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OSCAR DE CRISTÓFORIS

Licenciado en Psicología. Psicoanalista.

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XIX JORNADAS ANUALES ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PSICOLOGÍA Y


PSICOTERAPIA DE GRUPO–PSICOANALISIS DE LAS CONFIGURACIONES
VINCULARES

JORNADAS Y CONGRESOS, NOTAS EN MEDIOS PUBLICACIONES

XIX JORNADAS ANUALES ASOCIACIÓN Articulos


ARGENTINA DE PSICOLOGÍA Y PSICOTERAPIA DE Actualidad
Familia
GRUPO–PSICOANALISIS DE LAS Parejas
CONFIGURACIONES VINCULARES Psicosomatica
Vinculos
 Oscar De Cristóforis  septiembre 11, 2003
Colaboraciones y aportes
SOBRE LA PAREJA ACTUAL Jornadas y Congresos
Libros
Acerca de lo radicalmente nuevo o “más de lo mismo” en el vínculo de Notas en medios
pareja.

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“La socialización no es una simple adjudicación de elementos
exteriores a un núcleo psíquico que quedaría inalterado; sus efectos están
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inextrincablemente entramados con la psique que sí existe en la realidad
efectiva. Esto vuelve incomprensible la ignorancia de los psicoanalistas BUSCAR
contemporáneos respecto de la dimensión social de la existencia humana”
C. Castoriadis.

POR FECHA
No sería demasiado arriesgado decir que la complejidad y
dificultad de la vida en pareja, (me refiero específicamente a la pareja
Elegir mes
heterosexual adulta del “tipo matrimonial”), con sus crisis, desencuentros,
engaños, malentendidos, reside en gran medida, en la cantidad de
exigencias que a la misma se le adjudican en los tiempos que corren.
Como psicoanalistas solemos decir que en el otro/a de la pareja
coinciden los avatares del deseo, de la pulsión, y del amor con un intento,
por lo menos aceptable, de satisfacción. Esto sólo bastaría para hablar de
su carácter paradojal. Pero quisiera referirme en esta oportunidad, a
aquellas exigencias que provienen del campo social, como productoras
de malestar en el vínculo. Considero que tener en cuenta fenómenos que
hacen al código, la referencialidad, al contexto en donde se despliega la
cotidianeidad de las parejas no es un agregado más a su conflictiva: es
en muchos casos, la problemática misma por la que consultan, donde las
rápidas y novedosas transformaciones culturales no pueden ser
debidamente metabolizadas, provocando efectos a la manera de lo que
entendemos como “trauma social”. A veces el impacto que produce una
crisis social (o cambios muy bruscos) sostenida en el tiempo, deja a los
sujetos incapacitados de reacciones simbólicas adecuadas (esquemas de
acción e ideológicos), desbordados en sus posibilidades de elaboración
psíquica para asimilarlos. La idea, entonces, es poner a trabajar las
diferentes maneras en que el contexto social actual incide en los
vínculos y en los procesos de conformación subjetiva, “considerando las
patologías, síntomas, síndromes, afectos, ideas, significaciones, deseos,
estructuras defensivas y fantasías de cada sujeto, en su relación con la
trama interpersonal en la que está inserto y de acuerdo a las condiciones
sociales en las que vive” (L. Edelman-D. Kordon)

La pareja humana, como cualquier otra práctica social, sufre


transformaciones epocales. ?Cuáles son en los albores de este nuevo
siglo, algunos rasgos distintivos y originales que la caracterizan y que la
distancian, por lo tanto, de la que corrientemente nombramos como “
tradicional”? Es casi seguro que al referirnos a esas transformaciones ya
las hayamos percibido, discutido, pensado, y por que no, hasta vivido,
porque estos cambios no se instalan de un día para el otro, sino que son
el resultado de un continuo y progresivo proceso. Y además: ?cuáles son
actualmente los ideales que se trasmiten socialmente que se convierten
en exigencias imperativas del ideal del yo, que promueven a veces
patologías en el sentido de la sobreadaptación, compeliendo al yo a
realizar esfuerzos que trascienden sus posibidades y que en el caso de no
ser cumplidas deteriora la autoestima?

Transformaciones, por un lado, exigencias a la manera de “ideales” por


otro, todas provinientes del campo social, modifican la vida en pareja.
Creo que estamos asistiendo a modos de relación radicalmente nuevos.
No pienso que sean “formas fenoménicamente nuevas”, es decir, en
apariencia, en el ropaje, como nueva combinatoria de invariantes ya
existentes. Es algo “radicalmente nuevo”, como en la línea del
acontecimiento (I.Lewkowicz), si bien el campo de inscripción es la
situación previa, que se da a través de situaciones y configuraciones ya
existentes. Pero lo radicalmente nuevo no se reduce a los términos de la
situación previa.

Espacios ganados por la mujer. La primera de las transformaciones a la


que me referiré (y que me parece que es medular para la vida en pareja)
es al tremendo cambio que ha experimentado la mujer en el mundo
social, y que se viene dando de manera extremadamente revolucionaria
en los últimos cincuenta años. La mujer ha ocupado cada vez más,
espacios (que abarcan lo laboral, cultural, científico) que le estaban
tradicionalmente vedados, como una penetración masiva al mundo
público, que durante siglos lo tenía interdicto. Esta explosión de
participación social lo relacionaría con la “modificación de las categorías
de lo femenino y masculino” ya que se retroalimentan e implican. Cada
vez hay menos elementos propios de un género en particular: se
distribuyen de manera más igualitaria los roles, los bienes (materiales,
simbólicos, eróticos), el poder.

Se evidencia una marcada transformación en la idea y asunción de la


maternidad: desde que deja de ser el centro en el proyecto de vida para
la mujer (y a veces también la paternidad para el hombre), hasta la
postergación de los tiempos, avalado por la tecnología biológica (ruptura
de la ecuación ser mujer = ser madre). También hay cambios en las
prácticas sexuales (erotismo), destacándose una mayor búsqueda de
placer en la mujer, liberación, mayor uso de las formas de seducción,
modificación de la idea de pasividad – actividad.

Por lo que se desprende de lo anterior, esta ocupación por parte de la


mujer de prácticas públicas y privadas “ innovadoras” (que coexisten por
supuesto, con otras tradicionales), con mayor independencia y autonomía
económicas, con una mayor participación en el nivel educativo, en
síntesis, con una progresiva salida de la subordinación subjetiva en que
la mujer fue compelida durante siglos, no deja al hombre indemne, sin
ninguna duda, al menos lo coloca en una situación de “perplejidad” e
“incertidumbre”.

Sin embargo, todavía hoy en el imaginario social, los valores femeninos


se encuentran asociados a debilidad. Persiste también la homologación
del género humano con lo masculino (ser humano = ser hombre), hecho
que ha perjudicado a la mujer durante largos períodos históricos,
sumiéndola en sentimientos de inadecuación, desvalorización,
aislamiento, entendiéndose muchas de sus características personales
como lo negativo de la positividad masculina. Muchas teorizaciones en
psicoanálisis sufrieron esta influencia “de lo masculino” aplicando una
lógica binaria con planteos cerrados que restringen las nociones de
hombre y mujer a un único sentido posible (activo-pasivo; fuerte-débil,
racional-emocional, etc.) (Ana Fernández).

Pero no hay dudas que esta situación está cambiando aceleradamente. A


veces hasta el extremo en que lo femenino pasa a ser la única mirada
(feminismo a ultranza). En ese caso se queda atrapado en un episteme de
lo mismo: la diferencia se piensa desde una lógica atributiva, binaria y
jerárquica.

Hoy pensamos en un imaginario social que organiza el orden ilusorio


para cada sexo, instituyendo los roles de género, y por que no, las
prescripciones, prohibiciones, expectativas para cada miembro de las
parejas sexuales adultas (no tan solo la matrimonial). No sólo es un
enigma lo femenino, sino también lo masculino, ambos diferentes,
ninguno superior al otro.
En los últimos cincuenta años el rol femenino sufre cambios drásticos§;
señalo los más importantes: a) liberación demógrafica de la mujer, como
lo plantea A. Imhof, a causa de la esperanza de vida. El “estar para los
hijos” se ha convertido en un período transitorio en la vida de la mujer.
(Esto también es válido para el hombre; y además este significativo
aumento de la esperanza de vida colabora para que ambos estén en
condiciones para poder conformar varias parejas a lo largo de la
biografía personal)·; b)descalificación del trabajo doméstico; c)
anticoncepción (se libera la sexualidad femenina del fantasma de la
maternidad); d) derecho al divorcio (mayor permisividad en el planteo de
las separaciones conyugales); e) participación masiva en la enseñanza y
las profesiones; f) entrada explosiva al mundo laboral; g) movilidad
social cada vez mayor.

Con respecto a la sexualidad, aparecen diversidad de sexualidades y


posibilidades de elección y simultáneamente hay una caída de la
certidumbre moral (y por que no, científica) que controlaba la diversidad
y limitaba la elección. Autores como J. Weeks nos hablan de un
liberalismo sexual (como corolario del individualismo radical de nuestra
época) que hace del placer individual el único patrón (o por lo menos el
más importante) en la ética sexual. El colapso de la viejas tradiciones y
certidumbres morales con respecto a la sexualidad no puede dejar
indemne a la pareja sexual adulta, planteándose nuevas formas de
relación y haciendo de las mismas un terreno de experimentación, de
exploración de lo erótico, de búsqueda permanente y apremiante de
satisfacción del deseo sexual (Y como paradoja, nuevamente, coexisten
relaciones sin sexo, y sexo sin relaciones).

Si se está en líneas generales de acuerdo con lo que hasta aquí


planteado, deberá admitirse entonces que la pareja sexual adulta, como
el lugar de encuentro de subjetividades en vertiginosa transformación,
será portadora de un malestar tal vez más pronunciado que en otras
épocas.

Tanto en la mujer como en el hombre se nota el choque de intereses


entre amor, familia, trabajo y libertad personal. Algunos sociólogos (U.
Beck) describen esta época como de “caos normal” o “incertidumbre
permanente”. La pareja familiar única para toda la vida coexiste con un ir
y venir entre diferentes parejas familiares temporales y/o formas de
convivencia no familiares. El número de posibilidades aumenta día a día.
Ya no está claro si hay que casarse o convivir, si tener y criar un hijo
dentro o fuera d la familia, con la persona con que se convive o con la
persona que se ama pero que convive con otra, si tener el hijo antes o
después de la carrera o en medio (R. Flecha – Lidia Puigvert).

A su vez, parecería que cuanto más vulnerable se convierte la pareja


matrimonial, el modelo de pareja ideal (y por que no “perfecta”)1 se
fundamenta más en el amor, la pasión, la atracción mutua. El amor se
hace más necesario que nunca y al mismo tiempo imposible; se torna
huidizo en cuanto se ponen en él todas las esperanzas y se le convierte
en el lugar de culto3 de la sociedad que gira alrededor del concepto de
autorrealización. Pero contradictoriamente hay una marcada tendencia
hacia la individualización social: los individuos se “liberan” de los roles
de género marcados por la sociedad de la modernidad, se exaltan las
formas personales (individuales) de “éxito”, hechos que atentan con una
“armoniosa y solidaria” vida en común proyectada en pareja. Hay mayor
libertad de expresar impulsos y deseos antes reprimidos; se exalta una “
cultura del placer”, se busca gozar ya, no en el futuro, se persigue más el
derecho propio a veces en contra de la comunidad.

A esto cabría agregarle otro antagonismo: entre las exigencias del


mercado laboral y las relaciones amorosas (donde se incluiría no sólo la
vida en pareja sino la maternidad, paternidad, amistad). Dicha exigencia
plantearía la necesidad de una persona individual y totalmente móvil
que debe cumplir con las demandas y los demandantes del mercado
laboral, sin casi tomar en consideración los vínculos de dicha persona
(gran dependencia del “individuo liberado” con el mercado laboral). Se
crea entonces una contradicción desestabilizante entre las exigencias de
la relación de pareja y las exigencias del mercado laboral, que en muchos
casos se hace imposible resolver.

Refiriéndose a esta idea de los “mandatos y exigencias sociales”, S. Zikek


plantea que nuestra posmoderna sociedad reflexiva que parece
hedonista y permisiva está realmente saturada con reglas y regulaciones
que pretenden servir a nuestro bienestar (restricciones sobre el fumar, el
comer, el vestir, reglas sexuales, etc) El “tu puedes porque debes”
(principio Kantiano) es sustituido por “tú debes porque puedes”. De ahí el
Viagra: si se hace cargo de la erección, por lo tanto no hay excusa, “debes
tener sexo cada vez que puedas y si no lo haces deberías sentirte
culpable”. Es la tiranía del super-yo: “tú debes alcanzar tu completa
realización, porque puedes. El deber deviene placer: se tiene que cumplir
con el deber y se tiene que gozar haciéndolo. Pero además la paradoja
invertida del placer convertido en deber. Hay que pasarlo bien, disfrutar
como si fuera un deber y si no sentirse culpable por no ser feliz

“El super-yo controla la zona en que estos dos contrarios se superponen,


donde el mandato de disfrutar cumpliendo tu deber coincide con el
deber de disfrutarlo.” (Esto último me parece absolutamente apropiado
para pensarlo en los modelos de “construcción de las parejas
matrimoniales actuales”).

Vivimos en una sociedad que como plantea Castoriadis “parece haber


perdido su condición de morada de sentido y valor, y la referencia a una
historia pasada y futura, dotada también de sentido”. Se sufre por una
vida sin sentido; el sufrimiento adopta la forma de “vacío existencial”. Y
para llenar ese” vacío, dar sentido y arraigo a la vida, se busca el “amor
romántico” en la relación de pareja,4 que se convierte en necesario. “El
matrimonio se transforma en una institución especializada en el
desarrollo y estabilidad de las personas” (Ryder, N.B.) Amor e identidad se
entrelazan. Nueva y pesada exigencia para la vida en pareja! Son
expectativas muy altas: se anhela un confort y estabilidad que, por los
factores que vengo señalando, son muy difíciles de alcanzar (algunos
autores coinciden en pensar que el gran problema de la vida privada en
la actualidad es la “vida en pareja” ). Por otro lado, los contenidos de lo
que es y debería ser el amor cambian en el curso de la historia. El amor
es, además de tantas otras cosas, una construcción de exigencias
normativas que requiere procesos de negociación, elaboración, mediación
muy complejos; y por eso mismo se torna difícil y a veces hasta
imposible. “Definición de una pareja actual: no se quieren se hablan”. Así
ilustra V. Hage (1987) la necesidad que se tiene del diálogo permanente
para establecer negociaciones en la actualidad. Lo llama además “trabajo
relacional”. Las expectativas de lo que debe ser y hacer cada miembro de
la pareja están marcadas por una hibridez inquietante. M. Kundera dice al
respecto que el hombre sigue interesado en una mujer que ya no existe y
las mujeres andan en busca de un hombre que no ha nacido todavía.

Hay una emergencia de “sujetos privatizados”, pero al mismo tiempo el


sujeto resulta cada vez mas excluido, autómata, respondiendo al mandato
de consumir determinados objetos para ser, por ejemplo “exitoso” o un “
triunfador”, quedando congelado en una identidad mortificante. Se
cumple con ideales que revisten características tiránicas, se persigue una
imperiosa inmediatez para la concreción de los logros, se vive en un
presente continuo, como queriendo conjurar la muerte y la transitoriedad
inherentes a la condición humana. Ya lo planteaba Freud, que el dolor
que acompaña a la obediencia es preferible al dolor que acompaña a la
libertad.

Cómo no pensar entonces que estos cambios que se vienen produciendo


aceleradamente en el contexto socio-cultural (en esto que solemos
llamar posmodernidad, con su fase actual de globalizacion)5 no van a
repercutir en los modos de vinculación (pareja, familia, amistad…), en la
construcción subjetiva, en las formas de presentación del sufrimiento
psíquico actual?

Creo que varios de estos hechos muy sintéticamente aquí presentados


como “fenómenos de cambio epocales con efectos en el vínculo de
pareja”, se amalgaman con la fantasmática particular operante en ese
vínculo, generando la necesidad de un permanente “plus” de trabajo
psíquico vincular.

Me parece que en nuestro trabajo clínico con parejas no podemos


soslayar problemáticas de esta índole, procurando tratar de crear
espacios de elaboración y de creación de nuevos sentidos para los
mismos, lo que puede disminuir en forma significativa gran parte del
malestar que los trae a la consulta. Señala un graffitti actual: “queremos
querernos, pero no sabemos cómo”. Tal vez nosotros como terapeutas de
pareja podamos colaborar para encontrar ese “cómo”.

Agosto 2003
Bibliografía:

Beck, U.-Beck-Gernsheim,E. “El normal caos del amor” Paidós.1998.


Castoriadis, C.””El imaginario social instituyente”Zona Erógena n* 35
1997.
De Cristóforis, O. “Amores en tiempos de crisis”. 15ta Jornadas
A.A.P.P.G. 1999
Edelman,L.-Kordon,D “Subjetividad y vínculo en relación al contexto
social”
Fernández, A. M “La mujer de la ilusión. Pactos y contratos entre
hombres y mujeres”. Paidós 1993
Lewcowiz, I. “La irrupción del acontecimiento” Seminario en
A.A.P.P.G.1997
Puget, J. “Nuevas familias.Por que perder la capacidad de
asombro”Informe A.A.P.P.G. 1997
Puget,J (Comp) “La pareja y sus anudamientos. Erotismo. Pasión.
Poder. Trauma. Ed. Lugar 2001.
Ryder, N.B. “The future of American Fertility” N.York. 1979
Roudinesco,E. “La familia en desorden” F.C.E. 2003.
Zizek,S “Tú puedes” En Antroposmoderno. New Yor. 1999.

¨ República de la India 2915 6ª C.P 1425 E-mail:


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Cuando en una cultura se producen cambios drásticos el resultado


será un proceso de desterritorialización y desarraigo de las cosas, las
ideas y las personas, es decir, el debilitamiento de los vínculos. Se
pueden generar condiciones de pobreza, privación, enajenación y
soledad.
Hay un pluralismo biográfico de las formas de vida, es decir
alternancias de formas familiares, con interrupciones de otras
formas de convivencia o vida solitaria. Convivencia prematrimonial y
matrimonial, pisos compartidos, paternidades pasando por uno o dos
divorcios, noviazgos post-matrimoniales, vivir solo; todo ello puede
hoy integrarse en un curriculum global. (U. Beck).

1 Ya en el primer tercio del siglo XX, aparece un libro, que sentó las bases
de lo que seguirían siendo las exigencias para la conformación de la
pareja matrimonial perfecta: “El matrimonio perfecto” del holandés Van
de Velde, que incluía hasta técnicas para alcanzar la “felicidad erótica”.

3 Idolatrización del matrimonio: como efectos de las pérdidas y duelos


que la posmodernidad instala. “Si no hay dios, ni cura, ni clase, ni vecino,
entonces queda por lo menos el “tú”, intento de llenar el vacío. Las
uniones se dan entonces también por miedo a la soledad.

4 Aries plantea que en casi todas las sociedades y épocas, menos en la


nuestra, había una gran diferencia entre amor dentro del matrimonio y el
amor fuera del matrimonio. Hoy hasta se pretende un “amor pasión” en
las parejas matrimoniales. Tal vez la precarización e inestabilidad de la
ocupación laboral en nuestros días, colabore para que la pareja se
convierta en el lugar más importante (y a veces único) donde se demande
placer y reconocimiento narcisista.

5 Los conceptos de posmodernidad, globalización y aculturación están


estrechamente unidos a las características de los cambios socioculturales
actuales. Se puede entender la posmodernidad como la caída de ideales,
presupuestos y paradigmas de la modernidad, con una repercusión tanto
en las identidades individuales como sociales (si todavía podemos
sostener esa diferenciación…), reconceptulizando la visión que se tenía
del mundo y todo el sistema de valores. Con respecto a la globalización
se podría resumir como la tendencia que se manifiesta en los procesos
de homogenización y estandarización de la cultura. Esta epoca que
podríamos llamar de “transición” plantea un malestar diferente a otras:
vacío existencial, exclusión social, incertidumbre, pérdida masiva de
certezas, desesperanza. Como plantea Roudinesco, triteza, apatia,
búsqueda de identidad y culto de sí mismo, sería las formas más
frecuentes que adopta el sufrimiento psíquico en nuestros días.

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