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INTRODUCCION:

La contaminación del aire, responsable de 7 millones de muertes anuales según la OMS, afecta
principalmente a la salud pulmonar y cardiovascular. La población más vulnerable incluye a
personas mayores, bebés y aquellos con condiciones médicas. Un 43% de enfermedades
pulmonares y 24% de accidentes cerebrovasculares se vinculan directamente a la contaminación
del aire. La literatura reciente confirma la conexión entre contaminantes como dióxido de azufre y
nitrógeno, monóxido de carbono y partículas en suspensión con diversas enfermedades
respiratorias y cardiovasculares. La conciencia de estos riesgos es crucial para implementar
medidas efectivas de mitigación.

Resumen Breve: Contaminación del Aire y sus Fuentes

Los contaminantes del aire se dividen en primarios (emitidos directamente) y secundarios


(formados en la atmósfera). Los primarios incluyen óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono,
dióxido de azufre, compuestos orgánicos volátiles y partículas carbonosas y no carbonosas. Las
fuentes principales son el tráfico, centrales eléctricas y calefacción industrial/residencial. Los
contaminantes secundarios, como el ozono, se forman por reacciones químicas atmosféricas. La
composición química varía según la fuente y muestra patrones estacionales. Las emisiones de
centrales eléctricas de carbón, especialmente PM2.5, están asociadas con riesgos significativos de
cáncer de pulmón, proyectando 1.37 millones de casos relacionados para 2025.

Contaminantes del Aire Exterior:

Dióxido de Azufre (SO2):Proviene de la quema de combustibles fósiles. Afecta la salud


respiratoria, especialmente en áreas urbanas.

Dióxido de Nitrógeno (NO2):

Originado en fuentes móviles y estacionarias. Asociado con enfermedades pulmonares y


hospitalizaciones.

Monóxido de Carbono (CO):Proveniente de la combustión de combustibles fósiles, especialmente


tráfico. Altamente tóxico, vinculado con enfermedades respiratorias y riesgo de mortalidad.

La exposición a estos contaminantes se relaciona con impactos significativos en la salud,


resaltando la necesidad de abordar estos problemas ambientales.

Compuestos Orgánicos Volátiles (COV)

Los Compuestos Orgánicos Volátiles (COV) son liberados a la atmósfera, compuestos


principalmente por oxigenados, hidrocarburos y halogenados. Provenientes de fuentes naturales y
antropogénicas, las emisiones industriales y agrícolas son significativas. COV como benceno,
tolueno y xileno se encuentran en disolventes y polvo de carreteras. La exposición a COV está
relacionada con estrés oxidativo, disminución de la función pulmonar e inflamación de las vías
respiratorias. Estudios vinculan COV con condiciones como asma y rinitis, especialmente en
entornos agrícolas con exposición constante. La calidad del aire se ve afectada por estas
sustancias, destacando la importancia de abordar sus fuentes y efectos en la salud humana.
Ozono (O3

El ozono (O3) se forma por reacciones complejas, derivadas de la división del NO2. Su
concentración en el aire depende de factores como NO2, compuestos orgánicos volátiles (COV),
luz solar y convección atmosférica. A diferencia de otros contaminantes, las concentraciones de
ozono son más altas en estaciones cálidas. Considerado peligroso, el O3 se mantiene elevado,
siendo un desafío constante para la salud pública. Su aumento se vincula con reacciones
fotoquímicas, exacerbando problemas respiratorios y afectando la función pulmonar. La
exposición al O3 se asocia con trastornos respiratorios, inflamación pulmonar y efectos en el
sistema inmunológico. Su persistencia, agravada por el calentamiento global, destaca la necesidad
de abordar este contaminante.

Material Particulado

El material particulado (PM) incluye partículas suspendidas en el aire con diversos impactos en la
salud. Las PM2,5 y PM10, con diámetros menores a 2.5 µm y 10 µm respectivamente, representan
graves preocupaciones. Provenientes de fuentes diversas como tráfico, quema de biomasa y
actividades industriales, estas partículas afectan las vías respiratorias y la salud pulmonar.
Compuestos como óxidos de nitrógeno, amoníaco y COV actúan como precursores de PM2,5, con
su formación influenciada por la actividad humana y condiciones ambientales. La concentración de
PM2,5 supera los estándares en gran parte del mundo, contribuyendo a tres millones de muertes
anuales por contaminación del aire. La variabilidad estacional y la complejidad en la identificación
de fuentes subrayan la necesidad de abordar este problema global.

Contaminantes del aire interior

Humo de Biomasa

El humo de la biomasa, generado por la combustión de carbón y combustibles sólidos, afecta a


cerca de 3 mil millones de personas en todo el mundo. Contiene compuestos tóxicos como
hidrocarburos aromáticos policíclicos. La exposición crónica se asocia con diversos síntomas
respiratorios, desde tos hasta disnea. La mitad de la población mundial utiliza estos combustibles,
y la exposición se vincula con enfermedades graves como cáncer de pulmón y enfermedad
pulmonar obstructiva crónica. En mujeres expuestas, la función pulmonar se deteriora después de
15 años, aumentando el riesgo de diversas afecciones respiratorias.

La salud pública se centra en las enfermedades respiratorias

Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC)

La EPOC es una enfermedad respiratoria caracterizada por obstrucción crónica de las vías
respiratorias, no completamente reversible y asociada con inflamación pulmonar anormal causada
por partículas o gases nocivos. La contaminación del aire, especialmente PM2,5, se asocia con
mayor morbilidad y mortalidad por EPOC. La exposición a corto plazo a contaminantes del aire,
incluso a concentraciones reducidas pero por encima de los estándares recomendados, se
correlaciona con hospitalizaciones y exacerbaciones de EPOC, afectando particularmente a
poblaciones vulnerables, como personas mayores.
Asma

Altas concentraciones de contaminantes del aire (O3, NO2, PM2.5) tienen efectos inflamatorios
directos en las vías respiratorias y el epitelio, causando estrés oxidativo. Estudios sugieren
asociaciones entre contaminantes (PM10, O3) y riesgo de asma persistente. El estrés oxidativo,
medido por productos de oxidación fluorescentes, aumenta con PM10 y O3, correlacionándose
con mayor riesgo de asma persistente. La contaminación del aire es un factor significativo que
agrava el asma, especialmente en niños, con polvo del Sahara como contribuyente adicional. La
exposición a compuestos contaminantes del tráfico se vincula con síntomas asmáticos, y vivir cerca
de carreteras principales se asocia con un mayor riesgo de asma persistente.

Cáncer de Pulmón

El cáncer de pulmón, asociado principalmente al tabaquismo, también tiene vínculos con la


exposición a carcinógenos ambientales y la contaminación del aire. Aunque el tabaquismo sigue
siendo el factor de riesgo más crítico, la exposición a corto plazo y prolongado a contaminantes
como PM2.5, PM10 y O3 se asocia con un aumento en la morbilidad y mortalidad por cáncer de
pulmón. Los mecanismos incluyen estrés oxidativo, inflamación pulmonar y cambios en el ADN. La
incidencia de cáncer de pulmón se ha asociado con la concentración de PM2.5, siendo
especialmente significativo en entornos urbanos y rurales. Las mujeres, personas mayores y
residentes en áreas rurales pueden tener un mayor riesgo en relación con la exposición a PM2.5.

Fibrosis Pulmonar Idiopática

La FPI, una enfermedad pulmonar progresiva sin causa conocida, se asocia con complicaciones
respiratorias graves y mal pronóstico. Aunque la relación exacta entre la contaminación del aire y
la FPI no está completamente establecida, algunos estudios sugieren vínculos entre
exacerbaciones agudas de FPI y altos niveles de contaminantes como O3 y NO2. El estrés oxidativo
inducido por contaminantes podría desempeñar un papel, afectando la capacidad antioxidante
reducida en pacientes con FPI. Sin embargo, la investigación aún no ofrece conclusiones definitivas
sobre la influencia directa de la contaminación del aire en la progresión de la FPI.

Infecciones Respiratorias

El uso de combustibles sólidos en la cocina en hogares mal ventilados aumenta el riesgo de


infecciones respiratorias. Altas concentraciones de partículas PM2,5 se relacionan con más visitas
hospitalarias por estas infecciones, especialmente en climas fríos. Los niños menores de 5 años
son más susceptibles debido a su sistema inmunológico en desarrollo. Estacionalidad, clima seco y
polvo también contribuyen al riesgo de infecciones respiratorias.

Bronquiectasias

Las bronquiectasias, una condición de dilatación permanente de los bronquios, muestran una
relación con la contaminación del aire. Estudios sugieren que un aumento en PM10 y NO2
incrementa las probabilidades de exacerbaciones en pacientes. Además, el SO2 se relaciona con
un mayor número de hospitalizaciones en pacientes con bronquiectasias. Sin embargo, la
investigación sobre esta conexión es limitada.
Tuberculosis

La tuberculosis (TB) afecta a 10 millones de personas anualmente y tiene una conexión con la
contaminación del aire. Existe una correlación directa entre la calidad del aire y la incidencia de
tuberculosis, siendo PM2,5 el contaminante más frecuentemente asociado. La exposición a PM10,
NO2, y SO2 se relaciona con mayor morbilidad por tuberculosis. Además, la contaminación puede
influir en la resistencia a los medicamentos antituberculosos. Estudios sugieren que diversos
contaminantes atmosféricos pueden aumentar el riesgo de tuberculosis y afectar la eficacia del
tratamiento.

Experimentos con Animales

Los experimentos con animales revelan que la contaminación del aire contribuye al estrés
oxidativo y la inflamación, afectando diversos órganos. Ratas expuestas al tráfico mostraron
cambios genéticos relacionados con el estrés oxidativo y la inflamación en el corazón. La
exposición a partículas de diésel y PM2.5 indujo estrés oxidativo en los pulmones y contribuyó a la
aterosclerosis y la inflamación vascular en ratones. La exposición al ozono llevó a pulmones rígidos
y disfunción cardíaca en ratas. Además, la fibrosis y la disfunción cardíaca reversible se observaron
en ratones expuestos a PM2.5, siendo más susceptibles los extremos de edad. Estos estudios
resaltan los impactos adversos de la contaminación del aire en la salud cardiovascular y pulmonar
en diferentes grupos de edad.

Información general

Informar a la población sobre la contaminación es esencial; esta información debe ser gratuita y
accesible para reducir las actividades al aire libre durante períodos de alta contaminación (Tiotiu
et al. 2020).

Las alertas de calidad del aire benefician a la población, disminuyendo la actividad física al aire
libre en respuesta a las advertencias de smog (Graff y Neidell 2009).

El desarrollo inmobiliario debe considerar la contaminación desde el principio para preservar la


calidad de vida. Las instituciones y la comunidad deben colaborar en la reducción de la
contaminación (Carlsten et al. 2020).

Pacientes con enfermedades cardiopulmonares deben ser informados sobre la contaminación y


consultar el índice de calidad del aire regularmente para ajustar actividades al aire libre (Shofer et
al. 2007) (Wen et al. 2009).

El uso de mascarillas es útil, siendo las N95 más eficaces; las de material son menos efectivas para
partículas pequeñas (Shakya et al. 2016) (Carlsten et al. 2020).

CONCLUSION
Aunque comprendemos el impacto de la contaminación en el sistema respiratorio, es crucial
actualizar la información sobre cómo diversos contaminantes afectan a este sistema y las
patologías asociadas. La magnitud del impacto depende del tipo, concentración y tamaño de los
contaminantes. La contaminación del aire amplifica las enfermedades respiratorias, subrayando la
importancia de una monitorización constante de la calidad del aire en todo el mundo para
impulsar mejoras continuas.

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