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Ecosanación: imaginación sociológica y la importancia de

conocer sobre procesos ecológicos


Si nos remontamos en un caballo que corriera hacia atrás, y nos permitiera ver en
retrospectiva la historia de nuestra especie y a la par la de las demás especies, en un mismo
escenario natural sería posible darnos cuenta que, según lo postulado por Weight Mills en
1959, comprendernos como individuos requiere contemplar al mismo tiempo a los diferentes
grupos sociales en sus propios contextos.

A mediados del siglo anterior propuso y formuló el concepto de “imaginación sociológica”


incluyendo al actor, la acción y las relaciones sociales como ejes fundamentales para
entendernos, pensar sobre eso que pensamos y cómo lo pensamos…pero además al incluir el
concepto imaginación es posible entrever que no se trata solo del sentido cognitivo, del
desván o zaguán de la memoria y el sistema nervioso central, ya que la imaginación deviene de
sentires, emociones e improntas que sellan una y otra vez el ambiente y también esa sociedad
en la que nos incluimos consientes o inconscientemente.

Weigth dice que “ningún estudio social que no vuelva a los problemas de la biografía, de la
historia y de sus intersecciones dentro de la sociedad, ha terminado su jornada laboral”, volver
a los problemas desde el enfoque social y también desde la Ecosanación requiere repensarnos,
dar de nuevo pasos atrás y vernos, sentirnos y abrazarnos en esos momentos donde nos
dejamos solos y de un modo u otro cercamos la corriente de amor propio que emana desde el
interior de cada célula que nos compone y sostiene.

Y en esa imaginación individual y colectiva se plantea algo mayor todavía, conociendo que el
motor del gusto por la existencia hoy en día se enciende con eso que llamamos ser y hacer lo
que nos gusta, da paz y define, resulta inminente adentrarnos en los túneles y cavernas de las
montañas que guardan los minerales catárticos, temblorosos y reflexivos para reconocer que
somos del cielo y de la tierra, fuentes de amor, y no que amamos, sino que vibramos en amor y
sentimos el amor que somos, más que el amor que damos, si es que en algún momento alguna
vez, lo dimos.

La idea plantea que el amor se siente cuando los motores se encienden, cuando nos
integramos y fundimos en los tres ejes de la imaginación sociológica, cuando comprendemos
que somos parte de todos los procesos ecológicos y geológicos de este universo, y ahí, siendo
tan inmensos, el amor se exuda como evapotranspiran las plantas tropicales durante un día de
sol. Ser parte del ciclo hidrológico nos convierte en un eslabón más, una gota de agua en el
océano infinito de amor.

Y ahora, que el caballo se detiene y podemos mirar el paisaje, tal vez podamos avanzar en la
dirección que sintamos, conectados con eso de ser y hacer lo que nos gusta, conectados con la
fuente de los actores, los procesos, las acciones, las culturas e historias, los organismos y sus
ecosistemas, nuestras casas, nuestras cosas y hacer de todo esto un espacio común, habitable
a gusto…donde el cotidiano sea cómodo, con lo que sabemos, tenemos y podemos…
procurando el estar bien y en medida que nuestro caballo avance, estar mejor.

(el conocer los procesos ecológicos y económicos de la materia y la energía pueden ayudarnos
a comprender e imaginar que las dinámicas cotidianas pueden ser muy sencillas y fáciles de
resolver, los horneros construyen con el barro del lugar, los yaguaretés se alimentan de
especies dentro de su rango de vagilidad, la polinización cruzada ocurre con las flores que
están más cerca, los hongos crecen cuando algo se descompone, no antes. Las personas y los
animales nos miramos a los ojos cuando hablamos, verdad? )

Anahí Ruth Fleck

Licenciada en Genética

Magister en Gestión Ambiental

Master en Neuropsicología

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