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El tigre : Nueva Jerusalén : Nirvana

Me detengo enfrente de los afiches. ¿Qué hay para ver? Si ya lo he visto todo. Las murallas
crecen, he visto lo q soy, lo que soy y lo que soy. Por ejemplo, estos afiches que creo en el
pasado. EN este afiche por ejemplo hay un hombre en la cocina, Son afiches que se van
amontonando. Miro los que están encima. Una especie de poema anónimo que se crea por
todos. Acumulación de imágenes. Un perfecto cuadro que se está perfeccionando. En este
de abajo . Serlock Holmes. Una aventura detectivesca por lo que veo. Abajo Jack el
destripador. Una historia sobre otra. Una serie de noticias, unas detrás de otra. una de Kurt
Cobain. Otra de The Beatles. Ohh el encabezado de está noticia. El afiche dice “una obra de
arte violento” El otro dice “a pedacitos” “un loco para una locura”. Una representación
moderna de la Coyoxautli” Son los encabezados que abarcan la noticia de una muerte o
suicidio anunciado. Me refiero a los encabezados, ya que son lo que mejor resumen este
hecho. La televisión, la radio, el internet, también dedican mucho tiempo de transmisión a
este peculiar acontecimiento.

No me he presentado. Soy el inspector C.J. Mi currículo me avala para tratar esta


investigación cuando el “otro”, apodo de mi superior, me marca por teléfono a las 2:29 hrs..
Me encuentro en la cocina. Preparo mi cena o desayuna para irme a descansar. En cuanto
voy a contestar apago todas las luces, pues cuando me notifica de un nuevo caso aparca su
carro frente al edificio, conoce mi dificultad para dormir y si ve un foco encendido en mi
habitación no hay escapatoria para utilizar mis ilusiones. Ni siquiera puedo mantener una
fosforescencia para ahuyentar los moscos o las cucarachas.

. Bueno, repito, por si no me siguen de manera clara. Soy un detective, sufro de insomnio y
“el otro” me contacta para investigar una muerte peculiar, ambigua.

A las 2:30 dudp de si levantar o no el auricular. Estos últimos días tengo miedo a la muerte
mía o de cualquier otra persona. Todos vamos a morir, sin embargo enfrentarme tantas
veces al fin de la vida o de alguien más me ha obsesionado y cada que la veo con los ojos
del funcionamiento corpóreo siento una empatía que quiero asimilar desde el otro lado.

¿Contesto o no contesto? Me quedan dos segundo para decidirme. Tengo miedo. Pavor.
Sudor frío. Con vértido. Un segundo y el tiempo se detiene. El aleteo de las moscas es tan
veloz que parece que ellas viven en otra dimensión. Medio segundo. Una catástrofe humana
para resolver otra catástrofe humana. No. No contesto. Una milésima de segundo antes de
que es llamada se olvide en el buzón.

No. No contesto.

-Bueno

-Bueno ¿C.J.?

-¿Quién habla? – Me acerco a la ventana. Por cierto, vivo en un cuarto piso en un edificio
con 9 plantas. Disimulo no acercarme demasiado a la ventana. Hago un espacio entre la
ventana y el vidrio. Veo un Ford T estacionado con las luces apagadas. Lo que no
corresponde a el automóvil es una silueta humana es una posición inmólvil. Como si
estuviera sentada, justo, detrás del volante.

-Yo “el otro” .No me engañas. Veo como te dejas en oscuridad. Ya sabes para que te marco

-ahora ¿quién muere?

-Ese es el problema ¿muere o lo matan?

-¿para qué sabemos si ya está muerto? No importa la razón. Está muerto. No se puede
revivir. Su familia lo entierra y descanse en paz. Para qué perseguimos las pistas. Dios se
apiada de su pobre alma y adiós.

-Este no es cualquier caso, es distinto a todos los demás. Aquí hay una muerte única. Ven a
la escena del crimen, te impresionas. La disposición del cuerpo da para muchas
interpretaciones. Tiene planificación. No es un asesino cualquiera, digo asesino porque el
cuerpo se desangra antes de dividirse en todas las partes y ¿cómo cortarse todas las partes
uno mismo? Es un misterio.

Cuelgo la bocina. Advierto y recuerdo porque lo apodamos “el otro”. Tiene la habilidad
retórica del conocimiento, crea expectativas como si toda muerte fuera distinta y no una
muerte en sí, cómo todas. Contacta a los detectives adecuados para cada caso. Nos tiene
estudiados. Posee el arte del análisis corpóreo, sabe que nos hace sentir mal con una simple
mordida de uñas o un paso en falso; su psicología es avanzada; los crímenes que lo
apasionan los cede al otro. De allí su apodo. Cuando nos induce él se desplaza a otro, usa
sus ilusiones, yo soy el otro, él es el otro. Maldición. Los dos somos el otro. Maldición

Ya no me puedo esconder. Enciendo la luz. Me delato. Ignoro el elevador y desciendo por


las escaleras. Cada piso es un infierno invertido. Olvido, a propósito, mi maletín lleno de
instrumentos para la ocasión en el closet. Lo dejo intacto. Inmóvil. Se percata de mi falta de
inclinación por un trabajo olvidado.

Escalón tras escalón. Los recorro con paciencia, resignación, alterando el camino como si
cien escalones más doscientos pasos se multiplicaran por un millón.

A las 2:00 me acerco a su automólvil. Jalo la manija de la puerta del pasajero oscuro.
Desatiendo el gesto del saludo. Él procura desdeñar mi actitud, sin embargo, no para de
fumar y la poca claridad del ambiente proviene de la ceniza incandescente en la puta de su
puro.

Acciona el motor y suena a un modelo al que no se le da mantenimiento en bastante


tiempo. Cree que la humildad es sinónimo de porquería. Es un fachoso con miles de dólares
escondidos en el banco. Un avaro en toda la extensión de la palabra. La tensión del carro
se siente en el rechinar de los frenos , en el silencio que evocamos como protocolo de dos
mentes distintas, una melodía llena de vacíos.

Pisa el freno con ímpetu y la fuerza me impulsa hasta el tablero. El caucho de las llantas y
el alquitrán de la carretera se friccionan y el humo nos invade.

-¿aquí es? Dice el otro

-¿aquí es qué?

-el enfrentamiento con la muerte. La escena del crimen

-aquí no hay nada- añado- sólo muerte. ¿para qué entramos? Muerta ya está y muerta está.
Vámonos.
Salgo del carro. Me doy la vuelta y lo dejo a mis espaldas. Me cede la voluntad. Me hace
creer que tengo la voz y el ritmo de las circunstancias.

Ya no quiero embonar los pedazos de un fin. Para mí no hay recompensa. El sol y las
estrellas son para la familia del alguien más, para que puedan llenar el olor de las rosas. No
quieren sentir culpa, no la asimilan y se encarcelan en ellos mismos para que rompan los
barrotes como tópico. ¿Dónde estoy yo? ¿Qué satisfacción obtengo?

No. No. No. Y. no. Esa familia necesita descanso

-¿Vienes o no?–dice el otro- Es en el segundo piso, departamento 29.

No contesto a su súplica, no obstante los dos entramos al edificio. Yo detrás de él. “el otro”
toma el elevador y yo voy por las escaleras. Una vez que se cierran las puertas del ascensor,
camino como tortuga. Una planta del pie, después la otra, juntándose cual bailarín en la
cuerda floja sin gracia a punto de caer.

Cuento las plantas del pie que hay de distancia del elevador a las escaleras, veintisiete
tenis. Veintinueve escalones para llegar a la segunda planta. “el otro” fuma su puro y se
coloca unos guantes de látex para no dejar huella que altere el homicidio.

Me arroja otros guantes y los dejo caer. Lo miro a los ojos y ríe. Me quedo mudo. ¿de qué
se ríe? Están allí esas risas o es mi paranoia ¿cuál es la broma? ¿Soy su burla? No me ocupa
de plastilina para moldear.

Inclino el cuerpo y recojo los guantes. El talco blanquea mi piel morena. Coloco el guante
derecha, después la izquierda. El protocolo así lo exige. Entro a la habitación del crimen.
Tomo fotografías. Cubro toda extremidad que pueda involucrarme, o involucrarnos, o
alterar las cosas. Nos resta observar e hilar los cabos sueltos del ¿Crimen?

Digo que este departamento es el mío o que no ha estado cohabitado por mucho tiempo.
No puede ser. Yo no mato a nadie. Hay muchas cosas iguales o que parecen tener el mismo
orden. En definitiva no es mi hogar.
Me siento en una trampa por parte de “el otro”. Ya no soy el investigador sino el
investigado ¿En qué momento se invierten los papeles?

El otro sigue fumando su gran puro interminable con calma. Me mira. Espera algún gesto
que delate mi estado, sin embargo piensa que me asombro ante el cadáver. Tiene una
explicación para cualquier actitud.

-Esto sólo lo podemos ver tú y yo –dice “el otro”- No platiques con nadie. Nos hacemos
famosos. Llegamos con el caso resuelto a los medios. No obstante tenemos un día de 365
horas para resolver el crimen

-¿por qué no? ¿a qué tememos? Planeamos un asesinato y comenzamos otra religión . –
contesto- desde ahora puedes cancelar mi suscripción a la resurrección. No lo resolvemos y
somos juzgados. Ya no quiero más problemas. ¿Por qué ocultar una muerte cualquiera? La
gente tiene más temor a la muerte que al dolor. Es extraño que ellos teman a la muerte. La
vida duele mucho más que la muerte. Cuando la muerte llega, el dolor termina. ¿te das
cuenta? La gente no lo evalúa como un hecho heroico, más bien, como inoportuno. ¿por
qué ocultar una muerte cualquiera, sin símbolos, sin imágenes?
-Esto sólo lo podemos ver tú y yo. –replica “el otro”- El amor no puede salvarte de tú
propio destino. Este crimen es nuestro. Un héroe es alguien que se rebela o parece rebelarse
contra los hechos de la existencia y parece conquistarlos. Ya sé que va a suceder. Estoy al
pendiente hasta que se realiza. Es nuestro, nuestra investigación

-¿Cómo te enteras? – pregunta C.J.- ¿ de qué manera los intuyes? ¿Eres dios? No, no lo
eres. ¿Tú lo mataste?

-Entiende, algo me dice que se realiza. Ituición

-tú lo matas, no mientas

“El otro” se queda mudo y contesta

-si esto no lo resuelvo, resolvemos de manera clara somos cómplices. El suicidio lo


descarto por ver cómo están distribuidas las partes de cuerpo. No soy bueno dibujando las
palabras, los dibujos son muy pocos para expresar la inmensidad de esta obra de arte, por lo
tanto intenta inventar un nuevo vocabulario.

- Yo pienso que,-continua C.J.- interiormente, existe una considerable gama de imágenes


y sentimientos que rara vez es demostrada en la vida cotidiana... Cuando estas regiones de
imágenes y sentimientos se exteriorizan pueden adquirir formas perversas

-No es así-dice “El otro”- Crea un largo y prolongado y ordenado transtorno de los sentidos
hasta llegar a obtener lo desconocido.
-Eso es poesía –replica con enojo C.J.

-Escuchad, la verdadera poesía no dice nada; sólo muestra opciones. Abre todas las puertas.
Puedes atravesar cualquiera entrada que quieras . –reniega “el otro- ¡Quiero un Mundo, ¡y
lo quiero ahora!

No hay ni una sola gota de sangre en la sala, por inverosímil que se lea. La única pieza
entera es el tronco del cuerpo; las extremidades están desprendidas: el asesino emplea
mucho de su tiempo para lograrlo sin desgarrar los miembros. Son cortes pulcros, precisos,
meticulosos. Los brazos están divididos en tres: manos brazos y antebrazos y fémur y
pantorrilla, están divididos por la rodilla y el píe por el tobillo; la cabeza desprendida.

La distribución del cuerpo da la impresión de que el asesino dibuja un círculo imaginario o


lo borra de forma espectacular para no delatarse, ya que no están distribuidas al azar. Es
una abstracción con un orden ¿Cuál?

La cabeza está de lado y con los ojos abiertos, como si fuera a dormir. Debajo está
dibujado un cuadrado con las extremidades. Sigue el patrón brazo, femur rodilla por dos
lados; por los otros pantorrilla, antebrazo, codo. El tronco en medio, con las manos sobre el
abdomen: una cerrada, como si golpeara a alguien; la otra, abierta, abarca el infinito en la
palma de su mano, con el dedo anular alcanza el ombligo,

La división indica, por un análisis muy vulgar, que no es un suicidio, sino un asesinato. Sin
embargo ¿cómo no levanta sospecha en los vecinos? Seguro la víctima sufre ¿qué le han
hecho a nuestra hermosa hermana? ¿Devastada, saqueada, violada y golpeada? ¿La
perforan con cuchillos en el costado del amanecer? ¿por qué nadie escucha los gritos? ¿un
asesinato? ¿un suicidio? ¿otra muerte que se anuncia? Si fue un asesinato no hay acuerdo;
si fue un suicidio en manos de otro existe un asentimiento y es una muerte accidental …
Imposible.

¿Cómo es que “el otro no expresa alguna emoción? ¿El la mato?

El crimen no tiene solución, lo realiza un experto. Un detective. “el otro, tiene que ser él.

No hay gotas de sangre. Cortes anatómicos perfectos. En la piel no hay moretón alguno o
algo que denote violencia. Sólo la carne es azul, especializada, ensayada.

“el otro” tiene que ser él ¿Cómo se entera? ¿Quién le dice?

¿Intuición?: no lo creo

El borra las pistas para confundirme. Sabe que desde hoy la muerte me es empática. Me
vuelve loco. Me declara culpable. Soy culpable.

Sigue quieto y se burla de mi dolor. Él la mata, él la mata.

-¿qué opnias?- Dice el otro?

-no lo sé. Siento que lo haces tú

-Yo –contesta “el otro” “yo es otro”.

-sí, tú

-Recuerda que soy “el otro”. Este crimen sólo lo vemos tú y yo, así que deja las tonterías y
concéntrate.

-Eso hago. Todo me indica que tú la matas… sí, tú … “el otro”.

-¿de qué hablas? Yo otro. “el otro”. Nosotros otro. Ustedes otro. Ellos otro. Tú otro, mí
otro. Los dos otros. No tienes escapatoria. Ahora eres mi cómplice. No salimos de aquí sin
una solución clara. Concéntrate. Es lo que necesitas. De lo general a lo particular y de lo
particular a lo general. Embonas las partes y el círculo se cierra con la verdad. Concéntrate-
dice “el otro” con énfasis- El círculo tiene artes. Sí. Unión. ¿qué ves que no está a simple
vista? ¿Qué ves que no ve “él otro? Concéntrate, no se requiere más.

“el otro” siempre persuadiéndome para lograr su propósito, lo que él jamás puede hacer.
Todo lo pinto cómo es: “el otro” es un estafador. Quiere que lave su conciencia
involucrando a cualquier otro que lo ubica como “el otro” inocente. “el otro héroe” para los
medios. Hipócrita.

Empero. Utiliza palabras clave: “de lo general a lo particular” y “de lo particular a lo


general”. Lo general es todo, el boceto. Lo particular es el trazo. Un cuerpo humano es una
máquina perfecta en sus organismos) (lo general)(; lo particular son aquellos pequeños
gustos:) el cuerpo en el exterior no es proporcional:: un píe más pequeño que otro;; un ojo
más pequeño que otro:;)( justo eso… los ojos. Están abiertos. Apuntan hacía una dirección
concreta, una visión final. Muy bien. Me concentro. Mira a su asesino,, lo vio, tienes los
ojos abiertos… pudo ver el techo. Pero la cabeza está de lado… no, no, no y no
concéntrate. No te vallas por la superficie : razona. Nada de corazonadas. Es una obra de
arte. El artista da las pinceladas. Quizá muere con los ojos cerrados, gira, recuesta su
cabeza y apunta la mirada en la dirección correcta. Encuentra la proporción allí. Artistas,
desgraciados artistas. Jodidos simbolismos.

Concéntrate)( el artista busca está dirección como si sus ojos fueran una pistola con mira
láser. Sigo el puntito rojo de la mira, lo que son unos hermosos ojos.

Un librero, un absurdo, la mirada no puede apuntar a los libros… no.

Concéntrate)( observa) NO descartes lo inverosímil, allí es dónde está la respuesta, en lo


insano, lo anormal, lo raro. Abro el libro y dejo correr las páginas al azar. Me detengo en la
página 156841230546841231341331 Shakespeare, Robespierre, Bukowsky, Blake,
Morrison , Poe, Unamuno, un momento … Un libro sin título, la respuesta al enigma.
Cierro el libro y miro su lomo

Despacio. Concéntrate. Lee entre líneas. Lomo negro. Letras… “novela” Jo… Frus…,
mil… “letras mexicanas” Concéntrate. Abro el libro en otra página al azar … Un poema.
No puede ser… ¿un poema?

Well I'll tell you a story of whiskey and mystics and men
And about the believers, and how the whole thing began
First there were women and children obeying the moon
Then daylight brought wisdom and fever and sickness too soon
You can try to remind me instead of the other you can
You can help to insure that we all insecure our command
If you don't give a listen I won't try to tell your new hand
This is it can't you see that we all have our end in the band

And if all of the teachers and preachers of wealth were arraigned


We could see quite a future for me in the literal sands
And if all of the people could claim to inspect such regret
Well we'd have no forgiveness forgetfulness faithful remorse
So I tell you I tell you I tell you we must send away
We must try to find a new answer instead of a way

De Nuevo abro el libro. Lo hojeo y las páginas están en blanco. Tiene dos opciones, lo
guarda como pieza de museo, intacto; está escondido, tienen miedo a leerlo… un diario sin
vida. Lo cierro. Concéntrate, lee entre líneas. Acepto que estoy desconcertado.
Desilusionado de mí. Un momento: viste, no observaste. Sin observar no soy el inspector
C.J.

El libro tiene un separador…. ¿un separador?. Un libro en blanco con separador. Bing go.
por fin …. Algo escrito. Con letra remarcada. Arranco la hoja. Ahora soy un grafoscopista.
Letra enorme ¿Ególatra?. Olvida eso… no soy grafoscopista. Concéntrate

“aquel día que te leo, no leo acerca de ti, sino en ti, en presenta pasado y futuro, en la
eternidad. Y el punto final será ese lunar que tienes en el ombligo…”

¿Por qué rematar con tres puntos? No tiene nada qué decir, ausencia de palabras. Dios mío,
cien páginas en blanco con una sóla nota, un poema. La nota de la eternidad.
-Oye- C.J. se dirije a “el otro”- ¿cómo es posible que hemos llegado hasta esto? Por qué
hurgar donde no nos corresponde

-Este es nuestro crimen- contesta- Nadie lo sabe y es nuestro deber resolverlo. Debemos
apurarnos que ya sale el Sol y la gente comienza a despertar y escucha nuestros
movimientos. Cierra las cortinas y no enciendas la luz. Nos guiamos por el instinto y la
cautela.

-Ok. Pero entonces cerramos los ojos e imaginamos que paseamos como locos asesinos,
bailando en la oscuridad. –“el otro” se asoma a la ventana. Hace un espacio entre la
ventana y el vidrio. Ve un Ford T estacionado con las luces apagadas. Lo que no
corresponde a el automóvil es una silueta humana es una posición inmólvil. Como si
estuviera sentada, justo, detrás del volante

No lo sé. Andar por el lado oscuro de un crimen me desafía, me hace dudar de hasta que
punto soy un asesino en potencia. Descifro muchas formas de morir, pero nunca sin
instrumentos y sin contener mi energía en el pensamiento,

Respira. Inhala. Exhala. Adentro. Afuera. Decir. Hacer. Ambivalencia. Contradicciones:


llenemos espacios vacíos.

-Retrocedemos en el tiempo. –dice C.J.- En la memoría podemos modificar el pasado y el


futuro. Somos los asesinos. Entramos en el cuarto a oscuras, en abstracto.

-Somos los asesinos. –Contesta “el otro”- Yo soy yo, tú eres yo, los dos somos asesinos

-La mato, no hay otra salida, dice C.J.- La amo, la quiero y espera un hijo mío. Queda
preñada por una bola de plumas que desciende del cielo. Es nuestro primer hijo. La amo.
La amo en la eternidad: sin presente, pasado o futuro. Desafío a la muerte.

-Ella me espera a que llegue del trabajo- Continua “el otro” – se queda dormida en la sala.
La vence el cansancio.

-Me dirijo a la recamara -prosigue C.J.- y tomo su almohada favorita, llena de pesadillas.
La huelo. Disfruto el aroma de su mente, de sus cabellos desasido.
-Huye –dice “el otro”- no te quedes. Él ordena el asesinato. Huye. Huye.

Regreso por el pasillo principal, caigo tres veces, hasta la sala. Sigue durmiendo y la beso
en la frente humeda de sangre, salada con olor a mar. Coloco la almohada como una corona
de espinas y

-¡Asfíxiala!- grita el otro con gran desesperación- ¡asfíxiala! No lo pienses, ¡asfíxiala!


¡mátala! No te quiere ¡mátala! ¡Por favor! ¡Mátala!

-Eso hago- replica C.J. con tono vibrante

-Tú no la matas. –dice “el otro”- Yo no la mato. Yo soy yo y tú eres yo. Ya no respira. No
opone resistencia. Yo no la mato y está muerta. Ella se mata. Quiere morir. Se mata. No,
no. No. No.

-¿ por qué se mata? Yo la amo. Somos felices.-Agrega C.J.- ¿por qué se mata a sí misma?
El motivo es ambiguo. Comienzo a marearme. Veo variaciones del tono negro. Cierro los
ojos y es negro repugnante.
Tardo alrededor de veintiocho horas en reponerme de mi desmayo. Ya son las veintinueve
horas y en el edificio suenan pasos. “El otro” fuma arrodillado junto al cadáver con un
bisturí en la mano derecha. Me levanto de sobresalto me abalanzo sobre él.

-¿Qué haces? ¿Por qué mutilas el cadáver?-dice C.J. de manera débil- ¿Por qué fumas?
Saben que somos nosotros,

-Tranquilo, ya está muerta. –dice “el otro” – nos deslindamos con atravesar la puerta

-Salir de aquí es una tontería sin pruebas obvias de nuestra no permanencia aquí

-Nadie debate eso. Te das cuenta cuantas veces articulas oraciones negativas –agrega “el
otro”

-¿de qué hablas? Tú me involucras. Eres un manipulador – mi voluntad es insana, nadie


quiere estar en mis zapatos, es mi condición. Eres un aprovechado. Deseas que confiese el
crimen- que lo solucione de manera clara. Quieres escuchas un “yo la mato” ¿por qué
quiero matar a alguien que en mi vida veo su rostro? No lo hice. ¿Por qué investigarme a
mí mismo? Es una idiotez volver a la escena del crimen una vez muerta. Ella es un cadáver.
Dejemos las cosas como están. No quiero escenas honoríficas.

El otro sigue fumando su puro sin responder a mis injurias. Un silencio sepulcral tiene
sentido. “El otro no insiste más en el asunto por un tiempo. Ambos estamos agobiados de
tanto ejercicio mental.

Me recuesto en el suelo. me duermo al instante. Un sueño muy particular. Todo es negro y


una imagen realmente oscura, sin movimiento, con características de aburrimiento y
sosegado goce.

Ya es de noche cuando decido abandonar el descanso. “El otro” tiene ojeras pronunciadas
en un tono verde-azul-negro. Siento que ya no puedo continuar. Mi cerebro se niega a
seguir elucubrando una muerta realizada. Quiero escapar de aquí y no puedo. Abandono y
me convierto en el asesino

El cuarto sigue sin iluminación, sin ventilación. Se respira putrefacción. El cadáver se


hincha y sus ojos ahora miran a cualquier lugar
-¿cómo te sientes? –pregunta “el otro” , su recurso habitual y sistemático para embarcarme
de nueva cuenta en el asesinato.

-¿Cómo crees que me siento sin alimento, agua?. Siento que me asesinas mientras investigo
algo que se soluciona con inventiva barata.

-¿cómo debe sentirse un asesino-dice el otro- en un momento frenético después de aniquilar


a su víctima? Al asesino eso no le importa y se dedica a cortarla en pedacitos. Luego la
acomoda, cómo una pieza de arte

-Qué equivocado estás- respondo- ¿supones que yo la mato y qué yo soy el asesino?

-No lo supongo. Tú eres el otro y yo soy tú al mismo tiempo. Soy “el otro”

-¡por dios! Basta de la psicología barata. Consigue a alguien más para que siga con su
charlatanería

-No es psicología barata. Tú eres “el otro ¿Sabes por qué la corto en pedacitos?

-Porque eres un psicópata –dice C.J.

-No. Ella me lo pide. Esto es una muerte anunciada. Se me vende por segunda vez. La
primera al enamorarse de mí; la segunda por amarme. De sobremanera sabe que no tiene
escapatoria. Se quiere a sí misma en trozos. Cada uno de sus miembros los reparto a cada
uno de sus familiares. No puedo hacerlo. Me enjuician y yo soy un asesino como todos. Es
un crimen pasional.

-de qué hablas. Estás demente- dice C.J.

C.J. se abalanza sobre “el otro”. Su debilidad permite que “el otro” lo empuje con facilidad
y salga disparado hacía el cadáver

-¿Por qué demonios me traes aquí? ¿Qué chingados quieres?

-Sé que me preguntas –Contesta “el otro”- eso y mil cosas más. Te traigo para que
comprendas que tú eres “el otro” y piensas como “el otro”. Eres el único que puede
solucionar este crimen. Sólo quiero comprobarlo. En verdad, eres un genio, un artistas y te
envidio pero te mato para cumplir la última voluntad de mi amada y la mía.

-¿Qué? Dice C.J.

-Lo siento, vamos a morir…

todos es negro, más negro, mucho más negro

Mierda ¿Qué demonios hago aquí tirado y con un cerillo en la mano?. Primero termino en el suelo
antes de incendiarme, A pesta a gasolina. En realidad veo que mi auto suicidio es una nave
espacial que me lleva por donde no hay miedo. Es algo en el juego, sabes, montarte al submarino
amarillo cantando con las sirenas. Cuando veo mi propio desastre en esa máquina y muero a
pedacitos ¿Cómo llamarla? Es un canto a mí mismo y tumbo sobre planos de hastío. De estas tierra
y de toda la genealogía que me acompaña en los vientos. Con mi aliento hago vaho para cantar
con aleteos el arcoíris de mi tórax, el falso arcoíris que reproduce el espejo desenfrenado. Pero
estoy cargado a aromas. Y siento como me flue y en sangre. El encanto del drenado. Me desnudo
donde se va a descansar el auriga. El caer de mis huesos. tengo discusiones con el otro, así me
llamo cuando me paro frente al espejo. Hay buenos momentos en las sonrisas que me desean
buena suerte. Me pregunto o le pregunto más bien al otro. ¿qué chingados quiéres? Y le grito a la
naturaleza que repite ecos. Dice, eso soy. Ecos. ¿De qué hablo? cuando conozco que la mirada está
separado de mí, un cuerpo mirando un libro- ¿para qué leo si no sé interpretarme? Se abalanza el
otro, detrás del espejo y me veo manchado de gasolina. Todo se filtra. El comienzo. El fin Una
muerte que se anuncia. Lamento comprender la fuerza de i naturaleza que suena a canto de
pájaro en una imagen desfigurada frente a mí. Así que mi cerebro se niega a seguir elucubrando
una naturaleza que se desvanece. En el atardecer. Soy este. En todos los tiempos. El presenta.
Muerte o dios. Murdoc is god, johny is dead, y es inútil el recurso habitual. Sin mí, sin ti. sin todos.
suena el teléfono ¿y yo qué sé de las cosas perfectas. Noche Hermoso en mi cuerpo y por ello te
lo sacrifico. No quiero muertes horribles, me preocupa lo sigiloso de los que aman, tengo una gran
euforía por saber que me espera del otro lado. Un epitafio La exaltación para el mundo
microscópico de mi pelvis. Porque la coyolxauhqui. Tranquilo, ya estás muerto. Con la cabeza
mirando hacía el libro. con los ojos hacía atrás. Obervo. sin discurso. ¿por qué me matan?
Reclinado. me levanto de la banca hacía dos. Vestido de maleza hasta los tobillos. Has ta la
cabellera calva sobre la hoja de un nopal. Debajo de las costras de los árboles enfermos de costras.
Qué tonto soy. Puedo morir asfixiado. o un licuado de pastillas. De mañana. El cielo es un océano
de sirenas varadas, colgadas por la cola de la snubes. y regreso al pasillo principal. Me asomo. Un
Ford T con combras. me dirijo a la recamara . Vacía. Los carruajes arrollan agua para evitar el
desastre del poso. Los colmillos suenan por allí. Entre lo negro a mi propio hijo. Al regazo de mis
manos. Exhalas. En tantas lenguas de Babeñ ¿qué es lo qué dicen de allí? no lo sé. La muerte de
un gato. El andar a gatas. hasta que de píe. Mediodía. Nadie sabe la historia de los místicos y los
hombres. Ni yo mismo. Canto al diosario de la casa abierta en puertas y ventanas y en 4 3 2 1 Un
poema lleno de armarios dentro. Repetitivo. La silla de un loquero. Llamo a mí mismo. El otro dice
que desaparezco. El llanto apagado de los ángeles, qué hermosos ojos tan asiáticos. Puerdo ver su
pecho. Y todo en palabra clave. Un ojo más grande que el otro. ¿de qué hablo? De paradojas.
Embono las partes que se cierran en un círculo. Apuesta al mayor postor. Lo primero que soy son
un montón de notas de periódico, escurriendo en un sueño dramático. Ya matan su carne en arte.
Devastado, saqueado y golpeado. ¡oh, hermoso germano! De nombrarme me doy asco. ¿Hasta
dónde la náusea? No. No. No. Dice alguien detrás del espejo ¿Intuición? yo me mato. ¿para qué
vivir si no hay nada que valga la pena porque trabajar? Las buenas viejas noticias las traen los
jóvenes ¡qué es de los jóvenes que esperan vida? ¿Si de la muerte se produce la vida….? Al final
del camino y mucho más arriba es más agradable. Cuento las hojas de las plantas. Del tabaco. Del
sol. Asomo a la calla y sigue esa sombra. Es lo mismo el bien que el mal. Mi padre lo paga para que
no intente suicidarse con los carros. Pero me rebelo, porque ya no encuentro esencias, Es lo que
me hace platicar conmigo.. Sólo yo hago los murmullos a través de la sangre que inunda mis
pulmones. Pero altero el escándalo de las plantas y me las embarro en mi cuerpo para reflejarme
en el sol, las montañas y el venado con más naturaleza para mí. Me asomo y suena e motor de
todos los poemas. Olvido, a propósito, más el mundo de los muerto que de los vivos. No hay más
putrefacción que el cuarto de ahora. Instinto de multiplicarse. Y la preñez y ella, la diosa junto al
mismo palo. Y yo y este Diosario estamos. sí falta uno, falta el otro. Me quedan dos segundos. y yo
qué decido no contestar. El otro sano y limpio. pero todo me es conocidos. Río. Canto y me
levanto al anochecer que es el cigarro con aroma a nostalgia. ¿contesto o no contesto? Me
quedan dos segundos para iniciar de nuevo. De no de día. Me voy y me vengo. Veo todo en
panorama. El mundo sobre un recorte en lo que acontece leno de ahí. Miro hacía atrás y me hago
de sal. espero-5-4-3-2-1 0 1 2 3 4 5. Apago las sugestiones transparentes en el humo de cigarro y
me detengo frente a los afiches. me asomo al carro y todo se ve nebuloso. No se ve sombra sobre
la parte del pasajero, y mucho menos en la del conductor. Mejor regreso a los afiches donde
correspondan, no sea que desato un infierno.
Mierda . ¿Qué demonios hago aquí, y con un cerillo en la mano? Apesta a gasolina, seguro
me desmaya y caigo al sueño. Siempre me pasa y no aprendo. Volteo hacia la derecha y
está mi maqueta y más allá una máquina corta cuerpos. Un maniquí relleno de sangre. hasta
parece que lo hace dios. Imita a la perfección la realidad del funcionamiento corpóreo. Lo
copio muy bien. Todo está tan estructurado que es un buen reportaje del que nadie sabe si
es un suicidio o un homicidio o infanticidio, qué sé yo de esas cosas del demonio; pero eso
sí, todo será ficcional. ¿Qué le ponen las noticias, Diosario de la muerte, o qué? Y se habla
de ello. Y así, si me pongo a inventar una historia y hay dos oficiales, como en las
películas. Sí. Son dos oficiales. Los nombro: el otro y cj. Jajajajajajajaja. Qué nombres tan
graciosos. Se llenan de preguntas cotorronas frente de lo que llaman: escena del crimen.
Jajajajajajjaja: se me ilumina una sonrisa de tinta corpórea debajo de la nariz. ¿qué se
dicen? Se hacen enemigos el uno del otro, aunque se conocen demasiado bien. Me suena a
Sherlock Holmes. Sí. A eso suena. Sí, El resultado me parece simple ¿O no? no lo sé, no es
mi problemas. Pero sí, eso sí, es tan intrigante que sé de qué forma van a caer mis piezas
corpóreas pero no mi cabeza, esos treinta segundos al azar y que sea intrigante como Jack
el destripador, con leyenda y todo. Los agentes tienen problemas con ellos mismo. Caen en
su propia trampa. Como el ratón que quiere su queso en la jaula metálica. En fin. Sí En fin.
Me largo de casa. Visito a una amiga. Se llama Polly. Le duele la espalda, como si le limpio
la espalda para que salgan sus alas. Pobrecita. Le duele. Prometo que ella me lo pide. Me
ama. O eso dice, que soy Momo, que sólo la escucho y no hablo, sólo pienso. Que ella es
todas las voces y se escucha por primera vez a sí misma. Que sólo la respiración le corta
ese hilo de pensamiento, es asmática. Pero cancelo mi suscripción a la resurrección con el
suicidio mejor planeado. Es verdad. ¿Quién tiene una máquina para cortar el cuerpo de una
forma chula cómo yo? Nadie. Es verdad. Sigo con esa historia. Entonces el otro embauca a
cj, porque el otro recibe de primera mano un folder que dice secreto o confidencial, no
importa, da igual, Entonces lo lee y se impresiona y no sabes qué hacer frente a tal escena.
Lo llena de un asco y grita por angelical, sin embargo los cortes son tan precisos que llora.
Nota un conocimiento perfecto. Un poema en putrefacción. El otro decide que tiene tres
días para resolver el asunto sin la presencia de los medios públicos. y le dice a cj y es de
noche. Llamo a polly para cancelar la sobada. No. Me siento en una banca a fumar y pienso
en lo agobiado que es un ejercicio mental para ir al universo. Aún no me mato y pienso en
cualquier dirección, eso no lo pronóstico. Dicen que veo treinta segundos después de mi
muerte, o igual resucito. Da igual. Es una escena horrífica ver un rostro que les caen hojas
otoñales por la cara. No saber de qué hablo. Manipulación. Cj el otro. Desmayos y muerte y
querer morir. No respira y lo mato en el pasillo principal. Más lento que una bola de un
cañón en una champagne supernova. Tomo el carro y escucho como ruje el motor. Ya lo
llevo al mecánico a que lo arregle. Eso me espera cuando mañana llego del trabajo. Espejos
: Roro. Caleidoscopio. Recuerdos En realidad nada. Retrocedo en el tiempo. Inhala. Exhala.
Eso me enseñan en la clase de yoga. Pongo el estéreo y suena Nirvana con letra de
Morrison. Been a song se llama. Despierta. Alerta. Qué dicen los medios de comunicación:
carro cerrado, cinturón, espejos laterales, retrovisor. Hasta parece que no tengo sombra.
Todo listo. Nada de calzonadas. Quieta. Sí. Tú. esa la del espejo. Jajaja Qué tonta estoy
¿Por qué platico con el espejo? Oye. Tiene mucho que no me veo en el espejo sin
maquillaje. Pucherito: Sí, tú. ¿Yo? No, ya Jajaja Tonta. Esas clases de medicina me ayudan
mucho para entender de anatomía. ¿Qué es de ella mi suicidio? Nada, en realidad: nada.
Tomo un licuado de aspirinas y listo. Pero no. Es arte en estado puro. Donde no eres el otro
para quejarte de la forma de expresión: no sé de dónde saco tanta tontera. Eso soy. una
tonta. Que tonta esto. que tonta lo otro. No es así. Veo muchas imágenes en los rostros por
allí en la vida cotidiana que expresan perversión. ¿Intuición? No lo creo? Mejor prendo otro
cigarro y no juego ni al investigador ni al investigado. Órale. A veces no sé cómo me
traslado de una senda a otra. Por eso creo que no tengo sombra. Ya llego a casa de mi
amiga. Ya sé cuántos pasos son del carro a la entrada y así. Camino nueve pisos y toco el
timbre y me dice que pase y subo al elevado y doy vuelta y le puso al dos y salgo y cinco
paso del elevador a su puerta. Me abraza, está mi familia, dice. los saludo. los dejo a mi
espalda, me doy la vuelta y veo por la cortina un carro Ford T. Y sí. No se ve sombra en la
parte del pasajero y mucho menos en la del conductor.

Mejor regreso los afiches a donde corresponde, no seas que desato un infierno.

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