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Estructura Social Contemporánea: Las Clases Sociales en Los Países Industrializados / R. Feito Alonso
Estructura Social Contemporánea: Las Clases Sociales en Los Países Industrializados / R. Feito Alonso
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All content following this page was uploaded by Rafael Feito Alonso on 09 March 2015.
1
H. Spencer, Principles of Sociology, Nueva York, Macmillan,
1969.
2
N.J. Smelser, "Social Structure", Handbook of Sociology,
Londres, Sage, 1988.
3
R. Boudon, ¿Para qué sirve la noción de estructura?, Madrid,
Aguilar, 1973, p. 14.
3
4
K. Mannheim, Ideology and Utopia, citado por S.F. Nadel,
5
Ginsberg, Reason and Unreason in Society, citado en Nadel, op.
cit, p. 29.
6
cfr. Boudon y Bourricaud, Dictionnaire critique de la
sociologie, París, PUF, 1982, p. 17
4
7
T.B. Bottomore, Introducción a la sociología, Barcelona,
Península, 1978.
8
Sociología, Barcelona, Ediciones de Bolsillo, 1976, p. 66
9
cfr., Boudon y Bourricaud, op. cit., p. 18.
5
10
Harmondsworth, Penguin, 1984.
11
Madrid, Siglo XXI, 1983.
6
12
op. cit.
13
Barcelona, Herder, 1977.
14
México, FCE, 1987.
7
15
S. Ossowski, Estructura de clases y conciencia social,
16
op. cit., pp. 17-18.
17
op. cit., p. 18.
18
Clases sociales y capitalismo, Madrid, Endymion, 1990.
8
19
"R.K. Merton on Structural Analysis", en J. Clark et. al.,
1990.
20
Madrid, Akal, 1985.
21
La lógica de lo social. Introducción al análisis sociológico,
22
Citado en Boudon, op. cit.
9
23
Economía y sociedad, México, FCE, 1979, p. 5.
11
24
E.H. Carr, ¿Qué es la historia?, Barcelona, Seix Barral, 1967,
p. 125.
12
25
F. Engels, carta a J. Bloch, 21 de setiembre de 1890. En K.
522.
26
C. Pereyra, "El determinismo histórico". En teoría, 3, 1979.
27
A. Giddens, Social Theory and Modern Sociology, Cambridge,
28
El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991.
13
29
D. Rubinstein, Marx and Wittgenstein. Social Praxis and
30
A. De Pablo, "Causalidad, estructura y acción social:
31
C. Hempel, "The function of general laws in history", Journal
of Philosophy, 39, pp. 335-48, 1942. Citado por Rubinstein, op. cit.
15
32
V. Pareto, The Mind and Society. A Treatise on Causal
Sociology, Nueva York, Dower, 1963.
16
33
W. Dilthey, Pattern and Meaning in History, citado por
35
P. Berger y T. Luckman, La construcción social de la realidad,
36
Rubinstein, op. cit., pp. 24-25.
19
37
P. Bourdieu, El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991.
38
Op. cit. p. 47.
39
A. Schutz, Collected papers. I. The Problem of Social Reality,
citado por Bourdieu, op. cit.,p. 59.
20
40
op. cit., p. 50.
21
41
Op. cit. p. 94.
42
op. cit. p. 92.
22
43
op. cit., p. 96.
44
op. cit. p. 101.
23
45
A. Giddens, The Constitution of Society, Cambridge, Polity
46
P. Willis, Aprendiendo a trabajar. Cómo los chicos de clase
47
E.O. Wright, A. Levine y E. Sober, Reconstructing Marxism.
48
Op. cit., p. 110.
49
Making Sense of Marx, p. 5. Citado en Wright et al. p. 111.
26
50
E.O. Wright et al., op, cit., p. 123.
28
51
K. Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Madrid, Akal, 1975.
52
P. Willis, "Producción cultural y teorías de la
reproducción", Educación y sociead, 5, 1986.
30
53
E.O. Wright, Class Structure and Income Inequality, Nueva
York, Academic Press, 1978.
34
54
T. Parsons, "Equality and Inequality in Modern Society or
55
La estructura del contenido de parte de este epígrafe procede
doctoral, 1992.
56
op. cit.
36
57
No obstante la obra de Mills The Power Elite (Oxford, Oxford
58
Madrid, Aguilar, 1962.
37
59
The Affluent Worker. Industrial Attitudes and Behaviour,
60
Barcelona, Península, 1969.
38
61
Madrid, Alianza, 1976.
62
La sociedad postindustrial, Barcelona, Ariel, 1971.
39
manipulación cultural. Es preciso actuar tanto sobre las necesidades y las actitudes
como sobre el trabajo. La educación escapa de las manos de la familia y pasa a ser
controlada por el Estado. Finalmente, se trata de una sociedad de aparatos, dominada
por grandes organizaciones que son a la vez políticas y económicas, se orienta más que
nunca hacia el poder, hacia el control propiamente político de su funcionamiento interno
y de su entorno.
Todos estos problemas son comunes a las sociedades capitalistas y socialistas,
ya que ambas son sociedades industriales. En ambas resulta más útil hablar de
alienación que de explotación, puesto que la alienación define una relación social y la
explotación una relación económica.
En las sociedades industriales era el obrero cualificado quien más se oponía al
capitalismo. Hoy la verdadera oposición es la que tiene lugar frente a la tecnocracia. Se
trata de un oposición social y cultural más que económica. Anteriormente, el poder del
capitalismo se ejercía única y exclusivamente en el marco del trabajo. En las
sociedades postindustriales la dominación se extiende a todos los terrenos de la vida
social, lo que se moviliza no es solo la faceta de trabajador asalariado, sino que lo hace
toda la personalidad. De ahí que la juventud, especialmente la universitaria, se haya
convertido en punta de lanza en la lucha contra los poderes económicos y políticos. Al
igual que tantos autores de los años 60 (La sociedad postindustrial fue publicada en
1969) considera que la clase obrera ha dejado de ser un agente histórico privilegiado en
la tarea de la transformación social. Y esto es así, no porque el movimiento obrero se
haya debilitado, (Touraine tiene en mente los acontecimientos de mayo del 68) sino
porque el ejercicio del poder en el seno de la empresa ha dejado de ser el resorte
principal del sistema económico y, por tanto, de los conflictos sociales. Las luchas
obreras no ponen en cuestión el orden social.
Todos estos planteamientos chocaban de lleno contra los supuestos básicos de
la teoría de clases marxista y lo hacía por lo menos en tres sentidos:
1. Su prospectiva es justamente la contraria de la planteada por Marx. Mientras que
Marx hablaba de la descualificación continua de la fuerza de trabajo -tendencia a la
proletarización-, las teorías postindustriales proponen justamente lo contrario.
2. Defienden la tesis del aburguesamiento de la clase obrera, lo que choca con la idea
de una clase obrera revolucionaria.
3. Uno de los colofones de las teorías postindustriales es el planteamiento del fin de las
ideologías. Esto significa que las sociedades postindustriales han sido capaces de
generar mecanismos consensuados de resolución de los conflictos de modo que
desaparecen aquellos movimientos sociales que ponen en duda los fundamentos
esenciales del orden social establecido. Por otro lado la adopción de decisiones no se
rige por convicciones ideológicas, sino que lo hace por medio de criterios científicos o
40
63
T.H. Marshall, Citizenship and Social Class, Cambridge,
64
La revolución teórica de Marx, México, Siglo XXI, 1968.
65
Para leer 'El Capital', México, Siglo XXI, 1981.
41
es considerar cómo el movimiento hacia la igualdad social que dio comienzo con las
revoluciones del siglo XVIII ha afectado a la jerarquía social en la sociedades
industriales, y cómo, a su vez, ha sido influido por el desarrollo de la industria
moderna67.
66
Classes in Modern Society, Londres, George Allen & Unwin,
1973.
67
op. cit., p. 3.
42
y Goldthorpe. Parece haber pocas dudas con respecto a la idea de que los dos modelos
más potentes hoy en día son los de Wright y Goldthorpe. En el caso de Goldthorpe
además se ha asistido al desarrollo del análisis de la movilidad social en términos de
clase.
Son varios las temáticas sobre las que se ha desplegado el concepto de clase.
Así, se ha investigado el proceso de trabajo en términos de clase, tradición que inaugura
la obra de Braverman, donde se esboza una problemática que aun perdura:
degradación del trabajo, taylorismo, etc. El Estado ha sido analizado en términos de
clase en el seno del marxismo lo que dio lugar a la famosa polémica entre Poulantzas y
Miliband. Lo mismo puede decirse con respecto al análisis político, donde es frecuente
analizar el comportamiento electoral, afiliativo, etc. de las diversas clases.
En un libro reciente Rosemary Crompton68 apuntaba el desarrollo del concepto
de clase en tradiciones humanistas. En el Reino Unido cita el caso de Bottomore y el
diálogo entre la sociología y la historia propiciado por Thompson, Stedman Jones y
otros. Igualmente, Crompton señala que el concepto de clase ha resultado esencial en
la sociología urbana y en la geografía radical. Se podría decir lo mismo de la sociología
de la educación, del trabajo, la sociolingüística, etc.
No obstante, dentro del propio marxismo -o habría que decir postmarxismo- hay
interpretaciones opuestas a la primacía del concepto de clase. Esto es lo que ocurre en
el marxismo textualista o discursivo de Laclau y Mouffe69. La clase obrera pierde su
posición privilegiada en la lucha contra el capitalismo y su lugar es ocupado por algunos
de los nuevos movimientos sociales tales como los grupos ecologistas, antimilitaristas,
etc., grupos que están constituidos por personas que ocupan distintos lugares en la
estructura social, o lo que es lo mismo, son interclasistas. Laclau y Mouffe mantienen
que las luchas contestarias solo tienen lugar cuando aparece el discurso democrático,
cosa que ocurre a partir de la Revolución francesa.
Una de las últimas corrientes que se ha opuesto a la centralidad de las clases es
la idea del postmaterialismo. Esta propuesta se debe a Inglehart70. De acuerdo con él, a
68
Class and Stratification. An Introduction to Current Debates,
69
E. Laclau y Ch. Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista.
70
R. Inglehart, "Value Change in Industrial Societies",
medida que aumenta el bienestar económico de una sociedad los valores que
conforman a los individuos que en ella viven dejan de estar presididos por valores
materialistas, los cuales se concretan en el combate contra las desigualdades
económicas, el apoyo a los sindicatos, la defensa de las nacionalizaciones, etc. Por
contra, los valores postmaterialistas, más acentuados entre los jóvenes y quienes
disfrutan de mayores niveles educativos, se centran en la defensa del medio ambiente,
de los derechos humanos, el feminismo, el desarme unilateral, etc.
El desarrollo económico se traduce en una decreciente importancia de la clase
como base de la acción política, dado que la acción de clase se sustenta
fundamentalmente sobre postulados materialistas. Las viejas generaciones y los
miembros de las clases trabajadoras manuales serían las más propensos a asumir los
valores materialistas.
Estos planteamientos son puestos en duda por Heath, Jowell, Curtice y Evans71.
De acuerdo con sus datos es difícilmente sustentable la idea del postmaterialismo de los
miembros izquierdistas de la clase de servicio frente al materialismo de la clase obrera.
He aquí algunos de los datos que aducen para mostrar que esto no es
exactamente así.
_______________________________________________________________
Actitudes ante la expansión de la energía nuclear
_______________________________________________________________
% de individuos opuestos a tal expansión 1979
_______________________________________________________________
Laboristas Liberales Conservadores
_______________________________________________________________
Clase de servicio 34 34 23
Clases intermedias 41 39 28
Clases trabajadoras 34 44 33
________________________________________________________________
% de individuos opuestos a tal expansión 1987
_______________________________________________________________
Laboristas Liberales Conservadores
_______________________________________________________________
Clase de servicio 76 40 19
Clases intermedias 67 47 26
Clases trabajadoras 62 43 26
_______________________________________________________________
71
"The rise of a new political agenda?, European Sociological
Review, 6, 1, 1990.
44
72
International Sociology, 6, 4, 1991.
73
"The Declining Political Significance of Social Class",
International Sociology, 8, 3, 1993.
45
74
M. Hout, C. Brooks y J. Manza, "The Persistence of Classes
in Post-industrial Societies", International Sociology, 8, 3, 1993.
46
75
op. cit.
76
Este índice se basa en el porcentaje de personas en función
es 50.
77
op. cit.
78
op. cit., p. 406.
47
79
J.F. Tezanos, "Principales teorías sobre la estratificación
Económico
Prestigio social (asociado a la
Factor fundamental ocupación y en relación con
riqueza y poder)
80
op. cit., p. 296.
49
81
R. Centers, The Psychology of Social Classes. A Study of Class
Conciousness, Princenton, Princenton University Press, 1949.
82
Citado en Centers, op. cit., p. 8.
50
83
Stanislaw Ossowski, Estructura de clases y conciencia social,
84
K. Davis y W.E. Moore, "Algunos principios de
85
T. Parsons, "An Analytical Approach to the Theory of Social
86
T. Parsons, El sistema social, Madrid, Alianza, 1975, p.
87
op. cit., p. 118.
88
op. cit., p. 125.
53
89
op. cit., p. 129.
90
Bernard Barber, Estratificación social. Análisis comparativo
de estructura y proceso, México, FCE, 1964.
91
P.A. Sorokin, Estratificación y movilidad social, México,
Instituto de Investigaciones de la Universidad Nacional, 1961.
54
92
Parsons, op. cit, 1954, p. 75.
55
93
Barber, op. cit., p. 35.
56
94
M. Tumin, Estratificación social. Formas y funciones de la
desigualdad, México, Trillas, 1974.
57
95
L. Warner, Yankee City, New Have, Yale University Press, 1947.
96
op. cit., citado por Nicole Laurin-Frenette, Las teorías
97
"Value systems of different classes: A social-psychological
98
Citado por Tumin, op. cit.
99
A. Cohen, Delinquent Boys. The Culture of the Gang, Londres,
Macmillan, 1955.
62
101
Los padres de clase media no solo leen lo que los expertos
dicen acerca de los niños, sino que buscan otras fuentes posibles
64
102
H. Gerth y C.W. Mills, Carácter y estructura social, Paidós,
Buenos Aires, 1971, pp. 291-292, citado por Cachón, op. cit., p. 133.
66
______________________________________________________________
Clasificación Nº de ocupaciones Puntuación
media
______________________________________________________________
Funcionarios del gobierno 8 90.8
Profesionales y semiprofesionales 30 80.6
Propietarios, managers y empleados 11 74.9
(excepto agrícolas)
Empleados de oficina, vendedores 6 68.2
y similares
Artesanos, capataces y similares 7 68.0
Agricultores y managers agrarios 3 61.3
Trabajadores y servicios de 3 58.0
protección
Obreros y similares 8 52.8
Trabajadores agrarios 1 50.0
Trabajadores de servicios (excepto 7 46.7
domésticos y de protección
Peones (excepto agrícolas) 6 45.8
______________________________________________________________
103
op. cit., p. 141.
104
A. Giddens, La estructura de clases en las sociedades
avanzadas, Madrid, Alianza, 1983.
67
105
E.O. Wright, Classes, Londres, Verso, 1987.
69
106
P. Hayes, "Marx' analysis of the French class structure",
Theory and Society, 11, 1, 1993 (99-124).
70
No degeneradas Degeneradas
107
E.O. Wright, "Rethinking Once Again, the Concept of Class
108
op. cit., pp. 281-282.
72
109
E.P. Thompson: La formación histórica de la clase obrera,
110
A. Przeworski: Capitalismo y socialdemocracia, Madrid,
Alianza, 1988.
73
111
K. Marx y F. Engels, El Manifiesto Comunista (Madrid, Akal,
lugares.
112
S. Edgell, Class, Londres, Routledge, 1993.
74
1. proletarización de la sociedad,
2. proletarización del trabajo y
3. proletarización política.
La primera se refiere, por supuesto, a la tendencia de la clase
obrera a crecer en tamaño, a concentrarse en grandes fábricas y a
ser cada vez más pobre. Las leyes del capitalismo conducen a la
paulatina desaparición tanto del campesinado como de los artesanos
y de la pequeña burguesía en general.
La segunda propuesta hace referencia al hecho de que los
trabajadores son sometidos a una división del trabajo cada vez más
intensa y alienante. Bajo el capitalismo los trabajadores son
tratados como una mercancía más que ha de adquirirse al precio más
reducido posible.
El tercer sentido del término proletarización es el que lo hace
equivaler al crecimiento de la conciencia política de la clase
obrera. Las condiciones de vida de la clase obrera conducirían a la
unidad política de los trabajadores.
Son varias las limitaciones del análisis de clases en Marx.
Señalemos, en primer lugar, que Marx no tuvo en consideración la
posibilidad de que la cualificación pudiera convertirse en una base
de creación de clases sociales. Para Marx la fuerza de trabajo
cualificada es simplemente una mercancía más costosa, puesto que es
mayor el tiempo de trabajo medio socialmente necesario para su
producción. A pesar de que es consciente de que la clase obrera está
dividida en varias fracciones, considera que su importancia es
escasa.
Marx concibió el estado como un intrumento de dominación por
parte de la burguesía. El desarrollo del estado en términos de empleo
de la población activa era tan insignificante que difícilmente pudo
teorizar sobre las clases presentes en la administración estatal.
En cuanto a la autoridad en la empresa capitalista -tema sobre
el que se centraría Dahrendorf-, Marx nunca la consideró al margen
de la propiedad del capital, o de la relación directa
capital-trabajo.
Marx algo dijo sobre la posibilidad de existencia de la
explotación fuera de las relaciones de producción. En este sentido,
en alguna ocasión se refirió a acreedores y deudores en formaciones
sociales anteriores o en los albores del capitalismo, pero
75
113
Max Weber, Economía y sociedad, México, FCE, 1979, p. 242.
114
op. cit., p. 242.
115
op. cit., pp. 242-243.
77
116
op. cit., p. 243.
117
op. cit., p. 244.
118
op. cit., p. 244.
78
119
op. cit., p. 242.
120
op. cit., p. 244.
79
Clases medias Quienes tienen Campesinos y artesanos independientes y los funcionarios, las
propiedades o educación profesiones liberales y los trabajadores con cualidades
monopólicas
121
op. cit., p. 685.
80
122
N. Laurin-Frenette, Las teorías funcionalistas de las clases
sociales. Sociología e ideología burguesa, Madrid, Siglo XXI, 1985,
pp. 102-103.
123
R. Bendix, "Inequality and social structure: a comparison
of Marx and Weber". American Sociological Review, 39, 2, 1974.
81
124
P. Hirst, citado por U. Becker, "Class theory: the axis of
125
Przeworski. Citado por Becker op. cit., pp. 132-133.
82
126
op. cit., p. 245.
127
op. cit., pp. 245-246.
83
128
op. cit., p. 693.
129
op. cit., p. 683.
84
130
Madrid, Siglo XXI, 1977.
131
op. cit., p. 13.
85
132
op. cit., p. 17.
133
op. cit., p. 23.
134
op. cit., p. 23.
86
135
op. cit., p. 179.
87
136
op. cit., p. 182.
137
op. cit., p. 201.
88
138
El capital, libro I, Madrid, Siglo XXI, 1975, p. 616. Citado
por Wright en Clase, crisis y estado, Madrid, Siglo XXI, p. 39.
89
139
op. cit., p. 211.
140
op. cit., p. 211.
90
141
op. cit., p. 41.
92
142
op. cit.
143
op. cit.
93
BURGUESÍA
PEQUEÑOS PATRONOS
DIRECTIVOS PEQUEÑA
Y SUPERVISORES BURGUESIA
ASALARIADOS
SEMIAUTONOMOS
PROLETARIADO
144
op. cit., p. 55.
145
En trazo discontinuo aparecen las posiciones
contradictorias y en continuo las no contradictorias.
94
DIRECTIVOS
ALTOS Y MEDIOS
TECNOCRATAS
12%
PEQUEÑA BURGUESIA
4-5%
BAJOS DIRECTIVOS,
CAPATACES Y
SUPERVISORES
18-23%
TRABAJADORES
SEMIAUTONOMOS
5-11%
PROLETARIADO
41-54%
146
E.O. Wright "Class boundaries in advanced capitalist
147
op. cit., p. 82.
97
148
op. cit., p. 91.
99
acuerdo con uno de sus principales mentores, John Roemer, del cual
Wright toma prestadas y reelabora varias ideas, tres serían las
principales características del marxismo analítico 149 . En primer
lugar, la necesidad de la abstracción.
El ancla más profunda del marxismo es una cierta perspectiva de la
historia que la define como el progreso de las sociedades
clasistas, en donde una clase minoritaria de no trabajadores
se apropia o expropia el excedente económico de una clase
mayoritaria de trabajadores. Si se leva el ancla, ¿queda otro
remedio que ser arrojado a la playa, contra los arrecifes del
escolasticismo burgués? Antes de saberlo es preciso adoptar
la necesidad de la abstracción cuando se desea centrar la
atención y revelar de modo adecuado las partes dinámicas de
cualquier teoría. Por ello, los marxistas analíticos no se
oponen a hacer abstracciones150.
149
Introducción a J.E. Roemer, El marxismo: una perspectiva
150
Op. cit., p. 9.
100
151
"Marxismo analítico", Claves de razón práctica, 7, 1990.
152
Op. cit., p. 22.
101
153
op. cit., p. 52.
103
154
op. cit., p. 65.
105
Propietarios No propietarios
+ 0 - -
Activos de cualificación
109
155
op. cit., p. 97.
110
156
op. cit., p. 328.
157
E.O. Wright, "The Comparative Project on Class Structure and
Class Conciousness: An Overview", Acta Sociologica, 32, 1, 1989.
112
158
op. cit., p. 4.
113
159
R. Dahrendorf, Las clases y su conflicto en la sociedad
160
op. cit., p.65.
114
161
op. cit., pp. 67-68.
115
162
op. cit., p. 72.
116
163
op. cit., p. 80.
164
op. cit., p. 80.
118
165
Th. Geiger, Die Klassengesellschaft in Schmeltztiegel, p.
166
op. cit., p. 271-272.
119
167
op. cit., p. 283.
168
op. cit., p. 311.
120
169
op. cit., p. 319.
170
F. Parkin, Marxismo y teoría de clases. Una crítica burguesa,
Madrid, Espasa-Calpe, 1984.
121
171
op. cit., p. 44.
172
op. cit., p. 69.
122
173
op. cit., p. 70.
174
op. cit., p. 74.
123
175
op. cit., p. 82.
176
op. cit., p. 82.
124
177
op. cit., pp. 84-85.
178
I. Berg, Education and Jobs. The Great Training Robbery,
179
C. Jencks, Inequality, Nueva York, Basic Books, 1972.
180
op. cit., p. 85.
125
181
op. cit., p. 93.
127
182
op. cit., p. 119.
183
op. cit., p. 121.
129
184
op. cit., p. 125.
185
op. cit., p.125.
130
186
op. cit., p. 128.
187
op. cit., p. 129.
131
188
op. cit., pp. 146-147.
132
189
op. cit., p. 134.
190
A. Giddens, A Contemporary Critique of Marxism, Londres,
MacMillan, 1982.
133
191
Op. cit., p. 108.
192
Op. cit., p. 107.
134
193
E.O. Wright, "La crítica de Giddens al marxismo", Zona
194
Wright, op. cit., p. 145.
195
op. cit., 1983.
135
196
op. cit., 1983, pp. 123-124.
137
197
op. cit., 1983, pp. 94-95.
198
op. cit., 1983, p. 120.
138
199
Citado por Giddens, op. cit., 1983, p. 116.
200
op. cit., 1983, p. 116.
139
CLASES INTERMEDIAS
IIIa Empleados no manuales de rutina en la administración y el
comercio.
IIIb Trabajadores de servicios personales y de seguridad.
IVa Pequeños propietarios, artesanos, etc. con empleados (menos de
25).
IVb Pequeños propietarios, artesanos, etc. sin empleados.
IVc Agricultores, pescadores, etc.
V Supervisores de trabajadores manuales, técnicos de nivel
inferior, etc.
CLASE OBRERA
VI Trabajadores manuales cualificados.
VIIa Trabajadores semicualificados y sin cualificar no agrarios.
VIIb Trabajadores agrarios.
Las clases I y II están constituidas por individuos asalariados
y autoempleados como profesionales, gerentes y propietarios de
141
201
R. Erikson y J. Goldthorpe, The Constant Flux: a Study of
202
J. Goldthorpe "Sobre la clase de servicio, su formación y
su futuro", Zona Abierta, 59/60, 1992.
143
203
op. cit., p.238
144
204
Op. cit., p. 239.
205
Op. cit., p. 241.
206
Op. cit., p. 242.
145
207
op. cit., p. 127.
147
208
"The neo-marxist synthesis of Marx and Weber on class". En
N, Wiley, The Marx-Weber Debate, Londres, Sage, 1987.
148
209
J.H. Goldthorpe y G. Marshall, "The promising future of class
analysis: A response to recent critiques", Sociology, 26,3, 1992.
149
210
E.O. Wright: "The conceptual status of class structure in
Dicho esto, son varios los autores que consideran que existe
una identidad de fondo, al menos en lo que se refiere a los análisis
empíricos, entre los enfoques weberianos y marxistas, o, por ser más
preciso, entre los estudios de Goldthorpe y de Wright. Es decir, es
posible leer un esquema de clases en clave de la categorización de
Wright a partir de un cuadro de Goldthorpe y viceversa. La siguiente
ilustración211 aclara esta idea.
Convergencia de los modelos de Goldthorpe y Wright.
Goldthorpe I II IIIa IIIb IV V VI VII
Wright
Burguesía * *
Pequeños empleadores * * *
Pequeña burguesía * * *
Directivos expertos * *
Supervisores expertos * *
Expertos * *
Directivos cualificados * * * * *
Supervisores cualificados * * * * * *
Obreros cualificados * * * * *
Directivos no cualificados * * * * * *
Supervisores no cualif. * * * * * *
Proletarios * * * * *
211
Tomado de Michael Emmison, "Wright and Goldthorpe:
212
G. Esping-Andersen, "Post-industrial Class Structures: An
213
op. cit., 1983.
154
214
M. Piore y C. Sabel, The Second Industrial Divide, Nueva
York, Basic Books, 1984.
155
2. La jerarquía post-industrial.
(a) profesionales y científicos;
(b) técnicos y semi-profesionales (maestros, enfermeras,
trabajadores sociales, trabajadores de laboratorio,
diseñadores, etc);
(c) trabajadores cualificados de los servicios (cocineros,
peluqueros, policías, etc).
(d) trabajadores no cualificados de los servicios o proletariado de
los servicios (limpiadores, camareros, etc).
215
J.F. Tezanos, "Inequality and Social Classes", en S. Giner
y L. Moreno, Sociology in Spain, IESA, Madrid, 1990.
157
216
J. Díaz Nicolás y J. del Pino Artacho, "Estratificación y
217
G. Prieto Escudero, "Estratificación social en la España
balmesiana", Revista Internacional de Sociología, 111-112, 1970.
218
I. Mateo del Peral, "Andrés Borrego y el problema de las
clases medias", Revista de Estudios Políticos, 1962.
219
J. Beneyto Pérez, "La concepción jerárquica de la sociedad
en el pensamiento medieval español", Revista Intenacional de
Sociología, 17, 1947.
220
Agradezco al profesor Salustiano del Campo su sugerencia de
agrupar en estos cuatro epígrafes los estudios sobre clases en
España.
158
221
J. Ros Gimeneo, "Estructura de la sociedad española desde
el punto de vista de las clases que la integran", XI Semana Social
de España, Barcelona, 1951, y "Las clases sociales y el problema de
su determinación", Revista Internacional de Sociología, 65, 1959.
222
Las clases medias españolas, Escuela Social, Granada, 1959.
223
op. cit., p. 12.
224
op. cit., p. 30.
159
225
"Las clases medias y la movilidad en la sociedad industrial".
También publicado en S. del Campo, La sociedad de clases medias,
Espasa Calpe, Madrid, 1989.
160
226
Actas del Congreso Internacional del Instituto de Clases
Medias, Madrid, 1960, pp. 181-182.
227
"Un ensayo de estratificación social española para 1957",
Revista Española de la Opinión Pública, 1, 1965. Reeditado en J.
Cazorla, Problemas de estratificación social en España, Cuadernos
para el Diálogo, Madrid, 1973.
228
op. cit., pp. 96-97.
161
Ocupaciones Hogares %
229
Amando de Miguel, Informe sociológico sobre la situación
social de España, Madrid, Fundación FOESSA, Euramérica, 1966.
163
230
Informe sociológico sobre el cambio social en España.
1975-1983, Madrid, Euroamérica, 1983.
231
Clases sociales en España en el umbral de los años '70,
Madrid, Siglo XXI, 1974. Buena parte de los resultados y
conclusiones de este libro reaparecerían en el informe FOESSA de
1975, informe cuyo amplísimo capítulo consagrado a las clases cuenta
con una extensa explicación de las corrientes teóricas en el estudio
de las clases a cargo de Antonio de Pablo.
232
op. cit., pp. 14-15.
164
Modo de producción
capitalista
Empleadores 283.600 272.700 - 10.900 - 3.8
Asalariados 4.138.300 5.546.700 + 1.408.400 + 34.0
Total 4.421.900 5.819.400 + 1.397.500 + 33.8
Sector agrario
Empleadores 91.900 38.300 - 53.600 - 57.3
Asalariados 1.320.100 1.104.200 - 215.900 - 16.3
Sector precapitalista
(aratesanos,
campesinos, 4.521.100 4.253.400 - 267.700 - 5.8
profesionales
liberales, familiares)
233
op. cit., p. 40.
234
op. cit., pp. 306-307.
166
235
Clases sociales y capitalismo, Madrid, Endemyon, 1990.
167
______________________________________________________________
%
_____________________________________________________________
BURGUESÍA 3.6
PEQUEÑOS PATRONOS 11.1
DIRECTIVOS ALTOS Y MEDIOS 2
BAJOS DIRECTIVOS, CAPATACES Y SUPERVISORES 1
PEQUEÑA BURGUESÍA 1.2
TRABAJADORES SEMIAUTÓNOMOS 9
PROLETARIADO 60.3
______________________________________________________________
236
Sustento empírico que en el caso de la oligarquía llega a
una amplia enumeración de los apellidos más importantes.
237
¿Todavía la clase obrera?, Madrid, HOAC, 1990.
171
238
Madrid, Cuadernos para el Diálogo, 1975.
239
Madrid, Edicusa, 1978.
240
J.F. Tezanos, "Clases sociales", en VV.AA.: España. Sociedad
y política. Madrid, Espasa, 1990.
172
241
E. Gomáriz, "La sociología de Felipe González" Zona Abierta,
20, 1979; E. Gomáriz, "Clases sociales y parasociología". Zona
abierta, 24, 1980; J.F. Tezanos, "La teoría marxista de las clases",
Sistema, 29/30, 1979; J.F. Tezanos, "La sociología del 'recelo' o
¿cómo trivializar el debate sobre las clases", Sistema, 34, 1980.
174
242
op. cit., 1980.
175
______________________________________________________________ES
TRUCTURA DE LA POBLACIÓN ACTIVA OCUPADA EN 1978
______________________________________________________________
N %
1. BLOQUE DE CLASES PROPIETARIAS 29,6
1.1 Sector empresarial capitalista 4,8
1.1.1. Empresarios agrarios con asalariados 46.700 0,4
1.1.2. Empresarios con asalariados de la
industria y de los servicios 305.100 2,5
1.1.3. Gerentes y directores 233.100 1,9
________________________________________________________________
_
EVOLUCIÓN DE LOS GRUPOS OCUPACIONALES DE LA POBLACION ACTIVA DE 1965
A 1978
________________________________________________________________
1965 1978 Variación
% % en el
periodo
Grupos que han aumentado
Profesionales ...................... 0,5 0,7 + 66,2
Personal de servicios .............. 6,2 10,4 + 51,1
Personal administ., comercial y téc. 13,5 19,7 + 49,7
Empresarios, gerentes y directores . 3,4 4,8 + 44,6
Obreros especializados ............. 22,1 28,5 + 34,2
243
Op. cit., p. 70.
244
Las clases sociales en España, Madrid, CIS, 1980.
178
245
De Tezanos solo cita el estudio realizado junto con López
Aparicio y Domingo Rodríguez, Las nuevas clases medias, Madrid,
Cuadernos para el diálogo, 1973. Sin embargo, no cita la obra más
fundamental de Tezanos, a la que anteriormente hemos hecho
referencia, sobre la estructura de clases en la España actual.
246
Salvo que consideremos como tales los innumerables
chascarrillos y citas literarias con los que el autor ilustra su
conocimiento empírico directo de la clase alta española.
247
Clases sociales: estudio comparativo de España y la
Comunidad de Madrid 1991, CAM, Madrid, 1992.
179
________________________________________________________________
ESTRUCTURA COMPARADA SEGÚN WRIGHT
ESP. SUE ING. EE.UU. AUST
Total 3161 1179 1315 1487 1196
CLASE PROPIETARIA 27.0 10.4 12.5 14.7 14.0
Empresario 3.2 5.5 6.5 7.8 5.0
Pequeña burguesía 23.8 5.4 6.0 6.9 9.0
CLASE MEDIA 16.6 27.8 30.2 33.2 42.0
Directivo experto 2.5 4.4 5.6 3.9 6.0
Directivo no experto 4.7 6.5 11.1 8.5 17.0
Supervisor experto 1.7 3.8 2.2 3.7 2.0
Supervisor no experto 4.4 6.3 7.2 13.7 14.0
Empleado experto 4.0 6.8 4.1 3.4 3.0
CLASE TRABAJADORA 55.7 61.3 57.3 52.1 44.0
Trabajador cual. 18.5 17.8 14.4 12.2 12.0
Proletario 37.2 43.5 42.9 39.9 32.0
181
_____________________________________________________________
ESTRUCTURA COMPARADA SEGÚN GOLDTHORPE
ESPAÑA INGLATERRA AUSTRALIA
TOTAL 3161 1315 1196
CLASE DE SERVICIO 20.8 27.3 34.0
I. Nivel alto 6.3 9.4 10.5
II. Nivel bajo 14.5 17.9 23.5
CLASES INTERMEDIAS 45.9 36.3 40.4
IIIa. No manual alto 17.9 15.1 10.3
IIIa. No manual bajo 3.9 4.4 11.8
IVa. Pequeño empleador 2.5 3.4 8.9
IVb. Autónomo 11.5 4.5 (*)
IVc. Agricultor 6.5 0.8 1.6
V. Supervisor manual 3.6 8.1 7.8
248
J.J. González: "Sobre el declive político de las clases",
Economía y Sociedad, 11, 1994 (pp. 9-24).
249
op. cit., p. 23.
183
Dos son los escollos del análisis de clases sobre los que se
centra Juan Jesús González. Por un lado, el problema de la nueva
clase media la cual en realidad se compone de "una diversidad de
fracciones o segmentos, cuyos intereses pueden ser contradictorios
no solo con respecto a las clases tradicionales, sino también entre
sí, por lo que la tarea consiste en identificar esta pluralidad de
nuevas clases medias y los conflictos o tensiones a que dan lugar".250
Por otro lado, falta por abordar el papel que juega el Estado
en la conformación de las clases. Esto supone tener en cuenta la
existencia de colectivos excluidos de la participación laboral (o
dicho en términos más técnicos, que no activan su fuerza de trabajo).
Aquí tendríamos cuatro situaciones de dependencia: amas de casa,
jubilados, jóvenes (en busca de trabajo o estudiantes) y parados.
A partir de aquí tendríamos que establecer una distinción entre
clases productivas (las que aparecen en los análisis de clases
convencionales) y las no productivas. El siguiente cuadro ilustra
esta distinción:251
250
op. cit., p. 13.
251
op. cit., p.21.
184
252
Así, por ejemplo, Scase y Goffee (The Real World of Small
253
En un estudio realizado por el economista Juan Trespalacios
(Estudio del sector comercial en la ciudad de Oviedo, Oviedo,
asalariados.
254
R. Scase y R. Goffe, op. cit.
255
"The transformation of the American Class Structure",
American Journal of Sociology, 88, 1987.
187
256
F. Bechoffer y B. Elliott, "Petty property: The survival of
257
Op. cit.
258
J.I. Palacio Morena,"La política de empleo". En Miguélez,
259
F. Bechoffer et al., "The petits bourgeois in the class
260
No obstante, en el estudio de Trespalacios (op. cit.) el 50%
261
"The petite bourgeoisie in late capitalism". Annual Review
of Sociology, 11, 1985.
190
262
En este aspecto también coinciden Scase y Goffee, op. cit.
hacen a personas más bien maduras, en torno a los cuarenta años, los
263
En un texto publicado en la revista Alfoz, Primitivo Sanz
264
Citado por E. Sevilla Guzmán, "El campesinado", en S. del
Campo, Tratado de Sociología, vol. I, Madrid, Taurus, 1986.
193
265
T. Shanin, "El mensaje de Chayanov: acalaraciones, faltas
266
E. Sevilla Guzmán, "Redescubriendo a Chayanov: hacia un
267
E. Sevilla Guzmán, op. cit., 1986, p. 320.
194
268
Evolutionary Socialism, Nueva York, Schocken Books, 1961.
195
269
E. Lederer, The Problem of the Modern Salaried Employee,
1937.
270
Citado por V. Burris, "The discovery of the new middle
class", Theory and Society, 15, 1986.
196
271
"The Psychology of Hitlerism",, Political Quarterly, 4,
1933.
272
Buenos Aires, Paidós, 1978.
273
D. Lacalle, Los trabajadores intelectuales y la estructura
de clases. Madrid, CIS, 1982.
197
274
Op. cit. p. 15.
275
J. Goldthorpe, "Sobre la clase de servicio, su formación y
276
OP. cit.
198
277
Lacalle, op. cit. p. 35.
199
Porcentaje
Total ingenieros 75.1
Aeronaúticos... .... .... 87.2
Agrónomos... ... ... .... 80.9
Caminos ... ... .... .... 77.7
Industriales ............ 65.7
Minas.. ... ... ... ..... 74.1
Montes ... ... ... ... .. 84.6
Navales ... ... ... .... . 76.6
Telecomunicación.. .. .... 83.7
278
Tomado de I. Szelenyi y B. Martin, "The three waves of new
class theories", Theory and Society, 17, 1988.
201
279
"The professional-managerial class", en Pat Walker (ed.),
Between Labor and Capital, Boston, South End Press, 1979.
203
280
Gorz: Strategies for Labor, en Ehrenrich, op. cit., p.7.
281
Op. cit., p. 12.
204
8.2. LA INFRACLASE
El concepto de infraclase nunca se ha llegado a definir de un
modo consistente, a pesar de que se trata de un término, utilizado
a lo largo de las tres últimas décadas, 282 aunque con carácter
esporádico.
282
R. Aponte, "Definitions of Underclass: A critical analysis",
en H.J. Gans (ed.), Sociology in America, Londres, Sage, 1990.
207
283
G. Myrdal, "Challenge to Affluence. The Emergence of the
1969.
284
The Economics of Equality, Nueva York, Ligue for Industrial
Democracy. Citado en Aponte, op. cit.
208
285
FCE, 1969.
286
The Truly Disadvantaged, Chicago, Chicago University Press.
287
The Black Underclass, San Francisco, Jossey-Boss, 1980.
Citado por Aponte, op. cit., p. 123.
209
288
"Defining and Measuring the Underclass", Journal of Policy
Analysis and Management, 7 (2), 1988. Citado por Aponte, op. cit.,
p. 126
289
Barcelona, Ariel, 1992.
210
290
C. Murray, "Underclass". En VV.AA.: The Emergent British
Underclass, Londres, The IEA Helath and Welfare Unit, 1990.
211
291
J.N. García Nieto, "Nueva pobreza en España", Debats, 35/36,
1991.
212
292
F. Miguélez, "Pobres en el área metropolitana de Barcelona",
Debats, 35/36, 1991.
213
Hoy en día parece claro que no son una minoría quienes no pueden
triunfar. A esto hay que añadir el hecho de que los nuevos pobres
anteriormente eran personas que vivían en una situación económica
más desahogada.
Zaldívar y Castells 294 consideran normal que en los últimos
años se hayan incrementado las desigualdades en España, dado que en
periodos de expansión, como el vivido en España entre 1985 y 1990,
aumenta en mayor medida la retribución de los individuos más
capaces. Lo que caracteriza a los años 80 en España es la
coexistencia de una mejora de los niveles medios de renta con un
aumento de la desigualdad social, parcialmente corregida mediante
el desarrollo de un Estado de Bienestar que apenas existía
anteriormente en el país.
A pesar del crecimiento del segundo lustro de los años 80,
España se encuentra a la cabeza del pelotón de cola de la CEE, siendo
su nivel de renta el 79% de la media de los doce, y ello a pesar de
que España es, en 1992, un país un 40% más rico que en 1980,
considerando el crecimiento del PIB en términos reales.
Si analizamos la distribución de ingresos de los declarantes
del IRPF del año 1987, por tramos de salario mínimo (44.040 PTA) se
observa una fortísima concentración, de más del 40% de individuos
cuyos ingresos son inferiores a dos veces el SMI, situándose por
encima de cinco veces el SMI el 12% de los declarantes.
Si medimos las desigualdades en función del nivel de gastos
(a partir de la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares) se
observa también una fuerte desigualdad en el periodo analizado: de
1985 a 1989. Así, el 20% de los hogares de más alto nivel gastó el
35.07% del total del gasto familiar español en 1985 y el 34.99% de
dicho total en 1989. Mientras tanto, el 20% inferior de los hogares
gastó en 1985 un 8.9% y se mantuvo en un 8.82% en 1989. De acuerdo
293
Op. cit., p. 117.
294
España, fin de siglo, Madrid, Alianza, 1992.
214
295
Madrid, INE, 1992.
215
296
"A Revolution in Class Theory", en E.O. Wright (ed.), The
Debate on Classes, Londres, Verso, 1989.
216
297
Op. cit., p. 237.
217
298
Contested Terrain. The Transformation fo the Workplace in
the Twentieth Century, Nueva York, Basic Books, 1979.
la fuerza de trabajo, siendo el resto patronos y directivos de alto
nivel.
Los segmentos primarios se suelen localizar en las industrias
intensivas en capital, mientras que los segmentos secundarios se
localizan en las industrias intensivas en fuerza de trabajo y donde
la demanda de esta última es inestable o descendente.
La teoría del mercado dual se desarrolló como reacción frente
a la incapacidad de la economía neoclásica para explicar por qué
algunos grupos de trabajadores no se desenvolvían
satisfactoriamente en el mercado de trabajo. Esta teoría ataca la
explicación neoclásica del salario y del empleo. Argumenta que el
énfasis puesto en el papel de la educación y en otras formas de
capital humano no es del todo correcto. Los economistas de las
teorías dualistas ponen más énfasis en los determinantes
institucionales o aquellos que provienen del lado de la demanda de
los salarios y de los empleos.
299
"An Empirical Study of Labor Market Segmentation", Journal
of Industry and Labor Relations, 1975.
blancos habían ocupado su trabajo durante 12.8 años, mientras que
las mujeres solo lo habían ocupado durante 6.2 y los no blancos
10.1.300
Carnoy y Rumberger301 descubrieron que los empleos secundarios
no tienen salida en el sentido de que la experiencia adicional no
conduce a unos ingresos superiores.
Un nivel más alto de educación no se traduce en salarios más
elevados. Buchelle302 halló que aquellos trabajadores que tenían un
nivel educativo inferior a la secundaria conseguían algo más de
salario, pero aquellos que tenían educación secundaria no consiguen
ningún tipo de ingreso superior. En la muestra de Osterman, el efecto
de la educación sobre unos salarios crecientes era seis veces mayor
para los trabajadores del sector primario que para los del
secundario.
De este modo, la investigación sobre mercados de trabajo parece
llevar a la conclusión de que el mercado secundario es de hecho un
mercado diferente, caracterizado por distintos resultados y
distintos procesos de mercado. Contiene trabajos poco remunerados,
trabajos casuales, empleos que proporcionan escasa seguridad o
estabilidad.
300
Monthly Labor Review, Septiembre, 1969.
301
Segmented Labor Markets: Some Empirical Forays, Palo Alto
302
Jobs and Workers. Citado por Edwards, op. cit.
organización burocrática. Las destrezas requeridas se aprenden
rápidamente (en unos pocos días o semanas) y a menudo se adquieren
en el propio trabajo. Los empleos apenas suministran oportunidades
para ejercer control sobre el propio trabajo. El mayor grupo es el
constituido por los trabajos de la clase obrera industrial
tradicional. El otro grupo principal incluye las posiciones de los
trabajadores de ventas, de oficinas y administrativos de grado
inferior. La educación -al menos hasta secundaria o los primeros
años de universidad- parece recompensar económicamente a los
trabajadores.
El mercado de trabajo primario independiente está constituido
por empleos altamente estables, con mecanismos establecidos de
progresión -de carrera profesional-, y relativamente bien
remunerados. Difiere del mercado de trabajo subordinado porque
normalmente exige destrezas generales, más que destrezas
específicas de la empresa. Se trata normalmente de destrezas
adquiridas en la escuela superior o especializada. Tres grupos de
empleos dominan el mercado primario independiente. El primero está
constituido por los estratos más bajos de la estructura de empleo
de la empresa y consiste en trabajadores de oficina, personal
técnico, capataces, contables, secretarias especializadas y
personales. El segundo grupo incluye el personal artesano:
electricistas, carpinteros, fontaneros... El tercer grupo incluye
a los profesionales -investigadores, ingenieros, abogados,
especialistas en temas fiscales...-. Otra característica de este
mercado primario es el papel desempeñado por el sector público. Para
los trabajadores técnicos y profesionales en particular, la
proporción de empleo público ha crecido consistentemente a lo largo
de las últimas tres décadas, hasta el punto de que el estado emplea
entre el 35 y el 45% de todos los trabajadores profesionales y
técnicos. Profesores, trabajadores de asistencia social,
enfermeras, médicos, otros profesionales de la salud, abogados,
ingenieros y otros han sido ocupados en una gran proporción para
desempeñar las funciones del estado en los campos del bienestar
social, la defensa y la regulación. El nivel medio salarial es mucho
mayor que en el caso de los otros segmentos. Por supuesto, la
educación juega un papel fundamental en los trabajos primarios.
Para los supervisores y otros empleados administrativos su
futuro está vinculado a la permanencia en la empresa. Son los que,
estadísticamente, más tiempo permanecen en ella.
Los empleados profesionales y artesanos tienden a establecer
recorridos a partir de standares de tipo profesional o artesano. Su
movimiento de empleo se asemeja al de los trabajadores del mercado
secundario. Los años de permanencia en el trabajo actual de los
profesionales y artesanos (11.7 y 11.6) son comparables a los del
sector secundario (11.3) y quedan alejados de los años de
permanencia de los trabajadores primarios subordinados (13.8) y de
los supervisores del sector primario independiente (15.2).303
El hecho de que los trabajadores profesionales consiguen
ingresos altos gracias a su experiencia durante sus primeros veinte
años, mientras que los secundarios no obtienen ninguna ventaja,
significa que los profesionales se van a otros empleos y consiguen
mayor experiencia, lo que se traduce en un mayor salario.
303
Edwards, op. cit.
la educación se ve como un instrumento para conseguir un
trabajo304.
A diferencia de lo que ocurre en la subcultura de clase
trabajadora, la subcultura de clase media difumina las fronteras
entre la familia, por un lado, y el trabajo y la educación, por otro.
Tanto el trabajo como la educación son actividades intrínsecamente
satisfactorias. Muchas veces los amigos de la familia proceden del
trabajo, dado que se comparten con ellos intereses profesionales e
intelectuales comunes.
En la clase baja se da una relación con el trabajo además de
instrumental, esporádica. En este sentido, Sabel llamaba a este tipo
de asalariados, trabajadores campesinos 305 . Con ello se quiere
distinguir la existencia de una fuerza de trabajo central, que asume
los valores de la sociedad capitalista y una fuerza de trabajo de
carácter marginal que acepta empleos inferiores dado que no está
plenamente integrada en la sociedad. Este sería el caso de ciertos
grupos de inmigrantes, de algunas mujeres, de algunos jóvenes, etc.
Los hombres de la clase baja tienen un concepto muy personalizado
de sí mismos, separado e independiente de una red de relaciones
con la familia y con los amigos. Por tanto, esas relacions
tienden a ser volátiles, de corta duración e inestables y su
vida tiende a estar caracterizada por un esfuerzo por escapar
de la rutina mediante la acción y la aventura. Se trata, pues
de una pauta coherente con el empleo errático en el mercado
de trabajo secundario, así como de otras características como
la relación personal entre el trabajador y el supervisor306.
304
M. Piore, "Notas para una teoría de la estratificación del
305
C. F. Sabel, "Los trabajadores marginales en la sociedad
1983.
306
Piore, op. cit., p. 197.
Una cuestión altamente interesante es la de la conexión entre
mercados de trabajo y las llamadas cadenas de movilidad. Con este
término Piore se refiere a los distintos peldaños que en la jerarquía
laboral puede recorrer un trabajador en el seno de una misma empresa.
A los puntos existentes a lo largo de una cadena se les puede llamar
estaciones. En el sector primario estas cadenas están definidas de
un modo más o menos rígido, mientras que en el secundario los puestos
de trabajo no siguen una progresión regular: se avanza, si es que
se avanza, de un modo aleatorio.
El paradigma de cadena de movilidad es el tipo de progresión
que se da en los trabajos de cuello azul. Normalmente son los
convenios los que determinan cuáles son las estaciones a recorrer.
Muchas de estas estaciones dependen en ocasiones simplemente de la
antigüedad en el puesto de trabajo.
307
J. Goldthorpe, "Women and class analysis: in defence of the
conventional view", Sociology, 17, 4, 1983.
nunca ha abandonado el trabajo, cosa que, para la misma duración del
matrimonio, solo ocurre entre el 18% de las mujeres cuyos maridos
pertenecen con carácter estable a las clases VI y VII.
b) Dominación. El enfoque convencional puro fue sometido a duras
críticas. Como consecuencia de ellas el sociólogo sueco Robert
Erikson308, habitual colaborador de Goldthorpe, refina este enfoque
proponiendo lo que el llama situación de dominio, que consiste
básicamente en determinar la posición de clase de la familia a partir
de la situación de clase del cónyuge cuyo trabajo sea más decisivo
cara a la determinación de los intereses, conciencia, etc de la
familia. Esta mayor o menor importancia se consigue conocer
analizando qué elementos -trabajo a jornada completa, propiedad de
los medios de producción, etc- contribuyen en mayor medida a
determinar la conciencia de clase de los cónyuges.
Con la intención de medir el grado de influencia sobre la
posición de clase de la familia de las posiciones de trabajo de los
cónyuges, Erikson elabora un listado de dominación, es decir, trata
de determinar qué tipo de situaciones laborales ejercen mayor
influencia sobre la conciencia de clase de ambos cónyuges. Las
categorías de elevada cualificación dominan a las de baja. Las
categorías de auto-empleados dominan a las de empleados. Entre los
auto-empleados las empresas de mayor tamaño dominan a las de menor.
Sin embargo, los grupos profesionales, incluso cuando se trata de
asalariados, dominan a los auto-empleados.
Concluyendo, la investigación de Erikson incide en la escasa
relevancia de la situación de trabajo de las mujeres para explicar
la posición de clase de las familias, dado que suelen encontrarse
en el peldaño inferior de la escala de dominación.
Esta explicación ha sido descalificada por sus críticos como
neoconvencional. En definitiva, se trata de huir de las acusaciones
de sexismo que recayeron sobre el enfoque convencional. El resultado
final es prácticamente el mismo que en este último: la situación de
308
R. Erikson, "Social Class of Men, Women and Families",
Sociology, 18, 1, 1984.
clase de la familia deriva casi siempre de la situación de clase del
marido.
c) Modelo de clasificación conjunta
Esta solución arranca de la distinción weberiana, reelaborada
por Lockwood, entre situación de trabajo y situación de mercado. La
situación de mercado se refiere a elementos como la fuente y el nivel
de la renta, el grado de seguridad en el empleo y las oportunidades
de movilidad social ascendente. La situación de mercado ejerce
efectos sustantivos sobre el nivel de consumo y el tipo de vivienda
en que se habita, el tipo de educación de los hijos, etc.
La situación de trabajo se refiere a la manera en que se
organiza la producción y se refiere a la situación dentro de los
sitemas de autoridad y control presentes en los procesos
productivos.
La situación de mercado es una característica de las familias
y de los hogares. La familia, a pesar de los gastos diferenciales
que puedan realizar sus componentes, es la unidad básica de consumo.
Se trata de una unidad que comparte la misma vivienda, que educa a
los hijos y los envía a la escuela. Sin embargo, es el individuo quien
experimenta la situación de trabajo, las relaciones de autoridad,
etc.
Esta interpretación considera que el hogar o la familia es la
unidad de clase, pero, a diferencia de lo que sucede con el enfoque
convencional, la posición ocupacional de las mujeres se toma en
consideración a la hora de asignarle una situación de clase. Las
características del marido y de la mujer se tienen en cuenta a la
hora de determinar la situación de clase de las familias.
Una vez que ha quedado clara la distinción entre la clase
ocupacional del individuo y las pautas de consumo de la familia, hay
poco dificultad conceptual para asignar una posición de clase tanto
al marido como a la esposa a título individual. Sin embargo, resulta
imposible suponer una relación directa y determinante entre la
ocupación y el estilo de vida o las oportunidades de vida.
Dale, Gilbert y Arber309 insisten en diferenciar la existencia
de dos dimensiones de la clase. Por un lado, la derivada de la
relación con el mercado (la ocupación), y, por otra, la derivada del
estilo de vida.
Una de las cuestiones más interesantes de esta interpretación
son los estudios sobre las llamadas familias heterogénas
(cross-class families). Quizás lo primero que no esté del todo claro
es qué se entiende por familias heterogéneas. La interpretación más
extendida es la que considera como tales a aquellas en que los
cónyuges pertenecen a distintas clases económicas. Sin embargo,
para algunas interpretaciones solo serían tales aquellas en que la
situación de clase de la mujer está por encima de la del marido.
Incluso en la interpretación que considera como heterogéneas a las
familias en que simplemente ambos cónyuges pertenecen a clases
distintas, falta por precisar cuál sea la divisoria de clase. Así,
por ejemplo, Britten y Heath 310 consideran que son familias
heterogéneas aquellas en las que uno de los cónyuges ejerce un
trabajo manual y otro un trabajo no manual, lo que daba como
resultado un elevado número de parejas en las que la mujer ejercía
un trabajo superior al del marido. Goldthorpe311 consideraba endeble
esta distinción, dado que los trabajos no manuales que
mayoritariamente ejercen las mujeres están peor retribuidos que los
trabajos manuales ejercidos por los varones. Heath y
309
A. Dale, G. Nigel Gilbert y S. Arber, "Integrating women into
310
N. Britten y A. Heath, "Women, Men and Social Class", en E.
Heinemann, 1988.
311
Op, cit.
Britten312aceptan parte de esta crítica. Consideran que no todas las
mujeres en puestos no manuales casadas con trabajadores manuales en
realidad ocupen posiciones superiores a las de sus maridos. Teniendo
en cuenta elementos como el sueldo, planes de pensiones, subsidios
de enfermedad, etc. concluyen que, en general, las mujeres que
trabajan en el sector de ventas ocupan posiciones en peores
condiciones que los trabajos manuales, mientras que esto no es así
en el caso de las mujeres que ejercen trabajos de oficina.
La esencia del estudio de las familias heterogéneas consiste
en poner de manifiesto las notorias diferencias que con respecto al
resto de las parejas suponen las familias heterogéneas en términos
de división del trabajo doméstico, de comportamiento político, de
conciencia de clase, etc.
Entre las defensoras de esta postura podemos citar a dos
sociólogas que utilizaron datos referidos a Suecia, Lieiulfsrud y
Woodward313. De acuerdo con ellas las familias en las que los dos
cónyuges ocupan diferentes posiciones de trabajo suponen un
elemento significativo en la estructura de clases. Las parejas
heterógeneas ofrecen un potencial importante en lo que se refiere
al aburguesamiento, la proletarización o la ambivalencia. Las
actitudes frente al trabajo, los roles de género, la división de las
tareas domésticas, etc, se ven seriamente afectada por este carácter
heterogéneo.
En esta misma línea podríamos situar a Wright314. Wright utiliza
datos de Suecia y los Estados Unidos. Debido al tamaño de las
312
A. Heath y N. Britten, "Women's jobs do make a difference:
313
H. Leiulfsrud y A. Woodward, "Women at class crossroads:
3, 1987.
314
E.O. Wright, "Women in the Class Structure" Politics and
Society, 17, 1, 1989.
muestras, Wright agrupa la tipología inicial de seis clases
(empleadores, pequeña burguesía, directivo experto, directivo no
experto, experto y clase obrera) en tres: autoempleado -que agrupa
a las dos primeras-, clase media -que agrupa a los directivos y a
los expertos- y clase obrera -que permanece invariable-. Tras esta
agrupación solo el 18% de los hogares en los Estados Unidos tienen
una composición heterogénea, proporción que se eleva al 26% en el
caso de Suecia. Sin embargo, en aquellos hogares en los que confluyen
dos sustentadores muchos de ellos son heterogéneos en términos de
clase: el 45% en los Estados Unidos y el 43.2% en el caso de Suecia.
El tema fundamental en que se han centrado los estudios que
analizan la validez del enfoque convencional ha sido el de la
identidad de clase. Se trata de averiguar las consecuencias
empíricas de adoptar una posición u otra. Los resultados de las
investigaciones distan de ser claros. Así Ritter y Hargens 315
utilizando datos sobre mujeres casadas en Estados Unidos entre 1960
y 1970, han encontrado que las mujeres trabajadoras derivaban su
identidad de clase de su propia situación ocupacional en lugar de
la posición ocupacional del marido. Velsor y Beeghley 316 , en un
estudio posterior que utilizaba la misma metodología que el de
Ritter y Hargens, informan que las mujeres derivan su posición de
una combinación de sus propias características, las de sus maridos
y las de sus padres. En Gran Bretaña, Abott317 llegó a la conclusión
315
K. Ritter y L. Hargens, "Occupational Positions and Class
316
E. Velsor y Beegghley, "The Process of Class Identification
317
P. Abbott, "Women's social class identification: does
husband's occupation make a difference?", Sociology, 21, 1, 1987.
de que la ocupación de los maridos es solo uno de los factores que
determinan la identidad de clase de las mujeres. Por contra hay
estudios, como el de Jackman y Jackman318, que prueban que son las
características del status de los maridos los que determinan la
identidad de clase de las mujeres. El apoyo más fuerte al enfoque
convencional se da, como era de esperar, entre las mujeres que
trabajan a tiempo parcial.
Baxter319 se apoya en los datos del estudio sobre estructura
de clases en Australia y llega la conclusión de que los datos
corroboran tanto el enfoque convencional como el individual en
términos de explicar la identidad de clase de las mujeres. Los datos
que ella maneja indican que
para explicar de manera adecuada el nivel de identificación con la
clase trabajadora de las mujeres es necesario examinar tanto
la propia ubicación de clase de las mujeres como la de sus
maridos. Mientras que esto implica que los análisis de clase
que se centran solamente en el "cabeza" de familia suponen
modelos mal especificados, también indica que por lo menos para
las mujeres, es también incorrecto centrarse solamente en el
individuo. En otras palabras, en términos de explicar la
identidad de clase, los resultados dan apoyo a un enfoque de
clase de familia, que toma en cuenta la ubicación de clase de
los maridos y las esposas.
318
M.R. Jackman y R. W. Jackman, Class Consciousness in the
320
Marshall et al., Citado en Baxter, op. cit., p. 88.
321
S. Walby, "Gender, Class and Stratification", en R.,
322
Op. cit.
323
"Women and class analysis: A reply to the replies",
Sociology, 18, 4, 1984.
8.5. ESTRUCTURA SOCIAL E IDEOLOGIA
La cuestión de la dominación ideológica de las clases
subordinadas cobra especial interés tras la generalización del
sufragio universal en la mayoría de los países capitalistas
desarrollados. ¿Qué es lo que explicaría que en las elecciones
triunfen opciones políticas que o bien solo pretenden reformar el
sistema -caso de la socialdemocracia- o bien conservarlo tal cual
es? Dicho de otra manera, ¿cuál es el origen de este manifiesto
conformismo de la globalidad de la sociedad con un orden económico
que crea terribles desigualdades sociales? Anteriormente ya hemos
esbozado alguna respuesta. Así, por ejemplo, Galbraith hablaba de
la existencia de una mayoría satisfecha que ignora, o aparenta
ignorar, la existencia de lo que este autor llama subclase
funcional. Esto significaría que todos aquellos que están por encima
de esta subclase -compuesta fundamentalmente por inmigrantes,
pobres, minorías étnicas- consideran que disfrutan de un modus
vivendi aceptable que les lleva a acomodarse en el sistema. Aún así,
cabría preguntarse por cuáles son las razones que llevan a la clase
obrera a abondonar los ideales de transformación social. Quizás fue
Gramsci el primer pensador que se tomó en serio esta cuestión y a
ella trató de responder por medio del complejo concepto de
hegemonía. La obra de Gramsci está profundamente influida por
la convicción de que no existen leyes históricas inexorables, leyes
históricas similares a las que existen en la naturaleza. Su
oposición al reduccionismo económico le llevó a conceder mayor
importancia a las superestructuras. De aquí deriva su deseo de
establecer teóricamente la autonomía de la práctica política e
ideológica. Esta orientación será el origen del concepto de
hegemonía.
El criterio metodológico en el cual hay que fundar el examen es este:
que la supremacía de un grupo social se manifiesta de dos modos:
como "dominio" y como "dirección intelectual y moral". (...)
Un grupo social puede y hasta tiene que ser dirigente ya antes
de conquistar el poder gubernativo... Luego, cuando ejerce el
poder y, aunque lo tenga firmemente en las manos, se hace
dominante, tiene también que seguir siendo "dirigente".324
324
Tomado de N. Abercrombie et al., La tesis de la ideología
325
C. Mouffe, "Hegemony and ideology in Gramsci". En Bennett,
326
S. Hall, "Culture and the State", en VV.AA., The State and
327
Jon Elster, Una introducción a Karl Marx, Madrid, Siglo XXI,
1991.
abdicación y la del estado como actor independiente. La teoría de
la abdicación es la teoría bonapartista según la cual los
capitalistas se abstienen de tomar el poder político porque
descubren que sus intereses se cumplen así mejor. La teoría del
estado independiente subraya la independencia del estado con
respecto a la clase capitalista, de modo que los intereses de esta
clase se convierten más bien en restricciones o posibilidades de
veto (ley de las reacciones anticipadas) que en una intervención
directa.
Recientemente, experiencias como las de Chile bajo la
presidencia de Allende han puesto de manifiesto la fuerte conexión
del aparato estatal con los intereses de las clases dominantes,
hasta el punto de que estas son capaces de derrocar a un gobierno
democrático que no respete unas reglas de juego netamente favorables
a la burguesía. Esto ha posibilitado el desarrollo de eso que se ha
dado en llamar teoría instrumentalista del estado, teoría según la
cual el estado es un ente manipulable a voluntad por parte de las
clases dominantes. Miliband en su obra El Estado en la sociedad
capitalista 328 se muestra como un firme defensor de la conexión
directa entre el estado y la clase dominante. Según su esquema el
control de los medios de producción explica el control de los medios
de coacción política. Su argumentación se apoya en los siguientes
elementos:
1. El personal que controla el estado tiene un idéntico origen
de clase que la burguesía. Para ello se remite a datos estadísticos
que prueban que esto es así.
Los testimonios indican de manera concluyente que, en relación al
origen social, a la educación y a la situación de clase, los
hombres que encontramos en todas las posiciones de mando del
sistema del Estado provienen en gran parte, y en muchos casos
en mayoría abrumadora, de los círculos de los negocios y de
los propietarios, o de las clases medias profesionales.329
328
Madrid, Siglo XXI, 1978.
329
Op. cit., p. 66.
2. La existencia de unos límites bien determinados que impone la
lógica del sistema capitalista (el sistema de empresa privada y su
racionalidad económica) a toda política legislativa y
gubernamental.
Miliband critica a Weber por haber subestimado la
participación de los hombres de negocios en la política estatal.
Weber mantenía que los empresarios carecían del tiempo y de las
cualidades particulares que se precisan para dirigir a una nación.
Miliband cita datos que ponen de manifiesto una clara y directa
implicación de los capitalistas en la gestión del estado. Por
ejemplo, en los Estados Unidos, los hombres de negocios
constituyeron el grupo ocupacional que más individuos colocó en los
gabinetes desde 1889 a 1949. Del número total de miembros del
gobierno, en ese periodo, más del 60% fueron hombres de negocios.
Sin embargo, Miliband es consciente de que las élites económicas en
los países capitalistas no constituyen una clase gobernante en el
sentido en que los fueron las clases aristocráticas y latifundistas
de la era preindustrial. A pesar de que la élite política y
burocrática no se recluta entre los propios capitalistas, la mayor
parte de los componentes de esta élite procede de las clases altas.
Basta para ello con pensar en la funciones selectivas del sistema
educativo, especialmente por parte de algunas instituciones
escolares. Miliband cita el caso de la ENA (École National
d'Admistration) en Francia y su función de filtro elitista de acceso
a los puestos más elevados de la jerarquía burocrática.
La interpretación instrumentalista pasa por alto por lo menos
dos elementos fundamentales:
1. En primer lugar, el estado ha de legitimar el orden social.
Díficilmente puede hacerlo si es excesivamente obvia la conexión
entre su aparato y la clase dominante.
2. En segundo lugar, el instrumentalismo no detecta que el estado
debe servir a los intereses generales del capital, lo cual puede
llevarle a emprender acciones contrarias a los intereses privados
de los capitalistas, o de determinados grupos capitalistas.
Frente a esta interpretación, aparece el enfoque
estructuralista, según el cual la organización y funcionamiento de
las instituciones políticas no dependen de las personas que ocupen
el poder político sino que dependen de las constricciones
estructurales. De acuerdo con una primera interpretación, esto
significaría que el estado funciona con una lógica capitalista por
lo que no cabe otra opción política de transformación socialista que
su derrocamiento y destrucción. Es decir, da igual quiénes sean o
de dónde provengan las personas que dirijan el estado: su
comportamiento siempre será el mismo, puesto que tienen que atenerse
a serias constricciones estructurales.
Desde esta interpretación, Poulantzas en su obra Poder
político y clases sociales en el Estado capitalista330 elaboró la
teoría de la autonomía relativa del estado. Con esta teoría
Poulantzas explicaba que el estado lo que hace es reflejar no los
intereses de una clase en concreto, sino los intereses de lo que,
utilizando un término prestado de Gramsci, denomina bloque en el
poder. El estado tiene que articular un conjunto contradictorio de
intereses procedentes de las pugnas en que puedan incurrir entre sí
diferentes fracciones de la burguesía (vg., capital financiero
frente al capital comercial) y además ha de hacer lo posible porque
la articulación de estos intereses no despierte las ansias
revolucionarias de las clases dominadas, es decir, debe generar una
labor de convicción ideológica, o, si se prefiere de hegemonía.
El problema básico de las teorías de la autonomía relativa
estriba en la concepción que tienen de la clase dominante, la cual
responde efectivamente al abuso de esta autonomía por parte del
estado. Pero, para que la clase dominante sea capaz de emprender
tales acciones correctivas, ha de tener un cierto grado de cohesión
política, es decir, de conciencia de clase, con lo cual al final se
caería en una versión refinada del instrumentalismo. Block 331
propone rechazar la idea de una clase dominante con conciencia de
clase. En lugar del marco de la autonomía relativa, lo que propone
330
Madrid, Siglo XXI, 1976.
331
F. Block, "La clase dominante no gobierna: notas sobre la
teoría marxista del Estado". En teoría, 6, 1981.
es la división del trabajo entre los que acumulan el capital y los
que administran el aparato del estado:
Los que acumulan el capital son conscientes de sus intereses como
capitalistas, pero en general no son conscientes de lo que es
necesario para reproducir el orden social en unas
circunstancias cambiantes. Los que administran el aparato del
Estado, sin embargo, se ven obligados a preocuparse en mayor
grado por la reproducción del orden social, porque la
continuidad de su poder se basa en el mantenimiento del orden
político y económico.332
332
op. cit. pp. 7-8.
333
M. Carnoy, The State and Political Theory, New Jersey,
335
op. cit.
336
T. Skocpol, "Political Response to Political Crisis:
Neo-marxist Theories of the State and the Case of the New Deal",
337
A. Wolfe, The Limits of Legitimacy: Political Contradiction
338
op. cit.
339
Podríamos incluir también el dato de la vinculación sindical
________________________________________________________________
1955 1957 1958 1959 1962 1964 1966 1970 1974
1979
________________________________________________________________
% clase obrera
que vota al PL 62 67 64 57 57 64 66 59 59 51
% clase media
que vota al PL 23 224 22 21 22 23 25 27 26 23
Indice Alford 39 43 42 36 35 41 41 32 33 28
________________________________________________________________
_
Cuadro tomado de Marshall et al.341
340
Ya vimos algo de esto en la presentación del debate sobre
las clases.
341
Social Class in Modern Britain, Londres, Routledge, p. 227.
electoral. Marshall et al. 342 proponen diferenciar entre voto
absoluto de clase y voto relativo de clase. El voto absoluto de clase
se refiere a la proporción del electorado que vota por su partido
"natural" de clase. Este voto es claramente favorable a la tesis del
no alineamiento político de las clases. El voto relativo de clase
es una medida que permite calibrar la fuerza relativa de los
distintos partidos en cada una de las clases. En el caso británico,
esto podría significar que el declive del voto tanto de clase obrera
como de clase media al Partido Laborista se debe a un cierto
desplazamiento electoral hacia la Alianza Liberal
Social-Demócrata. Pero podría ocurrir que el porcentaje de votos
obreros para el partido laborista sea idéntico. Aquí tendríamos una
modificación del voto absoluto de clase compatible con un idéntico
voto relativo. Podría ocurrir que el Partido Laborista perdiera
votantes entre la clase obrera y los mantuviera entre la clase media.
En este caso podríamos estar asistiendo tanto a una modificación del
voto absoluto como del relativo.
Con esta terminología en mente, Heath et al.343 descubrieron
que no hay ninguna tendencia en las modificaciones del voto
relativo. Es decir, nada permite mantener la idea de una menor
vinculación entre las clases y los partidos.
Llegados aquí, analizaremos lo que quepa deducir del caso
español. 344 El estudio español sobre estructura y conciencia de
clase distingue cuatro tipos de partidos o agrupaciones políticos:
la derecha (Partido Popular y Centro Democrático y Social),
regionalistas (todas las opciones regionalistas y nacionalistas),
PSOE e izquierda (Izquierda Unida, ecologistas y otras opciones a
la izquierda del PSOE).
342
op. cit.
343
A. Heath et al., How Britain Votes, Oxford, Pergamon, 1985.
344
De nuevo nos apoyaremos en el estudio de González op. cit.,
caps VI y VII.
Las intenciones de voto, utilizando el esquema de Goldthorpe,
serían las siguientes.
Total Clase de No manual Propietario Manual Manual no
servicio cualif. cualif.
345
op. cit., p. 168.
Otro estudio que nos permite analizar el comportamiento
electoral en el caso español es el de Feldman et al.346. Aquí no se
opta por ningún modelo de clases. Simplemente se hace uso de la
posición que ocupan los individuos en la División Social Del
Trabajo. Los autores utilizan el método de los residuos ajustados
con la intención de determinar entre qué categorías sociolaborales
un partido se encuentra significativamente arraigado o rechazado
(residuos de +/- 3, respectivamente), fuertemente arraigado o
rehazado (residuos de +/- 6) y extremadamente arraigado o rechazado
(residuos de +/- 9).
346
A.S. Feldman, J.R. Menés y N. García-Pardo, "La estructura
347
Conviene no perder de vista que el PSOE es el partido más
348
Alianza Democrática, en coalición con el Partido Demócrata
Popular y el Partido Liberal.
Técnicos -0,1 0,7 -0,4 0,2 -0,1
Profesionales -2,6 0,2 -0,5 1,4 1,6
subordinados
349
J.J. González, Clases sociales: estudio comparativo de
España y la Comunidad de Madrid 1991, Madrid, CAM, 1992.
________________________________________________________________
_
0 organización
3. Pequeña 6. Experto 9. Trabajador 12.Proletariado
burguesía US 15.251 semi-cual.
SW 14.890 US 16.034 US 11.161
US 14.496 SW 14.879 SW 11.876
SW 13.503
-
+ 0 -
Activos de cualificación
No obstante, en España se disponen de pocas fuentes para
conocer la evolución y distribución de los ingresos laborales. Lo
que sí resulta factible es analizar la distribución de los salarios
(y conviene no perder de vista que las clases propietarias -la
pequeña burguesía, los pequeños empleadores y los capitalistas en
el esquema de Wright y parte de la clase de servicio y de las clases
intermedias en Goldthorpe- no perciben ingresos salariales).
Existen en España tres fuentes estadísticas para conocer su
distribución: la Encuesta de Salarios, la Estadística de
Negociación Colectiva (del Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social) y la Encuesta sobre negociación colectiva en las grandes
empresas (Ministerio de Economía). La Encuesta de Salarios es
considerada la principal fuente estadística para el conocimiento
del comportamiento salarial, pero presenta serias limitaciones dado
que no incluye ni el sector agrario, ni las administraciones
públicas, ni el empleo temporal, ni a las empresas con menos de cinco
trabajadores.
La Estadística de Negociación Colectiva proporciona datos
sobre los salarios negociados en los convenios (tarifa salarial),
suministrando así un buen indicador, dado el extenso ámbito de
extensión de la negociación colectiva.
La Encuesta sobre Negociación Colectiva en grandes empresas
aporta el desglose de los distintos componentes de la masa salarial,
pero tiene el inconveniente que aparece en su enunciado: se limita
a las grandes empresas.
350
A. García Laso, "La dinámica salarial de los años ochenta.
________________________________________________________
Miles de Tasa Miles de Tasa (2/1x100) Tasa
pesetas anual% pesetas anual% anual%
________________________________________________________________
_
1980 1.353,1 997.9 73.7
1981 1.388,0 2,5 1.003,2 0,5 72,3 -1,9
1982 1.413,9 1,8 994,3 -0,9 70,3 -2,7
1983 1.423,7 0,7 996,4 0,2 69,9 -0,5
1984 1.507,0 5,8 1.008,5 1,2 66,9 -4,3
1985 1.533,2 1,7 986,4 -2,2 64,3 -3,9
1986 1.534,3 0,1 976,1 -1,0 63,6 -1,1
1987 1.530,0 -0,2 991,9 1,6 64,8 1,9
1988 1.567,1 2,4 1.002,8 1,1 63,9 -1,4
1989 1.579,6 0,8 1.003,8 0,1 63,5 -0,6
1990 1.627,4 3,0 1.007,4 0,3 61,9 -2,5
________________________________________________________________
_
(a) Por deflactor PIB 1980.
(b) Por deflactor consumo privado 1980.
________________________________________________________________
_
351
A. García Laso, op. cit., p. 188.
352
J. Roca: "Evolución de los salarios y evolución del discurso
"oficial" sobre los salarios". En Albarracín, J. et al: La larga
noche neoliberal. Políticas económicas de los ochenta, Madrid,
Icaria, 1993.
por asalariado en términos monetarios y en términos reales, es
decir, comparado con los precios, utilizando tanto el deflactor del
PIB al coste de los factores (indicador de precios relevante para
las empresas) como el índice de precios al consumo (indicador de
inflación más relevante para los asalariados). Durante la década de
los setenta se produce un aumento significativo de los costes
laborales que, sin embargo, representó un aumento del poder de
compra mucho menor dado que parte del aumento fue debido a la
creciente presión sobre los trabajadores y al incremento de las
cotizaciones sociales. Los años ochenta se caracterizaron, en
cambio, sobre todo antes de la expansión económica de la segunda
mitad de la década, por el práctico estancamiento de los salarios
brutos; estancamiento que sin duda representó pérdidas de poder
adquisitivo para gran parte de los asalariados con retribuciones más
bajas, porque la tendencia general fue de ampliación de las
diferencias salariales.
____________________________________________________________
Costes laborales por asalariado y productividad, 1970-91)
(% de variación media anual acumulativa)
____________________________________________________________
Coste laboral unitario
Coste laboral por asalariado en
real Productividad términos reales
____________________________________________________________
(1) (2) (3) (4)
1970-79 4,8 4,4 4,1 0.3
1979-85 0,6 2,0 3,4 -1,4
1985-91 1,3 0,6 1,4 -0,8
____________________________________________________________
(1) Coste laboral por asalariado deflactado según el IPC (media
anual)
(2) Coste laboral por asalariado deflactado según el deflactor del
PIB al coste de los factores.
(3) Valor añadido bruto a pesetas constantes dividido por la
población ocupada.
(4) Aproximamente igual a (2) - (3). Estima la variación del
porcentaje de pesetas que, de cada 100 pesetas de valor añadido de
las empresas con asalariados, sirven para pagar los costes
laborales.
Fuente: Elaboración a partir de los datos del INE, Contabilidad
Nacional de España (base 1980 para los dos primeros periodos y base
1985 para el último periodo), de datos del IPC del INE y de datos
sobre deflactor del PIB al coste de los factores del Banco de
Bilbao-Vizcaya).
(Tomado de Roca)353
A partir de los datos de la Encuesta Nacional sobre Negociación
Colectiva se puede observar que el abanico salarial se ha
incrementado notoriamente.
353
op. cit., p. 199.
ABANICO SALARIAL354
1980 1985 1988
Empleados 345,71 671 876
Desviación tipo
Empleados 148,8 295,2 386,2
Operarios 59,3 118,6 175,5
Ratio Max/min
Empleados 2,84 3,03 3,15
Operarios 1,70 1,78 1,95
Empleados y operarios 3,13 3,43 3,63
354
Tomado de García Laso, op. cit., p. 190. Fuente: Ganancia
355
Op. cit., p. 191.
procendentes de auditorías realizadas a 15 grandes empresas en 1990
y de acuerdo con ellas los consejeros de estas empresas reciben una
media de 10 millones de pesetas. Estos datos no incluyen los pagos
en especie ni su participación en beneficios.
A esto aún hay que añadir el dato nada desdeñable de que los
trabajadores con contrato temporal ganan un 40% del salario de los
que tienen empleo estable.
La participación de la remuneración de los asalariados (en
tanto por ciento sobre el PIB a coste de los factores) corregida para
tener en cuenta las variaciones de la población asalariada respecto
al total de la población ocupada, ha pasado de representar el 75,4%
en 1970 al 67,6% en 1991.
Es cierto que los salarios de convenio -conviene no perder de
vista que no todos los asalariados disfrutan de negociación
colectiva- han crecido en mayor proporción que el IPC en los últimos
años. Aquí es donde entra el tema de los deslizamientos salariales.
Si las empresas se desprenden de los trabajadores recientemente
contratados, quienes permanecen son los trabajadores más antiguos,
quienes por mor de esa antigüedad tienen unos costes y unos
incrementos salariales relativamente elevados. Así, por ejemplo, en
1992 mientras que el IPC subió un 5,9%, los salarios de convenio
subieron un 7,1%.
El discurso oficial considera que el crecimiento de los
salarios ha sido más elevado de lo que la economía puede asumir. Dos
son fundamentalmente los argumentos utilizados para defender esta
postura: uno es el de que la productividad observada debe ser
matizada y otro es el que considera que las variaciones salariales
habrían de tener en cuenta también las modificaciones en la relación
real de intercambio.
El primer argumento fue presentado por el actual gobernador
del Banco de España, Luis Angel Rojo.356 La idea es la siguiente:
si se producen aumentos de los salarios reales importantes entonces
tiende a reducirse el empleo, lo que puede provocar un aumento de
356
"Desempleo y factores reales", Papeles de la Economía
Española, 8, 1981.
la productividad observada o aparente del trabajo sin que ello sea
debido a un progreso técnico; cuando se discute cuánto pueden crecer
los salarios debería distinguirse entre aumentos de la
productividad activa o normal y aumentos de la productividad
provocados únicamente por la reducción del empleo. Empíricamente se
estimaba que la productividad activa de un periodo equivalía al
cociente entre el PIB y el nivel de ocupación máxima, que indica el
producto por trabajador que se hubiera obtenido si la producción de
aquel periodo hubiera sido generada con el nivel de empleo máximo
alcanzado anteriormente; así, mientras la productividad observada
del trabajo entre 1974 y 1985 aumentó, según una estimación del
Ministerio de Economía, un 48,5% para el conjunto de la economía,
la productividad con ocupación máxima habría crecido menos de la
mitad: un 20,4%. Este argumento parte de dos supuestos altamente
discutibles. El primero es que un crecimiento del salario real por
encima del aumento de la productividad atribuible a mejoras
tecnológicas provoca siempre disminuciones del empleo. Se trata de
una afirmación totalmente discutible si se tiene en cuenta que las
variaciones salariales del conjunto de la economía no solo afectan
a las empresas como costes sino también como deteminantes de la
demanda de bienes de consumo. El segundo supuesto es que cuando
disminuye el empleo aumentará la productividad del trabajo de forma
que, con la misma evolución del conocimiento tecnológico, la
destrucción de empleo se asociaría a mayor productividad respecto
a la que observaría de crecer o mantenerse el empleo.
El segundo argumento es el de la relación real de intercambio,
entendida como relación entre el precio de las exportaciones y el
de las importaciones. Se trata de un argumento utilizado solo en una
dirección. Por ejemplo, durante la crisis energética de 1973 se
habló de los elevados costes del petróleo lo que debía traducirse
en menores costes salariales. Sin embargo, cuando el precio del
petróleo disminuyó no se habló de elevar los salarios. En cualquier
caso es un argumento esgrimido en estos momentos en que los países
del sudeste asiático pueden hegemonizar el mercado de determinados
productos merced a sus menores costes salariales.
9. CLASES Y MOVILIDAD SOCIAL
9.1. PRINCIPALES ESTUDIOS SOBRE MOVILIDAD SOCIAL.
Hasta ahora hemos hablado de la estructura de clases y no se
ha dicho ni una sola palabra sobre los procesos de movilidad social.
La sociología clásica apenas ha prestado atención al tema de la
movilidad. Incluso en algunos de los enfoques teóricos más potentes,
como es el caso del marxismo, ha sido una cuestión desdeñada. A pesar
de ello, parece lógico pensar que el hecho de que los individuos
experimenten procesos de movilidad social -o crean que pueden
experimentarla- ejercerá un efecto significativo sobre su identidad
de clase, sobre su comportamiento político, sindical, etc. Frente
al discurso liberal relativo a la igualdad de oportunidades, el
marxismo se ha centrado en las desigualdades de origen, las cuales
suponen un seria restricción a las alegrías de la meritocracia. Esta
contraposición encuentra su expresión más descarnada en Poulantzas,
quien no duda en afirmar:
Insistamos ante todo en la inanidad de la problemática burguesa de
la movilidad social, recordando simplemente que el problema
fundamental de la reproducción de las relaciones sociales -de
las clases sociales- no es el de los "agentes", sino el de la
reproducción de los puestos de estas clases. Según una
hipótesis totalmente absurda, si, en la serie de las
generaciones, los burgueses se volvieran proletarios y los
proletarios burgueses, los burgueses pequeñoburgueses y
viceversa, o los pequeñoburgueses proletarios, la estructura
de clase de la formación capitalista no cambiaría en nada
esencial, ya que siempre habría puestos del capital, de la
clase obrera, de la pequeña burguesía, etc".357
357
N. Poulantzas, Las clases sociales en el capitalismo actual,
358
Tomado de L. Cachón, ¿Movilidad social o trayectorias de
clase?, Madrid, CIS, pp. 9-10.
burguesa; además desprecia el objeto (es decir, la movilidad social)
por insignificante en el análisis de las clases y, finalmente, el
marxismo insiste en que lo único importante es la estructura de
posiciones. No obstante, en los setenta comienza a articularse una
sociología postmarxista de la movilidad social, donde cabría
incluir a autores como Westergaard y Resler o Bertaux.
Sin embargo, el propio Goldthorpe considera que en Marx sí
existe una cierta preocupación por la cuestión de la movilidad
social359 en sus escritos referidos a los Estados Unidos de América.
Allí se asistía, más que a un proceso de proletarización, a una
continua conversión de los trabajadores asalariados en campesinos
independientes. Para muchos de los trabajadores la permanencia en
empleos asalariados es concebida como algo temporal. Evidentemente
esta elevada tasa de movilidad social plantea la cuestión de si es
posible o no la existencia de una estructura de clases. La movilidad
social ascendente ejerce un efecto de estabilización social, es
anti-revolucionaria. Es más, incluso llega a señalar que con la
evolución del sistema de préstamos concedidos por los bancos es
posible que un hombre sin fortuna, pero que dispone de energía y
habilidad, pueda convertirse en un capitalista próspero.
Aunque esta circunstancia continuamente hace afluir un número no
deseado de nuevos mercenarios al espacio y a la competencia
de los capitalistas que ya existen, también refuerza la propia
supremacía del capital, expande su base y le permite reclutar
nuevas fuerzas procedentes del sustrato de la sociedad. De un
modo similar, la circunstancia de que la Iglesia Católica en
la Edad Media formase su jerarquía a partir de los mejores
cerebros, independientemente de su estado, nacimiento o
riqueza, fue uno de los medios principales de consolidación
del gobierno eclesiástico y de su supresión del laicismo.
Cuanta mayor es la capacidad de una clase dominante para
asimilar a las mentes más aventajadas de la clase dominada,
más estable y peligrosa se vuelve su dominación.360
359
J. Goldthorpe, Social Mobility and Class Structure in Modern
360
Citado por Goldthorpe, op. cit., p. 5.
Entre los sociólogos clásicos posiblemente el único que ha
prestado atención sistemática al tema de la movilidad ha sido
Pareto.361 De acuerdo con él, la extensión del sufragio universal
había provocado la sustitución de los privilegios de la burguesía
por los de la clase obrera. Su idea básica es que toda sociedad
precisa de élites y hay una continua circulación entre ellas. El
socialismo puede sustituir al gobierno de la burguesía, pero el
socialismo significa que una élite reemplaza a otra. La idea del
socialismo como gestión de la nación por el conjunto de los
ciudadanos o por los trabajadores era una simple quimera. Al igual
que Marx, Pareto considera que la movilidad social tiene efectos
estabilizadores. La movilidad puede alargar la duración de un
régimen político. Sin embargo, lo que termina por suceder es que una
élite desplaza a otra del gobierno.
Tal y como señala Cachón 362 el renacer del interés por la
movilidad social se debe no solo al interés intrínseco de la cuestión
sino a su importancia como cuestión política. Incluso nuestro texto
constitucional parece consagrar la importancia de la movilidad
cuando en su artículo 35 reconoce el derecho a la promoción a través
del trabajo.
El término movilidad social alude al proceso por el cual los
individuos pasan de una posición a otra en la sociedad -posiciones
fruto del consenso: escalas de jerarquía social-363. En este sentido
la movilidad puede ser horizontal o vertical. 364 La movilidad
horizontal se refiere al cambio ocupacional en una misma línea de
la jerarquía social o al cambio ocupacional que implica cambio de
residencia. La movilidad vertical, que es a la que comúnmente nos
361
op. cit.
362
op. cit., p. 12
363
M.S. Lipset y R. Bendix, Movilidad social en la sociedada
364
P. Sorokin, op. cit., p. 135.
referimos cuando hablamos de movilidad social, alude al movimiento
de los individuos desde posiciones que gozan de una determinada
jerarquía hasta otras ubicadas más arriba o más abajo dentro del
sistema social. El resultado de este proceso puede concebirse como
una distribución del talento o de los conocimientos tal, que los
privilegios y las gratificaciones van aumentando proporcionalmente
a la dificultad y a la responsabilidad de cada una de las
posiciones365.
Hay dos maneras de estudiar la movilidad. Primero, pueden
examinarse las propias carreras de los individuos, cuánto se
desplazan arriba o abajo en la escala social en el curso de su vida
laboral. Esto se suele denominar movilidad intrageneracional. Por
otro lado, puede analizarse la diferencia entre las ocupaciones de
los hijos con respecto a las de los padres. A este tipo de movilidad
se le denomina movilidad intergeneracional.
Quizás el pionero en el estudio de la movilidad social sea
Sorokin. Sorokin analizó la movilidad en varias sociedades,
365
Dentro de la movilidad social vertical ascendente se podría
366
P. Sorokin, op. cit.
367
Imperialismo y clases sociales, Madrid, Tecnos, 1965.
está cambiando constantemente. "La persistencia de la posición de
clase es una ilusión creada por la lentitud del cambio [...] las
barreras de clase deben ser superables, tanto por arriba como por
abajo"368. La estructura de clases permanece y cambia la gente que
ocupa las distintas posiciones de clase. De ahí la idea citada
anteriormente de las clases como hoteles o autobuses.
La teoría sobre la movilidad social ha progresado muy poco
desde Sorokin. Sin duda, el ateoricismo de la sociología de la
movilidad social es uno de los aspectos unánimemente señalados por
los críticos de la misma. En cualquier caso, el mayor avance se ha
producido en la recopilación y análisis de datos, faceta en que los
estudios de la movilidad social se han convertido en un área de
difícil acceso para los no iniciados.
El primer estudio que contó con una muestra representativa fue
el realizado por David Glass y su equipo de la London School of
Economics. Glass y su equipo llevaron a cabo una investigación en
el verano de 1949 con una muestra aleatoria de 10.000 adultos de más
de 18 años residentes en Inglaterra, Escocia y Gales. Los datos
recopilados consistían básicamente en información biográfica
acerca de cada uno de los entrevistados. Las cuestiones se referían
a la edad, el sexo y el estado civil de los entrevistados, acerca
de las escuelas en las que estudiaron y las credenciales conseguidas
y, lo que es relevante desde el punto de vista de la movilidad social,
la ocupación actual y la del padre. La principal conclusión que se
puede extraer del estudio es que en el Reino Unido había una
considerable cantidad de movilidad social de corto alcance unida a
una elevada rigidez y autoreclutamiento en los extremos, y, en
particular, en los niveles más altos de la estructura social, donde
es muy fuerte la tendencia de los hijos a seguir los pasos de sus
padres en términos de ocupación. Sin embargo, como señala Head369,
las conclusiones más destacadas de este estudio se encuentran en la
368
Citado en Cachón op. cit p. 43.
369
A. Head, Social Mobility, Londres, Fontana, 1981.
obra de Westergaard y Resler Class in a Capitalist Society 370 ,
aparecida veintiséis años despúes de la investigación de Glass.
Estos dos autores, de clara inspiración marxista, ponen de
manifiesto que el estudio de Glass deja bien patente la existencia
de amplias posibilidades de movilidad social en las sociedades
capitalistas. Pero, no olvidan señalar que, aunque frecuente, la
movilidad sigue una serie de reglas. La desigualdad de origen
establece límites muy claros a la movilidad.
La segunda gran conclusión de Glass es que la mayor parte de
la movilidad social supone efectuar un pequeño recorrido, mientras
que los grandes recorridos, desde la pobreza a la riqueza o a la
inversa, son harto infrecuentes. La barrera trabajo manual/no
manual se convierte en una barrera difícilmente franqueable. Los
hijos de los trabajadores no manuales de rutina tienen más
probabilidades de ascenso hacia las posiciones altas que aquellos
que proceden de hogares de trabajadores manuales cualificados.
Sería en los Estados Unidos en los años cincuenta cuando se
produciría el florecimiento de los estudios sobre movilidad social.
Ya Tocqueville quedó maravillado en 1830 en su visita a este país
por las amplias posibilidades de promoción que ofrecía: tierra en
abundancia, riqueza natural, poca población, territorios por
civilizar, etc. Tal es así que Sombart, en un texto titulado
precisamente ¿Por qué no hay socialismo en los Estados Unidos?,
afirmaba que el socialismo no podía extenderse en este país debido
a las grandes posibilidades que los trabajadores tenían de abandonar
su clase.
Quizás el estudio internacional más conocido sobre movilidad
social sea el de Lipset y Bendix371. Estos autores analizaron datos
de nueve sociedades industrializadas concentrándose en la movilidad
de los hombres en función de que su trabajo fuera manual, no manual
o agrícola. Lipset y Bendix utilizaron datos secundarios
disponibles en nueve países: Francia, Alemania, Suecia, Suiza,
370
Londres, Heinemann, 1975.
371
S.M. Lipset y R. Bendix, R. op. cit.
Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Dinamarca e Italia.
Reclasificaron las ocupaciones para homogeneizarlas en torno la
divisoria anteriormente explicitada: manual, no manual y agrícola.
Se concentraron en la movilidad social ascendente y descendente a
lo largo de estas líneas.
En contra de sus expectativas, sus resultados no mostraron que
la sociedad norteamericana fuese más abierta que los demás países.
La movilidad vertical total entre la línea cuello azul/cuello blanco
era del 30% en los Estados Unidos, mientras que en Alemania era del
31%, en Suecia y en el Reino Unido del 29% y en Japón y en Francia
del 27%.
Lo llamativo de estos resultados era la similitud de las tasas
de movilidad vertical. Para explicarlos cabalmente, Lipset y Bendix
hubieron de buscar factores universales que calrificasen esta
identidad. Los rasgos comunes que señalaron eran los siguientes: (1)
Cambios en el número de puestos disponibles, (2) diferentes tasas
de fertilidad, (3) cambios en la valoración otorgada a las distintas
ocupaciones, (4) cambios en el número de posiciones heredables, y
(5) cambios en las restricciones legales relativas a las
oportunidades potenciales. Sin duda, los aspectos más
significativos son el primero y el cuarto.
En los años sesenta se llevó a cabo una de las investigaciones
sobre movilidad social más importante. Nos referimos al estudio de
Blau y Duncan372. Este trabajo constituye una de las investigaciones
más minuciosas sobre la movilidad social en un solo país. Se recogió
información de una muestra nacional de 25.000 hombres de entre 20
y 64 años, representativos de 45 millones de varones en los Estados
Unidos en 1962. En esta investigación se recurre a la técnica llamada
path analysis, que es una reformulación de la regresión múltiple
utilizada en 1919 por el genetista Sewall Wright. Básicamente, el
path analysis permite estimar la importancia relativa de diferentes
determinantes de los logros ocupacionales del individuo. Esto
supuso, en primer lugar, el paso del estudio de la movilidad social
372
P.M. Blau. y O.D. Duncan, The American Occupational
Structure, Nueva York, Wiley, 1967.
al de la consecución del logro y, en segundo lugar, el cambio desde
la medición de las tasas de movilidad a la de los determinantes de
esta. En lugar de preguntarse, ¿cúanta movilidad existe en una
sociedad?, la pregunta se transforma en ¿cúal es la importancia
relativa de factores como los orígenes sociales y la escolarización
en tanto que determinantes de los posteriores logros ocupacionales
del individuo?
El principal motivo que explica esta reformulación es que la
probabilidad de movilidad ascendente depende en gran medida del
nivel del cual se parta. Evidentemente una persona que procede los
estratos más altos de la sociedad tiene pocas posibilidades de
experimentar movilidad ascendente, a diferencia de lo que ocurre con
alguien que se encuentre en la base de la pirámide social. Es decir,
los estudios sobre movilidad social pueden mostrar la existencia de
una gran movilidad sin que eso suponga que la sociedad en cuestión
sea igualitaria. Lo que hace falta saber, por ejemplo, es si los
negros consiguen mejores empleos que los blancos que parten de una
situación similar. Para este propósito las ecuaciones de regresión
y el path analysis se convierten en instrumentos fundamentales.
La pregunta básica a la que Blau y Duncan tratan de responder
es de qué modo los status adscritos influyen sobre los status
adquiridos. Concluyeron que hay mucha movilidad vertical en los
Estados Unidos, pero que casi toda se produce entre posiciones
ocupacionales muy cercanas la una a la otra. Buena parte de la
movilidad ascendente no es más que una consecuencia del incremento
del número de empleos en el sector terciario de la economía.
Desde finales de los años 70 el interés de la movilidad social
ha confluido con el estudio de las clases, convirtiéndose, de este
modo, en el estudio, más bien, de la movilidad de clases. Este es
el caso de Goldthorpe, quien centra su atención en la influencia de
la movilidad social sobre la conciencia de clase y la formación de
las clases.
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, ha sido evidente
la separación entre los estudios sobre la movilidad y los
referidos a la estructura de clase. Por razones, en parte
metodológicas y en parte ideológicas, la mayor parte de las
investigaciones sobre movilidad emprendidas en este periodo
se han llevado a cabo en términos de jerarquías de prestigio
o de status socioeconómico en lugar de hacerlo en términos de
clase.373
373
J. Goldthorpe y C. Llewellyn, "Class mobility in modern
Britain: Three thesis examined", Sociology, 11, 2, 1977.
refieren a un grupo más reducido que la clase I de Goldthorpe. Las
sociedades modernas suelen legitimarse con la promesa de que todo
el mundo, si media el esfuerzo necesario, puede alcanzar la cima.
Sin embargo, esta es una idea bastante peregrina. Los puestos de alto
status o nivel de renta son escasos por definición. Giddens374 citaba
el caso británico donde para una población de 55 millones de
habitantes no más de dos o tres mil personas pueden llegar a ser
directores de una de las 200 mayores empresas. Por otro lado, por
mucho que se insista en la idea del esfuerzo, la herencia o
simplemente el hecho de haber nacido en tal familia o tal ambiente
social condiciona notablemente el futuro profesional. No obstante,
Goldthorpe reprocha a los defensores de esta postura su falta de
precisión empírica para demostrar su tesis.
(b) La tesis de la zona de amortiguación. Esta tesis plantea los
siguientes puntos: (i) los hijos de los trabajadores manuales
cualificados (clase VI) tienen mayores posibilidades que los hijos
de los trabajadores semi-cualificados o no cualificados (clase VII)
de alcanzar ocupaciones no manuales, y si las alcanzan serán
mayoritariamente ocupaciones que se encuentren en la base de la
jerarquía de las ocupaciones no manuales; y (ii) las posibilidades
de que los hijos de quienes ocupan posiciones bajas no manuales
(empleados, vendedores, supervisores, pequeños burgueses, etc.)
terminen por desempeñar trabajos manuales son mucho mayores que las
de los hijos cuyos padres ocupan las posiciones altas no manuales,
y tal movimiento les llevará normalmente a la clase VI (trabajadores
manuales cualificados) en lugar de a la clase VII.
Los datos prueban una fuerte tendencia o a la inmovilidad o
a la movilidad de pequeño recorrido por parte de aquellos cuyos
padres proceden de la clase VI o VII. En cualquier caso, habría que
calibrar el hecho de más de un 15% de aquellos cuyos padres
pertenecen a la clase VI y VII terminan por pertenecer a las clases
I y II o que cerca del 20% de aquellos cuyo padre pertenece a la clase
VI acaban en las clases VI y VII.
374
A. Giddens, Sociología, Madrid, Alianza, 199*.
(c) La tesis del contra-equilibrio. Aquí entra en juego la movilidad
a lo largo de la vida o intrageneracional. Esta tesis afirma que,
debido a la extensión de la educación, las posibilidades de
experimentar movilidad ascendente a lo largo de la vida laboral son
menores. Es decir, el nivel de entrada se convierte prácticamente
en definitivo.
Para probar la validez de esta tesis Goldthorpe compara la
clase actual del entrevistado en 1972 y su primera ocupación para
el caso de que su padre perteneciera a las clases I y II o a las clases
III y IV, diferenciando además entre aquellos entrevistados nacidos
entre 1908 y 1927 y los entrevistados nacidos entre 1928 y 1947 (con
ello se pretende medir el influjo de la mayor extensión de las
credenciales educativas para los nacidos en este periodo). Si la
tesis del contra-equilibrio fuera cierta tendríamos que
encontrarnos con una mayor proporción de entrada directa en la clase
de servicio entre los entrevistados más jóvenes y una menor entrada
de personas que proceden de otras clases. Los datos confirman un
mayor nivel de entrada en la clase de servicio para los más jóvenes
(un 42% frente a un 25% para los mayores), pero desmienten
parcialmente la idea de un menor acceso indirecto (del 27% para los
más jóvenes y del 36% para los mayores). Si realizamos la misma
operación, pero esta vez referida a las clases III y IV, el acceso
indirecto está prácticamente equilibrado (del 22% para los más
jóvenes y del 23% para los mayores).
Sin duda, la movilidad descendente es menos frecuente que la
ascendente. Por ejemplo en el caso del Reino Unido alrededor del 20%
de los hombres son móviles descendentes375 . La mayor parte de la
movilidad descendente intrageneracional afecta a las mujeres.
Todavía es frecuente, en el caso de estos últimos, abandonar su
carrera profesional al tener hijos y al reincorporarse al mercado
de trabajo hayan descendido varios peldaños.
375
op. cit., p. 262.
cuello azul a los de cuello blanco se define siempre correctamente
como ascendente. Los trabajadores cualificados de cuello azul
pueden tener mayores ingresos salariales que los cuello blanco.
Además las ocupaciones de cuello blanco, especialmente las
administrativas, se han visto sometidas a un serio proceso de
descualificación consecuencia de la automatización.
En los estudios de la movilidad intergeneracional se plantea
la cuestión de si el momento en el que se efectúa la medición es el
adecuado. El padre puede estar experimentado un proceso de movilidad
social cuyo resultado final puede contrariar sensiblemente los
datos obtenidos en un momento dado.
9.2. CONSECUENCIAS DE LA MOVILIDAD SOCIAL.
Aunque es evidente que la cantidad de la movilidad social está
determinada en gran parte por los cambios estructurales más o menos
uniformes de las sociedades industrializadas y que, en
consecuencia, es aproximadamente la misma en todas las sociedades,
debe hacerse hincapié en el hecho de que las consecuencias de la
movilidad social han sido sumamente diversas. Por tomar un ejemplo
extremo376: si un negro en Suráfrica obtiene una posición no manual,
se constituye en candidato inmediato para un puesto de liderazgo en
algún movimiento de protesta de izquierda. Pero si un norteamericano
blanco procedente de una familia de clase obrera efectúa el mismo
movimiento, se hace por lo común política y socialmente conservador.
Quizás la clave de estas distintas actitudes se encuentre en lo que
se demoniman discrepancias de status, es decir, el hecho de ser poco
frecuente que un negro ascienda en la jerarquía social en el caso
de la sociedad surafricana lo convierte en alguien que tiene mayor
facilidad para percibir las desigualdades e injusticias que afectan
a otros miembros de su raza.
En lo que se refiere a las dimensiones psicológicas de la
movilidad social, los escasos estudios realizados muestran que las
discrepancias de status pueden provocar dificultades para el ajuste
personal, debido a que la elevada autovaloración en una esfera de
la vida está en conflicto con una pobre autovaloración en otra.
376
Tomado de Lipset y Bendix, op. cit.
Durkheim, por ejemplo, sugirió que tanto la movilidad social
ascendente como la descendente redundan en un incremento de los
índices de suicidios al aumentar el número de personas que se
encuentran en una situación anómica, en la que no saben cómo
reaccionar ante las nuevas normas. Algunos estudios sobre
enfermedades mentales indican que en EE.UU. las personas que
ascienden socialmente son más susceptibles de sufrir trastornos
mentales que las no móviles. Por lo común la movilidad social entraña
consecuencias destructivas para la estructura de los grupos
primarios.
Tradicionalmente se ha pensado que las personas que
experimentan movilidad social ascendente o descendente tienden con
mayor frecuencia que los estacionarios a ser apáticos, a abstenerse
de votar y a mostrar un interés político poco pronunciado.
Inversamente, cuanto más homogéneo es el medio político que rodea
a una persona, tanto más decididamente estará en condiciones de
implicarse políticamente.
Normalmente se ha considerado que quienes experimentan
movilidad social descendente es más probable que mantengan lealtad
a su clase de origen, a diferencia de lo que ocurre con los que
experimentan movilidad social ascendente. Si las clases bajas son
más bien de izquierdas, entonces tanto los móviles ascendentes como
los descendentes tenderán a ser conservadores.
Son tres los tipos de argumentos que explican esta asimetría.
El primero es que la gente prefiere adoptar una identidad más
prestigiosa, es decir, la gente que asciende desde la clase obrera
prefiere identificarse con su clase de destino.
Una segunda posibilidad es que la movilidad ejerza un efecto
indirecto sobre las actitudes políticas a través de su influjo sobre
los contactos personales. Los individuos móviles tendrán contacto
con personas de su clase de origen y de su clase de destino. Si la
gente prefiere los status altos, tenderá a mantener mayor número de
contactos con personas de status alto en detrimento de los de status
bajo. Esta interpretación considera que las identidades políticas
son resultado de contactos sociales. Lipset y Bendix señalaban que
los miembros estables de una clase serán escasamente propensos a
asociarse con advenedizos, de tal manera que los móviles ascendentes
no tendrán más remedio que seguir relacionándose con los miembros
de su clase de origen. Este rechazo de status es más fuerte en Europa
que en los Estados Unidos, de modo que los móviles ascendentes
europeos difícilmente adoptarán las ideas políticas de su clase de
destino. Los datos disponibles muestran que en los Estados Unidos
los móviles ascendentes tienen las mismas preferencias partidarias
que los componentes de su clase de destino, a diferencia de lo que
ocurre en Europa.
Una tercera explicación es que los efectos del origen y del
destino puede variar en función de la naturaleza de la socialización
en distintas clases sociales. Algunos grupos sociales pueden tener
una fuerte cultura que crea un carácter distintivo a los
advenedizos. Este sería el caso, por ejemplo, de las escuelas de
élite, las cuales integran a los móviles de clase baja en las pautas
culturales de la clase alta.
Los datos que maneja Weakliem377 ponen en duda la afirmación
de que la movilidad social ascendente beneficie a la derecha
política. El hecho de apoyar a un partido socialista puede ser más
bien una opción instrumental que una declaración de identidad.
Lo mismo se detecta en los estudios compilados por Turner378.
Aquí se presentan los resultados de un estudio llevado a cabo por
miembros de la Asociación Internacional de Ciencia Política y su
Comité Investigador sobre Opinión Pública comparada controlando el
periodo que va desde 1955 a 1984. Los datos muestran que no hay ningún
efecto regular o consistente de la movilidad sobre las actitudes
políticas.
377
D.L. Weakliem, "Does Social Mobility Affect Political
378
F.C. Turner, "Social Mobility and Political Attitudes in