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El Viaje del Elefante Volador

Había una vez un elefante llamado Elmer que vivía en la selva más profunda de África. Elmer era
un elefante diferente a los demás: tenía unas enormes orejas rosadas que siempre había deseado
poder usar para volar.

Un día, mientras Elmer paseaba por la selva, se encontró con una bandada de pájaros que se
estaban preparando para migrar hacia tierras más cálidas. Elmer observó con envidia cómo los
pájaros desplegaban sus alas y se elevaban en el cielo.

Decidido a cumplir su sueño de volar, Elmer les pidió a los pájaros que le enseñaran cómo
hacerlo. Al principio, los pájaros se rieron de él, pero luego, conmovidos por su determinación,
decidieron ayudarlo.

Con la ayuda de los pájaros, Elmer comenzó a practicar día y noche. Aprendió a extender sus
orejas como alas y a batirlas con fuerza para generar suficiente impulso. Al principio, sus intentos
fueron torpes y descoordinados, pero con el tiempo, Elmer empezó a levantarse del suelo y a
volar cortas distancias.

Emocionado por su progreso, Elmer decidió emprender un gran viaje. Dijo adiós a sus amigos de
la selva y se lanzó al aire, surcando los cielos con sus enormes orejas rosadas. A medida que
volaba sobre vastas llanuras y majestuosas montañas, Elmer se sentía libre como nunca antes lo
había estado.

Sin embargo, su viaje no estuvo exento de desafíos. En su camino, Elmer tuvo que enfrentarse a
fuertes vientos, tormentas y depredadores acechando desde abajo. Pero con valentía y
determinación, logró superar cada obstáculo que se interponía en su camino.

Finalmente, después de muchas aventuras y peripecias, Elmer llegó a una hermosa tierra lejana,
donde el sol siempre brillaba y las flores florecían todo el año. Allí, fue recibido con alegría y
admiración por los habitantes del lugar, quienes quedaron asombrados por su increíble capacidad
para volar.

Elmer se había convertido en una leyenda viviente, un símbolo de coraje y perseverancia para
todos aquellos que habían escuchado su historia. Y aunque nunca olvidó su hogar en la selva,
sabía que su verdadero lugar estaba en el cielo, volando libre como un pájaro, con sus enormes
orejas rosadas como alas.

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