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CURSO DE FOTOGRAFÍA

Unidad Didáctica Nº 5

El revelado en blanco y negro


Curso de fotografía Unidad Didáctica Nº 5

I El revelado del negativo


A) Procesos químicos y fotoquímicos

B) Pasos a seguir para revelar el negativo

II Positivado o paso a papel de la imagen


A) Equipo necesario

B) La hoja de contacto y la tira de prueba

C) El proceso de positivado

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Curso de fotografía Unidad Didáctica Nº 5

I El revelado del negativo


Aquellos de se decanten por la fotografía en blanco y negro, tienen la posibilidad, por
un coste muy bajo y con las mínimas molestias, de crear un laboratorio en casa, y así revelar
sus fotografías ellos mismos.

El revelado realizado por uno mismo ofrece innumerables ventajas, pero la más
importante, es que podemos seguir manipulando la exposición y contraste de nuestras
imágenes, hasta mucho más allá de la mera toma.

Teniendo en mente esto seremos conscientes de la importancia del revelado ,y de


realizarlo de forma correcta.

Si nos referimos ya en concreto al revelado del negativo, la delicadeza de la cuestión


se agudiza, pues el revelado mal hecho de una copia implica tan solo sacar otra, pero si
revelamos mal un negativo, nos será seguramente imposible repetir uno exactamente igual.

Pero a pesar de la trascendencia, delicadeza, y de lo decisivo de este proceso, no hay


que llevarse a engaño: es un proceso, sencillo y fácil de llevar a buen termino. Aunque la idea
que tengamos es la de la manipulación de todos los elementos a oscuras, la gran cantidad de
diferentes tipos de reveladores, etc., la realidad es que todo es mucho más simple.

A) Procesos químicos y fotoquímicos

Aunque ya dimos un vistazo al principio del curso a los procesos fotoquímicos y


químicos que se dan durante la exposición y el revelado de la película, conviene recordarlos,
para ver claramente el paralelismo que se va a dar entre estos, y los pasos que vamos a seguir
en el proceso de revelado.

Recordaremos que la película, antes de ser expuesta tiene un color claro, lechoso, y al
ponerse en contacto con la luz, los átomos expuestos se convierten en plata metálica negra.
Este es el proceso fotoquímico, en el que la luz transforma los haluros de plata en plata
metálica.

Pero también recordaremos que tras esto, los átomos modificados son tan
insignificantes que a simple vista no se producían cambios en la superficie del negativo, sin
embargo ya esta ahí lo que llamábamos imagen latente. A estos átomos inicialmente
modificados se les llama núcleos de revelado.

Para que la imagen sea perceptible, dijimos que había que llevar a cabo un proceso
mediante el cual transformáramos en plata metálica todo cristal de haluro de plata que
contuviese algún átomo ya modificado. Este sería un proceso químico, en el cual, por la
acción del líquido revelador, las sales de plata con algún núcleo de revelado, pierden su átomo
de bromo, yodo y cromo, y se convierten en plata metálica.

Estos iones de bromo, yodo, o cromo que van quedando en el líquido revelador, son los
que hacen que este vaya perdiendo poco a poco sus propiedades, pues el líquido revelador
tiene un pH muy básico, que se va acidificando conforme recibe estos deshechos.

Seguramente recordaremos también que tras este paso todavía quedan cristales de
haluros de plata que no están impresionados, pero que se impresionarían si les diera la luz, así
que hay que hacerlos desaparecer para no echar a perder la película.

Estos haluros se disuelven en un líquido ácido, como es el fijador. Pero aquí se


plantea un problema, y es que si pasamos de un medio muy básico como era el del revelador,
a otro muy ácido, como es el del fijador, en este último terminaría por perder sus propiedades
en un par de usos, por lo que entre un paso y otro vamos a dar un paso intermedio.

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Lo que se hace es dar un baño a la película con un líquido ácido que va a hacer de
amortiguador del pH, es lo que se conoce como baño de paro.

Una vez realizado el baño de paro, ya podemos llevar a cabo el fijado.

Una vez concluido el fijado tenemos la película en un medio ácido, y además estará
impregnada de residuos de todos los procesos a los que se ha sometido, así que lo que resta
por hacer es lavarla.

Una vez visto el proceso desde el punto de vista químico, veamos los pasos prácticos a
seguir.

B) Pasos a seguir para revelar el negativo

En primer lugar necesitaremos una serie de útiles para llevar a cabo el proceso. Todos
son fáciles de encontrar en cualquier tienda de fotografía medianamente especializada, y
además no son caros en absoluto.

Pasemos a enumerarlos:

1.- Un tanque de revelado con sus espirales.- El tanque es un recipiente, por lo


general de plástico negro, de forma cilíndrica, que tiene una tapa a rosca que nos permite
introducir líquidos en él sin que entre la luz en su interior.

Dentro de este se encuentran varios espirales. Estos son una especie de carrete,
parecidos a los de hilo, o a aquellos que se utilizan para enrollar cables. Estos espirales se
abren a la mitad y sirven para enrollar la película sobre sí misma sin que sus caras se toquen,
pudiendo así llegar los líquidos a estas de forma completa y uniforme.

Estos espirales están insertadas en un eje que se puede accionar desde fuera para
hacer girar las espirales.

Normalmente, para un uso personal se utilizan tanques pequeños, con capacidad para
dos espirales.

2.- Botellas de líquido revelador, líquido de paro y líquido fijador.- En sus


respectivas etiquetas encontraremos indicaciones sobre los tiempos de uso, en función de la
concentración y temperatura en los que los usemos.

3.- Abridor de chasis.- Sirve, como su propio nombre indica, para abrir el chasis de la
película. Puede servir igual un abrebotellas.

4.- Termómetros.- Tanto para medir la temperatura de los líquidos como para medir la
temperatura de ambiente de nuestro laboratorio.

5.- Pinzas para negativos.- Se utilizan para colgar los negativos una vez concluido el
proceso, a fin de que se sequen. Cada pinza de negativos se compone de dos pinzas, una con
un gancho tipo percha, que se coloca en un extremo del negativo para colgarlo, y otra con un
pequeño peso, que se coloca en el otro extremo para que cuelgue recto.

6.- Tijeras.- Nos servirán para cortar la película.

7.- Un reloj con segundero.- La exacta medición del tiempo de cada fase es de suma
importancia, si queremos obtener unos buenos resultados.

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Bien, si lo tenemos todo, podemos empezar con el revelado.

Una vez extraído el carrete (el chasis) de la cámara, lo primero que se debe hacer es
sacar la película del chasis para meterla en los espirales.

Esto se debe hacer sin luz, así que tenemos dos opciones: o bien apagamos la luz, que
es lo que se suele hacer en la mayoría de los casos, o bien utilizamos bolsas especiales que
existen en el mercado en las que metemos todo el material y trabajamos con él. Si optamos por
apagar la luz, debemos asegurarnos deque en el cuarto no entra luz por ningún sitio, y más
cuidado debemos poner, cuanto más rápida sea la película que nos disponemos a revelar.

En ambos casos siempre trabajaremos sin ver lo que tenemos entre manos, así que
puede ser buena idea practicar primero todo lo que vamos a contar, con una película vieja, a la
luz, para acostumbrarnos más rápidamente.

Pues bien, una vez con el material a salvo de la luz, abrimos el chasis y extraemos la
película. Utilizaremos las tijeras para cortar la parte del final de la película (la lengüeta). Si
tenemos una película que nos permita dejar la lengüeta fuera tras rebobinar, podemos cortarla
a la luz.

El corte es recomendable que se haga entre dos perforaciones y redondeando las


puntas, para que entre mejor en los espirales.

Una vez hecho esto, nos disponemos a meter la película en el espiral, para ello
meteremos primero unos2 cm de película, y el resto lo meteremos moviendo a un lado y a otro,
de forma inversa, los dos lados del espiral. De esta forma, la película irá metiéndose sola en
este.

Si la película se atascara mientras la metemos, lo mejor es abrir el espiral, separando


las dos mitades, para sacarla y empezar de nuevo.

Cuando se llegue al extremo unido al eje del chasis, cortamos lo más cerca posible de
este y continuamos accionando las espirales hasta que la película esté totalmente dentro.

Ya podemos meter el espiral en el tanque, y una vez cerrada bien la tapa, podemos ya
encender la luz, o sacar el tanque de la bolsa, si es que la hemos utilizado.

Un paso aconsejable, aunque no imprescindible, antes de introducir en el tanque el


líquido revelador, es el del remojado de la película.

Este consiste en llenar el tanque con agua durante un par de minutos. Se debe intentar
que este agua esté a la misma temperatura que el revelador que se vaya a usar después. De
esta forma, adaptamos el tanque y la película a la temperatura de revelado, de manera que
también evitamos que estos varíen la temperatura del revelador.

El remojado es recomendable sobre todo cuando la temperatura ambiente este fuera


del rango de entre 19 y 25 ºC, o bien cuando el tiempo de revelado vaya a ser menos de cinco
minutos.

El remojado es beneficioso por varias razones, así, por ejemplo, con él hacemos que la
gelatina de la película se empape y se hinche, de forma que se facilita la absorción del
revelador, haciendo que el revelado sea más uniforme.

Por otro lado hace que el revelador dure más, pues con el remojado se elimina la capa
antihalo de la película. De no remojar, esta terminaría en el revelador, acortando su vida útil.

Además, se consigue que, al echar el revelador, se formen menos burbujas de aire, las
cuales evitarían que se revelasen partes de la película, dejando como puntos en esta.

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Una vez remojada la película, tiramos el agua, y comenzamos la fase de revelado


introduciendo el líquido revelador, que deberá estar a la temperatura que recomiende la
etiqueta del mismo. Según llenemos el tanque, pondremos a correr el cronómetro. El tiempo de
revelado, como ya hemos mencionado, dependerá del tipo de película, de la concentración del
líquido y de la temperatura, viniendo las recomendaciones en la etiqueta del recipiente.

Nada más llenarlo, golpearemos el tanque dos o tres veces contra la mesa, o la
superficie sobre la que estemos trabajando, para eliminar las posibles burbujas que se hayan
pegado a la película.

Una vez hecho esto, comenzamos a agitar el tanque de forma suave. La agitación,
normalmente, se hace invirtiendo el tanque cada cierto tiempo, aunque hay algunos tanques
que vienen con un eje accionable desde fuera, que hace que los espirales que hay en su
interior, giren.

Estas inversiones se harán de forma constante durante los primeros 30 segundos, y


luego se harán durante 5 segundos, cada 30 segundos, hasta que trascurra el tiempo de
revelado.

Esta agitación, es algo que se debe hacer en todas las fases del revelado, a fin de que
se renueve el reactivo que está en contacto con la película.

La agitación intensa, así como la alta temperatura y concentración del revelado, hacen
que el revelado sea más intenso, lo que a su vez aumenta el contraste y el efecto de grano de
la imagen.

Cuando queden unos 5 segundos para que se cumpla el tiempo de revelado, vaciamos
el tanque y comenzamos la fase del baño de paro, introduciendo el líquido de paro en este.

La función del baño de paro es, en principio, detener el revelado de forma rápida, a
través del cambio de pH, pero además, con este se consigue que el líquido fijador dure más
tiempo, pues este es también ácido, como el de paro.

La sustancia más utilizada como líquido de paro es una disolución de ácido acético en
agua al 3%, aunque se puede usar cualquier otro ácido débil. Este se puede sustituir por agua
sin más, cuando el tiempo de revelado haya sido de más de 10 minutos, pues en estos casos,
no es tan necesario parar el proceso de revelado de forma tan rápida.

El líquido de paro es efectivo tan solo unos 5 ó 10 segundos, por lo que bastarán unos
15 ó 30 segundos para completar esta fase.

No debemos olvidar agitar el tanque como se explicó en la fase de revelado.

En este punto, como ya hemos explicado, en la película hay, además de la plata


metálica que forma la imagen negativa, haluros de plata, o plata blanca, que no está expuesta
a la luz, pero que debe ser eliminada para que esta no se ennegrezca cuando se exponga a
aquella y nos eche a perder la película.

Esto lo vamos a hacer con la fase de fijado, así pues, después de vaciar el tanque de
líquido de paro, lo llenaremos con el líquido fijador, agitando el tanque como se ha indicado
anteriormente.

El tiempo de fijado variará entre los 3 y los 5 minutos, según el tipo de líquido fijador,
temperatura, etc., de forma que, una vez más, lo mejor, al menos para empezar, será
atenernos a las recomendaciones del fabricante que se indican en la etiqueta. En cualquier
caso, no debemos exponer la película al fijador durante más de 20 minutos, pues se atenuarían
las imágenes.

El líquido fijador más utilizado es el tiosulfato sódico, del que ya hablamos al comienzo
del curso, y al que se conoce más coloquialmente como hiposulfito, o “hipo”.

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Una vez transcurrido el tiempo de fijado, vaciamos el tanque y comenzamos con la


fase de lavado, llenándolo con agua corriente. Como tras el fijado de la película esta se puede
ya exponer a la luz sin peligro de que se ennegrezca, podemos abrir el tanque y dejar que el
agua discurra por este.

El tiempo necesario para llevar a cabo un buen lavado es de unos 30 minutos a unos
20 ºC. Cuanto menor sea la temperatura, mayor será el tiempo necesario para que se lave bien
la película.

Tras el lavado, es recomendable, aunque no imprescindible, hacer un humectado.


Este no consiste más que en llenar el tanque con líquido humectante, a fin de eliminar la
tensión de la superficie de la película, y de evitar que se formen gotas en esta durante el
secado, lo que podría acarrear la formación de manchas en el negativo.

Será suficiente con hacer el último aclarado del negativo con este líquido humectante.

Podemos comprar uno de los líquidos humectantes disponibles en el mercado, o bien


podemos utilizar un par de gotas de lavavajillas, diluidas en un litro de agua.

Una vez bien lavada la película, ya solo resta llevar a cabo la fase de secado. Para
secar el negativo, debemos sacarlo primero de la espiral, separando ambos lados de esta.

Al estar mojada, la gelatina de la película es extremadamente delicada, por lo que


deberemos manipularla por la parte velada y con mucho cuidado.

Una vez extraída, le colocamos las pinzas, y la colgamos a secar. No conviene ponerla
a más de 50 ºC, por lo que no es recomendable utilizar secadores ni nada por el estilo.

Existen pinzas de goma especiales para escurrir la película, pero si hemos hecho un
humectado, no valen más que para arriesgarnos a rallar el negativo.

Una vez seco el negativo cortarlo y meterlo en fundas.

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II Positivado o paso a papel de la imagen


Todo el proceso anteriormente descrito, tiene como única finalidad el darnos la
posibilidad de obtener una copia de nuestras imágenes en papel, con los tonos reales de la
escena, es decir, en positivo.

Si hasta el momento nos hemos tomado la molestia de revelar el negativo nosotros


mismos, no creo que ahora nos vayamos a la tienda de fotografía de la esquina con nuestro
negativo, para que nos saquen las copias a papel...

Eso sin mencionar las posibilidades de control sobre la imagen que el hacer nosotros el
positivado nos va a ofrecer.

A) Equipo necesario

Si para revelar el negativo nos podíamos apañar con una bolsa para manipular la
película, no haciendo falta el tener un laboratorio o cuarto oscuro, para obtener las copias a
papel nos encontramos con que sí es fundamental un cuarto oscuro, aunque sea provisional.

Un cuarto de baño interior, o en el que se puedan sellar las puertas y ventanas para
que no entre la luz, nos puede servir perfectamente.

El material necesario para hacer las copias a papel es el siguiente:

1.- Una ampliadora.- La ampliadora no es más que un proyector que va sujeto a una
columna, por la que se puede mover arriba y abajo, para elegir el tamaño de la imagen
proyectada.

La ampliadora tiene una fuente de luz, la cual posee un sistema por el que la luz se
distribuye uniformemente. Esta fuente de luz se enciende y apaga con un interruptor.

La fuente de luz en sí puede ser incandescente o halógena, y el sistema de difusión


puede ser de dos tipos: por un lado puede ser un sistema de difusión a través de un vidrio
translúcido no transparente, o bien puede ser un sistema de difusión por condensador, que es
como se llama al conjunto de lentes que se ocupa de distribuir la luz en este sistema.

De estas, el sistema de difusión por vidrio necesita una fuente de iluminación más
potente, y dan lugar a copias con menos contrastes, mientras que el sistema por condensador,
dan mayor nitidez y contraste, pero van a verse más los pequeños defectos que pudiese tener
el negativo u el objetivo de la ampliadora, como arañazos, o suciedad.

Bajo el sistema de difusión de luz, nos encontramos con el portanegativos, que es una
placa en la que colocamos la película.

La proyección de la imagen es recogida por un objetivo que se encuentra debajo del


portanegativos, y que incorpora un sistema de enfoque y un diafragma, como el objetivo de una
cámara.

Será este último, el objetivo el que marque la calidad de nuestra ampliadora, pues
ocurre como con las cámaras. Podemos tener la mejor cámara o ampliadora del mundo, pero si
el objetivo que incorporan tiene lentes malas, jamás obtendremos unos resultados perfectos.

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2.- Una luz de seguridad.- El papel típico utilizado para la fotografía en blanco y negro,
es casi insensible a la longitud de onda producida por los colores del amarillo al rojo. Por ello,
utilizando una fuente de luz que emita estas longitudes de onda, nos podemos permitir no
trabajar a oscuras.

Estas luces suelen consistir en una bombilla normal de 25 W, cubierta por un filtro
plástico de color rojo o anaranjado, aunque también existen bombillas que incorporan el filtro
en el propio vidrio.

Esto último no significa que podamos usar una bombilla normal, y pintarla de rojo.

3.- Un marginador.- El marginador es un tablero que se coloca bajo la ampliadora, y


que está equipado con unas regletas móviles, que utilizaremos para mantener el papel plano e
inmovilizado, así como para delimitar el encuadre, y para crear un pequeño marco blanco
alrededor de la imagen.

4.- Un reloj.- Es imprescindible que tenga segundero. Un cronómetro digital es una


buena opción. Este nos servirá para medir el tiempo de exposición del papel a la luz de la
ampliadora, pues el tiempo de revelado en el líquido no se mide, sino que lo decidimos según
vemos la imagen aparecer en el papel.

5.- Cubetas.- Nos referimos a bandejas de 4 ó 5 cm de profundidad en las que poner


los líquidos, y en las que introduciremos el papel una vez que se haya expuesto con la
ampliadora.

En estas cubetas repetiremos los mismos pasos que en el revelado del negativo, es
decir, el revelado, paro, fijado y lavado, observando el efecto del proceso en la imagen que
vamos obteniendo.

Es conveniente también que por cada cubeta tengamos unas pinzas, o al menos tener
una pinza para los líquidos ácidos (paro y fijador), y otra los alcalinos (revelador). Así
evitaremos ensuciar unos líquidos con otros, con lo que prolongaremos su vida útil.

Utilizando pinzas evitamos dejar huellas y ensuciar en general en el papel, por no


mencionar lo nocivo del contacto de los líquidos con la piel.

6.- Papel fotográfico.- Es el soporte sobre el que obtendremos nuestra imagen, de


manera que debemos ser cuidadosos a la hora de elegirlo.

Fundamentalmente hay dos tipos de papel, y el proceso de revelado, según utilicemos


uno u otro, variará en algunas cosas.

El primero de ellos es el papel clásico o baritado. Se llama así porque la primera capa
que se encuentra sobre el papel es una capa de sulfato de bario que hace que la imagen sea
más estable y le da más blancura. Sobre esta capa encontramos ya la emulsión de haluros de
plata, y sobre esta una capa protectora de gelatina. El papel no tiene ningún tipo de
recubrimiento en su parte posterior.

Este tipo de papel es el que más se utiliza en la fotografía artística, pues con este se
obtiene una gran variedad de grises, y si se hace un lavado correcto (de cerca de una hora), la
imagen se conservará durante largo tiempo.

Otra peculiaridad de este papel es que si queremos obtener buenos resultados de


verdad, debemos usar una esmaltadora, que es una placa metálica finamente pulida, con un
sistema de calefacción. Sobre esta placa se coloca la copia mojada, y se alisa con un rodillo,
desprendiéndose esta una vez seca y consiguiéndose una superficie muy brillante.

El otro tipo es el papel plastificado. Lo que diferencia a este del anterior es que, por
un lado, el papel está recubierto por ambas caras de una capa de resina que lo hace
impermeable, y por otro, no tiene la capa de sulfato de bario.

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Con este papel, como la capa de resina evita que los reactivos alcancen la celulosa, el
tiempo de revelado es menor, y de la misma forma, el lavado es también mucho más corto.

Independientemente de la estructura del papel que utilicemos, debemos tener en


cuenta también la sensibilidad de este, para saber sobre todo el tipo de luz de seguridad que
debemos utilizar.

Así, encontramos el papel pancromático, que es sensible a todas las longitudes de


onda, por lo que, o se trabaja a oscuras, o con lámparas de vapor de sodio, que son
demasiado caras como para ser utilizadas por el aficionado. Así pues, este no es precisamente
el papel más recomendable para los que no sean profesionales.

Por otro lado encontramos papeles ortocromáticos, que son los que tienen las
emulsiones más rápidas, a base de bromuro de plata, y que son sensibles a las radiaciones
azules y verdes, por lo que la luz de seguridad a utilizar es la roja o la naranja.

Por último encontramos los papeles no cromatizados, que son los papeles clásicos, a
base de cloruro de plata. Estos son los que mayor gama de luces de seguridad admiten, pues
son sensibles solo hasta la luz azul, de forma que se pueden usar luces de seguridad rojas,
naranjas, e incluso amarillas.

Un último factor a tener en cuenta cuando compremos nuestro papel es el grado de


contraste que se obtiene con él. A este respecto hay que decir que existen papeles de
contraste fijo y papeles de contraste variable.

Los de contraste fijo suelen indicar su dureza o suavidad de contraste mediante una
escala, en la que los números más bajos, indican menor contraste.

Los de contraste variable incorporan una capa de alto contraste sensible al violeta y al
azul, y otra de bajo contraste sensible al verde y en menor medida al amarillo. De esta forma,
utilizando el filtro apropiado en la ampliadora, podemos tener un papel duro o uno blando,
según nos convenga.

Los papeles suaves (de poco contraste), son útiles para rectificar negativos muy
contrastados, y los duros (de mucho contraste), harán lo propio con los negativos poco
contrastados.

Una vez que tenemos todo el material necesario, podemos empezar a obtener nuestras
copias.

B) La hoja de contacto y la tira de prueba

Antes de nada, debemos decidir qué imágenes pasar a papel de todas las que tenemos
en el negativo. Pero a veces,decidir sobre el negativo entre unas imágenes y otras puede ser
difícil, sobre todo entre varias muy parecidas, de manera que para positivarlas todas de una
vez, lo que nos ayudará a decidir, se hace lo que se llama una hoja de contacto.

Hacer una hoja de contacto no es más que poner el negativo sobre el papel y
exponerlo a la luz. Para hacerlo, se puede usar una prensa especial de las que venden en los
comercios especializados, o bien se puede colocar un cristal sobre las tiras del negativo y el
papel, para prensarlo todo. Esta última opción es mucho más barata, e igualmente efectiva.

Tras exponer el papel, este se revela de la misma manera que se revelan las copias,
como explicaremos más adelante. Así obtendremos todas las imágenes del negativo,
positivadas en pequeño tamaño.

La hoja de contacto es muy útil, no sólo para la elección de la imagen, sino para otras
muchas cosas, como elegir encuadres, y localizar los fotogramas rápidamente, si la guardamos
junto a los negativos.

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Pero, ¿cuánto tiempo debemos exponer el papel a la luz blanca de la ampliadora?. La


forma más eficaz y exacta de conocer la exposición de cualquier copia es hacer lo que se llama
un tira de prueba.

El procedimiento para realizarla es muy sencillo: se coge la imagen que queramos


positivar y la introducimos en la ampliadora. Una vez enfocada, apagamos la ampliadora o le
colocamos un filtro rojo, y colocamos el papel debajo. Una vez echo esto, lo tapamos con un
cartón, encendemos de nuevo la ampliadora, y empezamos a destapar el papel con el cartón
de forma escalonada, a intervalos uniformes de tiempo, por ejemplo cada 2 segundos. De esta
forma, al final tendremos tiras expuestas 2”, 4”, 6”, 8”, 10”, 12”, 14”, 16”, 18”, etc.

Después se coloca el papel en la cubeta de revelador, unos 2 minutos si es papel


plastificado, y unos 5 si es del clásico. Una vez fijado y lavado, decidiremos el tiempo de
exposición en función del de la franja cuya densidad nos convenza más.

Con la práctica y un uso continuado del mismo papel, a veces terminaremos atinando
con la exposición adecuada sin necesidad de la tira de prueba, aunque para los casos en que
queramos sacar una copia de calidad impecable, es más que recomendable el llevarla a cabo.

Otra ventaja de hacer una tira de prueba de una hoja de contacto es que sabremos la
exposición correcta para cualquier fotograma de ese negativo.

C) El proceso de positivado

Una vez elegida la imagen, el encuadre de la misma, y la exposición necesaria, que


hemos deducido de la tira de prueba, comenzaremos por hacer un enfoque de precisión.

Así pues, colocaremos en negativo en la ampliadora, y elegiremos el tamaño subiendo


o bajando el proyector. Tenemos que tener en cuenta que cuanto más lejos esté el proyector
del papel, más exposición se necesitará. Aquí vuelve a regir la ley del cuadrado inverso que
vimos en su momento, de forma que al duplicar el tamaño de un lado de la imagen, la
exposición se cuadruplica.

Una vez elegido el tamaño, apagaremos la luz de la habitación y dejaremos solo la luz
de seguridad. Esto nos facilitará la visión de la imagen proyectada, a la vez que protegerá el
papel cuando lo saquemos.

Para hacer un enfoque lo más preciso posible, pondremos en la marginadora un papel


fotográfico inservible, igual que el que vayamos a utilizar para la copia (por su grosor), colocado
con su parte posterior hacia arriba.

Luego, abrimos totalmente el diafragma de la ampliadora, para ver más nítidamente la


imagen, y además para afinar más el enfoque, pues recordemos que, a más apertura, menor
profundidad de campo, por lo que sí enfocamos con el diafragma abierto, cuando lo cerremos 2
ó 3 puntos para exponer la imagen, al ganar profundidad de campo, esta quedará, con
seguridad, totalmente enfocada.

Cuando tengamos la imagen bien enfocada, apagamos la ampliadora o bien le


colocamos el filtro rojo, si lo tiene, y sustituimos el papel que habíamos utilizado para enfocar,
por el que realmente vayamos a exponer. Este lo colocaremos con su cara delantera hacia
arriba (la más brillante).

Una vez bien colocado el papel en la marginadora, cerraremos el diafragma de la


misma 2 ó 3 puntos. La exposición del papel, ya sea para una copia o para una hoja de
contactos, se debe hacer con esta apertura de diafragma.

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Tras ello, para llevar a cabo la exposición, encendemos la ampliadora durante el


tiempo que decidiésemos a raíz de la tira de prueba, o bien retiraremos el filtro rojo, si lo tiene,
durante ese mismo tiempo.

Acto seguido meteremos el papel en la cubeta llena con revelador. En principio,


introduciremos el papel hacia abajo, para que la superficie sensible entre en contacto con el
revelador de la forma más uniforme posible, y luego, a los pocos segundos, le daremos la
vuelta, para poder ver cómo aparece la imagen.

El revelador que se utiliza aquí es el mismo que utilizamos al revelar el negativo,


aunque algo más concentrado, pero existen también reveladores especiales para copias, de
muy recomendable uso.

El tiempo de revelado varía de uno a otro papel, como ya explicamos anteriormente,


pero sea cual sea el caso, lo que se debe hacer es revelar siempre a fondo. Al principio, con la
falta de costumbre a ver con la luz roja, nos parecerá que la copia se ennegrece demasiado, y
tenderemos a sacar la hoja antes de tiempo, con lo que lo único que lograremos será tener una
copia sin riqueza de grises y sin negros profundos.

Cuando una copia está bien revelada, a fondo, esta para de ennegrecerse casi de
golpe en un momento determinado, que variará ligeramente en función de la exposición a la
que haya sido sometida y del tipo de papel.

Si usamos papeles plásticos, el tiempo vendrá a ser de unos dos minutos. Si es papel
clásico el que usamos, tardará unos cinco minutos, debido a que la difusión del reactivo entre
las fibras del papel es más lenta, tardándose más también en eliminarlo, por lo que la fase de
lavado también se prolongará.

Mientras el papel está en la cubeta conviene moverlo con las pinzas, o bien mover la
cubeta, para que se regenere el reactivo que esta en contacto con la superficie que se está
revelando.

Una vez que estimemos que el revelado se ha completado, pasaremos la hoja a la


cubeta llena con líquido de paro, que es una vez más, el mismo que se usa en el baño de
paro del negativo, como igual es la finalidad: detener en seco el proceso de revelado.

En esta fase, sea cual sea el papel que utilicemos, lo mantendremos en la cubeta
durante unos 15 segundos.

Tras ello, se pasa el papel a la cubeta con fijador, que es también el mismo que se
utiliza para los negativos.

En esta cubeta, debemos mantener el papel durante cinco minutos si se trata de papel
plástico, y durante 20 minutos si es papel baritado.

Por último, se pasa a la fase de lavado, preferiblemente con agua corriente, aunque
vale lavarla a ratos en un recipiente profundo, terminando con agua corriente.

El lavado debe durar unos 5 minutos con papel plástico y no menos de 30 minutos con
papel clásico, aunque se obtendrán mejores resultados y más durabilidad si nos acercamos a
la hora.

Finalmente, nos dispondremos a secar la copia, colgándola a temperatura de ambiente


si es papel plastificado, o utilizando la esmaltadora si queremos obtener mejores resultados
con el papel baritado. En este último caso, la obtención de una copia brillante o granulosa,
dependerá de la cara del papel que apoyemos en la esmaltadora.

Como podemos observar, no existe fase de humectado, aunque existen sustancias


en el mercado que favorecen la eliminación de los hiposulfitos, lo que acorta sensiblemente la
fase de lavado.

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