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N
342
E 74 Escobar Fornos, Iván
Derecho Procesal Constitucional:
La constitución y su defensa/
Iván Escobar Fornos. -- Managua:
HISPAMER, 1999. 436 p.

ISBN: 99924-33-15-9

1. NICARAGUA-DERECHO CONSTITUCIONAL
2. DERECHO PROCESAL

Cuidado de edición
Lic. Alicia Casco Guido
Eduardo J. Saballos Almendárez

Diseño de Portada
Reynaldo Silva Flores

Diseño y Diagramación
Reynaldo Silva Flores

Levantado de Texto
Teresa Bermúdez Caldera

Revisión de Texto
Aníbal Ruíz Armijo

Todos los derechos reservados conforme a la Ley


© Iván Escobar Fornos, 1999
© HISPAMER, 1999
1ra. Edición 1999
Costado Este de la UCA, Apartado A-221, Zona 13
Managua, Nicaragua

Impreso por Quebecor Impreandes S. A.

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INDICE

PROLOGO 15

CAPITULO I
ESTADO DE DERECHO 25

1. El Estado de Derecho 25
A. Estado de Derecho liberal burgués 25
B. Estado Social de Derecho 26
C. Estado democrático de Derecho 28
D. Estado Constitucional de Derecho 28
E. Perspectivas de la democracia 30

2. Condiciones para el funcionamiento del Estado de Derecho 31


A. La opinión pública 31
B. Constitución escrita 33
C. Separación de poderes 33
D. Acciones contra los actos de las autoridades 34
E. Reconocimiento y respeto a los derechos humanos 34

CAPITULO II
FUNDAMENTACION, FUNCION Y DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS 37

1. Fundamentación 39

2. Carácter tridimensional 39
A. El Estado y los derechos humanos 39
B. Relación entre los derechos humanos 41
C. Internacionalización de los derechos humanos 42

3. Constitucionalismo clásico y social 42

4. Defensa y cumplimiento de los derechos humanos 44

A. Garantías políticas 45
B. Garantías normativas 46
C. Garantías jurisdiccionales 47

CAPITULO III
RESEÑA HISTORICA DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL 49

SECCION I
DEL DERECHO ROMANO A LA LEY DE AMPARO DE 1980 49

1. En Roma 49

2. En Inglaterra 49

3. En España 50
3
4. En Francia 51

5. En los Estados Unidos de América 51


A. Writ of error 52
B. Writ of injuction 52
C. Writ of mandamus 52
D. Writ of habeas corpus 52
E. Apelación certiorari, certification of question 52

6. En México 52
A. Constitución de 1824 52
B. Constitución de 1836 53
C. Proyecto de Constitución de 1840 de Yucatán 53
D. Proyecto de la minoría de la Constituyente de 1842 53
E. Constitución de 1857 54
F. Constitución de 1917 54

7. En Nicaragua 54
A. Constitución Federal de 1824 54
B. Constitución de 1826 55
C. Constitución de 1838 55
D. Constitución de 1893 y Ley de Amparo de 1894 55
E. Constitución de 1905 57
F. Constitución y Ley de Amparo de 1911 57
G. Constitución y Ley de Amparo de 1939 59
H. Constitución y Ley de Amparo de 1948 61
I. Constitución y Ley de Amparo de 1950 65
J. Constitución y Ley de Amparo de 1974 67
K. Leyes de Amparo de 1980 67

8. Comparación con el Derecho mexicano 68

SECCION II
LEY DE AMPARO DEL 28 DE MAYO DE 1980 69

1. Fines del amparo 69

2. Legitimación activa 69

3. Legitimación pasiva 71

4. Terceros interesados 72

5. Competencia 72

6. Plazo para su interposición 73

7. Procedimiento 74
A. Escrito de interposición 74
B. Examen del escrito de amparo 76

4
C. Suspensión del acto reclamado 76
D. Apertura a prueba 76

8. Formas de terminación del amparo 77


A. Sentencia definitiva 77
B. Improcedencia 77
C. El desistimiento 80
D. La deserción 81

9. Aplicación del Código de Procedimiento Civil 81

10. Cumplimiento de la sentencia 81

11. Jurisprudencia 82

SECCION III
LEY DE AMPARO PARA LA LIBERTAD Y
SEGURIDAD SOCIAL DEL 4 DE ENERO DE 1980 83

1. El habeas corpus 83
A. Funcionario competente 83
B. Plazo 84
C. Personas que lo podían interponer 84
D. Autoridad contra la que se interponía 84
E. Procedimiento 84

2. Amparo por actos de particulares restrictivos de la libertad personal 86


A. Funcionario competente 86
B. Plazo 86
C. Personas que lo podían interponer 86
D. Procedimiento 87

3. Amparo contra el auto de prisión 87


A. Tribunal competente 87
B. Plazo 87
C. Sólo el procesado personalmente lo puede interponer 87
D. Procedimiento 88

CAPITULO IV
DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL. 89

1. Derecho Constitucional Procesal y Derecho Procesal Constitucional 89

2. Origen y competencia 90

3. Contenido del Derecho Procesal Constitucional 92


A. Sentido amplio de la jurisdicción 92
B. Jurisdicción constitucional determinada por la materia 92
C. Jurisdicción constitucional determinada por el órgano 93

5
4. Derecho Procesal Constitucional adjetivo y orgánico 93

5. Garantías fundamentales y garantías de la Constitución 93

6. Naturaleza jurídica del proceso constitucional 93

CAPITULO V
EL PROCESO CONSTITUCIONAL 95

1. Concepto de proceso constitucional 95

2. Apreciación material 95

3. Apreciación orgánica 95

4. La magistratura constitucional 95

CAPITULO VI
LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL 97

1. Concepto de justicia constitucional 97

2. Creatividad de la justicia constitucional 97

3. Las cuestiones de la legitimidad democrática y


la necesidad de la justicia constitucional 99
A. Legitimidad democrática 99
B. Necesidad de la justicia constitucional 101

CAPITULO VII
LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL Y LA DIVISION DE PODERES 103

1. Fundamento de la justicia constitucional 103

2. Rechazo de los tribunales constitucionales 103

3. La interpretación de la Constitución y los poderes públicos 104

4. La justicia constitucional y el Poder Legislativo 105

5. La justicia constitucional y el Poder Ejecutivo 106

6. La justicia constitucional y el Poder Judicial 106

7. La justicia constitucional y el Poder Electoral 106

6
CAPITULO VIII
TIPOS DE PROCESOS CONSTITUCIONALES 109

1. La jurisdicción constitucional de la libertad 109

2. La jurisdicción constitucional orgánica 109

3. La jurisdicción constitucional internacional y comunitaria 110

CAPITULO IX
PRESUPUESTOS PARA LA EXISTENCIA DE UN
SISTEMA DE JUSTICIA CONSTITUCIONAL 111

1. Breve introducción 111

2. Constitución rígida 111

3. Organo de control independiente 113

4. Potestades decisorias 113

5. Legitimación de los interesados para enjuiciar el acto inconstitucional 114

6. Control constitucional sobre toda la actividad estatal 115

CAPITULO X
PRINCIPIOS RECTORES DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL 117

1. Principio de impulso oficial 117

2. Principio de informalidad 117

3. Principio de gratuidad 118

4. Principios de celeridad 118

5. Principio de buena fe 118

6. Principio de inmediación 119

7. Derecho de legalidad constitucional 119


A. Gravedad máxima por violación de la Constitución 120
B. No es convalidable la violación de la Constitución 120
C. Es imprescriptible el derecho para reclamar tal violación 120

8. Los principios pro homine y pro libertates 120

7
9. Aplicación de la disposición más favorable al recurrente 121

10. Algunos principios de nuestro sistema 121

CAPITULO XI
SENTENCIA Y COSA JUZGADA 123

SECCION I
DERECHO PROCESAL Y SENTENCIA DEFINITIVA 123

1. Sentencias definitivas 123

2. Efectos de las resoluciones judiciales 123

3. Características de la cosa juzgada 125


A. Es inmutable 125
B. Es relativa 125
C. Es renunciable 126

4. Cosa juzgada formal y cosa juzgada material 127

SECCION II
EL DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL Y LA SENTENCIA 128

1. Características del Derecho Procesal Constitucional 128

2. Clasificación de las sentencias 129

3. Sentencias declarativas, constitutivas e inaplicativas 130

4. Efectos de las sentencias que declaran la inconstitucionalidad 130

5. Sentencias aditivas 132

6. Sentencias aditivas prestacionales 133

7. Sentencias estimatorias exhortativas 134

8. Sentencias declarativas de la inconstitucionalidad de carácter parcial 134

9. Sentencias que declaran la inconstitucionalidad en forma total 135

10. Sentencias estimativas interpretativas 135


A. Interpretación errónea o aplicación indebida 135
B. Inconstitucionalidad por sus efectos 136

11. Sentencias normativas 136


A. Sentencias estimatorias aditivas 136
B. Sentencias estimatorias sustitutivas 137

8
12. Sentencias estimatorias desaplicativas 138

13. Sentencias desestimatorias de inconstitucionalidad 139


A. Su naturaleza jurídica 139
B. Tipos de sentencias desestimatorias de inconstitucionalidad 139

14. Doctrina italiana sobre la manipulación legislativa 141

15. Cosa juzgada en la jurisdicción constitucional 142


A. Efectos de la cosa juzgada 142
B. Necesidad de la cosa juzgada 143
C. Límites y funciones de la cosa juzgada 144

CAPITULO XI I
SISTEMAS DE CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD DE LAS LEYES 147

1. Los dos grandes sistemas judiciales 147

2. Los casos especiales de Francia e Inglaterra: 148


A. Francia 148
B. Inglaterra 151

3. Bases fundamentales del sistema difuso: 152


A. Bases del sistema 152
B. Inconvenientes del sistema difuso 153

4. Creación y bases del sistema austríaco 154

5. Diferencias fundamentales de ambos sistemas 156

6. Acercamiento de ambos sistemas 157

7. Breve referencia al sistema alemán, italiano y español 157

8. Nuestra clasificación: 159


A. Atendiendo a su extensión 159
B. Atendiendo a la naturaleza del órgano 161
C. Atendiendo a las formas de proponerlo 163
D. Atendiendo a sus efectos 165
E. Valoración de los diferentes sistemas de control 167

CAPITULO XIII
OTRAS CLASIFICACIONES SOBRE EL CONTROL CONSTITUCIONAL 167

1. Control positivo y negativo 169

2. Control políticos y jurisdiccional 169

3. Breve examen de alguno de los anteriores sistemas 171


A. Control parlamentario 171

9
B. Control por el ejecutivo 172
C. Control por el electorado 173

4. Concurrencia de controles 173

5. Control nacional e internacional 174

6. Control de letrados, legos o de ambos 175

7. Control permanente y control para cada caso 175

8. Control preventivo, reparador y mixto 175


A. Control preventivo 175
B. Control reparador 175
C. Control mixto 175

9. Control de admisión libre y de admisión restringida 175

10. Legitimación amplia o restringida para pedir el control 176

11. Control total y parcial por actos u omisiones 177

12. Control por actos y omisiones 178


A. Ideas preliminares 178
B. Objeto del control 180
C. Condiciones para su procedencia 183
D. Sentencia 183
E. Eficacia normativa de los principios y valores 187
F. Los tratados internacionales y la omisión 187
G. Derecho comparado 188

13. Sistemas decisorios y no decisorios, retroactivos y no retroactivos 189


A. Sistemas no decisorios 189
B. Sistemas decisorios 190
C. Sistemas retroactivos y no retroactivos 191

CAPITULO XIV
CONTROL PREVENTIVO DE CONSTITUCIONALIDAD 193

1. Concepto de control preventivo 193

2. Naturaleza jurídica 193

3. Sistemas de control preventivo 194

4. Ventajas y desventajas 196

5. Sistema de consulta previa en Nicaragua 196

6. Control de los tratados 197

10
CAPITULO XV
NUESTRO SISTEMA 199

1. Sistema de nuestro constitucionalismo 199

2. Unidad del amparo 200

3. Vías para promover la inconstitucionalidad de las leyes, decretos o reglamentos 201

CAPITULO XVI
RECURSO POR INCONSTITUCIONALIDAD 203

1. Materia del recurso 203


A. Su objeto 203
B. Vicios denunciables 205
C. Bloque de constitucionalidad 210

2. Inconstitucionalidad de algunas leyes, decretos y de la Ley de Amparo vigente 211

3. Competencia 214

4. Capacidad procesal 214

5. Legitimación activa 215

6. Legitimación pasiva 215

7. Procedimiento 216
A. Interposición del recurso 216
B. Admisibilidad 216
C. Otros trámites 222

8. Efectos 223

9. Inconstitucionalidad en casos concretos 225

10. Jurisprudencia 228

CAPITULO XVII
EL AMPARO 235

1. Objeto o materia del amparo 235

2. La pretensión del amparo 236

3. Las partes 237


A. Capacidad para ser parte 237
B. Capacidad procesal 241
C. Legitimación ad causam activa y pasiva 241

11
4. Los terceros interesados 241

5. Plazos para su interposición 243

6. Competencia 245

7.Tramitación 246
A. El amparo es un recurso extraordinario 247
B. El amparo no es bi-instancial 247
C. Escrito de interposición 247
D. Examen del escrito de interposición 255
E. Suspensión del acto reclamado 255
F. Apertura a prueba 258

8. Terminación del amparo 259


A. Por sentencia definitiva 259
B. Por improcedencia 260
C. Por desistimiento 264
D. Por deserción 265

9. Aplicación supletoria del Código de Procedimiento Civil 266

10. Cumplimiento de la sentencia 266

11. Jurisprudencia 267

CAPITULO XVIII
EL RECURSO DE EXHIBICIÓN PERSONAL 271

1. Naturaleza jurídica 271

2. Materia del recurso 271

2. Legitimación activa 271

3. Legitimación pasiva 271

4. Competencia 272

5. Procedimiento 272

CAPITULO XIX
EL HABEAS DATA 273

1. Breve historia 273

2. Concepto 273

3. Fundamento 274

12
4. Derecho de la tercera generación 275

5. Tipos de protección 275

6. Contenido 276
A. Derecho a conocer 276
B. Derecho de acceso 276
C. Derecho a rectificar 276

7. Legitimación activa 277

8 Legitimación pasiva 277

9. Su aplicación en Nicaragua 278

Abreviaturas 386

Indice Onomástico 387

Indice de Artículos 391

Indice de Sentencias 398

Indice Analítico 409

13
14
PROLOGO

Mi distinguido amigo y apreciado colega IVAN ESCOBAR FORNOS tuvo


la gentileza de pedirme unas palabras de presentación, a guisa de prólogo, de su
nueva obra DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL (LA CONSTITUCION Y
SU DEFENSA), que a la fecha se encuentra en impresión. Acepté gustoso el
delicado encargo porque desde hace muchos años hemos mantenido una buena y
firme amistad, que se ha visto acrecentada por nuestra común vocación por el
estudio de las disciplinas jurídicas, especialmente en las ramas de Derecho Proce-
sal y Derecho Notarial. Ambos hemos escrito obras y trabajos sobre estas mate-
rias. Pero, como el proceso en si mismo es una garantía de protección de dere-
chos de cualquier ámbito en que funcione, mayormente lo será cuando esa protec-
ción se refiera a derechos y garantías que la Constitución Política de cada país
consagre y a la defensa del mismo orden constitucional. Puede hablarse enton-
ces, con toda propiedad del Derecho Procesal Constitucional.

La obra tiene la extensión que ameritan los temas. Estos son distribuidos
en diecinueve capítulos, que son los siguientes: CAPITULO I. Estado de Derecho.
CAPITULO II. Fundamentación, función y defensa de los derechos humanos. CA-
PITULO III. Reseña Histórica de la Justicia Constitucional. CAPITULO IV. Dere-
cho Procesal Constitucional. CAPITULO V. El Proceso Constitucional. CAPITU-
LO VI. La Justicia Constitucional. CAPITULO VII. La Justicia Constitucional y la
división de poderes. CAPITULO VIII. Tipos de Procesos Constitucionales. CAPI-
TULO IX. Presupuestos para la existencia de un sistema de Justicia Constitucio-
nal. CAPITULO X. Principios rectores de la Justicia Constitucional. CAPITULO XI.
Sentencia y cosa juzgada. CAPITULO XII. Sistemas de Control de la
Constitucionalidad de las leyes. CAPITULO XIII. Otras clasificaciones sobre el
control constitucional. CAPITULO XIV. Control preventivo de constitucionalidad.
CAPITULO XV. Nuestro sistema. CAPITULO XVI. Recurso por inconstitucionalidad.
CAPITULO XVII. El Amparo. CAPITULO XVIII. EL recurso de Exhibición Perso-
nal. CAPITULO XIX. El Habeas Data.

Como puede apreciarse de la simple enumeración de los capítulos, la obra


comprende todos los aspectos de la justicia constitucional, desde sus remotos
orígenes hasta su situación actual, con los ingredientes necesarios del derecho y
de la jurisprudencia comparada, donde se hacen indispensables para la
fundamentación y precisión de los conceptos. Además de estos aspectos, el apo-
yo bibliográfico que tiene la obra es adecuado y suficiente para el planteamiento
integral de los problemas.

Es lógico que el desarrollo de la obra comience con el análisis del Estado


de Derecho, en sus diversas manifestaciones, hasta llegar a afirmar: «Con la
supremacía de la Constitución, su rigidez y el establecimiento del control de la
constitucionalidad del ordenamiento jurídico y de los actos, resoluciones, disposi-

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ciones de las autoridades y hasta de los particulares, surge el Estado Constitucio-
nal de Derecho».

Los derechos humanos los enfoca en tres dimensiones. En una primera


como «objeto de conquista o de defensa o reclamo contra el Estado». Luego
«actuando en las relaciones entre las personas». Y en la tercera «con la
internacionalización y universalización de los derechos humanos mediante decla-
raciones, convenciones y tribunales que juzgan a los Estados ante los reclamos de
los particulares».

La reseña histórica de la justicia constitucional constituye un resumen inte-


resante que prepara al lector, de entrada, para comprender en mejor forma el orde-
namiento jurídico nicaragüense en esta materia, que a la postre es el objeto funda-
mental de la obra.

En cuanto al Derecho Procesal Constitucional, se señala en la obra que


aún persiste el problema relacionado con su ubicación, o sea si corresponde al
Derecho Constitucional o al Derecho Procesal. Nosotros pensamos que este pro-
blema está superado. Lo que debemos aceptar es que existen mecanismos pro-
cesales, que no son instrumentos privados sino públicos, que permiten la defensa
del individuo y de los grupos organizados para la eficaz realización de los derechos
que la Constitución les reconoce, así como para la defensa misma del sistema
constitucional básico. Por eso, preferimos hablar de procesos constitucionales por
medio de los cuales se aplica la justicia constitucional. El autor así lo concibe.
Dice: «Proceso constitucional es el conjunto de actos, hechos y situaciones
concatenados y sucesivos, realizados en sede jurisdiccional a petición de parte o
de oficio, con la finalidad de defender los derechos y libertades constitucionales
violadas y en general toda la Constitución».

Claro que lo difícil es inclinarse por el sistema más adecuado y más eficaz
para garantizar la supremacía de la Constitución, qué procesos pueden conducir a
ello y con qué extensión y alcances. En este sentido debe analizarse, y en la obra
así se hace, la experiencia que se ha obtenido en otros países según se adopte el
sistema de control difuso a cargo de todos los jueces o el concentrado, con un
Tribunal Constitucional específico; o bien, un sistema mixto.

No puede desvincularse el estudio de la justicia constitucional de su rela-


ción con la teoría de la división de poderes, por el problema que extraña un posible
gobierno de los jueces o su interferencia en la labor legislativa. En Nicaragua no
existe un Tribunal Constitucional permanente, independiente de los otros poderes.
Guatemala, adopta un sistema mixto, en el que se permite el control difuso y a su
vez existe la Corte de Constitucionalidad, creada por la Constitución de 1985, que
sustituyó el sistema anterior, establecido en la Constitución de 1965, en el cual la
Corte no tenía ese carácter permanente y se integraba en cada oportunidad, para
conocer de los recursos que se interpusieran contra las leyes o disposiciones gu-

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bernativas de carácter general que adolecieran de vicio parcial o total de
inconstitucionalidad.

En la obra se estudian los dos grandes sistemas, «el difuso o norteameri-


cano y el concentrado o austriaco (denominado también europeo)», y se hace
referencia a cómo operan en distintos países. Al exponer la valoración de los
diferentes sistemas de control el autor expresa: «Es posible que algunas de estas
características estén presentes o no en los sistemas judiciales; pero generalmen-
te, por razones de lógica, van acompañados así: el sistema de los tribunales ordi-
narios es difuso, surgen con ocasión de una controversia judicial, se limita a dispo-
ner la inaplicabilidad al caso de la ley inconstitucional y es declarativo con efectos
retroactivos; el sistema de los tribunales especiales es directo, con efectos genera-
les y constitutivos. Estos sistemas son antitéticos».

En esta ocasión nosotros nos limitamos a hacer la observación que el


sistema mixto, con sus dos variantes, una para la declaratoria de inconstitucionalidad
en casos concretos (control difuso), y la otra, para la declaratoria de
inconstitucionalidad con efectos generales y derogatorios de la ley (control con-
centrado), fue el sistema que se recomendó como mejor en la Conclusión V de la
IV Jornada Latinoamericana de Derecho Procesal, celebrada en Caracas del 27
de marzo al 2 de abril de 1967, cuando se señaló la conveniencia de establecer la
declaración general de inconstitucionalidad combinada con la desaplicación en el
caso concreto. Es el sistema que actualmente sigue Guatemala con una Corte de
Constitucionalidad permanente y un control difuso, establecido en la Constitución
de 1985 y en el Decreto número 1-86 de la Asamblea Nacional Constituyente, Ley
de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad. Depende de la habilidad
técnica del legislador para lograr la defensa del orden constitucional, sin afectar la
independencia de los órganos jurisdiccionales y sin caer en la creación de una
tercera instancia que prohíbe la Constitución.

En la obra es importante el examen que se hace del control preventivo de


constitucionalidad. Como señala el autor algunos consideran que el control pre-
ventivo no tiene carácter jurisdiccional, sino político; y otros, que es un control
jurídico que tiene mayor proximidad al control jurisdiccional. Como las opiniones
en este punto no son unánimes, también aquí nos limitamos a observar que en la
Constitución de Guatemala, de 1985, si se le dio ese control preventivo a la Corte
de Constitucionalidad en los incisos e), h) e i) del artículo 204, en cuanto a emitir
opinión sobre la constitucionalidad de los tratados, convenios y proyectos de ley, a
solicitud de cualquiera de los organismos del Estado; emitir opinión sobre la
inconstitucionalidad de las leyes vetadas por el Ejecutivo alegando
inconstitucionalidad; actuar, opinar, dictaminar o conocer de aquellos asuntos de
su competencia establecidos en la Constitución Política. Aparte de ello, en el De-
creto que hemos mencionado, o sea el 1-86 de la Asamblea Nacional Constituyen-
te, Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, en el artículo 192,
se establece que esta ley puede ser reformada por el Congreso de la República y
requiere para su reforma el voto de las dos terceras partes de diputados que inte-

17
gran el Congreso, previo dictamen favorable de la Corte de Constitucionalidad.
Esta disposición tiene su base en lo que prescribe la Constitución Política, en el
artículo 175, segundo párrafo.

Obviamente que es importante para cada país determinar qué tipos de


procesos constitucionales debe reconocer su ordenamiento jurídico. Los conoci-
dos: habeas corpus, amparo, inconstitucionalidad de la ley, decretos, reglamentos
o disposiciones de carácter general. El autor también menciona el habeas data.
Deben examinarse los presupuestos para la existencia de un sistema de justicia
constitucional. El autor estudia como tales una constitución rígida, un órgano de
control independiente, las potestades decisorias, la legitimación y qué actividad
estatal puede ser objeto de control constitucional. En el punto importante de la
legitimación el autor llega a los límites extremos. Dice «Ya vimos que existen
sistemas en que sólo a ciertas entidades, excluyendo a los particulares perjudica-
dos, se concede el derecho para iniciar y continuar el proceso de control. Otros,
más amplios, le conceden derecho de control a los particulares agraviados. Esta
amplitud llega a su máximo con el otorgamiento de la acción popular. Nos adheri-
mos al sistema completo o amplio de legitimación y desechamos al incompleto o
restringido. Así lo exige el sistema democrático.» También es partidario de un
sistema completo para controlar a todos los órganos y poderes y a todo ordena-
miento jurídico inferior a la Constitución. En su criterio, son objeto de control las
reformas constitucionales que violan los trámites fundamentales para realizarla y
las reformas a las disposiciones constitucionales de fondo declaradas irreformables,
por ser objeto únicamente de reforma por el poder constituyente. Advierte que
ciertas materias y órganos no son controlables: cuestiones políticas, declaracio-
nes de guerra, declaración del estado de emergencia, el poder electoral en deci-
siones sobre materia electoral (en Guatemala este último aspecto si es controlable
a través del amparo).

El autor analiza los principios que deben regir la justicia constitucional:


impulso oficial, informalidad, gratuidad, celeridad, buena fe, inmediación, derecho
a la legalidad constitucional, gravedad máxima por violación de la Constitución, no
convalidación de los actos violatorios a la Constitución, principios pro homine y pro
libertates, y aplicación de la disposición más favorable al recurrente.

Como elemento comparativo señalamos que en la Constitución Política de


Guatemala, según lo dispuesto en el artículo 204, «los tribunales de justicia en
toda resolución o sentencia observarán obligadamente el principio de que la Cons-
titución de la República prevalece sobre cualquier ley o tratado», pero el artículo 46
de la misma Constitución reza: «Preeminencia del Derecho Internacional. Se esta-
blece el principio general de que en materia de derechos humanos, los tratados y
convenciones aceptados y ratificados por Guatemala, tienen preeminencia sobre
el derecho interno».

Una de las partes más interesantes de la obra, y por supuesto también de


la doctrina y de las legislaciones, es la relacionada con la sentencia y la cosa

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juzgada. No podemos examinar en estas palabras liminares, todos los puntos de
los complicados problemas que de este aspecto se derivan. Simplemente indica-
remos lo que concierne a nuestro derecho, como enfoque comparativo, cuando se
mencionen los distintos procesos constitucionales que el autor trata de su obra.

También es importante en la obra la parte que se dedica al posible control


por actos y omisiones del poder legislativo, por ejemplo, en cuanto a los derechos
socioeconómicos establecidos en la Constitución, pero que no han recibido el de-
sarrollo legal adecuado para que tengan efectividad, o cuando el legislador está
obligado a emitir una ley (con plazo o sin plazo), pero no la emite. Igual considera-
ción puede hacerse en cuanto a la potestad reglamentaria del poder ejecutivo.
Igual sucede con las normas programáticas a cuyo amparo desean acogerse los
destinatarios de su aplicación. No cabe duda que en estos casos difíciles, a falta
de norma legal, es la jurisprudencia la que tendrá que señalar los cauces y cami-
nos adecuados de protección.

En los últimos capítulos de la obra ya se exponen los distintos mecanismos


de aplicación de la justicia constitucional en Nicaragua, lo que para esta región del
continente es de suma importancia, porque se trata de un autor centroamericano.
Hubiera sido mucho pedirle un estudio comparado, en la obra, de la posición de los
países del istmo centroamericano, pero el trabajo elaborado por Iván Escobar
Fornos, permite que cada estudioso del Derecho en nuestros países se tome el
empeño de hacerlo.

Trata primero del recurso por inconstitucionalidad, en cuanto a la materia


del recurso (objeto y vicios denunciables). Hay una afirmación importante al refe-
rirse a la Ley de Amparo reformada, en el párrafo que dice: «Pero es conveniente
advertir que el término de caducidad de dos meses de la acción popular da poco
margen para que sea ejercitada, convirtiéndose el sistema en marcadamente indi-
vidualista, porque el único recurso que puede ejercitarse posteriormente es el de
amparo en el cual en la pretensión debe fundarse en la violación de un derecho de
rango constitucional. La procedencia de los recursos de inconstitucionalidad y
amparo, fundados solamente en los perjuicios directos o indirectos por las violacio-
nes de los derechos y garantías consagradas en la Constitución, no se ajusta a
ésta».

Se refiere también a la competencia que, por no existir en Nicaragua un


Tribunal Constitucional permanente, la tiene la Corte Suprema de Justicia. Explica
la capacidad procesal y la legitimación activa, que la ejercitan los ciudadanos me-
diante la acción popular, por lo que ni los extranjeros ni las personas jurídicas
pueden interponer el recurso. En cuanto a la legitimación pasiva el recurso se
dirige contra el titular del órgano que emitió la ley, decreto-ley, decreto o reglamen-
to. Dice: «Por ejemplo, si la ley la emitió la Asamblea Nacional se dirige contra el
Presidente de la misma, que es su representante. El recurso se interpone contra el
Presidente de la República cuando éste emite el reglamento impugnado». Obvia-
mente también explica el procedimiento, en cuyos detalles no entramos. Pero es

19
importante el enfoque que se hace en cuanto a los efectos que la sentencia que
declara la inconstitucionalidad tiene para el futuro (ex nunc), porque esto le atribu-
ye a la sentencia efectos constitutivos. La contradicción la señala porque en la
Constitución de Nicaragua «no tienen valor alguno las leyes, tratados, órdenes o
disposiciones que se opongan a la Constitución».

Esta última situación es similar a la del régimen guatemalteco, porque nues-


tra Constitución en el artículo 175, párrafo primero, establece: «Ninguna ley podrá
contrariar las disposiciones de la Constitución. Las leyes que violen o tergiversen
los mandatos constitucionales son nulas ipso jure». Sin embargo, el Decreto nú-
mero 1-86 de la Asamblea Nacional Constituyente, en el artículo 140 estableció en
cuanto a los efectos de la declaratoria de inconstitucionalidad, lo siguiente: «Cuan-
do al sentencia de la Corte de Constitucionalidad declare la inconstitucionalidad
total de una ley, reglamento o disposición de carácter general, éstas quedarán sin
vigencia; y si la inconstitucionalidad fuere parcial, quedará sin vigencia en la parte
que se declare inconstitucional. En ambos casos dejarán de surtir efecto desde el
día siguiente al de la publicación del fallo en el Diario Oficial». Solamente, de
acuerdo con lo dispuesto en el artículo 142 de la referida ley, cuando se haya
decretado la suspensión provisional, los efectos del fallo se retrotraerán a la fecha
en que se publicó la suspensión. Claro, la incongruencia existe, pero por razones
de seguridad jurídica y de no afectación de derechos adquiridos, el legislador tomó
esta posición, y también debe recordarse que la ley en que se encuentran determi-
nados los efectos de la sentencia tiene carácter constitucional.

Son importantes en la obra las explicaciones sobre la forma en que puede


declararse la inconstitucionalidad en casos concretos, mediante la aceptación del
sistema conocido como difuso, a través del recurso de amparo «del cual conoce
directamente la Corte Suprema (previa interposición, por razones de facilidad, ante
un tribunal de apelaciones), sin que exista con anterioridad juicio ante autoridades
judiciales». Igualmente lo son sus relaciones con la casación y los efectos que
produce la sentencia, según los casos.

Desarrolla el autor en su obra el amparo y manifiesta: «La materia contra la


cual se recurre es amplia, pues comprende actos, disposiciones, resoluciones y
cualquier acción u omisión». Se regula como un recurso extraordinario. «La pre-
tensión del amparo -dice- es la petición del quejoso al órgano jurisdiccional para
que le restituya o preserve sus derechos, si el hecho contra el cual se recurre fuere
positivo; u obligado a respetar la ley y cumplir con lo que ésta exija». Agrega:
«Conforme este concepto nuestra Ley de Amparo es el instrumento legal mediante
el cual se ejerce el control de ordenamiento jurídico y de las actuaciones de los
funcionarios públicos para mantener y establecer el imperio de la Constitución
Política». En el amparo nicaragüense, según la obra, las partes son el quejoso o
recurrente, la autoridad responsable y los terceros interesados. Se indica: «Lo
pueden interponer las personas naturales, las personas jurídicas privadas o públi-
cas: las sociedades civiles o comerciales, las organizaciones no gubernamenta-
les, los sindicatos, el Estado y sus entes, las municipalidades, los partidos políti-

20
cos, el Procurador General de la República, y el Procurador de los Derechos Hu-
manos». El amparo debe dirigirse «contra la autoridad que ha violado o ha puesto
en peligro el derecho fundamental invocado por el recurrente en virtud de un acto,
disposición, resolución u omisión». No se acepta el amparo contra los particulares.
Se analiza en este capitulo lo relativo a los terceros interesados, al plazo de inter-
posición (que es de treinta días), a la competencia. En este aspecto el autor dice:
«La Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia es la competente
para conocer y fallar el amparo; pero, la Ley de Amparo comisionó al tribunal de
apelaciones donde no hay salas, o a la sala de lo civil donde existen, para que se
instruya las primeras actuaciones hasta la suspensión del acto inclusive». Explica
como se plantea, su tramitación y terminación. Estudia la sentencia, según que
sea estimatoria o desestimatoria. Respecto del discutido caso de las leyes
autoaplicativas, dice «Contra las leyes autoaplicativas se puede recurrir de amparo
o de inconstitucionalidad dentro de treinta días, de inconstitucionalidad dentro de
sesenta días, y de amparo después de vendidos esos plazos cuando se le aplique
al quejoso en el caso concreto».

No podemos, naturalmente, extendernos a todos los aspectos que se ana-


lizan en la obra al tratar del amparo, pero si debemos destacar que se le considera
como un recurso extraordinario y que no cabe contra las resoluciones de los fun-
cionarios judiciales en asuntos de su competencia. Esto lo decimos porque en el
sistema guatemalteco vigente, tanto la Constitución como la ley específica, al refe-
rirse a la justicia constitucional evitó hablar de recursos, se le da una amplitud
excesiva al amparo al establecerse que «no hay ámbito que no sea susceptible de
amparo», y se admitió (en la ley específica) el amparo judicial «si después de
haber hecho uso el interesado de los recursos establecidos por la ley, subsiste la
amenaza, restricción o violación a los derechos que la Constitución y las leyes
garantizan», lo cual, justo es reconocer, ha provocado una avalancha de amparos,
muchos sin fundamento, que entorpecen y prolongan los procesos, habiéndose
presentado recursos contra sentencias de casación en casos en que ya se ha
resuelto el fondo de las controversias. También, como la regulación guatemalteca
para el conocimiento de los amparos, se rige por el sistema de competencias,
todas las sentencias que se dicten en amparos en cualquiera de los tribunales de
justicia, admiten apelación ante la Corte de Constitucionalidad. Como dato históri-
co diremos que en el Derecho Constitucional guatemalteco, la introducción del
amparo se origina con la reforma decretada el 11 de marzo de 1921 a la Constitu-
ción liberal de 1879 (artículo 34).

En el penúltimo capítulo del autor trata sucintamente la exhibición perso-


nal, a la cual la Constitución nicaragüense le llama recurso. Tiene por objeto pro-
teger la libertad, integridad y seguridad de las personas. El autor expresa que se
ejercita por acción popular y desprovisto de mayores formalidades. Dice: «La
exhibición personal se da tanto contra las autoridades como contra los particulares
por actos restrictivos de la libertad personal. Creo que el particular que restringe la
libertad a que se refiere la ley puede ser una persona jurídica, contra la cual puede
entablarse el recurso de exhibición personal». Señala algunos inconvenientes en

21
la regulación de este recurso, por ejemplo cuando se trata de amenazas por deten-
ción ilegal, la exigencia de solicitar previo informe a la autoridad responsable, así
como el debilitamiento de la independencia del juez ejecutor por las responsabili-
dades a que se le sujeta. Cree que es necesaria una reforma ajustada a la realidad
y a los principios del Derecho Procesal Constitucional.

Siempre como alusión comparativa expresaremos que el habeas corpus,


como garantía típica de la libertad y de la seguridad de las personas, es la que
tiene más historia en Guatemala. Fue incorporado en los llamados Códigos de
Livingston, de efímera vigencia, durante el gobierno de Mariano Gálvez. Se llaman
así en honor al nombre del autor Eduardo Livingston, quien redactó cuerpos lega-
les similares para el Estado de Louisiana. Su efectiva promulgación tuvo lugar el
uno de enero de 1837. Cuando fueron derogados el 13 de marzo de 1838, se
dispuso que se conservara la garantía del habeas corpus. Esta noble y humana
institución ha perdurado hasta la fecha.

Finalmente, en su obra, el autor nos habla del habeas data. Nos dice: «El
habeas data es un proceso constitucional que se inicia con la acción que asiste a
toda persona para solicitarle a las autoridades judiciales la exhibición de los regis-
tros que llevan las autoridades o las personas privadas en los cuales aparecen sus
datos personales o los de su grupo familiar o étnico para que se los exhiban, ente-
rarse de su exactitud y de la razón de su existencia, y pedir su rectificación, supre-
sión o modificación si fueren inexactos o encierren una discriminación». Es de
reciente formulación. Se «deriva del derecho de una vida privada», es «una parte
sustancial del derecho a la intimidad, que se deriva a su vez del derecho a la
dignidad». Agrega que frente a la revolución informática pertenece a los derechos
humanos de la tercera generación. Enfoca las situaciones de legitimación activa y
pasiva. En cuanto a su aplicación en Nicaragua, dice: «En su aspecto sustantivo
aparece consagrado en el art. 25 de la Constitución aunque no con todos sus
perfiles. Tampoco existe una ley que lo reglamente y establezca las reglas de
procedimiento. No creo que tal situación sea un obstáculo para que se rechazada
la acción del habeas data, pues por analogía podrán aplicarse las reglas del ampa-
ro o del habeas corpus. No debemos olvidar que en muchos países el amparo fue
creación jurisprudencial. El esfuerzo de nuestra justicia sólo será de carácter pro-
cesal».

En Guatemala no está regulada la institución, pero si reconocido como un


derecho humano en la Constitución Política el acceso a archivos y registros estata-
les. Dice el artículo 321: «Toda persona tiene derecho de conocer lo que de ella
consta en archivos, fichas o cualquier otra forma de registros estatales, y la finali-
dad a que se dedica esta información, así como a corrección, rectificación y actua-
lización. Quedan prohibidos los registros y archivos de filiación política, excepto
los propios de las autoridades electorales y de los partidos políticos». No se
refiere a archivos o registros de particulares. A la primera norma no es imposible
darle eficacia, a través de criterios analógicos o de interpretación extensiva, a los
mecanismos de derecho procesal constitucional. En cuanto a los registros priva-

22
dos, tiene por el momento, que acudirse a los mecanismos procesales ordinarios
para pedir su exhibición, como fase preparatoria de cualquier otra acción.

Ya para terminar esta líneas, evoco el recuerdo de Eduardo J. Couture,


que con tanta devoción trató estos temas en nuestra América, y de Jaime Guasp,
que presentó el tema La Justicia Constitucional en España, en el Primer Congreso
Mexicano y Segundas Jornadas Latinoamericanas de Derecho Procesal (México,
1960), en donde sostuvo su existencia como aquella encargada del examen de
pretensiones apoyadas en normas de derecho constitucional y cuyas enseñanzas
y conocimiento personal, me motivó para escribir en el Libro Homenaje que se le
dedicó, el trabajo que titulé La lucha por la libertad a través del proceso, que se
refiere, precisamente, a las materias que se tratan en el libro que hoy prologo.

Estimo que aunque falta mucho que comentar de la obra, no se puede


extender más este prólogo. Deja muchas inquietudes para el que lo escribe y
motivos de profunda reflexión. Debemos congratularnos por este esfuerzo de un
talentoso estudioso del Derecho y expresarle nuestra más sincera y efusiva felici-
tación a IVAN ESCOBAR FORNOS.

Guatemala, 19 de enero de 1999

MARIO AGUIRRE GODOY *

* Magistrado de la Corte Suprema de Justicia de Guatemala, codificador,


autor de varias obras de Derecho y uno de los más notables procesalistas de
América Latina.

23
24
CAPITULO I

ESTADO DE DERECHO

SUMARIO: 1. El Estado de Derecho: A. Estado de Derecho liberal burgués.


B. Estado Social de Derecho. C. Estado democrático de Derecho. D. Estado Cons-
titucional de Derecho. E. Perspectivas de la democracia. 2. Condiciones para el
funcionamiento del Estado de Derecho: A. La opinión pública. B. Constitución es-
crita. C. Separación de poderes. D. Acciones contra los actos de las autoridades.
E. Reconocimiento y respeto a los derechos humanos.

1. El Estado de Derecho

El Estado de Derecho consiste en el sometimiento, la limitación y el control


del Estado por el Derecho. El gobierno de la ley y no de los hombres. Su fortaleci-
miento y práctica es el pan de todos los días. Como consecuencia, es incompatible
con todo tipo de caudillismo, absolutismo, totalitarismo o dictadura.

A. Estado de Derecho liberal burgués

El Estado de Derecho surge de la mano con el Estado liberal, razón por la cual se
le denomina Estado Liberal de Derecho, superando los antiguos Estados patriarcales,
patrimoniales, teocráticos y despóticos. Se generaliza con la Revolución francesa.

El Estado es de Derecho cuando su actividad y poder están sometidos y


controlados por el Derecho. Lo que impera es la ley como expresión de la voluntad
general y no de una persona, grupo o clase. No es la voluntad de un grupo o
persona lo que impera en el desenvolvimiento de toda la actividad estatal. Gober-
nantes y gobernados están sometidos al imperio de la ley.

La ley es la expresión manifestada por una asamblea o parlamento seleccio-


nado en elecciones libres y competitivas, e integrado por auténticos representan-
tes populares, responsables ante sus electores.

Es conveniente advertir que la existencia de un orden jurídico no convierte por ese


solo hecho al Estado en un Estado de Derecho, pues el Derecho podría estar al servicio
de un Estado totalitario o despótico, sin base en la división y limitación de poderes y el
respeto a la libertad y derechos fundamentales (como ocurre en los Estados fascistas y
comunistas), todo lo cual es contrario al Estado de Derecho.

Por lo expuesto se exigen varias condiciones para la existencia del Esta-


do de Derecho: el imperio de la ley, la separación de poderes, el establecimien-
to de derechos, libertades fundamentales y las garantías de su cumplimiento, y
una opinión pública sana. Estas son las condiciones que gozan de mayor acep-
tación en la doctrina (aunque algunos autores exigen otras), y sobre ellas haré
un breve análisis.
25
B. Estado Social de Derecho

El fracaso del fascismo, las necesidades del desarrollo técnico, social y eco-
nómico y la influencia de las ideas sociales, impulsan a dar un paso adelante creán-
dose el Estado Social de Derecho, pero con características particulares: son con-
sagrados en las constituciones los derechos sociales y económicos, el Estado
crece en volumen, interviene para promover el bienestar y la igualdad de oportuni-
dades, crea los organismos de defensa y de beneficencia o de aseguramiento
para los obreros, pobres y discapacitados, aparece el Derecho Social1 y el Dere-
cho Público2 ensancha su ámbito avanzando sobre las fronteras del Derecho Pri-
vado. Todo lo expuesto da origen a un ejecutivo fuerte, intervencionista y a la
cabeza del gobierno.

1
Para Gustavo Radbruch el Derecho Social no es simplemente la idea de un Derecho especialmente
destinado a las clases bajas, pues su alcance es mucho mayor. Lo considera como una forma estilística
del Derecho, entre las cuales incluye y estudia los temas del Derecho Subjetivo y Derecho Objetivo,
Derecho Público y Derecho Privado, y Derecho Material y Derecho Formal. Los cambios que marcan
época en la historia del Derecho se dan por la transformación que sufre la imagen del hombre, tal como
lo concibe el legislador. La concepción individualista toma como imagen al homo oeconomicus, el cual
en la realidad coincide con la figura del comerciante, desligada de los compromisos sociales y egoísta. El
Derecho Individualista trata a todo sujeto de derecho como un comerciante y tiene como modelo de
avanzada de todo el Derecho Civil al Derecho Comercial. Señala las manifestaciones siguientes: en el
proceso civil, donde más se destaca esta forma individualista del estilo del Derecho, las partes en pie de
igualdad y sin ayuda del juez que permanece como espectador, contienden como si fueran dos jugado-
res de ajedrez de fuerzas equilibradas, dos adversarios guiados por el egoísmo; en el campo del Dere-
cho Penal ha cobrado expresión la teoría de la coacción psíquica, según la cual los hombres a quien se
dirige el Derecho Penal saben calcular consecuentemente lo agradable o desagradable de los delitos por
ellos planeados; en el campo del Derecho Político con la teoría del contrato social; para el concepto
jurídico individualista de “persona”, fundado en un concepto igualitario, donde se equilibran y nivelan las
diferencias entre los hombres, son “personas” los pobres (débiles) y los ricos (poderosos) y se compen-
dian la igualdad jurídica, la libertad de ser propietario y la libertad igual de contratación, todo lo cual, en la
realidad social, produce una desigualdad que da lugar al capitalismo con un poder superior al socialmen-
te impotente. Por el contrario el Derecho Social toma como modelo al hombre colectivo, con vínculos
sociales, no aislado. Tiene como modelo y motor al Derecho Económico y al Derecho del Trabajo.
Ambos son diferentes. El Derecho Económico se propone coartar la prepotencia social de ciertas fuer-
zas económicas mediante leyes sobre los consorcios industriales y comerciales, mientras el Derecho del
Trabajo aspira a proteger la impotencia social. Presenta las características y manifestaciones siguientes:
a) El concepto de igualdad individualista se desdobla y toma en cuenta las particularidades de la perso-
na. El Derecho Social no conoce simplemente “personas”, sino, por ejemplo, patrones y obreros. b) El
Derecho Penal no conoce solamente “delincuentes”, conoce delincuentes de ocasión y habituales, delin-
cuentes corregibles e incorregibles, delincuentes plenamente responsables y parcialmente responsa-
bles, delincuentes juveniles y delincuentes adultos. c) En la formación de los tipos anteriores se desta-
can el poder y la importancia para dar protección a la impotencia y ponerle trabas a la prepotencia. d) La
idea central del Derecho Social no es la igualdad, sino la nivelación de las desigualdades que entre las
personas existen. La igualdad deja de ser punto de partida para convertirse en una meta o aspiración del
ordenamiento jurídico. e) La economía no puede dejarse al libre juego de las fuerzas en pugna, o sea, a
las normas del Derecho Privado. f) Surge la tendencia publicista del Derecho Privado, o sea la injerencia
en éste del Derecho Público, como se manifiesta en las leyes de inquilinato, tarifas y vigilancia de
precios. g) Las relaciones jerárquicas entre Derecho Público y Derecho Privado cambian. En el Derecho
Individualista el Derecho Público no tiene más función que proteger al Derecho Privado; en cambio el
Derecho Social sólo deja al Derecho Privado un campo de acción limitado, condicionado y revocable,
dentro del todopoderoso Derecho Público. h) En Austria, por inspiración de Klein, se estableció en mate-
ria procesal un proceso socialmente orientado. i) En materia de Derecho de Familia, el Derecho Público
siempre ha tenido gran influencia. (“Introducción a la Filosofía del Derecho”. Fondo de Cultura Económi-
ca. México, 1998, pág. 157-164).
2
La distinción entre Derecho Público y Derecho Privado no ha existido en todo tiempo; por ejemplo, en la
Edad Media no se conocía. Por otra parte, no necesariamente tienen que coexistir. Por ejemplo, en una

26
La primacía del ejecutivo da lugar para criticar al parlamentarismo de ineficaz.
A tal crítica tampoco se escapan los partidos políticos y otras instituciones libera-
les.

Dentro de esta corriente se piensa que no es el parlamento clásico, lento y


con reducida especialización, el indicado para la función inmediata y directa de la
actividad económica y social, sino que lo es el ejecutivo a través de la Administra-
ción y sus técnicos, lo que ha dado lugar a llamar a este tipo de organización social
de Estado como “Estado Administrador” o “Estado de la Administración”.

El ejecutivo fuerte de este tipo de Estado reclama día a día legislar, lo que ha
dado lugar a la delegación legislativa, en receso del congreso, en el poder ejecuti-
vo. De éste también puede emanar una amplia gama de regulaciones normativas
de carácter general.

Esta situación coloca al individuo en una relación de dependencia frente al


Estado, lo cual le resta movilidad y libertad. De aquí la imperiosa necesidad de
terminar con las discrecionalidades de la administración pública y establecer un
control contencioso administrativo.

El Estado Social de Derecho, denominado también “Estado de Bienestar”, se


ha considerado como un adelanto histórico, el cual representa el juego conjunto
del capitalismo como forma de producir y el bienestar social general. Es el
neocapitalismo3 del Welfare State de Franklin D. Roosevelt.

Se acusa a este tipo de Estado de priorizar la técnica como factor indispensa-


ble del desarrollo económico y social. Sus partidarios consideran que la política y
las ideologías son un estorbo. El Estado debe ser controlado por los técnicos (tec-
nocracia), apartando a los políticos, aunque éste no es un criterio uniforme de los
simpatizantes de este tipo de Estado. Se dice que el Estado Social de Derecho
está en crisis por ser complicado y caro.

sociedad extremadamente socialista el que impera es el Derecho Público y en una sociedad anarquista
solo existiría el Derecho Privado. Las fronteras de ambos derechos son movibles y difíciles de determi-
nar. En Roma se distinguieron ambos Derechos. Será público si aprovecha a la colectividad y privado
cuando aproveche al individuo. Publicum jus est, quod ad astatum rei romanoe specta; privatum quod ad
singulorum utilitatem pertinet (Público es aquel que se refiere al estado de la cosa romana; privado es
aquel que corresponde a la utilidad de los particulares); o según la traducción de Ortolan: “Se llama
Derecho Público el que trata del gobierno de los romanos, y Privado el que se refiere a la utilidad de los
particulares. En la actualidad la distinción se funda en que el Derecho Privado actúa sobre un plano de
relaciones de igualdad, mientras que el Derecho Público se refiere a relaciones entre subordinados y
superiores. Unas veces prevalece el Derecho Público sobre el Derecho Privado y otros el Derecho
Privado sobre el Derecho Público. En la época del Derecho Social se mantiene la distinción, pero surgen
nuevas zonas que no pueden ser enmarcadas en ninguna de ellos, como el Derecho del Trabajo y el
Derecho Económico, por lo que se ha llegado a sostener que contienen normas de ambos Derechos. El
tema es complicado de tal suerte que ciento cuatro criterios de distinción se han ensayado y para todos
existen críticas.
3
El concepto “neocapitalismo” no es unívoco. Se emplea tanto como sinónimo de “capitalismo social”
como de “capitalismo salvaje” o capitalismo sin controles.

27
Declaran expresamente el Estado Social de Derecho las Constituciones de
Nicaragua4 , Colombia5 y Paraguay6 . En otras, aunque no lo declaren expresa-
mente, por su contenido constituyen también un Estado Social de Derecho.

C. Estado democrático de Derecho

Se considera que el Estado de Bienestar no ha logrado superar la enajena-


ción de las masas ni suprimir o disminuir la desigualdad social en el ámbito nacio-
nal ni internacional. La oligarquía sigue controlando el capital y el poder.

Por tal razón se estima que el Estado de Bienestar no es suficientemente


democrático, y se propone la creación del Estado democrático de Derecho funda-
mentado en una estructura económica socialista, la cual consiste en la participa-
ción real en los fondos sociales excedentes, la decisión sobre las inversiones por
medio de la planificación democrática y la socialización flexible de los medios de
producción.

Este tipo de Estado se estructura respetando las condiciones fundamentales


del Estado de Derecho: imperio de la ley como expresión de la voluntad popular;
división de poderes y legalidad de la administración; respeto, garantía y realización
material de los derechos y libertades fundamentales.

Este tipo de Estado es un poco utópico y de poca aceptación. Además puede


conducir al totalitarismo como sistema de control de toda la vida nacional.

D. Estado Constitucional de Derecho

Con la supremacía de la Constitución, su rigidez y el establecimiento del con-


trol de la constitucionalidad del ordenamiento jurídico y de los actos, resoluciones,
disposiciones de las autoridades y hasta de los particulares, surge el Estado Cons-
titucional de Derecho.

La primacía de la ley la ocupa la Constitución, a la cual deben someterse los


poderes del Estado y los particulares. Todo el ordenamiento jurídico está sometido
a y condicionado por la Constitución. Además, todo el ordenamiento jurídico debe
interpretarse a la luz de sus disposiciones y valores. Los políticos y constitucionalistas
hablan de un destronamiento de la ley por la Constitución y del gobierno de los
jueces.

El Estado Constitucional de Derecho es un perfeccionamiento del Estado de


Derecho, mediante el cual la Constitución se impone sobre el ordenamiento jurídi-
co y propugna el cumplimiento efectivo de las cláusulas constitucionales. No se

4
Art. 130 Cn.
5
Art. 1
6
Art. 1

28
opone al Estado de Derecho, por el contrario, mantiene sus principios fundamenta-
les, entre otros el de la legalidad, la división de poderes y la consagración de los
derechos y libertades fundamentales y sus medios de garantía y defensa.

Dentro del desarrollo del control constitucional han surgido las figuras, institu-
ciones y situaciones siguientes: una jurisdicción constitucional encargada funda-
mentalmente de controlar el cumplimiento de la Constitución; la creación de tribu-
nales constitucionales especiales7 ; la aparición de una copiosa jurisprudencia, en
buena parte creativa y propulsora de los cambios políticos, sociales y económicos,
que está logrando un mejor cumplimiento de las disposiciones constitucionales; la
defensa de los derechos humanos es más efectiva; se han creado una serie de
procesos e instituciones de protección como el recurso de inconstitucionalidad, el
habeas corpus, el amparo, el habeas data, etc.; se avanza en la consolidación de
la calidad normativa efectiva de las cláusulas constitucionales principalmente las
programáticas, y en la aceptación de la inconstitucionalidad por la omisión legisla-
tiva; el Derecho Procesal Constitucional parece ganar su autonomía; buena canti-
dad de juristas se especializa en esta materia y aparece en las librerías abundante
bibliografía; algunos tribunales ordinarios, como la Suprema Corte de los Estados
Unidos, prácticamente solo conocen de las cuestiones constitucionales, a seme-
janza de un tribunal constitucional; se abre un nuevo horizonte de esperanza en el
cual paulatinamente las cláusulas constitucionales dejen de ser sólo promesas
que no se cumplen.

7
Expresa Jean Rivero que las causas que dieron lugar a la creación de los Tribunales Constitucionales son
varias: a) El federalismo en el inicio; la conciencia y necesidad de defender los derechos humanos,
surgidos después de la Segunda Guerra Mundial, de lo cual son ejemplo Alemania e Italia, al ser los
primeros en crear controles de defensa. b) La transformación de la ley: la ley frecuentemente no es más
que la expresión de la voluntad gubernamental aprobada por una mayoría solidaria. c) La ley se hace
cada vez más técnica, escapando del control efectivo del Parlamento porque el técnico es el único que
se encuentra en condiciones de fijar su contenido. d) La teoría de la representación política de la voluntad
del ciudadano por el elegido tiende a difuminarse progresivamente en la realidad, al tomar conciencia el
elector de que definitivamente el elegido actúa para sí mismo y no actúa para él. En la avalancha de
leyes, cada vez más técnicas y complejas y conformadas por la voluntad gubernamental, no reconoce su
voluntad. Actualmente el ciudadano dice de la ley «ellos han querido» y no «nosotros hemos querido».
Ello representa un cambio de ciento ochenta grados. Lo expuesto conduce a tomar conciencia de la
necesidad de proteger los derechos fundamentales incluso frente a la ley. La vieja idea, que dominó todo
el liberal siglo XIX de “la protección de la libertad por la ley», tiende a ser sustituida por la idea experi-
mental de “la necesidad de la protección de las libertades contra la ley». Tal evolución hace posible la
aceptación de una autoridad superior al legislador, de una autoridad encargada de imponer al legislador
el respeto a la Constitución. La sumisión del legislador a la Constitución apareció como una revolución
y como la última etapa de la constitución del Estado de Derecho, pero tal revolución ha culminado, pues
existe conciencia de la necesidad de una defensa de los derechos fundamentales frente a la ley por los
Tribunales Constitucionales, la cual se ha convertido en uno de los componentes del Derecho Público
común europeo. ( A Modo de Síntesis. Obra Colectiva. Coloquio organizado en Aix en febrero de 1981,
por la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de Aix-Marseille, con la colaboración de la Facultad de
Derecho de Tübingen y del Instituto Universitario Europeo de Florencia. Tribunales Constitucionales
Europeos y Derechos Fundamentales. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1984, págs. 665 a
667).

29
E. Perspectivas de la democracia

Norberto Bobbio8 , confía en la supervivencia de la democracia, pero señala


seis de las falsas promesas que encierra: a) El Estado sin cuerpos intermedios,
donde el individuo es el sujeto político, se ha convertido en una sociedad con
cuerpos intermedios compuestos por grandes organizaciones, sindicatos, partidos
políticos, etc., que son los protagonistas de la vida política de la sociedad democrá-
tica, dando lugar a una sociedad pluralista con varios centros de poder (poliarquía),
que sustituye al modelo del Estado democrático basado en la soberanía popular
como único centro de poder. A la sociedad prometida la denomina centrípeta y a la
que subyace la denomina centrífuga (pluralista). b) La representación política de la
nación que excluye el mandato obligatorio de los grupos de intereses o electores,
aunque consagrado en la mayoría de las constituciones, ha sido burlada, lo que se
traduce en la superioridad de la representación de los intereses sobre la represen-
tación política, dando lugar a un tipo de relación entre los intereses contrapuestos
y el parlamento, denominado sistema social neocorporativo, caracterizado por una
relación triangular entre el gobierno como mediador o árbitro entre las partes socia-
les. c) Persisten todavía las oligarquías. d) La democracia tiene espacio limitado al
no penetrar a ciertos espacios como la empresa y el aparato administrativo, agre-
gado al sindicato, a los partidos políticos y a los colegios profesionales, etc. e) La
persistencia del poder invisible, a pesar de haberse prometido su eliminación. Existen
mafias, camorras, servicios secretos no controlados, los que a su vez tienen un
extraordinario poder de control sobre los ciudadanos a través de la electrónica. f)
La sexta falsa promesa se refiere a la educación ciudadana, la cual todavía tiene
niveles bajos. El ciudadano permanece apático ante el proceso político y en las
elecciones la abstención es muy sensible.

Estas promesas, sigue expresando Bobbio, no se cumplieron porque la de-


mocracia se pensó para una sociedad menos compleja que la actual y señala tres
obstáculos: a) La aparición de la tecnocracia que penetra en las esferas del gobier-
no. El peligro consiste en el dominio de la tecnocracia, la cual es contraria a la
democracia. b) El crecimiento del aparato estatal, y paralelamente, de la burocra-
cia, organizada en forma jerárquica en donde el poder viene de arriba hacia abajo
y no como en la democracia, de abajo hacia arriba, aunque no deja de reconocer
que la democratización del Estado viene acompañada con el aumento de la buro-
8
El Futuro de la Democracia. Fondo de Cultura Económica. México, 1984, p. 14 y sigts. Para Radbruch
existen distintas clases de democracia: a) La democracia directa y representativa. La primera sólo
puede desarrollarse en estados pequeños como los cantones suizos. En la democracia representativa
caben modalidades de la democracia directa: plebiscitos y votaciones populares. b) Democracia funda-
da en la división de poderes y democracia parlamentaria. En ésta el gobierno depende de la confianza
del parlamento. El monarca, el presidente, son figuras meramente representativas, sin que pueda apre-
ciarse ninguna diferencia entre monarquía parlamentaria y república parlamentaria. Es profunda la dife-
rencia entre la democracia parlamentaria y la basada en la división de poderes. En ésta, por ejemplo en
los Estados Unidos de América, el poder ejecutivo se encuentra rigurosamente separado del poder
legislativo y los secretarios de Estado son libremente designados por el presidente elegido por el pueblo,
sin que sea necesaria la confianza del parlamento. c) Democracia centralizada y democracia descentra-
lizada. A la primera corresponde el Estado unitario, aunque admite una descentralización en provincias
o alcaldías. La segunda se manifiesta en el Estado Federal en sus diferentes grados. (Ob. cit., págs. 169
y 170).

30
cracia, principalmente en el Estado Benefactor. c) El escaso rendimiento de la
democracia en su conjunto, tema debatido en la denominada ingobernabilidad de
la democracia. El Estado libera del sistema político a la sociedad civil, la cual hoy
está mejor organizada y amparada en las libertades de prensa, de reunión, y aso-
ciación, además es fuente inagotable de peticiones al gobierno, de beneficios, ven-
tajas, mejor distribución de las riquezas, empleo, salud, educación, etc. Estas peti-
ciones se presentan con frecuencia y con la exigencia que sean decididas en for-
ma rápida, los cuales son difíciles de adecuarse a las posibilidades del poder por
falta de recursos o lentitud del sistema. Termina expresando su confianza en la
democracia a pesar de sus defectos y señala la expansión mundial de la democra-
cia y la conservación de sus contenidos mismos. Señala los esfuerzos que deben
hacerse para mejorarlos.

2. Condiciones para el funcionamiento del Estado de Derecho

El Estado de Derecho es una de las creaciones de mayor importancia de la


ciencia política. Partiendo de la República de Weimar, y principalmente después
de la Segunda Guerra Mundial, muchos países se organizaron bajo el Estado So-
cial de Derecho, que incorpora y promueve la aplicación de los derechos sociales
y es un auténtico Estado de Derecho.

Esta forma de organización política termina con el poder omnímodo sintetiza-


do en expresiones como: “El Estado soy yo” (Luis XIV). “Dentro de la revolución
todo, fuera de la revolución, nada” (Fidel Castro). “Palo y plomo” (Daniel Ortega).
Significa el desplazamiento del centro de gravedad del poder político del gobierno
absoluto al pueblo soberano.

Lo que se pretende con esta figura es el sometimiento del Estado al Derecho,


el cual pasa así a regular las actividades de los gobernantes y gobernados. El
imperio del Derecho es su finalidad sustancial.

Los autores han propuesto diferentes formas para asegurar el postulado del
Estado de Derecho9 ; pero se acepta por lo general que son cuatro las instituciones
que garantizan su funcionamiento: la opinión pública; la separación de poderes;
una Constitución escrita; y las acciones contra los actos de las autoridades.

A. La opinión pública

Una vigorosa opinión pública contribuye al buen funcionamiento del Estado


de Derecho. Los partidos políticos10 , los grupos de presión, el capital, los sistemas
9
Elías Díaz señala cuatro elementos: a) imperio de la ley; b) separación de poderes; c) sujeción de la
administración a la ley y control judicial de la legalidad de sus actos; y d) existencia de derechos y
garantías fundamentales, sus medios de defensa y realización material de los mismos (Estado de Dere-
cho y Sociedad Democrática. Edicusa, Madrid, 1966, págs. 17 y sigs.)
10
Radbruch ataca la democracia formal fundada en el relativismo que defiende Kelsen, el cual consiste en
entregar el gobierno del Estado a la voluntad del gobierno que en un momento dado representa la
mayoría. El Estado aparece como neutral a todas las ideologías. Piensa que así se explica que en

31
de enseñanza, los medios de comunicación social, los sistemas electorales, deben
colaborar honestamente, sin manipulaciones y monopolios, en la formación de una
opinión pública sana y constructiva.

La opinión pública y el derecho a la resistencia o sublevación, como último


recurso, son medios políticos que sirven para defender el cumplimiento y respeto
de la Constitución.

En la época del sandinismo no existían condiciones para el funcionamiento


de una opinión pública sana, pues buen número de medios de comunicación social
pertenecían al Estado, no existía la libertad de prensa y expresión, los partidos
políticos estaban casi destruidos, los sistemas y organismos electorales no eran
aceptables11 , la enseñanza la controlaba y orientaba el Estado en forma partidista.

Actualmente estamos en una transición firme hacia la democracia y el esta-


blecimiento del Estado de Derecho en Nicaragua, pero todavía existen grupos
oligárquicos, los principales medios de difusión escritos pertenecen a pocas fami-
lias; los partidos comienzan a organizarse y fortalecerse, etc. No obstante los de-
más medios de información están distribuidos en un aceptable equilibrio, lo que
contribuye a mejorar la opinión pública.

Alemania una mayoría antidemocrática se apoderara del Estado en 1933. Pero afirma que la democra-
cia no es ajena a las concepciones políticas, sino una política propia y peculiar. Coloca a la libertad como
la suma y compendio de todas las intenciones democráticas. Es sustancial en la democracia que la
autoridad del Estado emane del pueblo por medio de elecciones. Las postulaciones, las elecciones, las
votaciones y los programas sólo son posibles, sólo los pueden llevar a cabo, los partidos políticos. Por
tal razón la democracia del pueblo es inseparable del régimen de los partidos. Atentar contra la existen-
cia o el libre funcionamiento de los partidos es atentar contra la democracia. Critica el sistema de
partidos en ese entonces vigentes por dos razones: a) El número excesivo de partidos lleva a la necesi-
dad de gobiernos de coalición los cuales, en vez de concretarse a la labor de dirigir y gobernar, viven
constantemente preocupados por el recuento de votos parlamentarios en que se apoyan, por el temor
del fraccionamiento. Sólo son gobiernos fuertes aquellos que tienen una mayoría absoluta, la que supo-
ne la existencia de dos partidos solamente (como en Estados Unidos e Inglaterra); b) La rigidez de los
partidos alemanes, cerrados ideológicamente, destinados a disfrutar una hegemonía permanente. Es-
tos vicios obedecen a una concepción falsa del elector. Elegir no es manifestar una profesión de fe, sino
decidir qué partido ha de gobernar. De esta falsa concepción nace el régimen del voto proporcional. Por
tal razón el sistema más recomendable es el voto por cada candidato y por mayoría absoluta. (Ob. cit.
págs. 165 a169).
11
Históricamente el negocio funcionó así: el pueblo se toma el poder por la violencia y un grupo pasa a
controlar los poderes del Estado (incluyendo el electoral) y la vida económica, política y social del país.
Desde esa posición de ventaja celebra elecciones no libres en las que de antemano tiene asegurado el
control abrumador de los poderes legislativo y ejecutivo. Estos, a su vez, generan a los otros dos: el
judicial y el electoral. Una máquina de tal envergadura era difícil desmontar, más aun cuando se funda en
el marxismo-leninismo, pues está diseñada para la dictadura. Los países democráticos la aceptaban
como a uno de los grandes sistemas políticos mundiales que justifican una forma diferente de vida y
organización a la que debe respetarse sobre la base del principio de la autodeterminación de los pueblos.
En Nicaragua el sistema caló hondo y mucho sacrificio representará desarraigarlo. Hoy contamos con
una democracia sobre bases más sólidas.

32
B. Constitución escrita

Es preciso una Constitución escrita que consagre los derechos fundamenta-


les y además no se violen por el Estado12 o, en su defecto, una Constitución no
escrita sólida y respetada, como la inglesa.

Para el buen funcionamiento del Estado de Derecho no sólo se exige que la


Constitución sea escrita, sino también que sea rígida, porque el legislativo debe
estar sometido a ella. Según parece, es de la esencia de las constituciones escri-
tas ser rígidas13 .

En una Constitución flexible, el poder legislativo no tendría limitaciones en


cuanto a la modificación o reforma de la Constitución en el aspecto sustantivo,
aunque para hacerlo podría estar sometido a procedimientos especiales.

C. Separación de poderes

En virtud de esta teoría, el poder político se descentraliza y distribuye entre


órganos que tienen funciones específicas y limitadas. Así se evita que el poder
quede concentrado en manos de una sola persona o grupo, o de cualquiera de los
otros poderes del Estado.

Aunque ha sido objeto de muchas críticas, su funcionamiento ha brindado


benéficos frutos y hasta el momento no aparece otra que la sustituya como pieza
fundamental de la democracia.

12
La Comisión Permanente de Derechos Humanos de Nicaragua y otras de carácter internacional dieron
cuenta de las frecuentes y numerosas violaciones de los derechos humanos durante el régimen sandinista.
También durante el gobierno de doña Violeta Barrios Vda. de Chamorro se violaron los derechos huma-
nos. No se puede olvidar que el respeto de los derechos humanos es un trofeo ganado por el pueblo en
su lucha por la libertad, y no una concesión graciosa del Estado a los gobernados. Así funciona en la
realidad, a pesar de que el Estado y el Derecho están al servicio del hombre y no al contrario. Por eso los
pueblos deben reclamarlos en una lucha a fondo y para todos, porque la libertad es como la virginidad,
que no tiene términos medios. Una vez que se obtiene ese don hay que conservarlo con celo, como
Minerva con su castidad, la cual poniendo las manos a Tiresias le cegó por haberla sorprendido en el
baño, aunque le concedió la visión interna, y resistió los intentos de violación de Vulcano; como Diana,
quien también cuidadosa de su castidad convirtió a Acteón en ciervo para que fuera devorado por su
propia jauría de perros porque lo sorprendió bañándose en un arroyo; como Vesta, que juró ante Júpiter
eterna virginidad; como la bella pastora Marcela del “Don Quijote”, que defendió admirablemente su
castidad y libertad destrozando corazones.
13
Para Segundo V. Linares Quintana la concepción de la Constitución escrita exige sustancialmente que
sea rígida, de lo que deduce que toda Constitución escrita es necesariamente rígida, y viceversa, aun-
que admite la opinión del profesor francés Laferriere de que existen casos en que es posible reformar la
Constitución por el mismo procedimiento de la ley ordinaria cuando no se señalan procedimientos espe-
ciales, lo que se produce en forma excepcional. Esta excepción confirma la regla general de la rigidez de
la Constitución escrita (Tratado de Derecho Constitucional. Ob. cit., Parte General, t. II, pág. 105; cfr.
Supra nota 5)

33
La separación de poderes consagrada en la Constitución de los sandinistas
es más aparente que real, pues creó un ejecutivo sumamente poderoso que ani-
quilaba a los otros y destruyó las bases de dicha teoría14 .

D. Acciones contra los actos de las autoridades

Se conceden estas acciones para que los gobernados pidan al órgano com-
petente revisar, reformar o anular los actos ilegales o inconstitucionales que les
perjudiquen. Operan estas acciones dentro de la jurisdicción constitucional y la
contenciosa administrativa, dando pie a la creación de dos ramas autónomas del
Derecho Procesal bajo los nombres de Derecho Procesal Constitucional y Dere-
cho Procesal Administrativo.

Nicaragua nunca ha tenido una jurisdicción contenciosa administrativa por la


cual se controle en sede judicial la legalidad de la actuación de la administración.
Se instituyó en los artículos 303 y 304 Cn. de 1974, pero nunca se reglamentó.
Nuestro constitucionalismo ha consagrado solamente el amparo como medio final
para impugnar las resoluciones surgidas en los procedimientos administrativos,
pero sólo cuando se viola la Constitución y no la normativa ordinaria.

La ausencia de la jurisdicción contenciosa administrativa, y los términos


limitativos de la Ley de Amparo vigente, dejan al pueblo nicaragüense sin los sufi-
cientes medios procesales para la defensa de sus derechos frente al Estado15 .

Sin embargo, en la actualidad se está discutiendo en una comisión especial


de la Asamblea Nacional un proyecto de Ley de lo Contencioso Administrativo.

E. Reconocimiento y respeto de los derechos humanos

El reconocimiento y protección a los derechos humanos es una condición


sine qua non de la existencia del Estado de Derecho.

14
Cfr. Iván Escobar Fornos. Panorama Procesal. Revista Jurídica de la Barra de Abogados No. 3. 1998.
Nota 39, pag. 47. Según Maurice Duverger, para que un régimen político merezca el nombre de demo-
cracia ha de contar con cuatro elementos: la definición de las libertades públicas y de garantías privadas
inherentes a los derechos humanos; la existencia de un parlamento legislativo elegido por sufragio uni-
versal; la separación entre el parlamento y los gobernantes, que deben ceñirse a sus textos legislativos
y presupuestarios; y la presencia de autoridades jurisdiccionales fuertes e independientes. (Europa de
los Hombres. Una Metamorfosis Inacabada. Alianza Editorial. Madrid, 1995, pág. 138).
15
Aunque parezca paradójico, sostuve en tiempos del sandinismo que en Nicaragua necesitábamos de
una revolución, pero pacífica. Una revolución para exterminar el despilfarro y la corrupción administrati-
va; para suprimir el ejército o reducirlo a las realidades económicas, creando en su lugar una policía
encargada de la seguridad de las personas y del Estado y una policía judicial adscrita al poder judicial;
para crear la carrera judicial; para establecer una verdadera carrera administrativa (servicio civil), pues la
actual es solamente la perpetuación del sandinismo; para hacer una reforma agraria integral, en la cual
el sujeto agrario sea dueño de la tierra; para establecer una moderna economía de mercado; para con-
ceder la autonomía municipal; para modernizar el poder judicial; para modernizar los códigos y leyes;
para crear un órgano defensor de los pobres, de los derechos humanos, del consumidor y del ambiente
que desempeñe el papel de un verdadero Prometeo; etc. Para crear un Estado libre, ágil y moderno, casi
todo está por hacerse.

34
El reconocimiento de estos derechos se hace en la parte dogmática de las
constituciones. En Nicaragua, la Constitución de 1987 y sus reformas los recono-
cen, fundamentalmente, en el Título IV: Derechos, Deberes y Garantías del Pueblo
Nicaragüense, aunque existen disposiciones referidas a ellos en otras partes de
este cuerpo normativo. Además, el art. 46 Cn. establece la plena vigencia de los
derechos consignados en varias convenciones y tratados internacionales de dere-
chos humanos, tales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y otros; el art. 71
Cn. da plena vigencia a la Convención Internacional de los Derechos del Niño y la
Niña.

La efectividad de tales derechos se logra mediante diversos mecanismos


jurisdiccionales, institucionales y políticos: Las garantías al debido proceso; la crea-
ción del Defensor del Pueblo o Procurador de los Derechos Humanos; el amparo;
el recurso de inconstitucionalidad de la ley, decreto o reglamento; el habeas cor-
pus; el habeas data; la acción de organismos no estatales de promoción y defensa
de los derechos humanos; la educación de los ciudadanos en el contenido y valo-
res de los derechos humanos y la Constitución, etc.

35
36
CAPITULO II

FUNDAMENTACION, FUNCION Y DEFENSA DE


LOS DERECHOS HUMANOS

SUMARIO: 1. Fundamentación. 2. Carácter tridimensional: A. El Estado y los


derechos humanos. B. Relación entre los derechos humanos. C. Internacionalización
de los derechos humanos. 3. Constitucionalismo clásico y social. 4. Defensa y
cumplimiento. A. Garantías políticas. B. Garantías normativas. C. Garantías juris-
diccionales.

1. Fundamentación

Ya sea por su razón o inteligencia, ya sea por su imagen y semejanza al


Creador, las personas tienen libertad y derechos inherentes a su condición huma-
na, irrenunciables y anteriores al Estado. Ellos establecen facultades, derechos y
condiciones para que las personas puedan obtener una vida digna, libre e igual.
Sólo así pueden desplegar sus fuerzas físicas, morales e intelectuales para la rea-
lización de sus aspiraciones, planes y la búsqueda de la felicidad1 .

1
En su «Síntesis del Coloquio», Jean Rivero, expone que le parecen comunes a todas las jurisdicciones
constitucionales varios problemas. El primero se refiere a la necesidad de determinar qué derechos
tienen que ser asegurados y protegidos. Ello representa el problema de la noción y contenido de los
derechos fundamentales. Considera el concepto de “derecho fundamental” como vago, poco preciso.
Encuentra dificultad de establecer cuáles no son fundamentales y las relaciones con los derechos del
hombre y las libertades fundamentales. Sin embargo, cree encontrar un núcleo sobre el que existe
acuerdo en cuanto al contenido de los derechos fundamentales: la esencia de las libertades clásicas, las
libertades inherentes a la dignidad de la persona. Pero encuentra una nebulosa a partir de este núcleo.
Como primer problema se refiere a los derechos sociales, los cuales no son de su agrado por las razones
siguientes: a) Todos los derechos son sociales, son vividos en y por la sociedad. b) Desde su punto de
vista, los derechos sociales se dividen en dos categorías de derechos jurídicamente diferentes: de una
parte, la libertad de huelga, la libertad sindical (hermana de la libertad de asociación) y, de otra, los
derechos de crédito como posibilidades de exigir de la sociedad un cierto número de prestaciones posi-
tivas. Es con relación a los derechos de crédito («derechos a...”, en oposición a “derecho de...») que
surge la dificultad de establecer sus garantías según el mismo esquema aplicable a las libertades funda-
mentales. El problema se complica con el surgimiento de nuevos derechos, los de la tercera generación.
Después de las libertades clásicas del siglo XVIII, después de los derechos posteriores a la Segunda
Guerra Mundial, surgen los derechos de la tercera generación que agrupan el derecho a la paz, el
derecho a un medio ambiente equilibrado y muchos otros. Esta inflación, como toda inflación, amenaza
con devaluar el objeto sobre el que recae. Piensa que para que se conserven como tales los derechos
fundamentales no es preciso que todos los derechos se conviertan en fundamentales, lo mismo que las
promesas (el derecho a la paz) o deseos que puedan consagrarse en derechos como lo entiende la
ciencia jurídica. Encuentra dos incertidumbres: a) Incertidumbre en cuanto a la titularidad de los dere-
chos fundamentales. Se aceptan como titulares a las personas físicas y morales; pero en cuanto a los
extranjeros el problema está resuelto en el derecho positivo con relación a los súbditos de los Estados
miembros de la Comunidad, pero todavía aparece planteada para los restantes. b) Incertidumbre en
cuanto a la oponibilidad de los derechos fundamentales. Se refiere a que si los derechos fundamentales
confieren al individuo una protección contra el poder o si son igualmente aplicables en las relaciones
entre las personas privadas. Considera que deben aplicarse al conflicto de las personas privadas las
normas que vinculan a toda autoridad estatal. No concibe como en la libertad de opinión se acepte que
el Estado no haga presión sobre la opinión de sus ciudadanos y que les prohiba expresarse y, en cambio,
sea compatible con la libertad de opinión que los empresarios hagan presión sobre la libertad de expre-
sión de sus empleados y les prohiban expresarse. Esto es una doble ética. Los derechos fundamentales
deben concebirse no sólo como una protección del individuo contra la arbitrariedad pública, sino también

37
Para estudiar brevemente la fundamentación filosófica de los derechos hu-
manos, dado el alcance de este trabajo, no es preciso remontarse a los anteceden-
tes remotos del pensamiento grecorromano y judeocristiano Las manifestaciones
históricas de los derechos humanos en la antigüedad no son más que anteceden-
tes históricos, políticos y utópicos de sociedades esclavistas, dentro de las cuales
no podían florecer2 .

Hay que ubicar en la edad moderna el desarrollo sistemático de la Teoría de


los Derechos Humanos, como fundamento de un nuevo Estado y planteamiento
ideológico que provoca la transformación de las estructuras mentales, económi-
cas, políticas y sociales de la época.

Iniciamos el estudio a partir de una época más reciente con el iusnaturalismo


moderno de John Locke3 , según el cual el estado de naturaleza es el normal de los
hombres, en donde son iguales y libres. El estado civil es una creación artificial,
cuyo único fin es permitir el amplio juego de la libertad e igualdad naturales.

Si bien es cierto que la hipótesis del estado de naturaleza ha perdido acepta-


ción y ha sido abandonado por muchos4 , vemos la influencia del naturalismo en la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, en el Pacto Euro-
peo y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, al expresar esta
última: «Todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos».

como protección contra la arbitrariedad privada, que actualmente no es menos temible. En torno al
carácter absoluto o relativo de los derechos fundamentales, expresa que le corresponde a los tribunales
constitucionales asegurar una coexistencia pacífica entre los derechos fundamentales en los asuntos
entre particulares (“A Modo de Síntesis”. Tribunales Constitucionales Europeos. Ob. cit, pág. 670 a 673).
2
Entre los antecedentes remotos tenemos a Hesíodo con Los Trabajos y los Días, obra en la que manifes-
tó que existe una ley divina, superior a la ley corrupta de los hombres (siglo VII a.C.); En la tragedia
homónima de Sófocles, Antígona desafió a Creonte porque le prohibía enterrar a su hermano, lo cual
consideraba contrario a la ley natural de Zeus que le ordenaba hacerlo (siglo V a.C.); los estoicos creían
en un derecho natural absoluto fundado en la igualdad racional de las personas; Cicerón habla de una ley
natural que es la recta razón congruente con la naturaleza; el Código de Hammurabi; la Ley de las Doce
Tablas; las leyes y reformas de Solón; el Código de las Diez Libertades Esenciales y Controles o Virtu-
des Necesarias para la Buena Vida, de Manú y Buda; la Carta Magna inglesa de 1215. Expresa Jean
Rivero que la noción de derechos humanos aparece al finalizar la Segunda Guerra Mundial con la Decla-
ración Universal de los Derechos del Hombre. La noción de tribunal constitucional era desconocida en
Europa en una época. El control constitucional de las leyes era una especialidad americana. Europa
vivía bajo la influencia de Juan Jacobo Rousseau que consideraba a la ley como expresión de la voluntad
general, soberana. La ley, como el rey de Inglaterra, no puede hacer mal, es necesariamente liberal. La
idea de un control de la voluntad del Parlamento aparecía como iconoclasta. (A Modo de Síntesis.
Tribunales Constitucionales Europeos. Ob. cit., pág. 664).
3
Además de Locke, padre de la democracia liberal, contribuyeron al nuevo pensamiento de los siglos XVI,
XVII y XVIII: Erasmo de Rotterdam, promotor de la tolerancia civil; Francisco de Victoria, padre del
Derecho Internacional Público; Hugo Grocio, líder en la secularización del derecho natural; Thomas
Hobbes, quien teorizó sobre el estado de naturaleza y delimitó al poder partiendo de considerar al hom-
bre como básicamente malo; Montesquieu, expositor notable de la teoría de la separación de poderes; y
Rousseau, con su contrato social y el derecho de rebelión contra el gobernante que no cumple el contrato.
4
Es conveniente advertir que la concepción iusnaturalista es rechazada por el positivismo jurídico, el que
tiene su máxima expresión en Kelsen. Para tal escuela, imperante en gran medida hasta nuestros días,
no existen más derechos naturales que los consagrados en la legislación positiva, aunque admite que
las valoraciones lógicas del naturalismo sirven de fuente material al derecho positivo. No obstante, un
renacer y renovación del derecho natural está invadiendo al derecho, volviendo a tener actualidad.

38
Pasando del terreno filosófico al normativo, encontramos primeramente las
declaraciones de derechos de los Estados Unidos de América y la Revolución
francesa, que dan pie para el nacimiento de un Estado, no absoluto, sino limitado.

Estas declaraciones poco a poco se van incorporando a las constituciones de


todos los países, lo cual representa un paso más en el avance de la positivización
de los derechos humanos. A este avance deben agregarse los sistemas de defen-
sa de la Constitución y los derechos contenidos en la misma, apareciendo primera-
mente el sistema difuso o norteamericano a comienzos del siglo XIX, y posterior-
mente, a principios del siglo XX, el sistema concentrado o austríaco.

Un tercer paso se da con la internacionalización y universalización de los


derechos humanos. Así vemos surgir varias convenciones y declaraciones, entre
otras: La Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, de abril de
1948; la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada en el marco de
las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948; los Pactos de Derechos Civiles y
Políticos y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ambos de 1966; la
Convención Europea de Derechos Humanos de 1950 (Convención Europea para
la Protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales); y la Con-
vención Americana de Derechos Humanos de 1969 (Pacto de San José).

2. Carácter tridimensional

Desde tres puntos de vista deben regularse, investigarse y exponerse los


derechos humanos. Este método ayuda a comprender mejor la amplitud, efectivi-
dad y naturaleza de los mismos.

A. El Estado y los derechos humanos

En su primera dimensión, los derechos humanos aparecen como objeto de


conquista o de defensa o reclamo contra el Estado. Este se presenta como la
contraparte de las personas, el obstáculo o el violador principal de tales derechos.
En la relación poder-súbdito ayer, poder-ciudadano hoy, el Estado es el más fuerte
y preponderante, lo cual ha dado lugar a abusos y violaciones contra las personas.
De esa lucha entre el poder y la libertad hemos visto surgir el Estado de Derecho,
poniendo fin al poder absoluto de reyes y emperadores. Surge con posterioridad el
Estado de Bienestar y hasta la utopía de la supresión del Estado, cuyo único lega-
do histórico fue el control total del individuo y la sociedad por el comunismo, el cual
suprimió la libertad.

Los derechos humanos nacen entonces como una conquista frente al poder,
y una vez consagrados en el ordenamiento jurídico se inicia una lucha permanente
para lograr el cumplimiento efectivo de los mismos.

Aunque parezca paradójico, en la otra cara de la moneda aparece el Estado


como protector de los derechos fundamentales. Esa es una de sus funciones y

39
deberes principales. Las violaciones que comete son abusos, o provienen de siste-
mas que no los reconocen, o que aún reconociéndolos los violan sistemáticamente.

En el Estado liberal burgués se garantiza que los derechos y libertades se


desarrollen sin obstáculos, se vigila y resuelven los conflictos que surgen cuando
en el ejercicio de los mismos se dan extralimitaciones de las esferas de acción que
les corresponden y se invade la esfera de acción del derecho de los otros. El Esta-
do asume una actitud pasiva, de vigilancia y arbitraje en el supuesto de conflicto
entre los derechos. La consagración de los derechos protegidos por las constitu-
ciones, la poca intervención del Estado en la vida social, económica y política, el
pequeño volumen del Estado y la libertad como preponderante valor a desarrollar,
justifican este trato sobre los derechos y libertades, propio del constitucionalismo
clásico5 . Se privilegia la libertad y de esta saldrá la justicia.

El Estado interviene excepcionalmente en algunos sectores para conseguir


cierta igualdad y justicia (seguro social, derecho laboral, etc.). Por eso los socialis-
tas critican esta concepción concibiéndola como la vía de libertad sin justicia, lo
cual es contrario al socialismo, que es la vía de la justicia sin libertad. Del Estado se
desconfía, su esfera de acción se restringe al máximo, salvo para mejorar la liber-
tad de acción de las personas. Sirve para asegurar los derechos de las personas.
La legislación protege al individuo de las actuaciones de los gobernantes, señalán-
doles límites, restricciones y obstáculos para evitar decisiones arbitrarias o capri-
chosas6 .

Por el contrario, en el constitucionalismo desarrollado se consagran los dere-


chos económicos, sociales, culturales y últimamente los del ambiente. Además, el
Estado asume una posición activa de promoción de las libertades y de los dere-
chos humanos para que estos se cumplan, ya sea que estén consagrados en
normas programáticas o no programáticas. Con el cumplimiento de los derechos
sociales, culturales y económicos se piensa que se logra el acceso y el ejercicio
efectivo de los derechos clásicos. De esta manera se logra un juego armónico de
los valores de la libertad y la justicia, sin que uno ahogue al otro. A estas ideas
responde el liberalismo social en boga en nuestros días, una de las corrientes del
renacimiento del liberalismo que entrará en el próximo milenio con gran frescura y

5
Expresa Germán J. Bidar Campos que en el constitucionalismo clásico los derechos han sido captados
como derechos del hombre frente al Estado. Las obligaciones se dan para el goce de esos derechos.
Cuando los derechos se extienden a los particulares subsisten el deber del Estado de prestarle tutela, las
obligaciones revisten, ante todo, un sentido servicial para la libertad de las personas humanas. (Las
Obligaciones en el Derecho Constitucional. Ediar. Argentina 1987, pág. 29).
6
La Constitución británica no contiene derechos fundamentales en sentido estricto y por no ser escrita
puede ser cambiada en cualquiera de sus partes por una ley ordinaria del Parlamento. La soberanía del
Parlamento permite restringir o suprimir derechos que en otros países serían considerados como funda-
mentales. Los derechos de los ingleses aparecen como el residuo de libertad que resulta después de la
distribución de facultades a los poderes legislativo y ejecutivo. Se deposita confianza en los poderes
públicos, de los cuales se esperan actuaciones razonables y de defensa. Además existen como contra-
peso de gran influencia, la opinión pública, la vigencia de la oposición y la interpretación restrictiva de los
tribunales. Por el contrario, el constitucionalismo clásico desconfía del poder, los derechos fundamenta-
les los deduce de la razón y los consagra en contra de la acción del Estado.

40
fortaleza y como una de las tradiciones políticas y económicas más firmes y acep-
tables sobre la libertad, valor permanente e inmanente del ser humano.

B. Relación entre los derechos humanos

En su segunda dimensión contemplamos a los derechos humanos actuando


en las relaciones entre las personas. Ello comprende:

a) La interrelación entre los derechos humanos:

Las relaciones entre los derechos humanos pueden ser de limitación o de


complementación.

Las relaciones de limitación estudian los límites o fronteras establecidas en-


tre ellos, con el objeto de evitar invasiones o anulaciones de unos derechos por
otros, poniendo así en vigencia el principio de que el respeto al derecho ajeno es la
paz. Por tal razón, nuestro art. 24 Cn. dispone que los derechos de cada persona
están limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las
justas exigencias del bien común.

Los particulares también pueden violar los derechos humanos de otras per-
sonas por lo que, como veremos más adelante, en algunos países se concede el
amparo también contra ellos.

Las relaciones de complementación (o coordinación) tratan sobre la forma de


hacer efectivo un derecho mediante la consagración o vigencia de otro. Por ejem-
plo, la libertad de prensa supone la libertad de pensamiento y expresión; las li-
bertades individuales adquieren vigencia efectiva mediante la aplicación de los
derechos económicos, sociales y culturales.

b) La participación de la sociedad civil en la promoción y cumplimiento de los


derechos humanos:

La sociedad moderna es bastante corporativa, por el surgimiento de grupos


de interés grandes y pequeños (muchos de ellos con gran poder político, cultural,
económico y social) que defienden con fuerza sus propios fines e intereses. Mu-
chos de ellos logran controlar o influir decisivamente en las decisiones políticas, en
la opinión pública y en la cultura. Otros tienen en sus manos el “poder-saber” y,
como consecuencia, la conducción y orientación de la sociedad y el Estado. Entre
estos grupos se encuentran: empresas, consorcios que controlan varios medios
de comunicación, fuertes transnacionales, universidades, iglesias, sindicatos, gre-
mios profesionales, partidos políticos, etc.

Por otra parte, encontramos al sujeto individual luchando en forma aislada y


con poca fuerza, lo cual torna poco efectivos sus planteamientos y reclamos. En
muchas ocasiones ve violados o anulados sus derechos frente a esos grupos de
41
interés, motivo por el cual los tribunales se han visto forzados a admitir el recurso
de amparo en contra de ellos a pesar de no ser autoridades, que es contra las que
normalmente cabe. Actualmente, también la doctrina se inclina a admitir el amparo
contra estos grupos.

Hace falta que la democracia y los derechos humanos sean llevados a la


sociedad civil. El constitucionalismo ha hecho grandes avances frente al Estado,
logrando su democratización. Falta la democratización de la sociedad civil, la cual
debe ser el substractum de la organización estatal. Detrás de la estructura consti-
tucional del Estado de Derecho y de los derechos fundamentales, existe un con-
junto de fuerzas y circunstancias, culturales, políticas, económicas y sociales, que
impiden o frustran su vigencia real.

Con razón Jeanne J. Kirkpatrick, piensa que la violación de los derechos


humanos puede provenir tanto del gobierno como de individuos o grupos de perso-
nas (violencia privada), por lo que la protección debe dirigirse a ambos sectores,
según puede verse en su libro Política y Derechos Humanos.

C. Internacionalización de los derechos humanos

La tercera dimensión surge con la internacionalización y universalización de


los derechos humanos mediante declaraciones, convenciones y tribunales que
juzgan a los Estados ante los reclamos de los particulares. La incorporación del
individuo como sujeto del Derecho Internacional, al impulso, en gran medida, de
las conquistas de los derechos humanos, representa una revolución en esta rama
del Derecho.

3. Constitucionalismo clásico y social

El constitucionalismo clásico nace en los siglos XVII y XVIII. Lo encontramos


en las recopilaciones de las ideas políticas perfeccionadas en esos siglos en nor-
mas, estatutos, pactos o constituciones. Se erigió sobre las bases constitucionales
del gobierno inglés y las experiencias de las revoluciones de los Estados Unidos
de América y Francia.

Las constituciones de este tipo incorporan en su parte dogmática solamente


los denominados derechos individuales, aquellos que para su defensa sólo requie-
ren la abstención del Estado, y que tienden a proteger la libertad.

Ante la crisis del liberalismo y el surgimiento de la clase obrera organizada, se


desarrolla un movimiento de carácter económico y social en busca de mejores
condiciones de vida y efectiva igualdad, el cual se vigoriza con el advenimiento de
la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

Como consecuencia de estas luchas, en las Constituciones de 1917 de Méxi-


co, 1918 de Rusia y 1929 de Alemania, y otras de Europa y América, se empiezan

42
a consagrar normas y derechos de carácter económico, social y cultural. Esto es lo
que se denomina el constitucionalismo social o desarrollado, que tiende a la efec-
tividad de la igualdad. Las tres constituciones citadas sirvieron de modelo, en sus
respectivas zonas, al nuevo constitucionalismo. Este tipo de Estado se vuelve
promotor de los derechos fundamentales7 .

En Nicaragua se han formulado catorce constituciones, tres no nacidas y dos


proyectos, uno del 1 de julio de 1848 y otro de 1972 (presentado por el Partido
Conservador). Las reformas de algunas de ellas han provocado protestas y levan-
tamientos, y la Constitución de 1854 (que no tuvo vigencia y pretendía derogar la

7
Germán J. Bidar Campos piensa en la posibilidad de gravar al Estado con una obligación universal de
promoción (frente a todos) y nos deja pendiente en qué consiste y cómo se satisface el deber de promo-
ver con leyes, con prestaciones concretas a favor de cada persona, con políticas generales. Por ejemplo,
en el derecho a aprender y a educarse, abriendo centros de enseñanza, estimulando la educación priva-
da, difundiendo cultura accesible al pueblo. En la salud (el derecho a la salud) estableciendo centros de
atención sanitaria, seguro de salud, medicación accesible. Los derechos humanos generan obligaciones
del Estado, aunque no siempre a cada deber estatal le corresponde necesariamente un derecho perso-
nalizado en determinado sujeto activo o una vía de exigibilidad del deber. En el derecho argentino no se
ha llegado a suministrar un derecho subjetivo frente al legislador para constreñirlo a cumplir su deber
legiferente. Los particulares tienen el deber de no violar la Constitución. Por tal razón la teoría del control
de la Constitución se extiende a los actos privados transgresores de la Constitución. La Constitución es
un cúmulo de obligaciones y límites. Todo el sistema de garantías deparado para tutela de la libertad y
de los derechos, es interpretado como una obligación del Estado. El campo de las competencias está en
la parte orgánica (o derecho constitucional del poder). Del reparto de competencia surge la obligación de
ceñirse a su esfera, no invadir la competencia ajena, no interferirla, no impedirla, etc. En algunos casos
la violación a la obligación de no evadir la propia competencia o de no penetrar la ajena produce la
violación de un derecho personal. Por ejemplo: cuando el poder ejecutivo decreta impuesto. La doctrina
no acepta, sino con gran esfuerzo y excepcionalidad, que el Estado sea titular de derechos subjetivos.
El federalismo es fuente de obligaciones. Distingue entre competencias de ejercicio obligatorio y de
ejercicio potestativo. En la segunda hay un árbitro para ejercer la competencia. Entre las primeras apa-
recen: cumplir el proceso de formación de la ley, etc. Las potestativas no engendran un deber de cumplir-
las para el órgano respectivo: decretar impuestos, las competencias reglamentarias de los derechos
individuales, llamamiento a los ministros al congreso el veto presidencial. Hay competencias de ejercicio
obligatorio, pero dejan al órgano, un amplio margen en cuanto al contenido, ocasión, etc. Ejemplos: la
potestad del congreso de crear tribunales de justicia, la de decretar amnistía de carácter general. El
establecimiento del jurado contemplado en la Constitución es una obligación sin plazo. El art. 14 Cn. bis
argentino no señala plazos, pero tampoco permite dilaciones, enumera obligaciones. El Estado tiene el
deber de promover los derechos. Así es en una democracia. Tiene el deber de hacer accesible su goce
y ejercicio. Pero hay algunos derechos que son imposibles de realizarse. No hay que declararlos en las
constituciones. Lo primero que debe averiguarse es la existencia de un sujeto pasivo capaz de cumplir
con las obligaciones correlativas del titular del derecho. Por ejemplo: repartir felicidad; que los enfermos
se curen (Ucase del Zar Pedro III de Rusia, del 10 de junio de 1762). Para que no fuera vana la declara-
ción que dijera que todo hombre sin vivienda tiene derecho a que el Estado se la provea, es preciso
contar con suficiente número de viviendas y un sistema de cumplimiento. También el derecho se vuelve
imposible cuando no concurren las condiciones mínimas para que el sujeto pasivo pueda cumplir su
obligación frente al titular del derecho. Así, si no hay establecimientos educacionales o servicios de
salud en reales condiciones de accesibilidad, se tornarían imposibles los derechos a educarse y a la
salud. Un derecho se puede volver imposible para un determinado número de personas que, por malas
condiciones sociales, económicas, culturales o de cualquier otra clase, no pueden acceder al ejercicio de
los derechos de salud, educación, vestido, vivienda, etc., En el Derecho Constitucional existen obligacio-
nes que no se dirigen a satisfacer derechos humanos o a satisfacer prestaciones a favor de los mismos.
Ejemplos: obligación de defender al país, pagar impuestos; no alterar el orden. Estas prestaciones no se
deben en beneficio de un derecho personal de uno o más hombres, ni a favor de un derecho subjetivo del
Estado, a quien la teoría constitucional clásica no suele hacer titular de derechos subjetivos, sino de
competencias, salvo unas excepciones como el derecho a la jurisdicción o al debido proceso. (Ob. cit.,
págs. 29. 40, 42 a 46, 51, 53, 54, 69 y 88).

43
de 1838) dio motivo a la guerra civil, que ante la intervención del filibustero William
Walker devino en la Guerra Nacional.

Es a partir de la Constitución de 1939 que se inicia el constitucionalismo so-


cial en Nicaragua, pues en esta y en todas las posteriores aparecen derechos
sociales, económicos y culturales. Nuestro país ha seguido el movimiento de avan-
ce del constitucionalismo contemporáneo. Este proceso de transformación culmi-
na con las reformas constitucionales de 1995, que convierten a nuestro Estado en
un Estado Social de Derecho en busca de mejores grados de igualdad, aparecien-
do así el Estado de Bienestar, hoy en crisis por su alto costo económico y el rena-
cimiento del liberalismo.

4. Defensa y cumplimiento de los derechos humanos8

La fundamentación y consagración constitucional de los derechos humanos


son temas que no preocupan tanto en la actualidad, porque existe un reconoci-
miento universal de los mismos, y las constituciones de los Estados democráticos
los reconocen y establecen mecanismos de defensa. El problema fundamental de
nuestra época es el de su cumplimiento efectivo. Aquí es donde se está dando la
gran batalla. Son muchos los países, incluyendo los democráticos, que presentan
un balance desfavorable de cumplimiento. Por otra parte, aparecen nuevas formas
sofisticadas de violación.

La lucha, pues, está centrada en tal cumplimiento, para lo cual es preciso:


consagrar sistemas efectivos de control, enseñanza y promoción; la vigencia efec-
tiva de la democracia y el Estado de derecho; vigilancia y ejercicio de los derechos
y libertades; la creación de riquezas mediante el trabajo eficiente y su justa distribu-
ción; la voluntad política del Estado de cumplirlos.

Dentro del constitucionalismo clásico, el fin del Estado es la defensa de los


derechos humanos. De aquí que toda su organización se encontraba al servicio de
dicha defensa. Por esta razón en la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano se señalan algunos principios como la separación de poderes y la res-
ponsabilidad gubernamental. Pero esta defensa es sólo de carácter negativo. Ga-
rantiza su desarrollo y resuelve los conflictos de invasión de un derecho en la
esfera de otro. Basta que el Estado se abstuviera de violarlos. Esta idea ha sido
superada.

Son muchas las clasificaciones y enumeraciones que se han hecho de los


sistemas de garantías. Por nuestra parte las clasificaremos en garantías políticas,
normativas y jurisdiccionales.

8
Expresa Germán J. Bidar Campos que lo principal en el Derecho Constitucional son los derechos del
hombre y después se pasa a determinar las correlativas obligaciones de dar, hacer y no hacer y los
sujetos pasivos que pueden ser el Estado; un particular o los demás hombres en general. Esto es así
porque el derecho constitucional decimonónico inspiró el latinoamericano, en el cual el panorama se
abre desde el lado de los derechos personales o derechos del hombre (Ob. cit. pág. 27).

44
A. Garantías políticas

Las garantías políticas son aquellas que resultan del sistema de gobierno
democrático, algunas generales y otras específicas. Podemos citar:

a) El Estado de Derecho funcionando con todos sus elementos indispensa-


bles, como la separación de poderes, opinión pública, etc., cuyo rol principal sería
evitar las violaciones o restricciones arbitrarias.

b) Una buena organización administrativa y judicial, que garantice rapidez,


seguridad, ecuanimidad y bajo costo de las decisiones judiciales.

c) La promoción y funcionamiento efectivo de organizaciones no guberna-


mentales, encargadas de promover y vigilar el cumplimiento de los derechos hu-
manos.

d) El derecho de petición, mediante el cual las personas puedan hacer solici-


tudes y reclamos al Estado, y obtener respuestas rápidas del mismo.

e) El funcionamiento de la Procuraduría de Derechos Humanos que vigila,


promueve y protege los derechos humanos.

f) Las instituciones de la democracia semidirecta como el plebiscito, el refe-


réndum, la revocación del mandato dado a los funcionarios públicos de elección
popular y la iniciativa popular de leyes, mecanismos mediante los cuales los ciuda-
danos puedan participar en la toma de las decisiones políticas, económicas y so-
ciales fundamentales.

g) la enseñanza de la educación cívica en los subsistemas de educación


primaria y secundaria y en la universidad, su divulgación entre el pueblo en gene-
ral, fundamentada en los valores de la democracia y el conocimiento y respeto a
los derechos humanos. Esta educación debe ser parte integrante de la popular.

En el art. 41 de la nueva Constitución de Colombia, se dispone que en toda


institución de enseñanza oficial o privada es obligatorio el estudio de la instrucción
cívica y la Constitución. Además, se fomentarán las prácticas democráticas para el
aprendizaje de los principios y valores de la participación democrática. El Estado
también debe divulgar la Constitución.

En nuestro país se publicó la Ley Nº 201 del 2 de noviembre de 1995 (Ley de


Promoción de los Derechos Humanos y la Enseñanza de la Constitución Política),
en virtud de la cual se dispone que aquéllos y ésta serán materia de enseñanza
obligatoria en la educación preescolar, primaria, educación media, técnica y voca-
cional. Esta enseñanza también se impartirá en las escuelas o centros militares y
policiales dedicados a la formación de cuadros de dirección y mando.

45
A las universidades se les exhorta para que se sometan a los dictados de
esta ley. A los medios de comunicación, como parte de su función social, se les
atribuye la responsabilidad de promover y divulgar la enseñanza de la Constitución
y los derechos humanos. Declara como día de la Constitución el 1º de septiembre
de cada año, el cual se dedicará a su estudio y enseñanza.

Una opinión pública fundamentada en los valores señalados anteriormente,


es también otra forma de garantía política de los derechos humanos.

B. Garantías normativas

Las garantías normativas tienden a evitar la modificación de los derechos


fundamentales, asegurar su cumplimiento y velar porque no sean desnaturaliza-
dos en su sentido y función. Podemos citar las siguientes:

a) El sometimiento de los ciudadanos y los poderes públicos a la Constitución


y al resto del ordenamiento jurídico, incluyendo los derechos fundamentales. Es-
tos, para que tengan eficacia, deben tener aplicación inmediata, sin intermediaciones,
según se desprende de los arts. 150 inc. 1, 165 y 173 inc. 4 Cn.

b) La rigidez constitucional, que evita la alteración fácil de la Constitución por


ley ordinaria, incluyendo las disposiciones relativas a los derechos humanos. En
España, la reforma de ciertos derechos fundamentales se considera como una
reforma total.

c) La reserva de ley, que consiste en atribuir exclusivamente a la ley la regu-


lación de ciertas materias y los derechos fundamentales. En España, las leyes que
regulan los derechos humanos se denominan orgánicas, y requieren el voto de la
mayoría absoluta del Congreso. El constituyente confía en la ley como expresión
de la soberanía popular y de la libertad del pueblo, siguiendo en esto el pensa-
miento liberal.

d) El respeto al contenido esencial de la norma constitucional por las leyes


ordinarias, en los casos que la Constitución remita a la ley la facultad de regular los
derechos fundamentales, o cuando el precepto así lo requiera. La ley ordinaria no
puede desnaturalizar la esencia del derecho que regula. Esta medida es importan-
te porque se podrían desconstitucionalizar los derechos fundamentales, desnatu-
ralizando en tal forma su esencia, fines y funciones. Una ley de este tipo sería
inconstitucional.

Existen normas que, por desconfianza al legislador ordinario y ante la deci-


sión de que sean aplicadas directamente sin mediación legislativa o reglamenta-
ción, no permiten ser objeto de un desarrollo legislativo ordinario. En la legislación
extranjera se encuentran algunos ejemplos: el art. 75 de la Constitución argentina
prohibe que la ley-convenio de coparticipación impositiva pueda ser reglamentada
o modificada unilateralmente.

46
En nuestro articulado constitucional podemos encontrar disposiciones que
no pueden ser ampliadas o disminuidas: los requisitos para ser magistrados de la
Corte Suprema, para ser Presidente de la República, etc.; cuando la Constitución
tipifica un delito pero no señala pena, el legislador ordinario puede señalar la pena,
pero no variar el tipo.

Por otra parte, sin que la norma lo exprese de manera explícita, el tribunal
constitucional puede decidir que algunas de las normas de la Constitución no ad-
miten que leyes o reglamentos las determinen o las rodeen de requisitos. Su dismi-
nución es inadmisible, lo mismo que a veces su ampliación. Estas normas adquie-
ren una gran confianza al no poder ser tocadas.

e) La irretroactividad de la ley como medio de garantizar la seguridad jurídica.

f) Los diferentes tipos penales para proteger un buen número de derechos


humanos.

C. Garantías jurisdiccionales

Son garantías jurisdiccionales aquellas instituciones, derechos y facultades,


genéricas o específicas, que tienden a proteger los derechos fundamentales.

Las garantías genéricas se refieren a la protección de todos los derechos e


intereses garantizados por todo el ordenamiento jurídico, incluyendo a los funda-
mentales consagrados en la Constitución. Podemos citar los siguientes:

a) La protección judicial que el Estado está obligado a brindar a los derechos


e intereses de las personas que acuden a los tribunales de justicia. En forma gene-
ral, en el art. 160 Cn. le encarga al Poder Judicial la protección de los derechos
humanos, cuando aplica la ley en asuntos de su competencia. El Código de Proce-
dimiento Civil establece como causal de casación en el fondo la violación de la
Constitución.

b) Las normas que garantizan el debido proceso.

c) El juez natural establecido con anterioridad al proceso, eliminando tribuna-


les especiales o ad-hoc.

d) El recurso de inconstitucionalidad que protege la Constitución y los dere-


chos fundamentales consagrados en ella.

La internacionalización de los derechos humanos y las garantías jurisdiccio-


nales específicas protegen en forma directa los derechos fundamentales. Pueden
concretarse a un solo derecho, como el habeas corpus, que defiende la libertad
personal; o ser genéricas, defendiendo todos los derechos y libertades fundamen-
tales, como el amparo, según se desprende del art. 45 Cn.

47
48
CAPITULO III

RESEÑA HISTORICA
DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL

SECCION I: DEL DERECHO ROMANO A LA LEY DE AMPARO DE 1980

Sumario: 1. En Roma. 2. En Inglaterra. 3. En España. 4. En Francia. 5. En los


Estados Unidos de Norteamérica. A. Writ of error. B. Writ of injuction. C. Writ of
mandamus. D. Writ of habeas corpus. E. Apelación certiorari, certification of question.
6. En México. A. Constitución de 1824. Constitución de 1836. C. Proyecto de Cons-
titución de 1840 de Yucatán. D. Proyecto de la minoría de la Constituyente de
1842. E. Constitución de 1857. F. Constitución de 1917. 7. En Nicaragua. A. Cons-
titución Federal de 1824. B. Constitución de 1826. C. Constitución de 1838. D.
Constitución de 1893 y Ley de Amparo de 1894. E. Constitución de 1905. F. Cons-
titución y Ley de Amparo de 1911. G. Constitución y Ley de Amparo de 1939. H.
Constitución y Ley de Amparo de 1948. I. Constitución y Ley de Amparo de 1950.
J. Constitución y Ley de Amparo de 1974. K. Leyes de Amparo de 1980. 8. Compa-
ración con el Derecho mexicano.

1. En Roma

La intercessio era un medio de defensa contra los abusos de las autoridades. En


su origen su alcance fue limitado; pero con posterioridad adquirió mayor amplitud.

El interdicto de homo libero exhibiendo surgió con la evolución del Derecho


romano pretoriano, y se daba contra un particular y no contra la autoridad, por la
detención ilegal de una persona. El pretor ordenaba que se le presentara al dete-
nido y después decidía si era justa o injusta la detención. Para comprender mejor
este interdicto, debemos recordar que en el Derecho romano el acreedor podía
detener al deudor en virtud del incumplimiento de un convenio; pero se concedía
este interdicto para defender al deudor cuando la prisión era injusta.

2. En Inglaterra

Es muy importante el aporte del Derecho inglés al desarrollo y consagración


de lo que hoy conocemos como garantías individuales (la Carta Magna de Juan sin
Tierra, del 11 de febrero de 1215; la Petition of Rights, etc.). Lo que interesa a este
estudio de manera especial es el habeas corpus, instrumento procesal mediante el
cual los jueces tenían facultades para pedir la exhibición del detenido y decidir si
era legal o ilegal. En el primer caso el detenido quedaba a la orden de la autoridad
aprehensora y a disposición de los tribunales para que se le siguiera el juicio penal
correspondiente. En el segundo caso, se le daba libertad al detenido.

49
También protegía contra los actos de los particulares; por lo que tiene en este
aspecto semejanza con el interdicto romano de homo libero exhibiendo.

El habeas corpus fue instaurado en Inglaterra mediante el Habeas corpus Act


de 1679, pero algunos lo detectan en germen en la Carta Magna de 1215, aunque
se estima esta afirmación como una exageración de su alcance. Es un valioso
instrumento procesal protector de la libertad personal.

3. En España

En la historia del Derecho es importante para el estudio del habeas corpus,


analizar brevemente la Constitución Política, las garantías de los derechos de los
ciudadanos y la fortaleza de las instituciones y de la justicia del Antiguo Reino de
Aragón.

El Justicia Mayor del Reino de Aragón, con su Corte o Consistorio formaba un


alto tribunal, calificado por Fairén Guillén, como una especie de Tribunal Supremo
y aun Constitucional, ya que velaba por el cumplimiento de los fueros e intervenía
en la justicia impartida por los jueces o tribunales aragoneses, nombrados o no por
el rey.

El Justicia Mayor tenía independencia y en una época su autoridad se vio


más fortalecida al llegar a ser inamovible. El esplendor de este Justicia duró un
buen tiempo, alcanzando su mayor plenitud en los siglos XV y XVI. Esta época de
esplendor de las instituciones judiciales fue decayendo hasta desaparecer por el
celo de los reyes de ver menguado su poder político ante el fortalecimiento de la
justicia.

El Justicia y la Corte tenían dos instituciones de protección a los que se aco-


gían a su competencia, en virtud de los cuales intervenía en la administración de
justicia y velaba por el cumplimiento de la legislación foral: la “manifestación de
personas” y el “instituto de firma».

La manifestación de personas tenía una importante trascendencia en el proce-


so penal y civil. Consistía la medida de manifestación, dada por el Justicia o por
miembros de su Corte, en emitir una orden mandando a cualquier juez u otra per-
sona que tuviera preso a una persona (con o sin proceso ante las autoridades)
para que se la entregaran y evitar así violencia sobre él. Si existía juicio, durante su
curso el preso era recluido en un establecimiento especial denominado «Casa de
los Manifestados», o se le internaba en casa particular o en un lugar indicado por el
Justicia. Cuando la autoridad había dictado sentencia se le entregaba al preso, si
dicha resolución no se encontraba viciada, para que se cumpliera en la forma
ordinaria.

El procedimiento era rápido y sencillo: no se aceptaba contestación previa de


la autoridad requerida, no se abría investigación previa sobre el peligro en que se

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encontraba el preso, y si la autoridad que se negaba a manifestar al preso incurría
en grave responsabilidad por cometer contrafuero. El procedimiento de manifesta-
ción de persona ya existía en el período de 1428-1592.

El instituto de firma era complementario de la manifestación de personas.


Consistía en amparar en su persona y bienes a los que temían ser molestados en
el goce de sus derechos. Se concedía contra todos los perturbadores, incluso con-
tra las autoridades judiciales. Era una cautela para el supuesto que el proceso
tramitado por el juez fuere nulo o para proteger al amenazado en su persona y
bienes hasta que se dictara sentencia de acuerdo a Derecho.

Fueron varias las causas políticas y escándalos que provocaron la caída de


la institución del Justicia Mayor. Se cita una de gran trascendencia como fue el
conflicto entre el Rey Felipe II y su antiguo secretario Antonio Pérez, conocedor de
las intimidades y secretos políticos. Pérez huye del Rey y se refugia al amparo de
las leyes aragonesas, acogiéndose a la “manifestación de personas” y a las garan-
tías aragonesas opuestas a la tortura -aceptada por otros tribunales como medio
de prueba ordinaria- y a la ejecución sin proceso previo. Entre el Rey y Antonio
Pérez se entabló una lucha legal donde se usaron todos los procedimientos y
recursos existentes. Ante la imposibilidad de actuar frente al Fuero aragonés, el
Rey decidió recurrir a las armas pero el Justicia declaró ilegal la entrada del ejército
castellano en Aragón. Pérez huyó a Francia, el Justicia fue aprehendido y ejecuta-
do sin previo juicio. De este episodio salió debilitado el cargo de Justicia Mayor.
Entre las otras causas que contribuyeron a este desenlace fue la imprudencia del
Justicia y sus consejeros, y el desajuste de un sistema avanzado de justicia con
una época no propicia a esas ideas (siglo XV).

4. En Francia

Para defender el cumplimiento de los derechos consagrados en la famosa


Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, y en general
del régimen constitucional, el jurista y político francés, Sieyes, propuso la creación
de un jurado constitucional encargado de conocer de la violación de la Constitu-
ción, tanto con relación a las disposiciones que establecen derechos individuales
como de las que organizan el Estado.

En la Constitución de 1799 de Napoleón I se creó, bajo el influjo de las ideas


de Sieyes, el Senado Conservador, órgano político que entre otras atribuciones
tenía la de resolver la inconstitucionalidad de las leyes y otros actos de autoridad
que le fueren sometidos a su conocimiento.

5. En los Estados Unidos de América

En los Estados Unidos de América el control del cumplimiento de la Constitu-


ción le corresponde al poder judicial, mediante varios recursos y no en virtud de un
juicio unitario; a saber:

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A. Writ of error

Era un mandamiento dirigido por el tribunal superior al inferior para que le


enviara el proceso en el cual no se había aplicado de manera preferente la Cons-
titución sobre una ley que la violaba. Fue suprimido por el recurso de apelación.

B. Writ of injuction

En virtud de este recurso el agraviado pide dentro del juicio que el tribunal
conozca de la inconstitucionalidad de las leyes o actos de autoridad, y los suspen-
dan o impidan en definitiva su ejecución, ya sea en materia civil o administrativa.
Su carácter es prohibitivo.

C. Writ of mandamus

Cumple con la misma función del anterior, pero difiere en cuanto la orden no
consiste en prohibir determinado acto o hecho, sino en ordenar su realización. La
autoridad se encontraba en la obligación legal de ejecutar el hecho o acto, pero se
negó a ello, dando lugar a este recurso.

D. Writ of habeas corpus

Este recurso fue llevado de Inglaterra, y, como hemos visto, es una garantía
procesal de la vida y libertad de las personas.

E. Apelación certiorari, certification of questions

En virtud de estos recursos los conflictos que se inicien en los tribunales


federales o estatales sobre la aplicación o interpretación de la Constitución, leyes
federales y tratados internacionales, son conocidos en revisión por la Suprema
Corte de los Estados Unidos.

6. En México

El Derecho mexicano ha brindado un formidable aporte al desarrollo del am-


paro. Si bien los antecedentes del amparo son remotos, al derecho mexicano se le
debe gran parte de su desarrollo y perfeccionamiento, por lo que ha servido de
inspiración de muchas legislaciones y juristas. Como tendremos ocasión de ver
más adelante, nuestras leyes de amparo han sido inspiradas en el amparo mexicano.

A. Constitución de 1824

Los arts. 137 y 138 Cn. de 1824 disponían que le correspondía a la Corte
Suprema de Justicia conocer de las infracciones de la Constitución y leyes genera-
les, en el modo y grado que lo determinara la ley. Esta ley reglamentaria no fue
dictada.

52
La defensa de la Constitución estaba encomendada, pues, al poder judicial a
través de su máximo tribunal, la Corte Suprema de Justicia.

B. Constitución de 1836

Esta Constitución (denominada de las Siete Leyes Constitucionales) creó,


bajo la inspiración de Sieyes, el Supremo Poder Conservador, cuarto poder del
Estado. Entre otras atribuciones tenía las siguientes:

a) Declarar la nulidad de una ley o decreto contrarios a una disposición expre-


sa de la Constitución. Esta declaración la hacía dentro de los dos meses de san-
cionada la ley o decreto a petición del Jefe del Ejecutivo, la Corte Suprema o cuan-
do menos de dieciocho miembros del legislativo.

b) Declarar a petición del poder legislativo o de la Corte Suprema la nulidad


de los actos del poder ejecutivo contrario a la Constitución o a las leyes.

El control del cumplimiento de la Constitución se entregó, pues, a un órgano


político.

C. Proyecto de Constitución de 1840 de Yucatán

Este proyecto lo redactó don Manuel Crescencio Rejón por encargo de la


legislatura local del Estado de Yucatán, que se había separado de la Federación.

En los arts. 53, 63 y 64 se consagran las bases del amparo mexicano, por lo
que se ha considerado a Rejón como el creador de este juicio constitucional; aun-
que muchos le atribuyen su paternidad a don Mariano Otero.

El sistema establecido se funda en los principios siguientes: solamente pue-


de ser iniciado a petición de la parte agraviada (principio dispositivo); la sentencia
sólo afecta a las partes (principio de relatividad, por lo que no tiene efectos erga
omnes); el control del cumplimiento de la Constitución corresponde al poder judi-
cial.

D. Proyecto de la minoría de la Constituyente de 1842

En la Constituyente de 1842 se presentaron dos proyectos de constitución: el


denominado de la mayoría y el de la minoría patrocinado por don Mariano Otero.

En el art. 81 se facultaba a la Corte Suprema para decidir sobre la reclama-


ción hecha por la persona agraviada contra los actos de los poderes legislativo o
ejecutivo privativos de las garantías consagradas en la Constitución. Pero este
proyecto también contemplaba el control político.

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Las ideas de Mariano Otero fueron recogidas posteriormente en el art. 25 del
Acta de Reforma de 1847.

E. Constitución de 1857

En esta Constitución se establece el juicio de amparo, en sede judicial, en los


arts. 101 y 102. Se inspiró en el art. 25 del Acta de Reforma, en las ideas de Rejón
y Otero y en la doctrina norteamericana.

Con posterioridad se dieron varias reformas a esta Constitución, y además se


dictaron algunas leyes reglamentarias; Ley de 30 de noviembre de 1861, Ley de 20
de enero de 1869 y Ley de 14 de diciembre de 1882.

F. Constitución de 1917

En materia de amparo las Constituciones de 1857 y 1917 son semejantes.


Ambas atribuyen al poder judicial el control del cumplimiento de la Constitución.

Con posterioridad se han dictado dos leyes reglamentarias: la Ley de Amparo


de 1919 y la Ley Orgánica de los arts. 103 y 107 Cn., del 10 de enero de 1936, las
que a su vez han sufrido algunas reformas importantes.

El amparo mexicano tiene una triple función: proteger los derechos funda-
mentales consagrados en la Constitución; declarar la inconstitucionalidad de las
leyes, pero no con carácter general, sino con alcance de inaplicabilidad al caso
concreto; y controlar la aplicación de las leyes ordinarias (legalidad) asumiendo la
función de la casación, por lo cual se denomina a este aspecto amparo-casación.

7. En Nicaragua

A. Constitución Federal de 1824

Se consagraba el control político del cumplimiento de la Constitución en las


disposiciones siguientes:

a) De acuerdo con el art. 69 inc. 29 Cn. le correspondía al Congreso velar


porque se observara el cumplimiento de los arts. 10 y 11 Cn. y anular, sin las
formalidades prevenidas en el art. 194 Cn., toda disposición legislativa que los
contrariara. El art. 10 Cn. disponía que los Estados que componían la Federación
eran libres en su gobierno y administración interior y les correspondía el poder que
la Constitución no le hubiere concedido a las autoridades federales. El art. 11 Cn.
establecía que la religión era la Católica, Apostólica y Romana, con exclusión del
ejercicio de cualquier otra.

b) El art. 81 Cn. disponía que el Senado debería negar la sanción a las reso-
luciones que de cualquier manera fueran contrarias a la Constitución.

54
c) De conformidad con el art. 99 Cn. el Senado cuidaría de sostener la Cons-
titución.

d) De acuerdo con el art. 194 Cn., en el caso que algún Estado o autoridad
constituida reclamara de otro el haber traspasado su Asamblea los límites constitu-
cionales, tomaría el Senado los informes convenientes y los pasaría a dos de los
otros Estados más inmediatos para su resolución; si no se convenía entre sí, o la
Asamblea de quien se reclamaba no se conformaba con su juicio, el negocio era
llevado al Congreso y su decisión sería determinante.

B. Constitución de 1826

De acuerdo con el art. 89 Cn. el Consejo Representativo tenía, entre otras


atribuciones, la facultad de negar la sanción de las resoluciones de la Asamblea
contrarias a la Constitución Federal o a ella misma.

De acuerdo con el art. 99 inc. 2 Cn., también le correspondía al Consejo velar


por la observancia de la Constitución y las leyes, dando cuenta de las infracciones
a la Asamblea.

De acuerdo con el art. 7 del Decreto del 4 de mayo de 1830 sobre garantías
individuales, todos los habitantes del Estado podían dirigir informes o quejas por
escrito o verbales al gobierno y a las demás autoridades encargadas de velar por
el cumplimiento de la Constitución contra todos aquellos que la infringieran.

Como puede observarse, el control del cumplimiento de la Constitución se


entregaba a un órgano político.

C. Constitución de 1838

De acuerdo con el art. 109 inc. 23 Cn., le correspondía al poder legislativo, en


Cámaras separadas, velar por el cumplimiento de la Constitución y las leyes, ha-
ciendo que se llevara a efecto la responsabilidad de los funcionarios que las hayan
violado.

También era un órgano político el encargado de velar por el cumplimiento de


la Constitución.

D. Constitución de 1893 y Ley de Amparo de 1894

Los arts. 28, 29, 30, 31, 32, 116 inc. 6 y 117 Cn. consagraban el recurso de
amparo, incluyendo el habeas corpus. El 29 de agosto de 1894 se sancionó la
primera Ley de Amparo nicaragüense, reglamentaria de los artículos citados, ley
que pasó a ser constitucional por disponerlo así el art. 155 Cn.

55
Esta ley regulaba en forma unitaria el habeas corpus, que garantiza el dere-
cho de la libertad personal, consagrado en los arts. 30, 31, 32 Cn; y el amparo
contra las leyes o actos contrarios a la Constitución o a las leyes constitucionales.

No contempla el recurso de amparo contra el auto de prisión. Sin denomi-


narse de amparo lo contemplaba el art. 609 In., el que, según Ley del 16 de marzo
de 1895, se interponía en la sala de lo criminal de la respectiva corte de apelacio-
nes. En esta ley también se dispuso que la Ley de Amparo no había reformado ni
derogado el art. 609 In.

La Ley de Amparo de 1894 contemplaba lo siguiente:

a) El habeas corpus. Se encontraba desarrollado por los arts. 18 a 39 LA. Se


interponía ante la sala de lo criminal de la corte de apelaciones respectiva, por el
ofendido, su procurador o representante legal o por cualquier persona hábil para
comparecer en juicio. La Sala dictaba un auto de exhibición y nombraba un juez
ejecutor, quien se dirigía a la autoridad o persona contra la cual se expidió, notifi-
cándole que pusiera a su disposición al detenido y le manifestara el motivo de la
detención. A la vista del proceso y de acuerdo con las pautas que le señalaba el
art. 24 LA., ordenaba el procesamiento del detenido o su libertad, dando cuenta de
su actuación a la autoridad que lo nombró.

b) El amparo contra leyes, actos o resolución de cualquier autoridad que vio-


laran la Constitución o leyes constitucionales.

Le correspondía a la Corte Suprema de Justicia conocer del recurso directo


de inconstitucionalidad contra leyes que violen la Constitución, cuando al ser apli-
cables al caso concreto en asuntos no ventilables ante los tribunales de justicia se
perjudicaran los derechos de las personas; de las violaciones cometidas por el
poder ejecutivo, por el Presidente de la República como Jefe Supremo o como
Comandante General, por los Secretarios de Estado o por cualquiera de los em-
pleados administrativos o departamentales; de las violaciones cometidas por las
cortes de apelaciones en asuntos no contenciosos; y de las violaciones cometidas
por los consejos departamentales y municipales.

Las cortes de apelaciones conocían, en sus respectivas jurisdicciones, de las


violaciones cometidas por los funcionarios inferiores, salvo cuando se tratara de
leyes expedidas por las municipalidades o consejos departamentales contrarias a
la Constitución, de lo cual conocía la Corte Suprema.

El recurso se abría a prueba por ocho días, si había hechos que probar, y
después se dictaba sentencia definitiva, la cual tenía que ser razonada.

La sentencia tenía por objeto restablecer las cosas al estado anterior en que
se encontraban antes de la violación, y además se podía condenar a pagar los

56
daños y perjuicios al funcionario culpable o al que se hubiera aprovechado de la
violación.

Por otra parte, se limitaba a proteger al recurrente en el caso concreto, por lo


que no se hacía un pronunciamiento general de la invalidez o de inaplicabilidad de
la ley declarada inconstitucional.

De acuerdo con lo expuesto, el amparo se regía por los principios o


lineamientos siguientes: el recurso solamente podía ser interpuesto por la persona
agraviada (principio dispositivo), salvo en el habeas corpus en que se permitía la
acción popular; la sentencia se limitaba a proteger al recurrente en el caso concre-
to (principio de relatividad), por lo que no se hacía una declaración general de
invalidez o inaplicabilidad de una ley declarada inconstitucional; y el control del
cumplimiento de la Constitución y leyes constitucionales era entregado al poder
judicial.

Esta Ley de Amparo se inspiró en el amparo mexicano vigente en esa época.

El 10 de diciembre de 1893 se reforma la Constitución de este año. Se man-


tuvo el habeas corpus, se suprimió el recurso de inconstitucionalidad y se suprimió
el art. 155 Cn. que declaraba ley constitucional a la de amparo. Por ley de 16 de
septiembre de 1897 se declaró ley ordinaria la Ley de Amparo.

E. Constitución de 1905

La Constitución de 1905 consagra el habeas corpus, pero no el recurso de


inconstitucionalidad de las leyes. Tampoco hace declaración alguna consagratoria
de leyes constitucionales.

F. Constitución y Ley de Amparo de 1911

El 12 de diciembre de 1911 es sancionada la Ley de Amparo, y el 21 de


diciembre del mismo año lo es la Constitución. Los arts. 25, 123 inc. 5 y 124 Cn.
consagraron el amparo, en el que se incluyó el habeas corpus.

La Ley de Amparo regulaba en forma unitaria el habeas corpus y el recurso


contra leyes o actos contrarios a la Constitución o leyes constitucionales. También
se concedía contra los actos de particulares que violaran la garantía de la libertad
personal.

Del habeas corpus conocía la sala de lo criminal de la corte de apelaciones


respectiva, y de las otras violaciones de cualquier autoridad la Corte Suprema de
Justicia: por violación de la Constitución o leyes constitucionales en virtud de una
ley que se refiera a asuntos no ventilables ante los tribunales de justicia, al ser
aplicada al caso concreto y cuando resulte perjudicado en sus derechos el recu-
rrente; por las violaciones cometidas por el ejecutivo, por el Presidente de la Repú-

57
blica, como Jefe Supremo o como Comandante General, o por los Secretarios o
Sub-secretarios de Estado, o por cualquiera de los otros funcionarios administrati-
vos o departamentales de orden político o militar; por las violaciones cometidas por
las cortes de apelaciones en asuntos no contenciosos; por las violaciones cometi-
das por las municipalidades o las corporaciones o juntas dependientes de aque-
llas.

El recurso se interponía en papel sellado indicando la ley o decreto, orden o


resolución que causaban el perjuicio y las disposiciones violadas, e identificándo-
se además al funcionario responsable y al recurrente.

El término para interponer el recurso era de quince días, más el término de la


distancia, contados desde la ejecución del acto o desde el siguiente día en que la
resolución, orden o mandato había llegado a conocimiento del recurrente, por no-
tificación o comunicación según el caso, y si se trataba de una ley o decreto, desde
el siguiente día de la fecha en que comenzaba a regir.

Pasado el término y no habiéndose llenado los requisitos anteriormente se-


ñalados, no se le daba entrada al recurso.

El tribunal pedía informe al funcionario responsable. Si era necesario abrir a


pruebas, se concedía para ella ocho días y después se dictaba sentencia definiti-
va.

El funcionario responsable, una vez notificado de la providencia en que se le


pedía informe, debía abstenerse de llevar a efecto el acto recurrido o suspenderlo,
si ya hubiere comenzado a ejecutarlo, debiendo resarcir los daños y perjuicios
causados en caso contrario, sin perjuicio de la responsabilidad civil y criminal a que
hubiere lugar.

La sentencia debía ser razonada y se limitaba a proteger al recurrente en el


caso concreto, sin hacer declaración general sobre la inaplicabilidad de ley decla-
rada inconstitucional.

La sentencia tenía por objeto restablecer las cosas al estado anterior a la


violación, con indemnización de los perjuicios, los que pagaba el funcionario culpa-
ble o el que se hubiese aprovechado de la infracción.

Las sentencias dictadas en el amparo no tenían el carácter de cosa juzgada


y, como consecuencia, las partes podían reclamar sus derechos ante los tribuna-
les comunes.

En el habeas corpus la Sala nombraba un ejecutor, quien se presentaba ante


la autoridad o persona contra quien se hubiera interpuesto, intimándole para que
exhibiera al individuo, le mostrara el proceso si lo hubiere o, en caso contrario, le
explicara los motivos de la detención. En vista del proceso o de las explicaciones,

58
en su caso, el ejecutor ordenaba la libertad del detenido o su procesamiento, de
acuerdo con las reglas del art. 29 LA.

Esta Ley se inspiró en la Ley de Amparo de 1894 y, como consecuencia,


consagra los mismos principios y lineamientos generales de ella.

Es conveniente observar que, de acuerdo con los arts. 194 Pr., 318 LOT y
122 Cn. los jueces y tribunales inferiores y la Corte Suprema de Justicia deben
aplicar con preferencia a una ley ordinaria la Constitución en los juicios sometidos
a su conocimiento. En esta forma se conocía por vía de excepción sobre las viola-
ciones a la Constitución.

Cuando los jueces y tribunales inferiores dictaban sentencias que después


hacían tránsito a cosa juzgada, y en las cuales se negaba la aplicación de una ley
por ser violatoria de la Constitución, debían enviar copia de la ejecutoria, bajo la
pena de multa si no lo hacían, a la Corte Suprema de Justicia a fin de que esta
decidiera si era o no constitucional la ley, por el solo efecto de sentar jurispruden-
cia, sin afectar los derechos surgidos de la sentencia ejecutoriada que resolvió el
caso concreto, según se desprende de los arts. 15 de la Ley del 2 de julio de 1912
y 2102 Pr.

También era posible que la Corte Suprema se pronunciara sobre las violacio-
nes a la Constitución en virtud del recurso de casación en el fondo interpuesto con
base en la causal primera del art. 2058 Pr., o de casación en la forma por violación
de alguna garantía constitucional, o bien en virtud del recurso de casación en inte-
rés de la ley interpuesto por el Ministerio Público.

De acuerdo con lo expuesto, el control del cumplimiento de la Constitución o


leyes constitucionales se lograba en virtud del recurso de amparo o bien dentro de
los juicios sometidos al conocimiento de los tribunales comunes. En esa forma se
estableció un amplio control de la Constitución por parte del poder judicial.

G. Constitución y Ley de Amparo de 1939

El 22 de marzo de 1939 se sanciona la Constitución, y el 31 del mismo mes y


año la Ley de Amparo, que pasó a ser constitucional por expresa disposición del
art. 344 Cn. Los arts. 118 y 119 Cn. consagran el amparo, en el que se incluye el
habeas corpus.

La Ley de Amparo de 1939 regulaba en forma unitaria el habeas corpus y el


amparo propiamente dicho, como ella misma lo califica. Del primero conocía la
sala de lo criminal de la corte de apelaciones respectiva y se daba contra las auto-
ridades o particulares en defensa de la libertad personal. Del segundo conocía la
Corte Suprema de Justicia, concediéndose por violación de las garantías constitu-
cionales mediante resoluciones, órdenes, mandatos o actos de las autoridades,
funcionarios o sus agentes; por inconstitucionalidad de una ley que se refiere a

59
asuntos no ventilables ante los tribunales de justicia, al ser aplicada a casos con-
cretos y cuando perjudique al quejoso; y por disposiciones expedidas por Alcalde,
municipalidades o corporaciones locales. Contra estas autoridades se concedía el
amparo aunque sólo se violaran las leyes ordinarias, desnaturalizando este recur-
so.

El amparo, en términos generales, se encontraba estructurado de la manera


siguiente:

a) Solamente surgía a impulso de la parte agraviada, ya sea que la ley o acto


la perjudicara en forma inmediata o pudiera perjudicarla, si este peligro fuere inmi-
nente. Se podía interponer por sí o por medio de representante.

b) El recurso de amparo propiamente dicho se interponía dentro del término


de treinta días, contados desde el día siguiente de la comunicación del acto recu-
rrido o desde que llegó a su conocimiento, o desde que se le haya aplicado la ley o
decreto inconstitucional, sin que se permitiera el aumento por razón de la distancia.

c) En el escrito de interposición del amparo propiamente dicho debía identifi-


carse al quejoso, al funcionario infractor y el acto o ley contra el que se recurría.
También debían señalarse las garantías constitucionales violadas y el concepto en
que lo fueron. Sin estos requisitos no se le daba trámite al recurso. Admitido el
recurso, la Corte pedirá informe al funcionario responsable.

d) En el amparo propiamente dicho se admitía la suspensión del acto recurri-


do. Esta podía ser decretada de oficio o a petición de parte.

Se decretaba de oficio en el auto de admisión cuando se trataba de un acto


que de llegarse a consumar haría físicamente imposible restituir al quejoso en el
goce de la garantía invocada; cuando era notoria la falta de jurisdicción o compe-
tencia de la autoridad; o era de aquellos actos que ninguna autoridad podía ejecu-
tar legalmente.

La suspensión a petición de parte se otorgaba si el quejoso daba garantía


para reparar el daño e indemnizar los perjuicios que con aquella se causaría si el
recurso fuese declarado sin fundamento.

e) El amparo propiamente dicho tenía un término probatorio de ocho días y


eran admisibles todos los medios de prueba.

f) Las sentencias debían ser razonadas y se limitaban a proteger al recurrente


en el caso concreto, sin hacer una declaración general sobre la inconstitucionalidad
de la ley o acto. Tenían por objeto restituir al agraviado en el goce pleno de la
garantía constitucional violada, restableciendo las cosas al estado que guardaban
antes de la violación, si el acto reclamado era positivo. Si era negativo, obligaban

60
a la autoridad responsable a respetar la garantía y cumplir lo que estaba obligado
a hacer de conformidad con la misma.

Las sentencias no producían cosa juzgada material, sino sólo formal, por lo
que la parte perdidosa conservaba la facultad de invocar nuevamente su derecho
ante los tribunales comunes correspondientes. Al producir cosa juzgada formal,
no podía repetirse el mismo amparo que ya había sido rechazado.

g) En el habeas corpus la Sala nombraba un juez ejecutor que se dirigía


contra la autoridad responsable pidiéndole le exhibiera al detenido y le mostrara el
proceso si lo hubiere, o en caso contrario explicara los motivos de la detención. A
la vista del expediente y de las explicaciones y disposiciones legales, procedía a
dejarlo en libertad o a ordenar su encausamiento de acuerdo con las reglas esta-
blecidas en el art. 44 LA. El habeas corpus podía usarse en cualquier tiempo, y
todas las horas y días eran hábiles para ello. En este recurso cabía la acción popu-
lar, pudiendo ser promovido por el mismo interesado o por cualquier ciudadano,
fuera en forma verbal, por escrito o por telégrafo.

h) Para el cumplimiento de la sentencia, la Corte Suprema hacía requerimien-


tos a las autoridades responsables, y, en caso de negativa, podía ordenar el proce-
samiento criminal.

i) El art. 35 LA. señalaba los casos de improcedencia del recurso. De acuer-


do con este artículo no procedía el amparo: contra las resoluciones de los tribuna-
les de justicia en cuestiones de su competencia; cuando no se hubiere agotado la
vía administrativa; cuando los actos consumados de modo irreparable han cesado
en sus efectos; si se consintió el acto reclamado, ya sea de modo expreso o pre-
sunto; y contra las resoluciones dictadas en materia electoral.

H. Constitución y Ley de Amparo de 1948

El 22 de enero de 1948 se sancionó la Constitución y la Ley de Amparo. Esta


era ley constitucional por expresa disposición del art. 284 Cn. Los arts. 38, 39 y
213 incs. 11 y 16 Cn. consagraban el amparo, incluyendo el habeas corpus.

La Ley de Amparo regulaba en forma unitaria el amparo protector de la liber-


tad personal (habeas corpus), consagrado en los arts. 35, 36, 37 y 42 Cn.; el que
se daba contra el auto de prisión a favor del procesado para obtener su libertad, si
no había mérito para ello, y el cual también protegía la libertad personal; el que se
concedía contra los particulares por actos restrictivos de la libertad personal; y el
denominado “amparo propiamente dicho” que también garantizaba el cumplimien-
to de las restantes garantías y disposiciones contenidas en la Constitución y leyes
constitucionales.

De los dos primeros conocía la sala de lo criminal de la corte de apelaciones


respectiva, y del tercero el juez de distrito respectivo. Del cuarto (amparo propia-
61
mente dicho, según lo califica la Ley) conocía la Corte Suprema de Justicia, en
virtud de la violación de la Constitución o de las leyes constitucionales mediante
resoluciones, mandatos o actos de cualquier autoridad, funcionario o de sus agen-
tes; de inconstitucionalidad de forma o de fondo de una ley o decreto; y de disposi-
ciones violatorias de la Constitución o leyes secundarias sustantivas, o
instrumentales que produzcan indefensión, expedidas por los encargados de la
administración del Distrito Nacional, alcaldes municipales o corporaciones locales
administrativas.

En realidad, el amparo contemplado en la Ley de Amparo de 1948 era uno y


no cuatro. El hecho de que cada uno tuviera una tramitación especial no le daba
independencia, pues esta especialidad solamente obedecía a la naturaleza del
acto y a las facilidades que debían otorgarse para garantizar el derecho violado.
Por otra parte, todos tenían por objeto proteger el cumplimiento de las garantías y
disposiciones contenidas en la Constitución y leyes constitucionales, con excep-
ción del recurso de amparo propiamente dicho contra las disposiciones del Distrito
Nacional, municipalidades, etc., que se otorgaba tanto por violación de la Constitu-
ción o leyes constitucionales como por violación de las leyes secundarias sustantivas.
También se da contra las instrumentales que producen indefensión, pues con ellas
hubiese violado el art. 46 Cn., que consagraba el derecho a la defensa.

La Ley de Amparo de 1948 tenía las líneas generales siguientes:

a) Solamente podía proponerse por la persona agraviada, natural o jurídica,


ya sea que hubiere recibido el perjuicio o se encontrase en inminente peligro de
recibirlo de la ley, decreto, mandato o acto que reclamaba, salvo que se tratara del
habeas corpus, del amparo contra el auto de prisión y del concedido contra los
particulares por actos restrictivos de la libertad personal, los que podían ser inter-
puestos por cualquier persona a favor del agraviado (acción popular).

b) La Constitución y la Ley de Amparo lo califican como juicio de garantía. Su


estructura general era la de un juicio: la pretensión del quejoso se denominaba
acción, la autoridad infractora era la parte demandada, el juicio se abría a pruebas
si era necesario, se podía decretar la suspensión del acto reclamado y, finalmente,
se dictaba sentencia definitiva.

c) El amparo propiamente dicho podía interponerse en cualquier tiempo mien-


tras existiera el peligro inminente de que la ley, resolución, mandato, disposición,
decreto o acuerdo, fueran aplicados por primera vez o sucesivamente al quejoso;
pero si ya les habían sido aplicados, o se trataba de actos, el término, por lo que se
refiere a lo consumado y con tal que sea reparable, sería de treinta días contados
desde que el agraviado tenía conocimiento del acto, sin aumento por razón de la
distancia.

62
En los demás casos en que cabía el amparo (habeas corpus, contra el auto
de prisión y contra los particulares) podía interponerse en cualquier tiempo y todos
los días y horas eran hábiles.

d) La acción de amparo propiamente dicho se introducía ante la Corte Supre-


ma de Justicia en papel simple y debía identificarse al actor, al demandado, la ley,
resolución o acto reclamado y las disposiciones constitucionales o legales viola-
das, expresando además el concepto de cada violación. Si el libelo no llenaba
estos requisitos, se le concedía al actor un plazo prudencial para que llenara estas
omisiones, so pena de tenerlo como no interpuesto, si no lo hacía.

Admitido el amparo, se pedía informe a la autoridad responsable. La falta de


informe establecía la presunción de ser cierto el acto reclamado, salvo prueba en
contrario.

e) Se permitía la suspensión del acto recurrido. La suspensión podía ser de


oficio o a petición de parte. Procedía en la primera forma cuando se trataba de un
acto que de llegarse a consumar haría físicamente imposible restituir al quejoso en
el goce de la garantía constitucional reclamada. Se procedía a petición de parte
cuando concurrían los requisitos siguientes: que con la suspensión no se siguiera
perjuicio al interés general, ni se violaran disposiciones de orden público; que las
consecuencias de la ejecución del acto fueran de orden material que pudieran
apreciarse en dinero; que los daños y perjuicios causados al quejoso fueran de
difícil reparación a juicio del tribunal; que el demandante otorgara garantía para
reparar los daños y perjuicios que se causaren a terceros por la suspensión, si la
demanda fuese declarada sin fundamento. Pero el tercero podía otorgar
contracaución para dejar sin efecto la suspensión, a fin de garantizar la restitución
de las cosas al estado anterior del acto que motivaba el recurso y el pago de los
daños y perjuicios que sobrevinieran al demandante, en el caso que se declarara
fundada la demanda de amparo.

f) Si habían hechos que probar, el juicio se abría a prueba por diez días. Eran
admisibles todas las clases de pruebas.

g) Las sentencias debían ser razonadas y se limitaban a proteger al agravia-


do en el caso concreto, salvo que declararan la inconstitucionalidad de una ley, en
cuyo supuesto declaraban de manera general la nulidad e inaplicabilidad de la
misma.

La sentencia tenía por objeto restituir al agraviado en el pleno goce del dere-
cho violado, restableciendo las cosas al estado anterior de la violación, si el acto
reclamado tenía carácter positivo. Si tenía carácter negativo, obligaba a la autori-
dad responsable a respetar el derecho y a cumplir o hacer lo que el mismo exigía.

La sentencia del amparo propiamente dicho producía cosa juzgada en cuan-


to a la inconstitucionalidad o validez de la ley. Las restantes sentencias no produ-
63
cían cosa juzgada material, sino sólo formal, por lo que las partes conservaban su
derecho para reclamarlo ante los tribunales comunes competentes. Pero como
producían cosa juzgada formal, no se podía repetir el amparo anteriormente recha-
zado.

h) Para que la autoridad responsable cumpliera la sentencia, la Corte hacía


requerimiento con ese fin. En el caso de negativa ordenaba que se procediera
criminalmente contra el infractor. Además, la Ley de Amparo señalaba otras res-
ponsabilidades.

i) El amparo no procedía: contra las resoluciones de los tribunales de justicia


en negocios de su competencia; contra las leyes o decretos que solamente podían
causar agravio como consecuencia de una demanda ante los tribunales de justi-
cia; cuando no se habían agotado los recursos ordinarios establecidos en la ley, o
cuando no se había dictado la sentencia definitiva; cuando cesaran los efectos del
acto reclamado o este se había consumado de manera irreparable; contra leyes
cuya constitucionalidad o inconstitucionalidad ya había sido declarada en otro
amparo; y contra las resoluciones en materia electoral.

j) En el habeas corpus, la corte de apelaciones nombraba un juez ejecutor,


quien al dirigirse a la autoridad responsable le pedía que le exhibiera al detenido y
le presentara el proceso si lo había o, en caso contrario, expresara los motivos de
la detención. Acto seguido procedería a ordenar su libertad o procesamiento de
acuerdo con las pautas que le señalaba el art. 42 LA.

k) En el amparo contra el auto de prisión, la sala de lo penal de la corte de


apelaciones aseguraba al procesado en el lugar que juzgara conveniente, y pedía
el proceso al juez que estaba conociendo del asunto, a quien por este hecho se le
suspendía su competencia. Después se dictaba sentencia que revocaba, reforma-
ba o confirmaba el auto de prisión, de acuerdo con el mérito de la prueba que
arrojara el expediente.

Para vigorizar el control del cumplimiento de las disposiciones de la Constitu-


ción y leyes constitucionales, adicionalmente se dan otros medios, a saber:

a) De acuerdo con los arts. 194 Pr., 318 LOT y 217 Cn., los jueces o tribuna-
les debían aplicar con preferencia la Constitución o leyes constitucionales.

b) De acuerdo con los arts. 217 Cn., 15 de la Ley del 2 de julio de 1902 y 2102
Pr. cuando los jueces inferiores dictaran sentencias que hiciesen tránsito a cosa
juzgada y en las que se declarase la inconstitucionalidad de una ley, estos debían
enviar copias de las mismas a la Corte Suprema, bajo sanción de pagar una multa,
a fin de que la Corte Suprema sentara jurisprudencia sobre el caso, pero sin afectar
a las partes.

64
c) De acuerdo con el art. 2057 inc. 1 Pr., las partes pueden interponer en el
juicio recurso de casación en el fondo por haberse infringido los preceptos consti-
tucionales.

d) De acuerdo con el art. 213 inc. 17 Cn., el ejecutivo podía tachar de incons-
titucional cualquier acto legislativo y someter el conflicto al conocimiento de la Cor-
te Suprema, quien fallaba con previa audiencia del Ministerio Público.

La tacha de inconstitucionalidad se hacía al vetar la ley pero, si el Congreso


insistía, el ejecutivo debía ordenar su promulgación; sin embargo, conservaba el
derecho de someter el asunto a la Corte Suprema de Justicia.

I. Constitución y Ley de Amparo de 1950

El 1 de noviembre fue sancionada la Constitución y el 6 del mismo mes y año


la Ley de Amparo, que pasó a ser constitucional por disponerlo así el art. 323 Cn.
Los arts. 41 y 229 incs. 12 y 17 Cn. consagraron el amparo, incluyendo el habeas
corpus.

La Ley de Amparo regulaba en forma unitaria el amparo protector de la liber-


tad personal consagrada en los arts. 38, 39, 40, 45, 48, 51 y 59 Cn.; el que se daba
contra los particulares por actos restrictivos de la seguridad personal; el concedido
por el auto de prisión; el que garantizaba el cumplimiento de las restantes garan-
tías y disposiciones contenidas en la Constitución y leyes constitucionales, deno-
minado “amparo propiamente dicho” por la misma Ley.

Del primero y tercero conocía la sala de lo criminal de la corte de apelaciones


respectiva; del segundo, el juez del distrito de lo criminal; del cuarto, la Corte Su-
prema de Justicia, en virtud de violación de la Constitución o de leyes constitucio-
nales mediante leyes, decretos, resoluciones, órdenes, mandatos o actos de cual-
quier autoridad, funcionarios o corporación pública o de sus gerentes; por
inconstitucionalidad de una ley o decreto que se refiere a asuntos no ventilables
ante los tribunales de justicia al ser aplicada al caso concreto a cualquier persona
en perjuicio de sus derechos.

De acuerdo con la Ley, este amparo está estructurado bajo las característi-
cas siguientes:

a) Solamente podía ser propuesto por la persona agraviada. Se entendía por


tal a las personas naturales o jurídicas a quienes perjudicara o pudiera perjudicar
la ley, resolución, orden, mandato, disposición o acto contra el cual se reclamaba.
Las personas jurídicas de carácter público necesitaban ser afectadas en sus inte-
reses patrimoniales para poder interponer el amparo.

b) El amparo propiamente dicho se interponía dentro del plazo de treinta días,


sin lugar al aumento por razón de la distancia. Se contaba a partir de la vigencia de
65
la ley o desde que se hubiere aplicado al caso concreto, desde que se le hubiera
notificado o comunicado al quejoso la resolución, orden, mandato o acuerdo, o
desde que el acto hubiere llegado a su conocimiento.

En los restantes casos de amparo (habeas corpus, contra el auto de prisión y


contra particulares), podía interponerse en cualquier tiempo y todos los días y ho-
ras eran hábiles.

c) El amparo propiamente dicho se interponía en papel común ante la Corte


Suprema de Justicia y debía identificar a la autoridad responsable (demandado), el
acto reclamado y las disposiciones constitucionales o legales violadas. El Tribunal
concedía un plazo prudencial al quejoso para que llenara las omisiones del libelo y,
si no lo hacía, se tenía el recurso como no interpuesto.

Admitido el amparo, la Corte pedía informe al funcionario responsable. La


falta de informe establecía la presunción de ser cierto el acto reclamado, salvo
prueba en contrario; pero quedaba a cargo del quejoso la prueba de los hechos
cuando no fuera violatorio de garantías en el mismo, sino que de los motivos, datos
o pruebas en que se haya fundado el acto.

d) Se permitía la suspensión del acto recurrido, ya fuera de oficio o a petición


de parte.

Se procedía de oficio la suspensión cuando se trataba de actos que, de lle-


garse a consumar, harían físicamente imposible restituir al quejoso en el goce del
derecho reclamado; fuera notoria la falta de jurisdicción o competencia de la auto-
ridad responsable; o fueran de aquellos que ninguna autoridad puede ejecutar
legalmente.

Procedía la suspensión a petición de parte cuando concurrían los requisitos


siguientes: que con la suspensión no se causara perjuicio al interés general ni se
violara disposición de orden público; que los daños y perjuicios que se pudieran
causar al quejoso fueran de difícil reparación a juicio del tribunal; que el reclamante
otorgara garantía para reparar los daños y perjuicios que por la suspensión pue-
den causarse a terceros, si el amparo se declaraba inadmisible.

Una vez decretada la suspensión, el tribunal fijaba la situación en que ha-


brían de quedar las cosas y tomaba las medidas pertinentes para conservar la
materia del amparo hasta su conclusión. El tercero interesado podía otorgar cau-
ción para impedir la suspensión.

e) Si habían hechos que probar, se abría a prueba por diez días, siendo
admisibles toda clase de pruebas.

f) Las sentencias se limitaban a amparar al quejoso en el caso concreto, pero


se hacía un pronunciamiento general sobre la inaplicabilidad de una ley declarada

66
inconstitucional (lo mismo los decretos, decretos-leyes, reglamentos, órdenes, dis-
posiciones o medidas), la que no podía ser posteriormente aplicada por autoridad
alguna, so pena de ser inhabilitado para el desempeño del cargo.

La sentencia tenía por objeto restituir al agraviado en el pleno goce del dere-
cho violado, restableciendo las cosas al estado anterior de la violación, cuando el
acto era de carácter positivo. Si era de carácter negativo, ordenaba que la autori-
dad responsable respetara el derecho e hiciere lo que este le exigía.

Producía cosa juzgada la sentencia que declaraba constitucionalidad o


inconstitucionalidad de la ley. Las demás no producían cosa juzgada material, por
lo que las partes podían invocar sus derechos ante los tribunales comunes. Pero
como producía cosa juzgada formal, el perdidoso no podía proponer nuevamente
un amparo que anteriormente había sido rechazado, ya que la corte puede recha-
zarlo in limini litis.

g) El art. 31 LA. señalaba los casos de improcedencia del amparo. De acuer-


do con él, no procedía el amparo: contra las resoluciones judiciales; cuando no se
habían agotado los recursos ordinarios; cuando habían cesado los efectos del acto
reclamado o este se había consumado de modo irreparable; contra los actos con-
sentidos por el agraviado de modo expreso o tácito; contra las resoluciones electo-
rales; contra leyes cuya constitucionalidad había sido declarada en otro amparo.

h) El cumplimiento de la sentencia se encontraba a cargo de la autoridad


responsable a requerimiento de la Corte Suprema de Justicia. En caso de negativa
se podía ordenar el procesamiento criminal.

i) En el habeas corpus la sala nombraba un juez ejecutor, quien pedía la


exhibición del detenido y del proceso si lo había. Con posterioridad procedía a
dejar en libertad o a ordenar el procedimiento del detenido, de acuerdo con las
reglas establecidas en el art. 37 LA.

J. Constitución y Ley de Amparo de 1974

El 14 de enero de 1974 se sancionó la Constitución y el 25 de octubre del


mismo año la Ley de Amparo. Los arts. 41 y 293 inc. 4 Cn. consagran el amparo
como recurso.

Esta Ley reproduce con ligeras modificaciones la de 1950, por lo que con la
exposición anterior es suficiente para comprender su alcance.

K. Leyes de Amparo de 1980

El amparo fue consagrado en el art. 50 del Estatuto sobre Derechos y Garan-


tías de los Nicaragüenses del 21 de agosto de 1979. Se concedía para reparar las

67
violaciones de los derechos y libertades consagrados en dicho Estatuto y en el
Estatuto Fundamental del 20 de julio de 1979.

El 4 de enero de 1980 se sancionó el Decreto N° 232, “Ley de Amparo para la


Libertad y Seguridad Social”, que protegía la libertad y la seguridad personales: el
habeas corpus, el amparo contra el auto de prisión y el que se daba contra los
particulares por actos restrictivos de la libertad personal.

El 28 de mayo de 1980 se sancionó el Decreto N° 417, “Ley de Amparo” que


regulaba el cumplimiento de las otras garantías, denominado amparo propiamen-
te dicho.

Por razones de tiempo y consideraciones políticas no se reunieron en una


sola ley todos los aspectos del amparo, y se excluyó el dirigido contra leyes, dejan-
do casi vacío el verdadero contenido del amparo propiamente dicho.

En lo demás, ambas leyes no contienen innovaciones de importancia, pues


se limitan a reproducir el contenido de las últimas leyes de amparo, llegando hasta
copiar literalmente gran parte de sus articulados.

8. Comparación con el Derecho mexicano

Nuestro amparo tiene semejanzas y diferencias con el mexicano, a saber:

a) En ambos el poder judicial es el competente para conocer del amparo.

b) En el amparo mexicano la inconstitucionalidad de la ley sólo tiene por


efecto la inaplicabilidad de la ley al caso concreto (principio de relatividad de la
sentencia); lo mismo sucede con nuestras leyes de amparo de 1893, 1911 y 1939.
Pero en las últimas leyes de amparo (1948, 1950 y 1974) prevalece la idea contra-
ria, o sea, que la inconstitucionalidad produce la invalidez de la ley en forma gene-
ral (erga omnes).

La Ley de Amparo vigente de 1988 admite también invalidez general de la ley


declarada inconstitucional (efectos erga omnes)

c) Los dos amparos sólo proceden a petición del agraviado (principio disposi-
tivo), salvo las excepciones legales en que se procede de oficio. En el amparo
mexicano dicho principio rige en forma más leve.

d) El amparo mexicano se da tanto por infracciones de la Constitución como


de las leyes secundarias (amparo-casación); en cambio nuestro amparo solamen-
te se ha dado por violación de la Constitución o leyes constitucionales, pues el
recurso de casación, que funciona junto con el de amparo, procede en forma inde-
pendiente dentro de los procesos judiciales. Pero no debemos perder de vista que

68
en las Leyes de 1939 y 1948 se concedió el amparo por violación de las leyes
ordinarias por parte del Distrito Nacional, municipalidades, etc.

e) El amparo mexicano puede ser uni-instancial (directo) o bi-instancial (indi-


recto); en cambio el nuestro es uni-instancial en todos sus aspectos (habeas cor-
pus, amparo contra el auto de prisión, contra los particulares y el amparo propia-
mente dicho).

SECCION II: LEY DE AMPARO DEL 28 DE MAYO DE 1980

Sumario: 1. Fines del amparo. 2. Legitimación activa. 3. Legitimación pasiva.


4. Terceros interesados. 5. Competencia. 6. Plazo para su interposición. 7. Proce-
dimiento: A. Escrito de interposición. B. Examen del escrito de amparo. C. Sus-
pensión del acto reclamado. D. Apertura a prueba. 8. Formas de terminación del
amparo: A. Sentencia definitiva. B. Improcedencia. C. El desistimiento. D. La de-
serción. 9. Aplicación del Código de Procedimiento Civil. 10. Cumplimiento de la
sentencia. 11. Jurisprudencia.

1. Fines del amparo

Este amparo se otorgaba para proteger a las personas contra las disposicio-
nes, actos o resoluciones y, en general, contra toda acción u omisión de cualquier
autoridad o agente- excepto las judiciales y legislativas en virtud de leyes que
violen o amenacen violar los derechos consagrados en el Estatuto Fundamental
de la República y en el Estatuto de Derechos y Garantías de los Nicaragüenses,
documentos que vinieron a reemplazar a la derogada Constitución de 1974.

2. Legitimación activa

Según se desprendía de los arts. 1 y 2 LA., solamente la parte agraviada en


los derechos consagrados en los citados Estatutos podía proponer el amparo. El
art. 2 consideraba como agraviada a toda persona natural o jurídica a quien se
perjudicara o que se encontrara en peligro inminente de serlo1 .

1
El peligro inminente de un perjuicio como causa legitimadora para que prospere el amparo es reconocido
por las leyes de amparo de 1911, 1936, 1948, 1950 y 1974. Pero cuando se trataba de la
inconstitucionalidad de una ley exigen, excepto la de 1948, que se aplicará al caso concreto en perjuicio
del quejoso. Así lo confirma la jurisprudencia: S. 10 a.m. del 30 de junio de 1914, B.J., pág. 459; S. 11:30
a.m. del 13 de octubre de 1927. B.J., pág. 6126; S. 11 a.m. del 25 de mayo de 1945, B.J., pág. 12792.
Por muy inconstitucional que fuere la ley no cabía el recurso si no se aplicaba el caso concreto. De aquí
que la jurisprudencia exigiera un interés directo y personal para interponer el amparo: S. 10 a.m. del 13
de noviembre de 1917, B.J., pág. 1736. Dentro de este criterio la jurisprudencia reconoció la existencia
de dos tipos de leyes para los efectos del amparo, las heteroaplicativas y las autoaplicativas. Las
primeras sólo causan agravio cuando son aplicadas por una autoridad y el término para recurrir se
cuenta a partir de su aplicación; y las segundas, por el contrario, no necesitan que sean aplicadas por la
autoridad para causarlo y el término para recurrir se cuenta a partir de su vigencia: S. 10:35 a.m. del 24
de junio de 1967, B.J., pág. 132; S.10:35 a.m. del 15 de julio de 1968, pág. 157. Esta distinción se
encuentra consagrada en el amparo mexicano.

69
Lo podían proponer las personas jurídicas de carácter público (municipalida-
des o juntas municipales, el Estado, etc.) o privado (sociedades civiles o comercia-
les), pero solamente cuando resultaren afectadas en sus intereses patrimoniales.
La Ley, al otorgar la acción de amparo, no distinguía entre personas jurídicas de
carácter público o privado.

El Estado podía proponer el amparo cuando actuaba en sus relaciones jurídi-


cas como un particular; pero no cuando lo hacía como entidad soberana (teoría de
la doble personalidad del Estado). El tema no deja de ser controvertido, pues
algunos juristas de renombre estiman que no debe concedérsele la acción de amparo
al Estado, por las razones siguientes: la acción de amparo se concede a los parti-
culares contra el Estado; resulta difícil concebir que el propio Estado, contra quien
se dirige la acción, decida la pretensión sometida a su conocimiento.

Creo que al Estado no se le debía conceder el amparo, aunque para ciertos


supuestos esta situación se acepta, como veremos más adelante.

En las Leyes de Amparo de 1939, 1948 y 1950 el perjuicio patrimonial, como


legitimación ad causan, era exigido solamente a las personas jurídicas de carácter
público y no a las privadas. La Ley de Amparo de 1974 tenía la misma restricción
de la de 1980.

De acuerdo con lo expuesto, si sólo la persona agraviada en sus derechos


consagrados en los mencionados Estatutos podía proponer el amparo, es lógico
concluir que no cabía en los casos siguientes: si era interpuesto por el acreedor del
agraviado, haciendo uso de la acción oblicua consagrada en el art. 1870 C., pues
en el amparo se protegían sólo intereses directos y personales, y el del tercero en
este supuesto habría sido indirecto; si se violaba una disposición que no consagra-
ra un derecho fundamental.

No vemos razones para que se negara la entrada a la acción oblicua, siempre


que existiera un interés patrimonial de por medio. Tan protegible es el interés
directo del deudor como el indirecto del acreedor.

Tampoco existía razón para que la ley limitara la protección del amparo a los
derechos fundamentales, ya que su ámbito es más amplio, pues este no está des-
tinado solamente a proteger el cumplimiento de las normas que consagran esos
derechos, sino a garantizar el cumplimiento de todas las normas de la Constitución
y de las leyes constitucionales, por cuanto en su funcionamiento entra en juego el
interés general. Es cierto que generalmente se da el amparo por violación de los
derechos fundamentales, pero tal cosa no es razón para que no se permita por la
violación de otras normas constitucionales.

Participaban de esta amplitud las leyes de amparo de 1894, 1911, 1948, 1950
y 1974. No obstante, en la Ley de Amparo de 1939 se dispuso que la titularidad de
la acción de amparo le correspondía a la persona agraviada en un derecho funda-

70
mental consagrado en la Constitución, en los casos en que no se encontraba de
por medio una ley o decreto, o un acto de las municipalidades o corporaciones
locales.

Creo que en el cumplimiento de la Constitución y en la efectividad del amparo


está de por medio el interés general, por lo que debe permitirse la acción popular y
concederse el amparo por la violación de cualquier disposición de la Constitución o
leyes constitucionales.

La Corte Suprema ha establecido que no es necesario haber sido parte en el


proceso que culminó con la sentencia recurrida para que proceda el amparo, pero
debe acreditarse el perjuicio2 .

3. Legitimación pasiva

El amparo se otorgaba contra la autoridad o funcionario que ordenaba o dic-


taba la disposición, acto o resolución impugnada de violatoria, contra el agente
ejecutor, o contra ambos. Así se desprendía de los arts. 1 y 3 LA. De acuerdo con
lo expuesto, eran dos los sujetos pasivos en el amparo: la autoridad que emitía el
acto y los agentes que lo ejecutaban.

El amparo, pues, se daba solamente contra los actos de autoridad y no contra


los particulares, según se desprendía especialmente de los arts. 1 y 2 LA. y del
resto de su articulado. Ese ha sido el criterio mantenido históricamente por nues-
tras leyes de amparo y confirmado por la jurisprudencia3 .

Dentro de este mismo orden de ideas, no cabía el amparo cuando la autori-


dad actuaba como un particular, ya fuera en la celebración o cumplimiento de un
contrato, o con ocasión de cualquier otro acto o hecho. Así lo reconocen tanto la
Corte Suprema4 como la doctrina.

Siempre con relación a este mismo criterio, la Corte Suprema ha dicho que
contra la autoridad que ocupa un terreno, de cuyo conflicto nacen y derivan accio-
nes ordinarias para las partes, no cabe el amparo, sino el ejercicio de dichas accio-
nes 5 . Estas acciones podrían ser reivindicatorias o posesorias (interdictos
posesorios).
2
S. 10 a.m. del 26 de marzo de 1969, B.J., pág. 5.
3
S. 11 a.m. del 3 de marzo de 1916, B.J., pág. 1097.S.9 a.m. del 3 de julio de 1937, B.J., pág. 9757; S. 12
m. del 26 de julio de 1945. B.J., pág. 12904; S. 10 a.m. del 24 de mayo de 1947, B.J., pág. 13829; S. 10
a.m. del 26 de enero de 1955, B.J., pág. 17323; S. 10:30 a.m. del 28 de noviembre de 1958. B.J., pág.
19245. En otras legislaciones es amplio y se da no sólo contra los actos de autoridad sino contra las
entidades autónomas y contra los concesionarios de servicios públicos.
4
S. 11 a.m. del 30 de noviembre de 1923, B.J., pág. 4150; S. 11 a.m. del 3 de mayo de 1934, B.J., pág.
8605; S. 11 a.m. del 13 de diciembre de 1935, B.J., pág. 9139; S. 10 a.m. del 4 de abril de 1937, B.J.,
pág. 9669; S. 10 a.m. del 12 de noviembre de 1952, B.J., pág. 16242, S. 10 a.m. del 9 de mayo de 1956,
B.J., pág. 18051; S. 11 a.m. del 5 de abril de 196 1, B.J., pág. 20368; S. 12 m. del 5 de abril de 1961, B.J.,
pág. 20369; S. 9:45 a.m. del 2 de septiembre de 1965, B.J., pág. 256.
5
S. 12 m. del 5 de abril de 1937, B.J. pág. 9630; S. 11:40 a.m. del 30 de noviembre de 1965. B.J., pág. 355;
S. 9:45 a.m. del 5 de diciembre de 1966, B.J., pág. 306.

71
El menor que tuviera quince años podía interponer el amparo sin intervención
de su representante cuando este se hallare ausente o impedido; pero con poste-
rioridad debía nombrársele un guardador especial. Si era menor de quince y se
encontraba en la misma situación, el Procurador de Justicia o cualquier ciudadano
podía interponer el amparo en su nombre. Así lo disponía el art. 8 LA.

4. Terceros interesados

De acuerdo con el art. 19 LA., eran tres las partes del amparo: el quejoso, la
autoridad responsable y los terceros interesados.

El Procurador de Justicia tenía también intervención en el amparo. Todos los


amparos eran puestos bajo su conocimiento, y podía intervenir en cualquier tiem-
po. Podía además interponer el amparo en nombre del menor en el caso del art. 8
LA.

5. Competencia

El amparo se interponía ante la sala de lo civil del tribunal de apelaciones


respectivo. Este tribunal tiene limitada su intervención en la tramitación del ampa-
ro, pues su competencia se concretaba a revisar si se habían llenado los requisitos
de su interposición, y señalar al recurrente un plazo para que los llenara, bajo la
sanción de tenerlo como no interpuesto si no cumplía con ellos; suspender o negar
la suspensión del acto reclamado; pedir informe al funcionario responsable; y em-
plazar las partes para que comparecieran ante la Corte Suprema de Justicia, a
quien le correspondía el resto de la tramitación hasta dictar la sentencia definitiva
de fondo o, en su caso, la que declarara la improcedencia.

De acuerdo con el art. 4 inc. 2 LA. se podía recurrir por la vía de hecho, si la
sala de lo civil se negaba a tramitar el recurso.

Este amparo fue impropiamente calificado como bi-instancial por algunos


colegas. Como lo expresamos anteriormente, el tribunal de apelaciones no podía
abrir a pruebas el juicio o dictar ni sentencia definitiva, ni la que declaraba la impro-
cedencia, por lo que no puede sostenerse que este recurso fuera bi-instancial. El
amparo es bi-instancial cuando al tribunal inferior se le permite fallar el fondo del
asunto y el perdidoso puede recurrir de él a la Corte Suprema, lo que no sucede en
esta Ley.

La intervención del tribunal de apelaciones se daba con el propósito de facili-


tar la interposición del amparo y levantar las primeras diligencias en forma rápida,
poniendo lo más cerca posible del domicilio o negocio del quejoso la autoridad
ante quien debía interponerlo. Pero la intervención de este tribunal se refería a
ciertos trámites específicos y no a todo el procedimiento del amparo. De acuerdo
con este criterio, esa labor podría ser encomendada incluso a cualquier juez de
distrito, y aún a los locales. No creo que hubiese sido conveniente hacerlo, pues

72
esas primeras diligencias son de gran importancia, sobre todo la referida a la sus-
pensión del acto. Sólo cuando se logre una preparación integral de los jueces,
podría pensarse en encomendarles una función tan delicada.

6. Plazo para su interposición

El amparo debía interponerse dentro del plazo de treinta días, contados estos
desde la notificación o comunicación al quejoso de la resolución, orden, mandato o
acuerdo recurrido, o desde que tuviera conocimiento de ellos. No existía aumento
por razón de la distancia por disponerlo así el art. 5 LA.

Este plazo era de días y se contaba día por día6 , pudiendo ser suspendido
por caso fortuito o fuerza mayor. Así lo reconocía el art. 28 inc. 4 LA. al expresar
que se suspendería el término para interponerlo de acuerdo con el derecho co-
mún, siendo la norma aplicable la del art. 168 inc. 2 Pr., que dispone que sólo por
fuerza mayor que impida utilizarlos podrán suspenderse los plazos durante su cur-
so.

No se interrumpía el término para proponer el amparo, si en la vía administra-


tiva se interponía un recurso improcedente o no permitido, o interpuesto ante una
autoridad no competente. Al respecto la Corte Suprema ha expresado que:

a) No interrumpe el plazo la interposición de un recurso improcedente7 .

b) Mientras existan pláticas con el funcionario responsable no corre el térmi-


no para interponer el amparo, aunque dicho funcionario mantenga su negativa8 .

c) La interposición de un recurso no establecido por la ley no interrumpe el


término para proponer el amparo9 .

d) Es improcedente el amparo cuando se recurrió en la vía administrativa


ante la autoridad incompetente para ello y, como consecuencia, se dejó transcurrir
el término para recurrir de amparo10 .

e) Es improcedente el amparo que no contiene ninguna fecha relativa a la


causa o motivo que sirva como punto de partida para computar el término de inter-
posición del amparo11 .

6
S. 11 a.m. del 24 de noviembre de 1962, B.J., pág. 509.
7
S. 12 m. del 8 de marzo de 1919, B.J., pág. 2244.
8
S. 11:40 a.m. del 26 de mayo de 1965, B.J., pág. 156.
9
S. 9:45 a.m. del 7 de junio de 1967, B.J., pág. 104; S. 11 a.m. del 18 de noviembre de 1971, B.J., pág. 223,
S. 11:40 a.m. del 10 de marzo de 1972, B.J., pág. 33.
10
S. 11:40 a.m. del 9 de febrero de 1970, B.J., pág. 28; S. 9:45 a.m. del 6 de septiembre de 1976. B.J., pág.
205.
11
S. 9 a.m. del 11 de diciembre de 1974, B.J., pág. 257.

73
7. Procedimiento

Tal como lo regulaba la Ley de Amparo de 1980, el procedimiento del amparo


podía dividirse en dos etapas: la primera realizada ante el tribunal de apelaciones,
que comprendía el escrito de interposición, el examen del tribunal sobre el cumpli-
miento de los requisitos de este, la suspensión del acto reclamado, la petición del
tribunal a la autoridad responsable para que informe a la Corte Suprema de Justi-
cia, y el emplazamiento a las partes para que comparezcan ante el Supremo Tribu-
nal a hacer uso de sus derechos; la segunda comprende la apertura a prueba y la
expedición de la sentencia, lo que correspondía a la Corte Suprema.

A. Escrito de interposición

De acuerdo con el art. 6 LA., el recurso se proponía ante la sala de lo civil del
tribunal de apelaciones competente, por escrito y en papel común. Este escrito
debía contener:

a) El nombre y calidades del agraviado y los de su representante, si éste lo


promovía en su nombre;

b) El nombre y cargo del funcionario, autoridad o agente de los mismos res-


ponsable de la violación. La Corte Suprema expresa que es improcedente el am-
paro que no contiene el nombre del o de los funcionarios recurridos12 .

Como en las leyes de amparo de 1950 y 1974, no se exigía el señalamiento


de las generales del responsable, como sí se exigía, en cambio, en las de 1894,
1911 y 1948.

El amparo se dirigía contra la autoridad responsable en virtud del acto violatorio;


por lo que no se podía ser muy estricto, como lo ha sido en ocasiones la Corte
Suprema13 al declararlo sin lugar cuando se dirigía contra el acto, siempre que
ambos (el acto y el funcionario) sean identificados.

c) El acuerdo, resolución, orden, mandato o actos contra los cuales se recla-


maba.

d) Las disposiciones estatutarias que se estimaban violadas.

Como en las leyes de 1894, 1911, 1950 y 1974, no se exigía expresar el


concepto de violación. En cambio, las de 1939 y 1948 sí exigían que se exprese tal
concepto.
12
S. 10:30 a.m. del 13 de octubre de 1913, B.J., pág. 294; S. 11 a.m. de 17 de febrero de 1915, B.J., pág.
678; S. 11:30 a.m. del 12 de septiembre de 1917. B.J., pág. 1670; S. 11 a.m. del 6 de agosto de 1919.
B.J., pág. 2456.
13
S. 9 a.m. del 19 de agosto de 1976, B.J., pág. 186; S. 9 a.m. del 1 de junio de 1978, B.J., pág. 132; S. 9:45
a.m. del 5 de junio de 1978, B.J., pág. 142; S. 9:45 a.m. del 19 de junio de 1978, B.J., pág. 162; S. 8:30
a.m. del 2 de febrero de 1978, B.J., pág. 21.

74
Sin embargo, aunque no era exigido, sí era necesario expresar el concepto
de la violación, el que debía estar presidido de una exposición de los hechos que lo
fundamentan. La ley solamente se refería a la violación; pero la infracción de los
Estatutos también podía resultar de la mala interpretación o aplicación indebida de
sus disposiciones por la autoridad responsable, en cuyo caso debía explicarse tal
circunstancia.

Las disposiciones que debían citarse como violadas eran las de los mencio-
nados Estatutos y no las de otras leyes o códigos, a menos que las desarrollaran.
Por consiguiente, no se cumplía con este requisito si sólo se citaban leyes que no
eran los Estatutos 14 .

e) La indicación de la prueba de que el recurrente se encontraba físicamente


en el país. La existencia de este requisito impidió la interposición de numerosos
recursos y constituyó una limitación de gran envergadura. No tiene antecedentes
en las leyes de amparo anteriores.

La prueba de este hecho se presentaba junto con el escrito de interposición;


pero podía hacerse después. Esto no significaba que el representante del agravia-
do no pudiera interponer el amparo en su nombre. Podía hacerlo, pero sí debía
probar que su representado se encontraba en el país al tiempo de la interposición.
En el caso de las sociedades debía acreditarse la presencia en el país de su repre-
sentante legal (presidente en las sociedades anónimas, etc.)

El apoderado general judicial del recurrente podía interponer el amparo sin


necesidad de autorización especial. También el quejoso puede nombrar apodera-
do en el escrito de interposición de recurso.

14
Con relación a lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia ha sostenido: a)No hay lugar al amparo cuando
no se citan las disposiciones constitucionales infringidas: S. 12 m. del 11 de octubre de 1913, B.J., pág.
293; S. 12 m. del 27 de mayo de 1914, B.J., pág. 451; S. 11 a.m. del 17 de febrero de 1915, B.J., pág.
678; S. del 18 de abril de 1918, B.J., pág. 1906; S. 12 m. del 20 de agosto de 1918, B.J., pág. 2045; S. 12
m. del 20 de mayo de 1936, B.J. pág. 9318; S. 10 a.m. del 26 de junio de 1947, B.J., pág. 13929; S. 10
a.m. del 19 de julio de 1947. B.J., pág. 13946; S. 10:30 a.m.. del 8 de enero de 1953, B.J., pág. 16325,
S. 11 a.m. del 8 de junio de 1953, B.J., pág. 16518. b) Es improcedente el amparo si no se citan ni el
nombre del recurrente ni las disposiciones infringidas: S. 12 m. del 10 de febrero de 1916, B.J., pág.
1065. c) No se puede dar entrada al amparo si las disposiciones citadas no se refieren a las disposicio-
nes violadas, sino a la jurisdicción y procedimiento del amparo: S. 10:30 a.m. del 26 de mayo de 1916,
B.J., pág. 1171. d) Solo cabe por violaciones de las leyes constitucionales y no contra las ordinarias: S.
12 m. del 31 de marzo de 1925, B.J., pág. 4881; S. 11:30 a.m. del 16 de junio de 1927, B.J., pág. 5998;
S. 12 m. del 19 de enero de 1946, B.J., pág. 13237; S. 11 a.m. del 3 de mayo de 1962, B.J., pág. 199. e)
La Corte Suprema no puede suplir de oficio las omisiones de derecho: S. 12 m. del 1 de junio de 1920,
B.J., pág. 2921; S. 11 a.m. del 29 de marzo de 1922, B.J., pág. 3636. f) Es improcedente el amparo si no
se citan las disposiciones constitucionales infringidas y el concepto en que lo han sido: S. 11:30 a.m. del
20 de octubre de 1938, B.J., pág. 10342. g) Deben citarse las disposiciones constitucionales infringidas
y no es suficiente citarlas incidentalmente o de modo general como fundamento del recurso: S. 10 a.m.
del 2 de febrero de 1939, B.J., pág. 10499. h) El concepto de violación no es necesario expresarlo
después de cada disposición violada: S. 10:30 a.m. del 13 de octubre de 1949, B.J., pág. 14835. i) Es
suficiente expresar el concepto de un artículo constitucional, aunque no se indique su número: S. 9 a.m.
del 11 de febrero de 1964, B.J., pág. 47.j) Se declara sin lugar el amparo porque no se precisaron los
actos recurridos: S. 11 a.m. del 28 de abril de 1969, B.J., pág. 78.

75
f) El haberse agotado los recursos ordinarios que se concedían en las leyes,
para después recurrir de amparo contra la sentencia que se dictara en el último
recurso permitido. No se permitía saltos en el amparo, pues había que agotar la
vía gubernativa. Son numerosas las sentencias de la Corte Suprema que han
declarado la improcedencia por no haberse agotado la vía administrativa.

B. Examen del escrito de amparo

El tribunal de apelaciones tenía el deber de examinar si se habían llenado los


requisitos que debía contener el escrito de amparo, y de encontrar omisiones, con-
cedía un plazo prudencial al quejoso para que las llenara. Si el quejoso no lo hacía,
se declaraba el amparo como no interpuesto. En las leyes de amparo de 1948,
1950 y 1974 también se contemplaba esta forma de proceder.

Con esta medida se pretendía la corrección previa de los requisitos del recur-
so, para permitir así a la Corte Suprema entrar a conocer el fondo del asunto, ya
que en el amparo se encuentra en juego el interés general. Por lo expuesto, era
muy difícil que después de tramitado el amparo se declarase la improcedencia por
la falta de requisitos del art. 6 LA.

C. Suspensión del acto reclamado

Esta era una medida precautelar que se concedía con la finalidad de mante-
ner la materia del amparo y evitarle perjuicios al quejoso, mientras se dicta la sen-
tencia definitiva. Pues entre la interposición del recurso y la emisión de la sentencia
existe un espacio de tiempo en el cual, si no se ordenaba la suspensión del acto
reclamado, podría resultar ineficaz el amparo. La suspensión garantizaba que las
cosas pudiesen volver al estado anterior a la violación, asegurando así la efectivi-
dad de la sentencia definitiva. De aquí la gran importancia de esta medida.

D. Apertura a prueba

Recibidos los autos por la Corte Suprema, esta podía pedir al recurrente que
ampliara sobre los hechos reclamados, y además resolver sobre la suspensión del
acto. Así lo disponía el art. 18 LA. De acuerdo con lo expuesto, la Corte Suprema
de Justicia tenía facultades para pedir de oficio que el recurrente ampliara sobre
los hechos reclamados. El recurrente podía ampliar o rectificar el recurso antes del
informe del funcionario responsable, sin necesidad de que se lo pidiera la Corte
Suprema.

Si la Corte no encontraba datos suficientes para resolver el amparo, lo abría


a pruebas por ocho días, siendo admisibles todos los medios de prueba, y la Corte
podía decretar de oficio las que considerara convenientes. Así se desprendía del
art. 20 LA.

76
La ampliación de los hechos reclamados a petición de la Corte, y la incorpo-
ración de pruebas de oficio fue un progreso favorable con respecto a las leyes
anteriores. A lo expuesto debe agregarse que no cabía la caducidad en el amparo.

8. Formas de terminación del amparo

El amparo podía terminar en forma normal mediante la sentencia definitiva


que lo acoja o rechace, o en forma anormal por medio de la improcedencia o el
desistimiento, o también por la deserción, como lo sostiene equivocadamente la
Corte Suprema de Justicia.

A. Sentencia definitiva

La forma normal de terminar el amparo era por medio de la sentencia defini-


tiva. Esta podía ser estimatoria o desestimatoria del amparo.

B. Improcedencia

La improcedencia se decreta cuando la Corte encontraba un obstáculo legal


para decidir sobre el fondo del asunto. La sentencia que declaraba la improceden-
cia se abstenía de conocer y fallar en el fondo.

El tribunal de apelaciones no podía decretar la improcedencia, Solamente la


Corte Suprema de Justicia de oficio o a petición de parte. De oficio la podía decre-
tar en cualquier tiempo. Así se desprende del art. 2002 Pr., aplicable en virtud del
art. 19 LA.

De acuerdo con el art. 28 LA., era improcedente el amparo:

a) Contra las disposiciones legislativas. Esta era una seria limitación que su-
primía casi por completo el contenido del amparo, y era una medida dictada por
motivos de oportunidad política del naciente régimen sandinista.

b) Contra las resoluciones de los funcionarios judiciales en asuntos de su


competencia. Contra las resoluciones que dictaban estos funcionarios se otorga-
ban los recursos establecidos en los diferentes códigos o leyes (reposición, apela-
ción, casación, etc.), pero no el recurso de amparo. Por ejemplo, la sentencia del
juez que declara admisible la acción reivindicatoria, admite apelación y casación
en su caso, pero no el recurso de amparo. Es abundante la jurisprudencia que ha
declarado la improcedencia por tratarse de asuntos judiciales.

c) Cuando la infracción producida por el acto reclamado era irreparable, ma-


terial o jurídicamente (muerte, mutilación, extradición, etc.). Los efectos del acto
reclamado, pues, deben ser reparables para que proceda el amparo.

77
El amparo tenía por objeto restituir al quejoso en el pleno goce del derecho
violado en virtud del acto reclamado, razón por la cual, si este se consumaba de
manera irreparable, en forma tal que no se le podía restituir al quejoso el goce de
su derecho, carecía ya de objeto, y, por lo tanto, debía declararse improcedente,
sin perjuicio de que el quejoso ejercitara sus acciones civiles o penales en los
tribunales de justicia.

d) Contra los actos consentidos por el agraviado de manera expresa o tácita. La


Ley de Amparo hablaba del consentimiento tácito por no haberse recurrido en tiempo.
Este consentimiento tácito conducía a la preclusión de la acción de amparo.

e) Contra las medidas o actuaciones hechas por las autoridades con anterio-
ridad a la vigencia de esta Ley. Esta causal, el impedimento a que los ausentes
interpusieran el amparo por medio de representantes, la prohibición de amparar
contra disposiciones legislativas, y la numerosa cantidad de leyes que negaban
este recurso impidieron la anulación de una gran cantidad de actos por medio del
amparo.

Además de los anteriores casos de improcedencia existían otros que resulta-


ban de la naturaleza del amparo, o de leyes especiales que negaban este recurso.
Entre ellos tenemos:

a) La litispendencia. El recurso más reciente se declaraba improcedente y se


tramitaba el más antiguo.

b) La repetición del amparo anteriormente rechazado.

c) La ilegitimidad de personería.

d) Contra los actos de los particulares.

e) Contra los laudos de los árbitros o arbitradores.

f) Por no haberse agotado la vía administrativa. Este caso respondía al princi-


pio de definitividad de la sentencia recurrida.

g) Contra los actos futuros o probables que no constituyeran un peligro inmi-


nente.

h) Contra las resoluciones de los ya desaparecidos tribunales agrarios, de


acuerdo con el art. 29 de la Ley de Reforma Agraria del 19 de julio de 1981, y
contra las resoluciones del Ministerio de la Vivienda y Asentamientos Humanos,
de acuerdo con el art. 7 del Decreto Número 1380 del 15 de diciembre de 198315 .

15
Se pedía en esa época que los procedimientos especiales del inquilinato y los agrarios fueran suprimidos
y que se devolviera la solución de estos conflictos a la justicia ordinaria, o por lo menos que se eliminaran

78
j) Cuando hubieran cesado los efectos del acto reclamado (se extendió el
pasaporte que había sido negado, se dejó salir del país al que se le había negado
la visa). En estos casos se declaraba la improcedencia porque si cesaba la viola-
ción, carecía de objeto el amparo.

La Corte Suprema ha dicho que es improcedente el amparo si la disposición


que lo motiva ha sido anulada16 , que no ha lugar al amparo porque la orden de
desocupar el terreno fue dejada sin efecto por el mismo funcionario que la dio17 ,
que no ha lugar al amparo por haberse revocado la prohibición de destazar dictada
contra el recurrente18 .

k) Cuando a pesar de haber existido el acto reclamado desapareció la mate-


ria del amparo. Era lógico que se declarara la improcedencia por cuando el acto ya
no podía producir efecto y no se podía reparar el agravio (satisfacción del derecho
reclamado, muerte del que pretendía salir del país).

las causas de improcedencia que le cerraban las puertas al amparo en esas materias de gran importan-
cia, privando a las partes del derecho de ser juzgadas dentro de un debido proceso. Los referidos
procedimientos no constituían un debido proceso. El análisis lo limitaré al agrario, pues el de inquilinato
lo he tratado por separado: En un Estado de Derecho, nadie puede ser privado de la vida, la libertad, el
honor y la propiedad sin que se le haya seguido un debido proceso. Para que este se dé es preciso que
concurran las garantías siguientes: i) Conocimiento personal del demandado sobre la existencia del
juicio para que pueda defenderse (emplazamiento o citación). Violaría este proceso la ley que regulara
un emplazamiento que no garantice una oportuna y posible comparecencia, v. gr.: establecer plazos
breves de emplazamiento que no hicieran posible la comparecencia, obligar al emplazado que se en-
cuentra en el extranjero a que comparezca personalmente, sin permitirle hacerlo por medio de represen-
tante. ii) Amplia oportunidad a las partes para que puedan ejercitar sus derechos y defensas, por ejem-
plo, un razonable término de pruebas, el otorgamiento de recursos para impugnar las sentencias. No se
vaya a creer que, para cumplir esta garantía, deben tener todos los juicios el término de prueba de veinte
días del juicio ordinario. Desde este punto de vista, los juicios sumarios, ejecutivos y otros no cumplirían
con tal principio. Pero este principio no tiene en mente un plazo determinado para que pueda ser
cumplido. Lo único que reclama es la concesión de un término prudente, de un término razonable de
prueba, el que puede ser de más de veinte días o de menos de veinte días. La doble instancia tiene
amplio reconocimiento en la doctrina y legislaciones de los países. Se concede el recurso de apelación
con la finalidad de que se corrijan los errores que pudo haber cometido el juez de primera instancia. Para
mayor garantía de la segunda instancia, el órgano que conoce de ella generalmente es colegiado. En lo
contencioso-administrativo esta garantía debe aplicarse cuando la ley no permite la presentación de
pruebas o niega el recurso de amparo, una vez agotada la vía administrativa. iii) El juzgamiento de las
partes por jueces naturales e imparciales. Queda excluido el juzgamiento por tribunales especialmente
constituidos para conocer del asunto o asuntos. Estos tribunales generalmente carecen de honestidad
y, además, no son imparciales. iv) Igualdad para las partes a lo largo del proceso. La violación de la
garantía del debido proceso no se presenta en todos los actos procesales, sino en los que pueden dar
lugar a la privación de la defensa de los derechos y pretensiones de las partes (emplazamiento, término
de prueba, recurso, etc.). El procedimiento agrario establecido por la Ley de Reforma Agraria del 19 de
julio de 1981 se iniciaba con la afectación e intervención de la finca sin haber oído previamente al
propietario, suprimiendo así lo que la misma ley llama primera instancia. Se podía apelar de la afecta-
ción, pero era muy restringida la oportunidad para alegar y probar los derechos del interesado. La
sentencia que dicta el tribunal agrario no admitía recurso alguno, ni el amparo. Por otro parte, las
autoridades agrarias eran juez y parte.
16
S. 11 a.m. del 7 de enero de 1963, B.J., pág. 4.
17
S. 10 a.m. del 26 de marzo de 1969, B.J., pág. 56.
18
S. 11 a.m. del 1 de septiembre de 1914, B.J., pág. 531.

79
C. El desistimiento

El quejoso podía desistir del recurso. Tenía importancia determinar los efec-
tos y trámites que debían seguirse. El art. 7 LA. sólo contemplaba la posibilidad de
hacerlo por medio de apoderado.

Algunos juristas, apoyados por la Corte Suprema, pensaban que debía


tramitarse como el desistimiento de la acción dentro de un juicio19 . Consecuencia
de esta posición era que si se desistía antes de que se notificara el amparo a la
autoridad responsable, se dictaba sentencia sin trámite alguno de acuerdo con el
art. 387 Pr. y el quejoso podía volver a entablar su acción de amparo20 .

Por el contrario, si se procedía de acuerdo con el desistimiento de los recur-


sos, la Corte dictaba sentencia sin otro trámite y el recurrente no podía volver a
entablar su acción de amparo, de acuerdo con el art. 2011 Pr., pero conservaba
sus acciones ordinarias.

La solución de este problema depende del criterio que se tenga sobre la


naturaleza del amparo: para los que consideran al amparo como un juicio, deberá
aplicarse la primera solución, y para los que lo consideran un recurso, se aplicará
la segunda. La Corte Suprema, en otras sentencias, ha sostenido que se desiste
como en los recursos21 .

Se podía desistir en la sala de lo civil del tribunal de apelaciones antes que se


remitan los autos a la Corte Suprema de Justicia. Ya radicados los autos en el
Tribunal Supremo, podía desistirse antes de haberse dictado la sentencia definiti-
va.

Cuando concurrían la improcedencia y el desistimiento, la Corte Suprema de


Justicia debía pronunciarse sobre la improcedencia y apartar el desistimiento.

De acuerdo con el art. 19 LA., no cabía la caducidad en el amparo. Este es un


avance sobre las leyes anteriores, que nada disponían sobre este respecto, por lo
que de acuerdo con las normas generales fácilmente podría deducirse que opera-
ba. No obstante, la Corte Suprema de Justicia sostenía que no cabía, pues era
una pena que no contemplaba la Ley de Amparo. Este criterio era errado, pues al
amparo siempre se le han aplicado las disposiciones del Código de Procedimiento
Civil, que regulan la caducidad. 22

19
S. 10:30 a.m. del 24 de mayo de 1961, B.J., pág. 20447.S. 9:45 a.m. del 8 de octubre de 1964, B.J., pág.
425.
20
S. 12 m. del 23 de mayo de 1935, B.J., pág. 8935.
21
S. 11:30 a.m. del 17 de noviembre de 1915, B.J., pág. 986; S. 11:30 a.m. del 8 de noviembre de 1917,
B.J., pág. 1732; S. 12 m. del 3 de agosto de 1918, B.J., pág. 2029, S. 10 a.m. del 16 de agosto de 1918.
B.J., pág. 2045; S. 11:30 a.m. del 7 de agosto de 1919, B.J., pág. 2448; S. 10 a.m. del 31 de enero de
1920. B.J., pág. 2792; S. 11:30 a.m. del 10 de noviembre de 1920, B.J., pág. 3143; S. 12 m. del 31 de
marzo de 1921, B.J., p. 3240; S. 9:45 a.m. del 21 de junio de 1976, B.J. p. 145.
22
S. 8 a.m. del 5 de febrero de 1958, B.J., pág. 18875.

80
Para completar esta medida debió establecerse la impulsión oficiosa por par-
te de los tribunales. Con ambas se aseguraba que el juicio no se extinguiera por
caducidad, y que a pesar de la inactividad de las partes el avance oficioso pusiera
a la Corte en condiciones de conocer el fondo del asunto.

D. La deserción

De acuerdo con el art. 16 LA., el tribunal de apelaciones prevenía a las partes


que debían personarse ante la Corte Suprema en el término de tres días, más el de
la distancia, para hacer uso de sus derechos.

Con base en los arts. 16, 19 LA. y 2005 Pr., la Corte Suprema de Justicia
sostuvo que también se extingue el amparo en virtud de la deserción, si el recu-
rrente no comparece a la Corte dentro del plazo de los tres días. Esta sentencia se
dictó por mayoría de votos, pues disintieron dos magistrados. Se sentó jurispru-
dencia con varias sentencias.23

No estoy de acuerdo con esa opinión. En efecto, la deserción del art. 2005 Pr.
supone la interposición de un recurso (apelación) ante una autoridad inferior y el
emplazamiento que hace éste al superior para mejorarlo. En el amparo no se
recurre contra decisión alguna de la sala y, como consecuencia, la remisión de los
autos al superior no se hace en virtud de recurso. Por otra parte, la deserción es
una pena y, como consecuencia, necesita estar contemplada expresamente, ya
que no puede aplicarse por analogía. La Ley de Amparo de 1980 no contemplaba
la deserción como pena por no presentarse el quejoso dentro del referido término
de los tres días.

9. Aplicación del Código de Procedimiento Civil

Se aplicaba supletoriamente el Código de Procedimiento Civil, en todo lo que


no estaba establecido en la Ley de Amparo; pero siempre que fuera aplicable de
acuerdo con su naturaleza, a juicio del tribunal. Así se desprendía del art. 19 LA.

10. Cumplimiento de la sentencia

Las sentencias que acogían o desechaban el amparo no admitían recurso.


La Corte Suprema ha expresado que no cabe la reposición contra las sentencias
dictadas en amparo24 .

La sentencia que acogía el amparo debía ser cumplida por el funcionario


responsable. La autoridad encargada de gestionar su cumplimiento era la Corte
Suprema de Justicia. Una vez que dictaba la sentencia, la comunicaba por oficio y

23
S. 10:45 a.m. del 22 de mayo de 1984, B.J., pág. 135.
24
S. 11 a.m. del 3 de junio de 1913, B.J., pág. 108; S. 11:30 a.m. del 9 de noviembre de 1914, B.J., pág.
709; S. 12 m. del 18 de agosto de 1917, B.J., pág. 1651.

81
sin demora al responsable para que la cumpliera. Si dentro de veinticuatro horas
no la cumplía, el mencionado Tribunal requería al superior del responsable para
que lo obligara a ello, y si no tenía superior, el requerimiento se le hacía directa-
mente a él. Si a pesar de tales gestiones no cumplía, se recurría al gobierno
central para que ordenara el cumplimiento.

11. Jurisprudencia

La Corte Suprema ha dicho que:

a) Se encuentra fuera de tiempo el amparo que se interpone dentro del térmi-


no sin acompañar el poder y se ratifica con poder fuera del término25 .

b) A pesar de que las sentencias que se dictan en el amparo no hacen tránsi-


to a cosa juzgada, son definitivas en cuanto al procedimiento y, como consecuen-
cia, no procede contra ellas ningún recurso ni incidente de nulidad26 .

c) No son procedentes los recursos de reposición y reforma contra las sen-


tencias del amparo, porque son definitivas a pesar de no producir cosa juzgada27 .

d) El amparo ha sido instituido para anular o prevenir los actos inconstitucio-


nales28 .

e) El amparo se concede para hacer prevalecer la Constitución29 .

f) Los motivos de la improcedencia no son taxativos30 .

g) Cuando el recurrido afirma que los hechos se ejecutaron hace más de


treinta días y el recurrente no prueba lo contrario, se debe declarar sin lugar el
amparo31 .

h) Se declara sin lugar el amparo contra un decreto que prohibe la exporta-


ción de cueros, porque fue derogado32 .

i) Cuando se presenta un recurso de amparo sin poder y después es ratifica-


do por un segundo escrito, este se considera como el de interposición para com-
probar si es no extemporáneo33 .

25
S. 11 a.m. del 13 de junio de 1918, B.J., pág. 1966; S. 10 a.m. del 3 de marzo de 1970, B.J., pág. 37.
26
S. 10 a.m. del 26 de enero de 1926, B.J., pág. 5464.
27
S. 10:30 a.m. del 26 de mayo de 1954, B.J., pág. 16941.
28
S. 12 m. del 31 de marzo de 1925, B.J., pág. 4881.
29
S. 12 m. del 27 de junio de 1929, B.J., pág. 7084.
30
S. 10:30 a.m. del 3 de julio de 1951, B.J., pág. 15629; S. 9 a.m. del 18 de diciembre de 1974, B.J., pág.
269.
31
S. 10:35 a.m. del 1 de diciembre de 1964, B.J., pág. 471.
32
S. 11:40 a.m. del 6 de septiembre de 1967, B.J., pág. 179.
33
S. 10 a.m. del 9 de marzo de 1970, B.J., pág. 42.

82
j) No es necesario presentar solvencia fiscal ni certificación de estar inscrito
en la cámara para interponer el amparo34 .

k) El desistimiento del amparo equivale al de la demanda en primera instan-


cia35 .

l) La consulta del art. 456 Pr. para la forma de ejecutar la sentencia, no es


aplicable al amparo36 .

m) El amparo debe interponerse contra la sentencia de segunda instancia,


porque la primera cesó en sus efectos37 .

n) Es improcedente cuando se interpone contra actos consumados de modo


irreparable38 .

ñ) Se declara de oficio la improcedencia del recurso contra la resolución del


Jefe Político que suspende a un grupo de personas los derechos ciudadanos por el
plazo de ciento ochenta días, porque al haber transcurrido ese término cesaron los
efectos del acto recurrido39 .

SECCION III: LEY DE AMPARO PARA LA LIBERTAD


Y SEGURIDAD SOCIAL DEL 4 DE ENERO DE 1980

Sumario: 1. El habeas corpus: A. Funcionario competente. B. Plazo. C. Per-


sonas que lo pueden interponer. D. Autoridad contra la que se interpone. E. Proce-
dimiento. 2. Amparo contra actos restrictivos de la libertad personal por particula-
res: A. Funcionario competente. B. Plazo. C. Personas que lo pueden interponer.
D. Procedimiento. 3. Amparo contra el auto de prisión: A. Tribunal competente. B.
Plazo. C. Sólo el procesado personalmente lo puede interponer. D. Procedimiento.

1. El habeas corpus

A. Funcionario competente

De acuerdo con los arts. 4 incs. 1 y 5 LALSS, este amparo se interponía ante
la sala de lo criminal del tribunal de apelaciones respectivo.

34
S. 10 a.m. del 27 de abril de 1970, B.J., pág. 68.
35
S. 10 a.m. del 5 de mayo de 1972, B.J., pág. 105.
36
S. del 29 de junio de 1972, B.J., pág. 394.
37
S. 11 a.m. del 30 de agosto de 1974, B.J., pág. 180.
38
S. 8:30 a.m. del 14 de junio de 1978, B.J., pág. 150.
39
S. 9 a.m. del 12 de marzo de 1975, B.J., pág. 67.

83
B. Plazo

Podía interponerse en cualquier tiempo, mientras subsistiera la privación de


la libertad personal o la amenaza, y todos los días y horas eran hábiles. Así lo
disponía el art. 4 inc. 2 LALSS.

C. Personas que lo podían interponer

Para este amparo se concedía acción popular, ya que podía ser interpuesto
por el agraviado o por cualquier ciudadano, según se desprendía del art. 2 LALSS.

D. Autoridad contra la que se interponía

Se interponía contra la autoridad que ordenaba la detención, contra el agente


ejecutor o contra ambos. Así se desprende de los arts. 4 y 5 LALSS.

E. Procedimiento

De acuerdo con los arts. 2 y 3 LALSS, este amparo podía proponerse por
escrito y en papel común, por telegrama, por carta y verbalmente. El art. 5 LALSS
disponía que la petición debía expresar: la relación de los hechos que motivaban el
amparo; el lugar en que se encontraba el detenido o amenazado de serlo, si se
sabía; y el nombre o el cargo del que ejercía la autoridad o del funcionario, repre-
sentante o responsable de la entidad o institución que ordenaba la detención.

Interpuesto en regla el recurso, la sala de lo criminal disponía por auto la


exhibición del agraviado y el nombramiento de un juez ejecutor, quien de inmedia-
to procedía a intimar a la autoridad responsable para que exhibiera a la persona (a
fin de entrevistarse con ella) y le mostrara el proceso, y si éste no existía, que le
explicara los motivos de la detención y le indicara la fecha de ésta. Podía decretar
la exhibición del agraviado, aunque estuviere a la orden de otro funcionario o auto-
ridad distinto del recurrido. Así se desprendía de los arts. 6 y 7 LALSS.

El cargo de ejecutor era gratuito y obligatorio. Nadie podía eximirse de ejer-


cerlo bajo pena de quinientos a mil córdobas de multa, sin perjuicio de ser juzgado
por desobediencia, salvo que existiere imposibilidad física o implicancia. Podía ser
juez ejecutor cualquier autoridad o empleado del orden civil o un ciudadano, de
preferencia abogado, mayor de edad, de notoria honradez e instrucción. Se procu-
raba que el nombramiento no recayera en funcionarios en propiedad del poder
judicial. Así lo disponía el art. 6 LALSS.

La autoridad responsable debía cumplir con lo mandado por el ejecutor en el


mismo acto de la ejecución, y si se negaba, se le comunicaba al tribunal para que
dictara las medidas necesarias a fin de que se cumpliera el mandato. Si la autori-
dad recurrida manifestaba no estar a su orden el detenido, indicaba la autoridad
que había ordenado la detención, contra la que debía dirigirse el ejecutor, pero si
84
esa autoridad pertenecía a la comprensión territorial de otro tribunal de apelacio-
nes, el ejecutor se lo informaba a éste para que nombrara un nuevo ejecutor a fin
de que cumpliera con el recurso. Así lo disponía el art. 8 LALSS.

Era posible que no se conociera el lugar de la detención, ni la autoridad que la


ordenó. En tal caso se interponía el amparo para que la sala expidiera orden a la
Procuraduría General de Justicia a fin de que averiguara el lugar de la detención y
el responsable de la misma, y procediera a tramitar el amparo de acuerdo con la
Ley. Así lo disponía también el art. 8 LALSS.

De acuerdo con el art. 10 LALSS, era nulo y delictivo todo procedimiento de la


autoridad requerida, desde la notificación e intimación.

De conformidad con el art. 11 LALSS, el ejecutor, en presencia del proceso,


de las explicaciones de la autoridad responsable y de las disposiciones citadas,
procedía de la manera siguiente: si el detenido estaba a la orden de la autoridad
que no era competente para conocer del caso, el ejecutor disponía que fuera entre-
gado a la competente; si era la competente, pero no había iniciado el proceso, o no
había proveído auto de detención dentro de las veinticuatro horas de puesto a su
orden, o no hubiere dictado el auto de prisión en el término legal, disponía ponerlo
en libertad bajo fianza de la haz rendida ante él, pero fuera de estos tres casos
mandaba que el proceso siguiera su curso; si la detención era en virtud de senten-
cia firme, disponía que continuara en tal condición, salvo que ya hubiese cumplido
la condena, en cuyo caso lo ponía inmediatamente en libertad, y si fuere necesario
una liquidación de pena, lo ordenaba así; si el detenido sufría penas diferentes o
más prisiones que las contempladas por la ley o la sentencia, o estaba incomuni-
cado contra lo que ellas prevenían, disponía que se cumpliera la pena impuesta
por la sentencia, que no fuera molestado con esas prisiones o que cesara la inco-
municación. La parte final del art. 11 LALSS disponía también que el ejecutor debía
dictar todas las medidas de seguridad que fueran indispensables a favor del dete-
nido o amenazado de serlo.

La autoridad responsable debía cumplir inmediatamente la intimación y lo


resuelto por el ejecutor, so pena de multa de quinientos a dos mil córdobas, sin
perjuicio de ser juzgado criminalmente. Si la desobediencia era contra el tribunal,
era además separado del cargo.

Si el funcionario desobediente era agente o empleado del poder ejecutivo, el


tribunal debía ponerlo inmediatamente en conocimiento de aquel por medio de la
Corte Suprema de Justicia, para que en el término de veinticuatro horas hiciera
ejecutar lo mandado. Si el responsable no cumplía en el expresado término o si el
ejecutivo se negaba a ello, la Corte Suprema hacía público el hecho y disponía el
enjuiciamiento del funcionario desobediente. Así lo establecía el art. 13 LALSS.

La sala que conocía del habeas corpus podía, a solicitud de parte, ordenar
que el ejecutor se apoderara del favorecido y se lo presentara, en los casos si-

85
guientes: cuando por declaración de un testigo fidedigno o un indicio grave resulte
que la persona se hallaba en prisión o custodia ilegales y existían motivos funda-
dos para sospechar que sería extrañado del país; cuando existen motivos suficien-
tes para creer que el detenido sufriría un daño irreparable antes de poder ser soco-
rrido en el curso ordinario del procedimiento de habeas corpus; y cuando el auto de
exhibición era desobedecido. Presentada la persona, el tribunal acordaba lo con-
veniente para protegerlo, pudiendo pedir el auxilio de la fuerza pública. Así lo dis-
ponían los arts. 14 y 15 LALSS.

Cuando sin fundamento legal la sala declaraba sin lugar la exhibición o des-
oía la petición, el solicitante podía recurrir de queja ante la Corte Suprema de
Justicia, quien resolvía lo justo dentro de veinticuatro horas. La queja debía inter-
ponerse dentro de veinte días contados a partir de la negativa; pero si por impedi-
mento no pudo interponerse, se empezará a contar desde que cesó el impedimen-
to. Así lo disponían los arts. 16 y 17 LALSS.

2. Amparo por actos de particulares restrictivos de la libertad personal

A. Funcionario competente

De acuerdo con el art. 4 LALSS, este amparo se interponía ante un juez de


distrito de lo criminal.

B. Plazo

Podía interponerse en cualquier tiempo, mientras subsistiera la privación de


la libertad personal o la amenaza. Además, todos los días y horas eran hábiles. Así
se desprendía del art. 4 inc. 2 LALSS.

C. Personas que lo pueden interponer

El art. 2 LALSS disponía que este amparo podía interponerse por el agravia-
do o por cualquier ciudadano (acción popular). La posibilidad de que lo interpusiera
el agraviado sólo se daba cuando existían amenazas, pues si estaba detenido,
difícilmente podría hacerlo.

D. Procedimiento

De acuerdo con los arts. 2 y 20 LALSS, este amparo se podía presentar en


forma verbal o por escrito (inclusive por telégrafo).

Presentado el amparo, el juez ordenaba la exhibición de la persona. El juez


de distrito podía nombrar un delegado para la ejecución del amparo, en cuyo caso
la exhibición de la persona se le hacía a este. El delegado podía ser una autoridad
subordinada o cualquier funcionario o agente de la policía.

86
El juez o delegado le pedía al particular contra el que se dirigía el amparo que
exhibiera a la persona y le explicara los motivos de la detención. En presencia de
los motivos expuestos procedía de la manera siguiente:

a) Si la persona estaba detenida por haber sido sorprendida en flagrante


delito, lo ponía a la orden de la autoridad competente.

b) Cuando el recurso se interponía contra el padre o la madre, el guardador u


otras personas a quienes correspondiera el derecho de corrección doméstica, por
haberse excedido y, si ello era cierto, ordenaba por auto la libertad del castigado.
En caso contrario no podría ordenar la libertad.

c) Si la persona no había sido sorprendida en flagrante delito, o no era el


padre, madre o guardador, etc., el que lo tenía en su poder, lo ponía inmediata-
mente en libertad, sin necesidad de providencia, y se iniciaba una instructiva con-
tra el aprehensor.

El particular debía obedecer inmediatamente el mandato del juez o delegado,


quienes podían pedir el auxilio de la fuerza pública para ejecutar el amparo. El
particular tenía responsabilidad penal por la detención ilegal o por la desobedien-
cia al juez o delegado.

Este aspecto del amparo tiene semejanza con el interdicto romano de homo
libero exhibiendo.

3. Amparo contra el auto de prisión

A. Tribunal competente

De este amparo conoce la sala de lo criminal del tribunal de apelaciones


respectivo, según lo disponen los arts. 4 y 24 LALSS.

B. Plazo

De conformidad con el art. 4 inc. 2. LALSS puede interponerse en cualquier


tiempo y todos los días y horas son hábiles.

C. Sólo el procesado personalmente lo puede interponer

Así se desprende de los arts. 2 y 24 de la Ley. El procesado no debía encon-


trarse capturado y se exigía, además, que se presentara personalmente interpo-
niendo el amparo ante la sala correspondiente.

87
D. Procedimiento

Este recurso se interponía personalmente, en forma verbal o por escrito en


papel común, por quien sufría el auto de prisión, exponiendo el hecho y pidiendo
que se le amparara contra el auto de prisión.

Presentado el recurso, la sala pedía la remisión de los autos al juez que


conocía del asunto, a quien al recibir la orden de remisión se le suspende la juris-
dicción. También disponía asegurar inmediatamente al reo en lugares especiales,
y de no existir estos, debía exigir que se le nombrara un fiador que respondiera por
la presentación del procesado, bajo apercibimiento de arresto corporal hasta por
un mes mientras no cumpliera. Si no se rendía la fianza, el reo era mantenido
dentro de los lugares de detención o prisión, pero sin ubicarlo en celda.

Dentro de los seis días de recibida la causa, y a la vista de las pruebas que
arrojara el expediente, la sala, sin más trámite, dictaba sentencia confirmatoria,
reformatoria o revocatoria del auto de prisión, devolviendo los autos al juzgado de
origen. Si confirmaba o reformaba el auto de prisión, ponía al procesado a disposi-
ción del juez de la causa. Si lo revocaba, ordenaba su libertad inmediata.

El tribunal no podía dictar sobreseimiento de ninguna clase, y contra la reso-


lución que dictaba no había recurso alguno ordinario ni extraordinario.

88
CAPITULO IV

DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL

SUMARIO: 1. Derecho Constitucional Procesal y Derecho Procesal Constitu-


cional. 2. Origen y competencia. 3. Contenido del Derecho Procesal Constitucio-
nal: A. Sentido amplio de la jurisdicción. B. Jurisdicción constitucional determinada
por la materia. C. Jurisdicción constitucional determinada por el órgano. 4. Dere-
cho Procesal Constitucional adjetivo y orgánico. 5. Garantías fundamentales y las
garantías de la Constitución. 6. Naturaleza jurídica del proceso constitucional.

1. Derecho Constitucional Procesal y Derecho Procesal Constitucional

La Constitución tiene normas de organización, de garantías y de procedi-


miento para asegurar su cumplimiento y el cumplimiento de los derechos y liberta-
des que ella establece. Este es el núcleo del Derecho Procesal Constitucional. Se
ocupa, pues, de las instituciones establecidas en la Constitución que velan por su
cumplimiento1 .

El Derecho Procesal Constitucional es el conjunto de normas y principios que


tienen por objeto el estudio del proceso constitucional, sus tipos, naturaleza, princi-
pios, presupuestos procesales, objeto del litigio, sus actos procesales, forma de
iniciarse, tramitación, prueba, sentencia y recursos, en su caso. Es autónomo y
pertenece al Derecho Público.2

Su carácter instrumental es evidente porque su función es servir de medio


para tutelar la vigencia y operatividad de la Constitución. Este carácter adjetivo no
le resta importancia porque sin medios de defensa que aseguren su cumplimiento
de nada serviría la Constitución y todas sus disposiciones y declaraciones3 .
1
Todavía persiste el debate sobre la ubicación del Derecho Procesal Constitucional; unos lo sitúan en el
Derecho Constitucional, otros sostienen que es de carácter procesal, otros que es una disciplina mixta.
Por otra parte, se critica con razón la distinción entre Derecho Constitucional Procesal y Derecho Proce-
sal Constitucional porque no sirve más que para oscurecer y dividir la misma disciplina bajo dos nombres
diferentes. También se critica la escasa participación actual de los procesalistas en las investigaciones
de esta disciplina, en manos todavía de los constitucionalistas. Algo parecido se dio en un inicio con el
Derecho Procesal Penal, cultivado al principio principalmente por los penalistas.
2
El Derecho es Público si aprovecha a la colectividad, y Privado cuando aprovecha al individuo. Públicum
ius est, quod ad astatum rei romanoe specta; privatum quod ad singulorum utilitatem pertinent (“Público
es aquel que se refiere al estado de la cosa romana; privado es aquel que corresponde a la utilidad de los
particulares); o según la traducción de Ortolan: “Se llama Derecho Público el que trata del gobierno de los
romanos, y Privado el que se refiere a la utilidad de los particulares”. El tema es complicado, de tal suerte
que ciento cuatro criterios de distinción se han ensayado y para todos ellos existen críticas.
3
Gustavo Radbruch observa que el pensamiento jurídico moderno ha separado nítidamente el Derecho
material del Derecho procesal. Las normas jurídicas materiales no aparecen ya como normas decisorias,
sino como normas de vida; pero el proceso es concebido como una relación jurídica especial al lado de
la relación jurídica material, no como una simple institución puesta al servicio del Derecho material, sino
como un conjunto de normas que llevan en sí mismas su razón de ser. Por tal razón la relación procesal
se sujeta a otros requisitos que la relación material; la relación material en el proceso penal gira entre los
dos polos de la culpa y la pena, en cambio la relación procesal, parte de la sospecha y conduce a la
sentencia. Considera que no es la culpa la que justifica el proceso penal, sino la simple sospecha y no
pierde su razón de ser aunque tal sospecha se elimine y se imponga la absolución. Por otra parte, la

89
2. Su origen y competencia

El estudio sistemático y científico de la justicia constitucional se hace a través


de la reciente rama denominada Derecho Procesal Constitucional, cuyo gran im-
pulsor ha sido Kelsen con sus publicaciones, especialmente con su libro La Garan-
tía Jurisdiccional de la Constitución, publicado en 19284 .

La materia que comprende esta disciplina es la siguiente: el control judicial


de la constitucionalidad de las leyes (nuestro recurso de inconstitucionalidad); los
recursos y procedimientos específicos para la defensa judicial de los derechos
fundamentales contra los actos del poder público, ya sean legislativos, judiciales y
ejecutivos, denominada justicia constitucional de las libertades (el “Staatorechtlich
Beschwerde” en Suiza, la “Beschwerde” en Austria, nuestro amparo y habeas cor-
pus y el habeas data); el juzgamiento de los funcionarios que de acuerdo con la
Constitución gozan de inmunidad; la resolución de los conflictos entre ciertos órga-
nos de poder, denominada jurisdicción constitucional orgánica; los conflictos entre
las disposiciones constitucionales internas y las de carácter internacional (comuni-
tarias e internacionales), denominada jurisdicción supranacional.

Albrecht Weber5 señala el núcleo de las competencias esenciales de la justi-


cia constitucional; a saber: control de la constitucionalidad de las normas federales
y/o estatales; conflictos federales o cuasi federales, conflictos de competencia en-
tre órganos federales supremos; y el recurso de amparo de los derechos funda-
mentales, con ocasión de la violación directa o indirecta de la Constitución. La
presencia de cualquiera de estas competencias hace surgir la justicia constitucio-

sentencia errónea que condena a un inocente se convierte en un acto válido si adquiere el carácter de
cosa juzgada. La seguridad jurídica exige que el fallo irrecurrible pronuncie la palabra final, aunque no
responda siempre a la verdad. Piensa que donde se destaca con más fuerza la distinción propia y
sustantiva del proceso frente al Derecho material es en la repuesta de si puede el defensor pedir la
absolución sabiendo que su defendido es realmente culpable. El abogado que pide la absolución bajo
esa circunstancia seguirá abogando por el Derecho Procesal. Este pensamiento procesal sustantivo no
es simplemente resultado de una capacidad refinada de distinción desarrollada con el tiempo. Cita a
Albert Schweitzer, que en uno de sus libros cuenta como los indígenas de un país salvaje sólo conside-
ran justa la pena siempre y cuando se hallen realmente convictos. En general los culpables suelen
sentirse decepcionados por la condena, a menos que la fuerza arrolladora de la prueba los obligue a
reconocer su culpabilidad. (Introducción a la Filosofía del Derecho. Fondo de Cultura Económica. Méxi-
co, D.F. 1998, pág. 93-95).
4
Conocemos dos traducciones de Domingo García Belaunde de las obras de Hans Kelsen sobre esta
materia, publicadas en la revista peruana Jus Veritas: “El Control de la Constitucionalidad de las Leyes”
(Año IV, No.6 p. 81 y sigts.) y “La Garantía Jurisdiccional de la Constitución” (Año V, No. 9, p. 17 y sigts.)
5
«La Jurisdicción Constitucional en Europa Occidental». Revista Española de Derecho Constitucional, año
6, núm. 18 mayo-agosto 1986, págs. 5, 8 y 78. Luis Favoren estima que existe un modelo francés de
control constitucional bastante diferente a los demás sistemas, pero que cuenta con sus propias virtu-
des. Considera que los jueces constitucionales juzgan con métodos jurídicos, pero inevitablemente sus
decisiones tienen con frecuencia carácter político. Señala las cuatro misiones comunes a los diversos
sistemas de control; a saber: control de la regularidad de las elecciones y votaciones políticas legislativas
y presidenciales y referendo; el respeto al equilibrio entre el Estado y las colectividades, especialmente
importante en un Estado federal, misión que incluso no está vacía en un Estado unitario; la garantía del
buen funcionamiento de los poderes públicos y de la distribución de poderes entre ellos; el control de la
constitucionalidad de las leyes y la protección de los derechos fundamentales. No siempre están unidas
estas misiones, pero es el patrimonio en el que generalmente se inspiran las constituyentes. (Informe
General Introductorio. Ob cit. Tribunales Constitucionales Europeos, pág. 21 y 22).

90
nal y se atribuyen todas a un Tribunal Constitucional y delimitando en plenitud la
competencia de éste.

Junto a las competencias esenciales señala los conflictos electorales6 , la


adquisición y pérdidas de mandatos, las consultas populares, los procedimientos
especiales de protección de la Constitución, resolución de conflictos entre autori-
dades administrativas y Tribunales de Justicia o de éstos entre sí7 , así como otros
procedimientos atípicos.

Resulta difícil hacer una delimitación completa de las competencias del Tri-
bunal Constitucional, pues en su fijación juegan factores políticos, económicos y
sociales, pero sí es posible señalar la materia esencial a que obedece su función.

En resumen, en el sistema concentrado no todas las funciones de los Tribu-


nales Constitucionales son de jurisdicción constitucional y en el difuso la generali-
dad de la actividad judicial no es constitucional.

Conviene hacer una cierta referencia a la justicia internacional, en donde los


actos y leyes de los Estados nacionales pueden ser revisados por un tribunal inter-
nacional8 . La justicia internacional está poco desarrollada debido a los obstáculos
que opone el concepto de soberanía. Ha tenido sus principales manifestaciones,
lentas y restringidas, en dos sectores: derechos humanos e integración económica.

6
Son varios los sistemas de integración de los órganos electorales: A. El sistema político, caracterizado
porque lo integran partidos políticos, tiene como ventaja brindarle al elector libertad para ejercer el sufra-
gio sin presión por parte de los poderes del Estado y además logra una efectiva fiscalización de su
pureza. Pero tiene como desventaja el peligro de que se quebrante la armonía de los organismos elec-
torales por los apasionamientos políticos y las posibles alianzas de partidos para dañar la pureza del
sufragio. B. El sistema administrativo, en virtud del cual los organismos electorales se integran con
funcionarios del orden administrativo. La materia electoral es objeto de un servicio administrativo. Es
peligroso porque los miembros de los organismos electorales están expuestos a las presiones del poder
central. No obstante, puede crearse un órgano independiente que garantice la imparcialidad y pureza de
las elecciones. C. El sistema judicial, caracterizado porque es el poder judicial el encargado de aplicar la
materia electoral. Su ventaja consiste en entregarla a personas expertas e imparciales, pero tiene la
desventaja de recargar de trabajo al poder judicial al entregarle una materia compleja y además expone
el poder judicial a las presiones políticas y a las críticas apasionadas. D. El sistema mixto. Es una
combinación de los anteriores o de otras modalidades. Los organismos electorales se constituyen con
funcionarios del poder judicial, funcionarios administrativos y representantes de los partidos políticos.
Con este sistema se trata de corregir los inconvenientes de los sistemas anteriores. E. Sistema de un
poder electoral encargado de hacer las elecciones, referendos y plebiscitos y conocer de sus
impugnaciones, lo mismo que de la organización de partidos políticos. Es el sistema que sigue nuestra
Constitución y la Ley Electoral. El organismo superior (Consejo Supremo Electoral) funciona con magis-
trados nombrados por la Asamblea, y los órganos inferiores tienen representantes de los partidos. Tiene
algo del sistema mixto. Encontrar el sistema adecuado es un problema de lo más trascendental y difícil
porque de su solución depende el éxito y la honestidad del proceso electoral.
7
En nuestro país los conflictos de competencia entre los jueces los resuelve el Tribunal Superior de ellos
y en otro caso la Suprema (art. 328 Pr.). Si el conflicto se plantea entre un Juez o Tribunal y otro tipo de
funcionario, lo resuelve la Suprema (art. 2.136 Pr.).
8
Cfr. Mauro Cappelletti. Justicia Constitucional Supranacional. “La Justicia Constitucional. Universidad
Nacional Autónoma de México, 1987, págs. 215 y sigs.; Formidable Problema de Control Judicial. Ob.
cit., págs. 320 y sigts.; Héctor Fix Zamudio. La Justicia Constitucional en América Latina. El
Constitucionalismo en las Postrimerías del Siglo XX. Universidad Nacional Autónoma de México, 1989,
págs. 452, 500 y sigts., y 528 y sigts.

91
Ya fueron creadas la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos, aunque tiene sus propias particularidades. La integración económica ha
tenido poco éxito en Latinoamérica. Siguiendo el modelo del Tribunal de las Comu-
nidades Europeas se creó por los países andinos, según el Acuerdo de Cartagena
del 26 de mayo de 1966, el Tribunal de Justicia del Acuerdo de Cartagena, con
competencia restringida para resolver conflictos sobre la aplicación de las disposi-
ciones comunitarias con relación a las internas.

Nicaragua se sometió a la Comisión y Corte Interamericana de Derechos


Humanos.

3. Contenido del Derecho Procesal Constitucional

El contenido del Derecho Procesal Constitucional es muy discutido, debido al


reciente surgimiento de esta disciplina. Comprende la justicia constitucional, los
órganos de control, las garantías constitucionales, las partes, el proceso y su obje-
to y los principios constitucionales procesales.

Algunos autores consideran como elementos fundamentales la magistratura


constitucional y los procesos constitucionales, sobre lo cual comentaremos más
adelante.

Un concepto clave del derecho procesal, incluyendo el procesal constitucio-


nal, es el de jurisdicción, tanto en sentido amplio como en sentido restringido. A
continuación analizaremos dicho concepto.

A. Sentido amplio de la jurisdicción

Si en sentido amplio entendemos por jurisdicción “declarar el Derecho”, se


puede observar que el Derecho no sólo lo declaran los jueces, sino también los
órganos de otros poderes que actúan como jueces. Entonces es permitido distin-
guir entre jurisdicción común, militar, administrativa, parlamentaria, etc.

Algunos autores señalan que sólo existe la jurisdicción judicial, caracterizada


por contemplar un órgano independiente que resuelve el conflicto, mediante la
aplicación de la ley y la Constitución a través de una sentencia motivada que
produce cosa juzgada.

B. Jurisdicción constitucional determinada por la materia

Esta jurisdicción es la encargada de decidir sobre la materia constitucional.


Dentro de este amplio concepto están comprendidos el recurso de
inconstitucionalidad contra la ley, decreto o reglamento, el amparo, la exhibición
personal, el habeas data, el juicio político contra ciertos funcionarios públicos, el
conflicto entre los poderes del Estado y otros.

92
C. Jurisdicción constitucional determinada por el órgano

Para un sector doctrinal no existe jurisdicción constitucional sin un tribunal


constitucional separado del poder judicial, tal como existe en España.

Por tal razón, algunos piensan que en los Estados Unidos existe control de la
constitucionalidad, pero no se conoce la idea de jurisdicción constitucional, la que
exige la existencia de tribunales especializados como el Tribunal Constitucional
austríaco o español

4. Derecho Procesal Constitucional adjetivo y orgánico

El Derecho Procesal Constitucional adjetivo es el que regula los actos y pro-


cedimientos de los procesos constitucionales.

El Derecho Procesal Constitucional orgánico se refiere a la estructuración del


órgano de control. En nuestro país se regula en la Constitución y en la Ley de
Amparo (de carácter constitucional). También en la Ley Orgánica del Poder Judi-
cial, con el Código de Procedimiento Civil como supletorio.

5. Garantías fundamentales y garantías de la Constitución

Las garantías fundamentales son los derechos individuales y sociales consa-


grados en la Constitución. Por ejemplo: las consagradas en los arts. 36 Cn. y si-
guientes de 1950. Estos derechos se agrupan técnicamente en la parte dogmática,
pero es posible encontrar algunos en la parte orgánica.

Por el contrario, las garantías de la Constitución son los medios procesales


para proteger el cumplimiento de la misma cuando es infringida. Por ejemplo, el
amparo y el proceso de responsabilidad en contra de los funcionarios que gozan
de inmunidad.

6. Naturaleza jurídica del proceso constitucional

Este es un tema en que aún no se han puesto de acuerdo los autores: unos
consideran que es un recurso; otros, por el contrario, estiman que es un juicio. Las
Constituciones de 1893, 1911, 1939, 1950, 1974 y la vigente de 19879 lo califican
de recurso. La Ley de Amparo de 1911 lo calificaba de recurso extraordinario. Por
el contrario, la Ley de Amparo de 1948 estimaba como juicio el amparo propiamen-
te dicho. Por sus características especiales, el amparo mexicano es considerado
por reputados juristas como un juicio.

Por nuestra parte consideramos que tiene la tramitación propia de un juicio;


pero para algunos autores esto no es suficiente para que pueda adquirir la catego-

9
Los arts. 187, 188 y 189 Cn. vigentes la califican como recurso.

93
ría de juicio, por las razones siguientes: no existe un recurso contra la sentencia
definitiva; en muchos países la sentencia no produce cosa juzgada, salvo cuando
declare la invalidez de la ley por ser inconstitucional, en las leyes y constituciones
que aceptan este sistema.

Los otros aspectos del amparo (habeas corpus, amparo contra los actos res-
trictivos de la libertad personal provenientes de los particulares, el amparo contra el
auto de prisión, actualmente sin vigencia) tienen la estructura y características pro-
pias de un recurso.

Debemos confesar que el tema no deja de ser discutido, en cuanto al amparo


propiamente dicho. En donde podría lograrse acuerdo es en estimar como recurso
los otros aspectos del amparo a que me he referido. En los países europeos de
jurisdicción especial, el recurso de inconstitucionalidad de la ley es considerado
por cierto sector doctrinal como de jurisdicción voluntaria.

94
CAPITULO V

EL PROCESO CONSTITUCIONAL

SUMARIO: 1. Concepto de proceso constitucional. 2. Apreciación material. 3.


Apreciación orgánica. 4. La magistratura constitucional.

1. Concepto de proceso constitucional

Proceso constitucional es el conjunto de actos, hechos y situaciones,


concatenados y sucesivos, realizados en sede jurisdiccional a petición de parte o
de oficio, con la finalidad de defender los derechos y libertades constitucionales
violadas y en general toda la Constitución.

Para la determinación del concepto, la doctrina se ha dividido en dos tenden-


cias, la orgánica y la material.

2. Apreciación material

Según esta tendencia, son procesos constitucionales los que tienen por obje-
to la protección del principio de la supremacía constitucional y de los derechos
subjetivos públicos. Dentro de este amplio criterio se agrupan los recursos de
inconstitucionalidad de la ley, decreto o reglamento, el amparo, el habeas corpus,
el habeas data, los procedimientos para solucionar los conflictos entre los poderes
del Estado y entre otros órganos. También se incluyen en la lista de procesos al
juicio político, el recall, etc.

Como no es determinante el órgano, es posible que tales procesos se inicien


y desarrollen ante los tribunales ordinarios, administrativos y especiales judiciales
(independientes con fisonomía judicial).

3. Apreciación orgánica

Para esta posición doctrinal, solamente cuando las pretensiones fundadas


en disposiciones constitucionales son sometidas al conocimiento de un órgano
especial jurisdiccional, puede hablarse de un proceso constitucional o político, di-
ferente a los demás.

Esta posición organicista no es de recibo. De la materia constitucional surgen


los procesos constitucionales encaminados a protegerla en forma directa. Los paí-
ses que tienen recursos de inconstitucionalidad, amparo, habeas corpus y otros,
pero sin tribunal constitucional especializado, no tienen procesos constitucionales.

95
4. La magistratura constitucional

Se entiende por magistratura el órgano u órganos que ejercen jurisdicción


constitucional. Como hemos podido observar existen órganos de diferente índole
que ejercen función jurisdiccional constitucional: jueces dentro del poder ejecutivo,
el juicio político en el parlamento, el sistema difuso ante la justicia ordinaria, órga-
nos sui generis, etc. Está en boga la tendencia a centralizar el control constitucio-
nal en un órgano especializado.

Expresa K.C. Wheare que es posible comprender por qué los jueces están
obligados a tomar decisiones que afectan la Constitución, ya que tienen la obliga-
ción de decir lo que la ley es en caso de litigio. Pero esta facultad los coloca en el
campo de la controversia política, lo cual significa, además que sus nombramien-
tos son objetos de críticas y cabildeos y los que nombran tienen en consideración
las ideas de los aspirantes con respecto a la interpretación de la Constitución. Esto
desacredita en parte la magistratura, si bien es curioso observar que en los Esta-
dos Unidos, Canadá y Australia se miran a los Tribunales Supremos con respeto y
aun muchas veces con simpatía. La alternativa sería que los tribunales consideren
válidas las leyes del cuerpo legislativo y las que no deseen considerarlas válidas
podrán reunirlas para someterlas a consulta popular en un referéndum. Esta es la
posición de Suiza con respecto a las leyes federales. La solución de confiar estas
decisiones a un Tribunal especial del que es ejemplo el Consejo Constitucional de
la V República francesa, tiene la ventaja de alejar las controversias políticas de los
tribunales en donde sólo pueden decidirse las cuestiones legales ordinarias. Con-
sidera que recurrir a los tribunales para imponer la Constitución resulta inevitable.
Sin embargo, para que puedan cumplir con eficacia su función los tribunales es
preciso una buena redacción de la Constitución como la capacidad de los propios
jueces. No puede haber una eficaz función si se les encarga la interpretación de
una Constitución que ha sido redactada con vagas frases emocionales.1

1
Ob. cit. págs. 124 y 125.

96
CAPITULO VI

LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL

SUMARIO: 1. Concepto de justicia constitucional. 2. Creatividad de la justi-


cia constitucional. 3. Las cuestiones de la legitimidad democrática y la necesidad
de la justicia constitucional: A. Legitimidad democrática. B. Necesidad de la justicia
constitucional.

1. Concepto de justicia constitucional

La justicia constitucional tiene por objeto garantizar la supremacía de las nor-


mas, derechos, valores y principios de la Constitución. Por tal efecto recurre a los
procesos constitucionales: inconstitucionalidad de la ley, decreto, reglamento, el
amparo, el habeas corpus, el habeas data, etc.

2. Creatividad de la justicia constitucional

El juez constitucional realiza su labor dentro del cuadro siguiente: a) Las


Constituciones, contrariamente a las leyes ordinarias, son generales, sintéticas,
frecuentemente programáticas, vagas, ambiguas, llenas de vacíos y de conceptos
generales de valor (la igualdad, la dignidad, la honradez, la democracia, etc.), por
lo que el juez tiene que completar y concretar sus disposiciones. b) El juez consti-
tucional tiene entre otras facultades, según el sistema que se siga, la de inaplicar o
declarar sin valor general la ley, convirtiéndose así en legislador negativo1 y el
poder legislativo en positivo, pero como veremos en la tipología de las sentencias
constitucionales, las sentencias aditivas y normativas convierten al juez constitu-
cional en legislador positivo, todo lo cual es objeto de discusión. c) La Constitución
consagra las ideas fundamentales de organización política, social y económica de
una nación. d) De aquí que la interpretación de las normas constitucionales, princi-
palmente las concernientes a los derechos humanos, difiere de la empleada en las
leyes ordinarias.

Si el juez constitucional llena vacíos legales 2 , concreta con cierta


discrecionalidad conceptos vagos y generales, anula actos (incluyendo leyes) y
1
Kelsen considera que no se puede confiar al órgano que realiza los actos irregulares la anulación de los
mismos. No acepta que un tercero declare la irregularidad contraria a la Constitución o que el parlamento
declare la nulidad de su propio acto irregular, pues no se contaría con éste para hacer tal cosa. Debe ser,
pues, un órgano independiente al parlamento el que debe anular el acto, concretamente la jurisdicción o
tribunal constitucional, sobre el que no existe discusión de ser el llamado para declarar la nulidad de las
leyes. La actividad del legislador negativo, o sea, la actividad de la jurisdicción constitucional, por el
contrario, está absolutamente determinada por la Constitución. La anulación de la ley se produce esen-
cialmente en aplicación de las normas constitucionales. A lo anterior agrega la posibilidad de poner en
vigencia leyes anteriormente vigentes y en virtud de anulación de la ley vigente, lo que acentúa su
carácter legislativo, yo diría positivo. ( Ob. cit., No.6 págs. 29, 30 y 37).
2
Expresa Jean Rivero que un segundo problema común a todos los sistemas que continúa sin resolver, es
el relativo a la norma que ha de servir de base a las decisiones de los tribunales. La primera es la
Constitución; pero ésta en muchos países no fue precisamente elaborada con la idea de que fuese
aplicada por órganos jurisdiccionales. Así, las constituciones de Francia y Austria tienen textos confu-

97
decide puntos fundamentales y generales de la vida nacional, todo de acuerdo a
las realidades en el momento de sentenciar3 , no se puede negar que tiene una
función creadora y de carácter político, aunque cuantitativamente inferior a la legis-
lativa.

La actuación creativa y discrecional no constituye una invasión del juez cons-


titucional en los otros poderes del Estado, sino un acto de control; la cual, aunque
de carácter político, contribuye, principalmente en el campo de los derechos indivi-
duales y sociales, al mejoramiento del sistema de la justicia constitucional, tornán-
dola efectiva y saca al poder judicial del letargo en que se encontraba, dándole
intervención importante en el desarrollo social, económico y político de la nación.

Los positivistas, expresa Jean Rivero, se oponen a tener como fuente del
Derecho a la jurisprudencia. Las únicas fuentes del Derecho son aquellas que
están fijadas en la Constitución y si ésta no se la ha concedido al juez no puede
crear derecho. Pero en la práctica el juez constitucional crea derecho. En Francia
el Consejo Constitucional realizó una revolución en la decisión del 16 de julio de
1971 (desde la Bastilla al pueblo francés le gusta hacer sus revoluciones en julio)
al integrar a la Constitución francesa la Declaración de 1789, el Preámbulo de
1946 y los principios fundamentales reconocidos por las leyes de la República,
aunque no hubiera sido ésta la intención del Constituyente. La Constitución france-
sa ha duplicado su volumen por la sola decisión del Consejo Constitucional. Ante
este ejemplo, el de los tribunales constitucionales de Alemania, Italia y del Tribunal
de las Comunidades Europeas, en su labor creativa, resulta difícil negarle al juez
constitucional la posibilidad de crear derecho4 .

sos, no concebidos para ser aplicados por un tribunal, y que plantean problemas más complejos a la
jurisdicción constitucional que aquellos otros que pueden plantearse a los tribunales alemán, italiano o
español, con textos concebidos para ser aplicados por tales tribunales. Otra de las cuestiones trata de
saber si el tribunal puede formular por sí mismo normas de valor constitucional y proclamar, apoyándose
en ciertas fuentes, derechos fundamentales que no están expresamente escritos en el texto constitucio-
nal formal. Señala que el tribunal alemán está dentro de esta línea, no así el austríaco. El Consejo
Constitucional francés proclama principios con valor constitucional, sin que los relacione siempre de
modo directo con los textos. Por tal razón el problema de la referencia se amplía más allá del texto de la
Constitución. (A modo de Síntesis. Tribunales Constitucionales Europeos. Ob. cit., p. 674 y 675).
3
Expresa Jean Rivero que un tercer problema común a todos los sistemas se refiere a la técnica de
interpretación, abordado en dos aspectos. En el primer aspecto observa los riesgos de ajustarse al texto
al precio que sea, incluso para aquellos casos en que esa estrechez resulte notoriamente artificial, o la
inversa, formular normas constitucionales que no engarzan con el texto constitucional más que a través
de un finísimo hilo, abriendo paso así a un cierto gobierno de los jueces. También observa el problema de
conservar e interpretar la voluntad de los constituyentes, en algunos casos con más de cien años de
antigüedad, o adaptar el texto de la Constitución a la realidad y valores actuales. Siempre sobre la
materia interpretativa, se refiere a las sentencias desestimatorias interpretativas que declaran que la ley
es constitucional si se ciñe a la interpretación que el tribunal le da al texto de la ley, y que no necesaria-
mente tiene que ser conforme con la que el legislador quiso darle. Esto plantea el problema de la autori-
dad de esta interpretación y la medida en que pueda ser obligatoria para los jueces que deben aplicar la
ley. (A Modo de Síntesis. Tribunales Constitucionales Europeos. Ob. cit., pág. 676).
4
Jean Rivero. A Modo de Síntesis. Tribunales Constitucionales Europeos. Ob. cit., pág. 667 y 668.

98
3. Las cuestiones de la legitimidad democrática y necesidad de la justi-
cia constitucional

Los dos temas se relacionan íntimamente, pues la aceptación de su necesi-


dad también conduce a la admisión de su legitimidad, ya que éste no es un proble-
ma exclusivamente teórico, abstracto, ajeno a las exigencias reales de cada épo-
ca, lugar y forma de pensar.

A. Legitimidad democrática

Se le niega legitimidad democrática a la legislación judicial tanto a la general


como a la constitucional, ya que el juez carece de representación popular y es
irresponsable ante el electorado5 . El enfoque se centra en la labor creadora de
derecho del juez.

Tal línea de pensamiento, aparentemente difícil de destruir, es arduamente


combatida por un fuerte sector doctrinal que esgrime poderosos argumentos, a
saber:

a) El parlamento y el ejecutivo (poderes políticos) no siempre representan el


electorado y los intereses generales de la población (abstenciones electorales,
sectores no aptos para votar, minorías que no logran representación en el parla-
mento, etc.), sus decisiones en muchas oportunidades no responden a los intere-
ses de la mayoría y, en general, con frecuencia se alejan del control de sus
mandantes, por lo que, teniendo en cuenta también las desviaciones del poder, se
han formulado correctivos políticos (revocación del mandato, el voto de censura,
etc.) y judiciales (el amparo, el recurso de inconstitucionalidad).

b) En muchos países los magistrados son seleccionados y nombrados con-


juntamente por el ejecutivo y el congreso, lo que permite que la magistratura no
sea ajena al pensamiento político imperante y que no carezcan de cierta
representatividad6 . Los tribunales constitucionales generalmente están integrados
por magistrados elegidos políticamente.

5
El último problema, expresa Jean Rivero, común a todos los tribunales constitucionales y más grave de
todos es el de saber si el control que ejercen sobre el parlamento soberano es democrático. A la vista de
la lógica democrática, admitir que una docena de hombres sin investidura del pueblo va a poder censu-
rar al parlamento elegido por la nación, plantea un problema que difícilmente se puede resolver. Opina
que el control marca un progreso en la democracia que no sólo es un modo de atribución de poder, sino
también modo de ejercer el poder (A Modo de Síntesis. Tribunales Constitucionales Europeos. Ob. cit.,
pág. 676 y 677).
6
Hans Kelsen parte de la particularidad de cada jurisdicción constitucional para realizar su construcción y
hace algunas consideraciones generales: a) El número de jueces no debe ser muy elevado y la misión de
la justicia constitucional es puramente jurídica de interpretación de la Constitución. b) No le parece
recomendable el nombramiento de los jueces constitucionales exclusivamente por el ejecutivo o por el
legislativo y expresa la posibilidad del nombramiento por el parlamento a propuesta del Ejecutivo. Consi-
dera de gran importancia la presencia de los juristas en la jurisdicción constitucional para lo cual sugiere
que las Facultades de Derecho propongan candidatos para una parte de los cargos. También acepta la
cooptación o la proposición para el nombramiento por parte del Tribunal Constitucional. c) Acepta el
peligro de la influencia política, aunque no lo desea y prefiere afrontarlo directamente, permitiendo que

99
c) Se sostiene que los jueces no son responsables ante los otros poderes,
los particulares y el electorado, de sus opiniones legales y filosóficas, contraria-
mente al legislativo, por lo que resulta inconcebible que jueces no responsables
controlen a políticos responsables.

No obstante, tal modo de opinar es rechazado con fuertes argumentos, a


saber: i) La libertad de expresión y el carácter público7 del proceso permiten al
pueblo controlar la buena marcha de la administración de justicia y vuelve al juez
objeto de críticas y responsable socialmente. El Juez está abierto a la crítica exter-
na y la actuación de su legalidad se puede controlar fácilmente, pues la sentencia
tiene que ser motivada. Por otra parte, tiene responsabilidad civil, disciplinaria y
penal. ii) El nombramiento periódico de los magistrados asegura una vinculación
con la sociedad y la política imperante. iii) La actuación del juez en el proceso es
altamente participativa y en contacto directo con la realidad, pues actúa ante casos
reales y a petición e impulso de las partes.

d) La democracia y representatividad de los tribunales aumentan mediante la


protección a los grupos marginados que no han podido acceder a las ramas políti-
cas. Esta defensa es más favorable dentro de un proceso judicial, en el cual las
partes actúan en pie de igualdad, lo que no ocurre ante otros órganos. Dentro de
este proceso encuentran la protección política que no hallan en otra parte.

e) La legitimidad de la justicia no es electoral, aunque en algunos países


ciertos jueces son escogidos en elección popular. Su legitimidad depende de su
forma bastante segura y aceptable de decidir: sentencia un órgano independiente
e imparcial; éste actúa a petición de parte ante casos reales; las partes tienen
intervención en pie de igualdad; su decisión se ajusta a lo probado y alegado por
las partes.

el parlamento nombre una parte de los jueces constitucionales, teniendo en cuenta la fuerza relativa de
los partidos políticos (La Garantía Jurisdiccional de la Constitución. Ob. Cit., No. 6 págs. 29 y 30.).
Expresa Jean Rivero que los tribunales constitucionales no pueden componerse de acuerdo a las nor-
mas habituales de los tribunales de justicia ordinaria. Los jueces de carrera carecen de peso e indepen-
dencia de espíritu necesario para imponerse a los poderes públicos. No pueden estar compuestos exclu-
sivamente de juristas o profesores de derecho. Es preciso que haya en los tribunales constitucionales
hombres que tengan sentido de la vida política y cierta experiencia en la misma. Se pregunta si conviene
incorporar a jóvenes que, carentes de la experiencia de la vida anterior, aporten nuevas ideas, atendien-
do una opinión bastante generalizada. Tribunales compuestos por juristas y por hombres con cierta
experiencia de la vida política, pero tribunales independientes. Considera que existe cierto consenso,
que lo que importa para alcanzar esa calidad no es tanto el modo de nominación de los jueces, como en
definitiva un estatus que garantice su independencia, esto es, asegurar la decisión del mandato, pero
que prohiba su renovación. Conviene más pensar en la madurez de los miembros del Tribunal que en un
exceso de juventud. El miembro del Tribunal no debe tener necesidad de pensar en el puesto que le
podrían ofrecer según agrade o no al poder una vez que haya concluido su permanencia en la jurisdic-
ción constitucional. No debe ser una función para jubilados, pero sí para jubilarse. (A Modo de Síntesis.
Tribunales Constitucionales Europeos. Ob. cit., págs. 668 y 669).
7
Kelsen recomienda de manera general que se siga el principio de publicidad y se acentúe en su carácter
oral, aunque reconoce que se trata, principalmente de cuestiones de estricto derecho en que la atención
debe centrarse en las explicaciones contenidas en los alegatos escritos de las partes presentes. Los
asuntos que conoce el tribunal tienen un gran interés general que no permiten suprimir la publicidad. Se
pregunta si cabría la deliberación del colegio de jueces en audiencia pública (Ob. cit., pág. 40).

100
f) Un sistema de justicia activa y creadora contribuye a mantener un sano
equilibrio de poderes frente a las ramas políticas. La democracia no funciona sim-
plemente bajo la idea de las mayorías, pues es preciso completar con otras institu-
ciones útiles a su funcionamiento.

Cappelletti8 sostiene que las épocas más gloriosas de la civilización europea


se han caracterizado por un profundo y competitivo pluralismo de fuentes de crea-
ción del derecho, entre las cuales ocupa una posición importante la creación del
derecho por los jueces y recuerda a los grandes creadores del derecho como fue-
ron los pretores romanos, los jurisprudentes, los tribunales de mercaderes que
crearon el derecho comercial de la época moderna 9 . Agrega que a esa creatividad
sucede un período de estancamiento con la codificación, en que el único derecho
es el escrito, visión que ya no responde a la verdad ante un nuevo pluralismo.

B. Necesidad de la justicia constitucional

Dos argumentos principales se esgrimen a favor de la necesidad de la justicia


constitucional: es un instrumento de equilibrio frente al crecimiento del legislativo y
el ejecutivo; y la aceptación generalizada de declaraciones de derechos10 .

a) Instrumento de equilibrio

Las funciones normales del Estado son administrar, legislar y hacer justicia;
pero con el correr del tiempo, bajo la influencia de las nuevas doctrinas sociales,
asume funciones de otra índole y así lo vemos aparecer como fabricante, merca-
der, agricultor y hasta como benefactor, sin mayor éxito, pues la realidad ha de-
mostrado que es un mal administrador. Estas nuevas funciones lo dotan de un
gran poder económico, político y social, generalmente en manos de una burocra-
cia política omnipresente (aunque distante de su pueblo) que cree ser dueña de la
verdad.

El primer mal es el consabido crecimiento y el segundo la desarmonía de ese


crecimiento. La actividad legislativa se intensifica, pues así lo exige el carácter
interventor del Estado. Sin embargo, los parlamentos son actualmente objeto de
desconfianza: su afán de intervenir en múltiples objetos lo sitúa en condiciones de
no poder atenderlos y paradójicamente terminan abdicando en el ejecutivo; los

8
Formidable Problema del Control Judicial. Ob. Cit., págs. 278 y sigts.
9
En los países totalitarios que fueron regidos por el comunismo la fuente preponderante del Derecho era la
ley (cfr. V. Kudriavtsev y otros. Introducción al Derecho Soviético. Editorial Progreso, Moscú, 1988, págs.
21 y sigs; René David. Los Grandes Sistemas Jurídicos Contemporáneos. Aguilar, S.A., Madrid, 1968,
págs. 159 y sigts.).
10
Según Kelsen, la justicia constitucional tiene una importancia especial según los rasgos de cada Consti-
tución. Su importancia es de primer orden en las repúblicas democráticas, cuyas instituciones de control
son una condición de su existencia. Contra los ataques actuales dirigidos a la república democrática, en
parte justificados, considera que no puede defenderse mejor que estableciendo todas las garantías
posibles para la regularidad de las funciones estatales. Mientras más democrática sea, más fortalecido
debe ser el control. Así tiene que ser vista la justicia constitucional (Ob. cit., N° 6, pág. 41).

101
parlamentos generalmente responden a intereses locales o de grupo, alejándose
de sus mandantes; en el desarrollo social no son tan eficaces como se piensa,
pues no son pocas las leyes que llegan tarde, que no responden a la realidad, que
son contradictorias, etc. En fin, no se puede esperar que todo lo solucione el parla-
mento. El ejecutivo también crece y en ocasiones parece hipertrofiado en detri-
mento de los otros poderes. El judicial se encuentra sin recursos humanos y eco-
nómicos, sin una efectiva independencia y en general temeroso de intervenir en el
control de los otros poderes.

El surgimiento de poderosos grupos políticos, económicos y sociales justifi-


can la consagración de la justicia constitucional en su aspecto del amparo para
que el individuo pueda defenderse también de ellos frente a la violación de sus
derechos.

Ante esta situación, es necesaria no sólo la justicia constitucional sino tam-


bién la contenciosa administrativa como contrapeso al crecimiento del legislativo y
el ejecutivo, lo que permite a las personas defenderse de un Estado poderoso que
todo lo controla.

No vaya a creerse que la justicia constitucional sólo se justifica ante el peligro


del Estado gigante. En el Estado meramente observador también existe el peligro,
aunque en menor grado.

b) Generalización de las declaraciones de derechos

Tanto en el ámbito internacional como nacional la mayoría de los países han


emitido declaraciones de derechos, individuales y sociales. En la casi totalidad de
las Constituciones se incorporan pasando a formar la parte dogmática de ellas.
Algunas, como la nuestra, incorporan a su cuerpo varias declaraciones internacio-
nales, dándoles rango constitucional.

Pero no basta la simple declaración de derechos para asegurar el cumpli-


miento de los mismos. Es preciso la creación de órganos que aseguren su cumpli-
miento y ese órgano tendrá que ser judicial, el menos peligroso y el más idóneo
según lo ha demostrado la realidad práctica. Son órganos independientes encar-
gados de controlar a los poderes políticos. Un órgano político no puede servir para
el control del cumplimiento de tales declaraciones.

Como ya hemos visto existen tribunales judiciales nacionales e internaciona-


les encargados de verificar el cumplimiento de esas declaraciones.

Este control constituye una de las partes más importantes de la justicia cons-
titucional, en donde los jueces principalmente crean derechos. También es un im-
portante factor de crecimiento del poder judicial.

102
CAPITULO VII

LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL Y LA DIVISION DE PODERES

SUMARIO: 1. Fundamento de la justicia constitucional. 2. Rechazo de los


tribunales constitucionales. 3. La interpretación de la Constitución y los poderes
públicos. 4. La justicia constitucional y el poder legislativo. 5. La justicia constitu-
cional y el poder ejecutivo. 6. La Justicia constitucional y el poder judicial. 7. La
justicia constitucional y el poder electoral.

1. Fundamento de la justicia constitucional

El poder soberano del pueblo, por medio de una Asamblea Constituyente,


aprueba su Constitución como ley suprema, a la cual están sometidos todos los
poderes constituidos, siendo ilegítimo todo acto contrario a ella. La misma Asam-
blea Constituyente crea un sistema jurisdiccional para defender el cumplimiento de
la Constitución. La justicia constitucional, pues, hunde sus raíces en el poder cons-
tituyente y defiende al fruto de éste: la Constitución.

Esta posición de la justicia constitucional la carga de un gran contenido polí-


tico, al extremo de llegar a sostenerse que los tribunales constitucionales son los
jueces de la ley o que la justicia constitucional constituye el gobierno de los jueces.

2. Rechazo de los tribunales constitucionales

Son varias las opiniones que se han formulado contra el establecimiento de


los tribunales constitucionales.

Para Karl Schmidt, la defensa de la Constitución por los tribunales constitu-


cionales, con las competencias que han recibido, no conduce a la juridificación de
la política sino, por el contrario, a la politización de la justicia. Por tal razón propone
encargar la defensa de la Constitución a un órgano político y no a uno jurisdiccio-
nal. Propone por ello una instancia neutral, como el Presidente del Reich1 .

Otros, con un criterio impulsado por ideales revolucionarios sostienen: a) Un


grupo revolucionario sostiene que el parlamento tiene una soberanía indisputada y
que los tribunales constitucionales, aristocráticos y sin legitimidad popular, invaden
la función del legislativo. Esta tesis es atribuida a los jacobinos, y tiene el fin de
asegurar que el parlamento juegue un papel central. b) Para los leninistas, el con-
trol constitucional debe entregarse a un órgano político y no jurisdiccional.

Por último se critica a la justicia constitucional porque los tribunales encarga-


dos de ejercerla contribuyen a la formación de un auténtico gobierno de los jueces.
Los dos Roosevelt se enfrentaron a la Suprema Corte de los Estados Unidos. La

1
Ya hemos visto que también existen otros sistemas de defensa políticos o mixtos.

103
crítica de Theodore Roosevelt surge en 1913, contra las sentencias que condena-
ban la intervención legislativa en la economía. Después, en 1921, aparece la famo-
sa obra de Lambert Le Gouvernement des Judges, en que también los censura.
Con posterioridad, Franklin Delano Roosevelt, con su política del New Deal, se
enfrentó duramente con la Corte Suprema. Expresó que debían tomarse medidas
para salvar a la Constitución de las garras del Tribunal.

Más recientemente, la jurisprudencia de la Corte Warren en materia de dere-


chos civiles provocó una nueva ola de críticas.

3. La interpretación de la Constitución y los poderes públicos

Para fundamentar sus resoluciones, actos o mandatos, toda autoridad tiene


que partir de lo establecido en la Constitución. De aquí que el art. 182 Cn. disponga
que no tienen ningún valor las leyes, tratados, órdenes o disposiciones que se
opongan a la Constitución.

En algunos países, como España, se considera a la sentencia del tribunal


constitucional, ocupando un lugar superior a la ley, inmediatamente después de la
Constitución y de las leyes de reforma a la Constitución. Es el intérprete supremo
de la Constitución y sus decisiones obligan a todos los poderes públicos.

En ese mismo país nadie duda que el poder legislativo interpreta la Constitu-
ción; pero el problema surge con la promulgación de leyes meramente interpretativas.
Un sector doctrinal sostiene que no puede dictar este tipo de ley interpretativa pues
al reducir las distintas posibilidades de interpretación de un concepto o precepto
constitucional se convierte en poder constituyente, al cual corresponde la interpre-
tación auténtica de la Constitución. Esta limitación no la tiene el tribunal constitucio-
nal el que puede decir de manera exclusiva cual es la voluntad del constituyente.

Otra corriente doctrinal española estima que el legislador puede dictar nor-
mas meramente interpretativas, pues no existe nada en la Constitución que lo
prohíba. Tampoco esa voluntad está reservada exclusivamente al tribunal consti-
tucional y no existe una reserva constitucional que atribuya esta voluntad al poder
constituyente derivado.

En nuestro país, los arts. 138 inc. 1 Cn. y IV inc. 2 Tít. Prel. C. se refieren a la
aceptación de la interpretación auténtica de la ley ordinaria, aunque algunos juris-
tas entienden que el término ley empleado por ambas disposiciones debe enten-
derse con amplitud tal que abarca aun a la Constitución, la cual también es una ley,
aunque superior.

Creo que la Asamblea Nacional puede interpretar la Constitución desarro-


llando por ley ordinaria los preceptos o conceptos constitucionales y también dic-
tando leyes ordinarias meramente interpretativas, pero sujetas al control constitu-
cional. También se puede interpretar la Constitución a través del procedimiento de

104
reformas a la Constitución. Esta última sería propiamente la interpretación auténti-
ca de la Constitución.

Creo que las leyes ordinarias meramente interpretativas son admisibles por
las razones siguientes:

a) No existe una disposición constitucional que atribuya de manera exclusiva


la interpretación constitucional a la Corte Suprema de Justicia.

b) Tampoco existe una disposición constitucional que prohiba la interpreta-


ción por medio de la ley ordinaria.

c) No existe una reserva constitucional que atribuya al poder constituyente


derivado dictar una ley interpretativa por el procedimiento de reformas a la Consti-
tución.

d) Los partidarios de que los artículos anteriormente citados se refieren inclu-


so a la Constitución, podrían agregar este argumento para aceptar la validez de
este tipo de leyes.

No obstante, algunos juristas piensan que para interpretar de manera autén-


tica la Constitución, es necesario seguir el sistema de las reformas de la Constitu-
ción, aceptando así una reserva constitucional.

Las constituciones toman diferentes posiciones con respecto a la interpreta-


ción de las leyes o de la Constitución: algunas no se refieren al tema; otras, como
la de Uruguay, en el art. 84 autoriza a la Asamblea General interpretar la Constitu-
ción, sin perjuicio del recurso de inconstitucionalidad cuando se oponga a ella; la
del Ecuador en el art. 82 ord. d) autoriza al Congreso Nacional a interponer la
Constitución y las leyes ordinarias (se permite en estas constituciones la simple
interpretación auténtica); y la del Paraguay en el art. 202 inc. 2 dispone que es
deber y atribución del Congreso dictar los códigos y demás leyes modificándolas o
derogándolas, interpretando la Constitución a través del desarrollo legislativo por
leyes ordinarias; por último otras Constituciones se refieren únicamente a la inter-
pretación de las leyes ordinarias.

4. La justicia constitucional y el poder legislativo

A la justicia constitucional se le atribuyen varias funciones, pero la fundamen-


tal es revisar la constitucionalidad de las leyes. Sobre la inconstitucionalidad de las
leyes conoce la Corte Suprema por tres vías: por medio de la casación en el fondo
fundada en la causal primera del art. 2058 Pr.; interponiendo el recurso directo de
inconstitucionalidad de la ley dentro de los sesenta días de publicada; o a través
del recurso de amparo.

105
Nuestro sistema no acepta el recurso o consulta previo de inconstitucionalidad
de los proyectos de ley porque significarían permitir una invasión de la justicia
constitucional en la esfera legislativa.

No se puede aceptar que el juez constitucional dicte pautas, instrucciones y


recomendaciones al legislar para hacer la ley. Es difícil que el juez constitucional
resista la tentación de entrar al campo político en este tipo de recurso.

5. La justicia constitucional y el poder ejecutivo

La constitucionalidad de los actos del ejecutivo y de su Administración Públi-


ca es controlada a través del amparo. Este control es muy usual y los Boletines
Judiciales que publican las sentencias de la Corte Suprema de Justicia están lle-
nos de jurisprudencia sobre el amparo.

6. La justicia constitucional y el poder judicial

En nuestro país no existe un tribunal constitucional y todas las materias de la


justicia común y constitucional que llegan a conocimiento de la Corte Suprema de
Justicia allí terminan, por ser el más alto tribunal de la República. No hay otra
instancia superior.

La ausencia de un tribunal constitucional que revise la constitucionalidad de


las sentencias de la Corte Suprema de Justicia o de una sala constitucional dentro
de la Corte Suprema (creada por las reformas de 1995), y la tradicional decisión de
no someter a la justicia constitucional las sentencias judiciales, mantenida históri-
camente en nuestras leyes de amparo, ha impedido ejercer control sobre la
constitucionalidad de las sentencias del poder judicial.

En España se puede usar el amparo ante el Tribunal Constitucional, pero en


una forma muy estricta para no socavar la confianza de la población en la adminis-
tración de justicia y evitar una tercera instancia. Por tal razón el Tribunal Constitu-
cional ha expresado que los jueces y tribunales son los únicos que administran
justicia, los que deciden como se aplica la ley, y que es a ellos a quienes les
corresponde el conocimiento, verificación y valoración de los hechos, terreno ve-
dado para el conocimiento del Tribunal Constitucional, a menos que se lesione
algún derecho fundamental o libertad pública objeto del amparo.

Si el Tribunal Constitucional encuentra alguna violación se limitará a ordenar


que se subsane, y que una vez subsanada el juez o tribunal continúe administran-
do justicia de acuerdo a su criterio. La jurisprudencia constitucional española se ha
pronunciado sobre los temas siguientes: la presunción de inocencia; la motivación
de la sentencia; el emplazamiento; el excesivo formalismo de los requisitos de la
casación penal; de la reformatio in pejus y el principio acusatorio; la unidad de la
jurisdicción; el carácter excepcional de la jurisdicción militar; etc.

106
Se trata de proteger los derechos fundamentales y la Constitución frente al
poder judicial. En nuestro país se podría establecer el amparo contra las resolucio-
nes judiciales ante la sala constitucional de la Corte Suprema. Debe ser objeto de
un serio estudio para decidirse por la reforma.

7. La justicia constitucional y el poder electoral

En nuestro sistema, la materia electoral está atribuida en forma exclusiva y


privativa al Poder Electoral. Sus decisiones sobre tal materia no admiten recurso
alguno y forman jurisprudencia. Pero los actos administrativos que realice sí pue-
den ser objeto de amparo.

Como podemos observar, el poder judicial de nuestro país controla a todos


los otros poderes, sin ser a su vez controlado. Sólo existe un control político, pues
su nombramiento y destitución le corresponde a la Asamblea Nacional. Lo prime-
ro, con la colaboración del poder ejecutivo y la sociedad civil.

La existencia de los tribunales constitucionales trascienden la teoría de la


división de poderes, pero no la destruyen, ni socavan la soberanía del parlamento.
Unicamente colaboran en su labor de control y equilibrio del poder, uno de los fines
de la división de los poderes.

107
108
CAPITULO VIII

TIPOS DE PROCESOS CONSTITUCIONALES

SUMARIO: 1. La jurisdicción constitucional de la libertad. 2. La jurisdicción


constitucional orgánica. 3. La jurisdicción constitucional internacional y comunitaria.

1. La jurisdicción constitucional de la libertad

En estricto derecho, la jurisdicción constitucional de la libertad es la que tutela


los derechos fundamentales a través de los procesos constitucionales: amparo,
habeas corpus, inconstitucionalidad de la ley, decreto o reglamento, habeas data.

La doctrina más amplia acepta la división de los remedios de defensa en


indirectos, complementarios y específicos.

Son indirectos cuando la tutela de los derechos constitucionales se puede


presentar en los juicios ordinarios o en lo contencioso administrativo. En nuestro
país la constitucionalidad de las leyes puede ser objeto de la sentencia de los
jueces, quienes están obligados a respetar la supremacía de la Constitución y a
velar que se cumplan los derechos humanos. En Francia el Consejo de Estado
también tutela derechos fundamentales. En el contencioso administrativo de algu-
nos países los actos subjetivos y normativos de la administración pública pueden
ser impugnados tanto por vicios de ilegalidad como de inconstitucionalidad.

Los remedios complementarios tienen por objeto la sanción de la violación,


ya sea consumada o ya sea irreversible. Estos remedios pueden ser: la reparación
patrimonial por la responsabilidad del Estado y el juzgamiento de los funcionarios
de mayor jerarquía por la Corte Suprema (lo que está en boga), por la Asamblea
Nacional o por los tribunales comunes, previa desaforación de la Asamblea Nacio-
nal. Este último sistema es el seguido en nuestro país.

Existen remedios específicos de defensa de los derechos fundamentales di-


rectos y generalmente reparadores; a saber: los «writs» anglosajones; el «referé»
francés; el procedimiento de urgencia italiano; el amparo español y latinoamerica-
no; el habeas data; etc.

2. La jurisdicción constitucional orgánica

En esta jurisdicción se resuelven los conflictos entre los órganos del poder.

Tiene su origen en la Constitución estadounidense, y después pasa a otras


constituciones, atribuyéndosele a los tribunales constitucionales en los países donde
existen. En Latinoamérica, donde no existen tales tribunales, la competencia la
tiene la Corte Suprema de Justicia.

109
Otra materia de la jurisdicción constitucional orgánica es el órgano constitu-
cional de control previo, objeto de estudio en otro capítulo.

3. La jurisdicción constitucional internacional y comunitaria

Las materias fundamentales de esta jurisdicción son las siguientes: la ten-


dencia a armonizar los textos constitucionales internos con las disposiciones
transnacionales; la decisión de los conflictos ocasionados por las conformidades
entre las normas externas y la Constitución; la solución del conflicto entre las
normas internas con las normas y principios de derecho internacional y comunitario.

110
CAPITULO IX

PRESUPUESTO PARA LA EXISTENCIA DE UN SISTEMA


DE JUSTICIA CONSTITUCIONAL

SUMARIO: 1. Breve introducción. 2. Constitución rígida. 3. Organo de control


independiente. 4. Potestades decisorias. 5. Legitimación de los interesados para
enjuiciar el acto inconstitucional. 6. Control constitucional sobre toda la actividad
estatal.

1. Breve introducción

Sobre el tema existe un buen número de opiniones y matices; unos autores


son rigurosos y exigen todos los requisitos indicados en toda su extensión; otros
exigen los mismos requisitos pero atenuados; quienes exigen tres esenciales:
constitución rígida, control constitucional independiente y legitimación amplia de
los particulares agraviados; por último, existen otros menos exigentes. Lo expues-
to da lugar a clasificar los sistemas en completos e incompletos.

Por nuestra parte creemos en los completos. A continuación haremos el aná-


lisis de sus elementos.

2. Constitución rígida

La Constitución es la ley superior del ordenamiento jurídico y ninguna de las


demás normas pueden oponérsele. Para que tal supremacía funcione es preciso
darle rigidez, lo cual consiste en exigir procedimientos diferentes y más severos
para reformarla de los exigidos para la ley ordinaria. Si pudiera ser reformada por
una ley ordinaria la Constitución es flexible y todas las leyes serían constituciona-
les.

La rigidez no proviene del funcionamiento de un órgano constituyente sui


generis, diferente del creado para reformarla, sino de un procedimiento distinto y
más severo (dos tercios o cuatro quintos de los diputados del congreso, o esos
porcentajes más dos legislaturas).

Es bueno aclarar que existen distintos grados de rigidez, partiendo del más
simple de mayoría superior a la ley ordinaria, aceptado por James Bryce quien
dice: “Podemos ahora pasar al examen del otro tipo de constituciones que hemos
convenido en llamar rígidas y cuyo carácter específico consiste en que todas po-
seen una autoridad superior a la de las otras leyes del Estado y son modificadas
por procedimientos diferentes a aquellos por los que se dictan y revocan las le-
yes”1 .

1
Constituciones Flexibles y Constituciones Rígidas. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 198 p.
64 y sigts.

111
Algunas constituciones son más rígidas pues exigen otros requisitos además
de la mayoría especial: plebiscito, referendo, dos legislaturas, un determinado nú-
mero de años para poder ser reformada. Otras expresan claramente las materias
que no pueden ser objeto de reforma parcial y en el extremo aparecen las que ni
siquiera contemplan procedimiento de reforma.

Considera el citado autor que las rígidas son más modernas, acomodándose
las flexibles a los principios de las primeras formas de organización social. Con
visión profética expresó que las rígidas prevalecen sobre las flexibles, lo cual ahora
es una realidad, ya que todas las constituciones democráticas son rígidas. Señala
a la Constitución de los Estados Unidos como el más notable ejemplo de Constitu-
ción rígida, convertida por su éxito como modelo a imitar por otras repúblicas, como
los estados del mundo antiguo hicieron con Inglaterra para organizar sus gobier-
nos más o menos libres durante el siglo XIX. Cita a México, Centroamérica y Amé-
rica del Sur como países que han adoptado constituciones rígidas.

Por otra parte, expone las causas por las que se dictan constituciones rígidas:
i) Al deseo de los ciudadanos de asegurar sus derechos y limitar la acción de los
gobernantes. ii) Al deseo de los ciudadanos, o del gobernante que quiere agradar
al pueblo, de promulgar en términos positivos y definidos la forma de gobierno
preexistente y evitar con ello posterior controversias sobre el tema. iii) Al deseo de
muchas personas de una comunidad política en proceso de fundación de dar cuer-
po, en un documento que lo asegure y lo haga popularmente comprensible, la
forma bajo la que quieren ser gobernada. iv) Al deseo de comunidades separadas
o pertenecientes a una misma comunidad de establecer los términos bajo los cua-
les van a ser tutelados sus derechos e intereses y la acción conjunta efectiva de los
asuntos comunes asegurados por el gobierno. Las dos primeras causas se rela-
cionan con un Estado que ya existe y decide cambiar Constitución; las otras dos
con la creación de un nuevo Estado, como podría ser una federación2 .

La rigidez puede ser mantenida y aún fortalecida. No obstante, puede ser


disminuida según la intensidad de las mutaciones constitucionales, los hábitos ju-
rídicos, la costumbre, el grado cultural del país y el ordenamiento jurídico ordinario.
Por tal razón pueden existir constituciones rígidas fáciles de modificar y flexibles,
como la inglesa, con áreas rígidas y en general no fáciles de modificar.

La gran transformación que sufre la Constitución por las leyes, los usos y la
interpretación es reconocida por Bryce. Expresa: “Mientras tanto, observemos que
el legislativo tanto como los usos al llenar las fallas de la Constitución, y la interpre-
tación al explicar su aplicación a una serie de casos nuevos, como proceden de
extremos que las palabras no aclaran expresamente, ensanchan y desarrollan
una Constitución y pueden transformarla después de un largo período de tiempo
en algo diferente de lo que vieron quienes presenciaron su infancia.”3

2
Ob. cit., págs. 69, 116 y sigts.
3
Ob. cit., págis. 90 y 91.

112
Para un sector doctrinal, una Constitución parcialmente rígida, con uno o más
segmentos rígidos, es el elemento mínimo o inicial para estructurar un sistema de
control constitucional.

3. Organo de control independiente

El órgano de control debe ser independiente de los controlados4 . La subordi-


nación al controlado lo vuelve inoperante.

Esta independencia tiene que reflejarse en la realidad mediante sus actuacio-


nes, prestigio y prudencia.

Los sistemas de autocontrol legislativo (como los de la extinta Unión Soviéti-


ca y de sus países satélites, y los de nuestra Constitución Federal de 1824 y la del
Estado independiente de Nicaragua de 1838), no son aceptables. En los países
democráticos, el órgano de control es por lo común independiente del controlado,
aunque muchas veces no se logra tal independencia por las razones siguientes:
los magistrados constitucionales son nombrados y destituidos por el parlamento, lo
que permite una fuerte influencia del legislativo sobre el órgano de control; se suma
a ello la poca cultura democrática y el irrespeto a la independencia de los poderes
del Estado. Por tal razón un buen sistema de nombramiento y remoción es muy
importante para asegurar la independencia del órgano controlador.

4. Potestades decisorias

Para la estructuración de un eficiente y completo sistema de control constitu-


cional, es preciso que este tenga el poder de decidir definitivamente si inaplica la
ley al caso concreto (sistema difuso) o la deroga (sistema europeo).

Si la resolución sólo es indicativa o recomendativa para el órgano controlado


(a la Asamblea Legislativa o cualquier otro órgano legislativo para que derogue a
su arbitrio), el sistema se convierte en sistema de autocontrol del órgano controla-
do (Asamblea Legislativa), no aceptable. Este sistema se establecía en el primitivo
proyecto de nuestra vigente Ley de Amparo de 1988, pero no prosperó5 .

4
Son muy gráficas y simpáticas las expresiones de Karl Loewenstein: “El parlamento que ha emitido la ley
es el menos apropiado para convertirse en defensor de la Constitución. Los conejos no son, generalmen-
te, los guardianes más seguros del jardín” (Teoría de la Constitución. Editorial Ariel, S.A. Barcelona, pág.
317).
5
Expresa Kelsen que si se quiere que la Constitución sea efectivamente garantizada es preciso que el acto
o las normas generales sean anuladas por la sentencia. La Constitución que no tiene la garantía de la
anulabilidad de los actos inconstitucionales no es plenamente obligatoria en su sentido técnico. Si se
mantienen válidos los actos y leyes inconstitucionales, no pudiendo anularse, la Constitución no es más
que un deseo sin fuerza obligatoria. De aquí que toda ley, reglamento o acto jurídico realizado por los
particulares tendría una fuerza jurídica superior a la Constitución, a la cual, sin embargo, se encuentran
subordinados y de la cual deriva su validez. Esta debilidad contrasta con la rigidez a que se somete la
reforma de la Constitución. Se pregunta que para qué tantas precauciones de rigidez si en realidad la
Constitución se encontraría casi desprovista de fuerza obligatoria. Considera que una Constitución que
no prevé un tribunal constitucional para la anulación de los actos inconstitucionales, no se encuentra

113
5. Legitimación de los interesados para enjuiciar el acto
inconstitucional

Ya vimos que existen sistemas en que sólo a ciertas entidades, excluyendo a


los particulares perjudicados, se concede el derecho para iniciar y continuar el
proceso de control. Otros, más amplios, le conceden derecho de control a los par-
ticulares agraviados. Esta amplitud llega a su máximo con el otorgamiento de la
acción popular.

Nos adherimos al sistema completo o amplio de legitimación y desechamos


al incompleto o restringido. Así lo exige el sistema democrático6 .

desprovista de sentido jurídico, pues su violación puede tener una cierta sanción cuando existe al menos
la responsabilidad ministerial dirigida contra ciertos órganos asociados en la confección de los actos
inconstitucionales, pero no es muy eficaz porque deja subsistir las leyes inconstitucionales. Dentro de
este débil sistema no se admite que la Constitución indique un procedimiento único ni que consagre los
principios en cuanto al contenido de las normas. La Constitución en su texto señala procedimientos y lo
que no deben contener las normas, pero si se admite que las leyes inconstitucionales son válidas, en
realidad pueden ser hechas de otra manera y sobrepasar el contenido asignado en la Constitución. Una
Constitución que puede ser violada por las leyes sin que éstas puedan ser anuladas tiene, frente a los
grados inferiores del orden estatal, el mismo valor que tiene el derecho internacional frente al derecho
interno. Una violación al derecho internacional por el derecho interno tiene como consecuencia la posibi-
lidad de ir a la guerra contra el estado infractor, sanción de tipo penal. Igualmente, una Constitución que
ignora la justicia constitucional tiene, como una reacción contra la violación de la constitución, la sanción
penal que ofrece la responsabilidad ministerial. La fuerza obligatoria mínima del derecho internacional,
conduce a muchos autores a negarle el carácter de derecho. Motivo semejante se opone al fortaleci-
miento técnico del derecho internacional ante un tribunal internacional dotado de poderes de anulación y
los que se oponen al incremento de la fuerza obligatoria de la Constitución mediante la organización de
un tribunal constitucional (Ob. cit., No. 6 págs. 37, 40 y 88.
6
Expresa Kelsen que la más fuerte garantía es autorizar la actio popularis. Así, el tribunal constitucional
entraría al examen de la regularidad de los actos sometidos a su jurisdicción, en especial las leyes y
reglamentos, a solicitud de cualquier particular. El interés político de la eliminación de los actos irregula-
res recibiría indiscutiblemente la más radical satisfacción. No recomienda esta solución por el gran peli-
gro de acciones temerarias y el riesgo insoportable del congestionamiento de procesos. Señala otras
soluciones; a saber: autorizar y obligar a todas las autoridades públicas que al aplicar una norma tengan
duda sobre su regularidad en interrumpir el procedimiento en el caso concreto y a interponer ante el
tribunal constitucional demanda razonada para el examen y anulación eventual de la norma; también se
podía otorgar este poder exclusivamente a ciertas autoridades superiores (ministros y cortes supremas)
o restringido a los tribunales, bien que la exclusión de la administración no sea perfectamente justificable.
Propone un acercamiento del recurso de inconstitucionalidad a la actio popularis remitiendo a la parte de
un proceso judicial o administrativo a interponerlo contra las resoluciones de estas autoridades. No se
trata de una acción directa de los particulares, sino de un medio indirecto para provocar que la autoridad
judicial o administrativa se adhiera al criterio de la parte solicitante y presente la demanda de nulidad.
Somete a análisis la creación de un Defensor de la Constitución ante el tribunal constitucional que, a
semejanza del ministerio público en el procedimiento penal, inicia de oficio el procedimiento de control de
constitucionalidad. Este funcionario debe estar revestido de todas las garantías imaginables, frente al
gobierno y al parlamento. Considera que sería minorías. Cabe la posibilidad de que el tribunal constitu-
cional inicie de oficio el procedimiento de control contra una norma general, a saber: cuando llamado a
examinar la legalidad de un reglamento se encuentra con la inconstitucionalidad de la ley con la cual el
reglamento está en contradicción; cuando el tribunal es llamado a decidir sobre la regularidad de ciertos
actos jurídicos individuales de los cuales solo su legalidad es inmediatamente puesta en cuestión, no
siéndolo su constitucionalidad mas que mediatamente. En tales casos el tribunal interrumpirá el procedi-
miento relativo al caso concreto y procederá de oficio al examen de la norma que él habría debido aplicar
al caso. Si anula, deberá resolver el litigio correspondiente como si la norma anulada no hubiese nunca
sido aplicada (Ob. cit., No. 6 págs. 38 y 39).

114
6. Control constitucional sobre toda la actividad estatal

Un sistema completo debe controlar a todos los órganos y poderes y a todo


ordenamiento jurídico inferior a la Constitución. La Constitución obliga a todas las
autoridades y personas. También son objeto de control las reformas constituciona-
les que violan los trámites fundamentales para realizarla (falta de dos legislaturas,
falta de la mayoría especial, etc.) y las reformas a las disposiciones constituciona-
les de fondo declarados irreformables por ser objeto únicamente de reforma por el
poder constituyente. Ya estudiaremos los alcances de nuestra Ley de Amparo.

Pero ya hemos visto que ciertas materias y órganos no son controlables:


cuestiones políticas, declaraciones de guerra, declaración del Estado de Emer-
gencia, el poder electoral en decisiones sobre materia electoral, etc.

En ciertos países también existen ciertas partes o disposiciones de la Cons-


titución no controlables. Expresa K.C. Wheare que a) Las dificultades que se pre-
sentan ante los tribunales cuando se les pide que impongan o adapten las declara-
ciones de derechos de una Constitución, impulsan a los autores de la Constitución
a declarar que ciertos derechos no sean considerados como una recopilación de
normas legales cuya ratificación y aplicación se confía a los tribunales, sino que se
consideren más bien como una afirmación de objetivos deseables. Este criterio lo
adoptó la Constitución Irlandesa y lo siguió la Constitución de la India. En la Cons-
titución Irlandesa, el art. 45 establece los principios directivos de política social y
afirma que ellos pretenden ser una orientación general para el cuerpo legislativo.
La aplicación de estos principios en la elaboración de las leyes incumbe exclusiva-
mente al cuerpo legislativo y no es de la competencia del tribunal alguno en ningu-
na de las estipulaciones de esta Constitución. b) En algunos casos la Constitución
expresamente dispone que parte de sus preceptos no pueden ser controlados por
la jurisdicción de los tribunales. Por ejemplo, las Constituciones de Irlanda y la de la
India disponen que ningún tribunal podrá conocer sobre las medidas en que las
leyes del parlamento están en consonancia con las declaraciones de principio de
política social contenidas en la Constitución. En otros países en los cuales las
constituciones guardan silencio sobre si los tribunales están o no autorizados para
declarar la inconstitucionalidad, raras veces se atreven a pronunciarse sobre la
inconstitucionalidad.7

7
Las Constituciones Modernas, Editorial Labor, S.A., Barcelona, España, 1971 pags. 51 y 107.

115
116
CAPITULO X

PRINCIPIOS RECTORES DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL

SUMARIO: 1. Principio de impulso oficial. 2. Principio de informalidad. 3.


Principio de gratuidad. 4. Principios de celeridad. 5. Principio de buena fe. 6. Prin-
cipio de inmediación. 7. Derecho de legalidad constitucional: A. Gravedad máxima
por violación de la Constitución. B. No es convalidable la violación del Derecho de
la Constitución. C. Es imprescriptible el derecho para reclamar tal violación. 8. Los
principios pro homine y pro libertates. 9. Aplicación de la disposición más favorable
al recurrente. 10. Algunos principios de nuestro sistema.

1. Principio de impulso oficial

En el control constitucional basta que las partes inicien el procedimiento para


que el órgano de control actúe de oficio y en forma rápida. No puede invocar la falta
de gestión de las partes para que el procedimiento permanezca paralizado. No
debe existir caducidad1 .

Por otra parte, los términos deben ser fatales y una vez vencidos, el órgano
debe continuar de oficio con el trámite siguiente. También debe de oficio recabar
pruebas.

Nuestro sistema tiende al impulso oficial, pero no lo desarrolla en toda su


extensión, como veremos más adelante.

2. Principio de informalidad

Los actos procesales del proceso constitucional deben estar libres de forma-
lidades que no tengan por objeto la seguridad y el derecho a la defensa. Muchos
de sus actos podrán hacerse por escrito, de palabras, por fax, telefonograma, telé-
fono, etc. , fundamentalmente en el habeas corpus. Los trámites procesales deben
ser simples. El acto procesal, aunque tenga irregularidades, surtirá sus efectos si
cumple con su función. No hay nulidad sin perjuicio. La nulidad solamente debe ser
decretada cuando así lo disponga la ley.

Las nulidades deben ser subsanadas, de oficio o a petición de parte, repo-


niendo el acto omitido o irregular, sin abrir incidentes.

Generalmente las nulidades pueden ser subsanadas, a menos que lesionen


el derecho a la defensa. Como consecuencia, si al tiempo de dictar sentencia se
detectan nulidades, el juez las rechaza, dicta sentencia de fondo y convalidará las
omisiones o irregularidades.

1
Art. 5 incs. 1 y 4 LA.

117
3. Principio de gratuidad

En la doctrina se ha formulado el principio de economía procesal, que tiene


por objeto la economía de tiempo, de energía y de costo. La economía de tiempo y
energías se refiere al principio de celeridad. El de costo al de gratuidad.

La justicia es gratuita, expresa el art. 165 Cn., y en el art. 34 inc. 7 Cn. se


aplica concretamente este principio al conceder al procesado ser asistido gratuita-
mente por un intérprete si no comprende o no habla el idioma empleado por el
tribunal. La gratuidad significa que el Estado no cobra por administrar justicia.

Para quienes tienen recursos económicos suficientes, con esto basta. Pero
para los pobres, el principio de gratuidad no funciona por cuanto las partes deben
hacer cuantiosos gastos adicionales (pagar abogado, etc.) Para llevarle asistencia
jurídica a los pobres se han ideado varios sistemas: defensa a cargo de los cole-
gios de abogados; defensa a cargo de empleados estatales; defensa por organiza-
ciones no gubernamentales; sistema de seguro social. Nuestra Ley Orgánica del
Poder Judicial sigue el sistema de crear oficinas públicas de defensa. Para cubrir
mayor cantidad de casos es conveniente poner a funcionar varios de tales sistemas.

4. Principios de celeridad

Este es uno de los principios fundamentales de todo proceso, principalmente


de los constitucionales, pues tiene por objeto la defensa de la Constitución y de los
derechos humanos consagrados en ella. Las pretensiones constitucionales requie-
ren de atención y resolución rápida2 .

Este principio exige entre otras condiciones, las siguientes: plazos cortos y
fatales, impulso oficial, actuaciones oficiosas, ausencias de crisis procesales (inci-
dentes, traslados, impulso de parte, saltos procesales, suspensiones e interrupcio-
nes procesales, etc.)

Pero la celeridad no debe destruir a la seguridad. El proceso debe ser rápido


para no brindar justicia tardía, pero se debe tener cuidado de tomar todas las pre-
cauciones para no juzgar mal por la celeridad, lo que es tan grave como la justicia
tardía. Justicia precipitada no es justicia.

Este principio está reconocido en el art. 5 LA.

5. Principio de buena fe

El juicio es un proceso dialéctico donde debe imperar la lealtad y la buena fe.


El Estado no puede permitir que el proceso sea una lucha en la cual las partes

2
Art. 5 incs. 1, 3 y 4 LA.

118
usen estratagemas, trampas y argucias para triunfar ante la pasividad del juez3 .
Esta forma de actuar es contraria a los fines del proceso.

El juez debe controlar el cumplimiento de este principio, otorgándole faculta-


des para rechazar incidentes o gestiones netamente improcedentes o que tiendan
a atrasar el juicio, lo mismo que imponer sanciones.

El art. 15 LOPJ establece este principio. Dice así:

“Actuación de los sujetos procesales.

Art. 15. Todas las personas que participen en un proceso judicial, deben res-
petar las reglas de la buena fe y actuar con lealtad, respeto, probidad y veracidad.
Los Jueces y Tribunales no deben permitir que se viertan de palabra o que corran
en los escritos expresiones indecorosas, injuriosas o calumniosas. Mandarán a
borrar o tachar las que hayan escrito y podrán, si el caso lo exigiese, devolver de
oficio los escritos proveyendo: que la parte use de su derecho con la moderación
debida.

Los Juzgados y Tribunales deben rechazar fundamentalmente toda argu-


mentación que se formule con manifiesto abuso de derecho o entrañe fraude a la
ley.

Los Juzgados y Tribunales ejercen potestad disciplinaria con respecto a las


actuaciones de las partes en el desarrollo del proceso, de conformidad con lo esta-
blecido en la ley”.

6. Principio de inmediación

Representa el contacto directo del juez con el proceso. Para tal efecto debe
asistir y participar activa y personalmente en las audiencias, actos procesales y
recibir las pruebas. Juega principalmente en el juicio oral.

7. Derecho de legalidad constitucional

El pueblo tiene derecho para que la Constitución se aplique en forma prefe-


rente4 y efectiva. Para ello deben establecerse las garantías y procedimientos para
que el interesado pueda recurrir a los tribunales a reclamar la protección de sus
derechos violados por las autoridades, quienes están obligados a respetar (como
también lo están las personas de carácter privado) la Constitución.

3
Art. 5 inc. 2 LA.
4
Los arts. 194 Pr., 182 Cn, 4 LOPJ y 5 LA. establecen la aplicación preferente de la Constitución.

119
Varios principios se derivan de éste, los cuales se estudiarán a continuación.

A. Gravedad máxima por violación de la Constitución

La ley suprema de la República es la Constitución, por lo que la violación de


sus principios, normas y valores constituye la más grave violación jurídica sancio-
nada con la nulidad de lo opuesta a ella. Es la doctrina seguida por el art. 182 Cn.,
que sanciona con nulidad de las leyes, tratados, órdenes o disposiciones que se le
opongan o alteren.

B. No es convalidable la violación de la Constitución

Los actos violatorios a la Constitución no pueden ser convalidados, ni subsa-


nados retroactivamente. Se anulan retroactivamente, salvo situaciones adquiridas
digna de protección, como lo dispone el art. 22 LA. Nuestra Ley de Amparo limita
este principio al permitir la aceptación del acto como motivo de improcedencia del
amparo5 .

C. Es imprescriptible el derecho para reclamar tal violación

Como no es convalidable la nulidad constitucional, el derecho para solicitar la


nulidad es imprescriptible mientras dure la violación, salvo aceptación del acto. La
acción para reclamar la violación a la Constitución y los derechos fundamentales
en ella consagrados son imprescriptibles, salvo los derechos patrimoniales.

Este principio tiene en nuestra Ley de Amparo varios límites. No se aplica con
la amplitud deseada.

8. Los principios pro homine y pro libertates

Estos principios pertenecen a sistemas de interpretación de la Constitución,


los que tienen particularidades especiales. Se refiere a la interpretación de los
derechos fundamentales.

En virtud del principio pro homine el derecho debe interpretarse y aplicarse


de la manera que más favorezca al ser humano. En virtud del principio pro libertates
debe interpretarse extensivamente todo lo que favorezca la libertad y restringirse
todo lo que limite la libertad.

El juez constitucional debe tener muy en cuenta ambos principios para tomar
sus decisiones.

5
Art. 51 inc. 3 LA.

120
9. Aplicación de la disposición más favorable al recurrente

También se refiere a los derechos humanos y tiene su origen en la doctrina


de la Suprema Corte de los Estados Unidos.

Cuando están de por medio los derechos humanos se debe aplicar la norma
más favorable al recurrente. Cuando varias normas coinciden a regular el caso
debe aplicarse lo más favorable al recurrente. Por ejemplo: una norma constitucio-
nal más favorable al recurrente y otra consagrada en un tratado menos favorable.

10. Algunos principios de nuestro sistema

El art. 5 LA. establece: Los Tribunales de Justicia observarán siempre el prin-


cipio de que la Constitución Política prevalece sobre cualquier Ley o Tratado Inter-
nacional.

Asimismo deberán:

1. Dirigir todos los trámites del recurso, impedir su paralización y obligar que
se cumpla el principio de economía procesal.

2. Prevenir y sancionar los actos contrarios a la lealtad y buena fe que deban


observarse en el recurso.

3. Hacer efectivo los principios de igualdad, publicidad y celeridad del recurso.

4. Tomar todas las providencias necesarias para el cumplimiento de las reso-


luciones que dictan. No habrá caducidad en estos recursos.

121
122
CAPITULO XI

SENTENCIA Y COSA JUZGADA

SECCION I
DERECHO PROCESAL Y SENTENCIA DEFINITIVA

SUMARIO: 1. Sentencias definitivas. 2. Efectos de las resoluciones judicia-


les. 3. Características de la cosa juzgada: A. Es inmutable. B. Es relativa. C. Es
renunciable. 4. Cosa juzgada formal y cosa juzgada material.

1. Sentencias definitivas

Sentencia definitiva es la que se da sobre el todo del pleito o causa y que


acaba con el juicio, absolviendo o condenando al demandado. A ellas se refiere el
art. 413 Pr., que dice: “Sentencia es la decisión legítima del juez o tribunal sobre el
pleito o causa ante él controvertible”.

Atendiendo el derecho sustancial acogido, las sentencias definitivas se divi-


den en:

a) Sentencias de condena. Estas sentencias imponen el cumplimiento de


una prestación (dar, hacer o no hacer).

b) Sentencias meramente declarativas. Son las que declaran la existencia o


inexistencia de un derecho o relación jurídica (declarar socio o heredero a alguna
persona o la prescripción adquisitiva, etc.).

C) Sentencias constitutivas. Son las que constituyen, modifican o extinguen


un estado jurídico nuevo (divorcio, nulidad del matrimonio, etc.).

La Corte Suprema reconoce como sentencias constitutivas las que declaran


el divorcio, separación de cuerpo, interdicción, nulidad del matrimonio, etc.1

2. Efectos de las resoluciones judiciales

Las resoluciones judiciales producen los efectos siguientes: la acción y la


excepción de cosa juzgada, el desasimiento del juez o tribunal y proyecciones
sobre el tiempo.

El desasimiento consiste en que una vez autorizada una sentencia definitiva


no podrá el juez o tribunal que la dicta alterarla en manera alguna. Así se dispone
en el art. 451 Pr., que dice: “Autorizada una sentencia definitiva, no podrá el juez o
tribunal que la dictó alterarla o modificarla en manera alguna. Podrán sin embargo,
1
S. 12 m. del 17 de febrero de 1938, B.J., pág. 10060.

123
a solicitud de parte, presentada dentro de veinticuatro horas de notificada la sen-
tencia, aclarar los puntos oscuros o dudosos, salvar las omisiones y rectificar los
errores de copia, de referencia, o de cálculos numéricos que aparecieren de mani-
fiesto en la misma sentencia, o hacer las condenaciones o reformas convenientes,
en cuanto a daños y perjuicios, costas, intereses y frutos”.

Algunos colegas piensan que los recursos de aclaración, modificación y re-


forma contemplados en la disposición transcrita constituyen excepciones al princi-
pio de desasimiento.

Trataremos sobre los efectos en cuanto al tiempo de las sentencias


declarativas, de condena y constitutivas. El problema se plantea así: ¿la sentencia
produce efectos para el futuro (ex nunc), o para el pasado (ex tunc)? Si se admite
que puede producir efectos para el pasado cabe preguntarse: ¿Desde cuándo?
¿Desde la presentación de la demanda o desde que se realizaron los hechos que
fundaron la demanda?

Pertenece a este tema el de la prescripción de la sentencia, estudiado en el


proceso de ejecución.

Cuando la sentencia es declarativa tiene efectos retroactivos totales, pues se


limita a manifestar la existencia de un derecho. La sentencia sólo le agrega certi-
dumbre y le sirve de prueba, pero no altera su sustancia, quedando como era
antes de la demanda. La sentencia que declara la prescripción se retrotrae al día
en que se consumó la prescripción.

Las sentencias condenatorias también deben tener efectos retroactivos com-


pletos porque es lógico y justo que sea completa la reintegración del derecho lesio-
nado. Pero esta regla sufre importantes excepciones legales en las que general-
mente la retrotraen a la fecha de la demanda. Por ejemplo: los alimentos sólo son
reclamables hasta doce meses antes de la demanda2 . En tales excepciones la
restitución no es total y da pie a injusticias; pero las disposiciones legales prevale-
cen sobre las consideraciones doctrinales.

De la sentencia constitutiva surge un estado jurídico nuevo y lógicamente, a


partir de ella aparecen los efectos para el futuro y no para el pasado. Por ejemplo:
la sentencia de divorcio produce efectos hacia el futuro y no resulta lógico sostener
que el matrimonio quedó disuelto desde la presentación de la demanda.

Es importante advertir que tanto la sentencia constitutiva como la de condena


contienen una parte declarativa, y las de condena una parte constitutiva (quantum
de lo adeudado), que es preciso distinguir con precisión de acuerdo con lo expues-
to, sin interferencias, para darle a cada una su efecto en el tiempo.

2
Art. 13 Ley de Alimentos.

124
3. Características de la cosa juzgada

La cosa juzgada tiene las características de ser inmutable, relativa y


renunciable.

A. Es inmutable

Las sentencias ejecutoriadas no pueden ser alteradas ni por los jueces y


tribunales ni por el poder legislativo. El poder legislativo no podrá alterar la cosa
juzgada en virtud del art. IV Tít. Prel. C., que establece que la ley sólo puede
disponer para lo futuro y no tendrá jamás efecto retroactivo. A lo anterior hay que
agregar que el art. 38 Cn., dispone que las leyes no tienen efecto retroactivo, salvo
a favor del reo en materia penal.

Sin embargo, por circunstancias extraordinarias se permite el recurso extraor-


dinario de revisión de una sentencia firme. A diferencia del sistema español, en
nuestro derecho no existe recurso de revisión en materia civil, pero sí se lo permite
en materia penal.

B. Es relativa

La cosa juzgada sólo afecta las partes que intervienen en el juicio, salvo los
casos excepcionales.

La Corte Suprema, ha dicho que la resolución dictada entre dos particulares


sólo produce cosa juzgada para ellos y no para el Estado3 .

La Corte Suprema sostiene que, aunque la sentencia en casos contenciosos


de estado civil trasciende en ciertas ocasiones a terceros que no han litigado, tal
alcance se limita a los interesados; v. gr., si la hija obtiene declaratoria de calidad
de tal litigando con la madre, esa sentencia afecta a su hermano4 .

Este principio de la relatividad de la cosa juzgada tiene excepciones en los


casos en que el fallo es constitutivo y no declarativo, como el divorcio, separación
de cuerpos, interdicción, nulidad del matrimonio, etc.

Como todo acto jurídico, la cosa juzgada puede repercutir en el ámbito jurídi-
co de terceros, ya sea vinculándolos jurídicamente (como en las sentencias cons-
titutivas, en atención a la naturaleza de la relación discutida, o en los casos en que
la ley lo establece), ya sea perjudicándolos en sus intereses (el acreedor que se ve
dañado por la simulación o por fraude al salir los bienes del patrimonio de su deu-
dor).

3
S. 1:30 p.m. del 24 de febrero de 1911, B.J., pág. 915.
4
S. 12 m. del 17 de febrero de 1938, B.J., pág. 10060.

125
Con relación a los terceros, las legislaciones contemplan diversos medios de
defensa para evitar el nacimiento de la cosa juzgada o para impugnarla si ya sur-
gió. Cuando tiene efectos vinculatorios, el tercero puede apelar o intervenir como
tercero opositor en juicio si todavía no existe sentencia pasada en autoridad de
cosa juzgada. Si ya hizo tránsito a cosa juzgada, puede oponerse a ella, mediante
lo que la doctrina llama oposición de terceros a la cosa juzgada, entablar una
acción autónoma de simulación o fraude pauliano, o interponer el recurso de revi-
sión (establecido en España, Chile y Colombia) para destruir la cosa juzgada frau-
dulenta. Si sólo causa perjuicio, puede intervenir como tercero opositor en juicio,
oponerse a la cosa juzgada y entablar una acción autónoma para que se declare la
ineficacia de ella por haber sido resultado de un juicio simulado o fraudulento.

La oposición de terceros a la cosa juzgada, regulada por las legislaciones de


Francia e Italia, tiene por objeto el cumplimiento del principio de la relatividad de la
cosa juzgada, principalmente cuando procede del fraude o la simulación. Este pre-
cepto es considerado como una mezcla de acción y recurso, porque permite la
oposición, la prueba, sentencia, apelación y casación; pero vinculado con el juicio
anterior y formando con él una unidad. Las legislaciones, pues, le conceden al
tercero recursos, intervención en juicio y la oposición para combatir la cosa juzga-
da fraudulenta o simulada.

En Nicaragua no se permite la oposición de terceros a la cosa juzgada; pero


estos, si carecieren de interés para apelar, pueden intervenir directamente en el
juicio, de acuerdo con el art. 949 Pr. y siguientes (que regulan la oposición de los
terceros en los juicios) o pueden ejercer la acción revocatoria pauliana o la de
simulación, a fin de destruir la cosa juzgada. Estas acciones, aunque han sido
dadas apuntando a los actos o contratos no judiciales, se pueden aplicar al proce-
so en todo lo que fuere compatible con su naturaleza. Debemos advertir que la
jurisprudencia de nuestra Corte Suprema de Justicia no permite ejercer la acción
de simulación para destruir la cosa juzgada.

C. Es renunciable

La cosa juzgada es renunciable. Si el demandado no la opone, se entiende,


que renuncia a ella, y el juez no puede acogerla de oficio.

La Corte Suprema ha dicho al respecto que:

a) Si el interesado no opone la cosa juzgada, el juez no puede declararla de


oficio5 .

b) Entre dos sentencias contradictorias debe prevalecer la última por ser pos-
terior, ya que la cosa juzgada es una excepción que debe oponer la parte y no

5
S. 10:30 a.m. del 25 de febrero de 1930, B.J., pág. 7324.

126
puede suplirse de oficio, y si no se hace valer, la cosa juzgada nueva anula y deja
sin efecto la anterior6 .

4. Cosa juzgada formal y cosa juzgada material

Atendiendo a los efectos que produce una resolución, se distingue entre cosa
juzgada formal y cosa juzgada material.

La cosa juzgada formal produce efectos dentro del proceso, de suerte que ya
no se puede abrir discusión por la firmeza de la sentencia, a causa de no haber
sido impugnada o agotado los recursos correspondientes, pero sin impedir una
ulterior revisión en un juicio posterior entre las mismas partes o terceros. Por ejem-
plo, la cuantía de la pensión alimenticia fijada por sentencia, puede ser revisada en
un juicio subsecuente en virtud de las modificaciones por el cambio de circunstan-
cias de quien la da y de quien la recibe, de acuerdo con el art. 25 L. Alim. del 18 de
febrero de 1992; la sentencia que declara sin lugar la demanda por falta de venci-
miento del plazo también produce cosa juzgada formal, pues una vez vencido el
plazo puede entablarse nuevamente la demanda.

Por el contrario, la cosa juzgada material torna definitivamente resuelta la


controversia (la vuelve inmutable), de manera que no puede ser objeto de discu-
sión en juicio posterior. No hay nueva discusión ni en el mismo proceso ni en uno
nuevo. De lo expuesto se deduce que la cosa juzgada material supone la existen-
cia de la cosa juzgada formal. Sin cosa juzgada formal no hay material. Pero puede
existir cosa juzgada formal sin cosa juzgada material.

La Corte Suprema reconoce tal distinción y sostiene que:

a) La sentencia de un juicio de alimentos produce cosa juzgada, pues aunque


el art. 296 C., permite modificarlos, debe alegarse el cambio de circunstancias y no
intentar una acción nueva, pero idéntica a la anterior7 .

b) Las decisiones que no pueden ser impugnadas por vía de recursos produ-
cen cosa juzgada formal, y sólo que no puedan modificarse por un procedimiento
posterior alcanzan la cosa juzgada material. Así, la sentencia dictada en el juicio de
limpieza registral sólo produce cosa juzgada formal y en juicio ordinario posterior
pueden ventilarse los derechos de las partes8 .

6
S 10. a.m. del 5 de febrero de 1948, B.J., pág. 14153.
7
S. 12 m. del 2 de febrero de 1950, B.J., pág. 14968.
8
Art. 437 Pr.; S. 10 a.m. del 29 de mayo de 1969, B.J., pág. 109.

127
SECCION II

EL DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL Y LA SENTENCIA

SUMARIO: 1. Características del Derecho Procesal Constitucional. 2. Clasi-


ficación de las sentencias. 3. Sentencias declarativas, constitutivas e inaplicativas.
4. Efectos de las sentencias que declaran la inconstitucionalidad. 5. Sentencias
aditivas. 6. Sentencias aditivas prestacionales. 7. Sentencias estimatorias
exhortativas. 8. Sentencias declarativas de la inconstitucionalidad de carácter par-
cial. 9. Sentencias que declaran la inconstitucionalidad en forma total. 10. Senten-
cias estimativas interpretativas: A. Interpretación errónea o aplicación indebida. B.
Inconstitucionalidad por sus efectos. 11. Sentencias normativas: A. Sentencias
estimatorias aditivas. B. Sentencias estimatorias sustitutivas. 12. Sentencias
estimatorias desaplicativas. 13. Sentencias desestimatorias de inconstitucionalidad.
A. Su naturaleza jurídica. B. Tipos de sentencias desestimatorias de
inconstitucionalidad. 14. Doctrina Italiana sobre la manipulación legislativa. 15. Cosa
juzgada en la jurisdicción constitucional: A. Efectos de la cosa juzgada. B. Necesi-
dad de la cosa juzgada. C. Límites y funciones de la cosa juzgada.

1. Características del Derecho Procesal Constitucional

En la doctrina se suele distinguir entre Derecho sustantivo y Derecho adjeti-


vo. El primero se caracteriza por cuanto puede existir por sí solo. El segundo, por el
contrario, necesita de otro derecho para ponerlo en movimiento. De acuerdo con lo
expuesto el Derecho Civil es sustantivo y el Derecho Procesal Civil es adjetivo.
Esta clasificación se le atribuye a Bentham.

Carnelutti distingue entre Derecho material o sustantivo y Derecho instru-


mental. El primero se refiere a la ley de fondo que resuelve el conflicto de intereses
(Código Civil, Mercantil, etc.), y el segundo regula los medios para obtener la tutela
de las leyes de fondo (Código de Procedimiento Civil, Código de Instrucción Crimi-
nal, etc.).

El Derecho Procesal sirve, pues, para aplicar el Derecho material, por lo que
debe ajustarse a las disposiciones, valores, principios y características propias de
éste. De aquí que hayan surgido con el tiempo el Derecho Procesal Administrativo,
el Derecho Procesal Laboral, el Derecho Procesal Constitucional, el Derecho Pro-
cesal Penal, el Derecho Procesal Militar, etc. Todos estos derechos tienen como
campo común la Teoría General del Proceso.

Pero no toda ley o cuerpo de leyes trae aparejado la necesidad de un nuevo


Derecho Procesal. Son las ramas autónomas las que se hacen acompañar gene-
ralmente del Derecho instrumental, pero algunas de ellas no lo hacen, v. gr., el
Mercantil, el cual normalmente no requiere de un Código Procesal Mercantil, se-
gún se observa en el Derecho comparado.

128
Es conveniente señalar algunos acercamientos entre las referidas discipli-
nas: mutua alimentación entre el Procesal Penal y el Civil; influencia del Derecho
Procesal Laboral sobre el Civil; influencia del Derecho Procesal Penal sobre el
Militar; formulación de códigos que cubren la materia civil, mercantil y laboral.

El Derecho Procesal Constitucional sirve para aplicar la Constitución9 (ley


suprema que condiciona e inspira todo el ordenamiento jurídico) y, como tal, tiene
sus propios principios, reglas y características, por lo que no se le puede aplicar sin
reservas el Derecho Procesal Civil; a saber: el juez constitucional necesita tener
una visión amplia de la política y de las ciencias auxiliares del Derecho; la función
del juez constitucional es aplicar e interpretar la Constitución, decidir la controver-
sia y crear claridad; las sentencias de estos jueces tienen trascendencia política,
social y económica, afectando el equilibrio de los poderes del Estado; el principio
de incongruencia no se aplica, entre otros casos, en el recurso de
inconstitucionalidad de la ley porque el juez constitucional puede promover de ofi-
cio la inconstitucionalidad de otros artículos que no fueron impugnados y declarar
de oficio la inconstitucionalidad de la ley al conocer de un caso concreto; el juez
constitucional puede dictar sentencias aditivas; el juez constitucional tiene normas
propias para interpretar la Constitución que le permite cumplir su función con más
libertad y amplitud; la sentencia que declara la inconstitucionalidad de la ley tiene
efectos erga omnes, desapareciendo del ordenamiento jurídico, y convirtiendo así
al juez constitucional en legislador negativo, o en positivo cuando dicta sentencias
normativas o aditivas10 ; las sentencias de la jurisdicción constitucional son creativas
y tienden al cambio, surgiendo de la tensión entre la necesidad de mantener la
continuidad de la jurisprudencia en aras de la seguridad jurídica y la posibilidad de
revisar la jurisprudencia constitucional de acuerdo con los cambios económicos,
políticos y sociales; la parte considerativa de la sentencia constitucional produce
cosa juzgada cuando fuere la razón determinante para tomar la decisión de la
parte dispositiva11 .

2. Clasificación de las sentencias

Este es uno de los temas más difíciles e interesantes. Sobrepasa el que se


presenta en el Derecho Procesal Civil. Son numerosas las sentencias que surgen
en la justicia constitucional. Existe una gran riqueza creativa.

9
Expresa Kelsen que la justicia constitucional tiene una importancia especial según los rasgos de cada
Constitución. Su importancia es de primer orden en las repúblicas democráticas, en las cuales las insti-
tuciones de control son una condición de su existencia. Contra los ataques actuales dirigidos a la repú-
blica democrática, en parte justificados, considera que no puede defenderse mejor que estableciendo
todas las garantías posibles para la regularidad de las funciones estatales: Mientras más democrático
sea, más fortalecido debe ser el control. Así tiene que ser vista la justicia constitucional (Ob. cit. N° 6,
pág. 41).
10
Expresa Kelsen que este poder de poner en vigor normas, acentúa el carácter legislativo de la función del
tribunal constitucional. Pero sólo lo puede hacer con relación a las normas que habían sido puestas en
vigor por el legislador regular (Ob. cit. N° 6, pág. 37 y 38).
11
Nuestra jurisprudencia ordinaria normalmente estima que los Considerandos sirven para precisar el
alcance verdadero de lo que dispone el fallo en la parte dispositiva de la sentencia (S. 11:00 a.m. del 26
de junio de 1946, B.J., pág. 13519). También le concede a los Considerandos un valor decisivo cuando

129
Algunas sentencias aparecen en los textos legales, pero no la mayoría de
ellas. Existe una gran riqueza jurisprudencial en la creación de nuevos tipos, lo que
ha permitido a los Tribunales Constitucionales ampliar sus atribuciones, adecuar la
Constitución al caso concreto y a la realidad actual y a realizar una mejor defensa
de toda la Constitución, siempre que procedan con prudencia y respeto a las com-
petencias de los otros poderes.

La doctrina italiana, lo mismo que la alemana, ha hecho muchos aportes. La


clasificación que hacemos se encuentra dentro de la primera doctrina, siguiendo
en parte a Alessandro Pizzorusso12 .

3. Sentencias declarativas, constitutivas e inaplicativas

Son sentencias que se pronuncian sobre los actos públicos que violan nor-
mas superiores. Las sentencias pueden ser declarativas, constitutivas e inaplicativas.

Son declarativas cuando el vicio es de nulidad absoluta. Son constitutivas


cuando el vicio del acto o de la norma produce invalidez, porque han producido
efectos que, aunque son irregulares, han tenido alguna eficacia. Son de la tercera
clase cuando la sentencia inaplica la ley del caso concreto, pero no la elimina del
ordenamiento jurídico.

4. Efectos de las sentencias que declaran la inconstitucionalidad

En la legislación comparada existen tres tipos de sentencias que analizare-


mos brevemente a continuación.

Las sentencias que declaraban inconstitucional la ley con efectos erga omnes.
Generalmente se aceptan por los sistemas que tienen tribunales constitucionales.
La ley desaparece para el futuro como si hubiera sido derogada13 . La sentencia es
constitutiva.

son determinantes para tomar la resolución de la parte dispositiva. La Corte Suprema ha dicho: a) Cuan-
do en la parte resolutiva de la sentencia se dispuso solamente que ha lugar a las excepciones de que se
ha hecho referencia en los Considerandos, los fundamentos de estos trascienden a lo dispositivo, pues
sin ellos no podría subsistir por sí solo (S. 10:30 a.m. del 11 de mayo de 1949, B.J., pág. 14658). b) Los
Considerandos producen cosa juzgada cuando envuelven decisiones (S. 10:00 a.m. del 29 de mayo de
1950, B.J., pág. 15097).
12
Lecciones de Derecho Constitucional. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1984, pág. 47 y
sigts.
13
Expresa Kelsen que la anulación de una ley por sentencia tiene el mismo carácter que una ley que abroga
a otra ley. Es un acto de legislación negativa, pues la Constitución le concede al tribunal constitucional
una función legislativa que en principio estaba reservada al Parlamento. Por tal razón los miembros del
tribunal constitucional, a diferencia de los otros jueces que son nombrados por la administración, son
elegidos por el Parlamento. Con este tipo de elección se le piensa dar independencia al tribunal constitu-
cional, principalmente con relación a la administración, la cual dicta normas jurídicas y reglamentos con
los mismos efectos legales de las leyes y por lo tanto con una fuerza de gran trascendencia política,
sujeta al control constitucional del tribunal. Por el mal uso de ese poder la administración podría fácil-
mente suprimir al parlamento y así eliminar la base democrática del Estado. Una prueba de tal afirmación
fue la utilización abusiva del art. 48 de la Constitución de Weimar, que autorizaba al gobierno a promulgar

130
En los sistemas difusos la sentencia es declarativa de la nulidad absoluta con
efectos retroactivos14 , salvo sobre aquellos casos de situaciones dignas de protec-
ción.

Para evitar graves daños a la seguridad jurídica, la paz social y la justicia se


suaviza la retroactividad de la sentencia, excluyendo de sus efectos las situacio-
nes siguientes: las sentencias que hicieron tránsito a cosa juzgada material; los
derechos adquiridos de buena fe por la ley anulada; las relaciones jurídicas extin-
guidas por prescripción o caducidad; los hechos consumados material o técnica-
mente irreversibles. Tales límites se agrupan en la denominada teoría de las rela-
ciones extrajudiciales.

reglamentos y que fue el camino a través del cual fue destruido el carácter democrático de la república de
Alemania y preparado el camino para el ascenso del nacional-socialismo al poder. Señala que la Cons-
titución austríaca semifascista de 1934 fue sancionada por un reglamento del gobierno (Ob. cit. N° 9,
pág. 84).
14
Expresa Kelsen que es difícil justificar la retroactividad de la declaración de inconstitucionalidad de la ley
por dos razones: por las consecuencias críticas de todo efecto retroactivo y porque la decisión recae
sobre un acto del legislador que también interpreta la Constitución y tiene que ser respetada mientras no
se declare su inconstitucionalidad. Se discute si la decisión de la Corte Suprema que declare la
inconstitucionalidad de la ley tiene efecto de nulidad ad initio y, como consecuencia, esta nulidad afecte
a toda la ley con efecto retroactivo de manera que todos los efectos que antes tuvo la ley son abolidos.
Cuando se discutía la Constitución austríaca de 1920, otros dos métodos fueron objeto de estudio y
debate. Por el primero se le concede a cada ciudadano el derecho a hacer peticiones directas al tribunal
constitucional, el cual queda obligado a examinar la validez de la ley. Era una especie de actio popularis
en cuestiones constitucionales. El segundo consistía en crear en el tribunal constitucional la oficina de un
Procurador General a cargo de la protección de la Constitución, el cual examinaría las leyes federales y
estatales y sometería al tribunal aquellas de dudosa constitucionalidad. Ninguno de estos métodos fue
aceptado. Señala una tercera posibilidad con respecto a la protección de las minorías, a las que se le
concede el derecho de impugnar la inconstitucionalidad de una ley aprobada por la mayoría ante el
tribunal constitucional. Cuando en Estados Unidos se anula una ley, surge la cuestión respecto a la
situación legal creada por dicha anulación con relación al asunto que estaba regulado en la ley anulada.
Se presentan dos posibilidades. La primera surge cuando la ley anulada regula una materia que en el
momento de entrar en vigencia no se encontraba todavía legalmente regulada. Por ejemplo: una ley que
prohibe la producción y venta de ciertos equipos de radio ha sido anulada. Antes que esta ley entrara en
vigencia esta producción y venta de equipos no estaba reglamentada por ninguna norma, por lo que las
personas eran libres en este aspecto. La segunda posibilidad se da cuando la ley anulada ha reemplaza-
do una ley o una norma del common law que regulaban el mismo asunto. Por ejemplo: una ley por la cual
la producción y venta de equipos de radio estaba prohibido, pero sancionada con penas muy leves. En el
primer caso la anulación tiene el efecto de restablecer el estado legal que existió antes que la ley fuera
derogada, o sea, al estado de libertad. En el segundo caso, no sucede lo mismo porque la anulación de
la ley no restablece automáticamente la ley anterior que regulaba la producción y venta de ciertos equi-
pos de radio. Por la anulación de la última ley que prohibía la producción y venta de equipos de radio, la
producción y venta de estos equipos de radio queda exenta de toda reglamentación. El efecto de la
anulación puede ser muy poco deseable e ir más allá del interés en el respeto y estabilidad de la Cons-
titución. Cuando una ley anulada reemplaza a una ley anterior o a una norma del common law que
regulaba el mismo asunto es preferible dejar a ésta restablecida antes que tener un estatus legal que
deja el asunto libre de toda regulación, para lo cual debe estar autorizado por la Constitución este resta-
blecimiento. Cuando el tribunal anula y restaura una norma anterior realiza no sólo un acto negativo de
legislación, sino también uno positivo de legislación. Si la teoría de la anulación ad initio no es aceptada
(muchos autores norteamericanos no la aceptan) es imposible mantener la opinión de que la
inconstitucionalidad de la ley tiene el efecto automático de revalidar una ley anterior. Si un tribunal
norteamericano declara que la ley es inconstitucional y se niega a aplicarla en un caso concreto, dicho
tribunal no tiene ninguna posibilidad de aplicar la ley anterior a ese caso, solamente cuando la ley fuere
declara nula ad initio (con efecto retroactivo). La ley anterior o la preexistente norma válida de common
law serían aplicables (Ob. cit. N° 9 págs. 84, 85, 89, 90).

131
En algunos países, como Costa Rica, la sentencia que declara la
inconstitucionalidad puede dimensionar los efectos en el espacio, tiempo o materia.

También en los sistemas difusos se aceptan las sentencias de inaplicabilidad


de la ley Como ya expresamos, estas leyes declaradas inconstitucionales no se
aplican al caso concreto, pero no se derogan.

En los arts. 18 y 19 LA. vigente se dispone que la inconstitucionalidad de la


ley tiene efectos para el futuro (efectos derogativos), lo cual viola el art. 182 Cn.,
que expresamente declara sin validez la ley, decreto o reglamento que se oponga
a ella.

La sentencia que declara la inconstitucionalidad tiene efectos secundarios


que pueden ser declarados en la misma; a saber:

a) Al anular la ley por ser inconstitucional, el juez constitucional eliminará del


ordenamiento jurídico aquellas normas que resulten inaplicables porque se habían
dado para actuarla y ejecutarla. Por ejemplo, si se declara la inconstitucionalidad
de una ley en su contenido material, la sentencia podrá eliminar del ordenamiento
jurídico las reglas de procedimiento contenidas en la misma.

b) El juez constitucional declarará la nulidad de una norma o normas cuyo


contenido coincida con el de otra u otras normas declaradas anteriormente incons-
titucionales.

c) También declara fuera del ordenamiento jurídico las disposiciones que


queden sin fundamento normativo como derivación de haberse declarado la
inconstitucionalidad de la norma impugnada. Por ejemplo: si se declara la
inconstitucionalidad de la ley, como consecuencia la sentencia declarará también
la inconstitucionalidad del reglamento.

d) El juez constitucional eliminará del orden jurídico aquellas disposiciones o


actos que se encuentren en conexión ineludible con los declarados inconstitucio-
nales, aun de oficio. Por ejemplo: declaradas inconstitucionales una o varias nor-
mas, también pueden declararse inconstitucionales aquellas que las desarrollan o
amplían; declarada inconstitucional una ley, también deben declararse inconstitu-
cionales los nombramientos de los funcionarios hechos conforme a ella.

5. Sentencias aditivas

La omisión legislativa se entiende como exclusión y la sentencia lo que hace


es incluir a nuevas personas en virtud del principio de la igualdad. En Costa Rica,
por sentencia de la Sala Constitucional, las enfermeras graduadas en la Escuela
de Enfermería de la Universidad de Costa Rica fueron equiparadas a las diplomadas
por la antigua Escuela de Enfermería, lo cual significó un aumento en el gasto
público relacionado con la seguridad social.

132
La simple omisión que provoca laguna la llena el tribunal de control constitu-
cional con la actuación de los principios, valores y preceptos constitucionales.

6. Sentencias aditivas prestacionales

Las aditivas prestacionales son los que otorgan a determinados grupos de


sujetos (como servidores públicos, pensionados, etc.) un beneficio patrimonial:
retribución, indemnización, pensión o prestación de servicios, de cuyo disfrute
resultaban ilegítimamente excluidos o limitados. Se produce una obligación de hacer
o dar.

Como las sentencias aditivas tienen efectos económicos grandes, en algu-


nas legislaciones se recurre a la sentencia estimatoria que hace recomendacio-
nes al legislador.

Los derechos prestacionales (o de crédito) encierran ciertas prestaciones


positivas del Estado o de los particulares: derecho a la salud15 ; derecho al trabajo16
derecho a la educación y cultura17 ; a la vivienda18 ; a la seguridad social19 ; a la
rehabilitación física, psicológica, profesional y ubicación laboral de los
discapacitados20 ; a la protección contra el hambre21 ; a la vivienda22 ; al deporte y
esparcimiento23 ; a la información veraz24 ; al acceso a los medios de comunicación
social25 ; a la protección a la familia26 ; a la protección laboral27 ; etc.

El cumplimiento o realización de estos derechos sociales obedecen a los


programas políticos de las fuerzas que dominan en el Estado. Por tal razón se ha
sostenido que las proclamaciones constitucionales de estos derechos no son ver-
daderas normas jurídicas sobre las cuales se puedan construir derechos subjeti-
vos, que encierren los correspondientes deberes que se concreten en la posibili-
dad de la coerción o la sanción jurídica cuando no se cumpliere la obligación que
corresponde al derecho reclamado.

Cuando sesionaba en Italia la Asamblea Constitucional, se alzaron voces


restándole poder jurídico a estos derechos, en contraste con las restantes normas
constitucionales rigurosamente jurídicas. Se expresaba duramente que servían
para la propaganda y las disputas electorales, y que se refieren más a una revolu-
ción social prometida y a un terreno de lucha política que a una revolución culmina-
15
Art. 59 Cn.
16
Art. 57 Cn.
17
Art. 58 Cn
18
Art. 60 Cn
19
Art. 61 Cn.
20
Art 62 Cn.
21
Art. 63 Cn.
22
Art. 64 Cn.
23
Art. 65 Cn.
24
Art. 66 Cn.
25
Art 68 Cn.
26
Art. 70 y sigts.
27
Art. 80 y sigts.

133
da. Calamandreii, diputado de la Asamblea Constitucional, insistió sobre la necesi-
dad de agrupar los derechos sociales en un Preámbulo de declaraciones no jurídi-
cas, una declaración de intenciones con la finalidad de terminar con la hipocresía
constitucional, declarando que son normas programáticas a las que no correspon-
día en ese entonces vida real. Pero tales deseos no triunfaron en la Asamblea
Constituyente, que terminó imprimiéndole a la Constitución un carácter social. Con
el tiempo se comprobó que tales normas se hacen valer como verdaderos dere-
chos.

Las sentencias aditivas prestacionales se presentan bajo dos formas: a) El


tribunal constata la inconstitucionalidad por la omisión legislativa y se lo hace saber
a la asamblea legislativa para que tome las medidas que amerite el caso; b) El
tribunal, ante la omisión legislativa o por la falta de reconocimiento de un derecho
prestacional, hace recomendaciones a la asamblea legislativa de la oportunidad
en que debe legislar y como debe hacerlo. En España, estas sentencias se deno-
minan apelativas.

7. Sentencias estimatorias exhortatorias

En las sentencias estimatorias exhortativas el juez constitucional, en vez de


declarar la nulidad de la ley por ser inconstitucional, le concede un plazo al legisla-
dor para eliminar o reformar la disposición impugnada; pero como en la práctica
los parlamentarios no resuelven de acuerdo con las recomendaciones, se creó la
técnica de la doppia pronuncia, en virtud de la cual en la primera sentencia el
tribunal le advierte al parlamento que si dentro del plazo señalado no ejecuta las
recomendaciones y directrices para que una materia sea regulada constitucional-
mente, se dictará una segunda sentencia para declarar la inconstitucionalidad de
la norma impugnada.

Se recurre a este tipo de sentencia para evitar que el juez constitucional apa-
rezca como legislador negativo y concederle oportunidad al órgano político para
que enmiende la norma que viola la Constitución.

En algunos países se dictan las mencionadas sentencias que no anulan la


norma impugnada, pero que sí contienen una recomendación al legislador para
que la abrogue dentro de un plazo que se le señala, y de no hacerlo la Sala queda
autorizada para dictar una sentencia de anulación.

8. Sentencias declarativas de la inconstitucionalidad de carácter parcial

Se dan cuando la inconstitucionalidad afecta a una parte de uno o varios


actos o artículos de un texto legal. Uno o dos artículos del Código Penal, Civil,
Mercantil, etc., desaparecen del orden jurídico, pero el resto queda vigente. La
inconstitucionalidad no afecta al resto del articulado28 .
28
Kelsen distingue entre la nulidad total y parcial de la ley o reglamento. Sobre esta última expresa que la
nulidad puede limitarse a algunas disposiciones, suponiendo que los otros se mantengan aplicables o

134
En nuestro sistema es admisible este tipo de sentencia.

9. Sentencias que declaran la inconstitucionalidad en forma total

Se pueden dar por vicios de forma (falta de quórum, etc.) o por vicios de
fondo. Se anula todo el texto de la ley, no quedando nada de ella. Se acepta esta
sentencia en nuestro sistema.

10. Sentencias estimativas interpretativas

Estas presentan dos modalidades: sentencias que encierran


inconstitucionalidad por interpretación errónea o aplicación indebida de una nor-
ma; y sentencias que contienen normas o textos impugnados de inconstitucionales
por sus efectos.

A. Interpretación errónea o aplicación indebida

Generalmente la norma aplicada no viola la Constitución, pero puede suce-


der que con una interpretación errónea se oponga a los valores, principios y nor-
mas de la Constitución. En tal supuesto el órgano de control no declara la
inconstitucionalidad de la norma o texto, sino de la interpretación. Se sostiene por
la doctrina que la interpretación errónea o la aplicación indebida crean una nueva
norma, distinta de la del texto o norma aplicada, las que siendo contrarias a la
Constitución deben declararse inconstitucionales.

Como consecuencia, el texto o norma siguen teniendo efectos, se anula la


interpretación o aplicación indebida inconstitucional, sin que en el futuro el tribunal
pueda darle al texto o norma esa interpretación anulada.

Estas sentencias anulatorias no impiden que los jueces hagan otra interpre-
tación siempre que no violen la Constitución. Este criterio se sigue en la mayor
parte de los países.

En nuestro país la interpretación que haya dado la Corte Suprema para de-
clarar la constitucionalidad de la ley debe aplicarse para el futuro de acuerdo con el
art. 19 inc. 2 LA. Pero es conveniente advertir que la interpretación que hace la
Corte Suprema de una disposición o concepto de la Constitución es definitiva con
efectos generales y en el caso concreto que se ventila. No obstante, la cosa juzga-
da sólo se produce cuando los fundamentos o vicios de la inconstitucionalidad, la
ley y las disposiciones constitucionales con los cuales se confronta la ley son los
mismos. Fuera de estas líneas se puede volver a plantear la cuestión de
inconstitucionalidad. Pero algunos juristas van más lejos y piensan que ese alto
Tribunal puede cambiar de opiniones e ir adecuando la Constitución a las nuevas
realidades económicas, culturales, sociales y políticas, abriendo la posibilidad de
que no vean su sentido modificado de una manera inesperada. Le corresponde al tribunal constitucional
decidir si es total o parcial la nulidad (Ob. cit. N° 9 pág. 38).

135
que las leyes ordinarias se vayan acomodando a las nuevas circunstancias a tra-
vés de la Constitución. Esta última opinión es de poca aceptación porque el citado
artículo obstaculiza una interpretación tan amplia.

En los países donde existen cortes de casación (que velan por la legalidad) y
tribunales constitucionales (que velan por el cumplimiento de la Constitución) se
presentan problemas de competencia. La primera solución consiste en que el tri-
bunal constitucional respete la jurisprudencia de la corte de casación. En la segun-
da, la sentencia del tribunal constitucional obliga a todos los operadores jurídicos,
menos a él mismo.

B. Inconstitucionalidad por sus efectos

Las sentencias de este tipo declaran la inconstitucionalidad de la norma no


porque viole directamente la Constitución, sino porque modifica inconstitucional-
mente otra norma del ordenamiento o viola indirectamente el parámetro o bloque
de constitucionalidad. Ejemplo: subir un impuesto o tasa por medio de un decreto,
lo cual sólo lo puede hacer el poder legislativo. Establecer que solamente las
personas que pertenecen al colegio de periodistas pueden ejercer esta profesión,
violando el derecho de asociarse libremente.

Nuestro sistema admite este tipo de sentencia.

11. Sentencias normativas

El tema de las sentencias normativas ha provocado un serio debate. Un sec-


tor doctrinal las acepta sin reservas y otros los rechaza tajantemente.

Los partidarios de la primera posición alegan que los tribunales constitucio-


nales tienen también una función política, y como mediadores y moderadores de
los conflictos sociales han logrado encontrar soluciones que no se han podido
hacer en otros órganos en principio competentes. Estas sentencias tienen
ductibilidad, son adaptables a diversas situaciones concretas.

Los que rechazan este tipo de sentencias sostienen que los tribunales cons-
titucionales son de carácter eminentemente jurisdiccionales y no pueden dictar
sentencias normativas porque sustituirían al legislador sin tener legitimidad demo-
crática. Agregan que cuando se anula una ley, el tribunal constitucional no debe
intervenir creando una nueva norma.

Las sentencias normativas pueden ser de dos clases:

A. Sentencias estimatorias aditivas

La inconstitucionalidad se declara por la omisión de la norma o texto. Se dan


cuando las normas excluyen o no contemplan a ciertas personas o grupo de perso-

136
nas, lo que produce la inconstitucionalidad. Se ocupan como técnica para solucio-
nar estos casos la interpretación extensiva de la norma o la analogía.

En las sentencias aditivas los tribunales constitucionales pueden tomar dos


tipos de resoluciones: fallar a favor de los excluidos o bien abstenerse de hacerlo
porque se requiere de una valoración discrecional o existe una pluralidad de solu-
ciones que requieren también de valoraciones, todo lo cual le corresponde al legis-
lador.

La doctrina reconoce las sentencias aditivas distributivas, mediante las cua-


les, al incorporar a los grupos excluidos, ordena la distribución equitativa de los
beneficios entre los viejos beneficiarios y los nuevos. Pero no es de aceptación
general porque viola derechos adquiridos de los antiguos beneficiarios de acuerdo
con la ley dictada por el órgano legislativo competente.

B. Sentencias estimatorias sustitutivas

Las sentencias estimatorias sustitutivas introducen al ordenamiento jurídico


nuevas disposiciones con carácter erga omnes. Son de dos clases: las que intro-
ducen nuevas normas; y las que le dan vigencia a las normas derogadas por la
declaración de inconstitucionalidad. Las primeras, en ciertos supuestos, emplean
la técnica de suprimir palabras o párrafos para que el artículo cambie de contenido
o sentido original. El tribunal constitucional también puede agregar una nueva nor-
ma en sustitución de la anulada.

Las segundas, las sentencias que ponen en vigencia la normativa derogada,


lo hacen para llenar el vacio que dejó la normativa declarada inconstitucional mien-
tras el legislador regula la materia sumida en el vacío legal. Se dictan estas senten-
cias para evitar trastornos en la justicia y mantener los principios de seguridad y paz
social29 . Son transitorias, surten sus efectos hasta que el legislador regula la materia.

29
Expresa Kelsen que si la norma es anulada sin efectos retroactivos o limitados y si, por lo tanto, las
consecuencias jurídicas producidas subsisten, al menos las que resultan de su aplicación de las autori-
dades, no se produce alteración de sus efectos con relación a la norma que derogó la anulada (lex
posterior derogat prior). Esto significa, por ejemplo, que la ley derogatoria sustitutiva del estado de dere-
cho anterior anulada por inconstitucionalidad no hace revivir la derogada, por lo que puede producirse un
vacío de derecho: una materia antes regulada deja de serlo y las obligaciones jurídicas desaparecen, la
libertad jurídica les sucede. Este vacío legal puede producir consecuencias lamentables, principalmente
si la ley fue anulada por vicios de forma y no de fondo, o la materia de la ley anulada requiere tiempo
considerable para elaborarla. Para remediar tales inconvenientes es bueno prever la posibilidad de diferir
los efectos de la anulación hasta el final de cierto plazo a partir de su publicación. Piensa en otro medio,
como otorgarle al tribunal constitucional la facultad de disponer por sentencia en forma conjunta la
nulidad de la ley y el restablecimiento de la vigencia de las normas que regían la materia con anterioridad
a la ley anulada. Este restablecimiento del estado anterior de derecho debe quedar al árbitro del tribunal
constitucional. Sería lamentable que la Constitución sentara una norma general de restablecimiento de
tal estado en el caso de anulación de las normas generales. No obstante, concibe las regulaciones
constitucionales siguientes: cuando la ley anulada consiste únicamente en derogar la vigente, en cuyo
caso el único efecto posible sería la desaparición de la derogación de la ley anterior y la entrada en
vigencia de esta última, o cuando en la Constitución se limitara la anulación de las normas generales a un
cierto plazo a partir de su vigencia para impedir la vuelta a la vigencia de normas jurídicas muy antiguas
e incompatibles con las nuevas condiciones o realidades. (Ob. cit. N° 6, págs. 37 y 38).

137
Estas sentencias suelen dar recomendaciones al legislador para que dicten
la normativa sustitutiva. En Costa Rica, la Sala Constitucional la aplicó cuando
declaró la nulidad de las leyes Forestal y de Inquilinato y puso en vigencia las
derogadas por las anuladas; lo mismo hizo con la Ley Monetaria, pero con la mo-
dalidad de que la Sala estableció el texto y no puso en vigencia el texto original. En
este último caso la sentencia se conoce como manipulativa.

Con estas sentencias el tribunal constitucional incursiona profundamente en


la actuación del poder legislativo, pero lo hace frente al caso concreto para evitar
poner en peligro la seguridad, la paz social y la justicia.

De acuerdo con el art. XXXVII Tít. Prel. C., la derogación de una ley no resta-
blece la primera ley, sino es que la última lo prescriba expresamente. La regla
general es que la derogación de la ley derogatoria no produce la reviviscencia de la
primera ley, salvo que así lo disponga ésta última. Tal regla se refiere a la deroga-
ción expresa o tácita, pues en ambas se puede dar la omisión de expresar la
reviviscencia de la primera ley.

También opera la regla general tanto si la última o tercera ley es simplemente


derogatoria por no regular la materia o por ser regulatoria de ésta. No se produce la
reviviscencia con la derogación de la ley derogativa porque: a) La última ley regula
la materia de las dos leyes anteriores, en cuyo caso prevalecen las nuevas dispo-
siciones. b) La última ley es simplemente derogatoria, en cuyo caso o son abolidas
las instituciones anteriores o la materia antes regulada legalmente queda bajo el
juego de la libertad ante el vacío legal.

El planteamiento y efecto cambian cuando se declara inconstitucional la ley


derogatoria por el tribunal de control, pues de acuerdo con el art. 182 Cn. tiene
efectos retroactivos. En esta nulidad va comprendida la derogación, la cual pierde
sus efectos, volviendo a la vida la ley derogada. Creo que la reviviscencia debe ser
manejada con prudencia por la Corte Suprema. Por ejemplo, no es recomendable
la reviviscencia cuando la ley derogada por la nula es inconstitucional, no razona-
ble o desajustada ostensiblemente de la realidad. También el Tribunal podría de-
clarar la inconstitucionalidad de la ley y abstenerse de anularla, señalándole un
plazo a la Asamblea para que dicte la regulación correspondiente o bien declare la
inconstitucionalidad y nulidad de ley a partir de determinado plazo para mientras la
Asamblea Nacional hace la regulación de la materia.

12. Sentencias estimatorias desaplicativas

Estas sentencias no anulan la norma o el acto impugnado, pero declaran su


inaplicación al caso concreto. Se dan generalmente en los sistemas difusos.

138
13. Sentencias desestimatorias de inconstitucionalidad

A. Su naturaleza jurídica

La doctrina mayoritaria sostiene que la sentencia desestimatoria de la


inconstitucionalidad no hace tránsito a cosa juzgada material, sino solamente a la
formal.

Esto significa que se puede plantear nuevamente la inconstitucionalidad y el


tribunal variar o cambiar su criterio y anularlo al ser contrario al bloque de
constitucionalidad por las razones siguientes: los jueces son seres humanos que
pueden cambiar de criterio; los jueces pueden ser sustituidos por otros con distinto
criterio; la sentencia de desestimación de la inconstitucionalidad está vinculada
estrechamente al caso concreto, lo cual no impide que otros interesados puedan
plantear nuevamente la cuestión y con mayor razón cuando presentan sus propias
particularidades, lo que sería contrario a la justicia y la igualdad dándole validez
perpetua a la sentencia desestimatoria por el simple hecho de que anteriormente
otras personas se hayan adelantado. La sentencia desestimativa sólo se limita a
comprobar la inexistencia del vicio alegado, lo que no impide una revisión poste-
rior.

Los argumentos del nuevo recurso contra la sentencia desestimatoria pue-


den ser los mismos argumentos que fueron rechazados o nuevos argumentos.

B. Tipos de sentencias desestimatorias de inconstitucionalidad

La doctrina reconoce los siguientes: las desestimatorias simples, la de


inadmisibilidad, la de inadmisibilidad y nulidad y las interpretativas.

a) Sentencias de inadmisibilidad.

En estas sentencias el órgano de control no se pronuncia sobre el fondo del


asunto. Se funda en las causas de inadmisibilidad establecida en la ley, en nuestro
país de acuerdo con lo establecido para ese efecto en la Ley de Amparo. El juez
constitucional lo puede hacer desde el inicio o al final del procedimiento. General-
mente se fundan en faltas o errores de carácter procesal. Por ejemplo: falta de
legitimación activa y pasiva: exclusión de la norma impugnada como objeto de
control de inconstitucionalidad; no haberse agotado la vía administrativa; no corre-
gir las omisiones o errores que el órgano de control le indicó corregir al recurrente
dentro del plazo de ley.

Además y generalmente, cuando se refieren a defectos procesales que no


afectan el fondo del asunto no producen cosa juzgada material, sin perjuicio del
vencimiento de los plazos para poder impugnar o para la prescripción. Por ejem-
plo, vencido el plazo de sesenta días para impugnar la ley, se puede volver a
impugnar cuando se le aplique a la persona en un caso concreto; si no se agota la

139
vía administrativa, se puede comenzar para agotarla; si se declara inadmisible el
amparo por defectos de poder se puede volver a corregir dentro del plazo de inter-
posición y presentar nuevamente el recurso.

Estas sentencias son diferentes a las desestimatorias simples. Las


desestimatorias simples no conceden ninguna legitimidad de constitucionalidad al
legislador.

b) Sentencias desestimatorias simples.

El órgano de control declara que los vicios de inconstitucionalidad del texto, la


norma o el acto impugnados, no son contrarios a la Constitución o al bloque de
constitucionalidad. Se rechazan los argumentos del recurrente porque comprueba
que no hay roce con la Constitución o con el bloque de constitucionalidad.

Es una comprobación negativa, lo que permite abrir nueva discusión sobre la


constitucionalidad. Su característica no es afirmar positivamente la legitimidad de
la norma o disposición.

El caso más típico es el del recurso manifiestamente infundado. Por ejemplo:


impugnar la ley con los criterios de oportunidad, necesidad y discrecionalidad de
que goza el legislador.

c) Sentencias de inadmisibilidad y nulidad.

En las constituciones desarrolladas, principalmente las que surgen del Esta-


do Benefactor, se conceden una serie de derechos sociales y económicos que en
muchas ocasiones el Estado se encuentra imposibilitado de conceder. Para tal
efecto los órganos de control constitucional han buscado algunas técnicas proce-
sales para denegar ese tipo de prestación, entre ellas la sentencia objeto de este
apartado.

Por ejemplo: en las sentencias aditivas se equipara al grupo excluido con los
beneficiarios de la ley que los excluyó para que todos gocen de ese beneficio, por
estimar que se había producido una discriminación sin fundada razón, violatoria de
la igualdad ante la ley. Por el contrario, en este tipo de sentencia, se declara inad-
misible la pretensión de los excluidos por considerarse un asunto de la
discrecionalidad del legislador y en la misma sentencia se anula el derecho de los
originales beneficiarios porque constituye un privilegio injustificado que se opone
al principio de igualdad ante la ley.

Por sentencia del 15 de junio de 1993, la Sala Constitucional de Costa Rica


declaró inadmisible la pretensión de un grupo de trabajadores costarricenses del
Consejo Monetario Centroamericano para que los equipararan en los beneficios
de que gozaban los funcionarios extranjeros de ese órgano, y al mismo tiempo

140
anuló la norma que le concedía los beneficios a los extranjeros porque les otorga-
ba privilegios injustificados y contrarios a la Constitución.

Se atacan a estas sentencias por dos razones: porque se pueden perjudicar


a personas que no han sido parte en el proceso constitucional y que habían adqui-
rido derechos de buena fe sobre la base de una ley en que el legislador, en su
función discrecional, otorgó los beneficios; y porque es una invasión a la esfera de
acción legislativa.

d) Sentencias desestimatorias interpretativas

En este tipo de sentencia se procede de la manera siguiente: se rechaza la


interpretación alegada de una norma por considerar que dicha interpretación es
inconstitucional; y simultáneamente señala la forma correcta en que debe
interpretarse para que sea compatible con el bloque de constitucionalidad.

Podría dársele posteriormente otra interpretación a la norma interpretada por


el órgano de control constitucional, siempre que sea compatible con el bloque de
constitucionalidad. Para conocer nuestro sistema véase el númeral 10 de esta
Sección.

14. Doctrina italiana sobre la manipulación legislativa

Se entiende por manipulación de los textos legislativos la extracción de nor-


mas de las disposiciones legales con el fin de seleccionar aquellas que se crean
compatibles con los principios constitucionales, apartando las otras normas que se
consideren inconstitucionales. Como consecuencia, se dan numerosos casos en
que se dictan sentencias interpretativas desestimatorias de la inconstitucionalidad,
y posteriormente se replanteaba la cuestión dictando una sentencia estimatoria de
la inconstitucionalidad, dando como argumento que la primera interpretación no se
había hecho de acuerdo al Derecho vigente. De las sentencias manipulativas se
puede hacer la división siguiente:

a) Sentencias que desechan una interpretación y se acogen a otra. Se trata


de casos en que una misma disposición legislativa se presta a varias interpretacio-
nes. Como ejemplo se cita el art. 2 de la Ley de Seguridad Pública de 1931, que
establecía que, en casos de urgencia o de grave enfermedad, el Prefecto tiene la
facultad de velar por el mantenimiento del orden público y la seguridad ciudadana.
En una primera sentencia interpretativa se desestimó su inconstitucionalidad, y
posteriormente en otra sentencia interpretativa y estimatoria se declaró que dicha
disposición era constitucionalmente ilegítima en la medida que concede a los Pre-
fectos la competencia para dictar ordenanzas sin respetar los derechos de libertad
sancionados por la Constitución. En esta sentencia se redujo el alcance normativo
del artículo.

141
b) Sentencias que extraen de la disposición explícita una norma implícita, en
virtud de la cual no podría aparecer para el futuro la disposición explícita. Se ha
usado con base en el razonamiento a contrario sensu al considerar el tratamiento
dado al art. 304 bis aptdo. 1 del Código de Procedimiento Penal italiano, que esta-
blecía que la defensa de las partes tiene el derecho de asistir a las pruebas judicia-
les, a los exámenes periciales, y a los reconocimientos, salvo las excepciones
expresamente previstas por la ley. De esto se deducía que el acusado no tenía
derecho de ser asistido en los interrogatorios. Por sentencia del Tribunal Constitu-
cional se declaró que la exclusión de la asistencia legal de los defensores en los
interrogatorios es una violación al art. 24, 2 de la Constitución, en la medida que
excluye el derecho de los defensores a asistir a los interrogatorios. En esta senten-
cia se amplía el alcance normativo del art. 304 bis del Código Procesal Penal, que
ya no se aplica a la nueva hipótesis de los interrogatorios.

Se considera que con este tipo de sentencia el juez constitucional se convier-


te en un legislador.

c) Sentencias manipulativas que sustituyen la norma escrita en el texto por


otra norma. Estas sentencias son llamadas sustitutivas. Como ejemplo en la doctri-
na de Italia encontramos la interpretación del art. 313 aptdo. 3 del Código Penal
que ha sido declarado constitucionalmente ilegítimo en la medida que confería la
facultad de dar autorización para promover la acción de justicia por el delito de
ultraje al Tribunal Constitucional al Ministro de Justicia, en lugar de otorgársele al
propio Tribunal Constitucional. En este caso aparece el Tribunal como legislador
positivo y negativo.

d) Sentencias delegativas. Una de ellas declaró la inconstitucionalidad de las


normas legislativas de los monopolios públicos de las emisiones de radio y televi-
sión, y a su vez sentó una serie de principios sobre una nueva ley que regulara este
tipo de materia y que debería ser compatible con los principios constitucionales.

e) Otro tipo de sentencias manipulativas es la que se da en las omisiones


legislativas por no desarrollar la norma constitucional. Este problema presenta dos
aspectos: i) La posibilidad de una protección provisional, lo cual es admisible. ii) La
posibilidad de una sentencia manipulativa aditiva que introduzca en el ordena-
miento jurídico las normas que la legislación ha omitido y cuya ausencia implica
una violación a la Constitución, la cual también es admisible, pero no en todo caso.

15. Cosa juzgada en la jurisdicción constitucional

A. Efectos de la cosa juzgada

Ya hemos expresado que una vez que han entrado al cauce del proceso, los
conflictos o litigios no pueden permanecer abiertos indefinidamente, por así exigir-
lo la paz y la seguridad jurídica. El instituto que ha encontrado el derecho para
terminar con estos litigios se llama cosa juzgada.

142
En los procesos constitucionales las sentencias también producen cosa juz-
gada, y cuando se trata del recurso de inconstitucionalidad contra la ley, decreto o
reglamento, las sentencias que produce la cosa juzgada anulan la ley con efectos
generales.

La cosa juzgada de la jurisdicción constitucional tiene otros y mayores efec-


tos que los propios de la cosa juzgada tradicional, trascienden al Derecho Consti-
tucional material y afecta el equilibrio de la división de poderes.

Para señalar los efectos y extensión de la cosa juzgada de la justicia constitu-


cional se ha tenido en cuenta, entre otros criterios, los siguientes: las normas,
principios y valores del derecho constitucional, la posición del juez o tribunal cons-
titucional cuyas decisiones deben ser respetadas por todos los órganos del Esta-
do; y la trascendencia económica, política y social que encierra su fallo.

En el sistema de inaplicabilidad, con la obligatoriedad moral persuasiva, je-


rárquica o legal de la jurisprudencia, la ley desaparece del ordenamiento jurídico.
En los sistemas europeos, y en algunos de los difusos, no hay duda que desapare-
ce como norma, ya sea por derogación o por nulidad. En todos estos supuestos la
jurisdicción constitucional se torna en legislador negativo. También en sus senten-
cias, como ya vimos, puede convertirse en legislador positivo, principalmente en
las sentencias aditivas.

De acuerdo con los arts. 18 y 19 LA., la sentencia que declara la


inconstitucionalidad produce efectos para el futuro y en forma general (erga omnes),
lo cual es inconstitucional de acuerdo con el art. 182 Cn., el cual declara sin ningún
valor las leyes, tratados, órdenes o disposiciones que se opongan a la Constitu-
ción. La sentencia, según mi criterio, declara la nulidad absoluta con efecto retro-
activo y efectos erga omnes.

También produce cosa juzgada erga omnes la sentencia que declara la


constitucionalidad de la ley, lo que no permite abrir nueva discusión sobre su
inconstitucionalidad y de hacerse se rechazará de plano el recurso, salvo que pre-
sente nuevos vicios y fundamentos que no fueron discutidos y fallados en el primer
recurso, de acuerdo a lo expuesto en el numeral 10 de esta Sección.

En el amparo propiamente dicho, la sentencia que se dicta tiene efectos sola-


mente con relación al caso que se ventila.

B. Necesidad de la cosa juzgada

La sentencia es la manera normal de terminar con el litigio que decide sobre


las pretensiones de las partes, ya que de otro modo los derechos y defensa se
tornarían inciertos y los juicios interminables.

143
La teoría general de la cosa juzgada, traída del Derecho Procesal, no se
puede aplicar sin reservas en el ámbito del Derecho Procesal Constitucional por
dos razones: como ya expresamos, afecta el equilibrio de la separación de los
poderes; y pone a los constitucionalistas en la encrucijada de decidir sobre la prio-
ridad de aplicar hasta sus últimas consecuencias la seguridad jurídica o permitir
constantemente la posibilidad de revisar las decisiones constitucionales ya objetos
de sentencia.

C. Límites y funciones de la cosa juzgada

a) Funciones. La cosa juzgada tiene dos funciones: una positiva y otra nega-
tiva.

La primera consiste en no permitir que se abra un nuevo proceso que decida


contrariamente a lo antes sentenciado. La negativa consiste en no permitir a las
partes cuestionar la decisión y ejercer una nueva acción judicial en contra de la
sentencia dictada primeramente, por no permitirlo la paz y la seguridad jurídica.

b) Los obligados por la cosa juzgada. La cosa juzgada en los procesos cons-
titucionales tiene la particularidad de obligar al Estado como parte que es del pro-
ceso. En resumen, obliga a los recurrentes, a las demás partes, a los coadyuvantes
y a la administración recurrida y a los demás órganos y entes estatales (el Estado).
Por ejemplo: la administración tiene prohibido reproducir, total o parcialmente, los
actos anulados; el parlamento no puede dictar nuevas leyes con un contenido igual
a las declaradas inconstitucionales.

En algunos países la repetición de estos actos o leyes anuladas, se dejan sin


efecto por el mismo tribunal constitucional dentro del proceso de ejecución de sen-
tencia, sin obligar al afectado a recurrir al planteamiento de un nuevo juicio.

c) Que parte de la sentencia obliga. Existe una antigua y complicada disputa


acerca de si solamente la parte dispositiva de la sentencia produce cosa juzgada o
si también la parte considerativa (la ratio desideridi).

Los italianos limitan la eficacia de la cosa juzgada a la parte dispositiva; en


cambio los alemanes la extienden también a los considerandos cuando estos han
sido relevantes para la parte dispositiva. Estas razones o consideraciones de las
sentencias son las que conducen a tomar la decisión de tal manera que no podrían
ser cambiadas sin cambiar la parte dispositiva. Esta tesis es la que sigue nuestra
jurisprudencia, tal como lo expusimos en el numeral 1 de esta Sección.

d) Tiempo de vinculación de la cosa juzgada. Debido a la dinámica de la


política y del desarrollo social, los efectos temporales de la cosa juzgada en los
procesos constitucionales no pueden ser iguales a los del Derecho Procesal. En
éste último la cosa juzgada le pone fin al litigio, sin que jamás pueda volverse a
discutir lo decidido, salvo algunos casos que ameriten revisión. En cambio, los
144
jueces constitucionales deben de tener la facultad de variar sus decisiones en un
futuro.

Por tal razón, las leyes de algunos países disponen que las sentencias cons-
titucionales producen efectos erga omnes, excepto para el mismo tribunal que las
dictó. En esta forma se deja abierta la posibilidad de que los tribunales puedan
variar la jurisprudencia a medida que van cambiando las circunstancias.

145
146
CAPITULO XI I

SISTEMAS DE CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD


DE LAS LEYES

SUMARIO: 1. Los dos grandes sistemas judiciales. 2. Los casos especiales


de Francia e Inglaterra: A. Francia. B. Inglaterra. 3. Bases fundamentales del siste-
ma difuso: A. Bases del sistema. B. Inconvenientes del sistema difuso. 4. Creación
y bases del sistema austríaco. 5. Diferencias fundamentales de ambos sistemas.
6. Acercamiento de ambos sistemas. 7. Breve referencia al sistema alemán, italia-
no y español. 8. Nuestra clasificación: A. Atendiendo a su extensión. B. Atendiendo
a la naturaleza del órgano. C. Atendiendo a las formas de proponerlo. D. Atendien-
do a sus efectos. E. Valoración de los diferentes sistemas de control.

1. Los dos grandes sistemas judiciales

Los dos grandes sistemas judiciales, el difuso o norteamericano y el concen-


trado o austríaco (denominado también europeo), han contribuido en forma ex-
traordinaria al desarrollo de la justicia constitucional, dando pie a una expansión
sin precedentes hasta llegar a Yugoslavia1 .

El primero inspiró a la mayoría de los países latinoamericanos y a algunos de


Europa, a muchas de las ex-colonias inglesas (Australia, Canadá y la India) y al
Japón, aunque en el Viejo Continente no rinde buenos resultados 2 .

El segundo prevalece en Europa y empieza a tener aplicación en algunos


países latinoamericanos (Guatemala3 , Bolivia4 , Chile5 , Colombia6 , Perú7 y Ecua-
dor8 ).

En resumen, el difuso se extiende sobre la Commonwealth, Japón, Suiza,


Noruega, Dinamarca, Suecia, la Alemania de Weimar e Italia de 1948-1956. El
austríaco inspira al sistema de Italia, Alemania, Chipre, Turquía, Checoslovaquia
de 1920, España, Guatemala, Perú, Ecuador, Colombia, Chile y Bolivia.

1
Si en Francia la teoría de la división de poderes impide el control judicial de la constitucionalidad de las
leyes, en los países ex-socialistas, paradójicamente, el rechazo de esta teoría lo impedía, pues se
consideraba que el poder único y supremo está en la asamblea popular surgida del pueblo, lo que no
permite el control judicial (cfr. Cappelletti. Control Judicial de las Leyes. Ob. cit., págs. 31 y sigs.).
2
Tiene un papel modesto en los países escandinavos y es un fracaso en los otros países del civil law,
excepto en Suiza, pero con limitaciones (cfr. Cappelletti. Control Judicial de las Leyes. Ob. cit., págs. 56
y sigs.).
3
Cn. reformada en 1993 (art. 268 y sigts.).
4
Cn. reformada en 1994 (art. 119 y sigts.)
5
Cn. 1991 (art. 239).
6
Cn. 1980 (art. 81 y sigts.)
7
Cn. 1993 (art. 200 y sigts.)
8
Cn. 1992 (art. 143 y sigts.)

147
James A. Grant9 sostiene que el control jurisdiccional de la constitucionalidad
de las leyes es una contribución de las Américas a la Ciencia Política, afirmación
no compartida por Cappelletti por considerarla una verdad parcial10 .

Reconoce que hasta la revisión judicial norteamericana no existió un sistema


similar, por lo que con la Constitución norteamericana se inició la época del
constitucionalismo bajo la concepción de la supremacía de la Constitución sobre
las leyes ordinarias, pues la Constitución norteamericana es el arquetipo de las
rígidas, en contraposición a las flexibles.

No obstante, debe aceptarse que existen otros antecedentes: el precedente


ateniense que distingue entre nomos (ley) y pséfisma (decreto), y la invalidez de
éstos cuando son contrarios a los primeros, considerados superiores en jerarquía,
por lo que el juez no estaba obligado a fallar de acuerdo a un decreto contrario a la
ley; la concepción medieval del derecho y la justicia que distinguió entre dos órde-
nes de normas: el del ius naturale, superior e inderogable, y el ius positivum, que
no podía estar en contra del primero; la escuela iusnaturalista de los siglos XVII y
XVIII que va desde Grocio a Rousseau; la doctrina francesa de la llamada «heurense
imprisance» del Rey (la “feliz impotencia” del soberano legislador de dictar leyes
que hoy se llamarían inconstitucionales); la doctrina de Lord Coke, de garantizar
por medio de los jueces la supremacía del common law contra las arbitrariedades
del soberano y del Parlamento; y aunque parezca paradójico, la doctrina (contraria
a la de Coke) de la supremacía del Parlamento, que no permite revisión judicial de
las leyes, vigente todavía en Inglaterra e impuesta por la Gloriosa Revolución de
1688, y que condujo a los jueces coloniales a controlar la supremacía de las leyes
del Reino sobre las coloniales, sistema que posteriormente se aplicó en los nacien-
tes Estados Unidos para controlar la validez de las leyes contrarias a las constitu-
ciones o cartas de los nuevos Estados independientes y, posteriormente, de la
Constitución federal de 1787.

2. Los casos especiales de Francia e Inglaterra

Francia e Inglaterra no se han incorporado a la corriente de la revisión judicial


debido a sus propias condiciones internas.

A. Francia

El constitucionalismo francés rechaza el control judicial de la constitucionalidad


de las leyes, admitiendo, por el contrario, uno de carácter político. Por ejemplo, en
la Constitución del 3 de diciembre de 1799 se confiaba el control al Senado Con-
servador, en la Constitución del 14 de enero de 1852 al Senado, en la del 27 de
octubre de 1946 al Comité Constitucional (con carácter de control preventivo) y en

9
El Control Jurisdiccional de la Constitucionalidad de las Leyes. Una Contribución de las Américas a la
Ciencia Política (Publicaciones de la Revista de la Facultad de Derecho. México, 1963, pág. 24).
10
El Control Jurisdiccional de la Constitucionalidad de las Leyes. Ob. cit. págs. 43 y sigs.

148
la del 4 de octubre de 1958 al Consejo Constitucional, siempre con carácter pre-
ventivo durante el breve tiempo que media entre la aprobación por el Parlamento y
la promulgación, más dinámico y efectivo que el anterior. La doctrina señala varias
razones de carácter histórico, político y práctico que justifican esta posición, a sa-
ber:

a) El prejuicio hacia los jueces (parlamentos) del Antiguo Régimen, por sus
abusos e interferencias en la esfera de acción de otros poderes.

Si bien los parlamentos controlaban el poder absoluto del rey, imponiendo su


poder de revisión sobre los decretos del soberano, y negando la aplicación de
aquellos que eran incompatibles con las leyes fundamentales del reino, estaban
integrados por una casta prepotente, poderosa, abusiva y conservadora, opuesta
a cualquier reforma por leve que fuere, y dispuesta a defender sus privilegios e
intereses, entre ellos el de venalidad11 , o sea la venta y herencia del oficio y el pago
de los particulares para recibir justicia, todo lo cual despertó profunda antipatía en
el ánimo de los revolucionarios de 1789. Muchos de estos jueces fueron llevados a
la guillotina, aunque no en la cantidad esperada, porque la mayoría huyó al exilio.

b) La tesis de la estricta separación de poderes que prevaleció en la idea de


los revolucionarios no dejaba margen para interferencias o controles del poder
judicial sobre el legislativo y el ejecutivo, como puede advertirse en la famosa Ley
16 sobre la organización judicial, del 24 de agosto de 1790, que sentó las bases del
sistema judicial francés y de los que de él derivan.

Por el contrario, la versión americana de la teoría de la división de poderes,


descrita como “checks and balances”, es más flexible y da lugar a una revisión
judicial de las actuaciones legislativas y administrativas, y a la intervención del
ejecutivo y legislativo en la selección y nombramiento de los magistrados.

c) La concepción revolucionaria de la supremacía y la infalibilidad de la ley


por ser producto del legislativo, que es representante del pueblo. Por otra parte, el
poder judicial fue degradado. Montesquieu enumeró al judicial como uno de los
tres poderes, pero decía que en cierto sentido era nulo.

Los revolucionarios franceses desconfiaban del poder judicial hasta el extre-


mo de no permitirle a los jueces la interpretación de la ley, a diferencia de los
revolucionarios americanos que confiaban en los jueces, pero siempre procurando
lograr un adecuado equilibro de poderes.

d) En Francia se ha sentido más la necesidad de defenderse del ejecutivo y


del judicial, a través del Consejo de Estado y la Corte de Casación, que del poder
legislativo, de tal manera que cuando se decidió imponer límites al poder legislati-

11
El principio de venalidad fue suprimido por la Revolución con la Ley 16 del 24 de agosto de 1790.

149
vo, se aumentaron los poderes del ejecutivo en lugar de los del judicial, como se
hizo en la Constitución de 195812 .

La mejor manera de controlar la actuación del poder ejecutivo y legislativo es


a través de una organización independiente. Los autocontroles de los órganos
políticos son generalmente ineficientes. Es difícil concebir un verdadero y libre
control realizado por el mismo órgano controlado, principalmente en el mismo seno
de los citados poderes. El primero, mientras más organizado es, más estricta es su
jerarquización; y el segundo es considerado como el más representativo y supre-
mo. Esto explica la ineficacia de todos los sistemas políticos como los consagra-
dos en las Constituciones francesas de 1799, 1852 y 1945 y en las constituciones
de los países ex-socialistas.

Francia avanza considerablemente en el control de la actuación administrati-


va por medio del Consejo de Estado que ha llegado a ser, de un simple departa-
mento interno de la administración, un órgano judicial independiente, considerado
un alto tribunal, como la Corte de Casación.

Impulsada por la necesidad de las nuevas corrientes doctrinales, Francia dio


sus primeros pasos dentro de la revisión judicial constitucional; a saber: el Conse-
jo de Estado ha llegado a ser un órgano cuasi judicial y se encarga de revisar la
inconstitucionalidad de las leyes parlamentarias que violan los derechos funda-
mentales; la Constitución de 1958 creó el Consejo Constitucional que, entre otras
facultades, tiene la de controlar preventivamente y con carácter obligatorio la
constitucionalidad de las leyes orgánicas de la nación y los reglamentos de las
Asambleas Parlamentarias.

Por una enmienda constitucional de 1974 se legitimó a las minorías parla-


mentarias para impugnar la legislación ante el Consejo Constitucional. Por ello,
algunos juristas franceses sostienen que el sistema es tan efectivo como el de los
otros países de Europa.

Sin embargo, el sistema francés tiene graves limitaciones: las personas afec-
tadas en sus derechos fundamentales no están legitimadas para recurrir ante el
Consejo Constitucional, pues solamente no menos de sesenta ciudadanos están
legitimados para recurrir, lo mismo que unas pocas entidades, en función del inte-
rés general; el acto legislativo sólo puede ser atacado durante el corto plazo que

12
Al Parlamento se le señaló una lista de materias de su competencia y el resto pasó a ser competencia del
“porvoir reglamentaire”, o sea, de las facultades legislativas autónomas del ejecutivo. De esta manera,
por ejemplo, inconcebiblemente para nosotros, a principios de los años setenta el ejecutivo decretó un
nuevo Código de Procedimiento Civil, dando al traste con uno de los cinco códigos napoleónicos (Civil y
Procedimiento Civil, Penal e Instrucción Criminal y Comercial), con una antigüedad mayor del siglo y
medio. El desmoronamiento del quinteto empezó con el reemplazo del Código de Instrucción Criminal
por el de Procedimiento Penal del 3 de diciembre de 1957 y 23 de diciembre de 1958 (cfr. Cappelletti.
Formidable Problema del Control Judicial. Ob. cit., págs. 250 y 251; Alcalá Zamora y Castillo. Bases
para Redactar el Articulado del Proyecto de Código Procesal Civil Costarricense. Código Procesal Civil,
Editorial Juricentro, San José, Costa Rica, 1990, pág. 2).

150
media entre su aprobación y promulgación, por lo que una vez promulgada la ley
ningún juez puede dejarla de aplicar bajo el pretexto de que es contraria a la Cons-
titución.

Por otra parte, es importante destacar que algunos juristas franceses famo-
sos se han pronunciado a favor del sistema difuso. Más adelante insistiremos en el
tema.

B. Inglaterra

En este país el camino transitado ha sido otro. No adoptó la versión francesa


de la separación estricta de poderes, lo cual no permite la interferencia de los
jueces en la actuación legislativa y administrativa, ni existía odio contra los jueces;
por el contrario, gozaban (y gozan) de gran prestigio, sobre todo en su labor de
protección de las libertades individuales, lo que impidió fuerte resistencia al esta-
blecimiento de la revisión judicial sobre la actuación administrativa.

Sin embargo, el principio de la supremacía absoluta del Parlamento (que


según el conocido proverbio puede hacer cualquier cosa, excepto transformar en
hombre a una mujer o a una mujer en hombre) impide la revisión judicial de las
leyes, pues esta revisión, según Blackstone, equivale a poner el poder judicial por
encima del legislativo, lo que es subversivo en todo gobierno. Ya vimos como la
Gloriosa Revolución de 1688 impuso la tesis de la supremacía parlamentaria y
termina con la tesis de Coke sobre el control judicial.

La supremacía parlamentaria británica se encuentra aún vigente, pero según


Cappelletti13 se le han abierto brechas: a) El Derecho Comunitario14 (Comunidad
Europea) se aplica en forma directa, uniforme y prevalente sobre las leyes nacio-
nales, atribuyéndosele a los jueces nacionales la facultad de rechazar éstas cuan-
do sean contrarias a la legislación comunitaria. Por otra parte, los problemas de

13
«¿Renegar de Montesquieu? La Expresión y la Legitimidad de la Justicia Constitucional». Revista Espa-
ñola de Derecho Constitucional, año 6, núm. 17, mayo-agosto 1986, págs. 29 y sigs.
14
En el mundo moderno, los Estados geográficamente cercanos y que comparten intereses políticos y
económicos comunes aúnan sus esfuerzos a través de tratados, con el consecuente ajuste de sus
legislaciones nacionales a lo convenido, con el objeto de fortalecer sus instituciones políticas y sociales
y desarrollar su economía en un mundo globalizado. Ello dio lugar al nacimiento, en la segunda mitad del
siglo XX, del Derecho Comunitario (denominado también Derecho Constitucional de la Integración) que
es el llamado a regular las relaciones interestatales que resultan de tales uniones. Su estudio es impor-
tante para nuestra materia por los aportes, revisiones y replanteamientos que ha hecho al Derecho
Constitucional, por ejemplo, poner en tela de juicio el dogma de la soberanía absoluta de los Estados, al
señalar la supremacía de un nuevo orden jurídico supranacional; afirmar el efecto vinculante de las
resoluciones de los órganos comunitarios sobre los Estados miembros y sus nacionales; y la concesión
de competencias jurisdiccionales a los tribunales de la Comunidad. Es una rama del Derecho Internacio-
nal Público, y es considerada de segundo grado en la jerarquía normativa: primero el Derecho Internacio-
nal Público, después el Derecho Comunitario, y en último lugar la Constitución nacional. De ahí que los
Estados miembros de la Comunidad deban ajustar su ordenamiento constitucional a los preceptos del
Derecho Comunitario. Sobre la naturaleza jurídica de la Comunidad se han formulado dos teorías: la
primera considera que se trata de una forma de federalismo, la segunda estima que se trata de una
supranacionalidad.

151
interpretación los decide en última instancia, y con efectos definidos para todos los
Estados miembros, el Tribunal Europeo de Justicia. Este no es un control constitu-
cional, pero sí un debilitamiento de la supremacía absoluta de la ley parlamentaria;
y b) En Inglaterra rige la Convención Europea, y sus órganos de justicia se encar-
gan de controlar su cumplimiento ante las quejas presentadas por cualquier ciuda-
dano contra actos y leyes violatorios de los derechos consagrados en ella, por lo
que sostiene el citado autor que sólo resta un pequeño paso para afirmar que la
Convención es parte de la ley inglesa, que es quizá vinculante para el Parlamento
y que los tribunales británicos deben hacerla cumplir para que sus sentencias no
sean condenadas por el Tribunal Internacional del Convenio.

3. Bases fundamentales del sistema difuso

A. Bases del sistema

El arquetipo del sistema difuso descansa sobre las bases siguientes:

a) Aplicar la disposición legislativa superior en jerarquía y desechar la inferior,


es una regla de interpretación del derecho que los jueces están autorizados a
emplear en su función de administrar justicia y por consiguiente no existe una
invasión del juez en la esfera legislativa.

b) Cualquier juez está investido del poder de no aplicar la ley contraria a la


Constitución, de oficio o a petición de parte, en cualquier caso sometido a su cono-
cimiento (vía incidental o indirecta). La inconstitucionalidad se puede presentar en
todo tipo de procedimiento judicial y no existe un procedimiento especial para dilu-
cidar la materia constitucional, pues se discute, tramita y falla dentro del juicio en
que se plantea y llega a los tribunales superiores a través de los recursos corrien-
tes. La cuestión se falla en la sentencia definitiva.

La denominación “vía incidental” se puede prestar a confusión pues también


sugiere accesoriedad, y en realidad la cuestión de inconstitucionalidad en el siste-
ma difuso es principal, ya que se falla en la sentencia definitiva del juicio y forma
parte de la premisa mayor del silogismo que constituye dicha sentencia.

c) La cuestión de inconstitucionalidad no se puede proponer por vía de ac-


ción, ajena a un conflicto judicial. Esto no quiere decir que el actor en la vía judicial
no puede promover la inconstitucionalidad de una ley que lo perjudica.

d) La sentencia que declara la inconstitucionalidad de la ley tiene efectos sólo


con relación al caso concreto (inaplicabilidad al caso concreto), pero por el stare
decisis produce efectos generales15 .

15
Expresa Kelsen que en el sistema de los Estados Unidos, se le concede a los órganos de aplicación de
la ley al caso concreto declarar su inaplicabilidad si encuentran que es inconstitucional. La norma sola-
mente no se aplica al caso concreto y conserva su validez, la cual puede ser aplicada en otros casos.

152
En los Estados Unidos, los efectos generales de la sentencia provienen del
stare decisis, figura necesaria dentro de la concepción del Derecho en ese país, en
donde no existe un sistema de normas cerradas que el juez debe de interpretar e
integrar, sino un conjunto de reglas concretas derivadas de los casos definidos. El
juez es creativo en la solución del conflicto y como existen infinidad de jueces y
tribunales (todos creadores del derecho) es preciso, por razones de seguridad y
unidad del derecho, vincular al juez a sus propias decisiones y a la de los otros
jueces de igual o superior jerarquía, lo que en última instancia realiza la Suprema
Corte.

El juez norteamericano se ajusta a la jurisprudencia de la Suprema Corte no


por el temor de que su resolución sea revocada, como sucede en nuestro sistema,
sino para no apartarse del Derecho vigente.

B. Inconvenientes del sistema difuso

En los países en donde no existe el stare decisis, el sistema difuso presenta


serios inconvenientes que provocan incertidumbres y conflictos entre órganos, a
saber:

a) El mismo u otro juez que declara la inconstitucionalidad puede aplicarla


posteriormente o viceversa16 .

Señala la desventaja de la diversidad de opiniones que pueden tener los diferentes órganos de aplica-
ción respecto a la inconstitucionalidad y, como consecuencia, un órgano puede aplicar la ley si la consi-
dera constitucional y otro, por el contrario, rehusar su aplicación alegando que es inconstitucional. Esta
falta de uniformidad constituye un grave peligro para la autoridad de la Constitución. El poder de los
tribunales en los Estados Unidos de negarse a aplicar la ley inconstitucional únicamente al caso concre-
to, no representa un peligro tan grande como en Austria, antes de la reforma, la práctica contradictoria,
entre otras razones, porque las decisiones de la Suprema Corte son obligatorias para todos los demás
tribunales. Por tal razón una decisión de la Corte que se niega a aplicar la ley al caso concreto por ser
inconstitucional prácticamente tiene los mismos efectos que cuando se anula en forma general una ley.
Pero el stare decisis no es un principio absoluto. Por ejemplo: se acepta que no es válido en el caso de
una interpretación, pues las cuestiones constitucionales siempre están abiertas a la investigación. Por lo
tanto, consideran que es posible que la Suprema Corte declare la constitucionalidad de una ley en un
caso concreto y después la inconstitucionalidad de la misma ley en otro caso, y viceversa. También es
posible que un tribunal inferior falle sin tener en cuenta un caso llevado a la Suprema Corte. En cualquier
litigio sobre la constitucionalidad de la ley se crea un período de incertidumbre sobre la validez de la ley
y sus efectos, lo cual técnicamente no es satisfactorio. Para evitar esta incertidumbre la Constitución de
Austria centralizó el control de la constitucionalidad y le otorgó a la sentencia del Tribunal Constitucional
la fuerza de hacer desaparecer la ley inconstitucional en forma general. En los Estados Unidos se persi-
gue la misma meta pero por caminos diferentes (Ob. cit. No. 9 págs. 83, 85 y 89)
16
Expresa Kelsen que en Austria, antes de la Constitución de 1920, el control de la constitucionalidad de las
leyes era muy estrecho (sólo cabía con relación a su correcta publicación), existía falta de uniformidad en
las cuestiones constitucionales, las sentencias de las cortes que declaraban la inconstitucionalidad no
tenían fuerza obligatoria para los jueces o tribunales inferiores, aun el más alto tribunal que las dictaba
podía declarar la inconstitucionalidad en un caso y aplicar esta misma ley a otro caso como si fuera
constitucional. Por tal razón la Constitución de 1920 en los arts. 137-148 autorizaba el control constitucio-
nal en una corte especial, llamada Tribunal Constitucional, a la cual se le concedió la potestad de anular
la ley constitucional, dejando de existir tan pronto como la resolución judicial entraba en vigencia, sin
efecto retroactivo, salvo una excepción que consiste en la no aplicación de la ley constitucional al caso
que motivó el conflicto constitucional (Ob. cit. No. 9 pág. 84).

153
b) Pueden surgir diferentes interpretaciones de la Constitución entre órganos
de diverso tipo, como, por ejemplo, entre la justicia ordinaria y la administrativa.

c) También se pueden presentar contrastes de opiniones entre tribunales


inferiores y superiores debido a que los primeros generalmente están formados
por personas jóvenes y menos apegadas al pasado y posiblemente dispuestos a
declarar la inconstitucionalidad; en cambio los segundos son más conservadores e
inclinados a mantener la constitucionalidad.

d) A pesar de que en un caso concreto anterior ya se declaró la


inconstitucionalidad de la ley, cualquier otra persona extraña al juicio anterior, que
tenga interés en que no se le aplique, tendrá que promover un nuevo proceso.

Estos inconvenientes han sido evitados en los Estados Unidos y en los otros
países del common law, en los cuales rige el stare decisis; pero persisten en los
sistemas de base romanista. Podrían solucionarse estas dificultades otorgándole
efectos generales a la sentencia de la Corte Suprema, pero en tal caso surgiría un
sistema mixto, situado a mitad del camino entre el difuso y el austríaco.

4. Creación y bases del sistema austríaco

Varios factores contribuyeron en Europa al surgimiento del sistema concen-


trado: la modesta aplicación del sistema difuso en los países escandinavos y su
fracaso en los otros países del civil law; los inconvenientes ya vistos; el carácter
extraño del stare decisis para poder adoptarlo; el carácter conservador de los jue-
ces comunes de carrera que, aunque capacitados y con prestigio de muchos siglos
en la aplicación del derecho, carecían de la idoneidad para administrar la justicia cons-
titucional que requiere de mayor atrevimiento, creatividad y voluntad política.

Por eso se pensó en la creación de un tribunal especial, de carácter judicial,


encargado fundamentalmente de controlar la constitucionalidad de las leyes, so-
bre las bases siguientes:

a) Los jueces ordinarios no pueden conocer de la constitucionalidad de las


leyes como manifestación de su poder de interpretarlas, ni bajo ninguna otra razón,
sino que es una Corte Constitucional la que, dentro del sistema de pesos y contra-
pesos, controla al poder legislativo para que respete la supremacía de la Constitu-
ción, lo que evidentemente constituye una función política.

En los sistemas de Italia, Alemania y demás que se inspiraron en el austríaco,


no se les permite a los jueces ordinarios conocer sobre la constitucionalidad, sea
por la vía de acción o de excepción.

b) Originalmente (en 1920) el control se daba solamente en la vía principal,


esto es, mediante una acción especial directa cuyo objeto exclusivo es plantear la
inconstitucionalidad de la ley ante la Corte Constitucional. Están legitimados para

154
ejercitar esta acción órganos políticos y no judiciales tales como el Gobierno Fede-
ral y los Länders (Estados federados), el primero para pedir el control de la legitimi-
dad constitucional de leyes de los Länders y los últimos para el control de las leyes
federales17 .

Solamente estos dos órganos constitucionales estaban legitimados, pero a partir


de la reforma de 1929, se permite que en forma incidental dos altos órganos judiciales
ordinarios planteen la cuestión de constitucionalidad de una ley aplicable en forma rele-
vante al caso que se encuentra bajo su conocimiento, pero los jueces inferiores jamás
pueden negar la aplicación de la ley cuestionada de inconstitucional.

Estos dos órganos superiores legitimados son: la Corte Suprema para Asun-
tos Civiles y Penales (Oberster Gerichtshof), y la Corte Suprema para Asuntos
Administrativos (Werwaltungsgerichtshof). No están legitimadas para proponer la
acción especial de inconstitucionalidad.

La acción de inconstitucionalidad es abstracta, ajena a todo caso concreto y,


como consecuencia, no presupone ninguna sentencia judicial que impugnar.

Cuando la inconstitucionalidad es promovida por las Cortes Superiores, se


suspende la aplicación de la ley y se concede intervención ante la Corte Constitu-
cional a las partes interesadas en el caso concreto y a los gobiernos interesados
en la constitucionalidad de las leyes (Gobierno federal o Länders).

Se admite, pues, la vía de acción y la incidental, por eso se dice que es un


sistema híbrido.

c) La sentencia que dicta la Corte Constitucional tiene efectos generales, o


sea, elimina del Derecho vigente la ley declarada inconstitucional18 .

d) Originalmente la sentencia sólo tenía efecto para el futuro, aunque poste-


riormente (1929) se reconoció que la ley inconstitucional no tiene aplicación al
caso concreto y que la ley derogada vuelve a entrar a regir cuando así se dispon-
ga, dos situaciones que constituyen excepciones al principio de la no retroactividad19 .
17
Kelsen señala que en los Estados federales el derecho de interponer el recurso de inconstitucionalidad
debe ser acordado a los gobiernos federados en contra de la federación y al gobierno federal en contra
de los estados federados. El control de constitucionalidad se refiere principalmente a las disposiciones
de fondo, característico de este tipo de estado en que se delimita la competencia de la federación y de
los estados federados. La justicia constitucional es en el Estado federal donde adquiere la más grande
importancia y también donde se realiza su idea política de respeto al reparto de competencias. La esen-
cia del Estado federal consiste en un reparto de funciones ejecutivas y legislativas entre el Estado federal
y los Estados miembros. Es una especie de descentralización. El traspaso de los límites que supone el
reparto de competencias ocasiona conflictos, a veces muy apasionados, los que son resueltos pacífica-
mente por el tribunal constitucional (Ob. cit. No. 6. págs. 39 y. 82).
18
Expresa Kelsen que la constitucionalidad de las leyes puede ser garantizada de dos maneras: mediante
la responsabilidad personal del órgano que promulgó la ley inconstitucional y por la no aplicación de la
norma inconstitucional. La Constitución austríaca ha tomado las dos en cuenta (Ob. cit., No. 9 p. 82).
19
Kelsen invita a examinar si no sería mejor, en interés de la seguridad jurídica, que la anulación, en
particular de las leyes y tratados, no procediera, sino dentro de un plazo señalado en la Constitución, por
ejemplo, de cinco años a partir de la vigencia. Considera que sería extremadamente lamentable tener

155
El sistema original aplicó estrictamente el principio de la no retroactividad de
la sentencia que declara inconstitucional a la ley y, por tanto, los hechos verificados
durante la vigencia de ésta son válidos y eficaces. Como se dijo anteriormente, la
reforma de 1929, con criterio más práctico que teórico, a fin de legitimar a las dos
cortes judiciales en la postulación de la inconstitucionalidad de las leyes, dispuso
que la ley inconstitucional no es aplicable al caso concreto.

5. Diferencias fundamentales de ambos sistemas

Aunque la doctrina observa un acercamiento entre ambos sistemas, no por


esto se borran las diferencias fundamentales. Veamos cuáles son:

a) El sistema difuso es descentralizado, pues conoce de la constitucionalidad


cualquier juez, sin distinción de jerarquía, cuando ante su despacho se tramita un
caso concreto propio de su competencia; en cambio, el austríaco es concentrado,
pues la Corte Constitucional tiene el monopolio del conocimiento sobre la
inconstitucionalidad de las leyes, privando de esa función a los jueces y cortes
judiciales ordinarias.

b) En el sistema difuso se conoce en forma indirecta (llamada también excep-


cional o incidental) sobre la constitucionalidad de la ley, pues surge con ocasión
del caso concreto pendiente de trámite y fallo ante los tribunales de justicia, por lo
que no existe un procedimiento especial, ni se permite la acción abstracta y direc-
ta; en cambio, en el austríaco se emplea la vía directa mediante acción abstracta y
procedimiento especial ante la Corte Constitucional, aunque con posterioridad a la

que anular una ley, peor un tratado, por inconstitucional después de haber estado en vigor durante largos
años sin ser cuestionado. Si el tribunal anulara la norma y no se abstuviera de aplicarla al caso concreto
por surtir sus efectos para el futuro, sin darle retroactividad al decidir como si no hubiere entrado en vigor
cuando se produjo el caso objeto del debate, las autoridades de aplicación de la ley no tendrían interés
inmediato ni suficientemente fortaleza para provocar la intervención del tribunal constitucional. La
retroactividad relativa es una necesidad técnica para promover la cuestión de constitucionalidad princi-
palmente cuando el pedido proviene exclusivamente de las autoridades judiciales y administrativas. La
anulación entra en vigor hasta su publicación. Estima conveniente que el tribunal disponga que la anula-
ción, especialmente de leyes y tratados internacionales no surta efecto sino hasta la expiración de
ciertos términos a partir de su publicación, aunque no sea más que para darle tiempo al parlamento para
que reemplace la ley inconstitucional por una que esté de acuerdo con la Constitución y así evitar que la
materia regulada por la ley anulada quede fuera de la reglamentación durante un tiempo relativamente
largo. La cuestión del efecto retroactivo puede dar lugar a dificultades. Si la ley anulada no deja de estar
en vigor hasta cierto tiempo después de publicada la sentencia y, como consecuencia, las autoridades
deben seguir aplicándola, entonces no se puede dispensar a la autoridad demandante con aplicación al
caso concreto, lo cual disminuye su interés para plantear la cuestión de inconstitucionalidad de las leyes
al tribunal constitucional. Esto lo considera como un argumento suplementario a favor de concederle al
tribunal constitucional la potestad simultánea de anular inmediatamente la ley y restablecer el estado de
derecho anterior al entrar en vigencia la norma anulada. Esta modalidad permite darle a la sentencia de
anulación el efecto retroactivo deseable en el caso concreto, proporcionándole al órgano legislativo el
tiempo necesario para promulgar una ley nueva de acuerdo con la Constitución. La sentencia de anula-
ción es efectiva desde su publicación, a menos que el tribunal prevea una prórroga, la que no puede
exceder de un año (art. 140 pág. 3). Esta prórroga le permite al parlamento reemplazar la ley cuestionada
por una nueva de acuerdo a la Constitución, antes que la anulación sea efectiva. Si el caso que dio lugar
al reclamo fuera decidido antes de que la anulación estuviera en vigencia, la ley anulada tendría que ser
aplicada en el caso concreto, por lo que la anulación no tendría efecto retroactivo tampoco con respecto
a dicho caso (Ob. cit. No. 6. p. 37, 40, 84)

156
reforma se emplea la vía incidental, pero sólo están legitimadas las dos cortes
superiores y no los jueces inferiores.

c) En el sistema difuso la ley inconstitucional es absolutamente nula por opo-


nerse a una norma superior (constitucional) y, como consecuencia, no se anula
dicha ley con la sentencia, sino solamente declara la nulidad preexistente de la
misma y tiene efectos retroactivos (ex tunc); en cambio en el sistema austríaco la
sentencia anula la ley que hasta el momento era válida y eficaz y tiene efectos para
el futuro (ex nunc) a partir de su publicación, pero la Corte puede posponer su eficacia a
una fecha posterior (no más de un año en Austria y de seis meses en Turquía).

d) En el sistema difuso la sentencia tiene eficacia sólo con relación al caso


concreto con ocasión del cual se planteó la cuestión constitucional. No obstante,
en Estados Unidos y sus seguidores adquiere efectos generales por vía del stare
decisis; en cambio, en el sistema austríaco la sentencia tiene efectos generales. La
doctrina europea considera al sistema austríaco más completo que el difuso, pues
en éste es posible que muchas leyes escapen al control constitucional porque
difícilmente se prestan a la discusión en los casos concretos pendientes ante los
jueces y tribunales, pero también es más peligroso, pues sin prudencia y sabiduría
(la que posee la Suprema Corte de los Estados Unidos) se corre el riesgo de que el
tribunal se convierta en una grave amenaza política al intervenir directamente en el
poder legislativo, o indirectamente en el poder ejecutivo.

6. Acercamiento de ambos sistemas

Como hemos dicho, en la doctrina se observa un acercamiento de los dos


grandes sistemas, a saber: la naturaleza judicial de ambos; los efectos generales
de las sentencias en ambos sistemas; la aceptación de la vía incidental en el siste-
ma austríaco, aunque restringida; el funcionamiento casi exclusivamente constitu-
cional de la Suprema Corte estadounidense y la orientación política de sus decisio-
nes; la adopción de sistemas mixtos; la adopción en algunos países latinoamerica-
nos del sistema austríaco; y la aceptación parcial en las constituciones alemana,
italiana y austríaca del sistema de los “checks and balances”, en lugar de la versión
francesa de la separación rígida de poderes.

Se sostiene que en cierto sentido los sistemas italiano y alemán se encuen-


tran a medio camino entre el austríaco y americano 20 , opinión que no es compar-
tida por algunos autores21 .

7. Breve referencia al sistema alemán, italiano y español

En Italia, Alemania y España, la cuestión de constitucionalidad se puede plan-


tear ante el tribunal constitucional tanto en vía incidental como principal. En estos
20
Cfr. Cappelletti. Control Judicial de las Leyes. Ob. cit., pág. 85.
21
Cfr. Francisco Rubio Llorente. “La jurisdicción Constitucional como Forma de Creación del Derecho”.
Revista Española de Derecho Constitucional. Año 8. Núm. 22, enero-abril 1988, pág. 25.

157
países, la vía incidental la pueden promover todos los jueces y tribunales, supe-
rando las limitaciones del sistema austríaco; en cambio, en el austríaco puro sólo
están legitimados en la vía incidental los órganos judiciales superiores.

En Italia, la aplicación preferente de la Constitución provoca una prejudicialidad


constitucional que paraliza el juicio ante los tribunales de justicia en espera de la
decisión del tribunal especial (Corte Constitucional), el cual no se pronuncia sobre
el fondo del caso discutido sino solamente sobre la constitucionalidad de la ley que
se pretende aplicar.

La inconstitucionalidad no se puede plantear directamente ante la Corte Cons-


titucional, pues surge con ocasión de un conflicto pendiente de decisión ante los
tribunales ordinarios de justicia. No obstante, la Corte Constitucional es el único
tribunal que en forma exclusiva puede pronunciarse sobre la inconstitucionalidad
de la ley.

En España, la inconstitucionalidad de la ley puede plantearse de dos mane-


ras: a) mediante una prejudicialidad constitucional surgida en un juicio pendiente
de decisión ante los jueces o tribunales. La inconstitucionalidad la puede apreciar
el juez o tribunal de oficio o a petición de parte, pero sólo esas autoridades la
pueden plantear ante el Tribunal Constitucional, lo cual ha sido objeto de crítica22 ;
y b) Ante el Tribunal Constitucional, mediante el recurso directo de
inconstitucionalidad de la ley, disposición normativa o acto con fuerza de ley, pero
sólo están legitimados para ello el Presidente del gobierno, el Defensor del Pueblo,
cincuenta diputados, cincuenta senadores, y los órganos colegiados ejecutivos y
las asambleas de las comunidades autónomas por lo que puedan ser afectados en
su autonomía23 . Como puede apreciarse, en ambos sistemas no existe pureza.

Son prejudiciales aquellas cuestiones de influencia en la decisión del proce-


so cuyo conocimiento pertenece a otra jurisdicción. Dos son los elementos que
deben concurrir: influencia de la cuestión prejudicial en el proceso y que el conoci-
miento de ella pertenezca a la autoridad de una jurisdicción diferente a la que
conoce del juicio en que surge24 . Pueden ser penales, constitucionales, adminis-
trativas, laborales, etcétera. Surgen a causa de la existencia de diferentes jurisdic-
ciones para administrar justicia.

22
Art. 35 y sigts.
23
Art. 35 y sigts.
24
Nuestras leyes contemplan algunos casos de prejudicialidad. Por ejemplo, el artículo 427 Pr. establece
la prejudicialidad penal autorizando a los jueces y tribunales a suspender los juicios civiles cuando la
existencia de un delito fuere el fundamento preciso de la sentencia que debe dictarse en aquellos o fuere
de influencia notoria. Los artículos 1198 y 1199 Pr. contemplan la prejudicialidad penal para el caso
especial de la falsedad de un documento cuando éste fuere indispensable para la prueba en el juicio civil
(cfr. Jaime Guasp. Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Civil. t. I, M. Aguilar, Madrid, 1948, págs. 954
y sigs.; Jesús González Pérez. Derecho Procesal Administrativo. Editorial Temis, Colombia, 1985, págs.
68 y sigs.; Alcalá Zamora y Castillo y Ricardo Levene. Derecho Procesal Penal. Ob. cit. ,t. I, págs. 231 y
sigs.; Calamandrei. Ilegitimidad Constitucional de las Leyes. Ob. cit. t. III, págs. 67 y sigs.).

158
8. Nuestra clasificación

Son muchas la clasificaciones que se han formulado sobre los sistemas de


control de constitucionalidad de las leyes25 .

Intentaremos desarrollar con fines didácticos la clasificación siguiente, de


acuerdo a la doctrina y legislaciones que se han dado sobre la materia:

A. Atendiendo a su extensión

a) Sistema de alcance general. En virtud de este sistema la ley inconstitucio-


nal es invalidada con carácter general (erga omnes). Desaparece como ley para
siempre. En resumen la ley deja de ser ley.

Tienen alcance general en cuanto a la inconstitucionalidad de la ley: la Cons-


titución austríaca de 1920; la cubana de 1940 26 ; los recursos directos de
inconstitucionalidad de Colombia, Venezuela y España (también lo acepta en la
vía prejudicial constitucional); los sistemas italianos y alemán; en general todos los
inspirados en el sistema austríaco; y nuestras Leyes de Amparo de 1948, 1950 y
1974.

Lo acoge nuestra Ley de Amparo vigente en el recurso de inconstitucionalidad,


a pesar de lo cual se incorpora al sistema difuso como tendremos ocasión de
demostrar 27 .

De acuerdo con el art. XXXVII Tít. Prel. C., la derogación de la ley derogatoria
no restablece la primera ley, a no ser que la última lo prescriba expresamente.

25
Calamandrei hace la clasificación de los sistemas de control de la constitucionalidad de las leyes así: 1)
Atendiendo al objeto: a) Formal. Por violación del procedimiento de formación de las leyes (error in
procedendo). b) Material. Por violación del contenido de la Constitución (error in iudicando). 2) Atendien-
do al órgano: a) Judicial (difuso). Todos los órganos del poder judicial controlan la constitucionalidad de
las leyes; b) Autónomo o concentrado. Controla un único y especial órgano instituido con esa atribución
exclusiva colocado en forma preeminente y fuera de cualquier otro orden de órganos. 3) Atendiendo la
legitimación: a) Incidental. Se propone en forma prejudicial por quien es parte de una controversia
concreta al momento de aplicarse la ley tachada de inconstitucionalidad. b) Principal. Cuando se propo-
ne como tema separado y principal de la petición. Se pone directamente en cuestión la inconstitucionalidad
de la ley sin esperar que se ofrezca la ocasión de una controversia especial. 4) Por la extensión de sus
efectos: a) Efectos generales. La ilegitimidad conduce a invalidar la ley erga omnes, haciéndola perder
para siempre su eficacia normativa general y abstracta. b) Efecto especial. La inconstitucionalidad se
limita a declarar la ley inaplicable al caso concreto, limitando sus efectos sólo a este caso. 5) Por la
naturaleza de los efectos: a) Efectos declarativos. La declaración de certeza (la sentencia que declara la
inconstitucionalidad) opera retroactivamente sobre una nulidad preexistente (ex tunc). b) Efectos consti-
tutivos. Con efectos anulatorios o de ineficacia que valen para el futuro (ex nunc); pero respeta en
cuanto al pasado la validez de la ley ilegítima (El control de la constitucionalidad bajo el ordenamiento
derogado, Ob. cit., t. III, págs. 29 y sigs.). Cappelletti, atendiendo al perfil subjetivo u orgánico, distingue
dos sistemas: el difuso o americano y el austríaco o europeo, pero reconoce un sistema mixto, como el
de México e Irlanda (Control Judicial de las Leyes. Ob. cit., págs. 60-61).
26
Art. 194 (cfr. Rafael Pérez Lovo. Código Civil y Constitución. Cultural, S.A., La Habana, 1944). El régimen
comunista ha dado una nueva Constitución en 1976 y un nuevo Código Civil de 1987.
27
Arts. 4, 19, 20 y 21 LA.

159
Esta regla no se aplica en el supuesto de inconstitucionalidad de la ley, pues
la sentencia no es derogatoria, sino declarativa de la inconstitucionalidad de la ley,
preexistente a dicha sentencia.

Existen dos sistemas: el austríaco, en el que una vez eliminada la ley incons-
titucional pueden entrar de nuevo en vigor las leyes que preexistan, según lo dis-
ponga el tribunal constitucional; en el otro sistema las leyes derogadas expresa o
tácitamente por la ley declarada inconstitucional entran de nuevo en vigencia sin
necesidad de ningún acto o manifestación de la asamblea legislativa o del tribunal.
Este último sistema es el que se ajusta a nuestra Constitución, tal como se explica
en esta obra.

b) Sistema de alcance particular. En este sistema, la sentencia se limita a


declarar inaplicable la ley al caso concreto y con relación a los contendientes; pero
no desaparece como ley, continúa vigente. Por eso la sentencia que la declara
inconstitucional carece de efectos erga omnes y se desenvuelve dentro de los
efectos relativos de la cosa juzgada (tiene efectos sólo para las partes). No existe,
pues, una declaración general de nulidad como en el sistema anterior.

De aquí se infiere que la ley declarada inconstitucional puede ser posterior-


mente considerada válida por el mismo u otros jueces o viceversa. Entonces se da
el caso de que lo que hoy se estima inconstitucional mañana no lo sea o viceversa.
Esto crea inconvenientes que pueden dar pie a la incertidumbre en la actuación de
las personas con base a la ley declarada inconstitucional y a la realización de
fraudes.

Sin embargo, cuando la jurisprudencia es de aplicación obligatoria (stare


decisis) la ley declarada inconstitucional queda derogada en la práctica y es supri-
mida de las recopilaciones de leyes vigentes, y aunque no se haga así aparece
como una ley muerta (como en Estados Unidos, por ejemplo).

Este es el sistema seguido por nuestras Leyes de Amparo de 1893, 1911 y


1939, dentro del control difuso de la constitucionalidad de las leyes.

c) Sistema de alcance mixto. Resulta de la combinación de los dos anteriores


y funciona así: cuando la inconstitucionalidad es por quebrantamiento de los trámi-
tes de la formación de la ley, la nulidad de ésta es absoluta y como tal desaparece
del ordenamiento jurídico para siempre, ya no seguirá rigiendo como ley (alcance
general); cuando la violación se produce contra disposiciones materiales, la sen-
tencia que declara la inconstitucionalidad de la ley sólo produce efectos en el caso
concreto (alcance particular). Es el sistema del Tribunal de Garantías de España
de 1933 28 .

28
Cfr. Alcalá Zamora y Castillo y Ricardo Levene. Derecho Procesal Penal. Guillermo Koaft, Ltda. Argenti-
na, 1945, t. I, págs. 195 y sigs.; Alcalá Zamora y Castillo. Significado y Funciones del Tribunal de Garan-
tías Constitucionales. Ensayos de Derecho Procesal. Revista de Jurisprudencia Argentina, S.A., 1944,
págs. 503 y sigs.

160
B. Atendiendo a la naturaleza del órgano

a) Sistema de control político. El control del cumplimiento de la Constitución


es entregado a un órgano político que puede ser uno de la estructura normal del
Estado o uno creado especialmente para esta función.

Corresponde a la primera forma: el Presidente del Reich de la Constitución


alemana de Weimar; el Congreso y Senado de la Constitución federal centroame-
ricana de 1824; el poder legislativo en la Constitución de 1838.

Se encuentran dentro de la segunda forma: el Senado Conservador de la


Constitución francesa del 13 de diciembre de 1779 y las demás anteriormente
citadas; y el Consejo Representativo de nuestra Constitución de 1826.

En este sistema se aparta al poder judicial de la función de control, porque se


piensa que esta función es política y le corresponde a un órgano de esa naturale-
za. Además se estima conveniente alejar al poder judicial de las pasiones y con-
flictos políticos, dañinos a la buena administración de justicia. Tiene algunos sim-
patizantes.

No es aconsejable, y menos en nuestro medio, la adopción de un sistema


como éste, pues se presta al juego político partidista y a las consecuencias que
trae, y el autocontrol, como el francés, no rinde buenos frutos. Tiene poca acepta-
ción legislativa, sobre todo en Latinoamérica.

b) Sistema de control judicial. Es el sistema más aceptable por las razones


siguientes: la oposición de la ley o de cualquier acto a la Constitución es una cues-
tión jurídica que corresponde resolver a órganos judiciales mediante la aplicación
preferente de este cuerpo superior de leyes; los funcionarios judiciales son los
mejores capacitados e imparciales para esa labor; los poderes legislativo y ejecu-
tivo son generalmente los sujetos pasivos contra los que se dirige el amparo, lo
cual les quita imparcialidad para conocer de estos asuntos; el poder judicial es
menos peligroso que los poderes políticos (legislativo y ejecutivo), está más capa-
citado técnicamente y ofrece mejores garantías de imparcialidad y objetividad.

c) Sistema de control por los tribunales ordinarios. La defensa de la Constitu-


ción se entrega a la jurisdicción ordinaria, ya sea en forma difusa (conocimiento de
la cuestión constitucional por todos los jueces y tribunales), o directa (conocimiento
de la cuestión constitucional por un órgano determinado del mismo poder judicial
que tenga la mayor jerarquía, como nuestra Corte Suprema de Justicia )29 .

29
La Constitución Cubana de 1940 creó el Tribunal de Garantías Constitucionales y Sociales encargado de
conocer de la inconstitucionalidad, pero era una Sala del Tribunal Supremo de Justicia que formaba
parte de la justicia ordinaria, como puede verse en los artículos 171 y 172.

161
Es el sistema que siguen los Estados Unidos de América30 y la mayoría de
los países latinoamericanos en su versión difusa, y en menor medida por la vía
directa. Nicaragua consagra el sistema difuso, pero complementado con el recur-
so de amparo directo ante la Corte Suprema y el recurso de casación ante este
mismo Tribunal, como veremos más adelante.

d) Sistema de control por un tribunal especial. La defensa de la Constitución


ha cobrado una formidable importancia, pasando a ser parte de la nueva rama
denominada Derecho Procesal Constitucional, lo cual ha servido de base para
crear tribunales jurisdiccionales especiales como los de Austria, Alemania, Italia,
España, Guatemala y otros países latinoamericanos 31 .

No dudamos que el Derecho Procesal Constitucional tenga autonomía (prin-


cipios propios, importancia reconocida, y ley especial: la de Amparo, en nuestro
medio) y de que son muchos los países que contemplan procedimientos defensi-
vos de la integridad constitucional.

Pero la autonomía de una rama procesal no necesariamente conduce a la


creación de órganos especiales encargados de aplicarla, pues donde no se justifi-
ca podría traer complicaciones y gastos innecesarios. Por ejemplo, cuando existe
una legislación procesal civil y constitucional ágil y moderna, y jueces ordinarios
capaces, hay que meditar muy seriamente antes de crear nuevos tribunales espe-
cializados. Por lo menos en nuestro país, pues podría ser manejado por los pode-
res políticos.

Tampoco la autonomía de una rama sustantiva trae aparejada necesaria-


mente la creación de una nueva rama procesal y el establecimiento de tribunales
especiales. V. gr., no ha sido necesario crear tribunales mercantiles especializa-
dos y una rama procesal mercantil, ni una ley especial que la regule, para la aplica-
ción del Derecho mercantil, a pesar de su importancia indiscutible en la vida mo-
derna. En la mayoría de los países son generalmente los tribunales ordinarios los
que siguen conociendo de esos negocios mediante la aplicación del procedimiento
civil, con sus necesarias variantes. Debemos reconocer que en algunos países se
han creado tribunales mercantiles y leyes especiales sobre procedimiento mercan-
til, pero con posterioridad fueron suprimidas (España).

Se podría argumentar a favor del tribunal especial constitucional expresando


que con él se logra la especialidad, se atienden más casos y se asegura una

30
La facultad de control constitucional de la Suprema Corte de los Estados Unidos no aparece en texto
expreso en la Constitución. Es creación jurisprudencial de ese Tribunal. Se deduce de las interpretacio-
nes amplias del art. 6, que establece: «La presente Constitución y las leyes de los Estados Unidos serán
hechas, en consecuencia, según la Ley suprema del país». El uso de la expresión en «consecuencia»
se interpreta en el sentido de que las leyes deben ser hechas de acuerdo a la Constitución.
31
En Guatemala existió la Corte de Constitucionalidad compuesta de doce miembros, pero no actuaba con
carácter permanente. Se integra cuando la demanda era interpuesta. La vigente Constitución la creó
permanente (cfr. Mario Aguirre Godoy. Derecho Procesal Civil. Guatemala, 1982, t. II, vol. I, págs. 490 y
sigs.).

162
participación más dinámica, efectiva y sin temores de la justicia en el control de la
constitucionalidad. Pero todas estas cualidades se pueden obtener para los tribu-
nales ordinarios por diferentes medios: creando una sala especializada en la Corte
Suprema, como se hizo en las reformas constitucionales de 1995; aumentando el
número de magistrados; mejorando los locales; preparando el personal; garanti-
zando la independencia de jueces y magistrados, etc. 32 .

La función de nuestra Corte Suprema de Justicia es especializada, pues se


divide en cuatro salas: de lo civil, de lo penal, de lo constitucional y de lo contencio-
so-administrativo. La Corte Plena conoce del recurso de inconstitucionalidad de la
ley y de los conflictos de competencia y constitucionalidad entre los poderes del
Estado. Su número es doce magistrados. Por acuerdo reciente, la Corte se organi-
zó en cuatro salas de seis miembros. Esto obliga a que todos los magistrados
pertenezcan a dos salas, menoscabándose así la especialidad de los magistrados.
Pienso que se hizo de esta manera porque las salas de tres miembros se estima-
ron muy reducidas en el tribunal de mayor jerarquía del país.

La defensa de la Constitución (justicia constitucional) se le encomienda al


poder judicial, pero ya en forma especializada, excepto cuando conoce la Corte
Plena, que ya no es especializada. Esto es un avance, pero lo ideal en el futuro es
un tribunal constitucional, independiente del poder judicial. Este, por varios moti-
vos, no es el indicado para ello: los magistrados de la justicia ordinaria casi nunca
declaran inconstitucionalidades, por ser muy conservadores; no son especializa-
dos en justicia constitucional, la que exige un particular sistema de interpretación,
aplicación y tramitación; actualmente el pueblo no confía en ellos para asumir tal
competencia. En el proyecto original de reformas constitucionales se contemplaba
un tribunal constitucional, pero los límites de una reforma parcial probablemente
provocaron su eliminación.

C. Atendiendo a las formas de proponerlo

a) Sistema de interposición ante tribunales ordinarios. Es el usado en el siste-


ma difuso de control de constitucionalidad. En virtud del mismo, todos los jueces y
tribunales de la justicia ordinarios, desde el de más inferior jerarquía hasta el tribu-
nal supremo, pueden aplicar de preferencia la Constitución en la sentencia defini-
tiva de un juicio, desechando la ley que se opone a ella. El interesado tiene a su
favor los recursos ordinarios para atacar la sentencia y el recurso extraordinario de
casación en el fondo cuando se viola la Constitución por aplicación de una norma
contraria a ella.

El conflicto de inconstitucionalidad se puede promover de oficio o a petición


de partes. Son dos formas de proceder de este sistema. Pueden ir acompañadas
o separadas.

32
En Europa, la creación de tribunales especiales constitucionales ha tenido éxito, pero actualmente no
creo que se logre en nuestro país porque son otras las realidades. A mediano plazo podría crearse.

163
Cuando el juez o tribunal inferior es el que declara la inconstitucionalidad, sus
decisiones generalmente no forman jurisprudencia. Se soluciona este problema
enviando el tribunal inferior copia de la sentencia a la Corte Suprema de Justicia
para que esta se pronuncie sobre la inconstitucionalidad, y así formar jurisprudencia.

Por ejemplo, en la Ley del 2 de julio de 1912, se disponía que los jueces
(locales o de distrito) o tribunales (cortes de apelación) que hubieren dictado sen-
tencia en la que se negó la aplicación de una ley por juzgarla inconstitucional y que
hizo tránsito a cosa juzgada, debían enviarla a la Corte Suprema a los propósitos
del recurso de casación en interés de la ley33 , es decir, con el fin de que ese Tribu-
nal se pronunciara y estableciera jurisprudencia, pero éste pronunciamiento no
afectaba lo decidido definitivamente inter partes. Si la Corte Suprema declaraba
que la ley era constitucional en nada beneficiaba a la parte interesada que así lo
había sostenido en el juicio. Sobre este punto ampliaremos más adelante, y ex-
plicaremos como funciona este sistema bajo la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial.

Este es el sistema que ha seguido nuestro Derecho, acompañado de la casa-


ción y del recurso directo de amparo interpuesto ante la Corte Suprema de Justicia
contra las leyes, decretos y actos de las autoridades que no sean judiciales.

En algunos países, la proposición de la inconstitucionalidad ante jueces o


tribunales inferiores suspende la tramitación del juicio y se traslada a la Corte Su-
prema la decisión de la inconstitucionalidad. Constituye una excepción de previo
pronunciamiento que es fallada por ese alto Tribunal.

En otras legislaciones, la proposición de inconstitucionalidad no provoca la


suspensión del proceso de instancia, pero el juez a quo debe fallar de acuerdo con
la decisión constitucional. Este ya no es propiamente el sistema difuso.

33
La casación tiene las finalidades siguientes: a) La defensa del derecho objetivo mediante la aplicación
correcta de la ley por los jueces y tribunales, con lo cual se pretende conseguir seguridad jurídica, la
igualdad ante la ley y la supremacía del órgano legislativo. Es la función nomofiláctica. b) Uniformar la
jurisprudencia, con lo cual también se logra seguridad e igualdad ante la ley. En la casación en interés
de la ley (o denuncias de oficio, como la denomina Calamandrei. Casación Civil Ejea, Argentina, 1959,
pág. 60) los efectos y propósitos se logran para el futuro porque la sentencia casada en virtud de este
recurso sigue surtiendo efecto entre las partes. Por el contrario, la sentencia dictada por la Corte Supre-
ma servirá para decidir de acuerdo a su criterio otros casos semejantes. Este tipo de casación ha sido
objeto de crítica y Calamandrei, en la citada obra (pág. 62), se abstiene de abordarla porque aparece
desprovista de toda importancia práctica, al punto de ser abolida del proceso penal. Manuel Ibañez
Frechman se alegra de que en su país no se haya acogido, y la califica de casación simbólica (Los
Recursos en el Proceso Civil. Editorial Bibliográfica Argentina, Buenos Aires, 1957, págs. 271 y 272).
Alcalá Zamora y Castillo la combate duramente (Clínica Procesa”. Editorial Porrúa, S.A., México, 1982,
págs. 76 y sigs.). En realidad, la casación en interés de la Ley ha caído en desuso por su ineficacia
práctica, se encuentra desprestigiada por el grave contraste entre la sentencia de casación y la del
tribunal de instancia declarada injusta, pero que a pesar de ello conserva su fuerza vinculante y sus
efectos. En materia constitucional este tipo de consulta es efectiva y beneficiosa. Antes de la Ley del 2
de julio de 1912 se podía usar el recurso de casación en interés de la Ley interpuesto por el Ministerio
Público para discutir la inconstitucionalidad. Aunque prácticamente ya no es necesario, aún sigue vigen-
te este medio procesal.

164
b) Sistema de interposición directa ante un tribunal especial constitucional.
Aquí la acción de inconstitucionalidad se entabla directamente ante un tribunal
especial y único encargado de conocer de esa materia. La inconstitucionalidad es
el objeto principal de la acción y no es preciso que surja con ocasión de una contro-
versia especial.

c) Sistema de interposición directa ante la Corte Suprema. Históricamente


nuestras leyes de amparo han permitido que se recurra directamente ante la Corte
Suprema de Justicia contra las resoluciones o actos de las autoridades no judicia-
les que apliquen disposiciones contrarias a la Constitución, o que sin aplicar las
leyes también las violen. Pero no es un tribunal especial que conocen, sino uno de
la justicia ordinaria, el de mayor jerarquía.

Este sistema tiene dos variantes:

i) La constitucionalidad puede ser propuesta por cualquier ciudadano inde-


pendientemente de si resulta o no perjudicado directamente. Es una acción abs-
tracta independiente de un caso concreto. Lo que legitima al proponente es simple-
mente la existencia de la oposición de la ley a la Constitución. Es lo que se conoce
con el nombre de “acción popular” o pública.

La acción popular se da en los sistemas de recursos directos de


inconstitucionalidad ante la Corte Suprema como en Colombia34 , Venezuela35 y
Nicaragua, aunque en nuestro país la actual Ley de Amparo la ha suprimido en
forma inconstitucional, como tendremos ocasión de señalar más adelante. La ac-
ción popular se ha extendido también a El Salvador, Panamá y algunas provincias
argentinas.

ii) La inconstitucionalidad puede ser pedida por la parte perjudicada o amena-


zada de serlo por la ley. En esta variante no se permite la acción popular, pues lo
que legitima al recurrente es la existencia de un perjuicio directo.

D. Atendiendo a sus efectos

a) Sistema de efecto declarativo. En virtud de este sistema, la ley declarada


inconstitucional es nula desde su aprobación (ab initio). Nace nula. Tal forma de
operar de la nulidad le comunica a la sentencia una naturaleza declarativa con
plenos efectos retroactivos al tiempo en que se produjo la nulidad por la colisión
entre la ley y la Constitución (ex tunc). La sentencia se limita a declarar que en ese

34
Cfr. Jaime Sanin Greiffenstein. La Defensa Judicial de la Constitución. Editorial Temis, Bogotá, 1971,
págs. 110 y sigs.; Tulio Enrique Tascón. Derecho Constitucional Colombiano. Editorial La Gran Colom-
bia, 1944, págs. 295 y sigs.
35
Cfr. Humberto J. Laroche. Derecho Constitucional General. Maracaibo, 1969, págs. 110 y sigs.; Allan R.
Brewer-Carias. «Introducción General al Régimen del Derecho de Amparo a los Deberes y Garantías
Constitucionales». págs. 11 y sigs.; y Carlos H. Ayala Corao, « La Acción de Amparo Constitucional en
Venezuela». pág. 111 y sigs., ambos en “Ley de Amparo, Derechos y Garantías Constitucionales”.
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1988.

165
momento surgió la nulidad. No existe la creación de una situación jurídica nueva36 .
De esto se infiere que la ley desaparece para el pasado y para el futuro.

Al no ser ley desde su nacimiento, carece de efectos para conceder derechos


y protección e imponer deberes a los que actuaron de conformidad a ella. Por
ejemplo, si fui condenado con base a una ley que posteriormente se declaró in-
constitucional no tengo que expiar la pena aunque exista sentencia que hizo trán-
sito a cosa juzgada, pues en este supuesto no se respeta. Aplicar este sistema en
forma rigurosa da pie a algunas injusticias y deja huérfanos de protección a actos
que lo merecen. Por eso se propugna a favor de su suavización.

Pongamos un ejemplo: si realizo un acto considerado lícito con base en una


ley declarada posteriormente inconstitucional, y ese acto ha dejado de ser lícito
porque la ley anterior que pretendió derogar aquélla lo estima ilícito, deberé ser
sancionado. La razón es muy sencilla: la ley que se pretendió derogar siempre
existió y de acuerdo a su texto el acto que realicé es ilícito y sobre la base de ella
tendré que ser sancionado. Por el contrario la ley declarada inconstitucional, en
base a la cual creí actuar lícitamente, nunca existió.

A fin de moderar esos rigores algunos autores han propuesto considerar la


ley inconstitucional como anulable y no como nula37 . Esto nos llevaría a sostener
que la ley produjo efectos a los que se le deben protección, por lo que en el caso
expuesto el acto que realicé será lícito y no podré ser sancionado. Pero en realidad
esta posición corresponde más bien al sistema que a continuación desarrollaré.

También se propone la aplicación de principios o figuras jurídicas como el


error común, la legitimación, el enriquecimiento sin causa, el abuso del Derecho y
la cosa juzgada, excepto en lo penal.

La tendencia doctrinal se encamina hacia la suavización de los principios de


la no retroactividad y de la retroactividad, teniendo en cuenta un justo equilibrio
entre la justicia y la seguridad jurídica. Ya vimos cómo se hizo en Austria (modes-
tamente) con relación al primero, y ahora con relación al segundo, en donde se
permite la consolidación (con base a los principios señalados en el párrafo ante-
rior) de ciertas situaciones fundadas en una ley posteriormente declarada inconsti-

36
Cfr. Couture. Declaración Judicial de la Prescripción Adquisitiva. Estudios de Derecho Procesal Civil.
Ediciones Depalma, Argentina, 1974, págs. 314 y sigs. En síntesis, sostiene que toda sentencia contie-
ne una declaración del derecho, como antecedente lógico que es de la decisión principal, incluyendo las
que no dan lugar a la demanda porque declaran la inexistencia del derecho que el actor pretende, y las
de condena y constitutivas por cuanto se llega a ese tipo de decisión después de considerar y declarar la
existencia de la circunstancia que determinaron la condena o la constitución de un estado jurídicamente
nuevo. Pero la sentencia de mera declaración no va más allá de esa decisión, la que tiene por objeto la
pura declaración de la existencia de un derecho. Acepta como declarativas o de mera declaración: la
que declara la existencia de la falsedad de un documento, la que declara la inexistencia de una obliga-
ción, la de jactancia y la que reconoce la prescripción adquisitiva.
37
Calamandrei llega a aceptar que en el sistema declarativo existe una nulidad de la ley y en el constitutivo
una anulabilidad de la misma (Ilegitimidad Constitucional de las Leyes. Ob. cit., t. III, págs. 95 y sigs.).

166
tucional, con la finalidad de respetar la paz social, la estabilidad y la certeza de las
relaciones y situaciones jurídicas.

b) Sistema de efecto constitutivo. A diferencia del sistema anterior, en éste la


ley declarada inconstitucional sólo desaparece para el futuro (ex nunc). Se aplica
a los actos y hechos realizados antes de ser tachada de inconstitucional. No exis-
ten efectos declarativos y retroactivos de la sentencia que declara la nulidad; por el
contrario, sólo produce efectos constitutivos y para el futuro. Es el sistema que
sigue nuestra actual Ley de Amparo38 .

El efecto que produce la sentencia constitutiva equivale al que surge de la


derogación de la ley: la ley anterior se aplica para los actos o hechos realizados
antes de la derogación y la nueva ley a los futuros. En esta técnica, la nueva ley
carece de efectos retroactivos.

En el sistema de efectos declarativos se considera a la ley inconstitucional


como inexistente o nula absolutamente desde que se produjo la colisión con la
Constitución. Por el contrario, en éste se considera la ley inconstitucional como
anulable y, por lo tanto, existía y era válida hasta que dictó la sentencia que la
anula (anulabilidad), lo que equivale en sus efectos a una derogación a partir de
este momento. Se aplican a este sistema las mismas reglas que rigen para el
conflicto de leyes en el tiempo.

Este sistema también tiene sus inconvenientes y se presta a injusticias, Por


esto se ha pretendido, con el fin de corregirlo, darle ciertos efectos retroactivos.

E. Valoración de los diferentes sistemas de control

En la práctica sólo existen dos sistemas de control de la constitucionalidad de


las leyes: el político y el jurisdiccional. Los demás son características que pueden
o no acompañar a uno o a otro. Pero como el sistema político carece de aceptación
y no lo sigue nuestra legislación, nos limitaremos a exponer la posibilidad de com-
binación de ciertas características en los sistemas generales de control judicial.

Es posible que algunas de estas características estén presentes o no en los


sistemas judiciales; pero generalmente, por razones de lógica, van acompañados
así: el sistema de los tribunales ordinarios es difuso, surgen con ocasión de una
controversia judicial, se limita a disponer la inaplicabilidad al caso de la ley incons-
titucional y es declarativo con efectos retroactivos; el sistema de los tribunales
especiales es directo, con efectos generales y constitutivos. Estos sistemas son
antitéticos.

38
Art. 18 LA.

167
168
CAPITULO XIII

OTRAS CLASIFICACIONES SOBRE EL CONTROL CONSTITUCIONAL

SUMARIO: 1. Control positivo y negativo. 2. Políticos y jurisdiccionales. 3.


Breve examen de alguno de los anteriores sistemas: A. Control parlamentario. B.
Control por el ejecutivo. C. Control por el electorado. 4. Concurrencia de controles.
5. Control nacional e internacional. 6. Control de letrados, legos o de ambos. 7.
Control permanente y control para cada caso. 8. Control preventivo, reparador y
mixto: A. Control preventivo. B. Control reparador. C. Control mixto. 9. Control de
admisión libre y de admisión restringida. 10. Legitimación amplia o restringida para
pedir el control. 11. Control total y parcial por actos y por omisiones. 12. Control por
actos y omisiones: A. Ideas preliminares. B. Objeto del control. C. Condiciones
para su procedencia. D. Sentencia. E. Eficacia normativa de los principios y valo-
res. F. Los tratados internacionales y la omisión. G. Derecho comparado. 13. Siste-
mas decisorios y no decisorios, retroactivos y no retroactivos: A. Sistemas no
decisorios. B. Sistemas decisorios. C. Sistemas retroactivos y no retroactivos.

Teniendo en cuenta diversos factores, la doctrina ha hecho diversas clasifica-


ciones sobre los controles constitucionales, algunos de ellos explicados breve-
mente en el capítulo que antecede. Veremos ahora los principales.

1. Control positivo y negativo

Según se admita o no el control constitucional los sistemas se clasifican en


positivos y negativos. Los primeros pueden ser completos e incompletos. Los sis-
temas positivos son adoptados por la mayoría de los países imprimiéndoles el
sello de sus propias modalidades y características.

Son positivos aquellos que admiten el control constitucional. El control positi-


vo es completo o pleno si la admisión del control reúne las cinco condiciones estu-
diadas en el Capítulo IX: una Constitución rígida, un órgano de control indepen-
diente, facultades decisorias de este órgano, legitimación de los interesados para
impugnar las normas inconstitucionales y sometimiento de todo el ordenamiento
jurídico al control constitucional.

El sistema incompleto surge cuando, a pesar de existir supremacía constitu-


cional y órgano de control, falta alguna o algunas de las otras condiciones para ser
considerado completo.

El sistema de control constitucional positivo es explícito cuando la regulación


normativa del control es expresa (España, Italia, Alemania, Nicaragua, etc.). Es
implícito cuando la Constitución no lo menciona expresamente, pero se deduce de
la misma (Estados Unidos, Argentina, etc.). Puede ser sacado a la luz por la juris-
prudencia o por el legislador ordinario.

169
El sistema es negativo cuando no se admite el control constitucional, como
sucede en Inglaterra, donde el Parlamento puede modificar por el mismo trámite
cualquier ley, y los jueces carecen de facultades para declarar una norma incons-
titucional. El Parlamento británico es asamblea legislativa y constituyente, tiene
autoridad soberana y es incontrolable, puede hacer cualquier cosa. No obstante, el
Derecho consuetudinario ha establecido ciertos límites al Parlamento. Los princi-
pios de la equidad, los principios del derecho natural y otros derechos positivos
(como la Carta Magna) se estiman como leyes inmutables, lo cual les imprime
cierta supremacía constitucional, que al estar defendida por los jueces, da lugar a
pensar que en Inglaterra existe un rudimentario control de la constitucionalidad1 .

Otro ejemplo de sistema negativo es el orden jurídico del Estado del Vatica-
no, el cual le otorga al Sumo Pontífice la plenitud de los poderes legislativos, ejecu-
tivos y judiciales. Esto induce a pensar que es improbable concebir una acción de
inconstitucionalidad contra las normas sancionadas por el Papa. Pero cabe pensar
que puede darse un control constitucional contra los órganos legislativos subordi-
nados al Papa.

2. Control político y jurisdiccional

Atendiendo a la función del órgano de control los sistemas de control se divi-


den en políticos y jurisdiccionales. Son jurisdiccionales los situados dentro del po-
der judicial, y políticos los situados en los otros poderes del Estado (ejecutivo o
legislativo).

Esta clasificación ha sido criticada por la doctrina porque aun los órganos
jurisdiccionales que controlan el cumplimiento de la Constitución desarrollan una
actividad política como órgano moderador, de control y dirimiente de los conflictos
de los otros poderes, y de creación del Derecho, lo cual es una tarea política. Por
tal razón se dice que el poder judicial o los tribunales especiales que ejercen fun-
ción de control constitucional son también órganos políticos.

Por otra parte, existen órganos de control difíciles de encasillar en el sector


político o jurisdiccional. Por ejemplo: el Consejo de Custodia o Consejo de Super-
visores de Irán2 y el Consejo Constitucional francés3 , considerados por unos como
órgano político y por otros como judicial.

Para cierto sector doctrinal el control es político cuando se otorga a un órgano


no judicial, y es generalmente de carácter preventivo. No existe litigio, ni contrapar-

1
Puede darse la ausencia de control por no consagrar el ordenamiento jurídico ningún mecanismo para
evitar o anular el acto o ley inconstitucional. La ley inconstitucional queda vigente, pero puede juzgarse
y sancionar al legislativo que la aprobó y al ejecutivo que la sancionó y promulgó. Para Eduardo Jiménez
de Arechaga, este es el sistema seguido por las constituciones uruguayas de 1830 y 1918. (Introducción
al Derecho. Fundación de Cultura Universitaria. Montevideo, 1987, pág. 94).
2
Art. 91 Cn. de 1979.
3
Arts. 56 y sigts. Cn. de 1958.

170
te. No obstante, también puede darse el control preventivo en los sistemas judicia-
les, como sucede en Costa Rica, Irlanda, etc.

Por todo lo expuesto, se formula la clasificación entre órganos judiciales de


control y órganos no judiciales de control.

Los órganos judiciales pueden pertenecer a los tribunales comunes (sistema


norteamericano o difuso) o no estar dentro de la órbita del poder judicial como los
tribunales especiales constitucionales, con fisonomía judicial. Algunos autores han
calificado a algunos de estos tribunales (España y Austria) como constitutivos de
un cuarto poder.

Los órganos no judiciales están ubicados en diferentes lugares; a saber: en el


poder legislativo, en la antigua Unión Soviética y en otras constituciones inspiradas
por ella; en el poder ejecutivo, en la España franquista4 ; en el cuerpo electoral
(Estado de Colorado, Estados Unidos); o en un órgano sui generis (Consejo Cons-
titucional francés); en el poder legislativo, en la Constitución federal de Centroamérica
de 1824 y en nuestra Constitución de 1939.

3. Breve examen de alguno de los anteriores sistemas

A. Control parlamentario

Bajo este sistema el poder legislativo asume la función de controlar la


constitucionalidad. Tuvo acogida en la URSS y sus países satélites. Entre ellos se
pueden ver ciertas modalidades o matices diferenciales. Son tres los principales.

a) El sistema parlamentario puro. En este sistema el poder legislativo controla


la constitucionalidad de sus propias leyes (autocontrol), y de las otras normas dic-
tadas por órganos inferiores creadores de normas. Ejemplos: la Constitución de
Bulgaria de 1971 dispone que la suprema vigilancia sobre la observación de la
Constitución y de las leyes corresponde a la Asamblea Nacional5 ; la Constitución
de la República Popular de China de 1954 dispone que a la Asamblea Popular
Nacional le corresponde controlar la aplicación de la Constitución6 ; en la Constitu-
ción federal centroamericana de 1824 le correspondía al Congreso anular toda
disposición legislativa contraria a las garantías y libertades consagradas en los
Títulos X y XI y, según lo disponía el art.99, al Congreso y al Senado se le encarga-
ba sostener a la Constitución7 ; en la Constitución de Nicaragua de 1838 le corres-
pondía al poder legislativo velar sobre la observancia de la Constitución8 .

4
Ley Orgánica del Estado Español de 1967.
5
Art. 78 inc. 17.
6
Art. 27 inc. 3.
7
Art. 69 inc. 29 Y 152 y sigts
8
Art. 109 inc. 23.

171
b) Sistema parlamentario con órganos inferiores delegados o asesores. Es-
tas modalidades eran las más aceptadas en la URSS y sus países satélites. Por
ejemplo: la Constitución de la URSS de 1977 disponía que correspondería al Pre-
sidente del Soviet Supremo (electo por el Soviet Supremo entre sus miembros 9 ),
controlar la observancia de la Constitución y asegurar la correspondencia de las
constituciones y las leyes de las repúblicas federadas con la Constitución y las
leyes de la URSS10 ; en la Constitución de la República Democrática Alemana,
ninguna disposición podía oponerse a la Constitución11 y en caso de duda sobre
su constitucionalidad, la Cámara del Pueblo lo resolvería, pero el Consejo de Esta-
do (órgano de la Cámara del Pueblo12 ) tenía el mandato de ésta para la supervi-
sión permanente de la constitucionalidad y legalidad del Tribunal Supremo y de la
Fiscalía General13 ; en la Constitución de Polonia de 1976, le correspondía al Con-
sejo de Estado elegido por la Dieta 14 (o Parlamento) velar por la concordancia de
las leyes con la Constitución15 ; en la Constitución de Rumania de los años 1974-
1975 se disponía que sólo a la Gran Asamblea Nacional le correspondería decidir
sobre la constitucionalidad de las leyes, pero para optimizar su control nombra una
Comisión Constitucional y Jurídica, la cual presenta a la Gran Asamblea Nacional
informes y notificaciones sobre la constitucionalidad de las leyes.

c) Sistema compartido entre el ministerio público y el parlamento. Es el siste-


ma seguido por la Constitución de Albania de 1976. Disponía que a la Asamblea
del Pueblo le correspondería pronunciarse sobre la conformidad de las leyes con
la Constitución16 , pero el fiscal general presentaría ante la Asamblea del Pueblo y
ante el Presidium de ella casos en los que las leyes y decretos no concordaran con
la Constitución17 .

B. Control por el ejecutivo

El ejemplo es el sistema establecido por el régimen franquista en la Ley Orgá-


nica del Estado de España. El recurso de contrafuero se otorgaba contra todo acto
legislativo o disposición del gobierno que vulnere los principios del Movimiento
Nacional (que era el partido de gobierno) o de las demás leyes fundamentales del
Reino18 . Se calificaba como un recurso contra las leyes. Se interponía ante el Con-
sejo del Reino, pero en definitiva resolvía el Jefe de Estado.

9
Art. 120
10
Art. 121 inc. 4.
11
Art. 89 inc. 3.
12
Art. 66.
13
Art. 74.
14
Art. 29.
15
Art. 30 inc. 3.
16
Art. 66.
17
Art. 109.
18
Art. 59 de la Ley Orgánica.

172
C. Control por el electorado

Este sistema se acepta en el Estado de Colorado (Estados Unidos). Su Cons-


titución dispone que el 5% de los inscritos en los comicios tiene la facultad de pedir
que se someta a referéndum la ley que el Tribunal Supremo del Estado haya de-
clarado inconstitucional. Se denomina apelación popular de sentencias. Fue patro-
cinado por Teodoro Roosevelt en la campaña presidencial de 1912, pero no logró
éxito.

Es el más democrático, pero tiene serias desventajas: agita las pasiones po-
líticas y sociales; puede desestabilizar al gobierno con apelaciones constantes
poniendo en tela de juicio su respeto y autoridad; el pueblo no está preparado para
este tipo de decisión jurídica.

En “El Federalista” se encuentra un pasaje que algunos autores interpretan a


favor de la consulta popular. Pero en realidad prevalece la opinión contraria19 .

4. Concurrencia de controles

Con cierta frecuencia concurren varios órganos diferentes a ejercer el control


de constitucionalidad. Por ejemplo: en Nicaragua el poder judicial tiene el control
general y al Consejo Supremo Electoral le corresponde conocer la materia electo-
ral en forma privativa20 ; en Francia el control le corresponde al Consejo Constitu-
cional, pero también el Consejo de Estado y la Corte de Casación han dictado
sentencias que tocan el tema de la supremacía de la Constitución; en Italia el
control constitucional le corresponde a la Corte Constitucional, pero en varias de
sus resoluciones la Corte de Casación y el Consejo de Estado se han pronunciado
sobre la protección de los derechos humanos y la supremacía de la Constitución.

5. Control nacional e internacional

El control nacional funciona dentro de las fronteras de cada Estado. Nuestro


país tiene estructurado un sistema que será estudiado más adelante.

A raíz del surgimiento del Derecho Comunitario, se estructuraron órganos


supranacionales encargados de velar por su cumplimiento. En nuestros países la
jurisdicción surgida de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos
(Pacto de San José), y en Europa la creada por los Tratados de Roma, los cuales
regulan a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Europea de
Justicia, respectivamente.

No obstante, se dan ciertas circunstancias que convierten a estos órganos en


sujetos de control constitucional supranacional, a saber, los derechos o libertades

19
Fondo de Cultura Económica. México, 1994, pags. 214-217.
20
Art. 173 Cn.

173
de esas Convenciones son recogidos en muchas de las constituciones locales, en
especial los derechos humanos, lo que da lugar para que los órganos
supranacionales dicten la última palabra sobre ellos en los casos sometidos a su
conocimiento. Con cierta frecuencia tales órganos evalúan la validez de las nor-
mas del Derecho interno, incluyendo la Constitución, opuestas al derecho comuni-
tario.

6. Control de letrados, de legos o de ambos

Los órganos letrados se integran por juristas. Son legos cuando se integran
con personas que no tienen tales calidades. Son mixtos cuando una parte de sus
integrantes son legos y la otra letrados.

Son ejemplos de tribunales letrados: el Tribunal Constitucional de España,


integrado mediante la escogencia entre magistrados y fiscales, profesores univer-
sitarios, funcionarios públicos y abogados, todos ellos juristas de reconocida com-
petencia con más de quince años de servicio profesional21 ; el Tribunal Constitucio-
nal austríaco, en el cual el presidente, vicepresidente y los demás miembros y
suplentes deben tener terminados los estudios de derecho y de ciencias políticas y
haber ejercido durante por lo menos diez años la profesión o cargo profesional,
para lo cual se exige la terminación de dichos estudios22 ; y la Corte Constitucional
italiana, integrada por jueces escogidos entre los magistrados, incluso los jubila-
dos, de las jurisdicciones superiores ordinarias y administrativas, los catedráticos
titulares de universidades en disciplinas jurídicas y los abogados con veinte años
de ejercicio23 .

Es difícil encontrar, por no decir imposible, en los sistemas judiciales, órganos


legos de control constitucionalista. No obstante, aparecen en el control político,
cuando el órgano de control constitucional reside en el ejecutivo o en el parlamen-
to, en los cuales para ser miembro no se exige ser jurista.

En los sistemas de control difuso, donde todos los jueces y magistrados, no


importando su jerarquía, ejercen el control constitucional, es posible que algunos
de baja jerarquía no sean juristas.

Los órganos mixtos de control constitucional tienen su reconocimiento por el


orden jurídico de ciertos países. Se citan como ejemplos: el sistema de control de
Irán establecido en la Constitución de 1979; el sistema del Estado de Liechtenstein
consagrado en la Constitución de 1921.

21
Art. 159 Cn. de 1978.
22
Art. 147 inc. 3 Cn.
23
Art. 135 de la Ley Constitucional de 1967.

174
7. Control permanente y control para cada caso

El control constitucional debe ejercerse por un órgano de carácter permanen-


te. Esto no riñe con las vacaciones judiciales o con la suspensión de actividades
del parlamento cuando éste ejerce el control.

No obstante, en la anterior Constitución guatemalteca, la Corte Constitucio-


nal no actuaba permanentemente. Se integraba cuando se le presentaba el caso.
La actual Constitución de 1985 mantuvo la Corte Constitucional, pero le dio un
carácter permanente.

8. Control preventivo, reparador y mixto

Atendiendo el momento en que funciona el control, los sistemas se dividen en


preventivos, reparadores y mixtos.

A. Control preventivo

Tiene por objeto lograr un pronunciamiento sobre la constitucionalidad o


inconstitucionalidad de las normas antes de ser promulgadas. Se contempla en la
Constitución de Irán de 197924 y en la de Francia de 195825 .

B. Control reparador

El control principia a funcionar una vez que entran en vigencia las normas. Es
seguido por numerosos países como Nicaragua, Alemania, España, Austria.

C. Control mixto

En virtud de este control la norma puede ser examinada con relación a su


constitucionalidad antes o después de su vigencia. Se ha aplicado en Irlanda, Chi-
pre y Portugal.

9. Control de admisión libre y de admisión restringida

Con el objeto de no llenar con centenares de casos improcedentes de escasa


importancia al órgano de control, los recursos sufren un preexamen de admisibilidad
que puede ser hecho por el mismo tribunal (EE.UU.) o por uno distinto del que dicta
la sentencia definitiva.

La Suprema Corte de Justicia de los EE.UU. por medio del mecanismo de la


apelación certiorari rechaza en puerta y discrecionalmente miles de casos. Ella
misma decide tal rechazo. El total de casos presentados a la Suprema Corte so-

24
Art. 94.
25
Art. 62.

175
brepasa los 6.500 en cada período de sesiones, pero aumentan cada año. En
1960 se consideraron 2.313, contra solamente 1.460 en 1945. Se concede revi-
sión plenaria, con la comparecencia de abogados en un promedio de 120 a 150
casos en cada período de sesiones. Se emiten dictámenes formales por escrito en
unos 115 a 130 casos. Un promedio de 75 a 100 casos se consideran sin otorgar
revisión plenaria. La publicación de los dictámenes (con consenso o sin él) y órde-
nes llenan volúmenes de hasta 5.000 páginas.

La Constitución de Alemania permite que una ley exija el agotamiento previo


de la apelación y establezca un procedimiento especial de recepción de asuntos26 ,
el cual se ha concentrado en la creación de comisiones especiales integradas por
tres miembros del Tribunal Constitucional que pueden rechazar in limine los recur-
sos infundados, los notoriamente improcedentes o aquellos que no causen grave
daño irreparable. Se ha criticado el sistema por las razones siguientes: el criterio
de la comisión puede no ser el mismo del pleno del tribunal; y es posible que no
existan criterios uniformes con relación a las admisiones o rechazos.

En Italia, le corresponde al juez ordinario donde se promueva una cuestión de


constitucionalidad examinar y decidir exclusivamente sobre la irrelevancia o funda-
mento de la cuestión27 . El asunto puede plantearse en segunda instancia y si el
tribunal considera procedente la cuestión pasará a la Corte Constitucional.

En los sistemas de libre admisión no existe un control previo de admisión por


un órgano diferente al órgano de control constitucional y solamente existen exigen-
cias formales y no de fondo de la cuestión debatida. Nuestro sistema no es muy
exigente, pero existen ciertos requisitos de forma y fondo que se exigen para la
admisibilidad cuando se interpone directamente ante la Corte Suprema.

10. Legitimación amplia o restringida para pedir el control

En el sistema restringido solamente ciertos órganos o entes están legitima-


dos para promover el reclamo de la inconstitucionalidad. Estos órganos pueden
ser: el parlamento o un grupo determinado de parlamentarios; el tribunal de casa-
ción, el consejo superior de la magistratura; el presidente de la república; el minis-
terio público; el defensor del pueblo; las regiones; los partidos políticos; las univer-
sidades; el colegio de abogados; etc. Los particulares agraviados no están legiti-
mados. El sistema concentrado europeo nació inspirado en la idea de la restric-
ción, la que aún se conserva en algunos países. Es usual el sistema restringido en
el control preventivo.

El control es amplio cuando se permite a los agraviados recurrir al órgano de


control constitucional para enjuiciar las normas consideradas inconstitucionales.
Siguen el control amplio los sistemas difusos, los cuales son reparadores. La am-

26
Art. 94 inc. 2.
27
Leyes constitucionales de 1948 y 1953.

176
plitud llega a su máxima expresión con la concesión de la acción popular, en virtud
de la cual cualquier ciudadano, aunque no esté lesionado, puede promover la
inconstitucionalidad de la ley. Sube la amplitud cuando el órgano de control puede
de oficio declarar la inconstitucionalidad, aunque nadie se lo haya pedido.

En Nicaragua la Constitución permite a cualquier ciudadano interponer el


recurso de inconstitucionalidad de la ley, decreto o reglamento, pero la Ley de
Amparo lo restringe al agraviado en sus derechos, lo cual es contrario al art. 187
Cn. que lo concede a cualquier ciudadano, ciudadanía que se adquiere a los
dieciséis años.

En Venezuela se contempla la acción popular, pero a pesar de ello, no se


permite a cualquier ciudadano. En Colombia se consagra la acción popular. La
Constitución española de 1931 y la de Panamá de 1972 también conceden acción
popular.

Ossorio y Gallardo, al comentar la Constitución española de 1931, se expre-


sa en contra de la acción popular: «Se trasplantaría a los estrados del tribunal la
plenitud del problema político, la integridad de las pasiones; a él irían todos los
locos, esos desventurados que nos llenan todos los días nuestras casas de memo-
riales, de quejas, de reclamaciones que están pidiendo un tratamiento psiquiátri-
co».

La acción popular tiene, pues, defensores y enemigos. Es un tema bien polé-


mico, pero legislativamente la acción popular es poco reconocida.

11. Control total y parcial por actos u omisiones

Esta clasificación toma en cuenta la cobertura del sistema de control constitu-


cional.

Existe control total cuando cualquier ley, norma, decreto, acuerdo o acto esta-
tal puede ser enjuiciado de inconstitucional. Sin embargo, la mayoría de los siste-
mas son de control parcial.

Por ejemplo: en los Estados Unidos no son enjuiciables los actos políticos; el
Consejo Constitucional francés no puede conocer la eventual inconstitucionalidad
de las leyes aprobadas mediante referéndum; en Suiza, el Tribunal Federal Supre-
mo tiene limitada su competencia para conocer sobre actos, sentencias y normas
cantonales, pero no puede conocer de los federales.

En Nicaragua, la Corte Suprema no puede conocer sobre: la integración de


los poderes del Estado; el nombramiento y destitución de los funcionarios que
gozan de inmunidad; el amparo contra las resoluciones judiciales; las resoluciones
dictadas en materia electoral; el proceso de formación de la ley, promulgación y
publicación, o contra la Constitución y su reforma, salvo cuando, estando en vigen-

177
cia, se alegue la existencia de vicios de procedimiento en su tramitación, decisión
y aprobación.

12. Control por acto y omisiones

A. Ideas preliminares

A pesar de aceptarse desde 1803, en la sentencia de Marbury versus Madison,


la superioridad de la Constitución sobre la ley ordinaria, se dieron opiniones que le
negaban fuerza normativa a la Constitución28 , se exigía la necesidad del desarrollo
legislativo para la eficacia de la Constitución, se mantenía indisputado el principio
de la soberanía legislativa, se aceptaba la función repetidora de la ley por parte del
juez, existía oposición a la inconstitucionalidad por omisión y se defendía la potes-
tad que tiene la asamblea legislativa de apreciar la oportunidad, modo y conve-
niencia de desarrollar las disposiciones programáticas de la Constitución, todo lo
cual impedía la amplia aplicación de ésta.

Estas opiniones ya han sido superadas, y hoy nadie duda del carácter norma-
tivo de la Constitución y de su aplicación directa. Por otra parte, la doctrina, la
jurisprudencia y la legislación, aunque lentamente, empiezan a estudiar y resolver
los casos de violación por omisión.

La supremacía de la Constitución, la sustitución de la soberanía de la asam-


blea legislativa por la soberanía de la Constitución, el reconocimiento de la Consti-
tución como norma jurídica que obliga a todos los poderes y a los ciudadanos, la
gran importancia de la jurisprudencia en la interpretación, integración y creación
del Derecho, la operatividad general de las disposiciones constitucionales y la vo-
luntad política de operativizar las disposiciones programáticas que contienen dere-
chos económicos y sociales, han impulsado a buscar procedimientos para denun-
ciar las omisiones inconstitucionales.

Los derechos socioeconómicos han encontrado mayor protección mediante


las disposiciones constitucionales que promueven la intervención del legislativo
para desarrollarlas, que a través de los tribunales de justicia declarando la omisión
constitucional. También son protegidos por legislaciones especiales, penales y
civiles. Pero actualmente existe un fuerte movimiento para darle mayor interven-
ción a la justicia constitucional a fin de corregir las omisiones constitucionales. Por
otra parte, se recurre a las instituciones de la democracia semirepresentativa (como
la acción popular y la iniciativa legislativa popular) para buscar la superación de la
omisión inconstitucional.

Entre otras disposiciones finalistas o programáticas que encierran mandatos


abstractos sobre los cuales, según un sector doctrinal, no cabe hablar de omisión
legislativa inconstitucional, tenemos: El art. 4 Cn. en el que se promueve y garan-

28
La Constitución como norma jurídica es alegable y exigible ante los tribunales de justicia.

178
tiza los avances de carácter social y político; el art. 5 párrafo 4 Cn., que promueve
las diferentes formas de propiedad pública, privada, asociativa y comunitaria; el
art. 64 Cn., que promueve la realización del derecho de tener una vivienda digna,
cómoda y segura; el art. 65 Cn., que promueve el deporte, la educación física, la
creación y el esparcimiento; el art. 63 Cn., que se dirige al Estado para que procure
establecer programas a favor de los discapacitados; el art. 62 Cn., que establece
que el Estado promoverá programas para combatir el hambre29 .

29
Citamos algunos conceptos de German Bidar Campos: Son normas programáticas aquellas que carga-
das de mayor o menor contenido ideológico (o aparentemente desprovista de ideología) trazan un plan o
programa cuya realización requiere que los órganos del Estado hagan algo para su desarrollo (dictar una
ley, adoptar una decisión, etc). Se dice que requieren de la ulterior reglamentación o actividad de los
órganos de poder para que funcionen y se apliquen, sin la cual quedan inhibidas de funcionamiento y
aplicación. Las disposiciones programáticas necesitan reglamentaciones o actividades posteriores. Las
Constituciones tienen normas programáticas, con más o menos abundancia. Es raro encontrar una
Constitución sin ellas. Están destinadas a servir de orientación, de pauta, de impulso, para que los
órganos de poder dicten otras normas que las reglamenten o desarrollen alguna actividad. Si decimos
que se necesita de reglamentación o actividad de los órganos para que funcionen y se apliquen las
normas programáticas, ¿tiene el constituyente la intención de aplazar o proteger su aplicación hasta que
actúen dichos órganos? ¿Es una habilitación sin plazo a la espera de la actuación de los órganos? ¿Y si
éstos se rezagan sine die? Dice que las normas programáticas de una Constitución que, por omisión de
los órganos de poder no se aplican, son cláusulas dormidas o bloqueadas. ¿Es el efecto que desea la
Constitución? Se piensa por algunos que sí, pero aceptan que no pueden ser ignoradas o contrariadas
por normas o actos opuestos, pero no en el sentido de obligar a hacer algo positivo para conferirles
operatividad. La Constitución así lo quiere. Como consecuencia la Constitución no se ve herida por la
mora irrazonable del órgano de desarrollo o ejecución. En contra de lo expuesto elaboró la teoría de la
inconstitucionalidad por omisión. Cree finalmente que las normas programáticas están destinadas a
tener vigencia sociológica y operativa y no a permanecer bloqueadas. La supremacía de la Constitución
sufre cuando las normas programáticas no adquieren vigencia sociológica. Las normas programáticas
tienen los efectos siguientes: obligan a que no se dicten normas o actos que las contradigan o frustren,
lo cual permite declararlos inconstitucionales. Un segundo efecto es servir de orientación en la interpre-
tación (sobre todo judicial) de la Constitución. Habilita a los órganos a actuar ya sea como una obligación
apremiante (art. 14 bis) o como una obligación lejana (art. 102). El tratamiento de las normas programáticas
es muy importante para evitar su inercia: a) mientras no son reglamentadas, impeler para que lo sean; b)
mientras no son reglamentadas, alguien les debe conceder operatividad directa (control constitucional
por omisión); c) mientras no se reglamenten, encontrar sanción contra el moroso; d) antes y después de
su reglamentación darles su sentido directriz para la interpretación y aplicación de la norma. Hace una
introducción a una Teoría General de las Obligaciones Constitucionales, aún no abordada en forma
orgánica. Introduce la expresión “obligaciones activamente universales” para referirse al deber del Esta-
do como sujeto pasivo, pero sin encontrar un sujeto activo personalizado a quien debe dársele una
prestación también individualizada a su favor. Sólo por analogía puede declararse un derecho subjetivo
correspondiente a tal obligación activamente universal que, a lo mejor, en muchos casos, se satisface
con políticas generales no enderezadas directamente a personas determinadas, sino a promover el bien
público en beneficio de toda la sociedad, para que quienes la formen participen de él. Obligación activa-
mente universal sería, por ejemplo, la del Estado ante toda la serie de personas que componen la
sociedad, con un contenido consistente en el despliegue de políticas de promoción y fomento del bienes-
tar. En estas obligaciones el sujeto activo son todos frente a un sujeto pasivo obligado a hacer algo, a
diferencia de la obligación pasivamente universal que es una obligación de todos que se cumple pasiva-
mente universal (no haciendo, omitiendo, dejando franco al sujeto activo). En la obligación activamente
universal no existe un derecho para que cada individuo reclame prestaciones concretas o políticas gene-
rales. Se caracteriza así: a) Existe una obligación activamente universal por parte del Estado, sin recípro-
co derecho subjetivo de cada persona. b) Hay una obligación activamente universal, con especial dere-
cho subjetivo (analogado) del lado de quienes forman la sociedad, derecho que carece del deber recípro-
co o individualizado a favor del titular del derecho, que también no puede demandar el cumplimiento
universal, ni en pro de uno o de todos los interesados de la sociedad. Existe una categoría de deber sin
exigibilidad por parte de los particulares. ¿Ante quién es oponible el derecho natural a la alimentación y
a la vivienda? ¿Cuál es el sujeto pasivo? ¿Qué carga tiene el sujeto pasivo? Se presenta el problema de
hallar la obligación y al obligado. Si se sitúa al sujeto pasivo en el Estado, habrá de concluirse que el
Estado debe proveer a cada hombre que no puede por sí mismo alimentarse y donde vivir, una pensión

179
Entre otros mandatos constitucionales concretos, que dan lugar a una omi-
sión inconstitucional, tenemos: La obligación del Estado de garantizar un régimen
de seguridad social y dictar la ley correspondiente, de acuerdo con el art. 61 Cn.; la
obligación de dictar una ley de adopción, de acuerdo con el art. 79 Cn.; la obliga-
ción de dictar la ley del patrimonio familiar, de acuerdo con el art. 71 Cn.; la obliga-
ción de dictar la ley que determine la organización y funcionamiento del sistema
nacional de educación, de acuerdo con el art. 119 Cn.; la obligación de dictar la ley
orgánica de las universidades y centros de educación técnica superior, de acuerdo
con el art. 125 Cn.; la obligación de dictar la ley que regule el funcionamiento de la
Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, de acuerdo con el art.
138, inc. 30 Cn.; la obligación de dictar una ley para regular la unión de hecho y el
divorcio por voluntad unilateral de uno de los cónyuges, de acuerdo con el art. 72 Cn.

B. Objeto del control

a) Omisión absoluta y omisión relativa. El objeto del control constitucional no


sólo debe limitarse al acto positivo de dictar una ley contra la Constitución, sino
también a la omisión por no dictar una ley que desarrolle la Constitución para
hacerla efectiva. Solo así se cumpliría con amplitud con el control constitucional y,
como consecuencia, la Constitución lograría su protección efectiva y amplia.

Muchas disposiciones de la Constitución Política exigen, esperan o dejan al


arbitrio del legislador ordinario su desarrollo por la ley ordinaria; pero éste por desi-
dia, falta de voluntad política o por imposibilidad real no lo hace. Por otra parte, en
algunos casos se dicta la ley que desarrolla parcialmente el concepto o la disposi-
ción constitucional. En el primer caso, estamos en presencia de una omisión abso-
luta y en el segundo de una relativa.

El tema de la inconstitucionalidad por omisión es muy debatido. En un extre-


mo algunos autores piensan que no cabe el control por omisión legislativa; en el
otro extremo opinan que cabe con amplitud; y hay quienes lo restringen a situacio-
nes específicas. Bidar Campos30 , propicia un control amplio y expresa que aun en
los sistemas difusos el juez debe conminar a los poderes públicos para que dicten

alimenticia y una vivienda. De ser así no parece que el Estado pueda cumplir con esas obligaciones
mediante actos individuales a cada persona. Otra solución, es la promoción y fomento de los derechos a
través de políticas sociales y económicas que engendre un orden socioeconómico en el que con el
concurso de la iniciativa privada la acción del Estado y el esfuerzo universal, le permiten a todos los
hombres acceder a condiciones suficientes de bienestar como para alimentarse y tener viviendas por sí
mismos. La persona no tiene un derecho de exigir una prestación concreta, ni para pedir el funcionamien-
to de políticas (como tampoco por todos en común) (Ob. cit. págs. 67, 68, 82, 83, 85, 86, 130 y 131).
30
“La Justicia Constitucional y la Inconstitucionalidad por Omisión”. E D, 78-785. Por el contrario, Kelsen no
ve viable la figura. Dice: “La Constitución que regula la producción de normas generales puede determi-
nar también el contenido de las futuras leyes y las constituciones positivas lo hacen no poco frecuente-
mente, al prescribir o excluir ciertos contenidos. En el primer caso sólo se da una promesa de promulgación
de leyes sin existir ninguna obligación de hacerlo, dado que, inclusive por razones técnico-jurídicas,
sería difícil enlazar una sanción a la falta de leyes del contenido prescripto”. (Teoría Pura del Derecho.
México, Porrua 1991 p.234).

180
las normas faltantes. También puede cubrir el vacío normativo en determinadas
hipótesis.

Como ejemplo de omisión absoluta por falta de proyectos de ley podemos


poner los ejemplos siguientes:

i) Proyecto de Ley de Seguridad Social, donde se constituye la institución, se


crean sus organismos, se le señalan sus competencias y finalidades, etc. (ya exis-
te)31 .

ii) Proyecto de Ley del Patrimonio Familiar, donde se organice en base de su


inembargabilidad y exento de cargas públicas y se señale los bienes que protege
(ya existe)32 .

iii) Proyecto de Ley de participación de los empleados en la gestión de em-


presa, señalando la forma de participación y los organismos que serán representa-
dos33 .

iv) Proyecto de Ley de Organización y Competencia de los Ministerios de


Estado, de los Entes Autónomos y Gubernamentales (ya existe)34 .

v) Proyecto de Ley del Recurso de Amparo en donde se establezca la com-


petencia, procedimientos, sentencias, recursos y demás disposiciones que debe
contener esta ley (ya existe)35 .

vi) Proyecto de ley (o adiciones a la Ley de Amparo) del habeas data36 .

En los anteriores supuestos no podemos admitir a la justicia constitucional


subrogarse en la Asamblea Legislativa y hacer las leyes que no ha hecho ésta. No
es esa su atribución, carece de capacidad técnica para ello y no dispone de recur-
sos económicos para que funcione el ente correspondiente en su caso. Pensemos
también en temas tan difíciles como la salud, educación y vivienda.

No obstante, creo que en el caso del amparo podría aplicar por analogía otro
procedimiento especial para ello. En general estimo que puede suplirse la omisión
del procedimiento judicial cuando está de por medio el ejercicio de un derecho
fundamental. La Corte Suprema de Justicia, como señalaremos más adelante,
rechazó varios recursos de inconstitucionalidad antes de que se dictara la Ley de
Amparo, argumentando que no podía aplicarse por carecer de reglamentación,
olvidando que también las leyes procesales pueden ser suplidas o integradas con

31
Art. 61 Cn.
32
Art. 71 Cn.
33
Art.81 Cn.
34
Art. 151 Cn.
35
Art. 188 Cn.
36
Art. 26 Cn.

181
leyes análogas, principios generales del Derecho y a reglas señaladas en el artícu-
lo 433 Pr. Bien pudo aplicar el procedimiento del amparo propiamente dicho en ese
entonces vigente. En algunos países el amparo ha sido creación jurisprudencial
(Argentina) y en otros se ha aplicado a pesar de no existir ley reglamentaria (Vene-
zuela y Uruguay).

En la Constitución de los Estados Unidos no se dijo explícitamente de que


forma se protegería la Constitución ni categóricamente el órgano que lo haría. El
control judicial constitucional surge de la sentencia de Marbury versus Madison,
redactada por el juez John Marshall, quien pretendió fundarla en dos disposiciones
de la Constitución, el Art. III, Sección ii y el Art. VI inc. ii. Sus antecedentes se
desprenden de la opinión de Alexander Hamilton en “El Federalista”, donde expre-
sa: «La interpretación de las leyes es la propia y peculiar competencia de los tribu-
nales. Una Constitución es en el hecho, y así debe mirarse por los jueces, como
una ley fundamental. A ellos pertenece por lo tanto interpretar su significado, como
el sentido de cualquier norma particular que proceda del cuerpo legislativo y, en
caso de diferencia irreconocible entre las dos, preferir el deseo del pueblo declara-
do en la Constitución al de la legislatura expresado en el estatuto legal»37 .

En las constituciones pueden existir derechos de realización imposible por


cuestiones fácticas que colocan al Estado en imposibilidad de cumplir. Si ni el
mismo legislador se aventura a dictar la ley de desarrollo, menos capacidad ten-
dría el tribunal constitucional de hacerlo o señalarle un plazo al legislador para que
lo haga.

La omisión es parcial, por ejemplo, cuando la ley favorece a un grupo y olvida


a otros que están en las mismas condiciones que los favorecidos, quebrándose en
este supuesto el principio de igualdad. Para solucionar estas omisiones el tribunal
constitucional recurre a la analogía, a los principios generales del Derecho, a los
valores jurídicos y al Derecho comparado.

Pero no debemos olvidar que sin adecuados servicios y escasos recursos


económicos para desarrollar la seguridad social, la salud, la educación, vivienda,
etc., la sentencia de los jueces constitucionales que otorgan derechos a una pres-
tación en esos rubros materialmente no se podría dar, lo que lleva a indemnizar al
beneficiado.

b) Las normas de prognosis. Las normas de prognosis (o pronóstico) son


aquellas dictadas para operativizar una norma constitucional, pero que han sufrido
desgaste o desfase y son ya anacrónicas, por lo que la doctrina propone controlar
por la jurisdicción constitucional la inercia del legislador de mejorar o corregir tales
normas, siempre que constituya un obstáculo para la efectividad del derecho fun-
damental que desarrollaba en su versión primigenia.

37
“El Federalista”. Carta LXXVIII. Publicación de Libro Libre, San José, Costa Rica, 1986, p. 203.

182
C. Condiciones para su procedencia

Las condiciones para la procedencia del control por actos y omisiones son las
siguientes:

i) Que una norma constitucional exija la aprobación de una ley para su desa-
rrollo. Si la norma constitucional establece el cumplimiento de manera discrecional
y no imperativo, si el legislador no lo hace no incurre en inconstitucionalidad por
omisión, porque está en libertad de hacerlo o no hacerlo38 . La obligatoriedad o
discrecionalidad legiferente se desprende de la forma en que se exprese la dispo-
sición constitucional.

ii) Que exista mora del legislador para dictar la ley. Los causas de la mora son
dos: que se haya vencido el plazo establecido en la Constitución para dictar la ley,
lo que no es normal en nuestro sistema porque generalmente, por no decir nunca,
no establece tal plazo, o que haya transcurrido el tiempo razonable según las cir-
cunstancias políticas, sociales, económicas o importancia del derecho o presta-
ción consagrado en la norma constitucional para dictar la ley que evidencie la mora39 .

D. Sentencia

Operada la mora, el tribunal de control constitucional le señala al poder legis-


lativo un plazo razonable para que dicte la ley a que está obligado. Como había-
mos visto, algunos autores no admiten este tipo de plazo, sino sólo un llamado al
legislador para que cumpla su obligación.

En caso que desobedezca el requerimiento, resolverá el caso concreto me-


diante la analogía, los principios generales del Derecho, los valores jurídicos y el
Derecho comparado. Esta solución puede funcionar en forma autónoma, sin ago-
tar el trámite anterior.
38
Una tendencia mayoritaria apoya la operatividad paulatina de las normas programáticas, priorizando las
que se refieren a los derechos fundamentales, dándole intervención al poder judicial para morigerar la
inercia del legislador declarando la inconstitucionalidad por omisión. Es preciso concretar las normas
programáticas y en esa tarea tiene una misión muy importante la justicia constitucional. Son varios los
autores que no dudan en convertir en operativas todas las cláusulas, sin excepción, programáticas a
través del quehacer judicial cuando los restantes poderes omitieren el cumplimiento de la norma. No
obstante, es conveniente advertir que otros rechazan que las disposiciones programáticas o finalistas
den pie a una omisión constitucional.
39
Cuando existe plazo para que se dicte la norma no se presenta problema alguno, pero sí para determinar
la mora cuando no existe plazo. No existe una regla uniforme. Se han señalado pautas; a saber: exami-
nar si la norma exige en forma inmediata la reglamentación o le encarga al órgano la decisión sobre la
oportunidad de hacerlo o el mandato es tan difuso que no permite descubrir un marco temporal; se
distingue entre normas programáticas de reglamentación próxima o de reglamentación lejana, en las
cuales es necesario tener paciencia y flexibilidad al juzgar la omisión legislativa de breve tiempo, no así
en las primeras que conminan a actuar con prontitud o urgencia; también se distingue entre omisiones
todavía constitucionales y omisiones inconstitucionales, mediante sentencias apelativas, en las que se
constata situaciones todavía constitucionales y simultáneamente se hace una apelación al legislador
para alterar la situación eventualmente en un plazo expresamente determinado por el tribunal, con la
consecuencia de que si no fuere posible se aplicará directamente el mandato constitucional; otros distin-
guen entre disposiciones constitucionales abstractas y disposiciones constitucionales concretas, de la
violación de las primeras no se deriva omisión inconstitucional, de las segundas sí.

183
Por ejemplo, en España, frente a una omisión absoluta de desarrollo legisla-
tivo de los arts. 30 y 53.2 de la Constitución, que contemplan la objeción de con-
ciencia, el Tribunal Constitucional, en sentencia de 1982, dispuso el aplazamiento
de la incorporación de los objetores del servicio militar hasta la publicación de la
ley. Se consideró que la omisión legislativa vulnera dicho precepto constitucional y
que, por lo tanto, la espera de la ley aconsejaba tomar una medida provisional.

También el Tribunal Constitucional español, en sentencia de 1994 apoyada


por otras posteriores, ha dicho que la omisión del legislador de no regular la televi-
sión local por cable entraña una virtual prohibición de esta modalidad, lo que repre-
senta un sacrificio de los derechos fundamentales de la libertad de expresión, de
comunicación y creación consagrados en el art. 20 de la Constitución Política. Por
esta razón decretó la anulación de las resoluciones gubernativas y jurisdiccionales
que requerían al actor para que cesara en sus emisiones y desmontara sus insta-
laciones: “Por lo que hace a la televisión por cable, la omisión del legislador en su
desarrollo, plasmada en la ausencia de regulación legal del régimen concesional
de esa modalidad de televisión, viene de hecho a impedir no ya la posibilidad de
obtener la correspondiente concesión o autorización administrativa para su ges-
tión indirecta, sino siquiera la de instar su solicitud, lo que comporta, dentro del
contexto de la normativa aplicable, la prohibición pura y simple de la gestión por los
particulares de la actividad de difusión televisiva de alcance total y transmitida
mediante cable. Pero lo que no puede el legislador es diferir sine die, más allá de
todo tiempo razonable, y sin que existan razones que justifiquen la demora, la
regulación de una actividad, como es en este caso la gestión indirecta de la televi-
sión local por cable, que afecta directamente al ejercicio de un derecho fundamen-
tal como son los reconocidos en el art. 20.1 a) y d) de la Constitución española,
pues la ausencia de regulación legal comporta, de hecho, como ha ocurrido en los
supuestos que han dado lugar a los presentes recursos de amparo, no una regula-
ción limitativa de derecho fundamental sino la prohibición lisa y llana de aquella
actividad que es ejercicio de la libertad de comunicación que garantizan los aparta-
dos a) y d) del art. 20.1 de la Constitución española, en su manifestación de emisio-
nes televisivas de carácter local y por cable”. Como consecuencia, la actividad de
la televisión se vuelve por el momento libre: “No cabe, porque subsista la laguna
legal, sujetar a concesión o autorización administrativa de imposible consecución,
por demás ... el ejercicio de la actividad de emisión local por cable”.

Si las dos soluciones anteriores no fueran procedentes se condenará en los


daños y perjuicios al Estado, lo cual puede resultar muy oneroso para éste si se
aumentan los casos.

Para German J. Bidar Campos, parece verdad que la obligación constitucio-


nal de legislar no es corrrelativa de un derecho personal para provocar su cumpli-
miento. El particular no tiene un dispositivo impulsador eficaz, ni legitimación per-
sonal para obligar a que el congreso legisle. Pero aunque falte el derecho indivi-
dual para hacer efectivo el deber legiferente, subsiste el derecho programático
carente de reglamentación legislativa. Pero si en una causa judicial es invocado

184
por su titular, el juez debe declarar que la prolongada omisión legislativa tipifica una
inconstitucionalidad por omisión remediable por la integración del orden normativo
lagunoso mediante sentencia judicial con efectos limitados al caso resuelto.

O sea, que en el derecho constitucional argentino se carece de derecho para


impeler la obligación incumplida o retrasada de legislar, pero se puede lograr que,
por la vía del control constitucional (por omisión del legislador) la cláusula
programática de la constitución que le discierne un derecho, adquiera operatividad
en sede judicial para la resolución de su pretensión.

¿Frente a quién existe la obligación de legislar? ¿Frente a la sociedad o fren-


te a cada integrante de la sociedad?

Es dudoso que pertenezca a la sociedad, pero tampoco es correcto decir que


a cada uno de sus integrantes. Nadie tiene personalmente derecho a obtener ni a
instar esa legislación obligatoria, aunque sí tiene el derecho subjetivo declarado en
la norma constitucional programática a la que la ley omite reglamentar.

En algunas hipótesis enfrentamos un deber al que no corresponde en reci-


procidad un derecho subjetivo determinado de un determinado sujeto.

Aunque la obligación de legislar para reglamentar las cláusulas programáticas


recaiga en el poder legislativo, los jueces no quedan eximidos de aplicarlas cuando
sean aptas para resolver el caso40 .

Continúa Bidar Campos y señala las vías para completar el cumplimiento de


las obligaciones constitucionales: i) Se han insinuado casos de disposiciones cons-
titucionales cuyo cumplimiento carece de una vía de exigibilidad y compulsión: Si
el Presidente no presta el juramento, se podrá considerar que preside un gobierno
de facto, pero no se le puede obligar a un acto personalísimo. Si el Presidente no
realiza la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso el 1 de mayo, éste se
puede instalar. Muchas situaciones de mal cumplimiento de las obligaciones cons-
titucionales se despejarían si se abandonara la no justicialidad de las cuestiones
políticas; ii) En las omisiones legislativas que perjudican el disfrute de derechos
personales consignados en normas programáticas, la doctrina puede encontrar
para cada ordenamiento jurídico varias alternativas: a) Establecer una vía judicial o
política para intimar el órgano remiso. b) Mediante la iniciativa popular de leyes
¿Será obligatorio o no sancionar el proyecto o reemplazarlo por otro similar? c)
Habilitar al órgano judicial o político encargado del control constitucional por omi-
sión a dictar la norma que no ha dictado el órgano legislativo; e) Tener por habilita-
do al órgano de control para integrar el orden normativo lagunoso resolviendo el
caso concreto o con el efecto que le concede el sistema de control.

40
Ob. cit., págs. 38 y 39.

185
Es importante detectar la inconstitucionalidad por omisión, pero el problema
radica complementariamente en arbitrar la forma eficaz de subsanar esa omisión.
Es aquí donde el derecho constitucional no ha encontrado aún en muchísimos
casos, procedimientos de legitimación y coacción. No por falta de ingenio de los
autores, sino por las dificultades prácticas.

Estudia los derechos y obligaciones sin coacción y manifiesta que por mucho
que se esmere el Derecho Constitucional, el Derecho Administrativo y el Derecho
Procesal, sobre la creación de dispositivos y vías de legitimación, siempre se tro-
pezarán con obligaciones constitucionales para cuyo incumplimiento no logre ha-
llar coacción ni sanción.

Cuando se localiza en el Derecho argentino un derecho subjetivo y su corre-


lativo sujeto pasivo obligado a dar, hacer o no hacer, la falta de vía expresamente
reglamentada no puede ser óbice a su funcionamiento. Esto lo afirma desde que la
jurisprudencia argentina admitió sin ley el recurso de amparo por analogía con el
habeas corpus, al reconocer que los derechos humanos concedidos necesitaban
tutela judicial urgente.

Cuando en correlación con obligaciones no se encuentren derechos subjeti-


vos ni intereses que legitimen a un sujeto para exigir el cumplimiento de esas
obligaciones, surgen obligaciones carentes de coacción y sanción, pero esta reali-
dad no debe ser obstáculo para encontrar vías de compulsión o sanción para redu-
cir las obligaciones hoy inexigibles, aunque no siendo la coacción un elemento
esencial del derecho, es conveniente tener dispositivos que aseguren su eficacia.

En el plexo de obligaciones constitucionales sobresale el grupo de las que


pesan sobre el Estado (sobre los órganos de poder o sobre los gobernantes) sin
que correspondan en reciprocidad a derechos personales o a situaciones jurídicas
subjetivas u obligaciones sin el derecho correlativo.

Muchas se cumplen voluntariamente pese a la ausencia de coacción. Las


obligaciones sin vía coactiva se desarrollan así: unas se cumplen espontáneamen-
te y otras quedan incumplidas (sin exigibilidad y sanción).

Ante la dificultad de hallar las vías de compulsión para instar el cumplimiento


de las obligaciones que no se acatan espontáneamente o de las que evaden la
corrección, son necesarias las presiones colectivas y de la opinión pública que
infundan en el pueblo la convicción de que las obligaciones constitucionales deben
cumplirse aunque falten los mecanismos de coacción y que el incumplimiento de
las obligaciones es violatorio de la Constitución.

En el Derecho Constitucional se conoce la figura de los puntos muertos que


no pueden ser resueltos por medios constitucionales. Son situaciones que se tipifican
por la imposibilidad absoluta de hacer funcionar una norma constitucional. Hay
bloqueo cuando una obligación constitucional incumplida carece absolutamente

186
de posibilidad de exigibilidad, de reparación o de sanción. Si una norma se paraliza
o esteriliza porque no hay vía ni legitimación para compeler el cumplimiento de la
obligación o para reparar o sancionar al transgresor, asistimos al bloqueo. Las
obligaciones sin coacción pueden engendrar bloqueo si falta el cumplimiento es-
pontáneo y resulta inconstreñible el cumplimiento forzoso o, en su reemplazo, la
sanción reparadora41 .

La justicia constitucional podría señalarle plazo al ejecutivo para que dicte las
resoluciones o reglamentos en situación de omisión. Pero en nuestro país el ejecu-
tivo tiene un plazo no mayor de sesenta días para reglamentar las leyes cuando
éstas dispongan ser reglamentadas, según lo preceptúan los arts. 141 párr. 8 y
150 inc. 10 Cn. Si no lo hace, lo hará el legislativo. Considero que al legislativo se
le podría señalar un plazo para que dicte el reglamento o para que nombre o elija al
Procurador General y Subprocurador de Derechos Humanos (que no se ha hecho
hasta el momento, a pesar de haberse dictado la ley que reglamentó la institución
creada por la Constitución). También se le podría señalar un plazo en caso de
necesidad para nombrar a todos aquellos funcionarios que le corresponde hacer.

La atribución de la asamblea legislativa de reglamentar por morosidad del


ejecutivo no es una solución aceptable por dos razones: tradicionalmente el ejecu-
tivo es el que reglamenta las leyes, tiene mayor capacidad técnica para hacerlo,
conoce mucho mejor los detalles y situaciones para aplicar la ley y el legislativo
carece de tiempo para dedicarse a la reglamentación.

En algunos países, sin ley que lo autorice, y en otros con leyes que expresa-
mente lo permiten, se controla la omisión gubernativa de ciertos actos. En general,
la inexistencia de normas que establezcan el control de la omisión inconstitucional
no ha impedido a que se llegue a resultados similares a los países que lo consa-
gran.

E. Eficacia normativa de los principios y valores

Los principios y valores constitucionales tienen eficacia normativa y, por lo


tanto, pueden ser violados por acción u omisión legislativa o ejecutiva, lo que da
pie para la intervención de la justicia constitucional.

F. Los tratados internacionales y la omisión

Se viola un tratado internacional estableciendo normas internas que lo con-


tradigan o cuando no se establecen las normas internas, a lo cual se obligan los
países que lo suscribieron o no se dictan las disposiciones que hagan posible su
cumplimiento. Los convenios o documentos internacionales acogidos por los arts.
46 y 71 Cn. pueden ser violados por omisión inconstitucional.

41
Ob. cit. págs. 94, 95, 97,100, 103,105, 107, 111 y 112.

187
G. Derecho comparado

Las últimas constituciones han callado sobre el tema. Sólo se refieren a él las
Constituciones de Yugoslavia, la de Portugal, la de Brasil y la de la Provincia de
Río Negro (Argentina).

La Constitución de la República Socialista Federativa de Yugoslavia del 21


de febrero de 1974 decía en su art. 377: “Si el Tribunal de Garantías Constituciona-
les de Yugoslavia hiciere constar que un órgano competente no hubiere dictado las
normas de ejecución de la Constitución de la RSFY, de las leyes y de otras dispo-
siciones y actos generales federales, estando obligados a dictarla, informará de
ello a la Asamblea de la RSFY”.

En Portugal, el art. 279 de la Constitución de 1976 disponía inicialmente que


cuando la Constitución resulte incumplida por omisión de las medidas legislativas
necesarias para hacer aplicables las normas constitucionales, el Consejo de la
Revolución podía recomendar a los órganos legislativos competentes que las dic-
ten en un plazo razonable; pero fue reformado limitando al Tribunal Constitucional
a comunicarle al órgano legislativo la existencia de la inconstitucionalidad por omi-
sión. Según parece el antecedente del sistema de Portugal es el de Yugoslavia.

La Constitución de la Provincia de Río Negro, en Argentina, establece una


acción por el incumplimiento en el dictado de una norma que impone un deber
concreto al Estado Provincial o a los municipios. Se tramita ante el Tribunal Supe-
rior de Justicia. Cuando éste declara procedente la acción fija un plazo para que se
subsane la omisión. Si no se subsana la omisión, el tribunal integra el orden nor-
mativo resolviendo el caso con efecto limitado al mismo y de no ser posible esta
solución determinará el monto del resarcimiento a cargo del Estado conforme al
perjuicio indemnizable que se acredite42 .

Por sentencia del 20 de noviembre de 1996, el Tribunal Superior de Justicia


de Río Negro le fijó un plazo a legislatura provincial para que dictara la ley regla-
mentaria del derecho de revocatoria popular de leyes, reconocido en los arts. 2 y
149 de la Constitución provincial.

El art. 103 parág. 2 de la Constitución del Brasil de 1988 consagró la acción


de inconstitucionalidad por omisión: “Declarada la inconstitucionalidad por omi-
sión de una medida necesaria para tornar efectiva la norma constitucional, se dará
conocimiento al poder competente de las medidas necesarias y, tratándose de un
órgano administrativo, para que lo haga en treinta días”. Se inspiró en la legisla-
ción portuguesa, pero con marcadas diferencias.

42
El sistema vigente en la República Argentina es judicial, difuso, sin especialidad y con efectos al caso
concreto. La inconstitucionalidad por omisión no está consagrada en el orden federal, sólo la establece
la provincia de Río Negro.

188
Algunos autores brasileños ponen los ejemplos siguientes de omisión incons-
titucional: La Constitución consagra el derecho de los trabajadores en las ganan-
cias y en la gestión de la empresa conforme lo definido por la ley, y no se concreta
ese derecho porque el legislador no dicta esa ley. La Constitución reconoce la
salud y la educación como derecho de todos y deber del Estado garantizarlos, sin que
se dicten las normas legales o administrativas para ser efectivos tales derechos.

La legitimación es restringida y la acción es abstracta y directa, dirigida a la


defensa de la Constitución y no de un derecho subjetivo para tomar las medidas
pertinentes. La sentencia que se dicta es meramente declarativa y tiene carácter
erga omnes. Al legislador no se le fija plazo, pues se concreta a constatar una
obligación preexistente del legislador. Si el remiso es un órgano administrativo se le
concede un plazo de treinta días para el cumplimiento de las medidas necesarias.

Esta acción es diferente al “mandado de injuncao” que se concede cuando la


falta de la norma reglamentaria torna inviable el ejercicio de los derechos y liberta-
des constitucionales y las prerrogativas inherentes a la nacionalidad, a la sobera-
nía y a la ciudadanía. Esta es una acción personal destinada a la protección de los
derechos y libertades para casos concretos y la sentencia que suple la omisión
produce efecto sólo entre las partes.

La intervención del legislador y la jurisprudencia han dado lugar a las situa-


ciones siguientes: a) En el Perú, por la Ley No. 23.506, se niega el amparo para los
derechos de la segunda generación, los cuales erogan nuevos gastos e inversio-
nes, lo cual ha generado crítica por ser contraria a la tesis mayoritaria de darle
operatividad a esos derechos. b) De la admisión legal y jurisprudencial de la figura
de la omisión legislativa surge un deber de legislar en determinados casos, lo cual
conduce a preguntarse si de ese deber nace un derecho general a que legisle el
poder legislativo. Este derecho es rechazado porque vulnera el principio de la divi-
sión de poderes y perturba las relaciones entre el legislador y el judicial. c) La
insuficiencia de los instrumentos legales de garantía del Estado liberal para prote-
ger los derechos económicos, sociales y culturales que exigen acción y recursos
económicos del Estado. Para proteger los derechos individuales del Estado liberal
basta que éste vigile su cumplimiento. Toma una actitud pasiva, mientras no se
violen. En el Estado Social de Derecho, por el contrario, éste toma una actitud
positiva, de acción, para que los derechos logren su realización.

13. Sistemas decisorios y no decisorios, retroactivos y no retroactivos

Esta clasificación parte de la eficacia del sistema de control adoptado.

A. Sistemas no decisorios

En los sistemas no decisorios la declaración de inconstitucionalidad por el


órgano de control se limita a comunicar esta decisión al órgano legislativo para

189
que este delibere sobre la derogación o nulidad de la ley, decreto, reglamento, etc.,
sin encontrarse vinculado a ello.

La Constitución del Ecuador dispone que el Tribunal de Garantías Constitu-


cionales puede suspender, total o parcialmente, en cualquier tiempo, de oficio o a
petición de parte, los efectos de leyes, decretos, acuerdos, reglamentos, ordenan-
zas o resoluciones que fueren inconstitucionales por la forma o por el fondo. El
Tribunal someterá su decisión a la resolución del Congreso Nacional o, en receso
de éste, al plenario de las comisiones legislativas43 .

En Polonia también se consagró un régimen no decisorio. La sentencia del


Tribunal Constitucional puede ser rechazado por la Dieta (parlamento) en forma
definitiva, cerrando toda posibilidad para volver a conocer sobre la
inconstitucionalidad del caso.

B. Sistemas decisorios

En estos sistemas la sentencia del tribunal de control tiene efectos decisorios


y es vinculante para todos los poderes. Admite varias modalidades:

a) Limitación de los efectos para el caso concreto. Funciona generalmente en


los sistemas difusos. La sentencia que decide la inconstitucionalidad limita sus
efectos para el caso concreto que resuelve. No obliga a otros jueces y tribunales, ni
siquiera al mismo que la dictó. Como consecuencia la norma no es derogada, sólo
no se aplica al caso que se juzga.

No obstante, en algunos sistemas por el valor técnico y moral de la jurispru-


dencia, la cual es respetada por el juez inferior, y en otros por el carácter obligatorio
de la jurisprudencia, se le imprime a la sentencia una eficacia vinculante, dejando
al margen del ordenamiento jurídico la ley declarada inconstitucional.

b) Efectos erga omnes. La sentencia que se dicta en estos sistemas decla-


rando la inconstitucionalidad tiene efectos generales, derogativos de la misma.
Como ya lo expresamos, es propio de los sistemas concentrados de control cons-
titucional, pero se aplica también en los difusos.

También puede operar en los sistemas de control preventivo. Ejemplos: en


Francia, la Constitución de 1958 dispone que no podrá ser promulgada ni puesta
en vigor una disposición declarada inconstitucional, y que las resoluciones del
Consejo Constitucional serán inapelables y se imponen a los poderes públicos y a
todas las autoridades administrativas y jurisdiccionales44 ; en Irlanda, la Constitu-

43
Art. 141.
44
Art. 62.

190
ción dispone que cuando el Tribunal Supremo declara que un proyecto es incons-
titucional el Presidente se abstendrá de firmar dicho proyecto45 . España y Austria
siguen este sistema de efectos erga omnes.

En los sistemas seguidos por Checoslovaquia y Yugoslavia, el tribunal de


control constitucional y el órgano legislador deben derogar la ley, al no hacerlo ésta
pierde su vigencia. En la Constitución del Perú de 1979 se disponía que el Tribunal
de Garantías Constitucionales comunicaría al Presidente del Congreso la senten-
cia que declara la inconstitucionalidad de la ley. El congreso así lo declarará y si no
lo hace en cuarenta y cinco días, se entenderá derogada.

En nuestros países es excepcional que las sentencias de los tribunales ordi-


narios tengan efectos erga omnes. Este efecto se consagra en algunos países
como El Salvador, Venezuela y Nicaragua.

El efecto derogatorio ha sido criticado duramente por un sector doctrinal por-


que permite una invasión del poder judicial, llegando a decirse que el poder legis-
lativo tiene dos brazos: el parlamento que hace y deroga las leyes, y el tribunal
constitucional que las deroga.

Kelsen es el principal defensor del poder derogativo. Expresa que la división


de poderes no es rígida y se hace no para aislarlos recíprocamente, sino para
permitir el control recíproco a fin de evitar la concentración de un poder excesivo de
uno de ellos, y con el propósito de garantizar la regularidad del funcionamiento del
sistema político y afianzar el equilibrio institucional46 .

c) Sistemas mixtos. Existen algunos sistemas mixtos. Por ejemplo: la Ley


Orgánica del Tribunal de Garantías Constitucionales de España, dictada durante
la vigencia de la Constitución de 1931, dispuso que las leyes no votadas o promul-
gadas en la forma prevista en la Constitución, serían nulas, pero no afectan las
situaciones jurídicas creadas durante su vigencia; en cambio las leyes declaradas
inconstitucionales por causas materiales producirán efectos únicamente en el caso
concreto. La Constitución de Turquía de 1961 declara como norma general que las
leyes declaradas inconstitucionales serán nulas y dejarán de producir efectos a
partir de su publicación, pero agrega que el Tribunal Constitucional podrá limitar
los efectos de la sentencia al caso concreto planteado y vincular solamente a los
poderes. Es optativo para el Tribunal Constitucional turco derogar o inaplicar la ley.

C. Sistemas retroactivos y no retroactivos

Ésta distinción toma en cuenta los efectos de la decisión con relación al tiem-
po. En los sistemas no retroactivos la sentencia sólo produce efecto para el futuro.
La ley derogada por el fallo produce sus efectos hasta la publicación de la senten-

45
Art. 26 inc. 3.
46
La garantía jurisdiccional de la Constitución. Ob. cit. No. 6 pag. 29 y sigts.

191
cia que declara la inconstitucionalidad. No tiene efectos retroactivos. Siguen este
sistema Ecuador47 , Turquía48 y otros, conformando la mayoría. Los sistemas retro-
activos son normalmente aceptados por los sistemas difusos. Es seguido por Nica-
ragua, aunque sólo con respecto a situaciones consolidadas de terceros49 .

47
Art. 138 Cn.
48
Art. 152 Cn.
49
Arts. 184 Cn. y 22 LA.

192
CAPITULO XIV

CONTROL PREVENTIVO DE CONSTITUCIONALIDAD

SUMARIO: 1. Concepto de control preventivo. 2. Naturaleza jurídica. 3. Sis-


temas de control preventivo. 4. Ventajas y desventajas. 5. Sistema de consulta
previa en Nicaragua. 6. Control de los tratados.

1. Concepto de control preventivo

El denominado control preventivo (a priori, previo), se usa para el control de nor-


mas jurídicas, principalmente de leyes y tratados internacionales, como también even-
tualmente para otros actos. Es una técnica de control constitucional muy difundida en
Europa, con aplicación relevante en algunos países y muy tenue en otros.

Esta técnica se aplica antes de la promulgación de las leyes, de la ratificación


legislativa del tratado internacional o de entrar en vigencia el reglamento parla-
mentario. Es un control a priori, antes de concluir el procedimiento de creación de
la ley, tratado y reglamento o cualquier otro acto o resolución. El control a posteriori
se da después de entrar en vigencia la ley, el tratado, reglamento o perfeccionando
el acto o resolución. Este se da en nuestro sistema a través del amparo y el recurso
de inconstitucionalidad de la ley, decreto o reglamento.

El control preventivo es propio de los sistemas concentrados que han sido


ampliamente aceptado por los países europeos. En el sistema difuso, el juez o
tribunal ordinario se ocupa de casos concretos frente a leyes vigentes, a las cuales
puede declarar inconstitucionales. Su competencia no lo faculta para pronunciarse
sobre proyectos de ley, tratados no ratificados o reglamentos sin actual vigencia.
Aunque se concibe la existencia de un control previo consultivo más o menos
vinculante.

2. Naturaleza jurídica

Un sector doctrinal sostiene que el control preventivo no tiene carácter juris-


diccional, sino político, por las razones siguientes: a) lo que es objeto de control no
es la ley o tratado vigente y remediar su valoración, sino evitar que al entrar en
vigencia se viole la Constitución y cause daño. b) su efecto es permitir la continua-
ción del procedimiento suspendido porque no hay violación a la Constitución, o
eliminar las normas violatorias a la Constitución o declarar inconstitucional toda la
ley. Es conveniente advertir que al iniciarse el control previo se suspende el proce-
dimiento legislativo.

Se agrega, por otra parte, que el efecto de la inconstitucionalidad es la anula-


ción y que en el control previo ésta no se produce, si se considera que cuando la
ley en trámite es inconstitucional, se suspende la tramitación y cuando se declara
que no lo es, se siguen los trámites previstos.
193
Por tal razón, en el control previo el tribunal constitucional actúa como un
cuasi legislador no sólo negativo (caso de pronunciarse a favor de la
inconstitucionalidad), sino positivo, ya que para que una ley o tratado llegue a ser
tal y produzca sus efectos jurídicos, se necesita que el tribunal constitucional se
pronuncie a favor de su constitucionalidad, el cual aparece en el proceso legislati-
vo actuando conjuntamente con la asamblea legislativa y el poder ejecutivo.

Por último, otros autores consideran que el control previo de constitucionalidad


es un control jurídico que tiene mayor proximidad al control jurisdiccional que a las
funciones consultivas o legislativas. De aquí que afirmen que no se trata de un
mero control político, aunque reconocen que se puede utilizar para resolver cues-
tiones de ese carácter.

Además, el procedimiento y los criterios para decidir si son jurídicos. Es una


cuestión de derecho en la que se confrontan la ley ya votada o el tratado ya firmado
con la Constitución. También piensan que no actúa como legislador porque no fija
el contenido de la futura ley o tratado para que sean constitucionales. Es de la
misma naturaleza del a posteriori, pues solamente adelanta el control a una etapa
anterior. Una corriente doctrinal dominante en Francia considera al control previo
como jurisdiccional.

Es interesante la observación de que cuando conviven en un mismo sistema


el control a priori y a posteriori, se considera al primero no jurisdiccional y al segun-
do sí, aun cuando se juzgan las mismas normas.

Es importante advertir que en ciertos sistemas la decisión del tribunal consti-


tucional en el control previo es vinculante, y no de mera información como es en el
consultivo que deja abierta una vía posterior para discutir la constitucionalidad. Por
ejemplo en Francia no podrá ser promulgada ni puesta en vigor una disposición
declarada inconstitucional por el Consejo Constitucional1.

3. Sistema de control preventivo

Los sistemas de control preventivo pueden ser de tres clases: sistema único
de control preventivo; sistema mixto en el que funcionan conjuntamente el control
preventivo y el a posteriori; sistemas de reducido alcance.

1
Jean Rivero acepta todas las críticas al sistema francés, pero le reconoce una virtud capital, su simplici-
dad, de gran importancia en el campo de lo contencioso y de lo jurisdiccional. Esta virtud no complace al
jurista, que entre sus preferencias gusta de un sistema complejo del que surgen mil problemas, que
alimenta debates y coloquios. Un sistema simple tiene ventajas en el campo práctico. El francés es
simple: el Parlamento vota un texto y antes que entre en vigor es consultado con el Consejo Constitucio-
nal. Si éste lo estima como contrario a la Constitución desaparece de la escena, no ve la luz del día.
Ajeno al apasionamiento del proceso, a sus atrasos burocráticos, a los problemas de la retroactividad, a
las sentencias manipulativas, etc. (A Modo de Síntesis. Tribunales Constitucionales Europeos. Ob. cit.
págs. 667 y 668).

194
El prototipo del modelo único es el francés. Puede ser preceptivo o facultati-
vo. Al Consejo Constitucional se le atribuye el control previo de la constitucionalidad
de las leyes ordinarias y orgánicas, de los reglamentos parlamentarios y de los
tratados o acuerdos internacionales. No controla los reglamentos, los cuales que-
dan sometidos a la jurisdicción contencioso-administrativa en cuya jerarquía supe-
rior aparece el Consejo de Estado. El juez administrativo juzga sobre la legalidad y
constitucionalidad de los actos administrativos.

El control preceptivo está consagrado en el párrafo primero del art. 61 de la


Constitución, al disponer que las leyes orgánicas deben ser sometidas al Consejo
Constitucional para pronunciarse sobre la constitucionalidad, antes de su
promulgación, y los reglamentos de las Asambleas Parlamentarias antes de ser
puestas en vigor. Son leyes orgánicas las que regulan las instituciones fundamen-
tales de ese Estado, elaboradas por un procedimiento especial y reforzado diferen-
te al de las leyes ordinarias.

El control facultativo es el más importante y ha permitido al Consejo Constitu-


cional hacer jurisprudencia sobre las bases constitucionales del derecho positivo y
defender los derechos humanos.

Para el ejercicio de sus funciones no parte sólo del texto de la Constitución,


sino del llamado bloque de constitucionalidad, integrado por la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, los Preámbulos de las constitucio-
nes de 1946 y de 1958 y los principios fundamentales reconocidos por las leyes de
la República desde la Primera República a final del siglo XVIII.

En el control facultativo están legitimados para proponerlo algunos órganos.


Estos son, desde la reforma de 1974: el Presidente de la República, el Presidente
de la Asamblea Nacional, el Presidente del Senado y sesenta diputados o senado-
res. Esta última legitimación ha permitido que casi todas las leyes importantes
aprobadas por el Parlamento, principalmente las que afectan derechos o regulan
la vida cotidiana, sean examinadas por el Consejo Constitucional.

Los sistemas mixtos combinan, con el equilibrio que cada país adopta, el
control preventivo y el a posteriori. Es adoptado por Portugal y Costa Rica (en este
país generalmente sólo será vinculante cuando se establezca la existencia de trámi-
tes inconstitucionales), lo mismo que en varios países ex-comunistas de Europa.

El sistema de poco alcance fue adoptado en Europa por Italia, Austria y Espa-
ña. En España la Constitución política de 1978 no contempla ni directa ni indirecta-
mente el control previo de constitucionalidad de las leyes. Pero la Ley Orgánica del
Tribunal Constitucional estableció el control previo de constitucionalidad que abar-
caba la constitucionalidad de los tratados internacionales y el recurso previo de
inconstitucionalidad contra proyectos de Estatutos de autonomía y de leyes orgáni-
cas. No se regulaba un sistema global del control preventivo. El sistema provocó
problemas, principalmente con las leyes orgánicas. La intervención del Tribunal

195
Constitucional en el control de estas leyes se considera como una intervención de
tal Tribunal en el procedimiento legislativo.

Agrava más esta situación el hecho de que el control previo sólo sirve de
obstáculo a la labor legislativa, pues no tiene la ventaja de terminar con los proble-
mas existentes al permitirse el control a posteriori. Tal situación dio origen a la
reforma del 7 de Junio de 1985, por la que el Tribunal Constitucional sólo conserva
el control previo de los tratados internacionales.

4. Ventajas y desventajas

Las desventajas son las siguientes: a) Interrumpe el proceso de formación de


la ley o acto legislativo iniciado por un órgano con legitimidad democrática por
disposición de un órgano de justicia constitucional que no surge de elección popu-
lar. Es el surgimiento del gobierno de los jueces. Se presta para que la oposición o
grupos de interés atrasen y maniobren, lo cual pone en difícil situación al tribunal,
en un papel que no le corresponde. b) No garantiza la supresión de las
inconstitucionalidades, pues funciona a petición de parte y el tribunal puede no
detectar las oposiciones a la Constitución.

Las ventajas son las siguientes: a) Adelanta el análisis de la constitucionalidad,


lo cual es una economía de tiempo, dinero y trámites, evitando los eventuales
daños que podría causar una ley o acto legislativo inconstitucional aplicado a ca-
sos concretos. b) Se aceptan las ventajas en el control de los tratados internacio-
nales. c) Los plazos breves y la rapidez con que se resuelve la constitucionalidad
planteada. d) Se acopla mejor con el principio de igualdad de los ciudadanos que
el a posteriori.

Algunos autores se pronuncian a favor de la combinación de ambos sistemas


considerando al previo como una arma útil y aducen las razones siguientes: a) No
existe incompatibilidad entre ambos sistemas, el previo puede funcionar con el a
posteriori, ya sea abstracto o concreto, mediante una adecuada organización, lo
cual evitaría los daños de una declaración de inconstitucionalidad posterior. Se
justifica el a posteriori en el supuesto de ausencia de control previo de la ley o lo
reducido de dicho control. b) Los plazos para que se pronuncie el tribunal deben
ser reducidos. c) Para evitar recursos frívolos se recurre a la limitación de la legiti-
mación para interponerlo, generalmente atribuida únicamente a pocos órganos
constitucionales y a minorías parlamentarias.

5. Sistema de consulta previa en Nicaragua

En la mayoría de las constituciones de nuestro país se exigía la consulta a la


Corte Suprema de Justicia, sin carácter vinculante, sobre toda reforma a los códi-
gos2 . Se controlaba no sólo la constitucionalidad, sino también la conveniencia y
2
Constitución del 10 de diciembre de 1893 (art. 92); Constitución de 1905 (art. 71); Proyecto de Constitu-
ción del 4 de abril de 1911 (art. 105); Constitución del 21 de diciembre de 1911 (art.99); Constitución non

196
oportunidad del proyecto o del articulado. Este sistema presenta el peligro del que
el Tribunal participe e influencie en el juicio de razonabilidad y proporcionalidad de
medios y fines de las leyes, determinando así la toma de opciones constitucionales
que le corresponden exclusivamente al poder legislativo, cuya función no se ajusta
a ningún programa previo, y es innovadora y discrecional dentro del marco consti-
tucional.

6. Control de los tratados

El control de los tratados puede ser objeto de varios tratamientos:

a) Incompetencia absoluta del tribunal de control para conocer de la


constitucionalidad de la ley aprobatoria del tratado público. Se funda en que el
tratado es un acto complejo del cual forma parte la ley que la aprueba. De aquí que
juzgar esta ley implique también revisar el tratado, sobre lo cual no tiene competen-
cia la Corte Suprema de Justicia porque equivaldría a interferir en su formación,
competencia que le pertenece al poder ejecutivo como director de las relaciones
internacionales de la república.

b) Control contra las leyes aprobatorias de los tratados, cuando las acciones
se ejercen con anterioridad al momento de perfeccionamiento del tratado-ley y no
después de tal evento.

c) Competencia para controlar a los tratados después de su perfecciona-


miento. Es el sistema seguido por nuestro art. 184 Cn.

d) Control preventivo y consultivo por el ejecutivo o el poder legislativo a la


Corte Suprema de Justicia.

En España el control de los tratados presenta problemas relacionados con el


poder derogatorio constitucional dentro del Tratado de la Unión Europea y la efica-
cia del control preventivo.

La consulta formulada por el Gobierno español no sometía al juicio del Tribu-


nal Constitucional la totalidad del Tratado, sino sólo el art. 8.B del Tratado de la
Comunidad Económica Europea, modificado por el art. G del Tratado de la Unión,
y sólo en cuanto a la existencia de una contradicción aparente entre la concesión
del derecho a ser elegido en las elecciones municipales (sufragio pasivo) a los
ciudadanos europeos residentes en España y el art. 13.2 de la Constitución nacio-
nal que establece que solamente los españoles serán titulares de los derechos
reconocidos en el art. 23 (que establece el sufragio activo y pasivo) salvo lo que,
atendiendo a criterio de reciprocidad, puede establecerse por tratado o ley para el

nata del 3 de abril de 1913 (art. 107); Constitución del 22 de marzo de 1939 (arts. 200 y 257); Constitu-
ción del 22 de enero de 1948 (arts. 165 y 213.18); Constitución del 1 de noviembre de 1950 (arts. 179 y
229.18); Constitución del 13 de abril de 1974 (arts. 178 y 293.9). Sólo las de 1939 y de 1948 exigían la
consulta únicamente en materia judicial cuando el proyecto no provenga de la Corte Suprema.

197
derecho de sufragio activo (votar) en las elecciones municipales. El Tribunal Cons-
titucional declaró que los tratados suscritos en el proceso de integración europea
no pueden ser considerados como vía para la reforma constitucional, al estimar la
existencia de una contradicción entre los preceptos mencionados y afirmó, en con-
secuencia, que era indispensable reformar el art. 13 de la Constitución antes de
ratificar el tratado.

Existe una tesis contraria, esto es, la de que los tratados que permiten atribuir
a una organización o institución internacional el ejercicio de competencias deriva-
das de la Constitución pueden reformar ésta sin seguir el procedimiento
específicamente previsto para ello. Esta tesis es sostenida por algunos autores, y
también es mantenida por el Consejo de Estado al evacuar las consultas hechas
por el gobierno español sobre este mismo Tratado.

La institución de la consulta a priori insertada en el sistema a posteriori de


control presenta problemas que en Francia no se tienen: la posibilidad o imposibi-
lidad de impugnar a posteriori por cualquier vía la constitucionalidad de un tratado
sobre el cual no observó ningún vicio de inconstitucionalidad el Tribunal. Sostener
su posibilidad, es congruente con la idea de no cerrar la interpretación y la posibi-
lidad de poner en cuestión la constitucionalidad de las leyes, pero frustra en buena
parte la finalidad de la institución de prevenir el riesgo de que un tratado se pueda
invalidar después de su ratificación.

198
CAPITULO XV

NUESTRO SISTEMA

Sumario: 1. Sistema de nuestro constitucionalismo. 2. Unidad del amparo. 3.


Vías para promover la inconstitucionalidad de las leyes, decretos o reglamentos.

1. Sistema de nuestro constitucionalismo

Nuestro constitucionalismo ha formulado un mecanismo completo de control


del cumplimiento de la Constitución, respaldado por una abundante jurisprudencia
que con bastante conocimiento han manejado nuestros juristas y juzgadores1 .

Este control se ha hecho a través del amparo2 , la casación en el fondo, en la


forma y en interés de la ley, la aplicación preferente de la Constitución por jueces y
magistrados (forma difusa) y mediante el sometimiento por jueces y magistrados
cuando el ejecutivo veta de inconstitucionalidad un proyecto de ley (control preven-
tivo). A excepción del último, la legislación actualmente vigente admite los restan-
tes medios de control.

Generalmente nuestro amparo ha tenido las aplicaciones siguientes:

a) Amparo contra leyes, decretos o reglamentos al aplicarse al agraviado por


autoridades no judiciales, del cual conoce la Corte Suprema.

b) Amparo contra disposiciones, resoluciones, órdenes y actos de autorida-


des no judiciales interpuesto por el agraviado o amenazado de serlo, del cual co-
noce también la Corte Suprema.

c) Amparo contra actos restrictivos de la libertad personal por las autoridades


(exhibición personal), del cual conoce la sala de lo penal del tribunal de apelacio-
nes correspondientes.
1
No se ha hecho un estudio ni existen estadísticas confiables sobre la eficacia práctica del amparo en
todas sus manifestaciones. Lo mismo sucede en el resto de Latinoamérica, aunque se han hecho algu-
nos intentos de análisis. Dos grandes obstáculos se le han interpuesto al amparo: la desorbitada ampli-
tud de las cuestiones no justiciables que no son controlables, a las que la doctrina ha opuesto los
conceptos correctivos de razonabilidad y desvío de poder; y los constantes estados de emergencia. Con
el renacer de la democracia se espera un mejor futuro de amparo (cfr. Fix Zamudio, Héctor. La Justicia
Constitucional en América Latina. Ob. cit., págs. 522 y 523). Nuestra jurisprudencia registra un solo caso
en que se declaró la inconstitucionalidad. El habeas corpus funciona mejor, a pesar de los serios obstá-
culos que se le oponen.
2
Nuestro amparo se consagró en la Constitución de 1893 y lo reglamentó la Ley de Amparo de 29 de
agosto de 1894. Se inspiró en el amparo mexicano, aunque tiene sus diferencias y particularidades. La
jurisprudencia y autores como González Pérez y Fix Zamudio reconocen esa procedencia. Fue el se-
gundo país, después de El Salvador, en adoptarlo (cfr. Fix Zamudio. La Justicia Constitucional en Amé-
rica Latina. Ob. cit., págs 463 y 475; Iván Escobar Fornos. El Amparo. Editorial Temis., Bogotá, 1990,
págs. 7 y sigts.) El amparo mexicano es multifinalitorio, lo que va en detrimento de su identidad. Sirve de
habeas corpus; de recurso de inconstitucionalidad contra las leyes; como proceso administrativo contra
las resoluciones o actos de las autoridades administrativas cuando no pueden impugnarse ante un
tribunal administrativo; como casación; como instrumento tutelar de los campesinos (amparo social agrario)

199
d) Amparo contra actos restrictivos de la libertad personal por particulares (el
denominado “amparito”), interpuesto ante los jueces de distrito de lo penal3.

e) Amparo contra el auto de prisión del cual conoce la sala de lo penal del
tribunal de apelaciones correspondiente.

En la Ley de Amparo vigente se suprimió la aplicación e), y con pésima técni-


ca legislativa se unió el c) con el d).

2. Unidad del amparo

Con anterioridad se dijo que el amparo tiene varias manifestaciones. Lógica-


mente, por razones de importancia, facilidad y economía, en cada una de ellas
pueden variar los procedimientos, reglas y competencias. No obstante, aparecen
vinculadas por elementos comunes fundamentales que le comunican unidad al
amparo; el fin (el control del cumplimiento de la Constitución) es el mismo; principio
y reglas fundamentales de aplicación general; una sola Ley las regula. Existe un
anchuroso campo común a todas ellas que orgánicamente las une. En resumen, el
amparo es uno con manifestaciones específicas.

En la Gaceta número 5 del 9 de enero de 1987 se publicó la vigente Constitu-


ción, y en La Gaceta número 24 del 20 de diciembre de 1988 la Ley de Amparo4 .
Los arts. 187, 188 y 189 Cn. establecen tres recursos; el de inconstitucionalidad
contra leyes, decretos o reglamentos, el de amparo y el de exhibición personal5 .
Estos debían ser regulados por una ley de amparo con rango constitucional, según
lo disponían los arts. 184 y 190 Cn.

3
Nuestro amparo, como el mexicano y los que de él se derivan, sólo se da contra las autoridades; pero
últimamente (iniciado el movimiento por la jurisprudencia argentina) se acepta su procedencia contra los
particulares (personas naturales o jurídicas o grupos de personas), como sucede en Venezuela, Bolivia
y Uruguay por violación de cualquier derecho o libertad consagrado en la Constitución (cfr. Fix Zamudio.
La Justicia Constitucional en América Latina. Ob. cit., págs. 467 y sigts; Carlos N. Amaya Cora. La
Acción de Amparo Constitucional en Venezuela. Ob. cit., págs. 137 y sigts.
4
La Corte Suprema de Justicia rechazó varios recursos de inconstitucionalidad antes de que se dictara la
Ley de Amparo, argumentando que no podría aplicarse por carecer de reglamentación, olvidando que
también las leyes procesales pueden ser suplidas o integradas por medio de leyes análogas y principios
generales del Derecho y por las otras reglas señaladas en el art. 433 Pr., bien pudo aplicar el procedi-
miento del amparo propiamente dicho en ese entonces vigente. En algunos países el amparo ha sido
creación jurisprudencial (Argentina) y en otros se ha aplicado a pesar de no existir ley reglamentaria
(Venezuela y Uruguay).
5
El Partido Popular Social Cristiano presentó a la Asamblea Nacional un proyecto de Ley de Amparo que
por encargo del mismo preparé desinteresadamente, inspirado en principios y orientaciones modernas
del proceso y particularmente del amparo; acción popular, impulso oficial, pruebas de oficio recabadas
por el tribunal, suplencia de la queja, responsabilidad y sanciones adecuadas a los funcionarios que no
cumplan con las resoluciones judiciales, sana crítica y lista abierta, participación activa del tribunal en el
proceso, principio de celeridad, principio de buena fe, división y ordenamiento técnico y racional de las
materias, epígrafe en cada artículo que indica la materia regulada, etc. En general, se aparta de la
concepción individualista del amparo que lo limita y se adopta una más colectiva, pues se concede la
acción popular, los efectos de la inconstitucionalidad son generales y se establece una posición más
activa de los tribunales en el proceso y en la búsqueda de la verdad material, sin conformarse con la
formal. No incorporé la oralidad por estimar que no era el momento oportuno.

200
Tal distinción, y la forma en que se desarrolló en la ley, se apartan del concep-
to unitario del amparo, lo cual repercute en detrimento de la técnica legislativa
empleada, de la claridad y de los fines del amparo.

Las dos primeras leyes de amparo (1894 y 1911) participan de esa distinción
y no podemos criticarlas porque eran los primeros experimentos. Pero a partir de la
Ley de Amparo de 1939 se eliminó tal distinción, y bajo el nombre común de ampa-
ro regula todas sus manifestaciones. De aquí que la Corte Suprema haya dicho
que el amparo y la inconstitucionalidad son un mismo recurso 6 .

3. Vías para promover la inconstitucionalidad de las leyes, decretos


o reglamentos

La vigente Ley de Amparo señala tres vías para acusar de inconstitucionales


esos cuerpos legales:

a) El recurso directo por inconstitucionalidad. Su objeto principal y directo es


que se declare la inconstitucionalidad de la ley, decreto y reglamento.

b) El recurso de amparo, cuando la ley, decreto o reglamento considerado


inconstitucional, se le haya aplicado al agraviado por actos de una autoridad no
judicial.

c) La aplicación preferente de la Constitución y el rechazo de la ley, decreto o


reglamento inconstitucional por el juez o tribunal que conoce de un caso concreto
en asuntos de su competencia. Es un sistema difuso en donde la cuestión de la
inconstitucionalidad se plantea de oficio o a petición de parte.

El vencimiento del plazo de los sesenta días establecido en el art. 10 LA. para
interponer el recurso directo de inconstitucionalidad no cierra las puertas para que
se pueda volver a plantear el tema por el perjudicado en cualquiera de las vías
señaladas en los literales b) y c). La única sanción que puede deducirse de la no
interposición del recurso dentro del término de ley es la extinción del derecho de
todos los ciudadanos de interponerlo por aplicación del principio general de
preclusión, porque no es una sanción expresamente impuesta.

Ni la Constitución, ni la Ley de Amparo establecen como pena la conversión


del cuerpo legal nulo en válido, ni la extinción de la oportunidad de discutirse pos-
teriormente su inconstitucionalidad. De haberlo querido, el legislador hubiera con-
templado expresamente esa sanción, como hizo en el recurso de amparo en don-
de el art. 51 inc. 3 LA. lo estima improcedente cuando ha mediado aceptación
tácita del agraviado por no recurrir dentro de los treinta días siguientes a la notifica-
ción del acto ofensivo (art. 26 LA.)

6
S. 10:30 a.m. del 13 de agosto de 1962, B.J., pág. 366.

201
Sería inconcebible que, por la decadencia de ese plazo, la ley, decreto o
reglamento inconstitucional, viciado de nulidad, purgara su vicio, como si se hubie-
ra bañado en el Jordán. La Ley de Amparo no se pronuncia a favor de tal aberra-
ción; por el contrario, abre otras oportunidades para promover la inconstitucionalidad.

Como consecuencia de lo expuesto, si dejó transcurrir el plazo de los sesenta


días sin interponer el recurso directo de inconstitucionalidad puede plantearse de
nuevo la inconstitucionalidad de la ley por medio del amparo o en la vía judicial. Si
se dejó transcurrir los plazos del recurso de inconstitucionalidad y de amparo, po-
dré promover posteriormente la inconstitucionalidad en la vía judicial, pues la acep-
tación tácita por no recurrir de amparo dentro del término legal sólo me perjudicará
para proponer nuevamente otro amparo sobre el mismo caso7 ; mayor razón existe
cuando se promueve la inconstitucionalidad de la misma norma en otros casos
concretos.

En resumen, es posible acusar de inconstitucional una ley, decreto o regla-


mento, en la forma indicada anteriormente, mientras la Corte Suprema no declare
su constitucionalidad a través de los recursos legales, de acuerdo con el art. 19 LA.
Es hasta ese momento que sale del Jordán purificado. Esta declaración no tendrá
fuerza legal si la hace por medio de consulta. El alcance de esta disposición se
estudiará más adelante.

7
Art. 51 inc. 3 LA.

202
CAPITULO XVI

RECURSO POR INCONSTITUCIONALIDAD

Sumario: 1. Materia del recurso: A. Su objeto. B. Vicios denunciables. C. Blo-


que de constitucionalidad. 2. Inconstitucionalidad de algunas leyes, decretos y de
la Ley de Amparo vigente. 3. Competencia. 4. Capacidad procesal. 5. Legitimación
activa. 6. Legitimación pasiva. 7. Procedimiento. A. Interposición del recurso. B.
Admisibilidad. C. Otros trámites. 8. Efectos. 9. Inconstitucionalidad en casos con-
cretos. 10. Jurisprudencia.

1. Materia del recurso

A. Su objeto

Este recurso tiene como objeto directo y principal la declaración de la


inconstitucionalidad de la ley, decreto o reglamento que se opongan a la Constitu-
ción como norma superior. Es una confrontación entre esas normas inferiores y la
Constitución como norma superior. Así se desprende de los arts. 187 Cn., y 2, 6, 7
LA. y otros. No es preciso que de previo se encuentre pendiente de resolución ante
las autoridades administrativas o judiciales un caso concreto. Su objeto está clara-
mente determinado por el art. 187 Cn., y desarrollado por la Ley de Amparo.

El objeto regulado en la Ley de Amparo es amplio. Veamos lo que abarca:

a) La ley, comprendiéndose dentro del concepto de ley las que dicta la Asam-
blea Nacional; las que dictó en su oportunidad el Presidente por delegación de la
Asamblea Nacional al recesar éste, lo cual se permitía antes de la reciente reforma
constitucional; las que dictó el Presidente en materia fiscal o administrativa sin
necesidad de delegación, denominados decretos ejecutivos con fuerza de ley por
el art. 150 inc. 4 Cn., antes de la reciente reforma constitucional; y los tratados
internacionales1 . Los dictados por el Presidente en la forma indicada podrían ser
impugnados a través del amparo al ser aplicados en el caso concreto porque ac-
tualmente ya se venció el plazo de los sesenta días para impugnarlo directamente
de inconstitucionales.
1
Existen disposiciones constitucionales, generalmente de carácter programático, que encierran derechos
económicos y sociales para cuya aplicación efectiva en ciertos supuestos es preciso la erogación de
recursos económicos y la actividad de los poderes políticos (leyes, decretos, reglamentos, acuerdos,
etc.). Piénsese en aquellas que promueven la vivienda, la salud, la educación, etc. Las disposiciones
constitucionales pueden ser violadas por omisión cuando la autoridad no hace lo preceptuado, y ante tal
situación no se puede negar protección al perjudicado en su derecho económico y social por la omisión
reglamentaria, la cual debe ser llenada por el tribunal. Sin embargo, el control judicial en tales supuestos
no es determinante de la acción que deben tomar los poderes, por lo que los tribunales deben actuar con
prudencia. La Constitución del Perú de 1979, en disposición transitoria, establece que los preceptos
constitucionales que representan gastos e inversiones se aplicarán progresivamente y el presupuesto
anual cubrirá tal cumplimiento. El control y efectividad a los derechos económicos y sociales constituye
un gran reto de la democracia moderna (Jorge Mario García. La Constitución y su Función en el Desarro-
llo y Defensa de los Derechos Humanos. Educación y Derechos Humanos, Libro Libre, Costa Rica,
1986, págs. 101 y sigs.).

203
b) El decreto, que abarca todas las disposiciones generales y abstractas dic-
tadas por cualquier autoridad. Los planes de arbitrio y ordenanzas municipales
podrían incluirse dentro del concepto de decreto.

c) El decreto-ley, según los arts. 6 (original) y 7 LA. Pero ya no existe esta


figura en nuestra Constitución reformada. La Constitución de 1974 los autorizaba
en el art. 190 inc. 10. Por otra parte, el decreto-ley ya fue suprimido como objeto
del recurso por la reforma al art. 6 hecha por la Ley No. 205/95.

Los usan los gobiernos de facto para gobernar. Fueron empleados tras la
caída del gobierno de Somoza. Ya no existe razón para seguirlos dictando y ade-
más carecen de respaldo constitucional.

Los decretos-ley se dictaban por el Presidente sin delegación del legislativo,


en casos de necesidad y urgencia.

Cuando el ejecutivo dicta decretos por delegación del legislativo, general-


mente en circunstancias anómalas (guerra, epidemia, crisis económica, etc.), la
doctrina los denomina decretos con fuerza de ley. Tampoco los contempla nuestra
Constitución.

d) El reglamento, que es un decreto que en algunos países se puede impug-


nar en la jurisdicción contenciosa administrativa. En nuestro sistema el reglamento
se impugna por medio del recurso directo de inconstitucionalidad y el de amparo2
cuando se aplica en caso concreto.

Muchos administrativistas3 se pronuncian a favor del control contencioso ad-


ministrativo, aunque reconocen que algunos países siguen todavía el control cons-
titucional.

e) Cualquier otro acto normativo, de acuerdo con el art. 6 LA. reformado,


debe tener un carácter general y no individual. Estarían comprendidos en él los
decretos del ordinal b).

Contra cualquier otro acto diferente a los enumerados no cabe sino el de


amparo de acuerdo con lo establecido en la Ley de Amparo.

2
Para Hans Kelsen las leyes atacadas de inconstitucional forman el objeto de la justicia constitucional,
pero también somete al juicio de esta jurisdicción: los actos que tengan forma de ley, aunque sólo
contengan normas individuales, como, por ejemplo, el presupuesto; el reglamento parlamentario; el re-
glamento complementario de las leyes que entren a legislar. “Ius et Veritas”. Año IV, No. 6, Lima, 1993,
pág. 31 y sigts.
3
González Pérez se pronuncia a favor del control a través de lo contencioso administrativo (Derecho
Procesal Administrativo. Editorial Temis, Colombia, 1985. págs. 170 y sigs.).

204
B. Vicios denunciables

Los arts. 187 Cn. y 2 LA., que desarrollan en parte el principio de supremacía
de la Constitución consagrado en el art. 182 Cn., señalan, sin hacer distinciones,
como motivo del recurso, la oposición de la ley, decreto o reglamento a la Constitu-
ción. Procede pues, cualquiera que sea la naturaleza de la norma constitucional
violada. Bien puede ser de procedimiento, de organización o sustantiva.

En la doctrina se conocen dos tipos de vicios que afectan a las leyes: los que
provienen por haberse violado las reglas de procedimiento establecidas en la Cons-
titución para la formación de la ley (error in procedendo); y los que provienen de la
oposición de la ley a las disposiciones sustantivas constitucionales (error in
iudicando)4 .

El amparo, en todas sus manifestaciones, es un instrumento procesal que


desarrolla y hace efectivo el principio de la supremacía constitucional consagrado
en el art. 182 Cn. Esta supremacía, y el amparo en todas sus manifestaciones que
la garantiza, deben cubrir toda la Constitución y no una parte de su articulado,
cualquiera que sea la naturaleza de la norma, contenga o no derechos o garantías
fundamentales.

La Constitución debe ser protegida por el amparo en todas sus manifestacio-


nes cuando sea violada, mediante las leyes, decretos, reglamentos, actos, acuer-
dos, disposiciones y órdenes. Deben ser protegidos no sólo los derechos y garan-
tías consagrados en la parte dogmática, sino también la parte orgánica y el resto
de la Constitución, incluyendo las leyes constitucionales, en resumen toda la Cons-
titución5 . No obstante lo expuesto, en la versión original de la Ley de Amparo y en
los arts. 188 y 189 Cn. , nuestro amparo en todas sus manifestaciones sólo garan-
tiza en forma primordial y directa una parte del articulado de la Constitución, la que
contiene los derechos y garantías.

4
La Ley de Amparo de 1948 admitió expresamente la inconstitucionalidad de la ley por defecto de forma y
de fondo. Lo fundamental de todo sistema moderno es que se permita la impugnación por violación de
disposiciones sustantivas. Muchos países admiten el control por ambos motivos, pero se dan casos de
algunos que sólo aceptan el control judicial por motivos de forma, como sucedió en la Italia bajo el flexible
Estatuto Albertino de 1848 y se admite aún en los sistemas en que se rechaza el control judicial de la
constitucionalidad de las leyes. Nuestra Corte Suprema rechazaba los recursos fundados en irregulari-
dades de forma. No obstante, en recientes sentencias de las 9 a.m. del 22 de agosto de 1989, B.J., pág.
184 de las 11 a.m. del 24 de noviembre de 1992, B.J., pág. 254. S. 9:00 a.m. del 22 de abril de 1993,
B.J., pág. 26 y S. 9 a.m. del 27 de noviembre de 1992, B.J., pág. 259, admitió el recurso de
inconstitucionalidad por cuestiones de forma, aceptando la opinión que había sostenido en mi estudio
“Líneas Fundamentales de la Nueva Ley de Amparo”, publicado en 1989. Kelsen acepta la
inconstitucionalidad de forma. Expresa que se debe controlar el procedimiento según el cual ha sido
elaborado el acto y el contenido de éste de acuerdo con las normas de grado superior. Se pregunta,
teniendo en cuenta la extremada importancia de anular una ley, si no fuese conveniente solamente
autorizar al tribunal constitucional anular una ley por vicios de forma cuando estos sean esenciales. En
tal caso, la apreciación del carácter esencial debe entregarse a la entera libertad del tribunal constitucio-
nal, porque no es bueno que la Constitución haga la difícil distinción entre vicios esenciales y no esencia-
les. (Ob. cit., No. 6 págs. 35 y 37).
5
La doctrina moderna sobre el amparo respalda la tesis de la defensa total de la Constitución por medio del
amparo. Por ejemplo, Ignacio Burgos, destacado amparista mexicano, país en donde a esta institución

205
Veamos: a) De acuerdo con el art. 6 LA. (original), el recurso de
inconstitucionalidad sólo podía interponerse por el perjudicado en sus derechos
constitucionales, o sea, cuando han sido violadas disposiciones constitucionales
que los consagran y no cuando la violación es de otro tipo de norma. b) El recurso
de amparo sólo se da por violación de los derechos y garantías consagrados en la
Constitución6 . c) La exhibición personal en sus dos modalidades (contra las auto-
ridades y los particulares) se otorga por violación de la libertad y seguridad perso-
nales.

Originalmente, pues, era un sistema de marcada estructura individualista, en


el cual el individuo es el principal y directamente defendido, y la Constitución lo era
en forma secundaria a través de la actividad y protección de los intereses de
aquél. Este sistema ha sido superado por una concepción más colectivista del
Derecho, que estima la defensa de la Constitución como un objeto fundamental y
de interés general, por lo que, sin perjuicio de la protección del individuo, se conce-
de acción popular, la ley inconstitucional se declara nula y, en general, el proceso
constitucional es inquisitivo.

El sistema original de la Ley de Amparo era contrario a la idea general que


contempla el art. 182 Cn., a la acción popular consagrada en el art. 187 Cn., a la
doctrina dominante y a nuestro constitucionalismo, que no había conocido una
restricción semejante, ni siquiera en la primera Ley de Amparo dictada con ocasión
de la Revolución Liberal de 1893.

El art. 6 LA. (original) al vincular la legitimación a los perjuicios directos o


indirectos del recurrente se oponía a los arts. 182 y 187 Cn., por lo que podía haber
sido declarado inconstitucional. Así lo sostuve desde la promulgación de la Ley de
Amparo vigente.

Estos límites en que se desenvolvía la Ley de Amparo, nos permitía vislum-


brar posibles rechazos de los recursos fundados en violaciones de normas de
procedimiento, porque la Corte Suprema podría argumentar que no se han violado
derechos fundamentales con un cuerpo legal que padece de tales vicios7 .

se le ha dado legislativamente un tratamiento individualista, circunscribiéndola a la defensa de los dere-


chos fundamentales establecidos en la Constitución, expresa: “La restricción practicada por los legisla-
dores del 57 y 17 en lo concerniente al juicio de amparo viene a desnaturalizar el alcance propio y
sustancial del mismo, ya que aquél, por esencia, debe ser un medio de control de toda la Constitución y
no sólo, como sucede en nuestro actual y próximo pasado régimen constitucional, de determinados
preceptos”. (El Juicio de Amparo. Editorial Porrúa, México, 1957, pág. 202). En la página 214 de esta
obra hace una formulación general del amparo: “Procede el juicio de amparo contra toda ley o acto de
cualquier autoridad que viole cualquier precepto constitucional, siempre y cuando dicha violación se
resuelva en un agravio personal. No llega a la acción popular, pero cubre a toda la Constitución a través
de la acción de los agraviados”. Un buen sector doctrinal sostiene que las violaciones a las competencias
y atribuciones del Estado no violan derechos fundamentales, salvo en situaciones excepcionales, como
por ejemplo, que el ejecutivo decrete impuesto, que una ley sustraiga de su juez natural al recurrente,
etc.
6
Art. 23 LA.
7
En algunas sentencias la Corte Suprema ha sostenido que los requisitos de forma o de procedimiento no
dan motivo para el amparo, pues no dañan en sus derechos y garantías al quejoso. (S. 11:30 a.m. del 25

206
Al ser reformado el art. 6 LA. y establecerse que cualquier ciudadano puede
interponer el recurso de inconstitucionalidad con la sola condición de que existe
oposición a la Constitución, desapareció la inconstitucionalidad y se abrió el cami-
no para que prospere el recurso. Pero es conveniente advertir que el término de
caducidad de dos meses de la acción popular da poco margen para que sea ejer-
citada, convirtiéndose el sistema en marcadamente individualista, porque el único
recurso que puede ejercitarse posteriormente es el de amparo, en el cual en la
pretensión debe fundarse en la violación de un derecho de rango constitucional. La
procedencia de los recursos de inconstitucionalidad y amparo, fundados solamen-
te en los perjuicios directos o indirectos por las violaciones de los derechos y ga-
rantías consagradas en la Constitución, no se ajusta a ésta.

Ya vimos que el art. 6 LA. original se oponía a los arts. 182 y 187 Cn., y a
pesar de la reforma del art. 6 LA., el corto plazo de dos meses para usar la acción
popular de inconstitucionalidad, da poco margen para que se ejercite con frecuen-
cia. Por otra parte, el art. 188 Cn., que solamente otorga el amparo por violación de
los derechos y garantías constitucionales, está en contradicción por el art. 182 Cn.
que sin condiciones declara sin ningún valor lo que se oponga a la Constitución. En
esta contradicción prevalece este último, pues el primero no es más que el medio
de desarrollar la idea general que impera en el art. 182 Cn. De manera, que es
preciso establecer el amparo en todas sus manifestaciones, como un medio para
proteger el articulado completo de la Constitución y no sólo de una parte, como lo
desarrolla la vigente Ley de Amparo. Admito que el tema es polémico.

En virtud de la reforma del art. 6 LA. hecha por la ley No. 205/95, el recurso de
inconstitucionalidad puede interponerlo cualquier ciudadano, y basta que exista
oposición a la Constitución en cualquiera de sus artículos para que esté legitimado
a interponerlo. Dice el art. 6 reformado: “El recurso por inconstitucionalidad puede
ser interpuesto por cualquier ciudadano o ciudadanos cuando una ley, decreto o
reglamento y en general cualquier acto normativo de rango inferior a la Constitu-
ción se oponga a lo prescrito en ella, en consecuencia no procede el recurso de
inconstitucionalidad contra la Constitución y sus reformas, excepto cuando estan-
do en vigencia se alegue la existencia de vicios en su tramitación, discusión y
aprobación”.

Por esta reforma no se exige el perjuicio directo o indirecto por violación de


derechos fundamentales, se amplía el objeto del recurso a cualquier acto normati-
vo inferior a la Constitución que no sea la ley, decreto o reglamento, no se permite
el recurso de inconstitucionalidad contra la Constitución y su reforma, salvo cuan-
do estando en vigencia se alegue la existencia de vicios de procedimientos en su
tramitación, discusión y aprobación. Estos vicios deben ser fundamentales (falta
de iniciativa, falta de quórum, etc.).

de enero de 1928, B.J., pág. 6238; S. 10 a.m. del 6 de agosto de 1929, B.J., pág. 7097; S. 12 m. del 27
de septiembre de 1929, B.J., pág. 7163.).

207
Pero aun antes de la reforma la Excelentísima Corte Suprema de Justicia
aceptó que existía acción popular en manos de los ciudadanos para interponer el
recurso8 , confirmando lo expuesto en mi monografía publicada en 1989, titulada
“Líneas Fundamentales de la Nueva Ley de Amparo”. Es conveniente advertir que
posteriormente la Corte Suprema de Justicia ha retrocedido, al declarar que el
recurso de amparo por inconstitucionalidad se da contra toda ley, decreto-ley, o
decreto-reglamento que se oponga a la Constitución, el cual puede interponerse
por cualquier ciudadano a quien directa o indirectamente resulte perjudicado en
sus derechos constitucionales9 .

La Excelentísima Corte Suprema de Justicia ha dictado varias sentencias


con relación al objeto del recurso de inconstitucionalidad. Resumiremos algunas
de ellas:

a) No es ley el Estatuto General de la Asamblea Nacional por adolecer de los


requisitos formales establecidos en la Constitución para la elaboración de las le-
yes. Pero sí vale como norma interna para regular los procedimientos formales de
la Asamblea Nacional, sin trascender a lo exterior, ni pretender reglamentar dispo-
siciones constitucionales o imponer obligaciones que sólo la ley secundaria puede
normar. La Asamblea Legislativa puede decretar sus Estatutos o Reglamentos
para regular lo propio, lo interno y no lo externo que obligue a la comunidad como
la ley, cuya jerarquía no tiene y como consecuencia no necesita de la sanción y
promulgación del Ejecutivo. Pueden regular ambos cuerpos legales: la integración
de la Junta Directiva y su período, número de comisiones y de sus miembros,
duración de las intervenciones, manera de recibir la votación, etc. La Asamblea
debe abstenerse de ejercer su función de hacer leyes cuando regule lo interno.
Para la regulación interna, no es preciso elaborar y aprobar una ley. Por legislar lo
externo y oponerse a la Constitución, declaró inconstitucionales varias disposicio-
nes del Estatuto General10 .

b) Se acepta la opinión del constitucionalista Manuel García Pelayo, de que la


jurisdicción constitucional significa la culminación del proceso del Estado de Dere-
cho, o sea, la transformación del Estado legal de Derecho en Estado constitucional
de Derecho. El primero se caracteriza por el principio de legalidad, que se distin-
gue por la primacía de la ley sobre los restantes actos del Estado, hecha efectiva
por el funcionamiento de tribunales destinados a garantizar la legalidad de la admi-
nistración estatal. El segundo se caracteriza por el principio de constitucionalidad,
es decir la primacía de la Constitución. sobre la ley, y por el funcionamiento de la
jurisdicción constitucional que conoce de la constitucionalidad de los actos del
Estado, incluida la propia ley. El Estado constitucional de Derecho mantiene el

8
S. 10 a.m. del 2 de octubre de 1991, B.J. pág. 170. S 9 a.m. del 18 de febrero de 1986, B.J. pág. 30; S.
9:20 a.m. del 8 de febrero de 1986, B.J. pág. 40; S. 10 a.m. del 21 de julio de 1992, B.J. pág. 163.
9
S. 9 a.m. del 4 de julio de 1996, B.J., pág. 202.
10
S. 11:00 a.m. del 24 de noviembre de 1992, B.J., pág. 254.

208
principio de la legalidad, pero subordina su forma concreta de manifestarse al prin-
cipio de la constitucionalidad11 .

c) Tanto la ley como el reglamento, el decreto y el decreto-ley, contra las


cuales se establece el recurso por inconstitucionalidad, se caracterizan porque
crean, modifican o extinguen situaciones jurídicas generales, impersonales y abs-
tractas, es decir contienen esencialmente una regla de Derecho, una norma jurídi-
ca. A la par del reglamento y del decreto como actos propios del Poder Ejecutivo,
se encuentran otras categorías de actos administrativos como el acuerdo, la reso-
lución y la instrucción, que se diferencian de los primeros en que sólo producen
efectos jurídicos concretos, dirigidos a la obtención de una finalidad específica, sin
que ésta pueda darse sucesivamente en el tiempo, ya que la misma se agota con
su cumplimiento12 .

d) No cabe el recurso de inconstitucionalidad contra las reformas a la Consti-


tución, pues éstas se incorporan a la Constitución Política formando un solo todo
unitario con ella y sería equipararla con una ley ordinaria. Sus disposiciones sólo
pueden ser reformadas total o parcialmente mediante los procedimientos y reque-
rimientos consignados en la misma y por el órgano competente facultado para ello.
Se trataba de las reformas constitucionales de la Ley No. 129/9513 .

e) Las cuestiones de las inhibiciones son de la competencia del Consejo


Supremo Electoral. Son limitaciones a los ciudadanos, en materia electoral, las
que de acuerdo a la doctrina son de tres tipos: i) Las incapacidades: no pueden
ser candidatos quienes no cumplen con requisitos establecidos en la ley, especial-
mente de rango constitucional; ii) Las incompatibilidades: son impedimentos para
ejercer un cargo de elección popular causados por el ejercicio de otra función o
actividad; y iii) Las inhabilidades: son situaciones sobre requisitos que la ley esta-
blece para la candidatura y que no se refieren a las incapacidades o incompatibili-
dades. Toda la materia eleccionaria en Nicaragua está adjudicada a otro poder
independiente del Estado, que lo es el Electoral, y que constituye el organismo
autónomo de naturaleza dual: administrativa-jurisdiccional de competencia privati-
va para lo electoral, y de decisiones finales que no admiten recurso alguno (art. 173
Cn. in fine)14 .

f) No constituye violación a las normas de procedimiento el hecho de que la


Comisión Dictaminadora haya presentado al Plenario un articulado distinto al que
sometió a debate y que constituya la base de la aprobación del proyecto en la
primera legislatura. El art. 199 Cn. sólo impone a las actuaciones de dicha comi-
sión la obligación de presentar el dictamen dentro de un plazo no mayor de sesen-

11
S. 9:00 a.m. del 27 de noviembre de 1992, B.J., pág. 259.
12
S. 12 m. del 18 de octubre de 1993, B.J. pág. 35.
13
S. 9 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J., pág. 36; S. 9:20 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J., pág. 40; S.
9:45 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J., pág. 44; S. 12:30 pág.m. del 5 de agosto de 1996, B.J., pág. 230.
14
S. 9:00 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J., pág. 36; S. 9:20 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J., pág. 40;
S. 12:30 pág.m. del 5 de agosto de 1996, B.J., pág. 236.

209
ta días, por lo que el hecho de presentar un articulado distinto al sometido a la
Comisión Especial Dictaminadora, no constituye una violación del procedimien-
to15 .

g) El hecho de que el dictamen no se haya presentado como punto de agen-


da del Orden del Día, el cual se incorporó directamente en el Plenario, no viola
ninguna norma de procedimiento de rango constitucional, pues el art. 192 Cn. dice
que una vez dictaminado... el proyecto de reforma recibirá a continuación el trámite
previsto para la formación de la ley. Los trámites que regulaba la Constitución
antes de la reforma, contemplados en los arts 141, 142 y 143, se refieren al quórum
obligatorio de las sesiones, a la mayoría para aprobar los proyectos de leyes ordi-
narias, al procedimiento de sanción, promulgación, publicación y veto de las leyes.
El asunto de la agenda no estaba contemplado en las citadas normas constitucio-
nales, sino en el Estatuto y el Reglamento de la Asamblea Nacional, las cuales no
son leyes. Pero reconoce que en el procedimiento legislativo existen requisitos
constitucionales básicos del proceso, como el caso del quórum, lo cual permite
concluir, a contrario sensum, la existencia de disposiciones que establecen requi-
sitos que no tienen ese rango, como el caso de la agenda que no estaba regulado
en la norma constitucional antes de la reforma16 .

h) Nuestra Constitución no tiene cláusulas de intangibilidad que no puedan


ser rebasadas por el poder de la reforma, es decir, que no existe en la Constitución
ningún precepto que no pueda ser modificado por el poder constituyente derivado
que realiza la reforma17 .

i) Se pueden hacer modificaciones en el segundo debate a la iniciativa apro-


bada en el primer debate. Al examinar el texto constitucional contenido en el art.
192 que dice: “La iniciativa de reforma parcial deberá ser discutida en dos legisla-
turas”, nos hace concluir que el constituyente originario no expresó ninguna restric-
ción al proceso de discusión, pues si esa hubiese sido su decisión o intención la
tendría que haber dejado expresa, por ejemplo, estableciendo que el segundo
debate debía ratificar lo aprobado en el primer debate o incluyendo procedimientos
especiales para el segundo debate como lo establecen las constituciones de otros
países18 .

C. Bloque de constitucionalidad

El bloque de constitucionalidad de la ley (parámetro de constitucionalidad,


bloque normativo), es el conjunto de leyes cuya infracción determina la
inconstitucionalidad. Pertenece a este bloque el Estatuto y Reglamento de la Asam-
blea, en lo que se refiere al procedimiento de formación de la ley; las leyes consti-
tucionales; los convenios y demás documentos internacionales sobre derechos

15
S. 12:30 pág.m. del 5 de agosto de 1996, B.J. pág. 236.
16
S.12:30 pág.m. del 5 de agosto de 1996, B.J., pág. 236.
17
S. 12:30 pág.m. del 5 de agosto de 1996, B.J., pág. 236.
18
S. 12:30 pág.m. del 5 de agosto de 1996, B.J. pág. 236.

210
humanos incorporados a la Constitución por el art. 46 Cn.; la Ley de Autonomía de
la Costa Atlántica; y la Ley de Municipios. También forma parte de éste bloque la
Constitución derogada19 contra actos y leyes que se le oponían durante su vigen-
cia. Los cuerpos legales citados regulan materias especiales, requieren de una
mayoría especial para su aprobación, o procedimientos especiales. Los Estatutos
y Reglamentos de la Asamblea Nacional se reforman por el mismo procedimiento
de la ley ordinaria. Por lo tanto, la simple ley ordinaria no puede tratar sobre estas
materias ni modificarlos o derogarlos, pues se violaría la Constitución. Su relación
de validez con las leyes, excepto la Constitución, se rige por el principio de compe-
tencia, como ya lo expresamos anteriormente.

Los derechos humanos incorporados por el art. 46 Cn., pueden ser desarro-
llados por las leyes ordinarias. La doctrina moderna las coloca dentro del bloque de
constitucionalidad, lo cual significa que su violación puede dar lugar al recurso de
inconstitucionalidad por omisión o por violación de trámites sustanciales, ya que
encarnan el pluralismo político y el procedimiento de formación de la ley, de estric-
to linaje constitucional.

La Corte Suprema, sin más exigencias para fundar el amparo o el recurso de


inconstitucionalidad, sostiene que el incumplimiento del Estatuto o el Reglamento,
que son leyes internas de obligatorio cumplimiento para la Asamblea Nacional,
constituyen violación al art. 183 Cn., que establece el principio de la legalidad. No
aclara si al incumplirse el Estatuto o Reglamento es suficiente para fundar la recla-
mación constitucional en el principio de legalidad, sin citar otra disposición consti-
tucional que fundamente la violación constitucional. No puede aceptarse que la
violación a la ley ordinaria de entrada al reclamo de constitucionalidad. Se desna-
turalizaría la finalidad de la justicia constitucional. Como parte del bloque de
constitucionalidad ambos cuerpos legales podrían abrir la vía constitucional20 .

Por otra parte, el Reglamento o Estatuto puede ser objeto del recurso directo
de inconstitucionalidad o del de amparo en forma indirecta. La Corte Suprema de
Justicia declaró la inconstitucionalidad de varios artículos del Estatuto21 .

2. Inconstitucionalidad de algunas leyes, decretos y de la Ley de


Amparo vigente

Es conveniente advertir que después de la caída del gobierno de Somoza no


existía amparo contra las leyes y decretos. Este surge con el nombre de recurso de
inconstitucionalidad en la Constitución de 1987 y la posterior Ley de Amparo de
1988.

19
La Constitución Política de 1974.
20
S. 9 a.m. del 7 de enero de 1997, B.J., pág. ; S. 10:30 a.m. del 18 de diciembre de 1997, B.J. pág.
21
S. 11:00 a.m. del 24 de noviembre de 1992, B.J., pág. 254.

211
Existen varias leyes, decretos y decretos-leyes, unos anteriores y otros pos-
teriores a la Constitución, pero dictados antes de que entrara en vigencia la Ley de
Amparo, que se oponen a la Carta Fundamental.

Todos esos decretos y leyes pueden ser objeto del recurso de


inconstitucionalidad. En relación con las normas dictadas con anterioridad a la
Constitución puede existir duda, pues podría argüirse que contra leyes derogadas
no cabe el recurso, ya que el art. 198 Cn. las derogó tácitamente, lo cual no sería
un problema de constitucionalidad sobrevenida, sino de derogación. Creo que es
un problema de constitucionalidad que puede discutirse dentro del recurso de
inconstitucionalidad, pues los arts. 2 LA., 182 y 187 Cn., no distinguen, para los
efectos del recurso, entre leyes anteriores o posteriores a la Constitución. Además,
la más autorizada doctrina lo confirma22 , aunque reconozco que el tema es polémico.

La Constitución tiene efectos derogatorios, de acuerdo con el art. 196 Cn.


Este artículo derogó los Estatutos Fundamentales de 1979 y cualquier otra dispo-
sición legal que se le oponga. También como ley superior, la Constitución prevale-
ce sobre las leyes posteriores a su promulgación de acuerdo con el art. 182 Cn., al
preceptuar que no tendrán valor alguno las leyes, tratados, órdenes o disposicio-
nes que se le opongan. En resumen, la Constitución derogó a las anteriores y
anula a las posteriores leyes que se le oponen. De aquí que, lógicamente, para las
anteriores a la justicia le basta declarar la derogación, y para las posteriores es
preciso usar el recurso de inconstitucionalidad. Pero esa no ha sido la solución
seguida en toda su extensión, como ya vimos y veremos a continuación.

En Alemania el art. 123 de la Ley Fundamental expresa que el Derecho en


vigor antes de la reunión del Parlamento federal continúa rigiendo siempre que no
esté en contradicción con la Ley Fundamental. Como puede observarse, se en-

22
Calamandrei. Ilegitimidad Constitucional de las Leyes. Estudios Sobre el Proceso Civil. T. III. Ejea,
Argentina, 1962, págs. 106 y 144; Primera Sentencia de la Corte Constitucional, T. III, págs. 185 y sigts.
En este estudio elogia la doctrina de la Corte formulada en su primera sentencia a favor del control de la
ilegitimidad de las leyes anteriores a la Constitución y que permitió la caída de muchas leyes fascistas.
Destaca que la sentencia se funda en dos razones para rechazar la tesis de que la ilegitimidad constitu-
cional se limita a las leyes posteriores a la Constitución; uno textual (ibo lex non distinguit) y otro lógico,
pues la relación de prevalencia entre la Constitución y las leyes ordinarias no se basa en razón de
sucesión cronológica, sino siempre en una diversidad intrínseca de autoridad en la gradación de las
fuentes jurídicas (Alejandro Silva Bascuñán. Tratado de Derecho Constitucional. T. III. Editorial Jurídica
de Chile, 1963, pág. 438; Cfr. Cappelletti. Justicia Constitucional Comparada). Kelsen hacer ver la dificul-
tad e importancia política de resolver el problema de la oposición de las leyes anteriores a la Constitu-
ción. Cita como ejemplo de esa dificultad las concepciones antitéticas siguientes: Si la Constitución
dispone que no puede fundarse ningún privilegio en el sexo y se interpreta esta disposición como válida
para las leyes posteriores, pero no para las leyes anteriores o para las leyes recibidas por la Constitución
y si se debe de admitir que la nueva Constitución deroga inmediatamente la Constitución antigua sin
necesidad de leyes especiales de revisión, es difícil resolver el problema. Por otra parte, puede parecer
malo retirar la solución del conflicto a las múltiples autoridades encargadas de aplicar la ley, cuyas
opiniones sean muy vacilantes. Se pregunta si no cabría hacer tal retiro y encargarle la solución del
problema a un tribunal constitucional central, lo cual equivaldría retirarle la fuerza derogatoria a la Cons-
titución nueva frente a las leyes anteriores que no ha anulado expresamente, sustituyéndolo por el poder
de anulación del tribunal constitucional. Lo dispuesto es idéntico, sin importar que la norma general sea
anterior o posterior a la Constitución, con la cual se encuentra en oposición. En ambos casos, el tribunal
declara la anulación de la norma inconstitucional (Ob. cit., No. 6 págs. 38, 136-137).

212
tiende que todo el Derecho anterior a la Constitución que la contradiga se encuen-
tra derogado. No obstante, el Tribunal Constitucional alemán admite el recurso
directo de inconstitucionalidad contra leyes anteriores a la Constitución.

En Italia, el Tribunal Constitucional declaró que puede conocer de la


inconstitucionalidad de las leyes anteriores a la Constitución, porque no se trata de
un problema de derogación, sino de ilegitimidad constitucional sobrevenida.

Eduardo García de Enterría confirma lo expresado en la primera edición de


su conocida obra, al aceptar la solución italiana, porque cree que era mejor dejar
en manos del Tribunal Constitucional la cuestión de la constitucionalidad de las
leyes anteriores a la Constitución que al conocimiento de todos los jueces y tribu-
nales del país. Confía en que dicho Tribunal especializado lo haría mejor, con
mayores frutos y seguridad. Concreta la derogación para aquellas materias en que
es indiscutible la aplicación directa de la Constitución como se da en los derechos
fundamentales, organización, competencia y funcionamiento de los poderes, por
lo que cuando existe oposición de alguna ley a la Constitución en esas materias no
puede plantearse la cuestión de derogación ante el Tribunal Constitucional. Para
el resto de las leyes anteriores y contrarias a la Constitución, y que no se refieren a
las materias anteriormente indicadas, no dan pie a una derogación sino a una
cuestión de inconstitucionalidad sobrevenida sobre la cual debe conocer el Tribu-
nal Constitucional23 .

La propia Ley de Amparo pudo haber sido tachada de inconstitucional, en


virtud de que violó el art. 187 Cn., que consagra expresamente la acción popular
para promover el recurso de inconstitucionalidad. Todos los ciudadanos pueden
interponer el recurso por el único y suficiente motivo de que la norma o normas
impugnadas se oponen a la Constitución. Es una acción abstracta. Contrariando
lo expuesto, el art. 6, originalmente, y el art.11 inc. 4 LA. exigen el perjuicio, directo
o indirecto, para interponer el recurso. Pero como ya vimos, esa inconstitucionalidad
ya está superada.

Son dos sistemas antitéticos que se rechazan. El sistema de la acción popu-


lar se funda en una concepción publicista y social del amparo y la acción es abs-
tracta, y el de la acción en manos del agraviado es una concepción privada e
individualista del mismo, y la acción es causal, lo que supone un caso concreto.

No nos debe extrañar que una ley constitucional sea impugnada por oponer-
se a la Constitución porque, en primer lugar, son leyes ordinarias que se incorpo-
ran a ella para recibir su protección frente a las reformas de las leyes también
ordinarias y no para autodestruirse, por lo que no la pueden contrariar; en segundo
lugar, si las mismas reformas a la Constitución, donde interviene el poder constitu-

23
La Constitución como Norma y el Tribunal Constitucional. Editorial Civitas. España, 1985, pág. 77 y sigts.

213
yente, pueden ser tachadas de inconstitucionales según lo confirma la doctrina24,
con mayor razón las leyes constitucionales que la contradicen.

3. Competencia

De acuerdo con los arts. 163, 164 inc. 4 Cn., y 8 LA., la Corte Suprema de
Justicia, en Corte Plena, es la competente para conocer del recurso de
inconstitucionalidad. Se mantiene la antigua tradición de nuestro constitucionalismo.
También conoce en Corte Plena de los conflictos de competencia y
constitucionalidad entre los poderes del Estado.

4. Capacidad procesal 25

Los arts. 187 Cn. y 6 LA. conceden el derecho de interponer el recurso a los
ciudadanos. Es un derecho otorgado exclusivamente a los ciudadanos. Podría
calificarse como un derecho ciudadano de carácter público. Ahora bien, son ciuda-
danos los nicaragüenses que hubieren cumplido los dieciséis años26 .

En virtud de lo expuesto, las personas de dieciséis años tienen capacidad


procesal para interponer personalmente, sin necesidad de la asistencia de su re-
presentante legal, el recurso de inconstitucionalidad. Es una excepción a la capa-
cidad procesal general que se adquiere a los veintiún años. Los que tienen sus-
pendidos sus derechos ciudadanos no pueden interponer este recurso.

Esta capacidad, junto con la acción popular, constituyen los dos pilares fun-
damentales en los que descansaba la amplitud del recurso, pero que se trocó en
restricción al suprimirse originalmente la acción popular en la Ley de Amparo. En el
anteproyecto que redacté por encargo del Partido Popular Social Cristiano (PPSC),
la acción popular se concedía en forma amplia a cualquier ciudadano, grupo de
ciudadanos, uniones y organizaciones, con o sin personalidad jurídica.

La Presidenta de la República Violeta Barrios de Chamorro, en su calidad de


ciudadana, interpuso un recurso de inconstitucionalidad contra la Ley Número 36,
llamada “Ley de Reformas y Adiciones a la Ley del Régimen Presupuestario”, en

24
Cfr. Segundo V. Linares Quintana. Tratado de Derecho Constitucional. Parte General. Editorial Alfa.
Argentina., 1953. T. II., págs. 143 y sigts. En Colombia la acción popular de inconstitucionalidad se da
contra las reformas a la Constitución por defecto de forma (Cfr. Fix Zamudio. La Justicia Constitucional
en América Latina. Ob. cit., págs. 493 y sigts; Jaime Sanín Greiffenstein. La Defensa Judicial de la
Constitución. Editorial Temis, Colombia, 1971, págs. 178 y sigts.). La inconstitucionalidad de las refor-
mas a la Constitución se da cuando son contrarias a los principios fundamentales o violatorios de las
reglas de procedimiento. La Ley No. 205/95 (publicada en el diario La Tribuna del 30 de noviembre de
1995), reformadora de la Ley de Amparo, permite impugnar de inconstitucionalidad las reformas a la
Constitución por violación de normas de procedimiento, pero no de fondo.
25
Opina Kelsen que deben intervenir en el proceso de control: la autoridad cuyo acto es atacado; el órgano
que interpone la demanda; eventualmente el particular interesado en el litigio pendiente ante el tribunal o
autoridad administrativa que dio lugar al procedimiento de control, o el particular que pueda someter el
acto inmediatamente al conocimiento del tribunal constitucional (Ob. cit. No. 6, pág. 40).
26
Art. 47 Cn.

214
contra del Presidente de la Asamblea Nacional, donde se plantea un conflicto de
constitucionalidad y competencias entre los dos poderes. La resolución de la Corte
Suprema decidió declarar la inconstitucionalidad de varios artículos de la referida
ley. Al comparecer como ciudadana y tener a su vez la titularidad el poder ejecuti-
vo, en un desdoblamiento más aparente que real, la entonces Presidenta de la
República se burló de varias disposiciones constitucionales: del art. 187 Cn., que
exige ser ciudadano para interponer el recurso de inconstitucionalidad, calidad que
no tiene el Estado; y del art. 164 inc. 12 Cn. que dispone que los conflictos entre los
poderes del Estado los resuelve la Corte Suprema a través de un procedimiento, el
cual aún no se ha establecido27 , aunque este último argumento podría ser refutado
alegando que por analogía podría ser aplicado otro parecido.

5. Legitimación activa

Originalmente, sólo el ciudadano o ciudadanos perjudicados directa o indi-


rectamente estaban legitimados para interponer este recurso. Así lo establecían
los arts. 6 y 11 LA., pero como ya vimos el art. 6 LA. fue reformado por la Ley 205/
95, consagrando la acción popular. Ni los extranjeros ni las personas jurídicas
tienen legitimación para interponerlo, por no gozar de tal calidad.

En el anteproyecto que preparé para el PPSC se estableció la acción popular


en todas las manifestaciones del amparo. Nuestro constitucionalismo ha concedi-
do acción popular en la exhibición personal y en el llamado “amparito”, dos mani-
festaciones importantes del amparo. Antes de la Constitución vigente, he sosteni-
do la tesis de la acción popular28 a pesar de la oposición de algunos autores29 y del
temor de que los tribunales se llenen de expedientes que hagan imposible su tra-
mitación y fallo, muchos de ellos iniciados infundadamente. Como ya dijimos, algu-
nos países han concedido la acción popular para el recurso de inconstitucionalidad,
y esto es una prueba de que puede funcionar. No hay que tenerle temor.

6. Legitimación pasiva

El recurso se dirige contra el titular del órgano que emitió la ley, decreto-ley,
decreto o reglamento. Así lo dispone el art. 7 LA. Por ejemplo, si la ley la emitió la
Asamblea Nacional se dirige contra el Presidente de la misma, que es su represen-
tante30 . El recurso se interpone contra el Presidente de la República cuando éste
emite el reglamento impugnado.

27
S. 10:00 a.m. del 26 de septiembre de 1994, B.J., pág. 151.
28
Cfr. “El Amparo”. Ob. cit., pág. 81. En la primera edición de “Líneas Generales de la Nueva Ley de
Amparo”, publicada en 1989 en la Revista Jurídica de la Barra de Abogados de Nicaragua, sostuve que
la Constitución contemplaba la acción popular y que la Ley de Amparo en los artículos que exigía al
recurrente tener interés directo o indirecto era inconstitucional. La Corte Suprema, siguiendo mi opinión,
aceptó tal criterio, como puede verse en las sentencias siguientes: S. 11:00 a.m. del 2 de octubre de
1991, B.J. pág. 170. S. 11:00 a.m. del 24 de noviembre de 1991, B.J., pág. 170; S. 10:00 a.m. del 21 de
junio de 1992, B.J., pág. 163.
29
Calamandrei Ilegitimidad Constitucional de las Leyes. Ob. Cit., T. III, pág. 69 y sigts; Héctor Fix Zamudio
Juicio de Amparo. Editorial Porrúa, S.A., México 1964, pág. 119.
30
Art. 23 Estatuto General de la Asamblea Nacional.

215
La Corte Suprema de Justicia ha dicho:

a) El recurso de inconstitucionalidad debe dirigirse contra el Presidente de la


Asamblea Nacional salvo el caso de delegación de facultades en el Presidente de
la República o en el de decretos-leyes31 .

b) Se declara inadmisible el recurso de inconstitucionalidad porque el art. 7


LA. ordena que el recurso se dirija contra el titular del órgano que emitió la ley,
decreto-ley o decreto recurrido, órgano que discutió, votó y aprobó el decreto o ley
de que se trata, por lo que debió dirigirse contra el Presidente de la Asamblea
Nacional y no contra el Presidente de la República como se hizo. Si el Presidente
de la República aprueba la ley por delegación legislativa, el recurso debe dirigirse
contra éste, ya que es el titular del órgano que la emite32 .

c) Dentro del actual Estado de Derecho, no cabe tolerar, como a comienzos


del siglo, que las decisiones de los parlamentos o asambleas legislativas o de sus
funcionarios o autoridades revistiesen carácter de absolutas, omnicompetentes y
justas por sí mismas, porque la validez de tales decisiones o actos en el actual
Estado de Derecho, depende de su concordancia con la Constitución, o lo que es
lo mismo, que se desenvuelvan dentro de los límites fijados por la Constitución
vigente33 .

7. Procedimiento

A. Interposición del recurso

El segundo párrafo del art. 11 LA. señala los elementos que debe contener el
escrito de interposición del recurso.

La Ley de Amparo carece de disposiciones que, a diferencia del proyecto del


PPSC, concedan al recurrente oportunidad para corregir los errores u omisiones
de ellos. Sólo se le otorga una oportunidad en el art.12 LA., para llenar las omisio-
nes formales.

B. Admisibilidad

Los conceptos de admisibilidad y fundabilidad son aplicables tanto a la de-


manda como a los recursos. A manera de introducción me referiré a la admisibilidad,
porque la doctrina asimila a este proceso constitucional a una u otra de las últimas
figuras, pues su naturaleza es dudosa. Algunos dicen que es un recurso, otros que
es una demanda, quienes es una acción de impugnación, haciéndolo participar de
una naturaleza mixta (de la acción y del recurso)34 .

31
S. 9 a.m. del 22 de agosto de 1989, pág. 184.
32
S. 11:00 a.m. del 28 de febrero de 1991 B.J., pág. 23.
33
S. 9:00 a.m. del 27 de noviembre de 1992, B.J., pág. 259
34
Se considera por un sector doctrinal minoritario, pero respaldado por autores destacados, que la jurisdic-

216
La admisibilidad de la demanda o del medio impugnativo (recurso) se refiere
al cumplimiento de los requisitos procesales para que puedan ser tramitados y
fallados en el fondo35 . Por ejemplo, son requisitos de admisibilidad de la demanda
las exigencias de los arts. 1021 y 1024 Pr., y, según lo dispone el art. 1035 Pr., el
juez de oficio puede rechazar la demanda que no contenga los tres primeros requi-
sitos señalados en el 1021 Pr. o cuando fuere ininteligible u oscura. Son requisitos
de admisibilidad del recurso de apelación: recurrir dentro del término de ley, ser
apelable la sentencia, tener interés jurídico el apelante, ausencia de pacto de no
apelar, que no se interponga en forma condicional. Los requisitos de admisibilidad
los controla el juez a quo y el tribunal ad quem, el cual aun de oficio los puede
denunciar en cualquier tiempo aunque haya admitido provisionalmente el recur-
so36 . Nuestro Código de Procedimiento Civil se refiere a ellos usando indistinta-
mente los vocablos de admisión y procedencia del recurso.

El trámite de la admisibilidad se realiza ad limine, constituyendo la puerta de


entrada, en donde se controla la posibilidad de acceso a trámite de la demanda o
recurso, pero sin prejuzgar el fondo del asunto.

Por su parte, la fundabilidad se refiere a las razones jurídicas que se invocan


en la demanda o recurso y de cuyo acreditamiento y justicia dependerá el éxito de
los mismos. En la demanda, son: existencia de un derecho, interés y legitimación
activa y pasiva.

Generalmente las razones del recurso se fundan en normas de derecho ma-


terial, pero hay casos en que son de carácter procesal y la sentencia que decida
aplicará esas normas.

El trámite de la admisibilidad y la exigencia de fundar el recurso (expresar los


agravios en el escrito de interposición) son medios usados para impedir la interpo-
sición de recursos maliciosos o temerarios, sin viabilidad.

Algunos autores han dado gran amplitud al concepto de admisibilidad de la


demanda 37 , comprendiendo dentro de él a muchas figuras. Se considera que
forman parte de él: la capacidad procesal y la capacidad para ser parte, la jurisdic-
ción y la competencia, los requisitos formales de la demanda, los requisitos fisca-
les, la legitimación, el interés y las imposibilidades judiciales de atender desde el
umbral la pretensión del demandante.

ción constitucional es voluntaria, no contenciosa (Cfr. Cappelleti. “Breves Explicaciones de Otros Proble-
mas y Conclusión”. Ob. cit., pág. 107).
35
Alcalá Zamora y Castillo. Derecho Procesal Penal. T. III. Guillermo Koaft Ltda. Argentina, pág. 237; Cfr.
Calamandrei.La Acción. págs. 56 y sigs; “El Proceso”. págs. 349 y sigs; “Estudios”. Ob. Cit. T. I.
36
Art. 2002 Pr.
37
Enrique Vescovi. Derecho Procesal. Recursos. Ediciones Idea, Montevideo, 1985, T. VI, pág. 34.

217
En la mayoría de las legislaciones no se aprecian y fallan ad limine las
inadmisibilidades de la demanda. Son objeto de excepciones dilatorias puestas al
servicio del demandado por aplicación del principio dispositivo. Pero en algunos
códigos la omisión de cualquier elemento del contenido de la demanda provoca su
rechazo desde el inicio aun de oficio por el juez.

Es importante destacar que el fondo o mérito del asunto, lo mismo que sus
presupuestos (la existencia de un derecho, el interés -legítimo, actual y lícito- y la
legitimación ad causam activa y pasiva) deben ser fallados en la sentencia definiti-
va, como quiera que atañen a la fundabilidad; y que la acción es autónoma (se
otorga al que tiene o no tiene el derecho sustancial invocado), vista por el Derecho
Procesal moderno, como un derecho humano fundamental, ya que concede el
poder de solicitar la actividad jurisdiccional para pedir justicia. Como es lógico y
puede observarse, las inadmisibilidades de la demanda y del recurso tienen trata-
mientos diferentes: las primeras se tramitan, y como regla general no se fallan ad
limine; las segundas se fallan ad limine, con escasos trámites o sin ellos.

No obstante, algunas inadmisibilidades se aprecian y fallan en el umbral: la


incompetencia absoluta se denuncia de oficio por el juez38 ; lo mismo que la falta de
los cuatro requisitos del art. 1021 Pr., o cuando la demanda fuere ininteligible u
oscura. El obstáculo legal que imposibilita la tutela jurídica (pedir divorcio vincular
donde no existe) o la invocación de una causa torpe para fundar la pretensión
(reclamar deudas de juegos prohibidos) se estiman como motivos de inadmisibilidad.
En estos dos últimos casos se admite por excepción, dada la naturaleza de ellos,
que el juez desde el inicio rechace la demanda pronunciándose sobre el fondo del
asunto.

La Ley de Amparo vigente distingue la admisibilidad de los requisitos de for-


ma del recurso de inconstitucionalidad. Establece el trámite de admisibilidad más
con el propósito de que no funcione el recurso que con el fin de evitar recursos
maliciosos o temerarios, pues se le conceden facultades al tribunal de apelaciones
para apreciar en vía de inadmisibilidad cuestiones vinculadas al fondo que en el
control constitucional, más asimilable a la acción que al recurso, deben dejarse
para la decisión de la sentencia definitiva.

De acuerdo con el art. 12 LA., cuando falten los requisitos de forma, el tribunal
le señala al recurrente un plazo de cinco días para que llene las omisiones del
recurso, bajo apercibimiento de tenerlo por no interpuesto, si no lo hiciere. Estos
requisitos son: que el recurso se redacte en español, que sea por escrito y en papel
sellado y que se acompañen sendas copias para el funcionario contra quien se
dirige y para el Procurador General de la República, quien participa como parte.
Interpuesto en forma el recurso, el tribunal, dentro de quince días, se pronuncia
sobre la admisibilidad con base en los arts. 6, 10, 11, 12, 13 y 19 LA. La resolución

38
Art. 827 inc. 2. Pr.

218
que tome será rechazando el recurso si hubieren causas de inadmisibilidad y, en
caso contrario, ordenará su tramitación. Así lo dispone el art. 14 LA.

Veamos cuáles son las causas de inadmisibilidad contempladas en los cita-


dos artículos:

a) Art. 6 LA. Este artículo consagra la legitimación activa, y en su versión


original señalaba tres condiciones para este recurso; a saber:

i) Que se interponga por un ciudadano. Este es un presupuesto de


admisibilidad por lo que si el recurso lo interpone un extranjero, una persona jurídi-
ca o un ciudadano que tiene suspendido sus derechos, el Tribunal lo puede decla-
rar inadmisible desde la entrada.

ii) Que el recurrente resulte perjudicado en forma directa o indirecta en sus


derechos constitucionales. Ya vimos que este requisito del perjuicio personal al
recurrente era inconstitucional por oponerse a la acción popular consagrada en la
Constitución, problema hoy superado al no exigirse este requisito. Pero en el su-
puesto que lo fuere, creo que es un exceso de la Ley considerar al interés como
una cuestión de admisibilidad controlable en el umbral, como se hace en los recur-
sos propiamente dichos, por las razones siguientes: a) Este control tiene más de
acción que de recurso y, como consecuencia, el interés para obrar debe ser trata-
do en forma diferente a la del recurso; b) En cada uno de ellos, el interés para obrar
se aprecia y falla en forma diferente; c) En la acción, el interés para obrar es objeto
de decisión de la sentencia definitiva o cuando menos, como sucede en Brasil y
Venezuela, objeto, junto con algunos de los otros presupuestos de fondo o condi-
ciones de la acción, de una excepción de previo y especial pronunciamiento39 ,
porque la acción en virtud de su autonomía se concede al que tiene o no tiene la
razón; d) En el recurso, el derecho a la impugnación lo tienen las partes que han
actuado previamente en el proceso y la medida del interés lo da el agravio que
consta en el expediente, por lo que se puede apreciar y decidir en el umbral como
condición de admisibilidad, sin peligro de prejuzgar el fondo del asunto. Además,
no se trata del ejercicio inicial de la acción y de juzgarla en el inicio, sino de la
realización de un acto procesal dentro del proceso. Claro está que cuando es un
tercero el que recurre, se puede abrir un incidente para acreditar el interés y con
base en su resultado, conceder o denegar el recurso.

En resumen, en su afán de impedir el funcionamiento del control, partiendo


de que es un recurso, la Ley de Amparo, en su versión original, estimó como con-
dición de admisibilidad el interés para obrar.

La Ley de Amparo originalmente habla de que la norma recurrida debe perju-


dicar los derechos constitucionales del recurrente. De manera que si el cuerpo
legal impugnado que se opone a la Constitución no viola derechos consagrados en

39
Excepción de inadmisibilidad.

219
la misma, el recurso podrá ser declarado inadmisible, aunque se oponga a otras
disposiciones de la Constitución. Esto constituye otra limitación del recurso que no
aparece en el art. 187 Cn., pero como ya vimos esta inconstitucionalidad ya está
superada.

iii) Que se recurra contra una ley, decreto o reglamento. La reforma al art. 6
LA agregó cualquier otra normativa. Si no se recurre contra un cuerpo legal de esa
especie se puede declarar inadmisible el recurso, a menos que la naturaleza del
mismo sea el objeto principal de la impugnación, en cuyo caso debe fallarse en la
sentencia definitiva.

b) Art. 10 LA. Este artículo da sesenta días para interponer el recurso, conta-
dos desde la fecha en que entra en vigencia el cuerpo normativo impugnado. Si no
se recurre tempestivamente, se declara la inadmisibilidad. La Corte Suprema ha
dicho:

i) Es improcedente por extemporáneo el recurso de inconstitucionalidad con-


tra la ley de Funciones Jurisdiccionales de la Policía Sandinista. “Para el ejercicio
del control directo de la constitucionalidad de la ley, es imperativo que se interpon-
ga el recurso dentro del término de sesenta días que se cuentan a partir de la fecha
en que entra en vigencia la ley, decreto-ley o reglamento; se entiende entonces,
que no es requisito condicionante del recurso ningún acto de ejecución o aplica-
ción de la ley, basta el hecho de su vigencia, para que el ciudadano directa o
indirectamente perjudicado pueda impugnarla por medio del recurso por
inconstitucionalidad; lógico es que la existencia del plazo de sesenta días, no ex-
cluye la posibilidad de la aplicación de la ley a casos concretos, antes de vencerse
dicho plazo, en tal caso válidamente pudiera intentarse tanto el recurso directo
como el indirecto, pero su vencimiento, sí concluye y extingue la oportunidad del
recurso directo de inconstitucionalidad”40 .

ii) Para el recurso extraordinario de inconstitucionalidad, así como también


para el recurso ordinario, la ley establece un término fatal para que pueda hacerse
uso de dicho remedio41 .

iii) La ley que no ha entrado en vigencia no puede ser atacada por medio del
recurso de inconstitucionalidad, pues este debe interponerse dentro de los sesen-
ta días de entrar en vigencia la ley, decreto-ley, decreto o reglamento, de acuerdo
con el art. 10 LA.42

iv) El Tribunal examinará, de acuerdo con el art. 14 LA., si el recurso reúne los
requisitos de forma para que se le pueda dar entrada y si notare que faltaren algu-

40
S. 1.30 pág.m. del 7 de Abril de 1989 B.J. 87. Esto confirma mi opinión sostenida en “Líneas fundamen-
tales de la Nueva Ley de Amparo de Nicaragua”.
41
S. 10:45 a.m. del 19 de febrero de 1992, B.J., pág. 41; S. 9:30 a.m. del 3 de mayo de 1993, B.J., pág. 34;
S. 9:30 a.m. del 29 de mayo de 1995, B.J., pág. 30.
42
S. 10:45 a.m. del 21 de julio de 1995, B.J., pág.89; S. 10:45 a. m. del 8 de mayo de 1995, B.J., pág.15.

220
nos de ellos dará un plazo prudencial para que sean llenados, pero ello no implica
que posteriormente no pueda el Tribunal declarar la improcedencia del recurso,
pues se puede llenar el requisito formal de decir que se agotó la vía administrativa,
en el caso de un recurso de amparo por ejemplo, darle trámite al recurso y determi-
nar en la sentencia definitiva, que realmente no fue agotada tal día, y por lo tanto el
recurso es improcedente. La improcedencia es, según la doctrina de amparo, la
imposibilidad legal de ejercitar el amparo, y dar entrada al procedimiento del recur-
so, no puede nunca considerarse una cosa juzgada que convierta lo imposible en
posible, por lo tanto la Corte tiene competencia para examinar si existe o no la
improcedencia alegada43 .

c) Art. 11 LA. Este artículo señala, en su primera parte, los requisitos de forma
del recurso, y en la segunda, el contenido del mismo.

Sostengo esto porque el art. 14 LA. no expresa que todo lo establecido en el


art. 11 LA., al cual remite, sea objeto de inadmisibilidad. Lo que se deduce de su
redacción es una remisión para que se busquen estos motivos en el citado artículo.

De acuerdo con lo expuesto, la omisión de un requisito de forma da lugar a


que el tribunal mande a llenar el vacío. Por el contrario, la omisión de uno de los
elementos que debe contener el recurso, señalados en el segundo párrafo del art.
11 LA, es causa de inadmisibilidad.

d) Art. 12 LA. La remisión que hace el art. 14 LA. al 12 LA. es innecesaria y


antitécnica. Si el recurrente no llenó las omisiones que el Tribunal le ordenó que
hiciera, el recurso se tendrá por no interpuesto. La resolución será teniéndolo así y
no declarándolo inadmisible.

Además, esos son requisitos formales a los que el propio art. 12 LA. da un
tratamiento diferente al dado a la inadmisibilidad.

e) Art. 13 LA. Este artículo establece que el recurso puede interponerse


personalmente o por medio de apoderado. Si se hiciere en esta última forma, el
apoderado debe estar especialmente facultado para ello en escritura pública otor-
gada ante Notario domiciliado en Nicaragua.

Por lo expuesto, si el apoderado no tuviere facultades suficientes o el poder


no fuere otorgado ante Notario Público domiciliado en Nicaragua, el tribunal decla-
rará la inadmisibilidad.

Esta es otra traba que se le pone al recurso. Bien es sabido que cerca de un
millón de nicaragüenses fueron privados por el régimen sandinista del derecho de
comparecer ante cartulario fuera del país. Para interponer el recurso tenían que
venir al país, lo cual era prácticamente imposible.

43
S. 12 m. del 18 de octubre de 1993, B.J., pág. 125.

221
f) Art. 19 LA. Este artículo establece que la sentencia que declara inconstitu-
cional o constitucional una ley, decreto-ley, decreto o reglamento, o una parte de
éstos, produce cosa juzgada general.

Si la ley fue declarada inconstitucional en todo o en parte con anterioridad, y


se pretende en el nuevo recurso discutir nuevamente su inconstitucionalidad, se
declarará inadmisible el recurso por falta de interés. También se declarará inadmi-
sible el recurso, si la ley en todo o en parte ya fue declarada constitucional en un
anterior recurso y se tratare en el nuevo declararla inconstitucional en todo o en
parte44 .

De lo expuesto, fácilmente se deduce que la admisibilidad, con excepción del


fondo o mérito del conflicto (la constitucionalidad o inconstitucionalidad), lo abarca
todo, el fondo y la forma; la capacidad procesal y la capacidad para ser parte;
ilegitimidad de personería; interés para obrar; materia de la impugnación; tiempo
de la interposición; elementos del escrito de interposición; y control de la cosa
juzgada sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad declarada con anteriori-
dad.

C. Otros trámites

Admitido el recurso, la Corte Suprema pedirá informe al funcionario en contra


del que se interpuso, el cual lo tendrá que dar dentro de quince días de notificado45 .
Si la Corte necesitare algún dato para resolver, dictará la providencia ordenando
su obtención con intervención de las partes46 . La Procuraduría dictaminará sobre
el recurso dentro de seis días y después la Suprema fallará dentro de sesenta
días47 .

En este recurso, la confrontación sobre la que decide la Corte Suprema se da


entre la Constitución y el cuerpo legal impugnado48 . Como ambos forman parte del
Derecho, no necesitan probarse (iura novit curia), por lo que basta citar en el escri-
to de interposición el concepto de violación y la fecha de publicación y vigencia del
cuerpo legal impugnado. Es poco o nada lo que tiene que probarse en este recur-
so, por lo que la ley no contempla ningún término probatorio.

44
Para ampliar los alcances de este artículo consúltese el Capítulo IX, Sección II, de esta obra.
45
Art. 15 LA.
46
Art. 18 LA.
47
Art. 17 LA.
48
Tanto el amparo como la casación son instrumentos de lucha a favor del cumplimiento del Derecho, pero
de diferente contenido. En el primero, la confrontación se da entre el acto o cuerpo legal (de inferior
jerarquía) y la Constitución (de superior jerarquía) y se juzga sobre la validez de los primeros con base en
la conformidad con ésta. Es un sistema de control externo encomendado al poder judicial o a un tribunal
constitucional en el cual el Estado deposita su confianza (control de la constitucionalidad). En la segun-
da, la confrontación se da entre la sentencia y la ley, y se juzga sobre la legalidad de ésta (control de la
legalidad). Es un sistema de control externo encomendado al poder judicial o a un tribunal constitucional
en el cual el Estado deposita su confianza. En la segunda, entre la sentencia y la ley, y se juzga sobre la
legalidad de ésta (control de la legalidad). Es un sistema de control interno de carácter jurídico, aunque
originalmente fue externo y político del legislativo sobre el judicial, a quien los revolucionarios franceses

222
8. Efectos

De acuerdo con los arts. 18 y 19 LA., la inconstitucionalidad produce efectos


para el futuro (a partir de la sentencia que la declara) y en forma general, de mane-
ra que la ley o reglamento dejan de ser tales como si hubieren sido derogados,
desapareciendo de la legislación nacional. La sentencia se notificará a las partes,
se enviará copia a los otros poderes del Estado y se publicará en la Gaceta, Diario
Oficial49 .

También la sentencia que declara la constitucionalidad produce cosa juzga-


da general50 . Lo cual significa que será constitucional para todos sin que pueda
volverse a discutir su inconstitucionalidad, con base en lo cual la Corte puede re-
chazar de plano el recurso51 52 .

de 1789 no le tenían confianza. No obstante, Alcalá Zamora y Castillo encuentra una semejanza entre el
recurso de inconstitucionalidad y la casación. El primero, persigue constatar la conformidad de una ley
con la Constitución; y el segundo, la de una sentencia con la ley aplicable al caso discutido. De aquí que
así como la casación admite la impugnación por errores in procedendo e in iudicando, el de
inconstitucionalidad procede por violaciones materiales y formales. En nuestro sistema, ocupamos tam-
bién a la casación para acusar de inconstitucionales a las leyes (“Significado y Funciones del Tribunal de
Garantías Constitucionales”. Ensayos de Derecho Procesal. Revista de Jurisprudencia Argentina, S.A.,
1944. pág. 513. “Derecho Procesal Penal”. T. III, pág. 316). Las semejanzas que tengan en manera
alguna borran las notables diferencias. Sin embargo, no son incompatibles; los revolucionarios franceses
crearon la casación como un instrumento de control constitucional, pues el Tribunal de Casación original-
mente era un órgano político adscrito al poder legislativo para que el poder judicial no invadiera, aun en
vías de interpretación, el campo de acción del poder legislativo, con la finalidad de que se cumpliera
estrictamente la teoría de la separación de poderes; por lo que, para cumplir con esta separación, tam-
poco interpretaba la ley y no se pronunciaba sobre la decisión del asunto, limitándose en caso de infrac-
ción a anular la sentencia recurrida y reenviar el asunto. En México, el amparo abarca a las dos figuras.
En Nicaragua existe una Ley de Amparo que consagra el recurso de inconstitucionalidad de la ley, y en
virtud de la causal primera del recurso de casación en el fondo también se puede denunciar tal
inconstitucionalidad, lo cual está autorizado por la misma Ley de Amparo (art. 20 LA). No se vaya a creer
que al dejar de tener vigencia la Constitución de 1974 quedó derogada dicha causal, porque en realidad
sólo cayó el orden jerárquico en que descansaba el sistema, que al entrar en vigor la Constitución de
1987 volvió a funcionar (cfr. Mario Cappelletti. Control Judicial de la Constitucionalidad de las Leyes.
págs. 37 y sigs.; Danilo Manzanares Enríquez. Causales de Casación en el Fondo. Tesis doctoral. León,
Nicaragua, 1961, págs. 15-16; Opinión de la Corte Suprema, en B.J. de 1915, págs. 939 y 740). En
España, en donde el amparo se concede también contra las resoluciones judiciales violatorias de las
libertades y derechos constitucionales, es considerado por algunos autores como un recurso especial de
casación limitado a examinar la aplicación e interpretación hecha por los tribunales ordinarios de las
normas constitucionales reguladoras de los derechos constitucionales (cfr. José Antonio Miguel Calatayud,
«El Amparo». RCDI, número. 559, julio-agosto, pág.88).
49
En otros países la anulación entra en vigor hasta su publicación. Expresa Kelsen que la sentencia que
anula una norma que necesita de publicación para entrar en vigor, también debe ser publicada en la
misma forma que lo fue la norma anulada; aunque no excluye a priori la publicación en un boletín oficial
del tribunal para este tipo de sentencia. Pero considera que en todo caso debe publicarse la anulación de
las leyes o reglamentos en el mismo órgano informativo en que fueron publicadas las leyes anuladas. La
anulación entra en vigor hasta su publicación. Estima conveniente que el tribunal disponga que la anula-
ción, especialmente de leyes y tratados internacionales no surta efecto sino hasta la expiración de
ciertos términos a partir de su publicación, aunque no sea más que para darle tiempo al parlamento para
que reemplace la ley inconstitucional por una que esté de acuerdo con la Constitución y así evitar que la
materia regulada por la ley anulada quede fuera de la reglamentación durante un tiempo relativamente
largo (Ob. cit. No. 6 pág. 40).
50
Art. 19 inc. 2 LA.
51
Arts. 14 y 19 LA.
52
Remito al Capítulo IX, Sección II, para comprender el alcance de lo expuesto.

223
La Corte Suprema puede pronunciarse de oficio sobre la inconstitucionalidad
del resto del cuerpo de normas, cuando se impugnó una parte del mismo.

El carácter constitutivo (efectos ex nunc) que le imprime la Ley de Amparo a


la sentencia, es contrario al efecto declarativo que se desprende del art. 182 Cn.,
que a texto expreso dispone que no tienen valor alguno las leyes, tratados, órde-
nes o disposiciones que se opongan a la Constitución. Se consagra la nulidad
absoluta con el objeto de que la defensa de la Constitución sea completa. Este
resultado sólo puede darlo la sentencia declarativa con efectos retroactivos. Con la
retroactividad del sistema declarativo, se borran todos los efectos de la ley declara-
da inconstitucional, por eso expresa el citado artículo que no tendrán efecto algu-
no. En resumen, la Constitución consagra el sistema declarativo con sus naturales
efectos retroactivos. En este punto también puede ser tachada de inconstitucional
la Ley de Amparo vigente.

Pero la Ley de Amparo no sólo choca con la Constitución, sino que también
comete el error de no proveer de correctivos al sistema constitutivo. Veamos un
ejemplo: si realizo una acción tipificada como delito por una ley y ésta es declarada
con posterioridad inconstitucional, como tal declaración sólo tiene efectos para el
futuro (sistema constitutivo de la Ley de Amparo) seré juzgado y penado de acuer-
do con ella, a pesar de haber sido declarada inconstitucional. Por el contrario, en el
sistema declarativo se sobreseerá a mi favor en el procedimiento o, si ya fui conde-
nado, se revisará el proceso para dejarme en libertad, porque la sentencia tiene
efectos retroactivos que borran los efectos basados de la ley inconstitucional.

El caso del ejemplo contempla una situación diferente a la retroactividad pe-


nal de la ley a favor del procesado, contemplada en el art. 38 Cn. En la retroactividad
penal existen dos leyes ordinarias, la más rigurosa (la antigua) y la nueva más
favorable al reo. En el caso del ejemplo, existe la Constitución (antigua ley) y una
ley posterior declarada inconstitucional, por lo que no puede aplicarse la regla de la
retroactividad penal. Es ley más favorable que se aplica retroactivamente a aquélla
que elimina el carácter delictivo de la acción o rebaja la pena, o en general benefi-
cia al reo.

Para casos como éstos, se debió contemplar algún correctivo que le diera
efecto retroactivo a la sentencia. En España, el art. 40.1 de la Ley Orgánica del
Tribunal Constitucional aplica la retroactividad en sanciones administrativas y las
reglas de la retroactividad penal en sanciones de este tipo a favor del procesado.
Dice así: «Art. 40.1: Las sentencias declaratorias de la inconstitucionalidad de le-
yes, disposiciones o actos con fuerza de ley no permitirán revisar procesos fenecidos
mediante sentencia con fuerza de cosa juzgada, salvo en los casos de los proce-
sos penales o contencioso-administrativos referente a un procedimiento sanciona-
dor en que, como consecuencia de la nulidad de la norma aplicada, resulte una
reducción de la pena o de la sanción o una exclusión o limitación de la responsabi-
lidad».

224
El anteproyecto del PPSC establecía el sistema declarativo con las respon-
sabilidades correspondientes para suavizarlo. Creo que la Ley de Amparo promul-
gada durante el régimen sandinista consagró el sistema constitutivo con el propó-
sito de no restituir en sus derechos a la gran cantidad de personas perjudicadas
por leyes inconstitucionales.

Creo que, para suavizar este rigor, podría aplicarse la regla de la retroactividad
penal beneficiosa al reo, contemplada en los arts. 38 Cn. y 14 Pn. al caso expues-
to, pues se ajusta más al sistema declarativo consagrado en el art. 182 Cn., que es
el que debe aplicarse para restablecer en este punto la supremacía de la Constitu-
ción y el principio penal indubio pro reo.

9. Inconstitucionalidad en casos concretos

En el Capítulo IV del Título II de la Ley de Amparo se contempla la posibilidad


de alegar en casación y en el amparo la inconstitucionalidad de la ley, decreto o
reglamento, se indican algunas reglas de procedimiento y se señala los efectos de
la sentencia que se pronuncia en esos recursos.

Se contemplan dos formas de declarar la inconstitucionalidad: dentro de un


juicio, mediante sentencia dictada por cualquier juez o tribunal (jueces locales,
jueces de distrito, tribunales de apelación y Corte Suprema de Justicia53 , sistema
conocido como difuso); o mediante el recurso de amparo, cuando se aplica dicha
normativa al quejoso, y del cual conoce directamente la Corte Suprema (previa
interposición, por razones de facilidad, ante un tribunal de apelaciones), sin que
exista con anterioridad juicio ante autoridades judiciales54 .

La inconstitucionalidad declarada por la Corte Suprema en casación o ampa-


ro tiene efectos futuros y generales. Opino que si la sentencia la pronuncia un juez
o tribunal inferior y no pudiere llegar a casación porque no se recurrió o porque no
admite ese recurso, deberá enviarse a la Corte Suprema para que se pronuncie
sobre el punto de la inconstitucionalidad. Si es confirmada, la sentencia confirmatoria
produce efectos futuros y generales. No está de más señalar que la sentencia
dictada por los jueces o tribunales inferiores no sienta jurisprudencia ni anula todo
o parte de cuerpo legal declarado inconstitucional, sólo resultará inaplicable al caso
concreto. La Corte Suprema es la única competente para dictar una sentencia con
esos trascendentales efectos.

La Ley de Amparo no disponía expresamente nada en relación con los efec-


tos de la resolución de la Corte Suprema sobre la sentencia de los jueces o tribuna-
les inferiores anteriormente relacionados. Opinaba que si se confirmaba la
inconstitucionalidad, no afectaba a la sentencia del tribunal inferior y sus efectos
generales eran para el futuro, lo que refuerza lo expuesto primeramente. Si la sen-

53
Arts. 5 inc. 1, 20 y 21 LA.
54
Art. 20 LA.

225
tencia declaraba la inconstitucionalidad de la ley, considerada constitucional por el
juez o tribunal a quo, no se modificaban los efectos que produjo entre las partes la
sentencia del tribunal inferior por aplicación de la Ley de 2 de julio de 1912.

De acuerdo con el art. 5 LOPJ, la autoridad judicial puede de oficio o a peti-


ción de parte declarar la inconstitucionalidad de una norma aplicable al caso con-
creto y de cuya validez depende el fallo. Cuando fuere a petición de parte, el juez o
tribunal está obligado a acoger o rechazar la pretensión. También la Corte evacúa
consultas que no producen cosa juzgada ni constituyen jurisprudencia.55

Cuando no hubiere casación, ya sea porque no lo permite el tipo de proceso,


o ya sea porque no se llegó hasta ella, haciendo tránsito a cosa juzgada la senten-
cia que declaró la inconstitucionalidad de la ley, decreto o reglamento, la autoridad
judicial en cuyo poder quedó firme la resolución deberá remitir el expediente a la
Corte Suprema de Justicia, la que puede ratificar o no ratificar la resolución. Si
ratifica la resolución de inconstitucionalidad de la ley o reglamento hará una decla-
ración general de su inaplicabilidad para todos los casos similares, según se des-
prende del citado artículo.

La disposición mencionada no establece los efectos de la sentencia del juez


o tribunal inferior cuando la Corte no ratifica la inconstitucionalidad. Creo que debe
hacer una declaración general de la validez de los puntos declarados inconstitucio-
nales, pero no puede perjudicar la santidad de la cosa juzgada que se dio en el
caso objeto del juicio, violando el principio de seguridad jurídica y el derecho de
propiedad, en los supuestos de caso patrimonial. Es una declaración en interés de
la supremacía de la Constitución, sin perjuicio de las responsabilidades pertinen-
tes. En ningún caso, sea confirmando o rechazando la inconstitucionalidad, puede
la sentencia destruir la cosa juzgada del caso concreto. Creo que esta disposición
de la Ley Orgánica del Poder Judicial no contradice lo expuesto anteriormente.

Cuando la Corte Suprema conoce en virtud del amparo, la declaración de


inconstitucionalidad también produce efectos futuros y generales.

Debemos reconocer que la consagración de los efectos generales en el siste-


ma difuso es un avance, pues no existía en las leyes de amparo anteriores56 .

55
Expresa Kelsen que la Constitución austríaca autoriza al Tribunal Constitucional para dar opiniones
consultivas solicitadas por el gobierno federal o los gobiernos locales sobre si un acto legislativo o
administrativo cae bajo la jurisdicción de la federación o la de los estados miembros. Si es cuestión de
competencia legislativa, la petición debe ser acompañada del proyecto de ley que está siendo estudiado
por el legislativo. Si es cuestión de competencia reglamentaria, la solicitud del tribunal debe contener el
texto del proyecto y la autoridad que lo expediría. Si se tratare de otros actos de la administración, la
determinación de los hechos respecto a los cuales el acto sería expedido (Ob. cit. No. 9 pág. 90).
56
Cuando entró en vigencia el Código de Procedimiento Civil y la Ley de 2 de julio de 1912, el sistema de
nuestro amparo era el de la inaplicabilidad de la ley declarada inconstitucional al caso concreto y sin
efectos generales, y no hay razón para creer que el Código haya implantado otro diferente al permitirle a
los jueces y tribunales en el art. 194 Pr., aplicar con preferencia la Constitución y rechazar las leyes
estimadas inconstitucionales. Todavía en 1936 la Corte Suprema decía que nuestro sistema constitucio-
nal no permitía invalidar la ley de modo general. (S. 11.00 a.m. del 20 de mayo de 1936, B.J., pág. 9318).

226
En nuestro sistema difuso se puede declarar la inconstitucionalidad a petición
de parte o de oficio. El juez o tribunal lo hace en la primera forma, cuando la
inconstitucionalidad del cuerpo legal la pide una de las partes del proceso median-
te solicitud en tal sentido. Para proceder en la segunda forma, lo autorizan los arts.
182 Cn., 194 Pr. y 5 LA. La Corte Suprema ha mantenido este criterio desde hace
mucho tiempo, fundado en disposiciones semejantes al art. 182 Cn., que sienta el
principio de la supremacía Cn.57 . El art. 5 LOPJ contempla ambos sistemas de
conocimiento.

Para impugnar las violaciones de la Constitución hechas por la sentencia


definitiva dentro del procedimiento judicial, existe una causal autónoma y es la
primera de casación en el fondo (art. 2057 inc. 1 Pr.). La jurisprudencia ha limitado
el alcance de esta causal a los supuestos en que la violación a la Constitución es
directa y no a través de leyes o códigos ordinarios58 , en cuyo caso cabe aplicar la
causal segunda del art. 2.057 Pr. Lo correcto es aplicar la causal primera de ese
artículo cuando se violen directamente las disposiciones constitucionales y cuando
se aplica una ley inconstitucional59 .

No se conoce antecedente alguno de la causal primera del art. 2057 Pr. en el


Derecho comparado, y la doctrina dominante en Nicaragua le niega razón de exis-
tir, pues con la causal segunda del mismo artículo se pueden impugnar las viola-
ciones a la Constitución. Se funda en las razones siguientes: importancia de man-
tener la supremacía de la Constitución; el hecho de que con esta causal se aclara
la duda de si era o no procedente el recurso fundado en normas constitucionales,
pues se pensaba que carecían de aplicaciones directas e inmediatas, lo cual de
hecho no es cierto, sobre todo en las constituciones modernas, las cuales, a dife-
rencia de las clásicas, contienen un buen número de derechos y garantías de
aplicación inmediata.

¿Cuáles son los efectos de la declaración de constitucionalidad parcial o total


del cuerpo legal emitida por la Corte Suprema de Justicia en las vías expuestas?
Creo que también son generales y no pueden volverse a discutir, y para ello se
aplica el art. 19 LA.

El mencionado Capítulo IV del Título II de la Ley de Amparo no tiene razón de


ser. El sistema difuso debe ser regulado por la Constitución y el Código de Proce-

57
S. 12 m. del 3 de mayo de 1921, B.J., pág. 3286; S. 9:30 a.m. del 5 de agosto de 1970, B.J., pág. 20074.
58
S. 11 a.m. del 22 de febrero de 1966, B.J., pág. 41; S. 9:45 a.m. del 2 de febrero de 1967, B.J., pág. 41;
S. 11 a.m. del 12 de mayo de 1967, B.J., pág. 75; S. 8:30 a.m. del 5 de septiembre de 1967, B.J., pág.
175; S. 10:35 a.m. del 22 de diciembre de 1967, B.J., pág. 258; S. 8:30 a.m. del 13 de agosto de 1970,
B.J., 186; S. 9:45 a.m. del 15 de diciembre de 1971, B.J., pág. 242; S. 10 a.m. del 24 de febrero de 1972,
B.J., pág. 14; S. 9:45 a.m. del 14 de marzo de 1972, B.J., pág. 39; S. 8:30 a.m. del 15 de agosto de 1972,
B.J., pág. 190; S. 12 m. del 9 de marzo de 1961, B.J., pág. 20328; S. 10 a.m. del 21 de abril de 1961, B.J.,
pág. 30396.
59
Aristides Somarriba V. Casación en el Fondo. Tesis doctoral. León, 1947, págs. 43 y sigs.; Danilo
Manzanares E., “Causales de Casación en el Fondo”. Págs. 11 y sigs.; Opinión de la Suprema, publicada
en el B.J. de 1915, págs. 739 y 740.

227
dimiento Civil60 , y lo referente al amparo debe tratarse en el Título III de la Ley de
Amparo, que lo reglamenta.

No obstante, se justifica la inserción provisional del sistema difuso, porque la


Constitución lo omitió y representa mucho tenerlo, aunque sea provisionalmente,
en una ley constitucional. Es verdad que se encuentra consagrado en el art. 194
Pr., pero siempre necesita de un respaldo constitucional para su funcionamiento
más duradero y firme.

10. Jurisprudencia

La Corte Suprema ha dicho:

a) Se define “ley” en la forma siguiente: La ley es la voluntad del Estado que


nos obliga a todos, que manda, prohibe o permite hacer algo61 .

b) Son dos los elementos esenciales de la ley: la generalidad y la obligatorie-


dad62 .

c) Para que la ley tenga validez jurídica necesita, después de su elaboración


y aprobación, su sanción, promulgación y publicación63 .

d) La sanción de la ley por el Presidente de la República es un acto adminis-


trativo solemne por medio del cual se confirma ésta para posteriormente promul-
garla, acto último en la formación de la ley que equivale junto con la sanción a
certificar, por medio del Jefe del Estado, que se han observado en la elaboración
de la misma las normas constitucionales y que esa es la voluntad soberana de la
Asamblea Nacional, y ordena en ese mismo acto su publicación para su obligato-
riedad64 .

e) Sobre lo alegado por la Señora Presidenta de la República en su Informe,


en relación a que de conformidad con el art. 194 Cn., es facultad suya promulgar
las reformas parciales a la Constitución sin tener plazo para ello, considera este
Tribunal oportuno recordarle de nuevo que la misma disposición constitucional
establece que en tal caso no podrá ejercer el derecho al veto ni en forma expresa
ni en forma tácita, pues el precepto constitucional de la promulgación es imperativo65 .

f) Sólo el Estado y no el municipio es quien puede ejercer actos de soberanía


sobre el territorio nacional y reconocer que un municipio tiene alguna facultad ab-
soluta sobre territorio de su circunscripción, sería igual que admitir la existencia de
60
El sistema difuso era regulado, antes del régimen sandinista, en el art. 194 Pr., en el art. 311 Cn. de 1974
y en la Ley de 2 de julio de 1912.
61
S.11 a.m. del 24 de noviembre de 1993, B.J., pág.254.
62
S.11 a.m. del 24 de noviembre de 1993, B.J., pág.254.
63
S. 11:00 a.m. del 24 de noviembre de 1992, B.J. pág.254
64
S. 11: a.m. del 8 de febrero de 1991, B.J. pág.230.
65
S. 9:30 a.m. del 29 de mayo de 1995, B.J., pág. 30.

228
otro Estado dentro del Estado, rompiendo así los conceptos esenciales de unidad
e indivisibilidad que consigna el art. 6 Cn. La competencia del municipio debe
obedecer a las del Estado de acuerdo con el art. 9 de la Ley de Municipios y el art.
167 Cn., que establece la subordinación del municipio con respecto al Estado. No
es inconstitucional el Decreto Número 26/91 denominado “Restablecimiento de
Vigencia Original de la Ley de Expropiación de Predios Baldíos en el Casco Urba-
no del Centro de la Ciudad de Managua” 66 .

g) Considera este Supremo Tribunal que la improcedencia es la situación


procesal por la cual, por no existir todos los presupuestos procesales del juicio
constitucional no debe admitirse el recurso de inconstitucionalidad, ni tramitarse el
juicio. Según la doctrina es la “imposibilidad legal de ejecutar el amparo» (B.J.,1993,
pág.131). Las causas de improcedencia pueden ser examinadas de oficio aunque
no las aleguen las partes y pueden ser decretadas tanto al inicio del proceso como
en la sentencia definitiva. (B.J. 1993, pág. 136). Otras consideraciones de esta
Corte deben tenerse en cuenta cuando hayan sido materia cuestionada en recur-
sos de la misma naturaleza y decididos por sentencia, ya que suponen que se ha
dicho la última palabra sobre el tema, volviendo notoriamente improcedente un
recurso sobre la misma temática 67 .

h) El art. 38 Cn. establece la no retroactividad de las leyes, excepto en mate-


ria penal cuando favorezca al reo. Se deduce de la sentencia que este artículo se
refiere a las leyes ordinarias. Para una mejor apreciación transcribiré el párrafo
pertinente: “Este principio de irretroactividad se proclama en nuestra Constitución
para todas las leyes excepto para los penales, al señalarse en el art. 38 Cn. que la
ley no tiene efecto retroactivo, excepto en materia penal cuando favorezca al reo.
Debemos precisar que la norma constitucional en su mismo texto se está refiriendo
a la ley ordinaria. Por consiguiente, si la Constitución no tiene normas de las llama-
das doctrinariamente cláusulas de intangibilidad, y si la reforma de la Constitución
no es una ley ordinaria sino la Constitución misma, cualquier precepto constitucio-
nal es susceptible de ser modificado por una reforma efectuada por el órgano com-
petente” 68 .

i) Siguiendo a Kelsen, se considera a la sentencia como creadora del Dere-


cho69 .

j) El art. 31 Cn., que consagra el derecho de entrar y salir libremente del país
por el tiempo deseado, derogó el Decreto Número 760/80, confiscatorio de los
bienes de los nicaragüenses que salieron del país por más de seis meses70 .

66
S. 10:00 a.m. del 2 de julio de 1992, B.J. pág. 135.
67
S. 9:00 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J., pág.36; S.9:20 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J. pág. 40; S.
9:45 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J., pág.44.
68
S. 12:30 p.m. del 5 de agosto de 1996, B.J., pág.236
69
S. 9 a.m. del 27 de noviembre de 1992, B.J., pág. 259.
70
S. 11:00 a.m. del 6 de marzo de 1991 B.J., pág. 32; S. 11:00 a.m. del 2 de octubre de 1991, B.J., pág.
170.

229
k) La Corte Suprema de Justicia hace suya la opinión de Eduardo García de
Enterría y Tomás Ramón Fernández, los cuales reconocen el carácter normativo
de la Constitución, la cual debe aplicarse en la totalidad de sus preceptos, sin que
exista la posibilidad de distinguir entre artículos de aplicación directa y otros mera-
mente programáticos, que carecerían de valor normativo. No todos los artículos de
la Constitución tienen un alcance y significación normativa, pero todos, rotunda-
mente, enuncian efectivas normas jurídicas sea cual sea su posible imprecisión o
indeterminación. No hay en la Constitución normas inoportunas u oportunas, feli-
ces o desafortunadas, precisas ó indeterminadas, a las que no haya que darse
valor normativo71 .

l) La Contraloría General de la República carece de jurisdicción para imponer


como pena la presunción de responsabilidad penal del art. 10 inc. 17, 64, 121, 127,
138, 139 y 140 de la “Ley de Organización de la Contraloría General de la Repúbli-
ca”, del Sistema de Control de la Administración Pública y del Area Propiedad del
Pueblo, las cuales son inconstitucionales. La Contraloría no tiene funciones judi-
ciales para imponer tal pena72 .

No obstante, en las últimas reformas a la Constitución el art. 156 Cn. le impo-


ne al Contralor la obligación de enviar al juez el resultado de sus investigaciones, si
presumiere responsabilidades penales bajo el apercibimiento de declararlo encu-
bridor de los delitos que posteriormente sean determinados. Podría pensarse que
se retrocedió al sistema de establecer presunciones de culpabilidad, pero no es
así. Sería una grave aberración jurídica sostener tal opinión.

Del análisis del contenido del citado artículo se deduce que lo que la Contraloría
debe estimar es la posibilidad de haberse cometido un delito y remitir el asunto al
juez competente, pero no establecer una presunción de responsabilidad como lo
hacían expresamente los citados artículos de la Ley de Organización de la
Contraloría General de la República, del Sistema de Control de Administración
Pública y del Area Propiedad del Pueblo, declaradas inconstitucionales.

El investigado goza de la presunción de inocencia. El art. 156 Cn. no estable-


ce una presunción legal sea iuris tantum, que admite prueba en contrario, o sea
iuris et de iures, que no la admite, ni puede ser una presunción humana porque
ésta solamente el juez puede deducirla de los hechos probados en el juicio con la
intervención del acusado. Estas son las únicas presunciones que existen en el
Derecho, y a ninguna de ellas se refiere el art. 156 Cn.

Con la inventada presunción de culpabilidad, al investigado se le iniciaría un


proceso penal como culpable, lo cual rompe con la estructura democrática del
proceso moderno, en la que el procesado se presume inocente durante todo el

71
S. 9:00 a.m. del 27 de noviembre de 1992, B.J., pág. 259.
72
S. 10:45 a.m. del 21 de diciembre de 1993, B.J., pág. 219; S. 10:45 a.m. del 17 de agosto de 1995, B.J.,
pág. 105; S. 10:45 a.m. del 21 de diciembre de 1993, B.J., pág. 219.

230
juicio hasta que por sentencia final y en un debido proceso sea condenado. Por el
contrario, con la presunción de culpabilidad, el investigado es llamado al proceso
como culpable y frente a la maquinaria estatal tendrá que demostrar su inocencia y
quizás sin la libertad de poder movilizarse para obtener las pruebas por encontrar-
se detenido. Se le enviaría a una especie de juicio de revisión.

Esta supuesta presunción de responsabilidad penal constituiría una invasión


al poder judicial que entraría en contradicción con tres principios fundamentales de
la Constitución; a saber: a) El principio de presunción de inocencia mientras no se
demuestre lo contrario, consagrado en el art. 34 inc. 1 Cn. y el art. 8.2 del Pacto de
San José, convertido en Ley de la República e incorporado a la Constitución por el
art. 46 Cn.; b) El principio de que nadie puede ser sustraído de su juez competente
ni llevado a jurisdicción de excepción, consagrado en el art. 34 inc. 2 Cn.; c) El
principio de la unidad de la jurisdicción consagrado, en el art. 159 Cn., que impide
administrar justicia fuera del poder judicial.

Hay que evitar el expansionismo de los órganos y poderes del Estado y ejer-
citar los instrumentos de control entre ellos. Así lo exige la democracia.

Ante esas contradicciones de disposiciones constitucionales (que no existen


en el caso concreto por lo anteriormente expuesto) la doctrina ha formulado algu-
nas soluciones: declarar inconstitucional aquellas normas que se oponen a los
principios superiores; aplicar cualquiera de los principios siguientes: el pro libertates,
en virtud del cual debe interpretarse extensivamente todo lo que favorezca y
restrictivamente todo lo que limite la libertad; el pro homine, en virtud del cual el
derecho debe interpretarse y aplicarse de la manera que más favorezca al ser
humano; el principio de aplicación de la disposición más favorable al reclamante.
En el caso analizado, de existir oposición se podría declarar inconstitucional la
presunción de culpabilidad o aplicar con preferencia los principios fundamentales
anteriormente citados, apartando la norma que los contradiga.

En las referidas sentencias, la Corte Suprema de Justicia se encuentra den-


tro de los criterios expuestos.

ll) El efecto de la sentencia en el recurso de amparo es el restablecimiento de


las cosas al estado que tenían antes de la transgresión, pues tal como decíamos
antes estos actos se agotan en su ejecución; en cambio la declaración de
inconstitucionalidad tiene efecto a partir de la sentencia que establezca la
inaplicabilidad de la ley, decreto o reglamento, pues estos, por su característica de
generalidad, pueden aplicarse sucesivamente en el tiempo a la categoría o grupos
de personas a la que están destinados73 .

m) La Corte Suprema considera que una resolución emanada de la Presiden-


cia de la República dirigida a otra institución del Estado, que tiene como fundamen-

73
S. 12 m. del 18 de octubre de 1993, B.J. pág. 135.

231
to un convenio logrado entre funcionarios del Estado y personas naturales o jurídi-
cas, no es ni puede ser considerado un decreto ejecutivo con fuerza de ley, ya que
la misma no ha llenado los mínimos requisitos de generalidad, publicidad e imperium
requerido para dichos decretos ejecutivos con fuerza de ley74 .

n) El art. 191 Cn. concede de manera expresa a la Asamblea Nacional las


facultades de reformar parcialmente la Constitución y resolver sobre la iniciativa de
reforma total de la misma. La Constitución no establece lo que debe entenderse
por reforma total o parcial, únicamente señala un procedimiento diferente para
cada clase de reforma. Para establecer un criterio de interpretación habría que
analizar los conceptos desde dos puntos de vista: el del número de artículos refor-
mados y el de los principios fundamentales que afecte. Desde el primer punto de
vista, cuando el número de artículos reformados es menor del total de artículos de
la Constitución se señala hacia una reforma parcial. Con relación a los principios
fundamentales que afecta, para ser total debe afectar la existencia misma del Es-
tado por la forma de gobierno o su inspiración democrática. Un reordenamiento de
las atribuciones de los poderes del Estado en la Constitución misma o las limitacio-
nes que se contengan en ella para el ejercicio de determinados cargos o para
acceder a ellos, no son violatorios de los derechos humanos o de principios cons-
titucionales sino que constituyen normas básicas que contribuyen a ordenar la
función pública en beneficio de la colectividad75 .

ñ) Es preciso distinguir entre poder constituyente y poderes constituidos. El


primero reside en el pueblo, el cual se organiza políticamente por medio de una
Constitución, la cual crea los poderes constitucionales que gobernarán el país: el
poder ejecutivo, el poder judicial y el electoral. Estos poderes tienen las funciones
y competencias que el poder constituyente les concede en la Constitución. El po-
der constituyente puede ser primigenio cuando una sociedad se organiza por pri-
mera vez en Estado. Algunos autores distinguen entre poder constituyente origina-
rio y poder constituyente derivado o de continuidad. La simple reforma constitucio-
nal hecha según los trámites establecidos en texto constitucional, no significa el
ejercicio del poder constituyente, sino el ejercicio del poder constituido, porque se
realiza con sujeción al procedimiento constitucional ordinario que permite una
reforma parcial a la Constitución. La Constitución de 1987, confirió a la Asamblea
Nacional, como poder constituido, la facultad de reformarla parcialmente y de co-
nocer y resolver sobre la iniciativa de reforma total de la misma, y fijó requerimien-
tos y procedimientos necesarios para tales efectos, permitiendo ser reformada
parcialmente por el órgano legislativo ordinario: la Asamblea Nacional76 .

o) La Ley General sobre los Medios de Comunicación Social no viola la Cons-


titución al otorgar al Estado exclusividad de la televisión; ni al establecer la obliga-
ción de las estaciones de radio de encadenarse para transmitir mensajes; ni al
establecer el respeto a los forjadores de la nacionalidad; ni al crear el Consejo
74
S. 12 m. del 18 de octubre de 1993, B.J., pág. 135.
75
S. 9:30 a.m. del 8 de mayo de 1995, B.J., pág. 12.
76
S. 9:20 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J., pág. 40; S. 9:45 a.m. del 28 de febrero de 1996, B.J., pág.44.

232
Nacional de la Comunicación Social y la Dirección de Medios de Comunicación
que pueden imponer sanciones administrativas y no penales, lo mismo que el Mi-
nisterio del Interior; y no limita a los periodistas en su ejercicio profesional. No cabe
nombrar a los recurrentes un procurador común porque no hay pluralidad de par-
tes sino pluralidad de sujetos que forman la parte actora77 .

p) El Decreto 417/80, o sea la anterior Ley de Amparo, no establecía el recur-


so de inconstitucionalidad. La expropiación no es contraria al derecho de propie-
dad, por lo que se declara improcedente (sic) el recurso78 .

q) Es improcedente por extemporáneo el recurso de inconstitucionalidad de


la Ley de Funciones Jurisdiccionales de la Policía Sandinista79 .

r) Se declara inconstitucional el Decreto de Suspensión de Aplicación de la


Ley No. 70 y Revisión de Convenios Colectivos, por traspasar la función reglamen-
taria. “Esta reglamentación que la Constitución le confiere al Presidente de la Re-
pública no le da facultades de alterar el espíritu de la ley a través del reglamento,
sino que esta actividad reglamentaria está limitada y encausada por la norma le-
gal, no sólo debe por lo tanto, respetar la letra, sino también el espíritu de la ley; un
reglamento que no respeta esta limitación sería ilegal y por supuesto nulo como
simple prevalencia de la ley violada”. El reglamento no puede facultar al Ministerio
del Trabajo a reglamentar la ley cuando ésta dispone que lo hará la Comisión de
Servicio Civil y Carrera Administrativa, ni puede facultar a ese Ministerio para revi-
sar los convenios colectivos cuando la ley sólo le da facultad de registrarlos80 .

s) La tesis del Estado constitucional de Derecho ha sido acogida por la Corte


Suprema, para fundar la procedencia de la inconstitucionalidad contra los actos
que no sean leyes de la Asamblea Legislativa 81 .

t) La Corte Suprema considera al quórum como elemento esencial. Dice: Un


acuerdo de la Asamblea Nacional no está válidamente expresado cualquiera que
sea la mayoría que lo tome, si en el momento de la votación de la Asamblea no
existe el quórum prescrito en la Constitución82 .

u) La Corte Suprema sólo sanciona con nulidad la violación de las normas de


competencia y procedimiento constitucionales y no las del Estatuto o Reglamento.
Dice: En efecto, siendo que la Constitución es la ley suprema, para que una norma
legal sea válida y tenga efectos generales deben respetarse en su formación las
normas constitucionales que establecen los órganos que intervienen en su elabo-
ración y los procedimientos correspondientes83 .
77
S. 9 a.m. del 22 de agosto de 1989, B.J., pág. 184.
78
S. 11:30 a.m. del 6 de Marzo de 1989 B.J., pág. 64.
79
S. 9 a.m. del 17 de Marzo de 1989 B.J., pág. 66.
80
S. 9 a.m. del 18 de Julio de 1990 B.J., pág. 146.
81
S.9:00 a.m. del 26 de noviembre de 1992, B.J., pág. 259.
82
S. 9:00 a.m. del 27 de noviembre de 1992, B.J., pág.259.
83
S. 11:00 a.m. del 24 de noviembre de 1992, B.J., pág. 254.

233
v) El ejecutivo tiene facultad para crear la Comisión de Revisión para sus
actos administrativos en el ramo ejecutivo. Y no puede invadir atribuciones que le
corresponden al poder judicial. Por lo que los arts. 7 y 11 del Decreto 11/90, que
creó la Comisión Nacional de Revisión, son inconstitucionales al permitir que se
dicten resoluciones de devolución de bienes y que estas resoluciones sirvan de
suficiente título para ejercer derecho sobre los bienes reclamados e inscribirse en
el Registro Público, facultades que pertenecen al orden jurisdiccional84 .

w) La Ley de Amparo, la Ley Electoral y la Ley de Emergencia tienen jerar-


quía constitucional. Como consecuencia, la Ley de Amparo debe aplicarse siem-
pre como prenda de seguridad y paz social. Para el recurso de inconstitucionalidad
se ha consagrado la acción popular en el art. 187 Cn. al disponer que se puede
interponer por cualquier ciudadano, ya que es un recurso que no resuelve quere-
llas individuales sino problemas de leyes generales y del mas alto interés jurídi-
co85 .

84
S. 8:30 a.m. del 17 de mayo de 1991 B.J. pág. 47.
85
S.10:00 a.m. del 21 de julio de 1992 B.J., pág.; S. 10: 00a.m. del 26 de septiembre de 1994 B.J., pág.
151; S. 10:00 a.m. del 21 de julio de 1992 B.J., pág. 163; S. 12 m. del 18 de octubre de 1993, B.J., pág.
135; S. 9:00 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J., pág. 36; S. 9:20 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J.,
pág.40.

234
CAPITULO XVII

EL AMPARO

Sumario: 1. Objeto del amparo. 2. La pretensión del amparo. 3. Las partes: A.


Capacidad para ser parte. B. Capacidad procesal. C. Legitimación ad causam ac-
tiva y pasiva. 4. Los terceros interesados. 5. Plazos para su interposición. 6. Com-
petencia. 7.Tramitación: A. El amparo es un recurso extraordinario. B. El amparo
no es bi-instancial. C. Escrito de interposición. D. Examen del escrito de interposi-
ción. E. Suspensión del acto reclamado. E. Apertura a prueba. 8. Terminación del
amparo: A. Por sentencia definitiva. B. Por improcedencia. C. Por desistimiento. D.
Por deserción. 9. Aplicación supletoria del Código de Procedimiento Civil. 10.
Cumplimiento de la sentencia. 11. Jurisprudencia.

1. Objeto o materia del amparo

De acuerdo con los arts. 23 LA y 188 Cn., el objeto que motiva el amparo son
los actos, disposiciones, resolución y en general toda acción u omisión de cual-
quier funcionario, autoridad o agentes de los mismos que violen o traten de violar
los derechos y garantías consagradas en la Constitución.

La materia contra la cual se recurre es amplia, pues comprende actos, dispo-


siciones, resoluciones y cualquier acción u omisión.

El amparo, pues, se da solamente contra los actos de autoridad y no contra


los actos de los particulares, según se desprende especialmente de los arts. 188
Cn y 23 LA y del resto de su articulado. Ese ha sido el criterio mantenido por
nuestras leyes de amparo y confirmado por la jurisprudencia1 .

Dentro de este mismo orden de ideas, no cabe el amparo cuando la autoridad


actúa como un particular, ya sea en la celebración o cumplimiento de un contrato,
o con ocasión de cualquier otro acto o hecho. Así lo reconocen la Corte Suprema2
y la doctrina.

Siempre con relación a este mismo criterio, la Corte Suprema ha dicho que
contra la autoridad que ocupa un terreno, de cuyo conflicto nacen y derivan accio-
nes ordinarias para las partes, no cabe el amparo, sino el ejercicio de dichas accio-
1
S. 11 a.m. del 3 de marzo de 1916, B.J., pág. 1097; S. 9 a.m. del 3 de junio de 1937, B.J., pág. 9757; S.
12 m. Del 26 de julio de 1945, B.J., pág. 12904; S. 10 a.m. del 24 de mayo de 1947, B.J., pág. 13829; S.
10 a.m. del 26 de enero de 1955, B.J., pág. 17323; S. 10:30 a.m. del 28 de noviembre de 1958, B.J., pág.
19245; S. 10:30 a.m. del 26 de marzo de 1996, B.J., pág. 88. En otras legislaciones es amplio y se da no
sólo contra los actos de autoridad, sino contra las entidades autónomas y contra los concesionarios de
servicios públicos.
2
S. 11 a.m. del 30 de noviembre de 1923, B.J., pág. 4150; S. 11 a.m. del 3 de mayo de 1934, B.J., pág.
8605; S. 11 a.m. del 13 de diciembre de 1935, B.J., pág. 9139; S. 10 a.m. del 4 de abril de 1937, B.J.,
pág.9669; S. 10 a.m. del 12 de noviembre de 1952, B.J., pág. 16242; S. 10 a.m. del 9 de mayo de 1956,
B. J., pág. 18051; S. 11 a.m. del 5 de abril de 1961, B.J., pág. 20368; S. 12 m. del 5 de abril de 1961, B.J.,
pág. 20369; S. 9:45 a.m. del 2 de septiembre de 1965, B.J., pág. 256.

235
nes3 . Estas acciones podrían ser la reivindicatoria o las posesorias (interdictos
posesorios).

La materia del proceso (o su objeto) sobre el que se pronuncia el órgano


jurisdiccional está constituido por la pretensión, la contestación a ésta, el acto recu-
rrido y las partes.

La Corte Suprema ha dicho:

a) Los convenios o contratos administrativos no son actos de autoridad, y


para el cumplimiento de alguna prestación debe acudirse a los tribunales ordina-
rios y no usar la autoridad la vía de imperio, y de hacerlo cabe contra ella la vía del
amparo4 .

b) El recurso de amparo, por su propia naturaleza, tiene por objeto mantener


la supremacía de la Constitución Política y el imperio de la misma, así como de las
leyes constitucionales y procede en contra de toda disposición, acto o resolución y
en general, contra toda acción u omisión de cualquier funcionario, autoridad o agente
de los mismos que viole o trate de violar los derechos y garantías consagrados en
la Constitución Política. Por su naturaleza de recurso extraordinario, la ley que
regula su ejercicio, reviste al mismo de ciertos y determinados requisitos que de-
ben de cumplirse por la persona natural o jurídica que hace uso de dicho remedio
legal ante el Tribunal competente y que de no cumplirse, hacen que el recurso
corra la suerte de ser declarado improcedente. La Ley de Amparo, publicada en el
Diario Oficial La Gaceta el veinte de diciembre de 1988, señala de manera expresa
en los arts. 26 y 27 los requisitos que deben observarse para la interposición de la
demanda correspondiente5 .

c) Nuestra Ley de Amparo es el instrumento legal mediante el cual se ejerce


el control del ordenamiento jurídico y de las actuaciones de los funcionarios públi-
cos para mantener y restablecer el imperio de la Constitución Política6 .

d) No ha lugar al amparo por no haber sido establecido para tutelar violacio-


nes a la Ley de Inquilinato y porque no se aportó ninguna prueba del acto reclama-
do7 .

2. La pretensión del amparo

En el amparo, la pretensión es la petición del quejoso al órgano jurisdiccional


para que le restituya o preserve sus derechos, si el hecho contra el cual se recurre
fuere positivo; u obligarlo a respetar la ley y cumplir con lo que ésta exija.
3
S. 12 m. del 5 de abril de 1937, B.J., pág. 9630; S. 11:40 a.m. del 30 de noviembre de 1965, B.J., pág.
355; S. 9:45 a.m. del 5 de diciembre de 1966, B.J., pág. 306.
4
S. 9:00.a.m. del 22 de abril de 1993 B.J., pág. 26.
5
S. 10:45 a.m. del 12 de junio de 1995, B.J., pág. 47.
6
S.10:45 a.m. del 7 de agosto de 1995, B.J., pág. 105.
7
S. 9 a.m. del 25 de febrero de 1982 B.J., Pág..87.

236
La Corte Suprema ha expresado que el recurso de amparo tiene sus raíces
en la necesidad de encontrar un medio jurídico que consagre y haga respetar los
derechos establecidos en la Constitución Política, a favor de las personas que
hubieren sido agraviadas por parte de funcionarios, autoridades o agentes de los
mismos y que necesitaren de su protección mediante la acción correspondiente.
Conforme este concepto nuestra Ley de Amparo es el instrumento legal mediante
el cual se ejerce el control del ordenamiento jurídico y de las actuaciones de los
funcionarios públicos para mantener y establecer el imperio de la Constitución
Política8 .

3. Las partes

Las partes en el amparo son tres: el quejoso o recurrente, la autoridad res-


ponsable y los terceros interesados.

Lo pueden interponer las personas naturales, las personas jurídicas privadas


o publicas: las sociedades civiles o comerciales, las organizaciones no guberna-
mentales, los sindicatos, el Estado y sus entes, las municipalidades, los partidos
políticos, el Procurador General de la República, y el Procurador de Derechos
Humanos.

El amparo sólo puede promoverse y tramitarse a petición de parte. Rige el


principio del impulso privado. La Corte Suprema de Justicia dice que el principio de
iniciativa lo recoge el art. 23 LA., el cual ordena que la tramitación del recurso de
amparo solo se realiza por iniciativa de la parte agraviada9 .

Haremos un breve estudio de la legitimación y de las diferentes capacidades


de las partes en el amparo.

A. Capacidad para ser parte

Es la aptitud de ser sujeto del amparo. La tienen todas las personas naturales
por el hecho de ser tales, las personas jurídicas y públicas y hasta los extranjeros.
Ejemplos: los menores de edad tienen capacidad para ser parte en el amparo, los
dementes o incapacitados en general; las personas jurídicas tienen capacidad para
ser parte a menos que se hayan extinguido o aún no hayan surgido a la vida legal
(v. gr., una sociedad anónima que no está inscrita). Esta capacidad equivale a la
capacidad de goce y se refiere a la capacidad de las personas de poder ser titula-
res de derechos fundamentales.

a) Personas naturales. Pueden interponer el amparo todas las personas na-


turales, tanto nacionales como extranjeras.

8
S. 11:30 a.m. del 7 de junio de 1995, B.J., pág. 35; S. 10:45 a.m. del 21 de diciembre de 1993, B.J., pág.
219; S. 11:30 a.m. del 7 de junio de 1995, B.J., pág. 35; S. 12 m. del 3 de julio de 1995, B.J., pág. 66.
9
S. 11:00 a.m. del 26 de julio de 1992, B.J., pág. 185.

237
Los nicaragüenses tienen una capacidad plena. Los extranjeros tienen los
mismos derechos y deberes de los nicaragüenses con excepción de los derechos
políticos (sufragio activo y pasivo, etc.), de los que establezca la ley, y del derecho
a intervenir en asuntos políticos del país. Así lo dispone el art. 27 Cn., el que para
reforzar esta idea expone en su parte final que el Estado respeta y garantiza los
derechos reconocidos en la Constitución a todas las personas que se encuentren
en su territorio y sujetos a su jurisdicción.

Por otra parte, el art. 46 Cn. protege en el territorio nacional a todas las perso-
nas en sus derechos inherentes y en los consignados en los principales documen-
tos y declaraciones internacionales sobre derechos humanos que incorpora a la
Constitución.

Un problema fundamental es el relativo a la protección del nascituro. En los


arts. 5 C. y siguientes, se distingue entre personas de existencia visible o legal (los
ya nacidos) y las personas con existencia natural o concebidos en el vientre mater-
no . Los primeros son capaces de adquirir derechos y contraer obligaciones y les
son permitidos todos los actos y todos los derechos que no le fueren expresamente
prohibido. Estos artículos del Código Civil desarrollan en parte el art. 32 Cn., el cual
dispone que ninguna persona está obligado a hacer lo que la ley no manda ni
impedida de hacer lo que ella prohibe. Esto viene a confirmar el derecho que tienen
todas las personas naturales para interponer el amparo.

Las personas por nacer son las concebidas en el vientre materno y desde ese
momento comienza su existencia natural. Se les debe protección para conservar-
les la vida mediante la intervención de la autoridad, la cual tomará todas las provi-
dencias para garantizar la existencia del concebido que se crea se encuentre de
algún modo en peligro. También se les puede nombrar guardador para protegerle
los derechos eventuales que puedan adquirir por su existencia legal.

Este tipo de legislación permite al nascituro, a través de su guardador interpo-


ner el amparo, para defender sus derechos eventuales o su vida cuando hubiere
peligro de aborto. También podría ejercer esta acción el Procurador de la Repúbli-
ca o el Procurador de los Derechos Humanos.

Nuestra legislación no acepta ninguna de las dos tesis legales que funda-
mentan el aborto: la que considera al aborto un derecho sin exigir causa justificada
para realizarlo, y la que lo admite de manera justificada.

La primera tesis la sostiene la Suprema Corte de los Estados Unidos a partir


de 1973, cuando en el caso Rose versus Wode consideró que las mujeres emba-
razadas tienen un derecho constitucional a interrumpir el embarazo como conse-
cuencia directa de sus derechos de libertad, igualdad y privacidad. Pero este dere-
cho, como cualquier otro derecho, tiene limites establecidos por el legislador de
manera justificada.

238
La segunda tesis proviene del Tribunal Constitucional Federal Alemán para
quien la vida es un bien jurídico que debe protegerse hasta frente a la libertad de la
mujer embarazada, por lo que la interrupción del embarazo es un acto antijurídico
que se puede eximir de responsabilidad penal bajo cierta circunstancia que la jus-
tifiquen, ya que en caso contrario es un delito.

Nuestro 165 Pn. despenaliza solamente el aborto terapéutico, determinado


con la intervención de tres facultativos. Además se exige el consentimiento del
cónyuge o de la persona más cercana a la mujer.

b) Las personas jurídicas de Derecho Privado. Las personas jurídicas de


Derecho Privado pueden interponer el amparo. En la Ley de Amparo de 1980 se
exigía el requisito de la afectación de sus intereses patrimoniales. Era una condi-
ción tanto para las personas jurídicas de Derecho Privado como para las de Dere-
cho Público. La eliminación de este requisito permite una mayor amplitud para la
legitimación de las personas jurídicas con relación a la violación de los derechos
constitucionales.

Un sector doctrinal que limita la titularidad a las personas naturales no conci-


be a las personas jurídicas como titulares directos de los derechos fundamentales,
sino de manera secundaria, pues representan una titularidad de los sujetos prima-
rios que son las personas individuales.

Es más, existe la posibilidad que un mismo derecho tenga aspectos que pue-
dan ser titularizados por una persona jurídica y otros aspectos que no los puede
titularizar.

La determinación de las titularidades de los derechos fundamentales es algo


compleja. No se puede hacer en forma general con relación a todos y cada uno de
ellos. El tema es algo casuístico. Deben de tenerse en cuenta, entre otros elemen-
tos, la naturaleza del derecho, la finalidades de las personas jurídicas y la ley.

Inicialmente se les negaba a las personas jurídicas la capacidad para ser


titulares de derechos fundamentales10 . Estos solamente eran atribuidos a las per-
sonas naturales para protegerlos frente al Estado. Superadas en parte estas ideas
y ante el aumento de los derechos y la amplitud del desarrollo de los mismos, surge
el criterio de que las personas jurídicas puedan ser titulares de derechos funda-
mentales atendiendo a la naturaleza del derecho que puedan ejercer. Es una titu-
laridad general de los derechos, pero limitada por la naturaleza del derecho y por lo
establecido en la ley.

10
German J. Bidar Campos se pronuncia a favor de conceder la titularidad de los derechos humanos a las
entidades intermedias que integren la sociedad pluralista: asociaciones, agrupaciones, corporaciones,
organizaciones, etc., porque con ellas el hombre individual expande y despliega su sociabilidad, su
libertad, sus energías creadoras, su iniciativa privada y donde realiza muchos de sus fines parciales
(Teoría General de los Derechos Humanos. Editorial Astrea, Buenos Aires, 1991, pág. 371).

239
Por ejemplo, las personas jurídicas privadas son titulares (lo mismo que las
públicas) de los derechos a la inviolabilidad del domicilio; del derecho de no ser
sancionado administrativamente por acciones u omisiones que al momento de
producirse no constituyen infracción; del derecho de propiedad; del derecho a la
inviolabilidad del domicilio; del derecho de reunión; etc.

Por el contrario, carecen del derecho al sufragio activo y pasivo; del derecho
a la intimidad familiar; del derecho a la libertad personal; de los derechos concedi-
dos a la familia en general; del derecho de asilo; del derecho a no ser extraditado;
etc.

Como ya lo expresamos existen derechos que sólo los pueden titularizar las
personas físicas. A esta limitación debe agregarse el ámbito de sus finalidades.
Por ejemplo: un sindicato debe limitar sus funciones a la finalidad que de acuerdo
con la ley le son asignados y no tienen, por ejemplo, titularidad de libertad religiosa;
una sociedad mercantil y civil tiene titularidad sobre el derecho de propiedad y no,
por ejemplo, sobre el derecho al sufragio; un partido político debe limitar sus fun-
ciones para lo que fueron creados y no tiene titularidad, por ejemplo, del derecho
de asilo.

Es conveniente advertir que la persona jurídica, o el Estado como tal, no


puede fundar en la titularidad de un derecho fundamental la ampliación o modifica-
ción del ámbito de sus competencias.

Las ideas expuestas se convienen con el art. 19. III de la Ley Fundamental de
Bonn que dice: «Los derechos fundamentales se extienden a las personas jurídi-
cas nacionales en la medida en que, con arreglo a su respectiva naturaleza, aqué-
llos les sean aplicable».

c) Personas jurídicas de carácter público. La capacidad de las personas jurí-


dicas de carácter público para adquirir derechos fundamentales es más complica-
da. Si las personas jurídicas de carácter público son sujetos de derechos funda-
mentales, lo son con carácter excepcional.

Sobre la capacidad de las personas jurídicas públicas existen dos tesis con-
tradictorias. La primera le niega el derecho de interponer el amparo al Estado11 y
sus entes, por ser únicamente titulares de competencias, potestades y atribucio-
nes y no de derechos fundamentales. La segunda, por el contrario, acepta que las
personas jurídicas de derecho público (Estado, municipios, entes gubernamenta-
les) sean sujetos de ciertos derechos fundamentales que por su naturaleza pue-

11
German J. Bidar Campos expresa que no es correcto incluir entre los sujetos de derechos humanos al
Estado, aunque detecta la posibilidad de atribuirle excepcionalmente ciertos derechos desprovistos de la
naturaleza que, con otros fundamentos filosóficos, históricos y políticos, revisten los derechos humanos.
Entre ellos: el derecho a la propiedad y el derecho a la jurisdicción y al debido proceso. Teoría General de
los Derechos Humanos. Ob. cit., pág. 41 y sigts.

240
dan ejercer y, por lo tanto, estarían legitimados para defenderlos por medio del
amparo. El tema no es pacífico ni en la doctrina ni la jurisprudencia.

Creo que las personas jurídicas de carácter público pueden interponer el


amparo cuando actúan como personas de carácter privado; cuando invocan el
derecho a una tutela judicial efectiva sin indefensión; cuando defienden a sus miem-
bros en el cumplimiento de sus fines; cuando la universidad defiende la libertad de
cátedra; cuando la iglesia defiende la libertad religiosa; y cuando las municipalida-
des defienden su autonomía.

La doctrina le niega el derecho de amparo a las personas jurídicas de carác-


ter público cuando lo hacen para defender sus competencias, facultades y atribu-
ciones frente a otras personas jurídicas de carácter público. Se dice que el amparo
es un instrumento de defensa de los ciudadanos frente a los poderes y no de
protección a estos. Tales asuntos o conflictos deben ser solucionados por la Corte
Suprema de Justicia de acuerdo con el art. 164 incs. 9 a 13 Cn. El procedimiento
aún no está reglamentado, a pesar de lo cual es posible hacer el planteamiento y
que lo resuelva la Corte Suprema como lo hizo recientemente en un conflicto entre
la Asamblea Nacional y el Presidente de la República12 .

B. Capacidad procesal

Es la capacidad de comparecer al proceso por sí. Las personas naturales las


adquieren a los veintiún años. Por ejemplo: los menores de edad tienen capacidad
para ser parte en el amparo, pero no capacidad procesal para comparecer por sí al
amparo. Lo pueden hacer a través de su representante legal. Las personas jurídi-
cas lo pueden interponer por medio de apoderado especialmente autorizado por
ellos. Esta capacidad equivale a la capacidad de ejercicio.

La Corte Suprema ha dicho que el menor de diecinueve años de edad con


estudios universitarios puede interponer amparo y se le ampara contra la declara-
ción de nulidad de un juicio que ella siguió y en la que no se le opuso la excepción
de falta de capacidad.13

C. Legitimación ad causam activa y pasiva

Se refiere a la relación material y bilateral entre el recurrente y el recurrido. El


recurrente invoca la titularidad de un derecho fundamental que ha sido violado o
que peligra que lo sea (legitimación activa)14 . Esta reclamación debe dirigirse en
contra de la autoridad que ha violado o ha puesto en peligro el derecho fundamen-
tal invocado por el recurrente en virtud de un acto, disposición, resolución u omi-

12
S. 9 a.m. del 7 de enero de 1997.
13
S. 11:30 a.m. del 29 de Enero de 1987 B.J., pág. 24.
14
La Corte Suprema expresa que es improcedente el amparo interpuesto por persona diferente del agravia-
do; S. 11 a.m. del 3 de Febrero de 1988 B.J., pág. 32. En otra sentencia declaró sin lugar el amparo por
no demostrarse el acto violatorio (S. 9:30 a.m. del 23 de julio de 1982, B.J., pág. 326).

241
sión (legitimación pasiva). El amparo, pues, se interpone contra el funcionario o
autoridad que emitió el acto, disposición o resolución o incurrió en omisión, contra
el agente ejecutor o contra ambos, según lo dispone el art. 24 LA.

Si de acuerdo con lo expuesto, sólo la persona agraviada en sus derechos


consagrados en la Constitución puede proponer el amparo, es lógico concluir que
no cabe en los casos siguientes: si es interpuesto por el acreedor del agraviado
haciendo uso de la acción oblicua consagrada en el art. 1870 C., pues en el ampa-
ro se protegen sólo intereses directos y personales, y el del tercero en este supues-
to es indirecto; cuando se ha violado otra disposición que no consagra un derecho
fundamental.

Ya vimos que la reducción del amparo a la violación de los derechos y garan-


tías constitucionales establecida en los arts. 3 y 23 LA., 164 inc. 3 y 188 Cn., choca
con la amplitud de protección de todas y cada una de las partes de la Constitución
consagrada en el art. 182 Cn., pero que prevalecía éste. El cercenamiento hecho
al amparo es muy grande, lo mismo el sufrido originalmente por el de
inconstitucionalidad al exigirse la misma violación de esos derechos y garantías15 .

Con estas medidas, y el debilitamiento del juez ejecutor en la exhibición per-


sonal, se le habían cortado las dos manos al amparo en general, con consecuen-
cias tan graves como si lo mismo se le hiciera a un pintor.

Si nos atenemos a lo dispuesto en el art. 188 Cn., que solamente concede el


amparo cuando se violen o traten de violar los derechos y garantías de la Constitu-
ción, no sería posible el recurso de amparo cuando se violen otras normas consti-
tucionales como las referentes a la constitución y funcionamiento de los órganos
del Estado: normas de elección, de competencia y relaciones interorgánicas y de
procedimiento para la realización de sus actos.

¿Existe el amparo contra los particulares? Como lo expresamos anteriormen-


te, en nuestra legislación no se acepta el amparo contra los particulares; pero en la
doctrina existe una fuerte corriente favorable para establecerlo.

Son varios los argumentos que se esgrimen: en la sociedad moderna existen


enormes transnacionales y grupos de presión e intereses con poderes similares o
superiores al Estado; el ejercicio de los derechos de una persona tienen como
límite el ejercicio de los derechos de la otra, interrelación que en la vida real es
difícil desarrollar en forma armoniosa o normal, a la cual contribuyen los poderes
anteriormente citados; como consecuencia de lo expuesto se palpan con frecuen-
cia colisiones entre la autonomía de la libertad y el principio de igualdad, entre la
libertad de expresión y de cátedra y la libertad de crear centros de educación; entre

15
Art. 6 LA.

242
la libertad de expresión y el principio de la inocencia en el proceso; entre la libertad
de expresión y el honor16 .

Estos derechos deben ser respetados tanto por el Estado como por los parti-
culares, pues la Constitución obliga a ambos, y los particulares deben respetar el
derecho de los otros, según se desprende de los arts. 24, 25 y 129 Cn. Además la
forma en que están redactados muchos artículos de la Constitución dan a entender
lo expuesto: “Art. 23. El derecho a la vida es inviolable...“; “Art. 2. Toda persona
tiene deberes para con la familia ...;“ “Art. 25 Toda persona tiene derecho: 1) A la
libertad individual... “; “Art. 26. Toda persona tiene derecho: 1) A su vida privada y
a la de su familia...”.

También en este mismo sentido se manifiestan los arts. 26, 27, 29, 30, 31, 32,
33, 34 Cn. Esta enumeración no agota la lista, pues existen un buen número de
artículos de la Constitución que falta citar.

4. Los terceros interesados

Según se desprende del art. 41 LA son tres las partes en el amparo: el quejo-
so o recurrente, la autoridad responsable y los terceros interesados que intervie-
nen en el amparo.

También la Procuraduría General de Justicia interviene en el amparo. Los


amparos que se interpongan serán puestos en su conocimiento y puede intervenir
en cualquier momento. Además puede interponerlo en nombre del menor de quin-
ce años si se encontrare ausente o impedido su legítimo representante, lo cual
también lo podría hacer cualquier otra persona, según lo dispone el art. 29 LA.

Según la misma disposición, el menor que hubiere cumplido los quince años
podrá interponer el amparo sin intervención de su legítimo representante, cuando
éste se encuentre impedido o ausente, en cuyo caso se le nombrará un guardador
especial para que lo represente, pudiendo el menor designar a éste.

Pero en ciertos supuestos, terceras personas pueden intervenir como parte


principal o recurrente en el amparo, lo que se puede dar en las relaciones familia-
res o cuando interpone el amparo la persona jurídica para defender a sus miem-
bros.

5. Plazo para su interposición

El recurso de amparo debe interponerse dentro de treinta días contados des-


de la notificación o conocimiento legal del acto, disposición o resolución. Según el

16
Para Germán J. Bidar Campos los derechos humanos son ambivalentes porque se hacen valer frente a
dos sujetos pasivos: el Estado y los particulares (Teoría General de los Derechos Humanos. Ob. cit.,
pág. 13 y sigts.).

243
art. 78 LA., todos los plazos son improrrogables. No obstante, se puede ampliar
por razón de la distancia, según lo dispuesto en el art. 26 de dicha Ley, asimismo
se suspende por caso fortuito o fuerza mayor según se deduce del art. 51 inc. 4 LA.
cuando expresa que se suspenderá de acuerdo con el derecho común, y del art.
168 inc. 2 Pr., el cual dispone que sólo por fuerza mayor que impida utilizarlos
podrán suspenderse los plazos durante su curso.

No se interrumpe el término para proponer el amparo, si en la vía administra-


tiva se interpone un recurso improcedente o no permitido o interpuesto ante una
autoridad no competente.

La Corte Suprema ha expresado que:

a) No interrumpe el plazo la interposición de un recurso improcedente17 .

b) Mientras existan pláticas con el funcionario responsable no corre el térmi-


no para interponer el amparo, aunque dicho funcionario mantenga su negativa18 .

c) La interposición de un recurso no establecido por la ley no interrumpe el


término para proponer el amparo19 .

d) Es improcedente el amparo cuando se recurrió en la vía administrativa


ante la autoridad incompetente para ello y, como consecuencia, se dejó transcurrir
el término para recurrir de amparo20 .

e) Es improcedente el amparo que no contiene ninguna fecha relativa a la


causa o motivo que sirva como punto de partida para computar el término de inter-
posición del amparo21 .

f) El plazo es de días y se cuenta día por día22 .

g) El término para interponer el recurso se cuenta desde que el recurrente


tuvo conocimiento del acto, aun cuando la notificación sea posterior23 .

h) El Título Preliminar del Código Civil, en su Parágrafo V “Del Modo de


Contar los Intervalos del Derecho”, expresa en el párrafo XXVI que el día es el
intervalo entero que corre a media noche y los plazos de día no se contarán de
momento a momento ni por hora sino de la media noche en que termina el día de

17
S. 12 m. del 8 de marzo de 1919, B.J., pág. 2244.
18
S. 1:40 a.m. del 26 de mayo de 1965, B.J., pág. 156.
19
S. 9:45 a.m. del 7 de junio de 1967, B.J., pág 104; S. 11:00 a.m. del 18 de noviembre de 1971, B.J., pág.
223; S. 11:40 a.m. del 10 de marzo de 1972, B.J., pág. 33.
20
S. 11:40 a.m. del 9 de febrero de 1970, B.J., pág. 28; S. 9:45 a.m. del 6 de septiembre de 1976, B.J., pág.
205.
21
S. 9:00 a.m. del 11 de diciembre de 1974, B.J., pág. 257.
22
S. 11:00 a.m. del 24 de noviembre de 1962, B.J., pág. 509.
23
S. 11 a.m. del 2 de Septiembre de 1986 B.J., pág. 237.

244
su fecha. El párrafo XXX del Título Preliminar también expresa: “Todos los plazos
serán continuos y completos, debiendo siempre terminar en la media noche del
último día; así, los actos que deben ejecutarse en o dentro de ciertos plazos, valen
si se ejecutan el último día en que termina el plazo”24 .

i) Si el último día para interponer el amparo es inhábil se entenderá que el


último día de plazo es el siguiente que fuere hábil, de acuerdo con el art. 172 Pr25 .

j) El recurso de amparo se interpondrá dentro del término de treinta días con-


tados, desde que se haya notificado o comunicado legalmente al agraviado, la
disposición, acto o resolución, considerando que dicho término se cuenta por días
calendario, ya que los términos judiciales son aplicables en los juicios ordinarios26 .

6. Competencia

La Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia es la competen-


te para conocer y fallar el amparo; pero la Ley de Amparo comisionó al tribunal de
apelaciones donde no hay salas, o a la sala de lo civil de éstos donde existen, para
que instruya las primeras actuaciones hasta la suspensión del acto inclusive27 . Se
concede tal comisión para facilitar la interposición y ciertos trámites del recurso.

Este artículo habla de conocer de estas primeras diligencias, lo cual es exce-


siva afirmación, porque de acuerdo al art. 164 inc. 3 Cn., a la Corte Suprema le
corresponde el conocimiento y fallo del amparo. La atribución concedida al Tribu-
nal de Apelaciones sólo lo podemos apreciar como una comisión judicial concedi-
da por la ley.

La Corte Suprema ha dicho que:

a) El tribunal de apelaciones no puede declarar improcedente un amparo por


falta de los requisitos formales. Sólo está autorizado a concederle un plazo al recu-
rrente para que corrija su recurso y si éste lo deja pasar sin hacer las correcciones,
se declararía como no interpuesto28 .

b) El tribunal de apelaciones no puede declarar inadmisible un recurso de


amparo29 .

c) El recurso de amparo se interpondrá ante el tribunal de apelaciones res-


pectivo. Para determinar esta competencia, de acuerdo con el art. 41 LA. se aplica
el art. 280 Pr. que dispone que el domicilio de una persona determina la jurisdic-

24
S. 11:00 a.m. del 24 de noviembre de 1992, B.J., pág. 254.
25
S. 9:00 a.m. del 22 de enero de 1993, B.J., pág. 1.
26
S. 12 m. del 21 de julio de 1995, B.J., pág. 90.
27
Art. 25 LA.
28
S. 11 a.m. del 26 de Febrero de 1990 B.J., pág. 52.
29
S. 10:45 a.m. del 19 de Octubre de 1990, B.J., pág. 189.

245
ción de la autoridad que debe reconocer en contra de ellos. Por tanto, siendo el
domicilio de la autoridad recurrida la ciudad de Managua, el tribunal competente
donde debe interponerse el recurso es el Tribunal de Apelaciones de Managua,
Sala de lo Civil30 .

d) La sala no puede negarse a tramitar un amparo aunque se funde en que


está vigente la Ley de Emergencia31 .

e) El amparo debe interponerse ante el tribunal del lugar en que se ha ejecu-


tado el acto contra el cual se recurre32 .

7. Tramitación

La Corte Suprema de Justicia, en muchas sentencias, antes de entrar a expo-


ner sus consideraciones sobre el caso hace un resumen del procedimiento y sus
etapas. Resumiremos una y en la nota citamos las otras sentencias que siguen
esta modalidad: El recurso de amparo sólo puede interponerse por parte agravia-
da. Se entiende por tal toda persona natural o jurídica a quien perjudique o esté en
inminente peligro de ser perjudicada por toda disposición, acto o resolución, y en
general toda acción u omisión de los mismos, que viole, trate de violar los dere-
chos y garantías consagrados en la Constitución Política. Se interpondrá ante el
tribunal de apelaciones respectivo ante la sala para lo civil de los mismos en donde
estuvieren divididos en salas, el que conocerá de las primeras actuaciones hasta
la suspensión del acto inclusive, correspondiéndole a la Corte Suprema de Justicia
el conocimiento ulterior hasta la resolución definitiva. Debe interponerse dentro del
término de treinta días, que se contará desde que se haya notificado o comunicado
legalmente al agraviado, la disposición, acto o resolución. En todo caso este térmi-
no se aumentará en razón de la distancia. También podrá interponerse desde que
la acción u omisión haya llegado a su conocimiento. El recurrente está en la obliga-
ción de haber agotado los recursos ordinarios establecidos por la ley, es decir la
vía administrativa correspondiente. Todo de conformidad con lo que disponen los
arts. 23 y siguientes en lo conducente de la Ley de Amparo vigente. El tribunal
dentro de tres días, de oficio o a solicitud de parte, puede decretar la suspensión
del acto o denegarlo. Se pedirá a los recurridos envíen su informe al Supremo
Tribunal, dentro del término de diez días a partir de la fecha en que reciban el
correspondiente oficio, agregando las diligencias de todo lo actuado. Las partes
deberán personarse ante la Corte Suprema dentro del término de tres días hábiles
más el de la distancia, para hacer uso de sus derechos. Si la parte recurrente no se
persona dentro del término señalado, se decretará desierto el recurso de conformi-
dad con lo establecido en el art. 38 LA. vigente.

30
S. 9:00 a.m. del 2 de abril de 1993, B.J., pág. 26.
31
S. 10:45 a.m. del 9 de Febrero de 1984 B.J., pág. 70.
32
Cta. 5 de Septiembre de 1988 B.J., pág. 383.

246
A. El amparo es un recurso extraordinario

La Constitución califica de recurso nuestros procesos constitucionales de


amparo, exhibición personal y recurso de inconstitucionalidad. La Corte Suprema
le ha agregado el calificativo de extraordinario al recurso de amparo, destinado a
mantener la supremacía Cn., sujeto a ciertos requisitos33 . También lo considera
como un recurso eminentemente o extremadamente formalista34 . Esta opinión es
contraria a los principios de celeridad y antiformalidad de los procesos constitucio-
nales. Creo que la Corte se está excediendo, tornando difícil el conocimiento del
fondo del amparo.

B. El amparo no es bi-instancial

Se ha sostenido por algunos juristas, apoyados en el criterio aislado de la


Corte Suprema de Justicia35 , que el amparo es un procedimiento bi-instancial en-
tre la Sala Civil del Tribunal de apelaciones y la Corte Suprema de Justicia. En
realidad es una comisión de carácter procesal la que se le ha atribuido a la Sala
Civil del Tribunal de Apelaciones y no la potestad de conocimiento del fondo del
asunto, lo que corresponde a la Corte Suprema de Justicia. Al no conocer del
fondo y sólo tramitar algunas diligencias previas, no se podría decir que el Tribunal
de Apelaciones conoce en la primera instancia en el proceso de amparo

C. Escrito de interposición

Según se desprende de la Ley de Amparo vigente, el curso de amparo puede


dividirse en dos etapas. La primera etapa se realiza ante el tribunal de apelaciones
y abarca el escrito de interposición, el examen que hace el tribunal sobre el cumpli-
miento de los requisitos del escrito, la suspensión o rechazo del acto reclamado, la
petición del tribunal a la autoridad señalada como responsable para que informe a
la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y por ultimo el empla-
zamiento para que comparezcan ante este Alto Tribunal. La segunda etapa se
realiza ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y com-
prende la apertura a prueba, la sentencia definitiva y la ejecución del amparo.
Estas dos etapas del amparo están reconocidas por abundante jurisprudencia36 .

33
La Corte Suprema ha dicho que el amparo es un recurso extraordinario destinado con el único fin de
mantener la supremacía de la Constitución, sujeto a estar revestido de ciertos requisitos (S. 10:45 a.m.
del 12 de junio de 1995 B.J., pág. 47; S. 10:45 a.m. del 12 de junio de 1995, B. J., pág. 47; S. 10:45 a.m.
del 11 de julio de 1995, B.J., pág. 86; S. 9:00 a.m. del 3 de julio de 1996, B.J., pág. 194).
34
El amparo es un recurso eminentemente o extremadamente formalista entendiéndose que cuando la
parte afectada no cumple estrictamente con el procedimiento legal pierde su acción. (S. 10:30 a.m. del
20 de noviembre de 1995 B.J., pág.158; S. 10:30 a.m. del 30 de abril de 1996, B.J., pág. 115; S.10:30
a.m. del 26 de marzo de 1996, B.J., pág. 88; S. 10:30 a.m. del 27 de marzo de 1996, B.J., pág. 91; S.
10:30 a.m. del 4 de julio de 1996, B.J., pág. 161).
35
La Corte Suprema ha dicho que para la tramitación del recurso de amparo se establece un procedimiento
bi-instancial entre la Sala Civil del Tribunal de Apelaciones y la Corte Suprema de Justicia. (S. 10:30 a.m.
del 19 de enero de 1994, B.J., pág.1).
36
S. 10:30 a.m. del 11 de mayo de 1995, B.J., pág. 23; S. 12 m. del 21 de julio de 1995, B.J., pág. 90; S.
10:30 a.m. del 6 de octubre de 1994, B.J., pág.171; S. 10:30 a.m. del 11 de mayo de 1995, B.J., pág. 23;

247
De acuerdo con el art. 27 LA. el recurso de amparo se interpone por escrito y
en papel común, con copia suficiente para las autoridades señaladas como res-
ponsables y para la Procuraduría General de Justicia.

Este escrito debe contener:

a) El nombre, apellido y generales del agraviado y de la persona que lo pro-


mueva en su nombre.

b) El nombre, apellidos y cargos del funcionario, autoridad o agente de los


mismos contra quien se interpone el recurso.

En las leyes anteriores de 1950 y 1974 no se exige el señalamiento de las


generales del responsable. En cambio se exigen en las de 1894, 1911, 1948 y en
la vigente.

Sobre esto, la Corte Suprema ha dicho: i) Si el amparo se dirige contra un


cuerpo colegiado debe expresarse el nombre y cargo de los integrantes37 ; ii) El
recurso de amparo debe interponerse en contra del funcionario o autoridad que
ordene el acto que se presume violatorio de la Constitución y no contra el acto o
resolución, el cual si debe estar claramente identificado38 ; iii) No es improcedente
el recurso por el hecho de que haya un error en el nombre del recurrido39 ; iv) En el
recurso deben identificarse los funcionarios que integran el órgano que dictó la
resolución40 .

c) La disposición, acto, resolución, acción u omisión contra los cuales se re-


claman, incluyendo la ley, decreto-ley o reglamento, que a juicio del recurrente
fuere inconstitucional.

La Corte Suprema ha dicho que: i) Es improcedente el amparo dirigido contra


un funcionario judicial41 ; ii) Si el amparo se dirige contra un cuerpo colegiado debe

S. 10:30 a.m. del 19 de junio de 1995, B.J., pág. 57; S. 10:30 a.m. del 20 de junio de 1995, B.J., pág. 59;
S. 10:30 a.m. del 10 de julio de 1995, B.J., pág. 80; S. 10:30 a.m. del 20 de noviembre de 1995, B.J.,
pág.158; S. 9:30 a.m. del 10 de agosto de 1993, B.J., pág. 87; S. 10:30 a.m. del 19 de junio de 1995, B.J.,
pág. 57; S. 10:30 a.m. del 20 de junio de 1995, B.J., pág. 59; S. 10:30 a.m. del 10 de julio de 1995, B.J.,
pág. 80. 10:30 a.m. del 21 de noviembre de 1995., B.J., pág. 160; S. 12 m. del 21 de julio de 1995, B.J.,
pág. 90; S. 10:30 a.m. del 15 de octubre de 1995, B.J., pág. 165; S. 10:30 a.m. del 21 de marzo de 1996,
B.J., pág. 84; S. 10:30 a.m. del 17 de abril de 1996, B.J., pág. 103; S. 10:30 a.m. del 18 de abril de 1996,
B.J., pág. 107; S. 9:30 a.m. del 15 de julio de 1996, B.J., pág. 194; S. 9:00 a.m. del 5 de julio de 1996,
B.J., pág. 208; S. 10:30 a.m. del 26 de marzo de 1996, B.J., pág. 88; S. 9:00 a.m. del 26 de agosto de
1996, B.J., pág. 257.
37
S. 9 a.m. del 25 de febrero de 1985, B.J., pág. 45.
38
S. 12 m. del 15 de julio de 1993, B.J., pág. 78; S. 10:45 a.m. del 10 de junio de 1985, B.J., pág. 188; S. 11
a.m. del 17 de junio de 1985, B.J., pág. 217; S. 9 a.m. del 19 de agosto de 1976, B.J., pág. 186; S. 9:45
a.m. del 5 de junio de 1978, B.J., pág. 142; S. 9:45 a.m. del 19 de junio de 1978, B.J., pág. 162; S. 9 a.m.
del 29 de marzo de 1979, B.J., pág. 487.
39
S. 11 a.m.. del 12 de septiembre de 1986, B.J., pág. 237.
40
S.11:30 a.m. del 21 de diciembre de 1989, B.J., pág. 306.
41
S. 9:30 a.m. del 21 de abril de 1988 B.J., pág.92.

248
expresarse el nombre y cargo de los integrantes42 ; iii)El amparo debe interponerse
contra el funcionario que dictó la orden de que se recurre y no contra ésta43 ; iv) El
recurso de amparo debe interponerse en contra del funcionario o autoridad que
ordene el acto que se presume violatorio de la Constitución y no contra el acto o
resolución, el cual sí debe estar claramente identificado44 ; v) Se declaró improce-
dente el recurso de amparo interpuesto en contra del Intendente y Administrador
del Mercado Municipal de Masaya porque no es funcionario o autoridad o agen-
te45 ; vi) No es improcedente el recurso por el hecho de que haya un error en el
nombre del recurrido46 .

d) Las disposiciones constitucionales que el reclamante estima violadas.

No se exige, como en las Leyes de Amparo de 1894, 1911, 1950 y 1974,


expresar el concepto de violación. En cambio, las de 1939 y 1948 exigen que se
exprese tal concepto.

Pero por claridad y para permitirle a la Corte Suprema de Justicia conocer del
fondo es necesario expresar el concepto de la violación, el que debe estar presidi-
do de una exposición de los hechos que lo fundamentan. La Ley de Amparo sola-
mente se refiere a la violación; pero la infracción de la Constitución también puede
resultar de la mala interpretación o aplicación indebida de sus disposiciones por la
autoridad responsable, en cuyo caso debe explicarse tal circunstancia.

Las disposiciones que deben citarse como violadas son las de la Constitución
y no las de otras leyes o códigos, a menos que las desarrollen, en cuyo caso
pueden ser citados junto con las constitucionales para ilustrar mejor el escrito de
interposición. Por consiguiente, no se cumple con este requisito si sólo se citan
leyes que no sean la Constitución.

La Corte Suprema ha dicho: i) En el amparo debe expresarse el concepto de


la infracción de la disposición estatutaria citada, por aplicación en lo pertinente de
lo prescrito para la casación en el fondo en la causal 2 del art. 2057 Pr47 ; ii) Es
improcedente el amparo si se invoca sólo la disposición relacionada con la garan-
tía de los derechos humanos sin precisar el derecho infringido y el concepto de la
infracción48 ; iii) No basta citar disposiciones constitucionales para fundamentar sino
que deben citarse como violados y expresar en qué consiste la violación49 .

e) El recurso podrá interponerse personalmente o por apoderado especial-


mente facultado para ello.

42
S. 9 a.m. del 25 de febrero de 1985, B.J., pág. 45.
43
S. 10:45 a.m. del 10 de Junio de 1985 B.J., pág.188; S. 11 a.m.. del 17 de junio de 1985, B.J., pág. 217.
44
S. 12 m. del 15 de julio de 1993, B.J., pág. 78.
45
S.10:30 a.m. del 4 de junio de 1996, B.J., pág. 161.
46
S. 11 a.m. del 2 de septiembre de 1986, B.J., pág. 237.
47
S. 11 a.m. del 31 de octubre de 1985, B.J., pág. 340
48
S. 10:45 a.m. del 3 de octubre de 1986 B.J., pág.198.
49
S. 11:30 a.m. del 21 de diciembre de 1989 B.J., pág. 306.

249
La Corte Suprema ha dicho que: i) En el recurso de amparo los funcionarios
o autoridades no pueden ser representados, pero si podrán por medio de simple
oficio acreditar delegados ante el Tribunal para el solo efecto que rindan pruebas,
aleguen y hagan gestiones en las correspondientes audiencias de acuerdo con el
art. 42 LA. El alcalde no puede otorgar poder porque es un cargo obtenido por
elección popular y esa función no puede ser representada por medio de apodera-
do. Su gestión tiene que ser personal50 ; ii) Se declara improcedente el recurso de
amparo porque no se cumplió con el requisito de presentar el apoderado del recu-
rrente el poder judicial especial51 .

f) El haber agotado los recursos ordinarios establecidos por la ley, o no haber-


se dictado resolución en la última instancia dentro del término que la ley respectiva
señala.

Son dos las condiciones que se establecen para la procedencia del amparo:
haber agotado todos los recursos legales o no haberse dictado resolución de la
última instancia dentro del término de ley. Esto último relacionado con el silencio
administrativo.

La Corte Suprema de Justicia sostiene que el agraviado tiene la obligación de


agotar los recursos ordinarios tendientes a revocar o modificar los actos. Tales
recursos, cuya no promoción hace improcedente al recurso de amparo, deben
estar expresamente regulados por la ley. Por lo tanto al no estar previstos en la ley
no existe recurso alguno que agotar52 .

La Corte Suprema ha dicho que: i) No ha lugar el amparo por no haberse


agotado la vía administrativa, ya que al denegarse una apelación por el Consejo
Nacional de Transporte debió interponerse el recurso de hecho. Hay dos
disentimientos53 ; ii) Contra un acto ejecutado sin forma ni figura de juicio no es
necesario agotar la vía administrativa54 ; iii) Cuando no existe un procedimiento
claro a utilizar no puede señalarse falta de agotamiento de la vía administrativa. No
es ilegal la orden de remitir la edición cotidiana de un periódico para ser censurada,
ya que de no hacerse resultaría ilusoria la censura decretada sobre cuestiones
militares o de seguridad nacional y esa censura es de índole discrecional. Es im-
procedente el recurso ya que, aun cuando la censura no fuera legal en el momento

50
S. 10:35 a.m. del 2 de febrero de 1979, B.J., pág. 459; S. 10:30 a.m. del 15 de diciembre de 1995, B.J.,
pág. 165.
51
S. 12:30 a.m. del 16 de abril de 1996, B.J., pág.96.
52
S. 9:30 a.m. del 23 de julio de 1982, B.J., pág. 326; S. 9:00 a.m. del 27 de noviembre de 1992., B.J., pág.
259; S. 10:30 a.m. del 12 de junio de 1992, B.J., pág.124; S. 9: 00 a.m. del 22 de enero de 1993, B.J.,
pág. 1; S. 9:00 a.m. del 1 de abril de 1993, B.J., pág. 22; S. 9:00 a.m. del 25 de octubre de 1993, B.J.,
pág. 162; S. 9:00 a.m. del 26 de octubre de 1993, B.J., pág. 169; S. 3:00 pág.m. del 2 de noviembre de
1993, B. J., pág. 180; S. 11:30 a.m. del 6 de junio de 1995, B.J., pág. 35; S. 9:00 a.m. del 4 de julio de
1996, B.J., pág. 202; S.10:30 a.m. del 2 de mayo de 1996, B.J., pág. 125; S. 10:30 a.m. del 4 de junio de
1996, B.J., pág. 161.
53
S. 11 a.m. del 3 de febrero de 1975 B.J., pág. 9.
54
S 11:30 a.m. del 16 de agosto de 1982, B.J., pág. 364.

250
de la interposición del recurso, vino a serlo con posterioridad y además se ha orde-
nado la suspensión de la publicación del periódico, y por lo tanto se trata de actos
ya consumados que no son susceptibles de ser reparados. Hay tres disentimientos55 ;
iv) La Corte Suprema sostiene que no existen recursos internos para recurrir con-
tra las resoluciones de la Asamblea Legislativa, por lo que el recurso de amparo es
directo porque no hay vía administrativa que agotar. Existe voto disidente de dos
magistrados que sostienen que existe un recurso de alzada ante el pleno de la
Asamblea, con lo que se agota la vía administrativa56 .

Por la importancia del caso haremos un breve resumen de una sentencia de


la Corte Suprema de Justicia relacionada con el tema, y citaremos al pie de página
algunas sentencias que también respaldan el criterio de la sentencia resumida: “El
Ministro de Agricultura y Reforma Agraria (MIDINRA) le entrega, a título de permu-
ta al recurrente un título agrario de ciento sesenta manzanas. Posteriormente se
presentó un tercero con una notificación del Delegado Regional del INRA, en la
cual se disponía la medida de dicha finca para entregar cien manzanas al señor
recurrente y el resto al tercero. Se recurrió de esa decisión y la Corte Suprema dijo
que de acuerdo con el art. 27 inc. 6 LA. para interponer el amparo es preciso agotar
todos los recursos ordinarios que establece la ley, pero que se tiene por agotada la
vía administrativa: a) Cuando el recurso no existe se puede interponer el amparo
decretado contra las actuaciones de la autoridad. b) Cuando las autoridades recu-
rren a las vías de hecho. De esta actuación sólo pueden resultar actos inexistentes
por la gravedad extrema que surgen de la usurpación de funciones o de la inva-
sión de atribuciones o cuando los actos no estén comprendidos en ninguna de las
facultades de la administración. Se colocan en general en la categoría de actos
inexistentes, aquellos en los cuales hay manifiesta incompetencia para la realiza-
ción de un acto, así: por ejemplo: Si el poder ejecutivo resolviese un litigio sobre
propiedad de tierras, o el poder judicial expidiese una ley, indudablemente que
estas serán actuaciones arbitrarias, actuaciones de hecho de los funcionarios
responsables e indudablemente que ninguno de estos actos necesitaría de una
resolución judicial para privarlos de sus efectos. c) Cuando al quejoso se le ha
dejado en indefensión en el procedimiento”57 .

Es preciso que se agoten todos los recursos ordinarios que se concedan en


las leyes para después recurrir de amparo contra la sentencia que se dicte en el
último recurso permitido. No se permiten saltos en el amparo, pues hay que agotar
la vía gubernativa. Son numerosas las sentencias que han declarado la improce-
dencia por no haberse agotado la vía administrativa.

No obstante, es posible que contra el acto de autoridad no se contemple


recurso alguno. En este supuesto puede interponerse el amparo directamente,

55
S 10 a.m. del 1 de octubre de 1986 B.J., pág. 283.
56
S. 9:00 a.m. del 26 de noviembre de 1992, B.J., pág.259.
57
S. 9:00 a.m. del 8 de noviembre de 1993 B.J., pág. 180; S. 9:00 a.m. del 25 de octubre de 1993, B.J.,
pág.162; S. 9:00 a.m. del 2 de noviembre de 1993, B.J., pág. 175; S. 9:00 a.m. del 11 de noviembre de
1993, B.J., pág. 185.

251
pues ya no hay vía administrativa que agotar, como sucede con las resoluciones
de la Asamblea Legislativa58 .

Cuando la autoridad, a pesar de las reclamaciones, no se pronuncia sobre


las peticiones rechazándolas o acogiéndolas, se presenta el problema de determi-
nar el valor jurídico que tiene ese silencio y con base en él asumir la actitud que
corresponda a la solución encontrada.

Cuatro soluciones se han formulado: a) la que sostiene que una vez vencido
el plazo para dictar sentencia, el interesado debe pedir que las diligencias pasen a
otra autoridad para que decida; b) la que sostiene que, en tal supuesto, otra auto-
ridad de oficio puede avocarse el conocimiento del problema; c) la que sostiene
que, una vez vencido el plazo, se entiende que la autoridad ha decidido afirmativa-
mente; y d) la que sostiene que en tal caso la decisión ha sido negativa, por lo que
el quejoso puede intentar los recursos administrativos o jurisdiccionales corres-
pondientes (amparo, etc.). Las dos últimas soluciones son las más aceptadas por
la doctrina, la jurisprudencia y la legislación.

La tesis del silencio negativo es la más aceptable aunque, excepcionalmente,


en algunos supuestos legales se admite la tesis del silencio positivo, de mucho
riesgo y peligro para la administración, con mayor razón aun donde no existe un
servicio civil técnico y organizado.

Según Eduardo García de Enterría, el silencio de carácter negativo no es un


verdadero acto administrativo, sino una ficción legal con efectos estrictamente pro-
cesales, limitados a abrir la vía del recurso. Sustituye al acto expreso, pero en el
fondo no existe una voluntad expresa de la administración59 .

El silencio positivo tiene una función técnica y un régimen diferentes al silen-


cio negativo. El silencio positivo es una técnica material para obtener de manera
más suave la exigencia de obtener una autorización o aprobación administrativa.
Es un verdadero acto administrativo equivalente a la autorización o aprobación a
los que sustituye. Sus efectos son muy importantes y al mismo tiempo peligrosos
para la administración si no actúa con diligencia para resolver, pues queda vincu-
lado como si hubiera fallado a favor del reclamante60 .

Nuestras constituciones derogadas y el art. 25 literal c) del Estatuto de Dere-


chos y Garantías de los Nicaragüenses establecían el derecho de petición a favor
de los ciudadanos y la obligación de las autoridades de resolver las pretensiones,

58
La Corte Suprema sostiene que no existen recursos internos para recurrir contra las resoluciones de la
Asamblea Legislativa, por lo que el recurso de amparo es directo porque no hay vía administrativa que
agotar. Disintieron dos magistrados que opinan que existe un recurso de alzada ante el pleno de la
Asamblea, con lo que se agota la vía administrativa (S. 9:00 a.m. del 26 de noviembre de 1992, B.J.,
pág.259).
59
La Corte Suprema de Justicia acepta las opiniones de García de Enterría y mantiene la tesis del silencio
negativo en varias sentencias (S. 11:30 a.m. del 11 de octubre de 1993, B.J., pág. 18).
60
Curso de Derecho Administrativo. Editorial Civitas, S.A. Madrid, 1984, pág. 550 y sigts.

252
pero no señalaban el valor del silencio. Lo mismo sucede con la Constitución vi-
gente.

Por otra parte, no existe una ley que consagre un término de aplicación gene-
ral para que las autoridades resuelvan y a su vez establezca el valor del silencio. El
art. 20 del Proyecto de Ley de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo, establece el silencio con carácter negativo.

No obstante, a este criterio, podría enfrentarse otro, quizás con éxito, que
sostiene que el art. 27 literal f) LA. establece un silencio de carácter negativo. Para
la primera opinión, la sentencia de la penúltima instancia sería el objeto del recur-
so. Para la segunda, lo sería el silencio negativo confirmatorio de la penúltima
instancia.

A lo anterior se agrega que la Corte Suprema de Justicia empezó a abordar el


problema negando que el silencio significa negativa de la petición y limitó el ampa-
ro solamente para obligar a la autoridad a pronunciarse sobre la petición o recurso,
sin entrar a conocer el fondo del asunto61 . Posteriormente aceptó que el silencio
significaba negativa, pero también limitó el amparo a obligar a la autoridad a que se
pronunciara62 ; pero tal doctrina resulta absurda, pues si ya existe negativa por
parte de la autoridad recurrida, carece de objeto conceder el amparo sólo con el fin
de que la autoridad se pronuncie nuevamente, pues ya su pronunciamiento había
sido negativo.

Creo que si después de vencido el plazo legal, o prudencial en defecto de


aquel, la autoridad no se ha pronunciado sobre nuestra petición o recurso, se en-
tiende que la petición ha sido denegada y, como consecuencia, se puede proponer
el amparo al haberse agotado todos los recursos legales y la Corte debe entrar a
conocer el fondo del asunto y no limitarse a obligar a la autoridad a que se pronun-
cie.

La doctrina de la Corte Suprema viola el principio de celeridad que prevalece


en este recurso, ya que establece un amparo de doble vuelta: el amparo para que
se pronuncie la autoridad y un segundo amparo contra el probable rechazo de
nuestra petición o recurso. Este sistema no concuerda con los fines del amparo y
es peligroso. No niego que el derecho de petición y la correlativa obligación de
pronunciarse es una garantía constitucional y su violación puede dar origen a un
amparo. Pero nadie va a escoger primero un amparo para que se pronuncie la
autoridad y luego otro para impugnar la decisión de ésta.

El poder judicial no puede condenar al recurrente a una larga espera. Equi-


valdría a la condena de Poseidón contra Ulises de peregrinar en el mar por haber
cegado a su hijo el deforme cíclope Polifemo63 .
61
S. 11:30 a.m. del 14 de mayo de 1946, B.J., pág. 13434
62
S. 11 a.m. del 18 de agosto de 1972, B.J., pág. 199.
63
No obstante, por sentencia de las 11:40 a.m. del 16 de enero de 1978, B.J., pág. 1, aceptó conocer el

253
Este inciso facilita la interposición del recurso, pero no establece si el silencio
administrativo es confirmativo o denegativo. Simplemente concede el derecho de
recurrir de amparo si la autoridad de la última instancia no resuelve dentro del
término legal. La regulación es muy útil, sobre todo en estos últimos tiempos, don-
de no decidir las peticiones de los interesados es muy corriente, violando el dere-
cho de petición consagrado en el art. 52 Cn. Pero vuelvo a repetir que creo que en
nuestra Ley de Amparo el silencio es negativo.

El art. 40 de la Ley de Municipios, reformada por Ley del 22 de Agosto de


1987 consagra el silencio administrativo en su carácter de afirmativo, o sea, que se
entenderá resuelto el recurso a favor del recurrente. Esta disposición corre el peli-
gro de que pueda ser impugnada por oponerse al art. 27 letra f) LA., superior en
jerarquía por tener carácter constitucional.

La Corte Suprema ha dicho: i) Modernamente se ha establecido que si se


descubre silencio administrativo, se establece como inmediata consecuencia ne-
gativa presunta o acto (fallo) negativo presunto, y por tal razón, cuando tal ocurra,
debe conocer y resolver sobre el asunto, como era deber del funcionario remiso64 ;
ii) El silencio administrativo hace que no corra el término para recurrir de amparo.
Es improcedente el amparo entablado por quien dice ser Secretario Ejecutivo de la
Comisión Permanente de Derechos Humanos de Nicaragua ya que no comprobó
esa calidad ni la existencia jurídica de tal entidad65 ; iii) El silencio administrativo
hace que no corra el término para recurrir de Amparo. Ha lugar el amparo contra el
Presidente de la Comisión Nacional de Promoción y Protección de los Derechos
Humanos quien deberá contestar dentro de diez días la solicitud de la recurrente
sobre el pedimento de indulto de unos detenidos66 ; iv) En virtud del silencio admi-
nistrativo de la autoridad recurrida se agota la vía administrativa67 .

Como puede observarse, la Corte Suprema de Justicia le ha dado valores


diferentes al silencio: un valor de fallo negativo y el otro como causa de suspensión
del término para interponer el recurso. En nuestro sistema existen, pues tres tipos
de silencio: un silencio que significa fallo a favor del reclamante (Ley de Municipa-
lidades); otro silencio que significa fallo negativo; y un último silencio que significa
suspensión del término para recurrir.

g) Señalamiento de casa conocida en la ciudad sede del tribunal para subsi-


guientes notificaciones.

fondo del asunto sin esperar un ulterior amparo. Pero por sentencia de las 10:45 a.m. del 19 de enero de
1983, B.J., pág. 5 , retrocedió al criterio anterior.
64
S. 11:40 a.m. del 16 de enero de 1978, B.J., pág. 1.
65
S. 11 a.m. del 12 de Junio de 1986 B.J., pág. 142.
66
S. 10:45 a.m. del 9 de febrero de 1987, B.J., pág. 63.
67
S. 9:00 a.m. del 2 de abril de 1993 B.J., pág. 26.

254
D. Examen del escrito de interposición

El tribunal de apelaciones tiene la obligación de examinar el escrito del recu-


rrente y señalarle un plazo de cinco días para que llenen las omisiones de forma. Si
el recurrente dejare pasar este término sin hacer las correcciones el recurso se
tendrá por no interpretado. Así se dispone en el art. 28 LA.

Estas omisiones pueden ser: falta de papel sellado, el no uso del idioma
español, falta de las copias del recurso, omisiones de las calidades del recurrente,
falta de claridad u omisión en el señalamiento de la autoridad responsable, falta
del señalamiento de las disposiciones constitucionales violadas, etc. El Tribunal no
puede indicarle las disposiciones constitucionales que debe citar, el concepto de
violación que debe desarrollar, cómo debe corregirse la legitimación activa y pasi-
va y señalarle la forma de estructurar el recurso.

Con esta depuración previa del recurso se pretende facilitar su entrada y


brindarle la oportunidad al órgano de control conocer el fondo del asunto, ya que
está de por medio en el amparo el interés general. En las Leyes de Amparo de
1948, 1950 y 1974 también se estableció este trámite.

Como es posible que el tribunal de apelaciones no detecte las irregularidades


o lo haga erróneamente y se corrija conforme lo indicado, se corrija mal y lo tolere
el tribunal, o que por cualquier otro motivo el expediente llegue al estado de sen-
tencia a pesar de las irregularidades, la Corte Suprema de Justicia puede declarar
la improcedencia.

E. Suspensión del acto reclamado

Esta es una medida precautelar que se concede con la finalidad de mantener


la materia del amparo y evitarle perjuicio al quejoso, mientras se dicta la sentencia
definitiva. Entre la interposición del recurso y la sentencia existe un espacio de
tiempo en el cual, si no se ordena la suspensión del acto reclamado, puede resultar
ineficaz el amparo. La suspensión garantiza que las cosas puedan volver al estado
anterior a la violación, asegurando así la efectividad de la sentencia definitiva. De
aquí la gran importancia de esta medida.

La solicitud de suspensión se tramita como incidente en la misma pieza de


autos, o sea, como incidente de especial y previo conocimiento, de acuerdo con el
art. 242 Pr. Cuando es de oficio no se forma incidente, pues se decreta en el acto
de admisión del amparo, ni se necesita que se haya pedido la suspensión. Gene-
ralmente se pide la suspensión en el escrito de amparo, pero también puede
solicitarse con posterioridad.

Cabe contra actos positivos y prohibitivos, pero no contra los negativos (un no
hacer o abstención). De acuerdo con el art. 32 LA., procede la suspensión de
oficio:

255
a) Cuando se trata de algún acto que de llegar a consumarse haría físicamen-
te imposible restituir al quejoso en el derecho reclamado. Ejemplo: el honor, el
inminente peligro que desaparezca una obra de arte, la vida y la mutilación de un
órgano, etc.

b) Cuando sea notoria la falta de jurisdicción o competencia de la autoridad,


funcionario o agente contra quien se interpusiere el recurso. Ejemplo: imponer y
cobrar impuestos las autoridades administrativas, decretar indultos o amnistías las
autoridades administrativas, etc.

c) Cuando el acto sea de aquello que ninguna autoridad pueda ejecutar legal-
mente. Ejemplo: la pena de muerte abolida por los arts. 23 y 39 Cn.

De acuerdo con el art. 33 LA., la suspensión a solicitud de parte será decreta-


da cuando concurran copulativamente las condiciones siguientes:

a) Que la suspensión no cause perjuicio al interés general ni se contravengan


disposiciones de orden público. Como consecuencia de lo expuesto, debe
rechazarse la suspensión si con ella se pretende continuar el expendio de drogas,
el funcionamiento de un prostíbulo, la consumación de un delito, etc.

b) Que los daños y perjuicios que pudieren causarse al agraviado con su


ejecución sean de difícil reparación a juicio del Tribunal. No se puede precisar a
priori cuando un daño es de difícil reparación. Será el Tribunal el que determinará
en cada caso si existe o no dificultad, tomando en cuenta, entre otros elementos,
los costos, medios complicados para la reparación, etc.

c) Que el reclamante otorgare garantía suficiente para reparar el daño o in-


demnizar los perjuicios que la suspensión pudiere causar a terceros, si el amparo
fuere declarado sin lugar. El monto de la garantía lo determina el Tribunal.

Como la suspensión del acto se prolonga durante todo el juicio, de acuerdo


con el art. 34 LA., el Tribunal fijará la situación en que deberán de quedar las cosas
y se tomarán las medidas pertinentes para conservar la materia objeto del amparo
hasta la terminación del procedimiento. De acuerdo con el art. 35 LA., la suspen-
sión quedará sin efecto si un tercero interesado da a su vez caución suficiente para
restituir las cosas al estado que tenían antes del acto que motivó el amparo y de
pagar los daños y perjuicios que sobrevengan al quejoso, en el caso que se decla-
re con lugar el amparo.

Como esta medida precautelar recae sobre el acto recurrido que será objeto
de la sentencia definitiva, se pueden presentar los problemas siguientes:

a) Que en ciertos casos la suspensión produzca los efectos de la sentencia


definitiva (se le prohibe cantar a una persona el primero de enero y en virtud de la
suspensión pide hacerlo ese día; se le prohibe a un torero presentarse en la plaza
256
de toros el dos de enero y en virtud de la suspensión pide que se le permita hacerlo
ese día; a una persona se le prohibe levantar la cosecha en el tiempo que oportu-
namente debe hacerlo y en virtud de la suspensión pide que se le permita hacerlo
en esa oportunidad, etc.).

b) Que se solicite la suspensión sobre actos ya consumados; por lo que de


concederse la suspensión tendría efectos restitutorios propios de la sentencia de-
finitiva que debe dictarse en el amparo.

Con relación al primer caso la legislación no es expresa y la doctrina se ha


dividido; unos sostienen que cabe la suspensión, por cuanto esta produce los efec-
tos del amparo en forma temporal; otros opinan que no debe conceder la suspen-
sión porque en tal supuesto producirá los efectos de la sentencia definitiva del
amparo. No puede sentarse un principio general para solucionar este problema. El
Tribunal debe proceder con mucha prudencia y tomar en cuenta la gravedad del
perjuicio, su difícil reparación y la naturaleza de la violación alegada para proceder
a decretar o denegar la suspensión.

Con relación al segundo caso, nuestra jurisprudencia ha sostenido que la


suspensión no se extiende a retrotraer la situación de las cosas al estado que tenía
al consumarse el acto, sino a hacer que permanezcan en el estado que tenían al
momento de notificarse la suspensión al funcionario recurrido68 .

Cuando el acto es de tracto sucesivo se puede negar la suspensión de los


consumados y decretarla para los sucesivos.

Una vez que se resuelva sobre la suspensión, se prevendrá a las partes para
que se personen en el plazo de tres días hábiles, más el término de la distancia,
para que hagan uso de sus derechos ante la Corte Suprema de Justicia69 .

La Corte Suprema ha dicho que: i) La suspensión provisional de oficio del


acto recurrido no admite recurso70 ; ii) No admite recurso la sentencia sobre sus-
pensión provisional del acto recurrido71 .

Para reforzar lo anterior, el art. 167 Cn. dice textualmente: “Los fallos y reso-
luciones de los Tribunales y Jueces son de ineludible cumplimiento para las auto-
ridades del Estado, las organizaciones y las personas naturales y jurídicas afecta-
das”. El desacato a lo resuelto por los Tribunales de Justicia, en este aspecto
constitucional, trae como consecuencia la falta de validez del acto cuya suspen-
sión se ordenó, desde el momento de la notificación de su suspensión y así lo ha
declarado en más de una oportunidad la Corte Suprema de Justicia72 .

68
S. 10:40 a.m. del 9 de enero de 1974, B.J., pág. 2.
69
Art. 38 LA.
70
S. 10:35 a.m. del 2 de Febrero de 1979 B.J., pág. 459.
71
S. 10:30 a.m. del 29 de Marzo de 1979 B.J., pág. 488.
72
S. 9:30 a.m. del 29 de mayo de 1995, B.J., pág. 30; S. 9:30 a.m. del 25 de junio de 1992, B.J., pág. 133.

257
F. Apertura a prueba

Una vez que los autos están radicados ante la Corte Suprema de Justicia,
ésta le podrá pedir al recurrente ampliación sobre los hechos reclamados y ade-
más resolver sobre la suspensión del acto según lo disponen los arts. 39 y 40 LA.

El recurrente puede ampliar o rectificar el recurso antes del informe del fun-
cionario responsable, sin necesidad de que se lo pida el Tribunal.

De acuerdo con el art. 43 LA., si el Tribunal Supremo no encontrare datos


suficientes para resolver el amparo lo abrirá a prueba por ocho días. Se admiten
toda clase de pruebas y el Tribunal podrá recabar de oficio otras que considere
conveniente.

Buena parte del material probatorio aparece en las diligencias levantadas por
las autoridades responsables, las cuales tendrán que ser enviadas al Tribunal. El
citado artículo le permite a éste fallar de acuerdo con los datos que arrojan las
diligencias y las que con posterioridad se pudieran aportar sin necesidad de abrir a
prueba.

Aplicar el citado artículo atendiendo su sentido literal resulta peligroso. Por


una parte, las pruebas aportadas en las diligencias administrativas por el funciona-
rio culpable no son recibidas con las garantías necesarias. Por otra parte, debe
abrirse a prueba el amparo siempre que existan hechos dudosos o controvertidos,
a menos que la discusión sólo verse sobre la constitucionalidad del acto y no sobre
los hechos del conflicto, pues no debemos olvidar que el amparo tiene más de
juicio que de recurso, en el cual es necesario la prueba. El amparo no tiene una
simple función revisora del acto de la autoridad, en la cual no sea necesario el
término de prueba.

De acuerdo con los arts. 5 y 41 LA., en el Recurso de Amparo no existe


caducidad, ya que está de por medio la defensa de la Constitución, la ley suprema
del país, son pocos los trámites y el tribunal está obligado a proveer lo que fuere
necesario para que no se paralice.

Tampoco hay alegatos orales73 y la falta de informe de la autoridad responsa-


ble no hace más que señalar la presunción legal (iuris tantum) de ser cierto el acto
reclamado74 .

73
S. 12:30 a.m. del 12 de noviembre de 1996, B.J., pág. 320.
74
S. 10:45 a.m. del 24 de julio de 1992, B.J., pág. 180; S. 9:00 a.m. del 27 de octubre de 1993, B.J., pág. 171; S.
9:30 a.m. del 3 de mayo de 1993, B.J., pág. 34; S. 9:30 a.m. del 29 de mayo de 1995, B.J., pág. 30.

258
8. Terminación del amparo

El amparo puede terminar en forma normal mediante la sentencia definitiva


acogiendo o rechazando el amparo; o en forma anormal mediante la improceden-
cia, desistimiento y deserción.

A. Por sentencia definitiva

La forma normal de terminar el amparo es mediante la sentencia definitiva.


Puede ser estimatoria o desestimatoria.

Si el acto reclamado fuere positivo, la sentencia que acoge el amparo restitu-


ye al quejoso en sus derechos mediante el restablecimiento de las cosas al estado
que tenían antes de la violación. Si fuere negativo, la autoridad será obligada a
respetar la ley o garantía y a cumplir con lo que ésta exija75

La que desestima el amparo declara la validez del acto reclamado y autoriza


a la autoridad para que continúe su ejecución.

La sentencia que se dicta en el amparo sólo tiene efectos en relación con el


caso controvertido76 , que son los efectos relativos de la cosa juzgada.

La doctrina ha formulado una rica tipología de sentencias: a) Sentencias


estimatorias: sentencias anulatorias; sentencias aditivas; sentencias exhortativas;
sentencias conminatorias; y sentencias ante la satisfacción extraprocesal del recu-
rrente. b) Sentencias desestimatorias: las desestimatorias simples y las sentencias
interpretativas.

Las sentencias estimatorias anulatorias tienen por objeto declarar la nulidad


de los actos, disposiciones, órdenes, decretos o resoluciones de los derechos tras-
gredidos, restableciendo las cosas al estado anterior a la trasgresión, según lo
disponen los arts. 45 y 46 LA. Cuando tengan por objeto una conducta o actuación
material o se refieran a una amenaza, ordenarán su cesación y tomarán las medi-
das necesarias para que no surja una nueva violación o amenaza, ordenando al
recurrido se abstenga de seguir realizando conducta semejante.

Son sentencias estimatorias aditivas aquellas que ordenan la realización de


una conducta al funcionario que ilegalmente negó u omitió un acto o conducta
perjudicial al recurrente, según se desprende de los arts. 45 y 46 LA. Las senten-
cias estimatorias ordenan, pues, a la autoridad responsable la realización del acto
o conducta que ha sido negado u omitido.

75
Art. 45 LA.
76
Art. 44 LA.

259
Son sentencias estimatorias exhortativas aquellas que tienen una relación
directa con los derechos prestacionales de carácter educativo, económico y social,
para cuyo cumplimiento o realización, el Estado, el principal obligado generalmen-
te, carece de recursos económicos con que hacerles frente. Ante esta situación de
escasez las sentencias exhortativas no constriñen inmediatamente al cumplimien-
to de la obligación de dar o hacer contenida en las normas programáticas. Se
limitan a exhortar al Estado para que establezca el servicio público reclamado o
dicte el reglamento que permita hacer efectiva la pretensión del recurrente, dentro
de límites temporales, razonables y las posibilidades económicas. Por ejemplo, en
un amparo en el cual se discuta la crisis del sistema penitenciario y sus inadecua-
das condiciones físicas, alimenticias, de salud y educativas, lo que cabría es una
sentencia exhortativa del tipo indicado.

Las sentencias estimatorias conminatorias se dictan cuando ya no es posible


restablecer al recurrente en el goce efectivo de sus derechos o libertades violados
por haberse consumado el hecho de manera irreparable. La sentencia conminará
al funcionario para que se abstenga de hacer o de incurrir en las omisiones que
dieron origen al amparo.

Las sentencias estimatorias también se pueden dictar cuando ya hubo una


satisfacción extraprocesal, en tal caso la sentencia hará la condena al funcionario
responsable y comunicará a las autoridades penales correspondientes que ejerci-
ten las acciones pertinentes en su caso.

Son sentencias desestimatorias simples aquellas que deciden la inexistencia


de la violación alegada, por tal razón rechazan el recurso en cuanto al fondo del
asunto.

Las sentencias interpretativas rechazan una pretensión de amparo; sin em-


bargo puede indicar que la norma en la que se funda el acto impugnado debe
interpretarse en un determinado sentido o que los efectos del acto son los indica-
dos en los considerandos o parte dispositiva, pues de lo contrario se estaría violan-
do el derecho fundamental del amparado.

B. Por improcedencia

La improcedencia se decreta cuando el Tribunal encuentra un obstáculo le-


gal que le impide decidir sobre el fondo del asunto. La sentencia que declara la
improcedencia se abstiene de entrar a conocer y decidir sobre el fondo.

De acuerdo con el art. 51 LA., reformado por la Ley 205/95, no procede el


amparo:

a) Contra las resoluciones de los funcionarios judiciales en asuntos de su


competencia.

260
Las resoluciones judiciales no admiten el recurso de amparo. Contra ellas se
conceden los recursos consagrados en los códigos y leyes (reposición, apelación,
casación, etc.). La sentencia que dictan los jueces pueden ser apeladas ante un
tribunal de apelaciones y posteriormente ser objeto de casación, pero no de ampa-
ro. En otros países, como España se permite el recurso de amparo contra las
decisiones de la Corte Suprema de Justicia ante el Tribunal Constitucional, cuando
se han violado los derechos fundamentales.

La jurisprudencia que declara improcedente los recursos contra las resolucio-


nes de los jueces y tribunales de justicia es abundante77 .

La Corte Suprema de Justicia ha expresado que de acuerdo con el art. 51 inc.


1 LA., no procede el amparo contra las resoluciones de los funcionarios judiciales
en asuntos de su competencia, lo que al contrario, podría interpretarse que cabe
en el supuesto de que fueren incompetentes. Afirma que cabe el recurso de ampa-
ro por falta de competencia del judicial si fue alegada en las instancias correspon-
dientes78 . Esta doctrina abre nuevas perspectivas para el amparo, pero altera el
sistema, en el cual se contemplan otras vías para la solución del conflicto de com-
petencia dentro del poder judicial y entre los poderes.

b) Contra el proceso de formación de la ley, su promulgación y su publicación


o cualquier otro acto o resolución legislativa.

Por medio de esta causal se pretende impedir la intervención de la Corte


Suprema de Justicia en el proceso de formación de la ley y de los actos o resolucio-
nes legislativas, para que se respete la división de poderes.

c) Cuando hayan cesado los efectos del acto reclamado o éste se haya con-
sumado en forma irreparable.

Esta causal tiene dos modalidades: la cesación de los efectos del acto recla-
mado y la consumación del acto reclamado en forma irreparable.

i) Cesación de los efectos del acto reclamado. La cesación de los efectos del
acto como causal de improcedencia del recurso no aparecía en la Ley de Amparo
anterior ni en el vigente art. 51 original LA. En estos casos se declara la improce-

77
S. 10:45 a.m. del 8 de febrero de 1991 pág., 22; S. 9:30 a.m. del 21 de abril de 1998, B.J., pág. 92; S.
11:30 a.m. del 3 de mayo de 1988, B.J., pág. 123; S. 10 a.m. del 18 de mayo de 1988, B.J., pág. 155; S.
9:30 a.m. del 1 de julio de 1988, B.J., pág. 197; S. 10 a.m. del 4 de julio de 1988, B.J., pág. 211; S. 9:30
a.m. del 2 de noviembre de 1988, B.J., pág. 323; S. 12 m. del 15 de diciembre de 1988, B.J., pág. 369; S.
11 a.m. del 19 de mayo de 1989, B.J., pág. 126; S. 11 a.m. del 13 de junio de 1989, B.J., pág. 154; S. 11
a.m. del 4 de octubre de 1989, B.J., pág. 249; S. 11:30 a.m. del 3 de noviembre de 1989, B.J., pág. 271;
S. 10:30 a.m. del 6 de junio de 1995, B.J.,., pág. 35. S. 12 m. del 23 de abril de 1987, B.J., pág. 144; S.
9 a.m. del 13 de agosto de 1991, B.J., pág. 123; S. 9 a.m. del 22 de octubre de 1993, B.J., pág. 157; S.
10 a.m. del 27 de marzo de 1996, B.J., pág. 91; S. 10:30 a.m. del 9 de septiembre de 1991, B.J., pág.
135; S. 9 a.m. del 11 de septiembre de 1991, B.J., pág. 144; S. 9:30 a.m. del 9 de abril de 1991, B.J., pág. 37.
78
S. 9 a.m. del 5 de noviembre dd 1996, B.J., pág. 325.

261
dencia, pues si cesó la violación carece de objeto el amparo, por ejemplo: se ex-
tendió el pasaporte que se había negado; se le permitió la salida del país a quien
se le negó la visa.

La Corte Suprema ha dicho: que es improcedente el amparo si la disposición


que lo motiva ha sido anulada79 , que no ha lugar al amparo porque la orden de
desocupar el terreno fue dejada sin efecto por el mismo funcionario que la dio80 ;
que no ha lugar al amparo por haberse revocado la prohibición de destazar dictada
contra el recurrente81 ; que es improcedente el recurso si ha dejado de existir el
objeto o materia reclamada en un caso en el cual la pena de suspensión de los
derechos de ciudadano era por ciento ochenta días82 .

También la Corte Suprema rechaza de plano el amparo contra la elección del


designado a la Presidencia de la República porque el recurrente no sufrió agravio
personal y directo, los efectos del acto ya habían cesado por encontrarse reunido
el Congreso, no cabe amparo contra los actos relativos a la organización del Esta-
do y el designado reúne los requisitos constitucionales83 .

ii) Consumación del acto reclamado del modo irreparable. Esta irreparabilidad
puede ser material o jurídica. Por ejemplo: muerte, mutilación, extradición, etc.

El amparo tiene por objeto restituir al quejoso en el pleno goce de su derecho


violado en virtud del acto reclamado, razón por la cual, si éste se consuma de
manera irreparable en forma tal que no se le pueda restituir al quejoso el goce de
su derecho, carece ya de objeto, y, por lo tanto, debe declararse improcedente, sin
perjuicio de que el quejoso ejercite sus acciones civiles o penales ante los tribuna-
les de justicia.

La Corte Suprema de Justicia ha expresado que al condenar las autoridades


de policía al recurrente a ciento ochenta días de arresto inconmutable por el delito
de alteración del orden público, la cual ya se había cumplido, el daño se torna
irreparable y el recurso improcedente84 .

d) Contra los actos que hubieren sido consentidos por el agraviado de modo
expreso o tácito. Se presumen consentidos aquellos actos contra los cuales no se
hubiere recurrido de amparo dentro del término legal, sin perjuicio de la suspen-
sión del término de conformidad con el derecho común.

El consentimiento es expreso cuando se manifiesta en forma clara e inequí-


voca, ya sea verbalmente o por escrito. Es tácito cuando se puede deducir de los

79
S. 11 a.m. del 7 de enero de 1962, B.J., pág. 4.
80
S. 10 a.m. del 26 de marzo de 1969, B.J., pág. 56.
81
S. 11 a.m. del 1 de septiembre de 1914, B.J., pág. 531.
82
S. 9 a.m. del 12 de marzo de 1975, B.J., pág. 67.
83
S. 10:30 a.m. del 13 de Julio de 1977 B.J., pág. 212.
84
S. 9 a.m. del 13 de enero de 1992, B.J., pág. 1.

262
hechos realizados por el recurrente, dirigidos a cumplir el acto reclamado (cumpli-
miento parcial del acto reclamado).

Esta causal habla de consentimiento tácito por no haberse recurrido dentro


del término legal. La consecuencia de este consentimiento es la preclusión de la
acción de amparo.

Contra las leyes autoaplicativas se puede recurrir de amparo o de


inconstitucionalidad dentro de treinta días, de inconstitucionalidad dentro de se-
senta días, y de amparo después de vencidos esos plazos cuando se le aplique al
quejoso en el caso concreto.

La Corte Suprema de Justicia sostiene que la doctrina de los tratadistas del


recurso de amparo expresa que el consentimiento tácito en el caso del art. 51 inc.
3 LA estriba en la no promoción de la acción de amparo dentro del término legal, lo
que equivale a la pérdida de la acción de amparo por expiración del plazo legal
dentro del cual se debió haber intentado, o, lo que es lo mismo, siguiendo la termi-
nología de los procesalistas modernos, a la preclusión de la acción de amparo85 .

e) Contra las resoluciones dictadas en materia electoral. Esta causal tiene


por objeto reafirmar lo establecido por el art. 173 Cn. que en su parte final estable-
ce que contra las resoluciones del Consejo Supremo Electoral en materia electoral
no cabe recurso alguno ordinario ni extraordinario. Contra las otras resoluciones
que dicta el Consejo Supremo Electoral cabe el recurso de amparo.

La Corte Suprema ha dicho: i) Los conflictos internos en las filas de los parti-
dos es asunto de la competencia exclusiva del Consejo Supremo Electoral y con-
tra las resoluciones de éste no cabe en materia electoral recurso alguno, ordinario
o extraordinario, de acuerdo con el art. 173 Cn. inc 5 y párrafo final Cn86 ; ii) El
Consejo Supremo Electoral no tiene facultades para privar de su nacionalidad a
ningún ciudadano del país, competencia que le corresponde exclusivamente al
Ministerio de Gobernación de acuerdo con el Decreto No. 1/90 Num. 6 y la Ley de
Nacionalidad. El Ministerio de Gobernación no ha tramitado ni privado de su nacio-
nalidad al recurrente87 .

f) Contra los actos relativos a la organización de los poderes del Estado y al


nombramiento y destitución de los funcionarios que gozan de inmunidad

A pesar de lo establecido en esta causal, la Corte Suprema de Justicia88


declaró que cabe contra la organización de la Junta Directiva de la Asamblea Na-
cional, organización que tiene carácter político, se refiere a un órgano constitucio-
nal y es el gobierno de la Asamblea Legislativa.

85
S.9:30 a.m. del 1 de julio de 1993, B.J., pág.72.
86
S. 10:30 a.m. del 28 de octubre de 1995, B.J., pág. 125.
87
S. 10:30 a.m. del 20 de noviembre de 1996, B.J., pág.326
88
S. 10:30 a.m. del 18 de diciembre de 1997, aún no publicada.

263
De acuerdo con la Constitución gozan de inmunidad los funcionarios siguien-
tes: los diputados89 , el Presidente y Vicepresidente de la República90 , los ministros
y viceministros del Estado91 , el Contralor y Subcontralor de la República92 , los
magistrados de la Corte Suprema de Justicia93 , y los magistrados del Consejo
Supremo Electoral94 .

Además de los anteriores casos de improcedencia existen otros que se des-


prenden de la naturaleza del amparo. Por ejemplo:

a) La litispendencia. En este caso el recurso más reciente se declara impro-


cedente y se tramita el más antiguo. No obstante, es conveniente advertir que cabe
la acumulación de los recursos en los casos permitidos para la acumulación de los
autos en el Código de Procedimiento Civil; b) La repetición del amparo anterior-
mente rechazado; c) La ilegitimidad de personería; d) Los actos de los particulares;
e) Contra los laudos de los árbitros o arbitradores.

La improcedencia solamente la puede decretar la Corte Suprema de Justicia,


de oficio o a petición de parte. De oficio la puede decretar en cualquier tiempo. Así
se desprende del art. 2002 Pr., aplicable en virtud del art. 41 LA.

El tribunal de apelaciones no puede decretar la improcedencia.

La Corte Suprema ha dicho: i) Se revoca la resolución de una sala que niega


la tramitación de un recurso de amparo con base en que el acto recurrido es ante-
rior a la nueva Ley de Amparo. Se funda en que la autoridad recurrida debe dar fe
de la fecha de sus actuaciones y en que la sala no puede declarar la improceden-
cia de un amparo conforme la nueva ley que rige desde el 31 de Mayo de 198095 ;
ii) La sala no puede declarar improcedente un recurso de amparo96 ; iii) La sala no
puede negarse a tramitar un amparo aunque se funde en la vigencia de la Ley de
Emergencia97 .

C. Por desistimiento

El recurrente puede desistir del recurso. Los efectos y trámites de este desis-
timiento dependen de la consideración que se tenga del amparo como recurso o
como un juicio.

89
Art. 139 Cn.
90
Art. 148 inc. 2 Cn.
91
Art. 151 Cn.
92
Art. 156 inc. 2 Cn.
93
Art. 162 Cn.
94
Art. 172 Cn.
95
S. 9 a.m. del 9 de agosto de 1980, B.J., pág. 187.
96
S. 9 a.m. del 18 de Agosto de 1980 B.J., pág. 204; S. 9 a.m. del 9 de agosto de 1980, B.J., pág. 87; S. 9
a.m. del 10 de septiembre de 1980, B.J., pág. 254.
97
S. 10:45 a.m. del 9 de febrero de 1985, B.J., pág. 70.

264
Algunos juristas, apoyados por la Corte Suprema, piensan que se tramita
como el desistimiento de la acción dentro de un juicio98 . Consecuencia de esta
posición sería que si se desiste antes de notificado el amparo a la autoridad res-
ponsable, se dictará sentencia sin trámite alguno de acuerdo con el art. 387 Pr., y
el quejoso puede volver a entablar su acción de amparo99 si todavía está en tiempo.

Por el contrario, si se procede de acuerdo con el desistimiento de los recur-


sos, el Tribunal dictará sentencia sin otro trámite y el recurrente no puede volver a
entablar su acción de amparo de acuerdo con el art. 2011 Pr., pero conserva sus
acciones ordinarias.

La Corte Suprema en otras sentencias ha sostenido que se desiste como en


los recursos100 .

La solución del anterior problema depende del criterio que se tenga sobre la
naturaleza del amparo: para los que consideran al amparo como un juicio, se apli-
ca la primera solución, y para los que lo consideran como un recurso, se aplica la
segunda.

Se puede desistir en la Sala del Tribunal de Apelaciones antes que se remi-


tan los autos a la Corte Suprema de Justicia. Ya radicados los autos en este Tribu-
nal, puede desistir antes de haberse dictado la sentencia definitiva.

Cuando concurran la improcedencia y el desistimiento, la Corte Suprema de


Justicia debe pronunciarse sobre la improcedencia y solo después sobre el desis-
timiento, si no acoge el primero.

D. Por deserción

De acuerdo con el art. 38 LA., resuelta la suspensión se remitirán los autos a


la Corte Suprema y se le prevendrá a las partes que deben presentarse dentro del
término de tres días hábiles, más el de la distancia, para que hagan uso de sus
derechos. Si no se personare el recurrente dentro del término indicado se declara-
rá la deserción del recurso.

98
S. 10:30 a.m. del 24 de mayo de 1961, B.J., pág. 20447; S. 9:45 a.m. del 8 de octubre de 1964, B.J., pág.
425.
99
S. 12 m. del 23 de mayo de 1935, B.J., pág. 8935; S. 9:30 a.m. del 25 de junio de 1992, B.J., pág. 133; S.
12:30 pág.m. del 12 de noviembre de 1996, B.J., pág. 320.
100
S. 11:30 a.m. del 17 de noviembre de 1915, B.J., pág. 986; S. 11:30 a.m. del 8 de noviembre de 1917,
B.J., pág. 1732; S. 12 m. del 3 de agosto de 1918, B. J.., pág. 2029; S. 10 a.m. del 16 de agosto de 1918,
B.J., pág. 2045; S. 11:30 a.m. del 7 de agosto de 1919, B.J., pág. 2448; S. 10 a.m. del 31 de enero de
1920, B.J., pág. 2797; S. 11:30 a.m. del 10 de noviembre de 1920, B.J., pág. 3143; S. 12 m. del 31 de
marzo de 1921, B.J., pág. 3240; S. 9:45 a.m. del 21 de julio de 1976, B.J., pág. 145.

265
9. Aplicación supletoria del Código de Procedimiento Civil

Según el art. 41 LA., en lo que no estuviere establecido en la Ley de Amparo,


se aplicará en forma supletoria el Código de Procedimiento Civil; pero ésta aplica-
ción debe de hacerse de acuerdo a la naturaleza del amparo, a juicio del tribunal.

10. Cumplimiento de la sentencia

Contra la sentencia que acoge o desecha el amparo no se admite recurso .

La Corte Suprema ha expresado que no cabe la reposición contra las senten-


cias dictadas en amparo101 , pero sí cabe la aclaración102 .

La sentencia que acoge el amparo debe ser puesta en conocimiento por


medio de oficio dentro del término de tres días a las autoridades o funcionarios
responsables para su cumplimiento. También se pondrá en conocimiento de las
demás partes103 .

Si las autoridades o funcionarios responsables, dentro del término de veinti-


cuatro horas después de notificadas no dieren cumplimiento a la sentencia, la Cor-
te Suprema de Justicia requerirá al superior inmediato de la autoridad o funcionario
reacio para que la obligue a cumplir sin demora la sentencia. Si no tuvieren supe-
rior jerárquico el requerimiento se hará directamente al funcionario remiso104 .

Si a pesar de los requerimientos la autoridad responsable no cumple con la


sentencia, la Corte Suprema de Justicia pondrá los hechos en conocimiento de la
Presidencia de la República para que ordene su cumplimiento. Además informará
a la Asamblea Nacional sobre lo ocurrido y pondrá el caso en conocimiento de la
Procuraduría General de Justicia para que ejercite las acciones correspondientes.
Este mismo procedimiento se observará cuando no sea obedecida la suspensión
del acto, decretada por el tribunal de apelaciones o por la Corte Suprema de Justicia.

La Corte Suprema ha dicho que las salas no son competentes para conocer
del cumplimiento de sentencias de amparo. En caso de incumplimiento la Corte
Suprema lo pondrá en conocimiento del superior y si esto no es suficiente, al Se-
cretario de la Junta de Gobierno105 .

101
S. 11 a. m. del 3 de junio de 1913, B.J., pág. 108; S. 11:30 a.m. del 9 de noviembre de 1914, B.J., pág.
709; S. 12 m. del 18 de agoto de 1917, B.J., pág. 1651; S. 10:30 a.m. del 23 de marzo de 1976, B.J., pág.
64. No obstante por sentencia de las 9 a.m. del 13 de octubre de 1978, B.J., pág. 302 se acogió el
recurso de reposición en contra de la sentencia por haber estado en suspenso los términos durante las
vacaciones de Semana Santa.
102
S. 9:30 a.m. del 3 de febrero de 1987, B.J., pág.31. Existen tres disentimientos.
103
Art. 48 LA.
104
Art. 49 LA.
105
Cta. 19 de Marzo de 1982 B.J., pág. 599.

266
11. Jurisprudencia

La Corte Suprema ha dicho:

a) Es improcedente el recurso de amparo si en él se incurre en contradiccio-


nes e inexactitudes. “Aunque es de estimarse, el recurso de amparo no está sujeto
a las mismas formalidades a que lo están otros recursos extraordinarios, también
se debe aceptar que no por ello se deba admitir que al ser interpuesto no se guarde
el ordenamiento necesario para que se pueda reflejar en sus conceptos la necesa-
ria claridad a fin de que el juzgador pueda verificar un acertado análisis de lo ex-
puesto y de esta manera se pueda conducir a una consecuente y final resolu-
ción”106 .

b) Es improcedente el amparo contra hechos anteriores a la vigencia de la


Ley de Amparo107 . Este criterio no es aceptable, pues, como ya hemos visto, en
varios países el amparo es de creación jurisprudencial y se pueden aplicar leyes
procesales vigentes adecuadas a su naturaleza. Mayor razón para conocer del
amparo cuando los hechos ya se dieron y ya existe Ley de Amparo conforme a la
cual se puede tramitar.

c) No ha lugar al amparo contra el decreto que confisca el treceavo mes de


aguinaldo en cuanto exceda de C$1.500.00, ya que la Ley de Amparo está deroga-
da y además los recurrentes no demostraron el agravio que se les causó108 .

d) Se declara no haber lugar a tramitar por ahora el recurso de


inconstitucionalidad del Decreto del 29 de Febrero de 1980 sobre confiscación de
propiedades intervenidas y la invasión de una propiedad del recurrente. Se funda
en la derogación de la Ley de Amparo y en tener la recurrente los recursos en
materia criminal contra los invasores109 .

e) No ha lugar a tramitar un recurso interpuesto después de la derogación de


la Ley de Amparo110 . Volvemos a repetir que el amparo puede ser de creación
jurisprudencial, y la Corte Suprema le negaba al pueblo el amparo al no querer
crear el amparo con la autoridad de sus sentencias.

e) Se acumulan y declaran improcedentes siete recursos contra la Universi-


dad Nacional Autónoma por estudiantes a quienes se les ha negado matrícula. Se
funda en que no se demostró el acto violatorio ni se agotó la vía administrativa111 .

106
S. 11 a.m. del 4 de Julio de 1983. B.J., pág. 327.
107
S. 11 a.m. del 15 de Julio de 1983 B.J., pág. 356.
108
S. 9 a.m. del 26 de Abril de 1980 B.J., pág. 77.
109
S. 9 a.m. del 12 de Julio de 1980 B.J., pág. 142.
110
S. 9 a.m. del 21 de Julio de 1980 B.J., pág. 166.
111
S. 9:30 a.m. del 23 de Julio de 1982 B.J., pág. 326.

267
f) Contra la resolución del Interventor General de Repartos no hay recurso
ordinario. No ha lugar al amparo porque la declaración de intervención de un repar-
to fue anterior a la vigencia de la Ley de Amparo112 .

g) Ha lugar al amparo contra el Ministro de la Vivienda por no haber contesta-


do la solicitud del recurrente de que se le adjudique una vivienda confiscada. Ha
lugar al amparo contra el Responsable de Héroes y Mártires por haber ordenado al
recurrente desocupar la vivienda y amenazarlo con hacer uso de la fuerza pública,
ya que eso corresponde al poder judicial. En esta sentencia se aclara que el caso
en que el funcionario no está obligado a dar respuesta es cuando “el hecho mismo
no está dentro de la esfera de las atribuciones o funciones encomendadas a dicho
funcionario estatal”113 .

i) Se ampara al recurrente contra el Alcalde Municipal de Rancho Grande


contra el acto de querer desalambrar y quitarle al recurrente su propiedad que
según la Alcaldía pertenecía a ella. Se expresa que el Alcalde no tiene facultades
para realizar esos actos por corresponder al Poder Judicial y no a funciones admi-
nistrativas114 .

j) Se declara con lugar el amparo interpuesto contra el Procurador General de


Justicia por tratar de ordenar la entrega de la propiedad designada al recurrente,
ya que han sido declarados inconstitucionales los arts. 7 y 11 del Decreto 11/90.115

k) Cuando se trata de la salud del pueblo, no cabe la inercia de las autorida-


des, sino se debe proceder pronto, intensa y enérgicamente para evitar peores
males, causados por el funcionamiento irregular y peligroso de la Empresa. En el
amparo no son pertinentes protestas, críticas y objeciones, sino que el ataque
debe ser no exponiendo lo que se desea, sino lo que debe ser116 .

l) A través de los recursos de amparo, exhibición personal e inconstitucionalidad


se mantiene incólume la supremacía de la constitución117 .

ll) Se alegó que la autorización del ejercicio de algunas profesiones viola el


art. 26 Cn. La Corte negó tal argumentación y expresó que debe entenderse que la
Constitución contiene principios básicos generales, normativo de nuestra conduc-
ta social. A su vez el Estado como ente políticamente organizado, tiene el derecho
supremo de regular o reglamentar el ejercicio de estos supremos derechos. El
trabajo profesional debe satisfacer un interés público, cumpliendo con una función
de orden social y para alcanzar esos fines debe ser reglamentado a través de
preceptos o leyes secundarias. En el caso presente la función del contador público

112
S. 10:45 a.m. del 2 de Junio de 1983 B.J., pág. 239.
113
S. 10:45 a.m. del 3 de Octubre de 1983 B.J., pág. 515.
114
S. 9:00 a.m. del 2 de julio de 1991 B.J., pág. 93.
115
S. 9:00 a.m. del 10 de diciembre de 1991 B.J., pág. 233.
116
S. 10:45 a.m. del 3 de septiembre de 1992, B.J., pág. 219.
117
10:30 a.m. del 7 de marzo de 1994 B.J., pág. 33.

268
está sujeta a los preceptos de la Ley No. 6, publicada en La Gaceta No. 94 del 30
de abril de 1959, su Reglamento correspondiente y el Acuerdo No. 41-J, publica-
do en La Gaceta 102 del 23 de mayo de 1967118 .

m) Considera este Tribunal que tanto en la Constitución Política como en


otras leyes se establecen regulaciones para el ejercicio de determinados cargos
para acceder a determinadas funciones dentro del Estado. Estas regulaciones que
constituyen verdaderas limitaciones no son violatorias de los derechos humanos,
sino que contribuyen a ordenar la función pública en beneficio de la colectividad.
Las regulaciones contra las cuales se ha recurrido no violan de ninguna manera la
Constitución Política, por lo que no cabe más que declararlo así en esta resolución.
De acuerdo a lo anteriormente considerado, debe declararse sin lugar el amparo
interpuesto119 .

n) Se ordenó al Procurador de Justicia, ante el silencio de una petición funda-


da el art. 52, dar repuesta en el menor tiempo posible al recurrente sobre su peti-
ción relacionada con la confiscación de unas acciones120 .

ñ) En el amparo dirigido en contra de la CDIP y de Implagsa, la Corte Supre-


ma expresa que se extralimitaron en sus funciones al establecer presunción de
responsabilidad civil, función privativa de la Contraloría General de la República
de acuerdo con el art. 137 de la Ley de Organización. Además, se le imputa al
recurrente un delito sin tener jurisdicción para ello y en indefensión121 .

o) El recurso de amparo no es una instancia más, sino un medio de control


constitucional. Sólo tiene lugar cuando se violan normas constitucionales y no por
violación a normas legales o procedimentales122 .

p) Se declaró improcedente el recurso de amparo interpuesto en contra del


Intendente y Administrador del Mercado Municipal de Masaya porque no es funcio-
nario o autoridad o agente123 .

q) Este Supremo Tribunal, reiteradamente ha amparado a quienes han recu-


rrido en contra de funcionarios que se han excedido en sus funciones en violación
del art. 130 Cn. Véanse al respecto, entre otras, las sentencias de las 1:30 a.m. del
4 de octubre de 1988 y de las 10:45 a.m. del 22 de junio de 1994.124

r) Es extemporáneo un recurso de amparo interpuesto conforme la ley ante-


125
rior .

118
S. 10:30 a.m. del 27 de julio de 1994, B.J., pág. 127.
119
S. 9:30. a. m. del 29 de mayo de 1995, B.J., pág. 30.
120
S. 10:45 a.m. del 6 de abril de 1992, B.J., pág. 65.
121
S. 11:30 a.m. del 7 de julio de 1995, B.J., pág. 35.
122
S. 12 m. del 24 de julio de 1995, B.J., pág.97.
123
S. 10:30 a.m. del 4 de junio de 1996, B.J., pág. 161.
124
S. 12:30 pág.m. del 20 de marzo de 1996, B.J., pág. 68.
125
S. 11 a.m. del 10 de Septiembre de 1980 B.J., pág. 255.

269
s) Es improcedente el amparo contra la negativa de permitir la reapertura de
un periódico, ya que esa negativa se funda en estar suspendidas las garantías
constitucionales y, según la recurrente, tal suspensión no puede decretarse por no
haber aún dictado la Ley de Emergencia y en consecuencia se alega la
inconstitucionalidad del Decreto de suspensión, y el recurso de inconstitucionalidad,
aunque está establecido en la Constitución, no ha sido reglamentado. Hay dos
disentimientos que sostienen se trata de un amparo126 .

126
S. 9:30 a.m. del 24 de Agosto de 1987 B.J., pág. 285.

270
CAPITULO XVIII

EL RECURSO DE EXHIBICIÓN PERSONAL

Sumario: 1. Naturaleza jurídica. 2. Materia del recurso. 2. Legitimación activa.


3. Legitimación pasiva. 4. Competencia. 5. Procedimiento.

1. Naturaleza jurídica

El tema de la naturaleza jurídica de la exhibición personal es muy discutido


en la doctrina: unos sostienen que es un recurso; otros, que es una medida cautelar
de carácter personal, y otros, por último, lo consideran semejante al amparo. Nues-
tra Constitución ya tomó partido, y en el art. 189 lo estima como un recurso.

Es un derecho subjetivo de carácter público, cuyo fin específico es defender


la libertad, la integridad y la seguridad personales. Se ejercita en contra de la auto-
ridad y de los particulares que restrinjan la libertad.

2. Materia del recurso

Este recurso tiene por objeto proteger la libertad, integridad y seguridad de


las personas consagradas, entre otros, en los arts. 25, 31 y 35 Cn. La violación de
esas garantías da origen a la interposición de este recurso1 .

3. Legitimación activa

La exhibición personal se concede a favor del que sufre la violación o amena-


za de violación y puede promoverlo éste o cualquier habitante de la República
(acción popular) por escrito, carta, telegrama o verbalmente2 . Cuando es contra un
particular sólo se permite promoverlo por escrito o verbalmente3 .

4. Legitimación pasiva

La exhibición personal se da tanto contra las autoridades como contra los


particulares por actos restrictivos de la libertad personal. Creo que el particular que
restringe la libertad a que se refiere la ley puede ser una persona jurídica, contra la
cual puede entablarse el recurso de exhibición personal.
1
Ante la ausencia de procedimientos especiales se ha recurrido en Latinoamérica (Argentina, Bolivia, Perú
y Brasil) al habeas corpus (exhibición personal) como instrumento de protección de todos los derechos
consagrados en la Constitución, a excepción, en algunos países, de los de carácter económico. Por otra
parte, se ha ocupado el amparo como habeas corpus, asimismo como medio de protección de todos los
derechos fundamentales, con excepción de la libertad personal protegida por el habeas corpus que
funciona paralelamente con él. En nuestro país, bajo la Ley de Amparo, funciona el recurso de
inconstitucionalidad de la ley, el amparo propiamente dicho y el habeas corpus. Este fue consagrado en
el Código de Instrucción Criminal de 1879, posteriormente absorbido por las leyes de amparo, pues
técnicamente pertenece al Derecho Procesal Constitucional y no al Proceso Penal.
2
Art. 52 LA.
3
Art. 74 LA.

271
En las leyes de amparo anteriores, ambas hipótesis aparecían en forma se-
parada. Esta unión ha provocado ciertas oscuridades en la distribución de capítu-
los y ubicación de artículos, lo que refleja falta de mejor técnica legislativa.

5. Competencia

Cuando la exhibición se realiza contra actos de autoridad por detención ile-


gal, conoce el tribunal de apelaciones o la sala de lo penal en su caso y se nombra
a un juez ejecutor para cumplimentar la exhibición. Si el recurso se concede contra
un particular, es el juez de distrito de lo penal respectivo el que personalmente o
por delegado cumplimentará la exhibición.

6. Procedimiento

Nada especial y digno de comentarse, y menos de elogiarse, existe en la Ley


de Amparo vigente. Por el contrario, existen evidentes inconvenientes. Por ejemplo:

a) Cuando la exhibición se pide por amenazas de detención ilegal, de previo


se solicita informe a la autoridad responsable, en vez de nombrar inmediatamente
al juez ejecutor, con palpable pérdida de tiempo y grave riesgo para la seguridad e
integridad del que necesita ser amparado.

b) Se debilita la independencia del juez ejecutor, pieza fundamental de la


exhibición personal, pues éste puede ser acusado ante el tribunal de apelaciones
por la autoridad responsable, cuando estime que se ha excedido en sus atribucio-
nes o que ha resuelto contra ley expresa, y se establece como sanción una multa
del veinticinco por ciento de sus ingresos y otras responsabilidades. También lo
puede juzgar de oficio dicho tribunal por las mismas razones4 . Cuando el tribunal
no está contaminado por la política, la situación no es peligrosa, pero en caso
contrario resulta fatal, pues es quien interpreta y decide lo que expresa la ley.

A lo anterior se puede agregar como medida de hostigamiento y ablanda-


miento contra ciertos ejecutores el envío frecuente de casos, ya que el cargo es
obligatorio bajo la sanción de ser juzgado por desobediencia y multado con el
veinticinco por ciento de sus ingresos5 .

Todas estas medidas tienen por objeto ablandar a los jueces ejecutores y
obligarlos a seguir las orientaciones del tribunal.

En conclusión, es necesario dictar una nueva Ley de Amparo ajustada a nues-


tra realidad y a los principios del Derecho Procesal Constitucional.

4
Arts. 67 y 83 LA.
5
Art. 59 LA.

272
CAPITULO XIX

EL HABEAS DATA

Sumario: 1. Breve historia. 2. Concepto. 3. Fundamento. 4. Derecho de la


tercera generación. 5. Tipos de protección. 6. Contenido: A. Derecho a conocer. B.
Derecho de acceso. C. Derecho a rectificar. 7. Legitimación activa. 8 Legitimación
pasiva. 9. Su aplicación en Nicaragua.

1. Breve historia

El habeas data no es una institución antigua, sino de reciente formulación.


Sirve como reacción contra las manipulaciones y abusos que se hace con la infor-
mación en una empresa, oficina o ente público, donde la computación permite la
creación de bancos de datos de control inmediato, lo cual les atribuye un conside-
rable poder y control sobre las personas. Se consagra en las constituciones re-
cientes.1

2. Concepto

La denominación habeas data está formada de los términos latinos “habeas”


(tomada del habeas corpus) y “data”. Literalmente significa “traer o exhibir los da-
tos”. Con el habeas corpus se traen cuerpos, con el habeas data se traen datos o
informaciones.

El habeas data es un proceso constitucional que se inicia con la acción que le


asiste a toda persona para solicitarle a las autoridades judiciales la exhibición de
los registros que llevan las autoridades o las personas privadas en los cuales apa-
recen sus datos personales o los de su grupo familiar o étnico para que se los
exhiban, enterarse de su exactitud y de la razón de su existencia, y pedir su rectifi-
cación, supresión o modificación si fueren inexactos o encierren una discrimina-
ción.

El proceso indicado para protegerse es el habeas data, que es una amplia-


ción del amparo. Es un medio de carácter urgente que tienen las personas (natu-
rales o jurídicas, en su caso) para obtener: a) el conocimiento de los datos en
1
Constitución de Portugal (art. 35); Constitución de España (arts. 18.4 y 105 b); Constitución de los Países
Bajos (art. 10); Constitución de Hungría (art. 59); Constitución de Suecia (art. 3); Constitución de Vene-
zuela (art. 59); Constitución del Brasil (art. 5); Constitución de Colombia (art. 15); Constitución del Para-
guay (art. 33); Constitución de Honduras (art. 76); Constitución de El Salvador (art. 2); Constitución de
Costa Rica (art. 24); Constitución de Chile (art. 19 inc. 4); Constitución de Guatemala (art. 31). Se
señalan tres etapas en la evolución de la protección de los datos. La primera etapa le corresponde al
Parlamento del Land de Hesse (Alemania), que promulgó el primer texto legal, la Datenshutz del 7 de
octubre de 1970. Después se dictó la Datenshutz federal alemana de 1977. La segunda etapa se inicia
con la aprobación de la Privacy Act norteamericana del 31 de diciembre de 1974. A esta etapa corres-
ponde la incorporación constitucional de la protección de datos. La tercera etapa corresponde al recono-
cimiento internacional de la protección de datos. El Pacto de San José de Costa Rica (art. 11, aunque
muy limitado); la Organización de las Naciones Unidas (art. 12 y sus resoluciones); el Convenio Europeo
para la Protección de los Derechos Humanos (art. 8.1).

273
registros o bancos de datos públicos o privados; b) el conocimiento de la finalidad
para la que se tiene dicha información; c) exigir su supresión, rectificación,
confidencialidad o actualización. Estas medidas no aparecen en forma expresa en
la Constitución, pero sí implícitas, pues por ellas se garantizan los derechos cons-
titucionales que protege este instituto.

Es una importante garantía para el buen funcionamiento de la democracia


moderna. Los medios tecnológicos modernos pueden recoger y difundir en forma
rápida y eficiente abundante información de datos personales que pueden perjudi-
car a las personas.

Es enorme el volumen de datos que pueden ser manejados por medio de


bancos de datos públicos y privados, con información cruzada. Muchas institucio-
nes manejan abundante información: el Registro Civil, el Consejo Supremo Electo-
ral, el Registro de la Propiedad Inmueble, la Dirección General de Ingresos, el
Registro Mercantil y de Prendas, el Registro de la Propiedad Industrial, la Policía,
el Ejército, los colegios, las universidades, los sindicatos, los hospitales y médicos,
las compañías de seguros, las empresas industriales y comerciales, etc. Unificado
este cúmulo de información se podría obtener un perfil completo de la persona,
una radiografía. Esto representa una invasión en su espacio de privacidad. Se
podría crear un mundo de opresión y asfixia como lo imaginó Georg Orwell en su
novela 1984.

3. Fundamento

El habeas data se deriva del derecho a una vida privada interna, íntima. Es
una parte sustancial del derecho a la intimidad, que se deriva a su vez del derecho
a la dignidad.

El derecho a la intimidad es amplio y requiere de las protecciones e


inviolabilidades siguientes: inviolabilidad del domicilio; inviolabilidad de las comu-
nicaciones; protección frente a la informática; protección frente a la libertad de
expresión y comunicación. El derecho a la vida privada está contemplado en el art.
25 inc. 2 Cn.

Toda persona tiene, pues, derecho a llevar una vida privada, tanto personal
como familiar. Este derecho comprende además la inviolabilidad del domicilio, de
la correspondencia y comunicaciones de todo tipo, como el respeto de su honra y
reputación, y el derecho a conocer y pedir explicaciones sobre la información regis-
trada por las autoridades.

La información en la sociedad moderna es un factor importantísimo de poder


y, como consecuencia, puede ser manipulada en perjuicio de los derechos de las
personas. Manejar la investigación y la información otorga un enorme poder, pues
como ha dicho el destacado administrativista español García Enterría, la riqueza
de hoy no consiste en atesorar bienes sino en acumular conocimientos. Este po-
274
der-saber se presenta en el ámbito internacional entre los estados y en el ámbito
nacional entre los habitantes de un país. El control de las personas y de sus pasos
en la imaginación orwelliana ya no se presenta como una profecía, sino como una
voz de alerta a la sociedad actual.

Veamos algunos peligros que presenta la informática: control de un poder


del Estado sobre otro por poseer mayor información; control de las personas por
razón de convicciones políticas o fe religiosa, control de la vida privada, atribución
de un número nacional único a los ciudadanos, etc.

Si bien la informática es el motor de la tercera revolución industrial como lo


fue el vapor a la primera y la electricidad a la segunda, debe tener cierto control
para evitar violaciones a los derechos humanos. Su contribución al progreso es
sumamente importante, pero eso no justifica que invada la esfera de libertad de las
personas.

4. Derecho de la tercera generación

El habeas data, o sea, el derecho a la intimidad frente a la revolución informá-


tica, pertenece a los derechos humanos de la tercera generación.

Son derechos que se otorgan a las personas en forma individual o en forma


genérica a los pueblos o grupos intermedios. Forman parte de esta generación
entre otros, el derecho a la defensa del ambiente2 , el derecho a la mejor calidad de
vida3 , el derecho de los pueblos al desarrollo, al progreso4 , a la explotación de sus
propios recursos, a la paz5 , a la autodeterminación6 , a la integridad regional7 .

Casi todos estos derechos están reconocidos en nuestra Constitución en los


artículos señalados, entre otros. Son complementarios de los individuales de la
primera generación y de los derechos sociales (o de crédito) de la segunda gene-
ración con el objeto de defenderlos ante el desgaste o degradación que presentan
ante el avance incesante de la tecnología.

5. Tipos de protección

En cuanto al ámbito de protección las leyes pueden ser sectoriales o genera-


les (“leyes ómnibus”).

Las leyes sectoriales tienen por objeto la protección de los individuos en áreas
específicas y concretas en las cuales el tratamiento automatizado de datos los
puede perjudicar. Por ejemplo: temas fiscales, de policía, etc. A este sistema se le
2
Art. 60 Cn.
3
Art. 4 Cn.
4
Idem.
5
Art. 5, párrafo 5 Cn.
6
Idem.
7
Art. 5, párrafo final Cn.

275
hacen dos críticas: sólo un sector del derecho de la protección de datos queda
protegido, el resto no es cubierto por una ley que en términos generales garantice
tal derecho; es dañina la ausencia de un órgano estatal que tutele los derechos de
los perjudicados por el uso de la informática y vele por el cumplimiento de la ley.

Las leyes generales pretenden dar una protección general al derecho a la


intimidad. Se caracterizan por contener normas generales sobre el tratamiento de
datos relativos a las personas identificadas o identificables; consagran derechos a
los perjudicados y responsabilidades a los que manejan la información; regulan el
almacenamiento de los datos, colección, procesamiento y transmisión; crean una
autoridad que vigile la aplicación de la ley. Se les critica porque no se amoldan al
nuevo desarrollo tecnológico y bloquean el libre flujo de información, impidiendo
las relaciones comerciales internacionales.

6. Contenido

El derecho a la protección de datos tiene un triple contenido: el derecho a


conocer, el derecho a acceder y el derecho a rectificar.

A. Derecho a conocer

Toda persona como miembro de la sociedad tiene el derecho a conocer so-


bre la existencia de ficheros, que contienen datos individuales y el propósito que se
persigue con ellos y si la información entrará a la circulación nacional o internacio-
nal.

B. Derecho de acceso

Por medio de este derecho se permite a los afectados averiguar el contenido


de la información de los registros o bancos de datos, sea manual o automatizado.
La información la puede obtener mediante copia, pero sólo el interesado o afecta-
do por la información del banco de datos.

No es preciso señalar las causas para las que se requiere la información.


Basta que aparezcan los datos personales para poder invocar este derecho. Se
discute si este derecho supone o no la presencia física de los interesados en los
registros o bancos de datos. Algunos opinan que no y que el titular de los datos es
quien debe proporcionar la información.

C. Derecho a rectificar

Obtenido el acceso a los registros y bancos de datos, privados y públicos,


manuales o automatizados, la persona afectada puede observar que sus datos
personales son incorrectos, inexactos u obsoletos, en cuyo caso puede pedir la
rectificación para eliminar o evitar el perjuicio que le puede causar.

276
7. Legitimación activa

Las personas físicas como titulares del derecho a la intimidad están legitima-
das para ejercitar el habeas data. Con relación a las personas jurídicas la doctrina
es bien polémica.

Algunos actores piensan que el derecho a la intimidad, protegido por el ha-


beas data en la parte que se refiere a los datos personales, es personalísimo8
(como lo son el derecho al honor, a la vida, a la dignidad, etc.) y como tal, no puede
ser invocado por las personas jurídicas.

No obstante, lo expuesto, en la vida práctica se observa que las personas


morales o jurídicas son afectadas en su prestigio, reputación, como cuando se les
imputa un delito falso, una falsa insolvencia, una falsa adulteración de la calidad
anunciada de sus productos, etc. Las personas jurídicas pueden ejercitar la acción
de habeas data frente a los titulares de registros o bancos de datos de un órgano
oficial o privado cuando afecten su honor comercial, cuando lo registren como
deudor y ya pagó o cuando afecten su intimidad al registrarse la donación a alguna
iglesia, partidos o grupos políticos.

8. Legitimación pasiva

La acción de habeas data se dirige contra cualquier autoridad (municipal,


estatal, ejército, policía, registros, etc.) o contra la entidad privada que tenga ban-
cos de datos para dar informes comerciales, bancarios, de solvencias, etc.

Generalmente se demanda para ejercer un control sobre los datos persona-


les y del grupo familiar a fin de corregirlos, actualizarlos, asegurar la confidencialidad
de algunos datos y cancelar u omitir datos que pueden lesionar el derecho a la
intimidad por ciertas ideas o credos religiosos que puede provocar discriminación o
rechazo.9

8
Los derechos personalísimos presentan características especiales: Son inherentes a la persona desde su
origen; vitalicios porque acompañan al hombre durante toda su vida; inalienables porque no pueden ser
enajenados por ningún título; imprescriptibles porque con el tiempo no se pierden a pesar del abandono;
extrapatrimoniales, aunque al ser lesionados pueden ejercerse derechos patrimoniales; absolutos por-
que se ejercen erga omnes.
9
Expresa Eduardo Menem: «Respecto a los alcances de la figura del habeas data, desde la doctrina se
precisa cinco objetivos principales: que una persona puede acceder a la información que sobre ella
conste en un registro o banco de datos; que se actualicen datos atrasados; que se rectifiquen los datos
inexactos; que se asegure la confidencialidad impidiendo que ciertos datos que legítimamente tienen los
organismos oficiales no sean transferidos a terceros; y como último objetivo que se borre de un registro
la llamada información sensible. Esto es la información referente a su vida íntima, sus ideas políticas o
religiosas, o datos sobre su comportamiento sexual. (La Constitución Reformada. Ediciones Ciudad
Argentina. Fundación Centro de Estudios Políticos y Administrativos. Buenos Aires, Argentina, 1994,
pág. 169).

277
9. Su aplicación en Nicaragua

En su aspecto sustantivo aparece consagrado en el art. 25 de la Constitución


aunque no con todos sus perfiles. Tampoco existe una ley que lo reglamente y
establezca las reglas de procedimiento.

No creo que tal situación sea un obstáculo para que sea rechazada la acción
de habeas data, pues por analogía podrían aplicarse las reglas del amparo o del
habeas corpus. No debemos olvidar que en muchos países el amparo fue creación
jurisprudencial. El esfuerzo de nuestra justicia sólo será de carácter procesal.

En algunas legislaciones el proceso tiene dos etapas: una prejudicial y otra


judicial. En virtud de la primera el afectado notifica fehacientemente a la autoridad
o empresa titular del banco de datos su pretensión de que se le exhiban los datos.
Si la entidad requerida consiente y no existe dato que rectificar o suprimir el proce-
so concluye. En virtud de la segunda etapa, el afectado, ante la negativa del reque-
rido de exhibir los datos o si al exhibirlos se niega a la rectificación o cancelación, lo
demanda en la vía judicial para que se acoja su pretensión.

278
ANEXOS

279
280
LEY DE AMPARO DE 1894

LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE

Decreta la siguiente

LEY DE AMPARO

CAPÍTULO I

Del recurso de amparo

Art. 1- Hay derecho de intentar el recurso de amparo contra los actos ó reso-
luciones de cualquier autoridad o funcionario que violen la Constitución ó las leyes
constitutivas ó restrinja alguna de las garantías individuales.

Art. 2- Tendrá cabida ese recurso, aunque la violación se cometa en cumpli-


miento de una ley ó por mandato ú orden superior contrarios á la Constitución ó
leyes constitutivas; y podrá intentarse por toda persona residente en la República.

CAPÍTULO II

Jurisdicción

Art. 3- Corresponde exclusivamente á la Corte Suprema conocer y resolver:

1º Del recurso directo de inconstitucionalidad de las leyes, cuando al ser apli-


cadas en casos concretos, en asuntos no ventilables ante los Tribunales de Justi-
cia, resulte perjudicado alguno en sus legítimos derechos, como sucede en todos
aquellos casos en que no hay sujeto contra quien dirigirse actualmente para hacer-
le reo ó demandado por medio de las acciones que concede el derecho común:

2º De las violaciones cometidas por el Poder Ejecutivo, por el Presidente de


la República como Jefe Supremo o Comandante General, por los Secretarios de
Estado ó por cualquiera de los empleados administrativos ó departamentales.

3º De las violaciones cometidas por las Cortes de Apelaciones, en asuntos


que no son contenciosos:

4º De las violaciones cometidas por los Concejos Departamentales y Munici-


palidades.

281
Art. 4- Las Cortes de Apelaciones en su respectiva jurisdicción, conocerán
de las violaciones cometidas por los funcionarios inferiores, salvo la excepción
constitucional acordada á las Municipalidades y Concejos Departamentales, (inc.
6° art. 116 Cn.)

Art. 5- Contra la resolución de las Cortes de Apelaciones, no hay recurso


alguno, salvo el de responsabilidad con arreglo á las leyes.

Art. 6- Los Jueces de Distrito y cualquiera otra autoridad, deberán prestar


amparo, siempre que sean requeridos, en los casos de indebido secuestro ó res-
tricción de la libertad personal.

CAPÍTULO III

Procedimientos

Art. 7- El individuo ó corporación que se creyere agraviado, se presentará


a la Corte Suprema indicando la ley, orden ó mandato que le agravia y el artículo
de la Constitución que se infringe, designando también el nombre y apellido del
empleado ó Juez, ó el Tribunal ó corporación infractores.

Art. 8. Si el punto fuere de mero derecho, la Corte Suprema resolverá á la


mayor brevedad, conforme á la urgencia del caso, sin pasar de tres días, declaran-
do si es ó no inconstitucional la ley acusada y mandando si lo fuere, que se suspen-
da su ejecución.

Art. 9- Si la ley, orden ó mandato que motiva el recurso, se hubiere comen-


zado á ejecutar ó ya estuviere consumado su objeto, se mandará que se repongan
las cosas al estado en que se hallaban antes, con indemnización de los perjuicios
á costa de quien fuere culpable ó se hubiere aprovechado de la infracción, (art. 67
Cn.)

Art. 10- Si á juicio de la Corte Suprema, no hubiere datos suficientes para


resolver, ordenará la prueba necesaria dentro de un término que no exceda de
ocho días, y vencido ó no, hallada la verdad, resolverá sin demora como queda
dicho.

Art. 11- La sentencia deberá ser razonada y fundada; se notificará en el día


al recurrente y al funcionario á quien correspondería ejecutar la ley ú orden infractora
y se mandará publicar en el periódico oficial. Si ha habido violación, se mandará
también encauzar al empleado culpable.

Art. 12- A los términos señalados se añadirá el de la distancia, computado


conforme al derecho común.

282
Art. 13- Si no obstante la notificación de lo resuelto, se tratare de llevar
adelante la disposición inconstitucional, la Corte Suprema ordenará además, que
se juzgue por quien corresponda á los funcionarios rebeldes, y hará cumplir lo que
ella ha ordenado, con el auxilio de la fuerza pública y aun de los ciudadanos, si
fuese preciso.

Art. 14- Basta la comunicación de la ley, orden ó mandato para interponer


este recurso, aunque no se haya comenzado ni consumado la ejecución del acto
que lo motiva.

Art. 15- Cuando el recurso se interpone contra el Poder Ejecutivo, la Corte


Suprema le dirigirá un oficio para que dentro de tercero día explique los motivos de
su disposición.

Art. 16- Con presencia de sus explicaciones ó sin ellas, transcurridos los
tres días, la Corte Suprema dictará su resolución comunicándosela al Poder Ejecu-
tivo para su cumplimiento. Y si éste se negare á cumplirla, se hará constar así para
dar cuenta al Congreso en su reunión próxima, á fin de que resuelva lo conveniente.

Art. 17- Si el recurso fuere interpuesto contra un acto del Presidente de la


República, como Jefe Supremo ó Comandante General, se procederá lo mismo.
Si fuere contra los actos de los Secretarios ó Subsecretarios de Estado ó de cual-
quiera de los empleados administrativos, evacuado ó no el informe, la Corte Su-
prema dará parte al Poder Ejecutivo para que corrija la infracción, si la hubiere, y si
éste se hiciere solidario apoyando el acto ilegal, se procederá como queda dicho
en el artículo anterior.

Art. 18- En los casos de prisión, arresto ú otra restricción de la libertad


personal, ó de altas ó reclutamientos militares ejecutados ilegalmente, se procede-
rá a la exhibición por un ejecutor nombrado conforme á esta ley.

Art. 19- El recurso de exhibición personal se entablará por el ofendido, su


procurador ó representante legal ó por cualquiera otra persona hábil para com-
parecer en juicio ante la Sala de la Corte de Apelaciones respectiva.

Art. 20- La petición se hará explicando debidamente los hechos concer-


nientes á la exhibición, designando la garantía que se considera violada y expre-
sando la autoridad ó persona bajo cuya custodia está el ofendido.

Art. 21- La Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones proveerá inme-


diatamente el auto de exhibición nombrando al ejecutor, salvo que aparezca por la
petición misma, que la parte no tiene derecho á ella.

Art. 22- El ejecutor nombrado se dirigirá en el acto de recibida la comisión,


á la autoridad ó persona contra quien se hubiere expedido el auto, notificándole

283
ponga á su disposición al individuo á cuyo favor se hubiere decretado y le entregue
la causa ó le manifieste el motivo de la detención.

Art. 23- La persona ó autoridad requerida, cumplirá lo mandado en el acto


de la notificación.

Art. 24- El ejecutor, en vista del proceso y de las disposiciones legales,


procederá según las reglas siguientes:

1º Si el que tiene bajo su custodia á alguno, fuere la autoridad ó la persona


que le aprehendió infraganti delito, el ejecutor usará de esta fórmula:- «Póngase á
N., que se halla bajo la custodia de N., á disposición del Juez Local ó del Distrito de
lo Criminal.» Se entregará efectivamente al detenido ó preso á la autoridad com-
petente y se devolverá el auto de exhibición al Tribunal respectivo:

2º Si el que tiene bajo su custodia á otro, fuere la autoridad competente, pero


ésta no hubiere comenzado el procedimiento ó no hubiere proveído el auto de
detención en el término correspondiente, el ejecutor usará de esta fórmula:- «No
habiéndose comenzado el procedimiento ó no habiéndose proveído el auto de
detención ó de prisión contra N., dentro del término que señala la ley, póngasele en
libertad bajo la fianza de la haz;» y hecho se devolverá al Tribunal:

3º Si el que tiene bajo su custodia á otro, fuere el Juez Local ó Juez de Distrito
de lo Criminal y procede con arreglo á la ley, el ejecutor usará de esta fórmula:-
«Continúese la causa según su estado y devuélvanse las diligencias al Tribunal
con informe.» En este caso no podrá reclamarse otro auto de exhibición por la
misma causa:

4º Si el que se halla bajo la custodia de otro, lo estuviere por sentencia ejecu-


toria, dada en juicio verbal ó escrito, en los casos en que la autoridad puede arres-
tar correccionalmente, el ejecutor usará de esta fórmula:- «Continúe N. bajo la
custodia de N. por el término de ley;» y se devolverá la diligencia al Tribunal res-
pectivo:

5º Si el que se halla bajo la custodia de otro, lo estuviere por sentencia


ejecutoriada y ya hubiere concluido su condena, el ejecutor usará de esta fórmula:-
«Habiendo N., que se halla bajo custodia de N., cumplido el tiempo de su condena,
póngasele en libertad;» y puesto efectivamente, se devolverán las diligencias al
Tribunal respectivo, quien mandará á juzgar criminalmente á la autoridad que re-
sulte culpable:

6º Si el que se halla bajo custodia de otro, fuere un detenido ó preso que sufre
más prisiones que las que permite la ley, ó estuviere incomunicado, contra lo que
ella previene (art. 39 Cn.), el ejecutor usará de esta fórmula:- «N., que se encuentra

284
bajo la custodia de N., no será molestado con tal prisión» (la que sea ilegal); se le
quitará efectivamente y se devolverán las diligencias al Tribunal:

7º Si el que se halla bajo custodia de otro, hubiese muerto antes de que se


notifique al que lo tiene, el auto de exhibición, el ejecutor usará de esta fórmula:-
«Recíbase información sobre las causas de la muerte de N. y con ella devuélvan-
se las diligencias al Tribunal.» En seguida se recibirá declaración á dos ó tres
testigos idóneos, con citación del representante del Ministerio Público, y verificado
se remitirán al Tribunal las diligencias. Este, si la muerte hubiera sido natural,
mandará archivar el expediente; pero si hubiere motivo para creer que la muerte
fue violenta, se mandará instruir causa, con arreglo á derecho contra los culpables:

8º Si el que tiene bajo su custodia á otro, fuere una persona particular que
procede sin autorización, el ejecutor usará de esta fórmula:- «Póngase en libertad
á N., que se halla en custodia ilegal de N., persona particular.» Puesto inmediata-
mente en libertad, se devolverán las diligencias al Tribunal para que mande instruir
la causa correspondiente contra el que tenía en custodia ilegal al favorecido:

9º Si el que tiene bajo su custodia á otro, fuere su padre, su guardador ú otra


persona á quien corresponda el derecho de corrección doméstica, y se hubiere
excedido notablemente en los límites de ella, el ejecutor usará de esta fórmula:-
«Habiéndose excedido el poder doméstico correccional, N. que tiene bajo su cus-
todia á N., póngale en libertad;» y puesto efectivamente, se devolverán las diligen-
cias al Tribunal.

Art. 25- Las diligencias de exhibición se devolverán con informe á la Sala


de lo Criminal de la Corte de Apelaciones respectiva, quien acusará recibo man-
dando proceder, en caso necesario, contra los culpables.

Art. 26- Si la persona ó autoridad que tiene bajo su custodia á alguno, se


niega á presentarlo al ejecutor junto con el proceso que le instruye, ó no da razón
por qué le tiene en prisión ó restricción, el ejecutor dará cuenta al Tribunal para que
éste dicte las medidas correspondientes, a fin de hacer cumplir la exhibición.

Art. 27- La Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones correspondiente


dictará, siempre que se le pida, una orden para que el ejecutor á quien se comete
un auto de exhibición, se apodere del favorecido y lo presente ante el mismo Tribu-
nal, para ser protegido con arreglo á la ley en los casos siguientes:

1º Cuando por la declaración jurada de un testigo fidedigno ó por otra prueba


semiplena, aparece que alguno está en prisión ó se halla en custodia ilegal y hay
motivos fundados para creer que será sacado del territorio de la República:

2º Cuando hay motivo suficiente para creer que sufrirá un daño irreparable
antes que pueda ser socorrido en el curso ordinario de la ley:

285
3º Cuando el auto de exhibición de la persona ha sido desobedecido. En este
caso se ordenará la aprehensión de la persona que desobedece y su presentación
ante el mismo Tribunal, para que éste la mande juzgar criminalmente, con arreglo
á derecho.

Art. 28- Presentada la persona que se hallaba en prisión ó restricción, acor-


dará el Tribunal lo que corresponda para protegerla con arreglo á esta ley y á las
disposiciones del Código de Instrucción. Lo mismo se observará en el caso del
artículo 10; pudiendo en tales circunstancias, pedir el auxilio de la fuerza para el
cumplimiento de sus providencias.

Art. 29- La Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones resolverá, con


sólo la vista de los autos y á más tardar dentro de tres días de recibidos, lo que sea
de justicia.

Art. 30- Desde la notificación del ejecutor hasta la resolución definitiva,


todo procedimiento de la autoridad ó persona requerida contra aquel á cuyo favor
se expide el auto de exhibición, es atentatorio.

Art. 31- Podrá cometerse el cumplimiento del auto de exhibición personal á


cualquier autoridad ó persona, con tal que sepa leer y escribir, tenga veintiún años
cumplidos y esté en ejercicio de los derechos de ciudadanía.

Art. 32- Ningún ejecutor, una vez nombrado, podrá excusarse por pretexto
ni motivo alguno de cumplir el auto de exhibición personal, salvo la imposibilidad
física legalmente comprobada.

CAPÍTULO IV

De las penas

Art. 33- Siempre que la Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones


respectiva, declare sin lugar la solicitud de exhibición personal o desoiga la peti-
ción sin apoyarse en ley expresa, quedará al solicitante el recurso de queja ante la
Corte Suprema, y ésta en vista de las razones expuestas por el recurrente, resol-
verá lo que sea de justicia.

Art. 34- Si los Magistrados que han negado el recurso de exhibición, fue-
sen responsables por esta denegación, sufrirán, además de las penas estableci-
das en el Código Penal, una multa de cien pesos en favor del damnificado.

Art. 35- El recurso de queja se podrá intentar hasta diez días después de la
negativa; pero podrá prorrogarse este término, cuando por motivos de coacción no
se hubiese podido entablar á tiempo, y en este caso el plazo se empezará a contar
desde que cesó el impedimento.

286
Art. 36- Si el secuestro ó restricción de la libertad personal de que trata
esta ley, procediere de un particular ó de una autoridad que obra fuera de su órbita
legal, el autor, cómplice y encubridores, sin perjuicio de las otras penas, incurrirán
en una multa de cincuenta á cien pesos.

Art. 37- Todas las multas de que habla esta ley, se impondrán a favor del
damnificado ó sus herederos, y prescribirán conforme el derecho común.

Art. 38- Los alcaides, guardas ó encargados de la custodia de presos,


darán copia firmada de la orden de prisión á la persona que custodian ó al que la
solicite en su nombre.

Art. 39- Si la copia fuere negada ó su entrega se retardase más de seis


horas, la persona á quien se le hubiese pedido incurrirá en una multa de quince
pesos que, en virtud de denuncia, se impondrá por el Juez de Distrito ó Local, sin
perjuicio de obligarla á extender la copia.

Art. 40- Quedan derogadas todas las disposiciones que traten de esta
materia.

Art. 41- La presente ley comenzará á regir desde el día de su publicación.

Dado en el Salón de Sesiones de la Asamblea Nacional Legislativa - Ma-


nagua, 30 de julio de 1894 - F. Baca, h., Presidente - J. Alberto Gámez, Secretario
- Gustavo Guzmán, Secretario.

Ejecútese - Palacio Nacional - Managua. 29 de Agosto de 1894 - J. S.


Zelaya - El Ministro de la Gobernación, por la ley - M. C. Matus.

Aclaración a la ley anterior

La Asamblea Nacional Legislativa, decreta:

Art. 1- La Ley de Amparo de 29 de Agosto próximo pasado, no deroga ni


reforma el artículo 609 In. En consecuencia, el recurso que esa disposición esta-
blece, podrá entablarse ante la Sala de lo Criminal de la respectiva Corte de Ape-
laciones.

Art. 2- La presente ley comenzará á regir desde su publicación.

Dado en el Salón de Sesiones de la Asamblea Nacional Legislativa - Ma-


nagua - 16 de Marzo de 1895. Francisco Montenegro, Presidente - Francisco X.
Ramírez, Secretario - Luis E. López, Secretario- Ejecútese -Palacio Nacional -
Managua, 16 de Marzo de 1895- J.S. Zelaya - El Ministro General - F. Baca, h.
287
288
LEY DE AMPARO DE 1911

LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE,

DECRETA

La siguiente:

LEY DE AMPARO

CAPITULO I

Objeto de la ley

Artículo 1.°- El recurso extraordinario de amparo tiene por objeto mantener la


Constitución y Leyes Constitutivas y hacerlas prevalecer contra leyes o decretos,
resoluciones, órdenes o mandatos de cualquier autoridad o funcionario que las
violen o restrinjan o contra los actos de particulares que violen la garantía de la
libertad personal.

Artículo 2.°- Tendrá cabida ese recurso aunque la violación se cometa en


cumplimiento de una ley o por mandato u orden superior contrarios a la Constitu-
ción o leyes constitutivas, y podrá intentarse por toda persona hábil que resulte o
puede resultar perjudicada en sus derechos, aunque la violación que motiva el
recurso no se haya manifestado por actos, siempre que sea inminente la consuma-
ción de los mismos.

Artículo 3.°- Podrá también entablarse directamente el recurso de


inconstitucionalidad de una ley que se refiera a asuntos no ventilables ante los
tribunales de justicia, por toda persona a quien al serle aplicada en un caso concre-
to sea perjudicada en sus derechos. (Artículo 124 Cn.)

Artículo 4.°- No se procede el recurso de amparo:

1.° Contra las resoluciones de los funcionarios judiciales en asuntos conten-


ciosos de su competencia, de conformidad con las leyes.

2.° Contra las resoluciones de los otros funcionarios públicos siempre que no
se hubieren agotado los recursos ordinarios que la ley establece.

3.° Contra los actos de ocupación temporal por la autoridad militar, de la pro-
piedad raíz de cualquiera persona, durante el estado de sitio o suspensión del
orden constitucional, cuando sea indispensable establecer en ella un puesto mili-
tar, o aposentar tropas si la propiedad se halla desocupada.

289
4.° Contra los actos de aprehensión de la propiedad mueble por la autoridad
civil en los mismos casos del inciso anterior, siempre que sea necesario para faci-
litar el servicio de la guerra, dando en el acto recibo con indicación de las calidades
de la cosa ocupada.

Las autoridades militares sólo podrán ocupar la propiedad mueble sin la inter-
vención de la autoridad civil en caso de absoluta y urgente necesidad, siendo res-
ponsable por los abusos que cometan y dando siempre recibo como está dicho.

En los casos de este inciso y del anterior, una vez pasadas las circunstancias
anormales, los dueños recobrarán su propiedad raíz y aun las mueble si fuere
posible, y si se hallare en buen estado, y tendrán además derecho a la indemniza-
ción de los daños que se les hubiere causado.

Artículo 5.°- Los tribunales de justicia para fijar la jurisprudencia del dere-
cho público, tendrán como regla suprema de conducta, la Constitución, las leyes
constitutivas y los tratados de la República con las naciones extranjeras.

CAPITULO II

Jurisdicción

Artículo 6.° Corresponde exclusivamente a la Corte Suprema de Justicia


conocer y resolver:

1.° Del recurso directo de inconstitucionalidad de la ley, previsto en el artículo 3º.

2.° De las violaciones cometidas por el Poder Ejecutivo, por el Presidente de


la República, como Jefe Supremo o como Comandante General, por los Secreta-
rios y Subsecretarios de Estado, o por cualesquiera de los otros funcionarios admi-
nistrativos o departamentales del orden político o militar.

3.° De las violaciones cometidas por las Cortes de Apelaciones en asuntos


no comprendidos en el inciso primero del Artículo 4.°.

4.° De las violaciones cometidas por las Municipalidades o por las Corpora-
ciones o Juntas dependientes de aquellas.

Artículo 7.°- Las Salas de lo Civil de las Cortes de Apelaciones en su respec-


tiva jurisdicción, conocerán de las violaciones cometidas por los Jueces de Distrito
y Locales de lo Civil, y las Salas de lo Criminal, de las que cometan los Jueces de
Distrito y Locales de lo Criminal.

Artículo 8.°- Contra las resoluciones de las Cortes de Justicia dictadas en


recursos de amparo no habrá ningún otro recurso, salvo el establecido por el
Artículo 35.
290
CAPITULO III

Procedimientos

Artículo 9.°- El recurso extraordinario de amparo se interpondrá por escrito en


el papel sellado correspondiente, por la Corporación o persona jurídica o natural
que se creyeren agraviados, indicando la ley o decreto, orden o resolución o man-
dato que les causen perjuicios y el artículo de la Constitución o de las leyes cons-
titutivas que se infrinja, designando, además, el nombre y apellido del funcionario o
tribunal o corporación infractoras.

Artículo 10.°- Para la interposición del recurso se conceden quince días, más
el término de la distancia, contados desde la ejecución del acto o desde el siguien-
te día en que la resolución, orden o mandato haya llegado a conocimiento del
recurrente, por notificación o comunicación según el caso; y si se tratare de una ley
o decreto, desde el siguiente día de la fecha en que comience a regir.

Pasado este término, y no habiéndose llenado además los requisitos que


señala el artículo anterior, no se dará entrada al recurso.

Artículo 11.°- Cuando el recurso se interponga contra el Poder Ejecutivo, o


contra un acto del Presidente de la República, en su calidad de Jefe Supremo o
Comandante General, la Corte Suprema les dirigirá un oficio para que dentro de
seis días expliquen los motivos de su disposición.

Con el informe o sin él, transcurridos que sean los seis días, la Corte Supre-
ma de Justicia dictará su resolución, comunicándola al Poder Ejecutivo o al Presi-
dente o Comandante General, para su cumplimiento.

Si éste o aquel se negaren a cumplirla, se hará constar así para que el Tribu-
nal dé cuenta al Congreso en su reunión próxima, a fin de que éste resuelva lo
conveniente.

Artículo 12.°- Si el recurso fuere interpuesto contra un acto de los Secretarios


o Subsecretarios de Estado o de cualquiera de los otros funcionarios administrati-
vos o departamentales del orden político o militar, se pedirá el informe a que se
refiere el artículo anterior, y evacuado o no dentro de los seis días fijados, la Corte
Suprema de Justicia dictará resolución. Cuando en ésta se mande amparar al
recurrente, se comunicará al Poder Ejecutivo para que corrija la infracción, caso de
haberse cometido por los Secretarios y Subsecretarios de Estado; y si el Poder
Ejecutivo se hiciera solidario, apoyando el acto ilegal, o negándose a corregir la
infracción, se procederá como queda dicho en la parte final del artículo anterior.
Pero si la infracción fuere cometida por los demás funcionarios, a que se refiere
este artículo, la Corte Suprema de Justicia hará cumplir su resolución por los me-
dios que establecen las leyes.

291
Artículo 13.°- Desde el momento en que el funcionario, contra quien se dirige
el amparo, fuere notificado de la providencia en que se le pide explicación o infor-
me, debe abstenerse de llevar a efecto el acto que motiva el recurso o suspenderlo
si ya hubiere comenzado a ejecutar, debiendo resarcir los daños causados en
caso contrario y sin perjuicio de la responsabilidad civil o criminal a que se haya
lugar; y si el asunto fuera de mero derecho, la Corte Suprema de Justicia resolverá
de conformidad con el Artículo 16.

Artículo 14.°- Si el recurso versare sobre la inconstitucionalidad de una ley


conforme el Artículo 3.° y la Corte Suprema resolviere de conformidad, mandará
en su sentencia suspender la ejecución de la ley, pero sólo en el caso concreto que
dio origen al recurso.

Artículo 15.°- Si a juicio del Tribunal superior no hubiere datos suficientes


para resolver, ordenará la prueba necesaria para que sea recibida dentro de un
término que no exceda de ocho días, y hallada la verdad, aunque no esté vencido
ese término, resolverá sin demora lo que sea de justicia.

Artículo 16.°- La sentencia deberá ser razonada y fundada, se notificará en


ella al recurrente, al funcionario y a aquél a quien correspondería ejecutar el acto
objeto del recurso, y se mandará publicar en el periódico oficial. Cuando hubiere
lugar a amparo, si la ley o decreto, orden o mandato que lo motiva, se hubieren
comenzado a ejecutar, o ya se hubiere cumplido, el Tribunal Supremo mandará en
su sentencia que se repongan las cosas al estado en que se hallaban antes, con
indemnización de los perjuicios, que pagará al recurrente el culpado o el que se
hubiere aprovechado de la infracción.

Artículo 17.°- Si no obstante la notificación de la sentencia, se tratare de llevar


adelante, la ley o decreto, resolución, orden o mandato, la Corte Suprema de Jus-
ticia ordenará además que se juzgue criminalmente, por quien corresponda, al
funcionario rebelde que no sean de los que gozan de inmunidad según la Constitu-
ción y hará cumplir lo que haya ordenado con el auxilio de la fuerza pública, y aun
de los ciudadanos en caso necesario.

Artículo 18.°- En lo que no estuviere establecido en esta ley sobre procedi-


miento se seguirán las reglas del Código de la materia en lo que sean aplicables a
juicio del Tribunal, dando intervención en las actuaciones al funcionario contra quien
se dirigiese el recurso, si lo pidiere.

Artículo 19.°- Las sentencias dictadas en recursos de amparo no adquieren el


carácter de cosa juzgada; en consecuencia, pueden las partes deducir sus dere-
chos ante los tribunales comunes en la forma que proceda.

Artículo 20.°- Cuando la sentencia contenga condenación en daño y perjui-


cios, se fijará el monto de estos de conformidad con las reglas del juicio ordinario
de hecho.

292
CAPITULO IV

De la exhibición personal o Habeas Corpus

Artículo 21.°- En los casos de prisión, arresto u otra restricción de la libertad


personal, o de altas o reclutamientos militares ejecutados ilegalmente, se procede-
rá a la exhibición por un ejecutor nombrado conforme esta ley.

Artículo 22.°- Este recurso se entablará ante la Sala de lo Criminal de la Corte


de Apelaciones respectiva por el ofendido, su procurador o representante legal, o
por cualquiera otra persona hábil.

Artículo 23.°- La petición se hará en papel común, personalmente o por me-


dio del correo o del telégrafo, expresándose en ella los hechos que motivan el
recurso, la garantía violada y la autoridad o personas infractoras.

Artículo 24:°- La Sala respectiva proveerá inmediatamente el auto de exhibi-


ción nombrando al ejecutor, salvo que de la solicitud aparezca que no ha lugar el
recurso.

Artículo 25.°- La Sala nombrará ejecutor a cualquier empleado público o ciu-


dadano, mayor de edad, de notoria buena conducta, que sepa leer y escribir. Este
cargo es obligatorio para la persona que resida en el lugar en que deba desempe-
ñar su cometido, sin más excusa que la imposibilidad física legalmente comprobada.

Artículo 26.°- El ejecutor en el acto de recibir la comisión se dirigirá a la auto-


ridad o persona contra quien se hubiere expedido el auto, intimándole: exhibir al
individuo a cuyo favor se hubiere decretado, mostrar el proceso si lo hubiere, expli-
car los motivos de la detención, en caso contrario; e indicar además el día de la
captura o detención.

Artículo 27.°- La persona o autoridad requerida cumplirá lo mandado por el


ejecutor en el acto mismo de la notificación. Si se negare a ello, el ejecutor dará
cuenta al Tribunal para que dicte las medidas tendientes al pronto y exacto cumpli-
miento de su mandato.

Artículo 28.°- Desde la notificación a que se refiere el artículo 26 hasta la


resolución definitiva del ejecutor, todo procedimiento de la autoridad o persona
requerida, será atentatorio.

Artículo 29.°- El ejecutor con vista del proceso o de las explicaciones del
requerido en su caso, y con el apoyo de las disposiciones legales, procederá se-
gún las reglas siguientes:

293
1.° Si el que tiene bajo su custodia a alguno fuere la persona que lo
aprenhendió en flagrante delito o una autoridad que no sea la competente para
conocer, el ejecutor mandará por auto que el detenido o preso sea entregado efec-
tivamente a la autoridad competente.

2.° Si el que tiene bajo su custodia a otro fuere la autoridad competente, pero
ésta no hubiere empezado el procedimiento o no hubiere proveído el auto de de-
tención en el término legal, el ejecutor mandará por auto ponerlo en libertad, bajo la
fianza de la haz.

3.° Si el que tiene bajo su custodia a otro fuere el Juez Local de lo Criminal o
de Distrito del mismo ramo, y uno u otro, proceden con arreglo a la ley, el ejecutor
dispondrá, por auto, que la causa continúe según su estado. En este caso no
podrá seguirse nueva exhibición personal por el mismo motivo.

4.° Si el que se halla bajo la custodia de otro lo estuviere por auto o por
sentencia ejecutoria, dictados en juicio verbal o escrito, en los casos en que la
autoridad tiene facultad de arrestar correccionalmente, el ejecutor decretará, por
auto, que el detenido continúe en tal condición por el término de ley.

5.° Si el que se halla bajo la custodia de otro, lo estuviere, por sentencia


ejecutoriada, y ya hubiere cumplido su condena, el ejecutor, por auto, mandará
ponerlo en libertad.

6.° Si el que se halla bajo la custodia de otro fuere un detenido o preso que
sufre más prisiones que las que permite la ley o estuviere incomunicado contra lo
que ella previene, el ejecutor dispondrá, por auto, que no sea molestado con tales
prisiones ilegales.

7.° Si el que se halla reclutado o dado de alta, lo estuviese contra la ley, el


ejecutor, por auto mandará ponerlo inmediatamente en libertad.

8.° Si el que tiene bajo su custodia a otro fuere una persona particular, que
procede sin autorización legal, el ejecutor, por auto, mandará ponerlo inmediamente
en libertad.

9.° Si el que tiene bajo su custodia a otro fuere el padre o la madre, el guarda-
dor u otro persona a quien corresponda el derecho de corrección doméstica y se
hubiere excedido, en los límites de ella, el ejecutor dispondrá, por auto, la libertad
del castigado.

Artículo 30.°- Las diligencias de exhibición personal se devolverán inmediata-


mente con informe a la Sala Criminal de la respectiva Corte de Apelaciones, quien
acusará recibo y mandará proceder contra los que pudieran resultar culpables.

294
Artículo 31.° La Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones correspon-
diente dictará, siempre que se le pida, una orden para que el ejecutor a quien se
cometa un acto de exhibición, se apodere del favorecido y lo presente ante el
mismo tribunal, para ser protegido con arreglo a la ley en los casos siguientes:

1.° Cuando por la declaración jurada de un testigo fidedigno o por otra prueba
semi-plena, aparece que alguno se halla en prisión o custodia ilegales, y hay mo-
tivos fundados para creer que será sacado del territorio de la República.

2.° Cuando hay motivo suficiente para creer que sufrirá un daño irreparable
antes que pueda ser socorrido en el curso ordinario de la ley.

3.° Cuando el auto de la exhibición ha sido desobedecido. En este caso se


ordenará la aprenhensión de la persona que ha desobedecido y en su presenta-
ción ante el mismo Tribunal, para que éste lo mande juzgar criminalmente confor-
me a derecho.

Artículo 32.°- Presentada la persona que se hallaba en prisión o restricción,


acordará el Tribunal lo que corresponda, para protegerla con arreglo a la ley y con
las disposiciones del Código de Instrucción Criminal, pudiendo en tales circunstan-
cias, pedir auxilio de la fuerza pública, para el cumplimiento de sus providencias.

Artículo 33.°- La Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones resolverá,


con sólo la vista de los autos, y a más tardar dentro de tres días de recibidos, lo que
sea de justicia.

Artículo 34.°- Cuando un procesado, sabiendo que se le ha proveído auto de


prisión, quiere librarse de ella, no estando aún capturado, podrá presentarse per-
sonalmente ante la Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones respectiva,
exponiendo el hecho y pidiendo se le ampare contra la providencia del Juez inte-
rior.

La Sala respectiva en vista de esta exposición, dispondrá inmediatamente


asegurar al reo en el lugar que juzgue conveniente, según las circunstancias, y
pedir los autos a que ella se refiere, previniendo al Juez su remisión dentro del
término que le designe, según la distancia. Recibida por el Juez la orden de remi-
sión de la causa, queda por el mismo hecho suspensa su jurisdicción.

La Sala respectiva, dentro de seis días de recibida la causa, con presencia de


las pruebas que ella arroje y sin otro trámite, revocará o confirmará el auto de
prisión, según fuere de justicia, devolviendo los autos con el provisional correspon-
diente.

Si revocare el auto de prisión, impondrá al Juez la pena que por la falta


mereciere.

295
Si lo confirmare, pondrá al reo a disposición del Juez de la causa.

De la resolución del Tribunal no podrá interponerse recurso alguno por el


solicitante.

CAPITULO V

De las penas

Artículo 35.°- Siempre que la Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones


respectiva, declare sin lugar la solicitud de exhibición personal o desoiga la peti-
ción, sin apoyarse en ley expresa, quedará al solicitante el recurso de queja ante la
Corte Suprema, y ésta con vista de las razones expuestas por el recurrente, resol-
verá lo que sea de justicia.

Artículo 36.°- Si los Magistrados que han negado el recurso de exhibición,


fueren responsables por esta denegación, sufrirán además de las penas estableci-
das en el Código Penal, una multa de cien pesos en favor del damnificado.

Artículo 37.°- El recurso de queja se podrá intentar hasta diez días después
de la negativa, pero podrá prorrogarse ese término, cuando por motivos de coac-
ción, no se hubiere podido entablar a tiempo, y en este caso, el plazo se empezará
a contar desde que cesó el impedimento.

Artículo 38.°- Si el secuestro o restricción de la libertad personal de que trata


esta ley, procediere de un particular o de una autoridad que obra fuera de su órbita
legal, el autor, cómplice y encubridor, sin perjuicio de las otras penas, incurrirá en
una multa de cincuenta a cien pesos.

Artículo 39.°- Todas las multas de que habla esta ley, se impondrán a favor
del damnificado o sus herederos, y prescribirán conforme el derecho común.

Artículo 40.°- Los Alcaldes, guardas o encargados de la custodia de presos,


darán copia firmada de la orden de prisión a la persona que custodien o al que la
solicite en su nombre.

Artículo 41.°- Si la copia fuere negada, o su entrega se retardare más de seis


días, la persona a quien se le hubiere pedido incurrirá en una multa de quince
pesos que en virtud de denuncia, se impondrá por el Juez de Distrito o Local, sin
perjuicio de obligarla a extender la copia.

Artículo 42.°- La presente ley comenzará a regir desde el primero de marzo


de mil novecientos doce; y quedan derogadas todas las disposiciones anteriores
que tratan de la materia.

296
Dado en el Salón de Sesiones de la Asamblea Nacional Constituyente. Ma-
nagua, veinticuatro de noviembre de mil novecientos once.- Ignacio Suárez, D.P.-
Adolfo Toledo, Primer Secretario.- M. Mairena, Segundo Secretario.

Publíquese.- Casa Presidencial.- Managua, doce de diciembre de mil nove-


cientos once.

ADOLFO DIAZ,

El Ministro de Gobernación, por la ley


SALVADOR BUITRAGO DIAZ

297
298
LEY DE AMPARO DE 1939

El Presidente de la República, a sus habitantes,

SABED:

Que la Asamblea Nacional Constituyente de la República


de Nicaragua,

DECRETA:

La siguiente

LEY DE AMPARO O DE ORDEN CONSTITUCIONAL

TITULO I

CAPITULO I

Del objeto de la ley

Art. 1 - El recurso de amparo tiene por objeto resolver toda cuestión que se
suscite:

1) - Por violación de las garantías constitucionales mediante resoluciones,


órdenes, mandato o actos de cualquier autoridad, funcionario o de sus agentes.

2) - Por inconstitucionalidad de una ley o decreto que se refiera a asuntos no


ventilables ante los Tribunales de Justicia, al ser aplicados en caso concreto, a
cualquier persona en perjuicio de sus derechos;

3) - Por disposiciones expedidas por Alcaldes, Municipalidades o Corporacio-


nes locales, administrativas, cuando sean contrarias a la Constitución y a las leyes;

4) - Por detención ilegal o amenaza de ella en virtud de orden arbitraria de


cualquier autoridad, o por actos de particulares restrictivos de la libertad personal
contra cualquier habitante de la República.

CAPITULO II

De las personas que pueden interponer el recurso

Art. 2 - El recurso de amparo únicamente puede proponerse por la parte a


quien perjudique o pueda perjudicar la ley o acto contra los cuales se reclama.

299
Fuera del recurso por inconstitucionalidad los demás por amparo podrán interpo-
nerse, aunque la violación que motiva el recurso no se haya manifestado por he-
chos, siempre que sea inminente la consumación de los mismos. Podrá interpo-
nerlo por sí, o por medio de representante; pero en el recurso por el derecho de
Habeas Corpus podrá deducirlo el agraviado o cualquier otra persona en su nom-
bre, verbalmente, por escrito o por telégrafo.

El agraviado podrá constituir, por medio de escrito, apoderado para que lo


represente en el amparo, ante el Tribunal que conozca del recurso.

No se requerirá facultad especial en el poder general judicial para que el


mandatario promueva y siga el recurso de amparo; pero sí para que desista de él.

Art. 3 - El menor de edad que hubiese cumplido quince años podrá requerir
amparo sin intervención de su legítimo representante cuando éste se hallare au-
sente o impedido. En tal caso el Tribunal, sin perjuicio de dictar las providencias
que sean urgentes, nombrará al menor un guardador especial para que lo repre-
sente, pudiendo el propio menor hacer la designación del representante en el es-
crito de interposición del recurso, para el efecto de su nombramiento.

Si el menor no hubiese cumplido quince años de edad, y se hallare ausente o


impedido su legítimo representante, podrá interponer en su nombre el recurso de
amparo el Representante del Ministerio Público, cuando impuesto el caso lo creyere
conveniente a los intereses del menor.

Art. 4 - Las personas morales de orden privado podrán interponer amparo por
medio de su legítimo representante.

Art. 5 - Las personas morales de carácter público podrán recurrir de amparo


por medio de los funcionarios o representantes que determinen las leyes, cuando
el acto o la ley contra los cuales se reclama, afecten los intereses patrimoniales de
aquéllas.

CAPITULO III

Contra quienes podrá interponerse el recurso

Art. 6 - El recurso de amparo tendrá cabida contra el Poder Ejecutivo o cual-


quier otra autoridad o funcionario que viole o restrinja las garantías constituciona-
les ya sea por si, o en cumplimiento de orden superior o de ley, y contra los particu-
lares que violen la garantía de la libertad personal.

En consecuencia, para los efectos de esta ley, se considerará como respon-


sable el poder, autoridad o funcionario que dicte u ordene, ejecute o trate de ejecu-
tar la ley o el acto contra los cuales se reclamare; o a los particulares, en su caso.

300
CAPITULO IV

De la Jurisdicción

Art. 7 - Corresponde exclusivamente a la Corte Suprema de Justicia conocer


de los recursos de amparo a que se refieren los ordinales 1), 2) y 3) del artículo 1 de
esta ley, y a las Cortes de Apelaciones del de exhibición personal.

Art. 8 - Contra las resoluciones de la Corte Suprema de Justicia dictadas en


amparo no habrá ningún recurso, salvo el de responsabilidad.

CAPITULO V

De los Términos

Art. 9 - El recurso de amparo se interpondrá dentro del término de treinta días,


sin que haya lugar a aumento por razón de la distancia.

Dicho término se contará desde el día siguiente de aquél en que se le haya


notificado o comunicado al quejoso la resolución, orden, mandato o acuerdo, o
desde que el acto hubiese llegado a su conocimiento, o desde que se le haya
aplicado la ley o decreto que juzgue inconstitucional.

El recurso de amparo para exhibición personal puede interponerse en cual-


quier tiempo, en cualquier día y a cualquier hora del día y de la noche.

TITULO II

CAPITULO I

Del recurso de amparo propiamente dicho

Art. 10 - El recurso de amparo ante la Corte Suprema de Justicia deberá


formularse por escrito, en papel sellado correspondiente y contendrá:

1) - El nombre, domicilio y demás calidades del quejoso y en su caso los de la


persona que lo promueva en su nombre;

2) - El nombre del funcionario o funcionarios responsables;

3) - La ley o acto contra los cuales se reclama;

4) - Las garantías constitucionales que el recurrente estime violadas, así como


el concepto o conceptos de cada una de las violaciones reclamadas.

301
Sin estos requisitos no se dará entrada al recurso.

Art. 11 - Con el escrito de amparo se acompañarán sendas copias para las


autoridades responsables y el Ministerio Público, en su caso.

No se tendrá por presentado el recurso mientras el recurrente no acompañe


las copias a que se refiere el párrafo anterior.

CAPITULO II

De la sustanciación del recurso

Art. 12 - Interpuesto el recurso, la Corte Suprema de Justicia pedirá informe


de todo lo actuado a las autoridades responsables, acompañándoles copia del
escrito respectivo.

Art. 13 - Las autoridades responsables deberán rendir su informe, exponien-


do las razones y fundamentos legales para sostener la improcedencia del recurso
o la constitucionalidad del acto reclamado, y remitirán todo lo que se hubiere actua-
do. El informe deberá rendirse dentro del término de seis días, contados desde la
fecha en que reciban la providencia respectiva y la copia del escrito del recurrente.

Art. 14 - La falta de informe de la autoridad responsable establece la presun-


ción de ser cierto el acto reclamado, salvo prueba en contrario; quedando a cargo
del recurrente la prueba de los hechos que justifiquen la procedencia del amparo
cuando dicho acto no sea violatorio de garantías en sí mismo, sino que esto depen-
da de los motivos, datos o pruebas en que se haya fundado el acto.

CAPITULO III

De las notificaciones

Art. 15 - Las notificaciones en los recursos de amparo se harán en la forma


siguiente:

1º. Si el recurso se ha interpuesto contra un acto del Presidente de la Repúbli-


ca, la Corte Suprema le dirigirá oficio por correo, en pieza certificada, con acuse de
recibo.

2º. Si el recurso fuere interpuesto contra actos del Poder Ejecutivo realizados
por medio de los Secretarios o Subsecretarios de Estado, o de cualesquiera de los
otros funcionarios administrativos o departamentales del orden público o militar, se
les pedirá informe del modo indicado en el ordinal anterior.

302
3º. Si el recurso fuese originado por inconstitucionalidad de una ley o decreto,
se pedirá informe del mismo modo al Secretario de Estado que hubiere refrendado
la ley o decreto.

En los casos en que el amparo se interpusiere contra el Presidente de la


República, o Secretarios o Sub-Secretarios de Estado, se dará intervención al Pro-
curador General de la República.

CAPITULO IV

De la suspensión del acto reclamado

Art. 16 - La suspensión del acto reclamado podrá decretarse de oficio o a


solicitud de la parte agraviada.

Art. 17 - La suspensión de oficio procede cuando se trata de algún acto que si


llegare a consumarse haría físicamente imposible restituir al quejoso en el goce de
la garantía constitucional reclamada, o cuando sea notoria la falta de jurisdicción o
competencia de la autoridad, funcionario o agente contra quien se interpusiese el
recurso, o cuando el acto sea de aquéllos que ninguna autoridad pueda ejecutar
legalmente.

La suspensión a que se refiere este artículo. se decretará en el mismo auto


en que el Tribunal admita el recurso, comunicándolo sin demora a la autoridad
responsable para su inmediato cumplimiento y haciendo uso de la vía telegráfica,
si fuere necesario.

Art. 18 - La suspensión a solicitud de parte, tendrá cabida si el quejoso otorga


garantía bastante para reparar el daño e indemnizar los perjuicios que con aquélla
se causare, cuando el recurso fuere declarado sin lugar.

Art. 19 - Al decretarse la suspensión, el Tribunal procurará fijar la situación en


que habrán de quedar las cosas y tomará las medidas pertinentes para conservar
la materia u objeto del amparo hasta la terminación del recurso.

Art. 20 - La suspensión otorgada conforme el artículo 18 quedará sin efecto si


el tercero interesado da, a su vez, caución bastante para restituir las cosas al esta-
do que tenían antes del acto que motivó el recurso, y pagar los daños y perjuicios
que sobrevengan al quejoso en el caso de que se declare con lugar el amparo.

Art. 21 - El Tribunal fijará el monto de la garantía y de la contra garantía a que


se refieren los artículos anteriores.

Art. 22 - La responsabilidad proveniente de la suspensión será decidida por la


Corte Suprema de Justicia, mediante los trámites de los incidentes.

303
CAPITULO V

Del procedimiento

Art. 23 - En la sustanciación del recurso se seguirán las reglas del Código de


Procedimiento Civil, en todo lo que sea aplicable a juicio del Tribunal, dándole
intervención en las actuaciones, tanto al funcionario recurrido, como a la persona
recurrente y a las demás partes que hayan figurado en la contienda, en su caso.

Art. 24 - Los Poderes del Estado, funcionarios o autoridades responsables no


pueden ser representados en el recurso de amparo; pero sí podrán, por medio de
simple oficio, acreditar delegados ante el Tribunal para el solo efecto de que rindan
pruebas, aleguen y hagan promociones en las correspondientes audiencias.

Art. 25 - Si el Tribunal Supremo no encontrare datos suficientes para resolver


el recurso, lo abrirá a pruebas por el término de diez días.

Art. 26 - En el recurso de amparo será admisible toda clase de pruebas.

CAPITULO VI

Sentencias de amparo

Art. 27 - Las sentencias que se pronuncien en los recursos de amparo sólo se


referirán a los individuos particulares o a las personas morales privadas u oficiales
que lo hubieren solicitado, limitándose a ampararlos y protegerlos, si procediere,
en el caso especial sobre el cual versa el recurso, sin hacer una declaración gene-
ral respecto de la ley o acto que lo motivare.

Art. 28 - Las sentencias que se dicten en los recursos de amparo deberán ser
razonadas y fundadas, con fijación clara del acto o actos reclamados, e indicación
de los fundamentos legales en que se apoyan para declarar la constitucionalidad o
inconstitucionalidad del acto reclamado y de los puntos resolutivos con que deben
terminar, concretándose en ellos, con claridad y precisión, al acto o actos por los
que se concede o niega el amparo.

Art. 29 - La sentencia que concede el amparo tendrá por objeto restituir al


agraviado en el pleno goce de la garantía constitucional violada, restableciendo las
cosas al estado que guardaban antes de la violación, cuando el acto reclamado
sea de carácter positivo; y cuando sea de carácter negativo, el efecto de amparo
será obligar a la autoridad responsable a que obre en el sentido de respetar la
garantía de que se trate y a cumplir, por su parte, lo que la misma garantía exija.

Art. 30 - Las sentencias dictadas en recurso de amparo no adquieren el ca-


rácter de cosa juzgada; pero la repetición de una demanda de amparo interpuesta

304
por la misma persona perdidosa y fundada en iguales hechos y en las mismas
consideraciones legales de la anterior, será rechazada de plano.

CAPITULO VII

De la ejecución de sentencias

Art. 31 - Una vez dictada la sentencia en materia de amparo, el Tribunal la


comunicará por oficio y sin demora a las autoridades responsables para su cumpli-
miento y la hará saber a las demás partes.

Art. 32 - Si dentro de las veinticuatro horas siguientes de la notificación a las


autoridades responsables, la sentencia no quedase cumplida cuando la naturale-
za del acto lo permita, la Corte Suprema requerirá al Superior inmediato de la
autoridad responsable para que obligue a ésta a cumplir sin demora la sentencia;
y si dicha autoridad no tuviere superior jerárquico, el requerimiento se hará directa-
mente a ella.

Cuando la sentencia no se obedeciere a pesar de los requerimientos, la Cor-


te Suprema de Justicia pondrá al remiso a la orden del Juez de lo Criminal corres-
pondiente para que deduzca las responsabilidades criminales del caso.

Art. 33 - Si la autoridad responsable que se negare a cumplir la sentencia,


gozare de inmunidad, la Corte Suprema de Justicia lo comunicará al Procurador
General para que éste entable acusación ante la Cámara de Diputados. (Art. 172
Cn.)

Art. 34 - Si después de concedido el amparo, la autoridad responsable insistiere


en la repetición del acto reclamado o tratare de eludir la sentencia, será separada
de su cargo y sometida a los jueces para que la juzguen por la desobediencia
cometida.

CAPITULO VIII

De las improcedencias del recurso

Art. 35 - No procede el recurso de amparo:

1) - Contra las resoluciones de los funcionarios judiciales en negocios de su


competencia;

2) - Contra las resoluciones de los otros funcionarios públicos siempre que no


se hubiesen agotado los recursos ordinarios que la ley establece;

3) - Cuando los actos consumados de modo irreparable, han cesado en sus


efectos;
305
4) - Contra los actos consentidos por el agraviado de modo expreso o presun-
to. Se presumen consentidos los actos por los cuales no se hubiere recurrido de
amparo;

5) - Contra las resoluciones dictadas en materia electoral.

TITULO III

Del recurso de amparo por derecho de exhibición personal

Art. 36 - El recurso de amparo por derecho de exhibición personal se estable-


cerá ante la Corte de Apelaciones respectiva, Sala de lo Criminal, si la hubiere, por
el propio ofendido; o en su nombre, por su mandatario o representante legal, o por
cualquier otra persona hábil.

Art. 37 - En la petición se expresarán los hechos que motivan el recurso, la


garantía violada, el lugar en que se hallare el ofendido, si se supiere, y la autoridad,
funcionario o empleado público que se considere culpable.

Art. 38 - El Tribunal, tan pronto como reciba la solicitud, dictará la exhibición,


si procediere, y nombrará un Juez Ejecutor, que podrá ser cualquier autoridad o
empleado del orden civil o ciudadano de notoria honradez e instrucción, mayor de
edad y residente en el lugar en donde se encuentre el ofendido u otro inmediato.

El cargo de Ejecutor será gratuito y obligatorio, y salvo el caso de imposibili-


dad física comprobada, ningún ciudadano podrá negarse a desempeñarlo, bajo
pena de diez a veinticinco córdobas de multa y de ser juzgado por desobediencia
en caso de reincidir.

Art. 39 - El Ejecutor procederá inmediatamente a cumplir su comisión. Al


efecto, se dirigirá a la autoridad o persona contra quien se hubiere de cumplir la
exhibición, notificándole e intimándole exhibir en el acto a la persona agraviada,
mostrar el proceso, si lo hubiere, o explicar, en caso contrario, los motivos de la
detención, e indicar además la fecha de ésta.

Art. 40 - La autoridad o persona requerida cumplirá lo mandado por el Ejecu-


tor en el acto mismo de la notificación. Si se negare, el Ejecutor dará cuenta al
Tribunal para que dicte las medidas tendientes al cumplimiento del mandato.

Art. 41 - Desde la notificación e intimación a que se refiere el artículo 38, hasta


la resolución definitiva del Ejecutor, todo procedimiento de la autoridad o persona
requerida será atentatorio.

Art. 42 - El Ejecutor en presencia del proceso, de las explicaciones del intima-


do y de las disposiciones legales, procederá según las reglas siguientes:

306
1) - Si el que tiene bajo su custodia a alguno fuere la persona que lo aprehen-
dió en flagrante delito o una autoridad que no sea la competente para conocer, el
Ejecutor dictará auto, mandando que el detenido o preso sea entregado efectiva-
mente a la autoridad competente.

2) - Si el que tiene bajo su custodia a otro fuere la autoridad competente, pero


no hubiere iniciado el proceso o no hubiere proveído el auto de detención o prisión
en el término legal, el Ejecutor mandará por auto ponerlo en libertad bajo fianza de
la haz otorgada apud acta ante el mismo Ejecutor.

3) - Si el que tiene bajo la custodia a otro fuere la autoridad judicial competen-


te, y ésta procede con arreglo a la ley, el Ejecutor dispondrá por auto que el proce-
so siga su curso.

4) - Si el que se halla bajo la custodia de otro lo estuviere por resolución


condenatoria ejecutoriada, el Ejecutor decretará por auto que el detenido continúe
en tal condición por el término de ley. Si el penado ya hubiere cumplido la condena,
el Ejecutor en la misma forma, mandará ponerlo inmediatamente en libertad.

5) - Si el que se halla bajo la custodia de otro sufre más prisiones que las que
permite la ley o estuviere incomunicado contra lo que ella previene, el Ejecutor
dispondrá por auto que no sea molestado con esas prisiones o que cese la inco-
municación.

6) - Si el que se halla reclutado o dado de alta lo está contra la ley, el Ejecutor,


por auto, mandará ponerlo inmediatamente en libertad;

7) - Si el que tiene bajo su custodia a otro fuere el padre o la madre, el guar-


dador u otra persona a quien corresponda el derecho de corrección doméstica y se
hubiese excedido, el Ejecutor dispondrá por auto la libertad del castigado.

El Juez Ejecutor está en la obligación de dictar, dentro de la ley, todas las


medidas de seguridad que sean indispensables en relación con el preso o detenido.

Art. 43 - La autoridad, funcionario, empleado público o persona particular


contra quien se pidiere la exhibición, obedecerá inmediatamente el acto de exhibi-
ción y lo resuelto por el Juez Ejecutor, bajo la pena de una multa de veinticinco a
cincuenta córdobas, sin perjuicio de ser juzgado por el delito de desobediencia;
juzgamiento que en el acto ordenará el correspondiente Tribunal.

Igual obediencia se debe a las resoluciones del Tribunal, bajo las mismas
sanciones expresadas, y además la separación de las funciones de su empleo.

Art. 44 - Cuando el funcionario que desobedezca el auto de exhibición fuere


empleado o agente del Poder Ejecutivo, el Tribunal que conoce del recurso, por

307
medio de la Corte Suprema de Justicia, lo pondrá inmediatamente en conocimien-
to de aquél para que en el término de veinticuatro horas haga ejecutar lo mandado.

Si el Poder Ejecutivo se negare o dejare transcurrir el término sin llevar a


efecto el auto, la Corte Suprema de Justicia hará constar el hecho y dará cuenta a
la Cámara de Diputados, sin perjuicio de disponer el enjuiciamiento del empleado
desobediente.

En el caso de que la Corte Suprema de Justicia no ponga en conocimiento


del Poder Ejecutivo, en el término señalado por el presente artículo, la desobedien-
cia del empleado o agente aludido o deje de hacer constar en las diligencias ese
hecho, u omita dar cuenta de ello a la Cámara de Diputados, el recurrente tiene
derecho de presentarse en queja ante ésta, para los efectos de los artículos 172,
177 y 178 Cn.

Art. 45 - La Corte de Apelaciones o la Sala de lo Criminal, si la hubiere, dicta-


rá, siempre que se le pida, una orden para que el Ejecutor a quien se somete un
acto de exhibición, se apodere del favorecido y lo presente ante el mismo Tribunal,
para ser protegido con arreglo a la ley en los casos siguientes:

1) - Cuando por la declaración jurada de un testigo fidedigno o por otra prue-


ba semi-plena, aparece que alguno se halla en prisión o custodia ilegales, y hay
motivos fundados para creer que será sacado del territorio de la República;

2) - Cuando hay motivo suficiente para creer que el detenido o preso sufrirá
un daño irreparable antes de que pueda ser socorrido en el curso ordinario de la ley;

3) - Cuando el auto de exhibición ha sido desobedecido.

Art. 46 - Presentada la persona que se hallaba en prisión o restricción, acor-


dará el Tribunal lo que corresponda, para protegerla con arreglo a la ley y con las
disposiciones del Código de Instrucción Criminal, pudiendo en tales circunstancias
pedir el auxilio de la fuerza pública para el cumplimiento de sus providencias.

Art. 47- La Corte de Apelaciones o Sala de lo Criminal, si la hubiere, resolverá


a la sola vista de los autos, y a más tardar dentro de tres días de recibidos, lo que
sea de justicia.

Art. 48 - Siempre que la Corte de Apelaciones respectiva, la Sala de lo Crimi-


nal, si la hubiere, declare que no ha lugar a la solicitud de exhibición personal o
desoiga la petición, sin apoyarse en ley expresa, quedará al solicitante el recurso
de queja ante la Corte Suprema, y ésta, con vista de las razones expuestas por el
recurrente, resolverá lo que sea de justicia.

308
Art. 49 - Si los Magistrados que han negado el recurso de exhibición fueren
declarados responsables por esta denegación, sufrirán además de las penas esta-
blecidas en el Código Penal, una multa de cien córdobas a favor del damnificado.

Art. 50 - El recurso de queja se podrá intentar hasta diez días después de la


negativa; pero podrá prorrogarse ese término cuando por motivos de coacción no
se hubiere podido entablar a tiempo, y en este caso el plazo se empezará a contar
desde que cesó el impedimento.

Art. 51 - Si el secuestro o restricción de la libertad personal de que trata esta


ley, procediere de un particular o de una autoridad que obra fuera de su órbita
legal, el autor, cómplice o encubridor, sin perjuicio de las otras penas, incurrirá en
una multa de cincuenta a cien córdobas.

TITULO IV

Disposiciones Generales

Art. 52 - Los términos que establece esta ley son fatales.

Art. 53 - Las multas que se impongan en virtud de esta ley se harán electivas
por el Tribunal que conozca del recurso en vía de apremio, si fuere necesario.

Art. 54 - Todas las multas de que habla esta ley, se impondrán a favor del
damnificado o sus herederos, y prescribirán conforme el derecho común.

Art. 55 - El cumplimiento de la sentencia que se pronuncie en los juicios de


amparo, no obsta para que se proceda contra el culpable por el delito o falta que
hubiere cometido.

Art. 56 - La sentencia se limitará a proteger o a amparar a las personas en el


caso sobre que versa el recurso, sin hacer declaratoria respecto al acto que lo
motivare.

Art. 57 - Son causas de responsabilidad: la admisión o no admisión del recur-


so, el decretar o no la suspensión del acto violatorio y la concesión o denegación
del amparo contra los preceptos de esta ley.

Art. 58 - Siempre que al concederse definitivamente al quejoso el recurso de


amparo, apareciere que la violación cometida constituye delito, se dará parte del
hecho al Procurador General de la República.

Art. 59 - La autoridad responsable que no obedezca un auto de suspensión


debidamente notificado será castigada de conformidad con el Código Penal.

309
Art. 60 - Los amparos pendientes al entrar en vigor esta ley, se tramitarán y
resolverán con arreglo a la ley anterior.

Art. 61 - La presente ley empezará a regir desde la fecha de su publicación en


<<La Gaceta>>, Diario Oficial, y deroga la emitida por la Asamblea Constituyente
el día veinticuatro de Noviembre de mil novecientos once, mandada a publicar el
doce de Diciembre de ese mismo año.

Dado en el Salón de Sesiones de la Asamblea Nacional Constituyente. -


Managua, Distrito Nacional, veintinueve de Marzo de mil novecientos treinta y nueve.

Roberto González, Presidente - C. A. Bendaña, Secretario - Carlos A.


Velázquez, Secretario.

Por Tanto: - Publíquese - Casa Presidencial—Managua, D. N., treinta y uno


de Marzo de mil novecientos treinta y nueve.

A. SOMOZA,Presidente de la República, - G. RAMIREZ BROWN,Ministro de


la Gobernación y Anexos.

310
LEY DE AMPARO DE 1948

LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE

DE LA REPUBLICA DE NICARAGUA,

DECRETA

La siguiente

LEY DE AMPARO

TÍTULO I

CAPITULO I

Objeto de la Ley

Art. 1. El juicio de amparo a que se refieren el Art. 39 y los ordinales 11) y 16)
del Art. 213 Cn., tiene por objeto resolver toda cuestión que se suscite:

1) Por violación de la Constitución o de las Leyes Constitutivas mediante


resoluciones, mandatos o actos de cualquiera autoridad, funcionario o de sus agentes;

2) Por inconstitucionalidad de forma o fondo, de una Ley o Decreto;

3) Por disposiciones expedidas por los encargados de la administración del


Distrito Nacional, por Alcaldes, Municipalidades o Corporaciones Locales adminis-
trativas, aún cuando contraríen únicamente leyes secundarias que no se refieran a
mera tramitación, o que aun siendo de esta clase, su quebrantamiento haya produ-
cido indefensión;

4) Por detención ilegal o amenaza de ella en virtud de orden de cualquiera


autoridad;

5) Por actos de particulares restrictivos de la libertad personal de cualquier


habitante de la República;

6) Por habérsele dictado auto de prisión a un procesado que no esté deteni-


do, y que pretenda librarse de sus efectos por considerar que no existe mérito para
dictarlo.

311
CAPITULO II

Jurisdicción

Art. 2. Corresponde a la Corte Suprema de Justicia conocer del juicio de


amparo en los casos de los ordinales 1), 2) y 3) del Art. 1; a la sección de lo criminal
de las Cortes de Apelaciones en los casos de los ordinales 4) y 6) del mismo Art. 1;
y a los Jueces de Distrito de lo criminal en las restricciones de que habla el ordinal 5).

Art. 3. Contra las resoluciones que se dicten en estos casos, no habrá recurso.

CAPITULO III

Personas que pueden interponer el amparo

Art. 4. El amparo solamente puede proponerse por parte agraviada, enten-


diéndose por esto toda persona natural, moral o jurídica que haya recibido perjui-
cio, o esté en inminente peligro de recibirlo de la Ley, Decreto, Resolución, Manda-
to, Disposición o Acto contra que reclame.

El apoderado que tuviere poder general judicial, no necesita facultad especial


para intentarlo, pero sí para desistir de él; y en los casos de los ordinales 4), 5) y 6)
del Artículo 1, no se necesitará poder para que cualquier persona pueda interpo-
nerlo en favor del agraviado.

Art. 5. El menor de edad que hubiese cumplido quince años podrá requerir
amparo sin intervención de su legítimo representante, cuando éste se hallare au-
sente o impedido. En tal caso el Tribunal, sin perjuicio de dictar las providencias
que sean urgentes, nombrará al menor un guardador especial para que lo repre-
sente, pudiendo el propio menor hacer la designación del representante en el es-
crito de interposición, para el efecto de su nombramiento. Si el menor no hubiere
cumplido quince años de edad, y se hallare ausente o impedido su legítimo repre-
sentante, podrá proponer amparo en su nombre el Representante del Ministerio
Público o cualquiera otra persona cuando impuestos del caso lo creyeren conve-
niente.

Art. 6. Las personas morales de carácter público, podrán recurrir de amparo


solamente cuando el acto o la ley contra los cuales se reclama, afecten sus intere-
ses patrimoniales.

CAPITULO IV

Parte demandada

Art. 7. Será parte demandada la autoridad o funcionario que ordena la violación, el


agente ejecutor, o ambos, y en su caso, el particular que restrinja la libertad personal.
312
Cuando se trate de la inconstitucionalidad de una Ley o Decreto, o de actos
del Poder Ejecutivo, el amparo se dirigirá contra el Ministro de Estado que los
refrende. Pero cuando se trate de una Ley ratificada constitucionalmente, la parte
demandada para llevar la representación del Congreso, será el Presidente de éste.

Términos

Art. 8. En los casos de los ordinales 1), 2) y 3) del Art. 1, el amparo puede
interponerse en cualquier tiempo mientras exista el peligro inminente de que la
Ley, Resolución, Mandato, Disposición, Decreto o Acuerdo, sean aplicados por
primera o sucesiva vez al quejoso; pero si ya le hubieren sido aplicados, o se
tratare de simple acto, el término, por lo que hace a lo consumado y con tal que sea
reparable, será hasta de treinta días, sin prórroga ni aumento aun por la distancia,
debiendo contarse dicho plazo desde que el agraviado tuvo, de cualquiera mane-
ra, conocimiento del acto.

Art. 9. En los casos de los ordinales 4), 5) y 6) del Art. 1, el amparo puede
interponerse en cualquier tiempo, mientras subsista la privación de libertad perso-
nal, o la amenaza. Todos los días y horas son hábiles para este fin.

TÍTULO II

CAPITULO I

Requisitos del Libelo

Art. 10. En los casos en que la acción de amparo deba introducirse ante la
Corte Suprema de Justicia, deberá formularse por escrito, en papel simple, y con-
tendrá:

1) El nombre, apellido, domicilio y demás calidades del demandante y del


demandado;

2) La ley, resolución o acto contra que se reclama;

3) Las disposiciones constitucionales o legales que el reclamante estime vio-


ladas, así como el concepto o conceptos de cada violación.

En caso de que en el escrito no fueren llenados estos requisitos o algunos de


ellos, el Tribunal concederá al recurrente un plazo prudencial para que llene esas
omisiones.

Si el agraviado deja pasar ese plazo sin llenar las omisiones el amparo se
tendrá como no interpuesto.

313
Con el escrito de amparo se acompañarán sendas copias para las autorida-
des responsables, sin las cuales no se tendrá por presentado el reclamo.

Art. 11. En el caso del ordinal 4) del Art. 1 el peticionario, al solicitar el amparo
deberá expresar el lugar en que se hallare el ofendido, si se supiere, y la autoridad,
funcionario o empleado público que considere culpable.

Este reclamo podrá hacerse en papel común, por telégrafo o carta, y aun
verbalmente, levantándose en este último caso el acta correspondiente.

Art. 12. En el caso del ordinal 6) del Art. 1, el agraviado se presentará perso-
nalmente ante el Tribunal, para exponer en forma verbal o por escrito en papel
común, los hechos y la solicitud de amparo contra la providencia del Juez.

Art. 13. En el caso del ordinal 5) del Art. 1, bastará indicar verbalmente o por
escrito el nombre del particular responsable.

TITULO III

Juicio de amparo propiamente dicho

CAPITULO I

Improcedencia de la acción

Art. 14. No procede el amparo:

1) Contra las resoluciones de los funcionarios judiciales en negocios de su


competencia;

2) Contra Leyes o Decretos que solamente puedan causar agravio como


consecuencia de una demanda ante las Tribunales de Justicia.

3) Contra las resoluciones de los otros funcionarios, cuando no se hubiesen


agotado los recursos ordinarios que la ley establece, o cuando en los respectivos
expedientes aún no se hubiese dictado sentencia final;

4) Cuando hayan cesado los efectos del acto reclamado, o éste se haya
consumado de modo irreparable.

5) Contra un acto y a consentido de modo expreso o presunto por el agraviado;

6) Contra leyes cuya constitucionalidad o inconstitucionalidad haya sido mo-


tivo de pronunciamiento en otro juicio de amparo;

314
7) Contra las resoluciones dictadas en materia electoral, salvo lo dispuesto
en el Art. 268 Cn.

CAPITULO II

Sustanciación del juicio

Art. 15. Interpuesto el amparo, la Corte Suprema de Justicia pedirá informe


de todo lo actuado a las autoridades demandadas acompañándoles copia del es-
crito respectivo.

Art. 16. Las autoridades demandadas deberán rendir su informe, exponiendo


las razones y fundamentes legales para sostener la improcedencia del juicio o la
constitucionalidad de la ley o del acto reclamado, y remitirán copia de todo lo que
hubiere actuado. El informe deberá rendirse dentro del término de seis días, conta-
dos desde la fecha en que reciban la providencia respectiva y la copia del escrito
del recurrente.

Art. 17. La falta de informe establece la presunción de ser cierto el acto recla-
mado, salvo prueba en contrario; quedando a cargo del recurrente la prueba de los
hechos que justifiquen la procedencia del amparo cuando dicho acto no sea violatorio
de garantías en sí mismo, sino que esto dependa de los motivos, datos o pruebas
en que se haya fundado el acto.

Art. 18. Si se ha interpuesto el amparo contra un acto de solo el Presidente de


la República, la Corte Suprema le dirigirá oficio por correo, en pieza certificada, con
acuse de recibo, pidiéndole el informe de ley.

Si fuere interpuesto contra actos del Poder Ejecutivo refrendados por los Mi-
nistros o Subsecretarios de Estado, o realizados por éstos o por cualesquiera de
los otros funcionarios administrativos, del orden político o militar, se pedirá informe
del modo indicado en el párrafo anterior al funcionario que refrendó o ejecutó el
acto. Si fuese originado por inconstitucionalidad de una ley o decreto, se pedirá
informe del mismo modo al Ministro de Estado que hubiere refrendado la ley o
decreto; y en el caso de la fracción final del Art. 7, al Presidente del Congreso.

Art. 19. En la sustanciación del juicio se seguirán las reglas del Código de
Procedimiento Civil, en todo lo que sea aplicable a juicio del Tribunal, dándole
intervención en las actuaciones, tanto al funcionario recurrido, como a la persona
recurrente y a las demás a quienes pueda afectar la resolución final, y que se
hubieren presentado.

Art. 20. Los Poderes del Estado, funcionario o autoridades no pueden ser
representados en el juicio de amparo; pero sí podrán, por medio de simple oficio,
acreditar delegados ante el Tribunal para el solo efecto de que rindan pruebas,
aleguen y hagan promociones en las correspondientes audiencias.

315
Art. 21. Si el Tribunal Supremo no encontrare datos suficientes para resolver,
abrirá a pruebas el juicio por el término de diez días.

Art. 22. En este juicio será admisible toda clase de pruebas.

Art. 23. Toda notificación a los funcionarios demandados se hará por medio
de oficio dirigido en la forma indicada en la fracción primera del Art. 18.

CAPITULO III

Suspensión del acto

Art. 24. La suspensión del acto reclamado podrá decretarse de oficio, o a


solicitud de parte.

Art. 25. Procederá la suspensión de oficio cuando se trate de algún acto que
si llegare a consumarse, haría físicamente imposible restituir al quejoso en el goce
de la garantía constitucional reclamada.

La suspensión a que se refiere este artículo se decretará en el mismo acto


en que se pide el informe, comunicándolo sin tardanza a la autoridad responsable
para su inmediato cumplimiento y haciendo uso de la vía telegráfica, si fuere nece-
sario.

Art. 26. La suspensión a solicitud de parte, tendrá cabida cuando concurran


los siguientes requisitos:

1) Que con la suspención no se siga perjuicio al interés general, ni se contra-


vengan disposiciones de orden público;

2) Que las consecuencias de la ejecución del acto sean de orden material


que puedan apreciarse en dinero;

3) Que los daños y perjuicios que pudiesen causarse al agraviado, con esa
ejecución, sean de difícil reparación a juicio del Tribunal;

4) Que el reclamante otorgue garantía suficiente para reparar el daño e in-


demnizar los perjuicios que por la suspensión pudieran irrogarse a terceros, si el
juicio fuere declarado sin lugar.

Art. 27. Al decretarse la suspensión, el Tribunal procurará fijar la situación en


que habrán de quedar las cosas y tomará las medidas pertinentes para conservar
la materia u objeto del amparo hasta la terminación del juicio.

Art. 28. La suspensión otorgada conforme el artículo 26, quedará sin efecto si
el tercero interesado da, a su vez, caución bastante para restituir las cosas al esta-

316
do que tenían antes del acto que motivó el recurso, y pagar los daños y perjuicios
que sobrevengan al quejoso en el caso de que se declare con lugar el amparo.

Art. 29. El Tribunal fijará el monto de la garantía y de la contra garantía a que


se refieren los artículos anteriores.

CAPITULO IV

Sentencia

Art. 30. Las sentencias que se pronuncien en los juicios de amparo sólo se
referirán a los individuos particulares o a las personas morales, privadas u oficia-
les, que lo hubieren solicitado, limitándose si procediere, a ampararlos y proteger-
los en el caso especial controvertido, sin generalizar, pero cuando el amparo fuere
interpuesto contra una ley, la sentencia también hará un análisis general de dicha ley.

Art. 31. Las sentencias deberán ser razonadas con fijación clara del acto o
actos reclamados, e indicación de los fundamentos legales en que se apoyan para
declarar la constitucionalidad o inconstitucionalidad del acto reclamado y de los
puntos resolutivos con que deben terminar, concretándose en ellos, con claridad y
precisión, el acto o actos por los que se concede o niega el amparo.

Iguales condiciones, en lo que sean aplicables, deberán tener las senten-


cias en que se declare la constitucionalidad o inconstitucionalidad de una ley o
decreto.

Art. 32. Cuando el acto reclamado sea de carácter positivo, la sentencia que
concede el amparo tendrá por objeto restituir al agraviado en el pleno goce del
derecho violado, restableciendo las costas al estado que guardaban antes de la
violación. Cuando sea de carácter negativo, el efecto del amparo será obligar a la
autoridad responsable a que obre en el sentido de respetar la garantía de que se
trate y a cumplir por su parte, lo que la misma garantía exija. Cuando se trate de ley
deberá declararse en la sentencia que acoja el amparo, la nulidad e inaplicabilidad
de la ley.

Art. 33. Las sentencias que declaren la constitucionalidad o inconstitucionalidad


de una ley causan estado en cuanto a la validez o nulidad de dicha ley; las que se
refieren a actos fundados en ley no adquieren el carácter de cosa juzgada en lo
tocante al acto; tampoco tienen este carácter las que se refieren a simples actos,
pero la repetición de una demanda de amparo interpuesta por la propia persona
perdidosa y fundada en los mismos hechos y en las mismas consideraciones lega-
les de la anterior, será rechazada de plano.

317
CAPITULO V

Ejecución de sentencia

Art. 34. Dictada la sentencia en materia de amparo, el Tribunal la comunicará


por oficio y sin demora a las autoridades responsables para su cumplimiento y la
hará saber a las demás partes.

La sentencia que declare la inconstitucionalidad de una ley o decreto, deberá


publicarse, además, en La Gaceta.

Art. 35. Si dentro de las veinticuatro horas siguientes a la notificación a las


autoridades responsables, la sentencia no quedase cumplida cuando la naturale-
za del acto lo permita, la Corte Suprema requerirá al superior inmediato de la auto-
ridad responsable para que obligue a ésta a cumplir sin demora la sentencio; y si
dicha autoridad no tuviere superior jerárquico, el requerimiento se hará directa-
mente a ella. Cuando la sentencia no se obedeciere a pesar de los requerimientos,
lo Corte Suprema de Justicia pondrá al remiso a la orden del Juez de lo Criminal
correspondiente para que deduzca las responsabilidades criminales del caso.

Art. 36. Si la autoridad responsable que se negare a cumplir la sentencia


gozare de inmunidad, la Corte Suprema de Justicia lo comunicará a la Cámara de
Diputados para que ésta proceda conforme a lo dispuesto en el Art. 140 Cn.

Art. 37. Sí después de concedido el amparo, la autoridad responsable insistiere


en la repetición del acto reclamado o tratare de eludir la sentencia, será separada
de su cargo y sometido a los jueces para que la juzguen por la desobediencia
cometida, sin perjuicio, en su caso, de lo dispuesto por el Art. 58.

TÍTULO IV

CAPITULO I

Amparo por exhibición personal o Habeas Corpus

Art. 38. Introducida la petición de exhibición personal o habeas corpus, de


conformidad con lo dispuesto en el ordinal 4) del Art. 1º y en el Art. 12 de esta ley,
el Tribunal nombrará un Juez Ejecutor que podrá ser cualquier autoridad o emplea-
do público, o un ciudadano que sea de notoria honradez e instrucción, mayor de
veintiún años de edad y residente en el lugar en donde se encuentre el ofendido o
en otro inmediato.

El cargo de Ejecutor será gratuito y obligatorio, y sólo por imposibilidad física


o implicancia comprobadas podrá negarse a desempeñarlo, bajo pena de veinti-
cinco a cincuenta córdobas de multa, sin perjuicio de ser juzgado por desobediencia.

318
Art. 39. El Ejecutor procederá inmediatamente a cumplir su cargo. Al efecto
se dirigirá a la autoridad o funcionario contra quien se hubiere expedido el auto
intimándole que exhiba en el acto a la persona agraviada, muestre el proceso si lo
hubiere o explique, en caso contrario, los motivos de la detención, indicando la
fecha de ésta.

Art. 40. La autoridad o funcionario requerido cumplirá lo mandado por el Eje-


cutor en el acto mismo de la intimación. Si se negare, el Ejecutor dará cuenta al
Tribunal para que dicte las medidas tendientes al cumplimiento del mandato. Si
expusiere no estar a su orden el detenido, deberá indicar la autoridad de quien
dependa la detención; y en ese caso el Ejecutor procederá contra la autoridad
indicada, siempre que ésta se halle en la misma población. Si no fuere así esto
último, la Sala designará un nuevo Ejecutor o en su caso, pasará las diligencias al
Tribunal que sea competente por razón del lugar.

Art. 41. Desde la intimación hasta la resolución definitiva del Ejecutor, todo
procedimiento de la autoridad requerida será atentatorio.

Art. 42. El Ejecutor en presencia del proceso, de las explicaciones del intima-
do y de las disposiciones legales, procederá según las reglas siguientes:

1) Si el que tiene bajo su custodia a alguno fuere la autoridad que lo aprehen-


dió en flagrante delito y que no sea la competente para conocer del caso, el Ejecu-
tor dictará auto, mandando que el detenido o preso sea entregado efectivamente a
la autoridad competente;

2) Si el que tiene bajo su custodia a otro fuere la autoridad competente, pero


no hubiere iniciado el proceso o no hubiere proveído el auto de detención o prisión
en el término legal, el Ejecutor mandará por auto ponerlo en libertad bajo fianza de
la haz otorgada apud acta ante el mismo Ejecutor;

3) Si el que tiene bajo la custodia a otro fuere la autoridad judicial competente,


y ésta precede con arreglo a la ley, el Ejecutor dispondrá por auto que el proceso
siga su curso;

4) Si se tratare del caso contemplado en el art. 183 Cn., el Ejecutor se limitará


a hacer que se cumpla lo consignado en dicha disposición constitucional;

5) Si el que se halla bajo la custodia de otro lo estuviere por resolución conde-


natoria firme, el Ejecutor decretará por auto que el detenido continúe en tal condi-
ción por el término legal. Si el penado ya hubiere cumplido la condena, el Ejecutar
en la misma forma, mandará ponerlo inmediatamente en libertad;

6) Si el que se halla bajo la custodia de otro sufre más prisiones que las que
permite la ley o estuviere incomunicado contra lo que ella previene, el Ejecutor

319
dispondrá por auto que no sea molestado con esas prisiones o que cese la inco-
municación;

7) Si el que se halla reclutado o dado de alta lo está contra la ley, el Ejecutor,


por auto, mandará ponerlo inmediatamente en libertad. El Juez Ejecutor está en la
obligación de dictar, dentro de la ley, todas las medidas de seguridad que sean
indispensables en favor del preso o detenido.

Art. 43. La autoridad, funcionario, o empleado público contra quien se pidiere


la exhibición, obedecerá inmediatamente el requerimiento y lo resuelto por el Juez
Ejecutor, bajo la pena de una multa de cien a doscientos córdobas, sin perjuicio de
ser juzgado por el delito de desobediencia; juzgamiento que ordenará el Tribunal,
quien también impondrá la multa. Igual obediencia se debe a las resoluciones del
Tribunal, bajo las mismas sanciones expresadas, y además la de separación del
empleo.

Art. 44. Cuando el funcionario que desobedezca el auto de exhibición fuere


empleado o agente del Poder Ejecutivo, el Tribunal que conoce del recurso, lo
pondrá inmediatamente en conocimiento de aquel por medio de la Corte Suprema
de Justicia, para que en el término de veinticuatro horas haga ejecutar lo mandado.

Si el Poder Ejecutivo se negare o dejare transcurrir el término sin llevar a


efecto el auto, la Corte Suprema de Justicia hará constar el hecho y dará cuenta a
la Cámara de Diputados, sin perjuicio de disponer el enjuiciamiento del empleado
desobediente.

En el caso de que la Corte Suprema de Justicia no ponga en conocimiento


del Poder Ejecutivo, la desobediencia del empleado o agente aludido o deje de
hacer constar en las diligencias ese hecho, u omita dar cuenta de ello a la Cámara
de Diputados, el recurrente tiene derecho de presentarse en queja ante ésta, para
los efectos de los artículos 140, 145 y 146 Cn.

Art. 45. El Tribunal que conoce de la petición de habeas corpus, dictará, siem-
pre que se le pida, una orden para que el Ejecutor a quien se comete un acto de
exhibición, se apodere del favorecido y lo presente ante el mismo Tribunal, para
ser protegido con arreglo a la ley en los casos siguientes:

1) Cuando por la declaración jurada de un testigo fidedigno o por indicio gra-


ve, aparece que alguno se halla en prisión o custodia ilegales, y hay motivos funda-
dos para creer que será sacado del territorio de la República;

2) Cuando hay motivo suficiente para creer que el detenido o preso sufrirá un
daño irreparable antes de que pueda ser socorrido en el curso ordinario de la ley;

3) Cuando el auto de exhibición ha sido desobedecido

320
Art. 46. Presentada la persona que se hallaba en prisión o restricción acorda-
rá el Tribunal lo que corresponda para protegerla con arreglo a la ley, pudiendo en
tales circunstancias pedir auxilio de la fuerza pública para el cumplimiento de sus
providencias.

Art. 47. El Tribunal resolverá a la sola vista de los autos, y a más tardar dentro
de tres días de recibidos, lo que sea de justicia.

CAPITULO II

Amparo por restricción de la libertad personal cometida por particulares

Art. 48. Presentada la solicitud de amparo contra el particular que restrinja la


libertad personal de cualquier habitante de la República, el Juez dictará providen-
cia ordenando la exhibición de la persona, a él mismo o a su delegado, en el sitio
que indique.

Art. 49. El delegado puede ser una autoridad que le esté subordinada o cual-
quier funcionario o agente de policía.

Art. 50. El Juez o su delegado, en presencia de los motivos expuestos por el


particular, precederá en la forma siguiente:

1) Si la restricción obedeciere a que el detenido fue sorprendido en flagrante


delito, lo pondrá a la orden de la autoridad competente;

2) Si el que tiene bajo su custodia a otro fuere el padre o la madre, el guarda-


dor u otra persona a quien corresponda el derecho de corrección doméstica y se
hubiere excedido, dispondrá por auto la libertad del castigado;

3) Si la restricción fuese cometida sin que concurran los motivos anteriores,


pondrá inmediatamente en libertad al detenido sin necesidad de providencia, e
iniciará instructiva contra el aprehensor en su caso, o informará del hecho al Juez
delegante.

Art. 51 El particular contra quien se reclama, obedecerá inmediatamente el


mandato del Ejecutor quien podrá pedir el auxilio de la fuerza pública sin perjuicio
de hacer procesar al requerido por el nuevo delito que causa su renuencia.

CAPITULO III

Amparo contra el auto de prisión

Art. 52. Cuando un procesado, sabiendo que se le ha proveído auto de pri-


sión, quiera librarse de ella, no estando aún capturado, podrá presentarse perso-

321
nalmente ante la Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones respectiva, expo-
niendo el hecho y pidiendo se le ampare contra la providencia del Juez inferior.

Art. 53. El Tribunal, en vista de esta exposición, dispondrá inmediatamente


asegurar al reo en el lugar que juzgue conveniente, según las circunstancias, y
pedirá los autos previniendo al Juez su remisión dentro del término que le designe,
según la distancia. Recibida por el Juez la orden, quedará por el mismo hecho
suspensa su jurisdicción.

Art. 54. La Sala, dentro de seis días de recibida la causa, con presencia de las
pruebas que ella arroje y sin otro trámite, revocará, reformará, o confirmará el auto
de prisión, devolviendo los autos con certificación de lo resuelto.

Art. 55. Si confirmare o reformare el auto de prisión, pondrá al reo a disposi-


ción del Juez de la causa.

CAPITULO IV

Disposiciones Generales

Art. 56. Los términos que establece esta ley son improrrogables.

Art. 57. El cumplimiento de la sentencia que se pronuncia en los juicios de


amparo, no obsta para que se proceda contra el culpable por el delito o falta que
hubiere cometido, ni para el reclamo de daños o perjuicios en su caso.

Art. 58. No podrá aplicarse en ningún caso ni forma una ley, decreto-ley,
decreto, reglamento, orden, disposición o medida que haya sido declarado incons-
titucional, bajo pena de inhabilitación para el desempeño de cargo público por el
tiempo que indique la ley.

Art. 59. La autoridad que no obedezca cualquier mandato expedido de acuer-


do con esta ley será castigada de conformidad con el Código Penal.

Art. 60. Los amparos pendientes al entrar en vigor la presente ley, se tramita-
rán y resolverán con arreglo a la anterior.

Art. 61. La presente ley empezará a regir desde la fecha de su publicación en


La Gaceta, Diario Oficial, y deroga la emitida por la Asamblea Constituyente el día
treinta y uno de Marzo de mil novecientos treinta y nueve, mandada a publicar el
trece de Abril de ese mismo año.

Dado en el Salón de Sesiones de la Asamblea Nacional Constituyente. -


Managua, Distrito Nacional, veintidós de Enero de mil novecientos cuarenta y ocho.

322
F. Baltodano C., Presidente - Manuel F. Zurita, Primer Secretario - Alejandro
Argüello Montiel, Segundo Secretario.

Por tanto: Ejecútese. Casa Presidencial, Managua, D. N., veintidós de Enero


de mil novecientos cuarenta y ocho.

V. M. ROMAN, Presidente de la República - BENJ. VIDAURRE, Ministro de


Gobernación.

(Publicado en ”La Gaceta”, Diario Oficial No. 26 del 5 de Febrero de 1948).

323
324
LEY DE AMPARO DE 1950

LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE DE LA REPÚBLICA


DE NICARAGUA,
DECRETA:

La siguiente

“LEY DE AMPARO”:

TÍTULO I

CAPITULO I

Objeto de la ley

Art. 1. La presente ley establece los medios legales de ejercer el derecho de


amparo, a fin de mantener y restablecer la supremacía de la Constitución Política y
Leyes Constitucionales. Conforme a ella se resolverá toda cuestión que se suscite:

1) Por violación de la Constitución o de las Leyes Constitucionales, mediante


leyes, decretos, resoluciones, órdenes, mandatos, actos de cualquier funcionario,
autoridad, corporación pública o agente de los mismos;

2) Por inconstitucionalidad de una ley o decreto que se refiera a asuntos no


ventilables ante los Tribunales de Justicia, al ser aplicados en caso concreto, a
cualquier persona, en perjuicio de sus derechos;

3) Por detención o amenaza de ella en virtud de orden de cualquier funciona-


rio o autoridad;

4) Por actos restrictivos de la libertad personal de cualquier habitante de la


República realizados por particulares;

5) Por auto de prisión dictado contra quien, no estando detenido pretenda


librarse de sus efectos.

CAPITULO II

Personas que pueden interponer el amparo

Art. 2. El amparo sólo puede proponerse por parte agraviada. Se entiende por
tal, toda persona natural, moral o jurídica a quien perjudique o pueda perjudicar la
ley, decreto, resolución, orden, mandato, disposición o acto contra el cual se reclama.

325
Las personas morales de carácter público, solamente pueden proponer el
amparo cuando resulten afectadas en sus intereses patrimoniales.

Art. 3. En los casos de los ordinales 3) y 4) del Art. 1º. cualquier habitante de
la República podrá interponer el amparo en favor del agraviado, en forma verbal,
por escrito o por telégrafo.

CAPITULO III

Contra quienes podrá interponerse el amparo

Art. 4. El amparo tendrá cabida contra el funcionario o autoridad que ordene


la violación, contra el agente ejecutor, o contra ambos; y contra el particular que
restrinja la libertad personal.

Art. 5. Cuando se trate de la inconstitucionalidad de una ley o decreto, el


amparo se dirigirá contra el Ministro de Estado que lo refrende.

Cuando se trate de una ley ratificada constitucionalmente, el amparo se inter-


pondrá contra el Congreso, representado por su Presidente.

CAPITULO IV

Jurisdicción

Art. 6. Corresponde a la Corte Suprema de Justicia conocer del amparo en


los casos de los ordinales 1) y 2) del Art. 1º, a la Sala de lo Criminal de la respectiva
Corte de Apelaciones, en los casos de los ordinales 3) y 5) del mismo artículo; y a
los Jueces de Distrito de lo Criminal, contra los actos de particulares de que habla
el ordinal 4).

CAPITULO V

Términos

Art. 7. El amparo se interpondrá dentro del término de treinta días; sin que
haya lugar a aumento por razón de la distancia.

Dicho término se contará desde que la ley entre en vigor o desde que se haya
aplicado en caso concreto, desde que se le haya notificado o comunicado al que-
joso la resolución, orden, mandato o acuerdo, o desde que el acto haya llegado a
su conocimiento.

El amparo en los casos de los ordinales 3), 4) y 5) del Art. 1º, puede interpo-
nerse en cualquier tiempo, en cualquier día y a cualquier hora del día y de la noche.

326
TITULO II

CAPITULO I

Amparo propiamente dicho

Art. 8. La acción de amparo en los casos de los ordinales 1) y 2) del Art. 1º, se
formulará por escrito, en papel común, consignándose:

1) El nombre, domicilio y demás calidades del quejoso y los de la persona


que lo promueva en su nombre;

2) El nombre del funcionario, autoridad o Corporación pública responsable;

3) La ley, decreto, resolución, orden, mandato o acto contra los cuales se


reclama;

4) Las disposiciones constitucionales o legales que el reclamante estime violadas.

Con el escrito de amparo se acompañarán copias para las autoridades seña-


ladas como responsables.

El Tribunal concederá al quejoso, un plazo prudencial para que llene las omi-
siones de los requisitos que notare en el libelo. Si el agraviado dejare pasar este
plazo, el amparo se tendrá como no interpuesto.

Art. 9. El agraviado podrá constituir por medio de escrito apoderado para que
lo represente en el amparo, ante el Tribunal respectivo.

El mandatario que tuviese poder general judicial, podrá interponer el amparo


sin necesidad de facultad especial; pero necesita facultad especial para desistir de
la acción.

En el caso del ordinal 5) del Art. 1º, el procesado deberá comparecer perso-
nalmente ante quien corresponda.

Art. 10. El menor que hubiere cumplido quince años, podrá interponer ampa-
ro sin intervención de su legítimo representante, cuando éste se hallare ausente o
impedido. En tal caso el Tribunal, sin perjuicio de dictar las providencias que sean
urgentes, nombrará al menor un guardador especial para que lo represente, pu-
diendo el propio menor hacer por escrito la designación de su representante. Si el
menor hubiere cumplido quince años de edad, y se hallare ausente o impedido su
legítimo representante, podrá proponer amparo en su nombre el Representante
del Ministerio Público o cualquier otra persona.

327
Art. 11. Las personas morales de orden privado sólo podrán interponer am-
paro por medio de su legítimo representante.

Las personas morales de carácter público podrán interponer amparo por medio
de los funcionarios o representantes que determinen las leyes.

CAPITULO II

Sustanciación del amparo

Art. 12. Interpuesto el amparo, la Corte Suprema de Justicia pedirá informe a


los señalados como responsables, dirigiéndoles oficio por correo, en pieza certifi-
cada, con aviso de recibo.

El informe deberá rendirse dentro del término de diez días, contados desde la
fecha en que reciban el correspondiente oficio. Con el informe se remitirán, en su
caso, las diligencias que se hubiesen tramitado.

Transcurrido ese término, con el informe o sin él, la Corte Suprema de Justi-
cia dará al amparo el curso que corresponda.

Art. 13. La falta de informe establece la presunción de ser cierto el acto recla-
mado, salvo prueba en contrario; queda a cargo del quejoso la prueba de los he-
chos, cuando dicho acto no sea violatorio de garantías en el mismo, sino que de los
motivos; datos o pruebas en que se haya fundado el acto.

Art. 14. En lo que no estuviese establecido en esta ley sobre procedimiento,


se seguirán las reglas del Código de Procedimiento Civil, en todo lo que sea aplica-
ble a juicio del Tribunal, dándose intervención en las actuaciones, tanto a la perso-
na que interpone el amparo, como el funcionario o autoridad contra quien se dirija,
y a las demás a quienes pueda afectar la resolución final, y que se hubieren pre-
sentado.

Art. 15. Los Poderes del Estado, funcionario o autoridad no pueden ser re-
presentados en el amparo; pero sí podrán, por medio de simple oficio, acreditar
delegados ante el Tribunal para el solo efecto de que rindan pruebas, aleguen y
hagan promociones en las correspondientes audiencias.

Art. 16. Si el Tribunal Supremo no encontrare datos suficientes para resolver


el amparo, lo abrirá a prueba por el término de diez días, siendo admisible toda
clase de prueba.

328
CAPITULO III

Suspensión del acto

Art. 17. La suspensión del acto contra el cual se reclama, podrá decretarse de
oficio, o a solicitud de parte.

Art. 18. Procederá la suspensión de oficio, cuando se trate de algún acto que,
si llegare a consumarse haría físicamente imposible restituir al quejoso en el goce
del derecho reclamado, o cuando sea notoria la falta de jurisdicción o competencia
de la autoridad, funcionario o agente contra quien se interpusiere el recurso, o
cuando el acto sea de aquellos que ninguna autoridad pueda ejecutar legalmente.

La suspensión a que se refiere este artículo, se decretará en el mismo auto


en que se pida el informe, comunicándolo sin tardanza por vía telegráfica si fuere
necesario a la autoridad o funcionario responsable, para su inmediato cumplimiento.

Art. 19. La suspensión a solicitud de parte, será atendida cuando concurran


los siguientes requisitos:

1) Que, con la suspensión, no se siga perjuicio al interés general, ni se contra-


vengan disposiciones de orden público;

2) Que, los daños y perjuicios que pudieren causarse al agraviado, con esa
ejecución, sean de difícil reparación a juicio del Tribunal;

3) Que, el reclamante otorgare garantía suficiente para reparar el daño e


indemnizar los perjuicios que por la suspensión pudieran irrogarse a terceros, si el
amparo fuere declarado sin lugar.

Art. 20. Al decretarse la suspensión, el Tribunal procurará fijar la situación en


que habrán de quedar las cosas; y tomará las medidas pertinentes para conservar
la materia u objeto del amparo, hasta la terminación del respectivo procedimiento.

Art. 21. La suspensión otorgada conforme el Art. 19, quedará sin efecto si el
otro interesado da, a su vez, caución bastante para restituir las cosas al estado que
tenían antes del acto que motivó el amparo y de pagar los daños y perjuicios que
sobrevengan al quejoso en el caso de que se declare con lugar el amparo.

Art. 22. El Tribunal fijará el monto de la garantía y de la contra garantía a que


se refieren los artículos anteriores.

329
CAPITULO IV

Sentencias

Art. 23. Las sentencias que se pronuncien en asuntos de amparo sólo se


referirán a los individuos particulares o a las personas morales, privadas u oficia-
les, que lo hubiesen solicitado, limitándose, si procediese, a ampararlos y proteger-
los en el caso especial controvertido; pero cuando el amparo fuese interpuesto
contra una ley, la sentencia hará declaración general respecto de la misma.

Art. 24. Las sentencias deberán ser razonadas con fijación clara del acto o
actos reclamados, e indicación de los fundamentos legales en que se apoyan para
declarar la constitucionalidad o inconstitucionalidad del acto reclamado, y de los
puntos resolutivos del mismo, concretándose en ellos, con claridad y precisión, al
acto o actos por los que se concede o niega el amparo.

Cuando el amparo se dirija contra una ley, rearguyéndola de inconstitucional,


la sentencia que acoge el amparo, deberá declarar la inaplicabilidad de la ley.

Art. 25. Cuando el acto reclamado sea de carácter positivo, la sentencia que
concede el amparo tendrá por objeto restituir al agraviado en el pleno goce del
derecho violado, restableciendo las cosas al estado que tenían antes de la viola-
ción. Cuando sea de carácter negativo, el efecto del amparo será obligar a la auto-
ridad o funcionario responsable a que obre en el sentido de respetar la garantía de
que se trate y a cumplir por su parte, lo que la misma garantía exija.

Art. 26. Las sentencias que declaren la constitucionalidad o inconstitucionalidad


de una ley o decreto, causarán estado, en cuanto a la validez o inaplicabiliclad de
dicha ley.

Las demás sentencias dictadas en amparo, no adquieren el carácter de cosa


juzgada; pero la repetición de un amparo interpuesto por la propia persona perdidosa
y fundada en los mismos hechos y en las mismas consideraciones legales de la
anterior, será rechazada de plano.

Art. 27. Dictada la sentencia en materia de amparo, el Tribunal la comunicará


por oficio y sin demora a las autoridades o funcionarios responsables para su cum-
plimiento y la hará saber a las demás partes.

La sentencia que declare la inconstitucionalidad de una ley o decreto, deberá


publicarse, además, en “La Gaceta”, Diario Oficial.

Art. 28. Si dentro de las veinticuatro horas siguientes a la notificación, las


autoridades o funcionarios responsables, no dieren cumplimiento a la sentencia,
en el caso en que la naturaleza del acto lo permita, la Corte Suprema requerirá al
superior inmediato de la autoridad o funcionario, responsable para que obligue a
330
ésta a cumplir sin demora la sentencia; y si dicha autoridad o funcionario, no tuvie-
se superior jerárquico, el requerimiento se hará directamente a ella. Cuando la
sentencia no se obedeciese a pesar de los requerimientos, la Corte Suprema de
Justicia pondrá al remiso a la orden de la autoridad competente para que deduzca
las responsabilidades criminales del caso.

Art. 29. Si la autoridad responsable que se negase a cumplir la sentencia


gozaré de inmunidad, la Corte Suprema de Justicia lo comunicará a la Cámara de
Diputados para los efectos del Art. 153 Cn.

Art. 30. Si después de concedido el amparo, el funcionario o autoridad res-


ponsable insistiese en la repetición del acto reclamado o tratase de eludir la sen-
tencia, será separado de su cargo y sometido a los jueces para que lo juzguen por
la desobediencia cometida, sin perjuicio, en su caso, de lo dispuesto por el Art. 58.

TÍTULO III

CAPITULO UNICO

Improcedencia del amparo

Art. 31. No procede el amparo:

1) Contra las resoluciones de los funcionarios judiciales en negocios de su


competencia;

2) Contra las resoluciones de los otros funcionarios públicos, siempre que no


se hubiesen agotado los recursos ordinarios que la ley establece;

3) Cuando hayan cesado los efectos del acto reclamado, o éste se haya
consumado de modo irreparable;

4) Contra los actos que hubiesen sido consentidos por el agraviado, de modo
expreso o presunto. Se presumen consentidos aquellos actos, por los cuales, no
se hubiese recurrido de amparo dentro del término legal;

5) Contra las resoluciones dictadas en materia electoral;

6) Contra leyes, cuya constitucionalidad, haya sido declarada en otro amparo.

331
TÍTULO IV

CAPITULO I

Habeas Corpus

Art. 32. El peticionario, al solicitar el amparo, deberá expresar los hechos que
lo motivan, el lugar en que se hallase el ofendido, si se supiere, y el nombre del que
ejerce la autoridad o el del funcionario que se considerase culpable. La petición
podrá hacerse en papel común, por telegrama o carta y aun verbalmente, levan-
tándose en este último caso, el acta correspondiente.

Art. 33. Introducida en regla la petición, la Sala de lo Criminal de la respectiva


Corte de Apelaciones dictará la exhibición y nombrará un Juez Ejecutor, que podrá
ser cualquier autoridad o empleado del orden civil o un ciudadano, de preferencia
abogado, de notoria honradez e instrucción, mayor de edad y residente en el lugar
en donde se encuentre el ofendido u otro inmediato.

El cargo de Ejecutor será gratuito y obligatorio, y sólo por imposibilidad física


o implicancia comprobadas, podrá negarse a desempeñarlo, bajo pena de veinti-
cinco a cincuenta córdobas de multa, sin perjuicio de ser juzgado por desobediencia.

Art. 34. El Ejecutor procederá inmediatamente a cumplir su cargo. Al efecto


se dirigirá a la autoridad o persona contra quien se hubiese expedido el auto de
exhibición, intimándole que exhiba en el acto a la persona agraviada, muestre el
proceso, si lo hubiere, o explique, en caso contrario, los motivos de la detención,
indicando la fecha de ella.

Art. 35. La persona o autoridad requerida, cumplirá lo mandado por el Ejecu-


tor en el acto mismo de la notificación. Si se negare, el Ejecutor dará cuenta al
Tribunal para que dicte las medidas tendientes al cumplimiento del mandato. Si
expusiere no estar a su orden el detenido, deberá indicar la autoridad o funcionario
que ordenó la detención; y en ese caso el Ejecutor procederá contra la autoridad
indicada, siempre que ésta se hallase en la misma población. En otro caso, devol-
verá las diligencias a la Sala, quien designará un nuevo Ejecutor, o en su caso,
pasará las diligencias al Tribunal que sea competente por razón del lugar.

Art. 36. Desde la notificación e intimación definitiva del Ejecutor, todo procedi-
miento de la autoridad requerida será delictuoso.

Art. 37. El Ejecutor, en presencia del proceso, de las explicaciones del intima-
do y de las disposiciones legales, procederá según las reglas siguientes:

1) Si el que tiene bajo su custodia a alguno fuese autoridad que no sea la


competente para conocer del caso, el Ejecutor dictará auto mandando que el dete-
nido o preso sea entregado a la autoridad competente;
332
2) Si el que tiene bajo su custodia a otro fuese la autoridad competente, pero
no hubiere iniciado el proceso o no hubiere proveído el auto de detención o prisión
en el término legal, el Ejecutor mandará por auto ponerlo en libertad bajo fianza de
la haz otorgada Apud acta ante el mismo Ejecutor. Fuera de estos tres casos, el
Ejecutor dispondrá por auto, que el proceso siga su curso;

3) Si el que se hallare bajo custodia lo estuviese por sentencia condenatoria


firme, el Ejecutor decretará por auto que el detenido continúe en tal condición por el
término legal; pero si ya hubiese cumplido la condena, el Ejecutor mandará por
auto, ponerlo inmediatamente en libertad;

4) Si el que se hallare bajo la custodia de otro sufre más prisiones de las que
permite la ley, o estuviese incomunicado, contra lo que ella previene, el Ejecutor
dispondrá por auto que no sea molestado con esas prisiones o que cese la inco-
municación;

5) Si el que se hallare reclutado o dado de alta, lo está contra la ley, el Ejecu-


tor, por auto, mandará ponerlo inmediatamente en libertad.

El Juez Ejecutor está en la obligación de dictar, dentro de la ley, todas las


medidas de seguridad que sean indispensables en favor del detenido, o del que
estuviese amenazado de serlo ilegalmente.

Art. 38. La Autoridad, funcionario o empleado público, contra quien se pidiese


la exhibición, obedecerá inmediatamente la intimación y lo resuelto por el Juez
Ejecutor, bajo pena de una multa de cien a doscientos córdobas, sin perjuicio de
ser juzgado por el delito de desobediencia y los que correspondan.

Corresponde al Tribunal imponer la multa y ordenar el juzgamiento del culpable.

Si la desobediencia es contra resoluciones del Tribunal, tendrá las mismas


sanciones y además, la separación del cargo.

Art. 39. Cuando el funcionario que desobedezca el auto de exhibición fuese


empleado o agente del Poder Ejecutivo, el Tribunal que conoce del recurso, lo
pondrá inmediatamente en conocimiento de aquel por medio de la Corte Suprema
de Justicia, para que en el término de veinticuatro horas haga ejecutar lo mandado.

Si el Poder Ejecutivo se negare o dejare transcurrir el término sin llevar a


efecto el auto, la Corte Suprema de Justicia hará constar el hecho y dará cuenta a
la Cámara de Diputados, sin perjuicio de disponer el enjuiciamiento del empleado
desobediente y de los derechos que correspondan al interesado o interesados.

En el caso de que la Corte Suprema de Justicia no ponga en conocimiento


del Poder Ejecutivo, la desobediencia del empleado o agente aludido o deje de
hacer constar en las diligencias ese hecho, u omita dar cuenta de ello a la Cámara

333
de Diputados, el interesado o interesados tienen derecho de presentarse directa-
mente ante la Cámara, para los efectos de los artículos 153 y 156 Cn.

Art. 40. La Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones correspondiente, a


solicitud de parte, dictará orden para que el Ejecutor se apodere del favorecido y lo
presente ante el mismo Tribunal, cuando se estén en alguno de los casos siguientes:

1) Cuando por la declaración jurada de un testigo fidedigno o por indicio gra-


ve, aparece que alguno se hallare en prisión o custodia ilegales, y hay motivos
fundados para creer que será extrañado del territorio de la República;

2) Cuando hubiese motivo suficiente para creer que el detenido sufrirá un


daño irreparable antes de que pueda ser socorrido en el curso ordinario del proce-
dimiento;

3) Cuando el auto de exhibición ha sido desobedecido.

Art. 41. Presentada la persona que se hallaba en prisión o restricción, acorda-


rá el Tribunal lo que corresponda, para protegerla con arreglo a la ley, pudiendo en
tales circunstancias, pedir auxilio de la fuerza pública para el cumplimiento de sus
providencias.

Dentro de los tres días siguientes a más tardar, y a la sola vista de los autos,
el Tribunal resolverá lo que sea de justicia.

Art. 42. Siempre que la Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones res-


pectiva, declare que no ha lugar a la solicitud de exhibición personal o desoiga la
petición, sin apoyarse en ley expresa, quedará al solicitante el recurso de queja
ante la Corte Suprema de Justicia y ésta, resolverá dentro de 24 horas lo que sea
de justicia, con vista de las razones expuestas por el interesado.

Art. 43. El recurso de queja se podrá intentar hasta diez días después de la
negativa; y cuando por motivos de impedimento, no pudiere intentarse, el plazo
empezará a contarse desde que cesó el impedimento.

Art. 44. Si los Magistrados que han negado la solicitud de exhibición, fuesen
declarados, por ello, responsables, sufrirán, además de las penas establecidas en
el Código Penal, una multa de cien córdobas cada uno de ellos a favor del damni-
ficado.

Art. 45. Si la restricción de la libertad personal de que trata esta ley, procediere
de una autoridad o funcionario que obra fuera de su órbita legal, el autor, cómplice
o encubridor, sin perjuicio de las otras penas, incurrirá en una multa de cincuenta a
cien córdobas.

334
CAPITULO II

Amparo por actos de particulares restrictivos de la libertad personal

Art. 46. Presentada en forma verbal o escrita, la solicitud de amparo contra el


particular que restrinja la libertad personal de cualquier habitante de la República,
el Juez dictará providencia ordenando la exhibición de la persona, a él mismo o a
su delegado.

Art. 47. El delegado puede ser una autoridad que le esté subordinada o cual-
quier funcionario o agente de policía.

Art. 48. El Juez o su delegado, en presencia de los motivos expuestos por el


particular, procederá en la forma siguiente:

1) Si el detenido lo fuere por haber sido sorprendido en flagrante delito, el


Ejecutor lo pondrá a la orden de la autoridad competente;

2) Si el que tiene bajo su custodia a otro fuere el padre o la madre, el guarda-


dor u otra persona a quien corresponda el derecho de corrección doméstica y se
hubiese excedido, dispondrá por auto la libertad del castigado;

3) Si la restricción fuese cometida fuera de los casos de los incisos anteriores,


pondrá inmediatamente en libertad al detenido, sin necesidad de providencia; e
iniciará instructiva contra el aprehensor o informará del hecho al Juez delegante,
en su caso.

Art. 49. El particular contra quien se reclama, obedecerá inmediatamente el


mandato del Juez o delegado, quienes podrán pedir el auxilio de la fuerza pública,
sin perjuicio de las responsabilidades penales que correspondan por causa de su
renuencia.

CAPITULO III

Amparo contra el auto de prisión

Art. 50. Cuando un procesado, sabiendo que se le ha proveído auto de pri-


sión, quiera librarse de ella, no estando aún capturado, podrá presentarse perso-
nalmente ante la Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones respectiva, en
forma verbal o por escrito en papel común, exponiendo el hecho y pidiendo se le
ampare contra la providencia del Juez inferior.

Art. 51. La Sala, en vista de la petición, dispondrá asegurar inmediatamente


al reo en el lugar que juzgue conveniente, según las circunstancias, y pedirá los
autos, previniendo al Juez su remisión inmediata. Recibida por el Juez la orden de
remisión, quedará en suspenso, por el mismo hecho su jurisdicción.
335
Art. 52. La Sala dentro de seis días de recibida la causa, con presencia de las
pruebas que ella arroje y sin otro trámite, dictará sentencia confirmatoria, reformatoria
o revocatoria del auto de prisión, devolviendo los autos al Juzgado de su origen,
con certificación de lo resuelto.

De la resolución del Tribunal no habrá recurso alguno ordinario ni extraordinario.

Si en ella se confirmare o reformare el auto de prisión, pondrá al procesado a


disposición del Juez la causa; si la revocare, ordenará su libertad inmediata.

CAPITULO IV

Disposiciones Generales

Art. 53. Los términos que establece esta ley son improrrogables.

Art. 54. Excepto el caso del ordinal 2) del artículo primero, cabe el ejercicio de
este derecho, aunque la violación que lo motiva no se haya manifestado por he-
chos, siempre que sea inminente la consumación de los mismos.

Art. 55. El cumplimiento de la sentencia que se pronuncia en las cuestiones


de amparo, no obsta para que se proceda contra el responsable o responsables
por los delitos o faltas que hubieren cometido, ni para los reclamos de daños y
perjuicios a que hubiere lugar.

Art. 56. No podrá aplicarse en ningún caso ni forma una ley, decreto-ley,
decreto, reglamento, orden, disposición o medida que haya sido declarado incons-
titucional, bajo pena para el responsable de inhabilitación para el desempeño de
cargo por el tiempo que indique la ley.

Art. 57. Fuera de las cuestiones de amparo por inconstitucionalidad de una


ley, la sentencia se limitará a proteger o amparar a las personas en los casos sobre
que verse el amparo, sin hacer declaración respecto al acto que lo ha motivado.

Art. 58. Son causas de responsabilidad, además de los casos del Art. 30: la
admisión o no admisión del amparo, el decretar o no la suspensión del acto violatorio
y la concesión o denegación del amparo contra los preceptos de esta ley.

Art. 59. Siempre que al concederse definitivamente al quejoso el amparo,


apareciese que la violación cometida constituye delito, se dará parte a quien co-
rresponda deducir la responsabilidad por la infracción penal cometida.

Art. 60. Las multas que se apliquen en virtud de esta ley, se harán efectivas
por el Tribunal que conozca del amparo aun mediante apremio corporal, si fuere
necesario. Estas multas se impondrán a favor del damnificado o sus herederos, y
prescribirán conforme el derecho común.

336
Art. 61. Los alcaides, guardas o encargados de la custodia de detenidos o
presos, darán copia firmada de la orden de detención o prisión a las personas que
custodian, o al que la solicite en su nombre.

Si la copia fuere denegada, o se retardare su entrega por más de veinticuatro


horas, la persona a quien se le hubiese pedido, incurrirá en una multa de veinticin-
co córdobas, la cual se impondrá, en virtud de denuncia, por el Juez de Distrito o
Local del lugar, sin perjuicio de la obligación de extender la copia, y de la responsa-
bilidad a que hubiese lugar.

Art. 62. La autoridad responsable que no obedezca un auto de suspensión,


debidamente notificados, será castigada de conformidad con Código Penal.

Art. 63. Queda derogada la Ley de Amparo emitida por la Asamblea Nacional
Constituyente el día veintidós de Enero de mil novecientos cuarenta y ocho. Los
amparos pendientes al entrar en vigor esta ley, se tramitarán y resolverán con
arreglo a la ley anterior.

Art. 64. La presente ley empezará a regir desde la fecha de su publicación en


“La Gaceta”, Diario Oficial.

Dado en el Salón de Sesiones de la Asamblea Nacional Constituyente. -


Managua, D. N., Noviembre seis de mil novecientos cincuenta.

Luis A. Somoza, Presidente - Ig. Román, Secretario - M. F. Zurita, Secretario

Por tanto: Publíquese. Casa Presidencial. Managua, D. N., seis de Noviem-


bre de mil novecientos cincuenta.

A. SOMOZA, Presidente de la República - M. Salmerón, Ministro de la Gober-


nación y Anexos.

(Publicada en “La Gaceta” No. 27 del 8 de Febrero de 1951).

337
338
LEY DE AMPARO DE 1974

LA JUNTA NACIONAL DE GOBIERNO, a los habitantes de la


República, Sabed:

Que la Asamblea Nacional Constituyente ha ordenado lo siguiente:

La Asamblea Nacional Constituyente de la República de


Nicaragua, en uso de sus facultades,

Decreta: La siguiente

LEY DE AMPARO

TITULO I

Objeto de la ley

Art. 1. La presente ley establece los medios legales de ejercer el derecho de


amparo, a fin de mantener y restablecer la supremacía de la Constitución Política y
Leyes Constitucionales. Conforme a ella se resolverá toda cuestión que se suscite:

1) Por violación de la Constitución o de las leyes constitucionales, mediante


acuerdos, resoluciones, órdenes, mandatos o actos de cualquier funcionario, auto-
ridad, corporación pública o agente de los mismos;

2) Por inconstitucionalidad de una Ley, tratado o decreto que se refiera a


asuntos no ventilables ante los Tribunales de Justicia, a ser aplicados en caso
concreto, a cualquier persona, en perjuicio de sus derechos o cuando causen per-
juicio por el solo hecho de su promulgación;

3) Por detención o amenaza de ella en virtud de orden de cualquier funciona-


rio o autoridad;

4) Por actos restrictivos de la libertad personal de cualquier habitante de la


República realizados por particulares;

5) Por auto de prisión dictado contra quien no estando detenido materialmen-


te pretenda librarse de sus efectos.

339
CAPITULO II

Personas que pueden interponer el amparo

Art. 2. El amparo sólo puede proponerse por parte agraviada. Se entiende por
tal, toda persona natural o jurídica a quien perjudique o esté en inminente peligro
de ser perjudicado por la ley, tratado, decreto, acuerdo, resolución, orden, man-
dato o acto contra el cual se reclama.

Las personas jurídicas, solamente pueden proponer el amparo cuando resul-


ten afectadas en sus intereses patrimoniales.

Art. 3. En los casos de los ordinales 3) y 4) del Art. 1º. cualquier habitante de
la República podrá interponer el amparo en favor del agraviado, en forma verbal,
por escrito o por telégrafo.

CAPITULO III

Contra quién podrá interponerse el amparo

Art. 4. El amparo tendrá cabida contra el funcionario o autoridad que ordene


la violación, contra el agente ejecutor, o contra ambos; y contra el particular que
restrinja la libertad personal.

Art. 5. Cuando se trate de inconstitucionalidad de una ley, tratado o decreto,


el amparo se dirigirá contra el Ministro de Estado que lo refrende.

Cuando se trate de una ley ratificada constitucionalmente, el amparo se inter-


pondrá contra el Congreso representado por su Presidente.

CAPITULO IV

Jurisdicción

Art. 6. Corresponde a la Corte Suprema de Justicia conocer del amparo en


los casos de los ordinales 1) y 2) del Art. 1º; a la Sala de lo Criminal de la respectiva
Corte de Apelaciones, en los casos de los ordinales 3) y 5) del mismo artículo; y a
los Jueces de Distrito de lo Criminal, contra los actos de particulares de que habla
el ordinal 4).

340
CAPITULO V

Términos

Art. 7. El amparo se interpondrá dentro del término de treinta días sin que
haya lugar a aumento por razón de la distancia.

Dicho término se contará desde que la ley entre en vigor o desde que se haya
aplicado en caso concreto, desde que se le haya notificado o comunicado al que-
joso la resolución, orden, mandato o acuerdo o desde que el acto haya llegado a su
conocimiento.

En los casos de los ordinales 3), 4) y 5) del Art. 1º, el amparo puede interpo-
nerse en cualquier tiempo, mientras subsiste la privación de la libertad personal o
la amenaza. Todos los días y horas son hábiles para este fin.

TITULO II

CAPITULO I

Amparo propiamente dicho

Art. 8. La acción de amparo en los casos de los ordinales 1) y 2) del Art. 1º, se
formulará por escrito, en papel común, consignándose:

1) El nombre, domicilio y demás calidades del quejoso y los de la persona


que la promueva en su nombre;

2) El nombre del funcionario, autoridad o corporación pública responsable;

3) La ley, decreto, tratado, acuerdo, resolución, orden, mandato o acto contra


los cuales se reclama;

4) Las disposiciones constitucionales o legales que el reclamante estime vio-


ladas.

Con el escrito de amparo se acompañarán copias para las autoridades seña-


ladas como responsables.

El Tribunal concederá al quejoso, un plazo prudencial para que llene las omi-
siones de los requisitos que notare en la demanda. Si el agraviado dejare pasar
este plazo, el amparo se tendrá como no interpuesto.

341
Art. 9. El agraviado podrá constituir por medio de escrito, apoderado para que
lo represente en el amparo, ante el Tribunal respectivo.

El mandatario que tuviese poder general judicial, podrá interponer el amparo


sin necesidad de facultad especial; pero sí necesita facultad especial para desistir
de la acción.

En el caso del ordinal 5) del Art. 1º, el procesado deberá comparecer perso-
nal mente.

Art. 10. El menor que hubiere cumplido quince años, podrá interponer ampa-
ro sin intervención de su legítimo representante, cuando éste se hallare ausente o
impedido. En tal caso el Tribunal, sin perjuicio de dictar las providencias que sean
urgentes, nombrará al menor un guardador especial para que lo represente, pu-
diendo el propio menor hacer por escrito la designación de su representante. Si el
menor no hubiere cumplido quince años de edad, y se hallare ausente o impedido
su legítimo representante, podrá proponer amparo en su nombre el Representante
del Ministerio Público o cualquier otra persona.

Art. 11. Las personas jurídicas sólo podrán interponer amparo por medio de
su legítimo representante.

CAPITULO II

Sustanciación del amparo

Art. 12. Interpuesto el amparo, la Corte Suprema de Justicia pedirá informe a


los señalados como responsables, dirigiéndoles oficio por correo, en pieza certifi-
cada, con aviso de recibo.

El informe deberá rendirse dentro del término de diez días, contados desde la
fecha en que reciban el correspondiente oficio. Con el informe se remitirán, en su
caso, las diligencias que se hubiesen tramitado.

Transcurrido ese término, con el informe o sin él, la Corte Suprema de Justi-
cia dará al amparo el curso que corresponda.

Art. 13. La falta de informe establece la presunción de ser cierto el acto recla-
mado, salvo prueba en contrario; sin embargo, si la violación de las garantías se
refiere a la falsedad de los motivos, datos o pruebas en que se fundó el acto por el
que se pide el amparo, la prueba corresponderá al reclamante.

Art. 14. En lo que no estuviese establecido en esta ley sobre procedimiento,


se seguirán las reglas del Código de Procedimiento Civil, en todo lo que sea aplica-
ble a juicio del Tribunal, dándose intervención en las actuaciones, tanto a la perso-
na que interpone el amparo, como al funcionario o autoridad contra quien se dirija
342
y a los demás a quienes pueda afectar la resolución final y que se hubieren presen-
tado.

Art. 15. Los Poderes del Estado, funcionario o autoridad no pueden ser repre-
sentados en el amparo; pero sí podrán, por medio de simple oficio, acreditar dele-
gados ante el Tribunal para el solo efecto de que rindan pruebas, aleguen y hagan
gestiones en las correspondientes audiencias.

Si el Tribunal Supremo no encontrare datos suficientes para resolver el am-


paro, lo abrirá a prueba por el término de diez días, siendo admisible toda clase de
prueba.

CAPITULO III

Suspensión del acto

Art. 17. La suspensión del acto contra el cual se reclama, podrá decretarse de
oficio, o a solicitud de parte.

Art. 18. Procederá la suspensión de oficio, cuando se trate de algún acto que,
si llegare a consumarse, haría físicamente imposible restituir al quejoso en el goce
del derecho reclamado o cuando sea notoria la falta de jurisdicción o competencia
de la autoridad, funcionario o agente contra quien se interpusiere el recurso, o
cuando el acto sea de aquéllos que ninguna autoridad puede ejecutar legalmente.

La suspensión a que se refiere este artículo, se decretará en el mismo auto


en que se pide el informe, comunicándolo sin tardanza por vía telegráfica si fuere
necesario a la autoridad o funcionario responsable, para su inmediato cumplimiento.

Art. 19. La suspensión a solicitud de parte, será atendida cuando concurran


los siguientes requisitos:

1) Que, con la suspensión, no se siga perjuicio al interés general ni se contra-


vengan disposiciones de orden público;

2) Que, los daños y perjuicios que pudieren causarse al agraviado, con la


ejecución sean de difícil reparación a juicio del Tribunal;

3) Que, el reclamante otorgare garantía suficiente para reparar el daño e


indemnizar los perjuicios que por la suspensión pudieren causarse a terceros, si el
amparo fuere declarado sin lugar.

Art. 20. Al decretarse la suspensión el Tribunal procurará fijar la situación en


que habrán de quedar las cosas y tomará las medidas pertinentes para conservar
la materia u objeto del amparo, hasta la terminación del respectivo procedimiento.

343
Art. 21. La suspensión otorgada conforme el Art. 19, quedará sin efecto si el
otro interesado da, a su vez, caución bastante para restituir las cosas al estado que
tenían antes del acto que motivó el amparo y de pagar los daños y perjuicios que
sobrevengan al quejoso en el caso de que se declare con lugar el amparo.

Art. 22. El Tribunal fijará el monto de la garantía y de la contra - garantía a que


se refieren los artículos anteriores.

CAPITULO IV

Sentencia

Art. 23. Las sentencias que se pronuncien en asuntos de amparo sólo se


referirán a los individuos particulares o a las personas jurídicas, que lo hubiesen
solicitado, limitándose, si procediese, a ampararlos y protegerlas en el caso espe-
cial controvertido; pero cuando el amparo fuese interpuesto contra una ley, decreto
o tratado, la sentencia hará declaración general respecto de la misma.

Art. 24. Las sentencias deberán ser razonadas con fijación clara del acto o
actos reclamados, e indicación de los fundamentos legales en que se apoyan para
declarar la constitucionalidad o inconstitucionalidad del acto reclamado y de los
puntos resolutivos con que deben terminar concretándose en ellos con claridad y
precisión el acto o actos por los que se concede o niega el amparo.

Cuando el amparo se dirija contra una ley, decreto o tratado, rearguyéndolos


de inconstitucionales, la sentencia que acoge el amparo, deberá declarar la
inaplicabilidad de la ley o decreto o la invalidez del tratado.

Art. 25. Cuando el acto reclamado sea de carácter positivo, la sentencia que
concede el amparo tendrá por objeto restituir al agraviado en el pleno goce del
derecho violado, restableciendo las cosas al estado que tenían antes de la viola-
ción. Cuando sea de carácter negativo, el efecto del amparo será obligar a la auto-
ridad o funcionario responsable a que obre en el sentido de respetar la ley o garan-
tía de que se trate y a cumplir por su parte lo que la misma exija.

Art. 26. Las sentencias que declaren la constitucionalidad o inconstitucionalidad


de una ley, decreto o tratado, causarán estado, en cuanto a la validez o inaplicabilidad
de dicha ley, decreto o tratado. Las demás sentencias dictadas en amparo, no
adquieren el carácter de cosa juzgada, pero la repetición de un amparo interpuesto
por la propia persona perdidosa y fundada en los mismos hechos y en las mismas
consideraciones legales de la anterior, será rechazada de plano y se le impondrá
una multa de Cien a Cinco Mil Córdobas.

Art. 27. Dictada la sentencia en materia de amparo, el Tribunal la comunicará


por oficio sin demora a las autoridades o funcionarios responsables para su cum-
plimiento y la hará saber a las demás partes.
344
La sentencia que declare la inconstitucionalidad de una ley, decreto o tratado,
deberá publicarse, además, en “La Gaceta”, Diario Oficial.

Art. 28. Si dentro de las veinticuatro horas siguientes a la notificación, las


autoridades o funcionarios responsables no dieren cumplimiento a la sentencia, en
el caso en que la naturaleza del acto lo permita, la Corte Suprema requerirá al
superior inmediato de la autoridad o funcionario responsable, para que obligue a
éstos a cumplir sin demora la sentencia; y si dicha autoridad o funcionario, no
tuviese superior jerárquico, el requerimiento se hará directamente a ellos. Cuando
la sentencia no se obedeciese a pesar de los requerimientos, la Corte Suprema de
Justicia pondrá al remiso a la orden de la autoridad competente para que deduzca
las responsabilidades criminales del caso.

Art. 29. Si la autoridad responsable que se negase a cumplir la sentencia


gozare de inmunidad, la Corte Suprema de Justicia lo comunicará a la Cámara de
Diputados para los efectos del Arto. 153 Cn.

Art. 30. Si después de concedido el amparo, el funcionario o autoridad res-


ponsable insistiese en la repetición del acto reclamado o tratase de eludir la sen-
tencia, será separado de su cargo y sometido a los jueces para que lo juzguen por
el delito cometido.

TITULO III

CAPITULO UNICO

Improcedencia del amparo

Art. 31. No procede el amparo:

1)Contra las resoluciones de los funcionarios judiciales en negocios de su


competencia;

2) Contra las resoluciones de los otros funcionarios públicos, siempre que no


se hubiesen agotado los recursos ordinarios que la ley establece;

3) Cuando hayan cesado los efectos del acto reclamado, o éste se haya
consumado de modo irreparable;

4) Contra los actos que hubiesen sido consentidos por el agraviado de modo
expreso o tácito. Se presume consentidos aquellos actos por los cuales no se
hubiese recurrido de amparo dentro del término legal;

5) Contra las resoluciones dictadas en materia electoral;

345
6) Contra leyes, cuya constitucionalidad, haya sido declarada en otro amparo;

7) Contra los actos relativos a la organización de los Poderes del Estado y e!


nombramiento y remoción de los funcionarios que gozan de inmunidad;

8) Contra las resoluciones que admiten recurso para ante el Tribunal de lo


Contencioso Administrativo y las que dicte este mismo Tribunal.

TITULO IV

CAPITULO I

Habeas Corpus

Art. 32. El peticionario, al solicitar el amparo, deberá expresar los hechos que
lo motivan, el lugar en que se hallase el detenido o amenazado de serlo, si se
supiere, y el nombre o el cargo del que ejerce la autoridad o del funcionario que
ordenó la detención. La petición podrá hacerse en papel común, por telegrama o
carta y aun verbalmente, levantándose en este último caso el acta correspondiente.

Art. 33. Introducida en regla la petición, la Sala de lo Criminal de la respectiva


Corte de Apelaciones que será la de la jurisdicción donde se encuentra el detenido
o amenazado de serlo, dictará el decreto de exhibición y nombrará un Juez Ejecu-
tor, que podrá ser cualquier autoridad o empleado del orden civil o un ciudadano,
de preferencia abogado, de notoria honradez e instrucción, mayor de edad y resi-
dente en el lugar en donde se encuentre la autoridad que ordenó la detención u
otro inmediato.

El cargo de Ejecutor será gratuito y obligatorio, y sólo por imposibilidad física


o implicancia comprobadas, podrá negarse a desempeñarlo bajo pena de Quinien-
tos a Un Mil Córdobas de multa, sin perjuicio de ser juzgado, por desobediencia.

Art. 34. El Ejecutor procederá inmediatamente a cumplir su cargo. Al efecto


se dirigirá a la autoridad o persona contra quien se hubiese expedido el auto de
exhibición, intimándole que exhiba en el acto a la persona agraviada, muestre el
proceso, si lo hubiere, o explique, en caso contrario, los motivos de la detención,
indicando la fecha de ella.

Art. 35. La persona o autoridad requerida cumplirá lo mandado por el Ejecutor


en el acto mismo de la notificación. Si se negare, el Ejecutor dará cuenta al Tribu-
nal para que dicte las medidas tendientes al cumplimiento del mandato. Si expusiere
no estar a su orden el detenido, deberá indicar la autoridad o funcionario que orde-
nó la detención; y en ese caso el Ejecutor procederá contra la autoridad indicada,
siempre que ésta se hallase en la misma población.

346
En otro caso, devolverá las diligencias a la Sala, quien designará un nuevo
Ejecutor y si el ofendido no se encuentra en la jurisdicción del Tribunal, éste pasará
las diligencias a la Sala que sea competente por razón del lugar.

Art. 36. Desde la notificación e intimación del Ejecutor todo procedimiento de


la autoridad requerida será nulo y delictuoso.

Art. 37. El Ejecutor, en presencia del proceso, de las explicaciones del intima-
do y de las disposiciones legales, procederá según las reglas siguientes:

1) Si el que tiene bajo su custodia a alguno fuese autoridad que no sea la


competente para conocer del caso, el Ejecutor dictará auto mandando que el dete-
nido o preso sea entregado a la autoridad competente;

2) Si el que tiene bajo su custodia a otro fuese la autoridad competente, pero


no hubiere iniciado el proceso o no hubiere proveído auto de prisión en el término
legal, el Ejecutor mandará por auto ponerlo en libertad bajo fianza de la haz otorga-
da Apud acta ante el mismo Ejecutor. Fuera de estos tres casos, el Ejecutor dis-
pondrá por auto, que el proceso siga su curso;

3) Si el que se hallare bajo custodia lo estuviese por sentencia condenatoria


firme, el Ejecutor decretará por auto que el detenido continúe en tal condición por el
término legal; pero si ya hubiese cumplido la condena, el Ejecutor mandará por
auto, ponerlo inmediatamente en libertad. Si se tratare de una sentencia judicial
que el reo afirme ya está cumplida por compensaciones legales, es necesario que
esté liquidada la pena para que pueda ordenar su libertad. El Juez Ejecutor orde-
nará tal liquidación;

4) Si el que se hallare bajo la custodia de otro sufre diferente pena o más


prisiones de las contempladas por la ley o sentencia según el caso, o estuviese
incomunicado, contra lo que ellas previenen, el Ejecutor dispondrá por auto que
cumpla la pena señalada en la sentencia, que no sea molestado con esas prisio-
nes o que cese la incomunicación;

5) Si el que se hallare reclutado o dado de alta, lo está contra la ley, el Ejecu-


tor, por auto, mandará ponerlo inmediatamente en libertad.

El Juez Ejecutor está en la obligación de dictar, dentro de la ley, todas las


medidas de seguridad que sean indispensables en favor del detenido, o del que
estuviese amenazado de serlo ilegalmente.

Art. 38. La autoridad, funcionario o empleado público, contra quien se pidiese


la exhibición, obedecerá inmediatamente la intimación y lo resuelto por el Juez
Ejecutor, bajo pena de una multa de Quinientos a Dos Mil Córdobas, sin perjuicio
de ser juzgado por el delito que corresponda.

347
El Tribunal que conoce del recurso impondrá la multa y ordenará el juzgamiento
del culpable.

Si la desobediencia es contra resoluciones del Tribunal, tendrá las mismas


sanciones y además, la separación del cargo.

Art. 39. Cuando el funcionario que desobedezca el auto de exhibición fuese


empleado o agente del Poder Ejecutivo, el Tribunal que conoce del recurso, lo
pondrá inmediatamente en conocimiento de aquél por medio de la Corte Suprema
de Justicia, para que en el término de veinticuatro horas haga ejecutar lo mandado.

Si el Poder Ejecutivo se negare o dejare transcurrir el término sin llevar a


efecto el auto, la Corte Suprema de Justicia hará constar el hecho y dará cuenta a
la Cámara de Diputados, para los efectos de los Artos. 153 y 156 Cn., sin perjuicio
de disponer el enjuiciamiento del empleado desobediente y de los derechos que
correspondan al interesado o interesados.

En el caso de que la Corte Suprema de Justicia no ponga en conocimiento


del Poder Ejecutivo, la desobediencia del empleado o agente aludido o deje de
hacer constar en las diligencias ese hecho, y omita dar cuenta de ello a la Cámara
de Diputados, el interesado o interesados tienen derecho de presentarse directa-
mente ante la Cámara para los efectos de los artículos 153 y 156 Cn.

Art. 40. La Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones correspondiente, a


solicitud de parte, dictará orden para que el Ejecutor se apodere del favorecido y lo
presente ante el mismo Tribunal, cuando se esté en alguno de los casos siguientes:

1) Cuando por declaración dada bajo promesa de ley de un testigo fidedigno


o por indicio grave, aparece que alguno se hallare en prisión o custodia ilegales, y
hay motivos fundados para creer que será extrañado del territorio de la República;

2) Cuando hubiese motivo suficiente para creer que el detenido sufrirá un


daño irreparable antes de que pueda ser socorrido en el curso ordinario del proce-
dimiento;

3) Cuando el auto de exhibición ha sido desobedecido.

Art. 41. Presentada la persona que se hallaba en prisión o restricción, acorda-


rá el Tribunal lo que corresponda, para protegerla con arreglo a la ley, pudiendo en
tales circunstancias, pedir auxilio de la fuerza pública para el cumplimiento de sus
providencias.

Dentro de los tres días siguientes a más tardar, y a la sola vista de los autos,
el Tribunal resolverá lo que sea de justicia.

348
Art. 42. Siempre que la Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones respec-
tiva, declare que no ha lugar a la solicitud de exhibición personal o desoiga la
petición, sin apoyarse en ley expresa, podrá el solicitante recurrir de queja ante la
Corte Suprema de Justicia y ésta, resolverá dentro de veinticuatro horas lo que sea
de justicia, con vista de las razones expuestas por el interesado.

Art. 43. El recurso de queja deberá interponerse dentro de los veinte días
después de la negativa; y cuando por motivos de impedimento, no pudiere inter-
narse, el plazo empezará a contarse desde que cesó el impedimento.

Art. 44. Si los Magistrados que han negado la solicitud de exhibición, fuesen
declarados, por ello, responsables, sufrirán, además de las penas establecidas en
el Código Penal, una multa de Quinientos a Un Mil Córdobas cada uno de ellos.

Art. 45. Si la restricción de la libertad personal de que trata esta ley, procedie-
ra de una autoridad o funcionario que obra fuera de su órbita legal, el autor, cómpli-
ce o encubridor sin perjuicio de las otras penas, incurrirá en una multa de Quinien-
tos a Un Mil Córdobas.

CAPITULO II

Amparo por actos de particulares restrictivos de la libertad personal

Art. 46. Presentada en forma verbal o escrita, la solicitud de amparo contra el


particular que restrinja la libertad personal de cualquier habitante de la República,
el Juez dictará providencia ordenando la exhibición de la persona, a él mismo o a
su delegado.

Art. 47. El delegado puede ser una autoridad que le esté subordinada o cual-
quier funcionario o agente de policía.

Art. 48. El Juez o su delegado, en presencia de los motivos expuestos por el


particular, procederá en la forma siguiente:

1) Si el detenido lo fuere por haber sido sorprendido en flagrante delito, el


Ejecutor lo pondrá a la orden de la autoridad competente;

2) Si el que tiene bajo su custodia a otro fuere el padre o la madre, el guarda-


dor u otra persona a quien corresponda el derecho de corrección doméstica y se
hubiese excedido, dispondrá por auto la libertad del castigado;

3) Si la restricción fuese cometida fuera de los casos de los incisos anteriores,


pondrá inmediatamente en libertad al detenido, sin necesidad de providencia; e
iniciará instructiva contra el aprehensor o informará del hecho al Juez delegante,
en su caso.

349
Art. 49. El particular contra quien se reclama obedecerá inmediatamente el
mandato del Juez o delegado, a quienes podrán pedir el auxilio de la fuerza públi-
ca, sin perjuicio de las responsabilidades penales que correspondan por causa de
su renuncia.

CAPITULO III

Amparo contra el auto de Prisión

Art. 50. Cuando un procesado, sabiendo que se le ha proveído auto de pri-


sión, quiera librarse de éste, no estando capturado, podrá presentarse personal-
mente ante la Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones respectiva, en forma
verbal o por escrito en papel común, exponiendo el hecho y pidiendo se le ampare
contra la providencia del Juez inferior.

Art. 51. La Sala, en vista de la petición, dispondrá asegurar inmediatamente


al reo en el lugar que juzgue conveniente, según las circunstancias, y pedirá los
autos, previniendo al Juez su remisión inmediata. Recibida por el Juez la orden de
remisión, quedará en suspenso, por el mismo hecho su jurisdicción.

Art. 52. La Sala dentro de seis días de recibida la causa, con presencia de las
pruebas que ella arroje y sin otro trámite, dictará sentencia confirmatoria, reformatoria
o revocatoria del auto de prisión devolviendo los autos al Juzgado de su origen,
con certificación de lo resuelto.

De la resolución del Tribunal no habrá recurso alguno ordinario ni extraordi-


nario.

Si en ella se confirmare o reformare el auto de prisión, pondrá al procesado a


disposición del Juez de la causa; si la revocare, ordenará su libertad inmediata.

CAPITULO IV

Disposiciones Generales

Art. 53. Los términos que establece esta ley son improrrogables.

Art. 54. Excepto el caso del ordinal 2) del artículo primero, cabe el ejercicio de
este derecho, aunque la violación que lo motiva no se haya manifestado por he-
chos, siempre que sea inminente la consumación de los mismos.

Art. 55. El cumplimiento de la sentencia que se pronuncia en las cuestiones


de amparo, no obsta para que se proceda contra el responsable o responsables
por los delitos o faltas que hubieran cometido ni para los reclamos de daños y
perjuicios a que hubiere lugar.

350
Art. 56. No podrá aplicarse en ningún caso ni forma una ley, tratado, decreto
- ley, decreto, reglamento, orden, disposición o medida que haya sido declarado
inconstitucional, bajo pena para el responsable de inhabilitación para el desempe-
ño del cargo por el tiempo que indique la ley.

Art. 57. Fuera de las cuestiones de amparo por inconstitucionalidad de una


ley, decreto o tratado, la sentencia se limitará a proteger o amparar a las personas
en los casos sobre que verse el amparo, sin hacer declaración respecto al acto que
lo ha motivado.

Art. 58. Siempre que al declararse con lugar el amparo, apareciese que la
violación cometida constituye delito, se dará parte a quien corresponda deducir la
responsabilidad por la infracción penal cometida.

Art. 59. Las multas que se apliquen en virtud de esta ley, se harán efectivas
por el Tribunal que conozca del amparo aun mediando apremio corporal, si fuere
necesario. Estas multas se impondrán a favor del damnificado o sus herederos, y
prescribirán conforme el derecho común. Las multas a que se refieren los Arts. 27
y 60 serán a favor del Fisco.

Art. 60. Los alcaides, guardas o encargados de la custodia de detenidos o


presos, darán copia firmada de la orden de detención o prisión a las personas que
custodian, o al que la solicite en su nombre.

Si la copia fuere denegada, o se retardare su entrega por más de veinticuatro


horas, la persona a quien se le hubiese pedido, incurrirá en una multa de cien a
quinientos córdobas, la cual se impondrá, en virtud de denuncia, por el Juez de
Distrito o Local del lugar, sin perjuicio de la obligación de extender la copia, y de la
responsabilidad a que hubiese lugar.

Art. 61. La autoridad responsable que no obedezca un auto de suspensión,


debidamente notificado, será castigada de conformidad con el Código Penal.

Art. 62. Mientras no se apruebe la Ley Orgánica del Tribunal de lo Contencio-


so Administrativo a que se refiere el Art. 303 Cn., la Corte Suprema de Justicia
sustanciará los asuntos de lo Contencioso Administrativo que dieren lugar al re-
curso de amparo conforme esta ley.

Art. 63. Queda derogada la Ley de Amparo emitida por la Asamblea Nacional
Constituyente el día seis de Noviembre de mil novecientos cincuenta. Los ampa-
ros pendientes al entrar en vigor esta ley, se continuarán tramitando de confor-
midad con ella.

Art. 64. La presente ley empezará a regir desde la fecha de su publicación en


“La Gaceta”, Diario Oficial.

351
Dada en el Salón de Sesiones de la Asamblea Nacional Constituyente.

Managua, Distrito Nacional, dieciocho de Octubre de mil novecientos setenta


y cuatro.

Cornelio H. Hüeck, Presidente - Luis Pallais Debayle, Secretario - Carlos José


Solórzano Rivas, Secretario.

Por Tanto: Publíquese.

Casa Presidencial.

Managua, D. N., veinticinco de Octubre de mil novecientos setenta y cuatro.

JUNTA NACIONAL DE GOBIERNO.

(f) R. MARTINEZ L.(f) EDM. PAGUAGA I.(f) A. LOVO CORDERO.

Leandro Marín Abaunza, Ministro de la Gobernación.

(Publicada en “La Gaceta” No. 257 del Lunes 11 de Noviembre de 1974).

352
LEY DE AMPARO DE 1980

LEY DE AMPARO PARA LA LIBERTAD


Y SEGURIDAD SOCIAL

Decreto No. 232

LA JUNTA DE GOBIERNO
DE RECONSTRUCCION NACIONAL
DE LA REPUBLICA DE NICARAGUA

en uso de sus facultades,

Decreta: La siguiente:

LEY DE AMPARO PARA LA LIBERTAD


Y SEGURIDAD PERSONAL

CAPÍTULO I

Disposiciones Generales

Art. 1°.- La presente ley establece los medios legales de ejercer el derecho
de amparo, relativo a la libertad y seguridad de las personas a fin de mantener la
vigencia y efectividad del Estatuto Fundamental del país, dictado por la Junta de
Gobierno el día 20 de julio de 1979 y el Estatuto de Derechos y Garantías de los
Nicaragüenses, dictado el 21 de agosto de 1979. Conforme a ella se resolverá
toda cuestión que se suscite:

1) Por detención o amenaza de ella en virtud de orden de cualquier funciona-


rio, autoridad, entidad o Institución Estatal, Autónoma o no.

2) Por actos restrictivos de la libertad personal de cualquier habitante de la


República realizados por particulares.

3) Por auto de prisión dictado contra quien no estando detenido materialmen-


te pretenda librarse de sus efectos.

Art. 2°.- Este amparo podrá interponerse en favor del agraviado por cualquier
habitante de la República, en forma verbal, por escrito o por telégrafo, salvo el caso
del ordinal 3 del artículo anterior en que se observará lo dispuesto en el Art. 24°. de
esta misma Ley.

353
Art. 3°.- El amparo tendrá cabida contra funcionario o autoridad responsa-
ble, representante o funcionario de la entidad o institución que ordene la violación
o la cometa, contra el agente ejecutor, o contra todos; y contra el particular que
restrinja la libertad personal.

Art. 4°.- Este amparo en los casos de los Ordinales 1) y 3) del Art. 1° se
interpondrá ante la Sala de lo Criminal de la respectiva Corte de Apelaciones y
ante los Jueces de Distrito de lo Criminal contra los actos de particulares de que
habla el Ordinal 2) del Art. 1°.

Puede interponerse en cualquier tiempo, mientras subsista la privación de


la libertad personal o la amenaza. Todo los días y horas son hábiles para este fin.

CAPÍTULO II

Habeas Corpus

Art. 5°.- El peticionario, al solicitar el amparo, deberá expresar los hechos


que lo motivan, el lugar en que se hallase el detenido amenazado de serlo, si se
supiere, y el nombre o el cargo del que ejerce la autoridad o del funcionario, repre-
sentante o responsable de la entidad o institución que ordenó la detención. La
petición podrá hacerse en papel común, por telegrama o carta y aun verbalmente,
levantándose en este último caso el acta correspondiente.

Art. 6°.- Introducida en regla la petición ante la Sala de lo Criminal de la


Corte de Apelaciones de la jurisdicción donde se encuentra el favorecido por el
recurso, dicha Sala dictará el decreto de exhibición y nombrará un Juez Ejecutor,
que podrá ser cualquier autoridad o empleado del orden civil o un ciudadano de
preferencia abogado, mayor de edad, de notoria honradez e instrucción, procuran-
do que el nombramiento no recaiga en funcionarios propietarios del Poder Judicial.

El cargo de Ejecutor será gratuito y obligatorio, y sólo por imposibilidad


física o implicancia comprobadas, podrá negarse desempañarlo bajo pena de
Quinientos a Un Mil Córdobas de multa, sin perjuicio de ser juzgado por desobe-
diencia.

Art. 7°.- El Ejecutor procederá inmediatamente a cumplir su cargo. Al efecto


se dirigirá a la autoridad o persona contra quien se hubiese expedido el auto de
exhibición, quien recibirá al Ejecutor en forma inmediata sin hacerlo guardar ante-
sala. Procederá a intimarlo que exhiba en el acto a la persona agraviada, para
entrevistarse con ella misma; que muestre el proceso si lo hubiere, o explique en
caso contrario, los motivos de la detención indicando la fecha de ella; todo lo cual
hará constar en el acta respectiva.

El Ejecutor podrá exigir la exhibición de la persona detenida a la autoridad


o funcionario que lo tenga directamente bajo su custodia, aunque estuviere a la
354
orden de otro funcionario o autoridad, sin perjucio de continuar con los otros trámi-
tes del recurso.

Art. 8°.- La persona o autoridad requerida cumplirá lo mandado por el Eje-


cutor en el acto mismo de la notificación. Si se negare, el Ejecutor dará cuenta al
Tribunal para que dicte las medidas tendientes al cumplimiento del mandato.

Si expusiere no estar a su orden el detenido deberá indicar la autoridad,


funcionario o Institución que ordenó la detención, contra la cual deberá dirigirse el
Ejecutor. En caso de que la autoridad últimamente indicada correspondiera a la
comprensión territorial de otro Tribunal de Apelación, el Ejecutor estará obligado a
informarlo telegráficamente de inmediato a dicho Tribunal para que proceda a nom-
brar nuevo Juez Ejecutor que cumpla el recurso.

Art. 9°.- Cuando una persona se presuma detenida y se ignorase el lugar


en que se encuentra y además no se tuviere conocimiento de quién ordenó su
detención, el solicitante se dirigirá a la Sala respectiva para que ésta gire orden a la
Procuraduría General de Justicia a fin de que de inmediato averigüe el lugar de su
detención y quién es el responsable de la misma, procediendo en seguida la
Procuraduría con las facultades que determina esta Ley para el Juez Ejecutor.

Arto. 10°.- Desde la notificación e intimación del Ejecutor, todo procedi-


miento de la autoridad requerida será nulo y delictuoso.

Arto. 11°.- El Ejecutor, en presencia del proceso, de las explicaciones del


intimado y de las disposiciones legales, procederá según las reglas siguientes:

1) Si el que tiene bajo su custodia a alguno fuese autoridad que no sea la


competente para conocer del caso, el Ejecutor dictará auto-mandando que el dete-
nido o preso sea entregado a la autoridad competente.

2) Si el que tiene bajo su custodia a otro fuese la autoridad competente, pero


no hubiere iniciado el proceso o no hubiere proveído el auto de detención dentro de
las veinticuatro horas de puesto a su orden o no hubiere dictado el auto de prisión
en el término legal, el Ejecutor mandará por auto ponerlo en libertad bajo fianza de
la HAZ otorgada apud acta ante el mismo Ejecutor. Fuera de estos tres casos, el
Ejecutor dispondrá por auto, que el proceso siga su curso.

3) Si el que se hallare bajo custodia lo estuviese por sentencia condenatoria


firme, el Ejecutor decretará por auto que el detenido continúe en tal condición por el
término legal; pero si ya hubiere cumplido la condena, el Ejecutor mandará por
auto ponerlo inmediatamente en libertad.

Si se tratara de una sentencia judicial que el reo afirme ya está cumplida por
compensaciones legales, es necesario que esté liquidada la pena para que pueda
ordenar su libertad. El Juez Ejecutor ordenará tal liquidación.

355
4) Si el que se hallare bajo la custodia de otro, sufre diferente pena o más
prisiones de las contempladas por la Ley o sentencia según el caso, o estuviese
incomunicado, contra lo que ellas previenen, el Ejecutor dispondrá por auto que
cumpla la pena señalada en la sentencia, que no sea molestada con esas prisio-
nes o que cese la incomunicación.

El Juez Ejecutor está en la obligación de dictar, dentro de la Ley, todas las


medidas de seguridad que sean indispensables en favor del detenido, o del que
estuviese amenazado de serlo ilegalmente.

Art. 12°.- La autoridad, funcionario o empleado público, contra quien se dirigiere


la exhibición, obedecerá inmediatamente la intimación y lo resuelto por el Juez
Ejecutor, bajo pena de una multa de quinientos a dos mil córdobas, sin perjuicio de
ser juzgado por el delito que corresponda.

El Tribunal que conoce el recurso impondrá la multa y ordenará el juzgamiento


del culpable.

Si la desobediencia es contra resoluciones del Tribunal, tendrá las mismas


sanciones y además, la separación del cargo.

Art. 13°.- Cuando el funcionario que desobedezca el auto de exhibición fuere


empleado o agente del Poder Ejecutivo, el Tribunal que conoce el recurso lo pon-
drá inmediatamente en conocimiento de aquel por medio de la Corte Suprema de
Justicia, para que en el término de veinticuatro horas haga ejecutar lo mandado.

Si el Poder Ejecutivo se negare o dejare transcurrir el término sin llevar a


efecto el auto, la Corte Suprema de Justicia hará constar el hecho públicamente,
sin perjuicio de disponer el enjuiciamiento del funcionario o empleado desobedien-
te o de los derechos que correspondan al interesado o interesados.

La Corte Suprema de Justicia podrá requerir al Procurador General de Justi-


cia que presente la acusación correspondiente contra el funcionario, empleado,
agente o responsable sin perjuicio que haga uso de la fuerza pública para que le de
cumplimiento al auto de exhibición. Esta solicitud la podrá hacer también el intere-
sado a dicho Procurador.

Art. 14°.- La Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones correspondiente,


a solicitud de parte, dictará orden para que el Ejecutor se apodere del favorecido y
lo presente ante el mismo Tribunal, cuando se esté en alguno de los casos siguien-
tes:

1) Cuando por declaración dada bajo promesa de Ley de un testigo fidedigno


o por indicio grave, aparece que alguno se hallare en prisión o custodia ilegales, y
hay motivos fundados para creer que será extrañado del territorio de la República.

356
2) Cuando hubiese motivo suficiente para creer que el detenido sufrirá un
daño irreparable antes de que pueda ser socorrido en el curso ordinario del proce-
dimiento.

3) Cuando el auto de exhibición ha sido desobedecido.

Art. 15°.- Presentada la persona que se hallaba en prisión o restricción, acor-


dará el Tribunal lo que corresponda, para protegerla con arreglo a la Ley, pudiendo
en tales circunstancias pedir el auxilio de la fuerza pública para cumplimiento de
sus providencias.

Dentro de los tres días siguientes a más tardar, y a la sola vista de los autos,
el Tribunal resolverá lo que sea de justicia.

Art. 16°.- Siempre que la Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones


respectiva declare que no ha lugar a la solicitud de exhibición personal o desoiga la
petición, sin fundamento legal, podrá el solicitante recurrir de queja ante la Corte
Suprema de Justicia y ésta resolverá dentro de las veinticuatro horas lo que sea de
justicia, con vista de las razones expuestas por el interesado.

Art. 17°.- El recurso de queja deberá interponerse dentro de los veinte días
después de la negativa; y cuando por motivos de inpedimento, no pudiere interpo-
nerse, el plazo empezará a contarse desde que cesó el impedimento.

Art. 18°.- Si los Magistrados que han negado la solicitud de exhibición fuesen
declarados por ello responsables, sufrirán además de las penas establecidas en el
Código Penal, una multa de quinientos a un mil córdobas cada uno de ellos.

Art. 19°.- Si la restricción de la libertad personal de que trata esta Ley, proce-
diera de una autoridad o funcionario que obra fuera de su órbita legal, el autor,
cómplice o encubridor sin perjucio de las otras penas, incurrirá en una multa de
quinientos a un mil córdobas.

CAPÍTULO III

Amparo por actos de particulares restrictivos


de la libertad personal

Art. 20°.- Presentada en forma verbal o escrita la solicitud de amparo contra


el particular que restrinja la libertad personal de cualquier habitante de la Repúbli-
ca, el Juez dictará providencia ordenando la exhibición de la persona, a él mismo o
a su delegado.

Art. 21°.- El delegado puede ser una autoridad que le está subordinada o
cualquier funcionario o agente de policía.

357
Art. 22°.- El Juez o su delegado, en presencia de los motivos expuestos por el
particular, procederá en la forma siguiente:

1) Si el detenido lo fuere por haber sido sorprendido en flagrante delito, el


Ejecutor lo pondrá a la orden de la autoridad competente;

2) Si el que tiene bajo su custodia a otro fuere el padre o la madre, el guarda-


dor u otra persona a quien corresponda el derecho de corrección doméstica y se
hubiese excedido, dispondrá por auto la libertad del castigado;

3) Si la restricción fuese cometida fuera de los casos de los incisos anteriores,


pondrá inmediatamente en libertad al detenido, sin necesidad de providencia; e
iniciará instructiva contra el aprehensor o informará del hecho al Juez delegante,
en su caso.

Art. 23°.- El particular contra quien se reclama, obedecerá inmediatamente el


mandato del Juez o delegado, quienes podrán pedir el auxilio de la fuerza pública,
sin perjuicio de las responsabilidades penales que correspondan por causa de su
renuencia.

CAPÍTULO IV

Amparo contra el Auto de Prisión

Art. 24°.- Cuando un procesado, sabiendo que se le ha proveído auto de


prisión, quiera librarse de éste, no estando capturado, podrá presentarse personal-
mente ante la Sala de lo Criminal de la Corte de Apelaciones respectiva, en forma
verbal o por escrito en papel común, exponiendo el hecho y pidiendo se le ampare
contra la providencia del Juez inferior.

Art. 25°.- La Sala, en vista de la petición, dispondrá asegurar inmediatamente


al reo en los lugares que se destinen especialmente al efecto, y pedirá los autos
previniendo al Juez su remisión inmediata. Recibida por el Juez la orden de remi-
sión, quedará en suspenso, por el mismo hecho, su jurisdicción. Los lugares espe-
ciales a que se refiere este artículo, prestarán seguridad, comodidad y relativa
libertad al procesado, dentro del recinto, y entre tanto estos lugares no hayan sido
determinados, la Sala deberá nombrar un fiador propuesto por el recurrente que
responda por la presentación del mismo, al Juez o Tribunal competente, bajo aper-
cibimiento de apremio corporal hasta por un mes mientras no cumpla.

Si no se propusiere fiador en su caso, el reo será mantenido dentro de los


lugares de detención o prisión, sin ubicarlo en celda.

Art. 26°.- La Sala dentro de seis días de recibida la causa, con presencia de
las pruebas que ella arroje y sin otro trámite, dictará sentencia confirmatoria,

358
reformatoria o revocatoria del auto de prisión devolviendo los autos al Juzgado de
su origen, con certificación de lo resuelto.

En ningún caso el Tribunal podrá dictar sobreseimiento de ninguna clase.

De la resolución del Tribunal no habrá recurso alguno ordinario ni extraordinario.

Si en ella se confirmare o reformare el auto de prisión, pondrá al procesado a


disposición del Juez de la causa; si la revocare, ordenará su libertad inmediata.

CAPÍTULO V

Disposiciones Finales

Art. 27°.- Los términos que establece esta Ley son improrrogables.

Art. 28°.- El ejercicio de este derecho, cabe aunque la violación que lo motiva
no se haya manifestado, por hechos, siempre que sea inminente la consumación
de los mismos.

Art. 29°.- Siempre que al declararse con lugar el amparo, apareciese que la
violación cometida constituye delito, se dará parte a quien corresponda deducir la
responsabilidad por la infracción penal cometida.

Art. 30°.- Las multas que se apliquen en virtud de esta Ley, se harán efectivas
por el Tribunal que conozca del amparo, aun mediando apremio corporal, si fuere
necesario. Estas multas se impondrán a favor del damnificado o sus herederos,
salvo la multa establecida en el Art. 31°, que será a favor del Fisco, y todas prescri-
birán conforme el derecho común.

Art. 31°.- Los alcaides, guardas o encargados de la custodia de detenidos o


presos, darán copia firmada de la orden de detención o prisión a las personas que
custodian, o al que la solicite en su nombre.

Si la copia fuere denegada, o se retardare su entrega por más de veinticuatro


horas, la persona a quien se le hubiese pedido, incurrirá en una multa de cien a
quinientos córdobas, la cual se impondrá en virtud de denuncia por el Juez para lo
Criminal de Distrito o Local del lugar, sin perjuicio de la obligación de extender la
copia, y de la responsabilidad a que hubiese lugar.

359
CAPÍTULO VI

Disposición Transitoria

Art. 32°.- Una vez finalizada la suspensión de derechos consignada en el Art.


51 del Estatuto de Derechos y Garantías, el amparo tendrá cabida a favor de las
personas sujetas a juzgamiento de acuerdo con la Ley Creadora de los Tribunales
Especiales y en este caso el Ejecutor deberá ocuparse de que se cumpla con las
normas y los términos del procedimiento señalados en dicha Ley.

Art.33°.- La presente Ley entrará en vigencia desde su publicación en «La


Gaceta», Diario Oficial.

Dado en la ciudad de Managua, a los cuatro días del mes de enero de mil
novecientos ochenta. «Año de la Alfabetización».

Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional. Sergio Ramírez M. - Alfonso


Robelo C. - Moisés Hassan M.- Daniel Ortega S. - Violeta B. de Chamorro.

360
LEY DE AMPARO DE 1980

Decreto No. 417

La Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional


de la República de Nicaragua

en uso de sus facultades y con fundamento


del Art. 23 del Decreto No. 388 del 2 de mayo
de 1980, hace saber al pueblo nicaragüense:

UNICO: Que aprueba las reformas hechas por el Consejo de Estado en


sesión ordinaria número cuatro del día veintiuno del mes de mayo de mil
novecientos ochenta, a la «Ley de Amparo», la que ya reformada íntegra y
literalmente se leerá así:

TÍTULO I

CAPÍTULO I

Objeto de la Ley

Art. 1°.- La presente Ley establece los medios legales de ejercer el derecho
de amparo, a fin de mantener la vigencia y efectividad del Estatuto Fundamental de
la República, dictado por la Junta de Gobierno el día 19 de julio de 1979 y el
Estatuto de Derechos y Garantías de los Nicaragüenses, dictado el 21 de agosto
de 1979. En consecuencia, se dará este recurso contra toda disposición, acto o
resolución, y, en general contra toda acción u omisión de cualquier funcionario,
autoridad o agente de los mismos que haya violado o viole o amenace violar esos
derechos.

CAPÍTULO II

Personas que pueden interponer el amparo

Art. 2°.- El amparo sólo puede proponerse por parte agraviada. Se entiende
por tal, toda persona natural o jurídica a quien perjudique o esté en inminente
peligro de ser perjudicado por acuerdo, resolución, orden, mandato o acto de cual-
quier funcionario, autoridad o agente de los mismos.

Las personas jurídicas, solamente pueden proponer el amparo cuando resul-


ten afectados en sus intereses patrimoniales.

361
CAPÍTULO III

Contra quien podrá interponerse el amparo

Art. 3°.- El amparo tendrá cabida contra el funcionario o autoridad que orde-
ne la violación, contra el agente ejecutor, o contra ambos.

CAPÍTULO IV

Competencia

Art. 4°.- El amparo se interpondrá ante la Sala de lo Civil de la Corte de


Apelaciones respectiva conociendo de todas las actuaciones que esta Ley señala
hasta la suspensión del acto inclusive y a la Corte Suprema de Justicia le corres-
ponderá conocer para su ulterior trámite y resolución definitiva.

Si la Corte de Apelaciones se negare a tramitar el recurso, podrá el perjudica-


do recurrir de amparo por la vía de hecho ante la Corte Suprema de Justicia.

CAPÍTULO V

Términos

Art. 5°.- El amparo se interpondrá dentro del término de treinta días sin que
haya lugar de aumento por razón de la distancia.

Dicho término se contará desde que se le haya notificado o comunicado al


quejoso la resolución, orden, mandato o acuerdo o desde que el acto haya llegado
a su conocimiento.

T Í T U LO II

CAPÍTULO I

Amparo Propiamente dicho

Art. 6°.- La acción de amparo se formulará por escrito, en papel común y


consignándose:

1.EL nombre, domicilio y demás calidades del quejoso y los de la persona


que la promueva en su nombre.

2. El nombre y cargo del funcionario, autoridad o agente de los mismos res-


ponsables.

362
3. El acuerdo, resolución, orden, mandato o acto contra los cuales se reclama.

4. Las disposiciones estatutarias que el reclamante estime violadas.

5. Prueba de que el recurrente se encuentra físicamente en el país. En el


caso de personas jurídicas, deberá presentar de que el Representante Legal de la
misma se encuentra físicamente en el país.

6. El haber agotado los recursos ordinarios establecidos por la Ley.

Con el escrito de amparo se acompañarán copias para las autoridades seña-


ladas como responsables y para el Procurador de Justicia.

El Tribunal concederá al quejoso, un plazo prudencial para que llene las omi-
siones de los requisitos que notare en la demanda. Si el agraviado dejare pasar
este plazo, el amparo se tendrá como no interpuesto.

Art. 7°. El agraviado siempre que se encuentre en el país al interponer el


amparo podrá constituir por medio de escrito, apoderado para que lo represente en
el amparo, ante el Tribunal respectivo.

El mandatario que tuviese poder general judicial podrá interponer el amparo


sin necesidad de facultad especial; pero sí necesita facultad especial para desistir
de la acción.

Art. 8°.- EL menor que hubiere cumplido quince años, podrá interponer am-
paro sin intervención de su legítimo representante, cuando éste se hallare ausente
o impedido. En tal caso el Tribunal, sin perjuicio de dictar las providencias que
sean urgentes, nombrará al menor un guardador especial para que lo represente,
pudiendo el propio menor hacer por escrito la designación de su representante. Si
el menor no hubiere cumplido quince años de edad, y se hallare ausente o impedi-
do su legítimo representante, podrá proponer amparo en su nombre el Procurador
de Justicia o cualquier otra persona.

CAPÍTULO II

Suspensión del acto

Art. 9°.- Interpuesto en forma el recurso de amparo ante la Sala Civil de la


Corte de Apelaciones respectiva, se pondrá en conocimiento del Procurador de
Justicia con copia del recurso y deberá decretar el Tribunal en el término de tres
días, de oficio o a solicitud de parte, la suspensión del acto contra el cual se recla-
me o denegar la suspensión.

El Procurador de Justicia está facultado para intervenir en cualquier estado


de la tramitación del recurso.
363
Art. 10°.- Procederá la suspensión de oficio, cuando se trate de algún acto
que, si llegare a consumarse, haría físicamente imposible restituir al quejoso en el
goce del derecho reclamado o cuando sea notoria la falta de jurisdicción o compe-
tencia de la autoridad, funcionario o agente contra quien se interpusiere el recurso,
o cuando el acto sea de aquellos que ninguna autoridad puede ejecutar legalmente.

La suspensión a que se refiere este artículo se decretará por el Tribunal co-


municándolo sin tardanza por vía telegráfica si fuere necesario a la autoridad o
funcionario responsable, para su inmediato cumplimiento.

Art. 11°.- La suspensión a solicitud de parte, será atendida cuando concurran


los siguientes requisitos:

1. Que, con la suspensión, no se cause perjuicio al interés general ni se con-


travengan disposiciones de orden público.

2. Que, los daños y perjuicios que pudieren causarse al agraviado, con esa
ejecución sean de difícil reparación a juicio del Tribunal.

3. Que, el reclamante otorgare garantía suficiente para reparar el daño e in-


demnizar los prejuicios que por la suspensión pudieren causarse a terceros, si el
amparo fuere declarado sin lugar.

Art. 12°.- Al decretarse la suspensión el Tribunal procurará fijar la situación


en que se habrán de quedar las cosas y tomará las medidas pertinentes para
conservar la materia u objeto del amparo, hasta la terminación del respectivo pro-
cedimiento.

Art.13°.- La suspensión otorgada conforme el Art. 9° y siguientes, quedará


sin efecto si un tercero interesado, da a su vez caución bastante y proporcional
para restituir las cosas al estado que tenía antes del acto que motivó el amparo y
de pagar los daños y perjuicios que sobrevengan al quejoso en el caso de que se
declare con lugar de amparo.

Art. 14°.- El Tribunal fijará el monto de la garantía y de la contragarantía a que


se refieren los artículos anteriores.

CAPÍTULO III

Tramitación del amparo

Art. 15°.- La Sala Civil de la Corte de Apelaciones respectiva, pedirá a los


señalados como responsables, envíen informe a la Corte Suprema de Justicia,
dirigiéndoles oficio por correo en pieza certificada con aviso de recibo, o por cual-
quier otro medio que a juicio del Tribunal resulte más expedito.

364
El informe a la Corte Suprema de Justicia, deberá rendirse dentro del término
de diez días, contados desde la fecha en que reciban el correspondiente oficio.
Con el informe se remitirán en su caso, las diligencias que se hubiesen tramitado.

Art. 16°.- Una vez resuelta la suspensión del acto reclamado se remitirán los
autos en el término de tres días hábiles a la Corte Suprema de Justicia para la
tramitación correspondiente, previniéndole a las partes que deberán personarse
dentro del término de tres días hábiles, más el de la distancia, para hacer uso de
sus derechos.

Art. 17°.- Recibidos los autos por la Corte Suprema de Justicia, con el infor-
me o sin él, dará el amparo el curso que corresponda.

Art. 18°.- La Corte Suprema de Justicia podrá pedir al recurrente ampliación


sobre los hechos reclamados y resolver sobre todo lo relativo a la suspensión del
acto.

Art. 19°.- En el amparo no habrá lugar a caducidad ni cabrán alegatos orales


y en lo que no estuviese establecido en esta Ley sobre procedimiento, se seguirán
las reglas del Código de Procedimiento Civil, en todo lo que sea aplicable a juicio
del Tribunal, dándose intervención en las actuaciones, tanto a la persona que inter-
ponen el amparo, como al funcionario o autoridad contra quien se dirija y a los
demás a quienes pueda afectar la resolución final y que se hubieren presentado.

Art. 20°.- Los funcionarios o autoridad no pueden ser representados con el


amparo; pero sí podrán, por medio de simple oficio, acreditar delegados ante el
Tribunal para el solo efecto de que rindan pruebas, aleguen y hagan gestiones en
las correspondientes audiencias.

Art. 21°.- Si el Tribunal Supremo no encontrare datos suficientes para resol-


ver el amparo, lo abrirá a prueba por el término de diez días, siendo admisible toda
clase de prueba pudiendo recabar de oficio otras que considere convenientes.

CAPÍTULO III

Sentencia

Art. 22°.- Las sentencias que se pronuncien en asuntos de amparo sólo se


referirán a los individuos particulares o a las personas jurídicas, que lo hubiesen
solicitado, limitándose, si procediese a ampararlos y protegerlos en el caso espe-
cial controvertido.

Art. 23°.- Las sentencias deberán ser razonadas con fijación clara del acto o
actos reclamados, e indicación de los fundamentos legales en que se apoyen para
declarar la legalidad o ilegalidad del acto reclamado y de los puntos resolutivos del

365
mismo concretándose en ellos con claridad y precisión el acto o actos por los que
se concede o niegue el amparo.

Art. 24°.- Cuando el acto reclamado sea de carácter positivo, la sentencia


que concede el amparo tendrá por objeto restituir al agraviado en el pleno goce del
derecho violado, restableciendo las cosas al estado que tenían antes de la viola-
ción. Cuando sea de carácter negativo, el efecto del amparo será obligar a la
autoridad o funcionario responsable a que obre en el sentido de respetar la Ley o
garantía de que se trate y a cumplir por su parte lo que la misma exija.

Art. 25°.- La Corte Suprema de Justicia en todo caso deberá dictar sentencia
definitiva dentro de los cuarenta y cinco días posteriores a la recepción de las
diligencias por este Tribunal.

Art. 26°.- Dictada la sentencia en materia de amparo, el Tribunal la comunica-


rá por oficio y sin demora a las autoridades o funcionarios responsables para su
cumplimiento y lo hará saber a las demás partes.

Art. 27°.- Si dentro de las veinticuatro horas siguientes a la notificación, las


autoridades o funcionarios responsables no dieren cumplimiento a la sentencia, en
el caso en que la naturaleza del acto lo permita, la Corte Suprema requerirá al
superior inmediato de la autoridad o funcionario responsable, para que obligue a
éstos a cumplir sin demora la sentencia, y si dicha autoridad o funcionario, no
tuviese superior jerárquico, el requerimiento se hará directamente a ellos. Cuando
la sentencia no se obedeciese a pesar de los requerimientos, la Corte Suprema de
Justicia, pondrá los hechos en conocimiento de la Secretaría de la Junta de Go-
bierno de Reconstrucción Nacional para que proceda a ordenar el cumplimiento de
la sentencia.

T I T U L O III

CAPÍTULO UNICO

Improcedencia del amparo

Art. 28°.- No procede el amparo:

1. Contra las disposiciones legislativas.

2. Contra las resoluciones de los funcionarios judiciales en asuntos de su


competencia.

3. Cuando la infracción producida por el acto reclamado, sea irreparable,


material o jurídicamente.

366
4. Contra los actos que hubiesen sido consentidos por el agraviado de modo
expreso o tácito. Se presumen consentidos aquellos actos por los cuales no se
hubiese recurrido de amparo dentro del término legal, sin perjuicio de la suspen-
sión del término de conformidad al Derecho Común.

5. Contra las medidas dictadas por las autoridades o actuaciones hechas por
las mismas con anterioridad a la entrada en vigencia de la presente Ley.

En el caso señalado en el inciso 5) la autoridad recurrida presentará un infor-


me a la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional con copia a la Corte Supre-
ma de Justicia y certificado por el Ministerio de Justicia en el cual se de fe pública
de la fecha de las actuaciones y resoluciones de que se trata.

Art. 29°.- La presente Ley deroga cualquier disposición que se le oponga, y


entrará en vigencia desde el momento de su publicación por cualquier medio de
comunicación sin perjuicio de su publicación posterior en el Diario Oficial.

Por Tanto:

Téngase como Ley de la República, ejecútese y publíquese.

Dado en la ciudad de Managua. a los veintiocho días del mes de mayo de mil
novecientos ochenta. «Año de la Alfabetización».

Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional. Sergio Ramírez Mercado. -


Moisés Hassan Morales. - Daniel Ortega Saavedra.- Arturo J. Cruz.- Rafael Córdova
Rivas.

367
368
LEY DE AMPARO DE 1988

LEY No. 049

El Presidente de la República de Nicaragua

Hacer saber al pueblo nicaragüense que:

LA ASAMBLEA NACIONAL DE LA REPÚBLICA DE NICARAGUA

CONSIDERANDO:

Que la Constitución Política, para garantizar su supremacía, establecido


en sus artículos 187, 188, 189 y 190, los recursos por Inconstitucionalidad,
de Amparo y de Exhibición Personal, remitiendo sus regulaciones a la
Ley de Amparo.

II

Que los recursos por Inconstitucionalidad, Amparo y Exhibición Perso-


nal, tienen como objeto ser el instrumento mediante el cual se ejerza el
control del ordenamiento jurídico y de las actuaciones de los funciona-
rios públicos, para mantener y restablecer la supremacía de la Constitu-
ción Política.

III

Que con la Ley de Amparo se culmina con el mandato contemplado en


el Artículo 184 de la Constitución Política de aprobar las leyes constitu-
cionales: Electoral, de Emergencia y de Amparo, y se consolida el pro-
ceso de institucionalización del país.

En uso de sus facultades,

HA DICTADO

La siguiente:
LEY DE AMPARO
369
TITULO I

Supremacía de la Constitución

CAPITULO UNICO

Del Control Constitucional

Arto.1 La presente ley, de rango constitucional, a fin de mantener y restable-


cer la supremacía de la Constitución Política, según lo dispuestopor los artículos
182, 183 y 196 de la misma, tiene por objeto regular los recursos por
Inconstitucionalidad, de Amparo y de Exhibición Personal, conforme a los artículos
187, 188, 189 y 190 de la Constitución Política.

Arto.2 El Recurso por Inconstitucionalidad procede contra toda ley, decreto


ley, decreto o reglamento que se oponga a la Constitución Política.

Arto.3 El Recurso de Amparo procede en contra de toda disposición, acto o


resolución y, en general, contra toda acción u omisión de cualquier funcionario,
autoridad o agente de los mismos que viole o trate de violar los derechos y garan-
tías consagrados en la Constitución Política.

Arto.4 El Recurso de Exhibición Personal procede en favor de aquellas per-


sonas cuya libertad, integridad física y seguridad sean violadas o estén en peligro
de serlo por:

1.- Cualquier funcionario, autoridad, entidad o institución estatal, autónoma o no.

2.- Por actos restrictivos de la libertad personal de cualquier habitante de la


República realizado por particulares.

Arto.5 Los Tribunales de Justicia observarán siempre el principio de que la


Constitución Política prevalece sobre cualquier ley o tratado internacional.

Asimismo deberán:

1. Dirigir todos los trámites del recurso, impedir su paralización y obligar que
se cumpla el principio de economía procesal.

2. Prevenir y sancionar los actos contrarios a la lealtad y buena fe que deben


observarse en el recurso.

3. Hacer efectivos los principios de igualdad, publicidad y celebridad del re-


curso.

370
4. Tomar todas las providencias necesarias para el cumplimiento de las reso-
luciones que dicten. No habrá caducidad en estos recursos.

TITULO II

Recurso por Inconstitucionalidad

CAPITULO I

Interposición del Recurso

Arto.6. El Recurso por Inconstitucionalidad puede ser interpuesto por cual-


quier ciudadano o ciudadanos, cuando una ley, decreto, ley decreto o reglamento
y en general cualquier acto normativo de rango inferior a la Constitución se oponga
a lo prescrito en ella, en consecuencia no procede al recurso de inconstitucionalidad
contra la Constitución y sus Reformas, excepto cuando estando en vigencia se
alegue la existencia de vicios de procedimiento en su tramitación, discusión y apro-
bación.

Arto.7. El Recurso por Inconstitucionalidad se dirigirá contra el titular del órga-


no que emitió la ley, decreto ley, decreto o reglamento.

Arto.8. Corresponde a la Corte Suprema de Justicia en pleno conocer y resol-


ver del Recurso por Inconstitucionalidad.

Arto.9. La Procuraduría General de Justicia será parte en la sustanciación del


presente recurso.

Arto.10 El Recurso por Inconstitucionalidad se interpondrá dentro del término


de sesenta días contados desde la fecha en que entre en vigencia la ley, decreto
ley, decreto o reglamento.

Arto.11 El Recurso por Inconstitucionalidad se formulará por escrito, en papel


sellado de ley, dirigido directamente a la Corte Suprema de Justicia, presentado en
Secretaría con copias suficientes en papel común, para que sean entregadas al
funcionario contra quien fuere el recurso, y al Procurador General de Justicia.

El escrito deberá contener:

1.Nombres, apellidos y generales de la ley del recurrente.

2. Nombres y apellidos del funcionario o titular del órgano en contra de quien


fuera interpuesto.

371
3.La Ley, decreto ley, decreto o reglamento, impugnado, la fecha de su entra-
da en vigencia y la disposición o disposiciones especiales que se opongan a la
Constitución, determinando las normas que se consideren violadas o contravenidas.

4.Una exposición fundamentada de los perjuicios directos o indirectos que la


ley, decreto ley, decreto o reglamento le cause o pudiere causarle.

5.La solicitud expresa para que se declare la inconstitucionalidad de la ley,


decreto ley, decreto o reglamento o partes de la misma.

6.Señalamiento de casa conocida para notificaciones.

Arto.12 La Corte Suprema de Justicia concederá al recurrente un plazo de


cinco días para que llene las omisiones de forma que notare en el escrito de inter-
posición del Recurso. Si el recurrente dejare pasar este plazo, el Recurso se
tendrá por no interpuesto.

Arto.13 El Recurso por Inconstitucionalidad podrá interponerse personalmente,


o por apoderado especialmente facultado para ello. En este segundo caso el po-
der deberá ser otorgado ante Notario Público domiciliado en Nicaragua.

CAPITULO II

Tramitación del Recurso

Arto.14 Interpuesto en forma el Recurso por Inconstitucionalidad, la Corte


Suprema de Justicia se pronunciará dentro de quince días sobre la admisibilidad
del mismo con base en los artículos 6, 10, 11, 12, 13 y 19 de la presente ley,
rechazándolo de plano o mandando seguir el procedimiento.

Arto.15 Una vez admitido el Recurso por Inconstitucionalidad, la Corte Supre-


ma de Justicia pedirá informe al funcionario en contra de quien se interpone, el que
deberá rendirlo dentro de quince días de recibida la notificación correspondiente,
pudiendo alegar todo lo que tenga a bien. Para ello se le entregará copia del
escrito y de la providencia respectiva que dicte. Igual copia se entregará a la
Procuraduría General de Justicia al momento de la notificación.

Arto.16 Si por cualquier circunstancia, la Corte Suprema de Justicia necesitare


datos que no aparezcan en el proceso para resolver el Recurso, dictará las provi-
dencias que estime necesarias para obtenerlos, dándole intervención al recurren-
te, al funcionario y a la Procuraduría General de Justicia.

Arto.17 Transcurrido el término para que el funcionario rinda su informe, y


una vez practicadas las diligencias especiales, si fuera el caso, con el informe o sin
él, la Corte Suprema de Justicia dará audiencia por seis días a la Procuraduría
General de Justicia para que dictamine el recurso; pasado este término, con el
372
dictamen o sin él, la Corte Suprema de Justicia dentro de sesenta días dictará la
sentencia correspondiente, pronunciándose sobre la inconstitucionalidad alegada.

CAPITULO III

La sentencia y sus efectos

Arto.18 La declaración de inconstitucionalidad tendrá por efecto, a partir de la


sentencia que lo establezca, la inaplicabilidad de la ley, decreto ley, decreto o
reglamento o las disposiciones impugnadas de los mismos, si la inconstitucionalidad
fuere parcial.

La Corte Suprema de Justicia, previa notificación de las partes, enviará copia


de la sentencia a los demás Poderes del Estado para su conocimiento y la manda-
rá publicar en La Gaceta, Diario Oficial.

Arto.19 La sentencia que declare si es inconstitucional o no, el todo o parte de


una ley, decreto ley, decreto o reglamento producirá cosa juzgada en forma gene-
ral en cuanto a los puntos declarados constitucionales o inconstitucionales.

Cuando se recurrió solamente contra parte o partes de los citados cuerpos


normativos, el Tribunal podrá pronunciarse de oficio específicamente sobre el res-
to de los mismos.

CAPITULO IV

Inconstitucionalidad en Casos Concretos

Arto.20 La parte recurrente de un Recurso de Casación o de Amparo podrá


alegar la inconstitucionalidad de la ley, decreto ley, decreto o reglamento que se le
haya aplicado. Si resultare ser cierta la inconstitucionalidad alegada, la Corte Su-
prema de Justicia, además de casar la sentencia o de amparar al recurrente, de-
clarará la inconstitucionalidad de la ley, decreto ley, decreto o reglamento aplicado,
de conformidad con el Artículo 18 de la presente ley.

Arto.21 Cuando por sentencia firme, en los casos que no hubiere casación
hubiese sido resuelto un asunto con declaración expresa de inconstitucionalidad
de alguna ley, decreto o reglamento, el funcionario judicial o tribunal en su caso
deberá remitir su resolución a la Corte Suprema de Justicia. Si la Corte Suprema
de Justicia ratifica la inconstitucionalidad de la ley, decreto ley, decreto o reglamen-
to, procederá a declarar su inaplicabilidad de acuerdo con la presente ley.

Arto.22 En los casos de los dos artículos anteriores la declaración de


inconstitucionalidad de una ley, decreto ley, decreto o reglamento, no podrá afectar
o perjudicar derechos adquiridos por terceros en virtud de dichas leyes, decretos
leyes, decretos o reglamentos.
373
TITULO III

Recurso de Amparo

CAPITULO I

Interposición del Recurso

Arto.23 El Recurso de Amparo sólo puede interponerse por parte agraviada.


Se entiende por tal, toda persona natural o jurídica a quien perjudique o esté en
inminente peligro de ser perjudicada por toda acción u omisión de cualquier funcio-
nario, autoridad o agente de los mismos, que viole o trate de violar los derechos y
garantías consagrados en la Constitución Política.

Arto.24 El Recurso de Amparo se interpondrá en contra del funcionario o


autoridad que ordene el acto que se presume violatorio de la Constitución Política,
contra el agente ejecutor o contra ambos.

Arto.25 El Recurso de Amparo se interpondrá ante el Tribunal de Apelacio-


nes respectivo o ante la Sala para lo Civil de los mismos, en donde estuviere divi-
dido en Salas, el que conocerá de las primeras actuaciones hasta la suspensión
del acto inclusive, correspondiéndole a la Corte Suprema de Justicia el conoci-
miento ulterior hasta la resolución definitiva. Si el Tribunal de Apelación se negare
a tramitar el recurso, podrá el perjudicado recurrir de Amparo por la vía de hecho
ante la Corte Suprema de Justicia.

Arto.26 El Recurso de Amparo se interpondrá dentro del término de treinta


días, que se contarán desde que se haya notificado o comunicado legalmente al
agraviado, la disposición, acto o resolución. En todo caso este término se aumen-
tará en razón de la distancia. También podrá interponerse el Recurso desde que la
acción u omisión haya llegado a su conocimiento.

Arto.27 El Recurso de Amparo se interpondrá por escrito en papel común,


con copias suficientes para las autoridades señaladas como responsables y para
la Procuraduría General de Justicia

El escrito deberá contener:

1.Nombres, apellidos y generales del agraviado y de la persona que lo pro-


mueva en su nombre.
2.Nombre, apellidos y cargos de los funcionarios, autoridades o agente de los
mismos contra quien se interpone el Recurso.
3.Disposición, acto, resolución, acción u omisión contra los cuales se recla-
ma, incluyendo si la ley, decreto ley, decreto o reglamento, que a juicio del recu-
rrente fuere inconstitucional.
4.Las disposiciones constitucionales que el reclamante estime violadas.
374
5.El Recurso podrá interponerse personalmente o por apoderado especial-
mente facultado para ello.
6.El haber agotado los recursos ordinarios establecidos por la ley, o no ha-
berse dictado resolución en la última instancia dentro del término que la ley respec-
tiva señala.
7.Señalamiento de casa conocida en la ciudad sede del Tribunal para subsi-
guientes notificaciones.

Arto.28. El Tribunal de Apelaciones concederá al recurrente un plazo de cin-


co días para que llene las omisiones de forma que notare en el escrito de interpo-
sición del Recurso. Si el recurrente dejase pasar este plazo, el Recurso se tendrá
por no interpuesto.

Arto.29 El menor que hubiere cumplido quince años, podrá interponer el Re-
curso de Amparo, sin intervención de su legítimo representante, cuando éste se
hallaré ausente o impedido. En tal caso, el Tribunal sin perjuicio de dictar las
providencias que sean urgentes, nombrará al menor un guardador especial para
que lo represente, pudiendo el propio menor hacer por escrito la designación de su
representante. Si el menor no hubiere cumplido quince años de edad y se hallare
ausente o impedido su legítimo representante, podrá interponer el Recurso de
Amparo en su nombre, la Procuraduría General de Justicia o cualquier otra persona.

Arto.30 La Procuraduría General de Justicia será parte en la sustanciación


del presente recurso.

CAPITULO II

Suspensión del Acto

Arto.31 Interpuesto en forma el Recurso de Amparo ante el Tribunal, se pon-


drá en conocimiento de la Procuraduría General de Justicia, acompañándole copia
del Recurso. El Tribunal dentro del término de tres días, de oficio o a solicitud de
parte, deberá decretar la suspensión del acto contra el cual se reclama, o denegar-
la en su caso.

Arto.32 Procederá la suspensión de oficio cuando se trate de algún acto que,


de llegar a consumarse, haría físicamente imposible restituir al quejoso en el goce
del derecho reclamado, o cuando sea notoria la falta de jurisdicción o competencia
de la autoridad, funcionario o agente contra quien se interpusiere el Recurso, o
cuando el acto sea de aquellos que ninguna autoridad puede ejecutar legalmente.
La suspensión a que se refiere este artículo se decretará por el Tribunal, notificán-
dolo sin tardanza por cualquier vía para su inmediato cumplimiento.

Arto.33 La suspensión a solicitud de parte, será atendida cuando concurran


las siguientes circunstancias:

375
1.Que la suspensión no cause perjuicio al interés general ni se contravengan
disposiciones de orden público.
2.Que los daños y perjuicios que pudieren causarse al agraviado con su eje-
cución sean de difícil reparación a juicio del Tribunal.
3.Que el reclamante otorgare garantía suficiente para reparar el daño o in-
demnizar los perjuicios que la suspensión pudiere causar a terceros, si el Amparo
fuere declarado sin lugar.

Arto.34 Al decretarse la suspensión, el Tribunal fijará la situación en que ha-


brán de quedar las cosas y tomará las medidas pertinentes para conservar la ma-
teria objeto del Amparo, hasta la terminación del respectivo procedimiento.

Arto.35 La suspensión otorgada conforme al Artículo 31 y siguientes quedará


sin efecto si un tercero interesado, da a su vez caución suficiente para restituir las
cosas al estado que tenían antes del acto que motivó el Amparo y de pagar los
daños y perjuicios que sobrevengan al quejoso, en el caso de que se declare con
lugar el Amparo.

Arto.36 El Tribunal fijará el monto de la garantía y de la contragarantía a que


se refieren los artículos anteriores.

CAPITULO III

Tramitación del Recurso

Arto.37 El Tribunal respectivo pedirá a los señalados como responsables,


envíen informe a la corte Suprema de Justicia, dirigiéndoles oficio por correo en
pieza certificada, con aviso de recibo, o por cualquier otra vía que a juicio del Tribu-
nal resulte más expedito. El informe deberá rendirse dentro del término de diez
días, contados desde la fecha en que reciban el correspondiente oficio. Con él se
remitirán, en su caso, las diligencias de todo lo actuado.

Arto.38 Una vez resuelta la suspensión del acto reclamado, se remitirán los
autos en el término de tres días a la Corte Suprema de Justicia para la tramitación
correspondiente, previniéndoles a las partes que deberán personarse dentro del
término de tres días hábiles, más el de la distancia, para hacer uso de sus dere-
chos. Si el recurrente no se persona dentro del término señalado anteriormente,
se declarará desierto el Recurso.

Arto.39 Recibidos los autos por la Corte Suprema de Justicia, con o sin el
informe, dará al Amparo el curso que corresponde. La falta de informe establece la
presunción de ser cierto el acto reclamado.

Arto.40 La Corte Suprema de Justicia podrá pedir al recurrente ampliación


sobre los hechos reclamados y resolver sobre todo lo relativo a la suspensión del
acto.
376
Arto.41 En el Recurso de Amparo no habrá lugar a caducidad ni cabrán ale-
gato orales, y en lo que no estuviere establecido en esta ley se seguirán las reglas
del Código de Procedimiento Civil en todo lo que sea aplicable, dándose interven-
ción en las actuaciones a las personas que interponen el Recurso, a los funciona-
rios o autoridades en contra quienes se dirija, a la Procuraduría General de Justicia
y a todos lo que pueda afectar la resolución final si se hubieren presentado.

Arto.42 Los funcionarios o autoridades no pueden ser representados en el


Recurso de Amparo, pero sí podrán por medio de simple oficio, acreditar delega-
dos ante el Tribunal para el solo efecto de que rindan pruebas, aleguen y hagan
gestiones en las correspondientes audiencias.

Arto.43 Si el Tribunal Supremo no encontrare datos suficientes para resolver


el Amparo, lo abrirá a pruebas por el término de diez días, siendo admisible toda
clase de pruebas y podrá recabar de oficio otras que considere convenientes.

CAPITULO IV

La sentencia y sus efectos

Arto.44 La sentencia sólo se referirá a las personas naturales o jurídicas que


hubieren interpuesto el Recurso, limitándose si procediese a ampararlos y prote-
gerlos en el caso especial controvertido.

Arto.45 La sentencia deberá ser razonada, con fijación clara del acto o actos
reclamados, indicación de los fundamentos legales en que se apoya para declarar
la legalidad o ilegalidad del acto reclamado y de los puntos resolutivos del mismo,
señalándose en ellos con claridad y precisión el acto o actos por los que se conce-
de o deniegue el Amparo.

Arto.46 Cuando el acto o actos reclamados sean de carácter positivo, la sen-


tencia que concede el Amparo tendrá por objeto restituir al agraviado en el pleno
goce de los derechos transgredidos, restableciendo las cosas al estado que tenían
antes de la transgresión. Cuando sea de carácter negativo el efecto del Amparo,
será obligar a las autoridades o funcionarios responsables a que actúen en el
sentido de respetar la ley o garantía de que trate y a cumplir por su parte lo que la
misma exija.

Arto.47 La Corte Suprema de Justicia, en todo caso, deberá dictar la senten-


cia definitiva dentro de los cuarenta y cinco días posteriores a la recepción de las
diligencias.

Arto.48 Dictada la sentencia, el Tribunal la comunicará por oficio dentro del


término de tres días hábiles a las autoridades o funcionarios responsables para su
cumplimiento; igual cosa hará con las demás partes.

377
Arto.49 Si dentro de las veinticuatro horas siguientes a la notificación, las
autoridades o funcionarios responsables no dieren cumplimiento a la sentencia en
el caso en que la naturaleza del acto lo permita, la Corte Suprema de Justicia
requerirá al superior inmediato de la autoridad o funcionario responsable, para que
obligue a éstos a cumplir sin demora la sentencia; si dicha autoridad o funcionario
no tuviese superior jerárquico, el requerimiento se hará directamente a ellos.

Arto.50 Cuando la sentencia no se obedeciere a pesar de los requerimientos,


la Corte Suprema de Justicias pondrá los hechos en conocimiento de la Presiden-
cia de la República, para que proceda a ordenar su cumplimiento e informará a la
Asamblea Nacional, sin perjuicio de poner el caso en conocimiento de la
Procuraduría General de Justicia para que derive las acciones correspondientes.Esto
mismo se observará en los casos en que la suspensión del acto decretado por el
Tribunal de Apelaciones o la Corte Suprema de Justicia no sea obedecido.

Arto.51 No procede el Recurso de Amparo:

1.Contra las resoluciones de los funcionarios judiciales en asuntos de su com-


petencia.

2.Contra el proceso de formación de la ley, su promulgación o su publicación


o cualquier otro acto o resolución legislativa.

3.Cuando hayan cesado los efectos del acto, reclamado o este se haya con-
sumado de modo irreparable.

4.Contra los actos que hubieren sido consentidos por el agraviado de modo
expreso o tácito. Se presumen consentidos aquellos actos por los cuales no se
hubiere recurrido de Amparo dentro del término legal, sin perjuicio de la suspen-
sión del término de conformidad al derecho común.

5.Contra las resoluciones dictadas en materia electoral.

6.Contra los actos relativos a la organización de los Poderes del Estado y el


nombramiento y destitución de los funcionarios que gozan de inmunidad.

378
TITULO IV

Recurso de Exhibición Personal

CAPITULO I

Interposición del Recurso y Tribunal Competente

Arto.52 El Recurso de Exhibición Personal podrá interponerlo a favor del agra-


viado cualquier habitante de la República, por escrito, carta, telegrama o verbal-
mente.

Arto.53 El Recurso de Exhibición Personal se interpondrá en contra del fun-


cionario o autoridad responsable, representante o funcionario de la entidad o insti-
tución que ordene la violación o la cometa, en contra del agente ejecutor o en
contra de todos; y en contra del particular que restrinja la libertad personal.

Arto.54 El Recurso de Exhibición Personal, en el caso de detención ilegal el


Tribunal de Apelaciones respectivo o ante la Sala Penal de los mismos, donde
estuviere dividido en salas. En el caso de actos restrictivos de la libertad, realizado
por particulares, las autoridades competentes serán los Jueces de Distrito para lo
Criminal respectivo. El Recurso de Exhibición Personal se puede interponer en
cualquier tiempo, aun en Estado de Emergencia, mientras subsista la privación
ilegal de la libertad personal o amenaza de la misma. Todos los días y horas son
hábiles para este fin.

Arto.55 El peticionario, al interponer el Recurso de Exhibición Personal, de-


berá expresar los hechos que lo motivan, el lugar en que se encuentra el detenido,
si se supiere, y el nombre o el cargo del que ejerce la autoridad o del funcionario,
representante o responsable de la entidad o institución que ordenó la detención, si
se supiere. La petición podrá hacerse en papel común, por telegrama, carta y aun
verbalmente, levantándose en este último caso, el acta correspondiente.

Arto.56 Introducida en forma la petición ante el Tribunal de la jurisdicción


donde se encuentre el favorecido por el Recurso, el Tribunal decretará la Exhibi-
ción Personal y nombrará Juez Ejecutor, que podrá ser cualquier autoridad o em-
pleado del orden civil o un ciudadano, de preferencia abogado, de notoria honra-
dez e instrucción, procurando que el nombramiento no recaiga en funcionarios
propietarios del Poder Judicial.

Arto.57 En el caso de amenaza de detención ilegal, el peticionario al interpo-


ner el Recurso de Exhibición Personal deberá expresar en qué consiste la amena-
za, debiendo en todo caso ser real, inmediata, posible y realizable, llenándose
además todos los requisitos contemplados en el Artículo 55 de la presente ley.

379
Arto.58 Introducido en forma el Recurso de Exhibición Personal por ame-
naza, el Tribunal solicitará a la autoridad en contra de quien se dirige el Recurso
que rinda informe en el término de veinticuatro horas; con dicho informe o sin él, el
Tribunal decidirá admitir o rechazar dicho Recurso. En el caso de que lo admitiere
se deberá proceder de conformidad con lo dispuesto en el Artículo 56 en lo que
fuere aplicable. En el caso de que el Tribunal rechace el Recurso, el perjudicado
podrá recurrir de queja ante la Corte Suprema de Justicia y de lo resuelto por ésta
no habrá recurso alguno.

CAPITULO II

Actuación del Juez Ejecutor

Arto.59 El cargo de Juez Ejecutor será gratuito y obligatorio, sólo por imposi-
bilidad física o implicancia comprobada podrá negarse a desempeñarlo. Fuera de
estas dos excepciones se le aplicará multa de hasta el veinticinco por ciento de su
salario o ingreso mensual, sin perjuicio de ser juzgado por desobediencia.

Arto.60 El Juez Ejecutor procederá inmediatamente a cumplir su cargo. Al


efecto, se dirigirá a la autoridad o persona contra quien se hubiere expedido el auto
de exhibición, quien recibirá al Juez Ejecutor en forma inmediata sin hacerlo guar-
dar antesala. Procederá a intimarlo que exhiba en el acto a la persona agraviada,
que muestre el proceso si lo hubiere o explique, en caso contrario, los motivos de
la detención indicando la fecha de ella; todo, lo cual hará constar en acta.

El Juez ejecutor podrá exigir la exhibición de la persona detenida a la autori-


dad o funcionario que lo tenga directamente bajo su custodia, aunque estuviere a
la orden de otro funcionario o autoridad, sin perjuicio de continuar con los otros
trámite del recurso.

Arto.61 El Juez Ejecutor, en presencia del proceso o sin él, de las explicacio-
nes del intimado y de las disposiciones legales, procederá según las reglas si-
guiente:

1. Si la persona estuviere a la orden de autoridad que no es la facultada para


conocer del caso, podrá ordenar su libertad o que pase de inmediato a la autoridad
competente.

2. Si la persona estuviere detenida a la orden de una autoridad competente,


pero el término de ley se hubiere excedido, ordenará por auto que el detenido pase
inmediatamente a la orden de la autoridad que corresponda o que sea puesto en
libertad.

3. Si el que tiene bajo su custodia a otro fuese la autoridad competente, pero


no hubiere iniciado el proceso o no hubiere proveído el auto de detención en el
término de ley de puesto a su orden o no hubiere dictado el auto de prisión en el
380
término legal, el Juez Ejecutor mandará por auto ponerlo en libertad bajo fianza de
la haz otorgada apud acta ante el mismo Juez Ejecutor. Fuera de estos tres casos
dispondrá por auto que el proceso siga su curso.

4. Si el que está bajo custodia, lo es por sentencia condenatoria firme, el Juez


Ejecutor, decretará por auto que el detenido continúe en tal condición por el térmi-
no legal, pero si hubiere cumplido la condena, el Juez Ejecutor mandará por auto
ponerlo inmediatamente en libertad.

Si se tratare de sentencia judicial cumplida según el reo, por compensacio-


nes legales, será necesario que esté liquidada la pena para que pueda ordenar su
libertad. El Juez Ejecutor ordenará tal liquidación.

5. Si el interno sufre diferente pena o más de las contempladas por la ley o


sentencia, según el caso, o estuviese incomunicado contra lo que ellas previenen,
el Juez Ejecutor dispondrá por auto que se cumpla la pena señalada en la senten-
cia y que cese la incomunicación. El Juez Ejecutor está en la obligación de dictar
dentro de la ley todas las medidas de seguridad que sean indispensables en favor
del detenido o del que estuviese amenazado de serlo ilegalmente.

Arto.62 En caso de haberse suspendido las garantías constitucionales referi-


das a la libertad individual el Recurso de Exhibición Personal quedará vigente de
conformidad con lo establecido en la Ley de Emergencia.

Arto.63 La persona o autoridad requerida cumplirá lo mandado por el Juez


Ejecutor en el acto mismo de la notificación. Si se negare, el Juez Ejecutor dará
cuenta al Tribunal para que dicte las medidas tendientes al cumplimiento del man-
dato. Si la persona o autoridad requerida expusiera que el detenido no está a su
orden, deberá indicar la autoridad, funcionario o institución que ordenó la deten-
ción contra la cual deberá dirigirse el Juez Ejecutor. En caso de que la autoridad
últimamente indicada correspondiera a la comprensión territorial de otro Tribunal,
el Juez Ejecutor estará obligado a informarlo telegráficamente de inmediato a di-
cho Tribunal para que proceda a nombrar nuevo Juez Ejecutor que cumpla el Re-
curso.

Arto.64 En el caso de los incisos 1,2,4, y 5 del Artículo 61, desde la notifica-
ción e intimación del Juez ejecutor, todo procedimiento de la autoridad requerida
será nulo y delictuoso.

En el caso del inciso 3 del mismo artículo, cuando el Juez Ejecutor ordenare
la libertad, previa fianza de la haz, la autoridad judicial cumplirá lo ordenado por el
Juez Ejecutor ordenare la libertad, previa fianza de la haz, la autoridad judicial
cumplirá lo ordenado por el Juez Ejecutor y continuará el desarrollo normal del
proceso.

381
Arto.65 Cuando se presuma detenida una persona y se ignore el lugar en que
se encuentra y, además no se tuviere conocimiento de quien ordenó su detención,
el solicitante se dirigirá al Tribunal respectivo para que gire orden a la Procuraduría
General de Justicia, a fin que de inmediato averigue el lugar de su detención y
quién es el responsable de la misma. La Procuraduría con la brevedad que el caso
amerita, actuará haciendo uso de las facultades que las leyes le confieran.

Arto.66 La autoridad, funcionario o empleado público, contra quien se dirigiere


la exhibición, atenderá inmediatamente la intimación y lo resuelto por el Juez Eje-
cutor, de conformidad con las disposiciones de esta Ley, bajo pena de multa de
hasta el veinticinco por ciento de su salario o ingreso mensual a juicio del Tribunal
sin perjuicio de ser juzgado por el delito que corresponda.

El Tribunal que conoce del Recurso impondrá la multa y pondrá el caso en


conocimiento de la Procuraduría General de Justicia, para que derive las acciones
correspondientes.

En igual multa incurrirá la autoridad, funcionario o empleado público que no


atendiere al Juez Ejecutor en la forma establecida en el Artículo 60.

Arto.67 Si la desobediencia es contra resoluciones del Tribunal tendrá las


mismas sanciones del artículo anterior, y además, la separación del cargo. Sin
perjuicio de lo ordenado en el párrafo anterior, si la autoridad intimada estimare
que el Juez Ejecutor se ha excedido en sus atribuciones o resuelto contra ley
expresa, podrá informar al Tribunal de Apelaciones respectivo quien mandará a oír
a la Procuraduría dentro del término de veinticuatro horas y resolverá conforme a
derecho.

Si la autoridad intimada hubiese sido un Procurador se mandará a oír al supe-


rior respectivo. En todo caso el Tribunal podrá de oficio revisar las actuaciones del
Juez Ejecutor. Cualquiera de los perjudicados con la resolución del Tribunal, podrá
recurrir de queja ante la Corte Suprema de Justicia. De lo resuelto por ella no
habrá recurso alguno.

Arto.68 Cuando el funcionario que desobedezca el auto de exhibición fuese


empleado o agente del Poder Ejecutivo, el Tribunal que conoce del Recurso lo
pondrá inmediatamente en conocimiento de aquel, por medio de la Corte Suprema
de Justicia, para que en el término de veinticuatro horas haga ejecutar lo mandado.
Si el poder Ejecutivo se negare o dejare transcurrir el término sin llevar a efecto lo
mandado, la Corte Suprema de Justicia hará constar el hecho públicamente y lo
informará a la Asamblea Nacional.

La Corte Suprema de Justicia podrá hacer uso de la fuerza pública para darle
cumplimiento al auto de exhibición. El interesado podrá a su vez solicitar a la
Procuraduría General de Justicia la presentación de la acusación correspondiente.

382
Arto.69 El Tribunal correspondiente, a solicitud de parte, dictará orden para
que el Juez Ejecutor se apodere del favorecido y lo presente ante el mismo Tribu-
nal, cuando se esté en presencia de alguno de los casos siguientes:

1. Cuando por declaración dada bajo promesa de ley de un testigo fidedigno


o por indicio grave, aparece que alguno se hallare en prisión o custodia ilegales, y
hay motivo fundados para creer que será extrañado del territorio de la República.

2. Cuando hubiesen motivos suficientes para creer que el detenido sufrirá un


daño irreparable antes que pueda ser socorrido en el curso ordinario del procedi-
miento.

3. Cuando el auto de exhibición ha sido desobedecido.

CAPITULO III

Queja y actuaciones especiales

Arto.70 Presentada la persona que se hallaba en prisión o restricción, acor-


dará el Tribunal lo que corresponda protegerla con arreglo a la ley, pudiendo en
tales circunstancias pedir el auxilio de la fuerza pública para el cumplimiento de
sus providencias. Dentro de los tres días siguientes, a más tardar, y a la sola vista
de los autos, el Tribunal resolverá lo que sea de justicia.

Arto.71 Siempre que el Tribunal declare que no ha lugar a la solicitud de


Exhibición Personal o desoiga la petición sin fundamento legal, podrá el solicitante
en un plazo de veinte días, recurrir de queja ante la Corte Suprema de Justicia y
ésta resolverá dentro de las veinticuatro horas lo que sea de justicia, con vista de
las razones expuestas por el interesado. Cuando por motivo de impedimento no
pudiere interponerse la queja, el plazo empezará a contarse desde que cesó el
impedimento.

Arto.72 Si los Magistrados que han negado el Recurso de Exhibición Perso-


nal fueren declarados responsables, sufrirán, además de las penas establecidas
en el Código Penal, una multa de hasta el veinticinco por ciento de su salario
mensual, cada uno de ellos.

Arto.73 Si la restricción de la libertad personal de que trata esta ley, procedie-


ra de una autoridad o funcionario que obra fuera de su órbita legal, el autor, cómpli-
ce o encubridor, incurrirá en una multa de hasta el veinticinco por ciento de su
salario o ingreso mensual, sin perjuicio de las otras penas establecidas en el Códi-
go Penal.

383
CAPITULO IV

Recurso contra particulares

Arto.74 Presentado en forma verbal o escrita el Recurso de Exhibición Perso-


nal el particular que restrinja la libertad personal de cualquier habitante de la Repú-
blica, el Juez dictará providencia ordenando la exhibición de la persona a él mismo
o a su delegado.

Arto.75 El delegado puede ser una autoridad que le esté subordinado o cual-
quier funcionario o agente de policía.

Arto.76 El Juez o su delegado, en presencia de los motivos expuestos por el


particular procederá en la forma siguiente:

1. Si el detenido lo fuere por haber sido sorprendido en flagrante delito, lo


pondrá a la orden de la autoridad competente.

2. Si el que tiene bajo su custodia a otro fuere el padre o la madre, el guarda-


dor u otra persona a quien corresponda el derecho de corrección doméstica se
hubiere excedido, dispondrá por auto lo que fuere de justicia.

3. Si la restricción fuese cometida fuera de los casos de los incisos anterio-


res, pondrá inmediatamente en libertad al detenido sin necesidad de providencia,
informará del hecho al Juez delegante, en su caso, quien pasará las diligencias a la
Procuraduría General de Justicia.

Arto.77 El particular contra quien se reclama obedecerá inmediatamente el


mandato del Juez o delegado, quienes podrán pedir el auxilio de la fuerza pública,
sin perjuicio de las responsabilidades penales que correspondan por causa de su
renuencia, o por hechos delictivos que se hubieren derivado de su acción.

TITULO V

Disposiciones comunes y finales

CAPITULO I

Disposiciones comunes

Arto.78 Los términos que establece esta ley son improrrogables.

Arto.79 El ejercicio de este derecho cabe aunque la violación que lo motiva


no se haya manifestado por hechos, siempre que sea inminente la consumación
de los mismos.

384
Arto.80 Siempre que al declararse con lugar cualquiera de los recursos que
establece esta ley, apareciere que la violación cometida constituye delito, se dará
parte a quien corresponda deducir la responsabilidad por la infracción penal come-
tida.

Arto.81 Los alcaides, guardas o encargados de la custodia de detenidos o


presos, darán copia firmada de la orden de detención o prisión a las personas que
custodian o al que las solicite en su nombre. Si la copia fuere denegada o se
retardare la entrega por más de veinticuatro horas, la persona a quien se le hubiere
pedido incurrirá en una multa de hasta el veinticinco por ciento de su salario men-
sual la cual se impondrá en virtud de denuncia por el Juez para lo Criminal de
Distrito o Local del lugar, sin perjuicio de la obligación de extender la copia y de la
responsabilidad a que hubiere lugar.

Arto.82 Las multas que se apliquen en virtud de esta ley, serán impuestas por
el Tribunal que conozca cualquiera de los recursos, y se harán efectivas por el
Ministerio de Finanzas, aún mediante apremio corporal. Estas multas prescribirán
conforme al derecho común.

Arto.83 El Juez Ejecutor que se exceda en las facultades establecidas por


esta ley o que actúe en contra de ley expresa, será sancionado con multa del
veinticinco por ciento de sus ingresos, sin perjuicio de otras responsabilidades.

Arto.84 En el caso del artículo anterior, queda facultado para conocer y resol-
ver el Tribunal de Apelaciones, sea de oficio o a petición de parte interesada.

CAPITULO II

Disposiciones finales

Arto.85 Se derogan los Decretos No.232 Ley de Amparo para la Libertad y


Seguridad Personal, y No.417 Ley de Amparo, publicados en el Diario Oficial, La
Gaceta No.6 del 8 de enero y No. 122 del 31 de mayo, ambas de 1980.

Arto.86 La presente ley entrará en vigencia a partir de su publicación en La


Gaceta, Diario Oficial.

Dado en la Sala de Sesiones de la Asamblea Nacional a los dieciséis días del


mes de noviembre de mil novecientos ochenta y ocho. «POR UNA PAZ DIGNA,
PATRIA LIBRE O MORIR”.

CARLOS NÚÑEZ TÉLLEZ, Presidente de la Asamblea Nacional - RAFAEL


SOLÍS CERDA, Secretario de la Asamblea Nacional.

Publicada en La Gaceta No. 241 del 20-12-88

385
ABREVIATURAS

Código Civil ............................................................................................................. C.


Código de Instrucción Criminal .............................................................................. In.
Código de Procedimiento Civil .............................................................................. Pr.
Constitución Política ............................................................................................ Cn.
Ley de Amparo ....................................................................................................... LA
Ley de Amparo para la Libertad y Seguridad Social..................................... LALSS
Ley Orgánica del Poder Judicial ...................................................................... LOPJ
Ley Orgánica de Tribunales............................................................................... LOT
Título Preliminar del Código Civil .............................................................. T. Prel. C.

386
ÍNDICE ONOMÁSTICO

—A—

Acteón: 33.
Antígona: 38.
Aguirre Godoy, Mario: 162.
Amaya Cora, Carlos: 165, 200.

—B—

Barrios vda. De Chamorro, Violeta: 33, 214.


Bidar Campos, Germán: 40, 43, 44, 178, 180, 184, 185, 239, 240, 243.
Bobbio, Norberto: 30.
Buda: 38.
Bryce, James: 111, 112.
Bentham: 128.
Blackstone: 151.
Brewer-Carías, Allan: 165.
Burgos, Ignacio: 205.

—C—

Calamandreii: 134, 158, 164, 166, 212, 215, 217.


Calatayud, José Antonio: 223.
Cappelletti, Mario: 91, 101, 147, 148, 150, 157, 159, 212, 223.
Carnelutti: 128.
Castro, Fidel: 31.
Cicerón: 38.
Coke, Lord: 148, 151.
Couture, Eduardo: 166.
Creonte: 38.

—D—

Díaz, Elías: 31.


Diana: 38.
Duverger, Maurice: 34.

—E—

Erasmo de Rotterdam: 38.


Escobar Fornos, Iván: 34, 199.

387
—F—

Favoren, Luis: 90.


Felipe II: 51.
Fernández, Tomás Ramón: 230.
Fix Zamudio, Héctor: 91, 199, 200, 214, 215.

—G—

García Belaúnde, Domingo: 90.


García de Enterría, Eduardo: 213, 230, 252, 274.
García Jorge Mario: 203.
García Pelayo, Manuel: 208.
González Pérez, Jesús: 158, 199, 204.
Grant, James: 148.
Grocio, Hugo: 38, 148.
Guasp, Jaime: 158.
Guillén Fairén: 50.

—H—

Hamilton. Alexánder: 182.


Hammurabi: 38.
Hesíodo: 38.
Hobbes, Thomas: 38.

—I—

Ibáñez Frenchman, Manuel: 164.

—J—

Jiménez de Arechaga, Eduardo: 170.


Júpiter: 38.

—K—

Kelsen, Hans: 31, 38, 90, 97, 99-101, 113, 114, 129-131, 134, 137, 152, 153, 155,
180, 191, 204, 205, 212, 214, 223, 226, 229.
Klein: 26.
Kirkpatrick, Jeanne: 42.

—L—

Laferriere: 33.
Lambert: 104.

388
Laroche, Humberto: 165.
Levene, Ricardo: 158, 160.
Linares Quintana, Segundo: 33, 214.
Locke, John: 38.
Loewenstein, Karl: 113.
Luis XIV: 31.

—M—

Madison: 178, 182.


Marbury: 178, 182.
Marshall, John: 182.
Manzanares Enriquez, Danilo: 123, 227.
Manú: 33.
Marcela: 33.
Menem, Eduardo: 277.
Minerva: 33.
Montesquieu: 38, 149, 151.

—O—

Ortega, Daniel: 31.


Orwell, Georg: 274.
Ossorio y Gallardo: 177.
Otero, Mariano: 53, 54.

—P—

Pedro III: 43.


Pérez, Antonio: 51.
Pérez Lovo, Rafael: 159.
Pizzoruso, Alessandro: 130.

—R—

Radbruch, Gustavo: 26, 30, 31, 89.


Rejón, Manuel Cresencio: 53, 54.
Rivero, Jean: 29, 37, 38, 97, 98, 99, 100, 194. Roosevelt, Franklin: 27, 103, 104.
Roosevelt, Theodore: 103, 104, 173.
Rousseau, Juan Jacobo: 38, 148.
Rubio Llorente, Francisco: 157.

—S—

Sanín Greifenstein, Jaime: 214.


Schmidt, Karl: 103.

389
Sieyes: 51, 53.
Silva Bascuñan, Alejandro: 212.
Sófocles: 38.
Solón: 38.
Somarriba, Aristides: 227.
—T—

Tascón, Tulio Enrique: 165.

—V—

Vescovi, Enrique: 217.


Vesta: 33.
Victoria, Francisco de: 38.
Vulcano: 33.

—W—

Walker, William: 44.


Weber, Albrecht: 90.

—Z—

Zamora y Castillo, Alcalá: 150, 158, 160, 164, 217, 223.


Zeus: 33.

390
Índice de Artículos

Código Civil
Art. 296: 127.
Art. 1870: 70, 242.

Código de Instrucción Criminal


Art. 609: 56.

Código de Procedimiento Civil


Art. 168: 73.
Art. 194: 59, 64, 119, 226, 227, 228.
Art. 242: 255.
Art. 280: 245.
Art. 387: 80, 265.
Art. 413: 123.
Art. 433: 182, 200.
Art. 451: 123.
Art. 949: 126.
Art. 1021: 217, 218.
Art. 1024: 217.
Art. 1035: 217.
Art. 2002: 77, 217, 264.
Art. 2005: 81.
Art. 2011: 80.
Art. 2057: 65, 227, 249.
Art. 2058: 59, 105.
Art. 2102: 64, 59.

Código Penal
Art. 14: 225.
Art. 165: 239.

ConstituciónFederal Centroamericana (1824)


Art. 10: 54.
Art. 11: 54.
Art. 69: 54.
Art. 81: 54.
Art. 99: 55.
Art. 138: 20.
Art. 194: 54.

Constitución del Estado de Nicaragua (1826)


Art. 89: 55.
Art. 99: 55.

391
Constitución de Nicaragua (1838)
Art. 109: 55.

Constitución de Nicaragua (1893)


Art. 28: 55.
Art. 29: 55.
Art. 30: 55, 56.
Art. 31: 55, 56.
Art. 32: 55, 56.
Art. 116: 55.
Art. 117: 55.
Art. 155: 55, 57.

Constitución de Nicaragua (1911)


Art. 25: 57.
Art. 122: 59.
Art. 123: 57.
Art. 124: 57.

Constitución de Nicaragua (1939)


Art. 118: 59.
Art. 119: 59.
Art. 344: 59.

Constitución de Nicaragua (1948)


Art. 35: 61.
Art. 36: 61.
Art. 37: 61.
Art. 38: 61.
Art. 39: 61.
Art. 42: 61.
Art. 48: 62.
Art. 165: 197.
Art. 213: 61, 65, 197.
Art. 217: 64.
Art. 284: 61.

Constitución de Nicaragua (1950)


Art. 36: 67, 93.
Art. 38: 65.
Art. 39: 65.
Art. 40: 65.
Art. 41: 65.
Art. 45: 65.
Art. 48: 65.

392
Art. 51: 65.
Art. 59: 65.
Art. 179: 197.
Art. 225: 65.
Art. 323: 65.

Constitución de Nicaragua (1974)


Art. 41: 67.
Art. 178: 197.
Art. 293: 67, 197
Art. 303: 34, 351.
Art. 304: 34.
Art. 311: 228.

Constitución de Nicaragua (1987)


Art. 4: 178, 275.
Art. 5: 179, 275.
Art. 6: 229.
Art. 23: 256.
Art. 24: 41, 243.
Art. 25: 243, 271, 274.
Art. 26: 181, 243, 268.
Art. 27: 238, 243.
Art. 29: 243.
Art. 30: 243.
Art. 31: 229, 243, 271.
Art. 32: 238, 243.
Art. 33: 243.
Art. 34: 118, 231, 243.
Art. 35: 271.
Art. 38: 125, 224, 225, 229.
Art. 39: 256.
Art. 45: 47.
Art. 46: 35, 187, 211, 231, 238.
Art. 47: 214.
Art. 52: 254.
Art. 58: 133.
Art. 59: 133.
Art. 60: 133, 275.
Art. 61: 133, 180, 181.
Art. 62: 133, 179.
Art. 63: 133, 179.
Art. 64: 133, 179.
Art. 65: 133, 179.
Art. 66: 133.
Art. 68: 133.

393
Art. 70: 133.
Art. 71: 35, 180, 181, 187.
Art. 72: 180.
Art. 79: 180.
Art. 80: 133.
Art. 81: 181.
Art. 119: 180.
Art. 125: 180.
Art. 129: 243.
Art. 130: 28, 269.
Art. 138: 104, 180, 192.
Art. 139: 264.
Art. 141: 187, 210.
Art. 142: 210.
Art. 143: 210.
Art. 148: 264.
Art. 150: 46, 187, 203.
Art. 151: 181, 264.
Art. 152: 192.
Art. 156: 230, 264.
Art. 159: 231.
Art. 160: 47.
Art. 162: 264.
Art. 163: 214.
Art. 164: 214, 215, 241, 242, 245.
Art. 165: 46, 118.
Art. 167: 229, 257.
Art. 172: 264.
Art. 173: 46, 173, 209, 263.
Art. 182: 104, 120, 132, 138, 143, 205-207, 212, 224, 225, 227, 242.
Art. 183: 211.
Art. 184: 192, 197, 200.
Art. 187: 99, 177, 200, 203, 205-207, 212-215, 220, 234.
Art. 188: 99, 181, 200, 205, 207, 235, 242.
Art. 189: 99, 200, 205, 271.
Art. 190: 200.
Art. 191: 232.
Art. 192:210.
Art. 194: 228.
Art. 196: 212.
Art. 198: 212.
Art. 199: 209.

Estatuto de Derechos y Garantías de los Nicaragüenses

Art. 50: 67.

394
Decreto N° 11/1990 de Creación de la Comisión Nacional de Revisión de Con-
fiscaciones

Art. 7: 234.

Art. 11: 234.

Decreto del 4 de mayo de 1830


Art. 7: 55.

Ley de Amparo de 1894


Art. 18: 56.
Art. 24: 56.
Art. 39: 56.

Ley de Amparo de 1911


Art. 29: 59.

Ley de Amparo de 1939


Art. 35: 61.
Art. 44: 61.

Ley de Amparo de 1948


Art. 31: 67.
Art. 42: 64.

Ley de Amparo de 1950


Art. 37: 31.

Ley de Amparo de 1980


Art. 1: 69, 71.
Art. 2: 69, 71.
Art. 3: 71.
Art. 4: 72.
Art. 5: 73.
Art. 6: 74, 76.
Art. 7: 80.
Art. 8: 72.
Art. 16: 81.
Art. 18: 76.
Art. 19: 72, 77, 80, 81.
Art. 20: 76.
Art. 28: 73, 77.

395
Ley de Amparo de 1988
Art. 2: 203, 205, 212.
Art. 3: 242.
Art. 4: 159.
Art. 5: 117, 118, 119, 121, 225, 227, 258.
Art. 6: 203, 204, 206, 207, 213-215, 218-220, 242.
Art. 7: 203, 204, 215, 216.
Art. 8: 214.
Art. 10: 201, 218, 220.
Art. 11: 213, 215, 216, 218, 221.
Art. 12: 216, 218, 221.
Art. 13: 218, 221.
Art. 14: 219-221, 223.
Art. 15: 222.
Art. 17: 222.
Art. 18: 132, 143, 167, 222, 223.
Art. 19: 132, 135, 143, 159, 202, 218, 222, 223, 227.
Art. 20: 159, 223, 225.
Art. 21: 159, 225.
Art. 22: 120, 192.
Art. 23: 206, 235, 237, 242, 246.
Art. 24: 242.
Art. 25: 245.
Art. 26: 201, 244, 251.
Art. 27: 248, 253, 254.
Art. 28: 255.
Art. 29: 243.
Art. 32: 255.
Art. 33: 256.
Art. 34: 256.
Art. 35: 256.
Art. 38: 246, 257, 265.
Art. 39: 258.
Art. 40: 258.
Art. 41: 243, 245, 258, 264, 266.
Art. 42: 250.
Art. 43: 258.
Art. 44: 259.
Art. 45: 259.
Art. 46: 259.
Art. 48: 266.
Art. 49: 266.
Art. 51: 120, 201, 202, 244, 260, 261, 263.
Art. 52: 271.
Art. 59: 272.
Art. 67: 272.

396
Art. 74: 271.
Art. 78: 244.
Art. 83: 272.

Ley de Amparo para la Libertad y la Seguridad Social (1980)


Art. 2: 84, 86, 87.
Art. 3: 84.
Art. 4: 83, 84, 86, 87.
Art. 5: 83, 84.
Art. 6: 84.
Art. 7: 84.
Art. 8: 85.
Art. 10: 85.
Art. 11: 85.
Art. 13: 85.
Art. 14: 86.
Art. 15: 86.
Art. 16: 86.
Art. 17: 86.
Art. 20: 86.
Art. 24: 87.

Ley de Municipios
Art. 40: 254.
Art. 9: 229.
Ley del 2 de julio de 1902
Art. 15: 59, 64.

Ley de Seguridad Pública de 1931


Art. 2: 141.

Ley Orgánica de los Artículos 103 y 107 Cn. del 10 de enero de 1936
Art. 103: 54.
Art. 107: 54.

Ley Orgánica del Poder Judicial


Art. 4: 119.
Art. 5: 226, 227.
Art. 15: 119.

Ley Orgánica de Tribunales


Art. 318: 59, 64.

Pacto de San José


Art. 8: 231.

Título Preliminar del Código Civil


397
Art. IV: 104, 125.
Art. XXVI: 244.

Art. XXXVII: 138, 159.

Indice de sentencias

1911

S. 1:30 p.m. del 24 del febrero de 1911, B.J., pág. 15: 125.

1913

S. 11 a.m. del 3 de junio de 1913, B.J., pág. 108: 81, 266.


S. 12 m. del 11 de octubre de 1913, B.J., pág. 293: 75.
S. 10:30 a.m. del 13 de octubre de 1913, B.J., pág. 294: 74.

1914

S. 12 m. del 27 de mayo de 1914, B.J., pág. 451: 75.


S. 10 a.m. del 30 de junio de 1914, B.J., pág. 459: 69.
S. 11 a.m. del 1 de septiembre de 1914, B.J., pág. 531: 79.
S. 11:30 a.m. del 9 de noviembre de 1914, B.J., pág. 709: 81, 266.

1915

S. 11 a.m. del 17 de febrero de 1915, B.J., pág. 678: 74, 75.


S. 11:30 a.m. del 17 de noviembre de 1915, B.J., pág. 986: 80, 265.

1916

S. 12 m. del 10 de febrero de 1916, B.J., pág. 1065: 75.


S. 11 a.m. del 3 de marzo de 1916, B.J., pág. 1097: 71, 235.
S. 10:30 a.m. del 26 de mayo de 1916, B.J., pág. 1171: 75.

1917

S. 12 m. del 18 de agosto de 1917, B.J., pág. 1651: 81, 266.


S. 11:30 a.m. del 12 de septiembre de 1917. B.J., pág. 1670: 74.
S. 11:30 a.m. del 8 de noviembre de 1917, B.J., pág. 1732: 80, 265.
S. 10 a.m. del 13 de noviembre de 1917, B.J., pág. 1736: 69.

1918

S. del 18 de abril de 1918, B.J., pág. 1906: 75.


S. 11 a.m. del 13 de junio de 1918, B.J., pág. 1966: 82.
398
S. 12 m. del 3 de agosto de 1918, B.J., pág. 2029: 80, 265.
S. 10 a.m. del 16 de agosto de 1918. B.J., pág. 2045: 80, 265.
S. 12 m. del 20 de agosto de 1918, B.J., pág. 2045: 75.

1919

S. 12 m. del 8 de marzo de 1919, B.J., pág. 2244: 73, 244.


S. 11 a.m. del 6 de agosto de 1919. B.J., pág. 2456: 74.
S. 11:30 a.m. del 7 de agosto de 1919, B.J., pág. 2448: 80, 265.

1920

S. 10 a.m. del 31 de enero de 1920. B.J., pág. 2792: 80, 265.


S. 12 m. del 1 de junio de 1920, B.J., pág. 2921: 75.
S. 11:30 a.m. del 10 de noviembre de 1920, B.J., pág. 3143: 80, 265.

1921

S. 12 m. del 31 de marzo de 1921, B.J., pág. 3240: 265.


S. 12 m. del 3 de mayo de 1921, B.J., pág. 3286: 227.

1922

S. 11 a.m. del 29 de marzo de 1922, B.J., pág. 3636: 75.

1923

S. 11 a.m. del 30 de noviembre de 1923, B.J., pág. 4150: 71, 235.

1925

S. 12 m. del 31 de marzo de 1925, B.J., pág. 4881: 75, 82.

1926

S. 10 a.m. del 26 de enero de 1926, B.J., pág. 5464: 82.

1927

S. 11:30 a.m. del 16 de junio de 1927, B.J., pág. 5998: 75.


S. 11:30 a.m. del 13 de octubre de 1927. B.J., pág. 6126: 69.

1928

S. 11:30 a.m. del 25 de enero de 1928, B.J., pág. 6238: 206.

399
1929

S. 12 m. del 27 de junio de 1929, B.J., pág. 7084: 82.


S. 10 a.m. del 6 de agosto de 1929, B.J., pág. 7097: 207.
S. 12 m. del 27 de septiembre de 1929, B.J., pág. 7163: 207.
S. 11:30 a.m. del 8 de noviembre de 1917, B.J., pág. 1732: 80, 265.

1930

S. 10:30 a.m. del 25 de febrero de 1930, B.J., pág. 7324: 126.

1934

S. 11 a.m. del 3 de mayo de 1934, B.J., pág. 8605: 71, 235.

1935

S. 12 m. del 23 de mayo de 1935, B.J., pág. 8935: 75.


S. 11 a.m. del 13 de diciembre de 1935, B.J., pág. 9139: 71, 235.

1936

S. 12 m. del 20 de mayo de 1936, B.J. pág. 9318: 75.


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S. 9 a.m. del 2 de noviembre de 1993, B.J., pág. 175: 250, 251.
S. 9 a.m. del 8 de noviembre de 1993 B.J., pág. 180: 251.
S. 9 a.m. del 11 de noviembre de 1993, B.J., pág. 185: 251.
S. 11 a.m. del 24 de noviembre de 1993, B.J., pág. 254: 228.
S. 10:45 a.m. del 21 de diciembre de 1993, B.J., pág. 219: 230, 237.

1994

S. 10:30 a.m. del 19 de enero de 1994, B.J., pág. 1: 247.


S. 10:30 a.m. del 7 de marzo de 1994 B.J., pág. 33: 268.
407
S. 10:45 a.m. del 22 de junio de 1994: 269.
S. 10:30 a.m. del 27 de julio de 1994, B.J., pág. 127: 269.
S. 10 a.m. del 26 de septiembre de 1994, B.J., pág. 151: 215, 234.
S. 10:30 a.m. del 6 de octubre de 1994, B.J., pág.171: 247.

1995

S. 10:45 a. m. del 8 de mayo de 1995, B.J., pág. 15: 220.


S. 9:30 a.m. del 8 de mayo de 1995, B.J., pág. 12: 232.
S. 10:30 a.m. del 11 de mayo de 1995, B.J., pág. 23: 247.
S. 9:30 a.m. del 29 de mayo de 1995, B.J., pág. 30: 220, 228, 257, 258, 269.
S. 11:30 a.m. del 6 de junio de 1995, B.J., pág. 35: 250, 261.
S. 11:30 a.m. del 7 de junio de 1995, B.J., pág. 35: 237, 269.
S. 10:45 a.m. del 12 de junio de 1995, B.J., pág. 47: 236, 269.
S. 10:30 a.m. del 19 de junio de 1995, B.J., pág. 57: 248.
S. 10:30 a.m. del 20 de junio de 1995, B.J., pág. 59: 248.
S. 12 m. del 3 de julio de 1995, B.J., pág. 66: 237.
S. 10:30 a.m. del 10 de julio de 1995, B.J., pág. 80: 248.
S. 10:45 a.m. del 11 de julio de 1995, B.J., pág. 86: 247.
S. 10:45 a.m. del 21 de julio de 1995, B.J., pág. 89: 220, 247, 248.
S. 12 m. del 21 de julio de 1995, B.J., pág. 90: 245.
S. 12 m. del 24 de julio de 1995, B.J., pág. 97: 269.
S. 10:45 a.m. del 17 de agosto de 1995, B.J., pág. 105: 230.
S.10:45 a.m. del 7 de agosto de 1995, B.J., pág. 105: 230.
S. 10:30 a.m. del 15 de octubre de 1995, B.J., pág. 165: 248.
S. 10:30 a.m. del 28 de octubre de 1995, B.J., pág. 125: 263.
S. 10:30 a.m. del 20 de noviembre de 1995, B.J., pág. 158: 247, 248.
S. 10:30 a.m. del 21 de noviembre de 1995, B.J., pág. 160: 248.
S. 10:30 a.m. del 15 de diciembre de 1995, B.J., pág. 165: 250.

1996

S. 9 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J., pág. 36: 209, 229, 234.
S. 9:20 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J., pág. 40: 209, 229, 232, 234.
S. 9:45 a.m. del 8 de febrero de 1996, B.J., pág. 44: 209, 229, 232.
S. 12:30 a.m. del 20 de marzo de 1996, B.J., pág. 68: 269.
S. 10:30 a.m. del 21 de marzo de 1996, B.J., pág. 84: 248.
S.10:30 a.m. del 26 de marzo de 1996, B.J., pág. 88: 235, 247, 248.
S. 10:30 a.m. del 27 de marzo de 1996, B.J., pág. 91: 247, 261.
S. 12:30 a.m. del 16 de abril de 1996, B.J., pág. 96: 250.
S. 10:30 a.m. del 17 de abril de 1996, B.J., pág. 103: 248.
S. 10:30 a.m. del 18 de abril de 1996, B.J., pág. 107: 248.
S. 10:30 a.m. del 30 de abril de 1996, B.J., pág. 115: 247.
S. 10:30 a.m. del 2 de mayo de 1996, B.J., pág. 125: 250.
S.10:30 a.m. del 4 de junio de 1996, B.J., pág. 161: 249, 250, 269.
S. 9:00 a.m. del 3 de julio de 1996, B.J., pág. 194: 247.

408
S. 9 a.m. del 4 de julio de 1996, B.J., pág. 202: 208, 247, 250.
S. 9:00 a.m. del 5 de julio de 1996, B.J., pág. 208: 248.
S. 9:30 a.m. del 15 de julio de 1996, B.J., pág. 194: 248.
S. 12:30 p.m. del 5 de agosto de 1996, B.J., pág. 236: 209, 210, 229.
S. 9:00 a.m. del 26 de agosto de 1996, B.J., pág. 257: 248.
S. 12:30 a.m. del 12 de noviembre de 1996, B.J., pág. 320: 258, 265.
S. 10:30 a.m. del 20 de noviembre de 1996, B.J., pág. 326: 263.

1997

S. 9 a.m. del 7 de enero de 1997: 211, 241.


S. 10:30 a.m. del 18 de diciembre de 1997: 211, 263.

Índice Analítico

—A—

Acción: 26, 35, 40, 69, 112, 114, 127, 142, 149, 152, 155, 180, 188, 189, 203, 213,
218, 235, 236, 237, 238, 246, 247, 265;
Abstracta: 155, 156, 165, 189, 213;
Autónoma: 218;
De Amparo: 62, 63, 70, 78, 80, 263, 265;
De fraude pauliano: 126;
De habeas data:273, 277, 278;
De impugnación: 216;
De inconstitucionalidad: 155, 165, 170, 188;
De simulación: 126;
Judicial: 144;
La cosa juzgada como: 123;
Legislativa: 141, 187, 223;
Oblícua: 70, 242;
Para reclamar la violación constitucional: 120;
Popular: 57, 61, 62, 71, 84, 86, 114, 165, 177, 178, 200, 206, 207, 208, 213-215,
219, 234, 271;
Reivindicatoria: 77;
Típica: 224;
Y desistimiento: 80.

Actio popularis: 114.

Actos
Administrativos: 106, 107, 195, 199, 209, 226, 234;
Anulados: 144;
Anulabilidad de los inconstitucionales: 113, 134;

409
Anulación por juez constitucional: 97, 132, 259;
Cantonales: 177;
Consentidos por el agraviado: 67, 78, 262;
Consumados irreparablamente: 61, 66, 83, 251, 257;
Contrarios a la constitución: 56, 57, 205, 235;
Contrarios a la lealtad y la buena fe: 121;
De autoridades no judiciales: 164, 165, 199, 201, 235, 236;
Del poder ejecutivo: 209;
Del poder público: 90;
De los Estados nacionales: 91;
De los particulares: 78, 264;
De soberanía: 228;
Examen de su regularidad por tribunal constitucional: 114;
Federales: 177, 188;
Futuros: 78;
Inconstitucionales: 82, 120;
Inconstitucionales del poder ejecutivo: 53, 114;
Inconstitucionales del poder legislativo: 53;
Individuales: 180;
Inexistentes: 25;
Irregulares: 97, 114;
Jurídicos: 114;
Legislativos: 261;
Negativos: 255;
No judiciales: 126;
Normativos: 109;
Opuestos a la Constitución: 179;
Orden de realización de los: 52;
Políticos: 177;
Positivos: 255;
Probables: 78;
Procedencia del control constitucional por: 183;
Procesales: 79, 89, 93, 95, 117, 119;
Prohibición de realizar un: 52;
Prohibitivos: 255;
Públicos: 130;
Relativos a la organización del Estado: 262, 263;
Restrictivos de la libertad personal:
Por autoridades: 199, 271, 272;
Por particulares: 57, 61, 62, 65, 68, 86, 94, 200, 271;
Subjetivos: 109;
Y control total y parcial: 177;
Y efectos ex-nunc: 167;

Ad limine: 217, 218.

410
Ad quem: 217.

Amparito: 200, 215.

Amparo-casación: 54.

Amparo propiamente dicho: 59-66, 68, 69, 93, 94, 143, 182, 200, 271.

Apelación: 52, 77, 79, 81, 126, 164, 173, 176, 183, 217, 225, 250, 261, 369.

Apelación certiorari: 52, 135.

A quo: 164, 217, 226.

Auto de prisión, recurso contra: 56, 61-66, 68, 69, 87, 88, 94, 200.

—B—

Beschwerde: 90.

Bloque (ver Parámetro)


De constitucionalidad: 136, 139-141, 195, 210, 211;
Normativo: 210.

Bloqueo: 186, 187.

—C—

Caducidad
En el principio de impulso oficial: 117;
En el recurso de amparo: 77, 80, 81, 121;
En nuestro sistema de amparo: 258;
Su término en la acción popular: 207;
Y retroactividad de la sentencia del amparo: 131.

Casación: 68, 77, 126, 162, 164, 222, 223, 225, 226, 261;
Corte de: 56-59, 61, 64, 65, 136, 149, 150, 164, 173;
En el fondo: 47, 59, 65, 105, 163, 199, 223, 227, 249;
En la forma: 59, 199.
En interés de la ley: 59, 164, 199;
Finalidad de la: 164;
Penal: 106;
Tribunal de: 72, 74, 76, 77, 80, 81, 85, 87, 176, 199, 200, 218, 223, 225, 245, 246,
255, 261, 264, -266, 272.

411
Certification of questions: 52.
Clasificación
Del control constitucional:
Admisión libre o restringida: 175
Concurrentes: 173;
Mixto: 175,
Nacional e internacional: 173;
Parlamentario: 171;
Permanente y para cada caso: 175;
Político y jurisdiccional: 170;
Positivo y negativo: 169;
Por el ejecutivo: 172;
Por el electorado: 173;
Por letrados o por legos: 174;
Preventivo: 175;
Reparador: 175;
Total o parcial: 177;
de las sentencias en la justicia constitucional: 129, 130;
Clasificación de la manipulación legislativa:
Delegativas: 142;
Que desechan una interpretación y acogen otra: 141;
Que extraen de la disposición explícita una norma implícita: 142;
Que suplen omisiones del legislativo: 142;
Que sustituyen la norma escrita por otra norma: 142;

Código
Civil: 128, 134, 238, 244;
Cubano: 159;
De Hammurabi: 38;
De las Diez Libertades: 38;
De Instrucción Criminal: 128, 271;
De Procedimiento Civil: 47, 80, 81, 93, 128, 217, 226, 227, 264, 266;
Italiano:
Penal: 142;
de Procedimiento Penal: 134, 142;
Mercantil: 128, 134;
Napoleónicos:
Civil: 150;
Procesal Civil: 150;
Penal: 150;
Instrucción Criminal: 150;
Comercial: 150;
Procesal Civil costarricense: 150;
Procesal Mercantil: 128.

Constitucionalidad: 140, 154, 157, 208, 211, 212, 222, 223, 250;

412
Corte de: 162;
Como parte del núcleo de competencia de la justicia constitucional: 90;
Control de la: 28, 90, 114, 147, 148, 154-156, 160, 163, 171-173, 175, 176, 205,
222;
Control preventivo de la: 193-195;
Confictos entre poderes y: 214, 215;
De los tratados: 197;
Efectos de la declaración de: 227;
En Nicaragua: 196, 202;
Ventajas del: 196;
De las sentencias judiciales: 106;
De las leyes: 105, 109, 143, 148, 150, 153-155, 158, 172, 213, 220;
De los actos del ejecutivo: 106;
En Estados Unidos: 90, 93;
En Inglaterra: 170;
Estado de Derecho y control de la: 28;
Sistemas de control de la: 90, 147, 156, 159, 165, 167;
Y Corte Plena: 163;
Y Ley de Amparo: 64, 67, 106, 135, 227, 258;
Y Sala de lo Constitucional: 163.

Constituyente
Asamblea: 103, 134, 170;
Desarrollo legislativo y: 46;
Intención del: 98;
Mexicana de 1842: 53;
Como expresión del poder soberano del pueblo: 232
Voluntad del: 70, 104,
Y poderes constituidos: 232;
Poder: 103, 104, 111, 115, 210, 232;
Derivado: 164, 105, 232;
Originario: 210, 232;
Primigenio: 232;
Y rigidez de la Constitución: 46,
Y reforma de la Constitución: 18;
Límites del: 104.

Control constitucional
Actuación de oficio del órgano de: 60, 63, 66, 68, 76, 77, 83, 95, 114, 117, 119, 126,
127, 129, 132, 152, 158, 163, 177, 190, 200, 201, 217, 218, 224, 226, 227, 229,
246, 252, 255, 257, 258, 264, 266, 272;
A través del recurso de amparo: 165;
Concentración del: 16, 17, 39, 91, 147, 154, 156, 159, 176;
Clasificaciones del:
Admisión libre o restringida: 175
Concurrentes: 173;

413
Mixto: 175,
Nacional e internacional: 173;
Parlamentario: 171;
Permanente y para cada caso: 175;
Político y jurisdiccional: 170;
Positivo y negativo: 169;
Por el ejecutivo: 172;
Por el electorado: 173;
Por letrados o por legos: 174;
Preventivo: 175;
Reparador: 175;
Total o parcial: 177;
Como presupuesto de la justicia constitucional: 102, 113;
Condiciones de procedencia del: 183;
E independencia del órgano controlador: 113;
En el leninismo: 32, 103;
Figuras del: 29;
Instituciones del: 29;
Legitimidad para pedir el: 155;
Omisiones del legislativo y: 19;
Objeto del: 180
Plazo al legislativo para dictar ley en mora: 179, 183;
Potestades decisorias del: 113;
Rigidez constitucional y sistema de: 15;
Situaciones del: 29;
Sistemas de:
Por su extensión:
De alcance general: 159;
De alcance mixto: 160:
De alcance particular: 160;
Por la naturaleza del órgano:
De control judicial: 161;
De control político: 162;
De control por tribunal especial: 161;
De control por tribunal ordinario: 161;
Por la forma de proponerlo:
Ante corte suprema de justicia: 163;
Ante tribunal ordinario: 165;
Ante tribunal especial constitucional: 163;
Por sus efectos:
Efectos constitutivos: 167;
Efectos declarativos: 165;
Valoración de los sistemas de: 167;
Sistemas decisorios y no decisorios: 189, 190;
Sistemas retroactivos y no retroactivos: 191;
Sobre toda la actividad estatal: 115;

414
Técnicas procesales y: 140;
Vías para completar el cumplimiento de obligaciones constitucionales: 185.

Control preventivo de la constitucionalidad: 193-195;


Concepto: 193;
Consulta previa en Nicaragua: 196; 202
Naturaleza jurídica: 193;
Sistema mixto: 195;
Sistema de reducido alcance: 195;
Desventajas del: 196;
Ventajas del: 196;
Sistema único: 195;
Preceptivo: 195;
Facultativo: 195.
Confictos entre poderes y: 214, 215;
De los tratados: 197;
Efectos de la declaración de: 227;

Consejo Constitucional: 96, 98, 149, 150, 170, 171, 177, 190, 194, 195.

Consejo de Estado: 109, 149, 150, 172, 173, 195, 198.

Contencioso administrativo: 27, 34, 79, 109, 163, 204, 253.

Corte Constitucional: 154-156, 158, 173-176, 212.

Corte de Casación: 136, 149, 150, 164, 173.

Corte Suprema de Justicia: 47, 53, 56, 57, 59,61-65, 71-76, 261.

Corte Suprema para Asuntos Administrativos: 155.

Corte Suprema para Asuntos Civiles y Penales: 155.

Cosa juzgada
Constitucional
Amparo y: 132;
Considerandos y: 144;
Efectos de la: 130, 142;
En la jurisdicción constitucional: 142;
Retroactividad y: 131;
Sentencia y: 130;
Y ratio desideridi: 144;
General
Características:
Inmutable: 125;

415
Relativa: 125;
Renunciable: 126;
Efectos: 123, 124;
Formal: 127;
Fraudulenta o simulada: 125;
Material: 127;
No puede declararse de oficio: 126.

Creación
Del Estado democrático de Derecho: 28,
Del Derecho: 101, 170, 178, 222;
Del Estado: 112;
De órganos: 102, 162;
De nuevos tipos: 130;
Del sistema austríaco: 154;
De una situación jurídica nueva: 166, 209;
De comisiones especiales: 176;
Jurisprudencial: 22, 162, 182, 200, 267, 278,
De la ley: 193;
De bancos de datos: 273;
De Tribunales Constitucionales Especiales: 29, 154, 163.

Cumplimiento
De la Constitución: 28, 29, 32, 51, 53-55, 57, 59, 64, 70, 71, 89, 93, 103, 136, 161,
170, 189, 199.
De la Convención Europea: 152;
De obligaciones:
De legislar: 184;
Constitucionales: 179, 185, 186;
De las sentencias: 61, 67, 81, 121, 257, 266;
De los contratos por la autoridad: 71, 235, 236;
De los derechos y garantías fundamentales: 25, 46, 61, 62, 65, 68;
De los derechos humanos: 39, 41, 44, 45, 102;
De los derechos sociales: 40, 43, 133;
De los fueros: 50;
De los requisitos del escrito de interposición: 74, 274;
De los requisitos procesales: 217;
Del derecho comunitario: 152, 173;
Del principio de buena fe: 119;
Del principio de relatividad de la cosa juzgada: 126;
De tratados internacionales: 187;
De una prestación: 123, 179, 236;
Discrecional por el legislador: 141, 183.
—D—

División de poderes: 28-30, 107, 143, 147, 149, 189, 191, 261.

416
Desasimiento del Tribunal: 123, 124.

Deserción: 77, 81, 259, 265.

Desistimiento: 77, 80, 83, 259, 264, 265.

Democracia
Clases de: 30,
Enseñanza de valores: 45;
En los tribunales: 100;
Formal: 31;
Instituciones de la semidirecta: 45;
Instituciones de la semi-representativa; 178;
Obstáculos a la: 30;
Perspectivas de la: 30;
Separación de poderes y: 33;
Transición hacia ella en Nicaragua: 32.

Derecho
Adjetivo: 128;
Administrativo: 186;
Aragonés: 50;
Argentino: 186;
Civil: 26, 128;
Constitucional: 43, 44, 143, 151, 186;
Argentino: 43, 185;
De la Integración: 151;
Del Poder: 42;
Material: 143;
Constitucional Procesal: 89;
Consuetudinario: 170;
Comercial: 26, 101, 162;
Común: 73;
Comunitario: 110, 151, 173, 174;
Comparado: 128, 182, 183;
De Familia: 26;
Del Trabajo: 26, 27, 40;
Económico: 26, 27;
Formal: 26;
Inglés: 49;
Individualista: 26;
Instrumental: 128;
Internacional: 42, 110, 114;
Internacional Público: 38, 151;
Interno: 114, 174;

417
Material: 26, 89, 90, 128;
Mexicano: 52, 68;
Objetivo: 26, 164;
Penal: 26;
Político: 26;
Positivo: 37, 170;
Privado: 26, 27;
Procesal: 34, 89, 90, 92, 123, 128, 144, 186;
Administrativo: 34, 128;
Civil: 128;
Constitucional: 29, 34, 89, 90, 92, 93, 128, 129, 144, 162;
Laboral: 128, 129;
Militar: 128;
Penal: 89, 128, 129;
Público: 26, 27, 29, 89,
Romano: 49, 101,
Social: 26, 27;
Subjetivo: 26, 43, 179, 185, 186;
Sustancial: 123, 128;
Vigente: 141, 153, 155.

Derechos Humanos
Antecedentes históricos: 38;
Aplicación de la norma más favorable: 121;
Carácter tridimensional de los: 39;
Como fin del Estado: 44;
Concurrencia de controles constitucionales y: 173;
Defensa y cumplimiento de los: 29, 35, 44;
Educación en los: 35,
Estado constitucional de Derecho y: 40;
Estado de Derecho y: 39;
Garantías de los:
Jurisdiccionales: 47;
Normativas: 46;
Políticas: 45;
Habeas data y: 275;
Habeas corpus y: 186;
Instrumentos internacionales de: 92, 173, 211, 238, 273;
Internacionalización y universalización: 39, 42, 47;
Interpretación de leyes concernientes a: 97;
Justicia internacional y: 91;
Principio de celeridad y la defensa de los: 118;
Positivización de los: 39,
Procuraduría de los: 35, 45, 180, 187, 237, 238;
Reconocimiento y respeto de los: 34, 35,
Relaciones entre los: 41.

418
División de poderes: 28-30, 107, 143, 147, 149, 189, 191, 261.

Doppia pronuncia: 134.

—E—

Efectos de la sentencia
Ex nunc: 124, 157, 159, 167, 224;
Ex tunc: 124, 157, 159, 165;
Erga omnes: 53, 68, 129, 130, 137, 143, 145, 159, 160, 189, 190, 191.

Ejecutivo, poder: 27, 30, 32, 43, 53, 56, 85, 96, 102, 106, 107, 149, 150, 157,
161,171, 194, 197, 209, 215, 232, 251.

Electoral, poder: 32, 91, 107, 115, 232.

Erga omnes: 53, 68, 129, 130, 137, 143, 145, 159, 160, 189, 190, 191.

Error(es)
Común: 166,
Corrección en el recurso de amparo: 139, 216;
Corrección en segunda instancia: 79;
De cálculo numérico: 124;
De carácter procesal: 139;
De copia: 124;
De referencia: 124;
En el nombre del recurrido: 245, 249;
En la Ley de Amparo: 224;
In iudicando: 159, 205, 223;
In procedendo: 159, 205, 223;
Writ of: 52.

Escrito de interposición: 60, 74, 75, 216, 217, 222, 247, 249, 255.

Estado
Administrador: 27;
Benefactor o de Bienestar: 27, 28, 31;
Constitucional de Derecho: 28;
Su relación con el Estado de Derecho: 28;
De Derecho: 29;
Concepto: 25;
Condiciones de su existencia: 28;
Condiciones para su funcionamiento: 31;
Creación de la Ciencia Política: 31;
Instituciones que garantizan su funcionamiento:

419
Acciones contra actos de las autoridades: 34;
Opinión pública: 31;
Constitución escrita: 33;
Separación de poderes: 33;
Democrático de Derecho: 28;
Liberal burgués: 25;
Liberal de Derecho: 25;
Social de Derecho: 26-28.

Estatuto
Albertino: 205.
Fundamental de los Nicaragüenses: 68, 69, 212.
General de la Asamblea Nacional: 208, 210, 211, 215, 233.
legal: 182.
sobre los Derechos y Garantías de los Nicaragüenses: 67-69, 212, 252.

Exhibición personal, recurso de (Ver habeas corpus): 92, 199, 200, 206, 215,
242, 247, 268, 271, 272.

—F—

Fundamentales
Condiciones del Estado de Derecho: 28;
Derechos: 25, 28, 29, 31, 33, 37-40, 42, 43, 46, 47, 54, 70, 90, 98, 107, 109, 120,
150, 183, 184, 205-207, 213, 237, 239, 240, 261, 271;
Garantías: 25, 28, 29, 31, 93, 205;
Leyes: 149, 172;
Libertades: 25, 28, 37, 39, 47;
Principios: 29, 98, 118, 195, 214, 231, 232.

—G—

Garantías constitucionales: 59, 60, 92, 93, 161, 188, 190, 207, 242, 270.

Garantías fundamentales: 25, 28, 29, 31, 93, 205.

—H--

Habeas
corpus (Ver exhibición personal): 29, 35, 47, 49, 50, 55, 56-59, 61-69, 83, 85, 86,
90, 94, 95, 97, 109, 117, 186, 199, 271, 273, 278;
Writ of: 52;
data: 29, 35, 90, 92, 95, 97, 109, 181, 273-275, 277, 278.

Homo libero exhibiendo: 49, 50, 87.


420
—I—

Improcedencia
Aceptación del acto como motivo de: 120, 261;
Agotamiento de la vía administrativa y: 76, 251,
Bi-instancialidad y: 72;
Casos en que procede: 61, 67, 77, 78, 264;
Como forma de terminar el amparo: 77;
Competencia para declararla: 72, 77, 221, 264;
Declaración después de tramitado el amparo: 76, 255;
Declarada de oficio: 77, 83, 229, 264;
Desistimiento y: 80, 259, 265;
Motivos de: 61, 67, 77, 79, 82;
Por tratarse de asuntos judiciales: 61, 67, 77, 260;
Su examen por la Corte Suprema de Justicia: 77.

Incapacidades: 209.

Incompatibilidad
En materia electoral: 209;
En ejercicio de cargos de elección popular: 209;
Entre el control previo y el a posteriori: 196.

In dubio pro reo: 225.

Inhabilidades: 209.

Inhibiciones
En materia electoral: 209.

In iudicando (error): 159, 205, 223;

In limini litis: 67, 176.

In procedendo (error): 151, 205, 223.

Instituto de firma: 50, 51.

Integración
De la Junta Directiva de la Asamblea Nacional: 208;
De los órganos electorales: 91;
De los poderes del Estado: 177;
Del Derecho: 178, 185;
Derecho constitucional de la: 151;
Económica: 91, 92;

421
Europea: 198;

Intercessio: 49.

Inter partes: 164.

Interposición: 81, 82, 251;


Corrección de errores en la: 139, 216, 245, 249;
Escrito de: 60, 74, 75, 216, 217, 222, 247, 249, 255;
Plazo de: 73, 140, 201, 222, 243, 244;
Procedimiento de: 72, 74, 217, 225, 245, 254;
Requisitos para la: 72, 75, 216, 236;
Sistemas de: 163, 165.

Interpretación
Anulación de la: 135;
Auténtica de la Constitución: 104, 105;
Criterio de: 232;
De la Constitución: 52, 96-99, 104, 112;
Por la Corte Suprema de Justicia: 105, 135;
Por el legislativo: 104;
De leyes federales: 96;
De leyes: 198;
De la Constitución por leyes ordinarias: 104, 105;
Errónea: 135, 249;
En el Derecho comparado: 105;
El principio pro homine: 120;
El principio pro libertate: 120;
Efectos para el futuro de la: 135;
Extensiva: 136, 137;
En la manipulación legislativa: 141, 142;
Infracción constitucional por mala: 75;
Inconstitucionalidad de la: 135, 141;
Importancia de la jurisprudencia en la: 178;
Judicial: 149, 179, 182, 223;
Límites del legislativo en la: 104,
Poder Constituyente: 104;
Problemas de la: 150, 151;
Restrictiva por los tribunales: 40;
Stare decisis: 153;
Sistemas de: 149, 150, 163;
Transformación de la Constitución por la: 112;

Irretroactividad
Como medio de garantizar la seguridad jurídica: 47;
Excepciones al principio de: 155, 229;

422
De la sentencia de inconstitucionalidad: 156;
Suavización del principio de: 166;
De las leyes: 229;

Iura novit curia: 222.

Ius naturale: 148.

Ius positivum: 148.

—J—

Judicial
Autoridad: 114, 226;
Comisión: 245;
Control: 31, 90, 147, 148, 151, 161, 167, 182, 203, 205;
Funcionario: 77, 161, 248, 260, 261;
Poder: 34, 47, 51, 53, 54, 57, 59, 68, 84, 91, 93, 98, 102, 106, 107, 118, 149, 150,
151, 159, 161, 163, 164, 170, 171, 173, 183, 191, 222, 223, 226, 231, 232, 234,
251, 253, 261, 268;
Resolución: 67, 107, 123, 153, 177, 200, 223, 261;
Sentencia: 106, 155, 185;
Sede: 34, 54, 185;
Vía: 152, 185, 202, 278.

Juez: 26, 50, 51, 64, 77, 79, 86-88, 91, 117, 119, 123, 126, 148, 151-153, 156, 158,
178, 180, 185, 201, 217, 218, 225-227, 230;
Administrativo: 195;
A quo: 164, 217, 226;
Competente: 230, 231;
Constitucional: 97-100, 106, 120, 129, 132, 134, 139, 143;
Como legislador negativo: 97, 129, 142;
Como legislador positivo: 98, 129, 142;
De Distrito: 61, 65, 72, 86, 272;
De primera instancia: 79;
Ejecutor: 56, 61, 64, 67, 84, 242, 272,
Inferior: 164, 190, 225, 226;
Natural: 47, 206;
Norteamericano: 153;
Ordinario: 176, 193.

Justicia constitucional
Clasificación de las sentencias en la: 129, 130;
Como contrapeso al poder del Estado: 102;
Como rama del Derecho Procesal Constitucional: 90;
Competencias esenciales del: 90;

423
Concepto de: 97;
Contenido de la: 92, 103;
Crítica a la: 103;
Creación de la: 97, 98, 102;
División de poderes y: 98, 101, 103;
Fundamento de la: 103;
Justificación de la: 102;
Legitimidad democrática y: 99;
Materia de la: 90;
Necesidad de la: 99, 101;
Origen y competencias de la: 90;
Poder constituyente y: 103;
Poder ejecutivo y: 106;
Poder electoral y: 107;
Poder judicial y: 106;
Poder legislativo y: 105;
Presupuestos de existencia de la:
Control constitucional sobre toda la actividad estatal: 115;
Constitución rígida: 111;
Legitimación de los interesados: 114;
Órgano de control independiente: 113;
Potestades decisorias: 113;
Principios de la:
Aplicación de la disposición más favorable: 121;
Buena fe: 118;
Celeridad: 118;
Derecho a la legalidad constitucional: 119;
Economía procesal: 118, 121;
Gratuidad: 118;
Impulso oficial: 117;
Informalidad: 117,
Inmediación: 119;
Prevalencia de la Constitución: 121;
Pro hómine: 18, 120, 231;
Pro libertate: 18, 120, 231;
Sistemas de:
Alemán: 157;
Austríaco: 147;
Bases del sistema austríaco: 154;
Difuso: 147;
Bases del sistema difuso: 152;
Inconvenientes del sistema difuso: 152;
Diferencias entre los sistemas: 156;
Acercamiento de los sistemas: 157;
Español: 157;
Francés: 148;

424
Inglés: 151;
Italiano: 157;

Jurisdicción constitucional: 29;


Acciones contra actos de las autoridades y: 34;
Como legislador negativo: 143;
Consideraciones generales sobre: 99;
Cosa juzgada en la: 142;
Determinada por la materia: 92;
Determinada por el órgano: 93;
De la libertad: 109;
Funciones de la: 91;
Internacional y comunitaria: 110;
Materia de la: 90;
Magistratura constitucional: 96;
Normas de prognosis y: 182;
Orgánica: 109;
Órganos que la ejercen: 97;
Sentencias en la: 129;
Supranacional: 90.

Jurisprudencia
Cambios económicos, políticos o sociales y: 129, 145;
Casación en interés de la ley y: 59, 64, 164, 225, 226;
Como fuente del Derecho: 98;
Control constitucional y: 29, 169, 199;
Creación de la: 128, 178;
De la Suprema Corte de los Estados Unidos: 104, 153;
Del Tribunal Constitucional español: 106;
En materia electoral: 107;
Obligatoriedad de la: 160, 164;
Problemas de competencia y: 136;
Ratio desideridi: 129, 144;
Sobre el amparo: 71, 82, 106, 235, 247, 257, 267;
Sobre el recurso de inconstitucionalidad de la ley: 228;
Sobre la cosa juzgada: 126;
Sobre la deserción: 81;
Sobre la improcedencia del amparo en asuntos judiciales: 77, 261;
Seguridad jurídica y: 129;
Violación por omisión y: 178;

—L—

Legalidad: 172;
Actuación de los jueces y: 100;
Casación y: 136;

425
Constitucional: 114, 119;
Control de la: 31, 34, 54, 222;
De la Administración: 28, 195, 208,
Principio de: 29, 208, 209, 211.

Legislador negativo: 97, 129, 142.

Legislador positivo: 97, 98, 129, 142.

Legislativo: 53, 129;


Acto: 65, 150, 172, 196, 197, 204, 226;
Autocontrol: 113;
Cuerpo: 96, 115, 182;
Desarrollo: 46, 105, 178, 184;
Función del: 103;
Órgano: 113, 137, 156, 164, 185, 188, 189, 232;
Poder: 30, 32, 33, 34, 40, 53, 55, 97, 99, 100-102, 104, 105, 112, 113, 125, 136,
138, 149, -151, 154, 157, 161, 170, 171, 178, , 183, 185, 187, 189, 191, 194, 222,
223;
Justicia constitucional y: 105;
Procedimiento: 193, 194, 196, 210.

Legitimación: 159, 166, 186, 187, 195, 206, 217, 218, 237;
Activa: 69, 139, 215, 217-219, 241, 255, 271, 277;
ad causam: 70, 218, 241;
Amplia: 111, 114, 176, 239;
De los interesados: 111, 114, 169;
Limitación de la: 196;
Pasiva: 71, 139, 215, 217, 218, 242, 255, 271, 277;
Personal: 184;
Restringida: 176, 189;
Vías de: 186.

Ley Orgánica del Poder Judicial: 93, 118, 119, 164, 226, 227.

—M—

Mandado de injuncao: 189.

Manifestación de personas: 50, 51.

Manipulación legislativa
Concepto: 141;
Clasificación: 141;
Delegativas: 142;
Que desechan una interpretación y acogen otra: 141;

426
Que extraen de la disposición explícita una norma implícita: 142;
Que suplen omisiones del legislativo: 142;
Que sustituyen la norma escrita por otra norma: 142.

—N—

Neocapitalismo: 27.

Nomos: 148.

Normas
Administrativas: 189;
Cantonales: 177;
Constitucionales: 70, 97, 98, 133, 182, 183;
Cerradas: 47;
De garantía del debido proceso: 147;
De prognosis: 182;
Inaplicables: 132;
Intangibles: 210, 229;
Interpretación de las: 97, 104, 129;
Manipulación legislativa de las: 141, 142;
No programáticas: 40;
Programáticas: 40, 134, 185;
Que no permiten desarrollo legislativo ordinario: 46;
Supremacía de las: 97, 111, 130, 157, 203;
De competencia: 233, 242;
De garantía: 70,
De organización;
De procedimiento: 89, 210, 233;
De Derecho Comunitario: 110, 174;
De Derecho Económico: 27;
De Derecho Internacional: 110;
De Derecho material: 217;
De Derecho Privado: 26, 37;
De Derecho del Trabajo: 27;
De ejecución: 188;
De elección: 89;
Del constitucionalismo clásico: 42;
Del constitucionalismo social: 43;
Del ius naturale: 148;
Del ius positivum: 148;
Dictadas con anterioridad a la Constitución: 212;
Estatales o federales: 90;
Control de la constitucionalidad de: 193;
Externas: 110;
Generales: 80, 113, 114, 191, 212;

427
Inconstitucionales: 46, 132, 134, 170, 212;
Inferiores: 203;
Internas: 110, 208, 174;
Jurídicas: 89, 130, 133, 193, 230;
Legales: 189, 233;
Más favorable: 121,
Nulas: 20, 191;
Procesales: 89;

Núcleo
De las competencias de la justicia constitucional: 90;
Del contenido de los derechos fundamentales: 37;
Del Derecho Procesal Constitucional: 89.

—O—

Oberster Gerichtshof: 155.

Obligaciones:
Civiles: 238;
Constitucionales: 179, 180, 185, 186, 187;
Sin plazo: 43.

Omisión
Control de la gubernativa: 10, 187;
Como objeto del recurso de amparo: 235, 246;
De cualquier autoridad o agente: 69, 236, 242;
De un requisito del recurso: 221;
De uno de los elementos del recurso: 221;
Legislativa: 132, 184, 185;
Inconstitucionalidad por: 29, 134, 136, 178-180, 183, 186-188;
Violación por: 178;
Inconstitucional: 136, 178, 180, 183, 185, 187, 189;
Objeto del control por:
Absoluta: 180, 181, 184;
Relativa: 180;
Parcial: 184;
Y derogación expresa o tácita de la ley: 138;
Acción de inconstitucionalidad por: 188;
Tratados internacionales y: 187;
Deber de legislar y: 189;
Sentencias:
Aditivas y: 97, 129, 132, 137;
Aditivas prestacionales y: 133;
Estimatorias aditivas y: 136;
Simple: 133;

428
Y legitimación ad causam pasiva: 218;
Y plazo al ejecutivo para resolver o reglamentar: 187.

—P—

Parámetro de Constitucionalidad (ver Bloque de ...): 210, 136.

Plazo
Al ejecutivo para promulgar las reformas constitucionales: 228;
Al ejecutivo para resolver o reglamentar: 187;
Al legislativo para anular la ley inconstitucional: 134;
Al legislativo para eliminar y reformar: 134;
Al legislativo para llenar omisión: 182, 183;
Al legislativo para regular: 138;
Al recurrente para llenar omisiones en el escrito de interposición: 63, 66, 72, 76,
139, 140;
En el recurso contra auto de prisión: 87;
En la exhibición personal: 84, 86;
Forma de contar los: 244;
Improrrogables: 244;
Interrupción del: 73;
Para comparecer ante la Corte: 81;
Para interponer el recurso de amparo propiamente dicho: 65, 73;
Para personarse ante la Corte Suprema de Justicia: 81, 246;
Para que opere la deserción: 81;
Suspensión de los: 73;
Vencimiento del: 127, 201;
Y doppia pronuncia: 134;
Y garantía del debido proceso: 79;
Y principio de celeridad: 18, 118, 121, 200, 247, 253,

Plebiscito: 45, 112.

Principio
Acusatorio: 106;
De autodeterminación de los pueblos: 32;
De celeridad y la defensa de los Derechos Humanos: 118;
De competencia: 211;
De definitividad: 78;
De división de poderes del Estado: 25, 31, 33, 34, 38, 44, 45, 149, 189, 223;
De desasimiento: 124;
De igualdad: 121, 132, 140, 182, 196, 242;
De impulso privado: 237;
De incongruencia: 129;
De in dubio pro reo: 225;
De la justicia constitucional:

429
Aplicación de la disposición más favorable: 121;
Buena fe: 118;
Celeridad: 118;
Derecho a la legalidad constitucional: 119;
Economía procesal: 118, 121;
Gratuidad: 118;
Impulso oficial: 117;
Informalidad: 117,
Inmediación: 119;
Prevalencia de la Constitución: 121;
Pro hómine: 18, 120, 231;
Pro libertate: 18, 120, 231;
De legalidad: 208, 209, 211;
Del stare decisis: 153;
De no retroactividad: 155, 156, 229;
De preclusión: 201;
De presunción de inocencia: 231, 243;
De publicidad: 100, 121;
De relatividad: 53, 57, 68;
De la cosa juzgada: 125, 126;
De seguridad jurídica: 226;
De soberanía legislativa: 178;
De supremacía constitucional: 95, 205, 208, 209, 227;
De supremacía del Parlamento: 151;
De unidad de la jurisdicción: 231;
De venalidad: 149;
Dispositivo: 53, 57, 68, 218.

Procedimiento(s)
Administrativos: 34;
Agrarios: 79;
Atípicos: 91;
Bi-instanciales: 247;
Civil: 162;
Constitucionales: 89, 232, 233;
De creación de la Ley: 159, 193, 205, 208, 209, 210, 211, 214;
De reformas a la Constitución: 104, 105, 111, 112, 209, 210, 232;
De denuncia de omisiones constitucionales: 178;
De legitimación y coacción: 186;
De urgencia: 109;
Defensivos: 162;
Eliminación de reglas de: 132;
En la “manifestación de personas”: 50;
Especiales: 33, 78, 91, 156, 176, 181, 195, 210, 211;
En la solución de conflictos entre poderes: 95, 241;
En los procesos constitucionales: 93;

430
En los recursos del amparo:
De amparo propiamente dicho: 72, 74, 75, 217, 241, 246;
Contra Auto de Prisión: 88;
De inconstitucionalidad en caso concreto: 225,
En el habeas corpus: 67, 84, 86, 272;
En el habeas data: 278;
Inexistencia de: 250;
Indefensión en el: 251;
Judiciales: 90;
Legislativos: 193, 196, 210;
Mercantil: 162;
Para reclamar la protección de los derechos: 119;
Posterior en la cosa juzgada formal: 82, 127;
Suspensión del acto reclamado: 255, 256, 266;
Suspendido: 193;
Sancionador: 210, 224;
Sobreseimiento en el: 224;
Vicios en el: 178, 207.

Proceso constitucional
Apreciación material: 95;
Apreciación orgánica: 95;
Concepto de: 95;
Magistrados constitucionales y: 96.

Procurador común: 56, 233.

Procuraduría de los Derechos Humanos: 35, 45, 180, 187, 237, 238;

Procuraduría General de Justicia: 72, 85, 131, 218, 222, 237, 238, 243, 248,
266, 268, 269;

Programáticas (normas)
Cláusulas constitucionales: 29, 134, 178, 185;
Constitución y: 40, 97, 178, 179;
Omisión de desarrollo legislativo de: 179, 185;
Operativización de: 178, 183,
Sentencias estimatorias exhortativas y: 260.

Pro hómine: 18, 120, 231.

Pro libertate: 18, 120, 231.

Pséfisma: 148.

—R—
431
Ratio desideridi: 88.

Referé: 109.

Referendo: 90, 112.

Referéndum: 173, 177.

Reforma
Agraria: 34, 78, 79;
Constitucional: 33, 46, 57, 104, 112, 113, 115, 177, 198, 229, 232;
De auto de prisión: 64, 88;
De los códigos: 196;
Recurso de reposición y: 82;
Recurso de aclaración, modificación y reforma: 124.

Reformatio in pejus: 106.

Reglamento Interno de la Asamblea Nacional: 210, 211, 233.

Retroactividad: 194;
En la sentencia: 131,
En la doctrina: 131, 160;
En el sistema declarativo: 224;
En la ley penal: 224, 225;
En sanciones administrativas: 224;
Relativa: 156;
Sus efectos según Kelsen: 131.

—S—

Sala
De la Corte Suprema de Justicia:
de lo civil: 163, 245, 246;
de lo constitucional: 106, 107, 132, 134, 138, 140, 161, 163, 245;
de lo contencioso administrativo: 163;
de lo penal: 163;
del Tribunal de Apelaciones:
de lo civil: 72, 74, 80, 81, 246, 265;
de lo penal: 83-88, 199, 200, 247, 272;
de la Corte de Apelaciones:
de lo civil: 56-59, 61, 64, 65, 67.

Sentencias constitucionales
Aditivas: 97, 129, 132;
Aditivas prestacionales: 133;

432
Aditivas distributivas: 137;
Declarativas, constitutivas e inaplicativas: 130;
Declarativas de inconstitucionalidad de carácter parcial: 134;
Declarativas de inconstitucionalidad en forma total: 135;
Desestimatorias de inconstitucionalidad:
Interpretativas: 98, 141;
Simples: 140;
De inadmisibilidad y nulidad: 140;
De Inadmisibilidad: 139;
Efectos de la declaración de la constitucionalidad: 130;
Efectos de la sentencia en el tiempo:
Ex nunc: 124;
Ex tunc: 124;
Estimatorias aditivas: 136;
Estimatorias desaplicativas: 138;
Estimatorias exhortativas: 134, 260;
Estimatorias sustitutivas: 137;
Estimatorias interpretativas: 141;
Normativas: 97; 129, 136.

Separación de poderes: 25, 31, 33, 34, 38, 44, 45, 149, 189, 223;

Silencio
Administrativo: 250, 254;
Negativo: 252-254;
Positivo: 252, 254;
Según la Corte Suprema de Justicia: 252, 253;
Valor jurídico: 252, 253;
Y términos para recurrir: 254;
Tipos en nuestro sistemas: 254.

Sistemas
De control constitucional:
Por su extensión:
De alcance general: 159;
De alcance mixto: 160;
De alcance particular: 160;
Por la naturaleza del órgano:
De control judicial: 161;
De control político: 161;
De control por tribunal especial: 162;
De control por tribunal ordinario: 161;
Por la forma de proponerlo:
Ante corte suprema de justicia: 165;
Ante tribunal ordinario: 163;
Ante tribunal especial constitucional: 165;

433
Por sus efectos:
Efectos constitutivos: 167;
Efectos declarativos: 165;
Valoración de los sistemas de: 167;
decisorios y no decisorios: 189;
retroactivos y no retroactivos: 191;
De control preventivo de constitucionalidad:
mixto: 195;
de reducido alcance: 195;
Desventajas del: 196;
Ventajas del: 196;
único: 195;
Preceptivo: 195;
Facultativo: 195;
De control de la constitucionalidad: 147;
De justicia constitucional:
Alemán: 157;
Austríaco: 147;
Bases del sistema austríaco: 154;
Difuso: 147;
Bases del sistema difuso: 152;
Inconvenientes del sistema difuso: 152;
Diferencias entre los sistemas: 156;
Acercamiento de los sistemas: 157;
Español: 157;
Francés: 148;
Inglés: 151;
Italiano: 157;
Colectivistas: 206;
Individualistas: 206.

Staatorechtlich Berschwerde: 90.

Stare decisis: 152, 153, 154, 157, 160.

Suprema Corte de los Estados Unidos: 29, 52, 103, 121, 153, 157, 162, 175,
238.

—T—

Teoría General del Proceso: 128.

Tribunales: 156-158, 164, 178, 182, 190, 200, 203, 208, 213, 215, 225, 226, 257,
261, 262;
Administrativos: 199;
Agrarios: 78, 79;

434
Británicos: 152;
De los Estados Unidos: 153, 157;
Competentes: 87, 236, 246;
Comunes: 58, 59, 61, 64, 67, 109, 171;
Comunitarios: 151;
Constitucionales: 29, 38, 47, 91, 93, 95, 97, 99, 104, 106, 113, 114, 129-131, 135-
138, 142-145, 153, 155-158, 160, 163, 174, 176, 182, 184, 188, 190, 191, 194-198,
205, 212-214, 222, 224-226, 239, 261;
De Apelaciones: 164, 225;
De mercaderes: 162;
Estatales: 52;
Especiales: 162, 163, 167, 170, 171, 213;
Federales: 52, 177;
Inferiores: 153, 154, 164, 225;
Internacionales:
Letrados: 174;
Ordinarios: 158, 161-163, 167, 191, 223, 236;
Superiores: 152, 154;
Supremos: 50, 80, 161, 163, 172, 173, 191, 258.

—U—

Unidad del Amparo: 200.

—W—

Weimar
Constitución de: 130, 161;
República de: 31, 147.

Welfare state: 27.

Werwaltungsgerichtshof: 155.

Writ: 109;
Of error: 52;
Of habeas corpus: 52;
Of injuction: 52;
Of mandamus: 52.

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