Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ser dueño de un pozo en Palestina era poseer una fortuna. Tener posesión de una fuente o pozo de salvación
es tener la buena fortuna de una refrescante y eterna delicia. Obsérvese la:
I. Prueba de la fe. «Cuando los siervos de Isaac cavaron, y hallaron un pozo de aguas vivas, los pastores de
Gerar riñeron, diciendo: El agua es nuestra.» Cavar pozos–buscar de abrir para nosotros manantiales de
bendición–es una ocupación muy común. No todo pozo que cavamos rinde contentamiento. Éste tuvo que ser
llamado «Contención » (Gn. 26:20). Cavaron otro; éste también trajo contienda con mayor fuerza, y fue
llamado «Enemistad», u odio. Fue una prueba severa para Isaac haber trabajado tanto con estos pozos y
dejar que otros reclamaran el agua. Isaac no riñó, sino que
mansamente viajó más atrás en el valle. Esta es una de las lecciones más difíciles que nosotros como
cristianos tenemos que aprender, a no resistir el mal hecho contra nuestros propios intereses. Es tan natural
para nosotros
defender nuestros propios derechos. Retrocede, y haz lugar para Dios. «No devolviendo mal por mal, ni
maldición por maldición, sino por el contrario » (1 P. 3:9).
II. Compensación de Dios. «Abrió otro pozo…; y llamó su nombre Rehobot, y dijo: Porque ahora Jehová nos
ha prosperado», o «nos ha hecho ensanchar»; «ha hecho lugar para nosotros.» Cediendo y confiando con
calma hallaron:
1. LA PROVISIēN DEL SEÑOR. Solo el Señor puede «hacer lugar para nosotros». El sabe cuándo, dónde y
qué espacio necesitamos. Cuando el Señor hace lugar para nosotros, lo hace para todo don y talento que
tengamos, para todo santo deseo y todo puro afecto. Hace falta lugar preparado por Él para satisfacer todas
las necesidades del hombre como espíritu inmortal. Ha hecho lugar para nosotros:
3. LA PRESENCIA DEL SEÑOR. «Jehová dijo: No temas, porque Yo estoy contigo.» No disputemos ni
lloremos cuando los hombres del mundo tratan de despojarnos de algunos de los pozos de nuestras
comodidades terrenales. Los toros de Basán suelen echar al creyente manso a praderas más distantes.
Permaneciendo en la presencia de Dios
estaremos escondidos de la contención de lenguas, y guardados como la niña de su ojo. No os afanéis por
vuestra vida. «Buscad primeramente el reino de Dios…, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mt. 6:33). El
Señor hará un lugar para nosotros.