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1era. Timoteo 4
No permitas que nadie te desprecie por ser joven. Al contrario, trata de ser un
ejemplo para los demás cristianos. Que cuando todos oigan tu modo de hablar, y
vean cómo vives, traten de ser puros como tú. Que todos imiten tu carácter
amoroso y tu confianza en Dios.
Cuando se escribió 1 Timoteo, este líder había estado con Pablo por quince años como su
compañero constante (cp. Hch. 18:5, 18:22, 19:22, 20:4). Timoteo estuvo con él cuando
escribió Romanos, 2 Corintios, Filipenses, y Colosenses (Ro. 16:21, 2 Co. 1:1, Fil. 1:1, Col.
1:1). Con frecuencia, servía al apóstol en la solución de problemas en las iglesias y el
fortalecimiento de ellas en la fe (1 Co. 4:17; 1 Ts. 3:2; Fil. 2:19).
Por todo eso, ¡no es de extrañar la relevancia de Timoteo! Mencionado seis veces en
Hechos, 17 veces en las epístolas paulinas, y una vez en Hebreos, es evidente que tuvo una
importancia histórica a los ojos de Pablo, quien llegó a considerarlo casi como una réplica
suya, como se infiere del elogio que traza de él en Filipenses:
“Pero espero en el Señor Jesús enviarles pronto a Timoteo, a fin de que yo también sea
alentado al saber de la condición de ustedes. Pues a nadie más tengo del mismo sentir y que
esté sinceramente interesado en el bienestar de ustedes… Ustedes conocen los probados
méritos de Timoteo, que sirvió conmigo en la propagación del evangelio como un hijo sirve
a su padre” (Fil. 2:19-22).
El comentario del pastor John MacArthur explica que el nombre Timoteo significa “el que
honra a Dios”, y eso fue algo que caracterizó a éste hombre.[1] Timoteo se convirtió en un
colaborador, hijo espiritual, y amigo cercano fiel del líder misionero y apóstol más grande
de la historia.
Este hombre nos recuerda que Dios llama a personas de todo contexto para hacerlas
partícipes de su reino y de la extensión de éste.
Cuando escribe su primera carta a este líder, Pablo le llama verdadero hijo en la fe (1 Ti.
1:2a). Con esto, comprueba la autenticidad de su fe y llama a la iglesia de Éfeso a seguir su
ejemplo. En esta expresión, indica el Dr. MacArthur, hay implícitas cinco cualidades que
caracterizaban a Timoteo: una fe auténtica, obediencia constante, servicio humilde, sana
doctrina, y convicción valiente.
Timoteo vivió de forma extraordinaria. Su cuadro familiar no fue una limitación para ser
instrumento del Señor, ni una excusa para no tener carácter. Su corta edad tampoco fue
justificación para no ser comprometido. Así, este hombre nos recuerda que Dios llama a
personas de todo contexto para hacerlas partícipes de su reino y de la extensión de éste.
Como Timoteo, tú también puedes ser usado por Dios para la edificación de su pueblo y la
salvación de los perdidos. ¿Estás listo para obedecer?