Luna. Era tan pequeña como la palma de tu mano, y tenía alas de color azul y blanco brillante. Luna vivía en un jardín lleno de flores hermosas, donde revoloteaba de un lado a otro todo el día. Un día, mientras Luna bebía néctar de una margarita, vio a una niña pequeña jugando en el jardín. Luna nunca había visto a una niña antes, y le pareció la criatura más hermosa del mundo.
La niña extendió su dedo índice y lo tocó
suavemente en una de las alas de Luna. La mariposa sintió una cosquilla y sonrió. La niña también sonrió y dijo: "¡Hola, pequeña mariposa! ¿Cómo te llamas?". Luna no podía hablar, pero agitó sus alas en respuesta. Desde ese día, Luna y la niña se hicieron amigas inseparables. Jugaban juntas en el jardín todos los días.
Un día, la niña tuvo que irse a vivir a otra ciudad.
Luna estaba muy triste, pero sabía que la niña nunca la olvidaría. La niña le prometió a Luna que volvería a visitarla pronto, y Luna le prometió que la esperaría pacientemente. La niña se fue, y Luna la extrañaba mucho. Pero todos los días, volaba al lugar donde se habían conocido y esperaba a que la niña regresara. Un día, mientras Luna estaba esperando, vio a la niña llegar al jardín. ¡Había vuelto!
Luna se llenó de alegría y revoloteó alrededor de
la niña, feliz de verla de nuevo. Luna y la niña siguieron siendo amigas durante muchos años. Jugaban juntas en el jardín cada vez que la niña visitaba, y siempre se tenían el uno al otro en sus corazones.