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i let it fall, my heart (and as it fell, you rose to claim it)

Posted originally on the Archive of Our Own at http://archiveofourown.org/works/51064852.

Rating: Explicit
Archive Warning: No Archive Warnings Apply
Category: F/M
Fandoms: Warhammer 40.000, Warhammer 40k (Novels) - Various Authors, Horus
Heresy - Various Authors
Relationship: Fulgrim (Warhammer 40.000)/Original Character(s)
Characters: Fulgrim (Warhammer 40.000), Original Male Character(s)
Additional Tags: Alternate Universe - Gender Changes, Porn with Feelings, a little
character study through porn, they're too horny ffs, Implied/Referenced
Underage Prostitution
Language: Español
Stats: Published: 2023-10-23 Words: 1,962 Chapters: 1/1
i let it fall, my heart (and as it fell, you rose to claim it)
by Lils_White

Summary

Era una imagen grotesca en su perfección; la belleza del Fénix arrodillada en servidumbre
mientras la Llama robaba su lugar en la historia.

(En su relación, Astra era siempre el que estaba de rodillas).

Notes

¡Feliz cumpleaños a una de las mejores escritoras que conozco! Voy con un poco de retraso,
como siempre, pero espero que te guste, ya me dirás cuando lo leas. No podía dejar de pensar
en la idea Fem!Fulgrim y Male!Astra, y este es el resultado...

Un abrazo enorme, te quiero muchísimo <3

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Inspired by Los Hijos del Emperador: Caída en la Oscuridad by le____9


Universo #3412

Extracto de la última novela escrita por Douglas Rem:

Año 1 del Milenio 31, 28ª Flota Expedicionaria

En un lugar indeterminado del espacio

Aposentos privados de Astra Lerroux, Padre de las Hijas de la Emperatriz

El sueño se amargaba en su dulzura.

El Gran Palacio de Chemos se alzaba ante sus ojos en todo su esplendor, con la nitidez que
solo puede encontrarse en un buen recuerdo; pues incluso dentro de su propio subconsciente,
Astra sabía que aquello no era real.

Había pasado los últimos días trabajando en su nueva obra, «la Génesis del Fénix», y lo tenía
tan consumido que continuaba viendo la escena tras cerrar los ojos. La había estudiado en su
cabeza tantas veces, para poder plasmarla en el lienzo, que conocía cada columna y recoveco
como la palma de su mano.

Por eso notó la diferencia de inmediato.

Giró la cabeza, extrañado, tratando de buscar la figura de Fulgrim, que debería ser la pieza
central del paisaje. Así lo había sido en su recuerdo, y así lo había plasmado en su cuadro.
¿Por qué no estaba en su sueño? Solo al tratar de buscarla se dio cuenta del problema.

Él estaba ocupando el lugar de Fulgrim.

El sueño cambió en ese instante, una vez tomó conciencia del problema, y se vio a sí mismo
parado en las amplias escaleras que daban al atrio. La cabellera pelirroja, que todavía la
llevaba larga hasta la cintura por aquel entonces, destacaba sobre la toga esmeralda que le
confería un aspecto regio y elegante. Astra contempló con creciente desasosiego como su
figura inclinaba la cabeza para sonreír a alguien arrodillado a sus pies, y el horror terminó de
consumirlo cuando la persona arrodillada alzó la cabeza y lo miró desde el rostro de Fulgrim.

(Era una imagen grotesca en su perfección; la belleza del Fénix arrodillada en servidumbre
mientras la Llama robaba su lugar en la historia).

Astra despertó de un sobresalto, con el corazón en la garganta y la respiración agitada.


Pestañeó un par de veces, tratando de disipar las brumas del sueño, y miró a su alrededor en
tensión. Debía ser temprano, pero la luz de la mañana se filtraba con suavidad por la ventana,
iluminando la estancia con tonos dorados. Se tranquilizó al ver que Fulgrim dormía
plácidamente a su lado, con el cuerpo girado hacia él y la boca entreabierta. Su cabellera se
esparcía por la almohada como un manto plateado, y la sábana se había bajado lo suficiente
para dejar entrever un pecho que subía y bajaba con cada respiración. Astra sintió un
ramalazo de deseo. Habían pasado la noche juntos, pero Fulgrim siempre lograba despertarle
una necesidad que ni siquiera él podía explicar.

«Es demasiado hermosa», pensó mientras estiraba el brazo para acariciarle el rostro con
suavidad. Fulgrim no se percató, y Astra le recorrió la mejilla con la punta de los dedos. Era
la perfección hecha persona, con sus pestañas tan largas que le rozaban los pómulos cada vez
que pestañeaba y sus labios llenos y firmes. Astra la adoraba con cada fibra de su ser.

«Le gustará que la despierte besándola entre las piernas», se dijo con una media sonrisa. Era
el tipo de despertar favorito del Fénix, encontrar a su Llama venerándola con sus labios antes
del amanecer. Siempre lo recompensaba tras ello, y Astra se mordió el labio nada más
pensarlo.

Pero el sueño seguía fresco en su mente, y Astra no pudo evitar recordar la imagen de
Fulgrim arrodillada ante él, con el semblante conmovido por la devoción. Fulgrim siempre lo
miraba como si Astra fuera el único rayo de luz en un cuarto oscuro, pero la expresión que
había mostrado en el sueño era diferente en su sumisión. Un tipo de devoción distinta, más
parecida a la que Astra sentía por Fulgrim que la que Fulgrim sentía por Astra.

Era un pensamiento incómodo, pero la imagen de Fulgrim de rodillas ante él seguía


consumiéndolo y le llenaba de un tipo distinto de deseo.

(En su relación, Astra era siempre el que estaba de rodillas).

Con un suspiro, y decidiendo que no iba a ser capaz de dejarlo ir hasta que lo sacara de su
cabeza, salió de la cama y se encaminó hacia su estudio. Fulgrim murmuró algo a sus
espaldas, todavía en sueños, pero Astra trató de ignorarla. Sus manos cosquilleaban con la
necesidad de agarrar un lápiz y ponerse a dibujar.

Sin molestarse en cubrir su desnudez, se encaramó sobre el escritorio y abrió su libro de


bocetos hasta dar con una página en blanco. Solo haría un esbozo, decidió mientras el lápiz
recorría la página a toda velocidad, lo suficiente para poder dejar de pensar en ello. Las
puntas del pelo le cosquilleaban en el cuello, y Astra se lo recogió en un rápido moño
enrrollado con un pincel en lo alto de la nuca. Se lo había cortado tras Chemos, por fin con la
seguridad de estar libre del burdel y los clientes que lo preferían con el pelo largo, pero
estaba tratando de dejárselo largo de nuevo; sabía que a Fulgrim le gustaría más.

Apenas había esbozado el comienzo del dibujo cuando un cuerpo caliente se pegó a su
costado y unos brazos largos y pálidos le rodearon la cintura. Fulgrim apoyó la mejilla en su
hombro y se restregó contra él como un gato buscando atención.

—¿Qué haces dibujando tan temprano? —Preguntó la Matriarca de las Hijas de la Emperatriz
con voz pastosa. Una pregunta ridícula; Astra dibujaba a cualquier hora del día, pero la
Llama sabía lo que ocultaba la pregunta, «¿por qué estás dibujando en lugar de despertarme
con sexo como haces siempre que pasamos la noche juntos?».
—Tuve un sueño —respondió Astra, todavía concentrado en su boceto—. Quería plasmarlo
antes de que se me olvidara.

—Mmm, ¿un buen sueño?

Astra recordó el placer y el deseo que le había provocado ver a Fulgrim de rodillas,
rindiéndole pleitesía, pero también el horror que lo había ahogado cuando se dio cuenta de lo
que estaba disfrutando. Era ridículo, en el fondo, Fulgrim probablemente se burlaría de él por
tomarse algo así tan en serio. Y sin embargo…

Los hombres siempre habían disfrutado teniéndolo de rodillas en el burdel. Astra, aunque no
había sido el único prostituto masculino de La Doncella Discreta, sí había sido el más
solicitado. Por aquel entonces, antes de convertirse en Padre de Legión, Astra había sido un
muchacho delgado y de aspecto juvenil, con rostro aniñado y un llamativo cabello rojo; era el
favorito de todos los hombres, pero era escogido por pocas mujeres, que preferían prostitutos
de aspecto menos infantil.

Astra había pasado la mayor parte de su adolescencia de rodillas, sirviendo a los señores que
tenían suficientes monedas para pagar sus servicios. Había sido su única opción para
sobrevivir, y Astra trataba de verlo con pragmatismo. Ya no era ese chico frágil y aniñado que
vendía su cuerpo al mejor postor, ahora era un Padre de Legión, la Llama del Fénix, la Luz de
Terra.

En sus relaciones sexuales con Fulgrim, Astra siempre había encontrado satisfacción en
servirla. Astra disfrutaba dejándola tomar el control y obedeciendo sus órdenes hasta que
ambos acababan agotados y sudorosos. Le revolvía el estómago la idea de que necesitaba
algo más, de que ese sueño despertaba un deseo hasta ahora desconocido en él.

«¿Acaso quiero hacerle lo que esos hombres me hicieron a mí? ¿De verdad deseo su
humillación y servidumbre? ¿No soy diferente a esos puteros y a sus bajos deseos?».

Astra no tenía ningún problema en arrodillarse ante Fulgrim, pero desear lo contrario se
sentía mal, casi un sacrilegio. La Libertadora de Chemos no debería arrodillarse ante nadie.

«Tengo que dibujarlo. Una vez lo dibuje dejaré de pensar en ello».

Fulgrim le pellizcó un pezón, y Astra se dio cuenta de que sus pensamientos lo tenían tan
absorbido que no había contestado a su pregunta. Continuó deslizando el lápiz por el papel,
tratando de dar forma a la imagen que le causaba tanto conflicto.

—Era sobre ti —respondió, ambiguo.

—Oh —Astra la sintió sonreír contra su hombro—. Muy buen sueño, entonces.

Astra bufó por lo bajo, pero sonrió también.

—Eres una creída.

—¿Lo soy, o simplemente soy honesta? —Fulgrim deslizó lentamente la mano que tenía
sobre su abdomen hasta tocarle entre las piernas, y Astra ahogó un gemido—. Debió de ser
un sueño realmente bueno si te tiene tan excitado tras toda la actividad que tuvimos anoche.

Fulgrim empezó a mover la mano, y Astra apretó el lápiz con tanta fuerza que se rompió en
dos.

—Quería terminar de dibujar esto —protestó sin apartar la vista del conjunto de líneas que
había logrado colocar en la página, pero no hizo ningún esfuerzo para apartarse de Fulgrim.

—¿Para qué necesitas dibujarlo cuando ya me tienes delante de tus ojos, mmm? —Murmuró
Fulgrim contra su oído, la voz convertida en un ronroneo. Astra adoraba su voz, más
característica de una cantante de ópera que de una Matriarca, y Fulgrim sabía sacar provecho
de ello—. ¿Qué soñaste? Podemos recrearlo. Adoro cuando estás dentro de mí, me haces
sentir tan completa. Podemos volver a la cama y te montaré hasta que no puedas pensar en
nada más que en mí.

«Nunca puedo pensar en algo que no seas tú», casi se le escapó a Astra, desesperado. Pudo
retenerlo en el último segundo, no quería que Fulgrim pudiera regodearse en su fervor más de
lo que ya lo hacía. Era una cuestión de orgullo, del que, por desgracia, no parecía quedarle
mucho. Había empezado a mover las caderas al ritmo de la mano de Fulgrim, y la libreta se le
cayó de las manos temblorosas. Dejó de intentar reprimir los gemidos, que escaparon de sus
labios en una cascada humillante.

—Eso es, buen chico —Fulgrim lo recompensó con un beso en la oreja, y se pegó todavía
más a él. Astra podía sentir sus pechos firmes y sus pezones duros contra el brazo, y gimió de
nuevo—. No te contengas, déjame escuchar lo mucho que disfrutas que te toque. ¿Quieres
correrte, verdad? Pídemelo.

Astra cerró los ojos humedecidos para evitar echarse a llorar ante la intensidad de su placer.
Apretó los dientes un momento, pero no tenía sentido resistirse. Giró la cabeza hasta rozar los
labios de Fulgrim con los suyos, todavía con los ojos cerrados.

—Por favor —susurró con la voz rota—. Por favor, déjame…

Fulgrim gimió también y le regaló un beso húmedo y corto en recompensa. Astra sollozó
sobre sus labios, estaba tan cerca…

—Buen chico —dijo Fulgrim con voz ronca—. Córrete por mí.

Y, como siempre, Astra obedeció. El orgasmo le llegó con la fuerza de un puñetazo, y un par
de lágrimas se le escaparon de los párpados cerrados y le rodaron por las mejillas. Fulgrim
siguió abrazándolo, dejándole pequeños besos en la cara y el hombro y susurrándole elogios.
Astra abrió los ojos lentamente, todavía temblando, y vio la libreta con el boceto a medio
hacer tirada a sus pies. Las líneas estaban difuminadas, cubiertas por un líquido blanco; Astra
tardó un momento en comprender qué era, y se sonrojó.

«Me pregunto si alguien consideraría eso arte».

—¿Estás bien? —Preguntó Fulgrim con dulzura, los labios rozando su hombro.
Astra pensó que era un poco tarde para preguntar, pero el boceto estaba estropeado de todas
formas. Colocó una mano en el muslo de su Fénix, y se bajó de la mesa con cuidado de no
pisar la libreta manchada.

—Permíteme devolverte el favor —le dijo a Fulgrim mientras se arrodillaba entre sus
piernas.

Fulgrim esbozó una de sus brillantes sonrisas, esas que le alumbraban los ojos con un deje
febril, y el dibujo quedó olvidado en el suelo.

El sueño, por el contrario, sería recordado durante mucho tiempo.


End Notes

Me dan ganas de escribir unas notas finales larguísimas tratando de explicar mi visión de
Male!Astra pero simplemente cruzaré los dedos y confiaré en haber sido capaz de transmitir
lo que quería con la historia.
Solo aclarar que en la idea original del fanfic no iban a tener sexo pero no se estaban quietos,
y así hemos acabado. Qué desastre.

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