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LA GUÍA DEL PEREGRINO

La Guía del Peregrino constituye el Libro V del Codex Calixtinus y podemos admitir,
con carácter general, que tiene autor propio, de nombre Aymeric Picaud. Dice así la
bula apócrifa atribuida al Papa Inocencio II que cierra el Codex:
“Este códice, compuesto primeramente por el Papa Calixto, que el poitevino
Aymeric Picaud de Parthenay-le-Vieux, llamado también Olivier de Iscán, villa de
Santa María Magdalena de Vézelay, y Gerbega de Flandes, compañera suya, donaron
a Santiago de Galicia por la redención de sus almas, como veracísimo…”
La cita es tan sorprendente como enigmática, sin descartar un sobrenombre
religioso para ocultar una biografía. Era natural de Parthenay-le-Vieux, cerca de
Poitiers, en el Poitou y regentaba la iglesia de Saint-Jacques d'Asquins (Iscán)
dependiente de la abadía de Vézelay. Cabe recordar que Inocencio II nombró abad
de Vézelay a Pons de Montboissier en 1138, monje de Cluny y hermano de Pedro el
Venerable. Y que Vézelayª gozará de gran independencia y tendrá un papel central
en la composición del Codex.
El autor se revelará en algunos pasajes, así al describir la basílica compostelana
dirá: “Nos, gens gallica”. Significativa es la acepción de galo frente a la de franco que
comienza a extenderse justamente en esa época con la Chanson y que expresaría
una procedencia más gala del sur que germano-franca del norte. Pero que al mismo
tiempo no es occitana por cuanto la lengua d´oc tendrá para el autor, según propia
confesión, acento bárbaro. Tampoco tiene origen provenzal porque la Vía Tolosana
tendrá un desarrollo muy poco detallado: minimiza el paso de Somport y crea una
etapa imposible desde Jaca hasta Monreal. Una irrelevancia que no se corresponde
con su prioridad histórica en el Camino y su probada densidad a lo largo de los siglos:
el Midi ha sido la región con mayor arraigo jacobeo.
El itinerario de la Guía es claramente la Vía Turonense que su autor conoce y
detalla con profusión. Estamos pues ante un itinerario de peregrinación que sin duda
realizó Aymeric Picaud y que a mediados del siglo XII ya estaba asentado. Pero a su
valor documental muy exacto debemos añadirle un valor programático. No es un
itinerario neutral, sino que selecciona rutas, villas y santuarios. Tiene un valor
preceptivo porque, como han señalado muchos autores, en esas fechas el Camino
sería mucho más difuso y variable. La Guía del Peregrino nos sitúa en una ruta
jacobea y cluniacense muy precisa que se quiere potenciar, donde se fijan por primera
vez los lugares de Pamplona, Puente, Estella, Los Arcos, Logroño, Nájera, Santo
Domingo, Carrión, Sahagún etc.

(a) Historia Vizeliacensis Monasterii auctore Hugone Pictavino notario Guillelmi abbatis
Vizeliacensis, qui eam jussu Pontii abbatis scribere aggressus est anno 1156, et sub ipso Guillelmo
absolvit anno 1167. Liber secundus.

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Como ocurre en la totalidad del Codex no debemos olvidar su valor normativo y
propagandístico. Pero con tantas prevenciones que hace impracticables muchos
tramos del recorrido por sus exagerados peligros. Un ejemplo, entre Estella y Logroño
todas las aguas resultan mortíferas, quizá por mera salinidad. Y nos revelan un monje
tremendista y severo, iracundo y dogmático. Para haber vivido el Camino con
humildad echamos de menos la laxitud del peregrino afable.
El autor de la Guía se distancia mucho más de la Chanson que el Turpín. El Turpín
confirmaría el paso del ejército de Carlomagno por el camino bajo del Pirineo. Así
narra los momentos finales del héroe:
“Entonces tocó su trompa de marfil con tal ardor y tanta fuerza, que se cuenta que
la trompa se rajó por la mitad con la violencia de su soplido y se le rompieron las venas
y los nervios del cuello. Y su sonido llegó entonces, conducido por los ángeles, hasta
los oídos de Carlomagno, que con su ejército se había detenido en Valcarlos, lugar
que distaba de Roland ocho millas hacia Gascuña. Carlomagno quiso regresar en
seguida a su lado para auxiliarle…”
La distancia de ocho millas, es decir, 12 Kms. se corresponde exactamente con el
llamado camino bajo o puerto de Ibañeta. La Guía parece inclinarse por seguir el
collado de Lepoeder, el camino alto a 1.400 metros de altitud, dejando el valle llamado
Valcarlos para “cuando no quieren escalar”:
“En el Camino de Santiago que desde Port de Cize conduce a la basílica del santo
en Galicia, se encuentran las siguientes localidades más importantes: en primer lugar,
al pie del mismo nombre de Cize y en la vertiente de Gascuña, está la villa de Saint-
Michel [le-Vieux], luego, pasada la cima del monte, se encuentra el Hospital de Roland,
luego la villa de Roncesvalles”
Nuestro autor quiere escalar y habla de un monte muy alto denominado Port de
Cize con 8 millas de subida y 8 millas de bajada. Y la Crux Karoli de la Guía, desde
donde puede verse el mar británico y occidental, que unos sitúan en Lepoeder y otros
la ascienden a la cima máxima de Astobiscar. Esta Cruz Carola está documentada
desde 1106 y se situaba en Roncesvalles para marcar los límites entre los obispados
de Bayona y Pamplona, es decir, debemos suponerla en el Alto de Ibañeta, aunque la
Guía resulte confusa.
Más bien parece que el monte que llama Port de Cize es la cima mítica del
imaginario francés, el tránsito de Francia a España y la entrada en los dominios de
Santiago. Y quiere saciar su sed de infinito adivinando el mar de Frisia (Británico) y el
mar de Galicia (Occidental), los dos extremos en el camino de las estrellas del sueño
de Carlomagno, mito fundacional del calixtino:
“su altura, en efecto, es tanta que parece que toca el cielo. A quien lo sube le parece
que puede palpar el cielo con su propia mano”.
En realidad, la subida desde Saint-Michel-le-Vieux son 14 millas y la bajada desde
Lepoeder tan solo son 2 millas. El mar que se puede vislumbrar es una pequeña parte
del golfo de Gascuña. Aymeric en los Pirineos sufre un arrebato místico, como quien
consigue ver el Paraíso, que entre brumas y nieblas siente el gélido aliento de Dios
en un nuevo Tabor. El esfuerzo y el entusiasmo se sobreponen a la realidad para

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abrazar lo inefable. La fantasía martirial que ha incubado en los monasterios franceses
le deslumbra cuando alcanza la cumbre. Al cruzar los Pirineos, Aymeric pierde su
probada veracidad y se abandona a una visión mística.
Respecto a la fecha de redacción de la Guía del Peregrino cabe destacar la
referencia al rey de Aragón en el Capítulo VII pasando los dominios de Port de Cize,
es decir, Ostabat, San-Jean-le-Vieux y Saint-Michel-le-Vieux. Lo que nos devuelve a
los años 1131-34, es decir, que nuestro autor cruzaría los Pirineos en los años de
soberanía por vasallaje del rey Alfonso I en la zona. Vemos que la Guía del Peregrino
sería coetánea con la Crónica de Turpín.
Bien es verdad que los nombres citados de Raimundo de Soule, Viviano de
Agramonte, el Vizconde de San Miguel y Arnaldo de Guinia no resultan identificables.
Los nobles ultrapirenaicos vasallos de Alfonso I en 1134 son el vizconde de Béarn
(Céntulo IV), el conde de Bigorra (Pierre de Marsán), el señor del valle de Soule
(Gassión), el de Miramont (Augier) y el de Narbonne (Aimerico II).
Si nuestro autor cruzó los Pirineos antes de 1134 podemos plantearnos si se alojó
en el hospital de Ibañeta o en el albergue de Roncesvalles (que es Burguete):
“En la bajada, están el hospital y la iglesia en la que se encuentra el peñasco que
el poderosísimo héroe Roland, con su espada partió por medio de arriba a abajo, de
tres golpes. Viene luego Roncesvalles, el lugar donde tuvo lugar el gran combate en
el que perecieron el rey Marsilio, Roland y Olivier con otros cuarenta mil combatientes
cristianos y sarracenos. Pasado este valle, viene la tierra de los navarros, rica en pan,
vino, leche y ganados.”
El mismo orden se recoge en el Capítulo III: cima, hospital y villa de Roncesvalles.
Cuando dice villa de Roncesvalles debemos entender Burguete, el Burgo de
Roncesvalles, fundado por francos venidos de Pamplona, con albergue de peregrinos,
como lo vio con gran claridad Saroïhandy. Funcionaba entonces en Ibañeta el Hospital
de Roland que en 1134 se traslada al pie de la montaña a cargo de una comunidad
de canónigos de la catedral de Pamplona. El que en 1137 el Papa Inocencio II toma
bajo su protección como Hospital de Roncesvalles. Las referencias de Aymeric
debemos entenderlas al Hospital de Roland, la capilla de Carlomagno y el peñasco
partido con Durandal, todo ello localizable en el Alto de Ibañeta.
En este juego de fechas cabe señalar la referencia que hace cuando describe las
tres lámparas del sepulcro de Santiago: “Que el alma del rey Alfonso de Aragón
descanse en paz eterna”. Es decir, al terminar la Guía, en el Capítulo IX que describe
la ciudad y la basílica de Santiago, hace súplica por don Alfonso I, fallecido en 1134.
Por encima de su patente animosidad le rinde su particular homenaje que es también
el de la iglesia compostelana bien presente en las mandas de su testamento: “Dono
también a Santiago de Galicia…”
Pero en el Capítulo II nos había dicho debajo de la rúbrica “Calixto papa”:
“Desde el Somport a Puente la Reina hay tres cortas etapas. La primera va de
Borce, una villa situada al pie del Somport en la vertiente de Gascuña, hasta Jaca. La
segunda va de Jaca a Monreal. La tercera de Monreal a Puente la Reina.”

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Es evidente que su redacción es muy posterior al papado de Calixto II. Y que la Vía
Tolosana la describe de oídas cuando habla de tres etapas cortas. La etapa de Jaca
a Monreal es de casi 100 kms. y omite a medio camino la villa de Sangüesa fundada
en 1122 para poner el final en la villa de Monreal (Monte Reello) fundada en 1149,
ambas como burgos francos. Seguimos pues demorando la Guía y la compilación del
Codex Calixtino hasta mediados del siglo XII.
Con ese trasfondo de leyenda, tradición y testimonio tan caro a nuestro autor
señalemos la divergencia máxima, justo en la muerte del héroe:
“Después de haber ganado Roland numerosas batallas contra reyes y gentiles, y
de haber sufrido las fatigas del frío, el hambre y el calor, víctima, por amor de Dios, de
durísimos golpes y constantes heridas, herido por flechas y lanzas, se cuenta que
finalmente murió de sed en el referido valle, como insigne mártir de Cristo.”
Hay aquí una lectura contraria a la Chanson (serie 165) que dice: “Al contemplar
desmayado a Roland, un dolor, el más profundo que jamás haya sentido, invade al
arzobispo. Extiende la mano y toma el olifante. Hay una corriente de agua en
Roncesvalles: quiere llegar hasta ella y traerle un poco a Rolandª ”
Evidentemente, Roland no pudo morir de sed en Roncesvalles donde, como dice la
Chanson, el agua corre: “A Roncevaux il y a une eau courante”. Pero el eco del sitio
de Barbastro, la primera de todas las cruzadas, que fue rendido por la sed, es
perceptible en la leyenda martirial del Turpín, traspasada aquí a la Guía del Peregrino.
Julio Donlo Fernández

(a) “L'ARCHEVÊQUE, quand il vit se pâmer Roland, en ressentit une douleur, la plus grande
douleur qu'il eût ressentie. Il étendit la main: il a pris l'olifant. A Roncevaux il y a une eau courante: il
veut y aller, il en donnera à Roland. A petits pas, il s'éloigne, chancelant. Il est si faible qu'il ne peut
avancer. Il n'en a pas la force, il a perdu trop de sang ; en moins de temps qu'il n'en faut pour traverser
un seul arpent, le cœur lui manque, il tombe, la tête en avant. La mort l'étreint durement.”

La Chanson de Roland por Joseph Bédier (CLXV)

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Camino bajo del Pirineo (azul) por Valcarlos que sigue el puerto de Ibañeta y Camino alto del Pirineo
(rojo) por Orisson que sigue el collado de Lepoeder. Ambos se juntan en el Alto de Ibañeta.

Bajada desde el Alto de Lepoeder (1418 m.) al Alto de Ibañeta (966 m.) en primavera.

(Foto de M.J. Garbisu)

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Colegiata de Nuestra Señora de Roncesvalles desde la fachada oeste. El muro de la izda. es el
único resto arquitectónico del siglo XII y es la cara interior del muro norte del primitivo hospital de
peregrinos abierto en 1134 y dispuesto frente a la iglesia, al otro lado de la ruta jacobea.
(Foto de M.J. Garbisu)

BIBLIOGRAFÍA:

Bédier, Joseph Legendes épiques (1913)


La Chanson de Roland (1922)
Bravo Lozano, Millán Guía del peregrino medieval (1989)
El Liber Peregrinationis de Aymeric Picaud (1991)
Ciérbide Martinena, Ricardo Consideraciones en torno a la toponimia de
Roncesvalles (1981)
Goñi Gaztambide, José La fecha de construcción y consagración de la Catedral
románica de Pamplona (1100- 1127)
Los obispos de Pamplona (1979)
Herbers, Klaus y Santos Noia, Manuel Liber Sancti Iacobi. Codex Calixtinus,
transcripción latina (1998)
Hugo de Poitiers Historia del monasterio de Vézelay (1156-1167)

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Michel, Francisque La Chanson de Roland (1837)
Moralejo, Abelardo, Torres, Casimiro y Feo, Julio Codex Calixtinus, traducción al
español (1951)

Saroïhandy, Jean-Joseph La Léyende de Roncevaux (1925)

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