esfuerzo del hombre que busca a Dios, mientras que la das, nacidas del movimiento protestante del siglo XVI, han seguido el
revelación es la manifestación de Dios al hombre. Esto quiere decir primer camino, interpretando y comprendiendo la revelación a partir
que la religión brota del hombre que busca a Dios, mientras que la de la religión4. Y por lo que se refiere a la teología católica, hay datos
revelación brota de Dios que busca al hombre. La religión es, pues, un abundantes para pensar que el procedimiento ha sido el mismo, al
movimiento ascendente, de abajo arriba; la revelación, por el contrario, menos en gran medida. Por poner un ejemplo, cuando se ha tratado
es un movimiento descendente, de arriba abajo. La religión surge de la de comprender el misterio de Cristo, se ha tomado frecuentemente
experiencia humana, la revelación procede del acontecimiento divino1. como punto de partida la idea de Dios que nos ha suministrado la
Desde este punto de vista, se ha dicho acertadamente: religión y la metafísica; y eso es lo que se ha manejado como principio
fundamental para saber y explicar quién es Cristo y cómo es Cristo.
Se puede definir el hecho religioso como una búsqueda de Dios por Por eso, la afirmación clásica de nuestra fe según la cual «Cristo es
parte del hombre; el hecho cristiano aparece entonces ante el hecho Dios», en realidad lo que nos está diciendo es que nosotros sabemos
religioso como una búsqueda del hombre por parte de Dios. El hecho
religioso procede de la estructura metafísica del hombre. El hecho quién es Dios y cómo es Dios. Y eso es lo que aplicamos a Cristo, para
cristiano procede de la contingencia del acontecimiento. Su verdad es la saber quién es Cristo y cómo es Cristo. Ahora bien, al proceder de
del hecho, no la de la exigencia. Su justificación procede del testimonio, esta manera, la teología ha utilizado a la religión y a la metafísica para
no de la demostración2. comprender e interpretar a la revelación. Y entonces ha dejado de
tener su verdadero sentido y su alcance exacto la afirmación funda-
Ahora bien, si religión y revelación son, al menos en principio, dos mental del evangelio de Juan: «a la divinidad nadie la ha visto nunca;
cosas distintas e incluso contrapuestas, es lógico preguntarse si la el único Dios engendrado, el que está de cara al Padre, él ha sido la
explicación» (Jn 1, 18). Como se ha dicho muy bien, «solamente
Jesús, el Dios engendrado, por su experiencia personal e íntima,
1. Este planteamiento resulta inicialmente correcto porque, como es sabido, la
revelación se interpreta, ante todo, como «palabra de Dios dirigida al hombre». Cf. para puede expresar lo que es Dios. Hay que desaprender lo que se sabía de
un estudio teológico sobre este punto, R. Latourelle, Théologie de la révélation, Bruges- Dios para aprender de Jesús, que es su explicación» s. Pero desgracia-
Paris 1966, 391-393. Por lo demás, al plantear las cosas de esta manera, no se trata en damente ése no ha sido el camino seguido por la teología, sino que se
modo alguno de minusvalorar el carácter salvífico y trascendente que entraña toda ha hecho exactamente lo contrario: hemos tomado como punto de
religión. Como tampoco se trata de minusvalorar, sin más, el sentido de cualquier religión
fuera del judaismo y cristianismo. Como se ha dicho muy acertadamente, contra una referencia nuestra idea religiosa de Dios y a partir de eso hemos
estimación negativa de las religiones fuera del judaismo y cristianismo, se puede decir que querido saber quién es Jesús. La religión ha servido como criterio
la revelación pertenece al modo de entenderse a sí misma toda religión que pretenda ser para interpretar a la revelación.
creación divina y no mera obra humana. K. Rahner, Revelación, en Sacramentum mundi
VI, 79; cf. H. Fries, Offenbarung: LTK VII, 1109-1114; C. M. Edsman, Offenbarung: en
RGG IV, 1597, con bibliografía selecta en 1598-1599. 3. K. Barth, Die Kirchliche Dogmatik 1/2, Zollikon-Zürich 1948, 309.
2. J. Danielou, Historia de la salvación y formación litúrgica: Proyección 12 (1965) 4. Ibid., 309-317.
83-84. 5. J. Mateos-J. Barreto, El evangelio de Juan, Madrid 1979, 79.
410 Reflexión sistemática Religión y revelación 411

La consecuencia que se sigue de este procedimiento ha sido no se trata ya de que el hombre antepone su propio saber al saber que
perfectamente comprendida —y también denunciada— por el mismo Dios le comunica, sino de que antepone además su propia capacidad
Barth. Esta consecuencia es sencillamente la incredulidad, la negación y su propia fuerza a la capacidad y a la fuerza de Dios: la salvación
de la fe (Unglaube)6 Y ello por dos razones, que Barth explica que procede del hombre está antes que la salvación que procede de
ampliamente. Dios.
Ante todo, porque la revelación es el acto por el que Dios se da a La consecuencia que Barth deduce de estos planteamientos es que
conocer a sí mismo, mientras que la religión es el esfuerzo del hombre la revelación es, al menos en principio, la abolición y la superación
por conocer él a Dios mediante las propias capacidades humanas. La (Aufhebung) de la religión11. Es decir, la revelación de Dios viene a
revelación es verdaderamente tal porque nos enseña algo absoluta- superar y a suprimir a la religión. La revelación desenmascara a la
mente nuevo, algo que el hombre ignoraba totalmente y de lo que él religión, a toda religión, como incredulidad, puesto que nada hay tan
no puede instruirse a sí mismo, ni puede instruir a los demás7. Ahora opuesto a la fe, y que sea como una idolatría, ya que, confiándose a
bien, desde este punto de vista, la religión aparece como una empresa las criaturas, el hombre se entrega a los ídolos, que son la falsificación
que consiste, en cierto modo, en adelantarse al designio de Dios, en de la divinidad.
prevenir ese designio, en sustituir la obra de Dios por una construc- Sin embargo, hay que reconocer que la postura de Barth no es tan
ción humana, instalando una imagen de Dios, nacida de la autonomía radical como parece en lo que acabamos de ver. En realidad, él
humana, en el lugar y el sitio que corresponde a la realidad divina tal reconoce una religión verdadera, que es la cristiana. Porque, en su
como ella se ofrece a nosotros en la revelación. Es decir, se antepone opinión, la religión puede ser justificada y santificada por la revela-
lo que nosotros sabemos de Dios a lo que Dios quiere enseñarnos de ción. Hay verdadera religión, lo mismo que hay pecadores justifica-
sí mismo. En definitiva, se ve que el hombre instala un ídolo, una obra dos: «Una religión no puede ser considerada como verdadera nada
humana, en el lugar de Dios. He ahí la incredulidad. Barth recuerda a más que de la misma manera que un pecador puede ser declarado
este propósito un texto genial de Calvino cuando llama al ingenio justificado»12.
humano «una fábrica perpetua de ídolos»8. De esta manera, Bart ha sabido plantear uno de los problemas
La segunda razón que propone Barth va más al fondo de la más serios que el cristianismo, como mensaje revelado por Dios, tiene
cuestión. La revelación no consiste solamente en que Dios se da a que afrontar. Pero la verdad es que Barth no acertó a dar con una
conocer, sino que es además el acto por el que Dios reconcilia al respuesta satisfactoria. De ahí la polémica que este asunto ha suscita-
hombre consigo9. La revelación presupone que el hombre no puede do entre los teólogos en los últimos años 13 . No se trata aquí de
ayudarse de verdad a sí mismo, pero que sin embargo no está analizar esa polémica, ya que eso complicaría innecesariamente nues-
condenado a la perdición. Desde este punto de vista, la revelación de tro estudio. Se trata simplemente de ofrecer algunos elementos de
Dios en Jesús el Mesías significa que en él nosotros los hombres
hemos sido reconciliados y salvados. Ahora bien, la religión es el
esfuerzo del hombre por salvarse él a sí mismo: las leyes religiosas, las 11. Ibid., 304.
12. Ibid., 356. Sobre todo este asunto, existe también la edición del mismo K. Barth,
prácticas religiosas, las observancias de todo tipo son, en definitiva, el Das christliche Verstündnis der Offenbarung, Manhein 1948. Una exposición breve y clara
intento de los hombres por salvarse y justificarse ellos mismos. Lo de la doctrina de Barth, en G. Thils, Christianisme sans religión?, Paris 1968, 13-27.
cual quiere decir que, también desde esta perspectiva, la religión Excelente estudio en H. U. von Balthasar, Karl Barth. Darstellung und Deutung seiner
aparece como una oposición radical a la revelación10. En este caso, Theologie, Kóln 1951, 278-335. Para precisar el pensamiento de Barth, es importante
también el estudio de sus diferencias y controversias con E. Brunner, tema que ha sido
bien expuesto por G. Sóhngen, Die Einheit in der Theologie. Gesammelte Abhandlungen,
Aufsatze, Vortrage, München 1952, 248-264; W. H. van de Pol, Das Reformatorische
Christeníum, Einsiedein 1956, 117-192; y debe verse la obra de E. Brunner, Natur und
6. K. Barth, o. c, 324.
Gnade. Zum Gesprách mil Karl Barth, Zurich 1938. También véase la obra de H. Fries,
7. Ibid., 32».
Bultmann-Barth und die katholische Theologie, Stuttgart 1955. En general, para el plantea-
8. Hominis ingeniumperpetuam, ut ita loquar, esse idolorumfabricam... Homo qualem
miento de un cristianismo sin religión, es decisiva la obra de K. Barth, Der Romerbrief
intus concepit Deum, exprimere opere tentat. Mens igitur idolum gignit, manusparit: Instit.
Zürich 1947,211-253.
I, 11,8; K. Barth, o. c, 329.
13. Para una información sobre esta controversia, cf. H. G. Pohmann, Abriss der
9. Ibid., 335.
Dogmatik, Gütersloh 1973, 30. También R. Guardini, Religión y revelación, Madrid 1960.
10. Ibid.. 335-336.
Esta problemática, como es bien sabido, ha sido prolongada en la llamada teología
412 Reflexión sistemática Religión y revelación 413

reflexión que ayuden a situar en su verdadero puesto la práctica Dios al hombre, está claro que tal comunicación debe acontecer como
sacramental de los cristianos. algo que viene al hombre y no como algo que brota del mismo
Y, ante todo, el problema está en determinar desde qué punto de hombre. Además, sólo en la concepción extrinsecista queda induda-
vista se establece el concepto mismo de revelación. A este respecto, blemente garantizado el carácter sobrenatural de la revelación. Así la
hay que decir que existen dos concepciones, diametralmente opuestas, teología no se verá nunca reducida a antropología. Y la fe se distingue
de lo que es la revelación. Por una parte, está la concepción inmanen- nítidamente de la religión.
tista de la revelación; por otra parte y en el extremo opuesto, está la Sin embargo, hay que reconocer que la coherencia de ese plantea-
concepción extrinsecista de la misma revelación. La concepción inma- miento es una coherencia puramente teórica y abstracta. Porque la
nentista ha sido vigorosamente defendida por el modernismo, para el cuestión es muy distinta cuando las cosas se ven tal como de hecho
que la revelación no es más que la evolución, inmanente y necesaria, han ocurrido en la práctica. Por una razón que se comprende ensegui-
del hecho religioso. Es decir, la revelación consiste sencillamente en da: la revelación de Dios a los hombres se ha producido históricamen-
que el hecho religioso, al objetivarse y concretarse en las más variadas te a través de experiencias religiosas que los hombres han tenido.
formas, tal como aparece en la historia de las religiones, evoluciona Ahora bien, desde el momento en que la revelación ha acontecido de
lentamente y se eleva a una pureza superior hasta objetivarse en el esa manera concreta dentro de la historia, resulta prácticamente
judaismo y el cristianismo14. La revelación, en este caso, no sería, en imposible disociar la comunicación de Dios al hombre de la experien-
última instancia, sino un producto de la experiencia humana llevada cia o experiencias que han vivido los hombres al recibir la revelación.
hasta su máxima plenitud. Por el contrario, y frente a ese plantea- La palabra que adviene al hombre se hace experiencia que brota en él
miento puramente antropológico, la concepción extrinsecista afirma mismo. Por lo tanto, en el momento mismo en que la comunicación
que la revelación es un acontecimiento absolutamente superior al de Dios al hombre es percibida y asumida por éste, la revelación y la
hombre, que está siempre por encima de él, y que consiste en una religión encuentran inevitablemente un punto de conjunción y de
intervención extrínseca de Dios, que habla a los hombres por medio sutura, de tal manera que, por más que teóricamente puedan ser
de los profetas y demás autores inspirados y así les comunica sus diferenciados el hecho revelado, por una parte, y el hecho religioso,
verdades. Tales verdades son inaccesibles al hombre por sí mismo y por otra, en la práctica concreta de la experiencia histórica resultan
además requieren siempre el sometimiento y la obediencia que el inseparables.
hombre debe expresar en la aceptación incondicional de lo que Dios Pero, ¿significa eso que, en definitiva, religión y revelación son la
le dice15. En este caso, el dato puramente antropológico queda misma cosa? ¿es, entonces, la revelación una simple modalidad teórica
absolutamente superado por el acontecimiento de la revelación divi- en nuestra manera de concebir y comprender la religión? Es evidente
na, cuyo carácter sobrenatural está asegurado de todo riesgo de que si a estas preguntas respondemos afirmativamente, destruimos
contaminación inmanentista y antropológica. Parece bastante claro por su misma base el concepto cristiano de la revelación. Porque por
que las ideas de K. Barth se sitúan abiertamente del lado de esta más que la revelación acontezca siempre en una determinada expe-
concepción extrinsecista. riencia humana, en una experiencia religiosa, el hecho de la revelación
Planteado el problema en estos términos, es evidente que la en sí es necesariamente la comunicación de Dios al hombre. Es decir,
concepción extrinsecista hace la impresión, al menos en principio, de el hecho de la revelación no brota del hombre, sino que procede de
una mayor coherencia. Porque si la revelación es la comunicación de Dios. Es Dios el que toma la iniciativa y el que suscita en el hombre la
experiencia religiosa. Por lo demás, no es éste ni el lugar ni el
radical, especialmente a partir de la obra de J. A. T. Robinson, Sincero para con Dios, momento de detenernos a hacer una demostración de este plantea-
Barcelona 1967. Se puede ver un excelente resumen de esta problemática en H. Fries, Fe e
iglesia en revisión, Santander 1972, 79-94, que recoge además la bibliografía sobre este
miento básico de la teología cristiana16.
asunto.
14. Cf. K. Rahner, Revelación, en Sacramentum mundi VI, 92. Por lo demás, como , 16. Como se ha dicho acertadamente, «contra la tendencia del hombre, que se da
advierte el mismo Rahner, esta manera de presentar la doctrina del modernismo sobre la también en la iglesia, a afirmarse a sí mismo, el concilio Vaticano II pone a la iglesia y al
revelación corresponde a «la forma sistematizada de la condenación eclesiástica». creyente en la situación de oyente de la revelación. Escuchar la revelación significa por de
15. Ibid. Tanto para este punto como para la doctrina modernista, cf. J. Lebreton, pronto oír la sagrada Escritura de la antigua y nueva alianza, que por su parte remite a
L'encycliaue et la ihéologie moderniste: DAFC III, 675-677, citado por R. Latourelle, Dios, el cual se revela a sí mismo en su bondad y sabiduría»: K. Rahner, Revelación, en
Théologie de la revélaíion, 224. Sacramentum mundi VI, 80.
414 Reflexión sistemática Religión y revelación 415
Ahora bien, si efectivamente estamos de acuerdo en que la revela- términos, honestamente se debe decir que, efectivamente, la experien-
ción cristiana acontece siempre en una determinada experiencia reli- cia histórica nos enseña que las mediaciones de lo religioso se han
giosa, la cuestión que debemos plantearnos es cómo y de qué manera pervertido con excesiva frecuencia y se han deformado hasta el punto
la revelación se relaciona con el hecho religioso: ¿acepta el hecho de actuar como verdaderos engaños en la conciencia del hombre
religioso, sin más? ¿lo modifica de alguna manera? religioso. El ejemplo quizás más claro en este sentido es la deforma-
Ante todo, es necesario hacer aquí una distinción elemental: una ción religiosa a que llegaron los fariseos y los dirigentes judíos del
cosa es el hecho religioso en sí; otra cosa es el conjunto de mediacio- tiempo de Jesús. Precisamente, el enfrentamiento de Jesús con la
nes a través de las cuales se concreta, se expresa y se realiza el hecho religión de su tiempo, tal como lo hemos analizado en el capítulo
religioso. El hecho religioso en sí es sencillamente la relación del segundo de este libro, nos está diciendo hasta qué punto aquella
hombre con Dios. Las mediaciones de ese hecho son la doctrina, la deformación de lo religioso fue radical y de fatales consecuencias.
oración, el culto y el comportamiento ético. Es evidente que la Jesús se enfrentó con la religión de su tiempo, no porque él no fuera
revelación cristiana asume el hecho religioso en sí, es decir, la relación religioso, sino porque lo era verdaderamente. Y precisamente por eso
del hombre con Dios. Pero, ¿asume las mediaciones de lo religioso sin atacó tan duramente las deformaciones religiosas de fariseos, letrados
más? y sacerdotes.
Para responder a esta pregunta, será útil recordar la conocida De esta manera tenemos ya una primera respuesta al problema
distinción entre la esencia de la religión y las posibles deformaciones planteado. Y esa respuesta se puede formular así: el mensaje revelado
de lo religioso17. La revelación cristiana asume lo que hemos llamado en Jesús y por Jesús tiene siempre y esencialmente el derecho y el
la esencia de la religión, la religión en sí. Pero obviamente no asume, deber de criticar las mediaciones de lo religioso. Es decir, el mensaje
ni puede asumir, las deformaciones de la religión. En este sentido, se cristiano tiene el derecho y el deber de denunciar las deformaciones
ha dicho con toda razón que si la religión es lo que por ella entiende la que históricamente se van presentando en la práctica religiosa de los
crítica de la religión —venga de donde venga esa crítica— está hombres; el mensaje cristiano debe siempre desenmascarar las perver-
plenamente justificado hablar de un cristianismo sin religión. En siones de la praxis religiosa. Y debe hacer eso siempre porque el
efecto, si la religión pretende poner a Dios a su absoluta disposición, comportamiento de Jesús es normativo para los creyentes de todos los
si intenta fabricar una imagen de Dios de acuerdo con las ideas y los tiempos. Teniendo presente que este planteamiento debe ser aplicado,
deseos del hombre, si se pone al servicio de objetivos y de metas ante todo, a las deformaciones que puedan presentarse en la misma
humanas, si sirve para legitimar, justificar o camuflar ideológicamen- iglesia, es decir en la praxis religiosa de quienes se consideran en
te determinadas relaciones o situaciones, el cristianismo será sin duda posesión de ese mensaje.
el fin de la religión y su condena18. Pero aun con esto que acabamos de decir, subsiste la pregunta: ¿es
Pero con eso no está dicho todo. Ni siquiera está dicho lo que las mediaciones de la religión tienden en la práctica a convertirse
principal. Porque el problema concreto que aquí se plantea está en en verdaderas deformaciones y hasta perversiones de lo religioso? La
saber si, históricamente y tal como de hecho ocurren las cosas en esta respuesta más radical a esta cuestión es la que, en el fondo, presenta la
vida, las mediaciones de la religión están siempre expuestas al peligro teología protestante, cuyo ejemplo más significativo en nuestros días
de deformarse. Y no solamente eso, sino sobre todo, el problema está es la problemática que K. Barth ha planteado. La razón última de esa
en saber si, de hecho, la mediaciones de la religión tienden en la problemática está en la doctrina protestante sobre la justificación: el
práctica a convertirse en verdaderas deformaciones y hasta perversio- hombre está corrompido radicalmente y de esa corrupción participa
nes de lo religioso. Ahora bien, planteado el problema en estos todo lo humano. Ahora bien, la religión, como obra humana que es
está también viciada por su misma base. De ahí que la religión es el
17. Esta distinción ha sido formulada por B. Welte, Wesen und Unwesen der deseo de adueñarse de Dios y por eso no puede ser definida de otra
Religión, en la obra Auf der Spur des Ewigen, Freiburg-Basel-Wien 1966, 279-296. manera nada más que diciendo que es un culto a los ídolos que el
También se podría distinguir, a este respecto, entre la religión en sentido amplio y la
religión en sentido estricto, como lo ha hecho P. Tillich frecuentemente en sus escritos, hombre se fabrica a su antojo 19 . Desde este punto de vista, está claro
por ejemplo en Kultur und Religión I y II, Stuttgart 1959 y 1963. Cf. H. Fries, Fe e iglesia que las mediaciones de la religión tienden incesantemente y hasta
en revisión, 86.
18. H. Fries, o. c, 83. 19. Ibid., 84.
416 Reflexión sistemática Religión y revelación 417

necesariamente a deformarse y pervertirse de raíz. Pero, por lo que sociedad. En efecto, el hecho religioso no consiste solamente en la
acabamos de indicar, el problema está esencialmente determinado experiencia que viven los individuos cuando se relacionan con Dios.
por la posición que se adopte en lo referente a la doctrina sobre la El hecho religioso es además un fenómeno social y, por cierto, un
justificación y consiguientemente por la posición que se adopte en la fenómeno social institucionalizado, es decir organizado y cristalizado
comprensión misma del hombre. Es claro que si partimos del princi- en un cuerpo de doctrina, unas normas, unas prácticas, unos dirigen-
pio según el cual el hombre está radicalmente corrompido, hasta el tes, etc. Ahora bien, desde el momento en que el hecho religioso
punto de que todas sus obras están viciadas por su misma base, funciona así en la sociedad, las mediaciones de la religión experimen-
entonces no queda más remedio que aceptar la corrupción radical de tan el impacto y la influencia de las fuerzas e intereses que determinan
lo religioso. Pero lo que está por demostrar es que esa tesis del y configuran a la misma sociedad. Por ejemplo, todos sabemos que la
protestantismo clásico20 pueda hoy ser aceptada por la teología, no economía y la política son dos fuerzas sociales de primera magnitud.
sólo la católica, sino incluso la protestante 21 . A este respecto, se Pues bien, resultaría sencillamente ingenuo hablar del hecho religioso
puede decir, con toda seguridad, que esa visión, tan radicalmente y de las mediaciones de la religióm sin tener en cuenta la incidencia
pesimista, sobre el hombre y sus obras, resulta sencillamente inacep- que lo económico y lo político han tenido y siguen teniendo en ese
table 22 . Lo que significa que no podemos aceptar la idea de una hecho y en esas mediaciones. Como sería igualmente ingenuo, hablar
radical perversión de las mediaciones religiosas, como hecho inevita- de la economía y de la política desconociendo los factores religiosos
ble y en todo caso necesario. que las condicionan. De este asunto se ha ocupado amplísimamente la
Sin embargo, aun cuando las mediaciones religiosas no tengan sociología de la religión23 y no parece necesario repetir aquí lo que ya
que estar pervertidas de una manera inevitable y casi necesaria, la es sobradamente conocido. Sin embargo, lo que no resulta tan cono-
verdad es que en la práctica diaria de la vida, tal como están de hecho cido, al menos para muchas personas, es el hecho de que las medicio-
organizadas las religiones y tal como funciona el hecho religioso, nes de la religión, al sufrir el impacto de lo político, lo económico, lo
sabemos de sobra que las mediaciones de la religión tienden incesan- social, lo ideológico y así sucesivamente, se impurifican con bastante
temente a degradarse y pervertirse, resultando con frecuencia formas frecuencia y a veces hasta se pervierten radicalmente. Por ejemplo,
aberrantes y expresiones inauténticas de lo religioso, que más sirven todos sabemos que, en muchas ocasiones, la doctrina y la predicación
para ocultar a Dios que para revelarlo al mundo. Y así, la experiencia religiosas han sido abiertamente utilizadas para defender o potenciar
nos enseña que muchas veces la doctrina que se predica o el culto una determinada opción política. Como sabemos igualmente que, no
ritual que se pone en práctica no son precisamente las mediaciones pocas veces, los cultos y las ceremonias religiosas han servido para
más adecuadas y coherentes para que los hombres se pongan en magnificar o simplemente legitimar a determinados personajes políti-
relación con Dios. cos. Y lo que se dice de la política, se podría también decir de la
Pero, ¿por qué las mediaciones de la religión tienden incesante- economía, de las clases sociales, de determinadas ideologías o de
mente a degradarse y pervertirse? ¿por qué esas mediaciones se ciertos intereses de la sociedad en general.
convierten con frecuencia en formas aberrantes y en expresiones
inauténticas de lo religioso? La respuesta no hay que buscarla en la
naturaleza de la religión en sí misma, sino en el hecho religioso tal 23. La bibliografía que aborda esta problemática, desde diversos puntos de vista, es
como en la práctica está organizado y tal como funciona en la inmensa. Es básica en este sentido la obra de M. Weber, Economía y sociedad, México
1944; y su obra, tan clásica como debatida, Die protestantische Ethik umt der Geist des
Kapitalismus y también Die protestantischen Sekten undder Geist des Kapitalismus, ambas
20. Una presentación en síntesis de la doctrina luterana sobre este asunto, en O. H. obras editadas en Gesammelie Aufsatze zur Religionssoziologie I, Tübingen 1947. Las
Pesch, La gracia como justificación y santificación del hombre, en Mysterium salutis IV/2, ideas de M. Weber han suscitado una considerable polémica, que ha llenado bibliotecas
797-802, con bibliografía selecta en 874-876. enteras. Ha recogido lo principal de esta controversia el volumen editado por R. W.
21. Esto es cierto hasta tal punto que actualmente se plantea la cuestión de si Green, Protestantism and Capitalism. The Weber Thesis and its Critics, Boston 1959.
protestantes y católicos podemos estar realmente «unidos en la doctrina de la justifica- Sobre toda esta problemática, debe verse la obra de J. Matthes, Introducción a la
ción». Una buena presentación de este punto, en O. H. Pesch, o. c, 856-872, donde se sociología de la religión, 2 vol. Madrid 1971. También J. Milton Yinger, Religión, persona,
recoge también la bibliografía sobre el tema. sociedad, Madrid 1969, asi como la obra de T. Luckmann, La religión invisible. El
22. Una buena presentación de la doctrina teológica sobre este punto puede verse en problema de la religión en la sociedad moderna, Salamanca 1973. El lector encontrará en
M. Flick-Z. Alszeghy, El evangelio de la gracia, Salamanca 1967, 139-173. estas obras referencias bibliográficas a los estudios más importantes sobre el tema.
418 Reflexión sistemática La celebración 419

Ahora bien, es evidente que si las prácticas religiosas son manipu- 5. Por consiguiente, cuando los cristianos vivien de tal manera
ladas y hasta adulteradas, en el sentido explicado, el mensaje de la que, en la práctica, se comportan más como personas profundamente
revelación cristiana puede y debe enjuiciar a esas prácticas, puede y religiosas que como sinceros creyentes, está claro entonces que el
debe denunciar lo que en ellas se produzca de inauténtico o contradic- hecho religioso ha venido a desvirtuar y posiblemente incluso a
torio. Y es importante destacar esta dimensión del mensaje cristiano. anular el significado y las exigencias de la revelación.
Porque, como hemos visto detenidamente en el capítulo segundo de
este libro, una de las tareas más fundamentales que asumió Jesús fue
precisamente la denuncia frente a los abusos y las falsificaciones en 2. La celebración
que había incurrido la práctica religiosa en su pueblo y en su tiempo.
De tal manera que seguramente en eso estuvo la causa primordial de Hablar de los sacramentos es hablar de la celebración. Porque,
su condena a muerte. Jesús comprendió, sin duda, que en eso se desde el punto de vista de una teología correcta de los sacramentos,
jugaba una carta decisiva. Y se la jugó abiertamente, hasta sus éstos no se reducen simplemente a algo que se practica o que se recibe,
últimas consecuencias. sino que consisten en algo que se celebra. Ahora bien, para poder
En resumen: después de todo lo dicho acerca de las relaciones comprender adecuadamente lo que esto significa, parece necesario
entre religión y revelación, podemos llegar a las siguientes conclu- responder a tres preguntas: 1) ¿Qué es la celebración? 2) ¿Por qué
siones: los sacramentos son una celebración? 3) ¿Cómo deben celebrarse?
1. No se puede demostrar en modo alguno que la revelación
cristiana tenga que ser asumida y vivida por el hombre de un modo
arreligioso. Y menos aún se puede demostrar que entre religión y a) ¿Qué es la celebración?
revelación exista una radical incompatibilidad o mutuo rechazo.
2. Es un hecho que la revelación cristiana, tal como histórica- Celebración o fiesta es la expresión comunitaria, ritual y gozosa
mente ha acontecido, ha sido asumida por los hombres a través de de experiencias y aspiraciones comunes, centradas sobre un hecho
experiencias religiosas. Y sabemos, además, que la revelación cristia- histórico, pasado o presente. Así, cuando un pueblo se alegra en el
na se ha expresado a través de múltiples experiencias religiosas. De aniversario de una victoria y expresa esa alegría de una manera
donde se concluye que la revelación cristiana puede y debe ser vivida determinada, en realidad lo que hace es celebrar o festejar la identidad
religiosamente. de ese pueblo, su razón de ser, el sentido de sus aspiraciones y de su
3. Pero eso no quiere decir que la revelación cristiana asuma el destino. Y lo mismo se puede decir de las celebraciones cívicas,
hecho religioso sin más. Y menos aún quiere decir que la revelación se familiares o religiosas.
acomode y se pliegue al hecho religioso de una manera ingenua o si se Pero interesa analizar más de cerca cada uno de los diverso,
quiere acrítica. Por el contrario, la revelación cristiana y la obediencia elementos que integran la celebración, para ver en concreto el signili
del hombre a esa revelación tienen siempre el cometido de criticar y cado de cada uno de ellos.
denunciar las degradaciones y perversiones que frecuentemente se Lo primero que salta a la vista, cuando uno asiste a una fiesla. »-.
producen a nivel de las mediaciones de lo religioso. que la rutina y la monotonía de la vida se interrumpe: la gente deja < L
4. Esta actitud crítica y profética debe ser asumida por el creyen- trabajar y en todo se percibe el contraste con el ritmo diario; la eiiulti. I
te sobre todo frente a las degradaciones y perversiones que pueda o la casa se adornan con lo mejor que hay, casi todo el mundo se pon.
sufrir —y que de hecho sufre— la práctica religiosa dentro de la lo mejor que tiene, lo que se come y se bebe es distinto, las convri >,.i
misma iglesia. Porque también la iglesia, como ocurre con las demás ciones y hasta la expresividad de los rostros denotan que se vive ale
religiones del mundo, vive en la sociedad y sufre, por consiguiente, el especial y por eso de una manera muy especial. Todo oslo qum
impacto de los condicionamientos económicos, políticos, sociales e decir, evidentemente, que lo cotidiano y lo habitual, lo que se contuli
ideológicos que inciden inevitablemente en todas las instituciones ra como lo normal, no es capaz de asumir ni expresar todo lo «pti- , i
religiosas. Por otra parte, la tarea y el destino de Jesús, que son en sí hombre es y lo que el hombre vive; y menos aún lo que el linmi.,
un dato fundamental de la revelación cristiana, obligan a los creyen- aspira a ser y a vivir. Por eso, en la vida de los pueblos, de lim i'lu <
tes a orientar su vida y sus decisiones en ese sentido. y de los grupos humanos tiene que hacer su aparición •!.• iirin
420 Reflexión sistemática La celebración 421
tiempo, el acontecimiento singular de la fiesta, que corta el proceso cimiento de que la vida es buena y vale la pena. Lo cual quiere decir
normal de la vida y de las cosas; y que manifiesta, de manera que la celebración es «un juicio favorable sobre nuestra existencia y la
exuberante y quizás aparatosa, que en la vida hay algo que no aparece del mundo entero»26. A pesar de las contradicciones y los fracasos,
ni puede aparecer todos los días 24 . no obstante todos los sufrimientos y todas las frustraciones, la cele-
Por otra parte, la fiesta es así precisamente porque en ella no se bración festiva no es una evasión, sino un sí a la vida, porque es
trabaja ni se rinde, es decir porque en ella se da de mano a lo útil y sumergirse en la profundidad de la existencia, asumiendo lo que hay
funcional, de tal manera que la gente se entrega gozosamente a lo que en la vida de gozoso, de positivo y de bello, para expresarlo con
no sirve para nada. Y en eso seguramente radica el contraste más alegría y hasta con exceso.
hondo que caracteriza a la fiesta. Por una razón que se comprende Todo esto nos viene a indicar que la celebración no corresponde a
enseguida: el que hace algo útil, por ejemplo el que trabaja, está lo utilitario y funcional de la vida, sino a lo estético y a lo simbólico.
pensando en la utilidad que aquello le va a reportar; por el contrario, Cuando la gente celebra una fiesta, ¿qué hace? En realidad, perder el
el que celebra y festeja, no tiene la mirada puesta en algo que sea tiempo. Exactamente lo mismo que hacen un hombre y una mujer
ajeno a la celebración misma que está viviendo. De esta manera, la cuando se quieren y pierden el tiempo mirándose a los ojos. ¿Es que
fiesta pone al decubierto el papel esencial que juega en la vida del no podrían dedicarse a otra cosa más útil? Sin duda alguna que sí.
hombre lo inútil, es decir, aquello que no se puede instrumentalizar Pero el día que un hombre y una mujer pierdan la necesidad y la
para otra cosa. Y es que la celebración festiva tiene su razón de ser y costumbre de perder el tiempo así, es evidente que han perdido lo más
su consistencia en sí misma, no en algo ajeno a la celebración en sí. grande y lo más importante de la vida. Porque han perdido la
Desde este punto de vista, la experiencia de lo festivo es como la necesidad y la capacidad de amar.
experiencia del amor. En ambos casos, se trata de experiencias que no La celebración, por tanto, es una expresión simbólica. Ahora
se pueden encuadrar en el ámbito de lo útil, sino en el ámbito de lo bien, a este propósito se plantea enseguida una cuestión elemental:
que tiene su explicación en sí mismo. Por lo tanto, festejar es vivir y una expresión, ¿puede ser una cosa reglamentada y prescrita mediante
expresar la experiencia esencial de la vida; y es, por eso, situarse en el normas externas? En realidad, nuestras liturgias son actos estricta-
centro mismo de la existencia. Justamente allí donde vive y se expresa mente reglamentados. Pero, ¿deberían ser así? En principio, parece
el amor. que no. Por la sencilla razón de que la expresión es algo que brota de
Ahora bien, esto quiere decir que existe una diferencia esencial dentro: expresar la alegría o la tristeza es algo que no parece se pueda
entre la fiesta y la diversión. El que se divierte se repliega sobre sí reglamentar. De lo contrario, caeríamos en el formalismo y en la
mismo y se limita a disfrutar; el que festeja, por el contrario, se abre a teatralidad, pues como bien sabemos la expresión teatral es una cosa
los otros y participa con los otros en un acontecimiento que a todos reglamentada, pero no brota de la experiencia interior, sino del
les concierne. La diversión brota del amor a sí mismo y degenera con formalismo de la representación. Por lo tanto, desde este punto de
frecuencia en egoísmo; la fiesta es la expresión gozosa de un proyecto vista, se puede decir que la celebración no tiene por qué estar
compartido. Por eso, la fiesta se diferencia radicalmente de la frivoli- reglamentada y organizada mediante normas externas o rúbricas
dad, aunque superficialmente puedan a veces parecer semejantes25. litúrgicas, porque la norma es exterior a la persona, mientras que la
Porque la frivolidad es la expresión de sentimientos superficiales de la expresión es auténtica en la medida en que brota de la persona misma,
persona, mientras que la fiesta y la celebración son la manifestación es decir, de la experiencia que se expresa simbólicamente.
más ostentosa de la fe en la vida. Pero con decir eso nada más, no hemos tocado la verdadera
Y con esto tocamos el punto esencial: la celebración festiva es algo cuestión que aquí se plantea. Porque una cosa es la expresión indivi-
tan importante y tan serio porque en ella afirmamos nuestro conven- dual y otra cosa es la expresión comunitaria. La individual puede y
debe ser enteramente espontánea, porque el individuo, que se expresa
24. Sobre este punto y, en general, para un estudio acerca del sentido de la fiesta y la a solas, es libre para expresarse como él quiera. Pero en el caso de la
celebración, cf. J. Mateos, Cristianos en fiesta, Madrid 1972, 237-248; H. Cox, Las fiestas
de locos, Madrid 1972, 37-43; J. Pieper, Zustimmung zur Welt. Eine Theorie des Festes,
celebración, se trata de una expresión comunitaria, es decir se trata de
München 1963; J. Moltmann, Sobre la libertad, la alegría y el juego, Salamanca 1972; L. la expresión de experiencias comunes, compartidas por un grupo o
Maldonado, Iniciaciones a la teología de los sacramentos, Madrid 1977, 109-114.
25. Cf. H. Cox, Las fiestas de locos, 42-43. 26. J. Mateos, Cristianos enfiesta, 239.
422 Reflexión sistemática La celebración 423

una comunidad. Ahora bien, la expresión colectiva o comunitaria otras se expresa mediante una unción con saliva. De acuerdo con lo
requiere una cierta unidad o, dicho de otra manera, exige formas de que hemos explicado en el capítulo sexto, parece que se puede decir
exteriorización que resulten válidas para todos los participantes. Por con bastante seguridad que los símbolos son siempre culturales. De
eso se comprende que en las celebraciones litúrgicas se establezca una ahí lo incoherente que resulta imponer unas formas de celebración
cierta normativa que ayude a proteger la unidad, por tratarse de una sacramental que sean universalmente válidas para todos los hombres
expresión comunitaria. de todos los tiempos y de todas las culturas. Sin duda, por eso, el
Desde este punto de vista, resulta lógico y coherente decir que la concilio Vaticano II ha dicho con toda razón que «la iglesia no
celebración es una expresión, no sólo comunitaria, sino además ritual. pretende imponer una rígida uniformidad en aquello que no afecta a
Y eso quiere decir que en la celebración hay que llegar a un común la fe o al bien de toda la comunidad, ni siquiera en la liturgia; por el
acuerdo y por eso a una expresión común que resulte válida y contrario, respeta y promueve el genio y las cualidades peculiares de
realmente expresiva para todos los participantes. Por consiguiente, la las distintas razas y pueblos; estudia con simpatía y, si puede, conser-
celebración sacramental no puede ser una expresión puramente es- va íntegro lo que en las costumbres de los pueblos encuentra que no
pontánea y menos aún anárquica, como si cada uno pudiera expresar- esté indisociablemente unido a la superstición y al error, y aun a veces
se a su antojo y siguiendo los impulsos del momento. Ni en la lo acepta en la misma liturgia, con tal que se pueda armonizar con su
celebración cristiana, ni en ningún otro tipo de celebración se hacen verdadero y auténtico espíritu»27; 3.°) el nivel grupal: es el que es
así las cosas. Por ejemplo, en un banquete de homenaje, cuando llega propio de cada grupo dentro de una cultura determinada, por ejem-
la hora de los postres, los comensales puestos en pie levantan sus plo no es lo mismo una asamblea de personas mayores que una
copas y expresan de esa manera su adhesión a las palabras de elogio reunión de jóvenes; y no es lo mismo una reunión de campesinos que
que se acaban de pronunciar. Pero está claro que, en ese momento, no una celebración entre hombres de ciencia. Está claro que el lenguaje,
suele ester permitido que uno de los asistentes se encarame a una mesa los gestos y, en general, las formas de expresión no pueden ser
y baile allí un zapateado, por más que al improvisado bailarín le exactamente las mismas en todos esos casos, por más que existan
entren ganas de hacerlo. Cabe decir que, en ese momento, el «ritual» símbolos que a nivel cultural son comunes a todos 28 .
no permite semejante extravagancia. Por eso, se puede afirmar que el Es evidente que la celebración cristiana ha de tener en cuenta estos
ritual sirve para unificar las expresiones individuales y hacer de todas distintos niveles, si quiere ser una expresión verdadera de la experien-
ellas una sola expresión común, compartida por todos y aceptable cia de los creyentes y no una mera fórmula ritual que se impone desde
para todos y cada uno de los participantes. El ritual es, pues, el fuera y en la que no se expresa lo que realmente viven los partici-
resultado de un acuerdo comunmente compartido. pantes.
Este común acuerdo se puede entender a tres niveles: 1.°) el nivel Pero aquí es necesario hacer una advertencia importante. Por
universal: es el que corresponde a los trazos comunes de la humani- cuanto acabamos de decir, se comprende que lo esencial en la celebra-
dad y se basa en la común organización física de nuestro cuerpo y, ción no es el ritual, sino la experiencia que se expresa mediante unos
según piensan algunos, en el «inconsciente colectivo» que se expresa símbolos determinados. Las formas de expresión, ya lo hemos indica-
en arquetipos comunes a todos los hombres de todos los tiempos y de do, quedan unificadas mediante el ritual, que cumple así la función
todas las culturas, por ejemplo comer juntos para expresar la amistad, subsidiaria de ayudar para que las expresiones individuales no se
postrarse para expresar el respeto, etc. Pero aquí conviene recordar lo dispersen arbitrariamente o anárquicamente, con detrimento de la
que ya se explicó al hablar de las relaciones entre naturaleza y cultura, unidad. Pero debe quedar claro que el ritual, por sí mismo, no tiene
cuando se trata de los símbolos. De ello hemos hablado en el capítulo ningún valor de carácter más o menos mágico, como si por el solo
sexto de este libro. Evidentemente, los que afirman que todos los hecho de ejecutar un determiado ritual se tuviera que producir auto-
símbolos son «culturales», es decir, productos de cada cultura, se máticamente un determinado efecto saludable. Es verdad que los
niegan a aceptar la existencia de símbolos universales. De ser válida teólogos dogmáticos han enseñado que el rito sacramental es, por sí
esta interpretación, no tendría razón de ser, como es lógico, el nivel
universal; 2.°) el nivel cultural: es el que corresponde a los trazos
propios de cada cultura, por ejemplo la bendición se puede expresar 27. SC 37.
mediante una imposición de manos en unas culturas, mientras que en 28. Cf. para todo este asunto J. Mateos, Cristianos enfiesta, 269-271.
424 Reflexión sistemática La celebración 425

mismo, «causa» de la gracia que recibe el sujeto29. Pero aquí se debe tomar las decisiones concretas que sé deben adoptar, pues de no ser
recordar que esa concepción del sacramento no aparece en los escritos así, la norma llegaría a adquirir un valor absoluto por encima del
del nuevo testamento30, ni en la tradición más antigua de la iglesia31, discernimiento cristiano, lo cual está abiertamente en contra de las
ni aun siquiera se puede decir que eso sea una afirmación de la fe de la afirmaciones expresas del nuevo testamento. En segundo lugar, que
misma iglesia32. Por lo demás, cuando hablemos, más adelante, de la las normas litúrgicas no pueden tener un carácter rígido y pormenori-
eficacia de los sacramentos, al explicar la fórmula ex opere operato, zado, fijando todos los detalles y con una pretensión de absoluta
matizaremos más en concreto lo que se debe pensar sobre este asunto. validez para todos los casos posibles, ya que entonces la norma
Por último, de acuerdo con lo que hemos dicho en el capítulo resultaría inadecuada para expresar la experiencia que viven las
séptimo, al hablar de los sacramentos como símbolos de libertad, es personas en cada momento y en cada situación. La norma sería lo
importante recordar aquí que las normas litúrgicas deben tener, al absoluto y la expresión de la experiencia no tendría más remedio que
igual que el ritual, un papel puramente subsidiario. Lo cual quiere supeditarse al cumplimiento de la ley. He ahí la perversión que, con
decir dos cosas. En primer lugar, que tales normas, como toda ley demasiada frecuencia, sufren nuestras liturgias, en las que no parece
eclesiástica, no pueden tener otro sentido que el de ayudar a la que se trate de expresar una experiencia, sino de observar rígidamente
comunidad cristiana para hacer su propio discernimiento, en orden a un ritual, porque de su fiel cumplimiento se espera automáticamente
la comunicación de la gracia.
29. Cf. M. Nicolau, Teología del signo sacramental, 239-243, que resume en líneas
generales lo que ha sido la enseñanza de los teólogos a este respecto. Los teólogos,
además, han enseñado que se trata de una causalidad «instrumental».
30. Aquí se debe tener en cuenta, ante todo, que el concepto de causalidad, aplicado b) ¿Por qué los sacramentos son una celebración?
a los sacramentos, se introduce en la teología en época muy tardía, concretamente en el
siglo XII, como está bien demostrado. Cf. R. Hotz, Sakramente im Wechselspiel zwischen Después de lo dicho, la respuesta a esta cuestión no ofrece
Ost und West, 74-80. Por otra parte, los textos que se suelen citar, para probar la
causalidad de los sacramentos, se basan en la utilización de la preposición diá. En este
dificultad. Los sacramentos son una celebración porque son la expre-
sentido, se aduce Tit 3, 5 y 2 Tim 1,6. Pero curiosamente en esos textos, la preposición diá sión comunitaria, ritual y gozosa de las experiencias y aspiraciones
va con genitivo y no con acusativo, y es precisamente con acusativo cuando esa comunes de los cristianos, que recuerdan de esa manera y manifiestan
preposición indica la idea de causa. Y aunque hay casos en los que se puede presentar esa así lo que para ellos es Jesús el Mesías, especialmente su muerte y su
preposición con un genitivo causal (Rom 8, 3; 2 Cor 9, 13), no parece que en los textos
citados antes tenga ese sentido. Cf. W. Bauer, Wórterbuch zum N. T., 359. Aparte de eso, resurrección.
estaría por demostrar que el texto de 2 Tim 1, 6 se refiere a un gesto sacramental. En Al decir esto, estamos afirmando que los sacramentos no son
cuanto al texto de Jn 3, 5, debe tenerse presente que la preposición ék no indica simples rituales que se cumplen con fidelidad y exactitud de acuerdo
propiamente causalidad, sino origen. Cf. M. Zerwick, Graecitas bíblica, Roma 1960,44. Y con las normas establecidas. Y no son simples rituales porque todos
aparte de eso, no parece que en ese texto el evangelio de Juan hable de los sacramentos,
concretamente del bautismo, sino de la nueva vida que brota de la cruz. Cf. J. Mateos-J. sabemos de sobra que un ritual se puede ejecutar cabalmente sin que
Barreto, El evangelio de Juan, 188-189. por eso aquello sea o resulte una celebración festiva. El ritual se puede
31. Ya se ha dicho que el concepto de causa se introduce en la teología sacramental cumplir rutinariamente, como se hace cualquier cosa entre las muchas
durante el siglo XII. En la tradición antigua, encontramos, por ejemplo, el testimonio de cosas que tenemos que hacer todos los días. El ritual, por sí solo, es
la Didujé, según el cual a los cristianos se les exige una conciencia pura, precisamente
«para que el sacrificio sea puro» (14, 1) y «para que vuestro sacrificio no se manche» (14,
una expresión formal que en muchos casos se puede realizar vacío de
2). El sacrificio es puro porque es limpia la actitud de los participantes. O sea, la contenido. Justamente lo que ocurre con demasiada frecuencia en
causalidad no va del sacrificio a la conciencia, sino exactamente al revés: de la conciencia nuestras iglesias cuando los fieles asisten pacientemente, incluso resig-
al sacrificio. Esta misma idea aparece expresamente formulada por Ireneo: Igitur non nadamente, a funciones aburridas y monótonas en las que se puede
sacrificio sanctificant hominem; non enim indiget sacrificio Deus: sed conscientia eius qui
offert santificat sacrificium: Adv. Haer IV 31, 2; Harvey II, 203. En general, cuanto se dijo
ver cualquier cosa menos el talante festivo y gozoso de una auténtica
en el capítulo II de este libro acerca del rechazo del culto ritual en la iglesia antigua, vale celebración.
para probar lo que venimos indicando. En el fondo, el problema está en que no nos hemos convencido
32. En los cánones de la sesión VII de Trento no se utiliza el término «causa». Y prácticamente de estas cosas: 1) que los sacramentos son esencial-
aunque se dice que «confieren» (conferre) la gracia (DS 1606; 1608), lo que está por
demostrar es que el concilio quisiera definir que tal comunicación se produzca por un mente símbolos, en el sentido explicado; 2) que se trata de los
procedimiento de causa a efecto. Pero eso no está dicho en los cánones. Ni hay indicios de símbolos que asumen y expresan las experiencias más profundas y
que la intención de los padres conciliares se refiera a eso. decisivas en la vida de un hombre; 3) que además se trata de
426 Reflexión sistemática La celebración 427

símbolos comunitarios, es decir, se trata de expresiones grupales en c) ¿Cómo deben celebrarse los sacramentos?
las que los individuos no actúan como sujetos yuxtapuestos, sino
como quienes comparten y afirman una experiencia común que a Hay dos estilos o formas de celebración: un estilo sacral y ritualis-
todos les concierne. Ahora bien, está claro que cuando un grupo de ta y un estilo secular y connatural a la experiencia espontánea de los
personas se expresan simbólicamente, en el sentido explicado, tales hombres. El primero se basa en la distinción entre lo sagrado y lo
personas se expresan festivamente, gozosamente, de acuerdo con lo profano; el segundo tiene su razón de ser en la sacralización del
que hemos dicho que es la celebración. He ahí por qué los sacramen- universo que es propia de la fe cristiana. De acuerdo con lo que hemos
tos son una auténtica celebración. visto ampliamente en los capítulos segundo y tercero de este libro,
Pero aquí conviene hacer una advertencia importante. No se trata debe decirse que es el segundo estilo el que se adecúa con las
de que el sacramento se realiza o se recibe durante una celebración, exigencias de nuestra fe y el que expresa debidamente tales exigencias.
sino que se trata de que el sacramento es esencialmente una celebra- De hecho, el estilo secular es el que mejor corresponde a las experien-
ción. Porque la experiencia de la fe, que se expresa simbólicamente, cias y a la praxis de las primeras comunidades cristianas, que, como
no se reduce a la sola ejecución de la materia y forma que según la ya hemos analizado, no adoptaron para sus celebraciones el estilo de
teología tradicional son los constitutivos esenciales del sacramento. las religiones sacrales del tiempo, sino que celebraban sus asambleas
La experiencia de la fe se expresa en el conjunto de la celebración. Por en las casas, no tenían templos y adoptaron una nomenclatura secular
consiguiente, es el conjunto de la celebración lo que constituye al o civil para sus celebraciones y ministerios. Una vez más, viene bien
sacramento. Ahora bien, esto quiere decir que no es ya admisible la recordar aquí el hecho asombroso que ha recogido y formulado
teoría clásica sacramental, según la cual una cosa es la esencia del acertadamente Eduard Schweizer: todos los testimonios del nuevo
sacramento (materia y forma) y otra cosa son las ceremonias que testamento coinciden en evitar por completo los conceptos referentes
acompañan a la administración del sacramento. La antigua teología al culto sacral, sacrificios, servicio divino, sacerdocio, de tal manera
sacramental estableció esa distinción, seguramente con el buen pro- que cuando hablan de esas cosas se refieren al culto pagano o judío o,
pósito de asegurar así las condiciones mínimas que se deben exigir a veces, a actos puramente profanos. Las dos excepciones que nos
para que el sacramento resulte válido. Por otra parte, aquella teología ofrece el nuevo testamento se refieren o a Jesucristo (él es quien ejerce
elaboró una idea del sacramento que lo dejaba reducido a los elemen- el culto, ofrece el sacrificio, es sacerdote) o al culto que se realiza en la
tos esenciales del rito, la materia y la forma, según las ideas filosóficas vida cotidiana, en el compromiso recíproco de la comunidad toda.
que los teólogos escolásticos tomaron del pensamiento aristotélico. Y Esto nos viene a decir que el ámbito cultual, separado del mundo, ha
así, resultaba perfectamente admisible la desgraciada formulación sido superado; todo es profano, o mejor, todo ha sido santificado por
del catecismo de Pío V: «A la materia y a la forma van unidas las Dios 34.
ceremonias, que, fuera de un caso de urgente necesidad, no pueden De acuerdo con lo que acabamos de indicar, el local de la
omitirse sin pecado, si bien su omisión jamás anula la razón misma celebración debe ser la gran sala de reunión de la comunidad, la
del sacramento, por no pertenecer éstas a la esencia del mismo» 3 \ De familia de Dios, la domus ecclesiae o casa de la asamblea, según la
esta manera, y a partir de estas ideas tanto del sacramento como de antigua terminología35, que debe ser sobria y transparente, luminosa
las ceremonias que lo acompañan, se ha posibilitado y hasta se ha y apacible, un local que invite a la comunicación entre hermanos y
fomentado una manera de proceder en la iglesia: los sacerdotes han que no resulte aislante para quienes participan en la celebración. Por
tomado en serio el asegurar la validez del rito (materia y forma), pero tanto, el templo o iglesia no es un monumento sagrado para expresar
han descuidado asombrosamente el conjunto de la celebración, por- la gloria de Dios o el triunfo del cristianismo. Y mucho menos es un
que a fin de cuentas se pensaba que las ceremonias no forman parte centro de encuentros sociales. Tampoco tiene por qué ser un recinto
del sacramento propiamente tal. Una consecuencia más, que se ha
seguido casi inevitablemente a partir de una teología que ha concebi-
do el sacramento como un rito que comunica una gracia y no como 34. E. Schweizer-A. Diez Macho, La iglesia primitiva, medio ambiente, organización
un símbolo que expresa una experiencia. y culto, Salamanca 1974, 55-56.
35. Para este punto, Cf. M. Righetti, Manuale di sloria litúrgica I, Milano 1950, 343-
348; A. Raes, Introductio in liturgiam orientalem, Roma 1947, 19; A. G. Martimort,
33. Catecismo Romano, II, VII, Madrid 1956, 326. L'eglise enpriére, Paris 1961, 171.
428 Reflexión sistemática La celebración 429

pensado para fomentar la devoción individual en el silencio y el evolucionada, de la vestimenta de lujo que los antiguos romanos
aislamiento. Por supuesto, es importante que la comunidad disponga usaban en las solemnidades38. Pero es claro que hoy resulta sencilla-
de un local apropiado para la oración individual, una capilla indepen- mente anacrónico disfrazarse de romano para participar en una
diente de la sala de la asamblea, que sería el sitio indicado para celebración. Por otra parte, la comunidad cristiana no es —ni tiene
reservar la eucaristía para los enfermos o para los miembros de la por qué serlo— un museo de recuerdos históricos. Es decir, si en las
comunidad que no han podido participar en la asamblea común. celebraciones de los siglos IV y V se utilizaban las indumentarias de la
Pero, en todo caso, se debe acabar con la confusión práctica que época, nosotros no tenemos por qué seguirlas utilizando. He aquí un
existe entre celebración y oración personal, entre participación comu- ejemplo muy claro de las incoherencias en que se incurre cuando se
nitaria y recogimiento individual, entre la expresión festiva de la parte del supuesto según el cual hubo un tiempo ejemplar o una edad
comunidad y los actos de devoción o piedad de cada cristiano. Por de oro de la liturgia, de tal manera que nuestra tarea actual tendría
eso, desde la arquitectura hasta el mobiliario, todo en la «casa de la que consistir en intentar reproducir lo que se hacía en aquel tiempo o
asamblea» debe estar pensado y organizado para hacer posible y en aquella época: recuperar las oraciones de entonces, los ritos de
fomentar la comunicación y la participación de todas y cada una de entonces, los ornamentos de entonces, todo lo de entonces hasta
las personas que se congregan para la celebración. También aquí vale donde sea posible. No cabe duda que esta orientación ha inspirado,
el principio según el cual, en asuntos de verdadera importancia, lo muchas veces, al movimiento litúrgico y, en general, a la llamada
más práctico es tener una buena teoría. Y la teoría aquí es bastante reforma litúrgica &. Pero, al hacer eso, seguramente no se tenía
conocida y, por lo demás, muy simple: la liturgia cristiana no nació en debidamente en cuenta que una cosa es inspirarse en la tradición y
un templo, sino en una casa. Jesús celebró en una casa el primer otra cosa es reproducir el pasado. Porque los símbolos de una cultura
banquete eucarístico; y las comunidades cristianas de los primeros no son universalmente válidos para todas las culturas. Y, por otra
siglos celebraban sus liturgias en las casas. Porque, como ya hemos parte, cuando celebramos los sacramentos —hay que decirlo una vez
dicho, el templo para los cristianos es la comunidad y, en última más— no se trata de repetir mecánicamente unos ritos religiosos, sino
instancia, Cristo mismo, pero nunca un edificio36. Lo cual quiere de expresar humanamente unas experiencias que el Espíritu del Señor
decir que el local de la celebración no es la casa de Dios, sino la casa suscita en el hombre. Por lo demás, sabemos que el simbolismo del
de la asamblea. Por lo tanto, ese local debe estar construido y vestido es muy importante en la vida y en la convivencia de las
acondicionado de tal manera que en él las personas se sientan como personas: los sexos, las generaciones, las ideologías se expresan sim-
en su ambiente, para expresarse y participar sin dificultades. En este bólicamente mediante el atuendo que cada uno se pone, de tal manera
sentido, se ha dicho con razón que no se puede considerar como que con frecuencia la forma de vestirse tiene toda una capacidad
lograda una iglesia en cuyo recinto los fieles se sienten de modo que expresiva, como para significar una concepción global de la vida y de
tengan que volver a sus propias casas para poder sentirse en casa37. la sociedad. Ahora bien, desde este punto de vista, será necesario
De ahí, la orientación funcional que debe tener el edificio, la sala de la preguntarse qué es lo que en realidad simbolizan las vestimentas
comunidad, los muebles, los utensilios y la distribución del espacio. litúrgicas actuales: ¿simbolizan lo anacrónico? ¿lo sagrado? ¿lo lejano
También de acuerdo con los principios indicados anteriormente, y misterioso? ¿simbolizan lo que realmente tienen que simbolizar
los vestidos que utilicen los ministros en la celebración, deben expre- desde la comprensión cristiana de la celebración? Es claro que, en eslc
sar el sentido de fiesta y no el sentido de lo sagrado. Se sabe que los asunto, se necesitará imaginación y discreción para dar con formas y
ornamentos litúrgicos actuales son la reproducción, más o menos
38. Cf. A. G. Martimort, Veglise enpriére, 106-109. Como se ha dicho accrliulimirii
36. Aparte de lo que se ha dicho sobre este punto en el capítulo segundo de este libro, te, «nuestros ornamentos litúrgicos no son más que una forma estilizada de las vcsliilm n«
debe consultarse el excelente estudio de Y. Congar, Le mystére du temple, Paris 1958,145- que hacia fines del imperio romano se usaban para los días festivos». J. A. .(iingmimii, /•//
188; A. G. Martimort, Veglise enpriére, 170-172. sacrificio de la misa, Madrid 1951, 361.
37. W. Staehlín, Handbuch für Kirchenbau, 1959, 212. Citado por H. Schnell, La 39. Tal fue la orientación decidida de dom Guéranger (1805-1875), que ctt muí
arquitectura eclesial del siglo XX en Alemania, München 1974, 122. También sobre este actitud excesivamente reaccionaria propugnó el retorno a la liturgia romana uiinio ln
punto debe consultarse el estudio de J. G. Davies, The secutar use ofchurch buildings, forma de oración por excelencia. También en este sentido el movimiento propimimdii pn
London 1968. Asi como el trabajo de H. Schnell, Kirchenbau im Wandel. Was ist eine Alemania por la abadía de Beuron. Cf. A. G. Martimort, Veglise en prríere, Sl-H, culi
Kirche?: Das Münster 25 (1972) 1-21. bibliografía sobre este asunto.
430 Reflexión sistemática Cristo, sacramento original 431

expresiones que, por una parte, no caigan en lo extravagante y es únicamente esta comunidad concreta y desvinculada de las demás
novedoso, pero que, por otra parte, signifiquen verdaderamente lo comunidades cristianas, porque cada comunidad no es una realidad
que tienen que significar en el conjunto de la celebración. autónoma, sino que es una forma privilegiada de realización de la
Otra cuestión importante: en la celebración no tienen la prioridad iglesia total, que toda entera debe expresar la unidad y la concordia.
los objetos, sino las personas. Y ante todo, el centro de la celebración Por lo demás, no es éste ni el lugar ni el momento de elaborar una
no es una cosa (el altar o el crucifijo), sino una persona viviente: Jesús reflexión teórica sobre el diálogo o de resolver la casuística que se
el Mesías resucitado, que se hace presente en su comunidad (Mt 18, puede plantear a ese respecto.
20) 40 . Ahora bien, el primer efecto que produce la presencia de Jesús
resucitado es la alegría: una alegría desbordante que disipa los mie-
dos, las dudas y las inseguridades (Mt 28, 8; Le 24, 38.41; Jn 20, 28- 3. Cristo, sacramento original
29). Por eso, la experiencia básica que tenían los primeros cristianos
en la celebración eucarística era precisamente esa alegría desbordante Una de las aportaciones más importantes de la moderna teología
(ágallíasis) (Hech 2, 46; cf. Le 1, 14.47; 10, 21; Hech 16, 34; 19, 7; Jn sacramental ha consistido en destacar la dimensión cristológica que
5, 35; 8, 56)41. De ahí que en la celebración debe reinar un ambiente tienen los sacramentos de la iglesia. La razón de ser de esta dimensión
de acogida, de sencillez y de espontaneidad, con tal que ayude a la cristológica reside en el hecho de que Cristo puede ser considerado,
edificación común y no se convierta en desorden. Las personas deben con todo derecho, como el primer sacramento, el sacramento radi-
sentirse agusto y con libertad como para expresar lo que sienten o lo cal 42 . En efecto, Jesús el Mesías es el Hijo de Dios. Y eso quiere decir
que les pasa. Y debe crearse una atmósfera de oración, de tal manera que Cristo es Dios de una manera humana, y hombre de una manera
connatural a lo que cada uno vive, que cualquiera pueda decirle al divina. En cuanto hombre, vive su vida divina en y según la humani-
Señor, en voz alta, lo que pasa por su corazón. Por lo tanto, la dad. Todo cuanto realiza en calidad de hombre es acto del Hijo de
celebración no es una ocasión apropiada para oír un concierto de Dios, acto de Dios en su manifestación humana: traducción y traspo-
música sacra. Ni tampoco es un momento propicio para hacer una sición de actividad divina en actividad humana 43 . «El que me ve a mí,
exhibición de ceremoniales antiquísimos que se representan delante está viendo al Padre» (Jn 14,9). Ver a Jesús es ver a Dios, oír y palpar
del público, que contempla admirado o aburrido aquellas cosas. a Jesús es oír y palpar a Dios (cf. 1 Jn 1, 1), experimentar a Jesús es
Como tampoco debe servir para que el orador de turno pueda lucir experimentar a Dios mismo. Por consiguiente, Jesús puede ser consi-
sus cualidades oratorias o para que un cantor impresione al auditorio derado verdaderamente como el sacramento por excelencia, en cuan-
con las habilidades de su voz. Y menos aún se debe considerar la to que él es la realidad única que puede expresar cabalmente lo que es
celebración como el autoservicio de lo religioso en el que la clientela Dios (cf. Jn 1, 18) y en cuanto que él solamente puede asumir
satisface sus demandas de lo piadoso, lo sacro o simplemente lo totalmente lo que en el hombre hay o puede haber de experiencia de
estético. Dios.
Por último, en cuanto a los pasos que se deben dar para introducir Por otra parte, el hombre Jesús es el sacramento original porque
modificaciones o adaptaciones en la manera de realizar la celebra- fue destinado por Dios a ser, en su humanidad, el acceso único de los
ción, será importante tener en cuenta dos prinepios: 1) la edificación hombres a la realidad sorprendente de la salvación. «Porque no hay
común, es decir, aquello que construye y hace verdaderamente a la más que un Dios y no hay más que un mediador entre Dios y los
comunidad, no lo que la divide y la desorienta; de ahí la necesidad de
una educación y praparación conveniente, para que los participantes
sepan lo que hacen y por qué lo hacen; 2) el diálogo con la iglesia; 42. Acerca de la dimensión cristológica de los sacramentos, cf. J. Alfaro, Cristo,
sacramento de Dios Padre: la iglesia, sacramento de Cristo glorificado: Greg 48 (1967) 1-
ahora bien, la iglesia no es sólo la comunidad sin sus ministros, ni es 27; G. Atzel, L'umanitá di Cristo come fundamento della struttura sacramentaría, Roma
solamente el ministerio (episcopal o presbiteral) sin la comunidad, ni 1969; E. Biser, Das Christusgeheimnis der Sátiramente, Heidelberg 1950; H. Kühle,
Sakramentale Christusglekhgestaltung, Münster 1964; E. Schillebeeckx, Cristo, sacramen-
to del encuentro con Dios, San Sebastián 1966; R. Vaillancourt, Vers un renouveau de la
40. Para estas cuestiones, que se refieren al estilo de la celebración, cf. J. Mateos, théologie sacramentaire, Montréal 1977, 58-64; Y. Congar, Un peuple messianique, Paris
Cristianos enfiesta, 305-309. 1975, 31 s.
41. Cf. R. Bultmann: TWNT I, 18-20. 43. E. Schillebeeckx, Cristo, sacramento del encuentro con Dios, 22-23.
432 Reflexión sistemática
Cristo, sacramento original 433
44
hombres, un hombre, el Mesías Jesús» (1 Tim 2, 5) . Pero si sabemos
que los sacramentos son acceso y vehículo de los hombres hacia la mando que el origen de todo sacramento es Cristo. Y eso quiere decir,
salvación, entonces es lógico concluir que Cristo, el Hijo de Dios, es el no sólo que los sacramentos provienen de Jesús el Mesías, sino sobre
sacramento original y la raíz misma de todo sacramento. todo que el agente primero y fundamental, en cada sacramento, es
Ahora bien, la consecuencia lógica que se deriva de este plantea- Dios por medio de Cristo. Este punto es decisivo para llegar a una
miento es que todo sacramento tiene que ser planteado y vivido, en la adecuada comprensión de la teología sacramental de la iglesia. Por-
iglesia, a partir de la sacramentalidad de Cristo y en el sentido que nos que el anuncio y la realización del misterio de la salvación están
traza esa sacramentalidad45. Esto quiere decir, en primer lugar, que vinculados a la iniciativa y a la intervención de Dios incluso cuando se
todo sacramento tiene que ser revelación de Dios, el Dios que se nos efectúan bajo la forma sacramental actual 47 . La salvación y los
ha revelado en Jesús. Por consiguiente, la celebración del sacramento medios de salvación, antes que intervención o actuación humana, es
tiene que ser expresión y manifestación de la presencia y de la cercanía la soberana intervención de Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucris-
de Jesús a los hombres, porque sólo a través de Jesús sabemos los to, en la historia de los hombres. Así lo pone de manifiesto la fórmula,
hombres quién es Dios y cómo es Dios. En consecuencia, la celebra- empleada frecuentemente por Pablo, según la cual Dios Padre actúa
ción de todo sacramento tiene que expresar simbólicamente, la salva- «en Cristo»48. Esa fórmula designa, entre otras cosas, la actividad de
ción y la liberación que Jesús el Mesías aporta al hombre. Y tiene que Dios para salvar a los hombres; y destaca la acción salvífica del Padre
expresar también el camino de esa salvación y de esa liberación. De mediante el Mesías en la comunidad. Por consiguiente, cuando cele-
ahí que el centro y el eje de toda la vida sacramental es el misterio bramos un sacramento, no celebramos en primer lugar y ante todo el
pascual, es decir, el acontecimiento de la muerte y la resurrección de recuerdo y la experiencia de nuestros compromisos y nuestra genero-
Cristo, cosa que ha sido expresamente afirmada por el concilio sidad, sino el recuerdo y la experiencia de lo que fue el compromiso de
Vaticano II 46 . De donde se sigue que toda celebración sacramenta] Cristo y la generosidad de Jesús el Mesías por abrir un camino de
tiene que estar pensada y organizada en orden a que los participantes esperanza a todo hombre. La celebración, por Jo tanto, no debe ser
vivan y expresen lo que de hecho ha representado la muerte del una ocasión para fomentar la propia autosatisfacción por los éxitos o
Mesías para la humanidad: la victoria sobre el mal y el pecado, sobre el pesimismo por los fracasos; por el contrario, la celebración tiene
la injusticia y el odio, sobre el egoísmo humano en todas sus manifes- que ser el momento privilegiado en que los cristianos recordamos las
taciones. Más aún, de la misma manera que la existencia y el destino prodigiosas intervenciones de Dios en la historia, sobre todo el hecho
de Jesús se orientaron decididamente en el sentido de la solidaridad asombroso de haber querido salvar a los hombres por medio de la
incondicional con los que sufren las consecuencias del mal y de la cruz del Mesías. La comunidad no se salva a sí misma; es Jesús el
injusticia en el mundo, así también cada celebración sacramental debe Señor quien la salva en todo momento. Y eso es lo que la comunidad
orientarse en esa misma dirección: el sacramento exige que los partici- celebra cuando se reúne a participar en el sacramento.
pantes sientan viva la experiencia de lo que es el mal y la injusticia en Pero aquí se debe hacer una advertencia importante. Con frecuen-
el mundo; y el sacramento, además, debe expresar esa experiencia. cia, hay cristianos que no entienden las ceremonias litúrgicas y por
Pero no para quedarse en eso solamente, sino para llegar, desde ahí, a eso les resultan extrañas, inexpresivas y a veces insoportables. Y con
la esperanza, el paso de la muerte a la resurrección. Por eso, las frecuencia también, a esos cristianos se les dice que aunque no
oraciones, los cantos, la predicación, los gestos simbólicos, todo en la entiendan nada, deben de ir a la iglesia y asistir a las funciones
celebración debe estar impregnado de esta mística de muerte y vida, religiosas, porque todo buen cristiano debe creer en el misterio y debe
en el sufrimiento y la esperanza que brotan connaturalmente de la fe tener el sentido sobrenatural que acepta la intervención misteriosa de
en Jesús el Mesías. Dios a través de gestos y palabras que son —y tienen que ser—
también misteriosas. Esto, poco más o menos, es lo que muchas veces
Pero hay algo que es, si cabe, más importante en todo este asunto. se les dice a quienes aseguran que no entienden la liturgia y por eso se
Cuando decimos que Cristo es el sacramento original, estamos afir-
47. R. Schulte, Los sacramentos de la iglesia como desmembración del sacramento
44. Ibid., 24. radical, en Mysterium salutis 1V/2, 145.
45. Cf. R. Vaillancourt, Vers un renouveau de la théologie sacramentaire, 61-62. 48. Cf. R. Schulte, o. c, 145. Ha estudiado admirablemente esta fórmula de Pablo,
46. SC 5.47.61. M. Bouttier, En Christ, Paris 1962.
434 Reflexión sistemática La iglesia y los sacramentos 435

resisten a participar en los sacramentos. Y se les dice eso, para que quiere decir cuando se refiere a lo débil, lo despreciado y lo plebeyo (1
vayan a la celebración religiosa con el convencimiento de que Dios los Cor 1, 26-29). De ahí que una celebración en la que los más sencillos,
santifica por medio de sus misterios, aunque los asistentes no com- los más pobres y los más ignorantes se sienten como en un ambiente
prendan ni apenas vivan lo que allí está pasando. extraño, porque no entienden ni viven nada de aquello, es una
Ahora bien, cuando se les dice eso a los cristianos, en realidad se celebración que nada tiene que ver con el misterio cristiano. La
les está dando una doctrina sencillamente pagana. Porque esa manera historia de la liturgia nos enseña que los ritos y celebraciones sacra-
de hablar es la reproducción casi cabal de las ideas que se tenían en el mentales han recibido abundantemente el influjo de las costumbres y
helenismo sobre los «cultos de los misterios», que guardaban una etiqueta imperiales, el lenguaje refinadamente técnico de los ambien-
relación muy estrecha con la «magia» w. Pero aquí es decisivo desta- tes más cultos, los usos y tradiciones de los grandes y poderosos52.
car que el misterio, en la manera de hablar del nuevo testamento, Las grandes catedrales, las grandes liturgias pontificales, las lujosas
significa algo completamente distinto. En efecto, según la enseñanza ornamentaciones en altares, tronos, vestimentas y objetos sagrados,
de Pablo, el misterio tiene una estrecha relación con el anuncio y la la solemnidad en cantos y palabras, la presencia incluso de insignias y
proclamación del Mesías Jesús, en cuanto que a veces se identifica con artefactos de poder y violencia, tales como espadas, coronas reales,
Cristo mismo; y a veces es el desarrollo teológico que de ahí deduce el bastones de mando, cruces militares, banderas y estandartes conquis-
mismo Pablo. El Mesías Jesús es el misterio de Dios (mustérion toü tados matando gente, todo eso nada tiene que ver con el misterio
zeoü) (Col 2, 2; cf. 1,27; 4, 3; 1 Cor 2,1; cf. 2, 7; en general 1 Cor 2,1- cristiano y es claro que está en contra de lo que significa para nuestra
16; Ef 3, 3 s; 1 Tim 3, 16)50. Más concretamente, el misterio es la fe la cruz de Jesús. Y peor es aún cuando las cosas se organizan de tal
historia preparada por Dios, mantenida inicialmente oculta y llevada manera que los grandes y poderosos tienen los sitiales de preferencia,
a su cumplimiento en el Mesías Jesús al llegar la plenitud de los mientras que la gente sencilla se tiene que quedar en los rincones o en
tiempos51. Pero aquí se debe insistir en el hecho de que este proyecto la puerta, porque para ellos no hay sitio en la celebración cristiana.
de Dios sólo puede ser reconocido y aceptado en el mensaje de la cruz Resumiendo: si Cristo es el sacramento original, todo sacramento
(lagos toü stauroü) (Cor 1,18); y ese mensaje es el misterio de Dios (1 nos tiene que remitir a su origen, es decir, toda celebración sacramen-
Cor 2, 1), el portento de Dios y el saber de Dios (1 Cor 1, 24), tal nos tiene que llevar a Cristo. Y eso quiere decir que la celebración
justamente lo que no han entendido los jefes de este orden presente, en su conjunto nos tiene que revelar la presencia sencilla y cercana de
que crucificaron al Señor de la gloria (1 Cor 2, 8), pero que paradóji- Jesús y nos tiene que hacer vivir la presencia salvadora del Mesías de
camente es aceptado y vivido por lo necio del mundo, lo débil del los pobres.
mundo, lo plebeyo y lo despreciado (1 Cor 1, 26-28).
Por consiguiente, hablar del misterio en lenguaje cristiano, no
es hablar de cultos mistéricos relacionados con lo mágico, es decir, 4. La iglesia y los sacramentos
relacionados con efectos misteriosos que se producirían automática-
mente en los fieles, por más que tales cosas resultaran incomprensi- El concilio Vaticano II ha afirmado repetidas veces que la iglesia
bles. Hablar del misterio cristiano es hablar de la cruz del Mesías, la es un sacramento53. Y son muchos los teólogos que hoy están de
locura de Dios y la debilidad de Dios (1 Cor 1, 25), que es aceptada y
vivida por lo débil y despreciado del mundo. Por lo tanto, celebrar el 52. Este tipo de influencias se hicieron notar en la liturgia sobre todo durante el
misterio cristiano en los sacramentos es celebrar lo que puede ser imperio franco. Se sabe que en ese tiempo, la idea de comunidad de los redimidos quedó
aceptado y vivido por los que no pueden ser considerados como suplantada por la concepción de la iglesia militante, como organización jarárquica de
sabios, ni como poderosos, ni como gente de buena familia, ya que a clero y pueblo. Por otro lado, la posición social del clero, que entonces formaba parte de
la clase dirigente, con el monopolio casi exclusivo de la cultura, tuvo que ahondar este
esos tres grupos de personas recurre Pablo para explicar lo que él distanciamiento entre la liturgia y el pueblo. J. Jungmann, El sacrificio de la misa, 122. El
influjo de las ideas imperiales en la vida y en la organización de la iglesia durante este
tiempo, ha sido ampliamente estudiado por Y. Congar, Uecclésiologie du haut moyen-age,
49. Para este punto, cf. R. Schulte, o. c, 78-79, que remite al estudio de G. París 1968.
Bornkamm: TWNT IV, 809-834. 53. Los textos son abundantes y se encuentran, los principales a este respecto, en la
50. Cf. R. Schulte, o. c, 82. constitución Lumen gentium, en Gaudium el spes y en el decreto Ad gentes: cf. también SC
51. Ibid., 83. 5. 26. Por otra parte, la literatura teológica sobre este asunto es abundante. Merecen
436 Reflexión sistemática La iglesia y los sacramentos 437
acuerdo en decir que esa afirmación del concilio es enteramente des que mucha gente suele experimentar cuando se trata de asuntos
fundamental para comprender adecuadamente lo que es la iglesia34. relacionados con la iglesia. Porque, a veces, se la considera de una
Pero, en realidad, ¿qué es lo que se quiere decir cuando se habla de la manera demasiado espiritualizada o incluso espiritualista, lo que da
iglesia como sacramento? pie a tantos espiritualismos irresponsables de los que nos quejamos
Se quiere decir, ante todo, que la iglesia prolonga, en el tiempo y con razón. Pero, otras veces, se piensa en la iglesia de una manera
en el espacio, la presencia salvadora y liberadora de Jesús el Mesías demasiado humana y como simple fenómeno histórico y social, lo
entre los hombres. Porque la iglesia es el cuerpo de Cristo 55 . Ahora cual engendra incontables malentendidos y no pocos pesimismos a la
bien, tanto en las principales cartas de Pablo como también en las hora de enjuiciar las actuaciones de la misma iglesia. Ahora bien, la
llamadas cartas de la cautividad, la afirmación de la iglesia como afirmación de la iglesia como sacramento supera esas dos visiones
cuerpo del Señor indica una relación muy estrecha entre la forma de parciales, dándonos la clave de interpretación de lo que es y debe ser
hacerse visible el Hijo de Dios en el mundo, por una parte, y la forma la iglesia. Porque en ella, el misterio de Dios, su plan de salvación
de hacerse visible la iglesia, por otra parte 56 . Esto quiere decir lo para los hombres, se hace visible en el cuerpo social u organizado que
siguiente: la persona se hace visible y presente a través del cuerpo y es la iglesia, de tal manera que ni lo espiritual e invisible, por una
por medio del cuerpo. Así se hizo presente en el mundo y en la historia parte, ni lo social y visible, por otra, se pueden disociar o minusvalo-
el Hijo único de Dios. Y así se sigue haciendo visible y presente rar de la manera que sea. En eso consiste la sacramentalidad de la
también en nuestros días, por medio del cuerpo, su cuerpo histórico y iglesia. Y es a partir de esa sacramentalidad desde donde se deben
perceptible que es la iglesia. Por eso, de la misma manera que, con comprender e interpretar los símbolos concretos que llamamos sacra-
toda razón, se puede decir que Cristo es el sacramento original, mentos. Así la iglesia y los sacramentos se relacionan mutuamente
igualmente podemos afirmar que la iglesia es un sacramento, el como realidades absolutamente inseparables, de tal forma que ni la
sacramento primordial o protosacramento, según la terminología iglesia se puede entender sin su proyección en todos y cada uno de los
teológica usual. símbolos sacramentales, ni esos símbolos se pueden interpretar y
Pero la afirmación según la cual la iglesia es verdadero sacramen- comprender sin su enraizamiento en el sacramento primordial que es
to apunta a algo más concreto. En efecto, la iglesia es espiritual e la iglesia.
invisible, por una parte; social y visible, por otra. De ahí las dificulta- Enseguida vamos a tener ocasión de ver las consecuencias que se
deducen a partir de este planteamiento para una interpretación co-
citarse algunos títulos de especial interés: M. Bernards, Zur Lehre von der Kirche ais rrecta de los problemas que afectan a la teología sacramental. Pero
Sakrament. Beobachtungen aus der Theologie des 19. und 20. Jahrhunderts: MThZ 20 antes será necesario tomar en consideración las consecuencias que se
(1969) 29-54; K. Rahner, La iglesia y los sacramentos, Barcelona 1967; J. Ratzinger, Das
neue Volk Goltes. Entwürfe zur Ekklesiologie, Dusseldorf 1969; O. Semmelroth, La iglesia
siguen de lo dicho a la hora de interpretar a la misma iglesia. Y, ante
como sacramento original, San Sebastián 1965; Id., Yo creo en la iglesia, Madrid 1962; Id., todo, la afirmación de la iglesia como sacramento no es propiamente
Ursakrament: LTK 10, 568 s; Id., Diepaslorale Konsequenzen aus der Sakramentalitat der una definición o descripción esencial, sino más bien funcional. Es
Kirche, en la obra en colaboración Wahrheit und Verkündigung, Paderborn 1967, 1489- decir, al considerar a la iglesia como sacramento, no nos referimos
1505; Id., La iglesia como sacramento de la salvación, en Mysterium salutis IV/1, 321-369.
54. Así, por ejemplo, M. Schmaus: «La sacramentalidad de la iglesia es, sin duda, la
tanto a lo que la iglesia es en sí, sino a la forma en que ella ejerce su
más importante afirmación del concilio Vaticano II; esta verdad determina todas las servicio para la salvación de los hombres 57 . Y así, afirmamos, por
demás declaraciones sobre la iglesia». M. Schmaus, El credo de la iglesia católica II, una parte, que la iglesia no es simplemente un instrumento de acción
Madrid 1970, 244. «La palabra sacramento aplicada a la iglesia es la clave que abre la externa para procurar la salvación al hombre, y por otra parte,
puerta de una nueva concepción eclesiológica». P. Smulders, La iglesia como sacramento decimos que la iglesia no es ella misma la salvación, aunque tal
de salvación, en J. Barauna, La iglesia del Vaticano ¡I I, Barcelona 1967, 378. «El jalón
más importante del Vaticano II en el terreno de la teología dogmática ha sido el haber salvación está estrechamente vinculada con ella58.
designado a la iglesia como sacramento». H. Mühlen, Das Verhaltnis zwischen Inkarna- Por otra parte, de lo dicho se sigue que lo externo y visible de la
tion und Kirche in den Aussagen des Vat. II: TG 55 (1965) 171. iglesia no es algo absoluto e inamovible, sino relativo y funcional. Es
55. Para una correcta comprensión del sentido y alcance de esta gran afirmación de
la teología de Pablo, cf. G. Hasenhüttl, Charisma Ordnungsprinzip der Kirche, Freiburg
decir, lo visible de la iglesia es algo de lo que ella no puede prescindir,
1969,93-101.
56. Esta importante observación ha sido hecha por O. Semmelroth, La iglesia como 57. Cf. O. Semmelroth, La iglesia como sacramento de la salvación, 321; 341-342.
sacramento de la salvación, en Mysterium salutis IV/1, 340. 58. Ibid, 341.
438 Reflexión sistemática La iglesia y los sacramentos 439

pero al mismo tiempo es algo también que siempre tiene que estar en categoría estrictamente teológica: aquello por lo que los hombres son
función de aquello que se significa y se simboliza mediante el cuerpo llevados a ver en la iglesia el gran símbolo de la presencia del Señor o,
social y visible de la iglesia. Porque precisamente en eso consiste la por el contrario, un tipo de organización que poco tiene que ver con
estructura del sacramento en cuanto símbolo: algo que es meramente lo que de hecho fue la vida y la muerte de Jesús. Y aunque es verdad
visible, nos remite a un más allá de si mismo, a lo que es esencialmente que no podemos poner el problema de la sacramentalidad de la iglesia
invisible; y eso, no por arte de una argumentación racional, sino por en cosas tan concretas como una vivienda o un simple medio de
la fuerza que el símbolo tiene en sí mismo, como ocurre con los gestos transporte, no es menos cierto que lo inmediatamente tangible y
corporales o con los símbolos de la cultura que nos llevan hasta algo perceptible es lo que, casi siempre, lleva a la gente a hacerse una idea
más profundo, hasta la experiencia que simbolizan. de las realidades más profundas de la vida. He ahí la primera gran
Ahora bien, de lo dicho se siguen dos consecuencias de gran cuestión que plantea el hecho de la iglesia como sacramento.
envergadura. La primera es que lo externo y visible de la iglesia no es Otra consecuencia importante, que se deriva de ese mismo hecho,
algo meramente accidental en el conjunto de la realidad teológica que es la que se refiere a la orientación que se debería dar a la acción
es esta iglesia concreta que conocemos y en la que vivimos. Y la pastoral de la iglesia. Desde este punto de vista, la cuestión está en
segunda es que lo externo y visible de la iglesia no es una cosa comprender que la iglesia es el sacramento de la salvación. Ahora
absoluta e intangible, sino que por el contrario es —y tiene que ser— bien, eso no quiere decir que la iglesia católica y romana tenga el
algo que siempre y en todo lugar expresa, ante los hombres concretos monopolio de la salvación; y menos aún quiere decir que fuera de ella
de cada cultura, lo que tiene que expresar el cuerpo de Jesús. Por no haya posibilidad de salvación59. Decir que la iglesia visible es el
consiguiente, debe quedar bien claro, de una vez por todas, que lo sacramento de la salvación es decir que esta iglesia es el signo que
visible de la iglesia, es decir, lo que se mete por los ojos de la gente, no Dios ha puesto en el mundo para que los hombres se enteren de que
es una cosa sin importancia o algo meramente accidental, sino que es, Dios los quiere salvar, y de que hay solución y salida ante el terrible
por el contrario, una realidad estrictamente teológica, que toca al problema que plantea la existencia humana. A partir de este plantea-
mismo ser de la iglesia como sacramento. Y, al mismo tiempo, eso que miento, la actividad pastoral de la iglesia se deberá organizar de tal
se mete por los ojos de la gente debe estar siempre organizado de tal manera que, por una parte, no se frene el impulso misional y, por otra
manera que espontáneamente lleve a los hombres a percibir la presen- parte, la administración de sacramentos se oriente en el sentido de la
cia de Jesús en el mundo. Por lo tanto, la organización externa de la sacramentalidad de la misma iglesia. Esto quiere decir, ante todo, que
iglesia, su funcionamiento, su estilo, sus costumbres y todo lo que en la iglesia debe hacerse presente en todos los rincones de la tierra y ante
ella es perceptible debe estar montado de tal forma que la gente, al todos los hombres, en la medida de lo posible. Pero, al mismo tiempo,
verlo, perciba la presencia de Jesús entre los hombres. Pero aquí se eso quiere decir también que la actividad pastoral no debe consistir en
debe hacer una advertencia importante: tal como están organizadas el empeño por administrar masivamente sacramentos, sino por hacer-
las cosas en la iglesia, la gente piensa de hecho que hablar de lo se presente a los hombres en cuanto signo que expresa las cosas que
eclesiástico es hablar del clero, ya que éste asume las tareas más antes hemos indicado. Porque una iglesia que reparte muchos sacra-
importantes y más decisivas en el funcionamiento de la iglesia. De ahí mentos, pero que no «significa» esas cosas —en definitiva, la presen-
que cuando hablamos de la iglesia como sacramento, resulta inevita- cia de Cristo en el mundo— es una iglesia que difícilmente puede ser
ble hacer una aplicación particular a la forma concreta de vivir y de ante los hombres el sacramento de la salvación.
actuar que suelen tener los hombres del clero. Por eso, hay que decir Por último, se debe recordar aquí que si todo sacramento se debe
que no es indiferente para la teología de la iglesia el hecho de que un interpretar y comprender a partir de la sacramentalidad de la iglesia,
obispo viva en un palacio o que viva en una casa sencilla como
cualquier hijo de vecino; como tampoco es indiferente el hecho de que 59. La posibilidad de salvación fuera de la iglesia está expresamente afirmada en el
ese obispo viaje en un automóvil lujoso, en un sencillo utilitario o Vaticano II (LG 16). Por esto, algunos teólogos opinan que la fórmula extra ecclesiam
simplemente en el autobús de línea que utiliza la gente más modesta. nulla salus debería ser totalmente abandonada, «porque no puede entenderse bien, si no es
interpretándola hasta hacerle decir algo totalmente distinto de lo que expresan las
Muchas veces se ha hablado de esas cosas —y de otras semejantes— palabras, tomadas sencillamente como suenan». Y. Congar, Esta es la iglesia que amo,
con demasiada superficialidad, como si se tratara de asuntos sin Salamanca 1969, 72. En el mismo sentido, pero más tajante, H. Küng, La iglesia,
importancia, cuando en realidad constituyen, en su conjunto, una Barcelona 1970, 377.
440 Reflexión sistemática El origen de los sacramentos 441

eso nos lleva a la conclusión de que todo sacramento tiene necesaria- preguntan en virtud de qué argumento se puede demostrar que Cristo
mente una dimensión y expresión comunitaria. Es decir, lo comunita- fue el autor de todos y cada uno de los sacramentos.
rio es esencialmente constitutivo de todo sacramento. Porque la La respuesta más convincente que han encontrado los teólogos
iglesia es esencialmente una comunidad. Por otra parte, si lo comuni- está en decir que Cristo fundó la iglesia con su carácter de sacramento
tario es constitutivo del sacramento, la celebración sacramental debe primordial o protosacramento; de donde resulta que si Cristo fundó
ser, en cualquier caso, una experiencia comunitaria. He ahí una razón la iglesia con esa dimensión sacramental, todos y cada uno de los
más de por qué el sacramento es necesariamente celebración vivida y sacramentos pueden ser considerados también como provenientes de
compartida por un grupo de personas que participan de la misma Cristo o instituidos por él 62 . Porque la iglesia-sacramento se expresa
experiencia comunitaria. La consecuencia lógica que de ahí se deduce y se realiza en determinadas acciones sacramentales. Y por eso, se
es que un sacramento no puede reducirse a la simple formalidad de un puede decir que si la iglesia procede de Cristo, también esas acciones
servicio religioso puesto a disposición del público. Porque no se trata sacramentales proceden de él. Es verdad que este argumento no
de una comunidad en el sentido más amplio o general de la palabra, resuelve todas las dudas que se pueden plantear razonablemente
sino de una comunidad de fe. Y ahí es donde está el problema. acerca del origen de los sacramentos. Pero debemos reconocer que, en
Porque, en realidad, ¿se puede decir, sin más, que la gente que asiste este asunto, la teología dogmática no ofrece la solidez y consistencia
frecuentemente a nuestras iglesias es, por eso sólo, una comunidad de que algunos desearían. Por otra parte, en el capítulo anterior hemos
fe? Si esta pregunta se quiere responder desde las afirmaciones del visto cómo se llegó a fijar el número de los sacramentos. Y la verdad
nuevo testamento acerca de lo que es la fe cristiana, tendremos que es que los teólogos no pudieron encontrar razones demasiado sólidas
concluir que es necesario y urgente afrontar en la iglesia el problema cuando trataron de precisar cuántos son los sacramentos de la iglesia
que representa la práctica sacramental tal como está generalmente y cuáles son esos sacramentos. Por eso se comprende que, al ser
organizada. atacada esa doctrina por los reformadores del siglo XVI, los teólogos
y obispos de Trento echaran mano de la afirmación genérica según la
cual todos los sacramentos fueron instituidos por Cristo, por más que
5. El origen de los sacramentos esa afirmación no resulte tan fácil de demostrar.
Precisamente por eso, es decir, precisamente porque la demostra-
La teología católica ha enseñado tradicionalmente que los sacra- ción sobre el origen de los sacramentos es demasiado genérica y está
mentos tienen su origen en Jesús. En ese sentido se debe entender la fundada en razones muy generales, se plantea aquí una cuestión
afirmación del concilio de Trento según la cual los sacramentos importante. Esta cuestión se puede formular así: ¿qué es lo que
fueron instituidos por Cristo 60 . Pero el problema que aquí se plantea corresponde a Cristo y qué es lo que corresponde a la iglesia en la
está en saber cómo y por qué se puede decir que efectivamente todos y institución de los sacramentos? Esta pregunta es importante porque,
cada uno de los sacramentos provienen de Cristo o fueron instituidos en definitiva, lo que se trata de saber es si los sacramentos, tal como
por él. Porque de algunos sacramentos, nos consta expresamente que nosotros los celebramos, proceden de Cristo o proceden, más bien, de
provienen de Cristo. Tal es el caso del bautismo (Mt 28, 19), la decisiones de la iglesia. Y por lo tanto, se trata de saber si los
eucaristía (1 Cor 11, 23-25; Mt 26, 26-29; Me 14, 22-26; Le 22, 15-20) sacramentos, tal como nosotros los celebramos, son inmutables o por
y la penitencia (Jn 20, 23). Pero de los demás sacramentos, no existe el contrario se puede introducir modificaciones en ellos. Porque está
testimonio alguno que nos obligue a pensar en Jesús como autor de
tales sacramentos61. Ahora bien, estando así las cosas, los teólogos se
sucesores. Del mandato de la anamnesis —o conmemoración de la cena— no se sigue,
pues, la sacramentalidad del orden. Así pues, hay cuatro sacramentos sobre los que no
60. DS 1601. poseemos palabra alguna de «institución» por Jesucristo»; K. Rahner, La iglesia y los
61. Acerca de la confirmación, la unción de enfermos, el orden y el matrimonio, ha sacramentos, Barcelona 1967, 45.
dicho acertadamente K. Rahner: «Sobre estos sacramentos no poseemos ninguna palabra 62. En este sentido, se ha dicho muy bien que «desde este punto de vista de la iglesia
de Jesús. La autorización dada a los apóstoles para celebrar la eucaristía, no es la como protosacramento, la existencia de verdaderos sacramentos en el sentido más
institución de un rito sacramental que transmita poderes oficiales. En efecto, nadie podrá riguroso y tradicional no necesita fundarse en cada caso en una determinada palabra —
negar que en el nuevo testamento existen poderes oficiales de derecho divino y transmisio- comprobable o presunta— en la que el Jesús histórico hable explícitamente de un
nes de tales poderes que no son sacramentos. Basta recordar el Primado de Pedro y de sus sacramento determinado»: K. Rahner, o. c, 44.
442 Reflexión sistemática El origen de los sacramentos 443

claro que aquellas cosas, que fueron establecidas por Cristo, no signo sacramental en cuanto tal; 2) los que defienden que Cristo
pueden ser modificadas por la iglesia. Mientras que si una cosa fue instituyó el signo, pero no en su totalidad, con lo que se quiere indicar
introducida por una decisión eclesiástica, puede ser modificada por que la iglesia tendría facultad para introducir posteriores modifica-
otra decisión de la misma iglesia. Por Consiguiente, lo que nos ciones, con tal que esas modificaciones no afecten a la validez del
preguntamos es esto: ¿instituyó Cristo todos y cada uno de los sacramento; es decir, la iglesia sólo podría cambiar lo que afecta a la
sacramentos de tal manera que determinó todos y cada uno de sus licitud de los sacramentos (determinatio in specie inmobili et ínfi-
pormenores, hasta tal punto que lo único que tiene que hacer la iglesia ma); 3) los que dicen que Cristo instituyó el signo (la materia y la
es repetir y cumplir fielmente lo que quedó definitivamente instituido forma), pero no en su totalidad, haciendo además una precisión: la
de una vez y para siempre? iglesia puede modificar, no sólo lo que afecta a la licitud de los
En el capítulo segundo de la sesión XXI del concilio de Trento se sacramentos, sino también lo que toca a la validez de los mismos,
dice que la iglesia tiene potestad para cambiar en los sacramentos excepto en el bautismo y la eucaristía (determinatio in specie mobi-
todo aquello que sea más conveniente para utilidad de los fieles, de li); 4) los que afirman que Cristo instituyó solamente una gracia
acuerdo con la variedad de circunstancias, tiempos y lugares, pero sacramental septiforme, dejando a la iglesia la libertad de expresar esa
con tal que se respete la sustancia de los mismos sacramentos63. Por gracia de la manera más adecuada, con tal que el signo que se utilice
lo tanto, el concilio afirma que la sustancia del sacramento es lo único en cada caso sea realmente apto para expresar la gracia en cuestión
que la iglesia no puede modificar. Pero el problema está en que ni el (determinatio informa genérica tantum)65.
concilio de Trento ni ningún otro documento solemne de la iglesia ha Habida cuenta de esta variedad de sentencias, por lo pronto se
llegado a definir en qué consiste la sustancia del sacramento. Por puede decir que el teólogo es libre para defender cualquiera de esas
consiguiente, estamos prácticamente como antes, es decir, sin saber a cuatro opiniones, puesto que las cuatro encajan perfectamente dentro
ciencia cierta qué es lo que la iglesia puede modificar en los sacramen- de la ortodoxia católica. Por lo tanto, el teólogo es perfectamente
tos. Por otra parte, el concilio Vaticano II, al establecer las normas libre para defender la última de esas cuatro opiniones. Por otra parte,
para adaptar la liturgia a la mentalidad y tradiciones de los pueblos, quienes defienden que la iglesia no puede introducir cambios en el
dice que se ha de salvar la unidad sustancial del rito romano 64 , de signo externo (materia y forma) de los sacramentos, parece que
donde resulta que el Vaticano II es más restrictivo, en este punto, que ignoran el hecho, históricamente comprobado, de que la iglesia ha
el concilio de Trento, en cuanto que pretende mantener como intoca- introducido efectivamente tales cambios, como por ejemplo en el caso
ble, no ya la sustancia del sacramento, sino la unidad sustancial del de la confirmación66. Por consiguiente, las dos primeras sentencias
rito romano. De todas maneras, no se puede decir que esa norma del no parecen aceptables.
Vaticano II haya venido a resolver la problemática teológica plantea- Por lo demás, en todo este asunto se debe tener presente que
da, puesto que se trata de una medida disciplinar y no de una cuestión cuando hablamos de sacramentos, no nos referimos a ritos o rituales
estrictamente dogmática. religiosos simplemente, sino que nos referimos, ante todo, a símbolos,
Los teólogos, por su parte, no están de acuerdo en cuanto a la que lógicamente tienen un profundo enraizamiento en la experiencia
respuesta que se deba dar a la pregunta antes planteada. Los autores humana de cada generación y de cada cultura. Ahora bien, mientras
que han tratado esta cuestión se distribuyen en cuatro grupos: 1) los que el rito puede ser determinado y fijado de una vez y para siempre,
que afirman que Cristo instituyó el signo sacramental en su totalidad, en el caso del símbolo tal determinación inamovible no tiene sentido.
es decir, instituyó la materia y la forma de cada uno de los siete
sacramentos (determinatio in individuo), de donde resultaría que la
iglesia no tiene poder alguno para introducir modificaciones en el 65. Sobre estas diversas sentencias, cf. E. Schillebeeckx, Cristo, sacramento del
encuentro con Dios, 129-131; M. Nicolau, Teología del signo sacramental, 278.
66. Baste recordar que, mientras en oriente era la unción el punto central de este
63. Praeterea declarat, hancpotestatem perpetuo in Ecclesia fuisse, ut in sacramento- sacramento, en occidente lo era la imposición de manos. Cf. para este asunto, H. Elfers,
rum dispensatione, salva illorum subslantia, ea statueret vel mutaret, quae suscipientium Die Kirchnordnung Hippolyts von Rom. Neue Untersuchungen unter besond. Berücks, d.
uülitati seu ipsorum sacramentorum venerationi, pro rerum, temporum et locorum varietate, Buches v. R. Lorentz: De Egyptische Kerkerdening en Hippolytus von Rom, Paderborn
magis expediré iudicaret: DS 1728. 1938, 127-130; 111 y 153. Del mismo autor, puede consultarse, en este sentido, Gehórtdie
64. Sérvala substantiali unitate ritus romani, legitimis varietatibus et aptationibus ad Salbung mit Chrisma im áltesten abendlandischen Initiationsritus zur Taufe oder zur
diversos coetus, regiones, populos, presertim in missionibus, locus relinquatur: SC 38. Firmung?: TG 34 (1942) 336 s.
444 Reflexión sistemática El origen de los sacramentos 445

Porque es característica esencial del símbolo el ser un gesto externo y clara de cuáles son en concreto tales sacramentos, ya que, como
visible socialmente admitido en una determinada cultura, de tal hemos visto en el capítulo anterior, hasta bien entrado el siglo XIII no
manera que si a un gesto simbólico le falta esta característica, deja por se resolvieron esas cuestiones. De ahí que, si ni siquiera se supo,
eso mismo de ser símbolo para las gentes de ese determinado ámbito durante tanto tiempo, cuántos son los sacramentos, menos aún se
cultural. Por ejemplo, sabemos que en la antigüedad se diluían en podía saber en qué han de consistir necesariamente los elementos
aceite determinadas sustancias medicinales, como también se hacía integrantes de cada sacramento. Por eso, lo más razonable, en todo
eso mismo con muchos perfumes. De ahí, la utilización simbólica de este asunto, será decir que la iglesia tiene, efectivamente, el poder de
los aceites curativos o perfumados para expresar la salud o la alegría acomodar y adaptar los elementos integrantes del sacramento, para
festiva. Pero hoy nos encontramos con que lo mismo las medicinas que sean realmente expresiones simbólicas de una comunidad de fe y
que los perfumes se diluyen en alcohol, no en aceite. Por eso, el aceite no meramente rituales petrificados de una organización religiosa.
ha dejado de ser un elemento simbólico para la gente de nuestro Pero hay más. Porque no se trata solamente de que la iglesia puede
tiempo, que ya sólo puede comprender la utilización de los óleos en acomodar y adaptar los elementos integrantes del sacramento, sino
los sacramentos como componentes de un ritual petrificado, pero no sobre todo que debe hacer esa acomodación y esa adaptación en cada
como expresión simbólica de una experiencia. Otro ejemplo, en el caso, según los pueblos, las culturas y las generaciones. Porque la
mismo sentido, se puede poner a propósito del vino: hay muchos autoridad eclesiástica no es la dueña de los sacramentos. La autori-
pueblos y culturas en los que la agricultura no conoce la vid; por eso, dad en la iglesia es un servicio a las comunidades, que nunca se debe
en tales pueblos, el vino es un artículo de lujo o un producto exótico ejercitar dominando a los fieles, sino promoviendo la vida de fe,
que sólo se pueden costear muy contadas personas. Y entonces, ¿de suscitando y animando la vida cristiana, y también protegiendo esa
qué puede ser símbolo el vino? Evidentemente, Jesús utilizó el pan y el vida de los posibles pelibros que la amenazan. Ahora bien, parece
vino en la cena eucarística porque esos elementos eran naturalmente bastante claro que es un serio peligro para la vida de fe el que ésta se
familiares en la cultura de su pueblo. Si Jesús hubiera vivido en otra tenga que expresar de un modo muy ajeno y ausente a la vida, es
cultura, es lógico que habría utilizado otras cosas. Porque no es la decir, parece que es un peligro importante para los fieles el hecho de
materialidad del pan o la materialidad del vino lo que hace que la que éstos tengan que practicar unos rituales que no entienden o asistir
eucaristía sea lo que es, sino el pan y el vino en cuanto elementos de a unas ceremonias que no les dicen nada. Un ejemplo muy claro en
una cultura que pueden asumir y expresar una experiencia fundamen- este sentido es lo que ha ocurrido en el lejano Oriente: el cristianismo
tal de nuestra fe cristiana: la experiencia de Jesús presente cuya vida se no ha penetrado en aquellos pueblos y sigue siendo un fenómeno
comparte entre los miembros de la comunidad. marginal en la cultura india, japonesa o china; y parece que lo va a
Por consiguiente, se puede afirmar que el origen de los sacramen- seguir siendo durante siglos, a no ser que ocurra un milagro portento-
tos está en Jesús porque en él está el origen de la iglesia, que es el so, cosa que no es de esperar. Pero, en realidad, ¿por qué no ha
sacramento primordial y la raíz de toda la vida sacramental. Se puede penetrado el cristianismo en aquellas culturas? Sencillamente porque
decir, además, que un acto fundamental de la iglesia, que pertenezca ha sido —y sigue siendo— presentado con unos esquemas de pensa-
realmente a la esencia de la misma en cuanto presencia histórica, miento y con un aparato de ritos y ceremoniales que nada tienen que
escatológica de la salvación, dirigido al individuo o a la comunidad en ver con la manera espontánea y connatural de expresarse aquellas
sus situaciones decisivas, es ya eo ipso un sacramento67. Y se puede gentes. La iglesia perdió su gran oportunidad en Oriente cuando los
decir también que, con el paso del tiempo, la iglesia ha llegado a fijar y misioneros jesuítas del siglo XVII vieron la necesidad imperiosa de
concretar esta vida sacramental de los fieles y de la comunidad en los respetar e incluso asumir los ritos chinos y malabares. Pero la intran-
símbolos sacramentales que hoy concretamente conocemos y practi- sigencia de Roma terminó por imponerse y hombres eminentes, como
camos. Más allá de estas afirmaciones, sinceramente no creemos que De Nobili y Ricci, tuvieron que sufrir las desagradables consecuencias
se pueda llegar. Por la sencilla razón de que, entre otras cosas, del centralismo romano. Pueblos enteros y culturas milenarias se
durante más de diez siglos la iglesia ni siquiera tuvo conciencia clara cerraron desde entonces a las posibilidades de una evangelización a
de cuántos son los sacramentos; y menos aún podía tener conciencia

67. K. Rahner, La iglesia y los sacramentos, 44.


446 Reflexión sistemática
La eficacia de los sacramentos 447
68
gran escala . He ahí las consecuencias de concebir los sacramentos
como ritos religiosos; y por cierto, como ritos necesariamente vincula- parecen sencillamente inadmisibles. Como es sabido, Lutero evolu-
dos a una determinada cultura, en este caso la cultura occidental, cionó en sus ideas a este respecto: en sus sermones de 1518 y 1519,
según los esquemas y modelos que impone Roma hasta en sus más considera el sacramento como un signo teórico que indica la gracia
mínimos detalles. que recibimos por la fe, es decir, el sacramento es un signo exterior y
Por otra parte, cuando se invoca el argumento de la unidad, para nada más que eso; a partir de 1520, habla del sacramento como un
justificar el hecho de que en el mundo entero se impongan unos signo exterior al que acompaña una promesa de gracia y que es
mismo rituales, se olvida que la sola unidad que puede invocarse es la realizado por mandato divino, lo que supone que, ya en este caso, se
unidad en la fe, no la unidad en los ritos; y menos aún la uniformidad atribuye alguna eficiencia al signo exterior. Por eso, aunque Lutero
en todos y cada uno de los detalles de un ceremonial religioso. rechaza la fórmula ex opere opéralo, en realidad se puede decir que
Semejante uniformidad no se puede justificar a partir del nuevo sigue la doctrina tradicional de la eficacia objetiva de los sacramentos,
testamento o de la tradición cristiana más original, porque como es al menos en cuanto que por la fuerza de la palabra de Dios (ex verbo
bien sabido durante todo el primer milenio abundó una gran variedad dicto) llevan en sí mismos una promesa infalible de la acción de la
de liturgias, de acuerdo con los diversos pueblos y culturas que habían gracia divina en el creyente69. Por su parte, Zwinglio sólo reconoce la
abrazado la fe cristiana. acción de Dios que se nos comunica por medio del Espíritu; de ahí
que el sacramento es solamente un signo externo por el que el hombre
da testimonio de su fe70. Por último, Cal vino piensa que el sacramen-
to es un símbolo externo mediante el cual el Señor nos comunica las
6. La eficacia de los sacramentos promesas de su benevolencia7!. No hay, por tanto, una efectividad
del sacramento en la conciencia y en la vida del creyente.
Al llegar a este punto, estamos tocando una de las cuestiones más La teología católica sobre los sacramentos afirma que éstos comu-
delicadas y debatidas en la teología sacramental de la iglesia. Porque nican o confieren la gracia de Dios a quien los recibe, con tal que no
en este asunto, la mentalidad moderna ve dos objeciones muy se- ponga obstáculo para ello, es decir, con tal que tenga intención de
rias: 1) ante todo, un atentado contra la personalidad humana, recibir el sacramento, lo que supone tener alguna fe, según dicen los
porque la doctrina de la eficacia sacramental ex opere opéralo suena a teólogos72. Por otra parte, como es sabido, el concilio de Trento
magia y, por tanto, a un atentado contra la espontaneidad y creativi- afirma que los sacramentos comunican la gracia ex opere operato7i.
dad personal; de ahí que mucha gente no ve por qué se tiene que
someter al agua, al pan o al aceite, para que Dios se acerque al
hombre o el hombre se acerque a Dios; 2) pero, más que nada, un 69. Una excelente presentación de síntesis del pensamiento de Lutero y su evolución
atentado contra la personalidad de Dios, porque se tiene la impresión sobre los sacramentos y su eficacia, en R. Hotz, Sakramente im Wechselspiel zwischen Ost
de que, en definitiva, la doctrina sacramenta] de la iglesia equivale a und West. 87-94. Un estudio más completo en W. Schwab, Entwicklung und Gestalt der
afirmar que encadenamos a Dios y su soberana independencia a Sakramentheologie bei Martin Luther, Bern 1977; Id., Lthers Ringen um das Sakrament:
Catholica 32 (1978) 93-113.
ciertas cosas y ciertos gestos, a determinadas palabras o a simples 70. La posición de Zwinglio, en cuanto a los sacramentos, es sin duda la más radical
ceremoniales. Pero, entonces, ¿es que vamos a someter a Dios a las dentro de la teología protestante del siglo XVI. Hasta el punto de que la misma palabra
cosas y a los hombres? ¿o es que vamos a poner nuestra fe, no en sacramentum es rechazada por él, a no ser que fuese entendida en otro sentido, distinto del
Cristo salvador, sino en el agua, el pan, el vino y otras cosas por el que habitualmente se le concede: Vocem islam «sacramentum» magnopere cupiam germa-
nisnunquamfuissereceptam, nisigermaneessetaccepta. H. Zwinglis, Sámtliche Werkelll,
estilo? Leipzig 1905, 757. Una exposición resumida de la doctrina de Zwinglio, en R. Hotz,
Los reformadores protestantes del siglo XVI afrontaron esta Sakramente im Wechselspiel wzischen Ost und West, 94-97; F. Blanke, Zwinglis Sakra-
mentsanschauung: Theologische Blátter 10 (1931) 283-290.
problemática de tal manera que llegaron a afirmaciones que hoy nos
71. Videtur autem mihi haec simplex el propria fore definitio, si dixerimus externum
esse symbolum quo benevolentiae erga nos suae promissionis conscientiis nostris Dominus
obsignat: loannis Calvini Opera selecta V, München 1926, 259. Cf. R. Hotz, o. c, 97-101;
68. La bibliografía sobre el complejo problema de los ritos chinos, japoneses y W. Niesel, Die Theologie Calvins, München 1957, 220 s; Á. Ganoczy, Ecclesia ministrans.
malabares es muy abundante. Para una introducción en el problema, con buena orienta- Dienende Kirche und kirchlicher Dienst bei Calvin, Freiburg-Basel-Wien 1968, 85 s.
ción bibliográfica, véase el artículo de G. Rommerskirchen, Riti, questione dei, en 72. Así textualmente, por ejemplo M. Nicolau, Teología del signo sacramental, 289.
Enciclopedia cattolica X, 995-1005. 73. DS 1608.
448 Reflexión sistemática La eficacia de los sacramentos 449

Para comprender el sentido de esta fórmula, hay que tener en cuenta por la causalidad o efectividad que tiene el rito en sí o por sí, sino que
dos cosas: en primer lugar, que se trata, antes que nada, de una quiere decir simplemente que la gracia se comunica por la efectividad
fórmula cristológica, es decir, se trata de una fórmula con la que que tiene la obra salvífica de Cristo.
originalmente se quiso explicar la eficacia de salvación que tiene la Ahora bien, a partir de esta explicación se comprende perfecta-
muerte de Jesucristo en la cruz74; en segundo lugar, la expresión opus mente en qué sentido es válido afirmar que el sacramento comunica la
operatum se contrapone, desde sus orígenes, a la expresión opus gracia o aumenta la gracia en quien lo recibe. Según hemos podido
operantis15, y eso quiere decir que la fórmula se refiere esencialmente ver ampliamente, el sacramento es un símbolo, mediante el cual el
al lugar u origen de donde proviene la gracia: ese origen no está en la creyente expresa su experiencia o sus experiencias de fe. Y aquí es
obra o actuación de las personas que realizan el sacramento (opus donde está el punto capital para comprender correctamente lo que es
operantis), sino en Jesucristo, que con su muerte en la cruz conquistó el sacramento. Porque el símbolo tiene la virtualidad, no sólo de
para los creyentes la gracia salvífica de Dios (opus operatum). Por expresar la experiencia, sino también de aumentar e intensificar esa
consiguiente, la fórmula tiene un sentido negativo y un sentido misma experiencia. Si una persona besa a otra persona, no sólo le
positivo: negativamente, quiere decir que la eficacia del sacramento expresa su cariño, sino que además intensifica ese mismo cariño. Por
no procede del hombre; positivamente, quiere decir que esa eficacia eso, se puede decir que si, en la celebración sacramental, el creyente
procede de la obra ralizada por Cristo, es decir, de la muerte de expresa su experiencia de fe, de esperanza o de amor, esa celebración
Cristo76. Por lo tanto, la fórmula no quiere decir que la acción del intensifica esa experiencia y la aumenta. Y entonces, lo que en
hombre es una cosa sin importancia. Tampoco quiere decir que el rito realidad ocurre es que se acrecienta en el creyente la fe, la esperanza o
es lo que causa la gracia, aun cuando eso se diga en el sentido de que el el amor. El sacramento, por lo tanto, no es un gesto ritual, ajeno a la
rito es la causa instrumental de esa gracia77. Y tampoco quiere decir, experiencia cristiana que vive el creyente, sino que brota de esa
estrictamente hablando, que la gracia está asegurada y garantizada experiencia y revierte sobre ella para potenciarla o enriquecerla.
para todo el que realiza el rito, ya que el rito es realizado siempre por Por otra parte, al explicar de esta manera la efectividad del
el hombre, y entonces se vendría a decir prácticamente que la gracia se sacramento, no se niega ni la necesidad de la intervención divina en la
comunica ex opere operantis, es decir, por la obra que realizan el comunicación de la gracia, ni la libertad de Dios que nunca puede
ministro del sacramento y el sujeto que recibe ese sacramento. En estar encadenado al hombre. No se niega la necesidad de la interven-
consecuencia, la fórmula no quiere decir que la gracia se comunica ción divina, porque es Dios, mediante su gracia, quien suscita la
experiencia cristiana en el hombre, es decir la gracia de Dios actúa en
74. Cf. O. Seramelroth: LTK 7. 1184; R. Schulte, Los sacramentos de la iglesia como la persona, no a través del instrumento material que es el rito, sino a
desmembración del sacramento radical, en Mysterium saiutis IV/2, 151; R. Hotz, Solera- través de la experiencia humana y cristiana que vive el creyente. Por
mente im Wechselspiel zwischen Ost und West, 75.
75. Así en Pedro de Poitiers, discípulo de Pedro Lombardo: Moretur baptizans otra parte, no se niega tampoco la libertad de Dios, porque precisa-
baptizatione, ut baptizatio dicitur actio ülius qui baptizat, quae est aliud opus quam mente de esta manera no queda Dios prácticamente encadenado a
baptismus, qua est opus operans, sed baptismus est opus operatum, si ha liceat loqui: Sent. I, que un hombre quiera o no quiera realizar un determinado rito. El
5, 6: ML 211, 1235. Con el papa Inocencio III, la contraposición adquiere más relieve y hombre puede ejecutar un rito o mil ritos con toda la exactitud que se
queda fijada en el sentido que tendrá más tarde: Quamvis opus operans aliquando sit
immundum, semper lamen opus operatum est mundum: De Sanct. altaris Mysterio I, 3, 5: quiera, pero si la gracia de Dios no suscita y estimula la experiencia
ML 217, 843. Cf. O. Semmelroth: LKT 7, 1184-1185; H. Hotz, o. c, 75-76; R. Schulte, o. que se debe expresar simbólicamente en el sacramento, el rito o los
c, 151-152. ritos, por sí solos, no tienen ningún poder mágico para santificar
76. Cf. O. Semmelroth: LTK 7, 1184-1186. automáticamente a las personas.
77. La idea de «causa instrumental» está expresamente afirmada en el concilio de
Trento, al referirse a la acción del bautismo en la justificación (DS 1529). Pero conviene Por lo demás, aquí se debe recordar que la experiencia, de la que
tener en cuenta que, ya en Tomás, la instrumentalidad dice relación expresa a la venimos hablando, no se debe confundir con un determinado senti-
significatividad, es decir, el sacramento es instrumento precisamente en cuanto que miento, con una emoción o con cualquier forma de vivencias internas
«significa»: et secundum hoc est conveniens instrumentum, quia sacramenta significando que tenga o pueda tener el sujeto. La experiencia es la realidad hecha
causant: De verit. q. 27, a. 4 ad 13. Por lo tanto, la causalidad instrumental es una manera
de expresar la efectividad propia del signo. No se trata de que el sacramento es signo vida en el sujeto: es la realidad de la fe cristiana, la realidad de la
porque es causa de la gracia, sino al contrario: se le puede llamar «causa», en cierto esperanza o del amor, que se hacen vida en la persona. Cuando una
sentido, porque es «signo» de la gracia. persona vive esas realidades, tiene la experiencia en cuestión, por más
450 Reflexión sistemática El carácter sacramental 451

que en un determinado momento se sienta más o menos insensible o ble, es decir se trata de una señal o marca que configura al sacerdote
carente de estímulos emocionales. para siempre, de ahí se ha concluido que el orden es un sacramento
Es verdad que al plantear las cosas de esta manera, se tiene la irrevocable: sacerdos in aeternum, el ordenado es y será sacerdote por
impresión de que el sacramento no es una cosa tan segura, tan los siglos de los siglos, aunque traicione su vocación y su ministerio,
automática y tan indefectible como cuando se dice que el rito es eficaz aunque sea reducido al estado laical por la autoridad competente. Por
por sí mismo. Pero, en realidad, ¿no es un engaño mayor ese presunto eso, los moralistas y los teólogos dogmáticos han dicho tradicional-
automatismo de los ritos sacramentales? Porque de sobra sabemos mente que un sacerdote secularizado puede dar la absolución sacra-
que hay personas muy religiosas, que se pasan la vida recibiendo mental a un pecador moribundo que no encuentra otro confesor que
sacramentos, por ejemplo confesando y comulgando con una notable le perdone sus culpas; como también se ha dicho que un sacerdote
constancia, pero al cabo de muchos años resulta que dan muestras secularizado puede consagrar válidamente la eucaristía, por más que
abundantes de tener tan poca fe o tan poca caridad como al principio. eso no sea lícito según la normativa eclesiástica vigente.
Y entonces, ¿se puede asegurar que en esas personas ha estado Estando así las cosas, conviene aclarar, ante todo, que en el nuevo
aumentando la gracia divina constantemente, cuando el hecho es que testamento no existe una argumentación concluyente en virtud de la
eso no se nota por ninguna parte? Hasta ahora, que sepamos, la cual quede demostrada la existencia del carácter sacramental. Es
teología no ha dado una respuesta satisfactoria a esta cuestión. verdad que Pablo afirma, en algunos textos, que el cristiano es
Porque la doctrina sobre la eficacia de los sacramentos se había marcado por Dios con un sello (sfragis) (Rom 4,11; 2 Cor 1,22; Ef 1,
planteado de tal manera que no quedaba más remedio que decir una 13; 4, 30). Pero lo que está por demostrar es que en esos textos se trate
de estas dos cosas: o que no es verdad eso de la eficacia sacramental, o de una realidad asociada a un sacramento, sobre todo si tenemos en
que la gracia se almacena en el alma sin que eso tenga que notarse en cuenta que, a veces, el mismo Pablo habla del «sello» en un sentido
la vida del sujeto. Pero, entonces, ¿qué gracia es ésa y para qué sirve? que nada tiene que ver con lo sacramental (cf. 1 Cor 9, 2) 80 . Y, en
Los teólogos dicen, y con razón, que la gracia divina santifica al todo caso, no parece que haya texto alguno que relacione el «sello»
hombre. Pero, ¿es que se puede pensar en una santificación progresiva con el sacramento del orden.
y creciente que, sin embargo, no se nota por ninguna parte en la vida y Por otra parte, hasta el siglo XII, por lo menos, lo que hoy
en los comportamientos del sujeto? He ahí por qué, entre otras llamamos el sacramento del orden era considerado como un oficio,
razones, parece más coherente hablar de la eficacia sacramental, no del que eran apartados los clérigos cuando se pensaba que eran
ya en términos de un automatismo del rito, sino a partir de las indignos. La legislación eclesiástica era terminante en este sentido81.
experiencias reales y concretas que vive el sujeto.
orden es esencialmente el carácter y, por otra parte, el carácter es esencialmente la
7. El carácter sacramental potestad que se confiere al ordenado: Unde relinquitur quod ipse character interior sit
essentialiter et principaliter ipsum sacramentum ordinis: SmTh III, q. 34, a. 2 ad 1. Et ideo
Según la conocida afirmación del concilio de Trento, hay tres character, qui est spiritualispotestas, in definitione ordinisponitur: SmTh III, q. 34, a. 2 ad
sacramentos que imprimen carácter: el bautismo, la confirmación y el 2. Cf. J. Espeja, Estructura del sacerdocio según los caracteres sacramentales, en El
sacerdocio de Cristo y los diversos grados de su participación en la iglesia, Madrid 1969,
orden 78 . Esta cuestión es importante, sobre todo por lo que respecta 273-294.
al sacramento del orden. Porque, desde el siglo XII hasta nuestros 80. Cf. G. Fitzer, en TWNT VII, 948-950.
días, se ha aceptado comunmente entre los teólogos la idea de que ese 81. Los concilios se pronunciaron constantemente sobre este asunto. Así, en los
sacramento consiste en el carácter, del que arrancan los poderes concilios galos: Arles (año 314) c. 21. CC 148, 13; Colonia (año 346) n. 4. CC 148, 27-28;
n. 5,6,7. CC 148,28; Valence (año 374) c. 4. CC 148,40; Turin (año 398) c. 3. CC 148, 56;
sagrados que tiene el sacerdote79. Pero como el carácter es imborra- Orange (año 441) c. 15. CC 148, 82; c. 22. CC 148, 84; Arles (año 442-506) c. 14. CC 148,
117;c. 15. CC 148,117;c.41. CC 148,122; c. 44. CC 148,123; Statutaecclesiae Antiqua,c.
78. DS 1609. 34. CC 148, 172; c. 43. CC 148, 173; c. 44. CC 148, 173; c. 72. CC 148; c. 73. CC 148, 178;
79. La definición que propone Pedro Lombardo, cuando explica en qué consiste el Orleáns (año 511) c. 9. CC 148 A, 7; Epaone (año 517) c. 4. CC 148 A, 25; c. 22. CC 148 A,
sacramento del orden, es clara y terminante: Character igitur spiritualis, ubi fit promotio 29-30; Marseille (año 533) Epist. 111 del papa Juan II. CC 148 A, 89; 90; 93; Orleáns (año
potestatis, ordo vel gradus vocatur: Sent. IV, d. 24, c. 13 (ed. Quaracci) 1916, 902. En el 533) c. 8. CC 148 A, 100; c. 9. CC 148 A, 100; Orleáns (año 538) c. 2. CC 148 A, 115; c. 6.
mismo sentido Alberto Magno, en el De Sacram. VIII, q. 1, (ed. Westfal.) 1958, 135-136. CC 148 A, 116; c. 7. CC 148 A, 117; c. 8. CC 148 A, 117; Orleáns (año 541) c. 10. CC 148
Estas ideas son más expresamente desarrolladas por Tomás, para quien el sacramento del A, 134; c. 17. CC 148 A, 136; Orleáns (año 549) c. 3. CC 148 A, 149; c. 4 CC 148 A, 149; c.
452 Reflexión sistemática El carácter sacramental 453

Y es importante advertir que eso se hacía aun cuando se trataba de se ha pensado en la iglesia que la ordenación imprima un determinado
obispos82. Por lo demás, los que eran expulsados del oficio pasaban carácter imborrable. Y menos aún se pensó, durante aquellos siglos,
sencillamente a ser seglares83. Es decir, durante más de diez siglos no que el ordenado de clérigo tuviera que vivir como clérigo toda su vida.
A partir de Pedro Lombardo se generaliza paulatinamente la idea de
que el sacramento del orden está esencialmente vinculado al carácter
5. CC 148 A, 150; c. 11. CC 148 A, 152; c. 18. CC 148 A, 155; Aspasi (año 551) c. 2. CC imborrable que se imprime con la ordenación. Enseguida vamos a ver
148 A, 163; Arles (año 554) c. 4. CC 148 A, 171; c. 7. CC 148 A, 172; Turón (año 567) c.
20. CC 148 A, 148; Macón (año 581-583) c. 10. CC 148 A, 225; c. 11. CC 148 A, 225; Lyon en qué sentido se puede admitir este planteamiento.
(año 583) c. 1. CC 148 A, 232; Macón (año 585) c. 6. CC 148 A, 241; Narbonner (año 589) En la antigüedad, se habló frecuentemente del «sello» (sfragis) en
c. 3. CC 148 A, 254; c. 8. CC 148 A, 255; Clichy (año 626-627) c. 25. CC 148 A, 296; c. 28. relación con la vida cristiana: a veces, para referirse a cosas que no
CC 148 A, 296; Chalon-Sursaone (año 647-653) c. 16. CC 148 A, 306; St. Jean de Losne
(año 673-675) c. 10. CC 148 A, 316; también en los concilios africanos: Cartago (año 345- dicen relación directa con lo sacramental, como por ejemplo cuando
348) c. C. CC 149, 5; c. 5. CC 149, 6; c. 14. CC 149, 10; Hipone (año 393) c. 3. CC 149, 21; se hablaba de la cruz como sello o señal de los cristianos; otras veces,
Cañones in causa Apiarii, c. 25. CC 149,108-109; Regulae ecclesiae carthaginensis excepta, para indicar el rito mismo de la iniciación cristiana o también la señal
c. 70. CC 149, 201; Fenandi breviarii cañones, c. 118. CC 149, 397; también en los que Dios imprime en el alma de los cristianos84. Incluso se sabe que
concilios visigóticos e hispano-romanos: Toledo (año 397-400) c. 4. CV, 21; Tarragona
(año 516) c. 2. CV, 35; c. 9. CV, 37; Lérida (año 546) c. 5. CV, 57; c. 15. CV, 59; Braga cuando Agustín habla del sello o carácter que imprime el bautismo, se
(año 572) c. 10. CV, 85; c. 12. CV, 89; c. 24. CV, 93; c. 28. CV, 94; c. 34. CV, 96; c. 39. CV, refiere solamente a una metáfora, es decir, no se trata de una realidad
97; c. 63. CV, 101; Narbona (año 589) c. 8. CV, 148; Zaragoza (año 592) c. 1. CV, 154; que se produce en el lma del cristiano, sino simplemente de una
Sevilla (año 614) c. 3. CV, 165; c. 5. CV, 166; Toledo (año 633) c. 28. CV, 202-203; c. 29. comparación85. Por otra parte, en los grandes teólogos del siglo XIII
CV, 203; c. 45. CV, 207; Toledo (año 638) c. 4. CV, 237; Toledo (año 646) c. 1. CV, 250;
Toledo (año 653) c. 4. CV, CV, 278; c. 7. CV, 281; Toledo (año 675) c. 5. CV, 359; c. 6. no se llegó a un acuerdo cuando se trató de explicar la naturaleza del
CV, 360; c. 13. CV, 365; Toledo (año 694) c. 4. CV, 531; c. 5. CV, 532; igualmente en los carácter, pues mientras que para algunos consiste en una mera
concilios medievales posteriores, por ejemplo: Roma (año 1074) c. 5; Mansi 20, 408; disposición para la gracia (Guillermo de Auxerre, Alberto
Roma (año 1078) c. 3: Mansi 20, 509; c. 11. Mansi 20, 510; hasta el punto de que hubo que Magno, Buenaventura), para otros se trataría más bien de una
prohibir las reordenaciones y prescribir la estabilidad en el ministerio, por ejemplo en el
concilio de Roma (año 904) c. 5: Mansi 18, 224; y también se encuentra este tipo de configuración con Cristo (Alejandro de Ales), y para Tomás de
legislación en los concilios ecuménicos y más tarde en los generles de la baja edad media: Aquino y su escuela es un poder de orden cultual86. Sin olvidar
Nicea (año 325) c. 17. COD, 14; Calcedonia (año 451) c. 2. COD, 88; c. 10. COD, 92; c. que hubo autores, como Escoto87 y más tarde Gabriel Biel88 y
29. COD, 101; Nicea (año 787) c. 5. COD, 143; c. 10. COD, 146-147; c. 18. COD, 152;
Constantinopla (año 869-870) c. 23. COD, 183; c. 24. COD, 184; Letran (año 1123) c. 3.
COD, 190; Letran (año 1139) c. 1. COD, 197; c. 19. COD, 201; Letran (año 1179) c. 3. 84. Cf. para este punto el excelente estudio de J. Galot, La nature du caraclére
COD, 212; c. 11. COD, 217; c. 12. COD, 218; c. 13. COD, 218; c. 15. COD, 219; c. 25. sacramentel, Bruxelles 1956, 28-29.
COD, 223; c. 27. COD, 225. Por lo demás, es claro que en aquellos concilios no se 85. Cf. J. Galot, o. c, 39-41.
planteaba el hecho de la estabilidad en el ordo como se plantea en nuestros días. 86. Puede verse ampliamente analizada cada una de estas tendencias en la obra de J.
82. Los ejemplos abundan en este sentido, así: conc. de Valence (año 374) c. 4. CC Galot, o. c, 63-79; 147-170; 171-195.
148, 40; Orleáns (año 538) c. 2. CC 148 A, 115; Orleáns (año 541) c. 10. CC 148 A, 134; 87. En realidad, Escoto admite la existencia del carácter sólo por la autoridad del
Orleáns (año 549) c. 3. CC 148 A, 149; Macón (año 581-583) c. 11. CC 148 A, 225; Toledo papa Inocencio III: Propter dictum eius (Inocencio) tantum hoc teneo: Repórtala Parisien-
(año 633) c. 28. CV, 202-203; Roma (año 904) c. 5. Mansi 18,224; Calcedonia (año 451) c. sia XI, P. II, 611, citado por J. Galot, o. c, 209, n. 3.
29. COD, 101; Letran (año 1139) c. 19. COD, 201; Letran (año 1179) c. 3. COD, 212. Pero 88. El gran teólogo de finales del siglo XV llega a la conclusión de que ni se
ya, bastante antes de toda esta legislación conciliar, sabemos que en el siglo tercero era demuestra la existencia del carácter por una razón necesaria, ni hay una autoridad
una praxis establecida en las iglesias el deponer a los obispos, que así dejaban de serlo, evidente para probarlo: nec ratio necessaria demonstrat nec evidens auctoritas probat:
cosa que podían hacer las comunidades. El hecho más conocido, en este sentido, es el de Collectorium circo quatluor libros Sententiarum IV, d. 6, q. 2, concl. 1, W. Werbeck y U.
los obispos de León, Astorga y Mérida, en tiempos de S. Cipriano: Epist. 67, d: CSEL 3/2, Hofmann (ed.) Tübingen 1975, IV/1, 253. Esto, sin embargo, no quiere decir que Gabriel
737-738, en general toda esta carta trata expresamente este punto. Biel niegue la existencia del carácter, ya que su existencia le parece una cosa probable: Per
83. La expresión que se utilizaba en estos casos lo indica claramente: laica communi- rationes persuasivas et ecclesiae auctoritatem ostendi potesl probabiliter ponendum esse
catio, es decir los que eran privados del oficio, eran admitidos en la comunidad como characterem: o. c , IV, d. 6, q. 2, concl. 2. Por lo demás, es sabido que, a partir de Escoto,
seglares. Así aparece ya en la carta citada de Cipriano: si sibi vel laico communicare existió una corriente teológica que venía a reducir el carácter a un mínimum, en el sentido
contingeret. Epist. 67, 6: CSEL 3/2, 740, 16-17. Lo mismo aparece en la legislación de que el carácter sería una simple relatión. Así, Hugo de Novocastro (cf. J. Galot, o. c,
conciliar, por ejemplo en el conc. de Colonia (año 346): qui nec laicam debet communica- 213-214) y Durando de San Porciano, para quien el carácter no pasa de ser una pura
tionem accipere. c. 2. CC 148,27. Sobre este asunto, debe consultarse W. Elert, Abendmahl relación de razón: Character non est aliqua natura absoluta sed est sola relatio rationis per
und Kirchengemeinschaft in der alten Kirche hauptsáchlich des Ostens, Berlín 1954, 131- quam ex institutione velpactione divina deputatur aliquis ad sacras actiones: Sent. IV, d. VI
141. q. 1, Venetiis 1571, 299, citado por J. Galot, o. c., 216, n. 1. También aparecen fuertes
454 Reflexión sistemática El carácter sacramental 455

Cayetano89 que negaron el origen bíblico o de tradición de la doctrina conciliares, se advierte que no había unanimidad entre ellos sobre este
sobre el carácter. asunto, ya que algunos pensaban que la doctrina de Lutero era
Así las cosas, llegamos a la afirmación doctrinal que hizo el falsa92, mientras que otros pensaban que no se debía hablar de este
concilio de Trento sobre este asunto. Pero, en realidad, ¿qué es lo que punto 93 . En general, se nota, a lo largo del debate, una tendencia a
el concilio quiso enseñar? Para comprender la doctrina de Trento, hay insistir en la necesidad de pronunciarse en favor de la existencia del
que tener en cuenta, ante todo, que importantes teólogos anteriores al carácter, por un motivo concreto: porque hay sacramentos que no se
concilio habían puesto en duda el origen revelado del carácter sacra- pueden repetir, es decir, que sólo se pueden administrar una sola vez
mental; y otros, como Durando, habían hecho matizaciones impor- en la vida a cada sujeto94. Estando así las cosas, en el texto que se
tantes en ese sentido90. Por otra parte, la teología medieval no estaba propuso a los padres conciliares el 26 de febrero de 1547, aparece el
de acuerdo acerca de la naturaleza del carácter. Es decir, se admitía canon que luego fue aprobado, pero con una variante muy significati-
generalmente la existencia del carácter, pero se discutía su naturaleza. va, porque se dice que el carácter es una señal espiritual e imborrable,
Ahora bien, como hemos tenido ocasión de ver ampliamente en el capí- «y por esa razón esos sacramentos no se pueden repetir» (ratione
tulo anterior, el concilio no quiso expresamente condenar o definir cuius ea iterari non possunt)95. Pero en la redacción definitiva se
teorías teológicas que estuvieran en discusión entre los teólogos cató- suprimieron las palabras ratione cuius y se puso en su lugar la
licos. Por lo tanto, con estos datos en la mano, se puede ya presumir expresión unde ea iterari non possunt. Este cambio se introdujo para
que el concilio no pretendió dar una doctrina definitoria sobre la natu- evitar la impresión de que el concilio quería definir una determinada
raleza del carácter. Pero, en realidad, ¿fue eso lo que dijo el concilio? doctrina sobre la naturaleza del carácter.
Cuando en los debates con ciliares se empezó a tratar el tema de Por consiguiente, para apreciar en su justo significado lo que quiso
los sacramentos en general, se propuso una afirmación de Lutero enseñar el concilio de Trento acerca del carácter sacramental, se debe
según la cual ningún sacramento imprime carácter. Por el texto que se tener siempre presente que una cosa es la existencia de ese carácter; y
entregó al estudio de los teólogos, se ve que Lutero negaba sencilla- otra cosa es la naturaleza del mismo. El concilio afirmó claramente lo
mente la existencia del carácter sacramental, pero no se refería a primero, pero no quiso expresamente pronunciarse por lo segundo. Por
cuestiones ulteriores sobre la naturaleza o la esencia del carácter91. lo tanto, lo único que sabemos con seguridad es que hay tres sacramen-
Por otra parte, en la discusión de los teólogos, durante los debates tos (bautismo, confirmación y orden) que imprimen carácter. Y eso
quiere decir que esos tres sacramentos no se pueden recibir nada más
dudas sobre la razón de ser del carácter en Guillermo de Occam y en Pedro d'Ailly cf. J. que una vez en la vida. Todo lo que sea ir más allá de esa afirmación
Galot, o. c, 217-218), lo mismo que en Gerardo de Odón, para el que la fundamentación básica, es entrar en el terreno de las conjeturas y las opiniones, que, por
del carácter no está garantizada ni por la razón ni por la autoridad de los santos: non video muy venerables que sean, no vinculan la fe de los creyentes.
ipsam fulcitam nec ratione nec dictis nec auctoritatibus sanclorum: Sent., Paris Nat. lat.
3068, f. 19 ra, citado por J. Galot, o. c, 219-220, n. 3.
89. En sus comentarios a la Summa Theol. de S. Tomás, dice Cayetano, a! abordar la 92. En realidad, la dispersión de opiniones, entre los teólogos conciliares, fue notable.
cuestión de la existencia del carácter sacramental: Adverte hic... quodsacramenta imprime- Porque algunos consideraban la doctrina de Lutero como herética: CT 5, 845, 2; 846, 19;
re characterem ex Sacra Scriptura non habetur, sed ex Ecclesiae auctoritate, et non multum 849,14-15; 855, 29-30; 860, 7. Pero había quienes pensaban que era errónea: CT 5, 848, 15-
antigua: ut patet ex sacris canonibus et priscis quaestionibus Patrum de reiteratione 16. Y los que afirmaban que se trataba de una doctrina falsa: CT 5,849,34; 852,15; 854,30;
baptismi; quae locum non habuissent si Ecclesia iam determinasset imprimí in anima 855, 7; 859, 16; 860, 31-32. E incluso hubo quien dijo que era una doctrina probabilior: CT
cnaracterem per baptismum; quodlnnocentius III... determinavit: Sancti Thomae Aquinatis 5, 851, 32-33; o que se podía admitir, pero cum declaratione: CT 5, 856, 21-22.
Opera Omnia XII, Roma 1906, 31. Por lo tanto, está claro que para el mejor de los 93. Por ejemplo, en CT 5, 988, 25.
comentaristas de S. Tomás, la única razón que existe para defender el carácter sacramen- 94. En este sentido claramente: CT 5, 857, 9-10; 859, 16.
tal es la decisión de Inocencio III. Y es importante tener en cuenta que, lo mismo en el 95. El artículo sobre el carácter se puso entre los que se debían completar mediante
caso de Gabriel Biel que en el de Cayetano, se trataba de autores de la máxima autoridad alguna aclaración o declaración. CT 5, 865, 44 ss. El texto del 26 de febrero de 1547, en
entre los teólogos católicos de finales del siglo XV y comienzos del XVI, es decir pocos CT 5, 984, 23-25. Por lo demás, la intención de los teólogos y obispos queda claramente
años antes de la celebración del concilio de Trento. indicada, por ejemplo, en la intervención del teólogo Antonio Solís: Omnes theologi
90. Cf. lo dicho sobre Durando en la n. 88. characterem confitentur; sed discordant, quid sit et in quo sit, in quo etiam sunt gravissimi
91. En la lista de errores, que se sometieron a estudio, a partir del día 17 de enero de doctores. Ideo neutra pars damnanda: CT 5, 858, 26-27. En el mismo sentido, Seripando:
1547, dice así el n. 9: In nullo sacramentorum imprimí characterem, sed rem fictitiam esse. CT 5, 963, 27-31; y el general de los carmelitas: CT 5, 969, 4-16. Es lo que exactamente
Lutherus de captiv. Babyl: Concedo ut characterem hunc Papa imprimat, ignorante Chrislo: explica el famoso historiador del concilio S. Pallavicino, DeWstoria del concilio di Trento
CT 5, 836, 23-24; el texto de Lutero en Werke. VI, 567. II, Roma 1664, c. 5, 2, 25.
CONCLUSIÓN

1. ¿Qué es un sacramento?

Los sacramentos cristianos son los símbolos fundamentales de


nuestra fe. Estos símbolos tienen su origen y su razón de ser en el
sacramento original que es Jesús, el Mesías salvador y liberador de los
hombres. Y son la manifestación del gran símbolo sacramental que es
la iglesia, la comunidad de los creyentes, que celebra y expresa así las
experiencias básicas de su fe.
Esto quiere decir que los sacramentos no son simples ritos religio-
sos, que comunican automáticamente la gracia de Dios a los hombres.
Eso quiere decir además que los sacramentos no son meros signos
sagrados, que producen de un manera casi mágica unos determinados
efectos salvíficos y santificantes. Y eso quiere decir también que los
sacramentos no son símbolos individuales, sino esencialmente comu-
nitarios, es decir, no se trata de símbolos que brotan de los individuos
y están destinados para los individuos, sino que son símbolos que
surgen de una comunidad y están destinados para la comunidad.
Por consiguiente, un sacramento puede ser administrado según
todos los requisitos que se exigen para su licitud y su validez, pero no
por eso es necesariamente un sacramento auténtico, es decir, un
sacramento en el que la comunidad cristiana celebra y expresa simbó-
licamente las experiencias fundamentales de su fe. Entre esas expe-
riencias, ocupa un lugar eminente la experiencia de la libertad cristia-
na, que brota del amor a Dios y al prójimo y hace posible la
realización auténtica de ese amor.
458 Conclusión Conclusión 459

2. ¿Por qué hay sacramentos? mente también aberrante que una madre diga: «yo quiero y beso a mi
hijo para que así mi hijo me quiera y me bese a mí». Las grandes
Hay sacramentos porque la vida de fe comporta experiencias tan experiencias de la vida y los símbolos que las expresan no se pueden
hondas y decisivas que no pueden expresarse y comunicarse nada más instrumentalizar sin correr el riesgo de desnaturalizar tanto las expe-
que por medio de símbolos. De la misma manera que la relación riencias como los símbolos. Desde el momento en que el amor se
humana y la vida afectiva no puede expresarse y comunicarse adecua- utiliza para algo, se manipula y degenera, hasta convertirse en burdo
damente con el instrumental que suministran las ideas y las palabras, egoísmo. Y lo mismo ocurre con los símbolos fundamentales que
sino que necesita de la riqueza expresiva y de la fuerza de vida que expresan y comunican el amor. Por eso, si decimos que los sacramen-
contienen los símbolos, igualmente la vida de fe, de esperanza y de tos son los símbolos fundamentales de nuestra fe, resulta extremada-
amor, que caracteriza a la comunidad creyente, no puede expresarse y mente peligroso interpretar tales símbolos con un criterio utilitario y
comunicarse en toda su plenitud nada más que por medio de símbo- funcional. De ahí que preguntarse para qué son los sacramentos, es
los. Y esos símbolos son nuestros sacramentos. una cosa que, en buena medida, ni siquiera tiene sentido.
Por lo tanto, la razón de por qué hay sacramentos en la iglesia no Sin embargo, es importante esta última pregunta. Por una razón
está en que existe una ley divina que así lo ha dispuesto; lo exige una que se comprende enseguida-, de hecho, los sacramentos son utiliza-
tradición de rituales sagrados a la que no hay más remedio que dos, como verdaderos instrumentos o «causas instrumentales», como
someterse. Nada de eso da cuenta de por qué los cristinos celebramos los llamó la teología medieval. Según esta manera de pensar, el
nuestros sacramentos. Cuando Jesús se hizo bautizar, no estaba sacramento se usa, se utiliza y se instrumentaliza con un fin determi-
imponiendo una ley a los creyentes. Y cuando celebró la cena con su nado: para obtener la gracia de Dios, para salvarse y santificarse.
comunidad, tampoco estaba sentenciando una ley para el futuro. El Porque, según la antigua teología escolástica, el sacramento es «causa
bautismo de Jesús es el gesto simbólico en el que expresa su destino, eficaz» y, más concretamente, «causa instrumental» de la gracia.
de la misma manera que el bautismo de cada cristiano es el símbolo En principio, esta manera de comprender la finalidad y la funcio-
que celebra y expresa el destino del hombre de fe, que se adhiere nalidad de los sacramentos parece bastante natural y hasta lo más
mediante el seguimiento al destino del Mesías. Y en el mismo sentido, lógico del mundo. Porque así el sacramento aparece como el «signo
la cena que celebró Jesús con su comunidad de discípulos es el gesto eficaz» de la relación entre el hombre y Dios. Un signo, por tanto, de
simbólico que expresa la comunión de vida de los creyentes con Jesús que el hombre obedece a Dios y de que Dios santifica al hombre, ya
y entre ellos mismos. que se trata de un signo dotado de eficacia indefectible.
La iglesia es fiel a Jesús cuando celebra, por la fuerza del Espíritu, Sin embargo, por poco que se piense en esa manera de entender la
los mismos gestos simbólicos que realizó Jesús: cuando se adhiere a su funcionalidad de los sacramentos, enseguida se advierten los fallos
destino y comulga con su vida, cuando perdona los pecados y libera a tan serios que comporta. En primer lugar, porque de esa forma se
los hombres de las fuerzas de esclavitud y de muerte que operan en la incurre, casi inevitablemente, en una concepción casi mágica del rito,
sociedad, cuando sana las raíces, del mal y del sufrimiento que ya que eso equivale a concederle en la práctica una especie de eficacia
oprimen a todos los crucificados de la tierra. Cuando todo eso no son automática, que funciona por sí misma e independientemente de la
palabras, sino experiencias reales y concretas, vividas cada día en vida, del compromiso cristiano y de las experiencias reales que viven
cada comunidad de fe, entonces cada una de esas comunidades los participantes. Por otra parte, al estar convencidos de que el
expresa auténticamente tales experiencias mediante los símbolos fun- sacramento está dotado de esa eficacia automática, las cosas se
damentales de nuestra fe a los que llamamos sacramentos. orientan en la iglesia hacia un verdadero consumismo sacramental,
porque los sacerdotes llegan a convencerse de que lo mejor es admi-
nistrar y repartir la mayor cantidad posible de sacramentos; y los
3. ¿Para qué son los sacramentos? fieles, por su parte, se llegan a creer que cuantos más sacramentos
reciban más santos serán. De donde resulta que la actividad pastoral
Es peligroso interpretar los sacramentos con un criterio funcional. de la iglesia y sus centros de interés se orientan con preferencia hacia
Como es igualmente peligroso interpretar los símbolos de la relación las prácticas religiosas, el esmero y la atención a lo cultual y lo
humana con semejante criterio. Por ejemplo, es peligroso y segura- sagrado, la sensibilidad por los ritos y ceremonias, mientras que se
460 Conclusión Conclusión 461
descuida escandalosamente la atención a las exigencias éticas y socia- Pero entonces, ¿qué se debe responder a la tercera pregunta que
les que comporta la fe cristiana. Y entonces se produce la inevitable hemos planteado en esta conclusión de nuestro estudio? Digamos que
incoherencia de una iglesia que es más religiosa que cristiana, más cuando el sacramento se comprende como símbolo que expresa y
parecida a la institución sacral con la que se enfrentó Jesús que a la comunica una experiencia, entonces la finalidad del sacramento resul-
comunidad de discípulos que reunió el propio Jesús. ta coherente. Porque ya no se trata de que el fiel creyente recibe un
Es verdad que en teoría nadie va a conceder más importancia a las rito religioso para que así Dios le devuelva la gracia santificante, sino
prácticas religiosas que a las exigencias éticas. Pero lo cierto es que en que se trata de que el hombre de fe participa en la celebración
la práctica eso ocurre de una manera asombrosa. Por una razón muy simbólica porque a ello se siente impulsado por su experiencia,
sencilla: las prácticas religiosas resultan menos comprometidas y sabiendo que entonces esa experiencia no sólo se expresa y se comuni-
menos arriesgadas que las exigencias éticas y sociales del evangelio. Y ca, sino que además se acrecienta, se intensifica y se hace más fuerte.
además las prácticas religiosas ejercen una especie de fascinación Además, sabiendo que se trata de una experiencia esencialmente
sobre los fieles que no se suele dar en el caso de los compromisos comunitaria, el sacramento tiene entonces la virtualidad de edificar a
sociales, civiles y hasta políticos. Es más, muchas veces los compromi- la comunidad: la experiencia que los creyentes comparten y expresan
sos de esta índole no resultan del todo claros y transparentes y en simbólicamente tiene por sí misma la capacidad de unir a las perso-
ocasiones parecen estar complicados con ideologías, estrategias y nas, las vincula en un mismo proyecto y así la comunidad se muestra
tácticas que se pueden considerar como poco cristianas. Por el contra-
como el gran sacramento de la unidad y la solidaridad de los hombres
río, las prácticas religiosas dan casi siempre la impresión de ser lo
entre sí y de los hombres con Dios. He ahí la significación más
mejor y lo más santo que un creyente puede practicar. Ahora bien,
estando así las cosas, no nos tiene que extrañar que la iglesia oriente profunda de la iglesia. La comunidad hace los sacramentos. Y los
su presencia en la sociedad de tal manera que, por salvaguardar y sacramentos hacen a la iglesia.
asegurar sus prácticas sacramentales, se calle muchas veces ante los Por último, es decisivo destacar la función social y pública que así
atropellos y las injusticias que se cometen. Por ejemplo, ocurre con adquiere el sacramento. Cuando la experiencia que lleva a los cristia-
frecuencia que en los países dominados por dictaduras políticas, ya nos a celebrar el sacramento es una verdadera experiencia de fe, se
sean de derechas o incluso de izquierdas, la autoridad eclesiástica se puede decir con toda razón que la comunidad no se reúne porque se
calla ante los atropellos que se cometen contra los derechos funda- siente satisfecha en sí misma, sino porque siente como cosa propia el
mentales de las personas. Y es claro que la autoridad se calla en esos sufrimiento y la angustia de todos los desgraciados de la tierra. Y
casos por la sencilla razón de que así se consigue que a la iglesia le entonces el sacramento es la expresión simbólica de un gran deseo y
dejen seguir celebrando sus funciones en los templos y administrando de una verdadera pasión: el deseo y la pasión por una sociedad
los sacramentos a la gente. En ese caso, los sacramentos tienen una distinta, en la que no haya unos hombres que dominan a otros
funcionalidad indirecta muy concreta: sirven para tranquilizar la hombres, ni gentes insolidarias con el dolor ajeno, ni personas que se
conciencia de los dirigentes eclesiásticos y de los fieles en general, al ven privadas de sus derechos. Y así, los símbolos de la fe cristiana y
mismo tiempo que vienen a legitimar de hecho a los poderes constitui- los símbolos de toda aspiración humana vienen a tener una misteriosa
dos. y profunda convergencia: la insolidaridad humana, se ha dicho muy
Evidentemente, sí pensamos en todo este asunto con una concien- bien, produce ruptura de sacramentalidad a todos los niveles y halla
cia iluminada por la fe, tenemos que decir que los sacramentos no en los pobres su expresión simbólica privilegiada como negativo de
pueden tener la finalidad práctica y la funcionalidad concreta que cualquier forma de sacramentalidad. Su clamor es una exigencia de
acabamos de describir. Lo que equivale a decir que los sacramentos solidaridad. Por el contrario, la solidaridad con los pobres, al resta-
cristianos no pueden ser interpretados y comprendidos desde el blecer el plan de Dios (crear la gran familia de los hijos del Padre), es
criterio que nos suministra la llamada «causalidad instrumental» de no sólo sacramental, sino incluso se puede decir que es el princeps
los sacramentos. Como tampoco pueden ser interpretados desde el analogatum, el punto de referencia modélico y ejemplar, de la sacra-
punto de vista que nos proporciona la teoría de los ritos religiosos y mentalidad humana y de cualquier forma de expresión sacramental
su eficacia casi mágica o automática, tal como de hecho los entiende y entre cristianos l .
los recibe mucha gente.
1. V. Codina, Analogía sacramental: de la eucaristía a la solidaridad: Et Ec 54 (1979) 355
SIGLAS Y ABREVIATURAS

AAS Acta Apostolicae Sedis (Roma 1909 s).


AHMA Analecta hymnica medii aevi (Leipzig 1886-1922).
ASS Acta Sanctae Sedis (Roma 1865-1908).
Ant Antonianum (Roma 1926 s).
BJRL Bulletin of the John Rylands library (Manchester 1903 s).
BR Biblical Research (Amsterdam 1956 s).
CBQ The Catholic Biblical Quarterly (Washinton 1939 s).
CC Corpus Christianorum seu nova Patrum Collectio (Turnhout-
Paris 1953 s).
COD Conciliorum Oecumenicorum Decreta (Bologna 1973).
CSEL Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum (Viena
1866 s).
CT Concilium Tridentinum (Freiburg 1901 s).
CV Concilios visigóticos e hispano-romanos (Barcelona-Madrid
1963).
DAFC Dictionnaire apologétique de la foi catholique (Paris 1909-
1931).
DBSup Dictionnaire de la Bible, Supplément (Paris 1928 s).
Div.Thom. Divus Thornas (Freiburg 1914 s).
DS Enchiridion Symbolorum, definitionum et declarationum de
rebus fidei et morum (Barcelona 1965).
DTC Dictionnaire de Théologie Catholique (Paris 1930 s).
EtEc Estudios Eclesiásticos (Madrid 1922 s).
ETL Ephemerices Theologicae Lovanienses (Bruges 1924 s).
EvTh Evangelische Théologie (München 1934 s).
GCS Die griechischen christlichen Schrisftsteller der ersten drei
Jahrhunderte (Leipzig 1887 s).
GL Geist und Leben (Würzburg 1947 s).
Greg Gregorianum (Roma 1920 s).
JTS The Journal of Theological Studies (London 1899 s).
464 Siglas y abreviaturas

LTK Lexikon für Theologie und Kirche (Freiburg 1957-1965).


LV Lumiére et Vie (Lyon 1951 s).
MANSI Sacrorum Conciliorum nova et amplissima collectio (Firenze
1757-1798), continuada por L. Petit-J. B. Martin (Paris 1899-
1927).
MG Patrología Graeca (Paris 1857-1866).
ML Patrología Latina (Paris 1878-1890).
MTZ Münchener Theologische Zeitschrift (München 1950 s).
NTS New Testament Studies (Cambridge-Washington 1954 s).
PO Patrología Orientalis (Paris 1903 s).
RB Revue Biblique (Paris 1892 s).
RHE
RechScRl
Revue d'Histoire Ecclésiastique (Louvain 1900 s). ÍNDICE GENERAL
Recherches de Science Réligieuse (Paris 1910 s).
RGG Die Religión in Geschichte und Gegenwart (Tübingen 1909 s).
RPTK Realencyklopádie für protestantische Theologie und Kirche
(Leipzig 1896-1913).
RevScPhTh Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques (Paris
1907 s).
RecScRel Recherches de Science Religiuse (Paris 1910 s).
RThAM Recherches de Theologie Ancienne et Médiévale (Louvain Introducción 9
1929 s). 1. LA CRISIS DE LA PRÁCTICA RELIGIOSA 11
SC Sources chrétiennes (Paris 1941 s).
Schol Scholastik (Freiburg 1926-1965). 1. El hecho 11
TBL Theologisches Begriffslexikon zum Neuen Testament (Wup- 2. Significación fundamental de los sacramentos 12
pertal 1967 s). 3. El problema de fondo 14
TG 4. La persistencia de lo religioso 15
Theologie und Glaube (Paderborn 1909 s). 5. La ambigüedad de lo religioso 17
ThPh Theologie und Philosophie (Freiburg 1966 s). 6. La ambivalencia de lo religioso 21
ThZ Theologische Zeitschrift (Basel 1945). 7. La violencia de lo religioso 24
TLZ Theologische Literaturzeitung (Leipzig 1876-1944). 8. La manipulación de lo religioso 26
TRE Theologische Realenzyklopádie (Berlin 1976 s). 9. Conclusión 29
TU Texte und Untersuchungen zur Geschichte der altchristlichen
Literatur (Leipzig-Berlin 1881 s). 2. JESÚS Y LA PRÁCTICA RELIGIOSA ESTABLECIDA 31
TWNT Theologisches Wórterbuch zum Neuen Testament (Stuttgart 1. Delimitación de lo sagrado 31
1933 s) 2. Las experiencias que suscita «lo sagrado» 34
ZNW Zeitschrift für die neutestamentliche Wissenschaft und die 3. Jesús y «lo sagrado»: el problema 36
Kunde der alteren Kirche (Giessen 1900 s; Berlin 1934 s). 4. Jesús y el espacio sagrado (el templo) 37
ZKT Zeitschrift für katholische Theologie (Wien 1876 s). 5. Jesús y el tiempo sagrado (el sábado) 52
ZTK 6. Jesús y la persona sagrada (el sacerdote) 59
Zeitschrift für Theologie und Kirche (Tübingen 1891 s). 7. Conclusión 77
3. LA IGLESIA PRIMITIVA Y LA PRÁCTICA RELIGIOSA 8l
1. ¿Qué entendemos por «práctica religiosa»? 81
2. La iglesia primitiva y la «religión» 8l
3. Los indicios de una interpretación «sagrada» en el nuevi • i •
tamento 86
4. El rechazo de «lo sagrado» 87
5. La oposición al culto «ritual» 9o
6. El rechazo del culto «ritual» 94
7. La regresión hacia la sacralidad superada IO5
466 índice general índice general 467

4. EL CULTO CRISTIANO: MENSAJE Y CELEBRACIÓN 113 11. Vivir para Dios es morir a la ley 258
1. No somos una organización de servicios sociales 113 12. La ley es una maldición 251
2. Las tareas de la iglesia primitiva 114 13. Ya no estamos sometidos a la ley 253
3. Elementos indispensables de la celebración: palabra y sacra- 14. La misión liberadora de Cristo 255
mento 117 15. Libertad total 257
4. Palabra y mensaje 124 16. La ley contra el Espíritu 258
5. Mensaje y conversión 127 17. Libertad por el evangelio 261
6. Conversión y audacia 130 18. La ley como fuente de hostilidad y de división 263
7. El único culto aceptable 133 19. Un balance negativo 265
8. El único culto coherente 135 20. ¿Afirma Pablo la pervivencia de la ley? 267
9. El fracaso de la iglesia 137 21. ¿De qué ley se trata? 272
22. ¿Cuestión doctrinal o problema práctico? 279
5. RITO, MAGIA Y SACRAMENTO 141
23. Sentido de la libertad cristiana 281
24. La normativa eclesiástica 289
1. El rito es lo que manda 141 25. ¿Hay contradicción entre Jesús y Pablo? 295
2. Rito y magia 144 26. El discernimiento cristiano 308
3. La estructura de la magia 146 27. Símbolos de libertad 311
4. Jesús no fue un mago 150
5. La verdadera religiosidad 153 8. LA DOCTRINA DEL MAGISTERIO SOBRE LOS SACRAMENTOS 315
6. La libertad del Espíritu 156 1. Los «dogmas de fe» sobre los sacramentos 315
7. Conclusión 162 2. ¿Qué pretendió el concilio de Trento? 320
3. ¿Errores o herejías? 326
6. Los SÍMBOLOS DE LA FE 165
4. El concepto de «herejía» 333
1. Signos que no «significan» 165 5. La profesión de fe tridentina 341
2. El problema de la terminología 168 6. La «recepción» del concilio y la fe de la iglesia 343
3. ¿Qué es un signo? 161 7. El concilio de Florencia 352
4. ¿Qué es un símbolo? 171 8. El concilio II de Lyon 355
5. Símbolo y metáfora 174 9. Inocencio III 356
6. Las características del símbolo 176 10. Los orígenes del tratado De sacramentis 375
7. Naturaleza y cultura 179 11. Conclusión 401
8. Símbolo y realidad 181
9. Cuando los símbolos degeneran en ritos 183 9. REFLEXIÓN SISTEMÁTICA 407
10. Los símbolos de la fe 187 1. Religión y revelación 407
11. El bautismo, experiencia del Espíritu 189 2. La celebración 419
12. El bautismo, experiencia de la muerte 192 3. Cristo, sacramento original 431
13. El bautismo, experiencia de la libertad 197 4. La iglesia y los sacramentos 435
14. La autonomía del corazón del hombre 201 5. El origen de los sacramentos 440
15. La vida compartida 204 6. La eficacia de los sacramentos 445
16. Los sacramentos son símbolos 212 7. El carácter sacramental 450
17. Conclusiones 214
CONCLUSIÓN 457
7. SÍMBOLOS DE LIBERTAD 221
1. ¿Qué es un sacramento? 457
1. Los símbolos perdidos 221 2. ¿Por qué hay sacramentos? 458
2. El miedo a la libertad 223 3. ¿Para qué son los sacramentos? !"!!!!!!!! 458
3. La estrategia de la institución 226
4. Los profetas fracasados 229 Siglas y abreviaturas 463
5. El precio de la ley 231
6. La experiencia cristiana esencial 236
7. La ley contra la gracia 239
8. El más sutil de todos los pecados 242
9. La ley da frutos de muerte 244
10. El Mesías es el fin de la ley 246

También podría gustarte