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mapa político para 183

La Venezuela que surge en 1830 con la separación de la Gran Colombia, era


una sociedad que buscaba mantener los privilegios de las élites dominantes
durante el tiempo de la Colonia. En otras palabras, lo que se pretendía
consolidar era un consenso político fundamentando en el establecimiento de
un sistema oligárquico de gobierno, el cual incorporase a su seno tanto a los
remanentes del Mantua naje criollo como a los nuevos grupos surgidos de la
Guerra de Independencia, cuyos privilegios sociales se veían confirmados por
las tierras que habían recibido como resultado del traspaso a nuevas manos
del latifundio colonial. Por otra parte, a los intereses de la clase latifundista
había que añadir los de una burguesía comercial que se había fortalecido por
las oportunidades de abastecimiento que ofrecían 3 lustros de campañas
militares. En síntesis, para 1830 el panorama político venezolano consistía en
un campamento armado de ex combatientes de la Independencia,
recompensados muchos de ellos con la adjudicación de tierras; pero que
veían bloqueadas sus aspiraciones de conducir los destinos de la República,
debido a la centralización del poder legitimada por la Constitución de 1830,
bajo el poder de José Antonio Páez y su base de poder: la burguesía
comerciante caraqueña, núcleo dominante del Partido Conservador.
Ante la obstrucción de su acceso al poder, los militares-hacendados
comenzaron a dirigir entre 1830-1831 rebeliones en el oriente del país que
buscaban restablecer sus privilegios, además de expresar un regionalismo
político que tenía sus orígenes en la Colonia y que se había fortalecido
durante los primeros años de la guerra emancipadora. En términos
generales, los rebeldes abogaban por un gobierno federalista que protegiera
sus dominios regionales. Por otra parte, este mismo argumento fue
esgrimido posteriormente por los líderes de la Revolución de las Reformas de
1835-1836, al manifestar la intención de limitar bajo el manto del
federalismo al poder central, así como otorgar a los hacendados unas
mayores prerrogativas tanto políticas como económicas. En este sentido, la
aprobación de la Ley de Libertad de Contratos del 10 de abril de 1834
significó por lo menos parcialmente cierto entendimiento de los sectores en
disputa, debido a cierto grado de bonanza económica, sobre todo en las
zonas de producción agrícola de los valles centrales. Paralelamente, en los
llanos se vivía una situación distinta, ya que los hacendados se enfrentaban al
incremento del abigeato y del bandolerismo, como manifestaciones de una
profunda inconformidad social.
Con la crisis económica que se experimenta a partir de 1842 en Venezuela,
comienzan a evidenciarse las graves tensiones sociales latentes. La
pauperización creciente de pequeños y medianos propietarios, desposeídos
de su tierra por los efectos del encarecimiento del crédito y de las
ejecuciones hipotecas y la marginalización

Hegemonía Paisista: Revolución De La


Reforma. Civilismo Vs Militarismo.
Fundación Del Partido Liberal Y Del
Periódico "El Venezolano" 1840, Por
Parte De Antonio Leocadio Guzmán Y
Otros

Entra en vigencia la nueva constitución de 1830 con principios de tipo centro-


federal y separación de poderes públicos. Los próceres militares de la
independencia toman el poder y es Paéz quien inicia el período llamado
“Oligarquía Conservadora”. Comienza la cuarta república. La Constitución
daba derechos políticos a quien tuviera suficiente dinero. Los que
pertenecían a las clases bajas de la sociedad no tuvieron acceso al voto.
Al principio de este período hubo una gran inestabilidad política entre el
militarismo y el civilismo. Sin contar con la miseria, el hambre y las epidemias
de enfermedades que inundan el país. Los saqueos, las violaciones y el pillaje
son el pan de todos los días. La malaria y el paludismo son causa de muerte
para muchas personas. Las instituciones son creadas a medida que se genera
su necesidad, igualmente sucede con las leyes. Es la época de los caudillos y
sus revoluciones, comenzando con la Revolución de las Reformas de Mariño.
Pasaron los años y los gobiernos. La corrupción galopa en todo el territorio
nacional. La economía empeora y los amigos del gobierno se llenan de
contratos. La Revolución de 1858 derroca al nepotismo de los Monagas.
Vuelve el poder de Páez. Surge el partido liberal con ideas muy llamativas
para el pueblo, pidiendo la alternabilidad en el poder, en vista de la
hegemonía Paecista.
Los liberales eran federalistas y los conservadores centralistas. Se enciende el
país nuevamente, Zamora es el líder de los federalistas, organiza su ejército y
estalla la guerra. Cinco años de enfrentamientos, pillaje, saqueos, tiroteos, y
sólo dos batallas: Santa Inés y Coplé. Durante estos años reina la anarquía en
el país: nadie respeta las leyes.
En todos los caminos asaltan y roban a las personas y los jueces no juzgan a
los ladrones, en algunos casos estaban en acuerdos. Se ejecutan embargos,
con tantos problemas las rentas aduanales se ven mermadas, y el gobierno
vive de estas rentas. Se firma el Tratado de Coche y se termina con la guerra,
pero los problemas siguen. Los años de la guerra federal dejan al país
diezmado: más pobre de lo que ya estaba, con una población hambrienta y
enferma. El nuevo gobierno toma algunas medidas de tipo federal.
Guzmán Blanco toma las riendas del país. Se realizan importantes
construcciones, se moderniza Caracas, la educación se hace obligatoria, las
líneas de los ferrocarriles avanzan en su construcción. En Venezuela viven un
poco más de 2 millones de personas que en su mayoría trabajan la
agricultura y la minería. El principal producto de exportación es el café. Hay
prosperidad económica en el país. La paz ha llegado y se estabiliza.

Génesis del poder popular Ezequiel


Zamora rebelión campesina 1846
La insurrección campesina de 1846 fue una rebelión de carácter popular y
social que estalló en varias zonas agropecuarias de Venezuela en septiembre
de 1846 y que se extendió hasta mayo de 1847.
Sus causas principales fueron la grave crisis que sufría el país desde 1842, el
descontento de la población rural con las medidas fiscales aplicadas por el
gobierno de Carlos Soublette desde 1843, la incitación de los liberales
liderados por Antonio Leocadio Guzmán, quien lanzaba duros ataques
propagandísticos contra el gobierno conservador. Esto llevó a que en junio de
1844 se produjera una insurrección en Villa de Cura al mando de Juan Silva,
otra en septiembre en Ori tuco al mando de Juan Celestino Centeno y el
asalto de la cárcel de Calabozo en diciembre de 1845 Juan y José Gabriel
Rodríguez. Todos ellos fueron rápidamente derrotados por el gobierno; sin
embargo, eran prueba del descontento social en el país.
A mediados de 1846, la crisis económica y social empeoró, llevando al caos
político debido a las campañas presidenciales de agosto de dicho año. Los
principales competidores eran José Tadeo Monagas, Antonio Leocadio
Guzmán, Bartolomé Shalom, José Félix Blanco y José Gregorio Monagas; el
primero tenía el apoyo del gobierno; el segundo, el del Partido Liberal.
Soublette incrementó el número de reclutas del ejército lo que fue
denunciado por sus opositores como un modo de intimidar a los votantes.
Las elecciones finalmente se celebraron con gran orden; sin embargo, el caos
provocado por las campañas previas impidió conseguir un resultado
definitivo y universalmente aceptado.
Buscando calmar la situación, Santiago Mariño planeó reunirse con el general
José Antonio Páez, el hombre fuerte del régimen conservador, en Maracay y
con el candidato derrotado Antojo Leocadio Guzmán, que residía en Caracas,
para lograr un acuerdo con la oposición. Sin embargo, Guzmán salió hacia los
valles de Aragua con un gran número de fieles a los que se sumaron nuevas
fuerzas en el camino. El gobierno se alarmó ante esto y puso en estado de
alerta a las tropas el 1 de septiembre. Debido a esto la entrevista jamás se
produjo.
La guerra: José Antonio Páez, máximo representante de la oligarquía
conservadora.
El 2 de septiembre Guzmán estaba en La Victoria, cuando en la madrugada se
alzó Francisco José Rangel en un sitio llamado Tacusuruma, cerca del pueblo
de Magdaleno, porque las autoridades les arrebataron sus tierras y le
impidieron votar en las recientes elecciones. Aclamando a Guzmán atacó con
sus hombres la hacienda de Yuma, cerca de Guigue, propiedad del abogado y
político Paecista Ángel Quintero, matando a su mayordomo, hiriendo a
algunos de sus habitantes y liberando a los esclavos. El gobierno
responsabilizó a Guzmán de lo sucedido y lo arrestó tiempo después.
Mientras las fuerzas rebeldes empezaron a aumentar con la constante
llegada de peones y esclavos a sus campamentos, con el tiempo se les sumó
Ezequiel Zamora, quien estuvo con Guzmán en La Victoria y se convirtió en
uno de sus líderes principales en Villa de Cura.
En la región de Barlovento, la insurrección contó con la participación de
Manuel María Echen día y su hermano Juan Bautista. Asimismo, en los valles
del Tuy muy cerca de la capital, se alzó Rafael Flores, a quien apodaban
Calvareño. Aunque este último fue derrotado a los pocos días y ejecutado,
Zamora consiguió establecer contacto con Francisco José Rangel, mientras los
hermanos Encendía ocupaban la población de Río Chico. Otra región a la que
se extendió la rebelión, fue la de los Llanos, particularmente en Guárico y
Barinas. Pedro Aquino, quien había participado, en el ataque a Calabozo, fue
uno de los que dirigieron el movimiento en el Guárico. En cuanto a la región
barinesa, en ésta se sublevaron a mediados de septiembre, peones y esclavos
pertenecientes a las jurisdicciones de Obispos, Pedraza y Nutrias. Debido a
que en la última provincia, algunos sacerdotes apoyaban el movimiento, el
gobernador de la misma les envió una circular en la que los exhortaba a
predicar la obediencia al gobierno. Paradójicamente, a pesar que la rebelión
había cobrado gran fuerza en muchas regiones del país, no existía un mando
único para toda ella; sin embargo, Zamora fue reconocido como jefe de sus
propias fuerzas y de las de Rangel reunidas, con el título de General del
Pueblo Soberano.
Viendo que la rebelión de los campesinos estaba saliéndose de control,
Soublette empezó a tomar medidas para sofocarla. Nombró a Páez primer
jefe de ejército y lo envió con 6.000 hombres a sofocar la región centro-
occidental y a José Tadeo Monagas como segundo jefe a cargo de controlar la
región barloventea y oriental con 3.000 soldados, además pidió un préstamo
de 300.000 pesos para usarlos en sofocar la insurrección.
Mientras tanto Zamora y Rangel (a quienes se habían incorporado otros
grupos al mando de Zoilo Medrano y Jesús González, el Agachado), se
hallaban en la zona de San Francisco de Tiznados, al sur de la capital. El 29 de
septiembre, en la Laguna de Piedra, se libró una batalla en la cual las fuerzas
gubernamentales, mandadas por el coronel Francisco Guerrero, dispersaron
a los rebeldes y se apoderaron de su bandera amarilla, color representativo
del Partido Liberal. Seguidamente, el 2 de octubre, las fuerzas del gobierno
bajo el mando del general José María Zamora recuperaron Río Chico, y a fines
de ese mes, infringieron otra derrota a las fuerzas insurreccionales en la
región de Clarines, ante lo cual la partida de los hermanos Echeandía se
disolvió y buscó refugio en Curazao. Entre tanto, el gobierno aprovechó la
confusión política que se vivía en el país para modificar el estatuto electoral y
celebrar unas elecciones menores, en las cuales resultó ganador Monagas.
Por otro lado, el conflicto armado continuaba, obteniendo Zamora y Rangel
algunos triunfos, como el del sitio de Los Bagres, cerca de Villa de Cura, el 28
de noviembre.
José Tadeo Monagas fue el candidato de la concordia entre conservadores y
liberales.
En este sentido, las actividades guerrilleras de Zamora y Rangel se
extendieron desde los meses de diciembre de 1846 hasta febrero de 1847.
No obstante, el general José María Zamora quien mandaba las fuerzas del
gobierno, los fue cercando, hasta que el 1 de marzo de 1847 en el sitio de
Paguito en la zona de Villa de Cura, se dio la batalla definitiva, en la que
fueron derrotados Zamora y Rangel y dispersadas sus tropas. El 14 de marzo,
el indio Rangel fue muerto por una patrulla del gobierno y su cadáver
conducido a Villa de Cura; mientras su cabeza cercenada fue enviada a
Caracas, acto que fue rechazado por el nuevo presidente José Tadeo
Monagas, quien se había juramentado el 1 de marzo. Por su parte, Ezequiel
Zamora fue capturado en la noche del 25 de marzo al pie del cerro Juana
Caliente, en las cercanías del río Pelambre, jurisdicción de San Francisco de
Tiznados. Luego de esto, fue conducido a Villa de Cura, donde se le abrió
juicio el 4 de abril y fue condenado a muerte el 27 de julio.
Después de las capturas de Rangel y Zamora y la ejecución del primero, la
rebelión comenzó a perder fuerza a lo largo del territorio nacional. Así en el
transcurso de mayo, tras la rendición del Agachado, la revuelta finalizó.
Zamora apeló la sentencia de muerte, la cual fue confirmada el 28 de octubre
en Caracas por la Corte Suprema de Justicia. No obstante, el 5 de noviembre,
el presidente Monagas le conmutó la pena por diez años de presidio en el
castillo de Maracaibo; cuando lo conducían allá, logró fugarse y finalmente
quedó indultado por el decreto de amnistía expedido por Monagas el 27 de
enero de 1848 para todos los presos políticos.
La rebelión forzó a los conservadores a hacer un acuerdo con los liberales
que llevo al poder a Monagas, finalizando así con la hegemonía de los
primeros, llamada Oligarquía Conservadora, e iniciando un nuevo período
llamado Monagato que duro hasta 1858 con la Revolución de Marzo.

Ascenso al poder de los hermanos


Monagas 1848 y 1858
Acaudillada por Julián Castro en marzo de 1858, constituye la primera
rebelión en contra de una autoridad constituida que haya tenido éxito en la
historia republicana de Venezuela. Castro su principal líder gozaba de la
absoluta confianza del presidente José Tadeo Monagas. En términos
generales, dicho movimiento revolucionario tuvo como causas
fundamentales los abusos políticos y los males sociales acumulados durante
la década en que habían gobernado el país los hermanos José Tadeo
Monagas y José Gregorio Monagas (1848-1858), período conocido también
en la historiografía venezolana como de la "Oligarquía Liberal". A los factores
nombrados anteriormente se sumaban el sectarismo político, la corrupción,
el desorden en el manejo de la hacienda Pública y el abandono de la
provincia por parte del gobierno central; hechos que contribuyeron a
conformar un cuadro de extrema violencia política y de gran turbulencia
social. Previo al la Revolución de Marzo, ocurrieron otras rebeliones de cierta
envergadura tales como la de los años 1848, 1849, 1853 y 1856, las cuales
eran preámbulo de los sucesos de marzo de 1858.
Tal como se señala en el párrafo anterior, durante la década comprendida
entre marzo de 1847 y marzo de 1858, se comenzaron a gestar las causas de
la Revolución de marzo de 1858. En tal sentido, al poco tiempo de haber
asumido el mando en 1847, José Tadeo Monagas se distanció del caudillo
José Antonio Páez y de sus partidarios conservadores quienes habían ejercido
el poder en el período comprendido entre 1830 y 1847 (conocido como de la
Oligarquía Conservadora) para hacer causa común con la oposición liberal.
No obstante, para muchos liberales, Monagas no era más que un oportunista
que estaba más interesado en mantenerse en el poder que implementar un
auténtico programa liberal. Asimismo, al poco tiempo de arribar al poder
José Tadeo Monagas, el "amiguismo" y el nepotismo se convirtieron en
prácticas políticas comunes en el gobierno, siendo Caracas invadida por un
numerosos grupo de orientales, cuyo principal mérito para ocupar cargos
públicos era su lugar de nacimiento. Su hermano José Gregorio, quien le
sucedió en el poder en 1851, poco pudo hacer para contener la corrupción y
el peculado que habían echado raíces durante el gobierno de José Tadeo
Monagas. Posteriormente, el regresó en 1855 de éste último a la presidencia
de la República, no hizo sino empeorar el cuadro político, ya que este nuevo
gobierno tuvo un marcado carácter personalista y represivo. Como muestra
de lo anterior, tenemos que Francisco José Oriach Matute, cuñado de
Monagas, ocupó la vicepresidencia de la República, mientras la prensa era
censurada y, en varias ocasiones los opositores fueron perseguidos y
asesinados. Aunado a los factores políticos previamente señalados, se sumó
el deterioro de las condiciones económicas y sociales, como consecuencia de
la crisis mundial de 1857 que había producido una caída del 20 al 30% de los
precios de los principales productos de exportación: café, cacao, azúcar y
cuero.
A comienzos de 1857, las ciudades más importantes de Venezuela y
particularmente Caracas, sufrieron la peor escasez de víveres experimentada
en los últimos tiempos. Además de la disminución del flujo monetario como
consecuencia de la baja en los precios de los productos de exportación, el
gobierno tuvo que afrontar una deuda interna de 40.000 pesos, producto de
la abolición de la esclavitud y de la confrontación de recurrentes conflictos
políticos que hacían necesaria la utilización de recursos provenientes de la
Hacienda Pública. Debido al manejo inadecuado de los ingresos fiscales, se
dejó a las provincias sin las partidas presupuestarias correspondientes, lo que
derivó en que a los funcionarios se les suspendieran los salarios por más de 8
meses. Otro aspecto que contribuyó a complicar el panorama político y
social, fue el fracaso en la aplicación de la Ley Agraria de 1848, puesto que a
pesar que dicho documento prometía el otorgamiento de tierras a los
pobres, fallas legales favorecieron la acumulación de tierras en manos de
unos pocos, incluyendo amigos y familiares de los Monagas. En síntesis, para
1857 Venezuela se encontraba en medio de una gran crisis económica,
política y social. La confianza en el gobierno había alcanzado su nivel más
bajo y la oposición política se manifestaba en todas las grandes ciudades.
Finalmente, la promulgación de la Constitución de 1857, fue la el
desencadenante de la Revolución de Marzo de 1857, al rebajar la autoridad
de las provincias y centralizar el poder político en manos del Poder Ejecutivo
en Caracas. Asimismo, en dicho texto se extendía el período presidencial a 6
años (en vez de 4) y se permitía la inmediata reelección, lo significaba la
perpetuación en el poder de José Tadeo Monagas.
La posibilidad de que la dinastía familiar de los Monagas se mantuviera por
mucho tiempo en el poder, hizo que tanto conservadores como liberales se
sintieran frustrados en sus posibilidades de llegar al gobierno. Inclusive José
Gregorio Monagas y sus partidarios, los "gregoristas" estaban
desencantados, clamando que el pacto de la familia se había roto por la
prolongación de 4 a 6 años del período presidencial para José Tadeo
Monagas. Paralelamente, desde las ciudades y los pueblos llegaban noticias
de confusión, conflictos y abusos en la transferencia de poderes a los
consejos municipales, situación de la que José Tadeo Monagas no parecía
darse cuenta. En febrero 1858, ante la posibilidad de una coalición de
conservadores y liberales, el gobierno proclamó una amnistía general, pero
ya era demasiado tarde, la rebelión estaba prevista para mediados del mes
de marzo. La debelación prematura de la conjura adelantó los
acontecimientos para el 1 de marzo, día en que Julián Castro, gobernador de
la provincia de Carabobo, se pronunció en Valencia en contra del gobierno de
José Tadeo Monagas. Luego de esto Castro inició su marcha hacia Caracas
con 5.000 hombres mal armados, lo que de inmediato evidenció que el
régimen había perdido el apoyo necesario para combatir la insurrección. La
situación empeoró para Monagas cuando los veteranos que formaban parte
de su ejército, desertaron en masa y se incorporaron a los rebeldes o
actuaron en forma indecisa. En poco tiempo en las fuerzas que comandaba
Julián Castro se encontraron marchando individuos de distintas posturas
políticas. En tal sentido, generales liberales como José Laurencio Silva o
Carlos Castelli lucharon al lado de antiguos adversarios conservadores como
el general León Febres Cordero.
El golpe de gracia para el régimen de José Tadeo Monagas, fue el hecho de
que el Congreso de la República se negara a declarar su apoyo irrestricto a su
gobierno. Monagas al comprender que era inútil defender su situación
política, decidió renunciar el 15 de marzo de 1858, asilándose en el
consulado francés. Una de las características fundamentales de la Revolución
de marzo de 1858, fue que se desenvolvió y finalizó de una manera
incruenta, debido a que estaba conformada por una coalición política de
conservadores y liberales, que había nacido únicamente del deseo de
derrocar a Monagas, y que luego conseguirlo se disolvió casi de inmediato.
Aunque la revolución encabezada por Julián Castro llegó a su término sin
derramamiento de sangre, durante la misma se fueron formando masas de
bandoleros y campesinos rebeldes, quienes prepararon el terreno para un
conflicto político y social de mayor intensidad: la Guerra Federal.

Crisis del federalismo (abolición de la esclavitud) 1854


El Partido Liberal, también conocido como Gran Partido Liberal de Venezuela
(GPLV), fue un partido político venezolano del siglo XIX de carácter liberal
clásico y federalista. El Partido Liberal nació el 24 de agosto de 1840 con la
fundación del periódico El Venezolano, donde destacan, entre otros, las
figuras de Tomás Lander y Antonio Leocadio Guzmán.
Dadas las limitaciones políticas para la creación de partidos políticos que
realmente se opusieran a los gobiernos, era difícil establecer una
organización de carácter nacional que pudiera concentrar intereses similares
en Venezuela, Antonio Leocadio Guzmán aseguraba que en realidad lo único
que había en el país eran fracciones que se ocupaban de sus propios
intereses, pero no de los generales.
El editorial del diario El Venezolano comienza refiriéndose a la necesidad de
establecer un partido político en Venezuela:
La mitad de los actuales venezolanos nacieron y se educaron bajo el cetro del
rey de España, el más absoluto de todos los reyes de Europa. Si allá, si en la
Metrópoli reasumía en su persona todos los poderes públicos, sin más regla
que su voluntad, sin más principio que la conciencia que Dios quisiera darle:
si por tanto, el vasallo era un ser nulo socialmente, sin más derechos que los
que la merced del príncipe le concediera, ¿qué sería el colono americano; a
tantas leguas del trono y de toda luz política? ¡Partidos! La palabra sola
habría sido un delito. Donde no había ni podía haber libre examen, discusión,
amplia libertad del pensamiento, de la palabra y de la prensa, ¿cómo habían
de existir partidos?
El epígrafe de esta publicación era «Más quiero una libertad peligrosa, que
una esclavitud tranquila».
La política del Partido Liberal entre 1841 y 1846 estuvo orientada en
oponerse a la política interna y económica del Gobierno venezolano, así
como parte del pensamiento conservador, en especial el de José Antonio
Páez. Entre las políticas defendidas por el naciente Partido Liberal estaba el
cumplimiento rígido de la Constitución y las leyes, razón por la cual le
llamaron en aquel período «partido de oposición constitucional».
En 1846 en plena campaña electoral se frustra una reunión en la ciudad de
Maracay entre José Antonio Páez líder del Partido Conservador y Antonio
Leocadio Guzmán, candidato presidencial por el Partido Liberal, por un
incidente que suponía la insurrección de un grupo de militares y que según el
gobierno habían sido auspiciados por Guzmán, una vez en Caracas es
detenido y sentenciado a muerte en 1847, luego la pena es conmutada en
1847 y en 1849 asume la vicepresidencia de la República. Desde ese
momento y luego de dos destierros de Antonio Leocadio Guzmán el Partido
Liberal sufrió muchos reveses y victorias, estas últimas por la acción de
hombres como Blas Bruzual, Juan Crisóstomo Falcón, Ezequiel Zamora,
Antonio Guzmán Blanco, Wenceslao Urrutia y Manuel Ezequiel Bruzual, los
que lograron su posicionamiento político. De este partido se originaron otras
corrientes liberales que dominaron el panorama político de Venezuela hasta
1908.
FIAV historical.svg La bandera de la Federación, aprobada en Barinas por
Ezequiel Zamora en junio de 1859, vigente hasta 1863. Las estrellas
representaban los estados que para ese entonces formaron la Federación
venezolana.
La ideología base de este partido era el liberalismo, en lo político defendían
el federalismo frente al centralismo del Partido Conservador. Uno de los
primeros ideólogos del Partido Liberal, Tomás Lander, simpatizaba con el
liberalismo económico, sin embargo, rechazaba tomarlo como «catecismo».
El partido defendía la abolición de la esclavitud, la eliminación de la Ley de
Espera Quita impuesta por los conservadores, la eliminación también de la
Ley de Hurtos, abolir la pena de muerte por delitos políticos, así como la
defensa de la libertad absoluta de la prensa, la libertad de tránsito, de
asociación, de representación y de industria, la libertad de cultos,
inviolabilidad del domicilio, de la propiedad, de la correspondencia y de los
escritos privados, independencia absoluta del poder electoral, elección
universal, directa y secreta, la abolición de prisión por deuda, entre otros.
Ezequiel Zamora consideraba que atendiendo estos casos «los liberales que
están en la Casa de Gobierno no serán considerados godos de otra especie».
Igualmente Zamora y sus soldados estaban familiarizados con el pensamiento
de los socialistas utópicos8 y las ideas del mutualista Pierre-Joseph
Proudhon. De acuerdo con Laureano Villanueva, Zamora «no estaba
haciendo guerras para imponer gobernantes a los pueblos, sino al revés, para
que los pueblos se gobernaran por sí, pues era de este modo como él
entendía el liberalismo y la Federación».
De acuerdo con Laureano Villanueva, el Partido Liberal en sus inicios se limitó
a defender la vigencia de la Constitución de 1830 y la reforma de algunas
leyes exigidas por la opinión pública. Cuando llega al poder entre 1848 y 1858
abolió la pena de muerte por motivos políticos, también eliminó la ley de 10
de abril, amplió la educación pública, abolió la esclavitud y garantizó la
autonomía del poder municipal. Entre 1858 y 1859 radicaliza los principios
liberales convirtiendo a las provincias en estados soberanos,
descentralizando la administración con tribunales propios e independientes
buscando la intensificación de derechos individuales y libertades públicas.
También darían impulso a la Constitución de 1864 que lograría, entre otros,
la «libertad de la prensa sin restricciones de ninguna especie»

Guerra federal 1859 y 1863


características generales
Características de la Guerra Federal:
Características Económicas: En el período de 1830 a 1840 fue de cierta calma
económica. Los sectores que trataron mayores ingresos fueron la ganadería,
el cultivo del tabaco y los derechos de aduana. A partir de 1840 inicia una
crisis económica que cambia lentamente la calma. Baja el precio del café, que
es el principal producto de exportación, el segundo producto, cacao, apenas
subió, en los mismos años. En el periodo del predominio de los Monagas
(1847-1858) se resaltó la crisis. Hubo la deuda externa. Esto tuvo como
consecuencia, el presupuesto era deudor; esto se manifestaba por el pago de
los sueldos a los empleados. Esa crisis se manifiesta por los siguientes
hechos: El decomiso de bienes de los que perturban contra el gobierno. Se
decomisó el ganado el ganado; por eso la ganadería disminuye. La
acumulación de los alimentos y, por lo tanto, su aumento de precio a niveles
reflexivos. Disminución del comercio de cueros con el extranjero debido a la
escasez de compradores. Aumento de las deudas interna y externa debido a
que se aumentan los gastos militares.
Características Sociales: Hubo "notas o matices raciales a medida que se
desarrollaba la insurrección que enfrentaba a negros contra blancos, y
pardos contra mantuanos, lo cual confirmaba el hecho de que las
animosidades raciales basadas sobre las restricciones de casta coloniales,
persistían aún. Se identificaba al blanco como el gran terrateniente y
monopolizador de la riqueza, así como también era la educación privilegio de
los ricos, los poderosos y los blancos (...)" Zamora declara "la 'Guerra a
Muerte" contra los Centralistas, en tanto sus partidarios marchaban tras el al
grito de; "Vamos a Caracas a matar a todos los blancos, a todos los ricos y a
todo el que sepa escribir". Eventualmente se unió al movimiento Juan
Crisóstomo Falcón, prosiguiendo sus propias operaciones con sus
partidarios".
Crisis política posterior a la guerra federal: El Convenio de Coche, Pacto que
indica el fin de la guerra federal. Se le da este nombre ya que fue concluido el
23 de abril de 1863 en una hacienda que tenía como nombre coche, estaba
ubicada cerca de caracas. Por Pedro José Rojas, secretario general del jefe
supremo de la República José Antonio Páez y Antonio Guzmán Blanco,
secretario general del presidente provisional de la Federación Juan
Crisóstomo Falcón, y demostrado por ellos mismos en Caracas (25.5.1863).
este trato se llevó a cabo ya que luego de haber tenido 5 años de guerra se
reunieron Falcón y Páez y se convocó una Asamblea Nacional, la cual sería
conformada por 80 miembros. En dicho tratado se estableció la paz. La
prohibición de nuevos reclutamientos y la formación de brigadas de orden
público propuestas a impedir cualquier acto de violencia. El Tratado de Coche
demostró las intenciones reales de los dirigentes y anunció el estilo y las
limitaciones de la política posterior.

Triunfo liberal e implantación del


liberalismo económico
Comente de pensamiento que preconiza el establecimiento de un orden
político y económico que concede la mayor amplitud posible a la libertad
individual. En política, el adjetivo «liberal» fue utilizado ya en vísperas de la
Revolución Francesa por el abate Manuel José Sieyès, autor del opúsculo
¿Qué es el Tercer Estado? y donde contraponía las «ideas liberales» a las
«ideas serviles»; los que profesaban estas últimas, según Sieyès, se apegaban
obedientemente a la situación existente, mientras que los de «ideas
liberales» se proponían transformar la realidad, convirtiendolo que es en lo
que debe ser. En 1799, después del golpe de Estado del 18 de Brumario,
Napoleón Bonaparte, quien tenía a su lado al abate, se refería en una
proclama a las «... ideas... liberales de la Revolución...». El paso de la palabra
«liberal» de adjetivo a sustantivo se produjo en la España de 1810-1812,
cuando los diputados a las Cortes de Cádiz, que se referían con frecuencia a
las «ideas liberales», fueron llamados liberales y ellos, a su vez, calificaron
como serviles a los adversarios de la Constitución de 1812. En ese sentido, el
«liberalismo» se oponía al «absolutismo» de los partidarios del poder
omnímodo de los reyes (sin trabas constitucionales) que era tradicional en
España antes de 1810. La palabra liberal y su correlato liberalismo se
extendieron rápidamente por Europa occidental después de la derrota de
Napoleón en 1815, difusión que se acentuó unos años más tarde al ser
restablecida en España la Constitución de Cádiz durante el trienio liberal
(1820-1823).
El pensamiento de la Ilustración, tal como había sido formulado por
escritores ingleses, franceses, españoles, italianos y de otros países durante
el siglo XVIII, le hizo al naciente liberalismo europeo algunos aportes
sustanciales, entre estos el concepto de la libertad individual y el análisis
racionalista de la economía y la política, así como el principio de la igualdad
jurídica de todos los miembros de una sociedad. Las consignas de «libertad,
igualdad y fraternidad» de la Revolución Francesa (por lo menos las 2
primeras) constituyen, junto con la Declaración de los Derechos del Hombre,
una de las bases de la doctrina política del liberalismo tal como fue
formulada a partir de la segunda década del siglo XIX. El derecho de
propiedad y la libertad de trabajo y de comercio, conquistados por la
burguesía durante la Revolución Francesa y confirmados por Napoleón,
fueron una de las bases del liberalismo económico. También se incorporaron
al liberalismo doctrinario las actitudes anticlericales (aunque no
forzosamente irreligiosas) que habían marcado al pensamiento ilustrado, tal
como este había sido expresado por los llamados «filósofos» franceses. Por el
contrario, uno de los principales aspectos políticos de la Ilustración, el
«Despotismo Ilustrado» de monarcas como Carlos III de España, Federico II
de Prusia y la emperatriz Catalina de Rusia, no solo no fue acogido por el
liberalismo, sino que este se enfrentó abiertamente al poder absoluto de los
reyes, y aun en las naciones donde se mantuvieron regímenes monárquicos,
presionó para el establecimiento de un sistema constitucional. Durante las
guerras de la independencia de Hispanoamérica, aun cuando entre los
liberales españoles y los revolucionarios americanos existían convergencias
ideológicas (respecto a la libertad de imprenta, por ejemplo), los enfrentó y
separó siempre la «cuestión nacional», pues los liberales españoles querían
mantener la integridad del imperio y los patriotas hispanoamericanos no
aceptaban ninguna solución que no contemplase la total independencia de
las nuevas naciones respecto a España.
En el ámbito económico, el liberalismo (aunque entonces aún no se llamase
así) había sido anterior al político. Ya en la década de 1760, los pensadores
franceses denominados «fisiócratas», partidarios de la libertad de comercio
en el interior de la nación, habían acuñado la fórmula «dejar hacer, dejar
pasar», que se convirtió en la divisa del liberalismo económico algunas
décadas más tarde. En 1776, el filósofo escocés Adam Smith, quien había
tratado a los fisiócratas durante un viaje por Francia, publicó su obra
Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, que
tuvo una considerable resonancia; en ella fijaba ya las líneas principales del
pensamiento liberal en esta materia: la producción, circulación y mercadeo
de bienes respondía, según él, a un orden natural, superior a las normas
establecidas por los gobernantes, y no debían ser interferidos por estos; el
principal motor de la actividad económica era el interés de cada individuo; la
división del trabajo, necesaria para el desarrollo productivo, no podía llevarse
a cabo plenamente sino en un régimen de libertad económica; la ley de la
oferta y la demanda era el verdadero regulador de los precios; la
intervención del Estado resultaba contraproducente para la economía.
Durante las primeras décadas del siglo XIX, pensadores como el francés Juan
Bautista Say, autor de un Tratado de economía política publicado en 1803 y
el inglés David Ricardo, en sus Principios de economía política (1817),
contribuyen a construir el cuerpo doctrinario del liberalismo económico,
seguidos a mitad de siglo por el inglés John Stuart Mili, el francés Frédéric
Bastiat y el norteamericano Henry Carey.
En la Venezuela de comienzos de la independencia, las corrientes de la
Ilustración y del Liberalismo convergen en el pensamiento de Simón Bolívar.
Ya a fines de 1812 este se declara «... siempre fiel al sistema liberal y justo
que proclamó mi Patria...», refiriéndose de este modo a las instituciones de
la Primera República. Él mismo, en el Discurso de Angostura, califica en 1819
de «... actos eminentemente liberales...» los de Venezuela que, al separarse
en 1811 de la nación española, escribe Bolívar: «...ha recobrado su
Independencia, su Libertad, su Igualdad, su Soberanía Nacional [...]
Constituyéndose en una República Democrática, proscribió la Monarquía, las
distinciones, la nobleza, los fueros, los privilegios; se declaró los derechos del
hombre, la libertad de obrar, de pensar, de hablar y de escribir...» Tal era
para Bolívar la esencia del liberalismo político, como opuesto al absolutismo.
En la Venezuela todavía dominada por los realistas, la ideología liberal tiene
una de sus primeras manifestaciones en Caracas, a mediados de 1820,
cuando es jurada por el general Pablo Morillo y las demás autoridades
realistas la Constitución de Cádiz; en polémicas en las cuales participan
periódicos como la Gaceta de Caracas, La Mosca Libre, La Aurora, El Fanal y El
Zelador de la Constitución, se habla, dentro del régimen español, de
liberalismo y servilismo, y la mencionada Constitución es calificada en el
primero de esos periódicos de «verdaderamente liberal». En aquellos
mismos días, Tomás Lander, que años más tarde será uno de los fundadores
del Partido Liberal en Venezuela, polemiza en la prensa caraqueña con las
autoridades eclesiásticas a raíz de haberle confiscado el párroco de La Guaira,
como «prohibidos», unos libros que él había introducido desde la isla de
Saint Thomas para venderlos; en sus escritos de septiembre y octubre de
1820, Lander alaba «los esfuerzos del inmortal Quiroga» (uno de los caudillos
militares de la revolución liberal en España) y se refiere a las «liberales
providencias» del gobierno de Madrid; entre los libros confiscados había
ejemplares de la traducción al español del Tratado de economía política de
Say, uno de los difusores de la doctrina liberal. Después de la batalla de
Carabobo, ya restablecido el régimen republicano en Caracas y casi la
totalidad de Venezuela, Lander figura entre los redactores del periódico El
Venezolano, junto con Pedro Pablo Díaz, Francisco Rivas Galindo, Francisco
Carabaño, entre otros; aunque no era uno de los redactores, participaba de
sus ideas el joven Antonio Leocadio Guzmán, recién llegado de España donde
había sido en Madrid discípulo del literato liberal Alberto Lista. El venezolano
era continuación del periódico titulado El Anglo-Colombiano, que había
empezado a publicar en Caracas en 1822 el militar y escritor inglés Francis
Hall, amigo del pensador radical Jeremías Bentham. En El Venezolano, que
circuló de junio de 1822 a mayo de 1824, se declaraba: «... este periódico
profesa ideas liberales y sostiene los derechos individuales...» y además sus
redactores se manifestaban partidarios del «sistema federal». Si bien el
Partido Liberal venezolano, como organización política, no sería fundado
hasta 15 años más tarde, en ese periódico se encontraba ya el germen
ideológico de aquel partido y del movimiento federalista de la década de
1860. Todavía en el período de la Gran Colombia, el concepto de liberal se
fue restringiendo más y más a significar no una corriente de pensamiento
anti-absolutista sino una parcialidad política, en el sentido en que lo emplean
los de El Venezolano, al afirmar que, como «... amigos de las instituciones
liberales...», ellos pertenecen «... a uno de los partidos que se censuran con
acrimonia en Caracas...» Unos años más tarde, los partidarios de Francisco de
Paula Santander que se enfrentan en la Convención de Ocaña (1828) a los
partidarios de Bolívar, tildan a estos de serviles y se autocalifican de liberales.
A fines de 1829, el Libertador, en carta dirigida a Antonio José de Sucre,
afirma: «También soy liberal», usando este concepto en su sentido amplio;
pero, a mediados del año siguiente, en un artículo periodístico titulado «Los
Liberales o Jacobinos», enrostra a los autodenominados liberales que siguen
a Santander sus crímenes y debilidades, llamando «... gavilla de terroristas...»
a los generales José María Obando y José Hilario López, a quienes acusa de
autores intelectuales del asesinato de Sucre y a los ejecutores materiales del
mismo, José Eraso y Juan Gregorio Sarria.
Restaurada en 1830 la República de Venezuela, el liberalismo económico y el
político toman rumbos divergentes. Del primero, es buen testimonio la ley
del 10 de abril de 1834 de libertad de contratos, que establecía un modelo
económico liberal para una sociedad fundamentalmente agropecuaria. En
1836, Julián García y José María de Rojas, miembros de la élite mercantil,
fundan en Caracas el periódico El Liberal, para promover, según declaran,
«los intereses materiales» de la sociedad venezolana, en realidad más bien
los del sector económico al cual pertenecen. Al mismo tiempo, Lander, quien
se les enfrenta políticamente llamándolos «oligarcas y logreros» (usureros),
se califica también de liberal, cita con frecuencia en sus escritos periodísticos
a Benjamín Constant y a Voltaire y le hace oposición a los sucesivos
regímenes de José Antonio Páez, José María Vargas y Carlos Soublette.
Apoyado, al comienzo, por un grupo de hacendados cuyos intereses
inmediatos coliden con los del comercio importador-exportador, Lander
propone en 1838 la fundación de un periódico de oposición cuyo programa
incluye la defensa de los dueños de esclavos afectados en sus intereses por la
ley de manumisión, así como la derogación de la ley de 10 de abril de 1834 y
la de tribunales mercantiles; propone también la abolición de la pena de
muerte y una amnistía para los exiliados con motivo de la Revolución de las
Reformas, a la vez que pide mayor libertad de imprenta, la apertura de
caminos y que se promueva la inmigración. Un programa que, junto con
medidas humanitarias de neta estirpe ilustrada y liberal, contemplaba
esencialmente otras de carácter económico y jurídico favorables a los
hacendados dueños de esclavos. Esto no le impedía a Lander declararse
liberal y afirmar que lo sería también el periódico proyectado. Este último no
llegará a ser realidad hasta agosto de 1840, cuando sale El Venezolano,
redactado por Antonio Leocadio Guzmán con el apoyo de Lander. Durante los
años siguientes, ese periódico polemiza con El Liberal de José María de Rojas
y con los partidarios del gobierno; en sus escritos, Guzmán, Lander y sus
partidarios se autocalifican de liberales y llaman a sus adversarios
«oligarcas», pero no «conservadores». En 1845, Lander se refiere ya al «gran
Partido Liberal de Venezuela», el cual está organizado como tal, tiene
adherentes y seccionales en los barrios de Caracas y en poblaciones de las
provincias y realiza asambleas. En octubre de ese año, se publica un folleto
que contiene la Memoria que presenta la reunión liberal de Caracas a todos
los hombres y círculos liberales de Venezuela, redactada por Antonio
Leocadio Guzmán, José Manuel García y Manuel María Echeandía; allí se
exponen los principios y el programa de acción de los liberales y se justifica,
con ejemplos contemporáneos de Inglaterra y Francia, la existencia de 2
grandes partidos constitucionales: el del gobierno y el de la oposición. Con
esa Memoria, el Partido Liberal se presenta ya como una agrupación política
organizada, el primer partido que como tal existió en Venezuela. Tienen,
inclusive, una bandera de color amarillo. Aunque en la historiografía nacional
se suele llamar «conservadores» a sus adversarios, y lo eran, no existió
entonces un Partido Conservador estructurado como tal. A mediados de
1846, José María de Rojas exponía en una carta pública la necesidad de «... la
defensa del orden, de las instituciones, de la moral y de todo principio
conservador...», pero se lamentaba de que no hubiese «...un poderoso
partido nacional [...] un partido de orden que trabaje con plan y unidad...».
Los partidarios del gobierno o conservadores enarbolaban como enseña una
bandera roja. En 1844 y 1845, en plena crisis económica, el político y
economista Francisco Aranda, ex secretario de Hacienda, y varios diputados,
encabezados por Rafael Agostini, promovieron la creación por los poderes
públicos, de un Instituto de Crédito Territorial que pudiera otorgar a los
agricultores y ganaderos préstamos a largo plazo y con intereses moderados,
sobre una base hipotecaria. El proyectado instituto, objeto de ardientes
debates en el Congreso, fue aprobado en 1845, pero fue vetado por el
presidente Carlos Soublette, alegando que no era justo destinar recursos del
erario público, «...producto de la contribución de todos los ciudadanos...», a
proteger al sector de los ganaderos y agricultores. Esta medida, que hubiera
significado la intervención directa del Estado en la economía, fue rechazada
por la presión de los defensores del liberalismo económico, quienes alegaban
también que la Hacienda Nacional carecía de los recursos necesarios para
sostener el instituto. Debido a la crisis económica que afectó a Venezuela a
partir de 1842 y en los años siguientes, el Partido Liberal, que había surgido
como órgano de presión de los hacendados, vio engrosar sus filas con
numerosos individuos de otros sectores sociales: peones, pulperos, arrieros,
caleteros, pescadores, artesanos y obreros. Esto condujo a su radicalización e
hizo que algunos de sus primeros adherentes de la clase de hacendados se
retirasen. En vísperas de las elecciones presidenciales de 1846, los miembros
más extremistas del liberalismo se alzaron en armas en el campo, bajo la
jefatura de caudillos como Ezequiel Zamora, y asaltaron varias haciendas,
como la de «Yuma», propiedad del influyente ministro paecista Ángel
Quintero. El gobierno atribuyó esos hechos a las prédicas de Guzmán y este,
que era entonces candidato a la Presidencia de la República postulado por un
sector del Partido Liberal, fue puesto fuera de la ley, pasó a la clandestinidad
y fue finalmente arrestado por las autoridades, juzgado y condenado a
muerte; pero el nuevo presidente, general José Tadeo Monagas, a pesar de
haber llegado a esa posición con el apoyo de Páez, le conmutó la pena a
Guzmán por el destierro y se apartó de la tutela de los conservadores.
El asalto al Congreso el 24 de enero de 1848 y la derrota posterior de Páez,
fueron un triunfo de las masas liberales, pero la victoria la usufructuó
Monagas; Guzmán volvió de su corto exilio para ocupar la Secretaría del
Interior y Justicia y luego la Vicepresidencia de la República, pero los liberales
se dividieron y muchos de ellos apoyaron al nuevo hombre fuerte, José
Tadeo Monagas y después, a su hermano José Gregorio; se dijo que Monagas
le salvó la vida a Guzmán, pero le quitó el partido. La reacción de Monagas
contra Páez y el fracaso de los alzamientos de este último, significó también
el fracaso de la política económica liberal representada por la ley del 10 de
abril de 1834, que fue abolida por Monagas. Si bien la década durante la cual
ejercieron el poder los hermanos Monagas (1847-1858) ha sido llamada
generalmente «la oligarquía liberal», siguiendo al historiador José Gil Fortoul,
no fue el Partido Liberal quien gobernó, y sus principales dirigentes se
adhirieron al régimen personalista de los Monagas o quedaron marginados.
Una coalición de conservadores y de liberales descontentos derrocó en
marzo de 1858 a José Tadeo Monagas, pero ese entendimiento no fue
duradero y cuando, a comienzos del año siguiente, estalló la Guerra Federal,
muchos liberales lucharon en la filas federalistas, que adoptaron la enseña
amarilla. El triunfo del bando federal en 1863 significó en cierto modo el
triunfo de los liberales, algunos de los cuales, como fue el caso de Antonio
Leocadio Guzmán, volvieron a ocupar posiciones de relieve; pero el partido
como tal no renació hasta 1868, cuando la Sociedad Liberal de Caracas, como
parte del Partido Liberal, se preparó para intervenir en las elecciones y
publicó el periódico La Unión Liberal; uno de sus dirigentes era el general
Antonio Guzmán Blanco, quien se había distinguido durante las campañas de
la Guerra Federal como militar y político. El asalto de los lincheros a su
residencia de Caracas (agosto 1869) obligó a Guzmán Blanco a salir de
Venezuela. Regresó el año siguiente y tomó el poder a viva fuerza.
Durante el período guzmancista, gobernó oficialmente el que entonces fue
denominado Gran Partido Liberal, pero de hecho el poder fue detentado
autocráticamente por Guzmán Blanco, que declaraba actuar en nombre de la
«Causa Liberal». Al comienzo de su régimen, un antiguo dirigente liberal de
los años 1840, Felipe Larrazábal, intentó convencer a Guzmán Blanco de que
dictase medidas económicas favorables a los hacendados, en especial
creando un Instituto de Crédito Territorial (similar al de 1844-1845) pero no
tuvo ningún éxito. Durante los gobiernos que siguieron al de Guzmán Blanco
a partir de 1888, el partido fue reorganizado y en 1893, se publicó un
Manifiesto del Partido Liberal a la Nación en el cual se hacía la historia de la
organización y se enumeraban sus logros a partir de 1840 y durante «las
administraciones liberales» desde José Tadeo Monagas hasta Joaquín Crespo,
que era entonces el presidente de la República. Al acercarse al final del siglo
XIX, el Partido Liberal atravesaba un período de decadencia, pero la palabra
«liberal» se hallaba tan arraigada en la mentalidad colectiva que incluso sus
adversarios políticos la incluyeron en la denominación de sus partidos, como
ocurrió con el Partido Liberal Nacionalista del popular José Manuel
Hernández, el Mocho. El general Cipriano Castro llamó a su régimen
Restauración Liberal cuando se iniciaba el siglo XX, pero el partido como tal
no ejerció mayor influencia durante su gobierno. A partir de 1913, el general
Juan Vicente Gómez hizo imposible la existencia legal de los partidos, fuesen
el Liberal, o el Liberal Nacionalista u otros. En 1936, el panorama político era
muy distinto, y los intentos de revivir al Partido Liberal no tuvieron éxito. Por
aquellos años, el atractivo que había ejercido la palabra liberal en los medios
políticos fue sustituido por la voz «democrático», que figuró en el nombre de
varias organizaciones políticas como Acción Democrática, Partido
Democrático Venezolano, Unión Republicana Democrática. Esta última
adoptó como color el amarillo del antiguo Partido Liberal. En cuanto al
liberalismo económico, este habría de resurgir bajo la forma del llamado
neoliberalismo contemporáneo.

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