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El Acto Creativo Por Marcel Duchamp
El Acto Creativo Por Marcel Duchamp
Consideremos dos factores importantes, los dos polos de toda creación de orden
artístico: el artista por un lado, y por el otro el espectador que, con el tiempo, se
convertirá en la posteridad.
Según todas las apariencias, el artista actúa como un ente mediumístico, que, del
laberinto más allá del tiempo y del espacio, busca su camino de salida a la claridad.
Millones de artistas crean; sólo unos pocos miles son discutidos o aceptados por el
espectador, y todavía muchos menos son consagrados en la posteridad.
En el último análisis, el artista puede gritar de todos los tejados que él es un genio;
tendrá que esperar el veredicto del espectador para que sus declaraciones tomen un
valor social y para que, finalmente, la posteridad le incluya entre los principales de la
Historia del Arte.
Sé que este enunciado no contará con la aprobación de muchos artistas que rehúsan este
rol mediumístico y que insisten en la validez de su plena conciencia en el acto creativo
—sin embargo la historia del arte consistentemente ha decidido sobre las virtudes de
una obra de arte a través de consideraciones completamente divorciadas de las
racionalizadas explicaciones del artista.
Si el artista, como ser humano, pleno de las mejores intenciones hacia sí mismo y hacia
el mundo completo, no juega ningún rol en la apreciación de su propia obra, ¿cómo
puede uno describir el fenómeno que impulsa al espectador a reaccionar críticamente
sobre la obra de arte? En otras palabras, ¿cómo se produce esta reacción?
Pero, antes de ir más lejos, quisiera clarificar nuestro entendimiento de la palabra «arte»
—para estar seguros, sin intentar una definición.
Lo que tengo en mente es que el arte puede ser malo, bueno o indiferente, pero,
cualquiera sea el adjetivo que se use, debemos llamarlo arte, y el mal arte es aún arte,
del mismo modo que una mala emoción sigue siendo una emoción.
Por ello, cuando me refiera a «coeficiente de arte», deberá entenderse que me refiero no
sólo al gran arte, sino que estoy tratando de describir el mecanismo subjetivo que
produce arte en un estado bruto —à l’état brut— malo, bueno o indiferente.
Para evitar un malentendido, debemos recordar que este «coeficiente de arte» es una
expresión personal de arte «à l’état brut», que sigue estando en estado bruto, y que debe
ser «refinado», como el azúcar pura de la melaza, por el espectador; el valor de este
coeficiente no altera su veredicto. El acto creativo toma otro aspecto cuando el
espectador experimenta el fenómeno de transmutación; por el cambio de materia inerte
a obra de arte, es una transubstanciación la que ha tomado lugar, y el rol del espectador
será determinar el peso de la obra en la escala estética.