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Año 15 / N° 15 / 2022
La Colmena
Revista de Sociología
La Colmena es una revista de publicación anual que cuenta con el respaldo de la Facultad de
Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
ISSN: 2220-4490
eISSN: 2414-1321
Equipo editorial
Fernando Montiel Martínez
Universidad Autónoma Metropolitana (Ciudad de México, México)
Comisión de Eventos
Isaí Silva Zárate (coordinadora)
Lucía Rosadio López
Iván Ascurra Santillán
Antonio Macedo Villegas
Mollie Allen Marcilla
Diana Salazar Ramos
Juan Pablo Valle Escalante
Nicole Vilca Gallegos
Comisión editorial
Andrea Munive Rodríguez (coordinadora)
Nadia Duffó Chapilliquén (coordinadora)
Fernando Montiel Martínez
Maritza Zambrano Huailla
Macarena Bendezú Aguilar
Daniela Martuccelli García
Ulises Rodas Cienfuegos
Hans Quiróz Ballón
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Índice
Tres cineastas regionales del sur andino en el campo cinematográfico peruano .............. 29
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La Colmena Nº15 - diciembre 2022. pp. XX-XX. ISSN: 2414-1321
CARTA EDITORIAL
Balances del año 2022: Re-aprendimos
y celebramos
La Colmena cumple 15 años como organización estudiantil que busca fomentar y difundir
la producción académica en ciencias sociales hecha por investigadores en formación. Con
el paso de los años, hemos buscado concretar nuestra misión de distintas maneras. Entre
ellas, la revista se ha forjado como un proyecto sostenido, enfrentando dificultades y,
sobre todo, contando con el esfuerzo de nuestrxs miembrxs, además del apoyo de nuestra
facultad y el Sistema de Bibliotecas de la universidad.
Tras dos años de iniciada la pandemia que nos obligó a adoptar una dinámica de
trabajo remoto, el 2022 nos presentó nuevos retos. Muchxs conocimos y nos incorporamos
a La Colmena en tiempos de clases virtuales. Como organización, este año re-aprendimos
a compartir espacios presenciales y formas de integración que nos hacían falta. Tuvimos
nuestra primera Reunión General híbrida, volvimos a organizar eventos y talleres con
docentes y compañerxs en las instalaciones de la universidad, y trajimos de vuelta nuestro
clásico –y esperado– evento pro-fondos colmenero. Todos estos espacios permitieron
generar debates entre nuestra comunidad estudiantil y aportar a nuestra formación
colectiva, así como visibilizar y materializar el arduo trabajo que realizamos.
En 2022, se cosecharon los primeros frutos tangibles del trabajo agregado de varias
gestiones editoriales. Con la indización a DOAJ y LatinRev, nuestra revista La Colmena
subió un peldaño más en su trayectoria hacia la adecuación de sus procesos editoriales, el
reconocimiento de la calidad de la producción académica que publica, y la difusión de la
misma. Eso no hubiera sido posible sin el respaldo y constante asesoramiento por parte del
equipo bibliotecario de la Facultad de Ciencias Sociales, a quienes les agradecemos cada
reunión y todo el soporte brindado. Queda como tarea seguir ocupándose del fomento
de la investigación y producción académica críticas y pertinentes, a través de profundas
reflexiones sobre el proceso de construcción de los próximos números.
Este año, la organización también se expandió y viajó. Dentro de nuestras metas, vimos
importante ampliar el perfil de nuestrxs integrantes, para quienes difundir la reflexión e
investigación crítico-social continúa siendo el punto de encuentro y partida. El trabajo
en la gestión de redes y relaciones institucionales logró la convocatoria de compañerxs de
otras universidades –tanto públicas como privadas– y de otras carreras –como Literatura,
Comunicaciones y Ciencias Políticas– a nuestras filas. Los conocimientos, perspectivas e
ideas de cada unx producen las diferentes propuestas de eventos, materiales de difusión y
procesos editoriales que sacamos adelante, y que, aún, tenemos pendiente divulgar.
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Carta editorial
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La Colmena Nº15 - diciembre 2022. pp. 9-30. ISSN: 2414-1321
Resumen
Este artículo estudia el proceso de construcción de masculinidad de jóvenes limeños seguidores
del k-pop, un género musical coreano cuya expansión ha generado un fenómeno cultural
masivo. Para entender este proceso, primero se exponen los modelos y representaciones de
masculinidad que los jóvenes perciben en los artistas y en la sociedad limeña para luego establecer
cómo ellos se vinculan con estos modelos desde la construcción de su propia masculinidad. En
ese sentido se analizó lo siguiente: a) cómo los jóvenes definen y evalúan la masculinidad de
los idols del k-pop; b) cómo los jóvenes entienden el modelo de masculinidad limeña y cómo
se vinculan con ella; y c) cuál es el balance que los jóvenes realizan sobre estas representaciones
y, a partir de esto, cómo piensan, construyen y viven su propia masculinidad. En este estudio
cualitativo y etnográfico se tuvo como criterio metodológico la aleatoriedad para la selección
de los entrevistados, así como el muestreo por conveniencia y bola de nieve. Con respecto a la
recopilación de información, se llevaron a cabo entrevistas semiestructuradas a profundidad.
Palabras clave
Masculinidades, jóvenes, k-pop, Lima.
* Este artículo recoge extractos, así como información relevante, pertenecientes a la tesis de licenciatura de la autora
Positivos, cuidadosos, sensibles, naturales: ser y pensarse varón en un grupo de jóvenes seguidores del K-pop en Lima,
presentada en diciembre de 2020. Esta se encuentra disponible en el repositorio web PUCP. Puede ser consultada
para obtener más detalles sobre la investigación: https://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/handle/20.500.12404/17989
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Barrera Ugarte / Hacia nuevas formas de ser y pensarse varón en un grupo de jóvenes...
Abstract
This article studies the masculinity construction process of young male fans of k-pop in Lima.
K-pop is a Korean music genre whose expansion has generated a massive cultural phenomenon.
To understand this process, first we present the models and representations of masculinity
that these men perceive in the artists and in Lima society to later establish how they relate to
these models through the construction of their own masculinity. In this sense, the following
was analysed: a) how they define and evaluate the masculinity of k-pop idols; b) how these
young men understand the Lima masculinity model and how they relate to it; and c) what is
the balance that they make of these representations and, based on this, how they think, build
and live their own masculinity. In this qualitative and ethnographic study, the methodological
criteria used for the selection of the interviewees were randomisation, as well as convenience
and snowball sampling. Regarding the collection of information, in-depth semi-structured
interviews were carried out.
Keywords
Masculinities, youth, k-pop, Lima.
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1. Introducción
El k-pop (Korean pop o pop coreano) es un género musical surgido en la década de 1990 y
que, desde finales de los 2000, ha ido captando más seguidores de distintos países y culturas,
y se convirtió en un fenómeno musical y cultural masivo. En el Perú, específicamente
en Lima, los seguidores son, en su mayoría, jóvenes que sienten atracción por este,
además de sentirse profundamente identificados con los artistas. Esta gran admiración e
involucramiento en la comunidad k-pop limeña los ha llevado a ser receptores de diversos
estereotipos vinculados particularmente a su orientación sexual e identidad de género,
por parte de personas fuera de esta.
Este estudio tiene como objetivo comprender el proceso de construcción de
masculinidad de los jóvenes limeños seguidores del k-pop. En ese sentido, nos preguntamos
por las definiciones que los individuos construyen en relación con la masculinidad
representada por los cantantes, también llamados idols, así como por el proceso de
valoración que forman en torno a ellos. Por otro lado, se explica el considerado ideal de
masculinidad limeño y la evaluación que los jóvenes realizan de este. Posteriormente,
se analiza si, en la construcción de esta nueva masculinidad, se reproducen, modifican
o descartan atributos de los primeros dos ideales; asimismo, se plantea los principales
atributos de esta masculinidad emergente.
2. Revisión de la literatura
2.1. Masculinidades
La sociología nos plantea que existe un “problema” en torno al ser hombre, pues la
masculinidad se pone en duda constantemente entre ellos (Villa, 2013). De esta manera,
se exige demostrar la masculinidad en la cotidianeidad y aprender a ser varones a partir de
un proceso de negación y oposición que se proyecta a través de distintos discursos como
el de honor, seducción y el temor a la homosexualidad (Fachel, 1997); asimismo, resulta
problemático que la construcción de la masculinidad se debe de dar a lo largo de la vida
de manera continua, un proceso que nunca termina. Ser hombre supone incertidumbre,
pues los atributos considerados masculinos cambian a lo largo del tiempo y pueden llegar
a ser contradictorios. Por último, la existencia de diversas masculinidades, las cuales deben
ser entendidas de acuerdo con la posición de género (Connell, 1995, p. 71), resulta un
problema, pues no todas son valoradas de igual manera.
En el plano latinoamericano, se ha abordado el tema de la construcción de
masculinidades en la “cuna del machismo [y se ha realizado un trabajo metódico para
dar cuenta sobre] la diversidad de identidades masculinas que es posible encontrar en
el mundo latino, así como las dinámicas de cambio [que se presentan en él]” (Valdés y
Olavarría, 1997, p.14). Las masculinidades latinoamericanas tendrán un matiz peculiar,
pues se intersectan con tradiciones provenientes de distintas regiones o con una serie
de particularidades étnicas, manifestando una diversidad que puede distar de lo que
normalmente se observa en Europa y Estados Unidos (Villa, 2013).
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Barrera Ugarte / Hacia nuevas formas de ser y pensarse varón en un grupo de jóvenes...
2.2. El k-pop
El k-pop, es parte del hallyu (que se traduce como ‘ola coreana’)1, y es un género musical
relativamente nuevo. Guarda parecido a la música pop americana en su ritmo y bailes;
sin embargo, busca tener un mayor impacto musical y visual, pues “todo es un poco
más fuerte, las imágenes son más brillantes, el estilo es más llamativo” (Russell, 2014,
p.18). Este género fue producto de diversos cambios musicales que se fueron adoptando
–especialmente el del estilo pop–, lo cual permitió el surgimiento de cantantes y grupos a
partir de los años 2000. Los primeros grandes grupos que llegaron a la fama internacional
se dieron entre los años 2006 y 2008.
Hübinette (2012), tras un análisis minucioso, explica que los temas de las canciones de
este género musical suelen girar en torno a la idea del amor inocente e infantil en el cual los
cantantes encarnan las características del amigo y compañero amoroso ideal. Asimismo, el
autor indica que, a partir de esta década, el proceso de construcción de los cantantes estará
estrechamente relacionado a la raza, discriminación, estereotipos, diferencias sociales e
identificación cultural debido al concepto arraigado de idealización del blanqueamiento
en la cultura coreana; por esa razón, los trainees2 pasan por un proceso de aclaramiento de
la piel. Esta “de-coreanización” y la “occidentalización” de la apariencia de los cantantes
los hace más atractivos para los fans blancos y no blancos ante la sobrevaloración de la
belleza occidental; sin embargo, lo mismo resulta ser un instrumento de doble filo, pues
puede no resultar atractivo para los fans coreanos e incluso aquellos occidentales.
Por otro lado, Martel (2011) define a los artistas como “multi-purpose stars” (estrellas
multipropósito), pues están formados para cantar, bailar, actuar en telenovelas y ser
modelos (las boy bands coreanas se habrían formado con esta receta); no obstante, señala
que los idols no son un producto estandarizado, pues renuevan sus apariencias según
las circunstancias y el público. Debido a que los artistas están entrenados en actuación,
suelen protagonizar novelas, llamadas también doramas, las cuales resultaron útiles para
difundir el k-pop, dado que los cantantes componen canciones para estas (Martel, 2011).
Es importante indicar que estos doramas, con el tiempo, empezaron a ser transmitidos
en otras regiones, como Latinoamérica, por ejemplo; igualmente, redes sociales como
YouTube y Facebook permitieron la expansión tanto de estas y, en consecuencia, de la
música (Lee, 2012).
1 El hallyu es un fenómeno cultural que se traduce como ‘onda coreana’ y hace referencia a los productos culturales
como películas, novelas, música y moda creados en Corea del Sur, que han atraído seguidores alrededor del mundo
(Sun, 2011, p. 1). El término fue acuñado por periodistas en Pekín a finales de la década de 1990 para describir la
popularidad de los artistas en China. En la década siguiente, esta ola se fue expandiendo a otros países asiáticos y
luego a otros continentes gracias a los servicios tecnológicos (Russell, 2014, p. 21).
2 Adolescentes que están en entrenamiento, que dura entre 4 a 5 años, para llegar a debutar en una banda.
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3. Metodología
Este es un estudio cualitativo y etnográfico, el cual tuvo como criterio la aleatoriedad para
la selección de los entrevistados en el Centro Comercial Arenales4. Por otra parte, se aplicó
el muestreo por conveniencia y bola de nieve con un segundo grupo de entrevistados. Con
respecto al recojo de información, se realizaron entrevistas semiestructuradas a profundidad
y observación, de manera complementaria. Cabe resaltar que en esta investigación se
trabajó bajo confidencialidad los datos personales de los y las entrevistadas. Por tal razón,
cada cita está acompañada de un respectivo pseudónimo.
El primer campo se desarrolló a fines de 2017, lo cual permitió establecer, a través
de entrevistas no estructuradas, una serie de temáticas a incluir en las guías de entrevistas
que se utilizaron durante la segunda etapa de campo, que se desarrolló desde abril a junio
de 2018. En esta se entrevistó a once personas en total, seis hombres y cinco mujeres,
seguidores del k-pop. La razón por la cual se incluyó a mujeres fue debido a que son actores
clave que aportan en la construcción de la masculinidad5 (Fuller, 1997), así como modo
de contrapunto, pues sus respuestas revelaron aspectos importantes para ser incluidos en
las entrevistas con los hombres; por esta razón, se incluirán algunas citas de entrevistadas.
Estas reflejan opiniones que los hombres comparten. La observación permitió entender
como registro secundario cómo se desarrollan las interacciones en la comunidad de
3 Esto fue comprobado a lo largo de la recolección de información previa al desarrollo de la investigación. Esta situa-
ción ha podido cambiar con el paso del tiempo.
4 Este es uno de los espacios de reunión principales para los fans. Se explicará su importancia en secciones posteriores.
5 Se profundizará en la importancia de las mujeres en la construcción de esta nueva masculinidad en el apartado
“Hallazgos”.
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fans y fue de utilidad para comprender elementos que subyacen a la interacción, lo cual
posibilitó la formulación de nuevas preguntas.
4. Marco teórico
Para profundizar la revisión de literatura, esta sección tiene como objetivo exponer
conceptos teóricos clave que enmarcarán la manera como se analizará la información
obtenida en el campo. Estos se explican a continuación:
4.1. Fenomenología
El enfoque sociológico de Schütz aborda los colectivos sociales, así como al mundo
sociohistórico (Rizo, 2011, p.34). Busca entender la interpretación de los significados
que los sujetos le dan al mundo, y las acciones e interacciones que se llevan a cabo entre
ellos. Siendo la realidad “un mundo en el cual los fenómenos están dados, sin importar
si éstos son reales, ideales, imaginarios, etc.” (Schütz, 1932, p.37), se argumenta que los
sujetos interpretan subjetivamente el mundo a través del sentido común, y la sociología
fenomenológica apuesta “por el estudio y explicación […] de la experiencia de sentido
común del mundo intersubjetivo de la vida cotidiana” (Rizo, 2011, p.36).
Esta intersubjetividad es la característica principal del mundo social. A través de
ella, el individuo percibe la realidad al ponerse en el lugar del otro y reconoce que hay
sujetos análogos a sí mismo. Cada individuo, debido a su propia biografía y experiencia,
comprenderá el mundo a partir de su posición en él: en el tiempo, espacio y contexto
(Schütz, 1932, p. 107). El autor, por su parte, explica que los conocimientos del mundo
son intersubjetivos y socializados (Rizo, 2011, p. 40); es decir, las comprensiones y
subjetividades interactúan, se modifican y construyen tipificaciones que les permiten
compartir categorías, ideales, normas, así como reconocer hechos con otros individuos.
Es posible estudiar las intersubjetividades, estas percepciones de los individuos, desde una
perspectiva objetiva (estableciendo criterios rigurosos), científica y sociológica al dejar de
lado el análisis a partir del sentido común y, en su lugar, generar preguntas acerca de los
significados que los individuos le dan a un fenómeno social.
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valores y símbolos; asimismo, las sociedades esperan que las personas cumplan con
desempeñar sus roles según los “estándares” esperados de acuerdo con su sexo y género
atribuido. Estas diferencias arbitrarias de roles y posiciones entre hombres y mujeres
son resultado de la valoración que se da a los individuos (Ruiz Bravo, 1999, p. 69). En
sociedades occidentales conservadoras, el hombre tendrá la función de “breadwinner”6 y
“jefe de hogar”, y la mujer, de “ama de casa” y “madre”.
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Por eso se reconfigura a través de la adopción de distintos elementos de los otros modelos
de masculinidad y de femineidad. Por último, se entiende que, para que un hombre sea
considerado masculino, debe haber una validación homosocial (Kimmel, 1997, p. 55);
es decir, el individuo y sus cualidades deben ser aprobados por los que encarnan el ideal.
De esa manera, este podrá pertenecer al modelo, de lo contrario, se le considerará “poco
hombre”, lo cual lo llevará a un plano de marginación.
4.3. Juventud
En este estudio se utiliza la noción teórica propuesta por Brito (1998), quien no la define
como grupo etario al no existir un consenso sobre el rango específico de edades. Se concibe
a la juventud como un grupo de personas cuya “conducta difiere de manera masiva y
singular del resto de la sociedad” (1998, p. 6). Asimismo, se entiende como una transición
hacia la adultez, en la que la persona está en un proceso de insertarse en la sociedad. Dentro
de este, los jóvenes están inmersos en relaciones de poder donde su estatus se encuentra
subordinado a toda persona mayor que ellos; esto significa que son el eslabón más débil
de la reproducción social, lo cual los motivará a buscar maneras para hacerse notar y tratar
de romper con esta imagen de subordinación. Es así como buscarán tener una “imagen
de autonomía y libertad con respecto de las responsabilidades sociales pues aún no tienen
responsabilidades formales con la sociedad” (Brito, 1998, p. 5). Debido a que los jóvenes
aún no presentan una posición clara en la sociedad, no tienen mucho que perder; de
este modo, se infiere que esta juventud brinda un espacio de indulgencia social, muestra
flexibilidad en cuanto a los deberes sociales y provee un espacio de experimentación.
Durante esta etapa, los individuos se encuentran en un proceso de construcción de sus
propias identidades, lo que incluye el género. Es así como descubrirán y experimentarán
con elementos disponibles pertenecientes a distintos modelos, los evaluarán, criticarán
y/o modificarán para aceptarlos o rechazarlos en la construcción de sus personalidades.
4.4. Subculturas
Las subculturas han sido entendidas como grupos de personas que no podían adaptarse al
sistema y normas sociales; sin embargo, Hall explica que estos grupos deben ser entendidos
de manera situacional y cultural. Igualmente, a partir de conceptos de hegemonía, clase y
dominación, la noción era entendida “como una operación de resistencia de los jóvenes de
la clase trabajadora” (Arce, 2008, p. 261); es decir, una cultura antielitista. Aunque, con
los años, las subculturas han aceptado a individuos de distintas clases, se entienden como
una cultura cuyos miembros buscan romper con la estructura hegemónica que los rodea,
incluso si siempre estarán ligados a ella. A partir de lo explicado, las culturas juveniles son
consideradas subculturas, ya que comparten experiencias, estilos de vida distintivos, y se
desarrollan en el tiempo libre; además, tienen un cierto grado de autonomía respecto de
las instituciones adultas (Arce, 2008).
Concluyendo con esta sección, se obtiene que la fenomenología explica que cada
individuo percibe y comprende de manera particular el mundo que lo rodea a través de sus
propias experiencias y a partir de los conocimientos que surgen del sentido común. El enfoque
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5. Hallazgos
El presente apartado expondrá los resultados más relevantes del análisis de la información
recopilada. En primer lugar, se presentará el perfil de los individuos, que, a su vez, se
subdivide en tres partes: el perfil general de los sujetos de estudio, su trayectoria en la
comunidad k-pop y los espacios que consideran impactan en su vida. Posteriormente,
la sección “Masculinidades” abordará principalmente las percepciones que los jóvenes
tienen sobre la masculinidad de los cantantes, así como la representada en la sociedad
limeña. En la última parte, se planteará el modo en que los hombres seguidores del k-pop
en Lima construyen una nueva y propia masculinidad frente a los dos modelos
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7 El nivel socioeconómico se determinó a través de la corroboración de las respuestas de los entrevistados con los
indicadores establecidos por el INEI.
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5.2. Masculinidades
5.2.1. La masculinidad k-pop
Los entrevistados mencionaron constantemente la palabra “personalidades” para definir
lo que se descubrió son distintas representaciones de un mismo modelo de masculinidad
vistas en los cantantes. Se determinó que existe una masculinidad k-pop y no varias como
Sun (2011) propone, debido a que se comprobó que estas “personalidades” comparten
un eje base al que llamaremos ser humano + historia de superación, junto con otras cinco
características que están presentes en las variaciones del mismo modelo. A este eje principal
se le denomina de esta manera porque los entrevistados perciben a los cantantes como
más “humanos” (Fernando) y “relatable o identificables, son más cercanos”, tal como
mencionó María, una de las entrevistadas (los hombres concordaron con esta definición);
les impacta su personalidad escénica; así como el que los cantantes dejen ver su “yo” más
íntimo; esto es, su historia personal. Esto se vincula con la historia de superación del
cantante, quien suele ser una persona migrante que ha luchado para conseguir el éxito.
Cabe resaltar que esta masculinidad no es estática ni cerrada, sino que engloba diversas
representaciones al compartir ciertos atributos, como los siguientes:
5.2.4. La heterosexualidad
Los jóvenes entienden que la imagen pública de los cantantes siempre es representada
desde la heterosexualidad. Ninguno se declara abiertamente gay, si es que lo es, debido a
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5.2.6. La apariencia
Los idols suelen vestirse de manera extravagante, juegan con lo andrógino (vestimenta,
peinados, maquillaje). Para los jóvenes resulta impactante que se rompa con los estereotipos
de hombre y mujer al recombinarlos para crear una apariencia más llamativa. Como
indicó Jaime, eso hace que “estén a la vanguardia […] todo suma”. Los entrevistados
mencionaron que los rasgos fenotípicos suelen ser atractivos, pero es el cuidado de la piel,
mediante cremas, y el cuerpo, mediante ejercicios y alimentación, lo que los entrevistados
valoran más, pues entienden que esto ayuda a transformar y mejorar la apariencia. Por
otro lado, rechazan el que los cantantes se sometan a cirugías plásticas, así como el uso de
métodos de blanqueamiento de la piel.
Para concluir, podemos indicar que los jóvenes tienen una concepción positiva de la
masculinidad presentada por los cantantes; no obstante, mencionaron ciertas críticas a
dicho modelo. La que está directamente relacionada a los artistas es el cambio radical en
la apariencia mediante dietas extremas y cirugías plásticas, pues “se llega al límite de que
la persona se ha transformado tanto por las operaciones que no queda rastro de cómo era
su apariencia originalmente” (Miguel). Se deja entrever que ellos ven estas prácticas como
muestras de baja autoestima y una “no-aceptación del cuerpo”; es decir, perciben una
contradicción entre el discurso y la práctica en cuanto al amor propio.
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5.3.1. El macho
La figura según la cual “los chicos tienen que ser musculosos, varoniles, no se sonrojan,
lanzan piropos a las mujeres, salen a las fiestas para juerguear”, mencionada por Mario,
condensa un conjunto de atributos, visto por este grupo de jóvenes, que delimita lo que
forma parte de ser varón en una sociedad conservadora como la limeña. Todo aquello
que se oponga o “no llegue al estándar” será visto como femenino o no-hombre, y, en
consecuencia, marginal. En este modelo no hay lugar para “los caballerosos” (como los
jóvenes se perciben), los vulnerables y los tímidos, pues, según ellos, son muestras de
debilidad de carácter (Ruiz Bravo, 2001).
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5.3.5. La apariencia
El modelo vincula estrechamente este atributo con la orientación sexual:
Que se vistan como hombres, que no vistan pantalones pegados porque tú ves pantalón
pegado y dices “joto9”, o usas camisas de colores “joto”, si usas camisa rasgada “maricón”.
Es una idea estúpida que lamentablemente nuestros padres nos han inculcado y que hasta
el día de hoy en algunas familias ocurre. (Jaime)
Los roles de género, en este caso, se aprenden desde el hogar, se aprenden en oposición,
y todo aquel que no alcance el estándar será considerado “no-hombre” (Kimmel, 1997).
Aunque los jóvenes mencionaron que, en la cultura occidental, la apariencia ha perdido
su papel de indicador de género, en las sociedades conservadoras este pensamiento
persiste. Igualmente, indicaron que el cuidado del cuerpo en este modelo se asocia al
embellecimiento, y este se cree como propio de las mujeres, mientras que los hombres
no deben ocuparse de ese tema más allá del ejercicio del cuerpo, o cambios “naturales”
(Fernando) en la apariencia, es decir, sutiles. Si no, son considerados “raros” pues la
“belleza” está destinada a las mujeres. Ahora bien, los entrevistados indicaron que han
notado ciertos cambios en cuanto a este punto. Por ejemplo, Fernando explicaba que
desde hace un tiempo ha podido “ver a más chicos vestirse más a la moda […] están
usando más colores y probando diferentes combinaciones de ropa”; sin embargo, al igual
que en el caso de la visión conservadora, es un proceso de cambio que aún se encuentra
en sus inicios.
Cabe resaltar que los jóvenes entrevistados identifican en este modelo de masculinidad
que “lo bello” está estrechamente relacionado con “lo blanco” y los rasgos occidentales,
punto con el cual ellos concuerdan y admiran; al mismo tiempo, son conscientes de que
es un estándar inalcanzable para ellos.
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este cometido. Debido a que este modelo tiene roles determinados para los hombres y las
mujeres, los entrevistados señalaron que en el contexto familiar el hombre puede (aunque
no debe) “ayudar” en los quehaceres del hogar. Es importante resaltar que los jóvenes
consideraron que este era un atributo valioso: mencionaron que el hombre responsable
trabaja, pues esto lo dignifica, y cuida del hogar.
Por lo explicado en esta sección, se observa que los jóvenes realizan una serie de
críticas a este modelo, considerado muchas veces desfasado por su conservadurismo; no
obstante, no lo rechazan por completo, pues coinciden en distintos aspectos.
5.4.2. La autoestima
Se incentiva el trabajo constante en la autoestima para mantenerse optimistas. Esto lo
logran gracias al soporte de las canciones de k-pop, puesto que “en general todas las letras
hablan de algo positivo, y si hago una comparación con lo urbano/reggaetón, no es tanto
así, es más grotesco, obsceno, el k-pop no tiene eso” (Fernando). Los jóvenes se sienten
sostenidos por el modelo de masculinidad de los idols, donde se habla de la aceptación de
uno mismo y de admitir los errores.
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del individuo. En este nuevo modelo, el baile coreográfico “[d]el k-pop les permite a
los hombres el poder bailar y poder expresarse artísticamente mediante los covers de
las canciones de sus bandas favoritas” (Miguel). El primer modelo de masculinidad les
abre las puertas a los hombres para que puedan expresar sus emociones y desarrollar su
inteligencia artística; los jóvenes, mediante este nuevo ideal, lucharán constantemente por
la desestigmatización del baile.
5.4.5. El conservadurismo
Los dos modelos de masculinidad presentados anteriormente son conservadores y, debido
a que se percibe al limeño como más rígido y cerrado, se optará por el hombre principesco
y gentil representado en el k-pop. El nuevo ideal es entendido por los jóvenes como una
ruptura del machismo limeño, y adopta el estándar de los artistas, pues es considerado
libre de machismo. Cabe destacar que los dos modelos antes mencionados tienen una
idea muy parecida en cuanto al trato a la mujer y la posición del hombre, solo que el ideal
k-pop es más sutil y romantiza este tipo de interacción. Es así como encontramos que la
nueva masculinidad aparenta una ruptura del discurso machista; sin embargo, reproduce
con ciertos matices los discursos machistas vistos en los dos modelos.
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han ido creciendo, sus padres han sido los encargados de inculcar este discurso que,
posteriormente, es reforzado por el modelo k-pop. En consecuencia, esta característica
estará presente en su propia masculinidad, donde el éxito dependerá de ellos mismos y
del compromiso con sus objetivos.
6. Conclusiones
Este artículo ha buscado explicar cómo perciben un grupo de jóvenes seguidores del
k-pop en Lima el modelo de masculinidad presentado en los cantantes; igualmente, cómo
entienden el ideal limeño; por último, cómo ellos piensan, construyen y viven su propia
masculinidad frente a estas dos primeras.
Se caracterizó a los actores a partir de su historia personal y familiar. Se encontró que:
a) la edad promedio es 20 años; b) la orientación sexual es diversa en el grupo; c) son
mayormente primera generación nacida en Lima; d) los distritos en los que residen suelen
estar alejados del centro de la ciudad; e) estudian carreras con alta empleabilidad; f ) los
pasatiempos más populares están relacionados a la música y al baile.
Posteriormente, se encontró que descubrieron el k-pop durante los años de secundaria,
aproximadamente, y es una amiga quien los introduce a la música y doramas. Con las redes
sociales, los jóvenes conocen más sobre este mundo y sus cantantes. El gusto por la música
genera un compromiso en los fans que los involucran en su comunidad en Lima, ya sea
perteneciendo a un club, en grupos de covers, convirtiéndose en entrenadores de baile o
productores. La comunidad se transforma en un grupo de soporte, las interacciones que
se desarrollan en ella otorgan a los miembros una complicidad entre ellos, así como una
fuente de herramientas o repertorio de discursos que les posibilita defenderse ante las
ofensas de personas ajenas a la comunidad.
Se identificaron tres espacios relevantes en la vida de los entrevistados: a) el entorno
familiar, el cual es generalmente armonioso; no obstante, este puede volverse hostil
debido al consumo de la música k-pop; b) el Centro Comercial Arenales es el lugar donde
suelen reunirse para comprar productos relacionados a la música; c) las prácticas de baile
y coordinaciones de los clubes de fans se realizan en el Campo de Marte; d) los conciertos
son espacios esporádicos pero altamente significativos donde se interactúa de manera más
directa con los idols.
Los individuos perciben la masculinidad k-pop como real, positiva e innovadora
en todas sus variaciones. Se identificó un solo modelo de masculinidad, puesto que las
“personalidades” comparten ciertos atributos que se articulan entre sí y se asocian en
un mismo modelo. Estos son a) el ser o presentarse como más humano, pues ven a
los cantantes como representantes de historias de superación, lo cual los hace sentirse
identificados; b) el mantener una actitud positiva frente a la vida y la autoaceptación; c)
la representación de un hombre inofensivo; d) la heterosexualidad, aunque se incluye lo
homoerótico; e) la creatividad y expresión de la sensibilidad; f ) la apariencia y el cuidado
del cuerpo. Por otro lado, la crítica principal es hacia el cambio radical de los cuerpos a
través de cirugías, lo cual deja en evidencia la contradicción del modelo de masculinidad
entre el discurso y la práctica en cuanto a la autoestima.
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Barrera Ugarte / Hacia nuevas formas de ser y pensarse varón en un grupo de jóvenes...
Los hombres entienden que existe una masculinidad limeña que se les impone como
ideal y que define las normas por las cuales todos deben guiarse. Esta es vista como más
intolerante y conservadora que el primero; sin embargo, existen puntos de convergencia
como la idea del hombre como jefe del hogar. Los principales atributos que se destacan de
este modelo son a) el hombre macho y rudo; b) la reserva de los sentimientos; c) la actividad
sexual como indicador de estatus entre pares; d) la mentalidad cerrada; e) el rechazo del
cuidado del cuerpo en los hombres. Los aspectos negativos que se señalan en la masculinidad
limeña también están presentes en el modelo k-pop; sin embargo, podría suceder que los
jóvenes no los reconocen porque en ese modelo las prácticas son más sutiles.
Para construir su propia masculinidad, se identificó que los individuos han
realizado un proceso en el cual aceptan y/o modifican distintos atributos de las dos
representaciones para incorporarlos a la suya. Se encontró que a) se introduce la práctica
del cuidado del cuerpo y de la apariencia, y se estigmatiza el blanqueamiento de la piel y
las cirugías; b) se valora el trabajo de la autoestima; c) el nuevo modelo de masculinidad
no está determinado por una orientación sexual, sino que las diversas orientaciones
coexisten en paz; d) reconocen que un hombre puede mostrar su vulnerabilidad sin
miedo; e) aunque rechazan el conservadurismo, lo reproducen a través de prácticas
como la caballerosidad; f ) el pertenecer a la comunidad k-pop y bailar los visibiliza e
incrementa sus posibilidades de conseguir una posible pareja; g) el deseo de ascenso
social se convierte en un atributo valioso.
El objetivo de la investigación es abrir un debate sociológico en cuanto a la comunidad
k-pop y sus seguidores, entender cómo ellos se perciben a sí mismos frente a los referentes
de masculinidad con los que interactúan. Es así como se descubrió que estos jóvenes se
están abriendo paso y hallando nuevas formas de pensarse como varones; esta emergente
masculinidad rompe y, a la vez, reproduce ciertas prácticas y contradicciones que se
encuentran en los dos modelos conservadores. Es fundamental señalar que este es un ideal
que, según la percepción de los entrevistados, ellos cumplen; sin embargo, no sabemos
si esto se corrobora en la realidad. Por último, este estudio también nos lleva a preguntar
de manera análoga sobre las mujeres y cómo ellas viven sus feminidades, tema que queda
para futuros y futuras investigadoras.
Un último punto que considerar es la participación política de estos jóvenes en la
sociedad. Este suceso tuvo lugar largo tiempo después de terminada la investigación,
por lo que este aspecto está fuera del alcance del estudio (pero se incluye en este acápite
a modo de abrir otro tema por explorar en el futuro). Durante el ilegítimo periodo
de Manuel Merino en 2020, se identificó una impactante participación de jóvenes
seguidores del k-pop tanto en las marchas como en las redes sociales donde intervinieron
los hashtags, que habían sido creados originalmente por personas a favor de Merino. Los
fans, utilizando estas etiquetas, difundieron canciones, fotos y videos de distintos grupos,
así como publicaciones en favor de las protestas. De esta manera, lograron frenar el
movimiento provacancia en redes, que buscaba deslegitimar las protestas10. Según lo visto
10 Una situación similar ocurrió con los fans estadounidenses durante las diferentes protestas en contra de Trump en
2020.
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Resumen
El objetivo principal de este artículo es brindar un panorama general sobre el llamado cine
regional peruano. En particular, se define una lógica del campo cinematográfico en el Perú y
se busca ubicar allí a tres cineastas regionales del sur andino: Jacqueline Riveros (Huancayo),
Jaime Huamán (Abancay) y Flaviano Quispe (Juliaca). Ahora bien, ¿en qué consisten y de qué
manera ocurren estas luchas por la legitimidad en el campo cinematográfico peruano? Esta
investigación sostiene que uno de los factores que determina las luchas por la legitimidad en
el campo cinematográfico es el origen sociocultural y las condiciones (adversas) de los cineastas
regionales en el campo cinematográfico peruano. Estos son examinados en relación con
categorías y conceptos trabajados desde la sociología de la cultura; en particular, por los autores
Pierre Bourdieu y Néstor García Canclini, y desde un enfoque metodológico cualitativo. Los
hallazgos sustanciales giran en torno a la perspectiva con la que se aborda el problema en
cuestión. La escasa literatura respecto del cine regional peruano ha optado en buena cuenta
por enfoques de comunicación descriptiva, o por el análisis de discurso y contenido de las
representaciones en los filmes. En el caso de este artículo, se opta por centrarse en los propios
actores (los cineastas) e identificar sus objetivos, apuestas, estrategias de posicionamiento y
diferentes tensiones en la búsqueda de la legitimidad en el campo referido.
Palabras clave
Cine regional, campo cinematográfico, legitimidad, desigualdades sociales, hibridación
cultural.
* Este artículo presenta los resultados de la tesis de licenciatura del autor Las luchas por la legitimidad en el campo
cinematográfico peruano: los casos de Jacqueline Riveros, Jaime Huamán y Flaviano Quispe (Gutiérrez, 2021). Esta
se encuentra disponible en el repositorio web PUCP. Puede ser consultada para obtener más detalles sobre la investi-
gación: https://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/handle/20.500.12404/20662.
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Gutiérrez / Tres cineastas regionales del sur andino en el campo cinematográfico peruano
Abstract
The main objective of this article is to provide an overview of the so-called Peruvian regional
cinema. A logic of the cinematographic field in Peru is defined and it seeks to locate there three
regional filmmakers from the Andean south: Jacqueline Riveros (Huancayo), Jaime Huamán
(Abancay) and Flaviano Quispe (Juliaca). Now, what do these struggles for legitimacy in
the Peruvian cinematographic field consist of and how do they occur? This research** argues
that one of the factors that determines the struggles for legitimacy in the cinematographic
field is the sociocultural origin and the (adverse) conditions of regional filmmakers in the
Peruvian cinematographic field. These are examined in relation to categories and concepts
worked from the sociology of culture; in particular, by the authors Pierre Bourdieu and Néstor
García Canclini, and from a qualitative methodological approach. The substantial findings
revolve around the perspective with which the problem in question is approached. The scarce
literature regarding Peruvian regional cinema has largely opted for descriptive communication
approaches, or for the analysis of discourse and content of the representations in the films.
In the case of this article, it is decided to focus on the actors themselves (the filmmakers) and
identify their objectives, bets, positioning strategies and different tensions in the search for
legitimacy in the referred field.
Keywords
Regional cinema, cinematographic field, legitimacy, social inequalities, cultural hybridization.
** The article presents the results of my degree thesis “The struggles for legitimacy in the Peruvian cinematographic
field: the cases of Jacqueline Riveros, Jaime Huamán and Flaviano Quispe” (Gutiérrez, 2021), available at https://
tesis.pucp.edu.pe/repositorio/handle/20.500.12404/20662
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Gutiérrez / Tres cineastas regionales del sur andino en el campo cinematográfico peruano
generación de investigación académica que se centre en las y los creadores, sus posiciones
sociales, y disposiciones sobre el campo cinematográfico y su vida en general. De esta
manera, busco contribuir a la investigación sociológica sobre las industrias culturales, desde
la profundización del conocimiento sobre el cine regional en el campo cinematográfico
peruano, a partir de los testimonios de tres cineastas regionales identificados.
Por ello, planteo como guía general para la investigación la siguiente interrogante:
¿en qué consisten y de qué manera se dan las luchas por la legitimidad de los cineastas
regionales identificados? Para construir una respuesta a esta interrogante, exploro
cuáles son las condiciones de los cineastas regionales identificados que inciden en su
posicionamiento en el campo cinematográfico. ¿Cuáles son y qué implican las estrategias
de realización y exhibición de los cineastas regionales identificados? Para fines del presente
artículo, priorizaré el abordaje de la primera interrogante.
1 Los cineastas participantes firmaron un consentimiento informado para participar en la investigación y ser referidos
con sus nombres originales en el desarrollo de esta.
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que están implicadas dentro de las diferentes capas de lo audiovisual, esta reiteración las
reconstituye, las resignifica en el contexto contemporáneo” (2011, p. 8).
Quinteros llama la atención sobre cómo el “nuevo cine andino” “podría estar
promoviendo la participación de perspectivas históricamente marginadas en la cultura
peruana, abriendo las posibilidades para una cultura pública más democrática” (2011, p.
5). Tomemos también en cuenta que sus realizadores componen un cuerpo heterogéneo
de cineastas con apuestas diferentes por la representación de lo andino. Al respecto,
Quinteros comenta que el “nuevo cine andino” ha despertado la atención de nuevos
espectadores, de la crítica cinematográfica, y agentes de gestión pública y privada. Se
trata, pues, de un grupo heterogéneo de miradas, “cuyo denominador común es el haber
sido y seguir siendo producidas, filmadas e incluso distribuidas en las provincias, con
bastante éxito” (Quinteros, 2011, p. 5). En la mencionada bibliografía, se trabaja también
las dificultades propias para el desarrollo de la cinematografía regional en el Perú, lo que
aquí entenderemos como las tensiones del campo cinematográfico regional.
Como señala Bustamante, los realizadores de cine regional deben lidiar con la escasez
de auspicios o canjes publicitarios con empresas privadas, un apoyo económico por parte
del Estado que se concentra en los fondos económicos de concursos convocados por el
Ministerio de Cultura, y una –muchas veces inexistente– cultura de promoción del cine
local de los gobiernos regionales y municipales (2017, p. 7). Javier de Taboada (2015)
sostiene al respecto que el subsidio estatal es una necesidad para la producción de un
cine regional que cumpla con los requerimientos técnicos necesarios. Los subsidios que
ofrece el Ministerio de Cultura provienen de un fondo exclusivo para sus largometrajes,
aunque la mayoría de los cineastas fuera de Lima no llega a recibir estos fondos públicos
(Noriega, 2015).
Por su parte, las “audiencias regionales”, como indicadores del éxito de las producciones
cinematográficas, no son consideradas en el ámbito limeño porque no son susceptibles
de ser medidas por box offices2 oficiales. Son los realizadores de este cine quienes, con
recursos propios y a manera de emprendimiento individual, generan sus propios circuitos
cinematográficos. Precisamente, este carácter localista hizo que este fenómeno cultural
pasara desapercibido en la mayor parte de Lima, lo que dificulta su estudio y seguimiento
integral (Quinteros, 2011). En cualquier caso, Quinteros subraya la formación de
este nuevo fenómeno cultural cuya característica distintiva consiste en haber incidido
directamente en la aparición de una zona de debate cultural, “donde estaría en constante
disputa lo que se toma como lo andino, lo nacional, lo regional; e incluso lo que se
denomina como lo público o, más precisamente, lo que debería estar contemplado dentro
de lo público” (2011, p. 4).
En concreto, sabemos que, entre 1996 y 2014, aparecieron alrededor de sesenta cineastas
“regionales” en dieciséis regiones del Perú –exceptuando Lima Metropolitana y el Callao–
que han dirigido al menos un largometraje (Bustamante, 2017). También, en el mismo
periodo se han producido alrededor de 150 películas estrenadas en regiones en circuitos
extraoficiales. (Taboada, 2015)
2 Medición de taquillas.
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Como vemos, entre 2007 y 2018 se tiene, en promedio, que por cada largometraje
nacional estrenado se estrenan dieciséis largometrajes extranjeros, y, entre 2007 y 2015,
por cada millón de entradas de cine nacional vendidas existen dieciséis millones de
entradas de cine extranjero que también han sido vendidas. Tales proporciones dan
cuenta de un campo donde las limitadas producciones nacionales compiten con las
abundantes producciones extranjeras en pantallas multicines que, a su vez, tienen
una maquinaria de promoción y distribución ampliamente mayor, lo cual deja a las
producciones nacionales en fechas y horarios de exhibición usualmente marginales.
Las producciones nacionales se encuentran, entonces, en una posición desfavorable
frente a los agentes internacionales, principalmente de Hollywood, dentro del campo
cinematográfico nacional: tienen menos oportunidades de exhibición, distribución
formal y, por lo tanto, menos oportunidades de presencia social, de generar taquilla y
garantizar su propia sostenibilidad.
Esta situación se agrava para los agentes regionales, pues estos ocupan, a su vez, una
posición marginal dentro del espectro nacional. Es decir, los agentes regionales ocupan
un lugar desfavorable frente a las producciones nacionales –sobre todo de Lima–, que,
a su vez, ocupan ya una posición desventajosa frente a las producciones extranjeras. La
siguiente tabla ilustra mejor la situación del cine regional frente a los estrenos de cine
nacional no regional.
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Si bien existe una leve tendencia tanto al alza de las exhibiciones de cine regional, así
como de la continuidad de estas en pantallas multicines desde 2004 hasta 2015, esta aún
es desfavorable frente a los largometrajes nacionales “no regionales”, los cuales también
han aumentado su producción y exhibición. Esta curva puede explicarse por la aparición
de nuevos realizadores independientes y los apoyos del Ministerio de Cultura, que, entre
2006 y 2015, entregó dieciséis premios de incentivos económicos específicamente para
el desarrollo de largometrajes de cine regional y nacional en general. A pesar de que
cuantitativamente el cine regional peruano tiene una producción diversa y sostenida,
sus agentes –y, por lo tanto, sus filmes– se encuentran, en principio, en el espectro más
desfavorable del campo cinematográfico en materia de posibilidades de exhibición, y, con
ello, presencia, ingresos y ciertamente legitimidad.
3 El conflicto armado interno, de acuerdo con la Comisión de la Verdad y Reconciliación, fue el de mayor extensión e
impacto de la historia republicana del Perú, con aproximadamente más de 69 mil víctimas (2008).
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Flaviano Quispe están marcadas por estos fenómenos. En la siguiente cita, Jaime Huamán
recuerda un imaginario de ciudad centrado en el desarrollo educativo, y como un espacio
más seguro en un contexto de terrorismo.
Desde la generación de mis abuelos, vivimos en la comunidad de Cotarma en las afueras
de Abancay. En el campo, la vida de los niños es ayudar a papá y mamá en la chacra.
Cuando cumplí 5 años, nos mudamos a Abancay con fines de estudiar porque mis
padres decidieron, por mí y mis hermanos menores, que debíamos continuar nuestros
estudios. En la comunidad no había nivel secundario. Cuando estuvimos en Abancay sí
había zonas de emergencia para el terrorismo, pero en el campo yo no he visto eso, solo
se hablaba que había personas que los terroristas y militares mataban. Ahora el pueblo
de Cotarma es desolado, a partir del terrorismo migraron a, algunos a Lima [algunos
migraron a Lima], pero casi nadie ha vuelto. Antes vivía mucha gente en Cotarma. (Jaime
Huamán, Abancay)
Como vemos, la decisión migratoria fue tomada por la generación de sus padres o
abuelos. Las razones principales fueron el deseo de los padres por la educación de sus
hijos y la búsqueda de un trabajo comercial. Este fenómeno se ubica en un contexto de
miedo generalizado por el conflicto armado interno. El imaginario de ciudad aparece en
contraposición a una ruralidad en decadencia en la que escasean las oportunidades de
desarrollo. Así, se trata de cineastas que se insertan en la primera generación de familias
que socializa en la urbe. Como vemos a continuación, los cineastas adscriben a este
proceso una enajenación de sus costumbres, sobre todo del uso del quechua: diglosia. La
ciudad se asocia al uso del castellano como lengua dominante y al uso del quechua como
objeto de burla. Jaime Huamán recuerda lo siguiente:
Yo primero aprendí el quechua, pero ya no lo hablo con bastante frecuencia. En casa
todavía lo hablamos, desde niños hemos hablado quechua, muy poco de castellano.
El castellano lo aprendí en Abancay porque en la comunidad la gran mayoría hablaba
quechua. Justamente, en la ciudad de Abancay fue que noté las burlas hacia el quechua de
parte de algunos escolares quienes no hablaban bien el castellano. En el pueblo no había
eso. (Jaime Huamán, Abancay)
Los cineastas señalan también las falencias económicas como el problema central
que tuvieron que enfrentar sus familias en la ciudad. No obstante, la búsqueda de
oportunidades en la ciudad no fue satisfecha.
En el lado económico, la gente del campo... Nuestro único sustento ha sido la chacra,
maíz, papa. Entonces la parte difícil es la económica, no había trabajos donde uno podía
remunerarse bien. Mi papá acostumbraba irse a Lima a trabajar, juntaba ese dinero para
sus hijos. A los 11 años fallece, como huérfanos de padre teníamos que trabajar. Ya en la
ciudad mi hermano trabajaba en zapatería, mi hermana ayudaba en el mercado a vender
con mi madre granos y verduras, por fuera de los días de clase. El dinero escaseaba. (Jaime
Huamán, Abancay)
Sobre las posiciones sociales de los cineastas, podemos afirmar que se traducen en
experiencias de vida cuyo común denominador es el fenómeno de las migraciones de
finales del siglo XX. No son los propios cineastas, sino sus padres o abuelos quienes toman
la decisión de migrar de la sierra rural a la sierra urbana. Esta situación configura en los
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cineastas una identidad dividida entre una temprana niñez ligada a la ruralidad y una
trayectoria de vida desarrollada en un territorio urbano. La migración implica también la
pérdida del uso cotidiano de la lengua materna (quechua) y el uso forzoso del castellano
como lengua que brinda acceso a mayores oportunidades. No obstante, las migraciones
permanecen en territorios andinos, situación que propicia cierta resistencia a la pérdida
de sus tradiciones y prácticas locales. Como se verá más adelante, estas posiciones sociales
serán representadas en los contenidos de sus filmes. De esta manera, las posiciones sociales
pueden ser utilizadas como recursos o capitales culturales.
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4 Para profundizar más en la relación de los cineastas con sus principales modalidades de realización y exhibición,
incluyendo su relación con el Estado, consultar “Las luchas por la legitimidad en el campo cinematográfico peruano:
los casos de Jacqueline Riveros, Jaime Huamán y Flaviano Quispe” (Gutiérrez, 2021), disponible en https://tesis.
pucp.edu.pe/repositorio/handle/20.500.12404/20662
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Además, resulta clave señalar la ausencia total de escuelas de cine en las regiones
andinas del Perú. A pesar de que Flaviano Quispe haya ejercido su vocación en las artes
escénicas y Jacqueline Riveros posee un título superior en una facultad de comunicaciones,
ninguno de los cineastas ha tenido alguna formación continua e institucional en el
lenguaje cinematográfico. Las disposiciones laborales, finalmente, representan un factor
decisivo en el devenir de los cineastas, pues permitieron directamente su ingreso al mundo
del cine. El nexo clave con el cine fue el contacto directo con los aparatos y saberes
técnicos de la televisión y la radio. En las siguientes citas Jaime Huamán y Flaviano
Quispe comentan al respecto.
Yo trabajaba haciendo locución en una emisora radial, y conocí a una persona que en ese
tiempo tenía un proyector multimedia, y además traía películas (...). Esta persona me dijo
que vuelva a proyectar las películas en el mismo cine. Me atreví, pero para que la actividad
fuera un éxito fui a mi instituto donde estudiaba enfermería para ofrecerles una especie
de actividad profondo (...) Yo me encargué de la organización del evento, del proyecto,
del local, de la publicidad. El evento funcionó bien, ganamos dinero ambos. Ese fue el
primer paso para entrar al mundo del cine. (Jaime Huamán, Abancay)
Desde muy pequeño soñaba con ser artista, como actor o cantante. Tiempo después de
integrar el grupo de teatro de la Universidad San Antonio Abad, fui a Lima para estudiar
en el Club de Teatro de Lima (...) Luego regreso a Juliaca por una oferta laboral para
gestionar el canal de televisión del nuevo alcalde. Es allí, en contacto con las cámaras, que
se me ocurre emprender mi primer proyecto. (Flaviano Quispe, Juliaca)
Por un lado, el factor bisagra es determinante y común entre los cineastas para
ingresar al mundo del cine. Este consiste en la exposición y uso de las Tecnologías de
Información y Comunicación por medio de las disposiciones laborales5. Jaime Huamán
ingresa al mundo cinematográfico desde una perspectiva de distribución comercial, y
Flaviano Quispe lo hace desde una perspectiva artística. No obstante, para ambos casos, el
detonante clave es el acceso a los aparatos tecnológicos de comunicaciones. Por otro lado,
las disposiciones familiares y educativas configuran un compromiso crítico-artístico y una
ética de trabajo comercial. Precisamente, ambas cualidades representan los dos enfoques
de realización del cine.
Finalmente, es la ilación de estas tres disposiciones sociales la que propicia la
aparición de la vocación y desarrollo profesional de estos cineastas. En suma, tanto las
posiciones como las disposiciones sociales impulsaron el acercamiento al mundo del cine
en nuestros interlocutores. Las posiciones sociales se corresponden con los imaginarios y
representaciones presentes en los filmes –como veremos en la siguiente sección–, mientras
que las disposiciones sociales se corresponden con las condiciones que hicieron posible
su realización.
5 Para profundizar sobre la relación de los cineastas participantes con la tecnología como facilitador de la posibilidad
de hacer cine, consultar “Las luchas por la legitimidad en el campo cinematográfico peruano: los casos de Jacqueline
Riveros, Jaime Huamán y Flaviano Quispe” (Gutiérrez, 2021), disponible en https://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/
handle/20.500.12404/20662 .
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comodidades, ellos tienen que comer y los padres dan las facilidades. Del otro lado, son
huérfanos, tienen que recoger frutas malogradas para comer algo. He escuchado que las
mamás que ven la película les hacen comentarios a sus hijos del tipo “ya ves, hijo, qué
pasa cuando no tienes que comer, tienes que agradecer y valorar lo que damos en casa”.
Ese es el objetivo, sensibilizar, hacer ver que cuando no tenemos nada se hace difícil la
vida (...) En Por culpa del maldito licor, también de género social, nuestro objetivo fue
mostrar cómo se destruye la persona cuando no solo el vicio, sino la enfermedad del
alcoholismo destruye a una familia. Nuestro objetivo es sensibilizar y hacer ver la realidad
como es. (Jaime Huamán, Abancay)
El cine regional no solo es particular por la centralidad de los problemas enunciados
y su interés crítico, sino, como sostienen sus cineastas, por la verosimilitud de las
representaciones visuales de los filmes y la realidad concreta de sus culturas locales. Dicha
verosimilitud ocurriría cuando los realizadores y el reparto son naturales de la cultura que
desean representar.
Nosotros estamos en contacto con la cultura ancestral y milenaria de nuestros antepasados,
los pobladores originarios de estas tierras. Eso es algo que los cineastas limeños, por más
talentosos que sean, no van a poder ofrecer jamás. Pietro Sibille haciendo de locutor
en Ayacucho no es verosímil, no es creíble. Es como poner actores hollywoodenses con
chullo y que actúen como peruanos. Para el público, la película era una novedad porque
veían nuevos rostros con temáticas que se aproximaban a sus vidas, historias identificables.
Aun teniendo errores de calidad, imagen, errores de narrativa y sonido a la gente no le
importaba, se enganchaban con la historia. El perfil de espectadores de El abigeo era de
clase baja. En Arequipa o Tacna venían de la periferia, gente que ha migrado, o de zonas
rurales, a buscar nuevos horizontes. Muchos salían acongojados, porque recordaban su
niñez, su realidad que habían dejado años atrás y que ahora vivían en una ciudad como
esta. También se identificaban con los actores, había verosimilitud, personificaban a cada
uno de los actores o personajes. Los actores no eran conocidos, eran propios del lugar, eso
fue importante. No había actores de Lima que se ponían un chullo o un poncho, o que
araban la tierra. Era todo más creíble. (Flaviano Quispe, Juliaca)
Podemos observar que los cineastas marcan también una diferencia y distancia entre su
trabajo y el de los “cineastas limeños”: la experiencia de vida. Es decir, las posiciones sociales
ligadas a la lengua quechua, las migraciones, las falencias económicas, el conocimiento
de sus propias culturas, el fenotipo y la influencia geográfica andina sobre sus vidas. No
obstante, este discurso de la verosimilitud que reclama el derecho de (auto)representación
presenta algunos sesgos importantes. Por ejemplo, en su gran mayoría, este cine es realizado
por hombres, situación que oculta el punto de vista femenino. Jacqueline Riveros se sitúa
como una de las pocas cineastas mujeres en este ámbito. En su opinión, este tipo de cine
está poblado de hombres que expresan un punto de vista más centrado en la violencia y
dejan de lado el protagonismo de la mujer en su aspecto emocional más íntimo.
Yawar Huanca es una ventaja porque me ha permitido ser vista como otra realizadora,
nadie me hubiera tomado en cuenta. Hay mujeres que hacen cine, pero, si su trabajo
no es pasable, van a seguir escondidas. He conversado con mujeres realizadoras y me
alegra bastante, yo creo que como realizadora todavía es difícil poder llegar a esto, salir y
mostrar nuestros trabajos (…) No encuentro acá en Huancayo chicas que hacen cine, hay
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Gutiérrez / Tres cineastas regionales del sur andino en el campo cinematográfico peruano
interesadas, pero no dedicadas. Si eres mujer y ves un trabajo audiovisual, te das cuenta si
lo hizo un chico o una chica. Sí hay diferencias, el pensamiento y visión son distintas. Mis
colegas hacen películas bien violentas, como si estuvieran en la guerrilla, son de acción,
de asaltos, de delincuentes. Todo el tiempo no vamos a mirar eso, claro, es su forma de
querer mostrar algo, pero también hay partes más íntimas que podemos mostrar, por
ejemplo, a la mujer siendo madre, enamorada, trabajadora; tal vez yo pueda aportar en
eso, es en lo que he estado pensando últimamente (Jacqueline Riveros).
Los cineastas reclaman un derecho de (auto)representación que inscriben en
un imaginario de nación dividida y centralizada en Lima. El cine aparece como una
herramienta que les permite fomentar la identidad y denunciar sus condiciones sociales.
Este reclamo de representación se sustenta en las biografías de los cineastas que expresan
una violencia estructural. En ese sentido, las disposiciones sociales de los cineastas
–familiares, educativas y laborales– en conjunto con sus influencias cinematográficas, son
disposiciones híbridas. Es decir, imbrican identidades y tradiciones andinas, procesos
socioculturales, acceso a tecnologías en el marco de la revolución digital, e influencias
cinematográficas transnacionales. Estas disposiciones híbridas entrelazan tradición y
modernidad, costumbres locales y prácticas globales (García Canclini, 1989).
En líneas generales, podemos afirmar que las posiciones sociales de los cineastas
responden a estructuras de violencia y desigualdad, propias de una nación poscolonial
que produce sujetos subalternos (Portocarrero, 2014). Las particularidades de esta
subalternidad, en nuestro caso, se revelan en un proceso migratorio de la sierra rural a
la sierra urbana en busca de mejores condiciones de vida. Esta situación es ajena a una
modernización descentralizada de sus servicios públicos, lo cual arroja a los ciudadanos
a generar una economía subterránea como modo de vida (Matos Mar, 2010). Ahora
bien, resulta distintivo que este proceso migratorio se haya mantenido en un territorio
donde los cineastas, si bien sufrieron la enajenación de su cultura, encuentran mejores
condiciones de resistencia frente al fenómeno de “acriollamiento” más intenso en las
ciudades costeñas (Quijano, 1980).
Los cineastas, si bien sufren la enajenación de sus costumbres locales en la ciudad,
permanecen territorialmente cerca de sus familiares y tradiciones. Esto propicia un
ambiente de resistencia y denuncia desde los propios territorios andinos hacia las propias
poblaciones andinas. Podemos afirmar, entonces, que las disposiciones sociales de los
cineastas responden al fenómeno de hibridez cultural. Este ocurre en la década de 1960:
intercambio de culturas diferenciadas que generan una nueva identidad. Para el caso de
América Latina, la tradición y las tecnologías, el folclor y la industria se combinan dando
lugar a las culturas híbridas (García Canclini, 1989).
En síntesis, en las luchas simbólicas expresadas en el perfil de los cineastas en búsqueda
de legitimidad se encuentran en tensión dos dinámicas sociales. La primera ejerce una
violencia estructural que recae sobre ellos en sus posiciones sociales, y la segunda propicia
un espacio de estrategias de resistencia a esa estructura a través del fenómeno de hibridez
cultural visible en sus disposiciones sociales. Es decir, las luchas por hacerse de una posición
legítima en el campo cinematográfico pasan antes por situaciones adversas propias de un
país centralizado; sin embargo, esas situaciones se convierten también en detonadores de
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creación cinematográfica. Así, estos cineastas están expuestos a disposiciones sociales que
les abren caminos para expresar sus condiciones adversas a través de sus filmes.
Las condiciones de resistencia sobre el “acriollamiento”, dado el fenómeno de
migración de la sierra urbana a la rural que experimentan, encuentran un espacio de
representación en sus producciones simbólicas. Estas últimas pretenden idealmente
recuperar la identidad y denunciar sus posiciones sociales, presuponen un imaginario
de nación dividida y centralizada, y sus realizadores reclaman un derecho de
(auto) representación descentralizada. Estas características hacen de este fenómeno
cinematográfico un acontecimiento inédito en el campo, tomando en cuenta además
que no se trata de agrupaciones de cineastas, como el modelo del Grupo Chaski o la
Escuela de Cusco, sino de diferentes individuos que aparecen individual, desorganizada y
simultáneamente hace más de veinte años.
En este punto, hemos podido dar un panorama general del cine regional peruano a
partir de los tres cineastas seleccionados, ya que, si bien este corpus cinematográfico es
mucho más complejo y diverso, nuestros interlocutores son agentes regionales vigentes y
representativos del cine del sur andino peruano.
Así, presentamos como conclusión el siguiente esquema que resume los hallazgos de
este artículo.
Esquema 2: El habitus de tres cineastas regionales
En conclusión, se ha identificado que los habitus de los tres cineastas están configurados
por: sus posiciones sociales, especialmente por los procesos migratorios hacia las ciudades
y sus efectos; sus disposiciones sociales, ligadas a los ámbitos familiares, educativos y
laborales y al acceso a las TIC como facilitadoras de la posibilidad de hacer cine; y sus
producciones simbólicas, que configuran los discursos que los cineastas reflejan en sus
obras cinematográficas y que, a su vez, están ligadas a los dos puntos anteriores desde
sus vivencias personales. Estas tres condiciones son, en su mayoría, adversas y consisten
en la escasez de oportunidades de desarrollo cinematográfico presentes en las regiones
donde viven y trabajan nuestros interlocutores, los cineastas regionales del sur del país,
incidiendo en su posicionamiento dentro del campo cinematográfico nacional.
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Gutiérrez / Tres cineastas regionales del sur andino en el campo cinematográfico peruano
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La Colmena Nº15 - diciembre 2022. pp. 51-62. ISSN: 2414-1321
Resumen
La simultánea aparición en 1989 del término “Consenso de Washington” y la adopción
del Convenio 169 de la OIT no son una curiosidad histórica, sino, más bien, un hito en la
ambigüedad del reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas. Ahora
bien, en tanto la economía política del desarrollo peruano ha sido descrita como “fuertemente
centralizada y étnicamente excluyente”* (Orihuela, 2020, p. 146), ¿puede afirmarse que solo
obedece al peso de la historia? ¿Qué caracterizó a la economía política del reconocimiento
durante un periodo marcadamente neoliberal? El objetivo del ensayo es esbozar una propuesta
de análisis del tipo de economía política que rigió el reconocimiento de los derechos de los
pueblos indígenas en el Perú durante la década fujimorista (1990-2000). Si bien se han estudiado
los determinantes históricos de la condición de exclusión de estos pueblos, las características del
periodo neoliberal peruano y la economía política subyacente, las investigaciones enfocadas en
la relación entre estos aspectos a finales de siglo XX son escasas. La primera sección aborda la
relación histórica entre los pueblos en cuestión y el Estado; la segunda delimita el concepto de
neoliberalismo y su relación con los derechos colectivos; la tercera sección desarrolla la propuesta
de análisis. Finalmente, se arguye que el “reconocimiento” del derecho a la tierra y territorio
bajo el régimen fujimorista, en realidad, implicó un desconocimiento, constreñimiento y
vulneración de este y otros derechos colectivos de los pueblos indígenas.
Palabras clave:
Economía política, derechos colectivos, pueblos indígenas, eoliberalismo en el Perú.
* Traducción propia del inglés: heavily centralised and ethnically define exclusionary (Orihuela, 2020, p. 146).
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Salas / La economía política de la ambigüedad del reconocimiento: derechos colectivos...
Abstract
The simultaneous appearance in 1989 of the term “Washington Consensus” and the adoption
of ILO Convention 169 are not a historical curiosity, but rather a milestone in the ambiguity
of the recognition of collective rights of indigenous people. Now, while the political economy
of Peruvian development has been described as “heavily centralised and ethnically define
exclusionary” (Orihuela, 2020, p. 146), can it be said that it only obeys the weight of history?
What characterized the political economy of recognition during a markedly neoliberal period?
The aim of this essay is to outline a proposal for analysis of the type of political economy
that governed the recognition of indigenous people’s rights in Peru during the Fujimori
decade (1990-2000). Although the historical determinants of the condition of exclusion of
these people, the characteristics of the Peruvian neoliberal period and the underlying political
economy have been studied, research focused on the relationship between these aspects at the
end of the 20th century is scarce. The first section addresses the historical relationship between
the people in question and the State; the second defines the concept of neoliberalism and its
relationship with collective rights; the third section develops the analysis proposal. Finally, it
is argued that the “recognition” of the right to land and territory under the Fujimori regime
implied a lack of knowledge, constraint and violation of this and other collective rights of
indigenous people.
Keywords
Political economy, collective rights, indigenous people, neoliberalism in Peru.
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1 Al tiempo que también daban vía libre a los repartimientos y encomiendas (Sánchez y Álvarez, 2021).
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reformas planteadas y ejecutadas, sin embargo, tuvieron efectos ambiguos (Salas, 2019).
Por otro lado, la asociación forzosa entre la población indígena y la denominación de
“campesino” no permitió un entendimiento adecuado de la diversidad dentro de este
grupo. En 1974, se promovió la Ley de Comunidades Nativas, otorgando finalmente
estatus legal y derechos de propiedad de tierra a las comunidades indígenas amazónicas
(Orihuela, 2019).
Durante el gobierno de Alberto Fujimori, el reconocimiento de los pueblos
indígenas estuvo pautado, en gran medida, por organismos multilaterales y se enfocó en
implementar políticas de desarrollo basadas en la asistencia alimentaria, la ejecución de
obras de infraestructura y la titulación (Valdivia et al., 2007). A pesar de la creación de la
Secretaría Técnica de Asuntos Indígenas (Setai), los gobiernos del ingeniero Fujimori se
caracterizaron por una constante contradicción entre práctica y discurso (Valdivia et al.,
2007). Se ratificó el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
pero también se implementaron políticas que violaron los derechos humanos de los
pueblos indígenas. Concretamente, más de 270 mil mujeres y 22 mil hombres –la mayor
parte proveniente de comunidades indígenas y con escasos recursos económicos– fueron
esterilizados en el segundo periodo fujimorista (Uchoa, 2021).
Análogamente, bajo este gobierno se consolidó un marco legal de salvaguarda de
intereses privados –apuntalado por la Constitución de 1993–, que, en múltiples ocasiones,
al aprobar el desarrollo de masivos proyectos mineros y concesiones de combustible en
todo el país, actuó en detrimento de los compromisos referidos en el convenio (Bille,
2016). De hecho, la imposición de una nueva constitución política, si bien estuvo
acompañada de una nueva forma de reconocimiento de la pluralidad étnica y cultural en
el Perú –artículo 2–, no condujo al reconocimiento de la figura de “pueblos indígenas”
propiamente dicha. En lugar de ello, se formalizaron los términos de “comunidades
campesinas” –principalmente en la sierra del Perú– y de “comunidades nativas” –en la
selva– (Sánchez y Álvarez, 2021). Esto, debe señalarse, tuvo graves implicancias para el
reconocimiento efectivo del derecho de libre determinación de los pueblos. Por otro lado,
las bases para la política de educación bilingüe promovida en el periodo se remontaban a
1972, es decir, muchos años atrás (Valdivia et al., 2007).
El cambio constitucional se produjo en un contexto libre de repartimientos y
encomiendas, y se sostuvo –de iure– el reconocimiento legal de la dignidad de todas
las personas independientemente de su origen étnico, condición económica o lugar
de origen (Constitución Política del Perú, 1993). Sin embargo, aún enfrentamos la
herencia intransferible de un pasado marcadamente presente. La fragmentación social,
segregacionismo y racismo hacia determinadas personas en función de su identifi-
cación étnica siguen caracterizando a nuestro país actualmente (Valdivia, et al. 2007;
Bruce, 2008; Avilés, 2016). Entonces, ¿por qué en un contexto de aparente apertura
hacia el reconocimiento de derechos de la población indígena persisten divisiones y
brechas tan severas?
Chuecas (2015) sostiene que la mentalidad jurídica de la época se ve fuertemente
perfilada por la política imperante, lo cual lleva al sostenimiento de una simbiosis práctica
entre esferas de poder y, de forma simultánea, la perpetuación de la condición de exclusión
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deberán respetar la importancia especial que para las culturas y los valores espirituales de
los pueblos interesados reviste su relación con las tierras y territorios, o con ambos, según
los casos que ocupan o utilizan de alguna otra manera, y en particular los aspectos colectivos
de esa relación (Artículo 13 – Parte II. Tierras, énfasis añadido)
Ahora bien, como lo ha constatado el Grupo de Trabajo sobre Pueblos Indígenas de
la CNDDHH (2017), “desde los inicios de los años noventa, estamos asistiendo a un
debilitamiento de los mecanismos jurídicos que permitían proteger las tierras y territorios
de las comunidades campesinas y nativas” (p. 7). ¿A qué responde este debilitamiento?
1. El dominio social estaría representado por la propiedad de la tierra,
que, bajo el periodo considerado, sería traducido en el mercado de la
propiedad de tierras
El supuesto de que la tierra estuviera deslindada del reconocimiento de la importancia
que los pueblos indígenas le confieren como “elemento integral de su cosmovisión,
religiosidad y, por ende, de su identidad cultural” no es trivial. Es más, bajo la Constitución
peruana no se plantea reconocimiento alguno del territorio de los pueblos indígenas a
pesar de que dicho concepto es referido explícitamente por el Convenio en su artículo 13
(OIT, 2014): “La utilización del término tierras en los artículos 15 y 16 deberá incluir el
concepto de territorios (…).” (p. 35). Mientras que el concepto de “tierra” hace referencia
al espacio físico que ocupan directamente los PI, el de “territorio” comprende dicho
ámbito y lo supera, al incluir el espacio en que los PI obtienen recursos naturales que son
necesarios tanto para la subsistencia como para el desarrollo, también aquel espacio en el
que las costumbres y tradiciones se realizan, en última instancia constituyéndose como
manifestación de su identidad (Landa, 2020). Esto tendría claras implicancias para el
respeto efectivo de otro DD.CC-PI: la autodeterminación.
2. La propiedad colectiva de la tierra dificulta la toma de decisiones
respecto de su uso productivo
En tanto la propiedad corresponde a intereses a priori “extra-económicos” es deslegitimada
en la práctica y se procura su desvinculación de dicho interés. Monterosso et al. (2017)
han resaltado que la década fujimorista contiene los procesos de modificación más
significativos en la propiedad de la tierra y bosques desde la reforma agraria. Aquí destacan
los procesos de formalización de los derechos de propiedad individual –véase la tabla 2
en el anexo–. Concretamente, la Ley de Promoción de la Inversión en el Sector Agrario
buscó regular la propiedad individual y promover la seguridad legal para inversores en
la Amazonía, pero requirió que los propietarios demuestren su posesión a través de uso
económico; dicho uso significaba limpiar el terreno para fines de agricultura (Monterosso
et al., 2017). Esto representa un claro condicionante de la forma en que los pueblos
indígenas pueden significar la propiedad de la tierra, y, en ese sentido, debería reconocerse
como una vulneración simultánea de otro DDCC-PI: identidad cultural. Recordemos
que la relación de los PI con la tierra –y el territorio– desborda la dimensión económica.
Es más, Landa (2020) afirma que “la identidad cultural de los pueblos indígenas yace en
sus modos de vida y en el uso y disfrute de los recursos naturales que existen dentro de
sus territorios (…)” (p. 103).
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2 Traducción propia del inglés: “In effect, the implementation of the Convention 169 was for many years governed
through a policy of neglect and ‘irregulation’, confining implementation to a legal limbo” (Bille, 2016, p. 5).
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La Colmena Nº15 - diciembre 2022. pp. 51-62. ISSN: 2414-1321
Anexos
{
● Artículo 2.- inciso 19.- “A su identidad étnica y cultural. El Estado reconoce y protege la pluridad
Constitución étnica y cultural de la Nación.”
Política del ● Artículo 88.- “[...] Garantiza el derecho de propiedad sobre la tierra, en forma privada o comunal
o en cualquiera otra forma asociativa. [...]”
Perú
● Artículo 89.- “Las Comunidades Campesinas y Nativas tienen existencia legal y son personas
jurídicas. Son autónomas [...] en el uso y la libre disposición de sus tierras [...], dentro del marco
{
que la ley establece.”
En comunidades
nativas
{ ● Decreto Ley Nº 22175, Ley de Comunidades Nativas y Desarrollo Agragrio de la Selva y Ceja de
Selva y su reglamento el Decreto Supremo Nº 003-79-AA.
63
Salas / La economía política de la ambigüedad del reconocimiento: derechos colectivos...
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La Colmena Nº15 - diciembre 2022. pp. 65-79. ISSN: 2414-1321
Resumen
La investigación sobre élites empresariales y poder económico tiene notables hallazgos en
las ciencias sociales del Perú. Sin embargo, la aplicación teórica de este poder político no
ha sido utilizada, especialmente en contextos de conflictos agrarios. El objetivo propuesto
en el presente ensayo teórico, centrado en el enfoque de los recursos del poder, es mejorar
la descripción teórica y explicar con detalle la teoría del poder empresarial, sus mecanismos
instrumentales y estructurales, y la aplicación estratégica de recursos de poder. De esta manera,
se abordan cuestiones fundamentales sobre el poder del empresariado organizado en gremios
en las instituciones estatales y conflictos que se desarrollan contra otros grupos. Para lograr este
objetivo, se comparan dos casos peruanos: la aprobación de la Ley Moratoria de Transgénicos
(2011) y el conflicto del paro agrario de 2020, a través de hallazgos de investigaciones previas y
notas periodísticas respecto del “poder empresarial”. Finalmente, el ensayo proporciona algunos
alcances conceptuales y propone continuar la investigación en torno al “poder empresarial”
desde el enfoque de los recursos para que se pueda comprender de manera más compleja los
conflictos sociales y el Estado peruano.
Palabras clave
Poder empresarial, teoría de los recursos del poder, paro agrario, conflictos agrarios, ley de los
transgénicos.
* Un agradecimiento a dos profesores, Carlos Alberto Adrianzén y Rodrigo Gil Piedra por sus comentarios y revisio-
nes a la primera propuesta de este trabajo. Asimismo, han contribuido en la discusión del tema Antenor Escudero,
Alberto Castro, Derek Osain y Manuel Cáceres.
65
Armas Gonzales / Poderes empresariales y conflictos agrarios. Apuntes conceptuales...
Abstract
Research on business elites and economic power has notable findings in the social sciences of
Peru. However, the theoretical application of this political power has not been used, especially in
contexts of agrarian conflicts. The aim proposed in this theoretical essay, focused on the power
resources approach, is to improve the theoretical description and explain in detail the theory
of business power, its instrumental and structural mechanisms, and the strategic application
of power resources. Thereby, fundamental questions about the power of business organized
in unions in state institutions and conflicts that develop against other groups are addressed.
To achieve this objective, two Peruvian cases are compared: the approval of the Transgenic
Moratorium Law (2011) and the conflict of the agrarian strike of 2020, through the findings
of previous investigations and journalistic notes regarding “business power”. Finally, this essay
provides some conceptual scope and proposes to continue the research on “business power”
from the resource approach so that social conflicts and the Peruvian State can be understood
in a more complex way.
Keywords
Business power, theory of power resources, agrarian strike, agrarian conflict, law of transgenics.
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La Colmena Nº15 - diciembre 2022. pp. 65-79. ISSN: 2414-1321
1. Introducción
En el Perú, existen valiosos aportes desde las ciencias sociales sobre el estudio de las élites
empresariales y su poder económico. Desde autores como Julio Cotler y Francisco Durand,
se han realizado propuestas teóricas para trabajos de investigación, especialmente en la
ciencia política, como recientemente lo demuestran los trabajos de Urteaga (2017), Mora
Wiesse (2018) y Trujillo (2018). El planteamiento más conocido de esta área de estudio
sería la del sociólogo Francisco Durand, quien sostiene que “las reformas neoliberales
de los años 90 beneficiaron principalmente a los sectores empresariales financieros y
exportadores de materias primas dotándolos de más recursos para influenciar en la esfera
política hasta el punto de capturar al Estado” (2012, pp. 27-28). En efecto, el actual
Estado peruano, en gran medida, depende de las acciones de agentes privados, intereses
comerciales extranjeros y de los movimientos financieros del mercado, todo ello dentro
del aparato constitucional que respalda esta participación del empresariado en la política
y actividad productiva (Durand, 2019). Sin embargo, este proceso político y económico
tiene ciertos matices. Puesto que, si bien el Estado tiene instituciones que reflejan la
distribución desigual de recursos de poder en la estructura económica, para Durand
(2019) también hay procesos de conflicto en los que las élites empresariales confrontan un
arreglo institucional, como los decretos supremos, regímenes legales, etc., u otros actores
políticos (Block, 1994; Korpi, 1985). De esta manera, en el Estado se puede plasmar
un complejo entramado de conflictos y relaciones políticas entre distintos sectores de la
sociedad. Esta idea última, en palabras del sociólogo griego Nicos Poulantzas (1979), sería
la apariencia de “autonomía relativa” para reforzar la legitimidad política y reproducir la
posición privilegiada que tienen grupos sociales en la estructura económica.
En ese sentido, un tema pertinente es comprender la forma en que influyen los
grupos empresariales en conflictos políticos o situaciones que confrontan sus intereses
económicos en el contexto peruano. Por ello, el presente ensayo se enfoca principalmente
en dar algunos alcances analíticos y teóricos para comprender las dinámicas políticas de
los grupos empresariales agremiados en la formulación de leyes y situaciones de conflictos
sociales, específicamente, en casos agrarios. La selección de casos agrarios obedece a que los
estudios sobre conflictos de este tipo se han centrado más en la acción colectiva de sectores
de trabajadores agrarios y pocos, en la influencia de los grupos de poder económico1.
Asimismo, el análisis teórico planteado es apropiado para conocer estas influencias de
grupos empresariales con el fin de identificar su participación política en la formulación
de leyes y diseño de políticas públicas. Por último, se pretende ampliar la discusión vigente
en la política nacional peruana en el marco del programa gubernamental de la Segunda
Reforma Agraria 2021 (SRA) y los presentes paros en el sector.
Dada la problemática teórica antes descrita, surge la siguiente interrogante: ¿cómo se
emplean y relacionan los mecanismos y recursos que conforman los poderes empresariales
1 El estudio de Damonte, Gonzales y Lahud (2016) esclarece la relación entre la dominación de agroexportadoras y la
escasez de recursos hídricos en el valle de Ica y Villacurí, y cómo perpetúa las desigualdades sociales. Es importante
señalar que con el artículo se mantiene sostenida la idea de que acumular y concentrar recursos económicos, a expen-
sas de otros grupos sociales, dota a los grupos económicos de capacidad de ejercer influencia en la esfera política.
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en situaciones de conflicto agrario? Para responder la pregunta, se realiza una revisión teórica
sobre el “poder empresarial” desde el “enfoque de los recursos del poder” (Korpi, 1985).
Paralelamente, se utilizaron los contextos del poder empresarial durante la aprobación de
la Ley Moratoria de Transgénicos en el gobierno de Alan García (2006-2010) y el conflicto
por la vigencia de la Ley del Régimen Laboral Agrario (2020). De esta forma, utilizando la
teoría revisada, se busca comparar las distintas formas en que se relacionan los recursos y
mecanismos utilizados por los sectores empresariales organizados gremialmente.
2 Véase lo señalado por el ex presidente del consejo de ministros Fernando Zavala tras un año de gestión del gobierno
de Pedro Pablo Kuczynski (Zavala, 2016).
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la discusión teórica entre los marxistas Miliband-Poulantzas sobre las relaciones de poder
y el Estado: el poder instrumental y el poder estructural (Fairfield, 2015; Míguez, 2010).
● El primer tipo de mecanismos se categoriza como “poder instrumental”. Se
comprende como el involucramiento deliberado de actores empresariales en el
sistema político (Fairfield, 2015, p. 148). Sus mecanismos serían las relaciones
partidario-empresariales, la cohesión del empresariado en agremiados, la elección
de funcionarios técnicos afines al sector privado para altos cargos públicos, acceso a
medios de comunicación para llevar el tema a la opinión pública, puertas giratorias
(funcionarios del sector público que pasan al privado en una misma área donde
ejercieron gestión pública) y lazos informales entre partido-empresa (Urteaga, 2017).
● El segundo, categorizado como el “poder estructural”, se basa en los comportamientos
y recursos económicos directos de agentes privados que influyen en las decisiones
políticas en búsqueda de maximizar las ganancias de inversión y movimientos del
mercado (Fairfield, 2015, p. 148). Para Culpepper y Reinke (2014), la amenaza de
salida de inversiones o desinversión sería el mecanismo más utilizado. Cabe añadir
que la desinversión puede darse como acción concertada o no, pero resulta difícil de
comprobar de forma empírica (Fairfield, 2015; Culpepper y Reinke, 2014).
● Por último, los recursos del poder empleados en sus mecanismos pueden variar en
tres tipos de capitales: (I) capital concreto, como los medios productivos privados;
(II) capital humano, el lobby, organización coordinada o acceso a medios (Urteaga,
2017); (III) y el capital dinero, finanzas e inversiones en valores o acciones (Korpi,
1985). Entre los tres, el dinero destaca porque tiene la mayor aplicabilidad. Se puede
transformar en capital concreto, es muy acumulable y permite un alto radio de
aplicación con menos costos.
El poder instrumental puede reforzar el poder estructural, porque utiliza activamente
sus recursos para incentivar o amenazar a los hacedores de políticas sobre posibles cambios
en la inversión. Por otro lado, por medio de los reforzamientos, los sectores empresariales
guían y legitiman la preocupación de los políticos con opción de veto de reformas o que
desistan de un tema en agenda (Bagashka, 2013; Mora Wiesse, 2018; Urteaga, 2017).
Siguiendo el estudio de la politóloga Tania Bagashka (2013), los hacedores de políticas
con la capacidad de vetar leyes o códigos legales son la vía para la captura estatal. No
obstante, de presentarse en mayor cantidad y con alta indisciplina partidaria, estos
agregarían más dificultades para el proceso de captura del Estado o para concretar una
influencia por parte de los actores empresariales. Cabe añadir que, según Fairfield (2015),
el sector empresarial y los propietarios de capital cambian sus decisiones de inversión
como reacción a específicas políticas o agendas en búsqueda de maximizar sus ganancias y
desestimar las políticas planteadas. Así, más allá de los sobornos como medida de influencia
en la política (Bagashka, 2013), los actores políticos deciden desistir de la agenda o políticas
públicas (PP) si en sus percepciones aquellas PP pueden traer consecuencias negativas
al empresariado agremiado –como la reducción de inversión o efectos adversos para el
mercado internacional– (Campillo y Sola, 2020; Fairfield, 2015). Del mismo modo, los
actores políticos pueden reformar políticas que consideren negativas para el empresariado,
adaptándolas a los intereses empresariales (Bagashka, 2013). Por último, es necesario
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resaltar que el “poder estructural” tiende a ser más agresivo cuando se toman en agenda
reformas radicales “que tienen una mayor probabilidad de alterar el comportamiento de
los inversionistas y provocar reacciones negativas en el mercado” (Fairfield, 2015, p. 156).
3 Fuentes: Canal N (2020), El Comercio (2011), Gestión (2020a; 2020b; 2020c; 2020d; 2020e; 2020f; 2020g), La
Mula (2011), Luna (2011), Miñán (2020), Rojas (2016), TVPerú Noticias (2020) y Urteaga (2017).
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involucrarse con otros movimientos mundiales del mismo perfil político. Esto explica el
porqué del bajo interés del mercado internacional en disputar un conflicto que no ponía
en riesgo las inversiones económicas a las agroexportadoras, solo al sector bioquímico en
el agro (AgroNegociosPerú, 2016).
4 Esta denominación se debe a que fue impulsada por el entonces ministro de Agricultura y empresario José Chlimper
Ackerman.
5 Respectivamente, se coloca por país la parte porcentual del total de exportaciones de productos agropecuarios.
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3. A modo de conclusión
En el contexto peruano, existen estructuras económicas y legados institucionales
constituidos durante la década de 1990 que permiten la intervención normalizada de
grupos empresariales. Aquellas macrocondiciones han sido esbozadas por autores como
Francisco Durand (2019) y Julio Cotler (1998) al teorizar las relaciones entre el Estado y
las élites económicas desde los años 90 mediante una serie de reformas de liberalización
del mercado peruano y la emergencia de un sector empresarial heterogéneo.
Asimismo, autores como Damonte, Gonzales y Lahud (2016) desarrollaron estudios
sobre la concentración de territorio y recursos hídricos por parte del sector agroexportador,
lo cual ha dotado de mayor poder político a un grupo empresarial que no ha dudado en
ejercer su influencia en contextos que perjudiquen su posición dominante en la política
y en la estructura económica, como en los casos estudiados de la Ley Moratoria de
Transgénicos (2011) y la ley Chlimper (2020).
A pesar de que son pocos los estudios que ayudan a entender la aplicación material
del poder empresarial en situaciones de conflicto, existe literatura teórica que es útil para
categorizar acciones y recursos que porta el empresariado.
Para finalizar, este trabajo ha señalado algunas aproximaciones desde la teoría del
enfoque de los recursos para el estudio de poderes empresariales en contexto de conflicto
social. El abordaje teórico del “poder empresarial” desde Fairfield (2015) y Culpepper
y Reinke (2014) posibilita distinguir distintas dinámicas y relaciones a través de las
categorías instrumentales y estructurales. Asimismo, la teoría de los recursos de poder
(TRP) es aplicable en situación en la que actores políticos se encuentran en un escenario
de conflicto y en desigual dotación de recursos. Por esta razón, es preciso mencionar
la necesidad de discutir y ampliar la investigación de esta área para comprender los
mecanismos de reforzamientos entre el poder instrumental y poder estructural, la
aplicación de recursos estratégicos y cómo las percepciones de equivalencia de poder
desatan una situación de conflicto.
Una última reflexión teórica es que se permite visualizar al Estado como actor y
punto de encuentro del conflicto y complejas relaciones que institucionalizan los vínculos
de dominación política entre grupos de poder económico con otros grupos de la sociedad
civil (como sindicatos, colectivos de trabajadores, comunidades originarias, etc.). Así,
cobra sentido la importancia de tomar en cuenta perspectivas teóricas como las de
Poulantzas y Miliband, además de enfoques de investigación como los del politólogo
sueco Walter Korpi y la politóloga Tasha Fairfield. En efecto, muy poco se ha escrito sobre
esta concepción del Estado como sistema político que ayuda a manera de punto eje de
conflictos sociales y procesos de movilización de sectores históricamente excluidos por el
sistema mismo.
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Resumen
Las políticas y estrategias para el reconocimiento de las identidades étnicas en los países
latinoamericanos son cada vez más constantes y masivas. Entre estas se encuentran las preguntas
de autoidentificación en los instrumentos para la administración de la población, por ejemplo,
aquellos que incluyen variables como las identidades étnicas y las categorías utilizadas para
nombrarlas. Dentro de este contexto, el censo peruano de 2017 es reconocido como una de las
primeras y principales herramientas masivas utilizadas para medir cuantitativamente la cantidad
de individuos que se identificaban con ciertas categorías étnicas y analizar sus condiciones
específicas de vida. La pregunta sobre la autoidentificación étnica, sin embargo, no estuvo exenta
de sesgos, confusiones y preocupaciones. El caso de las identidades afrodescendientes fue uno
de los que estuvo rodeado de debates y cuestionamientos, los cuales condujeron a reflexiones
tanto personales como públicas. En este ensayo, a través de una revisión de bibliografía
especializada, se analiza la pregunta de autoidentificación étnica en el Perú, tomando en cuenta
la construcción del Perú como “mestizo”, el contexto de la reetnización en América Latina y la
construcción particular de las identidades afroperuanas. Aspectos como movimientos sociales,
la idea del mestizaje, el reconocimiento de la ancestralidad afrodescendiente y la influencia racial
en las identidades afro moldearon, finalmente, las respuestas de poblaciones afrodescendientes
que se pudieron obtener. Estos últimos factores han generado que los resultados alrededor
de las preguntas de autoidentificación étnica no sean tan fáciles de desglosar, debido a las
contradicciones y ambigüedades que hay detrás de las mismas identidades étnicas.
Palabras clave
Identidades étnicas, afrodescendencia, afroperuanidad, censos, mestizaje.
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Higashi / Negritud, afrodescendencia y mestizaje: implicancias de la pregunta de autoidentificación...
Resumen
Policies and strategies for the recognition of ethnic identities in Latin American countries are
increasingly constant and massive. Among these are self-identification questions in population
management instruments, for example, those that include variables such as ethnic identities
and the categories used to name them. Within this context, the 2017 Peruvian census
is recognized as one of the first and main massive tools used to quantitatively measure the
number of individuals who identified with certain ethnic categories and analyze their specific
living conditions. The question on ethnic self-identification, however, presented biases,
confusion, and concerns. The case of Afro-descendant identities was surrounded by debates
and controversies, which led to both personal and public reflections. In this essay, through a
review of specialized bibliography, the question of ethnic self-identification in Peru is analyzed,
taking into account the construction of Peru as “mestizo”, the context of reethnization in
Latin America and the particular construction of Afro-Peruvian identities. Aspects such as
social movements, the idea of miscegenation, the recognition of Afro-descendant ancestry
and the racial influence on Afro identities finally shaped the responses of Afro-descendant
populations that could be obtained. These last factors have meant that the results around the
ethnic self-identification questions are not so easy to break down, due to the contradictions
and ambiguities that exist behind the ethnic identities themselves.
Palabras clave
Ethnic identities, African descent, Afro-Peruvian studies, censuses, miscegenation.
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1. Introducción
El Perú suele pensarse como país tan solo indígena o mestizo. Esto se refleja en la historia
contada por los colegios, en las fotografías que representan a nuestro país y en la imagen
turística promocionada por el mundo. En consecuencia, en esta idea e imagen del Perú se
suele dejar de lado la influencia y tradición afrodescendientes y, más aún, a la población
afroperuana viviente. Esta población, invisibilizada históricamente, ha empezado a ser
vista con más fuerza en los últimos años y representada –no necesariamente de manera
positiva– de diversas formas en espacios como los medios de comunicación y en las
estadísticas demográficas.
3.6 % es la cifra que representa a la población afroperuana desde que se llevó a
cabo el Censo Nacional de 2017. Este fue el primer censo que incluyó la pregunta de
autoidentificación étnica en el Perú. La última vez que se recopiló información similar fue
en el Censo de 1940, en el cual la variable “raza” fue incluida (Mori, 2005). A diferencia
de las preguntas basadas en la raza de 1940, en 2017 la frase que estuvo en las fichas
de los empadronadores fue la siguiente: “Por sus antepasados y costumbres, usted se
considera…”. Ante esta, y las posibles opciones para marcar1, en la mayoría de nuestras
cabezas y hogares se generaron varios debates: ¿por qué nos están preguntando esto?, ¿qué
opción debo marcar?, ¿por qué puedo marcar solo una?, ¿por qué marcaría otra que no
sea “mestizo” si el Perú es un país mestizo?
Tomando en cuenta todas estas cuestiones, en las siguientes páginas se hará un breve
análisis de la pregunta de autoidentificación étnica en el Perú, específicamente tomando
el caso de las personas afroperuanas. La naturaleza de este texto ha exigido una revisión
bibliográfica especializada, la cual ha sido complementada con reflexiones personales
derivadas de la experiencia. Para iniciar el ensayo, se toma como punto de partida el
contexto en el cual surge la pregunta de autoidentificación. Más adelante, en el texto, se
reflexiona sobre el discurso del Perú como país mestizo y se discuten los efectos que este
pudo haber tenido en las respuestas de los encuestados, especialmente de las personas
afrodescendientes. Asimismo, se examinará brevemente de qué manera se ha construido y
se construye la identidad afrodescendiente desde las múltiples experiencias peruanas, y los
efectos que esto tuvo en los resultados obtenidos en el censo. Finalmente, el ensayo cierra
con breves conclusiones y cuestionamientos pendientes, para invitar a pensar y discutir
sobre las próximas preguntas de autoidentificación aplicadas en nuestro país.
1 Las opciones para marcar la autoidentificación étnica en el Censo Nacional de 2017 fueron quechua; aimara; nativo
o indígena de la Amazonía (se podía especificar); perteneciente o parte de otro pueblo indígena u originario (se
podía especificar); negro, moreno, zambo/mulato, pueblo afroperuano o afrodescendiente (estas últimas como parte
de una sola opción de respuesta); blanco; mestizo; u otro (se podía especificar) (Instituto Nacional de Informática y
Estadística [INEI], 2017).
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del INEI, del Ministerio de Cultura, de la Defensoría del Pueblo, del Senaju, Asociación
Negra de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, y UNFPA (Ashanti Perú, 4
de marzo de 2017). Campañas como tales tuvieron como protagonistas a los mismos
sujetos que se autoidentifican o autoidentificarían como indígenas o afroperuanos en el
Perú, país que históricamente se ha definido como mestizo y ha negado con fuerza las
identidades étnicas divergentes. Tomar en cuenta las experiencias y perspectivas sobre la
construcción y definición identitaria de aquellas personas se aleja total o parcialmente del
sentido común de la idea del mestizaje.
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2 25.8% de los peruanos se identifica como indígena (quechua, aimara o amazónico) y 3.6%, como afroperuanos
(negro, moreno, zambo/mulato, del pueblo afroperuano o afrodescendiente) (INEI, 2018).
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para la discriminación y otros tipos de violencia hacia las poblaciones afro, la dificultad
de aceptarlas como propias es muy común. Asimismo, como lo trabajó Moreno (2013)
en su estudio sobre la autoidentificación étnica de la población indígena en el Perú, “la
aceptación o rechazo hacia el uso de ciertas categorías responde a una estrategia que es a
su vez el reflejo de intentar encajar en un determinado orden o jerarquía étnica” (p. 43).
Es decir, la elección de una categoría étnica es una posibilidad para ejercer nuestra agencia
como ciudadanos y ciudadanas y situarnos en las jerarquías ya existentes.
Otra problemática y explicación relacionada a la elección de la categoría “mestizo”,
en el caso de las personas afrodescendientes, es la creencia de que “en el Perú ya casi no
hay negros”. Esta idea se vincula a la construcción de la identidad afro como identidad
racial, la cual será ampliada en la siguiente sección. No obstante, también se relaciona con
la narrativa de país mestizo. Como lo menciona Valdivia, entre las personas afroperuanas
y, en general, en el Perú, persiste una idea de que “la raza negra se está acabando” (2013,
p. 28). En esta narrativa, las propias personas afro se sitúan como “menos afro” que sus
ancestros. Así, se refuerza esta idea generalizada de que antes la “raza era más pura” y, por
ende, “más negra”.
Relacionada a este dilema, se encuentra la problemática de que, en el censo, solo
pudimos definir nuestra identidad étnica con una categoría. Considerando los procesos
de construcción de sociedades y naciones, especialmente el proceso peruano, es casi
imposible identificarnos como pertenecientes a un solo grupo étnico. La pregunta de
autoidentificación hacía referencia, en primer lugar, a nuestros antepasados: ¿todas y
todos nuestros antepasados eran parte del mismo grupo étnico? En segundo lugar, esta
preguntaba por nuestras costumbres: en nuestro país –y, en general, en el mundo–, ¿las
costumbres están definidas de manera excluyente en términos étnicos?, ¿acaso no se van
transformando e influenciando por tradiciones de otros grupos? Siguiendo la lógica de
ambos casos, tanto de la ancestralidad como de las costumbres, la categoría de mestizo
suena como la más fácil de adquirir y aceptar como propia.
Entonces, ¿dónde quedan las experiencias que incluyen lo afro, pero van más
allá de esa identidad? ¿Dónde queda lo afroasiático, afroindígena y otras opciones de
autoidentificación étnica? Existen dos destinos posibles; el primero es la priorización de
una de las identidades, es decir, escoger la categoría de afrodescendiente, o la de indígena,
u otra. El segundo consiste en tomar la categoría de mestizo como espacio que puede
albergar estas experiencias múltiples. Con esto, sumado a la influencia de la narrativa del
mestizaje y a la idea de que “ya casi no hay negros”, el 60% de mestizos que recibimos
como resultado empieza a tomar forma.
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usar el término afrodescendiente para las poblaciones afro alrededor del mundo y, así,
generar una identidad compartida entre todos los pueblos afro. Como consecuencia,
en el Perú, el término afroperuano se empezó a utilizar desde las organizaciones sociales
(Valdivia, 2013). A pesar de este cambio a inicios de siglo, ninguno de los dos términos es
utilizado y la ancestralidad africana tampoco es reconocida en la mayoría de los pueblos
afro en Perú (Valdivia, 2013).
No obstante, lo que sí se puede identificar en la población afroperuana es el
reconocimiento de la familia más cercana –padres, madres y abuelos– como “afroperuana”,
“negra”, entre otros (Benavides et al., 2015). Este aspecto puede que sí se dé de manera
más seguida debido al vínculo que tiene con lo “racial”, con las características fenotípicas
compartidas entre familiares. Este tema en particular será desarrollado más adelante.
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6. Conclusiones
Ante los resultados del censo, los cuales categorizaban a un 60% de la población peruana
como “mestiza”, es importante recordar la influencia de las narrativas del mestizaje en el
Perú. Con ideas de intelectuales mexicanos y la interpretación de académicos peruanos,
el país como fusión o síntesis viviente se asentó con fuerza durante el siglo XX. A pesar
de los cambios de discurso desde movimientos sociales y desde el Estado, la idea del
mestizaje continúa permeando en la población peruana. Por ende, ese 60% incluye una
diversidad de identidades que se homogenizan bajo una sola categoría, lo cual termina
invisibilizando sus múltiples experiencias. Con respecto a las personas que sí marcaron
la opción que incluye las identidades afrodescendientes, según estudios previos, se puede
conjeturar que la mayoría lo hizo porque las opciones “moreno”, “negro” u otras estaban
incluidas. Esto se debe a un sesgo racialista en la construcción de estas identidades, el
cual perdura a pesar de la desaparición de la “raza” en la esfera oficial, y la dificultad para
definir la tradición o ancestralidad netamente afrodescendiente.
Dentro de la inclusión de la variable de etnicidad en sus instrumentos de medición,
es fundamental tener en cuenta los procesos y vivencias particulares de las personas
involucradas. El caso de los afrodescendientes en el Perú es particular en comparación
al caso de personas indígenas o afro de otros países latinoamericanos. Esto último se
debe a que, en el contexto de reetnización latinoamericana, en el país no se generaron
movimientos políticos de gran alcance nacional para promover la participación política
directa y estatal de líderes y lideresas indígenas y mucho menos afrodescendientes. Sin
embargo, lo que sí se tiene en común con otros países latinoamericanos es la inclusión
de las preguntas de autoidentificación étnica como estrategia de reconocimiento de
identidades históricamente excluidas, marginalizadas e invisibilizadas, y las campañas
previas para promover el autorreconocimiento de las y los sujetos como indígenas y afros.
Esta tarea de incluir una pregunta de autoidentificación étnica en instrumentos de
recojo de data demográfica parece ser muy concreta y simple. Sin embargo, como ya fue
mencionado y trabajado a lo largo de este ensayo, medir de manera objetiva y exacta la
identidad étnica trae consigo infinitos retos. Por ende, es necesario prestar atención a las
implicancias específicas de la pregunta de autoidentificación étnica, en especial para la
población afroperuana: ¿por qué se eligen ciertas categorías para el diseño del censo?, ¿qué
identidades se están dejando de lado?, ¿qué conflictos pueden surgir en el recogimiento
de información? De esta manera, se comprenderá con mayor complejidad quiénes
conformamos ese 3.6% de población peruana que se autoidentifica como afroperuana y
a quiénes se está dejando de lado de esta categoría identitaria.
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