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La oscuridad te acecha: Corrupción policiaca en el Estado de México.

Saúl Ezequiel Toledo Bautista


Grupo: 2451

En el vasto escenario de la historia mexicana, la corrupción policial emerge como


una sombra que está presente y que acecha en los rincones más oscuros del país.
Desde las ruidosas calles de las metrópolis hasta los remotos poblados, el espectro
de la corrupción se despliega con una impunidad que preocupa, haciendo que la
confianza en las instituciones no exista y que siga perpetuando un ciclo de
impunidad y desesperanza.

En la frontera entre el EDOMEX y la CDMX, donde el caos y la vida se entrelazan


en un abrazo tumultuoso, la corrupción policial se manifiesta en múltiples facetas.
Los titulares de las noticias en las redes sociales y los vídeos que se hacen virales
narran historias de sobornos, extorsión y abuso de autoridad que alimentan el
clamor de una sociedad indignada. Operativos clandestinos y delitos sin resolver
tejen una red de complicidad que enreda a los agentes de la ley en un laberinto de
impunidad.

Ésta actividad que muchas personas han normalizado y que son partícipes de ella,
nos llevan al municipio de Atizapán de Zaragoza, en donde un operativo a espaldas
de la central de abastos se plantó el día sábado de semana santa desde las 20:00
hrs aproximadamente, ya que justo a ésta hora la mayoría de negocios cierran sus
locales. Cabe mencionar que a partir de esa hora, en los fines de semana y
particularmente en esas fechas de semana santa, la zona pareciera desolada,
únicamente quienes toman ésta avenida son aquellos que buscan un atajo para
llegar a la colonia aledaña para llegar a su destino.

El operativo detiene en mayor tendencia a motociclistas, normalmente los detiene


en par, dos oficiales son quienes realizan una “inspección rutinaria” a cada una de
las motos. Lo que se nota es que los motociclistas que están deteniendo son
aquellos que no llevan el casco reglamentario o solo por cuestiones de apariencia
“sospechosa”.
Algunos de ellos, desde la distancia y de manera discreta o “por debajo del agua”,
les dan dinero a los servidores públicos, cuando ellos no son quienes deben cobrar
la multa, sino directamente en el departamento de tránsito municipal. De ésta
manera el policía cobra una cantidad menor a la estipulada en el reglamento y
cometen el crimen de “cohecho”.

Pasadas las 23:00 hrs, aquellos oficiales después de haber detenido


aproximadamente a 26 motociclistas, en caravana de 3 patrullas se deciden retirar
del lugar donde habían plantado el “operativo de seguridad” y continúan su camino
con el dinero recaudado para después instalarse nuevamente en el módulo de
seguridad de la colonia “Lomas Lindas”.

Pero no son solo las grandes ciudades las que sufren el delito de corrupción. En los
tranquilos pueblos rurales, donde el tiempo parece detenerse entre las sombras de
los árboles y los murmullos del río, la mano corrupta de la policía también se hace
sentir. Allí, lejos de los focos mediáticos, el soborno y la extorsión son moneda
corriente, y la justicia se convierte en un lujo al alcance de unos pocos privilegiados.

Entre las filas de la policía, la corrupción se arraiga como un virus invasor que
sofoca cualquier señal de integridad. Los bajos salarios y las precarias condiciones
laborales sirven como siembra para la tentación del soborno. La lealtad a la
institución se desvanece ante el vislumbrar de los billetes, y el deber de “proteger y
servir” se desdibuja en la avaricia y el poder.

El combate contra la corrupción policial es una batalla que trasciende fronteras y


generaciones. Requiere un compromiso firme y una voluntad política decidida para
erradicar de raíz este mal que carcome las entrañas del sistema. La sociedad clama
por transparencia, rendición de cuentas y una reforma profunda que ponga fin a la
impunidad y restaure la confianza en las instituciones. El futuro de México pende de
un hilo, y solo un esfuerzo conjunto podrá inclinar la balanza del lado de la justicia y
la integridad.

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