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Estructura social contemporánea : las clases sociales en los países


industrializados / R. Feito Alonso.

Article in Reis · January 1996


DOI: 10.2307/40184043 · Source: OAI

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Rafael Feito Alonso


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ESTRUCTURA SOCIAL CONTEMPORANEA
Las clases sociales
en los países industrializados

Rafael Feito Alonso

Madrid, SigloXXI, 1995.


INDICE

1. Introducción al concepto de estructura social ...... 1


2. Introducción al estudio de las clases .............. 34
3. El enfoque funcionalista de la estratificación social 51
4. Enfoques clásicos sobre las clases ................. 71
5. Enfoques actuales sobre las clases ................. 88
6. Valoración del análisis de clases .................. 149
7. El estudio de las clases sociales en España ........ 160
8. Algunos problemas actuales en el estudio de las clases 184
9. Clases y movilidad social .......................... 255
** Indice pormenorizado .............................. 270
INDICE PORMENORIZADO
1. INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE ESTRUCTURA SOCIAL ..... 1
1.1. Definiciones de estructura social ............... 1
1.2. El concepto de estructura social:
el debate estructura acción .................... 8
1.3. Las aportaciones de Bourdieu, Giddens
y la teoría de la elección racional ............ 19
1.4. Una solución al dilema estructura/acción:
el estudio de caso de Willis ................... 27
2. INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LAS CLASES ............ 34
2.1. Teorías gradacionales y teorías
relacionales de las clases ..................... 34
2.2. Evolución reciente del concepto de clase ....... 36
2.3. Las clases sociales en los noventa ............. 46
3. EL ENFOQUE FUNCIONALISTA DE LA
ESTRATIFICACION SOCIAL ......................... 51
3.1. Planteamientos generales ....................... 51
3.2. Características de las distintas clases ........ 61
3.3. La medición de la estratificación .............. 68
4. ENFOQUES CLASICOS SOBRE LAS CLASES ............... 71
4.1. Marx ........................................... 71
4.2. Weber .......................................... 80
5. ENFOQUES ACTUALES SOBRE LAS CLASES ............... 88
5.1. Principales enfoques neomarxistas .............. 88
5.1.1. Poulantzas ................................... 88
5.1.2. Wright: de las posiciones contradictorias
a las explotaciones múltiples ....................... 96
5.2. Principales enfoques neoweberianos ............. 116
5.2.1. Dahrendorf ................................... 116
5.2.2. Parkin ....................................... 124
5.2.3. Giddens ...................................... 135
5.2.4. Goldthorpe ................................... 142
6. VALORACION DEL ANALISIS DE CLASES ................ 149
6.1. La desaparición del concepto de status ......... 149
6.2. Diferencias y semejanzas en los análisis
de Marx y Weber ..................................... 150
6.3. Convergencias y divergencias en los análisis
neomarxistas y neoweberianos ................... 151
6.3. Esping-Andersen: ¿un paradigma emergente? ...... 155
7. EL ESTUDIO DE LAS CLASES SOCIALES EN ESPAÑA ...... 160
7.1. Enfoque estructural-funcionalista .............. 161
7.2. Enfoque marxista ............................... 165
7.3. Estudios de la época de la transición .......... 171
7.4. Estudio internacional sobre clases (informe español)179
7.5. Un intento de superar las deficiencias del análisis
de clases: las aportaciones recientes de J.J. González 181
8. ALGUNAS CUESTIONES ACTUALES ...................... 184
8.1. Las clases medias .............................. 184
8.1.1. La pequeña burguesía tradicional ............. 175
8.1.2. La nueva clase media ......................... 183
8.2. La infraclase .................................. 195
8.3. Segmentación de los mercados de trabajo ........ 206
8.4. La posición de clase de las mujeres ............ 214
8.5. Estructura social e ideología .................. 223
8.6. Clases sociales y poder político ............... 226
8.7. Clase y comportamiento electoral ............... 232
8.8. La distribución de la riqueza entre
las distintas clases ............................ 237
9. CLASES Y MOVILIDAD SOCIAL ......................... 255
9.1. Principales estudios sobre movilidad social .... 255
9.2. Consecuencias de la movilidad social .......... 267
1

1. INTRODUCCCIÓN AL CONCEPTO DE ESTRUCTURA SOCIAL


1.1. DEFINICIONES DE ESTRUCTURA SOCIAL
A pesar de la importancia trascendental que para la sociología
tiene el término estructura social, es prácticamente imposible
encontrar una definición acabada del mismo. Más bien parece ser una
especie de eslogan invocado periódicamente que permite diferenciar
un trabajo sociológico de otro de corte psicológico. Ya advertía
Giddens que es tal la importancia del término que se da por supuesta
su definición, a pesar de que finalmente tal definición no exista.
Se trata de una perplejidad similar a la que sentía San Agustín
cuando se enfrentaba a la definición del tiempo y del espacio: sabe
perfectamente qué es el tiempo y qué es el espacio, pero le resulta
imposible llegar a definirlo cabalmente.
El concepto de estructura social tiene una larga historia. En
su acepción original la palabra estructura hace referencia a la
construcción de edificios, pero en el siglo XVI se emplea para
denotar las relaciones entre las partes que constituyen un todo. Era
una palabra utilizada normalmente en los estudios anatómicos que por
entonces comenzaban a florecer. El paso del término de la anatomía
a la sociología, aunque se produjo varios siglos después, fue una
consecuencia lógica del empleo de las analogías orgánicas por parte
de los pensadores políticos. En su Leviathan Hobbes no llega a
utilizar este término, pero su concepción del estado como un
organismo artificial en el que se distinguen con toda precisión la
función de cada institución hubiera justificado la utilización del
término.
Spencer estableció una analogía entre el funcionamiento de los
organismos vivos y el de la sociedad. De este modo, lo que resulta
válido para los fenómenos biológicos, también lo es para los
fenómenos sociológicos. La historia, tanto la de la vida orgánica
como la de la vida social o supraorgánica, es un proceso de
desarrollo y dicho proceso supone un crecimiento en cantidad y
complejidad. Del mismo modo que las primeras formas de vida orgánica
fueron unicelulares y de estructura simple, el género humano vivió,
en sus comienzos en unos cuantos grupos u hordas simples y aislados.
Tanto las formas tardías de vida orgánica como las de vida social
presentan una diferenciación y multiplicidad, en su estructura y en
2

sus funciones. Spencer 1 plantea que las estructuras sirven para


desempeñar funciones esenciales de la sociedad. La primera y más
urgente necesidad de una sociedad consiste en afrontar el entorno,
especialmente las actividades ofensivas y defensivas. La segunda
gran necesidad es la de organizar las actividades internas para el
sustento (actividades económicas). La tercera, a la que denomina
sustento general, tiene que ver con el intercambio entre las partes
diferenciadas del organismo. Y, finalmente, como consecuencia de la
mutua dependencia entre las partes de la sociedad, aparece un
sistema regulador para facilitar la cooperación entre las distintas
partes. Si predominan las actividades de defensa y ataque estamos
ante una estructura social militar, si preponderan las actividades
de sustento nos encontramos ante una estructura social industrial.
Smelser2 advertía que resulta difícil concebir cualquier área
de investigación científica en la que tarde o temprano no se invoque
la noción de estructura. Se trata de un término que encontramos en
todas las ciencias. Términos como estructura atómica, estructura
molecular, estructura anatómica, etc., están en la mente de todos.
La razón por la que el concepto de estructura resulta tan atrayente
se debe a que la noción de estructura describe (a) regularidades en
cualquier parte de la realidad que investiga y (b) relaciones
sistemáticas entre las cosas que estudia. Se trata de una idea que
recoge Boudon3:
Quien dice estructura quiere decir sistema, coherencia, totalidad,
dependencia de las partes con respecto al todo, sistema de
relaciones, totalidad no reducible a la suma de sus partes,
etc.

El término estructura social se usa casi siempre en un sentido


muy vago y amplio, aplicable a algunos o a todos los rasgos que

1
H. Spencer, Principles of Sociology, Nueva York, Macmillan,

1969.
2
N.J. Smelser, "Social Structure", Handbook of Sociology,
Londres, Sage, 1988.

3
R. Boudon, ¿Para qué sirve la noción de estructura?, Madrid,
Aguilar, 1973, p. 14.
3

intervienen en la constitución de alguna sociedad. En la práctica,


muchas veces, su significado no se aleja en exceso de la expresión
"la sociedad en su conjunto". He aquí algunos ejemplos:
La estructura social es el tejido de las fuerzas sociales en
interacción, de las cuales surgen los distintos modos de
observar y pensar...4
[El estudio de la] estructura social atiende a las formas
principales de la organización social, a saber, los tipos de
grupos, asociaciones e instituciones, y el complejo de los
mismos que constituye las sociedades... Una exposición
completa de la estructura social supondría un estudio de todo
el campo de las estructuras comparadas.5

Es posible identificar una serie de rasgos comunes a todas las


pretendidas definiciones de estructura social. Generalmente el
término estructura social se refiere a las características de las
colectividades, los grupos y las sociedades, rasgos no imputables
a los individuos y que ejercen un efecto constrictivo sobre las
creencias y acciones de estos. Las variables estructurales son
definidas como propias de los agregados o de los sistemas sociales.
A veces se denominan condiciones socio-históricas. Algunos ejemplos
típicos de variables estructurales en la sociología contemporánea
son: los modelos de comunicación, la distribución de la población
en función del sexo y de la edad, la división del trabajo, los niveles
y grados de desigualdad. A veces también se incluye la distribución
social del poder.
Para Murdock 6 la noción de estructura social designa la
coherencia de las instituciones sociales: las instituciones no son
conglomerados arbitrarios o aleatorios; en este sentido, están
dotadas de una estructura.

4
K. Mannheim, Ideology and Utopia, citado por S.F. Nadel,

Teoría de la estructura social, Madrid, Guadarrama, 1966, p. 29.

5
Ginsberg, Reason and Unreason in Society, citado en Nadel, op.

cit, p. 29.

6
cfr. Boudon y Bourricaud, Dictionnaire critique de la
sociologie, París, PUF, 1982, p. 17
4

Otras veces la noción de estructura se opone a la de coyuntura.


El concepto de estructura designa los elementos estables de un
sistema en oposición a los elementos variables. El término
estructura social se refiere a las relaciones más permanentes y
organizadas de la sociedad. Así se ha definido como el complejo de
los principales grupos e instituciones que constituyen las
sociedades. Toda sociedad requiere un mínimo de elementos para
existir. Estas exigencias mínimas, de acuerdo con Bottomore7, son
las siguientes: (a) un sistema de comunicación; (b) un sistema
económico que gire en torno al consumo, la producción y la
distribución de las mercancías; (c) organismos y ordenamientos
(incluyendo la familia y la educación) para la socialización de las
nuevas generaciones; (d) un sistema de autoridad y de distribución
del poder y (e) un sistema de ritos que mantenga e incremente la
cohesión social y otorgue reconocimiento social a acontencimientos
personales como el nacimiento, el matrimonio o la muerte.
Salvador Giner8 define la estructura social como el conjunto
relativamente estable de las interrelaciones entre las diversas
partes de una sociedad, más la distribución de estas partes según
un orden dinámico. Estas interrelaciones poseen un grado
considerable de permanencia que muy frecuentemente trasciende la
duración de la vida de los individuos. Si estudiamos, por ejemplo,
el status de la nobleza en una sociedad feudal podremos delinear sus
privilegios a través del tiempo y del espacio en virtud de su
estabilidad mínima como estamento dominante. La nobleza ocupa un
cierto lugar (posición social) lo suficientemente estable para que
estudiemos lo que podemos denominar estructura social feudal.
En otras ocasiones el término estructura se utiliza para
distinguir lo fundamental de lo secundario, lo esencial de lo no
esencial. Para Mannheim9, la estructura social es el tejido de las

7
T.B. Bottomore, Introducción a la sociología, Barcelona,

Península, 1978.

8
Sociología, Barcelona, Ediciones de Bolsillo, 1976, p. 66

9
cfr., Boudon y Bourricaud, op. cit., p. 18.
5

fuerzas sociales en interacción de donde surgen los diversos modos


de observación y de pensamiento. La noción de estructura social
designaría implícitamente el conjunto de elementos de un sistema
social que domina y determina a los otros. Para Mannheim se trata
de elementos materiales (vagamente agrupados en la expresión
fuerzas sociales) que permiten explicar los elementos ideales. Es
un uso que recuerda a la distinción entre estructura y
superestructura. La influencia de la tradición marxista explica que
frecuentemente se utilice la noción de estructura social como
sinónimo de sistema de estratificación. Esta definición también se
recoge en el Penguin Dictionary of Sociology de Abercrombie et al..10
Los sociólogos utilizan este concepto para explicar algo en
términos causales. Este enfoque presenta la dificultad de que las
estructuras sociales no son directamente observables. Esto ha hecho
que muchas veces el concepto de estructura se haya contemplado como
algo reificado.
En este mismo sentido, se puede citar el planteamiento
metodológico de Wright en Clase, crisis y estado11 al considerar que
las estructuras sociales imponen limitaciones dentro de las cuales
puede variar otra estructura o proceso, fijando además las
probabilidades de las estructuras o procesos específicos posibles
dentro de esos límites. Un buen ejemplo de tal limitación es la
relación entre la estructura económica y las formas de estado en la
sociedad feudal. Dada la naturaleza de las relaciones económicas en
el feudalismo clásico (el control de los medios inmediatos de
producción por el campesinado, la apropiación del plusproducto
mediante la coerción, la limitada cuantía del excedente
disponible), la democracia representativa mediante el sufragio
universal era estructuralmente imposible como forma de estado, es
decir, quedaba fuera de los límites estructurales fijados por las
estructuras económicas. Dentro de esos límites, sin embargo, podían
darse una variedad de formas de estado, oscilando desde sistemas
señoriales de dominio político altamente descentralizados a estados
absolutistas relativamente centralizados.

10
Harmondsworth, Penguin, 1984.

11
Madrid, Siglo XXI, 1983.
6

Abercrombie et. al.12 señalan que la estructura social se ha


definido como cualquier pauta de conducta social. Sin embargo, esta
definición incluiría tanto las conductas triviales como las
significativas. Una definición más acertada es la que considera que
la estructura social se refiere a las relaciones ordenadas,
duraderas y pautadas entre los elementos de una sociedad.
En el Diccionario de Sociología 13 de Shoeck se recoge la
definición de estructura social como la constelación especial de los
grupos sociales más importantes (castas, estamentos, clases) dentro
de toda una sociedad, juntamente con las correspondientes formas
específicas de los acuerdos sociales entre estas. En este mismo
diccionario se mantiene que la estructura de una sociedad industrial
de hoy es pluridimensional: viene determinada por la estructura de
la población, la clasificación profesional, las actividades
económicas, las organizaciones, así como por campos de
comportamiento institucionalizados, como la familia, la escuela, la
empresa, las asociaciones, las iglesias, con sus sistemas típicos
de roles, y, además, por los grupos dirigentes y por los tipos de
asentamiento.
En el Diccionario de Sociología14 de Henry Pratt Fairchild se
plantea que, en abstracto, podemos distinguir dos clase de
estructura social: (a) la división de los grupos sociales en
subgrupos y, finalmente, en miembros individuales o personas que,
con frecuencia, difieren unas de otras por su función o status; y
(b) la división de un tipo de cultura, es decir, del cuerpo total
de la cultura de una sociedad o grupo de la misma en sus elementos
constituyentes tales como usos sociales, costumbres, complejos
culturales, institucionales y creencias.
Desde la perspectiva de un área de conocimiento como es la
estructura social contemporánea resultan especialmente

12
op. cit.

13
Barcelona, Herder, 1977.

14
México, FCE, 1987.
7

significativas las consideraciones de Ossowski15 sobre el concepto


de estructura social. De acuerdo con él, es factible concebir la
estructura social en el sentido literal, espacial, de la palabra.
Esto ocurre cuando nos referimos al sistema espacial de los
individuos o los grupos humanos en atención a las relaciones
sociales que existen entre ellos. Al aludir al sistema espacial de
los individuos y los grupos, se refiere a la magnitud, la
localización y la configuración de las poblaciones, a la densidad
de la población en las diversas partes del territorio, a las líneas
de comunicación, etc.
En relación con la estructura de clases,
la estructura social es un concepto más extenso, puesto que los
grupos que consideramos componentes de la estructura social
no han de ser necesariamente clases sociales. Pueden ser,
pongamos por caso, categorías de edades (niños, jóvenes,
adultos, ancianos: de ahí el "envejecimiento"), que analizamos
a tenor de los cambios de relaciones institucionales que en
su seno se verifican y al reparto de sus funciones, o bien en
relación con las diferencias que se manifiestan en ellas en
cuanto a los derechos y obligaciones se refiere.16

Puede tratarse también de otros grupos como es el caso de los


étnicos.
De acuerdo con esta postura,
concebimos la estructura social como un sistema de relaciones
interhumanas, de distancias y jerarquías, tanto en sus formas
organizadas, como inorganizadas, mientras que habremos de
considerar la estructura de clases en tanto que un cierto -y
muy trascendental- aspecto de la estructura social.17

En este mismo sentido Daniel Lacalle18 hacía referencia a las


distintas maneras en que se puede estudiar la estructura social:

15
S. Ossowski, Estructura de clases y conciencia social,

Barcelona, Península, 1969.

16
op. cit., pp. 17-18.

17
op. cit., p. 18.

18
Clases sociales y capitalismo, Madrid, Endymion, 1990.
8

estructura social por edades y sexo, estructura por tipos de


asentamiento, estructura sectorial, estructura de ingresos y
estructura de clases.
1.2. EL CONCEPTO DE ESTRUCTURA SOCIAL
¿Cuántos sociólogos -se preguntaba Giddens 19 empiezan los
cursos introductorios de sociología tratando de mostrar que el
agente individual no es el autor de sus acciones? El suicidio20 de
Durkheim goza de gran popularidad como libro introductorio debido
a que explica esto muy bien. Incluso un individuo implicado en un
acto solitario de autodestrucción es víctima de las constricciones
de la sociedad en la que vive. En este sentido, Boudon21 se preguntaba
si no sería la sociología la ciencia de los determinismos sociales.
Basándose en este estado de cosas Daniel Bell22 llega a sugerir que
la sociología suele definirse como la ciencia de los efectos de las
clases sociales o de los sistemas de estratificación social.
Hablar de la estructura social es hablar de la razón de ser
de la sociología. Desde la aparición de la sociología el debate sobre
si los agentes sociales son libres a la hora de actuar o si están
constreñidos, y hasta qué grado, por condicionantes estructurales
(la religión, la familia, la educación, la clase social, etc.) ha
estado siempre sobre el tapete. La definición de Durkheim de la
sociología como el estudio de los hechos sociales y su
caracterización de estos como elementos externos que se imponen a
los individuos es un claro ejemplo del predominio de la estructura
sobre la acción social.

19
"R.K. Merton on Structural Analysis", en J. Clark et. al.,

R.K. Merton. Consensus and Controversy, Londres, Falmer Press,

1990.

20
Madrid, Akal, 1985.

21
La lógica de lo social. Introducción al análisis sociológico,

Madrid, Rialp, 1981.

22
Citado en Boudon, op. cit.
9

Entre los sociólogos clásicos, quien más contribuyó a la idea


de la sociología como ciencia de los determinismos sociales (o
sociologismo) fue Durkheim. Durkheim convierte al homo sociologicus
en un sujeto pasivo, una especie de autómata cuyo comportamiento
sería el efecto casi exclusivo de causas sociales. Su descripción
de los hechos sociales como modos de pensar, actuar y sentir externos
a los individuos y dotados de poder coercitivo, y su uso de variables
de nivel macro como la división del trabajo, parecen enfatizar la
importancia de las propiedades objetivas de la organización social
y el carácter dependiente y subordinado de la conciencia individual.
A diferencia de lo que ocurre en Weber, quien -como veremos-
se centra en los estados subjetivos de las personas, en el caso de
Durkheim el foco de interés se refiere a realidades externas a las
personas. Durkheim recurre a dos criterios para determinar el
carácter social de la acción humana: la exterioridad de las maneras
de obrar, pensar y sentir y la coacción que estas maneras ejercen
sobre el comportamiento de las personas.
Para comprender esto cabalmente debemos remitirnos a la teoría
de las dos conciencias: la colectiva y la individual. La colectiva
está constituida por las maneras de obrar, pensar y sentir que
integran la herencia común de una sociedad dada, lo que en el
estructural-funcionalismo de Parsons y otros se dió en llamar
orientación normativa de la acción. Estas maneras se transmiten de
generación en generación por medio de la educación. Por contra, la
conciencia individual está formada por el ámbito privado de cada
persona.
En este sentido, resulta absolutamente magistral la tesis
central de su obra El suicidio. El suicidio es un acto que ofrece
todas las características de un hecho social: es un fenómeno que se
da en todas las sociedades, pero que varía en cada una de ellas.
Además, la tasa de suidicios es distinta dentro de un país entre cada
uno de los grupos que lo componen: los católicos se suicidan menos
que los protestantes, los judíos menos que los católicos, las
personas casadas menos que las solteras, las casadas con hijos menos
que las casadas sin hijos, etc. Es decir, la tasa de suicidios es
mayor entre aquellas personas menos integradas en conjuntos
sociales.
10

Durkheim está profundamente inspirado por la tradición


positivista. Una de sus afirmaciones famosas es aquella que mantiene
que debemos estudiar los hechos sociales como si fueran cosas, es
decir, objetos de observación. A diferencia de Weber, Durkheim no
oponía la sociología a la historia, sino a la psicología.

Como contraste, la sociología de Weber, nacida al calor del


debate sobre las diferencias entre las ciencias naturales y las
ciencias humanas, se inclina hacia un mayor peso de la acción sobre
las estructuras. Weber define la sociología como
la ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social
para de esta manera explicarla causalmente en su desarrollo
y efectos. Por "acción" debe entenderse una conducta humana
(bien consista en un hacer externo o interno, ya en un omitir
o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos de la acción
enlacen a ella un sentido subjetivo. La "acción social", por
tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto
o sujetos está referido a la conducta de otros, oriéntandose
por ésta en su desarrollo.23

Para Weber la acción es social siempre que los individuos


enlacen a ella un sentido subjetivo. Se trata de una acción en donde
el sentido mentado por el sujeto está referido a la conducta de
otros. Esto significa que las personas deben tener en cuenta el
comportamiento de los demás, así como la presencia o la existencia
de los mismos. El segundo criterio de la acción social es el de la
significación. El sujeto indicaría por medio de su acción que ha
comprendido las expectativas de los otros.
Weber vivió una época en la que en Alemania preponderaba una
corriente intelectual muy poderosa que establecía una oposición
radical entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias del
hombre. Las ciencias naturales estudian un orden necesario, regido
por el determinismo, la regularidad, la previsibilidad. Por contra,
las ciencias humanas han de estudiar el comportamiento humano,
comportamiento regido por la indeterminación, la irregularidad y la
ausencia de previsibilidad. En este sentido, la historia era
considerada como el estudio de aquellos acontecimientos únicos y
singulares, no sujetos a leyes, que jamás volverían a repetirse. Sin

23
Economía y sociedad, México, FCE, 1979, p. 5.
11

llegar a negar la diferencia entre ciencias del hombre y ciencias


naturales, Weber trató de salvaguardar el carácter científico de las
primeras. Mostró la posibilidad de la explicación causal en los
comportamientos humanos y además puso de manifiesto la ventaja de
estas ciencias frente a las de la naturaleza. Estas últimas carecen
de la posibilidad de comprender desde dentro los fenómenos
estudiados.

Lo que parece fuera de toda duda es que para la sociología,


la acción humana no es arbitraria, sino que obedece a un cierto
determinismo. La sociología precisa establecer el principio del
determinismo. En caso contrario, se reduciría a la historia de lo
particular y lo singular. Siguiendo a Carr podemos definir el
determinismo como la "convicción de que todo cuanto ocurre tiene una
o varias causas, y no podía haber ocurrido de otro modo más que si
algo, en la causa o las causas, hubiese sido asimismo distinto".24
El vocablo determinismo goza de una mala acogida intelectual porque
se asocia a la noción de fatalismo. El fatalismo mantiene la tesis
de que la ocurrencia de los acontecimientos está predestinada, cosa
que ocurre en las filosofías de la historia de inspiración
teológica. Aquí la secuenciación histórica depende de la
intervención de una entidad de carácter suprahistórico
(generalmente dios). Sin embargo, para el determimismo esta
secuenciación depende de las condiciones imperantes y se rechaza la
intervención de cualquier pretendida entidad al margen del propio
proceso histórico.
Una segunda fuente de desprestigio de la tesis determinista
proviene de su asociación con la inevitabilidad histórica. Se trata
de la creencia teleológica en alguna meta final capaz de regir el
curso de la historia.
Finalmente, la última versión que desprestigia al determinismo
es la que reduce a una sola causa la explicación de la compleja
diversidad de los acontecimientos históricos. De este modo se ha
podido hablar de determinismo geográfico, racial, biológico,

24
E.H. Carr, ¿Qué es la historia?, Barcelona, Seix Barral, 1967,
p. 125.
12

económico, sociológico, etc. Al marxismo se la ha solido atribuir


por parte de algunos de sus críticos este defecto. Marx y Engels
fueron conscientes de estas críticas:
El que los discípulos hagan a veces más hincapié del debido en el
aspecto económico es cosa de la que, en parte, tenemos la culpa
Marx y yo mismo. Frente a los adversarios teníamos que subrayar
este principio cardinal que se negaba, y no siempre disponíamos
de tiempo, espacio y ocasión para dar la debida importancia
a los demás factores que intervienen en el juego de las acciones
y las reacciones.25

De acuerdo con Pereyra26 se puede considerar que el principio


de determinación establece que: a) los acontecimientos históricos
ocurren siempre en forma definida o determinada, b) el desarrollo
del proceso no es arbitrario sino legal, y c) las formas a través
de las cuales los acontecimientos adquieren sus características
específicas dependen de condiciones preexistentes.
El determinismo histórico no niega el papel de la
intencionalidad, la decisión y la voluntad en los hechos sociales:
simplemente rechaza el supuesto metafísico de una abstracta e
indeterminada voluntad pura.

Para Giddens27 y Bourdieu28 el debate sobre estructura y acción


social ha de comprenderse en el contexto de la división tradicional
en la teoría social entre el objetivismo y el subjetivismo. En el
primero el objeto social, la sociedad, tiene un grado de prioridad
sobre el agente individual y las instituciones sociales son

25
F. Engels, carta a J. Bloch, 21 de setiembre de 1890. En K.

Marx y F. Engels, Obras escogidas, vol. 2, Madrid, Akal, 1975, p.

522.

26
C. Pereyra, "El determinismo histórico". En teoría, 3, 1979.

27
A. Giddens, Social Theory and Modern Sociology, Cambridge,

Polity Press, 1987.

28
El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991.
13

contempladas como el núcleo del análisis social. El subjetivismo es


justamente lo opuesto. El agente humano es tratado como el eje
central del análisis social. Cada una de estas perspectivas
tiene su atractivo. Por un lado, aquellos que pertenecen a las
tradiciones objetivistas tienen razón al subrayar que la sociedad
o las instituciones sociales tienen propiedades estructurales que
van más allá de las actividades de los miembros individuales que
componen la sociedad. Los subjetivistas destacan el hecho de que los
seres humananos son seres capaces de comprender las condiciones en
que ejecutan la acción.
Los objetivistas -muy influidos por el positivismo- han
predicado la unidad del método científico: un monismo metodológico
que hace extensibles los postulados y metodología de la ciencia
natural al estudio de las sociedades.
Los subjetivistas son hostiles a las doctrinas del positivismo
y argumentan que, debido al carácter significativo de las acciones
humanas, la explicación de estas últimas requiere un enfoque
especial y da lugar a diferentes formas de conocimiento.
Tal y como señalaba Rubinstein29 se puede afirmar, con algunas
reservas, que el objetivismo es la expresión del positivismo
en las ciencias sociales. Como recordaba De Pablo, según
Durkheim, la estructura social hace referencia a relaciones
entre hechos sociales que son fenómenos sui generis. Pero, ¿de
qué relaciones se trata? Son, como él mismo aclara, relaciones
de "variación concomitante". Así, por ejemplo, variaciones en
el grado de diferenciación de una colectividad estarían
supuestamente relacionadas con variaciones concomitantes en
su grado de cohesión y regulación internas.30

29
D. Rubinstein, Marx and Wittgenstein. Social Praxis and

Social Explanation, Londres, RKP, 1981.

30
A. De Pablo, "Causalidad, estructura y acción social:

consideraciones en torno a la sociología de la educación", en M.F.

Enguita (ed.), Marxismo y sociología de la educación, Madrid, Akal,


1986, p. 174.
14

Uno de los principios fundamentales del positivismo es la idea


de que el conocimiento científico debe basarse en los datos brutos.
Los datos simples pueden ser descritos con independencia de
cualquier perspectiva teórica. En este sentido el ejemplo que aducía
Hempel 31 es suficientemente clarificador. Para explicar por qué
motivos se ha reventado durante la noche el radiador de mi automóvil
hay que empezar por describir las condiciones antecedentes: el coche
estaba en la calle, la temperatura bajó por debajo de los cero
grados, etc. Conociendo las leyes de la física podemos explicar por
qué reventó el radiador. Con estos elementos (antecedentes más
conocimientos de física) podríamos haber previsto los
acontecimientos. Cualquier cuestión, sea física, orgánica o social,
puede explicarse a partir de estos parámetros. Se trata de un modelo
de ciencia intrínsecamente vinculado a la predicción.
Las explicaciones objetivistas suelen ser de corte
behaviorista. Es decir, se trata de explicaciones que desdeñan el
problema de la conciencia de los seres humanos. Así, algunos de los
defensores del objetivismo afirman que se debe partir del dato de
que las personas no tienen mente, hasta el punto de considerar los
diferentes términos referidos a la mente, la voluntad, el
sentimiento, etc. como el flogisto de la ciencia social. Para
Durkheim todo lo relativo a la intención es demasiado subjetivo como
para permitir un tratamiento científico.
Un enfoque alternativo reconoce que las personas tienen una
vida mental, pero argumenta que las propiedades mentales pueden
operacionalizarse en afirmaciones relativas a lo que hacen los
sujetos.
Una respuesta más sutil es la que afirma que las personas tienen
vida mental, pero esta debe incorporarse a alguna forma de la acción.
Las explicaciones de la acción son similares a las explicaciones de
los eventos físicos.
Los objetivistas son partidarios de desarrollar el
conocimiento de la sociedad independientemente de las ideas de los

31
C. Hempel, "The function of general laws in history", Journal
of Philosophy, 39, pp. 335-48, 1942. Citado por Rubinstein, op. cit.
15

actores sociales. Pareto32 proporciona un ejemplo al separar las


ideas científicas de la sociedad de las ideas en la sociedad. De este
modo disntingue entre "residuos" -causas efectivas de la conducta-
y "derivaciones" -explicaciones ideológicas de los actores-.
Durkheim define la sociología como una búsqueda de
explicaciones en términos de causas más profundas que no son
percibidas por el inconsciente ("Todas las preconcepciones deben
erradicarse"). Esto enseña al sociólogo a huir de las ideas
profanas.
Un concepto básico del positivismo es que el conocimiento
científico debe asentarse sobre observaciones no sujetas a
interpretación. Para algunos filósofos, siguiendo a Hume, o más
recientemente a Russell, Mach y Ayer, el fundamento último del
conocimiento son las impresiones sensoriales, es la observación.
Sin embargo, reducir la interpretación de la realidad a datos
observables exteriormente con independencia de la intencionalidad
de los sujetos conduce al serio problema de no poder diferenciar,
en multitud de ocasiones, unos hechos de otros. Así, por ejemplo,
no puede diferenciarse una acción de un movimiento. Un movimiento
reflejo del brazo no sería sustantivamente distinto de un movimiento
deliberado. Si no se incorporan las ideas sociales se deja de captar
un importante segmento de la vida social.
A menudo los objetivistas han reducido la investigación a los
análisis estadísticos con la intención de esquivar el problema de
la comprensión. Es decir, las encuestas y demás datos estadísticos
suministrarían datos objetivos sobre lo que piensan (o más bien
manifiestan) los sujetos. Sin embargo, las encuestas no son
observaciones neutras. En primer lugar, se plantea el problema de
lo que entiendan por las preguntas los sujetos entrevistados, En
segundo lugar, no se pueden separar las encuestas del contexto en
que tienen lugar. Es conocido el ejemplo de las respuestas de
cortesía sobre el uso de preservativos en el caso de campesinos
hindúes.

32
V. Pareto, The Mind and Society. A Treatise on Causal
Sociology, Nueva York, Dower, 1963.
16

Si hay algo que nos interesa destacar aquí es cómo se conceptúa


la estructura social desde el objetivismo. En el enfoque
objetivista, la estructura social es considerada como una serie de
rasgos objetivos de la organización social que existen aparte de la
conciencia subjetiva de los actores. De este modo, las teorías
estructurales explican la incidencia de acciones como el suicidio
y el homicidio, o estados subjetivos como la alienación y la anomia,
en términos de los aspectos objetivos de la organización social. Es
decir, la intencionalidad o cualquier otro rasgo subjetivo es
secundario, cuando no irrelevante, para explicar los
acontecimientos sociales.

La concepción subjetivista emergió en Alemania a finales del


siglo XIX. La corriente intelectual dominante en aquel entonces era
el idealismo neokantiano. Es en este marco donde tiene lugar el
debate entre ciencias naturales frente a ciencias culturales. Así,
por ejemplo, Dilthey se opuso a quienes consideraba positivistas
(como Comte) por pretender el empleo de métodos propios de las
ciencias naturales en el estudio de las ciencias sociales. Las
ciencias físicas estudian hechos, mientras que las culturales
estudian significados. En las ciencias físicas el pensamiento se
convierte en explicación, mientras que en las culturales, se
convierte en comprensión. La explicación establece leyes causales
e investiga a su objeto desde fuera. Por contra, la comprensión une
o enlaza significado con significado o trata de comprender a su
objeto por medio de la intuición.
La conducta humana no puede abordarse del mismo modo que los
datos brutos. Debe ser interpretada, en lugar de ser simplemente
observada. Weber afirmaba que debemos ir más allá de la mera
demostración de las uniformidades y relaciones funcionales. Debemos
conseguir algo inalcanzable para la ciencias naturales, a saber, la
comprensión subjetiva de la acción de los individuos. El
subjetivismo se plantea básicamente dos objetivos: a) la
comprensión motivacional de la acción y b) la explicación del
sentido común de los actores. En el ámbito del subjetivismo
incluimos tradiciones teóricas como la fenomenología, el
interaccionismo simbólico y la etnometodología. Se pueden agrupar
17

en función de lo que rechazan: las encuestas, la cuantificación y


la reificación de la realidad social.
El punto de partida de estas escuelas es la creencia de que
la característica distintiva de la conducta humana es la presencia
de la mente, el significado o la conciencia. Esto es más cierto aun
en la sociología fenomenológica, la cual iguala el estudio de la
sociedad con el estudio de la conciencia.
Para Dilthey33, la comprensión del otro requiere una recreación
de su experiencia mental, lo cual resulta difícil, sino imposible.
El campo de la psiquiatría plantea la posibilidad de que el tener
cierto tipo de experiencias excluye de modo lógico la posibilidad
de comprenderlas, como ocurre en el caso de la locura.
Schutz34, cuyo trabajo es celebrado porque parece resolver el
problema de las otras mentes, rechaza el concepto de empatía. Habla
de la "reciprocidad de perspectivas" a través de la cual nos
proyectamos de modo imaginario en el lugar de otro y por lo tanto
comprendemos. Esta perspectiva está sujeta a las mismas críticas que
la empatía.
El argumento de la analogía afirma que dado que no podemos tener
acceso directo a la experiencia mental de otros, las demás personas
me proporcionan la idea de que su vida mental es similar a la mía.
Un problema obvio de este énfasis en la comprensión de la acción
intencional es que buena parte de la temática sociológica no se
refiere a la acción. Las cuestiones científicas sociales a menudo
se refieren a grupos y sociedades, y este nivel explicatorio es, al
menos en algunos respectos, lógicamente distinto de las acciones
intencionales de los miembros constituyentes. Marx ponía el ejemplo
del funcionamiento de la economía capitalista, economía en la que
se dan cita a un mismo tiempo la racionalidad del empresario junto
con la irracionalidad del sistema.

33
W. Dilthey, Pattern and Meaning in History, citado por

Rubinstein, op. cit.


34
A. Schutz, Common Sense and Scientific Interpretations of
Human Action, citado por Rubinstein, op. cit.
18

Las explicaciones estrictamente intencionales no valen. Por


ejemplo, puede ser útil saber que una persona vota a Pérez por
considerarle honesto. Una encuesta puede revelar que el 60% del
electorado que vota a Pérez lo hace porque le considera honesto al
igual que lo hace el 60% de los votantes de Gómez. En este caso el
sociólogo debe buscar una explicación de las intenciones subjetivas
en algo más básico: quizás algo que considere la influencia de la
clase social.
Una de las soluciones más sugerentes al problema de la sociedad
como realidad objetiva desde un punto de vista interaccionista es
la propuesta por Berger y Luckman 35 . Estos autores explican el
proceso de institucionalización a partir de la tendencia humana a
restringir al máximo las opciones, a evitar el desgaste psíquico que
supone el tener que recurrir a nuevos planteamientos frente a cada
nueva situación. La institucionalización es una consecuencia de la
tendencia a la habituación. La habituación hace innecesario volver
a definir cada situación de nuevo, paso por paso. Además, la
institucionalización supone un mecanismo de control por medio del
cual cada individuo tiene la posibilidad de saber cómo reaccionará
el otro. Uno de los fenómenos más curiosos que puede producirse es
el hecho de que el hombre es capaz de institucionalizar un mundo
frente al que posteriormente, en el decurso de las generaciones,
sentirse extraño.
El siguiente esquema36 explica, de un modo muy sintético las
antinomias fundamentales que enfrentan al objetivismo y al
subjetivismo.
Objetivo Subjetivo
Materialismo Idealismo
Explicación Comprensión
Observación Interpretación
Hechos Ideas
Causa Significado
Conducta Acción

35
P. Berger y T. Luckman, La construcción social de la realidad,

Buenos Aires, Amorrortu, 1979.

36
Rubinstein, op. cit., pp. 24-25.
19

Existencia (modo de Conciencia (ideología)


producción)
Subestructura Superestructura
Organización social Psicología social
Estructura Cultura
Sistema objetivo Sistemas de significado.

1.3. LAS APORTACIONES DE BOURDIEU, GIDDENS Y LA TEORÍA DE LA ELECCION


RACIONAL.
Entre los intentos más recientes para solucionar el problema
del peso de las estructuras sobre las acciones sociales podríamos
citar los aportados por Bourdieu, Giddens y la teoría de la elección
racional (y su derivación en el marxismo analítico).
Bourdieu37 advierte sobre el carácter ruinoso de la división
entre objetivismo y subjetivismo.
El hecho mismo de que esta división renazca sin cesar bajo formas
apenas renovadas, bastaría para atestiguar que los modos de
conocimiento que distingue le son igualmente indispensables
a una ciencia del mundo social que no puede reducirse ni a una
fenomenología social ni a una física social.38

El objetivismo tiene por finalidad establecer regularidades


en forma de estructuras, leyes, etc. al margen de lo que puedan
pensar los individuos y al margen de su voluntad. Introduce una
fuerte división entre el conocimiento teórico y el conocimiento
práctico y rechaza como prenociones o ideologías las
representaciones explícitas de este último.
Recusa así el proyecto de identificar la ciencia del mundo social
con una descripción científica de la experiencia precientífica
de ese mundo o, más precisamente, el proyecto de reducir la
ciencia social, como hacen Schutz y la fenomenología, a
"construcciones de segundo grado, o sea, construcciones de las
construcciones producidas por los actores en la escena
social.39

37
P. Bourdieu, El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991.

38
Op. cit. p. 47.

39
A. Schutz, Collected papers. I. The Problem of Social Reality,
citado por Bourdieu, op. cit.,p. 59.
20

El objetivismo contempla lo social a modo de un espéctaculo


de manera que el observador toma un punto de vista sobre la acción.

Bourdieu propone superar la antinomia


objetivismo-subjetivismo subordinando la práctica científica a un
conocimiento del "sujeto de conocimiento", un conocimiento tanto
objetivista como subjetivista.
La ciencia social no debe romper sólo, como lo quiere el objetivismo,
con la experiencia indígena y la representación indígena de
esa experiencia; le es necesario, además, mediante una segunda
ruptura, poner en cuestión los presupuestos inherentes a la
posición del observador "objetivo" que, dedicado a interpretar
prácticas, tiende a trasladar al objeto los principios de su
relación con el objeto, como lo prueba, por ejemplo, el
privilegio que concede a las funciones de comunicación y de
comunicación y que le inclina a reducir las interacciones a
puros intercambios simbólicos.40

No se trata de sustituir el conocimiento teórico por el


práctico, sino de fundamentarlo.
Para Bourdieu, las estructuras sociales se convierten en un
elemento que, por de pronto, excluyen, como imposibles,
determinadas acciones.
Si se observa regularmente una correlación muy estrecha entre las
probabilidades objetivas científicamente construidas (por
ejemplo, las oportunidades de acceso a tal o cual bien) y las
esperanzas subjetivas (las "motivaciones" y las
"necesidades"), no es porque los agentes ajusten
conscientemente sus aspiraciones a una evaluación exacta de
sus probabilidades de éxito, a la manera de un jugador que
regulara su juego en función de una información perfecta de
sus probabilidades de victoria. En realidad, dado que las
disposiciones duraderamente inculcadas por las posibilidades
o imposibilidades, libertades y necesidades, facilidades y
prohibiciones que están inscritas en las condiciones objetivas
(y que la ciencia aprehende a través de regularidades
estadísticas como probabilidades objetivamente ligadas a un
grupo o clase) engendran disposiciones objetivamente
compatibles con esas condiciones y, en cierto modo,
preadaptadas a sus exigencias, las prácticas más improbables
se encuentran excluidas sin examen alguno, a título de lo
impensable, por esa especie de sumisión inmediata al orden que

40
op. cit., p. 50.
21

inclina a hacer de la necesidad virtud, es decir, a rehusar


lo rehusado y querer lo inevitable.41

La solución que Bourdieu plantea al dilema estructura-acción


se centra en el complejo concepto de habitus. La propia definición
de este término revela su complejidad y su multidimensionalidad. Así
un habitus es un sistema
de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras
estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras
estructurantes, es decir, como principios generadores y
organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar
objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda
consciente de fines y el dominio expreso de las operaciones
necesarias para alcanzarlos, objetivamente "reguladas" y
"regulares" sin ser el producto de la obediencia a reglas, y,
a la vez que todo esto, colectivamente orquestadas sin ser
producto de la acción organizadora de un director de
orquesta.42
El habitus es una capacidad de actuar en libertad pero siempre
dentro de los límites impuestos por la estructura social. Nada
es más engañoso que la ilusión retrospectiva que hace aparecer
el conjunto de huellas de una vida, como son las obras de un
artista o los acontecimientos de una biografía, como si se
tratara de la realización de una esencia que las precediera:
del mismo modo que la verdad de un estilo artístico no se
encuentra en germen en una inspiración original, sino que se
define y redefine continuamente en la dialéctica entre la
intención de objetivación y la intención ya objetivada,
asimismo es mediante la confrontación entre cuestiones que
solo existen por y para un espíritu dotado de ciertos
principios y soluciones obtenidas por la aplicación de dichos
principios, pero capaces de transformarlos, como se constituye
esta unidad de sentido que, posteriormente, puede parecer
previa a los actos y obras anunciadores de la significación

41
Op. cit. p. 94.

42
op. cit. p. 92.
22

final, transformando retroactivamente los diferentes momentos


de la serie temporal en simples bosquejos preparatorios.43
La pertenencia a una clase se convierte en un elemento
unificador de los comportamientos, de modo que se hace visible la
pertenencia a la misma.
La homogeneización objetiva de los habitus de grupo o de clase que
resulta de la homogeneidad de las condiciones de existencia,
es lo que hace que las prácticas puedan estar objetivamente
concertadas sin cálculo estratégico alguno ni referencia
consciente a una norma, y mutuamente ajustadas sin interacción
directa alguna, y, a fortiori, sin concertación explícita
-obedeciendo la forma de la interacción misma a las estructuras
objetivas que han producido las disposiciones de los agentes
en interacción y que les asignan todavía, a través de ellas,
sus posiciones relativas en la interacción y fuera de ella.44

Giddens propone la teoría de la estructuración. La estructura,


en primer lugar, no debe identificarse única y exclusivamente con
la coacción. La estructura es al mismo tiempo un elemento de
constricción y de facilitación de la acción. En segundo lugar, no
debe identificarse la distinción entre acción y estructura con la
diferenciación entre micro y macrosociología. En tercer lugar, la
acción no ha de definirse en términos de intención, la acción se
refiere a la capacidad que tienen los individuos para hacer cosas.
Giddens se enfrenta a quienes contemplan a los agentes sociales
como elementos cuyas acciones están dirigidas por las estructuras.
Así se opone a Weber cuando este último se refiere a la burocracia
como una jaula de hierro. Weber no tiene en consideración el modo
en que las relaciones de autoridad pueden ser esquivadas. De la misma
manera es crítico frente a los plantemientos de Braverman, el cual
en su análisis sobre el taylorismo concibe un trabajador atrapado
en la cuadrícula de la división del trabajo.
Giddens insiste en que la acción humana está intrínsecamente
relacionada con la actividad subjetiva en la sociedad, tratando de
este modo de superar el dualismo entre voluntarismo y determinismo.

43
op. cit., p. 96.

44
op. cit. p. 101.
23

En segundo lugar, trata de mediar en la dicotomía existente entre


el sujeto y el objeto asignando un papel principal a la capacidad
cognitiva de los actores a la hora de producir y reproducir su
sociedad. En tercer y último lugar, rechaza cualquier teoría que
pretenda analizar por separado la estática y la dinámica social.
Su teoría no minimiza el peso constrictivo de la estructura.
El término constricción tiene tres sentidos: constricción material,
constricción ligada a las sanciones y constricción estructural. La
primera es una constricción derivada del carácter del mundo material
y de las cualidades físicas del cuerpo. La segunda deriva de las
respuestas punitivas por parte de unos agentes hacia otros. La
tercera deriva de la contextualidad de la acción, del carácter de
las propiedades estructurales frente a los actores.
Los principales puntos que definen la estructuración son los
siguientes:
1- Todos los seres humanos son seres capaces de conocer, es decir,
todos los actores sociales poseen un conocimiento elevado de
las condiciones y consecuencias de lo que hacen en su vida
cotidiana.(...). Los actores son capaces de dar explicaciones
a su conducta.(...).
2- La cognoscibilidad de los agentes humanos está vinculada por un
lado al inconsciente y por otro a los efectos no queridos de
las acciones.(...).
3- El estudio de la vida cotidiana forma parte integral del análisis
de la reproducción de las prácticas institucionalizadas.(...)
4- La rutina, vinculada psicológicamente a la minimización de las
fuentes inconscientes de la ansiedad, es la forma predominante
de la actividad social cotidiana. (...)
5- El estudio del contexto, o de las contextualidades de la
interacción, es inherente a la investigación de la
reproducción social.(...)
6- Las identidades sociales, y la relaciones a ellas asociadas, son
los "hacedores" de la estructura espacio-temporal.(...)
7- No se puede otorgar un significado unitario a la "constricción"
en el análisis social. Las constricciones asociadas a las
propiedades estructurales de los sistemas sociales son solo
un tipo de entre otras características de la vida humana
social.
8- Entre las propiedades estructurales de los sistemas sociales, los
principios estructurales son particularmente importantes,
dado que especifican tipos globales de la sociedad.(...)
9- El estudio del poder no puede contemplarse como una consideración
de segundo orden en las ciencias sociales. El poder no puede
abordarse a continuación de los conceptos básicos de la ciencia
social. (...) El poder es el medio de conseguir que se hagan
24

las cosas y, como tal, está directamente implicado en la acción


humana. (...)
10- No hay ningún mecanismo de la organización social o de la
reproducción social identificado por los analistas sociales
que los actores profanos no puedan llegar a conocer y a
incorporar en lo que hacen. (...)45

A partir de aquí Giddens considera paradigmática la


investigación etnográfica de corte estructural. De acuerdo con él
la investigación de Willis sobre alumnos antiescuela en un contexto
de clase trabajadora46 es ejemplar en este sentido.

La tercera aportación a este debate es la de la elección


racional, teoría que parte del individualismo metodológico. El
individualismo metodólogico considera que los fenómenos sociales se
explican a partir de las propiedades de los individuos implicados
en los fenómenos sociales. Cualquier explicación que implique
conceptos sociales a nivel macro debería reducirse a explicaciones
a nivel micro.
La derivación del individualismo metodólogico hacia la teoría
de los juegos y su incorporación en el denominado marxismo analítico
ha supuesto un sólido intento de elaborar una teoría marxista de la
acción sin excluir -a diferencia de lo que ocurre en el caso de
Thompson- el peso de la estructura.
Como señalan Wright et al. 47 se puede comprender qué es el
individualismo metodológico si lo comparamos con otras
explicaciones de las relaciones entre estructura y acción, como son
el atomismo y el holismo radical.

45
A. Giddens, The Constitution of Society, Cambridge, Polity

Press, 1984, pp. 281-284.

46
P. Willis, Aprendiendo a trabajar. Cómo los chicos de clase

obrera consiguen trabajos de clase obrera, Madrid, Akal, 1988.

47
E.O. Wright, A. Levine y E. Sober, Reconstructing Marxism.

Essays on Explanation and the Theory of History, Londres, Verso,


1992.
25

El atomismo es una postura metodólogica que niega la eficacia


causal de las estructuras. Podemos poner el ejemplo del paso del
feudalismo al capitalismo. El atomista consideraría que esta
transición podría explicarse por medio de las acciones de los
individuos.
El atomista argumentaría que todo aquello que parece explicatorio
acerca de las relaciones irreductibles entre los individuos
es explicatorio debido exclusivamente a los estados
psicológicos correspondientes a estos individuos; lo que
importa a la hora de explicar, por ejemplo, las relaciones de
poder entre los individuos no es una relación irreductible
entre estos individuos, sino que lo hay que considerar son sus
creencias y deseos, considerados de un modo atomístico. Si yo
creo que tú me castigarás si hago X y tú crees que tengo esta
creencia, cada uno actuará de un modo peculiar. La aparente
"relación" de poder entre los individuos, continuando con el
argumento, en realidad no es más que un conjunto de creencias
recíprocas y son estas creencias, y no cualquier "relación
objetiva", lo que explica las acciones.48

El individualismo metodológico comparte con el atomismo esta


idea de que las explicaciones sociales son, en última instancia,
reducibles a las explicaciones a nivel individual. Wright et al.
citan a Elster cuando considera que el individualismo metodológico
es la doctrina que mantiene que
todos los fenómenos sociales -su estructura y su cambio- en
principio son explicables a partir de los individuos -sus
propiedades, sus objetivos, sus creencias y sus acciones.
Partir desde las instituciones sociales y de los modelos
agregados de conducta hasta llegar a los individuos es los
mismo que ir desde las células a las moléculas.49

Sin embargo, el individualismo metodológico sí acepta la


importancia de las relaciones entre las partes. Es decir, no rechaza
la idea holística de que el todo es más que la suma de las partes.
Esto puede explicarse mediante una simulación lógica.
Consideremos un sistema con dos partes, X e Y. Si el todo, Z, es igual
a la suma de las partes, podríamos expresarlo del siguiente modo:
Z = b1X + b2Y

48
Op. cit., p. 110.

49
Making Sense of Marx, p. 5. Citado en Wright et al. p. 111.
26

Es decir, Z está totalmente determinado por el sumatorio de


los efectos de b1 de la sección X y de b2 de la sección Y. Si hubiera
interacciones entre X e Y tendríamos el siguiente modelo:
Z = b1X + b2Y + b3XY
De este modo, el todo es algo más que la suma de las partes.
Volvamos a describir las partes del siguiente modo:
X* = X(1 + b3Y/2b1) Y* = Y(1 + b3X/2b2)
En estas nuevas descripciones de las partes, las interacciones
de las partes en el seno del todo se representan como propiedades
relacionales de las propias partes.
Z = b1X* + b2Y*
El holismo radical, al contrario que el atomismo, niega la
eficacia causal de las acciones de los individuos. El marxismo, con
la importancia concedida a la totalidad, ha contribuido en buena
medida a la expansión del holismo. Wright et al. citan tres
corrientes holistas radicales: las teleologías holísticas, el
marxismo estructuralista y los argumentos basados en la acción de
colectivos. La teleología concibe la historia como el desarrollo de
un núcleo esencial, orientada hacia el cumplimiento de un objetivo.
El estructuralismo marxista -cuyo máximo exponente es Althusser-
considera que los agentes sociales son meros soportes de estructura,
que se limitan a representar el papel cuyo guión escribe la
estructura. Finalmente, los argumentos basados en la acción de
colectivos hacen uso de afirmaciones del siguiente tenor: "la
burguesía no quiere pactar". Muchas veces estas expresiones son una
simple facilidad de lenguaje, queriendo en realidad hacer
afirmaciones relativas a los actos de partidos políticos,
sindicatos, etc. Pero, en otras ocasiones, se trata de expresar la
creencia en una conciencia colectiva y en una acción colectiva, en
donde las clases o la humanidad piensan de tal o cual modo.
Los individualistas metodológicos consideran que para
explicar un fenómeno debemos aclarar los micro-mecanismos que lo
producen. Este enfoque propugna la irreductibilidad de lo micro a
lo macro: lo macro se explica a partir de lo micro. La importancia
del análisis micro para comprender el análisis macro puede captarse
a partir de la explicación que Elster suministra de cómo se forman
las clases sociales. Elster defiende que la clave para comprender
la formación de clases recae sobre los mecanismos que facilitan o
27

dificultan el desarrollo de la conciencia de clase en los


individuos. Para explicarlo recurre a la teoría de los juegos. En
concreto se trata de reflexionar sobre el llamado problema del
prisionero, el problema de cómo comprender los motivos que impulsan
a los individuos a participar o a abstenerse de tomar parte en
acciones colectivas. Si el trabajador es un egoísta racional
preferirá que los demás trabajadores actúen colectivamente y él se
abstenga de tomar parte en los esfuerzos colectivos pero participe
de los beneficios derivados de la acción colectiva (por eso a este
dilema también se le llama el dilema del gorrón). Es decir, en caso
de huelga, lo mejor para el trabajador individual es que los demás
la hagan (con las consecuencias que ello conlleva para los
participantes: significación frente a los jefes, deducción
salarial, etc) y beneficiarse de los logros conseguidos por tal
huelga.
La propuesta de Elster es comprender la solidaridad de clase como
una transformación de las preferencias características del
problema del gorrón en un juego de garantías. (...) En un juego
de garantías la gente no desea ser altruista unilateral
-sacrificarse aunque los demás no lo hagan-. No quieren ser
tontos. Pero, prefieren la cooperación al gorroneo. Elster
denomina a esta preferencia "altruismo condicional".50

1.4.UNA SOLUCIÓN EMPÍRICA AL DILEMA ESTRUCTURA/ACCION:


EL ESTUDIO DE CASO DE WILLIS.
Como vimos, Giddens considera como paradigmática la obra de
Willis Aprendiendo a trabajar. En ella se afronta el problema de cómo
explicar que chicos procedentes de la clase obrera se integren
alegremente en, es decir deseen, trabajos de clase obrera. Explicar
esta aparente contradicción es lo que pretende Willis.
Para ello se sirve de la etnografía. El enfoque etnográfico
-sustentado epistemológicamente en la fenomenología, el
interaccionismo simbólico y la etnometodología- es una reacción
contra el cuantitativismo positivista del
estructural-funcionalismo. El positivismo contempla la realidad
social desde fuera. A lo sumo, se limita a cuantificarla, a
matematizarla. Para la etnografía el mundo social debe estudiarse

50
E.O. Wright et al., op, cit., p. 123.
28

en un estadio "natural", inalterado en la medida de lo posible por


la presencia del investigador. La fidelidad investigadora recae
sobre los fenómenos que se estudian y no -como ocurre en el
positivismo- sobre ningún conjunto de principios metodológicos.
Siguiendo a Husserl se arranca de la "actitud natural", de las ideas,
de los convencimientos e incluso de los prejuicios ambientales. La
escuela deja de ser concebida como una caja negra -black box- de la
que se puede saber lo que ocurre en su interior sin necesidad de
adentrarse en ella.
El interaccionismo simbólico proviene de la obra de Herbert
Blumer y sus colegas, de lo que se denominó la Escuela de Chicago.
Los interaccionistas simbólicos consideran que el ser humano es
básicamente distinto del resto de los animales. Mientras que los
animales actúan en respuesta a otros objetos y acontecimientos a
partir del instinto o del condicionamiento previo, los seres humanos
adoptan una actitud o comportamiento sobre los objetos a partir de
los significados que estos objetos tiene para ellos. Los
significados surgen a través de la interacción social con los demás.
Los significados son comprendidos como productos sociales. La
conducta humana no es causada de un modo determinado predefinido por
fuerzas internas (instintos, etc). La conducta es causada por una
interpretación reflexiva y derivada de la cultura de los estímulos
internos o externos presentes.
La racionalidad que subyace a las investigaciones etnográficas
es la hipótesis naturalista-ecológica y la hipótesis
cualitativo-fenomenológica. Muchos científicos consideran que la
conducta humana depende de modo decisivo de los escenarios en que
tiene lugar. Se obtienen resultados muy distintos cuando la
investigación tiene lugar en situaciones de laboratorio. El
científico social no puede entender la conducta humana sin
comprender el marco dentro del cual los sujetos interpretan sus
pensamientos, sentimientos y acciones.
El empirista tradicional se considera a sí mismo la primera
fuente de conocimiento, y confía más en sus propios sentidos y en
su propia lógica que en la de los sujetos. El observador
participante, por otro lado, considera las intepretaciones de sus
sujetos como lo más importante. Adoptando el papel de los sujetos,
recrea en su propia imaginación y experiencia los pensamientos y
29

sentimientos que se encuentran en la mente de aquellas personas a


las que estudia.
El principio subyacente a la investigación etnográfica es que
lo que la gente dice y hace está inconscientemente configurado por
las situaciones sociales.
La etnografía estructural arrancaría de la famosa idea
expuesta por Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte51 según la cual
los hombres hacen su propia historia pero no la hacen en
condiciones libremente elegidas. Se trataría de responder al debate
de qué modelo de hombre, el activo o el pasivo, conviene a la
investigación social.
De acuerdo con Willis 52 habría tres modos de conexión
objeto/sujeto. El primero sería la determinación estructural e
histórica de la subjetividad y la cultura; es decir, no podemos
elegir nacer en una u otra región, ser ricos, ser varones,... La
segunda conexión se refiere a que los agentes sociales, dado que son
formados de determinadas maneras se comportan de un modo apropiado,
o sea, votan, se casan... La tercera, y esta sería la conexión
novedosa, es que estos agentes ejercen un uso activo y colectivo de
los recursos naturales, simbólicos e ideológicos recibidos. Con
ello consiguen modificar las condiciones estructurales y materiales
no elegidas libremente.
Willis analiza la transición de un grupo de alumnos
marcadamente anti-escuela desde el sistema educativo al sistema
productivo. Lo que quiere explicar es por qué estos chavales desean
realizar trabajos de clase obrera. Para ello elabora una
terminología que capte lo que ocurre en la realidad.
Los términos que utiliza son los de penetración y limitación.
Por penetración entiende los impulsos dentro de una forma cultural
hacia la captación de las condiciones de existencia de sus miembros
y su posición dentro del todo social, de un modo no individualista.

51
K. Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Madrid, Akal, 1975.

52
P. Willis, "Producción cultural y teorías de la
reproducción", Educación y sociead, 5, 1986.
30

Se trata de la captación de las contradicciones sociales:


explotación, alienación, división social, etc.
Por limitación entiende aquellos obstáculos, desviaciones y
efectos ideológicos que confunden e impiden el desarrollo total y
la expresión de estos impulsos. Lo que hace la limitación es restar
peligrosidad a las penetraciones, impidiendo o dificultando la
transformación social.
A partir de estos elementos es posible explicar la entrada
libremente aceptada en determinados trabajos en condiciones que no
son libremente elegidas (lo que supone retomar la idea de Marx de
que los hombres hacen la historia libremente en condiciones que no
son libremente elegidas). Hay un momento en la cultura obrera en que
la entrega de la fuerza de trabajo representa al mismo tiempo la
libertad, la elección y la trascendencia. Si los chicos de la clase
obrera en su camino al trabajo no creyeran en la lógica de sus propias
acciones, ninguna persona ni acontecimiento exterior podrían
convencerles.
Las principales penetraciones son las que se refieren a la
educación y el empleo. La cultura contraescolar manifiesta un fuerte
escepticismo con respecto al valor de las credenciales educativas,
y, especialmente, con respecto al sacrificio que supone su
obtención; en definitiva un sacrificio no solo de tiempo muerto,
sino de una cualidad de la acción: implica aceptar la subordinación.
La gratificación inmediata, no es solo inmediata, es un estilo de
vida. Por otro lado, no está del todo claro que el sacrificio en la
escuela conduzca a mejores empleos.
En segundo lugar, la cultura establece una especie de
valoración de la calidad del trabajo disponible. La mayor parte del
trabajo industrial es un trabajo carente de sentido, alienante,
repetitivo, requiere muy poca habilidad y muy poco aprendizaje. Si
básicamente todos los trabajos son iguales, si de ellos es
prácticamente imposible obtener satisfacción intrínseca alguna,
por qué molestarse en soportar tantos años de escuela. Hay una
indiferencia casi total con respecto a la clase particular de
trabajo a realizar, siempre y cuando cumpla unos requisitos
culturales mínimos. La lógica interna del capitalismo consiste en
que todas las formas concretas de trabajo están estandarizadas y que
todas ellas contienen el potencial para la explotación del trabajo
31

abstracto. Es la expansión del sector servicios y del sector público


lo que se convierte en el fundamento de la pretensión de que existe
una mayor amplitud de oportunidades para los jóvenes. Sin embargo,
contra esta afirmación se puede argumentar que el modelo capitalista
industrial es dominante en todos los sectores de empleo. El minuto
standard se está convirtiendo en la unidad básica para todos los
sistemas de control de tiempo en todos los sectores de empleo,
independientemente de la forma de trabajo de que se trate. El
surgimiento del capitalismo desde el feudalismo estuvo asociado con
el cambio en las nociones del tiempo. La lógica natural de las
estaciones cíclicas, las posiciones del sol en el cielo, la hora de
comer o la tarea que había que efectuar fueron reemplazados por la
lógica del reloj como la base del tiempo. En el capitalismo el tiempo
es lineal en lugar de circular. Se tiene que ahorrar y usar. La
cultura contraescolar es una derrota limitada de este sentido del
tiempo.
Por instinto, la cultura contraescolar tiende a limitar la
entrega de la fuerza de trabajo (llegar al final del trimestre sin
haber escrito una sola palabra,...).
El comportamiento en la escuela de estos chicos refuerza la
solidaridad de grupo, rechazando radicalmente la competitividad que
la escuela alienta. La cultura contraescolar contrapone la lógica
individualista a la grupalista. Para el individuo de la clase obrera
la movilidad en esta sociedad puede significar algo. Sin embargo,
para la clase y el grupo en su conjunto, la movilidad no significa
nada. La única movilidad verdadera sería la destrucción de la
sociedad de clases.
Las principales limitaciones de la cultura contraescolar son
las que se refieren al desdén por la actividad intelectual y su
marcado sexismo. El rechazo de la escuela es también el rechazo de
la actividad mental en general. El individualismo no es derrotado
por lo que pueda ser en sí, sino por su participación en la máscara
escolar donde el trabajo mental se asocia a la autoridad
injustificada y con títulos cuyas promesas son ilusorias. Por lo
tanto el individualismo es penetrado a costa de rechazar la
actividad intelectual (dirección, concepción), lo que facilita la
dominación de clase.
32

La otra gran división que desorienta la penetración cultural


es la que se da entre hombres y mujeres. Anteriormente hacíamos
referencia al hecho de que los trabajos aceptables por los alumnos
anti-escuela han de caer dentro de un cierto universo cultural.
Estos chicos rechazan cualquier tipo de trabajo que tenga
connotaciones femeninas, o donde no se ejerza la masculinidad en
forma de fortaleza física. Esto implica el rechazo absoluto del
trabajo de oficina (al que despectivamente llaman pen-pushing
-empujar un lápiz-) y todo lo que se asimile a ella. El hecho de que
no todos aspiren a las recompensas y satisfacciones del trabajo
mental es algo que necesita explicación. El que el capitalismo
necesite esta división no explica por qué se satisface esa
necesidad. Un miembro de la cultura contraescolar solo puede creer
en la feminidad del trabajo de oficina mientras que las esposas, las
novias y las madres sean contempladas como personas limitadas,
inferiores o incapaces para ciertas cosas.
Hasta ahora no se ha prestado atención al impacto de fuerzas
externas: al estado o a las ideologías.
El sexismo, la división, el racismo tiene lugar más
intensamente en la sociedad civil que en el estado. Por supuesto,
esto no impide la exportación hacia arriba de factores ideológicos
que son utilizados por el estado, ni impide que el estado ayude a
reproducirlos.
Los dos impactos verticales descendentes de la ideología en
la cultura contraescolar son los de la confirmación y la
dislocación. Confirman aquellos aspectos útiles para la
reproducción social y dislocan aquellos que retienen un grado de
penetración crítica.
La ideología oficial refuerza el sexismo. El servicio de
orientación profesional coincide con la cultura contraescolar a la
hora de distribuir empleos en función del género.
Sin embargo, los intentos de la escuela por hacer ver que existe
una amplia diversidad de trabajos de manera que la gente puede elegir
el que mejor satisfaga su vocación son dislocados por la cultura
contraescolar. Para los "colegas" (los miembros de la cultura
contraescolar en el estudio de Willis) todos los trabajos son
básicamente iguales. No es culpa de nadie en concreto que el trabajo
33

sea aburrido y cansino. En consecuencia, la aceptación del trabajo


manual no es ningún acto absurdo por parte de los "colegas".
La perspectiva culturalista presente en esta obra es pesimista
y optimista a la vez. Es pesimista al hacer ver que la creatividad
de la cultura conduce a la aceptación de trabajos subordinados, pero
es optimista al mostrar que los resultados no son inevitables, no
están inscritos de antemano en ninguna estructura. Las teorías
estructuralistas de la reproducción presentan la ideología
dominante como impenetrable. Los agentes sociales, defiende Willis,
no son soportes pasivos de la ideología, sino que son apropiadores
activos que reproducen las estructuras existentes a través de la
lucha, de la contestación y de una penetración parcial de aquellas
estructuras.
Las libertades capitalistas son potencialmente libertades
reales y el capitalismo hace una apuesta: las libertades pueden ser
usadas para la auto-condena. La clase dominante nunca podrá asegurar
férreamente que esas libertades no conduzcan al derrocamiento del
orden social. El amplio crecimiento de los gastos estatales en
bienestar social y en educación, por ejemplo, no responde
necesariamente a los intereses del capitalismo. En gran medida ha
sido forzado a ello debido a la presión ejercida por grupos
competidores, los cuales utilizan sus libertades reales para lograr
su propio progreso.
2. INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LAS CLASES
2.1. TEORIAS GRADACIONALES Y TEORIAS RELACIONALES DE LAS CLASES
Tal y como explicaba Erik Olin Wright53, quien a su vez se apoya en Ossowski, el
concepto de clase puede ser comprendido en términos gradacionales o en términos
relacionales. Cuando se analiza la clase en términos gradacionales la división de la
sociedad en grupos sociales tiene lugar en función del grado en que poseen la
característica que constituye el criterio de división, el cual puede ser el nivel de renta, el
status, las credenciales educativas, etc. Cuando se habla de clases en términos
relacionales las clases sociales constituyen un sistema de dependencia mutua o
unilateral, dependencia basada en relaciones causales.

53
E.O. Wright, Class Structure and Income Inequality, Nueva
York, Academic Press, 1978.
34

El elemento distintivo del enfoque gradacional es el hecho de que las clases


siempre son caracterizadas como entes que están por debajo o por encima de otras
clases. Los nombres otorgados a las diferentes clases reflejan esta imagen cuantitativa,
espacial: clase alta, media alta, media media, etc.
Dentro de la sociología hay fundamentalmente dos versiones de las
concepciones gradacionales: una define las gradaciones de clase en términos de renta
y la otra lo hace en términos de status social. La primera supone la definición más
popular de clase social: la gente pobre constituye la clase baja, la gente con nivel de
renta intermedio la clase media, etc. La distribución de la renta coincide con la
distribución de las clases sociales. La diferenciación en función del status consiste en
jerarquizar a los miembros de una sociedad a partir de la evaluación que los demás
hacen con respecto al resto de los individuos. Normalmente esta jerarquización se basa
en la ocupación. De este modo, las posiciones más altas en la jerarquía social estarían
ocupadas por las profesiones de corte intelectual y las más bajas por las de corte
manual. Tal y como señalara Parsons "las clases deberían definirse como un agregado
de unidades tales, individuales o colectivas, que en su propia estimación y en la de los
demás en la sociedad ocupan posiciones de un status aproximadamente igual"54.
En contraste, las concepciones relacionales definen las clases por su relación
social estructurada con otras clases. Las clases no se definen simplemente por su
relación con otras, sino por su relación social con otras. Las diferencias recaen en
elementos de tipo cualitativo. Los nombres otorgados a las clases reflejan las
definiciones subyacentes: clase obrera, clase de servicio, clase profesional-directiva,
etc. Las clases no son etiquetadas a lo largo de un continuum desde lo más bajo a lo
más alto. En su lugar, los nombres son del tipo de clase capitalista, clase obrera,
señores, siervos, clase dominante, clase subordinada. Dentro del enfoque relacional,
por ejemplo, la clase obrera es definida por su posición cualitativa en el seno de una
relación social que define de modo simultáneo a la clase capitalista. De este modo, en la
teoría weberiana, los trabajadores son percibidos como vendedores de fuerza de
trabajo y los capitalistas como compradores de la misma. La cuestión no radica en que
los obreros posean menos que los capitalistas, sino que más bien se trata de que
ocupan una posición dentro de una relación social que define tanto al capitalista como al
trabajador: la relación social de intercambio en el mercado de trabajo. Nótese la

54
T. Parsons, "Equality and Inequality in Modern Society or

Social Stratification Revisited", citado por E.O. Wright, op.


cit., p. 6.
35

importancia trascendental del aspecto cualitativo frente al cuantitativo en el anterior


enfoque. Todas las concepciones relacionales de las clases sociales insisten, de un
modo u otro, en que las estructuras básicas de la desigualdad en una sociedad son
también estructuras de intereses y de ese modo constituyen la base para la acción
social colectiva. Las relaciones sociales no solo definen las clases, sino que también
determinan las clases.
La estructura de clases definida en términos gradacionales es
fundamentalmente una taxonomía estática. Estas definiciones pueden suministrar una
base para etiquetar descriptivamente a la gente, pero son incapaces de explicar las
fuerzas sociales dinámicas que determinan y transforman esa distribución. Se puede
entender fácilmente con un sencillo ejemplo. Es difícil ver de qué modo la Revolución
francesa pudiera explicarse en términos de los esquemas gradacionales de clase. A
pesar de que pudiera ser que la mayor parte de los participantes en la toma de la Bastilla
tuvieran unos status inferiores a 40 y que la mayor parte de la aristocracia francesa
superase los 70, tales etiquetas no captan la dinámica subyacente al proceso
revolucionario.
2.2. EVOLUCIÓN RECIENTE DEL CONCEPTO DE CLASE55
Durante los años cuarenta y cincuenta se asiste al periodo del predominio del
análisis estructural-funcionalista (el llamado "consenso ortodoxo") de la estratificación.
Uno de los objetivos del estructural-funcionalismo era, siguiendo una sólida tradición
estadounidense, sustituir las teorías anteriores sobre las clases y, en especial, acabar
con la teoría del conflicto.
De acuerdo con Caínzos56 son ocho los rasgos básicos del estratificacionismo.
1. Enfasis en la dimensión distributiva de la desigualdad, en detrimento de su dimensión
relacional, esto es, énfasis en la asignación de diversas recompensas sociales
consideradas como atributos de los individuos y grupos.(...)
2. Imagen gradualista de la estratificación, que se desprende de la adopción de aquella
óptica distributiva y tiende a situar a los individuos en un continuum más o
memos ininterrumpido de la base a la cima.(...)
3. La insistencia en el carácter multidimensional de la estratificación, en cuanto que se
entiende que cada uno de los atributos considerados tiene una naturaleza

55
La estructura del contenido de parte de este epígrafe procede

del excelente y clarificador analísis de M. A. Caínzos, Marxismo,

posmarxismo y teoría de las clases, Santiago de Compostela, tesis

doctoral, 1992.

56
op. cit.
36

cualitativamente diferente y, por tanto, hay una diversidad de principios de


estratificación independientes e irreductibles entre sí. (...)
4. Predominio de una comprensión nominalista de los estratos diferenciados. (...) Los
estratos parecen no tener existencia real, no dan lugar a comunidades. Más bien
se trata de simples estratos estadísticos construidos por el investigador. (...)
5. Insistencia en el carácter evaluativo de la estratificación. (...)
6. Consideración de la ocupación como elemento privilegiado de la estratificación. (...)
7. Tendencia a explicar la desigualdad social en términos de su valor funcional, es decir,
las diferentes ocupaciones tienen una asignación diferencial de recompensas a
partir de su mayor relevancia para el funcionamiento de la sociedad. (...)
8. Orientación consensualista, de modo que acentúa la integración y el equilibrio frente
al conflicto de intereses.(...)

La supremacía del funcionalismo no significa que no existieran enfoques sobre


las desigualdades que las analizaran desde la óptica del conflicto. Incluso dentro de los
Estados Unidos podemos citar la obra de Mills57 como un claro ejemplo del paradigma
conflictualista.
En Europa, debido a su muy diferente experiencia histórica con respecto a los
Estados Unidos, el concepto de clase social nunca desapareció de las reflexiones e
investigaciones sociológicas. Sería en Europa donde surgiría un movimiento contrario a
la hegemonía del funcionalismo. Se acusaba al funcionalismo de proponer una imagen
utópica de la sociedad en exceso centrada en la idea de la balsa de aceite.
Esta reacción frente al funcionalismo se apoyaba directamente en Marx y en
Weber. Este es el caso de Dahrendorf, quien pretende ofrecer una nueva formulación
de la teoría de las clases en diálogo con estos dos autores.
Un segundo frente en la reevaluación del análisis de clases procede de la obra
de Lockwood, quien en su El trabajador de la clase media58 propone una síntesis de los
enfoques de Marx y de Weber a través de su concepción de la posición de clase,
posición que incluye tres factores: la situación de mercado, es decir, la posición
económica en el sentido más restringido (nivel de renta, seguridad en el trabajo, etc.); la

57
No obstante la obra de Mills The Power Elite (Oxford, Oxford

Press, 1956) se apoya en un paradigma opuesto a la teoría de la

clases: la teoría de las élites. Sin embargo, sus planteamientos son

un duro aldabonazo a la teoría del consenso, al poner de manifiesto

la capacidad de manipulación de unas pocas personas sobre el

conjunto de la población estadounidense.

58
Madrid, Aguilar, 1962.
37

situación de trabajo, es decir, el conjunto de relaciones sociales en que se ve envuelto el


individuo en virtud de la división del trabajo y la situación de status que, al igual que
ocurre entre los funcionalistas, se refiere a la posición del individuo en la jerarquía
social. Lockwood argumentaba que aunque los trabajadores de cuello blanco y los
trabajadores manuales pudieran tener en común el hecho de ser no propietarios, las
consecuencias derivadas de su status de empleo no son las mismas. Sirviéndose del
concepto weberiano de oportunidades de vida, Lockwood sostuvo que la posición de
trabajo y de mercado de los empleados era superior a la de los trabajadores manuales,
y en consecuencia no comparten la misma situación de clase. La influencia de
Lockwood fue enorme. Basta para ello con pensar en su intervención junto a
Goldthorpe, Bechhofer y Platt en la elaboración del conocidísimo estudio sobre The
Affluent Worker59.
Habría que citar también la aparición de la obra del sociólogo polaco Ossowski
sobre La estructura de clases y la conciencia social.60 Aquí nos encontramos con un
impresionante repaso a las teorías sobre las clases sociales, con especial insistencia en
las aportaciones de Marx y Weber y una valoración del análisis de la desigualdad en el
estructural-funcionalismo.
En cualquier caso, estas elaboraciones apenas pudieron socavar mínimamente
la hegemonía del estratificacionismo. Los años cincuenta y los primeros sesenta eran
poco propicios para el desarrollo del concepto de clase. Téngase en cuenta que el
capitalismo conoció en esos años una etapa de crecimiento económico sin precedentes
y que la clase obrera estaba accediendo de modo generalizado a bienes de consumo, a
la seguridad social, a las vacaciones pagadas, etc. Eran los tiempos del apogeo del
llamado acuerdo socialdemócrata, del pacto de no agresión entre clases sociales.
Otra corriente teórica que se oponía al desarrollo del concepto de clase fue la
teoría de la sociedad postindustrial. Esta teoría (desarrollada, entre otros, por autores de
la talla de Bell o Touraine) planteaba la convergencia de todas las sociedades
industriales independientemente de su organzación política, es decir,
independientemente de que fueran socialistas o capitalistas. Esa convergencia se
materializa en términos de una sustancial elevación de los requisitos de conocimiento
de los puestos de trabajo, una reducción de la desigualdad social, la sustitución de la
burguesía como clase dominante por los técnicos, etc. Esto está clarísimo en la obra de

59
The Affluent Worker. Industrial Attitudes and Behaviour,

Cambridge, Cambridge University Press, 1970.

60
Barcelona, Península, 1969.
38

Bell El advenimiento de la sociedad postindustrial 61 . En esta obra Bell divide


analíticamente la sociedad en tres partes: la estructura social, la política y la cultura. La
estructura social comprende la economía, la tecnología y el sistema de trabajo. La
política regula la distribución del poder y ejerce las funciones de juez en las
reivindiciones conflictivas y en las demandas de los individuos y grupos. La cultura es el
reino del simbolismo expresivo y los significados.
El concepto de sociedad postindustrial hace referencia en primer lugar a cambios
en la estructura, a la manera en que está siendo transformada la economía y
remodelado el sistema de empleo, y a las nuevas relaciones entre la teoría y la actividad
empírica, en particular entre la ciencia y la tecnología. Estos cambios plantean
problemas al resto de la sociedad. En primer lugar, se asiste a una clara burocratización
de la ciencia lo que da lugar a resistencias entre los científicos, quienes se oponen a la
alienación en su trabajo. En segundo lugar, se plantean problemas al sistema político.
Los grupos sociales en ascenso como los científicos, los tecnócratas y los ingenieros
han de competir con los políticos o convertirse en sus aliados.
Se puede considerar que las actuales sociedades son postindustriales porque la
propiedad de los medios de producción no determina ya el dominio, el poder o el
privilegio en la sociedad. Entonces, ¿quién dirige esta sociedad? Las élites gobernantes
están constituidas por el alto personal administrativo del Estado, los ministros, los
jueces. La sociedad postindustrial es cada vez más postburguesa, ya que la estructura
de clases del siglo XIX tiende a disolverse. Los mecanismos de mercado se ven
suavizados gracias a la intervención económica del Estado.
Al igual que Bell, Touraine62 habla de sociedades postindustriales, a las que
también se puede denominar sociedades tecnocráticas, si lo que se pretende es
designarlas según el poder que las domina. Igualmente pueden llamarse sociedades
programadas, si lo que se enfatiza es la naturaleza de su modo de producción y de
organización económica. En este tipo de sociedades el crecimiento económico está
determinado por el proceso político, en lugar de hacerlo por mecanismos económicos
puros. El Estado goza de una amplia autonomía, por lo que las formas de dominación
social resultan profundamente transformadas. La dominación social adopta mucho más
que anteriormente tres formas. En primer lugar, adopta la forma de la integración social,
lo que significa que los actores sociales no solamente han de participar en el trabajo,
sino que también han de hacerlo en el consumo. En segundo lugar adopta la forma de la

61
Madrid, Alianza, 1976.

62
La sociedad postindustrial, Barcelona, Ariel, 1971.
39

manipulación cultural. Es preciso actuar tanto sobre las necesidades y las actitudes
como sobre el trabajo. La educación escapa de las manos de la familia y pasa a ser
controlada por el Estado. Finalmente, se trata de una sociedad de aparatos, dominada
por grandes organizaciones que son a la vez políticas y económicas, se orienta más que
nunca hacia el poder, hacia el control propiamente político de su funcionamiento interno
y de su entorno.
Todos estos problemas son comunes a las sociedades capitalistas y socialistas,
ya que ambas son sociedades industriales. En ambas resulta más útil hablar de
alienación que de explotación, puesto que la alienación define una relación social y la
explotación una relación económica.
En las sociedades industriales era el obrero cualificado quien más se oponía al
capitalismo. Hoy la verdadera oposición es la que tiene lugar frente a la tecnocracia. Se
trata de un oposición social y cultural más que económica. Anteriormente, el poder del
capitalismo se ejercía única y exclusivamente en el marco del trabajo. En las
sociedades postindustriales la dominación se extiende a todos los terrenos de la vida
social, lo que se moviliza no es solo la faceta de trabajador asalariado, sino que lo hace
toda la personalidad. De ahí que la juventud, especialmente la universitaria, se haya
convertido en punta de lanza en la lucha contra los poderes económicos y políticos. Al
igual que tantos autores de los años 60 (La sociedad postindustrial fue publicada en
1969) considera que la clase obrera ha dejado de ser un agente histórico privilegiado en
la tarea de la transformación social. Y esto es así, no porque el movimiento obrero se
haya debilitado, (Touraine tiene en mente los acontecimientos de mayo del 68) sino
porque el ejercicio del poder en el seno de la empresa ha dejado de ser el resorte
principal del sistema económico y, por tanto, de los conflictos sociales. Las luchas
obreras no ponen en cuestión el orden social.
Todos estos planteamientos chocaban de lleno contra los supuestos básicos de
la teoría de clases marxista y lo hacía por lo menos en tres sentidos:
1. Su prospectiva es justamente la contraria de la planteada por Marx. Mientras que
Marx hablaba de la descualificación continua de la fuerza de trabajo -tendencia a la
proletarización-, las teorías postindustriales proponen justamente lo contrario.
2. Defienden la tesis del aburguesamiento de la clase obrera, lo que choca con la idea
de una clase obrera revolucionaria.
3. Uno de los colofones de las teorías postindustriales es el planteamiento del fin de las
ideologías. Esto significa que las sociedades postindustriales han sido capaces de
generar mecanismos consensuados de resolución de los conflictos de modo que
desaparecen aquellos movimientos sociales que ponen en duda los fundamentos
esenciales del orden social establecido. Por otro lado la adopción de decisiones no se
rige por convicciones ideológicas, sino que lo hace por medio de criterios científicos o
40

técnicos. En este sentido, se estaría accediendo al gobierno de los cientícos y de los


técnicos.
Una visión no marxista del conflicto de clases que ejerció gran influencia fue la de
T.H. Marshall63. Se trata de un enfoque que guarda grandes similitudes con el de la
sociedad post-industrial, dado que explica cómo el movimiento obrero ha sido integrado
en las sociedades industriales, es decir, trata de explicar por qué la lucha de clases ya
no es una amenaza para el orden existente. De acuerdo con Marshall son tres los tipos
de derechos vigentes en las sociedades contemporáneas: los legales, los políticos y los
ciudadanos. El primero se refiere a la igualdad de todos ante la ley. El segundo se
refiere fundamentalmente a los derechos de asociación y de voto. El tercero se refiere a
los derechos que todo ciudadano tiene como consecuencia de la extensión del estado
del bienestar. Desde aquí Bendix llega a explicar el carácter inocuo de la lucha de
clases: los conflictos de clases que Marx detectó eran consecuencia de la exclusión de
la clase obrera de los derechos ciudadanos, con lo cual a partir de la consecución de
esos derechos la lucha de clases se expresaría en la competencia electoral.
El marxismo fue incapaz en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial
de ofrecer alguna aportación sustantiva al concepto de clase. Y eso a pesar de su
influencia en el clima social y político de la época. Piénsese en la presencia
gubernamental en los casos francés e italiano de los partidos comunistas de ambos
países. O considérese la famosa declaración de Sartre en el sentido de que el marxismo
es la filosofía de nuestro tiempo. El marxismo se había concentrado más bien en la
reflexión de corte filosófico, desdeñando la reflexión sobre la sociedad.
A partir de los sesenta el panorama cambia. Lo que aquí importa es tener
presente el hecho de que se redescubre el marxismo en la ciencia social y se relanza de
modo generalizado la teoría y el análisis de clase. En el año 1965 Althusser publica Pour
Marx64 y junto con Balibar y otros Lire le Capital65. El año anterior se había producido un
cambio en la dirección de la revista británica New Left Review que supuso la sustitución
de la filosofía o la economía política por la sociología como sistema principal del
pensamiento intelectual con el cual el marxismo debía confrontarse.

63
T.H. Marshall, Citizenship and Social Class, Cambridge,

Cambridge University Press, 1950.

64
La revolución teórica de Marx, México, Siglo XXI, 1968.

65
Para leer 'El Capital', México, Siglo XXI, 1981.
41

En lo que se refiere a la recuperación de la problemática de las clases, en 1965


aparece un pequeño libro de Tom Bottomore sobre las clases, Las clases en la
sociedad moderna66. Se trata de una obra cuyo principal objetivo

es considerar cómo el movimiento hacia la igualdad social que dio comienzo con las
revoluciones del siglo XVIII ha afectado a la jerarquía social en la sociedades
industriales, y cómo, a su vez, ha sido influido por el desarrollo de la industria
moderna67.

En el libro se aborda la cuestión de la naturaleza de las clases sociales, lo que


implica analizar el pensamiento sobre esta cuestión de autores como Marx, Weber y los
teóricos de las élites. También se analiza a la clase obrera en el capitalismo moderno y
se presenta un estudio de las clases en los países del Este y las jerarquías sociales a
que ha dado lugar el socialismo realmente existente.
Sin embargo, si hubiera que situar en algún año el punto de ruptura con el
estratificacionismo, no hay duda que debiera ser 1968. En torno a este año se produce
un florecimiento de movimientos anticapitalistas y antisistémicos de muy distinta base y
alcance.
Por otro lado, hay una fuerte movilización de carácter clasista. La lucha de clases
no solo expresa reivindicaciones de carácter económico, sino que también expresa sus
críticas a una organización del trabajo que vacía de sentido la existencia humana (el
tema de la alienación se convierte en objeto privilegiado de reflexión). Se impugna el
modo de vida asalariado y se reclama el control obrero de la producción, elementos que
socavan el acuerdo socialdemócrata.
Todo ello parece acabar con la hegemonía del funcionalismo y de las teorías
sobre la sociedad postindustrial: las clases sociales se convierten en protagonistas de la
contestación social, el consenso dista de ser monolítico, la clase obrera parece no estar
aburguesada, etc.
En los años setenta y ochenta el análisis de clases vive un momento de claro
esplendor. En concreto se ha asistido a una intensa proliferación de modelos de
conceptualización de las clases y de análisis empíricos de clase. Y esto ha ocurrido
tanto en el ámbito marxista como en el weberiano. Entre los modelos marxistas
destacan los de Poulantzas, Carchedi y Wright y, entre los weberianos, Giddens, Parkin

66
Classes in Modern Society, Londres, George Allen & Unwin,

1973.

67
op. cit., p. 3.
42

y Goldthorpe. Parece haber pocas dudas con respecto a la idea de que los dos modelos
más potentes hoy en día son los de Wright y Goldthorpe. En el caso de Goldthorpe
además se ha asistido al desarrollo del análisis de la movilidad social en términos de
clase.
Son varios las temáticas sobre las que se ha desplegado el concepto de clase.
Así, se ha investigado el proceso de trabajo en términos de clase, tradición que inaugura
la obra de Braverman, donde se esboza una problemática que aun perdura:
degradación del trabajo, taylorismo, etc. El Estado ha sido analizado en términos de
clase en el seno del marxismo lo que dio lugar a la famosa polémica entre Poulantzas y
Miliband. Lo mismo puede decirse con respecto al análisis político, donde es frecuente
analizar el comportamiento electoral, afiliativo, etc. de las diversas clases.
En un libro reciente Rosemary Crompton68 apuntaba el desarrollo del concepto
de clase en tradiciones humanistas. En el Reino Unido cita el caso de Bottomore y el
diálogo entre la sociología y la historia propiciado por Thompson, Stedman Jones y
otros. Igualmente, Crompton señala que el concepto de clase ha resultado esencial en
la sociología urbana y en la geografía radical. Se podría decir lo mismo de la sociología
de la educación, del trabajo, la sociolingüística, etc.
No obstante, dentro del propio marxismo -o habría que decir postmarxismo- hay
interpretaciones opuestas a la primacía del concepto de clase. Esto es lo que ocurre en
el marxismo textualista o discursivo de Laclau y Mouffe69. La clase obrera pierde su
posición privilegiada en la lucha contra el capitalismo y su lugar es ocupado por algunos
de los nuevos movimientos sociales tales como los grupos ecologistas, antimilitaristas,
etc., grupos que están constituidos por personas que ocupan distintos lugares en la
estructura social, o lo que es lo mismo, son interclasistas. Laclau y Mouffe mantienen
que las luchas contestarias solo tienen lugar cuando aparece el discurso democrático,
cosa que ocurre a partir de la Revolución francesa.
Una de las últimas corrientes que se ha opuesto a la centralidad de las clases es
la idea del postmaterialismo. Esta propuesta se debe a Inglehart70. De acuerdo con él, a

68
Class and Stratification. An Introduction to Current Debates,

Cambridge, Polity Press, 1993.

69
E. Laclau y Ch. Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista.

Hacia una radicalización de la democracia, Madrid, Siglo XXI, 1987.

70
R. Inglehart, "Value Change in Industrial Societies",

American Political Science Review, 81, 4, 1987.


43

medida que aumenta el bienestar económico de una sociedad los valores que
conforman a los individuos que en ella viven dejan de estar presididos por valores
materialistas, los cuales se concretan en el combate contra las desigualdades
económicas, el apoyo a los sindicatos, la defensa de las nacionalizaciones, etc. Por
contra, los valores postmaterialistas, más acentuados entre los jóvenes y quienes
disfrutan de mayores niveles educativos, se centran en la defensa del medio ambiente,
de los derechos humanos, el feminismo, el desarme unilateral, etc.
El desarrollo económico se traduce en una decreciente importancia de la clase
como base de la acción política, dado que la acción de clase se sustenta
fundamentalmente sobre postulados materialistas. Las viejas generaciones y los
miembros de las clases trabajadoras manuales serían las más propensos a asumir los
valores materialistas.
Estos planteamientos son puestos en duda por Heath, Jowell, Curtice y Evans71.
De acuerdo con sus datos es difícilmente sustentable la idea del postmaterialismo de los
miembros izquierdistas de la clase de servicio frente al materialismo de la clase obrera.
He aquí algunos de los datos que aducen para mostrar que esto no es
exactamente así.
_______________________________________________________________
Actitudes ante la expansión de la energía nuclear
_______________________________________________________________
% de individuos opuestos a tal expansión 1979
_______________________________________________________________
Laboristas Liberales Conservadores
_______________________________________________________________
Clase de servicio 34 34 23
Clases intermedias 41 39 28
Clases trabajadoras 34 44 33
________________________________________________________________
% de individuos opuestos a tal expansión 1987
_______________________________________________________________
Laboristas Liberales Conservadores
_______________________________________________________________
Clase de servicio 76 40 19
Clases intermedias 67 47 26
Clases trabajadoras 62 43 26
_______________________________________________________________

Como se puede observar, el cambio hacia valores postmaterialistas también


afecta a las clases trabajadoras.

71
"The rise of a new political agenda?, European Sociological
Review, 6, 1, 1990.
44

2.3. LAS CLASES SOCIALES EN LOS NOVENTA


Quizás el último debate sobre las clases es el provocado a raíz de un artículo
publicado por Clark y Lipset en 1991 y titulado Are Classes Dying? (¿Están
desapareciendo las clases?)72, pregunta a la cual daban por respuesta un inequívoco sí.
Este texto ha provocado un debate en el seno de la revista International Sociology (la
revista de la ASA) en septiembre de 1993. En este número los propios Clark y Lipset, a
quienes se añade Rempel,73 reafirman su posición favorable a la desaparición de la
clases.
Clark, Lipset y Rempel reiteran la vieja idea según la cual el análisis de clases
tiene sentido en épocas históricas precedentes, pero no hoy en día. La clase obrera ha
dejado de estar interesada en la revolución social. De acuerdo con ellos son dos
básicamente los factores que explican la escasa militancia de la clase obrera: el
desarrollo del Estado Benefactor y la diversificación de la estructura ocupacional, lo que
se ha traducido en un mayor nivel de renta y riqueza para la población, lo que ha
supuesto la aparición de nuevas formas de comportamiento político, especialmente
centradas en temas como la ecología, la paz o las libertades civiles.
Se han producido cambios en la dinámica de los partidos políticos, asistiéndose
a un declive del continuum izquierda-derecha, lo que ha moderado notoriamente los
contenidos reivindicativos de los partidos de la izquierda, al tiempo que han aparecido
partidos políticos de nuevo cuño, como los verdes. Al mismo tiempo se han ido
consolidando partidos de base regional que apelan fundamentalmente a la conciencia
regionalista, aunque puedan dotar a sus planteamientos programáticos de algún
contenido de clase.
Además aparecen nuevas formas de divisiones sociales no fundamentadas en la
clase. En este sentido los autores citan las siguientes divisiones:
1. Credencialismo. Se trata de una consecuencia de la expansión del sistema educativo.
Las credenciales educativas se convierten, dada su trascendencia en términos de
movilidad social y de fuente de la identidad personal, en un elemento de desarticulación
de la protesta social.

72
International Sociology, 6, 4, 1991.

73
"The Declining Political Significance of Social Class",
International Sociology, 8, 3, 1993.
45

2. Se asiste a nuevas distinciones en el mercado de trabajo. La división entre contratos


temporales y fijos, a tiempo completo y a tiempo parcial, introduce serias e insalvables
divisiones entre los trabajadores.
3. Se han producido significativos cambios en el vecindario y la estructura social local. El
hecho de residir en una ciudad o en otra, o dentro de una misma ciudad en un barrio u
otro, introduce desigualdades sociales más importantes que las derivadas de la clase.
El principal resultado de todo esto en el terreno político es el declive de la política
de clase, declive que se puede situar en tres terrenos: el declive del voto de clase
(ausencia de correlación clara entre clase y voto), la aparición de nuevos valores
sociales (que dan lugar a nuevos partidos) y el surgimiento de la clase media y la
transformación de los programas de los partidos de la izquierda (intentos de
desmantelar el estado benefactor por parte de la propia socialdemocracia).
Hout et al.,74 por contra, consideran que las clases siguen vivas. De acuerdo con
ellos, las clases resultan ser un concepto indispensable en sociología por varias
razones: (1) la clase es clave para determinar los intereses materiales, (2) las clases
definidas estructuralmente dan lugar a la aparición de actores colectivos que tratan de
llevar a cabo el cambio social y (3) la pertenencia de clase afecta a las oportunidades de
vida y a otros aspectos relevantes de la vida social.
Las diferencias de renta y riqueza asociadas a la clase social siguen siendo
altamente significativas. Para empezar, la propiedad sigue siendo el elemento clave que
explica las grandes fortunas individuales. En los EE.UU., durante los ochenta, la mayor
parte de ellas procedieron de las rentas vinculadas a la propiedad. Incluso los grandes
ingresos de los altos ejecutivos, procedían no de su función como tales, sino de la
propiedad de acciones de la empresa. Por otro lado, las diferencias salariales entre
unas clases y otras siguen siendo altas. En las investigaciones de Wright las diferencias
de renta entre capitalistas y los proletarios son enormes: de 4.2 a 1 en el caso de los
hombres y de 2.5 a 1 para las mujeres. En el caso de los trabajos de Erikson y
Goldthorpe estas diferencias son de 4.9 a 1 y de 3.6 a 1, respectivamente.
Es difícilmente sostenible que asistamos a un declive de las jerarquías
tradicionales cuando los índices de pobreza y de desempleo se incrementan.

74
M. Hout, C. Brooks y J. Manza, "The Persistence of Classes
in Post-industrial Societies", International Sociology, 8, 3, 1993.
46

Clark y Lipset75 mantienen que la relevancia de las clases en lo que se refiere al


comportamiento político electoral es nula. Para ello se apoyan en los datos resultantes
del índice de voto de clase de Alford.76
La dimensión clásica de izquierda-derecha es irrelevante. Está surgiendo una
nueva izquierda centrada en aspectos distintos a los tradicionales de clase. Los
jóvenes, la gente con mayores niveles de renta y de educación se alejan de la política
tradicional de clase.
La primera crítica que cabe hacer a estos planteamientos es que se apoyen en el
índice Alford. Este índice está basado en un modelo de sociedad con dos clases: la
clase de los que ejercen ocupaciones manuales y las de los ejercen ocupaciones no
manuales, lo cual es una muy burda simplificación de la estructura de clases. Otros
autores por ejemplo, Przeworski y Sprague (cfr. Hout et al 77 .), utilizando una
metodología más sofisticada hallaron que el voto de clase entre 1900 y 1975 fue
relativamente estable en tres países (Alemania, Noruega y Finlandia), declinó en un
país (Dinamarca) y se incrementó en otros tres (Suecia, Bélgica y Francia).
De acuerdo con Lipset y Clark los crecientes grados de riqueza de las
sociedades occidentales debilitan las estratificación social jerárquica. Por otro lado,
proliferan multitud de pequeñas empresas (concebidas como menos jerárquicas que las
grandes) y en general se asiste a un "declive de la autoridad tradicional, la jerarquía y
las relaciones de clase. Las tecnologías actuales exigen menos trabajadores no
cualificados que desempeñen tareas de rutina, o un gran número de supervisores para
coordinarlos"78 . Esta afirmación supone ignorar todo el amplio debate relativo a la
cuestión de si las nuevas tecnologías cualifican o descualifican el trabajo.
3. EL ENFOQUE FUNCIONALISTA DE LA ESTRATIFICACION SOCIAL.

75
op. cit.

76
Este índice se basa en el porcentaje de personas en función

de su clase social que votan a partidos de la izquierda o de la

derecha. Por ejemplo, si el 75% de la clase obrera vota a la izquierda

y el 25% de la clase media hace lo propio, el resultado en este índice

es 50.

77
op. cit.

78
op. cit., p. 406.
47

3.1. PLANTEAMIENTOS GENERALES.


Al empezar a hablar de la estratificación en el funcionalismo
habría que insistir en la clásica diferencia entre los conceptos de
clase y estrato. No obstante, es relativamente frecuente en los
autores funcionalistas utilizar el concepto de clase, en ocasiones
-como en el caso de Centers- con referencias explícitas a las luchas
de clases.
Siguiendo a Tezanos 79 podemos considerar que, en lo que se
refiere a la estratificación, los dos puntos fundamentales de la
teoría funcionalista son los siguientes: la distinción entre los
conceptos de clase y estrato y en segundo lugar, la justificación
funcional de la estratificación social. De acuerdo con este autor,
la teoría de los estratos se apoya sobre las siguientes instancias
teóricas y empíricas:
a) La idea de complementariedad funcional de las distintas
clases a partir de los cometidos económicos que realizan.
b) La idea de Durkheim de la funcionalidad de la división del
trabajo, o lo que es lo mismo, no hay espacio para la lucha de clases,
puesto que las distintas clases se complementan entre sí.
c) La teoría de la estratificación por el status (o en grupos
de status) de Weber.
d) La realidad empírica de los comportamientos sociales
estratificacionales tal como se producen principalmente en EE.UU.
El punto de diferenciación más sustancial entre la teoría de
las clases y la de los estratos es el que hace referencia al mayor
componente objetivista y subjetivista de uno y otro enfoque,
respectivamente. Así, las clases sociales son vistas como
conformadas básicamente a partir de factores objetivos, que hacen
referencia a una determinada ubicación en el sistema social de
producción. Los estratos sociales son vistos como conformados a
partir de factores preferentemente subjetivos.

79
J.F. Tezanos, "Principales teorías sobre la estratificación

social", en S. del Campo, Tratado de sociología, Madrid, Taurus,


1986.
48

Tezanos80 aporta este interesante cuadro aclaratorio:


ESQUEMA DE DIFERENCIAS ENTRE LOS CONCEPTOS DE CLASE Y ESTRATO
Elementos de Clase social Estrato social
diferenciación

Niveles preferentes de Objetivo Subjetivo o de ordenación


apreciación

Ambito de apreciación Estructuras Procesos de interacción y


funciones

Criterios de Precisos y concretos Fluidos y, a veces, de difícil


clasificación medición (varían de una
sociedad a otra, cambiando con
el tiempo, no siempres
establecen distancias sociales
precisas, etc)

Un factor prevalente Varios factores


Factores configuradores (unidimensional) Pluridimensional

Económico
Prestigio social (asociado a la
Factor fundamental ocupación y en relación con
riqueza y poder)

Grupos bastante Grupos abiertos (gran


cristalizados movilidad social)
Carácter social
Antagonismos Continuum plural de posiciones
dualizados escolanadas pero
Visión de la pirámide complementarias y emulativas
social
Ajuste funcional
Conflicto de clases

Ideas relaciones Distribuir estimuladoramente


connotadas Ser factor de cambio las recompensas entre
social cualificaciones y competencias
Papel social que cumple desiguales

El sistema social en equilibrio

La historia Interacción social

Marco de referencia básico


Dialéctico-estructur
Enfoque teórico de al
referencia

80
op. cit., p. 296.
49

Centers 81 establece una clara diferenciación entre clase y


estrato. De acuerdo con él, la clase, en tanto que algo distinto del
estrato, puede perfectamente ser comprendida como un fenómeno
psicológico en el más literal sentido del término. Es decir, la clase
de un hombre forma parte de su ego, es un sentimiento de su
pertenencia a algo, una identificación con algo mayor que él. Más
incluso que el hecho de ser tejano o californiano, es un tipo
subjetivo de pertenencia. No obstante, el propio Centers no oculta
la existencia del conflicto de clases. Centers parte de la
existencia de un conflicto de clases, la lucha entre los gerentes
(o el capital) y el trabajo. La cuestión final consiste en saber si
los EE.UU. seguirán siendo o no una economía de mercado. Tras la
Segunda Guerra Mundial los gobiernos de Francia e Italia cuentan con
la presencia de poderosos partidos comunistas, en el Reino Unido
gobierna el socialismo laborista. Toda Europa se ve amenazada por
el comunismo. Por otro lado, en los propios EE.UU. las huelgas eran
cada vez más numerosas. Cita la intervención de Truman para acabar
con la huelga de ferrocarriles, utilizando, incluso, el Ejército.
Recoge la preocupación del sociólogo Robert S. Lynd en su crítica
a la sociología americana:
La ciencia social americana desdeña el hecho omnipresente de los
antagonismos y conflictos de clase en la vida de todos
nosotros. Estudia las huelgas industriales y analiza las
diferencias de salario y el funcionamiento de los sindicatos
industriales y la maquinaria de la negociación colectiva. Pero
es cuidadosa, en general, en lo que se refiere a la posibilidad
de la existencia de divisiones esenciales que no tengan ningún
remedio en nuestro tipo de economía. La ciencia social hace
esto porque los conceptos de "clase" y de "lucha de clases"
llevan directamente a temas espinosos. Se apoya para ello en
la tradición de que las divisiones de clases son no americanas
y que tales diferencias, tal y como existen, son transitorias
y se eliminarán por la elevación general del nivel de vida y
el "movimiento general del progreso".82

En general, entre los habitantes de los EE.UU., parece


concederse escasa importancia al tema de las clases sociales. Como

81
R. Centers, The Psychology of Social Classes. A Study of Class
Conciousness, Princenton, Princenton University Press, 1949.

82
Citado en Centers, op. cit., p. 8.
50

indicaba Ossowski83, la explicación de ello quizás pueda encontrarse


en la ausencia de feudalismo, la idea de frontera y la consiguiente
posibilidad de expansión territorial, los ejemplos de los self-made
men, el desarrollo económico imparable, las posibilidades de
movilidad social, la heteregoneidad étnica, etc.
Quizás la explicación más clara de en qué consiste y a qué se
debe la estratificación social es la que encontramos en Davis y
Moore. Davis y Moore84 parten de la idea de que toda sociedad debe
distribuir de algún modo a sus miembros en posiciones sociales y
convencerles o inducirles a que cumplan con los deberes inherentes
a esas posiciones.
Si las obligaciones derivadas de las posiciones fuesen
igualmente agradables, todas igualmente importantes para la
supervivencia de la sociedad y si todas exigieran las mismas
destrezas o talentos, no existiría este problema de cómo distribuir
a la gente en las distintas posiciones, puesto que todas tendrían
las mismas ventajas e inconvenientes.
Pero las cosas no son así. Algunas obligaciones son más gratas
y además requieren distintas capacidades para su desempeño.
Inevitablemente toda sociedad ha de tener alguna clase de premios
que se puedan usar como incentivos y, en segundo lugar, esos premios
se distribuirán diferencialmente de acuerdo con las posiciones.
¿Cuáles son esos premios? Primero, las cosas que contribuyen
a la subsistencia y a la comodidad. Segundo, las que contribuyen a
la diversión y, finalmente, las que contribuyen al respeto propio
y a la expansión del ego.
Los premios son una parte integrante de la posición. Si los
premios se distribuyen de un modo desigual, las distintas posiciones
deben ser desiguales, es decir, la sociedad debe estar

83
Stanislaw Ossowski, Estructura de clases y conciencia social,

Barcelona, Península, 1969, p. 132 y ss.

84
K. Davis y W.E. Moore, "Algunos principios de

estratificación". En R. Bendix y S. Lipset, Clase, status y poder.


Tomo I, Madrid, Euramérica, 1972.
51

estratificada. La desigualdad social es una idea inconscientemente


desarrollada por la que las sociedades aseguran que las posiciones
más importantes están conscientemente ocupadas por las personas más
cualificadas.
Los puestos a los que se otorgan los mejores premios son
aquellos que tienen la mayor importancia para la sociedad y que
requieren la mayor capacitación o talento. Realmente una sociedad
no necesita premiar los puestos en proporción a su importancia
funcional. Necesita meramente asignarles un premio para asegurar
que estarán ocupados competentemente. Si un puesto es fácilmente
ocupado no necesita ser premiado ampliamente, aunque sea
importante.
Todas las posiciones requieren algún tipo de destreza. Hay
solamente dos maneras en que se manifiestan las capacidades de una
persona: a través de la capacidad inherente o por medio de
entrenamiento.
Parsons considera que la esencia de la estratificación, en
cualquier sociedad, es la evaluación moral relativa de que gozan las
diferentes unidades sociales. De acuerdo con él, la estratificación
social consiste en la "ordenación diferencial de los individuos
humanos que componen un sistema social dado y su tratamiento como
superiores e inferiores entre sí en ciertos aspectos socialmente
importantes"85. Esta ordenación es una de las muchas bases posibles
a partir de las cuales los individuos pueden diferenciarse.
Según Parsons un sistema social consiste en un "una pluralidad
de individuos que interactúan entre sí". Todo sistema exige cuatro
componentes:
1) un conjunto de unidades que mantienen interacción unas con otras,
2) un conjunto de reglas o de otros factores de "codificación",
cuyos términos estructuran tanto las orientaciones de las
unidades como la propia interacción; 3) un sistema o proceso
ordenado o modelado de la propia interacción; 4) un medio en

85
T. Parsons, "An Analytical Approach to the Theory of Social

Stratification", en Essays in Sociological Theory, Glencoe, The


Free Press, 1954, p. 69.
52

el que opere el sistema y con el que se produzcan intercambios


sistemáticos.86

Los individuos ocupan roles diferenciados, lo que obliga a


analizar el proceso de asignación por el que las personas y las
posesiones (bienes y recompensas) se distribuyen dentro del sistema
de roles.
El primer problema de asignación que ha de resolver cualquier
sociedad consiste en conseguir que la persona idónea encaje en los
roles adecuados y que las personas sean situadas en el lugar que les
pertenece en términos de status. En lo que se refiere a la asignación
de las personas, Parsons distingue tres tipos de procesos
asignativos: (a) los procesos adscriptivos, procesos que proceden
de la naturaleza de la cosa (Parsons cita el caso de la familia);
(b) el segundo tipo de asignación es el que se lleva a cabo por
decisión explícita de otras personas, es decir, el sistema de
designación y (c) el tercer tipo es la asignación como resultado de
un proceso selectivo no planeado.
El segundo problema es el de la asignación de bienes. "Los
bienes son posesiones que son significativas como medios para otras
metas en los complejos de orientación instrumental".87
El tercer problema en los procesos de asignación es el que
plantea la distribución de recompensas.
Por recompensas entendemos aquellas posesiones o entidades
transferibles que son deseadas como objetos de gratificación
inmediata por los actores. Una posesión [...] es una recompensa
en la medida en que la orientación del actor (es decir, la base
de su interés) es predominantemente expresiva,88

86
T. Parsons, El sistema social, Madrid, Alianza, 1975, p.

170. Citado en L. Cachón, ¿Movilidad social o trayectorias de clase?

Elementos para una crítica de la sociología de la movilidad social,

Madrid, CIS, 1989.

87
op. cit., p. 118.

88
op. cit., p. 125.
53

frente a los bienes en los cuales la orientación del actor es


básicamente instrumental. Los aspectos relacionales del sistema de
recompensas adquieren una elevada significación, hasta el punto de
que constituyen la base del prestigio, prestigio definido como "la
estima relativa en que se encuentra un individuo en un sistema total
ordenado de evaluación diferenciada"89.
Barber90insiste en la función moral de la estratificación. De
acuerdo con él, la estratificación social tiene una doble función:
integradora e instrumental -o adaptativa-. La función integradora
hace referencia al hecho de que la estratificación es legítima, es
decir, convence a la mayor parte de los componentes de una sociedad
de que se ha hecho justicia al distribuir desigualmente a las
personas. En este sentido, la estratificación expresa una tabla
común de valores.
La función instrumental o adaptativa se refiere al hecho de
que la sociedad proporciona un conjunto de servicios y recompensas
a los individuos para que realicen las tareas que tienen
encomendadas.
En las sociedades modernas las formas de estratificación
social son diversas y numerosas. Sorokin91 piensa que la mayoría de
ellas se pueden reducir a tres tipos principales: la económica, la
política y la ocupacional. La estratificación económica se utiliza
para referirse a las gradaciones de riqueza y de renta que existen
dentro de una comunidad. La estratificación política se refiere a
la existencia de gobernantes y gobernados. La estratificación
ocupacional se vincula al hecho de que unas profesiones son
consideradas como más honorables que otras.
Algunas de las actividades que realizan los individuos son
funcionalmente más importantes que otras. Esta importancia depende

89
op. cit., p. 129.
90
Bernard Barber, Estratificación social. Análisis comparativo
de estructura y proceso, México, FCE, 1964.

91
P.A. Sorokin, Estratificación y movilidad social, México,
Instituto de Investigaciones de la Universidad Nacional, 1961.
54

de la evaluación que haga el conjunto de los individuos que componen


una sociedad.
Uno de los aspectos fundamentales del enfoque parsoniano en
esta cuestión será que la ubicación de los individuos y sectores
sociales en la escala estratificacional se producirá en términos de
la evaluación moral. Para Parsons, el status de cualquier individuo
en el sistema de estratificación de una sociedad puede considerarse
como la resultante de las valuaciones comunes que se encuentran tras
la atribución de status que se le confiere de acuerdo con las seis
categorías que, en su opinión, constituyen las bases fundamentales
de la valuación diferencial. Estas seis categorías son las
siguientes:
1. La participación como miembro en una unidad de parentesco,
participación que se adquiere por nacimiento y también por
matrimonio.
2. Cualidades personales. Se refieren a lo que la persona es
y no a lo que la persona hace (sexo, edad, inteleligencia, belleza
personal, fortaleza, etc.). A veces estos rasgos se solapan con el
esfuezo necesario para conseguir los logros. Cita el caso de la
belleza de las mujeres y el esfuerzo que supone conseguirla. Las
cualidades pueden ser fruto de desempeños anteriores (por ejemplo,
resultado de procesos de aprendizaje).
3. Logros. Son los resultados evaluados de las acciones de los
individuos y pueden estar o no estar incorporados en objetos
materiales. "Es aquello que puede ser adscrito a la acción de un
individuo en un sentido moralmente responsable"92.
4. Posesiones. Son cosas, no necesariamente objetos
materiales, que pertenecen al individuo y tienen la propiedad de ser
transferibles.
5. Autoridad. La autoridad es un derecho institucionalmente
reconocido, de influir en las acciones de los otros, sean cuales
fueren las actitudes personales respecto de la dirección de la
influencia.

92
Parsons, op. cit, 1954, p. 75.
55

6. Poder. Una persona tiene poder -dirá Parsons- solo en la


medida en que su capacidad para influir sobre otros y conseguir
posesiones no se encuentra institucionalmente sancionada.
Según Barber, los criterios de valoración que se pueden
utilizar para jerarquizar a los individuos pueden ser muy variados.
Barber cita una pequeña lista: en qué trabaja uno, con cuánta
elegancia viste, cuánto sabe, en qué grado domina determinados
juegos, cuán buen amigo es, cómo practica la religión. Todos estos,
y multitud de papeles y actividades sociales, son bases potenciales
de valoración que pueden aplicarse a los individuos de una sociedad
para determinar su posición relativa en el sistema de
estratificación. Evidentemente, no todos los criterios son
igualmente importantes. Barber propone agruparlos en criterios
primarios y criterios secundarios. En la sociedad actual se tienen
en alta estima los papeles religiosos, políticos, militares,
económicos, educativos y científicos.
Hay dos dimensiones de acuerdo con las cuales se valoran los
papeles y actividades sociales, que son el saber y la
responsabilidad. El concepto de saber es sinónimo de
posesión de un conjunto de ideas y de destrezas asociadas a ellas
que son pertinentes a un papel social dado. Todos los papeles
sociales requieren, naturalmente, la posesión de ideas y
destrezas; pero ese saber varía en cantidad, o quizás sería
preferible decir en generalización y sistematización. Un
científico, un teólogo, un erudito, un filósofo, un artista
creador, un jurista distinguido, o un médico, poseen un saber
que está altamente generalizado y sistematizado, aunque, como
es natural, el contenido del saber es algo diferente en cada
caso. Las destrezas requeridas en esos papeles se basan
directamente en ese saber.93

La responsabilidad se refiere al ejercicio de la autoridad


sobre otras personas, es decir, dirigir sus actividades. Es algo
equivalente a lo que Caplow llamó "control de la conducta".
En lo que se refiere a la riqueza y la propiedad, Barber afirma
que se encuentran asociadas a la mayor parte de los papeles más
importantes, aunque no siempre es así. En algunos papeles
importantes se considera inapropiada la posesión de riqueza (al

93
Barber, op. cit., p. 35.
56

menos en el sentido de ser el titular jurídico de la misma, otra cosa


es su usufructo temporal). Barber señala la paradoja de que cada vez
es más frecuente tener una posición social distinguida sin que ello
suponga tener grandísimos ingresos o una elevada riqueza acumulada.
Por tanto, se trata de un criterio secundario.
El nacimiento o linaje es, al igual que la riqueza y la
propiedad, un buen trampolín para acceder a las posiciones
privilegiadas. Se trata de un criterio secundario en el sentido de
que no es determinante fundamental de la posición en la jerarquía
social.
Las cualidades personales, tales como la valentía, la
simpatía, la honradez son también criterios secundarios. Las
cualidades personales socialmente deseables son un medio para
obtener valores sociales altamente estimados.
Las actividades de la comunidad se refieren al hecho de que
en todas las sociedades hay algunas acitividades que gozan de
estimación social y que solo exigen un grado de implicación parcial
o incompleto. Se trata de las actividades de servicio social,
recreativas, etc. Se trata también de criterios secundarios de
jerarquización social.
De acuerdo con Tumin 94 desigualdad social y estraficación
social son términos sinónimos. Por estratificación social
entendemos la disposición de cualquier sociedad o grupo social en
una jerarquía de posiciones que son desiguales, en relación, al
poder, la propiedad, la evaluación social y/o la gratificación
psíquica.
El poder se refiere a la capacidad para alcanzar nuestros
propios fines en la vida, incluso en contra de la oposición de los
demás. Por su parte, la propiedad puede definirse como los derechos
sobre bienes y servicios. La evaluación se refiere a un juicio
societario, en el sentido de que un status o una posición es más
prestigioso y honrable que otros, más popular o preferible por
alguna razón. La gratificación psíquica incluye todas las fuentes

94
M. Tumin, Estratificación social. Formas y funciones de la
desigualdad, México, Trillas, 1974.
57

de placer y contento que no pueden clasificarse como propiedades,


poder y evaluación.
Al igual que señalara Parsons, la distribución de las
recompensas está guiada por ciertas normas comunes a los miembros
de una sociedad. Estas normas se transmiten de generación en
generación.
La existencia de estas normas tiene cinco implicaciones: a)
el contenido de cualquier sistema de estratificación depende de los
significados que se le atribuyen tradicionalmente y los criterios
y las prescripciones socialmente determinadas; b) las normas y las
sanciones son ingredientes primordiales en la constitución y
mantenimiento del sistema; c) las normas deben enseñarse de nuevo
a cada generación; d) todos los sistemas tienen posibilidades de ser
inestables, al menos hasta cierto punto, debido a que la
socialización nunca es idéntica en toda la sociedad, y por otros
factores distorsionantes, tales como los diferentes índices de
nacimientos que corresponden a distintos estratos sociales y e)
cualquier sistema de estratificación está conectado íntimamente,
tanto porque afecta a como porque se ve afectado por otros sistemas
de la sociedad, tales como las instituciones políticas, familiares,
religiosas, económicas y educativas.

3.2. CARACTERISTICAS DE LAS DISTINTAS CLASES.


Una de las preocupaciones del funcionalismo ha consistido en
establecer los rasgos actitudinales típicos de las distintas
clases. En general, a partir de ahí se pretenden explicar los logros
diferenciales de unas clases frente a otras. Las clases medias son
caracterizadas en términos de frugalidad, posposición de las
gratificaciones inmediatas, visión a largo plazo, etc. La clase
obrera aparece como el negativo de estos rasgos.
Centers en su Psicología de las clases sociales establece la
siguiente clasificación.
La clase alta. La clase alta es la clase menos numerosa de la
sociedad. Solo el 3 ó el 4% de la población considera pertenecer a
ella. Tal y como se define por sus propios miembros está formada
principalmente por propietarios de negocios y ejecutivos y
profesionales com médicos y abogados.
58

La clase media. Alrededor del 40% de la población se identifica


con esta clase. Está constituida fundamentalmente por propietarios
y gerentes de pequeños negocios; gerentes de fábricas y de
almacenes, y, mayoritariamente, por vendedores y oficinistas.
La clase obrera. Es la mayor de las clases sociales. Incluye
algo más del 50% de la población. Está constituida por trabajadores
de fábrica, mineros, camioneros, agricultores, camareros, etc. El
principal criterio de pertenencia consiste en ser un trabajador o
vivir del trabajo.
La clase baja. Es una clase muy poco numerosa. Entre el 1 y
el 5% de la población declara pertenecer a ella.
Warner realizó una investigación sobre las clases sociales en
las ciudades americanas medias95. El interés de este trabajo proviene
del hecho de que ilustra de manera notoria el sentido de los
postulados y nociones característicos de la problemática
funcionalista sobre las clases sociales.
Para Warner el status de un individuo es lo que los demás
piensan de él, y lo que los demás piensan de él está en función de
lo que es y de lo que hace, es decir, de sus maneras de vivir y de
pensar, las cuales a su vez son juzgadas y evaluadas según los
criterios del sistema común de valores.
Las clases son dos o más órdenes de personas a las que se consideran,
y son clasificadas consecuentemente, por todos los miembros
de la comunidad en posiciones sociales superiores o
inferiores.96

Las investigaciones de Warner y sus colaboradores tratan sobre


el sistema de estratificación de tres pequeñas ciudades americanas:
Yankee City, localidad de Nueva Inglaterra de 17.000 habitantes; Old
City, ciudad del sur de los EE.UU. de 10.000 habitantes y Joesville,
ciudad del Medio Oeste de 6.000 habitantes.

95
L. Warner, Yankee City, New Have, Yale University Press, 1947.

96
op. cit., citado por Nicole Laurin-Frenette, Las teorías

funcionalistas de las clases sociales. Sociología e ideología


burguesa, Madrid, Siglo XXI, 1985, p. 202.
59

Los resultados de las encuestas permiten delimitar seis clases


sociales. Lo que distingue esencialmente a esas seis clases y
constituye la base de su prestigio diferencial es ese conjunto de
actitudes y conductas que componen su estilo de vida y que traduce,
en los hechos, el sistema de valores al que se refieren sus miembros.
En Yankee City la composición porcentual de esas seis clases
es la siguiente:
- Clase superior-superior---1.4
- Clase superior-inferior---1.6
- Clase media-superior-----10.0
- Clase media-inferiro-----28.0
- Clase inferior-superior--33.0
- Clase inferior-inferior--25.0

La clase superior-superior es una especie de aristocracia, de


casta heriditaria basada a la vez en la riqueza y en la pertenencia
a una familia instalada en Yankee City desde varias generaciones
anteriores. Esta clase tiene tendencia a seguir normas estrictas de
endogamia.
La clase superior-inferior es igual a la anterior en varios
puntos. Sus miembros viven en casas muy espaciosas y levantadas en
barrios residenciales exclusivos. Participan en las mismas
asociaciones y llevan una vida mundana muy intensa. Ejercen el mismo
tipo de profesión que los miembros de la clase superior. Sin embargo,
a los ojos de los miembros de la clase superior-superior son unos
advenedizos, nuevos ricos, gentes cuya fortuna y posición son
demasiado recientes y a los que les falta el prestigio del apellido.
De hecho, los ingresos de la clase superior-inferior son más
elevados que los de la superior-superior.
La clase media-superior se compone de hombres de negocios y
de miembros de las profesiones liberales que han tenido éxito. Son
gentes serias, sólidas, respetadas, pero que no tienen acceso a la
alta sociedad. Su nivel de ingresos es inferior a las de las otras
dos clases altas.
La clase media-inferior comprende a los pequeños negociantes,
oficinistas y administrativos, así como algunos obreros
especializados. Son gentes, como dice Warner, "como debe ser",
sobrias y conservadoras, ahorradoras, previsoras y trabajadoras; se
sienten muy preocupadas por su status y respetabilidad, y
perpetuamente inquietos por la opinión de sus ciudadanos.
60

La clase inferior-superior es la del trabajador honrado, la


del pobre pero limpio. Incluye a los obreros semi-especializados,
a los empleados subalternos de la industria y de los servicios y a
los pequeños artesanos.
La cualidad de la que están desprovistos los miembros de la
clase inferior-inferior es precisamente la respetabilidad. Esta
clase se sitúa por debajo del hombre medio. Se compone de obreros,
entre los que hay un alto porcentaje de parados y personas acogidas
a la beneficiencia.
Uno de los estudios más citados sobre las clases y los estilos
de vida es el de Hyman,97 quien descubrió que las diferentes clases
no tienen los mismos valores de éxito. Por ejemplo, los datos
demostraron que, cuando los estratos se definen según los ingresos,
la ocupación o el valor mensual del alquiler de sus residencias, se
observan diferencias notables y con frecuencia significativas, en
lo que se refiere al grado en que consideran importante la educación
universitaria de los jóvenes para triunfar en el mundo. Respecto a
la cuestión de cuáles son las características importantes de una
ocupación vital, Hyman se encontró con que las clases superiores
ponían más énfasis en los aspectos personales del trabajo
-entendimiento con los demás, intereses y capacidades-, que las
clases inferiores, mientras que estas últimas concedían una mayor
importancia a las consideraciones económicas directas, tales como
la seguridad, los salarios y la continuidad en el empleo. Las
diferencias de clase tendían a disminuir con la edad, de tal modo
que a partir de los 40 años todos los individuos, fuera cual fuera
su clase, concedían mayor importancia a los factores de estabilidad
y seguridad. Las clases superiores creían mucho más firmemente que
las inferiores en que hay oportunidades para cualquier joven que
tenga capacidad y ambición de elevarse en el mundo, que el futuro
encierra buenas oportunidades para el progreso y que la calidad del
trabajo y la energía darán como resultado buenos logros
ocupacionales.

97
"Value systems of different classes: A social-psychological

contribution to the analysis of stratification", citado por Tumin,


op. cit.
61

Fitzgerald98 descubrió los efectos de la clase social sobre la


personalidad:
1. Las mujeres de clases inferiores tienen menos imaginación, menos
supresión de impulsos, mayor temor a lo desconocido y mayor miedo
a no poder alcanzar el éxito.
2. Las esposas de la clase inferior participan más en las decisiones
relativas a la familia.
3. Hay una tendencia menos generalizada, en las familias de la clase
inferior, a aceptar el retraso de las gratificaciones.
4. Los hombres y las mujeres de la clase inferior se muestran más
directos en sus expresiones emotivas, además de que dan muestras de
tener menos restricciones.
5. Las relaciones entre padres e hijos de la clase inferior son
psicológicamente más cerradas, jerárquicas y rígidas.
6. Los niños de la clase media se sienten más ansiosos, debido al
hincapié que se hace en la posición y las realizaciones y más
culpables por el mayor realce del desarrollo moral.
7. La clase media tiene una orientación mucho más firme hacia las
realizaciones y desarrolla los patrones necesarios de personalidad
de respaldo.
8. Hay un porcentaje más alto de autoritarismo en la clase inferior
que en la media o la superior.
9. Hay un mayor sentimiento de impotencia, incapacidad y
desconfianza en la clase inferior, de tal modo que ve al munco, en
general, de una manera hostil.
Cohen en su estudio sobre la delincuencia juvenil detectó
pautas de comportamiento y valores muy distintos entre los chicos
de clase obrera y los de clase media.99 De acuerdo con él, los rasgos
culturales de la clase media serían los siguientes:
1. La ambición es una virtud y su ausencia un serio defecto.
La ambición significa un elevado nivel de aspiraciones, una

98
Citado por Tumin, op. cit.

99
A. Cohen, Delinquent Boys. The Culture of the Gang, Londres,
Macmillan, 1955.
62

orientación hacia el largo plazo y las recompensas diferidas. El


primer deber es pretender ser alguien.
2. Etica de la responsabilidad individual. Aplaude la posesión
de recursos propios y es poco dada a ayudar a los demás. La
preocupación de los padres es preparar a sus hijos para una carrera
que habrán de disputar en solitario. Minimiza la obligación de
compartir con los demás, incluso con los familiares, especialmente
si esto interfiere la consecución de los objetivos que uno se marca.
3. Las normas de clase media enfatizan el cultivo y posesión
de destrezas y de logros tangibles que denoten la posesión de estas
destrezas y la aplicación del esfuerzo.
4. Ascetismo mundano. Disposición y habilidad para posponer
y subordinar las tentaciones de las satisfaciones inmediatas en
función del logro de objetivos a largo plazo.
5. Racionalidad. Planificación consciente, control del tiempo
y asignación de recursos del modo económica y tecnológicamente más
eficiente.
6. La clase media alienta y recompensa el despliegue de modales
de cortesía y de personalidad. En el mundo de la clase media el
control de ciertas convenciones de palabra y de gestos suponen
prestigio y son instrumentales cara al éxito: es importante aprender
a llevarse bien con la gente. El logro de estas destrezas implica
necesariamente el cultivo de la paciencia, el auto-control y la
inhibición de la espontaneidad.
7. La ética de la clase media enfatiza el control de la agresión
física y de la violencia, a las que se considera subversivas.
8. El tiempo de ocio no debe suponer malgastar el tiempo, debe
consumirse de un modo constructivo (insistencia de los padres en que
los hijos tengan algún hobby).
9. Respeto por la propiedad, cuestión que no merece mayores
comentarios.
Cuando Cohen habla de cultura de clase obrera se refiere a
características que no definen necesariamente a todas las familias
de clase obrera pero que, estadísticamente, tienden a diferenciar
el medio cultural del chico de clase obrera del de clase media.
La gente de clase media enfatiza el orden, la puntualidad, la
conciencia del tiempo. El niño de clase media tiene mayor tendencia
que el de clase obrera a comer y a dormir ateniéndose a un horario,
63

a compartir las comidas familiares. El niño de clase media está


motivado para conformarse con las expectativas paternas. El hogar
de clase media tiene una fuerte tendencia a generar en el niño la
necesidad de depender del amor paterno.
La socialización de los niños de clase obrera es más indolente.
Las actividades del niño tienden a conformarse por sus inclinaciones
del momento, por impulsos no premeditados. Hay un menor grado de
atenimiento a la hora de comer, de dormir, etc. Otro estudio,
bastante posterior, que probaba las diferentes pautas de
comportamiento entre las distintas clases sociales fue el de Kohn.
Kohn100 quedó impresionado por el parelelismo destacado entre las
condiciones ocupacionales típicas de cada clase social y los valores
elegidos para sus hijos por los padres de esa clase social. Las
ocupaciones de clase media tienen más que ver con la manipulación
de las relaciones interpersonales, las ideas y los símbolos,
mientras que las ocupaciones de clase obrera tienen mayor relación
con los objetos. Las ocupaciones de clase media están libres de la
supervisión estrecha, mientras que las ocupaciones de clase obrera
están mucho más sujetas a la estandarización y a la supervisión
directa. En resumen, las ocupaciones de clase media demandan un
mayor grado de auto-dirección; las ocupaciones de clase obrera
requieren la conformidad individual con las normas y procedimientos
establecidos por la autoridad.
La auto-dirección en el trabajo da cuenta de una parte
sustancial de la diferencia en la evaluación por los padres de la
auto-dirección o conformidad por parte de los niños.
El primer elemento de la tesis de Kohn es que la clase social
está correlacionada estrechamente con los valores y la orientación.
Cuanto más elevada sea la posición de clase de una persona, mayor
es la probabilidad de que valore la auto-direción tanto para sus
hijos como para sí mismos.101 Por auto-dirección el autor se refiere

M. Kohn, Class and Conformity. A study in values. Chicago,

Universty of Chicago Press, 1977.

101
Los padres de clase media no solo leen lo que los expertos

dicen acerca de los niños, sino que buscan otras fuentes posibles
64

al hecho de pensar por sí mismo, lo opuesto al seguimiento de los


dictados de la autoridad.
Los miembros de diferentes clases sociales, en virtud de que
disfrutan de (o sufren) distintas condiciones de vida, ven el mundo
de un modo distinto.
El modelo de clases simplificado que utiliza Kohn es el
siguiente: una clase baja de trabajadores manuales no cualificados;
una clase obrera de trabajadores manuales cualificados o
semicualificados; una clase media de trabajadores de cuello blanco
y profesionales y una élite, diferenciada de la clase media no tanto
en términos de educación como de riqueza y de linaje. La clase media
comprende dos segmentos significativos: la clase media-alta de
profesionales, propietarios y gerentes, los cuales cuentan con
formación universitaria y una clase media baja de tenderos,
vendedores, empleados, generalmente con menor nivel de educación.
La esencia de la posición de clase alta es la expectativa de
que las decisones y acciones de uno son importantes; la esencia de
la posición de clase baja es la creencia de que uno está a merced
de fuerzas y de personas más allá de su control.
La auto-dirección requiere oportunidades y experiencias que
están más disponibles a aquellas personas que ocupan puestos
elevados en la jerarquía social.

3.3. LA MEDICION DE LA ESTRATIFICACION.


¿Cómo medir la estratificación? Hasta ahora hemos visto que
son muchos los elementos que contribuyen a conformar el status: la
profesión, la renta, la educación, el tipo de vivienda, etc. La
ocupación se ha convertido en el elemento básico para cuantificar
la estratificación. Gerth y Mills lo aclaraban perfectamente:
Como fuente de ingreso, las ocupaciones se vinculan, de esta forma,
con la posición de clase, dado que, normalmente, las
ocupaciones tienen una cuota separada de prestigio, dentro y
fuera del trabajo son importantes para la posición de status.
También comprenden ciertos grados de poder sobre otra gente,
en forma directa, en el trabajo, y en forma indirecta, en otras

de información. Es más probable que consulten a los médicos y que


acudan a las escuelas para hablar con los profesores.
65

áreas sociales. De este modo, las ocupaciones están ligadas


a la clase, al status y al poder, lo mismo que a la habilidad
y a la función; para comprender las ocupaciones que componen
cualquier estrato social debemos considerarlas en términos de
cada una de esta dimensiones interrelacionadas. Y debemos
comprender cómo limitan, y aún determinan, los roles y
actividades no económicos accesibles a sus ocupantes102.

Es la evaluación popular la que determina la escala axiológica


de las ocupaciones. Todas estas escalas se construyen a partir de
encuestas en las que la gente clasifica las distintas ocupaciones.
Quizás la más conocida sea la escala de prestigio ocupacional
del NORC (National Opinion Research Center) de los EE.UU., realizada
por Hatt y North. El NORC lo que hizo fue presentar a una muestra
nacional de 2930 inidividuos, 90 ocupaciones. La gente entrevistada
debía responder a la siguiente cuestión:
"Escoja la afirmación que mejor exprese su opinión personal sobre
el nivel general de cada uno de los puestos mencionados:
1. Excelente
2. Bueno.
3. Medio.
4. Por debajo del medio.
5. Bajo.
6. No sabría dónde ubicarlo."

La última contestación queda eliminada. Se clasifican las 90


ocupaciones otorgando valores decrecientes de 5 a 1 a cada una de
estas categorías, de modo que la puntuación media es el sumatorio
de los porcentajes de personas que han asignado determinada
valoración a cada de las profesiones dividido entre 5.
A partir de aquí se obtiene la siguiente escala:

102
H. Gerth y C.W. Mills, Carácter y estructura social, Paidós,
Buenos Aires, 1971, pp. 291-292, citado por Cachón, op. cit., p. 133.
66

______________________________________________________________
Clasificación Nº de ocupaciones Puntuación
media
______________________________________________________________
Funcionarios del gobierno 8 90.8
Profesionales y semiprofesionales 30 80.6
Propietarios, managers y empleados 11 74.9
(excepto agrícolas)
Empleados de oficina, vendedores 6 68.2
y similares
Artesanos, capataces y similares 7 68.0
Agricultores y managers agrarios 3 61.3
Trabajadores y servicios de 3 58.0
protección
Obreros y similares 8 52.8
Trabajadores agrarios 1 50.0
Trabajadores de servicios (excepto 7 46.7
domésticos y de protección
Peones (excepto agrícolas) 6 45.8
______________________________________________________________

(Cuadro tomado de Cachón)103


4. ENFOQUES CLASICOS SOBRE LAS CLASES SOCIALES
No hay la más mínima duda de que las interpretaciones actuales
actuales más sólidas actuales son las que arrancan de los postulados
sociológicos de Marx y de Weber. En las páginas siguientes
analizaremos qué es lo que dijeron, y en parte lo que no dijeron,
estos dos autores sobre las clases.
4.1 LAS CLASES EN MARX
Tal y como muchas veces se ha señalado, Marx nunca desarrolló
sistemáticamente el concepto de clase social, a pesar de la
centralidad del término en su obra. Lamentablemente, el último
capítulo de El capital, dedicado precisamente a las clases, está
inacabado.
En este sentido Giddens 104 señalaba tres problemas con el
concepto de clase en Marx. El primero es el de su amplia polisemia.

103
op. cit., p. 141.

104
A. Giddens, La estructura de clases en las sociedades
avanzadas, Madrid, Alianza, 1983.
67

Normalmente Marx utiliza el término clase, pero en ocasiones utiliza


el término estrato o estamento, como si fueran intercambiables entre
sí. También utiliza el término clase para designar a grupos que más
bien constituirían un segmento o fracción de una clase. Así habla
del lumpemproletariado al cual se refiere como la clase peligrosa;
de los banqueros y de los prestamistas, a los cuales considera la
clase de los parásitos; etc.
El segundo problema detectado por Giddens en la teoría de las
clases en Marx es la existencia de un modelo puro o abstracto de
dominación de clase, el cual se aplica a todos los sistemas
clasistas. En cada tipo de sociedad existen dos clases
fundamentales. Las relaciones de propiedad constituyen la base de
este sistema bipolar: la minoría de no trabajadores controla a los
trabajadores. La clase queda definida a partir de la relación de los
individuos con los medios de producción. La clase, como señaló Marx
en el capítulo inacabado al que hemos hecho referencia más arriba,
no debe confundirse con la fuente de ingresos, lo que llevaría una
proliferación abultada de clases sociales. Además de estas dos
grandes clases que constituyen el eje bipolar básico de la
estructura de clases de toda sociedad, Marx da cuenta de la
existencia de otras clases. Por un lado están (1) las clases de
transición que se encuentran en el proceso de formación dentro de
una sociedad basada en un sistema de clases que se queda anticuado.
Es el caso por ejemplo de la burguesía, en el feudalismo. Además
existen (2) las clases de transición que representan rémoras de
anteriores modos de producción. Sería el caso de las clases feudales
en el siglo XIX europeo. A estas dos clases se pueden añadir (3)
"grupos de cuasi-clase", como son los esclavos del mundo antiguo o
el campesinado independiente en el periodo medieval. Se trata de
grupos que comparten ciertos intereses económicos, pero que se
mantienen al margen del conjunto dominante de relaciones de clase.
Finalmente, (4) se podría añadir un factor más de complejización:
las fracciones de clase. Es decir, las clases no son entidades
homogéneas y dentro de ellas hay subdivisiones. Basta pensar, por
ejemplo, en la aristocracia obrera.
La tercera dificultad señalada por Giddens se refiere al
análisis por parte de Marx de las clases en el capitalismo. Aquí
68

distingue entre modelos puros o abstractos de clases y modelos


concretos, aplicados a coyunturas históricas concretas.
Parte de estas objecciones son respondidas por Wright, de un
modo implícito, en su obra Classes.105 De acuerdo con él, con alguna
que otra excepción, el trabajo de Marx gira en torno de dos
problemas: la elaboración de esquemas estructurales abstractos de
las relaciones de clase y el análisis de esquemas coyunturales
concretos de las clases como actores. El primero de este tipo de
análisis se refiere a la manera en que la organización social de la
producción determina una estructura de "lugares vacíos" de
relaciones de clase, lugares ocupados por la gente. Este análisis
estructural se halla en las obras más conocidas de Marx,
fundamentalmente en El Capital, donde decodifica la estructura y
dinámica del Modo de Producción Capitalista (MPC).
El segundo tipo de análisis, por otro lado, no se relaciona
con la estructura de clase como tal, sino con los modos en que la
gente, en el seno de una estructura de clases, se organiza en
colectividades implicadas en la lucha social. Este análisis se
encuentra en los textos históricos de Marx, donde trata de
comprender las fuerzas sociales organizadas colectivamente en su
interrelación con las transformaciones históricas.
De la explicación estructural procede un esquema polarizado
de relaciones de clase, el cual aparece en la mayor parte del
análisis marxista del MPC y en la mayor parte de sus discusiones más
abstractas sobre la trayectoria histórica: esclavos y amos,
siervos y señores, burguesía y proletariado.
En contraste con este enfoque simple y polarizado, los análisis
de coyunturas históricas se caracterizan por un cuadro complejo de
clases, fracciones, facciones, categorías sociales, estratos y
otros actores del escenario político. En El 18 Brumario, por
ejemplo, se refiere por lo menos a los siguientes actores:
burguesía, proletariado, grandes propietarios, aristocracia
financiera, campesinos, pequeña burguesía, clase media,
lumpen-proletariado, burguesía industrial, altos dignatarios. No
se hace ningún intento de presentar una teoría coherente sobre las

105
E.O. Wright, Classes, Londres, Verso, 1987.
69

diferentes categorías o del status conceptual de todas estas


distinciones. Su preocupación en este texto es comprender la
relación entre las luchas de estos actores y el estado. En particular
trata de explicar la relación entre las victorias y derrotas que se
producen en estas luchas y las transformaciones del estado y los
efectos de estos cambios sobre la alteración de la correlación de
las fuerzas sociales en liza y la aparición de nuevas alianzas. Aquí
no está preocupado por la elaboración de un esquema riguroso de la
estructura social concreta en que se desenvuelven los protagonistas
de estos dramas. Cuando Marx proporciona una lista descriptiva
correspondiente a las categorías de los actores implicados en los
conflictos, no suministra un conjunto preciso de conceptos para
captar rigurosamente la base estructural de la mayor parte de estas
categorías.
En un reciente artículo Hayes 106 hacía una interesante
reflexión sobre los escritos de Marx referidos a Francia (El 18
Brumario de Luis Bonaparte, La lucha de clases en Francia y La Guerra
Civil en Francia). Estos textos resultan especialmente
interesantes, ya que suministran la imagen de una estructura de
clases que va más allá de las relaciones entre capitalistas y
trabajadores. Como señala Hayes, la interpretación de Marx sobre los
acontecimientos franceses supone un amplio análisis de los estratos
intermedios constituidos por la pequeña burguesía y el campesinado,
y además desarrolla la idea de la existencia de clases degeneradas
e improductivas, las cuales son básicamente la aristocracia y el
lumpemproletariado.
En las obras referidas a la sociedad francesa Marx reformula
la polarización simple presente en El manifiesto comunista. Dos eran
las principales limitaciones de la polarización. En primer lugar,
la polarización no explicaba cómo las clases bajo el capitalismo
podrían estar internamente fragmentadas o cómo podrían solaparse a
otras. En segundo lugar, no prestaba suficiente atención al
significado de las alianzas de clase que no incorporaban a la
burguesía o al proletariado.

106
P. Hayes, "Marx' analysis of the French class structure",
Theory and Society, 11, 1, 1993 (99-124).
70

Son dos las estructuras de clases que subyacen a esta forma


revisada de análisis. La primera es una estructura lineal utilizada
por Marx para explicar las acciones de la pequeña burguesía, clase
insignificante frente a la polaridad (linealidad)
burguesía/proletariado. Marx describía a esta clase como una clase
de transición.
La segunda estructura de clases identificaba las clases en
función de las características que cada clase comparte con otras
clases. Esta estructura es más bien circular, frente a la linearidad
que caracteriza a la anterior. En contraste con la estructura
lineal, que situaba a la pequeña burguesía entre el proletariado y
la burguesía, la estructura circular permitía a Marx identificar
clases que están más allá de estas dos últimas. Marx empezó a
desarrollar este análisis circular en la La lucha de clases. El
primer paso consistió en distinguir diferentes grupos dentro de la
burguesía, como es el caso de la aristocracia financiera. La
aristocracia financiera se enriquece gracias a la especulación, sin
necesidad de estar implicada en actividades productivas.
Por otro lado, Marx considera que los miembros de la Guardia
Real, que se encargan de reprimir brutalmente al proletariado,
proceden del lumpen. A pesar de que los miembros del lumpen carecen
de propiedad comparten una serie de características con la
aristocracia financiera: ambas clases se ganan el sustento al margen
del desempeño de actividades productivas y ambas muestan "apetitos
insanos y disolutos", característas estas últimas que permiten
comprender el calificativo de degeneradas aplicadas a estas clases.
El siguiente cuadro aclara estas propuestas.

No degeneradas Degeneradas

Propietarias No propietarias propietarias No propietarias

Productivas Burguesía Proletariado Gran burguesía -------

No productivas ------- Población excedente Aristocraia financiera Lumpemproletariado

Hay algo en lo que parecen coincidir todos los análisis


marxistas sobre la estructura de clases: las clases se definen a
partir de las relaciones sociales de producción. En donde empieza
el desacuerdo es en cuál o cuáles de los efectos generados por las
71

relaciones sociales de producción son los más importantes para el


concepto de clase. Señalaba Wright que son tres los tipos de factores
sobre los que se han centrado los análisis marxistas 107 : los
intereses materiales, la experiencia vivida y la capacidad de acción
colectiva.
Intereses materiales. En lo que se refiere a los intereses
materiales las clases son contempladas como la respuesta a quién
obtiene qué y cómo lo consigue. Los intereses materiales se
centrarían en el bienestar económico y en el poder económico. El
bienestar económico no es sinónimo de renta o de consumo.
Más bien se refiere al conjunto total de trabajo-ocio-renta de que
puede disponer una persona. De este modo, decir que la gente
tiene un "interés objetivo" en ampliar su bienestar económico,
no significa que tenga un interés objetivo en el consumo como
tal, sino que simplemente, permaneciendo igual el resto de los
factores, tiene un interés objetivo en alcanzar un mejor
equilibrio entre el ocio, la renta y el consumo. Si se da la
opción entre un conjunto de 8 horas de trabajo más 8 horas de
ocio más 40 dólares de renta y el conjunto de 6 horas de trabajo
más 10 horas de ocio y 50 dólares de renta, este último conjunto
supone una mejora objetiva en el bienestar económico108.

El poder económico se refiere a la posibilidad de apropiarse


del producto excedente.
En la teoría marxista el interés por el bienestar material y
el interés por el poder económico se encuentran ligados por medio
de la explotación, lo que significa, no que las clases tengan
diferentes intereses materiales como se podría deducir de la
tradición weberiana, sino que tienen intereses opuestos.
Experiencia vivida. Aquí la respuesta a qué son las clases deriva
de la pregunta ¿Quién hace qué y por qué?. Esto significa que las
relaciones sociales de producción homogeneizan el tipo de vida, de
experiencias que la gente vive. En el caso de la clase obrera tres
serían los elementos que conformarían esa experiencia común. (1) En

107
E.O. Wright, "Rethinking Once Again, the Concept of Class

Structure", en E.O. Wright (ed.), The Debate on Classes, Londres,

Verso, 1989, pp. 280 y ss.

108
op. cit., pp. 281-282.
72

primer lugar, se encuentra la experiencia de tener que vender su


propia fuerza de trabajo para poder subsistir. (2) En segundo lugar,
la experiencia de que el propio trabajo es organizado por otras
personas. (3) La incapacidad de la clase obrera para poder controlar
el producto excedente, lo que da lugar a la experiencia de ausencia
de poder. Estos elementos a veces aparecen agrupados bajo el término
alienación.
Este tipo de análisis es el que defiende Thompson quien en las
primeras páginas de La formación histórica de la clase obrera
plantea:
La clase aparece cuando algunos hombres, como resultado de
experiencias comunes (heredadas o compartidas), sienten y
articulan la identidad de sus intereses entre ellos y contra
otros hombres cuyos intereses son diferentes (y corrientemente
opuestos) a los suyos. La experiencia de clase está ampliamente
determinada por las relaciones productivas en el marco de las
cuales han nacido o bien entran voluntariamente los hombres.
La consciencia de clase es la manera como se traducen estas
experiencias a términos culturales, encarnándose en
tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas
institucionales109.

Una objección que se puede plantear a este tipo de análisis


es su fuerte sesgo varonil. Es decir, se trata de un enfoque que
describe más bien la experiencia de la clase obrera masculina y nada
dice sobre las esposas de los trabajadores.
Capacidad colectiva. El concepto de clase puede derivarse de la
capacidad para la acción colectiva. Por ejemplo, Marx, al referirse
a los campesinos franceses los definía como un saco de patatas, como
una colección discreta de individuos, como un agregado más que un
colectivo.
Subrayando este aspecto, recientemente Przeworski considera
que las clases son efectos de las luchas de actores organizados
colectivamente, especialmente los partidos políticos110.

109
E.P. Thompson: La formación histórica de la clase obrera,

Vol 1, Barcelona, Laia, p. 8.

110
A. Przeworski: Capitalismo y socialdemocracia, Madrid,
Alianza, 1988.
73

Son varios los problemas no resueltos u omitidos en los


planteamientos de Marx sobre las clases. Para Marx, a largo plazo
solo existirían dos clases: la burguesía y el proletariado. El
capitalismo posee una dinámica tan potente que simplifica hasta la
polarización el mapa de las clases. Como se afirma al inicio del
Manifiesto Comunista:
Nuestra época, la época de la burguesía, se caracteriza por
haber simplificado estos antagonismos de clase. Toda la
sociedad tiende a dividirse, cada vez más, en dos grandes
campos enemigos, en dos grandes clases que se enfrentan
directamente:la burguesía y el proletariado.111

No obstante, esto no significa la total desaparición de otras


clases sociales. Habría que entenderlo en el sentido de la escasa
importancia de las demás clases. En cualquier caso la tendencia
hacia la polarización y la proletarización de la sociedad parece
bastante clara. El motivo por el que Marx defiende la existencia de
solo dos clases en el capitalismo se debe a que considera la
propiedad privada como la base de las relaciones económicas, lo que
da lugar a tan solo dos posiblidades: una clase que posee los medios
de producción y otra que, en consecuencia, ha de vender su fuerza
de trabajo. Las relaciones entre empleadores y empleados es
necesariamente de antagonismo, dado que los primeros para
sobrevivir en un contexto altamente competitivo han de explotar a
los segundos. Queda claro que la teoría de las clases de Marx es una
teoría dinámica que concibe a las clases como el motor del cambio.
La naturaleza autodestructiva del capitalismo procede del
proceso de proletarización, proceso que, como recuerda Edgell112,
cabe interpretar en tres sentidos:

111
K. Marx y F. Engels, El Manifiesto Comunista (Madrid, Akal,

1974), p. 73. Afirmaciones similares pueden encontrarse en K. Marx,

La ideología alemana (Barcelona, Grijalbo, 1972), pp. 60 y 77, o en

Miseria de la filosofía (Madrid, Aguilar, 1973), p. 280, entre otros

lugares.

112
S. Edgell, Class, Londres, Routledge, 1993.
74

1. proletarización de la sociedad,
2. proletarización del trabajo y
3. proletarización política.
La primera se refiere, por supuesto, a la tendencia de la clase
obrera a crecer en tamaño, a concentrarse en grandes fábricas y a
ser cada vez más pobre. Las leyes del capitalismo conducen a la
paulatina desaparición tanto del campesinado como de los artesanos
y de la pequeña burguesía en general.
La segunda propuesta hace referencia al hecho de que los
trabajadores son sometidos a una división del trabajo cada vez más
intensa y alienante. Bajo el capitalismo los trabajadores son
tratados como una mercancía más que ha de adquirirse al precio más
reducido posible.
El tercer sentido del término proletarización es el que lo hace
equivaler al crecimiento de la conciencia política de la clase
obrera. Las condiciones de vida de la clase obrera conducirían a la
unidad política de los trabajadores.
Son varias las limitaciones del análisis de clases en Marx.
Señalemos, en primer lugar, que Marx no tuvo en consideración la
posibilidad de que la cualificación pudiera convertirse en una base
de creación de clases sociales. Para Marx la fuerza de trabajo
cualificada es simplemente una mercancía más costosa, puesto que es
mayor el tiempo de trabajo medio socialmente necesario para su
producción. A pesar de que es consciente de que la clase obrera está
dividida en varias fracciones, considera que su importancia es
escasa.
Marx concibió el estado como un intrumento de dominación por
parte de la burguesía. El desarrollo del estado en términos de empleo
de la población activa era tan insignificante que difícilmente pudo
teorizar sobre las clases presentes en la administración estatal.
En cuanto a la autoridad en la empresa capitalista -tema sobre
el que se centraría Dahrendorf-, Marx nunca la consideró al margen
de la propiedad del capital, o de la relación directa
capital-trabajo.
Marx algo dijo sobre la posibilidad de existencia de la
explotación fuera de las relaciones de producción. En este sentido,
en alguna ocasión se refirió a acreedores y deudores en formaciones
sociales anteriores o en los albores del capitalismo, pero
75

consideraba que éstas relaciones eran reductos de modos de


producción anteriores y por tanto eliminables con el desarrollo del
capitalismo.
Marx apenas se ocupó de las desigualdades derivadas del género,
los grupos de edad o la etnia. En cuanto a los grupos étnicos,
cualquier relación de explotación o dominación basada en las
diferencias de raza le pareció cosa del pasado. Si acaso podemos
considerar alguna referencia por parte de Marx al tema del racismo
en sus escritos relativos a la esclavitud. Otras formas de
dominación étnica, como las relacionadas con la nación o la
religión, fueron despreciadas por Marx.
En lo concerniente a las desigualdades de género fue poco lo
que aportó Marx. En cualquier caso está fuera de toda duda que la
lucha de las mujeres ha de subordinarse a la lucha de la clase obrera.
Marx nunca consideró la posibilidad de que la esfera doméstica
pudiera constituir un modo de producción (patriarcal o doméstico).
Algo mayor fue la atención dispensada a la posición de los
niños, sobre todo en relación con el trabajo infantil en las
fábricas. Se trata de una cuestión a las que nos refereriremos con
mayor detalle en el epígrafe dedicado a las desigualdades derivadas
de la edad. Con respecto a los mayores Marx, por razones obvias, nada
dijo.

4.2. LAS CLASES EN WEBER


Weber proporciona una exposición sistemática, aunque breve,
de su teoría sobre las clases en dos secciones de Economía y
sociedad: "IV. Estamentos y clases", y "VIII.6. División del poder
en la comunidad: clases, estamentos, partidos".
Weber distingue tres órdenes en la sociedad: el orden
económico, el orden social y el orden político. Al primero
pertenecen las clases, al segundo los grupos de status y al tercero
los partidos políticos. Las clases están formadas por "todo grupo
humano que se encuentra en una igual situación de clase", y la
situación de clase se define como
el conjunto de probabilidades típicas:
1. de provisión de bienes,
2. de posición externa,
3. de destino personal,
76

que derivan, dentro de un determinado orden económico, de la


magnitud y la naturaleza del poder de disposición (o de la
carencia de él) sobre bienes y servicios y de las maneras de
su aplicabilidad para la obtención de rentas o ingresos.113

Weber defiende una concepción pluralista de las clases


sociales. Así distingue entre clases propietarias y clases
lucrativas.
Clase propietaria se llama a aquella en que las diferencias
de propiedad determinan de un modo primario la situación de
clase.
Clase lucrativa se llama a aquella en que las probabilidades
de la valorización de bienes y servicios en el mercado
determinan de un modo primario la situación de clase.114

Así pues, es la diferencia en las fuentes de obtención de los


beneficios lo que explica la diferencia entre uno y otro tipo de
clases.
Una clase propietaria positivamente privilegiada es aquella
que reúne algunos de los siguientes requisitos:
a) el monopolio en la compra de objetos de consumo de precios
elevados;
b) la situación de monopolio y la posibilidad de una política
planeada monopólica con relación a las ventas;
c) el monopolio de las probabilidades de formación de patrimonio por
medio de los excedentes no consumidos;
d) el monopolio de las probabilidades de formación de capital por
medio del ahorro, o sea la probabilidad de hacer inversiones
de patrimonio como capital de préstamo, y con ello la
disposición sobre posiciones directivas (de empresa);
e) privilegios estamentales (de educación) en la medida en que son
costosos.115

Son clases propietarias positivamente privilegiadas distintos


tipos de rentistas (de esclavos, de tierras, de minas, etc.) y los
acreedores (de ganado, de cosechas y de dinero).
Clases propietarias negativamente privilegiadas son las
personas que son "objeto de propiedad (serviles)", los "déclassés

113
Max Weber, Economía y sociedad, México, FCE, 1979, p. 242.

114
op. cit., p. 242.

115
op. cit., pp. 242-243.
77

(proletarii en el sentido de los antiguos), los "deudores" y los


"pobres".
Entre ambas se encuentran las "clases medias",
que se hallan integradas por las capas de toda especie de los que
equipados con propiedades o con cualidades de educación, sacan
de ellas sus ingresos. Algunas de éstas pueden ser "clases
lucrativas" (empresarios positivamente privilegiados,
proletarios negativamente privilegiados). Pero no todas lo son
(campesinos, artesanos, empleados).116

Las clases lucrativas se definen básicamente por las


siguientes dos características:
a) el monopolio de la dirección de la producción de bienes en interés
de los fines lucrativos de sus propios miembros;
b) el aseguramiento de las oportunidades lucrativas influyendo la
política económica de las asociaciones tanto políticas como
de otro tipo117.

Clases lucrativas positivamente privilegiadas son los


diversos empresarios (comerciales, industriales, agrarios,
bancarios y financieros), las "'profesiones liberales' con
capacidades o formación de valor preferencial (abogados, médicos,
artistas)" y los "trabajadores con cualidades monopólicas (propias
o adquiridas)"; negativamente privilegiadas, los trabajadores,
sean "calificados", "semicalificados" o "no calificados o
braceros"; clases medias, en fin, los campesinos y artesanos
independientes y, frecuentemente, los "funcionarios (públicos y
privados)", las profesiones liberales y los trabajadores con
cualidades monopólicas.118
El concepto de clase social es distinto al de clase sin más.
De acuerdo con Weber
Clase social se llama a la totalidad de aquellas situaciones de clase
entre las cuales un intercambio
a) personal
b) en la sucesión de generaciones

116
op. cit., p. 243.

117
op. cit., p. 244.

118
op. cit., p. 244.
78

es fácil y suele ocurrir de un modo típico119.

Son clases sociales:


a) el proletariado en su conjunto, tanto más cuanto más automático
sea el proceso de trabajo,
b) la pequeña burguesía,
c) la intelligenstia sin propiedad y los expertos profesionales
(técnicos, "empleados" comerciales o de otra clase,
burócratas; eventualemente pueden estar muy separados entre
sí en lo social, en proporción a los costos de su educación).
d) las clases de los propietarios y de los privilegiados por
educación120.

El siguiente cuadro aclara las propuestas de Weber.

119
op. cit., p. 242.

120
op. cit., p. 244.
79

Clases Clases propietarias Clases lucrativas

Positivamente Rentistas, acreedores Empresarios, profesiones liberales y trabajadores con cualidades


privilegiadas monopólicas

Negativamente Serviles, "déclassés", trabajadores


privilegiadas deudores y pobres

Clases medias Quienes tienen Campesinos y artesanos independientes y los funcionarios, las
propiedades o educación profesiones liberales y los trabajadores con cualidades
monopólicas

La distinción entre los conceptos de clase y clase social es


trascendental. Giddens, guiado por la terminología marxista,
sugiere que se debe establecer en Weber una clara distinción entre
los conceptos de clase "en sí" y clase "para sí". De este modo, la
clase "en sí", la clase económica o simplemente la clase -sin más
calificativos- es una característica objetiva que hace referencia
a las oportunidades de vida de las personas. Solo bajo ciertas
condiciones quienes comparten una situación de clase llegan a tomar
conciencia de su situación. Cuando eso ocurre cabe hablar de clase
social o de clase "para sí".
En modo alguno constituye un fenómeno universal que, a consecuencia
de una posición común de clase, surja una socialización, o
inclusive una acción comunitaria. Más bien puede limitarse su
efecto a la producción de una reacción esencialmente homogénea
y, por consiguiente (según la terminología aquí empleada), a
la producción de una "acción de masas"121.

Las clases no constituyen grupos reales. Las personas que


ocupan en el mercado una posición similar a la de un individuo no
le aportan orientación subjetiva alguna. Las posiciones objetivas
ocupadas en el mercado constituyen hechos objetivos, no hechos de
conciencia.
(...) la situación de clase no puede constituir la base de una acción
concertada por parte de los individuos en juego: como mucho,
puede dar pie, en ciertos casos, a "reacciones semejantes" o
a un "comportamiento condicionado por la masa". Esta acción
de masa -que no es una acción social según los criterios de
Weber- se define como "la actividad uniforme de varias
personas". La situación de clase explica el hecho de que varias
personas reaccionen del mismo modo, en el mismo momento, a un

121
op. cit., p. 685.
80

estímulo idéntico, que en este caso sería la presencia de


intereses económicos individuales aproximadamente semejantes
en varios individuos. Por ejemplo, un pánico en la Bolsa o una
huelga obrera serían casos de "reacciones en masa" resultantes
de una situación de clase. La reacción de los individuos no
es consecuencia de un interés colectivo, sino de la presencia
simultánea de intereses personales semejantes en el promedio
de los sujetos que ocupan una posición idéntica en el
mercado122.

En consecuencia, las situaciones de clase existen dondequiera


que las personas se encuentran en una situación similar en lo que
se refiere a su control relativo sobre los bienes y las
cualificaciones. El enfoque weberiano, según subraya Bendix 123 ,
modifica el análisis de Marx en tres aspectos. En primer lugar, Weber
niega que una situación común de clase pueda dar lugar a una
asociación, indicando que muchas de tales situaciones solo conducen
a reacciones amorfas de masas. Para Marx la conexión entre situación
de clase y organización política es necesaria. En segundo lugar,
Weber amplía el concepto de Marx de la determinación económica de
las situaciones de clase. Aunque importantes, la propiedad de los
medios de producción o la venta de la fuerza de trabajo son solo unos
elementos más en la determinación de las clases. Para Weber la
situación de clase es, en última instancia una situación de mercado;
tales situaciones varían conjuntamente con las experiencias comunes
de los individuos en respuesta a los cambios económicos. En tercer
lugar, Marx mantuvo que los ideólogos burgueses podrían contribuir
a la radicalización política del movimiento obrero. Marx
consideraba que la experiencia radicalizada de los trabajadores y
las creencias radicalizadoras de los ideólogos eran una respuesta
a las contradicciones estructurales del capitalismo. Para Weber

122
N. Laurin-Frenette, Las teorías funcionalistas de las clases
sociales. Sociología e ideología burguesa, Madrid, Siglo XXI, 1985,
pp. 102-103.

123
R. Bendix, "Inequality and social structure: a comparison
of Marx and Weber". American Sociological Review, 39, 2, 1974.
81

responden a dinámicas distintas. Weber es pesimista con respecto a


la solidaridad de clase de los trabajadores. Esta solidaridad se ve
continuamente quebrantada por las diferencias religiosas y étnicas.
Esta idea de la no correspondencia entre las clases económicas
y las luchas políticas también ha encontrado su desarrollo en el seno
del marxismo. Es el caso de algunos teóricos marxistas como ocurre
en Hindess, Hirst, Laclau y Przeworski.
El problema... es que cuando nos enfrentamos a los problemas
políticos dominantes de hoy en día, las "clases", las
categorías de agentes económicos, no están presentes de un modo
directo en ellos. Nos encontramos con aparatos del estado, con
partidos... sindicatos y organizaciones empresariales,
hombres armados, manifestaciones, alborotos, etc, pero nunca
clases... Las clases no son organizaciones políticas, así que
las luchas políticas no tienen lugar en la forma de conflictos
directos entre clases por la hegemonía política, contiendas
en las que la cuestión es la naturaleza de las relaciones
sociales de producción: capitalismo frente a socialismo124.

La tesis central es que no hay correspondencia necesaria entre


las clases y la política. Las clases son simplemente categorías de
agentes económicos. Las clases no tienen intereses al margen de los
partidos o los sindicatos. Przeworski es igualmente claro al
respecto.
La organización de la clase como sujeto histórico... no está
determinada por los lugares ocupados por los individuos en la
esfera de las relaciones de propiedad. No hay relación que
deducir aquí. La historia del capitalismo no tiene porqué ser
una historia de lucha de clases... aunque pudiera ocurrir que
si los trabajadores y los capitalistas se organizan como tales
y si cada uno lucha solo en función de su capacidad de
trabajadores y capitalistas125.

Bastante similares son los planteamientos del marxismo


textualista de Laclau y Mouffe. Estos autores conciben la

124
P. Hirst, citado por U. Becker, "Class theory: the axis of

social scientific analysis?", en Wright et al., The Debate on

Classes, Londres, Verso, 1989, pp. 131-132.

125
Przeworski. Citado por Becker op. cit., pp. 132-133.
82

subjetividad política como resultado de la articulación discursiva,


es decir, como un proceso de producción del significado. Ni siquiera
conceden un papel preeminente a las clases. La raza, el sexo, la
nacionalidad o algún otro factor puede tener tanta o más importancia
que la clases.
Como subraya Weber, las clases no constituyen por sí mismas
comunidades, a diferencia de lo que ocurre con los estamentos. El
estamento está formado por quienes comparten una situación
estamental, definida ésta como
una pretensión, típicamente efectiva, de privilegios positivos o
negativos en la consideración social, fundada:
a) en el modo de vida y, en consecuencia,
b) en maneras formales de educación; pudiendo ser éstas 1)
empíricas, o 2) con una doctrina racional y posesión de las
formas de vida correspondientes;
c) en un prestigio hereditario o profesional.126

El estamento se manifiesta en el connubium (es decir, en la


endogamia), en la comensalidad eventualmente (o sea, en el trato),
frecuentemente en la "apropiación monopolista de probabilidades
adquisitivas privilegiadas, o estigmatización de determinados
modos de adquirir", y en otras convenciones estamentales. Puede
originarse "por un modo de vida estamental propio", particularmente
"por la naturaleza de la profesión", "secundariamente, por carisma
hereditario" y "por apropiación estamental, como monopolio, de
poderes de mando políticos o hierocráticos".127

En lo que se refiere a los partidos, estos se mueven en la esfera


del poder y su acción se orienta hacia el poder social.
En oposición a la acción comunitaria ejercida por las "clases" y los
"estamentos" -en los cuales no se presenta necesariamente este
caso-, la acción comunitaria de los "partidos" contiene
siempre una socialización. Pues va siempre dirigida a un fin
metódicamente establecido, tanto si se trata de un fin
"objetivo" -realización de un programa con propósitos ideales
o materiales- como de un fin "personal" -prebendas, poder y,

126
op. cit., p. 245.

127
op. cit., pp. 245-246.
83

como consecuencia de ellos, honor para sus jefes y secuaces


o todo esto a la vez128.

A diferencia de Marx, Weber sí analiza las desigualdades


sociales derivadas del monopolio de ciertas cualificaciones. Aunque
Weber no llegó a desarrollar completamente esta idea, desde aquí se
han desarrollado las ideas del credencialismo, de los cierres
sociales, de las semi-profesiones, etc.
Del mismo modo abordó la cuestión de la explotación a través
de la posesión de bienes escasos, de manera que cabe posponer su
venta con el objeto de incrementar su precio. Así Weber hace
referencia a
las probabilidades de ganancia obtenida por intercambio a favor de
todos aquellos que, provistos de bienes, no están obligados
a efectuar intercambio y, cuando menos de un modo general,
aumenta su poder en la lucha de precios contra aquellos que,
no poseyendo ningún bien, deben limitarse a ofrecer los
productos de su trabajo en bruto o elaborados y a cederlos a
cualquier precio para ganarse el sustento.129

Weber también presenta con respecto a Marx la ventaja de haber


abordado el tema de los grupos étnicos, cuestión a la que dedicó un
capítulo en Economía y sociedad.
Finalmente, en lo que se refiere a la situación de las mujeres
no hay ningún punto de avance con respecto a Marx, puesto que es una
cuestión que Weber no aborda.
5. ENFOQUES ACTUALES SOBRE LAS CLASES.
La influencia de Marx y Weber se ha traducido en la aparición
de enfoques teóricos directamente inspirados en ellos. Los autores
elegidos lo han sido en virtud de que sus modelos se han discutido
ampliamente en la sociología de las clases. No obstante, es
perfectamente posible haber incluido a algún autor más, pero lo que
sí es cierto es que los elegidos han dado lugar a amplios debates.
De entre ellos, hay dos que han dado lugar a modelos teóricos con
una amplia proyección empírica: el de Wright y el de Goldthorpe. En

128
op. cit., p. 693.

129
op. cit., p. 683.
84

el siguiente capítulo haremos un balance de lo que han dado sí el


marxismo y el weberianismo en el análisis de las clases.
5.1. PRINCIPALES ENFOQUES NEOMARXISTAS
5.1.1. LAS CLASES SOCIALES EN POULANTZAS
Quizás uno de los mayores méritos de la obra de Poulantzas,
Las clases sociales en el capitalismo actual130 sea que se trata de
un libro en el que se acomete el intento de sistematizar la teoría
marxista sobre las clases, todo ello en diálogo con otras
interpretaciones como las de Weber, Dahrendorf, Cronner, etc.
La publicación de este trabajo abrió una intensa discusión
sobre las clases sociales dentro y fuera del marxismo. En buena
medida, la obra de Wright arranca de una valoración crítica de Las
clases sociales ....
Poulantzas trata de clarificar conceptos fundamentales dentro
del marxismo. Las clases son conjuntos de agentes sociales
determinados principal, pero no exclusivamente, por su lugar en el
proceso de producción, es decir, en la esfera económica. Lo político
y lo ideológico desempeñan un papel sustancial en la determinación
estructural de las clases.
La determinación de las clases (...) designa unos lugares
objetivos ocupados por los agentes en la división social del
trabajo: lugares que son independientes de la voluntad de tales
agentes.
Puede decirse así que una clase social se define por su lugar
en el conjunto de las prácticas sociales, es decir, por su lugar
en el conjunto de la división social del trabajo, que comprende
las relaciones políticas y las relaciones ideológicas. La
clase social es, en este sentido, un concepto que designa el
efecto de estructura en la división social del trabajo (las
relaciones sociales y las prácticas sociales). Este lugar
cubre así lo que voy a designar como determinación estructural
de clase, es decir, la existencia misma de la determinación
de la estructura -relaciones de producción, lugares de
dominiación-subordinación política e ideológica- en las
prácticas de clase: las clases no existen más que en la lucha
de clases131.

130
Madrid, Siglo XXI, 1977.

131
op. cit., p. 13.
85

La determinación estructural es un concepto distinto al de


posición de clase en la coyuntura. Esto quiere decir que una clase,
o una fracción o capa, puede tener una posición de clase que no se
corresponda con los intereses derivados de su determinación
estructural. El ejemplo archiconocido es el de la aristocracia
obrera, que aun perteneciendo a la clase obrera, suele adoptar
posiciones de clase burguesas. También puede ocurrir que clases o
fracciones de clase no pertenecientes a la clase obrera adopten
posiciones proletarias. Tal podría ser el caso de los técnicos.
El lugar en las relaciones económicas juega un papel principal
en la determinación de las clases. La esfera económica está
determinada por el proceso de producción, proceso en que se
"encuentra ante todo el proceso de trabajo".132
La teoría marxista de las clases distingue fracciones y capas
de clase. A pesar de esta distinción, dista de estar claro cuál sea
la diferencia, si es que hay alguna, entre fracciones y capas.
Las fracciones son fracciones de clase: la burguesía comercial por
ejemplo es una fracción de la burguesía; igualmente, la
aristocracia obrera es una capa de la clase obrera133.

Si acaso podría pensarse que las fracciones son divisiones


dentro de la burguesía y las capas divisiones dentro de la clase
obrera.
A su vez, la teoría marxista se refiere a las categorías
sociales, "delimitadas principalmente por su lugar en las
relaciones políticas e ideológicas" 134 . Ejemplos de categorías
serían la burocracia del estado y los intelectuales. A diferencia
de lo que ocurre con las fracciones y capas, las categorías están
constituidas por agentes procedentes de varias clases sociales.

132
op. cit., p. 17.

133
op. cit., p. 23.

134
op. cit., p. 23.
86

Tras este breve excurso terminológico, pasamos a delimitar


cuáles son las aportaciones específicas de Poulantzas a la teoría
de las clases.
Su principal preocupación consiste en cómo categorizar a los
grupos asalariados de cuello blanco: trabajadores de oficinas,
empleados públicos, técnicos, cuadros, etc. Poulantzas subraya
el aumento considerable (...) del número de los asalariados no
productivos, de conjuntos tales como los empleados del
comercio y de los bancos, de los empleados de las oficinas y
de los servicios, etc, en suma, de aquellos a quienes se designa
comúnmente como "cuellos blancos" o "terciarios"135.

Son varias las interpretaciones que, en términos de clase, se


han dado de este nuevo y creciente colectivo.
1. Una primera interpretación niega el carácter específico de clase
de estos colectivos, integrándolos bien en la burguesía, bien en la
clase obrera. A su vez, dentro de esta interpretación, cabe señalar
tres variantes.
a) La mayoría de estos asalariados pertenecen a la burguesía,
con lo cual cabría hablar de un aburguesamiento paulatino del
conjunto de la sociedad. Esta es la postura de Renner, Croner,
Bendix, etc. Estos autores se apoyan en la llamada teoría de las
delegaciones: la burguesía se desprende del ejercicio de
determinadas funciones y las delega -en un acto de confianza- en
determinados asalariados.
b) La mayoría de estos asalariados pertenece a la clase obrera.
Y ello es así porque son asalariados, con lo cual asistimos a la fácil
ecuación de clase obrera=clase asalariada, o porque, simplemente,
sus ingresos son modestos, su status no es burgués, no ejercen
funciones de autoridad, etc. Aquí podemos incluir a autores como
Mills o Geiger.
c) Parte de estos asalariados pertenece a la clase obrera y
parte a la clase burguesa.
2. Una segunda gran interpretación es la que considera que estos
colectivos de asalariados pertenecen a la clase media. Clase media
que vendría a cumplir básicamente una función de estabilidad social,

135
op. cit., p. 179.
87

hasta el punto de que más que de clase, deberíamos hablar de grupo


social, debido a que esta concepción supondría tratar de separar el
concepto de clase del de lucha de clases. En alguna medida esta
pareció ser la postura que mantuvo el Partido Comunista Francés,
dado que negaba la especificidad de clase de estos conjuntos. Estas
capas medias no pertenecerían a ninguna clase.
A la clase media se la
considera como un "grupo homogéneo" definido en general a partir del
criterio de los ingresos, del de las actitudes mentales y de
las motivaciones psicológicas, etc136.

Esta clase se constituiría en la clase más numerosa de las


sociedades capitalistas.
Frente a estas concepciones Poulantzas propone delimitar la
pertenencia a una clase u otra a partir de los tres criterios que
vimos al principio: económicos, políticos e ideológicos. Vamos a ver
cada uno de ellos por separado.
Criterios económicos. Aquí el criterio que Poulantzas utiliza es el
de la diferenciación entre trabajo productivo y trabajo no
productivo. El término productivo nada tiene que ver con la idea de
utilidad.
Se diría así que es trabajo productivo, en el modo de producción
capitalista, el que produce plusvalor al reproducir
directamente los elementos materiales que sirven de sustrato
a la relación de explotación: aquel, pues, que interviene
directamente en la producción material produciendo valores de
uso que aumentan las riquezas materiales137.

El trabajo productivo, para Poulantzas, se limita al trabajo


que, además de producir plusvalor, está directamente involucrado en
el proceso de producción material. Esta definición descansa en la
creencia de que solamente se genera plusvalor en la producción de
mercancías físicas y en el transporte de las mismas, lo que es una
hipótesis arbitraria. La famosa comparación de Marx entre una

136
op. cit., p. 182.

137
op. cit., p. 201.
88

fábrica de enseñanza y una fábrica de embutidos aclara esta


cuestión:
Solo es productivo el trabajador que produce plusvalor para el
capitalista o que sirve para la autovaloración del capital.
Si se nos permite ofrecer un ejemplo al margen de la esfera
de la producción material, digamos que un maestro de escuela,
por ejemplo, es un trabajador productivo cuando, además de
cultivar las cabezas infantiles, se mata trabajando para
enriquecer al empresario. Que este haya invertido su capital
en una fábrica de enseñanza en vez en hacerlo en una fábrica
de embutidos, no altera en nada la relación.138

Esta definición significa excluir de la clase obrera a los


asalariados del comercio, de la publicidad, del marketing, de la
contabilidad, de la banca, de los seguros, etc.
También significa excluir a los empleados públicos, incluido
el personal docente de la escuela pública, puesto que su trabajo
tampoco es productivo. Uno puede plantearse a partir de aquí qué es
lo que haría que un barrendero, mal pagado, empleado por un
ayuntamiento no perteneciera a la clase obrera, mientras que sí lo
haría, por ejemplo, un conductor de autocares en una empresa
privada, a pesar de que estuviera mucho mejor pagado que el primero.
¿A qué clase social pertenecen todos estos colectivos
asalariados que no realizan trabajo productivo? Poulantzas los
incluye en lo que denomina "nueva pequeña burguesía" -y ya veremos
más adelante el porqué de esta denominación de pequeña burguesía.
Criterios políticos. Con estos criterios Poulantzas indica que para
que un agente asalariado pertenezca a la clase obrera además de
realizar trabajo productivo, su trabajo no puede implicar control
sobre la labor de otros trabajadores. Los trabajos de dirección y
vigilancia son productivos, pero debido a su carácter de control
sobre la clase obrera no pueden ser incluidos en esta última clase.
Esto significa que los capataces, contramaestres y demás pasan a
pertenecer a la nueva pequeña burguesía. Y todo ello a pesar de que

138
El capital, libro I, Madrid, Siglo XXI, 1975, p. 616. Citado
por Wright en Clase, crisis y estado, Madrid, Siglo XXI, p. 39.
89

se trata de un trabajo tan explotado como el que realizan los


trabajadores.
Poulantzas se apoya directamente en Marx cuando afirma que este
trabajo cumple funciones del capital.
Este trabajo de dirección y de vigilancia capitalista es la
reproducción directa, en el seno mismo del proceso de
producción, de las relaciones políticas entre la clase
capitalista y la clase obrera.139

Las funciones del contramaestre y del capataz están marcadas


por "el predominio de las relaciones políticas que llevan a cabo
sobre el aspecto productivo en la división del trabajo"140.
Criterios ideológicos. Aquí se hace referencia a la distinción entre
trabajo intelectual y trabajo manual. Poulantzas aduce que dicha
división excluye a la clase obrera del conocimiento secreto del
proceso de producción, y que esta exclusión es necesaria para la
reproducción de las relaciones sociales capitalistas. Esta división
resulta central para la determinación de la posición de clase de
todos los trabajadores mentales, no solamente técnicos, ingenieros
y similares. Los empleados administrativos en general participan,
aunque solo sea de manera residual, del elevado status del trabajo
mental, participando por lo tanto, en la dominación ideológica de
la clase obrera. Poulantzas insiste en que incluso los empleados y
secretarias de categoría inferior comparten la posición ideológica
del trabajo mental, perteneciendo, por consiguiente, en mayor grado
a la nueva pequeña burguesía que al proletariado.
Habría que subrayar el hecho de que Poulantzas incluye en la
clase obrera a grupos de trabajadores que poseen unos conocimientos
reservados a unos pocos, lo que permite que estén bien pagados. Basta
pensar en los maquinistas de tren, los fresadores, los encofradores,
etc.

139
op. cit., p. 211.

140
op. cit., p. 211.
90

La unidad de clase de la nueva pequeña burguesía y la tradicional.


La pequeña burguesía tradicional y la nueva pequeña burguesía
son fracciones de una misma clase.
La nueva pequeña burguesía comparte con la pequeña burguesía
tradicional elementos tales como el reformismo, el individualismo
y el fetichismo del poder. Con el término reformismo Poulantzas se
refiere al hecho de que la ideología pequeño burguesa tiende a ser
anticapitalista, pero considera que el medio de resolver los
problemas del capitalismo es la reforma institucional, no el cambio
revolucionario. Con la palabra individualismo se hace referencia al
temor a la proletarización desde abajo y a la atracción de la
burguesía desde arriba. La nueva pequeña burguesía suele aspirar a
la promoción, a la carrera, al ascenso social. Finalmente, el
fetichismo de poder menciona la tendencia a considerar el estado
como una fuerza neutra en sí, cuyo papel sería efectuar un arbitraje
entre las distintas clases sociales.
La determinación estructural de la burguesía.
Poulantzas argumenta que la burguesía no debe ser definida en
términos de categorías jurídicas como la propiedad legal, sino que
debe serlo a partir de categorías sustantivas que caracterizan las
relaciones sociales de producción. De entre tales dimensiones, dos
son particularmente importantes: la propiedad económica y la
posesión. La propiedad económica, la cual se refiere al control
económico real de los medios de producción, a la posibilidad de
disponer así de los productos obtenidos. Tal propiedad económica no
debe ser confundida con el derecho legal a la propiedad productiva.
La primera designa la propiedad económica real, el control real de
los medios de producción y se distingue de la propiedad jurídica,
tal como la consagra el derecho, que es una superestructura. La
posesión es la capacidad de emplear los medios de producción. Se
refiere al control real sobre el funcionamiento físico de la
producción. Simplificando, la propiedad económica se materializa en
la posibilidad de decidir cómo y dónde invertir, mientras que la
posesión se refiere a la capacidad de organizar el proceso
productivo.
La burguesía dispone de la propiedad económica y de la
posesión. Dado que los directivos ejercen funciones del capital,
91

pertenecen a la burguesía con la misma intensidad que los


propietarios de los medios de producción.
Dicho esto, ¿cuáles son las críticas que cabe hacer al análisis
de Poulantzas? La crítica más conocida, entre otras razones por su
coherencia y sistematicidad, es la efectuada por Wright. Para Wright
los criterios de Poulantzas conducen a una significativa reducción
de los efectivos numéricos de la clase trabajadora.
A pesar de la brillantez y la osadía del análisis de Poulantzas,
cada uno de los tres tipos de criterios que utiliza para delimitar
la determinación estructural de las clases presenta serias
debilidades. Basta con que un colectivo deje de cumplir los
requisitos planteados en los tres tipos de determinación
estructural -económicos, políticos e ideológicos- para ser excluido
de la clase obrera.
En lo que se refiere a los criterios económicos, la definición
de trabajo productivo que suministra Poulantzas tiene poco que ver
con la definición de Marx, en quien tantísimo se apoya el sociólogo
griego. Por otro lado, dista de estar claro, aun en el supuesto de
que admitiéramos la definición de Poulantzas, por qué un trabajador
no manual de rutina pertenece a la nueva pequeña burguesía, mientras
que sí pertenece a la clase obrera un trabajador manual empleado por
el capital privado. En este sentido, Wright se pregunta si esta
diferenciación supone que los intereses de clase fundamentales de
los asalariados manuales del sector público son distintos a los
empleados del sector privado. Como bien subraya Wright:
Pues situar en diferentes clases, en base a criterios económicos,
dos posiciones dentro de la división social del trabajo implica
que sus intereses de clase respectivos a nivel económico son
fundamentalmente diferentes141.

El uso que hace Poulantzas de los criterios políticos e


ideológicos pone en duda su planteamiento inicial sobre la primacía
de lo económico, pues basta con que una clase no cumpla algunos de
estos tipos de requisitos para que sea excluida de la clase obrera.

141
op. cit., p. 41.
92

En lo que se refiere a los criterios políticos, Poulantzas


parece ignorar las serias divisiones que se han producido en la
posesión de los medios de producción. No es igual el grado de
posesión de los altos directivos, quienes pueden controlar todo el
proceso de producción, al que puedan tener los capataces, quienes
más bien se convierten en una mera correa de transmisión de las
directrices emanadas desde las instancias superiores de la
jerarquía laboral.
El uso de los criterios ideológicos por Poulantzas es
simplemente abusivo. Suponer que las secretarias, los
administrativos y demás trabajadores de cuello blanco de bajo nivel
participan del prestigio del trabajo intelectual es una
alucinación, a pesar de que Poulantzas posteriormente trata de
suavizar estas afirmaciones al distinguir fracciones de la nueva
pequeña burguesía polarizadas hacia la clase obrera. En alguna
medida, termina por coincidir con la por él denostada teoría de las
delegaciones.
Una cosa que preocupa seriamente a Wright en el análisis de
Poulantzas es la disminución de la clase obrera. Preocupación que
no debiera ser muy importante. No habría ningún serio problema, en
términos de transformación social, si la clase obrera fuera poco
numerosa, pero a cambio contara con sólidos aliados.

5.1.2. LAS CLASES SOCIALES EN WRIGHT: DE LAS POSICIONES


CONTRADICTORIAS A LAS EXPLOTACIONES MULTIPLES.
Sin duda, Erik Olin Wright es uno de los autores más destacados
hoy en día en lo que se refiere a la teorización y análisis empíricos
sobre las clases sociales. La evolución de su pensamiento ha sido
tal que podemos hablar por lo menos de la existencia de dos tipos
distintos de categorizaciones en el propio Wright.
El primer Wright es el de Clase, crisis y estado142 y el segundo
sería el de Classes.143 Nos referiremos al primer análisis como el

142
op. cit.

143
op. cit.
93

de las posiciones contradictorias y al segundo como el de las


explotaciones múltiples.
A) Las posiciones contradictorias
Veamos primero sus planteamientos en Clase, crisis y estado.
Aquí arranca de la crítica a los planteamientos de Poulantzas y
propone una alternativa a los mismos. Wright plantea la necesidad
de introducir el término de situaciones contradictorias de clase.
ciertas posiciones dentro de la estructura de clases constituyen
situaciones doblemente contradictorias: representan
posiciones a caballo entre las relaciones de clase
contradictorias básicas de la sociedad capitalista144.

En concreto, Wright distingue situaciones contradictorias en


el seno del modo de producción capitalista (directivos y
supervisores) y situaciones contradictorias entre el modo de
producción mercantil simple y el capitalista (pequeños patronos y
empleados semiautómos).
El siguiente cuadro aclara tentativamente esta cuestión.145
MPC MPM

BURGUESÍA
PEQUEÑOS PATRONOS

DIRECTIVOS PEQUEÑA
Y SUPERVISORES BURGUESIA
ASALARIADOS
SEMIAUTONOMOS
PROLETARIADO

¿De qué manera estas situaciones proceden de la dinámica del


capitalismo? Wright detecta tres cambios estructurales en el curso
del desarrollo capitalista.
1. Pérdida de control sobre el proceso de trabajo por parte de los
obreros, proceso acentuado con el taylorismo.

144
op. cit., p. 55.

145
En trazo discontinuo aparecen las posiciones
contradictorias y en continuo las no contradictorias.
94

2. La diferenciación de las funciones del capital. La separación


parcial de la propiedad económica (el control del flujo de
inversiones en la producción o, más concretamente, el control de qué
se produce) y la posesión (el control del proceso de producción, o
lo que es lo mismo, el control de cómo se produce) es una consecuencia
de la concentración y la centralización del capital en el proceso
de acumulación. El desarrollo capitalista también se ha
caracterizado por una disociación gradual de la propiedad jurídica
formal y la propiedad económica real.
3. El desarrollo de jerarquías complejas. Con la expansión de la
empresa capitalista surgieron nuevas capas de supervisores, lo que
condujo a la compleja jerarquía de control social de la gran empresa
monopolista.
Hay dos tipos de situaciones contradictorias en el seno del
modo de producción capitalista. La situación contradictoria más
próxima a la clase obrera es la de los capataces y supervisores de
la cadena. Normalmente los capataces gozan de poco control real
sobre los medios físicos de producción, y, aunque ejercen control
sobre la fuerza de trabajo, dicho control no va mucho más allá de
ser la correa de transmisión formal de órdenes procedentes de los
niveles superiores. Los antiguos capataces con frecuencia
participaban directamente en el proceso de producción junto a los
trabajadores, e incluso defendían a estos del tratamiento
arbitrario del patrón. Como hubiera dicho Weber, los capataces se
convirtieron cada vez más en administradores de reglas
impersonales, dejando de ser dispensadores de mandatos personales.
En las empresas organizadas burocráticamente el ejercicio del poder
se institucionaliza. Las órdenes externas, arbitrarias,
personales, del patrón son reemplazadas por procedimientos y reglas
establecidos: el dictado burocrático sustituye al dictado del mando
personal.
Hay dos situaciones contradictorias entre la pequeña burguesía
y las clases polares del modo de producción capitalista: los
pequeños patronos y los asalariados semiautónomos. Los primeros son
propietarios que emplean a un número reducido de trabajadores (menos
de cincuenta), lo que les sitúa en una posición a medio camino entre
los capitalistas y los pequeño burgueses. Los segundos plantean el
95

problema de cómo entender el concepto de semi-autonomía. La mejor


forma de entender la situación contradictoria entre la pequeña
burguesía y el proletariado quizá sea volver al proceso histórico
de proletarización de la pequeña burguesía. Existen todavía hoy
categorías de empleados que poseen un cierto grado de control sobre
sus condiciones inmediatas de trabajo, sobre su proceso de trabajo
inmediato. En tales casos, el proceso de trabajo no está totalmente
proletarizado. ¿Cuánta autonomía se requiere en realidad para decir
que una posición ocupa una situación contradictoria entre la clses
obrera y la pequeña burguesía? Provisionalmente Wright adopta el
criterio de semiautonomía entendido como que tales posiciones deben
poseer al menos cierto grado de control sobre lo que se produce
(propiedad económica) como sobre la forma en que se produce
(posesión mínima). A partir de aquí la estructura de clase de los
EE.UU. sería la siguiente:
BURGUESÍA
1-2%
PEQUEÑOS PATRONOS
6-7%

DIRECTIVOS
ALTOS Y MEDIOS
TECNOCRATAS
12%
PEQUEÑA BURGUESIA
4-5%
BAJOS DIRECTIVOS,
CAPATACES Y
SUPERVISORES
18-23%
TRABAJADORES
SEMIAUTONOMOS
5-11%

PROLETARIADO
41-54%

En un análisis más detallado del concepto de control, Wright


distingue cuatro grados distintos de control (pleno, parcial,
mínimo y nulo) además de los tres tipos de control citados
anteriormente: medios de producción, inversión y fuerza de
96

trabajo. 146 Esto le permite diferenciar cuatro situaciones


contradictorias en lugar de una o dos entre el proletariado y la
burguesía: altos directivos (que ejercen un control mínimo sobre la
inversión), directivos intermedios (que ejercen un control parcial
sobre la inversión, los medios de producción y la fuerza de trabajo
de otros), tecnócratas (que ejercen un control mínimo sobre la
producción y el trabajo) y capataces (que ejercen un control mínimo
única y exclusivamente sobre la fuerza de trabajo). Wright también
diferencia entre la burguesía y el capitalista tradicional y los
altos ejecutivos que poseen una parte significativa del capital de
la empresa.
El esquema sería el siguiente:
1. Burguesía: Capitalista tradicional.
2. Situación cuasi-contradictoria: altos ejecutivos.
3. Situación contradictoria: altos directivos.
4. Situación contradictoria: directivos intermedios.
5. Situación contradictoria: tecnócratas.
6. Situación contradictoria: capataces.
7. Proletariado.
8. Situación contradictoria: trabajadores semi-autónomos.
9. Pequeña burguesía.
10. Pequeños empleadores.

Hasta ahora no se ha dicho ni una sola palabra sobre la posición


de clase de aquellas personas no vinculadas directamente a la
producción, como es el caso de las amas de casa, de los estudiantes,
de los jubilados, etc. Wright propone definir su posición de clase
a partir de cuáles sean sus intereses de clase.
Los intereses de clase en la sociedad capitalista son aquellos
objetivos potenciales que se convierten en objetivos reales
de lucha en ausencia de las mistificaciones y distorsiones de
las relaciones capitalistas147.

Diferencia entre intereses fundamentales e intereses


inmediatos. Los intereses fundamentales son aquellos que cuestionan

146
E.O. Wright "Class boundaries in advanced capitalist

societies", New Left Review, 98.

147
op. cit., p. 82.
97

la estructura misma de las relaciones sociales (la lucha por el


socialismo), mientras que los inmediatos son de carácter reformista
(las luchas salariales, por ejemplo). A partir de aquí Wright
explica cuál es la posición de clase de las amas de casa, los
estudiantes, los pensionistas, los desempleados y los empleados de
los aparatos políticos e ideológicos.
En lo que se refiere a las amas de casa, sus intereses de clase
fundamentales son idénticos a los de su marido.
La situación de clase de los estudiantes debe definirse en
función de la posición que ocuparán una vez que acaben sus estudios.
En este sentido, se trata de una situación preclasista. Aquí Wright
se apoya en el concepto de trayectorias de clase de Bertaux. Bertaux
propone que en lugar de contemplar las posiciones de clase como
lugares vacíos, deben analizarse como trayectorias, lo que supone
un cierto grado de indeterminación con respecto a cuál sea la
posición de clase de un individuo en un momento determinado. En
cualquier caso, Wright se refiere, parece ser, a estudiantes
universitarios, o por lo menos, mayores de edad. Nada dice sobre los
estudiantes de primaria y de secundaria.
Los pensionistas plantean una situación opuesta a la de los
estudiantes. Aquí estamos frente a una situación postclasista. Su
clase está en función de su trayectoria previa a la jubilación.
En lo que se refiere a los desempleados habría que distinguir
a los desempleados temporales de los permanentes. En el caso de los
primeros, resulta de aplicación lo que hemos dicho anteriormente
sobre las trayectorias de clase. En el caso de los segundos, Wright
se declara insatisfecho con las teorías sobre el lumpenproletariado
o la infraclase y manifiesta su incapacidad para otorgar una
respuesta a esta cuestión.
Finalmente queda la cuestión de la posición de clase de los
empleados de los aparatos políticos e ideológicos tales como los
policías, los sacerdotes, los profesores, etc. Aquí cabe distinguir
varias posiciones:
a) Posiciones burguesas, las cuales implican el control sobre
la toma de decisiones.
98

b) Situaciones contradictorias que suponen la puesta en


práctica de decisiones políticas. Ejemplos serían las labores de los
policías antidisturbios y los profesores.
c) Posiciones proletarias que suponen la exclusión total en
la toma de decisiones. Como ejemplos se puede citar el portero de
una comisaría o una secretaria en un colegio.
Dicho esto podemos afirmar que la clase obrera cabe ser
definida como aquellos individuos que:
a) ocupan una posición de clase obrera dentro de las relaciones
sociales de producción, es decir, los trabajadores asalariados
excluidos del control sobre el capital monetario, el capital
físico y la fuerza de trabajo;o
b) están directamente ligados a la clase obrera por su trayectoria
familiar inmediata o por trayectoria de clase; u
c) ocupan una posición de clase obrera dentro de los aparatos del
políticos e ideológicos, es decir, una posición excluida tanto
de la toma de decisiones y de su puesta en práctica como de
la creación y difusión de su ideología.

De forma complementaria, la clase burguesa puede definirse


como aquel conjunto de indivuduos que:

a) ocupan una posición burguesa dentro de las relaciones sociales


de producción, es decir, una posición de control sobre el
capital monetario, el capital físico y la fuerza de trabajo;
o
b) están ligados directamente a la burguesía por su familia o por
trayectorias de clase; u
c) ocupan posiciones burguesas dentro de los aparatos políticos e
ideológicos, es decir, posiciones que suponen control sobre
la toma de decisiones políticas y la producción de ideología148.

B) Las explotaciones múltiples.


Quizás el principal crítico con estos planteamientos
analíticos de las clases sociales que hemos visto en el anterior
epígrafe sea el propio Wright, el cual en su siguiente libro,
Classes, desmonta este clarificador esquema que acabamos de ver.
El Wright de las explotaciones múltiples se suma a la corriente
denominada marxismo analítico o marxismo de elección racional. De

148
op. cit., p. 91.
99

acuerdo con uno de sus principales mentores, John Roemer, del cual
Wright toma prestadas y reelabora varias ideas, tres serían las
principales características del marxismo analítico 149 . En primer
lugar, la necesidad de la abstracción.
El ancla más profunda del marxismo es una cierta perspectiva de la
historia que la define como el progreso de las sociedades
clasistas, en donde una clase minoritaria de no trabajadores
se apropia o expropia el excedente económico de una clase
mayoritaria de trabajadores. Si se leva el ancla, ¿queda otro
remedio que ser arrojado a la playa, contra los arrecifes del
escolasticismo burgués? Antes de saberlo es preciso adoptar
la necesidad de la abstracción cuando se desea centrar la
atención y revelar de modo adecuado las partes dinámicas de
cualquier teoría. Por ello, los marxistas analíticos no se
oponen a hacer abstracciones150.

De aquí se deduce una segunda característica del marxismo


analítico, su necesidad de encontrar fundamentos. Buena parte de las
cuestiones a que tratan de responder los autores de los textos
recopilados por Roemer en su reader sobre marxismo analítico dan
cuenta de esta actitud: ¿por qué emergen las clases como actores
colectivos importantes?, ¿por qué es incorrecta la explotación?,
¿tiene el socialismo algún atractivo para los trabajadores en el
capitalismo moderno?, etc.
La tercera característica del marxismo analítico es su enfoque
no dogmático. La mayoría de los autores dentro de esta tradición
apenas se preocupan por lo que Marx dijera o dejara de decir, lo que
les importa es la coherencia de su pensamiento.
¿Por qué debe considerarse marxista este tipo de esfuerzo? Para
todos los marxistas analíticos el materialismo histórico, las
clases sociales y la explotación son tratados como categorías
centrales en la organización de las ideas. Existe la creencia ética
de que alguna forma de socialismo es superior al capitalismo. En

149
Introducción a J.E. Roemer, El marxismo: una perspectiva

analítica, México, FCE, 1989.

150
Op. cit., p. 9.
100

definitiva, se trata de redefinir el socialismo, de presentar un


socialismo atractivo para la mayoría de la población.
Como bien señalaba Paramio 151 reconciliar la teoría de la
elección racional con el marxismo parece a priori una tarea poco
menos que alocada. La teoría de la elección racional es
individualista por naturaleza, mientras que el marxismo parte de las
clases como grandes actores colectivos.
Si un obrero no se comporta según lo previsto por el análisis
marxista de sus intereses de clase, es una anomalía carente
de significación, explicable por su falsa conciencia sobre sus
intereses en cuanto miembro de esa clase: en otras palabras,
es un asno y un esquirol. Para la elección racional, por el
contrario, no hay intereses de clase si no hay una coincidencia
de intereses individuales: la clase es un agregado de
individuos o es un simple espejismo.152

Roemer se empeñó en buscar los microfundamentos que explican


por qué los individuos de una clase social se comportan cómo lo
hacen, cuestión que veremos a continuación al hilo de las propuestas
de Wright.
Wright parte de la insatisfacción con su tipología inicial,
la cual impide situar diferentes situaciones de clase. Esta
tipología inicial era la siguiente:
____________________________________________________________
AUTO-EMPLEADOS
SI NO
____________________________________
SUPERVISAN SI CAPITALISTAS DIRECTIVOS
EL TRABAJO ____________________________________
DE OTROS NO PEQUEÑA BURGUESIA TRABAJADORES
____________________________________
____________________________________________________________

Este esquema plantea dos grandes problemas. El primero es que


utiliza con peligrosa ampulosidad el término directivos. Aquí cabe
incluir desde capataces hasta los altos ejecutivos. En segundo
lugar, se plantea el problema de dónde situar a quienes desempeñan

151
"Marxismo analítico", Claves de razón práctica, 7, 1990.

152
Op. cit., p. 22.
101

trabajos técnicos y profesionales, trabajos considerados de "clase


media", pero que no implican supervisión.
Como se vio en Clase, crisis y estado existen tres criterios
o dimensiones de las clases: relaciones de control sobre el capital
financiero, sobre el capital físico y sobre la fuerza de trabajo,
a los que se añaden varios niveles de control en cada una de estas
relaciones: pleno, parcial, mínimo y nulo. Los trabajadores y los
capitalistas quedan perfectamente definidos a lo largo de estas tres
dimensiones; los directivos oscilan desde el control pleno o
parcial, sobre varias, pero no todas, las dimensiones hasta el
control nulo sobre el capital físico y financiero y solo un control
parcial o mínimo sobre el trabajo.
Este esquema también parece solucionar la cuestión de los
profesionales y técnicos no directivos. Mientras que los directivos
eran caracterizados como simultáneamente burgueses y proletarios,
las posiciones técnicas y profesionales son caracterizadas como
proletarias y pequeño-burguesas al mismo tiempo. Proletarias por su
carácter asalariado y pequeño-burguesas por su elevado grado de
autonomía en el desempeño de sus actividades laborales. Se trata de
un control sobre su propia fuerza de trabajo, de un control mínimo
sobre los medios físicos de producción y sobre las inversiones.
Cuatro son de acuerdo con Wright los principales problemas
teóricos del planteamiento de las posiciones contradictorias de
clase.
(1) El carácter contradictorio de las situaciones contradictorias.
En el caso de los directivos el planteamiento inicial es salvable,
dado que combinan rasgos de la clase obrera y de la burguesía. Es
decir, tendrían intereses internamente inconsistentes: su polo
obrero se opondría radicalmente a su polo burgués.
Pero esta idea es difícilmente aplicable en el caso de los
empleados semiautónomos. Decir que sus intereses son internamente
inconsistentes significa que el polo proletario de su situación de
clase genera intereses que contradicen a los generados por su
situación de clase pequeño-burguesa. ¿Por qué motivo la autonomía
en el trabajo iba a entrar en contradicción con los intereses
objetivos de la clase obrera?
102

La única respuesta que podía suministrar era decir que los


trabajadores están interesados en el control colectivo del
proceso de trabajo -la autonomía colectiva si se prefiere- lo
que se oponía a la autonomía individualizada de los empleados
semiautónomos. Sin embargo, esto es poco satisfactorio dado
que el control colectivo sobre el proceso de trabajo no se opone
necesariamente a las esferas significativas del control
individual sobre el propio trabajo153.

Lo mismo cabría decir con respecto a los pequeños empleadores.


Es verdad que pueden oponerse a la expansión del gran capital, pero
esto no significa que sus intereses sean opuestos a los de los
capitalistas.
En consecuencia, lo que en principio Wright llamó posiciones
contradictorias más bien son posiciones duales o heterogéneas.
(2) La autonomía como un criterio de clase. Aquí el problema radica
en la consideración de la autonomía como un carácter pequeñoburgués.
Habría que poner en duda el carácter autónomo del trabajo del
pequeñoburgués. Hay razones de dos tipos para ello: estructurales
e históricas. En lo que se refiere a las primeras, en muchas
ocasiones la pequeña burguesía goza de una autonomía muy reducida
en su trabajo. Aquí operan las restricciones impuestas por el
mercado, los bancos, los contratos con empresas capitalistas, etc.
Por otro lado, muchos trabajadores ejercen un elevado grado de
control sobre su propio trabajo. Lo único que diferencia
tajantemente a la pequeña burguesía de la clase obrera es que la
primera es propietaria de los medios de producción.
En términos históricos, deberíamos tener en cuenta que hay
dentro de la categoría de trabajadores semiautónomos dos tipos:
trabajadores de oficio y asalariados técnico-profesionales. Los
primeros sí podrían tener alguna relación con la pequeña burguesía,
dado que son herederos de la artesanía, pero no cabe decir lo mismo
con respecto a los segundos, cuya relación histórica con el modo de
producción mercantil simple es nula.
Otro grave problema que plantea la cuestión de la
semi-autonomía es su indeterminación estructural. Ciertos empleos

153
op. cit., p. 52.
103

en unos centros de trabajo gozan de mucha autonomía y en otros, sin


embargo, es nula. Wright pone el ejemplo de un técnico de laboratorio
cuyo jefe cree que la autonomía de los técnicos ha de ser mínima.
Este mismo técnico podría trabajar en otro laboratorio cuyo
responsable le concediera un elevado grado de autonomía. En
consecuencia, el concepto de semi-autonomía dista de ser útil debido
a esta alta volubilidad.
Un tercer -y último- problema con la cuestión de la
semi-autonomía es que plantea muchísimos problemas en la
investigación empírica. Si la autonomía se define en términos del
control sobre lo que une produce nos podemos encontrar con que el
grado de autonomía de un conserje de una finca urbana es mayor que
el de un piloto de aviones.
(3) Las clases en la sociedad post-capitalista. El esquema de las
posiciones contradictorias nada dice sobre la posibilidad de una
sociedad postcapitalista que no sea socialista.
(4) El paso de la dominación a la explotación. Este es el principal
inconveniente de la categorización anterior. El concepto de
posición contradictoria de clase descansa sobre la dominación en
lugar de hacerlo sobre la explotación. Por ejemplo, a los directivos
los consideraba como ocupantes de situaciones contradictorias
debido a que al mismo tiempo eran dominantes y dominados.
Esto supone desvincular el análisis de clase de los intereses
de las clases. El concepto de dominación no implica que los actores
tengan intereses objetivos. Por ejemplo, los padres pueden dominar
a sus hijos, lo que no implica que tengan intereses distintos. El
concepto de explotación sí implica la divergencia de intereses entre
unas clases y otras.
Este es el atolladero en que se encontraba Wright. Su problema
era cómo devolver al concepto de clase la centralidad de la
explotación. La respuesta a este problema procede de Roemer.
El concepto de explotación es un modo particular de analizar
las desigualdades de renta, de consumo, etc.
Describir una desigualdad como reflejo de la explotación significa
sostener que existe un tipo particular de relación causal entre
las rentas de los diferentes actores. Más concretamente, en
el análisis de Roemer se afirma que los ricos explotan a los
pobres cuando puede demostrarse que el bienestar de los ricos
104

depende causalmente de las privaciones que padecen los pobres


-los ricos son ricos porque los pobres son pobres, son ricos
a expensas de otros154.

Es importante resaltar que este no es el caso de todas las


desigualdades. Un campesino puede gozar de un elevado bienestar
material porque trabaja mucho, y otro puede ser pobre porque
prefiere el ocio al trabajo.
Explicar la explotación supone demostrar que el bienestar de
una persona se obtiene a costa de otras personas. Roemer establece
dos estrategias para demostrar esto: el enfoque de la transferencia
de trabajo y el enfoque de la teoría de los juegos.
(1) El enfoque de la transferencia de trabajo. Aunque no vamos a
entrar en la cuestión, Roemer tira por la borda la teoría del
valor-trabajo y mantiene dos proposiciones: a) es posible la
explotación en un contexto en el que todos los productores son
propietarios de los medios de producción, pero se diferencian en la
cantidad de activos físicos que poseen y b) existe una completa
simetría en la estructura de explotación en un sistema en el que el
capital contrata trabajadores y en otro sistema en el que los
trabajadores alquilan capital.
En definitiva, Roemer prueba que es posible la explotación no
en las relaciones de producción, sino a través del mercado.
Imaginemos el caso de un productor propietario de una serie de
activos, por ejemplo, unas hectáreas de tierra. Supongamos que ha
de comprar las semillas a otro propietario, el cual, es muy libre
de venderlo a un precio elevado, de modo que fuerza al primer
propietario a trabajar más horas con el objeto de pagar las semillas.
Imaginemos ahora un productor al cual le son alquilados los
medios de producción, medios de producción que resultan
indispensables para su subsistencia. Puede ser igualmente explotado
del mismo modo que el trabajador que tiene que vender su fuerza de
trabajo. Imaginemos un taxista que para vivir tiene que pagar el
alquiler del taxi que trabaja. El efecto final podría ser el mismo
que si fuera un asalariado del taxi.

154
op. cit., p. 65.
105

(2) El enfoque de la teoría de los juegos. La idea fundamental de


este enfoque consiste en comparar la explotación considerando la
organización de la producción como si de un juego se tratase. En este
juego los actores disponen de diferentes tipos de activos
productivos (es decir, recursos tales como el capital o las
destrezas laborales) que aportan a la producción y que ponen en
movimiento para obtener renta respetando una serie de normas (las
reglas del juego). La estrategia consiste en preguntarse si
determinados colectivos estarían mejor o peor si se retiraran de
este juego con sus activos productivos y organizaran un juego
distinto.
Dicho en términos más formales un grupo de actores A explota
a un grupo de actores B si (a) existe un juego alternativo y viable
en el que B estaría en mejor situación que en la situación anterior
y (b) como consecuencia A vería disminuir su bienestar. Estos dos
criterios no son suficientes para definir la explotación. Con estos
dos requisitos podría considerarse que los parados o los
minusválidos que cobran subsidios explotan a las personas con
empleo. Es decir, las personas con empleo vivirían mejor si no
tuvieran que transferir recursos a los parados y minusválidos y
estos estarían peor si no percibieran subsidios. Por tanto, falta
una tercera condición y es que el grupo A impide -o trata de impedir
y lo consigue, al menos, en términos históricos- que B se retire del
juego.
Roemer utiliza estos criterios para definir cuatro tipos de
explotación que aclararán esta extraña terminología que estamos
empleando: explotación feudal, explotación capitalista,
explotación socialista y explotación de status.
La "explotación feudal" se basa en la sujección del trabajador
por medio del vínculo feudovasallático, lo que le obliga a trabajar
gratuitamente -o si se prefiere a cambio de protección-, las tierras
del señor. Cuando los economistas neoclásicos afirman que en el
capitalismo los trabajadores no son explotados, en realidad lo que
afirman es que no son explotados feudalmente. La solución para los
campesinos sería retirarse del juego feudal con sus activos y
desentenderse de los señores feudales.
106

La "explotación capitalista" se funda en la distribución


desigual de los medios de producción. Los capitalistas poseen medios
de producción, la clase obrera no, con lo cual los primeros poseen
más y los segundos menos de lo que sería su parte alícuota. Roemer
considera la explotación a través de la compraventa de fuerza de
trabajo como una forma particular de la explotación capitalista, a
la que denomina "explotación marxista". Sin embargo, como hemos
visto, es posible una relación enteramente isomorfa puede tener
lugar a través del mercado de crédito en condiciones de libre
competencia, es decir, si los propietarios de medios de producción,
en vez de comprar la fuerza de trabajo de los que carecen de ellos,
se los arriendan como capital en préstamo.
La "explotación socialista" está poco elaborada en Roemer.
Sería la explotación propia de un hipotético socialismo
democrático. Se funda en la distribución desigual de las
cualificaciones y el talento. Los que poseen un nivel de
cualificación mayor que la media explotan a los que poseen un nivel
menor que éste. Esto es así, siempre y cuando el nivel de renta de
las personas con cualificación no supere el tiempo de trabajo medio
socialmente necesario para adquirira.
La explotación de status, propia del "socialismo realmente
existente", se basa en la distribución desigual del poder y la
autoridad. Quienes ocupan posiciones directivas en la jerarquía del
partido y del estado explotan a quienes están fuera de ellas.
Algunas de estas aportaciones de Roemer son imprecisas y
requieren una reformulación. En concreto, Wright señala tres: la
diferenciación entre opresión económica y explotación económica, la
reformulación del concepto de explotación feudal y la sustitución
de la expresión de explotación de status por la de expotación de
organización.
(1) Explotación económica y opresión económica. Roemer se vio
obligado a rechazar el enfoque de la transferencia del trabajo, dado
que podía conducir a la paradoja de que los ricos explotan a los
pobres. Imaginemos un campesino rico que después de trabajar su
tierra desea seguir trabajando y para eso alquila a un campesino
pobre -cuyas preferencias priman el ocio sobre el trabajo- su
parcela- Aquí, la única transferencia de trabajo va del campesino
107

rico al pobre, con lo cual se llegaría a la peregrina conclusión de


que el pobre explota al rico.
El concepto de explotación añade a la idea de opresión -es
decir, el impedimento de la retirada del juego- la idea de que el
bienestar de unos depende del trabajo de los explotados. El
campesino pobre no explota al rico porque no le oprime: para
susbistir no tiene necesidad de trabajar las tierras del pobre.
La explotación implica la apropiación del fruto del trabajo
de otros, lo que supone que una persona consume más de lo que produce.
Por ejemplo, si los empleados que tienen titulaciones educativas
superiores consiguen restringir el acceso al mercado de nuevos
titulados, pueden conseguir que se incremente el coste de sus
servicios.
(2) Reformulación del concepto de explotación feudal. En el esquema
de Roemer solo se distinguen dos tipos de activos: los físicos
(activos alienables) y los activos de destrezas (activos no
alienables). Aquí lo que hace Wright es introducir la matización de
que la fuerza de trabajo es un activo, de tal manera que lo que ocurre
es que los campesinos poseen cada uno menos de una unidad de fuerza
de trabajo, su propia fuerza de trabajo. El campesino se ve obligado
a entregar parte de su trabajo al señor feudal.
(3) La explotación basada en los activos de organización. Roemer
categoriza la explotación que se da -¿o se daba?- en las sociedades
del Este en términos de explotación de status. Se trata de un término
poco acertado. En primer lugar, el término status está fuera del
ámbito de la explotación. En segundo lugar, resulta difícil
diferenciar la explotación de status de la explotación feudal. El
señor recibe determinada renta porque ocupa determinada posición.
Por estas razones, Wright considera que es mejor hablar de
explotación basada en los activos de organización. La organización
en sí es una fuente de productividad. La capacidad de organizar el
proceso productivo se convierte en una base de explotación.
Podemos entender todo esto mucho mejor analizando siguiente
esquema que presenta una posible línea de evolución histórica.
108

Activos, Explotación y Clases.

Tipo de estructura Principal activo Mecanismo de Clases Tarea central de la


de clase desigualmente explotación transformación
distribuido revolucionaria

Feudalismo Fuerza de trabajo Extracción Señores y vasallos Libertad individual


coercitiva de
plustrabajo

Capitalismo Medios de Intercambios Capitalistas y Socialización de


producción mercantiles de trabajadores los medios de
fuerza de trabajo y producción
de mercancías

Socialismo Organización Apropiación Directivos/ Democratización del


burocrático de planificada y burócratas y no control
estado distribución del directivos organizativo
plustrabajo basada
en la jerarquía

Socialismo Destrezas Redistribución Expertos y Igualdad sustantiva


negociada del trabajadores
plustrbajo desde
los trabajadores a
los expertos

A partir de todo lo anterior Wright establece una parrilla


constituida por doce clases distintas. En la primera columna se
encuentran los propietarios de los medios de producción: pequeña
burguesía, pequeños propietarios y capitalistas. En las restantes
se encuentran los asalariados jerarquizados en torno a dos líneas
delimitadas por el grado de control sobre los bienes de organización
y la posesión o no de titulaciones educativas.

Propietarios No propietarios

1. Burguesía 4. Directivo 7. Directivo 10.Directivo no


cualificado semi-cualificado cualificado

2. Pequeño 5. Supervisor 8. Supervisor 11. Supervisor no +


empleador cualificado semi-cualificado cualificado
Activos
3. Pequeña 6. Expertos 9. Trabajador 12. Proletariado
0 de
burguesía semi-cualificado
organización

+ 0 - -
Activos de cualificación
109

Una de las consecuencias de esta reconceptualización es que


deja de ser axiomático que el proletariado sea la única clase rival
del capitalismo. Sería posible, al menos en el terreno de las
hipótesis, que las directivos o los expertos pudieran constituir una
coalición anticapitalista, una posibilidad teorizada desde
diferentes perspectivas.

Puede haber otros mecanismos por medio de los cuales los


individuos o los grupos sean capaces de apropiarse de parte del
plusvalor social. El control de los medios de salvación puede
proporcionar a las iglesias la capacidad de explotar a sus adeptos.
La dominación masculina en el seno de la familia puede permitir a
los hombres apropiarse del plusvalor en la forma de servicios
domésticos de su esposas.
¿Por qué privilegiar las relaciones de propiedad en el análisis
de las clases?, ¿por qué no hablar de clase religiosas, o de clases
militares, o de clases basadas en el género?
En primer lugar, el concepto de clase es una figura esencial
en la explicación del cambio social. El desarrollo de las fuerzas
productivas juega un papel fundamental. El control de las relaciones
de producción definen el terreno básico de los intereses con
respecto al desarrollo histórico.
(...) el concepto de clase es básico en la explicación de las grandes
transformaciones sociales. En tales transformaciones, el
desarrollo de las fuerzas productivas juega un papel decisivo.
Incluso si no concedemos al desarrollo de las fuerzas
productivas un papel autónomo, transhistórico y dinámico en
la teoría de la historia, sin embargo puede mantenerse que sea
cual sea el desarrollo de la historia es el resultado del
desarrollo de las fuerzas productivas.155

En segundo lugar, las relaciones de producción son una base


distintiva para la explotación porque están implicadas en la

155
op. cit., p. 97.
110

subsistencia básica de los explotados. Las relaciones de propiedad


no solo determinan los mecanismos por los que se apropia el
plusvalor, sino que al mismo tiempo determinan los mecanismos por
los que los explotados acceden a la subsistencia, a su medios de
existencia.

Posteriormente Wright ha detectado aun nuevos problemas, en


concreto tres, con esta nueva categorización de las clases. El
primero es el hecho de que hay gente, más en unos países que en otros,
que tiene más de un empleo o que tiene más de una fuente de ingresos.
El segundo, al que en parte trató de responder en libro Clase, crisis
y estado, es el de la posición de clase de los niños, las amas de
casa, etc. Y, el tercero, se refiere a la dimensión temporal de las
situaciones de clase. Veamos con cierto detenimiento cada uno de
estos problemas.
(1) Situaciones múltiples. Hasta ahora Wright había supuesto que la
gente solo tenía una posición de clase, fuera monolítica,
contradictoria o sometida a explotaciones múltiples.
Hay gente que tiene más de un empleo. En los países capitalistas
más desarrollados esta es una situación cada vez menos frecuente,
pero en otros la situación no es así. Wright cita el caso de Hungría,
donde se calcula que el 75% de los hogares recibe algún tipo de renta
procedente del autoempleo, pese a que menos del 5% son autoempleados
en su trabajo principal.
Además hay gente que, en lugar de tener dos empleos, tiene
varias fuentes de renta, derivadas de la propiedad de bienes
inmuebles o de bienes muebles. Hay personas que disponen de acciones
de empresas, lo cual no las convierte, en la mayoría de los casos
en una fuente de ingresos relevantes, lo que permite excluir de esta
situación a la mayoría de los accionistas (lo cual sirve para echar
por tierra la idea thacherista de capitalismo popular).
(2) Situaciones de clase mediadas. Hay personas que no están
directamente vinculadas a los procesos de producción. Este sería el
caso de las amas de casa o de los niños. Este concepto es esencial
para vincular el análisis de clase con el de género, tema que veremos
con mayor detenimiento más adelante. Ahora apuntaremos simplemente
que
111

La situación de clase de los maridos y las mujeres deberían tratarse


como una función tanto de su situación directa de clase y de
su situación mediada. Esto significa que en ciertos aspectos
comparten una situación de clase común y en otros aspectos
tienen -potencialmente- diferentes situaciones de clase. Los
"intereses de clase" globales de los individuos, por tanto,
se forman como resultado de algún tipo de combinación ponderada
de estas situaciones de clase mediadas y directas156.

(3) Situaciones temporales. Una objección que se puede hacer a los


análisis marxistas es el hecho de que tratan de un modo estático a
las clases. Wright aduce el ejemplo de una empresa en la que los
directivos, antes de ejercer de tales, han de pasar por un periodo
de formación consistente en efectuar trabajos de inferior nivel
-para que conozcan la realidad de la empresa-. Si durante un tiempo
estos futuros directivos realizan trabajos administrativos de bajo
nivel sería absurdo incluirlos durante ese momento en la clase
obrera. Aquí no cabría hablar de movilidad social, sino de carreras
ocupacionales. Existe un cierto grado de indeterminación en la
situación de clase de los individuos. Esta temporalidad permite
introducir el concepto de clase en la sombra (shadow class) que sería
la situación de clase que ocuparía, por ejemplo, un ama de casa en
el caso de enviudar o divorciarse.

En el marco de las explotaciones múltiples Wright ha emprendido


el llamado Proyecto Comparativo de estructura de clases. Este
proyecto, como el propio Wright explica157, surge como consecuencia
de las deficiencias detectadas en la investigación marxista sobre
las clases. Hasta hace bien poco las investigaciones empíricas de
corte marxista se habían restringido a las investigaciones
históricas o a las de corte cualitativo. Por parte de los marxistas
había una fuerte oposición a todo lo que pudiera identificarse con
el positivismo, lo que explica el rechazo a las investigaciones de

156
op. cit., p. 328.

157
E.O. Wright, "The Comparative Project on Class Structure and
Class Conciousness: An Overview", Acta Sociologica, 32, 1, 1989.
112

corte estadístico. Wright considera que la única manera de que el


marxismo sea considerado como un enfoque serio en los ambientes
académicos es hacer ver el poder explicatvivo de esta teoría. El
marxismo mejororía mucho si se aprovecha de las ventajas derivadas
de la investigación estadística.
Uno de los principales problemas con que tropieza este intento
es la ausencia de datos apropiados para llevar a cabo tal
investigación, lo que supone la necesidad de elaborar tales datos
Muchas veces se hace difícil conseguir financiación para una
investigación que se presente en términos marxistas.
Para subsanar este problema mantuve que el Proyecto Comparativo
ayudaría a remediar dos desajustes significativos entre los
debates teóricos y la investigación empírica en la sociología.
El primero se refiere al papel del marxismo en la sociología,
especialmente las teorías de las clases y la desigualdad.
(...).
El segundo desajuste(...) se refiere a la relación entre la teoria
macro-estructural y los análisis de datos empíricos. A pesar
de que el núcleo de muchas teorías sociológicas se centra en
las causas y consecuencias de las propiedades
macro-estructurales de las sociedades, las investigaciones
sistemáticas macro-comparativas han desempeñado un papel
relativamente marginal en la investigación sociológica
contemporánea.158

Hoy en día este proyecto se está realizando o ya se ha realizado


en países como los Estados Unidos, Suecia, Reino Unido, Australia,
Finlandia, y también España.
Los focos de interés teórico de este proyecto son múltiples.
Baste con citar las siguientes áreas: descripción de estructuras de
clases de diferentes países, estudios comparativos de estructuras
de clases, poder explicativo de diferentes teorías de las clases,
conciencia de clase, temporalidad y estructura de clases, las
mujeres en la estructura de clases, el grado de apertura de las
fronteras de clase.

5.2. PRINCIPALES ENFOQUES NEOWEBERIANOS.

158
op. cit., p. 4.
113

5.2.1. LAS CLASES SOCIALES EN DAHRENDORF.159


Dahrendorf arranca de una valoración crítica de la obra de
Marx. Los análisis de este último son un acierto en lo que se refiere
a la sociedad del siglo XIX, pero su esquema interpretativo es
difícilmente aplicable al siglo XX. De acuerdo con Dahrendorf, Marx
no distingue los dos sentidos con que cabe comprender el concepto
de propiedad. Por un lado, la propiedad puede ser concebida como el
control de los medios de producción, es decir, como el derecho de
propiedad reconocido jurídicamente. Por otro lado, cabe concebir la
propiedad como un caso especial de autoridad, como el control
directivo de la empresa.
Dado que Marx no concede importancia a esta distinción, es
incapaz de analizar el significado de la división del trabajo entre
los directivos, que son quienes ejercen el control efectivo de la
empresa, y los propietarios o accionistas, quienes delegan en los
primeros la gestión de la empresa.
El capitalismo es solo una de las formas posibles de sociedad
industrial. Según Dahrendorf, la sociedad actual, aun siendo
industrial, ha dejado de ser capitalista. Los cambios más
significativos son los siguientes:
1. La descomposición del capital. El desarrollo de las
sociedades anómimas hace que la figura del capitalista se
descomponga en dos: el accionista y el directivo. Es lo que
Dahrendorf denomina el desarrollo del "racionalismo económico". En
este sentido Dahrendorf sigue los razonamientos de Berle y Means.
Estos autores señalaban que, en 1929, el 65% de todas las sociedades
americanas eran sociedades por acciones, lo que representaba el 80%
de todo el capital empresarial. Rosenstiel habla de 8.6 millones de
poseedores de acciones (aproximadamente el 8% de la población
adulta) en los Estados Unidos en el año 1956160. La separación entre
ambas funciones es prácticamente total. En este sentido,

159
R. Dahrendorf, Las clases y su conflicto en la sociedad

industrial, Madrid, Rialp, 1979.

160
op. cit., p.65.
114

Dahrendorf, señala que de las 200 mayores empresas norteamericanas,


solo una media del 1.74% de los votos de accionistas recaía sobre
los managers. La autoridad, dentro de la empresa, ha pasado a este
colectivo. Esto da lugar a una nueva forma de estratificación.
En el lugar de los propietarios, privados ahora de función, aparece
ahora, como nuevo sector superior, el que integra la jerarquía
funcional de la producción. Se recluta ésta unas veces entre
antiguos capitalistas y otras entre elementos nuevos, pero
desarrolla progresivamente sus rasgos característicos
funcionales y su propia ideología161.

La separación de la propiedad y del control deja intacta la


división bipartita de autoridad en la empresa industrial, es decir,
la existente entre quienes planifican y ejecutan y los que disponen
y obedecen.
2. La descomposición del trabajo. Marx, como vimos, sostenía
que el trabajo tendía a homogeneizarse, subsumido bajo el proceso
de descualificación marcado por el desarrollo de los procesos
laborales capitalistas. Por contra, Dahrendorf sostiene que la
clase obrera se ha diversificado cada vez más. A partir de finales
del siglo XIX se puede dar por concluida la tendencia hacia la
descualificación del trabajo.
En realidad, hasta finales del siglo XIX puede comprobarse un
continuo crecimiento de la proporción de los trabajadores no
especializados dentro del conjunto de la clase trabajadora.
Quiere ello decir que se consideró suficiente, dada la
constitución social del momento, el empleo de fuerzas de
trabajo sin formación ni experiencia algunas. Se pensaba que
las actividades industriales no requerían una cualificación
que fuera más allá de un nivel de adecuación. Mas a partir de
la intensificación y racionalización industrial se produjo un
cambio esencial en esta idea. Se volvió a descubrir el valor
de las especializaciones en el hombre como factores de
producción, no obstante haber variado las necesidades técnicas
de la mayoría de los procedimientos de trabajo. En realidad,
solo un número reducido de cualificaciones, nuevamente
descubiertas, correspondían al plano técnico-funcional. Se
consideró, incluso, más eficaz exigir de la mayoría de los
trabajadores ciertas condiciones extrafuncionales, como

161
op. cit., pp. 67-68.
115

sentido de la responsabilidad, capacidad de adaptación,


comprensión e inteligencia162.

Dahrendorf diferencia tres niveles de destrezas entre los


trabajadores: cualificación, especialización y no cualificación.
Los trabajadores cualificados son cada vez más numerosos. Los
trabajadores especialistas, cuyas cualificaciones
técnico-funcionales, son más bien modestas, constituyen la mayor
parte de la clase trabajadora. Por contra, los trabajadores no
cualificados han ido reduciendo su participación porcentual en la
clase obrera hasta oscilar entre el 10 y el 20%.
3. El crecimiento de una nueva clase media. Este crecimiento
es consecuencia del desarrollo de las grandes empresas y la
consiguiente necesidad de ampliar las labores destinadas a
administración, contabilidad, etc. El desarrollo de esta clase ha
sido espectacular. Hacia la última década del siglo XIX la
proporción entre empleados y trabajadores estaba, aún en las
industrias de los países más desarrollados, muy por debajo del 10%.
Hacia mediados de los años treinta suponían más del 15% y a mediados
de los cincuenta superaban el 20%.
Con los empleados y funcionarios ha surgido un nuevo sector,
frente al cual caben, por lo menos, dos tipos de caracterizaciones.
Una posibilidad es considerarlos como parte de la clase trabajadora,
diferenciada de esta tan solo por rasgos superficiales. Tal es la
posición de Geiger y, hasta cierto punto, de Mills. Frente a esta
postura está la de quienes caracterizan a este colectivo como clase
media. Aquí Dahrendorf sigue la teoría de las delegaciones de
Croner, Renner y Bendix. Se trata de un colectivo que asume funciones
otrora desempeñadas por los empresarios, quienes, en un acto de
confianza, delegan en él algunas de sus funciones. Dahrendorf
propone una solución que combina ambas propuestas.
¿Quiénes pertenecen a esta nueva categoría de burócratas y
empleados? Para responder a ello, propone una teoría tanto vertical
como horizontal. Verticalmente, abarca desde el directivo hasta el
repartidor de cartas, desde del secretario de Estado hasta la

162
op. cit., p. 72.
116

mecanógrafa, desde el juez federal al jefe de taller.


Horizontalmente se extiende desde el funcionario del Estado hasta
el empleado industrial, desde el empleado de una pequeña tienda
hasta el empleado de banca.
Con un criterio horizontal tal división abarca tres grandes
esferas: la administración pública, la industria y el comercio. La
administración pública se refiere a los empleos administrativos de
los municipios, las regiones y el Estado. La industria debe incluir,
además de las empresas privadas, a las empresas públicas de
transporte, de suministro de energía eléctrica, etc. El comercio,
incluye, además del propio comercio, la banca y los seguros.
Según un criterio vertical abarca los "puros burócratas", los
expertos y los "meros" empleados. El "puro burócrata" es un empleado
al que se confían cometidos administrativos en sentido amplio. El
"mero" empleado no tiene asignados cometidos preferentemente
administrativos. El experto se diferencia del burócrata porque su
actividad no es administrativa y del "mero" empleado por su
cualificación. Las secretarias, los contables y los jefes de sección
son "puros" burócratas; las vendedoras, los repartidores de cartas
y los jefes de taller, "meros" empleados; los médicos de empresa,
los jueces y los ingenieros, expertos. En la Administración pública
solo hay expertos y burócratas, mientras que las otras dos esferas
hay además meros empleados. Del cruce de ambos criterios -horizontal
y vertical- surgen ocho categorías. A partir de aquí podemos
elaborar un cuadro cuyos números hacen referencia a las teorías que
explican la existencia de cada una de las ocho categorías.
NUEVA CLASE Puros Expertos Meros
MEDIA burócratas empleados
Administración 3 3 --
pública
Industria 1 1 2
Comercio 3 3 2

Para los burócratas y expertos (1) de la industria se puede


aplicar la teoría de las delegaciones.
117

Para los "meros" empleados (2), desde la vendedora al


repartidor de cartas o al conductor de autobús, resulta aplicable
la teoría marxista. Estos asalariados ocupan situaciones de
trabajadores.
En lo que se refiere a esta parte de la "nueva clase media" no
encontramos más que una pura diferenciación de cometidos de
estos cargos ejecutivos, sin consecuencias inmediatas para la
estructura de clases163

En lo concerniente a los burócratas y expertos del comercio


y de la Administración pública(3), estos constituyen el grueso de
la nueva clase media. Se trata de un grupo excesivamente heterogéneo
que difícilmente llega a articular una conciencia de clase, a pesar
de que "la apetencia de elevación y las preocupaciones de prestigio
constituyen una característica de muchos burócratas y empleados"164
4. El aumento de los índices de movilidad social. Este aumento
se traduce en la dulcificación de la frontera entre clases y
convierte el conflicto de clases en un conflicto entre individuos.
Aquí Dahrendorf cita diversos estudios que prueban el aumento de la
movilidad social ascendente y descendente en la sociedad industrial
desarrollada.
5. Los derechos de ciudadanía. La consecución de los derechos
de ciudadanía, manifestados en el sufragio universal y el desarrollo
del Estado del Bienestar. Dahrendorf se apoya en T.H. Marshall.
Marshall, como vimos, distingue tres aspectos de los derechos de los
ciudadanos a la igualdad: el legal, el político y el social. El
primero es una conquista del siglo XVIII, el segundo del XIX y el
tercero del siglo XX. Esta extensión de los derechos de ciudadanía
hace que en lugar de hablarse de la proletarización de los sectores
medios, se hable de aburguesamiento del proletariado.
6. Institucionalización del conflicto de clases. El conflicto
de clases se institucionaliza mediante procedimientos consensuados
de arbitraje en los conflictos industriales.

163
op. cit., p. 80.

164
op. cit., p. 80.
118

Las armas, métodos y técnicas de la lucha de clases han sido


reconocidos y simultáneamente sometidos a control. La lucha
tiene lugar conforme a determinadas reglas de juego. Con ello
se ha privado a la lucha de clases de su punta más afilada y
transformando aquella en una relación de tensión entre dos
factores de poder que mantienen el equilibrio de la balanza165.

Dahrendorf se plantea la controvertida cuestión de si existen


aun clases. Su respuesta es inequívocamente afirmativa. Su
respuesta mantiene que hay clases allí donde existan asociaciones
de dominación. Esto plantea un serio problema. Significaría que hay
clases no solo en la industria y en la burocracia, sino que también
las habría, como señalaba Giddens, en los clubes de cricket.
Siguiendo este criterio, un mismo individuo podría pertenecer
simultáneamente a tantas clases como a asociaciones de dominación
perteneciera. Dahrendorf es extremadamente claro al respecto:
Clases sociales y conflictos de clases existen en todas partes
dentro de aquellas asociaciones en las que se distribuye
desigualmente la autoridad según las posiciones sociales166.

En la industria está bien clara la existencia de dos clases:


quienes ejercen la autoridad estarían de un lado de la frontera y
quienes carecen de ella del otro. Ahora bien, ¿dónde meter a aquellas
personas como los ingenieros, los químicos, los físicos, los
juristas, los psicólogos y otros profesionales que no ejercen
autoridad directa -a los que Dahrendorf se refiere como la "plana
mayor"? De nuevo el problema se resuelve recurriendo a la
distribución de la autoridad.
Más frecuente es, sin embargo, que esta "plana mayor" esté vinculada
a la línea de autoridad a través de un sistema complejo de
relaciones, careciendo sus miembros de capacidad directa de
mando. En este caso, la situación de clase de los especialistas
queda relativamente indeterminada, ya que ni son elementos
ejecutivos ni de mando, estando sus puestos al margen de la
estructura jerárquica de la empresa. Solo en la medida en que
son elementos auxiliares de la dirección tienen una autoridad

165
Th. Geiger, Die Klassengesellschaft in Schmeltztiegel, p.

101. Citado en Dahrendorf, op. cit., pp. 100-101.

166
op. cit., p. 271-272.
119

indirecta, a veces relevante, por lo que pueden ser


considerados como integrando un sector marginal de la clase
dominante de la empresa industrial167.

En lo que se refiere a las organizaciones burocráticas, estas


se diferencian de las industriales en un punto esencial. Es el hecho
de que en estas últimas los límites que separan a quienes ejercen
de autoridad de quienes no lo hacen están muy claros. En este sentido
son organizaciones dicotómicas. Por contra, en las organizaciones
burocráticas existe una graduación de competencias, siendo en tal
sentido organizaciones jerarquizadas.
(...) todos los titulares de funciones burocráticas figuran, en la
asociación de dominación de la sociedad política, del mismo
lado de la divisoria que separa a los titulares de autoridad
de aquellos que carecen de ella168.
Todas las funciones burocráticas son titulares de autoridad,
aunque a veces es una autoridad difícilmente perceptible.
Llegados aquí, queda responder a la cuestión de cuál sea la
clase dominante. Dahrendorf rechaza las soluciones propuestas por
Burhman, Mills, Renner o Reisman. Burham en un principio equipara
la clase dominante con los directivos, para a continuación ofrecer
una ampliación del concepto de manager hasta incluir en él a los
burócratas, los parlamentarios, los dictadores y a otros grupos
dominantes. Mills añade a la élite capitalista de las "60 familias"
los "nuevos hombres de poder", los funcionarios sindicales,
políticos, etc.. Renner habla de la existencia del imperio exclusivo
de la ley, resultado de la democracia política. Sin embargo no
explica en qué consiste esta ley o cómo se aplica. Riesman equipara
la clase dominante con los llamados grupos vetantes. Cada uno de
estos grupos representa alguno de los intereses parciales de las
clases dominantes. Por tanto, más bien hay una pluralidad de grupos
dominantes, ninguno de los cuales domina a los demás.
Frente a estas dificultades Dahrendorf defiende que la clase
dominante está constituida por los ministros, los parlamentarios (o

167
op. cit., p. 283.

168
op. cit., p. 311.
120

más exactamente los elementos integrantes de los grupos


parlemantarios en el gobierno) y las jefaturas burocráticas.
¿A qué posiciones -hemos de preguntarnos- corresponde en las
sociedades industriales desarrolladas la última facultad de
dominación? ¿De qué posiciones parten las directivas que la
burocracia administra? La respuesta a tales preguntas no solo
no es difícil, sino que resulta trivial. Las verdaderas
posiciones de dominación en la esfera política, corresponden,
en las sociedades modernas, junto al aparato burocrático
estatal, a los puestos de ministro (en la medida en que se trate
de ministros del poder ejecutivo) y a los parlamentarios, o
más exactamente, a los elementos integrantes de las fracciones
parlamentarias gubernamentales. Por razón de sus posiciones,
constituyen los titulares de estos tres grupos de cometidos,
esto es, los diputados de los partidos gubernamentales, los
ministros y las jefaturas burocráticas, la clase dominante de
las sociedades desarrolladas169.

5.2.2. LAS CLASES SOCIALES EN PARKIN170


Parkin comienza su estudio sobre las clases desde una
valoración crítica de las aportaciones del marxismo y de la
sociología al estudio de la estructura de clases.
Quizás el único punto de acuerdo en lo que se refiere al estudio
de las clases es la división entre trabajo manual y no manual. Esta
división carece de cualquier tipo de connotación que implique
enfrentamientos, al contrario de lo que ocurre con los conceptos de
burguesía y proletariado.
Esta división aun podría ser operativa en el marco de la empresa
capitalista. La situación se complica a medida que el sector público
emplea a un porcentaje elevado de la población asalariada. La base
para integrar a los trabajadores no manuales de niveles intermedios
o bajos en la clase dominante deriva de la idea de que se han
identificado con los intereses del capital (basta quizás para ello

169
op. cit., p. 319.

170
F. Parkin, Marxismo y teoría de clases. Una crítica burguesa,
Madrid, Espasa-Calpe, 1984.
121

con pensar en la actitud pasiva de los trabajadores de oficinas en


una de las últimas huelgas de la empresa madrileña de autobuses EMT).
Esto es más difícilmente sostenible para los trabajadores del sector
público. En este último en muchas ocasiones los trabajadores no
manuales carecen de la presencia física de un grupo de trabajadores
manuales a los que considerar como inferiores. Además, como indica
Parkin, aquí es mucho más difícil que el empleado pueda trasladar
sus destrezas laborales a otro ámbito de trabajo, con lo que el
empleador público ejerce una especie de monopolio de demanda de
fuerza de trabajo.
La pura relación de propiedad o no propiedad de los medios de
producción apenas sirve para captar los cambios en la estructura de
clases. Así, desde un enfoque marxista, Westergaard y Resler, al
hablar de la nueva pequeña burguesía, introducen criterios de
mercado, los cuales infuyen decisivamente en la determinación de sus
ingresos. Fue Weber y no Marx quien planteó el marco teórico dentro
del cual captar las clases en términos de oportunidades de mercado.
"Dentro de cada neomarxista parece encontrarse un weberiano ansioso
por salir", concluye Parkin171.
Parkin propone el concepto weberiano de cierre social. De este
modo las divisiones de clase se fundamentan en cuál sea el tipo de
cierre al que recurren prioritariamente los distintos grupos
sociales.
Por cierre social Weber entiende el proceso mediante el cual las
colectividades sociales buscan ampliar al máximo sus
recompensas limitando el acceso a los recursos y oportunidades
a un número restringido de candidatos. Ello supone la necesidad
de designar ciertos atributos sociales o físicos como bases
justificativas de tal exclusión. Weber supone que deben
considerarse todos los atributos de grupo -raza, lengua,
origen social, religión- por cuanto se los puede emplear para
monopolizar determinadas oportunidades, normalmente
económicas. (...) Su intención es siempre cerrar el acceso a
oportunidades sociales y económicas a extraños.172

171
op. cit., p. 44.

172
op. cit., p. 69.
122

No obstante, Weber no vinculó el concepto de cierre social a


la formación de clases sociales.
Parkin distingue tres tipos de cierre social: el excluyente,
el usurpador y el dual.
A) Cierre social excluyente. Parkin considera que el "rasgo
específico del cierre social excluyente es la pretensión por parte
de un grupo de asegurarse una posición privilegiada a expensas de
otros grupos mediante un proceso de subordinación".173 Se trata de
una forma de acción colectiva que da lugar a la categoría social de
los rechazados o extraños. Gráficamente, el cierre social
excluyente supone la utilización del poder hacia abajo porque
implica necesariamente la creación de un grupo, clase o estrato de
individuos definidos como inferiores. Esto da lugar a una reacción
por parte de los excluidos, quienes hacen uso de su poder en un
sentido ascendente con la pretensión de apropiarse de los recursos
de que han sido excluidos.
La exclusión es la forma principal de cierre social en todas
las sociedades estratificadas. Históricamente, el nacimiento y
consolidación de los grupos dominantes fue debido al "control
monopólico sobre recursos valiosos tales como la tierra,
conocimientos esotéricos o las armas, por parte de un círculo
limitado de individuos marcados por determinadas características
sociales".174 Las formas burguesas de exclusión se apoyan en lo que
Weber llamó la adscripción racional a los valores. Entre los
ejemplos de cierre social Weber menciona el uso de exámenes de
cualificación, un periodo de prueba, elección de nuevos miembros
mediante el voto, la admisión en virtud de los logros, abierta a todo
el mundo.
En la sociedad capitalista moderna los dos dispositivos
principales de exclusión que la burguesía emplea para formarse y
mantenerse como clase son, primero, la propiedad y, segundo, las
calificaciones y los méritos académicos o profesionales.

173
op. cit., p. 70.

174
op. cit., p. 74.
123

La propiedad es un elemento que permite restringir el acceso


a los medios de producción a la mayoría de la población. Parkin
rechaza la idea de Dahrendorf de la propiedad como una manifestación
del fenómeno más amplio de la autoridad y la considera como una forma
de exclusión. En este sentido se apoya en Durkheim, quien afirmaba
que "el derecho de propiedad es el derecho que posee un individuo
de excluir a otros individuos o entidades colectivas del uso de un
determinado objeto"175.
El concepto de propiedad se ha devaluado en la moderna
sociología de las clases debido a su vinculación con la idea de
herencia y su alejamiento de los ideales de mérito y sacrificio
personal. En el manifiesto funcionalista de Davis y Moore recibe
únicamente una referencia marginal en el sentido de que la propiedad
estrictamente legal y carente de funcionalidad es ilegítima. En
términos similares, Durkheim declaró que la herencia de la propiedad
estaba ligada a prácticas y a conceptos arcaicos para los que no hay
lugar en la ética de hoy en día.
A diferencia de la propiedad, la titulación educativa se asocia
con el esfuerzo individual y aparece como un criterio legítimo de
otorgamiento de recursos privilegiados a los individuos. Ahora
bien, el uso de los títulos educativos ha dado lugar a formas de
cierre social y por tanto de explotación. Esto es lo que se suele
conocer como credencialismo, estrategia a la que recurren
habitualmente los grupos profesionales. Por "credencialismo se
entiende el uso exagerado de los títulos educativos como medio de
controlar la entrada a posiciones claves en la división del
trabajo".176 La posesión del título se asocia con la posesión de
determinados conocimientos, sobre los cuales los profanos, o sea los
clientes, no tienen derecho a opinar, lo que permite al profesional
una amplia libertad de movimientos.
Las credenciales sirven para limitar el número de individuos
que pueden acceder a una profesión, estableciendo restricciones de

175
op. cit., p. 82.

176
op. cit., p. 82.
124

los tipos más variados: desde numerus clausus en las universidades,


hasta la determinación de cuántos profesionales puede haber por
barriada o por número de habitantes. Es decir,
la profesionalización puede entenderse como una estrategia
dirigida, entre otros propósitos, a limitar y a controlar la
oferta de aspirantes a una determinada ocupación con objeto
de preservar o mejorar su valor en el mercado. La tendencia
universal entre las profesiones consiste en elevar los niveles
mínimos de entrada a medida que un creciente número de
candidatos alcanza cualificaciones que fueron escasas hasta
un momento dado.177

Ni siquiera el cuidadoso estudio de Berg178 pudo mostrar que


las variaciones en el nivel de educación se correspondieran con
variaciones en el nivel de calidad. La importancia que se concede
hoy a los títulos se debe a que simplifican y legitiman el proceso
de exclusión. Parkin se apoya en Jencks 179 cuando afirma que "el
empleo de titulaciones o de resultados de exámenes para excluir a
los grupos que no lo alcanzan de los trabajos atrayentes puede
interpretarse bajo el mismo enfoque que cualquier otra forma
arbitraria de discriminación"180. Para los empleadores, los títulos
son una señal que permiten simplificar los criterios de
contratación.
A partir de aquí Parkin compara las profesiones de base
intelectual con las ligadas al deporte y al espectáculo. En estas
últimas es el público el que juzga quien puede dedicarse a ellas,
cosa que no ocurre en las profesiones de base intelectual. Parkin
va aun más lejos y afirma que el hijo de un actor de renombre rara
vez alcanza la fama de su padre si elige la profesión de actor. Aquí

177
op. cit., pp. 84-85.

178
I. Berg, Education and Jobs. The Great Training Robbery,

Harmonsworth, Penguin, 1973.

179
C. Jencks, Inequality, Nueva York, Basic Books, 1972.

180
op. cit., p. 85.
125

Parkin confunde el alcance de la comparación. También puede


afirmarse que es raro que el hijo de un intelectual de renombre
alcance la fama de su padre si sigue la profesión de su progenitor.
Si lo que quiere decir Parkin es que es fácil que el hijo de un
profesional intelectual también se convierta en un profesional, la
cosa parece acertada. También un hijo de actor tiene grandes
posibilidades de ejercer una profesión relacionada con el cine o el
teatro. Y, tanto en las profesiones de base intelectual como en las
vinculadas al deporte o al espectáculo, el público dispone de
ciertas posibilidades de juicio. Por ejemplo, ni todos los abogados
ni todos los futbolistas tienen el mismo nivel retributivo. El
público juzga quien es un buen profesional y eso puede explicar su
retribución. Del mismo modo que hay futbolistas de segunda división,
hay profesionales de segunda categoría. Otra cosa es que
determinados grupos profesionales consigan para todos sus miembros
unos niveles retributivos mínimos que por sí solos son una situación
de privilegio. Este podría ser, por ejemplo, el caso de los notarios.
No obstante, en este caso, habría que tomar en consideración la larga
duración de los estudios (licenciatura más oposiciones) conducentes
al acceso a estas profesiones como explicación de unos elevados
ingresos mínimos.
El empleo de restricciones en el acceso a determinados empleos
no es solo propio de profesiones intelectuales. También se da en
algunos oficios manuales organizados en forma de gremios.
Además de la propiedad y los títulos hay otras bases de
exclusión que funcionan con la misma eficacia que estas dos. Parkin
cita los ejemplos de la pertenencia al partido comunista en los
países socialistas y la exclusión de los negros por los blancos en
el sistema del apartheid.
Las estrategias de cierre social se apoyan en tácticas
legalistas, es decir, buscan que la legislación del estado ampare
sus pretensiones.
Un problema interesante es el de cómo logran o no los padres
que sus hijos hereden su situación de privilegio. Ni la propiedad
ni los títulos bastan para conseguir que los hijos de los grupos
excluyentes sigan perteneciendo a ellos.
126

La propiedad, en una sociedad comercialmente dinámica y en


expansión, es demasiado volátil para servir de salvaguardia
tanto contre el descenso social de la descendencia como contra
la continua infiltración de recién llegados. Constantemente
surgen nuevas familias en las filas de los propietarios aupadas
por la rueda capitalista de la fortuna, mientras otras ya
establecidas se hunden sin dejar rastro. (...) Las formas de
propiedad agraria, industrial, comercial y financiera
tienden, cada una, a poseer una base social distinta, lo cual
dificulta a cualquier grupo asentado sobre una de ellas que
pueda evitar la aparición de nuevos grupos basados sobre las
demás181.

El mismo carácter frágil presentan las titulaciones. No todos


los hijos de las personas con titulación finalmente acaban sus
estudios universitarios. Parkin cita datos de Gran Bretaña según los
cuales menos de la mitad de los hijos provenientes de los grupos
profesionales más altos han conseguido reproducir el status de sus
padres y la mayoría de los restantes han debido conformarse con un
empleo no manual.
Todo ello plantea la cuestión de hasta qué punto la burguesía
se preocupa por su autoperpetuación a través de su descendencia. La
respuesta a esta cuestión proviene de Weber y no es otra que la
adscripción racional a los valores. La consecuencia de creer en los
valores meritocráticos supone caer en el riesgo de que los hijos
desciendan socialmente.
El cierre social excluyente puede basarse en criterios
colectivos y criterios individuales. Un ejemplo aclarará esta idea.
En la antigua sociedad soviética la nomenklatura es un dispositivo
de exclusión individual. Cada aspirante a la nomenklatura es
sometido a un cuidadoso examen para determinar su pureza ideológica.
La clase obrera europea del siglo XIX es un ejemplo de exclusión de
carácter comunitario, puesto que era fácilmente distinguible a
simple vista quien era un proletario y quien no.

181
op. cit., p. 93.
127

B) El cierre social como usurpación. Se entiende por usurpación el


tipo de cierre social puesto en práctica por un grupo como
consecuencia de su carácter de excluido y a las experiencias
colectivas asociadas a esa exclusión. Las acciones de usurpación
comparten el objetivo de apoderarse de una parte de los beneficios
y recursos propios de los grupos dominantes en la sociedad. Esta
apropiación incluye una amplia gama de posibilidades: desde la
redistribución hasta la completa expropiación. Entre los ejemplos
típicos se pueden incluir las luchas entre sindicatos y capital, así
como los programas políticos radicales anticapitalistas. Así mismo
incluye los esfuerzos colectivos de los grupos raciales y étnicos
subordinados para obtener la igualdad de derechos cívicos y
sociales, y también los esfuerzos efectuados por las organizaciones
de mujeres a fin de conseguir la completa igualdad con el hombre.
En todos estos casos se trata de la movilización del poder de que
dispone un grupo o colectividad para utilizarlo contra otro que
mantiene con él una relación dominante. En un sentido metafórico,
la usurpación es el uso del poder en dirección ascendente.
Una de las principales diferencias entre el cierre usurpador
y el excluyente es que el primero tiende a apoyarse fundamentalmente
en la movilización colectiva de los implicados, lo que ocurre, tal
y como señala Parkin, en el caso de las huelgas, manifestaciones,
sentadas, piquetes, etc. La línea de separación entre los actos de
usurpación legales e ilegales es con frecuencia muy tenue y tiende
a ser redefinida una y otra vez a lo largo del tiempo.
La acción sindical es muchas veces considerada como una forma
de chantaje, es decir, como un acto ilegítimo que rompe la
convivencia. Por parte de las clases dominantes las pretensiones
sindicales plantean el problema durkheimiano de cómo imponer
restricciones a las exigencias desmedidas de los grupos
subordinados.
Es posible incrementar la eficacia de los actos de usurpación
mediante lo que Parkin denomina "potencial perturbador", es decir,
la capacidad de generar molestias a la comunidad de modo que esta
puede volverse en contra de los grupos excluyentes, aunque, en
ocasiones, los perjudicados sean los grupos usurpadores. Un ejemplo
128

típico de capacidad perturbadora lo suministran las huelgas en


servicios públicos como transportes, sanidad, educación, etc.
Normalmente el cierre social usurpador no tiene carácter
revolucionario.
Las formas de cierre social propias del área productiva tienen por
objeto combatir los efectos de la exclusión y casi nunca se
proponen el desmantelamiento del aparato institucional de
exclusión.182

En este sentido Lenin acusaba de economicismo o tradeunionismo


al movimiento sindical. Los sindicatos serían incapaces de ir más
allá de la consecución de pequeñas reformas, subidas salariales, que
jamás pondrían en peligro el orden social favorable a los grupos
excluyentes.
En cualquier caso, la lógica del capitalismo parece favorecer
los actos usurpadores. Buena parte de la legitimidad de la sociedad
capitalista deriva de su capacidad para hacer efectiva su promesa
de abundancia para todos.
La perspectiva de mejoras materiales ininterrumpidas es la clave
para la aceptación condicional de todo el montaje político y
económico que pretende dar a la desigualdad una buena
apariencia. Con tal de que la clase menos favorecida sea
consciente de su mejora gradual y se mantega optimista sobre
las perspectivas de modestos avances en el futuro, no va a haber
necesidad de emprender acciones muy elaboradas con fines de
persuasión moral.183

La estabilidad, especialmente tras la segunda guerra mundial,


ha sido consecuencia del crecimiento económico. Si los obreros
insisten en mantener o aumentar su participación en la distribución
de la riqueza el sistema empieza a tambalearse.
Las formas usurpadoras de cierre social se producen en otros
contextos además del de las clases. Parkin destaca la acción
colectiva de las mujeres o las minorías étnicas para conseguir la
igualdad de derechos, acción similar a la que despligan las clases
subordinadas.

182
op. cit., p. 119.

183
op. cit., p. 121.
129

Una de las diferencias importantes que distingue al cierre usurpador


por parte de una clase explotada del efectuado por otros grupos
sociales igualmente explotados es que la primera dispone de
una serie de recursos perturbadores para respaldar sus
pretensiones.184

Es decir, las minorías étnicas o las mujeres no ocupan


normalmente posiciones estratégicas en la división del trabajo que
les permitan adoptar actitudes de fuerza. Sus miembros se hayan casi
siempre dispersos en el mercado de trabajo de forma que cualquier
negativa a seguir prestando sus servicios carecería de efectos
especialmente graves. Por lo general ocupan puestos de trabajo mal
retribuidos y despreciados por los trabajadores del sexo o grupo
étnico dominante.
A falta de represalias basadas en la producción, estos grupos están
obligados a apoyarse, sobre todo, en movilizaciones colectivas
de carácter discursivo con objeto de conseguir sus
reivindicaciones. Esto es, cuando un grupo no tiene la
capacidad de impedir el funcionamiento del sistema en sus
puntos más vulnerables se ve obligado a emprender una
estrategia cuya eficacia radica en el despliegue de
sentimientos morales y de energía política.185

C) El cierre social dual. Exclusión y usurpación no son términos


sinónimos de capital y trabajo. El cierre social excluyente es una
división que tiene lugar tanto entre clases, que es lo que hemos
visto ahora, como dentro de ellas.
Conviene tener en cuenta que el cierre social excluyente
constituye tanto un aspecto de la división y conflicto dentro de las
clases como entre ellas.
Las estrategias de exclusión dirigidas hacia lo que Weber llama
"monopolización de oportunidades" las utiliza normalmente un
segmento de la clase subordinada en contra de otro
perteneciente a la misma, en general sobre la base de
particularidades étnicas, de sexo, de raza y otros atributos
colectivos. Ello quiere decir que la explotación se produce
al mismo tiempo tanto en el interior de la clase subordinada
como contra ella, dado que las formas de acción colectiva

184
op. cit., p. 125.

185
op. cit., p.125.
130

implican un uso del poder que crea una capa de individuos


inferiores socialmente excluidos.186

Parkin aduce los ejemplos de las prácticas obreras de


resistencia masculina a aceptar la igualdad de oportunidades con las
mujeres (tema ya denunciado por Engels), los esfuerzos de los
trabajadores protestantes del Ulster para excluir a los católicos
de los puestos calificados y de los cargos políticos, la acción de
los trabajadores blancos en los EE.UU. para negar a los negros la
igualdad en el acceso a las escuelas y a las viviendas, la pretensión
de un grupo idiomático como en el caso del Canadá o de Bélgica de
monopolizar puestos y recursos claves.
Sin embargo, aunque el cierre social dentro de una clase arranca,
la mayor parte de las veces, de sus supuestos beneficiarios,
tampoco puede decirse que siempre sea así. Un ejemplo de ello
lo constituye la relación entre la clase obrera indígena de
los países del occidente europeo y los trabajadores
inmigrantes que forman un amplio segmento de la mano de obra
no calificada. Resulta evidente que los trabajadores
inmigrantes están situados en una posición negociadora
extremadamente débil como consecuencia de las restricciones
legales de índole punitiva que sobre ellos imponen los diversos
gobiernos europeos.187

No obstante, sería incorrecto imputar a los trabajadores


indígenas la responsabilidad por esta situación. Sin embargo, es
cierto que el movimiento obrero no ha mostrado excesivo interés en
tratar de mejorar su situación.
Parkin aduce ejemplos que prueban que no siempre ha sido la
indiferencia el rasgo que ha caracterizado al movimiento obrero,
sino que, en ocasiones, ha aparecido la hostilidad. El movimiento
obrero australiano, por ejemplo, jugó un papel determinante en la
implantación de una política blanca para su país con objeto de exluir
del mercado de trabajo a la mano de obra de procedencia asiática.
Así mismo los obreros de la costa oeste de Canadá y de los EE.UU.
formaron la Working Men's Protective Association, movimiento que

186
op. cit., p. 128.

187
op. cit., p. 129.
131

hizo de la exclusión de los chinos el punto principal de su


plataforma política. Algo similiar puede decirse con respecto al
movimiento obrero sudafricano. En este último caso la clase obrera
blanca, dado que practica fundamentalmente el cierre social
excluyente sobre la clase obrera negra, pertenecería a la clase
dominante.
Incluso en el contexto de homogeneidad racial, el cierre social
emprendido por un sector de los trabajadores contra otro ha sido un
hecho normal como demuestra el caso de la aristocracia obrera.
El fenómeno del cierre social dual no solo se da entre los
trabajadores, sino que también se produce en los grupos de empleados
a los que normalmente se designa como profesionales bajos o
semiprofesionales.
Se trata de ocupaciones que justifican su demanda de recompensas
sobre la base de calificaciones formales pero que no han sido
capaces de establecer un cierre social profesional mediante
un monopolio legal o el control del número y la calidad de los
aspirantes a ejercerlas. Así se plantean dos preguntas. La
primera es por qué las semiprofesiones no han sido capaces de
completar un cierre social como lo han hecho los abogados, los
médicos y otros monopolios profesionales por el estilo.188

La segunda plantea las razones del ascenso de la afiliación


sindical entre estos asalariados.
Los trabajadores sociales, las enfermeras y las demás
ocupaciones similares constituyen profesiones frustradas. Esto es,
deben considerarse como actividades que no han consolidado su status
profesional.
Por otro lado, las semiprofesiones suelen ser desempeñadas por
mujeres. El hecho de que las mujeres aun sean las principales
responsables de las tareas domésticas las coloca en una mala
posición para que sus actividades laborales alcancen plena
autonomía. No obstante, esta explicación le parece a Parkin
excesivamente sexista. Más interesante parece la explicación de que
la elevada presencia femenina en estas actividades se debe al hecho
de que los hombres han rehusado su ejercicio.

188
op. cit., pp. 146-147.
132

Otra explicación es la que se centra en la creciente


proletarización de las semiprofesiones.

Llegados aquí convendría hacer alguna valoración de las


interesantes y sugerentes aportaciones de Parkin. De acuerdo con él,
como hemos visto, las clases no se definen por su relación con los
medios de producción sino por el tipo de acción colectiva al que
recurren para asegurarse los máximos beneficios posibles. Parkin no
explica si todos los grupos que practican o que son víctimas del
cierre social ursurpador constituyen o no una clase. ¿Qué ocurre con
las mujeres o con las minorías étnicas? A estos grupos nunca les
aplica la denominación de clase. Téngase en cuenta cuál es la
definición de clase que suministra el propio Parkin.
No es la posición del grupo en la división del trabajo o en el proceso
productivo lo que determina su clase, sino el carácter de su
forma de cierre social principal.189

Parkin considera que todos los grupos o clases que practican


el cierre social usurpador, si además practican la exclusión, son
explotadores, lo cual es por lo menos discutible. Una cosa es que
la clase obrera indígena de los países capitalistas pueda elaborar
estrategias de exclusión frente a las minorías étnicas y otra muy
distinta es que sea explotadora de estas minorías.

5.2.3. LAS CLASES SOCIALES EN GIDDENS.


Frente al marxismo, Giddens 190 matiza la importancia de la
estructura de clases en la conformación de los procesos sociales.
Por un lado, y en esto no hace más que sumarse a los enfoques
weberianos, solo en el capitalismo la clase se convierte en un
principio estructural central de la sociedad globalmente
considerada. Por otro lado, en el seno del capitalismo, la clase
explica, junto con otros elementos, como la etnia o el género, la
explotación y la dominación.

189
op. cit., p. 134.

190
A. Giddens, A Contemporary Critique of Marxism, Londres,
MacMillan, 1982.
133

Giddens establece una importante distinción entre sociedades


de clases (sociedades en las que la clase es el principio estructural
básico) y sociedades divididas en clases ("sociedades en las que hay
clases, pero en las que el análisis de clase no sirve como base para
identificar el principio estructural básico de la organización de
dicha sociedad" 191 ). Giddens lleva a cabo una distinción entre
recursos de asignación (recursos que implican un control sobre la
naturaleza) y recursos de autoridad (recursos que implican un
control sobre interacciones sociales de diversos tipos). A partir
de aquí las sociedades pueden ser clasificadas en función de qué (a)
tipo de dominación de los recursos, de autoridad o de asignación,
sea más importante y (b) de cuál sea la magnitud del control sobre
cada uno de estos recursos en el tiempo y en el espacio. De acuerdo
con Giddens solo en el capitalismo tiene una importancia
trascendental el control sobre los recursos de asignación. En lo que
se refiere a la cuestión del tiempo y del espacio, el capitalismo
supone el punto máximo en el control de los recursos de asignación.
Basta comparar las sociedades capitalistas con las de recolectores
y cazadores. En estas últimas los recursos son adquiridos en el
presente, con un horizonte temporal corto y con un comercio muy
escaso.
Giddens vincula el concepto de clase a las "formas sectoriales
de dominación creadas por la posesión privada de la propiedad".192
Por posesión se entiende el control directo sobre el uso y la
disposición de la propiedad y privada se refiere a los derechos
individuales de disposición sobre esa propiedad. Esto significa que
allí donde la apropiación del excedente dimana del control sobre los
recursos de autoridad no podemos hablar de una sociedad de clases
sino de una sociedad dividida en clases.

191
Op. cit., p. 108.

192
Op. cit., p. 107.
134

Como bien indica Wright193, muchos marxistas compartirían con


Giddens esta diferenciación analítica, aunque discutirían la
terminología empleada. En cualquier caso, el lenguaje no es
inocente. ¿Por qué Giddens utiliza estos términos?
Al combinar el control sobre los recursos de asignación y de
autoridad en la especificación de las relaciones de clase, los
marxistas afirman, al menos implícitamente, que estas dos
formas de control de los recursos no están interrelacionadas
de un modo meramente contingente. Están sistemáticamente
unidas entre sí, de modo que sólo pueden darse ciertas formas
estables de combinación. Al excluir la relación con los
recursos de autoridad del concepto de clase, Giddens, por el
contrario, mantiene su tesis de que la organización social de
los recursos de autoridad, así como su desarrollo y
transformación, son autónomos con respecto a los recursos de
asignación.194

La preocupación fundamental de Giddens es explicar el proceso


de estructuración de la relaciones de clase, es decir, cómo explicar
la conversión de relaciones económicas en estructuras sociales de
carácter no económico. Esto es lo que hace en su obra clásica La
estructura de clases en las sociedades avanzadas.195
Hay dos modos de analizar los procesos de estructuración:
mediato e inmediato. La estructuración mediata de las relaciones de
clase se refiere a los vínculos globales que conectan ciertas
capacidades de mercado y la formación de grupos identificables. Este
proceso está gobernado por la distribución de las posibilidades de
movilidad social, de tal modo que cuanto más cerrada es una sociedad,
mayor es la estructuración de clases. Giddens toma en consideración
tres tipos de capacidades de mercado relevantes: la propiedad de los
medios de producción, la posesión de credenciales educativas y
técnicas y la posesión de la fuerza de trabajo.

193
E.O. Wright, "La crítica de Giddens al marxismo", Zona

Abierta, 31, 1984, pp. 141 y ss.

194
Wright, op. cit., p. 145.

195
op. cit., 1983.
135

La estructuración inmediata consiste en los varios factores


que moldean la formación de clases, a saber, la asignación de tareas
ocupacionales dentro de la empresa, las relaciones de autoridad
dentro de la empresa y la influencia de los grupos distributivos en
los que la segregación de comunidad o de vecindario da lugar a
patrones comunes de consumo de bienes económicos y estilos de vida
compartidos.
Como resultado de ambos fenómenos de estructuración tenemos
tres clases sociales: alta, media y obrera.
Existen tres fuentes de estructuración inmediata de las
relaciones de clase: la división del trabajo dentro de la empresa,
las relaciones de autoridad en los centros de trabajo y la influencia
de lo que llama "grupos distributivos".
La división del trabajo facilita la formación de grupos que
se encuentran en similar situación frente a otros. La división
técnica del trabajo entre trabajo manual y no manual contribuye a
crear al menos el reconocimiento de clase entre los trabajadores
manuales.
La división entre trabajadores manuales y no manuales se
acentúa con el ejercicio de la autoridad. Aquí Giddens parece
apoyarse en Poulantzas al considerar que todos los trabajadores
administrativos participan en la elaboración y/o ejecución de las
normas de autoridad.
El tercer factor, el de los "grupos distributivos", se
desenvuelve en la esfera del consumo, a diferencia de los dos
anteriores que lo hacen en la esfera de la producción. Aun
reconociendo que las clases tienen su asiento, en última instancia,
en la esfera económica, no es desdeñable la influencia que en la
estructuración de las clases desempeñan las pautas de consumo. De
este modo, Giddens define los "grupos distributivos" como
aquellas relaciones que entrañan formas comunes en el consumo de
bienes económicos, independientemente de si los individuos
implicados llevan a cabo cualquier tipo de evaluación
consciente de su honor o prestigio en relación con otros; el
"status" se refiere a la existencia de semejantes evaluaciones
y un "grupo de status" es, entonces, cualquier conjunto de
136

relaciones sociales que deriva su coherencia de la aplicación


de estas196.

Giddens argumenta que, en la medida en que la clase es un


fenómeno estructurado, habrá una conciencia de clase común,
actitudes, creencias y estilos de vida compartidos. Diferencia el
reconocimiento de clase de la conciencia de clase. El reconocimiento
de clase no significa que estas actitudes y creencias den lugar a
una particular afiliación de clase o que existan clases opuestas.
La conciencia de clase supone que las creencias compartidas están
enraízadas en la clase y que existen otras clases identificables.
Para Giddens, la diferencia marxista de clase en sí y clase para sí
resulta insuficiente. Distingue tres modos de conciencia de clase.
En primer lugar, está la identidad de clase, estadio en el cual
existe una idea de cierto grado de diferenciación social. En segundo
lugar, está la conciencia de conflicto, la percepción de una
oposición de intereses entre una o más clases. En tercer lugar, la
conciencia revolucionaria, la cual implica la creencia de que es
posible, por medio de la acción de clase, la transformación radical
de las estructuras socioeconómicas existentes. Para Giddens, el
problema para la clase obrera consiste en que la conciencia del
conflicto no lleva a la conciencia revolucionaria. Para que exista
y se desarrolle la conciencia revolucionaria, se deben fundir los
sentimientos de privación y de resentimiento con un proyecto creíble
de transformación social. La conciencia revolucionaria es más
fácilmente desarrollable en los países menos desarrollados que en
los más desarrollados.
¿Qué es, en definitiva, una clase social?
En primer lugar, las clases son grupos en gran escala. El nacimiento
de las clases presupone una ruptura con el tipo de sistema
económico y social, característico del feudalismo, así como
con otros tipos de sociedad tradicional, basados
fundamentalmente en la comunidad autosuficiente. Un factor
decisivo que promueve esta superación de la comunidad local
es la formación de las relaciones de mercado y la división del
trabajo que permite la producción de bienes. En segundo lugar,
las clases son más bien agregados de individuos que "grupos"

196
op. cit., 1983, pp. 123-124.
137

sociales. Esto no significa que las clases no puedan dar lugar


a grupos concretos con "fronteras" claramente definibles,
formados por un conjunto común de interrelaciones que unen a
sus miembros entre sí. Pero el que esto sea así o no, depende
de varias condiciones adicionales. En tercer lugar, la
aparición de las clases presupone la disolución de los vínculos
personalizados de fidelidad o de obligación característicos
de la sociedad feudal y su sustitución por relaciones
"impersonales" de tipo contractual. Finalmente, las clases son
nominalmente "abiertas": es decir, la pertenencia a una clase,
no está determinada por una posición hereditaria respaldada
por la costumbre o la ley197.

Si importante es saber lo que es una clase social, no lo es


menos el saber lo que no constituye una clase. Las clases no son
entidades específicas, es decir, no constituyen una forma social
delimitada, como pueda serlo una empresa o una universidad, y no
poseen una identidad sancionada públicamente. Por tanto, las clases
no gozan de un estatuto jurídico que permita deslindar con precisión
matemática quien pertenece a una clase y quien no. Nadie puede
pretender afiliarse a una clase.
En segundo lugar, Giddens distingue la clase del estrato. El
estrato comprende eso que Ossowski y Wright llaman un esquema de
gradación, "entraña un criterio o conjunto de criterios por el que
los individuos pueden ser ordenados descriptivamente según una
escala". 198 A diferencia de lo que ocurre con las clases, las
divisiones entre estratos se pueden efectuar con claridad
meridiana. Pensemos por ejemplo en la división en estratos en
función del nivel de renta.
Finalmente, se debe diferenciar entre clase y élite. La teoría
clásica de las élites es en parte opuesta a la teoría de las clases.
Grosso modo, la teoría de las élites sustituye el conflicto de clases
por la oposición entre élite y masa.
La burguesía y la clase obrera quedan definidas,
respectivamente, a partir de su posesión o su no posesión de los

197
op. cit., 1983, pp. 94-95.

198
op. cit., 1983, p. 120.
138

medios de producción. Esto no quiere decir que la clase obrera


carezca de poder. La clase obrera posee la fuerza de trabajo, lo cual
le proporciona una cierta capacidad de negociación en el mercado.
A diferencia de Marx, Giddens plantea claramente que las clases se
definen, no en las relaciones de producción, sino en las relaciones
de mercado.
(...) podemos percibir inmediatamente que, incluso en el enfoque
marxiano, la noción de "no propiedad" es algo así como un nombre
equivocado. Porque si la "propiedad" se concibe como un
conjunto de capacidades de acción en relación con el
funcionamiento del mercado, es evidente que el trabajador
asalariado posee dichas capacidades. La "propiedad" del
trabajador asalariado es la fuerza de trabajo que pone en venta
al entrar en la relación contractual. Si bien esto le coloca
en una posición de desventaja en la negociación competitiva
con respecto al dueño del capital, esto no constituye
simplemente una relación de poder de dirección única: el
patrono necesita de la "propiedad" que posee el trabajador
asalariado y debe atender al menos mínimamente a las exigencias
de este -si quiere evitar la retirada colectiva de la fuerza
de trabajo como posible sanción199.

Aquí Giddens critica a Marx por suponer que la fuerza de trabajo


tendería a la homogeneización. Ocurre justamente lo contrario:
distintas personas con diferentes niveles educativos poseen
distintas capacidades de negociación en el mercado.
En lo que se refiere a la clase media, arranca Giddens de una
cita de Marx en la que el pensador alemán hacía alguna advertencia
sobre el crecimiento de las ocupaciones de clase media. Marx
concretamente las caracterizaba como aquellas posiciones que se
encuentran entre el trabajador, por una parte, y el capitalista y
el terrateniente por la otra. Estas clases medias, siguiendo a Marx,
"son una carga que soporta la base trabajadora y que aumenta la
seguridad social y el poder de los diez mil que se encuentran
arriba".200

199
Citado por Giddens, op. cit., 1983, p. 116.

200
op. cit., 1983, p. 116.
139

Las diferencias en la capacidad de mercado que suponen las


credenciales educativas y técnicas se traducen no solo en un mayor
nivel de renta, sino en distintas condiciones de trabajo no menos
importantes. Giddens señala que no ha desaparecido la superioridad
tradicional del trabajador de cuello blanco en lo tocante a
seguridad en el empleo: en general, los trabajadores no manuales
continúan disfrutando de una mayor seguridad, aun cuando hay ciertas
categorías de trabajadores manuales que gozan también de una alta
seguridad en el empleo. En segundo lugar, las pautas típicas de los
salarios profesionales son distintas en las dos categorías. No solo
es el hecho de que los trabajadores de cuello blanco tengan más
posibilidades de promoción, sino que experimentan otras pautas de
recorrido salarial. Cita una investigación de 1959, de Fogarty, que
prueba que el punto culminante salarial de los trabajadores manuales
no cualificados se alcanza a los treinta años, mientras que los
trabajadores especializados alcanzan ese techo diez años después.
Señala que la duración de la jornada de trabajo semanal es algo mayor
en el caso de los trabajadores manuales que en los no manuales.
También cita las diferencias que existen en lo que concierne al cobro
de pensiones, con aportaciones de la propia empresa, entre ambos
tipos de trabajadores. No obstante hay una cierta confluencia entre
las ocupaciones manuales y las ocupaciones administrativas y
comerciales, desempeñadas estas dos últimas fundamentalmente por
mujeres. Destaca también la diferencia que supone trabajar en un
entorno limpio como es la oficina, incluso situada físicamente por
encima del taller. Esto es cierto en empresas donde hay trabajadores
de oficina que gestionan lo producido por los trabajadores manuales,
donde incluso, en ocasiones, supervisan a los trabajadores
manuales.
140

5.2.4. LAS CLASES EN GOLDTHORPE.


Goldthorpe es un ejemplo de la gran atención que los enfoques
weberianos han prestado a la movilidad social. De hecho, su esquema
de clases procede de sus estudios sobre la movilidad social en Gran
Bretaña, en concreto, de la escala Hope-Goldthorpe sobre la
deseabilidad social.
Las clases derivan de la agrupación de las personas a partir
de sus ocupaciones, ocupaciones que son categorizadas en función,
por un lado, de sus fuentes y niveles de renta, su grado de seguridad
económica y las posibilidades de ascenso económico; y, por otro
lado, por su localización en las jerarquías de control y autoridad
en los lugares de trabajo. El resultado de esta agregación es el
esquema de siete clases utilizado por Goldthorpe.
En Goldthorpe la enumeración de las clases que detecta en las
sociedades desarrolladas apenas se acompaña de una explicación. No
obstante, como se verá a continuación, la inspiración weberiana está
clara dado que combina los dos elementos básicos del esquema de
Weber: la propiedad y el conocimiento.
CLASE DE SERVICIO
I. Profesionales superiores; directivos de grandes empresas y
grandes empleadores (más de 25 empleados).
II. Profesionales de nivel medio e inferior; técnicos superiores,
directivos de pequeñas empresas (menos de 25 empleados);
supervisores de empleados no manuales.

CLASES INTERMEDIAS
IIIa Empleados no manuales de rutina en la administración y el
comercio.
IIIb Trabajadores de servicios personales y de seguridad.
IVa Pequeños propietarios, artesanos, etc. con empleados (menos de
25).
IVb Pequeños propietarios, artesanos, etc. sin empleados.
IVc Agricultores, pescadores, etc.
V Supervisores de trabajadores manuales, técnicos de nivel
inferior, etc.

CLASE OBRERA
VI Trabajadores manuales cualificados.
VIIa Trabajadores semicualificados y sin cualificar no agrarios.
VIIb Trabajadores agrarios.
Las clases I y II están constituidas por individuos asalariados
y autoempleados como profesionales, gerentes y propietarios de
141

grandes empresas. Juntos constituyen la clase de servicio. La clase


III está compuesta por trabajadores de cuello blanco: empleados
administrativos y de ventas que ejercen trabajos rutinarios. La
clase IV está constituida por pequeños propietarios y la pequeña
burguesía tradicional. La clase V está formada por los trabajadores
técnicos de bajo nivel y los supervisores de los empleados manuales.
La clase VI está constituida por los trabajadores manuales
cualificados. La clase VII está formada por los trabajadores de
cuello azul no cualificados y semicualificados.
Estas siete categorías puedan ampliarse hasta llegar a once.
La clase III se subdivide en IIIa (administrativos) y IIIb
(vendedores). La clase IV se puede subdividir entre quienes tienen
empleados (IVa) y quienes no (IVb) y desgajar a los propietarios
campesinos -con o sin empleados- del resto (IVc). Lo mismo puede
hacerse con los campesinos asalariados del grupo VII (VIIb).
Posteriormente 201 Goldthorpe modificó este esquema,
presentado el siguiente:
1.Clases I y II. Todos los profesionales, administradores y
directivos (incluyendo grandes propietarios), técnicos de
alto nivel y supervisores de trabajadores no manuales.
2.Clase III. Empleados no manuales de rutina de la administración
y del comercio, personal de ventas y otros trabajadores de
servicios.
3.Clase IVab. Pequeños propietarios, artesanos autónomos y otros
trabajadores por cuenta propia con y sin empleados (que no
pertenezcan al sector primario).
4.Clase IVc. Campesinos y pequeños propietarios y otros
trabajadores autónomos del sector primario.
5.Clases V y VI. Técnicos de grado medio, supervisores de
trabajadores manuales y trabajadores manuales cualificados.
6.Clase VIIa. Trabajadores manuales semi-cualificados y no
cualificados (que no pertenezcan al sector primario).
7.Clase VIIb. Campesinos y otros trabajadores del sector primario.

Los principales cambios consisten en la unificación de la clase


de servicio y de las clases V y VI debido a las dificultades de

201
R. Erikson y J. Goldthorpe, The Constant Flux: a Study of

Class Mobility in Industrial Societies, Oxford, Clarendon Press,


1992.
142

conseguir que estas diferencias puedan ser consistentes a nivel


empírico. Nótese que unificar en la clase trabajadora a las clases
V y VI supone introducir en una misma clase a colectivos (técnicos
de bajo nivel y supervisores de trabajadores manuales) que
anteriormente pertenecían a las clases intermedias.
Son varias las críticas que se pueden realizar al modelo de
Goldthorpe. En primer lugar, se trata de un modelo donde parece
preponderar lo jerárquico, lo gradacional, frente a lo relacional.
Un segundo problema deriva del uso que hace Goldthorpe del
concepto de clase de servicio. En las teorizaciones primigenias
sobre la clase de servicio (Renner y el propio Goldthorpe) esta
aparece como una clase que desempeña funciones al servicio de la
clase capitalista. Sin embargo, como hemos visto, la clase de
servicio incluye también a los propietarios de los medios de
producción.
En tercer lugar, parece poco conveniente agrupar en una misma
clase a los empleados de cuello blanco de rutina junto con los
pequeños propietarios. Comparados con muchos empleados del sector
público la situación de la pequeña burguesía es precaria, aunque
puede ser mejor que la de los empleados del sector privado.
Y, finalmente, como veremos más adelante, a Goldthorpe se le
ha criticado por excluir la presencia de mujeres en sus primeros
estudios sobre movilidad social, en especial, por su defensa de lo
que llamó enfoque convencional sobre la posición de clase de las
mujeres casadas que trabajan extradomésticamente.
Quizás la aportación teórica más relevante de Goldthorpe al
tema de la estructura de clase sea su reflexión sobre la clase de
servicio.202
La idea de clase de servicio procede del austromarxista Renner.
Para Renner la clase de servicio comprende tres elementos básicos:
empleados en el servicio público (funcionarios y otros
administrativos); empleados en el sector privado de la economía
(administradores de negocios, directivos, técnicos, etc); y

202
J. Goldthorpe "Sobre la clase de servicio, su formación y
su futuro", Zona Abierta, 59/60, 1992.
143

empleados en los servicios sociales ("agentes distribuidores del


bienestar"). Renner sigue al pie de la letra la argumentación
marxista al considerar que estos trabajadores son no productivos,
no están implicados directamente en la producción de plusvalía.
Renner diferencia a la clase de servicio de la clase obrera por otro
rasgo que Goldthorpe considera sociológicamente más relevante.
Renner resalta la idea del código de servicio que regula la relación
de empleo de esta clase. Arrancando de Max Weber diferencia los
conceptos de salario y sueldo (wage y salary, respectivamente). La
clase obrera recibe un salario y la clase de servicio un sueldo. La
percepción de un sueldo se asocia a la seguridad en el empleo, pero
además implica una relación de confianza entre el empleador y el
empleado.
El requisito de confianza está en función de dos exigencias
fundamentales que el empleador debe afrontar: primero, la que se
plantea cuando es preciso delegar la autoridad; y segundo, la que
se plantea cuando es necesario recurrir al conocimiento
especializado y experto. Esto significa que el control social dentro
de la organización debe difuminarse, no puede seguir siendo ejercido
de un modo directo por parte del empresario.
Aquellos empleados en los que se delega autoridad o a los que se les
confiere responsabilidad en ciertas funciones especializadas
reciben a consecuencia de ello un cierto grado margen legítimo
de autonomía y discrecionalidad. Y debe ser por tanto una
cuestión de confianza el que esos empleados actúen -esto es,
decidan, elijan, juzguen, etc- de un modo coherente con los
fines y los valores de la organización. Dicho de otro modo,
cuán bien se comporten esos empleados desde el punto de vista
de la organización es algo que dependerá, en aspectos
cruciales, del grado de compromiso moral que mantengan con la
organización, más que de la eficacia de sanciones y recompensas
"externas".203

Goldthorpe previene contra el error de asociar el nivel


retributivo con el grado de discrecionalidad. Subraya que son mucho
más importantes otros rasgos de tipo cualitativo. En el caso del
obrero manual el contrato de trabajo estipula la entrega de horas

203
op. cit., p.238
144

de trabajo por parte de este al empleador, el cual, a su vez, se ve


obligado a pagarle un salario y ahí se acaba la relación contractual.
Sin embargo, en el caso de la clase de servicio la relación entre
empleador y empleado se define de un modo menos específico, a más
largo plazo y con un grado de contenido moral mucho mayor.
No se trata tanto de ofrecer una "compensación" y un
"reconocimiento" en pago de la aceptación de una obligación
como de hacer honor a la confianza "fielmente"204.

Esto se traduce en una serie de "recompensas colaterales", de


entre las que destacan las de carácter prospectivo, o sea, las
referidas a los aumentos salariales a lo largo de la carrera,
seguridad en el empleo, jubilación, atención médica y, sobre todo,
oportunidades de promoción.
La clase de servicio, tal y como la presenta Goldthorpe,
incluye dos grandes grupos ocupacionales: profesionales, por un
lado, y administradores y directivos, por otra. No obstante, ambos
subgrupos comparten un elevado grado de autonomía y
discrecionalidad en el ejercicio de sus funciones y la existencia
de dos subgrupos se debe a que en uno de ellos -los administradores
y directivos- se delega autoridad y en el otro -los profesionales-
se delega conocimiento especializado o experto.
Goldthorpe rechaza que la clase de servicio pueda ser una clase
dirigente o capitalista. La clase de servicio es controlada por
"cierto número de élites con una composición más o menos estable"205.
Existe un elemento claramente distintivo de la clase de servicio con
respecto a los grupos que están por encima de ella. Quienes están
por encima de ella no deben su posición a "un proceso de designación
y promoción burocrática, sino a su propio poder, ya sean las bases
de este económicas, políticas, militares o de otro tipo".206

204
Op. cit., p. 239.

205
Op. cit., p. 241.

206
Op. cit., p. 242.
145

Conviene también deslindar a la clase de servicio de quienes


se encuentran inmediatamente por debajo de ella. Se trata de
empleados muy numerosos en las empresas como oficinistas,
dependientes, técnicos, encargados y otros tipos de personal de
supervisión. Estos empleados, a pesar de compartir algunos rasgos
típicos de la clase de servicio, carecen de recompensas de tipo
prospectivo, es decir, seguridad en el status y vías reconocidas de
promoción. Estos grupos ocupacionales constituyen los verdaderos
grupos intermedios en la estructura de clases del capitalismo
actual.
Una vez aclarados los rasgos estructurales de la clase de
servicio queda por explicar cuáles sean los intereses de esta clase.
Siguiendo la problemática weberiana clásica, Goldthorpe propone
diferenciar dentro de los procesos de formación de las clases el
proceso de identidad demográfica y el proceso de identidad cultural,
es decir, el paso de las clases económicas a las clases sociales.
La clase de servicio ha experimentado un elevado crecimiento
en las últimas décadas. A principios de siglo los profesionales,
directivos y administrativos, constituían el 5-10% de la población
activa, mientras que en la actualidad suponen entre el 20 y el 25%.
Las causas de esta expansión es el crecimiento de las organizaciones
-"escala de la organización"- y el número de funciones que esas
organizaciones asumen.
Uno de los primeros rasgos a destacar de esta clase es la
amplitud de sus fuentes de reclutamiento.
En segundo lugar, la expansión de esta clase ha sido tan intensa
que muchos de sus miembros, especialmente quienes ocupan posiciones
directivas y administrativas, tienen un bajo nivel educativo.
Goldthorpe analiza cuál sea el potencial sociopolítico de esta
clase. Se inclina por considerar que se trata de una clase
esencialmente conservadora, es decir, una clase que tratará de
preservar para sí y para sus hijos su bienestar material. Frente a
las ideas de igualdad de la clase obrera, esgrimiría la ideología
meritocrática y frente al fin de la división del trabajo argüiría
la ideología tecnocrática. Aprovecha esta ocasión para desmontar
las teorías de la nueva clase, en especial, la de Gouldner. Gouldner
sostenía que esta clase mantiene un sentimiento de hostilidad hacia
146

quienes la sobrepasan por razón de riqueza. Se trataría de un odio


de carácter más bien psicológico. Y aquí es donde Gouldner falla
estrepitosamente. También rechaza las explicaciones que sitúan el
posible radicalismo de esta clase en la crisis de capitalismo y la
posible extensión del malestar económico a los componentes de esta
clase. Goldthorpe mantiene que en situaciones de crisis las
desigualdades de clase pueden aumentar y además el desempleo se ceba
entre los trabajadores manuales, activándose de esta manera los
mecanismos de seguridad en el empleo de que disfrutan los
profesionales, directivos y administradores.
6. VALORACION DEL ANALISIS DE CLASES
A la hora de hacer una valoración de lo que da de sí el análisis
de clase podría ser útil contrastar los diferentes enfoques teóricos
que hemos visto.
6.1. LA DESAPARICION DEL CONCEPTO DE STATUS.
En la mayor parte de los tratados recientes sobre clases el
enfoque funcionalista ni siquiera se aborda. No obstante, en uno de
ellos, el de Crompton, aunque no se dedica un capítulo específico
a este enfoque, sí se introduce una interesante reflexión sobre qué
significado atribuir a la omisión del concepto de status. Una de las
propuestas de Crompton es devolver el concepto de status al análisis
de clase.
La fuerte distinción entre clase y status en el desarrollo de medidas
empíricas teóricamente informadas ha tenido ciertas
consecuencias, no todas ellas positivas. Estos argumentos han
tendido a identificar status con prestigio u ordenación
social. Sin embargo, el prestigio es solo una dimensión del
complejo concepto de status, y puede sugerirse que la atención
concedida a esta dimensión ha tendido a evitar la exploración
de otros aspectos del status. Además, el deseo de separar
empíricamente la clase del status ha tendido a desviar la
atención a la investigación de sus interrelaciones.207

El concepto weberiano de status tiene por lo menos tres


dimensiones: (a) grupos de prestigio, (b) estilos de vida o standing
social y (c) pretensiones de títulos materiales o de posibilidades
de vida no basadas en el mercado.

207
op. cit., p. 127.
147

La primera dimensión es la que ha provocado el alejamiento del


estudio de las clases de cualquier intererés por el concepto de
status.
El concepto de estilo de vida no se corresponde necesariamente
con el de comunidades de conciencia. Los estilos de vida pueden
contribuir a la aparición de nuevos grupos y pueden ser la base de
articulación de intereses.
El tercer aspecto puede ser útil para describir la situación
de los estamentos de la era pre-industrial y oponerlos a las clases.
Sin embargo, en las sociedades capitalistas el orden ocupacional
está estructurado tanto económica como socialmente. Ejemplos de
esta estructuración serían el género, el profesionalismo o la
ciudadanía.

6.2. DIFERENCIAS Y SEMEJANZAS EN LOS ANÁLISIS DE CLASES DE MARX Y


DE WEBER.
En lo que se refiere a Marx y Weber los análisis comparativos
de sus enfoques de clase han detectado generalmente varias
cuestiones, perfectamente explicadas por Val Burris.208 De acuerdo
con él son cuatro las diferencias fundamentales en el pensamiento
clásico referido a las clases entre el enfoque marxista y el
weberiano.
1. Marx considera las clases como una estructura objetiva de
posiciones sociales, mientras que Weber analiza las clases a partir
de la teoría de la acción social, cuestión sobre la cual ya incidimos
al presentar la contraposición entre Durkheim y Weber.
2. Marx mantiene una concepción unidimensional de la
estratificación social, desempeñando el concepto de clase un papel
determinante, mientras que Weber mantiene un enfoque
multidimensional en el que las relaciones de clase interseccionan
y a menudo cuentan con menos peso específico que otras bases de
asociación como es el caso del status o del partido.

208
"The neo-marxist synthesis of Marx and Weber on class". En
N, Wiley, The Marx-Weber Debate, Londres, Sage, 1987.
148

Los críticos weberianos del marxismo han convertido a esta


primacía de la clase en uno de sus principales elementos de rechazo.
Por ejemplo, Parkin empieza su asalto al marxismo con la afirmación
de que ahora que los conflictos raciales, étnicos y religiosos
ocupan una posición central en los conflictos sociales, cualquier
modelo de clase o estratificación que no incorpore plenamente estas
dimensiones pierde credibilidad. Parkin también critica al marxismo
por su incapacidad para analizar formas no clasistas de dominación
como las basadas en el género.
Un breve repaso a las teorías actuales dentro del marxismo
sobre la estratificación pone de manifiesto que esto no es así.
Piénsese en autores y autoras que abordan la opresión de género, de
etnia o de edad, en el marco del marxismo.
3. En la teoría de Marx la lógica de las relaciones de clase y del
conflicto de clase es una lógica de explotación, de modo que la
dominación ideológica y política es interpretada com un medio por
el cual se asegura la explotación, mientras que para Weber la
dominación se concibe con un fin en sí misma, con su propia lógica
y fuerza independientes.
4. Para Marx, las clases son la expresión de las relaciones sociales
de producción, mientras que para Weber las clases son posiciones
comunes dentro del mercado.

6.3. CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS EN LOS ANALISIS NEOMARXISTAS Y


NEOWEBERIANOS.
Como ya dijimos, los dos modelos de clase más potentes son los
de Goldthorpe (entre las filas noeweberianas) y Wright (entre los
neomarxistas). A pesar de que es posible detectar una confluencia
empírica entre ambos enfoques, las diferencias teóricas parecen
insalvables, y así lo manifiestan, con gran contudencia, los dos
afectados.
Junto con Gordon Marshall 209 , Goldthorpe explicitaba cuáles
eran los objetivos y las potencialidades del análisis de clase.

209
J.H. Goldthorpe y G. Marshall, "The promising future of class
analysis: A response to recent critiques", Sociology, 26,3, 1992.
149

Su primera preocupación consiste en clarificar la naturaleza del


análisis de clase y diferenciarlo del análisis de clase propio de
la sociología marxista. El análisis de clase es relevante para el
estudio de las estructuras de clase, la movilidad de clase, las
desigualdades basadas en la clase social y la acción de clase.
Pretende investigar las interconexiones entre las posiciones
definidas en función de las relaciones de empleo en los mercados de
trabajo y las unidades de producción en los diferentes sectores de
las economías nacionales. Se trata de captar y explicar las
interrelaciones entre las estructuras macrosociales y la
experiencia cotidiana de los individuos.
Sin embargo, ambos autores rechazan el supuesto de la
preeminencia del análisis de clase. Aquí empiezan las diferencias
con el análisis marxista.
En primer lugar, su concepción del análisis de clase no implica
una teoría de la historia de acuerdo con la cual el conflicto de
clases se convierta en el motor de la historia.
En segundo lugar, el concepto de clase no supone una teoría
de la explotación de clases, de acuerdo con la cual todas las
relaciones de clase han de ser antagónicas. Por otro lado, no
conviene despreciar las explicaciones liberales o funcionalistas
sobre las desigualdades de clase.
En tercer lugar, la teoría de clases que se propone no arranca
de ninguna teoría de la acción colectiva basada en las clases, de
acuerdo con la cual los ocupantes de ciertas posiciones de clase
automáticamente desplegarán una conciencia de clase determinada.
En cuarto y último lugar el análisis de clase no supone una
visión reduccionista de la teoría de la acción política -colectiva
o individual- de acuerdo con la cual la acción sea comprendida
simplemente como la expresión inmediata de las relaciones de clase
y la búsqueda de intereses de clase determinados estructuralmente.
La identidad precede a los intereses y lo primero que hay que
explicar es cuáles son los elementos que conforman la identidad de
los individuos, identidad que en parte puede ser conformada por la
pertenencia de clase.
Pudiera parecer que habría que relegar el análisis de clase
a la irrelevancia: nada más erróneo. En primer lugar, el concepto
150

de clase ha de ser definido de un modo tan concreto como sea posible,


con la intención de evitar la confusión de la clase con otros
factores relevantes. A menudo el concepto de clase se mezcla con el
de status.
En segundo lugar el análisis de clase ha de ser de un carácter
genuinamente multivariable. Por ejemplo, se afirma que el poder
explicativo de la clase es cada vez menor y a cambio son cada vez
más relevantes, elementos como las pautas de consumo o los estilos
de vida. Se trata de establecer vínculos entre la posición de clase
y una serie de variables independientes como puedan ser la
educación, la salud, etc.
Un tercer requisito del análisis de clase es que debe
incorporar la dimensión temporal. En este sentido conviene tener en
cuenta el declive de la industria manufacturera y la extensión del
sector servicios, la menor presencia de la clase obrera tradicional,
el desarrollo de la privacidad del hogar, etc. En cualquier caso,
Goldthorpe y Marshall previenen contra la ley del péndulo: pasar de
considerar una clase obrera comunitaria y solidaria a una clase
obrera atomística y consumista.
Para Wright210 los enfoques weberianos están exentos de tres
constricciones teóricas sin embargo presentes en el marco marxista,
constricciones que concreta del siguiente modo:
1. Clase, modo de producción y la teoría de la historia. Para
los weberianos las clases son un fenómeno específico de las
sociedades de mercado, de este modo, no precisan elaborar un esquema
general de las clases aplicable a modos de producción distintos al
capitalismo. Este esquema se desarrrolla incluso en aquellas
tradiciones marxistas que renuncian a suministrar una teoría de la
historia.

210
E.O. Wright: "The conceptual status of class structure in

class analysis", en S.G. McNaill et al.: Bringing Class Back In.

Contemporary and Historical Perspectives. San Francisco, Westview


Press, 1991.
151

2. Explotación y clases antagónicas. El modelo weberiano no


está basado en la existencia de relaciones antagónicas. Esto supone
que, en principio, puede admitir la existencia de un número
indefinido de clases además de los trabajadores y los capitalistas.
Todo lo que hace falta es que una clase dada se caracterice por una
situación de mercado o de trabajo distintiva, o si se prefiere, unas
posibilidades de vida distintivas. Para el marxismo las clases
sociales han de situarse en el seno de las relaciones de explotación,
y por tanto, de antagonismo.
3. Amplitud de la ordenación teórica de los conceptos. Los
weberianos no asumen el esfuerzo de articular y de ordenar los
problemas de los intereses materiales, las experiencias vividas y
la capacidad de acción colectiva. Por ejemplo, los weberianos nada
dicen sobre si dos trabajos que comparten una misma situación de
mercado, pero difieren en las situaciones de trabajo, constituyen
o no divisiones dentro de una misma clase o si son clases distintas.
La ausencia de estas tres distinciones conceptuales facilita
considerablemente la localización de grupos como los profesionales,
los empleados técnicos y los gerentes. Basta con demostrar que las
destrezas que ofrecen en el mercado les suministran ventajas
económicas distintivas en el mercado de trabajo. No plantea ninguna
dificultad el hecho de que la posesión de determinadas destrezas no
corresponda a ninguna relación social polarizada entre los
propietarios de destrezas y los no propietarios de las mismas.
El compromiso de Wright con el marxismo deriva de tres
consideraciones.
1. Políticamente. El marxismo suministra un marco teórico
comprensivo dentro del cual analizar las posibilidades y los
obstáculos del cambio social emancipador.
2. Teóricamente. El marxismo convierte la estructura de clases en
el elemento central que permite explicar el cambio social y el
conflicto social.
3. Metodológicamente. Considera que es mucho mejor desarrollar y
reconstruir los conceptos específicos dentro de un conjunto de
constricciones claramente especificadas. La elección es más bien
entre una teoría y una no teoría.
152

Dicho esto, son varios los autores que consideran que existe
una identidad de fondo, al menos en lo que se refiere a los análisis
empíricos, entre los enfoques weberianos y marxistas, o, por ser más
preciso, entre los estudios de Goldthorpe y de Wright. Es decir, es
posible leer un esquema de clases en clave de la categorización de
Wright a partir de un cuadro de Goldthorpe y viceversa. La siguiente
ilustración211 aclara esta idea.
Convergencia de los modelos de Goldthorpe y Wright.
Goldthorpe I II IIIa IIIb IV V VI VII
Wright
Burguesía * *
Pequeños empleadores * * *
Pequeña burguesía * * *
Directivos expertos * *
Supervisores expertos * *
Expertos * *
Directivos cualificados * * * * *
Supervisores cualificados * * * * * *
Obreros cualificados * * * * *
Directivos no cualificados * * * * * *
Supervisores no cualif. * * * * * *
Proletarios * * * * *

Como podemos ver, los propietarios de los medios de producción,


comprendiendo a la burguesía, los pequeños empleadores y la pequeña
burguesía dentro de la tipología de Wright son descritos por
Goldthorpe como pequeños propietarios o trabajadores por cuenta
propia. Los empleadores y la pequeña burguesía de Wright se
encuentran en escasa medida en las clases I y II de Goldthorpe debido
a que poseen credenciales educativas.

211
Tomado de Michael Emmison, "Wright and Goldthorpe:

Constructing the Agenda of Class Analysis". En Janeen Baxter et al.,

Class Analysis and Contemporary Australia, MacMillan, Melbourne,


1991.
153

6.4. ESPING-ANDERSEN: ¿UN PARADIGMA EMERGENTE EN EL ANALISIS DE LAS


CLASES?
Esping-Andersen212 arranca de la idea de que la mayor parte de
la sociología gira en torno al concepto de clase social, concepto
que pareció declinar en los años 50 y 60. Plantea la necesidad de
proceder a un nuevo tipo de análisis de la estructura de clases en
el escenario de las sociedades postindustriales.
La teoría sobre las sociedades postindustriales cuenta con sus
versiones optimista y pesimista. En la explicación de Bell, la
sociedad postindustrial es caracterizada por el dominio del sector
servicios y la aparición de cuadros técnico-profesionales.
Una visión paralela es la que se presenta en la literatura
post-fordista. Aquí el acento recae sobre la continua
transformación dentro de las manufacturas y su efecto sobre la
elevación de las destrezas, el aumento de la autonomía y control del
trabajador y el declive de las jerarquías fordistas tradicionales.
Hay básicamente dos versiones pesimistas. Una predice que la
automatización tiene como consecuencia el desempleo. Esto puede dar
lugar a una nueva división entre los instalados y los excluidos
(insiders-outsiders). La tenencia o no de empleo podría convertirse
en una base de formación de clases.
La literatura de la desindustrialización presenta otro
escenario pesimista. En lugar de asistir a la expansión de la
población excluida, asistiríamos a una fuerte reducción salarial
que se traduciría en la disminución de los efectivos de clase media.
Giddens213 contempla la posibilidad de una polarización en donde,
en el fondo, se encontraría una subclase atrapada en el círculo

212
G. Esping-Andersen, "Post-industrial Class Structures: An

Analytical Framework", en G. Esping-Andersen (ed.), Changing

Classes. Stratification and Mobility in Post-Industrial Societies,

Londres, Sage, 1993.

213
op. cit., 1983.
154

vicioso de la carencia de privilegios. Piore y Sabel214 sugieren la


posibilidad de un modelo napolitano de flexibilización en el que las
empresas combinan su fuerza de trabajo altamente cualificada con una
periferia de fuerza de trabajo de reserva. Esto supone la aparición
de un importante grupo de personas marginales.
Las teorías dominantes de las clases sociales, sean marxistas
o weberianas, identifican las clases con el eje de la autoridad, la
propiedad o el mercado puro. Esping-Andersen propone un esquema
tentativo de clases cuyo objetivo principal es distinguir las clases
del escenario postindustrial de las clases del escenario fordista.
En la estructura de clases fordista el trabajador conoce con
relativa certeza cuál va a ser su trayectoria profesional. Además
se trata de una estructura con una peculiar división del trabajo,
donde las mujeres son prácticamente relegadas al desempeño de las
tareas domésticas, dado que el salario del varón permite mantener
a la familia. Quizás lo más destacado de la estructura de clases
postindustrial es la desaparición paulatina de esta lógica sexista.
A medida que se expanden los servicios sociales, la necesidad de que
las mujeres se dediquen en exclusiva al trabajo doméstico es menor.
Por otro lado, la participación de las mujeres en empleos a tiempo
completo está en función de la existencia de esos servicios
sociales. Los servicios para las mujeres crean empleos para mujeres
(el caso paradigmático sería el de las maestras en general y de las
profesoras de educación infantil en particular). Esto conduce a la
posibilidad de coexistencia de una estructura de clases fordista con
una clara división sexista (en el sentido de excluir a las mujeres)
del trabajo y una estructura postindustrial con un marcado sesgo
sexista en la distribución de los empleos.
Uno de los rasgos más destacados de la estructura de clases
postindustrial es el hecho de que muchos de los trabajos no
cualificados son trabajos de transición, es decir, hay poca base
para la constitución de clases sociales, dado el continuo flujo
social.

214
M. Piore y C. Sabel, The Second Industrial Divide, Nueva
York, Basic Books, 1984.
155

Los esquemas de clases en los escenarios fordista y


postindustrial serían los siguientes (se excluye el sector primario
y a los militares).
1. La jerarquía fordista.
(a) directivos y propietarios (incluye al personal ejecutivo y la
"pequeña burguesía");
(b) trabajadores de oficina, administrativos (no directivo) y de
ventas que realizan tareas de control, distribución y y
administración;
(c) trabajadores cualificados/artesanos, incluyendo trabajadores
"técnicos" de bajo nivel;
(d) trabajadores manuales no cualificados y semicualificados,
incluyendo trabajadores de transportes y otras ocupaciones
manuales implicadas en la distribución y en la manufactura,
tales como los empaquetadores, conductores, transportistas y
demás.

2. La jerarquía post-industrial.
(a) profesionales y científicos;
(b) técnicos y semi-profesionales (maestros, enfermeras,
trabajadores sociales, trabajadores de laboratorio,
diseñadores, etc);
(c) trabajadores cualificados de los servicios (cocineros,
peluqueros, policías, etc).
(d) trabajadores no cualificados de los servicios o proletariado de
los servicios (limpiadores, camareros, etc).

Además, Esping-Andersen propone integrar en la estructura de


clases a la población sobrante excluida, la cual está formada por
personas incapaces de acceder o de retornar al empleo. En primer
lugar, el estado del bienestar puede contribuir a la creación de una
población excluida de prejubilados, desempleados de larga duración
y otras personas que viven de los subsidios estatales. En segundo
lugar, la política de mercados de trabajo puede desincentivar la
oferta de trabajo, tal y como ocurre con las políticas fiscales que
penalizan el empleo de las mujeres o donde los salarios de eficiencia
(para los instalados) crean desempleo involuntario.
Concluyendo, la mayor parte de la literatura sobre las clases
ha adoptado una perspectiva estática, perspectiva que dificulta la
comprensión de la formación del proletariado de servicios. La
cuestión de si estas personas permanecerán toda la vida en estos
empleos o si pasarán a ocupar otros es una cuestión absolutamente
clave.
156

Las cinco características esenciales del escenario de clases


posindustrial son las siguientes. En primer lugar, asistiremos a un
estancamiento del número de directivos y a un agudo declive del
proletariado manual no cualificado. En segundo lugar, la aparición
de cuadros profesionales o semiprofesionales dependerá sobre todo
de la vitalidad de las empresas y de los servicios sociales. En
tercer lugar, el tamaño relativo del proletariado del sector
servicios está en función de dos factores. El proletariado de los
servicios crecerá a medida que lo haga (a) el consumo a bajo precio,
y en consecuencia bajos salarios para el proletariado, de
actividades anteriormente realizadas en el seno del trabajo
doméstico y (b) que se expanda el sector de servicios sociales. En
cuarto lugar, el tamaño relativo de la población excedente es una
función del efecto combinado de la política del estado del bienestar
y de la cuestión del coste de la atención sanitaria. Finalmente, las
sociedades postindustriales ofrecen una estructura ocupacional más
positiva, dado que permiten la posibilidad de dos tipos de
polarizaciones: o entre una población integrada y una población
excluida o entre la primera y un amplio proletariado del sector
servicios.
7. EL ESTUDIO DE LAS CLASES SOCIALES EN ESPAÑA
Tezanos215 sitúa el inicio del interés por la investigación
sociológica de las clases en España a partir de la aparición de la
llamada cuestión social. Son tres los enfoques de aproximación al
análisis de este tema. En primer lugar, se podría citar la aportación
de signo marxista, representada por el famoso informe de Jaime Vera
sobre el estado de las clases trabajadoras en 1884. La segunda
aproximación se conecta con el pensamiento krausista. El exponente
más destacado es Adolfo Posada y su materialización es el Instituto
de Reformas Sociales. Y, finalmente, está el análisis suministrado
desde la Iglesia, consecuencia del influjo del Rerum Novarum. Su más
claro exponente fue Severino Aznar (1870-1959), quien promovió las
Semanas Sociales de España y fundó la Revista Internacional de
Sociología.

215
J.F. Tezanos, "Inequality and Social Classes", en S. Giner
y L. Moreno, Sociology in Spain, IESA, Madrid, 1990.
157

Por su parte, Díaz Nicolás y Del Pino Artacho 216 señalan la


escasez de estudios sobre las clases en España debido entre otras
razones al carácter reciente de los estudios de sociología en
nuestro país. Citan los estudios históricos de Prieto Escudero217,
Mateo del Peral 218 y Beneyto Pérez 219 . Pérez Escudero hace
estimaciones de clase alta, media y popular para cuatro fechas:
1500, 1850, 1950 y 1975.
___________________________________________________________
Clase alta Clase media Clase popular
_______________________________________
1500 1 16 83
1850 2 49 49
1950 0,5 34,5 65
1975 1 41 58
___________________________________________________________

En este capítulo vamos a agrupar los estudios sobre las clases


en cuatro apartados 220 -más un apartado dedicado a las últimas
aportaciones de Juan Jesús González-: estudios de carácter
estructural-funcionalista, de signo marxista, los estudios de la

216
J. Díaz Nicolás y J. del Pino Artacho, "Estratificación y

movilidad social en España en la década de los años 70". En M. Fraga,

J. Velarde y S. del Campo (eds.), La España de los años 70. I.La

sociedad., Madrid, Moneda y Crédito, 1972.

217
G. Prieto Escudero, "Estratificación social en la España
balmesiana", Revista Internacional de Sociología, 111-112, 1970.

218
I. Mateo del Peral, "Andrés Borrego y el problema de las
clases medias", Revista de Estudios Políticos, 1962.

219
J. Beneyto Pérez, "La concepción jerárquica de la sociedad
en el pensamiento medieval español", Revista Intenacional de
Sociología, 17, 1947.

220
Agradezco al profesor Salustiano del Campo su sugerencia de
agrupar en estos cuatro epígrafes los estudios sobre clases en
España.
158

época de la transición y, finalmente, el estudio específico sobre


el caso español en el marco de la investigación internacional que
dirige E.O. Wright.
7.1. ENFOQUE ESTRUCTURAL-FUNCIONALISTA.
Una de las primeras contribuciones al análisis de las clases
es la de Ros Gimeno, quien en dos trabajos se ocupa de la
determinación y cuantificación de las clases sociales en España221.
En el primero de los trabajos define la clase social a partir de la
cultura, la profesión y la renta, aunque a efectos de resolución
empírica se apoya en exclusiva en la ocupación.
No se debe perder de vista la publicación en 1959 del libro
de Murillo sobre las clases medias222. Se trata de una obra escrita
a petición del Mittelstandsinstitut Soziologische Abteilung que
dirigía R. Köning. Este trabajo tiene el inmenso valor de ser una
de las primeras descripciones empíricas sistemáticas de la
estructura social de España. Frente a las alabanzas indiscriminadas
con relación al papel de las clases medias, Murillo analiza su
composición ocupacional y su concepción del mundo. Destaca la
asusencia de una "burguesía propiamente dicha", lo cual es herencia
histórica de la Reconquista "que ocasionó que no hubiera burguesía,
porque el hispano se acostumbró a ganar de golpe una buena posición
arriesgando la vida, y no por vías industriales o mercantiles,
laborales al fin"223. El siguiente cuadro reproduce la estructura
de la clase media en el año 1950.224
___________________________________________________________
PROFESIONES %
___________________________________________________________

221
J. Ros Gimeneo, "Estructura de la sociedad española desde
el punto de vista de las clases que la integran", XI Semana Social
de España, Barcelona, 1951, y "Las clases sociales y el problema de
su determinación", Revista Internacional de Sociología, 65, 1959.

222
Las clases medias españolas, Escuela Social, Granada, 1959.

223
op. cit., p. 12.

224
op. cit., p. 30.
159

Profesionales, técnicos y afines 12.5


Empleados administrativos, de dirección,
de oficinas y similares 27.1
Trabajadores dedicados a la venta 12.2
Militares profesionales 4.8
Empresarios o patronos agrícolas con fincas propias 43.5
___________________________________________________________

La clase media supondría el 27% de la población española,


mientras que la clase alta supondría el 0.1% de la población,
perteneciendo el restante 72.9% a la clase obrera.
Otro hito en el estudio de las clases sociales es la
publicación, en 1960, de las Actas del Congreso Internacional del
Instituto de Clases Medias. Aquí podemos destacar los trabajos de
Salustiano del Campo225, de Murillo y Perpiñá, de Jordana Fuentes
y Borrajo Dacruz entre otros.
Por su interés destacan las conclusiones a las que llegó
Murillo.
1) España posee una baja proporción de clase media en relación con
el total de su población aplicando los criterios de valoración
social vigentes en su sociedad. 2) La proporción es
especialmente baja en la mitad sur de la península, por el gran
contingente del proletariado agrícola. 3) La proporción es
mayor en las provincias más industrializadas, pese a tener un
gran proletariado industrial. 4) La proporción máxima
corresponde a provincias poco importantes, poco
industrializadas y con una mejor distribución de la propiedad
del campo. 5) Está surgiendo una clase media nueva, aún no
asimilada a la anterior, como consecuencia de las nuevas
condiciones económicas. 6) Aunque numéricamente no puede
fijarse si existe tendencia a la regresión en el porcentaje
de clase media antigua, parece razonable suponer que la
subcultura específica está a la defensiva frente a los valores,
formas de vida y modos de comportamiento de la nueva clase
ascendente. 7) Sin embargo, por la desigual distribución de
la transformación económica existe hoy una tendencia en las
zonas de menor porcentaje de clase media a disminuir aún más,
no dándose en ellas por manera notable el ascenso de la nueva

225
"Las clases medias y la movilidad en la sociedad industrial".
También publicado en S. del Campo, La sociedad de clases medias,
Espasa Calpe, Madrid, 1989.
160

clase. Una tendencia, por tanto, que ahonda las diferencias


entre la mitad sur y la mitad norte de la Península.226

A mediados de los sesenta Cazorla publica un estudio en el que


se cuantifica la estratificación social en España227. Cazorla es un
discípulo de Murillo y escribe sus textos más significativos sobre
estratificación entre mediados de los sesenta y mediados de los
setenta. Se trata de un conjunto de textos que abordan de un modo
diverso las desigualdades: desigualdades personales, diferencias
regionales, las relaciones de la familia con la estratificación, la
posición de clase de los funcionarios, la práctica religiosa, etc.
Sus preocupaciones son claramente de carácter empírico. El
siguiente cuadro explicita el estudio empírico sobre
estratificación.228

226
Actas del Congreso Internacional del Instituto de Clases
Medias, Madrid, 1960, pp. 181-182.

227
"Un ensayo de estratificación social española para 1957",
Revista Española de la Opinión Pública, 1, 1965. Reeditado en J.
Cazorla, Problemas de estratificación social en España, Cuadernos
para el Diálogo, Madrid, 1973.

228
op. cit., pp. 96-97.
161

Ocupaciones Hogares %

CLASE ALTA . Urbana 2.0%) Profesiones liberales 9.193


Agricultores 28.974
Empresarios 50.006
Directores de empresa 2.673
Administrativos, funcionarios, 43.757
Otros 3.622 2.0

CLASES MEDIAS (41.4%) Empresarios 385.914


Nueva y "evolucionada" Directivos, vendedores, téc-
nicos medios, administrativos 374.458
Trabajadores cal., capataces,
contramaestres, etc 763.140
Personal de servicios y otros 93.551 23.0

Tradicional Comerciantes, propietarios al


por mayor y detail 156.793
Militares 68.530
Funcionarios públicos 178.900
Profesiones liberales 30.824 6.2

Rural-agraria. Tradicional. Agriculotres medios 728.494


Jornaleros y trabajadores
agrícolas 135.471 12.2

CLASES TRABAJADORAS (56.5%) Empresarios 342.597


Urbana. Modesta Profesiones liberales 11.357
Directores de empresa 1.688
Administrativos 393.814
Trabajadores manuales 1.407.039
Personal de servicios 220.480
Otros 20.700 34.0

Rural-agraria Agricultores 521.545


Jornaleros agrícolas 332.209 12.1

Urbana. Pobre Empresarios 64.815


Profesiones liberales 2.703
Directores de empesas 422
Administrativos 43.757
Trabajadores manuales 214.633
Personal de servicios 112.320
Otros 17.077 6.4

Rural-agraria Agricultores 144.873


Jornaleros agrícolas 147.688 4.1
162

Dentro de este epígrafe debemos citar los primeros informes


FOESSA: el de 1966 y el de 1970. En el primero no hay ningún capítulo
específicamente dedicado a la estratificación, a pesar de que la
considera uno de los aspectos centrales de la estructura social: "la
estructura social comprende tanto el sistema de estratificación -lo
que los clásicos de la Sociología denominaban "clases sociales"-
como las instituciones organizadas (familia, comunidades,
instancias políticas, empresas, etc) y las normas sociales por las
que se entiende el funcionamiento de ese sistema de estratificación
y de esas instituciones".229
El FOESSA de 1970 dedicaría un capítulo a los problemas de
estratificación y movilidad social. En este capítulo se hace una
recopilación de los diferentes enfoques teóricos sobre las clases,
para a continuación ofrecer una cuantificación de las clases a
partir encuestas subjetivas en las que los entrevistas se autoubican
en una clase social u otra.
____________________________
Alta (menos de 0.5%)
Media-alta 6
Media-media 31
Media-baja 18
Obrera 32
Pobre 13
___________________________

229
Amando de Miguel, Informe sociológico sobre la situación
social de España, Madrid, Fundación FOESSA, Euramérica, 1966.
163

En el IV Informe FOESSA230 se incluye una amplia sección sobre


estratificación social en la que se pregunta a la muestra
seleccionada sobre cuestiones como la percepción subjetiva del
número de clases que existen en nuestra sociedad, si existe o no
lucha de clases, grado de conciencia de clase, percepción de la
desigualdad, etc. Resulta especialmente significativa la respuesta
a la pregunta sobre el número de clases. El 54% de las respuestas
declara percibir dos, tres y cuatro clases. Conviene hacer notar el
elevado número de personas (29%) que no sabe o no contesta. Solo un
3% de los entrevistados considera que no existen clases. La
percepción de tres capas (31%) es la que se suele considerar más
conservadora, dado que incluye una clase media, normalmente
percibida como elemento estabilizador de la estructura de clases.

7.2. ENFOQUE MARXISTA.


Emperaremos por el trabajo de Ignacio Fernández de Castro y
Antonio Goytre231. Estos autores se declaran firmes partidarios del
método de análisis de Poulantzas.
En líneas generales seguimos y aceptamos el análisis de
Poulantzas sobre las clases sociales, aunque ello no suponga
una coincidencia general y absoluta, sino un punto de partida
que consideramos razonable y suficiente para poder avanzar en
nuestra reflexión sobre el problema de las clases.
Nos parece acertada y sugestiva la afirmación de este autor
de que las clases sociales se identifican con relaciones
sociales y que es posible reconocerlas por las prácticas, no
todas las prácticas, sino aquellas que producen efectos
pertinentes en la formación social.232.

230
Informe sociológico sobre el cambio social en España.
1975-1983, Madrid, Euroamérica, 1983.

231
Clases sociales en España en el umbral de los años '70,
Madrid, Siglo XXI, 1974. Buena parte de los resultados y
conclusiones de este libro reaparecerían en el informe FOESSA de
1975, informe cuyo amplísimo capítulo consagrado a las clases cuenta
con una extensa explicación de las corrientes teóricas en el estudio
de las clases a cargo de Antonio de Pablo.

232
op. cit., pp. 14-15.
164

En cualquier caso, a diferencia de lo que ocurre con el


sociólogo griego, suministran datos con los que cuantifican las
clases sociales existentes en una formación social. En concreto, lo
que hacen es utilizar los datos que suministra la Encuesta de la
Población Activa entre 1964 (año de inicio de esta estadística) y
1970 (año de finalización del análisis de Fernández de Castro y
Goytre. Las razones para hacer uso de estas series estadísticas son
diversas: la necesidad de utilizar oleadas de datos configuradas con
criterios homogéneos, los elementos detectados en estas encuestas
son muy diversos al tiempo que se constituyen en un buen punto de
partida -en tanto que datos brutos- para elaborar análisis
sociológicos.
Los autores distinguen la existencia en la formación social
española de un modo de producción capitalista -mayoritario y
hegemónico- y un modo de producción precapitalista -reducido y
residual-. Grosso modo y con matizaciones sustantivas, como
veremos, el primero estaría constituido por la población empleada
en los secortes industrial y de servicios y el primero por la
empleada en el sector primario. La distribución de la población
activa sería la siguiente:
1969 1970 Diferencia %
Modo de
producción 5.679.300 7.034.500 + 1.355.200 + 23.9
capitalista
Modo de
producción 5.933.100 5.395.900 - 537.200 - 9.1
precapitalista

No obstante estas cifras han de ser matizadas:


Dentro de lo que llamamos modo de producción capitalista existe
población activa que pese a su condición de asalariada no puede
considerarse como incluida en él (tal, por ejemplo, el servicio
doméstico que no puede asimilarse a este sector por las razones
que veremos).
Dentro del sector que llamamos precapitalista existen activos que
se encuentran en un modo capitalista de producción (tales, por
165

ejemplo, los empleadores y empresarios agrarios y sus


asalariados cuando se trata de explotaciones capitalistas).233

Las pautas de evolución serían las que se reflajan en el


siguiente cuadro:
1964 1970 Diferencia %

Modo de producción
capitalista
Empleadores 283.600 272.700 - 10.900 - 3.8
Asalariados 4.138.300 5.546.700 + 1.408.400 + 34.0
Total 4.421.900 5.819.400 + 1.397.500 + 33.8

Sector público 864. 700 824.900 - 39.800 - 4.6

Sector agrario
Empleadores 91.900 38.300 - 53.600 - 57.3
Asalariados 1.320.100 1.104.200 - 215.900 - 16.3

Servicio doméstico 392.100 390.200 - 1.900 - 0.5

Sector precapitalista
(aratesanos,
campesinos, 4.521.100 4.253.400 - 267.700 - 5.8
profesionales
liberales, familiares)

Para finalizar con la investigación de Fernández de Castro y


Goytre, el siguiente cuadro resume la estratificación de la
formación social española en 1970.234

233
op. cit., p. 40.

234
op. cit., pp. 306-307.
166

Estrato clase alta (53) Empleadores 14


Profesiones liberales 4
Ejecutivos capitalistas 1
Técnicos superiores 2
Altos funcionarios 2
Técnicos superiores del Estado 2
"Sus labores" 17
Estudiantes de enseñanza superior 10
TOTAL 53

Estrato "clase Clase media Industriales y comerciantes indifiduales 50


media" (539) alta (256) Técnicos medios 13
Empleados 45
Técnicos medios sector público 9
Empleados sector público 11
"Sus labores" 88
Alumnos enseñanzas "medias" 40
TOTAL 256

Clase media Indsutriales y comerciantes individuales 20


baja (283) Campesinos familiares 36
Obreros calificados sector privado 100
Obreros calificados agrarios 4
Obreros calificados sector público 8
"Sus labores" 115
TOTAL 283

Estrato "clase baja" (408) Campesinos familiares 80


Obreros no calificados sector privado 94
Obreros no calificados sector agario 46
Obreros no calificados sector público 4
Servicio doméstico 18
"Sus labores" 166
TOTAL 408

(Entre paréntesis tantos por mil).

No podemos dejar de citar, en el ámbito marxista, los trabajos


que sobre estructura de clases ha llevado a cabo Daniel Lacalle235.
De acuerdo con este autor, quien se apoya fuertemente en Westergaard
y Resler, la estructura de clases del capitalismo actual está
compuesta por una clase dirigente, que supone entre el 5 y el 10%
de la población activa. Los grupos hegemómicos de esta clase son
entre el 0.5 y el 1%. Un segundo bloque, que porcentualmente supone
entre el 15-20% es el constituido por los grupos intermedios,
técnicos y profesionales medios, pequeña burguesía tradicional y

235
Clases sociales y capitalismo, Madrid, Endemyon, 1990.
167

profesionales bajos. Finalmente, las clases dominadas suponen


aproximadamente el 75% de la población activa. Los resultados
serían los siguientes.
ESTRUCTURA DE CLASES EN ESPAÑA 1978 (%)
Empleadores, profesionales liberales, 8
gerentes, directores.
Técnicos y similares 4
Pequeña burguesía 19
Empleados 13
Obreros manuales y otros 55

En España se ha asistido desde los años sesenta a una progresiva


salarización de la población activa. En 1964 los asalariados eran
el 62.1% de la población activa, en 1970, el 64.7%, en 1979 el 69.9%
y en en 1987 el 70.3%.
De acuerdo con Lacalle los cambios más significativos son los
que se han dado en el seno de cada una de las clases sociales. Así
en la clase dominante han perdido peso los terratenientes y
empresarios agrícolas, mientras que entre los grupos asalariados
han perdido peso los obreros.
ESTRUCTURA DE CLASES EN ESPAÑA
1950 1970 1975
Alto personal directivo 2.4 3.8 4.4
Terratenientes y 1.7 1.4 0.6
empresarios agrícolas

ESTRUCTURA DEL CONJUNTO SALARIAL


1979 1987
Profesionales y técnicos 12.7 13.5
Administrativos 14.5 16.2
Obreros cualificados y no cualif. 55.0 50.1
Servicios y otros 17.8 20.2
168

Un estudio escasamente conocido sobre las clases sociales en


España es el realizado por los Grupos Obreros de Estudios Sociales.
Se trata de un análisis marxista de la formación social española.
Aquí lo que nos interesa es el amplio capítulo dedicado a las clases.
El marco analítico para el estudio de las clases procede
directamente de Poulantzas. No obstante, los autores introducen
algunas fracciones de clase no nombradas por el sociólogo griego.
El siguiente cuadro aclara el esquema de clases utilizado por estos
autores.
169

MP CLASES DOMINANTES CLASES CLASES DOMINADAS


DOMINANTES-DOMINADAS

CAPITALISTA OLIGARQUIA FINANCIERA


MONOPOLISTA TRADICIONAL
BURGUESÍA IMPERIALISTA
BURGUESÍA FINANCIERA MODERNA PROLETARIADO MONOPLISTA
BURGUESÍA FINANCIERA ESTATAL PROLETARIADO EVENTUAL
PROLETARIADO NO
MONOPOLISTA

CAPITALISTA NO BURGUESÍA MEDIA INDEPENDIENTE


MONOPOLISTA BURGUESÍA MEDIA DEPENDIENTE
BURGUESÍA RENTISTA

FEUDAL Y ARISTOCRACIA LATIFUNDISTA ARRENDATARIOS Y PROLETARIADO FEUDAL


ESCLAVISTA TERRATENIENTES RENTISTAS COLONOS SERVICIO DOMÉSTICO
SEÑORÍO DOMÉSTICO

MERCANTIL PEQUEÑA BURGUESÍA PEQUEÑO PROLETARIADO


SIMPLE O PROFESIONAL
TRANSICIÓN PEQUEÑA BURGUESÍA
FEUDALISMO-CA URBANA
PITALISMO PEQUEÑA BURGUESÍA
CAMPESINA

ARTICULACION NUEVA PEQUEÑA


CAPITALISMO BURGUESÍA
MERCANTIL
SIMPLE

Como se puede observar los autores diferencian clases y


fracciones de clase en función del modo de producción de que se
trate. Como suele suceder en tantas lecturas marxistas de la
estructura de clases, la producción mercantil simple aparece como
un elemento condenado a la desaparición. Resulta llamativa la
presencia en el cuadro del modo de producción esclavista, a pesar
de que en el texto, como era de esperar, los esclavos no aparecen
por ningún sitio.
170

Lo que hace especialmente atractivo este estudio es, en primer


lugar, el intento de dotar de sustento empírico al abstracto modelo
de Poulantzas236, es decir, el intento de cuantificar las clases.
En segundo lugar, resulta interesante, aunque muy discutible, el
desmenuzamiento en diferentes fracciones de cada una de las clases
de la sociedad española.
Se puede observar en el cuadro cómo se detectan algunos de los
problemas de las divisiones internas dentro de las clases
trabajadoras, especialmente en lo que se refiere a estabilidad en
el puesto de trabajo. Quizás aquí hubiera sido más apropiado haber
hecho uso de las teorías sobre la segmentación de los mercados de
trabajo, quizás aún no conocidas para el público español.

Un intento más de cuantificar las clases es el realizado por


Rafael Díaz-Salazar 237 . Este autor se apoya en recientes
teorizaciones de corte marxista: Poulantzas, Preworski y Wright
(especialmente el primer Wright). Al igual que en el caso anterior,
las teorías weberianas quedan marginadas. De acuerdo con
Díaz-Salazar, utilizando el modelo del Wright de las posiciones
contradictorias, la estructura de clases en España (a partir de la
EPA del tercer trimestre de 1989) sería la siguiente:

______________________________________________________________
%
_____________________________________________________________
BURGUESÍA 3.6
PEQUEÑOS PATRONOS 11.1
DIRECTIVOS ALTOS Y MEDIOS 2
BAJOS DIRECTIVOS, CAPATACES Y SUPERVISORES 1
PEQUEÑA BURGUESÍA 1.2
TRABAJADORES SEMIAUTÓNOMOS 9
PROLETARIADO 60.3
______________________________________________________________

236
Sustento empírico que en el caso de la oligarquía llega a
una amplia enumeración de los apellidos más importantes.

237
¿Todavía la clase obrera?, Madrid, HOAC, 1990.
171

7.3. ESTUDIOS DE LA EPOCA DE LA TRANSICION.


Entre los estudios de esta época destacan los Tezanos -y su
correspodiente polémica co Gomáriz- y el singular, aunque endeble,
estudio de Luis García San Miguel.
Tezanos ha mantenido constante su preocupación por
cuantificar, a partir de datos de la EPA, las clases sociales
existentes en España. Podemos citar dos estudios de los años
setenta: Estructura de clases en la España actual 238 y Estructura
de clases y conflictos de poder en la España posfranquista239. Se
trata de obras en las cuales no se da una fuerte identificación con
algún enfoque en particular. Son estudios amplios sobre la
estructura social de España en donde se presenta la literatura
sociológica de la época referida a las clases sociales. Aquí se
analizan cada una de las clases existentes en España: clases medias,
clases en el campo, clase obrera, profesionales, élites.
Tezanos ha vuelto recientemente a analizar la estructura de
clases en España 240 , resumiendo de esto modo sus investigaciones
anteriore. De acuerdo con este último trabajo, se asiste a un proceso
de desruralización de la población activa que se acelera
intensamente en los años sesenta. Esto ha tenido como consecuencia
una fortísima disminución del porcentaje de obreros agrícolas, y en
general de la población activa dedicada a la agricultura.
El proceso de industrialización de la población activa se
mantiene hasta mediados de la década de los setenta, momento en que
la industria llega a ocupar más personas que cada uno de los otros
dos sectores productivos.
A partir de mediados de la década de los setenta se asiste a
un significativo proceso de terciarización, pero con una acusada
aceleración durante los ochenta.

238
Madrid, Cuadernos para el Diálogo, 1975.

239
Madrid, Edicusa, 1978.

240
J.F. Tezanos, "Clases sociales", en VV.AA.: España. Sociedad
y política. Madrid, Espasa, 1990.
172

A su vez se consolida un importante sector de autónomos y de


trabajadores independientes de la industria y de los servicios, que
se mantiene en torno al 11% de la población activa durante los
sesenta y los setenta y experimentando un sustancial crecimiento en
los ochenta.
_____________________________________________________________
ESTRUCTURA DE LA POBLACION ACTIVA OCUPADA EN 1988
_____________________________________________________________

1. Bloque de clases propietarias


1.1. Sector empresarial capitalista 4,8
1.1.1. Empresarios agrarios con asalariados.... 38.500 0,3
1.1.2. Empresarios con asalariados de la
industria y los servicios ................... 389.400 3,3
1.1.3. Gerentes y directores .................. 140.600 1,2
1.2. Sector de autopatronos e independientes 23,3
1.2.1. Profesionales liberales ................ 147.500 1,3
1.2.2. Empresarios sin asalariados y
trabajadores independientes .................. 1.588.600 13,6
1.2.3. Propietarios agrícolas sin asal. ....... 987.800 8,4

2. Bloque de clases asalariadas


2.1 Empleados 36,1
2.1.1. Personal adm., comercial y técnico ..... 2.845.700 24,3
2.1.2. Contramaestres y capataces ............. 128.200 1,1
2.1.3. Personal de sevicios ................... 1.248.000 10,7
2.2. Obreros 32,9
2.2.1. Obreros especializados ................ 2.748.600 23,5
2.2.2. Obreros sin especializar ............... 595.500 5,1
2.2.3. Obreros agrícolas ...................... 504.300 4,3

3. Otros y no clasificables ................... 345.800 2,9


______________________________________________________________Fu
ente: INE, Encuesta de la Población Activa, segundo trimestre de
1988.
_______________________________________________________________

Los asalariados del sector público son un grupo creciente que


ha pasado de ser el 7.7% en 1972 al 15.8% en 1988.
Los grandes núcleos sociales serían los siguientes:
- Un gran sector de clases trabajadoras manuales, que
representa en 1988 un 32.9% de la población activa, formado
básicamente por trabajadores manuales especializados de la
industria y los servicios (23.5%) y en mucha menor medida por
173

trabajadores sin especializar (5.1%) y por obreros agrícolas


(4.3%).
- Un amplio sector de activos de la nueva clase media, es decir,
de empleados de oficina, técnicos, profesionales y vendedores que
ejercen trabajos asalariados. Este sector representa por sí solo una
fracción bastante importante de las clases trabajadoras, algo
superior al sector de trabajadores especializados de la industria
y los servicios. Si a este sector se le suma el personal de los
servicios (empleados en servicios educativos, saniatarios,
culturales, turísticos, etc) llega a representar un 35% de la
población activa ocupada.
- Un tercer grupo lo forman las viejas clases medias, es decir,
los pequeños propietarios y autónomos de la agricultura, la
industria y los servicios.
- Finalmente, el sector de empresarios con asalariados y el
de gerentes y directivos, aun siendo bastante minoritario, se ha
mantenido durante la última década en una situación estabilizada,
sumando ambos en 1988 un 4.8% de la población activa.

Quizás la polémica más destacada, por no decir la única, en


torno al tema de las clases sociales en España, en el ámbito de la
sociología, fue la mantenida por Enrique Gomáriz y J.F. Tezanos
desde las páginas de las revistas Zona Abierta y Sistema 241 ,
respectivamente. Además de un ser un debate teórico y empírico sobre
qué clases cupiera distinguir en España en la segunda mitad de los
setenta, se trata de un debate conectado con la singular coyuntura
política española de 1978, en concreto, la posible renuncia del PSOE
al marxismo (el Bad Godesberg español) planteada por su secretario
general, Felipe González. Fruto de los planteamientos referidos a
las clases es al artículo de Gomáriz que lleva por título

241
E. Gomáriz, "La sociología de Felipe González" Zona Abierta,
20, 1979; E. Gomáriz, "Clases sociales y parasociología". Zona
abierta, 24, 1980; J.F. Tezanos, "La teoría marxista de las clases",
Sistema, 29/30, 1979; J.F. Tezanos, "La sociología del 'recelo' o
¿cómo trivializar el debate sobre las clases", Sistema, 34, 1980.
174

precisamente "La sociología de Felipe González". González planteó


que el PSOE renunciase al término marxista, entre otras cosas,
porque a diferencia de lo ocurrido cuando se constituyó este
partido, a fines del siglo XIX, la clase obrera ha dejado de ser
mayoritaria.
Cuando [hace cien años] el partido sale a la luz se plantea un
antagonismo de clase tremendamente bipolar. Por una lado, hay
una clase mayoritaria -la clase obrera- desposeída por
completo y, además, marginada del juego político [...] Hoy la
complejidad de la sociedad es infinatemente mayor. [Ahora] no
hay una confrontación de dos clases, hay una confrontación
policlasista, de varias clases sociales con varias clases
sociales. [...] Y para encontrar una vía mayoritaria hay que
comprender un abanico mucho más grande que el definido
inicialmente. Un ejemplo puede bastar para entender lo que
digo: hay 26 millones de votantes en este país de 36 millones
de ciudadanos. De estos 26 millones, 13 -es decir, el 50%- no
son población activa, pero esa mitad puede decidir con su voto
el porvenir de nuestro país (Entrevista a Felipe González en
El Socialista de 13 de mayo de 1978).

Esto se traduce en que hay que sectorializar el mensaje que


el partido lanza a la sociedad.
González ofrece un primer gran error que demuestra un
superficial conocimiento de nuestra historia económica y social. En
el año 1900, de los 18.500.000 habitantes había 6.500.000 de
población activa. De éstos, cuatro y medio trabajaban en la
agricultura, un millón en la industria y otro millón en el comercio.
Si se suman a los dos millones de jornaleros que trabajaban en el
campo los asalariados de la industria -que difícilmente alcanzaría
el millón- esa clase obrera ampliada es claramente minoritaria.
En cualquier caso, el intento de empequeñecer a la clase obrera
cuenta con el apoyo de Tezanos, quien en un artículo publicado en
Sistema242 pone de manifiesto la fuerte tendencia decreciente de la
clase obrera. He aquí los datos que presenta.

242
op. cit., 1980.
175

______________________________________________________________ES
TRUCTURA DE LA POBLACIÓN ACTIVA OCUPADA EN 1978
______________________________________________________________
N %
1. BLOQUE DE CLASES PROPIETARIAS 29,6
1.1 Sector empresarial capitalista 4,8
1.1.1. Empresarios agrarios con asalariados 46.700 0,4
1.1.2. Empresarios con asalariados de la
industria y de los servicios 305.100 2,5
1.1.3. Gerentes y directores 233.100 1,9

1.2. Sectores de autopatronos e independientes 24,8


1.2.1. Profesionales 91.400 0,7
1.2.2. Empresarios con asalariados y
trabajadores independientes 1.250.200
10,3
1.2.3. Propietarios agrícolas sin asal. 677.800 13,8

2. BLOQUE DE CLASES ASALARIADAS 69,2


2.1 Trabajadores no manuales y de servicios 30,1
2.1.1. Personal administrativo, comercial
y técnico 2.392.100
19,7
2.1.2. Contramaestres y personal servicios 1.259.600 10,4

2.2. Obreros 39,1


2.2.1. Obreros especializados 3.464.500 28,5
2.2.2. Obreros sin especializar 603.600 5,0
2.2.3. Obreros agrícolas 683.300 5,6

Otros 139. 000 1,1


______________________________________________________________
Fuente: INE, Encuesta de la población, tercer trimestre de 1978
176

________________________________________________________________
_
EVOLUCIÓN DE LOS GRUPOS OCUPACIONALES DE LA POBLACION ACTIVA DE 1965
A 1978
________________________________________________________________
1965 1978 Variación
% % en el
periodo
Grupos que han aumentado
Profesionales ...................... 0,5 0,7 + 66,2
Personal de servicios .............. 6,2 10,4 + 51,1
Personal administ., comercial y téc. 13,5 19,7 + 49,7
Empresarios, gerentes y directores . 3,4 4,8 + 44,6
Obreros especializados ............. 22,1 28,5 + 34,2

Grupos que han disminuido


Obreros agrícolas .................. 9,9 5,6 - 48,1
Obreros sin especializar ........... 9,6 5,0 - 45,8
Propietarios agrícolas sin asalar. . 23,3 13,8 - 41,5
Empresarios sn asalariados y
trabajadores independientes ....... 10,9 10,3 - 4,8
________________________________________________________________
Fuente: INE, Encuestas de población activa, 1965 y 1978.

A partir de estos datos Tezanos concluye que la clase obrera


manual sería en poco tiempo el sector numéricamente menos importante
de los asalariados. Gomáriz acusa a Tezanos de precipitación en este
intento de empequeñecimiento. El personal administrativo,
comercial y técnico alcanzaría una proporción superior a la de los
obreros manuales. Gomáriz señala que aquí debe haber un error de
calculadora, porque de seguir las tendencias indicadas, en 1991 los
obreros manuales serían más numerosos que el personal
administrativo. Haciendo la proyección, en 1991 habría 3.581.000
personas trabajando en estos tres ámbitos y 4.976.600 obreros
manuales. Más grave quizás resulte la siguiente acusación que
reproduzco textualmente:
Lo que resulta indiscutible es que el cuadro de la estructura de la
población activa ocupada en 1978 ha convertido a los
barrenderos, a los obreros del Metro, los peones de carga, etc.
en "trabajadores no manuales". Y es que en él se olvida que
en las encuestas de población activa también se cuentan los
obreros que trabajan en el sector servicios, que naturalmente
son el 40 por 100 de los trabajadores del sector. (...)
La traducción de todo lo anterior es que en las 3.651.600 personas
que Tezanos clasificaba precipitadamente como nuevas clases
177

medias hay 1.350.000 que son obreros, lo que supone que la


población obrera del país sea en realidad de 6.101.400
personas.243

Gomáriz procede a una reclasificación de los datos. En lugar


de agrupar a las clases por el criterio de propiedad, lo hace en
función del grado de poder. Así distingue entre clases dominantes
y clases dominadas.
____________________________________________________________
ESTRUCTURA DE LA POBLACION ACTIVA
____________________________________________________________
N %
** CLASES DOMINANTES 1,7
1. Empresarios agrícolas 12.500

2. Empresarios indsutriales y de servicios 45.000


3. Gerentes, ejecutivos y altos funcionarios 163.000
** CLASES DOMINADAS
A. Clases intermedias 24,1
1. Pequeños empresarios con asalariados 294.100
2. Empresarios sin asalariados 2.193.000
3. Gerente, técnicos sup. y profesionales 457.400
B. Clases trabajadoras 74,2
1. Trabajadores autónomos 694.000
2. Personal adm., comercial y téc. 1.896.000
3. Maestros, encargados y capataces 490.000
1+2+3 25,0
4. Obreros manuales 49,2
a) De la industria 4.068.100
b) De los servicios 1.350.000
c) Del campo 683.000
____________________________________________________________
Fuente: INE; Encuesta de la población activa, tercer trimestre de
1978 y Estructura de la empresa española.
____________________________________________________________

El otro estudio que citamos al comienzo de este epígrafe es


el de Luis García San Miguel244. Se trata de la presentación de un
posible marco de investigación para el estudio de las clases. El
marco teórico sobre el concepto de clase es especialmente endeble.
Prácticamente el único autor sobre el que reflexiona es Marx,

243
Op. cit., p. 70.

244
Las clases sociales en España, Madrid, CIS, 1980.
178

obviando a Weber y a los autores neomarxistas y neoweberianos hasta


1980, año de aparición del libro. Más interesante es la exposición
sobre los estudios de clases en España: Tezanos 245 , Fernández de
Castro, De Pablo, etc.
Las clases sobre las que reflexiona, sin ninguna apoyatura
empírica 246 , son la aristocracia, la clase alta (básicamente la
burguesía), la clase media (la pequeña burguesía) y la clase baja
(el proletariado), a las cuales se podrían añadir, pero esta vez sin
el calificativo de clase, los marginados (a los cuales el autor
dedica un excurso). San Miguel analiza los componentes básicos de
cada una de las clases: ingresos, empleo del tiempo libre, tipo de
vivienda, modo de vida, etc. En esta obra no hay ningún intento de
determinar estructuralmente cuál o cuáles sean los criterios de
pertenencia de clase, sino que no se va más allá de una descripción
empiricista de rasgos destacables de cada clase social.

7.4. ESTUDIO INTERNACIONAL SOBRE CLASES (INFORME ESPAÑOL).


No cabe duda de que el estudio más importante sobre clases
sociales en España es el que está llevando a cabo el equipo dirigido
por Julio Carabaña, estudio que forma parte del proyecto
internacional de análisis de clases sociales a su vez dirigido por
Erik Olin Wright. Hasta el momento solo se ha publicado un primer
informe redactado por Juan Jesús González247. Se trata de un completo
estudio que cuenta con el soporte de una amplia encuesta relativa

245
De Tezanos solo cita el estudio realizado junto con López
Aparicio y Domingo Rodríguez, Las nuevas clases medias, Madrid,
Cuadernos para el diálogo, 1973. Sin embargo, no cita la obra más
fundamental de Tezanos, a la que anteriormente hemos hecho
referencia, sobre la estructura de clases en la España actual.

246
Salvo que consideremos como tales los innumerables
chascarrillos y citas literarias con los que el autor ilustra su
conocimiento empírico directo de la clase alta española.

247
Clases sociales: estudio comparativo de España y la
Comunidad de Madrid 1991, CAM, Madrid, 1992.
179

a diferentes aspectos relacionados con la clase social: ingresos,


ocupación, matrimonio, nivel educativo, conciencia clase,
intención de voto y un largo etcétera. Todo ello precedido de una
esclarecedera presentación teórica. La amplitud metodológica es tal
que permite la lectura de los datos desde la categorización de clases
de Wright y de Goldthorpe. Uno de los primeros resultados
observables en la comparación entre los países encuestados es la
existencia, a grandes rasgos, de dos modelos de estructura clasista:
el modelo nórdico o escandinavo (compartido también por Alemania)
y el modelo anglosajón, el primero de los cuales presenta un peso
relativamente alto de la clase trabajadora, en términos de Wright,
en tanto que el segundo presenta un peso relativamente alto de la
clase media.
En términos de Wright los propietarios de los medios de
producción representan una proporción muy similar en estos países,
que oscila entre el 10.4% (Suecia) y el 17.4% (EE.UU.), de manera
que la principal diferencia estructural radica en la distinción
entre los principales modelos: en este sentido, la clase trabajadora
representa el 61% en Suecia, en tanto que el 52% en EE.UU. (el Reino
Unido ocupa una posición equidistante). Por contraste, la clase
media representa apenas el 28% de Suecia, en tanto que llega a un
tercio de la estructura en EE.UU.. Si en lugar de utilizar el modelo
de Wright, utilizamos el de Goldthorpe, más permisivo a la hora de
delimitar el área intermedia de la estructura, esta se convertiría
en una mayoría relativa, pero, lamentablemente, no disponemos de los
resultados de la aplicación del modelo en estos dos países.
La primera observación con respecto al caso español es su
carácter excepcional. En el esquema de Wright, las clases
propietarias tienen en España un peso que duplica al de Inglaterra
(27 frente a 12.5%), si bien toda la diferencia se debe al peso
extraordinario de la pequeña burguesía (23.8 frente a 6%).
Si utilizamos el modelo de Goldthorpe, las clases intermedias
representan una amplia mayoría relativa e, incluso, si excluimos
de ellas a los autónomos no agrarios y a los agricultores, el
pordentaje resultante (el citado 27.9%) no está muy lejos de la clase
obrera (33.4%).
Los siguientes cuadros aclaran todos estos extremos.
180

________________________________________________________________
ESTRUCTURA COMPARADA SEGÚN WRIGHT
ESP. SUE ING. EE.UU. AUST
Total 3161 1179 1315 1487 1196
CLASE PROPIETARIA 27.0 10.4 12.5 14.7 14.0
Empresario 3.2 5.5 6.5 7.8 5.0
Pequeña burguesía 23.8 5.4 6.0 6.9 9.0
CLASE MEDIA 16.6 27.8 30.2 33.2 42.0
Directivo experto 2.5 4.4 5.6 3.9 6.0
Directivo no experto 4.7 6.5 11.1 8.5 17.0
Supervisor experto 1.7 3.8 2.2 3.7 2.0
Supervisor no experto 4.4 6.3 7.2 13.7 14.0
Empleado experto 4.0 6.8 4.1 3.4 3.0
CLASE TRABAJADORA 55.7 61.3 57.3 52.1 44.0
Trabajador cual. 18.5 17.8 14.4 12.2 12.0
Proletario 37.2 43.5 42.9 39.9 32.0
181

_____________________________________________________________
ESTRUCTURA COMPARADA SEGÚN GOLDTHORPE
ESPAÑA INGLATERRA AUSTRALIA
TOTAL 3161 1315 1196
CLASE DE SERVICIO 20.8 27.3 34.0
I. Nivel alto 6.3 9.4 10.5
II. Nivel bajo 14.5 17.9 23.5
CLASES INTERMEDIAS 45.9 36.3 40.4
IIIa. No manual alto 17.9 15.1 10.3
IIIa. No manual bajo 3.9 4.4 11.8
IVa. Pequeño empleador 2.5 3.4 8.9
IVb. Autónomo 11.5 4.5 (*)
IVc. Agricultor 6.5 0.8 1.6
V. Supervisor manual 3.6 8.1 7.8

CLASE OBRERA 33.4 36.4 25.6


VI. Obrero cualificado 14.9 12.5 11.6
VIIa. Obrero no cual. 15.6 23.4 13.3
VIIb. Obrero agrario 2.9 0.5 0.7

7.5. UN INTENTO DE SUPERAR LAS DEFICIENCIAS DEL ANALISIS DE CLASES:


LAS APORTACIONES RECIENTES DE JUAN JESÚS GONZALEZ.
J. J. González arranca de las limitaciones que padece el
actual análisis de clases como consecuencia de las propias
deficiencias teóricas del mismo y como resultado de la aparición de
nuevas formas de desigualdad -en especial la divisoria que supone
trabajar en el sector privado de la economía o hacerlo en el público-
que moldean el comportamiento electoral.
182

Propone establecer la existencia de dos tipos de clases: las


clases de propiedad y las clases de movilidad. Las primeras son
típicas del análisis marxista, que aun yendo más allá del esquema
propiedad/no propiedad de los medios de producción, cuando
introduce otros activos -los de organización y cualificación en el
caso de Wright- siguen girando en torno a la propiedad/no propiedad
de estos últimos. Las clases de movilidad son más bien propias de
los enfoques weberianos y, como vimos en Parkin, se definen a partir
de la acción social. De este modo, dos posiciones sociales
pertenecen a una misma clase cuando "la pauta y la probabilidad de
entrada son similares, lo cual va estrechamente asociado a la
probabilidad de seguir una cierta trayectoria de movilidad". 248
Parece fuera de toda discusión la influencia que las expectativas
-fundadas o no- con respecto a la movilidad sobre el comportamiento
electoral. El siguiente cuadro resulta sumamente expresivo a este
respecto.249
Resto de Noman Noman Manual Manual Nocual Descenden.
España estable ascendente estable ascendente estable

Derecha 25.9 29.0 20.0 9.5 6.0 9.6


5.9 2.7 -0.2 -1.0 -4.8 -4.5

PSOE 8.9 21.4 21.2 11.0 18.1 19.3


-6.7 -2.4 0.6 0.5 6.4 3.6

Izquierda 21.2 23.5 18.5 12.2 6.1 18.4


0.9 -0.6 -0.6 0.8 -2.0 1.5

Columna(N) 212 287 230 119 122 166


Total (%) 18.7 25.3 20.3 10.5 10.7 14.6

248
J.J. González: "Sobre el declive político de las clases",
Economía y Sociedad, 11, 1994 (pp. 9-24).

249
op. cit., p. 23.
183

Dos son los escollos del análisis de clases sobre los que se
centra Juan Jesús González. Por un lado, el problema de la nueva
clase media la cual en realidad se compone de "una diversidad de
fracciones o segmentos, cuyos intereses pueden ser contradictorios
no solo con respecto a las clases tradicionales, sino también entre
sí, por lo que la tarea consiste en identificar esta pluralidad de
nuevas clases medias y los conflictos o tensiones a que dan lugar".250
Por otro lado, falta por abordar el papel que juega el Estado
en la conformación de las clases. Esto supone tener en cuenta la
existencia de colectivos excluidos de la participación laboral (o
dicho en términos más técnicos, que no activan su fuerza de trabajo).
Aquí tendríamos cuatro situaciones de dependencia: amas de casa,
jubilados, jóvenes (en busca de trabajo o estudiantes) y parados.
A partir de aquí tendríamos que establecer una distinción entre
clases productivas (las que aparecen en los análisis de clases
convencionales) y las no productivas. El siguiente cuadro ilustra
esta distinción:251

DISTRIBUCIÓN RELATIVA DEL VOTO SEGUN CLASE.


(Porcentajes horizontales/residuos ajustados).
Pas 1. Jubilados y parados.
Pas 2. Jóvenes estudiantes y buscadores de primer empleo.
Resto de España Clases activas Pasivas
(N=1.537)
Propi Cuadro Noman. Manual Pas 1 Pas 2
etar.
Derecha 31.9 14.1 19.7 16.1 11.3 6.9
8.4 4.7 0.3 -9.3 -4.5 3.3
PSOE 13.8 6.4 15.9 40.6 21.1 2.2
-6.4 -4.0 -2.8 9.4 4.6 -4.0
Izquierda 14.4 8.2 27.8 27.6 15.6 6.3
-3.0 -1.1 3.4 0.1 0.0 0.9
Columna (N) 344 158 297 420 242 77
Total (%) 22.4 10.3 19.3 27.3 15.7 5.0

250
op. cit., p. 13.

251
op. cit., p.21.
184

8. ALGUNAS CUESTIONES ACTUALES


Son, sin duda, muchos los problemas planteados por las teorías
generales sobre clases sociales. En lo que sigue se pretende exponer
sucintamente algunos problemas insuficientemente abordados, o en
ocasiones no abordados, por estas teorías generales. Podríamos
agrupar esta problemática en tres grandes grupos.
El primero sería la cuestión de en qué clase situar a la gente.
Aquí lo que se pretende es explicar algunas cuestiones que o bien
han sido insuficientemente abordadas -la posición de clase de las
mujeres o la segmentación de la clase obrera- o incluso no abordadas
-el tema de la infraclase- en las teorías generales sobre las clases
o bien han gozado de interesantes desarrollos teóricos fuera de
ellas -diversas reflexiones sobre las clases medias. En primer
lugar volvemos, una vez más, a la cuestión de las clases medias
(tanto la tradicional como la nueva). En segundo lugar, algo habría
que decir sobre aquellas personas que experimentan un
comportamiento errático en el mercado de trabajo, comportamiento
que puede ir desde el paso del empleo al desempleo y al contrario,
hasta la completa exclusión de la población ocupada. Y, finalmente,
quedaría el problema de dónde situar a las mujeres (especialmente
si estando casadas pertenecen a la población ocupada).
El segundo gran bloque sería el referido al comportamiento
político de las clases, tema que nos lleva a la problemática de la
dominación ideológica, la existencia de élites, el supuesto
carácter de clase del estado, la sociología política de las clases,
etc.
Finalmente, un tercer bloque sería el de la distribución de
la riqueza entre las distintas clases sociales.
Veamos por separado cada una de estas cuestiones.

8.1. LAS CLASES MEDIAS


En este epígrafe analizaremos dos grupos especialmente
problemáticos: uno condenado "teóricamente" a la desaparición por
parte del marxismo -la pequeña burguesía tradicional o clase media
tradicional tanto urbana como rural- y la llamada nueva clase media
185

constituida fundamentalmente por asalariados que desempeñan


trabajos intelectuales.
8.1.1. LA PEQUEÑA BURGUESIA TRADICIONAL
La pequeña burguesía tradicional estaría constituida por
aquella parte de la población activa propietaria de los medios de
producción que no contrata fuerza de trabajo y que, por tanto, ha
de poner en funcionamiento la suya propia y la de su propia familia
nuclear o familiares allegados. En consecuencia no se implica en
procesos de explotación. Sin embargo, la pequeña burguesía no deja
de ser tal aunque contrate a un número muy reducido de empleados,
lo que significa que en ocasiones es difícil deslindar a la pequeña
burguesía del pequeño capitalista. Conviene insistir en dos rasgos
absolutamente claves en la definición de la pequeña burguesía, a
saber, el capital personal y el trabajo personal.252 Por tanto, no
se debe excluir de la pequeña burguesía a aquellos pequeños
propietarios que contratan fuerza de trabajo, siempre y cuando no
se de una separación radical del propietario con respecto al trabajo
directo de los medios de producción. Siguiendo a Wright, se podría
tomar como criterio de pertenencia a esta clase social el no emplear
a más de un trabajador.253

252
Así, por ejemplo, Scase y Goffee (The Real World of Small

Business Owner, Londres, Croom Helm, 1980, p. 24) hablando sobre

pequeñas empresas diferenciaban las siguientes cuatro categorías:


1. Los autoempleados, los cuales trabajan para sí mismos y
formalmente no emplean a trabajadores.
2. Los pequeños empleadores, los cuales emplean a trabajadores,
pero también trabajan con ellos.
3. Propietarios-controladores, los cuales no realizan las mismas
labores que sus trabajadores, sino que se dedican, única y
exclusivamente, y a la administración y gestión de su negocio.
4. Propietarios-directores, quienes crean una estructura de
control en la empresa, de modo que los propietarios se hacen cargo
del control total de las jerarquías.

253
En un estudio realizado por el economista Juan Trespalacios
(Estudio del sector comercial en la ciudad de Oviedo, Oviedo,

Universidad de Oviedo, Documento de trabajo 052/1992) sobre el


186

La existencia de la pequeña burguesía ha sido problemática para


la sociología desde que Marx la condenara a la desaparición bajo el
torbellino del capitalismo. En este sentido, Scase y Goffee 254
identificaban tres teorías con respecto a esta clase. La primera
sería la teoría de la desaparición, la segunda la de la marginación
y la tercera la de la des-marginación. Hasta hace bien poco los datos
parecían confirmar la teoría de la desaparición. Por ejemplo, Wright
y Martin255 señalaban que entre 1960 y 1980 la pequeña burguesía pasó
del 13.8% al 9.3% de la población activa. No obstante la pequeña
burguesía (autónomos, pequeños propietarios, etc.) ha incrementado
sus efectivos en los últimos tiempos, aunque seguramente muchos de
ellos sean simplemente trabajadores asalariados que pasan a la
condición de autónomo por conveniencias de la empresa que los
contrata (es decir, sería un proletariado disfrazado).
La teoría de la marginación condena a la subordinación de la
pequeña burguesía a intereses que están por encima de ella. De este
modo, su supervivencia se vincula a la transmisión de propiedad, la
huida frente al trabajo asalariado, la expansión de la idea de que
cualquiera puede generar su propio puesto de trabajo, etc.
La teoría más optimista es la de la des-marginación, la cual
contempla a la pequeña burguesía como una clase en expansión. Se basa
en una interpretación singular de algunas de las tendencias del
empleo que se observan en la actualidad. En primer lugar, la
transición de una economía de producción de bienes a otra de
servicios favorece el crecimiento de la producción mercantil simple
debido a su carácter intensivo en trabajo. En segundo lugar, los

sector del comercio en la ciudad de Oviedo, se detecta que

prácticamente la mitad de los comercios no cuentan con empleados

asalariados.

254
R. Scase y R. Goffe, op. cit.

255
"The transformation of the American Class Structure",
American Journal of Sociology, 88, 1987.
187

pequeños negocios pueden florecer gracias a su aprovechamiento de


ventajas tecnológicas de extensión casi universal, como es el caso
de la informática. En tercer lugar, está el argumento sobre el
carácter más próximo del pequeño comercio frente al grande. En
cuarto lugar, una época de afianzamiento de la ideología capitalista
favorece la proliferación de pequeños negocios. Y, finalmente, la
producción mercantil está siendo una respuesta frente al desempleo.
Uno de los elementos destacados en las investigaciones sobre
la pequeña burguesía es el de la peculiar visión del mundo por parte
de sus componentes, visión que se caracteriza por los siguientes
tres rasgos:
1. Una intensa fe en las ventajas de la independencia. Esto
significa la valoración del trabajar para sí mismo, de tener éxito
gracias a los propios esfuerzos, lo que refleja una valoración moral
más que económica.
2. Rechazo de los elementos racional-legales de la sociedad.
Se trata de la desconfianza hacia las grandes organizaciones
burocráticas, desde el Estado hasta los sindicatos.
3. Rechazo del cambio. Lo que importa es la estabilidad y la
continuidad en las maneras tradicionales de hacer las cosas.
Todo esto da lugar al desarrollo de una mentalidad a la que
se puede llamar individualismo radical. Esta mentalidad se
despliega en el apoyo a los partidos políticos que subrayan la
defensa de la propiedad. Se trata de un grupo que, por sus
reivindicaciones, su organización y sus modos de acción se opone a
los capitalistas, a las organizaciones obreras y a determinados
coelctivos de asalaridados (muy especialmente los empleados
públicos).
La independencia en el trabajo es sin duda un elemento
altamente valorado en la pequeña burguesía256. Por ejemplo, en un

256
F. Bechoffer y B. Elliott, "Petty property: The survival of

a moral economy", en F. Bechoffer y B. Elliot (eds.), The Petite

Bourgeoisie. Comparative Studies of the Uneasy Stratum, Londres,


MacMillan Press, 1981.
188

estudio referido al sector comercial en la ciudad de Oviedo,


Trespalacios 257 señala que el 82.8% de los comerciantes son
independientes, encontrándose el restante 17.2% en régimen de
franquicia, comercio integrado, etc.
Normalmente suele considerarse como vital para la salud
general de la economía moderna la presencia de un relativamente
amplio sector de pequeños negocios.
En lo que se refiere al caso español se podría señalar la
evolución reciente del número de personas desempleadas que se
acogieron a la capitalización de la prestación por desempleo.
Mientras que en 1986 se acogieron 59.240 personas (cobrando una
media de 0.95 millones de PTA), en 1988 lo hicieron 74.827 (cobrando
una media de 1.07 millones de PTA).258

El sector de la pequeña burguesía más estudiado es el del


comercio, quizás por los serios problemas que está atravesando como
consecuencia de la expansión del capitalismo en este sector de la
economía.
Al referirse a los pequeños comerciantes, Bechofer et al.259
señalan dos elementos distintivos de la pequeña burguesía: la
tenencia de un pequeño capital y la independencia en el trabajo. Esta
valoración de la indepedencia ha provocado comparaciones con los
artesanos. Hay por lo menos tres diferencias de los primeros con
respecto a estos últimos. En primer lugar, los pequeños comerciantes
realizan una actividad centrada en la venta en lugar de en la

257
Op. cit.

258
J.I. Palacio Morena,"La política de empleo". En Miguélez,

F. y Prieto, C. (eds): Las relaciones laborales en España. Madrid,

Siglo XXI, 1991.

259
F. Bechoffer et al., "The petits bourgeois in the class

structure: The case of the small shopkeepers", en F. Parkin (ed.),


The Social Analysis of Class Structure, Londres, Tavistock, 1974.
189

realización de bienes. En segundo lugar, su trabajo precisa una


amplia variedad de destrezas en lugar de una sola destreza
específica; y, finalmente, están orientados hacia el cliente más que
hacia el oficio (el cliente es prioritario frente a la idea de las
cosas bien hechas260).
Los comerciantes experimentan cierto tipo de procesos que les
conducen a la proletarización. Sus condiciones de trabajo empeoran,
debido a la existencia de grandes superficies comerciales, su
jornada de trabajo se convierte en interminable y sus ingresos
terminan por ser inferiores a los de la mayor parte de los
asalariados. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con los
campesinos, los comerciantes no han disminuido su participación en
la población activa. Hay un proceso de reemplazamiento continuo de
los comerciantes.
No obstante, en los últimos años se ha asistido a un cierto
crecimiento de las pequeñas empresas. Y esto, de acuerdo con
Bechoffer y Elliot261 debido a varias razones. En primer lugar, el
peso creciente de los impuestos induce a algunas personas a
establecer determinadas formas de negocios independientes. En
segundo lugar, el crecimiento del sector terciario de la economía
abre una amplia gama de oportunidades para los negocios a pequeña
escala. A esto hay que añadir que algunos de los inmigrantes han
optado por establecer sus propios negocios (caso de los hindúes en
Canarias o en Londres). Y, finalmente, no es desdeñable el deseo,

260
No obstante, en el estudio de Trespalacios (op. cit.) el 50%

de los entrevistados cita la vocación como primer elemento que

explica su dedicación laboral.

261
"The petite bourgeoisie in late capitalism". Annual Review
of Sociology, 11, 1985.
190

especialmente por parte de los más jóvenes, de escapar a las rutinas


del trabajo asalariado262.
En el caso español el sector del comercio experimenta una serie
de dificultades recientes derivadas de factores tales como: la
fiscalidad, represtentada por el polémico Impuesto sobre
Actividades Económicas (IAE); la reforma de la Ley de Arrendamientos
Urbanos que indudablemente incrementará los costos de explotación
del pequeño comerciante; la inexistencia de una Ley del Comercio que
haga saber a qué atenerse en este tipo de actividades; la aparición
de grandes superficies comerciales; la regulación de la venta
ambulante, las dificultades de financiación, la insuficiente
profesionalidad en determinados aspectos, etc.
Se trata, en cualquier caso de un sector altamente heterogéneo.
Por ejemplo, dentro del sector de alimentación es muy diferente la
problemática, en términos de posibilidades de subsistencia, de las
pescaderías a la de los pequeños autoservicios.
No obstante, las iras del pequeño comerciante parecen
dirigirse fundamentalmente contra la cultura del carrito, hasta el
punto de que en alguna ocasión ha lanzado sus críticas contra el
espíritu consumista que intensifican las grandes superficies, como
si la pequeñ burguesía no viviera del consumismo263. Especialmente

262
En este aspecto también coinciden Scase y Goffee, op. cit.

quienes consideran la búsqueda de independencia como un factor

decisivo para el ingreso en las filas de la pequeña burguesía. No

obstante, estos autores, en lugar de referirse a los jóvenes, lo

hacen a personas más bien maduras, en torno a los cuarenta años, los

cuales pueden haber acumulado un pequeño capital (por herencia,

porque los hijos ya no están en casa, porque han terminado de pagar

la vivienda, etc), lo que les permite dar una respuesta a la

monotonía del trabajo asalariado.

263
En un texto publicado en la revista Alfoz, Primitivo Sanz

presidente de una asociación de comerciantes madrileños, señala que


191

grave es la cuestión de los horarios, los cuales abarcan todos los


días de la semana, con más horas de apertura al público, lo que
dificulta considerablemente la labor del pequeño comerciante. En
este sentido, una de las reivindicaciones de las asociaciones de
pequeños comerciantes consiste en imitar la legislación de países
europeos (según ellas la mayoría) en el sentido de cerrar día y medio
por semana. En el estudio de Trespalacios anteriormente citado los
comerciantes consideran que sus principales problemas son los
siguientes: agresividad de las grandes superficies (63%), exceso de
establecimientos (52%), la insolidaridad en el sector (33%), la
falta de profesionalidad (31%), la falta de defensa legal en el
comercio (30%).
De acuerdo con los datos de la Encuesta de Comercio Interior
de 1988 el sector del pequeño comercio se caracteriza por su
atomización, las reducidas dimensiones de los locales que ocupan y
su carácter familiar.
En general, parece augurable un difícil futuro para aquellos
comercios que oferten bienes estandarizados que no requieran
ninguna manipulación. Así por ejemplo, una lechería o un pequeño
supermercado frente a una carnicería o una tienda de repuestos de
automóviles (en la cual además de una mejor información es factible

las grandes superficies modifican los hábitos de compra de los

consumidores: "En vez de ir con sus hijos a hacer deporte, visitar

museos o contactar con la naturaleza, va a comprar a alguuna

superficie. En definitiva, se le está dirigiendo para consumir y no

para formarse. Esto es aún más grave en época de crisis en que se

debería reducir el consumo, fomentar el ahorro e incentivar la

inversión". Poco antes se dice que el abrir todos los días de la

semana hace que al comerciante le "sea imposible practicar algún

tipo de deporte, ir al cine, teatro o profesar alguna religión" (P.

Sanz, "Algunas razones que explican la insumisión del pequeño y


mediano comercio, Alfoz, 97, 1993, p. 69).
192

la instalación en el coche de los productos adquiridos). No


obstante, al pequeño comercio se le presentan oportunidades. En
algunos sectores, como la moda, el pequeño comercio sirve mejor a
la necesidad de diferenciación. Las grandes empresas minoristas son
menos flexibles a la hora de introducir nuevos productos, cosa que
no ocurre con el pequeño comercio. Los productos que requieren
estrecho contacto con el cliente son difícilmente asumibles por las
grandes superficies (véase el ejemplo anterior de la tienda de
repuestos).
Lo que está fuera de toda duda es que las tiendas de
autoservicio son más productivas (mayor volumen de ventas por metro
cuadrado de superficie).
En el caso concreto de Madrid, en lo que se refiere al comercio
minorista, solo el 11% de las personas ocupadas en el sector lo están
en las grandes superficies. La gran mayoría de los empleos se
encuentran en el pequeño comercio. En este último caso se trata
normalmente, a diferencia de lo que ocurre en las grandes
superficies, de un empleo estable y que atiende a una población con
bajo nivel educativo (y, por tanto, con serias dificultades para su
inserción en el mercado de trabajo).

En lo que se refiere a los pequeños propietarios rurales,


habría que destacar los estudios de Chayanov.264 Chayanov quizás sea
el autor que mejor ha analizado a la familia campesina como unidad
económica. La lógica económica del campesinado se basa en la
existencia de una fuerza de trabajo familiar y en la satisfacción
de las demandas de la unidad económica familiar campesina, por lo
que los mecanismos a través de los que operan son esencialmente
diferentes a los de la economía capitalista. Posiblemente este sea
el aspecto más destacado del análisis de Chayanov: la descripción
de las explotaciones familiares como una forma económica que difiere
de la agricultura capitalista, incluso en un ambiente claramente
dominado por el capitalismo (y que no puede ser considerada como

264
Citado por E. Sevilla Guzmán, "El campesinado", en S. del
Campo, Tratado de Sociología, vol. I, Madrid, Taurus, 1986.
193

feudal o "semifeudal" solo por ser no-capitalista 265 ). Las


explotaciones campesinas funcionan a menudo a tipos nominales de
beneficio negativos y sin embargo sobreviven, algo imposible para
la explotación agraria capitalista. Chayanov llegó a formular la
existencia de un específico "modo de producción campesino"266.
Para Chayanov los conceptos elaborados por la teoría económica
tradicional no son aplicables al campesinado. Esto se debe a
que aquella analiza todos los fenómenos económicos desde una
perspectiva capitalista. Las categorías analíticas de renta,
capital, precio y otras muchas se han elaborado en un marco
teórico en el que el trabajo asalariado, por un lado, y la
maximización de los beneficios, por otro, operan como
variables presentes en el desenvolvimiento de la actividad
económica. La lógica económica del campesinado, por el
contrario, se basa en la existencia de una fuerza de trabajo
familiar y en la sastisfacción de las demandas de la unidad
económica familiar campesina por lo que los mecanismos a través
de los cuales operan son esencialmente diferentes a los de la
economía capitalista.267

El volumen de la actividad económica familiar no responde a


la búsqueda de ganancias, sino que está sujeto al producto total
obtenido tanto en la cosecha como de las actividades no agrarias.
El campesino para Chayanov mide subjetivamente los insumos de su
trabajo: son las necesidades que hay que satisfacer las que originan
la organización económica de la producción en el campesinado. Así,
esta viene determinada por el tamaño y composición de la familia,
el número de miembros activos de la misma, la fuerza de trabajo
familiar, y, sobre todo, por el grado de autoexplotación actual, es
decir, por el esfuerzo y fatiga a que se ven sometidos sus miembros.

265
T. Shanin, "El mensaje de Chayanov: acalaraciones, faltas

de comprensión y la "teoría del desarrollo" contemporánea".

Agricultura y sociedad, 48, 1988.

266
E. Sevilla Guzmán, "Redescubriendo a Chayanov: hacia un

neopopulismo ecológico". Agricultura y sociedad, 55, 1990.

267
E. Sevilla Guzmán, op. cit., 1986, p. 320.
194

El grado de autoexplotación de la fuerza de trabajo familiar es


percibida por la unidad campesina desde una doble perspectiva. Por
un lado, desde la de su significado para el consumo. Y, por otro,
desde la del esfuerzo y fatiga que produce cada incremento del
producto.
8.1.2. LA NUEVA CLASE MEDIA
Desde la extensión a comienzos del siglo XX de las ocupaciones
de carácter no manual, las discusiones sobre qué sea o siquiera si
existe la clase media han sido interminables.
Ya vimos como Marx, en algunos de sus escritos, parecía
condenar a la irrelevancia cualquier clase que no fuera o la
burguesía o el proletariado, es decir, las clases prototípicas del
modo de producción capitalista. No obstante, el carácter
asistemático de los textos de Marx permite poner en duda esta idea
del carácter bipolar de la estructura de clase. Este insistencia en
el enfoque bipolar se debe más a los análisis del Partido
Social-Demócrata Aleman (SPD), en especial en el programa de Erfurt
de 1891. Aquí el proletariado es definido simplemente como el
conjunto de todas aquellas personas asalariadas. El resto de las
clases o bien son los capitalistas o bien se trata de una pequeña
burguesía en vías de extinción.
El concepto de nueva clase media, concepto que pretendía
incluir a aquellos trabajadores no implicados en tareas manuales,
es exterior al desarrollo teórico del marxismo. El término fue
popularizado en torno a la última década del siglo pasado y hacía
referencia al creciente número de funcionarios civiles, empleados
técnicos y personal de oficinas y de ventas.
No obstante, dentro de SPD empezaron a aparecer enfoques que
no tenían el menor recato en hablar de la existencia de la nueva clase
media. A los defensores de esta postura les cayó encima la pesada
losa de ser denominados revisionistas. Entre ellos, cómo no, podemos
citar a Bernstein. 268 Bernstein negaba la tendencia a la
desaparición de la pequeña burguesía o vieja clase media. Aunque
evitó usar el término nueva clase media, sí era consciente de que

268
Evolutionary Socialism, Nueva York, Schocken Books, 1961.
195

había importantes diferencias entre los trabajadores manuales y los


no manuales. Otro autor socialdemócrata opuesto a la homogeneidad
de los asalariados fue Emil Lederer.269 Lederer detectó la presencia
de grupos asalariados entre el proletariado y la burguesía, grupos
intermedios definidos más que por sus características económicas o
técnicas por su status social. A pesar de este carácter dual
-asalariados con alto estatus- Lederer consideraba que este grupo
era proclive a las alianzas con la clase obrera. A diferencia de
Bernstein, Lederer preveía la desaparición paulatina de la pequeña
burguesía tradicional.
El declive de este conjunto de nuevos asalariados durante y
después de la primera guerra mundial llevó a Lederer a reconsiderar
sus posiciones, defendiendo una sustancial confluencia de intereses
entre la nueva clase media y la clase obrera.
La gran mayoría de los empleados asalariados ha tenido que reconocer
la incompatibilidad fundamental entre el capital y el trabajo,
entre el empleador y el empleado, ya que no se encuentran en
posición de eliminar esa distancia; no pueden permanecer entre
las dos clases opuestas, y, por tanto, deben elegir qué lado
sirve mejor a sus intereses270.

Sin embargo, las derrotas sufridas por el movimiento


socialista occidental tras la revolución soviética, marcaron el
punto de no retorno en la idea de una clase obrera unificada. Fue
especialmente el auge del fascismo lo que indujo a teorizar sobre
la existencia de un grupo o clase social distintiva que se había
convertido en el soporte del mismo. En este sentido bastaría con
tener en cuenta textos como "Pánico en la clase media" de Geiger,
pánico especialmente extendido entre la clase media baja o marginal
que le llevó a apoyar el fascismo.

269
E. Lederer, The Problem of the Modern Salaried Employee,

Nueva York, Department of Social Science, Columbia University,

1937.

270
Citado por V. Burris, "The discovery of the new middle
class", Theory and Society, 15, 1986.
196

Los teóricos comunistas de la III Internacional subrayaron el


carácter de clase media del fascismo. Esta vinculación entre clase
media y fascismo llegó a los ambientes académicos norteamericanos.
Así Harold Laswell, en 1933, escribió un influyente artículo
titulado "La psicología del Hitlerismo".271 Laswell consideraba que
el nazismo era una reacción desesperada de la clase media baja, la
cual se veía eclipsada por los trabajadores y la clase alta. Lipset
mantendría que el fascismo es esencialmente un movimiento de clase
media. Se trata de un tema abordado por los teóricos de la Escuela
de Frankfurt exiliados en los Estados Unidos. Baste con recordar el
Miedo a la libertad de Erich Fromm 272 o los análisis sobre la
personalidad autoritaria de Adorno.

La existencia de trabajadores no manuales con alta


cualificación ha sido uno de los grandes problemas del análisis de
clases. A este grupo se le ha denominado de varias maneras: burguesía
cultural, clase de conocimiento, clase profesional-directiva,
nueva clase, etc. Se trata de un colectivo que ejerce trabajos
intelectuales. Se puede definir negativamente el trabajo
intelectual como aquel que no es ni manual, ni administrativo.
Lacalle273 considera, reformando la definición de la OIT, trabajador
intelectual aquel que
haya recibido una enseñanza y una formación profesional de nivel
superior, es decir, universitario o subuniversitario, en un
campo específico, técnico, administrativo o artístico;
que ejerza funciones de carácter predominantemente intelectual, que
supongan la aplicación de un alto grado de discernimiento e
iniciativa e impliquen un nivel relativamente alto de
responsabilidad y autonomía;

271
"The Psychology of Hitlerism",, Political Quarterly, 4,

1933.

272
Buenos Aires, Paidós, 1978.

273
D. Lacalle, Los trabajadores intelectuales y la estructura
de clases. Madrid, CIS, 1982.
197

que, en algunos casos, tenga la responsabilidad de prever, dirigir


y coordinar las actividades de una parte de la empresa o
institución, con la correspondiente facultad de mandar al
personal de que se trate.274

Con esta definición se incluyen a profesionales como


ingenieros de todo tipo, arquitectos, médicos, investigadores,
licenciados en ciencias y letras, economistas, sociólogos,
politólogos, enseñantes, abogados, jueces, fiscales, notarios y
otros licenciados en derecho, peritos, ingenieros y arquitectos
técnicos, aparejadores, técnicos sanitarios, pintores artistas,
deseñadores, grafistas, publicitarios, escritores, todo tipo de
actores y artistas, ensayistas, decoradores, maestros,
delineantes-proyectistas, jefes de administración, contables,
periodistas, técnicos de información, técnicos de informática,
técnicos de taller, etc; desde luego, a esta lista habría que añadir
dos profesiones como la de militar y sacerdote.
Con el desarrollo del capitalismo monopolista aparece una
nueva clase cuyo elemento común sería que se trata de un grupo cuya
base económica reside en su capital cultural, esto es, en la posesión
por parte de sus miembros de niveles relativamente altos de
educación y formación-, y cuyos intereses pueden por tanto
distinguirse de los de los poseedores del capital en el sentido
convencional y de los que no tienen otra cosa que ofertar en el
mercado más que su trabajo.275
De entre esta clase se ha reclutado la mayoría de los
componentes de la nueva izquierda. Hay quien achaca esta actitud
política a la envidia, la ambición frustrada y el arribismo.
Gouldner afirmaba que se trata de una clase moralmente ambivalente.
De acuerdo con Daniel Lacalle276 la radicalización/alienación de la

274
Op. cit. p. 15.

275
J. Goldthorpe, "Sobre la clase de servicio, su formación y

su futuro". Zona Abierta, 59/60, 1992.

276
OP. cit.
198

Nueva Clase es consecuencia de su creciente proceso de


proletarización. Los componentes básicos del proceso de
proletarización serían la salarización, el trabajo regular, de
carácter rutinario y monótono, sometido a una disciplina
empresarial, localizado, junto con la vida cotidiana, en grandes
ciudades, desaparición de situaciones pretéritas a lo que se añade
la degradación relativa de sus condiciones de vida, es decir,
pauperación relativa.
Masificación. La masificación se refiere a los aumentos
cuantitativos dentro de un grupo o conjunto de grupos que alcanzan
magnitudes de tal categoría que trastocan de forma básica las
funciones y relaciones sociales. En el caso español, la población
activa pasó de 11.816.000 personas en 1960 a 12.529.800 en 1970,
mientras que los técnicos pasaron, en ese mismo periodo de ser
267.200 a 472.000. Es decir experimentó un crecimiento del 78%,
frente a un aumento de la población activa del 6%.
Salarización. En 1970 los técnicos ejercían ocupaciones
asalariadas en un porcentaje del 91.4% (82.2% en 1960). No obstante,
hay variaciones significativas en función del grupo profesional.
Por ejemplo, entre los farmaceúticos la salarización solo afecta al
7%, mientras que en el caso de los ingenieros y los economistas el
porcentaje supera el 90%.
La ruptura de la homogeneidad profesional- Se refiere a la tremenda
disparidad de salarios entre unas profesiones y otras.
LA FALTA DE HOMOGENEIDAD PROFESIONAL277

Relación máximo/mínimo salario


Ingenieros... .... .... .... ... ... ... 1 a 6.7
Doctores y licenciados... ... ... ... .. 1 a 8
Sociólogos.. ... ... ... .... ... ... .. 1 a 3
Economistas... ... ... ... .. ... ... ...1 a 35
Aparejadores ... ... . ... ... ... ... ..1 a 10

Concentración en el trabajo. Se trata del hecho de que este tipo de


trabajadores ha perdido la práctica del trabajo individualizado y

277
Lacalle, op. cit. p. 35.
199

ha ido pasando a un trabajo integrado, en equipo, y esto no solo entre


los que son del mismo o distinto rango sino con e coonjunto de los
aslariados.
Superespecialización, repetitividad y dependencia. Hace mención al
hecho de que ejerzan o no tareas de control.
NIVELES DE DEPENDENCIA

No pertenecen a la alta dirección

Porcentaje
Total ingenieros 75.1
Aeronaúticos... .... .... 87.2
Agrónomos... ... ... .... 80.9
Caminos ... ... .... .... 77.7
Industriales ............ 65.7
Minas.. ... ... ... ..... 74.1
Montes ... ... ... ... .. 84.6
Navales ... ... ... .... . 76.6
Telecomunicación.. .. .... 83.7

La inserción el mercado de trabajo. Se refiere a las crecientes


dificultades que experimentan estos trabajadores para acceder al
mercado de trabajo y hacerlo en una profesión acorde con su
formación.

La aparición de este nuevo grupo social, especialmente el


segmento cuya posición deriva de sus títulos educativos, ha
suscitado un amplio debate en torno a la posibilidad de que se
convierta en la nueva clase dominante.
El término nueva clase fue acuñado por Bakunin en 1870 en su
libro El imperio alemán y la revolución social al referirse a la
posibilidad de que los intelectuales que dirigían los partidos
socialistas se convirtiesen en la clase sucesora de la burguesía.
Al analizar las posibles consecuencias del socialismo marxista
escribió:
existirá un gobierno extremadamente complejo, que no se contentará
con gobernar o administrar a las masas políticamente, como
hacen todos los gobiernos actuales, sino que también las
administrará económicamente. Todo esto exigirá un amplísimo
conocimiento... Será el reino de la inteligencia científica,
el más aristocrático, despótico, arrogante y despreciable de
200

todos los regímenes. Aparecerá una nueva clase, una nueva


jerarquía de científicos y eruditos reales y sedicentes, y el
mundo se dividirá en una minoría que gobernará en nombre del
conocimiento y una inmensa mayoría ignorante.278

La idea de esta nueva clase, la posibilidad o el peligro de


una sociedad postcapitalista, en donde la dominación no se basaría
en la propiedad de la riqueza sino en el monopolio del conocimiento,
ronda a las ciencias sociales desde entonces.
La expresión teórica de la nueva clase describe una variedad
de enfoques. Hay dos puntos de claro consenso en todos los teóricos
de la nueva clase: (1) Marx estuvo en lo cierto al predecir que el
gobierno de la burguesía no sería eterno y (2) no se ha cumplido la
profecía de que al capitalismo le sucedería una sociedad sin clases.
A partir de aquí surge un cúmulo de cuestiones. ¿En qué tipo
de sociedad se convertirá en dominante la nueva clase: capitalista,
socialista o burocrático-colectivista? ¿Dónde emergerá esta nueva
clase: en las sociedades socialistas, en Occidente, en ambos sitios?
¿Se tratará de una clase progresista, de la mejor clase dirigente
de la historia, o será la más despótica e intransigente? ¿Es la nueva
clase realmente una clase o es más bien un estado, un grupo
dominante, una burocracia o un nuevo sacerdocio?

Se pueden diferenciar tres tipos de teorías sobre la nueva


clase: las teorías anarquistas de finales del XIX y comienzos del
XX, las teorías de clases burocrático-tecnocráticas de los años 30,
40 y 50 y las teorías de la clase de conocimiento de los años 70.
En todas estas teorías se detectan las tres dimensiones típicas
que explican la formación de clases: actividad, posición
estructural y conciencia. La primera de las teorías enfatiza la
actividad, la segunda la estructura y la tercera la conciencia.
a) Teorías anarquistas. Los anarquistas fueron los primeros en
señalar el cientifismo y el elitismo latente en el marxismo. Bakunin
argumentaba que la complejidad de un gobierno centralizado que

278
Tomado de I. Szelenyi y B. Martin, "The three waves of new
class theories", Theory and Society, 17, 1988.
201

dirigiera la economía y la sociedad implicaría el gobierno de los


eruditos y de los sabios.
Machajski, un anarquista polaco-ucraniano, sugería que hay dos
diferentes versiones del socialismo: la de los trabajadores y la de
los intelectuales. Los primeros desean que el socialismo sea
igualitario, mientras que los segundos ven la esencia del socialismo
en el poder del estado. De acuerdo con este autor en realidad lo que
ocurre es que los intelectuales utilizan a la clase obrera como
excusa para medrar y hacerse con el poder estatal. Si triunfase la
interpretación intelectual del socialismo la sociedad resultante
sería escasmente igualitaria: el monopolio de la propiedad sería
sustituido por el monopolio del conocimiento.
b) Teorías tecno-burocráticas. A partir de los años 30 aparecieron
diferentes teorías que afirman que se está formando o se ha formado,
dependiendo del país, una nueva clase dominante de corte
burocrático, tecnocrático o gerencial. Algunas teorías insisten en
que esta nueva clase solo existía en la URSS, mientras que otras
hablan de la evolución de una nueva clase dominante tanto en el
capitalismo como en el socialismo.
Aunque se pueden rastrear los orígenes de esta teorización en
las obras de Veblen, Berle y Means, la mayor parte de las teorías
sobre la burocratización pueden remitirse a Trotsky. Sin embargo,
debe tenerse muy en cuenta que Trotsky no fue un teórico de la nueva
clase. De hecho nunca consideró al grupo dirigente de la URSS como
una nueva clase. Sin embargo, ilustró con gran claridad los
conflictos de intereses entre la burocracia estalinista y la clase
obrera en los años 30, de modo que abrió el espacio teórico para
las teorías sobre la burocracia. De hecho, las primeras teorías que
se referían a la clase dirigente de la URSS como una burocracia
fueron elaboradas por ex-trotskystas. Hay al menos dos versiones
inspiradas en el trotskismo. Para unos la URSS fue un estado
capitalita y Stalin fue quien restauró el capitalismo. Otros, bajo
la influencia de Rizzi, consideraban que la URSS se convirtió en un
régimen burocrático-colectivista. Sin duda, esta última versión es
la que se ha demostrado más potente y ha dado lugar a distintas
derivaciones.
202

Algunos de los teóricos más destacados sobre la nueva clase


en el capitalismo también eran ex-trotskistas. Burham, otro
trotskista, fue quien formuló a comienzos de los cuarenta, la teoría
de la revolución de los managers.
Las relaciones de producción no son el único elemento
delimitador de la pertenencia de clase. En este sentido, Barbara y
John Ehrenreich279 mantienen, en un conocidísimo artículo, que se
ha de considerar también el estatuto diferencial de los agentes en
lo que respecta a la reproducción de las relaciones de producción.
El argumento básico de estos dos autores consiste en considerar
que ha aparecido una nueva clase social en la fase del capitalismo
monopolista de estado: la clase profesional directiva (en adelante
CPD). Ha habido una cierta tendencia a considerar a la clase obrera
una clase prácticamente universal, en el sentido de abarcar a la
práctica totalidad de los colectivos asalariados.
El análisis marxista clásico solo se ha preocupado por el
análisis de dos clases antagónicas: la burguesía y el proletariado.
Entre medias existe una clase en trance de desapiración como
consecuencia del desarrollo capitalista: la pequeña burguesía. Esto
ha provocado que durante mucho tiempo el análisis de las nuevas
clases medias se haya realizado fuera del ámbito del esquema
marxista. En este sentido destacan los trabajos del sociólogo
radical americano Wright Mills.
Las explosiones sociales de los años sesenta provocaron un
súbito interés por parte del marxismo hacia los asalariados con
titulación universitaria: técnicos, ingenieros, científicos, etc.
Autores franceses como Gorz y Mallet hablaron de la aparición de una
nueva clase obrera.
Los técnicos, los ingenieros, los estudiantes, los científicos
descubren que son asalariados como los demás, pagados por un
trabajo que resulta ser "bueno" en la medida en que reporta
beneficios a corto plazo. Se dan cuenta de la investigación
de largo alcance, el trabajo creativo sobre problemas

279
"The professional-managerial class", en Pat Walker (ed.),
Between Labor and Capital, Boston, South End Press, 1979.
203

originales y el amor por el trabajo bien hecho es incompatible


con los criterios del capitalismo280.
De acuerdo con estos análisis los trabajadores de elevada
cualificación constituyen un estrato de la clase obrera.
Poulantzas consideró que los trabajadores intelectuales, por
las razones que hemos visto, no pertenecen a la clase obrera, sino
que forman parte de la nueva pequeña burguesía.
Los Ehrenreich insisten en que la CPD constituye una nueva
clase específica del capitalismo monopolista. Desde su perspectiva
una clase social se define por dos rasgos distintivos:
1. La clase se caracteriza por una relación común con los fundamentos
económicos de la sociedad. Con este tipo de relación no se hace
referencia solamente a la relación jurídica propietarios-no
propietarios de los medios de producción. La clase se define por la
relación entre grupos de personas, no relaciones entre las personas
y los objetos.
2. En segundo lugar introducen el criterio, en parte weberiano, de
que los miembros de una misma clase comparten un estilo común de
vida, un mismo historial educativo, redes de parentesco, hábitos de
trabajo, creencias.
Definimos a la clase profesional directiva como una clase
consistente en trabajadores mentales asalariados que no son
propietarios de los medios de producción y cuya función
principal en la división social del trabajo puede describirse
ampliamente como la reproducción de la cultura capitalista y
de las relaciones sociales capitalistas281.

La existencia de esta clase presupone que (1) el excedente se


ha desarrollado hasta tal punto que se puede mantener a una nueva
clase y que (2) las relaciones entre la burguesía y el proletariado
se han desarrollado hasta un extremo tal que exigen la aparición de
una clase especializada en la reproducción de las relaciones de
clase capitalistas.

280
Gorz: Strategies for Labor, en Ehrenrich, op. cit., p.7.

281
Op. cit., p. 12.
204

Son como mínimo tres los motivos que explican la aparición de


la CPD:
1. La concentración del capital hacía necesaria la transformación
de la ciencia en un instrumento del capital, con lo cual los
científicos son directos colaboradores del capitalismo.
2. El capitalismo necesitaba legitimarse, lo que supuso la
expansión de ciertas actividades de beneficiencia desarrolladas por
el estado. En este sentido hay que destacar la expansión del sistema
escolar, el cual contribuyó a integrar a los trabajadores
inmigrantes en los llamados valores americanos.
3. Por otro lado, el capitalismo precisaba expandir sus mercados
de consumidores. Para ello nada mejor que evitar la autoproducción
de la que aun hacían uso amplias capas de trabajadores. Había que
conseguir que la gente comprara mercancías en lugar de que las
produjeran en sus propias casas. En este sentido ponen el ejemplo
de la desaparición de las parteras y la tendencia a dar a luz en
instituciones como los hospitales.
Todo esto explica que las relaciones entre la CPD y la clase
obrera hayan sido siempre unas relaciones conflictivas. En el caso
de la producción científico-técnica de Taylor esta relación está
clarísima: se trata de apropiarse del saber de los trabajadores. Más
allá de la producción se podrían citar las conflictivas relaciones
entre maestros y padres, trabajadores sociales y minorías, etc.
Incluso cuando algunos de los grupos componentes de la CPD se han
aliado con los trabajadores, militando en partidos socialistas y
comunistas, han provocado el recelo de la clase obrera. La clase
obrera ha temido la tendencia hacia el socialismo tecnocrático de
que puede hacer gala esta clase.
No obstante, sus relaciones con la clase capitalista tampoco
han estado exentas de tensión. Todo ello a pesar de que en un
principio los componentes de la CPD eran hijos de hombres de
negocios, de los profesionales independientes, de los propietarios
agrícolas, etc. Estos últimos eran conscientes de que para
sobrevivir, el capitalismo debía afrontar ciertas reformas de
carácter progresivo. Incluso alguien tan absolutamente
procapitalista como Taylor fue, al menos en principio, contemplado
con desconfianza por parte de los empresarios, quienes temían ceder
205

a los técnicos una parte sustantiva de sus prerrogativas. En alguna


medida, la aparición de la CPD siempre ha hecho planear el fantasma
de una tecnocracia que desplazara a los propietarios de los medios
de producción de sus posiciones dirigentes. Veblen, en su Teoría de
la clase ociosa, describía a los capitalistas como una clase
parasitaria, frente a la cual los ingenieros y los directivos eran
los únicos auténticamente capacitados para dirigir la actividad
económica. El progreso exigía que los capitalistas se quitasen de
en medio. Algo similar atisbó Schumpeter, al predecir la
desaparición del capitalismo y su sustitución por un socialismo
tecnocrático.
Con la intención de defenderse tanto de la clase obrera como
de la clase capitalista, la CPD se parapeta tras el concepto de
profesión, lo que permite ponerse a salvo de las opiniones de los
profanos y dotar a su actividad de un cierto aire de beneficiencia
pública.
De acuerdo con los cálculos de los Ehrenreich, en los EE.UU.
entre el 65 y 70% de la población pertenecería a la clase obrera
(incluyendo en ella además de a los trabajadores manuales a todos
los trabajadores no manuales de rutina, vendedores, etc.). El 8%
pertenecería a la pequeña burguesía tradicional. Entre el 20 y y el
25% pertenecería a la CPD y el 1% constituiría la clase dominante.

c) Las teorías de la clase del conocimiento de los setenta. En los


70 la derecha política empezó a desarrollar sus propias teorías
sobre la nueva clase (hasta entonces esto había sido cosa de
marxistas o anarquistas). Su argumento era que los intelectuales de
izquierda habían desarrollado una cultura de la oposición que
pretendía socavar el sistema de valores de la sociedad democrática
moderna y establecer el poder de una nueva casta sacerdotal
compuesta por una moralizante intellegentsia de izquierda. Estos
intelectuales ejercen una fuerte presión sobre los medios de
comunicación, o utilizan el estado benefactor, la academia, las
universidades para crear su propia dominación de clase. Bell, Bloom,
etc. son ejemplos clarísimos de esta manera de concebir las cosas.
206

Gouldner escribió un libro específicamente dedicado a esta


cuestión: El futuro de los intelectuales y el ascenso de la nueva
clase. De acuerdo con él, en este siglo se ha asistido al ascenso
de una nueva clase compuesta por los intelectuales -cuyos intereses
son fundamentalmente críticos, emancipadores y hermeneúticos- y por
la intelligentsia técnica. Sin duda es el marxismo el cuerpo teórico
y práctico que ha posibilitado a la nueva clase adquirir grandes
dosis de importancia y eso a pesar de que el enfoque marxista
primigenio fue incapaz de explicar cuál era la posición de clase de
los intelectuales. En cualquier caso, las grandes revoluciones
socialistas, especialmente la rusa, la china y la cubana no podrían
haberse realizado sin el concurso de los intelectuales, los cuales
dirigieron los respectivos partidos comunistas que coronaron las
revoluciones triunfantes.
Una estrategia básica de la nueva clase es cultivar la alianza
con la clase trabajadora, dirigiéndola contra la vieja clase.
La Nueva Clase se ha convertido en una burguesía cultural con
su propia elaboración discursiva, lo que Gouldner denomina la
Cultura del Discurso Crítico. Al igual que la clase obrera, la Nueva
Clase trabaja asalariadamente, pero a diferencia de esta no se ve
expropiada del control de su proceso de trabajo. La institución
necesaria para la producción de la Nueva Clase y su especial cultura
es la escuela. La escuela brinda una educación lejos del hogar y por
tanto lejos de la supervisión de los padres y es una educación
suministrada por un grupo especial de la Nueva Clase, los maestros.

8.2. LA INFRACLASE
El concepto de infraclase nunca se ha llegado a definir de un
modo consistente, a pesar de que se trata de un término, utilizado
a lo largo de las tres últimas décadas, 282 aunque con carácter
esporádico.

282
R. Aponte, "Definitions of Underclass: A critical analysis",
en H.J. Gans (ed.), Sociology in America, Londres, Sage, 1990.
207

El término infraclase fue utilizado por vez primera por el


sociólogo sueco Gunnar Myrdal283 al explicar los problemas sociales
de los Estados Unidos. El término abarcaba aquellas familias e
individuos que se encontraban en los estratos más bajos de la
sociedad. Incluía a los pobres de larga duración, aquellos que
apenas experimentaban progreso alguno a pesar del desarrollo
económico. Para Myrdal el problema procedía del desempleo
estructural, particularmente de los crecientes niveles de
titulación educativa exigidos para trabajar. Esto significaba que
el desempleo se cebaba entre los trabajadores con menores
credenciales escolares. Los gastos gubernamentales de asistencia
social no conseguían sacar a estas personas de la pobreza. De acuerdo
con Myrdal la formación de la infraclase nada tenía que ver con el
comportamiento o la conducta de la gente pobre, sino que más bien
se debía a las privaciones materiales y a la ausencia de canales de
movilidad social.
Un segundo uso del concepto de infraclase se produjo en los
años sesenta por parte de Tom Kahn284, miembro de la Liga para la
Democracia Industrial. Aunque cita con frecuencia a Myrdal, su
concepto de infraclase es distinto. Lo aplicaba únicamente a
trabajadores y sostenía que la proporción de parados de larga
duración aumentaba, de modo que este era el origen de la infraclase.
Este grupo estaba constituido fundamentalmente por negros, varones
de más de 65 años, jóvenes, campesinos, trabajadores no cualificados
y quienes tienen menos de 12 años de escolarización.
Sin duda una de las grandes obras que ha marcado un hito en
el estudio de la pobreza y de la infraclase es The Other America (La

283
G. Myrdal, "Challenge to Affluence. The Emergence of the

'underclass'", en C.S. Heller (ed.), Structured Social Inequality.

A reader in Comparative Social Stratification, Londres, Macmillan,

1969.

284
The Economics of Equality, Nueva York, Ligue for Industrial
Democracy. Citado en Aponte, op. cit.
208

cultura de la pobreza en los Estados Unidos) 285 de Michael


Harrington. Aquí se plantea la existencia de una infraclase
hereditaria.
En los setenta de nuevo nos encontramos con diversas
referencias al concepto de infraclase. El concepto de infraclase se
refiere a las dimensiones económicas de la pobreza.
Uno de los estudios más influyentes sobre la infraclase es el
de Willian Wilson The Declining Significance of Race. El concepto
de infraclase se refiere a la base de la jerarquía social.
El concepto de infraclase se refiere a una realidad que no es captada
con el término más general de "clase baja". Por ejemplo, en
las familias de la infraclase, a diferencia de otras familias
de la comunidad negra, el cabeza de familia es, casi
invariablemente, una mujer. La estructura distintiva de la
infraclase también se refleja en el muy elevado número de
varones adultos que carecen de domicilio fijo -que viven
fundamentalmente en las calles, vagando de un lugar a otro,
de un refugio a otro.286

Otra obra influyente es la de Glasgow The Black Underclass.


El término infraclase se refiere a los pobres persistentes a lo largo
de generaciones.
El término infraclase no se refiere a la carencia de valor moral o
ético, ni tiene ningún carácter peyorativo; simplemente
describe a una población relativamente nueva en la sociedad
industrial. No se trata de que vivan una situación de privación
cultural, de carencia de aspiraciones o de que no estén
motivados para el logro. Muchos de los pobres de larga
duración, aquellos que han trabajado a lo largo de la mayor
parte de su vida laboral, pero que no han pasado del nivel
mínimo de subsistencia, constituyen parte de la infraclase.287

285
FCE, 1969.

286
The Truly Disadvantaged, Chicago, Chicago University Press.

Citado por Aponte, op. cit., p. 122.

287
The Black Underclass, San Francisco, Jossey-Boss, 1980.
Citado por Aponte, op. cit., p. 123.
209

El concepto de infraclase pretende abarcar un cierto número


de enfermedades sociales incluyendo la pobreza, el desempleo, el
delito, la dependencia de las agencias de bienestar social, las
familias sin padre y bajos niveles de educación. Sin embargo,
conviene dejar bien claro que no tiene porqué haber coincidencia
entre pobreza e infraclase, es decir, no todos los miembros de la
infraclase son pobres. Esto lo explican muy bien Rickets y Sawhill
mientras que los pobres y la infraclase pueden solaparse, es
improbable que sean idénticos o que uno sea simplemente un
subconjunto del otro. El hecho de que algunos miembros de la
infraclase cometan actividades delictivas, como el tráfico de
drogas, sugiere que no todos los miembros de la infraclase son
pobres. De modo similar, muchos pobres -se puede pensar de modo
especial en los trabajadores pobres y la gente pobre con
carácter persistente que son pobres o minusválidos- no son
considerados normalmente como miembros de la infraclase288.

Especialmente interesantes son las recientes aportaciones de


Galbraith en su obra La cultura de la satisfacción. 289 Galbraith
alerta sobre el crecimiento alarmante de la pobreza en los EE.UU.
(en 1989, vg, el 12.8% de la población del país vivía por debajo del
nivel de pobreza de 12.674 $ para una familia de cuatro miembros).
Del mismo modo las desigualdades se han incrementado. En 1988 el 1%
formado por los grupos familiares más ricos tuvo una renta media
anual de 617.000 $ y controló el 13.5% de los ingresos antes de
impuestos, y un 20% vivió en condiciones de cierto desahogo con unos
ingresos de al menos 50.000 $ al año. A este 20% les correspondió
el 51.8% de la renta total antes de impuestos. Este conjunto es lo
que el autor denomina mayoría satisfecha. Esta mayoría contempla con
amplia satisfacción los gastos estatales en temas militares,
reflotamientos financieros de empresas, etc. Sin embargo, no duda
en considerar como una pesada carga los gastos sociales destinados

288
"Defining and Measuring the Underclass", Journal of Policy

Analysis and Management, 7 (2), 1988. Citado por Aponte, op. cit.,

p. 126

289
Barcelona, Ariel, 1992.
210

a los más pobres: ayudas oficiales para la adquisición de viviendas,


subsidios de desempleo, etc. Son precisamente los pobres quienes más
precisan de la solidaridad que pueden significar los impuestos. Ese
20% de la población afortunada puede comprar sus casas, sus parques
y sus instalaciones deportivas, mientras que aquellos que gozan de
menor de nivel de renta no tienen más remedio que exigírselo al
Estado.
En las sociedades capitalistas avanzadas aparece lo que
Galbraith denomina la subclase funcional. El autor es consciente de
la repulsa que provoca en la mentalidad norteamericana hablar de
clases sociales (Bush afirmó en alguna ocasión que eso de las clases
es cosa de las democracias de Europa). La mayor parte de esta
subclase se compone de miembros de grupos minoritarios, negros o
gentes de origen hispano. Galbraith constata el hecho de que la
sociedad precisa de los pobres para hacer los trabajos que los más
afortunados no hacen y que les resultarían claramente
desagradables.
Desde un punto de vista opuesto al de Galbraith, Charles
Murray, un influyente teórico conservador, no duda en culpabilizar
a las políticas de bienestar de haber asentado a los pobres en su
situación de pobreza290. Tradicionalmente se diferenciaban dos tipos
de pobres: los honrados, es decir, personas con pocos recursos, pero
que trabajan y crían a sus hijos, y los pobres no respetables,
depravados, degradados o como se quiera llamar. Son tres los
elementos que utiliza el autor para identificar a la infraclase: los
nacimientos fuera del matrimonio, el crimen violento y el abandono
del trabajo.
Las familias monoparentales son más frecuentes entre la
infraclase. La ausencia del padre muchas veces significa la ausencia
de disciplina sobre los hijos, hasta el punto de que es frecuente
que niños de 18 meses estén solos en la calle.
Las políticas de ayuda financiera a quienes no encuentran
empleo han terminado por socavar la cultura del trabajo.

290
C. Murray, "Underclass". En VV.AA.: The Emergent British
Underclass, Londres, The IEA Helath and Welfare Unit, 1990.
211

La infraclase se suele reclutar entre los siguientes


colectivos:
1. Personas que abandonan la escuela tempranamente.
2. Jóvenes sin empleo regular.
3. Hogares encabezados por mujeres no casadas y/o sin empleo).

Nuevas formas de pobreza. Las nuevas pobrezas se refieren a los


colectivos en situación de seria precariedad, a la que han accedido
procedentes, no de la pobreza clásica, sino de situaciones
culturales y económicas estables.
Los nuevos pobres están constituidos por los parados de larga
duración; las madres jóvenes solteras carentes de vivienda y de
ingresos adecuados, los refugiados, los emigrantes retornados, los
trabajadores sumergidos, determinadas minorías étnicas, etc.
La pobreza afecta a aquellas personas que perciben un nivel
de renta inferior a la mitad de la renta per cápita. De acuerdo con
este criterio las personas que se encuentran bajo el umbral de la
pobreza en la Unión Europea han ascendido entre 1976 y 1986 de 38
a 44 millones, es decir, ha pasado del 11 al 14% de la población.
García-Nieto 291 cita una serie de datos alarmantes sobre la
pobreza. Los índices de desigualdad son escandalosos. Según el
conocido estudio de Cáritas de 1984, mientras que el 10% de las
familias españolas acumula el 40% de la renta, un 21.6% de las
familias, las más pobres, tan solo dispone de un 6.9%.
En 1987 el servicio de estudios del Banco de Bilbao situaba
la renta per cápita en 911.138 PTA. La mayoría de los españoles,
alrededor de 27 millones no supera esa cifra. Por el contrario, 12
millones sobrepasaban con creces esa media. 11.5 millones de
españoles vivían con una renta inferior a las 500.000 PTA. Dicho de
otra manera, según el Banco de Bilbao, el 30% de los hogares vive
en condiciones de pobreza, el 40% se sitúa entre los límites de la
estrechez y del bienestar, el 20% vive bien y el 10% estupendamente

291
J.N. García Nieto, "Nueva pobreza en España", Debats, 35/36,
1991.
212

bien. Con estas cifras se superan los famosos 8 millones de pobres


del Informe de Cáritas.
Otro dato nada desdeñable es la precarización de los contratos
de trabajo. En estos momentos cerca del 40% de los contratos son
eventuales, la mayoría de ellos firmados en los últimos años.
A esto hay que añadir la existencia de la ecomomía sumergida.
Según el Ministerio de Economía son unos tres millones de personas
las que trabajan en la economía sumergida. Gran parte de estos
trabajadores son jóvenes sin ninguna experiencia laboral (el 43% del
trabajo irregular está hecho por jóvenes, mientras que en el trabajo
regular el grupo de edad 16-25 años solo representa al 11% de los
empleados. Cerca del 70% solo tiene estudios primarios).
El paro de larga duración es cada vez más amplio. En 1981 el
15.6% de los parados llevaba más de dos años en esa situación. A
finales de 1989 eran el 40.3. Se trata de trabajadores expulsados
del mercado de trabajo, el 78% de los cuales son o analfabetos o solo
tienen estudios primarios.
De acuerdo con el informe sobre la Pobreza en Europa elaborado
por la Sección de Asuntos Sociales del Comité Económico y Social de
las Comunidades Europeas en marzo de 1989, las causas principales
de la pobreza son la falta de alojamiento, el desempleo, la
inexistencia de formación, la imposibilidad de comunicarse
adecuadamente, la inadaptación o la ausencia de protección social,
el cambio de los modelos familiares y la indaptación o insuficiencia
de las políticas de vejez.
¿Por qué hablar de nueva pobreza en lugar de simplemente
pobreza?. Miguélez292 suministra una respuesta a esta cuestión.
Hay evidencia sobrada de que la pobreza entendida como falta de
ingresos no ha desaparecido de nuestras ciudades más
desarrolladas. Pero existe, junto a ésta, un tipo de situación
mucho más extendida, menos visible -en parte porque choca con
la ideología dominante que desprecia la pobreza y exalta el
enriquecimiento y el consumo, por lo que los propios implicados
tienden a ocultarla- que es la de aquellas familias que tienen

292
F. Miguélez, "Pobres en el área metropolitana de Barcelona",
Debats, 35/36, 1991.
213

un poder adquisitivo sensiblemente por debajo del nivel


considerado medio o normal en un país o área determinada293.

Hoy en día parece claro que no son una minoría quienes no pueden
triunfar. A esto hay que añadir el hecho de que los nuevos pobres
anteriormente eran personas que vivían en una situación económica
más desahogada.
Zaldívar y Castells 294 consideran normal que en los últimos
años se hayan incrementado las desigualdades en España, dado que en
periodos de expansión, como el vivido en España entre 1985 y 1990,
aumenta en mayor medida la retribución de los individuos más
capaces. Lo que caracteriza a los años 80 en España es la
coexistencia de una mejora de los niveles medios de renta con un
aumento de la desigualdad social, parcialmente corregida mediante
el desarrollo de un Estado de Bienestar que apenas existía
anteriormente en el país.
A pesar del crecimiento del segundo lustro de los años 80,
España se encuentra a la cabeza del pelotón de cola de la CEE, siendo
su nivel de renta el 79% de la media de los doce, y ello a pesar de
que España es, en 1992, un país un 40% más rico que en 1980,
considerando el crecimiento del PIB en términos reales.
Si analizamos la distribución de ingresos de los declarantes
del IRPF del año 1987, por tramos de salario mínimo (44.040 PTA) se
observa una fortísima concentración, de más del 40% de individuos
cuyos ingresos son inferiores a dos veces el SMI, situándose por
encima de cinco veces el SMI el 12% de los declarantes.
Si medimos las desigualdades en función del nivel de gastos
(a partir de la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares) se
observa también una fuerte desigualdad en el periodo analizado: de
1985 a 1989. Así, el 20% de los hogares de más alto nivel gastó el
35.07% del total del gasto familiar español en 1985 y el 34.99% de
dicho total en 1989. Mientras tanto, el 20% inferior de los hogares
gastó en 1985 un 8.9% y se mantuvo en un 8.82% en 1989. De acuerdo

293
Op. cit., p. 117.

294
España, fin de siglo, Madrid, Alianza, 1992.
214

con el estudio publicado recientemente por el INE Estudio de los


hogares menos favorecidos,295 el cual analiza el periodo 1981-91 el
porcentaje de hogares que gastaba menos del 50% de la media ha pasado
de ser el 20.5% en 1974, al 19.5 en 1981 y el 19.7% en 1991.
Sin duda el estudio más comentado sobre la pobreza es el famoso
informe de Cáritas de 1984 que revelaba la existencia de 8 millones
de pobres (uno de cada cinco españoles sería pobre). Zaldívar y
Castells matizan que esta pobreza no sería tal en un contexto rural,
donde con muy poco dinero se pueden satisfacer las necesidades
básicas. En 1981 la CEE consideraba pobre al 21% de la población
española, porcentaje solo superado por Portugal (32.2%) y Grecia
(21.6%).
Los grupos que nutren la pobreza serían básicamente los
siguientes:
- Disminuidos físicos, psíquicos y sensoriales sin pensión o con
escasísima pensión, la mayoría dejados al cuidado de sus familias.
Se estimaban en torno a un millón de personas.
- Toxicómanos, particularmente consumidores de heroína y
cocaína (al menos en torno a 100.000 personas) y alcohólicos
disfuncionales que cosntituyen una parte importante, imposible de
precisar, de los casi dos millones de alcohólicos existentes en
España.
- 30.000 transeúntes, mendigos e indigentes sin hogar.
- 34.000 reclusos de las cárceles.
- Una cifra indeterminada, pero que se eleva con seguridad por
encima de 100.000, de mujeres marginadas, incluidas prostitutas.
- Una parte del pueblo gitano cuyo número puede llegar a los
800.000.
- Inmigrantes en situación ilegal (200.000)

295
Madrid, INE, 1992.
215

¿Constituyen los parados una clases clase social?. Esta es una


cuestión candente que plantea el sociólogo belga Philippe Van Parijs
en su comentario a la obra de Wright296. Arranca Van Parijs del hecho
de los niveles crecientes de desempleo y del número de parados de
larga duración. Partiendo de la teoría de los activos de explotación
de Wright, Van Parijs se plantea la cuestión de si el tener un empleo
fijo a jornada completa no será también un activo de explotación.
Una persona en paro involuntario es alguien que dispone de las
destrezas y la capacidad necesaria para trabajar y que sin embargo
no encuentra empleo. Esto significa que la existencia del desempleo
supone que la posesión de empleos influye sobre la distribución del
bienestar material.
¿Por qué hay tantísimas personas en situación de desempleo,
a pesar de que seguramente las personas en situación de desempleo
estarían dispuestas a trabajar a cambio de salarios menores que los
empleados? Frente a esta cuestión se han dado varias respuestas. Una
de ellas es el enfoque que se puede denominar integrados-excluidos
(insiders-outsiders). De acuerdo con esta explicación estar dentro,
estar trabajando, supone una seria ventaja en términos de
perseverancia en el empleo. Para una empresa, desprenderse de un
empleado supone en incurrir en una serie de costes que normalmente
desea evitar. Si una empresa pierde a un empleado y necesita a
alguien que cubra el puesto vacante, ha de incurrir en gastos
derivados de anunciar la convocatoria de un puesto vacante, ha de
seleccionar a los candidatos que se presenten, etc. Por otro lado,
un trabajador recién llegado es más susceptible de cometer errores,
hay que formarle, etc. Todo esto significa que los ya empleados son
capaces de ejercer un considerable grado de presión sobre sus
empleadores. A todo esto hay que añadir la posible existencia de
sindicatos, organizaciones que estructuran la acción colectiva de
los trabajadores, acción que supone negociaciones colectivas en las
que los asalariados tratan de conseguir ciertas ventajas.

296
"A Revolution in Class Theory", en E.O. Wright (ed.), The
Debate on Classes, Londres, Verso, 1989.
216

Otra teoría que explica la perseverancia en el empleo de los


ya empleados es la teoría del salario de la eficiencia. Esta teoría
trata de responder directamente a la cuestión de por qué motivos los
empresarios no sustituyen a sus empleados por parados, teniendo en
cuenta que estos trabajarían por un salario menor. Esta teoría no
se remite a la capacidad de negociación de los ya empleados, sino
al hecho de que la productividad está en función del nivel de los
salarios. Unos salarios altos se traducen en un mayor interés de los
asalariados por su trabajo. Es decir, unos salarios más altos son
sinónimos de mayor productividad.
Si estas teorías son correctas se podría aplicar el esquema
de Roemer-Wright sobre la teoría de los juegos y considerar que una
persona se convierte en un explotador de empleo (o explotado en
términos de empleo) si estuviera peor (o mejor) si los empleos (o
los activos de empleo) estuvieran distribuidos de un modo
equitativo. Van Parijs no tiene ninguna duda: los parados estarían
mejor si se produjera una distribución equitativa de los empleos y
esta es una opción preferible a la redistribución de la renta por
vía impositiva. No obstante, Van Parijs es consciente de que además
hay que tener en cuenta cómo es la distribución de los empleos entre
los empleados: trabajo a tiempo completo, a tiempo parcial, fijo,
inestable, etc.
Un problema que plantea esta interpretación de los activos de
empleo es la cuestión de si los desempleados pudieran llegar a
constituir una clase, especialmente de si estos pueden llegar a
desplegar una conciencia de clase.
Incluso si los pobres en términos de empleo son una clase en el
sentido objetivo aquí considerado, muchos mantienen que nunca
constituirán una clase en el sentido subjetivo; es decir, jamás
adquirirán conciencia de clase o serán capaces de organizar
acciones de clase. Los desempleados y los trabajadores
ocasionales forman un grupo heterogéneo, que es incapaz de
desarrollar un sentimiento de pertenencia297.

En este sentido, por ejemplo, Gorz hablaba en Adiós al


proletariado de la no-clase de los no-trabajadores.

297
Op. cit., p. 237.
217

¿Cuáles pueden ser las estrategias a seguir para acabar con


las desigualdades sociales y económicas derivadas de la desigual
distribución de los empleos? Una sería el reparto del empleo,
limitando el número de horas o de días de trabajo. Se trata de una
política que ha tenido escaso éxito. En lugar de ello Van Parijs
plantea la necesidad de establecer una beca o asignación económica
universal suficiente para cubrir al menos las necesidades básicas.
Una asignación universal no solo significa una reducción de los
costos de carecer de empleo, también significa la posibilidad real
de que la gente sea capaz de generar sus propios empleos. Además el
hecho de tener una asignación mínima permite que los parados posean
un mayor poder de negociación en el mercado de trabajo, lo que
evitaría que estuvieran dispuestos a trabajar por menos dinero que
los empleados.
Según Van Parijs la articulación política de esta propuesta
es difícil. Resulta poco probable que los partidos de derecha e
incluso los de izquierda (especialmente los socialdemócratas) estén
dispuestos a incrementar los gastos sociales de protección por
desempleo. La solución podría venir de la mano de los partidos
verdes, debido a la importancia que estas formaciones políticas
conceden a la resolución del problema del desempleo y a la cuestión
del ocio no productivo.
No hay duda de que los planteamientos de Van Parijs son
desafiantes y estimulantes. Sin embargo, resulta difícilmente
sostenible que los empleos constituyan una base de explotación. Aquí
podría aplicarse la misma crítica que a la teoría de los cierres
sociales de Parkin. Quienes tienen empleos fijos podrían ser capaces
de restringir el acceso al empleo por parte de los parados, pero en
modo alguno podría afirmarse que los empleados explotan a los
parados.
8.3. SEGMENTACION DE LOS MERCADOS DE TRABAJO.
El sistema económico del siglo XX lejos de acabar con las
diferencias de niveles de vida, ha tendido a institucionalizarlas.
En particular, se ha producido una dicotomización entre la economía
central y la periférica. La discriminación sexual y racial
institucionalizada ha servido para profundizar las divisiones en el
seno de la clase obrera. Se han generado fracciones permanentes y
distintas.
Para explicar esta situación se desarrollaron las teorías
dualistas del mercado de trabajo, las cuales, en un principio, eran
de inspiración claramente weberiana, lo que ocurre en el subenfoque
institucionalista. No tardaron en aparecer enfoques de claro signo
marxista -como el de Edwards298- el cual atribuía a la voluntad de
los capitalistas por dividir a la clase trabajadora la aparición de
los segmentos de trabajo primario y secundario. En cualquier caso
todas las vertientes de la segmentación comparten la creencia de que
las distribuciones de los salarios y las rentas son injustas para
los pobres y que se hace precisa una mayor intervención
gubernamental para alterar este estado de cosas.
En una primera aproximación definiremos al mercado de trabajo
primario como el caracterizado por los empleos estables y con
posibilidades de promoción, justamente lo contrario de lo que ocurre
en el mercado de trabajo secundario.
Los estudios de los economistas institucionales no solo
muestran que los resultados de mercado son distintos para cada
segmento, sino que, y esto es más importante, los procesos de mercado
son diferentes para cada uno.
Edwards distingue, no dos mercados de trabajo, sino tres: el
mercado secundario, el mercado primario subordinado y el mercado
primario independiente (a estos dos últimos Piore los demonina
mercados de trabajo inferior y superior). Cada uno de estos
segmentos emplea entre una cuarta y una tercera parte del total de

298
Contested Terrain. The Transformation fo the Workplace in
the Twentieth Century, Nueva York, Basic Books, 1979.
la fuerza de trabajo, siendo el resto patronos y directivos de alto
nivel.
Los segmentos primarios se suelen localizar en las industrias
intensivas en capital, mientras que los segmentos secundarios se
localizan en las industrias intensivas en fuerza de trabajo y donde
la demanda de esta última es inestable o descendente.
La teoría del mercado dual se desarrolló como reacción frente
a la incapacidad de la economía neoclásica para explicar por qué
algunos grupos de trabajadores no se desenvolvían
satisfactoriamente en el mercado de trabajo. Esta teoría ataca la
explicación neoclásica del salario y del empleo. Argumenta que el
énfasis puesto en el papel de la educación y en otras formas de
capital humano no es del todo correcto. Los economistas de las
teorías dualistas ponen más énfasis en los determinantes
institucionales o aquellos que provienen del lado de la demanda de
los salarios y de los empleos.

El mercado secundario es la reserva del trabajo casual. Aquí


el trabajo es considerado como una simple mercancía desprotegida al
no existir sindicación u otras constricciones institucionales.
El mercado secundario incluye trabajos del siguiente tenor:
conserjes, celadores, mensajeros, vendedores, trabajadores de
oficina de bajo nivel (mecanógrafos, perforistas...),
trabajadores agrícolas temporales.
El trabajo no suele requerir formación o educación más allá
de la alfabetización. Se precisan pocas destrezas y pocas hay que
aprender. Son trabajos de baja remuneración y apenas hay seguridad
en el empleo. Lo único que aporta el trabajador es su fuerza de
trabajo y así es tratado y pagado. En un estudio de Osterman299 se
halló que, en 1967, el salario de estos trabajadores era el 69% de
los del sector primario.
También se puede considerar el tiempo de ejercicio de un
empleo. En 1968 entre los trabajadores del grupo de edad 50-54 los

299
"An Empirical Study of Labor Market Segmentation", Journal
of Industry and Labor Relations, 1975.
blancos habían ocupado su trabajo durante 12.8 años, mientras que
las mujeres solo lo habían ocupado durante 6.2 y los no blancos
10.1.300
Carnoy y Rumberger301 descubrieron que los empleos secundarios
no tienen salida en el sentido de que la experiencia adicional no
conduce a unos ingresos superiores.
Un nivel más alto de educación no se traduce en salarios más
elevados. Buchelle302 halló que aquellos trabajadores que tenían un
nivel educativo inferior a la secundaria conseguían algo más de
salario, pero aquellos que tenían educación secundaria no consiguen
ningún tipo de ingreso superior. En la muestra de Osterman, el efecto
de la educación sobre unos salarios crecientes era seis veces mayor
para los trabajadores del sector primario que para los del
secundario.
De este modo, la investigación sobre mercados de trabajo parece
llevar a la conclusión de que el mercado secundario es de hecho un
mercado diferente, caracterizado por distintos resultados y
distintos procesos de mercado. Contiene trabajos poco remunerados,
trabajos casuales, empleos que proporcionan escasa seguridad o
estabilidad.

Todos los empleos primarios comparten la característica de


ofrecer ocupaciones bien definidas, con caminos establecidos de
ascenso. Estos trabajos se diferencian de los secundarios
principalmente por la presencia de los sindicatos, lo que suele
traducirse en mayor estabilidad, salarios más altos,...
Los trabajos primarios subordinados se distinguen de los
primarios independientes por el hecho de que sus tareas son
repetitivas, rutinizadas y sujetas al ritmo de las máquinas o de la

300
Monthly Labor Review, Septiembre, 1969.

301
Segmented Labor Markets: Some Empirical Forays, Palo Alto

Center for Economic Studies, 1975.

302
Jobs and Workers. Citado por Edwards, op. cit.
organización burocrática. Las destrezas requeridas se aprenden
rápidamente (en unos pocos días o semanas) y a menudo se adquieren
en el propio trabajo. Los empleos apenas suministran oportunidades
para ejercer control sobre el propio trabajo. El mayor grupo es el
constituido por los trabajos de la clase obrera industrial
tradicional. El otro grupo principal incluye las posiciones de los
trabajadores de ventas, de oficinas y administrativos de grado
inferior. La educación -al menos hasta secundaria o los primeros
años de universidad- parece recompensar económicamente a los
trabajadores.
El mercado de trabajo primario independiente está constituido
por empleos altamente estables, con mecanismos establecidos de
progresión -de carrera profesional-, y relativamente bien
remunerados. Difiere del mercado de trabajo subordinado porque
normalmente exige destrezas generales, más que destrezas
específicas de la empresa. Se trata normalmente de destrezas
adquiridas en la escuela superior o especializada. Tres grupos de
empleos dominan el mercado primario independiente. El primero está
constituido por los estratos más bajos de la estructura de empleo
de la empresa y consiste en trabajadores de oficina, personal
técnico, capataces, contables, secretarias especializadas y
personales. El segundo grupo incluye el personal artesano:
electricistas, carpinteros, fontaneros... El tercer grupo incluye
a los profesionales -investigadores, ingenieros, abogados,
especialistas en temas fiscales...-. Otra característica de este
mercado primario es el papel desempeñado por el sector público. Para
los trabajadores técnicos y profesionales en particular, la
proporción de empleo público ha crecido consistentemente a lo largo
de las últimas tres décadas, hasta el punto de que el estado emplea
entre el 35 y el 45% de todos los trabajadores profesionales y
técnicos. Profesores, trabajadores de asistencia social,
enfermeras, médicos, otros profesionales de la salud, abogados,
ingenieros y otros han sido ocupados en una gran proporción para
desempeñar las funciones del estado en los campos del bienestar
social, la defensa y la regulación. El nivel medio salarial es mucho
mayor que en el caso de los otros segmentos. Por supuesto, la
educación juega un papel fundamental en los trabajos primarios.
Para los supervisores y otros empleados administrativos su
futuro está vinculado a la permanencia en la empresa. Son los que,
estadísticamente, más tiempo permanecen en ella.
Los empleados profesionales y artesanos tienden a establecer
recorridos a partir de standares de tipo profesional o artesano. Su
movimiento de empleo se asemeja al de los trabajadores del mercado
secundario. Los años de permanencia en el trabajo actual de los
profesionales y artesanos (11.7 y 11.6) son comparables a los del
sector secundario (11.3) y quedan alejados de los años de
permanencia de los trabajadores primarios subordinados (13.8) y de
los supervisores del sector primario independiente (15.2).303
El hecho de que los trabajadores profesionales consiguen
ingresos altos gracias a su experiencia durante sus primeros veinte
años, mientras que los secundarios no obtienen ninguna ventaja,
significa que los profesionales se van a otros empleos y consiguen
mayor experiencia, lo que se traduce en un mayor salario.

Piore considera que cada uno de los tres mercados de trabajo


a los que hemos aludido se corresponde con las subculturas de tres
clases sociales distintas. Al mercado de trabajo secundario
corresponde la subcultura de la clase baja; al primario subordinado
o inferior, la subcultura de clase trabajadora y al primario
independiente o superior, la subcultura de clase media.
La subcultura de clase trabajadora se corresponde con un estilo
de vida estable, rutinario.
La vida gira en torno a una unidad familiar ampliada y a un conjunto
de relaciones con un grupo de compañeros que procede de los
amigos de la infancia y de la adolescencia. Los individuos
tienden a definirse a sí mismos y a definir sus papeles en
función de estas relaciones. El trabajo se considera como un
instrumento para obtener la renta necesaria para mantener a
la familia y participar en actividades del grupo de compañeros;

303
Edwards, op. cit.
la educación se ve como un instrumento para conseguir un
trabajo304.
A diferencia de lo que ocurre en la subcultura de clase
trabajadora, la subcultura de clase media difumina las fronteras
entre la familia, por un lado, y el trabajo y la educación, por otro.
Tanto el trabajo como la educación son actividades intrínsecamente
satisfactorias. Muchas veces los amigos de la familia proceden del
trabajo, dado que se comparten con ellos intereses profesionales e
intelectuales comunes.
En la clase baja se da una relación con el trabajo además de
instrumental, esporádica. En este sentido, Sabel llamaba a este tipo
de asalariados, trabajadores campesinos 305 . Con ello se quiere
distinguir la existencia de una fuerza de trabajo central, que asume
los valores de la sociedad capitalista y una fuerza de trabajo de
carácter marginal que acepta empleos inferiores dado que no está
plenamente integrada en la sociedad. Este sería el caso de ciertos
grupos de inmigrantes, de algunas mujeres, de algunos jóvenes, etc.
Los hombres de la clase baja tienen un concepto muy personalizado
de sí mismos, separado e independiente de una red de relaciones
con la familia y con los amigos. Por tanto, esas relacions
tienden a ser volátiles, de corta duración e inestables y su
vida tiende a estar caracterizada por un esfuerzo por escapar
de la rutina mediante la acción y la aventura. Se trata, pues
de una pauta coherente con el empleo errático en el mercado
de trabajo secundario, así como de otras características como
la relación personal entre el trabajador y el supervisor306.

304
M. Piore, "Notas para una teoría de la estratificación del

mercado de trabajo", en L. Toharia El mercado de trabajo. Teoría y

aplicaciones, Madrid, Alianza, 1983, p. 196.

305
C. F. Sabel, "Los trabajadores marginales en la sociedad

industrial", en M.J. Piore (ed.), Paro e inflación, Madrid, Alianza,

1983.

306
Piore, op. cit., p. 197.
Una cuestión altamente interesante es la de la conexión entre
mercados de trabajo y las llamadas cadenas de movilidad. Con este
término Piore se refiere a los distintos peldaños que en la jerarquía
laboral puede recorrer un trabajador en el seno de una misma empresa.
A los puntos existentes a lo largo de una cadena se les puede llamar
estaciones. En el sector primario estas cadenas están definidas de
un modo más o menos rígido, mientras que en el secundario los puestos
de trabajo no siguen una progresión regular: se avanza, si es que
se avanza, de un modo aleatorio.
El paradigma de cadena de movilidad es el tipo de progresión
que se da en los trabajos de cuello azul. Normalmente son los
convenios los que determinan cuáles son las estaciones a recorrer.
Muchas de estas estaciones dependen en ocasiones simplemente de la
antigüedad en el puesto de trabajo.

Una teoría alternativa de la segmentación es la que proviene


de aquellos economistas que contemplan la segmentación como
resultado del desarrollo del capitalismo monopolista y del
conflicto de clases.
La segmentación es un mecanismo por medio del cual los
empleadores son capaces de mantener su control sobre la producción.
En primer lugar, dividiendo a la fuerza de trabajo en grupos
fácilmente identificables, los cuales difieren en estatus social,
renta, lo que dificulta o impide la unidad de la clase obrera.
En segundo lugar, la segmentación permite a los empleadores
controlar a los trabajadores dado que suministra una manera de
mantener la producción. En las primeras etapas del capitalismo los
empleadores controlaban directamente la fuerza de trabajo. El
desarrollo del capitalismo monopolista significa que el control
directo es cada vez más difícil. Para seguir ejerciendo control
sobre los trabajadores, las grandes empresas desarrollan mercados
de trabajo internos, los cuales aislan a sus trabajadores de la
competencia exterior.
Los mercados de trabajo están segmentados porque expresan la
segmentación histórica de los procesos de trabajo. En cada segmento
existe un diferente sistema de control de los trabajadores. El
mercado de trabajo secundario es la expresión de los lugares de
trabajo organizados a partir de un control simple, el primario
subordinado está caracterizado por el control técnico mientras que
el independiente lo está por el control burocrático.
El control simple es el control directo, en el que el supervisor
indica al trabajador qué es lo que tiene que hacer.
El control técnico aparece allí solo donde todo o casi todo
el proceso de producción se basa en una tecnología que determina el
ritmo y dirige el proceso de trabajo. Se trata de un control
estructural en el sentido de que está incorporado en la estructura
tecnológica o en la organización de la producción. Al ser la
maquinaria la que determina el ritmo, este ya no depende de los
trabajadores. El capataz se transforma en un elemento reforzador de
los requisitos de la estructura técnica. Presiona a los trabajadores
para que realicen sus funciones, pero no es él quien las inicia o
dice cómo se ha de hacer. El capataz penaliza a quien no trabaja
adecuadamente siguiendo el ritmo de la producción, ritmo que, al
igual que en el caso de los trabajadores, él no controla.
Mientras que el control técnico está incorporado en los
aspectos físicos y tecnológicos de la producción y se construye a
partir de las máquinas, el control burocrático está incorporado en
la estructura social y organizativa de la empresa y se construye a
partir de las categorías laborales, las normas de trabajo, los
procedimientos de promoción, la disciplina, las escalas salariales,
las definiciones de responsabilidades y demás. El control
burocrático establece la fuerza impersonal de las normas de la
empresa como base del control. La definición y dirección de las
tareas laborales, la evaluación del rendimiento del trabajador y la
distribución de recompensas y castigos dependen de normas
pre-establecidas de modo elaborado y sistemático. Este tipo de
control aparece en primer lugar en las oficinas y posteriormente se
aplica al trabajo de producción.
El siguiente cuadro aclara el análisis sobre la segmentación
de los mercados.
Mercados de Características Colectivos Subculturas Mecanismos de
trabajo control

Secundario Trabajos inestables Mensajeros, trabajadores Clase baja Simple


temporales
Primario Estables. Tareas Clase obrera industrial, Clase Técnico
subordinado repetitivas. venderores, oficinistas, trabajadora
etc

Primario Estables. Personal técnico, Clase media Burocrático


independiente Destrezas altamente ingenieros, abogados,
especializadas artesanos, etc

8.4. LA POSICION DE CLASE DE LAS MUJERES


Tradicionalmente las mujeres, especialmente si trabajan
extradomésticamente y están casadas (o cohabitan), han sido
excluidas del análisis de la estratificación. En la medida en que
se ha incrementado la participación femenina en la fuerza de
trabajo, empieza a ser excepcional el estudio de clases que no
considera la posición de las mujeres.
La cuestión que se quiere plantear es la del debate producido
a raíz del llamado enfoque convencional sobre la situación de clase
de las mujeres casadas. ¿A qué clase social pertenece una mujer
casada que trabaja extradomésticamente? ¿Pertenecería a la clase
del marido? ¿Pertenecería a la clase que determina la situación de
la mujer? ¿Se podría elaborar un índice combinado? ¿Habría que
diferenciar la situación de trabajo de la situación de mercado?
En el caso de las mujeres que no han constituido pareja, la
determinación de clase no plantea a priori ningún problema. Lo mismo
ocurre en el caso de las mujeres que viven en pareja y, o bien se
dedican en exclusiva a las tareas domésticas o bien ejercen un
trabajo extradoméstico que les sitúa en la misma clase que su
cónyuge. Ahora bien, ¿qué ocurre en el caso de que el marido y la
mujer desempeñen trabajos que les sitúen en diferentes clases
sociales? Es decir, ¿cuál es la posición de clase de las mujeres -o
de los varones- en el caso de parejas heterogéneas en términos de
clase?
Lo que vamos a abordar a continuación son las respuestas -o
más bien las dudas- que la sociología ha planteado a estas
cuestiones.
Aunque el debate ya es antiguo, se planteó con especial
virulencia a raíz de la publicación de un artículo por Goldthorpe
en la revista británica Sociology en 1983307. A partir de aquí esta
revista recogió diferentes críticas, defensas y contracríticas a
este texto. Se trata de un debate que solo podía plantearse con toda
su crudeza en los últimos años, dado el crecimiento porcentual de
la participación de la mujer casada en la población activa y de la
mayor diversidad en el tipo de empleos ocupados por la mujeres, en
términos de acceso a la autoridad, la propiedad y la cualificación.
Las soluciones aportadas por la sociología las vamos a agrupar
bajo las denominaciones de enfoque convencional, enfoque de
dominación, enfoque conjunto y enfoque individualista.
a) Enfoque convencional Quienes defienden el enfoque convencional,
cuyo más claro exponente es Goldthorpe, sostienen que la unidad de
análisis en el caso de las clases está constituida por las familias,
de modo que todos los componentes de una familia pertenecen a una
misma clase. Ahora bien, ¿cuál de los dos cónyuges determina la
posición de clase de la familia? La respuesta convencional no tiene
ninguna duda. Dada la mayor implicación de los varones en el trabajo,
tanto en términos de jornada como en continuidad ininterrumpida
hasta la jubilación, la posición de clase de la familia entera deriva
de la posición de clase del varón.
Goldthorpe insiste en la escasa relevancia de la implicación
laboral de las mujeres. De hecho solo en el caso de las esposas de
aquellos que pertenecen a la clase I (la clase de servicio alta) se
da una mayor implicación en el trabajo en términos de permanencia
en el mismo. Así en el caso de parejas cuyo marido pertenece de un
modo estable -sin haber experimentado un proceso de movilidad
social- a la clase I la mayoría de las mujeres rara vez ha abandonado
el mercado de trabajo. Para medir esto Goldthorpe toma en
consideración una variable tan significativa como es el de los años
de matrimonio (a más años mayores son las posibilidades de dejar de
trabajar) y el hecho de haber experimentado movilidad social o ser
estable. Así en el caso de las mujeres que llevan casadas menos de
10 años y cuyos maridos son estables en la clase I, el 55% de ellas

307
J. Goldthorpe, "Women and class analysis: in defence of the
conventional view", Sociology, 17, 4, 1983.
nunca ha abandonado el trabajo, cosa que, para la misma duración del
matrimonio, solo ocurre entre el 18% de las mujeres cuyos maridos
pertenecen con carácter estable a las clases VI y VII.
b) Dominación. El enfoque convencional puro fue sometido a duras
críticas. Como consecuencia de ellas el sociólogo sueco Robert
Erikson308, habitual colaborador de Goldthorpe, refina este enfoque
proponiendo lo que el llama situación de dominio, que consiste
básicamente en determinar la posición de clase de la familia a partir
de la situación de clase del cónyuge cuyo trabajo sea más decisivo
cara a la determinación de los intereses, conciencia, etc de la
familia. Esta mayor o menor importancia se consigue conocer
analizando qué elementos -trabajo a jornada completa, propiedad de
los medios de producción, etc- contribuyen en mayor medida a
determinar la conciencia de clase de los cónyuges.
Con la intención de medir el grado de influencia sobre la
posición de clase de la familia de las posiciones de trabajo de los
cónyuges, Erikson elabora un listado de dominación, es decir, trata
de determinar qué tipo de situaciones laborales ejercen mayor
influencia sobre la conciencia de clase de ambos cónyuges. Las
categorías de elevada cualificación dominan a las de baja. Las
categorías de auto-empleados dominan a las de empleados. Entre los
auto-empleados las empresas de mayor tamaño dominan a las de menor.
Sin embargo, los grupos profesionales, incluso cuando se trata de
asalariados, dominan a los auto-empleados.
Concluyendo, la investigación de Erikson incide en la escasa
relevancia de la situación de trabajo de las mujeres para explicar
la posición de clase de las familias, dado que suelen encontrarse
en el peldaño inferior de la escala de dominación.
Esta explicación ha sido descalificada por sus críticos como
neoconvencional. En definitiva, se trata de huir de las acusaciones
de sexismo que recayeron sobre el enfoque convencional. El resultado
final es prácticamente el mismo que en este último: la situación de

308
R. Erikson, "Social Class of Men, Women and Families",
Sociology, 18, 1, 1984.
clase de la familia deriva casi siempre de la situación de clase del
marido.
c) Modelo de clasificación conjunta
Esta solución arranca de la distinción weberiana, reelaborada
por Lockwood, entre situación de trabajo y situación de mercado. La
situación de mercado se refiere a elementos como la fuente y el nivel
de la renta, el grado de seguridad en el empleo y las oportunidades
de movilidad social ascendente. La situación de mercado ejerce
efectos sustantivos sobre el nivel de consumo y el tipo de vivienda
en que se habita, el tipo de educación de los hijos, etc.
La situación de trabajo se refiere a la manera en que se
organiza la producción y se refiere a la situación dentro de los
sitemas de autoridad y control presentes en los procesos
productivos.
La situación de mercado es una característica de las familias
y de los hogares. La familia, a pesar de los gastos diferenciales
que puedan realizar sus componentes, es la unidad básica de consumo.
Se trata de una unidad que comparte la misma vivienda, que educa a
los hijos y los envía a la escuela. Sin embargo, es el individuo quien
experimenta la situación de trabajo, las relaciones de autoridad,
etc.
Esta interpretación considera que el hogar o la familia es la
unidad de clase, pero, a diferencia de lo que sucede con el enfoque
convencional, la posición ocupacional de las mujeres se toma en
consideración a la hora de asignarle una situación de clase. Las
características del marido y de la mujer se tienen en cuenta a la
hora de determinar la situación de clase de las familias.
Una vez que ha quedado clara la distinción entre la clase
ocupacional del individuo y las pautas de consumo de la familia, hay
poco dificultad conceptual para asignar una posición de clase tanto
al marido como a la esposa a título individual. Sin embargo, resulta
imposible suponer una relación directa y determinante entre la
ocupación y el estilo de vida o las oportunidades de vida.
Dale, Gilbert y Arber309 insisten en diferenciar la existencia
de dos dimensiones de la clase. Por un lado, la derivada de la
relación con el mercado (la ocupación), y, por otra, la derivada del
estilo de vida.
Una de las cuestiones más interesantes de esta interpretación
son los estudios sobre las llamadas familias heterogénas
(cross-class families). Quizás lo primero que no esté del todo claro
es qué se entiende por familias heterogéneas. La interpretación más
extendida es la que considera como tales a aquellas en que los
cónyuges pertenecen a distintas clases económicas. Sin embargo,
para algunas interpretaciones solo serían tales aquellas en que la
situación de clase de la mujer está por encima de la del marido.
Incluso en la interpretación que considera como heterogéneas a las
familias en que simplemente ambos cónyuges pertenecen a clases
distintas, falta por precisar cuál sea la divisoria de clase. Así,
por ejemplo, Britten y Heath 310 consideran que son familias
heterogéneas aquellas en las que uno de los cónyuges ejerce un
trabajo manual y otro un trabajo no manual, lo que daba como
resultado un elevado número de parejas en las que la mujer ejercía
un trabajo superior al del marido. Goldthorpe311 consideraba endeble
esta distinción, dado que los trabajos no manuales que
mayoritariamente ejercen las mujeres están peor retribuidos que los
trabajos manuales ejercidos por los varones. Heath y

309
A. Dale, G. Nigel Gilbert y S. Arber, "Integrating women into

class theory", Sociology, 19, 3, 1985.

310
N. Britten y A. Heath, "Women, Men and Social Class", en E.

Gamarnikow et al. (eds.), Gender, Class and Work, Londres,

Heinemann, 1988.

311
Op, cit.
Britten312aceptan parte de esta crítica. Consideran que no todas las
mujeres en puestos no manuales casadas con trabajadores manuales en
realidad ocupen posiciones superiores a las de sus maridos. Teniendo
en cuenta elementos como el sueldo, planes de pensiones, subsidios
de enfermedad, etc. concluyen que, en general, las mujeres que
trabajan en el sector de ventas ocupan posiciones en peores
condiciones que los trabajos manuales, mientras que esto no es así
en el caso de las mujeres que ejercen trabajos de oficina.
La esencia del estudio de las familias heterogéneas consiste
en poner de manifiesto las notorias diferencias que con respecto al
resto de las parejas suponen las familias heterogéneas en términos
de división del trabajo doméstico, de comportamiento político, de
conciencia de clase, etc.
Entre las defensoras de esta postura podemos citar a dos
sociólogas que utilizaron datos referidos a Suecia, Lieiulfsrud y
Woodward313. De acuerdo con ellas las familias en las que los dos
cónyuges ocupan diferentes posiciones de trabajo suponen un
elemento significativo en la estructura de clases. Las parejas
heterógeneas ofrecen un potencial importante en lo que se refiere
al aburguesamiento, la proletarización o la ambivalencia. Las
actitudes frente al trabajo, los roles de género, la división de las
tareas domésticas, etc, se ven seriamente afectada por este carácter
heterogéneo.
En esta misma línea podríamos situar a Wright314. Wright utiliza
datos de Suecia y los Estados Unidos. Debido al tamaño de las

312
A. Heath y N. Britten, "Women's jobs do make a difference:

A reply to Goldthorpe", Sociology, 14, 4, 1984.

313
H. Leiulfsrud y A. Woodward, "Women at class crossroads:

Repudiating conventional theories of family class", Sociology, 21,

3, 1987.

314
E.O. Wright, "Women in the Class Structure" Politics and
Society, 17, 1, 1989.
muestras, Wright agrupa la tipología inicial de seis clases
(empleadores, pequeña burguesía, directivo experto, directivo no
experto, experto y clase obrera) en tres: autoempleado -que agrupa
a las dos primeras-, clase media -que agrupa a los directivos y a
los expertos- y clase obrera -que permanece invariable-. Tras esta
agrupación solo el 18% de los hogares en los Estados Unidos tienen
una composición heterogénea, proporción que se eleva al 26% en el
caso de Suecia. Sin embargo, en aquellos hogares en los que confluyen
dos sustentadores muchos de ellos son heterogéneos en términos de
clase: el 45% en los Estados Unidos y el 43.2% en el caso de Suecia.
El tema fundamental en que se han centrado los estudios que
analizan la validez del enfoque convencional ha sido el de la
identidad de clase. Se trata de averiguar las consecuencias
empíricas de adoptar una posición u otra. Los resultados de las
investigaciones distan de ser claros. Así Ritter y Hargens 315
utilizando datos sobre mujeres casadas en Estados Unidos entre 1960
y 1970, han encontrado que las mujeres trabajadoras derivaban su
identidad de clase de su propia situación ocupacional en lugar de
la posición ocupacional del marido. Velsor y Beeghley 316 , en un
estudio posterior que utilizaba la misma metodología que el de
Ritter y Hargens, informan que las mujeres derivan su posición de
una combinación de sus propias características, las de sus maridos
y las de sus padres. En Gran Bretaña, Abott317 llegó a la conclusión

315
K. Ritter y L. Hargens, "Occupational Positions and Class

Identifications of Married Working Women: a Test of the Asymmetry

hipothesis", American Journal of Sociology, 80, 4.

316
E. Velsor y Beegghley, "The Process of Class Identification

among Married Women: a Replication and Reanalysis", Journal of

Marriage and the Family, 41, 1979.

317
P. Abbott, "Women's social class identification: does
husband's occupation make a difference?", Sociology, 21, 1, 1987.
de que la ocupación de los maridos es solo uno de los factores que
determinan la identidad de clase de las mujeres. Por contra hay
estudios, como el de Jackman y Jackman318, que prueban que son las
características del status de los maridos los que determinan la
identidad de clase de las mujeres. El apoyo más fuerte al enfoque
convencional se da, como era de esperar, entre las mujeres que
trabajan a tiempo parcial.
Baxter319 se apoya en los datos del estudio sobre estructura
de clases en Australia y llega la conclusión de que los datos
corroboran tanto el enfoque convencional como el individual en
términos de explicar la identidad de clase de las mujeres. Los datos
que ella maneja indican que
para explicar de manera adecuada el nivel de identificación con la
clase trabajadora de las mujeres es necesario examinar tanto
la propia ubicación de clase de las mujeres como la de sus
maridos. Mientras que esto implica que los análisis de clase
que se centran solamente en el "cabeza" de familia suponen
modelos mal especificados, también indica que por lo menos para
las mujeres, es también incorrecto centrarse solamente en el
individuo. En otras palabras, en términos de explicar la
identidad de clase, los resultados dan apoyo a un enfoque de
clase de familia, que toma en cuenta la ubicación de clase de
los maridos y las esposas.

Baxter termina por suscribir una solución conciliadora,


coincidente con la propuesta por Marshall et al., la cual ella misma
cita:
Las clases sociales no se componen ni de familias ni de
individuos, sino de individuos en familias. Es esta la razón,
por lo tanto, por la que el estudio de clase se realiza
adecuadamente a diferentes niveles de análisis. De esta manera
pueden ser explicados los efectos colectivos del acceso
limitado de las mujeres al poder económico y político sobre
la reproducción de posiciones dentro de la estructura, así como

318
M.R. Jackman y R. W. Jackman, Class Consciousness in the

United States, Berkeley, University of California Press, 1984.


319
J. Baxter, "Las mujeres y el análisis de clase: una
perspectiva comparada", Política y Sociedad, 11, 1992.
la determinación compleja de posibilidades de vida que les
surgen a los individuos en las unidades conyugales320.

Enfoque individualista Este enfoque propone que la situación de


clase de las mujeres pertenecientes a la población activa depende,
vivan o no en familia, de su propia situación de clase. Es decir,
en el caso de familias heterogéneas, la mujer pertenecerá a una clase
y el marido a otra, con lo cual, a diferencia de lo que hemos visto
hasta ahora, la familia deja de ser la unidad de clase.
Quizás la interpretación individualista más extrema sea la de
321
Walby . Walby, quien como es habitual, parte de una crítica a los
planteamientos de Goldthorpe, considera que las amas de casa y sus
maridos constituyen clases sociales distintas. Esto significa
alejarse de aquellos planteamientos que consideran que todas las
mujeres, por el mero hecho de ser tales, forman una clase social.
De acuerdo con Walby todas las amas de casa son explotadas por sus
maridos, y ello con independencia de las horas dedicadas a las tareas
domésticas y con independencia de los ingresos del marido. La
cuestión es más bien cualitativa, hace referencia a las relaciones
sociales que implican lo que denomina el modo patriarcal de
producción.
En el caso de que la mujer trabaje extradomésticamente tendría
otra adscripción de clase derivada, única y exclusivamente, de su
relación laboral. En consecuencia, una mujer puede ocupar
simultaneamente dos situaciones de clase.
Walby mantiene que no se ha llevado a cabo un examen de la
desigualdad de género considerada en sí misma, sino que más bien se
ha analizado esta desigualdad en el marco de la sexista teoría de
la estratificación. Esto es lo que ha ocurrido cuando se asigna una
situación de clase a las mujeres. Para ello se utiliza una medida
de las clases sociales basadas en las ocupaciones de los hombres.

320
Marshall et al., Citado en Baxter, op. cit., p. 88.

321
S. Walby, "Gender, Class and Stratification", en R.,

Crompton y M. Mann (eds.), Gender and Stratification, Cambridge,


Polity Press, 1986.
No es extraño que diferentes estudios hayan elaborado esquemas
singulares de clasificación de clases para el caso de las mujeres.
Una interpretación que no va tan lejos, dado que no aborda si
las amas de casa constituyen o no una clase social, es la de
Stanworth. Stanworth 322 efectúa una acerba crítica a los
planteamientos de Goldthorpe 323 (cuya contradefensa no es menos
ácida). Stanworth comparte con Goldthorpe la propuesta de
considerar que la mayoría de las mujeres que efectúan trabajos no
manuales en realidad ocupan posiciones proletarias. Es decir,
ejercen trabajos poco cualificados, rutinarios, etc. A partir de
aquí, su propuesta consiste en considerar que la experiencia de
clase de las mujeres es sustantivamente distinta a las de los
hombres.

322
Op. cit.

323
"Women and class analysis: A reply to the replies",
Sociology, 18, 4, 1984.
8.5. ESTRUCTURA SOCIAL E IDEOLOGIA
La cuestión de la dominación ideológica de las clases
subordinadas cobra especial interés tras la generalización del
sufragio universal en la mayoría de los países capitalistas
desarrollados. ¿Qué es lo que explicaría que en las elecciones
triunfen opciones políticas que o bien solo pretenden reformar el
sistema -caso de la socialdemocracia- o bien conservarlo tal cual
es? Dicho de otra manera, ¿cuál es el origen de este manifiesto
conformismo de la globalidad de la sociedad con un orden económico
que crea terribles desigualdades sociales? Anteriormente ya hemos
esbozado alguna respuesta. Así, por ejemplo, Galbraith hablaba de
la existencia de una mayoría satisfecha que ignora, o aparenta
ignorar, la existencia de lo que este autor llama subclase
funcional. Esto significaría que todos aquellos que están por encima
de esta subclase -compuesta fundamentalmente por inmigrantes,
pobres, minorías étnicas- consideran que disfrutan de un modus
vivendi aceptable que les lleva a acomodarse en el sistema. Aún así,
cabría preguntarse por cuáles son las razones que llevan a la clase
obrera a abondonar los ideales de transformación social. Quizás fue
Gramsci el primer pensador que se tomó en serio esta cuestión y a
ella trató de responder por medio del complejo concepto de
hegemonía. La obra de Gramsci está profundamente influida por
la convicción de que no existen leyes históricas inexorables, leyes
históricas similares a las que existen en la naturaleza. Su
oposición al reduccionismo económico le llevó a conceder mayor
importancia a las superestructuras. De aquí deriva su deseo de
establecer teóricamente la autonomía de la práctica política e
ideológica. Esta orientación será el origen del concepto de
hegemonía.
El criterio metodológico en el cual hay que fundar el examen es este:
que la supremacía de un grupo social se manifiesta de dos modos:
como "dominio" y como "dirección intelectual y moral". (...)
Un grupo social puede y hasta tiene que ser dirigente ya antes
de conquistar el poder gubernativo... Luego, cuando ejerce el
poder y, aunque lo tenga firmemente en las manos, se hace
dominante, tiene también que seguir siendo "dirigente".324

Hegemonía es sinónimo de dominación ideológica. La obediencia


no es automática sino que debe ser alcanzada. La tarea de Gramsci
consiste en analizar el mecanismo por el cual se efectúa la
dominación ideológica.
Para Gramsci toda relación de hegemonía es necesariamente una
relación educativa y es la capa intelectual la que educa
directamente. No existe nada parecido a un estrato intelectual
autónomo. Todos los intelectuales están ligados a una clase social
y realizan la función de articular la visión del mundo apropiada a
su clase social.
En su análisis de los distintos momentos de la conciencia
política de una clase social distingue tres grados distintos325:
1. El momento económico productivo en el que la conciencia de los
intereses profesionales propios se expresan, pero no como los
intereses de una clase social. Se trata de intereses puramente
corporativos, de empresa, etc.
2. El momento político económico en el que la conciencia de los
intereses de clase se expresa solo a nivel económico.
3. El tercer momento es el de la hegemonía, en el que se toma
conciencia de cuáles son los propios intereses corporativos y cuál
sea su futuro desarrollo. Esta conciencia trasciende los límites
corporativos de los intereses económicos de clase. El momento de
hegemonía es posible solo si la clase renuncia a una concepción
estrechamente corporativa, dado que para ejercer el liderazgo debe
preocuparse por tener en cuenta los intereses de aquellos grupos
sobre los que quiere ejercer la hegemonía.

324
Tomado de N. Abercrombie et al., La tesis de la ideología

dominante, Madrid, Siglo XXI, 1987.

325
C. Mouffe, "Hegemony and ideology in Gramsci". En Bennett,

T. et.el. : Culture, Ideology and Social Process. Londres, Open


University Press, 1986..
Refiriéndose a los métodos a través de los cuales una clase
puede alcanzar la hegemonía, distingue dos caminos principales: el
transformismo y la hegemonía expansiva.
El transformismo es el método por el cual se alcanza el poder
a través de lo que Gramsci llama la revolución pasiva. Aquí las masas
son integradas a través de un sistema de absorción y de
neutralización de sus intereses de modo que se impide su oposición
a los intereses de la clase hegemónica.
La hegemonía expansiva consiste en la creación de un consenso
activo resultante directo de la adopción genuina de los intereses
de las clases populares por parte de la clase hegemónica. Con la
hegemonía expansiva avanza el conjunto de la sociedad.
Solo una clase fundamental puede convertirse en hegemónica.
Aunque la hegemonía es ético-política, también debe ser económica,
debe asentarse en el control de la economía. Solo la clase obrera,
cuyo interés coincide con la limitación de toda explotación, puede
ser capaz de llevar a cabo una hegemonía expansiva.
Gramsci se sitúa en un lugar teórico opuesto a la concepción
de la ideología como falsa conciencia o como un sistema de ideas,
y se rebela contra concepciones fenoménicas que la reducen a meras
apariencias carentes de eficacia.
La ideología debe captarse como un campo de batalla, como una
lucha continua, dado que la adquisición de la conciencia a través
de la ideología no tiene lugar individualmente, sino a través del
terreno ideológico donde los dos principios hegemónicos se
enfrentan el uno al otro. La ideología tiene su base material. Lejos
de consistir en un conjunto de realidades espirituales, siempre se
materializa en la práctica. Un aspecto esencial de la problemática
gramsciana de la ideología es la importancia que atribuye a la
naturaleza material e institucional de la práctica ideológica.
Gramsci insiste en el hecho de que la práctica posee sus propios
agentes, los intelectuales. La hegemonía se consigue a partir de la
actividad de los aparatos hegemónicos: escuelas, iglesias, medios
de comunicación. A este conjunto de aparatos Gramsci lo denomina la
estructura ideológica de una clase dominante, y al nivel de la
superestructura donde se produce la ideología lo llama sociedad
civil.
Lo que resulta peculiarmente novedoso en este análisis es la
conciencia de la naturaleza material de la ideología y el hecho de
que constituye una práctica inscrita en los aparatos que desempeñan
un papel práctico social indispensable en todas las sociedades.
Gramsci se opone al reduccionismo de la ideología. Los tres
principios que subyacen a la problemática reduccionista de la
ideología son los siguientes:
1. Todos los sujetos son sujetos de clase.
2. Las clases sociales tienen sus propias ideologías exclusivas.
3. Todos los elementos ideológicos tienen necesariamente una
adscripción de clase.
De acuerdo con Gramsci los sujetos de la acción política no
pueden identificarse necesariamente con las clases sociales. Hay
voluntades colectivas que son resultado de los sistemas hegemónicos
creados por la ideología. Por lo tanto, los sujetos (las clases
sociales) que existen a nivel económico, no se duplican a nivel
político; en su lugar, aparecen distintos sujetos inter-clase. Esta
concepción le permite a Gramsci pensar en la hegemonía como algo que
va más allá de una simple alianza de clase para contemplarlo como
la creación de una unidad superior en la que se producirá una fusión
de los elementos que participan en el bloque hegemónico.
Es decir, no se trata de la simple imposición de la ideología
de una clase sobre las otras. La creación de una nueva hegemonía
implica la transformación del terreno ideológico previo y la
creación de una nueva visión del mundo que servirá como principio
unificador para una nueva voluntad colectiva. Gramsci aclara que la
reforma intelectual y moral no consiste en una eliminación total del
mundo existente y su reemplazamiento por una concepción totalmente
nueva. Más bien, consiste en un proceso de transformación, una
rearticulación de los elementos ideológicos previos existentes.
Queda claro que en una concepción reduccionista que contempla
la existencia de ideologías exclusivas de clase, la reforma moral
e intelectual es imposible.
Gramsci insiste en que en un sistema hegemónico debe existir
democracia entre el grupo dominante y los grupos dominados.

8.6. CLASES SOCIALES Y PODER POLITICO


Para la teoría política liberal no existe ninguna conexión
entre una clase social en concreto y el poder político estatal, es
decir, simplemente no tiene ningún sentido la propuesta de que una
clase social, en este caso la burguesía, sea también la clase
dominante. En consecuencia, niega la existencia de una clase que
controle, con el grado de autonomía que se quiera, el estado. De
acuerdo con este enfoque, lo que ocurre es que el estado se convierte
en un reflejo de las distintas fuerzas sociales existentes en un
momento dado. El estado refleja la pluralidad de fuerzas que hay en
la sociedad. Esta manera de analizar el estado tiene, como señala
Hall,326 tres consecuencias:
1. A pesar de la fuerte concentración del poder económico en unos
cuantos individuos, el estado solo reconoce a individuos dotados de
los mismos derechos políticos individuales. Es decir, para el estado
todos los individuos son iguales.
2. En el mejor de los casos el estado reconoce la existencia de
poderosos grupos sociales, políticos o económicos, pero estos
grupos nunca llegan a apoderarse de la maquinaria del estado.
3. A lo sumo, lo que hace el estado es acordar una solución a los
conflictos que pudieran surgir de la competencia entre tales grupos.
El enfoque marxista sobre la relación entre el poder y los
grupos sociales es radicalmente distinto. En una primera
aproximación, para el marxismo no hay ninguna duda en lo que se
refiere a la conexión del poder político estatal y las clases
dominantes. Basta para ello con pensar en la famosa afirmación de
El manifiesto comunista en el sentido de que el estado no es más que
una especie de Consejo de Administración de los intereses de la
burguesía. No obstante, como bien recordaba Elster327, Marx presentó
tres teorías del estado: la anteriormente apuntada, la teoría de la

326
S. Hall, "Culture and the State", en VV.AA., The State and

Popular Culture, Milton Keynes, Open University Press, 1982.

327
Jon Elster, Una introducción a Karl Marx, Madrid, Siglo XXI,
1991.
abdicación y la del estado como actor independiente. La teoría de
la abdicación es la teoría bonapartista según la cual los
capitalistas se abstienen de tomar el poder político porque
descubren que sus intereses se cumplen así mejor. La teoría del
estado independiente subraya la independencia del estado con
respecto a la clase capitalista, de modo que los intereses de esta
clase se convierten más bien en restricciones o posibilidades de
veto (ley de las reacciones anticipadas) que en una intervención
directa.
Recientemente, experiencias como las de Chile bajo la
presidencia de Allende han puesto de manifiesto la fuerte conexión
del aparato estatal con los intereses de las clases dominantes,
hasta el punto de que estas son capaces de derrocar a un gobierno
democrático que no respete unas reglas de juego netamente favorables
a la burguesía. Esto ha posibilitado el desarrollo de eso que se ha
dado en llamar teoría instrumentalista del estado, teoría según la
cual el estado es un ente manipulable a voluntad por parte de las
clases dominantes. Miliband en su obra El Estado en la sociedad
capitalista 328 se muestra como un firme defensor de la conexión
directa entre el estado y la clase dominante. Según su esquema el
control de los medios de producción explica el control de los medios
de coacción política. Su argumentación se apoya en los siguientes
elementos:
1. El personal que controla el estado tiene un idéntico origen
de clase que la burguesía. Para ello se remite a datos estadísticos
que prueban que esto es así.
Los testimonios indican de manera concluyente que, en relación al
origen social, a la educación y a la situación de clase, los
hombres que encontramos en todas las posiciones de mando del
sistema del Estado provienen en gran parte, y en muchos casos
en mayoría abrumadora, de los círculos de los negocios y de
los propietarios, o de las clases medias profesionales.329

328
Madrid, Siglo XXI, 1978.

329
Op. cit., p. 66.
2. La existencia de unos límites bien determinados que impone la
lógica del sistema capitalista (el sistema de empresa privada y su
racionalidad económica) a toda política legislativa y
gubernamental.
Miliband critica a Weber por haber subestimado la
participación de los hombres de negocios en la política estatal.
Weber mantenía que los empresarios carecían del tiempo y de las
cualidades particulares que se precisan para dirigir a una nación.
Miliband cita datos que ponen de manifiesto una clara y directa
implicación de los capitalistas en la gestión del estado. Por
ejemplo, en los Estados Unidos, los hombres de negocios
constituyeron el grupo ocupacional que más individuos colocó en los
gabinetes desde 1889 a 1949. Del número total de miembros del
gobierno, en ese periodo, más del 60% fueron hombres de negocios.
Sin embargo, Miliband es consciente de que las élites económicas en
los países capitalistas no constituyen una clase gobernante en el
sentido en que los fueron las clases aristocráticas y latifundistas
de la era preindustrial. A pesar de que la élite política y
burocrática no se recluta entre los propios capitalistas, la mayor
parte de los componentes de esta élite procede de las clases altas.
Basta para ello con pensar en la funciones selectivas del sistema
educativo, especialmente por parte de algunas instituciones
escolares. Miliband cita el caso de la ENA (École National
d'Admistration) en Francia y su función de filtro elitista de acceso
a los puestos más elevados de la jerarquía burocrática.
La interpretación instrumentalista pasa por alto por lo menos
dos elementos fundamentales:
1. En primer lugar, el estado ha de legitimar el orden social.
Díficilmente puede hacerlo si es excesivamente obvia la conexión
entre su aparato y la clase dominante.
2. En segundo lugar, el instrumentalismo no detecta que el estado
debe servir a los intereses generales del capital, lo cual puede
llevarle a emprender acciones contrarias a los intereses privados
de los capitalistas, o de determinados grupos capitalistas.
Frente a esta interpretación, aparece el enfoque
estructuralista, según el cual la organización y funcionamiento de
las instituciones políticas no dependen de las personas que ocupen
el poder político sino que dependen de las constricciones
estructurales. De acuerdo con una primera interpretación, esto
significaría que el estado funciona con una lógica capitalista por
lo que no cabe otra opción política de transformación socialista que
su derrocamiento y destrucción. Es decir, da igual quiénes sean o
de dónde provengan las personas que dirijan el estado: su
comportamiento siempre será el mismo, puesto que tienen que atenerse
a serias constricciones estructurales.
Desde esta interpretación, Poulantzas en su obra Poder
político y clases sociales en el Estado capitalista330 elaboró la
teoría de la autonomía relativa del estado. Con esta teoría
Poulantzas explicaba que el estado lo que hace es reflejar no los
intereses de una clase en concreto, sino los intereses de lo que,
utilizando un término prestado de Gramsci, denomina bloque en el
poder. El estado tiene que articular un conjunto contradictorio de
intereses procedentes de las pugnas en que puedan incurrir entre sí
diferentes fracciones de la burguesía (vg., capital financiero
frente al capital comercial) y además ha de hacer lo posible porque
la articulación de estos intereses no despierte las ansias
revolucionarias de las clases dominadas, es decir, debe generar una
labor de convicción ideológica, o, si se prefiere de hegemonía.
El problema básico de las teorías de la autonomía relativa
estriba en la concepción que tienen de la clase dominante, la cual
responde efectivamente al abuso de esta autonomía por parte del
estado. Pero, para que la clase dominante sea capaz de emprender
tales acciones correctivas, ha de tener un cierto grado de cohesión
política, es decir, de conciencia de clase, con lo cual al final se
caería en una versión refinada del instrumentalismo. Block 331
propone rechazar la idea de una clase dominante con conciencia de
clase. En lugar del marco de la autonomía relativa, lo que propone

330
Madrid, Siglo XXI, 1976.

331
F. Block, "La clase dominante no gobierna: notas sobre la
teoría marxista del Estado". En teoría, 6, 1981.
es la división del trabajo entre los que acumulan el capital y los
que administran el aparato del estado:
Los que acumulan el capital son conscientes de sus intereses como
capitalistas, pero en general no son conscientes de lo que es
necesario para reproducir el orden social en unas
circunstancias cambiantes. Los que administran el aparato del
Estado, sin embargo, se ven obligados a preocuparse en mayor
grado por la reproducción del orden social, porque la
continuidad de su poder se basa en el mantenimiento del orden
político y económico.332

Hoy en día, de acuerdo con Carnoy,333 los análisis marxistas


del estado se caracterizan por el rechazo tanto de la teoría
instrumentalista como de la idea de una teoría universal del estado.
En lugar de proponer una visión simple del estado capitalista
proponen análisis históricos específicos en el seno de concepciones
universales que relacionan el estado con la sociedad capitalista.
Offe 334 ofrece una interesante interpretación opuesta a la
instrumentalista y a la estructuralista. Para él, estos dos enfoques
se centran en los elementos externos, dejando de lado la lógica
interna del funcionamiento del aparato capitalista. Offe se centra
en lo que denomina mecanismos de selección a través de los cuales
se mantiene la dominación de clase. Hay dos tipos de procesos de
selección: uno negativo y otro positivo. El negativo se refiere a
la exclusión de toda política opuesta a la lógica capitalista. El
positivo se refiere a la selección de mecanismos de actuación
política innovadora orientada al mantenimiento del sistema
capitalista. Aquí es donde cobra sentido la aparición del Estado
Benefactor.
Como contraposición a todas estas teorías aparece la teoría
del estado independiente, la cual supone concebir al estado como un

332
op. cit. pp. 7-8.

333
M. Carnoy, The State and Political Theory, New Jersey,

Princeton University Press, 1984.


334
C. Offe, "Theses on the Theory of the State", New German
Critique, 6, 1975.
ente independiente resultado de la incapacidad de las clases
capitalista y obrera para organizarse por sí mismas. El estado es
responsable de organizar la acumulación capitalista dentro de los
límites impuestos por la legitimación frente a los trabajadores.
Block,335 Skocpol336 y Wolfe 337 llegan desde aquí, a la conclusión
de que en ausencia de posiciones coherentes de clase en la sociedad
civil el estado es un poder político independiente. De acuerdo con
Block338 la teoría ortodoxa marxista del estado está viciada por la
idea de una clase dominante con conciencia de clase, lo que da lugar
a la teoría instrumentalista del estado: el estado es un instrumento
manipulable a voluntad por la clase dominante.

8.7. CLASE Y COMPORTAMIENTO ELECTORAL


Lo que se pretende con este epígrafe es analizar la vinculación
que existe entre las distintas clases y las opciones políticas.339
No cabe duda de que una de las cuestiones más relevantes en el estudio
de las clases sociales es el análisis del comportamiento electoral.
Son muchos los analistas que han sostenido que cada vez es menor la

335
op. cit.

336
T. Skocpol, "Political Response to Political Crisis:

Neo-marxist Theories of the State and the Case of the New Deal",

Politics and Society, 10, 2, 1981.

337
A. Wolfe, The Limits of Legitimacy: Political Contradiction

of Late Capitalism, Nueva York, Free Press, 1977.

338
op. cit.

339
Podríamos incluir también el dato de la vinculación sindical

en función de la clase. Aparte del estudio de González (op. cit.),

se puede consultar también O. Taboadela, "Clases sociales y acción


colectiva", REIS, 63, 1993.
vinculación entre las clases y los partidos, es decir, la clase ha
dejado de ser la principal fuente de identidad política.340
Empezaremos apoyándonos en el caso británico, dado que suma
a la experiencia histórica el hecho de ser uno de los países en los
que más se ha estudiado esta cuestión. Las tesis sobre el no
alineamiento político de las clases se apoyan en el dato empírico
del declinar del apoyo de la clase obrera al partido laborista. Para
ello el índice Alford (la simple resta del porcentaje de personas
de clase obrera que votan al partido laborista del porcentaje de
personas de clase media que votan al mismo partido) resulta
suficientemente revelador.

________________________________________________________________
1955 1957 1958 1959 1962 1964 1966 1970 1974
1979
________________________________________________________________
% clase obrera
que vota al PL 62 67 64 57 57 64 66 59 59 51
% clase media
que vota al PL 23 224 22 21 22 23 25 27 26 23
Indice Alford 39 43 42 36 35 41 41 32 33 28
________________________________________________________________
_
Cuadro tomado de Marshall et al.341

Entre las elecciones de 1945 y las de 1983 el porcentaje de


personas de clase media que vota Conservador pasó de ser 63% al 55%,
y en el caso de la clase obrera el voto al partido laborista, para
el mismo periodo, pasó del 62 al 47%. De aquí, a priori, cabría
colegir una cada vez menor correspondencia entre la clase y el
comportamiento electoral.
Para quienes defienden el papel preponderante de las clases,
lo que ocurre es que ha tenido lugar un cambio político en lugar de
uno social, es decir, son los cambios en los partidos, y no en las
clases, los que explican esta varibilidad del comportamiento

340
Ya vimos algo de esto en la presentación del debate sobre

las clases.

341
Social Class in Modern Britain, Londres, Routledge, p. 227.
electoral. Marshall et al. 342 proponen diferenciar entre voto
absoluto de clase y voto relativo de clase. El voto absoluto de clase
se refiere a la proporción del electorado que vota por su partido
"natural" de clase. Este voto es claramente favorable a la tesis del
no alineamiento político de las clases. El voto relativo de clase
es una medida que permite calibrar la fuerza relativa de los
distintos partidos en cada una de las clases. En el caso británico,
esto podría significar que el declive del voto tanto de clase obrera
como de clase media al Partido Laborista se debe a un cierto
desplazamiento electoral hacia la Alianza Liberal
Social-Demócrata. Pero podría ocurrir que el porcentaje de votos
obreros para el partido laborista sea idéntico. Aquí tendríamos una
modificación del voto absoluto de clase compatible con un idéntico
voto relativo. Podría ocurrir que el Partido Laborista perdiera
votantes entre la clase obrera y los mantuviera entre la clase media.
En este caso podríamos estar asistiendo tanto a una modificación del
voto absoluto como del relativo.
Con esta terminología en mente, Heath et al.343 descubrieron
que no hay ninguna tendencia en las modificaciones del voto
relativo. Es decir, nada permite mantener la idea de una menor
vinculación entre las clases y los partidos.
Llegados aquí, analizaremos lo que quepa deducir del caso
español. 344 El estudio español sobre estructura y conciencia de
clase distingue cuatro tipos de partidos o agrupaciones políticos:
la derecha (Partido Popular y Centro Democrático y Social),
regionalistas (todas las opciones regionalistas y nacionalistas),
PSOE e izquierda (Izquierda Unida, ecologistas y otras opciones a
la izquierda del PSOE).

342
op. cit.

343
A. Heath et al., How Britain Votes, Oxford, Pergamon, 1985.

344
De nuevo nos apoyaremos en el estudio de González op. cit.,
caps VI y VII.
Las intenciones de voto, utilizando el esquema de Goldthorpe,
serían las siguientes.
Total Clase de No manual Propietario Manual Manual no
servicio cualif. cualif.

Total 2086 353 409 447 405 473

DERECHA 30.5 37.8 28.8 50.1 21.4 15.5


REGIONALISTAS 13.9 20.8 18.6 11.5 12.8 8.0
PSOE 41.3 22.2 35.4 32.1 47.1 64.5
IZQUIERDA 14.4 19.3 17.2 6.4 18.7 12.0

Como se puede observar las clases en las que se da una mayor


vinculación con determinadas opciones políticas son la propietaria
y la clase obrera. La primera dirige el 50.1% de sus votos a la
derecha y la segunda el 64.5% al PSOE.
Como señala J.J. González este cuadro nos permite ver una de
las particularidades del caso español. Las alternativas de derecha,
regionalistas y PSOE son opciones marcadamente clasistas, mientras
que la opción de izquierda es socialmente transversal, aunque con
un fuerte rechazo por parte de las clases propietarias. Son cuatro
las pautas que J.J. González detecta:
- Los propietarios dirigen la mitad de sus votos a la "derecha" y
distribuyen la otra mitad en función de la cualificación.
- Los cuadros dirigen más de un tercio de sus votos a la "derecha"
y más de la mitad a la "derecha" y a las opciones
"regionalistas". El resto de sus apoyos se reparte, como en
el caso anterior, en función de la cualificación.
- Los empleados no manuales en su conjunto (tanto expertos como no
cualificados) tienden a diversificar sus apoyos, llegando, en
el caso de los expertos, a una considerable polarización:
parece, a primera vista, como si esta categoría fuese el
paradigma de posición contradictoria de clase (de hecho, en
ella coincide el grado más alto de cualificación con el más
bajo en cuanto a "situación de empleo").
- La clase obrera concentra más de dos tercios (en el caso de los
"empleados cualificados manuales") y más de cuatro quintos (en
el caso de los empleados "no cualificados") de sus votos en
opciones PSOE o de izquierda.345

345
op. cit., p. 168.
Otro estudio que nos permite analizar el comportamiento
electoral en el caso español es el de Feldman et al.346. Aquí no se
opta por ningún modelo de clases. Simplemente se hace uso de la
posición que ocupan los individuos en la División Social Del
Trabajo. Los autores utilizan el método de los residuos ajustados
con la intención de determinar entre qué categorías sociolaborales
un partido se encuentra significativamente arraigado o rechazado
(residuos de +/- 3, respectivamente), fuertemente arraigado o
rehazado (residuos de +/- 6) y extremadamente arraigado o rechazado
(residuos de +/- 9).

346
A.S. Feldman, J.R. Menés y N. García-Pardo, "La estructura

social y el apoyo partidista en España", REIS, 47, 1989 (7-72). Los

datos proceden de una macroencuesta realizada por el CIS en marzo


de 1989.
Situación laboral AP CDS PSOE IU Abst.
Trabaja por cuenta propia 14,1 4,9 -10,4 -4,4 -0,8
Asalariado fijo -7,8 0,6 5,0 9,9 -5,4
Asalariado eventual -7,8 -4,8 2,9 5,1 3,5
Ayuda familiar 3,7 0,1 -1,5 -0,8 -1,0
Parado y ha trabajado antes -7,9 -3,9 2,1 4,4 5,0
Jubilado, pensionista, etc 3,7 -4,0 4,7 -2,9 -4,9
Parado y busca 1º empleo -3,9 -0,6 -3,6 3,5 6,8
Estudiante -2,4 -0,9 -9,5 4,6 12,7
Sus labores 3,4 4,0 2,3 -11,5 -2,8

Al igual que veíamos en el estudio anterior, la derecha (en


esta ocasión Alianza Democrática) cuenta con un residuo de 14.1
entre quienes trabajan por cuenta propia, mientras que para esta
misma categoría el residuo del PSOE es de -10,4.347 Por contra, entre
los asalariados fijos los residuos para AD348 son de -7,8 y de 5,0
para el PSOE.
Resulta especialmente interesante la distribución de los
residuos entre el colectivo profesionales, semiprofesionales y
técnicos.
Profesionales, semi-prof. AP CDS PSOE IU Abst.
y técnicos
Científicos, ingenieros y 2,1 -0,8 0,8 -1,3 -1,2
otras prof. tradicionales

347
Conviene no perder de vista que el PSOE es el partido más

votado en todas las categorías sociolaborales. Lo único que se

pretende con el estudio de los residuos es analizar el grado de

arraigo o rechazo de cada fuerza política.

348
Alianza Democrática, en coalición con el Partido Demócrata
Popular y el Partido Liberal.
Técnicos -0,1 0,7 -0,4 0,2 -0,1
Profesionales -2,6 0,2 -0,5 1,4 1,6
subordinados

Como se puede observar los profesionales subordinados son los


menos inclinados hacia AP y son los que muestran un mayor arraigo
en IU de entre todo este colectivo de profesionales que aparece en
el cuadro.

8.8. LA DISTRIBUCION DE LA RIQUEZA ENTRE LAS DISTINTAS CLASES


El estudio de la distribución de la riqueza (entendiendo por
tal básicamente la renta y el patrimonio) entre las distintas clases
no está exento de dificultades.
Sin duda, en el caso español, la mejor fuente para conocer como
se distribuyen los ingresos monetarios entre las distintas clases
sociales en España es el informe sobre clases sociales en el marco
del Proyecto Internacional dirigido por Erik Olin Wright. En el caso
español los datos se han configurado de tal modo que sea posible su
lectura a partir tanto del esquema de Wright como del de
Goldthorpe.349
DISTRIBUCION DE LOS INGRESOS LABORALES SEGUN GOLDTHORPE
____________________________________________________________
CLASE DE SERVICIO SERVICIO ALTO 189.177
SERVICIO BAJO 128.089

CLASES INTERMEDIAS NO MANUAL ALTO 88.498


NO MANUAL BAJO 82.884

PEQUEÑO EMPLEADOR 204.451


AUTONOMO 96.482
AGRICULTOR 56.270

SUPERVISOR MANUAL 115.952

CLASE OBRERA OBRERO CUALIFICADO 85.261


OBRERO NO CUAL. 69.144
OBRERO AGRARIO 59.361

349
J.J. González, Clases sociales: estudio comparativo de
España y la Comunidad de Madrid 1991, Madrid, CAM, 1992.
________________________________________________________________
_

DISTRIBUCION DE LOS INGRESOS LABORALES SEGÚN WRIGHT


___________________________________________________
CLASE PROPIETARIAS CAPITALISTA 203.043
PEQUEÑO EMPRE. 178.262
PEQUEÑA BUR. 91.074

DIRECTIVOS DIRECTIVO EXP 228.480


DIRECTIVO SEMI-EXP 139.337
DIRECTIVO NO EXP 104.479

SUPERVISORES SUPERVISOR EXP 170.349


SUPERVISOR SEMI-EXP118.814
SUPERVISOR NO EXP 107.402

EMPLEADOS EXPERTO 132.594


EMPLEADO SEMI-EXP 94.486
PROLETARIO 75.747
___________________________________________________

Estas diferencias entre clases sociales también pueden


apreciarse en los datos que suministra Wright en Classes, donde
procede a un estudio comparativo de Suecia (SW) y los Estados Unidos
(US).
TIPOLOGÍA BASICA DE LA EXPLOTACION Y DE LAS CLASES
Propietarios No-propietarios (asalariados) (%)

1. Burguesía 4.Directivo 7. Directivo 10.Directivo no


cualificado semi-cualifica cualificado
US 52.621 US 28.665 do US 12.276
SW 28.333 SW 29.952 US 20.701 SW 15.475
SW 20.820
+
2. Pequeño 5.Supervisor 8. Supervisor 11. Supervisor no
empleador cualificado semi-cual. cualificado
US 23.057 US 18.023 US 13.045 Activos
US 24.828 SW 18.859 SW 19.711 SW 15.411
SW 17.237 de

0 organización
3. Pequeña 6. Experto 9. Trabajador 12.Proletariado
burguesía US 15.251 semi-cual.
SW 14.890 US 16.034 US 11.161
US 14.496 SW 14.879 SW 11.876
SW 13.503

-
+ 0 -
Activos de cualificación
No obstante, en España se disponen de pocas fuentes para
conocer la evolución y distribución de los ingresos laborales. Lo
que sí resulta factible es analizar la distribución de los salarios
(y conviene no perder de vista que las clases propietarias -la
pequeña burguesía, los pequeños empleadores y los capitalistas en
el esquema de Wright y parte de la clase de servicio y de las clases
intermedias en Goldthorpe- no perciben ingresos salariales).
Existen en España tres fuentes estadísticas para conocer su
distribución: la Encuesta de Salarios, la Estadística de
Negociación Colectiva (del Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social) y la Encuesta sobre negociación colectiva en las grandes
empresas (Ministerio de Economía). La Encuesta de Salarios es
considerada la principal fuente estadística para el conocimiento
del comportamiento salarial, pero presenta serias limitaciones dado
que no incluye ni el sector agrario, ni las administraciones
públicas, ni el empleo temporal, ni a las empresas con menos de cinco
trabajadores.
La Estadística de Negociación Colectiva proporciona datos
sobre los salarios negociados en los convenios (tarifa salarial),
suministrando así un buen indicador, dado el extenso ámbito de
extensión de la negociación colectiva.
La Encuesta sobre Negociación Colectiva en grandes empresas
aporta el desglose de los distintos componentes de la masa salarial,
pero tiene el inconveniente que aparece en su enunciado: se limita
a las grandes empresas.

La dinámica salarial de los últimos años se ha caracterizado


por un incremento salarial medio superior al IPC350. De hecho, más
del 90% de los convenios firmados en el periodo 1987-1991 recogieron

350
A. García Laso, "La dinámica salarial de los años ochenta.

De la política de rentas al 'Pacto de Competitividad'", Información


Comercial Española, 705, 1992.
subidas superiores a las del IPC. A pesar de ello, si tenemos en
cuenta la elevación de la productividad, los costes labores
unitarios han disminuido. El siguiente cuadro aclara esta
situación.
COSTES LABORALES REALES UNITARIOS351
________________________________________________________________
_
1. PIB real/Pob. 2. Remuneración real 3. Coste laboral
ocupada(a) por asalariado(b) unitario

________________________________________________________
Miles de Tasa Miles de Tasa (2/1x100) Tasa
pesetas anual% pesetas anual% anual%
________________________________________________________________
_
1980 1.353,1 997.9 73.7
1981 1.388,0 2,5 1.003,2 0,5 72,3 -1,9
1982 1.413,9 1,8 994,3 -0,9 70,3 -2,7
1983 1.423,7 0,7 996,4 0,2 69,9 -0,5
1984 1.507,0 5,8 1.008,5 1,2 66,9 -4,3
1985 1.533,2 1,7 986,4 -2,2 64,3 -3,9
1986 1.534,3 0,1 976,1 -1,0 63,6 -1,1
1987 1.530,0 -0,2 991,9 1,6 64,8 1,9
1988 1.567,1 2,4 1.002,8 1,1 63,9 -1,4
1989 1.579,6 0,8 1.003,8 0,1 63,5 -0,6
1990 1.627,4 3,0 1.007,4 0,3 61,9 -2,5
________________________________________________________________
_
(a) Por deflactor PIB 1980.
(b) Por deflactor consumo privado 1980.
________________________________________________________________
_

Paralela a esta evolución salarial es el elevado crecimiento


del resultado neto de las empresas el cual experimenta en el periodo
1981-89 un aumento del 225,5% (frente aun 116,2% de los gastos de
personal).
Roca 352 suministra datos en la misma línea. El cuadro que
aparece a continuación resume el comportamiento del coste laboral

351
A. García Laso, op. cit., p. 188.
352
J. Roca: "Evolución de los salarios y evolución del discurso
"oficial" sobre los salarios". En Albarracín, J. et al: La larga
noche neoliberal. Políticas económicas de los ochenta, Madrid,
Icaria, 1993.
por asalariado en términos monetarios y en términos reales, es
decir, comparado con los precios, utilizando tanto el deflactor del
PIB al coste de los factores (indicador de precios relevante para
las empresas) como el índice de precios al consumo (indicador de
inflación más relevante para los asalariados). Durante la década de
los setenta se produce un aumento significativo de los costes
laborales que, sin embargo, representó un aumento del poder de
compra mucho menor dado que parte del aumento fue debido a la
creciente presión sobre los trabajadores y al incremento de las
cotizaciones sociales. Los años ochenta se caracterizaron, en
cambio, sobre todo antes de la expansión económica de la segunda
mitad de la década, por el práctico estancamiento de los salarios
brutos; estancamiento que sin duda representó pérdidas de poder
adquisitivo para gran parte de los asalariados con retribuciones más
bajas, porque la tendencia general fue de ampliación de las
diferencias salariales.
____________________________________________________________
Costes laborales por asalariado y productividad, 1970-91)
(% de variación media anual acumulativa)
____________________________________________________________
Coste laboral unitario
Coste laboral por asalariado en
real Productividad términos reales
____________________________________________________________
(1) (2) (3) (4)
1970-79 4,8 4,4 4,1 0.3
1979-85 0,6 2,0 3,4 -1,4
1985-91 1,3 0,6 1,4 -0,8
____________________________________________________________
(1) Coste laboral por asalariado deflactado según el IPC (media
anual)
(2) Coste laboral por asalariado deflactado según el deflactor del
PIB al coste de los factores.
(3) Valor añadido bruto a pesetas constantes dividido por la
población ocupada.
(4) Aproximamente igual a (2) - (3). Estima la variación del
porcentaje de pesetas que, de cada 100 pesetas de valor añadido de
las empresas con asalariados, sirven para pagar los costes
laborales.
Fuente: Elaboración a partir de los datos del INE, Contabilidad
Nacional de España (base 1980 para los dos primeros periodos y base
1985 para el último periodo), de datos del IPC del INE y de datos
sobre deflactor del PIB al coste de los factores del Banco de
Bilbao-Vizcaya).
(Tomado de Roca)353
A partir de los datos de la Encuesta Nacional sobre Negociación
Colectiva se puede observar que el abanico salarial se ha
incrementado notoriamente.

353
op. cit., p. 199.
ABANICO SALARIAL354
1980 1985 1988
Empleados 345,71 671 876

Titulados superiores 634,87 1.259 1.610


Titulados medios 486,89 902 1.200
Jefes administrativos 458,72 868 1.113
Técnicos no titulados 364,80 682 887
Oficiales administrativos 309,51 571 732
Auxiliares administrativos 223,27 415 510
Subalternos y personal serv. 235,34 469 597

Operarios 254,19 484 613

Jefes y maestros de taller 345,21 654 868


Oficiales de 1ª y de 2ª 263,64 509 645
Oficiales de 3º y especialistas 250,61 473 600
Peones 202,48 367 443

Aprendices y pinches 117,07 195 245

Media general 279,31 555 716

Desviación tipo
Empleados 148,8 295,2 386,2
Operarios 59,3 118,6 175,5

Ratio Max/min
Empleados 2,84 3,03 3,15
Operarios 1,70 1,78 1,95
Empleados y operarios 3,13 3,43 3,63

A este cuadro faltaría añadirle las retribuciones del personal


fuera de convenio. Según esta encuesta este personal asciende al 4%
del total de la plantillla. Su retribución media en 1989 era de unos
6,5 millones, aproximadamente un 30% por encima de la retribución
media de la categoría más alta. García Laso 355 cita los datos

354
Tomado de García Laso, op. cit., p. 190. Fuente: Ganancia

media por hora trabajada. Pagos ordinarios en jornada normal.

355
Op. cit., p. 191.
procendentes de auditorías realizadas a 15 grandes empresas en 1990
y de acuerdo con ellas los consejeros de estas empresas reciben una
media de 10 millones de pesetas. Estos datos no incluyen los pagos
en especie ni su participación en beneficios.
A esto aún hay que añadir el dato nada desdeñable de que los
trabajadores con contrato temporal ganan un 40% del salario de los
que tienen empleo estable.
La participación de la remuneración de los asalariados (en
tanto por ciento sobre el PIB a coste de los factores) corregida para
tener en cuenta las variaciones de la población asalariada respecto
al total de la población ocupada, ha pasado de representar el 75,4%
en 1970 al 67,6% en 1991.
Es cierto que los salarios de convenio -conviene no perder de
vista que no todos los asalariados disfrutan de negociación
colectiva- han crecido en mayor proporción que el IPC en los últimos
años. Aquí es donde entra el tema de los deslizamientos salariales.
Si las empresas se desprenden de los trabajadores recientemente
contratados, quienes permanecen son los trabajadores más antiguos,
quienes por mor de esa antigüedad tienen unos costes y unos
incrementos salariales relativamente elevados. Así, por ejemplo, en
1992 mientras que el IPC subió un 5,9%, los salarios de convenio
subieron un 7,1%.
El discurso oficial considera que el crecimiento de los
salarios ha sido más elevado de lo que la economía puede asumir. Dos
son fundamentalmente los argumentos utilizados para defender esta
postura: uno es el de que la productividad observada debe ser
matizada y otro es el que considera que las variaciones salariales
habrían de tener en cuenta también las modificaciones en la relación
real de intercambio.
El primer argumento fue presentado por el actual gobernador
del Banco de España, Luis Angel Rojo.356 La idea es la siguiente:
si se producen aumentos de los salarios reales importantes entonces
tiende a reducirse el empleo, lo que puede provocar un aumento de

356
"Desempleo y factores reales", Papeles de la Economía
Española, 8, 1981.
la productividad observada o aparente del trabajo sin que ello sea
debido a un progreso técnico; cuando se discute cuánto pueden crecer
los salarios debería distinguirse entre aumentos de la
productividad activa o normal y aumentos de la productividad
provocados únicamente por la reducción del empleo. Empíricamente se
estimaba que la productividad activa de un periodo equivalía al
cociente entre el PIB y el nivel de ocupación máxima, que indica el
producto por trabajador que se hubiera obtenido si la producción de
aquel periodo hubiera sido generada con el nivel de empleo máximo
alcanzado anteriormente; así, mientras la productividad observada
del trabajo entre 1974 y 1985 aumentó, según una estimación del
Ministerio de Economía, un 48,5% para el conjunto de la economía,
la productividad con ocupación máxima habría crecido menos de la
mitad: un 20,4%. Este argumento parte de dos supuestos altamente
discutibles. El primero es que un crecimiento del salario real por
encima del aumento de la productividad atribuible a mejoras
tecnológicas provoca siempre disminuciones del empleo. Se trata de
una afirmación totalmente discutible si se tiene en cuenta que las
variaciones salariales del conjunto de la economía no solo afectan
a las empresas como costes sino también como deteminantes de la
demanda de bienes de consumo. El segundo supuesto es que cuando
disminuye el empleo aumentará la productividad del trabajo de forma
que, con la misma evolución del conocimiento tecnológico, la
destrucción de empleo se asociaría a mayor productividad respecto
a la que observaría de crecer o mantenerse el empleo.
El segundo argumento es el de la relación real de intercambio,
entendida como relación entre el precio de las exportaciones y el
de las importaciones. Se trata de un argumento utilizado solo en una
dirección. Por ejemplo, durante la crisis energética de 1973 se
habló de los elevados costes del petróleo lo que debía traducirse
en menores costes salariales. Sin embargo, cuando el precio del
petróleo disminuyó no se habló de elevar los salarios. En cualquier
caso es un argumento esgrimido en estos momentos en que los países
del sudeste asiático pueden hegemonizar el mercado de determinados
productos merced a sus menores costes salariales.
9. CLASES Y MOVILIDAD SOCIAL
9.1. PRINCIPALES ESTUDIOS SOBRE MOVILIDAD SOCIAL.
Hasta ahora hemos hablado de la estructura de clases y no se
ha dicho ni una sola palabra sobre los procesos de movilidad social.
La sociología clásica apenas ha prestado atención al tema de la
movilidad. Incluso en algunos de los enfoques teóricos más potentes,
como es el caso del marxismo, ha sido una cuestión desdeñada. A pesar
de ello, parece lógico pensar que el hecho de que los individuos
experimenten procesos de movilidad social -o crean que pueden
experimentarla- ejercerá un efecto significativo sobre su identidad
de clase, sobre su comportamiento político, sindical, etc. Frente
al discurso liberal relativo a la igualdad de oportunidades, el
marxismo se ha centrado en las desigualdades de origen, las cuales
suponen un seria restricción a las alegrías de la meritocracia. Esta
contraposición encuentra su expresión más descarnada en Poulantzas,
quien no duda en afirmar:
Insistamos ante todo en la inanidad de la problemática burguesa de
la movilidad social, recordando simplemente que el problema
fundamental de la reproducción de las relaciones sociales -de
las clases sociales- no es el de los "agentes", sino el de la
reproducción de los puestos de estas clases. Según una
hipótesis totalmente absurda, si, en la serie de las
generaciones, los burgueses se volvieran proletarios y los
proletarios burgueses, los burgueses pequeñoburgueses y
viceversa, o los pequeñoburgueses proletarios, la estructura
de clase de la formación capitalista no cambiaría en nada
esencial, ya que siempre habría puestos del capital, de la
clase obrera, de la pequeña burguesía, etc".357

En este sentido parece haber una plena coincidencia con la


concepción que mantenía Schumpeter de las clases sociales como
hoteles o autobuses que están siempre llenos de gente distinta.
Goldthorpe358 señala tres razones que explican este desdén por parte
del marxismo hacia la problemática de la movilidad social: por una
parte, considera que este tema es banal y propio de la sociología

357
N. Poulantzas, Las clases sociales en el capitalismo actual,

Siglo XXI, Madrid, 1977, p. 264.

358
Tomado de L. Cachón, ¿Movilidad social o trayectorias de
clase?, Madrid, CIS, pp. 9-10.
burguesa; además desprecia el objeto (es decir, la movilidad social)
por insignificante en el análisis de las clases y, finalmente, el
marxismo insiste en que lo único importante es la estructura de
posiciones. No obstante, en los setenta comienza a articularse una
sociología postmarxista de la movilidad social, donde cabría
incluir a autores como Westergaard y Resler o Bertaux.
Sin embargo, el propio Goldthorpe considera que en Marx sí
existe una cierta preocupación por la cuestión de la movilidad
social359 en sus escritos referidos a los Estados Unidos de América.
Allí se asistía, más que a un proceso de proletarización, a una
continua conversión de los trabajadores asalariados en campesinos
independientes. Para muchos de los trabajadores la permanencia en
empleos asalariados es concebida como algo temporal. Evidentemente
esta elevada tasa de movilidad social plantea la cuestión de si es
posible o no la existencia de una estructura de clases. La movilidad
social ascendente ejerce un efecto de estabilización social, es
anti-revolucionaria. Es más, incluso llega a señalar que con la
evolución del sistema de préstamos concedidos por los bancos es
posible que un hombre sin fortuna, pero que dispone de energía y
habilidad, pueda convertirse en un capitalista próspero.
Aunque esta circunstancia continuamente hace afluir un número no
deseado de nuevos mercenarios al espacio y a la competencia
de los capitalistas que ya existen, también refuerza la propia
supremacía del capital, expande su base y le permite reclutar
nuevas fuerzas procedentes del sustrato de la sociedad. De un
modo similar, la circunstancia de que la Iglesia Católica en
la Edad Media formase su jerarquía a partir de los mejores
cerebros, independientemente de su estado, nacimiento o
riqueza, fue uno de los medios principales de consolidación
del gobierno eclesiástico y de su supresión del laicismo.
Cuanta mayor es la capacidad de una clase dominante para
asimilar a las mentes más aventajadas de la clase dominada,
más estable y peligrosa se vuelve su dominación.360

359
J. Goldthorpe, Social Mobility and Class Structure in Modern

Britain, Oxford, Clarendon Press, 1987.

360
Citado por Goldthorpe, op. cit., p. 5.
Entre los sociólogos clásicos posiblemente el único que ha
prestado atención sistemática al tema de la movilidad ha sido
Pareto.361 De acuerdo con él, la extensión del sufragio universal
había provocado la sustitución de los privilegios de la burguesía
por los de la clase obrera. Su idea básica es que toda sociedad
precisa de élites y hay una continua circulación entre ellas. El
socialismo puede sustituir al gobierno de la burguesía, pero el
socialismo significa que una élite reemplaza a otra. La idea del
socialismo como gestión de la nación por el conjunto de los
ciudadanos o por los trabajadores era una simple quimera. Al igual
que Marx, Pareto considera que la movilidad social tiene efectos
estabilizadores. La movilidad puede alargar la duración de un
régimen político. Sin embargo, lo que termina por suceder es que una
élite desplaza a otra del gobierno.
Tal y como señala Cachón 362 el renacer del interés por la
movilidad social se debe no solo al interés intrínseco de la cuestión
sino a su importancia como cuestión política. Incluso nuestro texto
constitucional parece consagrar la importancia de la movilidad
cuando en su artículo 35 reconoce el derecho a la promoción a través
del trabajo.
El término movilidad social alude al proceso por el cual los
individuos pasan de una posición a otra en la sociedad -posiciones
fruto del consenso: escalas de jerarquía social-363. En este sentido
la movilidad puede ser horizontal o vertical. 364 La movilidad
horizontal se refiere al cambio ocupacional en una misma línea de
la jerarquía social o al cambio ocupacional que implica cambio de
residencia. La movilidad vertical, que es a la que comúnmente nos

361
op. cit.

362
op. cit., p. 12

363
M.S. Lipset y R. Bendix, Movilidad social en la sociedada

industrial. Eudeba, Buenos Aires, 1963.

364
P. Sorokin, op. cit., p. 135.
referimos cuando hablamos de movilidad social, alude al movimiento
de los individuos desde posiciones que gozan de una determinada
jerarquía hasta otras ubicadas más arriba o más abajo dentro del
sistema social. El resultado de este proceso puede concebirse como
una distribución del talento o de los conocimientos tal, que los
privilegios y las gratificaciones van aumentando proporcionalmente
a la dificultad y a la responsabilidad de cada una de las
posiciones365.
Hay dos maneras de estudiar la movilidad. Primero, pueden
examinarse las propias carreras de los individuos, cuánto se
desplazan arriba o abajo en la escala social en el curso de su vida
laboral. Esto se suele denominar movilidad intrageneracional. Por
otro lado, puede analizarse la diferencia entre las ocupaciones de
los hijos con respecto a las de los padres. A este tipo de movilidad
se le denomina movilidad intergeneracional.
Quizás el pionero en el estudio de la movilidad social sea
Sorokin. Sorokin analizó la movilidad en varias sociedades,

365
Dentro de la movilidad social vertical ascendente se podría

hablar de la existencia de la movilidad inducida. Con este término

se hace referencia al hecho de que determinados individuos ocupan

determinados status que les fuerzan a seguir una trayectoria de

movilidad social ascendente. Es este el comportamiento que se espera

de ellos. Salustiano del Campo (Cambios sociales y formas de vida.

Estudios de sociología, Barcelona, Ariel, 1973) cita el caso de los

profesores universitarios en los EE.UU. donde el permanecer más de

veinte años en una escala que no sea la superior, además de provocar

burlas entre los compañeros de profesión, puede llegar a ser

sancionado institucionalmente (la jerarquía profesoral empieza por

los intructores y continua con los profesores ayudantes, los


profesores asociados y culmina con los profesores).
incluyendo la Roma clásica y China en un estudio publicado en 1927.366
Concluyó que las oportunidades para un ascenso rápido eran mucho más
limitadas que las sugeridas por el folklore estadounidense. A
Sorokin debemos la definición clásica de movilidad. Al hablar de
movilidad social distingue entre intensidad y generalidad. Con la
palabra intensidad se designa la distancia social vertical, o sea,
el número de capas que atraviesa un individuo en su movimiento
ascendente o descendente en un determinado periodo de tiempo. Por
el contrario, con la expresión generalidad se refiere al número de
individuos que han cambiado su posición social en la dirección
vertical dentro de un periodo definido de tiempo. Combinando los
datos de la intensidad y la generalidad se obtiene el índice agregado
de la movilidad vertical de una sociedad dada.
Sorokin establece cinco principios generales por los que se
rige la movilidad vertical:
1. Casi no ha habido ninguna sociedad cuyas capas hayan estado
absolutamente cerradas o en la cual la movilidad vertical no haya
existido.
2. Nunca ha habido una sociedad en la cual la movilidad vertical
haya sido absolutamente libre y en la que la transición de una clase
social a otra no haya presentado dificultades.
3. La intensidad, lo mismo que la generalidad de la movilidad
social vertical, varía de una sociedad a otra.
4. La intensidad y la generalidad de la movilidad vertical
fluctúan dentro de la misma sociedad de acuerdo con las distintas
épocas.
5. Parece que no hay ninguna tendencia definida perpetua, ni
hacia el aumento ni hacia la disminución de la intensidad y la
generalidad de la movilidad.
Además de Sorokin, el gran predecesor en los estudios sobre
movilidad social fue Schumpeter.367 Schumpeter es un firme defensor
de la existencia de la movilidad social. La composición de las clases

366
P. Sorokin, op. cit.

367
Imperialismo y clases sociales, Madrid, Tecnos, 1965.
está cambiando constantemente. "La persistencia de la posición de
clase es una ilusión creada por la lentitud del cambio [...] las
barreras de clase deben ser superables, tanto por arriba como por
abajo"368. La estructura de clases permanece y cambia la gente que
ocupa las distintas posiciones de clase. De ahí la idea citada
anteriormente de las clases como hoteles o autobuses.
La teoría sobre la movilidad social ha progresado muy poco
desde Sorokin. Sin duda, el ateoricismo de la sociología de la
movilidad social es uno de los aspectos unánimemente señalados por
los críticos de la misma. En cualquier caso, el mayor avance se ha
producido en la recopilación y análisis de datos, faceta en que los
estudios de la movilidad social se han convertido en un área de
difícil acceso para los no iniciados.
El primer estudio que contó con una muestra representativa fue
el realizado por David Glass y su equipo de la London School of
Economics. Glass y su equipo llevaron a cabo una investigación en
el verano de 1949 con una muestra aleatoria de 10.000 adultos de más
de 18 años residentes en Inglaterra, Escocia y Gales. Los datos
recopilados consistían básicamente en información biográfica
acerca de cada uno de los entrevistados. Las cuestiones se referían
a la edad, el sexo y el estado civil de los entrevistados, acerca
de las escuelas en las que estudiaron y las credenciales conseguidas
y, lo que es relevante desde el punto de vista de la movilidad social,
la ocupación actual y la del padre. La principal conclusión que se
puede extraer del estudio es que en el Reino Unido había una
considerable cantidad de movilidad social de corto alcance unida a
una elevada rigidez y autoreclutamiento en los extremos, y, en
particular, en los niveles más altos de la estructura social, donde
es muy fuerte la tendencia de los hijos a seguir los pasos de sus
padres en términos de ocupación. Sin embargo, como señala Head369,
las conclusiones más destacadas de este estudio se encuentran en la

368
Citado en Cachón op. cit p. 43.

369
A. Head, Social Mobility, Londres, Fontana, 1981.
obra de Westergaard y Resler Class in a Capitalist Society 370 ,
aparecida veintiséis años despúes de la investigación de Glass.
Estos dos autores, de clara inspiración marxista, ponen de
manifiesto que el estudio de Glass deja bien patente la existencia
de amplias posibilidades de movilidad social en las sociedades
capitalistas. Pero, no olvidan señalar que, aunque frecuente, la
movilidad sigue una serie de reglas. La desigualdad de origen
establece límites muy claros a la movilidad.
La segunda gran conclusión de Glass es que la mayor parte de
la movilidad social supone efectuar un pequeño recorrido, mientras
que los grandes recorridos, desde la pobreza a la riqueza o a la
inversa, son harto infrecuentes. La barrera trabajo manual/no
manual se convierte en una barrera difícilmente franqueable. Los
hijos de los trabajadores no manuales de rutina tienen más
probabilidades de ascenso hacia las posiciones altas que aquellos
que proceden de hogares de trabajadores manuales cualificados.
Sería en los Estados Unidos en los años cincuenta cuando se
produciría el florecimiento de los estudios sobre movilidad social.
Ya Tocqueville quedó maravillado en 1830 en su visita a este país
por las amplias posibilidades de promoción que ofrecía: tierra en
abundancia, riqueza natural, poca población, territorios por
civilizar, etc. Tal es así que Sombart, en un texto titulado
precisamente ¿Por qué no hay socialismo en los Estados Unidos?,
afirmaba que el socialismo no podía extenderse en este país debido
a las grandes posibilidades que los trabajadores tenían de abandonar
su clase.
Quizás el estudio internacional más conocido sobre movilidad
social sea el de Lipset y Bendix371. Estos autores analizaron datos
de nueve sociedades industrializadas concentrándose en la movilidad
de los hombres en función de que su trabajo fuera manual, no manual
o agrícola. Lipset y Bendix utilizaron datos secundarios
disponibles en nueve países: Francia, Alemania, Suecia, Suiza,

370
Londres, Heinemann, 1975.

371
S.M. Lipset y R. Bendix, R. op. cit.
Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Dinamarca e Italia.
Reclasificaron las ocupaciones para homogeneizarlas en torno la
divisoria anteriormente explicitada: manual, no manual y agrícola.
Se concentraron en la movilidad social ascendente y descendente a
lo largo de estas líneas.
En contra de sus expectativas, sus resultados no mostraron que
la sociedad norteamericana fuese más abierta que los demás países.
La movilidad vertical total entre la línea cuello azul/cuello blanco
era del 30% en los Estados Unidos, mientras que en Alemania era del
31%, en Suecia y en el Reino Unido del 29% y en Japón y en Francia
del 27%.
Lo llamativo de estos resultados era la similitud de las tasas
de movilidad vertical. Para explicarlos cabalmente, Lipset y Bendix
hubieron de buscar factores universales que calrificasen esta
identidad. Los rasgos comunes que señalaron eran los siguientes: (1)
Cambios en el número de puestos disponibles, (2) diferentes tasas
de fertilidad, (3) cambios en la valoración otorgada a las distintas
ocupaciones, (4) cambios en el número de posiciones heredables, y
(5) cambios en las restricciones legales relativas a las
oportunidades potenciales. Sin duda, los aspectos más
significativos son el primero y el cuarto.
En los años sesenta se llevó a cabo una de las investigaciones
sobre movilidad social más importante. Nos referimos al estudio de
Blau y Duncan372. Este trabajo constituye una de las investigaciones
más minuciosas sobre la movilidad social en un solo país. Se recogió
información de una muestra nacional de 25.000 hombres de entre 20
y 64 años, representativos de 45 millones de varones en los Estados
Unidos en 1962. En esta investigación se recurre a la técnica llamada
path analysis, que es una reformulación de la regresión múltiple
utilizada en 1919 por el genetista Sewall Wright. Básicamente, el
path analysis permite estimar la importancia relativa de diferentes
determinantes de los logros ocupacionales del individuo. Esto
supuso, en primer lugar, el paso del estudio de la movilidad social

372
P.M. Blau. y O.D. Duncan, The American Occupational
Structure, Nueva York, Wiley, 1967.
al de la consecución del logro y, en segundo lugar, el cambio desde
la medición de las tasas de movilidad a la de los determinantes de
esta. En lugar de preguntarse, ¿cúanta movilidad existe en una
sociedad?, la pregunta se transforma en ¿cúal es la importancia
relativa de factores como los orígenes sociales y la escolarización
en tanto que determinantes de los posteriores logros ocupacionales
del individuo?
El principal motivo que explica esta reformulación es que la
probabilidad de movilidad ascendente depende en gran medida del
nivel del cual se parta. Evidentemente una persona que procede los
estratos más altos de la sociedad tiene pocas posibilidades de
experimentar movilidad ascendente, a diferencia de lo que ocurre con
alguien que se encuentre en la base de la pirámide social. Es decir,
los estudios sobre movilidad social pueden mostrar la existencia de
una gran movilidad sin que eso suponga que la sociedad en cuestión
sea igualitaria. Lo que hace falta saber, por ejemplo, es si los
negros consiguen mejores empleos que los blancos que parten de una
situación similar. Para este propósito las ecuaciones de regresión
y el path analysis se convierten en instrumentos fundamentales.
La pregunta básica a la que Blau y Duncan tratan de responder
es de qué modo los status adscritos influyen sobre los status
adquiridos. Concluyeron que hay mucha movilidad vertical en los
Estados Unidos, pero que casi toda se produce entre posiciones
ocupacionales muy cercanas la una a la otra. Buena parte de la
movilidad ascendente no es más que una consecuencia del incremento
del número de empleos en el sector terciario de la economía.
Desde finales de los años 70 el interés de la movilidad social
ha confluido con el estudio de las clases, convirtiéndose, de este
modo, en el estudio, más bien, de la movilidad de clases. Este es
el caso de Goldthorpe, quien centra su atención en la influencia de
la movilidad social sobre la conciencia de clase y la formación de
las clases.
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, ha sido evidente
la separación entre los estudios sobre la movilidad y los
referidos a la estructura de clase. Por razones, en parte
metodológicas y en parte ideológicas, la mayor parte de las
investigaciones sobre movilidad emprendidas en este periodo
se han llevado a cabo en términos de jerarquías de prestigio
o de status socioeconómico en lugar de hacerlo en términos de
clase.373

Basándose en los datos de la investigación realizada en 1972


por el Grupo de Movilidad Social del Nuffield College, Goldthorpe
realiza un balance de lo que ha dado de sí la investigación sobre
esta cuestión en el Reino Unido. Las referencias a Glass,
obviamente, son continuas. En concreto Goldthorpe desmonta tres
tesis sobre la movilidad social hasta entonces dominantes: la tesis
del "cierre", la tesis de la zona de amortiguación y la tesis del
"contra-equilibrio".
(a) La tesis del "cierre". Esta tesis puede resumirse en las
siguientes tres propuestas: (i) es más probable que la movilidad se
produzca entre grupos que tienen un similar nivel dentro de la
jerarquía ocupacional; (ii) la movilidad tenderá a ser mayor en las
zonas intermedias de la jerarquía y (iii) la menor movilidad se
localizará en la cúspide de la jerarquía, dado que quienes ocupan
las posiciones sociales más elevadas tenderán a preservarlas. Por
lo común los hombres y mujeres que ocupan posiciones de estatus
elevado se esfuerzan por preservar sus privilegios para sus
parientes y herederos. Es generalmente admitida la idea de que un
buen padre procura transmitir el status de que él disfruta a sus
hijos, y en muchas sociedades intentará extenderlo también a sus
parientes próximos y lejanos. De aquí que en toda sociedad
estratificada y compleja exista, como lo sugirió Platón, una
tendencia hacia la aristocracia y una limitación de la movilidad.
Los datos obtenidos muestran que, para la clase I (la clase de
servicio alta), las fuentes de reclutamiento son muy amplias. Aunque
una cuarta parte de sus componentes son hijos de padres que
pertenecen a la clase I, el resto procede de las otras seis clases.
Más del 28% de los miembros de esta clase proceden de las clases
trabajadoras (clases VI y VII).
A partir de estos datos resulta difícilmente sostenible la
tesis del cierre. En cualquier caso, los defensores del cierre se

373
J. Goldthorpe y C. Llewellyn, "Class mobility in modern
Britain: Three thesis examined", Sociology, 11, 2, 1977.
refieren a un grupo más reducido que la clase I de Goldthorpe. Las
sociedades modernas suelen legitimarse con la promesa de que todo
el mundo, si media el esfuerzo necesario, puede alcanzar la cima.
Sin embargo, esta es una idea bastante peregrina. Los puestos de alto
status o nivel de renta son escasos por definición. Giddens374 citaba
el caso británico donde para una población de 55 millones de
habitantes no más de dos o tres mil personas pueden llegar a ser
directores de una de las 200 mayores empresas. Por otro lado, por
mucho que se insista en la idea del esfuerzo, la herencia o
simplemente el hecho de haber nacido en tal familia o tal ambiente
social condiciona notablemente el futuro profesional. No obstante,
Goldthorpe reprocha a los defensores de esta postura su falta de
precisión empírica para demostrar su tesis.
(b) La tesis de la zona de amortiguación. Esta tesis plantea los
siguientes puntos: (i) los hijos de los trabajadores manuales
cualificados (clase VI) tienen mayores posibilidades que los hijos
de los trabajadores semi-cualificados o no cualificados (clase VII)
de alcanzar ocupaciones no manuales, y si las alcanzan serán
mayoritariamente ocupaciones que se encuentren en la base de la
jerarquía de las ocupaciones no manuales; y (ii) las posibilidades
de que los hijos de quienes ocupan posiciones bajas no manuales
(empleados, vendedores, supervisores, pequeños burgueses, etc.)
terminen por desempeñar trabajos manuales son mucho mayores que las
de los hijos cuyos padres ocupan las posiciones altas no manuales,
y tal movimiento les llevará normalmente a la clase VI (trabajadores
manuales cualificados) en lugar de a la clase VII.
Los datos prueban una fuerte tendencia o a la inmovilidad o
a la movilidad de pequeño recorrido por parte de aquellos cuyos
padres proceden de la clase VI o VII. En cualquier caso, habría que
calibrar el hecho de más de un 15% de aquellos cuyos padres
pertenecen a la clase VI y VII terminan por pertenecer a las clases
I y II o que cerca del 20% de aquellos cuyo padre pertenece a la clase
VI acaban en las clases VI y VII.

374
A. Giddens, Sociología, Madrid, Alianza, 199*.
(c) La tesis del contra-equilibrio. Aquí entra en juego la movilidad
a lo largo de la vida o intrageneracional. Esta tesis afirma que,
debido a la extensión de la educación, las posibilidades de
experimentar movilidad ascendente a lo largo de la vida laboral son
menores. Es decir, el nivel de entrada se convierte prácticamente
en definitivo.
Para probar la validez de esta tesis Goldthorpe compara la
clase actual del entrevistado en 1972 y su primera ocupación para
el caso de que su padre perteneciera a las clases I y II o a las clases
III y IV, diferenciando además entre aquellos entrevistados nacidos
entre 1908 y 1927 y los entrevistados nacidos entre 1928 y 1947 (con
ello se pretende medir el influjo de la mayor extensión de las
credenciales educativas para los nacidos en este periodo). Si la
tesis del contra-equilibrio fuera cierta tendríamos que
encontrarnos con una mayor proporción de entrada directa en la clase
de servicio entre los entrevistados más jóvenes y una menor entrada
de personas que proceden de otras clases. Los datos confirman un
mayor nivel de entrada en la clase de servicio para los más jóvenes
(un 42% frente a un 25% para los mayores), pero desmienten
parcialmente la idea de un menor acceso indirecto (del 27% para los
más jóvenes y del 36% para los mayores). Si realizamos la misma
operación, pero esta vez referida a las clases III y IV, el acceso
indirecto está prácticamente equilibrado (del 22% para los más
jóvenes y del 23% para los mayores).
Sin duda, la movilidad descendente es menos frecuente que la
ascendente. Por ejemplo en el caso del Reino Unido alrededor del 20%
de los hombres son móviles descendentes375 . La mayor parte de la
movilidad descendente intrageneracional afecta a las mujeres.
Todavía es frecuente, en el caso de estos últimos, abandonar su
carrera profesional al tener hijos y al reincorporarse al mercado
de trabajo hayan descendido varios peldaños.

El estudio de la movilidad social presenta varios problemas.


Por ejemplo, no está claro si la movilidad desde los trabajos de

375
op. cit., p. 262.
cuello azul a los de cuello blanco se define siempre correctamente
como ascendente. Los trabajadores cualificados de cuello azul
pueden tener mayores ingresos salariales que los cuello blanco.
Además las ocupaciones de cuello blanco, especialmente las
administrativas, se han visto sometidas a un serio proceso de
descualificación consecuencia de la automatización.
En los estudios de la movilidad intergeneracional se plantea
la cuestión de si el momento en el que se efectúa la medición es el
adecuado. El padre puede estar experimentado un proceso de movilidad
social cuyo resultado final puede contrariar sensiblemente los
datos obtenidos en un momento dado.
9.2. CONSECUENCIAS DE LA MOVILIDAD SOCIAL.
Aunque es evidente que la cantidad de la movilidad social está
determinada en gran parte por los cambios estructurales más o menos
uniformes de las sociedades industrializadas y que, en
consecuencia, es aproximadamente la misma en todas las sociedades,
debe hacerse hincapié en el hecho de que las consecuencias de la
movilidad social han sido sumamente diversas. Por tomar un ejemplo
extremo376: si un negro en Suráfrica obtiene una posición no manual,
se constituye en candidato inmediato para un puesto de liderazgo en
algún movimiento de protesta de izquierda. Pero si un norteamericano
blanco procedente de una familia de clase obrera efectúa el mismo
movimiento, se hace por lo común política y socialmente conservador.
Quizás la clave de estas distintas actitudes se encuentre en lo que
se demoniman discrepancias de status, es decir, el hecho de ser poco
frecuente que un negro ascienda en la jerarquía social en el caso
de la sociedad surafricana lo convierte en alguien que tiene mayor
facilidad para percibir las desigualdades e injusticias que afectan
a otros miembros de su raza.
En lo que se refiere a las dimensiones psicológicas de la
movilidad social, los escasos estudios realizados muestran que las
discrepancias de status pueden provocar dificultades para el ajuste
personal, debido a que la elevada autovaloración en una esfera de
la vida está en conflicto con una pobre autovaloración en otra.

376
Tomado de Lipset y Bendix, op. cit.
Durkheim, por ejemplo, sugirió que tanto la movilidad social
ascendente como la descendente redundan en un incremento de los
índices de suicidios al aumentar el número de personas que se
encuentran en una situación anómica, en la que no saben cómo
reaccionar ante las nuevas normas. Algunos estudios sobre
enfermedades mentales indican que en EE.UU. las personas que
ascienden socialmente son más susceptibles de sufrir trastornos
mentales que las no móviles. Por lo común la movilidad social entraña
consecuencias destructivas para la estructura de los grupos
primarios.
Tradicionalmente se ha pensado que las personas que
experimentan movilidad social ascendente o descendente tienden con
mayor frecuencia que los estacionarios a ser apáticos, a abstenerse
de votar y a mostrar un interés político poco pronunciado.
Inversamente, cuanto más homogéneo es el medio político que rodea
a una persona, tanto más decididamente estará en condiciones de
implicarse políticamente.
Normalmente se ha considerado que quienes experimentan
movilidad social descendente es más probable que mantengan lealtad
a su clase de origen, a diferencia de lo que ocurre con los que
experimentan movilidad social ascendente. Si las clases bajas son
más bien de izquierdas, entonces tanto los móviles ascendentes como
los descendentes tenderán a ser conservadores.
Son tres los tipos de argumentos que explican esta asimetría.
El primero es que la gente prefiere adoptar una identidad más
prestigiosa, es decir, la gente que asciende desde la clase obrera
prefiere identificarse con su clase de destino.
Una segunda posibilidad es que la movilidad ejerza un efecto
indirecto sobre las actitudes políticas a través de su influjo sobre
los contactos personales. Los individuos móviles tendrán contacto
con personas de su clase de origen y de su clase de destino. Si la
gente prefiere los status altos, tenderá a mantener mayor número de
contactos con personas de status alto en detrimento de los de status
bajo. Esta interpretación considera que las identidades políticas
son resultado de contactos sociales. Lipset y Bendix señalaban que
los miembros estables de una clase serán escasamente propensos a
asociarse con advenedizos, de tal manera que los móviles ascendentes
no tendrán más remedio que seguir relacionándose con los miembros
de su clase de origen. Este rechazo de status es más fuerte en Europa
que en los Estados Unidos, de modo que los móviles ascendentes
europeos difícilmente adoptarán las ideas políticas de su clase de
destino. Los datos disponibles muestran que en los Estados Unidos
los móviles ascendentes tienen las mismas preferencias partidarias
que los componentes de su clase de destino, a diferencia de lo que
ocurre en Europa.
Una tercera explicación es que los efectos del origen y del
destino puede variar en función de la naturaleza de la socialización
en distintas clases sociales. Algunos grupos sociales pueden tener
una fuerte cultura que crea un carácter distintivo a los
advenedizos. Este sería el caso, por ejemplo, de las escuelas de
élite, las cuales integran a los móviles de clase baja en las pautas
culturales de la clase alta.
Los datos que maneja Weakliem377 ponen en duda la afirmación
de que la movilidad social ascendente beneficie a la derecha
política. El hecho de apoyar a un partido socialista puede ser más
bien una opción instrumental que una declaración de identidad.
Lo mismo se detecta en los estudios compilados por Turner378.
Aquí se presentan los resultados de un estudio llevado a cabo por
miembros de la Asociación Internacional de Ciencia Política y su
Comité Investigador sobre Opinión Pública comparada controlando el
periodo que va desde 1955 a 1984. Los datos muestran que no hay ningún
efecto regular o consistente de la movilidad sobre las actitudes
políticas.

377
D.L. Weakliem, "Does Social Mobility Affect Political

Behaviour?", European Sociological Review, 8, 2, 1992.

378
F.C. Turner, "Social Mobility and Political Attitudes in

Comparative Perspective", en F.C. Turner (ed.), Social Mobility and

Political Attitudes. Comparative Perspectives, Londres,


Transaction Publishers, 1992.

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